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INTRODUCCION A

MOI\TAIGI\E

IUA|{ RTVATNO

fl nnevl y Au,sNoE Eorronss


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¡.¡¡i!! r r,l, Lr1.1,' \\l
fl n*uo yAllexo¡ Eononp,s
O Juan Rivano
O Bravo y Allende Editores
Fax:2770961

Se prohibe cualquier trpo de reproducción total o parcial. Ninsuna


parte de este libro puede ser reproducida, trasmitida o .lmaceüda,
sea por procedimientos mecánicos, ópticos o químicog incluidas las
fotocopias. El edjtor autoriza citas en revisüs, diarios o libros,
siempre que se mencione la fuente.

Primera Edición 2000


Inscripción N' I 13.487
ISBN 9s6_7003_60_2

'llanscripción desde el manuscrito


original y Corección de textos:
Marta Enríquez
Edición a cargo de:
Emilio Rrvano
Diseño de portada y diagramación:
Juan Simón Valdebenito B.

Se terminó de imo¡imir en
en e[ mes de ¡nrrró de 2000.

Impreso en Chile / Printed in Chile


Prólogo

, Qué sabía yo de Montaigne antes de dedicarme, muy tarde en mi vida,


' ,'1 l, .1¡¡¿' Que era un humanista del siglo XVI;
que hasta sus seis años
. '','l'¿blo latin; que su padre ha,-ia que tocaran música por las mañanas

1,,,,r despertarlo, que reiomendaba excluir del matrimonio las fantasías


:,,,,,'.les; que Pascal 1o quería poco. Tambíén, por Pascal, conocra su
.,r ( pticismo extremo; y dei espíritu general de este escepticismo algo supe
'rlis
¡,,,r lecturas adoléscentei de1 excelente Anatole France. Recuerdo,
.r,,Lrrismo, haber leído siendo muchacho un pensamiento suyo que me
, ,,rrr¡rañó para siempre: que a medida que nos acercamos al térmlno de la
r
''
r ' .r¿ misma se encarga de avenirnos con Ia muerte.

At tualmente, después de leerlo, releerlo y volver a releerlo, en español,


rrrr 1r's y francéq respectivamente, separo textos de sus Eruayos con el
t,',,l,,lsito de tratar ideas de este escritor que encuentro ai alcance de mi
,,, rrr'ntario y ciertamente interesantes para un amplio público. Con vistas a
,,, rrrrrlar el personal y enorme impacto que me produce su lectura, me he
' l, ,li, rrtlo poi un tiempo a los estudios
más autorizados sobre Montaigne
' LtL i r)( uentro a mano.
l l Montaigne de F. Strowski que leo es la edición de 1906. Dice este
,, r, ,r , ¡le "la liionomía de Montaigne es prodigiosamente compleja , que 'segun
, L,,,r1rl,r bajo el cual se la mire, según la luz que la alumbre, cambia del todo"
l)rL t tlue si se ensaya clasificar los retratos de Montaigne "veremos que
1,, ¡,rrntoi dc vista que se han adoptado pueden reducirse a cuatro".
\, rlrrc cstos cuatro puntos de vista, va primero el de los contemporáneos de
Lúro¿ucdó dMo taipv luan Rn,ana

Montaigne que "lo han considerado como un hombre de mucho sentido, mucha
experiencia, que tenía sobre todo asunto juicios personaleg juicios seguros..."
Para todos sus contemporáneos, los Ensayos son la "plática (causerie)
llena de ideas ingeniosas y fecundas de una persona de conside¡ación".
Segundq en esta enumeración, sería elpunto de vista que Strowski asocia
a Malebranche, para quien en Montaigne "no hay principios en que funde
sus razonamientos, y no hay orden para deducirlos". Dice también Strowski
que Malebranche, "creyendo disminuir a Montaigne" escribió que su fuerza
reside en "su imaginación y su arte"; y que de este juicio tomaron otros para
enaltecerlo como un grand at'tiste. Aquí, destaca una apreciación estética de
Strowski sobre los Ensayos:

Il conuiendrait, si c'est bíen saus cet angle qu'il faut étudier Montaigne, de
méditer sur Iuí comme on a medité sur Wnise, ou de décnre les Essaís comme
on a décnt la 2" Symphoníe auec choeurs. (Canuendría, si es desde este ángulo
que debemos estudíar a Montaigne, meditar sobre él como meditamos sabre
Wnecia, o descnbir sus Ensayos como hemos descríto Ia 2" Sinfonía con coros.)

El tercer punto de vista lo asocia Strowski a Saint-Beuve. Según éste,


todo el iaberinto y caleidoscopio de los Ensayos termina por revelar al lector
paciente y analitico una estructura arborescente. "Todas esas fuentes que
brotan del suelo al azar proceden de una nata subterránea común". Sobre
qué decir de una estructura así, no hay que pensar en "sistema" ni en
"doctrina" y tan sólo entender este fundamento, fuente, origen subyacente a
la variedad e índole multifacética de los Ensayos de Montaigne como "el
secreto de su genio, su pensamiento malriz (pensée mére)" .
Estos tres puntos de vista nos ofrecen, respectivamente/ un Montaigne
charlista, poeta, pensador
El cua¡to punto de vista 1o asocia Strowski a Pascal (es el que toda mi
vida de estudiante y lector he aceptado, debido por una parte a mi alumnado
de Pascal y por otra pade a mi entera ignorancia de Montaigne). Para éste,
hay doctrina y sistema en Montaigne, por más que ello no se muestre
explícito y en sentencia. La postura de Montaigne se resuelve en la duda
radical, 1a duda que hasta de sí misma duda. Dice Pascal:

Montaigne pone todo bajo Ia d.uda uniuersal; tal así, que la mkma duda
uniuersal queda en duda; o d.udando aún de esta última suposición, su incertezn
ttn,Jnct u ,t \l¡rtarEüt Jtnn n 'nuo

t:lra sabre sí misma en cír l0 perpúua y sín,reposol |p|níéndlse tgualmente a


1,,,,pte aseguran ,,|ue todo es nicierto com| a los que aseguran que n0 totlo lo es,
t t.ttp el trr ¡1¿irt nseyurar nada. E. en
"tta
duda do sí y cn csla ig 7rnncia
t,; \¿ ignlra, y 4ue il-llama nt fonna matriz, donde reside la esencín rJe su
i,pinión que no ha podido expresar medíante ningun término posítiuo . De este
liincipíi se dxprenden todis sus discursos y todos sus ensayos;y es la única
os(l Aue quier; estublecer, aunque no siempre haga uer su intenctón..

Traduzco este texto de Pascal del que trae Strowski, que 1o transcribe
eomo 1o edita Bédier en 1903.
Asi, tenemos linalmente un Montaigne filósofo gracias al bautizo de
I'a.cal. Peru, nos dice Strowski,,por qué mejor no consultar al mismo
lvlontaigne iobre todo esto? Y t¡áia de hacerlo;-y encuentra que todo 1o
lr.rterior puede tener lugar, pero que el punto de vista más adecuado se
toma cuándo todas las cualidades de artista y pensador de Montaigne se
perciben en el servicio de "un designio, una voluntad persistente", cuando
ie tiene ante todo en vista que "lá tarea que domina toda la historia de
Montaigne es 1a adquisición áe la tranquilidad de alma: la conquista de la
sabiduría".
Así, pues, tenemos a Montaigne como charlista, poeta, pensador, filósofo
I' sablo. Si distintas personas encuentran, leyéndolo, una u otra de estas
profesiones, será que se hacen ver leyéndolo Por 1o demáq siendo todas
por qué preocuparse
.,
'mpatibles no hay
dice D. Frame (una auloridad americana en nuestro hombreJ: "El mejor
libro sobre Montiigne fue escrito hace mucho tiempo por el mismo
l\4ontaigne". Y tamLién, como vimos, Strowski nos invita a saber de
l\4ontaigne por el simple método de leerlo.
Y levendolo, esto me ocurre: que no encuentro una interpretación de los
irrrsayoi que no tenga un buen soporte en éstos y que no pueda a la vez
r,.futarse con el mismo apoyo.
Esto además: que se-trata de una lectura fácil; no hay quien pueda
( r]contrarse limitaáo ni en cuanto al lenguaje, ni en cuanto al estilo, ni en
iuanto a la forma de exposición, ni en cuanto a los asuntos que se tratan
l n poco de información sobre la época y e) entorno de Montaigne y un
r'rinimo de escue)a primaria basta para leerlo sin tropiezos
Leyéndolq se muestra tan variado en asuntos y tan variado de ánimo y
,llisposición, que no veo quién, de proponérselo, no encuentre textos y hasta
Intraducción a Montaipe luan Rú'ün

en abundancia qúe acomoden a su humor o a su opinión. Hasta imagino a


Montaigne asintiendo impasible. ¿Cómo no, si los trata y airea é1 nTismo?
Comenzó a escribir sus Ensayos a los 38 o 39 años; y siguió en e1lo hasta
el término de sus días, a los 59 años. En un periodo de 20 años, uno puede
ir y volver de 1a Ceca a la Meca varias veces. Montaigne se propuso escribir
dia a día sus 'humores". Suenan ora como conlidencias espirituales, como
confesiones, como autobiografía, ora como fantasías que uno se quiere sacar
de la cabeza. Después, é1 mismo llega a considerar 1o que está esc¡ibiendo
como autorretrato, como peinture du moi. Muchas veces, leyéndolo, me
encuentro imaginando los autorret¡atos de Rembrandt. Como una referencia,
un apoyor una interpretación. ¿Quién, si no Rembrandt, nos legó para que
1a contempláramos con pavot aturdimiento, humillación, conmiscracrón y
Iágrtmas su peinture du moi?
Dice Montaigne en e1 prefacio a la primera edición de sus E ?sryus; con
la fecha 12 de junio de 1580:

Sí fuera rní intencíón lograr el t'auor del mundo, me atauiaría de adornos


prestatlos. Deseo aquí ser uísto como aparezco en mi genuino, simple y ordínarío
modo, sin estudio ní artifíciz. Sly yo mismo el que pinto. Mk d"et'ectos se
enutentran aquí para ser leídas a la [etra; y mk impert'ecciones y forma natural.
Ello, hasta donde la consíderación del públíco Io permite. Si hubiera uíuido en
esas nacíones que segun dicen uiuen todauía bajo la dube libenad de las leyes
prunitiuas de la naturaleza, os aseguro que sin uacilar me píntara entero y del
toda desnuda.

Ya no marcamos 1ímites a los autoffetratos y pueden ir al desnudo. Pero,


todavía 1o hacemos con las autobiografías. No esperamos ni deseamos que
el autor descienda de ia cintura; nos basta el busto. Pero Montaigne 1o hace
y defeca de 1o lindo ante nuestros ojos como e1más descarado de los crnicos.
¿Quién se at¡evería a elaborar en sus detalles más asquerosos la metáfora
"excogitar es defecar'7 Pues, Montaigne.
Strowski rechaza que se considere el retrato de Montaigne como "la
imagen vulgar y falsa de1 cadete gascón epicúreo y escéptico/ frívolo y
vanidoso como se imagina a Montaigne desde Balzac." Pe¡o no veo cómo. El
mismo Strowski que nos pide leer a Montaigne nos está prdiendo que nos
olvidemos de 1o que leímos. Montaigne es también todo eso que Strorvski
nos dice que no es. Todo eso y peor que eso según 10 mismo que cuenta y lo
htro¿ ..i,tt a lla ¡Ltig,ú- JI¿n Ru,tua

nismo que afírma. Pero, ¿de dónde nos viene quitarle escándalos a los
rrLrtorretratos? ¿Dónde vamos a encontrar autorretratos sin escándalo? Vean:
Alguien que éi conoce, adversario hugonote y en la ocasión condotiero
(o quizás señor que anda ajustando cuentas entre aborrecidos papistas,
porque no hay manera de estar seguros) entra solo en el castillo de Montaigne
simulando desamparo y pidiendo protección. La verdad es que sus hombres,
unos treinta a caballo y armadoq aguardan escondidos. Montaigne conoce
todos los visos del sujeto. Sabe también de la celada. El nos cuenta. Nos
rlice cómo simula angelical descuido. Momentos después, toda la caballería
cstá en el patio, lista para pasar a cuchillo, s¿quear y purgar la región de
católicos indeseables. Pero nuestro condotiero maravillado de la serenidad
y sonrisas de nuestro gascón, ordena la retirada. ¿Qué rasgo es éste en el
rctrato que se nos ofrece? La anécdota es referida por Montaigne. A nosotros
nos corresponde la contemplación. Es algo que vale igual, parejo y siempre
con los autorretratos. ¿Va a venir nadie, ni el mismo Montaigne, a instruirnos
sobre lo que debemos ver? Como no sea que se trate de cualquier cosa,
nrcnos un autoffet¡ato.
O -cosa grande en este asunto- cuando leemos lo que nos dice Montaigne
sobre su profesión religiosa y comparamos tales discursos con el resto en
cxpresión de ideas, elaboración de juicios, reiatos de experiencias y
acontecimientoq una cosa y las otras entran con paso igual en el autorretrato.
i'ero no hay (o con frecuencia no hay) manera de conciliar una cosa con las
otras, la profesión de catolicismo con el resto. Todo lo contrario: por los
,,lementos de reflexión, filosofía, por sus discursos y conclusiones, por sus
irutores y sus temas, uno tendría que asombrarse de esa declaración de fe
Latólica. Pero está ahí; está en el autorretrato tal como están los otros
t'lementos.
Dejarlo como está, eso es, esencialmente, leer; o, siguiendo la metáfora,
'.o es contemplar el retrato.
¿Que Montaigne no ha sido jamás católico? Pero, si é1 mismo dice que lo
rs. ¿Que no puede serlo por otras cosas que también dice? Eso puede ser así
para quien 1o lee y en tal caso no queda más que dejarlo así. No vamos a
sacarle un ojo a un autorretrato porque tenga tres. Si tiene tres es cosa suya,
por 1o demás típica de autorretrato.
¿Que hay muchas maneras de mirar un autorretrato? Sí, las hay. Pero, no
confundirlas como si fueran todo el autorretrato. En el autorretrato de
Montaigne hay una figura muy compleja: profunda casi siempre, superffcial
ltúratltlccio,t t1Molttdip? Iiuü Rtrd a

casi siempre. La figura cie un hombre perezosq desordenado, descuidado,


paradojal; penetrante, comodón, débil, pedante; egoísta, miedoso,
hipocondriaco, gruñón; dcspclado, curioso, brillante; simpático, mujericgo,
vividor; avaro, inseguro, cobardc;improvisado¡ meticulosq retóricq falacioso;
valiente, mañoso, inhibido, ástuto; directo, brutal, basto, cortesano, ingenuo,
maquiavé1ico; sensiblc, compasivo, generoso; jugador, burlador; apático,
ambiciosq sincero y yo no sé cuanto más quc no cuesta nada ir anotando
día a día, ensayo con ensayo, hasta terminar los 107 que escribió en los
últimos veinte años de su vida. Así fue haciendo su retrato, brochada a
pincelada según el azar de su riquís.rma expcriencia y sus personales
"humores". Uno puede arrebatar de este abigarrado cuadro lo que mejor 1e
parezca; adobarlo, interpretarlo, proyectarlo según 1e acomode. Claro está,
lo que de ninguna manera ptlede pretender -y claro está también que asi se
pretende siempre- es que con su agarrón se apoderó de Montaigne entero,
de todo el hombre que se nos p¡esenta en los Ensayos -y que está allí, como
nos dice él mismq con sus defectos, imperfecciones y genuino y ordinario
modo, para ser 1eído a la letra.

¿Cómo procede, por ejemplo, M. Frame? Tomo sus palabras:

El mejor libro sobre Montaigne t'ue escnta hace mucho por Montaígne mismo.
En él aduierte a los míles que todauía hablamas de él tener cuídado. Nos dice:
"De buenas ganas uoluería del otro munda a desmentir a cualquient que me
represente dístinto de mí, aunque me honre."

Y a reglón seguido, escribe este autor que para Montaigne

... ser conocido t'ue la esencia de Ia uida;


ser malentendido una especie de muerte.

He aquí a un autor haciendo justo 1o que acaba de decir que no debe


hacerse, haciéndonos creer que Montaigne ha dicho algo que sólo a Frame
se le ocu¡re decir

Dice también:

... aunque nos contó mucho, dejó de hecho más para que Io adíuinemos.

10
I traduc.ió aMo taige Juan Rillana

O sea, para que nos expongamos a su enojo de ultratumba, más todavía


r Lrando él mismo nos dice que no tiene más que decir que 1o que di1o. Una
L allector comiencen a venirle pensamientos leyendo a Montaigne;
osa es que
eosa muy distinta pretender que estos pensamientos son de Montaigne, sólo
.1ue no los dijo.

Pierre Villey es otra de las más altas autoridades sobre Montaigne. Leo
Los Ensayos de Michel de Montaigne. Pero, sobre el asunto que me importa
ruquí acerca del autorretrato y su contemplación, sigo sin suerte. Cuando en
trna carta a una dama expresa Montaigne un juicio sobre sus propios Eruayos
tliciendo que son "de un humor melancólico", comenta Villey: "No le creo
t'n absoluto'. Y cuando nuestro gascón hace su apología del suicidiq Villey
dice que Montaigne sólo dice io que dijo Séneca. No es Montaigne
'ios
,luien habla, es Séneca. Todavia más: considerando al Montaigne de los
/lnsayos estoicos, escribe Villey:

Si tal es uerdaderamenfe la maral que Montaigne enseña haaa 1572, un


problema psicológíco se nos impone. ¿Cómo conaliar lo que sabemos de su
naturaleza cln semejante culto del est'ueno moral?

¿De dónde viene este "problema psicológico", esta urgencia de conciliar?


No de Montaigne. Insistamos: si mirando un autorretrato nos nace una
turgencia de conciliar sus rasgosr ya no estamos en actitud contemplativa;
cstamos de intrusos y probablemente de impertinentes.

Y esto todavía: "la moral que Montaigne enseña hacia 15 72 ". Guiándome
por los Insayos, en ninguna parte encuentro que Montaigne enseñe nada.
Hay consejos suyos sobre la educación de los hi.¡os de la aristocracia y también
pasajes que se prestan a acuñar sentencias; pero resulta diffcil indicar qué se
('nseña en los Ensayos que allí mismo no se desenseñe. "La moral que
Montaigne enseña hacia 1572", si, suena con cierto sentidg porque deja
abierta la cuestión sobre la moral que enseña hacia... ¿cuándo?

Espíritu ciertamente genial, siempre charlando de cosas que interesan,


siempre tratándolas como al pasar porque no es para tanto/ va y viene con
srls autores queridos sin soltarlos ni por nada. Haciendo maravillas de 1o
pequeño, ironías de 1o grande.Tiene su manera de tratar las cosaq los hombres,

11
Intraduccio a Monta! ¿ luan Rtvano

que_nos deja pensando, sonriendo. Tiene su idiosrncrasia imponderable. Su


modo peculiar de resonar Como un Stradivarius. Su lectura nos ennoblece
resonando. No siempre. pero casi siempre.

t2
Introducaón a
Montaigne

Jur.N RrvnNo
ENsnyos, I, 4.
... el t'ilósofo Bión, graciosamente, dijo del rey que en su pena se arrancaba
1,,' Ltúellos: "¿Piensa este hombre que la caluície cura el pesar?" ¿Quién no uio
ltqdores morder los dados y las cartas al perder su dinero? lerles hizo azotar
,l nary escribió un desafio al Monte Athos; Aro empleó un ejércíto por días
r t')Nándose del río Gyndas por el susto que le dio al mtzarlo;y Calígula hlzo
,l, tnoler un hermoso palacio por los placeres que en él dísfrutó su mad,re.

lil pequeño llora a gritos porque se golpeó la frente contra el canto de la


',illl. iGolpéese inmediatamente la silla...l ¡Golpéesela, insúlteselal El
1',r1uerio callará en el acto. Está vengado. No falla nunca. Por 1o menos,
rrrrrca de 1as numerosas veces que lo he ensayado con numerosos pequeños
v sin que me hubieran llegado todavía noticias de Piaget. Son animistas
Lrrrtos. Acaso, Jerjes y Ciro no natos. Por lo menos, no se ha visto nunca a un
riño azotando un río o insultando una montaña.
Los ríos, las fuentes, bosques, océanos son dioses para 1os antiguos. La
\/irgen de Andacollo también para los mineros del norte. ¡Ay del que toque
,r ll Virgen del San Cristóball Ciro, descargando su ira contra ese río que 1o
;rsustó no equivoca el objeto. Los objetos del animismo son tan objetos
\r\ os como suyos los del positivismo.
¿Y ese rey que se arranca los cabeilos? Busca herir la cabeza, sola culpable
,lL' su frustración. Ei que se golpea el pecho clamando ¡mea culpa1 goipea
lriLrn, sólo que poco.
Mucha gente descarga su ira de un modo peculiag pero que no es errado.
Lutero 1e daba a la pared con el tinterq cierto; pero cierto también que é1
trltaba de darle al demonio. En la cultura de Lutero, ¿qué otro objeto puede
l('ncr su ira que el demonro? ¿Hay otro objeto de la ira de Jerjes más
l¡r opiado que el Bósforo? Y en psicología popular, ¿dónde está el responsable
,l,.' nuestra insensatez si no en la cabeza?
llay ira que se descarga deliberadamente en el aire, como la de esos
,rtli'tas y deportistas que vemos competir y que, sea que acierten o fallen,
,1,,ipean el aire con los puños, hacen aspavientos e insultan literal y
( ()nsci€ntemente a nadie. He leído que proceden así por prescripción de sus
, ntrenadores.

¿Y esas trompadas y denuestos que soltamos cuando el acto nos falla,


\('l qúe no alcancemos e1 ascenso¡ resbalemos sobre la nieve o tropecemos

t5
Irún¿ucció a Mo tailne Juan Rit'ana

en la acera? Allí estamos también nosot¡os de animistas. Só1o que esta vez,
sin respaldo cultural como Jerjes o Lutero, todos nos van a tomar por
estúpidos.
Hay también en enormes cantidades ira que se descarga no en su objeto
sino en otro. En el cine, vemos personajes airados que lanzan obletos a las
paredes para evitar dar con ellos en la cabeza a la persona que corresponde.
A 1o que debemos agregar la ira quc sc descarga no en paredes sino en otras
personas. Muy preferible lo primero a 1o segundo.
El teniente airado con el capitán no desconoce el obleto de su ira; pero
no puede alcanzarlo y no le queda más que descargarse con el brigadier
¿No hay aquí como un principio dinámico con el que se pueden mover
máquinas? El principio de la transmisión de la ira. Un pueblo está impedido
de vengar su frustración en los grupos que lo explotan. Los demagogos
efectúan la t¡ansmisión de su i¡a volcándola en la masacre de minorias o en
1a guerra abierta. Parece operación fáci1, casi mecánica.

ENs¡vos, I, 9.

... Si, como la uerdad, tuuíera la t'akedad sólo una cara, nr¡s encontraríamos
en mejores condíciones; plrque n0 tendríamos más que tener por cierto lo
contrario de lo que díce el mentiroso. Pero, el reuerso de Ia uerdad tiene cíen mil
formas y una extensíón indet'ínida, sin límites. Hacían los pitagóricos del bien
alga cierto y ftnito;y del mal, lo ínfütito e incierro. Hay mil módos de errar el
blanco; sólo uno de acertar

Considérese la inteligencia animal. Montaigne la analiza y exalta en


excelentes discursos. La gaceia desaparece en una encrucijada en que
desembocan cinco rutas. El tigre que olfatea siguiéndola se encuentra ante
cuatro mentiras y una verdad. Si tiene suerte, puede acertar con 1a ruta
apropiada a la primera, a 1a segunda; pero a la tercera, la sue¡te cambió de
manos. Si se obtuviera sin más lo verdadero a partir de lo falsq parece que
se acabarían 1as gacelas; y a poco andar los tigres.
Considérese un ejército que só1o puede desembarcar en uno de cuatro
puertos. Si se establece que no lo hará en el puerto A, parece claro que 1o
hará en B, C o D; algo que no tiene nada de indeterminado mientras haya
presupuesto para afrontar ias tres alternativas.

16
l húltftñ a Mnrtatl e lud Rir)a o

lclez del mundo: el año desempeñó su parte y n0 clnoce más arte que empezar
,tra uez. Siempre será lo mísma...
No estoy díspue*a a crpar para ti ninguna recreación nueua.
"Da lugar a otros coml otras te díeron a ti. La igualdad es el alma de la
,',yidad.
¿Quién puede quejdrse de ser incluidl en el desnno en que todos lo están?
tllemás, uiue todo lo largo que puedas; con ello no uas a acortar el tiempo en
tl¡tt! I)as d estar muerfo. No tíene propósíto: oas a estar por t6nto tiemp7 en la
,,ndícíón que tanto temes como si hubieras muerta en pañales...
"¿No danza todo el mundo en el mismo alboroto que tú7 Si ir acompañado
h, h.ace más pasable y t'áal todo el mundo ua por el mísmo camina. Miles de
It,mbres, miles de animales, miles de otras creaturas mueren aI mismo tíempo
,ytt tú...
¿Por qué temes el últímo día? No contribuye más que los restantes d tu
,lisolución. EI último paso del fatigasl caminl no es la causa de tu extenuacíón;
no hace más que sellarla.
Todas los días uiajan haaa Ia muerfe. El úlnmo es el que llega".
Estas son las buenas lecciones de nuestra madre naturaleza.

No hay razonamientos más claros, simples y aplastantes que los que se


( orstruyen con la cantidad; ni discurso más inestable, angustioso y
, lrrudicante que el que busca resolver la vida en las obviedades de 1a cantidad.
En el texto que citamos se muestra. Por ejemplq las generaciones de los
sr'res vivientes y elprincipio de conservación de 1a materia y constancia del
('sl)acio. No pueden entrar en el mundo las generaciones nuevas sin que
las viejas. Pero nadie hay que quiera i¡se. ¿Dónde, pues, está el sentido
'l1gan
, omún? ¿Quién dijo que es la cosa mejor distribuida de1 mundo? Hágase la

¡,r.rrcba: Se cruza uno en la calle con personas que no quieren m por nada
llcnde¡ a "1as buenas lecciones de nuestra madre naturaleza'. Está a la vista
,lrrc debieran l1evar muertas ya años de años. Basta que lo consulten con el
.spejo. Pero nq no quieren salir Atochan el mundo de decrepitud y fealdad;
lr( ro no hay modo de sacarlos.
Otra aplicación: 1a proporción de las cantidades. Nuestra vida, la de cada
llena un trazo en la línea del tíempo que se prolonga po¡ deiante
'nclividuo,
sn que haya término a la vista. ¿Qué duda cabe? Comparado con el tiempo
¡ror r,enir, el de nuestra vida es como un cero. Pero no hay quién cambie su
\ !,r¡ por todo el infinito.

19
lnrraduccion a Monratgne - luan Rwano

¿Y de la proporción en que mi muerte se encuentra con el número de


muertes de cada minuto? También es como un cero. Etcétera, etcétera...
Con_ ese otro agregador entre de ingeniería, lógica y economia que no
_
hay blOlogo que no acepte en nuestro tiempo y que nós muestra con frías
evidencias que la muerte ent¡a en la estructura de la vida, que no se puede
estar viviendo sin a la vez estar muriendq que vida y m;erte van juntas
como luz y sombra, que la vida sin la muerte -la vida eterna- sería como una
curva que un geómetra se ingenió para que quedara cóncava por dentro sin
ser convexa por fuera. ¡Por llamarlo geómetral

ENs¡vos, I, 21.
... EI mercader enriquece con la uanidad delos jóuenes; el agricultor, con Ia
carestía del trigo; el arquiteao, con la ruina de los edificios;Ios abogados y
juri*as, con los juicíos y disputas de los lnmbres; incluso, el honor y el óftcío ie
los predicadores deriua de nuestros uicils y nucstra muerte.

Otra vez de tratos con doña Cantidad. Lo que se pone en un lugar se


saca de otro. Lo que ocurre ahora con nosotros tiene timbién que ver con
angustias, pero no tales que no podamos tolerarlas. ¿Que lo que La venido a
mis manos ha salido de otras? ¡l,videntel Estas cosas nó es necesa¡io
verificarlas. Además, también algo ha salido de mis manos. Alguien deseaba
algo_que yo tenía y 1o tomó para sí dándome el precio. ¿Queira alcohol 1o
que le dí, que era trigo escasg que era un ataúd, una extremi unción? Cuando
las naciones.se hacen guerra, los fab¡icantes de armas están de plácemes.
Que no queden dudas, se enriquecen con la muerte de miles de hómbres, la
ruina de sus haciendas y ciudades. Si los hombres son tan idiotas como para
correr a_matarse entre sí, ¿qué hay de absurdo en suplirlos de armas por
buena plata?
¿Van a decirme que si el trigo escasea no debo subirle el precio? Mi
m¿dre naturaleza se reiría. "Ah, hombre, hombre, ¿cuándo te plegas por fin
a los pnncipios de la cantidad?, ¿Vas a permitir que te brote; ho;goi en la
concienciaT"
Durante la Guerra del Golfo se destruyó casi enteramente 1a
infraestructura militar de Irak. Era una potencia que amenazaba la estabilidad
del Medio Oriente. Al día siguiente, las mismas potencias militares que la

20
Inttuáucct¡it d Mo túig e. J an Rú)a o

,1,\lr(iyeron hacían cola para ganar los cont¡atos para reconstruirla y


r, .trrl¡lrcer la amenaza.

ENs,qvos, l, 22.
. Hay padres que consideran buena marca de hombría oír a sus hijos decir
..

,,1,t,ttútlarles o uerlos domínar a un pobre campesino o un seruidor que no se


ttrü1e a responder; y es para el[os un signo de agudeza uerlos engañar y hacer
tttt rpas d sus clmpañeros, con maliaa y perfídía. Estas son las uerdaderas
t,tit rs rle la crueldad, la üranía y Ia traiaón, injertas de tempranl, que brotan
¡ tú)rosatnente y alcaraan gran abura cultiuadas por la costumbre.

Montaigne considera que es por su educación que pudo sobrevivir los


,l, stlrdenes, vicios y corrupción de su vida joven. Pero, también, da a ver
r,,¡ri'tidamente que la conmiseración y la piedad no se la inculcaron, sino
¡lu(, vino al mundo vestido en esas gracias. Sabemos mucho a estas alturas
,,'lrrc depravación y crueldad. Generaciones y generaciones de líderes en
,str'siglo nuestro fueron personas criadas en la disciplina y la moderación.
Asi y todo, muchos a la hora de 1a acción mostraron gran crueldad, asesrnaron,
lr,rrnbrearon, masacraron, torturaron y encarcelaron a los seres humanos
¡r,rr millones. No tenemos noticias de que hayan sido inducidos de niños en
1,, ,:rueldad; pero la cometieron con afán tan insaciable y en ta1 escala que

¡rrrr comparación toda la crueldad restante es poca cosa.

ENs,cyos, I, 22.
Hay pueblos donde sólo se permite hablar al rE por un nbo. . . Donde las
. . .
rirgenes exhiben sus partes pudendas y las casadas las cubren... Donde hay
lntrdeles de hombres para mujeres... Donde después de comer se resftiegan los
,ltdos en los muslos, la entrepiema o la planta de los pies... Donde lamentan la
n tuerte de los niños y fe*ejan la de los uiejos. . . Donde hombres y mujeres duetmen
,lu diez a doce en una misma cama... Donde se despreaa tanto a las mujeres
,y.re se las mata al nacer y se c7mPrdn esplsas en lugares uecinos... Donde
h ieruen a los muertos y forman con Ia came una pulpa que beben mezclada con

21
Itttrcducciót¡ d Ma taip? lua Rü'd o

uín0... Donde Ia más codiciada sepuhura es el estómago de los perras o los


pájaros... Dande los sacerdotes se affancan los njos para familiarizarse con los
rlemoní0s... Donde cuando el rqt escupe las damas extienden las manos como
escupideras... Donde al soldado que presenta siete cabezas de enemigos al rE
se le hace nob[e... Donde creen que el alma es mortal... Donde las mujeres
orinnn de pie y los hombres en cuclillas... Donde circuncidan a las mujeres...
Donde matan los piojos can los díentes y síenten asco de uer hacerlo con las
uñas... Donde sólo se cofian las uñas de La derecha, dejando de adama las de
la ízquierrla... Donde un hombre puede fecundar a su madre y un padre ,.rsar a
sus hijas e hijos sin escándala-.. Donde se come came humana... Donde se
considera piadoso al híjo que a cierta eda¿ mat6 d su padre... Donde los esposos
uiejos prectan sus mujeres a los hombres jÁuenes...
Para concluir, en mi opinión no existe qué no pueda hacer la costumbre; de
modo que tíene mw buena razón Píndaro anando la llama emperatnz del
mund.o.

. Hume llegó a decir que la costumbre impera incluso allí donde nosotros
consideraríamos que impera la lógica, que si abrimos la puerta, el paraguas
o el abanico y estamos seguros de tales operaciones no es más que por el
acostumbramiento que 1o estamos y que no hay nada de imposible en que
ni la puerta ni el paraguas ni el abanico se abran. Más argüible parece el
punto todavía cuando se trata no ya de abrir la puerta sino de adobar la carne,
cubrirnos el cuerpo o enteffar a nuestros mueftos Como no hay relación formal
o iógica en estas cosag se pueden ejecutar de muchas maneras. Claro está, hay
comunidades que incineran a sus mueftos Y las hubo que se los comian.
La llamada "literatu¡a disolvente" desune lo que estando unido só1o por
la costumbre tiene pretensiones de un vínculo más profundo. Y mucha
violencia y crimen que refiere la historia se originó en la náusea y el repudio
que produce en 1as sociedades ver separado, atomizado o disuelto 1o que
sus costumbres suponenjunto (o, al revég unido 1o que se estima por siempre
separado). La guerra entre esos países de enanos que Gulliver visita se debía
a que unos pretendian que los huevos pasados se parten por la punta aguda
mientras que los adversarios, de acuerdo a principios inconmutabies, los
partían por el extremo romo. Y como se entiende que Swift satirizaba con
sus guerras entre Liliput y Blefuscu las de su tiempo entre Inglaterra y Francia,
algo tendría que ver elhuevo de las disputas con 1as diferencias ent¡e cató1icos
y protestantes sobre si un cáliz o si dos, sobre si la presencia de Cristo en las

22
I troducció a Mo taitue . han Ríuano

,1, sustancias era real o simbólica y otras diferencias igual de espantables.


's
rccuerdo que lo diga Swift, pero no cuesta imaginar que si alguien en
N( )
I rlrput parte el huevo por el extremo que no es el acostumbrado no se va a
L r)( ontrar en el país quien lo tolere en el estómago.

Ilrr proezas así se persigue a muerte a los críticos disolventes, destructivos


i , st,ncialmente pefl/ersos. En tiempo de la dictadura milita¡ no se admitía
.rsr'ñar en las escuelas una pizca de Hume.

ENs,cyos, I, 24.
... en cuantl a los filósot'os, gente aparlada de los asuntos públicls, han sido
, t! nds ueces desprecíados por los cómicos de su tíempo. Sus opiniones y actitudes
I
¡, rrrcen ridíanlas a los demas. ¿Queréis hacerlos jueces en los tnbunales? Están
I'n,stas e inmediatamente comienzan par examina.r si hay uida, si hay
uttnimiento, si el hombre es distinto del buey; qué es la acción y qué el
¡,, rt{tcimiento; qué son la ley, la ju*icía, los animales...
... Se dice que Arquímedes, siendo molestado en sus trabajos de contemplaaón
t, rt querido de que pusiera algo de su habil¡dad en la det'ensa de Siracusa,
iumediatamente leuantó temíbles y prodigiosas máquinas con et'ectos
tt)rfrendentes. El mismo, sin embargo, desdeñaba todo esto como mera mecánica
.¡ttt uiolaba la dignídad de su cipncia...

