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Universidad Nacional de La Plata

Facultad de Trabajo Social


Carrera de Especialización en Políticas Sociales
Materia: Desarrollo Local, Gestión Urbana y Participación
Prof. Eduardo Daniel López

Desarrollo local: conceptos e instrumentos

Introducción

El desarrollo es una categoría central que no escapa a la multiplicidad de sentidos según las
matrices de pensamiento que la sostengan. La concepción de Desarrollo presente en la teoría del desarrollo y
tomada por los fundadores de las ciencias sociales y sus principales seguidores es: "la adopción de normas
de comportamiento, actitudes y valores identificados con la racionalidad económica moderna, caracterizada
por la búsqueda de la máxima productividad, la generación de ahorro y la creación de inversiones que
llevasen a la acumulación permanente de los individuos y, en consecuencia, de cada sociedad nacional."
(Dos Santos; 2003:14) Pero Theotonio Dos Santos va a llamar la atención sobre esta concepción de
desarrollo que subyace a toda la teoría social clásica ya que la considera una categoría eurocéntrica y
excluyentemente moderna que niega lo socio-cultural diferente. Intentando resolver esta controversia,
Azpiazu y Nochteff resumen que "...el consenso explícito e implícito predominante en las ciencias sociales le
asignó al término desarrollo no menos de tres contenidos: crecimiento económico, distribución
progresivamente más equitativa del ingreso y disminución de la pobreza..." (Azpiazu; 1995:2)

El desarrollo local es una intervención orientada a los territorios urbanos o rurales deprimidos o
“en desaparición” con problemas de empobrecimiento de su población. Ante la insuficiencia de la inversión
privada, el Estado pasa a ser su principal impulsor, elemento que lo va a definir dentro del campo de la
política social. Las primeras intervenciones se dan dentro de la hegemonía de la teoría neoliberal del
crecimiento económico y el derrame. A principios de los ´90, en Latinoamérica, la intervención fue entendida
en el marco de la "estrategia de lucha contra la pobreza" propiciada por los organismos de cooperación y de
crédito internacional como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM) y los gobiernos neoliberales adscribieron a la
misma. Desde esta perspectiva, el desarrollo local consistió en una acción territorial coordinada entre
organizaciones gubernamentales y no gubernamentales tendiente a mejorar la vinculación de las poblaciones
a los mercados más dinámicos acompañado de un proceso de institucionalización de las relaciones sociales
caracterizadas por la expansión de la ley, en especial de la propiedad privada. (Shejtman; 2003:1) (PNUD;
2008) Desde este enfoque, la intervención no se apartó de las característica generales de la acción social de
la época: dentro de un marco general de ajuste estructural, acciones asistenciales focalizadas en los sectores
más pobres conforme a los principios de descentralización y de subsidiariedad descargaron hacia afuera y
hacia abajo (Mercado Estado comunidad familia sujeto) el peso de la pobreza.
Durante toda la década del ´90, tanto desde los movimientos territoriales como desde las
organizaciones de trabajadores se desarrollaron una serie de experiencias que se propusieron el desarrollo
local. Desde sectores académicos y ong´s de desarrollo tomaron fuerza una serie de enfoques alternativos
críticos de esta perspectiva neoliberal anunciando rumbos diferentes. En Chile, Eduardo Razeto planteó un
desarrollo local basado en una economía solidaria de los sectores populares. En Brasil, el Movimiento de
trabajadores sin tierra (MST) y la Asociación Nacional de Trabajadores de autogestión y numerosas ONG´s,
han hecho innumerables aportes desde la práctica y sus principales referentes teóricos fueron Paul Singer y
Ladislao Dowbur. (FSM; 2001). En Venezuela, Ecuador y Bolivia se han desarrollado una serie de enfoques
innovadores de desarrollo local a la par de sus procesos constituyentes y decolonizadores. En nuestro país se
han producido importantes y diversos desarrollos prácticos y teóricos. Jose Luis Coraggio y Federico Sabaté
plantearon un desarrollo local basado en potenciar “la economía popular urbana”. Carbonetto y Solís
desarrollan una propuesta para "el sector informal urbano" sobre la base de "la estrategia de microcréditos" a
partir de la experiencia de Caritas Quilmes. (Carbonetto, 2001) En el campo de las experiencias hubo
innumerables aportes y experiencias de ong´s y organizaciones de trabajadores entre las que se destacan "la
economía desde los trabajadores" y "los circuitos económicos de emergencia" de la Central de Trabajadores
Argentinos y las sistematizaciones de experiencias de las diversas organizaciones de fabricas recuperadas,
cooperativas de trabajo o los esfuerzos organizativos de la confederación de emprendedores de la economía
popular CETEP.

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Para la inmensa mayoría de las organizaciones populares, la descentralización producida por el
Estado en los ’90 produjo una oportunidad donde el desarrollo local fue una herramienta válida. El desarrollo
de modelos de gestión participativa y el impulso que obtuvieron las organizaciones populares territoriales
crearon las condiciones para una gestión local de la política social que permitió en muchos casos replantear
la relación entre el Estado y los nuevos movimientos sociales desde una perspectiva emancipatoria. (López;
2005: 5) En estos procesos, el desarrollo local fue identificado por las organizaciones sociales territoriales
como una vía válida de conquista/recuperación de condiciones para mejorar su vida cotidiana y una estrategia
de fortalecimiento de la organización popular. En las últimas décadas, en gran medida desde las
organizaciones sociales y en menor medida desde el Estado, a partir de sistematizar sus prácticas, se ha
desarrollado una gama muy rica de prácticas sociales que fueron la base de futuros instrumentos de política.
Estos recorren todos los momentos de la vida económica: la producción, la distribución o el consumo y van
desde el fortalecimiento de los emprendimientos productivos familiares o cooperativas, la organización de
sistemas sociales de financiamiento, la formación laboral, el comercio solidario o la organización del
consumo.

El desarrollo local
El desarrollo local es un campo transdisciplinario que supone una teoría social, un enfoque
económico y un espacio. Las imbricaciones necesarias nos alertan de dos enfoques claves: la economía
social y lo territorial. Lo económico, brinda un increíble dinamismo y no es algo aislado de la teoría social, el
enfoque es cercano a lo que se entiende por economía social. Para el enfoque territorial, el territorio es una
totalidad social y material donde la teoría social es interpelada y enriquecida a partir de las discontinuidades
que le introduce el medio físico. El desarrollo local necesita de una diversidad de miradas a aspectos
materiales y simbólicos que le permite comprender a las poblaciones locales en sus relaciones económicas y
sociales en un territorio dado como totalidad.

El desarrollo local es algo familiar para el trabajo social porque constituye una versión
reconceptualizada del desarrollo comunitario propio del modelo tecnocrático normativo, práctica generalizada
durante los ´60. El desarrollo local hace hincapié en la satisfacción de las necesidades de la población
perteneciente a una determinada comunidad local a partir de potenciar los factores endógenos (como por
ejemplo las capacidades de sus miembros o los recursos humanos y la mejora del trabajo) por sobre los
factores exógenos como el capital financiero, la integración a mercados y el cambio tecnológico. En el
desarrollo local la participación democrática de los actores locales es fundamental y ellos tienen un papel
central dado que “...las claves estratégicas del desarrollo local radican en la potencialidad de la articulación de
recursos y actores...” (Rofman, 2001:9) Este enfoque del desarrollo local permite parte de reconocer las
condiciones particulares (objetivas y subjetivas) que reviste la población y la localidad y a través de un
proceso esencialmente democratizante, se construya una alternativa productiva con alto nivel de integración
social. Esta mirada difiere abiertamente de la propuesta neoliberal no solo en los propósitos económicos sino
en el sentido de la construcción institucional.
Para Coraggio, el Desarrollo Local es una política social que implica intervenciones de
transformación de las relaciones sociales en una región. Es el esfuerzo conjunto y coherente del Estado y la
sociedad civil en la transformación efectiva de las estructuras que reproducen los problemas. Sus propuestas
incluyen el complejo de acciones de los involucrados directamente (las agencias del Estado y los agentes
privados) en la situación regional. Incluye los cambios en los comportamientos, en la organización, en la
vinculación entre los intereses inmediatos y los recursos, en la percepción del conjunto de intereses de la
sociedad local y de su interés común, nuevas formas de participación, acción social y política. Las acciones
de transformación se guían por un plan asumido por los miembros de la sociedad o por lo menos de los que
serán beneficiarios directa o indirectamente por él. El plan ubica la problemática particular en la problemática
global y requiere de una dirección estratégica y de una participación masiva de los actores que afecta.
(Coraggio; 2004:29)
Esta perspectiva de desarrollo local adoptada nos impone la necesidad tanto de un modelo de
análisis que reconozca las bases sociales de la economía como de un modelo de intervención social con
capacidad de intervenir sobre ella.

