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Castillo

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No debe confundirse con Palacio.

El castillo de Windsor es una residencia oficial de la monarca del Reino Unido, que tiene más de 900
años de antigüedad.

Castillo de Neuschwanstein, construido por Luis II de Baviera en el siglo XIX, con una finalidad más
decorativa que defensiva.

Castillo (del latín castellum, diminutivo de castrum) es, según definición del Diccionario de la
RAE, un «lugar fuerte, cercado de murallas, baluartes, fosos y otras fortificaciones».1 Existe
todo un conjunto de edificaciones militares que guardan analogías con el castillo, como
el alcázar, la torre, el torreón, la atalaya, el fuerte, el palacio fortificado, la ciudadela o
la alcazaba, lo que el castillo encierra es un patio de armas, en torno del cual se sitúan una
serie de dependencias y que dispone por lo menos de una torre habitable.

Índice

 1Evolución
o 1.1Antecedentes
o 1.2Primeros castillos
 2Elementos del castillo
o 2.1Mota castral
o 2.2Cerca
o 2.3Torre del homenaje
o 2.4Patio de armas
o 2.5Muralla cortina
o 2.6Puerta fortificada o Casa del guarda
o 2.7Otros elementos
 2.7.1Barbacana
 2.7.2Liza
 2.7.3Aljibe o pozo
 2.7.4Almena
 2.7.5Ladroneras
 2.7.6Matacanes o buzón matafuegos
 3Centro social
 4Castillos de España
 5Véase también
 6Referencias
 7Bibliografía
 8Enlaces externos

Evolución[editar]
Véase también: Alcazaba

Fuerte romano en Ambleside, Cumbria.

Antecedentes[editar]
Desde el Neolítico (entre 8500 a. C. y 2500 a. C.), la población construyó castros y
fortificaciones en colinas para defenderse. Muchas de ellas, construidas de barro (tapial) han
llegado hasta nuestros días, junto con la evidencia del uso de empalizadas y fosos.
Posteriormente se fueron construyendo en piedra o en ladrillos de barro o adobe según la
disponibilidad de materiales o las necesidades defensivas. Los romanos encontraron
enemigos que se defendían en colinas fortificadas que llamaron oppidum. Aunque primitivas,
eran efectivas y requerían del uso de armas y otras técnicas de asedio para superar las
defensas, como por ejemplo en la batalla de Alesia.
Las propias fortificaciones romanas, los castrum, iban de simples obras provisionales
levantadas sobre el terreno por los ejércitos en campaña, hasta construcciones permanentes
en piedra, como el Muro de Adriano en Inglaterra o los Limes en Alemania. Los fuertes
romanos se construían con planta rectangular y torreones con esquinas redondeadas. El
arquitecto romano Marco Vitrubio fue el primero en señalar la triple ventaja de las torres
redondas: más eficiente uso de la piedra, una mejor defensa contra los arietes (al trabajar la
muralla a compresión) y mejor campo de tiro. Hasta el siglo XIII estas ventajas no se
redescubrieron en la Europa del norte, llevadas desde la España musulmana, que mantuvo la
tradición desde mucho antes.
Primeros castillos[editar]
Castillo de Turégano, provincia de Segovia, España.

Castillo de Bellver en Palma de Mallorca, España.

Si bien los primeros castillos datan del IX, su origen es más antiguo y tienen precedentes en la
arquitectura militar de la Grecia clásica. En la Alta Edad Media, se utilizaba como cerco
defensivo una mera empalizada de madera, pero la evolución del armamento y de las técnicas
militares hicieron inservible este procedimiento; más adelante, se confió en la solidez de las
construcciones en piedra y en la altura de los muros que con este material podía alcanzarse.
Aunque los castillos feudales proliferaron durante la Edad Media, el castillo no solo cumplía
funciones puramente castrenses, sino que servía también de residencia a los señores de la
nobleza y a los propios reyes, llegando con el tiempo a ser un auténtico palacio fortificado. Si
bien podía estar enclavado en los núcleos urbanos, lo común es que se situase en lugares
estratégicos, normalmente en puntos elevados y próximos a un curso de agua para su
abastecimiento, desde donde pudiera organizarse la propia defensa y la de las villas que de él
dependían.
A partir del siglo XVI, con el ocaso del feudalismo y la consolidación de las monarquías
absolutistas, la nobleza propietaria de los castillos los fue abandonando a cambio de
mansiones palaciegas en la corte. Por este motivo, y porque quedaron obsoletos en su función
militar, los castillos perdieron todo interés y decayeron hasta la actual ruina de la mayor parte
de todos ellos.

Elementos del castillo[editar]


Muralla del Castelo dos Mouros, en Sintra, Portugal.

