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CAPÍTULO 8

LA ESCUELA METÓDICA

La escuela histórica que llamamos '<metódica» o que_. con mayor fre-


cuencia, llamarnos «positivista», aparece, se desarrolla y prolonga durante
Ja Tercera República en Francia. Sus principios básicos se exponen en dos
textos-programa: el manifiesto, escrito por G. Monod, para lanzar La Re-
vue historique en 1876; y la guía que Ch.-V. Langlois y Ch. Seignobos re-
dactaron para los estudiantes en 1898. La escuela metódica quiere imponer
una investigación científica, dejando de lado cualquier especulación filosó-
l~, fica, y pretendiendo la absoluta objetividad en el campo de la historia. Pro-
cura lograr estos fines aplicando técnicas rigurosas en lo que respecta al in-
ventario de las fuentes, la crítica de los documentos y la organización de
1;- las tareas profesionales. Los historiadores «positivistas» participan en la re-
forma de la enseñanza superior y ocupan cátedras en las nuevas universi-
dades; dirigen grandes colecciones -E. Lavisse: Histoire de France; A.
Rambaud: Histoire générale; L. Halpen y Ph. Sagnac: Peuples et civilisa-
tioM-, formulan los programas y elaboran los libros de historia destina-
dos a los alumnos de los colegios secundarios y escuelas primarias. Ahora
bien, los manuales escolares alaban, muy explícitamente,· el régimen repu-
blicano, alimentan la propaganda nacionalista y aprueban la conquista co-
lonial. Por tanto, esta corriente de pensamiento funda una disciplina cien-
tífica y, simultáneamente, segrega un discurso ideológico. Ante este «mons-
truo intelectual>•, uno se siente tentado por la duda acerca de !a capacidad
de cualquier rama del conocimiento en ciencias humanas para abstraerse
del medio ambiente del que procede. La escuela metódica continuó domi-
nando la enseñanza y ia investigación histórica en las universidades hasta
los años 40; y marcó una evolución mítica de la colectividad frances~ -en
forma de una galería de héroes y de combates ejemplares-- en la mémoria
de las generaciones de escolares hasta Jos años 60.

l. «LA REVUE HJSTORIQUE>)

En 1876, la fundación de La Revue historique por G. Monod y G. Fag-


niez marca la constitución de una escuela histórica deseosa de acoger a to-

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dos los investigadores serios, en el marco de un cierto eclecticismo ideoló- cuentran algunos judíos, por ejemplo Gustave Bloch y James Darmeste-
gico. El «Preámbulo», que abre el primer número, no oculta las ambicio- ter, y librepensadores francmasones tales como Er~est Lavisse, P. ?uiraud
nes de lo que debía llegar a ser «una publicación periódica destinada a dar o Ernest Havet. Los católicos son escasos. El codirector, G. Fagn1ez, que
a conocer investigaciones' originales acerca de los diversos períodos histó- pertenece a la religión dominante en Francia, intenta asegurar una ape.rt~­
ricos y a suministrar informaciones exactas y completas sobre los estudios ra, mantener un pluralismo doctrinal; pero, desde 1881, presenta la dimi-
históricos, tanto en el ~xtranjero como en Francia». En realidad, La Revue sión a causa de los virulentos ataques de La Revue historique contra la Iglev,)
hfstoríque pretende cubrir principalmente !a historia europea desde !a muer- sia católica y -¡traición'.- se pasa a la Acción francesa y a La Revue d~s "'"!
te de Teodosio (395) hasta la caída de Napoleón I (1815). Por una parte, Questions Jzistoriques. Ahora bien, son los intelectuales protestantes o li-
bajo forma de artículos eruditos, y por otra, con ayuda de recensiones de bre pensado ces, formados en la Escuela normal superior y en l~ «E~cole des
lecturas. Chartes», como la mayor parte de los miembros de Revue histonque, los
En el consejo de redacción, en el que figuran los colaboradores más ac- que crearon la Escuela alsaciana, y la Escuela de Ciencias polític~s, quepo·
tivos, coexisten dos generaciones: la de los «antiguos>~, que alcanzaron su blaron la Escuela práctica de Altos Estudios, que ocuparon las· a1recc1?nes
madurez durante eJ Segundo Imperio, y son conocidos por sus obras como del ministerio de Instrucción pública en los años 1870. Se trata del mismo
filósofos e historiadores, tales como Duruy, Renan, Taine, Boutaric, Fus- «lobby» protestante y francmasón que hizo adoptar las leyes Ferry, insti~
te! de Coulanges; y la de los «jóvenes lobos», que darán su plena medida tuyendo Ja enseñanza primaria laica, gratuita y obligatoria a principios de
en los primeros decenios de la Tercera H.epública, como Monod. Lavisse, los años 1880.
Guiraud, Bémont, Rambaud. De los cincuenta y tres fundadores, treinta G. Monod, en su Manifiesto de 1876, bosque¡a un cuadro de la histo·
y uno son enseñantes -en el Colegio de Francia, en la Escuela de Altos riografía francesa desde el siglo XVI. La Revue historique se considera como
Estudios, en las facultades de Letras-, diecinueve son archiveros y biblio- el punto final de una tradición. que nace en la reflexión de los hurr1anistas
tecarios. El círculo es más bíen estrecho. Es evidente la voluntad de crear del Renacimiento -J. J. Scaliger, J. Bodin-, se prolonga a través de la
una revista destinada a los profesionales integrados en el ambiente de !as investigación erudita de los benedictinos de San Mauro -D. Mabillon,
universidades, en contacto con los fondos de los archivos. D. N1ontfaucon-, continúa con la abundante producción de los románti-
la Revue historique se erige contra su hermana mayor La Revue des cos -D. Barante, A. Thierry. J. lvlichelet-.
Questions historiques, que le precedió en diez años. G. Monod no oculta A mediados del siglo XIX, la disciplina histórica.descansa en sólidas ins-
!a analogía ni la oposición entre las dos publicaciones: «El éxito de La Re~ tituciones tales como Ja «Ecole des Chartes» _. la Escuela práctica de Altos
vue des Questions historiques, los felices resultados que ha producido, el Estudios, '1a Sociedad de la historia de Francia, o las numerosas sociedades
provecho que hemos obtenido de su lectura han sido un estímulo para imi~ científicas. G. Monod se muestra más original cuando reconoce la deuda
tarla. Pero, al mismo tiempo, se aparta sensiblemente del ideal que nos prov de los historiadores franceses con respecto a !os alemanes: «Se debe atri-
ponemos( ... ). No ha sido fundada con un objetivo desisteresado y cientí- buir a Alemania la mayor parte del trabajo histórico de nuestro siglo( ... ).
fico, sino para la defensa de ciertas ideas políticas y religiosas» (i'1anifiesv Publicación de textos, crítica de fuentes, paciente explicación de todas tas
to, 1876). En efecto, La Revue des Questions historiques fue constituida partes de la historia, examinadas una a una y desde todos los puntos de
por aristócratas -el marqués de Beaucourt, el conde Henri de l'Empinois, vista nada se ha dejado de lado. Es suficiente citar los nombres de Las-
el conde Hyacinthe de Charencey- y por plebeyos -Leon Gautier, Ma- sen, Boeck, Niebuhr, Mommsen, Savigny, Eichhom, Ranke, Waitz, Pertz,
rius Sepet, etc.- que compartían el gusto por la erudición~ la vinculación Gervinus; recordar la colección del «Corpus Inscriptionum», la ~e los «Mo-
a la fe católica y una tendencia políticamente reaccionaria. En esta revista, numenta Germaniae>) la de los «Jahrbücher des Deutschen Re1chs», la de
la mayoría de los artículos tratan acerca de la monarquía y de la iglesia las «Chroniken de D~utschen Staedte» ... (Manifiesto, pp. 315-316). Cier-
francesa, insistiendo sobre la vuelta a las tradiciones y el respeto por las tamente, el director de La Revue historique, que pasó un tiempo en las uói-
jerarquías sociales. Además, el director de la publicación es un consejero versidades del otro lado del Rhin, se limita a apreciar los logros de la eru-
político del conde de Chambord. La Revue des Questions historiques tra- dición alemana, pero al hacerlo demuestra una cierta valentía desafiando
duce, a todos los efectos, el pensamiento de la derecha ultramontana y lev el chauvinismo francés sólo unos años después de Sedán.
gitimista que triunfa en la época del «orden moral». G. Monod y sus amigos consideran modestamente que en F:ancia la his-
En principio, La Revue historique no se pronuncia por ninguna religión, toria está en sus inicios : «A pesar de todos los progresos realizados, toda-
ninguna doctrina, ningún partido. Sin embargo, sí contemplamos de cerca vía estamos en un período de preparación, de elaboración de materiales,
el equipo de sus redactores, vemos que se vincula a un grupo bastante ho- que servirán más tarde para construir edificios ~ás v.astos» (l~!anifiesto,
mogéneo a nivel social y político. Gabriel Monod, dirigente de la revista, p. 320). Sin embargo, los redactores de La Revue hzstonque consideran que
desciende de una familia de pastores ginebrinos y entre sus primos hermav actúan de acuerdo con un método científico:
nos se cuenta no menos de catorce pastores. También son protestantes nu- «Conservaremos en La Revue historique un carácter literario, sin ser
merosos colaboradores de la publicación, así Rodolphe Reuss, Xavier una pura erudición, nuestra revista sólo admitirá trabajos ori~í~ales ~ de
Mossmann, Pierre Vaucher, Charles Bayet, Arthur Giry, Camille Jullian, primera mano que enriquezcan la ciencia, o bien por la P!?p1a investiga-
Georges Parro!, Paul Meyer, Alfred Leroux y otros. Junto a ellos se en- ción o bien por sus resultados, que figurarán en su conclus1on, pero recla-