Integración económico-social

Ninguna sociedad podría vivir durante un periodo cualquiera sin poseer una economía de cierta
clase; pero antes de nuestra época no ha existido jamás ninguna economía que estuviese controlada por los
mercados, ni siquiera en principio. A pesar del coro de encantamientos académicos tan persistente, la
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ganancia y el beneficio obtenidos en el intercambio no desempeñaron jamás una parte tan importante de la
economía humana. Aunque la institución del mercado era bastante común desde finales de la edad de piedra,
su papel era solo incidental en la vida económica. (Polanyi, 91) La investigación histórica y antropológica ha
descubierto que la economía humana está sumergida, por regla general en las relaciones sociales de los
hombres. “el hombre no actúa para salvaguardar sus intereses individuales en la posesión de bienes
materiales, sino para salvaguardar su posición social, sus derechos sociales, sus activos sociales.” (Polanyi,
94) Las sociedades y los sistemas económicos siempre se han relacionado a través lo que Polanyi describe
como los tres principios de integración socioeconómica “…todos los sistemas económicos conocidos hasta el
final del feudalismo en la Europa occidental se organizaron de acuerdo con los principios de la reciprocidad,
de la redistribución, de la actividad hogareña o de alguna combinación de los tres. Estos principios se
institucionalizaron con el auxilio de una organización social que, entre otras cosas, utilizaba los patrones de la
simetría, la centralidad y la autarquía.” (Polanyi; 103) La reciprocidad es un principio por medio del cual la
persona se integra a otras a partir de las complementariedades que surgen a partir de las diferencias
personales y territoriales existentes como edad, sexo, diversidad de especies. Es una forma de compensar
diferencias y resolver necesidades mutuas a partir generar intercambios de bienes equivalentes de los
diferentes miembros de un grupo social.
La redistribución significa que una parte sustancial del producto total es entregada a una
autoridad quien la almacena y las distribuye conforme a las reglas y propósitos públicos como las
necesidades de cada zona, grupo social o para tiempos de escasez. El proceso de redistribución no solo
involucra al sistema económico en relaciones sociales sino que también forma parte del régimen político
prevaleciente ya sea de la tribu, ciudad-estado o feudalismo. El principio del hogar consiste en la producción
para el uso propio. La autoproducción, que los griegos la llamaban oeconomía dio origen a la palabra
economía. A lo largo de la historia, entidades muy diferentes como la familia, el asentamiento o el feudo
formaron unidades autosuficientes donde producían y almacenaban para la satisfacción de las necesidades
de los miembros del grupo.
Pero para que estos principios se vuelvan eficaces fue necesario una institucionalización ya que
“…los principios del comportamiento de esta clase solo pueden volverse eficaces si los patrones
institucionales existentes propician su aplicación.” (Polanyi; 96) La reciprocidad, la redistribución y el hogar
pueden asegurar el funcionamiento del sistema económico fácilmente con el auxilio de patrones
institucionales tales como la simetría, la centralidad y la autarquía. La reciprocidad se facilita enormemente
por medio del patrón institucional de la simetría, una característica frecuente de la organización social entre
los pueblos analfabetos para el intercambio de bienes y servicios en ausencia de registros permanentes. En
el principio de la redistribución, el patrón institucional que lo facilita es el de la centralidad. Este patrón está
presente, en alguna medida, entre todos los grupos humanos y provee un procedimiento para la recolección,
almacenamiento y redistribución de bienes y servicios. La necesidad de distribuir el producto de la caza al
final de la cacería como forma de mantener al grupo unido se replica en todas las civilizaciones precedentes.
Entre mayor sea el territorio, mas variada es la producción y mas conducirá la redistribución a una efectiva
división del trabajo ya que esta deberá conectar a grupos de productores geográficamente desconectados.
En el principio de integración del hogar, el patrón institucional es el grupo cerrado o unidad económica
autosuficiente (autarquía): la producción y almacenamiento para la satisfacción de las necesidades de los
miembros del grupo. (Polanyi; 101)
Desde la antropología económica estructuralista se entiende que la forma de entender la relación
entre lo económico y lo social de la antropología económica sustantivista de Polanyi es correcta pero
insuficiente. Esta perspectiva interpreta la relación sociedad – sistema económico como
“… la combinación, susceptible de reproducirse, de las fuerzas productivas y de las relaciones sociales de
producción específicas que determinan la estructura y la forma del proceso de producción y de la circulación de los
bienes materiales en el seno de una sociedad determinada. Suponen que a un modo de producción determinado
(en el sentido restringido) corresponden, en una relación a la vez de compatibilidad y de causalidad estructurales,
diversas formas concretas de relaciones políticas, ideológicas, etc. Y designan igualmente al conjunto de esas
relaciones económicas y sociales analizadas en su articulación específica con el nombre de modo de producción
(tomado en sentido amplio. (…) Además, como es frecuente que una sociedad concreta esté organizada sobre la
base de varios modos de producción articulados entre sí de manera específica y con la dominación de uno de
ellos, para designar a estos conjuntos articulados de modos de producción se recurre a la noción de formación
económico y social.” (Godellier; 1976;283)
Esta mirada nos lleva a enriquecer la idea de integración socioeconómica y plantearla en términos
de diferentes modos de producción que pueden coexistir articuladas entre sí que brindan diferentes vías o
modalidades de integración socioeconómica concomitantes. Se puede pensar el sistema económico-social de
una sociedad como conformado por modos de producción articulados donde en cada uno de ellos puede
haber mayor preponderancia de uno de los principios de integración socioeconómica por sobre los demás. A
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su vez compondrían esta formación económico-social una serie de armados institucionales en tanto formas
concretas de relaciones políticas ideológicas en correspondencia con cada modo de producción. Siguiendo
esta perspectiva, cada sector de la economía popular, sean las cooperativas, comunidades podrían sostener
modos de producción singulares subalternos pero articulados de alguna manera al modo capitalista
predominante. A su vez, cada grupo social, a partir de proponer valores y prácticas para sostener ese modo
de producción construiría una institucionalidad singular que disputaría hegemonía con las instituciones
capitalistas dominantes ya que a cada modo de producción subordinado le correspondería, en una relación a
la vez de compatibilidad y de causalidad estructurales, un armado institucional correspondiente. Esta
concepción teórica nos permite reconocer la riqueza en la variedad de “los modos de producción” y la
democracia en la convivencia de “los mundos institucionales”. Las relaciones de causalidad y
correspondencias nos permite comprender el dinamismo y las posibilidades de cambio y transformación a
partir de entender las hegemonías existentes y las contrahegemonías posibles. Boaventura De Souza Santos,
en su trabajo Producir para vivir reconoce la existencia de estos modos de producción alternativos con su
método de “heremeneutica de las emergencias” y avanza hacia detectar claves para la construcción de poder
contrahegemónico para la emancipación de estos grupos subalternos. De Souza Santos nos propone
reconocer los valores alternativos al capitalismo que alberga este mundo de experiencias económico-sociales.
Estas experiencias tienen la particularidad de que no pretender superar al capitalismo de un solo golpe sino
que procuran, con resultados dispares, tornar más incómoda su reproducción. (Santos; 2002; 29) La
necesidad de inserción/reinserción de los trabajadores en el sistema económico-social es la clave de la
dinámica de estos modos productivos subalternos yde la construcción institucionalidad alternativa. Desde una
perspectiva interventiva nos proponemos avanzar hacia el diseño de políticas que se basen en la posibilidad
de construcción de espacios socioeconómicos locales contrahegemónicos en tanto construcción productiva-
institucional. Este será el objetivo propuesto por Coraggio con la intervención socioeconómica y la
construcción del subsistema de economía popular.

