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Del renacimiento a la Revolución Industrial, el desarrollo del Urbanismo Moderno

E. N. Barrera M.

Universidad Nacional de Colombia

Escuela de Arquitectura y urbanismo,

Universidad Nacional de Colombia.

Bogotá D.C. 2017-II


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Tabla de contenido

INTRODUCCION ............................................................................................................................................ 2

LA CONSTRUCCION DE LA CIUDAD ............................................................................................................... 4

UTOPIAS DEL SIGLO XIX ................................................................................................................................ 7

CONCLUSIONES ............................................................................................................................................ 9

BIBLIOGRAFIA ............................................................................................................................................. 10
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INTRODUCCION

La revolución Industrial es un momento decisivo en la historia política, económica y cultural de


la humanidad, así como también, el punto de partida de la urbanística moderna en función del
ordenamiento de la nueva ciudad industrial. Es importante destacar que, si bien, el urbanismo
moderno surge con la revolución industrial, no se manifiesta de manera simultánea con esta, sino
que, se constituye como una solución a los problemas generados por las trasformaciones de corte
técnico-operativo gestadas en aquel periodo. El urbanismo, entonces como ahora, continúa siendo
una solución a los problemas que lo preceden, y no un mecanismo de control como debería.
Dentro de las transformaciones que trajo consigo la revolución industrial, fue el aumento de la
población una de las cusas más influyentes en el inicio de la urbanística moderna, pues se hizo
necesaria la redistribución de los habitantes de las ciudades y el campo por el territorio, proceso,
a la larga impulsado por el interés económico que generó la revolución industrial.

El detonante principal del aumento de la población fue el deceso de la mortalidad infantil; la


ocupación del territorio contiguo a la ciudad fue movilizando a los grupos de cultivadores,
quienes se verían vinculados a la vida y ritmo de la ciudad industrial. Pero este proceso gradual
de migración a las ciudades, no solo es inherente a la revolución industrial.

A lo largo de la historia, se pueden observar ciertos periodos de avance técnico, artístico, político
y cultural, que logran modificar la vida de los grupos humanos de manera contundente, tal fue el
caso del renacimiento, cuya motivación central fue la renovación de la cultura con base en los
ideales clásicos. Al igual que la revolución industrial, este periodo, nos presenta hechos en
común, y recurrentes también en muchos otros hechos históricos; El primero, relacionado con
una de las condiciones, que, según el historiador británico, Peter Burke, presento aquella época
distante, “Sin duda alguna el renacimiento, fue un movimiento minoritario y urbano, no rural.”
(Burke, 1998). Esto es algo común tanto en el renacimiento como en la revolución industrial, y,
es que, es en el núcleo urbano donde se gestan los procesos de desarrollo técnico, científico y
artístico, influenciados por el orden y la centralidad, tanto política como económica, que este
ofrece. lugares donde la dispersión por el territorio ha sido controlada y de alguna manera
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ordenada. sin embargo, hay hechos implícitos que rodean ambos sucesos históricos, que son
particularmente evidentes en la revolución industrial. Para explicar lo anterior, continuare con la
analogía establecida con el renacimiento, obviando los rasgos artísticos y progresos estéticos, se
capta la atención hacia la figura conocida como “mecenazgo”, bajo la cual, una persona que
contaba con recursos económicos, patrocinaba a los artistas en favor de la cultura y contando con
otros beneficios sobre el trabajo por estos realizado. He de aquí, que el progreso en esta época,
también se veía, aunque de manera antagónica, influenciado por el capital económico de ciertos
grupos. En efecto, el interés en la cultura por parte de la sociedad acaudalada influyo en su
participación en el desarrollo del arte, como lo explica Burke al mencionar: “Pisanello es un
ejemplo destacado de lo que los lingüistas denominan «cambio de código», pues según el
mecenas y según la ocasión, optaba por el estilo renacentista o el gótico.” (Burke, 1998), dando a
entender la importancia de los gustos del mecenas, quien era el patrocinador de la obra.

