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JJ . 1 n ·:; ·z '.3
~~$ ~i~E~;gmR~
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CARTAS PROVINCIALES
DS

BLAS PASCAL

nobre la mo·ml !! la política ~e los jesuita.!!.·

revhuuln, cotejada 'Y nñntlldl\

POil

RL LICENCIADO D. FRANCISCO DE PAULA MONTBJO,


ADOG.\DO DEL COLEGIO DE l\lADRlO.

lllallrill: ·
BII'UENTA DllL COLEGIO DE SORDO-?tlUDOS y CIEG03
Collc del Turco nwn. i 1.

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.,
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.€a propic1Ja1J t~t!l: g,u·,mti1J,t por


la-G lc)lL'~. · .

. .'

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'PRO EMI O EPISODICO.
------~~~~------

La accion de la gracia sobre nuestra voluntad,


y el modo Jc conciliar la predeslin acion co n el li~
bre a!vedl'io, son dos ¡wob:emas fine con diversos
nomines h~n sido en todos los ti empos el tormen-
to ,, el escollo de la cul'iosid<t!l huowna. Se juzga
el 'hombre libre en sus accionr~ ¿pero cómo se
concilia esta libertad, ron la inlluencia de los mo-
tii'OS sobre la rclunt ad, con la ;1ccion uu.ivers;ol
coniÍilua y omnipolen tc del¡¡ Cól u Sn primaria, y con
la "tcroa prmisio n di1ina? Esámen dificil que di-
vidió muy pronto á los primeros filósofos griegos.
Declarados los unos po•· la libet·tnd ¡1hsoluta· del
hombre, no l'ieron los otros en él mas <¡uc un ins-
trumento pasi1o, arl'asll·ado por el ciego podt'r del
(lcstino. A fue•..za de virtudes , parece , quisieron
· los fatalistas espiar las destructo rt~s consecue ncias
qu e se impu tnba n á su doctrin a metafísica; empero
aun sometidos los hombres á do~mas, no han po-
dido renuncia r la anliente é indiscreta curiosidad
de saberlo todo y cscudríti;n·Jo todo. ¿Qué ltabia üe
sucedci· en ltd caso? La misma dil'ision en los tiern-
]JOS moüernos. La p•·edcstín acion y el libre alvedrio
dividen cnL•·e los mabometauus, <Í Jos sectarios de
Omar y de Alí, el libre al vcdrio y In ¡n·edcstinJcion
divid en a (('S fllriscos y saduceos , coh·o los judíos;.
en el crislianismo sucede otro lanlo.
Eoseüa la fé, por una parle, 'lue el hombre es
libre y que l icne fac nlt;od de met·ccc•.· ó desmerecer,
y 11 0 1' olra, que la sa ntidad es uo don gratu ito de
Dios , sin el cual uada se puede; y la oposiciou
aparenle da c~las l'crdades cnculll'e (nas lc.~ ~ ,· ia, d
espesor del abismo . Ado r;~n en pn , los pri111cro

