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DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES

METODOLOGIA DE LA INVESTIGACION

INFORMALIDAD EN LA CONSTRUCCION DE VIVIENDAS EN MARIATEGUI

Buendia Montalván, Jeffry


Cruz Calderón, Mitzi
Campo Turpo, Milagros
Torres Delgado, Joaquin
Gutiérrez Sucasaire, Rubén
Valencia Rojas, Daniela

LIMA – PERÚ
2019

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I. INTRODUCCIÓN

1.1 Realidad problemática

Todo ser humano tiene la necesidad de tener un lugar donde defenderse de la intemperie y la
inclemencia del exterior. Esta necesidad yace en el hombre desde la Edad de Piedra, cuando
obligado por el frio y la lluvia buscaba esconderse en algún hueco de la montaña.

Desde las cuevas de nuestros ancestros cavernícolas hasta la primera casa impresa en 3D, el
hogar del hombre a variado drásticamente a lo largo del tiempo y los siglos. Diversas son
las técnicas y tipos de construcción que realzan la actitud del hombre en busca de la casa
perfecta. Hoy en día, la búsqueda de este hogar es mucho más compleja; las normas y leyes
de nuestra sociedad establecen requisitos y estándares a los cuales la persona debe llegar
para tramitar un hogar propio.

Para iniciar una construcción se debe sacar una licencia de construcción. Si no la tiene es una
falta que puede sancionarse con una multa, paralización de obra y, en algunos casos, hasta
con demolición. El valor de la multa va de acuerdo a las infracciones cometidas”, indica el
arquitecto Marco Sandoval. En el caso de que las autoridades detecten la obra y esta viole los
parámetros permitidos o que ponga en riesgo la vida de los ocupantes, esta será demolida o
declarada inhabitable.

Marco comenta que para hacer un segundo piso debe consultarse a un ingeniero civil, pues él
tiene conocimiento general sobre ingeniería sanitaria, estructural y eléctrica. Otra alternativa es
llamar a un arquitecto que los puede asesorar. “En algunos casos contra tan a maestros de
obra para cumplir esta misión, quizá porque piensan que así ahorran dinero o por simple
desconocimiento.

En el sector construcción, como en muchos otros sectores, lo barato puede salir caro. Tan caro
que puede costar la vida misma. Construcciones de varios pisos sin planificación multifamiliar,
remodelaciones poco funcionales, edificaciones en zonas no habilitadas o sin la participación
de profesionales… Lo que empezó como un bonito proyecto familiar podría acabar en un dolor
de cabeza o una tragedia, si es que no se construye de la manera correcta.

Es sabido que nuestra sociedad, como tal, atraviesa diversos problemas que no son más que la
suma de los problemas de las familias que la conforman. Inestabilidad económica, una falta de
empleo o simple desconocimiento, son algunas de las principales razones por las que las
personas suelen construir una vivienda al margen de la ley.

El construir una vivienda al margen de la ley, es construirla por la vía informal. La RAE define el
término informalidad como un adjetivo que no guarda las formas y reglas prevenidas. Esto
significa que cuando uno construye una vivienda sin la formalidad debida puede estar pasando
por alto, inconscientemente, aspectos y detalles que atenten contra el soporte de la vivienda y
la salud de sus habitantes, ante inclemencias de la naturaleza, especialmente, los sismos y
terremotos.

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Luego de presenciar cómo muchas casas y edificios se destruyeron en la Ciudad de México
tras el terremoto de 7.1 grados, país con similar realidad constructiva, nos queda la duda:
¿nuestras viviendas y edificios están realmente preparados para soportar un fenómeno como
este?

En la actualidad más del 50% de las construcciones Informales en Colombia, están construidas
sin las licencias y permisos adecuados, con materiales cuya calidad no es controlada y sin
sistemas ajustados de supervisión en su construcción.

En Cali, el 70 % de las edificaciones tiene algún riesgo de vulnerabilidad. Fueron hechas antes
de las normas de sismorresistencia. Constructoras son serias, pero falta más control del
Gobierno..

La problemática de la informalidad urbana afecta a un significativo número de habitantes. A


nivel mundial se estima que aproximadamente mil millones de personas viven en condiciones
precarias, sin infraestructura de servicios básicos y sin seguridad de tenencia (Informe de la
UN-HABITAT (2003)).

Por otro lado, la fuerte presión poblacional por acceder a una vivienda cerca de las zonas de
mayor actividad económica, ha generado, entre otras causas, la toma de terrenos públicos o
privados por parte de la población sin control real de la autoridad, que más bien ha alentado
esta iniciativa como una solución al problema de la vivienda. Estos terrenos han estado
ubicados preferentemente en las márgenes de ríos, laderas de cerros o grandes lotes baldíos
periféricos a la ciudad. (Jesús Quispe Romero, 2005)

En el Perú se construyen decenas de miles de viviendas informales al año, pese a que,


constantemente, somos testigos de que vivimos en un país proclive a sufrir fenómenos
naturales, ya que la urgencia de una parcela por habitar termina siendo el factor que obvia
aspectos fundamentales del acto de habitar, factores como la planificación, la legalidad, la
seguridad estructural.

La cifra es tan contundente como peligrosa: solo en Lima, el 70% de las viviendas son
informales, según un estudio del instituto Capeco. A nivel nacional, esta cifra se puede elevar
hasta 80%. De acuerdo con el Centro Peruano Japonés de Investigaciones Sísmicas y
Mitigación de Desastres (Cismid), en las zonas periféricas de las ciudades, el nivel de
informalidad en la construcción puede alcanzar el 90% incluso. Esto significa que, ante un
eventual sismo de gran escala o un huaico ocasionado por fuertes lluvias en épocas de verano
(donde suele presentarse el fenómeno del niño), serían muchas más las viviendas que
correrían riesgo de desplomarse o dañarse severamente que las que lo soportarían.