Los hechos anteriormente descritos, que fueron denominados como <implícitos>, son referentes
al desarrollo económico que, aparentemente, ha moldeado los procesos de transformación en
todos los ámbitos de la vida humana. A partir de este punto, y a sabiendas de su verdadera
naturaleza, estos hechos mal llamados implícitos, son lo que, desde aquella época hasta nuestros
días, ha guiado el curso de las artes, políticas y vida de los hombres.

En este ensayo pretende comparar algunas de las relaciones existentes entre la planeación urbana
en los periodos referidos al renacimiento y la revolución industrial, permitiendo dilucidar los
puntos comunes que presenta el desarrollo urbanístico en periodos de resurgimiento cultural,
político y económico. Así pues, se describirán algunos de los sucesos que rodearon el desarrollo
urbano de la época del renacimiento; en contraste con las utopías y modelos urbanísticos
impulsados por la revolución industrial, intentos del urbanismo por resolver los problemas que
impuso el desarrollo de esa época en pos de una mejor organización social y política de los
grupos humanos. De tal forma, este ensayo, permitirá evidenciar los patrones comunes que rigen
las tendencias de la dispersión humana sobre el territorio durante las épocas en mención, teniendo
en cuenta las necesidades que la provocan y los inconvenientes que esta conlleva; y,
comprobando si la descripción realizada por Leonardo Benévolo sobre el origen del urbanismo
moderno, fue y podría llegar a ser válida en épocas venideras.
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LA CONSTRUCCION DE LA CIUDAD

En este punto, se hace necesario aclarar, un hecho que ante la vista de muchos es obvio; la
existencia de los núcleos urbanos a lo largo de la historia, Con la revolución industrial, se planeta
la urbanística moderna, como solución a los problemas generados por la acelerada expansión de
las ciudades, y en este punto “ La mayor parte de estas iniciativas, aun aquellas que tienen un
carácter más técnico, posee un trasfondo ideológico reconocible, que coincide en gran medida
con los principios del socialismo moderno” (Benevolo, 1994), así, la urbanística moderna, para
Benévolo y para muchos utopistas de la revolución industrial, constituirá una parte de la política,
que permitirá en el caso de estos últimos, mejorar la distribución de las actividades humanas y la
calidad de vida de los obreros y habitantes de la ciudad industrializada. El ya mencionado
aumento demográfico, que obedecía entre otros, al aumento casi ilimitado de la producción
industrial gracias a los progresos técnicos, concentró en las ciudades un gran número de talleres,
que atrajeron a las familias anteriormente ubicadas en el campo. De esta forma, las nuevas
familias se ubicaron en barrios contiguos a las fabricas ampliando de esta manera las ciudades.

El progreso técnico, inicialmente sustentado por el surgimiento de nuevas maquinarias, además


de aumentar de manera exponencial la capacidad de producción de las industrias, demandaría una
renovación a las redes viales, que permitiera una eficaz comunicación y transporte de mercancías,
que más tarde, observarían una notable mejoría con la llegada de las locomotoras. Estos cambios,
modificaron las condiciones de vida en las ciudades de manera drástica, las ciudades, nacían y
crecían hasta duplicar su tamaño en periodos de tiempo relativamente cortos, según benévolo, en
el paso de una generación. Sin embargo, los nuevos planteamientos políticos y económicos, que,
se enfrentaban a las instituciones tradicionales, descuidaron la organización de los territorios
reduciéndolos a enunciados deducibles de las premisas que ofrecían, a tal punto que
desacreditaban los métodos urbanísticos tradicionales. De esta manera, mientras que la burguesía
goza de un espacio rico, los barrios obreros crecen indiscriminadamente y de manera compacta,
que; solo cuando comienzan a generar problemas de salud pública por sus pésimas condiciones
higiénicas y su hacinamiento; comienzan a hacer evidente la necesidad de nuevos planteamientos
urbanísticos, que, por los factores ya mencionados, debían ser innovadores, completamente
diferentes a lo ya establecido.
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Así, en una primera fase de movilización del campo a la ciudad, las familias que confluían a la
ciudad, disponían para su residencia en la ciudad de: los espacios libres en los barrios antiguos y
las nuevas construcciones en las periferias de la ciudad antigua. La calidad de las residencias
arrendadas, era precaria, en los domicilios faltaban las instalaciones higiénicas o las existentes
eran muy básicas; entre la competencia por la ganancia obtenida por los arriendos y los salarios
miserables, el obrero era quien pagaba, o bien, en jornales o aguantando un estilo de vida
indigno. Se procuraba que los barrios, fueran construidos cerca a los lugares de trabajo, esto
afectaba de manera recíproca a las industrias y las viviendas, a las primeras por interrupciones en
el tráfico, y a las segundas por la contaminación; en si misma; dificultada por la casi imposible
eliminación de los desechos que recorrían las cloacas, y, que llegaron a compartir el espacio en
que la clase trabajadora desempeñaba sus labores. Las casas eran demolidas y las fabricas
ampliadas, con indiferencia ante los límites de la ciudad.