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cristi ~nos, el impcnctr:~hl i! misterio, y cu~ nd~ dis-
minu ye el fer vor, se suscitan lns disension~s. fijan-
do la atencion en los partidos especulati,os dtl la
J·eligion. Entonces en la dificnhad d~ conciliar el
libre ah·edrío co n la accion de la gracia, s~: agitan
Jos ánimos , adoptan y exagera n las 'erdadcs m<~s
nná lo~as á su caractcr y senti mientos, y sobro totlo
aquel las mas ú proptsito á la csplicadon d~: sus
sistemas; nace n de aqui los dcsl'ios c¡uu tan to de
una como de otra partu , alteran la purcz.t ele\
Dogma, y que r cproducicnrlosc bajo diferentes ns -
Jlec tos en el tr.lllscurso de los siglos, ori¡;inau re -
petidos anatcnws en la iglesia; y ~omo S. Agu; tin
había combMiJo con tra Pclagio, 1wrth:nriu cstrc'-
mndo de la li bertad, y antes contra los lll an it¡ucos;
contrarios al lihrc ah·ed ri o, encuentran los teó-
logos de las escuelas opuestas, ;nlloridadcs cu las
obras cscclsas del doctor de la Graci'il.
• Las tinieblas, la iguornncia, y las l)U CI'I'as en que
estaban ocupados los cristianos dc•spucs de la conde-
nncion de Pck•gio, parccia qu e debiera hnbc•· ;unor-
ti guad o la curiosidad sobre estas cuestiones: toda ria
sin embargo , se disputa en los co nvc Hlos y eu las
uni rcrsidadus , y ht escu<d<t de Santo Tomas de
Aquino, c¡uc adoptó la doc trina de S. A¡;ustin , tnia-
d() ni parece r, alg un a cosa mas ri gich• co n el sis-
tema de la ¡11:cmo cion fís ica , segu n el cual, D:ós
mismo dal'ia ú la vclunl;~d movimi c:1 to c¡uc la de-
ter mine. Los fr<• nc•sc;llloS y otros tc61o¡;os acusa n
{¡ los tomistas de fatalis111o , y de querer hace•· á
Dios, un tirano autor del pecado, y estos <t su I'CZ,
afean á sus adversarios por dar á la CI'Ía tura el po-
der e¡ ue solo pcrlenccc á Dios, y por qu erer reno-
-v ~ r los er rores de Pdagio ¡ y á pes~r 'de la animo-
sidad y de la aspereza de estas impntacioncs recí -
Jli'OCaS 1 SC modcrtlll \os ilfCCtOS ¡lOI' llll dichOSO
concurso cll! cireun:;tancias. Con estas opiniones se
fo•·nwn dos órJ~ncs ri valt•s, pod.•rus<os, r cco meo-
dnb\c;, ~· cnll·nmh~s ag~s"jaJn• de la ~1cdc Romana,
vor ol culo con que lll' hnjaran por )¡t C> hlnsion Cle
~~~ nutoriuad; conscrYIIll los p:c[l<ts es ta IJalanz,a de

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su poder, no loma pnrte el pueblo ignorante, no se
intrrcs~ la fé y gu~r,!a sil encio Roma, dejando li-
IJre c ual nunca la diseusion En este estado apar e-
cen L utero y Calrino, d••seosns de e ncontrar con-
traricclal! entre el c.1tn lit·ismo y la primitiva doctl'i -
na, y nhriiZan los prin ci pi os de S Agusti n; l' nunquo
es vcnla rl qu e sus sec tar ios los abandonaron t~n tal
Ocils ion, uo lo es meno s , quo una vez cstnhl ec irlo el
pro1t•s t:n1 tismo, e l sistema de la prcdcstin ncion mas
ri:¡id, er;~ uno de los puntos que con mas cnt usins-
mn prcdic.1han los rcform;odores, y que por lo mism o
refutahnn los teólogos católicos con mayor ernpc1io.
Los jesuitas, entonces nacientes, se lanzan á la
pel~n con toda la act ividad que podia in sp ir·nr la
:m1hicion de adqu iri1· la ¡li'C[lOmlcrancin en la igle-
sia , '! envanrcid os de su éxi to y de la sutileza d e su
rn ~ tn l'í sil'n , no so lo com b;oten [1 Lutero y Calí1 ino,
sino r¡ue t:unhirn ínteutan esta bl ecer otra nu eva
cscu<•la cont1·a lns torni stus, inventando la ciencia
tnl'liin 6 rlc los futuros condiciona les, especie pnr-
tirnlar de prevision , por la cual habiendo visto
Di os lo <¡nc no ser ir, pero q\I C seria, si tal 6 cual
wsa sn cell ie:·a, se concede al hombre la gr ncia su-
lkicntll y bahitual par·n ohra r. Mas este sistema de
llloli na, SU$I ituye illa dili cui L5d, ot1·a mayor, fun-
d;l nclo la p'r cscie ncia so bro un a c.ó nexion, entre la
condiccio n y la accinn, r¡uc co harta todo e l ejer ci-
cio de la rihertad. Sunrcz no es mas feliz qu erien-
do csplica r los efectos de la gr·acia, por med io del
concurso de ()ios y del hombre. Los j esuita s sin
cmh nrgo, producian cstn doct rina coo tal confianza
)' CO"'I tal menosprecio de los dc!llas teólogos, r¡ue
lu ~go se g r~ngcaro n una infinidad de enemigos.
].ns dis¡mtas con los dominicns se animMon de tal
su or te, que la Sa nt a-Sedo hubo ele jntcrvonir,
pc r·miti cndo it los ri vales tn s so lemnes ' nsambleas
conocidas co n el nomb re de cong regaciones de au-
a;i/is , qu e con e l sile ncio ti c n oma, no hic ie ron
sino, encarnizar mas J mas ir los opuestos banlios
r cforzandosc los unos co n las universidades, y los
otros con sus adeptos.

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ll~ie ntr~ s tanto , el r cspclahlc Cornelio J~nsen,
obispo · de J ¡u·cs , co nocido com uoment e con el
nombr.: de Jcmscnio, se oc up~ b a en el sibncio del
estudio, en meditar y cstractar en for m" de siste-
ma los principios que crein rcconoc1·r en los es-
critos del docto•· de In gracia. Era el Agustim'~ un
gru eso voh11ncn en latín, sin método y con mucha
oscu ri dad por su difusion y estilo, inc"paz po r lo
mismo de producir mol alguno , si se le hubiera
dejado á su destino nntur:.l ¡ pero el célebre aba d
de S. Giran, amigo del autor, imhuido en la misma
doctrina, y aborrericntlo á los jesuitas y su cienci:t
media, annnciú en 1612 por todns pnrtes el Agusti-
1tus, como el verdadero inté r prete del docto•: de la
gracia , y los solit,trios de Puerto-Real hicie ron
otro tanto despucs. Yicndo lus jesuitas su ocasion,
se opo nen contr~ el libro de .l~nscnio , con tanto
mas moti vo, cuanto ihan á defcn<le•· á la vrz su
teología, y á vengarse de lo, sabios de Pucrto-H cal,
guc les oscu recían en todo género de li teratura; y
pt·ctenden habe r sacndp cinco proposiciones erró·
neas , y co n esto fundamento solicitan :i grand es
YOces, )' ohticncn con el favor ele llichcli u, CllCJUi-
go de S. Giran , y co n el auxilio de otros hom bres
podel'osos de In Europa , las ccns ur~s ole Tnocco-
pio X. y Alc,jancll·ll VIl en Hi53 y ~.Gi56 , con la
clúusula espresa de IJ uo. Ins proposiciones ··r:ul be-
r éticas, si, se con.lcniil n form:llment o en el li bro ele
J anscoio en el se ntido que se las atrjbnia. Do esta
suerte adquirió im port ancia una cucsti on que de-
bió morir en la oscul'icbcl de las escuelas , y que
m~ rced al arzobispo d<\ Par ís, competiclo•· de l pri-
mer ministro del rey de Francia , tu rhó el estado
por mas de un siglo.
Los sol icitnl'ios de 'Puert o-Rea l y muchos otros
teólogos, si n defender el senticlo litcr:.I de I~s d oco
proposiciones, soslu,·ir•·on CJIIe no rstahan ClJnt e-
nidas en el A 914Siillll$, ó que si estaban , era n en
un sentido católico. 1\cspondidos ele contrario, se
a'•ivó mas que nunc:1 la dispu ta, en tales términos,
que se escribieron de una y otra p.,rte iolinidall de.

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Vlt
obras, en que las pasiones sofocando la caridad,
alimenta ron un triste ohjclo de triunfo para los
enemigos tic la rcligioo. Entre los conleodieoles.,
nn favor dr. Janseoio, se distinA"uió sobro ma11era
JIOr su celo y vehemencia, propi;~s de su caraoler
y nuslcridild, el célebre y entendido doctor. An-
tonio Arnaul tl , sacerdote de Puerto-Real , tan io-
llexiule 6 ir:f:niga••le con la vtmlád, como euemigo
de l:t dcprabada moral de .los jesuil:~s. Odiábanle
<lslos po•· lo mismo, y tanto mas, cunnlo que. eono-
r.ian sus sentimientos, y era descendiente de quien
había nhog,do con empeüo coull·a su estableci-
miento en 11 rancia .
Publicó L\rnaold, en 1655, una carla en que
clccia, qtlt 110 hubia en contracto en Janseniu laspropo-
úciolleS condenadas , y hablando en general de la
~rnci:o , atiaclió, q11e S Pedro o{recia en sr~ caída, el
rr¡w1pl~ d· w1 jttslo, á quie11 la g1·acia, si11 la cr¿{Ú
no se p11ede nada , habia faltado : y habiendo pare-
ciclo injuriosa 5 la Santa- Sede la primera de estas
Mca·cictncs , y sospechosa de hea·cgía h1 segunda,
proclujc•·on tunhas grav e rumor en la So•·bona, de
In eunl Arnnul era miembro. Pusieron los enemi-
go.; rle cslc doctor lodos los medios para obtener
un n ccnsuc·a humillante , )' le aconse,jaron los ami-
gos •lcfcnclcrsc, y al efecto escribió un discu•·so
sólido y razonado, per o monotono y poco á prqpó -
silo parA interesar al púlllico, por lo cual Sl\fr.ió,
sin :•llerMsc la censura, y obligó (l Bias Pascal que
le pall·ocinase con el ausilio de su pluma.
A ccptado el encargo, di6 á luz el insigne pa-
trono, b..jo el nombre de Luis Montalto, la prime-
ra carla á un llrovincial, en 23 dr enero de 1656;
en 1,, cual rid <culizaba con una Gnura y ligereza
sin egcmplo, las juntas de la Sol'i1ona para lacen-
sura arnaldina, entreteniendo al pueblo indiferente.
Tuvo esta cnrla un hito feliz; pero el parli1lo con-
trario, hahia lomado tao hicn sus medirlas. que .¡\
fu c•·za de frnilcs y doctores mendicantes, no
sr,J,, ohlllVv por pluralidnd la cr.nsura 1:0n1p.1 t\r -
n~ul tl , sit iO <1t1C lambicn logró S LI osclusiu n do

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VIII
la facullad de teología. Este trimifo sin embar-
go, fuc ·cootrariado por la 2 • 3.• y <t.• carta al
provincial, que imprimieron el ridí culo sobre mu-
chos teólogos seculares y sobre los dominicanos,
que para satisfacer sus mezquinas pasiones, pare-:
cía babian abandonado en esta ocasion la do ctrina
de Santo Tom ns; pero los jesuitas que hahian con-
tribuido á ello mas qu(l ninguno, espi~ron con de-
masía su eflmero gozo , pues en las demas ca rt~s
provinciales, fuernn cspucstos á la execracion rú-
hlica, en tales términos , que desde entonces se
hicieron odiosos para todo el mundo y se preparó
su completa destruccion.
Es sabido que la crcr.ncia ilel dogma, y la prác-
tica de las Yirtudes , son la base de la rcligion , y
qu e · por ello la iglesia fu<' siempre ~cv¡·.ra soiH'C
estos puntos con cuantos osaron a t ;~ca rlcs. La mise,
ma rigidez :observó respecto de los prin~ipios ge-
n erales de b moral; 1wro con las aplicacion~s p¡u·-
tic:ulares de estos principios, lla pcrmiticlo cxami:.
nar algunas modificaciones. C9n efecto si hay ac-
ciones criminales, existen otras tambi en in di fe ren-
tes , y que toman so cac·actcr de la intcnt· ion, 6 ele
las circunstancias, y ha sido por consiguiente in-
dispensab le qu e huhiesc intérpretes, cncarg~·los
de fijar el límite de culpahilitlad, par~ contt•ttcc· al
atrevido y consol;n· al cscroputoso. Con cstn oca-
sion, los teólogos no pudieron .nenos de m.,ni fes-
lar su ciencia, y asi todas las escuelas, y todas las
órdenes religiosas, proclujec·on doctores, que bajo
el nombre de casuistas. juzgaLa n las concicnc·ins y
lijaban, por decirlo n~i, la tarifo de las ncrinncs hu-
manas . Fueron útiles en tanto {(UC se ntul'irron ~
lo pureza de la moral; pcc·o queriendo suhordin:t r-
lo todo á sus opiniones s istcmáti c~s , ó :'1 inlcrcsC'S
lllunanos, concluyeron pOI' inll·oclucir el clcsCII'clt• n.
1\enovac·on hes cuestion es im¡H•¡·tinc·ntrs. aAit<Hlas
en los siglos de ignorancia en la oci(lsid;u\ y tt•tlio
de los claustros, é introduj eron el mismo c·~tlíritu
en la teología mural. \' ií!ronse autcrcs ¡tra\'CS apu-
rar su ingenio ¡¡nra cocwcrtir las acduncs , bajo

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lx'
todos aspertos, haci ~ndolas vi ciosas en lo material;
é inocent rs i1ajo cierto· punto rle vista met;orísico,
:y para poner al hombr e en la inccrtidumhre , y
bnt:crse así, por rtledio de la confcsion, los árbitros
de las conciencias. ¿Quién sabe el núm ero Je cues-
tiones cstravagantcs que .se propusieron 7 ¿Quién
sabe el número de casos qu e se decidieron co n-
tra el scn ti clo com un?
1-<>s jesui tas no estaban menos dedic;Hlos á la
tcologht mor;.t <¡uc ·á la controver·sia. ll ;~bián in-
ventado Y' perfeccionado los famosos sistemas del
1"'0ÚOÚi/ismo, de las !'PSI1'ictioncs !IIC!ita/r.<,' y de la 'd i-
I'CCCÍun de inlr11ci111l, etc.' El es píritu de sus aulor·rs,
era unn clialécti ca su til, y algunas veces unn fu erza
de sagncid;od seductora y sorp rende nte. llpcíanse
singulnr~s en la r csolucion de los casos de concicn·
ci:~. Sinn de cgemplo el tratado de m111rimrmio dr·l
jesuita espai10l Sanchez, que examinó sob re cst:~
materia delicada todas las cuestiones qu<' la natu-
raleza, cscitndn por el clima, pudin orrcccríoln ima-
ginaeion enante tic un solit>•rio. Otros mil pucli(J-
rnmos citar. Rn stc en Crn conocer <¡uc los rnoral is-
tns de la compniií:o , se disting\tic ron catre todos
po t' ~us decisiones cscaodalo$;cs.
Estas decisiones, ru cs , dicrnn á Pnsca l moti1·o'
pnrn usn r l,t l11trln y el s:trcnsmo, 11<\ ni~ n cra ·qu e
su obt·a, no snlo interesó 'á los lc(llogos, si c¡uc:
tnrnhi crl al puchlo , sc~u n querían los amigos· dd
Dr. 1\rn:culcl. Logró ~·ascal c·on cfeeln su propó-
sito. ¿Qué mél'ito no lUI' O su ohr~? No hnhia teni-
do rnoclc lo entre los anli!!nos, ni l'nt r c los rnodt'r-
nos. Se lijét con ella In lcrigua francesa. F ué írnica
en su clnsc. Las mcjnrcs comcclins ele l\lnlicrc no
licncn m:ts gracia cpc las rartas pro\'inrialcs. clc-
cin Voltnirc, ni Busucl tiene cosa mas suhlimo
que las {rflirnas. llrilln en las ca rlas cln llfnntalto,
di ce otro :on tor, una vcnlaclcr n elor ucn cin, tan he-
fi n como ~i mit l c y nnlur:tl. El mayor mé l'ito rfc
l:•s pr·ovi ncirc lc·~ , aliaclc otro, es á mi pnr cr.c r el
ar·tc :oolrnir:oblc co n qu e; Ion m:cn c,jnclo Pnsc;.t l¡cs
transiciones incobcrenlcs del asunto. Lu vct•tlc~d

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·x
respir~ en totl¡lS sus p5girlaS, á pnsd1· de opanl!> so
quiera decir en coutr·ario, como lo ¡¡credita el C):a-
mcn escrupuloso que bicicrO)I los rur~s d,dhH:n y
de P¡¡ris. El mérito de es tn ohra es tan.gt•neral, c¡ue
hasta sus mismos ndv ers:trios m> lwn podido- me~
nos do reconocedll en t:l frrncsí da sus injurias.
¡,Quién sabe lo 11ue dijc•·an? /'asea/ , tmtstro !,cnio
Ita couutido wr gran rrimcu, dccia en estos últimos
tiempos el jesuita Havign;¡n, r( 1/c tstablrcet· Wtu
alian .::a, /(1( ve.:: indtsfructlúlc, entre fu mmtira y ·tl
lengunge del pueúlo (ranro; con ttna fiU/oridad per-
durable , gra11geoda Cl•l~ la magia dtl lengangt, Ita - ,
bti$ fijado el dicrirmorio tle la calumnia . ¿Quién, al
tr:H•és de estas falsas imputaciones, no ,·e al jesuita
doblar b cerviz, nl mél':to de las pro' inciales?. X o
puede hacerse mayor elogio ele P:~sca l. En liri, las
carlas de Luis l\luotallo, conocid11s por una espre-
~ion impropia, nunr1uc cu n st~g,·:tdt~ por el uso, cori
el nomhre de Cartas Provinci¡dcs, mer ecieron In
aprohacion goncr<tl , y suhsistir:'ur siempre, ~n gr<~ n
concepto, p;11·a los homhrcs ilustrados, CO!nO mo-
delo ele las ohra s de sn ~:!ase. ·
. N~ da podía co nl csli•rsc con tra es ta oh r¡r; los
.lcsuitas si n c:nba1·go , co n un valur in e~per<tdo , de-
fendieron sus cnsu islas. Stl ha di cho que cl<'hirron
nh¡mdonarlcs, puesto qu e lns opiniones rcl .. jadas;
cslahan la m bien en OIros teólogos que no eran de
IR com~~nia. Lo mis111o han sostenido hoy los de-
fensores clel .Jesuit ismo. Pero aco~tumbr:~.da 'la
socichrl á con<lnc:ir·sc por los 'pl'in~ipios de una
nrrogancia inll~xihl e, y de unn política CtlllSccuel·,,r,
110 pudo resolverse ;í condcrwr aut~rcs c¡ue ell a
Jni~nHI lwhia outori1.~do, y c¡uc hahian tr.tbaj;ldo
por sn 1\·ngran•lccimillnto; IHII'IIue cu este inst ituto~
se dirigían lodos lns mi<'mhros por un mismo im-
llnlso en SllS t3lcntos .V ocup~ c·i o ncs . hi•cia el ÚnÍt'O.
ohjcto de ~u nnsnr gloria. No ¡¡uí si~: ron los Jt·-
suitas corromper l:1s costumhrc<; pcr.¡ (IUCI'Ían go-
hc¡·nar las concicnci¡¡s ele los rcsl's )' nn¡;n ~ t es ; y
ic este fin hah;an inventado una moral t lloló¡; ic~ •.
1u:lad cristiana, milad munc.l,1na, mc•da maüo·sa de

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r igorismo y condrsce nd encia con l ~s clt•hilitlad c~
lJUmnnas, que sin des truir el pcc~do, f;~ cilitabn los
med ios de evi tarl e. 6 al menos de merece r perdon.
Este sistema combinndo, ri gió por mucho ticQ1po
In Europn, y sostend rí a tal \'CZ aun á los Jcsuit:¡s,.
si siempre se hubi erno coodocido con la pnHiencia.
de sus fundador es. Por su drsgrncia, cunníl o s;•lie:...
r on á luz las JH'Ovinciales, carecían de buClnos es-
critor es , y nsL sus respuestas fueron tan mi;crabl cs
co rno r CJH'ensihlcs , y no pudieron tener por lo
mismo f'al iz é~i l o. Po.r el conh·ario , lrlanse co•1
avidez lns car'tas pro vinciales, y losj¡utsr. nistns pa;·a
di vulgad as lodn l'in mas, se ocupahau en traducidas
<:n dive rsos idiornas. Bccsta suer te. muy luego se ele·
vó un clamor universal contr a los Jesuitas, v fucro11
mirados corno los corruptores de la moral. :Í::n vano
pu!Jlicaron, entr·e otras obras, la Apologin de los
nu evos casuistas. Este mismo li bro cscand:•lizó á.
todo el mundo. Los párrocos de l':tris )'de otras mu-
chas ciudades, le atacaron con sólidos y elocuente.~
escritos, que hicier·on tal sensacionconu·a los jesui-
tas, que no solam!lnte los desacreditó, sino q uc hast a
muy •·cs petab!t's o!JispQS hubieron de prohihil'ie.
Tanta humillacion debió reduci r it los jesui tas,
á dcvo•·;u· er¡ el 'silencio sus penas ; pe•·o ciegos de
pasion , y co nfl ariclo en sa crédito con la curi~, ~e
volvi eron tan r uin es pt! rscg uidorcs . qu e no solo
los jansc nist,, s, sino muchos particulares y cor -
pnrac ionrs, hubieron ele ser el hhtnco de sus tiros .
¿Qu ú no hicieron en el espacio de un si ~ lo? .Por to-
das pnrt!ls abusaro n de su poder. Pero este poder
precu rio no po•lia ser perpetuo ; asi <1ue :tcosndos
los sobe ranos de E:uropa, y ano el papa mismo por
la intolcr:lllcia y las intrigas de los jesuitas, hubie-
r on de proscribir un instituto, que no se podía es-
perar conducirle ú la modestia y simplicidad del
estado r eligioso. Entonces sintieron el golpe que
les prtlpa•·nran las ca rta ~ provinciales; escri bieron
otr,,s obras mc!jorcs en su defensa y :tp:u·cntaron
co nformnrsc con los .lec•·ctos ele la p•·ovidcncia.
No dcrr(lmcmos nuestros sentimientos 1 twcstros yc-

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XII
midos, y nuestras ltigrirlllu, sino dtlallle tlrl Séiínr;
tlO se tsplique mustro j•tslo dolor clrbll!le de lns !tam-
bres, sino por un silt11cio c[, pn~. de modestia y de
obediencia, clccia ('1 P. Neu,·ille á uno 1lc sus her- 1
manos·, al tiempo 1lc la dcstruccion tic la comp.1iiio'.
¿<;1ué aparente humil,hd no ;•·~r.irnn I n~ ~on lcsl:•:¡:
Clones del ex -gene•· al ele los JCSUIIas . nICC I, en I ~S'
27 . preguntas 'de su inll·•·rn¡r<•l <'rio? ¿Qué no hi ciu-:·
ron por su justilirncion? ¿Qué no hJn hPrho en la'
:octunlidad para rC'hnhililm-sc? Pcr·o j"IJI{os ~us he-
chos, ni su~ csrritos. hnn podidn sinccr:orles ante
la opinion, hablen el lengn:oge de los pueblos lilorPS
6 el de los hombres del 1ndostan, co¡rnm como Si-
mon flfago, tí (¡uim Oios 1J•tebr6/os /we.•os, é ltir·ió d-e
un u llcrida mOI'lol, á nugo del m; ·aprhtnlcs.
Con efecto, sus nr·gumcn tós ion convrnc<'n . Apa'-
lan ú la autoriclnd; apelan io l¡o letra de las 'éonslitu-·
ciones; quieren justifh·:rr sus doct rinas, y nos t~le­
gan sus méritos. ¡, Pero IJIIé inslilncion hay IJUC noJ
sea buena en teoría? ;.Cuiol <¡u e no haya hrcho algu n
ser vicio á los hombrrs? ¿Cuál que no trn~11 dcl'en-
sores? ¿Si nos citnn la hnla •le Clemente Xlll , por
<1ué no mencio nan las qu e se dieron <'n ron1t·n ri o?
Si tantos autores hallaron en su r,,,·or ¡,por c¡ué no
ai!Jgan !o que otros mnl'hos dijeron rn cont_r·a snyn'l
ltcport en en buen hora su~ "utori.di!dcs; pero ¡o lc·-
gucn ta'ml•i cn t:•nto como clij non en ~" perjuicio,
el papa Clemente V I I I , los cao'tleo¡olcs D' Ossat,
D<lroni y de Bano ch, l·•s arzobispos !'ili(·ro, Drom-
wel, Guerrero, los ohispos Cano . Bellni, l'ontac,
Ch¡litci~ncr, Roclwfoncaulrl, Le Prctr, Stnith ~· l' a!
lafox: los reli ~iosos Lnnuza, SotclcJ, llay. Cnllnrlo,
1\fnralcs, Garc in, ~l :o:¡ni y el presbítero Montano:
Jos reyes C:otalina de Austrin, rlc Portugal y Enri -'
c1ue IV rl e Franci11 y N.w~ nr.: el cmhajnclo•· frcsnc:
)'os procuraclor·cs :;ene no les Mesnil , Jl~ l lcoi ) )\'la-·
rion: los particnl:lrr.s ll crhet, Thou. Cana)'<', ~cr­
bin, Lemas y Qu c~ t conhc ri);, y por (t!timo el clero
de Paris, de 1\ oma, rle lngbterra, las uni•rr~iol¡odes
do Francia, de Espaoia, rle Cr:oco,·ia, dtl LoiJaina y
otros muchos capítulos, corporaciones y hombres

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XI II
in~i¡rnrs tlc lodos estallos y catcgorlas. Y si ,todavía
n :lll'Ocbario nlanl;o ~ tan insigne autorid ad ¿por c¡ué
u o relicrcu , cuanltl cootr.o ellos tnismos , ~ijcron
sus ,goncrnlcs S.. Fra.nc.isco clll ~orj~, Aqu:¡l'.il· ~ y
Yitalcsc hi, y sus colrades los JCS Utlas .l::unqu ez,
Mcudoza, Fuligatl i, Rubio y otr<l> ele esta clase?
1\o si rve IJliC uos citen sus apolo¡;ías y S? cns:uic n
coo, l ug;~rcs .7omllncs •.~onlra uorchos y J.ol lctos de
circuns tancia, donde tal vez se les puede haber
zahcritlu iuju~t;uucnh:; es preciso ctuc no rehusen
la vc~tladcr;l cucsliou y coulcsta n, ~ l;~s our:ts pro-
futulas que les c_oncle•1¡¡n .'' auouad;111 ¿Qué importa
su ias:ituto , sus ahnc;;aciouc·s ~ >liS uo,icios? Fuu-
dárah: o uo lgn ado, cualru: lu soldado , 6 coupo u-
¡¡:~clo pcnilcqlc eulrc la ccniz;o y 1:\1cilicio,' en el triste
a.i lo de Man rcsa; a¡wobáranlc r!liuto papas I'Jliblcs
ó nin,.uno ; haga la dtdta ó el infortun io de
los qu~ le ubraznn, ¿qué irnpc>rta todo esto ~l caso?
l o I'Onhod .c:s, que nutH.:a dtcron contcs tacion sufi.:..
cicnlc iÍ ninguna obra prol'untla, como las car tas
JII'O\ iucialcs, J c1nc, linncs en su propósi to, se
¡,gitan hoy sus rc~los, por· elevarse otra ve1. á la
ultura por lus mismos m!ltlios que siempr e, si bi1:n
~tl;optados alas luces y circunst ancias del siglo, corno
lo prucb;m sus últimos escritos , y especia lmente
los del P . R;l\•ignan y cllrccho de los 1500 escudos
del legado del ultimo pap:1 difunto , cou lo dem;ís
!JIIC en estos tÍ CUIJlOS h:~ prescnd ado la Europa .
Es iudutl.. blc, ltJs jesu itas no han podido res-
ponder nun ca viclOt'Í<Jsanlcnlc il las justas incnl-
pncioncs t¡uc se les han hecho. Concedemos que se
les ha caluuoniatlo algun;os vcc:es, merced á las pa-
siones de los homur<'s. Se lw prcscnt aclo al vu l<> o
uti j t•suilismo con carne y huc3o, cicrlam cnlc d"c-
tcst;oule; pero muy poco parcddo al original . Dir6
Qn esta oc<~sion lo <J ue Lloren le en sus anales
do la inquisicion , al hablar de b novela Contcli a
Jl ororqui¡o, invcntaun por un fr~ile. Pero es preciso
h:ocer justicia ; ellos lambicn abog~ro n por su causa
con licmusiatlo furo•·, imlllll:rron á sus advcl'sarios
todo gén ero de c¡1iletos y nt• ga rou basta los he-

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XIV
chos mas ostl'n~ibl~s. ¿Cómo negar que los j es uitas
de Fri burg, •tuericn•lo persuadir ;i .-icrlns can to-
nes, que ro mpil'sen In liga con los prolt·stnntcs, y
hall ando inllcxihlcs it los homhres , se diri gieron ;í
las mu gcrcs, cu;•l' o trn serpiente, y las aco nsej:~­
ron r¡u c no ¡wg:tl'tl ll el débito ronyu~~l á sus ma-
ridos, si c> tos un p•·omctinn <int cs la sc parncion
ele la li ga? ¿Córno lls~gu rar que ellos no dcfcndic -
•·on el regicidio, y ttu n le hicieron come t~ •· Ít algun
tl csdichndu? ¿C•'•mO llllC no cap tMon algu n a~ heren-
cias cual el palacio de recreo sobre el ri o Brl'nlo?
¿C61.n o en liwotros mil ht"cbos que llUdi•· rnn <·i -
l<trsc? E'•to no es proceder impnrciahncnlr. ¿Y lo
scr·á acaso, sostene r el dia de hoy, sin olro run ~a­
mcnto que la tcorla de sus constituciones, c¡u c en
In pritclicil, no tttl'i cron doctrhia e;p~!' i u l, rlcs plu~·s
<1uc se·conocit·•·on las tl'clarioncs? \ {•nnsc sus n •s -
pues tas, y se lwll nrá suma h;tbilitl ~ d p:n·n dcslum-
hrar á los l<·cto•·cs co n una lw ruildad aparcnle,
tlando por sentados mu chos pr incipios 1edt11 in >in
.fijeza; pero muy poca 6 ninguna sati~f¡¡t;cion á
los ojos de la sana lilosofín . ¡,Qu(l llic•: n á la~ c~ r­
tas provinciales? Ti t•mpo tu\'ierun en cl'rCa de dos
siglos ·para mcdilarlo. Habla n mu c)to de su insti-
tut o, clt: sus eje rcicios, tic sus g~nc r;tl cs y de sus
obras lisonj eras, como si todo esto, ttO fu crn r espe-
tndn e n su vcnlad cro punto de vi:;ta: ¡1cro en <•1 fon-
do de la cucstion, ni aun des pues de 01uerto l'ascal,
;liiade n oh· a cosa qu e ll amar le columniodor de !]tniu.
Las famosas car·tas provinciales d rmues lran la
verdadera moral y polilicn de los j esuitas. l.as pri-
meras dan noticia de las dispulas sorb onic;ts: desde
la quint¡¡ á In diez se 1rala de la mond; y e n las
r eslatl les de la polÍi icll , respondit• rHio á In vez 'á
los escritos qu e puhlicarun en con trari o. Yn diji-
mos que los j csuiiD s se 011usicron con ciego furol'
á las cartas 'de Luis Mon tallo, aunqu e pot· su dcs-;-
g r:tcia lcni ~ n mal os escrito res. l)ublic;o ron primero
un escrit o <¡ uc ll n111nro u, Bes¡nusta¡Jrimtrcr, mns no
hubo segunda. Sacaron dcs¡:ucs la primtl'lr, y ug~t~u{(l
curt•J á Ftlurqut, lllóiS no l.:ubo tt•r ceró\. E»~¡orcnuic-

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•:X.V
ron lueg o otra ob•·:t may or , .¡uo titul aron
de.<, y prom etier on cuat ro parl es; mas
Fa/seda-
desp u cs de
lwb~r puh.licodo la prim en• y a lgo
quc. daro n cst~n~ad:as las dem ás. Utim sc~unda,
do la
n mcn le el
}'·.. Ann at, dió á luz un libro con el
nom bre de La
lttu~o {e de los Jansenistas. y no fué
mas que una
rcp~t icion de' lo que los otro s hn!Ji
an dich o. lilas
Posc a\ cont esta á lodo esto victo riosa
men te en sus
cantas. Otr~s obrn s publ icaro n dcsp
ucs, y otra s
cont estac ione s las su~cdicr on; p~ro en
toJo diero n
jann \s so lucio n sulic icnlc t~l cont enid
o de las pro-
Yind alcs ; pon¡ uc a•1ui no hny m;1s que
lwce r dos
preg unta s, cqmo se lw dich o por al¡;u
nos, la una
si sus ca.wistas cnscliaron' wlcs o¡Jini~tlr
si estas opiniones son perniciosos; y comso, y In o'lra
tan lo uóa. ·
com o ,otra , no son sino dos l'enl ades
iunegabl,cs do
hech o, que se dcm uesl nut palp able
men te en lns
cuta s, es impos,ible dest ruirl as, por, mas
mos que se in vent en. Lns junt as del Cler para logis -
o de Jlue n,
dqn~e ~e ex¡n u:na ro n \:os citac ione
s de. las pr01•inci a-
les, las' halla ron conf orm es á los tcsto
s de los ca-
S\lis¡as , y retar on á qua las cote jase
n ot ros mu -
chus , com o en efec to lo hicie ron , qued
ando ad-
mira dos de In exac titud y verd ad,
mod erac ion del insig ne l ilas Pnscnl.
y aun de la
Asi pues ,
el..(r ulo que sacó toda )¡, iglas ia de
estas car las
fué gran de y univ ersa l, y por lo .mis
mo, se hi-
ciero n vari:<s cdic ioné s c.n dife ren
tes idiom as.
Mer ced al desp otism o inqu isist orial , ~oto
en Espa im
es en· dond e las pr·ovincialcs son men
os cqno cida s. ·
Los ingleses las poseen t•·aducidas muy
el~~ante.
men te por un inglé s ca tólic o. Gillc rmo
bou rg, bs trad ujo y com entó en latín de Salt z-
, co n tanto
méri Lo, c¡uc un prln c ipe de los mas
piadosos del
siglo diez y siete , crcia hace r un scn•
icio á la rcli -
gion y á ltt litcr alur a, en reco men dar :\
los ecles iésti -
cos esta lrad ucci on. Brun eti l~s trad ujo
en italia no,
esmct·ándose por mere cer e l Ltonot· de
uno de sus
ante¡>asados, que se hizo céle bre , ¡wr
bnbc r trab a-
jado en la bcnn osu ra de la leng ua iwlia
ua. Segu n la
poli¡;lola de Win fclt, sa tr:,tluje,·on e n
csp<uiol, por

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')( ,.,
~raci n n Cordero de Burgos. l as ltl'mos 'islo adc-
runs •unnusc rÍtils en ni¡; unas y hiiJiíotccas, y po-
seemos u u traslad o fiel , aun1¡uc algo dimiuuto, he·
cho en r; ¡¡~ . 1" lllcjor edicion, y tl ir;ua ele m~s
crédito sin duda, es 1 <~ del llnp en 1779. c¡uc «i"'..!
r ece ni frcutc de ob ras del autor . A ~i pues, cuando
todas l <~s n~o ~ ion(!S lus (lOSI.lcn , era justo qu e las tu-
' icnlla ucstra pati'Ía, y mayorrncote en una l-poca e u
11ue ol1itb ndo lo aca~ cido en ti en.po de Cal'los lll,
laay to•laYÍ ll c¡uicn deucudc á los jesuit us co n arduo
em pcíio, y nos qui ere voh·cr ú días de amarga rc-
cordacion.
· Por uu l.lStra pa•·tc, ni nos mueve el deseo de la
puhlicidad de nuest ro nomb re, ui otra prcoc upa-
cion cualquiera , ui aun la de la dcspreocupacion,
que es la peo r que conocemos. Nó hcn:os dicho na-
da qu e otr,¡s no dijeran. Hemos re' i;ado y aña-
dido, hemos hecho un tralwjo, si se qui ere ma-
terial y de puro cotejo. :auuque no menos éos-
toso en. los momentos de odo qu e uos permi -
tiera el ejercicio de nuestr a noble profesión, sin to-
marnos mucba licencia en el lenguaje, á trueque de
no .altcrnr el sentid o genuino de la céleb re obra
que public amos. Sabemo~ el siglo superficial en que
'Vivim os, y los deseos qu e respira la juven tud apli-
cada de nues tra pat ria. Nos dil'i gimos á los hombres
ilustr ados de la misma. Si merecemos su indul gen-
cia, é hicimos álgo en favo r de la inslru cccion pú-
blica, bemos conseguido el anbclo de nuestras puraJS
iulencioues.

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1 '

Qlarln primrra.

/Je las disputas de la Sorbo•ta y de la invencÍOit <lel


término poder cercano introducido por los moli-
ftistas para preparar la ccnst~t·a arnaldina.

SEÑOil MIO:

Hemos vivido h~sta ahora muy engaiíados.


De ayer acá sali ·del error en que estaba. Siem-
pre pensll que la causa · de las actuales dispu-
tas de -la Sorbona , era de mucho peso, y de gran
consecu encia para la religion . Y á la verdad,
viendo tantas juntas de una facultad de Teolo-
gía lan célebre como la de P aris; y viendo que
sucedía n cosas tan extraord inarias , no se podía
menos de creer que hubi era alguna ra1.on muy·
g•·andc, y muy peregrin a que movia á todo este
currpo. Sin embarg o se admirar á V. cuando se-
pa por mi relacion , donde va á parar tanto al-
boroto. Esto diré á V. en pocas palabras, pues
tengo muy bien averigu ado todo el caso.
Examln anse dos cuestiones una de hecho y otra
1

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-2-
de clerecho. La de hecho consiste en s~ber si el
Dr. Arnauld ha sido temerario en decir en su
carta 2.• q1•e ha leido con cuidado y con exactitud
todo el liln·o de Jansenio , y que 110 ha hallado las
pr6posiciones condenadas por el Pontifice, de feliz
memoria, lnocencio X, Jlero sin embargo, que las te-
nia por tan bien condenadas si estaban en Jansenio,
como C1l cualquiera ot1·a parte que estuviesen.
E[ caso es ahora , si pudo dudar sirl temeri-
dad , que aquellas proposiciones estuviesen en
Jansenio, clespues que Jos seilores obispos lo tienen
declarado asi. Prop6oese la dificultad en la Sor-
bona. Setenta y un doctores emprenden su de-
fensa, diciendo que para satisfacer á }os que se
lo preguntaban por diferentes escritos ; no pudo
responder otra cosa, sino que no babia visto esas
proposiciones en Jansenio , pero no obstante que
si se hallaban en él, las tenia por bien reprobadas.
Y algunos dijeron mas , porque decl~raron que
habiéndolas ellos mismos buscado con todo cuida-
y
do, no las pudieron hallar, que antes encontra-
ron otras totalmente contrarias ; y por consi-
guiente pidieron con mucha instancia, <¡u e si ba-
bia algun Dr. que las hubiese visto, las señalase;
pues era cosa tan facil que no se·podia rehusar, y el
mejor camino pat·a cnn vencer á todos y aun al
mismo Dr. Arnauld. P ero no fueron oidos. Y es-
to es lo que pasó por parle ele estos.
Por la contraria se hallaron ochenta doctores
seglares, y cuarenta 1:eligiosos mendicantes , los
cuales condenaron la proposicion del Dr. Arnatild,
sin querer -examinar si ei-a verdadera 6 no, y ade-
.mas declararon que no se trataba aqui de la ver-
<lad .• sino de la temeridad de la proposicion. Hu-

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-3-
bo otros quince, los cuales fu eron de parecer, que
ui nun se dehia tratar del asunto , y á estos los
llaman indiferentes.
De tal suerte se resolvió la cuestion de hecho,
pero muy poco me importa, porque no está in-
t~resada mi conciencia en que el Dr. Arnauld, sea
6 no temc•·a•·io. En verdad que si me movie•·a la
curiosidad de saber si aquellas proposiciones están
en Jansenio, no es tan raro su libro, ni tan grueso
el vo lumen que no le pueda leer todo, por sali1·
de dudtt sin consultar la Sorbona.
P ero si no me r ecelara de ser tambicn tenido
por temerario , entiendo me dcjarit lle,•ar con la
mayor parte del pueblo, que babiendo hasta aho-
ra crcido sobre la fé pública, que aquellas propo-
siciones están en el libro de Jansenio, empiezan
á desconfiar y aun. á creer lo cont•·ario , porque
nadie las quienr mostrar; ni encuentro quien diga
las ha visto. Con que temo que la censura cause
mas daño r1ue provecho, 6 imprima en la mente
<le los r¡ue sahcn esta historia, un concepto muy
conlt•at·io de lo que se c¡uiere probar; porque en
verdad que los bombres dan en set· incrédulos el
dia de hoy, y no quieren creer sin o es lo e¡u e ven.
P ero como ya be dicho este punto es de muy poca
importancia, pues en él no se trata de la fé.
La cucstion de derecho en malcría de fé, es de
mayor pe~o y consideracíon: y así be procurado
con afan sacar alguna claridad. Pero quedará V.
muy satisfecho , cuando conozca que esta cucstion
no es mas importante c¡uc la primc•·a.
Ll6gase 6. examinar lo que A rnauld dijo en la
misma ca•·ta: que la gracia sin la cual110 se puede
nacla, {alt6 a S. Pcclro al tietn1)0 que cay6 Cll la

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-4.-
negacion. Hablamos pensado que este era un punto
en donde se examinarian los mayores misterios
de la grncia, y donde hablamos de ver, si la gra-
cia se daba á lodos los bomb•·cs, ó si era eficaz:
pero nos salió muy al contrario. Aseguro á V.
que me be vuelto gran teólogo en breve tiempo, y
ahora lo verá. -
Para informarme de la verdad , ' 'isilé {\ N.
Dr. de Navarra, quP. vive junto á mi casa, quien
como V. s;•be, es de los que se muestran mas ce l ~­
sos contra los J ansenistas; y como mi curiosidad me
avivaba casi tanto como á él su celo; al instante le
pregunté, si se atreria á decidir formalmente, que
Ja gracia es dada á todos los hombres, para que
110 hubiese mas duda. A penas lo insinué cuando
me rechazó con aspereza . diciéndome que no era
ese el punto; y que algunos babia de su parte que
sostenian <JUO la gracia no se daba it todos; y que
los examinadores mismos babian declarado en ple-
no auditorio en la Sorbona , que esa opinion era
problemática y c¡ue él era del mismo sentir, y me ale-
gó para la confirmacion aquel lugar, que dice ser
eélebre de S. Agustip: sabemos q1'e la gracia tto es
dada á todos los hombres.
Pedile me escosase , si no 1<• babia entendi-
do bien, ;y le 'supliqull me dijese, sino conde-
naría esta otra opinion Jo los Jansenjstas , que ha-
ce tanto ruido en el mundo: que la gracia es e(i·
caz por ella misma, y que determina inve!lciblemen-
te !mest!·a voluntad para ltacer el bien. Paro no me
fue mejor con esta segunda pregunta. Tu no lo
entiendes, me r eplicó ; no es una beregia, es una
opinion ortodoxa, lodos los tomistas la defienden y
yo mismo la sosluye en las conclusiones sorbónicas.

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-5-
No me atreví á prose guir en mis dudns y no
alcanzaba en que podía estar la dificultad; y desco -
so de sacar algun a luz, le rogu6 me manif es-
tase en qué consistía pues, la heregia del Dr . Ar-
nauld. Consi ste, dijo, en que no admite que los
justos tienen poder de cumpl ir co n los mand a-
mientos de Dios, de la manera que nosotros lo en-
tendemos.
Toma da de memoria esta instru ccion , le dejé,
y muy ufano y conte nto con pensa r <¡ue sabia en
qué estaba la dificultad, fuime á casa de N. Hallele
convaleciente, pero con bastantes fuerza s para ve·
nir conm igo á la de -su éuiiad o, el cual es janse-
nista si le ha habido jamás , y por lo tanto ·h ombre
de bien. Pnra ser mejor t·ecihido , fingí que era
muy de los suyos y dije: ¿seria posible que l(Sor -
bona quisiese introd ucir en la iglesia un error
como este; que todos los justos siempre tienen poder
de C!lmplir con los ma11damicntos? Como que, res-
pondió mi Dr.;. ¿llamas tú error un sentir tan ca-
tólico , que solamente tos lutera nos y cnlvinislas
impugnnn? ¿Pues qu6, repliq ué, no dccis vosot ros
que es un error? De ningu na mane ra, contes tó,
no tenemos nosot ros esa opinio n, antes ht nnate-
matizamos como hercc tica é impía. Atónito quedé
de tal respu esta, y bien conocí que me: ha'bia m os -
trado mas jansen ista, como con el otro mas mol i-
nista de lo que debie ra .
P ero para asegu rarme mas de su respuesta,
redi que me manifestñra confiadamente si creía,
que los justos siempre tenim1 t·erdadet·o podet· de ob-
servar los preceptos. A esto se encendió mi hom-
bro, pero de un celo devoto; y dijo quc:p or ,nin-
guna cosa encub riría jamás su sentir ; que era su

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-G -
fé , que él y todos los suyos , le defend erían hasta
la mum·te , y que e•·a doctrin a de Santo Tomás , y
de S. Agust ín su ma estro.
Ilablóme tan devor as, que no me quedó du-
da. Y con esta segul'idacl volvi á mi primer doc-
tor y le dij e muy satisfec ho , te nia por cierto
que muy pres to entrarí a la paz e n la Sorhon a;
porque los janseni stas estaban clo acuerd o acer-
ca del poder c¡ue tienen los justos para cu mplir
los precep tos , y que yo salia por fiador, y les ha-
ría firmar esta doctrin a con s u p•·op ia sangre. Pa-
sito, me dij o; es menest er ser muy teólogo para
alcanza r la profun didad de esta teol ogía. La dife-
rencia que hay entre nosotro s es tan súti 1 , que
apenas podemos divisa rla noso tros mismos; y ten-
drás clificulln<l en conoce rla. Conté nl¡¡te con saber,
que los Janseni stas, bien te diran que todos los
justos siempr e ti ene n e l poder de cum plir con los
mandam ientos: uo csti1 en esto nuosh·a disputa . P e-
ro' no dirán que es to pode•· es cercan o é inmedi a-
to: y en esto está el punto.
Gran noveda d me hizo este vocab lo . Hasta
aqui entend ía algo; pero este té rmino ofuscó mi
entend imiento , y creo no so inventó si no para po-
nerlo lodo en dise nsiones . Pedíle pues la esplica -
cion de este términ o, pero hlzome le un misteri o,
y me remit ió sin mas satisfnccion á los Ja nsenis-
tas pat·n pregun tarles , si :•dmítino aquel poder
cercano.
Cargué la memor ia con este términ o, por cuan-
to mi intelige ncia no le alca nzaba; y por no olvi-
darle, volví luego ;, mi Jansen ista; y des pucs do
saludar le, le supliqu é me cligese s i adm ití a el podn·
cercano. Di óle gran risa; y me r espondió muy fria-

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-7 -
menle: dime tú mismo en qué sentido le tomas, y
luego le diré lo que creo. Como mi conocimiento
no llegaba á tanto, no me hall& en disposicion de
responderle. Sin emiJargo, por<1ue no se me vol-
vie ro vana é inutilla \'ÍSi ta, ¡, Dios y¡, ventum di-
je, que le entendía en el sentido d'e los molinistas.
Y mi hombre sin hacer dcmostracion alguna me
preguntó, ¿cuáles son esos molinistas que sigues?
Digele que á todos juntos, pues no hacen mas de
un cnerpo y no se mueven sino es por un csplritu
mismo.
Ciertamente, me dijo, que sabes muy poco. Es
menester entender que los molinistas andan muy
e ncontrados en el sentir: ptlro como esta u unidos y
conformes en el designio que tienen de perder al
Dr. Al'Uauld, ban tomado por espediente de con-
l'eni r en ese término de cercano, con tal quu unos,
y otros le habían de pronunciar, pero que cada
uno du por sí quedase libre de entenderle como qui-
siere. Ajustn•·onsc pues entre ellos que babi3n de
l1ablar una misma lengua, y con Jos mismos térmi-
nos, para con esta confonnidud apa•·ente, poder
formar un cuerpo considerab le, y bacer mayo-
rla á fin de poder oprimir co n mas seguridad al
Dr. Arnanld. Esta r espuesta me dej6 asombrado.
Pero como no le quise creer sobre su palabra e n
cosa que ni me va ni me viene, no admiti estas
impr esiones sobre los malos designios de los moli-
nistas: solamente quise snbe•· los diferentes senti-
dos que dan á este VOC<lhlo mi ster ioso de ccrcallo.
Dijo quemelos enseiial'ia de buena gana, pero vcrils,
pro!iigui6, una repugnanc ia y una contradi ccilln tan
grosera que a¡leoas la creerás: te seré sospechoso
y podrás saüsfaccrle mejor, sabiendo lo de ellos

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-s-
mismos; para lo cual no tienes mas que ver por
separado á M:. Moine y al P. Nicolai. No conozco
A ninguno, respondl. Pues mira si ti4!ncs noticia de
los que ahora te nombraré porque estos siguen el
sentido do ::\1. Moine. Con efecto conoci algunos y
luego añadió: mira si conoces algunos Dominica-
nos de aquellos que llaman nuevos 'fomist~s, por-
que estos son todos como el P. Nicolai. 'famb ien
COllOCi varios de los que nombró; y con t·r.solucion
de valerme de este consejo, y descoso de salir de
la difi cultad despedhme de mi doclot· y t~cudi luego
á unos de los discípulos de M. 1\Ioi ne.
Así que llegué, le pedí me m ani restase qué
cosa tra /eller poder cercano para hacer algo. E so
es facil, respondió, es tener todo lo necesario para
hacerlo, con tal que no falte nada. De esa suerte,
aiiadl, tener poder cercano para pasar un río, es te-
ner un barco, marineros, r emos y lo demás sin que
falte nada? Así es , me contestó. Y tener pod.er cer-
cano para ver, es tener buena vista, y estar en claro
dia; porque si alguno tuviera buena vista, y estuviera
en tini ehlas, no tendría poder cercano para ve t·, segun
vuestt·a opinion , porc¡uc le faltaría la luz:sin la cual
no so puede ver. Discurres doctamente, repirió y
por consiguiente, cuando vosotros decís que todos
los justos tienen siempt·e poder cercano para obser-
var los mandamientos, es lo mismo que decir que
tienen toda la gracia necesaria para cumplir con
ellos, )' que no les falta nado de parle de Dios. De-
tente, me iulcrrumpió, siempre 1ienen lo necesario
para cumplir co n ellos, 6 por lo menos pnrn pe-
dirlo ú Dios. Bien lo e ntiendo, contest6, es!o es
qu•llienen lodo lo necesario para pedit• á Dios que
les asista, sin que sea necesa rio nueva gracia de

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-9-
Dios para orar. Muy bien, dijo é l. ¿Luego no es
n ece~ario que tengan una gracia eficaz para orar ?
R espondiome que no, segun la doct rina du ::'IJ.
l\Ioine.
Por no perder tiempo, fui me á los Dom ini canos,
y llam6 á los que sabia eran nu evos Tomis tas.
llogueles me esplicasen qué cosa e ra tener po-
cle1· cercano. ¿No es aquel, preg unté, qu e ti ene to-
do cuanto ha menester para obrar? Dij cr·or1rn0 que
no. Pues como, padres mios, si le faltare algo á
ese poder podría llamarse cercano? P ongo el ejem-
plo. P od riase deci r, que de noche y sin luz un hom-
bro tiene poder cercano para ver? Si, r espondie-
ron ellos, s•:gu n nuestra o pinion , corno uo esté
ciego. Sea muy e n hora buena, r epliqué, pero M .
.i\foinclo entiende de otra manera. E s verdad, di-
jeron, pero nosotros asi lo e ntendemos. E stoy bien
en eso, ariadi; porque nunca quiero disputar sobre
el nombre como se me espl ique el sentido. Pero ·veo
que cuando vos!)tros dccis, que los justos siempre
tienen ¡1ode1' cercano para orar, se e ntiende 6 se
supone que necesitan de otro aus ilio, s in el cual
jamás oraní n. Muy bien dijis te, me r es pondieron
los buenos padr·es, dando me mil abrazos: porque
es cierto, <fUC es menester tenga n además de ese
poder, una gracia eficaz, la cual no se d., todos, a y
muere y determina invenciblemente la voluntad
para or·ar, y es hercgía negar la necesid~d de esta
gracia.
lllu y bien , dije: pero según esta opin ion, los
janseni stas son católicos, y DI. Moinc heregc. P or-
qu e los jansenistas, dicen que los justos tie nen po-
dca· pat·a OrM, pero que ban meneste r aclcm<IS de
un a grnciu eficaz , y esto es lo mismo c¡uc lo c¡ne vo-

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-10-
sotros decís y aprobais. 1\f. 1\foiue dice, que los
justos or·;m sin gracia eficaz , y es lo que voso-
tros condenais. Si, dijeron ellos, mas estamos de
acuerdo con :\f. i\Ioine en ll;amar cercano el poder
que tienen los justos para orar, y esto es lo que
no hacen los j anscnist;~s .
Padres mios, dije yo , esto es jugar de voca-
blos, decir e¡ue estais conrormes en los términos,
cuando tan contr;~rios en el sentido. No me respon-
dieron. Y á esto sobrc,•ino mi buen discípulo de M.
1\Joinc. Tuve su venida á dicba eslraordinaria; pero
des pues supe, que de continuo andan unos con
otros.
Volviéndome pues alta! discípulo de 111. Moine
le dije : conozco á un hombre que dice, que Lodos
los justos tienen siempre 11ocler de orar, pero que
nunca oran, sin que tengan una gracia eficaz que'
los determine, y la cunl l)ios no da siempre á lodos
los justos; pregunto, ¿será hereje? Tened, me
contestó, porque en esto puede haber eugaiio.
Vamos pues despncio ; distingo: si llama este poder
pode1· cercano serit Tomista, y por· consiguiente
católico: sino sen\ jansenista y por consiguiente be·
rcgc. Ni dice que es ce,·callo, elige yo, ni que deje
de serlo. Luego es herege, me respondió; y sino
me crees, pregúntaselo á estos buenos padres. No
los quise tomar por· jueces, porque ya veía que ca-
J¡eze;aban rnostrnndo que venían en ello. Pe-
ro dije, sahed 11uc este tal no quiere aclmi tir ese
término decel'cano por cunnto no se lo quieren es-
plicar. A esto uno ele ellos quiso traer su clclinicion;
pero poniéndose por medio el disclpulo de i\I. i\Ioi-
ne le repuso: pues qué, ¿c1uercis que volYamos á
nuestras dificultades? No quedamos ajustados en no

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-11 - .
esplicar nunca ese ' 'ocablo de cercano, y que se
hubiese de pronunciar, asi de vuestra parte, como
de la nuestra , sin decir lo que significa? Bajó las
orejas el buen Dominicano y calló.
Por dondll .llcgu6 á penetrar el designio que
tienen; y les dije levantúndome par~• despedirme:
en verdad padres mios que temo que todo esto sea
un puro enredo; y resulte lo que resultare de vues··
tras juntas, lo que puedo asegurar, es, que aunque
la censura salga no 'se establccer·á la paz: pues aun-
que se decida c¡ue es menester pronunciar aque-
llas sílabas CER- CA-NO ¿quién no verú, que no
habiendo sido esplicadas, cada uno de vosotros
querr á gozar de la victoria? Los Dominicanos di-
rán <¡u e es<i ''ocablo se debe entender segun su doc-
trina, y M.le Moine que segun la suya: y de esta
manet·a habrá más d isputas para esplicarlo, q ue
para introducirlo ; po rque $i bien no hay riesgo en
recibirle, sin darle sentido alguno, pues sin él, no
puede daüar, será cosa indigna par a la So rboua y de
descrédi to par11la Teología usar de términos equí-
vocos y cautelosos s in quererlos esplicar. Por fin y
postre, padres mios, decid me ·qué be ele creer para
ser catolico? Es meneslet·, me respondieron á una
voz: que digas, e¡ tic todos los justos tienen poder
cercano, hacien<lo abstrnccion y dejando á un lado to-
do sentido, abstrahendo á sen su 1'/wmistharum, rt á
scnsu aliorum Thcologorwn .
Es decir, les repliquú, dcsphlicndome, qun se-
rú·uecesar io pronunciar con los labios este vocablo
para no se1' hercgcs de norrihre. ¿'Pero acaso es ti• ese
vocablo en la escritura sagrada? Respondii'ronme
e¡ u e no. ¿Valiéronsc de M los SS. Padres, 6 Jos Con-
cilios, 6 los pontífices? No. ¿Hállase en Sto. Tomas?

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-12-
No. ¿Pues qué necesidad hay de usarle, ya que no
tiene autoridad que le apoye, ni sentido alguno
p0r si !Dismo? Muy pertinaz eres, me dijeron ellos;
es mencstet· que lo pronuncies 6 serás tenido por
herege, y será tenido por tal el Dr. Arnauld á pe-
sar de todo el mundo; porque hnemos mayor nú-
mero y si fuere necesario, haremos liga con tantos
franciscanos que seamos bastantes para salir con la
nuestra.
Acabo en este instante de despedirme de ellos;
habiendo oído esta tan sólida razon, para referir á
V. la historia: por donde bien verá que no se
trata de ninguno de los puntos siguientes, ni una ni
otra parle los ha condenado. 1.• Ql'e la gracia 110
es dada á todos los hombres. 2. 0 Que todós los JUStos
tienen ¡JOcle1· pam cwnplir coa los ma~¡damienlos de
Dios. 3. 0 Que no obs/anle necesitan para cumpli1·
con ellos, y aun para o1·ar, de una gracia eficaz, que
cletennine inoenciblemmte la voluntad . .t.• Que esta
gracia t{icaz no se da siempre IÍ todos los justos, y que
d~pende de la pura misericordia de Dios. De suerte
que solo ac¡ucl vocab lo de cerca110 sin se ntido algu-
no , es el que corre riesgo.
i Dichosos los pueblos que lo ignoran! ¡dichosos
los que ban precedido su M cimientoi porque yo
no hallo remedio, á menos que los Señores de la
Academia destierren de la Sorbona ese término
bárbaro que ca usa tantas disensiones. Sin hacer esto
pat:Cce que la censura será cierta; pero veo que
no har.á mas que infundir un desprecio que se hará
de la Sorbollt\, por donde perder á el crédito y au-
toridad que há menester para otras ocasiones.
Mientras tanto dejaró á Y, en libertad do pasar,
6 no, por el vocablo cercano, porque es tanto lo

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-13-
que deseo complacerle, que no quiero impo•·lunar-
lé con un protesto tan frh•olo. Si esta relacioo agra-
dare, continuaré informando á V. de todo cuno lo
ocurra. Sabe V. que soy muy de veras ele.

Paris 23 de enero de tG5G.

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<!lart11 5f!\llllll tt.

De la grac ít' suficiente .

SEÑO I\ MIO:

A l cen·a•· la anterior c¡uc escribí IÍ V. cntr(¡ á


visitarm e en buena ocasion , nuesh·o antiguo amigo
el Sr. N. Tuve su venida á dicha gra nde para sotis-
faccr mi curiosidad¡ porque está perfecta mente in-
formado de las c uestiones del dia, sabe los secre tos
y des ignios de los J esuitas , siempre está con ell os,
y conversa con los pl'incipa lrs . Despucs de hablar
sobre el obje to de su l'isita , lo rogué dije ra breve-
me nte cuales eran los puntos que se co ntrove rtí an.
Al instante me satisfizo, manifes tando, e¡ ue los
principa les eran dos : uno ace•·ca del poder cercarlo,
y otro acerca de la gracia suficiMte. E n mi nnlcri o•·
dije á V. lo c1ue hahia respecto al primero: en esta
trataré del segund o. Supe pues, c¡uc el debate de la
gracia suficiente consis te, e n q ue los J es ui tas pre-
tenden que baya una g racia dada generalm ente á
lodos los hombre s, de tal suer te avasall ada al libre
al vedrio , que la puede hacer eficaz 6 ineficaz como
quisier e, sin otro ausilio de Dios , y sin que falte

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-15 -
ilada de su parle, para obrar efectivamen te : por
tan lo la llaman sct(icicnte, porqu e ella so la basta pa-
ra obrar . Los Jnnseuislas al contr ario, quier en
que no haya gracia actual mente sulici ente, r¡uc M -
se;~ tambi cn eficaz; esto es, que todas ac¡uel
las gra-
cias que no determ inan la voluntad para obrar efec-
tivam ente, so n insuü cicnte s, porqu e dicen que nun-
ca se obra sin gracia eficaz . Y esta es la difercnci:t.
Informándome dcspu cs de la doctri na de los
nuevo s Tomistas sobre cslc punto , me dijo; c¡ue era
singu lar, porqu e están de acuer do con los J esuita s
en admit ir una gracia. suficiente que se da á lodos
los homb res, pero niega n qu e pueclnn ob rar con
esa sola gracia , y que han mene ster adem as, que
Dios les dé una gracia eficaz que real mente deter-
mine la vc¡lunt<~d á la accion y la cual Dios no da á
lodos. De modo que, segun esta doc trin a, dije,
¿esa g racia es su!ici enle no siéndolo? Asi es, r es-
pondi ó, porqu e si es suficiente, no es neces ario
mas para obrar ; _Y si es ncrcs ario mas, no es sufi-
ciente.
¿Pero c¡ué difere ncia hay, pregu nté, en tre estos
y losJan senist as?.La difere ncia consiste, e n que por
lo menos los domin icanos conce den que lodos los
homb res tienen gracia. suficiente. Ya lo entien do,
respo ndí; pero lo dicen si n pens~r l o, pues confie san
que para obrar es rorzos o tener gl'acia eficaz, la cual
no se da. á todos; y asi aunqu e confo rmes con los
.Jesuitas en un térmi no c¡ue no tiene sentid o, les
són opuestos, y están de acuer do con los Jansenis-
tas en la sus tanci;1. Es verda d, dijo. ¿Pues C•lmo , re-
pliqué, los Jesuit3S eslim unido s con ellos y no les
comb aten cual ;i los Jansenistas, cuando en ellos
tendríu1 siemp re ndrers arios poder osos, que defen -

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- 16 -
cia eficaz c¡ue det er -
clie nd o In ncc csicla<l <le la gra
puedan esta blecer
mina la vol unt ad, imp edi r ;in que
suli cieo te?
ar¡uella gr,a cia que dic en ser solo
ero sos , me dijo ,
Los dominicanos son muy pod
pol ític a, par a
y la compa ñia de Jcs us es demasiado por aho ra,
con ten ta,
cho ca r abi erta me nte , y se
ni me nos adm itan el nom -
con hab er log rad o , que
lo entienrlan en di-
bre de gracia suficiente, aun que
do con sigu e que su
fer ent e sen tido ; de este mo
imp rob abl e, cua ndo
•lpi nio n pas e por def ectu osa é
á mu y fac il, por que
lo juz gar e á pro pos ito, y lo ser
bre s tien en gra cia
s upo nie ndo que todos los hom
de con clu ir, que la
suli cien te , nat ura lme nte se pue
a obr ar, pue s que
gra cia eficaz no es nec esa ria par
gen era les esc luir ia la
la s ufic ien cia de estas g racias
Qu ien dice suficiente
necesidad de otr a cualquiera .
par a obr ar: ·y no val -
dic e todo cua nto es necesa rio
es dici endo que to -
dría á los dominicanos dar voc
o sentido; el pue blo
ma n el vo cablo suficiente e u otr
térm ino en su sig ni-
aco stum bra do á ent end er este
csplicacion. De ma -
ficado com un, no atender á á la
ovecha bastnnle ele la
ner a que la compaf1Ía se apr
s adm iten , sin obl i-
esp resi on que los dominic ano
ncaecido en tiem po
gar les á ma s: y si sup ieses lo
lo V, y la opo si-
de los PP. Cle men te VII I, y Pau
ron á la com pañia ,
cio u que los dominicano s hicie
nte, no te cau sar la
al esta ble cer la gra cia suficie
, no qui era opo ner -
aho ra novedad que prevenida
rde n su opi oio n, co-
se á ellos, y consien ta que gua
cua ndo la fav ore cen
mo que de libr e la suy a; y mas
admitiendo el nom bre de gracia
suficiente, y usando
del con cier to que
de él púb lica me nte , en vir tud
tes.
tien en bec bo ent re las dos par
E stá la com pañ ía mu y sa tisf echa de la def ere n-

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-17-
cia; y no exije c1ue los Dominicanos nieguen :abso-
}utamente la necesidad de la gracia e-ficaz; sería es-
h·echarlcs dem.1siado, y no es menester tiranizar
los :unigos. Bastante ganaron con eso los .Jesuitas,
porque los mas de los hombres se p:~~pn de pala-
b ras y pocos son los que profundizan las cosas ; y
~si será bien recibido por ambas parles el térmi-
no de gracia suficiente, y aunque ·e n diferente sen-
tido, ni;1guno, escepto Joi mas sutiles teólogos,
dejará de pensar que conformes en el sigoilicado
de la palabra, defienden lo mismo tan lo I•1S Domi-
nicanos como los Jesuitas.
ConGeso , dije, que son gente muy diestra; y
para a1wovecbarme de su consejo, fuime luego á
los Dominicanos i:loncle hallé á la puerta uno de
mis amigos, gran Jansenista, porque con todos me
avengo bien, que prcg~ntaha por otro padre que el
que yo buscaba ; y á fuerza de megos, le obligué
á acompaf1arme. Llamé á uno ele mis nuevos To-
m:stas. Alegrose mucho cuando me vi6. Y bien,
padre mio, dije. 'no basta que todos los hombres
tengan un poder cercano, por <'1 cual sin emba rgo
nunca efectivJmente obran, sino que es menester
tengan además una gtacia s•J{itienle, que tampoco
pueda producir efecto alguno. ¿No es esta opi niori
de vuestra escuela? Si es, me contestó, y es ta ma-
iíana la espliqué perfectamente en la Sorbona, don-
ele hablé media hot·a, y sí no hubiera sido por el
reloj de arena, hubiese desmentido aquel proverbio
impertinente, que corre ya en todo Paris: vota de
reata como fraile en [(~ Sorbo110. ¿Qué qucreis decir,
lo interrumpí, con esa media llora y ese t·etoj de ar·e-
tw? ¿Pónese acaso lasa á vuestro razonamiento? Si,
me dijo ·, de pocos di as acá. ¿Estais obligados á
2

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-18-
discurri r me1lia hora cabalme nte? No por cierto,
porque puede un hombre discurr ir menos. ¿Pero
no mas que media hora? le repliqué , ¡Brava regla
para ignoran tes t ¡Decoroso protesto para los qnc
no tienen cosa buena que decir! Pero en fin, pa-
dre mio , aquella gracia que se da á todos los hom-
bres, ¿es suficiente? Respondióme que si. ¿Y sin
cmbárg o no alcanza efecto alguno sin grocio eficaz?
Ciertam ente. ¿Y todos los hombre s tienen la sufi-
ciente, y no todos la eficaz? Justo. Es decir, pro-
segul, que todos tienen y no tienen gracia suficien -
te, y que aquella gracia es suficien te sin ser sufi-·
cicnte como si dijeramos, es suficiente de nombre é
insuficiente en efecto. En buena fé, padre mio, que
esta doctrina es bien sútil. ¿Há olvidado V. P. cuan-
do dejó el mundo y tomó el hábito, lo que significa
este término s¡¿ficiente? ¿Nó recuerd a qué compre n-
de en su significacion cuanto es necesar io para
'Obrar? Pero no es tan llaca vuestra memori a. ¿Si
'pusiesen á V. P. dos onzas de pan y un vaso de
agua al dia; estaría satisfecho de su prior, porque
·dijera que esto era lo suficien te para el sustento ,
á pretesto que con otra cosa, pero no dándosela,
tendría todo cuanto necesita ra para mantene rse?
¿C<:mo pues, llega á decir V. P. que todos los hom-
bres tienen gracia suficiente para obrar, cuando con-
fiesa que hay otra absoluta mente necesar ia que to-
dos no-tienen? ¿Piensa V. P . que este punto es de
;poca consideracio n, y debe dejarse al arbitrio de
ios hombre s, que crean 9 no-, que la gracia eficaz es
necesar ia? ¿Acaso, no importa que se diga, que con
)a gracia suficien te se puede obrar efectivamente?
·¡Cómo que no importa ! dijo, mi buco religios o.
Esto es una hereyía, heregía formal , porque es de

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-1!1-
{é que es necesaria la gracia e{ica::; pa1·a obrar, y es
hc1·egía el negarlo.
¡Dónde estamos! esclamé yo. ¿Qué partido lo-
maré? Si niego la gracia suficiente, soy Jansenista.
Si la admito con los Jesuitas, y sostengo que la gra-
cia eficaz no es necesaria, V. P. dice que seré he-
t·ege. Y si la recibo como V. I>. enseña, diciendo
que además es necesaria la gracia efi caz, {l!!I'O con-
tra el comuu sentir, seré tenido por cumva!}ante,
segun los Jesuitas. ¿Qué haré en la precisa ahm·-
nativa de ser estravaganlc, herege ó janscnist<~? ¡A.
qué eslrcmo hemos llegado, si solo los Jansenistas
no se ofuscan, ni con la fé, ni con la razou , y se
libran de la locura y del error junt:~mente!
llfi jansenista tomó este discUI'SO á buen presa-
gio, y ya me juzgaba· de su parle. ro me habló sin
embargo ; pero volviéndose al padre le dijo: padre
mio, ¿en qué estais vosotros conformes con los J e-
su itas? En que los jesuitas, respondió , y nosotros
admitimos la gracia suficiente que todos los hombres
reciben. .Mas, repuso el Jansenista, hay dos cosas
que considerar en ese vocablo, gracia suficiente ; el
sonido, que no es sino :~ire, y'lo que significa, que es
una cosa r~l y efectiva. Y asi cuando estai. con-
formes con los Jesuitas en el vocablo stt{iciente. y
contrario s en el se ntido, es claro que sois orucstos
en la sustancia del término y que solo concordais
en el sonido. ¿Es esto obrar fiel y sinceramente?
P ues qué , dijo el buen homb1'C, de qu é os
qucjais, cuando no hacemos mal á nadie con este
modo de hablar, porque en nuestras escuelas, de-
cimos abiertamente, que nuestro sentir es contra-
rio á la opinion de los jesuitas. Quéjom e, dijo mi
<tmigo , •le que no publiqucis á todo el mundo,

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-20-
que vosotr·os entendeis por gracia mfíciente unrt
gracia que no es su ficie nte. Vuestra conciencia os
ob li1p, c uando mudais de <'Sa suer·tc e l sentido
ordinario de los t~rminos en materia de rcligion
á declarar, que al admitir una gracia suficiente en
todos los homba·es, qucr cis dech· que no tienen gra·
cia efectivamente suficiente. Cuantos existen en
el universo entienden el vocablo suficiente en un
mi smo sentido; solo los nuevos tomistas le entien-
den en otro. 'fod:.ts las rnugercs, que hacen por
lo meno~ la mitad del mundo, ~odos los cortesa-
nos, lodos los soldados, lodos los magistrad os,' los
mercadere s, los m,:Lesanos, todo el pueblo, en fin,
cscepto los dom inicanos entienden por este térmi-
no suficiente, una cosa que encierra en sí lodo lo
necesario. Casi nadie tiene noticia de esta vues-
tra rara singularid ad, solo se sabe por todo el or-
be que los domi nicanos defienden qu e todos los
hombres tienen gracias suficientes. ¿Qué se de-
duce de aqui sino, que cnseiian que· todos los
hombres tienen gracias necesarias para ob rar,
y mas vi éndolos unidos y conformes en los inte-
reses, y amaiíos con los jesuitas que siguen esta
doctr ina? ¿L a conformid ad de vuestns espresione s
junto con aquella uuion de partido no es mani-
fiesta inlerprct .. cion y co nfirmacion de la uniformi-
dad de vuestros pareceres?
A la pregunta que hacen todos los fieles á los
teólogos, ¿cuál es el ' •erdadero estado de la natu-
raleza, dcspucs de su corrupcio n? S. Agustín y
sus disclpulos r esponden; que no tiene g racia su"'
ficiente mas de la que Dios la quiere dar. Vienen
dcspues los jt'suitas diciendo que todos tienen gra-
cins efectivamente suficientes. Se co nsulta ú los

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-21 --
dominicanos sobr o esta cont rariedad: ¿Y
qué ha-
eco? Aun anso CGI I los j esuit as ; co n esta
unio n ha-
cen may or núm ero ; a párta nse de los que
nieg nn
estas gmci as; y dec laran que tod os los hom
iH·cs las
tiene n. ¿Qué se pued e juzg ar, sino que
;1uto dzun
el pare cer de los jesuitns? Y lueg o aiiad en
, que
si n emLargo . es verd ad c¡ue estas gr acias sufic
iente s·
son vanas é inútiles sin las eficaces y que estas
no se
d;tn it todos.
¿Que réis ver un retra to de la iglesia
puesta
e ntre estos dive rsos ¡>:•recet·es? Yo la
considero
com o aque l que parti endo do su tierr a pa:ra
hace r
un viagc, le coge n ~os ladro nes, le hace
n muc has
he ri das y le tl ~a n medio mue rto. Eu via
á ll ama r
t res médicos de los pueb los co01a rcan os.
El pri-
me ro qu e llegó habie ndo desc ubie rto las
llaga s,
las juzg a mort ales , y decl; ua al herid o
q ne so lo
Dios le pued e Yo lver las fuei'Zas perd idas.
El se-
g und o ll egó desp nes y CJUiso lison gead e,
cl icie ndo
E¡uc aun tenia fuérz as sufi cient es para ll
egar á su
casa , y deno stand o al prin:t er·O , porq ue
Sll opon ia
;í su dicta men, halló modo y man era
de pers egui r-
le par" derr ibarle. E l enfer mo e n medio de
estas
dúda s, y difer entes opin ione s. viend o veni
r do le-
jos al terce ro , le alarg ó los brazos com
o á quie n
le diría lo que debí a hace r. Este habi endo
reco no-
cido 13s herid as y sabiendo el pare cer de
los pri-
meros, sigu ió el del segu ndo y poni éndo
se de su
parle . ceba ron de alll verg onzo same nte al
prim e-
r·O, porq ue eran mas fuer tes en núm ero. El
enfe r-
mo crey ó por La accion que este últim o era
del pa-
recer dul segu ndo; y pregunt<indole si era
asi, le
cont estó afirmativamen te , que sus fuerz
as eran
s ufici entes para pros egui r su viage. Sin
emb argo ,

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-22-
cnmo sentía su flaqueza, interrogó de nuevo ¿cómo
juzgnha qu e sus fuerzas eran suficientes? Díjole:
porque toda,•ia tienes piernas, y estos son los ór-
ganos t¡uc bastan naturalmente para andar. l\Ias,
r e plicó, ¿tengo la fu erza necesólria para servirme
tic ellas {JOrque á mi me parece <1ue son inútiles
eon la llnqucza que siento? No por cierto , nunca
pntlras anda r· efeclintu1 enlc, ít me nos r¡ue Dios te
env íe un t~usilio ~slraordinario par,, poderle soste-
ner y conducirte. ¿Luego nó tengo e n mí las fuer-
zas suficientes aunque nada me falle para andar
efectivamente? De ninguna manera. ¿Luego es V.
de parecer co ntrario y no conviene con su com-
pniiero acerca de la verdad tle mi est:ulo é indis-
posicion? Yo lo confieso ailadió el méd ico.
¿P.Jes <1ué pens:.is c¡ue hizo el <'nfermn? Que-
júse amargamente del proceder tan estraito, y del
lengnage tan ambiguo de este tercer médico; le
vituperó por haberse conformado co n el segundo
con quien estaba muy opuesto en el senti r·, y con
<¡uien no tenia sino una conform idad npnrenle; y
por haber echado al primero con quien en reuli-
dad cstahn coofonne. Y dcspuus de haber p robado
sus fuerzns, y conocido por cspcricncia su Oaquc-
xa, los despidió á col rambos: y voh·iendo :í llamar
al primero se puso en sos manos; y siguiendo su
consejo piJió á Dios las fucnas qu e de sí confe-
saba no lcnct·, alcanxó misericordia, y con su au~i­
lio llegó fel izmente á su casa.
El buen P . asombrado de tal parnhola <¡uedó sin
IHtbla. Yo le dige con blaodurn p;tra alentarlu, ¿Yen-
mos abora, padre mio, dónde estuvo ' 'u estro jui-
cio cuando disteis nombre de suficiente it una gra-
cia qu e vosotros mismos decís que es de fé, y que

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-23 -
se ha de creer que es en realidad insuficiente? Es-
to es, dijo, hablar á medida de vuestro deseo. Vos
sois libre y par ticular . Yo soy r eligioso y sujeto
á una comunidad. ¿Xo ' 'és la diferencia que hay
entt·e los dos? Los religi osos depend emos de los
superiot·cs, y estos dependen de otros. Ellos pro-
metieron nuestros sufr3g ios; ¿qué quereis que yo
h~•ga? Con media palabra entendimos lo ¡¡ue que-
t•ia decir, y nos hizo r ecorda r lo de su cofrade que
fue desterrado á Abbev illa por otra causa seme-
jante.
Pero pregun té, ¿por qué vuestra comunidad se
empeñó en adm ití•· tal gracia? Este es otro punto,
t•cspondió. Lo que puedo decir br evemen te es, que
nuestra orden ha hecho cuanto pudo para soste-
ner la doctrina de Santo Tomas acerca de la gra-
cia eficaz. ¿Qué esfuerz os no hizo para oponer se
fervorosamente á la doctrina de Molina al tiempo
11uc salia á luz? Es incrcible lo que trabajó pa•·a
defender la necesidad de la gracia eficaz de l ssu-
Ctli ST O ¡,Ignoras lo que pasó en los tiempos de Cle-
mente VII I, y de Paulo V, y que prcvi uiendo la
muer te al uno, é impidiendo los negocios de llalia
publicar al otro su bula, nu estras a•·mas queda-
r on arrimadas en el Vaticano? Pero los jesuita s,
desde los princip ios de la heregi a de Lutero y Cal-
vino, prevalidos de la poca luz que el pueblo tiene
para discern ir el em~r do esta beregia , y para co-
nocer la difer encia que hay de ella á la doctrin a
de Santo Tomas en poco tiempo , espar cieron por
todas par les su doctrin a con tan feliz suceso , que
muy presto se bailaro n dueños de la creduli dad de
los pueblo s, y nosotro s estuvi mos á pique de ser
tenidos por calvinistas , y t ratados como lo están

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-~ -
en el dia los. jansenis tas.sino hubiéra m os templad o
la verdad de la gracia eficaz con admitir al menos
en aparienc ia la suficicnle. En este confli cto, ¿qu6
podiamo s hacer para salvar la venlau sin_perder
nuestro crédito , sino aceptar el nombre de la gra-
cia suficienle, pero negando qu e lo sea efecti\'a mcn-
te? Ved como bao ido Sllcedien<lo las o.:osas.
Dijonos. esto con tnuto sentimi ento, que me
di6 TúsLima, pero n.o á mi compaii ero, <tue le dij,o,
no os alabcis de habct· salvado la verdad¡ por cierto"
que sino hubiera teniclo otros protecto res y defen-
sores que vosotro s, per eciera en manos tan débiles
y cobarde s. Uabeis recibido en la.iglesia el nom-
bre del enemigo , y bab eis l"ecibido Ál enem igo mis-
mo. Los nomhrc s son insc par.nblcs · de las cosas
q.ue denotan ¡ si una voz el vocnblo de grocia sufi-
cimle queda cst¡¡blec ido, no os Yald r¡\ decir que
entcnde is por el una gracia c¡ue es ins uficient e;
11adie os oir·á. Vuesh·a esplicac ioo será odiosa á
t odo el mundo : se habla mas sinceram ente aun
e n las cosas que son de menor importa ncia; los. j esui-
tas triunfar án, y con e fecto. su gracia sufi cic nlc que -
d ará cstahlec ida, y no la vueslrn, que no tiene si-
no el nombre ; y se lcr1dní por artículo de fé lo.
c;ontrar io á vuestras creencia s.
Primcr·o sufrirem os que nos martiric en, \·es-
poudi ó el P., qu e consent ir se estab lezca la gracia
suficiente de la manera q«c lo> jesuitas ta ent·iende n;
porq.ue Sa nto Tomas es de conlrari a doctrina , y 1\0-
sotros j·uramo s segui rla h<~ sla la mttertc. A lo que
mi amigo, mas severo que yo, le dijo, andad ,.
andad padr·e mio, vuestra orden conserv a muy mal l<t
honra que r ecibió. Vuestra orden desamp ara aque-
lla gracia c¡uc 1:: fue_confiada , y <1nc tuvo defensa ~

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res desde la crcacion del mundo. Aquella gracia
1•ictorios a que los patria•·ca s agtwrtho rou, qu e los
profetas predigero u , que J ESUCillS'r O trájo , <¡uc
San Pablo predicó, que San Agustín el mayor de
los PP. enseñó, que sus discípulo s abrazaro n, que
San Bernardo el úllimo de los Santos PP. confir-
mó, que Santo Tomas, angel de las escuelas defen-
dió, y que de él pasó á vuestra órdcn , donde la
enseñaro n tantos hombres insignes de vuestra re-
ligiou, y que fué valerosam ente.sustentad a por vues-
tros religioso s en t;empo de los pontífice s Clemente
VIII, y l'aulo V; aquella gracia eficaz, dijo qu e ba-
bia sido como depositad a en vuestras manos, para
que tuviese por:siem pre en una orden tan:santa pre-
dicadores que la pubicase n hasta el fin del mundo•
al presente se halla como desampa rada por intcre-
StlS tan viles y tan indignos. Ya es ti empo que
otras manos tomen las an nas para su defensa; ya
es tiempo que Dios suscite discípu los intrllpido s
que lo sean del doctor de In gracia, y que estos
olvidados y agcnós de las cosas de este mundo,
sirvan ú Dios por Dios. 13ien puede la gracia no
tener de aquí en adelante á los domi nicanos por
defensore s, pero no faltará jamás c1uicn la defien-
da. Ella misma con su fuerza tt>da poderosa se
hará defensor es. Pide corazone s puros, y desin-
teresados , y ella misma los purHica y los snca de
lus intereses mundano s que son incompa tibles con
lns vcnhucs del evangelio . ltcllexio nc V. ll. bien,
cuide que Di os no mude de su, lu gar aque ll a luz
resplande ciente y os deje en tinieblas , y sin coro-
na, ni galardon , en pena y castigo de la tibieza que
mostrais en una causa tan importan te para la ig le -
sia. )lucho mas huJJicra dicho mi buen Jansrnisl a;

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-26-
porque iba aumentando mas en mas el fervor. Pe-
ro atajele el discurso , y dige levantándome: en
''erdad , P. mio, que si yo tuviera algun poder en
Francia, baria publica r al son de trompe ta; QUE
SU PI BSEN TODOS que cuando los dominicanos dicen
qtte la gracia suficiente es dada á todos , no mticndeu
qtte todos liene1• la gracia efectiva y reo/mente su-
ficiente; y entonces lo podríais decir cuanto se os
antojase pero no de otra suerte.
Y con esto se acabó nuestra visit.a. Luego
bien ve V. pot· lo referid o , que esta es una sufi-
ciencia política semejante al poder cercano. Sin em-
hargo, diré ¡, V. librem ente, que soy de parecer ,
que cualqu iera puede sin correr •·iesgo , dudar del
¡Joder cerca110 y de la gracia su{icienle como no sea
dominicano.
Cerran do estaba esta cm·tn, cuand o llegó á mi
noticia que se babia dado la censur a; pero como no
se publica rá hasta 15 de febrero , é ignoro en qué
términos es té conceb ida, aguard aré el primer or-
dinario para tratar de ella. Guarde Dios á ~. cte.

París 25 de Enero de 165G.

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-27-

n,·~;pucsltt tli'L prouindnl d ltl 5 primmts cttr-


tns 'llt· 5U nmigo.

SE~on mo:

Las dos carlas de Y. no han sido solo para mi.


ToJo el mundo las ve, las entiende y las aprueba.
No solo las estiman los :teólogos 1 sino que lambien
lo~ srglarcs, y son iuteligihles hasta para bs mu-
geres.
Ven V. lo que me escribe uno de los Setiores
de la Academ ia 1 de los mas ilustres, de aquellos
hombres ilustres lodos 1 que no habia visto mas
de la pr imera. Qrlisiem que la So1·bona qtle tanto
debe á la mcmori" del Cardenal difunto ¡Jidiese d·i c-
tam.en de/(¡ Acadcmia(1·anccsa, {twdada pot· S. Em.
Qnedt~t·ia satis{ec/ro el autor de la carta; porq11o en
calitlad y autoridad de Acaclémicp condenaría 1 dcs-
tcn·arla y poco {alta qtle no diga, bon·arÍ(I de la
mww1·ic¡ con tod«s mis {ue1·:::1rs aquel pode1· cerca-
no que causa tanta discusion sin {tmdamento y sil¡
.~aiJCr lo que pide. El mal es , que nuestra juris-
diccion académica es muy limitada y 1·emota. Har-
1o me pesa de ello ; como de que por lo mismo;
no pr~eda desempeiíannc de las obligaciones que tlc-
bo á V. etc.
Y vea V. lambien lo que escribe cierta persona
que me abstengo nombr:~•· 1 it una dama que le r e-
mitió la primera de sus carlas. Jlfas de lo que se
¡mede ima_ginar debo ú rr. por la carta que se luí ser-
t ido mnitir. Está de lo bien é i11genioso que se puc-

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-28 -
de escribir. Hace. el auto1· una narracion, sin que
se
conozca que la ltace. Esplica y deslinda los punto
s
tnas int1·incados. Se bm·la y 1·ie co1t agudeza. Eme
-
fla con suti/e;a á los que ignorart esta materia, y
da
m~cvos espl1·itus y nuevo gusto á los docto
s. Puede
pasar esta carta por tui.a escelente apología: y aun
por ww censura modesta. l 'inalmente está escri
ta
COit tal arte é ingenio, que me ltolgara inji1tito cono-
crr á st• atllor.
¿Quisi()ra V. sabe r quien escri b e de esta suer
-
te~ pero conténtese con yene rar la perso na, sin co-
noce rla; y por cierto no pudie ra V. vene rarla
bas-
tante si la cono ciera .
Cont inue V. sus cartas bajo mi palab ra ;
y
venga la cens ura cuan do quisi ere , pues estam
os
dispuestos á recib irla ; ya no nos amed renta
n los
térm inos 1>oder ce-rcano y gracia st~{i.ciente.
Nos
han iluminndo los jesui tas, los dominicanos
y M.
1\loinc, y )'a sabemos las Yue\t;¡s y senti dos de
esos
térm inos de nueva invencion pat·a que nos pued
an
dar cuidado. En el entre tanto soy de V.
como
siem pre ~cte.

2 de Febrero de '1656 •

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<Cnt !tt trrcrl' tl.

Inju.sticia, abnn·do y nttlid ad de la censura promm-


ciada contm el Dr. 1Lrnauld.

SnÑon llllo:

Acabo !le recibit•la de de V. , y al mismo tiem-


po una copia manu scrita de la censu ra. llallo me
tan bien -tratado en la carla , como el Dr. Aroauld
mal en la censu ra. ·Temo que haya csceso de en-
tramb as partes , y que no nos ha)'an conocido bien
los jueces. P uedo asegu rar que si nos conociesen,
Arnauld hubie ra merecido la aprobacian de la Sor-
hona, y mi pc•·sona humi lde la censu ra de lll Aca-
demia. Asi nuestr os intereses son ·opuestos. El ne-
cesita hacer se conoc er para defen der su inocencia,
y yo por el contr ario debo- oculta rme para no per-
der mi repulacion. De mane ra que no pudie ndo
descu brirm e, encar go á V. cumpla con mis ilustre s
aprobadores, y quedo en partic ipar cuanto ocurrie-
re con la censura.
Cierto que la tal censu ra me sorpre ndió en es-
tremo . Pensé yer condenadas las mas horrib les he-

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rr¡;í;~s del mundo; pero se admirar~ r. conmigo
de que tantas y tan ruidosas disposiciones se hayan
tlcsv:onccido y conv.erlido en humo, tau luego, co-
mo se ll egó al efecto.
Para concebirlo mejor, recuerde V. las estra•1as
i:nprcsioncs que nos han dado de los janseui;tas.
Trai¡;a V. it la memoria las cabalas, las faccio-
nes , los errores, los cismas y atentados que les im-
putrm de t<UJ Lo tiem po acá; de qué manera los han
desacreditado y ennegrecido e n las cú tedras y en los
libros ; y co mo es te torrente que du•·ó y corrió con
tanta violencia y fuerza, ha cr ecido estos últimos
ailos hasta el punto de acusarles púb licamente y á
cara descubierta de que eran no solamente hereges
y cismáticos, sino la mbien apostatas é infieles que
negaba n la transustaoc.iacion, y que renunciaban á
Jesuc risto, y á so e'•angelio.
Despues de tantas y lan sorprendentes acusa-
ciones tom6se resolucion de examinar sus libros
para formarlas. Elijen la segunda co rta de l Dr. Ar-
nauld, que dccian estaba llena de er rores muy
g ntvcs. NomiJJ·an pot· sus examinadores !t sus ma-
yo •·cs adver sarios, y emplean lodo s u estudio para
poder bailar que repr('nder; y citan una sola pro-
posicic)n acerca de la doctrin a; y la es ponen á la
censura.
Qué podia pensarse de tal ¡)rocedimiento, sino
!JuC la proposicion elejida, l!on cir cun stancias tan
notables, contenia la esencia de lns mas negras he-
reglas que se pueden. imaginar. Sin embargo no se
halla en ella ni una sola letra c¡uc no sea clara y
co nforme con los SS. Padres 11ue Arnauld cita alli
mismo; dcmaucra que hasta hoy nadi e ha podido
scilalar alguna diferencia; y era forzoso c¡uc la

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-3 1-
huh íesc y muy gra nde , com o todo
s creí an¡ por que
sien do los luga res de los Pad res
sin dud a cató lico s,
par a que fues e heré tica la prop osic
ion del Dr. Ar-
nau ld, les bab ia de ser muy opu
esta .
La Sor bon a babia de reso lver esta
dud a; y toda
la cris tian dad esta ba aten ta y desc
osa de ver por la
cen sura de los Do ctores éste pun
to tan imp ercep ti-
ble. Sin emb arg o, el Dr. Arn auld
dá it luz sus apo -
logí as, y inue stra en colu mna s su
pro pos icio n, con
los luga res de los PP. de don de
la sacó , par a que
aun los mas ru<los co noci esen ltt
con form idad . Hac e
ver 1¡ue S. Agu stín dice , que Jest
tcristo 110s cuseita
en S. Pedro que ningu.n justo debe pres
umir de si. Y
trae en otro luga r del mismo san
to: qrtc Dios dtjó
á S. Pedro sitl gracia ¡1a1·a que todo liom
úre conociese,
que sin ella no se puede nad a. Cita en
S. Cris osto mo
que la caida de Satl Pedro no (ué por
frialdad de co-
t·azon, sino porque le (ttltó la gracia,
y no (ué tanto
¡1or negligencia suya , como por liáberle
dejado Dios de
su tllat lo, para e~~seitar á toda la igles
ia que 'sil¡ Dios
no se puede hacer nada. Y lueg o refi
ere su pro pos i-
cíon acu sad a, que es esta. Los SS.
Padres tros t·e-
presentan á un justo en la pcnonct
de S. Ped1·o, á
quien (altú la gracia sin la cual
tro se puede tlada .
En vano se pro cur a sci'ialar com o
pue de ser,
que la prop osic ion de Arn auld se:~
tan dife1·ente de
las de los SS. Pad res, com o lo es
In verd ad del er-
ror y la fe de In here gla. ¿P orq ue
en don de se hall a
la diferellcia? ¿Es tú por ven tura
en lo que dice : que
los Padres 11os representan á tm justo
en la perso11a de
S. Pedro~ No, por que S. Agu stín esp
resa lo mis mo
en térm inos form ales . ¿ E stá en
lo que dic e, qrtc la
gracia le (alt6? El mismo S. Agu stin
que ase gur a
que S. Pedro era justo, ai'inde que
en aquella ocasiM

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-3 2-
gracia no
/e folló lo [Jracia. ¿Si esta rá en c1ue .~ilt la
lo mism o dice S.
se puede 1wda? Tam poco ; porq ue
o babi a di-
Agu stín en ese mismo luga r; y lo mism
dife renc ia;
rito ante s S. Cris ósto mo, con esta sola
un mod o mas
que S:m Cris ósto mo lo espr esa de
lo dice , que
fuer te que el Dr. Arn auld , como cuam
su frialdad, ni pon u
la caída de S. Pedro no fué por
ia , sino porque le faltó la grac ia y por abalt-
tlcgligcnc
dono de Dios.
s á lodo s,
Esta s cons ider acio nes tení an susp enso
la con -
y con ansias do sabe r en qué podía consistir
ues de tan - ,
trar ieda d. cuan do al fin sale á luz, desp
, llero ¡ay! y
tas junt as, la céle bre cens ura deseacla
ella nues tras espe -
que pron to se desv anec iero n con
as no se dign a-
ranzas. Sea que los doct ores mol inist
por otra ra-
ron hum illar se basta ense iíaru os, 6 sea
ar esta s pa-
zon oculta, uo hici eron mas de pron unci
labr as : Esta 11roposicicm es temeraria,
impía, blas fe-
ma, anatemati::ada y herética.
de los que
¿Pue s cree rá V. que la may or parl e
inco mod ado y
ven fruslrad~s las espe ranz as, se han
De aquí ded u-
vuelven cont ra los censores mismos?
la just ilica -
cen ellos cons ecue ncia s adm irab les para
, dicen, sale n
cion del Dr. Arn~uld. ¿Cómo, con esto
esto lo que
ahor a al cabo de tanto tiempo? ¿Es
y tan enca rnizados
pud iero n hace r tantos doct ores ,
sino tres ren-
con tra uno , que no bailaron en todo
de las pro -
glones que repr end er, y esto s sacados
ores de la Igle sia
pia~ pala bra de los may ores doct
g rieg a y latina? ¿Hay algu n auto r que para perd er-
le, no teng a en sus escr itos , algu n prot esto mns
¿que mas ilus tre
fundado? ¿pues c¡ué may or prne bn?
acusado?
man ifesl acio n de la fe de este insi gne
inan tant as
¿ P or <¡ué razo u, dice n ello s, se fulm

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-33-
:ímprccaciones como las contenidas ·es rstn censu -
n, donde se aglomeran todos estos términos pcsre,
veneno, horro,-, temeridad, im¡)ieclad, blasfemia,
abominacio11 ecsecracio11, anatema y ltc1·egia que son
las m a~ horribles es presiones, qu e se pudieran f'Or-
j~ rcontra At·rio y aun conl!·a el Ante-Cr:sto, y to-
do para condenar una herejía imperceptible, y que
no se ha podido todavin seiinla r? Si es contra las pa-
labras de los S<ln tos lladrcs, ¿dónde está la fé y 1&
tradicion? Si es con tra la proposicion de Arnauld,
muestrennos la difrrencia porque no ,·emos en ella
sino una p~rfecta conformi dad. Así !JUe descubriP.-
ram os el erro•· r1ue contiene, la aborrecer emos,
pero mientrns no ),, ' 'emos, y no bailamos sino la
doctrin:t de los SS. Padres concebida y espresada
en s us prrpios té nninos, ¿como ser á posible que no
la ve nere mos sanlnm enta?
A tal es tr emo llegaron : pet'O son hombres que
penetran mucho. Los qu e no entendemos tanto so-
seguémonos , y alln se las hayan. ¿Queremos saber
mas que nu es t•·os maes tros? No emprendamos mus
que ell os. La c uriosidad nos podría precipitar en
algun cn·or: y á poco que cnldscmos á cscudritiar
la malcri.1, da riamos In censura por her ética. No
hay mas de un ¡mnttJ entre la proposicion y la fe,
y este punto .es imperceptible. La difere ncia. que l1ay
de uno ú otro es t:m in visible, que me r ecelé asi que
no la vi, de o ron erm e á los Santos Doctores de la
Iglesia, por co nformarme demas iado con los de la
Sorbona ; y con este recelo me pareció necesario
eonsult.1r con ••qnellos que por polilica qu ctlar on
neutrales acerca de la primera c uest ion, para in-
formá rm!l de la verd ad. Vi sité pues á uno muy sa-
gaz y muv enter:tdo del caso, á quien su pliqué me
• 3

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-3~ -
sciialase las ci rcunstancias de esta diferenci a, por-
c¡uc yo le confesó francame nte que no hallaba al-
guna.
A lo cual me respondió co n una carn de risa,
como si le gustara mi sencillez: ¡bravo, simple eres
en creer que hay alguna diferenci a! ¿Dónde, 6 de
qué manera puede haberla? ¿Piensas, que si se hu-
biese hallado alg unn, no se hubiera luego seüalndo
y puesto co n g rande alborozo á la vista de todo el
mundo parn desacred itar al Dr. Arnauld? Bien co-
noci pot· estas pocas palabras , c¡ue los que fu eron
neutrales en la cuestion de hecho, no lo hubieran si-
do en la de derecho. Descoso sin embargn de oh·
sus razones le dij e: pues ¿po r qué acometen ¡, esta
proposic ion? y me r espondió:-¿no sabes tu estos dos
puntos qu e los menos informad os del caso no ig no-
r an ; lo uno que el Dr. Arnauld siempre ha obser-
vado no decir cosa que no fuese inco nlr:tstabl emen-
tc fundada sobre la tradi cion de la iglesia; y lo
otro, que uo obstante sus enemigos han resuelto
derribar le sea como fuere y cueste lo c¡ue costare?
.Con (Jlle siendo ta les sus escritos que no dejan luga r
á que los otros le critiqn cn. les ha sido forzoso por
satisface r sus pasiones tomat· cualquie ra proposicion
y condenar la sin decir en qu é ni por qué. ¿No sa beis
como los Janseni stas traen á los Molinistas al r etor-
tero, y los ('Slrechan tan fuerteme nte, c¡ue apenas
se les escapa una palab ra que no sea cooform c al
senti r de los SS. P<tclt·es, cuando luego los atUI·den
·con volúmenes ente1·os y les hacen suc umbir? De
suerte e¡ ue conocie ndo ellos su propia Oaqueza, les
parcdó <¡ue les estaría mej or censor~¡· c¡uc respon-
<ler; porque mas presto ballar{m frailes para la ccn.
sura que razones para la réplica.

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-35-
Lucgo segu n esto, dij e yo, la ce nsura es inulil.
P orque si se mira bien, ¿qu6 c rédito podrá tener
viendola sin fundamento y destruida con las res-
puestas que se harán contra ella? Si conocieras la
índole del pueblo, no dirías eso. Aquell a censu ra,
aunque rnu y dig na de ser censurada, lendrit casi
to do su efecto por un tiem po; y aunque es c ie rto
<¡UC des pueS 1 á fue rza de razoneS SC IUOSlrar á pa-
t enlemenlO s u nulidad, tambienes ' 'e rdad que á los
pdncip ios la mayo r parle del pueblo lo dará el cré-
dito que pudiera dar Ít la mas justa: y como se di -
ga á g ri tos por las ca lles: Esta es la censul'a contra el
Dr. AI"IICiuld, esta es la condenacior1 de los Jansenis-
tas; los Jesuitas triuu!a ron . ¡Qué pocos habrá qu e
la lean! Y de los que la leyeren ¡qué pocos la e nten-
derán! qué pocos har án r eparo q ue no sat isface á
las objecciones! ¿Quién habrá q ue se inter ese de
veras en profunclizarl a? E sta es p ues la ' 'e ntaj a qu e
pot· es te med io log t·an los e nemigos de los Ja nseni s-
ta s. Seguros ~stan de triunfar por al gun os mese:;,
aum¡ue este triun.fo será vano como sue le. Sin em-
bargo, mu cho les val e ; y para des pues, inventará n
nuevos modos el e s ub sistir. Vi ven de un dia para
ott·o. De esta s uerte se han m:~ ntenid o hasta hoy,
ya co n un catecismo, donde hace n que u n niiio dé
b doctrina, pronu ncie lascn tencia de eondenncion
con tra sus ad\'ct·sarios; ya con una p rocesion, don-
de la gracia suficiente tt·ae arrast rando con cadenas
á la gracia clicaz en seiial de trofeo; ya con un a co-
media , donde los diablos se ll eva n á Jansenio; ya
con un nl m;mac¡~e, y aho•·a c on esta c:ensura .
En vcrd~1d, la dij e, qu e antes hall aba qu e r e-
pre ndat· en los molinistas: pero !les pues e¡ u e he o i-
do lo 'que V. me ha r ehilado, admiro s u prucleneia y

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-3G -
s u polític:~. Est:~ es una treta que no pueile ser mas
juicios a y mas seg ura. Lo has compr e ndido muy bien
me contestó, y es cierto que ha llaron que les estaba
mejor calla r; por lo cual un sabio teólogo dijo : que
ele codos ellos los ma.s hábiles son aquellos qnc intri-
gan mucho, que hablan poco y que nacla escriben.
Con esta precau cion, desde el princip io de J:~s
juntas , hahi an pruden temen te ordena do, <¡u e si e l
Dt·. Arnau ld venia á la Sorbon;t, babia de ser para
referi r sc ncill umcntc su senti t·, y no p:~ra arguir
co n nadie. Asi que los exami nadore s quisie ron
aparta rse algun tnnto de este métod o, no les fuó
bien, y se vieron muy fuerte mente refuta dos por e l
segund o :~pologético del Dr. Arnau ld.
Con este mi smo intento di spusie ron aquella rara
y nueva invenc ioo del reloj de arena, y de la media
hora. Por este cami no se han 1 ibrado de la impetu o-
s idad de esos Docto res que se ponían á reruta r sus
razo nes, y ;i citar libros para conven cerlos de falsc-
dttd, y ;i provocarlos á que r espond iesen , y á r ed u-
cirlos al silencio, y ;i no poder re¡1licar.
P ero no dejaro n de conoce r qu e quitad a la li-
bertad de bablar , razon por la cual se ausent aban
de las juntas mucho s doctor es, se <lesacr editaha mu-
c ho la censu ra; y que el acto de pro testacion de nu-
lidad que babia hecho el Dr. Arnau ld, antes <¡ue s u
censur a se conclu yese, sería un mal preced ente pa-
ra la acepta cion favora ble. Y no dudan c¡ue todos
aquell os que no son preocu pndos , a tiend en por lo
menos tanto ~ 1 juicio y parece r de sete nta doctor es
que no tenian que ganar en la d~fensa del Dr. Ar-
u nuld , como al seutir de otros ciento que no teuian
.que perder en su conden acion.
Sin emhar go, juzgar on c¡ue les estaba bien ha-

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- -37-
bct• sac;~do una censura, aunque no baya interveni-
do en el la lodo el cuerpo; y nunquc hecha cottrlan-
do á los votantes, y obtenida por muchos medios
bajos, y no del todo regulares. Y no importa que
no esplique náda de lo que se podía pone•· en cues-
tion, y que no seiíale en qué consiste esta herejía, y
e¡ ue hable [lOCO por temo•· de rlcsliwrse; este mis-
mo silencio es misterioso para los ignorantes y sa-
cará esta ventaja particular la censura, que los mas
críticos y los mas sutiles teólogos, no podrán hallar
en ella ning una mala razon.c¡ue reprender.
Y asi bien puedes soscga•· sin temor de ser ho-
rcgc, aunque sigas la •proposicion conclen:1da; pues
no es herética, sino por hallarse cola segunda carla
del Dr. Arnanld. Y sino lhs de mi palabra, cree
a lll. l\loine el mas apasionado de los cx;uninadorcs
el cual habl:mdo esta maiiann con un doctor amigo
mio, que le preguntaba en c¡né consistía esta dife-
rencia tan reiiida y sino sería lícito deci•·lo que di-
jeron los SS. P,tdt·es: aquella pt·oposicion respondió
cscclentcme nte set·ía cwólica en boca do ott·o; ~olo
en la del Dr. Anwuld es condenada por la So1·bo11a.
Considera pues, y no sin adrniracion cuales son los
Otrtificios del molinirno, y cuan horribles mudanzas
introducen en la Iglesia; que lo que es ca tólico en
los SS. Padres se convierte hcregia en el Dt·. At·-
nauld; que lo que era he regia en los Semi-Pela-
gianos es doctrina ortodoxa en los escritos de los
J esuitas; que la doctrina tan antigua de San Agus-
tín pasa en este tiempo por novedad eslraiia é in-
sufrible, y que las nucvt~s invenciones , qu e cada dia
se forjan á nuestra Yista, so n tenidas por tloctrina
y re antigua de la iglusia. Y con esto mi doctor se
despidió.

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-38 -
Estn instruccion me sirvió do mucho. Llegué á
compr ender r¡uc esta heregía era de una especie
nueva é inaudita. No son los sentimientos de Ar-
nauld los que so n heréticos, sino su persona. Es
una beregía personal. Y no es herege por lo que ha
di cho ú escrito, sino solamente porque es el Doctor
Aroauld. Es lodo cuanto se le puede oponer. Haga
Jo que quiera, sino deja de se•·, A rnauld, jamás se-
t·á buco calúlico. La grncia de S. Agustín nunca se-
rá verdadera mientras él la defienda; y ser ía verda-
dera, si él la impug nase. Y este sería el segur o y
casi solo medio · para estableceriJ, y para destruir
ell\Iolinismo; tal es la desgracia de bs opiniones,
luego que él las abraza y defiende.
Dejemos pues estos debates. Son .disputas de
Teólogos, y no de toologb. Nosot•·os que no somos
doctores no tenemos e¡ oc ve1· con sus co ntiendas.
Tome V. á su cargo participar á los amigos las no-
vedades de la censurn, y c¡uedo de V. S. S. etc.

I'rwi~ !J ele Febrero ;le 1656.

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<Ctll"ta eun rtn.

])e [(¡ yl"acia actual siempre presente y de los peca-


dos de ig110rancia.

SB~OI\ MIO:

He h·otado con dominicanos con doctores y con


otros de este género; pero no hay como los jesui-
tas. Fnltilbama ver a estos para mi instruccion;
porque los demas.no son sino co pias. Siem pre pa-
recen mejor las cosas en su original. Visitó ú uno
ele los mas diestros y sagaces, acompoilttdo de mi
fiel janseni sta que babia venido conmigo á los
dominicanos. Y co mo dese;lba ilustrarme particu-
lanucnlc sobre el debate qu e los jesuitas tienen
con los jansenistas, acerca de lo que llaman g1·acia
actual dige, que pues ignoraba hasta la signilica-
cion del tét·mino, se tomará la molestia de cspljcar-
lo, y me tendría sumamente obligado. De muy
buena gana me r espondió porque naturalmente
quiero bien Íl los que son curiosos y desean apren-
der. Esta es la delinicion: nosotros ll amamos gmcia
actual, una inspiracion de Dios po1· la cual nos hace
conoce,. su voluntad, y nos escita y mueve á quererla

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-40-
rumpfír. irY en c1ué está vuesli"o deb:tlc co u los jan·~
scnis tas? Est{t, re~pondíó·, en ~1uc noso lt·"s afirma-
mos, que Dios dá gracias actuales á todos los hom-
bres á cada tentacion, y decirnos que si á cada
tentacion. no tuviese el hombre la gracia actu:tL
pnm no peca r, ningun pccad·o . pot• grand e que-
fue ra , podría . set· intpulado. Y los jansenista s d i-
ce n por .:;1 cont rario, c¡ue los pecados come:tidos
si n g racia actual, no deja n de ser imputados . l\Jas.
cl cs1•arian. Dicn sos pec•ha ba lo qu e quería dec ir;
p-er o pat·a obligarle á c¡ue se esplicase clarament e,
tlije: Padre mio ese vocnbto de gracia actu«l me
ofusca el entendimie nto, si V. P. gusta decirme-
lo mismo en susl:mci;t , sin v:tl ct:se del término,
me hará un favor parlicuhtr , y quedaré muy reco-
nocido. Es qu érct·, respondió , que ponga la dcfini-
cion e n lugar del dc:linido, y e n esto nunca se muda
e[ sentido del discurso, está 'bien. T enemos pues
• por principio cier to, é· indudable , c¡ue una acci011
no puede sr-1· imputada lJtcado, si Dios 110 dá antes ele
cometerlo , el conocimiento del molqt'c hay en ello y
una inspira.cion que nos cscitc á eviwrla ¡)\fe cntién-
des nhora?
Asoru!m1clo me dejó c~le discurso , y de actuí
-inferí, que todos los pcc~dos, de impt·udenci<J, y
come tidos con lota\ olvido de Dios, no podrian sot·
imputado s, pues to r1ue antes de cometerlo s , ni
bu bo conocimiento dd mal que hay en cliCJs, ni
p ensamiento de evitarlos. Miré it mi j ansenista, y
r e paré JlOl' su rostro r¡u c 110 era de scmrj¡u1le pa-
r ecer: pero como uo t·cspondia , dije padre me
holgara que lo CJUe V. P. dice, fuua ' 'Croad, y es-
tuviese fund ado sobre pruebas concluyentes.- Quie-
res CJUC le muestre algunas, replicó. t>ucs aguar-

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-1~1-
da, te enseiiaa· c las mejores : d<>jame hacer. Y con
esto fue apresuradamente i1 lomar sus lihros.
E ntre l<mlo pregu nté á mi amigo, si se halla-
han au tores que llevasen esta opinion. Tan nueva
te parece, r espondió. Pues ad,•iertc que nunca los
SS. l';~drcs, ni los Pa pas; ni los con.:ilios, ni la es-
critura, ni libro alguno de devocion, por mo-
d~nto <¡ucsca, hablan de tal suerte. Oc estos no
tracra ninguno, m¡¡s du cas uistas y cscolllst icos nuc-
. vos alcg;u·á buen número . D:: tales aut ores dije me
burlo, si son contr;~rios á la tr:1dicion. Tienes razo11
repuso, á lo cual llegó el p<Hh·c c:~rgado de libros
y alargándome el que tenia mas á mano: Ice, me
dijo, la suma de pecados del P. Baunio, que es es-
ta, y do la quinta edicion, para que conozcas si es
buén libro. Lástima , elijo bajito mi jansenista,
que haya sido condcMdo en !loma, y por los ohis-
¡,os de f •·ancia. l\Iira prosiguió el padre, la púg i-
11<1 !)06. l' úseme á leer·, y hallé c¡ue clccia. Para
prcal' y Stl' culpable a11te Dios, es tltentstrr corwcer·
qrte lo que se quiere lww· es malo, 6 JJOI' lo merw., que
se <lude, tema ój¡¡::;yiJeque la accion no agrada á Dios,
que la prohibe, gue rro obstante , se tjccute y quebran-
te rlt>recepto satisfaciendo el apetito y pasando adc-
larrtc. ¡Ur:tbo principio! csclamé. Pues mira achicr-
te lo c¡ue hace la envidia. Sobre ~slo J\l r. Hallcr,
:11liCS de ser de los nuestros, se mofaba del P. B:m-
nio aplicánd ole aquc iiJs palnbr~s : ECCI> qui tollit lit-
cata III!HHii ; E'TE ts el 'IUC quita los peC<Idos dtl
murulo. Verdad aíiadi c¡ue ci P. Baunio h;~lló 1111
nuevo modo de redimir ~ los hombre ; y librarlos
ele! pecado. •
¿Qui éres co ntinuo el padre que le muestre una
autot·idacl llii\S grave y mas auténtica? Toma este

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-!~2-

libro del t>. A. nnat. Es el último que compuso


contra el Dr. Arnauld; lec en la página 34. donde
está doblada la oja. Y mira los renglones que tengo
setialados con el lápiz.; son palabras de oro. Hallé
pues. El hombre que 110 tiene ni el menor pmsamien-
to m Dios, 11i en sus pecados, y que de ninguna ma-
nera aprcnd,, es decir, segun me lo interpretó que
no tiene la menor noticia de la obligacion ele egerrer
actos de amor de Dios ó de contriccion, no time gra-
cia actual, pero es cierto tambien que no 11eca dejando
<le ejercer estos actos, y si se condenare 110 ser·á en
pma de esta omision. Y mas abnjo: y lo mismo se
puede decir de una comision culpable.
Ves dijo, el p¡¡dre como habla de todos los pe-
cados así de comision como de omision , no olvida
nnda. ¿Quú dices á esto? ¡Qué me place semejante
doctrina! !Iermosas con;ecuenci;~s se pueden de-
ducir. ¡Válgame Dios y cuantos misterios se me re-
presentan! Veo sin cootraracion, mas gente justifi-
cada por via de esta ignorancia y de este olvido de
Dios, que por medio de la g•·acia y de los sacramen-
tos. Pero p<~dre mio, ¿nó es fa lso el gozo que
V. P. me dá? ¿Es esto como n<¡uella gracia suficien-
te que no es suficiente? Fieramente terno el di~­
tingo, ya me bailé algunns veces cogido con él.
¿Uábla V. P. de veras? ¡Cómo de veras! dijo acalo-
rado, no bny <¡ue burlarse, aquí no IJ¡¡y equivoca-
cion. No me uurlo, contesté; pero temo que no
sea eso asi , al paso que lo deseo sumamente.
P ues par,, cerciorarte me dijo, y para que no
te c¡uedc escrúpu lo alguno, toma los escritos de
l\'1. 1\ioiuc, veras corno ha cnseiiado la misma doc-
trina públicamente en la Sod Jon¡¡; ve rdad es que
la sacó de nosotros, pero él la dilucidó felizí-

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- ~3-

símamento. ¡Y qué bien la esplic6 y conlirmó!


Dice pues que para que una accion sea pecado
es menester que todo esto pase en el alma. Leo y ro-
flexiona cada palabra. Hallé en latin lo siguiente:
l. Ponma parle infunde Dios m el al11m algrm amor
ljllt lwce Íllclittar el hombre hácia lo que la ley titan·
da, y por otm la sensiwlidad t·ebelde, le soliciltl á
hacer lo cotttrario. JI. Dios le inspi1·a un conocimim-
to de su flctqucza. If(. Dios le ·i mpim la noticitt
del médico que le ha ele curai·. I V. Dios le iuspim
el tlc.1eo de m !'cmccl·io. V. Dios le i nspira el deseo
de ot·m· y de implorar sr' ausilio. Y si todo esto no
pasa en el alma aiiadi6 el jesuita, la accion no es
propiamente pecaminosa , y no puedo ser imputa-
da, como ::11. ~loii1e lo asegura en eso mismo lugar
y en lo demas <(UC sigue.
¿Quiéres todavía mas autoridades? Aquí las tie-
nes. Pero modernas todas, me dijo ni oído mi jan ..
scnista. Ya lo veo, contesté. Y volviéndome ul je-
suita repuse, de molde viene esta doctr ina para al-
gunos c¡ue conozco, yo los haré ye nir acá. Puede
ser c¡ue V , 1'. no haya Yisto otros que estón mas
put·os ni mas limpios de todo pecado; pol'!¡ue nun-
ca piensan en Dios; previnieron en ellos al uso de
r;~zon Jos vicios. l\'11nca conocie1·on ni m flaqueza,
ni el t·emedio que los puede cm·ar. Jamás lta1t pensa-
do m desear 1a salud de su.s almas, y muclto tiiCIIOs
ett pcdit· á Dios que se la diese . De suerte que toda-
Vía están en el estado de la inocencia bautismal,
segun la doctrina de i\1. J\loinc. Nunca flan pensa-
do m amar á Dios, ni m dolet·se de los pccCLdos; y asi
conforme dice el P. Annat, jamás cometier on pe-
cado alguno por defecto do caridacl y de penitencia.
l)asnn toda In vida huscando nuevos del eites, sin

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-M~-
que el meuor remord imiento de conc iencia h~ya in-
tcl'l'nmpido e l impctu do sus pasiones. Teníalos
p•>•· perdidos. P e•·o V. P. rno enseiia que estos mis-
mos csccsos les hace segura su salvacion. Dendito
sea V. I>. mil veces , que así justifica y salva la
gente. Otros ensciian á cunu· las almas con penosas
austerid:.des: pero V. P. muestra, que las que se
creían esta r mas dcsauciadas de r emedio, están sa-
nas y buenas ¡Qué g:lilardo medio para ser dicho -
so en este mundo y en el otro! Siempre babia pen-
sado, 11ue cuanto mas alejado estaba Dios de nues-
tro pensamiento, tnnt o mas gravemente se pecará;
pero á lo que oigo. cu;a udo un hombre ha llegado
al cstrcmo, de no aconl:~rse de Dios poco ni mucho
todo se vuelvo puro y limpio en lo venidero. Qui-
ten allá los r¡ue •·escrv:m todavi.1 algun rcsahio y
amor il l01 vir tud: tndos estos pccado•·es á medias
será n coudenatlos. Pero aquellos pecadores enolu-
r ecidos, pecadores si·n mezcla, llenos y consumndos
no tienen que temer el infier no. Al paso que se
han cnt1·egado ol demo nio, lo h;m enga iindo.
El bue n pad•·c que veía que de s u principio de
doctrina se s:1cah nn ncccsa•·iamcnte est:~s conse-
cuencias, so cvad·ió con dest rcw, y si n enojar se, ó
sea por su ¡Hmlcncia, ó por su natur;•l bl;mdur a,
solo me dijo: pnr<~ que enticndns que nosotros co-
nocemos estos inconvenientes , h;os de s:~be r; que
ilUIHJUe alinn~mos 11ue estos pecadores, que tu di-
l'es, no pcca ri3n caso que nuncn tuviesen pens.:~­
micoto ni voluntad do convertirse , ni deseos de
' ·olvcr n Dios; tambien decimos 11ue no hay ningu -
no que no te nga toles impulsos, ~· que nunca Dios
ha d cj<~do pecar il un hombre sin darlo primero el
conocimiento del rnal que va á cometer, y el deseo

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-!~5-
tle e,·itar el pecado, ó por
lo menos de implor:~r
su divino ausilio para poderle
evitar ; y solo los
jansenistas di cen lo contrario.
Pu es, cómo, padre mio, rcp
lic1ué, ¿és la he re-
gia de los janscnist;as, nega r
, •1ue cnda ,·e:r. c¡ue el
hombre pec a, le r omuenlc
la conciencia, y qull
sin embar go vc:1ci•lo el rcm
onlimicoto, r¡uit·úm el
precepto !/ ¡wsa adelante , com
o di ce el P. Ba uoio?
En verdad c¡ue es ridí cula la
hcr cgia. Siempre juz -
gué que muchos se condenaba
n por no tener nin -
gun pensam iento bueno ; ma
s que alguno se con -
dene po•·que no cre e que tod
o hombre los ti ene, es
lo que nun ca imaginé. Pero
la <'Onciencia me obli-
ga it descngaüa r y decir á Y. l).
que hay mi 1 personas
c1uc no tiene.n estos pen samien
tos , ni estos deseos y
que pecan sin temor ni remord
imi ent o, e¡ u o pecan
con alegria y que hacen gloria
del pecado ¿Y quién
l'u ede saberlo mejor que V.
P.? Cierto c¡ue con-
fiesa á algunos de estos por
que ordinariament e so
hallan ent re los caballe ros ele
distincion. Pero re~
l'ar e V. P. las perniciosas co
nsecuencias de vue s-
tra má csima. ¿ '6 vé los efe
ctos que puede pro du-
cir en los libertin os, c¡ue no
buscan sino 1(1 ocasion
para dudar de nuestr a rcligio
n? ¿Nó es esto darles
tm pretesto pnra ello, cuando
se les dic e, como si
fuera arti culo de fó, c¡ue
al cometer un pecado
siempre sien ten en sí un imp
ulso di.1 ino y un ele-
seo interior de no pec¡1r? ¿Y
uó es visible <¡ue ha-
llándose convencidos, por pro
pin espcrir ncia, de la
f11lscdad de vucstrn docll·ina
en este punto, que de-
cís ser de fé, S11C11r{m In con
sec uencia para dudar
de toda la rel igio n, y dirán
qu e si los jesuitas no
son l'crídicl s en un articu
lo, serán sospechosos
en todos; por donde conclu irim
; 6 e¡ ue In religion

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-46-
es falsa, 6 que In compaiiia sabe muy poco de
elln?
P ero mi segundo apoyando mi s razon es <lij o:
muy bie·n baria V. P. para conserv ar su doctrin a,.
de no csplicar con tanta claridad como lo ba hc-
.c ho con nosotro s la que entiend e por gracia actual;
porque ¿có mo podl"iais declara r abillrtam enlc, sin
poner en riesgo toda creencia que 11adie peca sin
que tenga primero el conocimic·nto de su flaqueza , la
noticia del médico, el deseo ele st~ remedio y la ,;o/un-
tad de pedirle á Dios? ¿Quién crecr{t sobre la pala-
Jn·a de V. P. crue :1quelios que están totalme nte
e nll·egaclos á la avaricia, it la deshone stidad , á las
blasfem ias, a l duelo, a la venganza, a l burlo, á los
sacri leg ios, tienen voluntad y deseos d e abr:11.a r la
castidad, la humilda d , y las demas vir tudes cris-
ti anas?
¿Qu ié n creerá, que aquellos antig uos filósofos
que realzaban tanto las fuerzas de ¡., natural eza,
hayan conocido la Oaqueta , y la enferme dad del al-
ma y el médi co para curarho? ¿Di rá V. P. qu e los
que tenian por macsima incon cusa , que 110 es Dios
quim dá la 1Jirtud, y qut 110 ha l<abido jamás algm10
que se la haya pecl·ido , hayan pensado e n pcdirscla?
¿Quién podrá cr eer , 1¡uc los ep icurcos, que
negaban la provide ncia d ivina hayan te nido deseo
de orar al paso qu e ellos mismos decian, que em
hacer injm·ia á Dios el invocal'le en twcstms nece-
sidades, como si su di11ina íJlagtstad se hubiera de di-
VCI'tir en pensar 6 cui1/ar de 110sot1·os?
Y finalm ente ¿quién podria ima ginar que los
idólatras , y los Alc ista s tengan en todas las tenta-
ciones qu e los llevan á 1>eca r infinitas veces e n la
vidn, el deseo y volunta d de orar y pedir lns ver-

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-1·7 -
dade ras virtu .les c¡ue igno•·an, ia un Dios ve rdade
ro
c¡ue no co nocen?
Como que sostendre mos, respo ndió muy re-
suelt o el pad re, ;m~es de decir c¡u'} se peca sin
te-
ner cono cimie nto del ma l, y sin tener deseo
de la
virtu d contr aria, que lodo el mund o, que to dos
los
impl os y todos los infieles tiene n estas inspi racio
nes
y estos clescos ¡j cada lenta cion; y no me pod reis
prob ar lo contr ario, al meno s por la sagra da
es-
critu r3.
Tomele la palab ra y repu se ¿pues qu é habre
-
mos mene ster acud ir á la escri tura para prob
a¡·
una cosa tan clar a)' evidente? no tiene aquí
lu gar .
la f6 , ni aun es punto que haya de vc·nt ilarse
á
fuerz a de razones. Es un punt o de hecho,
es un a
cosa que vernos, que sabe mos, que senti mos
en
noso tros mismos.
Pero mi Janse nista ateni éndo se á lo c¡ue el Pa-
dre exijia dij u: ya que V. P. no se remi te
sino á
la Escr itura , estoy conte nto; pero no se resis
ta á
ella V. P. y pues está escr ito : que no Ita t'evcl
ado
Dios sus juici os a los jentiles, y que los lw dejad
o
etTal' en sus cmninos, no !liga V. P. c¡ ue Dios
ha
dado luz á :tque llos, que los sagra dos libr os aseg
u-
ran , (11CI'ondejados en podct· de las tinieblas y
en me-
dio de la sombra de la mt~et·te. ¿No husla para
ven-
cer el c•·ror de la doctr ina que V. P. sostiene, ''el'
que S. PJblo <!ice M sí mismo ; que es el prim
ero
d'e los 11ecadores, po1· un pecado que decla ra hnbe
r
come tido 7101' igno1·ancia y/levado ciegamente
de s-u
celo? ¿No basta ver por el evan gelio que los que
cruc ificJb Jn ú .Tils iJC ill STO ne<:csitab nn del pcrdo
n
que el mismo Seño r pedia por ellos , bien c¡ue
no co-
nocía n la.mald:Hl ele su accion; y que ú lene!' ese
co-

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- :•.s-
nocimiento, segun S. Pablo, no la hubieran come-
tido?
¿No hasla que .T esuc ttiSTO nos advierta que IHl-
hrú perscguidorcs de la iglesia, que procurando
derribarla pcnsanin que h<1cen un sen·icio á Dios;
pn•·a darnos á en tender que ese pecado con ser el
mnyor de todos, segun dice el Apostol le pueden
cometer aquellos que est¡Ín tao agenos de pen~ar
r1uc pcc:\11, que antes creerían pecar si no lo hi cie-
ran? Y finalmente ¿no basta 'luc el mismo Sc!lor
ho ya enseiiado, que hay dos géneros de pecadores,
unos que JlCCan con ndvettcncin y conocimiento, y
otros que pecan sin el, y que unos y otros serán
c<~sligados aunque con peons diferente~?
Viéndose cojioto con tanlos lugares ele Escritu ra
á donde había apelado, comenzó á aflojar y conce-
dicndonos que los judíos pecaban sin tener inspira-
don alguna, dijo. Por lo menos no se negará que los
justos nunca pecan sin que Dios les de.•.. Detén-
gase padre mio interrumpí , esto es cebar pies ittras
V. P . desampa ra su principio y fundamento gene-
ral; y viendo que ya no tiene lugar por los pccaJo-
res, quisiera entrar en convenio, y h~cerle subsis-
tir á lo menos por los justos. 1\:Ias así veo á esta
doctrina muy cootrahida, porc¡ue no v:lldrá ya sino
l"cspecto de muy pocos, y casi merece la pena, dis-
putársela ú V. I'.
Pero mi segundo, que cr·eo, habin estudiado la
cuestion esta misma maiiaoa segun estaba pronto
p;n·n lodo, r es pondió, Padre mio esta es la ultima
trin chera donde sostienen su retirada los que son
de vuestro partido y quiercn eolrar en disputa;
mas tampoco está V. P. seguro en ella. Este ejem-
}llo de los justos no es mas favorable. ¿Quién duda

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-1·9 -
que eslos caen mil veces en pecados de ioadvcrtcn-.
cia sin apercibirse? ¿N~snbcmos por los Santos mis-
mos de la manera que la scnsualidacl les arma lazos
secretos, y c¡uu generalm ente acontece que por
sobrios que sean, dan á su apetito lo que piensan
dar á la necesidad, como S- Aguslin lo di ce de si
mismo en sus confesiones?
Cuán ordinario es ver 5 los mas celosos esca-
parse en las disputas movidas do al¡;un propio inte-
res, sin que su conciencia los culpe; antes piensan
que lo hacen en favor de la venlad, y á veces no
caen en ello, si no es mucho tiempo despues. ¿Qué
di remos de ac¡ucllos que hacen cosas con ardo r,
efectivamente malas, po•·que las creen efecti-
v~mente buenas; como vemos los ej cm¡llos en la
historia ecl esi;~~tica? Y esto no quita que ~eguo los
SS. Pod res, hay•m pecado en esas ocasiones. ¿Y si
no fuc•·a asi, como los justos tuvierJn pecados ocul-
tos? ¿Cómo será verclnd, qu e solo Dios conoce cuan-
tos y cuales son, e¡ u e nadie sabe si es digno de amor
6 de odio, y que ills·mas sa ntos siem pre deben vi-
vir con le mor aunque no so sientan culpados, co-
mo S. Pablo lo dice de si mismo?
Couciba pues P. mi o, que los ejem plos aduci-
dos, asi de los j ustos como de los pecadores, des-
truyen igunlmeolc In do ctrina que supo neis, do que
para pecar sea necesa rio, conocer antes el mal y
amar la virtud opuesta; ya qu e es cierto, que la
pasion de los malos por los vicios atestigua que
carecen de todo deseo de virtud , y el amor que
los justos tienen á la virtud demuestra claramente,
que no siempre conocen si son pecados los que co-
meten cada dia, segun la escritura. Y es tanta ver-
dad que los justos pccnn asi, como es r ar o que un
4 .

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-SO-
gran sarilo peque de otra manera. Porque ¿cómo se
podria creer que aquellas aiJ?laS tan puras, que hu-
yen con tanto cuidado y fervor de la menor CQSa
que pudiera ofender á Dios luego que lo advierten,
y que sin embargo pecan muchas veces en un di a,
tuviesen á cada vez antes tle pecar, el conocimiento
de su flaqueza en esa ocasioll, la noticia. del médico y
el deseo de st' remedio, y la voluntad de ora1· para pe-
dir á Dios que les socorra; y que á pesar de todas
estas inspiraciones, estas almas tan santas, no deja-
sen de pasar adelante, y de cometer el pecado?
Concluya ¡mes V. P . que ni los pecadores, ni
aun los mas justos tienen siempre estos conocimien-
tos, estos deseos y estas inspiraciones, todas las
veces que pecan; es decir, usando vuestros térmi-
nos, que no tienen siempre la gracia actual en todas
las ocasiones pecaminosas. Y no diga mas V. P. con
sus nuevos autores, que es imposible pecar, á me··
nos que so conozca la justicia: diga con S. Agus tin
'J con los antiguos Padres , que es imposible Do
pecar, cDand•l no se conoce la justicia : necesse est
t lt peccet, á qua ignoratw· justitia.
Viéndose el buen pad re tan imposibilitado de
·sostener su opi ni on, asi respecto de los j ustos, como
respecto de los pecadores, no por eso desanimó. Y
despues de haber p11nsado UD rato nos dijo: ahora
voy á convenceros; y volviendo á tomar su P. Bau-
Dio en el mismo lugar que nos babia mostrado;
mirad, mirad, prosiguió, la razon que pone para fun-
dar su concepto. Bien cierto estaba que Do le ha-
bían de faltar pruebas. Leed lo que cita de Aristó-
teles, y vereis que sobre una autoridad tan r espe-
table ó será menester quemar los libros de este
prlncipe de los filósofos, 6 declararse en favor de

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-51-
nuestra opioion. Escuchad pues los priocspsos que
establece nuestro P. Daunnio. Primeramente dice,
q11c una accim no puede ser vituperada cuando es
·involuntaria. Esto concedo yo , dijo mi amigo. Esta
es la vez primera, esclamé, que os veo de acuerdo.
No pase V. P. adelante, y eré ame. No se hace nad a
con esto, me respondió; porc¡ue es menester saber ,
qué condiciones son necesa rias para bacer que una
accion SC!I Yolontaria. l\Iu cho temo, padre mio,
que sobrevenga á V. P . otra pendencia en esto pon-
to. No tienes que temer, me dijo, esto es cierto,
Aristóteles está co nmi go . Escucha atento lo que
di ce el P. Uauni o. Pat·a qttc w1c1 accipn sea voltm-
taria, es menester t¡tle. proceda de hombre que ve,
qt1e sabe, que penetm el bien ó el mal que !toy m
ella. YotUlJT.\II I OM I!ST, comoconmnmentese dice
co1t el {i/6so(o, bien sabes que este es Ariitóteles, me
dij o, apretándome los dedos, q11od fit á principio
cognoscente singula, i11 qt1ib11s est actio. De manera
r¡ue cuando la voluntcut se determina sin examen, y
al vuelo, {¡amar ó abOITecet·, á hacer ó dejat· de ha-
cer algwta cosa, antes r¡11c el entendimiento haya
podido ver si hay mal ett amarla ó e1t abon·ecet'la¡ en
ltaccl'la ó dejarla; clttoltces tal accio1t ni es 6ucna ni
ts mala: porque antes de esta inquisicion, conoci-
miento y re{ltxio11 del espíritu, sobre las calidades
buenas ó malas de aquello que se pone ¡Jor obra, la
accio11 que interviene no es voluntaria,
Y bien, me dijo el padre, ¿estás satisfecho? Pa-
rece r espondí, que Aristótolcs es del sentir del P.
llaunio , pero no deja de so rprende rm e. Pues que
padre mio, ¿no basta para obrar \'Oiuntariamente,
q ue sepa yo lo que hago, y qu e no lo bago sino por
que qui~ro hacerlo, pero además es menester que vea,

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- 52-
que septl, y que 1lescubm lo que lwy !le bien ó de m11l
en /tt accion? Si esto es asi ; muy pocas acciones vo-
luntaria~ habrá en la ,,ida; porque pocos habrá que
atiendan á todo ¡Cuantos· juramentos se ceban en el
juego, c uantos escesos se cometen en las borrache-
r as , cuantos desórdenes en las carnestolendas, que
no son voluntarias segun esta opinion, )' por con-
siguie nte ni buenas ni malas, porque no van ncom'
pnilndas de aquellas t·e(lexioncs sobre las calidades bue·
ttas ó malas de aqw·llo que se ltaccl ¿Per o es posible
P . mio, que Aristóteles baya lenítlo lttl pens<~miento?
porque siem pre he oído decir que fu() hombre inte-
ligente y docto.
Yo tr diré lo que hay en esto, interrumpió mi
jansenista; y habiendo pedido al p11dre la moral de
Aristóteles, abrió el principio del libro 3 de donde
el P. Baunio sacó las palabras e¡ u e refiere, y dijo
al bunn padre: paso esta por haber crcirlo V. P.
sobre la fé del P. Baunio, e¡ ue Aris tóteles era de
ese sentir; pero si V. P . mismo lo hubie•·a leido no
fuera de tal parecer. Verdad es que ensena, que
para que una accion sea -.oltmtaria es mcllCStlw co-
tJoccr las pM·ticularidades !le aquella accion; S INGU-
1.,\ in quib11s est actio . Pero que ~nticndc Aristóte-
les por esto, sino las circunstancias part iculares de
la aecion; como claramente se vé por los ejemplos
que dá, alegando solamente aquellos, en qne se ig-
nora alguna de esas circunstancias, como de tma
persona ql'e qrur·iendo mostrar una máquina, se le
va una·sneta y hiere impcmadamente á uno; y de
Jllcrope que mató á su hijo pcnsa11do matar á su me·
migo, y ott·os semejantes.
Po1· donde bien ve V. P. cual es la ignorancia
que hncc las acciones involun tarias; y que no es

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-53-
sino la de las circunstancias particulares, que los
te61ogosllaman, como V. P. sabe mu y bien, ignoran-
cia del f1tcf1o . l\Ias c uanto á la de derecho, esto es,
cuanto á la ignorancia del bien 6 del mal que hay
en la accion, y de la que aquí solo SI! trata: veamos
si Aristóteles, es del sentir del P. Baunio. E stns son
sus palabrns: Todos los malvados ignoran lo que deben
hacer, y lo r¡tte deben huir y esto mismo 1os fwcc malos
y viciosos. Por lo wal110 se p·t~ede decir, que por cuatl-
to un hombre ignora lo qtte debe hacer de obliga eio n,
su accion scc1 involuntaria. Porqtte esta ignanmcia e11
la eleccion del bien ó del mal, 110 hace que u1w accioll
sea involuntaria, pero si viciosa. Lo mismo se debe
decir de at¡ucl que ignora e11 general las reglas de St'
ob/igacion, ¡mesto qtM esta ignorancia hllce á los hon1-
b1·es dignos de vituperio, y 110 de esctm,, Y así la ig-
ttorancia que llace las acciones involuntarias, y esct~­
sables, es aquella so/am.cnte que m.im el hecho en pm·-
ticular, y s11s ci1·cmtstancias singulares ; porgue en-
tonces tiene lugm· el pe,·don y la escusa, como m
quien Ita obrado contra su ¡¡ropie' vobmtad.
Visto esto padre m io ¿ ' •olvct·á V. 1). á dccit·
<1uc Aristóteles es de su opinion? ¿Y quié n no se
admira de vet· quq un filósofo gentil lwya tenido
mas luz que vuestros tloctorcs, en una materia que
importa tanto á la doctrina moral, y al gob ie rno y
direccion de las almas, co mo es saber , c uales son
las condiciones que hacen las acciones voluntarias 6
in voluntarias: y por consiguiente c uales cscusnn 6
no escusan de pecado? Ya no tiene V. l'. refug io en
este Príncipe de los filósofos, y crea al Princ ipe de
los teólogos, que decide esta controvérsia de esta
manera en su Lib. 1. de sus retraclac. C. 15. r,os
que 11eca11 ¡JOI' ignomncia no obran sino porq11e quic-

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- 5'.. -
nn obrar, bien que pecan sin quer·er pecar. r asi
este mismo pecado de ig11orancia, Íw se puede come-
ler sin le~ volwltad, qrte se lleva á lu etc eion y tto al
pecado : y es/o tto quita que la acciontiO sea pecado,
porque basta qt~e se hi;o lo que no dcbia hactrse.
Pn~·eci6mc r1ue el l>Uc n padn~ habin quedado al-
go turbado mns con el parecer de Ari stóte les, que
con el de S. Agustín. P ero al tiempo que pensaba
en lo que babia de rcspon1ler , le viniero n á decir·
que la Se110r:1 l\f¡¡riscn la de .... y la Seiiora ~Iar­
t¡ue~n de . ... le llamaban. Y asi dejánd onos apresu-
radam ente; comunicar é es te punto dijo, ~ nu es-
tros padres; ellos le ballndn salida; algunos tene-
mos aqu í mu y ngudos. Conocimo s luego lo que e ra
y queditndon os solos, mnnifesté i1 mi amigo el asom-
bro que me causnba el desorden que esta doctrina
introducÍa en )a moral. Y 1)1e r·espondió, en VCrlhtd
r¡ue tu asomh r·o me admio·a ;, mi mucho m¡¡s ¿Lue-
go no sabes que los esccsos de estos pad•·cs son to-
davía mayores en la moral que en otras doctrinas?
Y trajom c algunos ejemplos horribles, y rlefiri6pa-
ra ot r·a vez lo dem<is qu e tcni¡1 que decirme, y que
espe ro será el objeto de nuestra primcr·a co nversa-
cien. Entre tanto quedo de V. etc.

J>cwís 25 ele Felwero ele 1656.

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Qltu-llt quíntn.

Objeto de la nueva m01·al jesuítica. Diferencia de ca-


mistas. Doctritla de la Probabilidad. Turba de au-
tores modernos y duconocidos.

SEÑOR MI O:

En cumplimiento de mi oferta, paso á manifes-


tar á V. los primeros perfiles de la moral de los
jesuitas, de estos hombres eminentes e11 doctrina y
sabidt~t·ia , dirigidos por la divii!Q , que es mas se
gura gue toda la {ilosofia. Juzga V. e¡ue me chan -
ceo, pero h3blo de .todo corazon , ó mejor dicho,
los jesuitas lo clicen de si mismos en su libro ti -
tulado, ]mago primi ... . sreculi; pues tanto en este
elogio, como en lo demas, no bago sinú copiar sus
palabras. Esta es una compa·iiia de hombres, o mas
bien de angtles, que fue profrtizada ¡Jor Jsaias m es-
tas palabras: andad cmgeles prontos, y veloces. ¿La
profecla no es clara? So1t espíritus de AgtLila; es una
manada de fénices, habiendo probado poco lla, cierto
auto7', que existen muchos. Han mudado la faz de/cris-
tianismo. Es forzoso creerlo asi, puesto que cilos

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-5G -
mismos lo asegura n. Y ahora lo verá V. por este
discurso <JU<l descubrir{, sus m~ximas.
Quise informa rme mas y mejor, y no fiando so-
lo de mi amigo, fui {, comuni car con los mismos
jesuit<ts; pero hallé que nada ma h~bia dicbo <JU('
no fuese verdnde ro. Creo que jamás mie nte. V. lo
verá por las confa,·cn cias que tuvimos . En la últi-
ma, ma manifes tó cosas tan estraiias qu e se me ha ·
cia duro crcerl<~s; pe ro mostró.melas en los libros
de ac¡ucllos padres, de ta!"su ert a, qoa so lo pude de-
cir en su defensa , qu e <'sas e r;m doctrina s de algu-
nos particul ares, y qua no ara. justo imputar las á
todo el cuerpo. Y clect ivamcnl e le aseguré que co-
noci.t algunos c¡ue gunrdab ;m tnutn saverida d y ri-
gor, cuan la blandur a los relaj ados que me ci tó.
Dióle ocasion mi plútica, para descul11·irme el es-
píritu de la co mpatiía , c¡ue no tc•dos alcanzan y pue-
da ser qua V. se coro plazca e n saberl e. Esto es Jo
que me dijo.
Piensas hact'r mucho en favor de los jesuit;~s,
diciendo que tienen padt·es tan conform es con la
doctrina evangel ica, como ot ros le son con trarios;
y cla 1.\Cfui conc luyes <tue aquellas opiniones anchas,
no son da lodn la compaiiia . .llieu lo sé; porque si
esto fuese, no sufri1·ia alla á los que so n tan rí gi-
dos. P ero como ademas encierra , y s ufra en sí á
los que son tan ral:~jados; conclu)'Co t;ombien, que
el espíritu de la compniiía no es al de la severidacl
cristian a, porque si cslo fuese no sufriri¡t [o los que
cstan tan alejados de ella.
¡Y que! ¡·espuncli ¿pues ctuíL seria e l gen io y
designio del cuerpo en tero? Sin duda debe sct· que
no liancn alguno satialado y lijo, y 11ue cada uno
tiene la libertad da decir cuanto sa le anloja á In

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- 57-
Yentura, salga como saliere. Esto no "puede ser, me
replí~6. No podría subsistir un cuerpo tan graotle
con un gobierno temerario, y sin alma que rija y
reg ule sus movimientos. Y mas que ti enen un~
co nstitucion pm·ticul:or de no inoprimir cosa al gunt~
sin licencia de los superiores. llien está dije yo;
¡.mas cómo pueden los superiores consentir máx i-
mas tan diferent es? Esto c.> menester que sepas,
me co ntestó.
Has de sabe1· pues, e¡ ue el designio de los PP .
Jes uitas no es de qt:eret· viciar ni corromper !,1s
costumbres, pero tampoco tienen por único fin el
corregirlas y rc!ormarlas; porque seri¡¡ mala políti-
ca. Este es su pcnsamiculo. Tienen !Jastante buena
opinion de si mismos para creer que es útil, )' aun
necesario al bien de la religi"n , qoe su crédi lo se
o!Sticnda por todas 1m·tcs, y c¡uc ellos ch•bcn reg.i1·
todas las conciencias, y por cuanto las máximas
evangélicas, y severas son pro¡oias para gobernM·
cíct·ta clase de personas, se valen de ellas cum1do
son favorables¡ pcr·o como estas mismas reglas no se
nj ustan al genio de la mayo r parte de los hombres,
déjanlas tm·a co n estos, y toman otras que ellos ban
forjado para satbCaccr, y dar gusto á tollo el mundo.
Por esta rnzon, habiendo de tratar como
1rntan con personas de lodo gé ncr·o !le estados y
de n;~cioncs !un diCercnles, es ncces;trio que tcng;m
ct•s uislas ip ropiados para tanta di vc r·sidad. De aquí
puedes f;:cil mcntc juzgar, qu e si no tu vicrao en su
compaiiía mas que r.asuistas rcl;~jados , destruirían
su designio principal que es de ab razar todo el
mundo; pu¡lsto qu e todos aq uellos que son verda-
deramente pi os y de buena conciencia , • buscan las
r eglas mas sovc1\tS. l'cro como estos son pocos: pa-

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-58-
J'a gobernarlos no necesitan de muchos directo-
•·es rigurosos: tienen pocos para pocos, y como
el número de los que busc;m los ensanches es m a-
yor, tienen para estos, una infinidad decasuistas re-
lajados.
Con esta conduela cómoda y flecsible, como la
llama el P. Petan, alargan lo3 brazos á todo el mun-
do y á ninguno desechan. Porque si se presenta algu-
no que tenga rcso lucion de restituir lu ha cienda mal
no
g<~ nada ' lemas que se lo disuadan: antes alab;t-
rún y conli•·inarán tan santa rcs'olucion; pero ven-
ga otro quz quiera ser absuelto sin restituir, muy
dificultoso se,ria, sino le diesen algun a salida de-
clarándole libre de aquella ohlig<~cion sohre su pa-
labra.
Asi conservan sus amigos, y se defienden de lo-
dos sus e nemigos. Porque si los acusan de relaja-
dos en cstrcmo: luego sacan á lu7. sus directores
i!USlcros, con algunos lihros que tratan del rigor de
la ley cristiana, con que los simples , y los que no
profundizan las cosas, quedan satisfechos sin otra
prucb:t.
De esta suerte tienen de todo , y para todo gé-
nero de personas y responden tan perfectamente á
lo que se les pregunta, que cuando ellos se hallan
en paises, donde un Dios crucificado pasa por gran-
de desatino, suprimen el escándalo de la cruz, y
predican á J I!SUCR ISTO gloriOSO y DO Ú JESUCIUSTO
humilde y penando; como lo hicieron en las Ju -
días y en la Cbina, donde permitieron y enseñaron
i1 los cristianos. la idolatría, con la sutil invencion
de lleva•· escondida bajo los vestidos, una imagen de
.Jesucristo, ·á la cual babian de dil'ijit· mentalmente
las adoraciones públicas que hicieran al ídolo C(l-

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- 5!)-
cinchoan 1j J\.eu11(11Ciltl COmO eJ dominic~nO GJ'~VÍ­
1

na les echa en cnr~ ; y lo acredita 1~ memori~ pre-


sentada al rey de Espaiia Felipe lV por los frailes
menores de las Tslas Fili¡linas, segun refiere Tomás
Hurtado en su libro del M:trtirio de 1~ fé, pág. 42i.
D<' ta l suerte qu e la congrcg~cio n de los Carden~ les
de¡m1pagandli fide se vió oblignda ia prohibir con
especialidad á los Jesuitns so pena de escomunion,
el permitir las .. dornciones de los ldolos b~jo cual-
quier pretesto, y ocultar el misterio de 1~ cruz á
Jos que se instruían en la fé ¡ m~ndandoles que no
recibier~n ni bnutismo ú los que ignoraban este
misterio, y que esnusiet·nn en sus iglesi~s la imagen
del crucifijo, segun ~parece estensameute en el de-
creto de la congregacion dado en 9 de julio del aiio
1646, firmado por el carclcnal Caponi.
Ved de que npner~ los Jes uitas se h~n esparcido
por tocio el mundo, valiéndose de la cloctrina de las
opinioues probables, orige n y piedra funda;nental
de todo este desconcierto. Inl'ormate de ellos mis-
mos y te lo di rion; porc¡uc ú nad ie ocultan es te m·-
tilicio de la p•·obabilidud ni lo demás qu e acabas de
oír , co n la sola dil'crencía c¡ue encubren su pru-
dencia hu mana y su p,olitica con el pretes to de una
prudencia divin a y cristiana ; como si la fé y la
tradicion c¡uc la mantienen , no fu ese siempre una
misma é invariable en todo tiempo y lugar ; como
si 111 reg la se huhiese de doblegnr por convenir con
lu e¡ ue le debe ser conforme; y como si las ••lmas,
para pnriticarse de sus defectos, hubiesen de cor-
rompct· la ley del Seiior , en lugar qtte la l~y del
Señor sin ma11clta y toda salita , es In que clcbe cont:cr-
tir las almas y aj ustarlas con las instrucciones sa-
ludables.

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-60-
Anda pues, te ruego, á esos buenos PP. y estoy
cierto que fa cilmente en los e nsanches de su mo-
•·al, notarús la causa y ol'igen de la doctrina que
ense1ian acr.rca de la g racia. Ver~s las virtudes
cristianas tan desconocida s y despro\·istas de la
caridad, qu e es su alma y su vida; verás tantos
delitos paliados, t:mtos desórdenes tolerados. que
ya no estra1iarás ensciien que todos los hombr es tie-
ne n siempre gracia suficiente para vivir en la pie-
dad de ma ne ra que ellos la entienden. Como su
moral es toda pagana , la naturaleza por sí basta
para o bser Yarla. Cuando nosotros decimos, que la
gracia eficaz es necesaria, para cgerccr actos de vir-
tudes; estas vi rtudes son muy diferentes de las que
ellos s u¡lone n. No quet·ernos que un vicio sea reme-
dio de otro, ni qu e los hombres bagan solamente
obras este ri ores de religion : pedimos virtudes mas
y
estimab les c¡ue las d!l los fa1·iseos hipócritas las de
l•>s sabios gentiles; po•·quc ¡wra estos, la ley y la
razon son gracias s ulici cntes. 1\Ias para desarraigar
un ;lima <lcl afecto del mundo, par:1 anancarla de
lo qu e mos hi cn 11uierc; ppra que rnuet·u para sí
misma; IM I'a lleval'!a y unirla única 6 indisoluble-
mente con Dios , es obra de una mano no m.enos
e¡ ue todo poderosa ·: y querct· persuadir que estas
virtudes cristi11nas, cs t{m en nucst•·n mano y que
siempre tene mos gracia suficiente para ejercitarlas;
es cosa tan fu ora tlc razo n, co mo negar que las vir-
tudes destituidas de caridad, y que lo; jesuitas
confunden con las cristillnas; esten en nuestro
poder. •
E s to es lo que me dijo con harto dolor; por-
fJlle efectivamente siente cu el alma esta depravaciou
de la doctrina cristiana. Y yo <¡uedé cot?sideran-

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-Gl-
!lo, no sin admirncion, In escelente política de los
buenos padres; y sig uiendo el consejo de mi a migo
fuime á un buen ca~uista de la compniiin. Conocía•
le hacia mucho tiempo, y quise de propósito r eno -
var con él la amistad , y como ya sabia como babia
de tratar con ellos, facilme nte en tró en la materia.
ll izome desde lu ego grandes agasajos, porqu e nun-
ca me faltó su afecto ; y despues de algunos dis-
cursos indiferentes, el tiempo e n que estábamos me
dió la ocasion de entrar insensiblemente á tratar
del ayuno. Le manifesté que con mucho trabajo le
llevaba: exhortome á que me hiciera fuerza; pero
como yo proseguía quejándome, toquele al cora-
zou, y se puso muy de propósito á buscar alguna
causa de dispensacion, ~· crectivamente me ofreció
muchas c¡ue no me convenían, y me preguntó en fin,
si dm·mia mal no habiendo cenado. Muy mal, pa-
dre mio, dije y es to me obli ga muchas veces [t ha-
cer colacion a l medio día , para poder cenar de
noche. J\'l e alegr o mucho replicó, haber hallado u n
medio de potlerte oliviar sin que peques. No tienes
obligacion de ayunar. No quiero r¡ ue me creas;
vente conmigo it la bihliotoca. Fui allá, y toman-
do un libro , mira la prueba me dijo, ¡sabe Dio~
cual e ra! Este es Escoba r. ¿Quién es Escobar, pa-
dre mio? Pnes qué, ¿ no co noces á E scobar de nues-
tra compa iiia c¡uc compuso esta teología moral sa-
cada de veinte y cuatro de nuestros padres, por lo
que hace en el prólogo una alegoría de es te libro
con el del A]JOCalip!is, que estaba sellado con siete se-
llos; y dice que J liSUCIIISTO le ofrece de esta suerte
á los cuatro animalts Sum·e;;, Vazque;;, illolina y T'a-
lencia, m presencia de veinte y cuatro Jesuitas que
nprese11laJl los veinte y cuatro ancianos? Leyó toda

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-02-
la alegoría, y le parecin muy buena , y á propósito
para darme il conocer la escclencia de la obr a; y
buscando luego ellugm· donde tralaha áel ayuno:
este es, medijo, tr.1, ex. 13.n. 67. ¿Quicnno
puede dtJrmir sin cenar está obligado al ayuno? De
·ninguna manera. ¿Estas contento? No del todo; por
que bien puedo llcl•:tr el a yuno haciendo colacion
al medio dia, y cenando i• b noche. Mira pues lo
que sigue, aiíadi6, todo lo han considerado nues-
tros padres. ¿Y si puede pasar corl mm colaciou por
la m01iana y cenar á la llOclre, ttnd1·ía obligacion t/e
hacerlo? Este es puntualmente el caso. No; ni atm
entonces está obligado al ayuno : porque 1wdie tie-
ne obligacior~ de invertir el orden de sus comidas.
¡Que linda rnzon, dij e yo! ¿Pero dime, prosiguió,
acostumbras beber mucho vioo? No, padre mio, no
lo puedo soportar. Decíalo, respondió para adver-
tirte que le podias beber por la maíiana , y siempr e
que quisieras sin qu ebran tar el ayuno; y en el vino
se hall:~ alg uu sustento. Ac¡ui está la dccision en
este mismo luga•· n. 75 ¿ l'ttéclese sin qucbrantm· el
ayuno bcbe1· vino {t CMlq"ier hora y aunque sea en
mucha cantidad? Si se puede -y aunqu e (tce1·e hipo-
crás· No me ncordnb a yo de este hipocrás, dijo el
padre, apuntarele con otras cosas curiosas c¡ue ten-
go anotadas en mi li brillo de memorh. Admirable
hombre, repuse, es Escobar. Todo el mundo le
01prccia, r es pondió el padre. Forma ' t.10 graciosas
cuestiones. Repara esta en el mismo lugar 11. 38.
¿Si Wl hombre dttda si tiene veinte y un atios time
obligacion de ayunar? No. ¿Pero si cumpliera reinfc
y 1111 a1ios á la tma d,espues de media 11oclte, y ma-
;tana fuese dia de ayullO, 'estaría obligado á ayunar?
No; porque podría comer todo lo que quisie1·e de.

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-G3-
media noche hasta la una 11or no haber cumplido
hatta entonces los veinte y tm aiios , y asi eslatldo
tll su mano quebrantar tl ayuno, 11a lienes obligaciotl
de guardarle. ¡O que bien! es divertido , dije yo. No
puede un hombre dejarle ele las manos; me respon-
dió : de dia y de noche le leo, no bago otr:~ cosa.
Viendo el Luen padre que esto me gustaba se
alegró, y prosi gu iendo: mira dijo este lugar de Fi-
lucio , que es uno de los veinte y cuatro jesui-
tas t. 2, tr. 27, parL. 2, c. 6, n. 123. ¿Un hom-
bre que se fatig6 COil mal fin , como en persegui1· á
una doncella ad insequen dam amicam, está oúligct-
clo á ayrmar? De ningm1u manera. l'ero si se fatig6
espt·esamente por quedat· dispmsudo del ayuno ¿ten-
clrá obligctcion ele gttat·dur/e? No , ati!IIJIIC haya teni-
do ¡•se intento formal. Y bien, preguntó : ¿bubié raslo
creído¡? En verdad padre mio, que tengo diG cullad
de creerlo. ¡Cómo! ¿nó es pecado dejar de ayunar
cuando se puede? ¿Es pet·mitid o busc¡tr las ocasio-
nes de pecar? ¿No es menester antes huirlas? No
siempre, me dijo, esto es segun. ¿Segun qu~? dige
yo . Oh, oh, replicó el pudre: y ¿si se recibi ese al-
guna incomod idad en huir las ocasione s, te parece
que habría alguna abligacio n de !mirlas? Pues no
lo siente a si el P. Baunio pag. 1084. No se del1e ne-
gar la absolucion á los que continua11 en lus ocasio-
nes pr6ximas del pecado, si se hallatl en estado de
tto poderlas dt'jar sin dar motÍ1>
o á que el mundo
munnm·e, 6 sin que ellos mismos t·cciban alguna in-
comodidad. Alégrom e de esto padre mio , no falta
mas que decir que se puede de propósito delibera-
·do busca r las ocasiones, pues es permilid o no buit·-
las. Esto mismo es a lgunos veces lícito aüaclió el
padre. El célebre casuista Basilio Ponce lo ha di-

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-GI •-
se
cho, y el P. Baonio cila y ap1·ueba su senti r como
' 'e en el trata do de la penit encja q. 4 , p. 94. Es lícito
et
fn¿scm· directamente y por si tma ocasion, prim o
perse ; .;uando se ofrece algun bim espiritual
ó tem-
6gimo . En verda d, elige yo, que
poral nueS/1'0 6 del¡Jr
do oigo hahla r it relig iosos
parec e que suetio cuan
ncien -
de esln suert e. Pues padre mio, dlgnme en co
por ciert o, respo n-
cia, ¿V. P. es de este senti r? No
su conc ien-
dió el Padr e ¿Lue go, V. P. habla conll·a
cia? De ningu na mane ra, dijo: yo no h~blé aquí
se-
gun mi conc iencio, sino segu n In de Pone c, y la del
J.l. Baun io, y pued es segu irles con segu ridad , por-
mio,
que son homb res docto s. ¿De suert e, padre
ones en sus
11ue porq u e pusie ron estos tres rengl
ones de
libro s , hicie ron licito el busc ar las ocasi
ir otrn
peca r? Siem pre creí r¡u e no debíamos segu
escri tura y la tradi cion de la igle-
regla mas de la
stas. ¡O Dios mio! escla mó
sin , y no vuest ros casui
los janse nista s. ¿Pue s
el pa<lt·e me haces recor dar
c, no tiene n auto -
acaso el P. Baun io y l3asilio l'onc
able?
ridad basta nte para hacer una opinion prob
busco lo
No me conte nto yo con lo p•·obah le, dige ,
no
segur o. Bien veo , repli có el buen pndre, <JUe
ina ele las opini ones prob a-
sabes lo que es la doctr
rías de otra suert e. ¡Ah! ver-
bles: si la supieses habla
e. No
dade rame nte, es nece sario , CJUe yo le In e nsei1
no
habra s perdi do tiemp o en venir aca, y sin esto,
funda -
podr ás enten der cosa algu na, porc¡ue es el
mora l.
ment o y el A. B. C. de toda nues tra doctr ina
Alcg rémc de l'erlc empe •iado en el punt o. <¡ue
mucs tt·as de mi conte n-
desea ba: y ht~bién<lole dndo
era. opini on
to, le supli qué que me esplicase que
mejo r que
prob able. Nues tros autor es rcspo ndera n
yo dijo. Asi, habla n gene ralm ente todo s,
y entre

© Biblioteca Nacional de España


- 65-
cllos nucsh·os ,•cinlc y cuatro en Escobar, .¡,, ¡winc.
ex 3. n. 8. L/tímase probable tma opinio11, cuando
está (unclacla sobre razones que so11 ele algun ¡>eso. Y
de; aqul, que <Í t:eces tm solo doctor muy grate, pue-
de ltaccr una opiniM probable. Y ,-é nc¡ul la rnzon
en el mismo lugar: porqttt. tul hombre dedicado ¡>a,·-
ticulannente al estudio, no lletaria ttna opinion sino
movido ele cdgunan1zon buena y suficiente. Y de es-
ta manera, digo, puede un solo doctor Yoh•er las
conciencias, y trastornadas como quisiere, y siem-
pre co n seguridad. No hay que rci1·, dijo el ¡ml rc,
ni pensar en combatir esta doctrina. Cuando los
janseuistás lo r1uisi~ron hacer, perdieron el tiempo.
Ha echado buenas raices, O)'e á Sancbcz, uno de los
mas célebres de nuestros PP. Sw11. l. 1, c. 9, ti. 7.
¿Dudurás r¡ru;;á, si la autoridacL de tm solo doctor
/Jurno y sú/Jio ¡nttcle hacer que una opinion sea pro-
bable? 11 lo crwl res¡¡oudo que si: y lo mismo aseguran
A11yelus, Silcit1s, Navarra, JVunuc.L Sa etc. pongo la
prueba. Una upinion probable es la que se (mrcla so-
bre ww t•a:;on consíde,·ab/.e. Ahora bien, la autoridad
de 1m hombre docto y pío, 110 es ele poccr, sino ele muy
yrandc consicle1·acion; ¡1orque, ~tiende bien cslu rnon,
¡,si el testimonio ele w1_ hombre semejante, es ele gra11
peso paru hacernos creer que tal cosa Ita succcliclo m
Roma, ¡1or qué 110 lo ha ele ser tambie11 m una eluda
moral? ¡Gr~ciosa comparacion, digc, de las cosas del
mundo con h•s de In conciencia! 1\o le apresures,
Sanchez responde á esto iumcdiatamcn!e con l;as si-
g11icntcs líneas. Y no 111e IJ{J1'ada, la t·cst7·iccio11
citada por algunos autores, que la autoridad de tm
tal ¡/octm· es suficiente el! las co.ws ele derc•c/¡o lm-
mnno, ¡1cro no en l11s ele divino; ¡1or.¡uc ew au/oridcrrl
·no deja de srr rlr fJI'llll prso c11 ambftS.
·1

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- GG -
P~d re mio, dige francamrnte, ~-o no puedo ha-
cer caso de esta regla. ¡,Quién me ~segura, que en
la libertad que vueslt·os cloctor es se toma n , para
cxam int~ rlo todo por la razon, lo qu e parer.ca se-
guro á unos lo parezca á todos? Ln div crsid«cl de
los juicios es t::nta ... . Tu no lo enti endes, me inter-
rumpió el padre , tarnbicn son con frecuencia de
diferente parecCI", pero no icnporla, cnda 'uno ha-
ce el suyo probable y seguro. Y crdadcrnmente que
bien se sahe quo no son todos ele un mismo sentir,
y esto es mejor. Antes casi j .1más cst~n conformes.
l'ocas cuestiones hay dondo no halles qu e el uno
di ce que si : y el otro qu e no : y en todos estos en-
sos cua lqui cn.1 do las dos opi niones co ntrurias es
probable. Y por ello Diami tlijo en cierta ocasion
Jlort. 3, fr . .1, r. 2<\4. Pon ce y Sanclte: son de con-
ll·arios ¡Jarcccrts; pero ¡1orr¡ue amúos eran doctos ca-
cia m1o ele cl'os llacc ¡n·o!laúle -~" o¡;inion.
P ero padre mio, digo, ¡,muy emba razado se
hallará entonces un homb•·c pa ra escoge•· una de
las dos opiniones? No por c;icrto , no hay mas que
tomat· la qu e mas ug•·aclíu·c . ¿Y si una fu ese mas
[li'Obable? No impo1·ta, respondió ¿Y si fu ese m:•s
segura? No imporl11: ac¡ui lo tsplica muy hien i\Ia-
nuel Sa de nucstr:t compaf1ía en su Afo1·ismo ce
dubio p. 183 . Se puede hacer, lo que se piense, sea li-
cilo segun ww opinicm prv(la(lfr; aunr¡ue la contraria
sta mas segura; ¡mes la opil1ioa ele un solo cloctor
grave basta. Y si una opinion fue•·e junlnmcnt c me
nos probable y menos segura , ¿sorú permitido se-
guirla clejaudo la ot•·a c¡uc se crea mas probable y
mas segu r"? Digote otra rcz qtlc si; oye á Filucio,
aq uel grau jesuita ele lloma. illor, QuO!st. tr. 2 1,
.e 4, u. 128. Es lícito ~·yttir la opinion mtnos r>ro-

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-Gí -
¡1111!/e, aunque menos sryura. E$la rs /u ductriaa llr
todos los autores modtn1os. ¿.~ó cst;i esto cla•·o~
Hi•:n nncho tenemos , padre mio, el camino de 1:~
s..lvacion , digo so. Con el favor de vuestra r•·oha-
hilidad tenemos !Jella lihcrtnd de co nciencia. ¿Y
gozan los c~su i stas del mismo priYilcgio y libertad
p:•ra t·cs pondcr? Si, me dijo, tamhicn rcs pond cmo~
~ t!g un nos parc.:e, 6 m:~s hicn segun agrada á b
perso na que pide nuestro p;orccol'. Por c¡uc esta~
son las reglas •¡ue hemos sacado de nucst•·os p:tdrr.s
l.aimnn Thcul JJlor. tom. l , tr. 1, c. 2, §. 2. n . 7;
Y :IZCIUCZ Dist. 62, c. 9, 11 !1'1¡ Snnchcz in Sum. l . 1 ,
r. !l, 11 23¡ y de nuestros veinte y cuatro, iu
71rinc. ex. 3, fl. :!4. Estas son las p:llab•·as de Lai -
m;o n, c¡ue siguió el libro de nuestros rcinlc y cuMro:
Un docto•·, á quien se pide 71arcctr, 7111tdc durlc no
solo wo/JIIblc scgwt m propia opinion, sino uwMen
sraun (¡, ele otros, a11nq11e sra contrcrría, si la Italia
mas (acorable y agradable á la. persona que consulta
con ¿¡ , si forlc hrec illi r,.vorabilior se u cxo platior
sil. flcl'o mas digo, que no scl'ia (w•rc¡ <le l'a ::un, si
diese ntl ¡¡arcccl' que otros doctos tuvieron t>OI' t>roúu-
úle, CIWIIJUC rl mismo le tenga 110r a/Jso/utamcntc f<•lso.
Todo 1•a bueno, p~drc, Yucslra doct rina es mu,·
cómoda ¡Cómo! ¿tener que rcspondct·, si ó no, á s¡t
alhcdrío? !'lo puede ser mayor vcntaj:t. Uicn " co
ahora para ttué os sin-en l:•s opiniones co nlrari :~s
r¡ue vue~lros doctores l1.1n i•wcntado sohrc cada
materia, porque una siempre :~pro\'ccha, y la otr:~
no chuia jamós. Si una no os cou,·iene, npclais [l la
olrn, y siompre co n seguridad. Verdad es, dijo, y
;~si podemos decir con Diana, que bailó al V. Uau-
uio en $11 favor cuando el P. l.u~o le crn co nll·a rio:

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- GS-
Sapt premenle Deo, {erl D tllS alter optm.
Si un Dios nos oprime, otro hay que no~ socorre.

Bien entiendo, dije: yo¡ pero me ocurre In clifi-


cull ad, c¡ue dcspncs el o IHthc r consultnclo algu no 1ic
vuestros doctores, y tomado de él una opinion un
poco anch,,, puedo cu~ lr¡u icrn se r chnsque:ulo, si d[¡
con un confesor de con trario sentir y le niega 1~ nh-
solucion , si no mudn ,le parecer . ¿No ha pt·cn·niclo
b compnití:l l'stc rnso, pnclre mio? ¿Du d;~s dr eso,
me •·csponclió? ll;os de snher: que hemos oh ligado
i• los confesores ú ubsoh•cr ¡, los penitent es c¡uc so
sit·ven de las opiniones prohnblos, l~<lj O pcnn de pc-
c:tdo mortal, pat•a qu e no su bu d en. Es ord en y dís -
posicion de nu cslt·os padres, y entre otros de ll;lu-
nio lt". /J. de Pccnit, q. 13, ¡>. 03. Cuando 1111 peni-
tente, dicr, sigue 11/lll opútioll pro/Jable, el confeso•·
le debe absolrer, aunque la suya sta contraria. )lns
no dice que sen pecado mortal n~gnr la uhsolucion.
¡Qué pronto eres! nHl dijn, escucha lo que se sig nr;
!tace de esto mismo unn co nclusio n esp rcs¡t¡ 1\'roar
/rr absolucion á 1111 ¡>coitcnte q(te obra sryrw tnHL opi-
nioll Jlrolmf,/c• es tm pecado que dr su !IGluratc;;a es
mortal. Y, cit¡t pnra confirmar su di cho, tres do los
mas famosos autores r1uc tenemos, :i Suarez 10111. 4
d. 32, Stc/. 5; á Vasquez, c/i.;p. 62, e;. 7, y :í s~n­
chcz, 11 . 2!.1.
¡O padre mio, esto cstú muy pr udentemente
dispues to! Nada h<~y que temer : un confcsot· no se
atreverá á co ntrnvcnit· csln conslitucion. No s<~hia
yo hasta ahora 1p1c la com paiiia tuvi ese fttc ullad de
dat· órdenes bajo pcn:t de co ndenacion. Creí ¡¡u e so-
lo sahia quitar pcc:dos; y no pensaba r¡ue t:unhi en
los poclia introducir. ) fas, :"1 lo 1¡ue veo, ti ene po-

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-C9 -
.!ct· p:1ra lodo.>. :\o Ltaltl~is con propicd:ul, dijo. No-
sotros no introducimos pcc.1dos, no h.,cemos sino
sct1:~1n rlos. l'or dos ó lt·cs veces he rcll:lr:td•> que
no eres buen e.;col;\stico. Sen cotno fuere, p:t-
tlre mio, buco:~ s:>lucion ll cn~ mi duda. Pero
ten g<l otra qu e pro1Joner ú Y. P. y es que no se
<1ue salida pueden trncr ntcstros casuistus, cua ndo .
los padres y doctores dt• la iglesia son de contra-
rio sentir.
Que po<:o en tiendes, me elijo. 13ucnos crnn los
padres portt l:t moral ele M¡ur l tiempo; pero para
la del nuestro est:in moy alejados. Ya no go biernan
ellos l;~ s conciencias , los mod ern os casuist:~s si. Oye
á nuestro 1'. Ccllol, tle Hier./. 8, CIIJ-'· 1G l'· 714,
que sig ue it uu cstro famoso n eginaldo: ¡_.:,1 lus cott-
troctrditts de la doctrina moral, los casrtistns modrrnos
tlebm srr ¡wr{eridos á los antiguos ¡wdn!, auu'lue es-
tos hayan sido mas cercanos á los Apósto/e;. Y si-
guiendo es te principio, Diana dice asi, p. 5, tr. 8,
r. :H. ¿Los úencficiados rstán acnso obligt~clos cí res-
tituir los {rlllos malversados~ Los antiguos d~cian que
si, ¡1cro los modernos rlicm que no. Siaamos ¡wes rs/11
opinion r¡uc r¡uilct /u oú/iaaciun de reslituir. ¡O que
lind;~s p~lahr~ s! <lije yo, llcn~s de consuelo par;t mu -
dtos. Dejamos los SS. PP., ;nindi6, para los que Ira-
tan la posi tiva: pero noso tros c¡ue gobernamos las
concicnci ~s, muy poco los leemos, ~· r.n nuestros
<'Scrilos no mentamos sino los nu evos cnsuistas. He-
par~ r.n Diana que ha csc~ito t~nto; pone al t~rinci­
pio de sus libr·os la· lista de los autores que cita.
Nombr<1 doscientos-no,·enln y seis, el mas antiguo
flu ochenta ;11ios á csta ,pnr lc.
¿Luego toda esta CJtcrva de ~scr itorcs salieron
al mundo <lcs pues llC l'und:~tl a vuestra COin [Hliíía,

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- 70-
d igc yo·! l'or a ui , pot· ahi , m(\ •·c,;pomlió. Pues cslo
Cll lo mismo qu':) decir, c1uc itla l'enida de los J esu i-
tas desnrarecicron S. Agustín, S. Crisóstomo, S.
¡\ mbrosio, S. Gcrónimo y los demas doctores da la
iglesia, por lo que toen á la doctrina moral. Pcm
po r lo menos quisic•·a saber los nombres de los que
l\ucedicr·on ;.í estos santos : ¿quienes son es tos aulo-
•·cs modern os? Todos son hombres dodos y muy
d!ICI)I'(•s, dij o el padre. Escucha; Villalohos, Co-
nink, Lln.nas, Achokic¡·, Dcalkoccu, Delia-C ru z,
Vera C•·uz, Vgoli u, T<•mbnurin, Fcrnnnd cz, :ilhrti-
ncz, Suarcz. E nriqucz, Vnsquez, Lopez, Gomcz•
.Snnchez, De Vcch!s, da Grnssis, ele Grnssnlis, de
Piligi:n}is, de Grapb:nis, Squilnnti, Bizodcri, Bat·eo-
b, ele llobadilla., Simnncha, Pcrc'l ele Lar11, .\ ldrella,
J,orcn, Oc Scnrcia, Qunr:mln, S~orhra, Pedrezza,
Cnhrczz~, \' isbe, Dinz, de Cl:tl'asio, \"illagul. Adan
:'t ~buden, 1ríbarnc, l3ius(clz, Yolfangi á Bol'bcrg,
Yos therí, Strcvcsdorf. ¡O padre mio! dígc lc muy
asomhrmlo, ¿y totloscstos fueron <:ristianos? ¡Cómo
c•·istianos rnc rcspondi.J! ¿No te di ge que por estos
solos go hcrn{l bamos hoy la críslí;mclnd?
Tu velo lás lim,\; pero no me declaré; solo le
pregunté sí todos estos autores c•·an Jesuitas. llcs-
pondióme que no, pero <1ue eso no hacia ¡¡ l c:~so y
que si n ser J esuitas n:~ habi;m dejado de dec ir co-
s:~s buenas, bien que la mayo•· parte ele lo <1ue de-
cinn lo habían saca<lo dn nu estros au tores ó los h :~­
hinn imitado, pcro soht·e esto nunca nos picarnos;
<~<icm:is que ellos eitan :i n uastros padres Íl cadu pa-
so y con muchos elogios . Uep:o r:~ e11 Oiuna, que no
siendo de nu es tra compaiib , c.uand o habla de Vas-
'luez le ll;una el Fmix ele los i lt!JCIIÍ:JS : y di ce nlgu-
IHIS I'C<:cs I[Ue Vasr¡ue:.; solo vale p o r todos lus clem cís

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-il-
autorts ju11tos, 1!\ST .\n omniwn. Asi nuest ros p;~rlrcs
se sirven OlU)' conlinu 'J de este buen Di;a na. Por-
qu e si entendieses nu estra doctrina de la probabili-
dad, 1•icrns que esto nada impo•·tn. Al co ntrario,
hemos deseado que se hallasen otros I(UC pudieran
hacer sus opiniones prohnblcs, par:a que no nos im-
puten todas. Y así cuando cunlquiera autor presen-
u una opininn, en nuestra mano está el tomada en
virtud de In doctrina de la prohnbilid:~d, y no sali-
mos fiadores, cuando el autor no es de nuestr a
comp:•iiia.
Bien lo entiendo; JH'I'O repa ro que todo es bue-
no en vuestra orden, menos los an ti guos pad res; y
que los J esuit:as sois dueiíos de In cnm paiia y po-
dreis líhrrmente cor•·cr por donde quisiereis. .Uas
tengo previstos tr es ó cuall·o inconveni entes, y
otras !untas hanerns nllly fuer tes que >e opondrían
í1 vuestra canera. ¿Y cuales son, prcgluyto:ne el [Hl-
d•'e admirado? Son rr.s pondí la Escritu•·:t Sagrad<t,
los Pontífices y los Concil ios, 1¡uc no podrcis des -
ment ir , y todos estos andun por el c<~m i no del
evangelio. ¿Es esto cn:mlo tcni<ts c¡ue decir? En
verdad que me hnhi M puesto miedo. ¿Piensas tu
que no hemos prevenido una cosa tan l'isible'!
Cierto que ndmi•·o · c•·cns nos oponemos Í1 la Es-
critura, á los Pontífices y á los Con1·ilios. Yo te
mostraré todo lo contrnrio. i\le pesarla infinito qu e
imaginaras, qu e nosotros· no les d¡unos la YCnera-
cion debida. Sin duda e¡ ue te han sujerido es te pen-
samiento algunas opi niones de nuest•·os padres que
-parecen contrarias j sus decisiones, y que no lo
son en efecto. Pero er a necesario m:~s lug:~r, p:~ra
darle á entenclc•· como se confor man. ~o c¡uisicra
c¡ue quedases ron algunn mal;a imtlr~sion tic no-

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- 72 -
solros. Si gusl3S c¡uc nos veamos m:viana, le da-
ré completa satisfaccion .
J~sle fuó el fin de esta conferencia, y lo será
l3mbien de mi relacion , ya demasiado larga para
una carta. Aseguro á V. será satisfecho en la si-
guiente. Soy cte.

Paris 20 de Jllur;;ude 1656.

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Artificios (le los .Jesuitas pum eltuli·r la <tulorid(l(l
del t11angelio de los concilios y los l'ontíficcs. Con-
1

scctwlcias de la doctrina tic la pt·obabilidatl. Rc-


lojaciM jesnítica á {av01· ele los benc{ici<~dos 1 de los
presbitet·os, de los rcliyiosos y de los criados. His·
toria de Juan de Al/ur. ·

SBÑOII MIO:

Dije á V. al final de mi ultima, <¡ue el buen


padr<: Jesuita bahía prometi1lo decirme el modo que
tienen sus casuista s, para conciliar lns contrarieda-
des de sus opiniones con las decision es de los Pon-
tífices 1 los concilios y la escritur a. Cumplió en
efecto su palabra ·¡¡ •~i scguntl~ ''isitn, de la manera
¡¡ue paso á referir.
Empezi• pues asi: uno de los medios que hemos
hallado para concilia•· estas contradicciones :opa-
rentes, es la intcrpretacion de algunos términos.
Por ejewplo, el Papa Gregorio XIV declaró, que
los asesinos son indignos de la inmunidad de las
iglesias, y mandó que :i fuerza Jos sacasen de ellas.
Sin embargo nuestros \'cinte y cuatro ancianos di-
cen en Escobtor 1 tr. 6. ex. 4 1 n. 27. Qt4C totlos <<'[tiC·

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-JI--
...
lo5 t¡ue m•tlan á trt~icion, no tlcbCII Íllcu.rrir m la pe·
nct ele esta bnlct. Sin duda c¡ue esto te parec e co ntm-
•·io; pero se concilia con inter¡ wctar la palah ra ase-
sinos, di ciendo. ¿No son indignos los ase.1it1os ele oo-
:u,· dtl asilo de los iyltsia> ?. Si, por la brtla de Grc-
yorio X I V.. Prro IIOSOI1'0S rnleurlemos por a sesino~.
los qtte ltall rtcibido dinero para malar alguno ti
traicio n; ele su.rrle que los q1ze malltn si11 recibir algun
gala~·don, y solo ¡>ara obligar sus amigo
s 110 se llaman
asesinos.
Oc la mism a mane ra t-1 ev.,ngelio dice : dad lt-
1110.1110 de lo que os quede Stlpirfluo; pues muchos cn-
suista s han h<~llndo rorma de librar aun á los m~s
ri-
cos de la oblig acion de dur lim osna. Tarnbicn esto
le parec e con: rnrio : pero con ra ci lid ad se mu est ra que
no hay rc ptq;nuncia, intcr¡wct:u1clo e l Yocnhlo su¡Jér
-
fluo, Je suert e e¡ !.le apena s se hall~•·:i a!¡;un o 1111c
tenga supéd luo. Esto hizo el Docto Vrcsqucz en
su
tr;~tado de la Limo sna c. 4, n. U. Toclo
aqtullo que las
11CI'SOIWS tlcl111tmdo yuardan parcr consen;ar Slt
es/acto
y ltt:a/11111' m {lllllilia, 110 se llama s urérfl uo: y así
apenas ha/n·a qaicn tenga Stlperf/uo 11i nw1 cntrc .los
Reyes . Tnmb ien Dian~. alegando este mism o te;to de
Vasc¡uez, porqu e ordin ariam ente se funll:t sohre
nu -
estro s pad•·cs, concl uye muy bien: que á la fll'tgu
nta
si están obligados los 1·icos ti elal' limosna ele lo qtte tie-
1w1 supérfluo, aunque la afirmativa sea 1Jtrdadero,
nunca ó casi nunca succdc1·á, que obligue la ¡¡ráclica.
Jli eu veo, rndre mio, que esto se sigoe de la doc -
tri n;r ae VJs<¡ uez, l'cro se r es ponde tí esta obgc
-
cion; ¿lueg o segun Yasq uez, tan seguro está de sal-
varse quien no da lo sup érfluo y de pu r~ nrnbi cion
piens;t que no tiene supér fluo; como el que por
no
ser ;~mbicoso, cono ce tien e 111(1~ hacie nda de In nccc-

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-i~-

saria y la dislribu) e á los pohres, cum¡>licmlo con el


precepto del evangelio?. Es indispcnsab le respo n-
clec· , me dijo, 'JUC estos dos camiu os son seguros
seg un el evangelio, el nno con forme "' scutido lil <.!-
r;cl y mas facil ele h:allar , )' el ot ro confo rme al mis-
mo evang elio inlcrprel:ulo por \'nsqu cz. Por don1le
puedes conocer la ulili•l ad de l<~s i•itcqn ·et:•ciones .
Pero cuando los ténnin os son tan claros qu e no
pcnni len intcrp rct:tcion entonces nos v;olcmos ele la
rcnccsion que debe hacerse ... las circ unslnncias fa-
vomh lcs, como VIH'ÚS por este ejemplo. !.os ponli-
lices escom ul garo n ~ los religiosos c1 ue se quiten el
hi,IJito, y 110 por esto nuestros l'eintc y cuatro do-
jan cle decir, 1r. 6, ex. 7, ti. 1 03. ¿En qué ocasiones
puede 111li'Ciigioso qnitarsc el hábito sil~ inmrr ir en
la esconumion? Alegan muchos casos , y entre otros
el Siguiente. 5i SC le quitCI pOr WUI CIIIISfi 'l:CI'!JOIIZO-
SO, como para luwta r secret ament e, ó
pam ú· incóg-
nito a 1m bttrdel, con •ro11mtcul de t•oh·irselc á ,;cstir.
Y es eviden te c¡ue la hulu no h~bla de c~tos c:~sos.
Casi no lo podía creer , y supliqué al padre me
mostrnse esta doct rina en su ori ginnl, y vi co n efec-
to <1ue en el capítulo donde está el testo referido y
que se t il ultt P1·frctica s~r¡tm l 11 cscuclt~ de la compa-
liía de Jesns, t>riAX is ex socicl<ltis ltsu Sclwla se
cncuentn111 est~s palabras terminantes. Si lwbitw n
dimillat ut fm·etw· occttlte, tcl fomice/ttr; y lo mis-
mo me mostró l!n Di an:~ . en estos términ os : ut c11t
incoguitus ad lupan.a1·. ¡,l)c donde viene, p:•dre mio,
CJue los religiosos se libren de la escom nnion en
tales ocasiones? ¿Nó lo comprendes? ¿Nó ves el cs-
dndal o que seria , si se hallase un reli gioso en
ocul'l' cncin semeja nte con el h{thito'? ¿Y nó has oído
decir como se respo ndí.; á la primer¡¡ huta collll'll

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- 7() --
solliciltmtt!s? ¿Y como nues tros vei nte y cuall·o en
un ca pítulo de la práctic·a, csplica n In hu la de
}>io V. Contn1 cléricos etc? No cnl icndo nada de eso
respondí, ¿Luego muy poco ves ít Escob;~r? No le
tengo sino desde. <~yer, padre mio, y me rost6 algun
trabajo hallarle. No se lo qúe ha sucedido de poco
ti empo nca qu e "todos le quiere n y le buscan. Lo que
yo te <lccia, prosiguió , cstú en el Ir. 1 , ex . s,
n. 102. Míralo en el tuyo, y hallar;\s un buco ejem-
plo, pnra intcr·prcta•· fa••ot·ablcmenlc lc1s bulas. Le
vi en efecto aquella misma noche; pero no me de-
término á referirlo; porqu e es coslt hol'l'iule.
Continuó pues el hueu pad re, yn entiendes como
es menester valerse de las circunstancias fai'Ot'a-
hlcs. 1\fas lw y algunas tan precisas, que no dejan
lugar para poder aj uslnr las conlradicioncs; de ma-
nera que enlOII CCS podrias Cl'Cet• que laS habr i¡o.
llor egernplo ; tres I>apas decidi eron que los reli-
giosos, ILUe por voto particular están obligados ú
la observancia de la vi<la cuadrages imal, no estaba n
dispcosndos nunqu e lleg;~sc n á ser obispos; y sin
cmb;u·go, Diana dice: ljtle no ob.stw1te esa rlccisiou no
tiPjan tle estar dispensados. ¿Y cómo concili a esto,
dije yó? Lo concilia y ajusta, r espondió el padre,
co n la mayor sutileza que puede habet·, y con lo
mas artific ioso de toda la probabilidad. Voy 1Í cspli-
cártcl o. Bien viste el otro din, qu ~; asi 1~ nfinnnti va,
como In nega tiva, de In ma)'Or parle de lóls op inio-
nes tienen su probabilidad, segun nuestros do ctores,
para 1¡ue cada una se pueda llevar con seguridad de
conciencia. No es c¡ue el pro y el contra sean jun-
tamente verdad eros en un mismo sentid o , esto es
imposible, sino porqu e pueden á 13 vez ser proba -
hlcs, y por consig uiente $Cguro s.

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-7í~
Sohre es te funclnmento, Diana, nues tro hu r n
nmigo, discurre asi, par/. 5, tr. 13, p. 39. /lcspon-
do ci la <lccisiou de los lrts ¡>Ontificts, la cual es con-
traria á mi o¡¡inio11, que ellos hab/aro11 de esta ,,utrte
1101·r¡ue sr!JIIian la a{irmatiw, porgue t{ecti~:amc11 tt t·.~
proúaúlr, y 11or talla trn!]o; 11~ro esto 110 quita, que la
negativa tenga s1' probuúilidad. Y en el mismo .tra-
tado, ,.. G5, aunque sobre diferente materia , se
mucstm de parecer contr;n·io {¡ un pontífice, y di e<':
q¡w el ¡¡apu lo tl~jera como cabe:::a de la iylesia, bien
estú: pen• 110 lo hn dicho silla dentro de la es{era ele la
¡JroiJtrbilitlad de s1' sentir . Luego bien ''es e¡ ue esto
no es ofender las decisiones pontificias; no lo sufri-
rían en Homa donde Diana está con tan to crédito;
pues no sosti ene t¡u e lo que los papas decidieron
n.1 sea probnhle: pero Mjándo su opinion en toda
la esfera de prohnhilidad , no deja de decir c¡uc lo
contrario es la mbien probable. Cierto, repuse , que
Di<cna trnln á los sumos pontífices con g1·ande res-
pecto. l\Jas ngn.lcza ti ene esta r cs pocs1:1 , aiindió el
p:ulre, t¡U () la e¡ u e hizo Baunio cuand o condenaron
sus libros en llomn; porque Se le Cu() Jn pluma al
escribir co nt1·n l\1. llallier, que le pct·scgui n fi era-
mente: ¿Qué tirnc que vrrla WIS•.tra ele Francia con
lt' de 11om{!? De :H¡ui. puedes l'acil menle conocer la
l'o r mn qu e lcny p;cr;~ concertas· sicmpr() las co ntra-
dicciones, ya pOl' vin de In inlerpretncion de los
términos, yn por la rcllccsion que se hace á las cir-
cunstnnci~> r:worab\cs ' p finalmente por la doble
prob:.hilitl nd del pro y del contrn, sin orendcr ja-
más las decisiones de la escritm·a, el() los concilios
ó 1lc los pontlfices, como palpabl\!lllCnle lo ví:s.
¡Dichoso el mundo. mi rcrcrendo padr e , c¡n~
I Íl' llC l:1lrs matl5lros! ¡Que úti les son las prohahili-

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-78-
dmle;! Jgno r·;rh;o porque razon b compairia tenia
tanto cuidado en establecer que un solo doctor, $¡
c.• gmu, pudier<~ hacer probable una opinion, que
la contraria pudiese serlo t:unbien, que entonces so
po.lria elegir· de las dos la mas agradable , aunque
110 se tuvi ere por verd;rdcra, y COII tanta segu rid<~d
ele concicuci:r, .¡uc si un coufcsor negar e la absolu-
cion, sin querer· liar de ]., huena fe de los casuistas,
cncri¡l en el miserahle cst;Hlo de condenacion. De
ac¡ni colijo, c¡uc un solo cnsuista puede ú su alhc-
drio for·mar nuevas re glas de mor:li, y disponer se-
gun su ca pr·icbo de lodo lo perteneciente al ré.gi-
mcn de l¡¡s costumbres. Es menester dar· ir lo que
dices algun tcmprramcnto, repuso el padre. i'iota
bie11 lo CJUe ro y á manifcstnr. Este es nuestro mé-
todo, donde Yerás los progresos de una opinion
nueva desde su n<~cimicn t o hasta su perfecta ma-
durez.
Primcrruncnte el do ctor grave c1ue in r enta \111:1
opinion, la csponc al mundo y la nrroja como una
scmi ll n para •1ue cebe r;riccs. Entonc:Js estrl la po-
hre muy déhi l ; mas es menester· que el tiem po la
vaya madurando poco á poco. Y por ello Di~ na que
introdujo muchas, dice: Propongo esta tJ¡>inion:
11cro ¡Jorque es nueca , la dejo que el tiempo la madu-
l 'e: H rc 1.1~Quo ttmpori maturanc/am. Y así en pocos
arios vemos que va tomando vigor, y despues de
cierto ti empo se halla auto rizada con la aproh:rcion
l;ícitn de la i~lcsia, segun la mácsima adruirable
del P. Baunio ; Que todo aquello que los doctores m-
scium m S liS libros impresus, si la Iy/esia 110 se opone
jn::;y,t que lo aprueba. Y en cfe<~to, por· es te princi-
pio auloril.rr una de sus opuuoncs en su tralrrdo 6,
p. '1 12 ¡. T.ut•¡.:o segun cslo, cli A"c yo, In i¡;l ~·s i a

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-79-
npa·oharía todos los abusos c¡uc ella tolcr;a , y todos
Jos errores de los libros c1uc no censura? Disputa\o
con el P. D:ounio. Hagotc sencillamente una r cla-
cion , )' quieres clr.sl'ogaa· conmigo. Jli un ca es me-
n~ster cuestionar ncrrca de un hecho. Decia pue$,
'lu(l cu~ndo el tiempo ha matlurado ;~si una opinion.
entonces viene {t ser probable y olel todo S<'gnra
para In conciencia. Y de aquí Mee, que el docto
Cnr·amuel, en la carla qu e escribe á Diana rcmitiha-
dol e {t la vez su teología fundamental, dice c1ue el
mismo cúlebre Diana ha hecho probaúlts muchas OfJÍ •
niones que no lo tran antes: QU.t·: .1 ~TEA O'\ OX Jl lt.\ 1\T,
y que así ya 110 se ptca m con{onnane con ellas,
OIIIIQIIt Ulllt5 SC ¡JtCaba; J ,\l.l EOii l'ECC.Il'\T l.IC!i1' Ali·
TE l'F.CC.\Vlllli:'\T.
En verdad, pada·c mio, que es grande el f¡·uto
c¡ue se s:~ca de vuestr os doctores ¡pues como de dos
que hacen un;a misma cos;a, el c¡ue igno•·a vuestra
doctl'ina peca; y el e¡ ue In sabe no pec;a: ¿Luego es-
1<~ doctrina instruy e y justiftc;~ ñ un mismo ti empo'?
Es mas porlea·osa que la ley . l.n ley de Dios, corno
dice S. l'nblo hacia pa·cve•·icadoa·cs, y esta doctrina
lihra ¡, e;~si todos de culpas. Suplico¡'\ V. I>. se sir-
ya cn;;ciíarmcla bicn, ,no me separaré sin 11ue pri-
mero me csplic¡ue las tnax i111as [ll'incipalcs que sus
casuisl;ts han es tahlecido.
¡Ay de mi! dijo el padre, nucsta·o fin principal
la uhiera sid•1 no cstablccrr otr·as miu:simas, que l;~s
del evangelio en toda su severidad. L;~ composlut·a
y buen o'u·den <IUC gu;~rdamos en nuestras acciones
muestran bastantemente c¡ne si sufrí mos algunos
ensanches en los otros es mas por comlesceudcncia,
c1nr poa· designio. ll;acémoslo poa· fuerza. Est:in los
hombt•t•s rn el clia l~n corrompidos, c¡ur no pudién-

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-80-
dol es ni raer ~ no.;olros, es necesari o que vayamos it
e llos; porque si no, nos dejarían, serían peores y se
abnndonarínn· lolalmente. Y para r eprimirlos, nucs·
tros casuistas han conside r;tdo los ' 'icios dominan-
tes en lodos estados, á fin de funda•· , ~in perjuicio
de la verdad, maximas tan suaves, que babian de
ser los hombres de muy perverso natural, para no
quedar satisfechos. Porque es el designio pri mero
y princi pal, por el bien de la religion, no rccha"Zar
á nadi e, pnra que ninguno desespere.
Tenemos pues buena proyisio n de mácsimas p;~­
ra todo género d e perso nas, pat·a los beneficiados,
para los sacerdotes, para los religiosos, para los
nobles, pat·;t los criados, para los rio:os, para los
negociantes, par;o los que hacen hancaroiJ, para
los pobres, para las muge res devotas, para las que
uo lo son, para los C<~sados, para la gente disoluta.
Finalmente todo lo tiene prevenido nuestro cuida-
do. Esto es, clij.: yo, t:ornprcndiéndolo toJo en bre-
,·cspalab ras que hay n :glas, para la clerccho, par,,
la nobl eza ·Y pnrtt el pueblo. l'ucs pase V. P. ade-
lante qu e yo esc ucharé aten to. •
Empecemos, dijo e l pudre, por los benefi cia-
dos. llien subes el comercio que lony en el dia con
los beneficios; y qu o si hubi eramos de <~tenernos ,¡
lo que Santo Tomás y á lo que los antiguos han es-
crito, lwbrin muchos simo niacos en In iglesia. P or
tanto ha sirio necesario , que nu estros padres tem-
plasen los rigores con ¡•rudl•ncia, como lo ' 'erás
por estas palub1·as de V:olcncia, IJUe es uuo de los
cuat ro animales de Escohar. Es la conclusi<'n de
un discurso largo. donde da muchos espedientcs, y
<'Sle me ¡wrere el mejor. l. 3, el. (), q. IG, p. a.
p. 2012. 5i u cfa un birn trm¡JOI'IIl ]JO/' un bien tspi-

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-81 -
t.,¡tual; es docir, tlin cro por un beneficio, y si se d<i
<linero como ¡Jrcciu cid f¡enrficio, es simonía · visiu/c,
Jltro .<i se da el clinc,·o CHillO motivo que nweve la oo-
luntad del cofator á con{crirel /¡cnf{ici'> 110 es simQnia;
aunr¡uP d con{rrclll~ considere !/ otimtla al dinero
como {i11 printip~tl. 'f¡tnne•·o, 1111c tambienes de nues-
tra compniiia, dice lo mismo, 1'om. 3, 1'· 1519,
bien que coolicse que Santo Tomas es de contrario
sentir, pues enseiia, que siempre lt'ly simonía m tlar
w1 bitn rspiritua/ por otro temporal, si el tcmrJoral rs
r/ (In. ]>or este medio im¡J<'dimos una infinidad de
simonías; ¿por r¡ué quién ha hin de ser tan malo y
tan perve•·so, rlc no quere•· cuand o dá dinero po•·
un henelicio, dirijir su intencion co mo motivo 11ue
inci ta :11 bencliciado ;'. confc•·il'lc en lugnr de dar
1--se dinc•·o como l"'ccio del beneficio? Nadie está
tan o!\jado de la mano de Dios. Di en sé, dije )'O,
q.uc todo hombre tiene gracias suli eientcs para ha-
ce•· ese co nciert o. C l;~ ro t~st ú elijo el padre.
Este es el modo que hemos· tenirl o dc -suavizar
esta doct•·ina en filvor de los bonoficiados. Para los
sac~rdo t es {cncmos mu chns múximas h;u·to fnvora·
b ies. Pongo el cgcm plo qu e 'dan nuestros ·veinticua-
tro, 11·. ! . ex. 11, n. 9G. msacerdote que !tubie1·e ,·e-
cibido /u liiiiOSIW para tleci1· 1lllll misa ¿¡1odrtu·ccibit·
otm sobre(¡, mismt' misa? Si, dice Filttcio O¡Jlicrmdo
liiJUella ¡Jartc dcl•acri(icio que le com¡Jete como á-sa-
cerdote, al que le pagó el tí/timo, coa condicion que
~~~tome tanto como ¡¡or w1a misa ente1·a; pero solo
ponma parte, como si dijéromos por la icrctra par-
te de una misa.
Cier to, padre mio, IJUe este es un caso donde el
pro y el co11tra son hi cn pr obables. P orr¡uc lo que
Y. P . dice no puede doj nr de serlo, teniendo el
G