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Ch.-L. Livet critica violentamente las reducciones jesuíticas del Paraguay
mamos a la vez de nuestro~. colaboradores una exposición estrictamente «que sólo tenían un objetivo, el aumento de las riquezas de la ?rden; y
científica. en la que cada afirmación se acompañe de pruebas, de referen- sólo un medio, el sometimiento de los indígenas» (RH, t. 18, p. j25). No
cias a '.as fuentes y citaciones que excluyan las vaguedades y los excesos de obstante, después de los violentos ataques tendentes a destruir la influ~n­
oratona («Preámbulo», p": 295). Y en !a enseñanza superior debe insertar- cia de una Iglesia católica conservadora y legitimista, a finales de los anos
se: «Todos los que se dedican a la investigación científica son solidarios los 70 v en los años 80, los análisis de La Revue historique se hacen más ma~
unos de los otros; trabajan en la misma obra, realizan partes diversas de tizádos en consonancia con la «adhesión» de la Iglesia a la República en
un mismo plan, tienden al mismo objetivo. Es útil, es indispensable que se los años 90. G. Monod llega incluso a escribir: «Nadie puede evitar, al con-
sientan unidos y que sus esfuerzos sean coordinados para ser más fuertes templar la Iglesia católica, un sentimiento de admiración y veneración por
(Manifiesto, p. 321). A grandes rasgos, los principios definidos en el texto la ínstitución más importante, tanto por su influencia como por su dura~
inaugural de G. Monod -el trabajo de archivos, la referencia a las fuen- ción, que el mundo haya conocido» (RH, 1895, núm. 1). .. , .
tes, la organización de la profesión- aparecerán expuestos veintitrés años Finalmente, La Revue historique alardea de una preocupac1on etlca de
más tarde en el manual de Langlois y Seignobos. resonancia nacional. Monod considera que la solidaridad liga a los hom-
En el periodo de su madurez, entre 1880 y 1900, Monod ejerce un ver- bres del presente con los hombres del pasado: «El historiador sabe que la
dadero magisterio moral sobre la «profesión histórica»: es el director único vida es un cambio perpetuo; pero que este cambio siempre es una trans-
de La Revue historique, codirector de La Revue critique, profesor en la formación de elementos antiguos, nunca una creación ex novo. Da a las ge-
ENS, presidente de la sección cuarta de EPHE, responsable de diversas co- neraciones presentes el vivo sentimiento, la profunda ~onsciencia .de la
misiones universitarias y sociedades científicas. En La Revue historique, el feliz y necesaria solidaridad, que les une a las generaciones antenores»
director se encarga personalmente del <{boletín crítico» consagrado a la bi- (Manifiesto, p. 323). Este tipo de simpatía intmtiva jueg.a tanto más en la
bliografía francesa; insensiblemente orienta sus comentarios hacia las cues- ocasión en que el especialista se dedica a la h1stona nac1onal'. «El estudio
tiones contemporáneas; llega a dar lecciones de moral y de política. A ni- del pasado de Francia es una tarea primordial ( ... ) por med10 de la cual
vel de declaración de intenciones, La Revue historique se considera neutra podemos devolver a nuestro país la unidad y la fuerza moral» ( «Preámbu-
e imparcial. inclinada «a ta ciencia positiva>}, «cerrada a las teorías políti- lo», 1876). Se trata, después de la grave derrota de 1870, <{de despertar la
cas y filosóficas:». En cuanto a las acciones concretas, La Revue historique conciencia de sí misma en el alma de la nación a través del conocimient<?
toma postura en favor de la República oportunista; aprueba la acción de profundo de su historia>}. Las revoluciones son consideradas buenas o ma-
los gobiernos Waddington, Freycinet, Ferry, Gambetta; aplaude la apro- las según los casos: se celebra el levantamiento de 1789, que permite la de~
bación de las leyes escolares; apoya la instauración de la libertades públi- claración de los Derechos del Hombre y la supresión de los privilegios se-
cas entre 1870 y 1884. En el entierro de Gambetta, G. Monod desfiló pre- ñoDales; se denigra en cambio la insurrección de 1871, que conduce a las
cedido de una pancarta en la que se leía: «La historia es maestra de la cien- luchas fraticidas ante la mirada del enemigo. En lo que respecta a la evo-
cia}}. En la misma época, La Rev_ue historique participa en la reinterpreta- lución interior, La Revue historique se inclina por un «justo medio}}' ale~
ción de la Revolución francesa de 1789-1793, que se convierte en el mito jacto de todo exceso. En la valoración de la situación exterior, Í:ª R~vue
fundador de una Tercera República, garantizando la vida democrática y historique se desliza, con el paso de los años, desde ~nleroz.nac1onahs~o
asegurando la defensa de las fronteras. Fue entonces cuando se entronizó hacia un sabio pacifismo. Hacia 1880, Monod denunc1a <;;el cnmen de la in-
en 14 de julio como día de fiesta nacional. Más tarde, Monod condena Ja vasión prusiana», llora a causa de la anexión de Alsacia Y Lorena, y ca~i
oleada boulangerista, el militarismo que amenaza las instituciones republi~ reclama venganza; hacia 1890, empieza a hablar en favor de una reconCl-
canas entre 1885 y 1889. En los años 90, el director de La Revue historique liación franco~alemana, único médio de solucionar las diferencias evitando
habla menos en sus crónicas de política interior, no porque se haya apode- las atrocidades de la guerra.
rado de él un cierto escrúpulo de neutralidad, sino porque presta mayor
atent.'ión a la política extranjera.
De la misma manera. La Revue historique, que oficialmente recháza 2. EL DISCURSO DEL MÉTODO
todo «credo dogmático», se compromete resueltamente en el combate an~
ticlerical. Aunque los protestantes sean muy numerosos en el comité de re- Un cuarto de siglo después de la fundación de La Revue historique, sus
dacción, la historia de la religión reformada no ocupa un gran lugar en la colaboradores invadieron las cátedras de historia en las universidades re-
revista. Si consultarnos los cuarenta primeros números, de un total de cientemente creadas o reformadas. Fue entonces cuando dos de ellos. Char~ 'Í