La intervención socioeconómica
Como demostró Polanyi, incluso en las sociedades modernas, las relaciones sociales,
económicas, políticas y culturales no están separadas en la realidad. “En este sentido, ya sea “como
construcción social, o como materialidad, la cuestión social no puede ser separada de la cuestión económica.
(Coraggio, 2007:9) En una realidad signada por la cuestión social que es expresada por fracturas de lazos
sociales de integración, la intervención está orientada a la recomposición de los lazos sociales perdidos.
Como lo propone Carballeda, la intervención social tiene como propósito la integración social (…) en función
de mantener el orden o la cohesión de lo que denominamos sociedad" (Carballeda; 2002:91) Pero la
integración a través del "conjunto de dispositivos de asistencia y de seguros” que propone Carballeda sería
solo la vía redistribucionista de Polanyi. Son posibles las vías de la reciprocidad y la del hogar? Es posible
pensar un mercado con reciprocidad y simetría mas allá del capitalismo como lo entiende Boaventura
Santos? Es posible pensar en la autarquía como patrones de economías de grupos cerrados o comunidades
semiabiertas como interpreta Aldaiza Sposati?
En el campo del desarrollo local, la intervención socioeconómica es la vía que intenta producir
modificaciones en las expresiones locales de la integración al sistema económico-social. Su horizonte se
vincula con la posibilidad de trabajar los aspectos más significativos de la problemática de la integración que
se expresan en lo local en forma de exclusión. (Carballeda; 2002:113) El trabajo de integración
socioeconómica puede proponerse dentro de sus lineamientos generales de integración social, intervenir en
los procesos o fenómenos de fragmentación de la trama socio productiva, a partir de su expresión local
intentando reparar o reconstruir aquello que las condiciones sociales, económicas y políticas fragmentaron.
Para definir los principios y patrones de integración relevantes en dicha el proceso de recomposición de la
trama socioproductiva es necesario detectar en el territorio cuales son los elementos que movilizan a la
población porque "...la intervención comunitaria se relaciona con una serie de elementos integradores,
organizadores y simbólicos que pueden servir en función de la reorganización de identidades en un escenario
microsocial" (Carballeda; 2002:114)
Tanto para detectar los elementos integradores y organizadores como para diseñar los
dispositivos de intervención no es posible seguir pensando la sociedad desde las dicotomías neopositivistas
producción/reproducción, ciencia social/ciencia económica y política social/política económica ya que limitan
tanto la interpretación como la intervención. Así, la producción pasa a ser una esfera gobernada por el
mercado y la reproducción es compensada por la asistencia, dicotomía que se reproduce en la ruptura entre
ciencias económicas y ciencias sociales. (Danani; 1996:28) Estas dicotomías fundan una tercera donde la
política económica rige la distribución primaria del ingreso y la política social la distribución secundaria. Esto
lleva a encerrar a la política social en el marco de la distribución secundaria del ingreso y asistencializa a la

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política social. Este modelo interpretativo lleva a invisibilizar las causas de la injusticia y a limitar a la
intervención a una acción materialmente asistencializada, simbólicamente intrascendente y políticamente
impotente.
Coraggio propone el desarrollo desde lo local a través de la construcción de otra economía, la
economía popular y solidaria como un esfuerzo orgánico de ligar lo social a lo productivo. La mirada
transdisciplinaria propuesta no estudia por separado los planos materiales (lo productivo) y los inmateriales (lo
social) sino que los integra poniendo el énfasis en los mecanismos de reproducción social. (Coraggio;
2004:12) La intervención socioeconómica se orienta a hacer otra economía para otra sociedad contribuyendo
a la integración social de los trabajadores (ocupados, desocupados, subocupados, desalentados que ya no
buscan trabajo, pobres o no pobres, etc.) a través de la construcción colectiva de otra base económica. En
clave del trabajo social, son “económicas” las intervenciones relativas a la identificación, obtención o
generación, distribución y uso de recursos y la organización de capacidades personales, grupales e
institucionales en procura de la satisfacción de las necesidades asociadas a una mayor calidad de vida de sus
beneficiarios. (Coraggio; 2007:13)

La construcción de subsistemas de economía popular solidaria

Los sistemas económicos están organizados globalmente por el capitalismo en el sistema-mundo


conformado por un centro, una periferia, una semiperiferia y una economía hegemónica que articula el
conjunto del sistema. (Dos santos; 2002:55). Pero el sistema no integra a todo ni a todos por igual ya que hay
un conjunto de agentes económicos y de recursos que tienden a ser excluidos de las nuevas dinámicas de
producción y comercio a escala mundial, o bien a ser subordinado precariamente a ellas. Ante esta situación
de exclusión económico-social, Coraggio observa (y al mismo tiempo propone actuar sinérgicamente con él)
un proceso de autocentramiento relativo de dichos agentes en términos del principio de grupo cerrado o
patrón institucional de autarquía de Polanyi. De la conjunción de tal autocentramiento con los procesos ya en
marcha resultarían economías urbanas con tres polos o subsistemas: la economía empresarial capitalista, la
economía pública y la economía popular.” Cada uno con motores o motivaciones diferentes. Para el
subsistema empresarial capitalista, el motor es la ganancia y el lucro. Para el subsistema de economía
pública, el motor es la reproducción ampliada del poder político. Y para el subsistema de la economía popular,
el motor es la reproducción ampliada de la vida. (Coraggio, 1998:11) El sentido que orienta la acción social
económica de los agentes de la economía popular como familias trabajadoras, cooperativas, entidades
civiles, talleres protegidos, fábricas recuperadas es la reproducción ampliada de la vida humana de sus
miembros (Coraggio, 64:1998) El subsistema de economía popular no es algo acabado sino una construcción
a fortalecer desde un proceso deliberado de intervención que excede el plano económico para comprometer
las dimensiones de lo social, político y cultural. Coraggio propone tranformar la inorgánica economía popular
en la economía popular solidaria “...un subsistema orgánico de elementos socialmente heterogéneos, dotados
de un dinamismo propio, competitivo y de alta calidad. Y la conformación de esa economía supone la
constitución paralela de un movimiento popular. Así, es también una vía para la democratización de nuestras
sociedades, contribuyendo a que las mayorías puedan estar efectivamente representadas en la esfera política
nacional.” (Coraggio, 1998:11)
El subsistema de economía popular solidaria engloba todas las actividades de producción,
distribución y consumo que contribuyen para la democratización de la economía, con base en el compromiso
de ciudadanos tanto en el nivel local como global. La Economía Solidaria relaciona intereses individuales al
interés colectivo en una dinámica de reciprocidad y solidaridad. En ese sentido, la Economía Solidaria es un
abordaje transversal que incluye iniciativas en todos los sectores, comporta el consumo ético, iniciativas de
las mujeres, agricultura comunitaria y ecológica, moneda social, finanzas éticas, comercio justo, servicios
comunitarios, tecnología apropiada y democratizada y formas sociales de propiedad y manejo de activos y de
actividades de desarrollo. La Economía Solidaria es una herramienta fuerte de empoderamiento y cambio
social, proveniente de las iniciativas de ciudadanos responsables que quieren mantener la propiedad, el
usufructo y el control sobre cómo producen, consumen, ahorran, invierten e intercambian. Es un modelo de
economía popular comunitaria y local que podemos referenciarla con una economía de base o de los
trabajadores. La Economía Solidaria construye un desarrollo sostenible a partir de pensar no solo en las
necesidades del presente sino también en las de las generaciones futuras. Es una economía que ve a lo
político y al Estado en particular como un socio necesario para la sociedad civil, haciendo que políticas y
recursos del Estado se complementen con sus propias acciones y recursos. Ella hace que la economía
atienda a patrones éticos. La Economía Solidaria no se presenta como un simple instrumento para alcanzar
un sistema más justo de actividad económica sino como un espacio nuevo para sujetos invisibilizados y
agente marginados que proponen una transformación social, económica, política y cultural.