El Diccionario -como suele ocurrir con los dicciona¡ios- trae en segundo


lrrgar (y gracias que la trae) la acepción para "pedante" que debiera ocupar
,,1 primero, porque es la originaria. "Pedante" deriva del griego "paidós", que
siuifica niño, y se dice del maestro que enseñaba letras a los niños yendo a
, rsa. No cuesta imaginar el contraste entre la dicción de este pedante llena
,lt.griego y latín y el habla de la demás gente; ni menos cuesta concebir la
,,xtensión del término a las personas que hablaban así en tertulias y
sobremesa, ni, finalmente, a todos los que "por ridículo engreimiento se
\ omplacen en hacer vano alarde de erudición, ténganla o no en realidad",
, r,mo dice en primera acepción el Diccionario.
No estoy seguro de si todo 1o anterior no sea más que pedantería. Porque en
nredios como el nuestro no son pocos los que necesitan que les aclaren las
lrirlabras; y, por tantq es apreciable el beneficio que lograria una dedicación asi.
Y hablando de nuestro medio, pienso que también vale 1a distinción que

23
Intrcd cció¡ a Montaíg e htarr Rüú o

Montaigne hace aquí entre los filósofos de la pedantería y los otros. Nosotros
casi únicamente tenemos de los primeros. Hablan de] Ser, el Devenir y
el
Curdado:.del devenir del Ser, el ser del Devenir y el cuidado del Cuidádo.
De la Nada tambien, Io que les viene mejor; y de linada de la Nada. Supongo
que sus señoras esposas más de una vez se preguntarán:
¿Cómo obtiene esie
hombre un sueldo de la nada?
De ia segunda especie de filósofos dice Montaigne (aunque andando el
tiempo se va a exp¡esar de otra maneral que sl se deáican a la contemplación
no es porque no sean capaces de a. tuar sino porque lo juzgan cosa inferior
a sus medilariones o porque no hay vacante. sino que toáo está lleno
de
medioc¡es que hacen cosas de mediocres.
Sea..omo sea, aqui hay una separación y una evaluación entre lo
espe.ulalivo_ y lo prá.tico, entre la actividad instrumenral o récnica y la
actividad teórica. A un reórico de esra profesion cabría pregunrarle si iree
que son posibles sus lucubraciones, digimos, sin un ser.Lch"o. y no porque
sinserrucho,no tenga techo bajo que Jbergarse, sino porque sin ob.u.o.no
ra 0r sérfucno queda muy poco para pensaf.
Uno piensa en el aserrin y en la reducción de la materia en términos de
aserrín. Pero, ¿como podría hacerlo sin el serrucho? O piénsese en las
ideas
que amueblan 1a mente, en 1as impresiones sobre la tabula rasa de la merrte,
en las largas cadenas de razoncs,_las reducciones a un principio común, ei
anilisis.de Ias cosa\ compleias, Ia confuslón, la clarid'ad, la'áisrinción, Ia
resolución, el fundamenro... ¡Cómo podría pensarsc todo esto sin una
referencia y un apoyo en las tecnicas que.ha inventado el hombre práctico?
¿Fijar algo. en la mente, grabarlo allí údeleble? Nada como tn tint', .trn, y
el pergamlno para estas cosas.

ENsnyos, I, 25.
. . El entendimiento crece en luces en la conuersación;
.
sin ésta , nos encnntramls
comprimidIs y atestados; nuestra uisión no ua mas ;lla de;uestras n6rices...
Cuando las uides de mi aldea se congelan con la escarcha, el cura piensa que la
ira de Dios se desató sobre la raza h1nana... AI que le cae el graiizrlr;;r;;
que todo el hemrsfeno es,sacud,ido por ld tlrmpnta. Com0 u, nTin,to ,oboyoii,
que decía que sí el.simp.le ése del rey de Francía hubiera manejado
debidamente
las casas habna llegado en su tiempo a camarero de su señor, el duque.

24
I trc¿ucdó a Ma.¿taigne - lualt Rfu¡1to

I'JrrrL ¡ 1o olvido y estoy viéndoio mientras escribo estas líneas después


,l'I rrrlos, tantos años. Era un compañero de mis tiempos de liceo nocturno.
\ 1,, r' ontré con él en un bus. Parecía no creer que yo estuviera vivo todavía.
r

',' .r( ( r-( ó, conversamos. El hablO casi todo el tiempo. De sus éxitos
',,rr, r,. iules. Era vendedor de camisas. Se instalaba los ffnes de semana en
l,r¡' rr, s concurridos. También, a la salida de los obreros en las fábricas. Le
,1,., ,'rry l¡ien. Se había casado con una linda mujer Criaba sus hijos. "¿Y
trr nrr' preguntó por fin condescendiente, "¿Qué hacesT ¿Te va bien?
\', ¡,lcs camisas?"
( )trir historia vale aquí, que me contaron hace tiempo, de un grave
r, .rt l,'nrico experto en asuntos de nuestra historia patria. Cuando pudo viajar
r I ru o¡ra, alguien 1o encontró caminando, no recuerdo si por un parque de
i ,, r.v¡ o Ginebra. Iba de mal talante y asombrado de no encontrar en los
l,r,'rr, s públicos un busto siquiera de Bernardo O'Higgins.
Lrr historia de mi amigo vendedor de camisas, ilustra a mi parecer lo que
,1 , , l\{untaigne sobre la iluminación del entendimiento con la conversación
, i,.,r r,r. Supongamos que yo a mi vez me hubiera dedicado a vender calcetines.
Nr, (ucsta nada imaginar mis reflexiones. "¡Vayal Este amigo está tan
,r¡,lieado en su negocio de camisas que no ve otra cosa/ como si el mundo
'
Ir,.rr una enorme camisería. ¿Y qué me ocurre a mí? Hasta ahora, por 1o
IIt ltos, l1o me ha parecido que haya en el mundo otra cosa que calcetines.
r(.)rt cstrechez la suya, qué estrechez la míal Y parece evidente: si no me
lrul,rr'r¿ encontrado con él y escuchado por un rato de sus camisas podría
',,.rtrir Dios sabe hasta dónde con mis calcetines. Y estando en esto, ¿cómo
,,,tlrii conformado el mundo de toda esta gente que viaja conmigo en el
I'rrs'Si ése que va al frente es, como parece, agente de pompas funebres
, Ltu¡ más verá en el mundo que ataúdes?
¿No habrá un proverbio para tanta obviedad?
I'cro hay formas de alcanzar buenos resultados por uno mismq sin tener
L (
I conversar Por ejemplo, hay piedras en el camino al pasar; un poco más
,rllri, subimos a un cerro y desde 1o alto ya no se ve más que un camino liso;
rr( ) sc ve ni la sombra de una piedra. Una experiencia que se puede comparar
,,,n la de nuestro académico historiador: viaja a Europa y 1os gigantes de1
l,lsrdo entre los que consume su energía y su talento desaparecen. Así les
lrr ocurrido a los miles y miles de compatriotas que huyendo del dictador
l'inochet y su régimen de terror llegaron a los grandes centros industriales,
iinancieros, culturales del mundo. Iban a conversar con alguien que

25
Introduccíó a Montai{ne , luan Riuano

preguntaba: "¿De dó¡de dice que viene?


¿De Chile? ¿y dónde queda eso?
,¡puihitasl
¿En BuenosAires?" Con lo cual no demoraban en e*climar, ¡La
camiseria en Ia que estaba metidoi
Claro está, la expresión "no ver más aliá de las narices" es relativa. No es
1o mismo no ver más allá de las narices en Santiago que en Washington, por
mucho que sea 1o mismo. Seguro que 1o primerJque hace un mleábrá del
Departamento de-Estado después de sudar la gota gorda por llegar al Cielo,
"
es pedir a San Pedro que le traiga una Coca Cola.

. Otrosí y a propósito de las inconsistencias tan propias y justas cuando


de autorretrato se tral.a: Montaigne que busca el aislaÁienio'en su lamosa
torre para dedicarse a escribir sus "humores' tendría que cuidarse de algo
así, el encierro provinciano. ¿Quien dice que tal torment, .o-o ju
representada por e1 pirronismo en el siglo XVI no sea más que esa escarcha
que le echó a perder las frutillas a mi vecino?

ENsnyos, I, 25.
Anaxímenes en una c6.rta a Pitágoras: "¿Con qué propósito", le dice,
"preoatpa'rme del suruo de las estrellai tenientlo a mii puirtás la muerte y la
,Porque el rey dt Persía en esos días prepaiaba Ia inuasíón di su
esclauitud?"
pak Así, todas debieran dear: "Asaltado cono say por la auaricia,la ambición,
[a tenendad..[a supcrstición. y leníendo dentró untos otros enemigos de la
uida, ¿uoy a deuanarme los sesos sobre las eur¡luciones dcl cielo?

Hay unos versos de Horacio, que Montaigne cita también aquí, que se
pueden comentar así: El idiota, para evitar todo riesgo, esperó que el río
pasar¿/ antes de cruzarlo. Se puede deci¡ también queii se empieza por las
estrellas no se termina nunca de llegar. O que tratando d'. pon., un
fundamento firme no queda más que subir a lai est¡ellas. Subir, subir.. con
la esperanza de alguna vez bajar y poner todo en claro, hasra la avaritia, la
ambición, la temeridad y la supersrición que nos rodean sjn rregua.
Algunos toman tanta distancia para dar un salto que antes de recorrerla
caen exhaustos; otros retroceden más, hasta caer en el ábismo que hay detrás.
Hay muchos en el país que merecen el tirón de orejas de Anaximenes:
ocupados en averiguar que sea en sí y por sí la leche miintras los persas ios
ordeñan que es un gusto.

26
l troducció a Montaigne Juan Ri:|l¡,'l1o

ENs,tyos, I, 25.
,l¡trtad las espinosas
sutilezas de Ia dialéctica; son exageracíunes, cosas
t,, tr ) \íruen para enmendamos.Tomad
las discursos filosóficos llnnos, aprended
t , l, t.ir rtctamente y entonces aplícadlos rectamente; son más t'ácíles de entender
.¡'r, trtt,tunto de Bacaccio; un niño en su int'ancia es más capaz de aprendeias
y,, ,1,' [rer y escríbír La filosofía tíene díscursos para la int'anna tantl como
¡,r',r l,t uejez...
Añstóteles no se prelcupó tanto de agobiar a su gran alumno con las
tr , r, r t rli
silogrsmo o los elementos de Ia gelmetría como de infundir en élbuenos
1 t,, t¡los sobre el ualol la magnanimidad, Ia temperanaa, la brauura y el
,1,'¡'tttio del temlr;! cln esta muniaón lo enuió, niño todauía, con no más de
rt, utnt nil hombres, cuatro mil caballos y cuarenta y dos mil coronas a su\rugar

S,,n cclebradas con justicia las páginas que Montaigne dedicó a la


,,lrrt¡ción. No tiene más modelo que sí mismo ni más propósito que la
1," rrrrrción del gentilhombre; pero hay mucha profundidad, amplitud y valor
t, ,r, ologico, moral y social en sus proyectos. Algunos son en nuestÍo tiempo
,'l,vir'dades: libre iniciativa, experimentación, juicio propio, antiesco-
J.r',t icismo, sentido común.

No vamos a exagerar trayendo de Montaigne las bases de la pedagogia


,1, I Jcsarrollo; pero tampoco podemos desconocer que hay penetración en
Lr irlca de que "la filosofía tiene discursos propios para la infancia, tanto
,, para la ancianidad". El cerebro -nos enseñan- está enteramente formado
'rrro
.r ll cdad de siete años. Ya entonceq el pequeño puede tener y tiene en
, licto una honda percepción de sí y de los otros. ¡Cuánta filosoffa no cabe
r lL ntro de un marco asíl Más todavía, que importa no olvidar: a esa edad el

rrro se hace preguntas que no sabe responder Las mismas que se hace el
,rntiano y que tampoco sabe responder
Montaigne es un hombre del siglo XVI; escribe de forma muy personal;
, scribe desde sí mismo y las numerosísimas veces en que escribe a partir de
,,lros nunca deja de hacerlo tal como si fuera desde sí mismo, Así de dotado
,'staba. Comenzó a escribir sus ensayos a los 38 años, alrededor de 1572, y
, stuvo aplicado a ello hasta el fin de sus días. La versión última fue póstuma.
Los concibió como autoffetrato. Con tantos años como dedicó a esta empresa,
nre ocurre pensar en los autorretratos de Rembrandt. ¡Cómo difieren

27
I toA cció a Montaigne l10n Rivana

sucediéndose €n ei tiempol ¡y cómo son siempre el mismo Rembrandtl


rero uno ve aKembrandt con los ojos; lo ve íntimamente. Montaigne
se nos
presenta
_también muy en 1o íntimo; pero no lo u..or-.on"i^or-Iio,
"r.;t*"d,,
.o.no
no nos mira abieitamente.orno no, Áir,
::,Tf l"\Tillldq
que lo.hace revelándose hasta el punto a.
de pudor, autoconsciencia y u.rgii.nrr. y "rrtu.nor,'uilrrlrü
."¡ri."
J;;i;á;j;l;;;;;;''
. 5e me ocurre decir todo esto leyendo este pasaje á. üontnign. robr.
r uuLd(rul, de
educación. uq.fl¡cJanoro.
Alejandro. Me tvle advieíq ;'*;;;;;1;..r",
a¡vierto, ieyenJoi;,
leyendojo, aqui como en numefosos
n"Tore es del siglo XVI. Un gascón de buen vivir, comedor,
lTlJ::.
mulerego, ", tugador;gen tilhombre, también; racionalista,
humanista, larinista,
del Renacimiento F¡un.ér. O"r."ndiÉnt. J.-.o_...irnt.r,
il1l'lT::^fiqil conversa, escapada de España (otros dicen de portugal).
i:.:^l:!:Ti at cinto.en esos tiempos, guardaba sus doblones..i.ófr.,
Uná
l::,it:.:119.
Datra por et. honor,rriajaba en carruaje o a caballo.
re
A la vuelta del camino
podran asesrnarlo. L)e un minuto,al siguiente, por.e;emplo,
sabcmos que
Quevcdo. sacó.espada a Ia salida de uná iglesiá i,n a.i.nr'r'i.'rn, rrr"¡., y
tuvo que huir al exilio buscado como asesrni Cuando
est. t qr.í.aq
rudo y excepcional, nos dice: "Vencida d. l, "-1..,
que este hablando en figura: pero puede,urnbien "¡.J;;ii ;i;;;.di,
'"'-' prJ;
ou.-no."
uno, pues. del mundo visro desde lás lomos de un.aballq
. ..Y,1.,*b.
que del honor sustentado por la_espada, qué de
nada en la cabeza de un
hombre cuando se vive en medio de condotieros. al azar
de guerras intestinaq
horrores de herejías, cazas de brr]as, tiquismiquii
:1"1T.? l :1lT:.rías,.
transubslanciales, pesres. carasrróficas, aítos de t rq".lrlr",;iliil;;
,
ln0ulgencras, mercados de astrologías, alquimias. hechizos.
liltros, sonilegios,
l:f
ll :: ::l.lr^anres, ronuras,"de*,irtirr. i.ñi,l; ;ffi
03.n, cerrado por los cuatro costados, aguardando su Apocalipsis
para que
i1 :l:"1:
en meclro de.su Armagedón, tanteando en oscuro, orauro,
orauro, brrau da
rocos stn nocton de oue Ilotan ni de cómo y por que
flotan en espacios que
la luz toma miles de miilones de anos en recorrerl
,odo,.r,o, esbozo dg mycfro más, eslorzándome por caprar
,^ _,DlFo sin
lograrlo ese valor, esa magnanimrdad, temperancia/ bravura y
despócio del
gu. Monraigne prefiere a la. geometría y a Ia diulática. y de loi
l.nl:f
cuales son alro,ejemplo las guerras de Aleiandro por
apropiarse el'mundo.
Los rlamamos valores en este tiempo. No creo que tengamos
clara notión
de que eran estos valores en.riempos.j. Uontrign.ini
qr."ü"rLig^. ,rp,.*
mucho de lo que eran en riempos de Alejandro. De un hombre
iuya gloria

28
I troducció a Mofitaigne J an Ri|,ano

i,rrrrrl,lrrrri('ntoseformanenpartesustancialconlamasacre,laconflagración
r , I , ,, 1r,.,, rle ciudades y ciudades, ¿qué estamos significando al decir valor
,, t, rrl,, rrrtiu? Si el honor es cosa que se sostiene a sablazog ¿tiene nada
'l¡,¡ \, I i or) Lrna cultura como la nuestra? Si la magnanimidad se prueba
',,r, 1,,,, l,'¡iros del pillaje distribuidos entre los mismos saqueadores, ¿qué
,ltr, ¡r,,', '

ont¡r el que un examen menos relativizado de estos valores igual


(
"rr
¡l] t,r \on muy poco en las manos. "Magnánimo" es por "grandeza de
','¡,
¡lrrr r" Ll nrismo Montaigne nos da un gran apoyo para salir de los oscuros
l,.rr.rrr,)\ p,rr los cuales erramos cuando hablamos del alma. "Alma" es por
.rirrrrr,i" r lrrc es latínpor"anemos", que es griego por "soplo". Sabemos muy
l,r, rr ,lr, t's "soplo" cuando soplamos. Pero las cosas vuelan de la tierra al
' r, 1,, , lll(lo este soplo se transforma en un yo no sé qué, que reside yo no sé
,1,'r,,1, ,,¡rr, circulayono sé cómoyque en algunos es mas grande que en otros.
/\,,r rros asiste la etimologia: un mero escarceo bajo su dirección basta
t,,,,, ,l, t',r r 1a vista el salto metafórico que nos transporta del sentido al
,lr',, rrll(lo.
t t¡,rlrr, irsí como no se nos olvida mirar atrás por si nos sigue un bandido,
i¡rr.rl rrrvii'ramos el hábito de mirar el diccionario cuando se nos suelta la
l, l ¡1rt.r

ENsnvos, I, 26.
\i
,lamos el nombre de monstruos y milagros a todo lo que nuestra razón
r,' I'ut'tl( clmprender, ¿cuántls de ellos están continuamente ante nuestros ojos?
| ',1 \ rr /r;r'¿,.r¿ a traués de cuánta oscurídad nls guían nuestros maestros para
,l,t¡ tt, t: tt saber la mayoría de lns cosas m tzmo nuestro; seguramentet pensaremls
¡tt, , lrt costumbre y no el conocímíento lo que elimina su extrañeza:
'
ll,t¡tiados de mírar, nadie se digna ahora contemplar las mansiones
Ittnutt,,.¡ls de los cielos. (Lucrecio)

lir tllcs cosas nos fueran presentadas como si por primera vez, las
,,,rr,,irlL r¿ríamos tan increíbles como las que más.
lr:,1L cs un Montaigne para todos los tiempos. Tan al tanto de la lógica de
l¡, , ,rl)ucstos y su psicología, como Lucrecio venido del pasado, o el celebrado

29
I troducció a Mart.tipp lüai Ri1)ano

Einstein de nuestro tiempo. En otro lugar se pregunta: ¿Y si nos faltan


sentidos, si carecemos de otros que quizás qué nuevas cualidades del mundo
nos permitirían percibir? Aquí, se trata de lo que no percibimos de puro
acostumbrados que estamos a su presencia. Si quitáramos todos los efectos
de la costumbre sobre nuestra percepción y miráramos de nuevo como si
originariamente, ¿qué cualidades percibiríamos que aunque siguen todavia
ante nosotros no percibimos ya? Esta es una experiencia muy fácil de deffnir
y entender Perq ¿dónde está el Einstein capaz de reahzarla? ¿Qué veriamos
en la mirada de un amigo si quitáramos todo lo que le viene por la costumbre
de verla? Por la costumbre de ver esa mirada, acaso nos ocurra 1o que dice
Lucrecio: que no nos dignamos mirar en su lumbre celestial.
Pero, puede ocurrir más y de otra especie. Tomemos la palabra de nuestro
sabio:

Si nombramos monstruls y mílagrls todo la que nuestra razón no puede


comprender, ¿cuánt\s de ellos están continuamente ante nuestros ojos?
Considérese a trayés de cuánta oscuridad nos guían nuestros maestros para
darnas a conocer ld mayoría de las cosas en tlrno nuestrl; seguramentel
pensaremls que es la costumbre y no el conocímíento lo que elimina su
extrañeza...

Yo considero aquí un maestro que nos hace reparar en la forma cilíndrica


del tronco de los árboles, en la disposición de sus ramas y sus hojas; o cómo
van ordenadas las uvas en el racimo, el maíz en la mazorca, el trigo en 1a
espiga; o cómo se conducen los animales, cómo crían sus hijos, cómo se
orientan y cazan y construyen sus viviendas; o los ríog las lluvias, los truenos
y tempestades; y de cómo trabaja el alfarerq cómo el tejedoq, cómo el albañil;
de los utensilios de labranza, los vehículos, barcos, aeronaves, de los estanques,
tuberías y válvulas; y así de miles y miles de cosas que pasamos por alto
tomándolas como de suyq obvias/ naturales (y que no se nos ocurriria ni
por un segundo considerar que dejados a nosotros sin asistencia no las
comprenderíamos y que si llegáramos al mundo sin soporte y valiéndonos
por nosotros mismos no alcanza¡íamos a imaginar ni en esbozo, mucho
menos a inventaq aunque viviéramos mil veces lo que es común vivirl.
Hay todavía otra especie de monstruos y milagros. Considérese que un
maestro nos lleva a percibir algo que está como arraigado en nosotros, que
afirmamos y practicamos sin darnos cuenta pero con fuerza y determinación

30
Intra¿uccló a Montaipe han Riuana

quiero decir que como si nos enjuagáramos la boca y nos


'rl)irtibles:
rr r,rrráramos los zapatos, separamosr dividimos, descomponemos nuestro
r

,, , ..'n dos sustancias, el cuerpo y el alma. ¿No es esto supremamente


r'rrlrgroso y monstruoso?
l\rrque resulta claro que una separación así está por todas partes y ante
rr rrs ojos, aunque yo no la vea acostumbrado como estoy y como están todos.
l,,.han formado pensamientos con esta distinción, se ha construido un
l, rguajeconella; y leyes y códigos e instituciones; se nos educa con ella y se
,lrvitlc con ella nuestra educación y hasta los edificios en que nos educamos;
,,i. srparan las disciplinas en que somos instruidos; se dividen 1as
rr rvr'stigaciones y los oficios. Y porque resulta claro también que es cosa

rrr.nstruosa y milagrosa que del cuerpo animado que llamamos ser viviente
,,(.1)ilrcmos el cuerpo y el ánimq ni más ni menos que sería monstruoso y
rrillgroso separar el cuerpo iluminado de la sombra que proyecta, el cristal
r l( su transparencia o que dividiéramos el cielo azul en cielo y en azul.

ENs,cvos, I, 27.
... Hay países en que los híjos matan a los padres;y otros en que los padres
ttt, rttLn a los hijos; así se euíta que el uno o el otro sean un obstáculo en ln uida;
tt titmínos naturales,las expectatiuas de uno dependen de Ia ruina del atro...
,lristipo, respondiendo acerca del at'ecto que debía a sus hijos que uenían de é1,
tstupió y dijo: "Esto también uíene de mí."

Algún tiempo atrás vi una película documentada sobre Ia costumbre en


,rl,lcas del antiguo Japón de eliminar a los padres cuando, viejos ya, son una
, neta para los hlios. Hay hljos que quieren hacerlo 1o antes posible; hay
'rlga
¡)rros que no. Hay padres que lloran porque no se los eliminen; hay otros
,¡,,,.' golpean con los dientes contra las rocas para impedirse comer y obligar
,r strs hijos. Son abandonados en 1o alto de montañas salvajes donde las aves
( l(, presa se encargan de ultimados. Hay países en que ocurre 1o contrario.

i\L tualmente ocurre todavia en China, con las hi1as, que son eliminadas al
rir.cr por los campesinos. En un pais de más de mil doscientos millones de
lrrrbitantes, la mayoría campesinos, podemos imaginar la cantidad de niñas
r,,,nidas al mundo que son expulsadas inmediatamente. La razón es
, r onómica q como puede también nombrarse, demográfica. Actualmente,

3r
I tra¿ cción dManmigrc Jua Rir,tna

los antropólogos consideran_ el infanticidio y el canibalismo como respuestas


a la presión demográfica y la escasez de alimentos.
Las costumbres de mata¡ a los padres y los hijos las señala Montaigne
tratando de probar la superioridad de la rociedad de amrgos sobre la:ocieáad
de parientes y la sociedad de los sexos. Esto llama la atención si se considera
la importancra central de la familia para un católico y trae a cuento la
cuestión: ¿Hasta dónde es católico Mo;taigne? Tiatando áe mostrar el valo¡
de la amistad no vacila en sacrificar la familia. No parece transacción de un
católico. No hay dificultad en ir a misa, si por ello nos dan parís. pero en este
caso es al revés: pagar con París. por una misa.
Otrosí: Montaigne olvidó al soldado romano que sujeta la espada para
que el compañero se estreche contra ella o al samurai que co.ta ia cubeza al
compañero que se suicida.

ENs¡yos, I, 30.
.. Y se at'irma que (el rey de Méjico) mantenía un6 guefta clntinua con
p1der)sas nacianes uecinas no sólo para tener en eiercicio a las ióuenes sino
principalmen_te para mantener sus sácrificios (de 50'.000 hombreí al año)
con
prisioneros de guerra.

Este es un.pasaje del Ensayo Sabre la Modtacíón. Montaig.re argumenta


en el en pro del vieio apotegma "Todo con medida . hicemos ante la
¿eue
violación frecuenle de Ia medidal

... reanrrimos a la uigllia, aI ayuno, las camisas de crín, el retira, h prisión


pcrpetua. los azotes y otras aflícciones; pero tales que ímpi,liquen un llrmcntt
real.

De c¿misas de c¡rnes, no sé si Pascallas empleó, pero J^i que en su tiempo


se ajufó_un cinturón con aguiiones por dentro para darse con el codo contra
las costillas cada vez que se sintiera_en falta. Montaigne nos advierte:
¿De
qué sirve condenar a comer pescado a unr perron, qre 1o prefiere "a la
carne? Esta seria la penitencia inocua i' los piicólogos-nos enseñan ahora
que son tan enormes las cantidades existentcs de masoquismo que ya no
nos impresionan celdas, ni cilicios, ni látigos.
húro¿ucción Á Montaig e han Ritano

Y rbre las víctimas que sacrificamos a los dioses, ¿estamos en mejores


, , ,n,licionesT Los griegos enviaban a los dioses el aroma del asadq pero éste
l,' ( onrian ellos. De donde sostienen algunos que les nacía un sentimiento
¡1,,,,r,Ic de culpa y vergüenza, por 1o que inventaron el mito de que fue
. rncteo quien les enseñó a sacrificar así. En cuanto a las víctimas humanas
I'r
,l, li,s sacrificios aztecas, llama la atención que sean tantas. Los antropólogos
, rrrrlcrnporáneos piensan que eran pade importante de la dieta; y el mismo
Itl,rnlaigne tiene que haber pesado las cosas cuando refiere la anécdota de
, ,, rrensajero enviado a Cortez con tres especies de presentes, diciendo:

"lle aquí, señor, cinco esclauos: si eres un dils t'unoso y te alimentas ¿e


rttt'tt('y sangret cómelos, y te traeré más. Si eres un dios at'able, aquí tienes
ttn irnso y plumas. Si sólo eres un hombre, toma estas aues y frutas que traemos
¡',
trrt li."

ENs,qvos, I, 32.
Desde hace mucho he obseruado que la mayana de los antiguas sabios
t t)nrci¿e en que IIegó el tiempo de morir cuando resulta más mal que bien en
\t'L¡tir üiuíendo, y que preseruar Ia uida para nuestrT totmentT y molestia
t t)nlrd.ría a las leyes de la naturalua.

llsta es una de esas proposiciones que nos parecen meridianas como una
l,rrlanza. Tal como decir que todos los hombres quieren el bien, que todos
1,,s hombres son iguales ante la ley, que todos los hombres son dueños del
lr rrto de su trabajo.
Uno camina hacia el cenit de la vida. A partir del cenit, se rnicia la
,l,,cadencia. Los bienes a partir de este punto son menos que los males. Pura
, pura lógica.
'bvicdad,
Sóio que... ¿dónde queda el cenit?
En el mundo indust¡ial, el cenit se acerca cada vez más al ocaso. El número
,1,' ancianos va superando el de las personas activas. Tienen dinero para
l)irgar por sus médicos, su medicina, tratamiento, lugares de reposo y
r , creación. Además, las técnicas médicas para prolongarles la vida progresan
¡rrrdigiosamente.
Perq basta ver un anciano para saber que en su caso los maies son más

3.1
In¡raducaon a Montaigne tuan B ano

t": filósofos votan unánimes: Sonó la hora de la riruerte;


:::]-::^il:"q
nrlervar.]1 vida vieja y esclerótica contraría las i.y;El;;;;;*r.
!,o¡ ¡-rlttores
y mittónes de ancianos d"i;;;;;; d. i", ."."* f,
::1"::: {'lll:
iea boqueando sem,;;,;,;;;;;;;;:;J_uü"1, q* 1.,
aclaran Ia
:;ll:t"11
sangre,les
sangre, les extraen Ia i.r ,.riii".;;i;;;;j,
ja orina. les reacriv¡n .l ..,,.,"¡.1..,.p"*^"
li:r;;
filósofosl" "'i"'

ENsRyos, I,40.
sentencia gríega díce que los homb,res sut'ren con parecer
^.,^:,y_:.?
que i:!i!*
nenpn dp las cosas, no con las cosas mísmas...
el
Sí cl ser oríprnal de las cosas
tu.uiera poder de alaiarse él mismo en nosorros'mísmas,lo
1::-Fy:*i:
lguat y de Ia mtsma manera cn todos...
ha,lí)

muchos reputan [a,más terrible.,;quién no sabe que


,^ ::.^!,or!!r,T Iu.c
pt unrcl puprlo segurl cn
otros
la.(on,su1eran las tcmpcstades de la uitla, cl ioberano
0rt?n dp ta,tnturalcza, el únko soporte de la libertad
y el pronto y común rpmedio
de.tados lls males! Micntras unos la aguardan
con timor y temblor otros la
toleran mejor que Ia uida.

Claro está esa sentencia griega se debe completa¡: si los


homb¡es sufren
con la oprnlon que tienen de las cosas y no con las
cosas mismas, parece
igual de argüible q,ye qoz^ln de la misma maner". L;
ruces en es¿ tragedia de Shakespearg Rey Lear, dondé
d.;;;;;stm
u tod.,
al comienzo Lea¡ se
alegra (on la opinión que le nace de sus hiias Regan y
Goneril, v se fastldia
con ra que adquiere de Cordelia. No sólo eso, al final
no tendria que estar
condiciones, porque sus dos opiniones se inuirtie.on.
1^11o1e¡ It,4ont.igne
m.lsmo argumentaria asi, puesto que io dice de sí
mismo: ;Como puEde
nadre efar seguro de su opinión de hoy si estaba tan,.grro
ry.r'd. ln
opinión contraria?
Si estamos tan seguros de opiniones contrarias sob¡e las
. mismas cosas,
¿qué ocurg pues/ con las cosas mismas? Sobre pinochet, mriho, .rt¿n
segur-os de que es un ti¡ano envilecedor; y muchos
J. qr.'.,
benefactor. ¿Diremos qu.e esras calificaciánes "" "rtu¿irt,
;;;.]nJ; ri*i.,o .n ,u
o o'l.r* qu: pjr
-conrrarias como son_ le correspond"n,
Itl,n.]1 1Tb"" iCyul
misma medula? ¿Que demonios ocurre con pinochet?
1^lt: l1.u
eso Justamente, que es odioso y amable a la vez y que
¡o,.rá
en el respecto en que

34
lnrn dtrcrnn a Manratgxe J /l Riua o

' , ,,,,1,1,' lo aman unos y en ei que es odioso lo odian otros, o los mismos
,,,,,', ,,,,plcn los vientos?
t.1,, ,¡he duda: si el ser original de Pinochet se ofreciefa a nosotros y
1,,', r rnrrrble, 1o amaríamos todos; y si fuera odiablg todos 1o odiariamos.
r ,,rr ¡, r'stá a la vista que ni todos lo amamos ni todos 1o odiamos, está
| ,,, ,l , r'r (lr-rr. no se aloja en nosotros -como no sea odioso y amable a la vez-

'r,, r si lnismo y nada más que en sí mismo caso en el cual sólo valdría
,
t,,, , I tluc sea en sí mismo odioso o en sí mismo amable.
,
|,1.s r¿zonamientos igual tendrían que valer para la muerte. Unos temen
1r rLr, rti'; otros, la anhelan. Montaigne quiere mostrarnos que no es en si
,',',rr,r tcrrible; pero entonces tampoco es en sí misma anhelable, por la
l,,rr¡¡ del asunto. Y todas las cosas que dilimos de Pinochet las
i,
' '.,.r¡rrn.
rros decir de la muefte; o de lo que sea que unos amen y otros detesten.
¡', ',
I lnos clicen que Montaigne es una introducción a Kant. Pero hay también
l,', , ¡u,' dicen que, iDios de los cíelosl, si hay una cosa que Montaigne no es,
,ll., r's una introducción a Kant. Y si, por lo que leo, vamos a énumetar
r,',l.rs las cosas que Montaigne evidentemente es, aunque evidentemente
) , 5, picnso que se nos irá el aliento y con el aliento Montaigne.
',

ENs,qvos, I, 40.
.. Los Rryes de España expukaron a judíos. El rey luan de Portugal en
los
¡,t.in de ocho cotznasplr cabeza les uendió un permiso en sus dominios por
r,, ntpo limítado. EI les suministraría el transporte a Afnca. Pasado el üempo de
¡', rniso, los que pennanecíeran en el país quedarían esclauos. Las barcos se
Itt, iton escasos; y los que embarcaron fueron tratados brutalmente por los
rtttrineros que los mantenían nauegando hasta que gastaran todo lo que
llt,¡ban... Con estas nohnas, Ios que quedaban optaban por ln esclauitud o
ltry'ían cambiar religtón... El rey Manuel, sucesor de luan, llegando al trono
¡'tr.so a los judíos en libertad; pero luego ordenó que salieran d.e su reino
,1.\ignándlles tres puertos. Esperaba que... la dit'icultad de exponerse a ln merced
,lr los marineros, y de abandonar un pak al que se habían habituado y donde
Itt íba bien y exponerse en regiones desconocidas les persuadiría (de clnuertirse
,l cristianismo). Pero, no ocurriendo así, y uiéndolos resueltos a emígrar, redujo
lls tres puertos a uno...
Así, concentrándolos en un puerto podría ejecutar su propósitl: quitar los

J5
Ifltrodu¿ción a Montaigle - lua Rfuano

niños bajo los catorce años de la ntela de sus padres y lLeuarlos a ün lugar
donde se pudiera conuertirlos a nuestrd religión. Dice (un tal obkpo Osorio,
histonador) que esto produjo el más horríbh espectaatio: la at'eccíbn naturai)
entre padres e hijos y el celo de su anttgua creencia (causó que) padres y madres
se resistieran,lanzando por amory compasión a sus híjos en nlrias y precipicios...