ochenta y tres estudios, sólo nueve artículos abordan temas relacionados les-Víctor Langlois y Charles Seignobos, definieron las reglas aplicables a
con el protestantismo (así la herejía de los Patarinos en Florencia -núm. la disciplina en una Introduction aux études historiques (Hachette, pnmera
4-; la biografía de Miguel Servet -núm. 10-, etc.). Por el contrario, la edición, 1898). Charles-Víctor Langlois es un medievalista, interesado por
historia del cristianismo aparece ampliamente tratada. Los autores parecen los fondos de los Archivos nacionales y el Public Record Office, que re-
favorables a la Iglesia de los primeros siglos y tolerantes. con la Iglesia de dactó obras sobre la Inauisición y sobre el ducado de Bretaña, y participó
la Edad Media; pero se muestran agresivos hacia la Iglesia católica, surgi- en la primera serie de la Historia de Francia, dirigida por Ernest Lavisse,
da del Concilio de Trento, que practica la Contrarreforma. Un ejemplo: 131
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escribiendo el torno lll: Saint Louis, Philippe Le Belet les derniers Capé- to res precisan que los documentos escritos, los testimonios voluntarios:. c~r·
tiens 11226-1328)-!1901). Charles Seignobos es un modernista autor de una tas, decretos, correspondencia, manuscritos dive~sos, son l_os «vestlg¡os
serie de manuales destinad9s a la enseñanza (de la clase 6.' a la terminal), dejados por los pensamientos y los actos de ~n!ano». No p1e~s~n en los
de una Histoire del' Europe au XIX' siécle (1897). También colaboró en la documentos no escritos: por ejemplo, los ~ac1m1entos a~qu~?logi~?s, qu~
segunda serie de Ernest Lavisse, al escribir Le Déclin de l'Empire et l'éta- reflejan la vida económica, la estructura social o la organ1zac1on militar. N1
blissement de la République (1859-1875), tomo VII de la Histoire de la Fran- en Jos testin1onios involuntarios: por ejemplo, los manuales de los confe·
ceContemporaine, y el torno VIII: L'evolution de la Troisiéme République sores, que expresan las mentalidades religiosas. L~ concepción. muy estre·
(1875-1914)- (1921). Es igualmente autor, junto con P. Miliukov, L. Eise- cha de! documento limita la ambición ele la disciphna: «La ~ant1dad d~ do·
nemann y otros especialistas, de una Histoire de la Russie en tres volúme- cumentos que existen, por lo menos die documentos conocidos, ~s fi)a; el
nes (desde los orígenes a la revolución bolchevique) en 1932. Ch ..V. tiempo, a pesa.r' de todas las precauciones que se han tornad?, la_ d1s~1n~ye
Langlois y Ch. Seignobos, ambos profesores en la Sorbona y miembros del sín cesar; no aumentarán nunca( ... ). 1.os progresos de la ciencia histónca
Instituto, tienen el mérito, en relación con sus colegas. de preocuparse por se ven limitados por esta causa.»
!os problemas epistemológicos. Su «breviario» aspiraba a formar genera- Por tanto, «la historia dispone de 11n limitado stock de doc~mentos:•·
ciones de historiadores. De hecho, la obra expresa, exactamente, el punto Para Langlois y Seignobos, la tarea prioritaria es establecer el 1nventano
de vista de ta «escuela metódica>>, que domina la producción francesa en- de materiales disponibles: «Buscar, recoger los doc~mento.s es .una de las
tre 1880 y 1930. partes principales, lógicamente la primera, del ofic1? ~e h1stor:ador.» En
Langlois y Seignobos aportan una contribución decisiva para la cons- Alemania se dio a esta disciplina el nombre de heunst1ca. Connnuando la
trucción de una historia científica. Consideran con indiferencía -a Veces actividad iniciada por los eruditos -del siglo XVIII, y principi?s ~~! XIX, los
con desprecio- la teología de la historia, al estilo de Bossuet, la filosofía partidarios de la escuela metódica de fines del siglo XIX y pnncip•o.s del XX
de la historia según Hegel o Cornte, y la historia literaria al estilo de Mi- se dedican a (<proteger los documento:; contra el olv1d~,_ las perdidas, los
chelet: «El procedimiento más natural de explicación consiste en admitir incendios y otras destrucciones; y con~-ervarlos en depos1tos como el Mu·
que una causa_ trascendente, la Providencia. dirige todos los hechos de !a seo Britár{ico de Londres y las Bibliotecas Nacionales de París. Bruselas,
historia hacia un objetivo sólo conocido por Dios. Esta explicación sólo Florencia o San Petersburºo». Los propios historiadores se preocupan por
puede ser la conclusión metafísica de una construcción científica, ya que la clasificar los fondos de lose-archivos: «La heurística sería más fácil si se hu-
ciencia sólo estudia las causas determinantes. El historiador no tiene por bieran realizado buenos inventarios de~5criptivos de todos los fondos docu-
qué buscar la causa primera a las causas finales, de Ja misma manera que mentales ( ... ) y si se hubieran hecho repertorios ge.nerales (con tablas al-
tampoco lo hace el químico o el naturalista. De hecho, hoy ya casi nadie fabéticas sistemáticas, etc.); finalmente, si fuera posible consultar en algun
se para a discutir la teoría de la Providencia en la historia, bajo su fonna Jugar la colección completa de todos e~·.tos inventarios Y. de sus í_ndices res-
teológica. Pero la tendencia a explicar los hechos históricos mediante cau- pectivos y Los deseos de Langloís y Seignobos se han visto reahz~dos par-
sas trascendentes se mantiene en teorías más modernas. en las que la cialmente, por lo menos en su país. ·En el momento en que escnben, e~­
metafísica se disfraza bajo formas científicas. La mayor parte de los histo- pecialistas, frecuentemente procedentes de la «École ~~s .chartes», _reali-
riadores del siglo XIX ha sufrido de manera tan acusada la acción de la edu- zan ya el catálogo de los Archivos nacionales, el del.a B1bl~oteca Nac1on~l.
cación filosófica, que introducen, incluso, sin darse cuenta, fórmulas me- los ficheros de Jos Archivos departamentales. Al mismo tiempo, la Socie-
tafísicas en la construcción de la misma.» La escuela metódica realiza así dad de Historia de Francia dirige un enorme trabajo de publicación_, tr~ns­
una verdadera «ruptura epistemológica» al descartar el providencialismo forrnando fuentes manuscritas en obras impresas (un e1emplo e~tre cien:
cristiano, el progresismo racionalista o el finalismo marxista. Las cartas de los embajadores de Milán en Francia durante los. remados de
~.¡- Según,,_Langlois y Seignobos, «la historia sólo es la puesta en práctica Luis XI y Francisco Sforza, desde 1461 a 1466, en cuatro volurnenes, edi·
de documentos>'. La fórmula supone una teoría del conocimiento -una re- tactos en 1916). .. .
lación entre el sujeto (el historiador) y el objeto (el documento)- que no Con el documento ya a ~alvo, regi:t~ado, clas1~cado, conv1e~e so~e·
se explicita. En realidad, se trata de la «teoría del reflejo» que procede de te·rlo a una serie de operaciones anallticas. El pnmer paso es .a c:inca
Von Ranke (a ella se aludirá más tarde). De entrada, la escuela metódica externa (erudita). Elijamos un caso, para demostrarlo: «El homena¡e de
deja de lado el papel esencial de las preguntas que el historiador plantea Gastón Febus al Príncipe Negro por Marsan y Gabard~n» (citado .por R.
a sus fuentes, y recomienda la desaparición del propio historiador detrás Boutruche, Segnoires et Féodalité, t. 1, 1959, pp. 337-308). SI seguimos el
de los textos. ¿Qué es para Langlois y Seignobos un documento?: ~<Entre procedimiento de la escuela metódica, primero debemos ~ncontrar la fu.en·
los pensamientos y los actos de los hombres, son muy pocos los que dejan te. En esta circunstancia, el acta se conserva en el Pubhc Recor~ Offi.ce,
huellas visibles y, cuando se producen, duran poco; basta un accidP.nte para con la signatura E. 361/189, fss. 14 V y 15. A continuación •• exarnmar SI se
borrarlos. Luego cualquier pensamiento y cualquier acto que no hayan de· trata de un original, una copia, o un documento falso. La te:n1ca de la pa-
jada vestigios, directos o indirectos, o cuyos vestigios visibles haYan desa~ leografía permite constatar la autenticidad d~l documento. Finalmente, es·
parecido, se ha perdido para la historia.>' No podemos hacer otra cosa que tablecer los puntos de referencia, señalar los firmantes-por una parte <;J~­
aceptar esta evidencia, de una enorme trivialidad. Sin embargo, los dos au- tón Februs, conde de Foix, vizconde de Bean;i; por otra, Eduardo, pnnc1-
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pe de Aquitania, hijo del rey de Inglaterra-; indicar la fecha -el 12 de
en;ro. de 1364-, y el lugar -la casa de los Dominicos en Angen-. «El se comportan como los pueblos bárbaros meior co~ocido~, como l~s ostro-
analis1s del texto debe dar lugar a la realización de una ficha en una hoja aodos, los visigodos y los francos. El cuarto estadio obhga a realizar una
suelta, 9?e se pueda trasladar, con una mención de su procedencia( ... ). ~lección entre la masa de los acontecimientos: «Una historia en la que no
La movilidad de las fichas permüe clasificarlas a voluntad con multitud de se sacrificase ningún hecho debería contener todos los actos, todos los pen-
comb1~ac10.nes.» El s1.stema de fichas da al historiador el medio de traba'ar samientos, todas las aventuras de todos los hombres en todas las épocas.
en pro.tund1?~d, manipulando más fácilmente sus materiales, y conduc; a Sería un conocimiento completo, que nadie llegaría a hacer suyo. no por
la proüferac10n d? las notas a pie de página, gracias a las cuales cada lector falta de materiales, síno por falta de tiempo,;) El último estadio conduce
de una obra. ~istonca, a condición de que sea erudito, puede volver a la al historiador a intentar algunas generalizaciones, a arriesgar algunas inter-
fuente Y venf1car lo fundad~s. que eran las afirmaciones de su colega. oretaciones, sin pretender mantener la ilusión «de penetrar en el misterio
El segund~ paso es la crr/ica 111terna (o hermenéutica). Se trata de vol- de los orígenes de las sociedades» (p. 275). Todo ocurre como si, a nivel
ver ~ la ficha, incluyendo en ella las precisiones suministradas por Ja crítica de síntesis, la escuela metódica temiera la conclusión.
erudita Yco:11p!etarla .resumi~ndo los datos esenciales inscritos en el docu~ En su manual, Langlois y Seignobos proponen, dada la complejidad de
mento .. Segun Langlo1s Y. Se1gnobos, hay que realizar: «l) El análisis del las distintas actividades en historia, instaurar una división del trabajo gue
co~ten1do de~ acta Y. la cnt1ca positiva de la interpretación para asegurarse abarcarse al conjunto de la profesión. Primero, tiene que existir una cate-
~e lo qu~ q~1so decir~ el autor; 2) .el anális~s de las condiciones en las que aoría de expertos que dominen perfectamente las técnicas de la erudición.
::.e p~odUJO el documento y la cnt1ca negativa necesaria para controlar las Son los archiveros v bibliotecarios, «obreros de los catálogos descriptivos
~p1~.1?~es del autor. La. hermenéutica a veces obliga a recurrir a un estudio y los' índices ( ... ) r~stauradores y editores de textos». A continuación, es
lingu1st1co para d_etermmar el valor de palabras o frases. Así, en las obras importante gue «jóvenes investigadores)) se consagren exclusivamente a las
:edactadas en tat1n, la s1?n1fi_cac1ón· de las palabras pueden variar según las monografías, observando las reglas del método (crítica de documentos, rea-
epocas. La lengua de C1ceron no es la de Gregario de Tours, que no se lización de fichas, etc.),«con el objetivo de elucidar un punto especial, un
corres~onde con la d.e ~an Be~nardo. Y es mejor evitar Jos contrasentidos. conjunto limitado de hechos». Así, e1 aprendiz de historiador, bajo el con-
Ademas, la hermeneunca obliga a interrogarse acerca de tas intenciones trol de un tutor experimentado, inicia su carrera con una monografía: de
de las P.ersona~ _que han escrito los documentos. Tomemos otro caso, a tí- un pueblo, una empresa, una batalla, una personalidad, una obra de arte,
tulo de ilustrac10.n. Durante el verano de 1534, en un discurso pronunciado etc. Finalmente, corresponde a los profesores titulares de enseñanza supe-
en Toulouse, Etienne Dolet decl~ra: ((Os pido que creáis que de ninguna rior «consagrar todo su tiempo a estudiar estas monografías, con el fin de
manera formo parte de esta secta impía y obstinada de los luteranos ... » ( ci- combinarlas de manera científica en esquemas generales. Los '<maestros>~
tado por L. Febvre, La Religión de Rabelais, 1942, p. 51). ¿Es sincero se encierran así en su especialidad; cuando quieren realizar una síntesis, se
9
Et1enne Dolet En esta época es posible suponer que miente, ya que pue- dividen los capitules de una obra o los volúmenes de una colección (por
d~. ser condenado a la hoguera s1 se le reconoce culpable de herejía. Tam- ejemplo, la serie de !a Histoire de France, dirigida por E. Lavisse). Desde -
bten ;o~emos sup~ner que dice la verdad y que simplemente profesa un fines del siglo XIX, la organización «racional» de la investigación histórica
~van~elrsmo erasmista. Este es el tipo de preguntas que formula la crítica concuerda con la institución del «mandarinato» en !a universidad.
interna.
Cuando ha~ finali~a~~ las operaciones analíticas, queda abierta la vía
para '.as ope~ac1ones szntetzcas. Es aconsejable actuar por etapas. El primer 3. LAVISSE Y LA HISTORIA DE FRANCIA
esta~10 consiste ~n compa.r~ varios documentos para establecer un hecho
particular. Por_eiemplo, s1 mtentamos precisar algún episodio de la conju- Ernest Lavisse, nacido en 1842, hijo de un tendero, comerciante de «no-
rac1on. de Cat1hna, podemos comparar el relato de Cicerón y la versión de vedades» en Nouvion-en-Thiérache, realiza estudios secundarios en el co-
Salustio. ,«Tomado~ aisladamente 1 muchos hechos probados sólo parcial- legio de Laon, pretende entrar en Saint-Cyr y más tarde se decide por la
me~te pueden conf~rmarse los unos con los otros, de manera que den una Escuela Normal Superior. En su juventud lee apasionadamente a los auto-
cert1d~rnbre de con3unto.» El segundo estadio conduce a reagrupar los he- res «republicanos» y frecuenta a hombres políticos hostiles al imperio como
chos..a~slados en los marcos generales. Se reúnen los hechos relativos a las L. Gambetta, Ch. Floquet, G. Clemenceau, etc. Cuando abandona la rue
c?nd.1:iones .naturales: l~ geo~afia, el clima, etc.; las producciones mate- d'Ulm, es nombrado profesor del Liceo Heri IV. Fue entonces cuando E.
nal~s: la agncultura, la 1ndustna, el comercio, etc.; los grupos sociales· las Lavisse tuvo la suerte de llamar la atención de Víctor Duruy, ministro de
fa~has, l~s clanes,.las .P;ofesiones, las clases, etc.; las instituciones µ~líti­ Instrucción pública, que le convierte en su jefe de gabinete (sin el titulo)
cas-, el ~ob1emo, la ;us.ttc1a, la administración, etc. El tercer estadio apunta y le recomienda como preceptor del príncipe imperial. En 1868, con veip·
a n:ane1ar el razonam1ento, sea por deducción, sea por analogía, para re- tiséis años, el brillante «normalien» ya está instalado en los aledaños del
laCion.ar los hechos entre si y para colmar las lagunas de la documentación. poder y sueña con acceder en el futuro a las más altas responsabilidades.
Por e1emplo, si ignoramos casi todo acerca de las acciones de los rugios Dos años más tarde, en 1870, el desastre de Sedán precipita la caída del
los bastarnos, los alanos y los suevos, nos imaginamos gue, más 0 menos~ Segundo Imperio( ... ) y, de paso, arruina las ambiciones del eventual «Con-
134 sejero del príncipe». Paradójicamente, la derrota de Francia incita a Er-

