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JOSÉ LUIS PARDO (2016): : Estudios del malestar.

Políticas de la
autenticidad en las sociedades contemporáneas. Barcelona: Editorial
Anagrama, 296 pp.

El profesor José Luis Pardo examina el mismo esquema, Marx apuntaló el


en sus Estudios del malestar (2016) la sello de autentificación filosófica, a través
sentimentalización de la política que de la célebre 11ª Tesis sobre Feuerbach:
están experimentando las democracias “Los filósofos no han hecho más que
occidentales en la segunda década del interpretar el mundo, de lo que se trata es
siglo XX. Se trata de un análisis que de transformarlo”. El salto, que llevaba
entiende tal sentimentalización desde aparejado la legitimación de la única y
una óptica romántica, estética, y de última guerra justa (la lucha de clases),
ahí que el libro plantee un paralelismo suponía a su vez la anunciación del fin de
entre la historia de la política y la de las la filosofía, una invitación -como señala
“bellas artes”, desde el siglo XIX hasta el autor- al suicidio de la disciplina, que
la actualidad. Este enfoque se justifica se diluiría tras el triunfo de la revolución
por cuanto ambas historias se interpretan en la vida de la humanidad. Pero disuelta
-y critican- desde una misma matriz o no, en Marx seguía manteniendo
filosófica, inaugurada por G.W.F. Hegel su estatuto de doctrina verdadera,
y consolidada con el comunismo, que se siempre por supuesto que equivaliese
arrogaría la garantía de la “autenticidad”. al comunismo. Y así, por más que sus
Hablamos de esa visión teleológica que, argumentos sean más pasionales que
desestimando la distinción aristotélica, racionales, lo sostienen todavía hoy los
incorpora carga de sentido al devenir defensores de la Idea del comunismo (A.
humano e introduce el alcance universal Badiou), en tanto pretendida clave de
de la poesía al desarrollo de la Historia, nuestra emancipación y última ratio de
ahora con mayúscula. todo discurso crítico. Volveremos sobre
Como explica Pardo, fue Hegel quien esto más adelante.
supeditó los hechos históricos a la trama De momento, reténgase la diferencia
(o “astucia”) de la razón, poniendo planteada entre un tipo de pensamiento
“al tiempo en conceptos” (p. 30). Y “auténtico” y otro “inauténtico”, activado
avalando, en consecuencia, el papel de en el trasfondo mental de quienes otorgan
la guerra como instrumento histórico sentido a la Historia. Va de suyo que
privilegiado, aquel que reduce al mínimo ello se refleja tanto en el plano político
los “costes” del sentido. De acuerdo con como en el estético. En el primero

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de ellos, el indicador principal de la no obstante en la liquidación de la


inautenticidad radicaría en la asunción distancia entre norma y decisión.
del gobierno de las leyes. Auténtica, por Con todo, la mejor ilustración de
el contrario, sería la “acción directa” de las insuficiencias del decisionismo se
los movimientos obreros decimonónicos revelaría en contraste con las propuestas
que recurrían a la violencia y no de Hobbes, a partir precisamente del
aceptaban la mediación del parlamento, estudio que le dedicó Schmitt. Es
la idea de representación. Auténtica es entonces cuando queda nítidamente
la teoría de la sublevación en Foucault, contrapuesta la perspectiva racional
expuesta como una disposición a morir del inglés, frente a la perspectiva
antes que a obedecer, límite genuino histórica del alemán, que condena la
al concepto real de poder pues rompe ficción teórica del “pacto social” y el
la médula de su lógica. Una facultad, olvido de los precedentes jurídico-
por cierto, al alcance de cualquiera medievales. A diferencia de Schmitt,
-una vez la guerra quedó democratizada Hobbes ciertamente se figuró una ficción,
por la lucha de clases- y que se sitúa jamás documentada. Y sin embargo
por encima de toda ley. Auténtica -diríase que haciendo de la necesidad
(o realista) es en fin la concepción virtud- lo hizo para dar respuesta cabal
“conflictivista” de la política y falsa a la situación histórica que vivió, un
(o idealista) es la “contractualista”, así momento fundacional que ve nacer una
como la noción de una paz desconectada realidad política inédita, la de un Estado
de la guerra. Recuérdese a Foucault articulado ya no sobre prerrogativas
parafraseando a Clausewitz: “la política divinas o dinásticas, sino sobre leyes
es la continuación de la guerra por otros públicas, vale decir: universalizables.
medios”. Y así como, de acuerdo con Pardo (pp.
En este punto merece la pena 187-ss.), I. Kant se remontó al examen
detenerse en la reflexión que Pardo sobre las condiciones de posibilidad de
reserva a Carl Schmitt, conflictivista filo- la física newtoniana para reformular la
nazi académicamente rescatado, acaso cartografía del pensamiento filosófico,
por su calidad de jurista y delator de Hobbes habría procedido de manera
la “farsa” del Estado de derecho. Un análoga. E imaginó por tanto, en aras
análisis tanto más sugerente en cotejo de redefinir el pensamiento político,
con la obra de Th. Hobbes, fundador y unas condiciones de posibilidad
máximo exponente del contractualismo. antropológicas que abstrajeran todos
Veámoslo. La tesis de Schmitt arranca los atributos sociales, económicos e
de dos premisas fundamentales: la históricos de los individuos, a excepción
esencia de “lo político” responde a la de su mero raciocinio. La figuración, por
distinción entre amigos y enemigos y la lo demás, no se encontraría en el “estado
base de la soberanía se cifra en el estado de naturaleza”, plenamente coincidente
de excepción. Dicho de otro modo: la con la excepcionalidad schmittiana
guerra y la decisiones al margen de la y, dicho sea de paso, “quintaesencia
ley perfilan la naturaleza nuclear de lo misma de la normalidad” (p. 192). En
político, un terreno al cabo en el que su lugar, estribaría en esa suerte de pacto
siempre está en juego nuestra propia a todas luces irreal, “firmado” por unos
existencia. Por descontado, es preciso individuos sin más amigos que la ley que
introducir matices: las decisiones pueden han contribuido a promulgar: un contrato
generar normas y toda norma necesita, ficticio, pero de claras consecuencias
aun por simple automatismo, de decisión. prácticas, en cuanto fija la génesis
El problema, a juicio de Pardo, consiste moderna de la legitimidad, afianza un