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-82 -
apoyo de Filuci o y Escob ar. 1\I ~s dejánd olo en su
e~fera de pt·obabilidad, parece me que t;ambie
n se
podria decir lo contra rio, y fundar lo sobre est~s
razone s. Cuando la iglesia permite á los sacerdotes
pobres ~ceptar la li mosna por sus misas, por set·
justo que los que sirven al altar 1•ivan del altar,
no es su inlenc ion que cambien el sacrifi cio por di-
nero, y mucho menos 1¡ue se priven de todas las
g racias de que deben partic ipar los prime ros. Y
tambie n diria yo; que los sacerdotes segun S. Pa-
blo , tienen obligaciotl de ofrecet· el sacrificio primt-
rmnente po1· si y clespucs pot· el pueblo; y que asi
les es permit ido hacer que otros partic ipen del sa-
crifici o, pero no renun cia r volunlari~menle á lodo
el fruto y darl o ía otro un tercio de misa, por el
intere s de cuatro 6 cinco placas . En verdad padre
mio, qu e por poco g rave qu e yo fu era harí a proba-
ble estn opinion. No te- costar la mucho trabaj o,
me dijo, ella es visible mente pa·ohable. La dificul tad
estaba en hallar la probabilidad en lo contra rio de
l:~s opinio nes manifiestamente buena s. Y esta obra
no es sino de hombr es emine ntes; y no le hay co-
mo llaunio. Agrad a 1•er á este sabio casuis ta co-
mo penetr a en el pt·o y co11tra de una misma cucs-
tion, concer nicn le aun á los sacerd otes, y como halla
razone s para lodo, á fuerza de ingeni o y sutilez a.
Di e~ en el tratado 10, p . lt74. No se puede dm·
ley que obligue á los curas á decir misa todus losdias
porque semejante ley les pondr ía indudCiblemcntc
u AUD Dtllll E, á t·iesgo de celeb!·arla alf!ttna ve;; en pe-
cado mortal. Y sin embar go en el mismo tratad o
p. 441 dice: qt¡e los sacerdotes que han recibido
dinero para decir misa todos los días debm decirla;
y no pueden cscusar~e bajo ¡Jrctesto ele no estar úim

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-SS -
dispuestos'¡ porque siempre pueden hacer un acto de
contricion, y si no le hactn es por su culpa, y no por
la del qr1e los manda. Y para quitar las mayores di-
ficultades que les impidiera celebrar, resu elve de
esta suerte la cuestion en el mismo tr·atado q. 32
p. 457. ¿U11 sacerdote 1mede decir misa el mismo
dic1 qr~c comcti6 mt ¡1ecado mor·tal da los mas ClfOI'-
mes , cou(csándose primero? i'\'o, dice Villalobos po1·
ccmsc& ele SI~ impuridad: pet·o Sancius d·ice que si, y
qtw lo ¡Jucde !tt&ce¡· sin peca~·, y yo tengo esta opi-
nion ¡Jor scgw·a, y qt&e se debe seguil' en lt1 práctica,
El' TUl'A ct sequcrula imp1·axi.
; Como, padre mio, dije, esta opinion se debe
seguir en la práctica! ¿Osaría un sacerdote que ha
ca ido en tal desorden, acerca rse al alta r sobre la
palabra del P. llaunio? ¿No deberla conforma rse
con las antiguas leyes de la iglesia que escluyen pa-
ra siempre del sacrificio, ó por lo menos para un
tiempo largo, ¡, los sacerdotes que han cometido
pecados de este género aoles qu e at ener se á las opi-
niones suaves de casuis tas que los ndmiten en el mis-
mo di(l C(\te cayer on? Bien veo que no tie nes me-
moria, dijo el padt•e. ¿No te enseiíé otra vez, que
segun nu cs tt'OS padres Collot y Reg inalclo no se de-
be sfguir m la moral á los antiguos padres, sino á los
castiistos modenws? Bien me acuerdo, r espondí.
Pero aqui hay mas: porque están por medio las. le-
yes ele la iglesia. Tienes razon, r eplicó, pero es que
to~avia ignoras aquella hermosa mib:ima de nues-
tros padres¡ que las leyes tle la iglesia picrde11 su.
(ucr.:11 cuando no se oliscrvan; CU !Il jam dcsuetudi11e
nbicnmt , como dice Filucio, t . 2, tr. 25, tt. 33. 1\!e-
,ior qu o los anti guos vemos nosotros las necesidades
presentes de la iglesia. Bien comprendes que si se

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-8!,.-
ohse•·v:u·a aquella severidad y rigor con los sacer-
dotes, escluyéndolos del altar no se dirlan tantas mi-
sas. Advierte pues, que la pluralidad de misas es
de tnnta gloria p•.tra Dios, y de tanto alivio para las
almas, que me atreve~ía a decir con nuestro Pa-
clre Cellot en su libro de la Hicrarc1uia l. 7, c. 11,
p. 1, que t~oso/i¡·a,·ian sacerdotes, atmquc no solo to-
dos los hombres y todas las muge•·es, si ¡>udiese se1·,
sino que todos los czmyos imensibles y 111111 to(los los
brutos, nnuT,E ANUu ,\NTES, se vol11icrcm sacerdorcs
7111ra celcb•·m· la misa.
Quedé lan asombrado de la bizarría de este pen-
samiento, ()UC no pude articular palabra, y el pa-
dre prosiguió de PSta manera. Bnstn parn los sacer-
dotes; ab reviemos, y vengamos á los religiosos. Co-
mo la mayor dificultad c¡ue tienen consiste en obe-
decer á sus superiores, O)' C como la han mitigado
n-uestros padres. Este es Castro Palau de nuestra
compniiia op. mor. ¡>. 1, disp. 2, 71. (i. Está fuera
de c/ispflta, NON J!ST CO;>;TL\OVEIISJ.\, que tlll 1'e/igioso
que tiene m su facor una o¡>inioii?JI'Obable, no está
obligado á obedecer á su Sttpcr·ior, atmgue la opinion
clel stt¡lerior sea mas p1·obablc. Porque en tal caso es
permitido al t·eligioso seguir la que le fuere mas agra-
<lable, QUi E SIUl GIIATIOR FUlllll'l', COIIIO lo dice San-
che;;, 1. G, it1 decol. c. 3, 11. 7. Y aunque la orden
lle/ superior sea justa, t!O obliga; por cuanto tlo es
justa en todo y de todas maneras, NON UlWEQUAQUE
JOSTB Pn,ECtPJT .11ero es solo probablemente J11Slo, y
asi solo probablemeute está obligado cí. obedecer, !JJ>I'o-
l>ablemente tiO obligado, PllODAUJI.ll'Eil OD UGATUS ET
1'1\0DADII.lTllll J'EOJJLJGATUS. Cierto, pndre mio le
dije, 1¡uQ no se puede bncer bastante cstimncion drl
ndmil'llhlc f•·uto que proclucc 11\ dohlc probabilidncl

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-81>-
De mucho sin-e, me respondió: ¡¡ero aco•·lemos el
discurso: solamente 11' dir6 cslt' lugar del insigne
.\folina en ravor de los religiosos espclidos de sus
co nventos por desórden es. Nuestro padre Escoba r
le rcliet·e tr. 6, ex. 7, ,,,. 111 en estos términos;
iJioliua asegnra que un reliaioso desechado de m nw-
nastcrio no e.~tá ob!iyado á corregirse 71ara 1:olver á
eutrar c11 él, y que ya m voto de o6ediencia 110 le
sujeta.
Con esto , padre mio , tienen los eclesiásticos
<:uanto han menester. Veo que vuestros casuistns
los han lt'<tlado ravoral.len•cnte. Dispusiéronlo co-
rno par,, sí mismos. Pct·o temo que no les vaya lam-
hi cn fi los demas estados. Era necesario c¡uc cuda
nno hubiese cuidado por sí. No podi;~n ellos mismos,
•·cplic6 el padre, hacerlo mejor. A todos hemos
ravorccido con igual celo, y ca ridad, á chicos co ·
rno á gnu11les. Y para salir del empetio en c¡uc me
pones te mostrat·é las mhimas c¡ue hemos estahlc-
t:ido en ravor de los cri ~dos.
Consideramos cltrab,,jo c¡uc ti enen cua ndo so n
concienzudos en servi•· á nmos disolu tos y de ma la
vid~; porque sino cumpl en l o~ t•ccados r1ne les mnn-
clan ha cer , pict·den su· ro•·tunn; y si obedecen , se
llcnnn de escrúpulos : y para ali ''iarlos, nuestros
_veinte y cuatro padres tr. 7, ex. !1, n. í!23 ban se-
tialado los servicio> que pueden hacer con seguri-
dad 1lc coneiencin. Ar¡ui pongo algunos. L /c¡;(lr
cartas 11 ¡Jresentes, abrir ¡Juertas y ventanas, ayu-
dar á St~ amo {t subir ¡1or la ve1l/a1w , leuer la es-
calera mientras sube; todu esto es ¡>erlllitido tí ill-
rli{ertlll e. Verdad es que puro t cllcl' la escalerct, >lt-
crsilalt IJIIC el amo les haya 111/lellu::;Cido mas ele lo
IICOS/WIIbraclo, c11 coso que 110 lo hicieran , pol'l¡llt es

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-8(i -
flacer injtwia al dtte1io ele la casa entrar por fa '!:en-
lana.
¿P uede ser cosa mas súlil ni mas pr udente? 11\o
esperaba yo menos , di ge, de un libro sacado t.! e
veinte y cuatro jesuita s . Per o , prosiguió e l padre,
llaunio ha e nsei'iado muy bien tí los cr iAdos como
p odían hace•· estos servicios Í\ s us amos s in p ecar,
dil'igiendo su inlencion , no á los p ecados que se
come te n co n su inlerv(.lncion , sino !t la gannncia
<¡nc les r eporta. Lo que es pli ca p erfectamente en
su sumn de pecados, pag. 71 O de la prime ra iro-
prcsion. Que los ctm{cso•·es, di ce, entiendan que no
pueden absolver á los criados que hacen 1·ecados des -
'•onestos, si consienten en los pecados <le sus amos;
pero que deben absolverles, _CIIOIJdo hacen estos reca-
dos pot· su comodidad y logro tempoml. Esto es fa-
cil , p orque, ¿por qué causa se hnbian de obstin ar
en qu erer consenlit· los pecados de sus amos, cua ndo
no 1ienen si no es trabajo?
El mismo Baunio estableció lamllien aquella
múximn grnnde en favor de los cr iad os quG no se
contentan con sns sue ldos, en s u Suma p. 213 y 214
<le In sesta e c\i cion. ¿Los criados que se quejan de la
cortedad de sus sueldos, pue<len elfos mismo., por su
mano aummtarlos , lomando de lo haciendo de sus
amos la cantidad que ju.:;gum nue.•oria. pat·a igualar
los suele/os á proporcion de su trabo jo? Pueden hacer-
lo libremente en algunas ocasrones, Cl)lllll cuando sor¡
latl ¡Jobres, que les fue fot::oso aceptar lo.~ gages que
les ofrecieron, siendo asi que los ele st1 clase ganan mas
en otras partes.
E ste es justamente , di ge, e l s uceso el e Juan de
Alba ¿Qué Juan de A!ba, r epuso el pndre? ¿Qull es
lo que quie res decir? ¿Pues r¡u6 , padre mio, no se

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-87-
ncuerda Y. P. de lo qu e sucedió en esta ciudad el
año de 1647? ¿Dóndo.: estaba Y. P. entonces? Esta-
ba, dijo, alejado de Paris, enseñan do en uno de
nuest ros colejios los casos de conciencia. Bien veo
segun esto, qne V. P. no sabe la historia, yo se la
dire. Ciet·to hombre muy de bien la co ntaba el
otro dia donde me bailaba yo presente. Contaba
pues qu e es te .luan <le Alba sirviendo á los padres
de la compañi a en el colegio de Clcnnonl, calle de
Santi ago, y no contento con su sueldo, robó ulguna
cosa pa•·a r eco mpensarse , y que habiéndole descu-
biel'lo los padres, le hi cier on poner en una carcel,
acusándole de ladro n doméstico; y que el proceso
fur. lleYado al Chalelet el 6 de Abril de 16t7, segun
hago memoria; porque nos rereria todas estas pa r -
ticularid:odes , sin las que , apenas lo hubiéramos
creído . E ste desdichado, asi qu e le inlel'rogaron1
conresó que hahia tomado algunos platos de esta-
ñ01 pero negó haberlos hurtado , y para su justifi -
c<tcion alegó la di cba doctrina del ¡m ire Ununio , y
la presentó á los jueces co n un escrito de otro pa-
<l•·e~ que hahia sido su m<•éslro en casos de co ncien-
cia, y le había cnseítado lo mismo. A lo que i\1. de
i'lfontrougc, un o de l.os principales del lrihuna11 dió
su volu diciendo: que n<l era ele tJat·eccr que sobre es -
critos de los padres que contienm une~ doctrina ilícita,
tJtrniciosa 1 ce-ntraría á to.das las leyes twturales, di-
1!illllS y huntanas, capa:; ele introducir "'~ clesorclm
en tollas las familias y de autorizar los hurtos do-
mésticos, se debla absolver á este reo. Pero qne era
ele sentir que este muy fiel discipulo, fuera azo-
tct<lo <le/ante de la prterta· del colegio t>or mano del
verdugo 1 quetnando al mismo tiempo los esct·itos ele
los ¡1aclrcs que tmtasm d~l hrtr·to y proflióiénclolts

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-lS8-
eti$Cii!lr doclrina blljo p c1111 d.: fu -r:itl:t.
mas e;;((¡
Aguardábase la rcsoluciou sobre este parecer
11uc l:abia sido wuy_aprob3do, cunntlo sobrevino un
incidente que J•rzo. suspender In sentencia . l'ero con
la di_laciou desapareció el preso, DO se sabe como,
y no se lrató mas de la mnlcria : de suerte r¡ue
Juan de A lb:1 salió libre y sin ~cslitoir los· platos.
Esto es lo •tu e nos d¡jo; y adc.;,as nseguró qu'l ef
parecer de M. de i\.lontrouge f(ucda guardado en
los registros d'c aquel t.-ibunnl, donde cualquiera
puede verle. Pué huenn la hístorín , y nos dió mu-
cho gusto.
¿Par¡¡ qué son estas cbnnzas'l ¡};jo el padre.
¿Qué tcnc:mos con ese cuento? Yo Lahlo de l:os
utáxintas do! nuestros casuistas y tú sales con est:l
frioler:t. Iba á decirle las de los cal,.tlleros, y inl!
has cortado el hilo coo historras r¡uc no \ icnco ii
p•·opósito. No lo decía )O á V. !,), ~ino de paso, y
tum!Jícn p<tra av<sttrlc de u~:• cos<t que imp,orta, y
f(ttC ha llo que vuestros pn•lres In h1111 sin duda ol-
údatlo ni ti em po de establecer su doctrina de la
¡wobniJi lidaJ . ¿Y qué puetlo fu ltnr {t rsa doclrin:•,
prcgunlo, cuando ha pasado pot· m;mos de hom l¡a·cs
t:m pct·spic;u;cs? .A_unr(U C es v<•nlad C(ttC vuestros
doctores h<tn puesto en salvo (lllt'll con Dios y In
concicucia it los <(Ue siguen las opiniones probahlcs
pon¡uc como dice V. P. es tan seguros de esa par-
le, siguiendo á un doctor grave, y tnll1bien estao
~cguros de parLe de los confesores, por cuanto
los hao obligado á absolvtr sobre una opinion pro-
bable, so pena de pecado mortal; pero el defecto
cptc hay es, f(UC no los han ••s<•gurado de purt\l de
los juccc~; y así se halla•1 c~pues los ú riesgos 1lc
nzotcs y dl' horca, siguít ntlo vuestras prohahíl i d:~-

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-89 -
dt:s, y 1:ste ~s un defecto t::t pital si n tludil: Ti enes
r<tzo n , d-ijo el p11dre, y me bnccs favor en alh•cr-
tirlo. ~J11s la 1lifi cultnd esta en que no tenemos el
pode•· sobro los M11gist•·a dos como soLrc los confe-
~o rcs , I (U O ti enen obli¡;nt:io n de 11Cudir ú noso tros
P"~'" lo~ c.1sos de cont:icnci~; porque juzgnmo s de
ellos soherann men te. lli cn lo entiendo , di¡;e yo,
¡,pe ro si por n na parle los p<tdrc s de la comp¡uii a
son jueces de los COl•fcsor cs, no son po •· oll·a con-
fesores de los jueces'? Mucho se estie nde su poder :
oblí¡;uolos ú <~bsolvcr los crim in¡tl cs que tie ne n por
sí una opinion prolwble , so pena de esd uil'lcs de
los sat:rnmcn tos , para IJUC no suceda con ¡p·audc
mcn o~p•·ecio y csc;índ<~lo de b prohaLilidad , que
los qu e dcclnl'an los pndr.:s ino ce ntes en la tcori",
$11 l¡;un nwt.Hios y ahorcados en la prítclica. Si n es-
to ¿cómo hall <~n\ n discípulo s? Será meneste r que lo
p ensemos, lllll di;o , no nos desc uidaremo s ; yo lo
p•·opo ndré !t nuestro P. Prov in cial. Pero hic n po-
días haher gua rda-lo esta ad\'erlcn t:ia para otr o
ti empo sin interrum pirm e , c ulllHiu estaLa pnra rc-
f~rirtt: las milx im ttS q ue lacruos c~ ta Ll cc:do e n fa-
' 'o r· rl c los nobl es; y no le lus cnse1itrré, s ino es cou
coudir.ion que no u1e rcn!lr¡Ís nws t:on cuentos.
E s to es cmrnlo por mi puedo cl cc ir ¡, V . pon1uc
se nccrsita mas de una cD rta par,\ ma nifestar todo
lo qu e ¡¡prc ndl en una sola convcrsa c ion. En é l
entro la1,1 to soy d.: V . etc.

Par·is 10 de Abril de 1656.

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((,u¡,¡ srtimtt.

JJiétollo de clirijit· lfl i~tlencioll.-.- Liccllcia de matar


Cu estio11<le Cm·amu·el.

La histori a de Juan de Alba habi~ sacntlo de sus


qui cios al buen pntlre , y clcspues de ap:tciguar lc
con la ralnbrt~ , que le di de no vcnit· mas con cuen-
tos, cmrc1.ó ú h·at:u· do 11\S mí1ximus que sus ca-
suistas tenían pam los c:tballeros, en la forma si-
guie•!LC.
llieu sahes, me dijo, que l¡¡ pasion domin ante en
las pl\rsonas de calid~d, es el pundonor que les
empci'ia á cad<t paso ú comet e•· violencias qu e pa-
•·cccn muy cont rarias fl la pi'!dud cristiana; de tal
suerte qne seda menes ter rsclui rlcs de nuestros
confesonari os, si nuestros padres no hubieran mi-
ti gado algun l¡¡nlo la scver hlncl de la r cligio n, alcm-
perándose Íl la naqucza de los hombres :\las como
dcscn han quedtu• confot·mcs con el evangelio po•·
lo 1¡uc deben á Dios, y con los hombres por la cari-
dad i iU C tienen para con el prójimo, les fue ncl:c-
s:trio cm¡tlcar lodo el caudal de su cienci a para ha-

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- !ll-
ll~r espedientcs que alemper~sen l:ts cosas con tan-
lo acierto, que se pudiese mantene1· y recuperar In
honra por los medios que los hombres acoslum-
br:m sin daiiar 1:• conciencia ;, fin de conservar 11 la
' 'cz dos cos:•s tan opuestas, como son la pie(bd y
culto de Dios y la honra del mundo.
La empresa era muy util, pero tambien muy
ardua y dificultosa la ejecucion . Yo creo que lo
consideras. Atónito me tiene, di,je francamente.
¿Cómo atón ito, repuso el pndt·e? Bien lo 'creo.
¿Quién no lo había de estar? ¿lgnor:ts acaso, r¡ue
por una parle, la ley del ev:111gelio ordena 110 vol-
ver mal¡JOr mal y dejar ¡í Dios la venganza; y de In
otra, las leyes del mundo prohiben sufrir las inju-
rias, y establecen vengarse de ellas, a unqu e sea
matando al enemigo? ¿P uede dat·s e cosa mas contra-
ria? Y sin emb:•rgo cuando digo que nuesti·os pa-
dres bao concertado estas cont t·ari edades, dicesme
simplemente, que es cosa que te tiene atónito. Xo
me esp!icabn bastante, padre mio; digo pues nho-
n•, que. lo tendría por imposibl<i, si despn cs de lo
que he visto, no conociera que vuestros padres pue-
den facilmenle bacct· lo c¡uo po •·n otros es imposi-
ble. Lo que me hace pensar que para este c:~so ha-
britn bailado algun medio que ~dmiro sin conocer,
y suplico{, V. P. se sirva dcclornrmo.
Ya que lo tomas nsi, me dijo, no le lo puedo
negar. Hns desabet' pues, que esle medio mornvi-
Jloso consiste en nues tro gran método de dú·igi1· l1t
intencion; cuya importancia es tal en nueilra mo-
¡·al, que casi osaria compararle con la doc(rina de
la probabilidad. No dudo que habrás ' 'isto ya nl-
gunos perfiles en ciertas milx imas c¡ue le he mnni-
cstado. 'Porc¡uc cuando le enseñé, como los c riados

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-!>2-
puctlcn en co uciencia hacca· ciertos rcc11dos fasti-
diosos¿ no rclHII'itSlc que esto se co nseguí~ con solo
tlcs \•Íar la intencion tlel mal 11uc por su intel'\'eu-
cion se comete , para dirigirla al lucro~ <[UC sacan?
i\lia·a lo que es 1lirigir la intencion. Y tambien ba-
hnís uotado, que los que dan dinero para alcanr.;u·
hcneficios , serí an simoni;tcos, sin semejante dife-
r encia. Pero quiero hacerte ver , este gra n métodn
en todo su lustt·c y pcrfcccion acerca del homicidio,
pat·a '(ue conor.cas los frutos que es capaz de pa·o-
ducir.
Ya ~eo dije, que así lodo, sin esccpcion alguna,
sel'l1 licito. Siempt·c pasas de . un es tremo it oh·o;
corri ge este vit:io. Porque pann¡ue veas, ¡¡ue no
permitimos todo, bas de saber, por egemplo, que
nunca sufrimos que se tenga fonnal intencion de
pecnr, por solo 1¡uerer pccm·; y rom pemos la amis-
tu<l con cualquiera qu e se obstine en no proponerse
otro fin que el pecado; por¡¡ u e esto es diabólico; y
110 tie11e escepcion esta regla; ni la cd:ul, ni el sec-
so, ni la calidad esc usa. Pero cuando no hay esta
maldita disposicio n, entonces procuramos poner en
priocti ca nuestra máx ima de diriair In intwcion,
c1ue consiste en tomaa· por fin de sus acciones al-
gun obgeto <IU C se11 permitido. Mas no dejamos en
lo posible do Hllll rtnr á los hombres de todo lo pro-
hibido y cuando no podemos impedir la nccioo,
purificamos pot· lo menos 13 intencion; y de esta
suerte corregimos el Yicio ele los medios con la pu-
r er.a del fin.
Por esta \' Ín nuestros padres ltan hnllndo forma
de ¡>ermitir las violencias que se hacen por defen-
der la honra; porque no ltay mas que ;~pnrt;a,· la in ·
tcncion del deseo de venganza como criminal, y

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- \1:1-
•lirigirla ¡, la voluntad de defender el honor, qu e es
lícito; seg un ellos. Y así cumplen sus deberes pam
con Dios y para con los hombres; porque satisfacen
al mundo , permitiendo las ac¡:iones, y cumplen
c~n el evangelio, purificando l<~s intenciones. E sto
es lo que los antiguos UO han alca nzadO, )' SC dclHl
~nuestra compaiíía. ¿Lo comprendes ahora? Muy
bien , respondl. Dejais á los hombres el Pfccto cs-
terior y material dé la accion, y dais á Dios el mo-
vimiento interior y .espiritual de l<1 intcncion , y
por esl<t reparticion equitativa concertais las le-
yes human<~ s •:on las di vinas. I>cro, á decir verd:ul
dcsconU.o un poco de las promesas qu e V. }l. me
hace, y dudo que ''uestros autores hayan dieloo
tanto. 'Esto es agra viarm e, replicó, nada di g;, que
no puedo prohar y te traeriJ l<llltOs lugares y de
tanta autoridnd y p ~so que te admi rarán .
J>ar;o que veas pues la <tlianza <1ue nuest ro~ pa-
dres han hec ho de las leyes evangtílicas co n las del
mundo, en virturl de esta regla rle dil'igir la ·inten-
cion ; escucha á nu estro l,. Reginaldo in proxi
l. 21, nmn. 62, p. 260. Es prohibido á lospa¡·t·ict¿-
ln.res la venaanza ; ¡1o1·qt1e San Pablo dice á los Rom.
12. No 'Vuelvas-á nadie mal por mal; y el Eccl. 28.
El qt~e quiera vengarse, p1·ovocc!.rtt sobre si ln ú·a de
Dios, y sus pecados no set·ún olvidndos. Y: todo lo
demas que clice el evangelio acerca rlel ¡>c?·clon de las
ofensas, como en los capítulos 6 y 18 de San llfateo.
En ' 'enlnd, padre mio, que si ~ hora dice otra cosa
de lo qu e estil en la escritura, no será por ignol·ar-
lo. ·veamos pues como conclu ye. Oye dijo: en 'L'ÍI'.-
tucl d e todo esto parece gue un rnilitar puede al ins-
tante perseguir ol qtie le Ita hc·rido. , no vtl'ilorlera-
mente con intrncion de volver el mal por mc~l, sin1>

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- !J!·-
r.on lll de conservar Sil honra: XoN 111 mn/umJ)I'O nw-
lo rtddat, sed tll consen!et IIOtiOrcm.
¿Y es cómo los nuest ros tienen cuidado de impe-
dir la iotencion M voh•er mal por mal; porque la
escritura lo prohibe? E sto es cosa qúe nunca
han podido sufrir. Mira á Le~sio l)ejtlsl. 1, 2, c. 9,
<l. 12, n. 79. El hombr·e que nci(lió tltHI bofetada,
no J)'ttcdc tener intcncion de vengur·se: per·o bien pue-
do tenerla de evilt.11' la in{CIIIIÍCI , y de r·eclw;;or al
miw1o 1nstante la inj1wia ; y si. /"uero nccesm·io con
'" espada, llTli\M cu~t GLAD IO. Tan agenos es t;uuos
!le sufrir ¡¡uc se tenga voluntad de vcug¡trse de los
ene migos, <1ue ni aun quiere n nu es tros padres qu e
se les dr.sec la muerte pot· moviltlieoto de ódio.
Oye ;i Escoba r ft·. _5, ex. 5, n. 145. Si tu enemigo
te quisiere hacer algtm daito, 110 tlcbts destarle la
muet·te movido de Mio, ]>ero lll ptwlcs deseat· pot·
tvitur tu da1io . l'orque estll deseo es tan l('gí timo
acomp¡ui a~lo de ta l intencioo <¡ue nuest ro g ran Hur-
tado de 1\Iemloza dice, q11c podemos r·ogar ú Dios
qtte haga mot·i!· , prontamente los que time11 11uluntaá
de Jlerscgt~ú·nos sino se puede evita·r de otm suet·te,
en su /. de spe. val 2, clis 15, soct. 4., §. 4.8.
P adre mio, dige, es mal hecho que la ig lesia
haya olvidado de pone•· en el oficio divino una ora-
cion á este intento. No se ha puesto en é l con testó,
todo lo que se puede pedir á Dios. Además que es-
to no podía ser , por cuanto esta op inion es mas
moderna que e l breviario ; bien veo que no e res
buen cronologista. P ero s in salir du la materia,
esc ucha este lugar de oues tt·o P. Gas par Hurtado
ele sttb pece. cliff. 9, citado po•· Di:ma, p. o, ti'. 14,
, .. 99. Es uno de los vcín tc y cua tro de Escoba r.
Un beneficiado puede sin ·¡1ecm· mortalmente desear

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-!15-
/a mu.crte de aquel que tiene 1ma fJell.~ion sobre su
beneficio¡ y tu1ltijo la muerte de su padre, y aleg¡·ar·
se cum11lo sucede COil tal que sea por ra.:Oil del bien
qrte con esto le reporte y no por ódio.
¡ O padre mio, lo dige , que h elio fruto se saca
de esta direccioo de int cncioo! Bien Yeo que tiene
aocbo campo y tendido. Mas sin embargo: hay cier-
tos casos cuya resolucion seria dificultosa , aun que
muy neccs;1ria para !os n.obles. I>ropónlos, dijo el
padr e . Jlluéslrem e Y. P. con toda esa dircccio n do
intoncion , que sea licito pelear e n desafio . N uestro
gran Hurtado de :Uendoza le satisfará al instante con
este ln gM c¡ue Diana r efiere p. 5. tr. 1-i. t'. 99. Si
1m Caballero es llamado en des,¡fio y se saúc que no es
devoto, y que los pecados que tle ClllllÍII!lo comete sin
escn¡¡mlo, 1mcdm (acilmente Jlersuadir á los que loco-
nocen, que si t'ettsa el duelo .110 es po1· temor de Dios;
sino ]JOI' cobardía; y que ¡Jor esto dirw1 que es gallina y
tiO /tomúre, GALLI NA, llT NON \'11\ en/O;ICtS ¡mede fJara
COil5ervar m llo11o1· acudir al lugar stftalado, mas no
con int cncion espresa de ]J.elear en duelo, sino C011la de
defenderse, caso qtte el ott·o le atacare injustamente. Y
Sl4 accio11 strá en si del todo indiferente. Porque ¿qué
mal puede haber en ir ol campo, pasearse en i l aguar-
dan do á rm hombre, y defenderse si le viene á acome-
ter? Y a.li de 11ingrma ma11 era peca; ¡¡ues esto no es
aceptar tlll duelo, teniendo la itilcncioll dirigida á otras
circunsltmcias, por que la ace[Jiaciotl del duelo consis-
te en la intencion espresa de batirse la ct~alno tiene
este caballero.
No me cumplió V. P . su palabra. E sto uo es
propiamen te permitir el duelo, al contrar io el pa-
dre Hurtado de Mendoza le creo de tal suerte prohi-
bido, qu a p3ra heced o lícito ~o escusa de decir que

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1'

- !)G-
rs 1luelo. Ho, ho, dij o el padre, cmpi ez~s ;i pcnc-
lt':tr, me ~legro. Aunque pudic•·n decir, 11uc con es-
to pet·mi te todo cuanto piden los que sa len al de-
safi o. Pero ya que es menester que te responda
pr~ cisn mcnte, nuestr·o P. Laiman lo har~ por mí,
pormiticmlo el duelo en términos esplkitos, co n tul
'IUC se dirija la intencion it acoplarle solo po•· co n ·
servar su hono•· ó su ror tuna /. 3, ¡1. 3, c. 3, 11. 2,
rJ 3. Si 1m soldárlo en el cgt!rcito, y un ca ballero en le~
CO!'lc .~e hallase (t núyo de pct·dc!· .m houm ó su. (o1··
tww, sino admite 1Lil d11 el<l, no CIICitCIHro que le 7J!te-
dcll condena,· , si le acepta JW!'ct dt{cndcrsc. Ped ro
Hurt ado dice lo mismo segun •·rlicre nut•st ro insi¡;-
ue Escohnr tr. 1, _I'X· 7, n. !lG ~· :oiiade 11. 98, <!S-
tns llal:tbrns de Hurtado: que es licito 7Jclcar m de-
safio JIOI' <lc(entler su ltacicnda, aunque sea nwt<mdo
al enemigo. Quedé admirado oyendo tul doctrina y
en ver que el rey aplic1ue todo su poder para
¡wohibit· y desten·nr los duelos de todos sus esta-
dos y que los jesuit:•s empleen su piedad, in\'<'nt:lll -
,¡o sutilnzas para pc rmili t·los y :íllloriwrlos en l.t
iglesia. l 1ero el buen padt·c dll t:ol suerte se lwhia
entrado en el discurso , que no se le podia at ajar
sin hacerle agravio. P•·osigui6 pues nsi. Finalmen-
te Sanchez , mira t¡ue hom brt·s te t:ilo, p:•sa mas
ndelante; porc¡ue no sol:unente pcl'lnite admitir
el duelo, sino t:1mhien ofrecerl€1, diri giendo bien
la inlencioo. Y nu estro l~scohar le sigue y es de su
se ntir en el mismo log;w n. !)7. Padre mio, dije yo,
doyme por "encido, si esto es así, pero nun ca
cree ré <¡oc lo haya escrito sino lo veo. Pues léelo,
repuso, y co n efecto vi estas palabras en la teolo-
g!a moral de Sancbez l. 2, c. :J!), n. 7. Con muchct
ntzon se d,icc qu.c w1 hombre ¡wcdc ¡1d,•ar ru dcsn(io,

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- !l7 -
pllt' .•nlrar .m t'idn, srt honra, ó su. hacienda, !i fuere
cotuiderabl~ la cantidad, cr~antlo ts ronstante que se
In quieren qrtitnr injustammle pot· Jli'OCesos, tram-
pas y sobornos, y cuando no hoy ott·o modo de con-
serrarla. Y Dannrs dice muy bien. qu'- e11 tal caso es
licito aceptar y ofrecer el desafio, l.lCET ACil t' I'A 11 ~;
J¡f Ol'f'flllll ll OUEI.•I.UM; y tambimque se puede ma-

lar mcubiertamente lrl me migo. Y aun en estas oca-


.•iones, segun Nacm·ro, 110 debe vnlerse 11>11 ltom-
hre del duelo, si ¡ntedc ·nwtaT ft su enemigo á cs-
comlidas, y sutil· de esta manera del cmpctio, porque
asi se csrusaní de cspone1· Sil vida en wt combate y
de ¡1articipar del pecado qu.e m enemigo cometn·ict
JIOr tl duelo.
En ''erdad, padre mio dije yo, que esta es alc-
,·osía; y ~unque parece piadoso á los padres de la
compMiia, no deja de ser alevoso quitar traidora-
mente la vida ir su enemigo ¿Te he dicho por ven-
tunt, que se pueda malar á traicion? Dios me libre.
l o que le digo es, que se puede malar{¡ escondidas,
y de n~¡ui infieres que se puede malar á traicion,
como si ru era lo misano. Aprende de Escobnr , tt'. 6,
c.?; . .1, n. ~6 lo que es matu1· á tmicion, y luego
h:oblarás. Llamase matar :i lraicion ctwudó se mat<t
un hombre que de lltngun modo descotl{ia' tli está
sobre aviso. Y por esto, el que mata á .m enemigo,
110 se dice que mala á lraicion, aun que lo egccute
pot· tlell·as 6 en 1111a emboscada: LICilT per iltsidias,
11111 6 tcr!JO percutiot. Y en el mismo to·ntado 11. 5G.
El que mota á SI~ enemigo, con quien se llahil~ recon-
ciliado, /I(JjO 11<dabra de 1!U (lteii/(II'COII(/'11 SIL tida, IIU
se purde deciraltsolutamente que le lw muerto ¡Í trni-
o:ion, á 110 mediar entre ellos no1a runiMad mn.V nsl re:..
dw ; AIIO:TIC)H ,\ ,\ II CITI A.
7

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-98-
y es como ni :tun sabes el significado de los té•·-
minos, y sin embargo hablas como si fuer~s doctor.
Coniicso digc, que es cosn nueva parn mí; y por
cst11 dclinicion colijo, que <¡u iza jmnas se llegó;\ mn-
tnt· á t•·aicion: porque creo que nadie piense ascsi-
nar, si no á su enemigo. Pero sea lo que fu er e,
¿luego se puede libremente mn t11r, seg un Sanchcz,
no digo ya [1 trni cioo, pero por ,Jet ras, ó en u oa cm-
boscadn , al cnlumni ~dor que nos persigue en justi-
cia? Si, dijo cl .paclre, pero ha dcser dirigiendo bien
la intr ncion , siempre olvidas lo principa l. Y esto es
lo que sostiene lambien Molina, t . 4, tr. 3, disp .
12; y aun el .pareCe!' de nuestro docto Hcgiunldo,
l. 21 , cap. 5, n!Ím. 57 .1'ambie11 potltmos matar á (o$
testigos falsos que el calt~mniador su.scita cottlra twsc-
tros. Y finalmente segun Indoctrina de nu estros céle-
bres pad res Tamtl·ro y Emanucl Sa, podemos no so-
lo quitar la vida á los testi gos falsos, sino tambie11
.1.1 mismo juez, si está de inteligencia con ello> .
Estas son palabras de 'l'anoer o, tt·. 3, disp . 4, IJ· 8,
11. 83. Soto y Lessio dicen, que 110 es permitido 11101m·
á los testigos {t~lsos y al juc::: que COIISJlim n m lct
muerte de w1 inocente; Jlero Emanuel Su, y otros me-
lores t'eprucb11n con ra.:on este JIOI·ecer, á lo menos
por lo que tow á la concienc·ia. Y todavía rcctific<t
en este luga r , que podemo s matar al testi go y al
]UCZ.
Pa~rc mio, digc, muy bien entiendo 11horu la
fucna de vuestro principio de dirigir la intcncion:
pero tnmbien deseo saber l;~s consecu encias, y los
c~sos _cp qu e es te méLodo dá licencia de matar. Vol-
\' amos pues á los que Y. P. me ba _nombrado por-
cluc no haya engaño, y la cquivocacion en esto se-
ria pcligros:l, No se de be quita•· la vida á nadie si no

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-99-
cs muy ir propósito, y sobre la fi~nza de una buena
opinion probable. V. P. me aseguró que dirigiendo
bien la iutencion , segun la doctrina de ''uestros
padres, por consen•ar la honra, y aun la hacicnd«
se puede aceptar el duelo, ofrecerle algunas veces,
matm· á escondidas á u•r falso acusador, y sus testi-
gos, y au n al mismo juez que los favo rece; y tam-
hicn me dijo V. P. quc aquel c¡uc r ccil>c una bofc-
Lad¡¡, puoclo sin vengarse reparnr este ••gravio con la
es p ad:~ . Pero V. J!. no me dijo hasta donde podría
llega•·· Poco se puede crrn.·, a•iadió el pad•·c; por-
c1uc puede ll eg<~ rse, basta matarle, como lo pruoba
nuestro docto .Enriquez /. 14 , c. 10, n. 3. y
otros de los nuestros citados por Escobar/r. 1, ex
7 , n. 4S, en estas palabras: Es licito matm· al r¡¡¿e
cli6u11a bofetada, a1mque huya, como no sea por 6dio
6 po1· vengan;a, y como 110 se dé lugm· á muertes
csccsivas y dwiosns' al Estado . La ra::ou es, ¡Jorqtle
puede 1m ltomb1·e correr lo 111ismo ¡>cwa t·ewpcrar su
honor, como pan¡ t·ecu¡¡erat· su hacienda. P·11cs aun-
I[Ue tu honor no esté en manos de tu enemigu, como
ptuliera cstm·lct ¡·opa que te lmbiei'Cm q1dtado; ¡mcde
sin embargo t·cc•czw·w·se de lct misma suerte, clÓnclo
se1iales y pruebas de l·t~ grande;;a y de t~t autoridad,
y logrando por este mrdio la estimacion de los hom-
bres. Y eftctivamente ¿no es t:u·dml que el q11e reci-
bi6 mur bofetada , se le rep•~ta infamado hasta que
mate tí st' e1tcmigo?
P<trccióme tau horrible esta doctrina, IIU I' con
tr ab;1jo me pude contener , pe1·o p<tra sal!erla del
todo, le tlej6 pros<'guir. Ademas es licito para
prevenir la bofetada, mala•· al c¡ue l;1 qui ere
uar , si no hny otro medio de evit11 rln, segun la
doctrina de nuestros pad•·cs. Por e:j cmp lo, .Azor,

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-IQO-
olro de los veint icuatro, ins. mor. ¡uwt . 3, l. 2,
p. 105, di ce: ¿Es permitido á tul hombre ho11rado qui-
lw· la vida al qac le quiere dar una bo{tlada, 6 de pa .
los? Unos dicen que 110, auym·at1do que la t·itla del
prójimo es m~rs o.preciabl~ qu.e n11est1·a honra, y que
es crueldad nwtm· un hombre se/o ¡Mr evitar 111111 ho-
fctada. Pero otros sosticnm IJl'e es ¡>ermit ida; y cier -
lamente lo tem;o por probable , Cll(ll!do no se ¡mcde
cvitm· de otra man cm; porque sino l11 ho11m dd Í1l0-
ccnte estada cspuesu' {¡ cad11 paso á la maliciu rlc los
insolentes. Nuest ro ~~ran Filucio t. 2, Ir. 29, e a,
n. 50; y el 1? . Hérea u en sus escritos del homi cidio;
~ urtado de Mcndoza , in 2, 2, disT'_. ! 70, sect. Hi.
§. 137; y Becan, Som. t. ·J, q. (H, de homicid.: y
nuestros PP. F lahaul y Court en sus escritos, qu e la
unive rsidad refirió en vnno para desncrcdil arlos en
su tercer memorial ; y Escobar en el lu gar citado
n.t8 dicen contestes lo mismo. En _Gu, esto se e nsc-
ila tan gener31menle, que Lessio lo decide como
cloctrina que lodos los c3suist3s tienen por incon-
cusa, l. 2., -c. -9, n.. 76; .Y cita á mu chos c1ue so n r.lc
esta opioion, sin qÚc haya llÍllguno po1· la co ntra -
y
ria; cs.pccialmente á Ped ro Navarro , n. 77, e¡u e
hablando en general de 13s afre ntas 1 tiene á la bo-
fetada por la mus sensible 1 y declara que segrm el
asenso de todos los casuistas ~s permitido malO!' al
agresor, si <le otra manera !lo se puede evitar el !ti-
traje: EX SllN TENTIA OMN 1 UM licel C0/1111flleiioslltll
occidere, si alitcr ea inj11t'fa arceri 11equit. ¿Quicr·cs
mns ?.
Dile las gracias, porque ya pasaba de raya. Pe-
ro para ver basta donde podía llegar una doctrina
tan pervers:1, le pregunté ¿padre mi o, no sería lí ci -
to matar por algo menos? ¿oó habria form a de

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-101 -
dirijir la inlcncion, de suerte que se pudiese mat¡rr
por un mcntls? Ciertam ente, dijo el padre, y segun
llnldcllc, /, 3. disp. 24.,n. 1í, citndo por Escobar, en
el mismo lugar, u. 49, es licito matar lll qrce di,e,
tu mientes, sino se le putcle reprimir de otra malle-
m. Y t~mhien se co nsiente rnat~r por culumnias y
detracc iones, segun nuestros padres. Porque Lcssio
á quien el P. Héreau sigue literalmente, dice en el
lug:~r citado. ¿Si tu procuras quitarme la nptttac ion
COl! clcltmmias unte personas honradas, y no
lo puedo
evitar sino quitándote latida , pocll'é hacer/u '! Si,' se-
yult los uutor·es modernos, y a;.nque el dtlito qtte de
mi pub/ iqttes sea cenladero , como sea sect·eto y no le
¡medas descubr ir, srgwt fon'la ele justícia. Y esta
es /u prueba. Si me quieres quitar la honra con una
bofetadct, ¡medo impedirlo á frm·::a de armas, luego
la misma defensa me es permitida cuando me quieres
l!actr igual irtjtcrin cort la lengua. Ademcís prudo im-
¡>edir lc1s afrentus, luego puedo impcdit· las calum-
nias. Finalm ente la honrfl es mas preciosa que /1.1 vida,
y se ¡mede mata1· por defender la vida, l1ugo se pue-
de matar por defender la honra. Estos si que son nr-
gumcnlos en regla; ésto no es di scurrir sencill a-
mente, ó hablar pot: bablar; esto es probar . Final-
mente aquel gran tessio muestr a alli mismo, n . 78,
que es permitido malar por un simple gP.slo, ó seiial
de menosprecio. Se puede, dice, quitar la honra de
diferentes modos , en los q11e la defensa parece muy
justa ¡ como si alguno te q11isitm dar de palo!, 6 una
bo(ct<1da, ó hacer al yuna c¡f,·enta con palabras ó ser1a-
/es; Sl\'E I'KR SIGNA.
O pad1·e mio, esto es cuanto se puede desear
pa1·3 poner el bonor á cubicr'lo·; pero la vida <JUI!da
muy ~ l'fi csgada, si por simplos calumnias ó por

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- 102 -
geslos qu e no aga·ntl cn , se puede en concicnc1a u·
matando la gente. Es verdad me dijo; pero como
nuestros padres son muy mirados y circunspectos
convinier on, qu e no se usar a esta doctrina en oca-
siones de poca consideracion. A lo menos dicen,
que apenas se debe practica1·; P:ucnc E 'tix probari
potest. Y no lo di gcron sin ra7.0n ; y es esta . Bien
la sé, interrumpí: es porque la ley de Dios prohibe
mata r. No l•> toman ellos por esta parte , hállanlo
lícito en conciencin, no atendiendo uaas que iJ la ve r·
dad como ella es enl;í . ¿Luego por c¡ué la prohiben?
Porque se despoblaría un Estado en me nos de na-
da, si so hubiese de malar (t lodos los maldicientes.
llfira lo que dice nuestro Reginaldo, l. 2J, "· 63,
p. 260. ;hmque la opiniun, de que se puede mala!'
po1· till a Cftluumia, no cm·cce de P''obabi lidad m teo-
?'Ía, debe seguirse lo cont1·a,·io en la práctica ; por-
qtte siempre es preciso evitar el <la•io que se puede
ccmsa•· al Estado en el morlo de de fenderse . E s visi-
ble ql!e matando á la gente asi, se cometerían muc!Jí-
simos homicidios y alevosías. Lessio dice lo mismo, en
el lugm· citado. E s menester que el uso de esta ma-
xima no sea perjudicial y nocii:o al Estado; porque
entonces no se debe permitir : T UNC enimno1~ est pcr-
m'ittcnclus.
Pues qué, padre mio, ¿ésta no es mas que una
probibicion política, y no de r eligion? Pocos habrfa
que la observe n, y mas en la cólera. Con facilidad
pensarú cualquie•·a que no hace da1io al estado en
libr arle de un malvado. Por eso nuestro padre Fi-
lucio aiiade á esta, otra razon bien consiclerablc tr.
29, c. 3, n. 51. El caso es que sería castigado po•·
jusli~ia, cualqt1icra que quitase lu vida á otr·o por esa
ccmsa. 'Bien lo decía yo , padre mio, que vuestros

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.:_ 103 -
p~dres no !Jari:m cosa (le provec ho, si no lenian de
su parle !t los ju~ces. Los jueces , respon dió el pa-
llre, como no penetra n en las concien cias, no :juz-
gan sino es por lo cslerio r de la accio'n ; pero noso-
tros miramo s priltcip almeot e 13 iotcoci on: y de aqui
provien e que nuest ras maxim as son á veces algo
contrar ias á las de ellos. Sea como fuere, padre
mio, de las vuestra s se conclu ye muy bien, que
evitand o los daiios del Estado , es li cito ú cualqu iera
matar it los maldi cientes en buena concien cia, como
sea con segtu·idntl de la person a.
Mas, padre mio, asi como vuestro s padres !Jan
hallado modos de conser var la honra, ¿no los han
ha ll ado l:~ mbi co para conser var la haci enda? Bien sé
que la hacienda es de menor consid eracion , pero no
import a: parécc me que bien so rodria dirig ir la in-
lencion cl u suerte que se pudier e malar para con-
sen ·arla. Sí , dijo el padre, y yn te hablé sobre el
particu lar de una manern favorab le. T odos nuestro s
casuist as convie nen en e llo, y lo permit en; aun-
que no se te1~á violencia alguna de parte de los gw:
quitan lit hacienda, como ctumdo se huyen. Así lo
asegur a Azor, de nuestra compa ñía, p. 3, l . 2, c. 1.
r¡. 20.
llero, padre mio , ¿c uanto ha de valer la hacien -
da para poder llegar á cslrem os tan grande s? Es ne-
cesario, segun R eginaldo , l. 21, c. 5 , 11. 66; y T an-
net·o, 111. 2, 2, disp. 4 , g, S, d, 4, n. 69, que la cosa
ua lle g1·a1t valor á juicio de hombre pmdente. Y Lai·
man y Filucio dicen lo mismo. Esto no es decir· nada,
padre mio , ¿clondc se l~alla_rá un hombr e pruden -
te, siendo tan dificil bailarl e, para hacer esta esti-
11\ncion? ¿l?orqu ll no cletcrminnn la cantidad? Cómo,
dijo el pad re, le parece que es tan facil compar ar

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- 10~-
la vida de un hombre, y mas cristiano, con el puw
valor del dine•·o? En esto quiero hace rte conocer
la
uecesid;od que tuvo el mun,lo de nucs troscasuis
tas.
lluscamc po•· vida tuyn, entre tod os los padres
an-
tiguos¡, uno que diga por cuanto . dinero es lícito
maltl l' :i un hombre. No dir:iu sino, NOS
OCCl Ot:s, no
matarás. ¿Y quii:n ·so atrevió á determinar la cantidad
prcgl}nlú )' O? ¿Qui en? nuestro grande é inco mpa-
rable l\lolina, gloria de nuestra com¡iañi;~, <JllO
co11
su prudeucia inimitable, loba estim<Jdo en seis ósie-
te ducados, (ISCgurando que ·por el interes de ellos
es
lícito matar, awu¡ut elladron qne los ACJ tomado vaya
_
huyendo. t. !t, fr . 3. disp. 10, el. ti. Y l\Uil añad
e
en el mismo luga r: que no se atrecc1·ia cí ded1·
que
peca el r¡u< mata lÍ otm que le quiere quitar una co-
sa que -cale wt escudo ó menos: US IUS aurci, 11cl mi-
JWris ael/me ,;aloris. De '"1 ui estableció Escoba•· es-
la regla 11 . .U.: que ngulrmncnte se 1JIIedc mata
r ú
w1 hombre por t:alo1· ele un escudo, seg1m
1lfolina.
Pues, p~dre mío, ¿da dónde pudo .lll olina tener
el conocimiento pa•·a resoh·er uo punto de tanta
im-
porta ncia, sin nusilio de la escri tura, de los conc
i-
lios, ni los SS. Pad•·es? Veo que es forzoso haya
te-
nido luces muy parti culares y muy dire•·enles de
las
que tuvo S. Agustín, acerca del homicidio, asi como
de la grucia. Estoy instruido sob1·c este punto
,y
comprendo perfectamente que solo los ecles iástic
os
habrán de abstenerse y uo podrán mular á los
C{UC
les daiiaren y perjudicaren en el honor 6 en (¡,
ha-
cienda. ¿Qué es lo c¡ue dices replicó el padre? ¿Serí
a
razonable, que los mas .dignos de respeto en el mun-
do , estuviesen solos espuestos á la insolencia
de
los perversos? Kurstros padres han pre1•enido este
desorden; Tannero dice l. 2, d. 4, r¡. 8,ct. 4 ,tl.
71};

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-105-
quc es permitido {¡ los eclesi«sticos, y aun ú los rrli •
giosos, matar no solamente por cle(encler su t•iclo, sino
tombienltls bieuts 6los Je Hl comllflidncl. )Jolin;o,
citado por Escobar, tt. 4.3; Becan in 2, 2, 1. :l, '/·
7, de hom. coucl. 2, 11. 5; Reginaldo, l. 21, c. 5.
"• 68; l.aiman, l. 3, Ir. 3, c. :~. n. 4.; Lessio, l. i.
c. !l, d. 11, n. 72, y otros dicen lo mismo.
Del mismo modo, segun nuestro célebre P. Ln ·
my, es permi tido ft presbíteros y religiosos pre\'cnir
los uwltlicicntes, ma tóndolos ywra que no puedan t'a·
Jumnhu·les; pero siempre dirigiendo bien In intcu-
t:íon. Hé ar¡ni sus pa labras, t. 5, disp. 36, "· 11 8.
Es permitido {¡ 1111 eclesiástico, 6 á tm religioso maltll'
ni calumniador, que ameua~a pttblicar delitos esccm-
dalosos de stt commtidad 6 de su ptrsona, cuando no
hay otro medio de impedir.'o, y cua~trlo esltí pronto cí
sembrar $1/S calumnias sino le matan lurgo. Porque
tll tal caso, osi como es licito al t·tligioso matar al que
intentare quitarle la t:ida, asi tambim le es¡Jtl'lllitido
matar ni cp~e le t¡ttiet·c quitar la honra, ó la ele SIL cc-
m·¡mi<fcl(/; de la misma manera que á las demás gen •
1rs. No sabia )'O es to, digc: h.ahia rreido simple-
mente lo conlrM·io, y sin rencxionar ; fiado en lo qtHl,
hahia oido decir, <1ue la iglesia ;tlJorr~cc de t:tl
modo los homicidios y <¡u e se vierta sangre, que ni
aun pcrm1te que los jueces eclesiásticos asistan :í la
cjecucion do las sentencias cr iminales.
No le detengas en rso, dijo el padre, La my prucha
muy bien esta doctrina, aunque por humildad dig-
na do tal hombre, la somete al lector prudente; y
Car:omuelnucstro ilustre defensor , que la trae en
su lcologla fundamenta l, p. 543, l;t tie ne por tan sc-
gnno, que cree q~te la contraria 110 es prob<1ble, y saca
rle ella conclusiones adm irables, como cs t :~ <JU C lla-

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-106 -
ma la conclusio1~ de COitclusiones, coxc t.US I O~U ~I
cu:\'C r.us 10: que un sacerdote 110 solo puede en ciertas
ocasiones matar á tm columniador, sino qttc hay casos
et1 'JIIC lo debe hacer: ETIAM aliquando debet occide-
t·e. Sobr e este. fundamento examina mo~has cues-
ti ones nuevas, como esta, por egemplo: ¿L'UilDilN
I.OS JI!S UITAS ht.\1'.\ 1\ A I.OS .IAN Sll~ ISTAS?Estces, pa-
dre mio , un punto de teol ogía nun ca oid o esc la mé
yo~ Ya doy por muertos á los J ansen istas, segu n la
<loclri na del padre La m y. Aquí le cogí, interrumpió
e l padre., Caramucl concluye. todo lo contrario de.
estos mi smos prin cipios, ¿Y có mo hace eso padre
mi o? Por cua uto los ,Jansenistas no daiian á nues··
tra re¡mtacion. E stas son sus pa labras n. 1 t4.6 'J
11 47. p. 517 y 518. Los Janscntstas llaman á los
Jesuitas P elagianos, ¿puedenlos por esto matar? No,
porque los .Jansenistas menos oscurecen los ,·esplrtn-
do,·es de la compallía, qrte el bulto los t·ayos del sol¡ al
contrario la han elevado, aunq11e contra s11 intencion:
OCCI o 1 tiOil possunt, q11ia twcere tWil potuerunt.
¿ Pues cómo, padre mio, la vida. da los J a nse-
nistas depende de sabe r si dañan á vues tra rc putn-
c ion? No es tán ellos muy seguros, si esto es as i,
p orque como sea probable en lo mas mínimo, si n
dificultad alguna, quedan sent enciados á muerte.
Vuestros padres har án un arg um ento en forma, y
no lian maneslcr mas . co n la dircccion de iutencion,
para despachar ú un hombre a la otra vida co n se-
guridad de. conc iencin . ¡O que dichosos son los
hombres qua no <¡uierc.n sufrir las injuri,,s, y que
saben esta doctrina! ¡Y qué desd ichados ~quellos
r¡uc les ofenden! V c rd aderamcntc , padra mio. lo
mismo será tratar con religiosos c¡uc. se valen de
esta direccion de. intcncion , crue con homb res lo

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- 107-
m~s des~ lmarlos y e¡ ue no ti enen rcligion ; porque
por fin la intcncion del e¡ue hiere, no al i 1•in ~1 hc•ri-
do. No aper cibirá aqu dln direccion secr eta; pero
sentirá el golpe que le traspase las entrnilas. Y nun
ignoro, si ca usarla á un l•ombre meno r despecho,
Yerse degollado atrozmente por mano de fren(·ticos,
que muerto á pmialadns concirnzudamente por
homhres derotos.
Cierto, padre mio, lo di go sin disimulo, me
tiene asombrado esta doctrina y no m e agnvlan las
cuestiones del P. Lamy )' Cnr~muel. ¿Por r¡ué, dijo
el padre, e•·es acaso jansenisln? Tengo ot •·a rnzon y
és que suelo cscribh· de tiempo en tiempo á un
amigo, c¡ue rive en el cnmpo, lns noticias qu e pue-
do sacnr de las máximas de ' 'ueslros padres, y aun-
f]lle no hago mas que una relacion sencilla, ~lcg:ut­
do fielmente sus palabras , temo sin embargo no ha-
ya algun mal inlencionr•do, que imagin:mdo c1ue ha -
go clatio iÍ la compnii i~, deduzca de vuestros pl"inci ·
pios alguna ma la conclusion co ntra mi. And:•, dijo
el padre, yo le aseguro y respondo qu e no Le ven-
drú ma l nlguno. Has do saber qu e lo c¡ne nuesln¡s
pndres han im¡ll'eso con aprobacion· de nuestros su-
periores, ni es m:~ lo, .ni co ne riesgo de que se pu-
blique.
Escribo á V. sobre In pal:~br~ de csle buen pa-
dt·e; pero siempre me fnlla papel, y no la mnlcria;
porque h~y lo.nlo qu e decir, <¡u e se pod ri an formar
1'olúmcncs enter os. Soy de V. ele .

París 25 de Abril de 1656.

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Corruptelas de (os ctuuistas ltcercn de los Juec.:s, de
lus usurcr&s, de fos IJ''cbrados , dtl coutl'ulu moha-
tra y de los t·cslilucioncs. Varios cltlirios insignts de
tus mismos casuistas.

~o pcmaba V. que tu ••icra alguno curíosidatl


ole sahcr quien somos; no f;~han sin cmb¡u·go, per-
so nas que presumen conocernos: per o ¡¡divinan m~ l.
Unos creen que soy nlgun doctor de la Sorhonn; y
otros at ribuyen mis cn rtns á cuatro ó cinco, qu e
co mo yo, ni son SIICCrdotes ni cclcsiasti cos. Todas
estas falsas sospechas, me hace u juzgar que acerté
en el designio que tuve no ser conocido, sino de
V. y del buen padre que sufre mis visitas, mientras
t¡u e con trabajo, suft·o ) ' O sus discursos. Pero debo
hacerme fuerza; porquCJ no pasaría adel~nte, si no-
tase en mi alguna indigna cion; y no podl'ia cum-
plir mi cmpciio de rcfel'ir Ít V. la do ctrina moral de
los Jl!suitas. Uien puede V. estimar la l' iolencia que
me hago; que es muy dificultoso ver nt ropcllar y
e onomper toda la moral cristiana con despropósitos
ta n cslrlll'aganlcs, sin Os¡ll' ,,bicrlamcntc contradc-

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-10 9 -
r sufri ,lo
r ir· lo ma~ míni mo. P,• ro dcsp ucs rlc lrnhc
lcv~ ntaré
por snt isfnccr· ,¡ Y. piens o que ni cabo ,
:i mi mism o, cua ndo ya nv
la voz, por sa ti s facer me
obst ante , totlo
teng a que decir me. ~ [e dete ndré , no
1lisin wlo y ca llo,
lo posib le; por· que cuan to mas
cosa s me dijo
rn01s, y m;1S vá desc ubrie ndo. Tant as
rl;1s to-
la últim n ' '<'Z, qu~ dilic ilmc nte podr é r cferi
no res-
rlas. Veril V. princ ipi os muy rómo dos pnrn
<JUC quie ra palia r sus rua~i­
titui r. l'orq ue, por tnas
dirig (' n ú fal'o rccc r
mus, l:rs qu e ro.1 ¡, decir á V. se
, los fallid os,
los juec es corro mpid os, los usur eros
s, qutl to-
los ladro nes, las r ~mcras y los lrcchiccro
resti tuir lo
rios ti enen 1ímplia rlispcnsacion pn rn no
cual me
que gana n en sus malo s tra tos. Todo lo
~nseíiú d e la man era s iguie nte.
rli-
Desd e el princ ipio de nues tras conf ercnc i;rs,
máxi mas de nues -
ju, me oblig ué í1 cspli ca rtc las
Vi~te ~-¡¡ ,
tros auto res para todo géne r o ~e estad os.
rdot es, .~
las que tocan ir los hcnc lki ados , á los sa ce
llcros:pa -
los rdig ioso s, iÍ los dom éstic os. y ;'o los cnba
lo-s juec es.
scmo s abor ;~¡'¡ los demá s, pr·incipiando por
unn de las mas impo rtan -
A l insl:rnle te dir·é
que nues t ros padr es
tes y prol'eclrosas maxi mns
Es de nu estro doc -
han ensc iiad o en fayor· de e llos.
ro anci a-
to Cast ro Pala o, uno de los l'einti cunt
wt jue:: en
nos. Estn s son s us pa labra s. ¿Pttedc
ww cu.est io11 de clerecho, j¡¡:;grw con{l.1'me á tma
opinion ¡>rabaúle, rlejrmdo la que es mas
7>robab/e'!
Si; y aun contra su pro¡> io sentir¡ 1~1 0 contr a pro-
re J~sco ba r, tt. 6,
1Jiunt opimimem. L o mism o refie
V. pcrfo :c-
ra· 6-, 11. 4.5 ¡O p:rdrc mio, empi eza }>.

tame ntcl l\Iuc ho osdc henl osju eccs ; y cstrn .lo que
o lo loe-
se OJlon gnn {¡ ,·ucs t ras po·obabilidnclcs , com
f;wo ra-
mos notad o nnt es, pnr~ to r1ue lrs so n tan

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-11 0-
!Jics; porc1ue de este mod o, les dais
tanta faculli\d
sob re las baciendns, cua nta habeis tom
ado voso tros
s:>b r c l ~s conciencias
Bien ves, que no nos mueve el inte
rés, si no el
deseo de tranquilizar sus couocicncia
s; y por esto,
uue~tro gr~o 1\Iolioa perm
ite que puednu reci bir
prese ntes , y á fin de quilat·lcs los escr
úpulos, que
podi:on tene r en cier tas oc urrcnci us,
ha tomado el
trabiljo ole p~rl icu larizar los cnsos,
en que pueden
¡ibrcmc nte r ecibir don;oli vos, sin carg
ar la conc ien-
cia, á menos c1ue al guna ley especial
se lo prohiba.
1'. 1. tr . 2, d. 88, n . ti. Los Jueces
pueden recibir
regalos de las partes, ctÚmdo se los dwl
por amistad,
ó po1· reco nocimien to de la sentencia JWo
nunciada tll
m fuco,·, ó para escitarlcs anticipadamente
á que la
¡,ronw1cien, ó para obligarles ti que teng
an particular
cuidado ele sus causas, y eles¡¿ pro1110 clesp
acho. Nues-
tro docto Esc oba r dice tnm!Jien , Ir.
ú, ex. G, n . 43:
Si SOil muclt!Js lós que es¡ura11 la espedirio1
1 de sus liti-
gios, y ninguno tiene mayor razo11 que
otro para str
Jlre{crído. ¿pecará el Jttt::. que admite
un donatito de
1mlitiga11te á condicion , ¡,x¡•,,c,·o, que
le ftayu de des-
JJacJ¡m· prime1·o? Nu por cierto, segu1l
Laima11; ¡Jor -
que min1do el derecho natu ral á nctclic
hace injuria,
otoryando á uno, Cll considcraciun de
su dadica, lu
que ¡wdia ilabcr concedido á quim hubiera
querido: ma.•
es, que por 7·azo11 ele la da1liva, viene
á quedar mas
obliyado 111 que la dió , que á los clemas;
y esta wef e-
l'ei1Cia tJarece que se puede estimar y pag
ar con dine -
!'0, QU.'E obl'igutio videtur ¡¡rctio wstimab
ilis.
En verd ad, paclt·c mi o, que me sor pren
de esta
licencia que dais á los jueces: no la
saben sin duda
los primct·os magistrndos del reino.
Por que el pri-
mer presidente ha liiJt•ndo una orden
el
en parlamen -

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-111- .
lo, pr·ohihiendo á los escribanos c~rlulnrios rccibi1·
diner·o ~ l¡;u no por semejantes preferencias; por don -
de se acredita, que está muy ageuo de pens3r que
eso sea permitido á los jueces; y lodo el mundo
alah6 esta reforma tan útil á los litigantes. A tóni-
to y confuso el padre, me preguntó . ¿es ,·erd;od
esto qun dices?, yo no lo sabia, nues tra opinion
no es mas qu e probable, y In coulrar·ia puede ser-
lo 111mbien. Por cierto, p;~dre mio dij e yo, que el
¡wesidentc hn hecho mas que probablemente bien,
y que co n este decreto ha detenid o la con u pcion
pública que se toleraba hace mucho tiempo. Asi lo
juzgo yo lamb icn, dijo, p;)ro pasemos esto, y deje-
mos á los jueces. Tiene razon V. P., asi como asi,
sou unos ingratos, y no se muestran r econocidos á
lo que hace por ellos la compaüía. No es por· eso,
dijo el padre, sino que hay laulo que decir en lo-
tlos J_os estados, que es menester abreviar en c;tda
UOl).

Hab lemos ;~ho ra de los negociantes. No ignor;rs


qu e el mayor· lrab~jo que hay con ellos, cst{t en
npartal"lcs de la usu ra; por lo cual nu es tros padres
han puesto en ello parli cul;rr cuidado; porque es
tunto lo r¡uc aborrecen este vicio, qu e Escobar dice
/1". a. e.-v. 5, 11. 1' qt¡e seria hei"Cgíu dccit• que lu
ttsw·a no et·a pecado. Y nuestro P. Baunio en la su-
ma de pecados, cap . 14 , llena muchas páginas con
las penas en que incurren los usureros, y los decla-
r a infames C/1 vida, é indignos de stpultw·a desputs
1le muertos. No crcia, padre mio, que Baunio fuese
tan severo. f.o <'S cuando es necesario; per o l a m-
bien este docto cnsuista , habiend o r ep;rnrdo que
nauic se dcjaha llevar ue la usura, sino co n deseo
de logro, di ce en el mismo lugar. No se han·a iJOc~

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-112--
{nVOI' á los seglm·es, se: lilmi11(/oles Je los malos efec-
tos de In tcsurn, y tnmbien del pecntlo, se les diese tm
midio de sacar tanta ganancia de s11 cli11u·o, que la que
sacan ele las tcsuras , y tsto po1· via ele una legítima
y btww colocacitm 6 tmpleo. Sin duda, vndrc mio,
que con esto no ~nbrin tantos usureros. Pues por
eso mismo, dijo , ba dado tnw t·egla ymeral para
toÍia clase de 11erso¡¡as; asi para caliullcrus como ·pura
tJrtsicleutcs, cousrjeros, etc. y tan fttcil , que no con-
siste mas c¡uc en el uso de ciertas palabras, que es
preciso pronunci<11· al tiempo del prestamo , y por
lns qu e se puedec saca•· la gan:c ncin si n temor d11
c¡uc sea usurn, como lo seria de otr.c suerte. ¿Y
c·ualcs son esos t~rmíuos misteriosos, padre mio?
Estos son, me d!jo·, y están en rrances; porc¡ue
hicn sabes que ba escrito su libro intitulado Suma
ele pecados, Somme eles péchis, en este idioma, pa.
ruque todos le entet)ditsn., como maniliesta en el
prólogo. Aquel á quim se pide dúlero pn•tado, ns-
tJOIIderá de esta suerte : yo no tengo dinero que pres-
tar ; pero le tengo para ponerle á (Jaltancíu lícita !1
honesta. Si quiere$ la suma que pides, pul'tl negociar
co11 ella c11 comtm, puede ser que me t·c.wclva; ¡1cru
come• es dificil poderse ajustu1· sobre la gat~aucia; si
me asrgu1·as una que sea cierta, y jw1tameute mi c~­
pital para que 110 corra riesgo, luego estaremos con-
t:cuidus, y te contare el di11ero. ¿No es este un me-
dio sencillo para ganar ~inero sin pecar? ¿Y el P.
ll:ounio no IUI' O razon para concluir con <'Stas pa-
labras? liste rs á mi ¡Jarecer , el medio para que mu-
rllos stglarcs , que con sus ust~ras y contratos itíci-
tus ¡¡roco~tm he justa iudiguacwn de D:os, se ¡>uedan
.~¡¡/ var llncir•mlo buenas, h()!ust'as, y lfcita$ ya-
ti cm ria .<.

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-1J3 -
i O p~tlrc mi o. elige, estas palabras tienen ad'-
JUirabl e pnclr.r y fuerza! Sin duda que e ncierran
alguna virtud oculta, que yo no nlcan7.n, para es-
peler el ' 'e neoo de la usu rn; porque siempre pen-
sé qu e este pecado consistia en ~;•en •· mas de lo
prestado . Muy poco entiendes de e~to, dijo; la usu-
ra casi no consiste , segun nuestros pndres, sino en
la intencion de lomar la gannncia como usur aria.
Y por esto, Escobar hace que se ev ite la usura
con una simple vuelta de intencion , en su tr. 3,
ex. 5, n. 4, 33, U.. Seria ttStt!'a , dice , sacar olgun
iltterés de lo Jlreslado, si se exigiera como debido de
justicia; ptro si ~e txige J!Or via de rcconocimimto, no
es umro. tYo es ]Jtrmitido tener intcncion de saca1·
interé.< a pré;tamo ; mas de l)l'tlemlerlo á titulo de
amistad, 31E:liA DE!\ EYO LEl"CI", no tS usum.
Estas ~¡ que son m{odmas sútilcs; pero una de
las mej ores á mi sentir, porque tenemos dond e es-
coger, es la del contrato Jllol!atra. ¡El contrato
iJ1ohatro, padre mio! Ya veo qu e no sabes lo que
es, dijo; solament e el nombre es estraiio. Escobar
le lo es plicará en el lr. 3, ex 3, n. 36. Contrato
Moht•! ra se llama, cuando una persona mcesita de ·
algurt diruro, y compra· algunas mcrcancias caro y a
c1·idito para volcerlns á vender fiJcgo, al mismo mer-
cader , rlinti'O contante y mas barato. E s te es el con-
trato Afohal ra; y bien ves que en 1•irtud de este
contrato se recibe cierta s uma de contado , obli-
gándose á pagnr mas de lo qur. importa. Pct·o, pa·-
drc mio, creo no hubo otro, que se hnya valido de
este térm ino, sino Escobar. L)igame V. P. ¿hállase
en otros libros? ¡V11Igame Dios y qu e poco sahcs d!l
cosas, dijo el padre! El último libro de teologia mo-
r al qu e se imprimió· este mismo ai1o e u Paris trata
~

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-114-
dcl Jluha/ra, y muy doctamente. Se titula fPILOGcs
sumarum, es un comptlldiu de todos lm sumns de leo-
logia, sacado de IWtMros padres Su(ll·e::, Sanchez,
Lessio, Fogumle;;, llurtado y de otros casuistas in-
signes, ~omo lo dice el tllulo. Vcds pues en la
página 5\. El Mohatra ti cuonclo Ull hombre que
necesita veinte dubl:mes, compra á un mercader al-
gunas telas por trti11ta , á pagm· á {ill de oiio, y se
los welue á ve11dtr al mismo instante pur -rtinte do
blones de contado. Con lo que bien ves que el iJloha-
tro, no es \'Ocablo inaudito.
Y bien, padre mio, ¿es licito este contrato? Es-
cobar, respondió el padre, dice en el mismo lugar
que hay lfyts qtoe le prtJidúen COl! muy rigurosos penas
¿Luego no r;~le para nada? ¡Cómo que no v;,)el Es -
cobar dá espcdientes allí mismo para hacerle líci-
to, diciendo. AtutqltC el merC<tc/(1' q11e ttnde y que
vuelve á comprar, tenga 111'Í11cipalmente desiguio de
ganctr CIJII la/ que Úl lct VCilta, 110 esceda el precio
mas subido de las telas de tm. género, y que 'tolt·iéndo-
las á compro1', 110 baje del precio menor , y 110 haya
anterior con t·onciou C/1 ICI'JilitiOS csprtsos, ó de cual-
quier otro modo, no comete usura. Per o Lcssio, de
just . 1, 2, c. 21, d. ·tu, dice, que aunque /laya ten-
dido á menos precio, co1i intencion de volverlo á CtJm-
prar, nunca está obligado á resll'tui,· la ganancia , á
110 ser por caridad, C<l$0 que el comprador sea pobre.
y que pueda restituir cómodamente. SI commodc po-
·usc. l~s cuanto se puede decir. Asi es, padreJnio,
y si se diera m~yor l)nsanchc. creo ser ia ,·icioso.
Nu9stros p~dt·cs saben, cómo y dónde, han de pa-
rar . Y 11l(Ui puedes conoce r bnstantemen te In utili-
d<ul del contrato Moltatru.
Dicn pudiera cnscil.II'IC otras m~sima~: pcrn

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-115-
h.lstar.ío l;~s que he referido; porque tengo que ha-
blar en favor de los que se hallan empeiíados J
cargados de deudas. Nuestros padres l~;tn pensado
como poderlos aliYiar, segun ~1 estado en 11ue se
hallan; porque si no tienen hacienda bastnnte para
subsistir honestamente y para pagar sus deutlns, se
ies permite que puedan encubrir parle de sus bie-
nes y quebrar con sus acreedores. F:s lo que nues-
tro P. Lcssió ba decidido y confit·ma Escoba•·; tr. 3,
ex. 2, n. l GJ. ¿El holltbi·e que haEe bltncarrota purde
co1~ seguridad de conciencia nservarse de stt$ bienes,
c¡¡anto (11ere 11cccwrio pam que Slt familia subsista
con decencia; N!! JNU Bt:OnE VJVAT? l'o sostengo que
&i; co11 Lessio; y aunque haya adquirido esos /iitflts
co11 injusticias y delitos notorios , EX I NJ OSTJTJA ET
NOTOlltO n¡;ucro; bim que en tal caso 110 podría ¡·e-
servar tanta cantidad, como euando los hubfera ga-
nado dt otra mtrte. ¿Pues, padre mio, qué caridad
estravaganlc os mueve á que•·er que aquellos bie-
nes queden mas presto en poder del ladron , p.wa
hacerle subsistir con bonra, que en niano de los
acreód<ircs que son los duei'íos legí tim os? No se
puede, dijo el pndre, contentar á todos: y nuestros
padres han tenido part.iculár cuidado en al iviar. a
estos dcs1licbados. Y para que veas como ban sidn
siempre en favor de los pobres, nuestro grnn Yu-
quez, citado por CBslro Palau, t. l , tr. (), ct. 6, p. 6,
fl. 12, dice, que cuando un/adro/les/á resuelto á qlli-
tar ó un¡1obre lo que tiene, se lo podemos utorbm·; miu-
landolt tll¡Jorticular una personu rica á quiu! ptle-
da hurtar en lugar del puhre. Si no tienes á Vas-
qnez, ni á Castro Palao; bailarás lo mismo ~n Es-
collar; porquo corno sabes ; casi no ba dicho nada
!fiJO no Jo ha ya SaCI\dO de veinte 'f <!ualro de )O$

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- 11 G-
;n~s célebres de nuestra compaitía. Tiene e.sto en b
práctica de nucs/l'a compa1iia aceren de la c:ot·idml
para con'cl próJimo, Ir. 5; r,1;. 5, ti. 120.
]~o Yerdad, padre mio, c1uc es c~rillad bien es-
l rnord ioarla , impedir l:t pé•·did~ llc uno con d~ii!l
de otro. P ero C t'CO qu e seria nwjor , hace rla por en- ·
te ro, obligando en conciencia , á quien dió el con-
sejo, á restituir al rico la hacienda que por su cau-
sa perdió. De ninguna m;•oera, me respondió, por-
clue no ha sido es te quien le hl! rló, y lo que hi zo
f ue tan solo nconscjar a 1 otro. Y pa r a que yc;ts lo
que se puede decir á esto, escucha esta sábia rc-
solucion de Dnunio sobre u n caso que te admirará,
y donde podrins cr eer que se ria mucho mayor la
oblig&cion de restituit•. Esto~ son los té rminos en
que se cspr esa, c. 13, de su suma. Lltga 11110 á u11
soldado; y le ruega fl''e vaya y mnllrnlt á su ~:reino,
ó que ponge& {ueao ci la Itera d.e rm hombre, que le ha
o{cndiclo, collvime s:1ber , s~ á {t!lla del soldudtJ, rste
que le suplica haga los tslragos debe reparar los da-
tios. Ali Stlllir es qua no; p·1rqt'e nadie estci obli!Jndo
á la t•eslitucion, sino ha quebrantado la JUSticia. ¿Se~
rá quebrantarla pulir á otro un {rtcor? Que imporla
que le rueguen, siempre queda libre, y está en suma-
no otoraar ó rehusar. A cualquiera de los es/remoJ
que se i11cline, su t;oluntacl es la que le llet•a ; twda le
f'uerza, sino es aquella bondclil, blandura y docilidad
de su !Jellio. Ltlf!JO, si aquel soldado no rcsurce rl da-
flo que hubiere hufl.o , no lwy que.obli!J'.Ir 11l otro que
le ro!Jó pora q~tc lo hiciera. Oyendo es to,, pensé in -
terrum pir la cou vcrs;~cion ; po~que. cslu v.e á pique.
•le dur una ca rc:~j:~cla de risa co~ la 111! bondad y la
¡al blandura de un incendiari o,. y con. e.slj)S rno-
ItDmicntos p:~r.~ eximir J.c la restiluci'?u J I ¡•anladc,

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- 117 ~
ro y principal :lU\Or de un incendio <1uc los jueces
casligarinu de muf'r\e ; pero sino me dl'lengo , el
buen pnclre se l:uhicra ofendido, porque hablaba de
veras: y en t'l mismo tono conli.nuó así.
Debier¡~s Y" conocer por espericncia, cuan va-
nas son tus objeciones y sin embargo me haces con
ellns s¡¡lir del propósito en que est¡¡roos. Volvamos
¡mes á los pobres. Nuestros padres para nlh·inrlos
y cutre otros l.cssio, l. 2, c. 12, n. -12, ascguru, que
es Ucito hurtar no solo en estnma ncccsid11d, si quo
tambic11 en ww neccsidcul g1·m~e, au11qttc 110 sea es-
trema. l o mismo dice E scobar, t·r. l, ex. O, n. 29.
Esta cloctrint~ me atur.clll, pa<!rc mio. P ocos hay en
el mundo que no juzguen que su necesidad es gra-
ve, con que~ lodos permitís hurtar con seguridad
de conciencia. Y cuando redngcrais el permiso solo
;, las personas, que efectivamente se ball;~n on ese
estac!o, abríais In puerta á una infinidacl de hurtos
que los jueces cast igarían aunque no hubieso do
por medio tan g rave necesidad; y quo vosotros de-
bel'iais reprim ir con mayor razon; porque dcheis
mnnl cncr entre los hombres, no so lo In justicia sino
\ambien la ca riolad c¡ne se h:olla destrui,la con esta
<loctrinn. ¿l'oro¡ uc en Gn , no es destruirla y hace~
agravio al ¡>r6jimo, quitarle su hacienda y apro-
vecharse de ella? H¡~st,t ahora, esto es lo c¡ue me ban
enseüado. Mns n o es siempre verdadero, respon-
dió el padre; porque nuestro · gran Molina nos
demuestra 1. 2, Ir. 2, disp. 328, n. 8 ; Que el Ol' -
den de la caridad no pid~ que ~1 hombre se pri¡;e rle
tm procecho, ¡Jor librar al p,níjimo de una pérdida qttll
pttede importarlo mismo.Esto dice para probnr lo
• e¡ he había· comprendido en el mismo lu ga r; q1te· Wl ·
hom!Jre no tiene ca C011cimoia ob/iyucion <le resliWil' los

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- 118 -
bitllt$ que olro uos huúirra dado poi' {n"lr ar sus
acreedores. Y l.essi o, que lleva la misma opinion ,
li! confirma con el mism o principio l. 2, c. :W, d.
~9, n. 16!!.
Tu no tienP.s compnsion de los pobres; nuest ros
padres usn rol\ <\e m~yo r C\lridad. Ellos obse nan la
j ~sticia asi con los pobres, como con los ricos; mas
digo, y a.un COl\ los pecatlo.•·es.. Porq\J O aunque son
nlU )' O.pUCS tOS nJos criminales, sin cmbnrgo no dc-
j_an de enscfiar que los bienes mal ga~;•dc;>s se pue-
(Jcn reten er legll imamcnte. Lessio di ce <'n gener al,
~. 2,, c. U. d. S, Nadie tiene o,bligacicm ni
pot· fe y 11 a-
tural . ni por las leyes positiuas, es dl!cir por ninguna
~ey, de reslituir lo que time recibido , por
ltaúer hecho
alguna mala accion, conu¡ por u u adulterio, otmque
laaccim.l sra contraria á !a justil.ia . Porq ue como.
dice Escobar,. citand o ;, Lcssio, tr. 1, ex. 8, tt. 59.
+os bients q_ue tma. muger adquiere po1· adultrrin, so~&
~:erdaderamentc adquiridos por tm medio
ilegitimo,
'!!ero la posesion de ellos, es legítima: QUA li\' JS mulier
i.llicite ocqui!rot, licite tameJl t'rtinet r.cquisilo. Por
tan to, los mns célch rcs de nucst·ros pad res deciden
(or malm cntc, que lo que \In juez loma ele una de
hJs pnr~CS, ~a~a daE UQa SCOIC ~Ci3 iojUS(a en SU f,~.,
'I;'Ol', y lo que un soldado recib e por
haber muerto á
un homl) ro, y todo ac1ucllo que se gana cou dcli-
tos infames se puede lcj iti1)1nmcnle posrcr . .Esco bar
r ecopila lodo csl.o de nu c.stros autor es, tr. 3, tx. 1.•.
11. 23, de lo que. c.h•clu ce ésla
regla ge neral. Los
bienes ad guiridos P,or t·ergon.:osos mrdios como por
'!''.la !Atle!·te, po1· una Sc1.11~11cia injusta, por una ac-
ciolt deshQ!lt~ta etc. ,,f. poseen legitúno'mente,
y no
está obligado un *.otnbre á 1:cstituirlos. Y t.;tmbicn t·.O.
el tr. 5, ex- 5, t1 53 lhtrrle 1111 ~ombrc dil<]loner de

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-tt9-
fo que recibe por homicidio$, sentencias injustas , de-
litos infttmes etc., porque la ¡¡osesiolt es justa , y ad-
yuirre rl dominio y la propiedad ele cua11to Ira ga-
nado tn estos /ralos. Ohl p~tlre mio! e n toda mi vida
no he oído tal modo de adquirir; y dudo mucho
que los jueces le aprueben . y que quieran admi-.
tir por justos títulos la alevosía, 1:~ injusticia , el
adulterio cte. Yo no se, dijo el padre, lo qu e tratan,
los libros de derecho: pero se muy bien c¡uG los
nue~lros, que son los verdader os directore s do las
concienc ias, todos hablan como yo. Verdad es quo
hacen escepcio n de un caso en que obliguen á res-
tituir , y es cuondu se ha recibido dineto de ague/los
qlfe no ptuden di.~poner de sus /;ic:us, como son los Tú-
jos de familia y los rdigios(J~. Nuestro gran l\lolina los
csccptua ,l. l , dejust./r . 2, clisp ..94. N151 mulier a.c-
crpisset. ab eo q"i alienare nmn ¡JoUst , ut á religioso,
aut filio familias; porque entonces es menester que le
rcslilnp el dinl'ro. Escohnr cita este past.ge 11·. 1, ex.
8, n. o9: y se ratifica en lo mis mo, tr. 3, ex. 1 , 11. 23.
P adre mio, dige, yo veo en e~ lo caso, que como
sois del núm ero de los r eligiosos , los ha beis tra-
tado rnrjor que los dcmns. D<:~ nin gun'a manera,
respondi ó el padre. ¿No decimos lo mismo general-
mento de todos los menores de edad, en los que es-
t¿n compren d idos los religioso s, como pupilos que
son toda la vidn? Era justo esceplua rles. P ero lo
que se toma de otro cualquie ra por alguna accion
torpe, no se debe restituir. Lcssio lo prueba am-
t~liamou te l. 2, de j¡;st. c. H, de 8, n. 52. Porque
una accion mala, dice, puede tener 511 ¡¡recio, y pa-.
garse co11 di11cro, no e11 cuan/o es mala, sino e11 c1um-,
to es tleleilosa y útil para la ¡m·sona que ~~~ monda
hacer, y peiigrosa '.J trabnjosa ¡¡ara el que la rgtcuta

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-1~0-
y por es/a ra.::on r1o tstá otligado á rtsllltllr
!o que
recibe para eyecutarla, Ha la que fuere, sra ltumi
cidio,
setlltncia injusto, accio,¡ torpe , t;llcs son los
1•jcm -
pJos que trao ca c~ta mal crin, sino e; que
hoyu re-
cibido de los que 110 pueden disponer· de su . hacie
nda.
P uede ser que diyus, que el r¡ue reci¿'fl dinero por
1m a
mala accio11 ¡1eca. , y que así no le ¡Juede !'ecib
ir ni
guardar; pero respondo, t¡ue de.;pu's ~que la accio
n es-
tá f!JtCIItada, ya 110 hay z;ecudo. C/1 ]I•I!JUr 1lÍ en
7'CCi-
bir la paga. Nues tro g ran Filu cio p;orti cu lariz
a y
pene tra mas en la práctica: porq ue advi
erte, q ue
hoy ol.rligaci!m de ¡Jaqar lus ob/iyu,:ioms de este
gé11oro
segw1 las diferentes calidudtS de las persouas
que las
cometen; y que unas 'Valen mas r¡M otras . Lo
que
f unda sobr e razo nes sólida,;, tr. 31, c. 9,
11. 231.
Occultro fvrniccriro deóetur pretiw11 ir~ con;L·ienli
u, et
tn•Jlto mojare ratione, qua m ptíbliccc. Copia
enim
quam occulla filcit mulier Stti· córporis, mult
o plus
valet, quam ea quam pícúf:'ca fucit mcretrix; me
est /ex
positiva qum reddat eant incapacen1 prttii. fdcm
di-
cendum de precio ¡1romi~so ·v¡1·yiui. conjugo/ro ,
ilf u¡¡-
iali, et cuicumqut alii. E.t mim eadcm ~tllwiwn
ratio.
Y coos ecu ti vnmentc tuu uwst ró en sus autor
e:;
cosas de este géne ro tan inf~mcs, que no
me atren.1
á refer irlas y que hubieran horr oriza do á el
mis-
mo, porq ue es huen hom bre , sino fuer
a por e·!
respe to c1ue tiene á s us padr es, y que le
hace reci-
bir cou venc racio u todo lo qu e sale de
ell os. Yo
calla ba, no l:mto por empc i:arle eu el
disc urso ,
cuan to por haberuul sorp rend ido ver libro
s relig io-
sos, llenos d!l decis ione s l;ul horr ibles , l~n
injus tas
y tan estra vaga ntcs. 1'1·osi¡;ui6 pues libre men te,
y
su conc lusio u fue de esta mau era. Por esto,
nues -
tro ilust re l\lolinJ, yo creo que con ello
qued ;:d$

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- 121-
contcnto y satisfecho, decide asi l;~ cuestion. ¿Cua!l-
do se Ita ucibido dinero por una mala accion , hay
obligacion de restituir? E$ necesario distinauir dice
este grande hombre, si la accion 110 se eaecutó, de5-
pues de payacln, se debe ,·estituír; pero si se rje-
c!aó, 110 hay e.!la obligacion: T B)(I!'ruu, si 11011 fecit;
secu.~ . si fecit . Lo que refiere Escobar Ir. 3, ex. 2,
n: '138.
Ya tienes algunos principios de nuestra doctri-
na ;~ce rca de 1., rcslitucion. Muchos has oido hoy;
quiero ;~hora e~pcrimentM que fruto habrás saca-
de. Dime pu(•s ¿un jae: que ha recibido dinero de
una de las portes, para senrtncim· er1 su {cHo•·, lert-
dní obliaacion de 11olcerlt? V. P. ncab<t de decirme
qu e no. Bien lo sospechaba yo. dij<> el padre. ¿Hé
te dicho gene ralmente? Yn di ge que el juez no te-
nia obligacion de voh•cr, si falló á favor del 1¡ue no
tenia razon, ni derecho; mas cuanclo se tiene razon
¿q uiórr s tú que se compre un a sentencia justa,
11ue t'S debida legítimamente? No por cierto. ¿Nó
comprendes tJUO un juez debe por su cargo b~cer
justi ci~, y <¡uc asi no la puede ycu<lc r: pero que no
tiene oblig;~cion de hnce1· una injusticia; y que pa-
ra hacerla puede recibir dinero? Asi nuestros prin-
ci pnles autores, como '1\Jolina, disp. 9:1, y9\l; llegi-
nnldo t. 10 ,u. 184. 185y t87; filucio, Ir. 31,
n. 220 y 228; Estobar, Ir. 3, r:x:. 1, 11. 2 1, y 23;
Lcssio, /ifJ. 2, c. l -\, d. R, n. 55, uniformemente
enseilan todos, 1¡ue 1111 juc.:: está uúliyado á 1'CStil!4ir
lo que ha recibido ¡¡or hacer j usticio, á no ser que se
lo~diÚtn de libt m lidad; pero nunco está. obliyadu á
restituir lo que /m recibido de ur1 /lumbre por quim
ha dado w1fl sc11/encia ínjrwa.
,\ somhrildo me dc·jó c~la d~cision f;•nt<Íslica; ~y

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-12 2-
mientras consideraba en mí las pernici osas conse -
cuencias, el padre dispo nía otra cuestion, y me di-
jo; r espóndeme otra vez mas circunspec t;uncn tc.
Pregu ntó ¿tstá obligado el que se mete á Q(/Í~ÍIICJ , á
nstit uir el di11ero que time ga11ado en este egtrcici¡,?
Sea lo qu'! V. P. quisiere. ¿Cómo lo 1¡ue yo fluisie-
re? ¡Verdt•derarnente eres admirablcl De la sucrto
que babias parece que la verdad depende de nu es-
t ra vo luntad. llicn veo que de tí mism o no halla -
r ías esta r esol ucion. Mira pues como Sanchcz r e-
suelve la diflcuhad; Sanchez babia de ser para re -
solverla. Prim eramente distingue.e n su suma /. 2,
c. 38, n . 94, 95 y 96. O el udivi11o st sine de la as-
trología, y otros medios naturales J,ara adicinar , ó so
vale del arle diub6tico. l'orqu t m tm caso está uúliga-
do á la ,.estiluciun, y c11 tl otro 110 debe re.tituir. ¿l'o .
drásme decir en cual de los dos? No hay mucha di-
ficnh ~d en esto. ¿Tú creés qu e debe
restit uir en
caso que se haJa valido del demonio? l'ucs no lo en-
tiend es, es todo lo contr ario. l\lira la rcsolu cion do
Sanchcz en ese mismo luga r. S i el adit•iuo 110 tomó
tl trabajo ni el cuidado de saber por ar/e dtl diablo
, lo
que 110 poc/ia saber por Ott·o COIIIÍIIO, SI NU LL.\ll OPU-
R .Ul APPOSO IT, OT AltTE DIAI.IOLI ID
Sf.ll\E T, drlJe
restituir; ¡¡ero si t om6 este cuidado , n? está obligado.
¡Y por qué r azon pad re mi o! No lo entiendes , me
dijo. Esto es, po•·quc se puede ~,d i vinar por arte
del demonio, y no por la astrología que <'S un mo-
do falso. Mas, padre rnio, ¿si el diáb lo no digerc la
Yerdad, pues no la hay en él mucho mas qu e en la
astro login, será r •·eciso 1¡ue por la misma razon
restituya el adivino? :io siem pre, me dijo; distin-
guo, dice Saocb()r., ¡wrque si el adivino es ig11orante
en el a;Ce diabólico, $ 1 S i l' AltTIS JIJADOJ. ICIE IGNAR \:5,

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. -123-
está obligado á t·wituir: prro si es buen hechicero, y ha.
hecho lo que ha ¡Jodido para saber la t~rdad, r10 tiene
obligacion; ¡>orq ut entonces la diligmcia del tal lltchi-
cero JlUtde (tner precio: DI U GENT IA Á. MAGO Al'l'OSI-
TA, EST PllllTIO ;ESTUI AUI L IS.
Esta si, padre mio, que e~ doctrina de hombre
de buen juicio: este es d mejor modo de inritar á
qo<~ los hechi ceros ~prendan y se b~gan espc r-
tos en s u arte, con csperanzO\S de gánar haci enda
legítima st.>gun ''ueslr~s mbimas , sin•iendo c<m fi-
delidad al-público. Creo que te burl :~s, dijo el pa-
dre,, esto no v:lle; porque si hahlitros nsi donde no
te conociera n , alg unos habria qu e no tomilra n <Í
!>ien tus discursos y te ,·itupcr:i ra n 5obrc que ha-
C('S bur la de las cosas de la religion. 1\Je ju stific~­
ria co n facilidad , padre mio; pon¡ ue tou1ando mis
palabras en so ,·erdader o sentido, no se ball ~r~ una
que no d<Hlolc lo co ntrario , y puede ser qu e un
dia h~ ya ocasion de: hacer In pr ueba en nuestras
comersa ciones. Oh ! oh! dijo el pnth·c , ya no te
burlas ConGcso, le dige, que si alguno piensa que
hago juguete do las cosns santas, me se rá muy se n-
sible, y tcnnr·é por injusta senwjnnt c sospecha. No
jo decia por tlltllO, respomli ó el pad re; pero hable-
mos de veras. Yo estoy dispue~lo, padre mi o, y so-
lo depende de V. P . Pero aseg uro que he quedado
atónito de v<:r que \'uestt·os padres han puesto tanto
coid:rdo e n favorece r á todos, que hasta han llega-
do á reg ular. la g~nnncia legHima de los hechi-
ceros.
Nunca sobran ios escritos, dijo el padre, para
tanta vari ednd de hombres , ni puede haber esceso
en parlicularir.ar los casos y r epetir· demasiado las
~!smu cosas e n difer entes libros. Y lo puedes ' 'er

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-~ 1 2!~-
por este luga r <l e uno de los m~s grav es
de nues -
tra compañí•• tanto que 'es hoy nues tro prov
íncía l.
Es el R . P. Cello t en su L. 8, de la llier an:h.
c. 16,
§. 2. flem!Js sabido, dica, que cicrlfl pcr$ana qur lleva

ba rtna gran suma de di1w·o ¡1<1ra restit uirla por
or -
dm de m confesor, habitud ose detwido tll tl
camiuo
en casa de Wl librero, y pregunládole si no habia
na -
da de nueco, ¿~Ull QUID :o;ov1? el librero le
mostró
tmlibro nuevo de teología moral, y ojeando/e
á la
ventura, halló cast~almente stt casu, y t:ió que
no es-
taba obligado á restituir: de manera q11e habié
ndose li-
brado de la carga de sit escnípul!), arttll ]ttc
cargtJdo
con el peso de su dinero, se volvió mas ligero á
cata;
Ansec r,\ scrupttli sarcina, retento auri poml
ere, le-
-.;ior domum repttiit.
¿ Di me dcspuos de esto, si no~~ útil sabe
r nues -
tras mhim as? ¿Te reirá s ahor a? ¿No será
mejo r que
haga s con el P. Cellot esta piadosa r cflex
ion sob re
la felicidad dul encu entro? Los li11llazgos
de este gé-
tiCI'O son en Dios efectos de su
predestinacion. Dio~
quiso de toda la tlernitlud que la cacltna
de oro de Sll
$alud dependiese de tal autor, y 110 de otros
ciento
que dice~~ lo mismo; porque 110 suctde el mcontra
r co11
ellos. Si aquel 110 hubiera escrito, est~ no se
hubiera
salvado. Co11juremo,¡ pues por las entraiias de
Jesu -
cristo <Í los que cnlum•1ian '1 desaprucbar1 la mull
itud
de r11.1estros awores, yue 1111 les mvid itn los
li~ros que
por eleccion ele rna ele Dios y la .langrc de Jesu
rristo
h1n adquirúlo. Ad mira blus pala.bras cou que
este
ducl• • ba rón prullba solid amento estn prop
osicí on:
que e.; m :~y til il q•.lc haya gran ntímero de awor
es que
traten de la teología moral. QUMI u ti/e sil de
1'/leo/o- .
gia m?rali lllnltos scrib~re.
Padr e mio, tlí¡,;r. , otra vez decl araré mi
set. tír

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· -125 -
sohre es fe lu gar el el 'P. Cellot; y por ~hora no llir~
:í V. P. otra cosa : sino que ya que vuestras maxi-
mas son du tanto fruto , y que importa divul garlas,
dehe V. P. continuar cnse•iándomt las; porque pue-
do asegurar que la persona á qui en las r emito, las
comunica con muchos. No es porque tengam os iu-
lencion de servirnos de ellas; sino porque nos pa-
rece bien que todo e l mundo las conozca. Dien Yes
me dijo, qu e no l:ts encubro; y para prosegu ir po-
dré lralnr la primera vez que nos veamos, de lasco-
modidades y dulzuras de la vida que nu estros pa-
dres consiuntcn • para fa cilitar la snlvacion y la de-
vocion; ti lin de que cl espues de sabido basta aquí lo
tocante á cada estado en parlicular, sepOls lo que es
general para tod os, y asi nada le falte para una pcr-
fectn inslruccion. -
En seguida se despidió el padre. Soy de V. etc.