En la arquitectura castelar pueden señalarse los siguientes componentes como esenciales y


característicos:
Mota castral[editar]
Artículo principal: Mota castral

Una mota era un montículo de tierra con una cima plana. A menudo era artificial, aunque a
veces se incorporaba a una característica preexistente del paisaje. La excavación de la tierra
para hacer el montículo dejaba una zanja alrededor de la mota, llamado «foso» (por la que
deriva la palabra "mota" del "motte" en francés antiguo y "moat" como foso), indicando cómo
se asociaron entre sí dichas características interdependientes en la construcción original.
Aunque la mota se asocia comúnmente con el patio (o "bailey") para formar lo que se
denominó «castillo de Mota y Bailey», pero no fue siempre así y existen casos en los cuales
existía una mota por sí misma.2
"Mota" refiere a la loma sola, pero a menudo era coronada por una estructura fortificada, como
un homenaje, y la parte superior plana estaría rodeada por una empalizada,2 Era común que
la mota fuera alcanzada por un puente levadizo (un puente sobre la acequia de
la contraescarpa del foso hasta el borde de la parte superior del montículo), como se muestra
en la descripción que hace el tapiz de Bayeuxdel castillo de Dinan.3 A veces, una mota cubría
un viejo castillo o un hall, cuyas habitaciones se convirtieron en áreas de almacenamiento
subterráneo y en prisiones bajo una nueva fortaleza.4
Cerca[editar]
Todo el recinto va cercado de una alta y gruesa muralla, generalmente transitable por
el adarve, un camino que la recorre en su parte superior. De trecho en trecho, se intercalan en
la muralla cubos o torreones que permiten diversificar los ángulos de tiro y defender mejor las
cortinas. Todos los lienzos suelen estar rematados por almenas para la protección de los
defensores. También es habitual disponer de matacanes y garitas voladas para mejorar las
condiciones de tiro sobre los asaltantes. Al pie de la muralla y rodeándola por el exterior se
abre a veces un foso para impedir la aproximación del enemigo; se salva con puentes
levadizos. Puede haber más de un anillo defensivo amurallado.
Torre del homenaje[editar]
Patio y torre del homenaje del castillo de Prunn, Baviera.

Artículo principal: Torre del homenaje

Es la torre principal, la que sirve de residencia del señor y cumple con las funciones más
destacadas del castillo, albergando las estancias principales y, en ocasiones, los almacenes
de víveres. Se encuentra en la posición más abrigada en relación con un posible ataque
exterior, de forma que si sucumbiese el resto de las defensas, esta torre proporcionase un
último refugio.
Generalmente es más alta que el resto del conjunto, sus dimensiones pueden ser de hasta 40
metros. La torre del homenaje más alta en España es la del Castillo de los Sotomayor
Zúñiga en Belalcázar (Córdoba).

Castillo de los Sotomayor Zúñiga y Madroñiz en Belalcázar.

Patio de armas[editar]
También llamado 'plaza de armas', constituye un espacio central que en algunos casos
recuerda los claustros monásticos. En torno al patio se distribuyen determinadas estancias,
como la capilla (cuando la hay), la sala de recepciones, las naves para acuartelamiento de la
tropa, la armería, etc. La entrada al castillo se produce a través del patio de armas; desde él
se accede al resto de las dependencias como pasillos de acceso a las mazmorras o incluso a
pasadizos secretos de huida, que suelen estar reservados al señor. Se utiliza para la
instrucción militar de la guarnición.
Muralla cortina[editar]
Artículo principal: Cortina (arquitectura)

Los muros cortina eran las murallas que encerraban un patio. Tenían que ser lo
suficientemente altas como para hacer escalar las paredes con escaleras difíciles de construir
y lo suficiente para soportar el bombardeo de máquinas de asedio que, desde el siglo XV en
adelante, incluyeron la artillería de pólvora gruesa. Una pared típica podría ser de 3 metros (10
pies) de espesor y 12 metros (39 pies) de altura, aunque los tamaños varían mucho entre los
castillos. Para protegerlos de caer, los muros cortina se hacían veces con un faldón de piedra
alrededor de sus bases. Las pasarelas a lo largo de la parte superior de los muros cortina
permitieron a los defensores hacer una lluvia de misiles sobre los enemigos abajo, y
las almenas les daban una mayor protección. Los muros cortinas estaban salpicados de torres
para permitir abrir fuego a lo largo de la pared.5 Las aspilleras en las paredes no se volvieron
comunes en Europa hasta el siglo XIII, por temor a que pudieran poner en peligro la fortaleza
de la pared.6
Puerta fortificada o Casa del guarda[editar]
Artículo principal: Casa del guarda

