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La insurrección de lo poiético

en la asesoría filosófica
José Barrientos Rastrojo

Olas gigantes que os rompéis bramando


en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras![1]

1.-Introducción: La edad de la madurez, la madurez de la edad.

Resuena desvencijado, en ocasiones tétrico temiendo el desembolso de dinero, el ventilador


de mi ordenador del siglo pasado. La edad no pasa en vacío, lo torna todo destartalado, obsoleto,
arrugado y hace que pierda la prístina imagen de los primeros días. Me prometieron la felicidad en
el anuncio, en que mi compendio de tecnología aparecía casi con tintes divinos. Ahora se mantiene
su sonrisa sarcástica en mi oido cuando extraño una respuesta: ¿Quién robó el contenido de la
promesa que se me hizo?
El fraude acontece en los OBJETOS que nos rodean, ¿alcanza también este horror a la
persona? ¿Es la vida una promesa de juventud que, en la madurez, se desvela por la tiranía de la
arruga y la debilidad del olvido en manos del Sr. Alzheimer? ¿Es la misma juventud la mentira que
nos aturde de forma candorosa en los lances esperanzados de los primeros amaneceres? ¿Es la
madurez la triste condena o el pecado en que hemos de asumir la derrota humana? ¿Es verdad que
hoy ya nadie muere de viejo[2] por la dictadura de que todos hemos de ser jóvenes? ¿Por qué hemos
de ser jóvenes? ¿Quién impone esos cánones? ¿Quién nos seduce, atemoriza, dirige, sonrie con
cinismo, nos mira con soberbia y se felicita con afectación cuando asume que ha fagocitado las
energías de nuestra persona justo en el momento de la muerte?
Y en medio de todo esta pléyade, que torna más devastadora que la visión de mi cartera
vencida a mitad de mes, nos asaetea el idealismo: ¿Es posible la insurrección? ¿La salida creativa de
lo establecido? ¿Merece la pena?
¿Qué aporta la filosofía aplicada (o práctica) en todo esto?
Guardemos los cuchillos. Por el momento. Afilemos la mortecina luz de una razón que nos
conduzca a la construcción. Al fin y al cabo, la guerra es un navío incómodo; obliga a vomitar todo
cuanto comimos[3]. No caigamos en el abismo tan pronto. Sólo, ¡internémonos en el terror...[4]!

2.-Ciencias y hombres. La posibilidad del quebranto.


“Se prefiere percibir las cosas a través de las gafas de
un léxico que con los propios ojos, y de este modo se destruye
el paso al resto de la realidad”[5]
Peroraba triunfal Laplace en el siglo XIX que sólo era cuestión de tiempo que el hombre, a
través de la ciencia, consiguiera colmar el conocimiento humano. Si en el pasado Europa había sido
asolada por la peste, ¡cómo se jactaban de ella los avances en higiene y la penicilina o las
sulfamidas (¿qué decir de los ataques químicos o del aumento de cánceres?)! Lo que Julio Verne
imaginaba en sus novelas son bagatelas ante los grandes trasantánticos de cruceros (también ante la
desgracia del Prestige).
Como estos ejemplos cientos. La tribuna de la ciencia será la que guíe al hombre moderno a
la comprensión de todo, al dominio de la realidad. Ésta suerte de fanatismo positivista, todavía
ingenuo ante los efectos devastadores de la técnica, recorre la historia de la modernidad consciente
de que, para ella, no hay imposibles.
Ahora bien, no hay juez más justo que la historia. Sin embargo, ¿podemos esgrimir
argumentaciones más allá de aquel latinajo de “nihil veterus sub sole”[6]? Precisamente es este
magisterio quien vocea que hoy volamos con más prestreza que las aves, que corremos con más
rapidez que un gueopardo y que navegamos con irreverente elegancia frente al más aristocrático de
los delfines. La ciencia lo ha conseguido, pensamos, Laplace fue un profeta.
Su método y consecuciones, no obstante, tienen también sus limitaciones y peligros. No nos
referimos con esto a una crítica de corte frankfurtiano[7]. No alzaremos clamores por los males de
la Segunda Guerra Mundial[8]. Aun menos lanzamos ganchos por debajo de la cintura acerca de las
crisis internas de la ciencia en el contencioso física clásica/teoría mecano-cuántica[9]. No sería
jugar limpio y no nos llevaría a ningún sitio. La ciencia ha tenido, y tiene, su estatuto óntico y
epistémico en nuestro mundo. El mayor de los tecnófobos o vive como un eremita o lo hace a través
de la mediación tecnológica. La ciencia es inevitable. Como indica Agazzi la condición del hombre
actual es la artificialidad[10].
El discurso de Mach, de Stuart Mill o el conocido positivismo de Comte cometen desafueros
fruto legítimo de la dinámica intelectiva de su época. El gran desacierto es cuando se pretende
acotar entre los objetos de sus ciencias a algo que no se deja reducir a ellas: el ser humano, o mejor
la persona.
Establecer un argumento científico universalizable promocionando sus desarrollo frente a
otros es ya una suerte de terrorismo intelectivo, al menos en lo concerniente al ámbito de lo humano
[11].
Las ciencias desde sus orígenes fueron un intento optimista hacia la liberación del hombre.
El sapere aude kantiano quiso emancipar al hombre de una minoría de edad culpable, que el
hombre tomase las riendas de su existencia y se hiciera cargo de sí mismo[12]. Ahora bien, la
búsqueda trascendental de una verdad elongable a TODOS se ha convertido en una cuestión de
totalitarismo. El Bien con mayúsculas, la Libertad, o las reglas de moralidad procedentes del
intelecto de un individuo aislado que se pone a pensar, seriamente eso sí, restalla en nuestras mentes
como ínfulas de intolerancia avasalladora. Este acervo unilateral se erige frente a la opinión de
aquellos sobre los que se urde el deseo de imponer las ideas de una suerte de Führer iluminado.
Si enarbolamos un desarrollo único acerca de la normalidad (frente a lo patológico) en el
hombre, acerca de qué DEBE de hacerse, en torno a qué es lo políticamente correcto (sin buscar la
opinión del resto de los ciudadanos), el edificio científico, o el proyecto ilustrado se derrumba desde
el primer instante. Tal y como se define que un rayo de luz está constituido por fotones,
análogamente a que se idea la construcción de un edificio “inteligente” (suena a eufemismo), se
terminaría extrapolando el método de las ciencias físico-naturales a la persona, hasta el punto de
promover “tecnología de la conducta”[13].
¿A dónde nos conduce todo esto? Al órdago del sistema adorniano, al “mimetismo de lo
inorgánico”[14]

