MOI\TAIGI\E
IUA|{ RTVATNO
Se terminó de imo¡imir en
en e[ mes de ¡nrrró de 2000.
Montaigne que "lo han considerado como un hombre de mucho sentido, mucha
experiencia, que tenía sobre todo asunto juicios personaleg juicios seguros..."
Para todos sus contemporáneos, los Ensayos son la "plática (causerie)
llena de ideas ingeniosas y fecundas de una persona de conside¡ación".
Segundq en esta enumeración, sería elpunto de vista que Strowski asocia
a Malebranche, para quien en Montaigne "no hay principios en que funde
sus razonamientos, y no hay orden para deducirlos". Dice también Strowski
que Malebranche, "creyendo disminuir a Montaigne" escribió que su fuerza
reside en "su imaginación y su arte"; y que de este juicio tomaron otros para
enaltecerlo como un grand at'tiste. Aquí, destaca una apreciación estética de
Strowski sobre los Ensayos:
Il conuiendrait, si c'est bíen saus cet angle qu'il faut étudier Montaigne, de
méditer sur Iuí comme on a medité sur Wnise, ou de décnre les Essaís comme
on a décnt la 2" Symphoníe auec choeurs. (Canuendría, si es desde este ángulo
que debemos estudíar a Montaigne, meditar sobre él como meditamos sabre
Wnecia, o descnbir sus Ensayos como hemos descríto Ia 2" Sinfonía con coros.)
Montaigne pone todo bajo Ia d.uda uniuersal; tal así, que la mkma duda
uniuersal queda en duda; o d.udando aún de esta última suposición, su incertezn
ttn,Jnct u ,t \l¡rtarEüt Jtnn n 'nuo
Traduzco este texto de Pascal del que trae Strowski, que 1o transcribe
eomo 1o edita Bédier en 1903.
Asi, tenemos linalmente un Montaigne filósofo gracias al bautizo de
I'a.cal. Peru, nos dice Strowski,,por qué mejor no consultar al mismo
lvlontaigne iobre todo esto? Y t¡áia de hacerlo;-y encuentra que todo 1o
lr.rterior puede tener lugar, pero que el punto de vista más adecuado se
toma cuándo todas las cualidades de artista y pensador de Montaigne se
perciben en el servicio de "un designio, una voluntad persistente", cuando
ie tiene ante todo en vista que "lá tarea que domina toda la historia de
Montaigne es 1a adquisición áe la tranquilidad de alma: la conquista de la
sabiduría".
Así, pues, tenemos a Montaigne como charlista, poeta, pensador, filósofo
I' sablo. Si distintas personas encuentran, leyéndolo, una u otra de estas
profesiones, será que se hacen ver leyéndolo Por 1o demáq siendo todas
por qué preocuparse
.,
'mpatibles no hay
dice D. Frame (una auloridad americana en nuestro hombreJ: "El mejor
libro sobre Montiigne fue escrito hace mucho tiempo por el mismo
l\4ontaigne". Y tamLién, como vimos, Strowski nos invita a saber de
l\4ontaigne por el simple método de leerlo.
Y levendolo, esto me ocurre: que no encuentro una interpretación de los
irrrsayoi que no tenga un buen soporte en éstos y que no pueda a la vez
r,.futarse con el mismo apoyo.
Esto además: que se-trata de una lectura fácil; no hay quien pueda
( r]contrarse limitaáo ni en cuanto al lenguaje, ni en cuanto al estilo, ni en
iuanto a la forma de exposición, ni en cuanto a los asuntos que se tratan
l n poco de información sobre la época y e) entorno de Montaigne y un
r'rinimo de escue)a primaria basta para leerlo sin tropiezos
Leyéndolq se muestra tan variado en asuntos y tan variado de ánimo y
,llisposición, que no veo quién, de proponérselo, no encuentre textos y hasta
Intraducción a Montaipe luan Rú'ün
nismo que afírma. Pero, ¿de dónde nos viene quitarle escándalos a los
rrLrtorretratos? ¿Dónde vamos a encontrar autorretratos sin escándalo? Vean:
Alguien que éi conoce, adversario hugonote y en la ocasión condotiero
(o quizás señor que anda ajustando cuentas entre aborrecidos papistas,
porque no hay manera de estar seguros) entra solo en el castillo de Montaigne
simulando desamparo y pidiendo protección. La verdad es que sus hombres,
unos treinta a caballo y armadoq aguardan escondidos. Montaigne conoce
todos los visos del sujeto. Sabe también de la celada. El nos cuenta. Nos
rlice cómo simula angelical descuido. Momentos después, toda la caballería
cstá en el patio, lista para pasar a cuchillo, s¿quear y purgar la región de
católicos indeseables. Pero nuestro condotiero maravillado de la serenidad
y sonrisas de nuestro gascón, ordena la retirada. ¿Qué rasgo es éste en el
rctrato que se nos ofrece? La anécdota es referida por Montaigne. A nosotros
nos corresponde la contemplación. Es algo que vale igual, parejo y siempre
con los autorretratos. ¿Va a venir nadie, ni el mismo Montaigne, a instruirnos
sobre lo que debemos ver? Como no sea que se trate de cualquier cosa,
nrcnos un autoffet¡ato.
O -cosa grande en este asunto- cuando leemos lo que nos dice Montaigne
sobre su profesión religiosa y comparamos tales discursos con el resto en
cxpresión de ideas, elaboración de juicios, reiatos de experiencias y
acontecimientoq una cosa y las otras entran con paso igual en el autorretrato.
i'ero no hay (o con frecuencia no hay) manera de conciliar una cosa con las
otras, la profesión de catolicismo con el resto. Todo lo contrario: por los
,,lementos de reflexión, filosofía, por sus discursos y conclusiones, por sus
irutores y sus temas, uno tendría que asombrarse de esa declaración de fe
Latólica. Pero está ahí; está en el autorretrato tal como están los otros
t'lementos.
Dejarlo como está, eso es, esencialmente, leer; o, siguiendo la metáfora,
'.o es contemplar el retrato.
¿Que Montaigne no ha sido jamás católico? Pero, si é1 mismo dice que lo
rs. ¿Que no puede serlo por otras cosas que también dice? Eso puede ser así
para quien 1o lee y en tal caso no queda más que dejarlo así. No vamos a
sacarle un ojo a un autorretrato porque tenga tres. Si tiene tres es cosa suya,
por 1o demás típica de autorretrato.
¿Que hay muchas maneras de mirar un autorretrato? Sí, las hay. Pero, no
confundirlas como si fueran todo el autorretrato. En el autorretrato de
Montaigne hay una figura muy compleja: profunda casi siempre, superffcial
ltúratltlccio,t t1Molttdip? Iiuü Rtrd a
El mejor libro sobre Montaigne t'ue escnta hace mucho por Montaígne mismo.
En él aduierte a los míles que todauía hablamas de él tener cuídado. Nos dice:
"De buenas ganas uoluería del otro munda a desmentir a cualquient que me
represente dístinto de mí, aunque me honre."
Dice también:
... aunque nos contó mucho, dejó de hecho más para que Io adíuinemos.
10
I traduc.ió aMo taige Juan Rillana
Pierre Villey es otra de las más altas autoridades sobre Montaigne. Leo
Los Ensayos de Michel de Montaigne. Pero, sobre el asunto que me importa
ruquí acerca del autorretrato y su contemplación, sigo sin suerte. Cuando en
trna carta a una dama expresa Montaigne un juicio sobre sus propios Eruayos
tliciendo que son "de un humor melancólico", comenta Villey: "No le creo
t'n absoluto'. Y cuando nuestro gascón hace su apología del suicidiq Villey
dice que Montaigne sólo dice io que dijo Séneca. No es Montaigne
'ios
,luien habla, es Séneca. Todavia más: considerando al Montaigne de los
/lnsayos estoicos, escribe Villey:
Y esto todavía: "la moral que Montaigne enseña hacia 15 72 ". Guiándome
por los Insayos, en ninguna parte encuentro que Montaigne enseñe nada.
Hay consejos suyos sobre la educación de los hi.¡os de la aristocracia y también
pasajes que se prestan a acuñar sentencias; pero resulta diffcil indicar qué se
('nseña en los Ensayos que allí mismo no se desenseñe. "La moral que
Montaigne enseña hacia 1572", si, suena con cierto sentidg porque deja
abierta la cuestión sobre la moral que enseña hacia... ¿cuándo?
11
Intraduccio a Monta! ¿ luan Rtvano
t2
Introducaón a
Montaigne
Jur.N RrvnNo
ENsnyos, I, 4.
... el t'ilósofo Bión, graciosamente, dijo del rey que en su pena se arrancaba
1,,' Ltúellos: "¿Piensa este hombre que la caluície cura el pesar?" ¿Quién no uio
ltqdores morder los dados y las cartas al perder su dinero? lerles hizo azotar
,l nary escribió un desafio al Monte Athos; Aro empleó un ejércíto por días
r t')Nándose del río Gyndas por el susto que le dio al mtzarlo;y Calígula hlzo
,l, tnoler un hermoso palacio por los placeres que en él dísfrutó su mad,re.
t5
Irún¿ucció a Mo tailne Juan Rit'ana
en la acera? Allí estamos también nosot¡os de animistas. Só1o que esta vez,
sin respaldo cultural como Jerjes o Lutero, todos nos van a tomar por
estúpidos.
Hay también en enormes cantidades ira que se descarga no en su objeto
sino en otro. En el cine, vemos personajes airados que lanzan obletos a las
paredes para evitar dar con ellos en la cabeza a la persona que corresponde.
A 1o que debemos agregar la ira quc sc descarga no en paredes sino en otras
personas. Muy preferible lo primero a 1o segundo.
El teniente airado con el capitán no desconoce el obleto de su ira; pero
no puede alcanzarlo y no le queda más que descargarse con el brigadier
¿No hay aquí como un principio dinámico con el que se pueden mover
máquinas? El principio de la transmisión de la ira. Un pueblo está impedido
de vengar su frustración en los grupos que lo explotan. Los demagogos
efectúan la t¡ansmisión de su i¡a volcándola en la masacre de minorias o en
1a guerra abierta. Parece operación fáci1, casi mecánica.
ENs¡vos, I, 9.
... Si, como la uerdad, tuuíera la t'akedad sólo una cara, nr¡s encontraríamos
en mejores condíciones; plrque n0 tendríamos más que tener por cierto lo
contrario de lo que díce el mentiroso. Pero, el reuerso de Ia uerdad tiene cíen mil
formas y una extensíón indet'ínida, sin límites. Hacían los pitagóricos del bien
alga cierto y ftnito;y del mal, lo ínfütito e incierro. Hay mil módos de errar el
blanco; sólo uno de acertar
16
l húltftñ a Mnrtatl e lud Rir)a o
lclez del mundo: el año desempeñó su parte y n0 clnoce más arte que empezar
,tra uez. Siempre será lo mísma...
No estoy díspue*a a crpar para ti ninguna recreación nueua.
"Da lugar a otros coml otras te díeron a ti. La igualdad es el alma de la
,',yidad.
¿Quién puede quejdrse de ser incluidl en el desnno en que todos lo están?
tllemás, uiue todo lo largo que puedas; con ello no uas a acortar el tiempo en
tl¡tt! I)as d estar muerfo. No tíene propósíto: oas a estar por t6nto tiemp7 en la
,,ndícíón que tanto temes como si hubieras muerta en pañales...
"¿No danza todo el mundo en el mismo alboroto que tú7 Si ir acompañado
h, h.ace más pasable y t'áal todo el mundo ua por el mísmo camina. Miles de
It,mbres, miles de animales, miles de otras creaturas mueren aI mismo tíempo
,ytt tú...
¿Por qué temes el últímo día? No contribuye más que los restantes d tu
,lisolución. EI último paso del fatigasl caminl no es la causa de tu extenuacíón;
no hace más que sellarla.
Todas los días uiajan haaa Ia muerfe. El úlnmo es el que llega".
Estas son las buenas lecciones de nuestra madre naturaleza.
¡,r.rrcba: Se cruza uno en la calle con personas que no quieren m por nada
llcnde¡ a "1as buenas lecciones de nuestra madre naturaleza'. Está a la vista
,lrrc debieran l1evar muertas ya años de años. Basta que lo consulten con el
.spejo. Pero nq no quieren salir Atochan el mundo de decrepitud y fealdad;
lr( ro no hay modo de sacarlos.
Otra aplicación: 1a proporción de las cantidades. Nuestra vida, la de cada
llena un trazo en la línea del tíempo que se prolonga po¡ deiante
'nclividuo,
sn que haya término a la vista. ¿Qué duda cabe? Comparado con el tiempo
¡ror r,enir, el de nuestra vida es como un cero. Pero no hay quién cambie su
\ !,r¡ por todo el infinito.
19
lnrraduccion a Monratgne - luan Rwano
ENs¡vos, I, 21.
... EI mercader enriquece con la uanidad delos jóuenes; el agricultor, con Ia
carestía del trigo; el arquiteao, con la ruina de los edificios;Ios abogados y
juri*as, con los juicíos y disputas de los lnmbres; incluso, el honor y el óftcío ie
los predicadores deriua de nuestros uicils y nucstra muerte.
20
Inttuáucct¡it d Mo túig e. J an Rú)a o
ENs,qvos, l, 22.
. Hay padres que consideran buena marca de hombría oír a sus hijos decir
..
ENs,cyos, I, 22.
Hay pueblos donde sólo se permite hablar al rE por un nbo. . . Donde las
. . .
rirgenes exhiben sus partes pudendas y las casadas las cubren... Donde hay
lntrdeles de hombres para mujeres... Donde después de comer se resftiegan los
,ltdos en los muslos, la entrepiema o la planta de los pies... Donde lamentan la
n tuerte de los niños y fe*ejan la de los uiejos. . . Donde hombres y mujeres duetmen
,lu diez a doce en una misma cama... Donde se despreaa tanto a las mujeres
,y.re se las mata al nacer y se c7mPrdn esplsas en lugares uecinos... Donde
h ieruen a los muertos y forman con Ia came una pulpa que beben mezclada con
21
Itttrcducciót¡ d Ma taip? lua Rü'd o
. Hume llegó a decir que la costumbre impera incluso allí donde nosotros
consideraríamos que impera la lógica, que si abrimos la puerta, el paraguas
o el abanico y estamos seguros de tales operaciones no es más que por el
acostumbramiento que 1o estamos y que no hay nada de imposible en que
ni la puerta ni el paraguas ni el abanico se abran. Más argüible parece el
punto todavía cuando se trata no ya de abrir la puerta sino de adobar la carne,
cubrirnos el cuerpo o enteffar a nuestros mueftos Como no hay relación formal
o iógica en estas cosag se pueden ejecutar de muchas maneras. Claro está, hay
comunidades que incineran a sus mueftos Y las hubo que se los comian.
La llamada "literatu¡a disolvente" desune lo que estando unido só1o por
la costumbre tiene pretensiones de un vínculo más profundo. Y mucha
violencia y crimen que refiere la historia se originó en la náusea y el repudio
que produce en 1as sociedades ver separado, atomizado o disuelto 1o que
sus costumbres suponenjunto (o, al revég unido 1o que se estima por siempre
separado). La guerra entre esos países de enanos que Gulliver visita se debía
a que unos pretendian que los huevos pasados se parten por la punta aguda
mientras que los adversarios, de acuerdo a principios inconmutabies, los
partían por el extremo romo. Y como se entiende que Swift satirizaba con
sus guerras entre Liliput y Blefuscu las de su tiempo entre Inglaterra y Francia,
algo tendría que ver elhuevo de las disputas con 1as diferencias ent¡e cató1icos
y protestantes sobre si un cáliz o si dos, sobre si la presencia de Cristo en las
22
I troducció a Mo taitue . han Ríuano
ENs,cyos, I, 24.
... en cuantl a los filósot'os, gente aparlada de los asuntos públicls, han sido
, t! nds ueces desprecíados por los cómicos de su tíempo. Sus opiniones y actitudes
I
¡, rrrcen ridíanlas a los demas. ¿Queréis hacerlos jueces en los tnbunales? Están
I'n,stas e inmediatamente comienzan par examina.r si hay uida, si hay
uttnimiento, si el hombre es distinto del buey; qué es la acción y qué el
¡,, rt{tcimiento; qué son la ley, la ju*icía, los animales...
... Se dice que Arquímedes, siendo molestado en sus trabajos de contemplaaón
t, rt querido de que pusiera algo de su habil¡dad en la det'ensa de Siracusa,
iumediatamente leuantó temíbles y prodigiosas máquinas con et'ectos
tt)rfrendentes. El mismo, sin embargo, desdeñaba todo esto como mera mecánica
.¡ttt uiolaba la dignídad de su cipncia...
23
Intrcd cció¡ a Montaíg e htarr Rüú o
Montaigne hace aquí entre los filósofos de la pedantería y los otros. Nosotros
casi únicamente tenemos de los primeros. Hablan de] Ser, el Devenir y
el
Curdado:.del devenir del Ser, el ser del Devenir y el cuidado del Cuidádo.
De la Nada tambien, Io que les viene mejor; y de linada de la Nada. Supongo
que sus señoras esposas más de una vez se preguntarán:
¿Cómo obtiene esie
hombre un sueldo de la nada?
De ia segunda especie de filósofos dice Montaigne (aunque andando el
tiempo se va a exp¡esar de otra maneral que sl se deáican a la contemplación
no es porque no sean capaces de a. tuar sino porque lo juzgan cosa inferior
a sus medilariones o porque no hay vacante. sino que toáo está lleno
de
medioc¡es que hacen cosas de mediocres.
Sea..omo sea, aqui hay una separación y una evaluación entre lo
espe.ulalivo_ y lo prá.tico, entre la actividad instrumenral o récnica y la
actividad teórica. A un reórico de esra profesion cabría pregunrarle si iree
que son posibles sus lucubraciones, digimos, sin un ser.Lch"o. y no porque
sinserrucho,no tenga techo bajo que Jbergarse, sino porque sin ob.u.o.no
ra 0r sérfucno queda muy poco para pensaf.
Uno piensa en el aserrin y en la reducción de la materia en términos de
aserrín. Pero, ¿como podría hacerlo sin el serrucho? O piénsese en las
ideas
que amueblan 1a mente, en 1as impresiones sobre la tabula rasa de la merrte,
en las largas cadenas de razoncs,_las reducciones a un principio común, ei
anilisis.de Ias cosa\ compleias, Ia confuslón, la clarid'ad, la'áisrinción, Ia
resolución, el fundamenro... ¡Cómo podría pensarsc todo esto sin una
referencia y un apoyo en las tecnicas que.ha inventado el hombre práctico?