La entrada era a menudo la parte más débil del circuito de defensas. Para superar esto, la
casa del guarda fue desarrollada, permitiendo a aquellos dentro del castillo para controlar el
flujo de tráfico. En los castillos de tierra y madera, la puerta de entrada era por lo general el
primer tramo que se reconstruía en piedra. La parte frontal de la puerta de entrada era un
punto ciego y para superar esto, se añadieron torres que sobresalían a cada lado de la puerta
en un estilo similar a la desarrollada por los romanos.7 La puerta de entrada contenía una
serie de defensas para hacer un asalto directo más difícil que derribar una simple puerta. Por
lo general, había uno o más rastrillos —una rejilla de madera reforzada con metal para
bloquear el paso— y aspilleras para permitir a las defensas. El paso a través de la puerta de
entrada se alargó para aumentar la cantidad de tiempo que un agresor tenía que pasar bajo el
fuego en un espacio cerrado y no pudiera tomar represalias.8
Es un mito popular que los llamados meurtrière, que eran las aberturas en el techo en el paso
por la puerta, se utilizaran para verter aceite o plomo fundido hirviendo sobre los atacantes; ya
que el precio del aceite y el plomo y la distancia de la puerta de entrada demostraban que la
noción es poco práctica. Pero posiblemente eran utilizados para tirar objetos sobre los
atacantes, o para permitir que el agua se virtiera durante los incendios.9 En el piso superior de
la casa del guarda se dispuso un alojamiento para que la puerta nunca quedara sin defensas,
aunque con el pasar del tiempo el alojamiento se volvió más confortable a expensas de la
defensa.10
Durante los siglos XIII y XIV, se desarrolló la barbacana.11 Esta consistía en una muralla, foso,
y posiblemente una torre, en frente de la puerta de entrada,12 que podría ser utilizado para
proteger aun más la entrada. El propósito de una barbacana no era solo para proporcionar
otra línea de defensa, sino también para dictar la única aproximación a la puerta.13
Otros elementos[editar]

Ruinas del Castillo de Burgos, puerta sur.


Castillo de la Atalaya (Villena, Alicante)

Barbacana[editar]
Así se llama a una fortificación de defensa adicional, en el lado más avanzado del foso.
Protegía puertas, cabezas de puente o cualquier otro lugar que fuese punto débil. Se le llama
también revellín.
Liza[editar]
El espacio más o menos ancho que uno encuentra nada más atravesar el puente levadizo, de
derecha e izquierda, entre la muralla que rodea el castillo y el edificio. Está a ras del suelo,
mientras que el adarve está en altura.
Aljibe o pozo[editar]
El aljibe o pozo es el depósito para almacenar el agua casi siempre obtenida con aportaciones
de acarreo; a veces el sistema permitía almacenar también el agua de lluvia. Generalmente
estaba construido bajo tierra.
Almena[editar]

Castillo de Chapultepec, en la Ciudad de México.

La almena, también llamada merlón, es un elemento arquitectónico típico de la arquitectura


militar medieval. Se trata de cada uno de los salientes verticales y rectangulares dispuestos a
intervalos regulares que coronan los muros perimetrales del castillo, para resguardarse en
ellas los defensores.
Ladroneras[editar]
Los soldados que luchan desde la parte más alta de los abruptos muros del castillo no pueden
disparar o atacar de ningún otro modo a los enemigos situados en la base del muro, sin
exponerse a las flechas. Los castillos se mejoraron con ladroneras, que eran cubículos que
sobresalían de los muros altos, en cuyo suelo se hallaban los matacanes y en cuyo muro
frontal había aspilleras.
Matacanes o buzón matafuegos[editar]
En la parte inferior de las ladroneras se situaban trampillas denominadas matacanes. Se
podían abrir y los defensores podían lanzar flechas y tirar piedras, agua hirviendo o arena muy
caliente.
Orificios en el techo, por los cuales podía derramarse agua hirviendo, arena caliente o rocas.
Esos orificios también permitían a los soldados transmitir órdenes o apagar las llamas si se
prendía fuego a la puerta.

Centro social[editar]

«God Speed!» de Edmund Blair Leighton, 1900: En el período victoriano una visión de una dama dando
un favor a un caballero antes de la batalla.

La presencia del Señor en un castillo hacia que se convirtiera en un centro administrativo