París 28 de 1Uayo do 1G5G. ,

H6 olvidado siempre advertir á V., por si las


toma, que ()lltre las diferentes impresio nes do Es-
cobar publicadas, son preferibles la de Lion que
tiene e n la portada un:1. imagen de un cordero sobre
un libro cerr;~d~ con siete. sellos, 6 las de Bruselas
de t 051 CQmo la; últimas, mejores y nvs amplias
11ue lns anteriores ediciones de Lion de los aüos
1li1 \ y l G\6 Ahora se h~ hecho una nu eva e n Pa-
rí s. r.nsa de Piget . mas exacta que todas lns demás.
Jle rn donde se pueden aprender mejor las opinionrs
de Escobar es en su Teología litoral qu e tiene ya
dos tornos en folio impresos. en Li on muy di gno s
d~ ser revisados para conocer~ el horribl e tras toruo
que los J e.; uitas ha~;cn de la moral de In i:;lcsia.

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<lrarta noná.

Palso ctllto de la Virgen. Laxit t'd. para pasar la vl-


da con éomodidad y salt;a,rse sin trabajo • .i!Iax i-
tnas jesuít icas sobre la amb·icion, la envidia, Id
gula, sobre los equívocos, restri ccion u menta les,
liccnéia de las hijas, adornos de las nwgere1, jt•e-
go y precepto de o ir misa.

SERon MIO :·

Es la' va sin' CXoo'rdio- ni utas c'urn'pli'rnie·nto, que·


los que C'l padre me hizo- la ullima visita. LuegO'
quo me vió se vi'nO' IÍ mí, y rn·e dijo tn'irand'o un Ji -
bro que traía en la mano. No te obligarla swnam en·
te cualquiera qttc· te franqu ease las puert as del cie-
lo? ¿No dorlas millones de oro por· tener una llave·
y enlr_ar ct~ar~do quisieres?' No has menes ttr tanto sa-
crificio, aqt•i tiéncs Wta, y aun cien:Jo, por menor
precio . No sabia, si el buen padre ll'ia ó hablaba.
P ero me sacó de la duda, dici'enclo: estas son las
primeras palabras del hermoso libro el el P . Barry
do nuest ra compaiiía·; po·r'qll'e n'unca di'go nada, sin'
referi rme á algun autor . ¿Qull libro es esfe. padre
mio? Mira el lilulo·, respondió. El tielo abic1·to ~
1:ilag ia por cien dert:Jcioltts á la madre de Dios, (á-

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-121-
ciles de prncticar. Y bien, padre mio , ¿es suficien -
te cada una de esas derocio oes para abrir el ciclo?
Si, mira la contioo acioo de las palabras que has
oido. Cuantas decocíones á la madre de Dios halla-
res m este libro, son otras tantas llates que te abri-
t·án las puertas del ciclo, de par en par, como lar
quieras practicar;' y por esto dice I'D la conclos ion,
que se contenta con que practiqu es tma sola.
Enséüem e pues, V. P. alg una de !as mas fáci-
les. Todas son fáciles, r espondi ó: ·por egemplo , sa-
ludar á la Santísima Virgen encontrmulo con sus
imágenes; rezar el rosario de los die.: gozos de la
Virgen¡ pronunciar· á ntcnudo elttombre de lllaria;
encarga r á los Angeles q1te hagan la rttcrencia por
ttosotros ; des1•ar poder edificar á su honra mas igle-
sias que hicieron todos los llfonarcas juntos ¡ darla
todos [o$ dias por la maiiuna, los buenos dias, y por
la tarde las buenas noches, decir todos lo$ dias el
Ave Maria en ltoni·a del cora.:ortde lllaria. Y dice,
que esta devocio n asegura á quien la practica re, el
corazon de la Virgen. Pero se rá, p;tdre mio, si
aqu el la ofrecier e e l suyo. No es occcsltri o, dijo,
cuando un hombre está en tregado á las cosas del
mund o. Escucha lc: serla bien que dieses cora.ton
por cora.::on¡ pero el tuyo le t1enes muy atado, y pues-
ro en las criaturas . . Y por tanto, no me atre1w á in-
vi tarte q11e ofrczras el miserable esclaco , que llamas
tu corazon. Y a si Barry, se contenta co n que se
pronunc ie el Ave JJ/ aria, como dijo ni principi o.
Estns devocio nes so enc uentran en hos paginas 33,
59, 141), 15G, '17:!, 258 y 420 de la primera edi-
cion. No puede ser cosa mas cómod;o, dije, y creo
que ya no hnbrá qui en se condene .
¡.\ h, hi c n veo I[UO no sabes la dureza J ,! cort~-

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-1 28 -
zon de cier t¡¡s gen tes! Hay algu
nos tan empcclerni~
dos , qu e jamás se tom an el trab
aj o de decir, cuo ti-
dia narnentc, cstns dos palabr;~ s,
buenos dias, bue11as
noches; por que ni aun esto se pue
de bnc e r sin nl-
g uoa ¡¡plicacioo de la.m cmo ria.
Y asi fué men este r.,
que el P. Bar ry les sum iois trns
e prá cticas tod avía
m as fáciles, como so n, tener dia
y noche un rosario
en (o1·ma de bl·a.::clctc, ó llerar sobr
e sí un rosario,
ó una úno gm de l'l J·i,·gcn . Est
as devociones se
con tien en !lll las pági n¡¡s 14, 326
y u; . y di luego,
que no te doy devocim1es fáciles
para adquirir la
gracia de !Jfa n·a , como dice
el 1'. Bar ry p. 106 .
No pue de hab er cosa mas faci
l , rep liqu é. Es to-
do cua nto se pnc!le hac er •
r epu so el pad re; y
cre o que bas tará ; por que muy
per ver so hnb ia de
ser el hom bre , par :' no IJUCrcr
emplear un solo ins -
tan te e n totb su vida en pon er
un r osa rio al bra zo
6 en la falt riqu era , y ¡¡se gurDr
con es to su sal-
n cion con tant a cer tid um bre ,
que los r¡uc lo han
esp erim cnt:ulo , jamá~ se bail
aro n eng a iiados, de
cua lqu.ie ra man era que haya
n ' 'ivi do, bien qne
siem pre les aconsajam os que
vivan bie n. Ref e -
riré solamen te el cge mp lo, pio
gina 34, de un:t mu -
gcr , que tcni eotln lod os los 'di a~
dcv otio n ole salu dar
las imágenes du¡\far ía, vivió tod
a su vida en pcc a-
clo mo rtal , y al ún mu rió en este
esta do , y no de-
jó de sah•ars e por los mér itos de
esta devocio n.
¿ Y com o pud o ser inte rru mp
í? Jli uesl ro Sciior ,
con lesló el pad re, la r esuciló
esp resa mt' nte ; por -
CJUC es cier to <¡ue no pue
de per ace r el que egc r-
cie re alguna !l ~ estas tlcv ocio nes
.
Bie n sé, pad re mio , que las
devociones á la
Vir gen son un med io pode ro~o
pa ra la salv acio n; y
I(U e a tul las m.,¡s leve s s:.~n de g
ran m ·~ rito, cua ndo

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- 129-
Meen dll un espíritu de fé y de caridad, como en
los Santos <1ue l:.s practicaron; pero querer per-
suadir que los que usan de ellas, sin cambiar su
m.3la vida se convertirán á la hora de la muerte, ó
que Dios los resuc¡tará para que tengan lugar de
convertirse, es lo que yo hallo , mas á propósito
para entretener los pe<:adores en sus ''ÍCios, con la
falsa par. que esta confianza les inspira , que para
apar tados de sus delitos, por vía de una ver dadera
convcrsion, que solo la gracia puede producir.
¿Cómo cntremus en el cielo, que importa por donde,
r:ontcstó , segun dice, con este motivo , el célebre
P. Binct que fue nuestro provincial, en su escelcn-
te libro de la seiill de la predestinacion n.3 1, p.
130, de la ediciou quince? ¿.!lea de 11110 6 de otro mo-
do, qu¿ nos importa, como tomemos la Ciudad de
gloria, aílnde en el mismo lugar? Estoy bien , en
que no Ílnporta . dige yo; pero el caso es saber si
se entrará. La Virgen, dijo el padre, responde por
ello; míralo en los últimos renglones del libro de
D.•r ry. Si sucedie1·e qt1e 6la muerte, el enemigo del
género hiWltmo hiciere pretension contm ti, y hubie-
re al!Jtlll alboroto e11 la npública ¡Jequel1a de tus pen-
samientos, ttO t ienes mas que decir que .~!aria r·espoll-
de por ti, y que es mellester acttdir· á tila.
Pero padre mio, si se depurase mas este punto,
muy embarazado se hallaría V. P ; porque en fi n
¿quién nos asegura que la Vir¡:-en responde? El
P. Barry rcspond ll por ella, p. 465. Acerca dtl
bien ó del mal que puede sobrevenir, yo res¡¡ondo, y
salgo fiador po1· la Vit·ym. ¿PilrO, quién res¡londc-
rá por el P. B:m·y? ¡Cómo, dijo el padre! ¿Pues no
basta que sea do uucstt"a compailía? No sabes, qu<l
ella responde de lodos los libros du uu~slros pu-
l!

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- 130-
dres? Es preciso le enseiie este punto ; bueno es
que lo sepas. llay una ord en e n nuestra so..:iedad,
<JU_C prohibe á todos los imrrcsores y lib•·cros im-
primir y vender obras de nuestros padres sin la
aprobacion de nuestros teó logos y sin la lice ncia de
nu estros superiores. Es un reglamento que hizo
Enrique IU , en t O de ahyo !le 1583 , y confir-
mó Enrique IV. e n 20 de Oiciembre de 1 603, y
Luis XIU, el U de Fe brero !le l6U. De suene
qun todo el cuerpo r espo nrlc por los libros de ca-
da uno do Ducs tros paJrcs, y es pa•·ticular en
nuestra compañia; por cuya razon no sale ob ra de
nosotros que no tenga el espírit u de la sociedad.
Era indisp•msablc, que supicr;~s esto. l 1adrc mio,
me place, y so lo me pesa no haberlo sabido antes;
porque rlc ello depende, el c¡uc se haya do h:nct·
mayor atcnciou con '' !J.CStros autores. Ya te lo hu.
hiera dicho , si se hubiera presentad<' ocasion; pero
aprovéchate para lo ve nidero; y continuemos nues-
tro asunto.
Creo, crue te he propuesto muchos medios de
salvac ion, fúciles y seguros; pero nuestros padres
descarÍ1m que no se detuviera un hombre en este
pri mer grado, donde no se bace sino , lo que es
precisamente necesario para salvarse. Como siem-
pre aspiran á la mayor gloria de Dios , qll i~ieran
elevar á los bomb res á u 111 vid a mas piadosa ; y
porque los mundanos ordinariamente se apartan d\1
la devocion, á causa de la estraíia idea que tienen
de ella , b;• n pensado <¡oc era sumamente impor-
tante, destruir este primer o bstácJio. En esta cm-
presa el P. Moioe adquiri ó mucha reputacion con
el libro de la HF.VOCION fAC II., que compuso á es-
te fin, y dond e bace una pintura t.m. aclmi rnble de

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-13:1-
la dcvocion; <fUC uatlic IJ !Jn conocido como él. Oye
las prio1 ~ rJs palabras de esta obra. La v it·tud 110
se ha mani(es/ado feas/a o!lora 11i se Ita !techo re/ralo
parecido. Y asi 110 es es/ratio que pocos procut·asm
.practiCM'Ia. Pi11tm·omws una virlttd áspct·a. y en-
fadosa , que no busca sí no la soledad, acompatiada de
dolor y trabajo; y en fin enemiga de las dislmccioncs
y los jr~egos, qr~e son la alegria y la salsa de la vida.
Esto dice, p. !)2.
Sin crnbnrgo, pndre mio , sé que hubo grandes
santos que vivieron con mucho recogimiento y au-
toridad. Cierto, dijo el padre; pero tambien se han
visto en toilos LÍ CII I[IOS sa11tos civilizados, y dwotos
sociales y cortesanos , como dit:c el mismo Moine
p. 191, y veras p. SG que In ,·ariedad de costu m-
bres y genios previene de la de sns humores: cscú-
ebalc. No niego que !tayu derotos m.acilentos, mclan-
colicos po1· COili)Jlcxion, que amen el silen!'io, la so-
ledad y el retiro, y que no t ienm mas que prma rn
las l'enas, y tic1-ru en el t·oslro. Pero tamlJien se ,;en
otros muchos que .•on de 11ws feliz complexion, y tie -
nen abundancia de aq11el humor clulcc y cálido, y de
la saugre benigna y ¡:ttm, que cottSa la oltgria.
Lu~go bien conoces, que el amor á la sociedud
y al silencio no es comun ú todos los del'otos; y
que, como deda, es efecto du su complex ion y no
oe la piedad j 'j que por el cont r ario los genios
austeros, de que huhlas tienen propiamente carac-
ter sill'es tre y feroz. Por esto el 1> . .Moinc en d
libro séptimo de sus pinturas mo rales, los describe
eoo acciones ridículas é in bu manas. como de un lo-
co melanc~liéo. Está sin ojos pam las bellezas del
arle y de la naturale::a . Huye de los placeres y gus-
tos, como de wna cat·ga fastidiosa. Los cli<Js' ele ·fiesta

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-132 -
1e retira entre los mu~rtos. lil as quiere estar dmtro
dellronco de w1 árbol, ó de 1ma gnt/a , que en un
pulacio, ó sobre un trono. E s tan ir1Se11siblc á las
afrentas é i11j11rias, cuul si tuvitra ojos y oitlos de es •
látua. La ho11ra y la gloria s011 ftlolos que él no co-
noce, ni t iene ¡Jara ellos it1cie1uo. Una beldad es pa-
,.a él un espectro y aqnellas mi1·arlas imperiosas y so-
bera11c1s, ctgradables tiremos que hacen po1· do t¡rtic1·
escla vos -.:ohmtcwio.s y sin cndcnas , tienen el mi:nno
poder ante sns ojos, que el sol sob1·c los del buho etc.
En verdad, pad1·e mio , qu e siuo me ~scgurais
(¡ue el 1'. l\loinc es el autor de est~ piutur:1 , lliria
t¡uo l1 abi~ sido hec ha por algun impío p:1ra mofar-
se de los santos y ponerl ~s en ritliculo: porque si
esta no es l.t imagcu y tlt'scripcion d() un homhre
totalmente apartado de tot.lo nq uello , qu <'scgu n el
evan,gelio, se debe r cnunc¡ar, confieso que soy un
ignorante. Pues mira, dijo el padre, como no lo
entiendes; po1·que es to; son perfiles de m1 e.•pírit11
fla co ¡¡ sal ooge, destit"ido de las oficcirmes honestas
y t1V,I'Ura'fes que ·dcl1ia tenc1·, como .1\'Ioine lo d ice~~
1in de esta dcscr' pcion. l'or este medio cnsc1ia la
1!i1·tud y filosojid cristiana, sc.gun el intcnlo de su
obra como lo declara en el prólogo. Y con efecto
es neces:n·io convenir que este método nuevo de
trnt:~r la devocion es mas agradnhle al mundo, que
el f¡uc se observaba antiguamente. No tiene com-
paracion, •lige, y em(liezo á esperar r1u e Y. P. me
cumplirá la palabra. Veraslo mejor, por lo que
fuere diciendo. Uasla a llora no he tratado de la pie-
d:HI sino en general: m~s ·para hacerte ver por me-
fl Or de In manera qnc nues tros padres In lwn sua-
vizado, quitando las espinas qu e la hocian rígida 6
insufrible , dime ¿nó es un consuelo para los arn-

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- 133-
hiciosos saber' que pueden conservar una ycrda-
dcra dcvocion co n el :1fer.to desordenado i1lns gran-
dezas? ¡Cómo pad re mio! ¿nunc¡ue lns a(letczcan y
busquen con cunlqnier esccso? Si, res pondió, por-
que nunca llegará á ser m:ts que pecado venial, á
menos que algu no desee las gr:.mlczns con inten-
cion de ofender mas cómiJrl:unenle ,¡ Dios ó al es-
tarlo; y los pecados v«'niales no impiden que un
hombr e sea devoto, siendo así que los ma)'ores san-
tos no r.slán libres de ellos. Oye pues ;i Escobar.
tr. 2, c:c. 2, n. 17. La ombicion r¡uc es un apetÍI()
drsordenodo de cargos y grandezas es de por~( peca-
do veniol; ¡1ero cttnlldo las gl'lmde.:as se opfltcm COil
ánimo de perjudicar nl estado 1t o{rnder á Dios tilOS
cúmvdamente, estos cit·cwlslancíos csteriorcs le !ta-
cen mot·tal.
No puede se r cosa mejor ni mas córnocT:., p:r-
dre mi o. ¿Y nó es tomhien, prosiguió, una doctrina
bien suave para los a1•nricntos la tle Eseoñar 11·. 5,.
e:r:. 5, 1t. 1 5~.• cuando di ce: yo se qae los 1·icos no·'
prcan mortalmente ctumclo no socotTen con lo qlllr
tienen snpér(l1tO lnsnccestd'ades graves de los ¡¡obres:
SC JO in gnwi pnu.perttm neccsitatc dit>item, non d•a n-
do supér(lua 11on ¡>ccccu·e mor/t1liter?' Cierto, que si·
es asi, di ge, entiendo mu y poco cuales son pecados-
Para · que lo co no1.c~s mejor , dijo el padre, ¿nó·
piensas que l:1 buena opinion <le sí mismo y la com-
pl:~ccnciu en sus propins obras es un pcc:~do de los
mas peligrosos? ¿Y n6 te :~so mbrarin , si le hi ciere
-ver, que nunqu e est¡¡ hu ena opinion carezcn cte fun-
d:uncnto, no solo no C'S pecado , sino un don do
Dios? ¡Es posible, pMl r e mio! Si , dijo: es lo <1ne
ensciía nu estro gran P. Garassa en su lihro frances
lÍlulado Sonime des ~;ériles copitalts de la religion;

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-13'•-
Suma de las verdades capitales de la t•eligion, part.
2, pctg. 419. ), a jtuticia comnutativtt, dice, dispo •
ne, que todo trabajo !tones/o haya de ser premiado
con la alaban.: 1, 6 con la propia satis(occion. Cuart-
do los bumos ittgenios sacmt una obm escelcnte, dá-
selcs ;usta l'ccompcnsa con las ~lab<1nzas ptíblicas.
Pero, Cllando un pobre entendimiento traboja muclao
y no hace cosa de 11alor y qt~c p~ueda conseguir ptí-
blica a/aban:a, para que su t.rabajo 110 quede sin ga-
lardon, Dios le inspira ttna cornpluccncia personal,
911e nadie le p~tede rnvidiar, sin lwce1'/e una injus-
ticia mas que bárbara. ;lsi Dios que es justo,
concede aun á las rana.s la satis(acciotl de su pt·opio
canto.
llerroos~s decisiones, dige, en favor de la vani-
dad, de la ambicion y de la avaricia. ¿Y la envidia
padre mio, será mas dificultosa de rscusar? Es pun-
to delicado, respond ió el padre. Es necesario va ler -
se de la distincion de Baunio en sn suma de peca-
dos, c. 7, p. 123, de la quinta y sesta edicioli, don-
de opina, que la t:11vidia del bic11 cspirilual, clcl prÚ·
jim(l, tS morlrzl, pero que ltt envidia del bicn tcmporrzl,
es solo venial. ¿Y la r azo n , padre mio? Pot·que el
bit" temporal, es tan síúil y de tatt poea const:Cltc11CÍft
para el ciclo, que viene d .rcr nad~t ante los ojos de
Dios y de sus srtntos. Pero, padre mio, si este bien
es tan corto y de tan poca considerac ion, ¿cómo
permiten los vuestros , matar para co>nscnarle?
Tómas las cosas muy mal, dijo el padre. Aqui so
dice que este bien es de nin guna considct·a cio n pa-
r a con Dios, mas no par:• con los hombres. No
pensaba yo en ello, respondl; y espero flllC con es-
tas consideraciones no qucilarú pecatlo mortal en
· el mu ndo . No pienses es to, replicó el pad re, por -

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:.....135-
que hay pec<tdos qu e sicm p•· c son mortales de su
naturaleza, como por cgemplo la pereza.
¿Luego, padre mio, todns las comodidades de la
vida se per J icron? Detente, dij•• el padre, hasta
que I'"JDS oido la de!iuicion <¡ue dá E scobar de es-
te vicio, Ir. 2 , rx . 2, n . 8 1, qu e quizá juzgarás lo
contrario. La pcn:a, dice, es mut triste:a de qu~ ltLr
cosas upcntuales son espirituales, como seria de afli-
girse que los saet·amcnlos sor~ d manantial de la gra -
ciu; y es pecado mort,tl. ¡O padre mio, dige, no creo
que jamás hubo quien haya querido se r perezoso
de esta s uerte! Por esto mismo , respondió el pa-
dre , Escob;ar dice en srguida n. 105. cot!Jieso qtu:
es muy •·aro que ai{JILIIO rm!Ja en d puado de pere:a.
¿Comprendes ahora cuanto importa drfinir bien las
cosas? Si, padre mio, y rceue•·do aq uelbs defini-
ciones vuestras del :1sesi nato, la ~levosia y los bie-
nes supérlluos. ¿Y por qué ,·ucstros padres no es-
ti enden es te mé todo á lodo género de casos , para
dar á cada pecudo dcfi nicion iJ s u modo y que asi
nadie mas peq ue sa ti sfac iendo sus cl olcitcs?.
No siempre es necesari o , r espondió el padr!',
muelar las dcllnicioncs de las cosas, ahora lo verás
acere n de la gu la, c¡ue ~e ti ene por uno de los ma-
yores deleites de la vid a y E scobar la permite de
esta suerte. tr·. 2, ex 2, 11. 102, en la Practica se-
9l'n tmestra compaiHa. ¿Es Ucito comer y beber has-
ta hartarse silt ncccsiclud y solo por deleite? Si por
cierto , seg1m Sallcltt.:, como no sea cor1 dorio de la
s'lllud; por CIICIIItO ~s permitido al apetito natural,
gozar de las ac:cio11es qne le son propias. ¿.\N COM 1!-
)}F.RE et bibere tuque ad satietatemtrbsque necessitate,
ob solam volm1tatem, sit peccatum? Ctmt Sauctio 11t-
gatiui rcspo11deo; modo 11 011 obsit valclltdine: quin ti-

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-13 6-
ciU potes appetiltts naturalis suis activus (rui. ¡O
p~drc mio, digo, no he visto basta ahora
en toda
vuestra moral un lugar mas completo ni mas sig-
níficativo y de don ele se pueda n sacar conclusiones
mas cómodas! ¿l.uc go pues la gula no viene á ser
ni aun pecado venial? No por cierto, dijo el padre,
de la mane ra que acabo de deci r; pero seria pecado
venia l segun Escobar n. 5o; si tlll hombre sin nece-
sidad se hartare hasta vomi tar : SI quis se usque ad
vomiltlm Úlf)Urgitct.
Basta lo dicho sobre esta mater ia, y ahora ba-
blar6 de las facilidades quo hemos hallado, para
cvit~ r los pecados en las conve rs:~ ciooe
s, y en las
intrigas del mundo. El mayor embarazo que hay,
es como poder evitar la mentira , y principalmente
cuando se quier e hacer creer una cosa que es falsa.
Para esto sirve admirablemente nuestra doctrina
de los equhocos, por la cual se penn itc usar de tér-
minos ambiguos, haciéndolts entender en diverso sen-
tido del que tiene el mismo que ltab'a , segun lo tspli-
ca Sanchez, Op. mor·. p. 2, /. 3, c. 6, n. 13. Yo

muy bien esa doctr ina, padre mio. De tal suerte la
hemos divul gado. dijo, !Jile ni 6u todo el mundo
la conoce. ¿Pero sabes qne dchc hacerse cnnnd o no
se bailan t6rmi oos equlvocos? No, padre mio. Bien
me lo sospechaba, porque es cosa nuC\':1 la doctriun
de las l"tstrircion es mcnt(!les, que Sanchez refiere
en ese mismo lugar. Puede un hombre jurar , dice,
110 lwbrr !techo una cosa aunque lcJ hoya
herho t{ec-
til:amrntc ; entrndirndo m s11 mrr.tt, que no la hizo
en tal dia , ó ontrs q!'t nacia a, ó cualquiera otra
circunstancia stmtj llntr, sin qtte las palabras que digo,
tengan algun se1Úido por donde .' e le pueda conocer.
Y esta máxim a es muy cómoda rtt muchas o.:asio11r~
,

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-137-
y siempre es justa cua11do es 11tctsario ó util para la
o
salud, honra hacienda.
¿Pues que, padre mio, esa no es una mentira,
y aun un perjurio? No por cierto, Sanchez lo prue-
ba en el mismo lugar y tambien nuestro P. Filucio
tr. 25, c. 11 , n. 331, porque di•:r, que, la irllfllCion
es la que rtgula la rw1lidad de la accion. Y todavia
cnsciia n. 328, otro modo mas seguro de evitar la
mrntira; y es que despues de haber dicho rn voz
alta: yo jut·o que no Mee esto, se aiinda po r lo bnjo,
lloy: 6 ha hiendo dicho r.n voz alta yo juro, S<\ diga
bajo, que yo digo y luego se prosiga consecutiva-
mente en alta 1' 07. que 110 hice ts/o. Dien res que es
decir la verdad. lo confieso, pHO puede ser que se
halle qne es decir por lo bajo una verdad, y en alt a
voz una mentira. Ademi•s que temo que muchos no
estí>n tan en si que puedan valerse de este método.
Nuestros padres, respondió, h;u¡ enseiindo en ese
mismo lug"r , en fnror de aquellos que no supie-
ron usar las r estricciones, que p;1ra no mentir, les
basta decir sencillamente, que no han- hecho lo q uo
hicieron, como tmganla intencion en ge11Cral de dar
á sus discursos, el sentido que ·un hombre sagaz les
doria. Dime la verdad; ¿no le has visto alguna ver.
embarazado por ignorar esta doclrin~? Alguna vez
dige. ¿Y no me confesarás tambien, prosiguió, que
seria muy cómodo si se hallase un hombr e dispe n-
sado en coocieoci:1, de cumplir con su palabra? Se-
r ia, padre mio, la mayor comodidad del mundo.
P ues oye á Escobnr Ir. 3, ex 3, n. 4.8, qüe estable-
ce esta regla general. Los promesns 110 obligan Citan-
do no hn!J intencion de obligarse: y rora 11t ;: suetde
que hayn tal intencio11, á menos que se confirme con .
jr~r1w1.entu, ó p(lr cu11tmio ; llc UWIIefll· que cwmdo .

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- 138 -
sc dice simplemente, yo lo han!, se enti
ende que se
hrJrá sino se mu dct de volu ntad; porq
ue nadie quie re
por este camino privarse de su libertad
. Trae otr as
reglas que pue des ve r tu mismo: y
di ce al fin , que
torla esta doctrina, es tomada de Molina
y de otros
auto res musiros : Om i u ex Molina et-
aliis; de ma-
n era que no se pue de dudar de ella
.
¡O pad ro mio , ig nora ba que la dire
ccion de in-
tenc ion tu vies e b fuer za de anu lar
las pro mes as!
Il ie n veHlijo el pad re, e¡ue ~si se
facilita ¡;ran cie-
m ente el come rcio y trat o del mun
do. 'Pe ro lo que
nos costó mas trah ~jo, h;t sido regl
ar las com •e r-
saciones que ocu rren c nt•·c hom bres
y mu gcr es;
por cua nto nu estr os pad res e n mat
eria de la cnst i-
dªd and an cau tos y rigu rosos . Sin
emb argo no de-.
jan de trat ar algun as c uest io nes muy
c urio sas é in-
du lgentes; en part i cula r, pa ra los
casados y desr o ·
sado s. Sob re es to me ensc li6 ;dgtinas
cue stio nes tan
sucias y tan rslr ao rdin ari as , qu e no
sé, com o hom -
bres r eli giosos las ba n podiclo ima gina
r, y son tan-
las que pod ri;~ llcn nr con ella s mu
chas c;~rt as; mas
no qui ero indi car ni aun las ci tas,
porq ue como V.
mnnifi est;~ mis c~ rlns it todo
géner o de pe rsonas, no
qu isie ra ocnsi o n~r semcj:in te l cc lur~
á los que no
pretenden sino snlis fa ccr su curi osid
ad. ·
Lo que bue nam ente pue do r~:fc ri r
á V. de cua n-
to me mo~ lr6 e n s us libr os, y aun
en fran cés , r s lo
q ue puede ve r en la Sum a de peca
dos del P. D<m-
nfo. ]l · 165 , acer ca de algu n:~s fam
iliar idad es que
esplica, para que se diri ja bien la
inte ncio n, como
pnrn pasar por galcm . Y se adtn iran'l
V. de hnll ar
p . U 8, u n prin cipio de mor al r espe
cto de la Jncul-
tad qu e dice , tien en las bij<Js de disp
one r de su vir-
gí ni dad con tr n la ,·o!u otad de sus
pari entes ; esta s

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-139 -
son sus pah•hr~s. c uando la hija co1rsiente aunque tl
padre tenga ra::Oil de quej<II'Se, 110 es porqne la /lija 6
el 11om 'JI'e q!1e la go:;6, le /layan heril o injuria, 6 qae-
brantaclo la justicia; porqt1e la hija está e11 posesion d11
su virginidacl asi como de su cr.ierpo, !/puede hacer ele
ello que quisitrt, {llti'O de lllQtOI'SC Ó Cortarse o/gun
miembro. De esto pueda Y. juz¡¡~r que tal será lo de-
más. Recordé enloncas it un roela ge ntil que fué
mejor casuista que estos padres; porque dijo, que
la virgiuidu d de una donce'ha tro e1·a del todo suya y
'qtlc la une' parle pcrtcn~cc al padre , la otra á la 1/la-
clrc, y q11e sin el consrnlimieltlO de entrambos 110 po-
día lt, hija dispone1· de m 1'irginiclad ni atm para el
estado de casamiento.

Yirg;initas non t:.U tu<~ est, u p3rte parenLum e.st.


Tertio pa.rs dala patri, pars data tcrtia tnllri:
Tcrtia sola too cst.

Y creo qu e no babrá juez que no tenga por ley


lo contrarío d e lo que dice el P. Baunío.
E sto es lo qu e puedo decir de cua nto he oí do,
y fu é lan largo el discurso que hube ele suplicar al
p~dre que pasase á otra materia. Hizo lo nsi y me
mostró los reglamen tos que hici eron para los lrages
y adornos ele las mug·cres . No tr~lareroos mas, pro·
siguió, de las mugeres que lícneu la iulencion des-
honesta; pero en favor de las dcmias Escobar dice
tr. 1, .cx 8, n. 5, Si una llliLgcr se 1111le y adorna sin
mala Úllencio11, y solamenlc por satis{acrr la inclina-
cion natural qrtc time á la 1'anidad, on naturaltm
{austus inclinationm: ó solo peca veuialmenu, 6 de
ningun modo ptca. Y Baunío en su Sumu de pecados
c. 4.6, p. 109i, dice, que aunqut una muytr conocie-

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- 140 -
t•a el mal efecto que puede causar al cuer
po y alma de
los hombres que la miren tan galana y n'ca
mentc ves-
tida no pecaría tn engalanarse. Y cita entr
e otro s á
nue stro P. Sanc hcz co mo de un mism
o sent ir.
¿P ero, pnd rc mio , qué r espo nden
vues tros pa-
dres á los lu::;nrcs de la E scri tura sag
rada que ha-
bl an con lanl~ vehe men cia co ntra las
men ores va-
nida des d e este gén ero? Less io cont
estó , ba satis -
fech o doctame nte á esta ol>gccion, de
just l. 4 , c. 4,
d. U , n. 1U dici endo : q~e éstos lugares
ele la Es-
critt,ra no oblígaban sino á las n111gerrs de
oqut l tiem-
po, para qu e sirviesen ele fgemp/o y de mod
estia á los
gentiles. ¿Oc don de sacó esto J .cssio,
pad re mio?
Nada imp orta de don de lo tomar;~; hast
n que las
opin ione s dB esto s hom bres emi nen
tes sean si emp re
prob abl es. (lcr o el P. Moi ne ha pues
to una mod·e-
r;~cion á esta licen cia gen eral
; porq ue de ning un¡¡
man era pued e su frir sem ej ante vani
dad en h s ' 'ie-
jas; y asi dice en su Decocion (acil y part
icul arm en-
te p . 127 , 157 , 163. L <: juvm turl pued
e adcn zar.re p o•·
dereclto nalu ral. E s perm itido enga
lanarse tll una
erúul que es La flor y la vcrdurr¡ de los
mios. P ero 110
hay q1u: p~a r de aqui; porque seria gran
disparnlr.
ttmla r b<tscm1do las •·osaJ tn la m'c¡•e.
S olo las esln llas
p;wl cn siem pre , !tall arse en los . bail
es, porq ue nunca
pierdc~tla nwt td!l d. Lo m~ju
r pues, seria loma r COl/se-
jo de la •·mo~t, ó de un bu e" e.<pcjo y
conformarse eon
la deccncin y la ?ICccsidarJ, y •·etirarsc
Citando llega la
noehe. Este con sejo es muy pr uden
te, dige . P ara
qu e YCas, pros i g ui ó, corno nues tros
padr es cuid a-
ron d e todo , te diré que huhi endo
dado lic encia á
las mug cr es para jugnr y cono cien
do qu e este per-
miso fu e ra {t vece s inul il sino se
las dab a tam bi cn
mo!lo de con seg uir med ios ¡,;,ra el
jueg o, esta ble-

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-1~1-

cieron un>~ máxima en su favor, que se halla en •


Escobar capítulo del hurto, tr. J , r:r: 9, n. 13. (Jna
nwg-.r, dice, ptude jugar, y para dio tomar dinero
tle stt marido.
En verdad padre mio <1ue no se puede decir
roas. Mucbo hay sin emb;•rgo que decir , r epli-
có ' pero es r•·eciso dejarlo' y pasar á las impor-
tantes máx imas que fa cilitan el u:;o de las cosas san-
tas, como por cgemplo, el modo de oír misa. Nues-
tros gr andes teólogos , Gaspar Durtado dr. sacr.
t. 2, ele 1\. disl. 2, y Cooiuck q. 83, a G, n. 197, han
ensciiado: Qur. bast a que u" 'hombre est é prcse11tc cor·
poralme111e á la misa, aunque esté ausente con el espi-
•·itu, como guarde el•·espcto y •·et·erencia esterior. Y
Vasqucz pasa mas adelan te, y dice: que nn ltombre
cumplr el prcet¡>IO de oír misa, awtqne tenga la ¡',¡fcn -
ciol!l fÚ no cumplirle. Todo esto está tambien en Es-
cobar tr. 1, e:r; 11, 11úm. 74. y 107, y lr. 1, ex 1,
n. 11 G, donde lo esplica con el egemplo de lique-
llos que llevan por fuerza ;i oir misa , y que tienen
voluntad espresn de no oirln. Cierto, dige, que no
lo hubiera creído si otro me lo refiriera. Con Qfec-
to, nfiadió el pad1·e, esta doctrina necesitó de In au-
toridad de hombres grandes, comó lo manifiesta
Escobar tr. 1 , ex 11, n·. 31. Que tma t~wla intencitm ,
eomo de mit·ar las mugerc.< con t01·pe deseo, jtmto d. la
de oir 1nisa, tW impide que ~ satisfaga el pncepto:
l'iEC obest alía pram Ílttt11tio, ttl aspicicnd i libidinose
Jemína.r.
Tambien se h;¡lla una máxima en nuestr o docto
Turriano, select. p . 2, d. 16, dub. 7. Que .re ptude
oir· media miste de tm sacerdote y luc¡¡o otra media de
otro, !1 mm se puede ci~ cl.fin de una y luego el prin-
cipio de otra. Y todavi¡¡ se pe1·mitc oú· tt Ir• 1•r: dos

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-11o.2 -
111Nlitts misas de dos diji:renlcs sactrdotu .rí rnw cm-
• pina !1 d o/ ro esttí tÚztmdo, porque es cierto que se
puede tener alcncion á cnll'amba.r p artes ti un mismo
licmpo, '!/ ya u 1'l que dos mcdiaJ hacen 1111a cntaa;
DOIB mctliela/es 11nam mistam constillllm/. Y esto
lo
decidier on nuestros P . P. Baunio tr. 6, q. 9, p .
312; Burlado, de sacr.t. 2, de mirsa, de 5, d{/f. 4;
Azorio , p. 1, l. 7, cap . 3, q. 3; Escollar, Ir . j,
e~ . 11 , 11 . 73, en el capítul o de la P mctica de oir
misa scgtm tutesl ra compmiia . Y verás bs conse-
cuencias que deduce en el mismo libro de las edi-
ciones de Lion ai'íos de 161.-i y 1646 diciendo: p or
donde cot~cluyc, que puedes oir misa c11 tiiii!J breve
tiempo; si por ejemplo c>tCWII Irrts con ctwtro misas de
una vez, que estelt e11 tal estado, que cuando la tma
cmpiera la otra cst J al cvnngdio, la otra en la cousa•
gracion, '!/ la última m la commtion. Ciertamente,
pad re mio , que de esta suerte se podrá oir mi-
sa en la iglesia de Nuestra Seliora en un ioslaolc.
Bien conoces, pues, que no se puede facilitar mas
la manera de oír misa.
!?ero quiero hace rle ver ahora, como so ha sua-
viznJ o el uso de los sacramento; y particularmente
el de )¡¡ peniten cia; porque aquí es donde conoce -
rás la suma beni gnidad do nueslt•os padres, y ad-
mirari•s que hayan c·C?n tanta prudencia y sagacidad
tem plado In dcvocion quu antes ponía miedo á lo·
do el mundo y que habiend o du·ribado lo.r espant a-
tajos que los demonios ltabinn puesto ti ¡u puerta , la
bayan bccho mas jdeil que el vicio,'!/ mas $1tstosa que
el deleite; de suer te que ,.¡e11e ti ser sin compamcion
mas dijical/oso vivir simpleme11tc que t.¡vir bien , dí-
golo asi por servirme de los lÍll' t~tiuos · del P. l\Ioi-
uc p. 2H, !J i91 de su D~voci:m jfJ.dl ¿Nó es <'Sta

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- 1!.3 --
una mudanza mar:l\ illosa'? En , ·e rdad, pad~e mio,
repliqué que no puedo dejar de declarar á Y. ¡>.
mi pensamiento. Temo que vuestros padres no lo
hayan mirado bien, y que ésta sobrada indulgen-
cia y suavidad no ofenda á muchos mas de los que
pueda atraer¡ porque la ~ misa, por egemplo, es un
mi sterio tan grande y tan santo que muchos perde-
ran la buena fe que tenían con vuestros autores
oyéndoles hablar cvmo hablan de ella. Ycrdad es,
dijo el padre¡ esto será para con algunos¡ ¿pero no
sabes como nos acomodamos con todos? l'arecc
c1uc has perdido de la memoria lo que íc he dicho
tantas veces. Quiero , pues, á la primera ocasion
que nos veamos discurrir contigo sobre este pun-
to¡ y solo por esta causa deferiré tratar de la ma-
nera que hemos suavizado la confcsio n. Yo le lo
esplicaré- de suerte que jam5s lo puedas ohidar.
F.n seguida nos separamos, y así creo que nuestra
primera convcrsacio"n será sobre la polilica de los
jesuitas. Soy dn V. cte.

Paris 3 de Julio de 1G5G.

Pes pues de escrita esta C{lrta, he visto el libro


compue.s to por cl l'. Uarry titula¿o tl Pa1·aiso abitr-
lo por cim devociones fáciles de ¡Jracticar y el de la
Scf1al de Predesti1w ciM del P. Bine! y son dos pie-
zas dignns de ser ,.i s l~s .

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~nrtn brcintn.

Lt1.1:itud de la penitencia por las má:t:imas jesur~i­


CitS en la· co11(csi011, satisjuccio11, absolucion, ocasío-
1les próximas de pecar , contriccion y amor de
Dios.

SEÑOR MIO:

T odavía no trataré en esta· carta de la polhica


de los jesuitas, pero si de uno de sus mayores prin-
cipios. Verá V. d modo que tu\·ier on para facili-
tar la confcsion¡ y el mejor medio, sin duda, que
pudieron bullar para lisongcar y ah·acr asi todo el
mundo y no descebar á nadie. Era necesario sa-
b er esto, a'ntes de pasar á otra cosa, y es la razon
qu G t uvo el padre para instruir me de la maaera
.sJguicnte.
Habrás visio, me dijo, por lo referido bast<l
aqul, el buen hi to que nuestros padres han obte-
nido en tra.b ajar y em plea r toda la agudeza de sus
ingenios, para mani festar que habia muchas cosas,
que ahora son li citas y ;~nles se tcnhm por prohibi-
das¡ pero como todavía hay algunos pecados, que
no se hao podido cscusar, y (¡ue el único· remedio
t¡uc tienen es la confcsion, ha sido iudispcnsablu

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-u.~-
mitigar las difieu'ltades del modo que ahora te di-
4·é. Y .asi, eles pues .de .haberle eosetlado en tod~s
·nuestras anteriores co11ferencias., ile la 111anera que
~1 u estros padns han aliviado los escrúpul-os .que
turbaban las conciencias, demostrando q.ue •lo que
se tenia por .malo no lo es en realidad, ·r·éstame
mani:feslar.te , el modo de .p.o rga r con facilidad lo
que efectivamente fuese pecado , baciendo que la
.conft'.sion sea tan fltcil al presente, como rígida y
.dillcult.o sa antes. ¿Y de qué forma , padre mio?
Por ·su6lczas admirables, respondió, y tan propias
.cle · nuestra compaii1a que nuestros padres de F lan-
odes.las llaman en la l magm de nuestro p1·i1ne¡· s·i-
glo, 'l. 3, or. 1, p. 401., y l. 1, c. 2,' piadosas y
santas asturil:ls, y un -santo artificio ele de·vocion:
PtAftl e't ¡·el·igiosmn calli4itatem , et pietc1tis so'ler-
tiam, l: 3, c. 8. 'Por es tas invenciones ·los delitos
.$e espían hoy, ALACI\IUS, co1~ mayor aleg1·ia .y (er-
-vor que antes se cometían ; de suerte que muchos
.bon·an sus (altas con la misma pronl'Ítu(l r¡tte ·las
·contraen': l'LUI\IM 1 vix citius ?l~acttlas contrahun~ •
.qttam elwmt, r.omo se dice en el mismo lugar. Eu-
séiieme pues, V. P , estas ast¡¡cias .tan saludables.
Son .muchas, me dijo; porque como eu la coofe-
~iou se bailan demasiadas cosas penosas , ba ·sido
¡}['eciso d<IT á cada una su temperamento. Y por-
que los princi~ales trabajos son , la ' 'ergüe.nza de
conre·s ar ciertos perados, el cuidado dtJ espresar las
circunstancias, +a penitopcia que se ha de bac~r, ht
t'esolucion y propósito de no reincidir, la huida de
los ocasiones pr6,.;imas y el dolot· de haber pecado;
espero demostrarte hoy que eu todo ello, ya no
1¡ueda casi nada que pueda ser molesto, y esta obra
es debida á nuestr os padres que cuidaron de qul.
10

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- 146 -
t~ r toda la amargura de un r emedio tan n ece~;~rio.
Y p<tra empez;~r por el disg usto que ha y en
confesar ciertos pecados, como no i gnor;~s c1uc
importa muchas veces conserrarse en la cstima-
cion de su confesor, ¿no es bien cómodo permitir,
como nuestros pad res permiten, y entre otros Es-
cobar, que cita á Sunrez Ir. 7, cx.".t, n. 135, te-
ner dos conf,•;orcs , uno pam los J>ccados mortales y
ntro ¡Jara los veniales, para consen:arse m buena re-
putncion con su confesor o1·dinario : u1·1 l!onam fa-
mcrm a¡md ordinarium comfesarium lt~ eatttr : como
tlO se tome de esto ocasion de qt1cdar en ¡1ccado
tlwrtal? Y en seguida dá otro medio sútil para
confesa r un nuevo pec<tdo á su confesor, sin e¡ u e
pueda notar que se cometió desp ues de la última
confcsion. Hágnse, di ce, tmaconfction gentral, y aclí-
sesc de este nucw pecado COil los dcmas, sin decir si
le time ó na confesado otra vez. Lo mismo, ¡uiadc
princ. ex. 2, n. 73; y estoy cierto e¡ u e m(l conce-
dcrfls, c¡ue esta decision del P. Bnunio t!tcol mor. Ir.
4, q. 1(), p. 137 , aliv ia tamb icn mu c ho la vcr-
glicuzn que se tiene de confesa r las reincidencias:
que á no ser en ciertas ocasiones, que no suceden sí-
no rm·omcnlc, tw puede el confesor ¡>reguntar al pe-
!liWite si el pecado de que se acusa es 1lccado de há-
bito ; y que el ¡1enitmte no está obligado á re$pondcr
sobre esto; porque 110 tiene mzon rl confesor de aur-
gollzarle obligátldole á declarar sus nincidcncias.
I•ucs cómo , padre mio , esto es lo mismo c¡uc
decir llliC el médic•J no puede preguntar al enfer-
mo, si hace mucho tiempo que ti ene calentura.
¿Nó so n diferentes los pecados, segun la diversidad
d11 las circ unstancias? ¿Y el des ig nio del vc rd.adero
p enitente, no ha de ser desc ubrh· el csla~o de su

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- 1!.'1-
eoncicucía co n la misma sinceridad y con6aoza que
si hablára con Jesucristo, cuando ha bla con el sa-
ce~·dote qtw ocupa su lugar? ¿N6 está hicn lej ano de
es ta dis posicion, quien encllbre las reincidcn ciii.S
frecuentes, para ocultar la g ra vednd de su pecado? ·
Vi al padre sumamente emba razado sobre esto; de
su e de q ue eludió la dificultad si n resolver!,,, en ·
scuándomc otra regla que no hace mas que intro -
-duci t· un nuc,•o dcsoruen, sin justificar la dccision
de llauuio, qu e en mi juicio, es una de !as mas
t~c•·niciosas máximas, y de 1as mas propias para en-
tretener iÍ los viciosos en sus malos hiíbitos. Con
V<'ngo me dijó , que "el háb ito aumenta la malicia
del pecado ; pero no murla su natnralczá ; y p()r
t anto no hay obligacion de confesarle , segun la
r eg la de nuestros padres , que Escobar reliere,
7Jrinc. ex. 2 , tt. 3!>: que no hay obligacio1t de confe-
sar las circunstancitu agravant~s del ptcado , sino
.solo la; que muda1t m especie.
En confo rmid ad de esta regla nucsÍro P. Gra -
uados dice, in. 5, part. cont. 7, tr. !>,d. 9, n. 22.
Que si w1o hubiese comido carne m la cum·emw,
basta que confiese haúet· quebrantado el ayuno , sin
· decir si fue comit~~do. carne, ó haciendo dos comidas
al dia. Y segun nuestro P. Rcgiualdo, ti'. 1, l. 6,
c . 4, n. 114. Un· aclivino, que se valió del arte del
demonio, no está obligado 4 declarar esta cit'C111!S-
tancia; pero es bastante que diga q11e se metió á adi-
vinar , sht esptesat· si fué JlOr cllil·omancia , ó pot·
11acto heclto cott el demonio. Y Faguodez, de nues-
tra compaiiin, p. 2, l. 4, c. 3, n . 17, dice tambie n
que tl rapto no es circunstancia que se debe declarar
si la doncella consintiú. Nuestro P. Escobar re Gil-
re toda csln doctrina en el lugar citado n. lL l, Gl

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-1~8-
62 , con otras mucl:as dcci.ioncs muy cu•·iosas
nccrca de las ci rcunst an~ias que no se dcl~t'n con-
f1!sar. Tú :nismo l:•s puedes Ycr. Ciato, ait:Hlí, que
son artificios de decocion muy cómodos.
Todo esto sin embargo seria nada, sino se hu-
1Jiera suavizado la periitcncia, que es lo qtHl mas
impcclia 1~ confcsion. Pero ahora los mas delica -
dos no tienen que temerla, dcspucs qu e sus tenta-
mos en nu os t•·as concl usio nes del colegio de Ck•·-
mon t : que •·i el confesot· impo11e rnut pmilcnr.ia C'JJI ·
venimte, CO~VllN IIlNT I\M, y que el penifr!lfc sin cm-
barco no la quiere aceptar, prwlc rtti,·arse rctutncian-
do ti la abfolacion y d la penitmcia imput!/a. Y Es-
cobar en la P rdttica de la pmitencia segun tiiiC.•Int
compañia, 11·. 1, ez. 4, 11. 188, di ce: Q:tc si el pnu·/cn·
te declara que quit:re diJerir la pcm·tencia paro. d tt•o
•mmdo , y sttjdr en el purgatoJrio toJtÚts las pwa.<
que le so11 debidas, entonces d c01!/esor debe impona-
lc w1a pcnittncia muy ligera para la i11tegritlad del
sacramc11tv, y principalmc11tc, si conoce que 110 la actp ·
taria maym-. Yo creo , díge, que si esto fu era, la
confcsion no había de llamJrsc Sacramento de la
pmit.enciu. No tienes rnon, r!\plicó el padre. por-
qu e al menos siempre se dá alguna p enit~ncin pa-
ru guardar la forma. ¿Mas, padre mio, juzga V. P .
que un hombre sea digno de recibir la absolucion,
cuando no quiere ace!_)tar pena alguna para espiar
sus p~cados? Y cuando está eu semejante disposi-
c:on, ¿n6 seria mcjQr r etenerle los pecados, que
pcrdonárselos? ¿Concibe V. 1'. bastantemente hasta
tlonclc se cstiende el ministerio de un confesor, é.
ignora ctne egcrce el poder de atar y desatar? ¿Cree
•1uc se;~ lícito dar la absolucion indifct·cnlcmcntc <i
c·.uuntos l;~ piunn, sin ntenc\er primero, si Jesucristo

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-14c9 -
tlcsala en el cielo lo que vosotro s dcsa tais e u la
t i ~ rra? Pues que, dijo el padre, ;.piensas que noso-
tros ig noramo s, qt~e el confesor debe haccne jue::. de
la dispo$icior1 del penitente, tanto porq~te tiene obli-
gacioll de no administrar los sacrumelllo.~ á {O$ que
~on indignos; ltabténdolc Cr·isto manda(/ o qt<e sea dis-
t>rnsador fiel, y qut 110 dé lo qtte es santo á los ma-
los: c11all!o porque es j11e::, y debe ju::gur justamente ,
desatando á los que 5911 diynos, y atando (~ los indig-
nus; y tumbien por·qut 110 debe absolvtr 6 los que
(,'risto condena? ¿Ue c¡u ién son estas pahthrns, paclru
rnio? De nuestro 1). Filucio , t. t , tr . 7, n. 354. E n
'erd;ICl, padre mio, e¡ ue me sorpre nde, porqne crei
<'r~n palabra s ele alguno de los· doctore s de la igle-
sia; mas este lugar llebe llegar al al:na de los confe-
sores, y hnccrlc s circuns pectos en la admini stracio n
el el sacram en to, '(Hil'rt conocer si el clolos· de sus
peniten tes es ·suficie nte, y si los propósitos de la
enmienda son ndmi~ib lcs. Eso ele n inguna manera
embar aza, dijo el padre; F il ucio, se guardú muy
bien de dejar á los confeso res en e3te tr.:1bajo, y
por ello les su mi nistra este meto do fácil para .salir
de cuidado : El confesor puctle~jrtcilmmte desca11sar·
por lo que t oca á {(1 disposicion del pacien.t e¡ pues. sino
dri sú'ia/cs lHUitmlcs de dolor, no tiene mas que pre ·
¡r<mtarle si d~tcsta de eomum el pecado, !/ si n:sp011de
qtce si , t t.'me obligaúon de caer/o. Y es lo mismo
fiCCrc.z tld propós itn de la emniemla, si11o es que tenga
alguna obligacion de restitui r, ó de quit ar algm1a oca·
sion pr·ó:dnw .
Bien veo, padre mio, que este lugar es de fi.
lu cio. Pues te engaiias, po1·que le ha sacado litera l·
mcn lc de Sua rcz , in . 3, pm·t. 4, disp . 32, sect. 2,
r1. 2 . M a :, p;tdre mio, este último lugnr destnlJ'
O

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-150-
lo que Filucio hnl>ia establecido en .el primero ; por-
que los confeso res no podrán hacerse ya jueces de
la disposicion de sus peniten tes , supuest o qne es-
tán obligad os á crcel'les sobre su palabra, aunr¡ue
no den iudjcio suficien te de dolor. ¿Acaso hay lan-
ta incertid umbre en lns palabra s de los peniten tes
que esta sola seiial baya de con ve ncer al confesor?
Dudo que la esperien cia baya hecho conocer á vues-
tros padres, que tod!'s cuantos hacen estas prome-
sas las cumple n, y me ec¡ui voco sob•·e manen\ si
mu chas veces no csperim entnn lo contrar io. No
importa , dijo el padre, no se (lcj<~ por esto de
oblignr siempre á los confesores á c¡uo los crean;
porque llaunio que ba tratado esta cueslion en su
Suma de pecados , c. 46, p. 10!>0, 10!>1 y 10!>2,
concluy e, que sirmprc r¡ue los ]Jtcadorc,, que 1'cinci-
den may amcnudo, sit~ que se vta en ellos alguna en-
mienda, se prestlltan ante el con(tsor, y le dice11 qut>
tienen dolor de lo pasado y propósito de lo tenidrro,
los clcbe crecr ,.aunqtle se ¡n1cda presumir que tales
resoluciones no pasan de los labios. Y armque dtl-
pues caigan Cll las mimtas faltas con mayor libr.rtatl ó
esceso, se les puede sil~ embargo dar la absoluciott, se-
g¡m mi partccr. Creo que con esto h~hrás salido de
tus dudas, y dejarás tus escrúpu los.
l>cro, padr~ mio, encuenlt'O c¡ue vuestro s auto-
res han impuest o ¡\ los confeso res, un cargo prsado
obligándoles á c¡uc cren n Jo ¡;onlror io de lo q~1c ven.
T ú no lo entiende s, dijo; lo c¡ue se quiere decir es,
que deben obrar y absolve r como si crcsera n c¡uc
el propósi to es firme y constan te, aunque efectiva-
mente no lo crean. Esto es lo que nuestr·o s PP. Sua-
r ez y Filucio esplican ; p orque despues de haber
<licho que .el sacerdote está obligado á crcrr {¡ s" pe-

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-151 -
a-
nitcnte sobre $'11 palab auaden, que no es ncces
ra,
wdu que la !"cso lttcio n
rio que el confesor se ptrst
aun es mene ster que
de su ¡1cnitimte se egecutm·ú, ni
e que
lo ju;:gue probablemente; pues basta que piens
ucion en gene ral,
e11 el mismo ·instcwte t·icne esa resol
lo que en-
aunque !laya ele !"tincidir muy prtsto; y es
s au-
·sciian todos mccst1·os autores, ITo\ tlocent omnc
lodos
thores. ¿Osarás pone r en duda 1<~ doctrina de
pad1·e mio, ¿que será de lo
nuestros doctos? iUas,
do conf t•sar en 1;~ Pref .
que el padre t>otnu hubo
Que los SS. J>adt ·e.•, los
de la Pcnit. pub l. p. 4:
ente y
Docto1·cs y los Concilios convienen unm1imcm
encia que dispo-
titntrl por wrda d cierta que la penit
ne ¡wnc la Ettccwistia, !la de sc1· tcrda dc1·a , cons-
sugc la á
tmlle, f¡m·te y110 floja y adormecida, ni
Pcla u
rcil¡cidcncia$? ¿No ves, rcspomli6, que el P.
po en
habla tic la lglesill autigur.? llns para el tiem
ndomc
que estamos, es cosa /cm fuera de sa:.on, vnlié
lros padr es, que segu n
de Jos térm inos de 0\ICS
es solo ' 'cr<l:t dcra .
Dounio, la sentencia conl r3ria
95. J!ay auto1 ·cs que
Asil o dice, t1·. 4, q. 15, p.
lucio n á los que
clicen q11e se debe rehtuar la abso
dos; y 7Win -
t·cinciclC11 á men11do Cilios mismos peca
repe-
cipalmenle cuando clespues de haberlos abs11elto
di-
tidas veces, tlO ¡wncc enmienda algtma; y otros
CC1t, r¡tte no. JJJa.s la opinio11
sola venl adem es, que
no se debt rehusar la absol tccion. Y: aunque no se
apro1;cchen de las amonestac iones 1·cpetidas que Sil
les hayan hecho y 110 hayan cump lido, cnn las pro-
mesas que hicieron de mud ar de vicia , ni ¡n·ac ticado
diligencia para purificarse, no impo rta y por mas
y la qtce so
que los ott·os cligtm, la t•et·dadera npinion,
ser ab-
debe sPgttir es, r¡ac en todos estos casos deben
mga1'
sueltos. Y lr. 4., q. 22, p. 100: que t!O se debe

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-152 -
ni diferir la ubsolucion á los q11e tsto11 m pecaclo6
de habitud contra la ley de la 11aturaltza y de la
Iglesia, aw11¡ue no se vea señal de enmie11da, Ent
emendationis (uturre nulla spts appartal.
Pero, padre mio dige, esta segu r idad de podel'
alcanz ar siemp re la absoru cion podría eonc:lucir á
los pecado res... Ya te e11ti enoJo, interr umpió ; per()
escuch a a l pac:lre Ilauni o q. 15. Se puede absolve r
al que confiesa que la es¡Jeranza de ser absuelto.
le ha hecho que 11ecara mas (acilmente y que no
httliíera pecado sin esta espermt::a. Y el P. Caos-
sin, derendiendo esta propos icion dice, p. 211 .
c}() su R es p. á la '!'he ot. Mor. ()u e !Í!IO enaerdade1·a
·,
se habría de suspender el1tso de la con{tlion á la
muy o¡· par/ e do los hombres, y 11 o lii1b1·ia para 1os.
pecad-ores otro I"Wtedio, que una rama de arbol y ttna
cuerda. ;O rr.!lre mio, sin dnda <1ue estas máxim as
atra~n muchos gente s á vu es tros confes onario
s! No
lo creerá s, dijo el padre; la multit•Hl de ntustros·
pemtentes nos oprime: p,¡¡s i TRNTl VM mtmcro obrut-
mur, como S() dice en la Imagm de tw~stro primer
siglo l. 3, c. 8. Yo bien sé, digo, un remed io p~ra
ibra1·o s de esta opres ion, co n solo obliga r á ros
pecad ores á que dejen las ocasiones pr6:~:imas: ba-
Ilaríai s al iviados vuest ros confeson~rios. No busca-
mos nosotros este alivio , elijo ~1 padre ; al con-
t rari o, pon1u () eomo se dice en e l mismn lili ro l. 3,.
c. 7, p. 374: iYutstra compaitia se Ita propuesto el fil~
de establecer las virtudes , hacer ouc1Ta á los vicios, ¡¡
servir á un granmímcro de almas. Y como hay JlO ·
cos que quicrn n dt·jar las ocasio nes próximas, fué
p reciso defi nir lo que es ocasio n próxim a, como se
Yé en Escob ar en la Practica de mttstra compa11ía,
r . 7, tx 4, u. 2~(). No se llama ocasio n p róxim a

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-153-
oque/la en qtte no se peca si 110 c.i raramente , como
ct«llldo un hombre mo~;ido de un arrebato pecara, fres
ó cuatro 1:eces al oiio con su criado: ó segun el P .
Dauui o en su libro rrancés, una ó clos veces al mes,
p. 1082, y p. 1089, doude pregunta ¿qué se clcúe ha-
cer con amos y cri'ldos, primos y primas que vit:ell
jtmtos, que .con esta ocasion se incitan wws á otros
á pecar? Es menester aparl¡orlos, respondí yo. Lo
mismo dice esto padre, si las t'eincidcucias so11 fre-
cutntts y casi cuotitli<tnas: pero si 110 ofenden sino ra-
ramente, como una ó elos veces al nus, y no pueden se-
pararse sin mucha incomoclidact y dai.o, los pueden
absolver, seytm nuestros autores, y entre otros Sum·e.:;,
como prometan no 1:olver ú ptcar, y ICil!Jan verdade-
t·o dolor de lo ¡>asado. Bien le cntendl yo; porque
antes me bab ia enseiíaclo lo que loasloha para que e l
confesor j uzgasc de este dolor. Y Baunio, prosiguió
el padre, permite 11. 1083 y 1084 á los que se ba-
Ilan em peñados en las ocasiones pró:dm as, coHii-
fllt'!r en ellas, cuando 110 las pueden quitar, si11 dar
motivo á que se mw·mure, ó sin haber ele padecer al-
guna incomodidod. Y nun dice en su Teologla Mo-
ral, Ir. 4, de Pomit. q. 14 , p. 9", y q. 13, 1'· 93:
que tm confesor puede y debe absolt:tl' á una muger
que tiene en su casa un· hombre con quien peca mue/las
t:eccs , si 110 puede /tones/ amcnt e echflrle, ó si tiene al~
guna ro.:on para dejarle tll casa: Sl ttOil paltst ho-
fl este ejicere, out llabet alíquam causam nlinenc/i;
como Jll'opon!Ja ito t·ol,;er á ¡Jecar con él.
¡Oh padre mio, digo yo; en venlad que so loa
mitigado brabameole el quilar l <~s ocasiones próxi-
mas, pues se es tá dispensado siempre, que se r e-
ciba alguna incomodidad! Pero creo al menos que
segun vuestros padres, quedará en pie esta o!Jliga-

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-151,. -
cion cu~ otlo no b~ya in comodidacl que l~mcr. Si,
dijo el p~d t·e, aunque no dej~ do lrner su escep-
cion; porque el P. J3aunio dice en el mismo lug;~r:
E s ¡crrmitido á todo ginrro ele personas mtror en los
lmrdflts para cor11:rrtir las tmtgtrts ptrdidas, GI/11(/IIC
sro IIIIIY t·erosimil que hatl de ¡Jrcor, po1· hubrr mu -
chos !'tccs esperimentodo ha/;rrse drjado 1/ct·ar ctl pe·
rodn ro11 la t·isra y las caridcts de oqur/las nwyrrcs.
Y '"'"r¡uc hoy docrorrs r¡1ce no opncrbctn C$lo npiniun y
q•tr Cl'l'tll qur no rs Nrilo rsponr1· t'Oitmtarimnmlc á
,,.¡¡.,,yo In r.u!ucl de su alma 1lOI' socorrrr c1l ¡¡rójimo,
yo ·t:tl c/.·ju de obrcz::;m· dr muy bur1•a gt.no rs·a opi-
!duu f¡llr rllos !'echa::;c:n. J·:~ l n rs, ¡wdn· mio, una
n uc•r:. c l;~se de prcdic;~dores . ¿'Pero en c¡ué se funda
ll:ouaio p~ra cnri~r de rsl~ manera ¡j los hombres á
p redicar en los burdeles? ITilcclo, dijtl el padre, so-
ltre funcl~mcnlos que dá en el mismo lugat·, sigu ien-
do á llasilio P once. Otr<~ nz le lo he dil-ho, y creo
c¡uc le acuerd~s. Es /íc:to á zm hombre b11scar una
occuiu1t directamcute y por ella misma, P UI~J o F.T PER
s r;, por el l1ien temporal ó e.•p lriltlcll suyo ó dcl¡Jró-
jiuw. Est os lu¡;;u·cs me cnusn ron tan to horro r c¡ue
estuve para pe rd er la pa c ien cia y r om¡1 er con el
padre; pcrQ n·porlemc parn ver donde paraba , y
m~ co ntenté con decirlo . ¿Cómo se co nci lia, padre
mio, esta doc!rin;~ con la del evangelio, 11ue obliga
¡, ornwcarsc tus ojos y cortar lczs cosas mas necesa-
rias wuudo c/azian á la salcocio11? ¿Y cómo puede,
Y. P . concr.bir , que el que perma nece rolunlaria-
tllcnlc en las ocnsioncs de pecar, ln s tlclcsle con sin-
cct·iclad1 ¿7\o es visible por el ron lrMio. que no eslit
tucatb como es me neste r , yc¡uc no ha llegado atm á
la vcnladcra co nversion de co•·azon qu e haec Jmar
tanto á Dios, ruanlo se há tunado á los c•·ialut·ns'!

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- ¡¡¡¡¡ -
}lues esa serio, dijo el padt:e, unn verdader ncon-
tricion. Parece e¡ u<} no sabes, que todos nue.<tros pa-
dres, romo dice el P. Pinterca u, p. 2, p. 50, del
Abad de Boisic ense1ia1l de comwt acuerdo, que es
un error y casi una ltcrrgiv, decir que l1t contricion
sea necesaria, y que la atricioll sola, aunque sea origi-
t!ada dtl TEliOn sor.o de las ¡¡enas del infierno, que
escluye la vollmtad de ofender, no es suficienle ron el
sacramento. ¿l>ues r;ne, podre mio, es •casi ar ticu lo
de fé, que la atricioo causada por el solo temor de
las penas, basta con el sacramen to? Yo creo que es-
ta do ctrina es peculiar de vuestros pt~d rcs: porque
los otros doctores que creen que l:t ;~tricio n es s u-
ficiente con el sacramen to , quieren por lo menos
que apnrczra mezclada con algun tunor de Dios. Y
además me parece que vuest ros au to•·cs mismos no
tenían en otros tiempos por tan seg ura esta doctri-
na; porque Suarcz babia de esta mancn.t de p;r.nit:
q. 90, arl . 4, d. 15, s. 4, n. 17. Aunque sea, dice,
una opinio11 p1·obable que la atricion es suficiente con
el sacramtnto, 110 es cierta sil1 embargo, y ¡mede ser
falsa; NON esl cerla , et p~tcst esse falsa. Y si es falsa
no bastará la atricion para sal·vm· {¡ un hombre. De
manera que el que sabiéndolo muere m este estado, vo-
lrmtariamenlc so es pone al t·iesgo moral de la condc-
nacion eterna; porque esta opiniot111i es muy Clllliglla,
11i muy comun: NEC va/de antiqua, 11ec mu(lum com~
mtmis. Tampoco Sauchcz hall:~ que fuese muy cier-
ta, pues dice en su Suma, l. 1, c. 9, n. 34. Q~.te el
enfermo y su confesor q11e se contentáran á. la muer-
te con la atricio11 y el sacrammto, tJccarían ttWI'tal-
menlc por el¡u/igro gt:anclc de la conciCilacion ci que
se espusiera el penitente, si la o¡¡inion que asegura r¡ue
la atricio11 es bastante con el sacramento 110 fa ese

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-1 56 -
verdudc•r11. ~i Co mitolo tampoco, pues di ce Re;p ,
1110r. l. 1, q. 32, 11 . 7, 8 : Que no es m:ty fijo que la
atricim1 &aste con el sacramento.
Det(••·omc el bu~o padre, y dijo: ¿Con que Ices
nu•:otros ~u t o rcs? H<tces bi ~o; pero mucho mejot·
te ~nía ~i Jc,s leyer as con alguno de n o~ot ros . ¿No
,·es IJIIC pur haberlos leido solo , has deducido que
es los lu ga res dati ;lll <Í los que llcl'an nlJ ora nu es tra
d oct r' n;~ de l;: atricion y sí ¡¡lguno hu bier a c~ta clo
contigo, le buhicra r.noslr;~tl o CJUC no hay cosa que
mM los cns¡¡ Ice? i'orque, ¿rtn é mnyo1· gloria p<•ra
nues tr os padres, que la de lwhcr en menos de nada
cs p;11·cido tao gc ncr;¡Jmc nte su opi nion por todo el
unircrso, que ftter;ode los teólogos, no hay quien
no piense cpte l<t doct rinó\ IJile al . p•·cs~nte tl!nemos
:~cerca de la alr iciotí es la mism:~ que los fieles sie m-
pre h:~n S<'guido? Y asi cuando muestras por nucs- .
tros mismos padres, c¡uc hace pocos mi os que esta
opi11irm 110 era cin·ta , nn h<tccs si no da r á nues tros
últi•))OS autores toda la glori a de babcrl a intro-
du cido .
Y asi Diana, nuestro ami go íntimo , pens6 com-
plncc rn os en s~üalar por r1u é grnd os se ha llegado
á establece r esta doctrin a ¡J. o, 11·. 13. dond e dice:
Que en otros tiempos los cwtiguos escdlásticos sosle-
flian que lu COillricion era necesaria luc!JO que r.11 Jwm~
bre camelia u u tJccatlo mM·tal; pero que dc.~pues se esta-
Ucci6 que r¡:¡ estaba obli!Jado á eso, sino los dias fcsti -
liOS; y en scgttida que cuando alguna calumidod grall-
cle amwozaba todo rlJJUtblo; y srgu11 o11·os que lla&ia
ob'iyucio:1 clt no diferir mucho tiempo la contriciotí á
1a ¡woximidad de la muerte; ¡Jcr·o que me estros padres
ll urt aclo y Vc¡:¡qucz han refutu clo tscclcntementc to-
clru estas opiniones, y ha11 cstableci,to r¡t1c uadie esta-

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-13 7-
btt ob'iantlo ti ¡,, rcnt,.i,.inu, sino Clltlll do
no se ¡:ot!in
lo
alcan :ar /,¡ abs 1/ucion de otra manrrn. ó PI orliw
te los
de /11 mucrtr.. Pero pnr.1 C[U C veas ul teriormen
de esta doct r:na ;:uiad in\ t¡uc
marnvillo ws progresos
prcrc 2, t. 2. c. 4, 11,
nu cstrosP;II)rcs Fng umlcz
11.

7, tr. 3, el. 3, secl, 4.,


Gl',1tltHlos , in 3, ¡J. cnlli r.
la Prar tica
i1. 17; y E>:ubar. ir. 7, e:c '1 , 11. 88,
en
srgun nuestra compwiía, deciden, que
la cc,llriciurl
110 es ntccsaria ni aun á la hora de
la muerte; porque
bastara
dicm, si la atriciOil á la llol'a de la muerte no
su-
con el sac/'amento, se podria in{tl 'ir·, que 110 era
o. Y nues tro docto Hurt ado,
ficiMle co11 el sacrament
Jllis-
de s«cr. d. G, citatlo por Diana,¡¡art. 4, tr. 4,
4., n. 91, dice
ce/1. R. 193, y por Escoli<~r, ir. 7, ex
r pecad o, que dima -
más, cscúcbalc. ¿l!:l dulor de habe
ido la salud .
na solo del daiio temporal, por habe r perd
guir. Si no
ó el dintril, es suficiente? Es mmestcr dislin
Dios,
se pimsa que ese mal proviene ele la mano ele
por
esle dolor no basta; pera sise cree que es en viado
fu era del Jl~cac lo, pnwi eno
Dios, como que lodo mal,
Es lo
de il, stg1m dice Diana, tol dulor es sufidenlc.
tica de nues lra comp a-
que dice Escobar en la Prác
Lam y defie nde lo mis-
iiía. Y nuestro P. Francjsco
mo, t. 8, dis]>· 3, 11. q.
Asombrado me deja V. P. porque yo no veo
po-
naJa en esta atricion que no sea natu r al; y asi
n sin
dría un pecador hacerse digno de la absolucio
gr<~cia sobt·enai ural; y nin guno hay
que ignoro
que esta es una heregía condenad a por el concilio
tridéntino. Yo tnmbien lo bnbi cra pens ado asi,
dijo el padre, pero no puedo ser, porq u e nuestros
ntad o en
padres del colegio de Cler mont han suste
junio
sus conclusiones de 23 de mayo y 6 de
de 16U , col. 4, n. 1, qtte una atricion Jllltde str

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-1:>8 -
santc1 y suficimte para el sacramento, mmque no sea
sobrenatural. Y en h•s del mes de agosto de 164.3,
que unc1 atririun menuncnte natural basta para el
sacramento, como sea honesta: AD sacramentum
sufficit ollritio naturales, modo /Ion esta. E s cuanto
se puede tledr, á no ser que se M1ada una conse-
cuencia e¡ ue ~~~ tlctlucc de estos principios; a sabe•·,
c¡ue no ~s muy neccs;ll'ia !a contriccion par a el
sacramen to, que antes le puede ser d~iios<•, porque
bor•·arulo ella por si misma los pecados no dejada
que hacer al sac•·nmento. Esto lo dice nuestro cl!-
Jebre, jesuita Valenda t. 4., disp. 7, q. 8, p. 4.. La
contt·icion 110 es del todo necesaria ¡Jara alcanzar el
efecto principal ele/ sacrcmtento, antes le sircc de obs-
táculo: Dnro obstat potius qua minus effcctus ser¡t<a-
tu,·. No se puede descnr mas en favor de la aiJ·i-
cion. Yo lo creo, pad•·e mio; pero per mílnme aho-
ra V. P. c¡ue diga mi sentir , y que baga ver los
esccsos que p•·od uce esta doctrina. ¿Guando V. P.
dice que /a atriciorl que llllce .del solo temo1· de las
¡>tnas , basta con el sacramento para In justifica-
cion de los pecaclo•· es, no se sigue de eslo, qu e to-
da la vida se r odrán espia r los delitos de esta suer-
te y alcanz3r así b snlvacic n sin haber amado
nunca á Dios? ¿Y se nlreverún vuestr os padres á
cnseii nr esto?
Bien veo, r espondió por lo que di ces, que ne-
cesitas sabet• su doctrina acerca dcl.amo r de Dios.
·Es la última max ima de nuestra moral y !;, mas
i mporl3nte de tod as. Bien podías haberla com-
prendido por los luga•·es que le he traído acerca
de la contricion. l\Ias aqui le daré otros mas pre-
• cisos sobre el amor de Dios , no me interrum pas
pues; porque la ilacion y las consecuencias son

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- Hl!l -
consitlc r~bl cs. Oye {t Escoh~ r que trae las opinio -
nes dife re ntes cla nuestro s autores en la prrírtir a
del rmu¡r tic Dios segun 1mcstra compai íír¡ tr. 1, c.!' .
2, " · 21, y t ,·. 5, e.r.. 1, n:
8, sohre esta cuestio n.
¿Cumul o cst .wws oblig ados ri tener ncttwl mwt c amor
de Dios? S tt,¡re¿ dice, que basta amarle ant es del r11 ti -
culo de la uwerte, sin determ inar d tiempo. V asqun
que óa ·ta al articulo de la muert e. Otros, cwmdu se
recibe el bruuism o. Otros, Cllardo y oblig acion de
lw
hacer. '"' acto de contricion , Otros los días f estit'Os.
Pero n¡.testro P . CllStro Pulan ím¡mg nrt t odas estas
~pim'oncs y co,. r aton, lfE IUTO. Httrt ado de Afendom
pt·rtende que haya ~sa ob/igacíon /()(los los aiios, y que
es frwor Yjttr. se nos !tace, c11 no oúlig anlOs á mas. Aias
11uu t ro P. Com'nc k, dice, que lllly esa obligad o,. á
eruta tres ¡} c:wll·o mios. llcnriq u<': á cada cinco . r
F ilucio d/cc, que es probable, rpc en •·igor, t!Íng mro
estti obligado 11i mm en los cinc<l mios. ¿P ues cuándo?
L o deja al jtticio de los doct os. Ü()jé pasar semeja n-
te tdravill a , donde e l e ntendim iento human o se
hul'la tan insolen tement e del amor de Dios. Y pro-
sig uiendo su discurs o, uijo, nues tro ll. Antoni o
Sirmon d que triunfa sobre esta doctrin a en su ad-
mirabl e libro defensa de la virtud, donde !taf.tla frml-
n,, ctt F1'tlncia , co mo di ce al le ctor, discurr e de
esta maner a t r. 2, sert. 1, p. 12, 13, 14, cte. S ant o
.Tomrts dice r¡uc ftay oblig acio•1 de amar á Dios {nego
que c11t ró clu<o dr •·a:on. Es tempra no. Scotus, cadrz
doming o. ¿Sobre que se Junrla? Ot ros cumulo el luJm-
brc se ludl" en alg mta tcntacio n g ra·11c. Si, en caso
qtte tw haya otro 111e<h'o para lwir de ltt tcnt aciou.
Scotils cum11lo se •·ecibc td¡pm 6mtjici o de Dios. B ueno,
j!'tl'a darle g racias . Otros á ltt hora de la mur.rte. Es
?n •y t .mk. Tct•np:ico creo sea ti cfllÚI ve; que se •·ccibe

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- I GO-
al¡{l•n StU.ntmcl.l ol; la nl•·icimt es stt/icit>de COII la c<>u-
j esion, .<i hu!J luf!ar. Snure::. dice, que hay esa obliga·
cion alguna t ·r.:. ¿Pu . m qué t iempo? El te !tace
juct ¡;Ot·quc el mismo no lo sabe. Y lo que este doctot·
no Ita sabido , 1111 se que ltnya nlgnno que lo sepa.
Y finalm ente co ncl uyo, 11uc no eslamos ohligados
en todo rigor, sino ú observar los otros manda-
mientos, s¡n :•fccto ni amor de Dios, y sin que
nuestro cornzon c)té pue~lo en él; con tnl que no
le tengamos odio. Es lo que prueba en todo su se-
gundo lratado. Vernslo á c~da página, y particu-
larmante en la 16, 19; 2t. 28, donde dice: Cur~ndo
Dios nos 1nmula que le amemos, se contenta con que
le obedezcamos c11 los dem11s mandamie11tos. ·¿Si D!os
ltubicra dicho, yo t e perderé p or mas que me obcdct·
cas sino me das t¡¿ cora:on, t e parece que este 1110tit'o
ua proporcio11ado al ji11 qu~ Dios debió y pudo tener?
Lo que se 1WS fui tlirho es, que amenws á Dios cum-
pl.'endo s11 volunt ad, como si le amásemos con el aje.;-
l o y como si el motivo de la caridad nos m ovtesc. Si
efectivamente t ttviéramos este motivo 1 mejor seria; pc-
1'0 si no le t enemos 1 110 dejfu·cmos de cttmplil· Ctl todo

rigor con el precept o de amar, ltacimdo las obras; de


suerte, mira su infinita bondtul, que 110 110s manda
t ant o que le amemos como que no le abot'l'e:camos.
De esta manera nuestros padres bnn librado á
los hombres de la obligacion perwsu de nma r á Dios
actualmente. Y es de tantn inportancia esta doctrina
que nuestros pndt·cs Annat, P intereau, 1\loiné y
Antonio Sirmond In han defendido va lct·osamente
contra los que la quisieron impugnnr. Mira sus.
r espuestas á la tcologíu moral y particularme nte la
del P. P interenu en la 2 p. del Abnd B oi~ie, p . 53,
donde l~ mostrará cuanto vale esla dispensacion,

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- tGt -
por lwbc•· costacln el precio de !.1 sa ngre de Jesu-
cristo. c\quí se coronó l'Sia dorlrin a. Vl'rás pues,
como esta dispeosacion , que libra de la obligacion
(astidíosa de amar tí Dios, es un privileg io de la
Jcy e vangl!li ca sobre la jud~ica. Era ,·azon, dice,
que en la ley de gracia del mm;o Testamento, levml-
taro Dios la obligaciou fastidiosa y díficultosa que
habia m la ley de r·igor, de egerr.tl' un a~to clepcr{ecta
contt·icil>n para ser justificado; y que instituyese
sacramen:os supletorios, co11 el auxilio de tma dispo-
sicion masfuci/. De otra manera, m verdad que los
cristianos, 1/IIC so11los hijos, no ttwi,•>·an al¡>rcsente mas
facilidad t>ara entt·ar m gracia de su padre , que tu-
'l:ieron lo.~ j11clios, qtte erml cscla1:os, para obtener la
misericordia de su Seiior.
¡O path·e mio , digc, que paciencia habrá que
snr•·n tantos dcsl'al'ios!No se pueden oir sin horror .
Que quicn• s, dijo el padre, esta doctrin a no es mia.
Bien lo sí~, p:tdre mio; pero ' ' CO que Y. P. no la
ahorre ce; y en lu gar de abomi nar los autor es de
estas máxim as, los estima y alaba. ¿No teme V. P .
qu e su consen timi ento y apla uso le haga cómpli ce
en tantos CI'I'Orcs? ¿Y puede V. P . ignora r que San
P ablo juzga dignos de muerte 110 solo á los autores
de los muir~. sillO ta11ibien á los que consienten en
ellos'/ ¿No haslará ver permit ir á los hombr es
tantns maldad es probibid;~s , con tantas falacias
como baheis invenla uo'l ¿Scrú preciso darles todavía
ocasion de comete r los delitos , !JUe 110 pudiste is
escosa r, con oft·ecc rlcs aqllclla facilidad y certi-
dumbt·c de l.1 abso ludon , destruy endo con ese
intento el poder de los sact'rd otcs, ohligitndolos,
no como jueces sin o como ¡, ~schn• os á que olJsuelvan
los pecado res mas <'IWI'gcriolos en p(:cado~, siu. que
Jl

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-162-
ll'IUdcn de vida ; sin <JUC den sctial alguna de clo·tor,
con solo propósitos cieu \'eccs lJUebrnntados; sin mas
penitencin, que la que quierm· ar·t¡llnr; y sin ¡lu-
jar las ocasiones ·\'Ícios:.s, si h<111 <le n cibir alguna
ÍIICO»>OOÍdat/?
Pero aun pasan á mayores est•·emos vuestro~
autores¡ y la osadía y libertad qu ~ se permiten de
corromper las regl as mns sa ntas de la ,·ida cristin-
. na, ba llegado basta d(\st ru ir cnler·amcnl c lil h·y
de Dios. Violan aquel gran tll<mdamiento que com-'
· prende la ley y los pro{rtas; ataca n In pit'dutl en su
'.esencia; quit11n el espíritu e¡ u a d~ la vi da¡ cficc!n r1ue
el amor de Dios no es necesurio pnra l11 salvacion;
Jl ~g:m á ensetiar que esta dispensacion , t¡llt r:~:imt de
amar á Dios, es m1a ventaja que Jesucristo trajtJ ce/
mundo, y por fin se colocan eu la aha cumh•·e de l¡¡
mayor impiedad. ¡Pues cómo el precio de In sangre
de Jesucristo nos dispensará de am arle! ¡Antes de
la enc~rnacion babia obligacion de ama•· á Di o~;
.mas despues que Dios amó tanto al mundo que le
1111 dado st' único hijo, el mundo •·edimido por él,
. está esonto de amarle! .¡ Esu·o1ia teología de estos
tiempos! ¡Osa n le van tar el clllatema c¡ue S. Pahlo
fulmina contra los que no aman 6 J ~sus! So destru-
ye lo qu e dijo S. Ju;m, que quien no ama r¡uf<lll m
. la muerte; y lo que J esucristo mismo dice, c¡ue
f)ttitn no ·[e ama, no guarda sus mandamit11tos. Asi
hacen dignos de gozar de Dios en toda la eternidad,
;\ los qu e en la vida no amaron á Dios un solo ins-
tante. Cumpliosc el ministerio de la iniquidad. Abra
los ojos, V. P·. y si lo:; otros errores de I'Ueslros ca-
suistas, no le han tocado el cornzon, por lo menos
estos ullimos saquen a V. P . de sus esccsos. Yo lo
deseo co rdialw enlc por el bien de V. 1'. y de todos

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-1G3 -
YIU!&lr os pndrcs; y pido á Dios les haga conoc er 1-.
luz engan osa que los ha guiado á tales precip icios,
y que llene de su amor á los que se atreven á dis-
pensar do él, á los homl1res.
Despu cs de alguno s discursos por el estilo, me
separé del padre; y no me hallo con animo de vol-
ver mas all~. Pero o o le pese á V. po rque si fuera
necesario proseguir en este asunto , bastantemen te
be leido los libros de los J esuitas para poder r eferir
á V. las máximas ole su doctri na moral , tao bien
eomo éste padre, y mejor '¡uixú las de su polllic a.
Soy do V. cte.

Puris 2 de •.f!Josto de 16!16.

..

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<!inrtn 1111l:lcdt!ltl.

.:
Dtrrcho de impugnar co11 ullrlas los erro1·es ríoi'éir-
"los. Precauciones iucesC?·ias. JJul'ias imJ!ias · c!) l
·p. Jlfoill'e y Garaw.
..
RI!Vlll\ E!iOOS I'AOI\ES MIOS.