135
., t .o tas)) Cuando este habitual de los salones bo~
nest Lavisse a establecerse en Alemania. Permanece durante tres años en ner~ci;~:~ ~: Js~v:~~~s;~nna las i.nstituciones republicanas, es porq.ue con-
las universidades de más allá del Rhin, saca provechosas lecciones relacio- napar i . . l democracia es un medio de armar a Francia».
nadas con el oficio de historiador, y regresa con una tesis titulada «La Mar- sidera que «fortificar a . h cia 1890 Ernest Lavisse concibe la ne~
che de Brandebourg; essai sur les origines de la monarchie prussienne» _Dentro de e~ta t~err:;~~~~:~ci~n del pa~ado nacional; r~ún: un e~u~P.º
(1875). Más tarde continúa interesándose por el pasado germánico al pu- ces1dad d~ un~. as . d casi todos catedráticos universitanos, e in1c1a
blicar estudios acerca de L'Histoire de la Prusse (1879), Trois Empereurs de conoc1~~s istona ores, r 1eve tomos ( diecisiete volúmenes), que
d'Allemagne (1888) y Le Grand Frédéric (1891). una colecc10n monumental, en - lt 1900 He fquí la lista de las obras que
En el último cuarto del siglo XIX, cuando los políticos (<oportunistas» aparecerán a lo. lar.go dde ;os ano; !' ép~que a-allo-romaine a la Révolution:
manejan los asuntos de la República francesa, Ernest Lavisse escala componen la Htstotre e rar1,_c_:, e o
brillantemente los sucesivos peldaños de su carrera universitaria: es cate- t I p Vida! de la Blaché'. Tableau de Géographie de la France. 190,3;
drático en 1878, en la Sorbona en 1888, director de la Escuela Normal Su- - • • . c· . B et C. Pfister, A. Kleinclausz: Le Christiamsme, tes
- t n. l. · ay ' · · 1903· 2 A Luchai-
perior en 1904. Su influencia supera ampliamente las aulas: es elegido ÉJarbares, les }\tférovingiens et les Caro1ingtens, ' . .
miembro de la Academia francesa en 1893; en 1894 se convierte en jefe de re: Les Premiers Capétiens (987-1137), 19.01. L . VIII
La Ruede Paris; es acogido en los salones más famosos y el Todo-París se - t. !II. l. A. Luchaire: Louis VII;·P~thppe Auguste, .. outs 1
apresura a acudir a sus conferencias. Jules Isaac le describe así: «Se impo- (1137-1226), 1901; 2. Ch.-V. Langlms: ~amt Louts, Phtltppe le Be
nía en todas partes, gracias a una cierta majestad natural, olímpica, que lo et les Derniers Capétiens (I226,12]8),1901. G d C t Ans
relacionaba con un :Vlonnet-Sully o un Víctor Hugo ( ... ). Como conferen- - t IV. 1. A. Coville: Les Premiers Val.o~ et la uerre e en.
ciante, cautivaba al auditorio con su maravillosa dicción, que daba vida y (Í328-1422), 1902; 2. Ch. Petit Dutalihs: Charles VII, Louts XI,
relieve a las menores observaciones. Cuántas veces me he dicho al salir de
la sala donde acababa de oírle: "¡Qué gran orador, qué gran actor hubiera Charles VIII !1422-1492 ),
y 1 H Lemonnier: Char 1 es
º
19 2 · VIII L · YII et Frant;ois l. Les
, ouzs ,, .
sido este hombre!''». La influencia de Ernest Lavisse se extiende más allá - t. · · ; . . , ) l903' ? La Lutte contre la Matson
Guerres d 1talie (1492-L 47 ' .' -· H ·JI (1519-1559) 1904.
de los círculos universitarios, hasta el ministerio de Instrucción y !as edito-
d'Autriche. La France sous F~an<;ots l ~t z~n et l'Édit de '.vanees
riales: «Con sesenta años lo gobernaba todo, lo presidía todo: ruedes Éco- - t. VI. l. J. Mariéjol: La Reforme, . a igue .
les, la Sorbona, los Estudios históricos ( ... ) boulevards Saint-Germain y r·9 I598) 1904· .o Henri IV et Louts XIII (1598-I643), 1905.
Saint-Michel, Hachette, Armand Colín. grandes firmas de la edición, pu- ( )~IÍ 1 'E • L~vi~;;,, Louis XIV, la Fronde, le Roi, Colbert
blicaciones especializadas, incluso escolares( ... ); rue Grenelle, el Consejo - ~l643-i685), i905;2,.J::ouis XIV, la Religion, l~sL,ett~es et les Mts,
Superior de Instrucción pública, sin mencionar inmumerables comisiones la Guerre (1643-1685), 1906. . / ·.\E Lavisse:
y ceremonias» (citado por I. Isaac, Espériences de ma vie 1959, - t. VIII. l. A. de Saint-Léger, A. Rebell!au, Rh. S~gn~~ . arré: La
pp. 265-267). Louis XIV et la Fin du regne. (1685-1715), 1908,.2. . C
_Ernest Lavisse, aunque se deja cubrir de elogios, títulos y condecora- Régence et le Ri!gne de Louis XV (1715-Il'.4), ~·09. d L is XVI
ciones, no abandona su interés por las medidas concretas. En 1896 es uno - t IX l. H. Carré, Ph. Sagnac, E. LaV1sse: Le egne e ou
de los redactores de la ley Poincaré que reforma la enseñanza superior, ¡J 774_1789), 1911; 2. Tables analytiques, 1911.
regula los cursos para los estudiantes, crea el diploma de Estudios supe-
riores, dispone el concurso de la agregation y consolida la red de universi- d l lección evidenciaba algunos principios, a me-
nud~l i~~~J:0~:~~~e egu~a~ Io1s trab.aj~t:l~ los;¿~~~~a~~r;~a~~i~e~~~~;~
0
dades provinciales. En 1904, desde su cargo de director, modifica el fun-
cionamiento de la Escuela Normal Superior. Este destacado intelectual se metódica En pnmer lugar' e prop10 .,
sitúa, con los animadores de la Revue historique entre los historiadores .l a del estudio se centra en un estado-nac1on, que se supone
oua que e tern L · XVI fi rtiori has-
que existe.desde la época de Clodoveo h~~:~:n~~au~'~egund~: ~a periodi-
más destacados de la escuela metódica. Sin embargo, a diferencia de Mo-
nod y sus amigos liberales y republicanos, Lavisse mantiene sus simpatías ta los gobiernos de Gambetta, Ferry 0 . · ¡ en el tomo

~I~~c¿~~s ~l;,rt~~~~e ~uZu~~~:~~~VIgl::;{~1~;~~:f!~:~!:f~~~~l~~ ro;z;;~:


bonapartistas, y se halla en correspondencia con el príncipe imperial. No
se compromete en las grandes batallas por la República: con ocasión de la
crisis boulangerista no aparece en público; en el momento de /'affaire Drey-
Ciertamente, estas cesuras e . ide de manera deci-
j~s e~~~~~~~f~:t~:~~~o:ie~~~~n~rden ho~-
fus, evita tomar posiciones. En realidad, Ernest Lavisse es más nacionalis-
ta que republicano. El hundimiento francés de 1870-1871 le humilló pro- anales, pero :ejtn de ideas,
fundamente, hasta el punto de ir a buscar en el adversario alemán los mo- s1va en el curso e os ~ . lb otros- desempeñan un papel pn-
delos para imitarle mejor, para vencerle mejor. Y se mantiene próximo a bres ilustres-Sully, Rich~ieu, ~~· ~~~litares y diplomáticos centran la
los ambientes militares a causa de sus relaciones familiares, ya que su her- . mordial. Tercero: los hec ols po 11Vc l'as guerras de Italia (batallas de Ma-
t ción Por e¡emplo en e tomo ' . d
mano es general. Cuando el consejero del ministerio de Instrucción públi- a en . , ) 'd .b con tal lujo de detalles que colmanan e
ca sugiere una reforma de la enseñanza secundaria, redacta una serie de rignan, Pav1a, etc .. s~ escn en
satisfacción a un oficial de estado mayor.
manuales destinados a la escuela primaria con la intención de «forjar ge-
137
136
Por el contrario, los hechos económico , . .
tactos con menor atención v situados si s, soc1a~e.s y culturales son tr
teados en el cuadro de un¡ estrate ia ~~~re en pos~c1ón subordinada, pl ,, .¡ Los MANUALES ESCOLARES
cuando se hace alusión a los inici~s del
Itl~a. :ar ejemplo, en el tomo
se examinan, bajo el epí rafe «El . rema o de_ L~1s XIV (1661-1685 En 1875 se adoptan las leyes constitucionales que definen los procedi-
agricultura, la industria y gel comercfoºb1erno ~c?~om1co», las finanzas, 1
mientos de designación y las reglas de funcionamiento de las dos cámaras
obra está latente una tesis que L . . En delm1t1va, a lo largo de toda l
aunque la monarquía capeta sea~1s~~ trata de.demostrar concluyendo que·
y del gobierno. Entre 1877 y 1879, sucesivas elecciones llevarán mayorías
una administración suprimió 1 rnc I~ara ~acta el abs?lutismo, construy· de izquierda a la Cámara de diputados, después al Senado. Mac Mahon
debe primero '<someterse», y más tarde «dimitir». La República triunfa.
últíma instancia «r~forzó Ja uruo_sdpdarfticulansmos, reunió las provincias; e'
' · a rancesa». ,,, Desde entonces, durante cinco o seis años, los ministerios «oportunistas»
La obra está incompleta , 1 f .• conceden la amnistía a los miembros de la Comuna (1880), instauran las
interrumpe con el fin del A' t~a qu~ -ª· onnac1on del estado~nacíón no libertades públicas: prensa, reunión, etc. (1881), legalizan los sindicatos
después en una Histoire d F
i¡uo .e~unen. Por .ello, la obra se prolongÓ-
(1884), e imponen la escuela laica (marzo 1880), gratuita (junio 1881) y obli-
Pa~_ d~ 1919. En esta o~a~ó~ ~anee_ co~t~mporal~e: ~e la Révolution la: a gatoria (marzo 1882). Los dirigentes políticos «oportunistas» -L. Gambet-
.~~z~~ig~~~~~~1ran~~el:ad:~~c~i~~~:~t~:v~~e~~~~'.~~ ~uº%~~;;u~~ ~~:= ta, J. Ferry, Ch. de Freycinet, W. Wadington, L. Say, etc.- so9 anima-
dos, aconsejados, guiados en su obra escolar por los responsables del
carQn.~s:n,··tñenos de tres años, en ¡~r~~m:~ueve volumenes, que se publi~,,­ ministerio de Instrucción pública-P. Bert, F. Buisson, F, Pécaut, J. Steeg
tuvo la alegría de ver las 'lt. b ata posguerra. Ernest Lavisse y otros- y por J. Nlacé y sus amigos animadores de la Liga de la Ense~
.. u lffias o ras acabadas a t d f ¡¡ ..
leccton presenta el sie:uiente
... o rd en.. n es e a ecer. La e~: ñanza. En contra de lo que se acostumbra a decir, las leyes Ferry no «es~
colarizaron» a los franceses. Pero las medidas tomadas permitieron cons~
truir una red de edificios que cubría todas las comunas; formar un cuerpo
- t.L Ph. Sagnac: La Révolution (1789-1792), 1920 _ homogéneo de profesores y profesoras laicos en las escuelas normales, y
- t.IL G. Panset: La Révolution 11792-1799), 1920. extirpar el analfabetismo. al integrar el tercio de la población infantil que
t. fII. G. Panset: Le Consulat et l'Empire (1799-1815) 1921 entonces escapaba todavía a la educación. Sin embargo, los republicanos
- t. IV. S. Charletty: La Restauration (1815-I JO), '. · <'burgueses» mantuvieron un profundo abismo entre !a escuela primaria,
8 1921
t.;'· S~ Charletty: La Monarchie de Juil!et 0830 _1848), destinada al pueblo, y la secundaria, reservada a la elite.
1921 La historia «metódica» participa en la obra escolar de la Tercera Re~
t. VI. Ch. Se1gnobos: La Révolution de 1848 1 • .
Empire (1848-1859), 192 ¡_ et es debuts du Second pública. En efecto, los inspiradores de las leyes Ferry-F. Buisson, P. Bert,
t. VII. Ch. Seignobos: Le Déc/in de l'E . /', . '·, J. Macé, etc.- y los colaboradores de La Revue historique -·G. Monod,
Troisiéme République (1859-1875), .¡92{"p1re et etabhssement de la. E. Lavisse, A. Rambaud, etc.- pertenecen a los mismos ambientes; fre~
cuentan todos los despachos del ministerio de Instrucción pública, las Es~
- t. Vlll. Ch. Seignobos · L 'E ¡ ·
(1875-1914), 1921. . va ut10n de la Troisiéme République cuel?s normales superiores, los templos protestantes o las logias rnasóni-
cas. Altos funcionarios o destacados universitarios, todos tienen los mis~
- t. IX. H. Bidou, A. G · .
(1914-1918), 1922. auvam, Ch. Seignobos: La Grande Gue,:;:, mos objetivos: formar a las nuevas generaciones en el amor a la Repúbli~
ca, a fin de consolidar el soporte social del régimen; rechazar ei obscuran-
tismo clerical, retirándole a la Iglesia el control sobre los espíritus; prepa-
En esta Histoire de la France contem . . rar la venganza contra el enemigo hereditario, contra el Reich alemán. Es-
a:iciomas que condicionan las .,, . ~oral1ne v~lve~os a encontrar tas ideas directrices son las que, a través de las instrucciones ministeriales,
Epoque. L¡¡ trama del tiempo ::1;J-x1_~nes de ,os h1stonadores de Ja Bel/e . orientan los programas y conforman los manuales de historia, geografía e ,
gímenes (Restauración manar. u' I~ e e~ grandes penodos, según los re....
11
instrucción cívica. El más célebre es el «Petit Lavisse» que se publicó por \
períodos más cortos. ;egún lo; I~bi: Juho(, ~egunda República, etc.); en, primera vez en 1884 (sobre un total de 240 páginas tenía 100 grabados). -
Rouv1er_, Clemenceau etc) El g 1 rnos aldeck-Rousseau, Combes, Con este motivo, el profesor de la Sorbona condensó hasta el extremo los
petando la causalidad 'iine~l .y l~:l~i;Ifcae:~a~ena los. ~contecimientos, res.:>-: elementos que figurarán en su extensa serie universitaria de la Historia de
,,Gran Guerra»· no omite nin , t .º as precisiones (el relato de la Francia. El '<Petit Lavisse}) conoció inmediatamente un éxito inmenso: se
frentes, desde julio de 1914 agun a aqbue,dmngún contraataque en todos Jos publicó por centenares de miles de ejemplares, se reeditó muchas veces (en
nov1eru re e 1918) y la p ]'¡' .
pan d o el centro neurálgico del . t , r . .· " ~ I 1ca sigue ocu- 1895 se alcanzó la septuagésimo quinta edición). El autor somete la obra
teriale~. los debates par1amenta~~:r~!sp~ 1t1c.o». las c?mb_1naciones mini~:­ a constantes revisiones, hasta la versión definitiva de 1912 (272 páginas con
yor espacio que los descubrimiento; '. e_~cc1ones le~sl.ativas ocupan ma- 142 grabados). Los demás manuales no supondrán una amenaza para el mo-
·) las costun1bres campesinas. c1ent1flcos, las actividades industriales· nopolio casi absoluto de difusión del «Lavisse'> y _difieren poco de él, tanto
por la forma corno por el contenido. Así por ejemplo los «Cursos de his-
138 toria» de Aulard y Debidour (1894), el de Calve! (1899), el de Brossolette