Antoinette des Louppes, madre de Montaigne, pertenecía a una familia


de ricos judíos peninsulares convertida al catolicismo. En el tiempo de la
persecución, los López comenzaron a aparecer en Francia, en las principales
ciudades del mediodía.
En sus Ensayos, Montaigne sólo se refiere a su padre hablando de su
formación. Pero en este pasajg no sé por qué efecto de afección, sólo veo a
su madre. El fflósofo nos confiesa el enorme impacto que hizo siempre en
él la crueldad; y la persecución secular de los judíos está en é1 tan presente
como 1a erterminación de las poblaciones aborígenes en el Nuevo Mundo o
la de los hugonotes durante la Masac¡e de San Ba¡tolomé.
En el ensayo del que extraemos el texto (como también el anterior) se
ocupa Montaigne de probar que "toda opinión tiene suficiente fuerza para
delenderse a costo de la vida", como lo muestran esos padres dispuestos a
sacrificar sus hijos antes que abandonar su religión. También se refiere aquí
Montaigne a las arraigadas connotaciones del matrimonio en culturas donde
las esposas delos sacerdotes son sepultadas vivas con el cuerpo de los maridos;
y otras, quemadas vivas en sus funeraleq algo que padecen no sólo con
firmeza sino alegremente.
¿No parece increíble? Pero, no cuesta verificar de mil maneras la poderosa
fuerza con que la costumbre junta unas cosas y separa otras. Yo he visto
damas con la boca abierta ante una cazuela sin zapallo y señores a punto
del colapso viendo que echan agua en el vino.
¿Cuántos murieron antes de permitir que se junten o se separen el pan
y el vino de la comunión?
La Suecia en que vivo ingresa en estos meses a la Comunidad Europea y
en esta unión se revelan a cada paso -en los alimentos, en la bebida, en el
trabajq en el ejercicio de las profesiones y oficios, en la educación, en las
finanzas, en los impuestos y el servicio social- que existen por miles las
cosas que los suecos quieren unidas o quieren separadas en tanto que la
Comunidad Europea las quiere justo al contrario.
I tro¿ cción aMat,t.Li$e lud Rita o

Ensnvos, I, 49.
. ConsiJerando que los cambios de la moda son tan rápidls y repentinlsl
,¡tt,' las inuenciones d.e todos los sastres del mundo para satíst'acer las
t nagancias de nuestra uanidad no alcanzarían, es necesario que las formas
r t rr

lut' |ma uez se despreciaron uueluan en boga y que caigan en desprecio las
,r,rutles; y que el mismo juicio deba, en el espaao de quince o ueinte años,
,rlt)l)tar media docena de \piniones no sólo diferentes sino contranas con
utt onstancía y ligereza increíbles. No hay uno de nosotros tan discreto que no

'
,titd en esta contradicción y que tantl en uisíón intema clmo terna no sed
',ttr tlarse cuenta un cíego.

Los que están en el negocio de la moda Jo que se calza, lo que se viste,


l. ilue se muestra, lo que se oculta, 1o que se estrecha, lo que se ensancha, 1o
'
tllr('sc acorta/ 10 que se alarga, 1o que se enciende, 1o que se apaga y yo no sé
, uiintas oposiciones más como éstas- deben disponer de tablas
, ,,n lcccionadas con estadísticas, dominar un termómetro de los gustos, un
, rrtrllogo de las vanidades y reglas de la psicología de las edades, las culturas,
l,rs grandes masas. Puede concebirse hasta un cálculo de estas materias. Uno
,,l,sr'rva en el cing la radio, la prensa y la televisión el despliegue de la
rrrtt,ligencia de estos gestores y agentes de la moda. Y observándolo tendría
1lr( llevar sus juicios a planos más elevados que los del mercado de las
r;rniclades. Con toda la luz que inunda los entretelones de esta astucia
l , r) (lríamos que estar todos a1 tanto; tan al tanto, que (como si ya estuviéramos

r ( pilsando un álbum futuro de todos los usos actualesJ yendo por la acera

r( rJriamos que ver el ridiculo y la fealdad de todos esos nuevos estilos.


l', r.o no es así, sino tal como dice Montaigne: cada quien se emperifolla para
rr r la fiesta; ante el espejq sonríe satisfecho en lugar de llorar de rebajamiento
\ ('stupidez. Estas cosas, parece, tienen que quedar atrás, desaiojadas, para
¡lllo nos demos cuenta plena.

Cuando se elevaban las barbas del corsé hasta el alto del pechq no había
,,rsa más propia que esa posición; años después, el corsé bajó a la altura de
l, muslos y todos reían de la manera anterior como molesta e intolerable.
's
l.l uso actual hace condenar los anteriores con tan gran resolución y tan
Lrniversal acuerdq que uno pensaría que sólo la locura pudo cegarnos a tal
, \tremo.
Inrroduccún a Monraigue Juatt Rtt,ano

En el presente, en nuestras sociedades


, de consumq donde la producción
y ia distribución esrá en poder de.e,n;;.*
cubren ta casi toratidad i"l
ñ;;;;á"1i..."r, *.r.rao,
-undo.üi ., i,;;;,;;;;;;lt1Ji.,
y uillon.s
iiáb;;il;h., y,i,'t"r't!'li.n"..,r",.,
de dolares, rnillone, y.-illon.s de
y linancistas implicados en eslos
^,,,"'". ",," "^1",i..:::i:::'
itr;;;n; ffi ; ;;:;;;Jll ;i:::;:iin:J:',:,Y{ll?:Í::Í
i":,: ::::
legionesque viven de la moda..;O un.o,
. d.,ir1'; j"r.rpl.ra*:
que atender_el inc¡emento d.. ü produ..iorl-p;.;;';l.rcuidarü.y
incremento de los mercado, u de Ja'poblacióni el
requieren las otras. Tambián, caÁbiando lur'_;J;r';;';1o é;.;;ñ;;
unas cosas
en añ0,
mantenemos ei rirmo de produ.ción. Nada
ta esrancación, el desempleo y el hambre.
se puejlil;^;;;
que surjan
imporranre que los vestidos vayan más iqrJpr;¿; ¡lber de más
u.pli,irlit. i;o, ,¿, .rtr..l.,o, .l
como en diástole y sístole, se,un,"n,r-.r*
,q::]:l:-,Ari se drsmlnuye el próximo el costo
,¡á iu d.rnunda
T^T-a-,T., rta de producción. ,
y lm frlársi
economi¿, sea que bajen sea que suban! y
;::l,l: ',ry,.
iaFrda y resabrda la pugna por el
irí con rodo.
stanrs. podriamos
^l:":lrl ¡Cómo
y Japón cambiando de vivienda,
vivir
]ll il.r-,1]"ii^J:_-e1l)oÍe:meric.a
corne. de yate., fara decido jos
irritando a
de
estoicos, ;dónde iría a parar el
mundo si no hubiera por toneJada: y en rodas pru.,
v presuncionl
Y:::::rl:::.lcery quien ;;ü.;il--;;;'i",.,^
"; como_los
"'aniárl
i,iJ",.r n" ¿.
nuesrros pecados tal jueces y
::;,:rlit,La".analogla
ucfltos.
abogados de nuesrros
es oerlecta la sociedad actual no podiia subsistir sin las
dem¿nd_a de la vanidaá y la presunción.
l)esde luego, toda esta situación tiene abundantes
detractores. El Diluvio
tambien los tuvo.
De las opiniones, juicios.y
dortrinas que van y vuelven, que son expulsados
p-or decrepitos y reaceptados como
sr fueran ráto¡or, o,ro'iunro. Ert¿n
enormes "ulÉ
l,ll:il.rr: ,]lT*tanempresas que publican millones y millones de libros v
de investigaciones en rodos loi.campos, Sobre
i::Tj:::: aqueltas en que no es posibie descubrir
todo,
:::"1:i]-9-":,i1,.f.arJe algo sin a la
argo. ue modo que esramos enrerrando y desenterraüo con
l:1 :uont esramos slempre publicando, mañana Io que
cl
i:::\::.".
noy .to que enterramos ayer.
enterramos ho¡;

J8
hxroduccíón a Mantaigne luan R mna

ENs,rvos, I, 50.
I t)tt) in ¿udar plr el primer humor (el de Demócrito riente opuesto al de
I l' t ltt,, llorón); na porque place más reír que llorar, sino porque expresa más
,
I
¡ r,,i,t y condena que el otro; y pienso que nunca podemos ser desprecíados
trl), t, uttü(nte.La compasión y el lloro parecen implícar alguna estima y ualor
.l' .,t ,,[,jto mientras que las cosas de las que nos reímas carecen por ello
út¡ üt1, tl( inportancía. No creo que seam\s tan infelices como uanost o que
, ,tttt\ t(tn malicíosos como estúpidos. No estamos tan premunidos de maldad
, 'ttt , ,l¡ v¡¿yf¡1ni. No somos tan míserables como somos uíles y ruines.

li r( mos muchas explicaciones o teorías de la risa. Ninguna enteramente


rt ,lrrt toria. Hasta haciendo un bouquet con todas, todavía es seguro que
l1r,,lir mucho sin explicar. Cuántas veces, a solas, reímos sin saber
, ,.r, lrrnrcntc pot qué.
llrl¡l¡r.rdo generaliclades, algo se desarma, pierde unidad, pierde
, ,,lr, r, ncia, pierde armonía cuando reímos. El presidente americano
,1, ,, l,'ntle dei avión ante una gran parada de armas, bandas y autoridades
r ,lrrpiezal Con él viene por los suelos toda la solemnidad del mundo.
.)r LL ( osa más ridícula y ominosal
(

l n str novela El No mbre de la Rosa nos ¡efi ere Umberto Eco una ieyenda:
, r istL'ncia secreta y peligrosa de un tratado de Aristóteles sobre la comedia.
. r

L, rrnr biblioteca de un claustro medieval se conserva un ejemplar. Algunos


r, t'rrlotcs tratan de copiarlo y darlo a conocer. Otros se oponen ferozmente
r ll,,s¡n al asesinato por impedirlo. El sacerdote encargado de 1a biblioteca
, , (lLlien instiga estos crímenes. Un teólogo anti-risa.
( iomo para pensar que la armonía del paraíso fue perturbada por un
, lriitoso.
L-omo para pensar también que rota esa unidad e impedido para siempre
,I hombre que insiste en recobrarla, el mundo se transforma en el objeto
'r,,1¡io de risa; como la escena de uno
1a que trata de recoger la leche volcada
, ¡ Ie arena.
En Eclesia*és se emplea una y otra vez ia frase 'r'anidad y aflicción de
,\¡íritu" para hacer ridículo de los esfuerzos más elevados del hombre. De
,r.. uerdo a una traducción del hebreo más literal y también más concreta, se

Iuede decir: "humo y apaleo de humo", "viento y apaleo de viento", "soplo


r apaleo de soplo". Otros traducen: "Absurdidad y caza de viento".

39
Intra¿ cción a Ma taígjp Jtlan Ríttana

También, siguiendo en Edesiastés, cabe


imaginar el mundo pobrado nor
enormes mavorias de imbéciles y unos po(os
de apalear el vienro. A la verrlad, esros pocos
saÉios q". ,," p*!.¡lir"i"i),i
sabios ron Jos qle propian)entc
lo ap_alean Eletemento comú" d.L;;;¡;-";;;;;áJ¿:#;i, ta nadicl¡d,
¿Puede haber nada más apropiado,
en viento y apaleo de viento?
h;i;ü-;;;"ü;L.ion d. to,fo
de texto.s sagrados, la risa viene excluida
-^_'ltatánd3se se en la definición; y
seguramente.asi expiica a este teólogo bibliotecano
aiif".st" a asesinar
antes que plblicar su texto a¡rstot¿hco"sobre
la ."_.ái.. írrrrüj¿, l.U"
su tiempo (¿cuándo no?) viejos así de
fieros q;. h;;i;;;; .rnnio.r,uuo.n "l
sus manos y sabe Dios oué más por evi tu, q"'nairtirter.ni.rru
¡Por autodefensal Lease un texto
' '"""'" .n l. ¡ibliu,
como.i ,,il;""i.,
. Bas-ta uer a un tonto dar un paso por
sigue. Con su sólo andar ua din;nda;Soy
el camino y se ue que Ia cabeza no le
,n ,o,nii." (nrírriorii é. x, u j)
Pongamos esta escena al alcance de nuestros
ojos: Uno ve en la calle un
sujeto que camina v no necesita más. No i-portu,r'b.,
ui""n"
j
j.i Uirirr.rio
del Exterior o det É.nco C"nt.,t. si,.;i,";;;;;;. iilüi.
qle va-caminando; y un tonto que va cuminando un,on,o
,Olo cárno un-tonto pr.a.
cammar.
¿No es para reir v llorar?
El lloro y la risa pueden combinarse en una
. única experiencia. Suelen
estar como en potencia, como encapsulados
en .orm qr. ,.'i.puir" a.*J.f
solemnes. La televrsión suminisrra; ,-nrno,
ll.nui .ri^ .*i.i."?l^ ., q_.
vienen juntos la risa y el llanto. por_ ejempt",
." ,r,
* Il persona deí .ii,i,i" "r'"_.'torn, d. 1,
r,,J._"já.i,1. l;il;
:::,11:.::::,T^i.,lT
etecula y el ¡rdt\ulo de su ejecucion. Crandes
hombres que depositan coronas
en monumentos tienen que ser asistidos porque
no,on .rpu.a, siquiera de
propia quijada. Cardenales y prelados qu.
::s.t-.i:r:l
.r,t, esran preguntándose si van a ser capaces de¡,lnton,u,,nno,
:]1,_:.1 alzarlo. En esros
uempos vemos todos Ios días a un borracho, presidente
de una gran poten( ia,
al que tienen que indicar ante las cámaras por
dónde tiene que ir Todo ello
más de,mil especies produá;;; ;;;;;;;;
I i'l :9'r:ndlculo
oesprecro, v Iástima al alcance de_todos en la relevisión
peculiar de
de su Iiving,
mercado, ia virrina d. ,", ;;p;i;;i;'ñ"o'Ji.n,
:ll::
ouoas :11:",i::n
s0bre ia urgencia y angustia de ese bibliolecario de ra
pu.,,
noueia d"
lntrndücdón a Muntaignc luan Riuano

lrrrrl', rt,r lico y todos los de su especie tratando de levantar un muro en


¡,,'r,,,[. lrr majestad de sus ídolos. Montaigne nos cuenta de países donde al
,',, .., l, hlbla por un tubo; y con el crecimiento actual de las burocracias
1,, rrrlr, rs sr' multiplican de manera que no es exagerado decir que a la postre
I' r r rr.,,.Iros la autoridad se desvaneció en un laberinto de tubos al infinito.
ll,'., ,lice Montaigne que 'la compasión y el llanto parecen implicar un
,,1,,r 1 ,,stirna de su objeto, mientras que las cosas de que nos reímos carecen
¡',,r , Ir nrismo de impoftancía". También, parece que nos reímos con más
lr, ,.'.r y rlás sentido cuandq de pronto, nos damos cuenta de que no tiene
,'r1 ,irrirlcia. Más todavía cuando pasamos así, de súbitq de la creencia en
rr rrr r1 ,.r'tancia a 1a percepción de su banalidad. Como cuando los periodistas
,1, r,rLrrr i¡n a un encumbrado personaje como encumbrado ladrón, o como

, ,,.,r', 1,, , 1 líder político se agacha y se le descosen los pantalones o el cardenal


r r ru, r . L ncima de su querida.
¿Dónde se fue 1a importancia que atribuíamos
r , ,{(,s pcrsonajes? Seguramente reside en su cargo/ no en ellos. ¿Y por qué
.,, , rL inros cuando les ocurren estas cosas? Probablementg por algo que
rr r r ( ('n nuestra mente, porque un juicio que ella hacía se esfumó como
' 'L
1,,, ,rlt'r,1e magia. Creíamos que la importancia era inherente en ellos tal
' l¡ redondez de las manzanas es cosa de las manzanas.
, ,, ,,,

ltmr más: ¿Por qué, infaltablemente reímos cuando de pronto se hace


, \ i,l('ntc una verdad hasta aquí ignorada?

l\'ro, todo esto forma como un accidente del texto que presentamos. Lo
,lll, ros dice en sustancia -sea que lloremoq sea que riamos- es que "nunca
i, )( l('n.los ser despreciados de acuerdo a nuestros merecimientos", los cuales
I

,, .,rrltan de que somos "viles y ruines". Aquí, me parece, estamos


r, ontrándonos con Montaigne en su postura más radical:

No creo que seamos tan int'elíces c0m0 uanls, 0 que seamos tan maliciosos
, , t¡t,¡ estúpidos. No estamos tan premunídos de maldad como de uacuidad. No
'
''ttt ,i tan miserablcs como uiles y ruines.

Sus Ensayos -nos dice Montaigne- son ensayos sobre él mismo, son su
rLrtoretrato, su vida personal computada, no de tiempo en tiempo, sino
ruruto a minuto. Cubren el último tercio de su vida. Pero los dos primeros
r,rnbién los vivió y tienen igual, si no más importancia en 1o que escribe.
lirmbién, imponiendo a sus escritos esta orientación que va siguiendo su

41
I úa¿ucció a Mo taigne Juan Ril)ano

vida misma, no podemos menos que esperar que ésta se muestre en etapas,
transiciones y crisis. Así, leyéndolo, cambia ante nuestros ojos una y otra
vez. Cambia también en los grandes trazados del camino por que va. Así,
vemos, primero, un epicúreo comodón; un estoicq un poco de escritorio
humanístico, después; un escéptico apasionado, original y militante, a
continuación, un católico ent¡e retórico, poiítico, maquiavélico y fideista, al
terminar Toda esta diversidad y transiciones están a la vista del que lee.
Pero, también, y por encima de todo, está a la vista el hombre, con sus
modos y atributoq su idiosincrasia, sus 'humores", su estilo y dialéctica
inconfundibles. Página tras página, siempre el mismo Montaigne. Un
elemento de esta identidad y continuidad se tiene en el texto que aqui
destacamog mezcla de la piedad y e1 pesimismo tan propios de este autor: la
vacuidady la estupidez humanas t¡iunfando incluso sobre lamaldady la miseria.

ENsnyos, l, 50.
... Diógenes, que pasaba su tiempo arrellanado en su tonel, que reducía a
cero la estíma de Alejandro, que no nos estimaba más que a las mlsc(.tst coma
uejigas hinchadas de uiento, t'ue en mi opiníón mas agudo y penetrante, y así un
juez más justo que Timón, el mkántropo; porque lo que un hontbre adia lo lleua
en el corazón... Diógenes, en cambio, en tan p0c6 clsa nas tiene, que ni infectarlo
ni turbarlo podíamos con nuestro ejemplo.

No es mala figura: Diógenes espanta las moscas; viene a verlo Alejandro;


1o espanta igual. Tampoco está mal que Diógenes vea a Alejandro como un
cero, siendo que todos lo ven como infinito. O mejor, que no vea nada,
cuando todos no ven otra cosa. Ya sabemos: una inversión así, tan completa
y aplastante, ia produce "la óptica del tonel". Uno ve las cosas invertidas
porque vive en ei tonel. O unó vive en eltonel porque ve las cosas invertidas.
De las dos manerasr se dice lo mismo.
El juez, nos dice Montaigne (¿y quién no7), es más justo según es más
agudo y penetrante. Pareciera entonces que si nos reduce a nada es porque
ha penetrado todo y no encontrado nada; vaciedad pura, vejiga hinchada.
Pero hay también esto con el cero y el infinito:Alejandro es un cero ante
un sabio; Diógenes es un cero ante un emperador Y muchos dirán que si
hay un cero en esta relación, el cero es Diógenes, no Alejandro.

42
I tro¿ cció a Mafltaigne Juan Rü1ana

l.rr rroche pasada vi en la TV sueca un reportaje bajo el titulo Socialísm


ll, t I')óden (Socialismo o Muerte).
l),.sde hace unos diez años a io sumo y unos cuatro a 1o más, alrededor
L, Lrnos 200 jóvenes en Cuba se han inyectado voluntariamente sangre de
,, ,t,,nas enfermas de SIDA. Se trata de muchachos dados al Rock'an Roll,
¡,,'lo largo y colgantes en las orejas. Amonestados en el colegio, el trabajo,
,, tus hogares; interrogados, multados y maltratados por la policía, han
,r,Lr t'mpujados fuera de una sociedad con exigencias muy rigurosas sobre
, 1 .,,rcialismo, la responsabilidad, el hombre nuevo y la marcha de la historia.
I ),' dónde les va a venir fiebre como la del Rock'an Roll? ¿A quién se le va
r ,,, urrír colgarle aros a Marx, por más que el hombre sea barbón y de pelo
i,rr¡¡r? Arrinconados en un sistema que no les da salida, fastidiados de tanto
rrrrrltrato y presión, algunos de estos jóvenes "rockeros" como se llaman ellos
rl rtn.ros, llegaron a una conclusión propia de los jóvenes: desesperada, simple
y .stúpida. Viendo que los enfermos de SIDA no vivían tan mal -aislados
¡,, r,i no molestados en lugares de retiro- se les ocurrió un remedio para
.rlrvirr su condición: inyectarse sangre de enfermos de SIDA. Pensaban que
, r l()s más o menos cinco años de que disponían antes de morir, los progresos
,l, ll medicina tendrían plazo más que suficiente para descubrir la vacuna
.rrr t |-SIDA. Así pensaban. En 1a actualidad están muertos casi todos. Uno de

1,,., nruchachos entrevistados en el reportaje que vi anoche murió hace un


r rls más o menos.
Yo no sé qué evaluación debemos hacer de la revolución cubana que se
r rit iri a fines de los años cincuenta y que desde entonces ha debido resistir
' l bloqueo inmisericorde de los americanos, sobre todo después de 1962,
.rro en que los rusos trataron de instala¡ misiles en la isla. Parece que el
r,,tiirren tiene apoyo de la mayoría y parece indiscutible que el socialismo
,1, (lastro trajo muchas mejorías para las clases campesinas y populares.
lllr no quita que en Cuba existe una dictadura militar y que no hay en
.rlr:oluto allí espacio para las minorías disidentes, como no sea en los presidios
Llrl('por años de años ¡ebasaron de presos políticos. Años ya desde que dejé
,l( s,irntir la menor simpatía por Castro. Lo considero una especie de adefesio
¡',,1ítico. Así y todo, de vez en cuando le salen aletazos que no sé interpretar
t ,rrro ahora con estos pobres muchachos "suicidados" por el régimen.
L:, rLcho en el reportaje aludido a un sacerdote católico que habló al dictador
v srgún parece las cosas han cambiado y a los jóvenes se les permiten sus
rlrrit,irras, su pelo largo y su Rock'an Roll.

43
lrt¡.r,hrcn ¡ l,l\.n¿ek ht¿ Rü,a o

Así y todo, una sociedad cerrada que llega a tanto como para inducir a
un grupo de 1óvenes a inyectarse gérmenes mo¡tales en 1a ilusión de escapar
a sus normas tiene una mancha que uno no sabe cómo bo¡rar
Los miemb¡os de algún comité de propaganda echaron a correr elslogan
,,^
"Socialismo o Muerte" quc acaso ptonuniió .n un discurso el mismo Füel
Castro desesperado con la caída del imperio soviético y e1 aislamiento de
Cuba El ejemplo de estos jóvencs es una muestra más, esta vez trágica y
horrible, de euán lejos cstá el retórico de las implicacion., de rm günd.,
fra:es. ¡Quc no t abr en el vaciol
Todo esto me viene a la mente considerando que Diógenes nos tiene por
ceros _y que Alejandro nos reduce a cero. Dosciéntos muchachos muertos
porqúe tomaron a la letra una consigna: Socialismo o Muerte. Eso tiene el
poder_ Cuando relacionamos una cantidad con el infinito, éste la pulr,eriza.
¿Vendrá de aquí el temor de Dios del que tantos iablan? Cuando
_con-sideramos
elpoder, sabemos que de confrontarlo nos aniquila a su antojo.
Y Diógenes no só1o 1o confronta, 1o desprecia.

ENs,ryos, I, 52.
... no sé de los demás, pero cuando escucho el ruído de nuestros arquítectos
can sus pildstras. arquitrabes,,co nú sas. órdenes donos y corintils v clsa;s asi, cn
mi imaglnacíón se presenta el palacio de Apolo, cuando después ie tado no son
más que Las partes miserables de las puertas de mi cocjna.
()yendo hablar de metonimias, metáfaras, aLegorías y otras palabras,
¿n0
pensaría uno que signit'ican alguna t'orma rara y exótica? Sin embárgo, stgnifiian
t'rases no mejores que las que emplea mi domistica.

Si el jardinero saluda a la cocinera con una pasada de mano, diciendo:


"¿Qué dice mitraserito esta mañana? los prolesoies de retórica van a discutir
si soltó un apóstrofe, una apelación, si lo hiro con una metáfora, una
sinécdoque, o una personaliz.ación. A la respuesta de la cocinera: "¡Cerdo
lascivol" la van a llama¡ mctáfora combinadJo doble, porque el lardinero es
aquí cerdo por.metáfora, y el pobre cerdq lascivo poi métáforá otra vez.
_ La vecina dice por el hijo del lado que tiene las tejas corridas o los
alambres pelados; pero la madre que lo llévó al hospital dejó todo el barrio
con la boca abierta: lo que eI niño tíene es un autismo esquizaide. Todas las

44
Inttoduccíó a \,ta taigrte ' luan Rtudna

, r i, r¡,.'tlades tienen esa veleidad: cuando vuelven dei médico vienen con
r,,,rr lrrt y apellido. lvlontaigne inicia este ensayo "Sobre la Vanidad de las
l'.,l.,l,ns" con la historia del zapatero que decía que su profesión consistía
, ,, l, grandes las cosas chicas, porque así era el caso de sus zapatos grandes
r, ..'r

t,,r,r ¡ics pequeños. Algo que se puede aplicar mejor que nada a los que
l' , Jiscursos en los banquetes, por no decir nada de los que se hacen en
', ',
l, ,., lr nt rales. A una viuda le dijeron que su esposo apareció en el obituario
'1, nrañana y la dama pensó que el canaila había resucitado. Un personaje
1,,
,1 l\ l.lit re no puede creer y se siente encantado cuando le dicen que habla
, rr ¡, r Lrsa. Y uná versión de la historia del zapatero la tuve en un miün político
,l,in(l('cscuché por el que hablaba: 'A éste, la retórica le queda grande".
l,l pucblo responde con la burla y el remedo a las personas que hablan
,l.,,q.rdo y dificil. No se qué haría un cargador del Matadero si le di.jeran:
,( uirlado con el sacq va a chocar con el arquitrabel" Creo que oí una
r,,¡rrililla así:

l\r lo písiútico,
¡r, r lo flemátíco,
¡nr lo honorífíco
v aristocrático.

I Iay otra cosa con los arquitrabes y las metonimias. Montaigne se pregunta
',r r'scuchando estos nombres no pensará uno que si$nifican algc, raro y
, r,rtico. Asi es/ supongq en una gran extensión. La cocinera oye la paiabra
rrr, t:1fbra y se asusta. ¿Qué cosa significará? No tiene idea de que monda
, r, ti¡foras a cada rato con más naturalidad que pela las papas.
Vr tengo a punto el caso de la palabra "entimema'. ¿Qué significará7
,l .so si que tiene que ser raro y exóticol La empleaba mi profesor de lógica
¡,,,r,r nombrar el silogismo que se formula incompleto. Decía el nombre
, ntimema" refi¡léndose al famoso dicho cartesiano "Pienso, luegq existo".
l)( .ia que era un entimema porque debía completarse con la premisa
"Todo lo que piensa existe", de manera que el razonamiento
'rlplícita
,
¡ueclaba así:

Todo lo que piensa existe;


Yo píenso;
I.uego, yo exi.sto.
lntro¿luccíó d Mantaígl¿ hai Ri1/ano

Tal como dice.Montaigne, después de salir


de clases a deparrir en
pario, a nadie Ie cabian dudas de que enrimema,,era palubra de-signilica
exotico y curioso.tlasra pare,ía inventada
";i;r;;"i;;;;; ;"#;;';
:kT::l:i:l¡:lescartes De paso, y tratando de,etarirrs, ri
premisa quedaba a Ia vista que Descartes
.*plictr.
era un... ;No me ."*" ,
Pero Io qre imporra es .so, que ,l "iii)llliJi
"i, ;ri;ü;;".;;ij;;;;,:;"nrr.n..
1,
Montai¿,., ;" ;,ü"'ln;;;;;; ióli:" :Háü:. fl"¿':,T"?
p.raruo sus papas. o et ¡ardinero,aporcandofflas
11y3Sce
suyas lo mascullan a cada
momento. Porque "auxiliar', de la'cocina
1a .rf.nlirnlo,-y. ii. .nd._os
¡un
diciendo: .Se re merió un loro .n'1, .lüirr:,,,
ll_,rj1ll:ri*1,
enümemas con decir tonteras" ,,vaciedades,' hr.e
y hablar como loro., así lo, hace
d:l cua?d9 da;;'.i. i;;;;;;;u,.:n."n".h,.,, po,.qu.
l*l::".1,:::i:r^
(r verano lue seco o cuelaldin
no va a habe¡ cilantro con tanto pa¡aro. De^donde
resulta que la. paiabra 'ienümem'' ,br,..;il;;;, ür. ,i?ln"á, r" *0r".
Porque, si no fuera por lo rar"l.-oii", ,""
,^^ _Y-lát lgdruia arria a rodas
elnombre 'enrimema"; y de allí pasaría
:T:j:n::.1:1.::l.,lol ¡n¡,rn.rn* suya que es la premisa implícita. Como
l-.lltlo""r,.r1¡eculraridad
sc urce que ta Hrstona nos hará justicia,
iuando
como si andando el tiempo a cada
r.:'!lara eJ epitafio d.bido o qu.
iL"::::"':1.
ras cosas 0e uno a la vista de todos en -járd";i,l;; quedarán
una especie de panrallá enbrme de
el. ti empo. lo, d.r.en.t i* r É, á. íor'.n"rn,so,
:*::'"':
oectararan :-qri:^l"-.tld:
en lavor de uno ante un tribunal internacional que
tiempo aparecerán los hechos de uno .n lo, lib.o,
o ,ndrnd8.i
J"-hirtoáll* unarn¿o
el.tiempo la Historia se hará carso J.l"r;;;i;i;;""i.r*[lra" *u*
ellos la Luz Histórica, etc. En fii, qu..oorid*nJJ;;;ii;;;;,
entimemas -como las oue versan iobre la democraü.i
qr" ro"
t,"rr"irrno, fu
verdad, Ia fe. Ios derechos del hombre, L .J;sj;;;l';l;uo,
iu'iru.*.ion
femenina, el derecho d. lo, ,ni.nri.r_;;ffi;;Ji#"Én"oon.,
explícito 1o implícito_ e irlentifica¡ eno¡mes y grotescas
po,
tonterías como las
que anr_rnciamos arriba hablando de ja Hisioiia
qu. no, hur¿ lurfi.*. y
logrando asi descubrir también una cier;" ;;;;.ir";
,ri á. p.f.U*
I
j:jlT,:Tl, que en lugar,de,significar
mezqurnando, como cerrando el paso con su rareza,
.;;;"b,;., "i ,:g;fi.u .o-o
su longituá v su fachada
gflega, a ta enorme extensión de su srgnificado.
¡Entimema, entimema'l
zapato enorme en un pre chiquito.
¿O me equivoqué y es
,, ,!,?Ulird.d,un

46
lntra¿ucció a Ma taig e lua Rirana

ENs,tyos, I, 54.
I os .;imples campesinos son buena gente y tambíén los filósot'os -o como se
I '. tt"utl,re ahora- hombres de razón firme y clara myas almas se enriquecen
'tt , r nr ¡lia instrucción de ciencia útil. Los mestizos que desdeñan a los pnmeros
l,'t '.tt i*u¡ranaa de las letras y que no han podído alcanzar a los segundos
l., ut,ttlos en dos sillas, caml y0 y tantos hacemos) son peltgrosos, insensatos e
rt¡l tttt¡ltrls éstos son los que penurban todo. Por ello es que me esfueno por
, 'Jt ,'r ¡t mi condición nanral de la cual traté de ascender con tdnta uanidad.

l,:itrl trídivisón de los hombres que viene en el ensayo 54 del primer


\ ,lr rrlcn, titulado D e las Vanas Sutílezas parece que se le ocurre a Montaigne
,

tr,,r,nrcnte jugando a las sutilezas con su familia. Abundan estas sutilezas,


rr,,', ,lice. Ejemplifica con los poetas que buscan reputación y aplausos
, ,,, riLiendo poemas en que todos los versos comienzan con la misma letra;

1 , ,,tiin los antiguos versificadores griegos que alargan y estiran los versos de
rrr.rlo Qu€ el poema es al mismo tiempo un dibujg un huevq un ala, un
lr.r, hr. Vicente Huidobro escribió poemas así; y hay una cola de ratón en
v, r!r)s en esa famosa historia de Lewis Carroll, Alice in Wonderland.
N1,'rtaigne cuenta que a su casa llegaba un señor que disparaba un grano de
tr Lrio haciéndolo pasar por el olo de una aguja
[una aguja de esas para coser
, r,,rs tendría que ser). Por la gracia, se le dieron unas cuantas fanegas de
tr rlo "que no quería para practicar su arte".
Sobre esa tridivisión de los hombres, Montaigne nos cuenta (y nos
¡,,,ilt.mos hacer un cuadro ayudados, por la pintura de la época: Montaigne,
,,Lrs padreg su mujer y hermanos mirando
al techq mordiéndose las uñas,
r,rsrándose la cabeza) que el mismo día en que escribe este ensayq de los
ris breves, estuvo antes jugando con su familia a buscar cosas que se tocan
,'r IOS extremos:

Señoq por,,ejemplo, se aplicd al r€j o al rulgo (como los mercaderes), pero a


u,rla entre ellos.Las mujeres de gran calidad son damas;Lts inferiorei, siñoras
,, señontas; ! la más humilde especíe de muleres, damas otra uez, como las
¡'rimeras.

Sigue Montaigne con ejemplos semejantes. Que los hombres, entre los
,lioses y los animales, no tienen el agudo sentido de éstos; que los romanos

47
I,¡roducció aMontaigne JuanRi)ano

en las fiestas y en los funerales; los desmayos


rros \renen T:T-l-l:fl
H:r,O*l: de lngldez. nos vicnen rambien dcl de:co rl.hqmsrt.
que
\4onraigne Io di.." asi. así seriJ: 1f,¡
"r,rpia.rl l,.,rUijrii, .oin.t¿"n,n,..l
Ia
sufrimiento.
.
últi¡la observación nos encumbra muy por arriba de
Esta
la dive¡sión de
sobremesa; y muestra que Montaigne
( ampesinos, que no
;.,ii;r;';;l;il.
.n*. ,u,
se Ie escapó. gy"in-Lra l, g"nr" .,.ncili, ,e {.ncuentran
("n eslado naLural . ualidades qu.
Jor'filorofor..
El rasgo peculiar de la tndivsión de Mo"o,g"¿.
¡Lm l"rtlr'iril"a" ¿..¡*
. * l; r.ir.ijn .n,r. *tprirn.ro
y eltercero de sus miembros. Resutta
de.il;.k;;;.;i;;;i;" i. i,#¿. A¡¿**,
Se puede decir con algún color de uerdarl
que hay una ígnoranna allabética
,!::^!"::::1 y una ígnoranria clortoral qie ,,,,r, des¡ués; uná
:' el conocímíenro engendra
rgnarancta que :rr,onmrcntl,
al nismo tiimpo que dupncha y
destruye Ia primera.