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La familia, el hogar y las unidades domésticas

Dentro del subsistema de economía popular, las familias no solo son la base humana de los
hogares sino que son a su vez que brinda sentido a la acción social económica de las unidades
económicas sean éstos hogares o agregación de hogares como son las cooperativas. Los hogares son las
unidades económicas básicas del subsistema y trabajan sobre la base de optimizar el fondo de trabajo de
sus miembros.
No siempre el conjunto de las economías domésticas se integran en un subsistema,
“...un subsistema económico regido por la reproducción ampliada de su capital humano (siempre y
cuando se cumpla la condición de que) como agregado de unidades domésticas populares solo se manifiesta
como forma relativamente autónoma de organización económica, diversificando sus redes de comunicación y
decisión, cuando la dinámica del capital y el Estado son insuficientes para incorporar sus recursos y subsumir
sus relaciones...” (Trinchero, 1997:123)
En este modelo, tanto el hogar como la familia tienen un rol protagónico dado que la unidad
económica popular elemental es el hogar. (Coraggio, 2000:26) La familia o el hogar es el lugar de
organización elemental de la economía de los sectores populares. (Coraggio, 2000:27) En los hogares de
populares no solo hay consumo y en las vivienda no solo hay habitación también hay producción e
intercambio. El trabajo doméstico produce valores de uso y ese valor de uso es el que satisface las
necesidades independientemente de estar mercantilizado. Mucho trabajo doméstico como el trabajo
comunitario al no estar mercantilizado no es tomado como productor de valor (Coraggio, 2000:28),
“Los elementos de la Economía popular son las unidades domésticas que dependen principalmente del
ejercicio de su trabajo para lograr su reproducción biológica y cultural. La unidad doméstica moderna tiene
como objetivo último la reproducción ampliada de la vida de sus miembros. Ampliado significa que no hay un
nivel básico dado de necesidades que, una vez alcanzado, agota el impulso de la actividad económica, sino
que, para todos los efectos prácticos, hay una búsqueda de mejoría en la calidad de vida sin límites intrínsecos,
en buena medida por la introyección de valores y la construcción social de las necesidades impulsadas por la
propaganda mercantil y los movimientos culturales de la sociedad moderna.” (Coraggio, 1998:73)
Es necesario plantear el funcionamiento de la economía familiar incluidas sus crisis para
comprender inclusive los fenómenos de recrudecimiento del clientelismo y de retroceso en el ejercicio de los
derechos:
“Dicha reproducción ampliada requiere condiciones materiales, las que se obtienen fundamentalmente
mediante diversas formas de utilización, desarrollo e intercambio del principal recurso de que disponen las
unidades domésticas populares: el fondo de trabajo de sus miembros. Cualquier interrupción prolongada de la
realización del fondo de trabajo pone a la unidad Doméstica Popular en situación de catástrofe vital, debiendo
apelar a la liquidación de bienes de consumo durables indispensables, a los beneficios de la seguridad social, a
la beneficencia pública o privada, o, en última instancia a la apropiación ilegal de recursos, con una
concomitante degradación de sus condiciones de vida.” (Coraggio, 1998:74)
El estudio de las relaciones sociales y de las comunidades resulta relevante para entender el
funcionamiento de la producción doméstica:
“Las relaciones de producción de la economía doméstica están organizadas como una
sobreconformación de las relaciones de parentesco (afinidad y consanguineidad), étnicas, de vecindad u otras,
cuyo peso varía en cada nivel de la economía popular. Así las formas de trabajo doméstico suponen una división
técnica del trabajo (es decir: no mediadas por el mercado) - en parte sobre esas bases, en parte por diferenciación
de capacidades adquiridas- en el interior de cada unidad doméstica, entre unidades domésticas de una misma
comunidad y, eventualmente, entre comunidades.” (Coraggio, 1998:84)
Para analizar el trabajo de una unidad doméstica no debemos tomar solo las formas mas
difundidas de relaciones laborales. Un concepto amplio de trabajo nos permite visibilizar formas
fundamentales del trabajo históricamente invisibilizadas. La utilización del fondo de trabajo de una unidad
doméstica se realiza a través de dos vías principales: el trabajo mercantil (la vía más visibilizada) y el trabajo
de reproducción (oculto). El trabajo mercantil está cubierto por las categorías: trabajo asalariado, el trabajo
mercantil independiente y el trabajo doméstico mercantil. El trabajo de reproducción está cubierto por tres
categorías: el trabajo doméstico de autoconsumo, el trabajo doméstico de consumo solidario y el
trabajo de reproducción de la capacidad transgeneracional. Estos seis tipos de usos del fondo de trabajo
implican intercambios económicos específicos regidos por relaciones mercantiles o por relaciones de
reciprocidad y organizadas esporádica o permanentemente, de manera bilateral o construidos como redes.
(Coraggio, 1998:76) Una comprensión acabada del funcionamiento del hogar necesita echar luz sobre todas
estas formas de trabajo y las lógicas que las organizan ya que la combinación de distintas formas de trabajo
nos van a explicar las formas en que una misma unidad doméstica participa de diversos subsistemas.

Instrumentos de intervención
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En el campo de la economía solidaria y el desarrollo local parece haber consenso en la necesidad
de experimentar. Se habla de heterotopías, parece que no hay un rumbo posible sino muchos. La experiencia
de ONG’s, movimientos sociales y organizaciones gubernamentales ha permitido elaborar una serie de
instrumentos desarrollados a partir de la sistematización de prácticas sociales organizados a partir de los
diferentes momentos del ciclo económico: la producción, la distribución, el consumo o que apuntan a brindar
factores de producción como el financiamiento, la tecnología a la formación de recursos humanos. El enfoque
de la promoción de microempresas hegemónico durante los 80 y 90, no solo fracasó por no comprender la
lógica familiar de la unidades económicas sino porque se orientaba a “adaptar” a esa familia a un mercado
con características regularmente expulsivas. En un sistema de producción complejo, si una parte se quiere
desarrollar necesita que otras también se desarrollen. Por lo tanto hay que trabajar de manera sinérgica sobre
conjuntos complejos. Lograr la solidaridad orgánica entre los diversos elementos y prácticas del subsistema
popular en forma sinérgica con algunas parcelas del estado, de modo que el desarrollo de unos contribuya a
estimular el de otros demanda instrumentos diversos. El sistema debe contener elementos capaces de
resolver los conflictos que se generen. (Coraggio, 2000:31). Esto supone ampliar y fortalecer las unidades
domésticas y comunidades, y la interdependencia entre ellas través del intercambio recurrente - mediado
por el mercado o por relaciones directamente sociales -, creando así bases para nuevas identidades
colectivas y para un desarrollo popular sustentable.” (Coraggio, 1998:68) Los instrumentos apuntan a
intervenir en todos los sectores y momentos de la actividad socioeconómica. El fortalecimiento productivo de
las unidades domesticas como los emprendimientos familiares los sistemas de intercambio y distribución
como el comercio comunitario, los sistemas sociales de financiamiento y la moneda social.

El fortalecimiento de los emprendimientos familiares

Desde el punto de vista de las propuestas para generar formas alternativas de intervención
aparece como central la necesidad de realizar un análisis sobre el lugar que han ocupado y ocupan aún los
microemprendimientos económicos familiares en las expectativas populares, como así también los niveles
de eficacia y eficiencia de las políticas orientadas hacia ese campo. (Trinchero, 1997:133) En los
microemprendimientos hay más acción que investigación, seguimiento y evaluación sistemáticas, existiendo
muy poco análisis de los mismos. (Trinchero 1997:130). Los microemprendimientos fueron desarrollados
históricamente desde una perspectiva liberal-economicista que los pensó como una pequeña empresa
capitalista. En este enfoque hegemónico auspiciado por el BID y otras agencias, la empresa moderna
rechaza las formas socioculturales del soporte humano sobre la cual se asienta. Se piensa armar una
empresa renegando de las formas culturales de la familia que le da soporte. Desde la perspectiva de la
economía popular o solidaria, la actividad económica está entrelazada con un sistema de relaciones sociales
y culturales que conforma la base humana y le brinda sentido a la vez. Este soporte es un sistema de
relaciones, de información, de participación y de vinculaciones personales, que no corresponden
estrictamente a los de una empresa capitalista. El emprendimiento es un avance de la familia sobre la
empresa, una extensión de la lógica familiar sobre el mundo empresario. Se basa en un sistema de relaciones
sociales no mediadas por el capital, motivadas en la reproducción de la vida y funciona sobre esa base lógica.
Cuando una familia recorre el camino necesario para llevar adelante un microemprendimiento
describe una trayectoria típica. La intervención social como proceso de fortalecimiento socio productivo parte
de reconocer la lógica popular espontánea y diseña diferentes aportes conforme se desee impactar en algún
punto en particular de la trayectoria que describe. Esta trayectoria comienza con la búsqueda de los recursos
necesarios para emprender: conocimiento, algo de capital, herramientas, insumos y luego sigue una fase de
organización, asociación, implementación y producción. Por último la comercialización de lo producido, el
intercambio, la obtención de una renta y el consumo. Las intervenciones vigentes reconocen esta lógica y se
diseñan de forma tal de incidir en alguna o varias de estas fases a través de una combinación del resto de los
instrumentos que brindan formación laboral, crédito, moneda, posibilidades de comercialización y la
asociación con otras organizaciones que lo potencie.