Esta situación problemática resulta en apariencia similar a algunos de los hechos que
promovieron el desarrollo urbanístico durante el renacimiento. En este caso, el regreso del
papado, que, después de haber perdido su autoridad y prestigio al final de la edad media, al
intentar argumentar de manera legal la herencia de su autoridad a costas de los emperadores
romanos, pretendía recuperarse trasladando su gobierno al vaticano en roma. Esto, influyó en la
caótica organización gestada por una administración municipal que dirigía los problemas de la
ciudad y en que competía en ocasiones con un sistema feudal que aun regía ciertas zonas; “ahora,
era el momento de remodelar la ciudad dándole un completo revestimiento, de tener un gobierno
único, y un orden único.” (Kostof, 1997). En su libro, Historia de la arquitectura, Spiro Kostof,
explica la planificación urbana de roma durante el renacimiento; la cual, implementada por el
papado, figura rigente de la época; tuvo en su fase inicial, tres objetivos predominantes, a saber:
mejorar el núcleo medieval de la ciudad, La apertura de nuevas áreas residenciales para una
población creciente y entretejer los núcleos dispersos de barrios que crecían alrededor de las
basílicas, con el núcleo de la ciudad. Estos hechos conducen a la reorganización de los barrios
antiguos.

De forma general, se destaca la existencia de problemas comunes, a la urbanística de ambas


épocas. Si bien, el urbanismo moderno precisa soluciones únicas, por el carácter especial de los
sucesos productivos que lo encabezan, la demanda de nuevas áreas residenciales que permitan
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contener el incremento demográfico; las mejoras al núcleo de la ciudad conforme a las


necesidades advenidas con cada periodo y la necesidad de ejercer control sobre fragmentos
renuentes al trazado urbano de las ciudades, son condiciones que se manifiestan en el
renacimiento y en la revolución industrial. Mas, a pesar de ser problemas recurrentes en ambas
épocas, durante la revolución industrial, todas las condiciones progresistas en materia de la
industria y el desarrollo técnico gestarían soluciones innovadoras a los problemas de la
distribución de los grupos humanos y sus actividades sobre el territorio.

Durante la revolución industrial, mientras que en la descripción de ciudad vieja de Manchester,


realizada por Engels en 1845, y recogida por Benévolo; “las calles, aun las mejores, son
estrechas y tortuosas […] Es imposible hacerse una idea de la desordenada confusión de casas
que constituye una burla contra toda urbanística racional, pues se encuentran literalmente pegadas
una a la otra […] pues donde existía algún espacio libre entre las construcciones de la época
precedente se continuo edificando y construyendo añadidos.” (Benevolo, 1994); En la ciudad
nueva, la situación no es diferente, los grupos de calles son descritos como dispersos, cual si
fueran aldeas pequeñas. Las casas, conocidas como cottages, los cuales, contaban con una serie
de patios en condiciones deplorables, producto de la contaminación, y que carecían de plan
alguno no eran el único problema. A conveniencia de los empresarios “los cottages para obreros
no se construyen ya por separado, sino casi siempre por docenas y de a sesenta” (Benevolo,
1994), recuperando con esto la inversión realizada en su construcción, por medio del incremento
de unidades habitacionales junto al del alquiler. Se debe tener en cuenta que en los cottages, pese
a su pequeño tamaño, podrían, según la investigación de Benévolo, habitar 20 personas, que
compartirían una única letrina junto con aproximadamente 100 personas más.