¿Fijar algo. en la mente, grabarlo allí údeleble? Nada como tn tint', .trn, y
el pergamlno para estas cosas.
ENsnyos, I, 25.
. . El entendimiento crece en luces en la conuersación;
.
sin ésta , nos encnntramls
comprimidIs y atestados; nuestra uisión no ua mas ;lla de;uestras n6rices...
Cuando las uides de mi aldea se congelan con la escarcha, el cura piensa que la
ira de Dios se desató sobre la raza h1nana... AI que le cae el graiizrlr;;r;;
que todo el hemrsfeno es,sacud,ido por ld tlrmpnta. Com0 u, nTin,to ,oboyoii,
que decía que sí el.simp.le ése del rey de Francía hubiera manejado
debidamente
las casas habna llegado en su tiempo a camarero de su señor, el duque.
24
I trc¿ucdó a Ma.¿taigne - lualt Rfu¡1to
',' .r( ( r-( ó, conversamos. El hablO casi todo el tiempo. De sus éxitos
',,rr, r,. iules. Era vendedor de camisas. Se instalaba los ffnes de semana en
l,r¡' rr, s concurridos. También, a la salida de los obreros en las fábricas. Le
,1,., ,'rry l¡ien. Se había casado con una linda mujer Criaba sus hijos. "¿Y
trr nrr' preguntó por fin condescendiente, "¿Qué hacesT ¿Te va bien?
\', ¡,lcs camisas?"
( )trir historia vale aquí, que me contaron hace tiempo, de un grave
r, .rt l,'nrico experto en asuntos de nuestra historia patria. Cuando pudo viajar
r I ru o¡ra, alguien 1o encontró caminando, no recuerdo si por un parque de
i ,, r.v¡ o Ginebra. Iba de mal talante y asombrado de no encontrar en los
l,r,'rr, s públicos un busto siquiera de Bernardo O'Higgins.
Lrr historia de mi amigo vendedor de camisas, ilustra a mi parecer lo que
,1 , , l\{untaigne sobre la iluminación del entendimiento con la conversación
, i,.,r r,r. Supongamos que yo a mi vez me hubiera dedicado a vender calcetines.
Nr, (ucsta nada imaginar mis reflexiones. "¡Vayal Este amigo está tan
,r¡,lieado en su negocio de camisas que no ve otra cosa/ como si el mundo
'
Ir,.rr una enorme camisería. ¿Y qué me ocurre a mí? Hasta ahora, por 1o
IIt ltos, l1o me ha parecido que haya en el mundo otra cosa que calcetines.
r(.)rt cstrechez la suya, qué estrechez la míal Y parece evidente: si no me
lrul,rr'r¿ encontrado con él y escuchado por un rato de sus camisas podría
',,.rtrir Dios sabe hasta dónde con mis calcetines. Y estando en esto, ¿cómo
,,,tlrii conformado el mundo de toda esta gente que viaja conmigo en el
I'rrs'Si ése que va al frente es, como parece, agente de pompas funebres
, Ltu¡ más verá en el mundo que ataúdes?
¿No habrá un proverbio para tanta obviedad?
I'cro hay formas de alcanzar buenos resultados por uno mismq sin tener
L (
I conversar Por ejemplo, hay piedras en el camino al pasar; un poco más
,rllri, subimos a un cerro y desde 1o alto ya no se ve más que un camino liso;
rr( ) sc ve ni la sombra de una piedra. Una experiencia que se puede comparar
,,,n la de nuestro académico historiador: viaja a Europa y 1os gigantes de1
l,lsrdo entre los que consume su energía y su talento desaparecen. Así les
lrr ocurrido a los miles y miles de compatriotas que huyendo del dictador
l'inochet y su régimen de terror llegaron a los grandes centros industriales,
iinancieros, culturales del mundo. Iban a conversar con alguien que
25
Introduccíó a Montai{ne , luan Riuano
ENsnyos, I, 25.
Anaxímenes en una c6.rta a Pitágoras: "¿Con qué propósito", le dice,
"preoatpa'rme del suruo de las estrellai tenientlo a mii puirtás la muerte y la
,Porque el rey dt Persía en esos días prepaiaba Ia inuasíón di su
esclauitud?"
pak Así, todas debieran dear: "Asaltado cono say por la auaricia,la ambición,
[a tenendad..[a supcrstición. y leníendo dentró untos otros enemigos de la
uida, ¿uoy a deuanarme los sesos sobre las eur¡luciones dcl cielo?
Hay unos versos de Horacio, que Montaigne cita también aquí, que se
pueden comentar así: El idiota, para evitar todo riesgo, esperó que el río
pasar¿/ antes de cruzarlo. Se puede deci¡ también queii se empieza por las
estrellas no se termina nunca de llegar. O que tratando d'. pon., un
fundamento firme no queda más que subir a lai est¡ellas. Subir, subir.. con
la esperanza de alguna vez bajar y poner todo en claro, hasra la avaritia, la
ambición, la temeridad y la supersrición que nos rodean sjn rregua.
Algunos toman tanta distancia para dar un salto que antes de recorrerla
caen exhaustos; otros retroceden más, hasta caer en el ábismo que hay detrás.
Hay muchos en el país que merecen el tirón de orejas de Anaximenes:
ocupados en averiguar que sea en sí y por sí la leche miintras los persas ios
ordeñan que es un gusto.
26
l troducció a Montaigne Juan Ri:|l¡,'l1o
ENs,tyos, I, 25.
,l¡trtad las espinosas
sutilezas de Ia dialéctica; son exageracíunes, cosas
t,, tr ) \íruen para enmendamos.Tomad
las discursos filosóficos llnnos, aprended
t , l, t.ir rtctamente y entonces aplícadlos rectamente; son más t'ácíles de entender
.¡'r, trtt,tunto de Bacaccio; un niño en su int'ancia es más capaz de aprendeias
y,, ,1,' [rer y escríbír La filosofía tíene díscursos para la int'anna tantl como
¡,r',r l,t uejez...
Añstóteles no se prelcupó tanto de agobiar a su gran alumno con las
tr , r, r t rli
silogrsmo o los elementos de Ia gelmetría como de infundir en élbuenos
1 t,, t¡los sobre el ualol la magnanimidad, Ia temperanaa, la brauura y el
,1,'¡'tttio del temlr;! cln esta muniaón lo enuió, niño todauía, con no más de
rt, utnt nil hombres, cuatro mil caballos y cuarenta y dos mil coronas a su\rugar
rrro se hace preguntas que no sabe responder Las mismas que se hace el
,rntiano y que tampoco sabe responder
Montaigne es un hombre del siglo XVI; escribe de forma muy personal;
, scribe desde sí mismo y las numerosísimas veces en que escribe a partir de
,,lros nunca deja de hacerlo tal como si fuera desde sí mismo, Así de dotado
,'staba. Comenzó a escribir sus ensayos a los 38 años, alrededor de 1572, y
, stuvo aplicado a ello hasta el fin de sus días. La versión última fue póstuma.
Los concibió como autoffetrato. Con tantos años como dedicó a esta empresa,
nre ocurre pensar en los autorretratos de Rembrandt. ¡Cómo difieren
27
I toA cció a Montaigne l10n Rivana
28
I troducció a Mofitaigne J an Ri|,ano
i,rrrrrl,lrrrri('ntoseformanenpartesustancialconlamasacre,laconflagración
r , I , ,, 1r,.,, rle ciudades y ciudades, ¿qué estamos significando al decir valor
,, t, rrl,, rrrtiu? Si el honor es cosa que se sostiene a sablazog ¿tiene nada
'l¡,¡ \, I i or) Lrna cultura como la nuestra? Si la magnanimidad se prueba
',,r, 1,,,, l,'¡iros del pillaje distribuidos entre los mismos saqueadores, ¿qué
,ltr, ¡r,,', '
ENsnvos, I, 26.
\i
,lamos el nombre de monstruos y milagros a todo lo que nuestra razón
r,' I'ut'tl( clmprender, ¿cuántls de ellos están continuamente ante nuestros ojos?
| ',1 \ rr /r;r'¿,.r¿ a traués de cuánta oscurídad nls guían nuestros maestros para
,l,t¡ tt, t: tt saber la mayoría de lns cosas m tzmo nuestro; seguramentet pensaremls
¡tt, , lrt costumbre y no el conocímíento lo que elimina su extrañeza:
'
ll,t¡tiados de mírar, nadie se digna ahora contemplar las mansiones
Ittnutt,,.¡ls de los cielos. (Lucrecio)
lir tllcs cosas nos fueran presentadas como si por primera vez, las
,,,rr,,irlL r¿ríamos tan increíbles como las que más.
lr:,1L cs un Montaigne para todos los tiempos. Tan al tanto de la lógica de
l¡, , ,rl)ucstos y su psicología, como Lucrecio venido del pasado, o el celebrado
29
I troducció a Mart.tipp lüai Ri1)ano
30
Intra¿uccló a Montaipe han Riuana
rrr.nstruosa y milagrosa que del cuerpo animado que llamamos ser viviente
,,(.1)ilrcmos el cuerpo y el ánimq ni más ni menos que sería monstruoso y
rrillgroso separar el cuerpo iluminado de la sombra que proyecta, el cristal
r l( su transparencia o que dividiéramos el cielo azul en cielo y en azul.
ENs,cvos, I, 27.
... Hay países en que los híjos matan a los padres;y otros en que los padres
ttt, rttLn a los hijos; así se euíta que el uno o el otro sean un obstáculo en ln uida;
tt titmínos naturales,las expectatiuas de uno dependen de Ia ruina del atro...
,lristipo, respondiendo acerca del at'ecto que debía a sus hijos que uenían de é1,
tstupió y dijo: "Esto también uíene de mí."
i\L tualmente ocurre todavia en China, con las hi1as, que son eliminadas al
rir.cr por los campesinos. En un pais de más de mil doscientos millones de
lrrrbitantes, la mayoría campesinos, podemos imaginar la cantidad de niñas
r,,,nidas al mundo que son expulsadas inmediatamente. La razón es
, r onómica q como puede también nombrarse, demográfica. Actualmente,
3r
I tra¿ cción dManmigrc Jua Rir,tna
ENs¡yos, I, 30.
.. Y se at'irma que (el rey de Méjico) mantenía un6 guefta clntinua con
p1der)sas nacianes uecinas no sólo para tener en eiercicio a las ióuenes sino
principalmen_te para mantener sus sácrificios (de 50'.000 hombreí al año)
con
prisioneros de guerra.
ENs,qvos, I, 32.
Desde hace mucho he obseruado que la mayana de los antiguas sabios
t t)nrci¿e en que IIegó el tiempo de morir cuando resulta más mal que bien en
\t'L¡tir üiuíendo, y que preseruar Ia uida para nuestrT totmentT y molestia
t t)nlrd.ría a las leyes de la naturalua.
llsta es una de esas proposiciones que nos parecen meridianas como una
l,rrlanza. Tal como decir que todos los hombres quieren el bien, que todos
1,,s hombres son iguales ante la ley, que todos los hombres son dueños del
lr rrto de su trabajo.
Uno camina hacia el cenit de la vida. A partir del cenit, se rnicia la
,l,,cadencia. Los bienes a partir de este punto son menos que los males. Pura
, pura lógica.
'bvicdad,
Sóio que... ¿dónde queda el cenit?
En el mundo indust¡ial, el cenit se acerca cada vez más al ocaso. El número
,1,' ancianos va superando el de las personas activas. Tienen dinero para
l)irgar por sus médicos, su medicina, tratamiento, lugares de reposo y
r , creación. Además, las técnicas médicas para prolongarles la vida progresan
¡rrrdigiosamente.
Perq basta ver un anciano para saber que en su caso los maies son más
3.1
In¡raducaon a Montaigne tuan B ano
ENsRyos, I,40.
sentencia gríega díce que los homb,res sut'ren con parecer
^.,^:,y_:.?
que i:!i!*
nenpn dp las cosas, no con las cosas mísmas...
el
Sí cl ser oríprnal de las cosas
tu.uiera poder de alaiarse él mismo en nosorros'mísmas,lo
1::-Fy:*i:
lguat y de Ia mtsma manera cn todos...
ha,lí)
34
lnrn dtrcrnn a Manratgxe J /l Riua o
' , ,,,,1,1,' lo aman unos y en ei que es odioso lo odian otros, o los mismos
,,,,,', ,,,,plcn los vientos?
t.1,, ,¡he duda: si el ser original de Pinochet se ofreciefa a nosotros y
1,,', r rnrrrble, 1o amaríamos todos; y si fuera odiablg todos 1o odiariamos.
r ,,rr ¡, r'stá a la vista que ni todos lo amamos ni todos 1o odiamos, está
| ,,, ,l , r'r (lr-rr. no se aloja en nosotros -como no sea odioso y amable a la vez-
'r,, r si lnismo y nada más que en sí mismo caso en el cual sólo valdría
,
t,,, , I tluc sea en sí mismo odioso o en sí mismo amable.
,
|,1.s r¿zonamientos igual tendrían que valer para la muerte. Unos temen
1r rLr, rti'; otros, la anhelan. Montaigne quiere mostrarnos que no es en si
,',',rr,r tcrrible; pero entonces tampoco es en sí misma anhelable, por la
l,,rr¡¡ del asunto. Y todas las cosas que dilimos de Pinochet las
i,
' '.,.r¡rrn.
rros decir de la muefte; o de lo que sea que unos amen y otros detesten.
¡', ',
I lnos clicen que Montaigne es una introducción a Kant. Pero hay también
l,', , ¡u,' dicen que, iDios de los cíelosl, si hay una cosa que Montaigne no es,
,ll., r's una introducción a Kant. Y si, por lo que leo, vamos a énumetar
r,',l.rs las cosas que Montaigne evidentemente es, aunque evidentemente
) , 5, picnso que se nos irá el aliento y con el aliento Montaigne.
',
ENs,qvos, I, 40.
.. Los Rryes de España expukaron a judíos. El rey luan de Portugal en
los
¡,t.in de ocho cotznasplr cabeza les uendió un permiso en sus dominios por
r,, ntpo limítado. EI les suministraría el transporte a Afnca. Pasado el üempo de
¡', rniso, los que pennanecíeran en el país quedarían esclauos. Las barcos se
Itt, iton escasos; y los que embarcaron fueron tratados brutalmente por los
rtttrineros que los mantenían nauegando hasta que gastaran todo lo que
llt,¡ban... Con estas nohnas, Ios que quedaban optaban por ln esclauitud o
ltry'ían cambiar religtón... El rey Manuel, sucesor de luan, llegando al trono
¡'tr.so a los judíos en libertad; pero luego ordenó que salieran d.e su reino
,1.\ignándlles tres puertos. Esperaba que... la dit'icultad de exponerse a ln merced
,lr los marineros, y de abandonar un pak al que se habían habituado y donde
Itt íba bien y exponerse en regiones desconocidas les persuadiría (de clnuertirse
,l cristianismo). Pero, no ocurriendo así, y uiéndolos resueltos a emígrar, redujo
lls tres puertos a uno...
Así, concentrándolos en un puerto podría ejecutar su propósitl: quitar los
J5
Ifltrodu¿ción a Montaigle - lua Rfuano
niños bajo los catorce años de la ntela de sus padres y lLeuarlos a ün lugar
donde se pudiera conuertirlos a nuestrd religión. Dice (un tal obkpo Osorio,
histonador) que esto produjo el más horríbh espectaatio: la at'eccíbn naturai)
entre padres e hijos y el celo de su anttgua creencia (causó que) padres y madres
se resistieran,lanzando por amory compasión a sus híjos en nlrias y precipicios...
Ensnvos, I, 49.
. ConsiJerando que los cambios de la moda son tan rápidls y repentinlsl
,¡tt,' las inuenciones d.e todos los sastres del mundo para satíst'acer las
t nagancias de nuestra uanidad no alcanzarían, es necesario que las formas
r t rr
lut' |ma uez se despreciaron uueluan en boga y que caigan en desprecio las
,r,rutles; y que el mismo juicio deba, en el espaao de quince o ueinte años,
,rlt)l)tar media docena de \piniones no sólo diferentes sino contranas con
utt onstancía y ligereza increíbles. No hay uno de nosotros tan discreto que no
'
,titd en esta contradicción y que tantl en uisíón intema clmo terna no sed
',ttr tlarse cuenta un cíego.
r ( pilsando un álbum futuro de todos los usos actualesJ yendo por la acera
Cuando se elevaban las barbas del corsé hasta el alto del pechq no había
,,rsa más propia que esa posición; años después, el corsé bajó a la altura de
l, muslos y todos reían de la manera anterior como molesta e intolerable.
's
l.l uso actual hace condenar los anteriores con tan gran resolución y tan
Lrniversal acuerdq que uno pensaría que sólo la locura pudo cegarnos a tal
, \tremo.
Inrroduccún a Monraigue Juatt Rtt,ano
J8
hxroduccíón a Mantaigne luan R mna
ENs,rvos, I, 50.
I t)tt) in ¿udar plr el primer humor (el de Demócrito riente opuesto al de
I l' t ltt,, llorón); na porque place más reír que llorar, sino porque expresa más
,
I
¡ r,,i,t y condena que el otro; y pienso que nunca podemos ser desprecíados
trl), t, uttü(nte.La compasión y el lloro parecen implícar alguna estima y ualor
.l' .,t ,,[,jto mientras que las cosas de las que nos reímas carecen por ello
út¡ üt1, tl( inportancía. No creo que seam\s tan infelices como uanost o que
, ,tttt\ t(tn malicíosos como estúpidos. No estamos tan premunidos de maldad
, 'ttt , ,l¡ v¡¿yf¡1ni. No somos tan míserables como somos uíles y ruines.
l n str novela El No mbre de la Rosa nos ¡efi ere Umberto Eco una ieyenda:
, r istL'ncia secreta y peligrosa de un tratado de Aristóteles sobre la comedia.