La ciencia inicialmente proponía ser una descripción de la realidad. La ciencia dentro del ámbito
aristotélico se acercaba a este ideal, era mera contempladora de lo que estaba a nuestro alrededor y
empezaba a definir y conceptuar lo que está en nuestro entorno. La ciencia pertenece, de hecho, a la
red sémica de lo descriptivo. De forma sibilina, se bascula hacia el prescriptivismo cuando
determinadas ciencias abanderan peroratas acerca de cómo ha de ser el hombre. He aquí el gran
error.
Ha sido Foucault uno de los “ilustradores” de esta situación anómala[15]. Para determinadas
psicologías, con una buena voluntad (quedan acogidas al principio de inocencia hasta que no haya
datos que demuestren lo contrario), se establece normativamente la caracteriología de los humanos
sanos y enfermos. Decir que un motor no funciona bien en ciencia tiene su justificación. Argüir la
disfunción en el ámbito de lo humano es saber qué es un hombre sano[16], qué es la anormalidad y
correr del lado de la condena diagnóstica por los síntomas, antes que de la comprensión integral.
Sólo desde éstas atalayas podemos apoyar aquel aforismo lúgubre adorniano en que indicaba que
“si la vida se realizase de modo recto su destino se malograría”[17] . Porque el modo recto es el de
la generalidad, el de la unilateralidad, el del hombre unidimensional de Marcuse.
En toda ésta disquisición el más fuerte argumento en torno a esta razón de totalitarismos es
la hegeliana. Para Hegel la gran cuestión es que la razón debía llegar a la consideración de la
totalidad: “lo verdadero es el todo (...) lo verdadero sólo es real cómo sistema”[18]. Desde el
momento en que la razón se totaliza, el hombre desaparece y se hace siervo de ella, pasa de ser
artífice de creación a ser herramienta sustituible dentro de un sistema[19].
Hay argumentos suficientes para entender cómo una cientifización en la comprensión de la
persona lo manipula más que sanarlo. Éste tipo de acercamiento da un tratamiento sintomatológico,
nunca curará la enfermedad. A lo sumo nos aliviará el dolor, nos hará creer que estamos curados,
cambiará nuestras ideas para que no tengamos pensamientos negativos[20].

Hoy la razón[21] ha descendido a cada uno de los individuos. Se ha pasado, perdón por el
barbarismo, de una subjetividad trascendental a un trascendentalismo subjetivista. Hoy no se trata
de dar una teoría de curación global, sino de una comprensión del sujeto humano en su problemática
personal. Hacerlo consciente de la misma y no enclaustrarlo diagnósticamente en base a la última
edición del DSM[22].

No cabe duda que esto nos empuja inexorablemente a la necesidad de una consideración
interpretativa del cliente que se acerque a la consulta del asesor. Nos vincula con una mediación de
corte gadameriano. Él mismo se quejaba de que “no es posible tratar realmente a ninguna persona
que se considere a sí misma como si fuera sólo un <<caso>>”[23]

En todo este vagabundeo crítico parece que llegamos al acéfalo de Bataille. ¿Hemos de
renunciar a la razón? ¿Habremos de entregarnos a una concepción báquica de lo real? ¿No existe un
argumento que dé trabazón a nuestro trato con el cliente? ¿Se alza la insurrección de lo irracional
con la mano ensangrentada pero tan vacía que nos hace anhelar la nostalgia de la esclavitud del
pasado? ¿Hay vida y futuro inteligente al otro lado?
Nuestra respuesta no puede ser otra: Más allá del ritmo del acero[24] la rosa de Angelus
Silesius sigue floreciendo sin porque, no cuida de sí misma, ni pregunta si se la ve[25]. Nos
explicaremos.

3.-ARTE Y Philosophical Practice[26]. Aprendices de vidas.