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corte “cualitativo” entre la guerra y la Pardo, en un periodo de “déficit” de


paz y, por ende, asienta la diferencia sentido, por cuanto la justificación
entre lo público y lo privado, toda vez racionalista de la guerra entró en
que no hay privacidad sin que nos la declive, al tiempo que se consolidaron
asegure la ley. en Europa los Estados del bienestar,
Aquí viene al caso la referencia al tratados de “paz social”, que los filósofos
Gorgias de Platón, en el que con siglos auténticos interpretaron en términos de
de antelación a Kant, Sócrates apeló patraña, denunciado el entretenimiento
al uso de leyes públicas dialógicas narcótico de una paz embustera, de un
-que prohíbe las contradicciones y se bienestar a lo sumo jurídico (ideal),
abre a la rectificación- en detrimento que no material, económico -real. Esta
de un empleo atento en exclusiva a la fase, se insiste, no implicó en todo caso
victoria dialéctica, cuando no al juego de un apaciguamiento artístico, dando
sobreentendidos “en comandita”, “entre en cambio lugar a una corriente post-
amigos”, el mismo que los “realistas” vanguardista empeñada en la misma
utilizarían al hablar de la embuste misión suicida que las de sus antecesores,
del contrato social. No obstante, el solo que ya “institucionalizada”. Se
conflictivismo permanece a la orden del produjo, y en esas continuaríamos, una
día. especie de paralización de la Historia,
Antes de explicar las razones en espera de que el porvenir adelantado
aducidas, se hace ahora imprescindible por la vanguardia, de momento fallido,
retomar ese otro plano, estético, en el advenga. Mientras tanto, sumidos en
que siguiendo a Pardo se reproduce la derrota de tener que circunscribir
el dualismo entre el pensamiento sus “intervenciones” en centros de arte
auténtico y el inauténtico, desprendido contemporáneos (“instituciones anti-
de la filosofía de la historia de institucionales”, p. 274), los artistas
cuño hegeliano. Y ello en tanto las genuinos andarían todavía a la espera
vanguardias artísticas plantearon de la llegada del pueblo auténtico que
a principios del siglo XX un desafío legitime su visión, aun conjurándolo en
sobre su propia esfera equivalente al la estela engagé mediante obras político-
que propició el comunismo, a través de críticas que convergen con los objetivos
obras -el paradigma es La Fuente de de la “izquierda auténtica”.
Duchamp- que no es que no quisieran Y es que, tras el lapso bienestarista, la
ser Arte, es que querían superarlo caída del referente empírico (desviado)
(aunque no se ignora el componente de la Idea comunista y los atentados
existencial, de vínculo con lo sagrado, del 11S, habría rebrotado la pulsión
que desde el romanticismo se atribuye por el sentido histórico, en una Historia
el artista auténtico). En ese sentido, las ahora “global”, vivida desde el presente,
vanguardias incitaban igualmente al fin en la que la paz y la guerra se vuelven
o suicidio de la estética -por su absorción indistinguibles y la poesía se transmuta
en la vida-, aniquilando toda distancia en espectáculo. Pero como ya no sería
estética y erradicando como sucedía en posible recuperar el espíritu racional de
la arena política la idea representación. la desacreditada filosofía hegeliana, su
Y he aquí de hecho su concomitancia trama -como advertíamos al inicio- en
con los totalitarismos, ligada a un ímpetu vez de a razones, acude al único aspecto
revolucionario que, al revés de lo que superviviente de la doctrina finalista: el
sucedió en política, se prolongó tras la II sentimiento. A esto es a lo que Pardo,
Guerra Mundial. afrontando el tramo final del libro
Entramos entonces, como subraya llama con W. Benjamin “estetización

