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RESPONSABILIDAD POR EL DAÑO CAUSADO POR ANIMAL

1.- INRODUCCION

Nuestro planeta está habitado por seres vivos como los animales, las plantas y el ser
humano. Dichas especies han necesitado unas de otras para sobrevivir.

El artículo 1979 de Nuestro Código Civil nos hace mención a una especie en particular
que son los animales. Históricamente el uso que el hombre ha hecho de los animales y
el servicio que ha obtenido de los mismos ha sido muy intenso, ya que ha ido dándoles
una utilidad a favor de ellos, pero a la vez implica que el hombre sea responsable de
éste, así como de los actos que ellos realicen puesto que somos conscientes que los
animales no son seres racionales como nosotros y por más que sean domesticados
debemos considerar que cada animal es diferente del otro en cuanto por ejemplo a su
personalidad, inteligencia, y motivación, con esto muchos de sus compartimientos se
pueden tornar anormales ya sea atacando a seres humanos, ante lo cual se produce un
daño, daño que debe ser reparado .

Hay que establecer la existencia de un responsable por las conductas que realizan éstos
animales sean éstas omisivas o activas ya que esta sociedad de derecho en la que
vivimos requiere salvaguardar intereses ajenos, se deben proporcionar soluciones ya
preconcebidas para los posibles problemas que se presenten. Doctrinas acerca del
mundo que dan orientación y seguridad al individuo así como influencias que implican
una visión del mundo y lo peligroso o no que hay en él.

Por ello la normatividad tiene que estar acorde con la sociedad en la que vivimos,
brindándonos las garantías suficientes para poder desarrollarnos de una mejor manera
en una adecuada convivencia con seres con los que compartimos nuestras vidas, como
son los animales.

2.- ANTECEDENTES

Código de Hammurabi

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Se dispuso “Si el buey de un señor es bravo y el consejo de su distrito le informa que es
bravo, pero él no ha cubierto sus astas ni ha vigilado de cerca su buey y el acorneó al
hijo de un señor y le ha matado, dará media mina de plata”

Sagradas Escrituras

si un buey acorneare a hombre o mujer, y a causa de ello muriere, el buey será


apedreado, y no será comida su carne; más el dueño del buey será absuelto. Pero si
fuese acorneador desde tiempo atrás, y a su dueño se le hubiese notificado, y no lo
hubiere guardado, y matare a hombre o mujer, el buey será apedreado, y también morirá
su dueño”1

Las XII tablas

-La “actio de pauperie” que procedía cuando un cuadrúpedo, contra lo natural de su


especie, ocasionaba daños espontáneamente y sin ser excitado por nadie, entonces, el
amo del animal podía elegir entre abandonar el animal a la parte dañada o pagar la
reparación del perjuicio; por ejemplo, cuando un caballo inquieto tira una coz o cuando
un toro da cornadas.

-la “actio de pastu pecoris” que se utilizaba contra el dueño del animal que pastaba en un
fundo ajeno, en ésta también el propietario debía elegir entre indemnizar al propietario
del fundo o entregar el animal.2

De Trazegnies sostiene que “la responsabilidad por daños causados por animales fue
importante en otras épocas de la historia, ahora éstos daños se producen
fundamentalmente en zonas rurales y en forma limitada

En Roma

Animal causa daño así sea sin culpa de nadie igual el dueño era responsable y tenía que
resarcir el daño o entregar el animal. (De forma alternativa).

3.- LA OBJETIVIDAD

1
Éxodo 21:29.
2
PETTIT, Eugene. Tratado elemental de derecho romano. 9ª edición, Editorial Alabastros, Buenos Aires,
1985, p. 626.

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Nuestro Código Civil Peruano regula como supuesto de responsabilidad
extracontractual regula el régimen de la responsabilidad por los daños producidos por
animales con objetividad, ya que se le atribuye responsabilidad al propietario o custodio
por los daños producidos por el animal, a no ser que pruebe que un tercero fue quien lo
ocasionó.

Se habla de una objetividad porque el resarcimiento no está supeditado a negligencia o


imprudencia del responsable, esto quiere decir que de todas formas va a tener que
resarcir los daños el propietario o custodio sin importar si su conducta fue realizada o no
con diligencia.