“Es necesario, pues, dar crédito al hombre mismo y
no a las abstracciones sobre la enfermedad”[27]
La práctica filosófica se debate en un ámbito en que en el pasado lo hacía la medicina y
ciencias afines: el arte. Convergemos con Shlomit C. Schuster en que la asesoría filosófica no es
una terapia alternativa sino una alternativa a la terapia[28].
La philosophical counselling cuenta con los desarrollos metodológicos de Lou Marinoff
(sea en su manual o en el archiconocido Más Platón y menos Prozac), las técnicas del profesor
Lebon o las pautas metodológicas de ETOR o de Octavio Obando[29] o el método “más allá del
método” del Dr. Achenbach[30]. Cada una de ellas con distintas aproximaciones en las que sería
necesario introducirnos[31].
Ahora bien, lo que distingue a todas estas técnicas es el anhelo de no ser propositivas, sino
comprensivas. El asesor mediante técnicas que le son propias quiere poder entender a su cliente y
ayudarle a él mismo a que se comprenda. El hálito vital de las mismas se encuentra en las
palabras del Dr. Achenbach: “el asesor debería considerarse a sí mismo como un aprendiz”[32]. No
se trata pues de mecanismos que forjen una persona distinta de aquella que entró en la consulta. No
se buscar la proposición sino que se persigue la idea de trabajar con el cliente[33] (open-ended), no
ilustrar los senderos por los que el paciente se ha conducido.
Argumenta el profesor LeBon que la asesoría filosófica ayuda a los clientes a pensar los
asuntos de la vida cotidiana, dilucidar los valores, esclarecer el sentido de la vida y tomar decisiones
sabias[34].
Resulta pues, que los clientes acuden a una consulta filosófica para “entender y ser
entendidos (...) clarificar los modos específicos de sus vidas”[35].

¿Cómo se lleva a cabo éste proyecto?


Las técnicas son muchas. Desde el RSVP o el Charles Darwin Method, del profesor Lebon,
Progress en que también colaboran David Arnaud y Antonia Macaro, la labor comunicativo-
comprensiva de la Dra. Schuster, la terapia orteguiana del Dr. Aranovich, el aludido método de
Octavio Obando[36], el proceso PEACE de Marinoff o el método de ETOR: Oir, Escuchar[37],
Tratar y Derivar.
En todos los casos subyace un intento de aclarar qué sucede en los contornos (interiores y
exteriores) del cliente, hacerlo cargo de su situación y ayudar a conseguir alternativas. No se ofrecen
directamente soluciones. Se camina CON el cliente, NUNCA se le proporcionan muletas. Resulta
así que la philosophical counselling ha tenido en su origen la imagen de la mayeútica socrática. Sólo
la madre puede dar a luz al niño. A lo sumo, la medicina ubica en las mejores condiciones para que
el recién nacido vea la luz.
Ahora bien, ¿qué sucedería si no hubiera una matrona al final del canal del parto?
Sencillamente que el niño moriría o podría dar su primeras llantinas provisto de taras debido a la
falta de esta fase de caminar con la madre. Aunque es cierto que también producirse el nacimiento
sin problemática aneja a él.

Los estudios acerca de este ámbito de la asesoría filosófica han sido y están siendo bastante
fructíferos. La teoría socio-crítica con su interés emancipador (fundamentalmente los dos tomos de
la Teoría de la Acción comunicativa de Habermas), la teoría crítica de la sociedad de la Escuela de
Francfort (Adorno, Debord, Marcuse, Horkheimer) y la filosofía hermeneútica con la comprensión
y la posibilidad de fusión de horizontes (sobre todo el primer volumen de Verdad y método de
Gadamer) son las dos líneas maestras en esta dirección (aunque, por supuesto, no podríamos olvidar
a Heidegger (Sus Estudios sobre mística y por supuesto Ser y Tiempo) o a Ortega (Meditaciones
sobre el Quijote, El tema de nuestro tiempo, etc...).
Dejamos aquí esta indagación para centrarnos en la que es de nuestro interés. La posibilidad
de la insurrección en la asesoría filosófica.
4.-Un pequeño divertimento antes de la irrupción de lo poiético.
“El gran pecado contra la gente es la
singularidad”[38]
Recapitulemos. Llegar a la comprensión de la persona desde el ámbito de lo conceptual
definido (también prescriptivista) es cosificarla, dilapidarla en lo que dicho. Sin embargo tal
dimensión es necesaria. En caso contrario llegaríamos a la anarquía y el desvarío.
No nos cabe duda que la consejería filosóficas intentan ayudar a su cliente en pos de la
resolución de problemas colocándolo en una suerte de paritorio de pensamiento (no sólo psicológico
[39]).

Si tuviésemos que dibujar gráficamente y ejemplificar el servicio que acontece en una


consulta de asesoría filosófica se burilaría algo como lo que sigue.

Imaginemos que tenemos dos niños que están en una habitación con el aire acondicionado
encendido. Uno de ellos dice tener calor y el otro frío. Uno quiere que apaguemos el aparato de aire
y el otro que elevemos la temperatura[40].

Un asesor intentaría caminar con el cliente, cualquiera de los dos niños, para encontrar una solución
común o individual. Se preguntaría la posibilidad de establecer una temperatura acorde a la
termodinámica de los dos cuerpo. Intentaría razonar que uno saliera de la sala para que el otro
acomodase la temperatura a su gusto.