La formación Laboral

La formación laboral apunta al fortalecimiento y desarrollo de capacidades, habilidades, actitudes


y aptitudes de los miembros de los emprendimientos, mejorando sus condiciones para el trabajo y la
empleabilidad acorde con las necesidades de los emprendimientos y las alternativas del mercado laboral
local. Se entiende por mejora de la empleabilidad a la sumatoria de condiciones del demandante de
capacitación que permiten posicionarlo mejor en el mercado de trabajo. Estas condiciones son definidas como
los saberes necesarios y calificaciones claves donde “...el conjunto de actitudes (cooperación, iniciativa,
7
responsabilidad, autonomía) y de habilidades intelectuales (capacidad de planeamiento y resolución de
problemas, habilidades lógicas y analíticas) resultarán cruciales para los trabajadores de todos los niveles
jerárquicos.” (Gallart, 1995:139).
La formación laboral como proceso puede tener tres componentes: como niveles integrados y
sucesivos de formación y capacitación: (Suarez, 1999:50)
1. La formación básica cuenta con los elementos propios de la educación primaria: lecto-
escritura, operaciones matemáticas elementales, la claridad y organización de la expresión, el
trabajo grupal y la toma de decisiones.
2. La Formación profesional se refiere a la instrucción en oficios específicos, capacitar
técnicamente, incluyendo saberes teóricos y prácticos, y “saber hacer”, es decir, capacidad
para transferir dichos saberes a situaciones de trabajo concretas y diversas y compensar de
algún modo los déficits en habilidades básicas. Esta formación alcanza su máxima efectividad
al poder estar vinculada con un sistema de prácticas por medio de la articulación con sectores
de la producción.
3. La formación laboral como fortalecimiento del autoempleo apunta a que el emprendedor pueda
ofrecer algún servicio en el mercado de los servicios a partir de dominar cierto oficio y en
forma independiente. Tiene como objetivo capacitar a los destinatarios para elaborar su propio
proyecto de empleo a través de la formulación de emprendimientos productivos o de servicios.

Para asegurar la accesibilidad de los beneficiarios, los cursos de formación básica se realizan en
los barrios donde residan los beneficiarios y con tutores atentos a los obstáculos que surgen al momento del
curso. El curso gana en eficacia en la medida en que las especialidades propuestas respondan a las
necesidades y posibilidades del medio económico y social donde se lleve a cabo el proyecto. La
homogeneidad de las cohortes ayuda a evitar inhibiciones, facilita procesos de identificación y colabora con la
contención brindada por los docentes. (Suarez, 1999:52)

Los sistemas sociales de financiamiento

Uno de los obstáculos más graves que enfrentan los microemprendimientos es el acceso al
crédito. (Carbonetto; 2001:12) Las micro finanzas están destinadas a la población que no es sujeto de crédito
en el sistema bancario formal. Los bancos suelen pedir, además del interés, una garantía que las familias
pobres suelen no tener. Esto lleva a la paradoja que los bancos solo presten a quienes menos necesitan. Las
garantías suelen ser barreras infranqueables para muchas familias que quieren acceder a un crédito bancario.
Pero la experiencia del Grameen, el banco de los pobres de Bangladesh, ha indicado que el microcrédito sin
garantía bancaria ha tenido muy buena cobrabilidad en sectores pobres debido a que éstos necesitan seguir
contando con el banco a diferencia de otros sectores sociales que se sienten seguros al momento de litigar
con él. (Yunus; 1997:108)
La metodología de microcrédito consiste en otorgar a los microemprendimientos una serie de
pequeños préstamos en etapas que los emprendedores van renovando, una vez que cancelan el crédito
anterior. (Carbonetto; 2001:12) El período de gracia, los plazos y el valor de las cuotas deben adecuarse al
movimiento de dinero del microemprendimiento que se va a financiar. Las cuotas suelen ser pequeñas para
que se adapten a la capacidad de pago del beneficiario. Los microcréditos apuntan a la creación de proyectos
familiares o grupales destinados a la generación de ingresos a través de la producción de bienes o servicios
requeridos por el mercado promoviendo la autogestión y la sustentabilidad de los grupos constituidos como
microemprendimientos. Se propone que la población - objetivo diseñe proyectos de trabajo destinados a
generar o apoyar microemprendimientos grupales o familiares en una operatoria de préstamo para el
financiamiento de capital de trabajo y de inversión. Se financian proyectos del sector primario como granjas,
huertas, pesca o forestación; del sector secundario como artesanías, fabricaciones textiles, alimentación y del
sector terciario como servicios y comercio.
El otorgamiento de los créditos puede brindarse mediante la modealidad de grupos solidarios de
emprendedores o en forma individual. En la experiencia de microcrédito, la conformación de los grupos ha
privilegiado a las mujeres por considerarlas actores privilegiadas del desarrollo. El crédito otorgado a mujeres
ha producido cambios más rápidos que el otorgado a los hombres. La mujer sufre más directamente los
efectos del hambre y la pobreza y cuando ellas ven que se les ofrece una posibilidad de salir adelante, por
modesta que sea, resultan más combativas que los hombres. (Yunus; 1997:108) La experiencia en la
provincia de Buenos Aires marca también un fuerte protagonismo de la mujer en la microempresa familiar
“...la microempresa femenina - con las características detectadas - aparece como una forma de actividad
económica particularmente adaptada a las posibilidades de cumplir un doble rol: el vinculado al cuidado del
hogar y el desempeño de una actividad generadora de ingresos (...) El grueso de las microempresarias,
8
aprovechan habilidades y destrezas logradas en el hogar (...) se dedican a la producción de productos
textiles, confecciones y alimentos; siendo normalmente la propia casa el lugar donde se desarrolla la
actividad.” (CPFyDH;1993:7)
El banco social necesita de un grupo de personas que cumplan las funciones administrativas para
diseñar los productos financieros y la promoción del crédito entrevistándose con los futuros beneficiarios y
explicando las condiciones en las cuales se otorgan los créditos. Las organizaciones que brindan servicios de
microcrédito pueden ser Estatales o privadas. Las organizaciones privadas que se sostienen a través del
servicio de microcrédito cobran una tasa a los beneficiarios que cubre el gasto administrativo, el pago del
personal, la morosidad y la incobrabilidad. En torno al otorgamiento de un crédito se realizan diversas
intervenciones: una evaluación ex - ante de los proyectos, la aprobación de proyecto donde se definen las
necesidades de capacitación previa y de asistencia técnica posterior para el buen funcionamiento del
proyecto, el monitoreo y la supervisión de los microemprendimientos. Para el diseño del crédito se desarrolla
productos financieros adaptado a cada emprendimiento o líneas de créditos adaptadas a conjuntos de
actividades mas o menos homogéneas. Para el diseño del crédito se considera el monto demandado en
función de las necesidades de capital, la cuota en función de lo que puede pagar, el plazo en función del
tiempo necesario para devolver, el período de gracia en función del tiempo en que el emprendimiento
comenzará a dar excedentes y la tasa en función de la cobrabilidad media del sector.