Lleg~ron á mis manos las Cílrlas 1¡ue vosotros


dais¡; luz contra las qu e yo he escr ito á un ami-
go, acerca de vuestra moral , y he visto que uno
de los puntos principales de vuestra defensa, con-
siste en decir, que no he tral<tdo vucstr:ts m<ixi-
mas con formalidad; y esto repiten todos vuestro.;
escritos muchas ' 'eces, hasta asegurar que he hecho
mofa y 1·ísa ele /aj cosas santas.
Semejante acusacion, padres mios , es tan sor-
JWendcntc como inj asta, ¿porque dónde hallais que
me he burlado de las cosas santas? ¿SCiialais pa r ti-
cu larmente, el contrato !Jfoha11·ayla historia de Juan
de Alba? ¿Mas es esto lo que llamais cosas santas?
¿.Paréceos que se llcbe tanta vcucr:tcion al Jllollatm
que sea blasfemia habla•· de é l si n r espeto'! ¿Y las
lecciones del P. Bauoio que C$Cusan e l hnrtu, y
que obligat·on á J uau de Al !.la á practicarlas con-
tra vosotros mismos, son ac,.so ltm s~grudas que
uadi(l se podrá reir de ellas , sin que vosolros le
·acuscis de imriedad'l

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-lG 5-
-
¡I!ue s cómo , padres mios! ¿los ideas disparata
por artíc u-
das ele vuestros auto res, seráu tcnidns
res.
los de fé; y nadie podní IJnce r mofa de los luga
de Esco bar, ni de l:os decisiones fantástic..1s y
poco
escri tores vues tros , sin ofen der
cristianas de otros
osnd o repe tir tanta s \'e-
In religion? ¿Cómo habeis
' que
ces una cosa tnn fuer~ ele r azoo? ¿No tcmeis,
dcsp r.opó sitos ,
diciendo he hecho burln de ruestros
acus acion y
tomo oue1•a ocasion do reir me d\l esta
mos -
do h¡1cer <JUC caiga sobre vosotros mism os,
de
trando, con 01 idencia, qu e no me be reido, sino
las máximas ridículas do vues tros libro s; y que es•
santas, .
tuve tan ageno ele hacer mofa de lns cosas
de vues tros: casu istas ·
cu<tnlo la do ctdo a pestífera
del cvang eli11 ?
está alejada de la doctrina santa
-
.Ep l'Crd"d , padres mios, que hay mucbn dife
de los
rencia cutre burla•·se de l11 religion, y rei rsc
co n sus opin iones estra vaga ntcs.
que In profana n
r ú la vcnc rncio n que se
Serin una impiedad falta
itu d:l IJios ha re-
debe á las verdades qu e el esplr
·dcs -
velado; pero tamhicn seria otra impiédad no
itu del homb •·c
prcci¡~r. l~s fal sed:Hics r¡ue el csplr
''oso tros
ha opu~sto. Porqu e, padres mios, ya que
pued o
1ile oblignis ó ent•·ar <;n este discurso , no
adcs
menos de considerar , que asi como las ''erd
¡mio• · y venc racio n, asilo s
eristianás son dignas de
so n di-gn os de odio y
erFores cp.1e lo son opuestos
meno~precio ¡ porque hay dos cosas
en las vel'(la•
las
des de nucsll·a r cligion, la belleza divina que
''e-
hace amablés y b santa magestnd que las hnce
(!11 los.
nérablcs ; asi co111o taml•ien h:•y dos cosas
c¡ue los hnce horr ibles )' la
crro r('s, la impiedad
ricllc ui•>S . Y por cslo
impertinencia que los hace
los santos que tiencu siempre ese amo r y temo r

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-166-
respetooso ! la verdad , y puesta so sabiduría ca
lre el temor que es principio y el Dll•Or que es el
fin, t ienen tambien ódio y desprecio al error , y se
ocupa su celo en rechazar con vigor y fuerza la
malicia de los impios, y confundir con risa sos des-
concier tos y locuras. ·
Dejad pues, padres mios, de persuadir al mon-
do, que es cosa indigna de un cristiano hacer bur-
la de los errores¡ pues es fácil dar noticia á los
que no lo saben, que esta práctica e~ justa, y usa-
da de los padres de la iglesia, y que Cbta autoriza-
da por la escritora, por el egemplo de los mayores
. santos, y de Dios mismo. No vemos que Dios abor-
.rccc y juntamente •lcsprecia los pecadores en tan-
to estremo , <JUe á la hora de la muerte , cuando
estarán m~s tristes y desconsolados , <'ntonces la
sabiduría divina , uniendo la mofa y risa con la ven-
ganza y furor, los condenará á suplicios eternos:
in interitu 1;tstro l'idtbo ti subsamwbo, Jirav. 1. 16.
y que los santos por consiguiente harán lo mismo,
y como dice Da vhl , cunrulo vean el castigo de los
pecadores 1 trml!lai'!ÍII y se lmrtr.rú¡¡ de ellos á un
tnismo tiempr¡, vtmmu ~,. jusli1 n timclltlnt , fl suptr
cum ridebun/ 1 Psal 1 51, 8, y que Job habla de la mis-
ma suerte: in11ocens su/,srmnab:'t <os. J ob 22, 19.
Pero es muy 1ligno-de rt•paro y que viene al ca-
~o presente; que en las primeras palabras 1¡ue Dioa
dijo al hombre d e~pucs de su cHiJa 1 inlerviuo mo-
fa é. Írrisiou , y 1/llU ironia rircm/e, eonfOr111 e dicen
los Pad res. i>orque así como Adan faltó á In obedien-
cia, con la cspertii17.D I(Ue el demonio le h, hia dado
que sería ~crucjanlc á l) ios, se ve por In Escritura
que Dios, en pena dr su prrado, le sujctft ;\ la mut>r-
te, y que dcs¡tucs de hal,crlc reducido oí t;~n mis6-

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- 16í -
bras de
rnhle cst~<lo se burl ó de ~1 co n estas pala
11osotros;
mof11; aqui está Ado11 lucho como uno de
I!CCE ,[dan qna.1i un ti S ex nobis(a
ct11S es l. Gén. 3, 22.
Dios le
F.s una irOIIÍ(I sauyrirnlll y stmi /ilt, con c¡uQ
S. Cris ósto rno, 11om . 18,
picaba titamenlc, como dice
1net cs. Ada n, dice
in Gen. y 5 ir1 Jllcrll. y los inth
ía, y se le
I\ upcr to, merecia ser mo(culo co11 esa iron
leng ua~
hacía. sentir su locu ra mas tivamenle con este
Hu go de
yc irónico, qtte cor1 tma tspresion sevt>ra. Y
dicho lo mism o, ntiad e, que esa
S. Victor, bahicodo
ironía era debida a su loca cred ulida d, y que ese gé-
cuan do ti mof a-
nero de nw(a es un acto ele justicia,
do la mcrrce.
Y'
Luego bien veis, padres mio s, que la mofa
bom bres
risa es tal vez muy prop ia par¡o que los
de sus desa ciert os, y
: hahr an los ojos , y I'UCI I'an
cia; porq ue com o dice
entonces es un acto de justi
J cremias las accior1ts de los que yt~T an soit digit as de
et t·isu dian a. Jer.
risa, por su vanidiltl; VANA sunt
an alejada
51, 18. Y en tal caso la risa y mofa estÚ
la sabi du-
de la impiedad, que '"'te s es un efec to dn
s se t·ien.
rla divina, segun dice S. Agu stin: los sábio
, uo !uya
de los inseusatos, po1·quc titm n sabiduría
rte de los
pro¡Jia, sino didn u, r¡uc se burlilrá de la mue
ini, serm . 22, c. 8.
malos. Aug. de verúis Dom
ritu do
Y . por eso los profetas, llenos del espí
com o vem os por
Dios, se hnn ' 'al ido de estas mofas,
mcn le por
los egcmplos dt Dan iel)" de Elías, y llnal
s de Je-
los cgemplos c1uo se h,1llnn en lns discurso
t. 12 in
sucr isto mismo. Y S. Agustin nota, trac
o, que
Joa11. que cuando quiso humillar ó. Nicudom
la ley: le veía /le-
se t enia por g•·a11 ~J<teSlro Cl\ C{)mO

ul de D JctOI" de los Judí os,


110 dt .<obu viu, y qtu: la calitú
a ncion cot~ la
le lrait t clesmnecido, r¡¡cn:c '!/ «b.7tt Stt pres

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- 168-
projimtl11lttd de sus pregtml<u, •·ctluci cnddr ti 111> p(J(/er
resl'onder : i Puu conw le tú"cc.' ,:tú ue.r ?llflr.rtr o ftl Js -
mcl, é t"¡¡noras cst ol .Ccmw si t!t: ·cra: Pd11CÍJH' soberbio,
0
111ira que no sabes nada. Y S Crisós tomo y S. Cirilo
dicen á esto, que nurccia ser mo.fadu de esta ma?~em .
Luego si en el dia de boy , padres mios, se ha-
llasen algunos, que qu eriendo ser maestros de los
cristia nos, coo1o Nicodcmo y los F ariseos de los
JuJíos , y que i g non:~se n los fund ~mentos de la rc-
ligion , y enseñ asen, por egemplo, t¡uc an !tomiJT"e se
puede salvar sitt lwbcr nmadu d Dios c11 t odu .,, •·idn,
y:t se vé, que siguiendo el egcmplo de Jesua isto,
nos pudiéram os rci1· y burlar de la vanidad é igno-
r ancia de tales macsu·os.
Aseguro, padres mios, c¡uo bastan estos t!gcm-
plos sagrados pa•·a hocc•·os conoce r ¡¡ue este modo
de mofars e de los error<'s y dt·spropósitr.s de lo~
hombt·cs, no es coo t.rnri o ú In pritclk a de los s<m-
tos, 6 seria menester cond ena•· la c¡ uc siguieron los
mayores doclor cs de la lgl<'sill , como S. Gcrónimo
en sus epístol as, 8 1, 9!J. 1U1 y 1•n sus escritos co n-
tra .Jo,·iui;lllo, \'i gilnucio, nufino y los Pcl~gianos;
Tertulian o en su Apologético co ntra las locu ras do
los ld6l;~t ras, c . 1G; $ Aguslin coulra los religiosos
ue Afri ca, qu e llama lus eabellut!os , de openl illu>wt'h
c. 23, 3 1 y :32; S. l r :neo eo nlrn los Gnosli··os; San
llernnrdo. Ep. 23G, y los dl·más padres do la lglc-
sin, c¡u u habiendo sido in1itado•·cs de los Após tulcs,
deben ser imitados por los fieles, pues so n los \'er-
dadero s mode los de los cristiil nos, que los cristianos
de hoy deben seguit·, por lllilS 'q ue se opong<111 'u es-
tros cas uistas <:on sus cloclrina.; ouc,•as.
Y asi no pienso haber crr;~do en cool'or0lar111c
con ellos. Y como creo hahal o probado h\lfiti~u-

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-16!1-
temente, sn lo alegaré aquellas escelcntcs palabras
de '1\~ r·Luliano, mh•. f/a/C11. r. (l, que apoyan mi
proceder. ¡,que !té /¡echo no es was de u11 juego, es
rm ensayo ot. tes de llegar á lll ÚMalla 1Yolté llrgat!o á
herir, solamettle he Sttialrulo las heridas r¡ue ¡medo dar.
Y si se !tallan algmws lugares qur lltttn·cn d •·isa scrd
porque d sugcto ·e/,, la ocasiot1 . Hay mue/tos cosas que
tnerece11 ser mo.fadar de es/a manera, por 110 autori·
zar/as y dadas algun peso impugnándolas de •·eras.
No hay cosa mo.f debida d. la 11anirl<ul que la t·isa; y
propiamente toca fi ltt t·c•·d'ld el ··cirSI!, porque es ale·
!Jre, y hacer burla de sus enemigos 1 porque está se-
gura de la victoria. Bim es cierto que es preciso tJtli·ar
qu.e hu n'sas no scrm soeces é indignas de ltt t•crclad.
sin embargo siempre que se aplicasen cott tlcs/rtra y
d tiempo pasaran por bimfimdm las. ¿Qué os parece,
padres mios, de este lu gar de Tertuliano ? ¿No vie-
ne bien ajustado á nuestro caso? ~lis cnr·tas hasta
aquí , no so n mas de un ctuayo m: t es de lll'gar d la
batalla. E s un juego solamente , t odavía 110 he llrga -
do á herir, no hice mas tle saialat· las heridas que se
os pttedet~ hllccr. Ho esp ucslo sencillamente vuestros
lugares sin hacer· en sin llcx ion so hr e ellos. Que si
11Wtú:rott d risa, srrd porque d sugrto dé Út OCftSt.o11,·

porque, ¿puede haber cOSil mas propia para cscitilr


la.risa , que I'Cr la moral cristiana siendo una lloc-
lrina, de tanto peso y l'eneracion, llena de desv-a-
ríos tan burlescos y ridículos co mo los vuestros? A
primera Yista. se hace gran com:epto de vuestra
doctrina , pues dice n 'fUe Jesac,:i,ttJ mismo /alta
·rc•·elado d los p adres de la comptoiia; pero dcspues
c uando se !ralla en ella, que'"' succrdole que lut ,.,.
cibido limoswt para decir tma mim, ¡Juede ' tWL tomar
dinero tic U. as ¡tersouCts, caliémlvlcs la parle 'JIIC le

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-170-
((X" t!d sm:ri/icio; que 1111 ,·ef(t;iostJ no incurre u1 la es·
t"o1111111io" por quitrrrse su htihilu, cuando lo luzcc partt
httilar, para robar, Ó pn.ra ir inrog11i1o tilos burde~s;
y que se satisfore el precepto rle oir 111isa, O!Jendo cua·
/ro parler de tlijérenles sacerdotcr á rm mismo licm ·
po; luego que se oyen esl~s y otras decisiones se-
maja n les, es imposible con tener la risa¡ porque no
hny cosa que m<~s la ocasione, como ver sacar tales
tlisparatcs, c unrulo se es¡leraban g randes doctrinas.
¿Y cómo so podían tratar estas materias de otra
s uerte¡ puesto que seria autorizarlos, si se tratasen
.!et·itrmtlllt, srgu n 1'erl ulinno?
¡Pues qué! ¿Será menester acaso emplear la fuer-
za de la Escritura y de 1~ trudicion rara rrobar,
t¡ue es mnlar á traicion al enemigo, cuando le co-
gen descuidado y le •bn las estocadas por detrás, y
c1ue es comprar un beneficio, cuando se dir dinero
como motivo para consrguir la resigna cion? Hay
pues casos que se debeu menospreciar, y merece>ue•·
111oj;t,¡M. 1 en fin lo que dice aquel autor antiguo,
que no hn!J ( O :a 111us dtbid" tí la vanülarl que [,z r-isa,
y lns cltlmis pal!lbras tien en aqui una aplicncion tan
justn y ( ;lo co nv eniente, que no se puede dudar ,
que es licito burl;u·sc de los e rrores, obser va ndo la
decr nci<1.
Y tnmbi en, (l<~dres mios, di re, que se puede ha-
cer burl~ sin ofender la caridad, qu e es uno de los
¡lUnlos que me echais en cara e n vuestros escri tos.
l)on1ue la cttridrul á t·rr~s obliga hncer 111f!(n de IM
rrrorr.< de los lumbres, para que s~ rian y l>·tyau cü
dios, segun S. Agustin: lit:rc tu miscrtcorditu irridc,
111 ri,· ,.¡rtcn.tÚI rt Jugiclltla collwlcndcs. Y la misma
c¡u·idacl obliga lambicn algunas veces {1 reproc!Ja r-
los co n e nojo, ·conrormc á lo c¡uc di ce S. Grcgu rio

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-171 -
Naciaoccno: El t'Spi•·itu de cM·idarL !/ de 1mouctlmn·
bre tiene sus imptt tu y enojos. Y en efecto, como
dice S. Agustin, de d01 t. crisl. l. 4, c. 1. 0-Quién osa-
ni dtCir que la t·crdrut /¡a de eU:o· siu armas co1. t ra
la me11t im, y que los enemigos de la Ji
podnbt auu-
tlrentrtr los lides con palabras dsperas , y •·cercar los
e11te11dimie1110s c011 COIIctj-lO S ingenio sos !1 agradables;
y que los Cti/Ó/icos tw podrm1 escribir , sino con tuu'
jrw!tla d de estilo que prot•oquc <i los lectores d dot·-
mir? ¿No se vé, que segun esto, seria introducir co la
iglesia los errore s mas cstravnga nte~ y P.erniciosos,
sin que nadie pudiera hacca· mofa y menosprecio
de ellos, por temor <tu e hr mo t~gec de falla de de-
cencia , ni confundidos vehementemente, porque
no le acusen de falla de carid ad?
¡Cómo, pad res mios! ¿vosótros podreis lib re-
mente decir, que es licito 1/lfl/ar ú un lunu brc p or
«·itar 1ma bofitad a !1 uua i11)Ítria ; y nadie pod rá
refuta•· pública mente un crro•· notorio de tan ma-
la co.nsecuen cia? ¿Vosótros podreis cnseiiar, que 111t
j ue:, puede 1:11 conciw cia, guardro · lo que lw recibido
por !taccr una iuju· ticirt, sin que nadie p,ucdn con -
tradecir? ¿Vosot •·os imprimircis con privilegio y
aprobn cion de vues tros doctorc s, qur 1111 ham/n·t'-se
puede salvar si11 habu 111/IICtt ftJII(u/a d Dios , ·y tn p;~­

a·eis la boca á los qu e dl'ficml cn la ve rdad de la lé,


diciéndoles <¡uc ofenden á la caridad fratern a, si
os acomet en, y la modcstin cristian a, si se den de
'uestrns máximas?
Dtulo, pad•·cs mios, <¡ue hnyais podido persua -
dir esto á alguno; pero sin emh¡¡rgo, si algunos se
hao dejado persuadir y creen que he proced ido
contra la caridad <JUCos dcho, tlcsaercclil<mclo vu<•s-
tra doctrin a mo•·;~l , ctuisiera <tue mir:oscn cou aten-

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-ti2 -
cion de donde les nace este juicio. P <>rque aunque
se imngincn r¡ue tw ce de s u cc l<>, que no pudo su-
fl"ir sin cscímd.olo ver motejar al "prójimo , yo les
pido que consideren , qu e r1uizá esh! r.clu veng:t de
otra p:ortc; y es muy factih la qtte nazca de la se n -
suali dad que escita en vosoll·os un desde n y un
aborrecimiento secre to é impercept ibl e, co ntra los
que se oponen á los ensanches que una mala doc-
trina intt·otluce. Y para dar una r egla que IP.s ha-
ga co nocer e l I'Crtlndero origen , scame permitidó
prcgnntar les ¿si al mismo tiem po que sie nten mu -
cho que alguno maltrate á los religiosos, no se due-
len mas de q ue los religiosos mallr·aten la verdad? .
Si UIM y otra cosa les p¡u·c ce mal, y s i iri·itan no
solamente contra mis cMtas , sino mucho mas con-
t ra las máxim;,s que t·clicrcn, confesar6 que su ce-
lo es buen3 , pero por.o ilust rado ; y para quitarles
sus escr·úpul os, bastan los testimonios que he ¡lle-
gado de los SS. l'ad •·es y de la E sc ritura. P ero s i
solo se irritan contra las r eprensione s, y no contra
aqu ello que .se re prende, e n verdad, patl res mios,
que n:> dcj:n·é de deuirles, r¡ue están en una igno-
rancia muy grosllrn , y que su celo es dewasi;~do
cit'go.
1 Estraiío celo (]Ue se irrita conlr~ los que im-
pu"g nan y desa prueban las faltas públicas, y no
contra los q ue las ~ometc n ! ¡Qué nu eva caridad
es esta, r¡ue se orendc de ver confu ndir errores ma-
nifiestos, y no se orcnde de ve t· que estos errores
corromrcn y cl cstruyen l11 moral ct·istiana! Si es ta s
¡1 ~ rson~s se hallasen en - peligro de pet•der la vida
¿se ofendierán de que alguno les Mscubrie ra la
emboscada que s us asesinos les prepat·asen? Y en
Iu g¡n' de npart~ rsc del cu ruino pai·a ev itarla ·, ¡,so

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-173-
qurjari~n de b poca caritla<l de babrrlrs descubier-
to el designio C'riminal de sus enemigos? ¿Se irri-
tan e u~ndo se les dice que no com;m de un man-
jar, pon1ue ti enen vcnrno; ó que no \ayan á una
ciud:td, porque hay peste?
¿De dónde naco pues , c1ue juzguen qu e es fal-
tar á la caridad, cu;tndo se de~ cubren múl' imas c1ue
son daüosas á la rcligion; y crean por el contrario
qu e seria faltar á la carid~d, sino se les descubriese
lo que es daiioso á la salud ó á la vid:t; sino pon1ue
el amor que tienen á la vida, les ha ce r ecibir favo-
r ablemente todo lo que contribuye á conservarl a;
y su indifercr.:ci" por la verdad , es pon1ue no les
importo volver por su defensa , r antes si~ntcn que
haya quien destruya la mentira?
Consideren pues , delante de Dios , cuan ve r-
gonzosa y per niciosa es para la iglesia la doctrioa
moral c1ue vuestros casuistus siembran por todo el
univ erso, cuan escandalosa y des medida la licencia
que dan á los hombres; cu:m pertinn y ''iolenla la
audacia que tcneis en sostener y defeudl' r á vues-
tros autores. Y sino juzga n que es tirmpo de lc-
)antarse contra tales escesos, y desórdenes, sn cc"-
guedad será lan dcsdicbad;t y sensi ble, como la vues-
tra, padres mios, puesto que unos, y otros, podcis
igualmente temer las palabras de S. Agustín sobre
Jo que JESUCI\lSTO sienta en el evan¡;clio: ¡Hay! de
los ciego¡ que guirm; ¡hay! dt los ciegos que los sigm;
V.lE cctcis du&l11/ibus, t'le uuis su¡urntibus . L. 3, c0111':
Parm c. 4.
1\:las pat·n c¡uo de aqui en aclel~nt c no ¡oodais
dar semejantes impresion es á otr os , ni tomarl¡¡s
Yosotros mismos, os diré , padt·cs mios, tengo ' cr-
gii() nzn que h;o~· a de cnscti;o ros ·lo c1uc tlcbcl'ia

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-17'... -
;~pr<'rulcr de vosotros; os diré pues, las regl~s ó in-
rlitios r¡u e los padres de In iglesia nos han dado,
por donde porla mos conocer si hrs r eprension es
son efecto de la piedad y amor , ó de la impiedad
y ódio.
E s la primera, que el espíritu de piedad siem-
pre obli~~a habla r con verdad y siucerido!l , en lu-
gar que la envidia y el ódio se valen de la mentira
~· de la calumnia: Splendenti a tt vtlrementia, sed re-
bas vcris, dice S. Agustín , De doct. Chr. l. 4, c. 28.
Cualquier a que se val e de la mentira obra por ins-
tinto del demonio. No bay direccion de inlencion
que pueda justificar la cnlumnia; y aunque impor-
tará 1 ~ conve rsion de todo el mund o, no seria lici-
to quitar la re pulacion á personas inocentes; por-
<¡ue no se puede hacer el menor mal para sacar el
mayor bien, y la 11erdr11l dio in a 110 11ccesita de nues-
tra me11tira, segun la escrilurn , Job. 13, 7. Debtll
los dr{ensorcs de la verdad, dice 5. Jfilnrio , cont.
Consl, no alet¡ar sino 11erdwl es. A si , pad res mios,
puedo decir li bremente, tomando á Dios por testi-
go, que no bay cosa r1ue yo mas aborrezca , como
ofender en lo mas míni mo Íl la verdad; y que he
t enido siempre t'SpCcial cuidado, 110 solo de
falsificar, que seria borrible, pero ni dé alterar 6
no
mudar en nada el sentido de un lu g.rr. De suerte
1¡ue si osara valerme en esta oc3sion de las .. pala-
lmls del mismo, S. Hil a rio, podria deciros con 61:
~¡decimos falsedades, que tlttestro& discursos sean te·
ttidos por infames; pero si mosl!·amos que las cosas
que decimos son piÍblt:cas y not01'ias, 11 0 saldremos de
la modestia y lib1:1·tad apost6lira, si las viluperamos.
Pero no basta , padres mios, que no se digan
sino YCrdades, porqu e no siempre ~u han de decir

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- 175-
tnclas, pur.s solo so pueden dt•scuhria· las qu e produ-.:
<;en algun fruto, y no lns !IIIC pu!ldcn ofend er sin
prorccho. Y. osi como In {ll'imern regla es hablar
con verdad, la segunda consiste en hablar con clis-
crecion. L os malos, di ce S. Agustí n, Ep. 48,persi-
guen á los btwtos siguiendo ci,gammte la pasíon que
les anima; m lugar que l(ls buenos pernguen á los
malos con la sabia discrecion, lo mismo que los cim-
jt~nos considtran lo que cortan, y los homicidas no
miran como hieren. Bien snbcis, pndres mios, que
de todas las máximas de vuestr os autores, no he
refer ido las qu" os podían causar mas sentimiento,
aunque pudiera haberlo hecho, sin salir de los lími-
tes de la discrecioo, a imitacion de hombres muy
doctos y mu y católicos, que lo hicieron. Y los que
bao leido vuestros autores, snhcn tan bien como
vosotros cuan repo rtado y r emiso he andado en es-
ta par te; ademas que de ninguna manera he ha-
blado contra lo que toca á cada uno en par ticular,
y me pesara hab!lr descubierto nlguna fa lta secreta
y personal, aunque la pudiese probur ; porque s6
que estos so n efectos del odio y la mala volun tad,
y que no se puede llegar á ese estremo, á menos
t]Ue sea necesario y urgente por el bien de In Igle-
sia. Luego es visiole y constante que no falte á la
discrccioo en todo cu~nto hube de tl ecir acerca do
las máximas de vuéstrn moral; y quo teneis mas
razon para alabar mi modcracion, que para queja·
r os de mi indiscrecion.
La tercern regla, p.ulres mios, es que cuando
uo hombre ba de usar de algunas mofas, segun el
11spíritu de piedad, no lasdobc cm ph·nr sino es con-
tra los errores, y no coutra lo s:ag t·:~•!o; ~· por lo con-
trario el espíritu de truhane ría, de impirrlad ~ de

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- 176-
se rio y hud_t• de las cosas mas santas. Ya
)¡(' l't!gín,
me he jusi ifit·atlo sobre este punto: y está muy :1ge-
uo de ese vicio, qui en no Ir;~ la sino ~e r ef1!rir las
opiniones de I' Ucslros autorr s, como yo he hecho.
Finalmente, padres JUios, para abrevia!' con es•
tns re~las, no diré mas do esta, r¡u e es el ¡H·inci-
pio y fin de las demás. Y es que la ca ridad nos
obli:;a á tener un deseo interio r dtJ snl vncion de las
personas que reprendemos, y :i t¡ue rogurm os á Dios
por ellos. Siem¡wc es menes ter, di ce S. Agusli n,
.Ep. 5, conser·var la curitlud f/1 lo interior tlel cora-
.:on, aun cuando lwy obliyacion de tratm· á los hom-
bres con alyu~~a aspq1·eza, mm que bicnhccltora ,Itabien-
do de atender mas á pn¡czwarlts su tllilida d, que S!l
satis{uccion. No piruso, p¡uJres mios, qu e se puede
hnllar en mis ca rtas po•· tlonol c se pueda notar que
no he tenido rsc J eseo de I'Uesl ra sal\'acion . y así
)a ca ritliid 05 olJJi ga Ú CI'CCI' C)lle le he tenido t•fcc-
tivamcntc, !'Uando no podcis co nocer lo contra rio.
Luego es evidente, qu e no potlcis mostr ar que yo
lwya pecado contra est11 rcg l ;~ , ni contra oh· a algu-
na de l:~s que la cn ri,Jatl ohlign ohscr n r; por lo que
no podcis deci r c¡ue be faltado contra ella en mis
c:~ rt:~s.

l'ero si qu ereis tene•· el placer, padres mios,


!J UC os h·aiga brevemente algunos lug:, rcs donde se
peca con tra todas estas regltts, y donde entra la
truhan ería, la envidia y el odio, yo os citaré e~cm­
J>Ios palpables; y para ¡¡ue os sean mas conocidos y
familittrcs, los IOtn;oré Je vucstt·os mismos escrit os.
Comencemos por la forma indign a que vuestros
autores tienen en bablur de las cosas sa nt as, or;~ sen
en sus chnco t;~s, ora en sus 'galao terlas, ora en sus
discursos gral'eS. ¿lial ~ais vosot r os que los cuentos

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-177-
ridír.ulos de vuestro provincial el P . llinel en su
Consue!o de enfermos, sean propios para el intento
que se p•·opuso de consolar cristiana111ente á los que
Dios nnige? ¿Oireis que el estilo profano y afemina-
do, con 1¡ue vuestro ¡>. 111oinc h<~bla de la piedad,
en su Decocion {ucil, no sea mas propio parn indu-
cir los lectores á que menospr ecien y se· rían de
la virtud cristiana , que para escitarles la debida ve-
nera cion ? ¿Todo su libro de Pintw·as 1nora/es, asi
en pros" como en ver so, es mas de una represcn -
tacion de un espiritu lleno de la vanidad y locuras
del mundo? ¿Es obra digna ue un sacerdot e, aquella
oda de su VII libro, tiLulada, Elogio del pudor, don-
de 11111estra, 'JIIC todo lo hermoso es colorado ó sugeto
á ponerse co/oraclo? Esto hi1.o para consolar á una
dama 1¡ue llama Delfina, po•·quc se volvia muchas
veces colorada . Dice pues, á cada estancia, que hay
algun~s cosas de las que mas se estiman que son
colorada s, como las rosas, las granadas , la boca, la
lengua ; y por medio de estas galanlerl ns vergonzo -
sas para un religioso , se atreve insolente mente á
mrzchu· aquellos espírilus bien aventura dos , que
asisten de lante de la ,\Jagcstad divina , y que los
cr istianos no deb en tomar en la h oca sino con mu-
cha ycncraci ou. .

l u Chért1bit11, ' ' ' glorieuz,


Comt,oS~.t tle tete el de ptume,
Que D;eltlliJ SOn e.tpJ"it ClltfUUB,
Rl qu-il dcloire de su íeu;t;
Ces ill111tres (a~es volantes
Sotlt toujour~ tOtt!JU et brc4lantet
Soit tlu (eu tle Dieu, soit dtt leur,
l:.'t dans ltuu·s fl cunm,e,, m!.lluelles
l"ont du mou vemt t&t ele le-ursa u,.,
1:!

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-178 -
Url icenlail á leur chaleur.
Jtlail la rovgeur ielate en toi,
DE.LPIJtSB, auec, plu& d:(HJ(IUI(Jgr.
Quottd l, lumneur esl .tttt• tou t"iso!Je
l'etu de JJOur¡Jre comme un Roi,. ...

Estos Querubines santos y gloriosos


Que cobcza y plumas reunen vistosos,
Que Dios eou su so(llo Cl:c.:iemlc radiauto
Y luz de sus ojos inrundc brillantr:
Aquestos ilustrts semblantes olados
Siempre c::;t6n ardienlrs, sirmprc rolorthlos,
llicn StO del rurgo de Dios poseído~,
O del suyo propio que están encendido~,
Y en sus rnntu3s Ita mas su plumo ~e ogi ln
l'ormondo ob:onico !lile el calor t•scita,
Pero el sonrosado que en ti rrspla ndcrc,
DeLVIN.,, ''entojns moyores o frct<'J
Cuando tu semblante de pudor tnovido
Su púrpura ostenta como rey vcstitlo .....

¿Qué decls á estos versos, p~dres mios? ¿EstO\


ponderacion y prdcrencia del color rosado de Del-
fina al ardor de aquellos espíritus, que no tie nen
otro sino la carid ad; la comp:;rn ciou do un abanico
con aquellas alas rnislerio?as, os parece muy cris-.
tiana en boca qu e consag1·a cada día el cuerpo ado-
rado de J HSOCJ\ISTo? Di en s6 que no lo ha dicho
sino por mera galanteri<~; pero esto si qu e es reir
de It.s cosas santas. En vcrd~d, que si se le hiciera
la debida justicia, no se libl'aría de una censu -
ra, por mas que quisiera valerse de la rnz on que
pone en su L ibl'o 1, y que no merece menos cens u-
r a: Que lct S01·bonct 110 tienr. jw·isdiccion sobre el
Parnaso, y qtte los errores que en aquel país se co -
meten, no esiÚII sugrtos idas cet!sttrcts, 11i á la in-

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-179-
IJliWClOII , como si lo fuera prohibido ser hlasfe-
mo é impío en prosa, y no en verso. Por lo menos
este ,Ji sc urso que pone en el prefacio del mismo
Jihro no se libraría con esa razon. Que el a{;r1a del
•·io, tí cuyas orillas- compuso sus ve1·sos, es 1011 propia
para lwccr p oa ,rs, que mmque se t'Oivicra toda agua
bmdtia, no seria suficimte para retirttr al demonio de
la porsia. T ampoco se libraría este otro lugar de
vuestr·o P. Garassa en su Suma de verdades ctrpita-
lts de la religion, p. 649, donde junta la blasfemia
con la heregín , hablando del misterio sagrado de la
Encarnac ion de es ta manera: La pe•·sonalidad huma-
na estuvo· como injerida, ó pursta á caballo sobre la
personalidad del verbo. ·¡ este del mismo autor,
p. 51O, sin citar otros muchos, donde dice acerca
dd nomhre de l Esos, !fUC se forma ordinaria men-
te asi,

1 ¡í ¡ S

Que ltay o/g¡¡nos que le lum quitado la cruz pam to-


mar solo las lttt·as ti~ esta srrertt,

1 B S

q11e es lo misma, que tm JESUS desvalijado.


De esta manera t ratais vosotros indignam ente
bs ver da des do la relí gion, contra la r egla inviola-
ble CJUC oblí:p (, lratarlns con toda r everencia. Y 11.0

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-1SO.:..:.
con mrnor temeridad y osadía ,·nis contra la regla
que obliga á uo.hablar sino <:on ve• dad y discrecion.
¿Decidmc hay cosa mas ordinaria <'U vuc~tros es-
critos qu~ la calumnin? ¡,Ihllase sinceridad alguna
en los del 1'. U•·isncicr? ¿llabla este pnd1·c con \er-
dnd, cuando di ce, /¡, J>urt. ¡>. 24 y 25, que las reli-
giosas de Puerto 11cn 1 no baí:en oracion á los S;on-
tos y que no tienen im:ígl'ncs <'ll su Iglesia? ¿No
son estas ralsedatl•·s horril>les, cuando todo Paris
está viendo lo conlJ·¡¡rio? ¿Y hah'a con modestia y
disc rccion, cuando dif;tn>~ y dt•silorn la inocencia
de estas doncellas, sin rcpMar en la pureza y aus-
teridad que obserl'an; cuando las ll.tma doncellas
impenitentes, sac•·umc•H<JI'ias, sin t()lllllllion, t'lrgel!cs,
locus, (anlá$licas, (ala!Jánicas, desl's¡)(rlldas y todo·
lo que quisiercis, y cuando las dcsncrc<litn con otras
calumnias y con tales ralscdadcs, que rncrecicron la
censura pública del Ar·zohispo de París? ¿Y no IUI' O
,·crgücnza de cnlumni:~r snccr·cl ut(•S do ' •ida l'gem-
pbr, hasta decir·, 1. ¡Htrl. p. 21 , que pructicult no-
vedades en las ~uu(esiOilfS, ¡>nm atraer e\ las llllt!)r!·es
lrennosas y e\ lus sim¡Jics; y que tenia horror de rt{e-
,.¡,. _tos delitos abominables qtte cometen? ¿No es unn
t emeridad inlolcrnhlc llcgtll' á calumuins tan atro-
ces, no solamente sin prueba, pero sin el mcuor·
asomo 6 apariencia de rcrdad? No me alargnrl> á
deci ros mas sobre e~tc punto, lo rescrro p:orn otra
ocnsion; porque bnstn <'Slo por ;•hora, pnra daros á
conocer que rosotros pccnis, no solo co ntra In I'Cr-
dnd, si no tambum c<•ntr,, la modcstin y discrcdon á
un mismo tiempo.
l'ero puede ser que se diga , que io lo menos
no hal>ris perndo conll·n la última r egla, que obliga
á desear la su!vacion de aque~los 11ue calumninis; y

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- ISi-
que nada e podd acusaros da esto, sin quer~r leme-
rarianv!n te descubr ir el secreto interior de vues-
tro corazo 1, ttue solo Dios puede conocer. Sin
embaq~o es cosa estrniw, padres mios , que hasta
en esto se encuentre con que poderos con vencer,
y. mostrar qu e el bdio que leneis á vuestt·os adrer-
sarios, os ltá llevado á dt·searles la coo1eoac ioo
eterna, y vuestra ceguedntl há sido tanta que no
habois eocuhicr lo un deseo tan ahomionll le, y eslu-
ví>teis tao a gen os de desearles la S<tlvacion, que
antes babeis instituido rogativas públicai para pe-
di r á Dios que I<Js condene ; y dcspues de haber
hecho estas roga ti,•as en la ciudn,l de Caen, con es-
cámhllo de toda la iglesia, os ltahe is atnH ido lue-
go en l'aris á sostcnet· y á probar e n rucs tt· os trs-
critos impresos una accion tan diabólica. No hay
mas que decir, y no pueden los escesos contra la
piedad se r mas horrible~. Hacer burla indigoarn eo ·
te dulas cosas sag rndAs, ca lnmniar vírgenes y sa-
cert.lotes con tanta false dad y escánda lo ; y fina.l-
mcnte rorm ar des1•os y rogativas pnra la c:ondcoa -
cion etcrnn cl u sus atlvca·sarios, ¿puede ser u1ayor
ma ldad? No s6, padres u1ios, como no se o~ cubre
la cara de vcrgüeu~a y confusio n, ni como os ha-
beis r es uello á a~;usarm () de habct· faltado á In ca-
ridad, habie ndo yo bab lndo con tanta verdad y con
tanto comeclimicnt<', sin hacn rcflcl'iou <Í los hor-
ribl es qoebrnnl ;unien los de la caridad que vosotros
mismos comctcis con vuest ros csceso. dctcst<tbles.
Finalmen te, padre~ mios, p;u·H ncabar con otra
obgecioo que me h~ccis, dici endo que de tantas
máximas que r efiero, hay algunas qu e otros os hao
ecbado ya Cll C<t ra, y OS qucjais que t>ttcha á decir
lo mismo que otros d iyerun ; rcs¡1ondo , c¡ull por

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-182-
cuanto no os habeis corregid o, os lo vuelro á re-
petir. ¿Qué fruto han sacado los doctores insignes
y aun la universid ad toda en reprend eros con tan-
tos escritos? ¿Qué hicieron vuestros padres Annat,
Caussin, Pinterea u y 1\ioine, e n sus r espuesta s, si-
no cubrir de injurias ¡Í cu~ntos les hahian dado l~s
:~dmoniciones l:ln saludables? ¿Habeis suprimid o los
libros donde se contiene n cst!ls máximas pernicio -
sas? ¿Habéis r eprendid o á los autores? ¿Os habéis
hecho mas circunspe ctos? ¿ '6 bá sido despues aca,
cuando se imprimió muchas veces Escobar en Es-
pa•ia, en Francia y en los Paises Da jos; y cuamlo
vuestros padres Ccllot, Jla got, Daunio, Lam y y
otros, publicaro n Lodos los dias la_s mismas doctl"i-
nas, y aun oh·:~s lotlav ia mas licencios as é imperti-
nentes? No teneis que quejaros , padres mios, de
que yo os baya echado "en Cllra las máximas que
hasl:l aho1·a no ha beis abandona do, ni ele que os ha-
ya reprendi do sobre otras mas, y haya hecho mofa
de todas. Si qucreis considerarl¡¡s bien, hallareis en
ellas vuestra confusion y mi defensa. ¿Quié n podrá
!leLener la risa, viendo la dccision del P. Baunio en
favor de l que pone fuego {¡ una hera; la del P . Cc-
lloL para escusar la restitucio n ; la regla de San-
chez en favor do los h<!chiceros; el modo con que
.Hurtado evita el pecado del duelo, con pretcsto de
pasearse en un campo, a¡¡ uardar11lo á un hombre;
las cspresion es del P. Baunio para escusnr la usu-
ra; la forma de evitar la simon ía con una vuelta
ele inlcncion; y la ma ner a de evitar la mentira, h;~­
hlando ya en :tlt~ voz, y p en voz baj:t, y las <lemas
opiniones ridículas clll \' u cslrl's . m~s graves docto-
r es? ¿Hé menester mas, p:nh·es mios, p¡u·a mi jus-
Lilicacion? ¿Ht'Y cosa mas debicla á /u vanidael y fla.

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-J8 3-
que::a de estas ·opi11iones qué lamo {a y la risa., se-
pcion
gun Tertu liano ? Mas , padre s mios , la corru
m-
que 1·uest ras máxi mas intro duce n en las costu
bres. es dign¡¡ de otra considerac ion; y podr
é pre-
guntar con el mism o Tertu liano , ad Nat, /. 2, c. 12.
¿lleí reme de la vanidad ó deplo rat·e lctceg uedad ? í RI-
M 1lanitatem, au exprobrcm cmcita lt111? Yo creo,
JIIlA
que ¡>Uedo reir y llorar á mi P.lcccion. H.-E e tolerabilitiS
vel riclcntur t·e/ 'flwtut·, dice S. Agus tín, Cont.

J.'aus t. l. 20, c. G. Sabe d pues , que hay tiempo
no
nir y tiempo de llorar, segu n la escri tura. Y
quisicr:~, pallrc s mios , que se l'erifi case
en voso tros
la Ycrdad de estas palal.Jras de Jos P rober vios:
que
hay homu1·es tan fuera de m:;on, ljtle'no puede el sa-
bio tener satis{ctcciou , ele cualquiera 111anera que obre
co11 ellos, sea que serio, ósea que se enoje.

Paris, 3 de Agosto ele 1656.

is
Al co nclui r cst:~, be 'islo un escri to que habe
tor acerc a de seis
pu1Jlic3do, acusá ndom e de impos
ia con
de ''uest ras máxi mas, y de tener intel igenc
s pron -
los hereg es; esper o, padres mios, <¡ne verei
ten-
to una respu esta csact a, y que en su virtu d no
istir en csla cli\sc de acusa cion.
drcis ánimo de pers

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Re(utacion de las sutile.::as de los jesuitas acerca áe
la limosna y la simonia.

lt llVIliii!NOOS PAOJ\ES M IOS:

Dispuesto estaba para escribiros acerca de léls


injurias que de tanto tiempo acá me dirigis en
-vuestros escritos, llamándome impío, truhan, ig-
norante ( ai'Sallle, impostor·, ca/tliiii!ÍOdor, flltntiroso,
herege, calvinista dis(ra;.ado, discípulo de Dumoulin,
y poseido ele wta legion de demon·ios, y lo dcmas que
os agrad a. Qucria d;o t· á co nocer al mundo la razon
porque me lratais de esta suerte; y es que me pe-
sara que me tuviesen por tal, y habü rcsul'ho ttue-
jarme de -vuestras calumnias y de vuestras f:olseda-
des; cuando aun mismo tiempo llegaron á mis ma-
nos vuestras r espuestas, donde me acusuis de esto
mismo, y decís c¡ue yo soy el calumniador y el f¡ol -
sario. Con <toe me IHO heis obligado á mudar de in-
tento, y á lomar la pao·te de defensor, dejando la de
actor: sin emliargo, no In dejar é del todo, porque
espero que dcfcndicnd omc, os he de convencer de
mas verdaderas irnposlunts , que las c¡uc vosotros

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-18 3 -
pa-
me habeis im1mtado falsament e. En verdad,
yo de esta sosp echa
dres mios, que mas libre e~toy
siendo
que vosotros; porque no es verosímil que
nn cuer -
solo, sin fuer·zas ni apoyo humano, contra
tic-
po tan grande, no ten\en tlo otras :trmas ni otra
era
Censa, mas de la sinccritlad y •·erdad, me hubi
sgitn dom e á ser conv en-
espucslo á perderlas, arrie
siado
cido como un men tiroso y falsa rio. Es dema
s en las cues tione s de
facil th~sc ubl'ir las falsedade
rian hom -
hech o, corno lo son estas; y no fa:tn
no se
bres que me acusiu·au luego, y es cierto que
mios,
les ncgaria la justi cia. PHo I'OSOllOS, padres
cont ra
no os ballais en este estado , y podeis decir
quien
mi cuanto se os antojitra, sin que yo halle de
poderme valer. Por esta difer encia que bay de vo-
ese otras razon es. es
sotros á mí, atAnque no hubi
cto, para
forzoso qu e ande yo Yigilant.e y circunspe
o de
no decir cosa que tenga el mas mínimo asom
tros me
falsedad Íl imprudencia. Sin embargo, Yoso
fa ls;~ri o insig ne, y asi, me forzais
tratais coml) á un
sabc i> que no puedo
éÍ que me defienda: pero bieu
o vues t ras m;ix i-
defenderme, sin eSJ)One r de nuev
los punt os de
. mas , y sin desc ubri r mus á fondo
bue-
vuestm moral; en lo cual yo dud o qu e scais
vues -
nos pollticos. La guer ra se hace dentro de.
is pen-
tra caM, y ;i costa Vues tra; y aunque h:thc
cu(•stione s con térm inos
sado, que ofuscando las
seria n larga s , oscu ras
esco lástic os, las rcspucst<tS
que no os suce -
y diflciles de emprender, espero
ue proc urar ó
derá, como io babeis imaginado, porq
ro de
cansaros lo menos que pudiere en este géne
de di-
escri bir. Vuestr:ts máximas tienen no s6 qué
rclnd
vertido, que alegran ú cuantos l:.s ven. Ucco
os sois les t¡ue me po ~
al menos r¡ue ,·osott·os mism

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-18G-
neis en esle empeiio, y veamos quien se defenderá
mejor.
La primera de vuestras falsedades es sobre la
opinion de YtHfJIIU acerca tle l 'l limomtt. Sufrid pues
que yo la esplicJUC con lisura, para que no baya
oscuritla¡i en nuestras disputas. Cosa clara es, pa-
llres mios, que segun la mente de la iglesia bay
dos preceptos para la limosna, el uno, de dar de lo
s"¡Jér(ltw en lar >tcusidat!es ordinarias tú los pobres,
y d otro , tÚ: ,[,u· rle ar¡11clt:J misnlv lJ"C es necesario pcn·a
sos/cJ¡cr su cstrul.J, m lar 11eccsidades cslrcmas. Es lo
que dice Ca yetano, siguiendo á Santo Tomas; ole
manera que para bacet· ver el espirilo de Vas-
I}Uez acerca de la limosna, es preciso mostrar co-
DlO la ba regulado, tanto en la < ¡ue debe hacerse
de lo supérnua, como la que Sl' debe hacer de lo
necesario.
La de lo supérOuo, que es el mas ordinario so-
corro ele los pobres , se halla enteramente abolida
con sola esta máxima, de El . c. 4, tt. 14, que pu-
se en mis carlas: L 7 que los SC!Jlarcs guarda,. para
levantar su estaJ.ItJ ó ti ele s~tt parientes, no se llama
s~tpér/ltw; .1f asi apenas se ltallarti jamds que Itaya stt •
p ét:/ltt:J, ni tUlll enl.re los t·r.yes. Billll veis , padres
mios, por esla clel!nicion de Vasqucz , que los que
tu vieran anúicion, no tendrán supérOuo, y que así
la limosna queda abolida en la mayor parle de los
s()glnrcs. Y puesto el caso, que lo vieran supérnuo,
estarían esenios de dar la limosna en las nec esida-
des comunes, s':lgun Vasquez, que se opone á los au-
loro~ que quieren obligar los ricos á esto. Estas
son sus pala1Jr11s, c. 1, d. 4., n. 32, C6rdoba mseila
qtte Clt'llldo tlll ltom~re tiene srtpérfltw, cstí1 obligado
á d:,wle de limus113. á los qtlc están en una ncccsid11d

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-18 7-
en
ordinaria, al menos en una parle, para cumplir
algtma IIWII61"11 con el" precepto; Pnno I!STO No
M il
QUE UEli OS PII O-
AGitA D .\ , SED IIOC ~O ~ PI .ACET ¡ PQII
D,\110 1.0 COST il.\lliO contr a Caye tano y Navarro.
l(Ue la oh lig<~c ion de esta
De morlo, p~d res mios ,
le
limos na está absol ula!Dentc abrogoda , confot·me
pareció ~ Vnsq ocx.
Cuanto á la li mos na que se debe hacer de lo
necesario, en las necesidades estrcmas y urge ntes,
ar
vereis, por las condiciones que pone para form
en
esla obligacion , qu e los m<1s ricos de Paris pued
vez en 1<~ vida. Solo re fe -
no tenerla ni aun una
La una QUilS E SF.P A si
rirú dos de <'Stas co ndiciones.
a
no liay quien socorra al pobre: JI.EC inleliyo el creltr
lotum n, c. 1 ,
omnia, cuando sero 1lullwn alium upe m
suce -
n. 28. ¿Qué os parece, padres mios, cuand.1
nte
derá el c~so que en Paris, .donde h.oy lanta ge
c<~ritativa, se pucd:1 saber qu e no se
hallará alguno
l¡ne socorra á un pobr e que nos esta p:dicndo? Y
sin emb~ rgo, sino se ti elhl esta notic ia, le ¡•odcmos
des pedir sin socor rerl e, segu n Vas.¡ ucz. La otra
re sea tal.
condiciou es, que la neces id:od d'!l homh
I: Í<l<', 6
que sino le socot-ren, está <Í ¡·iesyo deperde r l<I
comu n.
la rcputacion, ti . 2'1. y 2G; y es te caso no es
Y es raro ef•:ctivam cntc, confo rme :i lo que 61 mis·
mo Vasq ucz di ce, n. 45, quu el pobr e <¡ue csl:.í en
ese estado, r¡ue es cuando admi te <¡ue se le ha de
d:u· limos na, pttedc en conciencia hurta r a/1·ir o pa-
c;~so sea
r·a remediarse. Y nsi , es forzoso <¡oc este
a
muy cstraordin ario, á meno s que Vasqucz 1¡uier
qu~t es ordi1111rinm ente per mitid o el
dar á entender,
do
hurto. De suert e que dcs¡mcs ole hal.e r anula
la oblig acion de dnr limos na de lo supé dluo . sien-
do ese el raudal mas abund<~ nlc de las caridades,

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-188 -
no oblig a á los ricos á dar de lo •¡ue tienen neces
a-
rio, sino cunnt.lo pr rmitc que los pobre s les roh
on.
Esta es la doctr it a de Vasq ucz, dond e vosot
ros
remit ís á los lector C$, para qu e ¡¡pren dan á ser
li-
beral es y limos neros .
Veng o ahora a vuest•·a s falsed ades .. P ara buir
de mis razon es, v~is á busca r con un discu rso
muy
largo , la oblig acion qu e V;tsquez impo ne á
los
ec lesiás ticos de hace•· limos na. Mas yo no toqué
e ste punto , y habla ré de é l cuand o quisi ereis . Aquí
no se trata sino de lo~ st>glares ¡ y aun me parec
e
IJUe qu creis dar á cntc ntle r r¡ ue Vas quez no habló
ele ellos, eo el luga r qu e ci té, sino segun el senti
r
de Caye tano, y no segun su propi o parec er. Pe
ro
- corno no hay cosa mas fa lsa , y por cuant o
no lo
ha beis esplic ado con claridad , quier o c reer,
por
vuest ra repu tacion , •tu e no ha beis tenid o inteo
ciou
de decir lo .
En segu ida os r¡ucjais fuert emen te, de que ha
·
bicmi:J alcgatlo esta máxi ma ele Vasr¡ucz: apena
s se
lwLlarú qlfc lo.s seglt~res , ni atm los ny>.s tengml
supérfluo, haya yo inferi do, l11cgo openas habrá ob.'i·
gaci011 en los ricos de dar limosna de sz1 sttpérflzlo.
¿Pero <loe queré is decir , padre s mios? ¿Si es
vcr-
datl qu e los ri cos apene s tienen supé rllu o, no
será
cierto , que e~~¡ nunc a ostad n oblig~rlos á d;~
r li-
mos na de ello'? Bie n pudie ra form aros un ;~rgu
­
ment o en regla , si Oian~. que laolo estiro"~ Vas-
qucz, C(UC le llam a e l Fenix de los ingenios, no hubie
-
n sacad o igual conse cuenc ia del mism o princ
i pio.
P ot·que , des pues de h~ue r tr·:1ido esta máxi ma
do
Yasq uoz, concl uye dicie ndo: qzte m la cuestion,
si
los t·icos t ienen obligacion de dar limomu ele m Stl-
pérf/ti O, UII/U{tiC /u 0pÍ11i011 que (os ob/Í!JCI .i Cs!O,
{l'e-

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-18~-
tecerá, qut los
se ,-erdt~~ltra, mmr.a 6 casi nrmr.a acon
que se-
oblig11c eu la priíctica. Yo no he hecho mas
de Diana.
guir· , pai.,IJr~ por pab hra , este discurso
es mio s? Cua ndo Diana
¿Quil significa esto, padr
s de Vasq uez, cuan-
refil're con elogios las opinione
para los rico.~,
do lns halla probables y muy cómodas a-
ni es calu mni
como en este mismo lugar lo dice,
baya citad <$
dor ni falsario, ni os quej .ois de que
s mismas
mal á Vasqullz, y cuando yo refiero esta
ingenios,
máximas, pero sin llamarlt: Fen ix de los
r de su doc-
soy no embustero, r.. lsario y adulte rado
s, que en esto se des-
trina . En verdad, padres mio
y el designio
cub re el inte rior de. Yucstro pecho,
·par a que á
que te neis; porque, ¿qué razon bny
cuando los
uno s trateis mal, y agasnjois á oll·os,
misma fide-
unos y los otros igualmente, y con la
res , sin
lidad refie ren los testos dll Yucstros auto
los unos hace n esti ma-
f;rltar pun to; sino porque
otro s nó·? Pero mirad
cioo de vuestra doctrina, y los
tr·o pl'in cipa l in-
<1ue por ahí se conocerá que vucs
de vue stra
lento es conservar el crédito y gloria
tra teol ogía
compañía; supu esto c¡ue mienll·as vues
una cond esce nden cia prudente,
cómoda, pasa por
á los que
bien qucreis. que la pnbliquen, y honrais
porq ue esto s con trib u-
la defienden y alabán, y es
do hay algu no que
yen á vuestro intento; pero cuan
llena de ensa n-
dice, que toda -.:ucstra teología está
o inte rés de
ches perniciosos, entonces, por el mism
esta sea
rues tra sociedad, no que~cis admitir que
y ya no es
vuestra doctrina : y asi yn es vuestra,
se muda,
' 'uestra, no segun la verdad, que jamás
tiem pos, conf ormo al
sino segun la varincion de los
tem port , 11ih il pro-
dicho de un antiguo: QtUti tl pro
vtrit ate.

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- 1!)0-
Mirad lo que hnceis, pad•·cs mios; y p:~rn que
•le aquí en ndclnnte no podn is m:•s acusarm e de ha-
be r saclltlo del prin~ipio de Vnsquez , una conse-
cuencia contra s u mcnt.,, sabed qu.e el mismo la
sacó, c. 1,11. 27: -1pwas lwy nl¡;uno que esté aMiga-
do a dar //moma, CllalldO 110 fwy obfigacion de dar/a
sino esdc lo supctjlu o, sr¡;tmla opinion ele Caytlw w, y
SEGU ~ (..\ MI.\ , ET SECU!'illUM !'iOSTIIt\31. Confesad
pues, padres mios, por el propio testim on io de Yas-
llucz, que l;e seguido con e:~:actiLod su pensamien-
to, y mirad con que concien cia os l•ahcis nt•·evido á
decir, que $i se fuera al origi'/l(d, se lwlladt l 110 sin
admiracio1~, que Vasque:: enseña lo COIJlrarto.
Fiualm enlc haccis alnrde sobre todo lo que de-
cb, que si Ynsq ucz no ohli~a á los ricos~ dar Ji-
mosna de lo surerO uo, en con•pensacion, los obliga
:i darla de lo necesario. Pero os olvidais de tas con-
dicione s c1ue Vasqucz declara se r necesa rias para
impone r es la ohligac ion, las cuales yo referir é, y
son tales qun restrin gen esla .obliga cion de suerle
11ue <'asila anulan del lodo; y en lugar lle nplicar
s u doctrin a sincera mente, os conlen tais con decir
en gcnl'ra l , que Vas1¡ucz ob liga á los ri cos :í dar de
aquello mism.o que necesit an para conser var su es-
tado. Eslo es alargar se demasiado, padres mios; la
regla del evange lio no dice lanlo: esto seria o tro
error, y de este error eslú muy alejado Yasque z •.
l)ara encubr ir su relajac io n, ' 'psolro s lo at ribuís un
esceso de rigor reprens ible, y baceis así que nadie
c rea que le baheis referido lielroeole. Pero no me-
r ece Yazqnez esta reprension habiendo estable cido,
como he demos trado, que los ricos no estan obli-
gados ni de justicia , ni de c~ridad, á da.r limosna de
lo supcl'l luo, y mucho menos de lo necesa rio en lo-

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- t!ll -
dns las ·ncccsitlntl rs ordinar ias de los pobres , y <¡ue
no tit>ncn oLiignr ion de tl;•l' de lo ncrr~nrio, sino en
ciertos c~sos, tan rnros <1ue osi no sucede n jam~s.
Esta es toda \ uestrn ohjccio n; de modo que p
no me queda sino es mostra r con cuanta falsedad,
<1ncrei s dnr á cntt>nd cr que Yo squez sea mas rlgi-
do que Cayet:~no, Y esto será muy faci l , sup,tes to
que este card enal cn;eiia : que ct~alquitra está obli-
gado de jml il'io á tlar limosna. ele m svpcrfluo, attn
e" las necesidades CCI111171CS de los poLrts; porque se-
gun los SS. Padrts, los ricos S(.tl solo disptnsadorcs
ele lo superfluo, y deben distribuirle á los ttecesita.-
dos que quisiet·en. Y asi en lu gnr de Jo que Diana
dice de la doctrin a de Vazquez, que sení muy cómo-
da y muy agradable á los t·icos y á s11s con(tsores,
este carden al, no teniend o srmcjn ntc consue lo que
darles , dice, de Eleem.. c. 6, que lbs ricos atienda n á
utas palabras de Jtsucri.•to: Que tS mas Jnril que m1
cmnello entre por d ojo tle 1111a nlmja, que un r·ico cn
el cielo; y oigan los cor>jesm·es lo que dice el mismo Sc-
tior : si un ciego ¡;ui(• á 01ro, ctJ/1'amboJ rao·án nt el
pt·ecipicio. Mirad si no tenia esta obli¡¡ncion como
indispe nsable. L o mismo ensetinron los l?adrcs y los
Santos , como una verdad irrefrag able. Descasas hay.
dice Santo Tomás ,· 2, 2, q. 1'18 m·t. 4, ad. 2. en
que ltay obligacion de justicia de dar limoma , EX DE-
DITO LllGALI ; el uno, cuando los pobres están etl 11e-
ccsülad, y el 0/1'(), c~tando t enemos bimcs supc1Jiuos.
Y q. S7, m·t. 1, .~d. 4 .. ús terceros dit::mos que los
j11dios debian comer c(Jr. los pobres, fuero" mrmenta-
dos m la ley nruva; po¡"'JIIC Jcs1w·isto quiere que de-
tilOS á los Fobres 110 solo la dédma pmle
, sir10
lodo nue.ftt·o su¡mfb w. Y sin emba rgo no le pla-
ce á Vasqu ez, 1¡ue hn_l'a ollligacion do dar si-

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- 10': !-
quil'ra un a partí' Ul' lo su11e rlluo, tanta rs la aten-
ciou que tiene cou los n eos, durn~ con los pobres,
y oposicion fl los afectos de carid;od que hacen gns-
to>a la verdad dr aq u,•ll;•s palabras de S. Grrgorio,
bien 'In e parece i•spc r;~ á los ricos del siglo. Cumdo
damos á los ¡w!Hcs lo que les es necesario, tos volrcmos
lo que es sa.IJO, no lo que es 11/LC.'i/.n ; y fS 1m dlbu de
justicit• mru que 1mtt obrt• de misericordia. "'G· Pa$l.
p. 3, adm. 2:?.
De esta manera los Santos han cnrargado á los
ri cos, que repartan con los pobres los bienes de la
tierra, si qui eren poseer con ellos los bienes del
cielo.¡ 111ncba diferencia hay de los Santos á •·oso-
Iros, padres mios! Yosot t·os no lt';•t<~i> sino de fo-
mentar la ambiciou y la ava ri cia eu los hombres.
l.a :~mbirio n uunca se cuulcnla, y asi jamas tiene
surcrll uo; y la avaricia rehusa de dur, nunr1ue le
sobre. Los .Sautos por el contrario, bao ruesto todo
cuidado en exortar á los hombres para que den lo
su perfluo, y ha cerl es conocer <1ue siempre tienen
sobrado, sino se dejan llev;u· de la codicia 1¡ue nun-
ca se h;u·w, y sigueu la piedad que es inge niosa y
qu e sa be 1:erccuar y cortar lo necesario, para tener
con que hacer obras de caridad . llfuclto tenemos de
supirjltw, di ce S. Agustín, in Ps. 14 7, smo miramos
mas de á lo necesario ; pero si nos Vámos ti buscar las
t•mútltules, 111111Ca tendremos ba:;tatllt. B uscad, herma-
t~os mios, lo que bflsta á la obra de Dios, es decir á
la naturaleza; y 110 lo que basta á vuestra codicia, que
es obra dol demonio; y atorrlaos que :to su¡mjluo de
lo.r ricos es lo mccsario de los pobres.
Yo quisiera.• padres mi os, <1ue lo que yo os di-
go, sirviese no solamente par.ajustiftcnrme, que se-
ría poco, sino tambi!'o para haceros sentir y abor-

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- 1!)3 -"'-
recer lo que La y de m~lo en las máximas de vuc~­
tros casuist as, á fin de que nos uniésemos en el co-
nocimi ento sincero de las santas reglas del ovangc -
lio, por las c uales seremos juzgad os.
Acerca do la simoní a, c¡uo es el segund o punto,
antes de raspon der á vuestra s obgecio nes, empez a-
ré csplicando vuestra doctrin a sobre esta materi a.
Como os ha beis hallado embara zados entro los cáno-
nes de la iglcsi~, e¡ u e io1ponen hoHibl es penas á
los simoni acos, y la avarici a de tnntos que busca• \
este infame tráG co , habcis seguido vues"tro meto-
do ordinar io, conced iendo á los hombr es lo que
desean , y dando á Dios palabra s y formal idades.
¿Que es lo c¡uc piden los simon iacos, sino dinero por
sus beneficios? Y esto mismo es lo que vosotro s
decís que no es simoní a. Mas por cuanto es nece-
sario que quade el nombra de simonia., y c¡ue baya
donde poderle aplicar , habeis hallado para esto un:t
idc\a imagin nria, que nunca existe en la mente de los
simoni acos, y qu e no les puede servir de nada, y
consist e en estima r el dinero por lo que es en sí,
tanto como e l bien espir itual por lo que cs. Por-
c¡ue ¿c¡uié n so babia de poner á compa rar dos cosas
tan desp roporc ionada s, y de género tan diferente? Y
sin embarg o, como no se haga estn compa rncion me-
tallsica , puede uno·dar su beneGc io á otro, y to-
mar dinero por él sin simoni a, sogun vuestro s au·
lores.
De esta suerte jugais con la religio n, por seguir
las pasione s de los hombr os; mirad sin embarg o
con que graved ad vuestro P . Vnlenc ia saca sus
s ueiios á lux, en el lugar citado en mis cartas, t. 3,
disp. 6, r¡u. 1G,p. S, p. 2014. De dos maneras se puc·
d~ drw rm bien tempor al por 11110 upiritu al; la rma, 1'$• ,
13

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-191· -
t imando mar eltcmp orRl que d espirit ual y esto se·
1
ría simonía; la otra, tomand o el t empora l como un m o·
tivo y fin que muet·e á dar el espirit ual, si11 ltacet· ma·
yor aprecio del tempor al que del espirit ual, y asi no es
simoni a. Y la t•aton es, porque la simonía consist e en
•·ecibir 1m tempor al como justo precio del espirit ual. Lue-
go si se pide el tempor al·, SI P ET.\'fU n TE~ll'OIIALB,
110 como precit1, si110 como motivo que determi11a d con-
ferir el espirit ual, de tting1m modo es simoní a, mmq11c
la i11tencion se e11caminc dit·ectamctlle á poseer el tem·
poral comofin princip al: i\liNlli E erit simoní a, rtiams i
témpora/e pri11cipaliter intmdat~tt· et e:tpert ctur. ¿Y
vues tro iusig ne Sancbez no tuvo una revela cion se-
mejnn te, como r efiere Escob ar, tr. 6, ex 2, n. >iO?
E stas son sus p·alabras : ¿Si se dd un bim t empom t
por 11110 espiritu_al, 110 como PRRCIO , pero como un ! l O-
TI vo que mueve al colator d co11jeride, ó como
un rcéo-
11ocimie11to, si se consiguió tl espirit tUll, 'll/'á simoní a?
Sane/t u asegur a que no, Opuse. t. 2, l. 2, c. 3, d. 23,
"· 1. Y vuestr as conclusiones de Caen, del afio 164.1
enseiía n: que es una opinlo11 probable, que muchos ca·
t ólicos timen, que 110 es simoní a dat· un bien t empora l
p or uno espirit ttal, cttando 110 se rla como precio .
Y en cuanto á Tannero, aqui está su doctri na se-
mejan te á la de Valenc ia, que mostra rá la poca ra-
:zon que lencis de quejar os, de que )'O haya dicho
q ue no es confor me con la doctri na de SnnloTomús;
p ues él mismo lo confiesa en el lugar citado en mi
carla, t. 3, d. 5, 11· 1519. No hay propia y verdade-
ramente simonía, dice, sino es cuando se toma tlll bim
temporal como precio de ullO cspiríwal : pero cunndo
se toma por un motivo qrle incita á dar el espiritual,
ó como wt t·cconocimiento pot· habrrle dado, no es si-
tnonía, á lo menos en concicnc.ia. Y poco dc~pucs:

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:.... 1!)5-
Lo mismo se deiJe de decir, aunque se Gtienda al bien
temporal como fin principal, y aunque se prefiera el
espiritual, bim que Santo l 'omás y otros parecen ser
de contrarío sentir, en cuanto aseguran , que ts simo-
nía absoluta mente, dar w¡ bien espiritual por uno
temporal, cuando el temporal es tl fin.
Esta es, padres mios, vuestr a doctri na ncerca de
la simonía, que vuestr os mejor es autore s enseiían
unanimemente; y no me resta sino respon der á vues-
tras falseda des. Sobre la o pinion de Va lencia no ha-
beis di.:bo nn~a; y asi su sentir subsis te como yo
le he puesto . Pero os parais muy de pro pósito á
defend er á 'fanner·o, y decís que so lamen te decid ió,
que no era simon ía de der ecbo d_ivino, y qucrei s
hacer cr·ecr, <fUe he su pr imido de este 1ugar las pa-
labras , de dereclto divino. Cierto es, padres mios,
que es una sinrazo n; por·qu e estos términ os, de de-
l'tclw divino, nunca estuvi eron en ese lugar. Y luego
decís, que Tanne ro declar a que es una simon ía de
derecho positit·o. Tambi en es engaüo , pad res mios;
porqu e Taonero no dijo esto genera lment e, sino
q nc e n casos partic ular es, I N C¡\St o us A JUR E ESI'ItE S-
SIS, como lo dice en ese 1ugar citado : donde
bace
una c;cepc ion ele la regla genera l , que babia esta-
blecid o así mismo, que 110 es simonía en concicucia;
donde se encier ra que tampoco es una simonía de
det·ech o 110siti v.o , á menos que que rais deci r qu e.
Tanne r o pudo ser tan impío , que hubies e dicho
que una simonía ele derech o positivo ' ·no era si-
monía en conciencia. Pe ro de pr opósit o uudais
buscando estos términ os de derecho .divilw, derecho
positivo, c!crecho natttnll, trib11nal interior yesleriot·,
casos csprtsados e1t el ·de,·echo, presrmcio1t esterna, y
otros poco conoc idos, para ponero s en salvo deba-

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-19G-
jo de esta oscul'itln<l de t6rminos, y que no se veMt
vuestros desaciertos. Mas no habeis de escapar, pa·
dres mios, con estas vanas sutilezas; porque las pre-
guntas que os haró serán tan sencillas y tan claras,
q ne no habrá n menester del distinguo.
P regunto pues, sin hablar de derecho J>Ositivo,
ni de p1·csmtcion cstcrna, ni de tribunal estcrior, ¿si
un beoclici~do será simoníaco, segun el scnti1· de
vuestros autores, dando un beneficio de cua tro mil
libras de r enta, y recibiendo diez mil Dorines di-
nero contado, no como precio del beneficio, mas
como un moti,•o que le incita á darle? Responded-
me sencillamente , padres mios; ¿cómo se r esolve-
rá este caso, segun vuestt·os autores? ¿No dirá Tan-,
nero formalmen te, que no es simonía en conciencia;
p11es que el ttmporal tto es precio clel beneficio, sino
~olo un motivo que le hace dar? ¿Valencia, vuestrns
conclusiones de Cnen, Sanchezy Escobar, no decidi-
r án tambicn, que no es simonía por la misma razon?
¿Ha menester mas ese beneficiado para sali r libre
de simonía? ¿Osaríais tratarle de simoníaco en vues·
t~·os confcson;~rios , fuese ó no fuese es te vuestro
sentir en particu lar; cuando pudiera taparos la
b oca, habiendo ob •·~ do segun el parecet' de tan-
t os doctores grn1•es? Confesad pues, que tal be-
nl'ficiado está escusado de la si monín, segun voso-
tros ensciiais; y luego defended si podeis esta
doctrina.
A si es menester, padres mios, deslindar las
cuestiones en . vez de embroll~l·la s con l6rminos
de esc uela, ó mudando el estado de la c ucs tion, co·
mo vosotros lo bnceis en 1•ucstra ultima acusacion.
T aonero declara por lo menos , qnc semejante ca m-
bio es un pecado granilc; y me dais en cara hahcr