No obstante, la postura más inteligente sería aquella en la que se apelase una técnica creativa
(técnica “Ganar-Ganar”) como la que propone Robert Harry en Introduction to Creative Thinking.
Para ello se hace necesario buscar los beneficios de los dos niños. Constituye éste un salto
cualitativo con respecto a las soluciones anteriores. Ya no nos ubicamos en el ámbito de la
comprensión sino en el de la creación. Ciertamente en el caso anterior se ha tenido que INVENTAR
la solución, no obstante lo importante era COMPRENDER. Por ejemplo apercibir a uno de los dos
que el otro está enfermo, apercibir a uno de los dos sobre el significado social que tendría apagar
para el otro el aparato de aire acondicionado (quizá el problema del “que se muere de calor” no se
inserte en una cuestión termodinámica sino en una cuestión económica –para ahorrar energía quiere
apagar el aparato- o religiosa –le da miedo esa “fuerza calorífica” que le remite a la sensación de un
bufido del demonio-, etc...)
Niño A afirma tener frío Niño B afirma tener calor
Conflicto:

Están en la misma
habitación

Planteamiento del conflicto: Solución del conflicto –


Filosofía Práctica-:
Establecer las condiciones reales del problema Quiebra de la oposición

La gran cuestión que surge es la siguiente. Siguiendo el gráfico parecería que se ha operado
un cambio en cada uno de los individuos. Ahora las líneas corren parejas. Es una posibilidad de
actuación. No obstante, se corre el riesgo de un cierto prescriptivismo: Hemos manipulado al cliente
para que ahora opte por una nueva dirección en relación al conflicto. ¿Supone esto aceptar la
diferencia o procede a la sistematización del individuo?
Cuando alguien nos llega a una consulta de enfermería viene a dilucidar un problema de
relación con el mundo. Aquel emblemático “cambia tú para cambiar el mundo” es un terrorismo
dentro de una sociedad abierta a la tolerancia y decidida en el respeto a las libertades. Se trataría de
insertar a la persona dentro del diálogo con la sociedad, si es que esto le causa “molestia”.

Por consiguiente, la situación ideal consistiría en que las líneas permanecieran en el mismo
sentido sin que por ello el conflicto permaneciese[41]. Esto también es algo que puede hacer el
consejero, asesor o como quiera llamársele.
Por una parte, ya hemos intelegido una solución, una open-ended, una apertura de
perspectivas puede manteniéndonos en la misma situación aparentemente dejar solventado el
problema.
Por ejemplo: en el mes de Ramadán hay determinados actos que una persona no puede
hacer. Supongamos que tales creencias las sigue el novio de una mujer española. A ella le molesta
esta situación restrictiva durante este mes. El conocimiento profundo de esta tradición, de sus
caracteres no sólo religiosos sino sociales, espirituales y de otra índole suponen una apertura de
mente. Así, sin que la situación cambie, el conflicto puede desaparecer. El novio seguirá
practicando los actos propios de Ramadán. Ella lo COMPRENDERÁ (y no sólo lo soportará).
Una asesoría filosófica nos puede liberar de tabúes, las categorías de ninfomanía, locura, el
deseo incontrolable de aparentar, etc. pueden iluminarse ante una consulta filosófica por una teoría
crítica. El desapego, incluso la repulsión que nos provocaría ver estas actitudes en otros, será
COMPRENDIDA por nosotros. Para ellos no habremos de forjarnos pensamientos positivos, como
los de algunas psicologías, u obligar al otro a ser de otra forma distinta.

Ahora bien, hay otra alternativa que da otra vuelta de tuerca a lo anterior: Encontrar la
poiesis en el mismo conflicto. Usar el conflicto como motor de arranque que subleve la mente hacia
la búsqueda de lo positivo que podría encerrar. Por ejemplo, si no existiera la posibilidad de llevar
un jersey podríamos promover en el friolero a apercibirse de que con esta experiencia puede hacer
más fuerte su carácter. Podría ayudarle a incitar a su ingenio y encontrar otra solución. No se trata
tanto de modificar la representación de la realidad en nuestra intelección, sino además de modificar
poiéticamente la realidad, descubrir la urdimbre creadora para beneficiarnos de ella. Es un cambio
de la óptica habitual paupérrima y atosigada por una cotidianidad que no deja posibilidad a la
poiesis. Este cambio de óptica es vito-existenciario. Así, creando DAMOS a la realidad, y
DESCUBRIMOS en ella narratividades nuevas.

Otro ejemplo más temerario. Nadie querría que se le mueran sus padres. Ahora bien, ¿no
supondría algo positivo para un hombre apocado de 30 años que ha vivido sobreprotegido por sus
progenitores que sus padres mueran? ¿No le promovería hacia una emancipación forzosa que de
otra forma nunca lo haría? ¿No le ayudaría a encontrar alguien que lo quisiera (¿el amor de su
vida?) o experiencias novedosas creadas a partir de éste hecho traumático?
Cuando Miguel Ángel vio la roca que gestaría su obra maestra lo hizo bajo una experiencia
totalmente distinta que la de un minero. Él supo (y no lo decimos desde el plano intelectivo sino
desde el existencial, vital, etc...) que allí estaba su Moisés[42].