Comercialización solidaria

Las prácticas de comercialización han sido visualizadas por una serie de movimientos populares
como fundamentales para cuestionar los procesos de exclusión socioeconómica de numerosas unidades
económicas familiares contestando con prácticas de mercados solidarios, comercio justo, comercializadoras y
las ferias populares entre otras.
“Un Mercado Solidario es un mercado en el que sus participantes (compradores, vendedores,
productores, usuarios, reguladores, legisladores, promotores, etc.), actúan con una lógica en la que la
búsqueda de ventajas económicas particulares se realiza en el marco de consideraciones morales, que
limitan el campo de las acciones aceptables de modo que nadie pueda resultar afectado en las condiciones
de reproducción de su vida.” (Orsi; 19) Si bien tanto la cooperación como la competencia participan en la
dinámica de un mercado solidario (Melo Lisboa, 2004) el objetivo general es permitir el desarrollo de las
capacidades e iniciativas humanas, asegurando -a la vez- la reproducción de la vida de todos. (Coraggio,
2002). En un mercado solidario, los intercambios no están regidos sólo por precios (y menos por precios que
se autorregulan). Es una red de intercambio material pero también simbólico, constituye un espacio de
socialización por excelencia, en donde se producen encuentros, intercambios de información, se facilita el
conocimiento mutuo, la construcción de redes sociales, etc. (Melo Lisboa, 2004). Podemos interpretar a los
mercados solidarios como estructuras sociales o formas recurrentes institucionalizadas y estables de
interacción sometidas a sanciones que vinculan a actores que aspiran a resolver sus necesidades de
intercambio autónomamente. (Lazzaretti; 2008:76)
Los Mercados populares son estrategias de comercialización de alimentos impulsadas por el
Estado en asociación con organizaciones de productores familiares y organizaciones territoriales de
consumidores con el objetivo de asegurar alimento sano, variado y accesible a los sectores populares en sus
barrios de residencia. Estas intervenciones apuntan a incidir tanto en el sistema de distribución, como en el
proceso de formación de precios de los alimentos y en el patrón de consumo de la población. Los mercados
populares toman la forma de ferias barriales y son espacios de comercialización de alimentos en puntos de
venta fijos o móviles. El mercado reorganiza el consumo popular revalorizando los productos frescos, locales
y de estación facilitando la comercialización directa entre el productor y el consumidor. Se facilita el acceso de
los sectores populares a productos alimenticios y no alimenticios de primera necesidad a precio justo y de
calidad conforme a los valores del paradigma de la economía social. En el caso de los mercados populares
protagonizan la escena barrial el productor familiar y el vecino (en su papel de proveedor de un hogar) en
tanto sujetos económico-sociales1. Los productores se caracterizan por tener bajos ingresos y están obligados
a reinvertir gran parte de sus ganancias para poder mantenerse en actividad. Los compradores se movilizan
no solo por el interés económico de proveer de alimentos al hogar sino que la feria es también un lugar de

1
Se entiende como productor familiar al pequeño o mediano productor agropecuario que produce alimento y que necesita de la
realización del fondo de trabajo diario familiar para sustentarse. En esta categoría quedan incorporados todos aquellos productores
hortícolas, frutícolas, de pequeños animales, pescadores artesanales y elaboradores de alimento que debido a su baja dotación de
capital, limitaciones en el acceso a las tecnologías y a los mercados se ven obligados a invertir su trabajo personal y eventualmente
el de su grupo familiar para poder obtener el sustento diario. (Lòpez; 9)
9
alta significación social. (Lòpez; 7) Los mercados no solo son espacios económicos, son nuevos espacios y
estrategias de vinculación donde se resignifica el encuentro entre productores y consumidores.
(E.M.P.;2010:2) Son espacios sociales de encuentro e intercambio, dimensiones fundamentales para la
identidad territorial, el enriquecimiento de las tramas sociales y el desarrollo local. En este caso, la
implementación de la mejora en la calidad de vida de los sectores populares es la clave y motor del desarrollo
local.
La feria popular es un espacio de intercambio directo entre productor y consumidor promovido
por un grupo de productores motivados por la necesidad de aumentar sus ventas a través de una estrategia
“asociativa”. Es un espacio económico de adquisición de bienes y servicios con variedad de precios y
productos accesibles donde el encuentro entre el productor y el consumidor en forma directa abarata costos
para ambos y genera beneficios sociales. El contacto directo permite construir un espacio social, de
encuentro. El consumidor ve un producto que vuelve a tener cara y nombre desandando la alienación a que
fue sometido. El productor se reconecta con el vecino a quien “el mercado” decía representar. Esto permite
conocerse, generar intercambios, confianza y un diálogo de intereses y necesidades. Se recupera la
capacidad de acordar mutuamente cantidades, precios, entregas, presentación de productos y formas de
pago a la medida de las necesidades y posibilidades de ambas partes. Los procesos intersubjetivos que se
disparan posibilitan otras construcciones de precios más allá de la adopción acrítica y naturalizada del
“mercado” como único formador del precio. Se recupera para lo local poder de decisión democratizando
decisiones del excluyente mundo de lo económico.
El comercio justo es una práctica de intercambio basada en criterios de justicia, solidaridad y
participación activa de los actores sociales. El movimiento por el comercio justo propicia los principios de:
reducción de la cadena de intermediarios; pago de un precio justo; condiciones laborales dignas; sin
discriminación por raza, religión y sexo; condena a cualquier forma de explotación infantil; relaciones
comerciales de largo plazo; pago por adelantado de la mercancía (hasta un 60%); inversión de los beneficios
en el desarrollo de la comunidad; respeto al medio ambiente y productos de calidad. (SNCJ; 2) Para este
movimiento, el precio justo es la representación de valor de producto o servicio construido a partir del diálogo,
de la transparencia y de la efectiva participación de todos los agentes involucrados en su composición, y que
al mismo tiempo resulte en una distribución ecuánime de la ganancia en la cadena productiva. La
organización promotora trabaja con un esquema de mediación entre productor y consumidor generando el
papel de facilitador en la negociación y la obtención del precio justo. (Lòpez, 8)
Las comercializadoras son asociaciones de productores que generan un puente con los
consumidores, permitiendole acceder a mercados que por su informalidad, volumen, barreras institucionales y
culturales, le es difícil llegar. Son organizaciones que generan una vinculación y comunicación en diversos
sentidos. A los productores les garantizan aspectos de tipo comercial, pero también brindan asesoramiento
específico de orden técnico y de organización para la producción. Uno de los objetivos de las
comercializadoras es la búsqueda de oportunidades comerciales para los emprendimientos, investigar la
demanda de nuevos productos y proponer su fabricación, brindar asesoramiento a los productores para
orientar la readecuación de la producción, apoyar uniones de compra entre productores facilitando la
negociación con proveedores y asesorar acerca de posibles fuentes de financiamiento (Terrero; 2008:23)
Las prácticas de reorganización del consumo aspiran a replantear el perfil de consumo de los
sectores populares como forma de reconquistar el poder de decisión popular perdido en manos de las
corporaciones. Es entendido como un problema de indole ideològico-cultural con consecuencias económicas
y políticas que involucra no solo al consumo sino a la producción y al intercambio como prácticas culturales.
(E.M.P.2010;1) Pequeños productores, cooperativas y asociaciones sin fines de lucro parten de una crítica al
patrón de consumo dominante avanzando hacia patrones alternativos como el consumo crítico, consumo
solidario, consumo consciente, etc. La intervención en este campo pone en juego las representaciones
sociales relativas a la salud, a la nutriciòn, los alimentos, el trabajo, el consumismo, etc.

Moneda social

La moneda social aspira a ser una moneda no capitalista privilegiando su función de medio de
cambio sobre las otras, como el atesoramiento. (Plasencia, 2008).
“… podemos caracterizar también a la moneda social como portadora dos de tres propiedades
fundamentales de la moneda formal: a) funciona como unidad de cuenta, facilitando la equivalencia entre
productos; b) sirve como medio de pago, lo que permite intercambios diferidos; c) pero no tiene reserva de valor,
es decir está desprovista de la tercera propiedad de la moneda oficial, cuyo atributo de los intereses bancarios la
hace escasa y por ello sirve a la concentración de riqueza‟ (Primavera, 2004).