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-H li -
anci••, que le
wpr imi do maliciosmncnle esta circunst
cndcis. l\Ias
justifica totalmente, como vosotros pret
~~~ engailais de muchas man
eras; porque aunque
aba en ese lu-
fuera ''erdad lo que decís, no se trat
sino sob re
gar de mi r.arta sob re si era pecado",
nes muy di-
si era simonia. Y estas son dos cuestio
gan sino á la c¡¡nfe-
fc•·entcs. Los pecados no obli
s1m onia obliga á
sioo, segun vuestras máximas; la
cerá n á mu-
la r esti"tuciou; y·estas dos cosas pare
hahc is ha-
chos muy diversas; por(¡ue aunque
fcsion suave.
llado cspedientcs para hacer la con
la reslitucion.
uo asi, para <JUC fuese agradab le
ros, que el c;oso que
Empe•·o tengo que deci
es sim plem ente ac1uel
Tnnnero acusa de pecado, no
uno temporal,
en que se da un bien espi"ritual r.or
el en <JUC ~de­
siendo el motil'o p•·incip;1l, sino aqu
m11 s que ·el
mi•s, segu n a•1ade, se estima el temporol
rspi riwa l; y es el caso imaginario
<JUe antes digc.
ciere, dll pe-
Y no hace mal de cargar al <JUe le hi
muy tonto, do
cado, pues babia de ser ro u y malo, ó
facilidad, co-
no que rer evi.t ar un pecado con tanta
hac er com p.1racio n del
mo es la de abstenerse de
cuan do es permitido
valor y precio de entramb os,
que Val encia, exa -
dar el uno por el otro . Además
do en dar un
minando en el lugar· citado, si hay pecn
siendo este el
bien cspil'itu~l por uno tempornl,
de los quo
motivo principal, :tlega las razones
uídetur miili
dicen que si, ;niadiendo: Ssn lloc non
satis cert11111: PEll O esto no me pa1·e
ce bc1sta¡¡tementcr
cierto.
c, pro fe-
Pero dcspucs acá, vuestro P . E•·ade Rill
n, ha dccididtl
sor en casos de conciencia en Cae
; porq ue ht~
()Ue de esto no babia niu guo pcc;odo
urando. Es lf'l
opiniones probables van siempre mad

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- 198 -
<¡ue declara en sus escritos del niio HH4., á que se
opuso M. Dupre, Doctor y Proresor en Caen, con un
bravo discurso, impreso, sabido de lodos. Porque
bien que ese P. Erade Bille reconozca que la doctri-
na de Vt1lencia, seguida por el P. Mibard, y conde na-
da en la Sorbona, sea coutraria al se·ntir comun, sos-
pechosa ele simonía en t/;uchas cosas, y castigada tn
jtuticia , cuando se sabe que se practica; no deja de
decir quo es opini on probablo, y por consiguiente
segur a en conciencia; y que en esto, ni hay simonía,
ni pecado. ' Es, di cG, una opinion probable y enseña-
da por muc/ws a¡¡to res católicos, que tiO hay simonía,
:NI l'ECA no· , m dar clinero ú ott·a cosa tempo
ral por
un beneficio, sea por forma de reconocimiento, 6
sea
como un motivo sín et cual no se dada el beneficio;
como tiO se dé como precio igual. Esto es todo cuanto
so puede desear. Y segun todas estas máximas, bien
veis, padres mios, que la simonía será tan rara, que
con ellas, podía haberse librado el mism o Simoo
1\fago, que querl a comp rar el Espirilo Santo, por
!londe fué la imag en de los simoniacos que compran;
y quedaria exen to Giezi , que por un milagro tomó
dinero, por donde fué la figura y representacio'n de
los simoniacos que Tenden. Porq ue sin duda , que
cuand o Simon, como se refier e en los Acto s , o{re-
ci6 dinero á los Apóstoles para gue le diesen el
poder qt~e tenían , ni se sirvió de términos de
compra1', ni de vender, ni de precio; y que no
hizo mas que ofrecer diner o, como un moti
vo
para que le diesen ese bicn _espiritual. Y no siend o
esto simonía, segun vuestros autor es, él se hubiera
librado de la cscomunion de S. Pedro, si hubiese
sabido vuestras maximas. Y esta ignorancia daiió
tambi en á Giezi, GUélJido filé herido de lepra por

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- HlO -
el dine ro de
Elisco! por que no hnhicn<lo recibido
do, sino es co-
aqu el prln cipe , mila gros ame nte cura
prec io igual á la
mo un reco noc imie nto, y no como
milagro, hub ie-
virt ud divina, que bab ia obra do ese
se, so pen a do
ra obligado á Eliseo á qúe le cura
su acci on so fund aba
pecado mor tal ; sup uest o que
res grav es , y que en
sobro la doc trin a de tant os auto
res está n obliga-
sem ejan tes casos, vue stro s confeso
iarl os de la
dos il absolver sus pen iten tes, y á
limp
a corp oral .
lepr a esp iritu al; figurada por la lepr
pod ría ha-
De verd ad, pad res mio s, facilmente
. No sé por -
cer que el mun do se rier a de vosotros
ue no teni a yo
qué os que rics csponer á esto ; porq
vue stra s sobr e este
mas que refe rir o tras máximas
la Práctica do
pun to, com o es ta de E scob ar , en
tr. 6, ex 2,
la simonia segun la compatiía de Jesus,
tl . 4.i . ¿Es simonía, cuando
dos religioso se p1·omete1l
s
tillO á otro, de esta suerte:
dame tu voto para Pro tin -
r? De nin -
cial, y yo te dan í el mio para que seas Prio
simonía pre -
guna manera. Y esta otra n. 14. No es
dine ro, cuan do no se
tende¡· tul beneficio p1·ometiendo
ente ; porq 11e 110 es
tiene voltmtad de pagar efectivam el
o es fingi do y falso
n¡as de una simonia {i11gida, com -
l eza de con
oro q"e ti O es verdadero. Con esta suti el en·
sim onía
ciencia, halló el mo~o, añadiendo á
la
o, de con segu ir ben efic ios sin dine ro y sin sim o-
¡pil
mas; porc¡ue es
nía. 1\.las no teng o luga r para deci r
mnia terc era,
men este r defe nde rme de vue stra calu
acer ca de los ban carr o tas.
Vosotro s
Esta , pad res mio s, es muy gros era.
tiro so sob re la
me decís que soy un fal sari o men
yo de mí mismo;
opin ion de Lessio, que no la cité
r que yo ale-
pero q ue · Esc oba r la trae en un luga
Less io no era
go: y asi aun que fues e verdad que

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-200~
del ¡wrccct' ¡¡uc E~cobar le atriL uj'c, ¿puédc haL~•·
cosa mas injus ta que achac ármc lo á mí? Cuando
yo
cito á Leesio y á otr.os autor es vu'c stros de mi mis-
n1o, conozco 11ue debo r espon der por lo citad
o.
Mas como Escob ar ha recog ido las opiniones
de
veint e y cuatr o de vuest ros padre s, os pregu nto
si
debo s;dit· fiador de otTa cosa mas que lo que cilo
de su libro , y si debo ademas r espon der de las ci-
t<tcioncs que (JI hace en su lugar que yo alegu é. Se-
ria una sin razon . De esto se trnta al prese nte.
He
traído en mi cnrllt el lugar de E scoba r, tt· . 3, ex.
2,
tt. 163, traducido fielm ente, sobre que no decís
' 'OSO tros nada: ¿El r¡uc quicb¡·a, puccü, con S<'{fllridmt
de conciencia , g uarda rla luu:iell(/a que le rs necesaria
]HUY! vi·vit· hoi/CS/amcntc: NI! JlWllC
OJ\rl Y IYAT? DIGO
QUB SI CON L ESSIO j CCll LESSIO ASSEI \0
POSSE , etc.
Sobre esto decís que Lessio no es de este sentir
;
pero mirad dond e os empc üais. Pon1 ue si es ,·c•
dad, <¡ue es de este parec er, screis tenidos por fa
·-
l-
sario s, por haber asegu rado lo contr~rio; y sino
es,
Esco bar será el impo stor: de mane ra que ahora
es
preci so nec:csai'Íamente, que algun o de la coropai'tí~
qued e cOOI'Cncido de falsedad. ¡i\lira d que cscún
-
llalo! Y es que no preve nís las conse cuenc ias. l'a-
l'Í:ceos fJile no hay mes que decir injur ias, sin cou-
~íderar sobre !loien han de caer. ¿Por
qué no hi-
cistcis saber yuest rn dificultad ú Escobar , antes
de
publi carla? El os buLie ra satisf echo. No es difi-
culto so tener nueva s de Valladolid, donde se b!l-
lla con buen a salud , y dond e está nc:~baudo su gr<Hl
Teología morJ l en seis Yolúmcnes , y pued e
se r
11ue sobre el prim ero os diga algo algun dia. Han
l•J remit ido mis di ez prime ras cartas: tamb icn pu

ilié1·ais haber enviado ''ucst ra obgec icu, J' yo
os

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-201 -
ascguro que él os hubiera respondido muy bien:
por11ue sin duda que ha visto cu Lcssio el lugar,
donde están las palabras , NB JtSI'l!CO ilE VIVAT.
l-eerlo bien, padres mios, y lo bailareis como yo,
lib. 2, c. 16, n. 45. Idem colligitur a.perté ex juribus
.;itatis, maximé quoad ea bona IJIHB post ccssionem ac-
quirit, de quibus ttiam is qui debitar cst ex delicto,
potest t·etiuet·e quantum necessariutn es/, ut PI'Osw1
conditione NON ll'iDECOR B V IVAT. ¿PtttS, an ftgts id
permittant de bonis, qure temJIOre i'TIStontis cessionis
habebat? Ita videtut· col/igi tx D. L. qtti bot1is, etc.
No me detendré en mostraros que Lessio, p3ra
autoriza r esta máxima, 3busa de la ley, que no con-
cede á los t¡uebrados, sino lo necesar io simple-
mente para sustentar la vid,, . y no ¡wra susistir
honr~da mente : basta que he justificado á E scoba1·
co ntra tal acusacion ; be hecho m;ts de lo que de -
bi;o. i\las vosotros, padres mios, no cum plis con lo
•¡ue dr.beis; porque es rll<!nester responder al luga r
de Escobar, pues las decisiones son cómodas y cla-
r as, por cua nto están indepe ndi entes de lo que pre-
cede y de lo que se sig ue , y puestas por at·ticulos
hrevcs, por lo que no e~tá n sujetas á vuestra s dis-
tin ciones. Yo os be citado su luga r culero, donde
permite tí los que haccll cesion, yum·dar la hacienda
bastcmte, mmque adqttirida injustamente, para hct-
cer subsistir m familia con honra. Sobre lo cual hi ce
cselamaciones en mis cartas , diciendo: ¿C6mo pa-
d•·cs lit ios, que est1·aií1t caridad es esta, que os obliga
á qtterer que los bimcs estén mas pt·esto en¡1odcr· de
IIIJtlellos que los han mal adquirido, que de los acr·ee-
dores leyíti111os? A esto es menester respond er: y
esto es lo que os embaraza, y que procura is en va •
no eludir bu yendo de la cucstion , y r ecurriend o ,¡

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-202-
oh·os lugares de Lt>ssio, que no conciernen al caso
presente. Pregun to pues, si los fallidos pueden ('11
conciencia seguir esta máxima de E scobar; y mi-
rad bien to ILU e docis. P or<¡ue si respondcis <Ju eno,
¿qué scr5 de ,·uestro dor.tor y de vu es tra doctrina
de la probabilidad? Y si <Íccis que sí, os enviaré al
tribunal. Os quiero dejar en esta ansiedad, padres
mios; porqt~e ya no hay luga r en esta cnrta para
poder pasar á la falsedad siguiente sobre el luga r
de Lessio acerca del homicidio : será para la pri-
men ocasion, y despues segui rá lo demas.
T ampoco tocaré por al1ora las AdYcrtencias lle-
nas de falsedades cscand;~losas con que dais fin á
cada mentira. A lodo responderé por la ca rl a que
espero escribiros, para mostrar el origen rle vues-
tras calum nias. T éngoos lástima , padres mios, de
que os Yalgais de tales medios. Las injurias que
me prod igais no facilitaritn ni darán luz alguna á
vneslr~s controve rsias; y las amenazas grandes y
r onr:as qu e me ecbai.!r, no i'mpedirán qu e me de-
fiendan. Vosotros co nfiais e n vuestra suerte, y no
temcis castigo alguno; mas yo conlio en la verdad
y en la inocencia , qu e ~on las que me apadrinan.
Es estratia y la1·gn goc rr a dond e la violencia pro-
cura oprimi1· la verdad. Todos los esfu erzos de la
violencia no pueden dcbilit~r la verdad, y no sir-
ven sino pnra ensalznrla mas y mas; todns las luces
de la verdad no bastan p:• ra detener la violencia, y
no hacen sino irritarla mas. Cuand o hay fuerza
contra fuerza, la mas poderosa dcstroye y vence á
la mas débil; cunndo los discursos se oponen á los
discur sos , los que son verdaderos y concluyentes
confunden y disipan á los que no tienen mas fJUe
vanidad y mentira: pero la violencia y In verdad no

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-203 -
se pueden vencer una á otra. No por esto se ha de
creer que baya igualdad; porque existe la gran
difer encia, que la violencia tiene su curso limita-
do por o1·den·de 'Dios , que encamina los electos á
la gloria de la verdad perseguida; y la ' 'crdad sub-
siste eter namente, y triunfa por fin de sus enemi-
gos , porque es eterna y lan poder osa como Dios.

9 de Scticmbtc de 1656.

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C!i~trta ~uimn terd,t.

J. u do~tn'11ct de Lessio sobre et laomicidío es la mü-~


ma IJILC la de Victo1·ia. Cuan facil es pasar de lit
fspcwlac:ion (¡ la p1·áctica. J>o,·quc los Jesuitas se
sirven ele esta vana cListincio11, y cuan inútil es pt~­
l'fl justificades.

li H\'llllll .SDOS PADIII!S MIOS:

Acabo de vl'r vuestro último escrito, donde con-


tinuni s cu vuestr as impostur~ s hasta el número do
1•cinto, declarando que con esto dais fin á esta c l¡¡-
so ele acusacion, que hacia vuestra parle p1·imera,
para pnsa1· ¡, la segunda, donde lomare is otu fol'-
mn de. defenderos, mostrnnclo que lwy otros mu-
chos casuislas , que con los vuestros, permitan lc¡s
ensanches. Vco pues ahora, padres mi os, á cuan-
tas falsedades tengo que responder: y pues la c uar-
ta, donde nos paramos, es sobre el hom icidio, se rá
acertado satisfacer á un mismo tiempo il la 11 , 13,
B, l 5, 1G, 17 y 18, porque tratan de lo mismo.
Ju stificaré pues en esta, la l'er dad de mis cita-
~:ionus con tra las falsedades que me incputais. l'cru
po1· cuanto os habeis atrevido á poner en I'Ul'slrus
t!SCl'Í(OS, IJIIC lc¡S . opi'IIÍOIICS ~~~ 'l:tltSII'vS U tl (IJ I'C$ ~O-

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-205 -
bre ~~ tr>tsilwto son conformes (t las tl~cisiones de los
]}(Lpas y ele las leyes eclesiásticas, me obliga reis á des-
truir, en mi carla sigu iente, una propo sicion tan te-
merar ia y tan injuri osa ;i la iglesia. Impor ta de-
mos\r ar que está esenta ·de vuest ras corru p ciones ,
para que los hereg es no pueda n pre1•a lcrse de
' ' uestro s estr·avios, sacando conse cuenc ias que la
desho nren. Y asi viendo por una parte 1•uest ras
múx.itnas pernic iosns, y por olr·a los ca non es de la
iglesia que siemp re las han conde nado, se hallar á
todo junto , lo que se debe evitar , y lo que se de ·
be segui r.
Vuest ra c uarta impos tura es acerca !le Un:\
máxim a qu() trata rl()l homicillio, que vosotr os prC·
lendu i; falsamente que hé atribu ido 6 Lessio; y es
esta: el q"e recibió una bofetada , puccle al mismo
instante pe1·seguir á sr~ enemigo, y aunque sea con h~
-..~pada, no por vengarse mas para 1·eparar
l11 lumra;
y decis que esta opinio n es del casuis ta Victo ria.
No está en esto la disputa; porqu e no hay repu g-
nancia en que se diga que es juntam ente de Vic-
torit~ y de Lcss io; pues que Lessio mismo
dice, qu e
es tambien de Navar ro y de vuest ro P. Enriq uez,
IJne enseñ an, que aquel que recibió una bofeta da, pue·
ele al mismo insta;!le perseguir al agrtsor, y darle, lo~
golpe.• qrte juzgare ser necesarios para reparm· su ho-
nor. Ln cuestion co nsiste en saher si Lessio es del.
sentir de estos autor es, como lo es su comp aitero .
Y ppr· es to vosotr·os atiudi s : que Lrssio no trae e.l/ll
opinion, sino ¡)lira re{ttlarlu; y qtte a$i, yo le atribt'-
!JO un sentir que no alega sino par{l combatirle, y que
esta accion es la mas l'il y la mas vergonzosa qtte
puede com~w· un escritor. Pero yo, padres mios,
sosten go, que no adujo esta opinion, sino pl\1'<1 so-

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-20G-
guirla. Es una cuestion de hecho que será lacil re-
solver. Veamos pues como vosotros probais lo que
decis; y despues vercis cómo pruebo yo lo que
digo.
Para mostrar que I.essio no es de l'Ste sentir,
decís que condena la ,pr áctica. En prueba, nlegais
uno de sus lugares, l. 2, e, 9, n. 82, donde dice:
Condeno la práctica. Convengo que se hallar án estas
palabras, si se buscan, en Lessio núm. 82, donde vo-
sotr os las citais. ¿Mas que se dirá, padres mios, cuan-
do aun mismo tiempo se vea que en ese lugar trata
una cuestion muy diferente de la nuestra; y que la
opinion, que dice no aprueba en la práctica , no es la
que aqui se agita, sino otra muy diversa? Pura acla-
rar el caso, no es menester mas que abrir tll liln·o,
y ver el lugar que vosotros citais; porque alli se
bal13rá su discurso seguido de esta manera.
Trata la cuestion , si se pt~ede matar por tma
bofetada, n. 79, y la concluye n·. 80, sin que en te-
do haya una sola palabra de condenacion. Termi-
nada esta cuestion, empieza otra nuevn en el nrtí-
culo 81, sobre si se puede matar po1· detracciones¡
y en esta. dice n. 82 lo que vosotros citais: Que no
aprueba la práctica.
¿Luego no es cosa vergonzosa, padres mios,
fJUe os atrevais á producir estas palabras, para per-
suadir que Lcssio condena la opinion, de que se
pueda malar por una bofetada; y que no habiendo
aducido otra prueba, triuofeis diciendo : muchos
personas honradas m Paris han conocido esta insigne
falsedad por la lectura de Lessio, y la {é que se ¡>uede
dar al callJilllliador? ¡Cómo, padres mios! ¿De esta
suerte abusais de la creencia que las personas hon-
radas \i(lncn en vosotros? P01ra hólcerlcs entender

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- 207 -
c¡ue Lessio no es de ese sentir, les dejais yer en su
libro un lugar donde condena uno muy direren te.
V como estas pcrson~s no desconlian de vosotro s,
ni piensan examin nr, si cn ese lugar sc trata de la .
cuestion discuti da, les engaiiais en su credulid ad.
Asegur o, padres mios, <¡ue para libraros de una
mentir a tan Yer gonzosa, haheis recurri do á vu es tra
doctrin a los equívo cos, y que leyendo este lugar
en alta voz, hahcis dicho, en voz baja, que alli se .
trataba de otra materia. l\fas no sé si esta r azon,
qu e basta para salisrac er yueslra concien cia, sct·á
suficien te para aplacar h• justa qu eja quo os harán
estas personas honrad as, cuando ' 'ieren que las ha·
beis eugaiiado de esta suerte.
J tnpedid pues, padres mios , que no vean mis
ca rlas, puesto que es el solo medio que os r esta
para conserv ar todavía yuoslro crédito. No lo h<o go
yo asi con las vuestras; yo las remito á todos mis
amigos, deseo ,que todo el mundo las vea, y creo que
tenemos todos razo n. Porque en fin desp ues de ha-
ber publicado esta cuarta impost ura con tanto al-
boroto , quedais inrames y desacreditados , si se lle-
g~t á saber que habeis supuesto un lugar por otro.
Facilm ente se juzgará , que si hubier eis hallado lo
que deseabais sobre esta materi a en Lessio, no lo
hubi erais buscado en otra parte; y que no habeis
acud ido alli, porque no hallareis cosa que fuera
favorab lo á vuostro designio. Dcseabais encont rar
en Lessio lo mismo que decis en vuestra falseda d,
p . tO, linea 12, qr1e tlO convíttne C/1 1Jtle esa opiniort
sea probable en la upect!lativa : y Lessio dice cs-
presam ente en su conclusio n, u. 80: e&ta opinion ,
qu e se puede matar por una horetnda, es probable e1~
la teórica. ¿No es eslo palabr a por palabra lo con-

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-208-
ll'nl'iO de lo qu e rosotros decls? ¿Y quién no ad-
mirará con cuanta osatlía producís en propios tér-
minos lo contrario á una 1•erdad de hecho: de mane-
ra que en vez de concluir con vuestro lugar supues-
to, que Lessio no era de este parecer , se conclu-
ye muy hiende su lugar verdadero, que es con efec-
to del mismo sentir?
Queríais que digern T.essio , que condenaba la
práctica. Y, como ya he dicho , no se hnlla ni una
sola palabra de condenacion en ese lugar; pero dice
asi: partce que tia se dtbe FACIUI ENTE ptrmiti1· la
práclica; IN PI\AXI tlOiltidettll' F.\CILE P l:llllliTTili'\-
DA. ¿Es este, padres mios, el lenguage de un hom-
bre que condena una máxima? ¿Oiríais vosotros
que no es menester permitir {ucilmente en la prác-
ti ca los adulteri os, 6 los inces tos? ¿Nó se debe con-
cluir al contral'io, qu o pues Lessio no dice otra
cosa, sino que' la práctka oo debe sct· pet•mitida fa-
cilmenla, su sentit· es, c1ue esta pr~ ctica puede ser
alguna vez permilida , aunque •·antmen lc? Y c:omo
si quisiera cnscitm· á todo el mundo , ctwndo se
tl ebo permitir, y quit ar lt las personas ofendidas los
escrúpulos que las podrian perturbar mal apropó-
sito, no s~biendo. en que ocasiones le~ es permiti-
do malar en la pl'ilctica, tu vo cuidado de seií<llarlas
lo <1ue deben evitar , para prac ticar esta doctrina
en conciencia. Escuclwdlo , padres mi os : Pat·ece ,
dice, que no se debe ¡¡ermilil' {acilmeu!f, A l:A osA
del peligro que /!ay, quo se obre por ódio, por t:en-
gan::a, con esceso, ó que origine muchos asesinatos. De
modo que es evidente <1ue t!l asesinato será permiti-
do en la prácti ca so¡; un Lcssio, si se evitan estos in-
convenientes , es decir, si se puede ejecutar sin
que ha y:~ ódio , ni venganza 1 y co~1 tales circu ns-

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-209-
iancias, que no sea egemplar para muchos asesina-
tos. ¿Quereis un cgemplo, p<tdres mios'? l\Iiradle
muy nuevo. El de la bofetada de Compiegnc: por-
que habeis de conceder que el <¡uc la recibió, mos-
tró que era muy duetio de los lmpetus de ódio y de
venganza, por la modcracion que tuvo. No le fal-
taba mas que evitar el gran número de bomicidios;
y bien sabcis, que es tan raro que los jesuitas dén
de bofetadas á los oficiales de la casa del rey, que no
había que temer que un asesino en es ta ocasion, hu·
hiera hecbo consecuencia para otros mucbos. Y así
no podreis negar que se podría matar á ese jesuita
con seguridad de conciencia, y que el ofendido podía
en esta ocurrencia practicar la cloctrioa de L cssio.
Y puede ser que lo hubiera bed1o, padt·es mios, si
huhiet·a estudi .. do en ,·ues tra escuela , y si hubiera
aprendido de Escobar, r¡ue un hombre que llá ·reci.::.·
bido una bofetada, quelllt deshonrado, hasta que ltnya
muerto al .que se la di6. Pet·o podcis crcet•, que las
instrucciones muy contrarias <¡ue tomó de un cura:
qoe V(>SOtros no .amais, no han contribuido poco,;
en esta ocasion, para salvar la vida de un jcsuila:
Luego no me bableis mas de estos inconYenien..:
tes . que se pueden er ilar en tan las ocu•·rcucias, ,y"
~ in los c~a les e.l asesinaLo es 'p ermitido, segnn Les-
sio, el\ In práclica. Bien conocieron eslo v·uestros·
autores citados por Escobar en la prá.ctica delltcnil'i-
cidio segun vuestra r.ompa1iía, tr. 1, cx7, n. 48. ¿Ei
permitido, dice, mat:1r á quiw di6 una bofetada?
1-c$sio afirma que es 1>ermitido en la especulativa;
¡JeTO que no se drbe OCOIISejcu· ell la p1·áctica, NON CON-
SU LilNI\U~I'IN PI\,\ X 1, á CUUM dt l Ollio 1/ lle los asesina.:..
tos da1iosos al estado que podriun acontecer. PEt<o LOii
O'l'llVS . uA,s J)J Z\i ,IDO, QUll J;YIL\;'i!;O liSTOS llS-
14

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-210 -
CóNVEN I I!NTES, ES PRIIM ITlOO Y SI!CiiRO ES l. A
rn.\CTlCA: ~ Pll.\ X I PROBA fl!LE ~l ET TOTA,ll
ju:licarunt 1/enriqrut, etc. De esta roao~ra las opi-
niones ván crecie ndo roeo á poco, basta llegar á la
cumbre de la probabilidad: po•·que vosotros llaheis
llevado esta opinion, permitiéndola ~ in distincion
alguna de espcculnl:ion, ni de prálica, en es tos tér-
minos: Es permitido, asi qne se ha 1·ecibido una bo-
fetada, herir coa la espada, no ¡>ara vengarse , sino
¡Jara conse¡·var su honn1. Es lo IJUC han ensenado
vuestros padres en C,•cn el afio 16t 1, en s us escri-
tos públicos, que h1 universidad presentó ni Parla-
mento, con su terce r memorial contra vuestra doc-
•trina del homi cidi o, corno se vé en In p. 339 y 3.10
del libro que entonces se hizo imprimir.
Notad pues, pad1·es mios, qu e vuestros nulore~
mismos destruyen esta vana dist incion de especu-
lacion y de práctica, que la universidad habia
tenido por ridícula, y cuya iu vencion es un secreto
d e vuestra política, que es bien darla á conoce r.
Porque sobre ser neccsal"ia su inteligencia para las
falsedades 15, 16, 17 y 18, es conveniente descubrir
poco á poco los principios de esta política miste-
rtosa.
Cuando emprendisteis la obra de decidir los ca-
sos de conciencia de una manera favorable y aco-
modati cia, hallcis encont rado algunos que solo afec-
tan á la r eligion , como las cuestiones sobre la
conlricion, la penilen ~:ia, el amor de Dios, y todas
las c¡ue conciernen al interior <le las conciencias.
11ero hallasteis ot ros, donde interviene e l E stado
junto con la rc li gion, como son los que toca n á la
usura , á las quiebres, al homicidio, y á otr<IS seme-
j antes. Y es muy sensible para los que tienen un

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-211-
vcrcladci'O · amor y r~s p cto á la iglesia, ver que
en una infinidad de o<·nsiones , donde solo se in-
teresa la religion, hayais hollado las l~yes si n
reserva , sin distiucion , ni temor, como se vé
en vuestras opiniones disolutas contra la peniten-
cia y contra el amor de Dios ; porque sabeis
que no es ac1ui donde Dios rgerce 1·isiblemente su
josticia. lilas donde ' el listado se interesa asi co-
mo la religion , el miedo á la justicia de los
hombres, os bá precisado á repartir l' uestras deci-
siones, y rormar dos cuestiones: la una que llamais
de esptculacicm, donde considerando los delitos co~
roo ellos son en sí, sin miraa· al interes del Es-
tado , y solo á la ley de Dios que los prohíbe,
los babeis permitido sin titubear, destruyendo la
ley de Dios que los condena: la otra, que llamais de
práctica, donde, atendiendo al dni\o que puede
recibir el Estado , y temiendo la presencia de los
magis trados c¡uc man tienen la seguridad pública,
no siempre aprobais en la práctica l;•s murrtes y
l os crímenes qu e juzgais líci tos en la c>pcculacion,
á fin de poneros á cubierto por parle de los jueces.
Sirvan de egem¡!l.o, has decisiones que IJ<tbeis dado,
sobre si se puede mataa· por detracciones. Vuestros
autores, Filurio, ir. 29, cop. 3, mím. 52; Regi-
naldo, l. 2 1, cap. 5, núm. 63: y otros r esponden:
)~&permitido en la especulacion: EX PIIOU.\D ILl OP I-
NIONB LICET; pero:no apruebo la práctico, por el gra1~
número de alevosías que podriatl suce<ler m perjuicio
del E stado, simatóran á todoslosmaldi!itntes; y Iom-
bien serla11 castigados en justicia, los que maJasm por
1sta causa. De esta suerte ' 'uestras opiniones co-
ruionzan á lomar JlÍC , y á manifcstars(} b~jo 4!Stll
distincion, por donde solo drsl•·uis 1~ rcli;ion, si u

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- 2 1'2 ·-
Lcrir totl¡1via sensiblement e ~1 Estado. Así pensai11
eslz,r seguros; pon1uc imagin~i s qu e el crédito y fa-
ma que tencis en la iglesia , impedira <1ue no se
castig11e vu estra nudacia en aco meter á la verdad,
y que las precauciones qu e habeis puest:> para que
estas permisiones no salgnn facilmente en práctica,
os ponen á cubierto por parte de le>s magistrados,
qu e, no siendo jueces de los casos de conciencia,
propiamente no miran, sino á la práctica esterior.
Asi una opinion qu e sería condenada con nombre
de práctica , sale segura con nombre de especu-
Jacion.
Puesto este fund amento, no es dilicuhoso levan-
tar el resto de vucsll·ns máxi m<~s. H.. bia una dis-
t ancia infinita entre la prohibicion qu e Dios há he-
cho de matar, y el permiso especlllati\'O que ' 'u es-
tros autores han dado, mns muy corta es la que hay
de este permiso á la pri1cticn. No restn sino de -
mostrar que lo que es permitido en teoría, es taro-
bien lícito en la p•·ácti c:L Y no fultarán razones
para ello; haltcislas hallado en casos mas difíci-
les. ¿ Quereis ver, padres mios , por donde S<l
.puede ·llega•·? ¿Seguid el razonamiento de Escobar,
que lo ha decidido claa·¡unentc en el primero de los
sei.s tomos de su gran teologla moral, donde mues-
tra baber tenido otras luces que las que tuvo en su
Suma, sacada de vuestros veinte y cuatro ancianos;
porque en luga r que babia pensado en ese tiempo,
qu e podia l•;•bcr opiniones probables en la especu-
lacion, que no fu esen seg uras en la pr;íctica, dcs:-
pucs corroció lo contrario, y en esta ultima obra lo
muestra muy bien, po•· donde se puede ve r que no
solo cada opiniou pro hable en par ticul:~r , sino tam-
llicnla general dot·lrina 1le 1:~ JI!Obahilid:•d madura

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-21 3-
y logr~ aumentos con el tiempo. Escuchadle pues,
ser
in prmloq. c. 3. n. 15: No 1>60, dice, como ¡Jodria
lo
qrte lo que 11arece permitido m la rspeculacion, ti O
ha-
fuese en la práctica; supuesto que lo que se puede
de de lo que se haya perm iti-
cer en la práctica, depen
y que estas cosas n
• o se rlif'tr m·
do en la especulacion;
cian la una de la otm, sino co1110 el efecto de la cm'-
ac-
sa , ¡>m·qtte la t spewlacio11 es·la que deitrmina la
lE, EN SE-
don. D ll llO NOil Sil ))EOU CE QUil Sil PUI!J
L A PltAC TICA L AS
GUIII D,\0 UE CO ~CIMNCI ,\ 1 SI!Gl 11l EN
1

OI'I NION ilS l'll0ll Alllll S líN L A ·llSPEC


y aun
U I.ACIO N,

co11111as se!Juridad que las que no se flan exam inado


co11 ta!IUl exactitud esprcu/atiramenlc.
En verd3tl, p3drcs mios, que 1•uestro Escobar
ra zon~ nl gunas veces demasiado bien.
En efeeto es-
tia tan ligada su teórica con la práctica, que a~ i que
In una se Hrai g6, no tr.neis dificultad de per mitir
la otra sin disimulo. Es lo que se ha '' isto en esta
licenci~ de matar por una bofetada.
De la simple
cspeculncion, Lessio la pasó libre ment e (t una prác-
tica qu e no se debe (<1Cilmmtc permitir. De aqui Es-
pa-
cobar la llevó {t una práctica (acil; y n•estros
n-
<lrcs de Cncn l:t dieron un pe•· miso pleno, sin disli
.
.cion de lcorín y de. pdct ica, como yu lo habcis .visto
De esta mane•·a hace is que crezcan ,·uestras
opini ones poco á poco. Si saliesen á luz de un ·gol-
-
pe, manifcslautlo los csccsos que encierran, causa
rían hol'ro r : pero este p•·ogrcso lento é insen sible
-
dispone blandamente los hombres, y quita el escán
tan
dalo. Y por este medio la, licencia de n1atar,
pri-
od;osa al Estado y ;i la Iglesia , so introduce
e5 de la Iglesia en el
mero en la Tglesia, y dcspn
Estado.
·. El mismo suceso tuvo la opini on de malar por

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-214-
úetracciones; porque há llegado el dia de hoy á una
licencia semejante sin distincion alg una. No me de-
tuviera en alegar lugares dt: vuestros antorcs, si
no fuese necesario para confundir el atrevimiento
qu e habeis tenido de derir dos veres en vuestra
impostura 15, pp . 2G y 30. Que no hay j r.suita qur
permita matar p01· det racciones . Cuando vosotros <le-
cis esto, pad1·cs mios, deberíais tamhien irnp~dir
que yo no lo viese; supuesto que me es tan facil
r es ponder: pon1ue sobre que vuestros padres Jlc-
ginaldo, Filucio, etc. lo han permitido en ]¡, es pe-
culativa, como dejo dicho, y que de alli el princi- .
pio de Escobar D<>S conduce con scguriclad á la
práctica; tengo que deciros además, que te neis
muchos autores que lo ban permitido termin ante-
mento, y ontre otros el P. Hcrcau en sus leccio-
nes publi cas, por lo cual el r ey le puso en arresto
en yuestra casa, por haber ens eñado sob re otros
errores: Que cuando aquel que nos desac,·cdita en pre-
sencia de hombres !wnrados, prosigue en ello, des-
pues de haberle aYúarlo que no pasase adelante, nos es
permiJido mat:v·le; no t•erdaderamente en público por
el escándalo, sino li escondidas, SKD CLAM.
Ya os líe hablado del P. Lamy, ·Y bien ~abeis­
que su doc trina sobre csla materil) ha sirlo conde-
nada en el aiío de 1649, por la universidad de Lo-
haioa. Y sin embargo no hace dos mesrs que rucs-
tro P. ll ois Ita sostenido en Rueo esta misma doc-
trina, y ltá cnseü;,clo: Que es p ennitido d !m 1·tligioso
difender la lumra que adquirió por su vh·ttul, AUN-
QUE SRA MATANDO al que le qtu"ta la,·eputa-
cion, ETIA:\1 CUM JIWRTE INV ASORIS. Y cau-
só tal escándalo en csn villa, que todos los curas
se aunaron para imponarle silencio, y obligarle á

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-21 :3-
cia ecle-
r elrn cbr su doct rina por 'ia de la justi
ante el tribunal
siástica: y está al pres ente la C.1US il

del oflcio.
¿Cómo
¿Luego qu é queréis deci r, padres mios?
de parc -
osais todavía afi rma r, que niug rm J e.willl es
a menes-
ur que se pued11 malar por dttmcciou~s? ¿Er
opiniones
t er mas pnra conv encr ros, que lr:~e r las
l ros mism os aleg ais; su-
de vuestros padr es que voso
ih•am cnte de ma-
pues to que no defienden espc cula
n del da?io r¡ue
lar, si no solo en ht práctica, por ra:zo
rs mios , si en
¡ucc dicra 111 E .<ltrdo? Porc¡uc, p~dr
exam inar ,
nues tras contiendas no se !rala , sino de
de Dios
si es vcrdncl <1ue hobeis rlcsl rnido la ley
icidi o: y no se preg unta si ba-
f iUC proh ibe el hom
sino á la r cligi on, ¿á qoó
bei> vfendido al Eslr:do,
uta, pat·n most rar que
vien e pues este género de disp
do á un mi ~mo
no h<theis tocado :ti Estado, cuan
Religion,
lit\mpo b;tceis ' 'er que lwbeis destruid o la
l sM-
diciendo, como vosotros deci sp. 28, l . 3:
Quee
r
tiJo de Jl;gilltrltlo sobre la opinion de pode
71Uii! lt'
r· vnlcrse de
pm· drtmcciu nu, es que puede 1111 parlicrtla
cons idcrd ndclo simp lcmu .te
r.•le gt!nero de t!ifr nsa,
amc csln vucs-
r.o11W ello r.s M sli' No exijo mns,
hasl
ros. U11 pwt :'ar/a r, de-
11'1\ <'onf~·sion para conf undi
sa, es deci r,
ds ''oso lros, purdc 't'fller.<c de esta drfm
nrlolo corno
p•Je:le matnr por detracci ones , co11sirlcrá
rilo es m sí. Y por consiguiente, padr es
mios , la ley
ada con es-
de Dios fJUC probihc mat ar, queda ;wul
to decision .
cons c-
Y no sirve de nnda que "osotros digais
, a1m
culivamcnle, que esto es il g üimo y cnm
inal
sy r-
.fr!Jil~ la ley de Dios, a' cnusa de los l10micidio
(ÜSÓ
llt lrny oblí-
dcnes fJI/.1' suceduírm m d E<tado, P'"'fJ
de mira r por el E sirrdo . Esto
gacio11 pam co11 Dio.¡

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-21G -
es sali rse de l11 cucslion . P orque, padres mios, dos
l.e yes ha y que obser va r: la una que pr ohibe malar,
la otra que prohibe pcrjudi.-ar ;~l Estado. Puede ser
que Reg inDido no h~yn qu eln·an tado la ley que pro-
hibe perjudic at· al Est:tdo ; pero ciertam ente ha
violado la qu e prohibe matar. Aqui pues no se tra-
ta sino de esta; ·hien que otros padres vuestro s, _
que han permiti do los homi cidios en la práctica ,
lt an destruid o ambas lc~ )·es. rero ¡>asemo s adelante ,
pad res mios. Bien vemos r¡u e alguna vez prohibí s
d<uiar al Estado, y decís que vuestro intento en ello
es que se observe la les de Dios, que obliga á
man tener k Esto puede ser verdad~ro, aunque no
seguro: pues podríais hacer lo mismo por solo te-
mor de losjueccs. Examin emos pues, os suplico,
de 11ué principi o nace en vosotros este movimi ent o.
¿No es verdad, padres mi os, fJlle si vuestra in-
tcncioo es tu viera verdaderamente en Dios, y que la
observancia de su ley fuera ''ucstro primero y prin-
c ipal objeto, este respoto r einaria uniform emente en
vuest ras dcci~ion cs importa ntes, )' os h:tría en todas
ocasion es vol ver por la r cligion? P e ro si al contra-
rio, se vé,·q uc r¡o cbrn ntais á cada ocurren cia las ór-
denes mas santas qu e Dios bá dado á los hombre s,
cuando solo obsta s u ley; y qu e en las ocasiones
mi smas de que tratamo s, anul nis la IPy de Dios, que
p rohibe estas acciones como crimina les en sí mis-
mas, y uo dais muestra s de r ecelo, a¡Írohándol3s
en la prácticu , sino por m icdo de los jueces, ¿no es
darnos razon , para que juzguem os, que no ~s la
atcncio~ que teneis con Dios ](l que os hace temer,
;¡que si en aparienc ia mantene is su ley, r especto
de no perjudic ar al Estado, no es por amor de su
ley, si uo por llegar ú yuest ros fines, y para logra r

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- ~17 ·-
comocliJadcs; como siempre hicieron los políllcos
mt'nos reli giosos?
¡.C.>mo, padre s mio~. nos direis, c1ue no miran-
Jo sino á la ley de Dios qne prohi hr, el homicidio,
se puc•lc mnt;tr po1· •lctraccioncs? ¿Y clcspues de ha-
her 1·iolado la ley eterna de Dios, pensarris quitat·
d csciond~lo que lwLeis caus~clo , y persuadirnos
c1ue lt'ncis r.ll\u o rc~prlo bácia la l~y , con añadir,
que no permitís 111 pdctir.a por con~idcraciooes de
C$ladn, y por temor de los juccrs? ¿No es esto, por
PI contr~•·io, cscitar un csc~nualo IIUCI' O, aunqu e
mnSII'IIÍS ten er •·•·spcto ~ los juece s: acerca de lo
l'ual na1b ns he: cch;ulo en cara, si bien haceis so-
hrc dio mil rlisc·nrsos ridícu los, p. 2ü? No os di -
1!"0 ~·o r¡ue no tcmais á los jueces : pero os culpo
,¡,. qu•• 1 cm~is solamente á los juc.~es, y no al juez.d c
los JUeres. Esto es lo que •·cpru dJO; porque es d~r á
cntcnu••r e¡ u~ !)ios nborrccc menos los •lclitos, que los
l1nmhrcs Si clijér11is. qu e se puede Ulllllll ' ¡,un mnldi-
ricn lo:, Sl'l;(nn el senl ir tle los homh1·es, pero no se-
!'1111 c•l de Dios , st'ri:l menos insul'ribl e : pe1•o
t·n;nt.lo vOS•11ros prctenolcis, que lo t¡u c es tan cri-
minnl que ni aun los homb r es lo pueden permi tir,
sea jn•to ;i los ojos de Dios, siendo la justicia mis-
m:•, ¿q u(! ha ceis, si.no mostr ar {l todo el mundo, con
'uestr os despropósitos horrib les, tnn opuestos al
espi rilo de los snntM, que sois nt1·evidos con Dios
y tímidos con los ho!Jlhres? Si hubierais querido
.:ondcnn•· sincet·~mente lo~ homicidios, hubie rais de-
ja.lo subsistir la o¡·clcn de Oios, 1¡ne los prohibe: ) si
M hnhie r3is atrevido á prrmi tirlos,
desde lul'go, lo
vP.rilir.arri~ ahiert nmen lc, sin hnce r cnso de 13S le-
~~·s rle Dios y rh• los hnmlii'('S. i\las corno los ha beis
t¡ucritlo ¡lcnuitir inscnsihlcru cute, ~· sorpr ender

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-218-
, los m agis trados <fUO velan por la seguridad pú-
blica, hab eis usado do sutileza, r epartiendo vues-
tras máximas y proponiendo de una parte, qtte es
permitido m la tspeculativa matar por dttracciones,
porque se os deja á YOsotros que examineis las co-
sas en la ospeculaci oo, y pro<luciendo por oll·n es-
ta máxima separada: q"e lo qt¡e es permitido e1~
teoría, lo' es tambit~l en la práctica. P orque, ¿qué
interés puede sacar el Estado de esta proposi-
cion general y metafísica? Y asi recibidas las dos
máximas separadam ente, y sin dar sospecha que
haya mal alguno en ellas, queda burlada la vigi-
lancia de los magistrad os, supuesto que no es me-
nester mas que juntar estas máximas, pat·a Silcar
la conclusion <¡uc vosott·os prctcndcis , que se pue-
d e matar por simples detraccion es.
Esta es, padres mios , una de las mas súl iles
dcs tt·ezas de vuestt·a p61itica, separar en vuestros
·escritos las máximas, que despucs j untais en v u es-
tros parecet·es. Asi babeis establ~cido separ;¡da-
m ente vuestra doctrina de la probabilid ad , 1ple
muchas veces hé es:llicaclll; y sentado este princi-
pio genet·a l, vais infuntlicn,lo algunas proposicion es
aisladas, que pudi~ndo $:Jr inocentes en si mismas,
se vuelven horribles, estando juntas, con ese per-
nicioso principio. Citaré por ejemi)IO lo qu e bahc is
dicho, p. t l, en vue stras impostura s, y es necesa-
rio rechazar : Que muchos teólqgos céleiJres so11 de
parecer que se puede matar por tma bo{etadá. Cier-
to , padres mios, CJUC si una persona que no lle-
va la probabilid ad, hubiera dicho esto, no bu hiera
qne l'eprendcr ; pues no seria mas de una simple
r elacion sin consecuen cia alguna Pero vosotros ,
padres mios, y lodos ~ uanlos cnset1nis esta doctrina

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-219-
pcrniciosa , que cuanto aprueban autores céleb
res, ts
do á esto aiíad is,
probable, y styuro m conciwcia, cuan
partc tr q11e se
que murlios au_tCJrrs céle~res son de
sino po •
prude matar por una bo(rtada, ¿qué hnccis,
l para
ner en manos de todo s los cristianos el puiía
á los que les hubi eren ofen di-
que vayan matando
pued en hace r en conc ien-
do, decl;~rándolcs que lo
tantos
cia, por qu é seguirán en esto el parecer de
autore~ graves?
-
¡Hm..-ibl!! l(•nguage, que, dicicnclo que hay auto
,ien c al
res qu e llevan una opinion cond enad a,
r de la
mismo tiempo Ít ser ttna decision t n fal'o
cuan to
misma opinio n , y :~utori1.a en conciencia
mios,
en dla se contiene! Ya entendemos, padr es
escu ela. Y es de adm irar ,
este lenguage de vucstt·a
hahl arle tan alto;
<1uc no tcngais vcrgüt•nza de
intcn cion ,
pues •1ue dcscu bre claramente 'ucstra
conc ienci a,
) os con,•ence que tcoeis por st>guro en
rp111 se puede uwtw · por Jl1!tt bojrt adtt, tan
luego co-
-
mo nos digísleis que muchos auto res insignes cnse
ü~o esta opinion.
No leneis salida, padr es mios, ni podeis pro-
Suarcz,
valeros de los luga res de ' ' asquez y
enan es-
que me oponcis por d!ll~ntc, donde cond
. Esos
tos homicidios que sus cofrades aprueban
en suelt os y s~pa rado s de lo de-
luga res, que corr
, pocl rian deslu mbra r á los
mas de vuestra dort rina
ment e. l\1as es me-
que no la cnt!cndcn suficiente
s y ,· ucslr :~s máx i-
ne~lcr junt~r ,·ucs tros pr-incipio
¡uez sufre
rnas . . Yoso t ros pues decís, que Y;~sc no
, pa-
los homicidios: ¿pero qué dctis en otra parte
ott no
dres mios? Que la pro/J(Ihi!Jdatl de tma opini
. Y
impi de lrt. p>·obnóilidotd de ltt t>piuion contrari.1
<m me•
cu otro lugar: Qur es ptl'ln itido stgui r la opi11i

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-220 -
fiOSprobable, yme11os seguro, dejandv la npiníon mtu
probable y mas srgu.m . ·¿Qué se sigue de todo esto
junto, sino que tenemos pl<'un liber tad de co ncien-
cia para seguir el c1ue mas nos ng radare de los dos
parece res opuestos? ¿Dónde t-stá • pad rt-s mios, el
fruto que esperitbais sacar con todas ,·ucstras cita-
ciones? s~ des vaneció • y no lwy mas que hacc• r'
Jlllra I'UOSira conuenacion , s1 no jun1<1r estas mhi-
mas, c¡ue vosotros scpar11is p11ra ju5tifirac·os. ¿Por
c¡ué alega is esos lu g;~ rl'S de 'ur stros autores que
yo no cité, para escosa r los c¡ue yo he c·itndo, vis-
to que no tienen n:1dn de romuu? ¡.Qué dt-rcrlon Sll-
cais vosotros de ac¡ui para ll:ml!ll'me· irnpostm? ¿He
di cho acaso, e¡ ue todos 'ut-s lros pndrl's es l~n rn el
mismo desórden? ¿No he probado al contr~rio , que
vuestro principal intcres ronsish~ r n tenrr autores
que sean de dife ren te srn tir , para seniro s de ellos
en todas vucstr:1s nt-ccsid ath·~'! A lns c¡uc quisicrcu
malar, presentareis Lrss io; á los c¡ue n<> 11uisi¡•ren
malar, ofrcccr cis V:•squcz , p~ra •tue ninguno salga
descontento, y sin tCnt•r J'llr ~Í algu n Dil\Or gr~I'C .
J,essio huL iaril del lwm i(idio l'fd iiO 11 11 gc•tttil , y clll
la limosna, puede se r, como un c rist i~no . Yo>~¡uoz
t ratará de l.1 limosnn romo un ¡:l'util; y clcl lJOm ir i-
•lio co mo un rrisli•no. !'ero l' n \Írtud de la prohn-
hilidall que Ydsr¡o~rz ~· J.c~siu ti c·nen , y que hnrc
qu e tod:•s vucsl r ns opiníonl'S sean comun(•s , se
prestarán unos a otros sus pareceres , y tendr6n
obligacion de absolver á los <1ue bayau obrado se-
gun las opiniones que cada uno de ellos co nd cn,t.
J~sln variedad pues, es la qu e mas os confunde ; la
u nifor midad seria mas soportable : )' no hny c:osa
mas contraria á lus órden es cs¡1res11s de S. lgnarin
y de vuestros pt·imet·os ge nt> rales , como esta 11H'1-

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-2 21 -
opamooes. Puedo
ciA confusa dll todo género de
trat e de esta ma te-
ser , padres mios, que algun día
de rea· lo mucho
ria: y quedará el mundo atónito
er espíritu de vur.s-
que haheis degenerado del prim
crü l!'s han pre vis -
tro instituto, y que rue stro s gen
stru doc trin a en la
to , que la perversidad de vuc
, no solo á vuestra
mo ral, vendría á se•· funest!l
sia universal.
compañia, sino tambilln á In igle
pod eís sacar ven -
Sin embargo os dir é, qu e no
que Cosa estraiia
z.
taja alfíuna de la opinion de Vas
que han escrito, no
ser ill, si ent re tantos jes uíla s
n dicho lo que todos
hubiera uno 6 dos que hnhíesc
gloria en sostener,
los cristianos confiesan. No hay
bofetada, segun el
•1nc no se pue•lc matar por una
üen za negarlo. De
Hvangelio; per o es bon ·ihle rcrg
s esto , no hay co-
rn nncra •1ue en vez dll jnstilicaro
to quo habiendo
sn que mas o; coufu11d~; supuals
r1uc os han 1licho
tenido ent re \O<ota·os, doctoa·cs
o en la ver dad , y
);, verdad , no os l~;a hcis quedad
que la luz. Por
ha beis amado mas las titai eh l;~s
q ucr. , que es una
cuanto h;ab cis nprcndirlo de Vas
a, decu· que Je ¡mede dat ·
opin ion l'"g ana y no cris tian
ct u la_; que es destru ir el
t!e prtlos ti quie n tliú lttl!l . bof
que se p~tct!c ma tar p ot·
t!ecd!ago y ~l cuangelio decir
faci nrr osor tic ent re los
u t rt cmu rt; y 'J'LC In.< ma s
ltombre s lo conocen. Y sin em
bar go babeis sufrido,
cooocid:as, Lcssio,
t¡ue con tra estas ve•·d.ad<-s ta1:
lo, que tod as las
Escoh¡tr y otr os, hay~n dccidi•
ho de l homicid io,
probihicinnce •¡uc Oios l.a hl,c
po•· nna bofetada.
no ianpitlen que se JHa cda ma tar
ar este lug ar de Yas-
¡,Oe 11ué sirve pues niHir" aleg
sino pora moslr<~r
'luez contra el senti r •le Lessio,
inu oso seg un Va s·
<lllC Lcssin <'S rm gcu t;/ y 1111 [tu·
nw atrcri;a a dcl'ir'/
•1 ucz . 11uc es lu 'l'oe ~o no

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-2lH -
¡,Qué se puede inferir , sino que Lessio destm!lr. el
decdlago '!/ tl evangelio: que el día del juicio Vns-
quez conden ará á Lessio sobre este punto , como
l.essio conden ará á Vasque z sob r·e otro; y que lo -
dos vuestro s autore s se levanta rún aquel dia unos
contra o\rps, para conden arse recípro camen te . por
los csccsos hon·ibl es que h{tn corueti do contra la
ley de Jesucri sto?
Concluyamos , padres mios , que pues vues-
tra probab ilidad baco inútile s para la iglesia las
opinion es de olguno s de <Vuestros autore s, y útiles
solame nte para vuestra polític a, ellas no sirven
sino para darnos á conoce r por su contrar iedad, el
doblez de vuestro corazo n , que nos babeis descu-
bierto pcrfcct amonle , declará ndonos por· una parle,
que Vasque z y Sunrcz son contrar ios al homici dio,
y por otra que mucho s autores célebre s son en fa-
vm· del homici dio; para ofrecer dos en minos á los
hombr es , <leslru :endo la simplic idad del e•piril u
de Dios, que maldice á los que ~on dobles de cora-
zon, y que entran por dos camino s: Vre dupliu
corde, et ingreditnti duabus viis. Ecc/. 2, U..

30 de Setümbre de 1G56.

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ltatta tlécimacunrta.

as sobre el ho-
Re{utacion de las máximas jem(tic
1mnias. Com-
micidio. Contestacion á algunas cal1
paraciM de m doctdna.

S:
neV RRE NDO S PAD RES i\UO

Si Lodo consist iera en r esponder


á las tres fal-
icidio, no babia
seJadcs que quedan acerca del hom
vier~is aqui re-
menester dis cur rir mucho ; y las
futnd:~s en pocas palabra
s; pero como bailo mas i n-
a hor ror á '' ucs -
let·csaute hac er que el momio teng
, que just ificn r la
trns opiuioncs en cstn milteria
siento obl igado á
fide lidad de mis citacion P.s, me
car ta á la r eru ta-
emplear la mayor par te de esta
h~ceros conocer
cion de vuestras ma xim as, para
la iglesia, y aun
cuno i!lejados estais de In r egla de
matar que oto r-
de la naturaleza. Las liceocias de
que en este par -
gais en tantas ocasiones, prueban
era la ley de Dios,
ticular habeis olvid<odo de tal man
es indispensable
y npag.1do las luces natura les, que
cillos de la rcl i-
r emitiros á los prin cipios mas sen
, ¿qué cosa mas
gion y del . sentido comun. Porque
a ucc•on 11i dere-
natural, q•te w~ particttlar no teng
modo estamos ÍM
('/oo s;Jbt~ {e, rid a úe otro'? De tal

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-22'• -
truidos en esto de nosotros mi.unos, dice S. Crisós-
tomo, que cuando JJios tslab/eció el precepto de no
matar, no a1iadió, que lo lwci1' porque rl homicidio
era tm mal; por cuamo, di ce este s~nto, la Ir!/ su -
pone q"e ya se sabe esta otrdcul¡lor las lurr$ de /e,
tlaturale.:a.
Asi CSl;! mandamiento htl sitio impuesto á los
Lombres en todos los ti em¡•os. El m·ang-cl io ha
co nfinnado e l de Ja !cy; y d dccí1 IO!jO no hil hecho
sino r enovar e l que los bo t~l brcs haiJ¡an rccibitlo
<le Uios antes de la ley, en la persona <k Noé, tic
•¡uien lodos los hombres habi:tn de ntiCt' r. Pon¡u e
en es la renovacioo del mun olo, Dios dijo á cslc pa-
tri arca: yo pedri·é cumta á los hombre:; de la t:ida de
los hombres; y al herm.aniJ ele la t:iclu drl hermano.
Cualquiera que 1:ertiera la sangre humana, m sangre
será vertida; porque el hombre ts criuc/11 <i ltJ. imagm
de Dios. Gen . 9, 5, 6.
E sta prohibicion gcner~ l C(Uila :'o los hombres
t odo pode1· sobre la vi,la de los hombres ; y Dios se
le r eservó para sí de tal sue rte, C(Ue segun la ver-
dad cr.islinnn , op uesta en es to á lus rnúximas del
paganismo, ni .aun ti enn poder el homb ro sobre su
propia vida.l\Ias porqne lué scrviJ a su divina pro ~
videncia de conservar la socicd1ul, y casti ga r los
mal vados ctne la perturban , e$tnbleci6 l ~yes para
quitar la vida á los delincuentes; y <~si esas muertes,
C(UC serían atentados punibles si n su o1·den, ,·icneq
a ser castigos lonhles por su mandato, fuera del
cual todo es injusto. S. Agnstin lo há rcrresentado
~d mirablemenle en el L ib. 1 d!! la Ciudad de Dios,
rop. 2 1. Dios, dice, Ita l~tc!to al¡;wws esccpcioncs t!~
l•t pro!tibicion gmcral de mnt tr, ya por [;¡s leyes que
h fl , ,</tUccido f)fll'tt rttit tr lfl <idtt ti los l't'Ímina{cs; ya

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- 225 -
por las ól'tlenu part iculares que ltá dudo alguna s veces
para haeer morir á algunas personas. ]' CIU111do se ma•
Ut en estos casos, 110 es el ltombre quien mata,
sút()
Dios,· tlltomb re 110 es mas sino tm instrum e11to, como
tma esptida c1t manos dd que se sit·ve cli ella. Pe1·o fite·
ra de estvs casos, cualquiera que mata, se lutcc 1·co dt:
homicidio.
Luego es cierto, p~dres mios, que soTo Dios
tiene poder de quitar la Yida, y sin embargo ha-
biendo establecido leyes para castigar de muerte á
los criminales, hizo á los reyes y á las repúbli cas
depositarios de este poder; y es lo que S. Pablo
nos enseña 1 pues tratando del derecho que los so-
beranos ti enen de quitar la Yida á los hombres 1 le
hacebajar del ciclo diciendo; Que 110m m11o tmmla
espada 1 pot·quc son Jllinistros de D:'os par·a cgecuta r su.
t·mgmn a ecmtra hu culp ft blcs. /Iom. 13 1 4.
Pero como es Dios quien les bá dado este po-
ller , los obliga á egercr rle como si él mismo lo hi-
ciera, esto es, con justi cia, segun lo que dice San
Pahlo en el mismo lugar: Los principes 110 son pa-
r·a llar temor á los buenu.s, sino-á los malos. ¿Quieres
110 temer su poder? Haz bien; porque son Ministr
os de
Dios pn1·a el bien. l bid. 3. Y esta r es triccion no de-
prime ni mengua la potesta d de los soberan os,
antes la eleva mucho mas ; porque es hacerla se-
mejante ¡\ Dios, que es impotente para el mal, y to~
do poder osa para hacer el bien; .Y es diferenciarla de
la que tienen los demonios, que siendo impote ntes
pnrn el bien, no tienen poder sino para el mal. Solo
esta diferencia hay entre Dios y los soberanos, que
Di o~ siendo la justicia y la sabidu ria misma, puede
dar la moca·te de co ntado á quien le ' pareci ere, y
de la manera que le agr11dare; p•1rque sobre ser
15

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-22G --
dueiio ;lllsoluto de la \ i.l,t ,le los homlll'cs, e~ irulo-
dable que nun..:a se la quila sin causa, ni tOnoci-
mienlo, pues es lnn inc;~pn de injusticia com» tic
error. 1\las los príncipes no pucc.lcu hacer esto;
porque son de tul modo :Ministros ele Dios, tille si n
embargo son hombres, y no Oioscs. Lns mal:•s im-
presiones podrinn preot:u parlos: l;~s sospecl•:•s cn-
gaí!OSDS los poclrinn cx:tccn·ar: la pasion los porlria
cegar; y es lo 11ne los h<t oblig<tdo á tomar mrriios
hu manos, y establecer· en sus Esl;ulos j ueccs, t·o-
municándolcs su poder, piira · que esta ntll uriolarl
c¡ue Dios les ha dado, no se eínplccsino con el mis-
mo fin qne la recibieron.
Sabed pues, pnclrcs mios, qtw par·o eximirse eJe
l1omicidio, es preciso oht·ar con la nulol'id~cl c!c
:Dios; y que si es tas dos co ndi ciones no vnn acom-
¡•nüadas, se peca, ora se m;~ le con nuloriclacl. pero
si n justicia; ora m~lanclo con justicia, pero si n a u -
toridad. Oc ltt necesidad ele esta union provien<',
segun S. Agnstin, que el que mata sill au1o1·idad á
un c,·imirwl, el mismo se hace culpable, por esta ¡·a.:on
principal, porque 1tS111'pa 1ma mttoridcc<t que Dios no
le ha cúldu; y los jueces, po1· el co nll·nr·io, que tie-
nen esta autoridad , son homicidas, si quit an la vida
! un inocente contra las leyes qne deben observar.
Estos soo, padres mios,los principios para con-
servar la tranquilidad y la seguridad pública, que
bao sido r ecibidos en todos tiempos y en lodos lu-
gares, y sobre que todos los legisladores del mun·
tlo, sao los y prof;mos, fundaron Sil S leyes; si n que
los paganos mismos bayao puesto jami1s csccpcion á
esta r egla, sino cuando no se puede de otra suerte
evitar la pérdida de la pudicia ó de In 'idn; pon¡ue
creyeron, que c11 tales casos, como dice Ciccron,

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- 227-
purtce q11• las lcytS Mismas ojiwm las armat d los
'1'" u hallan en scmcjau te necesidad.
Pero fue•·a de esta ocasion, d<l qU<l no ~abll)
~h ora, jamás hubo ley que haya permitiuo á los
pDrliculares malar, ni aun tolerado, como \'osolros
lo haceis, por lihrars c de una afren l~, ó por evitar
la pérdida de la houra, 6 de la hacien da, aun cuan-
do no hay riesgo de la yida; cosa que los infieles
mismos no han hecho. Al con h·ario lo prohib ie•·on
espres~meote ; ·port¡u e la ley de las doce tablas de
Roma contenía: Qt~e no era permil ido mutar alla-
dron de dia. qt¡e no se dr{icnde con las m·mas. Lo
mismo se babia prohibido en el Exodo , c. 22. Y la
ley Furem, ad legem Comcliam, tomada de Uf pia no,
prohibe matar los ladrones noclumos, que 110 nos po-
nen en peligra de nmerfc . illiradl o en Cujncio in lit.
tlig. tle justil. rt j11re, ad l. 3.
Decidme pues, padres mios, con qué anlol'idad
permitís ''osolros lo que las leyes diYinas y huma-
nas prohiben; y con qué razon Lessio pudo decir
l. 2, c. 9, n. 66 y 7:!: El Exodo prohibe matar á
los l11drones de dio que no se defienden con las ar-
mas; y se castigan po1· jt,sticia, los qt~e matan de es-
la mantra. Mas, .sÍII embargo, no se pecc1 en concim-
eia, cuando hay segt1i·iclad de poder ,·ecu¡1erar lo que
1e nos ha hurtado, y que estamos en duda, como di-
" Soto; porque no l1ay obligacion de csponerse á ries-
go de perder alguna cosa JlOr salvm· á Wl /adron. Y .
todo esto es permitido aun á los mismos eclesiásticos.
¡ Eslraü o atrevimiento! La ley de 1\loiscs castiga á
los que matan los lad rones cuando no atentan con-
t ra la vida; y la ley del evangelio , segun \'osotros,
Jo, nbsol\'erá. ¡Cómo, pn1h-es . mios! ¿Jesuc1 isto ha
n nido para destrui r la ley, .Y no para cumpli1·la?

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- 2:!8 -
Los jtccecr castigarán, dice Lessio, á los que mata-
sen en esta ocasion; pero no strán r.ulpables en con-
eiencia. ¿Luego la ruot·al de J esucristo es acaso mas
€rael y menos enemiga 1te tos liomicidios que la de
los paganos, de rlond e los juccrs lomaron estas le-
yes civiles que los condenan? ¿Los cristianos hacen
por ventura m:1s caso de los bienes de la tierra, 6
estiman menos la Ti da de los ho'!lbres, 11ue los idó-
latras y los infieles?¿ Sobre qué os funduis, padres
mios? Sobre ninguna ley cspvcsa , ni de Dios, ·ni de
Jos hombres, sino solame nte sobre este r azo na-
mianto eslraiio. Las leyes, de cís, pcrmitm defender-
se conln-' los ladrones, y ncha.:a1· la {uer;;a con la
fuer;;a. Siendo pues permitida la defensa, latubirn se
reputa permitido el homi~idio, sin es.to lct df{ensa
sería muchas veces imposi/ilc.
Es falso, padres mí os, que siendo permitida la
defensa, lo sea lambicn el homicidio. Este cruel mo-
do de defensa es.el ori gen de todos vuestros errores,
!jUe la facultad de Lovai na llama una llefcnsa 'lle-
vosn, llllFI!NSIO OCCISIVA , en la censura que 1lier.on
contra la doctrina de vuestro 'P. Lam y aécrcn ri el
ltomicidio. Digo pues quo hay tan!a diferen cia , se-
gun las leyes, entre mntor y de fenderse, 110e en
las mismas ocasiones dende la defensa <'S permitida,
es prohibido f01·malmentc el homicidio , cuando n{)
lta y peligro de la vida. Mirad las leyes, pndrcs
mios, en Cujacío, en el mismo lugar. Es JlOI'iilitido
rccltazm· al que inte1lla IJIIitarnos nucsl!'a posesion;
JUAS NO liS L ICITO liJ ,\ T A1\ Ll! . Y en otro lugar F SÍ al-
guno intenta herirnos, ntas110 con inttncion de tl!a-
tur, CS p tl'lnitido el t•epelerlt¡ PI! RO l'iO ES LICITO liA-
'J'A:U.E.
¿Quién os ha dado pues licencia· pnra· decir, co-

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-G2 0-
oto Mollna, Regin aldo, Filucio, Escobar, Lessio y
y
otros , que es lícito matar al que viene á herirnos;
tambien, al que quiere hacernos una afrenta, segu"
el parecer <le &odos los casuista s, F.X s ElíTE !\TL\ OM·
~J Oll, con1o dice Lessio, n. 7t? ¿Con qué
autor idad
vosotros, que no sois m~s que partic ulare s, dais
este pode r ii los partic ulare s, y aun á los r eligio -
sos para mata r? ¿y cómo osais, ' 'OSotr os , usu rpar
la potestad de vida y muel"le, que solo pertencc<" á
Dios y que es la scüal mas glori osa del poder so-
beran o? Sobr e esto se debía respo nder, y pcnsais
haber satisfecho, diciendo sim pleme nte en vuest ra
trece falsedad, qt1e el va/o1· por el que 11loli1U1 penn i-
te mlltar al ladron qtt.e /mye, sin hacemos violencia,
110 cslull ptqlleiio como yo he dicho, y que es menester
que esceda seis tlt1cados, ¡Qrr6 débil razon , padre s
mios! ¿Cu&nto querc is poner, quince ó diez y seis
ducados? !.o mismo sed. A lo menos no podreis
decir c¡ue pasa el valor de un cab<~llo; porqu e Les-
sin, l. 2, c. U n. 7t, decide claramente, ljtle es per-
mitid o matar á tm la•lron que se fuga con 11.uest
ro
caballo . ~Pero mas os digo, que segun Molio a, ese
valor está tasado en seis ducados , como yo alegu é;
y si no convenís co ello, elijnmos un árbitr o que
no podais rehusar. Élijo pues para cslo á vucsl ro
P. Rcginahlo, csrlicando este mismo lugar de 1\lo-
lina, l. 21, 11. 68, declara, que illolilla OllTil i\!IIIN O
elvlllor por·el cual nos es permitido matar, 6 tres,
ct,atro, ó cinco ducados. Y asi, padres mios, no so-
lo tcnd1·é á Molina, si c¡uc tamb icn á Reginaldo.
Cou la mismn facilidad refut aré vues tn impo s-
tura. cator ce, sobre la licenci;~ de mut11r tí tm lad,·o,
¡
que nos q•úerc quitcu·wt cscÍtdo, se¡; un Mol in<~. Esto es
tao ·constante, <tuc Es~:obar os lo asegu ra, tr. 1, ex

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-230-
7, 11. 4.1, donde dice, que ilfoliua determina regular·-
mmte el 1:alor porque se puede matar, á un escudo.
Y solamente me reprend~is en In falsedad catorce,
el Laber suprimido las úhilllas palabras de este lu-
gar: q11e tll esto se debe guardar la mocleratíon de
tma de{msa jiiSia. ¿Por qué no os c¡ucjais tambien
de Escobar que las dejó? 1 Quó poco artificio tienc:-n
vuc:-stras astucias! Vosotros ponsais que aqui no en-
tendemos lo que es aquella defensa qu e qucreis de-
cir. llien sabemos que es la defensa ale casa. Qui-
si6•·ais pe•·suadir qne l\1olina quiso decir, que cuan-
do hay ri< sgo de la vida en consenar su escudo ,
entonces se puede matar; porque es para defender
la vida. ¿Si fu ese Yerdad , pndres mios , por
qu6 iil olioa diría en ese mismo lugar, que es con-
trario en esto á Carrero y tí Baldo, que permiten ma.
ta1· por salvar la vida? Digoos pues, que :Uolina en-
tiende simplemente, que si se puede librar el esc u-
do sin ma!ar al ladroo, no se debe matar; pero sino
se puede librar sino es matúnclole, aunque no haya
ri esgo uc !a vida, corno no le bny no teniendo el
.ladron armas, en tal caso es permititlo cogcrlé 1
matarle para recuperar su escudo; y que en esto
no se sale , segun su sentir, do la modc •·~cio¡l de
una defensa justa. Y para qu e lo venis, dejad que
M mismo se esplique, t. 4, tt·. 3, d. 11, n. 5. .'Yo
se sale de la moderaciol~ dt ww dr(~11Sa j tiSta, autl-
qtte se tomen armas conlt't' lo.f que 110 las tieutn, óque
se tomen mas ventajosas qr1e fas de elfos. Bien sé qt~e
hay algrmos fJIIe son de contt·ario pal'ecer; mas 110
apl''llt bo m opinio11, ni atm en el tribrmal esteriur.
Asi, padres mios, es constante que vuestros
autores permiten mala•· po•· defender la bacieoda y
la honra, aunr¡nc llO )¡¡¡ya peligro de )a y ida j :J' <¡UQ

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-23 1 -
lu
por este priuc•¡uo nutor izao los duelo s, como
l que nada babc is
iJé most rado ¡:on mocitos luga res,
tos, sino un
r espondido. No cit<tis, en ' 'uestros escri
los
solo luga•· de vues tro L'. Laima n, e¡ ue perm ito
re á
duelos, cuando tle otra suerte , es/aria tul homb
h6
riesgo tle ¡Jcrder su fortuna y hono r ; y decís <¡uc
supr imido lo que aimd e: Qrre este caso es muy raro.
¡Cier to que os admiro, p:tdrcs mios; en vcrd<~d
que
que me ecbai s en cara!
so n g rnc iosa~ las falsedades
o
¿Quién os preg unta si cstu caso es r aro? Lo ques
Son dos cues -
preg unta es, si el duelo es per mit ido.
sta,
tiones difer entes. Layn un, en c~lidad do casui
-
debe j uzg¡u· si el duelo es lícito, y dice que sí. Noso
os
tros bien juzga remo s, si el caso es raro, y le direm
r¡uor ois cr~e r á yucsl ro
que os muy ordin ai'Ío. Y si
t . 5,
amigo Diana, él os dirá que es muy cotmm, par
o t1uc sea ra-
t•·at. 14, tr. i!J,, mise. 2, t·csol . 99. Per
ro, ó no, que lo diga L<tyman ó Nill'a rro, á qu ien
i-
sigue como vosot ros hlaso nais, ¿no es cosa abom
p~ra conso n ar
u;~blc que llevci:; la opiui on, de que
u a hono r falso sea perm itido en co nciencia ace p-
tar un du~lo, COI)tra las leyes de Dios , de la igles ia
y de las rc¡lúbl icas cdsti<~ nas; sin que tcngais para
a u lol"iz~r estas máximas diabó licas, ui ley oi cáno -
s,
nes, ni ¡¡utoritlad de la esc ritu ra ó de los padre
ni cgcm plo de alguu santo ; pero sol~mcnte
este
la
discu rso impio: 1,(, honra es mas preciosa qtrc
t~idct ; ~~ pfrmit itlo m tltar por de{m der le' vida, luego
o,
es ¡Jermititlo IM/al · por defender la lwnr11? ¡Cóm
vada natur aleza de
padres mi os! ¡,po•· qué 'a dc ¡l~a
qno
lo; hombres les l1a hecho qucr u mas la honr a
ser á.
la Yitla que Dios lrs ha d; do para ~en i•lr, les
o es
perm itido m;~tar pa•·a cousc n <~ rla? Esto u1ism
mas esa ho n1·a r¡uc la Yi·
u u mal horri llh; '· de '"!J<}r

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-132 -
da ¡ y sin eml!nrgo este afecto vicioso , que podría
inficionar de por sí las acciones mas santas, si se
dirigen á ese fin, ¿será capaz de justifica r las accio ·
nes mas crimina les, porque vayan encaminadas á
ese mismo fin?
¡Qué dcprava cion, padres mios! ¿Quién no vé
los cscesos á que conduce? Es visible que será licito
matar por las menore s cosas, cuando se haga pun-
to de honor en conserv arlas; y aun será lícito
matar por u11a manzana. Podríai s quej aros de mí,
padres mios, y decir qu e saco mulicio samente estas
consecu encias de vuestra doctrin a, sino es tu Yiera
fundada sobre la autorida d de vuestro gran Lessio,
qu e dice asi , n. 68. No es permitido matar por con-
serilar w.a cosa de poco valor, como por un escudo,
Ó POil UNA ai.\NZAN A, .\UT Pl\0 POMO¡ sino es que
fuese vergon::oso el perderla: porque en tal caso, se
puede volver· á rec1~perar·, aunque fea matando, si es
nrcesario, ll'f SI OPUS I!ST OCCIOll llE; porqltC esto 110
es tanto defender s~t hacienda, como Sil honra. No
puede decirse mas claro, padres mios. Y para con·
cluir con esta doctrina , citaré una máxima que
compre nde todas las dcmas; y es del P. Hereau r¡ue
la lomó de Lessio: El derecho de defenderse se ts-
ticnde á todo cuan~o es nccesm·io para guardarnos de
toda 'ú1juria.
¡ Estraiia s consecuencias se encierra n en este
principi o inhumano! ¡Todo el mundo se le babia
de oponer, y sobre Lodo las persona s púl!licasl. No
solo el intcrcs general , sino el suyo propio les
oLiign; puesto que vuestro s casuislas, ci tados en
mis ca rtas, cslieoden las licencin s de matnr siu cs-
ce ptunrse á si mismos. Y asi los sediciosos que te-
merán el castigo, crcyrnd o que lo que hacen esjus·

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-233 -
lo, y que los !luicren oprimir con violencia , juzg;c-
rán lncgo, que el derecho de defenderse se alarga
cr,anlo les es necesario para guardarse de toda injr¿-
ria. Ya no tendrán que vencer los rem ordimien tos
de la concie ncin, que refrenan en su origen lama-
yor pa rte de los de lit os, ni buscarán sino superar
los obstácÜios estcrio rr.s que la puedan dar a lg un
cuidado.
No pros~gui1·é sobre este punto, padres mios,
ni re fe riré los homicidi os que ha beis permitid o aun
ma s abomina bles y mas importan tes al Estado, que
los r¡u o hasta uqu i se han di cho, pues lcss io trata
de ellos abie rtamente e n las dudas il y 10, como
lambien ot ros muchos autores vuestros. Seria de
d ~sca r que estas horribles máx.imas no hubiesen sa·
lido j:unás del inu crno; y que e l diab lo, su primer
autor , no hubi era hallado hombres tan obedient es
á sus órde nes, para publicarla:! por todo el cristia-
nismo.
F acil es de juzgar ele lodo lo que bé dicho, la
contrarie dad grande qu e hay ent re la depravac ion
de vuestras opinione s, y e l rigor de las leyes civiles
y aun paganas. ¿Qué será si se compara n con las le-
yes eclesiásticas, que deben ser induda blemente mas
s'lntas, puesto que sola la iglesia es la que conoce
y posee la vcnladur a santi<lad? Asi esta esposa cas-
ta del bijo de Dios, que imitando á s u esposo sa be
derram3 r su sang re por los demás, mas no ' 'erler
la sangre de los otros para sí, tiene iÍ los hom ici-
dios un horror pa rti cular y proporcionado ó las lu-
ces especia les que Dios la comunic ó. Consider a á
los ho111h res, no solo como hom.bres , s ino como imá-
genes rl e Dios qu e adora. Por cnda uno de ell os tie-
ne un respeto SJ nto, que los bac(' iJ su vist:t vcue-

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- 23'~-
r abies, coruo redimidos con un precio infinito, pa-
ra que sean templo de Dios vivo: y asi cree que la
muerte que se consuma sin orden de Dios, no solo
es homicidio, sino un sacril egio que la priva de. uno
de sus miembros; supu~sto que sea fiel 6 no, siem-
pre le considera 6 como uno de sus hijos, 6 como
capaz de serlo.
Por estas r azones tao santas, padres mios, d(ls-
pues que Dios se hizo hombre por snlvar á los hom-
bres, hizo la igl(lsia tanto caso de la vida, que siem-
J•re castigó rigurosamente el horni cid10, como uno
de los mayores delitos que se pu(ldc cometer con:..
t ra Dios. Citaré algunos cgemplos, no ·porque
piense que se deban observar al presente estos
rigores; porque bien sé que la iglesid puedu
disponer diversamente de esta disci plina estcrior;
sino pa1·a dar á conocer su mente inmutable sobre
esta materia. Las penitencias que ordena p<>r lns
homicidios, pueden ser diferentes segun la divcrsi-
dad de los tiempos; mas el hon·o•· ¡¡tw tiene á 1\'s
homicidios, jamás se puede muJar, por mas qu e los
tiempos varíen.
La iglesia guardó mucho tiempo la regla de no
admitir á la com union, sino es á la muerte , á los
1¡ue estaban culpados de un homicidio voluntario,
como son los que vosotros permitís. El célebre con-
cilio de Anci ra los som~tc á la penitencia por toda
la vida; y la iglesia creyó dcs¡1ues haber usado mu-
cha indulgencia con ellos, reduciend o el t iempo á
un gran número de aiios. Pero ¡Jara imprimir mas
en los cristianos el horror e¡ u e deben tener á los
homicidios voluntarios, castigó severamente aun i.
nc¡ucllos <¡úc las babian comlllido po•· i nadvc•·ten-
cia, como se puede ver en S. Basilio , cu S. Grcgo-

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-:235 -
1·io uc r\i s;\, en los decr etos del l'~l>a Zacarla s· y
~ lcjaodro H . Los cánones 11\e¡;ados por Isac, Obis-
po de Langt·l!s, t. 2, c. 13, ordetw11 siete aiios ele pe-
tlitencia al qtu clc{endié11dose mató á otro. Y se halla
qu e S. Jfi ldcber to, Obisro de Maos, respondió á
!ves de Chartr cs : que lt.abia h•cho muy bim ele sus-
pellder á ull saccrclute ¡>or toda /u vida, IJ"e, por de-
{enclet·sP, habia muerto ti 1111 lac/ron ele 11110 pcdt·ada.
. Luego no di guis mas, que vuesh·ns decisiones
so n conform es con la men te y con los cánones do
la iglesi:1. No su oslr<~ rc!s ni uno que permita matar
¡sor so! o tl cfcudc r su hucicml<1; (JOrque no h<~hlo de
lns ocasioucs donde tamhicn seria menester defen-
U.cr su viila , se suar¡r1e liberando: vuestros propios
11ul orcs confiesan que no las hay, y entre otros Laruy,
(r. 5, disp . 3tl, nrím. 1a6. No hay, di ce, ningtm de-
recito divino ni htuiiOIIO qttC pf rmita 111atar á 11!1 /a-
Jron que 710 se dcfiettde; y es lo que vosotros per-
mitís lct·minantemcntc. No most r:1n,is que bap al-
g uno que permita m:Hm· por la honra, por una IJo-
fetada, pot· una iujur.ia y uua dctraccion. Tampoco
1,nostrnrcis algun o que pnm il~ mntm· ú los testi gos,
;, los jueces y á los magistrados, por cualq ui er in-
justicia <¡u e se tema de ello~. t::l espíritu de la igle-
si¡¡ cslit alejado cuieram cnt c de l ~s má~ima s scdicio -
~as, <1 ne ~bren h1 1merl~ ¡'¡ los motine s, á que eM:ín
l•>s ¡mchlos uatlll·almen tc inclinados. Siempr e cnsc-
ii ó :í sus hijos. 'l'~o no deben volver mal por mal:
•¡ ue es menesl<'r c<'dcr ,¡ 1 ~ cólera; uo resistir á 13.
'inlcnt:ia ; da r· á c:1da uuo lo <¡U () le toca, honor,
tr·ibu to, ~ uruisi o n: obcdt•ccr· á lus ma gistrados y á
los supel'ior·es, auu¡¡uc injustos, porque es preciso
venera r en ellos la potesiJd de llius, qu e los ha cons-
tituid.o soiJrc no~o lros. Les prohibe, <ton con mas

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-236- .
fuérza que las leyes civill's lomar In justicia por su
mano; y siguiendo su mente los n!yes cristianos no
hacen por si mismos la justicia, ni aun en los deli-
tos d e lesa mngcstad, y remiten los delincu entes á
los jueces, p¡¡ra hacerlos castigar segun. las leyes
y formalidad es de la justicia, que so n tan · co ntra-
r ias á vuestras decisiones , que si conociereis su
oposicion , habcis de tener horror y vergüenza .
Porque -ya qu e este di scurso me presenta la ocasion,
os suplico atcndais á la direrencia <JUC existe, en tre
e l modo q"uc ha beis dado r•ara malnr á los hombres.
-y la forma que los jueces observan para quitar ht
vida á los delincuen tes.
No hay quie n ignore, padres mios, que j amús
es pcrmititlo á los part iculares pedir la muo:rtc de
a lguno; y que aunque un hombre nos hubiera ar-
ruinado, estropeado , quemado nuestras casas, ma-
tado á n uestro padre y que se estuvie ra disponie n-
do para asesi narnos, y para quitarnos la honra, no
se oiría en justicia la pcticion <[OC haríamos de su
mue rte. De forma qae ha sido preciso establecer
¡~ersonas públicas que la pidan de ptu·te del rey, ó
mejor di ch o, de parto de Dios. ¿ Os p;~recc, p;~drcs
mios, que han establecido los j ueccs cri stianos este
reglament o por liujir una formal idad vana? ¿Os pa-
rece que no lo hicieron por proporc ionar las le-
yes civiles á las del evangelio , par;• que la práctica
estorior de la justicia no fuese rootr aria á los sen-
timientos interio res que los cristianos deben tener?
E stas reglas primeras de la justicia os conrundcn ;
pero las qu e se siguen, os oprimi rán totalmente .
Suponed, padres mios, que estas p('rsonas pú-
blicas pidan. la muerte del criminal, ¿qué se bara~
¿Maule de dar luego con la da¡¡a en el pecho? No,

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-237-
padr~s mios; la vida tic los hombres es demasiad o
importan te; se In trata con mas respeto: las le)'es
no la hao sometido il toda clase dP. personas , sino
solamente á los jueces, para qur se examine la pro-
hioiad y la suficiencia. Y ¿crceis que uno solo basta
para condenar un hombre á muerte? Es necesario
siete, por lo menos, padres mios. Es necesario , que
entre estos siete no haya ninguno ofendido por el
criminal , para que la pasio n no altere ni corromp a
su juicio. Y bien sahcis, parl•·cs mios, que para que
tengan el espíritu mas puro y mas presente , se les
seuala las horas de la mañana para estas funcione s.
Tantn es el cui1lado que se tiene do disponer los á
una accion tan g rande, donde ocupan el lugar de
Dios, como ministros suyos, para que no condenen
sino á los que 61 mismo condena.
Es por esto, que para obrar como fieles disperr-
s:tdorcsd c la r oteslad divina, de quitar la vida á los
hombres , no pueden juzga r sino es seg un las decla-
raciones de los testigos. y segun las demás fo rma-
lidades que les son prescr itas; y en conformi dad
de ellas, no pueden pronunci ai· la sentencia, sino se-
gun las leJeS, ni juzgar disnos de muerte sino á
los que las mismas conden..·m. Y c:ltooces , padres
mios, si la orden 1lc Dios los obliga á entregar al
suplicio el cuerpo clel mise rable, h1 misma orden
los ¡;receplu a cuidar de su alrna delincue nte; y
mm porque es cr imiual tienen mas obligacio o de
cuidt•r ele ella; de suerte que no le cnvian á la muer-
te, sino dcspues de haberle dado tiempo y medios
de disponer su concienc ia. 1'odo esto es muy puro
y muy bueno; si n embn•·go la iglesi;, hu)e do tal
modo verte r sangre, que nun juzga incapncc~ del
ministeri o de sus al.tarcs, :i los 1¡uc IIUhicson asisli-

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- 23R~

do á una scntcnci~ tic muerte! aunque acompaíiatla


tlc todas es tas circunstancias tan religiosas: por don-
de es facil con c•~hir e l concepto que ha ce la iglcsi¡¡
<lel homic idio.
l\fi rad pu es, paolrcs mios, coino la justicia dis-
pone <le la vida llu los hombres: veamos abora co-'
n1o \'OSotros lo baccis. En vuestras nue\"aS leyes,
no hny mas de un jnl'Z, y e.ste juez es e l mismo
ofendido. Es juntamente juez, parte, tes tigo y ver-
dugo. El se pi.le á si mismo la muerte de s u ene-
migo; é l la ordt~ na y 1<~ egecuta e n el instante; y si n
atencion al cue rpo ni alma de su hermano, mata y
condena po1· quien Jesucristo murió; y esto por
evitar una bofl'lada, 6 unn dctraccion, ó una pala-
bra injuriosa, 6 por o tros agr;~vios semcj~ntcs, en
los cuales un juez, con au toridad lcjílimn, seria cri-
minal en co ndenar á muerte; porque lns l c~·~s no lo.
permiten. y linalmcolc, á tan lo uan llegado estos es-
cosos, que ni se peca, ni se contrae irregularidad
m atando de esta suerte, y sin aulorizacion y contra
h s leyes, aunr¡ue el homicida sen r eli gioso, y aun
sJecrdolc. ¿Dónde estamos, pncl.·cs mios~ ¿Son reli- ·
giosos y sacerdotes los !lllC hablan asi? ¿Son c ristia-
n os? ¿Son turcos? ¿Son hombr es ó son demonios-!
¿Y son es los los mi:;tcrios t·evelodos por tl cordero á
los paclres de lo compoiiia, ó son abomi naci ones su-
g eridas por Sal~ n ás á los r¡u e sig uen su pnrtirlo?
P orque ' fioalmenlc, páclrcs mios, ¿c6111o c¡ue-
r eis tomarlo , como hijos de l cv~ngclio , 6 como
enemigos 7 No bay medio, es preciso st·¡;uir uno ú
Ótro partido: quim no está de parte de Jesucristo, es
contra él. No hay m3 s que estos dos ginero& do
hombres e n el universo. Dos pu eblos y dos mun-
dos tlspart:idos por todn lt1 ti cl'l'a, segun S. A ~ us ti u :

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-239 -
el mundo de los hijos de Dios, qne hacen un cuer-
po y su cabeza y r ey es Jesucrist o; )' el mundo ene-
migo .le Dios, cuyo gcfe y rey es e l diablo. P or
esto J ~s u cri s to se llama R ey y Dios del mundo;
porque tiene por todo vasn llt•s y sacrificad ores; y
el diablo lamhien es lhomado en la E scritura, el
prlncipe del mundo y Dios del siglo, porque tieno
por todo secuaces y esclavos. Jes ucristo ha puesto
en la iglesia, que e~ su imperio, las leyes que qui-
~o, segun su s;~bid uría eterna. Y el diablo en el mun-
do, que es su reino, las leyes que le pl ugo es table~
cer. Jesucri sto puso la honra en e l sufrimien to; ol
diablo en no sufo·io· nada. Jesucrist o ha dicho á los
qu e reciben unn bofetada , que ofo·czcan la- otra Ple-
jilla; e l diabl o á los qu e es tán p~ra recibirla , que
maten á los qn e les quisieren hacer esta injuria.
J esucristo dt>clara por di chosos á los que pnrlicipa n
de su ignomini a; y al diablo por desdi chados los que
están en la ign ominia. Jesucri sto dice: ¡ay! de voso-
tros cuando los homb res digeren bien de vosotros; y
el di ablo dice: ¡ay! de los que el mundo no estima.
Mirad pues ahora, pad1·cs mi os, cu~l de estos
dos r einos es el vuestro. lla beis oído el lenguago
de la ciudad pacífica, que se llama la Jeru salén
mlstica; y el de la ciud ad de confusio n, que la Es,.
crilura llama la espiritual Sodoma. ¿Cuá l d e estos
lengu ages e ntendeis vosotros? ¿Cuá l de los dos ha-
Liais? Los que son con J esucristo , tiene n el es píri-
tu de Jesucl"islo, se,gun S. Pablo; y los qu e son hi-
j os de l de mo nio , f"' patre diabulo, que fue homici-
da desde el principio del mundo, siguen las máxi-
mas del demonio , segu n la palabra de Jes ucristo.
Oigamos pues el lcngun¡;e de l'uestra esc uela, y
pregunte mos á l' ucstro. a .tlores. ¿Cuándo se nos dá

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-240-
un~ bofetada, debemos sufrirla mejor que matar á
quien la da, ó no las quiere da r ; ó es permitido
maL.1r por cvitnr la afre nta? Es ¡¡ermitido, dicen,
Lessio, Molina, Escobar, llcginaldo, Filucio. Bal-
dclo y otros jesuitas, matar á quie1~ nos quisiere
dar una bo(etadu. ¿Es este ellcngu~ge de J esucr is-
to? ¿Dccidme, padres mios, quedaría un bombre
sin honra, si sufriese una bofetada sin malar á quien
se la di6? ¿No ts vtrdad, dice Escobar, qtU mientras
Ull hombre deja coll1Jida á quien le di6 una bofetada
está SÍil hrmra? Sí, padres mios, sill aquella honra
que el demonio padre de la soberbia infundió en
sus hijos orgullosos. Esta es la honra que siempre
ha sido ct ídolo de los hombres poseídos del espíritu
ambicioso del mundo. Por conservar esta gloria que
el demonio distribuye, sacrifican sus vidas al furor
de los duelos; esponcn su honor il la ignominia de
los suplicios; y la salud del alma al riesgo de la
condcnacion !:terna, quedando privados basta de
scpulturu por los cánont s de la iglesia. Pero loado
sea Dios qur, para ovit•r estos desórdenes, ba da,lo
al rey luces mas purns que las que e.ncicrrn vues-
t ra teología. Sus pragmáticas severas, no hicieron
que ~1 duelo fu ese un crimen; pero ca~tigan el cri-
men que es inscpan•hle del duelo. Detuvo con el
temor de su justicia á los ((UC no hnbin. podido re-
frenar el temor Je In justicia de Dios; y su piedad
le bizo conucer, <1uc el verdadero honor de los
cr istianos, consiste en la ohsenancia de los pre-
ceptos de Dios y do las regios del cristianismo, y
no en ese Ycstiglo de honor, que Vllsotros pretcn-
clcis, que tan ,·ano como es, sea una escusa legitima
para los homicidios. Asi c¡ue \'UC!>lras decisiones
saugrientas causan horror :í toJo el Dluudo, ~· os se-

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- :!'.!-
ria mas ace rtado mudar de sentir, sino por princi -
pio de rcligion, al menos por múxima poi ític3.
Prevenid , padres mios, vo luntariamen te los malos
efectos que pueden producir estas opiniones inhu -
manas, de que babeis de respouder ante el tribunnl
de Dios. Y para que tengais mas horror <1l homi -
cidio, reco1:dad que el rrimcr delito de lo> hom -
bres depravados, ha sido nn homicidio en b pe•·so-
na del primer justo; que su mayor cri men ha sido
un homicidi o en la persona del j efe de todos los jus-
tos; y que el homicidio es el solo delito qu e destru -
ye juntamente el c;t<~do, la iglesia, la naturaleza y
la piedatl.
23 de O~tubrc de 1G56.
Acabo de ver la r espuesta de Yuestro Apologista
á mi carla trece. l\fas sino responde mejor á estP,
que satisface il la mayer parte de sus dificultadc$,
no merecer a la réplica. Siento mucho verle salir de
la materia á cáda instante, para pasar á las calumnias
6 injurias co ntra vh' os y muertos. Mas para que SI!
diese crédito á las memorias que le suministrais , nO'
deberíais habet•le hecho negar públicament e unn
cosa tan sabida como es la bofetada de Compiegnc.
Es constante, padres mi os, por dicho del mismo
ofendido , que ha r ecibido, sobre la mejilla, un
golpe de la mano de un j es uHa; y lo qu e pudieron
hacer cp esto vuestros amigos, fu6 pone1· en dnrl:t
si se le babia dado con la palma 6 con el en ves dll
la mano; y suscitar la c ueslion de si o o gol pe con
el en ves de la mano sobre la mejilla, debe llamarse
bofetada 6 no. Ignoro á quien loca decidirlo; pero
creo sin embargo, que por lo menos os nna bofeta-
da probablo: y esto mo pone en seguridad de cor.-
ciencia.
16

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QLnrln 'llrcimn quinta.

Los Jesuitas eximtn á la calum11ia clcl número ele


los crime11es, y la practican sin escn¡pttlo colill'c'
sus enemigos.

fiEVIlRE!'IOOS PADR ES MIOS:

Por cuant o vuest ras falsedades van crecie ndo


cada dia, y os. sirven para ultraj ar cruelm ente á
todas las perso nas piados as, qu e son contra rias ú
vuest ros errore s, me veo obliga do tanto por su bien,
como po r el de toda la iglesia, á descu b rir un mis-
t er io de vuest ro proce der, segun he prome tido há
much o tiempo; á fin de que se r econozca, con vues-
tras rropia s máximas, la f6 que se merec en vuest ras
;¡.:usnciones é injuri as.
Y:1 s6 q ue los que no os conocen bie n , no pue-
(len determ inarse facilmente y andan vacilan tes;
porqu e se hallan en la neces idad de c•·eer los delitos
in creíbl es de que acusais á vuestr os enemigos, 6 á te-
ne ros por impostores, y 6s lo <¡ue tambi en les pare-
ce imcre ible. ¿Cóm o, dicen ellos, si estas cosas no
fuera n, las public arían los r eligiosos y querr ían re-
nunciar á su conci encia, y conde narse por semejantes

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- 2'~3-

calumnias? De esta maner a discur ren: y a si encon-


trando las prueba s visibles que destru yen vuestr as
falseda des, en la buena opinio n que tienen de
v uestra sincer itbd , queda n suspensos ent re la ev i-
cle ncia de la verdau que no puede n desmenti1·, y el
deher de la caridad que temen ofende r. De suerte ,
que como solo les impide rechnza r vuestr as calum -
nias, la estima cion que hacen de vosotr os, una vez
que compr endan la id<'a distint a que tc neis de 1a
calum nia, y que c reeis podeis salvar os calum niando
á vuestr os enemi gos, sin dud a que el peso de la
ve•·dad los determ inará luego á no dar jamás asenso
á vuestras menli•·as. E ste pues se1·á, padres mios,
el objeto de esta carta.
No so lamen te haré ver que vuestr os es.cri(os
están llenos de calum nias y falsed ades, sino <¡ue
pasaré mas adelan te. Bien se puede n decir cosas fal-
sas, pensando que son verdad eras; perola cualid addu
embus tero se encier ra en la intenc ion de menti r.
l\lostr aré pues , padres mios, e¡ u e vues tro ohjeto ·
es mentir y calum niar; y que con este designio y
cono cimien to, imputa is á vuestr os enemigos los
c rí menes que sabeis no han cometido, ¡¡o rqu u
entend eis poderl o b~ser así >in perder la gracin .
Y ll UIIc¡ue ' 'OSO! rOS Scp~iS, la mbien CODlO )'O, este
punto de vuestr a moral , no dejaré de decirl e, pa-
dres mios, para c¡ue nadie lo dude, yiendo •1ne me
adhier o á vosotr os para mante uerosle en vues lra
cara, si n c¡ue le podais negar, á menos de confir mar
con la neg;• tiva, lo que quiero decir de vosot ros.
Porq ue es doctri na comun en vuestr as escuelas que
la ·babeis enseiiado, no solo en luestr os librQs, si
tambie n en vuestr as concl usiones .~que es lo mas
horrib le: como suced ió, entre otras, en vucstrr.s

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;.....2t.. r.. -
.Thcsis de Lovainn •le! aíio 11i43, <lonc.lc decís: No es
mas de pecado venial calwnniar eimputar falsos deli-
tos, para desacreditar á /o$ que hablen mal de noso-
tros:¿ Qu10N1 non nisi venia/e sil, detral!entis attlo-
ritatemmagnam, tibi !IOxiam, falso crimene elidere?
Y esta doctrina es tan constante y cierta entre >oso.
tros, que si alguno la impugna, le tratais de igno-
rante y temerario.
Es lo que espcrimentó de poco aca el P. Quiroga,
capuchino aleman, cuando quiso oponerse ~ esta
opinion. Porque vuestro P. Dicastillo se empeñó
luego con él, y habla .le esta controversia asi; de
just. l. 2. tr. 2, disp. 12, n. 404. Un cierto religioso
grave, descal;:o y encapillado, cucotLATUS, Gliii~OPO­
DA , que no nombro, tuvo la temeridad de difamar esta
opinion entre las mugeres é ignorantes, y de decir que
tra perniciosa y escandalosa, contl'a las buenas costum-
bres, co111ra la pa;:: de los estados y de las socie-
dade$1 y finalmente contraria, no solo á todos los doc-
tores ca/6/icos, sino /ambien á los que pueden ser cat6/f-
cos. Pero yo le sostuve, como lodavia sostengo, que.
la calumnia cuando es contra 1111 calumniador, aun-
que sea mentira, no es pecado mortal, ni contra la justi-
eio, ni Cúll/l'a la caridad: y para la prueba cité á lodos
nuestros padres, y á las universidades que ellos com-
pone~~, hCibiendo consultado á todos, y entre otros al
R. P. Juan Gans, collfesor del Emperador Fernan-
do III; al R. P. Da11iel Baste/e, confesor del Archi-
duque Leopoldo, lttrtna110 del Emperador; al P. En-
1·iquf, que fué preuptor de.estas dos príncipes; á los
profesol'ts públicos y ordiMrios de la universidad de
Yicna, compucst;¡ toda de Jesuitas, á todos los pr(J-
fesores de la unimrsidaá de Grats, todos Jesuitas, á
todos/os profesol'es de la 1111iversidad de Praga, dor.-

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- 2'•!S-
de los jesuitas gobierna n, y de todos tengo aqui las
aprobáciones de m·i opiniotl, escritos y firmada.; de Sl~
mano. Además tengo tambim á mi favor al P. J>c-
71..!losa, Jesuita, predicador del Emperador y dtl Rev
de Es paila; al P. Pitliceroli, Jesuita, y á otros mu-
chos, que hdbian ju::gado ¡>robablt esta opinion, antes
de tlutslra disputa. Uien veis, ¡¡adres mios, que h~y
pocas opinione s que os bayan costado mas trab~j o ni
n.:1s c uidado en establece r como esta, y de nin g u-
na necesitab ais tanto como de ella. Y por eso la ha-
beis ~utorizado de tal modo, que los casoistas la
usan como un principio indudabl e. Es constante,
dice Caramoe l, ti, 1151, p. 550, que es una opi-
fiÍon probable, que 110 es pecado mortal calumniar
falsamente por conservat· su honm; J>OI·quc la sostie-
nen mas de vcill{c doctores gra•ves, Gaspar Hurtado
y Dicasti/lo, Jesuitas, etc.; de suene qtte si esta doc-
trina no fuese probable, apenas se t1lcontl'aria alguna
IJUe lo fuera en toda la teología.
¡O teología abomina ble, y tan corromp.i.tla en lo-
das sos parles, qoe si, segun sos máximas , no fue-
se probuble y seguro en concienc ia, <¡u e se puedo
calumnia r sin delito por consena r su honra, ape-
nas babria alguno de sus decisione s que fuese se-
gura! Es verosími l, padres mios, qoe los c¡ue siguen
es le princi pio, le pongan algunas veces en práctica.
La depravad a inclinaci o n de los hombres se lleya
do sí misma, con tanto ímpetu, que es increiblc que
quita.lo el obstáculo de la co nciencio, no se pre-
cipite con toda su vehemen cia natural. ¿Quereis u n
cgemplo? Caramoe l os le dará en el klgar citado.
Esta máxima, dice, del P. Dicastil/6, Jesuita, acct··
ca de la calumn·ia, Ita sido cnsctiada pot· tma conde-
sa de Alemania, (J las h•jus de la Empenltt·i;;, y ere-

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- 2!·6-
yendo de buena fé que no pecaban, sino venialmcntt,
en pocos dias se levantaron tantas y talts detraccio-
fltS y falsos testimonios, qr1e anduvo toda la corte
alborotada. Porqlle es (acil canjetllrar como usarfan
esta máxima; de s11erte qr1e para apaciguar et ltl-
multo, fué menester llamar á tm brwt padre copr¡-
cltino, de una vida ejemplar, llamado el P. Q11iroga,
y sobre lo cu~l el P. Dicastillo so queja tanto con-
t rn él, q11'e vino á declararles, que esta máxima era
muy pcmiciosa, p1·incipalmentc para mugc1·cs, y tuvo
particular cuidado para qtte la Emperatl"iz aboliese
sr1 uso. N;1die debe mnravillnrse de los malos efec-
tos qun causó esta doctrina. Antes crn de admirar,
sino produgesc tnl desorden. El amor propio siem-
pre nos persuade que es injusto lo que se nos hace;·
y á vosotros particularmente, padres mios, qu e ~:s­
tai s tan ciegos de vanidad, que 11uercis en todos
vuestros escritos, que todo el mundo créa que es ir
contrn el honor de la iglesia , el ofender vues-
tra compaiiia. Asi fuera estraiio que no pusierais
esta máxima en práctica; porque ya no hay que
de cit· de vosptros, como dicen los que no os cono-
cen: ¿como estos buenos padres habían de · querer.
calumniar á sus enemigos, pues no lo podría n ha-
cer sin condenarse? E s preciso decir al contrario:
¿Cómo estos buenos padres babian de querer perder
la ocas ion de difamar á sus encmig•lS, cuando juz-
gan lo pueden hacer asi si o poner en riesgo so salva-
cion? Nadie se asuslc de que los J<'suitas se,¡o ca-
lumni<~dores : lo son con seguridad de conciencia, y
no hay cos~ que los impida; supuesto, que con el
crédito que ti enen en el mundo, pueden calumnia r ,
sin temer In justicia de los homhrcs; y con la auto -
rid ad que fe .l1an dado á sl mismos so bre los casos·

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- 2~.7-
ima s para po •
de conci encia , bao esta blec ido máx
de Dio s.
derl o hace r sin tem er la justicia
E ste es el man ;lllti al, padr es mio s, de don de
ras. De M¡u i
nace n tant as y tan horr ible s imp ostu
a pt·ovocar
espa rció ta ntas vues tro P. l3isa cicr , hast
nto. Oc ac¡ui
la cens ura del Arzobispo de Pal'i s, difu
calu mni ar, e u
pt·ovi no que el P. Anj ou se puse> á
S. Dcn ito en P arís , e l
e l púlp ito , eu la igle sia de
pers o nas dist ingu i-
S de mar zo de 16ü5, á algu nas
pob res de l' i-
das que r ecib en las limosnas pnra los
tribu yen ello s
ca rdia y de C ham pagne, á que con
y
horr ibl e ca-
mism os, y á deci r, por una men tira
iern n creí do
paz de retr aer la ca rid<~d , si hub
' 'ues tras imp ostu ras: Que sabia, de
cienc ia cierta,
tro, pam
gue estos Jlersolws habían gua1·daclo el di11
esta do. Y eslo
rmplcc¡r /e contra la iglesia y contra el
, que es doct or
obli gó a l cura de nqoe ll a parr oc¡ui<~
e al púlp ito,
d() la Sorb ona , á s ubir al día sigu ient
re este mism o
parn desm enti r esta s calu mni as. Sob
tantas falr.c -
prin cipi o, ' 'u estro P. Cras sct, pred icó
men este r que el obis po
cl ades en Ode ans, que foé
osto r púb lico , dando
le inte rdije se com o á un imp
e, dond e decl a-
un decr eto el 9 del últim o setic mb•·
com -
T~, que prohibe al hermano Juan Crasset, de la
y á todo su
paiiia de ! eros, predicar en m di6cesis,
clesobc-
pueblo el oir/e , so pen a de incurrir en 1111a
{ué in{ot '1na do gue diclto
diencia mortal, sobre que le
disc urso , ller1o
Crasset habia hecho en el ptílpito 1111
los ecles iásti cos
tle falsedades y de calumnias contra
mali cios ame nte,
de esta ciud ad, supo niendo falsa y
é impías:
que sostenian estas proposicior1es heréticas
osiúles; r¡uc
que los n~andamien/o" de Dios eran im¡¡
