“Si yo hubiera estado en la Rusia de los años veinte, hubiese sido un gradualista
bujariniano. Si hubiese tenido que asesorar la industrialización soviética,
habría recomendado unos objetivos más flexibles y limitados, como, de
hecho, hicieron los planificadores rusos más capaces. Y, sin embargo, cuando
miro hacia atrás, me pregunto una y otra vez: ¿existía una alternativa al
indiscriminado,
brutal y poco planificado empuje del primer plan quinquenal? Ojalá
pudiera decir que sí, pero no puedo. No soy capaz de encontrar una respuesta.“