Montaiqne encuentra oue la primera clase de hombres


J (los
I'vJ más,
r¡¡¿ debemos
suponcr) lorman la buená..pr, l, b;;;r;;;;,¡¡¡v¡\
b: débiles, poco inquisitiuos, poco
,. 2: ,r:.r*d,rientos in*ruidos, se hacen los
il^i!jl-!t!*i!t:.que.simp[emente
creen y s7n c7nstantes en lo que creen p\r
reuerenaa v 1bedrcnda

Igs
de entendimiento medio y capaciclades iguai
," Ig:,.^l:^:ry:.11-!1'e
es donde se originan toJos los e.ror.s.
ii -T:i:^.11-illl y con algún Ésr, g.nt. sigu.
matrz de razón se dan distancia para
i: :,Til: lTfl::ron
y estupidez de los primeros. Luego viene ¡uzigar
11.:ttl|t:].9rd t, ,.r..i. .iur., Toi
"otra
rorman especie de verdádrros creyentes,,. Se puede
ly:rt]l,y::::
oecrr, ascendlendo de clase en clase: inocencia analfabeta, ionlusión
leirada,
docta ignorancia.
Me viene a la mente mi estudio. de Eclesiastés. Me
esforcé sin lograrlo
nunca, pero sin.dejar tampoco de abandonar
.i int;;.
i\;. ;üero a una
rectura srmple. tnocente, de Eclesia*és. Después vendria
Ia lectura de los
doctog es decir, la lectura oscura, llena ¿.
int'.r.ulu.ion.r,
censuras, interpretaciones, lalsificaciones. "i,*..¿i..1*.r,
,,pero,
_ . Leyendo los Ensayos de Monraigne se dice uno al final: lno es esto
Eclesíastés." Despues de tunto, au,Í,r, I qu.ür;;;";;;;;ri;,ig¿lo, d. d,,.
Irttro¿ cció aMa taigne luan Riliana

ltrrs y vueltag ¿qué más es ésto que Eclesiastés?


',,,
I I lromb¡e no sabe nada; Eclesiastés. Debemos disfrutat bebet comer,
I alma no sabemos naéa: Eclesiastés. De Dios no
EcLesiastés. De1
't'ttr:
. rl', rrrris nada: Eclesiastés. Debemos temer y honrar sólo a Dios: Ecl¿siasrls.

lr, lr vida futu¡a no sabemos nada: Eclesiastés. No hay diferencia entre el


, rl,r,r y cl mentecato, porque toda la diferencia es hinchazón de vanidad:

/ , /, ir,r.vé.s. ¿No diferimos en nada de las bestias?: Eclesiasres. Disfruta mientras


1,,r ,.r; de spués no hay más que enfermedad y muerte: Ecl¿slasr¿s. El hombre
, ,, lrrrr¡ \¡anidad y sus hechos puro sinsentido: Eclesiastés. Se puede seguir y
',, rtrir. Todo Eclesiastés está en Montaigne; y hasta se pregunta uno si hay
.,1¡,,','rr los Ensayos queno esté en Eclesiastés.
l\,lontaigne hizo un docto camino para terminar en una escuela primaria
rrr,,trrluda ya unos dos mil años antes que él viniera al mundo. Nada nuevo
,1, l,ujo dcl sol. Ejemplo a punto y grande: los Insayos. Sin hablar de otros
,
1,r, ll,-.nan nuestras bibliotecas.
( iurioso que nadie vea una obviedad así: Montaigne docto ignorante
r r, lto a Ecl¿sias¡á después de un amplio círculo que termina donde empezó.
( irrrro no vio él en primer lugar que estaba dando vueitas, como Eclesiastés

',1)s('rva que todo da vueltas? Como para preguntarse si habrá leído


l\ l, taigne su Eclesi¿srés como buen católico. Si algo se repite y repite, nunca
r rr

rr rrL vo debajo del sol, es el mismo texto de Ecl¿sias¡ls. Y si algo se repite en

l,'s ¡i¡es del olvido, como si nunca se hubiera dicho es Ecl¿siasrá. Se dice
',l,scubrir el Mediterráneo"; igual o mejor podría decirse: Descubrir
liclrciastés. Se puede imaginar que un bufón (no cuesta mucho imaginarlo)
\( para las cortinas y se planta ante el público: "Señores, acaban de ser
,Iscubiertas dos cosas. Ties, para ser más exactos. O una, si se ponen
lrigcntes: Que todo es puro viento; y que no hay nada nuevo bajo el sol".
¿Qué dijera Montaigne? Sus Ensayos son 107 , Eclesíastés consta de 222
i t'rsículos que ya nos resultan demasiado después de leer los primeros.

ENsnvos, II, 3.
puertl mW seguro que nunca ha
... la muerte es la cura ínfalíble de todo; es
,lc ser temido y con
frecuenciabuscad.o.Todo uiene alo mtsmo, sea que el hombre
st: elímine par sí mismo o que espere terminar por otros medios; sed que pagle
ttntes de su hora, sea que pague cuando la hora llega; de donde uenga su t'ii es

49
InnoduL,ton aMntttaqre. Iun kLa o

siempre suyl; donde quiera que el hill se clrte ahí termin6. Ltl muerte mas
dís.tinguida x la más uoluntaria. La uída depende del placer de otros; Ia muerte,
del propio. . . La utda es esclauitud si carece de la libertad de morír. .
.

Uno. imagina_ a Shakespeare leyendo su Montaigne; porque no caben


.
dudas de que lo hizo asiduamenre. En ese famo:o soiiloquio de Hamler, las
cosas no se ven tan cla¡as. ¿Dónde están los grandes problemas de la viáa si
todo. se puede cancelar con un golpe
_bien
Jado e.r ja parte debida? ¿eue
dónde están? Pues, más allá dela vida, en otra v.ida. jO u..omoluü.,
nuestra religión? Muchos han dudado del catolicismo de-Montaigne. Algunos
hasta han visto en é1un zapador astuto, tan astuto ,uprdo¡, qu."en lu.;isma
Roma eludió a los profesionales del Santo Oficio. Éstos se .r-..u.un .on ru
libro y los que llevaba_en su equipaje. Montaigne cuenta que a sus censores
no les gustaba la palabra "lonuna", casi propiedad y piedra angular de los
antiguos y cosa muy esencial en el pensamiento de Maquiavelo.
Por 1o que se leg habríá tres Montaignes: Uno joven, mezcla de estoico
y epicú.reo; unomaduro, pirrioniano; y uno viejo, cátólico y fideista. No hay
que laber esrudlado ningún tálculo para entender que lós católicos van a
dlvrdrrse enúe los que quieren tener a Montaigne entre )os suyos, Jos que
no quieren oír de.él y los que no rienen idea de quién es Móntaigne
[es
decrr, casi rodosJ. Los no-católicos se dividirán igual.
Pienso que el.criterio para estar de acuerdo sóbre si un autor pertenece
o no a una escuela, doctrina o religrón consiste en consideraruou.llo d. lo
trata y cómo lo trata. Desde luégo, hay casos en que un autoi no escribe
-que
de nada que tenga qu€ ver con sL s postuiaciones dóctrinarias o religrosas;
en tal caso, vamos a buscar certificiciones a otra parte. Tamblen,
iuedé
ocurrir que mientras en sus escritos un autor nos dice que pertenecé a tal
corriente de doctrina,_leyendolo no encontramos allí nada que indique que
lo qu.e afirma sobre tal_pertenencia sea en efecto así. Digo tódo esto porque
se aplic^a justo al caso de Montargne. El dice y vuelve a áecir que es persona
de profesión católica; pero, por lo-que uno áverigua leyéndoio, iguál podia
alirmar lo contrario.sin que ello afectara en nada lo que lee. Hasia tengo el
sentimiento de que lo leo mejor, más tranquilq en esti suposición que én la
primera, de lo que es muestra (cnrre muiha, pare,.i.lasj la cita que hago
aquí. Y sobre todo en su.láusula final:qu" si caiece de la liberrad á. ,ori¡
la vida es esclavitud.
Elaborando y defendiendo la doctrina escéptica de pirrón hasta
lntrod cció¡ a Monfaí{ne - J a Riuano

,,r,rlrh'cerla imbatible, Montaigne logra dos cosas grandes para é1: abatir
¡r,rr Irs suelos nú€stro orgullo y nuestra pretensión; y restablecer la fe como
,l .,,,lrr fundamento espiritual de la religión. Ello se ha considerado muy
',,¡,, t illmente en favor de la religión y el catolicismo de Montaigne. Pero
l, ,y ,lrrs cosas: los protestantes, sobre todos, asientan su profesión en 1a fe; y
1,, rr, upacidad de la ciencia y la razón fque la vivimos también ahora con el

,l', ,r,r.1o de la expLicación darwinistal puede ciertamente zuscitar en el hombre


rr,r r('spuesta religiosa. Sin duda. Perq también, sin nombre. Menos apellido.
lln estos tiempos en que las ciencias médicas se han desarrollado al
'.\ lrlmo de intervenir y reparar órganos vitales, de sustituirlos, de seguir al
',' lirrndo el movimiento de la sangre, intervenir sus arterias, controlar la
,¡rrrnrica de los procesos fisiológicos, etc., etc., parece que hay mucho que
r,1,,.'r y reconsiderar en lo que escribe Montaigne (es acaso su más grande
,'l,s,'sión) sobre la enfermedad, el dolor, la vejez, el mori¡, la muerte y el
rrrr, tlo de morit
llrr ejemplq las religiones cristianas rechazan el suicidio; de donde resulta
,¡rr,,, pudiendo las técnicas médicas prolongar el morir, dejar que la
,,'li rmedad siga su curso sería o matar a la persona o dejar que la perst.,na
',r,srricide. No hay, pues, alternativa y debe seguirse prolongando el estado
,l, personas que, si determinadas técnicas no existieran, morirían. Pero el
,,,,pleo de estas maquinarias, el material, el personal implican un gasto
,,rr,rrme. Así, la cosa se complica con la economía y sólo podemos reverenciar
l, sagrado de la vida mientras el paciente tiene dinero. No hay que decir
'
,lr('nada de esto ocurre con los enfermos que no tienen dinero, que pueden
lrrrrir sin esta trepidación técnico-terminal.
'lhmbién escuché más de una vez (porque este fenómeno lo vengo
,,l,st'¡vando sobre todo en Chile desde hace unos años), cuando el dinero
,lt l paciente se termina, argumentar que habia pocas máquinas y muchos
¡rrcientes en la cola de espera. Entonces no se decía "La vida es un don de
| )ios" sino "Debemos ser democráticos". Esta hipocresia cae sobre los deudos;
l)( ro muchos de éstos devuelven en la misma especie alegando: "¿Para qué
l,rolongar un estado tan doloroso y sin remedio effcaz7" He visto muchas
y escuchado muchos argumentos que sólo buscan esto: Que el dinero
, rrras
,l, los que están muriendo quede en manos de los deudos y no en las de
nrcdicos y clínicas que con sus máquinas y técnicas tienen el poder de

'r¡rropiárse1o.
Una cosa resulta clara en estos casos: Que el enorme aserto de Montaigne

5l
InÍoducción a Mo taige - Jua Rivano

-La vida es esclavitud si carece de la libertad de morir-


se ve zarandeado
a-quí desde tres esquinas: la religión pone la muerte de uno
.n
Dios; Ja medrcina, si hay dinero, en manos dei doctor que la prolonga-rnos
de
mientras
hay drnero; la costumbre, en manos de los deudos, que la quieren pronta
si
no hay dinero y más pronla si lo hay.
A propósito, creo que es por tercera vez que encuentro en el semanario
,,
t\'tewsaceR intormación, advertencia y. acaso, politica sobre
este problema.
La consideración económica que está a la vista en el caso chileno, parece
no
hacerse o quedar oculta en el norleamericano. EI énfasis se poni
sobre el
paciente y sus padecimientos en contra de una burocrac.i. y una.ultura
que no quiere ni por nada deiarlo mo rtr.Terminal Case:Too LongiCaso
teminal:
dnnasiado tiempo) es el úrulo en Newsweeh Intemanomt, Der."iB, 1995.

Sobre lo dicho más.arriba (si un escritor pertenece o no a una coriente


.
de opinión,porque asi lo declare) podria decirse que el punto ni
siquiera se
decide mediante la práctrca, el ritual, el servicio o cereÁonia. Uno no es ya
católico porque.cumpla con estas formalidades. Creo que fue Bertrand
Russell quien a la pregunta de si era positivista respondi'ó: ,'supongo que
sí". Uno no es positivista asi como aii. O cristianó. pedro, el upOJtol,'se
encontró a la primera prueba con que prerendia ser algo sin mucha idea de
erro. mucnos tes ocurre lo mlsmo.
^
Con una referencia así, ¿qué pensar no ya del mismo Montaigne sino de
esos comentaristas que no vacilan en pintarlo de epicúreó, estoico,
pirrioniang ateq humanista, pesimista o cátólico?

ENsnyos, II, 6.

.... A[guno1 ftnrre los filósofos) dejaron sus ríquezas para e¡ercitarse en
ua[untaria pobreza; otros buscaron e.l trabajo y la uíia ausrera, orrós se priuaron
d,e,sus miembros, como los ojos, y de los órganos de la reproducción porque
su
de.liaoso y aJeminado scruicio no debilitara y conampiera la estabíliáad'de sus
almas.
Pero,.en moriq
. .que
es el trabajo más grande que nos concieme,la práctica no
tiene asistencid ninguna que darnos, ..
Acaso, de dormir parecíera contraría a la naturalna _puesto
.la facultad
que nos pnua de tlda acción y sentímiento- si no
t'uera que con ellala nanraleza
Intro¿ cción a Montaigne - l1ún Rioano

ü, t', t t t construyó igual para nuir que para monr;y en la uida nos
\(tin qlte nos

¡'t, .r'ttttt t:l estado etemo que nos reserua. para cuando ésta termine, para
.r' ', .tttnl¡ramos a este estado y quitamos su temlr

I t, (luc destaca en lo mucho que escribe Montaigne sobre el morir y la


rlLr, rl( es la preparación. Si lo matan a uno como ocurre a cientos en este
,,,,,,,',, ,roméntó en Sarajevo, de un balazo mientras va caminando por la
, rllt, () con toda su familia con un misil lanzado desde las montañas, o si
,r rLrL r (, (lel gas que mata en segundos lanzado sobre una aldea kurda, o entre

, r, séme.lantes en una aldea de Rwanda o, en fin, de un solo golpe


r ilc
rrr, l, rrr, sin hablar de asaltos en los suburbios metropolitanos, agonía bajo
I' rLr,'rias de los coches, entre los destrozos de un jet, un buq entre los
, ,,,rrrb¡os de un terremoto, en fin, si muere uno de las mil manetas que se
,lr, , Lr violentas, de nada valió toda esa preparación. Ni tampoco vale para el
, r ,,, rlt' morir en cámaras de muerte como las que se emplearon en la
' lrrrrnación de millones de
judíos, polacos y gitanos en la Segunda Guerra
\ltrrLlial, ni en el caso de las ciudades bomba¡deadas e incendiadas. Los
rrrllrrnes y millones de seres eliminados en Rusia, en Cambodia, en Uganda,
, r ( lhina durante los decenios de purgas políticas de este siglo no requerian
,l, rringuna preparación para morit muriendo en lapso tan breve. La
l,r( lJilración para la muerte de Montaigne es la preparación para un período
r, l,rtivamente largo en que una enfermedad, como los cálculos y la nefritis,
l,, , stá matando a uno sin mezquinar el dolor Enfermedades así tenemos
,.r,lrr vez menos. Sabemos eliminar el dolor Tenemos, sí, y cada vez más,
ll,.'rnedades que implican un mori¡ muy largg pero comatoso.
'l'ambién, tenemos una medicina capaz de mantener a medias en sus
t,r('s, en sillas de ruedas o en sus lechos una enorme población que sin esta
r,istcncia hace tiempo ya que estaría fuera del mundo. Por personas que se
,,,cargan del cuidado de estos ancianos, oigo que muchos piden que los
,l, jcn moriq que no tiene asunto seguir viviendo como si en los umbrales de
I r nruerte impidiéndoles la entrada, el reposo final. Hace un año o más, en
N.ruega, una enfermera fue aprehendida por ayudar a morir a un número
,1,, ancianos; y hace unos tres años, un joven estudiante que hacía un
r( L'mplazo de verano en un pueblo vecino al mío tomó en sus manos la
,, tponsabilidad y eliminó más de veinte ancianos. De lo poco que se informó,
1,,,'.ece que el muchacho fue llevado de 1a conmiseración: no podía encontrar
..r'ntido al dolor de estas personas. Leí también hace un tiempo un artículo

53
lntroduccíón a Ma taige Jtan Rit¡ana

en la revista Narsweeh. sobre Death and Dying (La Muefte y el Mlnr) segúr-
el cual la gente que está muriendo sin mor"ir'nunca, gru.im u 1rr'nu;rm
técnicas, prefieren la muerte a este estado sin propósitó y sin esperanza.
Sobre el dormir, a nadie que rrabaje su dia con e,fuerzo, que'se observe
.
al acostarse y-después al_despertar va a escapársele el sentido que tiene
dormir en la fisiologia del. cuerpo. ¿Cómo no-iba a percibirlo Móntaigne?
En cuanto a la irresistible analogía entre dormir y morir la hacei¡os
justamente por eso, porque al dormir descansamos. Sólo con la función
natural y necesaria del sueño como descanso nos puede venir esta consoiadora
ocurrencia a la cabeza: que morir es como dormir; q1le como el do¡mir nos
exime por_ un tiempo del cansancio y la preocupación, así nos exime la
muerte del cansancio y la preocupacién paia siempre.

ENsnyos, II, 10.


. su.(de Ciceron) modo de esuíbiq y el de los demás autores de alta aliento,
me resu[ta tediosa: sus prelacíos, deliniáones, diuisíones y ctimalosías cubren la
mayor parte de su obra; lo que
.haya allí de uida y mádúla pereci y desaparece
en la larga preparacíón. Cuando empleo una horá leyéntoló, cosa que es
en mí caso,y frato de recoger el jugo ^ucho
y la sustancia, ordinaríamente no encuentrl
mas que urcnto.
... La licencia de los hempos que conen, ¿excusará mí sacríbpa audacía de
censurar el dialogkmo de Pl"aton de insuba pesadez, qut ,n^oráño el asunto;
y de lamentar el tiempo perdído en tantas istiradas inútiles interlocuciones
i
preliminares en un hombre que tenía tantas cosas mejores que decirT

Montaigne no se perdona rasgo ante su lector Nos dice que es flojo, que
tiene pésima memoria. Nos atosiga con sus comidas y bebidas. En lujuiia,
parece superar a Agustín. Nos confiesa su cobardía y mediocridad. No quiere
ser el héroe de empresa ninguna. Con su temor a ia muerte llena páginas y
páginas. EI alto cargo para el que es elegido en Burdeos no le atrae y háy uná
carta de Enrique lll en.que prácticamente lo arrastran por las orejas para
que acepte. Es al final de su viaje a ltalia [1582).
Es hombre de un solo libro; y un solo libro le sienta bien, reacio como se
muestra. Hasta se piensa que un libro como el suyo, formado en buena
parte por breves tiradas, resulta cosa connatural en un temperamento
Introducció a Mo taígne Juan Rit¡ano

nLlrrirto¡ desordenado. No imagino a Montaigne siguiendo paso a paso los


,,,Lrpartimientos de la República. No veo cómo haria para tolerar el
l\tntlnídes o El Sofisfd. Menos se aviene con "las definiciones, etimologias y
,Lr r.iones" a la manera de Cicerón.

C.uando empleo una hlra lEéndolo, cosa que es muchl en mi caso, y tlatl
,h y Ia sustanaa, ordinariamente no encuentro más que uiento.
n,coger el jugo

¿Vanidad de Cicerón o impaciencia de Montaigne? ¿Y qué decir de ese


',lr,rlogismo" de Platón? Hay quienes no pueden tolerar el estilo de Montaigne
y rl)cnos su forma de composición. Pero ésta abrió para las letras un género,
, l ,,nsayq que dio como náda antes libertad al ingenio y la expresión. Platón,
, r,,rtamenti, no tuvo casi éxito con sus diálogos. Acasq somos muy poca
,,,sr para un género así. Leyendq por ejemplo, el Gorg¡as ¿quién va a dudar
rl( su excelencia?

ENsRvos, II, 11.


... siento honda compasión por la aflíccjón de los otrls y me asalta el llanto
¡'ar ellos, si es que en analquiera ocasión pueda llorar. Nada si no las lágrimas
u t.scíta mis lág¡imas, y no sóIo lns realns y uerdaderas, sino las que sean, fingldas

,, ¡intadas. Nó lamento mucho alos muertos (más bienlos enuidio);pero lamento

nt¡tcho eI morir Los saluajes que asan y se comen los cuerpos no me ofenden
ttttrto como los que persiguen y atormentan a los muos. Más aún: no s7y capaz
presenciar las ejecuaones ordinarias de la justina, como quiera que sehn
'lr
ntzonables, sin desuiar la mirada.

En un mundo con siglos y siglos de tradición cristiana, la compasión y el


r,'pudio de la crueldad tendrían que formar el fundamento de la moral y la
¡rrsticia. En lugar de la imitación ascética de Jesús debió preponderar la
,rtcnuación del rigor en los tribunales. ¿Cómo dice Teresa de Jesús?

Tú me mueues, señor, muéveme


el uerte c[auado en esa cruz y escamecido,
muéueme el uer tu rostro tan dolido,
muéueme las hendas de tu muerte.

55
Introducción a Montaígne hnfi Rivano

Me mueves, sí, pero ¿a qué? No va a consumarse todo el sentido


c¡istianjsmo en el sufrimíento y la_compasión. pero, así pa....
.n *. oo.
¿Y de las,heridas. y la muerte de loi d.m¿rriá;,riti;;;.;ilrfi";
crucrhcados los hom,bres por la justicia romana. por
la rutina, por
costumbre, romana, Algo asi tenlaÁos que abolir; , ,,
.boli.iOn t.niu q
movernos ia crucifuión: a abolirla para siempre. pero ocurre
al reves:
cruz se.hace símbolo y sentido de la utd, hu-.'nu. .liJ, ., irnii.¿o
.n ,u ,¿a
crucis. Y está siendo sacrificado todos los días y a toda
lrs horur.
-- -^- Todo¡
llevamos una cruz. Asi es la vida: injusticia y cruÉiffxiOn.
Sin esta interpretación estática, perpleja, ie 1a crucifixión
no tendríamos
n¿d¿ de cuanto construyó elrristianismo. Leo de
un erudito inglés que da a
entender en una nueva traduccón de Mateo que Jesús fue
iapidido, no
crucificado. La mera consideración de una i"t.ü.tr.iJ" .o-o'ert.
¿" to,
textos nos da a ver hasta donde el cristianis-o no ., rnas que
irucifrxiOn.
Teresa de Jesús (aunque no he leído que el soneto f.rnolo
,. i. .t.iUuy.
se queda en extasis anie un cuerpo sangranre qr. .u.lia
ll-llg?ij.ir.",.)
ctavado de un madero. Desde Jrrego,. no se tr¿ta del .rerpo d. .leius.
AJgú-'n
será qf e en la pareá áe su celda. Le o.rii.'."r" , ü-,ri!".
cuelga
:il.if!o
.rl].?tl no sólo por Jas lágrimas reales.sino por ias falsas, sea qu. lm fin;.
:f
un bnbon, sea que 1as imite un pintor. y del éxtasis asombrado y dolido áe
leresa, No la conmoción y compasión de Moniaigne que
naceJ
"qué
:I:!.ili:, icó-o podemos e;ercer una justiiia tan .ru.ll Sino'rlgo-Je
etrco y estetico y metafísico en el sufrimiento mismq como
si de allí ni'ciera
todo, como de una esencia o forma sustancial
Montaigne es un hombre que escribe en el último tercio del siglo
.
ts el pnmero en tomarse a sí mismo como asunto; y al desnudoi pero al
XVI.
de¡1yd9 de verdad, tan de verdad, que todavía, con'rodo ei
mercado de
exnlq.rclonlsmo contemporáneo, nos resulta a veces chocante y
nos
averguenza su lectura. Es escritor muy moderno; con mucho
que sigue
|l¡'j-"i"i"r /,0y. rodavia seguimos nosorros sin oír. Lo que expresa aqui
soDre la (rueldad puede parecer muy obvio y trillado
en una época como )a
nuestra en que los dictadores más sanguinários son los pri-iÁ
qre nos
leen la ca¡ta de los De¡echos Humanis. Algo que no ii.n.'.rl
unu
criti.a sobre lo obvio y la: obviedades. En u"na Época de Áediarizacion
"n y
cohonestación universales, de masi[icación. globallzación
v .ontrol
e.tectronlco, no queda concept.o que no haya sido mascado, asimilado
y
sintetizado por rodas las ideologías.
;Crueldaál .Que queda por decir sobre

56
Ilttnd cció a Mattaigne Jua Rü,ana

lu , r'',.l,lrrrl? Tenemos sadismo y masoquismo por bibliotecas. ¿Quién no


=.'1,, ,¡rr, r'l sadista ama como el que más, el pobrecito incomprendido?
t trr, ll tlrrt'es no es masoquista y, por tantg sadista?.¿Sadomasoquismo?
,ll,r r,,l ,ilbr qué cree usted que irrumpe gloriosa la televisión? Pregúntele
.,1 ,,,, ,, , ,r,, que está arrendandó un video en el boliche de la esquina. Es todo

,,,1,,, l.' s,rngre salta y chorrea en la pantalla. Vivimos una épota sangrienta-y
lrl,r r L r¡nscientemente cruel como ninguna. Cohonestando el pillaje, la
,l, r, ,l, r;rr irin y la masacre con mitos como la Historia, el progreso y la cultura
lu r r, ,s t r'rminado con la vida de millones violentamente Y seguimos
h,, r, rr,kilo, como se muestra en lrak, los Balcanes y Rwanda. Hace unos
,lr r',, Sui cia estaba vendiendo a Hungría 30 de sus fighters. ¡Eso sí es noticial
I l,,r nrismo un periodista denuncia pago en coimas a políticos de Tailandia

¡,,'r rrn contrato de submarinos. ¡Eso sí que es desastrel Francia argumenta


,,,,' pruebas nucleares. En estos tiempos, no hay cima más encumbrada
','s
,¡,,, l,r clapacidad de aplastar y volar en pedazos los- centros urbanos e
r,',l,,strialÉs del mundo con misiles nucleares. ¿Crueldad? ¡A quién se le
'lodo esto se obra para disuadq para que no haya guerras, para
',,,,rrll
'1, l, nder la
pazj para qu. nun.. más haya crueldad, porque si -alguien 1o
rrrt.ntl, entonces uu u rrb.t lo que es crueldad. ¿No es para Swift?

ENsnvos, II,72.
.. cotuídérese el zorro que la gente de Traaa emplea para mtzar un río
l,,l,t,la echándolo a caminár por delante. Si lo uemos aplicar sus orejas a la
, ,,rñente bajo el hielo, esanchar si el ruido de Ia corriente es próximo o remotll
, tt) [enemls razón de creer que en su cabeza están los mismos
petuamientos
,t,t, habna en la nuestra en igual ocasíón y que clnsisten en razonamientos y
i t)t$ecuenüas obtenidas del sentido natural: "lo que hace ruido se esrurre; Io
,lt( se escL rre no está helado; Io que no e*á helado es líquido; y lo,que está
lí,¡Lido cede a la presiónr? Porque atnbuir estl a una uiuaadad del oído sin
n t,diación y razoiamiento es quimera que no entr6 en mi imaglnación. Podemos
r

,rt poner lo mismo de las sutilezas e inuenaones con c1ue los animales se Protegen

,lt' nuestras trampds.

tal que no 1o haría mejor-si conociera sus


¿Razona el zorro, silogiza
i\ná[íticos tan bien como Aristóteles? La idea -con todo nuestro saber
lntra¿ucció a Montaigne luan Riuano

etológico y nuestro cuidado ecológico- pienso que no le pasa por la cabeza


a 1amayoría; y a la mayoría que la cónsidÉra le paiece casi un ataque personJ
Sin embargq es.as gentes de Tiacia se verian en apuros pa.a .rphca. il .u"ilio
q¡e esperan del zorro para cruzar el río helado.'.O van a decir que emplean
el zo¡ro como si fuera un bastón electrónicol
Montaigne plantea el asunto en términos de sólo dos explicaciones: o el
zo(ro avanz razonando a partirde lo que ove o sólo se apoya en lo que oye
para avanzar -o conducta mediada o inm_ediata. Esto último, dice, es qlimera
que no entra en su imaginación. ¿Y en Ia de quienl
Con nuestras técnlcas de programación, alguien podría ahora sugerir
que hay un programa que se dispara en el cerebro del zorro y queistá
montado para ordenar respuestas de acuerdo a las informacionei acústicas.
Pero éste sería un caso de "probar demasiado", porque igual podría ocurrir
con nosotros cuando nos encontramos en la situacién d"l ,nirn.
Esta muest¡a de la capacidad de razonamiento en los animales está a la
par con las que daban los antiguos estoicos cuando consideraban los
razonamientos. Montaigne lo sabe y atribuye a Crisipo una observación
que otrg: citan de Filón de Megara. Cuando ún perro sigue un rastro y llega
a una bilurcación de la ruta olerá en una dirección:si ñay alli o1or, seguiiá
por esa ruta; si no, seguirá por la otra sin detenerse, ol"r: porque, razonará,
si hay.olor en una ruta, no habrá en Ia o1r¿ y viceversa de modo qu. brrt.
una observación para seguir adelante. Todo esto es un silogismo ionocido
con el nombre de dilema; y el perro_ Io hace ran bi.n á.o cualquier
estudiante de lógica o. para el caso, cualquier abogado o hljo de vecino.
. Montaigne- elabora con abundante y giacioso detalle la iomparación del
hombre y las.bestias. El_homb¡e, ese pieiuntuoso señor de la cieación, sale
siempre perdiendo en la comparación. Esta defensa de las bestias, seres
a-ltamente razonables, va en el ensayo l2 del volumen II titulado ,apología
de Raimond de Sabunde. Se trata dÁ un teólogo español del slglo XV q'ue
mostrando la manifestacrón de la razón en la creicióítoda buscaü establecer
las verdades de la ie cristiana median te la razón. Esto no lo piensa Montaigne.
El hombre es un ser racional como los demas seres en la naturaleza y pu?de
realizar grandes cosas en sú medio natural. Pero
¿establecer una ve¡dad?
Eso en absoluto no. Las verdades que el hombre tieie, por ejemplq sobre
el
alma y la inmortalidad, no son aiunto de la razón. üen.n d.'1.'f". Es .l
fidersmo de Montaigne; en el que muchos creen, pero también muchos no.
Se habla de una moda escéptica entre los hümanistas del siglo XVI.

58
InÍrcduccióñ a Maúail e luan Nva o

r r, rluban traducciones de Sexto Empírico y los escritos de Sánchez y


r\ ¡,r L¡,
¡r a. En 1a forma
,4po logía de Raímond de Sabunde vemos combinarse de
',1,1,,.,iva Ia teoLogiinatural de éste y el escepticismo extremo de Pi¡rón.
r l' I ,,1, mos alcanz¿r verdades últimas, no podemos alcanzar los principios
'
| .r , rcncra no tiene más apoyo que los sentidos variantes, relativos, ilusorios.
L, r,rzon por sí sola gira én círculos viciosos o retrocesos al tnfinito. Só1o en
lr l, pLrede entonces fundarse la religión.
I'u,'de decirse: ellímite de la razón naturaly de la ciencia es la naturaleza.
Irr rnurs una época en que un límite así se vislumbra. ¿Qué más podemos
r¡ ¡p('rir en antropologia después de Darwin? ¿Qué más en cosmología
,1, ,¡,rrós de las ceitificaciones del btgbang? Y aunque estos límites sean
,,,1', , pasadoq pienso que ya en ellos asoma un dejo de lo que puede merecer
, I rr,,mbre de iellglOn. Sólo un dejo. Creo que en Montaigne hay de modo
, ,,'rrr,,nte nada más que este dejo de religiosidad y que no sólo los católicos
',rr. r¡uien profese alguna forma positiva de religión condenará a nuestro
, ,' rtor como un pagano. Por 1o demás, es cosa evidente: el escepticismo
',rr,rr it¿ la fe; pero ésta perdería toda su fuerza si se colgara un apellido.
l.l siglo dé las luces verá también asi en la conclusión escéptico-fideísta
,l'. Moniaigne: religión, sí; religiones positivas, no. Demasiado asunto para
r positivas.
",l)uestas

ENsnvos, I1,12.
.. si tlmamos por uenta.ja nuestra sobre los animales que está en nuestro
¡,'t,lrr apresarlos, emplearlos en nuestro seruicio, usa os en nuestros placerx, es
t¡tto tanto Io que oatrre de un hombre a otro. Tenemos baio un régimen así a
tttt.stros esclauos.Y las climácidas, ¿no eran mujeres sírias que en cuatrl patas
',, rt'ían de peldaños para que l¡ts señoras subieran a sus cochesT
... Los hombres que nos siruen lo hacen más barato y por empleo menos
, ,,lladoso y fauorab[e que el con que obsequiamos a nuestros halcones, caballos

\ lt(:tfls. ¿En qué solicitud tropezamos por su conuenienciaT No creo que los
u,t-t,itlores de In mas a\tecta condiaón harían de buen grado por sus amos lo
, ¡u' los príncípes consideran un honor hacer por sus bestías.

En cuanto a servidumbrg el hombre siervo no está en ventaja sobre el animal


,r(,rvo: los dos carecen de libertad.Alora, en cuanto a la forma de servidumbrg

59
Ifitta¿¡rcció1t a Ma raigne . J a Riuano

lo^prrmero que viene a la mente es el buey.


