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Anécdota

Un día el viejo burro de un campesino cayó en un pozo. El animal, asustado, rebuzno


fuertemente durante horas mientras el campesino trataba de averiguar qué podía hacer.
Finalmente, el campesino pensó que el animal era ya demasiado mayor para darle un
servicio útil y, además, el pozo estaba seco y necesitaba ser tapado de todas formas, por
lo que realmente no valía la pena sacar al burro.
Entonces reunió a unos vecinos para que le ayudaran. Todos cogieron las palas y
empezaron a echar tierra para cubrir el pozo con el burro dentro.
El burro, en el fondo del hoyo empezó a darse cuenta de lo que estaba pasando, sintió un
intenso miedo al percibir la cercanía de la muerte y rebuznó aún más desconsolado. Poco
después, para sorpresa de todos, se tranquilizó, asumió su fin y se tumbó dejando que la
tierra le cubriera lentamente.
Tras unos minutos de tranquilidad, el burro abrió ampliamente los ojos y sonrió. Se
incorporó pausadamente y se sacudió la tierra que le cubría el lomo y la cabeza. A medida
que iba cayendo la tierra pudo ir dando pasos hacia arriba que lo acercaban a la deseada
libertad.
Pronto, todos vieron sorprendidos como el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por
encima del borde y salió trotando con más vitalidad que cuando era joven…
Una situación aparentemente adversa puede convertirse en algo muy positivo. Nuestra
forma de ver y de interpretar las cosas condiciona nuestros sentimientos y
comportamientos. Podemos ser capaces de percibir cualquier situación o experiencia
desde diferentes perspectivas y centrarnos en aquella que nos resulte más útil. Cualquier
experiencia que en principio parece mala, la mayoría de las veces puede considerarse
como ventajosa, viéndola desde otra perspectiva.
Se trata de encontrar en cada experiencia el punto de vista más útil, para convertirla en
algo que nos favorezca, así podremos reencuadrar los problemas para convertirlos en
oportunidades.
El significado de cualquier suceso dependerá de la perspectiva desde la que lo
observemos. Cuando la perspectiva cambia, cambia también el significado, y cuando
cambia el significado también cambian las emociones y las conductas asociadas a él. Por
ejemplo, si descubres que has fallado en algo, puedes pensar que está muy bien que te
hayas dado cuenta y que así podrás corregir la equivocación y mejorar tu actuación en una
situación similar que pueda presentarse en el futuro. Es importante ver los errores como
experiencias que facilitan el aprendizaje.

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