3.1.- Elementos constitutivos:

1.- Se debe probar primero que el daño se haya producido por animal

2.- Se debe probar que el demandado sea el dueño o la persona que lo cuidaba ese
momento

3.-Se debe probar los daños producidos y el monto indemnizatorio respectivo.

Pero hay que considerar que no todo animal califica como bien riesgoso, debe
distinguirse los tipos de animales pues no todos encierran un peligro de daños (el
régimen de responsabilidad no puede ser igual para todos), pues se tiene que analizar la
peligrosidad ya que esta depende por ejemplo de diferentes factores sea la propia
naturaleza del animal o factores culturales.

La justificación de objetividad se basa en que el animal sea verdaderamente riesgoso ya


que el que cría este animal feroz debe responder por este en todos los casos, más aun
cuando está en mejor posición para evitar el riesgo o trasladarlo.

Nuestro Código opta por una regla de objetividad que no hace distinción alguna por el
tipo de animal a diferencia de otras legislaciones.

En otros estados “se perdona” al perro la primera vez que muerde. Es decir, cuando
un perro muerde a una persona por primera vez, se le notifica al dueño que su perro es
propenso a morder y que, por lo tanto, posiblemente se lo considere responsable si
el perro vuelve a morder a alguien.

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Sin embargo, en la mayoría de los casos, es de suma importancia no sólo que el dueño
esté al tanto del hecho, sino también saber el lugar donde ocurrió y si el perro fue
provocado. Basándose en estos factores, un abogado especializado en casos de
mordeduras de perro puede decidir si es posible entablar una demanda.

4.-EXIMENTE DE RESPONSABILIAD

Solo hay un eximente de responsabilidad que es la participación de un tercero, esto lleva


a hacer responsable al propietario custodio a responder hasta en ocasiones en que resulta
conveniente exigir el comportamiento diligente de las víctimas.

El factor de atribución objetivo del art. 1979 es justamente el riesgo, ya que la ley
equivocadamente atribuye al común de los animales la calidad de bienes riesgosos

El particular riesgo que deriva de los animales justificaría el hecho de tercero como
única causa eximente de responsabilidad.

Así mismo se observa que no se permite ni al caso fortuito, ni a la imprudencia de la


víctima como eximentes de responsabilidad en determinados supuestos, y surge de este
modo un debate respecto si realmente debería ser así o debería tenerse más en cuenta
por ejemplo si se tratara de animales domésticos.

La responsabilidad por el daño ocasionado por los animales es una responsabilidad del
tipo objetivo y. por lo tanto, debería considerarse hacer una interpretación sistemática de
este supuesto porque de lo contrario habría una disparidad de tratamiento con otros
casos de responsabilidad objetiva.

5.- LAS CONDUCTAS DAÑOSAS DE LOS ANIMALES

Hay algunos animales que tiene impulsos internos propios de su naturaleza y a estos no
se les pueden considerar casos fortuitos porque son imprevisibles e inevitables aun si su
custodio es diligente, puede ser que el animal sea manso o domado y tenga reacciones
de agresión o sean de por si violentos.

No interesan los daños producidos por animales callejeros que no tienen dueño o
aquellos que son salvajes que eventualmente estén en propiedad ajena o ataquen a
visitante cualquiera.

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En la producción misma del daño se exige la intervención activa del animal no basta
solo con que esté presente un animal sino que el daño sea consecuencia de su actuar así
como también no importa si el daño sea cometido por la actuación del animal en forma
espontánea o conducido por el hombre.

Se dan dos casos: uno cuando el animal es solo un instrumento para ocasionar daño y
otro cuando el animal actúa por sí solo. En el primer caso se aplicable la cláusula
normativa general, pesa sobre el autor a título personal por ejemplo si el propietario de
un perro pit bull terrier americano3 incita al animal para que ataque a una persona o
cuando un sujeto que se encuentra cabalgando arremete contra un grupo de personas.