¿Habrá un esclavo comparable con
é17 El mismo Montaigne nos cuenta de Éibueyes qu.
,r.ubnn ugu. go.nd;
una rueda Despues de cien vuehas no los moviá ,rji.. o,.r, "frár.?i" ,,
n¡.
5e les da su comida puntual, se les deja descansar en el prado. Los esclavos
numanos demoraron mucho en alcanzar un regimen semejante. Acrualmentg
üen-en atención médica, medicamentos y hospilalización .Ial .o.no
lo, br.y.sl
En cuanto a usar a los otros en nueitros^placeres no es necesario ir a un
prostíbulo o a un salón de masajes. Hombies y mujeres disfrutan
con los
actores de. cine de forma parecidá , .orno los públi.os antiguos
drsfrutaban
con gladiadores. Estos se mataban ent.re si para satisfacción de las
.Jos
muchedumbres; los
,actores hacen Io mismo en ficciOn y f-ni.rn t..bien
en ficción para satisfacción de millones y millones de .ip..tadÁ.es. podria
rechazarse.que sean_ esclavos: Se les pagá tan bien y gor'an d. i.nta
f.ma.
Pero, que dejen de darnos satisfacción; entonces se veiá.
A los animales los comemos, cierto, muchas veces más por placer que
por necesidad. Habría que vivir en las Islas de Juan Fernánjez para
comer
Iangoslas porque no hay otra cosa. De esta forma, por plaa"r,
no no, .rrn"aos
a los hombres. Lei hace unos dias que durante la Segunda Cuerra
Mundial
losjaponeses se comían a los nativos en algunas islas dEl p..ifico
iu. fam¡i¿n
faunque después se calló sobre el asuntoJ dijo alguien ll.g"d" d.
que él habia investigado casos de canibalismo. y Kiuschov
l;r;i;;
su, m..orius
cuenta que en.la época de la reforma agraria en Ucrania los "'n
campesinos se
comían a los hilos. También hace unós años tuvimos l, notiiiu á. tá,
escapados de Vretnam que flotaban por centenares de miles en
los mares de
Lh¡na sin lograr asilo de nadie. En un barco de éstoq al garete, un capitán
enconrró que 1os tripulantes se comian a los viejos v más"déblles
No sé si el canibalismo se explique entero poiqu. l, alternativa es morir
,
de hambre. Pero esta cuestión no toca el hecho: loi hombres se
comen a los
hombres, no sólo a los animales.
En cuanto al empleo de los anrmales como instrumentos o accesorios, he
.
visto a esos pescadores que emplean grullas para atrapar los peces
en sus
gargantasj y ya_ oímos de esos zorros de Tiacia. pero el eÁpieo
de los animales
para servirse de ellos como si fueran peldaños r.ro lo encuentro en
ninguna
pelicula,o lecrura. Parece -aunque suene paradoialy desesp.rrnte_ q;.
h;;;;;
scr hombre para emplear así a orro de su e.pecie o deiar5e emplea,
ári poi oiro.
Montaigne nos cuenta también de rernos donde cuaído el rey escupg'los de
la
corte alargan la mano para que tal derrothc no caiga al ,ú.1o. ó
r.u,.rto,

60
Intro¿ucaón a Mo¡taigne - Jua Riuano

, ,,rl(.s¿lnos se ofrecen no ya como peldaños sino como escupiünes. Y si


'
l.r lrramos una ertensión metafónca de esta especie asquerosa de servidumbre,
r, r,n ta instrucción y también cuanta aflicción y decepción resultarál Por todas
l,,r l,,s se esparcirán los escupitines corriendo de aquí para allá, desenrollando
, rl l , r lrras, colgando lámp arag cerrando puertas, censurando micrófonos, ; árnaru
',
, l, t,,lL'visión, publicando desmentidog dictando conferenciaq escribiendo libros

l,,r,r recoger a punto y sin pérdida los gargajos de Su Majestad.


tlLrcda todavía la inversión: la servidumbre de los hombres respecto de
1,,, rrnimales.Aquí, en Suecia, es muy común que haya un animal -un perrg
rr riirto, un conejg un canario, un reptil, una tortuga- en las casas y en los
rlr 1r;¡¡l¿¡¡g¡¡s5. Supongo que en general la servidumbre es recíproca. Pero
rrrrrt has veces parece simple y en favor del ammal. Algunos perros parecen
lrrslL'ricos; pero otros no. En cambiq los amos tienen que andar atentos a la
,,'rrritla, al aseo y control médico de sus animales. No pueden viajar sin
, ll,,s; y si nq alguien tiene que quedar cuidándolos. Cuando salen a1 parque
, ()r sus perros llevan pequeñas palas y un bolso plástico para recoger los

r \{ rementos. Hay contaíners especiales para depositados.


Asi, pues, cuando Montaigne escribe que no cree que "los servidores de
l,r rntis abyecta condición harían de buen grado por sus amos 1o que los
l,riucipes consideran un honor hacer por sus bestias" no me viene más que
nrn rrlufar: "Yo tampoco".
Y hay estq además, de mucho tono, descaro y hasta bellaqueria en las
¡,, ,sonas de las sociedades ricas que sírven a los animales poniéndoles criadog
, rli'rmeroq doctores, peluqueros, y levantándoles catafalcos y dejándoles
, r llcrencia sus riquezas:y es que mientras obran así al tiempo que observan
, n sus televisores cómo se explotan, hambrean y matan por millones los
lr,,nrbres de las naciones pobres, llegan al extremo de adquirir una aguda,
l,u nzante y angustiosa conciencia de ellq teniendo que recurrir al psiquiatra
¡,,,r cllo, entrar en cura de retiro por ello y ¿quién dice no? escribir un librq
,li, tar una conferencia o vaciar toda esta inmundicia de culpa en un
, rr uentro de almas contritas ante las cámaras de TV.

ENsnvos, 11,12.
... En cuanto a Ia fortaleza, no hay creatura en el mundo más expuesta al
,lrño que el hombre. No se requiere una ballena, un elefante, un cocodrilo o

6t
lntroducctou a Mouraqne luan Rwano

algútt an,ímal que, se bask para derrntdr un gra,n


número de hr¡mbres
pr)toar et
pro0ar et punto: los
Ios pioj1s
piojos basta,n
bastan para
\ara dejar )i,
lpl diala
,punto: deia.r uacantc
uacanle el
cl nupctn
puesto del
et de un cmperadlr grande y tríunlante sirue de desayuno a
)l::,a.:! gusano.
pequeño .clrazón

El emperador y el gusano reaparecerán en el Hamlet


de Shakespeare:

only Emperor t'or dtet..W


-."1""y:y:.ry ::Iour t'at all reatures else to t'at uq
o,rru.tucs lor mawts. your king and your lean beggar is bui
:.:1Ii^l:: lat
u1.naore seryc4 lwo díshes, but to one table; that.s
the end.
,t el único Emperador de la dícta. ingiilo^o, orr^ol,s pora
^.--!^-r,^i-y!1r"
cngordarnos a nlsltro,s y nos engordamos para los guianos. Tu retordae
rn y
tu nenargo detgaducho, no son más que uariaciones del seruicíi:
pero una misma mesa: así es el
do, ptoíoí,
t'in).

Pascal,hará parecido juicio_sobre la grandiosa


,^, Yr: lddrn*, insignificancia
oet nombre con ese cálculo en un uréter de Cromwell que trajJ
toda una
enorme empresa por los suelos.
No sé qué hubieran dicho estos escritores si hubieran
tenido noticias de
virus y bacterias; y cabe preguntarse si la genética
áe
ndlcuto.y al traste con la imaginación de los poetas. En"r.rir",
áir, ¿.,f
una partícula""celula¡
oesprecrable vrenen todas las instrucciones para formar
el ceiebro de Leibniz
o la musculatura de Goliat.

ENsnyos, 11,12.
... cuando uemos que los machos cabríos de Candía, herídos
Dor una {lecha.
entre míllones de plantas eligen el díctamo poro *rorrr,'q,u-,
¡;;;;;S; ;;i;;;;;;
en busca.de orégano. para.purgarse. que-el dragón
i:::i:,i::,!tr:*ilorr.e
n.mpú ros llos con htnojo, que [as cigüeñas se.hacen lauatiuas
se
cán agua dá maq
q.tue lls ellantps sc quítan las
flechas y dardos que rccíben en botíllor, ,o ,o,lo
dp sus rucrpos stno de los de sus compañeros y hasta de
sus amos, ¿cóml no
reconocer que esto es conocímiento y. prudenaa,? porque
rebajarlos-alegando
que esto es sólo dictado e instruccíón de-la naturakro
ná e, qritiitrc i^
del saber y la.prudencía sino con más razon at¡biírsela"'r'-ilür"*a,
Affiia
qw o
nosotros por el honor de un maestro tan int'alible.
húro¿u&ón a Mon¡a$ e hR Rit., n

XVIII que ha elaborado el argumento escéptico


I l,rrrc, pensador del siglo
,1, l.r r)rir hasta aquí imbatiblg rebaja la arrogancia de los racionalistas como
\l,,rrl,rignc se hubiera enorgullecido de hacerlo. Para el filósofo escocés, la
,,,.',,r' Irrrmana, coí sus Barbara, Sontes y ponendo ponels, rcsulta facultad
,,,,rv llo ja para las exigencias naturales; de modo que en el plan dcl mundo
,, lr,r 1rr¡fg¡ide fe¡mar alhombre de modo que anticipe las cosas de acuerdo
.r l,r , ostumbre y no mediante silogismos. Cuando abrimos la puerta,
,mtr( rl)rmos que se abrirá por costumbre; si fuera por razonamiento,
,1, rrr.rrríamos mucho y acaso nunca la abriríamos. Todavía más, cuando

1,,'r rrrtrndo que algo cae damos un paso atrás, diríase que ni siquiera la
, ,, ,lrnrbre pareció a la naturaleza un principio segurq sino que incorporó
,,,rrro si dijéramos un silogismo práctico en nuestro sistema nervioso.
I rr tcoría de Darwin nos enseña cómo se instalan estos silogismos, no sólo en
rrr r.slro sistema nervioso, stro en toda ia naturaleza viviente. Lo notable de este
I',rr,ric rle Montaigne es que suena tan bellamente como anticipación darwinista;
,,rr, r darwinismo poéticg si se puede decir Viendo todas estas manifestaciones
'
,1, { ()nocimiento y prudencia entre los animales se nos ocurre un mito: "que es
,,, ,1, r por
instrucción y dictado de la naturaleza que saben todo esto". Perq tratando
,l, r¡ritar los velos del mito la madre naturaleza que nos instruye y nos dicta-
, ,1rr,' queda más de dictado e instrucción que no sea en términos de mutaciones

¡¡ n,'ticas, selección natural, transmisión hereditaria?

ENsRvos, Il,12.
... ¡ti son los animales incapaces de aprender por nuestros méiodos... Los
l\totes que seruían en los jardines de Susa, regándolos hacíendo $rar ruedas
, ,n baÁes t'ijos en ellas (tal como hay en Languedac), daban cien giros; y tan

,tt t¡stumbrarlos estaban a este número que no había modo de t'onarlos a un

lirl más. Nlsotros somls ya casi hombres antes de contar hasta nen y hay
tt que n0 liPnen trcción de númaro.
t. iLtnes
Serequiere aun más entendimientl en enseñar que en aprender. Dejando de
l,r,lo lo que sostiene y prueba Demócntl, que Ia mayoría de las artes nos t'ueran
nseñadas por los animales -como la araña nos enseñó a tejer y coser, Ia
4londrina a edit'icar, el cisne y el ruíseñor a cantarj y muchos animales a tomar
nediana- Aristóteles r.tpína que el ruiseñor enseña a sus pequeños a cantar y
t)cl;pa mLrcho tiempo en ello...
Ilnrn¿ucciól¡ n Ma ta¡p¿ . .hn Rij,a .)

Recuerdo io: patos.que se criaban en


, c¿sa. Habla una laguna a rrn{
se los llevab, po, el ,t,o E,
1:':':",i:i.::,'l.tonde
iban y volvian por 5i soios r ,.
," ¿_.i,"r.i", Il*r¡u
;¡",;;;;; ; ;;ü;'ñ,t, i'"i:';"r"j:
q,","
J.i,,,,,1,' p",i, i,"L', qi," *r"
ll'fl"::l:l::,il:,lpl*
cn Ia trrde r,mbi.n v de mr.ha f",nr
Ie.
"
,"^ ill.. rli!* j;;';;:r';J. .
la dire,tion por las..orrLenres m¿snericas y
3:,1:l:19:a ta distancia y'u
velocidad
acomodan
tu, u.tá.iar+;;;:;ilifrril.f:.i:Tt?.:",
]i::l:, lr'-'b"jL
direc.ión
exploiadoras,infor.rn r ru,
que deben ,"..'. l, ¿ir,r".,;;:.
.*f , ."f_*,
"
Iugar cn que hay flores. Los an.imates
iliiJ"n.*,
:,1;;:;#iH:;
""'f
que se parean, anidan y crían en granc
espacios y apiñados en multitudes
.ono..n .l l;gil;;j.;;;'f;
como si tuvieran la di¡ección escrita
en .l ..r.bi3l;;;;;;;; ,r,
como si poseyeran sus señas en un carnet
prngüinos, focas, gaviotas v muchas.,"r.rp.li*
d.,dilil.il';l ;rl;,,il
los programas de TV De
i.r" ioio'l.r,*n.n
l^ relojes
h¡hl¡, de
hablan ,_t^i^" L;^t¡^j^
todas etstas cosas se ocupan los etóiogos
,
bioiógicos y rui"p-grr."r"'
. ":;iH!;:ili::¿nil:
que nos
v cambios en Ia naturaliza oÉrrn.o,n'o.r,iri,l"
artelactos instalados
q* p."1" .iili.i¿n.rtos
a través de milenios y milenios de
évolucion en el sistema
nervioso de los animales

sin i:,*1":::'f51iegan
embargo, tendriamos "que cr :-
- -" '-'" yr enumerar
a medrq orientarse \rtu'¡¡\rdr por
lr\r¡ (u\rumore'
costumbre,
Aprenden que taÍ
" ,"'::'^::
deben Jl"l.,lp'ildi";
drrección determi
dlreccron dererminacla es r,
que la actividad ". la que seguir; que ,rl .;'.i;;;il; .;
' cesar. lodo esto imDlica canrid,qA --ri.t- ,,
.'t" i-pii.,,..Jti;á;-ü1i.';
9*,:::ll Il{:
computación. Y pedagogía: el ruiseño_r qu.
.nr.;n
-- - rl-r ;;q;;;'.';;;;;¿
r'!Ye\ r¡u o
repile
repite meramente; también .or ' yy el ."^,,-o^
corriqe :l no sólo
on--,t-.+^*Lj:- rj- .r,9.., "l
pequeño ^:.:'^-:^:
que aprende,
j:li:.-., ^
Aqui, e'n rr*á, íu,i"a." r"1;ú::ft::;:.i,ll:
-.--..-...,"-. liscrimina,ure5 (lue
fi1T9.:
ll.r:n : : : ::1",: l l:'
:1":i
oT
d
rrjnan,
b;;
traro
;;
; ; curas_zorzales.).
Dromean, ;:: ;;;
de imitartos ctn liiúia*,
T";::::;
A veces, #iIT
:::::j:::.1::l;:":
demoran en devolve¡me^mir rilb,il;';;;r;ij;r. l,'^,j

ENs,cyos, II, 12.


tin y necesaríos, camo comer y beber; naturales
naturales
_.-.:Y:^,1:t::
*^o,p,a,rparse co^n mujer; o ní naturales
y no
!Í5Y,1!t;
tuuu: tus aescos det hombre.
,í nrrrriiiJ,' ,o^o ,or¡
Lstls tiltim.os son superfluos y artit'inalu.
se satisface a la naturaleza;poco nos
Con poco
dejó que deieaí Nuístr^'riiirir'y
¡rurt ¡^
Introd cciór a Montaigne . lua Rilla o

,', .1tu tlr slt g.tstz1 nuestros uinos dekcados n0 entran en sus ínstn cciones; ni
i,||l\tt t) lt).\ excesos sexuales,..

I rr rrlrstracto, las combinaciones son cuatro:


I )cseos naturales necesarios;

l), s.os natu¡ales no necesarios;


l)c.s95 ¡s naturales necesarios;
l)eseos no naturales no necesarios.

estas cuatro posibiiidades, ni siquiera la menciona


Lr lcrcera de
\l"rrtrrigrre. Y uno asiente en primera lectura. ¿Cómo se las arreglaría un
'1, ,,,, ¡lrra ser necesario y no ser naturalT
ll
icma inclina sin mucho al modo de la metafísica. Igual que es, el
urrr, rso podría no ser ¿Qué puede haber entonces en él de necesario?
It l, r,,s qui nada, los deseos, iiendo contingentes los objetos de su satisfacción.

l', r{,, sr afirma tambíén que la nafualeza es el reino de la necesidad, que


,,,,J r ocurre en ella por azar Entonces, todo deseo natural tendría que ser
rr' ,, srrrio. Pero, ¿podría haber deseos que no fueran naturales, deseos que
lr.rl,rt¡ndo en el iuerpo no fueran suscitados por éste? ¿Dónde más podría
r, rt r ¿sidero el deseo? ¿En el alma? Así serían no naturales los deseos, con
r',r, rrto en el alma.Y así podrían, también, no siendo naturales, ser necesarios.
l)rccn y repiten los lilósofos que el hombre tiene el deseo de saber, de
,rl,,ucar 1o infinito, de explicarse el universo, de trascender 1a muerte. Pero
, ,,tos deseos no podrían ser naturales puesto que vemos que muchos hombres
rrlcr.i tranquilos sin que se manifiesten inquietudes de esta especie.
| .rperimentarán como necesarios estos deseos 1os hombres que los sienten?

'ir fucra así, parece que serían una especie aparte.


Vemos a un pequéño jugando con un palo y una piedra. Pascuas más felices
L
lr r(' estas parecá
que no hay. Lo vemos beber el agua en las manos y formar con
1,, cortezadel pan un plato para las lentejas. ¿Dónde se vio servicio más simple

1'más completo? "Con poco se satisface a la naturaleza". Diógenes nos enseña


, , liminar 1o superfluo y tomar lo necesario. Cuando con esta ffgura en mente
,l,..Diógenes en su tonel y el pequeño bebiendo en el estero- nos volvemos a
l,,s meróados del consumo moderno, el choque resulta tan colosal que no nos
(
lucda más que una salida: o no somos más que una sustancia voluptuosa,
gorda
y
v fofa y estúpida o Montaigne se equivoca los deseos que según él no son ni
naturales ni necesariog son justamente lo uno y lo otro.

65
Innoducdó a MontLirtrc fuai Iln,nn¡

Por Io que saha.a Ia vista Dios,


., el alma v ja rlmorraiidad no podrian
de n uesrras"in cti n.,. ion., r,u,, Hlon;;;;
:::::"-,:": 1i:TL
ser obj eto d. ningun, fuJtu;;;;;r ;'; ;;,"",
¡-od1í3
..r,,1"1.ión, plopia.
El; ;"; #:?';r::tril
fl ¡Que.puece er srn asisrencia de fuera decir
uros. el alma. la inmortaljdadl Fsra5
pretensiones i",r.r" l""qri.i"
De la mtsma especie de atreuimiento
",t es la promesa tlelLibro de
,!y.,: !"1b,i, 1,
,od'o, to, -,o,,,; f ;;;i,';í;;';;:;; Ái,'í,io?k',,!ií,
v
u' T,LLLU t'Lc \-ttrLyu: que Dnn
!:;y::",p:k:!t,¡,1"1"1;/;1,;ó',:i;';;:;í,T;:;,::tii,l!'íiíiJ,
virtuoso como Dios, y fi
. ^i;;i;;'\-.,
eneca reconoce que Dios le ha
la dado
^.e^ ^..^ -.:..:..1
!:lj#,?:"!"t':e:-::s:sueit+tzo;;N;r"v;;;;,;';i;;';'I
con ocunencias de esta temendad.
¡erriyii.-'ti."i)1
Aquí, la
¡.¡yu,, ,d indinación
,rrr/r¡a(ron metafísica,
metatlslca. teológica, escato
esc-atoló_gica, más que

J ::T::: .",l,ll:j:: fl::::*'aie ;;;;


g, nr. p.rron ur. ñ;
un a h i nih azó" (",c, r:r.,, ;;;jft
j que
q,
l:."di:.
I

que hacernos meditir.


;i;ffi ,, il;t;:i';Jll;
que ten
Pelo r-r9 a Montaigne.
¿El hombre que tanto se encumbra, que
T*:lil-1"tb:no ásmái queuna pl"r".i#;i::,JJ
:,:: g:: osiuros v ""i"J,, ""
..ol"iü"Íiiá"*';;ffi jJiiJT
"lf ]"¡,:sparios
j::::,? .,, i8 u, r,,s., D ;";, ; ú;,;;;1; i;i i'"iJ
:il I *:: :'ü;:
J:.1.''. ;
estupidez igual? "
A veces está tan al alcance de su lecto¡
Montaigne que estamos sin darnos
c^uenta alargando la mano para.toc..l".
lomarnos un rrago con el. Si le ourtamos
A;;il;ril,;ir.I.ii".*0r,il*,
que tanto complacia . ,u, .án¡arnpor¿neo,
.r.
rra.,r,.nÁ á.i qr;
'Oor".a il;t;l;;
.utOlicoJ nor un
wittgenstein, un AItred Aye, d.l
como si viviera en el nuesirn.
sigio')¿tr, i; ü;;;;t:l'pf,,,..1.,u¿o
Drnrot. poder,uerdad. justicía: palabras que
.., uemos
nt
signilican algo grande. pero,
ni conccbímos estas casds. Dectmos que
dioi
que ama, dando a las cosas inmortales .trr". fruf,rsm oirodo,
nonbrcs mort ales. i úii"ió
agítaciones que no_pueden estar
!::.r:it^":::: :", en Dios rle acuerdo a la
l2f+::":::::"":1.,^::::.!¡:¡;;t;áí#"¡^"'í*,,¿7],,Liíil,í:?#:
)":,?"ii::":::::::"::t:iit;,,s;;;;í*:E;;t':'"':#;íit'íííííí"!"fí;
a n0s0tr0s que reptamos en l¿t tiena.
¿Cóno'puede t, p*¿iil:¡T" ifriríí|,
I tro¿ucclón aMo taigne - h¡1tt RiMn1

,t¡, ,'l l,ieny el mal atnbuvsele a El siendo que ningun mal puede tocarlo?
t ,'tt¡, l¿ razótx !la intetigenaa, que n0s0tr0s empleamos para ir de Io oscuro
r I ' , L tro, siendo que no hay cosa osa,Lra para El? Y la justicia que dktríbuye a
r,l r rrtto lo que le-perteneci,la justícia, cosa creada porla socíedady comunidad
l, I ltombies, ¿mmo está en Dios? ¿Cómo la temperancía, la moderación de
",
i.ll,r,t,rcscorpórales,puedetenerlugarensudiuinidad?Lafortaleza,lauínud
l, ',,1,t)rtar eI'dolor, ei uabajo, Ios peligros, cosas que no alcanzan hasta El,
,,,tr) $tarían en El7 (Ensayos,Il,12)

t rsi no hay que avanzar de aquí para abarcar una esfera del sin sentido
l, .,','plitud, variedad y aplicación enormes. En estas cumbres nebulosas de
l', ,lrs..ursos sobre Dios, é1 alma y la inmortalidad se apiñan y multiplican
lr'., osrs más disparatadas dichas con los mayores disparates. Co¡ el texto
rr t, r iLrr a la vista, el mismo Montaigne tendría que releerse cuidadosamente
,lc una vez.
,,,,, ,
I )i, Dios vale por antonomasia la advertencia de Wittgenstein: De 1o que
,¡, \( puede hablar, mejor callar.

ENs,cyos, Il, !2.


El alma del emperador y ln del zapatero se hacen con el mismo molde. El
.

¡,,,, la importancia de lns acctones de los príncípu nos persuade de que


y
Itr,,r,n'L causadas por algo de igual peso e implrtancia. Pero nos engañamos.
I tt,,ronlleuadosy traídos en su agltaaón por los mismos resortes que nls mueuen
, tt uestrls pequeñLs asuntos;las mismas razones que nos hacen reñir con un
t, L i¡to son las que lleuan a la guerra a los príncípes; las mismas razones que
¡t,t¡ lleuan a azotar un siruiente son las que en la cabeza de un rqt lo lleua a
,trntinar una. provincia entera. Este es moado tan fácíl y prontamente c0m0
tt,,,,tros; sólo que puede hacer más dañ0. Sea en un elefante o en un mosquíto,
I't ¡,¡s¡6, ,t la misma.

Montaigne nos sugiere una separación que un maestro zen llamaría de


, ,,ntido coÁún y que por esto mismo hay que examinar con mucho cuidado:
,[ tina parte tenémós 1as acciones del emperador, de la otra el alma del
, n,n"rrán. Esta v las almas todas son formadas con un mismo molde. Todo
. rgiere que si -.onlo en las fábulas- hubiera un zapatero de la misma

67
hnro¿rcciótt d Mo tdig¿ lltan Rirano

del emperadory estando los dos bañándose


:i::,_:i^.1, en el mismo río, ur
uf\ot'oen, una temDeslad o un terremoto ]rs
caus¿ra (orTer a veslir5r,
conlundiendo ir, roprr. ro,1n
¡oclria lcgur,. irl'.",n""rr,"_) mienrru, ,,1
emperador.se.aco'noiur. .on ,i,, ;;r;;:;'.i;.0.á ."i":, trono. N'
h¿bria modo de disrineuir lr, a.,jonÉ,
d"t nu."o-lnpr,.ro j. io, d"l ui,1,,
l H "o.j:::::
nanna man tra, :lpera"dor
d" ras del
srendo del nlismo molde. ";
;;; É;;;i; n,l,li*^, u,"lu,,,
y ya se diio que los cuerpos
sorr
guale.,' En¡¡q¡in t1uc e] su¡ño Jmericano
se redu,. a quc .u:lquicra dc l,n
(ruoJoanos puede a\Dirar a scr,presidonLr:
v que s(gún erripulan cn..,,,
de.laracion de principios. rodos los hombr, , .on
, r.rd'n, iguriir. Trl .on.,,,
drce Montaigne.
. Puede decirse también: la instltución y
disri'.ion
el funcionario. Si no hacemos
ésre ta.agita; "vo
Lr
.u.fio .oni"'i;;,;;#;, ,i;:'ietr,,,. En ,.1
últimu piso esf a el empcrador que clama:
;Corno ,. g,,.ilri"
zapatosl ' ";1,;r;;;_
Una psiquiatra le decía a una dama, por
su cocinera que estaba
atenJi, 'rdo: Si usted pi.ctt,"t.que ,n,u ,u ,or:rirro
y t" )ri,),)'il"trlt^n *^ tr^y
parantn,ttnn pizca asi de dibrcnaa, r,cuént
la y're to iugo"',n' )Zto*r,,
,1(dDO 0c teer una lrase del lrder
bosnio_servjo, ¿.uraáo de crimenes dr
guena: "l didn't like politics ar all .. t.*o,
rl* h^ppirri *¡r1.,
, rí e n d a.n d fa m t v (. ñ:; ;;" ^l*i,"¡iinr'**t¿
ll ^
!.L,1-,,ro
p e
!: - eti hombre
¡ru, I 1 i

más Jeliz dcl mundo con mi p:tquiarna


)
;;;,,ü;" oh r i, o, n
tl p

mi poesia,
l.l,o.to.!.1!0. y
y,: iy:C:t O sea, esta persona no e, mái qü. un, á.t _ontJn
^,J:mitia").
,::,rrng romar a,carSo una g18an1e\ca máquina de
:,::l:l
nrngun¿ drlerencia entre ej]a v nlra.cualquier¡;
nratar: No hay
entre su ira, po, ciemplo,-i
la ira del vecino Cuando no l" *li.¡i.,
ü"'r"";il;;.á#r'1. ho,. d.
:::llll
!musulmanes !on que ahora,,i
""
i.;,;;.;;;';.;.;;":::;;i",,,,,.
El texto que citamos aqui vale prra la s¡lara. jón
que 5,. ha\e enlre un
primer Monraigrre, cl del autorrerraro y l,
.on..nrrr,l;; nad.r mas
que en si, y un segundo Montaione, el.que
descubre t, "^;i; il;;;;
el molde,idéntico y único con qu. iodJ, "rtrlrl.l,
i";;;ñ;##h'..h"'
Aquella anccdota ouc sc cuenta.\obre Platon separando
entre el \ a\o y
d.l vaso, y Diógenes *,porii.ra"r.
f l1:1 pero fr. il í"
que no percibe.ninguna idea, lermina con plarón
i"iTj.
il'"_',,.r.,,
:I-elvaso reipondienJo:
Ls que, asr como [rencs en la cara con qué
r er vasos, no tienes an l, ,anL.
con qué vcr ideas.

68
I troducafu a Ma tail e lua Rivara

I lir( ) vc higos; y se ven tan iguales que se le puede ocurrir que hay un
rrr,,l,l, i on que se hacen los higos. Si Dios crea ios hombreq más fuerza
trr r, r,l mito del molde. Porque ¡no iba Dios a crear hombres desigualesl
l" ¡,,, sr los crea iguales, mucho mejor que emplee un molde y se evite el
rr,rl,,rt,, tle estar creando siempre lo mismo.
hlr profesor Bogumil Jasinowski gustaba del griego para nombrar la tan
,
' l, en la vida del pensamientq tan esencial separación platónica entre
'r,'
y,
1,r,, r, l,,rrs y 1a existencia. Decía, pues, j orismós, palabra que pudiera enseñarse

, rr I rs r'scuelas primarias para que la conociéramos todos y nos fuera familiar


|' lr, rrr, de tantas Frustra.iones y miserias.

I r'o en un libro de Budismo Zen:

ltt ,rdinary thínhing, "space" or "uoid" is understood as an abstract concept


,u,l i: tlistíngtished t'rom "matter" or "things". It is through thk dtstínction that
h ,lift'erentiation between "u" (obeing") and "mu" ("nothing") ong¡nates.As
r¡,,rittst this clmmon sense dktinction, the Hannya-Shin Gyo argues: "matter
r', t'irl, uoid, is matter" (En el pensamiento cotidiano, "espací0" o "uací0" se
, tttilLde como clnceptl abstractl y se le distingue de "materia" o "cosas". Es a
tt,tt,ls de esta distinción que la diferencíación entre "u" ("ser") y "mu" ("nada")
'r ,trigina. En oposición a esta distinaón cltidiana, el Hannya-Shin Gyo díce:
'l,t ntateria es uacío, el uacío es materia").

Así se entiende el koan en que el maestro pide que le amarren cspacio y


,, lo traigan: El discípulo amarra el objeto que sea y se lo entrega.
I\'ro, ¿de dónde salió tal principio "matter is void, void is matter" ("la
rrrtcria es vacío, el vacío es materia")? No faltan koan -esos ejercicios
,lrlcterísticos de la escuela zen que consisten en paparruchas sin ton ni
,,,n de los que puede resultar Por ejemplo: el gato de Cheshire se va pero
,,, queda la sonrisa; o la reina corre y mientras mayor es su velocidad más
n se encuentra en el mismo punto; o el mensajero es castigado antes de
,r(
, ,,nreter la ofensa; o ese pato que pusieron de chico en una jarra, creció, y
hay que sacarlo sin quebrar la jarra. Por miles nacen los absurdos de
'l'ora
,,rponer que lo inseparable se separa. O de suponer lo contrariq que se une
l() que no es posible unir.
Muchas veces, y con enorme implicación, separamos cosas que no son
\L parables, como la materia y el espacio, el alma y el cuerpq el cerebro y el

69
Introducción a Mantai e.J an Ríuano

pensamientq el imperio y el emperador; y


muchas también unimos coi
l::,::"::,:T^1.1,.-11-,1:.!"
hi."mos,, s. ai.., pá, .o"ü.r0", p
conveniencia., por abstracción. pero muóhas *."i i*sá".r.;r;;i.:
y"ión. Creemos en su ,.rlid.a, t, fort,,l;;;i;'^p"".,n
'.p*1.:i9l :]i y denuncia 1,,,i;;;;';;;;;;';:',;'il"." y
."-ll"::: il.i1c",
separacron de cosas que no se separan es el crítico.
. El que impone 1a separac¡""'j.lr, ."r^ qrJno,.
separan _como el
alma y el cuerpo, como'tos
cosas que
.rir;;l.l;;;#;;i,ill;il unión dc
no se unen -como la maternidad y la ürginidad,
trinidad- es el dictador.
tr r"ij.lyi,

ENs¡yos, 11,12.
Ellbolond? ut: a:tn esta iguallnd y correspondencia entre nosotros
^. , ^::
y-:u^::nrmarcs: Ioc?
pnuttego de,que tanto se enaltece nuestra
e:
alma de reducir lai
casas qup conctbe a su condición, quitándolcs
todo lo que les uíene de sus
:f / :
d^:. y.o.n
/ *, *
:k, desnudándolas
I 9 !, :,
; ; ;-,;; ;
;, ;,, d ; ;, ;;;í' p o,,,, qu,
UII:!, ta,p:na n0t,ar "i;' "
de. sus cualídades conuptibles, q'uítandi de
",'::.r;^: :c:"i.1 !!ln',,la profundída.fi, peso, color, olor, dureza,blandura
tuqus r9s t:tspectos scnstbles c0m0,atauíos sín
y
ualor y supefluos a su cond¡aói
espirítuaL o inmortal... e*e pnuíte$0, parece euídentemente cl mismo en
1ígo,
l a s b e s t í a s. tJ n cab at t o. o * r,,
f ;; ;;; ;;; ;" l
r) á á' í ;: ;;i' !, iit,a o a, u,
mlsquetcs, al ruido del combate ^?, y ar qup upmos estremeccrse y temblar
en su
sueño como si estuuíera en banlk cieiamente
,""rib;;;;;-;t*, i;l;, ;;i ,l
tambor sin ruido, un ejércíto sin armas y sin cuerpo...
A menudo obseruamos
i: !Ítrí, que gruñe en sueños. que luigo ladra y
u jrorn
otro ,ti'
o *^o
peraotera un extranl. Lste extraño que d,kcieme su
e imperceptíble, sin dimensiones, sin color,
'
alma es un himbre espínnal
sin ,roüioi.

.De gug nos habia,aqui Montargne, de imaginar o de concebirT En la


rmagen de la cosa está ia cosa entera y lo
único que le falta es su realidad o
existencia. Así ocurre con el caballo que sueña
q". .rta ." f. !rirjt.. irn .,
como.ia batalla real, Ia baralla qre.sueña el .rUrifo,
úembla como en Ia batalla. y los lebreles
q*," ."."r"pJ s. .git, y
q;;¡;;ril;;;ulir.bi.n, u
persig¡ipndo sus liebres, po.qu. ,uru"n lo, pi., y g_.n
¡eceq como si Io
nrcleran de verdad. fero esas cosas soñadas o imaginadas
rienen su ancho,
I traducción a Mafltaig e hnn Ntano

r l r A(), sus colores, su movimiento, su ruido. Si soñamos con seres como


,, , ,,,trrs, nos hablan, nos sonríen, nos acarician o nos insultan. Que no sean
r, .,1, s Do quiere decir que no pueda en mis sueños medil su estatúra, contar
,l,irn,'ro que me devuelven.
l\'ro Montaigne es muy explícitq por otra partg sobre la abstracción
,lrrr,sr opera aqui: se trata de quitar a las cosas "todo lo que les viene de sus
,,' ,lrrlades mortales y corporales", de desnudarlas de "sus cualidades
,,r r rptibles quitándoles e1 largq el ancho, la profundidad, pesq color, olor,
,l'rr,za, blandura y todos los aspectos sensibles como atavíos sin valor",
,,1', rlluos para la "condición espiritual e
inmortal" del alma. Se trata, parece,
, , ll const¡ucción de ese producto que Locke llamaría "ideas abstractas",
,¡,r, llerkeley ridiculiza y con las que no ya los hombres, sino siquiera los
, .,1,'rllos forman sus sueños.

I)r'ro no era necesario referirse al sueño de los animal.es, ni a la naturaleza


,,,l,iritual de las imágenes para mostrar lo que se quiere mostrar aquí, tan
,,,rrflsamente. Bastaba con ese perro que conocimos más atrás y que
',rlirricndo una liebre y llegando a una encrucijada decide con una sola
, r ¡,,'riencia del olfato cuál camino seguir. Porque la encrucijada no es siempre
1., nrisma sino que con seguridad siempre es distinta; pero el perro obra
l1rn1, cualquiera sea. De donde resulta, no sólo que el animal aplica
1,, r lictamente un teorema de lógica proposicional, a toda carrera y con una
li,' zosrdad que llenaría de asombro a cualquier alumno de Russell, sino que
rrr rL'stro cuadrúpedo tiene un concepto de "encrucijada" tan claro en la cabeza

,¡rr,' el mismo Descartes no tendría más que pedir.