10
Para Albuquerque, la moneda social es el instrumento que ejerce las funciones de unidad
valorativa, que puede circular libremente en una comunidad y es aceptada como forma de pago; su valor
nominal no es igual al valor intrínseco, sino que depende de la confianza de los que la reciben o la utilizan,
por ello no puede ser usada como instrumento de acumulación de las riquezas producidas por los individuos o
la comunidad. (Orsi; 77). Una moneda social sería principalmente una “moneda no capitalista‟, que privilegia
la circulación frente al atesoramiento. Heloisa Primavera subraya que una moneda social lo es, en la medida
en que su origen haya sido comunitario, es decir, decidido por un grupo de personas organizadas y de forma
autónoma, por ejemplo, señala que una moneda social es la creada, administrada y regulada por grupos
humanos y comunidades. La moneda social promueve a partir de su creación y gestión, procesos de
creciente autonomía y participación. (Orsi;78) Para Jérôme Blanc, las monedas sociales son un subgrupo
dentro de las monedas locales que no son emitidas bajo una lógica política, ni lucrativa, sino sostenidas en
una lógica ciudadana y que presentan tres objetivos o motivaciones: 1- Proteger el espacio local: las monedas
sociales intentan localizar de entrada las transacciones en el seno del espacio considerado, privilegiando el
uso local de los ingresos provenientes de una producción local. 2- Dinamizar los intercambios locales en
beneficio de la población, y se niegan por ello a la acumulación, a la conservación y a la concentración de la
riqueza. 3- Transformar la naturaleza de los intercambios. Este autor señala que el primer objetivo es común
también a las monedas locales, siendo el tercero el que define lo propio de una moneda social. En este
sentido, la transformación se desarrolla en tres planos:
- Transformando a las personas, de consumidoras o productoras en “prosumidoras”, revalorizando
las capacidades productivas de las personas que no son valorizadas el ámbito del empleo asalariado o de los
profesionales independientes;
- Transformando la relación que establecen las personas que intercambian, “reencastrando‟ en
sentido de Polanyi, la transacción en una relación humana que la exceda y le de sentido, promoviendo por vía
de la confianza, el desarrollo de relaciones interpersonales desde la convivencia hasta la amistad, y
- Alejando los intercambios de la estricta lógica mercantil, estableciendo, por ejemplo, reglas de
fijación de precios. (Orsi, 79)
La experiencia de las últimas décadas confirma que las prácticas de moneda social compensan
ciertas fluctuaciones dramáticas de la economía capitalista. Se expanden en momentos de ajuste, recesión y
se contraen en los momentos de expansión de la base monetaria y del consumo popular.

La organización socioproductiva

A diferencia de las acciones enfocadas en el fortalecimiento del microemprendimiento, el enfoque


de organización socioproductiva intenta incidir en la organización económica-social de conjuntos de
emprendimiento y en la trama social del medio en el cual se inserta. La intervención propuesta intenta superar
la visión apolítica de los organismos de cooperación internacional basada en las dimensiones formativa y
financiera para intentar incidir en la formación de una trama social nueva como cuestión estratégica asociada
al desarrollo local. Este enfoque intenta ayudar a implementar proyectos productivos, de servicios y de
capacitación que generen empleo genuino y promover la autogestión y autonomía como forma de fortalecer
la dimensión política de los grupos que impulsan los emprendimientos. Se busca trabajar no solo la propieda
y usufructo sino también el control de los procesos económicos por parte de los trabajadores. Asegurar no
solo factores productivos necesarios para el proceso productivo como herramientas, materias primas,
insumos, semillas, créditos, acceso a la tierra, el conocimiento, la tecnología, sino también los marcos
normativos que las garantizan y las instituciones que las regulan. Se plantea trabajar en grupos de forma tal
de fomentar la participación activa de los emprendedores en la resolución de sus necesidades. Se propone la
conformación de una red solidaria entre las instituciones participantes, sean estas estatales o privadas y los
beneficiarios. Una vía de fortalecimiento es aprovechar la capacidad de compra del Estado como forma de
capitalización de los microemprendimientos. De esta forma el Estado crea un mercado protegido donde el
emprendimiento comienza a desarrollarse antes de salir al mercado. El Estado compra usualmente alimentos,
guardapolvos, ropa para los establecimientos asistenciales y para hospitales, uniformes para la policía, etc.
La organización de la producción puede ser a través de grupos familiares o cooperativas que pueden
localizarse en polos productivos de cada especialidad. El objetivo del polo productivo es la baja de costos a
partir de la asociación entre unidades de producción que se encuentran próximas, por ejemplo respecto a
traslados, costos de transporte, compra de insumos, distribución del trabajo y demás formas asociativas entre
emprendimientos que pudieran surgir y ponerse en práctica. Esta alternativa necesita de un servicio de
asesoramiento y capacitación mayor en gestión empresarial, aspectos de administración, organización grupal
y distribución y ventas de sus productos.

11
Los complejos territoriales de producción-reproducción

La experiencia de los movimientos sociales2 que proponen modos de producción alternativos


indica que el sostenimiento en el tiempo depende de la reproducción del complejo de recursos, prácticas,
relaciones y significados que le da soporte y sentido. La experiencia no solo depende de los aspectos de
producción material sino también de los procesos de producción simbólica ligados a él. Desde el punto de
vista social, la cuestión clave pasa a ser la existencia de un contexto social convergente que legitime y
colabore con la reproducción de las prácticas sociales alternativas que sostienen la experiencia.
La experiencia marca la conveniencia de construir subsistemas de economía popular a partir de
identificar espacios como los complejos territoriales de producción-reproducción. Ciertas tramas de relaciones
tienen las características de incidir sobre un conjunto amplio de emprendimientos. Por ejemplo vemos en los
territorios que ciertas infraestructuras productivas hacen viable una serie de emprendimientos que se
encadenan conformando ciertas tramas de relaciones que pueden ser pensados desde la categoría de
complejo territorial producción reproducción consistente en
"...el complejo social cuya estructura de relaciones económicas, sociales y políticas se reproduce en un
grado importante a través de procesos internos al mismo, y cuando los soportes materiales de dicho proceso
están localizados en un ámbito relativamente compacto..." (Coraggio;2004:67)
Pensar estos proyectos desde la perspectiva de los CTPR supone poner el énfasis en las
condiciones de reproducción de las relaciones sociales de producción en relación a la reproducción material.
Los CTPR suponen la vigencia de relaciones sociales de producción específicas no homogéneas con su
entorno exterior, propias de una comunidad en el seno de una sociedad. En nuestro caso, estas relaciones
están sostenidas por prácticas sociales orientadas por el sentido de la reproducción ampliada de la vida y
legitimados por valores y representaciones asociadas a identidades locales y pertenencias comunitarias
locales fuertes. Estas identidades y pertenencias fuertes se reproducen en territorios acotados lo que define la
posibilidad y existencia del CTPR y recorta sus límites porque:
"Lo que delimita el CTPR es básicamente la regionalización comprensiva de diversas relaciones de producción,
tanto de la fuerza de trabajo y de los medios de producción, como de las condiciones naturales y de las mismas
relaciones sociales (Coraggio; 2005:11).
El CTPR permite poner el énfasis en un factor crítico de los emprendimientos como es la
sostenibilidad social y como el cambio en las condiciones materiales pueden afectarla. Las conexiones entre
las prácticas productivas con los modos de producir, de intercambiar, de consumir y los aspectos identitarios,
condicionan la reproducción social del sistema. La capacidad de reproducirse a sí mismo del conjunto de
prácticas está definida por la prevalencia de un sistema de representaciones que las legitime y eso sucede
con determinada fuerza en el ámbito de lo local, de la cotidianeidad, en tanto espacio en que los trabajadores
resuelven la gran mayoría de las necesidades humanas. Los discursos que emanan de los circuitos de
circulación de poder social, en tanto emisiones orales, textuales o actitudinales conforman objetos que en la
medida en que son coherentes y hay convergencia discursiva construyen un contexto social favorable a
legitimar y reproducir las prácticas que las sostiene. (Vasilachis; 1992:32) Por ejemplo en el caso de una
cooperativa de trabajo la convergencia discursiva en torno al ideario cooperativo sostiene el sistema
normativo que regula sus prácticas y permite mantener la cohesión y la relación conflictia con el contexto
inmediato disminuyendo las tensiones internas. La intervención social apunta a construir un conjunto
coherente entre discursos, valores cooperativos, prácticas decisionales, prácticas comunicacionales,
contenidos formativos y símbolos que surgen de las prácticas distributivas, de modo tal de que dichos objetos
construyan el contexto social convergente.
En la práctica, la perspectiva de los CTPR puede aplicarse tanto al ámbito urbano como el rural.
En el medio urbano, los casos de recuperación de fábricas, comercializadoras, sistemas de gestión social de
residuos sólidos urbanos,etc. En el medo rural a la creación de pequeñas industrias a través de los proyectos
sociales de infraestructura productiva y comercialización de uso comunitario para pequeñas localidades.
Estos proyectos se basan en la posibilidad de hacer viable una nueva cadena de producción-consumo o de
recomponer una existente productiva o comercial de bienes básicos (alimentación-vivienda-vestido) o de
servicios. En los CTPR podemos identificar establecimientos que se manifiestan como lugares de alta
condensación de relaciones socioeconómicas y de concentración de poder entre agentes económicos que
conforman el encadenamiento. Desde esta posición de poder se definen las condiciones de trabajo de las
unidades domésticas (que suelen ser agentes dominados en las cadenas) asumiendo el rol de proveedoras o