. r
39
Intra¿ cción a Ma taígjp Jtlan Ríttana
l\'ro, todo esto forma como un accidente del texto que presentamos. Lo
,lll, ros dice en sustancia -sea que lloremoq sea que riamos- es que "nunca
i, )( l('n.los ser despreciados de acuerdo a nuestros merecimientos", los cuales
I
No creo que seamos tan int'elíces c0m0 uanls, 0 que seamos tan maliciosos
, , t¡t,¡ estúpidos. No estamos tan premunídos de maldad como de uacuidad. No
'
''ttt ,i tan miserablcs como uiles y ruines.
Sus Ensayos -nos dice Montaigne- son ensayos sobre él mismo, son su
rLrtoretrato, su vida personal computada, no de tiempo en tiempo, sino
ruruto a minuto. Cubren el último tercio de su vida. Pero los dos primeros
r,rnbién los vivió y tienen igual, si no más importancia en 1o que escribe.
lirmbién, imponiendo a sus escritos esta orientación que va siguiendo su
41
I úa¿ucció a Mo taigne Juan Ril)ano
vida misma, no podemos menos que esperar que ésta se muestre en etapas,
transiciones y crisis. Así, leyéndolo, cambia ante nuestros ojos una y otra
vez. Cambia también en los grandes trazados del camino por que va. Así,
vemos, primero, un epicúreo comodón; un estoicq un poco de escritorio
humanístico, después; un escéptico apasionado, original y militante, a
continuación, un católico ent¡e retórico, poiítico, maquiavélico y fideista, al
terminar Toda esta diversidad y transiciones están a la vista del que lee.
Pero, también, y por encima de todo, está a la vista el hombre, con sus
modos y atributoq su idiosincrasia, sus 'humores", su estilo y dialéctica
inconfundibles. Página tras página, siempre el mismo Montaigne. Un
elemento de esta identidad y continuidad se tiene en el texto que aqui
destacamog mezcla de la piedad y e1 pesimismo tan propios de este autor: la
vacuidady la estupidez humanas t¡iunfando incluso sobre lamaldady la miseria.
ENsnyos, l, 50.
... Diógenes, que pasaba su tiempo arrellanado en su tonel, que reducía a
cero la estíma de Alejandro, que no nos estimaba más que a las mlsc(.tst coma
uejigas hinchadas de uiento, t'ue en mi opiníón mas agudo y penetrante, y así un
juez más justo que Timón, el mkántropo; porque lo que un hontbre adia lo lleua
en el corazón... Diógenes, en cambio, en tan p0c6 clsa nas tiene, que ni infectarlo
ni turbarlo podíamos con nuestro ejemplo.
42
I tro¿ cció a Mafltaigne Juan Rü1ana
43
lrt¡.r,hrcn ¡ l,l\.n¿ek ht¿ Rü,a o
Así y todo, una sociedad cerrada que llega a tanto como para inducir a
un grupo de 1óvenes a inyectarse gérmenes mo¡tales en 1a ilusión de escapar
a sus normas tiene una mancha que uno no sabe cómo bo¡rar
Los miemb¡os de algún comité de propaganda echaron a correr elslogan
,,^
"Socialismo o Muerte" quc acaso ptonuniió .n un discurso el mismo Füel
Castro desesperado con la caída del imperio soviético y e1 aislamiento de
Cuba El ejemplo de estos jóvencs es una muestra más, esta vez trágica y
horrible, de euán lejos cstá el retórico de las implicacion., de rm günd.,
fra:es. ¡Quc no t abr en el vaciol
Todo esto me viene a la mente considerando que Diógenes nos tiene por
ceros _y que Alejandro nos reduce a cero. Dosciéntos muchachos muertos
porqúe tomaron a la letra una consigna: Socialismo o Muerte. Eso tiene el
poder_ Cuando relacionamos una cantidad con el infinito, éste la pulr,eriza.
¿Vendrá de aquí el temor de Dios del que tantos iablan? Cuando
_con-sideramos
elpoder, sabemos que de confrontarlo nos aniquila a su antojo.
Y Diógenes no só1o 1o confronta, 1o desprecia.
ENs,ryos, I, 52.
... no sé de los demás, pero cuando escucho el ruído de nuestros arquítectos
can sus pildstras. arquitrabes,,co nú sas. órdenes donos y corintils v clsa;s asi, cn
mi imaglnacíón se presenta el palacio de Apolo, cuando después ie tado no son
más que Las partes miserables de las puertas de mi cocjna.
()yendo hablar de metonimias, metáfaras, aLegorías y otras palabras,
¿n0
pensaría uno que signit'ican alguna t'orma rara y exótica? Sin embárgo, stgnifiian
t'rases no mejores que las que emplea mi domistica.
44
Inttoduccíó a \,ta taigrte ' luan Rtudna
, r i, r¡,.'tlades tienen esa veleidad: cuando vuelven dei médico vienen con
r,,,rr lrrt y apellido. lvlontaigne inicia este ensayo "Sobre la Vanidad de las
l'.,l.,l,ns" con la historia del zapatero que decía que su profesión consistía
, ,, l, grandes las cosas chicas, porque así era el caso de sus zapatos grandes
r, ..'r
t,,r,r ¡ics pequeños. Algo que se puede aplicar mejor que nada a los que
l' , Jiscursos en los banquetes, por no decir nada de los que se hacen en
', ',
l, ,., lr nt rales. A una viuda le dijeron que su esposo apareció en el obituario
'1, nrañana y la dama pensó que el canaila había resucitado. Un personaje
1,,
,1 l\ l.lit re no puede creer y se siente encantado cuando le dicen que habla
, rr ¡, r Lrsa. Y uná versión de la historia del zapatero la tuve en un miün político
,l,in(l('cscuché por el que hablaba: 'A éste, la retórica le queda grande".
l,l pucblo responde con la burla y el remedo a las personas que hablan
,l.,,q.rdo y dificil. No se qué haría un cargador del Matadero si le di.jeran:
,( uirlado con el sacq va a chocar con el arquitrabel" Creo que oí una
r,,¡rrililla así:
l\r lo písiútico,
¡r, r lo flemátíco,
¡nr lo honorífíco
v aristocrático.
I Iay otra cosa con los arquitrabes y las metonimias. Montaigne se pregunta
',r r'scuchando estos nombres no pensará uno que si$nifican algc, raro y
, r,rtico. Asi es/ supongq en una gran extensión. La cocinera oye la paiabra
rrr, t:1fbra y se asusta. ¿Qué cosa significará? No tiene idea de que monda
, r, ti¡foras a cada rato con más naturalidad que pela las papas.
Vr tengo a punto el caso de la palabra "entimema'. ¿Qué significará7
,l .so si que tiene que ser raro y exóticol La empleaba mi profesor de lógica
¡,,,r,r nombrar el silogismo que se formula incompleto. Decía el nombre
, ntimema" refi¡léndose al famoso dicho cartesiano "Pienso, luegq existo".
l)( .ia que era un entimema porque debía completarse con la premisa
"Todo lo que piensa existe", de manera que el razonamiento
'rlplícita
,
¡ueclaba así:
46
lntra¿ucció a Ma taig e lua Rirana
ENs,tyos, I, 54.
I os .;imples campesinos son buena gente y tambíén los filósot'os -o como se
I '. tt"utl,re ahora- hombres de razón firme y clara myas almas se enriquecen
'tt , r nr ¡lia instrucción de ciencia útil. Los mestizos que desdeñan a los pnmeros
l,'t '.tt i*u¡ranaa de las letras y que no han podído alcanzar a los segundos
l., ut,ttlos en dos sillas, caml y0 y tantos hacemos) son peltgrosos, insensatos e
rt¡l tttt¡ltrls éstos son los que penurban todo. Por ello es que me esfueno por
, 'Jt ,'r ¡t mi condición nanral de la cual traté de ascender con tdnta uanidad.
1 , ,,tiin los antiguos versificadores griegos que alargan y estiran los versos de
rrr.rlo Qu€ el poema es al mismo tiempo un dibujg un huevq un ala, un
lr.r, hr. Vicente Huidobro escribió poemas así; y hay una cola de ratón en
v, r!r)s en esa famosa historia de Lewis Carroll, Alice in Wonderland.
N1,'rtaigne cuenta que a su casa llegaba un señor que disparaba un grano de
tr Lrio haciéndolo pasar por el olo de una aguja
[una aguja de esas para coser
, r,,rs tendría que ser). Por la gracia, se le dieron unas cuantas fanegas de
tr rlo "que no quería para practicar su arte".
Sobre esa tridivisión de los hombres, Montaigne nos cuenta (y nos
¡,,,ilt.mos hacer un cuadro ayudados, por la pintura de la época: Montaigne,
,,Lrs padreg su mujer y hermanos mirando
al techq mordiéndose las uñas,
r,rsrándose la cabeza) que el mismo día en que escribe este ensayq de los
ris breves, estuvo antes jugando con su familia a buscar cosas que se tocan
,'r IOS extremos:
Sigue Montaigne con ejemplos semejantes. Que los hombres, entre los
,lioses y los animales, no tienen el agudo sentido de éstos; que los romanos
47
I,¡roducció aMontaigne JuanRi)ano
Igs
de entendimiento medio y capaciclades iguai
," Ig:,.^l:^:ry:.11-!1'e
es donde se originan toJos los e.ror.s.
ii -T:i:^.11-illl y con algún Ésr, g.nt. sigu.
matrz de razón se dan distancia para
i: :,Til: lTfl::ron
y estupidez de los primeros. Luego viene ¡uzigar
11.:ttl|t:].9rd t, ,.r..i. .iur., Toi
"otra
rorman especie de verdádrros creyentes,,. Se puede
ly:rt]l,y::::
oecrr, ascendlendo de clase en clase: inocencia analfabeta, ionlusión
leirada,
docta ignorancia.
Me viene a la mente mi estudio. de Eclesiastés. Me
esforcé sin lograrlo
nunca, pero sin.dejar tampoco de abandonar
.i int;;.
i\;. ;üero a una
rectura srmple. tnocente, de Eclesia*és. Después vendria
Ia lectura de los
doctog es decir, la lectura oscura, llena ¿.
int'.r.ulu.ion.r,
censuras, interpretaciones, lalsificaciones. "i,*..¿i..1*.r,
,,pero,
_ . Leyendo los Ensayos de Monraigne se dice uno al final: lno es esto
Eclesíastés." Despues de tunto, au,Í,r, I qu.ür;;;";;;;;ri;,ig¿lo, d. d,,.
Irttro¿ cció aMa taigne luan Riliana
l,'s ¡i¡es del olvido, como si nunca se hubiera dicho es Ecl¿siasrá. Se dice
',l,scubrir el Mediterráneo"; igual o mejor podría decirse: Descubrir
liclrciastés. Se puede imaginar que un bufón (no cuesta mucho imaginarlo)
\( para las cortinas y se planta ante el público: "Señores, acaban de ser
,Iscubiertas dos cosas. Ties, para ser más exactos. O una, si se ponen
lrigcntes: Que todo es puro viento; y que no hay nada nuevo bajo el sol".
¿Qué dijera Montaigne? Sus Ensayos son 107 , Eclesíastés consta de 222
i t'rsículos que ya nos resultan demasiado después de leer los primeros.
ENsnvos, II, 3.
puertl mW seguro que nunca ha
... la muerte es la cura ínfalíble de todo; es
,lc ser temido y con
frecuenciabuscad.o.Todo uiene alo mtsmo, sea que el hombre
st: elímine par sí mismo o que espere terminar por otros medios; sed que pagle
ttntes de su hora, sea que pague cuando la hora llega; de donde uenga su t'ii es
49
InnoduL,ton aMntttaqre. Iun kLa o
siempre suyl; donde quiera que el hill se clrte ahí termin6. Ltl muerte mas
dís.tinguida x la más uoluntaria. La uída depende del placer de otros; Ia muerte,
del propio. . . La utda es esclauitud si carece de la libertad de morír. .
.
,,r,rlrh'cerla imbatible, Montaigne logra dos cosas grandes para é1: abatir
¡r,rr Irs suelos nú€stro orgullo y nuestra pretensión; y restablecer la fe como
,l .,,,lrr fundamento espiritual de la religión. Ello se ha considerado muy
',,¡,, t illmente en favor de la religión y el catolicismo de Montaigne. Pero
l, ,y ,lrrs cosas: los protestantes, sobre todos, asientan su profesión en 1a fe; y
1,, rr, upacidad de la ciencia y la razón fque la vivimos también ahora con el
'r¡rropiárse1o.
Una cosa resulta clara en estos casos: Que el enorme aserto de Montaigne
5l
InÍoducción a Mo taige - Jua Rivano
ENsnyos, II, 6.
.... A[guno1 ftnrre los filósofos) dejaron sus ríquezas para e¡ercitarse en
ua[untaria pobreza; otros buscaron e.l trabajo y la uíia ausrera, orrós se priuaron
d,e,sus miembros, como los ojos, y de los órganos de la reproducción porque
su
de.liaoso y aJeminado scruicio no debilitara y conampiera la estabíliáad'de sus
almas.
Pero,.en moriq
. .que
es el trabajo más grande que nos concieme,la práctica no
tiene asistencid ninguna que darnos, ..
Acaso, de dormir parecíera contraría a la naturalna _puesto
.la facultad
que nos pnua de tlda acción y sentímiento- si no
t'uera que con ellala nanraleza
Intro¿ cción a Montaigne - l1ún Rioano
ü, t', t t t construyó igual para nuir que para monr;y en la uida nos
\(tin qlte nos
¡'t, .r'ttttt t:l estado etemo que nos reserua. para cuando ésta termine, para
.r' ', .tttnl¡ramos a este estado y quitamos su temlr
53
lntroduccíón a Ma taige Jtan Rit¡ana
en la revista Narsweeh. sobre Death and Dying (La Muefte y el Mlnr) segúr-
el cual la gente que está muriendo sin mor"ir'nunca, gru.im u 1rr'nu;rm
técnicas, prefieren la muerte a este estado sin propósitó y sin esperanza.
Sobre el dormir, a nadie que rrabaje su dia con e,fuerzo, que'se observe
.
al acostarse y-después al_despertar va a escapársele el sentido que tiene
dormir en la fisiologia del. cuerpo. ¿Cómo no-iba a percibirlo Móntaigne?
En cuanto a la irresistible analogía entre dormir y morir la hacei¡os
justamente por eso, porque al dormir descansamos. Sólo con la función
natural y necesaria del sueño como descanso nos puede venir esta consoiadora
ocurrencia a la cabeza: que morir es como dormir; q1le como el do¡mir nos
exime por_ un tiempo del cansancio y la preocupación, así nos exime la
muerte del cansancio y la preocupacién paia siempre.
Montaigne no se perdona rasgo ante su lector Nos dice que es flojo, que
tiene pésima memoria. Nos atosiga con sus comidas y bebidas. En lujuiia,
parece superar a Agustín. Nos confiesa su cobardía y mediocridad. No quiere
ser el héroe de empresa ninguna. Con su temor a ia muerte llena páginas y
páginas. EI alto cargo para el que es elegido en Burdeos no le atrae y háy uná
carta de Enrique lll en.que prácticamente lo arrastran por las orejas para
que acepte. Es al final de su viaje a ltalia [1582).
Es hombre de un solo libro; y un solo libro le sienta bien, reacio como se
muestra. Hasta se piensa que un libro como el suyo, formado en buena
parte por breves tiradas, resulta cosa connatural en un temperamento
Introducció a Mo taígne Juan Rit¡ano
C.uando empleo una hlra lEéndolo, cosa que es muchl en mi caso, y tlatl
,h y Ia sustanaa, ordinariamente no encuentro más que uiento.
n,coger el jugo
nt¡tcho eI morir Los saluajes que asan y se comen los cuerpos no me ofenden
ttttrto como los que persiguen y atormentan a los muos. Más aún: no s7y capaz
presenciar las ejecuaones ordinarias de la justina, como quiera que sehn
'lr
ntzonables, sin desuiar la mirada.
55
Introducción a Montaígne hnfi Rivano
56
Ilttnd cció a Mattaigne Jua Rü,ana
,,,1,,, l.' s,rngre salta y chorrea en la pantalla. Vivimos una épota sangrienta-y
lrl,r r L r¡nscientemente cruel como ninguna. Cohonestando el pillaje, la
,l, r, ,l, r;rr irin y la masacre con mitos como la Historia, el progreso y la cultura
lu r r, ,s t r'rminado con la vida de millones violentamente Y seguimos
h,, r, rr,kilo, como se muestra en lrak, los Balcanes y Rwanda. Hace unos
,lr r',, Sui cia estaba vendiendo a Hungría 30 de sus fighters. ¡Eso sí es noticial
I l,,r nrismo un periodista denuncia pago en coimas a políticos de Tailandia
ENsnvos, II,72.
.. cotuídérese el zorro que la gente de Traaa emplea para mtzar un río
l,,l,t,la echándolo a caminár por delante. Si lo uemos aplicar sus orejas a la
, ,,rñente bajo el hielo, esanchar si el ruido de Ia corriente es próximo o remotll
, tt) [enemls razón de creer que en su cabeza están los mismos
petuamientos
,t,t, habna en la nuestra en igual ocasíón y que clnsisten en razonamientos y
i t)t$ecuenüas obtenidas del sentido natural: "lo que hace ruido se esrurre; Io
,lt( se escL rre no está helado; Io que no e*á helado es líquido; y lo,que está
lí,¡Lido cede a la presiónr? Porque atnbuir estl a una uiuaadad del oído sin
n t,diación y razoiamiento es quimera que no entr6 en mi imaglnación. Podemos
r
,rt poner lo mismo de las sutilezas e inuenaones con c1ue los animales se Protegen
58
InÍrcduccióñ a Maúail e luan Nva o
ENsnvos, I1,12.
.. si tlmamos por uenta.ja nuestra sobre los animales que está en nuestro
¡,'t,lrr apresarlos, emplearlos en nuestro seruicio, usa os en nuestros placerx, es
t¡tto tanto Io que oatrre de un hombre a otro. Tenemos baio un régimen así a
tttt.stros esclauos.Y las climácidas, ¿no eran mujeres sírias que en cuatrl patas
',, rt'ían de peldaños para que l¡ts señoras subieran a sus cochesT
... Los hombres que nos siruen lo hacen más barato y por empleo menos
, ,,lladoso y fauorab[e que el con que obsequiamos a nuestros halcones, caballos
\ lt(:tfls. ¿En qué solicitud tropezamos por su conuenienciaT No creo que los
u,t-t,itlores de In mas a\tecta condiaón harían de buen grado por sus amos lo
, ¡u' los príncípes consideran un honor hacer por sus bestías.