5.1.- Régimen Jurídico de canes

Por ello quien quiera posee un perro pit bull terrier americano ya no puede hacerlo
libremente, ya que la ley N° 27596, que establece una serie de requisitos y obligaciones
para ello. La restricción también abarca a los perros que resulten del cruce con la raza
pitbull y a otras razas que en el futuro la ley considere peligrosas.

Entre otros requisitos, los dueños de estos canes deben contar con una licencia. El
control queda a cargo de las municipalidades. Éstas deben llevar un registro de los
animales, con datos referidos a sus características físicas, la identidad del dueño o
poseedor, los antecedentes veterinarios, entre otros. En tal registro debe inscribirse la
venta, traspaso y demás actos que recaigan sobre el perro, además de su pérdida, robo o
muerte.

Un aspecto importante de la normatividad citada es el sistema de sanciones


administrativas que establece en caso se incumpla alguna de las obligaciones impuestas
a los dueños. Por ejemplo, llevar a uno de estos perros por la calle sin bozal o correa se
sanciona con una UIT. Por su parte, quien organice una pelea callejera o adiestre a su
perro para pelear o para acrecentar su agresividad, debe pagar dos UIT.

3
El artículo 2.1 de la Ley Nro. 27596 – Ley que regula el régimen jurídico de canes, considera como
potencialmente peligrosa a la raza canina, híbrido o cruce de ella con cualquier otra raza del American
Pitbull Terrier.

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Generalmente se puede deducir que si un perro recibe entrenamiento esto permite un
mayor control sobre el animal, lo que atenúa la responsabilidad del dueño. Sin embargo,
la finalidad de dicho entrenamiento también pudo ser volver más agresivo al perro. En
ese caso, es posible imponer la multa referida, conforme a nuestra legislación.

6.- PROPIETARIO Y CUSTODIO

Generalmente el que cuida al animal es su propietario y contra éste la victima exige el


resarcimiento, pero si el que cuida a un animal no es el dueño sino un tercero entonces
la victima debe dirigirse contra este último.

El custodio es aquel que tiene poder de control y disposición sobre el animal, no se le


exige a éste una previa constitución como guardador del animal para que se adquiera
responsabilidad por los daños que produzca.

ART. 1969 Aquel que por dolo o culpa causa un daño a otro está obligado a
indemnizarlo. El descargo por falta de dolo o culpa corresponde a su autor.

Por ejemplo : cuando una persona abandona un animal muerto en la calzada,


colisionando posteriormente un automóvil con el mismo o si un animal muerto en
estado de descomposición contamina agua potable o si hay un contagio de alguna
enfermedad por animales o la caída accidental de un animal desde un balcón que
impacta sobre un transeúnte y le ocasiona lesiones, o casos como cuando el animal es
considerado como un objeto inanimado o como un instrumento en la producción del
daño (un sujeto lanza contra otro una tortuga produciéndole daños).4

7.- PRESUPUESTOS

a).- Los perjuicios han de ser causados por la actuación del animal en cuanto ser vivo
autónomo.
Es decir, para que funcione esta especie de responsabilidad civil el daño debe provenir
de una cosa animada que se comporta del modo que suelen hacerlo los animales. Esto
requiere “que la participación activa del animal debe corresponder necesariamente con
su conducta instintiva, propia de su condición biológica.

4
DUBOVSEK, José. Sobre los daños causados por los animales.

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 El animal es considerado como un objeto inanimado o como un instrumento en
la producción del daño, por ejemplo: un sujeto lanza contra otro una tortuga
produciéndole daños.
 El poseedor de un animal le incita y dirige para que ataque y produzca algún tipo
de daños, por ejemplo: daños causados por un perro que ataca a la orden de su
amo.
 Un sujeto abandona un animal muerto en la vía pública con tan mala fortuna que
un motorista tropieza con el obstáculo que no pudo ver por ser de noche, o por
estar situado tras una curva cerrada.5

b).- Que el animal tenga propietario o por lo menos se encuentre bajo el cuidado o
vigilancia de alguien.
Desde que el artículo analizado imputa responsabilidad por daños de los animales al
“dueño o a aquél que lo tiene bajo su cuidado”, se concluye que los animales de la
categoría “res nullius”, esto es, que no son propiedad de ninguna persona, se encuentran
excluidos de la norma que consagra la responsabilidad civil antes indicada.
En este orden de ideas, no habrá responsabilidad del dueño del predio por los daños
ocasionados por animales salvajes que deambulan libremente por su terreno.

c).- El sujeto perjudicado por los daños causados por los animales debe probar el daño
sufrido, el nexo causal entre el comportamiento del animal y el daño ocasionado y,
adicionalmente, debe acreditar la propiedad o posesión del animal por el demandado.