Jcsucris·
mmca se nsis te {¡ la gracia interior ; y q11e
s los ltom !Jrts ; y otra s se-
l o 110 l!a !llllcrlo por lodo

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-2t. 8-
111ejantes, concletwclas por I tlOettlcio X. P orque este
es, p~dres mios, el prim er d-:~lito con que o rdina
-
riam ente calum ni <tis á los que os impo rta difam
ar.
Y ntmctuc todos los demá s que vosot ros ca lumn iais,
estén ta n libres de esta nota , corno lo estuv ieron
los
eclesiñsticos de Orlea ns, y que os sea impos ibl e
pro-
bar lo contr ario, vuest ra conci encia , sin emba
rgo,
qued a sosegada; porqu erreeisque ese modo de calum
-
1liar, á los que se os oponen, es tan seguramen
te
permitido , que uo os recelai s de declar;~rlo en pú-
blico y á vista de toda una ciuda d .
Te nem os un testim onio insign e de •esto , en la
conti enda que tuvis teis con M. Puys , cu ra de
San
Nicie r en Lion ; y corno esta histo ria denot a per-
fectam ent e vuest ro gen io, traer é aquí l;1s circu
ns-
tancia s prineip;~les . Bien sabei s, padres mi os ,
quo
e l año 16ll9, i\1. Puis tradu j o e n franc és un cscelc
n-
te libro de otro padre ca pu chino , acerca de la
obli-
gc,cion que 1ie,n m los cristianos de acudir á las par-
t·or¡uias , contra aquellos que t 11se1ianlo contrario, sin
usar de invec tiva, ni desig nnt· r ul igion , ni ord
en
algun a en partic ular. Vues tros padre s, sin emba
r-
go, no dejn ron de mos trarse senti dos ; y sin tener
ni el meno r re~peto ~ un cura ancia no, juez en
h
Prim ac ía de Franc ia, y vener ado de tod a la ciuda
d,
.vues tro P . Alby C•1mpuso un libro sangr iento
con-
tra el, que vosot ros mism os habei s vendi do eu vu
es-
tra iglesi a, el dia de la Asun ciou, dond e le acusa
ba
de mu chos delito s, y entre otros ; qud se !&aúia
he-
cho escaudaloso tll sus galanterías, que era sospecho-
so de impicclaét, de hercge, cscomulgado, y ji11olmente
di3110 de ser qr¡emad4>. A esto M. Puys r espo ndió; y
e l 11, Alby sostu vo sus prim eras acusa cione s,
con
un segun do libro . ¿No es verda d, padre s mios,
ó

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- 1!,.0-
I(UC era is ca lumniadores, ó que creíais lodo esto
de este buen saccrdo!(); y que asi era n ecesario que
le vieseis sin sus erro res, para juzgarle digno do
vuestra amistad'/ Escuchad pues lo que pasó en la
r econciliacion que se hizo á presencia de los prin-
cipales do la ci udad, cuyos nombres pongo ¡¡(fin de
esta página de la manera que aparecen en el acta
c¡oe se hizo el 25 tic setiembre de 1650 (1 ) Eo pre -
sencia pues de todos estos, l\1. P uis no hizo, sino
d er.larar: Que lo q11e había escrito 110 era corl/ra. los
P.P. Jes11ítas; que había hablado generalmente con-
tra los qur. alrjan los fielts de las parroq~&ias, sin ha-
ber tetiÍilo intento de ofender tn esto á la compal1ía;
y que al contrario, le¡ Vf.llel'aba con particular afecto.
Cnn solo decir esto, dejó de ser apóstata. escandalo-
S•> y sal ió de s u cscomuni~o, si n r elractacion y sin
abso lu cion; y el P. Al by le <lijo por cons igui ente
estas formales palal)ras: Seiiot· mio, la opiniort q"e
tuve de que V. ltabir' escrito contm la compmila,
siendo yo hijo de ella, me hi;:o tomar l 11 plumc' ¡Jara
responder, y pensé que el módo de ·qtle me vali, ME
l! tt.\ PRII~t t Tmo. 1Jlas conociendo mejor la intencion
de V. declaro, QUE Y,\ NO 11 'y coS,\ qtie me pueda
impedir tener á V. ,por hombre de i11gcnio perspicaz-,
cle doctrina profunda y OJI'fODOX ,\, ele costumbres lll-
(1) ~1. de Ville, Vicario genrnl del cardenal de Li6n, M.
Scarron, eanonigo y curn de S. l'ablo ; M Mnrgnt, Chantre;
MM . Dorrvand , Seve, Aubcrl, y Dervieu, canonigos de S Nicier:
M. Gue, Presidente de los Tesoreros de de Francia; M Gros·
licr, Prevostc de los mercaderes; M. Flccbcre 1 Presidente y
Teniente General; M M. Doissat 1 Saint Duma in, r Dartoli , Gen-
tiles hombres; M. Durgeols, primer abogado del Rey en la cama-
ra de los lesorcros de Francia; al ~1. Couon, padre t hijo; M.
Boniel; lodos los cuales firma roo el original de la decleracion,
con l l. Pnis y ti 1'. Alby.

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-250-
JIEPRI!NSIRLES, y finalmente por diyno cura de s11
iglesia. ~s una declaracíon qt¡e llago con st1mo gusto,
y suplico ú los sei¡ores, que est(m presellltl, que se
aruerden de ella.
Bien se acuerdan, padres mios, y quedaron mas ·
escandalizados de la reconciliacion, qu e <le In pen-
dencia. ¿Por qull quién no admirará el discurso del
P. AlbJ'? No dice que se r etracta de lo que ba es-
crito por haber visto mudanza en las costum hres y
en la doctrina de l\'1. Puys; sino, porqt¡c conocien-
do q11e m intencion no (ué de contrariar la compa-
ñía , no hay coS<• que le impida tenerle por católico.
¿T..uego no creía que fuese hercge efccti vamcuhl'?'
Y sin embargo, despues de haberle acosado como
~ lal, contra su propio senti r , no declara que erró,
antes dice, qt•e cree qr1e el modo como se valió, le
era permitido.
¿Dónde tencis el juicio, padres mios, cuando
moslrais públicamente, que vosotros medís la fe y
la virll~<l de los hombres, il propot·cion del afecto ·
IJUe ticnen·á la compañia? ¿Cómo os hahcis ah'ei'Í-
do :i manifcslat' por vuestra misma boca, que sois
montir·osos y calumniado•·cs? ¿Cómo, p:rdres mios,
un mismo hombre, sin quo eo él haya modanz~ al-
gumr, á proporcionquecroeis que hoor;~ 6 que oren-
llc la comllaiih•, será pio, 6 impio; i1·reprensible 6 es-
comulgado; digno Cl'ra de la iglesia, 6 digno de ser
tjttemado; y fio:~lrnente, católico ó flt rege? ¿Luego
es lo mismo eo vuestro lenguage ser con trario á
vuestra comp~iiía! que ser berege? ¡Ridícula here-
gla es esta, padres mios! De manera que cuando
se vll en vuestros escritos que lratais de her ogcs á
tantAS personas c;~tólicas, es dcci1·, que vosot1·os
crccis q11c os ctcon~~tút:. ll ucuo es, padres mios, ·•¡u e

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-25 1-
cual,
se entie nda este lengu 3ge cstr aüo, segu n el
sin
yo soy un g randí simo hel'Cge. En tal senti do,
me es-
duda , me dais t;~ntas veces este nomb re. No
porq ul\ creei s que mis car-
cluis de la igles ia, sino
medi o para vol-
tas os daüa n ; y así no tengo otro
los esces os d<l vues -
vrrm e católico , sino apro bar
dejar toda
tra mora l, lo que no pued o hace r sin
vues -
pieda d, 6 persu adiro s que no prete ndo, sino
so
tro bien ; y para c¡ue cono ciera is esto, era preci
qu<l os hubie rais aparla do de vuest ros <lno res.
De
ii.ado en la bereg ía,
suert e que me hallo muy empe
inuti l para saca r-
ya qt•c la pureza de mi fe, es
o libra rme d<l
me de es le géne ro de erro1 ·, no pued
an-
él, sino yend o cont ra mi conc ienci a, 6 r eform
m pt·c
do la vues tra. Si no bago lo uno, 6 lo otro, sic
homb re y un falsa rio, y por mas que
serc un mal
en alega r vues tros luga res,
haya usado de fidelidad
grito : que estos er-
no dejar eis de decir á voz en
. t·ores, 110 os los puedctl impu tar, sino es quien {tw·e
o
6rgano del demonio , pues ttO hay setial ni rastr
esto no ha-
de ellos en lodo s vues tros liba·os : y en
prác -
ceis sino confo rmar os con vues tra máxi ma y
'' ucs-
tic:t ordin aria; por<¡uc todo este ensan che es
ir. Sufr id que os traig a un
tro privi legio de ment
entre o tros espre same n tc,
ejem plo' que he elegido
o tiemp o á vues tra
porq ue respo nder é á un mism
ser refut ada sino
· falsedad nuev a; pues no mere ce
de paso .
Hace die% 6 doce atios que se os echó en cara
esta maxiroa del P. Baun io: que es lícito busca
r cli-
u11a ocasi on pr6x (-
rectamente , Pt\IM O El" PBR SI!,
espir itual 6 tempo ral de
mt' de pcca1·, por el bien
ha-
nuestro pr6jimo, p. 1, tr. 4, q. U , p. 94; dond e
uicrc t it· á
ce este cj<'mplo: qt'e es permitido á cualq

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:...252-
casas pt4hlicas para convertir las mugeres dtsf¡ones-
tas, aunque sea verosímil q~te se pecará, por haber
ya esperimentado nmchas 'teces, que se deja llevar al
pecado COitlos agasajos de e$tas mugeres. ¿Qué res-
pondi6 á esto vuestro P . Causio, el año 1&U, en
Bll / Jpologia mj'avor rle lat·om¡xuiiade Jcsus, p. 128?
Yéase el lugar del P. Baat/ÍO, léase la pagina, las
mdrgmes, los preámbulos, todo lo que se sigue y autJ
t odo el libro, no se /;aliará ni un vestigio de es/a set¡-
tmcia, que no puede cat·er sino en la mente de un
hombre privtUÚJ tic conciencia en estrcmo; !1 parece que
110 puede ser supuesta sino es por órgano del dcmo:u"o.

Y vuestr<l' P . Pfntereau, siguiendo el mismo estilo,


:1 part, p. 2 ~. Es menester 110 Lmcr conciencia , para
enseriar una doctri11a t·m !torrible; ll es menester so·
peor que un demonio , para atribuirla al P. Baunio.
L ector, mira el lugar, y verás que no ha!Jt'as/ro, ni
ve.slt$io de cOa m t odo su libro. .:'Ouién no creyera
que unos r eligiosos .¡ue bablan de esta suerte, tu-
"Yieran la mayor razon del mundo·para queja rse, y
que efecti vamente se babia levantado un falso tes-
timonio al P . Baunio? ¿llaheis a segur~do nadu con-
te·a mi en términos rn!ls fue•·tcs? ¿Y cómo se babia
de atrever un hombro á imaginar , que un lugar es-
tuvie;,e en propios términos, alli mismo donde se
cita, cuando oye decir que 1w ha!J señal, 11i vestigio
de él m totlo el libro?
· En verdad, padres mios, que este es el medio
para hacer que os crean hasta que se os responda;
pero tambi en es el medio para hacer que no se os
crea jamás , des pues que se os haya r espondido.
P orque es tanta verdad l{ll C entonces mentíais; có-
mo es que no teoeis boy dificultad alguna de rcco-
noct>r, en vuestras r espucstJs, r¡uc esta máxima es-

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- 253-
tá en Baun io, en el mism o lugar que se babia ci-
tado : y es admi rable , que bahie ndG sidG cletest
a-
ble, doce aüos bá, sea al prese n te tan sa na y
pura
ra nueve falsed ad, p. 10, me acusa is
que en vuest
,
áe ig-norancia y áe tn<tlic ia, el motej ar al P. B awu·o
sobre una opinion admit ida en la esctttl!l. Es gran
res
venta ja, padre s mios, tener qoe li tigar con homb
que ya afirman una cosa y ya la niega n. Con vues-
tras mism as arma s os quier o vence r, y no neces
ito
de o tras. Porqo1c uo bé men es ter para esto, sinG
mostr ar dos cosas : la una , que esta máxim a uo ¡•a-
1

le nada; la otra, que e lla es del P. Baun io; y pro


-
ros mism os escr itos. En ·1
haré uno y otro po r vuest
16.\4 , confesasteis qu e es detestable; y en 1656, con-
s
ccdei s que es del P. Bau11 io. Es to me basta, padre
mios , para mi jllstificacion . P ero mas t:s, que des-
·
cubre el espi ri to de vuest ra políti ca. P orque decid
es-
me, os rue go, ¿qué inten to tcneis en vuest ros
r con since ridad ? No, padre s
cri tos? ¿Es acaso habla
ruest a s se contr a-
mios, supues to que vuest r11s r es
dice n. ¿Es por ventur¡¡ segui r la verda d de la
fé?
Tamp oco, pues autor izais una mhim a que esdetc 5-
tabl~, seg11n vuest ro propi o senti r. Per o
es de sin-
g ular adver tenci a, que cuand o digist eis que esh
máxim a e ra detútabte, negas teis junta ment e que
era de Baun io; y asi B aunio queda ba limpi o: y cuan-
al mism o tiemp o
do confesais que es suya, afirm ais
queda . lim -
que b m áxim a es buena; y a si tamh ien
4 e
pio Baun io. De suert e que siend o la inoce ncia
e
este p adre comu n á entra mbas resp uesta s, es visibl
que solo esta justificacio n es la que busca is, y que
,
no prete ndeis , sino defen der á vuest ros pndr~
dicien do de una mism a m~:r.ima, que está e n vues-
es
tros libros , y que no eslá; que es buen a, y que

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- 254-
maJa ; no segun la verdad que jamás se mud<•, sino
segun \' U estro interés, e¡ ue á cada ho ra se c~mbia.
¿Y qué de cosas podri~ deciros sobre este punto{
Bien veis que es convincente. Nada sin embargo mas
. ordinario entre vosotros: y para omiti1· una infini-
dad de egemplos, creo que os contentareis con otro.
En diferentes tiernpo_s os han echado en car a
otrap roposicion del mismo P . Baunio, tr. 4 , q. 22,
1l· 100. No se debe negar, 11i difct·ir la absolucion á
los que cstdn en habitudes dr delitos que son c011lm la
ley de Dios, de '[a nalu•·alcza y de la ig lccin, aunque
no haj¡a altpma ·espcrama de enmienda, ETSI ctlutula-
tionis /ittltl'(t spes nulla appareat. Os suplico sobre
esto, pnd~es mios, que me digais ¿qui'én ba respon-
dido mejor , y á vuestro deseo, el P. Pintereau, ó el
P. Brisacier, que tlefienden áBaunio, conclenando el
uno esta proposicion, pero negando que es de Bau·
nio; y concediendo el oh·o que la en~cii6 Baunio,
pero aprobándola al mismo tiempo? Oídios pues
discurri r. Este es el P. Pinlcreau, p.18. ¿Qué se
llama pasar los limites de todo pudo1· y fi·anqnear Lo-
da dc·<t·erguema, sino acusar al P. Baunio de una
doctrina tan rlannable, como si jt1e1·a cierto que la hu-
biem enseiiado? Juzga ct·istiaiUi lector, qne tal es l~
indignidad de esta calumnia; y considecra con quien
los Jcmüas tienen que litigar; y si el autor de
Jalscdades tan atroces no debe de ser tenido de aqai d
rlflante como íntC.·p,·ct(del demonio patb·c de la men-
'lira: Oid pues ahora á vuestro P. Brisacicr, p. 4,
pag. 2 1. E fcclivamentc el P. Baunio dice lo que ale-
gas. Esto·es IÍcso:ienlirfrancamenlc al P. Pintereau.
P ero, aiiade para justificar al P. Baunio, t1t qne ?'e-
jn·endcs esto, aguarda pam ctuuulo ltn penitente estu-
viere.á tiiS pies, qtte Slt angel de guarda lu'pcteque

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- 255 -
que Dios paá,·e
cuanto tiene c11 d ciclo, cnji.llma . Esp era
umul o<ltjo,porbo-
j"tre por su cab. m, que David IIU.IIIióc
es mmtirliso,
ca del E.<piriltt Santo, que todo lwmbre
ta mas , y que
/ alat y Jrog il; !/ que uc pcnitcnte no mien
110 sea ya Jmg il, tllltd aUc
, 11i pecador como les eL ros,
Jre de Jesucristo.
'1 con esto no aplicaras jamas la. SfW!
¿Qué os pnrece, padr es mio s, de esta s cspr esio -
nes estr avag anl<'S é impías , que di cen que si se
c:rpe1·ama .de
babia de :•gu:1rdar que lwbicsc rrfguua.
lrcl' los, serí~
mmicmla en los peca dores para abso
crtbc:f<, que
menester que Dios pad a jttt'tL<c por stt
pad res mios ~
no voll'erinn 5 caer nun ca? ¡ Pue s como,
¿no h:ty dil'll rcnc ia entr e la esperan::a
y la ince r ti-
ria gran de á la gr a-
dum bre? ¿No es hacer uoa inju
r1ue los cris -
cia de Jesucris to, <1uc es tan imposible
co ntra la ley
tian os deje n los deli tos que com eten
sia, que no
de Dios, de la natu r alqza y de 1:!. igle
Santo mien ta?
pued e espe rars e, sin q¡¿c el Esp íritu
I'Ues tra doct rinn , sino se djcse
De suer te, qu e segu n
ct alguna J;c
la abso lucion á los q1te no dan f$pcran::
to serí a inu{il y ju-
enmienda, la sang re de .Jesu cris
tiW$ &e ~plicaría . A qué estn
do, padr mios, os re-
es
r la glo1·ia
duce el inmoderaclo deseo de conserva
is mas que
lle vues tros auto res ; pues to (jUC no balla
dad 6 la im-
dos caminos para jústificarlos, 6 la false
inal que te-
piedad: y que asi el medio men os crim
ar osad ame nte las mas
neis para defenderos, es neg
evid entes verdades.
dcfe ll-
Y por esta razon os valeis ele sem ejan te
ante vues trA
sa tan ame nud o. Pero pasa mas adel
~qu O'~Yu cslros
mal icia. Vos otro s forjais escr.itos para
ion y 6Jio de
adversarios incu rran en la iodi goac
vers o desi gnio habe is
todo el muu.do. Con este per
forjado la Carla de U11 mi11istro al Doc
tor Ar11auld,

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-25G -
"! la puhlicáste is por lodo r•aris, para persuadir que
el libro de l•• Frecuente Comunion, aprobado de tnn-
tos obispos y doctores, pero que os era contrario,
babia sido COm(lueslo con inlervenci on secreta de
Jos ministros de Cbarenton. Otras veces atribuís á
vuestros adversario s, escritos llenos de impiedad,
como la Carie' cirwlur de los jcmsenistas, cuyo es-
tilo impertinen te y r idículo , descubre á las claras
un engaño tan grosero , y la malicia horrible de
vues tro P . Meinicr , que osa valerse de él, p. 28,
para npo)'ar las mas ncgrns impostura s. Algunns
veces citais libros que jnmás fueron en el mundo,
como las Constituciones del Santo Sacramento, de
dondo sacais algunos luga res compues tos á vues tro
plncer , y que hacen erizar los cabellos, á los sim-
ples que no sabeo ,·uestra habilidad para inrenlar
y forjar mentiras; porque no hay géner o de ca-
lu mnia q ue no hayais usado: ni jamás pudo esta r
en mejor mano la doctrina que ensc•ia que se pue-
de calumniar .
Pero estas máximas son fáciles de destruir; 'J
vor ello babeis hallado o tras mas sútiles , don,!o
no par ticularizais nada, para que no os puedan co-
ger e n mentira, y para que no os puedan resp•m-
der: como cuando el P . Brisacier dice , qtte sus
adversarios cometen delitos abominables, pero que 110
quiere descubrirlos. ¿Qué for ma habrá para recha-
zar esta calumnia tan indeterminada? Par ece cosa
imposible. Un hombre insigne, sin embar go, hnll6
('( secreto; y es tamhien un capuchi no , padres
mios: muy mal os va hoy con los capuchinos, y ten-
go previsto para otra vez, que no os irá mejor con
• los benedictinos. Esltl capuchino S(} llama el P. Va-
leriano, de la casa de los condes de llfngnis. Sobrois

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-257-
por rstn hrevc his toria, que nhor·n referiré, como
respondió {t I' UCstras calumnias. llahia felizmente
consrguido la conve rs ion de Land grave de Hesse,
Rheimfelt: pero vuestros padres, como si les pesá-
ra que se huhi ere corw ertido un príncipe sobera-
no sin ser ellos 1\amldos, compusieron lu ego un li-
bro cont rn los escritos det · tal capuchino , porque
en todas partes d el mundo hab()is dado co pcrsc-
gair á los buenos, donde fal sificando uno de sus
lognres, le imputan una doctrin a herética. Taw-
hien divulgaron un1 cart:t co:ll ra él, donde le de-
cian: ¡O que de CJSlS ltllemos que descubrir, sin
dec ir r ualcs. que le cattSCII'IÍII h.tii'IO dolor! Porque
sino se rem edian , de obligacion ha6remos ele avisar
al papa y¡, los cardenalts. Esta es brava astucia; y
no dudo, parlres mios, e¡ u e les habrcis di cho lo mis-
mo de mi persona: pero minul como responde, en
su libro impreso en P raga el ario ¡1asado, pag. 112,
y sig. ¿Qtté diré yo á estas injurias va¿¡as é indet er-
minadas? ¿C-íma p odré co11veaccr coltunn(as que no se
esplican? Sin embargo he haltrulo el modo; rleclarando
públicammte que ~eii!JO á los qtte me amenazan po1·
(als,~rios, úifames, dcsvcr¿¡omados , menti,·osos, sino
dcscubrm estos delitos á t odo el universo . Pareced
pu.cs, acu.sadores mios; y ¡móticrul desde (o alt a, cua11to
habús dich.o al oillo, miuticndo descal'lulmnc11te. Al-
l!'tnos ju~5a11 que e.rtas cont iewlas son escandalO$ aS.
J7erdaderament e e.r lttl escdwl<do 1/.0rriólt, llegar á ac"-
sarme de lurcgía, y hacerme SoJspccl•oso de tnuclws
otros delitos. P ero yo no lta¿¡o mas de •·ep"rar es/e
cscá11.dalo, toolt•ienrlo por mi itiOCtncia.
En verd~d, paclrcs mios, que este padr() capu-
chino cargó brav~rnenle la mano, y <¡ue nunra
bombre quedó mas bien justificado: porque es in -
17

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- 258-
clud~IJ!e que os han faltado pruebas p3rn potlcrlc
motejar la mas mínima sombra de delito, pu~sto
que no le habcis rcsponditlo habiéndoos provoca-
do. A veces os succ,lenlanc;:cs que os son duros de
tragar. :Mas no csc.wmcntais: porc¡ue poco tiempo
despu es de esto , le babcis acometido de la mis111a
suer te sobre otro objeto ; y él sr defendió con las
mismas armas, p. 151 , dici.:ullo: H•tc gincl'll de
lwmb>·cs ÚltOlenwle d Ndtt la cri: t irmdml, cunprrle,·to
de dcvocion, aspimn ci ltts !J'I'ttwlcws .fJ rila dominar.ion.
torciendo d su.s fines lotlas las leyes divinas, lwmrma.r,
positivas !1 naturales. A tmtn , ó con la doctrina, ó ron
el miedo, ócon laespcmn::a, ti los grrmdcs de l<t ltrrra,
y abu.san rle stt autoridad suprc111a para srdir ron sus
dut{;m'os i7ifames y abominables- Jlltu sus' uruos, ¡>M'
crimittales que SC!lll, ni son corregidos ni castif¡ados, rt!
r011trario son praniados;ytos com< lelt co11 lamiS1IIO ,<c-
guridart y osatlia que si lu'cüra11 m1 .rcn·icio d Dio.r. Todo
eltmtmic lo conoce, t ot/1) d 11111udo /1(¡/;lfl rlc esto cmt
/;orror; pero pocos ltrty que pur.da11 opomrse d ctta tira-
11Íft poderosa. Sú1 embm·go yo..me ké opuesto ri rfla, y ·lu:
•·epriu11:do Stt rlesvcr¿;iicuLa ; • y fl!tom me wldrl: de{
1niS1nO medio pm·a dcslwcer las ralmmlift.! que llan
publicado c01tlra 11ú. Digo pues y declaro, qur los au-
tor~s rle ella mienten dcscarrlllamente, MENTIItl l:U·
PUDENTJSSIME. Si le t¡ue han tliclto de mí es ·t•rrr/a-
dcro, que lo prueben, ó que qucdua com·eucirlos rle lu~.­
ber diclto una mentira llena Jc impculmcia. Esto basta
para prueba tic 1ni inocencia. P ero quisiem que todo
el 1111t>1do •·ep.!rase, que este t;illcro de lcombrcs, que 110
s11J•·c11 11i la 111fiS mÍ11i11U1 injuria, curwrlo la ¡mcr/en
•·cclwutr,.fi•lff&lt sufrir· con muc/t(l prtcir11cia rua11rlo se
lwl/tm co11jundidos, y cub•·cn clln wpa tlt> tma ,,¡, tutl
t:II{Jfl:li.Osa su verdadcm jlaquc:a.· Por /(1),/<• he qucri·

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-259 -
do irritar 11111s vivamtn te SIL ¡mdor, para qtte los mas
lerdos cono: can, que si callan , ua pacienci a 110 será
ifrefo de la mansedw nbre, sino de la conciencia que los
at11sa, y qttc los !tace temer la infamia y la pma.
Este es su discurso , padres mios, y le acaba de
esta manera. E stos llombres que t od<) lo 1'tconocc n ,
son con trmta evidencia injustos , y con la segurida d
que tienen t1m insolent es, que scrÍ(t t·etumcial· d Jcst•-
crist J y á SIL Iglesia, si 110 abomúui ra yo públicam cn/c
Slt mal procede,·, nsi para jastijica rme, como para
i111 -

pcd-ir que los simples se dcjtll engaiiar .


P adres mios, esto no tiene remedio , ya no hay
escape: es neccs•• ri o pasar por calumniadores con-
vencidos, y recurri r á vucsll·n máxirm , qua cnseiía
que las calumni as uo son delitos. E ste padre ha-
116 el secr·cto para taparos la boca; asi se ha do ha-
cer siempre quealud ais á nlgunos in alegar pruebas .
No bay mJS sino respond er á cada uno de voso -
tros, como el capucbi no , mentíris impuclentissime.
P orque, ¿que otra cosa se puede r esponde r, cuan-
do yuestro P. Brisacier, dice por ejemplo , qua
sus adversa rios , son puertas del i11{ierno, pontífices
del demonio, hombres que r·c¡amciarorl á la fé, á la
espera11::a y á la ca1·idacl, y que (ormatl el teso1·o del
A ntecristo? Esto.qtte digo, aiiadc , 110 es por forma
4e injt~ria , Si/10 por· {ltCI":ZG ele la 'VC I"clild . ¿Quién SO
hnbia de poner á probar 11uc no es 1>uu·ta dtl ,:,¡_
rficrno; y que 110 (afJrica el /e soro del /lnt ecristo?
¿Y qu{l se puede rcspond t:r it todos los discur-
sos vagos qo e se hallan en vuestro s libros y libelos
contra mi s cart as: por c:jumplo, que Ita y alyunos
que se ap/icmt líls restit1tcioMs, y cltjan á los acreedo -
·t·u en la pobreza; que se lta11 ofrecido sacos de dine-
t·o {¡ alg1111us nligiosos doctos, que los nlmwro n; q11e

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-2GO-
se dan beneficios á algunos para que .~icmúrc11 htre-
glas contra la (é; que hay hombres asa[(,riados qtu
andarl por las caoas de los ecltsiústicos mas ilustrts
m las cortes soberanas; que yo tambim $CICO pwsion
dt P utrlCI-Real, y que autes que comptuiera mis cal·-
tas hacia romattces; yo que en mi vida be leido al-
guno; y que ni sé los nombres de los que hizo
vuestro ~pologista? ¿Qué se puede r es ponder !1 lo-
da esta jat·cia de calu mnias, padres mios, sino, mcn-
tíris impudentissime , cuando no nombruis las per-
sonas, ni sciialais las palabras, el ti empo y lugar? .
P orque 6 es menester callar , 6 alegar y Jlroba r
t odas las circunstancias, como yo lo hago, cuando
os cuento las historias del P. Al!Jy y Juan de AIba.
De otra suerte vosolros mismos os haccis el clatio.
Todas vuestras fábulas, os hubieran, acaso, sen ido
de algo antes que se supiesen vuestras máximas:
pero ahora que están des~ ubierlas, cuando os pu-
siéreis á decir al oido, que 1111 hombre ltonrudo, que
'10 quiere que se sepa su nomb1·e, os ha declarado co-
$(1$ ltort·ibles de stmejantr gente, luego se o; lmerá

á la a1cmoria el mentiris impudmtissimc, del lmcn


padre capuchino. Ya hace mocho qu e and;1is en-
gañando al mundo, y que nbusais de la facilid;cd
co n que los hombres crcian vuestrns falsedades:
tiempo es ya de volver la reputacion á tanl<~s per-
sonas como h;obeis calumniado injusl<•mcnte. Por-
que ¿qué inocencia, ó qué honra puede lwber tao
asustada y tan generalmente coooéidn de todos, que
no la puedan mnnifeslar las calumnias de una com-
pniHa espar cida po•· todo el uni verso, y que bajo
de búhito r eligioso encubro alm"s tan ogenas de
r eligion, <JUC no se avergi1cnzan de cometer deli-
tos cu..lcs la calunmi~ y la fal scllnd , y es to co n se-

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-2Gl -
gu ridad de concien cia, segun sus propias máxima s.
Asi nadie mo vituper ará ¡JOr hauer destruid o la fé
y crédito que se os podia dar ; siendo mas justo
que lodos aque llos que vosotro s habcis difamado
sin razon, conserv en la repulnc ion de hombre s píos
y santos que merece n, que vosotro s os quedeis con
la opinion ele sinceros , sin merecer lo. Y como la
reputac ion de aquellos no se podía restitui r sin des-
lruir la vuestra , mirad, sino era necesar io descu-
brir a l mundo que tales sois voso tros. Aqui he em-
-pezado á hacerlo , pero ralla mucho para acabar.
Ell o se ha de ver , padres mios , y toda vues-
tra política no os ha de valer ; puesto que los es-
fuerzos que po·i cis hacer para hacerm e callar, no
os servirán , sino para que aun los !UIIS cuerdos co-
"''zcan que tcneis micJo, qu tl vuestra concien cia
os rcmuer ,le, que 03 está acusand o de los cscesos
que me quedau por decir , y que por cslJ razon
hnh eis emplead o toda la fuerza y maiia para evitar
que se di1•ulgu e.

25 de Noviembre de 1656.

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C!lnrtn llrrimn srstn.

Calumnias ho>·riblts de los j esuitas contra eclcsiti.flt-


cos y nligiosas.

R nVlli\E:'\005 PADlli!S MIOS:

Voy prosiguiendo en vucslt·as calumnias, y pri-


mer .. menle resp onder.é á las que en vuestras ad~tr­
tcncias me l(Uedan pot· declarar. ;\las como todos
vuestro.; escritos no con ti enen otra cosa, me darán
l>aslantc materia para entreteneros , cuanto me pa-
reciese necesario. Os diré pues, en pocas pa laur:~s,
acerca de la fábula que bal>eis divulgado en rucs-
tros escritos, contra ~I. de Ypres, que interpretais
maliciosamente algunos términos ambiguos de una
de sus cartas , r¡uc pudiendo tener buen sentitlo,
han de tomarse por el mejot·, seg un .la mente de
la iglesia, y no deben tomarse de otra suerte, á no
ser segun el espíritu mnligno de vuestra compaiii¡¡.
¿Y por qué quercis vosotros, qu e diciendo á su
amigo : 110 te dé tcmto cuidado por ·[o que toca tí /.¡&
sobrino, le daré lo 'f iiC hubien1 menester del dinero
que teugo á mi ccwgo; haya querido decir que lo-

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-:!G 3 --
maba ese dine ro para no rest itui rle? ¿Po r qué oo
' crd od e¡ ue ha-
sa puede en1ender In cont rario? En
er dado vosotros
beis sido muy imp rud entes, en hab
y p~r;r descubrir
mismos las arm as para venceros
rim ir las demas
vuostr·a falscd;1d , maudnndo imp
vi~i blcmentc se halla
carl as de M. de Yprcs, donde
go con YOluntad
que prc stnha ese dinero ;í su ami
vé en la que vo-
de reembolsarle despues. Esto se
9, en estos lh-
sotr os pon eis de 30 de juli o de 1()1
cuidado por LOS
miuos <¡u e os co nfunden: JYo te dé
ANT IC:Il 'OS; 110 le faltará
1wda mientras estuviere
aqui. Y en la de 6 de cnc r·o de 1
(3:!0, donde di ce:·
'lt menester dar
mttc lta priesa ri.cncs ; y aun que
(tiCI
ito, que 110 pt1dien'
cuenta, 110 es tan cot·to mi créd
ha /Ita· quie n me 7>rrstára ctt111IO
tlcccsitárc.
des cub re la
Luego, segun es to, claramente sn
ese otro cuento
mentira, asi en esta fúbula, como en
de qu é os ;tpro-
ridí culo de la c;1ja de S. l\[crri. ¿Y
a acusado á un
vecha que un amigo vuestro bay
cr edit arlo? ¿Se pue-
ecl esi~ st i co hon rado para desa
eo, por que sea ncu sa-
de decir c¡ue un homhrc es r
hres de hien como
sado? No, pa1lres mios. A bom fal-
que nun ca
aqu el, uuu ca faltan acu sad ore s; por ·
iere
lar~t; en el rnnndo calum ni~d ures
micnll'élS l•ub
por la sent enc ill
jesuitas . No por b ncu sad on, sino
Aho ril la <1u c se dict ó en 23
es neccsorio juzg ar.
pletame nte á ese
de febr ero de 16¡\6, justilica com
;ado r que se ha-
sac erd ote, y por ot•·a par te el acu
estn causa inju~:
bia empeñado tcm crar i:mlcnl c en
y huy ó dcs pucs
la, fué abandonad o de sus colegas,
á lo qu e tlccis
dé relra\:l :lr S U did1n. )' Cn CUill\10
ctor , t¡r1e se lti::.o
alli mismo , (],, ;u¡ul'l (tww~o cfin
vtcieutus 111il li-
1·ico y atlr¡uiriti en Utl itutonte tlllt
tic S. Uoquc y dc
brus, hasta rem itiro s á :os cur·éls

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-26 /o. -
S. P ablo , que dará n fil y testi mon i
o {l lod o P aris ,
d e la fidelidad y buena cuen ta de ese
dire ctor , y de
, ·ues ! ra ioes cu~abl e malicia en semcj11n
te calu mni a.
l'n~emos esta s f:olseoladcs tan
insu lsas y vanas:
~sta s sou de vue stro s nov icios
;· lns. que ' 'ues tros
pro feso res inven tan so n de may or
imp o rtan cia.
V e ngam os pue s, pad res mio s, á esa
imp ost ura de
las mas ntroo.:cs que ban salido de
vues tro pech o.
Hab lo de la osadía horr ible de los escr
itore s vue s-
tros , que acus aron aque llas sant as
r eligi osas y á
s us dire ctor es, de que 110 crtian elmisttri
o de la tran
-
substanciacüm, ni la presencia r·eal de Jcsu
cri;to C/1 la
Etccaristia . Esta sí, pad res mio s, que es
un:• cal um-
nia dign a de voso tros . Este de lito solo
Dios es ca.
paz de casti ga rle. com o solo vosotros
sois capa ces
de com ete rle. Hab ia de te ner un hom
bre la hum il-
dad de estas vírg enes , para pode •·
sufr ir con pa-
cien cia tal falsed;od ; habi <l de ser tan
perv erso com o
tan infames ca lum niad or es, para cr ec
rln No quie r o
pues entr a r :i justi fica rlas , sien do
asi , <¡u e está n
muy libre s de esa sospechn . Si nece
sit:íran defcn -
sor es, tul'i cran otro s mej ores qu e
yo. No mos tra-
l'Íl ar¡ui su inocencia , sino
vue stra mali cia. Solo
r1uiero hace r qu e voso tros mismos
la Lengais hor-
r or, y r¡ue en su vista conozca todo
el mun do, que
ca be en voso tro s cual quie r maldad.
Bien sé, que dire is que soy .de Pue
rto- Rea l:
es lo prim e ro <¡Un decí s de los que
se opo ne n á
vue stro s cscc sos; com o si alli solo se
hall asen hom -
bres celosos q u•~ defiendan In pure
za y la mor al
crist iana . ll icn sé , pad res mio s, e l
mér ito de esos
tlev otos solita rios que está n retir ados
en s u co n·
vent o, y cuan to la i;;lesia debe á s us
escr itos sóli-
d os y sa ntos. Con ozco su doct rina y
pied ad: y aun -

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- 265-
que no haya vivido jamás con ellos, como lo que -
r eís persuadir, sin saber quién soy, trato algunos,
y ''enero la vi rtud de todos. l1 ero Dios no encer ró
solo en ese número, los que quiere oponer á vues-
tros desórdenes. Espero, con so divino nusilio, pa-
dres mios, haceros " er la cspericncia; y si me
hace la graci a de conserva rme la ''ol untad que me
infunde, de emplear· en su servicio to1lo cuanto he
rccibi1IO de su mano, os haLlaré de tal suerte, que
t•ucdc se r os pese qu e vuestro agreso r no sea uno
de los ele lluerto-Ueal. Y para 11t1e lo veais, pa-
dres mios, en lugar que los que vosoll·os culum-
niais tan al roz meute , se contentan con ofrecer á
Dios sus preces pa ra alcanzar el perdon; ) o que no
entro en esa injusticia, me encargo de a\•crgonza-
ros á vista de toda la iglesia, para que l!·ng:•is aque-
lla confusion salud~ b le qu e la escritura r<'ficre, y
qu e es casi el úni co r emedio para una 1lureza y
ohstin;tcion semejante á la vuestra . Jmple (ucirs eo-
t'lllll i(l nomilliCI, et qurerent nomm luttm, D()1nitlr.
J!.s necesario refrenar esta insolencia, qu e no
guarda· respeto ni aun á los lognrcs 111115 sng rn-
dos. ¿Por qué quién podrá libr¡¡rse de scmejanll•s •
calumnias? ¡Cómo, padres mios, fijar voso tros mis-
mos en París un lihro tan escand;•loso, con el nom-
bre de vucst ro P. Mey nicr , y con este titulo infa-
me: El Puc1·1o-Reol y Genera unidos y conformes
contra elmislt l·io del Smo. Sacramen/o clel olt01·;
dond e acusais de esta apostasía, no solam ente t.l
Ab;1 d do S. Ciran '1 ;~l D. Arnauld, si no tambicn á
las madres Inés su hermana, y oí todas lns r eligio-
sas de este monasterio, y decís, pág 96, que l t• (é
de ellas es tru1 sospechase• aceren de /1• Eucaristic,,
como la tle Amcntld, <lliC a,;t>g urais, p. <i , ser e(ecti-

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-266-
tllllncnlc calvinista! Pregunto sobre esto :i tocio el
mundo, ¿hay en la iglesia alguno que esté mas ale-
jado de una sospecha tao abominable? Decid me,
padres mios, si estas religiosas y sus Directores
estuvieran de inteligencia con Ge11t 1:a contra t l Sa1l-
tisimo Sacramento del altor, cosa que en usa horror so-
lo en pensarla, ¿hubieran ellas lomado por principal
obgelo de su pi ed<~d á éste ~acrnmento que tanto
detest;ch¡on7 ¿Por qué lluhicran <'llas ai\ad ido en su
regla la institucion de l SantísimoSacrtcmento? ¿Por
CIUÓ hubieran tomado el uúbito de l Santísimo Sa-
cramento en nombre de hijas del Scmtisimo Saúo-
mcnto, y llamado á su iglesia, lo ialcsia del Santísi:_
mo Sacramct!/o? ¿Po1· c¡ué habrían cllassolicit:~do, y
conseguido de Roma la conflrmncion de su institu-
to, y la licencia de rcznr todos los jueves el oficio
del Santísimo Sacramento, donde está la ré de la igle-
sia tan vi,ameote espresada, si se hubiesen conju-
rado con Gencva, parn desl<'rr:~r estafé de la igle-
sia? ¿Porqué se hu hieran ellns ohligado, por devo-
cion particular, <•pro-bada por Sil :::antithcd, tí tener
ele dia y de· noche, religiosás en prcsencin cle·la San-
ta Hostia, para reparar con sus adoraciones perpe-
tuas ic ese perpetuo Gacrilicio, In impiedad de la he-
rcgí:l que le quiso destruir? Decid pues, padres
mios, si es !J UC podcis, ¿por c¡ué r azon de todos los
misterios de nuestra religion, hubieran dejado los
que ellas· creen, por lomar uno que no cree u? Y
¿por<¡né se habrían ellas declarado tan especialmen-
te á este misterio de nuesh·a fe, si le tu viesen, co-
mo los hercgcs, por un lllislerio de iniquid<~d?
¿Qué respondcis, patl res mios, á tantos lc~limo­
nios evidentes, no · solo de paln!Jras, si no 111mhien
de oh ras; y no de alguuas oh ras pnrlicularcs, sino

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-'.!ü7 -
de una vida continua y enteramente co nsagrnda á
la adora cion de Jesu cri sto espuesto sobre nu estros
altar es? ¿Qué respondcrcis, á los libros que lla-
mais de Puer to-Rw l, qu e están Henos de térmi -
nos los mas precisos, qua los padres y los concilios
usaro n para esplic ar la esenc ia de este misterio? Es
ridícul o, bien qna horribl e, el modo que tencis de ,
r esponder en todo vuest ro escrit o . .El D. Arnauld,
decís, es verdad, que bah la de lmnsubstanciacion; .
mas puede ser <¡ue enti end a une/1 "011otlbstauciaci~n
signifi cutiva . Uicn di ce qu e cr ee la p1·esencia na/;
pero ¿c¡uién nos ba dicho qu e no entiende t~na {igm·a
cenladera y real? ¿En c¡ué es.tamos, pad res mios?
¿Quién se podrá liiJr¡u·, "sin que vosotros le hagais
calvinista, cunndo os agradare, si se os deja la liber-
tad de corromper lus esprcs ioncs mas c1m6nicas y
mas santas, con las sutilezas m;~liciosas de vuestros
nuevo s equí vocos? l or <¡uc qui en se La senid o de
1

otros términos que aquellos, y mas en discu rsos


simpl es de dcvocion, dond e no se trato de contr o-
versia s? Y sin embargo por el amor y el r espeto.
<¡ue tienen á es te miste rio s~ nt u, han llenado sus
escritos de términos tan c!aros, que os desar.o, pa-
dres mios, para que, por mas artili cio!os que seais,
podais lwll ~ r ni la inenor somhr;1 de am bigüedad,
ni la meno r co nfo rmi da d con el sentir de Gcneva.
Todo el mundo sabe, padres mios , qu e la he-
r egía de Genc1•:• consiste esenc ialme nte, como "o-
sotros lo decís , en r.recr (lile .lc$uc risto no estoi en
este Sacram~n to; qu e es imposible que estó á un
mismo ti emp o en lugares difere ntes; •1ue no está.
''erdad cramcnte sino en el ciclo , y qu e solo all i se
dehe ad orar y no en el :•llar; que la sustan cia do
pan se •¡ued~ ; 11ue el cuerp o de Jesucristo no en tra .

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-2GB-
e n la boca, ni en el pecho; c¡uc no se come sino es
por la fé, y <¡ue asi los malos no le comen; y que
la misa no es un sc~crilicio , sinn una abominacion.
F.scucbad pu es, padres mios, como Puerto -Real
está de inttlígencia con Géneva m sus libros. Vereis
Jlara vuestra confusion : Que la carne y sangre de
, Jesucristo están bajo las especies de pa11 y 1JÍno;
carla 2 del D. Arnauld, p. 25!). Que el santo de los
santos está presmte en el Santuario, y que al/i se de-
be adorar ; ibid. p. 2!13. Que Jesucristo habita en
Tos pecadores que ~omufgtm, 7101· la presencia real y
verdadera de su cuerpo m el pecho de ellos, bien que
no con la presencia de su espíritu en stts corazones;
Frcq . Com. parl. 3, c. 16. Que las cwízas mttertas
de los cuerpos de los santos saca11 st' dignidad mas
noble de esta semilla de 1Jida, que les queda par hobtr
tocado á la carne in111ortal y dvi{tcante de Jesucris-
to; 1 parl. c. 40. Que no es ¡>or podtl· natural, sino
.por el todo podt~• ele Dios, á quien 110 l111y cosa impo-
sible, que el cturpo de Jesucristo está tlt blljo de la hos-
tia, y de la menor parte de cada hostia; Thcol. Fam.
1. 11>. Que ¡,, virlnd divina está ¡wescntc ¡Ja•·a ¡wodtt-
cir el efecto que las palu/.lras t!e la consaaracio11 signi-
fican; ibid. Que Jesucristo, que está humillado sobre
el alta1-, á un mismo tiempo e.•tá elevado m su gloria:
que está, por st' propia virtud y por su poder ordina-
rio, en diferentes lugares á un mismo tiempo, en medio
de la iglesia trilmfante, y en medio de la militante y
pasagera ; de la Susp. llazon 21. Que las ts¡Jtcies
sacramentales permanecen suspensas, y subsisten es -
traordínariamcnte sir1 que algtm sugtto las sustente,
y que el cuerpo de ·Jesucristo está tambicn suspmdido
bajo las especic.1, sin drpender de ellas, como las sus-
tancias dspende11dc lus accidetttes; ibid. 23, Que la

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-2G!I-
sustoncia de pan se muda dPjundo (c los accillmtts in-
mutables; Oficio celes. del SS. Sacr. Que Jesucristo
está tu la Eucaristía, cun la mistlltl gloria qut goza en
PI cielo; Carl<ls del Adad dl' S. Cir;~u, lo m. 1 . cart.
93. Que su humauidad gluriusa nside en los to/Jerná-
culos dt la iylrsia , bujo las tsperit·s de JIMI qttc le cu-
LTm t-isib/Pmtlltt ; y que snbiendo que somos /or¡•rs,
tws lleva de esta suerte á la adprorion ele su divinidad
presente e11 todo III!Jar· , por medio de la adorocion IJtte
se hact á Sl4 hu111011idod presente m 1111 lugar particu-
lar: ibid. Que recibimos el cuerpo ele Jesucri~to sobre
/11 lengua, y que ltl santifica 11~ ·í qrt c la toca; Cart. 32.
Que eu/ra eu lu boca del snctrdote, Carl. 72. Que
aunq11t Jesucnsto se hoya lltcl1o acctsible m tl SS. Sa-
cramento por su tierno omor y clemmcia, no dPja de
conservur su inacesibitidad como una condicion inse-
parable de Sl4 rwtura/t;;a divina; porque au11que solo
el Clltrpo y sola la sangre estén alli en virtud de las
palabras, V I VI! IIDO I\ UM , como dice la Escuelf¡, eso
110 quita que toda su dicinidacl, asi como su humani-
dad, no esté (ambim allí p11r tilla 111li(lll 11ectsaria;
Defensa dlll Rosario del SS. Sacr amen to p. 217. Y•
en fin, que la Eucal'istiu C$ jtmtammte sacrificio y
Sacramento; Theol. Fam. l. 15; y que aunque este
sacrificio sea una collliicmoracionllel que se hizo en la
cru z, llay sin eml1argo esta di{e1·e11Cia, que el sacrificio
de la misa no se o{rctc sino ts por la iglesia, y por los •
fieles que están en Sil comunion; y el de la crl4.z se o{re- •
ció pQt· todo el mundo, como dice /u Escritura; ibid. p.
153. Esto b~sta, p<~dref mios. parn haceros ver cla-
ramente que pu¡·o.Je ser no baya habido jamas des-
ver güenza corno h• vuestra. Pero IJUiero además
qu e I'Osotros pronuncicis h• scn t cnci~ contra vo~o­
tros mismos. Dccidme de qu é términos se Yaldt·á

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-270-
uo.hombrc para que no haya sos pecha, que está
de inteligencia co n Géneva. Si el D. Arnauld, di-
ce vuestro P . l\Icy nier, p. 83, hubiera dicho que en
este admirable misterio , 110 hay sustancia de pan bajo
las especies, sino su/o la came y sangre de Jesucristo,
yo cou(esára que se lwbia dtclarado claramenle colt-
tra Geueva. Confcsndlo pues, calumniadores, y dad-
le la satisfaccion pública. ¿Cuántas veces hnhcis vis-
to lo mismo en los lugares qu e acabo J c citar? Pe-
1'0 ndc mÍ1S, la teología fami liur del Ab:Hl de S. Ciran,
siendo aprobada por el doctor Anwuld, contiene la
doc trina y se ntir de entrambos. Leed pues toda la
leccion 15, y particularmen te el articulo segundo,
y hallareis las pnhbras que pedís vosolt·os, y aun
mas formalmente que vosotros las pooeis. ¡,Huy
pa11 en la hostia y t;ino Cll ti ca/iz;? No; j)ONlue toda
/e1 sttstoncia del pau y del vino se quitó para hacer
lugar á la sustancia del mcrpo y ele la sa•lgre de Je-
sucristo, y esta queda sola cuúicrla con las calidades
el el pan y del vino.
· Y bien, pa.!res mios, ¿volre1·éis ¡, deci1· que Puer-
to Real no cnscfia cosa que Gencw110 uclmile; y que
lo mismo que lla di ello Aruau ld, en su ca•·ta 2.•todi-
1'ia 1m mim'stro ltcrcgc de Cha•·enton? flnccd pues que
1\lcstrczal, hable como A r..auld en esta ca•·ta, p. '237
y sig. ll acedlc qor diga, que es wt ·• mentira i11j'ame
m~tej11rle que niega la t raJWtb"tMittcion; qtu por fim-
• dltmento de sM escritos l """la t·utlurl de la preswcia
,·uú del hijotlr Dios, op11ut:ui la tlJctriwule los crúvinis-'
ta.r; que se tit1u. por d.ic/;o;o de está,· en. 1111 lugflr don-
de .re adora co•IIÍ1mamente <Ú satl/11 de los srwtus en rl
stmlllnrio . Y esto es mu cho mas contrario al error de
los ~alvinislas que la misma prcsc nci;. real ;. supues-
to que, como dice el cardena l llichclicu en sus' con~

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-271 -
(l·ovct· sias , p. 5 3(). l.~.r minist ros mnrlcm os de Frtm·
ciu, lmbiénduse nnidu cc>n los Lntuar .or, qu creen la
pt·csm tia ?'cal de .Jesuui.rto &ti ((, Eururi stía, declara -
ro" qur tto se aparta n de /u iglesia , por cslr 111ÍS/erio,
sino p or cuusfl de la fldtJf'(tcio.n que los ratóliro,r hacen á
/u Ectcru úth . IIacccl 11uc Ge ne va lll'm c todos estos
lu¡;a i'CS que os he alegad o, sacMios de los libros do
))u crto- Hcal , no solo los lu g;~t·es , sino los tratado s
c ntct·oHIUChahl;on de este tn istl't·io , como e l libro
tl u la FrtCUtlll< Comuuitm, laE.•plicariull de lttS ce remo-
ni'/.$ de In misa , e l bjtrci áo d urante In m isrt, las Jlrt-
:ones de la .m<pcnsior~ del .\ S . Sacra'l/ent J, la tra-
duccio n el.: los himno s clul 0 /ici,>d e Pucrt<>-llcfll, et c.
Y finalm ente, haced c¡uc se es tablez ca en Chm·e n-
lon esta consti tuc ion sa nta de adorar contin uamen -
te it J <!sucri sto en la Euc'a ri stí a , como se observ a
e n Pu ert o-R eal, y será el mayor ser 1icio e¡ u e po-
dreis hace1· ~ la ig lesin; p'ucs entonc es Puert o-Rea l
no estará de ¡,,¡e{igencia con Genevu, sino Gé neva de
intel igen cia con Pue•·to R eal y con toda la iglesia .
P or c ierto, padres mios, <tu e habcis princi pia-
do el ataque por la parte ma~ fuc:rle y donde me nos
tiene c¡ue temer Pu erto - Real; pero c¡uicro decir lo.
c¡ur. os ba movid o á esto. Bie n saheis c¡ue entien do
11l¡;o de vuestr a políti ca, y c¡uc la babcis seguid o
muy bien en esta ocnsio u. Si el Ah nd de S. Ci r nn,
y el O. A.rna uld, no hubi era n hecho mas qu e decir
lo que se debe cree r acerca ele este mistcl'io, y no
lo c¡uc se debe h acer para dispon erse á é l, huhi erntl
sido los mejor es cat óli cos d ul mund o, no se hubie -
r an hallad o equi vocaciones e n sus tél' mioos de pre-
sencia real y de tranw bsta nciacio n. l.\1"s pot· que es
me neste r que Lod os los 'luc se opon en [t vuestr os
ensanc hes sean té ni tlos por herege s , y ;t un e n eso

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-272-
mi smo punto que r cpruehnn, ¿cómo podría el
)). Arnaul nn ser hcrcgc acerca de la Eu caristía , ba-
hi cntlu compuesto csprcsamente un lihro contra las
prl)fanaciones que vosotros baceis de este Sacra-
mento? ¿F uera bue no, padres mi os, que Arnauld di -
gt\ra impunemente que no se debe dar d cuerpo
de J esucrist o á lo• que •·ccatn siempre en los mis-
71Ws delit.,s y 110 dm1 se>inl allflllla de enmienda ; y
que es met1es1er fljJttFI'lrlos del all at· algun t iempo,
!'ara que u puri/ique>¡ con 1111a penitencia sí11cera
!1 cojrm des¡mcs ti fi·u t o? No, no , sufrís que se ba-
ble asi, padres mios; no vendría tanta gente á v.ues-
lros confesonari os. Porque vuestro P. Brisacier
di ce, croe si sfguís este método, jamás aplicareis á al-
guno la sangre de Jesucristo. l\hs vale 11ue sigais la
práctica de la comp~tila, qu e vuestro P. Masca re n-
has alega en un libro a probado por l' nestros doc-
tores , y aun pm· vues tt·o Gener:~l: Q•te lodo género
de personas , y aun/os sacerclnles puedm1·ecibir ti cuer-
po de Jesucri&to el mismo clia que comctiet·on delitos
abominables; que lfjos ele haber i1n vcrcncia alyuna en
estas comuniones, es al contrario cMa loable; qt'e los
con fesores no los deben disuadir, antes cle~m uconse-·
jar á los q~te acaban de comrtcr lalfs delitos, que co.
tllt&lgtWI luego al itiSlall/c; fiOI'IJli C aunque la iglesia lo
ltaya t>rollibido, esta w ollibicioll e.Há abolida ]lor la
JWáctica tmiversnl de toda In litrra . .liJase. tr. 4,
disp. 5, n. 284.
Ved lo CJUO es te ner Jesuitas por todo el orbe.
Ved la práctica universal que ha beis introducido, y
quereis mantener. No importa que las mesas de f e-
sucristo se llenen de abomi nacion, con tal que vues·
tras iglesias se llenen de gente. Decid pues, q ne son
her<'gcs contra el SS. Sacramento los que se opo-

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-273 -
ncn á esta práctic a, y 1¡ue es necesario que sea asi,
cueste lo q ue costare . ¿l)ero cómo lo podrcis hacer
des pues de tantos tes timon ios invencibles que han
dado de su fé'? No temcis qu e refiera ltts cuatro
prueh~s grande s, como vosot ros decis, sobr e que
se funda toda vuestra :~cu s:~cion? Bien lo podcis te-
mer, pero no deja ré de esponc ros á la vergüe nza.
E xaminemos pues la primer a.
El ./l ba.d de S. Cú·a n , dice el P. 1\:[(lynier, conso-
laiUÚJ á tm amigo suyo sobl'c la muerte de su madrt:,
Iom. 1, carla 14, dice, que el sacrificio mas agl'ftda -
b!e que SI puede ofrecer á Dios en u tot casos, es el de
la pacimcia. Ltu¿;o es caltinisl.7. . Este es un :.r gu-
mento muy sútil, y no sé si hay quien penetre la
r azon. Di¡{ala pues el mi smo. l.urgo , dice este g ran
controversist a, 110 cru el sacrificio de la misa: por-
que este es de todos ~~ mas agraduúle á Dios. Digan
ahora que los j es uitas no saben nrguir. De tal ma-
nera lo entienden, que daráo por herege todo lo que
quisier en, y aun {l la misma esc1·itura sagrada. Por-
que, ¿no será bcregía de.:ir, co1n:> lo hace el Ecle-
siástic o, que no hay cosa peor que 011101' el di11ero:
NlliiL ES'r iniqrtius quam amare 11ccuniat11: como si
los adulter ios, los homicidios y la idolatr la no fue-
sen mayo¡·es delitos? ¿Quié n oo dirá, ll cada momen -
to, cosas por el estilo , co mo por (\gemp lo, que el sa-
eri6cio do un corazo n contrit o y humill ado es el
mas ·a gradab le á los ojos de Dios; cuando en es tos
discurs os no piensa , sino en compa rar ciertas vir-
tudes interio res unas con otras, y no con el sacrifi-
cio de l_a misa, que es de un orden muy diferen te,
é inlioitamco te mucho mas e~ev:•do 1 ¿No sois pues
ridlc ulo s, padres mios? ¿Ser ¡¡ p•·cciso , qu e para aca-
bar de confun dir os , os present e los términ os de
18

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-274-
:u¡uclla mism~ c~rl~, donde el Ab~d clc S. Ciran
trata dlll sacrill cio de la misa, como el mas escelen-
to de lodos los sacr ificios, diciendo: que se ofrrrr <i
D ios t oáos los días y m todo lugar, el sacrificio del
cuerpo de su ltijo, y qne no se ha lwllado M"EDIO M.IS
.ESCiiLE~TK, para !.onrar á Stt padre. Y dcspues,
que Jesucristo nos llfl. obligado d tomar, á la /,ora de
la muerte, su cu.crpo scu:rijictulo , par(t que sea 1/lttS
ag•·adablc d Dios d sacrificio que hacemos del 11uc.<·
t ro, y para unirse co11 nosct ros c11 nqurlla hora l trri-
Ue, y .fort alecernos sm.tijicamlo mn fll presouin, 1/
último sacrilicio qnc n.frecemos tí. Dios de nuest rn 1 ida
y de 1Utcstro cuerpo. Disi mulni s todo esto , ¡wclres
mios, y proseguís di ciendo, que ui suadc com ulgar
á la muerte, como lo baceis ''osolros , p. 33. y
qu'f no cree el sacrificio de la mi sa; porque á to-
do se abalanzan los ca lumniadores de oficio.
Vuestra segunda prueba es el mejor tes timo-
nio. P ara hacer Calvinista al Abad de S. C1ran, á
quie n atribuís el libro de P ed·ro Aunlio , os senis
-de un lugar donde Aurelio esplica, p. 89, como la
iglesia se gobicrnn con los sacerdotes y los obis-
J>OS, cuando los quiere prh·~r y dcgrad~r. Ln ig le-
sia, dice, no pudicmlo quitar/u la pctt~>tad dtl m·-
dm, por cttanto d carne/a ~ue t ie11ct1 es ituldeblr, Ita·
u de stt pm te lo posible: borm de sn memoria aquel
carart r.r que no puede bormr del alma de los que le
ltatt recibido·: los considera cmno •·i ya 110 fiuum sa-
urdolu tÍ obispos: de manera, que s~gun su lm!Juoge
orditiQriiJ, se puede decir r¡ue ya 110 lo S(J11, biw que lo
sean siempre, p or 1·nzon del caracta, on Hilli!LEilJLI -
Veis, padres mios, que este
TATBM C.:JJAIIACTI!IIJ S.
autor, nprobado por tres junt~ s gcnl'ralcs del clero
fr:u1cés, dice clarDmento que e l ca ractrr snccrdolal

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- 275-
es indelcb'e; y sin embarg o qu~reis que digalo
contrar io en ese mismo lugar, que rl caracltr sa-
.cerdotat M es ilu!eleblc. Calum nia insigne , 6 segun
' 'OSotros, pequeñ o pecado venial: porque este libro
os babia hecho ~lgun datio, r efutando l~s heregía s
de vuestros hermano s de Ingltlle rra , acerca de la
a utorid ad episcClpal. Pero véase una insigne estra-
vagancia ; y es que dcspucs de haber falsamente
supuesto que Mr. de S. Ciran opina que· esto ca-
racter se puede borrar , concluís que no cree la
presen cia r eal de Jesucri sto en la Eucari stía.
No temais que os respon da á esto, padres mios.
Si os falta el sentido comun , yo no os le puedo dar.
Los que le tienen se burlan de vosotros, como tam-
bien de vuestro tercer argum ento , qne so funda
sobre estas m:íxima> de Free. Com. 3 p. c. 11: Que
Dios nos dd Cll la Eacm·i stia, 1!1. M I SMu AIANJ.\ n qae
dá a los santJs elt el cido , sin otra t/Jj'erenda, que
11 q11i nos quita la vista y sabor
unsibü , ruerva ndo uno
y otro para el ciclo • .En ' 'ercl ad, padres mios, que
estas palabra s esplica n tan claram ente b doctrin a
de la iglesia, que á cada momen to se me olvida co-
mo las podeis tergive rsar para deduci r algun er-
ror. Yo no veo otra cosa sino lo mismo que el con-
cilio tridént ino enseüa ' ses. 13, c. 8; que no hay
ot ra diferencia entre J esucri sto en la Eucari stía, y
J esucris to en el Ciclo, sino que aqui está b~jo un
velo, y ballá nó. Nos dice Arnaul d que no hay otra
diferen cia en el modo de recibir á Jesucri sto¡ pero
Mlame nte que no hay otra en Jesucri sto _que se
recibe. Y sin embarg o <¡uercis, contra toda razon,
que di ga en su lugar, que como en el ciclo no so
toma ni se come á Jesucr isto en la b~cn, tampoco
se come en la tierra; y de ¡oqui s~cais su hcrrgia

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-2TG-
l\Je COm(latleceis, . pa,h·cs mios. ¿Scrít (lrCCISo
es plicaros este punto'? ¿Por tpd! r.onrundís este
manjar di"ino cou el moti o de red birle? Solo h~y,
como acabo de decir, una di fcrcncia en este nwn-
jar; y es •1ue en el ciclo se deja ver y 3qui en la
tierra está c.tbierto uc ,·elos que nos impiden su
-vista y gusto sensible: pero son mucb~s las dirercn-
cias que hay en el modo de recibirle M JUÍ y ~llá, y
la principal es l¡~ que dice cl 'D. Arnauld, 3. Jlll1'1,
cap. 1(). Ar¡ui entra w 1!1 úoca y en ci¡Jcclto, aú de
buenos como de nwlvs, lo que uo acontece en el
ciclo.
Si ignorais la razon de esta divcr$hlad, os fliré,
padr es mios, que la causa porque Dios cst~hl~ció
estos dircrentcs modos de recibir un mismo man-
jar, es por la diferencia que hay entre los rristia-
nos en esta ,·ida, y el de los bicnaventuriltlos en el
ciclo. El estado de los cristianos, como dice el car-
denal Pcrron siguiendo á los padres , tiene el me-
dio entre el est¡tdo de los bienaventurados y el es-
t ado de los judíos. Los bienaventurados poseen á
J esucristo realmente sin figurns ui velos. Los ju-
díos no poseyeron m~s que los -velos y ligurus de
Jesucristo, como eran el manú y el corclrro pns-
~unl. Y los ·cristianos poseen á Jesucristo en la
Eucaristía real y \'erdad crnmentc, pero todnvin en-
~ubier to. Dios, dice S. Eocher, se lu:o tres tabtrná-
culos-. la sinagoga, que no 1111 o mas que sombras sin
vercúui; la iglesia, que tiene la t·ertlmi y las sombrns; !/
d cielo~ á<Jmle 1w lwy sombms , sino sula la ••udml.
Saldríamos del eslado en que nos h~llnmos, que es
el de la fé, que S. l'nblo opuso á tu ley como á la
~· ision
clara , sí solo poseyéramos bs li¡;urns sin
Jcsucríslo ; pot'tluc es propio de la lt·y no roscet•

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-27 7-
si no somb ras, y no la sustan cia de las cos~s: y
sal-
si le posey ése,
drí amos tano!Jien de nuest ro estad o
el mis-
m os ''isib lemen te; porqu e la f{:, como dice
. mo apóst ol, no es de las cosa~ que se ven. Y
asi la
Euca ristía es perfe ctame nte propo rcion ada á nues-
te
tro estad o de fé, porqu e encie rra ve rdad era men
ierto . De mane ra que se-
á J esucr isto, pero encub
i esc
ri a destr uir este estad o, si Jesuc ri sto no cstuY
de p.1n y ' 'ino,
r ealme nte dcLaj o tic l;~s espec ies
como pre tend en los hereg es; y tamh ien seria
des-
• truirl c, si le recibiésc:ruos descu hierto , como
en el
ciclo; pu es se ria confu ndi r nuest ro estad o, 6 con el
estad o tlcl judaí smo, 6 con el de la gloria .
l\lio·ad , padre s lllios , la r azon miste riosa y di-
vina J e este di,·in o miste rio. l\lirad lo que nos hace
al
alonro·ccct· á los calvinist<~s , que nos r<.>duccn
e stado de lo.; judío s; y lo que .nos bacc <~S pirar á
la gloria de los bi enave ntura dos, que nos dará el
gozo enter o y etern o de Jesuc risto . l'or dond e hiet\
de
veis que lt;l)' unu:has difere ncias entn• el modo
comu nica rse de los hiena veotu rados y de los cris-
en
tianos; y c ntt·c ellas, 1~ de que se le recib e aqui
que estas difere n-
la boca , y no en el .ciclo : pct·o
media entre el
cias dcrcn dcn solam ente de la que
estad o de la f {: ei1 que nos hall amos , y el de la clara
lo
vi sion donde ellos están . Esto , p~dres mios, es
mi-
q ue Arna uld ha dicho clat·am cn te e n estos tb•·
otra dif. nncia wtre la purez a
nos: Que ·tto debe lwbcr
de los 'i'" ,·eciben d Jesuc risto en la Eucar islia, y la
y la
de los biwav cntum dos, que la que hay tntn la (r
clara t•isio" de Dios , de donde solo tlrpen dc el modo
-
di(erenlr de ¡·~cibtrle en he t!el'l'a y nt el cidv. Debe
ras, t·~s
ríais , p:Hlres mios , vcncr~•· e n estas ral(lh
p<~ra
vcrcladcs s:.mtas , c u lugar de co rrom perla s

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- 278-
sacar l;~ bercgla <1ue ni en ellas se halla , ni se
puede b;~llar jamás, de que no se come á Cristo
sino es por la fé , y no por la boca , como lo
dicen maliciosamente vuestros PP. Anual y 1\Iey·
nier, haciendo de esto el punto capital de su
acusacion.
Muy fallos pues estais de pruebas, padres mios.
y por eso babeis r ecurrido á un nuevo artificio;
falsificando e l concilio de 'frenlo , á fin do que
n o estuviera conforme Arnuuld; porque son mu-
chos los médios c¡úe teneis para hacer bereges, •
Semejante falsilicacion la hizo el P. Meynic r en
cincuenta lugares de su libro, y ocho 6 diez veces
solamente en la p. 51 , donde pt·eteude que para
ha-b lar com<¡ católico no basta decir: Yo creo !JUII
Cristo está presente realmente en la Eu cnr istia;
sino c¡uc es menester dccit·: Yo creo , CON E l. CON-
CI LIO, q"e esta allí presente co11 tilla verdadera Pni!-
SENCtA LOC,\ t , 6 localmente. Y cita el concilio ses. 13,
ccm. 3, can. 4, ccm. 6. ¿Quién no creyera, vien-
do e l vocablo do presencia local dtado en !res cáno •
nes del conci lio universal, que set•ia así efectiva-
mente? E sta treta os pudo servir ant es c¡ue saliera
mi carta 15; mas ahora, padt·cs mios, muy poco'
podeis eng¡uinr. Ya todos registran el concilio,
-y hallan que sois falsarios; porque estos términos de
presencia local, localmente, localidad, jamás estu-
vieron en esos cánones. Y mas os digo , p<~<lrcs
mios, que no están en algun otr o lugar de este con·
cilio, que no se hallan en los dcmns concilios que
¡1reccdieron, ni a un en ningun padt·c de la iglesia.
\Os suplico pues , padres mios , ·que me dignis si
eneis por cnlvinistas á tod os los que no usaron de
es tos térm inos. Si es nsi, el concilio de Tre n lo y

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-2i9 -
los santos PP. sin escep cion algun:~ son sos-
pecho sos. ¿Nó tencis otra mane n\ de hacer
!i
Arnau ld hercg e, sin co mprcu der á tantos escrit o-
res católi cos que no os bnn hecho mal, y entre
-
otros á Sn nto Toma s , uno de los mayor es defen
sores de la Eu carist ia , y que no solam ente no se
sirvió de estos térmi nos, s ino qu e los desech ó, 3,
p. qttres. 76, a. 5, donde dice: 1\'ul/o modo corpus
Christ i cst in hoc sacramento localil ct· ¿Qué auto-
-
r idad tcncis , padre s mios, para introd ucir térmi
no~ nuevo s, y orden ar c¡uc so use de ellos
para es-
plicM l•il•n la fé, como si la pro fcsion de fé dis-
pu esta po r los pnpas , segun el concil io , donde no
<'Stán estos tí·rmi nos , fue r a de fccl uosa , y dejará
algun a amhig uednd en la cr eencia de los fieles, que
solo ''osoiJ·os Lu hiérai s dcscu hict:to? ¡Qaé tcmol 'i-
dad c reer, que los docto res mismo s usen de estos
térmi n os! ¡Qué falscdt~d decir, qu e los concil ios
gcner .. lcs los tienen : ¡Y qué ignoran<'ia no sabel'
que los sa ntos mas esclar ecidos en doctri na los
La n recb;ozarlo! 1h :ergon:;aos, padr es mios, de vues-
tras r~tsedacles estúpidcts . segun dice la escrit ura,
á los impos tor es ignorn nlcs como ,·osolr os : nE
M liNnAT I O ineru<litionis /uro con{m tdcre.
No iut cnlris ser m:test ros: car eceis <le caract cr,
y suficie n cia para ello. Pero si quur eis tratar COl)
mnJo r t~~udcs lia , se os escuc had. l?orqn c aunqu o-
cl Yoca blo prcsmcia local h~ ya sido repud iado por-
Santo Torna s, como lo hal! ei$ vislo, á causa qu e el:
c uerpo de Cristo no estit en la Eu ca ristía, segu n la,
cslcn ~ion ord inaria 1le los cuerp os en sus lugare
s;
sin emba rgo algun os contro ver sistas mod.: rnos.
n
h an acepta do cslc téo'noiuo: ¡wr<¡ne solo c;.iícnolc
por 1!1, que el cu!!rpo de J cs ucr!.~u esl:l. vcnla<lc
;

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-28 0-
ramcntc l1ajo las e~pcc ics, y c¡ue hallándose estlls
en un lugar determ inado , tamhi cn lo esta rl cuer-
po de Jes ucristo. Y en este sentido A rn auld no ten-
drá di ficultad en ~dmi t irl c ; puesto qu e el Abad de
S. Ciran y él, lwn declarado tanl3s ,·eces, qu e Cris-
to eu la Encari stia, está 1•erdaderame nle en un lu-
g~r partic ular , y milagrosamente en
difc1·entcs
lugar es á un mismo tiemp o. Asi b,theis dado co n
todas vuestras ratel'ins en tiel'l'a, y no podc·i s co-
locar siquiera vuesl• a acusacion , qu e no dcheríais
l1aber sacad o sin tener antes pruebas in1•enciblcs
pua fundarla.
¿Pero de qué sirve, padres mios, oponer la ino·
cencia de estos ,·arones á vucsll·as calumnias? No
les atribuís l;tlcs error es, porqu e crcais c¡ué los
cnsctian, sino pcl'(¡ue os dMian. Sobra esto, segun
,·ucst ra tcolog ia , para calumniarles sin come ter
delito y podcis , sin confes ivn, ni penitencia, decir
misa dcs pucs qu e ionput ais á sacerd otes, que. la di-
cen lodos los dias, que este sacrificio sea una idola-
tría, qu e seri a tan ho n·ihle sacril egio que vosot ros
mismos babcis bccho ahorc ar en efigie ;\ ' ' uestro
P. Jar•·i¡;e, porqu e habia celebr ado cuando estaLa
de intcli!Jencia con Gmrva.
No me admir o, que acuseis á vuestr os ndver sa-
rios de delitos lan enorm es y tan falsos , s·in escrú -
pulo alguno de conciencia; pero me asombra ([u o
los imput cis , con lan poca prude ncia, crímenr s
tan i•n·crosimilcs. l'orqu e aunc¡uc disponcis de los
pecad os segun vuest ro capricho, ¿pensáis del mis-
mo modo di~ ¡1oncr de la fé de los homb res? ~~~
vcrd¡¡,d , padres mios, qu e si hubiese de recae r la
sospecha de calvinismo so bre ellos 6 sobre I'OSO-
lros, os hai!:\ríais en mal es tado. Sus discur sos son

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- 2Sl-
tan c;• tólicos como los. vuestros; pero su proceder
confirma su fé, y ehl'ues tro la desmie nte. Si crceis,
como ellos, que ese pan se muda efectil·ameute en
cuerpo de Jesucristo, ¿por qué no pcdis, co mo ellos
piden, que el corazo n de piedr¡¡ y de hielo, de los
que comul¡ pn por l'uestro conse jo, se cn mbic sln-
cer;uncntc en cornzo n de carne y de amor? Si crecis
que Jes ucristo se representa en es te sacramento,
como si es ttn icrn muerto , para «!nsciia r ¡, los que
sn le acercan á morir para el mundo, para el pe-
cado y para sí mismos; ¿por qué iucitais ;'• que ven·
gan á él los que tengan el 1•icio J' las pasiones to-
da,•ia 1•has? ¿Y cómo juzgais dignos del pan del
ciclo, los que ni uun merecen comer el de la
ti erra?
¡O grandes venerador es de este Santo misterio,
cuyo celo se ocupa en perseg uir {1 los que le hon-
ran con tantas comuniones santas, y en liso n-
jear á los que le des honran con tan t;~s comu-
niones sacrílegas! ¡l.>or cierto es cosa digna de
los que se dicen dr.fcoso res de tan puro y adorable
sacrillcio, hacer que venga n los pecadores mas en-
vejecidos apenas st~ lieron tlc l cieno de sus pecados,
y que rodeen la me~ a de Jesucri sto; y poner en me-
di o de ellos á un sa'ccrd otc cuyo confesor le envia
impúdi co ni ah~r, para ofrecer en lugar de Cristo, la
hostia s~nta á un Dios ele Santidad, y llevarla de
sus manos impura s a las bocas hediondas! ¿l)arecc
bien qu e los que praeti cn n esta conduc ta por /oda
la tierra, seg un liiS maximas ~proba das por SU gcnc-
r~ l , calumnien al autor de la Fncuente co1mmiim, y á
b s religio sas del SS. Sacramento, diciendo que no
c1·en este Sacramcuto?
No l>{lr:• en esto¡, sin embarg o, vuestra malicia.

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-282 -
Fué precis o, para satisfa cer ú vuestr a pasion horri -
ble, acusa rlos de haber renun ciado á .Jesucristo y
;i su bautis mo. No so n estos , pndre s mios, c'uent
os
::l aire como los vuestr os. Son los funes tos estre -
mos con que babei s llenado la medid a de vuestr as
calum nias. No er an digna s las manos de ''nestr o
amigo Fillea u, do susten tar una menti ra tan insig-
ne, bien que él la inven t;mí. Vuest ra comp aitia la
tomó á su cnrgo y la nutori zó á cara descu bierta ;
y vuest ro P.l\1e yn ier acaba de :~segurnr, como wta
verdad cierta, que Puert o-Ilcn l consp ira secret a-
m ent e de tre inta y cinco aitos á esta parle y que
M. de S. Ci ran y 1\1. de Y pres son los gefcs de esta
consp i racion , para deslnlir el misterio de lll rncan w·
cion, persuadir que el evangelio ts tma hisfl)ria a¡¡o-
crija, desterrar la nligion cristiana , y /cr:autar et
Deismo sobre las rtglas del Cristianismo. ¿Es esto,
pada·cs mios, todo wanto teneis que decir? ¿Estfl.-
rei s satisfechos , si tod•> esto se cree de :~<tucllos que
ohorr eceis? ¿Cesaría vuest ra animosid<~d, si les tu-
viesen horro r, no solo los que están en el gremi o
de ha iglesi a por lo que decís, que es tan de inttligcn-
cia con Géneva; sino lambi en Jos dcmas qne creen
en Jesucristo, aÚnque bcreg es, por el Deísmo <¡ue
les imput ais?
¿Mas á quién qu ercis persu ad ir sohre vues-
tr a sola palab ra, sin la menor· aparie ncia tic
prueb a y con todas las. contr01dicciones imagi nable s,
que sacerd otes que no bnccn sino prcdic:•r la gracia
de Jesucr isto, la purez a del evang elio, y las oblig a-
cione s del bautis mo, lwn renun ciado al bautis mo,
al evang elio, y á J osucri sto? ¿Quié n lo creera , pa-
dres mios? ¿Crce islo ,·osotr os mism os mi serab les?
~ :\ qué estrem o babcis ll egado , pues es
forzoso

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- 283 -
pa-
que prob eis qu e no cree n en Jesuc risto, ó que
niado res del
seis por los mas al;om inabl es calum
riom brad ese
mun do? Prob:odlo pues , pnd res mios.
eclesiástico demérito, que decis ;~sisti ó á la junta
de
Bour g-font~ine el aiio de 1621 , y
qu e desc ubrió á
uir
l'ues tro Fille au el desig nio que se tomó de destr
hrad l~ s seis perso nas que
la rcli gion cr isti:ma. Nom
aque l
decis form aron la consp iraci on. Nom brad
de cis p. 15,
que sciialais con esta; /ett·as A. A. que
e os conl' enc ió
qtu 110 t.f AtliO IIio A1·11auld , po rqu
!JUC no tenia entonc~s mns de nu
eve niios, pero otro
que decis que todm:ia ri1:t, y grao nm igo del Dr. Ar-
tros
n:mld , y que no pued e dcjnr de co noce rle. Voso
; y por cons iguie nte sino
le cono ccis, padre s mios
es que estei s sin relig ion, te neis oblig;~cion
de de-
menl o, para ba-
nun ciar este impio el Hey y al Pnrla
so hahl;~ r,
cerlc cas ti ga r como lo met·cce. Es preci
ó sufri r la con-
padr es mi os; es prec iso nomb rarle ,
stcro s
fusion de perde r vu esh·o cr éd ito como emhu
que e l
indig nos de ser creiclos. E ste es el modo
buen P. Vale riano nos enseñ ó de dm· lonn
mto y
s tores , para que co n·
a¡He tar la cuerd a á tales impo
cio en este c.1so es
fi csen su calum nia. Vues tro silen
ni~ diabó li -
una conv iccio n completa de esta calum
, bahr~ n
ca. Vuo!stros amig os, aun los mas c iegos
el e confcs~r q"e westro silencio 110 es t(rcto de
virtud,
ta n
sino de impottncia; y de admi rar que hnyais sido
cseis la calum nia 6 1as re li gio-
mal vado s que· es tencli
sas de Puer to-U enl, dicie ndo, p. H, que el
roMII'io
uesto por una
srcrcto drl Scmtisimo Sacromcnto, comp
cous pira-
de ellas , ha s ido el prim er fruto ele esta
c ion conlr n J esuc risto ; y en la p. 9 5 , c¡v.elos
han in-
o,
(unclillo todas lus máximas de/estables de tSte tscrit
de
c¡uc es, seg un voso tros <lec is, una iustr u ccion

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- 2S!o-
/)cismo. Ya mu cbo ti em po que se destr uyeron yues -
tras fal sedades sol11·e este escrito, en la defensa de
la c~nsura del difunto arzobispo de l'aris cont ra
-vuest ro P.B ri sacier . Nada Luristeis que replic ar,
y
no dejais todavía de valeros dll esta misma ment ira
y aun con mayor dcsvergucnza, para all·iuuir á es-
las doncellas, cuya piedJd es conocida de todo el
mund o, el colmo de la impieclacl. ;Cruel es y vi les
perseguid ores! ¿Ni au n los claus tros Alas r etirad os,
serán asilos contr a vuestras cnlumuia~? Mientras
que estas vírgenes santas ado ran di a y r.ocbe al S:o n
·
tísimo Sácram cnto, segun su in~Litut o, vosot ros no
ccsais de publi c:or di a y noclll' que no creen que es-
té en la Eucaristía, ni aun á la derecha de su padre
;
y lt~s escluis de la iglesia, mientras ellas está n oran-
tlo e o secre to por voso tros y por tolla la iglesia. 1n-
juriai s {o l;~s que no ti enen oido para oíros y lengu
a
para responderos. i\l as J cs u cristo , co n qni cn está
n
ellas escondidas , para no parec er sino es un di a con
él, os escucha y r esponde por ellas. Y temo, pa-
dres mi os , !JUC los c1ue cnJu r ccen sus corazones,
y
r ehusan pertin azmente oírle cuando hnbla como
Dios, no le sea forzoso oírle despu cs con espanto
cuando les bahle como j ucz.
Poo·que fina lmen te, pad res míos , qué cnenta le
p odrei s dar de tant:ts calumnias, cunnrlo )¡os ex nnoi
-
nc, no sobre las f;tnt;osias de vuestros PP. Dic¡os ti-
llo, Gans y Pciialosa, qu e las esc usan, sino sobre )¡o
s
r eglas de la verll.o d etern a, y sohre las leyes sa ntas
d(l la iglesia, qu_e lejos tic csc usar este delit o, le
aborr ece de tnl suerte, CJUe le ha darlo la misma pe-
m I[UC ¡¡)hom icidio \'Oiunlario. Porqu e ha diferido
á los c¡olumniadores, nsi como á los loom ic:das , la
comunion hasta la muer te, pot' cl l y 11 concilio de

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-28;)-
Ari es. El concilio de Letran juzgó pot• indignos del
esl;tclo eclesiást ico, á los que fue1·on co•wencidos
de este crimen, nuo11uc se ln.. bicscn enmenda do.
J,os papas nmennza ron á los que bulliesen calumnia -
do [1 obispos, sacerdot es 6 diáconos , de oo d;~rlcs la
comnnio n á In muerte. Y los autores de un escrito
inramnto r.o, que no pueden probar lo que escri-
hi cron , son coudcn;Hios por el pnpn Adriano á
ser a:utados, r cvc rend•IS padres mios, FLAGll-
I.I.Hi'iT\!11. T ;onto es e l horror que tuvo siempre
In iglcs i;i á los errores de vm:stra compañí a tnn re-
lajada , que es•:usa deliLos tan eno rmes como la
calumnin , p;u·a poderlos ella misma cometer con
mayor libertad.
En verdad, poldres mios, que podriais p or este
camino causar muchos mn'es, si Dios no hubiera
permitid o que I'Osotros mismos hubierais suminis-
trado los medios para imp edirlos , y para privar á
\' uestrns falseolad es de sus efectos. No se necesita
mas q ue publicar la mh:im:~ cstr<ti\a que las escusa
de cr imen, para quitar In f(l que se os pudiera dar.
Es inútil la ealumni¡o, sin o viene <lCOm ¡1aiiadad e una
gran r~putacion de sincerida d. No saldrá bien un
detractor , sino ti ene la fama de aborrece r la de-
traccion , como un cr.i•11en que no ca he en lll. Y asi,
padres mios, vucstr" propia doc trino os pierdc. lla-
beis estableci do estil má1ima para establece r vues-
tra conciencia: por cuanto babeis <( ucrido calum-
niar oin ser comlcnados, y se r de aquellos santos y
piadosos calumuiaclorts <¡ne rdicrc S. Atanasio.
Habeis pues qucriolo ahraur esta m:him<~, para sal-
varos tlt'l infierno, sobro la p<~lahra de vuestros
doctores ; pero esta misma ¡prantla c1ue os libra
segun dicen, de los malrs c¡uc tl'nll'is en la ol ra

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-28(}....,..
,.¡cJ,, , os priva en esta ele lu uti lidad que cspera-
hais; de suerte'c¡uCl pensnndo evitar el vicio de la
detraccion b:1beis perdido el fruto: tan cierto es que
el mal es contrario á sí mismo, y se embaran y se
destruye por su propia malicia.
Calumniaríais con mas utilidad para ,·osotros,
haciendo profcsion como los demás diciendo co n S.
P ablo, qu e los detra ctores, maledici, son indignos de
ver á Dios; DI menos entonces vuestras calumnias
serlan mas creídas , aunque la verdad sería conde-
unros vosotros mismos. Pero di ciendo, como decís,
f!Ue la calumnia contra vuestros adversarios no es
delito, nadie dará f6 á \'Uestras detracciones , y no
dcjarci~ de condenaros. Porque es cierto, p3dres
mios,que vuestros autores gra ves no anularim la
justicia dll Dios, y qu() no podeis dar mayor prueba
de que no estais en la ''erdad, que valeros de la
mentira. Si estuviera la verdacl . dll vuestra parle,
pelea ría por vosotros, y os libraría de vuestros ene-
migos seg un su promesa. No rec un·is á la mentira,
sino para sostClncr el error con qu e atlulais á los pe-
cadores, y para apoyar las calumnias con que opri-
mís las personas de piedad qu e se os oponen. Como
la l'erdnd era conlr:u·in il vuestros fines, os ha sido
.necesario poner vuestra confianza en la mentira,
seg un dice Jsaias 28. Vosotros T~alJeis dicho; las de;-
dicllas, q•te afliym el lvs hombres , 110 vend1·án sobre
1IOSOtl·os, pon¡u,e nos liemos fiado m la mwtira, y la
mentira 11os 1Jrotr!Jcra. ¿l)ero qué r esponde el pro-
feta? c. 30. Por cuanto, dice, lwbeis pttrsto ,;uestra
confianza en la calumnia y m ti tumulto, sperastis
i n calumnia el in tumultu, esta iniquidad os será im-
JHtlada, y vuestra I'Uilla str.i sémtjaute á la de tl71fl
muralla IIIU!J "tia I]Ut cae de golpe im¡Jrtv ·sto, y á la

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-287 -
de una vasija ele barro que se rompe y dcs¡Jtda.:a cor1
tma violencia tan fut rte y tan general, que no
guednní un tiesto con que se ¡mfda coger 1111 poco
de agua, ó llevar w1 poco de (urgo. l'or cuan-
to, como dice otro profet a , Ezerh 13, habds afli-
gido el corn::on dfl justo, que yo mismo 110 d{ligí;
y habeis lisoujrculo y (urtalrcitla la malicia de los
impíos; sacaré pr~~s á mi ptuúlo de vucst.ras manos,
y os haré que cono::cais que yo soy su seiior y el
vuestro.
Si, padres mios, podemos espera r que no mu-
dando de mente , Dios os quitar á de las manos los
que trn cis engni1a¡los de tanto ti~mpo acá., y no
permi tirá que los unos se dejen lle\·ar á lns mald.:~­
des por vuestr n mala 'direcc ion, ni que los otros
csten emponzoñados por vuestr as c~lumnias. H ará
conoc er á los unos qu e las r~glas r~lsas de vuest ros
casuis tas no los librará. de su enojo; é imprim ir;(
en los <>Iros el justo temor de perder se, escuc~ando
y c reyendo vuestr as falsedad es , asi como vosotr os
os perdei s inventándola s y sembrá ndolas por el
mundo . No hay que engaii¡ rrsc; nadie se burla de
Dios, ni quebr anta, sin incurr ir en la pena , e l
precep to que nos dió en el evang elio, de no juz-
gar á nadie sin esl<!r muy cierto de que es reo.
Y asi por mas devotos que se muest ren los que
son fáciles de recibi r vuestr as menti ras, y bajo
cualqu ier pretes to de llevocion c¡uc lo hag,\n; dc-
hen temer ser escluid os de l reino de Dios por
la sola cu lpa, ti c haber imputa .lo d elitos tan atro-
ces, como la hercgi a y el cisma, á s:rcet·dotes ca-
tólico s, y á relig iosas santns , alegan do en lugat·
de prueb <•s manifiestas ca lumnias ta n g rosera s co-
mo son las n• estt·as. El tlemo11io, dice 31. tic Cene-

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- 28B-
va, ( 1) está sobre la lengua del que calumnia y m el
oido del que le tscucha . Y la detraccion, dice S. Ber-
nardo, Ser m. 2~, in c~nt. es ttn veneno que apaga
la caridad en ti uno y en tl otro. De manera que
sola:culunmia puede ser mortal á ww infini-
1111a.
dad de almas, pues no solammte mata á los que
la publican, sino tambien á C!IOittos 110 la des-
echan.

4 de Díciemlire de 165().

Reverendos padres mios: mis c~rtas no se repe-


lían con tanta frecuencia ni tanta estension. El
poco tiempo que he tenido ha sido causa de ello.
Hi ce esta mas larga, porque no !ove sosiego para
hacerla mas breve. La razon que he tenido para dar-
me pri;a, la s;~heis mej or <¡ne yo. Vuestras respues-
tas os salían mal; muy bien hicisteis en mudar de
m6todo , pero no sé si e legisteis mejor, porque
pued o se r que se di ga c¡uc habcis temido Íl los Be-
nedictinos.
Llegó á mi noticia q~te aq-'.tcl q~te todoslwcian au-
tor de vuestras A p~logías, la~ desconoce y se irrita,
porqt1e se lus utribuym. Tiene 1·u::on, y yo no
en llaúerle sospechado. Porque por mas ljllt lo ase-
guraran , yo debia pensm· que no era llombre de lar&
poco juicio qtle creytse de ligero tucstras falsedades,
flÍ de tan poca lto11ra qtlt las public{u·a sfn creerlas.
Pocos hombres hay copaces de estos esccsos que os

(1) S. Francisco de So les, obispo do Gh•c•·p.

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-:iS O-
r-
son ¡¡¡·op ios, y que not11n ba~ta11lemmte vuestro cara
escusa1· de haberos cono cido.
ter, para poderme fiO
a,
Dtijemc llevat· con el t'WUO I' comun. Pero esta escus
vosotros , tlo me
q11c seria muy mas que b11e1W para
sin
basta {,mí, qt~ ltago profcsion de no deci1· cosa
de esa. lil e
pn1eba cierta, y que no fle dicho otra mas
is ejem -
arrepiento, cono.:co mi cr,/p a, y deseo que tome
plo de mi.

i9
© Biblioteca Nacional de España
Se clcmutstra que no hay hengía t11 la iglesia, rectifi-
cado el sentido equíuoco de Jansenio, y que la au-
toridad de los Papas y los Concilios ecuménicos no
es in(ahble en las cuestiones de flecho, conforme a
la tlocwina de todos los teólogos, principvlmcnte de
los Jesuitas.•

llEVERE NDO PADRll MIO:

luego que ví que vuestro s padt·es ha hinn acudi-


~o ú la autorida d real para que se prohibi eran los
libros de entramb as partes, crei que deseabais de-
jar la contienda , y yo estaba dispuesto a ello. Mus
habeis producido despucs, en breve tiempo, tantos
escritos, que se conoce no está segura la paz, cuan-
do depende del silencio de los jesuitas . Ignoro si
este rompim iento os será ventajo so; pero no me
pesa que me d6 ocasion para d~shacer la c:~lumnin ,
de que están llenos ' 'uestros libros , diciendo c¡uo
soy her cgc.
Y:~ es tiempo de atnjar , una vez por todas, la
osadia con que me trat ais , y que va en aument o de
dia en dia. V. P. lo hace de tal modo en su libro
que ncaba de publica r, que ya no se puede sufri•·, y
que me baria sospechoso, sino respond iera como se

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-291 -
mcrec e ;i una calum nia semeja nte. Había despre -
ciado esta injuria e11 los escrito s de vuestr os cofra·
des, y no se me <lió nada de o tras muchas e¡ u e mez-
cian iutlifer e ntcme nle. ;'lli carla 15 sat isfizo lo bas-
tante. P ero V. P . habln ahora co n olt'O tono, y co-
loca es la calum nia como fundamen to (lrinci pal , y
cas i único de s u defensa. Porqu e decís, IJIIC ¡wm
responde,. á mis 15 cartas, basta decir quince verr.•
IJIIC soy heregt; y qtte ltabimdo sido dtclara do
comn
tal, no soy digno ele (e. De fonna que no ponci~
duda en mi aposta sía: y antes la tomais como un
fundam ento fi1·mc, pa ra basar vuestr o discur so.
J>ues <tue ttm de veras, padre mio , me !rala V. 1'.
de berege , quiero r espo nderle tnmbic o de veras.
Sabe bien V. P. qu e esta acusac ion es tan im-
portan te, q ue sería teme rario 6intol erable alegar la,
si no ,,iniese acompaiiadn de muy buena s prueb as .
J>regu nto, ¿cómo probar á V. P. que soy hercgc?
¿Cuándo se me ha visto con los calvinistas en Ch n-
r enlon? ¿Cuándo dej é de oi •· misa, y contra vine ¡,
los debere s quo ti enen los cri stiano s con su par -
r oquia? ¿Qué nccion se ha visto en mi, por dondu
se pueda colegi r que estoy unido con los hcrc ges, ó
co n el cisma de la iglesia ? ¿i\ c¡aé concil io me he
op uesto ? ¿Qull cons litucio n pontifi c ia be quebr an-
tado? Es necesa rio r es ponde •·, padre mio, 6 .... ya
me enti ende V. P , es decir, me va ldr6 <le las ar-
mas del P. Valeri ano. ¿Qué responde V. ll? Supon e
primer ament e que el que escribió las cartas , es de
Puu to·llca l. En seguid a, que Puerto-/leal cstd dcrla -
mdo por l1ercgc : de dónde infiere que el que cscribiú
las ·cartru es tambien lwrcge? De modo que no recae
sobre mi direct ament e esta acusac io o, sino sobre
Puert o-R eal; y no obra contra mi , sino en cuan-

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-202 -
to V. [>. supone que soy de alli. Con que co tendré
mucha dirlcultad en defenderme¡ porque Ja he di-
cho <'11 mis anteriores y vueli•o a repetir que soy
1111 homb1·e solo y libre , y en pl'opios té•·minos, que
1/0S!>!Jde Pucrt:>-Real; como lo hice en la carta 16
<¡u e p•·ecedi6 á vuestro li hro.
Jlruehe V. P. de Otl'a manera e¡ u e soy herege, ó
tod o el mundo reconocerá vuestra impoten cia. Prue-
be por mis esc•·itos , que no acepto la constitucioo
de 1nocencio. No son tantos: no hay mas que diez
y seis carlas que examin ar, donde ni V. 1'. ni otro
alguno hallar á la menor cosa qu e ofenda dicba cons-
tit ucion. Antes le haró ver lo contrario: porque
cuanrlo elige, por egcmplo, en la catorce, que ma-
tar st!]tm VlttSII'as m{u;imas á su lt~rmano en pecado
mol'ltd, es conclenm· el alm11 po1· quien C1·isto m11rió ,
¿ no reconocl visiblemente 1¡ue Jesucristo murió
por los conden~dos, y que es falso que fiO ha muer-
to sino solo JJUI' los predcstinaclos, que es la quinta
proposicion ana tematizada? l!s seguro , padre mio,
que nada he di cho que defiomd:1 esas proposiciones
impíns, que abomino de todo cora~on. Y aunque
J>u cl'lo-Rea l sig uiern estos crro.H'es, estoy cierto
<¡u e V. P. no podrá conclui r nada conl r:1 mí; por-
!Jlle g•·acias [• Dios, no r.cconozco en In tierra mas
<¡uc k! iglcsin católica, apostó lica y romana, en la
cual 11uiero vivir y morir, bajo la obediencia ~ co-
muuion de su soberana cabeza el Papa, creyendo
eomo creo finncmeule, 1¡uc fuera de ella no bay
salvncion.
¿Qué bar~ V. P. con un hombre que habla de
esta suerte? ¿Por dónde me podrá zaherir , supues-
to que ni mis discursos, ni mis escritos, dan pretesto
alguno para semejantes acu.sacioncs do beregia, y

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-293 -
q11c hallo mi segurid ad contra vucsll·a s nmennz.1s
en la oscurid ad qu<' me encubr e ia vuestrn noticia '!
Os sentís heridos de una mano in1•isib le que hace
visibles I'Ucstro s errores ~todo e l univ e1·so, y en
vano procur ais acom eterme en la pe1·sooa de ot1·os,
pensan do qu e estoy unido con ellos. 1\i por mi os
temo , ni por otro alguno , porque no depe ndo de
al guna comun idad, ni de cualqu iera particu lar. To-
do vuesli'O c rédito y porlér es vano con tr a mí. No
espero , ni temo, ni quie ro nada del m nudo; no
ne:ccsi to, á Dios gracit~s, ni la baci end<~, ni ln autori-
dad, ni el favor do nad ie. Asi, pndre mi o, mo li-
bro de 1•ucstro s :u·did<'S y tramns . Por ningun lado
me podeis coger, por mas nsecbn nzas que me armc is.
Bien podeis vcj:or it Pucrto - Heal; m:os yo segu ro
estoy de toda Vl'jtlcioo . Alguno s saliero n do la Sor-
bono destc1'1'ados ; mas yo me qu edo r¡uielo en mí
casa. Bien podeis usar de fuerza cont ra sacerdo tes;
pero no co utra mí, que no tengo ningur a de estas
cua lid ades . Y asi pued e S<'r t¡ue jamás di eseis con
un hombr e que esté mas exento de vuestro s insul-
tos , ni rnns á p•·opós ito pa•·a impu gnnr vuestro s
cn·ores , hallándose lib1·e, suelto, si n d<'pcndcnciro,
sin negocio s , bastan te inform ado de los prin cipios
de vues tr~ ,ioctrin a,y r csu<llto tí hacerl es gucl'l'l\
mientr as jozg¡u· e que esta es la volunta d divina, si n
r¡nc alguna coosid cracion hn mana me pueda i!etc-
nc•·, ni dcs:•leolat· e n mi iutento .
¿Luego de qué os sirve, pad re mio, '' isto que no
porl eis n~dn cont1·~ mi, publica r cal umnias con tra
tantas person as que no intel'l'inic ron en nues t1·as
contien das, como lo baccn ' 'uestro s padres? No os
oscapa rcis por estos medios . llabcis de scnt ir la
fu erza de la verdad que os opongo . Yo os digo c¡ uc

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-29!. -
destruis la moral cl'istiana, apartando la del ornor
do D ios del cual dispensais ú los hombres; y voso-
!J·os me ale¡;ais la muer/e del P. /Jlcster, que nunca
conocl. Os digo que vuestros autores permiten ma-
tar por una manzana, cuando es vergonzoso per-
derla; y vosotros me venis con que lum abierto 11n
urca en In iglesia de S. Jlfm ·y. ¿Qué me quereis
con aquel tratado de fc, Santa Virginidad, compues-
to por un padre del oratorio, ( 1) no habiendo yo en
n1i vida visto ni al a utor ni al libt·o? Cierto, padre
mio, roe admira que cons idereis a lodos los que os
son contrarios , como sino bicieran mas de una sola
JlCrsona. Vuestro odio los «:omprend e á todos jun-
tos, torma do ellos un c uerpo de rep robados, y
quiere (1ue uno r esponda por todos. -
:\Iucba diferencia hay entre los jesuitas y sus
otlversario s. Vosotros componeis vet·daderamente
un cuerpo unido bajo un solo gcfe; y vues tr as r e-
glas, como lo dige antes, os prohiben imprimir cosn
nlguna, sin el consentim iento de vuestros superio-
res, que responden por los errores de todos los
particular es, sin qne puedan dar por escusa., que no
t•epamron en los en·ores qttc ensc1ia1t, pt,es tuvic1·on
obligacio11 de l'tPOI'CIT e11 ellos, segun vuest ras cons-
tituciones , y segun las cnrtas de vuestros generales
Aquaviva, 'Vittclcsch i, c te. Es por es to, que co n
razon se os rept·end<:n los errores ele vuest ros her-
manos', que salen aprobados en sus obras por vucs-
tt·os superi ores y por los teólogos de vuestra com-
paitía. Pero en cuanto á mi se <lebe juzgar clifcrcn-
tcmente. Yo no he finnado, ni aprobado el libro de

(1) El Pad1·8 Stgu~not.

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- 291 )-
to,las
la Sa11ta Yirgilliclacl. Y aunque se t~Lri esen
cató lico do lo
las :~rcas de Paris, no seria yo menos
dechsro
c¡uesoy. Y por !in fr:~nca y altansente os
y que
que nadie sale fiador de mis carlas sino yo;
de nada respondo, sino de mis cas·t as.
salis·
Bien pudiera pnrar aqui, padre mio, sin
is de herc gcs, para
pos· los demás que vosotros trata
soy la oc:<s ion,
compreshlcrmc en ellos. J\Ias como
o, para sa-
me !Jallo obligado á y ale•· me de esto mism
inoc enci a
c:u· tres hicnes. Uno, sor~ man ifesta t· l;t
Otro,
du tantas personas injustamente calumniadas.
lll' tificios
y muy 11rop io á mi intento , mostt•at· los
vucs t•·n acus acio n. Y el ter-
tic vucstt·n politic<~ en
ubri t· ti todo el mun do la
cero, 11uc mas estimo, dcsc
oso que espa rceis
f,,lse tlad de este rum or escandal
i.J divid ida co"
por todas partes: Que estú la 'Íf¡les
ú una infin ida1l
w1a tmeva hereg(u. Y como engaiíais
os de la •
de personas, pcrsundiendolas que los punt
la fe , ba-
controversia que cscitais son esenciales il
ruir estas
Ilo muy importante, y aun necesario, dest
con totln clari dad en
fa ~sas impresiones, y cspl icnr
para que ~e ' ' Ci\ ¡¡uc
qué co nsisten estos puntos,
na, el dia de hoy
cfectil'am cntc no hay hcregiu algu
en la iglesin.
la
Cierto que si se preg unln, en qu6 cons iste
tas, r<!s-
hcrc gia de los que vosotros llnmais Jansenis
s bomilrcs
pondcrcis luego qu e consiste en que esto
imposi-
cnsciítiD: Qua los mcmdamicntos de Dios so1~
ó. la g,·ac ia; y que no
bles: Que no se ¡mede resistir
y el mal: Q¡¿c Jesu cris-
lwy libertad de hacer el bien
si11o solo por los
to no tmtri6 por todos los hombres;
l"·op o-
predestinados; y en fin que sostienm las cinco
u. ¿No dais ú ente n-
sicio~oes co11dcnadas pot· el P11p
á y u es-
der, que csln es la causa porque pnsr guis

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- 2!)(1 ~
Iros adversa rios? No es esto lo c¡ue deeis en vues-
tros libros, en yuestr:1s convers aciones , en ,·ucs-
tros catecism os, como lo hicisteis ~u l~s fiestas de
la Natividad de S. Luis, preg unt:u1 do á una de vu es-
tras pastorci llas : ¿ Porquíé1~ vino Jcwcristo Cll mtm-
do, hija mia? Po1· todos los hombns, -padre mio.
¿Luego, l&ija mia, 110 eres de estos tluevos hereges
que dicen no vi110 sino es por los 1>rcclestinados? Los
niños os cre~ n, y muchos tambien de los mayore s
de edad. Y es que los entreten eis con 'las mism<~s
fábulas en vuestro s sermone s, como vuestro P. Cras-
sel en Orleans , á quien el obispo interdijo predi-
car. Confieso que alguna vez yo tambicn os be
creído; y tenia por tal es toclas esas persona s r¡ue vo·
sotros llamais J nns<'ni stas. De mnnera que cuando
vuestro s padres los arguian sobre es tas proposicio-
nes, estaba yo atento para ver qu e resp ondían, y
dispu esto á no trntar mas con ellos, sino declara -
ban quo ren-unci aban ¡Í e lh1s, como á impi cdndes vi-
sihles. Mas hicie ron lo tan clara y abier tamen te, que
á nadie dejaron rn1.o n de cluclar qu e las condena ban.
P orqueM r. de Saintc-B cuve,¡Jr ofcsor real en laSor-
bona , censuró en sus escritos públicos estas cinco
proposi c iones mucho antes que e l Papa; y los doc-
tores de la univers idad dierou á luz vari os cscrilos ,
)' entt·c otros el ele la Gracia Victoriosa, donde cou-
d enan estas proposi ciones, como herética s y con-
trarias :i su doctrina . Dice n en e l prefacio , que
!On proposiciones heréticas y lutera11as, hechas y for-
jadas á capr·icllo, y que no se h<1llan 11 i m 1allunio, ni
tn ws defensores; son s us propios té rminos. Y so
quejan amargam ente de ''osotro s, por cuanto decís
que ellos las ensciiar on, y os aplican estas r~~labras
de S. Pros pero, primn di.ci¡:ulo !!e S. A¡;ustin, su

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-~U7-
maestro, á quien los semi-pelagianos de l'rllllcia
imputaron errores semejantes par;~ hacerle odioso.
H aylwmbtes, dice este Santo, tan ci~g os de la pusiott
en Í11jamarnos , que 110 t•ett que tomatt tm walio para
perder ttlus mismos su propia ··~pttltJCÍOtl. Porque fo•· -
jarotl ,tic propósil tJ , ciertas pt·oposicioncs llenas de im-
piedad !1 de blasfemitts, que divulgrm por t oclns partes,
para ¡Jcrsuadir al pueblo que nosot ros las CIISCtitwws
en e( mismo smtido que ellos las esplica11 c11 sa escrito.
Pero .•e t·crá ¡wr esta •·espuest a 1//le&tt'fúnocmt.ia, y (a
malicitt de lo•· que 110s lum imputado est as impicdadcs,
que ellos mismos im·cnt ar011·
En vcrd<td, padre mio, que cuando yo los oí
hablar asi antes de la consti! ucion, y cuando des-
pues vi r¡uc la habían recibido con toda vonerncion
y •·espeto, y que est¡tban proutos á firm arla en fe
de que In hallaban muy justa, y qu e Arnaul d había
declarado todo esto con mas fuerza y claridad en
su segunda carta, que yo puedo rel atarlo, me pare-
ció que pec;~ ría gravisimamente si dud <•se de su
fe. Y co n efecto, los que bab ian c¡uerido ncgnr la
absolucion ú los a,migos de A rnauld , nnlcs de I'Ísla
su carta, declararon dcspues c¡ue h<•bicndo conde-
nado el mismo co n tanta sinceridad los cn orcs que
le irnputnban , no babia razo n pnra escluirlc con sus
:1migosdc lossac•·nmentos y demassulh giosde In igle-
sia. l\las vosotros no bicisteís lo mismo, y por t1111to
cmpezé á dcscon!im· y Íl cr('e rque la pasion os rnovia.
E u lugar de obligarlos á lirmar esta constilucion
segun vuestras amenazas, cuando pensabais r¡uc se
hubieran resistido, callastcis.:asi c¡ue se I'ÍÓ que
ellos mismos venían en ello. Y aunr¡u c pa recí:~ quo
r¡uedariais sotisfecbos, no d<~jas l cis de trn tarlos to-
davía de hcr cges; pon¡uP, dcciais, qnc m curt1~0r1

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- 298-
tlesmmliolo mano, y que enm car6tico& e&trriornwlle