Gráficamente la imagen sería la siguiente:

Situación 1: Conflicto Solución 1 artística: De cada línea se crea una nueva figura por
torsión
Solución 2 artística: El conflicto cobra sentido
(Aspas de un molino)

5.-La insurrección de lo poiético


“Límite es aquello a partir de lo cual y en lo cual algo se inicia,
brota como lo que es”[43]
No sería adecuado ser propositivos en una asesoría filosófica, lo repetimos hasta la saciedad.
En todo este devaneo que nos acerca del científico al poeta, hemos obviado a propósito una
de las definiciones de filosofía práctica. Indica el Dr. Peter B. Raabe que el asesor es un consejero y
un educador puesto que ayuda a dilucidar correctamente los problemas y acoraza (dota) de
herramientas para que el futuro podamos resolver cuestiones parecidas por nosotros mismos[44].
En sanidad, desde programas como Salud para todos en el 2000 se hace énfasis en el tema
de la prevención. La Atención Primaria se ocupa desde los centros mismos en que viven las
personas a prevenir la enfermedad antes de que aparezca. Así, en lugar de tratar a un diabético, se
estudia a aquellas personas que pueden sufrir éste padecimiento y se le ofertan para que no
desarrollen la enfermedad.
Nadie es inmune a tener que enfrentar problemas. Bajo cierta actitud vital todos seremos
capaces de enfrentarlos.
Indica el Dr. Raabe que la philosophical counselling provee de herramientas para que en el
futuro podamos encarar los problemas igual que lo hacemos la vez primera en la consulta del asesor
filosófico. Aunque me resulta esta afirmación pobre, es de ineximible utilidad. Las técnicas aludidas
con anterioridad (cómo descubrir valores en nuestra vida (RSVP de Lebon), cómo tomar decisiones
adecuadas (con Progress), etc...) pueden resultar un material inestimable para determinadas
circunstancias de la vida.
Estas técnicas no son suficientes salvo si son entendidas de modo ejemplarizante y que
florezcan desde el caso (utilísimas en todo caso para aquellos que se inician en la profesión de
asesor).
Decía Sartre que no hay otro genio que el que se manifiesta en sus obras de arte[45]. Proponemos
constituir una visión poiética, creadora de la vida.
Esto en dos sentidos:
a)La visión creadora frente a los problemas abre perspectivas antes no contempladas.
Precisamente ésta es una de las misiones de la philosophical counselling: Resituar en un horizonte
ampliado allende de las circunscripciones claustrofóbicas en que nos ubican los problemas. En esta
dirección se mueve el pensamiento creativo ya aludido.
b)“El milagro por el que lo incondicionado haya de elevarse a lo incondicionado y el
hombre se divinice”[46]. Supone hacernos artistas en la propia vida. El artista es “aquel para el
que la meta y el centro de la existencia consiste en formar su propio sentido”[47].

De esta forma, estamos gestando un giro copernicano en la consulta filosófica. Por supuesto,
mantenemos que el acabamiento formal de la consulta puede ceñirse al punto en el que el cliente ha
conseguido dilucidar el problema que le aqueja.
No obstante, en el caso de que el cliente así lo desease, podríamos ser abanderados de esta
suerte de insurrección. Precisamente, siendo un insurrecto, no anárquico, es como los problemas
“sistémicos”, de los que se hace eco Adorno, quedan como desafío y no como penumbra y extravío
en el poder de lo establecido.
¿Existe el riesgo de que el arte se convierta en defensa ideológica de lo establecido? Éste es
el caso del poeta que se fagocita a sí mismo. Derrocha sus energías en ofrecer un poema cuando lo
que tiene a su lado es a alguien sediento que le pide un vaso de agua. Es obvio que el peligro queda
latente ahí. Por eso nos parece oportuno proponer una filosofía entendida como un “hacerse cargo”
de lo real. No obviar la tensión óntico-existencial que impone la realidad en su darseNOS.
De cualquier modo, recordemos que la poesía nunca fue estéril. Por ejemplo retrocedamos a los
románticos del círculo de Jena[48].
Defendemos, pues, un arte o estética demiúrgica[49] frente a una estetización de la realidad,
objeto de las críticas de Adorno, Marcuse o Debord.
Se pretende hacer emerger de la realidad su propia condición artística, de los mismos
problemas. Y esto no sólo en el sentido de aquietar conciencias, sino ante todo de movilizarlas,
proponer insubordinaciones interiores que afloren hacia el exterior. Eso sí siempre con entonando la
frase de Austin de que todo impulso del sentimiento ha de ser dirigido por la razón[50].

Concluyendo, ésta insurrección supone:


-En philosophical counselling una consulta que no quede aturdida en ser un funcionariado
de resolución, en democracia de problemas, sino un emblema de la proyección crativo-artística de la
visa y la mirada que se cierne sobre ella.
-El desarrollo de capacidades aletargadas por lo sistémico en nuestra sociedad mediada por
el “concepto establecido” propiedad de una cultura de lo políticamente correcto.
-La libertad en el cliente. Él se hace creador y, por ende, dueño de sus propias normas. Dos
claves esenciales serán en el gabinete filosófico: el pensamiento creativo y el análisis razonable de
argumentos[51].
-La asesoría filosófica desborda las fronteras de la consulta. Para ello trasciende incluso las
consideraciones del Dr. Raabe. Al fin y al cabo, si en el futuro el cliente usase nuestras técnicas no
dejarían de pertenecernos a nosotros. El cliente debe ser provisto de una actitud más que de
técnicas. Desgraciadamente esto no lo puede enseñar el asesor, sólo (y solo) puede aprenderlo el
cliente
Si dejamos al cliente, como herencia de la consulta, una serie de técnicas lo que provocamos
es que él mismo se “encasille” en técnicas –y peligra la analogía con los diagnósticos científicos-.
En tal caso, el cliente en el futuro no analizaría, no haría nada por sí mismo, sencillamente aplicaría
una enseñanza objetivada. No le habríamos transmitido el espíritu.