2
En estas experiencias se incluyen la producción comunitaria del hábitat, procesos de recuperación de fábricas y otras experiencias
de desarrollo local.
12
consumidoras en relación a estos establecimientos.3 Las temáticas de estos proyectos tienen también casos
típicos: plantas de faena de pequeños animales o de pescado, pequeñas curtiembres, plantas extractoras de
miel, usinas lácteas, tambos-fábrica, plantas elaboradoras de alimentos y mercados. Estos proyectos suelen
estar combinados con intervenciones de microcréditos y formación laboral orientadas a las unidades
familiares vinculadas al sistema. Para que los CTPR puedan ser la base de una estrategia de desarrollo es
necesario que la creación de arreglos cualitativos entre los actores involucrados a modo de régimen
microsocial de acumulación que estructuren una forma de producir, intercambiar y consumir en un
determinado territorio. Estos arreglos cualitativos conformados por el conjunto de convenios y contratos fija
roles y espacios, define derechos, atribuciones, obligaciones y construye hábitos. Constituye un núcleo
administrado de mecanismos de circulación de poder y se supone un cambio de la estructura de opciones.
(Danani; 1997:31) Estos arreglos suponen una variedad de prácticas a saber: el Estado financiando
infraestructura productiva o de comercialización a organizaciones de la economía social. Existencia de una
estrategia de desarrollo local acordada con los actores sociales de la región donde las infraestructuras operen
como piezas claves del subsistema de economía popular solidaria y polos de desarrollo local. El
financiamiento se realiza a fondo perdido y las instituciones receptoras pueden ser: municipios,
organizaciones territoriales, cooperativas, talleres protegidos, Centros Educativos Agropecuarios; Centros
Educativos de Producción Total o Escuelas Agropecuarias, quienes pueden ser sujetos de subsidio a
condición de que la infraestructura forme parte de sistemas socioproductiva semiabiertos. Esta apertura
permite el acceso de todas aquellos productores familiares o trabajadores actuales o futuros de la localidad
que necesiten el uso de dicha infraestructura. El dominio del equipamiento queda en manos de la
organización, pero está restringido al cumplimiento de los fines establecidos en estas pautas sin poder
alterarse. Estos fines y restricciones debe reflejarse en el marco normativo de la institución. En virtud de crear
nuevos espacios de participación organizada y de aumentar la sinergia entre los actores, el control, el uso y
usufructo del equipamiento suele ser reglamentada en una mesa de gestión asociada conformada por los
actores sociales participantes: el municipio, los productores organizados y la organización receptora. Esta
mesa tiene como finalidad acordar el régimen de uso del equipamiento entre los actores y establecer las
condiciones para un mejor aprovechamiento del mismo maximizando la generación de puestos de trabajo y
de ingreso familiar entre los participantes. El control se define a partir de un reglamento elaborado por la
mesa que regule la gestión. El manejo de los precios puede permitir que el usufructo del equipamiento pueda
repartirse entre todos los participantes de la cadena producción - consumo resolviendo las necesidades de
capitalización de cada emprendimiento mediante la implementación de una estrategia de precios justos o
beneficios compartidos. En virtud de avanzar hacia un protagonismo de los productores organizados y de
relevar a la institución de las responsabilidades legales, económicas, laborales y fiscales que se deriven de la
operación del equipamiento, la mesa de gestión podrá concesionar el uso del equipamiento a un operador
conformado por la organización de los productores quien se compromete a poner el equipamiento al servicio
de la producción y a mantenerlo en buen estado. Es importante que el municipio ponga en vigencia los
instrumentos de política necesarios para brindar condiciones para el crecimiento y organización de los
productores y acordar un proceso de formalización, fiscalización, y tributación progresiva articulado a las
políticas provinciales y nacionales de desarrollo local y rural implementadas en la región. Los productores
tendrán así derecho a una participación constante en el manejo, control y usufructo del equipamiento a
condición de que avancen en su organización abierta, democrática y transparente y mantengan en vigencia
las estrategias de precios justos y el desarrollo de relaciones de cooperación mutua y de solidaridad. La
administración del emprendimiento deberá tender a la reinversión de las ganancias y al retiro solo de
honorarios por trabajo o por producción y a la reinversión local de las utilidades. Para mantener la
convergencia discursiva de estas organizaciones podemos pensar en un funcionamiento constante de
organizaciones autónomas funcionando en forma de red. Una red que se conforma como una comunidad tipo
ameba fundada en una identidad múltiple, inacabada, que se reinventa pautada en una hermenéutica
democrática, cosmopolita, multicultural y diatópica (Sposatti; 2001:14) Lejos de abonar la lógica del sigilo, por
dicha red circularían, más que concentrarse diferentes formas de poder social. Los discursos, los saberes y
los poderes que emanan de la propia gestión cotidiana de la producción y de los intercambios y el consumo
son la base cotidiana de funcionamiento de dicha red. El establecimiento con sus espacios de gestión-
comunicación y capacitación puede ser un nodo importante y foco dinamizador de la red. La intervención
podría pensar dicha red sobre la base de un dispositivo institucional que integre los espacios de decisión,
comunicación y capacitación demarcando un complejo de representaciones sociales que reproducen y
legitiman al conjunto de prácticas sociales alternativas.

3
Los fenómenos de dominación se dan en general por la vía de la fijación de precios o por la fijación del resto de las condici ones de
comercialización, formas y plazos de pago, forma de entrega, etc. Sabaté, Alberto Federico. Clase de Economía Urbana. Curso de
Desarrollo local. UNGS. Año 2000.
13
Los arreglos cualitativos deben contener dicha integralidad. El diseño de la relación social
productiva se debe concebir sobre la base de instrumentos legales-comunicacionales-formativos. Esta triple
mirada podría permitir un diseño de prácticas-mensajes-valores que permitan superar la acumulación privada
de poder tanto en los planos material como simbólico. El sostenimiento de estas modalidades alternativas de
trabajar están sujetas a la posibilidad de no reproducir la lógica corporativa signada por el anonimato, la
apropiación privada y personal de saberes, dinero e información. Esta transformación demanda también un
nuevo tipo de liderazgo ya presente en el movimiento social, con valores a favor de democratizar no solo el
espacio deliberativo sino democratizar y transparentar el momento del manejo, tradicionalmente organizado
bajo la lógica del sigilo, de transformar el secreto del autor/gestor individual hacia la construcción colectiva de
múltiple apropiación (Sposati;2001:2)

Conclusiones

El desarrollo local es un campo en constante construcción. Una nueva etapa en las políticas
públicas caracterizadas por el Neoestadocentrismo y el paradigma de derechos genera condiciones para una
renovación del desarrollo local a partir del desarrollo de nuevos conceptos y de una nueva generación de
políticas e instrumentos. Un clima de época caracterizado por la crítica a la economía corporativa puede
generar el contexto adecuado para un renacimiento del movimiento cooperativo y el fortalecimiento de redes
de productores-consumidores que apunten a recuperar espacios y funciones monopolizados por las
corporaciones durante las décadas del ´90 y 2000. A nivel global, amplios movimientos sociales conformados
por múltiples organizaciones de productores familiares, de pueblos originarios, de consumidores, de
artesanos apuntan a la construir una economía alternativa y son el puntal para una nueva etapa en el
desarrollo local. Estas son las principales condiciones que generan la posibilidad para nuevas políticas
nacionales de desarrollo local que apunten a los cientos de barrios en áreas metropolitanas y ciudades y a las
pequeñas localidades rurales en desaparición conforme a lo expresado en la premisa de la industrialización
en origen. Un avance en el ensanchamiento de los derechos, la distribución del ingreso y la inclusión social
puede ser una base inigualable para la potenciación de una política nacional de desarrollo local que asegure
las condiciones necesarias para que las pequeñas localidades y los barrios de relegación puedan participar
en una forma justa de los beneficios de la sociedad democrática.

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Dr. Eduardo López


La Plata, mayo de 2015
elopez@trabajosocial.unlp.edu.ar

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