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de la política”, evocando el bagaje de centros de arte contemporáneos,


psicoanalista -que actualiza su carga institucionales y anti-institucionales a
libidinal en G. Deleuze- pero que de la vez. En virtud de los precedentes,
hecho no habría cuajado en un discurso no parece tan intempestivo que Pardo
ideológico hasta la propuesta populista califique el fenómeno con el nombre de
de Ernesto Laclau. “totalitarismo líquido” (p. 269).
Su fórmula, según la expone el autor, Cabe recalcar que, a lo largo de este
combina la concepción ontológica de recorrido, Pardo condensa las derivas
Schmitt y la perspectiva estratégica revolucionarias, tanto políticas como
de Gramsci -conectados por su artísticas, en clave de arremetida contra
común pensamiento conflictivista-, y la “autonomía” de estos campos, debido
se estructura a partir de la oposición a la manifiesta erosión institucional que
entre amigos y enemigos y la conquista implican. Pero quizá no sería equivocado
de la hegemonía, “palabra que por entender, por el contrario, estos asaltos
mucho que provenga de Gramsci no como el fruto último del anhelo por
deja de significar ‘dominación’” (p. aquilatar esa autonomía (como auto-
262). Ahora bien, el quid del asunto referencialidad) que tan solo cristalizaría,
radicaría en apreciar la insustancialidad ya en la entera estetización, ya en la
de la realidad social postulada: ni total politización de la vida humana. Un
hay enemigos sólidos (capitalismo, ímpetu a la que no son insensibles las
Estado burgués, etc.) ni hay amigos ciencias naturales (“todo es química”,
preexistentes (hay que fabricarlos, “todo es física”, “todo es biología”,
integrando demandas heterogéneas), etc.) y resultan tanto más comprensibles
dada la arbitrariedad desde la que de las disciplinas humanas, huérfanas
aquella funda: un sistema lingüístico de sentido. Tarea de la filosofía
en el que los significantes cambian de sería sofrenar, más que alentar tales
significado a gusto de cada cual. De tentaciones.
ahí la importancia de que “los amigos” Por último, el análisis de las
logren la hegemonía, fundiéndose en últimas décadas de la historia política
el “todo” popular, a fin de dominar el española atraviesa intermitentemente
lenguaje y, en consecuencia, la sociedad. los “estudios” de Pardo, las cuales
A tenor de lo antedicho, la falla ilustrarían por analogía el paso del estado
consistiría en la ausencia de unas reglas de naturaleza (dictadura) al estado civil
públicas, en favor de una simbología (constitucional), transición mediante.
voluble -“flotante”, en la terminología Igualmente, existiría aquí una corriente
de Laclau- que, aun inclinada hacia la soterrada que desde finales de los
Idea comunista, conduciría por fuerza años setenta vituperaría la mascarada
a un estado de permanente tensión, de consensual, esgrimiendo en cambio la
antagonismo recurrente -de malestar. autenticidad de su visión teleológica.
Se trata en suma de la misma guerra No obstante, la quiebra del consenso
dialéctica que esgrime Calicles en el constitucional, prefigurada desde
Gorgias platónico, pero indispensable principios del milenio -en coincidencia
-en rigor, irremediable- en el ejercicio con el 11S- habría abierto una “ventana
de la política auténtica. Y mientras la de oportunidad” rupturista, gradualmente
humanidad espera que la Historia se ensanchada debido a la crisis económica,
realice, los políticos genuinos, al igual el 15M y la subsecuente emergencia de
que los artistas genuinos, se estarían la “nueva política”. Una ventana por
infiltrando en la farsa de los parlamentos la que en busca de su destino, según
democráticos, tal y como se tratase constata Pardo, se han ido colando

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filósofos y politólogos, republicanizando aquí quizá la justificación y el homenaje


por cierto la “receta populista”. El “tercer personal del autor a las humanidades,
concepto” de libertad presentado por de resultas de tal proceso se ha dejado
Ph. Pettit durante el pasado decenio, a merced de una “realidad sólida” la
que de por sí fue irrelevante a efectos suerte institucional de sus facultades. Y
democráticos, cobra a esta luz una de ahí por fin la amarga sospecha que
dimensión insospechada. No en balde pende tras la lectura del libro, en torno
-se sostiene- la “libertad negativa” a los beneficiarios últimos del tránsito
de I. Berlin ya bastaba para apoyar experimentado que, por decirlo con R.
conceptualmente las políticas del Estado Cotarelo, va “del Estado de bienestar al
de Bienestar (p. 278), (y en este punto Estado del malestar”.
siempre ha de recordarse el análisis de
J. Gray sobre la defensa berliniana de José Andrés Fernández Leost
la “libertad básica de elección” como Fundación Carolina
quicio común a la libertad positiva y Universidad Complutense de Madrid
negativa -en: Berlin, Harper Collins,
Londres, 1995). Sea como fuere, y he

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