6.-Un último apunte para nunca acabar: Sean labios como cálices mullidos.
Hay una última cuestión que me ha ocupado (más que preocupado) en la constitución de éste
último punto a lo largo de los últimos años. También últimamente en mis conversaciones con el Dr.
Aranovich: ¿De dónde debería despertar esas soluciones? ¿Nos deberíamos ver reflejados en un
fondo insobornable en el sentido orteguiano, o en el ser en el sentido heideggeriano para luego optar
por la solución?
Creo que en ninguno de los dos casos hay solución si no cambiamos la clave musical en que
entendemos ese fondo insobornable o el ser heideggeriano. No se trata de ir hacia dentro de
nosotros. En el fondo no está la verdad como contenido. Un joven no encuentra su vocación
haciendo ejercicios espirituales y buscando en ellos a qué debe dedicar los prístinos años que le
quedan por delante (aunque puede ser muy útil). Un retiro puede ayudarle a apercibirse de lo
alterada que está su vida.

Ese fondo insobornable, o el ser, no está escrito como contenido o dirección sino como formalidad.
No nos dice hacía dónde caminar sino cómo caminar para qué éste sea un buena senda. No indica
con el dedo índice sino que nos enseña a elevarnos con verdad. Quizá la palabra del Dr. Aranovich
nos resulte adecuada: AUTENTICIDAD.
Se trata de una actitud dialéctica fundada en estas insignias, una sensibilidad, una llamada de
la experiencia que nos compele a actuar con una formalidad específica.

No sólo sería suficiente ir evaluando, confrontando en autenticidad cada una de nuestros actos,
decisiones, deliberaciones, etc... La autenticidad requiere irle añadiendo la novedad de la
insurrección.
Resulta una solución famélica escuchar desde y el interior de uno mismo para encontrar la senda.
Escuchar desde el ser, que indicaría Heidegger, o desde la otra cara del yo superficial de la Dra.
Cavallé[52] es insuficiente. Hay que ARRANCAR posibilidades a lo exterior. No es pura
contemplación sino metacontemplación (quedando en la “meta”, en lo “allende”, y no en la
“contemplación”). Esta segunda piel (y tercera, cuarta, etc...) de la contemplación está sedienta de
una postura activa. Por ejemplo, a través de una suerte de diálogo: aportar lo mejor de uno mismo y
esperar a que se desperece el milagro. Vayamos a los ejemplos.
Desde éstas latitudes filosófico-metapoiéticas podemos contemplar un atardecer en el mar y
realmente escuchar y destapar el velo de la belleza del instante (probablemente sea una visión
vetada al veraneante que rie creyéndonos adormilados).
Si escribimos unos versos, si elevamos la mirada desde un objetivo fotográfico hacia un paisaje o si,
meramente, compartimos esa situación con otra persona buscando ver lo que se refleja en sus
pupilas es cuando, subrepticiamente, robamos a la realidad, su desarrollo poiético que no aparece en
la escucha por muy atenta que sea.
No queremos abundar en esta digresión sino perfilar las inmediaciones de la sublevación
aludida.

En resumidas cuentas, no hay teoría filosófica, técnica o desarrollo científico que pueda
solucionar los problemas de la persona a lo sumo ponernos en el sendero hacia su solución. Yo no
diría que “la filosofía, por su esencia, nuca facilita más las cosas sino que las dificulta”[53]. A mi
entender, la filosofía, nos ayuda a descubrir lo original de lo real y, precisamente por esta razón, nos
vincula con lo originario de la misma.

No hay lugar para gruñidos seniles con el paso de los años. Permanece siempre la actitud retante,
esperanza y de desasosiego existencial impregnado de aquello a lo que tiende el hombre por
naturaleza: la admiración.

En soledad se mantiene este ordenador (el ventilador ha parado) por el que crepitan mis palabras. Él
si envejece, yo espero empezar a acerlo sólo cuando mi corazón haya parado.
¡Triste soledad la de mi computadora sin esperanza! Y es que ni siquiera yo pienso acompañarla.
La vida es demasiado desbordante para dejar que pase sin dejarme seducir por ella.

“Nadie presta oido al viento que soplará mañana; y sin embargo el heroismo de la vida moderna
nos rodea y nos apremia”[54]

“Sean labios como cálices mullidos en que emergen tirabuzones desenfrenados. Sean
pasiones que estallan en la unión de sensuales símbolos que apuntan por encima de lo hosco del
transcurso de colirios trasparentes. Porque si la tierra es cerrazón, la ternura fútil de un beso que
se da más allá del tiempo hace a Guillermo maestro, arcano ancestro que descubre todas las
respuestas, efímero mercenario que cínicamente dice no saber nada cuando lo tiene todo en su
mano. Sea falacia de mendicidad poseer espesuras de estrellas en su cielo cuando ella está tan
cerca, al tenerla tan ahí, tan suya, tan diosa”.
En esto consiste mi propuesta de la asesoría filosófica: hacer del agostado verano de lo
cotidiano una eterna primavera a través del beso con la realidad.

Pues eso.

FUENTE: Revista ETOR Nº 1 / 2003.