59
Ifitta¿¡rcció1t a Ma raigne . J a Riuano
60
Intro¿ucaón a Mo¡taigne - Jua Riuano
ENsnvos, 11,12.
... En cuanto a Ia fortaleza, no hay creatura en el mundo más expuesta al
,lrño que el hombre. No se requiere una ballena, un elefante, un cocodrilo o
6t
lntroducctou a Mouraqne luan Rwano
ENsnyos, 11,12.
... cuando uemos que los machos cabríos de Candía, herídos
Dor una {lecha.
entre míllones de plantas eligen el díctamo poro *rorrr,'q,u-,
¡;;;;;S; ;;i;;;;;;
en busca.de orégano. para.purgarse. que-el dragón
i:::i:,i::,!tr:*ilorr.e
n.mpú ros llos con htnojo, que [as cigüeñas se.hacen lauatiuas
se
cán agua dá maq
q.tue lls ellantps sc quítan las
flechas y dardos que rccíben en botíllor, ,o ,o,lo
dp sus rucrpos stno de los de sus compañeros y hasta de
sus amos, ¿cóml no
reconocer que esto es conocímiento y. prudenaa,? porque
rebajarlos-alegando
que esto es sólo dictado e instruccíón de-la naturakro
ná e, qritiitrc i^
del saber y la.prudencía sino con más razon at¡biírsela"'r'-ilür"*a,
Affiia
qw o
nosotros por el honor de un maestro tan int'alible.
húro¿u&ón a Mon¡a$ e hR Rit., n
1,,'r rrrtrndo que algo cae damos un paso atrás, diríase que ni siquiera la
, ,, ,lrnrbre pareció a la naturaleza un principio segurq sino que incorporó
,,,rrro si dijéramos un silogismo práctico en nuestro sistema nervioso.
I rr tcoría de Darwin nos enseña cómo se instalan estos silogismos, no sólo en
rrr r.slro sistema nervioso, stro en toda ia naturaleza viviente. Lo notable de este
I',rr,ric rle Montaigne es que suena tan bellamente como anticipación darwinista;
,,rr, r darwinismo poéticg si se puede decir Viendo todas estas manifestaciones
'
,1, { ()nocimiento y prudencia entre los animales se nos ocurre un mito: "que es
,,, ,1, r por
instrucción y dictado de la naturaleza que saben todo esto". Perq tratando
,l, r¡ritar los velos del mito la madre naturaleza que nos instruye y nos dicta-
, ,1rr,' queda más de dictado e instrucción que no sea en términos de mutaciones
ENsRvos, Il,12.
... ¡ti son los animales incapaces de aprender por nuestros méiodos... Los
l\totes que seruían en los jardines de Susa, regándolos hacíendo $rar ruedas
, ,n baÁes t'ijos en ellas (tal como hay en Languedac), daban cien giros; y tan
lirl más. Nlsotros somls ya casi hombres antes de contar hasta nen y hay
tt que n0 liPnen trcción de númaro.
t. iLtnes
Serequiere aun más entendimientl en enseñar que en aprender. Dejando de
l,r,lo lo que sostiene y prueba Demócntl, que Ia mayoría de las artes nos t'ueran
nseñadas por los animales -como la araña nos enseñó a tejer y coser, Ia
4londrina a edit'icar, el cisne y el ruíseñor a cantarj y muchos animales a tomar
nediana- Aristóteles r.tpína que el ruiseñor enseña a sus pequeños a cantar y
t)cl;pa mLrcho tiempo en ello...
Ilnrn¿ucciól¡ n Ma ta¡p¿ . .hn Rij,a .)
sin i:,*1":::'f51iegan
embargo, tendriamos "que cr :-
- -" '-'" yr enumerar
a medrq orientarse \rtu'¡¡\rdr por
lr\r¡ (u\rumore'
costumbre,
Aprenden que taÍ
" ,"'::'^::
deben Jl"l.,lp'ildi";
drrección determi
dlreccron dererminacla es r,
que la actividad ". la que seguir; que ,rl .;'.i;;;il; .;
' cesar. lodo esto imDlica canrid,qA --ri.t- ,,
.'t" i-pii.,,..Jti;á;-ü1i.';
9*,:::ll Il{:
computación. Y pedagogía: el ruiseño_r qu.
.nr.;n
-- - rl-r ;;q;;;'.';;;;;¿
r'!Ye\ r¡u o
repile
repite meramente; también .or ' yy el ."^,,-o^
corriqe :l no sólo
on--,t-.+^*Lj:- rj- .r,9.., "l
pequeño ^:.:'^-:^:
que aprende,
j:li:.-., ^
Aqui, e'n rr*á, íu,i"a." r"1;ú::ft::;:.i,ll:
-.--..-...,"-. liscrimina,ure5 (lue
fi1T9.:
ll.r:n : : : ::1",: l l:'
:1":i
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rrjnan,
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traro
;;
; ; curas_zorzales.).
Dromean, ;:: ;;;
de imitartos ctn liiúia*,
T";::::;
A veces, #iIT
:::::j:::.1::l;:":
demoran en devolve¡me^mir rilb,il;';;;r;ij;r. l,'^,j
,', .1tu tlr slt g.tstz1 nuestros uinos dekcados n0 entran en sus ínstn cciones; ni
i,||l\tt t) lt).\ excesos sexuales,..
65
Innoducdó a MontLirtrc fuai Iln,nn¡
,t¡, ,'l l,ieny el mal atnbuvsele a El siendo que ningun mal puede tocarlo?
t ,'tt¡, l¿ razótx !la intetigenaa, que n0s0tr0s empleamos para ir de Io oscuro
r I ' , L tro, siendo que no hay cosa osa,Lra para El? Y la justicia que dktríbuye a
r,l r rrtto lo que le-perteneci,la justícia, cosa creada porla socíedady comunidad
l, I ltombies, ¿mmo está en Dios? ¿Cómo la temperancía, la moderación de
",
i.ll,r,t,rcscorpórales,puedetenerlugarensudiuinidad?Lafortaleza,lauínud
l, ',,1,t)rtar eI'dolor, ei uabajo, Ios peligros, cosas que no alcanzan hasta El,
,,,tr) $tarían en El7 (Ensayos,Il,12)
t rsi no hay que avanzar de aquí para abarcar una esfera del sin sentido
l, .,','plitud, variedad y aplicación enormes. En estas cumbres nebulosas de
l', ,lrs..ursos sobre Dios, é1 alma y la inmortalidad se apiñan y multiplican
lr'., osrs más disparatadas dichas con los mayores disparates. Co¡ el texto
rr t, r iLrr a la vista, el mismo Montaigne tendría que releerse cuidadosamente
,lc una vez.
,,,,, ,
I )i, Dios vale por antonomasia la advertencia de Wittgenstein: De 1o que
,¡, \( puede hablar, mejor callar.
67
hnro¿rcciótt d Mo tdig¿ lltan Rirano
mi poesia,
l.l,o.to.!.1!0. y
y,: iy:C:t O sea, esta persona no e, mái qü. un, á.t _ontJn
^,J:mitia").
,::,rrng romar a,carSo una g18an1e\ca máquina de
:,::l:l
nrngun¿ drlerencia entre ej]a v nlra.cualquier¡;
nratar: No hay
entre su ira, po, ciemplo,-i
la ira del vecino Cuando no l" *li.¡i.,
ü"'r"";il;;.á#r'1. ho,. d.
:::llll
!musulmanes !on que ahora,,i
""
i.;,;;.;;;';.;.;;":::;;i",,,,,.
El texto que citamos aqui vale prra la s¡lara. jón
que 5,. ha\e enlre un
primer Monraigrre, cl del autorrerraro y l,
.on..nrrr,l;; nad.r mas
que en si, y un segundo Montaione, el.que
descubre t, "^;i; il;;;;
el molde,idéntico y único con qu. iodJ, "rtrlrl.l,
i";;;ñ;##h'..h"'
Aquella anccdota ouc sc cuenta.\obre Platon separando
entre el \ a\o y
d.l vaso, y Diógenes *,porii.ra"r.
f l1:1 pero fr. il í"
que no percibe.ninguna idea, lermina con plarón
i"iTj.
il'"_',,.r.,,
:I-elvaso reipondienJo:
Ls que, asr como [rencs en la cara con qué
r er vasos, no tienes an l, ,anL.
con qué vcr ideas.
68
I troducafu a Ma tail e lua Rivara
I lir( ) vc higos; y se ven tan iguales que se le puede ocurrir que hay un
rrr,,l,l, i on que se hacen los higos. Si Dios crea ios hombreq más fuerza
trr r, r,l mito del molde. Porque ¡no iba Dios a crear hombres desigualesl
l" ¡,,, sr los crea iguales, mucho mejor que emplee un molde y se evite el
rr,rl,,rt,, tle estar creando siempre lo mismo.
hlr profesor Bogumil Jasinowski gustaba del griego para nombrar la tan
,
' l, en la vida del pensamientq tan esencial separación platónica entre
'r,'
y,
1,r,, r, l,,rrs y 1a existencia. Decía, pues, j orismós, palabra que pudiera enseñarse
69
Introducción a Mantai e.J an Ríuano
ENs¡yos, 11,12.
Ellbolond? ut: a:tn esta iguallnd y correspondencia entre nosotros
^. , ^::
y-:u^::nrmarcs: Ioc?
pnuttego de,que tanto se enaltece nuestra
e:
alma de reducir lai
casas qup conctbe a su condición, quitándolcs
todo lo que les uíene de sus
:f / :
d^:. y.o.n
/ *, *
:k, desnudándolas
I 9 !, :,
; ; ;-,;; ;
;, ;,, d ; ;, ;;;í' p o,,,, qu,
UII:!, ta,p:na n0t,ar "i;' "
de. sus cualídades conuptibles, q'uítandi de
",'::.r;^: :c:"i.1 !!ln',,la profundída.fi, peso, color, olor, dureza,blandura
tuqus r9s t:tspectos scnstbles c0m0,atauíos sín
y
ualor y supefluos a su cond¡aói
espirítuaL o inmortal... e*e pnuíte$0, parece euídentemente cl mismo en
1ígo,
l a s b e s t í a s. tJ n cab at t o. o * r,,
f ;; ;;; ;;; ;" l
r) á á' í ;: ;;i' !, iit,a o a, u,
mlsquetcs, al ruido del combate ^?, y ar qup upmos estremeccrse y temblar
en su
sueño como si estuuíera en banlk cieiamente
,""rib;;;;;-;t*, i;l;, ;;i ,l
tambor sin ruido, un ejércíto sin armas y sin cuerpo...
A menudo obseruamos
i: !Ítrí, que gruñe en sueños. que luigo ladra y
u jrorn
otro ,ti'
o *^o
peraotera un extranl. Lste extraño que d,kcieme su
e imperceptíble, sin dimensiones, sin color,
'
alma es un himbre espínnal
sin ,roüioi.
7t
l trorluccían a Mofitaipe . Jua Rúrano
Er.rsRyos, 11,12.
En cuanto a Ia belleza del cuerpo,... encuentra que más que
a,talqtúer otro
anímal tenemos tazones pa,ra ,ibrirnor. N", ,*ur;-;;1"';rírio^rnt,
du
apropíamos lo que en otras.críaturas suplió lo ruturolrzai,,'iijroio^or
ror u
,;:, *,' do p oi r tan a, s u s p t u m a s. pr:to,, id o ob, r. r
:í:","?":,, que
ftnatmente, 1y"ell F :!
hlmbre es el? único animal cuya desnudez ofende a^or, sui
semejantes y eL único que en sus acciones noturalrí
,, ,ettra y i*ito de ,llor.
Er sus.viaies CulJiver llega a ur país donde los señores son
, hermosos
caballos mlentras que los seres con figuras humanas
se consideran una ofensa
a Ia vrsta. be les soporta como se¡vidores
en meneste¡es de los más bajos.
en,esre.tieTpo nuesrro. la etologt, y l, ..ologiJ, ,.rro po, Io
., ^ ^Iii!]* cuidado que. requieren los tiempos enlstas mrtcrirs,
::-o]^.,i:t^"_-t -y,n
parecreran ser los agertes principales de cambios radicales
en nuestrd d. tiruci
hacla los animales. Hace unos años. un equipo de
ornitó)ogos suecos ga:ró
unos l5 millones de coronas
(dos millones á. aotrr.rj .n lr.*ürse dos
o
tres huevos que una pareja de búhos en extjnción
había puesó en un nir:lo
lnaccestble. fue paciente tra bajo, no sé si de meses
o de áños, derectar una
pare;a, observar su nido, instajar la maquinaria para
des,.ender y extracr los
nuevos. Los alemanes, hace unos diez años instalaron
un proyectó costosisimo
para recobrar Ias cigüeñas que ya no anidaban
in iu, ."t'irn.n.ur.
tspecies se exti¡guen;pero ios hombres de hoy son
lYlliilf^li!tl1it
t1:1,1',1ot d¡8nos dc c¡uzados por erritarlo.
capaces
l.
tos anrmales que quis.ieran pa.ra sí los millones .De aquí resuha un amor por
sin número de niños
esqueleticos que se pudren en el hambrg la enfermedad
y el abandono en
las areas p.bres de todos ros continentes. Este
amor está obrando cambios
estéticos asombrosos. Los gorilas son seres hermosos,
pa.iff.*, qr. no tianan
Ittnnduccinn a Mnntaqne Juan Rwann
,lIl, vcr con los dictadores. Nada más lindo de ver que las arañas y los sapos.
ur,, l.a bella A¡acne ahora se siente reina de belleza transformada en araña.
\lrrjt'res a las que se les paran los pelos viendo una, hay cada vez menos.
,'1, '¡ tan hermosasl
llste cuidado de las especies animales que se transforma en amo¡, casi
r l( )rirción -y que en gatos y peüos, sin contar ese caballo que Calígula nombró
,, alcanza extremos increíbles de lujo en diamantes, per-fumes, peluquería
'rrsul,
r ,rliites- no puede presentarse en el mundo sin engendrar paradojas. Porque
, , , ,,nos millones y millones de sdmoneg anguilas, ostrasr cangrejos, gansoq pavog
1,,,11,rs, corderos, bueycs y caballos con mucho amor para por ffri entrarlos en
lrrLL stros refrigeradores y comerlos con igual deleite día a día.
ENs,cyos, II,12.
La prímera ley que Dios dictó al hombre t'ue de pura obediencia: un
tu,uttlamíenta mero y simple, por el cual nada tenía el ho¡nbre que ínquinr o
'li'¡,utav po, *orro obedecer es el ofício prlpil de un alma raciorml que reconoce
trtt ltenefactor y superíor celestíal. De la obedienaa y Ia sumisión nacen todas
l,t, tiunas uirludes, como todos las pecados k¡ hacen de la autosufícíencia. La
¡'r inrcra tentacíón ot'recída par el demlnio a la nd.turaleza humana, su primer
I t tu't101 se insinuó con las promesas de conocimiento y sabíduría.
73
htroducció a Malrtatgp - hn¡ Riua o
ENs,ryos, 11,12.
74
Introduccíó d Mofitaign¿ . Jlan Ri,a¡o
,1,, sri órbita, también es presunción verificablc que extiende nucstro saber.
N,, hay nada de misterioso ni de negativo en nuestras presunciones
r', r ihcables. Presume alguien -un Pasteur- la existencia de pequcños animales
(
lU
(' simple vista. Aqui, con 1a frase de Epicteto, "el hombre
no podemos ver a
, rlplca sus opiniones". Le sirven para desarrollar sus medios de observación
t ll, gar al conocimiento de algo que no cono(ia.
Así, se divide la presunción: entre la que antepone ún fundamento que
, , rulta real; y la que no encuentra ningún apoyo en la realidad. Y esta última
ENs,cvos, II,72.
... Escuchen este gruñido animal calamitoso: "No hay" , dice Cícerón, "nada
tún encantador comó lns letras; digo,Ias letras por las cuales la infinídad de las
,,,sas, la grandeza inmensa de la naturaleza, los aelos, la üena y los mares se
nas descubren. Ellas nos han enseñado religLón, moderación, la grandeza del
,,'raje; ellas han rescatado nuestras almas de la oscuridad haciendo que uean
t,tdas Ins cosas, altas, bajas, medin, pnmeras y úlümas; ellas nos suministran
,lr: qué uiuir felices y bien, de conducírnos y uirnr sin displacer y sin ot'ersa".
,.N o da este hombre la impresíón de hablar de Ia condiaón del eterno y poderoso
I)ías? Pero, por lo que hay, mil campesinas han uiutdo uídas más justas, dulces
t constantes que la suya.
75
lntraLluccíón a Mo taig e- hdn Rilano
76
lnn,rltr,, t tt r nltnraq,t h ut Rit,urto
ENs¡,vos,
y,, t n distinta situación? ¿En qué difieren sus suspiros de los míos?
En lugar de 1a referencia explicita y directa a Eclesiastés, en los
L () entaristas de Montaigne que leo sóio encuentro que se dice Escrituras.
n]
l,l mismo Montaigne no parece muy curioso del texto de Koheleth, siendo
,
¡uc todo su escepticismo, criticismo, fideísmo, agnosticismq practicismo,
( tc. se encuentra allí. Y iiama la atención y hasta irrita, porque entre las
rnáximas que hizo escribir y colgar en su biblioteca están:
77
Intoducció a Montaigfle - Juan Rlra o
ENs¡yos, II,12.
... Cuando Platón describe los placeres corporales y los dolores que nos
aguardan después de la ruinay aníqiilacíón de niestros áerpos, acomodándolns
a la nocíón que tenemos de ellos en esta uida... cuando MaÁoma promete a sus
seguidores un parako tapízado de a[ombras. adomado de 0roy píedra precilsast
habitado por muchachas de exulsa belleza. con uínos y platói delicaior, no
cuesta uer que se trata de bu adores que acomodan' sus promesas a úuestra ^)
e*upídez para atraemos y tentarlns c\n espcranzas y opiniones o lo
de nuestrls apetitos mlrtdLes. Y sín embargo, alptnos entre nlsotros (apn ^ed¡ia
en
igual enor prometiéndose después de la rcsuñecciói una uida teftestre y temporal
acompañada cln toda suerte de placeres y conueniencias mundanas.