[,a importante doctrina de Montaigne sobre la razón en los animales
,,,nmovió desde un comienzo a los escritores de su tiempo. Así, Jean de
r ihampaignac en un Tiatado sobre la inmortalidad del alma se ocupa largo
,l, clla. Champaignac no cuestiona (¿cómo podría?] los hechos que señala
l\{ontaigne y con él cualquier rústico que ha dormido con sus bueyes y
, Es que haya razonamiento subyacente a la conducta animal lo que
'rballos.
Lste autor rechaza (sea que lo diga Montaigng sea que 1o diga Filón). Le
lJ,rrece que ocurre con los animales justo lo que Montaigne no es capaz de
irnaginar: "una sabiduría universal asiste a las bestias y las dirige de modo
LlLre hacen 1o mismo que harían si estuvieran dotadas de razón". Uno se
,lueda a un paso de exclamar: iQué argumento más modernol Hasta esa
rlzón o "sabiduría universal" podría considerarse como personificación mítica
,lc algo muy moderno. También esos "espiritus animales" con que Descartes

7t
l trorluccían a Mofitaipe . Jua Rúrano

busca salir de la dificultad son un paso en la dirección


moderna; y lo mismo
se agita en el comentario de Vóltaire, que ,si
montados de antemano con vistas u unu ¡nu..hu
los .;;;j;;'J",
"f", .;i;j;;
no son más que:elojes de re¡erición (p Villey).
.rt.Ui.iiJ., fr".¡*,
E" ii",
en trempos de.uhampaignac y que más adelante irritaría
l";;;;;e
admitía
a Bossuet era esta
pretensron de lnteligencia en los animales. De poseer
inteligencia, poseerian
arma: de pLseer aima, poseerían inmortalidad.

Er.rsRyos, 11,12.
En cuanto a Ia belleza del cuerpo,... encuentra que más que
a,talqtúer otro
anímal tenemos tazones pa,ra ,ibrirnor. N", ,*ur;-;;1"';rírio^rnt,
du
apropíamos lo que en otras.críaturas suplió lo ruturolrzai,,'iijroio^or
ror u
,;:, *,' do p oi r tan a, s u s p t u m a s. pr:to,, id o ob, r. r
:í:","?":,, que
ftnatmente, 1y"ell F :!
hlmbre es el? único animal cuya desnudez ofende a^or, sui
semejantes y eL único que en sus acciones noturalrí
,, ,ettra y i*ito de ,llor.
Er sus.viaies CulJiver llega a ur país donde los señores son
, hermosos
caballos mlentras que los seres con figuras humanas
se consideran una ofensa
a Ia vrsta. be les soporta como se¡vidores
en meneste¡es de los más bajos.
en,esre.tieTpo nuesrro. la etologt, y l, ..ologiJ, ,.rro po, Io
., ^ ^Iii!]* cuidado que. requieren los tiempos enlstas mrtcrirs,
::-o]^.,i:t^"_-t -y,n
parecreran ser los agertes principales de cambios radicales
en nuestrd d. tiruci
hacla los animales. Hace unos años. un equipo de
ornitó)ogos suecos ga:ró
unos l5 millones de coronas
(dos millones á. aotrr.rj .n lr.*ürse dos
o
tres huevos que una pareja de búhos en extjnción
había puesó en un nir:lo
lnaccestble. fue paciente tra bajo, no sé si de meses
o de áños, derectar una
pare;a, observar su nido, instajar la maquinaria para
des,.ender y extracr los
nuevos. Los alemanes, hace unos diez años instalaron
un proyectó costosisimo
para recobrar Ias cigüeñas que ya no anidaban
in iu, ."t'irn.n.ur.
tspecies se exti¡guen;pero ios hombres de hoy son
lYlliilf^li!tl1it
t1:1,1',1ot d¡8nos dc c¡uzados por erritarlo.
capaces
l.
tos anrmales que quis.ieran pa.ra sí los millones .De aquí resuha un amor por
sin número de niños
esqueleticos que se pudren en el hambrg la enfermedad
y el abandono en
las areas p.bres de todos ros continentes. Este
amor está obrando cambios
estéticos asombrosos. Los gorilas son seres hermosos,
pa.iff.*, qr. no tianan
Ittnnduccinn a Mnntaqne Juan Rwann

,lIl, vcr con los dictadores. Nada más lindo de ver que las arañas y los sapos.

ur,, l.a bella A¡acne ahora se siente reina de belleza transformada en araña.
\lrrjt'res a las que se les paran los pelos viendo una, hay cada vez menos.
,'1, '¡ tan hermosasl
llste cuidado de las especies animales que se transforma en amo¡, casi
r l( )rirción -y que en gatos y peüos, sin contar ese caballo que Calígula nombró
,, alcanza extremos increíbles de lujo en diamantes, per-fumes, peluquería
'rrsul,
r ,rliites- no puede presentarse en el mundo sin engendrar paradojas. Porque
, , , ,,nos millones y millones de sdmoneg anguilas, ostrasr cangrejos, gansoq pavog
1,,,11,rs, corderos, bueycs y caballos con mucho amor para por ffri entrarlos en
lrrLL stros refrigeradores y comerlos con igual deleite día a día.

ENs,cyos, II,12.
La prímera ley que Dios dictó al hombre t'ue de pura obediencia: un
tu,uttlamíenta mero y simple, por el cual nada tenía el ho¡nbre que ínquinr o
'li'¡,utav po, *orro obedecer es el ofício prlpil de un alma raciorml que reconoce
trtt ltenefactor y superíor celestíal. De la obedienaa y Ia sumisión nacen todas
l,t, tiunas uirludes, como todos las pecados k¡ hacen de la autosufícíencia. La
¡'r inrcra tentacíón ot'recída par el demlnio a la nd.turaleza humana, su primer
I t tu't101 se insinuó con las promesas de conocimiento y sabíduría.

'lenemos fábulas de ia curiosidad y de la desobediencia. La caja de


l',rnc1ora, el cuarto de Ba¡ba Azul, el aprendiz de brujo. El fruto del árbol
1,r,,hibidq en primer lugar. En todas estas historias, 1a curiosidad conduce al
,l, s¡stre. Nos hablan los psicólogos de la curiosidad como un impulso que
,',trl en la base del saber y la ciencia. Con la ciencia hemos llegado i la
1,,'rnba de hidrógeno y al peligro de 1a radioactividad y la guera atómica.
li,r' abrir la caja de Pandora, por andar posando de brujos.
I)or otra parte, Montaigne que se extiende en su comparación delhombre
,,,n los animales, no podría dejarlos en la perfecta inocencia. Son curiosos
trnbién; y con su curiosidad pueden soltar una red que les cae encima;
1,, r'o también dar con un buen bocado. Para da¡se una idea, basta considerar
perro vagabundo en la plaza de un mercado: cosecha puntapiés, pero de
',r
r( r en cuando arranca con un buen pedazo de bofe.

73
htroducció a Malrtatgp - hn¡ Riua o

El hermano mayor hace desaparecer el conejo; el hermano menor


no
conoce la treta, sólo ve el resultjdo. El hermanó
-ryo, no u. u roltr u,t
secreto que lo transforma en un ser superior frente al
i.qu.no. O. 1. -ir.a
forma procede el brujo frente al aprendiz. tgurl ,rl.Ju;
,,ir'.' .-h^*".1"; "l
i;;.u.h.
un obrero que
orre re.,rrriÁ
recunró ¿lel vino: emborrachó a" i,,
iu maestro - .-;le enseñ ara
-^--^ que
-^^",-^ para
er manelo de r.ln martillo de precisión. El maestro, con
el secretq cuidaba su
poder -o su dtlerencla de saLario,.q^ue para el caso es lo mismo.
El aprendiz
quería eliminar su esclavitud- o su diierencia de salario que
Este es un caso de una misma cosa nombrada con distlnto,
tr-Ui¿" f" -"."
", no-br.s
según quien 1a bautice: Porque lo que unos llaman o¡.¿i.*ir,
ái.", lt.rn.n
Sefvldumhre

ENs,ryos, 11,12.

4ue la, na,turaleza, para consuelo de nuestro estado de misena y


,ll::,
t:.t:nÍad n0 nos ha dado más que prxuncíón por heredad. Como
I
''el hombrc dice Epicteío
no.tiene más propiedad que el empleo de sus opiníones'. ó
sea,
no es.mas que humo y u.icnó... Con razói magnit'icamos eil
1ue;tra,losiaón
pod.er de ta tmdgtnadon. porque nuestros bicnes residen
en los suiños.

de etimologia consigna.,,presumir,, como cultismo llegado


- [r,-bre;'iario
a nuesüa lengua en la primera mitad del siglo XV con el sienifit¿dó
de
tomar de,,antemano' y de allí imaginar de antemano y "atreverfe,
mostrarse
orgulloso . t\osotros, comúnmente, dee.imos. presumido,, por vano,,
y
"jactancioso", que muy poco nos sirve aqui, po'rqu.
no.r.ir. .orno L
vanldad y La jactancia podrian ser consuelo de nuestra miseria
v ruindad.
Pero "presunción" con el significado de la imaginación quá
- dil -" lo antepuesro razón o fundamenro, paiece ser ,n,.pon.,
llji este pasaje. lJecimos "mente creadora,,
prde
la acepción que
de la del que antepone cosas
que imagin a para dar sentido a una experrencra o percepción
qu. I'o ,.qui.r..
;Por qué se aleia ei sol en
invjernol ¡iror qué desapare'ce la eirbarcacion en
ei.horizontel ¿Por que no cae la lunal Presumimos; y lo presumido
nos
aslste para dar la respuesta.
eue la tierra se mueve en un plano en torno del
sol y con su ecuador inclinado respecto de este plano no es
más que una
presunción, pero rica en conse.uencias verificables.
Que la Iuna está animada
0e oos movlmrentos, uno de caída hacia la tierra otro de
salida por la ta¡g"¡¡g

74
Introduccíó d Mofitaign¿ . Jlan Ri,a¡o

,1,, sri órbita, también es presunción verificablc que extiende nucstro saber.
N,, hay nada de misterioso ni de negativo en nuestras presunciones
r', r ihcables. Presume alguien -un Pasteur- la existencia de pequcños animales
(
lU
(' simple vista. Aqui, con 1a frase de Epicteto, "el hombre
no podemos ver a
, rlplca sus opiniones". Le sirven para desarrollar sus medios de observación
t ll, gar al conocimiento de algo que no cono(ia.
Así, se divide la presunción: entre la que antepone ún fundamento que
, , rulta real; y la que no encuentra ningún apoyo en la realidad. Y esta última

trrnrbién se divide: entre la que ante la desaprobación hace su reverencia y


''rr mutis; y la que insiste por más que no haya manera de verificarla.
En su grado extremg ésta última división de la presunción no aguarda
y', ,l1ue se verifiquen sus pretensiones y dice algo como esto: si la realidad no
, sti de acuerdo conmigo tanto peor para la realidad. ¿No resulta increíble?
l)i' esta especie son las personas que arreglan su "miseria y ruindad" con un
,,isnificado cósmico de todo, como el que hay en la Biblia, en El Capital, en
, l Concilio de Nicea, en la Constitución de los Estados Unidos, sin hablar
,1,, la Historia, Me inhampf , o el Manifiesto Comunista. En estos tiempos, no
,l, bcn ser pocos los que piensen que si van suficientemente lejos -digamos
,r l.r Galaxia de Andrómeda- de pronto, dando la vuelta en una esquina
r irsmica, se van a encontrar con la Administración del Universo.

ENs,cvos, II,72.
... Escuchen este gruñido animal calamitoso: "No hay" , dice Cícerón, "nada
tún encantador comó lns letras; digo,Ias letras por las cuales la infinídad de las
,,,sas, la grandeza inmensa de la naturaleza, los aelos, la üena y los mares se
nas descubren. Ellas nos han enseñado religLón, moderación, la grandeza del
,,'raje; ellas han rescatado nuestras almas de la oscuridad haciendo que uean
t,tdas Ins cosas, altas, bajas, medin, pnmeras y úlümas; ellas nos suministran
,lr: qué uiuir felices y bien, de conducírnos y uirnr sin displacer y sin ot'ersa".
,.N o da este hombre la impresíón de hablar de Ia condiaón del eterno y poderoso
I)ías? Pero, por lo que hay, mil campesinas han uiutdo uídas más justas, dulces
t constantes que la suya.

Es como si en estas líneas preparara Cicerón un borrador del Manifiesto


llenacentista. ¡Y vean como 10 trata este hombre del Renacimientol

75
lntraLluccíón a Mo taig e- hdn Rilano

La ruindad y la miseria del hom_bre en contraste


con su orgullo y fatuidad
constituyen grandes temas de los Ensayos a.
Uontuiln". V,iJ."í.ff", p",
todas partes. Como si discu¡riendo. e"oÉ
.'i1"iT::.1
t. .*..
v .i,'.lon, .olo ,i a.t"nldo
f:y,lq" lo,Brande en ra minucii,
Ls to que le reprochan las personas doctas
i;;i;;;;"
lo grande.
de su tiempo: que Iscrrbe
minucias, que avente minucias.
eue.se chupa los J.á-"i'i. '" L" mesa, que
pretiere tal vino. ;y cómo duermel
;y ."r;.:l.i;.;i-"'
¿Y qué? ¿No es operación univeisal? l_o.ir.o .i pobre diablo que el
emperador, la tocinera que Ia cortesana tjenen
que encrclilürse y pular,
¿No hay en ello un rasero d,,ro d. i;;;i;r;l;;r,'";';b;:i-'""
y chusra
exhibición de nuestra ridícuia fatuidad.M" pur.."
r".o.Jr. q". ir. .lfiior"f"
Crares el que sohó sin querer y .n pt.nr'rrái.n;;;'"j;;,;
y no habia
despues manera de sacarlo del cuarto en que
un colega que se lleno el estómago d.
se encerró, como f".r, iá,
A,"r".., "áto,
y J"i¿íao]. o"#
e¡an tan naturales como los estórnudos,
lo, ,oltrfu q* .,
"i.n,o,
putü.orirr. d.
nsa. Tambien cuenra esla historia. Montaigne,
q;;;;; ;;;,ás
en sus
Ensayos que la misma Scherezada "L;, Mif;." U;;'ilil,
y agrega
aqrLéJIa, de Tycho Brahe que murió por
conten.r;"
empefador por no atreverse a romper las lormalidades
;;;"
ü;;;;.te anre el
tripas.
nnt*r,,á, bi.n l*
Ia cita de.Cicerón tomando a
,* ,:"..E..,r decir, entendiéndolo como cosa dicha lasobre
"^rTÍ::ll::ll,:rpretar
r,,"-?l:
letra 1o que dice
las 2.6 Ietras
del abecedario No creo que nadie pueda imaginar
qué sería de nosotros sin
parece que estamos a nuestras anchas
l,^,11.]"i. en el mundo, ent¡e los
oemas; que pensamos, sentimo_s, nos relacionamos,
trabajamos err una suerte
ur rcra(lon natural con todo. pero basta una consideración
somera de algo
como el.abecedario para tornarlo ro+ problem;;c;.
diq"i," j'I*.a"i"
ió" filici on, conserva.io", ..,"-r,1...",
rasr r( ::::::,"
(:i.Tf.
¡ los :ll:11:il':,
acron de i^l Densamien tos no se que quedaríadei mu ndo, la sociedad,
q":
I l*::, I :ll^?,
en et alre., Vue seria de *.
rodos habl¿ mos is,,t q," ;;J;;';.spiramos
Cicerón, qué de Montaigne sin el abecedarl.ol
Ni el
simulacro, ni el remedo d. uno iüdrir,oo; E;üLir;#;i*",..ni.,
'.onfor_u
lu::lros fgdos
de pensar, imaginar y especulaq, á.
nuesffos. nabrtos intelectuales y espirituales
n,rn... t¡ "n
que pasa impercibida como
simple tecnrca y a pocos les ocurre considerar que
sin ella no hav posibilidad
ue (onservar y lransmltir las rdeas (que qurzás.que
aspecto tend;án dejadas
a sí mismas), vengan de nu.rt or.n..rt o, o dj.i.iá

76
lnn,rltr,, t tt r nltnraq,t h ut Rit,urto

ENs¡,vos,

I:.1largct esnLdio no ha hecho más que uerít'icar nuestra preuia ígnoran.cia:


I Lt t¡¡urrítlo a los sabíos como a las espigas: altas y enhiestas cuando más
, u út.s; agachadas y cansadas cuando plenas.

Vienc a la mente Ecl¿sias¡ds:

l\,r0, aplicando mi mente, aprendí que la sabíduría y el conocimiento son


1,,, rrra y desuarí0. Sí, percíbí que esto es tambíén caza deL uiento.

l\trque mientras más sabiduna, más pesar; y a,crecer el conocimiento de


unt) $ acrecer su dolor. (1: 17-18)

Vicne a la mente también la cabeza dcl viejo, inclinada de tanto sabeq,


,,,irilria de saber para nada. Y la dc csos pueblos que decaen y se pudren en
,r nlisma grandeza, ahítos de lucidez, paralíticos de impotencia. ¿Para qué
,, hc hecho tan sabio? se pregunta elpredicador. ¿Supcré acaso la ignorancia
,l, este que está a mi ladq que caminó su vida sin preocupación y espera
.rlrrra conmigo a leLs puertas del mismo cementeriol "¡Qué ignorante soy de
1,, ,pe ha de ueniq delo que será de mí!" Suspira éste, a mi lado. ¿Me encuentro

y,, t n distinta situación? ¿En qué difieren sus suspiros de los míos?
En lugar de 1a referencia explicita y directa a Eclesiastés, en los
L () entaristas de Montaigne que leo sóio encuentro que se dice Escrituras.
n]
l,l mismo Montaigne no parece muy curioso del texto de Koheleth, siendo
,
¡uc todo su escepticismo, criticismo, fideísmo, agnosticismq practicismo,
( tc. se encuentra allí. Y iiama la atención y hasta irrita, porque entre las
rnáximas que hizo escribir y colgar en su biblioteca están:

EI hombre que presume de su saber no sabe todauía qué es saber


LLls clsas todas sln muy dificíles para que el hombre pueda camprenderlas.
Los juícíos del Señor son un uasto abísmo.
El deseo de conocer ha sido dado por Dios al hombre para su suplicio.
Hombre, tú no sabes si estl te canuiene más que aquello, o los dos igualmente.

Eclesiastés puro y casi letra por letra.

77
Intoducció a Montaigfle - Juan Rlra o

ENs¡yos, II,12.
... Cuando Platón describe los placeres corporales y los dolores que nos
aguardan después de la ruinay aníqiilacíón de niestros áerpos, acomodándolns
a la nocíón que tenemos de ellos en esta uida... cuando MaÁoma promete a sus
seguidores un parako tapízado de a[ombras. adomado de 0roy píedra precilsast
habitado por muchachas de exulsa belleza. con uínos y platói delicaior, no
cuesta uer que se trata de bu adores que acomodan' sus promesas a úuestra ^)
e*upídez para atraemos y tentarlns c\n espcranzas y opiniones o lo
de nuestrls apetitos mlrtdLes. Y sín embargo, alptnos entre nlsotros (apn ^ed¡ia
en
igual enor prometiéndose después de la rcsuñecciói una uida teftestre y temporal
acompañada cln toda suerte de placeres y conueniencias mundanas.

^ freo haber leido en Bradley de una dama que porhada del mundo iría al
Cielo si no Ia dejaban entrar con su peno. Y pienso que la noción de vida futura
viene a desembocar en, represe nta c iónes parecidas. Si se trata de la resunección
de la carne, no hay nada que lo rzar para d.ar por sentado que las uñas crecen y
que h_ay que disponer de üjeras para conarlas. Con los frescos que plntan platón
y Mahoma no cuesta mucho entre gente con sentido.omún concluir que se
trata de "burladores que acomodan zus promesas a nuestra estupider,,. Lo que
cuesta.más (o a mí me cuesta más, en tódo casoJ es descubrir ón qué fresios
reemplazan- estas sandeces los que, de todos moáoq afirman la vida'futura.
Porque lrescos lienen que pintat por muy espirituales que sean.

ENs,qyos, II,12.
. Y ruando dices tú, Platón, que será la parte espiritual del hombre k que
,
disJrutará las recompensas en la otra uída, nos dicei algo que no carece de una
pequeña apariencia de uerdad: porque así no sería el hímbre y en conseruencia
nosotros las que disJrutarían. Porque esta.mos c0mpucstos de doi partes esencíales,
anya separación es la muerte y ruina de nuestrá ser. No podeÁos decír que el
hombre sut're cuando los gusanos se aLímentan de é1.

Ellos, es como nada para nosltros clnsistiendo nuestro ser enteramente


en la
unión del cuerpo y el alma. (Lucrecio)
/¡rlri iiJr¡or,l
'rrlo¡jri..rrrrIt,r¡¡¡rrflr,

,\,lemás, ¿sobre qué fundamento de jrcticia ltuuluL los di,¡s¿s considerar rt


¡'t, niar al hombre dnpués dc su muertc par sus ¿cciotlcs buttttts y uirtuus,ls
l,tu\to que t'ueron ellos quíenes Io díspusieron a actuar ,l'tií7 ¿Y pur 4ut se
,,1, ttlenan y Io castigarían por accíones repudiables puesto 4tu: el|os lo crearon

,1, ,lLbil condición y que, con una partiatla de su uoluntad pudíeron prcuenirlo
,i ,tctuar matT

Si un triángulo pudiera hablar y decirnos: "Estoy compuesto de dos partes


mi ser",
r',,1'nciales, ángulos y lados, cuya separación es la muerte y ruina de
r,)\ reiríamos a carcajadas de dos cosas: de que hable, primero que nada; y,
,l, spués, de que se prodigue en perogrulladas al hacerlo. icómo se le ocurre
, rrrplear tan preciosa facultad en formular obviedadesl
l.o contrario de la obviedad es el disparate. Cuanto mayor la obviedad,
lirrto mayor el disparate de qurenes la niegan.
Matena y espíritu son partes esenciales cúya separación es la muerte y ruina
,1,'l hombre.Tal es la obviedad que nos dice Montaigne. Perq obvio también, tal
,'bviedad se niega de mil formag con gran ruido y por todas partes. Y a nadie le
¡',rra por la cabeza que se trate de un disparate. O sea, vivimos en un mundo
, ,,nstruido con disparates. Y como si nada. En el Infiemo, las almas se retuercen
n r it'ntras llueven sobre ellas el fuego y el aceite hwiendo;en el Cielq al contrario,

lrrs almas gozan las delicias del paladar y los órganos sexuales. Así será, sonríe
lvl(ntaignq, pero no es el hombre e1 que sufre allá abalo o goza al\á ariba. Ni
.ri,lLriera los gusanos pueden pretender que roen el hombre. Con ia separación
,l, l alma del cuerpo, el hombre se desvaneció.
Lsto se ve como en las definiciones, como en las tablas del neopositivismo
,, la filosofía de1 lenguaje. Uno no puede quitar los lados a un triángulo y
,1,'jarle los ángulos colgando. No, tan estúpido no hay quien sea.

ENs,cvos, ll,12.
. Epicuro, con grandes uísos de razón, pudo decir a Platón aquell,t cun qu,:
,I nismo se excusaba: "Que es imposíbLe establecer nada sobre la naturaleza
r rtortal a partir de la martal".
F,sta no hace nús que errar; peta e1l esl,ccial cuantk¡ st ntete en cosas díuina.r.

i.ste arguintnto L-on¡rciclo tl,: EJ-.icrlro _, r1 qLrcLi,;r',,1, 11i,:au¡ra inc]iraciói.r


Intra¿ucción a Mo taigk Juan Rtu¿no

desde las alturas alcanzadas por Ia cosmologia más retiente que, h¿blándonus
de comienzos abso]utos v espectaculares de ha.e unos l5 mil mrllones ..[,
años,-nos deja asi y todo prequntando o balbuteando 'Bueno, y enton\{,s
-que.' -lo considera tambien Berkeley:
Además, siendo t'ínin Ia mente.del hombre, no puede extrañar que, cuando
trata de cosas que participan del ínt'inito, caiga in aüsurdidad* y ,oniro,lnrionu
de las que.no se puede librar síendo dek naturaleza d, io iifirito ,ro
comprendido por lo t'íníto.
*r

Ahí está el argumenro, presentado ¡or esre filósofo.


^ ¡Cómo Io reiuta?
Apoyandosc en un supue5to que se in.luye e_n esd categoría de los deseos,
examinada más atrás y que Montaigne no incluye en sui enumeraciones: lá
de ios deseos que no pareciendo naturales parecen necesarios. Dice
Berkeiey:

Debemos admitir,que Dios ha proredido con más generosidad con los híjos
,
de los hombres. que (la implicada in1 darles un
t'urrte'deroo d, ii
,inorrr¡onto
que ha pucsto enlerampnte fuera de su alcance.

- ¿Y q_ué dice Eclesiastés? Porque este tema de abarcar 1o infinito en lo


linito -dar palos al vienro, que es lo mi.mo- fue la insprración de rodo el
trabajo que se Jio: Ilegar a ser el sabjo enrre Ios.,abios. para de,.ubrir que
como en rotación viciosa voivía al punto de partidr y tódo el esfuerzo'no
era más que absu¡da vanidad.
Dice así:

, Yo, el Pr¿dicalur, t'ui rcy sobre IsraeL y lerusalén; y puse mi corazón en


busar y aueriguar c,,n sal,iduria todas las cosas herhai ba¡o los ciclns: ¿ste
penoso. trabajo ha dado Dios a los. hombres para que
,, ,ít'ururr; lr, ,,irti
todas las obras.4ue se hacen baja el sol: y ho áqur qi, todo ,, ,ori,lo,l y
,oro
del uienro. (1:12 Ia)

Desde luego, e1 Predicado¡ es un escéptico sobre el saber científico y,


tal
como- Montaigne, un fideista en religión. En cuanto a ese deseo de ubáicrr
lo infinito en Io linito, tierro, Dios io dio a lo, hombres, p.ro'no prro .",
qatislecho como arguye Berkeley.
sino como di..iéndonos: ;i ngr,,,
muerdanse la nucal

80
l,úrotl ccióI ¡.! Mo[tLligt? Jttan Rimno

ENs¡vos, II,12.
I:,1 habla ttenedefeaos y t'allas como todo el resto. La gramática causa
sus
l,r , ¡,, rturbaciones más grandes en el mundo. Nuestros juícios surgen de dkputas
,l':t, la ínterpretación de |as lryx. La mayoría de las guenas prouienen de la
ttt, t¡,tu'idad de los ministros para expresar claramente los conueníos y tratados
,l, ,tntistail entre los príncípes. Cuántas dkputas, y de cunnta importancia,
.rt,, tttt Ia d.ud.a sobre la pa)abra hoc alrededor del mundo. Consideremos las
' ',tt' lttsiones que la 1ó$ca nos ofrece como clandad manifiesta:
Si díces que es
l ,t, tt trcmpo y dices Iiuerdad, entonces, es buen tiempo. ¿No es bta una fotma
,1, lt,l,lai muy euidente? Sin embargo, puede enseñarnas: si dices miento y lo
.1 , .1r'eses ucrdadoro. Pntln(es miPnlPs.

l.os ingleses dtcen "lLocus pocus",.jerga malabarista que simula latín, por:
trich; sleight of hand; tríclzery or deception; a nansense saying usetl to
' irrgler
',,u¡tffe 0r to couer up deception. (un tntco de maLabarísta, un escdmotel o
, tttt ña; un dicho absurdo usado para ena,Lbnr el engaño) . (Meb*er Díctionary)

Scguro que la expresión popular data de la Edad Media; y se la considera


(,,¡Lió más podría ser?) una lransformación chusca y satírica de las palabras
,l, lr consagración Hoc est corpus. No cuesta nada imaginar a un charlatán
l)r , stidigitaaor ante su audiencia en la feria
haclendo desaparecer un conejo
, , tr¡nsfórmando un huevo en una flor y remendando el Hoc es corpus del

,rrir o transustanciándolo a la defensiva en Hocus pocus para que no lo


rr.ursustancie a él la Inquisición. A un Charles Macklin de1 siglo XVIII se le
rtr ihuve la sentencia:
"Lá lE ,, ura especíe de c)encia del hoans porus".
¡Y qui se 1o digan a los que vivieron la dictadura de Pinochetl En ese
, ntoncis, cuando se dictaban 1eyes, de un minuto para el siguiente
( l('saparecería la casa de unq si no desaparecía uno mismo. ¡Hocus pocusl
Ño caben dudas: el pueblo comprenüó a la primera el "Hoc xt corpus meí"
,l, la eucaristía. ¡Ese "/roc"l 1Cómo habrán dado con la cabeza por miles los
r,rilogosl Significa "esto". Perq ¿qué significo yo cuando tomo mi pan y digo:
listoi. Me trae a la mente ese limerick de Lear que en otro lugar comenté:

Había un caba[lero en Aranjuez


que decía: "¡Esto es, esto est"

8f
I troducción a Montaigne - hLan Riyano

Pre guntaron: "¿Qué?


¿Cuál?"
y se anojó a un canal
que absorbió al caballero de Aranjuez.

Había una doctrina de Galileo -traida de Demócrito_ según la


cual las
cosas,corsist en de cualidades primarias -forma, extensión, riovimiento_
y
cuaiidades secunda¡ias -color, olor. sabor.
;A qué se reliere el lzoc de lá
excarftial ¿A la materia del pan, a la sustancia? pero el sacerdote dice
-Lsto-
mosuando el pan. no su substancia..
eue lasustancia del pan, sir que
se alteraran sus cualidades de pan, se cambiara en la sustancia
dél cuerpo'de
iesus, tal era la doctrina de la transubstanciación. pero, si las
cualiáades
secundarias. del pan sólo están en el sujeto que lo .o-. y lu,
quren lo bebe, ¿qué añade .nton.., qL. se'cambie l, ,irt.n.i.
i.i
uino ,olo *
d;i p;;;;;
la de ta carne y la del vrno
lor la sangrel Enredos así, dificiles de manipúlar
y de un peligro que no podemos hoy dia imaginar, andaban viqentes
toiavía
en tjempgs de Monraigne. Por milás morían"los hombres.n'"i .nr.do.
Es
tambien.de esos tiempos la disputa por la palabra iustítia. para
Lutero era
.lusrtr:'a de la le; para Roma era justrcia por la cual se paga _por ejemplq las
rndurgencras que se vendian en contante y sonante y que permrtian
que las
alm¿s sa lieran del Purgatorio. por el.cambio semá nticó de esia p
a lab ra, iistitía,
se desmoronó la unidad espiritual de Europa, murieron millones
de seres
humanos y lo que de ello restó, resLó dividido para siempre.
Pero, Ia gramática no tendria qre ,.. culprbl. de njda.
,Iimita a recoger el significado de'las palabras trn
Como arte se
o..tÁ.nt.
.rrno .,
posible; y enumerarlos y ordenarlos cuando (lo que es la regla y
en modo
a.lguno ta excepclonl la palabra tiene más de uno. Montaigne juega
con las
¡rguras cuando culpa a la gramática justo de 1o que ésta trata
áe evitar
Porque si nos remitiéramos a sus reglás y su diccionario no caben
dudn, J.
que evitariamos muchos problemas.
E¡ cuanro a la paradoja lamosa del_mentiroso que Montaigne presenta
en el texto, más parece una triquiñuela. Si_digo: Hace buen-tiempo
no
signiiico que mis palabras esten despejadas de nubes. Hablo de algo que
no
está,en mis palabras. Asi,.tambien, ii digo: ,,Miento,,me estoy rei¡Éndo
,
q3taDl:s. que dUe en c.ualquier momento menos en el momento en que
digo: "Miento". Si_aquellas palabras que di.¡e lue¡on mentirosas. entonces,
es
verdad que mentí: y si fueron verdaderas, enronces, cuando digo
por elLas:
"Miento" estoy mintiendo.

82
l trod rcrun a Mo tüt¡ttP l¡an Rtratt¡

ENs¡vos, ll,12.
. LaNaturaleza quiere que en cosas semejantes haya relacione's semejantes
lt,l ¡ttimero int'inito áe moiales se conchtye eI número int'inito de ínmortales;
l,ts infinitas clsas que matan y destruyen presupo'En,7tras lantas que
.rlt',t'¡¡fi6v ,,o^eruan. Como las almas dc los díoses sin lettgua oj'.ts' orejas
:rlten lo qúe lls otrls sienten y juzgan nuestros pensamientos, as-í, Ias almas
,1, las lmmbres cuando están libres del cuerpa, o par e[ sueño o algún éxtasís,
,t,liuirLan, predícen y uen clsas que unidas al cuerpo pueden uer...
... Es una pena que nos engañemos con nuestras inuencíones,y tonterías
,,,nn niñas qir r, dela rara de sus compañeros, que ellos mismos
^utto,
tt. aron y embadumaron...
... Ciártatnente, el Inmbre es un loco enterl: no es capaz de crear una pulga,
¡rrc fabnca díoses por docenas...

Supongo que el principio, en propiedad, se- aplica asi si veo pájaros


, ,.,r..idor,".rp.ro
qué t.ngun costumbies parecidas: que celen, que aniden,
l',.n d. rnodo párecidolque habiten en ambientés parecidos. Igual, si
( ncuentro un lugar donde hay seres que se me parecenr espero que vivan de
,,rodo parecido i
como vivo yo: que formen comunidades en que viven;
(lue ca;en/ pesquen y cultiven, que tengan leyes, que posean una lengua,
r¡ra tradición, que tengan enemigos que temet dioses que adorar'
Supongo que el principjo, impropiamente, se apllca así: He poblado por
,',i .uentirn Ci.ló de pa;aros.rul.t: y.oto
son pájaros' hételos aquí
rrnando, anidando, ponirndo huevos y'criando. También, he poblado el
r 'iclo de inmortales.'Son iguales en todo a nosotros salvo su incorporeidad
v su inmortalidad. Forman un reino como nuestros reinos, con un trono
(omo nuestros tronos; y una corte con grandes escalinatas y grandes
Jignatarios. Como hay eitas escalinatas, el principio de semejanza de los
-meiantes,
.' nos tleva i conclujr que hay albañiles que las construyeron; y
.,.Én,o puru sus peldaños, y canteras para sus mármoles Y lo mismo
r, iedurias para las iúnicas y zapaterias para las sandalias No es necesario
u'guir para darnos cuenta de que estamós ocupándonos con la imbecilidad
tle los imbéciles.
Además, esta aplicación impropia del principio de semejanza de los
semejantes, revierté con renovada impropiedad cuando desde el Cielo lo
apLcámos a la tierra. Porque esos seres celéstiales, puro espíritu, pueden ver

83
Intro¿ucciófl Ll Mantaigne - lua Riuano

srn ojos, oir sin oídos, hablar sin voz.


De esos seres espirituales hay también
aquí abajo; sólo que irabitan en cuerpos.
Si d.jm d; t;'b,;r'rili rn¿, r*
el pnncipio dej semejanza de v\ loi
¡vJ ","
semljantes,
::".*T".:^f.?::nto,
permite concluir qua uan.ln oi.,'s, 'hablan
. ' JL¡¡'rrdrrLc5r rro¡
nos
¡^ | . ,
L9"it,,
,. , sin boca y oyen sin oídos.
acaso ta rmpticación más imponanre y
espectacular de
^-_^v-i::L
c)Le pnncrpro de semeianza de los semejantes,
caso particular'del principio
de estupidez de los estúpidos. Mnntaign'e l,
,.¡ri, li.i""?"
,,ü runor" .,
tan verdadera y tan revÉlante:

que engañemos con nuestras ínuenciones


.^:: ::"::i.prra .nos
como nLnos que se asustan
y tonterías
con In cara de sus compañeros qu, ,fk, Á¡r*oi
tíznaron y emb adumaron.