139
, . . . . . oderados: se insiste acerca de la reunión
(1904), el de Gautíer y Deschamps (1905), el de Guiot y Mane (1906), el truccion pnvllegta los ep1sod10s ~ . . de los Derechos del Hombre, la
de Rogie y DespiqJJes (1908), etc. de los Estados Gen~~ales, la dec ~~:~~obre ascuas por los enfrentamien-
En los tibros destinados a niños de siete a doce años, el discurso ideo~ Fiesta de la Federacwn; y se pasa l'd d del terror o se las esconde tras
c·ón y las brutal a es ' .. d
lógico es tanto o más evidente cuanto que) necesariamente, el relato care~ tos en l a e.onven l ' ~ 11 D todas maneras, la Revoluc1on e
ce de matices y su lenguaje es muy simple. La escuela metódica expone sus los éxitos de los soldados del Anoadí~al e ue hace emerger la soberanía de
principios candorosamente, sin ninguna máscara. Además, el grupo repu- 1789 aparece como una ruptura \ l q troduce la libertad de conciencia
blicano, que crea la escuela laica, gratuita y obligatoria, afirma claramente la nación, instaura el ~espet~ po; ~ e~ie~Deschamps). Si examinamos ~n
que la escuela no es neutra; que tiene que estar al servicio de un proyecto y la libertad de traba JO (manua au .\os e-colares la historia de Francia
político. En 1884, F. Buisson, director de enseñanza primaria, saluda lasa- mural realizado por .cb. Dupuy para. un "esquern'a bipolar: «Revolución
lida del «Petit Lavisse» en estos términos: «He aquí un libro de historia ver- del siglo XIX puede interpretarse dseg~n i•ualdad: Primer Imperio: Francia
daderamente nacional y verdaderamente liberal, que necesitábamos como de 1789: se conqmstan la hb~rta y aió~ y monarquía de julio: de nuevo
un instrumento de educación, incluso de educación moral.» En 1912, en el experirnenta el despotismo, ~ta~:~ca· se reconquista la libertad por un
prólogo a la última edición de su manual, E. Lavísse todavía se muestra se ensaya la realeza; Seg~nda ~p de la libertad de nuevo; Tercera Repú-
más explícito: «Si el escolar no lleva consigo i:!l recuerdo vivo de nuestras instante~ Segundo lmpeno: se p1er - d sus desúnos )? Los regímenes ab-
glorias nacionales, si no sabe que sus antepasados combatieron en mil cam- blica: finalmente, el pue?lo es dueuo e orativos»· l~s regímenes repubii-
solutistas presentan un signo ~' wn '~ey me)· ore~)) A fin de cuentas, la -
1
pos de batalla por nobles causas; si no ha sabido cuánta sangre y esfuerzos
ha costado la unidad de nuestra patria y el obtener del caos de nuestras , ov· stos de un s1gno +' ~on (< • T_r ll
canos estan ~r . l , , ,~el me'or de ios mundos»: «.o.a .e.va~
viejas instituciones aquellas leyes que nos han hecho libres; si no se con- Tercera Repubhca se presenta como . , . ~a impuesto el servicio nuhtar
vierte en un ciudadano convencido de sus deberes y un soldado que ama do a Francia a su rango de gran n~c1on, laica o-ratuita y obligatoria; ha
su fusil, el profesor habrá perdido el tiempo.» La tarea del maestro está igual para todos; ha cread? 1.a e~senan~~sa re~~ión, asociación; ha sepa-
de esta manera perfectamente definida: durante las clases de historia tiene restaurado las libertades publicas. de prd n' lmperio colonial» del manual
l . d l estado. y ha const1tui o u
que formar a republicanos conscientes y soldados valientes. rado la l g es1~ e , R 'blica garantiza una armoniosa orga~
Si repasamos los manuales de historia publicados entre 1884 y 1914, per- Gautier-Descnamps). La Tercera ~pu a se describe como un súbito ac-
cibimos en ellos fácilmente algunos postulados fundamentales. La primera nización difícilmente .superable,_lb"¡ .ºmu~ se plantea jamás la perspectiva
noción es la de una <(Francia eterna», desde «nuestros antepasados los ga- ceso de locura, cas1 1ncompren~1 e, y n
los» hasta los ciudadanos de la Tercera República. Los habitantes de este de un régimen socialista. nte exaltac-ión de \a Madre Patria. De
bello país pertenecen a una colectividad que, progresivamente, ha llegado La tercera opcion es una perman~ a anda nacionalista es desen-
a ser nacional. No hay nada que los separe: se han borrado los particula- 1880 a 1898, con la P,rimera g~::Ó;a J~~~ después de la derrota de
rismos nacionales; las desigualdades sociales se han atenuado. Los <iOtros>:., frenada, en proporcton a la 1 'ódico L'École recomienda las consignas pa-
los individuos diferentes, se identifican con los extranjeros, los enemigos, 187\J..1871. En mayo de 1.882, e P'.'n arcíales como el Escolar-soldado:
los agresores. La larga marcha hacia la formación del estado-nación se de- trióticas, los relatos hermcos y los cantos m '
sarrolla como una sucesión de acontecimientos excepcionales en !os que Pour étre un homme, il faut sav.oir écrire
destacan virtuosos héroes. El manual de historia tiene el aspecto de una Et tout petit, apprendre atr~v~1Jler ..
pinacoteca: Vercingetorix en Alesia, Clovis rompiendo el vaso de Soissons, Pour la Patrie' un enfant do1t s l~Stnure
Et dans l'école ,"pprendre a travaili:~nes enfants, soyons soldats (bis).
Carlomagno ante los escolares, Felipe Augusto en Bouvines, San Luis bajo
el cas;año de Vincennes, los burgueses de Calais, Juana de Arco en la ho· L'heure a sonne, marchons aupas, ' .
guera, Francisco l en Marignan, Richelieu en el asedio de La Rochelle, aber escribir y aprender a trabajar des-
Luis XIV en Versalles, el mariscal de Sajonia en Fontenoy, la toma de la [Para ser un hombre, hay qu~ 'se debe instruir. y en la escuela apren·
Bastilla, Bonaparte en el puente de Arcole, etc. Una línea divisoria separa de pequeño. Por la patnda, ~l ~:~ marchemos al paso, niños, seamos sol-
los «buenos>), que reforzaron la autoridad del estado y unificaron las pro- der a rraba¡ar. Ha sona o a '
vincias-por ejemplo, Du Guesclin, Luis XI o Richelieu-, y «los malos», dados (bis).]
que se lanzaron a guerras ruinosas y dejaron perder provincias o colonias 1 de árvUlos y en el grado elemental.
-por ejemplo, Carlos VIII y Luís XII, quizá Luis XN, y cienamente Este canto se enseñaba. en l~ escu:n~aler de historia seleccionan los he-
Luis XV-. Por ello, leemos en el «Petit Lavisse»: Enrique IV y su amigo En un clima de. este tip~, do: m del territorio contra el invasor' desde
Sully trataron de lograr que los franceses fueran lo más felices posible( ... ). chos de armas que ilustran a e ens~ t de Valy y Juana de Arco se con-
<~El mal rey Luis XV no prestó ninguna atención a las reclamaciones con- la revuelta de la Galia hasta! el fº'.11 b~~o de la r~sistencia: «Juana de Arco
tra las injusticias. Decía que le tenían sin cuidado.» vierte en la heroína nacionda ' e s1m nea haya aparecido sobre la tierra.
La segunda toma de postura es la apología del régimen republicano. La es la figura más conmove ora ~u~o'::'a una Juana de Arco» (manual Gau·
herencia de la Revolución se recupera, francamente en lo que se refiere al Ningún otro pueblo llene en su is . . d 1899 a 1914 el naciona·
periodo 1789-1792; con vacilaciones para el período 1792-1794. La recons· tier-Deschamps). Con la segunda generaCJoil, e ,