^ freo haber leido en Bradley de una dama que porhada del mundo iría al
Cielo si no Ia dejaban entrar con su peno. Y pienso que la noción de vida futura
viene a desembocar en, represe nta c iónes parecidas. Si se trata de la resunección
de la carne, no hay nada que lo rzar para d.ar por sentado que las uñas crecen y
que h_ay que disponer de üjeras para conarlas. Con los frescos que plntan platón
y Mahoma no cuesta mucho entre gente con sentido.omún concluir que se
trata de "burladores que acomodan zus promesas a nuestra estupider,,. Lo que
cuesta.más (o a mí me cuesta más, en tódo casoJ es descubrir ón qué fresios
reemplazan- estas sandeces los que, de todos moáoq afirman la vida'futura.
Porque lrescos lienen que pintat por muy espirituales que sean.
ENs,qyos, II,12.
. Y ruando dices tú, Platón, que será la parte espiritual del hombre k que
,
disJrutará las recompensas en la otra uída, nos dicei algo que no carece de una
pequeña apariencia de uerdad: porque así no sería el hímbre y en conseruencia
nosotros las que disJrutarían. Porque esta.mos c0mpucstos de doi partes esencíales,
anya separación es la muerte y ruina de nuestrá ser. No podeÁos decír que el
hombre sut're cuando los gusanos se aLímentan de é1.
,1, ,lLbil condición y que, con una partiatla de su uoluntad pudíeron prcuenirlo
,i ,tctuar matT
lrrs almas gozan las delicias del paladar y los órganos sexuales. Así será, sonríe
lvl(ntaignq, pero no es el hombre e1 que sufre allá abalo o goza al\á ariba. Ni
.ri,lLriera los gusanos pueden pretender que roen el hombre. Con ia separación
,l, l alma del cuerpo, el hombre se desvaneció.
Lsto se ve como en las definiciones, como en las tablas del neopositivismo
,, la filosofía de1 lenguaje. Uno no puede quitar los lados a un triángulo y
,1,'jarle los ángulos colgando. No, tan estúpido no hay quien sea.
ENs,cvos, ll,12.
. Epicuro, con grandes uísos de razón, pudo decir a Platón aquell,t cun qu,:
,I nismo se excusaba: "Que es imposíbLe establecer nada sobre la naturaleza
r rtortal a partir de la martal".
F,sta no hace nús que errar; peta e1l esl,ccial cuantk¡ st ntete en cosas díuina.r.
desde las alturas alcanzadas por Ia cosmologia más retiente que, h¿blándonus
de comienzos abso]utos v espectaculares de ha.e unos l5 mil mrllones ..[,
años,-nos deja asi y todo prequntando o balbuteando 'Bueno, y enton\{,s
-que.' -lo considera tambien Berkeley:
Además, siendo t'ínin Ia mente.del hombre, no puede extrañar que, cuando
trata de cosas que participan del ínt'inito, caiga in aüsurdidad* y ,oniro,lnrionu
de las que.no se puede librar síendo dek naturaleza d, io iifirito ,ro
comprendido por lo t'íníto.
*r
Debemos admitir,que Dios ha proredido con más generosidad con los híjos
,
de los hombres. que (la implicada in1 darles un
t'urrte'deroo d, ii
,inorrr¡onto
que ha pucsto enlerampnte fuera de su alcance.
80
l,úrotl ccióI ¡.! Mo[tLligt? Jttan Rimno
ENs¡vos, II,12.
I:,1 habla ttenedefeaos y t'allas como todo el resto. La gramática causa
sus
l,r , ¡,, rturbaciones más grandes en el mundo. Nuestros juícios surgen de dkputas
,l':t, la ínterpretación de |as lryx. La mayoría de las guenas prouienen de la
ttt, t¡,tu'idad de los ministros para expresar claramente los conueníos y tratados
,l, ,tntistail entre los príncípes. Cuántas dkputas, y de cunnta importancia,
.rt,, tttt Ia d.ud.a sobre la pa)abra hoc alrededor del mundo. Consideremos las
' ',tt' lttsiones que la 1ó$ca nos ofrece como clandad manifiesta:
Si díces que es
l ,t, tt trcmpo y dices Iiuerdad, entonces, es buen tiempo. ¿No es bta una fotma
,1, lt,l,lai muy euidente? Sin embargo, puede enseñarnas: si dices miento y lo
.1 , .1r'eses ucrdadoro. Pntln(es miPnlPs.
l.os ingleses dtcen "lLocus pocus",.jerga malabarista que simula latín, por:
trich; sleight of hand; tríclzery or deception; a nansense saying usetl to
' irrgler
',,u¡tffe 0r to couer up deception. (un tntco de maLabarísta, un escdmotel o
, tttt ña; un dicho absurdo usado para ena,Lbnr el engaño) . (Meb*er Díctionary)
8f
I troducción a Montaigne - hLan Riyano
82
l trod rcrun a Mo tüt¡ttP l¡an Rtratt¡
ENs¡vos, ll,12.
. LaNaturaleza quiere que en cosas semejantes haya relacione's semejantes
lt,l ¡ttimero int'inito áe moiales se conchtye eI número int'inito de ínmortales;
l,ts infinitas clsas que matan y destruyen presupo'En,7tras lantas que
.rlt',t'¡¡fi6v ,,o^eruan. Como las almas dc los díoses sin lettgua oj'.ts' orejas
:rlten lo qúe lls otrls sienten y juzgan nuestros pensamientos, as-í, Ias almas
,1, las lmmbres cuando están libres del cuerpa, o par e[ sueño o algún éxtasís,
,t,liuirLan, predícen y uen clsas que unidas al cuerpo pueden uer...
... Es una pena que nos engañemos con nuestras inuencíones,y tonterías
,,,nn niñas qir r, dela rara de sus compañeros, que ellos mismos
^utto,
tt. aron y embadumaron...
... Ciártatnente, el Inmbre es un loco enterl: no es capaz de crear una pulga,
¡rrc fabnca díoses por docenas...
83
Intro¿ucciófl Ll Mantaigne - lua Riuano
¿No puede decirse que de un pasaje así salen a granel los Voltaire?
ENs¡vos, lI,12.
. .. Esta es Ia excusa que, coruíderando este asuü0, Éscauola, gran sacerdote,
v Varro hiaeron en su üempo: "Que es necesaño que el pueblo ignore muchas
tlsas que son uerdaderas y crea muchas otras que son t'alsas." (Viendo que
inquiere la uerdad para poder liberarse, se pensó correcto engañarlo, Augustinus,
('.iuins Dei).
85
I troducció a MofitaiÍne - Juan Riuana
ENs¡yos, I1,12.
... Wmos que nuestros dedos se mueuen, que
nuestro pie se mueue; que ntras
partes.se mueue.n por sí.solas sin nuestro permko,;,qu,
ino prrlrpaái prodiri
tatímagjnacíon obro'sobr, ,tb)ro. tii
::::'l:"::::
una ocasrcnal(tdrr,:
¿'r*,i-ri;
nsa, ta 0lra una paraliza y "i,^,íUr,
entorpece nuestros sentidos
y nyesrros mterybr1:;.,Cómo .[agrimds:
puede una ímpresión espiritual penetrar
de tal
tn0d0 cn matena solt.d.a y masíua y en qué
consísle lá conexíón y lextura de
'
estos resortes admirables. no hay hómbre'todauía
que lo;;;".- '
Es un viejo problema. Su formulacrón explícrta
Agusun -al que Montaigne to,nu de ,.Lr.-ni,
-'ó. data de los tiempos de
.r*"J*,ioi, ,r,-nui¿"
a la lglesia de Ia doctrina platónica d.l
.p"l:""':l:]iil:'p"*:iói
vlve ererna y conoce todas las cosas sin tener
,lrr. qu.
o¡os ni oídos. D"rd. qúe re
asignan al alma las lacultades del pensamiento y'h
J;emDo orle
se-la separa del cuerpo, no pueden a.r"irii", ";;;;;j
a".j. ,iir;YX"tái
i,r"Ur.r.,
c)ras uos susranclas: la extensión y el pensamiento,
como las Ilama Descartes,
la matera y el esprriru, .o.o di..n 1", .r;;i;;"r"rgl;;;; toda una
nrs(orra de rngenio tilosólico por resolver este problema.
fero, con el ridículo en que Montaigne ponelas
r numerosas doctnnas del
su. asiento en el cuerpo, su inmortalidad y
fiil1 l..lir:íu.:a,
tr1m1 la atención que se presente
su destiná,
luch9 aquí sin crítica el p¡óblema de lá
il,Il-".".-ljl,tl,";maleria.;/\4ontaigne, de rodos, crítico tan penerrante,
elegante y consumadol-Como para p(nsar que
cs oe veroad caLotrco, !* piensan
::]:e:::ff"::.i'l'lól(omo tantos, y no de ficción, iorno,orpe.hrn
Iníod caón a Montaigne Juan Rivano
A t npanerl) a la búsqueda y caza del snarck (que quizás qué será, aunque
¡ir(la quien tiene su teoría sobre el monstruoJ. Cuando desembarcan y uno
¡','r fin lo avista, ocurre que no alcanza a gritar: "¡Es un s..." cuando
rl(,sirparece. La raz6n de que desaparezca es que el snarck que ve es un
I'rrjum, la especie de snarck que hace desvanecer justamente esa especie de
,rvistadores tan pronto los avistan. Otra historia que también ¡ecuerdo
, urndo, por esta razón o la otra, tengo en la imaginación la querella y
,¡rrcbranto del alma y el cuerpq es la del emperador chino que encomendó
,r ul cortesano le trajera la camisa del hombre más feliz. Después de largos
,r¡ros, el cortesano volvió con las manos vacías: el hombre más feliz no tenía
,;rrisa. Esta historia se presta a más de una interpretación; pero la que me
rrrr¡rorta en esta conexión es la siguiente:que igualpudo decir el emperador:
AnJa a buscar el compás con que se trazan círculos cuadrados.
lJna de las paradojas de la doctrina del almá y el cuerpo la planteaAgustin
' t sr.s Confesiones y se refiere a cómo puede ser que el alma, cosa tan distinta
¡', licula que vieron , Tríángulo. "¿Cuál era el problema?" pregunta uno al otro.
87
I troducción a Ma ra\ne hnlr Ril d t)
ENs,tyos, 11,12.
. . . Aceptados los
t'undamentoq resuha fácil eri$r sobre ellos lo que nos plazca;
porque de acuerdo a la IE y el orden de este comienzo,las partelre*antis de la
estructura se determínan t'ácílmente y sin t'alta... Quiin sea creído en sus
supuestos se transt'orma así en nuestro maestro y nuestro Dios; puede dar tal
88
[nhoúrcción a Mo taiÍ e ]lla Riqno
,tnrplitud y fdcilidad a sus pnncipios que, sí Ie place, con ellos puede encumbrarse
,, l,u nulrí. En esta práctica di los ásuntos científicos, tomamos como moneda
,ryu¡a el dicho de Piotáxoras, "que cada experto debe ser creído en su arte'" EI
Jtlt,lrctico remitc el sigi"ficado di las palabias al gramatico: rl retórico loma la
l,nna de los arzuníntos del dialéctico; el poeta, sus ncdidas del músico; el
rn)metra, sus P;o¡orct¡nes de! antmético; e[ metufísico toma como funÁamento
'1i,,,,
,ontrltrrai dál fisico. Toda aenaa presupone sus
pnnctpios; de donde el
,ti, io humano resulta del todo limitado...
.
pnnapal,le responden: "No hay
.. Si uno ataca donde se encuentra el error
tlt\t)uta con Dersonas que niegan los pnncipí0s." Pero los hombres no pueden
t",ti' , pnncipios como ró ,ran [át rrrrládos pórlaDivinidad Del resto' comienzo'
,,r,lió y ín, no son mas que sueño y humo.
,1,: h primera mitad de nuestro siglo se presentó con toda su fuerza y perfección.
ENsnvos, I1,12.
. . capaz de razonar" , dice Zenón , " es, mejor que Io que no lo
. "Todo lo que es
,,; ,u, hay nadá mejor que eI mundo; plr iantol el mundo es. capaz de razonar."
r 'rnt está mísma figura de argumento, Cotta hizo del mundo un matemático. Y
t,,,,,le hacerse de él un organísta o un músico de acuerdo a este otro lrgumentl
'.1
/,'nón: "El todo es más que la parle; somls capaces de sabiduría y somos
t,,t,tc rlel mundo:Por tanto, e[ mundo es sabio: Hay infinrtos ejemplos semejanus'
'ttt,
.¡t¡lo de argumentos falsos en si mismos, sino disparatados . Concluyamos
89
Intro¿ucció d lvlotúaigne - luanR n n
E¡,¡sRyos, I1,12.
en ltalía a una pers.lna que deseaba hablar la
.,-,:,:,:^lr:r::!1o,:, lengua que,
,,r^i::.::i!
l,:.:,,:::"
yf : e n e nd e r s mpl e m e n e e
: i del \atín,
t i m pl e a ra I o p ri
t
r ro p oüb ro'qie
l'ltlttl ttttn absurde dící potest, quod nln dtcatur ab aliquo philosop.horum.
¡i ). t,l t !t ttt absurdo puede sir dichoique n0 esté dichl par nlguno de bs filósofos).
lt r¡ttt) )
¡" l, r , salta de pionto a una aún más pedestre. Hay un chiste de un chileno
,r
París- En este
'¡,,, , ,,', .,rber francés, aplica este método en un restaurante en
, , , , 1,, irnico que tien¿ que hacer es emplear las mismas palabras chilenas
,,,,'r' .,r',lol¿s en 1a última silaba.
L,,, , osas le resultan tan bien que al final se jacta con el mismo mozo
'
, lth, comó te pareció mi franchT"
"ir ttrt fuera que le tocó un gargon chilien, monsieul se rnuere de hambre."
I I rv otro chiste que viene al caso. Un señor entra a una tienda de generos:
. I)u:ía el señor?"
'
91
Introducción a Montai e- tn Riud o
ENs,ryos, 11,12.
... Nadie conocc la naturaleza dcl alma; si nace con
nosatros o cs intundida:
si mucre con nasarr's 0 descíende a las sambras: i¡1ir"¿¡árrr'ili,i'üiii
transmigrnr en otros animales. (Lucreao)
i
Crates y Dicearco.dicen que no hay afua en absoluto síno que el cuerpo sc
mueue plr un mouimiento natural; platón díce que es ina sustancia
automouiente; Tales, una naturaleza sín repo,so;
Asclepía,tei-un' ,irraao d, ks
sentimientos; Hesiodo v Anaximandro,'olgo *^prr:rto' ir' ,ilrnu y oguo;
::::, 1::: !1 1,,yi iuna
,: f ,,s', r * i. i i i {", i i,,i i' é í,
y p n d o,k o n
calórica: Hipótares, un espirítu",,í;-
"Á
i
dit'uít
;
:"^::\"^S^ir^:::^o,r,o
en tado e.r .complex.ión
,cuerpl:
Varro.aíre recíbido en la boca, calentado en los bulmónts.
en et corazón y expandido, por todo el ruerpo: Zenón,'la
::"y:!*:*,
,:::r:o o, r1s.cuatro elemcnr1s, Herá.clidos ponrícus, la Luz; Xenócratei
quintá
,fllif:,i!,l.i!lri y los
mouicnte:los caldeos, una uinud de indetcrniíadi,
larna
*tetequia que mueue
l!ilit|,I:!i! el cuerpo: Lartancio, Séneca
de I's d1gma,lrcos. una cosa que no entendian...
y la mayorín
92
l tro¿td1ó Nlo taillt( hun Rn,ota
i,ir hay menos cofltrluersia sobre dónde reside. Hipócrates y Hierót'ilo Ia.
ul ,,,ttt , tt ti t entría.tlo del cerebro; Dtmócnr,, y Aristót¿les a traués de tc'do el
,t t!lfi'uro, en e! estómago: 10s esl,itrs. sobre y denlro del rorazÁn:
I ,,¡' ¡ t tt tti¡, en Iá membrana eplcránea; Empédocles, en la sangre; Galeno dice
¡r ',r,ltr lutrte del cuerpo tiene su alma; Strato la sitúa entre las cejas.
llt
ir(luí un recurso reiterado en la ¡etórica casi siempre excelente de
\1,'',1 rLllnc: la enumeración acumulativa, exhaustiva y disparatada; va
, ',,.,,,,1i,rr,,s como por grados, encumb¡ándonos a medias, con la suscitación
,1r, rlcl uro.i.o,"l, incredulidad, la desesperación ¡y la risa a1 finall
',,.,,1,,
I r rrri lcctura de este filósofo no es poco el efecto de tal recurso que se
,r,'r, r, ,rscilante entre ia enumeración y'la demostraclón Hasta podría decir
.¡rr, rr r .stuvicra escribiendo estas [neás si no fuera por este-iogro expfosivq
1,,1,,,,,'t,', clc persuasión. Hay escritores asi Renuevan, rehacen, refrescan
,,,,, ,tr,rs convicciones simplemente detallando 1os absurdos que las
',,rrrr,r\lirl y así confirman.
, \, rú Á la demostración ante la enumeración? Ya
¡
r
quisiera el que razona
t,,,'1, r nrlmerar en lugar de demostrar.
( Se demuestra por eso justamente,
' ,'tL,r r',..
, , ,roacidad de enumerar.
, , r.eleneia persuasiva Ia encuentro sobre todo en Edward Lear -ese
,' |
gcnial dei sinsentido. Va escribiendo sus estrofas sin errar jamás el
,, , , rt , r r
11,,,,,, lJna dcspués de la otra y sin soltar jamás la regla. Uno termina por
, 1 ,,,,,,' : ";Basia, bastal ¡No siga que no puedo másl Nuestras cosas no
r, r slntido y no queda qué disiutir" Asi me ocurre tambien con las
rL,
espigando en
',,,,,,,, ,,rciones iargas'y disparatadas que forma Montaigne
,, l, , t ,r, ¡s. Y me ü.luo
. d. un lado a ótro en las cumbrcs a que nos trae la
r'., r,r ('n estos años finales del siglo XX. ¿No vendrá alguien con un
l, r
I ulre\u? Pero. ;si 1a se diieron todos baio el st'll
ENs,qvos, 11,12.