La regla de objetividad fijada, en todo caso, no inhibe a la víctima del animal, de


demostrar la relación de causalidad. Vale decir, debe probar, primero, que el daño se
produjo por el hecho del animal y, en segundo lugar, que el demandado es su dueño o la
persona que lo cuidaba. Acreditará finalmente los daños concretos producidos y el
monto indemnizatorio respectivo.6

5 GALLEGO DOMINGUEZ, Ignacio, ob. cit., p. 44.


6 MESINAS MONTERO, Federico: “Responsabilidad por el daño causado por animal”. Comentario al
artículo 1979. En: “Código Civil comentado por los 100 mejores especialistas”; Tomo X; Gaceta Jurídica,
p. 180.

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8.- PERSONAS QUE RESPONDEN

El artículo 1979 del Código Civil atribuye responsabilidad al propietario o a aquél que
tiene bajo su cuidado al animal, aunque este se haya perdido o extraviado. Observamos
que el enunciado menciona alternativamente como responsables al “propietario” o la
persona que “tiene a su cuidado al animal”, entonces, al no haberse establecido
responsabilidad conjunta, el damnificado no puede emplazar indistintamente a uno u
otro en el proceso judicial que inicie.
El Código Civil también establece que puede ser responsable aquél que tiene al animal
bajo su cuidado al momento de ocurrido el evento dañoso, esta es otra hipótesis a
considerar siempre que no coincida con la figura del propietario. Dentro de este
supuesto cabe considerar por ejemplo, que resultará responsable quién alquila un
caballo para montarlo, usarlo en faenas rurales, etc., si el animal ocasiona daños
mientras se encuentra bajo su cuidado, pues mientras el animal está bajo su cuidado no
parece sensato que el dueño deba responder por el hecho dañoso.
Sin embargo, la frase tener “bajo su cuidado” no debe interpretarse como una posesión
ocasional del animal ni hacer uso precario, esto no resulta suficiente para atraer la
responsabilidad de un sujeto distinto al propietario. Se requiere que el sujeto que lo
tiene bajo su cuidado se sirva del animal, esto “no radica en el simple provecho
económico que se saca del animal; el provecho puede ser utilitario o desprovisto de
propósito económico, esto último cuando se tiene al animal con la finalidad de
procurarse una satisfacción deportiva, estética, de distracción”.
Ser poseedor del animal o servirse de él es expresión que desde luego excluye la
responsabilidad de quienes se ocupan del animal como servidores de la posesión de otro
(así, el cochero que lleva al caballo, el criado que saca a pasear al perro o un pastor que
lleva a pastar las ovejas de su patrón). Esto es, el dependiente no incurre en
responsabilidad en mérito al artículo 1979 del Código Civil, pues aunque tenga el
control material sobre el animal, lo cierto es que lo hace a nombre de su patrono.
Resulta inimaginable considerar responsable al cuidador de un circo por los daños
causados por las fieras que están a su cuidado.
La responsabilidad subsiste no obstante que el animal se hubiera perdido o extraviado.