140
L. Bourdeau en L'Histoire et les Histoirens: essai critique sur l'histo~re,con·
!isrno se matiza más. Con el tiempo, la herida de Sedán va cicatrizando. sidérée comme science positive, publicado en ~88~ .. Como ~ue~ d1sc1~ulo
La opinión pública, que cuenta con las alianzas que Francia ha contraído de Comte, L. Bourdeau se sitúa en un plano f1losofico, Segun.el, la histo-
con Rusia y Gran Bretaña, se siente menos amenazada y, por tanto, me- ria es «la ciencia de los desarrollos de la razón», y t1e~e por º?Jeto '<la uni-
nos agresiva. Y el movimiento socialista, con vocación internacionalista versalidad de los hechos que la razón dirige o cuya 1nfl.uenc1a su~e>> La
empieza a influir en ciertas capas sociales, sobre todo entre Jos profesores~ historia, que toma modelo de la sociologí~: debe estudiar el_ ~ov1rruen~o
Desde entonces, los manuales intentan demostrar a los niños que la guerra de la poblacióri, la organización de la fam1ha, la forma _d~l hab1tat Y de 'ª
puede ser una sagrienta calamidad; que es preferible recurrir a la negocia- alimentación; en términos más generales, todas l~s ~c~1v1dades hun:anas,
ción; que es bueno preservar la paz. En el panteón de los héroes naciona- en todas sus dimensiones. Por el contrario, esta d1sc1phna puede deJar ~e
les, los hay civiles -Hugo o Pasteur-junto a guerreros como Rolando, Ba- lado \os acontecimientos singulares y los personajes il~stres: <<E~ necesano
yard u Hache. No obstante, la guerra defensíva sigue siendo legítima: «La que los aristócratas de la gloria desaparezcan ante la importancia cada vez
guerra, esta plaga, este asesinato, se convertiría en santa, si el extranjero, mayor de las multitudes( ... ). Ocupémonos de las masas» (esta clase de con-
amenazando nuestras fronteras, tuviera intención de arrebatarnos !a inde- cepción, que pretende la «totalidad», rechazando el «puro relato de los
pendencia,, (manual Guiot y Mane). acontecimientos», complacería a la escuela de los A~nal~s) ..L. ??urdeau,
Esta última orientación tiende a justificar la colonización. Los crobier- fiel al pensamiento de A. Comte, establece para la historia c1ent1f1.ca el ob-
nos oport:inistas, que edificaron las instituciones republicanas, emp;endie- jetivo de «buscar las leyes que presiden el desarrollo de la espec~e huma-
ron también las conquistas coloniales en Túnez, en Tonkin, en Madagas- na». Esta leyes se pueden clasificar en tres grupos: 1) las l~yes de orden,
car; y sus sucesores, moderados o radicales, prosiguieron la obra ocupa~do que muestran ta similitud de las cosas; 2). las leyes de relaczon, ~ue hacen
Sudán, Dahomey, Congo y más tarde Marruecos. Los manuales escolares que las «mismas causas provoquen los mismos efectos»; y 3) la iey. supre_-
recuperan los argumentos oficiales para explicar las operaciones militares. ma, que regula el curso de la historia. En suma, se trata de una filosoft.a
He aqui un ejemplo en el que la voluntad de simplificar bordea el ridículo: de la historia, resueltamente determinista, que pretende a la vez reconsti-
'.'En 1_881.' Jules Ferry decidió castigar a los Krumirs, turbulenta tribu que tuir el pasado y prever el porvenir. . ,
1nvad1a sin cesar nuestra Argeha. En el curso de Ja persecución nuestros Ahora bien, el programa de Bourdeau se s1tua en el lado opu.esto del
soldados se vieron obligados a ocupar Túnez, que retuvimos» (sic) (manual proyecto común de Monod, Lavisse, Langlois: Sei?nobos y ~us amigos. En
Brossolette). En el espíritu de los dirigentes de Ja Tercera República, Ja el Manifiesto con el que se inicia La Revue historzque en 1876, G. Monod
~ons,tit~ción de un i~perio colonial permite encontrar una compensación a emplea ia fórmula "ciencia positiv~», per~ en un se~tld?, muy ª.leJª?º de
-~ per~1da de A.Isac1a y Lorena y otorgar a Francia el nivel de gran poten- ta doctrina de Comte: ((Nuestra revista sera una pubhcacion de ciencia po-
cia, al igual que Gran Bretaña y Alemania. Sin embargo, Ja perspectiva de sitiva y de libre discusión; sin embargo, no aba??onará el c~mpo de los he·
sacar partido de los productos exóticos no está ausente: fosfatos de Túnez chos y se mantendrá cerrada a las teorías poht1cas y filosofi~as». Cuando
cacahuetes del Senegal, madera de Gabón, caucho de Indochina, etc. Lo~ aparece la obra de L. Bourde~u, ~. ~onod _parece. mu~ reuce~te. al r~s­
manuales escolares confirman el móvil de la explotación económica: «Jules pet.'to; afirma entonces: <~La h1stona so~o .sera una c1enc1~, descnptl~a, ac-
Fer17 quiso que Fr.ancia dispusiera de magníficas colonias que aumentarían tu3.ndo sobre elementos siempre en mov1rruento, en mutac1on y dev_en1r per-
su nq.ueza ~ome:c1al» (manual Gautier-Deschamps). Siempre, la empresa petuos. Como máximo se la podría comparar con la meteorolog1a» (RH,
colo~1al ;sta cubierta con el ~r~~exto de una misión civilizadora: «Los pue- 1888, núm. 3, p, 385). Unos años más tarde, cuando se plamea un debate
blos ind1genas apenas son c1v1lizados y a veces completamente salvajes>, sobre el papel de las ciencias sociales en las nuevas ~n1vers1dades, G. Mo-
(manual Lemonnier-Scharader-Dubois). Los franceses, poseedores de la nod revi.sa su opinión acerca de L. Bourdeau: «Los libros de e~te autor no
cultura, vienen para salvar de la barbarie a los primitivos. Los libros de his- tienen toda la reputación que se merecen( ... ). ~u hora llegara cu~ndo es-
toria y de geografía muestran a los educadores instalando escuelas a Jos temos convencidos en Francia, como ya lo est~~ en E~tad?s l'.n1d~s, de
médicos organizando hospitales, a los administradores suprimiendo' inhu- que la ciencia social no es solamente la base solida de:ª histona, _sino la
manas costumbres. Una imagen clave representa a Savorgnan de Brazza Ji~ parte esencial de la misma. Es sorprendente que Franc1~ sea, el pa1s en el
berando a esclavos en el Congo. En definitiva, la buena conciencia está que las geniales opiniones de A. Comte acerca de la soc1olog¡a hayan pro-
por completo.ª favor del hecho colonial: «Francia quiere que los niños ára- ducido hasta el momento los menores frutos» (RH, 1896, num._ 2, p. 92).
b.es sean tan bren educados como los niños franceses. Esto prueba que Fran- G. Monod se muestra conciliador porque pretende vincu.lar la histona con
cia es buena y generosa con los pueblos que ha sometido» (manual Lavisse). las demás ciencias humanas a nivel de la enseñanza supenor. Pero su~ com-
pañeros no le siguen: Langlois y Seignobos rechazan toda referencia a la
«filosofía positiva" y se mantienen, en 1898, dentro de un nguroso empi-
5. LA OBJETIVIDAD EN LA HISTORIA rismo en su Introducción a los estudios históricos. . . .
En realidad, los partidarios de la escuel~ metódica no se inspiraron en
~s _u~ error que se haya calificado y que todavía se califique a la escue- el francés Augusto Comte, sino en el aleman Leopol~ von Ranke._ Inme-
1~ ~1~tonca que se impuso en Francia entre 1880 y 1930, como corriente «po- diatamente después de la guerra 1870-1871, muchos ¡avenes h1stonadores
s1tlv1sta». En efecto, la verdadera historia positivista fue definida por
143
142
. ra las causas finales», cualquier re-·..'
franceses-G. Monod, E. Lavisse, C. Jullian. Ch. Seignobos y otros- fue- peculación <<acerca de la causa pnme. d~des· y consideran, con una cierta
ron a completar su formación en centros de investigación y enseñanza más flexión sobre la nat~1ral~za de la: ~oc~e, ( ) 'cuando todos los documentos
allá del Rhin. Creyeron que la victoria de Alemania se explicaba por la per- candíde~, que la <~~isto~1a se ~~n~~~~1raor·d~nados>). Ahora bien, al mismo
fecta organización de suS instituciones militares, civiles e intelectuales, que hayan sido descub1e~os '. pun ca o~ición en favor de los gobiernos opor-
era conveniente observar para, más tarde, imitar estas ejemplares realiza- tiempo, La Revue histori(u: ~o~a ~tólica monárquica y ultramontana; de-
ciones a fin de garantizar la recuperación de Francia. Así se vieron influi- tunistas; se enfrenta con a ~ es1a c r t '·a E ·Lavisse a través de sumo-
_dos por los eruditos alemanes, los Mommsen, Sybel, Treitschke, Waitz, fiende la escuela laica, gratuita y ob ;ga ~n d ~n estad~-nación, que surge
Delhrück, etc., y tomaron como modelo los programas, Jos métodos y las
,
numental Histoire de F~ance, crea e ~~so l~s merovingios, se consolidan
''
estructuras de las universidades alemanas. En 1896, Camille Jullian admite en el período intermedio .e~tre l?s ga a l~s con uistas militares de los Ca-
el valor del sistema germánico, a la vez que cuestiona la pretendida infe- gracias a las medidas adm1nistra.~va~. ~ Rt>:públ~a democrática, moderada
rioridad francesa: «Alemania triunfa por la solidaridad y la cohesión( ... ); i
petos, y alcanza una estructura i ea a s~bre todo directamente i_nspira-
siempre careceremos de este espíritu de disciplina que ellos tienen( ... ). No· v centralizadora. Los_ma~ual~_s e~co a~~ dudan en 'hacer el 'elogio de la
obstante, en Alemania la historia se desmorona y dispersa( ... ), no es su- dos por los notables un1vers1~anos, 1 orvenir su clientela electoral, re-
perior a la historia francesa.» Asistimos a un curioso fenómeno en materia Tercera República, para ampll~\ e~~ erando el culto a los héroes nacio-
de difusión de ídeas. La escuela francesa toma de !a escuela alemana una forzando por tanto su base socia .1 .::timiento patriótico para preparar Ja
doctrina científica que origina una práctica histórica, sin atreverse a seña- nales, excitan permanenteme~:e e s 1 nemicro hereditario, el bárbaro
lar sus orígenes, y a veces ni siquiera a enunciar sus principios, debido a venganza de la nueva genera~10~ c~ntra e e. iónºcivilizadora, justifican la
una reflejo de «pudor nacionalista». crennánico. y' con el subter~g10 e una mn1sd'1c1·ones la ciencia histórica,
" ·Id F ca Enestasco ,
Por tanto hay que acudir a la fuente. A mediados del siglo XIX, la tesis expansión colonia e . r~n 1 · . , . d d demuestra que es un discur-
de L. von Ranke cuestionaron las filosofías de !a historia «especulativas, que pretende la imparctahda~, la ob1et~v1 a 'éllimen político o manifiesta
subjetivas>} y «moralizantes»; y avanzaron fórmulas (<científicas», '<objeti- so ideológico que sirve a los t~tereses . e un r e>
. . d comunidad nac1onaL
vas» (o <<positivas») que influyeron en dos o tres generaciones de historia- ias aspiraciones e ~~a <lamentos ooco estables y graves contra-
dores, prifilero en Alemania, más tarde en Francia. Los postulados teóri- La escuela metod1ca, con fun d, rtes Desde los años 1920
cos de Ranke se encadenan de la siguiente manera: 1.' regla) al historiador dicciones, no tardó en, ser a:ac~d~ po~u:~n~: f:s añ~s 1930, en Les Anna-
no le corresponde «juzgar el pasado ni instruir a sus contemporáneos, sino en La Revue de Synthese, mas tar _e, atacaron a los herederos de E. La-
M Bloch y sus amigos
simplemente rendir cuentas de lo que pasó realmente»; 2." regla) no hay les, L. Fe bvre,. · · , hen- Ph. Sagnac y otros que entonces ocu-
ninguna interdependencia entre el sujeto conocedor -el historiador-y el visse a Ch. Se1gnobos, L. Hap ' . "d des El arupo de los Annales
' fu · en las un1vers1 a · o
objeto del conocimiento -el hecho histórico-. Por hipótesis, el historia- paban important~s n~1~nes i1 d or aquél «historizante»--- cuatro
dor escapa a cualquier condicionamiento social; lo que le permite ser im- dirige a la hisrona trad1c1onalh~ ~mah' ªtoPn.zante sólo presta atención a los
parcial en su percepción de los acontecimientos; 3. •regla) la historia-con- · · al s· !) La !Stona is · f
reproches pnnc1i: e . . .os voluntarios (decretos, cartas, in or-
junto de res gestae- existe en sí misma, objetivamente; incluso tiene una documentos e5Cntos, a los testimon1 escn'tos los testimonios invo-
. los documentos no , .
forma dada, una estructura definida, que es directamente accesible al co- mes, etc.), m1:~tras que . series estadísticas, etc.), informan igual-
nocimiento; 4." regla) la relación cognoscitiva se adapta a un modelo rne- luntarios (vesugios arqu.eológico~ º) La historia historizante pone
canicista. El historiador registra el hecho histórico, de manera pasiva, como mente acerca de las ac~iv~dades ~ma~asi;gular que sucede en un tiempo