[1] BÉCQUER, G.A. Rimas y Leyendas Ediciones Rueda, Madrid 1996. Pág. 79.
[2] NULAND, S. B. Cómo morimos Pág.76.
[3] VIVES, J.L. Intolerancia contra Europa y la guerra contra el turco Madrid, 1960. Pág. 241.
[4] De esta suerte lleguemos al arte. Como apunta Adorno en Mínima Moralia, la función del arte en
la actualidad es introducir el caos en el orden.
[5] JAUSS, H. R. Pequeña apología de la experiencia estética Paidós, Barcelona, 2002. Pág. 66.
[6] “Nada nuevo bajo el Sol”
[7]Decía Walter Benjamin a través de Marcuse “Solo gracias a aquellos sin esperanza nos es dada
la esperanza” (MARCUSE, H. El hombre unidimensional Ariel, Barcelona, 1981. Pág. 286.
[8]En este sentido es Adorno quien ponderaba a que “Sólo son verdaderos los pensamientos que no
se comprenden a sí mismos (ADORNO, T.W. Mínima Moralia Taurus, Madrid, 2001. Pág. 192.
[9]Heisemberg con su “Principio de Incertidumbre” puso de manifiesto la incapacidad de la física
para comprender la realidad de ciertos fenómenos físicos: Las entrañas de lo que nos rodea se
cerraban maliciosamente al bisturí sediento de conocimiento del científico.
[10] Cfr AGAZZI, E. El bien, el mal y la ciencia. Tecnos, Madrid, 1996.
[11] Para Peter Winch, cejarnos en mantener que las sociedad primitivas no puedan tener dentro de
sus ritos una racionalidad tan válida como la occidental supone situarnos bajo una visión onfálica.
(Cfr WINCH,, P. Como comprender una sociedad primitiva Paidós, Barcelona , 1994. Pág 63 y ss).
¿Por qué en la semilla de nuestras ciencias debería estar la atalaya de las sociedades que han
existido? Encontramos en argumentos de este tipo la lógica de la dominación. Lo que ahora se ha
introducido como pensamiento Único. En esta misma línea se desarrolla el peligro de un globalismo
(Cfr BECK, U. ¿Qué es la globalización? Paidós, Barcelona, 1998. Págs .26 y ss) como un discurso
que aturde en lugar de abrirse a la comprensión de la alteridad.
[12] KANT, I ¿Qué es la ilustración? bajado de www.artnovela.com
[13]“Lo que necesitamos es una tecnología de la conducta (...) la física y la biología han avanzado
mucho, pero no se ha producido el desarrollo paralelo equivalente ni nada que se le parezca por lo
que a una ciencia de la conducta humana se refiere” (Cfr SKINNER, B. F. Más allá de la libertad
Fontanella, Barcelona, 1977. Págs. 11-12)
[14] ADORNO, Th. W. Mínima... Pág. 57
[15]Cfr. Prólogo de FOUCAULT, M. Las palabras y las cosas Siglo XXI, Madrid 1974 o IDEM
Enfermedad mental y personalidad Paidós Studio, Barcelona, 2002.
[16]Ya aquí existen problemas insalvables. En un email personal, Shlomit C. Schuster me
preguntaba ante una cuestión mía: Pero ¿qué sabemos de verdad del ser humano. Queda acogido a
un misterio que sólo se dilucida en el diálogo.
[17] ADORNO, T.W Mínima... Pág. 74
[18] HEGEL, G.W.F. Fenomenología del Espíritu Fondo de Cultura Económica, México, 1973. Pag.
16
[19]“La industria cultural ha realizado malignamente al hombre como un ser genérico. Cada uno
sólo es aquello en virtud de lo cual puede sustituir a cualquier otro: fungible, un ejemplar”
HORKHEIMER, M- ADORNO, T.W. Dialéctica de la Ilustración Trotta, Madrid, 2001. Pág. 190
Es la crítica del profesor LeBon a la psicoterapia cognitivo-conductual. Constituye una suerte de
[20]
cambio de pensamientos negativos a positivos en las que la realidad no se toca jamás sino la mente
del sujeto (Cfr. LEBON, T. Wise Therapy Cotinuum, Londres, 2001. Págs 14-15.
[21]Como puede intuirse no estamos haciendo apología de la irracionalidad. Se trata de un análisis
de una razón constituyente transdiscursiva y transhistórica que se cree con derecho para establecer
qué es el hombre en lugar de preguntárselo a él.
[22]En esta disquisición no quitamos valor a las ayudas de las técnicas psicoterapeúticas que pueden
dispensar un tratamiento psicológico. Sí a una mirada clínica que atosiga en diagnósticos
establecidos en lugar de llegar a una consideración más artísitca, que “abra mundo” diría Heidegger,
del counselling.
[23]GADAMER, H.G. “Filosofía y medicina práctica en GADAMER, H.G. El estado oculto de la
salud Barcelona, Gedisa, 2001. Pág. 118.
[24] ADORNO , T.W Y HORKHEIMER,M. Dialéctica... Pág. 165.
[25] Heidegger se remite a esta frase de Ángelus Silesius (Cfr. HEIDEGGER, M. La Proposición
del fundamento Ediciones del Serbal, Barcelona, 2001. Pág. 71) frente a un pensamiento que en la
modernidad ha sido una voluntad de poder (el deseo de dar razón de todo lo real en manos de
Leibniz ante todo lo que estaba delante de él). Para Leibniz todo tenía una razón de ser (Cfr.
LEIBNIZ, G. W. “Principios de la naturaleza y de la Gracia fundados en la razón” en LEIBNIZ,