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8.1.- Regulación de la responsabilidad civil por daños ocasionados por animales en
los Códigos Civiles peruanos
Código Civil de 1852 Código Civil de 1936 Código Civil de 1984
(artículo 2192) (artículo 1145) (artículo 1979)
El dueño de un animal, ó El dueño de un animal o el El dueño de un animal o
él que lo tiene á su que lo tiene a su cuidado, aquel que lo tiene a su
cuidado, debe reparar los debe reparar el daño que cuidado debe reparar el
daños que este cause; á éste cause, aunque se daño que éste cause,
no ser que se hubiese hubiera perdido o aunque se haya perdido o
perdido ó extraviado sin extraviado, a no ser que extraviado, a no ser que
culpa del dueño. Esta pruebe que el accidente pruebe que el evento tuvo
responsabilidad se tuvo lugar por el hecho de lugar por obra o causa de
extiende á cualquiera otro un tercero. un tercero.
que hubiese tenido culpa – la pérdida o extravío del
en el daño causado por el animal ya no se consideró
animal. una causal de exoneración
Esto quiere decir que el de responsabilidad, pues el
dueño del animal se artículo 1145 estableció:
exoneraba de “El dueño de un animal o
responsabilidad si éste se el que lo tiene a su
extraviaba sin su culpa, así cuidado, debe reparar el
el artículo 2192 dispuso daño que éste cause,
“El dueño de un animal, ó aunque se hubiera perdido
él que lo tiene á su o extraviado, a no ser que
cuidado, debe reparar los pruebe que el accidente
daños que este cause; á no tuvo lugar por el hecho de
ser que se hubiese perdido un tercero”.
ó extraviado sin culpa del
dueño. Esta
responsabilidad se extiende
á cualquiera otro que
hubiese tenido culpa en el
daño causado por el animal

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9.- SUPUESTOS DE RUPTURA DEL NEXO CAUSAL

El dueño de un animal o aquel que lo tiene a su cuidado, resulta responsable del daño
que este cause, aunque se haya perdido o extraviado. Solo cesará dicha responsabilidad
cuando acredite que el evento dañoso se produjo por “obra o causa de un tercero”.
Nótese que la norma bajo análisis no hace alusión a otros supuestos de ruptura del nexo
causal: caso fortuito, fuerza mayor y el hecho de la propia víctima.
De Trazegnies sostiene que conforme al texto literal de la norma bajo cometario, la
única causal eximente de responsabilidad es el hecho determinante de tercero, alegando
que “si se trata de una simple responsabilidad objetiva prevista en el artículo 1970,
funcionaría también en este caso las excepciones contempladas en el artículo 1972: el
dueño del animal o el que lo tiene bajo su cuidado no estarían obligados a la reparación
cuando el daño fue consecuencia de caso fortuito o fuerza mayor, de hecho
determinante de tercero o de la imprudencia de quién padece el daño. Sin embargo, el
artículo 1979 crea aquí también un régimen especial y sólo exonera de la reparación al
que pruebe que el evento tuvo lugar por obra o causa de un tercero (…) Por
consiguiente, las personas señaladas por ley como responsables responden aun cuando
intervengan otras causas que también rompen el más hipotético nexo causal: el caso
fortuito y el hecho o imprudencia de la víctima corren por cuenta del dueño del animal o
de aquél que lo tenga bajo su cuidado.
De similar manera, si un tercero incita al animal a atacar, la demanda será dirigida
contra éste conforme a los principios y reglas generales de la responsabilidad civil
extracontractual, exonerándose de responsabilidad al propietario del animal o a quién lo
tenga bajo su cuidado. También el caso fortuito o fuerza mayor constituyen causas de
exoneración de responsabilidad; a modo de ejemplo supongamos que el animal causa
daños al huir asustado por el ruido de un rayo o por la caída violenta de un árbol.

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10.- CONCLUSIÓN

El artículo 1979 del Código Civil peruano no hace referencia a tipos concretos de
animales ni discrimina en función de su naturaleza – sean domésticos o salvajes -, se
refiere en general a daños causados por animales que se encuentran bajo la posesión, el
servicio o cuidado del hombre. Esta norma acoge exclusivamente un régimen basado en
factores de imputación objetivos que hace derivar la responsabilidad del solo hecho del
daño producido, al margen de toda idea de culpa o negligencia del propietario o
poseedor del animal, resultando dicho concepto subjetivo totalmente excluido del
análisis de este tipo de responsabilidad, quedando como única y exclusiva posibilidad
de exonerarse de responsabilidad, la prueba de la intervención de un elemento extraño
que implique la ruptura del nexo causal material entre la actividad del animal y el daño
ocasionado.

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