Aunque en esencia las necesidades de un replanteamiento en los modelos urbanos del


renacimiento y de la revolución industrial, son similares, las condiciones difieren en escalas.
Como podemos notar, las implicaciones de la revolución industrial influida por la inyección de
nuevas maquinarias, y el acelerado crecimiento de las ciudades, inducen a medidas magnas para
solucionar problemas de tales proporciones.
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LAS UTOPIAS DEL SIGLO XIX

A partir de los problemas higiénicos y sociales que afectaron a la ciudad industrial inglesa, en el
urbanismo moderno se ven reflejados dos facciones íntimamente relacionadas, pero en constante
conflicto, la técnica-científica y la moralista, que convergen en el plano de la realidad a cuenta de
los intentos de las utopías planteadas y experimentadas en el siglo XIX. En el trabajo de
Benevolo, se aprecian las descripciones de las utopías de Owen, Saint-Simon, Fourier y Cabet,
junto con soluciones técnicas a los problemas principalmente higiénicos que pedían atención en
Inglaterra y Francia, abordando la necesidad de una legislación referente a los mismos.

Así pues, de dichas utopías se destacan, en primera instancia, los aportes tanto teóricos como
experimentales de Owen, de manera reducida de la siguiente manera: La convicción de que para
mejorar las condiciones de los individuos, se debe partir de la reconstrucción del ambiente en
favor de servir al hombre, sobre los intereses económicos. Bajo esta premisa, Owen realizaría
mejoras a su trato con sus empleados, aumentando salarios, reduciendo horarios, y
fundamentalmente, introduciendo una institución para la formación del carácter, que recibía a los
hijos de los empleados impartiendo la enseñanza y fomentando la cultura. Este modelo de
empresa filantrópica, pronto se convertiría en un modelo de la vida en comunidad, junto con el
ideal de buscar un empleo ventajoso a los trabajadores sin limitar el progreso mecánico.

Respecto a la distribución urbana, el núcleo residencial propuesto por Owen, inscribía las
edificaciones en una gran plaza en forma de paralelogramo, cuyas esquinas correspondían a las
habitaciones de adultos, las de los niños, depósitos, albergues y una enfermería. Esta propuesta
“constituye el primer plan urbanístico moderno planteado desde las premisas político-
económicas, hasta el programa constructivo y el presupuesto financiero.” (Benevolo, 1994), Su
importancia más allá de las críticas, radica en el primer acercamiento y reconocimiento de los
problemas de la ciudad industrial. Aunque las experiencias de New Harmony y Queens-wood se
vieron truncadas por dificultades económicas y discordias internas, el trabajo de Owen tuvo
grandes repercusiones en los planteamientos urbanísticos posteriores. Sus ideales en materia
económica tuvieron una mayor influencia en las cooperativas y los movimientos sindicales, que
en la organización urbana material. Mas tarde aparecerían las falanges de Fouriere, que eran
realmente, según Benevolo, ciudades pequeñas que no poseían calles en la intemperie, sino que
estaban conectadas en una gran galería en la primera planta de la edificación. Esta solución
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utópica a los problemas sociales se la comunidad, fue puesta en práctica en estados unidos, no
obstante, fracaso por la insuficiencia de capital.

Dentro de aquellas utopías, quizá fue el Familisterio de Godin, uno de los modelos mas
prósperos. El familisterio, que se basó en el modelo de Fourier, en el que un conjunto de edificios
compuestos por tres bloques cerrados, con patios cubiertos desempeñan la función de las calles.
Dentro de las posibles causas de la prosperidad de este modelo, se añade: el carácter industrial, de
la empresa productiva de la comunidad, en vez de un modelo agrícola, como lo sugerían modelos
anteriores.