9i
lntroducción a Montaifle _ Juan Riuano
'!,,!:';;#'t:;::::,::;,:,1:';::y,,!""::o:.!*ry,,:,?,atatcance¿to
arutna que tos perseguira aun después
de Ia muerte a¿ álo"li"-'""
... rerq ps asombroso
obseruar.n4fip¡s *^'t'i*r:i y rornontyeftay l9s
rc as n ¡,,, y",íi, o"'i' í^,, ff
n dfj::,
!il,,i! n r1
l s t"!: s l rgu. r
e^1,t e u ió
í,'il1 ¿ ¿ a r
cu a ¿b i e o
r' r:i i "r.á o-,"io", oir' ¿i ;: i;íí"'r)'
s á n to
;:; ; : ::'ü ^r
t on docen s, sed,p,"r, i,
n n
sín,o de,l )::,:,:::
!i"T1if ii,r",rííi,i,'ría!l
4ue anhela ),.dk, uro d, tor'or;ii;;;i¿í;;;;;";;r';
t i
rr,,
sabe e,l hombrc que debe esta uerdad #;fi;;tr;
a ü foiuro y ,í o'riiir|n",ii'rorru, o
Z::ii:':,::
razón no ti ene1"::, :::?:,
m pleo ao ui. ry :t:!i,ó,0'i,r,n,ito'
I as,rr*;
v',;;;;;i; ii,, q,,
;;ír:
e Todas
y enrender, sean uerdaderas o Íalsas, están ;;;;: ; ;;;';;;';;;i: r:::ri,
sujetas a inirlilumbres y
lyl larlqu, tü¡o d1nu,1t, o,gutro'y'io); iin*',nii or,*nn
coirig2
::"::::,:,i::.
mtseria e incapaadad Dtu lo ;;ñ:i;;;í;
'lbrre
de Babel. Lo que sea qúe emprendamos ;;;:i;j:rl;:;lri::f,
mirp¡tnc .j_
miremos t- limpara
sin la ) su srácia
r;,"-^--._ de
.
sin Su asístencia,lo que sea
;; ;;;i;;;;;;';rrd;:; ;rTff;:;,,,
unifo :::!i::!!:l::*1!l1y?;y,ai¡1i",'i,i,i)#'¿,"i^i!,Tla,*,
:,Iif rm y constant e..cuaid o ¡; ír r;;; ü';;; ;';
e
;l;;,i;'i:;':rí,,
p', *¡',i ó¡0, i;;;;;;tr;'; ta lr\,ll
i!ÍoiÍi"rT,,Í1,y:!::"::yl
cont'us n, cuya ma n os m, ;r;;";;
i ó i '¡ ;;;;; r;;ii j:;;iffi;::r:
ge
mismd
rn :rr#,
n
Ia prpsu,nción de Nemrod lrustrando er uano
tntent| de.su hirÁm;¿o
m s a p t e n r a m s d t) e n t í t m, c t pru
re ra a "
i
ENsnvos, II,12.
I'nttágoras y Anstl na enclntraban más sustdncia en la justicia de las
1,,,', ,tu¿ la 0pinión y autandad del legtslador... Trasí¡naco (en Platón) opína
¡tr' tt't lmy más Ie1, que la canueníerLcia del nás t'uerte...
lt.r r:reíble que haya lryes naturales, czmo uemls en los animales; pero en
,t ,,tr,¡¡ ¡c perdieron. Esta delícada razón nuestra, insí¡uándose en totlo para
I , tt,tr canfunde las cosas de acuerdo a su prlpia
y dominar, trastlca y
,t ',tt,¡¡¡¿7¡si6 y ,onídad. Las clst:¡s tiene ditersas aspeclas y reciben diuersas
,,..t,ltraciones; de aquí prutcipalmente rcsuha la dít crsidad de lpinilnes. Un
1 t, I'l,t latna LLn asuttt} en u
asÍ)ccto r- nada nás; oIro, en otro.
',t,LJa puede imagpar de nás lLt¡n'or tm l'Lonbre qte comerse a su padre;y
,t ' tltltárgl antiguas .:,acianes tlue lenían esta costu¡nl,re [¡ consideraban
95
I ftodu¿ción a Mo taíye. Jua Rir.l a
,ros Dias atrás [25 de septiembre de 1995J leí en M wsweeb tsn artículo
soDrevlvrentes de los
s
campos soviéticos de concentración. Se dice
entre 1928 y 1953 la epoca de Stalin. murjeron allí entre
12y 20 r
de personas, aisladas, torturadas. asesinadas.Ahora van
de visita a esos
los sobrevrvrentes para_encontrar que sus verdugos siguen
trabaiando en
carceles como si nada, de carceleros como antei o en proyectos
reconstrucción. "Hay incluso los que no ven qué se Ies puedá
obi.t., Hi
qle.act"uó por 20 años de fiscal y que envió miles a la
muerti
l1o.
los ;."1.¡.Uifü'f al frí0,
trabajos forzados. Dice que su trabajá consistió
r,
del estat rnrsmo.y. no en p erseguir. activistas políticos',. podemos "i.o,
suponer
riesgo que slgnifica aquí "reltrbilit.r. y qué victimas d.L.rirllnorno"
cuad-ro que lorman allí victimas y victimarios se presta para
ilustrar por
amplio este texto de Monraigne-sobre las 1.v., 'UrUi i.r"r'."
f.
Soviética, .quién va. a negarlol pero muchas de esas l"yei fueron
por el poder para eliminir ffsicamente , lo, op-.nt"Í ui i¿giÁ*.
digol Bastaba con oponerse al régimen pu" t.unrfoÁurr. ,pr'r"f.ro iqri
.n ,uo
de {arcel o de manicomio. Se puede decir _lo he leído
más d-e ,nu u., y m!
parece obvio- que Stalin sólo tenía en mente a pAigr"
J.
uc euo nactan looas tas medidas que tomaba: para una guerra con
af.r.^irl
H
Ii"" ii4 n-9t.*asen la explcación d. l.s l.yÉs Siaiinio'-uUu
para establecerlas. Hitler tenía Los respeclos suyos.
..rp..to
En una república banáncro,
-
1as leyes no pueden interferir¡on el negocio_d;
las ba;;;ri'* ,", *p¿ifi,i
colonialista tien_e_ que haber leyes para" explotarui"
-ái.ltü-Ur'Lfórirr.
de Hitler, todos oyeron después de la derota de Alemania,
í
ljpropósito
clanlor. pol 1as leyes: todos obedecían órdenes; y los que las
el
impartian
las.leyes que ellos mismos establecieron. Como dice Montaignc,
:,olT:,trl
er reglstaoor atlende al respecto que se aviene con su opinión, _agregamos
y
96
I troducció a Matttaigtrc lua RiuLtl,o
¡,,
,' , I r , l.rtivismo de las opinioncs que en último término va a fundarse en
i, ,1,r,-l clc aspectos que h¿y en las cosas.
'.,,,,
r , ,',r,'rse a sú cut'rpo de Jesírs todos los domingos
padre?-¿No se conie e1
r t ,,Lrs las misas? l,os psicólogos han aventurado mitos sobre el padre
"1,'..trrl rrl quc matan y.ont.n los hiios ancestrales.
Los- antropólogos
,.,,',,,,, ,,,br" la antropófagia en términos de economía y clemografía. Es
'
,,,, lr, , lro, cuando el alimento es escaso nos aomemos unos a otros. De estas
,'.r rL n(lrian que nacer leyes.
I r, 1,rl,;rn, los espartancs. quc los niños robaran lo que les pareciera. si
, ' ,1, ,,, Asi, dice lr.;iontaigne, ios preparaba
-Pero,
Licurgo para asaltar y defender,
¡," .,,', l,rs partes de 1a-grrerra. la guerra, ¿para qué es sino para e1
r ,lL ,1,' uno sobre e1 otro?
I, .sto, ciaro está, no representa novedad para nadie A mí, este pasaje
,, l( )
I
,.,,1r , s irán más a1iá, sin náusea, de la soia información. De los que van
,,, , .,llr su¡rongo que todos 1o harán gritando airados, espada en mano para
r ,'rln¡r a eitoi criminales sin nombre y sin perdón No Montaigne, é1
97
Itúroduccnh a lrlatúdig e .tun Rn ano
ENs,qyos, 11,12.
parc.ce,quebrado en el agua y el uino amargo en la t'íebre;
,. orras
y,. ae ^r::1r^r^r-1.::.o
apanpnaas asi de contrarias arguyeran que los objeio, Iienen en sí
mismos las causas de estas aDaripncias: qrrTíiii ,r:, íl'r:ií) ,n ,i*po,io
con el honbre enlermo y toicido pn el rc'mo ^ñig,
rn ri^potío"ror'qu¡rn"i
apa.
on rt
^¡ro
,0,,,,
expenenna que tenemos: de que no hay
."_#,::,r:::::.,:ilu,1fi
sennao nr asppctl de nada _sea ú ,uo
ce o amar¿0, derecho o torcido qu'e elingenío
humano no enanentre en los es*í.tos qrr.*ki".
puros y pelectos
t" ür, )í*iror'ia, ,i*pt r,
;cuantas mpnriras'v fakedadÁ ,i- rr-1"^r-lri'"ar: . u,
':i::lf :::r:naaa ryiandaba net¡do ia,,^'11",
"i,¡Á,i i'uíii-,i','), u p¡¿_
t:.i:i,"1t.^, ucr dns atras cinco o scis pasajes de la Biblia en que se
runda1a, mas que nada barrue sientlo sacerdote d"bía poner
o ,rcou:do su
c o n a e n ci a. Y, l i, vl rd a d, ri o i tl gi
,l,sLle las más poéticas hasta las más prosaicas. Sin casi mediar reflexión
rr r r¡¡una podría moverse entre el misterio, el sinsentido, el insulto y la herejía.
t]ucrrá afirmar, por ejemplo, que estas sentencias -porque a simple vista
,,,,i, muchas- suenan lo miimo y significan 1o mismo sea que las diga é1, el
,lirector de1 Santo Oficio o el asno que hizo sonar la flauta? ¿Qué vamos a
IL nr'r por significado de la palabra "estás" diciendo del Padre Nuestro que
,srii en los Cielos? El mismo Montaigne se aplica a descorazonarnos de
, rrrcnder de Dios con analogías, diciendo que quiere, piensa, desea, detesta,
,l,,sprecia o diciendo que fabrica, edifica, desmantela, desarma, dispersa,
,l, siruye, diciendo en fin mil cosas como éstas en analogía con nucstras
,r.. ultades, pasiones y acciones. No vamos a pretender que el Padre Nucst¡o
(,r, cuánto pretendemos diciéndole "padre" y haciéndolo nucstrol) está en
l,,s Cielos como un rey en el hall de su palacio. No, no vamos a imaginrr Lrn
,lisparate así. Sin embargo, es el quc todos imaginamos puntualncntc. Y
,,,,Ii¡e el cómo de este estar y el porqué, ¡cuánta ocurrencia podemos
, rcogitarl Que contempla, que reposa, que vigila, que disfruta, quc está alli
1,',ra no perder detalle del universo, que está allí porque no hay sitto más
,rlto, porque todo mire hacia arriba adorándolq porque todo converja en él
( orno el sentido último de todo.
Pero esto lo digo de rústico que soy. ¡Cuántos más finos y divertidos
significados encontrarán o infundrrán en este "esta¡" las personas sutilesl Y
totlos tendrán que entrar en nuestros diccionarios.Y así como con esta palabra
( ()n miles de otras que empleamos, sea que hablemos de las cosas divtnas o
L,lt.ntificarse de opuestas y vacías que son. Perq unidas, ¿qué significan sino
,l devenir y e1 cambio de todo, que apenas es cuando deja de ser? Esta
r,lentidad de las cosas más opuestas no parece tan artificiosa cuando uno
( onsidera que abunda e impera. Como cuando se dice "justicia" de las cosas
rrrás injustas, como es exterminar seres humanos por millones. Yendo como
99
Iitrodllcción a Mantaigne - lua Rivano
ENs,ryos, 11,12.
... En cuanto concíeme al enor e incerteza de la operacíón de
las sentidos,
cada cual puede procurarse tantls ejemplls como q"irío, tái
iiÁentes son las
faltas y engaños .en que nos horri ,air. En ,l ,io iil'rAii-rt'i"¡¿o
¿, to
trompeta se we lrente a nosotras.,ruando lo cie.no es qu, ,oi,
a, ar,iár;ilo
0ata dp mlsquetc,ba¡o Ias yemas de nucstros dedos mtzados
nos parece ser dos.
Lon Jrcruenaa, Ils sentúos son mapstros dp la razón y la oblígan
a rccibír
impresíones que ella juzga y conoce ser
t'alsas...
Hay personas de clmp.lexión tal que ciertos sonidos las tornan t'uriosas... Lo
que uemls y oímos agitados por la pasión, ni lo oímos ní uemos íomo
es...
Quienes comparan la uida con un sueño acaso están más en la cierto de Io
que piensan. . . Siendo así que nuestra razón y nuestra
alma al recíbír kn imágenes
y opiniones que n's uienen soñando autorizán las acciones
eiea.ttadas en nuestros
sueños de igual modo que lo hacen en la vigilia.
;Cómo no driÁr r¡ nurstro
pensamiento y nuestra acción no es otra esp;cíe d; sueño y nue*ra utgLlia oira
especie de dormír?
100
Intoducción a Mantai r¿ - lua Rüta a
Exs,tvos, II,12.
... Sobre el mismo fundamento que Heráclito lomó para su senlencia que
" todas las cosas üenen en ellas lns formas que en ellas discemimos." Demócrito
,tmcluyó que "las cosas no üenen nada en ellas de Io que en ellas encontramos";
,i Ia melis dulce para uno y amargd para otro es porque ni es amarga ni dulce.
Los pírroniamos áirían que no sabin si es dulce o amarga, o ni lo uno ni Io otro,
tti ninguno; porque ellos siempre están a La cabeza de la duda...
EI que me obligue a contradecir los senüdos me tiene por el cuello; no puedo
nrtroceder de allí;[os senüdos son el comíenzo y el ftn del conoamiento humano...
101
Itúrad .(iin d Montait rc I ndn Rtuntn
ENsRyos, 11,12.
pueda acomodar para decir todo Lo que se le
,-.:;f_p::i.ll:,.1u,e,Homero
,i,i::"i::.: ,se
tantas .0tas los teólogos. jurísras, milirares,
tt.uso¡os y toda ily, dprrnuentado
!"1r.,ctasc .que
hombres qup tra!.cn de las cícnciai kngan que
citarlo y
t0s en su autoridad cam¡ macstro,obeiaio-le
:l?:,:r:,argumc todos
,Iolntot y arres, c}ns_ejer} generaL de todas las empresas?... personas lis
i!^l!]it:
tntcLrgenles pncuentran en Homero ap0y6 parLt
nucstra oiigión y can¡idcran
,1u,efue pue,ro alli co, propó.sito. pr;ri; ;;;;;,;;:,);"itti',lrrííiia,
ro[igión. otras.'n el pasado, !,, ftimaron on " *u,ro
fauor dc io ,r"rái,'-""t"
102
Intro¿ucaó aMo tai{ne fuan Riult o
,l, todos ellos pueden comentar 1o que les acomoda personas de los más
,,¡rLrestos juicios. Y siendo Montaigne quien es, en prestigio ante su posteridad,
,.r ,'quilibrio ante tantos asuntos y en variedad de materias, tenemos en él la
rrrsrra situación que é1 denuncia en Homero.
¿Y qué decir de un libro como la Biál'ía? Del mismo hicieron un modelo
que lucharon guerras encarnizadas: los católicos, los protestantes,
',,ligiones
l, rs islamitas. Con el mismo libro los protestantes disparaban sobre los
tstimara con senüdo suflciente para entender de sus asuntos? No hay diftcultad
üt reconocer en ltros uentaja en ualor, t'uena, expenencia, dílígencia y belleza;
ltro, uentajt en juiao no reconocemos a nadie...
Es camún oír que la más justa porción que la naturaleza nos ha dado de sus
lLntlres es Ia del sentido; porque no hay uno que no esté content7 con su Parte...
scntido común".
f03
-t
l)1trc¿ucció d¡/lortaige. ttum R dtLo
, ,... las razones qtte resultan del simple discurso natural en los demás, las
hubiéramos. encontrado por ntLestra cueita si nos hubi¿riioi dLoio o prnro, ,,
esa diretaón
ENs,qyos, II,20.
El que en sus.inuestígaaones ahonda en busca de todas las circunstancids y
consecuencias difiere su eleccion_. (Jna máquína mediana sirue
igual paia
desplazar pesls pequeños o gra.nd.es. Los mejore,s empresaríos
son loi prorr, ,n
explicar por que lo son; los hablatlores, en cambí0, casi nunca logran'natla.
Este texto se encuentra hacia el final del ensayo que Montaigne titula
,.-g1LrrÍ: nn de pur, que en la versión
Ir1, _iranéesa qu. .ripi.o ¡ü
Lederc, Berlin, I 860) apenas ocupa,tres páginas. 41 comienzo de esr.
di.e,Monraigne qur 'nucstra ,lÉhi] co;di.ión rmpide que podamo."r,royo, ha.er
de.las co.d\ en su purrTr y simplicidad' nrruirl.rt.'ñi pud.ro.
"mplco,
clerrcr l¿ virtud rur¿ ni disfrut¿r d"l puro pl¿., r. Los bienes v placere,,,n
exccp, ión nos vier-lr con und mr /cla de mal inconveniencia
"
101
I tro¿ cció aMo laig e .h1att Rü'd a
\4ontaigne cita aqui un verso griego: los dioses nos venden los bienes no
l 'r re.ibirios "puroi v p.rle,toi sino al precio de algún mal" Al reves
r.'nrbién hay complu.ónii..n L melancolíÁy el recuerdo del amigo perdido
r's como el amargor del vino viejo.
En este brevíámo .ns.yo ua-o, sin ningún trámite a las altas cátedras
,1, la naturaleza:
l''i-rto qr. se trata de experiencias que todos tenemos con frecuencia que
ir,,demoi observar en numerosas aplicaciones: ese extremo en que tantas
vtces se encuentra el ánimo como ante una encrucijada y que no sabemos
rlL cierto nor donde irá, tan probable es 1o uno como lo otro y en tan real
,Jicaménto. El fa tobi o, not to be, de Hamlet, resulta aquí demasiado
',,
..1
^oro
\tra(to como fórmula general. Meior seria: "así o asá"
A 1a experiencia del piintor que sabe percibir.el punto-de ambigtiedad,
Mont.igne la experiencii espiritual en el trance del placer sexual
',gregn en voluptuosidad
,,,-"pl.to cuanio todo ei organismo-amenaza ahogarnos
Moniaigne considera que el tombre es incapaz de soportar un estado así en
¡rlcnitud.