He leído de un filósofo alemá.n q_ue los pueblos tienen derecho


a
autodete¡minarse cuando han creado ejlos
la, .u.1.,-i#";l;rlü;;;o.
lljfil:9::j.:jl,:llld: erros mismos han creado ei inÉ"rno que
puuc ros peros de punta y así los rrgel les

Estamos comentando ac¡rí rres t"extos de


Montaigne que no dejan dudas
sobre cómo considera .r' *.
" ",oi l.r, r;,;i;;;:1,;;;:::
lni mirmos,
que pueblan v hasta forman la sustaricia ¿. to¿rlim religiones
l.^,':i,::* Resulta difícil averiguar qué queda,
:: :::lil.::.1:]icias
uc (aLolrclsmo cuando Dasamos esta máquina fo, .¡..pt",
segadora de los.Ersayos por
ia leria multicolor de sú mirologia. Eihfi6;;..
l.,i I*i .rll'.i:
... n0 es capaz de aear una pulga, pero
t'abríca dioses por docenas...
Tenemos grandes criticos de nuest¡as supersticiones.
Aquel que dijo que
:*:!1:r+:.:::f'T.!l::* ésros tend¡ían cue,"",, * i¡ srande
"'", "irnás
sin digerírlo. Se trata eminenremente
li"-,ll:j^ ll1rrull "r,ufnor
rmpona mucho.cómo lo dice. Este es un
die qué
llli:?".11",,rT^r*T latigazo que
¡ambren ei que asesra Montaigne: ,,pobre
1".::._ri ?,:i. desgraciadq no eres
una pulga y andas fabricando dioses por"docenas,,.
::lÍ-T.*:r,
renonamos que enmudecer para siemprel .No
Si, quitadas todas "nuestras invenci'ones y
tonterías,,, queda todavia algo
que merezca e].1omf r.e de religión. (núcle"
experiencia religiosal lo mejoi será-no molestirlo
,aigi"r", ,*-i;i*i" *l;gi"r"",
á.l.ri-a, in-to¿o, lo,
cultos: aunque pudiera ser mejor no dejarlo residir."
";;;;"."
84
I troducció aMo taigrc J afl Rira o

De todas las opinilnes humanas y antiguas sobre la religíón, me parece a


uí Ia más excusable y plausible aquélla que reconlce en Dios un poder
iucamprensible, ongm y sostén de todas las cosas, todo bien, t0d0 perfeccíón,
tlue recibe y toma en buena parte el honor y reuerencia que los hombres le
inden bajo el rostro, el nombre o Ia ceremonia que sea. (Ensayos, ll, 12)

¿No puede decirse que de un pasaje así salen a granel los Voltaire?

ENs¡vos, lI,12.
. .. Esta es Ia excusa que, coruíderando este asuü0, Éscauola, gran sacerdote,
v Varro hiaeron en su üempo: "Que es necesaño que el pueblo ignore muchas
tlsas que son uerdaderas y crea muchas otras que son t'alsas." (Viendo que
inquiere la uerdad para poder liberarse, se pensó correcto engañarlo, Augustinus,
('.iuins Dei).

Esto es por el conocimiento de las cosas divinas. Montaigne agrega que


si nos aventuramos en estas cosas nos puede ocurrir como a Faetón que
, iryó de 1o alto del cielo por querer hace¡ cosas de dioses con manos mortales
I'rrrece que no sólo los sacerdoteq sino los filósofos también fabulan cuando
lcs preguntan sobre estas cosas diciendo que el cielo es de hierrq que el sol
('s una piedra o un fuego. Agrega Montaigne:

Es Ia opinión de Sócrates, y mía también, que la mejor forma de juzgar del


, ielo es no juzgar m absoluto.

Algo a lo cual toda la especie implicada de charlatanes responderá que


lcaso sea la mejor forma de juzgal pero que es con seguridad 1a peor de
lracer negocios. Ciertamentg fue un gran negocio e1 de las indulgencias y se
lirndaba precisamente en eso: que el pueblo ignorara cosas verdaderas y
( reyera otras del todo falsas.

"Es la opinión de Sócrates", escribe Montaigne, "y mía también, que la


rnejor forma de juzgar del Cielo es no juzgar en absoluto". La razón no sirve
¡,ara subir al cielo. Sexto Empírico le ha mostrado a Montaigne que no hay
( rmino al saber. Así se hace fuerte la fe contra la razón. Es el fideísmo de

l\4ontaigne apoyado en el escepticismo. Pudo sonar en su tiempo como

85
I troducció a MofitaiÍne - Juan Riuana

contundente respuesta al ¿teísmo humanista,


al racionalismo altanero
los iatrnrstas paganos. Los Ensayos recibieron
la bendición del santo of
Pero, ya en sus inicroiparece que aparecieron
l-"R"T:
ra cuestton de otra manera. María de Gournay.
los que entendieron
la heredera'adoptiva de los
Ensayos,los ensalza como unn de los.pila.eÍ;;;;"ü;;il. f IciJ;
l:i:L* y.'entre las lineas d. *,p"l;;i; ;;- v, ñ,üi, q,i.*, *i,, ."
nuest¡o.hombre.cualquier .or, ..n3, ,;;;iir;. AJ;.'1, t. .n .t
escepticismo absoJuro, .es eso un-pilarl Lo, p*iri-io;
iil;ru.t .ona.nuren
Ensal,os en el siglo kvlt, lo, tii¿r"r", ¿.lrr'ü..r1#.r)i.rlu"
¡ys
ataques ai cristjanismo.
.^ r",
¿Eso era el pilarl

ENs¡yos, I1,12.
... Wmos que nuestros dedos se mueuen, que
nuestro pie se mueue; que ntras
partes.se mueue.n por sí.solas sin nuestro permko,;,qu,
ino prrlrpaái prodiri
tatímagjnacíon obro'sobr, ,tb)ro. tii
::::'l:"::::
una ocasrcnal(tdrr,:
¿'r*,i-ri;
nsa, ta 0lra una paraliza y "i,^,íUr,
entorpece nuestros sentidos
y nyesrros mterybr1:;.,Cómo .[agrimds:
puede una ímpresión espiritual penetrar
de tal
tn0d0 cn matena solt.d.a y masíua y en qué
consísle lá conexíón y lextura de
'
estos resortes admirables. no hay hómbre'todauía
que lo;;;".- '
Es un viejo problema. Su formulacrón explícrta
Agusun -al que Montaigne to,nu de ,.Lr.-ni,
-'ó. data de los tiempos de
.r*"J*,ioi, ,r,-nui¿"
a la lglesia de Ia doctrina platónica d.l
.p"l:""':l:]iil:'p"*:iói
vlve ererna y conoce todas las cosas sin tener
,lrr. qu.
o¡os ni oídos. D"rd. qúe re
asignan al alma las lacultades del pensamiento y'h
J;emDo orle
se-la separa del cuerpo, no pueden a.r"irii", ";;;;;j
a".j. ,iir;YX"tái
i,r"Ur.r.,
c)ras uos susranclas: la extensión y el pensamiento,
como las Ilama Descartes,
la matera y el esprriru, .o.o di..n 1", .r;;i;;"r"rgl;;;; toda una
nrs(orra de rngenio tilosólico por resolver este problema.
fero, con el ridículo en que Montaigne ponelas
r numerosas doctnnas del
su. asiento en el cuerpo, su inmortalidad y
fiil1 l..lir:íu.:a,
tr1m1 la atención que se presente
su destiná,
luch9 aquí sin crítica el p¡óblema de lá
il,Il-".".-ljl,tl,";maleria.;/\4ontaigne, de rodos, crítico tan penerrante,
elegante y consumadol-Como para p(nsar que
cs oe veroad caLotrco, !* piensan
::]:e:::ff"::.i'l'lól(omo tantos, y no de ficción, iorno,orpe.hrn
Iníod caón a Montaigne Juan Rivano

,rllirrnos. Porque ¿qué cuesta a un maestro como él detectar el supuesto tan a la


r rrlrr: la doctrila misma de la separación de dos sustancias, el espíritu y la materia?

l'n el Antiguo Testanento (donde Montaigne tiene un único refugio para


',')l)rcpasar la doctrina escéptíca que tanto reverencia) no hay asomos de
,rlrrr;r platónico-cristiana. El alma no es más que el soplo (el ruaj) del Hacedor
,¡rr, cla vida. Con la muerte, los seres vuelven al polvo. Y delsoplo divino por
,l , ¡trc vive el hombre no hay más, como no vuelva al pecho poderoso que lo
, r lrllo. El al¡na humana, a lo más, por diferenciarla del alma animal, se nombra
rrr1,r{¿ pero nad e sabe decir qué más s ea esle nepesh que ruai, soplo. Este mito
l,,l,lico del a.lma -más simple, más natural, más hermoso y casi sin asomos de
,rrtilicio- tuvo entre nosotros menos fortuna que el otrq y Dios sabrá por qué.
llste dédalo filosófico y teológico del alma y el cuerpo lo asocio siempre
., , sa historia de Lewis Caroll: Un grupo formado por los más dispares
( ,r ircteres se embarcan bajo la batuta (o mejor la campana) de un bellman

A t npanerl) a la búsqueda y caza del snarck (que quizás qué será, aunque
¡ir(la quien tiene su teoría sobre el monstruoJ. Cuando desembarcan y uno
¡','r fin lo avista, ocurre que no alcanza a gritar: "¡Es un s..." cuando
rl(,sirparece. La raz6n de que desaparezca es que el snarck que ve es un
I'rrjum, la especie de snarck que hace desvanecer justamente esa especie de
,rvistadores tan pronto los avistan. Otra historia que también ¡ecuerdo
, urndo, por esta razón o la otra, tengo en la imaginación la querella y
,¡rrcbranto del alma y el cuerpq es la del emperador chino que encomendó
,r ul cortesano le trajera la camisa del hombre más feliz. Después de largos
,r¡ros, el cortesano volvió con las manos vacías: el hombre más feliz no tenía
,;rrisa. Esta historia se presta a más de una interpretación; pero la que me
rrrr¡rorta en esta conexión es la siguiente:que igualpudo decir el emperador:
AnJa a buscar el compás con que se trazan círculos cuadrados.
lJna de las paradojas de la doctrina del almá y el cuerpo la planteaAgustin
' t sr.s Confesiones y se refiere a cómo puede ser que el alma, cosa tan distinta

\ (lilerente, mande al cuerpq y sea de inmedrato obedecida mientras que


t,rrtas veces el alma manda al alma, o sea, a si misma, sin que asome una
1,,zca de obediencia. Hay otra, como conelativa de la anterior y que es asunto
,l,' yo no sé si millones de páginas literarias: y se reffere a la tiranía del cuerpo
,,,,lrre el alma o -diciendo lo mismo como si fuera otra cosa- al servilismo del
rlrrr ante el cuerpo.Todo lo cual, para seguir con historias, me recuerda ésa que
\L ( n una caricatura: Dos árabes salen del cine; hay a la entrada e1 título de 1a

¡', licula que vieron , Tríángulo. "¿Cuál era el problema?" pregunta uno al otro.

87
I troducción a Ma ra\ne hnlr Ril d t)

punto a observar en el texto que comentamos: Montaigne pone el


^Otro
énfasis sobre los movimientos y funciones de organismos que nó dependen
de nuestra
_voluntad- El texto que comentamoJ pertenecé ai mismo largo
ensayo titulado ,4 polagía de Raimond de Sebunde,'donde se explaya nuestro
autor en la comparación del hombre con 1os animales. AqLi habia una
relación que quedó_sin^ atender Porque hay tanta inteligencia que se despliega
muy a la vista en la fisiología de nuestro organismol No se necesita'de la
moderna investigación -que lo exhibe en los últimos detalles- para ver toda
Ia grandiosa planilicación que se muestra no sea más que en el tubo digestivo.
Todo esta aplicación de los jugos se. retados por glándulas. complicadai usinas
de selección, reducción, asimilación, excreción, con lós conductos
innumerables de distrrbución, el drenaje, la absorción, la conducción, todo
el deta_lle de Ia mantención, reparación, renovación de las arterias y venas, el
cuidado de sus p^aredes, el barrido de los residuos, en fin, un-comple;o
complejisimo de funciones coordrnadas con tal inteligencia qr. no, quituia
respiración de tanto asombro, es cosa que ocurre en nosotros sin qu" haya
conciencia de ellas en la mente ni control en la voluntad.
Si es así -y está a la vista que es así- resulta que la misma naturaleza ,,sin
inteligencia" que nos parece característica de ia vida de las bestias reside
también en nosotros. ¡Y en qué medidal Como si la naturaleza no die¡a un
ápice de cuidado a los hombres mismos cuando se trata de las cosas más serias.
También, observar todo estq que todo el organismo realiza sus innúmerag
complicadas y delicadas funciones como si rázonara, siendo cosa evidenté
que.no lo hace [que el estómagq por tomar un detalle, no hace silogismos),
tendria que conducirnos a una razón y una inteligencia activa de la naiuralezá.
Y quitando a ésta la personificación mítica que consciente o
inconscientemente le asignamos, a un respeto más cieito y más profundo
por el mundo. por el universo, que hace iosas tan maraviilosas y como si
fuera a granel.

ENs,tyos, 11,12.
. . . Aceptados los
t'undamentoq resuha fácil eri$r sobre ellos lo que nos plazca;
porque de acuerdo a la IE y el orden de este comienzo,las partelre*antis de la
estructura se determínan t'ácílmente y sin t'alta... Quiin sea creído en sus
supuestos se transt'orma así en nuestro maestro y nuestro Dios; puede dar tal

88
[nhoúrcción a Mo taiÍ e ]lla Riqno

,tnrplitud y fdcilidad a sus pnncipios que, sí Ie place, con ellos puede encumbrarse
,, l,u nulrí. En esta práctica di los ásuntos científicos, tomamos como moneda
,ryu¡a el dicho de Piotáxoras, "que cada experto debe ser creído en su arte'" EI
Jtlt,lrctico remitc el sigi"ficado di las palabias al gramatico: rl retórico loma la
l,nna de los arzuníntos del dialéctico; el poeta, sus ncdidas del músico; el
rn)metra, sus P;o¡orct¡nes de! antmético; e[ metufísico toma como funÁamento
'1i,,,,
,ontrltrrai dál fisico. Toda aenaa presupone sus
pnnctpios; de donde el
,ti, io humano resulta del todo limitado...
.
pnnapal,le responden: "No hay
.. Si uno ataca donde se encuentra el error
tlt\t)uta con Dersonas que niegan los pnncipí0s." Pero los hombres no pueden
t",ti' , pnncipios como ró ,ran [át rrrrládos pórlaDivinidad Del resto' comienzo'
,,r,lió y ín, no son mas que sueño y humo.

He aquí un texto para letras de bronce. Breve y exacto sobre un tema


lirndamütal y qu. ü"n. de muy atrás, desde los^origenes del discurso
, i, ntífico y hasta nuestros tiempos. Los sistemas, cientiticos o no, se construyen
,,,,lrre principios. Los principioq o son propios o se traen de otra parte. Si se
r'.,, n áe otri p.rt., u.rno, ili . pt.guntrt pot ellos. Cuando ya no haya donde
,l' ,ncle ir será allí donde tendrán'que fundailos. Pero, alLí resultan mera hipótesis
,r, (omo dice más graciosamente Montaigne, sueño y humo.
Descarteg Pascal, Locke no nos enseñaron así de los primeros principios
,,ino como verdades en sí mismas evidentes. Hasta Hegel, Fichte y Husserl
rr ,rtaron de proceder asi. Para el enfoque escéptico del saber científfco que aquí

',, rnrmula, {ire Hume quien conribuyó a su desanollo exhaustivo' La concepción


lr r r, rtetico-deductiv. d.lsabet que asoma en nuestro terto sólo hacia mediados

,1,: h primera mitad de nuestro siglo se presentó con toda su fuerza y perfección.

ENsnvos, I1,12.
. . capaz de razonar" , dice Zenón , " es, mejor que Io que no lo
. "Todo lo que es
,,; ,u, hay nadá mejor que eI mundo; plr iantol el mundo es. capaz de razonar."
r 'rnt está mísma figura de argumento, Cotta hizo del mundo un matemático. Y
t,,,,,le hacerse de él un organísta o un músico de acuerdo a este otro lrgumentl
'.1
/,'nón: "El todo es más que la parle; somls capaces de sabiduría y somos
t,,t,tc rlel mundo:Por tanto, e[ mundo es sabio: Hay infinrtos ejemplos semejanus'
'ttt,
.¡t¡lo de argumentos falsos en si mismos, sino disparatados . Concluyamos

89
Intro¿ucció d lvlotúaigne - luanR n n

que tend"remos del hombre, de su razón


l:,:t:.!i
,:^,.:: i+,r,ó,,
burdos y
manifiestas se encuentran en prrsoraí
y sentidu,
qu, hon
tanto^rIor:t
el conoamiento humano.

he leído y oido veces sin número empiear aquí y


^"^9?: ^.1 :t-io allá
que,el mundo", no hay nada p.ór',' no.
l::T:1 llXry "i* Seior
nada más indifeiente". L.ibni"i'^.lutiuirrtl,"¿á'.*i
los mundos posibles", v'i".,:Ii ;¿j:;
:":Tl?i::
poslbles" que viene a imolicar tr,,;.;-;;
implicar que ,nlo, si es L""
-"1^ puáo
^,,r^ muy
p€or..Ahora, todo lo que es capaz de razonar es mejor qué que
Io no lo
comnrnarse con 'no,hay nada peor que lo que.r.rp.,
l!f1-11¡
como lo dejan ver.a gritos los abogados en I"ri;;il;;Ér;l"r"Jáil.",
d. rrron
."
::::lf
razonar :: !-'
ft losofo, .s
-,.n ñn d..i, q ;, d* * L;y;';;ñ; *p,
q!.e"D:
ellos y tambien que no hay nrái.
in,ii,t"' qr.,.rii
ffor..io quien dijo que tambien_sueie dormirse el gran
,-,^:11.
ü'.or.s df b; h;;-b;;;;';;:;,;"
que
,?n":¡:::"':-:esura
tooas. iLomo entonces no vamos a dar por r
seguro que los hechos de
de,un granestadrsta son grandes h..h":;.
poonamos trbrarnos preguntándonos si los
J;ji i,.l"i,"i""r,ara
hechos de un gran iutbolista
son rodos grandes. porque ni un bruto d1e esos que
]:":Tli::
y amenazan i*?"i
en ios estadios cóncebiria un,
' """ aú) '
Igual de igual, nos parece increible que"rtupid.,leuJ.
un i.üá'oi or.ar.n nu
entrerenerse siquiera con disparates. Áunque, por
:::: 1:.:11'::rrso
parts ¿qué hacen de más ordinario
que pensaron.otrosl Leyéndolos, siguiéndolos
{".,.a".i*iilffi;;;;;írd;
en ,u, uigurn.íror,.l hornt
orolnarro se
ordmarlo
fluidos^ -
s¡entesuDerior.
Se siente lhnt, estupidez
superior:Tanta --^-^ esoi
c..r,,ñ;¡p, _como ^-^-n..:s' ...
Áagnéticoi
animales, esa uis ímpreisa, ,üi-riioi
:t:: .,":ptojlm
pasarle a é1 por la cabeza
flogrsto, éter,
"o
uu ,

E¡,¡sRyos, I1,12.
en ltalía a una pers.lna que deseaba hablar la
.,-,:,:,:^lr:r::!1o,:, lengua que,

,,r^i::.::i!
l,:.:,,:::"
yf : e n e nd e r s mpl e m e n e e
: i del \atín,
t i m pl e a ra I o p ri
t
r ro p oüb ro'qie

." ? ?ocÍ, Juera Jrancés, español o gascón.^ y qi, ogugoido


t.a.termtndaon ttaltana no
Jallaia en dar rcn alguna expresíónlei pais. toscana.
p|!"!!!lf!: r!!!na., ueneciana,,napolttana..Digo oiro tanto a, U ¡"ri¡i-il.
t rcne tantas caras, tantas uanedades y ha dicho
tantas cosas que ín ,llá se
l tro¿ ccto n Mo tni{u J¡tnn Rn'ano

-r' tttttnt)t todos nuestros sueñls y fantasías. La imaginactón humana n0 puede


,,,,t,'l',t nada que no se enürcntre allí.

l'ltlttl ttttn absurde dící potest, quod nln dtcatur ab aliquo philosop.horum.
¡i ). t,l t !t ttt absurdo puede sir dichoique n0 esté dichl par nlguno de bs filósofos).
lt r¡ttt) )

I r ('s una figura característica de Montaigne. Yendo por una ruta


1

¡" l, r , salta de pionto a una aún más pedestre. Hay un chiste de un chileno
,r

París- En este
'¡,,, , ,,', .,rber francés, aplica este método en un restaurante en
, , , , 1,, irnico que tien¿ que hacer es emplear las mismas palabras chilenas
,,,,'r' .,r',lol¿s en 1a última silaba.

,XIo:ú, un pocó más de uinót"

L,,, , osas le resultan tan bien que al final se jacta con el mismo mozo

'
, lth, comó te pareció mi franchT"
"ir ttrt fuera que le tocó un gargon chilien, monsieul se rnuere de hambre."

I I rv otro chiste que viene al caso. Un señor entra a una tienda de generos:

'l I metro y medío de pzdmcrízdow"


'l\'r,lón, un metro y medíl de qué..."
,l'. 'lncrizdowl."

ll, ,rllués de oír varias veces la demanda sin entender la jota, el


,1, ¡,, rrrlit'nte pide el auxilio de un colega. Este pregunta:

. I)u:ía el señor?"
'

" I tu metro y medil de pzdmmzdorl" .

,t .)ul lástimal Reaén uendimos los últimos cinco metros".


'

l,l,' r'1 cliente, el otro pregunta:

L nt, ¿qué quería?"


,\',wt! ¿Qué no otste? ¡Pzdmcnzdow!"

91
Introducción a Montai e- tn Riud o

Chiste que muchas veces recordé asistiendo a exámenes


de filosofia y
j:X::::""{: :Lglmrañer9s,q. ¡*J .i'.,..*i,a", y,
diáJogo que hubi.,,"',,á¡.
d.iado s*iuJoili;;;;,;;;i.il
5":::t y[tu ln Cuando
rantagru€li uno preguntaba sobre ei
origen naturalt
y
1 lanurpo
uer pzomcrrzdow. ei otro parecía un pzdmcrizdow
muerio áe miedo
un pzdmcrizdow más se¡eno después y ,n p"a-Á.Jao,
::.'.1^,
oe pzomcnzdow al tinal.
En las fiestas de ingreso de los nuevos estudiantes
,
Dromas. Kecuerdo un año en que me solicitaron
se acostumbra h¿
la sala de clases. Un al
d_e los últimos cu¡sos se sentb
" Eq uilibrio,lnesr
en el púii;;-; d,;;;;i;; ;rr.
able de Ia Auroconsci"".i, ." i, Á"irop"lür"i.*0,.,
clase ta preparó con una docena de libros de
il:1 i, los que iue ror
líneas al azar. La ensálada resultó tan
de los cursos superiores la tomaron por genuina.
;.;üiü;;;;ri;;il;;
La cosa parece segura: Diga el diiparite que
se le ocura; no va a
una academia de filosofía quá I. ubra'rrs puÉnur.

ENs,ryos, 11,12.
... Nadie conocc la naturaleza dcl alma; si nace con
nosatros o cs intundida:
si mucre con nasarr's 0 descíende a las sambras: i¡1ir"¿¡árrr'ili,i'üiii
transmigrnr en otros animales. (Lucreao)
i
Crates y Dicearco.dicen que no hay afua en absoluto síno que el cuerpo sc
mueue plr un mouimiento natural; platón díce que es ina sustancia
automouiente; Tales, una naturaleza sín repo,so;
Asclepía,tei-un' ,irraao d, ks
sentimientos; Hesiodo v Anaximandro,'olgo *^prr:rto' ir' ,ilrnu y oguo;
::::, 1::: !1 1,,yi iuna
,: f ,,s', r * i. i i i {", i i,,i i' é í,
y p n d o,k o n
calórica: Hipótares, un espirítu",,í;-

i

dit'uít
;
:"^::\"^S^ir^:::^o,r,o
en tado e.r .complex.ión
,cuerpl:
Varro.aíre recíbido en la boca, calentado en los bulmónts.
en et corazón y expandido, por todo el ruerpo: Zenón,'la
::"y:!*:*,
,:::r:o o, r1s.cuatro elemcnr1s, Herá.clidos ponrícus, la Luz; Xenócratei
quintá

,fllif:,i!,l.i!lri y los
mouicnte:los caldeos, una uinud de indetcrniíadi,
larna
*tetequia que mueue
l!ilit|,I:!i! el cuerpo: Lartancio, Séneca
de I's d1gma,lrcos. una cosa que no entendian...
y la mayorín

92
l tro¿td1ó Nlo taillt( hun Rn,ota

i,ir hay menos cofltrluersia sobre dónde reside. Hipócrates y Hierót'ilo Ia.
ul ,,,ttt , tt ti t entría.tlo del cerebro; Dtmócnr,, y Aristót¿les a traués de tc'do el
,t t!lfi'uro, en e! estómago: 10s esl,itrs. sobre y denlro del rorazÁn:
I ,,¡' ¡ t tt tti¡, en Iá membrana eplcránea; Empédocles, en la sangre; Galeno dice
¡r ',r,ltr lutrte del cuerpo tiene su alma; Strato la sitúa entre las cejas.
llt
ir(luí un recurso reiterado en la ¡etórica casi siempre excelente de
\1,'',1 rLllnc: la enumeración acumulativa, exhaustiva y disparatada; va
, ',,.,,,,1i,rr,,s como por grados, encumb¡ándonos a medias, con la suscitación
,1r, rlcl uro.i.o,"l, incredulidad, la desesperación ¡y la risa a1 finall
',,.,,1,,
I r rrri lcctura de este filósofo no es poco el efecto de tal recurso que se
,r,'r, r, ,rscilante entre ia enumeración y'la demostraclón Hasta podría decir
.¡rr, rr r .stuvicra escribiendo estas [neás si no fuera por este-iogro expfosivq
1,,1,,,,,'t,', clc persuasión. Hay escritores asi Renuevan, rehacen, refrescan
,,,,, ,tr,rs convicciones simplemente detallando 1os absurdos que las
',,rrrr,r\lirl y así confirman.
, \, rú Á la demostración ante la enumeración? Ya
¡
r
quisiera el que razona
t,,,'1, r nrlmerar en lugar de demostrar.
( Se demuestra por eso justamente,
' ,'tL,r r',..
, , ,roacidad de enumerar.
, , r.eleneia persuasiva Ia encuentro sobre todo en Edward Lear -ese
,' |
gcnial dei sinsentido. Va escribiendo sus estrofas sin errar jamás el
,, , , rt , r r

11,,,,,, lJna dcspués de la otra y sin soltar jamás la regla. Uno termina por
, 1 ,,,,,,' : ";Basia, bastal ¡No siga que no puedo másl Nuestras cosas no
r, r slntido y no queda qué disiutir" Asi me ocurre tambien con las
rL,
espigando en
',,,,,,,, ,,rciones iargas'y disparatadas que forma Montaigne
,, l, , t ,r, ¡s. Y me ü.luo
. d. un lado a ótro en las cumbrcs a que nos trae la
r'., r,r ('n estos años finales del siglo XX. ¿No vendrá alguien con un
l, r
I ulre\u? Pero. ;si 1a se diieron todos baio el st'll

ENs,qvos, 11,12.

II t ,ltts rttzones que hacen plausible esta opinión (sobre Ia,inmortalídad


Ll 'lttrLt):
ld pnmeia es qLte ;in ella no habria en qué fundar.las uanas
¡ , ,,,,i, d, glono, consiieración ésta de ertorme rcputdcrón en el rnundo; Ia
t'tt,t prattii,chosa impresión,coma dice Platón' que los uicios, aunque escapen
",

9i
lntroducción a Montaifle _ Juan Riuano

'!,,!:';;#'t:;::::,::;,:,1:';::y,,!""::o:.!*ry,,:,?,atatcance¿to
arutna que tos perseguira aun después
de Ia muerte a¿ álo"li"-'""
... rerq ps asombroso
obseruar.n4fip¡s *^'t'i*r:i y rornontyeftay l9s
rc as n ¡,,, y",íi, o"'i' í^,, ff
n dfj::,
!il,,i! n r1
l s t"!: s l rgu. r
e^1,t e u ió
í,'il1 ¿ ¿ a r
cu a ¿b i e o
r' r:i i "r.á o-,"io", oir' ¿i ;: i;íí"'r)'
s á n to
;:; ; : ::'ü ^r

t on docen s, sed,p,"r, i,
n n
sín,o de,l )::,:,:::
!i"T1if ii,r",rííi,i,'ría!l
4ue anhela ),.dk, uro d, tor'or;ii;;;i¿í;;;;;";;r';
t i
rr,,
sabe e,l hombrc que debe esta uerdad #;fi;;tr;
a ü foiuro y ,í o'riiir|n",ii'rorru, o
Z::ii:':,::
razón no ti ene1"::, :::?:,
m pleo ao ui. ry :t:!i,ó,0'i,r,n,ito'
I as,rr*;
v',;;;;;i; ii,, q,,
;;ír:
e Todas
y enrender, sean uerdaderas o Íalsas, están ;;;;: ; ;;;';;;';;;i: r:::ri,
sujetas a inirlilumbres y
lyl larlqu, tü¡o d1nu,1t, o,gutro'y'io); iin*',nii or,*nn
coirig2
::"::::,:,i::.
mtseria e incapaadad Dtu lo ;;ñ:i;;;í;
'lbrre
de Babel. Lo que sea qúe emprendamos ;;;:i;j:rl;:;lri::f,
mirp¡tnc .j_
miremos t- limpara
sin la ) su srácia
r;,"-^--._ de
.
sin Su asístencia,lo que sea
;; ;;;i;;;;;;';rrd;:; ;rTff;:;,,,
unifo :::!i::!!:l::*1!l1y?;y,ai¡1i",'i,i,i)#'¿,"i^i!,Tla,*,
:,Iif rm y constant e..cuaid o ¡; ír r;;; ü';;; ;';
e
;l;;,i;'i:;':rí,,
p', *¡',i ó¡0, i;;;;;;tr;'; ta lr\,ll
i!ÍoiÍi"rT,,Í1,y:!::"::yl
cont'us n, cuya ma n os m, ;r;;";;
i ó i '¡ ;;;;; r;;ii j:;;iffi;::r:
ge
mismd
rn :rr#,
n
Ia prpsu,nción de Nemrod lrustrando er uano
tntent| de.su hirÁm;¿o
m s a p t e n r a m s d t) e n t í t m, c t pru
re ra a "
i

(De*ruiré la sabíduría del'sabí, . aniquilaré


d.e n,t í a m p *
i t
r:n'r u, t Á. r, p.b odo i
el entendimíento d't p*a'ntii,
ierti" i élríirii' i,6í' ""''u '
No encuenlro que hava mr6|¡e q¡s comentar de este
más explicitos de Montaigne en texto, uno de los
cuanro esceptico y tij.iri..'iri."ro
que podemos dar de iu¡damento-rj
qr. t,
11n1o¡tól,esniritual
que del análisis y el examen oirrónico ná.irrno, ,¿,
.on¿r.iáolru'.oiru.ull¿n, ..rultu
de ios logros de la ciencia v Ia t66¡16¿,
siglo. Es cuando vemos oú" l. nu"*.o .;;i;;;;;;.';i..llT,i'""
d; ;" :;; ;; ;; iJ H ;:¡"' :H:i :: :?:"¿'tr iliilHff il¿, i::
cielos" est¡ellados. En tal límrte tiene
r.ntiao.ir.irl.'plq* yi',ii ."",rr*
con medios razonables oara sohrgp¿5urlo. y
;"; ;;;; l. p,1.li-"r,g"r,
ob¡eto alguno deteiminado,'i,;;;;;; "; $i;:'ll
,iil,á'j;", ,.,'^o, u,i
*br,.
este pasajer.que decirl Montaigne
.-l:l:l a su Iecror
conduce hacia aluera
con vigor y seguridad
de ert. purlot.o ,Trurd-o ,oü?l'lir,rrrl.ru,
f I t.ílúrióu d Mantlli!,tc luan Ritvuut

i, ,,,,r ¡,rlirlidad, el domicilio y los andares ultraterrenos del alma; perg


l, ¡ ,r, . rlL'toda esta reducción de todo al absurdo, la superstición, el mitq
.l rrr',, rlltlr y la tonteria ise queda con el aimal Como si esta noción, el
,1,,,, ,, srrlvara intocada a t¡avés de 1a pulverización de sus más esenciales
trrl, u r,)\, eoino si la fe pudiera rcstablecer el alma en su staúus previq só1o
.¡,,, ,,,, lrzonada sino sacramentada.
',,,1'r, t'l caso de la inmortalidad del alma, fundamentada en la justicia
,,lrr rr, rr('ua clada su escasez mundana, parece que una solución así se hizo
t,' rt( (,ntre los judíos, si en alguna parte. Parece que Montaigne no lo
,l' , 1,r rrt¡ur si losupiera, aquí es donde tendría que mostrarlo. Es la disputa
'rrtr,.,;¡1f¡¡¡5Uf.riseos.AquíasociamosEclesiastés,quecombinandolaidea
.l ¡r ,,1it iir de Dios con la otra de la caducidad de todo hace del mundo una
t,, ,..,,,,, y trn absu¡do. Se sostiene que la inmortalidad del alma es 1a respuesta
,1, 1,,., lrrrisros a Eclesíastés. ¡Y vaya una respuesta! Millones y millones de
,, r, , lrrrnanos que poblaron y pueblan el mundo no podrían vivir o habe¡
, ii l, sin clla. Todos, los que cometen injusticías, primero, y los que padecen
', '
rrr rr,,rir ir,
después, cada quien con sus particulares razones, están muy
r, sltlos en que una doctrina así prevalezca. Y las razones son así: Que
',r,
1,,.,¡rrt,padecen injusticia, impotenteE están muy ansiosos que un juez
¡,,',l, r,rso la ejerza en un tribunal ultramundano, en tanto que los que
' , ,1l r, lL,n injusticia están muy interesados en que sus victimas crean estas
l,rlr.rttlls.

ENsnvos, II,12.
I'nttágoras y Anstl na enclntraban más sustdncia en la justicia de las
1,,,', ,tu¿ la 0pinión y autandad del legtslador... Trasí¡naco (en Platón) opína
¡tr' tt't lmy más Ie1, que la canueníerLcia del nás t'uerte...
lt.r r:reíble que haya lryes naturales, czmo uemls en los animales; pero en
,t ,,tr,¡¡ ¡c perdieron. Esta delícada razón nuestra, insí¡uándose en totlo para
I , tt,tr canfunde las cosas de acuerdo a su prlpia
y dominar, trastlca y
,t ',tt,¡¡¡¿7¡si6 y ,onídad. Las clst:¡s tiene ditersas aspeclas y reciben diuersas
,,..t,ltraciones; de aquí prutcipalmente rcsuha la dít crsidad de lpinilnes. Un
1 t, I'l,t latna LLn asuttt} en u
asÍ)ccto r- nada nás; oIro, en otro.
',t,LJa puede imagpar de nás lLt¡n'or tm l'Lonbre qte comerse a su padre;y
,t ' tltltárgl antiguas .:,acianes tlue lenían esta costu¡nl,re [¡ consideraban

95
I ftodu¿ción a Mo taíye. Jua Rir.l a

,,rjrí^!r,i.o de prcdad y,at'ección natural. tratando asi de dar a sus progenitot


Ia, scpultu,ra más ualiosa y. honorable... Es
ládl considera, ,ion" r*al
abominable parecería ahombres imb"ido, dr r;;; rui;;;in¿,r't""i*t
r ru,
de sus padres c,mo cdmc a las besrias, lo,
surono, íio- or;,";;i;;;;;
, Lirurgo consideraba en el robo la nraidod, dtíigenáa,
hurlar algo a.nuestros ueanos y la utilidad públíca resulrante
i*¡i i ,o¡o
ld *¡dodo
todos por Creía que,ásta dobt, ¡"náa" a, Ááiii;;';;üd",
sus bienes.
u *,
disaplína militar de más consideraaón ,rí, ,í airirari y
i:,?! ,p^i"
inju*icia .1"
de tamar bienes de otros.