La vivienda es un tipo de edificación que ofrece refugio a los seres humanos y les protege de
las condiciones climáticas adversas, además de proporcionarles intimidad y espacio para
guardar sus pertenencias y desarrollar sus actividades cotidianas por ello a estas viviendas se
les recomiendas que deben estar construidas bajo los estándares de calidad planteados en las
Normas Técnicas Peruanas (NTP).

En el Perú se construyen decenas de miles de viviendas informales al año, pese a que,


constantemente, somos testigos de que vivimos en un país proclive a sufrir fenómenos

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naturales, ya que la urgencia de una parcela por habitar termina siendo el factor que obvia
aspectos fundamentales del acto de habitar, factores como la planificación, la legalidad, la
seguridad estructural.

Vemos ejemplificada esta situación, cuando zonas inseguras, inhabitables y de difíciles acceso
(como quebradas, orillas de ríos, pendientes, cimas de cerros) son zonas que la población elige
para establecer su vivienda. Ya que lógicamente, nadie piensa habitar estas zonas, ni
constructoras de condominios o conjuntos habitacionales, ni familias con los recursos
económicos necesarios, ni los mismos municipios a las cuales pertenecen.

Esto se puede entender en un contexto donde parte de la población adquiere un terreno


también por medio de invasiones a propiedades privadas, la improvisación no puede ser
evitada ni cuando el Estado decida reubicar a estas poblaciones, ya que terminan en alguna
otra zona periférica carente de servicios básicos como agua o luz.

Todos estos mismos factores de inaccesibilidad, falta de servicios básicos, terreno agreste;
terminan incrementando el costo de la construcción de la misma vivienda. Es decir que al
parecer lo que en primera instancia resultó como un terreno barato termina en una construcción
cara. Los errores, adaptaciones, cambios progresivos del mismo medio llevarán
innevitablemente a una mayor innversión económica por parte de la familia que reside en las
periferias.

Varios criterios diferencian una vivienda informal de una formal. El primero y más básico es el
factor legal: poseer un título de propiedad y una licencia de construcción. Esta última, otorgada
por la municipalidad, da al propietario la confianza de que su edificación se va a establecer en
un suelo seguro y con los planos técnicos correspondientes.

Asimismo, durante las fases de diseño y construcción, se necesita contar con dos profesionales
en específico: el arquitecto y el ingeniero, respectivamente. En esta última, además, con el
maestro de obras. Finalmente, se requiere la supervisión del municipio. Existe un pensamiento
de aclara el ingeniero civil Casas Dávila: "...los pobladores de estas comunidades tienen la
creencia errónea que los Ingenieros Civiles solo se encargan del diseño y construcción de
obras de gran envergadura como puentes, edificios, etc. y contratar uno para que los asesore
encarecerá el costo de sus obras. Al no contarse con una asesoría profesional se inician las
limitaciones como en la distribución de ambientes de tal forma que restringen una futura
ampliación; es frecuente que se construya sin planos y si lo hacen, usan planos de otras
viviendas que corresponden a otras áreas y otro tipo de suelo, tratando de adaptarlas a su
realidad sin ningún tipo de criterio" (2001)

Es evidente que aún existe este rechazo hacia los profesionales, existe una autosuficiencia en
los aspectos constructivos apoyada por la carencia de recursos económicos que termina
resultando en informalidad. El modo de trabajo informal de este sector conlleva a malas
prácticas. Desde utilizar material inadecuado, o no emplear las mezclas en proporciones
adecuadas en la preparación de los cimientos, el porcentaje de cemento en las columnas y
vigas, el espesor de las varillas de hierro, hasta llegar al punto construir simplemente con
medidas erróneas en comparación de las ideales para alcanzar una estructura resistente.

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Todas estas prácticas pueden ocasionar obviamente derrumbes y accidentes frente a eventos
no previstos como sismos, deslizamientos o inundaciones.

Muchas personas, para ahorrar dinero, ahorran en materiales. El riesgo de comprar materiales
de construcción que no cuentan con certificados de calidad es muy alto. Los cementos, la
arena, los fierros, los cables, etc., deben cumplir con las características adecuadas para su
buen funcionamiento y desempeño. Otro aspecto importante a tomar en cuenta es el proceso
de construcción. Los maestros de obras deben estar calificados para desempeñar dichas
funciones y cumplir las normas y reglamentos establecidos. Es importante respetar los
estándares de calidad planteados en las Normas Técnicas Peruanas (NTP), que para el caso
del sector construcción, son alrededor de 700 normas. Aveces estas normas se encuentran tan
lejos de nuestra realidad , donde el individualismo y la mal llamada "viveza peruana" hace que
se aproveche la mínima oportunidad para pasar sobre la normativa legal, construyendo varios
pisos en suelos pobres donde la municipalidad solo permite de 2 a tres, ganándole unos
centímetros a la vereda o al vecino, construyendo viviendas con muros mediadores.

Uno de los más graves problemas que afecta a nuestro país es el alto índice de esta
construcción informal. Esto no solo genera un crecimiento desordenado en las ciudades, sino
que también resulta peligroso para las familias que edifican en terrenos vulnerables y con
materiales inadecuados.

La inseguridad que ocasiona al exponer unas viviendas construida informalmente es


sumamente preocupante, especialmente cuando no se tiene en consideración un aspecto
determinante: los suelos. “Si no se toma esto en consideración, se podría estar construyendo
en lugares donde las ondas sísmicas se amplifican”, advierte Miguel Estrada, director del
Cismid.

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