105
lntn¿lurcion a Montaigne tuan ttit,n a
Y cuando se considera
a sí mismo en lo.que de más virtuoso pueda
tenet
Montaign.e nos confiesa que aún en á .nr:u*im , ntg;je vicio. Tal
expeflencra mental la supone en ei mismo platón,
el l-iiósofo divino:
Y agrega:
... El hombre. entero t del ta,lo, no es más que un payaso hecho con panes
parchadas.
,,chtrridos
, Es en el párrafo anterio¡ a éste donde Montaigne
de mixtu¡a
se refiere a los
humana" en los oídos del aiuino ptrt"o,r- ¡rl iri., .i*".u ," ,o_u
I Íod cciht a Motttttipt . J att Riua o
.. los espíntus comunes y menos especulatiuos sln los que mejor se prestan
.
107
IIthnJtft¡¿ a tt,ünai¿ttt lunn R¡r,tnl
ENs,cvos, 11,27.
ENs,rvos, lI,28,
El más largo de mis proyectos no excede de un año; no pienso ahoru en más
,¡ue líberarme de nueuas empresas y esperanzas. De cada lugar del que parto es
para siempre; cada día me deshago de Io que poseo. Es el solo consuelo de mi
uejez: subyugar los deseos y cuidados que perturbdtln mi uida: el cuídado de
cómo ua el mundo, de la riqueza,la pompa, el conoamiento, la salud, mí propio
ser Hay hambres que están aprendíendo a hablar en tiempo en que debieran
aprender a callar para siempre...
... Si hay que estudiar, que sea Io que se auenga con nuestra condiaón
109
httro¿ucció a Matúaí$e - ha Ríwjto
ttosltrls uemos y como Díos mísmo ue (porque síendo tado presente para EI,
nás bíen ue que preué) no es compeler o fonar lo que lcune: uemos pzrque el
It,r:ln ocurre, pero el hecho n0 ocurre p/rque uem\s; los hechos causan el
trtk)cimiento; pero el conocimíento no causa los hechos. Lo que uemos suceder,
,rrcede; pero pudo suceder de otra manera;y Dios, en el catálogo de las causas
,1,, los heclrcs que tíene en su presencia, tíene también aquéllas que llamamos
,rccidentales y uoluntanos, que depend.en de la libertad.Nos dio el libre albedrío
t .rabe rlue obramos impropiamente porque así Io hemos querido".
Elviejo problema del que se trata aqui esta fundado y hecho con los más
, mpinados y fabulosos
supuestos. Prime¡o: la presunción que requiere
nc¡amente formarse una imagen de Dios. Segundo, la presunción [que saca
,lc las casillas a Montaigne y, andando muy juntito tras é1, a mí también)
i¡r.rc requiere pretender que Dios ve las cosas tal como nosotros, digamog
,lcsde una colina vemos un hato de vacasr y que para é1 unas siguen a otras
L,r1 como los terne¡os a las vacas. Tercero, 1a presunción también de pretendcr
nt
Introduccíón a Manraipe - han Rit¡ano
ENsnyos, 11,32.
..
. Cada uno corcüera estampa soberana de Ia naturaleza humana
. -que-,la
está impresa en él y que de elln todos [9s demás drbr"
cuanto se
horr, á
irglo; y'-qu,
no se le asemeje es fíngído y brrdo ,ritupiárit...
.emprenday t'also. ¡eu,
Por mí parte, considero algunos hombur"^ry por rnáio
d, ii,'ripraol^rnt,
entre los antigttos...
IT2
I irodtEtt a Mo taqle tnn Rita o
l,rL,den ser humanas. Pinochet, el dictadot dijo más de una vez que los
\ rmunistas son intrínsecamente perversos, cosa que no cabe como propia
,L, un ser humano. Abundan en nuestro siglo tiranos así, que han clasificado
lus enemigos como seres extraños y se han apoyado en multitudes que
, de acuerdo y que gritan por medidas drásticas para sacarse de encima
'tán
, L cáncer social, el enemigo de la humanidad. Para los fanáticos de un credo
r,'ligioso todo lo que es humano es lo propio de su credo y nada de lo que es
r \traño a su credo puede se¡ humano.
También, recordando 1o que encontramos más atrás sobre el sentido
, rrn¡[11, 665¿ tan bien distribuida, resulta muy frecuente escuchar que A
( ( rsura a B por su falta de sentido común; algo que es puntualmente igual
ruismo; 1o mismo B. Pero si fuera así, ¿por qué disputan? El sentido común
tcndría que terminar con toda discusión. ¿No es senttdo común?
Pero las discusiones no terminan nunca y mientras unos celebran el
I)omingq otros celebran el Mernes. Siendo que debe ser el Sábado. ¡Los
l,t¡rrosl
Estos límites con los rótulos de lo "increible y fabuloso" suelen dividir
r omo altos muros el interior mismo de nuestras ciudades. En Santiago, por
frntáitico. ¿Por qué? Por eso: Porque es difícil cree¡ en otros lo que no
s¡l¡r-íamos o no podriamos hacer. Supongo que así obraron las cosas con las
rr¿sacres en Rusia, en Alemania, Cambodia, Uganda. Y los masacradores 1o
,.rrl¡ían: Estaban haciendo cosas que los demás jtszgarian fabulosas e
,,nposibles simplemente porque ellos ni querrían ni podrian ejecutarlas.
l.a propaganda emplea un instrumento así a diestra y a siniestra: a diestra
n.1
httla¿ü.ctñ a lúo nli{E Juan Rntan¡t
EN.s,ryos, lll, 1.
114
I tra¿ cción a Mcntaí! e luan Rivana
,,i rcve1ó que Suecia estaba echando basura en un pais africano y no hace
rrrucho vimos en la televisión un container fl.otante americano cargado de
de toneladas de basura, yendo de un puerto a otro sin lograr un contrato
',rilcs
,l, tlcscarga. Mientras más lejos descargamos la basura, mayor el costo.
l\l rcntras más basura descargamos más intoxicamos la tierra. Técnicas que
n,)s permitan reciclarla son costosas y el mismo reciclaje como solución
tir'né un límite que se sobrepasaría con el c¡ecimiento de la población antes
( l(' completar siquiera en parte las técnicas e instalaciones del reciclaje. La
t,'rdad is que los ecologistas quieren hacer tortas sin quebrar huevos. O
,¡rrcbrarlos iin que t. oiga, como reducir la producción y así el standard de
viJa y la población. Ahí parece estar la fuente de todos los males, en el
, r'ccrmiento de la población. De donde resultaría que tendríamos que mirar
L on otros ojos a los abortistas, a los homosexualeq a los sacerdotes católicoq
rr las monjas y lesbianas; y también a las prostitutas, las drogas, el SIDA; los
,rillones eliminados en China, Rusia, Alemania, Europa Central, Sudeste
Asiático, Asia Central durante este siglo de guerras sanguinarias tendrían
(lue contarse con dedos trémulos de ambigüedad.
Pero Montaigne nos dice que no hay nada en nuestras imperfecciones
(lue no sea útil en la naturaleza. "lncluso la inutilidad misma", dice. De
,Lrnde podríamos concluir, con amplia perspectiva y relatividad, que no
rrrportan mucho los descalabros y cataclismos que produzca nuestra
, ivilización en el concierto de la naturaleza; incluso, podrían aceptarse sin
ningún escándalo como cosas que están justamente en el orden de la
n,rturaleza. El hombre y todas sus empresas son tan naturaleza como 1o fueron
,rna vez los dinosaurios con las suyas o lo son en la actuaLidad los termeg las
o los elefanteg que comienzan como naturaleza, culminan como
'rbclas
n;rturaleza y decaen y son absorbidos como un detalle más en la naturaleza.
Este es un pasaje lleno de amplitud, comprensión, tolerancia. Recuerda
Lrn poco a ese Panglós, deVoltaire, que tiene lugar para todo lo que encuentra
,lc disonante e injusto como mal necesario cuando se tiene visto el grandioso
fin: construir el mejor de los mundos posibles. El mhmo Leibniz, así
ridiculizado por el escritor francés, tiene también un principio de razón
\uficiente para todo 1o que existe. No hay cosa de la que no haya una razón
dé cuénta sin defecto de su existencia. Basu¡a incluida. Y estando todas
,¡,.re
lrs cosas en esta condición parece que todo 1o que forma el universo está
Llonde debe estar y tan así que no podría esfuma¡se de allí sin que la estructura
mtera no se resintiera. Montaigne, por lo menos, ve las cosas así respecto
115
I
I tra¿ cció a Mütaitne . luan Rit,¿no
i"TO,:
t 0". no podemos privar de sus cuahdades morbosas -ambicirin,
(1f]
elu,ellvrdra. ulnq¿nzr, su.perstición de.e.f,eracion- ,rn "de.truir
l,ti
(olrot on.s lUndamenldles de Ia Uda htrman¿
Otra vez estamos orillando bord_es cargados de peligro. Cargados
rlc
peligro.y tan dilíciles de eliminar Es pluiin ot.u ,i.r, ".i¿ii,ino ptut,;n
aguzando el oído y encontrando la ruindad hern.r".¿.
.á, L A un,,
le parece no haber leido bien. Si las cosas son así en la "iriud.
esencia misma clcl
hombre, ¿como haremos para educa¡lo? q;;;;;,'.ii.,o
¿y hur..o,
para demoler todo lo que.hemos construido y""t.;
seguimos construyendo sobrc
tundamentos tan rontrarios?
t1:rt.qy. se.at,ren en los cimientos de la mo¡al se agregan las
_,_ ,l.l:,?.lrt
de i¿ politica. ¡Que tiene Morrraigne qun reprocharlc
a Maquiavc"lol ya no
P¡ín.i¡e ran,olo ua-no,É trrr, J" l^,u^n.r-J.-E.rndn qu.
::,:rll1 !'el
cotocan al politlco entre el hombre y la bestia haciéndolo
bcstia y hombre.
Sino quetodos los hombres somos,cso y d.
-un.r. .r.n.t;i
más débiles, no,sirven en política dona. ," ,.qu,.."qu.
ili; ;;.
;ü;;;;;
.tl.¿" .it".f, ¡?riiri
se ejerza sin inhibiciones.
r. diria, una,armonia pree:tabiecida ( ntre polirica y
--,1.1r r(qurere de hombres que tendrian que no c\i5tir, ¡sicologra: La
polrtrca
áe acuerdlo a la
moraL, p(ro que c\i\len a manos llenas. Je acu, rJo a
la psicologia.
ENsnyos, III, 1.
. Cuando los uientos turban las aguas del uasto océano, dulce
playa el peligro de orros. lLucre,ioi
es uer desde la
'I
ú me mueves, señor, muéueme eI uerte dauado en esa cruz y escamecido...
r, Lr las lágrimas.
',
Separé e1 texto por el cotejo que millones y millones de seres humanos
I
,',, dén hacer todoi los días, a ia hora de 1a televisión, sorbiendo Coca-Cola
I ¡ricando maní tostadq mientras observan las masacres en Rwanda, las
,'',,rucres en Bosnia, las masacres en Chechenya, Pakistán, lrak, Pekín.
Ar titudes así no son posibles sin algo de 1o que traen esos versos de Lucrecio
,¡rrc cita Montaigne. Recuerdo también un detalle de un cuadrq creo que
,i, i'an Ostade, que vi una o más de una vez en el Louvre. "El Maestro de
l.scuela", creo que reza el títuio. Vemos que el maestro da con el chicote a
rrn pequeño; y éntre sus compañeros hay uno que sonríe cruel. " ¡Qué dulce
,,,tá! ¡Le están pegando a ltro, no a mít ¡Que le peguen, que Io maten a
Ltigazos!"
ENs,cvos, III,2.
117
t
I tro¿lftió a ¡.'Ía¡LttlipLe .hn,t Rit)ana
118
I tladrcció aMa tai¿tt¿ - lua Riliana
ENs¡vos, IIl, 3.
I t9
Itú.dutliétt .t Ma ip| .hnn Rirano
ENs,ryos, III, 4.
, . Para desuiar el sentido de rumores pú.blicos, Alcibíades cortó
las orejas y
la cala,de hrmoso peno y lo sohó e,n li ploro ó0, nl iririin'io grnt, ,o
s.u
*
oatpaba de sus ltrds accíu1es. También he con igual propir;7o olguri,
_uisro "
mujeres ocuhar sus afcctos reales por otros
lingídos...
.., No son más que casos de Ia amplisima catego¡ia que podemos llamar
''diversión". E1 caso deAlcibíades es frívolo, pero
io de¡i de !e, un excelente
botón de muestra. El de las damas que suspirun d.l'l.do qre nu prru
enmasrarar sus jnrljnaeion_es, ,epresenta "r,
¡,a iosa más amplia'y más vital. A1
Itn de cue_ntas, de tácticas divcrsionistas de esta especie
fdiría un darwinista)
depende.la sobrevivencia de los genes.
Leo algunas historias inglesas iobre la guerra de trincheras en la primera
^
Guerra Mundial Siegfried Sassoon y Roüert Craves cuentan de las tareas
dc diversion: Se ataca con gran ruido por una parte del frente mientras
el
verdadero ataqu e se prepara (on grdn . autela por otra. En gran escala, o.
urrió
lo mismo con ei desembar.o de las [uerzas aliadas en Normandía:
las acciones
de diversión mantuvieron inciertos u lo, ul.-nn., ,"Ur. .f frgr. a"
desembarco.
El efecto de la dive¡sión en quien la padece merece larga reflexión. Lo
.
primero es que quien padece la diversión se tiene por agente, io por paciente.
Lo segundo es que en esta equivocacíón ertá seguro de esta¡ obrando en
provecho propio siendo que, a Io último, está obrando en provecho de
otro.
Lo tercero_es q_ue, más allá de cierta extensión,_la diversión resulta muy
dliicil de identificar y dorunciar. Asi como un caballero pr.á. p1r..orno,
et amad0 verdadero de una dama cuando la verd¿d es que ésra,
manteniéndonos en 1a creencia, se acuesta con otro, así una potencia
120
Itrotlucaón a Montaigne Jlnn Riúi o
ENsnvos, lll, 6.
¿Por qué no cayó nn noble conquista -Ia de América- baio Alejandro, los
,tü;guos Íriegas o los romanos? Entonces, t6n gran reuoluaón y mutación de
turns impeios y naaones fuera t'elnmente leuantada, enraizada y paat'icada
,le lo qui hubiera en ella de torpe y saluaje, y se cuídaran y propagaran las
.v:millás que allí produjo la natura[eza; y no sólo con Ia cubura del país y el
,,mamenio de las cíudades,Ias artes de esta pdt'te del mundo, en lo que fuera
necesario, sino también las nrtudes gnegas y romanas, con las oríglnales del
lugar..
Por el contrario, hemos tomadl ,enta1a de su ignoranaa y t'alta de expenenaa
itrclinándolos a la traición, elluja,la auancía, y a toda especíe de inhumanidad
v crueldad de acuerdo al padrón y ejemplo de nuestras maneras...
t 2t
I trc¿ucción a Ma tdíg ¿ lm Rít)dlto
ENsnyos, III, B.
Acaso,haya alguíen de mi complexión, que me instruyo mejor por
contrariedad que por similitud, más iuitando que inítando. óo,o ,,1' ¡rliyo,
d.aba lugar a esta disciplina ruando dcrta qur e[ sabio puede aprende,
más
del insensato que éste del sabio"... El horror áe la crueldai me íncií¡ro
má, a Io
clemencia que cual7uíer ejemplo de cl¿mencia.
122
Intrcduccit) a Maltaigne .hküt Riltana
ENs,tvos, III, B.
123
húr,¿ .cnh i ll,rttní!ü. Itn 11r1\1 r
. S.terans cuique suutnbene olet. (Todos piensan que el excremento stLyo huele
bien) Erasrno.
124
I tro¿ ccíótl a Mo tai{ c. J ax Ríuano
t
l r no fueran así tendríamos que tener buenas narices. La paradoja
1as cosas
,,tra vez: ¿Cómo tolerar narices que nos hacen hediondos a nosot¡os mismos?
, t buenas naricei, podríamos tolerar nuestras inmundiciasT
iimq teniendo
i\,r.tuo, sin inmundicias, parece que no hay claustro donde te pueda vivir
Ácaso llevamos las narices delante y todo el cuerpo detrás por eso, porque
n,r se asfixien con nuestros olores y nos guien adelante sin problemas.
ENsRvos, Ill, B.
Megabiso fue a nsitar al pintor Apelles. Se estuul un largo rato sín decir
¡,rlabrá. Finalmente, se puso a hablar de las pinaras. "Mientras estabas en
'sikncio",
[e diio el ptntor, "parecías persona extraordinaria, con tus hábitls
n4tls tus iryas. Pero, ahorá que te oigo lmblar no encuentro el últímo aprendiz
y
,n el taller que n0 te despreae." Estos atauíos principescos, esa continencia
tnagníficn nó le permitían ser un uulgar ignorante y decir impertinencias.
Silinciioso, debió mantener esta extelna y presunta sut'iciencía. A cuántos
presumidos conozco que se prlcuran fama de prudencia y capacidad con
ademanes cazufros y tacttumos.
Conseio al que se puso un traje muy grande: Respire las dos respiraciones:
¡'rimero li venlral para sujetar )os pantalones; en seguida, la torácica para
ilenar el vestón. Aguante esta respiración. Aguante largo sin respirar y así se
cstará callado. Pasado el apremio, corra a casa y póngase el traie suyg no
vuelva a confundirlo nunca más.
Aquí en Suecia, hace una semana, acosaban a un poiítico en Gotemburgo
para que aceptara el cargo de Primer Ministro. Respondió que no, por dos
irron.s, qu"-.1 traje quJllevaba puesto 1e sentaba bien y que el de Primer
Ministro le quedaba grande.
Esto se éntiende lien, p.ro no tanto 1o que di¡o Platón cuando le
preguntaron por qué no ha6ía frases suyas famosaq como las había de los
,l.rnes filorofós. "La fama primero", respondió, "las frases famosas después".
¿Quiso decir que una vez que nos pongamos el traje de Primer
Ministro
iodo 1o que digamos, pensemos u obremos serán fiases, pensamientos y
obras de Primer Ministro?
