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“En la vida diez en la escuela cero”: los contextos culturales del aprendizaje de las

matemáticas.

Hoy en día La educación sugiere y requiere de nuevos retos y actitudes también


llamadas competencias que le permitirán al niño no solo la convivencia ni resolución
de problemas sino que le ayudaran en su vida diaria y en la sociedad es por esto
que el docente tiene la necesidad de prepararse para así desempeñar mejor su
función y mejorar y adecuar la práctica docente de acuerdo al contexto en el que la
desarrolle, además de tomar en cuenta que al alumno posee conocimientos y que
se integran al modo de enseñanza no solo le será más fácil aprender sino que al
docente no le costar mucho tiempo desarrollar habilidades de aprendizaje en sus
alumnos, ya que con los nuevos programas de apoyo gubernamental se pretende
que la posición económica no sea un obstáculo para el aprendizaje ya solo
dependerá de los padres y del docente brindar una buena educación formal a sus
alumnos. Sin dejar a un lado problema determinado por múltiples factores como el
contexto social, la familia, el funcionamiento del sistema educativo, el trabajo de
cada profesor y la disposición del propio alumno.

Pero no hacemos una pregunta ¿Por qué a tantos niños de las escuelas públicas
les va tan mal en las pruebas de matemática? Esto despertó la curiosidad de los
docentes que trataba a muchachos pertenecientes a clases muy relegadas
socialmente que eran capaces de resolver con soltura problemas de aritmética.

Para eso clasificaríamos este acontecimiento en dos factores unos externos y otros
internos. Como factores externos tenemos:

 La privación cultural. El desconocimiento de su propia cultura lo hace tener


un sentimiento de culpa y de vergüenza lo que le impide realizar o resolver
problemas que él cree que desconoce.
 Problemas de alimentación y de salud. Siempre se ha mencionado que los
niños con mala alimentación y propensos a enfermedades son los que menos
atención prestan a su desempeño escolar afectando así la enseñanza y
aprendizaje.
 La situación económica. Este es un problema ya que desde pequeño al
niño se le hace partícipe de la cooperación en el hogar obligándolo así a
trabajar y presentar mayor interés en el trabajo que en el estudio.
 Los padres de familia. Son los que se han acostumbrado más a los modelos
educativos tradicionales y creen que si el cuaderno del alumno no está lleno
de números o planas no está aprendiendo.

Como factores Interno tenemos:

 La falta de conocimiento de los programas de estudio. Como docentes


no nos preparamos y actuamos de una manera poco convencional con las
nuevas necesidades de la educación y en ocasiones queremos “enseñar
cómo se nos enseñó”.
 Conocimientos previos. No se toman en cuenta los conocimientos previos
del alumno y se le enseña a nuestro modo lo que genera desinterés y
aburrimiento.
 Adecuar la práctica. Si no tomamos en cuenta el contexto del alumno
fácilmente se atrofia de información y como consecuencia no se empeña ni
interesa.
 Falta de integración. Esta repercute en el aula ya que si dejamos de lado
a los niños que no se integran solo se obstaculizan más.
 Procesos cognoscitivos. No todos son buenos en lo mismo hay que tomar
en cuenta eso y de ahí partir para generar ambientes de aprendizaje.

Todos estos factores de alguna manera influyen en los trastornos que hoy por hoy
afecta al aprendizaje en especial al de las matemáticas. Dentro de ese contexto,
plantea Terezinha Carraher, el fracaso escolar aparece como un fracaso de la
escuela. Y los motivos de ese fracaso los exhibe puntualmente: incapacidad de la
escuela para comprender la capacidad real del niño, incapacidad para entender los
procesos naturales que llevan al niño a adquirir conocimiento e incapacidad para
establecer un puente entre el conocimiento formal que desea trasmitir y el
conocimiento práctico del cual el niño, por lo menos en parte, dispone.

Freire en su pedagogía critica decía «En cuanto en una práctica educativa


conservadora se busca, al enseñar los contenidos, ocultar la razón de ser de un sin
número de problemas sociales; en una práctica educativa progresista se procura, al
enseñar los contenidos, desocultar la razón de ser de aquellos problemas. Mientras
la primera procura acomodar, adaptar a los educandos al mundo dado, la segunda
busca inquietar a los educandos desafiándolos para que perciban que el mundo es
un mundo dándose y que, por eso mismo, puede ser cambiado, transformado,
reinventado.» (freire 95, Pedagogía de la ciudad)

Terezinha y su equipo plantean que, cuando se habla de deserción y fracaso


escolar, generalmente se pone un fuerte acento en los factores socioeconómicos.
Existen estudios que demuestran que la postergación social genera en los niños
deficiencias de distinta naturaleza: biológicas (la malnutrición y una salud deficiente
en los primeros años de la vida, ejercen un efecto negativo en el desarrollo; afectivas
(un pobre concepto de sí mismos y los sentimientos de culpa y vergüenza son
algunos ejemplos que citan los autores); y sociales (los niños que crecen en un
ambiente culturalmente deficitario, carecerían de ciertas experiencias cruciales para
el desarrollo intelectual).

Como conclusión final, podríamos decir que los resultados de esta investigación
evidencian que esos niños y adolescentes no aprendieron en la escuela lo que
necesitaban para resolver los problemas de la vida diaria.

Es tiempo de atreverse a pensar cuál es la escuela que nuestra gente necesita. Esto
implica repensar el currículo, las prácticas, los roles y las instituciones.

No es momento de mirar atrás para repetir viejas recetas sino de tener la valentía
que una verdadera reforma educativa reclama. La ocasión demanda abrir la mente
al futuro y animarse a explorar nuevas alternativas que tomen en cuenta que vivimos
en un mundo que ha cambiado.

JHON VERGARA JIMENEZ


Maestría En Didácticas De Las Matemáticas
Universidad Del Atlántico

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