é inte1·ionnente hertgts, como V. P. uaism~ lo dijo
en su respuesta á algunas p•·cgun t:~s. ¡1. 27 y 47 .
¡O qu6 estraiia me pareció esta ¡·~zon, padre
miol ¿Oc quié n no se puede decir otro t;mto'l ¿Qué
confnsion no se causarla .:on este prctesto? 'ii no se
quiere, dice S. Grcgorio, Papa, creer let ¡·ou(e.!ion de
fe de los fJIIC la /tacen conforme ú la docll'ill« ele le'
iglesic1, es poner c11 clrtda la (e de to<lus los católicos.
Regi$t. l. 5, rp. 1 o. Temo pues, p<l<h·c mio, gt.c v ues-
II'O designio .! ea dm· e.~a.! 71ersorws por llcrrgcs, sin que
lo sc<m, como dice el mismo pontífice sob r () una
disputa scm()janlc de su ti empo : ¡1orque, di ce, no
rs esto oponerse á las ltcrcgías, sino lurct !' ww ltere-
gía, de no quere~· creer los IJllt por m con(esion pro-
¡Jia acreditall están m la t;el·dadem {t : uoc non est
h.eresim purgare, sed (ace1·e. Ep. 16. Pl'ro vcrda-
clcrnmcntc conoci no habin hcreges en la iglesia,
cu~ndo vi que se habian juslificnt.lo tambicu y li bra-
do de toda sospcclJa de heregía; que no pudisteis
acusn rl os de algun error co ntr~ In 1'6 , y c¡nc estu-
visteis r edu cidos·Ú li tig~ t· so f~rc }as cues ti ones de
hcciHl, sob re si lo dijo 6 no lo dij o Jansn nio, y es to
no podiu se r IJeregla. Quisisteis obliga rles á c¡ue
co ncediesen qc¡c estas proposiciones estc11Jan m Jan-
scnio, palabm por palabra, todas'!} en propios térmi-
1IOS, como V. P . mismo lo ha escri to: &iugula1·es, iu-
dividuce, totidem 1;erbís apud Jai!Sellimn coll/enlce, en
sus Cavil. p. 39.
Desde en tonces ' ' uestra di sputa em pezó á sermc
ind iferente. Cuando creía c1ue disputabais acer ca
ti c la ve rdad 6 falsedad de las p•·oposiciones, os es-
cuchaba con ntcncion; po•·quc era punto de fé: mas
cunudo ,,¡ que vuestra disputa no t:onsistia sioo en

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- ~!)9 -

saber, si cst:tban, 6 no est:~ban tle palabra á palabra


en J:~nsenio; como no se iutercsaba en ello 1:~ reli-
giou, poco cuidado me daba. l'ío porque no hubie-
se algun<~ <~pa ri cnc ia de verdad; porque c¡nién hnbin
de decir qtHI un:• proposicion es tá de palabra á pa-
labra en un autor, sin ser así. Por ello, no me ma-
ravilla que hu hiera tantos en Roma, como en Fran-
cia, que creyeran que estas proposiciones las habi;t
efectinunente cnsc•i<ldo J ansenio, sobre una esprc-
sion tan clnra y tan lejana de toda sosp<~clw de fal-
sedad. Y po1· tanto, no me causó poco asombro cuan-
do supe que este mismo punto de hecho, que V. 1!.
había propuesto por mny cierto é importante, era
falso, y que la parte contraria iusistia en que V.
P. citase ele las pí1ginas de Jnnscnio donde había ila-
llado cst:~s proposiciones (/e ¡Jalabrn á palallra, fJlhl
es lo r¡ue V. P. no ha podido hacer jamiÍs.
Haso narracion de todo lo sucedido , pOI'que
me parece que descubre muy bien el espíritu de
vuestra compaiila, y que no hahrú quien uo admire
ver que vosotros, habiendo sido convencidas cla-
nlmente ele falsedad , no ccs;~is de publicar <JUe
vuestros adversarios persevci'MI siempre en la he-
r egla, mud ándo l:~ segun el ti em po. Por<JUe así que
se habían justifiéado de una, vuestros padres sus-
tituían olrn, para que jamás dejasen de ser hereges.
En ~653, su hcregía era acerca de la calidad de l11s
proposiciones . Luego fue sobre lo de palabra á
IJalabm. Dcspues la babeis puesto en el corar.on.
Ahora ya 110 se habla ele todo esto , y solo decís
que son her eges, sino firman y conliesau, que et
sentido de la doctrina de Jansenio se llalla w el
sentido de las cinco proposiciones.
Este es el fundamento do vues tra coulicucla

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-300-
pre,ente. No os hosta c¡ue comlenen las ci nco rwo-
posiciones, y todo cuanto podri~ haber en J:onsc -
nio, que fuese conforme con ellas y contr:orio :í
S. Agustín : porque todo esto lo hacen. De m:o-
ncra qu e la dificultad no está en s:oher, po1· cgcm-
plo, :i Jewcristo llltll'ió solo por los prcdt•st inodos;
esto lo conu enil n ellos tamhicn como voso tros;
pero en sahcr , si Jansc nio es ó no de ese sentir.
Y esto os el punto sobro que os declaro, no~s que
nnn cR , que vuestra disp~ta me dio muy poco cni-
d;tdo, pues toca poco á la iglesia. Pon1uc, aunque
no sea cloctor, como tampoco lo es V. P. , veo sin
cn1bar go qu e no hay punto de fé, ni otra cucstion
que In de saber cunl es el se nti do de .J:o nsc nio . Si
r rcycscn qu e su doctl'inu c r;~ e onforme con el sen-
tido propio y literal de estas (H·oposicioncs , ellos
mismos la condcnat·ian; y no r ehusan ha ce rlo, sino
porque están persuadidos que es muy diferente : y
asi , auuc¡ue la entendiesen mal , no serian here-
ges, visto c¡ue uo la entienden sino en un sentido
cal(¡(ico.
Y para esplica r es to co n un cgcmplo, lomarú
J:o cJ i ,· c r s icJ~d de parecer es c¡ o:c IJ uho ~: ntre S. Ba-
silio y S . Atanasia, aceren de los esc ritos do S. Di9-
nisio de Alcjandria, donde S. Basilio, pcns:111do ha-
llar el sentido de Arrio conlt'a la igualdad del pa-
dre y del hijo, los cond enó como heréticos ; mas
S. Atana;io, creyendo por el contrario h~llar e¡
se ntido ve rd ader o de la iglesia, los d<·licnd c co mo
cutólicos. ¿Piensa pues V. P. qu e S. Basilio (¡ue
r echazaba estos escritos, como si fuer an arri anos,
hubiera Leoido ocasion de tratar á S. A tanas io de
her cge, por que los patt·ocin:ob:t? ¿Era justo cua n-
do S. Ataoasio no defrndia el t\ rri ani~ n.o, ~in o In

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- 301-
' 'erda<l <le b fé que juzg~hn hallar en esos escri-
tos? Si estos dos santos se hubieran conformado en
el sentido verdadero de S. Dionisio, y entrambos
hubieran descubierto esta beregia, si n duda que
S. Atanasio no podía aprobar sos escritos sin c~cr
en la bercgla; pero como ~ndaban contrariados
sobre el sentid o, S. t\ tanasio no dejaba de ser ca-
tó lico dcfcntliéndolos, aunque los hubiera entendi -
do mal, visto que no hubiera sido sino un error
tlc hec ho , y que era cierto que no dcfendia en csn
doctrina, sino la fé c~tólica que suponia haber ha-
llado en ellos.
Lo mismo digo en es(c c~so , padre mio. Si
V. P. conviniera con sus adversarios en el sentido
de Janscnio, y unánimemente balláseis que ensea1a-
ba, por egemplo, que 110 se putde rtsistir tí la gracia
cualquiera que rehuslse condenarle, seria herege.
Pero mientras litigais sobre el sentido, y mientras
vuestros ndvcrsarios creen, que segun la doctrina
de hnscnio, se puede r esisti r á la gracia, no teneis
razon de tratarlos de hercges , poa· mas c¡uc digais
que hR,)' h c rog í<~ en Jansenio; visto qu e condcn:111
el sonticlo quu vosotros suponeis, y que vosotros
no osal'lnis coudcn:ar el senti do c¡uc ellos suponen.
I. ucgo si <¡uereis convencerlos, mostrad que el sen-
tido que dán á Jansen io es berético, porquo enton-
ces serán kercges. ¿llas cómo lo podreis hace1·,
cuando es constante , segun vosotros mismos con-
fcsais, que el sen tillo que ellos le dan no está con-
<lcnatlo por el pontHice?
P ara pt·obar esto con claridad, lomaré por fun- :p.
tlam en to lo que V. P. mismo admite, qttc la doct1·i- f: ~\
1111 (/e la gracia eficaz no ha sido condenada,?/ que el ~Hll~
JIUpa 110 la co111prencli6 en m collstilllcion. Y cfccti- ·::!'¿~i)
, ·.:.,....-

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- ~()2-
vamcn(e , cuando su S;ulliclacl mandó examinar lH
cinco proposioiones, no e¡ u iso que se tocase al pun-
to de la ¡p·aci~ efi caz, como se YÓ claramente por
los votos que dieron los co nsultores. Tengo en mi
poder estos votos, y otros muchos los ti enen en
París, entre ellos el obispo de i\lompellcr (t) qu e
los trajo de n oma. Por ellos se ve que los consul-
tores fueron de diferente senti•· , y que los mas
principales , como el maestre del sagrado palacio,
el comisario del santo oficio , el general de los
Agustinos, y otros, c•·eycndo que estas proposicio-
nes se podrían lomar en el sentido de la gracia efi-
caz, opinaron que no debían ser consuradas; en yez
c¡ue los demás , aunque confesaban que si tu vieran
ese sentido no merecían la censura, juzgaron que
so debían condenar, po•· cuanto segun declaran, su
senliliO pro¡lio y nntu•·al es taba muy alejado del de
la gracia eficaz. Y por esta razon el papa las con-
denó, y todo el mundo se sometió á su juicio.
Lul:go os seguro , padre mio; qu e la doctrina
de la gracia eficaz no fu e condenad¡•; y no hay que
maravillar, pues S. Agustín, Santo Tomas y toda
su escue'a, y tantos pontífices, y concilios, y aun to-
ila la tr.~d i cion la patrocinan; de suert e qne seda
im¡)icdad acusarla de herogía. Ahora todos cuantos
vosotros decís que so n hercgrs , declaran que no
hallan oll·a cosa eu J anscnio que la do clrina ~ de la
gracia eficar., y esta es la que solamente han sus-
tentado en Roma. V. P. mismo lo confiesa , c ,wil.
p. 35, donde declnra, r¡11.e lutblando dios w presencia
drl prtpa, 1UI tocaron lru ¡wop.1siciones , :\ 6 YEil.OIJll

(1.) Francisco de IloS<JUel.

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-303-
QUIDlllf,· !1 que emplearon todo d tiempo m ltablm· tic
la gracia iftclt~. Y sea que se engaiien, ó n6, en co-
nocer el sentido de J:~nsenio, por lo menos es cierto,
que el sentido que suponen no es beregc 1 y que
por consiguiente tampoco ellos lo son. Porque para
decirlo todo en dos palabras, ó Jansenio no ha en-
seiiado sino la doctrina de la gracia efic:oz, y en !al
caso no ti ono errores; 6 ba enseiiaclo olra cosa 1 y
nsi no tiene defensores. Tod<~ la difh:ullad est{t en
s;tbor, si ha ensoiiado efectivamente otra cosa; y si
se hallare c¡uc sí, ten,lríais la gloria du baucdc en-
tendi olo mejor; pero no se podrá moteja r á vuostros
adl'crsarios de haber errado contra la fé.
Demos pues gracias á Dios, de que no bay con
efecto, heregía alguna en la iglesia; visto que la
contienda versa sobre un punto de becbo, de donde
no puede salir heregía. Porque la iglesia decide
con autoridad divina los puntos de fé, y escluye de
sí á los que no quieren recibirlos ; pero usa de
otro modo co n las cuestiones ele hecho. Y la rnzon
es, c¡ue nuest•·a salvacion depende de la f6 c¡ue nos
ha sido •·cveladn, y c¡ue conserva la iglesia por la
tradicion; mas no depende de los hechos pnrticula-
rcs que r\O fueron revelados. Asi hay obligacion de
creer que los mandamientos de Dios no sou imposi·-
Lics; pero no hay ohligncion de saber lo que Janscnio
bn escrito sobre esto. Y por ello Dios ri ge la igle-
sia en determinar los puntos de la fó, con la asis-
tencia de su espirilo, que no puede errar; mas para
las cue$liones de hecho, la deja que obre por los
sentidos y por· la razon, que son maturnlmentc los
jueces en esln maleria . Porque solo Dios pudo dar
ú los hombres la noticia de la f6: mas para saher si
lray lates 6 cuales proposiciones en Jansenio , no

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-!'10'~-
)¡~y mns qtHl al11·ir su lihro y leerl e. Proyiene de
nc¡uí, c¡ue c¡nicn resiste tí lns decisiones ele In fé, es
l•cregr, porqu e opone su prorio espll·itu al espíri tu
ele Dios. M~s no sc rtí hcregc, nunr1uc pueda ser á
,·cces tcme•·ario , si no cree ciertos hechos particu-
lares, porque en esto solo opone 1~ razon que pue-
de ser c:lara, á una nutol"idnu ~~·ande, pero que no
es infnlihlc.
No hay teólogo r¡u e pon:;n esto en duda, como
aparece por esta máxima del cardenal Bellarmio,
de vuestra compaiiín: Los conrilios gmtralcs y legí-
timos 110 pueden errar en drfinir los puntos de (t; mas
¡mcdcn errar en las wcstionrs de hrcho. De S~t~n .
.Pont. l . .t, c. 11. Y en otro lugar: El Popa, conio
Papa, y tmll en cabeza de w1 cOI!cilio w1iversal,
puede CITa!· en lo.t contrnvci'Sias ¡¡articulares de he-
cho, que drpenclcn principalmente ele la in(onnacion
y clel testimonio ele los hombres. c. 2. Y el cardeMl
n aroaio dice ele la misma m~ncra. Es p1·cciso so-
metcrst cntcra111entc IÍ la.~ decisiones de los concilios
c11 los ¡nullus de (é; mas )JOI' lo que tnca á las pcrso-
llfiS y su~ escritos, no se halle• qtlc se haya11 (ltiM'da,-
clo con tanto t·igf)r lus ccnmras, ¡Jorque no hay dttda
que ca esto cu~lq11icm se puede cnymiCII'. Ad. an.
68 1, n. 3!!. Y por esta razon el ar1.ohispo de Tolo-
sa (1 \ sacó es ta r cgln de h1s cartas de los pontífices,
S. Lcon y Pclagio H: Que el propio objeto de los
concilios es la (é, y que lodo lo r¡t•e se 1·esuelvc fuera
tlc lCI (é puede ser examinado de nue~o; 1J que al con-
/rCirio no $C debe 1:olver á txamiuar lo q1te Ita siclo
dcciclido eJJ materia de {e; ¡>oJ'qtte como dice T e1·t1tlia-

(1) ! Ir. i\larto , nombrado dCI'pnos rar• la Sede de Paris.

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-305-
11~. ¡,, ,·egla
de la fe es la sola inmo~il é irre~ocable.
P roviene tlll aqui que los concilios gen~:ralcs y
lcgltimos no se contradicen en los puntos de fé;
porq11e, como di ce el refer ido arzobispo, tli aun ts
permitido colccr {, cxami11ar· lo ~ecidido ya m mate-
ria de (e; y se b¡¡ Yisto algunas veces que 'estos
mismos concilios se cool!·ariahan sohrc puntos de
hecho , y sohrc b inteligencia dtll sentido de un
liUt<l r; porqttc. como tamh1en dice el mismo nrzo·
hispo, sigui end o á los Papas que cita, todo lo que
se rcsuelct en los COIIci/ios fuera de lct (é, p11cde ser
cxamÍtiado de uucvo. Asi r.l cuarto y l¡uinto con-
cilio npnreccn ser contrarios ~o á otro en In in-
tcrpr•.tacion dn unos mismos a!.ltores; y lo mismo
sucedió entre dos pontillces soltre una proposicion
de ciertos mongcs de Scithia. Porque despucs qu e
el papa llormisdas la hubo condenado , tomándola
en un sentido malo, el papa Juan 11, su sucosor,
volviéndola á examinar; y entendiéndola en un sen-
tillo bueno, la aprobó y la declaró católica. ¿Di-
r eís vosotros acaso que uno de estos p~pas fue be-
roge? ¿No es necesario confesar , qué porc¡ue se
condene el sentido herótico que un papa supuso en
un escrito, no es l!crege un l10mbrc por no conde~
uar este escrito, tomándole en el senti:lo que cier-
tamente no censuró el papa ; puesto que de otro
modo uno de estos dos ponllfices habría incurrido
en error?
. Ue querido, padre mio, l•aceros ver estas con-
trari edadcs que suceden entre los católieos, sobre
las cuestiones de hecho, acerca de la inteligencia
del sentido de un auto r , mostra ntlo en semejante
caso ti un padre de la iglesia c•>n t1·a otro, á un
{'"P~ cont•·a un ll~ pa, á un concilio co nt•·a no cou-
~0

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-- 306 -
•:ilio, pant llc.:1·a ro5 ;Í otros c¡;cmpl os dontlc.: ha h.\·
)Jido scmcjnnte oposicion. pero mns tiC~Jll'Oporrio·
nad a, alcndicmlo ·,í l:t desiguai,Jad de lns perso nas.
Porque vcrcis concilios y pont!Gccs de una parle,
y jesuil:~s de oll·,,, que se oponen á sus dcci~ionc5
r especto del sentido de un autor , sin que vosotros
:JCuseis á vuestros eofnules, no digo y o de hcregía,
p ero ni aun de temeridad.
Bien sahcis , padre mio , quo los escritos de
Odgcncs fueron condcuatlos pordil'cn· ntcs concilios
y diferentes pap<•S. y aun por el quinto conci lio
general , como que cnseüaban hercgíns y en tre
otras, esta de la ,·_cconciliaciort de los clrmcmio$ e¡
día de jtticio. ¿Creéis vosotros sobt·e esto , t)UC sea
judispensnblc para se r católico, confesar rru e Orí-
genes hn tenido efecti,·aml!nle estos er rores, y tluc no
hasta condcnatlos sin que se lo atrilm ynn? Si <~Si
fuct·a, ¿qué haría vuestro P. l:lalloix que dcfcndtó
la pu reza de la fé de Orígeties, y muchos otros. au-
tores cntólico~. que emprendieron hncet·lo mismo,
como Pico de Miranda y Gcncbrad, doc tor de la
Sorb onn? ¿No es cierto lam bicn qu e el mismo quin-
to concilio general condenó los esc ri tos de Thcodo-
r clo contra S. Cil'ilo, como impíos, contrarios{¡ la
verdadc1·o (é, y ta chados de la hercgía Nestoriunu?
Y sin emba rgo el P. Sinnond, jucsuitn, no dejó
de defenderle, ni de deci r en la l'itla de ese padre
que stu escritos están muy libres de scmcjallle lte-
ngín.
Luego bien veis, padre mio, que cuando la igle .
sia condena escritos, supone un errot· que ella con-
dena, y ento n ~es es de f<i que ese er ror cstit co n-
denado; pero qu e no es de fti que esos escrit os tie-
nen efectivamente el error quG In iglt1sia supone.

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-30 7 -
Creo que esto está bastante probado; y asi
coq-
orio,
cluir il estos egcm¡ilos con el del pontífice Hon
que al
siendo su historia tan sabida. Es noto ri o
ia tur- ·
prin cipio del siglo Vl{, halhintlosc la igles
pon-
bada con la bcrcgía ele los :Monotb cli tas, este
rdia , cspid ió un decr e-
lí.fice para termi.u r la disco
hcr eges , de manl )-
to, l(UC parc cia f,,vOr(!Cer á los
Jl¡¡só , sin emh ar-
ra qu e muchos se escaodaliza•·on.
pontifi-
¡;o, con m:~y poco ruid o, el tic•npo ele su
la igle-
cado, pero ciocnenta aiios despucs, reunida
Agat hon
sia en el VI c~>ncil io geocr:tl, dond e el papa
se traj o este decr eto de
p•·csidiu por sus legados,
rle leido )' exam inado.
Hon orio, y de~pues de habe
hcre gía de los
fue condenado com J c¡tHl con tenia la
escri tos de estos
1\I onothlllilas, y c¡uemado con ot ros
ion fue
here¡;es en rn!l!lio de la junta . Y es la decis
toda la
recibida con tanto r espe to y uniformidad de
ilios
igles ia, que dcsp ucs se conl lnnó por dos conc
s Leon 11 y Adri ano 11 ,
·-
generales, y .por los ponl ilice
pues , sin qu e nadie
que 'ivia doscientos ~ltos des
ersal
haya pert urbado este conse ntim ien to tnn univ
Sin emb argo
y tan pacifico en siete ú ocho siglos.
algunos auto res de <'slos ú ltimos tiempos,
y entre ,
incu r rir
otros el card cnol Bcllarmino, no creyeron
habe r soste nido cont ra tanto s
en 1 ~ hcr cgía, por
el de creto de Hono rio
pontilices y concilios !JU!l
ellos hnbia n ilecla raclo ;
estaba e:ccoto del erro r que
liO< ¡rw erale s en
pott¡ue, di ce,¡mdJcnrlo errar los cf>nci
toda segtt -
lar cuest ioncr ¡le luclio , sr puu le decir, c011
tJ licclw , y r¡rte
r idad. que el T'1 co•u:ilio .re tt¡ÚIIOCÓ m c.a
tu ll(lbic mlJ cntcndid.> bic11 ti senti
rlo de las carta s dr
míme ro de,
}{Jn ' río , sin j·a:on p:tsiJ á es/ : ptt¡H m el
lo.r lta c¡¡r.r. D~ S.tm. P<Jnt . l. 1, e. 11 .
-
Rcp.1rad, puc>, pa:lr c mio, qu:: no rs ser h!)ré

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- :108 --
gc, dcci•· c¡ul) el J)~r~ llnnno·io neolo fur, hi cn. qu o
muchos papas y mu ..: hos tn ncili os le h~ ynn decla-
r ado por ta l, aun de:;pu ~s de haberlo e:umioa do.
Vengo pues ah ora á nu es tra cuestion ; y ponga
V. P . su ca usa en la m~jor forrroa qu e pudi ere.
¿Qué alegais l'OSO lros pa1·a persuad i r que 'fOCSiros
adversa rios son hcreges? ¿Qué el papa ln ocencio X.
Ira declatiiCio q¡¡e el en·or tle /t¡s ci11ca propoticioncs
está en Jausenio? Y bien , ¿q ué concl uis de ~sto?
¿Qr¡4 es ser l:ereye, no nconoc et qrtc rl error de las
cinco proposicionc., es/á en Junse11io? ¿Qnó le pnrrce
;i V. P .? tNo es ésta una cuestion de hecho, como
las precede ntes? m ponttfi ec ha declarad o truc e l
e r ror de las cinco propos iciones cstó en Janst•u in,
de l mismo modo c¡ue sus prcdecc so•·cs baJoi¡oo de-
clarado que el e rro r de los Ncstori~nos y de l o~
Monoth elilas estaba en los escrhos de Thco tlercto
y Honorio . Y soL re esto vuestro s padres han ¡;icho
que condena ban esas b crc[,lías, pero que no son üo.
parecer que esos autores hts hayan tenido: del mis·
mo modo que v uestros adversa rios, dícco el dia do
hoy, 'que condena n estas r.ioco proposi cion es, p~ro
que ·no convien en en que J anscoio las haya enselia-
do . En verdad , padre mio, que estos casos son
muy parecid os ; y si se halla alguna diferen cia, es
facil de ver que es e n favor de la cucst ion pre~~n·
te, compar ando muchas circ unstanc ias particui Jrcs
. que de sí son visibles, y r¡uc no refi ero aquí por
no dilatarm e. ¿Lu ego qué razon hoy, pad re mio,
p ara que en uua m isma ca u sa vuest ros padres sea n
ratólico s y vu es tros adversa rios hercgcs? ¿Y p or
c1ué rara escepcio n <tu ereis priv ar á estos de un"
libertad q u e conccde is io todos los d<•m;os fieles?
¿Qué diréis Ít e Sl J , padre mio? ¿(.11! el popa

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-309 -
ronftrnto su con stilrtcion por u11 breve? Yo r espon-
deré, que des concilios generales y dos papas ba11
confirmado la condenacion de las cartas de Bono-
río. ¿~h s qué fundamento quercis ¡¡ducir de las
palabras <!el breve, en que el ¡10ntHke declara, Que
ha conde11odo la doct1·ina <le Janscni<J en las cinco
7J1'0ilosiciont~? ¿Qué a1h dil esto á l¡¡ constitucion?
;.Q.ué puede inferi1·se de nquí, sino que como el VI
foncilio conien6 la doctrina de Honorio , porque
creía t(lltl era la de los )lonotelitas , del mismo
modo el pa¡ll Tnocencio d.:cl¡¡ró haber condenado
la doctrina de J:\nsénin en las cinco proposiciones,
prii'C¡uc su puso que m·a la misma que la que se coi~­
' itlne .en dichas proposh:ioncs? ¿Y c6 mo no lo hubiera
creído? Vuestra com¡laíiín no publica otra cosn; y
V. P . n1i>ma qull c.lijo t¡uc estaban en el libro do
Janscnio de pol«lira á ¡~al abra, se bailaba en Roma al
tiempo que se di6 la censura ; porque en todas
partes se encuentra. ¿C6mo podía el sumo pontlfi-
ce desconfiar de la sincel'idud 6 suficiencia de tan-
tos religioso> ¡p·avcs? ¿Cón10 no hubiera ca·eido
l¡uc la doctrina de Jansc nio era ia misma q uo la quo
estú en las cinco proposiciones, co n la certidumbre
que V. [> . le bnbia dado, de e¡ ue estaba de palabra
ti palab1·a en ese aut or? Es pues visible, padre mio,
que si se halla que Jansenio no las ha tenido, no será
preciso decir, como vuestros padres bao hecho en
1 03 egcmplos referidos, que el papa err6 en esta
cuestiou de hecho , por1¡ue no parece bien pnra
religiosos llablar de esta suerte; pero se podrá
decir <¡ue llabcis enga íi<Jdo al sumo pontífice; y esto
y a no causa tlScándalo, porque todo el mundo os
·conoce.
De manera, padre mio, que de lodo esto no se

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~!!lO-
puede formal' una hl•n•gla.l\Ias como vosotros que-
r eís por fu erza que la hayo, h;1hcis proc urado clu-
dil' la cucstioo do hecho, p11rn rc,lu cirla á u o pun~
lo du fé, y eso hi zo V. 1'. di ciendo: El popa decla -
ra haber condmntlo le' doctrina ele Janswio en les
"cinco pro¡;osicíonts; /tct!JO es de (é que la doctrinn de
Jansenio es herética , sea cual futre. Esto es, padre
mio, un pu nto de fil nuC\'0 é inaudito, que una
doctrina es hl•rética, sea como fuere. ¡Pues c~mo~
¿Si segun Jaoseuio, se J>Utdt resistir á la gracia in-
terior, y si es f,,l so, segun él, que Cristo haya tlmtrto
por los predestinados sol11mente, será tamuieo con-
·denado, porque sea su doctrina? ¿Será verdadero en
la constitucion del p;~pa, que lenrmos 1ibcrtad de
hacer bien y mul , y será falso en el libro de Janse -
nio? ¿Por •1ué fatalidad ha do ser tan desgraci::do,
que la ,·erd¡\J su vuelva hercgla en sus escritos?
¿'No es pues necesario co nfcsnr qu e no hay hcregia
· en J unsenio, mas que en el ('tiSO de esta:· confor m.c
·con los c•-ro•·cs condenados; puesto e¡ ue In consli.-
tucion po ntificia es In r egla c¡uc se ha de :•pli c~r-·á
' J;mscnio, pa•·a juzga r lo IJUO sea; y que nsi se resd-
ver á la cucstio n du sabe·r s·i m doctrina es herética,
por la olr¡l cuestion tlo hecho c¡uc consiste en sla-
bel· si es con{unllc al sentidÓ natural de es/a$ pro.:
posiciotus, siendo imposible qu e se:• hc1·ética si !\s
conforme, y f!IJC oo se<~ ca l6lic¡1, s i fu ere contrnria?
Porque en fio, pues <¡Uc segun el papa y los obis-
pos, las ¡1roposicioues sc/11 cuntltnw/la$ eu su smtido
71ropio y natural, es imllosiult! que se h<~yan conde-
nado en el sentid o Jc Janscnio, sino en el caso c1ue
el scnlitlo du Jansrnio sea el mis1no que el sentido
propio y n;otut·~ l do las proposiciones: )' esto es un
puntó du !Jecho.

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- 311-
Ln cuestion pues c¡ueila sicmp•·e en el hecho,
sin que se la pueda reducir ~1 punto de dtJ recbo.
Y así no se puede hacer mater ia de hcregín; aun-
que la h<l ga is un prclost o de pcrsecu cioo; pero se
puede esper¡¡r que no se hall ar;í n bornln·es que os
estén lan avnsallados. que cp1i.:ran seguir este pro-
cede•· injusto , y que qui eran oiJiigar los católicos, á
e¡ ue firmen como vosot ros J escais, que tstas ¡ll'opo-
sicionc.l ~stán condenadas e1t rl smrido cle Janscnio.
l'ocos hay quo quieran fi,·mar una confcsion de fé
en hbnco: ;~hon1 rsto SCI'Í<t afinuar la, para que dcs-
pu~.s la llenórai s ele lo que os plaeic•· a, pues os
ttuedaha l:t libertad de interpr elar. como quisiér ais
11l sentido de JnnsP.ni o, no halúéndolo esplicado
antes. Espliqu esc. pri1uer o, 6 de olra manera suce-
derá actuí lo mismo que con el poder cercan o, abs-
tnt!tclllio ab omr!i sctiSII Bien sa bcis qu e no es esla
moncd ,, corrien te. Los hombr es nbol'l'ccen la am-
hi giicdad, y solH·c todo en materia de fé, clondc es
muy justo qu e se cntic nd~ por lo menos, lo «lUO se
couden ~ . ¿Y cómo puede se•· que los doctore s, que
crt'en que J;lllSenio, no t iene otro scnti;lo , si no es
el de la gracia eficaz, vengan Íl decltu·a t' que con-
deu;m su doctrin a sin csplicarla: supues to que, se-
guú la fe que tiepen, se ria conden ar la gracia efi-
caz, qu e es cosa que nadi c puede lwccr sin comete r
un deli to? ¿Acaso no sería una ti•·~nia estraila es-
pon\lrlo s en la dcsgr11ciada necesid ad de hace rse
culpab les delante de Dios, firmando es ta condcn a-
cion contra su propia co nciencia, 6 de ser tratado s
corno horeges, si •·ohusah an hace rlo?
l'ero todo esl" tiene su misleri•¡. No muere n
un p;~so los j csuit:•s •¡ue no "'P cncnmina,)o por
su política. Diré, pe.cl rc mio, port¡u c voso tros no

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- 312 -
quercis esplicnr el sentido de J3osenio. Escribo so-
lamente par~ clcscuhrir vuestros clcsignios, y para
que so hag:1n in ttti lcs descuhriénclolos. Oigo pues
5. los que no lo s:tben, que siendo vuestro princip.tl
intento introducir la gracia suficiente do vuestro
l\Iolina, no lo podcis conseguir sin destruir la
gracia eficaz totalmente opuesta. Pero como veis
á esta tan ~utorizada el dia r.e hoy en Roma y en-
tre todos !os mas doctos du la iglesia no pudién-
dola impugnar clircctamet\te, haheis de termina do
combatid a con ns tucia secreta, bajo el nombre de
la doctrina de Jnnscni.1. Asi era preciso que bus-
caseis manera de condenar la doctrina de Janse-
nin sin esplicarla; y para salir con vuestro in-
tento ha beis hc<:h o creer que su doctrina no
es la de la gracia eficaz, 11 fin rle qu e se crea que
se puede ccn lcnar lt una sin condenar la otm .
Do nqui proviene r¡uc procítrcis persuadid o á los
<JU!l no tienen noticia J e Janscnio, como V. 1'.
mismo lo hace, en su Cavill. p. 2i, rormando este
discurso falaz: "El papa ht' contlcna<lo ll' doctrina de
Janscni~ : pero el popa 110 ha condenad11 la dortri-
tta de la gracir¡ efica::.; lurgn /r¡ docll'ina de ht gracia
t{ictt:, es di{crmlc de la de Janscnio. Si este argu-
mento conc!nyern, se pro baria del mismo mociQ que
Ilonorio y los e¡ u~ le rlaficnclcn son h e rr~cs en csl11
fot·mn. El VI concilio contlcn6 la doctt·ina de llo-
norio; pero el concilio no condenó la doclrina ele
In iglcsi;t: luego la doclrina de Ilonorio es diferen-
te de(,, cloclrina tiCl la iglesia, y i oclos los r1ue le
clclitllldcn so n hcregcs. Es Yisiblc que cs'le ar-
gumento nada concluyr, pues el pontílice no con-
denó sino la doctrin:t de las cinco proposiciones,
que le hicieron creer cp1c cra,n de J~ nscni o.

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- 313-
l\hs no im!)nrta; por cuanto no quereis valeros
m uc ho li{·mpo ole este r azonamieuto. Por dchil
que sea, os sen iré mien tras os ' 'inicre á cuento,
Y no nccesitai s de é l sino !)arn obligar ;i los que
no quieren cond ena r la doctrinn de la gracia efi caz,
io fin de que condenen á J ansenio sin escrúpulo .
Cuando esto esté sen tado, presto dejare is el a r-
gumento, y qu edando las fi r mas por testi mo nio
eterno de b o.:ondcnacioo de J¡o nsenio, lomareis
ocasion de acom()tcr dircetnm ent () á la g racia cfic¡oz
con es te otro si logismo mas sólid o, que fol'tnar ()is
á su tiempo. La doctrina de J ansmio, direis, loa sido
condenaJa por vo'os y firmas u11ivenales de toda l a
iglesia. A. hora esta doctrina ts evidmtemente la de la
gracia efica:;¡ y ()StO os será facil d'! probar. Luego
la doctrina de la oracia eficaz está condc ru;:da ¡ o1·
1'0/os de sus mismos clef~nsorrs.
E sta es la razou porque procurais solícitos •1 uc
5() !irme la condcnacion de l;o doc(rin;~ d() J anscnio
sin q uererla csplicu. Este· es el f ruto que quere is
s:oca r de estas firmas. Y sí vuestros ;ulvr.rsari o.s su
resistieren, en lal caso les Leneis Ol'mado otro la1.0.
l'ort¡ue habie nd o ,juntado dicsll'a iii Cnle la cucstiou
de fe . con l;o da h11cho, si n quel'er permitir que va-
ya cada un a tic por si, ni . que firm en la una si n la
otra, como no p otl l'án úrmu entrambas á la \' e7.,
publicareis en alta voz qu e ha n rehu sa do firmar la
una y la otl'a. Y nsi aunque ercctivamentc no r ehu -
san, si no r eco nocen , t¡u c J anse ni o h:oya enseiia -
do estas proposiciones , y s iendo cie rto que esto
no ¡JUedc hacer he regla, no dejl:reis de dec ir r e·
suelta mente qu •! rehusan condenar las. proposício-
lll!S como elko< son en si, X c¡uc en esto tonsiste la
her(l¡; i;t de ell os .

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- 3lfo. -
Lo mismo es para vosotros qne rehusen 6' que
consientan. El mismo fruto sncnis. De suerte que
si se lus exige las firmas, inf:tlihlernente caedn en
vuestra asechanza, sen que firmen, 6 que dejen rle
firmar; y de cunlr1uicrn manera snldn,is o:on vuest ro
intento. Es brava In astucia de disponer las cosas
de suerte que á cualqu iera parle r1ue se inclinen,
yieoeo á caer en favor 1•ucstro.
¡Ab que bien os conozco, padre mio~ ¡Cómo
siento en el alma que Dios ha)'n ah;wdonado á V. P.
hasta tal estremo, que le dejó salir triunfante
con un designio tan infeliz! Su dicha es digna d<•
compnsioo , y nadie la puede envidiar sino qnicn
ignore cual es la vcrdndera feliciclad. ¿Será carita-
tivo impedir la qu e V. P. hu sen en este proceder;
supuesto r¡u e no va fundada sino en la mentira, y
e¡ ue el lin que lleva V. P. e~ pr.rsuadir á los ho111hrcs
una de estas f¡tJ sedadcs, 6 que la iglesia ha conde-
nado la doctrina de In gracia c li c;~z , ó c¡ue sus de-
fenso res ensci'lan los ciuco en·or(!S condenados?.
Es necesario qnc tocio· el muntlo sepn, qu o ·la
gracia eficaz no es tú co u!lcnada, como V. P. co nlic-
sa, y qu Cluo bny hombr u r¡u e sosten ga esos ct·t·orcs;
para qu e se conozca qu e los que r chnsiw firmar lo
•¡ uc so los pide, no lu rehosan, si no por el punto
de hecho; y rp c esta nd o prontoJ Íl firmar la cucs-
t iou de: fe, no pueden ser h c•·c¡;c~, po r cu;~nto re-
ltusa u lirm~r la cucstion de hecho; purquc aunque
es de fe que esas proposiciones sean lteréticas, no
es de le que sean de .lansrnio. Luego rucstros :•d-
vcrsarios están lilu·cs do todu error, y <'5t • b~sta .
Puede ser que inlcr¡wrtcn :í Jansenio muy la,·o•·n-
hl•!mcute, pero J'UCtlu ser que V. P. no lo inter-
¡trele bJrto farorablelllcntc. No quiuo C!tlrar t!n .

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:- 313 -
-
esta, contiendn. Sé por lo menos, que segun ,·ucs
com~? ter delito, publi cnt·
tr;~ s mflximas, podcis, sin
fal-
rtue Jansenio es hcrege, aunq ue scpais qne es
dccit· que es
so: y ellos, segu n l:ts sups , no podrían
pues mas
catól ico, sino lo lu1·icrnn por cierto . Son
sinceros que ,;oso tros, padre mio: !Jan examinado
son
;, .Jansonio co n m;~s cuidado que tosot ros: no
me-
menos inteligentes qnc vosotros, ni se les debCl
nos crédito qu e it vusol t·os. !'ero sea lo qu e fuere
so'ri
de ese punto de hc~bo, cs·eiet·lisimo quCl ellos
ncCCS il rÍO que
católicos, visto qu e para serlo, nO OS
e,
se diga <1uc otro no lo es; y sin carg ar á nadi
de Lodo
hasta <1\IC un hombrCl se libre de sos pecha
error .

23 de E11ero ele Jü:í i.

Al {ltl ele es/(1 carlll, en lcr prímc1· cdido n, se


ha·
llun estas pa/C&úra.~ :
Mi n. P. Si os cucst;~ trab ..jo leer- cstn, por no
sino
t•stnr en buenos car·nc tércs, no culpcis á nadie
lcgios. Te neis pam
¡¡V. 1'. ~o tengo 1 uestros pri,·i
parn
co mhalit· basta lo milagroso, y yo nada ten go
esore s.
defenderme. Mil f,¡J(¡m sin cesar los impr
l-
No mCl acons{'j arais cscrihir llliiS con lanla dificu
tad . Porq ue es un crnhar~to muy gran de, estar
r edu cido á la impr Clsion de Osnabruck.

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Qiarttt 'llrdnta octnua.

Dem~<iltrase todauit, 11111,1 concluyentcmante por la


mt:sma respt'I!Stll dtl P . .4nnat, que 110 hay hertgía
e11 la iglesia: que todo el mtmdo conde1ta la doctri-
'' " que los jestút<U comprenden m el sentido de
Jansenio; y que asi l()(los los fieles son de 1111 mismo
parecer sobre la materia de las cinco proposiciones.
Se señala la diferencia q~<e hay wtre las disputas
de /techo y de dertclw; y se tlenmestru que en las
de hecho se ha de 11tender mas á la nu;on de los
sentidos qt'e á la autoridatt ltwnwta.

REVB RBNOO PADRE MIO:

Ya ltá mucho ti empo c¡ue V . ['. trabaja asidu:~­


mcntc para notar alg,¡n errot· en vuestros adversa-
rios; pero muy cierto estoy, que al cabo confesará
V. P . que no bay cosa m;~s dilicultosa que hacer
bereges á los que no lo son, y hu yen tic la here¡;ía
como del m.al mas horrih(<) y pe•·judici:~l. En ini
ultima carta !Jice ver cuantas IJeregí as V. P . h!S
h a imputado succsi va mente una tras otra, ú ca usa
de no hallar una cl o nd ~J poder fijarse; de manet·a
qu e ya no le qucrlaba á V. P. mas que decir, sino
que eran · hcrcgcs porqu e no querían condena r
el sentido de J auscnio, que vosotros pt·ctcmlcis

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-317-
f iUC todos condenen y que nadie c>pliquo. En ,·er-
il~d c1ue os dcbic•·on faltar hert>¡;!as que op on~:r­
lcs , supuesto que os ha beis asido de esta tan fríi'O-
,·ola y vana. Porqu e, ¿quién ba oido ja más hablar
de una ber<>gla qu e nadie la puedo espr esar? Así
fué muy f:n:il responder diciendoos, qu e si Janse-
nio no tiene errores, no es justo condenarle; y quo
si los ti f!ne, los debeis declarar, pnra que se sepa
por lo menos c¡uc es lo c¡ue se condena. Si n embar-
go nunco lo q uc•·cis hacer, ant es huheis procurado
npoynr v u~stra prclension con d'!crclos que no os
serví an para nada; pues en ellos de ningun modo
sc csplica el sentido de Janscnio, 11uc segun decís,
se contiene en las cinco proposiciones. Por esta via
padre mio, nunca se acabar án vu estras controve r-
sias. Si entrambas par les conrini eraq en el sentido
verdadero de Jausenio, y solo se litigara sobre si
era heréti co ó no , podría decirse ento nces que los
clccretos CJlle le condenaba n como herético, tocnhan
ve•·dadcrnmenLc el punto c uestionable; pero como
toda la di sputa está e n saber cual es el sentido de
Janscn\o, y los unos dicen c1uo no ven o tra eosa en
.lnnscnio sino la doctrina ,·ulgar de S. Agustín y
Santo Tomits acerca d ~ la gr.acia efienz, y los otros
qu e Vtln on se ntido que es he rético, sin esplica rle;
claro es qu e una bula 11ue no dice na~b ace rca de
e>ta diferencia, y qu e no hace mas de eondenn r
generalmente el sentido de J anscnio, si n esplicarle,
no decide el punto de la cont rm·ersia.
Por ello se os ba dicbo cien l'eecs, que con-
sistiendo en c~to toda la co ntienda, jn m~s tendría
fin, si no dec larando lo que cntcndcis por el se ntido
de Jansenio. l\1as como siempre r·chusais perlinnz-
mcnte ha cerlo, os he npurntlo en mi rtntcrior, don-

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- 3-18 -
de hi ce ver e¡ u e no sin misterio habeis insistid., e n
que se condene :i J anseuio si n esplica rle, y que vues-
tro intento crn hacer q ue nlguo dia r cca)ese esta
· condc n~l ci o n in determi nada sobre la doctrina de la
gracia eficaz, mostran do ser conform e con la de
Janseni o, lo q ue no os >cría difici l. Esto os obligó
á r espo nder . P orqu e si hubic r·ais po rfi ado en no ·
r¡ ucrc r csplica r c>c sentido , cualqui era por lerdo
que fuese , conocer ía que vues tro design io er:~ des-
truir· la gracia eficaz : lo' qu e hubi crJ s ido g ran
confusio n y ,·crguen r.a para l'osolt·os, c uanrlo la
iglesia venera esta doctrina tan santil.
No teni endo pues nin guna salida , fu i: preciso
qu e Y . 1!. se declara se, rc~pondicnd o a mi carla,
donde digc, que si J tmSCIIÍo 110 u l rtba emifu nlu m la.<
r.fnco pro¡wsict'oncs eon ltt dor.tri11n de la trraeia cjiem, •
110 t r:nin difr:nsorcs.; p em que si cstab.~ con/ÍII'm e 1111 le- ·
11ia error nlgtwo. No pudo negar esto Y. P . pero hace
u na d istinc!OtHtsi,·1>- 2 1: No bast"dice V. P para jtt.:~·
tifi'cnr á J tZnscn/o d!cir que svln111t:llic cn.<tiín la dvc- ·
trina de lrz gracia e/iem¡ porq11r: p tcdr: cnsúinrs e de .
dt>sm.odos : 11 110 herético, scgwt Calviuo, r¡ae con.<i;t c'
bt decir que la t•cl·mt-trl 11un i la por l'l. gract'a , 110 t í e·
ne poder de 1·esitt ir <Í rila; at .·o ortodoxo , Sf'{{ttll los To- ·
mist ts y S orúnnh t 11.<, y fumltulo sobre lns Concilio s, di-
cit~ultl r¡uc la ,qracia r/irn•p or .</ mism~t{{Obicrna lnvo·
l<mtntlde tal suerte, qttequr: dt.sümp ralp?ilcr de rwi. tir.
Conced o todo esto, p:•dre ' mi o: y~' - P. con clu - ·
~·e diciendo , r¡ttc ./..'111srn.'o sería ·cntúlieo , si sn.<t:n •t'rra
In lÚ!rlrina de la g r.:cia cjicn:, ugnn lus 'ii1mis/f1.< :
p ero r¡uc es Iteregr., p:>rr¡ttc es co11tl·m:io d lus Tvmi.ffas,
!J COIIjurmr: á C t/vino, qttt:11teg a c/ poder rft: 1'CSÚf Ír ti {a
¡;rttcin. 1\o quier o examin ar aqu i este punto de he-
cho ; si J¡uJse nio es cfcc t iv~m r. nle conform e á C ~ l -

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-31!1-
\"Íno, ó no. Udstam<> S<•ber que YOsotros lo qucrcis
nsi, y que por el sent i.lo de Jaoscnio. no hnbeis co-
tewlitlo otro, sino el de Cah•ino. ¿l;;s esto cuánto
V. P. tenia 11uc decir? ¿:'{o era mas que el error de
Cnlvino,lo que pretendíais fu ese condenndo en el
sentido de hnsenio? ¿Por qué no lo hnbcis declara-
do antes? En vcrd:•d que os hubier<~isnhorrndo mu-
cho trnbnjo; porque sin bulas ni hrevcs, todo el
mundo hubiera condenado con vosotros este error.
¡Cuún necesaria era es ta dcclar ac ion, y de cuantas
ncccsitlntlcs no; libra! No sabíamos que ert·or po-
día ser el que los P .q>as y los obispos hnbiati queri-
do co ndena•· co n d nombre d~l sentido de Jnnsenio.
Daba no poco cuid ado al sentido de toda la iglesia, y
no hnbin .¡uico nos le quisiese csplicnr. Vos loba-
ceis :thorn, padre 01io, vos á quien los lllolinistas
tienen por gcfc y primer moto•· de estos designios
y sabedor de todo el secreto de esta cont iendn. Ya
lo ha dicho V. P., que ese sentido de Janst:nio no
es otrn cosn. sino el tle C:.lvino , condenado por el
Concilio de· Trenlo. Con esto bemos salido de mu-
ohas dudas. Ahoi"a sabemos c¡uo el error c¡uc Ino-
ccncio y Al ejandro quisieron condcn~ r , no es sino
el sentido do Calviuo.• con que qucd;unos en la obe-
diencia de sus <lrcrcl:>s; pues reprobamos como
ellos ese scnti lo calvinist;~ . Ya no me admira que
estos dos pontllices )' algunos obispos se bnynn mos·
trado tan celosos contra el sentido de J:tnsenio.
¿Corno podría ser otra cosa, hlhicndo creído á los
que rcsuolt~mentc puhlicao que el sentido de Jao-
scnio es el mismo de C:ol vi no?
Declaro pues;; Y. P. que ya no licnc c¡oe re-
prcnclcr en sus ad vcc·s~r ios , puesto q no ellos nho r -
l·cccn lo ·mismo qu e V. P. dcl~ta·. Lo <¡u o u1c aso m-

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-320-
bra es ver que Y. P. lo ignore, y que hap tenido
tan ¡1oco conocimiento de su sentir sobre esta ma-
teria, habiéndole declarado ~llos mismos tantas ve-
ces en sus obra~. Aseguro <¡nc si V. P. estu1 icra
mas informado del caso, le pcsnra no haber procu-
rado con espí ritu de paz tener noticia de una doc -
trinllt:m pura y· ta n cristian a, <¡uc V. P. opugna
sin conocer);¡, movido de pnsio n. Vcrfn V. J>. que
s us ad versa rios no so lo enserian t¡ue se r esiste cfcc-
th•Mncnte á esas gracias déb iles, qu e llam;m -esci-
tantcs ó inc ficaccs, n o •ljecu tnndo e l bien que ins-
pir·an, sino qu e tambien de fienden, contra Ca l1•ino,
que la voluntad tiene poder de resisti r aun á la
gracia cGcaz y victoriosa y aseguran, contra l\Jo-
Jina , qu e esa grac ia tillne imperio sobre la 1·oluntad,
defendiendo asi con igu.tl f uerzn y fervor estas dos
' 'crdadrs. ' o ignoran ellos que el lo o mbr e, por su
propia nlturaleza, ti ene siempr·e poder tic pec<~r y
do rcsi<tir á la gracia, y qu e dospucs do su corrup-
cion, ll eva en sí un desdichado caudal de concupis-
cencia, <¡u e le a ume nta surn<rmcn tc (ISe poder; pel'o
si n embargo· sa ben tambicn, <¡uo cu:r nd o Dios po'r
s u mi sericordia le quierc .t oc~r. le ha ce hacer lo (JUC
qui ere. y de la manera que •¡uic rc, si n que esta in-
falibilidad de la voluntad de Dios disminuya la li-
b crt:rd natural del hombre, por los modos sec ret os
y adrpirab lcs cou que Dios obra. esta mudanza y
que S. Agustín csplicó cscelcntemcnt e. y que di-
sipan todas las contradicciones im~ginarias que lns
l\J olinistas, enemigos de la gracia e ficaz, se lig urau
que h ay entre la soberanla de la grncia sobre clli-
hrc albed río y el poder qu e cllihrc albedrío tiene
tlo r esistir ~ la gracia. Jlorquo t:omo cnse iia este
,..,.an sa nto , los pontífices y la iglesia qui eren qu e
"

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-321 -
sigamos en esta doctrin a, que Dios muda el cornzo n
del hombr e i::fundientlo en él una suavida d celeste ,
que venciendo el deleite de la carn e, hace c¡ue el
hombr e, considerando pot· una parle que es mortal
y que no <'S nada, y descub riendo por ot ra In ma-
gestail y eternid ad dt! Dios, se disgusto de la vo-
luptuos idad del pecado, que le aparta del bien in-
corrup tible, y halland o su mayor gozo y alegria en
Dios, tic si mismo inf.,liblemcnlc se va á el, movi-
do de un impuls o todo libre, volunt~rio y amo-
r oso; de manera r1ue seria para él un suplici o si se
hubier a de apll'lar de este soheran o bien; uo por-
que no tenga el pod~r de alejar:;e, y c¡ue no se ale-
jnrin efectiv amente , si quisier a: mas, ¿cómo lo ha-
bía de c¡uer>!r, visto c¡uc lc1 volu!ltad nunca se in-
clina sino Íl lo mas agrnda ble, y que entonc es nada
le agrada t:wto como ese bien úni~;o, que compre n-
de en si todos los demas Ltienes? qttod cni111 amplilts
nos deleclut , scctmd¡¿m id opercmur necesse cst,
como di~;e S. Agu stín. Exp . E p. ad Gal. n. 49.
De esta suerte dispon e Dios de la volunta d libre
del hombr e, sin necesit arla, y el libre ~lbcdrío que
siempr e puede resisti1· á la gracia , pero c¡uc no
siempr e quier e, so va libre é in r~liblemenle á Dios,
cuando le atrae coi1 la dulzur a de sus inspira cio;
nes eficaces.
Esta es, padre mio, la doctrin a de S. Agosli n
y Santo Tomas , que nos cnscilan que poclemos t·e..,.
sistir á la !Jracia, contra la opioion de Ca hin o ; y
c¡ne sin embar go, como dice el papa Cleme nte Yll
en su escl'ilo á la congrc gacion ele Attxili is, At·t. 5
y 6: Form(l Dios en nosotros el mo~imiento de nttes-
voluntacl y dispone rfica:smc¡¡tc de nuestro cora-
/I'Ct

.ZM. co11 el imperio que S. M. suprema tiene tob1:e


:H

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-322-
lns voluntades Jc los. hombres , 11si como sobre la$
demas criaturas que están debajo del cielCI, segmt
S. Agustin.
Por esta misma cloctrina tnmbien consta , que
no queda ociosa 1:~ voluntad, sino que juntamente
obra con 1~ gn1cia con que t.:ncmos méritos qne
son verdaderamente nuestros , contrn el erro r de
Cal vino; y que sin emli<~rgo, siendo Dios el princi -
pio prim:~rio de nuestras acciones, y obrandJ) tn
nosotrus lo que le agracia , como dice S. Pablo,
nuestros méritos 1011 dones d: Dios, como enseüa el
concilio tridentino.
Con esto se dcstru ye aquella impiecbd clc Lu-
tero, condenada por el mismo concilio: Que de nin-
!JIIIl modo coopera•nos el rwestra saloaciuu , 110 mas
qtce si (ueramos itw,IÍIIWdvs; y por esto tawbicu se
destruyo la impi<!dad do los Molinistas , c¡ue no
quieren r eco nocer qu e es la fuerza de la gracia
¡nisma, In que nos hace cooperar con ella para
nuestra salvacion; por donde borran este principio
de f6 <lU!l S. Pablo estab lt:ce : que es Dios quim
obra en nosotros, y la voluntad, y /e, accion.
Y finalmen te con esto se concilian todos los lu-
gares de la escritura que parecen entre si opues-
tos: Conucrtios á Oios: Sellor, haced que volvamos á ·
110s. Deseclte~d de vosot1·os vuestras maldades: Dios
es quien qt,ila las '"aldades de s" P''cbto. llaccd dig-
tlas obras de penitencia: Set&or, lwbeis hecho e" no-
sotros todas nuestras obras. Haced m nosotros un
cora:on y un espíritu nuevo: Yo os daré 1m espíritu
ttuevo, y crearé en vosotros 1111 nuevo coru;;on, etc.
El médio único c¡ue hay para ~justar las con-
·trariedades aparentes de estos lugares que atribu-
¡en nuestras i1CCiooes buenas, ya á Dios , y ya á

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-3~3-
uosolros, es conceder con S. Agustín: Que nues/rat
ncciones son tme:tras, por ra;:on del libre albedrio
que las produce , y que tambien son de Dios, porra-
::ort de s11 gracia que las hace producir: y que como
di ce en otro lugar, Dios nos hace hacer lo que
quiere, haciéndonos querer lo mismo que podría-
mos no querer : A deo factum cst ut wllent, quod
el !lo/le ¡Jotuissctlt.
De manera, padre mio, que vuestros adversa-
rios cs tan perfectamente conformes aun con los
11uevos tomi stas; ya que estos enseñan como ellos,
el poder du resistir á la gracia, y In inlnlibilidnd del
efecto de la gracia: y esta in(alibilidnd la defienden
los tomistas como un fundamento principal do su
doctrioa, y pa1·ticularm~;ntc Alv a ro~ de los mas cé·
le!Jres, la repite é inculca mil veces en su libro,
disp. 12, l. 8, tl. <1-, en estos tÍlrmioos. Cuando la
g•·acia e{ica:; llltltvt al libre albedno, iu{<Jiiblemtnte
consiente; ¡101·quc el efecto de la gracia es hacer que
consie111a c(cctivameutc , aunque pueda no consentir.
Y dá csla razon de Santo Tomas su maestro, 1. 2,
q. 112, a 3: Que la voluntad de Dios 110 p11elle <leja1·
de cumplirse; y que asi, cuando quiere que un hombre
.cortsienta la gracia, consiente infalible, y aun necesa-
riamente, nO de necesidad absoluta, SitiO de necesidad
de Í11(alibilidad. Y en esto la gracia no perjudica
al poder que tiene el hombre de 1'tsistir si quiere;
puesto que solo hace que no quiera resisti r, como
yuestro P. Peteau lo reconoce en estas palabras,
t. t, Tlteol. doqm. l. 9. c. 7, p. 602. La gracia deJe-
sucristo hace que Ull hombre ¡¡erse~;ere infaliblemente m
la piedad, úim que no nccesari1mcntc, porque ¡1uede no
consentir si quiere, como dice d conciliu tridentino;
mas esta mi.sma gracia hace q1~e 110 •¡u i~ra conseutit.

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- 3:1'•-
F.sta e> , patlrc mio , la doctrina co nst~nte ele
S. Agustin, de S. Próspero, de los padres que los
han seguido, de los concilios, de Snnto Tomas, y
de todos los tomistas en general. T~mbien es de
vuestros nrlvarsarios, aunque no lo habeis pens;:do;
y linnlmnnte es la que Y. P. misma acnha de npro-
}Jar en estos términos: La doclrina de la graci!l f{i-
ca:;, que cnseiia que se le puede rcs(scir, es scmn y w-
tóliw, afianzada po1' los cotJcilius, y /let·udo ¡;or los
:t omistas y los Sorbonislas. Díg~sc In rcrtlad , padre
mio: si Y. 1'. hubiera sabido que sus acll'cr~;u·ios
tienen efcctiunmente esta doctrina, acnso los inte-
r eses de su compañía hubieran impedido dar cstil
aprobnriNI pública; pero como V. P. imaginó que
se oponinn á ella. el mismo interés de su compa-
i'ila, le mOI'ÍÓ á autorizar uoa doctrina que creia ser
c•Jntraria á la ele ellos ; y pcnsanrlo destruir ccn
este engaño la docirina de sus ad,•ersnrios, V. P. la
confirmó perfectamente. De manera que, corno por
prodigio, se ven hoy los defensores de la gracia di -
caz justificados por los defensores mismos de Mo-
lino¡ adl)'l irahlc disposic ion de Dios, que hace •¡uc
todo concurra á !a mayor gloria de la Vl'r'rlad.
Sepa pues todo el mundo. por vuestra dccln-
racion pr.opia, que esta doctrina de !:1 gracia eficaz,
necesaria para todas las acc iones de piedad, que !a
iglesia venera ta~; to, y que es el precio de la s:m-
gr e de su Redentor , es t :~n católica , que no hay
fiel, b:~sta en los mismos jesuitas, que no la t~nga
por ortodoxa. Y se sabrá á la vez, po•· vuestra pro-
pia confesion , que no cabe la menor sospecha de
error en los que vosotros halll is acusado con tanta
ntrocidad¡ porque cuando les hnhcis imputado er-
r ores ocultos, sin quer erlos 111anifestar , tan dili-

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- 32:i-
cuhosa or:1 para ellos su justificnc'•on, como pata
vosotros rncil uua acusacion senwjantc; mas ahora
qu e acabais de declarar qut: el cr·rot· que os obli-
ga á comh:•tirlcs, es 1'1 de Calvi no, que creeis que
ellos ensci1an, no hay quien nll juzgue claramen te
qua están libres de todo error supul'sto que los
vemos tan contnu·ios :~1 único que les imputais,
qae protestan pot· sus discur;os , por sus libros, y
por cuantos testimonios pueden dar, que condenan
esta hercgí,t de lodo corazon, y de la misma suerte
(¡u e los Tomistas, que reconoceis, sin dificultad, por
católicos, y c1ue nunca se tuvo sospecha de que no
lo ~ucsen .
¿Q:ré diréis nlrora contra cllo5 , padre mio?
¿Oiréis que, nuu11uc no signen el sentido de Cah•i-
no, no dejan du sur hercgcs; porque no quieren
concede•· liUC el sentido de J~nsenio es el mismo
c¡ uc el de C:dviuo? ¿Osareis deci r· c1uc haya en esto
mt~lcria de hcregía? ¿Y no es este puramente un
punto de bccbo, de donde no so puede sacar error
alguno? Sería una hcr cgl:t decir 'q ue un 'hombre no
tiene podct· de t·csistia· {¡ la gntcia: ¿pero es hcre-
gía dudar ~i Jansenio lo cnsciin? ¿lrs es to una vel'-
dnd t·cvclada? ¿gs ¡¡en so nrll culo ele fé, quo St>a pre-
ciso crccl'ic so pena do co nd cnn cion? ¿No es, aun-
<¡ue os pese, un punto de hecho, por el cu~l seria
riJil:ulo pretender que haya hercgcs en la iglesia?
No deis pues Í1. vucsh·o~ advcrsa a·i os eso n om-
bre, padre mio, sino otr·o cualquie•·a mas adecua-
do á vuestr;~.s contiendas. Occid que son unos ig-
norantes y unos tonto~. c¡ne no :tlicntlcn ¡, J.mseni(}:
serán calumnias que ;tcotll[lniiarán mas bien vu es-
tra disput~; pero llamados hcrcgcs, e• gt·.uule dc; -
pr.)1l.),;ito. Y d n, mi i.1t~ .thl e; d cf~aJ udo,; UJ

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-326 -
csta injuria sola, no quiero mostrar que entienden
bien á J ansenio . Solo diré, pndre mio, qu e si juz-
gamos á J anse nio por ·vucstrns propi:•~ regl ns, no
habrá quie n no le tenga por católi co, y será dificul-
toso prob~r lo tont rario: at¡uí es tá lo que V. P.
establece para c:tamin~rlc.
Para saber, die e V. P. si Jansenio es hertge o:i no,
es meltf.stcl' vc1· si drfiend~ fa gracia cfica:: al modo
de Ca/vino , que niega c(podc7' ele nsistir á ella; pol'-
quc en tal caso se1·ict hcregc: 6 al modo de los ]'~mis­
tas, que admitan este ¡;odo·; porqtte entonces .~e,·ia ca-
tólico. Yen pues, V. P. si J :~nsenio ensei1a que el
hombre tiene poder de resistir, cuar:do di re en ira-
l ados enteros, y p;~rtic,ularmcnle, t. 3, /. 8, c. 20:
Q ue siempre d hom~1·c tiene poder de ,·esistú· á fa
gracia, segun el concilio trideutitlo; QUE u t. 1.11JIIIl
que-
ALDlln 1\ 10 Sl E :U PRE r t,; llDJl OIJ I\ A R Y liO ODII ,\ 1t ,
rer y tlO qtlerrr, consettlit· y 110 consmtir , huctl' el
bittl y tl mal; y que el hombre, t11 esta vida, siempre
liene estas dos libertades, qt~c /lamais de CGttlrc•rie-
dad y de contradiccion . Yca luml;icn, Y. P . s i Jmt-
scnio uo es conlral'io al err or de Calvino enlodo
el cap. 21 donde dice: Calt:il;o ense1ia qtte la gracic'
mueve al hombre de mane1·a que no le dfja el podo·
de 1'esistít·, porqtu dice os i: IJios mtltl't. la t oltmtad
no de~ modo que se ha creído ha tontos siglos, como
si estuviera en pode1· de/libre alúec/n'o. consentil· ó t:O
consentÍ!', Pero segun S. A gustin y el concilio, siem-
pre el hombre tiene poder de 110 cousentil' si q•tierr;
y segtm S. Prósptro, Dios dá á sus elegidos la t'O·
Juntad de perseveror, tle suerte que tlO les quita d
poder de querer lo cont,·at·io. Y fin almente, juzgue
V. P. si no eslá con los T omi stas, cuando declar~.
c. 4, que todo lo que los Tomistas hcm escrito pcw11

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-327-
ajust<tr la eficacia de /a gracia con el podt!' dt rcsu-
ti!·, es cotl{onnc ú su smtir: QUOD ipsi dixtrunt,
dic/ltm puta.
J:sto es lo qur dice ~obre lodos estos capitulos,
y sobre ello me rundo pnra pensar que Jansenio
cree e l poder de rrsistir ít In ¡;racin; )' que es con-
trario á C~h in o , y conforme con los Tomistas,
puesto que él mismo lo dice¡ y por crnsi¡; uienle
es rn16liro , sr¡;nn los principios de V. P . Que si
V. P. licue otro modo de ronorrr el 5rntido de u n
autor, á no ser por sus r sprcsiones; y que sin nle¡;ar
lug:tr nl guno de Ja nsrnio, y contrn sus propias pa-
laLrJs, quiere V. P. decir que nir¡;a el poder de
nsistir, y que loma)¡¡ pnrle 1le Cah•ino contra los
tomistas, no ~~~)· ¡¡ miedo, padre mio, que diga )'O
que V. P. I'S hcrcge por eso : diré solamente quo
me pnrcce 1¡uc Y. l', entiende m:ol io Janscnio; pero
sin cruh:trgo, no dr.jnremos de ser entrno1bos hijos
tle la iglcsit~.
¿De dónde proviene, padre mio , que V. I'.
ohra cn ¡·sta causa con tunla pnsion, y tra ta como
si fn ernn sus enemigos m~s crueles, y mas perni-
ciosos hcrrgcs, ~los que V. P. no puede acusa r do
alg u n error, ni de~ ir de ellos ot r a cosa, sino que
no cnt iend1•n á J:ms~u io el el modo que V. P . le en-
tiende? ¿Sobr e que está In disputa, sino sobr·e cuál
sea el sentido de Jan scnoio? V. P. <¡uiere que ellos
le condenen; pero preguntan t¡ue es lo I(Ue V. I'.
e ntiende. Dice que entiende el error de Calvino, y
ellos responden que condennn ese error¡ y osi si la
dificultad no está en las sllnbns, sino en lo que ellas
signilican, debe Y. P . estar slllisfecho. Si rehusan
cood~nar el scnt i<lo de J nnscnio, no es sino porc¡ue
creen qu e es el sentido mismo de S<~nlo Tornas. Y

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-328-
asi estos vocablos son muy equivocas entre vo~o­
tros: en vuesll·a boca significan el sentido de Cal-
vino, y en la de a!¡u ellos llevan el sentido de Santo
Tomas; de manera qa:: la diferente idea que teneis
de un mismo té>mino es causa de vuestra contro-
versia, y si yo fuese juez de vuestras disputas ha-
IJia de vedar á entrambas partes el nombre de Jan -
sonio. Y asi, alendicn lo solamente al sentido que
vosot•·os le dais, se ve ría c¡ue lo que voso tros pcdis·
no es sino la ·condenacion del en· o•· de Cal vino, en
que los otros convienen ; y que ellos no pretenden.
sino defender la doctrinl do S. Agustín y Santo
Tomas, {• <¡ue vosotros no os oponeis. .'
Declaro pues, pad,·e mio, que los tendré siem-'
pre por católicos, sea que condenen á Jansenio, si
t iene errores, sea que uo le condenen , mientras-no
le hallen sino e; lo que V. P. misma declara ser
católico: y les diré como S. Gcrónimo á Juan,
ohispo de .Terusalcn, acusado de lleva•· ocho pro-
posiciones de Orígenes. O !tos de condena ni Origencs,
decía este s:mto, ó conoces r¡ue Ita onsc1iado estos er-
1'0t'CS , (¡ hns de ncgm· r¡ue los hayrt enseñado: A UT
NllG,\ !toe d'i:x;isse wm qui cu·guiltw; aut si locurus
·est &alia, eum damnu. qui di.r:erit.
De es ta manera ohran, padre mio, los e¡ u e im •
pugnan los error~s, y no las pcrson~s; pe1·o 'oso-.
tros como maliciosamente !lirigís vuestros tiros a
Jns perso:1as mas e¡ ue á los errores, poco so os dá
qnese condenen los ci'I'Orcs, sino se condenan 13s-
pcrsonns <¡Ue VOSOtrOS <¡UCreis c¡ue los baya n ensc-
ii<ldo.
¡Cuan injusto es, padre mio y cunn violento
este modo de procc,\cr, hicn 1¡uc iuutil para vtics>-'
iro intento! Yn os -lo he dicho , y lo vuch••J ¡i •·epe~

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- 32!!-
tir; no pacd c l.a l'iolcncia oscur~ccr la Ycrdad, ni
la verdad pone r freno á la l'iolcncia. Jam5s vues-
t ra~ ac nsJ.;ionus fu e ron mas atro ces, y jam{ls la
inocencia de vucst a·os advcrs:al'ios m<as conoctda; ja-
m6s la ga·acia e rl ca z bt~ sido at11Cnda con tanto arti-
ficio, y j am:ís la hemos visto nus firme ni mas se-
gura Vosotros eclwis e l resto parn pe rsuad ir c¡ue
.VU ilStraS disput as SOn ;~cerca de puntOS de la f~ , J
nunca se 1•i6 como altor a lo YCm os , r¡u c no son sino
acet·ca de puntos de lt.e c ho. Fin<~lmt:ntc, vosotros
procur<~is contotl o esfuerzo pers uad ir e¡ u e este pun.
lo do~ b~clt.> es verdadero, y alUn r.a estuvieron los
ánimos mas di spuestos para ponerlo en d mla. Y la
r"zou es fa cil. E.;, p:~d re mio, qu e la compaiiía· no
.toma los meJ ios nalut·Jics páfa pe rs uadia· un punto
de hecho, <In e so n co nven cer los sen tiJu s mosta·an-
do ~¡ n el li !u·o de .Janscnio l :~s mi smas palabras que,
seg un se dice, cst{a u en él. Pero r ais a buscar unas
sendas lan ;•gcnas du esta scucillcz, qua hacen duda r
aun á los mas le r.to•. ¿Por qn6 no to:nais el mismo
camino que yo lom é e n mis carló\$, para dcscu-
hrir l:n•tas y tan pcrnicio3as max imas de vuc&ta·os
autores, c¡u e es citat' fidnH~nt e los lugares de donde
.se s~caron? Lo mism1 hici eron los c uras de París,
y esta sencillez y rectitud nun cn dt•ja de persuadir
y hace r fe . ¿~las ¡¡ué hubi erais 1licho, y qué jui-
cios se huh.ic ran hec ho, c uandp los mismos curas
,os echaron en ca a·a cs la proposicio n de l P . Larny,
Q<'" un religioso ¡)wtlr· mufM' {¡ 11n c,.lt¡mni.l tlol· que
at1ww.:a p1dtlicur u.lqruros delaos gmvrs de SI' perso •
n1 ¡j de su. religio11 , cuawlo no 71t1 tdc estorbarlo de
otra srw·te; si ellos no hubieran sciaalado e l lngar
d onde esta pro po ~h:ion cs t;, h;a en propios .términos,
y c¡uo sic•nprc huhienut rehu sado sethlarle, sin

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-330-
querer venir en esto por mas que los r ogasen, y
que en luga r de hacer lo, hubieran ncudido á 1\oma,
para sacar una huln que mand ase á todo t•l mundo
crr.er que esa era doctrina del 1'. Lnmy? ¿No se hu-
biera juzgado, sin du1la, qu e lwl.inn engaiíndo al
P ontlfice, y que no se hu hieran ,•nlido de e~te me-
dio cstra ordinario, ~ino curcirrnn de medios na-
tur~les y comu nes que nunca falt3n ú Jos 11ue EUS-
tcntnn l;•s ' 'crdndes de hed•o? Y nsi estos cu r ns no
J•icic,-on n1ns que scioalar c¡ue el 1'. l .um_y cn'seíia
esta ¡Joctrinn,/. 5, di.•p. 36,11. 118,p.54.4, de la
rcUcion de D011ay; con lo cual n1alquicra c¡uc quiso
sa.her si ern nrdnd, lo bn116 r.si, y nadie lo pudo du-
dar. De este modo, facil y prontament e se rrsurl-
,·en lns cuestiones ae hPc ho, ruando el caso es
verdadero.
¿Pu r~ porqu~. padre mio, no se \'ule V. P . do
este medio? Dijo en sus CO't:ill , que los cinco propo-
liCi011tS tst aban m Jansrnio, de polo/ira á palo!Jrcr,
todas tn propios términos, TonnnM ' ' P.IIDl S. l t es¡10n-
11ieron otros que er a flllso. ¡.Haloia mas que hacer,
sino ciln r la pagi na donde r~<l~n eSIIIS proposicio-
nes, si V. Jl. las l1 ~l, ia drc1inm1rt1 lr 'islo, Ól'r. nfe-
Ea r que se lwhia engoiiado?· l\Jas V. P. ni hace lo
uno, ni lo otro; y en lu¡:ar dC~ ('SI o, ,·irndo que r n
todos los lugares de J ~ nst•nio, que Y. Jl . alrga nl-
gunas veces par a rscandalizar ~los ignorantrs, r. o
se loallnu las 11roposicionts ce t~dmcdas, ÍtJdit idttohs y
singularts, que V. P . lwlJia hcrl:o en ¡:rioo de sc-
iíalar en el libro de Jansenio , nos trae unas eonsli-
tnciones que definen que esas proposi<·ioncs cst<in
en Jnnscnio , sin notar los lugares de donde ~esa­
caron
No ig noro, padre mio, el re speto qne los cris-

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-331-
lianos dchrn á In Sanla Sede, y vueslros ad versa-
rios ntucslr~n hasl~tllemcnlc que jam:is quier en
apnrl;u·sc de su obediencia: mas no imagino que
fallan á esa ·Obligacion, cuando r cpresenlan it su
santidad con el r eulimicnlo y decoro, c¡uc como
ltijos deben á su padre, y co mo miem bros A su ca-
IJI'zu, quepueJco hoherle enga1iado en esla cues -
lion de hec ho: que no la hizo ex~minar en tiempo
de su pontificado, y <1ue su predecesor , Inocen-
cia X, solo babia mand;odo c¡ue se ,·icse si cslns
proposiciones eran herélicas, rcro no si er an de
Janscnio : como consta por el n Jto r1ue di ó el comi-
s;J rio del sanlo oficio, un o de los p riucip<~l cs ·exami-
nadores, diciendo: que eMas proposiciones 110 podia1~
ser· censuradas en el sc!llido del ·autor: KON SUNTQUA-
1 IF ICAIII LES IN S El\ SU I' IIOI'El\Ei\1'15 j 1l 01·que SC las
hubiorr pr·o¡nusto pam ser examinadas como ellas fra rl
en s(, y sin atender á autor· alguno I N ADSTIIACTO ET
u·r l'IIJESCIKIIIJIST A ll 0 !1 N1 P IIOFtm tl'iTE: como se \·o
por los \'otos qu e dieron los examinado res y que se
h:•ll:on nu evamcnlc impresos: que mas de sesenta
dodor cs, y olros much os va rones de doclrina y pie-
dad hJu leido con cuidaclo y e:.: ael ilucl el lihro do
.lonscnio, y no ha~ dslo en él t;tl es proposiciones,
;mies hJn balla.Jo ot ras tofalmcntc conlrarías: que
ac¡ncllos <1ue dieron c"l n impresion al Sumo Pontl-
licc, pueden hahcr ahusado de la J,u('na fe qne su
Sautidad tiene con ellos, siendo los ínlercsados eu
<luilar el crédito ú Jans~nio, como quien ba con-
,·cncido á Molina cll\ mas tic ci ncu~nta errores: que
lo c¡ue k• ce eslo nn1s creíble, <'S que l icncn es ta má-
xi uw, t:nlrc las mas nulnri7atlas de su ((•ologla, 11t1e
¡. ut~ln• tctlttwtliar, $¡, ,,.,.,.;" · tí les ljt<c rilas cr·cctt
ur $US tu11trarios; ~· <¡uc así, ~icudo el leslimooio

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-332-
de estos tan sosp:lchoso, y el de los otros tan coosi-
derahle, es hasl~ nle r azon para suplicar ;, su santi-
d ad muy bumildemenle, se sirva maudnr que se
e1amine cslc hecho e n prese ncia llc docto res de en-
trambas parles, para pode r . fo rm ar u un dccision
solemne y r eg ul ar. l'onganjucces sinceros y apro-
bados, decia S.llasiliocuscmcjan lc ocnsion, Ep. 75,
11iga liiJrementc cada 11110 lo que quisiere: rxamínc1!se
mis escritas: ~éase si hay rrror contra la fe: lea11se tus
objeciu~~ts y las respuestas , para que scaw1 juicio flf-
cllo co11 conocimiento de causa , y con las formalidades
debidas, y no•una di{amacion si11 e..cumen.
No pretenda, padr<l mio, dar por temerarios y
p oco somelidos á la Sa nta Sede , los a¡u c hic ier on
esta represenlacion. Muy agcoos están los P:apas de
quere r lralar á los c risti anos ~on semejante impe-
¡·io que algunos sin embargo ejercen co n norubrc
d e los P ontífices. La igluiu, dice el P apn S. Gre-
gorio, in Job. lib . 8, c. 1, form ocla Cll la t~cutla de
humildad, no mancla COil autoridad, mas persuatle
r.orL la razon lo r¡ uc Cltseiiuásus hijos que si(ltlCII olg rm
error: Jl!lCT ,~ quro cn·:mtiú•ts dicil, non quasi ex auc·-
toritare prcecipit, sed e.r. rationc pc.rsuodet. Y de uin-
guna manera ti enen por descrédito los l'on líficcs
re rormar los decretos 6 juic ios !¡ue pod ian laahcr
dado indu cidos pOI' r ra ude Ó engaaiO. anlCS !JDCC U
gloria de ello, como lo alesligua S. Bernardo.
E p. 180. La Sede Apo.1t6/ica, dice, tiene de bueno que
110 se pica. de honra, y volu ntariamente nvocn lo <¡ue
se le puede haber sacado 1'''~' fra.ude . y w gaiio: y es
muy justo que nadie se oproccrlic de 111 mm/ira, y par-
ticulanncntc ant e la Santa Stde.
Estos son, pada·c mio, los senli micnlos verda-
deros que se deben ins11irar á los P onllficcs; su -

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-333-
l· ll~>l~ qu e todos los teólogos convienen, que pue-
den ~ n sc ml'jantcs c~sos ser eng~ii~dos, y que su
cu:~lidad suprema no los libr a del ril'sgo de e rrar,
autcs les espone mucbn mas al error y ~1 fraude
por los muchos y varios nego cios á !JUe deben
atcndl'r. Es lo que S. Grcgorio dice á algunos que
se admiraltan de que otro Papa se hu bies e dejado
en:;aiiar: ¿f>or qué os odmirai$, (1. 1, c. d,·Dial.) que
nos engmlcn sabieuclo que somos hombrrs? ¿No saúeis
que Da vid·, sic udo un rey que tenia el espíriltt ele pro-
fccict , huúiéudose c/Pjado llevar de la mentira ele Siba,
dió wla seutcuciu injusta cOiltra el hijo de Jonatás?
,; Pues quién hallará estraiio que ho111bres ji·audulm-
tós uos cnyaiim algtma w :;, no siendo nosotros ¡JI'O-
{tlas ? La cantidad de negocios nos abruma, y tluestro
tspíritll repartido m tantas partes atiende menos á
cada cos11 t11 ¡Jnrt icular, y asi con mucha fa cilidad. le
p11tdcn engaitar en tma. En verdad, padre mio, quo
creo que los Pa pas saben mr jor que V. P. si pue-
de n se r cngaiiad os ó no. Ellos mismos nos co nliesa o
c¡uc los Sumos Po ntífices y los mayor es reyes, es~
tá n rnas cspucslos al cngaüo que los dcmús hom-
bres, que ti enen ocu paci on~s menos impo rtn ntcs:
es necesariO Ct'CCd«S . Y es facil de comprende r por
e¡u e via se les puéclc cngafi.,r. S. Bernardo lo dice
en la carla qu e escribió á Inorenc io 11, de esta ma-
nera (Ep. 3:!7): No es IIWI;a~;il/a, ni cosa llutuo, que
rl espíritu cltl f1omb1·c ¡JUede engaiiar y sc1· engmiudo.
Vinieron oi!JUIIOS nligiosos á 1'. S. revestidos <lt un
espirittt <le mentira y ele ifusion. Os han hablado COII-
(t·a un obispo de 1:idu tgemplur por el odio qut le tit-
Il en . Estos hombres 111t1cr<ien como perros, y quieren
liace~· merlo lo bueno. Si11 embarg(), Santísimo padre,
os irrita'is COl! Ira vurstru hijo ¿l'vr qu6 /l(!bcis dc•<io

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- 33'•-
ts/e gozo á sus ad11trsarios? No crtnis á torio t.tpíritu;
mas examinmt primero', si lus e.1píritus son de Dios.
Espeto que cuando se liaya conocido la vtnlctd, ·1>en-
drá á desvcmccerse todo cualllo se (und6 sobre 1111a út-
(unna~iotl (~ lsa . Pido al espíri w de verda d
que cié
gt·Jcirl á Y. S. 7J[Ira ap:~rtar la 1tt:: de las tin ieblas, y
reprobar el 111at en (avor del bien. Luego bie n ve
Y. P. que -el grado emine n te á donde se hnllan los
l)apas , no los e¡cimc del cnga íi o, a ntes hacen que los
yerro s sean mas r cligrosos y d u mayo r impor tan-
cia. E sto es lo qu o S. Ber nardo representa ni Papa
Eu genio , de Cu11sid. lib. 2, c. ult. Hay ott·u defect o
tar1 gmerral que no. lie visto que haya alguno entre
lus grandes del mundo que lo evite. Es, Santitimo
Padre , l<1 demasiada creclulidacl , de donde uacm
tarttos desórdenes. P or que de al/i vienen las perse-
cttciones violentas contra los i11o~e•1tts, los juicio$
injustos contr11 los att.<cntes , y las iras terribles por
ttatla, PitO Nllll LO. Este es, Sanilsimo P adre, un mal
es el
UIIÜ,cr sal; de fjllC si f/. S . éstti M CIII O, diré q ue
tinico, !/ solo el tíníco , de l iJdvs Sti.S l~tl'lllfiiiOS que
goza

de esta prerngativa.
P llréce me, pad re mio, que ya empie za Y. P. á
cr eer, r¡ue los P;t(las eslan espucst•>s á que los enga-
ñen. lilas pnrac¡ue V. P. lo crea tlultod o, acu é rdese
solamente do los cgcrnplos cpte trae en s u propio li-
bro, du Paras y de Emre rador es que !os be reges
cngaíi oron efectivamen te. Porq ue Y. P. dice que
Apolinario engaiió ni I';tpn Dáma so, asi como Celes ·
tio :i Zozim o. T ambie n refier e V. P. <Jue Ata nasio
cngai\6 ni Emp erado r Hcrac lio, y le in citó ú r erse-
guir los ca tólicos; y que finalmente Scr·gio , P.ttria r-
ca de Const antino pla, alca nzó .de Hono rio, aquel de-
creto que fué qüem ado en el seslo Concilio, guna11-

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-335-
cfo, corno dice V. P la voluntad tic este Puntl{ice con
mo>l rarsele muy scn·iría/.
Luego es constnute, por di cho mismo de V. P.,
que los que trat:o asi con los l'npas y los 1\eyes,
los empciían alguna vez artificiosa mente ti •toe mo-
lesten y persigan los que defienden la verdad de la
fé, pensando pers<'gnir hl'reges. Y esta es la rnoo
porque los Pontí liccs, c1ue aborrecen sol,re todo es-
tos engaños, hicieron de una car-ta de Alejandro IJJ,
una ley cclesi;istíca, y la pusieron en el de•·echo
canónico, para r~rmctir que se suspenda la ejeéu-
cioo de sus hu las y dil sus decretos, cuando se cree
ql!e los hao engaii:~do. Si alguna vez, dice este Papa
al Arzobispo de Rabenas, e, 5, exlr. de Rescrip.,
os mviamos algunos decretos que ofenden vuestro sen-
no os im¡uieteis; porque ti los ej ecu!areis con res-
l it·,
peto, 6 nos c•d>areis de /11 razon que httbiert para no
hacerlo; porq11e siempre tendremos á bien que no pon-
gais en_Pjewcion decreto olgtmo, qt1e nos h11bierm
sacado por sorpresa y por artificio. De esta manera
obran los Pontífices que no buscan sino aclarar las
dificultades c¡ue hay entre los c ristianos, y no se-
guir la pasion de los c¡ue quieren scmbrn r la dis-
cordia y coorusioo. No usan del poder y seiiorío
que despucs de Cristo S. Pedro'! S. Pabi<J cspresa-
mentc prohil.iero n; mns pl!ocur·un introducir y mao~
tener en la iglesia b verdad y la par.. Es por esto,
que ordinariam ente ponen en sus decretos la clau-
sula, que se supone en todos: SI IT,\ EST: s r P!lllCES
Vll iii'L\Til NJTM>TOII : Si ello es asi: Si lo alrgado es
1:erdud. Por donde se conoce, que pues los Papas
mi:.mos no dan fuerza y valor á sus bulas, sino <'S
en cuanto á los he chos alegados son verdadero s, no
son las bulas en ~í las que pr·u cb~ n la \' ~rd¡ul de los

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-33 G-
n·~dws ; antes por el cont rario , seg un
los c~nonis­
d de los bcch os hace c¡ue las bul~sseau
las, la I'Crda
válid~s y que tenga n su fuerz a .
he-
¿De dónd e pues sacM emos 1~ ' 'crda d de los
padre mio, que son los jucCc $
chos? De los ojos,
la razon lo es de las cosas natu -
verda de ros, como
rales é inteli gible s, y lu fe <1<1 las sobre natur ales y
en este
re1•cladas. Porq ue, ya que V. P. me pone
dos de los ma-
empc iio, diré que seg un el senti r de
yore s docto res de la igles ia, S. Agus tín y Sant o
os no-
'Jo mios, es tos tres 1>rinci ¡¡ios por dond e tenem
dos, la
ti cia y cono cimic u lo de las cosas, los senti
en parti cular tiene sus obje-
ra1.oo y la ie, cada uno
to s distin tos, y ca1la uno tiene su certi dumb re y ha-
Di os ha qu e-
ce fe dentr o de sus límit es. Y como
r entra da á la
rido servi rse d.: los Sl"ntidos para da
la cer-
fe: fides ex audit u: no solo la fu no destr uye
con tra.
tidum bre de los senti dos, que <~u tes por el
lo que
río seria destr uir la fe, quer er pone r en duda
los senti dos. Por esto Santo
nos rcfi c•·en fielmente
n le, <tue Dios qn1so
Tom ás delcr rniua csprc samc
icscn en la Euca -
que los acci.t~ntes scns ib"cs cxi:H
tiene n juris -
ristía , para <tuc los senti dos, que no
dicio n sino sobr e osos accid~racs, estuv iesen
li bres
del cuga uo: Ul seustu <Í- llercptionc reddcmtur
im-
munes.
pro-
Dc aqui r odem os concluí•·, que cualq uiera
exam ina r, lo prim ero
posic ion que hubi éram os de
á cual de estos
es cono cer su natur ali::za, para ver
de cosa
!res princ ipios llernos de t~cudiJ·. Si se !ril ta
dos ,
sobre natur al, no la juzga remo s ni por l11s senti
io-
ni ror la razon , sino por la Escri tura y las decis
do una prop osido u no
nes de IJ iglesi a; si se trata
natu ral, esta
rcreradn y prop orcionada á la razou

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-337-
'l'~zon será el propio juez; y si se tr~IA fin~lmenlc
-rlo un punto do hec ho, daremos fé A los sentidos,
p on¡ u e á ellos les toct~ n~turalmcntc el juzg<~r de l o~
hechos.
Esta regla e~ tan general, que ~<'gu n S. Agustin
~· Santo Tomás, cuando en la Escritura misma nos
J.allamos un lu gar, donde el primer sent ido lilcr:>l
es contrario á lo que los sentidos ú la ra zon per ci -
ben con ccrtidombre, en tal caso no hllmos <!e cau-
pronder al conh·a~lccir, para sujetarlos ;Í 1,, auto·
r idad da ase scnti alo np<~rcntc do la l~sc l"iturn ; paro
es menester intet·prelaa· la Escritttra, y hu scarle
otro sentido que conrcngacon es ta ,·crdad sensible;
p orque la palabra do Dios siendo infalible au n eat
los hechos mismos, y siendo tamhicn cierta la rc-
lacion que nos hacen los sentidos y In a·nzon, cuan .
do obran dentro da su esfe a·a, es menestea· que es-
tas dos vcrd.:dcs se concilien; y co mo la Ec;critua·a
so puede interpretar do much¡a s maneras, lo que
no sucede con los se ntidos y In razon, porque ac¡ue-
llo que nos representan no es mns do una sola cos:~,
es ·for.zoso en tal caso tóm ar por verdadera inlcrprc-
t acion ·de la E scrituro, la que co nvi ene con l<t rc-
:presentacion fiCll de l9s sentidos. Es necesario , dice
Santo Tomás, 1. p. q. GS, a. 1, observar dos cosas se·
¡pm S. A gtulín; lo rmo, qué l11 Escritura siempre tiene
un sentido verdadero,· 1¡/o otro, que como permite mu-
chos sentidos, cuaiUlo se Ita/la al¡ptno que la nwm ton·
tJence d.efalsedad, asrguradamcnte, 110 se luz d4 obstí-
"ar u11 hombre tn decir que ese .<ea el sentido 1111/w·al,
mar ltd de de buscar otro que cor!ccnga.
E s lo que esplica trayendo por egemplo :tqucl
Jugar del G6nesis, donde está escrito: Que D!os crid
dos crandes luminar~< 1 ti sol y la ltmtt' !/la mbien las
22

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- ~"-8 -
t .t/rcl!ttS; cloncle la Escritura parece decir c¡ne la lun:~
es mayor que todas las cstre ll~s; mns por c¡ne es
con~tnnte por demostraciones indudnhles, e¡ u e rsto
rs r~lso, no se debe, dice este Santo, porlinr en
c¡m·rcr defender este sentido li teral, pero es preci-
so IJUsca r otro qu e sea conforme á est:l ,·erd~d
ele hecho, diciendo , que el vocaúlo gr an luminar
tl fl cieno/a , sino el grandor ele la ltma l'tSpeclo
ele mtrstrCI t ista, y no el grcmclo•· ele su ~rr erpo como
o rn sí.
Que si se hiciera otr a ct•sn, serín qu itar {t In Es-
rr itn•·n la vencr nc ion debida. y es ponerl rc al des-
necio ele los infieles; porque, como dice S. Agus-
t in. de Cm . trd /i/1. l. 1, c. Hl, cumulo .mpicran ·que
nn.•rtrt>< rrrNI'OS rnla Escrilrrra cosas que dios cono-
rrn de ricrto srr {olsn.<, .<r. •·eirintl de 1//lcstra crrduli-
tlnd en los t!emrís mi.rtaio.< que sc11 t11as ocultos, como
la rum·rtccimt de los muertos, y la t•itla eterna. Y asi,
niiacle Santo Tomás , a to sct·ía c.rpot~o· '" Escritum.
tí la it·rision de los infieles, y aun ccrmrlcs la p uerta
de la.ft.
Y tnmbien sería , pad re mio, el medio para im-
pedit· In entrada io los hcr<'gcs,. -y esponer la au to-
r idad del Papa al despr ecio , de no tener. por cató-
licos los qu e no creyesen qu e tales p_alabras están
l' n un lihro cuando no se hallan en él, solo por que
un Pontilice lo declaró habiendo sido cngaiiado.
P orqllC para saber si están ó no están tales pala bras
c>n nn libro , no es mrncstcr mas que abr irle y exn-
min:trle. Las cosas ce hecho no se prueba n sino por
los ~e ntido•. Si lo IJne V. P. di ce es ve1·d3d mués-
u clo : ~i no, no ~olicitc ú nndi e p.,r~ que lo ere~ ;
~r ria f'n vano. Tcdo el p_oclc•· del mu ndo no pucclc
prrsunrlir, por autori dad; un punto de hrcho, ni

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- 339 -
mudnrl c: porque no hay soberanla que puclla hacer
c¡n e lo que es no se~.
E s e n \'ano . por egcmplo, que los rcl i ~i o~os de
R~ti sbon~ oblu1•ierao del Papa S. Leon I X un ,¡,._
creto solemne por el que declarú que el currpo dr.
S. Oi onisio, primer obispo de Pnris, c¡n e se c ree se•·
el Areopag ita, babia sido lmrtado en f•·nncia y lr~r­
po•·tado {t llatisbona y colocado en la iglesia de stt
monaslet· io. Eslo no impide que el cue rpo do eslt'
snnlo hayn estado siempre, y es té todavi a en la cé -
l cbt·o Ab:11lía que ll lwa su nombre, donde dificulto·
samenle haría V. P. recibir esta bula , aunque el
Pontífice di ce h,,ber examinado el caso con /orla In.
r/1/lgmcia posible, DILIGEl'iTTSSDJE, !! con d ronsrjn
de muchos obispos !! prelados, !! asi oUiga ti todos
lclS (rrtiiCtiCS 1 DlSTIUC·rE Pllo'llCII'IEl'iTI'.S, á 1liC hoyml
de flrlmitír !! confesar que ya 1W tie111m esns snnla.<
t·cliquias. Y sin embargo los franceses, qu e sabía n
por s us propios ojos la falsedad de este hecho, y
qu e habi endo abierto la caja hallaron todas las re-
liqu ias enteras, como lo atestiguan los historiado-
res de este licmpo, creyeron eolonccs , como des-
pues siempre se bn creido, lo contrario de lo que ese
santo Pontífice les babia mandado creer; no igno-
l'ando que los santos mismos y los profetas pueden
ser engauados.
En vano tambien vosolros habeis alcanzado con-
I ra Galileo ese decreto de Roma , que condenaba
s u opinion acerca del movimiento circul ar de la
t ierra. Con semejan le decreto no se pru eba que la
t ierra está inmovil, y si se hicieran obse rvaciones
constantes que acredilára n que era la tierr a la que
daba vuelta, todos los hombres juntos no serian
baslal\tes para impedir qu e volviese, y no podrían

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- !l'oO-
dej,u· tJc volrl'r lodos COn clln. f 110 Cl'(':l l:1111[l0C'O
Y. P. que las cn rLas del Pnpn Zacad;~s , que cl~~co­
mulgah<~ n ú S. Virgilio r¡ul' <\IIS('iíaba r¡uc hnhin An -
lípocl~s. hnyuu destruido y ;1uir1uilado ese rHrcrn
mundo¡ y nunque ese PontHicc hap rleclnr~do que
tal opinion era un enor muy pernicioso contra 1••
fé, no le fu é mal al rey do Esparia en haber creído
mas prc~to ¡\ C.-istoval Colon que renia de all¡í,
<¡ue uo al juicio del Papa que nunca babia vblo ese
mundo; y no dejó la iglesia st•cat· de esto gran fru to,
puesto que por c;ta ,,¡a llegó la luz del e\·;~ngelio á
t antos pueblos, que hubieran perecido en su ir•fi-
delidnd.
Luego hi cn ve V. P. de qué género son lns
cuestiones de hecho, y á f[ll C principios deben re-
gi r parn ,j uzgarlas: por donun es l'<1c il de infer·i···
solH·e el caso en que estamos, que si las cinco pro-
posiciones no sou de J<~nsenio, es imposible <1ue _las
hayan sacndo de su libro, y que el solo medio pnra
hace r este juicio, y de pcrsundirlo n) mundo, es
ex~minor este libro, en una confen•nda legítima,
como se os pid() bá tanto tiempo. :Y mientras no
les conccucis esto, no tcncis r·ozon para decir do
vuestros advcrsnrios que son tercos y porfiados:
pon¡u e ni tienen colpa en este punto de hecho, ni
error en los puntos de fe ; so n católicos en el
derec ho, justos en el hecho, é inocentes en am-
b~ s COMS.
¿Luego quién no se ntlmir'ar[,, patlro mio, de
ver de u un parle tan cl;~rn jus tifica~i on, y de In otr·a
acusaciones tan :atroces y ''iolen tas? ¡,Quién pensa-
d qne to•la la contro\'ersia que hay cnlt·e lns dos
partes , no versa siro sobre un hecho de niugun11
io1portaocin , que vosotros qucreis forzosamcn le

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-3'd -
I1 Ue se eren sin mos! nirlc? ¿Y quien se haLia de
atrcl'ea· á imag inar que se hubie sen tic levantar (:U
,
la iglesia tantas discn sionr s por nadn , 7>ro t1ihilo
~rd o? l\Ins este
pnd re mio , como lo dice S. Bcrn
es Yucst ro principal y mns cauteloso at·tiGcio,
e-
persuadit· que de un negocio que no es nada el
pende el todo, dar it entender á los pode rosos que
los
os escuchan, que Yucs tras disputas son sohrc
rs de C<t h•ino , y sobre los
uaas pC!mi ciosos err or
mas irnpo t·tantes principios de la lé; para que con
au-
t>Sla pcrsu asion, <:mplec n lodo su celo y tod:t su
egu is , como si
toridad conlrn los que vosotros p<!rs
de la
de esta controvct·sin dcpcodicrn totlo el hicn
-
t·cligion cat6licn; en lu:;ar c¡ue si ¡•inicscn it cono
cct· nuo to da la contienda no cons iste sino en este
punto de !Jecho, no se les daría nad<t , nl contrario
scntirian much ísimo habe r hecho t¡mtn s esfuerzos
u11
por seguit· vucstt·as pasiones pm·ticul:11·es en
ne'gocio <¡uc no es de consecuencia algun a para 1"
igles ia.
. Porque finalm ente, torn nllllo las cosas por In
peoa· pMte: aunque fu ese verdad lltle .Jansen io bu-
e
bicse llevado estas proposiciones, ¿qu () m:ll puctl
algun os qne lo dudn sc n,
hnber en que hubiere
:
cuando las detestñn, como lo est¡ín hacie ndo púhli
cnmente? ¿No basta qu e esns proposici ones estén
, y
cond enadas de toJos , sin csccpcion de ninguno
on el sentido mismo que V. P . ba es plic:Hlo, y C(
IHl

qui ere que se cond enen ? ¿Tem ida en elló1s mns


ha
fuerza ln censura, si se di gc ra qu(l Jansc nio las
sit~o de desa cred i-
cnseüado? ¿Oc qu é servirla esto,
en la comu -
tar á un doctor y obispo, que muri ó
e•to un
Jiion de la igles ia? Yo no sú c¡uc se halle en
bien tan s r andc, que sea menester compr:u·lc CO!l

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-31.: !-
lant as disens iones y alboro tos. ¿Qué interé s saca el
estado , el papa, los obispo:: y todos los docto res de
la ig lesiJ'I Ningu no, ¡tach·c mio; so lo vuest ra com -
IJllliía , es la que vet·cladct·<~mcnte se botg·ára c¡..tc
r ecib iese esta in fam ia un autor , que á ''u estro pa-
ncer os ha hecho algun daiio. Si n emba rgo todo
el mund o se muev e y torna la dema nda, por CUil ll-

to dais á enten der que todo corre riesgo . E sta cnu-
sa ocuh<J es la que dirige estas ulle~·acioncs gran-
des, que vend riun io desap arece• · luego que su co -
n ociera el vet·da dcro estado y ol'ige o de vuestr as
contie ndas. Y us i, como do esta declar acion depen de
la (l3Z y tranqu iJi,Jad de la iglesi a, ha s ido Impor
-
t antís im o snca rl a á luz, para que quitad o el velo de
ntcst ros disfra cl's y marau as , todo el mund o vea
c¡uc vu es tras acusa ciones es tán sin funda mentr¡,
vuest ros adver sarios sin enor , y la iglesi a sin
ltcrcg ía.
Este es, padre mio , el fruto que he desea do
sactu· con mi s c.wtas ; este es el bi en c¡ue me pare-
ce tan consi1 lentbl c para toda la reli gion , que no
.
ac~bo de comp rende r corno vuestr os
adver s~rios
pucdén ca llar, ni puso e¡ ue vosotr os les dais lanta
r a1.on de rom¡H:t' el &ilenr:io. Y si no sieote n las
inju. ias c¡ue se les bacc , no deber ían, rnc parec e,
(lisimu lar ui sufrir los to:; ravios c¡uo baccis á la
ig l csi;~; fuera do '1 Ul' dudo qu e los cc lcsiírst
icos
pueda n ;obaotlona r s u rcput acion á la calutn nia,
.sob re lodo en tnatcr i u do fé. T odos callao sin cm-
har¡;o y IJS rlcj;ul decir cuant o se os antoja ; do ma-
ltcra c¡ue á no Lwbl:n ne dado fortui tamen te voso-
tros nti smos esta ocasio o, puedo ser que ning uno
~il h_!Jbicrtl opues to á las i mpresiones cscand
.tlosas
CjiiC ·. SCUtbr ais pOI' !odas p;;l'lC.S . Y asi lll()
adUllrO

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-3'• 3-
de que leu¡;a n pacie ncia, y mas tenien do por cier-
du
to que no se detien en por Lemot· ni por f11lla
fuerz as, pues no carec en du razon es para su jus-
ohs-
tificacion, ni de celo para la verda d. Véolo s no
que
taole guMd ar tan religi osam ente el si lencio ,
, pa-
terno que baya denta s la en es la parle . P or mí
encia me oblig a á. no (;;)lla r.
dre mio , la conci
a \olun -
Dej ad la iglesi a en paz, y yo de muy buen
mieol l·as :uulu vié-
tad dejar é de in¡¡uielat·os. Pero
reis susci tando disen sione s , no lemai s que faltl.'n
at·
bijos de la paz, que se crean obliga dos de emple
d
todos sus esfue rzos cu conse rvar la tranq uilida
de la iglesi a.

21. de Alar:::o de 1657 .

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. Jibt_9mento 'i:J r !tl mrftl 'i:J ednm nontt.

lJirirJid a al P. Anual.

llKV~ U E~DO PAOUE MIO:

Si os proporcioné alguo disgusto en mis ante--


d ores, manifestando la inocencia de aquellos qu o
os conyenia denigra a·, creo que os alegrttreis poa·
esta , cuando os úa ga conoce r el ~cntimiento que les
habeis causado . Consoláos , pada·e mio: aquellos
que odiais están alligiúo s; y si los obispos ejecu-
tan en sus diócesis los consejos que les dais de
obligar á jurnr y firmaa· que se crea una cosa de
.hecho que no es verdad era y que uno cree lo que
no cs!á obligado á creer , redudr eis vuestros ad-
versarios al último gr;~do de tristeza , al ver la
iglesia en este estado. Los he visto, padre mio , y
confieso 1¡ue he tenido suma satisfaccion en ello, los
l1c ' 'isto, no lm una genero sidad fi losófica, ó en la
Jirru eza <tue hace seguir imperiosamente, lo que se
juzga es un deber, tampoco en la cobardla débil y
tírniJa que im11ide ver la verdad , ó st'guirl a; sino
en e na riedad dulce y sólida: llenos de desconfian-
za de si mismos , llenos de resp~ to al [IOder de la
i glesia, llenos de alllor por la paz, llenos de ter-
nura y celo por Id vcnlad , llenos de deseo de cono-
cerla y defend erla, llenos ele temor de su Jlu qu eza,
Jlcuos de seulituit:ulo d~: t;~ln.r pllC:lo~ en pr ueba y

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-3~5-
no menos de la esperanza de f¡ue Dios se dignará
sostenerlos pc•r la luz y por su fuerza, y que la
gracia dP. J esucristo que defienden y por la cual
sufren, será su fucrz;1 y su luz. l!e ,·islo en Gn en
ellos el caractcr de la piedad cl'isliana que sumi-
nisll·a una fortaleza................... ....................... .
•• • • • • • • • • • •• •••• . . . . . . . • • • • •• o • • • • • • • o o •• o • • • • • • . . . . . . . . . o • • • • • • • • o • • • • • •

L es be encontrado rodeadC\s de personas ami-


gas, que habían 1•enido con objeto de aconsejarles
lo que creían mas acertado en las presentes cir-
cuus!ancias. IJe oido los const-jos que se les ha
d::do; ohserré la manera con qul' los han recibido
y sus respuestas; y en verdad, padre mio , que si
lo hubiera presenciado, creo que V. P. confesára
que en tod" su conduela nada hay que no esté in-
finitamente alejado de la rebeldía y de la heregía,
como todo el mundo podrá conocer, por los me-
dios que han empleado, y que V. P. va ú ver, pa ra
conserva¡· juntamente lns dos cosas que les son en
estrcrno caras, la paz y la \'erdacl.
P o rque dc.;pues que se les ha l'Cpresentado, en
gcne t·HI, las penas que se alracl'tltl poi' su I' CSis tcn-
c ia á Üt'IIHI' la n uuva consti lu cio n que se les pre-
sente, y el esdnJ<tl o que podt·a ol'iginat' e n la igle-
sia, han hecho obsct·var .... ............................... . .
...................................................... ........... .

FIN.

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--
l'ttOEMIO Ert SÓDICO. ]l{
CA liTA S rnovtXCIA LES.
C.\ RT. l. Do las di sputt~s de la Sorbona y de
la iu,·cncion del término pode•· ccr-
cmto introd ucido por los molinis-
tas para preparar la censura nrnal-
dina. 1
CAnT. H. De la grac ia suficiente. U.
Ue; pursta del provincial ú las primeras car-
Las do su ami go. 27
C.u tT. 11[. l nj usticia, :absurdo y nulidad de
la ccu sura pronunciada contra el
Dr. Amauld . .
C,u\T. IV. De la grncia:tclual siempre pre-
sente y de los pecados de ignorancia. 3!)
C.AnT. V. Objeto de la nucvn mornl jcsul-
tica. Difca·encia de cns uistas. Doc-
trin a do.l la prol~ta LilidD<I. Turba de
aut or es modct·nos y dcscouocidos. ;:)i)
~AllT. VI. Artilicios d<J los jesuit as para
eludir la :autoridad del erangclio,
d<J los concilios y lus pontíliccs.
Consecuencias de la doctriua de IJ
probabilidad. ltc l~j;tcion jesuítica ¡,
fa I' Ot' de los benefi ciados , de los
pre>híteros , do los r eligiosos y da

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- 348-

los criados. Historia de Ju~n de


Alba. 73
C .\1\T. VII. iUétodo de dir igir la intcncion.
Li cencia de matJr. Cucstion de Ca-
r amuel. • 90
C.\1\T. VIII Col'l'upteb s de los cnsuistJs
acerca de los jueces , de los usure-
ros, de los c¡ucbrado~, del co ntra-
to mohatra y de las r estituciones.
Vat•ios delirios insi gnes de !'os mis-
mos cnsuistas. 108
C .\RT. IX. Falso cutto de la Virgen. L a-
xilu <l para pasar la victa con como-
didad y salvarse sin trabajo. i\láxi-
n1as jesuíticas sobre la ~mbicion,
la envidia, la gula, sobre los ec¡uí-
vocos, reslriccioucs mentales , li-
cencia de las bijas , adornos clo las
mu gcres, juego y precepto de oir
JllÍS<t . 12(;
C .\1\T. X. Lax,itud de la penitencia por las
máximas jesuíti cas en la coof!)siotl,
satisfnccion, ab so lu cion , ocasio nes
próximas dl! pecar , co ntriccion y
amot· de Dios. 1.1-i
C.\1\T. XI. Derecho de impugnar con but·-
las los errores ri dículos. P recau-
ciones necesarias. E urlas impías
clel P. Moinc y Garasa. . 161
C.u t 1·. X IL R cfutacion de las sutilezas oc
los jes uitas acerca de h limos ua y
la simonía. 18.1
C.\~\'f. X lll. La doclríntt de Lcsslo so bre el

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- 3~!)-

l.omicio es J,, mis m:~ que la de Yic-


to•·ia. Co ~n facil rs pasar de la es pe·
rolacion oí In practica. Porque los
Jesuitas se sirven de esta vana dis-
t incion J' cuan inutil es para justi-
licarlcs. 20.\
r..utT. XIV. R<!futncion de las máximas je-
suiticns sobre el homicidio. Conles-
lacion á algunas calumnias. Crm-
paracion de su doctrina. 223
CAnT. XV. Los Jesuitas eximt)n {t la ca-
lumnia de l número de los crímenes,
y In practican sin escrúpulo contra
sus enemigos . 242
C.\ ti T. XYL Calumnias horribles de los
jesuita3 contra eclcsiósticos y reli-
giosas. 2ti2
C.\tiT. XVIT. Se demuestra que no hay
hercgín en la iglesia, rectiricado el
sentido equívoco de Jnnsenio, y que
la nutoridud de los p;•1ws y los conci-
lios ecumenicos no os inf;~liblc en las
cuestiones de hecho, conforme á la
doctrina de lodos los teólogos, pl'inci·
palmente de los Jesuitas. . 2!)0
C.\nT. XVII I. Demuéstrnse todaYia mas
c·oncluyentcmentr. por In misma
¡·cspnesln del P. Annat, ClllC no hay
beregín en In iglesia: que todo el
mundo condena In doctrina que los
jes uitas compl'cndcn en el sentido
ele J ansenio; )' que asi lodos los fie-
les son de un mismo parecer sobre

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- 350 -
P.\(;.
la malcría de t~ s cinco 'PI"oposicio--- -
nes. Se sc1iala la difer encia que h~y
entre las dispu tas de hecho y de
derec ho; y se dcmues lm q ue en las
de hecho se ha de atender mas á la
razon de los s:lnlidos c1ue á la au-
torida.t hum ana. . 316
Fragmcnlo de la car ta XIX. 3.1 1

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ERRATAS.

P ,\CI~A. L1!<EA.

8 H despedirm e despedimc
2' 16 ,·oz Ttl
~l 1 es en
7H 1~ F.O:tf NON
Hll 3 "· 111 ... 2"
103 6 Ir· 3 Ir. :1, 1'· 3,
proe illtntiat tn elangd
de la 9varda d• 111 di-
121 20 prcdestinacion reuton u tJl IJuien ottm-
tcren de .su ] )1'ell estina-
131 11 y 12 aut oridod
cion l
austeridad
H!l 3;! port. 4, par/. /. 4
17U 1 lo so'o
18:1 1(\ 1eria r e ria
2117 1!) no vean vean
2fo l 15 cutrrlo$ lerdos
2!1$ 10 rp. 15 e 15
:113 3 !;t"n'iré senir&
¡¡¡¡¡¡ 33 ruanto !L lt.s coonco Jos

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