el espejo refleja la imagen de un objeto, como el aparato fotográfico fija el acento en el acontecnruento, ~l ;c ~soy) mientras que es más intere-
el aspecto de una escena o de un paisaje; 5.' regla) la tarea del historiador corto (por ejemplo el combate . e on en ue 'se revela en los hechos ordi-
consiste en reunir un número suficiente de hechos, apoyados en documen- sante conocer la vida de las soc1e~:~e:~ ~n periodo de tiem~o largo (por
tos seguros; a partir de estos hechos, el propio relato histórico se organiza nanas, repet1d~s, que se. de)salo~ historia historizante privilegia los he-
y se deja interpretar. Toda reflexión teórica es inútil, incluso perjudicial, ejemplo el cult1~0 del tngo . o .. a (así el asesinato de Enrique IV' la
porque introduce un elemento de especulación. Según Ranke, la ciencia po- chas politicos, d1plomátlcosºy m1l~:t:srlitz) y menosprecia, erróneamente,
sitiva puede alcanzar la objetividad y conocer la verdad de la historia. paz de Westfaha. o la batalla. de lturales (como la innovación que su-
La escuela metódica, que aplicó al pie de la letra el programa de Ran- las hechos econorruc?s, so~ale~ ~e~~os señoriales o la religiosidad janse-
ke, hizo progresar verdaderamente la historiografía en Francia. No obstan- puso el molin~ de .Vle~to,. os e «la de los vencidos de 1870», tiene «tem-
te, al examinar su obra no podemos evitar una sensación de malestar. Ya nista) 4) La h1stona h!Stonzante, n un debate raramente se .
· d · t e comprometerse e ' . , .
que la contradicción es evidente entre los principios declarados y las reali- blorosas pru enc1as», em . nti'ci'pado a cualquier s1ntes1s.
· t "ón y renuncia por a ·
zaciones efectivas. En 1876, G. Monod proclama su neutralidad: «El pun- arriesga a una mterpre ac1 lantea la cuestión de la ob¡e-
1
to de vista estrictamente científico en el que nos situamos bastará para dar Sin embargo., la escuela de los ~'.'na efa n~s~ordancia, la incompatibilidad
a nuestra obra la unidad de tono y de carácter( ... ). No profesaremos nin- tividad histónca; no pone de re ile~ed . tífica y la toma de posición po-
gún credo dogmático; no nos pondremos a las órdenes de ningún partido entre el compromiso de la neutra I a cien, .
( ... ).»En 1898, Ch. V. Langlois y Ch. Seignobos descartan cualquier es- lítica de los historiadores de la escuela metod1ca.
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El pensamiento •<relativista» o «presentista» que ·se expresa especia. , osten an las orientaciones políticas de los
la metódica reflejen, confirmlen, s . l'gberales A diferencia de los presen-
mente en Gran Bretaña y en Estados Unidos en los años 1930-1940, reali , b ses repub 1canos V 1 • . .
za una crítica más radical de la historiografía <~positivista», al poner en du '· ambientes urgue , l cÓnstitución del pasado subJetlvo y te~-
los presupuestos teóricos-de Ranke, Ch, Beard considera que la pretensió, ., tistas, que se c?ntentan con a~c~~zar una comprehensión científica y obJe-
científica traduce una elección ideológica: «¿En qué se ha convertido este·' poral, los marxistas esperan . d d humanas teniendo en cuenta las
historicismo que permitía al historiador imaginarse que se puede conocer tiva de la evolució~ de las soCle .ª ~snto utiliza'ndo los conceptos de ma-
la historia tal como se ha desarrollado realmente? Esta filosofía -porque detenninaciones.soc1aie,s d~ldconoc~u~e eÍ punto de vista de clase del pro-
terialismo histónco' y s1tuan ose {< es
'ésta corriente es una filosofía, aunque negase la filosoña- ha experimen~
tado un fracaso» (The American .Historical Review, 1937, vol. LXIII~. \etaria do))·
núm, 3, p, 81), La tendencia relativista considera enteramente falsa la teo-
ría positivista del conocimiento según la cual el sujeto reenvía simplement DOCUMENTO
la imagen del objeto; hace valer que, en su trabajo, el historiador siempre:, • \ ' )'{!
tiene una actitud activa constructiva, jarnás pasiva. Ch. Ornan afirma: «La: G. Monod: Los principios de «La Revue histor1que» .
historia no es un asunto puramente objetivo; es la manera con la que el
,- d ndientes de cualquier opinión polítt-
historiador capta y pone en relación toda una serie de acontecimientos» Pretendemos mantenernos in epe . tes que han auerido otorgar su
(On the Writing of History, 1939, p, 7), R,G, Collingwood cree también ,, - y la lista de hombres em1nen · ~
ca y reag1osa, · creen que este programa es rea-
que el historiador selecciona deliberadamente en la masa de los hechos his... patronaigo a la Revue demuestra que e 11o,5
tóricos; y que, necesariamente, se ve impelido a describir el pasado en fua-
lizable. d 1 mismas doctrinas en política y en re-
ción del presente: «El pensamiento histórico es una actividad de la imagi-
nación( .. ,). Se tiende a reconstituir el pasado en relación al presente( ... ).
Están lejos de profesar to os as l; historia uede ser estudiada en sí
ligión. pero creen, con nosotros, qu:lusiones quepse pueden s.acar en favor
En historia, ningún conocimiento adquirido es definitivo. Un testimonio~ misma. y sin preocuparse del~ c~~c duda las opiniones parttculares siein-
válido en un momento dado, cesa de serlo desde el momento en que se mo- ·· o en contra de tal, o cual cr.~enc~~br~nla ma~era con que se estudian, se ven \
difican los .métodos y en cuanto que cambia la formación de los historia~ pre influyen en cierta medid~ s b , Pero debemos esforzarnos por sepaw \
dores» (The Idea of History, 1946, pp, 247-248), C, Becker lleva hasta el y se juzgan los hechos y lo~, om res~ror ara no juzgar los acontecimien- )
límite la lógica del presentismo: «Cada siglo reinterpreta el pasado para rar estas causas de prevencion Y d~ e, ' p Admitiremos no obstante opi- "
que éste sirva a sus propios fines( .. ,), El pasado es una especie de pantalla tos v los personajes más ~ue en s1 mismos.d' 'o'n de que se apoven sobre i_.,,r·,,
sobre la que cada generación proyecta su propía visión del porvenir; y mien- , . · d eroentes a con ic1 , . .,
niones v aprec1ac1ones iv 1::1 ' h obre meras afirmac10- '
tras viva la esperanza en el corazón de los hombres, las ,<historias nuevas» , . d' cutídas v sobre hec os, no s
pruebas senamente is, , ~blicación de ciencia positiva y libre discu~ \
se sucederán (Everyman his own Historian, 1935, pp, 169-170), Un relati- nes. Nuestra Revue se:a una P . . d 'os hechos y se mantendrá cerra-
vismo de este tipo condujo a dudar de Ja posibilidad de fundar una ciencia sión vero se encerrara en el ctorr:1n10 e l ~
de la historia, las
da .a' teorías políticas o filosó.flcas. b ndera no profesamos ningún cre-
El n1aterialismo histórico es un fiel reflejo del «positivismo», seguro de Por tanto. no enarbolamos n1ngun~ da d~ ningún partido; lo que no
alcanzar la objetividad, y del «presentismo», preocupado por mostrar el pa,- do dogmático; no nos ponemos a las ~r ern~~a ,<Babél» en la que se mani-
pel de la subjetividad. Desde 1846, Karl Marx se interroga, en los manus- quiere decir que n~e~tra Revue vaya a :~ista estrictamente científico en el
critos de La ideología alemana, acerca del proceso del conocimiento; COJ_l. fiesten todas las op1mones. El pdunto d tra publicación unidad de tono y
este propósito, pone en evidencia dos mecanismos fundamentales. Por una·: que nos situamos bastará para ar a nues to de vista muestran un mismo
parte, el individuo que toma conciencia está socialmente determinado: «Los de carácter, Todos los que acepta~ e_ste pun patía respetuosa, pero inde-
hombres son los productores de sus representaciones, de sus ideas ( ... ), sentimiento con respecto ª.l pa~ad 0 · una si~e comprender el pasado sin
pero los hombres reales. actuantes, están condicionados por un determina- pendiente. En efecto, el histona or n~ pu:ntimientos sus propias ideas,
do desarrollo de sus fuerzas productivas y por las relaciones que le corres-
una cierta ~impatía, sin .olvidar s~s fa~ºd~º1~! hombres d~ antaño, ~in juzgar
ponden>•. Por otra parte) el conocimiento es una actividad no abstracta sino
para apropiarse po~ un insta..nte e e han producido. Al mismo tiempo_, el
concreta; está relacionada con la «praxis»: «Hasta aquí, el principal defec-
to de todos los filósofos(,,,) es que, para ellos, la realidad, el mundo sen-
l~s he,chos en el miedo en .•J que s un sentimiento de respeto, ya que s1en-
h1stonador aborda este pasado con nen a nuestros antepasados;
sible, sólo son captados en forma de objeto o de intuición, pero no en tan-
to que la actividad humana concreta, no en tanto que práctica» (Tesis te mejor que nadi~ los ~ fvíncu~o: d~u~a ~~~~ nuestras virtudes y nuestros
sobre Feuerbach). Por tanto, el sujeto conocedor no sabría ser espontánea- sabe que nuestra vida esta orm~ , d t da~ las cuales somos solidarios.
vicios de sus buenas y malas acClones, l e o 1 historiador intenta penetrar
mente imparcial, ya que pertenece a un grupo profesional, a una clase
Hay algo de filial en el respeto codn e Jue -e de las tradiciones de su pue-
social, a una comunidad nacional de la que puede, consciente o inconscien- en su alma, se considera como ei epositano
temente, expresar sus opiniones, defender sus intereses. Lo cual, por ejem-
plo, explica que las posiciones ideológicas de los historiadores de la escue- blo y de las de la humanidad,_ su perfecta independencia de
Al mismo tiempo, el histonador conserva
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12
__ espíritu y no renuncia a sus derechos de crítico y juez. Las antiguas tradi-
ciones se componen de los elementos más diversos, son fruto de una suce-
sión de períodos diferéntes, incluso de revoluciones, las cuales, cada una
a. su tiempo, han tenido su legitimidad y utilidad relativas. El historiador
~''rro se convierte en el defensor de unos contra otros; no pretende borrar a
unos de la memoria de los hombres para conceder a otros un lugar inme-
recido. Se esfuerza por desentrañar sus causas, definir su carácter, deter-
minar sus resultados en el desarrollo general de la historia. No hace el pro-
ceso de la monarquía en nombre de la feudalidad, ni el del 89 en nombre
de !a monarquía. Muestra los vínculos necesarios que relacionan la Revo-
lución con el Antiguo Régimen, el Antiguo Régimen con la Edad Media,
y la Edad Media con la Antigüedad, subrayando sin duda las faltas
·cometidas,- y que es bueno conocer para evitar que se repitan, pero recor-
dando siempre que su papel ante todo consiste en comprender y explicar,
no en loar o condenar.
Nuestra- época, más que cualquier otra, es la apropiada para este estu-
dio imparcial y simpático del pasado. Las revoluciones que han estremeci-
do y trastornado al mundo moderno han hecho desaparecer de las almas
los respetos supersticiosos y las ciegas veneraciones, pero al mismo tiempo
han hecho comprender toda la fuerza y vitalidad que pierde un pueblo cuan-
do rompe violentamente con el pasado. Especialmente, en lo que respecta
a Francia, los dolorosos acontecimientos, que crearon en nuestra patria par-
tidos hostiles, vinculándose cada uno de ellos a una tradición histórica es-
pecial. y los que, más recientemente, han mutilado la identidad nacional
lentamente creada a lo largo de los siglos, convierten en un deber el des-
pertar, en el alma de la nación, la conciencia de sí misma por medio del
.v'''' profundo conocimiento de su historia. Sólo así podrán comprender todos
el vínculo lógico que une todos los períodos del desarrollo de nuestro país,
e incluso todas sus revoluciones. Así, todos se sentirán retoños del mismo
suelo, hijos de la misma raza, sin renegar de ninguna parte de la herencia
paterna, todos hijos de la vieja Francia y, al mismo tiempo, todos ciuda-
danos con el mismo título de la Francia moderna.
Es así como Ja historia, sin proponerse otro objetivo ni otro fin que el
provecho que se saca de la verdad, trabaja de manera secreta y segura por
la grandeza de la patria, al mismo tiempo que por el progreso del género
humano.

' (La Revue historique, en reprod. (1976), del texto original del Manifiesto
de 1876; G. 1\1onod, «Du progrés des études historiques en France».)

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