G.W. Escritos filosóficos Editorial Ezequiel de Olaso, Charcas, Buenos Aires, 1982. Pág. 601).
[26]Usamos el término “philosophical practice” refiriéndonos a la asesoría filosófica. Evitamos la
designaciín de counseling. Como nos refiere el Dr. Aranovich en un e-mail personal el counseling
es una carrera media de tres años fuera de España.
[27] FOUCAULT, M Enfermedad mental... Pág. 25.
[28]SCHUSTER, Sh. C. Philosophy Practice. An Alternative to Counseling and Psychotherapy
Praeger, Westport, 1999. Págs. 3 y ss.
[29] OBANDO, O. “Filosofía Aplicada. El paradigma intelectualista versus el aplicado en la
filosofía nacional” bajado de www.geocities.com/octavioobando.
[30] SCHUSTER, Sh. C. Philosophy Paractice... Págs. 34-42 y 95-101.
[31]Esquemáticamente pueden consultarse en BARRIENTOS RASTROJO, J Filosofía Aplicada (o
práctica) en www.geocities.com/elforonuevo Septiembre de 2002.
SCHUSTER, S.C. Achenbach´s concepts bajado de
[32]
www.geocities.com/centersophon/trump1.html
[33]En un e-mail personal me indica la Dra. Schuster que ella no TRATA nada sino que habla con
sus pacientes. Desde el diálogo, la empatía, la amistad, etc consigue solventar las cuestiones que le
plantean aquellos que requieren sus servicios.
[34] Cfr. LEBON, T. Wise Therapy Continuum, Londres, 2001. Pág. 9
[35]Cfr. ACHENBACH G. B. A short anwer to the question: What is Philosophical Practice bajado
de www.iggp.org
[36] OBANDO, O. Filosofía Aplicada. El paradigma intelectualista versus el aplicado en la
filosofía nacional bajado de www.geocities.com/octavioobando
[37] Quizá en el tema de la escucha se requiera una actitud semejante a la de Peter Winch en su
acceso a las culturas primitivas. A su entender “Lo que podemos aprender al estudiar otras culturas
no son sólo `posibilidades de maneras diferentes de hacer las cosas, otras técnicas. Aún más
importantes es que podemos aprender diferentes posibilidades de hallar sentido a la vida humana,
diferentes ideas acerca de la posible importancia que el llevar a cabo ciertas actividades pueda
tener para un hombre que trata de contemplar el sentido de su vida como un todo” (WINCH, P.
Cómo comprender... Pág. 77).
[38] GUISAN, E. Manifiesto hedonista Anthropos, Barcelona, 1990. Pág. 62.
[39]Pensar no es sólo algo de índole psicológico. Es una actividad en la que se puede modificar la
percepción de la realidad y la realidad misma. ¿Acaso no se gestó en el pensamiento la idea de la
construcción de los cohetes espaciales, la construcción de la Torre de Pisa o de la Giralda de
Sevilla?
[40] Soy consiente de la levedad del ejemplo, en cualquier caso sirve para los fines perseguidos.
[41]Incluso ir más allá. Resolvía Foucault en Enfermedad mental y personalidad la orientación
adecuada de nuestras asesoría filosóficas: “allá donde el individuo normal hace experiencia de la
contradicción, el enfermo hace una experiencia contradictoria; la experiencia del primero se abre
sobre la contradicción, mientras que la del segundo se cierra sobre ella” (pág. 58).
[42]En palabras de Heidegger “el escultor usa la piedra de la misma manera que el albañil pero no
la desgasta” HEIDEGGER, M. “El origen de la obra de arte” en Caminos del Bosque Alianza
editorial, Madrid, 2001. Pág. 31.
[43]HEIDEGGER, M. La Proposición del fundamento Ediciones del Serbal, Barcelona, 1991. Pág.
120.
[44]RAABE, P.B. What is philosophical counselling? bajado de www.interchange.ubc.ca/raabe
[45] SARTRE, J.P. El existencialismo es un humanismo bajado de www.artnovela .com
[46] SCHELLING, F. La relación del arte con la naturaleza Sarpe, Madrid, 1985 Pág. 62.
SCHLEGEL, F. Ideen fragmento 20 en HERNÁNDEZ PACHECO, J. La conciencia
[47]
Romántica Tecnos, Madrid, 1995 Pág. 239
[48] Con esto no me opongo al planteamiento Heideggeriano. Aunque a mi entender, no nos
podemos quedar en un puro instante de contemplación disolutiva del pensar originario. El
pensamiento no ha de obviar su referencia al ser, ni quedar anonadado en su contemplación
continua. Léase el último punto de este artículo para una posible solución.
[49] No puedo detenerme ya en este punto puede consultarse en mi ponencia Proyectualidad. LA
estetización poiética de la historia del hombre.
[50] AUSTÍN, J. Orgullo y prejuicio Unidad Editorial, Madrid, 1999. Pág. 32
[51]Dejamos para un próximo el inexcusable análisis de la incidencia de la obra de Nietzsche en la
cuestión
[52] Cfr. CAVALLÉ, M La sabiduría recobrada. Anaya Madrid 2002. Págs 133 y ss.
[53] HEIDEGGER, M Introducción a la metafísica Gedisa, Barcelona. Pág. 17
[54] BAUDELAIRE, Ch. Salon de 1845, (Oeubres complètes, cit, vol II, pág. 407).

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