Los constantes fracasos en la ejecución de las utopías, concuerdan con las críticas realizadas por
los miembros del movimiento marxista respecto a los planteamientos teóricos de estas. En
esencia, los planteamientos de esta época son abstractos y poco realistas, no tienen en cuenta la
realidad de los vínculos del urbanismo con la política y la economía y, por ende, caen en la
ilusión de creer que desde el ordenamiento urbanístico se puede reestructurar el curso de la
sociedad, menoscabando factores económicos importantes.

Las utopías del siglo XIX, que, en épocas posteriores, tendrían repercusiones significativas en los
planteamientos de los arquitectos y urbanistas de los siglos posteriores; en este punto distan
profundamente en la forma y las motivaciones de los modelos urbanos del renacimiento. Según el
historiador de la arquitectura Spiro Kostof, uno de los casos más notorios de la distribución
urbana durante el renacimiento, fue el plan de Sixto V, proyecto sugerido por el papa Sixto V y
efectuado por el arquitecto Domenico Fontana. El papa, trazó grandes calles y avenidas que
interconectaban puntos de interés, con fines de peregrinación, dispuestos por iglesias y ruinas de
alto valor significativo. El objetivo evidente era trazar las rutas de culto. La financiación de estas
reformas, según Kostof, “Como cabeza de un régimen absolutista, el papa decidía que cantidad
debía gastarse en edificios públicos y para qué proyectos particulares, la suerte de las obras
inacabadas estaba en sus manos.” (Kostof, 1997). Así pues, a diferencia de las grandes utopías
del siglo XIX, que suponían un replanteamiento de la sociedad de términos comunistas y en favor
de la dignidad humana, El plan de Sixto V estaba rodeado de connotaciones religiosas con
orientación cultural, bajo la creciente influencia del retorno del papado.
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CONCLUSIONES

Tal vez por las condiciones ya mencionadas de miseria y hacinamiento de los grupos obreros de
la revolución industrial, el enfoque social de las utopías dista de los planes del renacimiento; Sin
embargo, en materia económica, surgen similitudes esenciales y algo abstractas en la ejecución
material de las propuestas, Así, evidenciado por Benevolo, las necesidades de la industria por
ejemplo desembocaban en leyes que permitían la expropiación de territorio, en favor de la
construcción de vías y líneas ferroviarias, condición equiparable con la concesión otorgada a los
“Maestri di Strada” por la bula papal de 1480 [referencia tomada de (Kostof, 1997) ] bajo la cual
se conferían poderes de expropiación de propiedades privadas amparada bajo la construcción de
importantes centros religiosos.

Es en este sentido, que encuentro una relación más profunda entre los hechos que rodean el
desarrollo urbano en ambas épocas, donde los intereses, aunque distintos, convergen en la
importancia del capital, de la economía. Los problemas que surgen en la revolución industrial son
un reflejo, aunque en diferente proporción, de los acaecidos en el renacimiento, y, aunque las
soluciones planteadas difieren, la influencia de la economía sobre estos en contundente. No es
casual que Benevolo enmarque el contexto de las utopías bajo la influencia de ideales marxistas,
ni que los modelos utópicos planteados en el siglo XIX hayan fracasado bajo la falta de capital.

Tampoco es coincidencia, que el desarrollo del plan de Sixto V pudiera ejecutarse cobijado por el
capital de la iglesia, ni que el renacimiento contara con un impulso en el arte, amparado bajo el
mecenazgo. De esta manera se puede presagiar el desarrollo de nuevos modelos urbanísticos a
futuro, que intenten resolver los problemas que ni el renacimiento con sus planteamientos, ni el
urbanismo moderno con sus utopías pudieron solucionar de manera eficaz; problemas que hoy en
día persisten, y si bien no son de orden sanitario, si son de orden social, demográfico y
urbanístico. Y quizá a futuro, se pueda invertir el orden que nos presenta la historia y sea la
economía quien ande a tientas de las transformaciones urbanísticas como debería haber sido
desde el principio.
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Bibliografía

Benevolo, L. (1994). Origenes del urbanimo moderno. celeste ediciones.


Burke, P. (1998). El renacimiento. EDITORIAL CRÍTICA, S.L., Córsega, 270, 08008 Barcelona.
Kostof, S. (1997). Historia de la arquitectura, 2. Alianza forma.

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