125
Introd cciút a NÍontdigne hla Riuano
ENsRyos, III, B.
Muchas veces ocurre así: que leemos 1o que escribieron hombres grandes
en relación con una ciencia que progresa y no podemos evitar comparar su
saber de sabios de esa época con el saber de los niños de la época nuestra.
Sabemos intervenir el organrsmq podemos controlar sus secrecioneq injertar
en él tejidos, sustituir sus órganos enfermos por órganos sanos, estamos en
condiciones de intervenir en los genes mismos después de anticipar su
dcsarrollo morboso. Sabemos, por ejemplo (lei la noticia hace un año o
másJ, quc un sol se aproxima al nuestro desde Andrómeda y que tardará 30
mil años en estar en distancia de choque. Sabemos controlar el movimiento
de los mercados, el de la producción; casi no queda enfermedad que no
sepamos curar; sabemos viajar a la luna, envia¡ detectores a los demás
planetas, cubrir el mundo al segundo con información; tenemos máquinas
que realizan por nosotros trabajos complejísimos, desde construir un coche
hasta dirigir un aeroplano. Cierto, todavía nos podemos morir sin aviso;
pero no porque nos caiga un rayor que j'a no caen, ni porque nos sorprenda
una enfermedad, que todas tienen tratamiento. Cada vez tiene menos papel
en nuestra vida eso que Montaigne llama fortuna. ¡Cuánto dc 1o que esos
antiguos sabios que tanto admira Montaigne ilamaban lo¡tuna no era otra
cosa que ignorancial Por ejemplo: llei'amos 1a guerra contra lrak: primero,
nos hacemos de armas y hombres, después nos aseguramos de los dcmás
126
I ro¿trcció d M'1:ldíPte Jua Rir{uto
pcrr'l' d,. b
I ,¡.... ¡l' 5pues dirigimo' nu"'tra, plcgaria'¿l ciclo El l'st" J'
, ,i,,,"r. .óOro es erol No sabemor t que pue.lc o(urnrro: ¡C,rmo nol
i,,ü;"r'1.;;;;;t q". ,i.n. el advenario, don.le las lienc; sabemos c1ónde
ENsnYos, III' B.
127
lntt,.t,lnca,r ¿ \l,r/i¡rd,r€ ,r.r,r n ¡ll,
pescador de escasos alcances. Y ahora, miren... I)e ese mismo Jesus que va
como un nuevo Elías, dice la ger.ite: "¿Este? Pero, ¡si es un carpintero de
Galileal" Creo que es Casio el que dice a Bruto, por Césaq enla obra de
Shakespeare: "Pero, ¡si éstc se moría de miedo cuando de niños nos
echábamos al río1' Viejos archisabios se acercan tiritando a saludar al
monarcar un imbécil que no alcanzaría para acarrearles los libros. "Es la
dignidad del rango", dice la gente, "No es é1 en su persona, esa persona que
conocemos y que vale tan poco. Es la dignidad del rango, eso es. Cuando me
incling me echo al suelo y beso sus pies, no son sus pies ios que beso. Sus
pies se han transubstanciado: son los pies de la dignidad y el ringo los que
beso en este pase verdaderamente sorprendente y probablemente cierto de
eucaristía: 1a eucaristía de1 rango".
ENsnyos, III, B.
No hay cosa que me t'astidíe más enla estupidez que uerla satist'echa de sí
más de,lo,que la razón mísma puede pretender Es una pena que la prudencía
nos prahiba satisfacemos y confiamos y que más bien nol deje siempre temerosos
y descontentos mientras que por el contrano la contumacía y Ia oiadía llena de
gaza y segurídad a sus poseedores. Son los más ígnorantes quienes míran a los
demás por el hombro y salen síempre alegres y triunfantes del combate. Además,
su arrogancía en el díscurso, su ufano talante,Ies ganan casí siempre la opinión
de la audienaa, comúnmente débil e incapaz áe juzgar bien y dkcemir la
uerdadera superíorídad. Obstinación en e[ juítio .y calor en la argumentación
son las pruúas más seguras de la estupidez.
¿Hay ser más segurl, resuelto, desdeñoso, clntemplatiul, seno y graue que
un asno?
128
tttrndtrccton a M,.nratgne luan Riran
Pero, por autoretratista que sea, en todo el detalle no ptlede tntrar' Nos
,1ice que'sufre viendo sufri¡ que gusta del vino, de las mrjeres' deljuego
A
saliva Otras, a las
,'.ces, lo encontramos ante un pat-ibulo, tragando iu-gando
a la sobremesa. Comó un frívolo iualquiera, se diría Pero no, del
'ralabras
' de oulabras va a re5ultar algo Por eto nos (uenta
,'l"nn
ioro uqui .t.l ,.ves. No hay ósa que me lastidie más que la.esttrpid.2
nus dice. Éodemos imaginar los cientos de situaciones en que Montaigne
se
..'".*i¿ -. tt estupiiez en sus mil encarnaciones Un asno después del
,,r* unr .o1, lnt.trnln.bl" de asnos ¿Qué hace Montaigne? ¿Se tira 1os
-
r'"los, se muerde Ia )engua, suelta un garabatol
Úro t.i"*¿t f ., hisiorius d. DógJnes. Son tan vivas Uno vino a decirle
.r1 vieio can que antes de recibir su dinero 1o convenciera
con argumentos
..1. á'.i" d.bi.'d*telo. Diógenes responde:
'Si yo pudiera convencerte de algo,
r, cánvenceria de que te ahorcaras" A oúo que no lo dejaba escupir en 'u ' asa
-
.ifombrada, lo escupió en la cara, diciendo: 'tNo encontré un lugar más sucio"
'iun i"lotno llega Montaigne Se enoja en general Tiata a- una mitad de
i.¡Jlit.r'v la otra mitad de'estúpidos. Pero, ioto "put' él mismo, decir
,,lpo de toáos es como decirlo de nadie.
'Estov viendo a Montaigne dando con el pie en el suelo y gritando por
,,lgu,.n,'"¡Er. asnol" El diho ttno se aleja, lento, seguro, contemplativo,
,.rio y gr.u.. ¡Sin tuviéramos su retratol ¿Sería un obispq seria un ministro?
ENSAYos, Ilt, B.
E,,a ditnid¿d del rango, que va cncontramot' y con l' cual nos topamos
r rtLchas r'!. es entr¿ndn ü lu o{ic,n u del
g"rent" dei ban,. o o r'n la d¡l Jiret tor
,1rl sindicato de 1os basureros, no dcja .1c tener -cuando la ronvoeamos para
ei trascro de.los poderosos-
lrLstificarnos de andar a 1as rel'erenciis y bcsando-
,Lrs pelos de ambigüedad. Todo reside en esto: la dlgnrdrd del r¿ngo no se
129
lntro¿ucció a Montdilne - luafi Rútar.l,
fliede separat como esas esencias escolásticas, de las personas que ocup¿ltl
el rango del caso. Montaigne quisiera que las dos cosas se,.purri.n; di.. d,,
su reverencia y sumisión a los reyes:
. ¿Cómo dice Sanchol 'Bajo mr capa, mato al rey". ¿Es posible matar así
al reyo no se trata sino de una más de esas satisfaccionei alucinatorias dc
que habian los psicólogos? Yo_me arrodillo, pero no mi razón. pero,
¡si la
razón no tiene rodillasl Hasta del mismo rey puede llegarnos la noticia:-,,N0
importa.que pienses lo que piensas. lo que importa es quc te arrodilles .. on
las rodillas que Dios te dio '.
En suma, cuando coronamos al rey y despues retrocedemos, gachos, sin
osar ya mirarlo en la cara, entregamos las rodrllas, qre no qu.iun dudnr.
Podemos para nuestro capote decii -sobre todo siendo conscienies iel imbécil
que co.ronalnos- "Anda, ahora, tarado de la cabeza, y encárgate de que siga
saliendo el sol y corriendo las aguas'. pero 1o cie¡io es qire el tuf preje
encerrarnos sin más sol que salga y matarnos de sed sin máÁ agua que corra.
ENsnyos, III, 9.
¿Hay uanidad más manifiesta que escribir sabre ella tan ud,na.mente? Lo
que la Diuinidad nos ha dicho de modo tan diuíno debe ser cuid.adosa y
continuamente medítado par los hombres de sentido.
¿Quién no ue que he tomaio
un camina pn quc Drcesantcmenle y sin ruitlado uoy a sc{uir y seguir ni¿nlras
haya en el mundo tínta y papel? Na pueda dar cueí¡a de mi iida'por obra, tan
plca cosa soy, sino por mk lantasías. Y sin embargo. he conocdo a un señor que
sólo comunica su uida por las operacíones de su iientre. Pueden uer en su cas(t
bacinicas en t'ila con [os excrementos de síete u ocho días. Ello llena sus estudios
y sus disanrsos; todo otro hablar apesta en sus naices. Aqut, autque no tan
nauseantest.tengan los excrementas de una mente auejentctda, a uecis duros, a
ueces blandos, siempre indigestos.
L1A
Introduc.io aNIo taiglc hu Rilta o
131
Innad cciónaMo Ltipe lua Rú,¿,ú
ENs¡yos, III, 9.
Nada presiona más sobre tLn Estado que la innouación. EI cambio no hace
más que ocasianar injusticía y tiranía. Cuando una pieza afloja puede ser
apropiado t'ijarla; hay que cuídarse de que las alteracíones y carrupciones
naturales a todo no nos alejen demasíado de nuestros comienzos y pnnapios;
pera, pretender establecer algo nueuo y grande, y cambíar los fundamentos de
tdn uasta edit'ício es como borrar en lugar de limpiar. Reformar det'ectos
partículares mediante cont'usir:nes uniuersales es como nrar la ent'ermedad con
la muerte.
ENs,ryos, lll, 9.
¿Qué remedilT Aquí nací y aquí muríeron mis ancestros; aquí fijaran su
afección y erigíeron su nambre. Arraígamos en aquello a lo clue estamos
acostumbrados;y en condiaón tan miserable como la nuestra, Ia costumbre es
un gran obsequío de la naturaleza que habitúa nuestros sentidos a szpürar
tnuchos males. La guera ciuil tíene esto de peor que las r.ttras: que debemos
custodiar nuestra propía casd.
Estas líneas resuenan aito cuando se tienen presentes 1as crisis rehgiosas
y las guerras intestinas que vivió la Francia c1el siglo XVI. La oposición de
L]2
lfltro¿uctió a Montaigne ' Jua Ri]lLno
Aquí nací y aquí nacieron mis ancestros; aquí fijaron su afección y eríg¡eron
su nombre...
I .1-1
lnt¡ ¡|t t,n ¡ \i r r¡r9r, ¡,,/,r Rr r,, ,
ENs,ryos, IIl, 9.
A menudo, encuentrl clncepciones de la uida de ks que, ni quíenes las
prll)lnen ti Etienes oyeu de e[las, tienen esperattza ní inclinaaón dí seguir Del
paprl cn que pscnbc una rentencia clntn1 un adultcro a¡ranra e! juez un
trozo
para.enuiar wt mensaic a la mu jer de su colega. Aque[la dama a I'a qup acaba¡
dc abrazar ilicilamente..der.pues. v lnsta pn tu pr¿s¿ncia. [as emprentde a gritos
czntrd Lrna amiga que ha hecha atro tantl.
t 31
Intro¿ cción a Mo¡tail e han Riuano
i sta gente con concepciones de la vida. Ni esta- gente ni €ente ninguna N-o
l',,u Juien valea Ia oena, como no sea tomándolo tai cual, sin presunción Y
r,,rnado tal cül ¿no t.ún. las cosas más dispares y tan como de suyo que
rrirarlo es casi una experiencia estética? Vean si no:
juez?
Parece increíble. Pero, ¿quién no obra una y milveces como nuestro
ENsRvos, lll, 9.
1J5
I tro¿u.cth a |)la taig e hLtüL Ritu¡l,r
décadas, poco antes de morir Y oyendo esta canción estaba con mi madre,
tan próxima, tan amante y buena, y sólo me faltaba hablarle y estaba a
punto de decirle en voz aita todo mi amor Así también ocurre con ciertos
autores que vivieron hace miles de años, cientos de años. Só1o que en mi
caso es al revés. ¿Qué sería de mí sin ellos? Camino por las ialleq me
encuentro con la gente y sé a qué atenerme en gran medida gracias a eilos.
Así y todo, no me doy cuenta completa de cuánto les debo, que si me diera
acaso cayera de rodillas porque les debo casi todo 1o que pienso. Con cleuda
tan enorme, difícil cosa la gratitud.
t.l6
Iúro¿ ccíón a Montail e' luan RíItano
,,i todos somos histriones, si decimos a lo ancho y lo largo "la comedia del
rrmndo", entonces, no hay lugar ninguno donde retirarse como los actores
\( rctiran a sus camerinos.
Recuerdo el caso de un profesor con un problema parecido. El gobierno
1,, nombró ministro en un período en qué hubo que disparar sobre los
, studiantes. Cuando cesó en zu ministerio y quiso volver a su cátedra, arguyó:
No fue el profesor el que disparó, sino el pólruco"- Los alumnos respondieron
"Ño vamos a-golpeár al prolesor sino al político"
r r oro:
No sé cómo podríá Éacerse para que Jas bellaquerias que comete el
.,1',,gado Montaigne, que van con su pro{esión' puedan compensarse sin
r,,,,i a Montaiene. Oira uez orillas piliArosas: un hombre honesto no es
r , :rronsable de Tos vicios y absurdos áe ,u .mpl.o
y no debe por lal razón
... v en mi ncm\a hc uisro las mas sabias cabezas de esle país reunirse con
.,ro, ieremonia. apx¡ensas públiras, para tralados y acuerdos de los cuales Ia
, rrdadera decísión iependia ,n el mismo mlmento de consejos de boudoir
y
Jtl caoricho de alsuna muiernlla.
Lis portas ,rírrdirror'muy bien de estas cosas cuando pusieron a toda
C recia v esla.da v fueio Por causa de una marcana. Pregunten a tal
Asia a
lnmbre"por qué ootngo-tú ,ido'y tu honor ala suerte de su espada; pídanle
tpe les diga eI orígen de Ia disputa; no Io podrá hacer sin enrojecer ¡Es tan
uacio y t'ríuolo!
137
ln¡¡lü¡'tin,t \l',,i1,rt(rr,'r,i,i ¡ii,, :,,
ENsnvos, III,12
Pueden clamar cuantl quieran que tota philosophorum vita commentatio
mortis est (Todas las uidas de los flIósofos son comentanos sobre [a muerte);
.t38
Introaucció a Montaigne Ja Riúno
l)croy0 píenso que aunque la muerfe sea el fin no es el propósito delauídn E*a
tieni su- propio'propósitó y designí0. Su estudio uerdadeto consiste en ordenarse,-
,ttrtgtlsr'y sifnitr.En e lbs numerosos,asuntos,que comprende el capítulo general
" A[render cómo uiuir" se enntentra eI capíalo "Aprender cómo monr" , que no
l)esa tanto como no le dé peso nuestro temor
lls s'en uanteront tant qu'il leur plaira, tota philosophontm uita
coffitnentatio fiortis est; mais iI m' est aduis que c'est bien le bTut , non p7urtant
le but, de la uie; c'est sa fin, son extremite, non pourtant sln ofiect: elle doibt
tstre elle mesme d soy sa uisse, son desseíng son droía estude est se regler,,se
conduíre, se souffnr. Au nombre dc plussieurs aultres offices, que comprend le
{eneral et princxpal chapitre de SEauoir uiwe, est cet article de Sqavoir mouril
u de plus legiers, si nostre crainte ne luy donnoit poids.
Tiene mucho del sabor original y no mucha diferencia del francés actual.
Yo estaba interesado en "se regleq, se conduire, se souffrir" que como está en
t'l texto me sugiere esto: que yo me ocupo de estudiar mi vida con vista a
cstablecer firmis sus reglai, seguirlas puntualmente y sufrir sin vacilar los
golpes que me caen encima por seguidas.
¡Ahí están las reglas otra vezl Pero no las que averiguo, investigo, escruto
139
lrrrroJ]lcrrrirr a Il,;rrt,rlqrr, /r¡¡¡r nirr)r )
... Ias byes deben su crédito no a su justicia sino a que son byes. Tal es el
fundamento místíco d¿ su autoríd.ad. No tienen otro, lo que resplnde bien a su
'prlpósitl.
A menudo sonheclms por idiotas;más a menudo todauía, por hombres
que fallan en equidad por odío de la igualdad. Pero también por gente uana y
iacilante. No hay nada más groseramente y más ordinanamente defectuoso
que las leyes. Quienqutera las obednca plrque justas, no las obedece como
debiera...
140
Iflftoducciófl a Mofltaigne ' Jua Rí]l.ano
141
Intro¿lrcció a Montaitne luan Ríuana
142
Ltho¿t1cció a ]¡a tdí$e J¡tar Riuana
convencernos de que escribía sólo para éi, para sus amigos y para terminar
haciendo Dios sabrá qué barbaridades con sus escritos. No, escribía para un
público. Y no un público de doctos, por más embutidos de latines que vengan
ius ensayos. Escribía con estilo llanq con habla de todos los días, con historias
para todos los gustos. No cuesta imaginarse el entusiasmo, la simpatía y la
habladuría que habrá suscitado en su tiempo su lectura:
"¡Qué manera de poner las cosas más sublimes en la lengua del mercadol
¡Y eiaioncepción suya de la ideación como defecaciónl ¡Miren que decir 1o
misrno que piensa el cochero, el barrilero, la costurera, el camicerol ¡Y con
las mismas palabras, por no decir peoresl iY esos consejos sobre el cómo y
el cuándo difecarl ¿No resulta increíble? ¿No habrá querido decirnos algo
muy distinto? ¿Símbolq alusión? ¿No se estará riendo de medio mundo? La
vanidad es un viento, nos ha dicho, y todo es vanidad. Un viento... ¿Y qué
ocurre cuando uno no se aguanta y tiene que salir volando para que no le
ocurra 1o que le ocurrió a Tycho Brahe? Sí, ciertq uno está leyéndolo como
si fuera déslizándose por un tobogán de feria de entretenciones. I de
pronto..."
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II\TRODUCCIOI{ A MONTAIGN E
JUAI\T RIVANO