desde donde éste gestionaba las tierras. El señor contaba con el apoyo de personas por
debajo de él, ya que sin el apoyo de sus más poderosos inquilinos un señor podía esperar que
su poder fuera socavado. Los señores exitosos se unían a la corte con quiénes se
encontraban inmediatamente debajo en la escala social, y quiénes se ausentaban de la corte
podían esperar que su poder se debilitara. Los grandes señoríos podían ser enormes, por lo
que era poco práctico para un señor visitar todas las tierras regularmente, por lo que se
nombraban diputados encargados de ello. Esto aplicaba especialmente a la realeza, que en
otros tiempos incluían propiedades en tierras extranjeras también.14
Para permitir que el señor se concentre en sus tareas relacionadas con la administración,
tenía una casa de siervos para ocuparse de las tareas como el suministro de alimentos. El
hogar era dirigido por su chambelán, mientras que un tesorero se hacía cargo de las escrituras
de las tierras. Las casas reales tenían esencialmente la misma forma que las baronías,
aunque con una escala mucho más grande y con posiciones de mayor prestigio.15 Una función
importante de los sirvientes de la casa fue la preparación de los alimentos, las cocinas del
castillo eran un lugar muy concurrido cuando se encontraba ocupado, llamando a procurar
grandes comidas para todos.16 Sin la presencia del señor en el castillo, siendo que por lo
general se alojaba en otro lugar, el castillo era un lugar relativamente tranquilo, con pocos
residentes y centrado en el mantenimiento del edificio.17
Como centros sociales los castillos eran lugares ideales para exhibirse. Los constructores
aprovechaban la posibilidad de aprovechar el simbolismo, a través del uso de motivos, para
evocar el sentido de caballerosidad que se aspiraba en la Edad Media entre la élite. Las
estructuras posteriores al renacimiento romántico utilizarían elementos de arquitectura propios
de los castillos como las almenas para ese propósito. Los castillos, además, son comparados
con las catedrales siendo objetos de orgullo arquitectónico, y a algunos de ellos se les
incorporó jardines como elementos ornamentales.18 El permiso para fortificar cuando era
otorgado por monarcas -aunque no siempre era necesario- era importante no solo porque
permitía defender la propiedad con pertrechos asociados a los castillos sino que también
daban un prestigio al ser utilizados por la élite.19 El permiso de fotificación también era una
prueba de la relación o favor del monarca, quién era encargado de otorgar dicho permiso.20
El amor en la corte fue la erotización de amor entre la nobleza. Se hizo hincapié en la
moderación entre los amantes. Aunque a veces se expresaba a través de eventos como
torneos caballerescos, donde los caballeros lucharían lleva un símbolo de su dama, que
también podría ser privado y llevado a cabo en secreto. La leyenda de Tristán e Isolda es un
ejemplo de las historias de amor cortesano en la Edad Media.21 El ideal de la noción de amor
cortesano era entre dos personas solteras entre sí, aunque el hombre podía estar casado con
otra persona. No era infrecuente o poco noble para un señor que fuera adúltero —Enrique I de
Inglaterra tenía más de 20 hijos bastardos, por ejemplo—. Pero para una dama el ser
promiscua era visto como deshonroso.22
El propósito del matrimonio entre las elites medievales era asegurar la tierra. Las niñas se
casaban en la adolescencia, pero los niños no se casaban hasta la mayoría de edad.23 Hay
una concepción popular de que las mujeres jugaban un papel periférico en el hogar del castillo
medieval, y que estaba dominada por el señor. Esto se deriva de la imagen del castillo como
una institución marcial, pero la mayoría de los castillos en Inglaterra, Francia, Irlanda y
Escocia, nunca estuvieron involucrados en conflictos o asedios, por lo que la vida doméstica
era un aspecto en sí descuidado.24 A la dama se le daba una dote con parte de las tierras de
su marido - por lo general alrededor de un tercio -, que le pertenecerían de por vida y que
heredaría a la muerte de su esposo. Era su deber de administrarlas directamente, como los
señores administraban sus propias tierras.25 A pesar de generalmente estar excluidas del
servicio militar, una mujer podría estar a cargo de un castillo, ya sea en nombre de su marido
o si ella era viuda. Debido a su influencia dentro de la casa medieval, las mujeres
influenciaban construcción y el diseño, a veces a través de patrocinio directo; el historiador
Charles Coulson enfatiza el papel de la mujer en la aplicación de "un gusto aristocrático
refinado" de castillos, debido a su residencia a largo plazo.26
Véase también: Corte noble

Castillos de España[editar]
Artículo principal: Anexo:Castillos de España

Castillo de Alburquerque, provincia de Badajoz.


Adarve de la Alcazaba-castillo de la ciudad de Badajoz.

Los ocho siglos que duró la Reconquista (711-1492) llevada a cabo por los reinos cristianos
del norte para recuperar las tierras sometidas por los musulmanes mantuvieron la Península
Ibérica en permanente estado de guerra. Si se añaden a ello las tensiones internas entre la
nobleza y la monarquía, frecuentes durante la baja Edad Media y el Renacimiento, que
derivan a veces en auténtica Guerra Civil, se comprende fácilmente el papel que jugaron los
castillos y el porqué de su abundancia en España. Sin embargo, estas luchas entre nobleza y
monarca eran más comunes en países como Francia que en España, pues en la península la
defensa contra los musulmanes hacía que los nobles tuvieran que recurrir más a su rey como
símbolo de unidad.

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