,ros Dias atrás [25 de septiembre de 1995J leí en M wsweeb tsn artículo
soDrevlvrentes de los
s
campos soviéticos de concentración. Se dice
entre 1928 y 1953 la epoca de Stalin. murjeron allí entre
12y 20 r
de personas, aisladas, torturadas. asesinadas.Ahora van
de visita a esos
los sobrevrvrentes para_encontrar que sus verdugos siguen
trabaiando en
carceles como si nada, de carceleros como antei o en proyectos
reconstrucción. "Hay incluso los que no ven qué se Ies puedá
obi.t., Hi
qle.act"uó por 20 años de fiscal y que envió miles a la
muerti
l1o.
los ;."1.¡.Uifü'f al frí0,
trabajos forzados. Dice que su trabajá consistió
r,
del estat rnrsmo.y. no en p erseguir. activistas políticos',. podemos "i.o,
suponer
riesgo que slgnifica aquí "reltrbilit.r. y qué victimas d.L.rirllnorno"
cuad-ro que lorman allí victimas y victimarios se presta para
ilustrar por
amplio este texto de Monraigne-sobre las 1.v., 'UrUi i.r"r'."
f.
Soviética, .quién va. a negarlol pero muchas de esas l"yei fueron
por el poder para eliminir ffsicamente , lo, op-.nt"Í ui i¿giÁ*.
digol Bastaba con oponerse al régimen pu" t.unrfoÁurr. ,pr'r"f.ro iqri
.n ,uo
de {arcel o de manicomio. Se puede decir _lo he leído
más d-e ,nu u., y m!
parece obvio- que Stalin sólo tenía en mente a pAigr"
J.
uc euo nactan looas tas medidas que tomaba: para una guerra con
af.r.^irl
H
Ii"" ii4 n-9t.*asen la explcación d. l.s l.yÉs Siaiinio'-uUu
para establecerlas. Hitler tenía Los respeclos suyos.
..rp..to
En una república banáncro,
-
1as leyes no pueden interferir¡on el negocio_d;
las ba;;;ri'* ,", *p¿ifi,i
colonialista tien_e_ que haber leyes para" explotarui"
-ái.ltü-Ur'Lfórirr.
de Hitler, todos oyeron después de la derota de Alemania,
í
ljpropósito
clanlor. pol 1as leyes: todos obedecían órdenes; y los que las
el
impartian
las.leyes que ellos mismos establecieron. Como dice Montaignc,
:,olT:,trl
er reglstaoor atlende al respecto que se aviene con su opinión, _agregamos
y

96
I troducció a Matttaigtrc lua RiuLtl,o

,, , ,rns avalado por el poder, establece la ley. Los militares, a propósito de


,,,, r,. rrnivemidaá, se inieresaion en enfatizar ese aspecto cle tone de marfil
rrl
'',',, 1' ) en
r,, inhitir ese aspecto de inte¡¿entora .sociai que también tiene;-y
, , 11,,r eran el pode¡ establccieron leves para limpiar la universidad de la
, ,,'r, r,'t rl¿txista".
1'r,,, 1,rrs¡ vi¡'5i l6s maniistas tiencn elpoder, hacen valer sus 'respectos",
t, ,,r,r.r. rr. Que no se engaticll perrsanJo qur ¡os ( ngaña_rl.
lr , l)unto üportante di nuesitu texto sc refiere a esas leyes naturales
, en lo. a¡rimaler. nrro que 'en nosotros 5e perdieron" .Por qué se
'',.
tl ', ',.,,,n] Rousseau tlirá más aclelante que por la cirilizacróll y-que para
,, ,,1, rrl¡ tlcbemos volver a la naturaleza. También Montaignc admite que
i,,¡ 1, ', s r.ncjores, más simples y más aclmrrables tn l,rs comunidades
r,, ',"r " lt ro, hablanJo dc ll lcv' su "rf'li"''l'n (: L'ilÉr(ntc sl\'mprc
¡r, r'r('gucmos el poder a la tlpiniórt Iil pt',-ler. rupres"nt¡ cl elemento
,,1 ,,,, t,rngible, no ya la opinión, es dccir, cl enflsis qrrt'sc pone en un
, ¡, , t,r ilL'las cosas paa establecer Ia ley.
\1, rrl. (nc muestra que ¡uede, pero tamb-ien mu(5tr¿ quc no quiere ir
,1 1,,,,,1,, tlc la materia. Se iontentá con exhibir el relatrvismo de las leyes

¡,,
,' , I r , l.rtivismo de las opinioncs que en último término va a fundarse en
i, ,1,r,-l clc aspectos que h¿y en las cosas.
'.,,,,
r , ,',r,'rse a sú cut'rpo de Jesírs todos los domingos
padre?-¿No se conie e1

r t ,,Lrs las misas? l,os psicólogos han aventurado mitos sobre el padre
"1,'..trrl rrl quc matan y.ont.n los hiios ancestrales.
Los- antropólogos
,.,,',,,,, ,,,br" la antropófagia en términos de economía y clemografía. Es
'
,,,, lr, , lro, cuando el alimento es escaso nos aomemos unos a otros. De estas
,'.r rL n(lrian que nacer leyes.
I r, 1,rl,;rn, los espartancs. quc los niños robaran lo que les pareciera. si
, ' ,1, ,,, Asi, dice lr.;iontaigne, ios preparaba
-Pero,
Licurgo para asaltar y defender,
¡," .,,', l,rs partes de 1a-grrerra. la guerra, ¿para qué es sino para e1
r ,lL ,1,' uno sobre e1 otro?
I, .sto, ciaro está, no representa novedad para nadie A mí, este pasaje
,, l( )

.,, I r, , iruprcsión por lo quc pone a la vista sob¡e su auto¡: la abertura, la


",,1 lrrrrrl, la lucideá, la toierancia
y el humor. No sc cuántos de.los que
' I rr rroticias sobie esas nacionci en quc los hijos.omían el cadáver de
,

I
,.,,1r , s irán más a1iá, sin náusea, de la soia información. De los que van
,,, , .,llr su¡rongo que todos 1o harán gritando airados, espada en mano para
r ,'rln¡r a eitoi criminales sin nombre y sin perdón No Montaigne, é1

97
Itúroduccnh a lrlatúdig e .tun Rn ano

no. Colocarse en el punto de vista de los


otros cuando estos niegan y pisotean
yescupen sobre n uestto sancta sanctarum
no parcce operación posible. parl
Montaigne, en cambio, nada más n.tu.al. In.iuro,e
"?.riu.n'á.t "r".,
Antiguas naciones que tenum esta costumbre
la consíderaban testimonio d.
ptedad y afección natirat trarando
a"^, ,i il sepuhurd
mas uaLiosa y honorable. .. "-,"í'iiíir*ííiL'u
¡He aqui un resp^ectol .y no viene a cosa grande y hasta sublime,
ahora
que nos hacen verl Si rales senrimiento5 de pledad
pr"rt;;r;;; d.rá. ero,
tiempos remoros, no creo que nos sea dablL
i..gir;'d;;['.stariamos. "-'
Pero parece seguro que no liabría cementerios
"i,ilr-rlü.

ENs,qyos, 11,12.
parc.ce,quebrado en el agua y el uino amargo en la t'íebre;
,. orras
y,. ae ^r::1r^r^r-1.::.o
apanpnaas asi de contrarias arguyeran que los objeio, Iienen en sí
mismos las causas de estas aDaripncias: qrrTíiii ,r:, íl'r:ií) ,n ,i*po,io
con el honbre enlermo y toicido pn el rc'mo ^ñig,
rn ri^potío"ror'qu¡rn"i
apa.
on rt
^¡ro
,0,,,,
expenenna que tenemos: de que no hay
."_#,::,r:::::.,:ilu,1fi
sennao nr asppctl de nada _sea ú ,uo
ce o amar¿0, derecho o torcido qu'e elingenío
humano no enanentre en los es*í.tos qrr.*ki".
puros y pelectos
t" ür, )í*iror'ia, ,i*pt r,
;cuantas mpnriras'v fakedadÁ ,i- rr-1"^r-lri'"ar: . u,
':i::lf :::r:naaa ryiandaba net¡do ia,,^'11",
"i,¡Á,i i'uíii-,i','), u p¡¿_
t:.i:i,"1t.^, ucr dns atras cinco o scis pasajes de la Biblia en que se
runda1a, mas que nada barrue sientlo sacerdote d"bía poner
o ,rcou:do su
c o n a e n ci a. Y, l i, vl rd a d, ri o i tl gi

muy otcn a la deJcnsd de esta acncia sutil


l
u o r
i,
rA r- rr i rr,i r í¡ rirí {, l. * ra
^" ^A ^

ql:T'Padrenuestro,.que estás en los Cielos,, y pidiéndole yo


"",:::!1i: -que para mí no es pero ni po, ,rorno,
claro, ni por
::11T1":]:,f:.-dice
asomos srSnrttcatjvo, aunque estoy seguro que p^ara
Montaigne sería un
cjemplo exceJente de 'dircurso simple, puro y peif..to,,_
no sé-si ,c,y ca¡az
de detallar la c¿nridad de ,.rpu.sin, que me'podrian
dra j.rj. I^ *as
os(uras nasta las mas dispares, desde las más ingeniosas
hasta las más ruslj!as,
Ltttu¿lmió a Mnlttaitit¿ htüt Rirana

,l,sLle las más poéticas hasta las más prosaicas. Sin casi mediar reflexión
rr r r¡¡una podría moverse entre el misterio, el sinsentido, el insulto y la herejía.

t]ucrrá afirmar, por ejemplo, que estas sentencias -porque a simple vista
,,,,i, muchas- suenan lo miimo y significan 1o mismo sea que las diga é1, el
,lirector de1 Santo Oficio o el asno que hizo sonar la flauta? ¿Qué vamos a
IL nr'r por significado de la palabra "estás" diciendo del Padre Nuestro que
,srii en los Cielos? El mismo Montaigne se aplica a descorazonarnos de
, rrrcnder de Dios con analogías, diciendo que quiere, piensa, desea, detesta,
,l,,sprecia o diciendo que fabrica, edifica, desmantela, desarma, dispersa,
,l, siruye, diciendo en fin mil cosas como éstas en analogía con nucstras
,r.. ultades, pasiones y acciones. No vamos a pretender que el Padre Nucst¡o
(,r, cuánto pretendemos diciéndole "padre" y haciéndolo nucstrol) está en
l,,s Cielos como un rey en el hall de su palacio. No, no vamos a imaginrr Lrn
,lisparate así. Sin embargo, es el quc todos imaginamos puntualncntc. Y
,,,,Ii¡e el cómo de este estar y el porqué, ¡cuánta ocurrencia podemos
, rcogitarl Que contempla, que reposa, que vigila, que disfruta, quc está alli

1,',ra no perder detalle del universo, que está allí porque no hay sitto más
,rlto, porque todo mire hacia arriba adorándolq porque todo converja en él
( orno el sentido último de todo.
Pero esto lo digo de rústico que soy. ¡Cuántos más finos y divertidos
significados encontrarán o infundrrán en este "esta¡" las personas sutilesl Y
totlos tendrán que entrar en nuestros diccionarios.Y así como con esta palabra
( ()n miles de otras que empleamos, sea que hablemos de las cosas divtnas o

,l,. las humanas.


¿Qué signiffca "átomo"? ;Cuidadol No sé si me atrevería a emplear la
t,'rlibra si estuviera entre científicos. Pero, para todos nosotros, científicos o
r)(), mejor callarse la boca ante abogados.
En fin, que todo esto ilustra sobre 1o que nos dice Montaigne acerca de 1o
Lluc puede encontrarse rumiando discursos que nos parecen simples e inocentes.
Hegel dice que la palabra "ser", significando todas ias cosas que hay, es
rirlr vacía de significado que lo mismo da decir "nada". De modo que le
l)ilrece que expresiones tan opuestas como "ser" y "nada" vienen a

L,lt.ntificarse de opuestas y vacías que son. Perq unidas, ¿qué significan sino
,l devenir y e1 cambio de todo, que apenas es cuando deja de ser? Esta
r,lentidad de las cosas más opuestas no parece tan artificiosa cuando uno
( onsidera que abunda e impera. Como cuando se dice "justicia" de las cosas

rrrás injustas, como es exterminar seres humanos por millones. Yendo como

99
Iitrodllcción a Mantaigne - lua Rivano

vo]ando y descendiendo porel mundo,


;que de cosas injustasl y !uan justas
todas: basta pregun tarJes.p,rimero a los las padecieron y. iespués, a los
_que ".Cuantas
que tas obraron. O considérese_.ia palabra democratia'. cosas
contrarias puede descubrir en ella ei qu.e la rumia, slendo
asl que no hay
estado en el mundo que no.se pro.lur" d.ro.raii-, .on
.ar..1",
democratrcas, explotadores democráticos, comisarios y torturadores
democráticosl

ENs,ryos, 11,12.
... En cuanto concíeme al enor e incerteza de la operacíón de
las sentidos,
cada cual puede procurarse tantls ejemplls como q"irío, tái
iiÁentes son las
faltas y engaños .en que nos horri ,air. En ,l ,io iil'rAii-rt'i"¡¿o
¿, to
trompeta se we lrente a nosotras.,ruando lo cie.no es qu, ,oi,
a, ar,iár;ilo
0ata dp mlsquetc,ba¡o Ias yemas de nucstros dedos mtzados
nos parece ser dos.
Lon Jrcruenaa, Ils sentúos son mapstros dp la razón y la oblígan
a rccibír
impresíones que ella juzga y conoce ser
t'alsas...
Hay personas de clmp.lexión tal que ciertos sonidos las tornan t'uriosas... Lo
que uemls y oímos agitados por la pasión, ni lo oímos ní uemos íomo
es...
Quienes comparan la uida con un sueño acaso están más en la cierto de Io
que piensan. . . Siendo así que nuestra razón y nuestra
alma al recíbír kn imágenes
y opiniones que n's uienen soñando autorizán las acciones
eiea.ttadas en nuestros
sueños de igual modo que lo hacen en la vigilia.
;Cómo no driÁr r¡ nurstro
pensamiento y nuestra acción no es otra esp;cíe d; sueño y nue*ra utgLlia oira
especie de dormír?

Pongo el dedo del centro sobre el índice y con las yemas de


ambos asi
pareadas presionou¡a bolita de cristal ,obre unu ,rp.'.fr-.i;. siento? feué
Que estoy haciendo girar dos bolitas..Es ,nu .*p.ri.n.iu";o" it;;.
entretenemos,a lospequeños. Montaigne dice que ,'los sentidos
son maestros
,u,l.r9l,y ta obhgan a recibrr impresiones que ella juzga y reconoce ser
:9
Íarsas . ¿Vale esto de la experiencia con la bolita de cristal?
No tenemos
dudas: tocamos dos bolitas. No tenemos dudas: vemos una
bolita.
El tacto y Ia visión se contradicen.
¿Cómo hacemos para resolver la contradicción? Razonamos: De las dos
experiencias incompatibles vale la que es compatible con las experiencias

100
Intoducción a Mantai r¿ - lua Rüta a

En este casor la instancia última son los sentidos, no la razón.


''stantes.
¿Y si la razón juzga que, compatibles entre sí, igual
pueden ser falsas las
, xperiencias sensoliales? Porque hay un argumento famosrsimo -y
.,nirquisimo: cuando soñamos suéle ser todo igual de coherente que en la
r',g,lia. Pagamos en sueño con dinero soñado por un pan soñado que comemos
t,,ñando. Nos enojamos en sueño con enojo tan de buenos quilates que
liasta nos preguntan después quienes nos contemplaron mientras dormiamos:
'¿Qué soRasie que te veías tan enojado?" Platón dice que.no podríamos
r"rpondet con cirtidumbre a quien se aferrara a la opinión de que todo no
,', .á, que un ru"ño suyo;y Discartes, por más que se esfuerza en lograrlo
no nos convence. Ni'siquiera Berkeley 1o logra. Todos conocen las
¡,crplelidades que le inventán a ese Segismundo, de Calderón, y que 1o llevan
l la conclusión de que está soñando.Y de perplejidades, ¿quién no se encontró
nrás de una vez en tal ansiedad que pensó que estaba soñando?
Ya sé: hay fflósofos que piensin que Las cosas tienen que andar muy mal
.uando llegámos a estai suposiciones. Pero, cuando debemos dar por hecho
,¡ue un hdnbte solo es responsable de que se incineren diez millones de
., res humanos simplemente porque en su opinión son seres inleriores y se
,. ombinan con é1 millones de otros para asistirlo en el apresamientg en el

transporter en la concentración y la maquinaria de gasificación y cremación


,lcspiegando en ello toda su inteligencia, su ingenio técnico, su energía, la
t' rdrJ.s que no queda más que dárles razón a esos filósofos para que ellos
nos la devuelvan aceptando que tan mal están las cosas que mejor
i.mpaquetarlas todas de una vez y despacharlas al infferno con la etiqueta:
l'r.sadilla.

Exs,tvos, II,12.
... Sobre el mismo fundamento que Heráclito lomó para su senlencia que
" todas las cosas üenen en ellas lns formas que en ellas discemimos." Demócrito

,tmcluyó que "las cosas no üenen nada en ellas de Io que en ellas encontramos";
,i Ia melis dulce para uno y amargd para otro es porque ni es amarga ni dulce.
Los pírroniamos áirían que no sabin si es dulce o amarga, o ni lo uno ni Io otro,
tti ninguno; porque ellos siempre están a La cabeza de la duda...
EI que me obligue a contradecir los senüdos me tiene por el cuello; no puedo
nrtroceder de allí;[os senüdos son el comíenzo y el ftn del conoamiento humano...

101
Itúrad .(iin d Montait rc I ndn Rtuntn

Atribúyase[es ln nenos que .o pupda, pcr|.


todau|| /"[p¡¡1u, gnr,lnti:ar Ntu:
quc ¿s por su mcdiac;ón qtp ubt?n¿mas
tqdn nttesrra in,t,ucciJn.

Por Heráclito y Demócrito a ia vez, podría


hablarTiziano. porque,
¿quión
y cómo'se ,sit, .t .;ú11;1.",u, v.nm
rvlaSoalenas B:]1t,1.!.:.:1.
il",1r="¡"".1,.", rero. quien no ve l¿mbién
y
todo no consisrc en más qrrr.
-que
ilL5:í::Tbj,*T,1"i I
I, J",t,0,f",, tn1.r,.'p".,, _l uolurn.L y
rrd\ra ct movtmlento 5c losI Idahan a mano, ",' rensorialidatJ,,
llenas,.como pura
pura ilusión y. subjetividad, los arristas
u lo, filorofor'.n-ü epo.. dcl
renacimiento. Lo publicaban los poetas,
.on ,.1 blunco y .ur_in d. donu
Elvira", donde es tanta ia
ella^asprra belleza igual en".rarJ¿i
rr'i*"tor;;ffi;iJ':;mpetir con
roslro verdadero.
fero ni el mi)mo roslro verdadero' escapa
al es.eptirismo, puesro quc
lo mismo queJe dice d. do¡, [lror r.
Iil:-r-,1i.
r.{.1(urarrza, porque ese clelo ¿zun que i".1.'a"*.,, a. a"o.
todos vemo: ni es cielo, ni es azu]...
pebelol concluir, por los impactos ,oUr. ,u epo* y'iolt"ria.d, qu.
nadie trató ei tema dei conocimiento, sus
fuentes, sus limiiei su naturaleza,
:::: I j:ijl"Y:1,1:81''
qIa(la y mucila ¿mDlitud v 'on
r'n8"i' ;;;;;;; .;;;iiro".,'pr.
.on
nenetrarión. No deló tema por exponer: y no
hay pensador de lor'que uiÉnen oespués
que pueda pretender de:conocerlo.
Ai contrario, crdu ,nt se ve como é^ry.';J"';;;í;ffirln', pn.,i, a"
esta parrirura en que consisre casi enter¿mente
t^ '.¿liarr'ipüliiá
),
Raimon.d de Súunrle,(de ao"a. u.nilor,'h;;;.üádo textos
para este comentario).

ENsRyos, 11,12.
pueda acomodar para decir todo Lo que se le
,-.:;f_p::i.ll:,.1u,e,Homero
,i,i::"i::.: ,se
tantas .0tas los teólogos. jurísras, milirares,
tt.uso¡os y toda ily, dprrnuentado
!"1r.,ctasc .que
hombres qup tra!.cn de las cícnciai kngan que
citarlo y
t0s en su autoridad cam¡ macstro,obeiaio-le
:l?:,:r:,argumc todos
,Iolntot y arres, c}ns_ejer} generaL de todas las empresas?... personas lis
i!^l!]it:
tntcLrgenles pncuentran en Homero ap0y6 parLt
nucstra oiigión y can¡idcran
,1u,efue pue,ro alli co, propó.sito. pr;ri; ;;;;;,;;:,);"itti',lrrííiia,
ro[igión. otras.'n el pasado, !,, ftimaron on " *u,ro
fauor dc io ,r"rái,'-""t"

102
Intro¿ucaó aMo tai{ne fuan Riult o

Algo que se puede decir igual de los Ensayos de Montaigne, porque


rros toman de 1o que escribe sobre Séneca, otros de lo que dice de Pirrón,
,,lr.s de lo que escribe sobre los animales, sobre los pueblos primitivos, la
1,.1,, Ias costumbres, la ciencia, la educación, 1a razón y muchos temas más. Y

,l, todos ellos pueden comentar 1o que les acomoda personas de los más
,,¡rLrestos juicios. Y siendo Montaigne quien es, en prestigio ante su posteridad,
,.r ,'quilibrio ante tantos asuntos y en variedad de materias, tenemos en él la
rrrsrra situación que é1 denuncia en Homero.
¿Y qué decir de un libro como la Biál'ía? Del mismo hicieron un modelo
que lucharon guerras encarnizadas: los católicos, los protestantes,
',,ligiones
l, rs islamitas. Con el mismo libro los protestantes disparaban sobre los

, rrtoiicos y éstos se escudaban de los protestantes. Con la misma carta de


l'rrblq Lutero mostraba que León X era un cerdo y León X que Lutero era
un asno. Sería una delicia, si no fuera primero otra cosa, examinar cómo
rrnl iglesia -cualquiera iglesia, sea romana, reformada o marxista- cambia
,l, política según los vientos sin cambiar de libro.
Sí, es que en Homero hay para todos; eso es lo que oc'tre.Y enla Biblia
¡ el Euangelio hay para todos. Y sobra.

ENsnvos, Il, 17.


.. . la sola cosa por la que me esümo en algo es una de Ia que nunca nadte se
t,ntsideró en desuentaja. Es estima cornente y común. Porque, ¿hubo quíen se
t onsiderara carente de sentido?... ¿Hubo jamas portero ní tontuela que no se

tstimara con senüdo suflciente para entender de sus asuntos? No hay diftcultad
üt reconocer en ltros uentaja en ualor, t'uena, expenencia, dílígencia y belleza;
ltro, uentajt en juiao no reconocemos a nadie...
Es camún oír que la más justa porción que la naturaleza nos ha dado de sus
lLntlres es Ia del sentido; porque no hay uno que no esté content7 con su Parte...

Aquí está el principio con que Descartes va a iniciar su Discurso d¿l


Mtltodo: eIbrcn sentido es la cosa mejor distribuida del mundo. Y aquí está
trmbién la misma prueba que da Descartes y que Montaigne parece haber
,'scuchado al portero: que no hay quien no esté contento con su parte. Desde
I )escartes, hablamos de bon s¿ns. Los ingleses dicen common serse y nosotros

scntido común".

f03
-t
l)1trc¿ucció d¡/lortaige. ttum R dtLo

E1 "sentido común' en Montargne parece más bien ,,senticio rlt,


racionalidad". Si se echa a correr dineó en'cobre, todos van
o .n.pror.nn
é1 el que circula en plata. Si estalla o uln.nuza un.onfli.tÁ
ur-ujo, to.l,r:i
van,a correr a llenar sus dc.pensas. En primer lugar, 1o
harán la tontuela y tl
porterñ dc qu" ro" hahla Montaigne. Se dirj qu".\to eq cqot5m(l
antildtrióti(o pero no lalta de sentidó,.omull.
Dice lVlor.rtaigne:

, ,... las razones qtte resultan del simple discurso natural en los demás, las
hubiéramos. encontrado por ntLestra cueita si nos hubi¿riioi dLoio o prnro, ,,
esa diretaón

Fl "discurso natural" de Montaigne va a explicitarlo Descartes mediantc


reglas en su Dlscrrso delMétodoy nisva a b¡inda¡ la más grundior,
.pli..iOn
que conocemos en sus Meditaciones Metat'rsicas Si Ias ieyera ese pórtero
de
Montaigne, tendría acaso esa impresión: que el pudo páau.ii un
dir.urro
así, con sólo aplicarse un poco.
"Buen sentido" podrra entenderse por ,'buena
, o¡ientación,,. La de la
brujula ' . siemprc bucna. Pcro, hubo un tiempo en que no teniamos
brujula.
Todos están contentos con la trúju)a que lei tocó. b, i", ,1." ,""

ENs,qyos, II,20.
El que en sus.inuestígaaones ahonda en busca de todas las circunstancids y
consecuencias difiere su eleccion_. (Jna máquína mediana sirue
igual paia
desplazar pesls pequeños o gra.nd.es. Los mejore,s empresaríos
son loi prorr, ,n
explicar por que lo son; los hablatlores, en cambí0, casi nunca logran'natla.

Este texto se encuentra hacia el final del ensayo que Montaigne titula
,.-g1LrrÍ: nn de pur, que en la versión
Ir1, _iranéesa qu. .ripi.o ¡ü
Lederc, Berlin, I 860) apenas ocupa,tres páginas. 41 comienzo de esr.
di.e,Monraigne qur 'nucstra ,lÉhi] co;di.ión rmpide que podamo."r,royo, ha.er
de.las co.d\ en su purrTr y simplicidad' nrruirl.rt.'ñi pud.ro.
"mplco,
clerrcr l¿ virtud rur¿ ni disfrut¿r d"l puro pl¿., r. Los bienes v placere,,,n
exccp, ión nos vier-lr con und mr /cla de mal inconveniencia
"

101
I tro¿ cció aMo laig e .h1att Rü'd a

La voluptuosidad extrema tiene algo de gimiente y de queja ¿No se


,1,, , que uno muere de angustia? Más áún, cuando la pintamos en toda su
,r,,lencia, le agregamos-epitetos y cualidades morbosas y dolorosas:
l.u rLrLrdez, floiedád,"desmayo, decaimiento, morbíduza, testimonios todas
lL ,r ,Je consanguineidad y consubstancialidad. La alegría más profunda tiene
, rr si más severidad que alborozo.

\4ontaigne cita aqui un verso griego: los dioses nos venden los bienes no
l 'r re.ibirios "puroi v p.rle,toi sino al precio de algún mal" Al reves
r.'nrbién hay complu.ónii..n L melancolíÁy el recuerdo del amigo perdido
r's como el amargor del vino viejo.
En este brevíámo .ns.yo ua-o, sin ningún trámite a las altas cátedras
,1, la naturaleza:

... que los mkmos mouimientos y, phegues ¿el rostro


las píntores slstienen
,¡,r,' siruen para reír, siruen nmbién paro llorar;y en uerdad, antu de.que lo
,i,,r, o lo otio haya íermínado por expresarset obséruese ,la,operación del pinto.r
¡t se estará en duda sobre quéit propont; y Io extremidad de la nsa se mezcla
, ,n las lágrimas.

De aquí resultan uno no sabe cuantas lecciones sobre la contrariedad, la


, specificación, la ambigüedad, que se pueden razonar con buen fundamento

l''i-rto qr. se trata de experiencias que todos tenemos con frecuencia que
ir,,demoi observar en numerosas aplicaciones: ese extremo en que tantas
vtces se encuentra el ánimo como ante una encrucijada y que no sabemos
rlL cierto nor donde irá, tan probable es 1o uno como lo otro y en tan real
,Jicaménto. El fa tobi o, not to be, de Hamlet, resulta aquí demasiado
',,
..1
^oro
\tra(to como fórmula general. Meior seria: "así o asá"
A 1a experiencia del piintor que sabe percibir.el punto-de ambigtiedad,
Mont.igne la experiencii espiritual en el trance del placer sexual
',gregn en voluptuosidad
,,,-"pl.to cuanio todo ei organismo-amenaza ahogarnos
Moniaigne considera que el tombre es incapaz de soportar un estado así en
¡rlcnitud.

En verdad, huye de alli; de modo natural, se esfuerza por escapat como


,lc una situación .n qu. no puede estar firme y donde teme hundirse.

105
lntn¿lurcion a Montaigne tuan ttit,n a

Y cuando se considera
a sí mismo en lo.que de más virtuoso pueda
tenet
Montaign.e nos confiesa que aún en á .nr:u*im , ntg;je vicio. Tal
expeflencra mental la supone en ei mismo platón,
el l-iiósofo divino:

... en su más pura uirtud. boniendo,su orcja muy


iunto a si (algo que hízo,
sin duda) esrucharia alwn ihimao dp mixrura humana, pero
ri,áraini-y
sólo para é1.

Y agrega:

... El hombre. entero t del ta,lo, no es más que un payaso hecho con panes
parchadas.

Y agrega más todavía:

... Ni siquiera las leyes pueden subsistir sin algo de inju*icia.

Siendo Ias cosas así, no pudiendo hacer ni pudiendo


tampoco tolerar la
expenencla de nada en su. pureza, parece un contrasentido ia vocación
de
trrg.,. el requerimiento práctico de adormecer, drogar la
1lg_o. 1t', ..,ntonces,
razon. I.an suril y curiosa- con alguna dosis de estupidez.
Un iierto
parernatrsmo, un crerto contormismo y realismo
que recuerda ese pasaje de
Eclesiastés, sombrio y amargo como ei que más:

No sea,s puts demasiado justo ní sabío con exceso.


,
hagas mat muchl n¡ seas insetsato.
¿por qué ¿estruirte? No
¿por qué mlnr antes di tíempo?

Por tales escarpaduras se arriesga también Montalgne:

,para los usos de la uida y los asuntos públícos podría


..
haber excesos en Ia
pureza y perspicacia de nuestra mente; suiuz peneirante tiene demasiado
'io,* de
sutileza y.curiosídad. Debemos entorprnrto y ,kaoiirto'rr'lor"
,-o¡o
,|emplo y a praiti,o: y írlorlo y o,rárriioi"r' poro, poro
!,i^'_il:,!'i:,,,i ^lmejar
prlplrcrcnarla ,la
a la uida oscura y tencna.

,,chtrridos
, Es en el párrafo anterio¡ a éste donde Montaigne
de mixtu¡a
se refiere a los
humana" en los oídos del aiuino ptrt"o,r- ¡rl iri., .i*".u ," ,o_u
I Íod cciht a Motttttipt . J att Riua o

rris grave y más amplio. A la verdad, nuestros deberes con la vida y la


,,,,,iedad nos llevan al repudio de lo que Platón sugiere con su alegoría de la
r,r\(,rna. Los hombres eitán bien allí, ante el espectáculo de las sombras,
r r n su poquín de estupidez y confusión. ¿Sacarlos fuera, a la plena luz? No,

lo estamos formados para cosas plenas.


Aquí vendrán loi pensadores de la existencia, el humanismo, el
,,,.quiave1ismo, la duda y la desesperación a escudriñar y cosechar Hay
¡,;rra todos.
Hay para los comisarios políticos también:

.. los espíntus comunes y menos especulatiuos sln los que mejor se prestan
.

t, ¡nejores resuhados tíenen en eI manejo de los negoaos; en tanto que las


,t,yrisítas lpinilnes de la filosofia no son apropíad.as... Debemos manejar los
tt\Lmtas humanls de farma más superfnal, mas ruda, y dejar la parte mdlor
rt la fortuna.

Uno piensa en esos dos personajes, Hamlet y Fortimbrás, enfrentados en


l,r famoia tragedia. ¡Cómo habla Hamlet, no deja de hablarl El rudo
lirrtimb¡ás se está muy callado; pero conquista reinos.
No podía menos que estar de acuerdo Montaigne con este orado¡ Calicles,
Llue interviene en un diálogo platónico: la filosofía está muy bien; pero para
nruchachos, y en dosis moderadas.
También, y a propósito, podemos salir a la calle y conversar con el que
tr¿t- el cor¡eo o limpia las alcantarillas. Uno escucha su sabiduría: "Como
,1ijo la mujer del panadero: Ni tan adentro que se queme, ni tan afuera que
sc quede crudo".
Sln habht de esa fábula, en que tanto se dilo de una vez y al alcance de
bs niños: aquella de los conejos perseguidos por unos perros que el conejo
número uno, académico, alegaba que eran podencos, y el número doq tomista,
suponía galgos. No pararon de disputar ni cuando estaban en el estómago
tlJlos antedichos, que no eran ni galgos ni podencos.

ENS,qvos, II, 23.


Licurga, el más uirtuoso y perfecto leg¡slador inuentó la inju*a prácüca de
lrnar a-los ilotas a beber con eI sola fin de que los espartanos, uiendo el

107
IIthnJtft¡¿ a tt,ünai¿ttt lunn R¡r,tnl

espectácuLo, repudiarc¿n el uino. y aún peores


permitían que los cond.enado, t'ueron aquellss antiguss que
a murrte fuelan 'iestípa)Ii'riíi, poro
qu, to,
médicos estudiaran sus paftes
irtr ro ur't'u nirr); ;"' ";;;;';: *"r
ceneza...
Fsro pror iene del ensayo tirul¿Jo ,,De jos
medios malos cmpJeados para
un buen I in" Monr¿isnc anlic¿^la
anrizua r"ri;;;-:;;;;hr,,''nno_.u"roo
social". Asi ( omo nos aplicamo.
purgas y sangria\, nri lu io.i.ára
remover su exceso de ooblaclon se aplica a
i.n'.on1m iu..rnr"d. fonquirtr, lu
colonización. el e,r¿do j* Su^.11n permanen.te. Los fines son bueno,,
mcdros son maros. pero, los
;que podcmos hac.,,i no to,
no tren e otro rral a mirnl o que ofrecernor
,fii.rrlrr
Monraigne
No ib_a , .or,,iiJ.rm li.rn iUrlirro
de la: sociedades primitivai. Ni
er inranti_..iJio, r;;r;;;;.:r.;;. ras hijas en
lllllill.lTj^,liavia.
(urro \e
se practica ."
chi;;. i,n.ná;o.iüi l,,oo. .n .l
6r¡¡u\,,¡u, practrca en nu€stro tiempo.
Como lo pracricaron los
soviericos, el Khmer Rouse en
C._bo¡; l;, tí;,.i"* R;:J# Ios insleses
en Af rica y Sudamerica.(=A.p.póri;,1;;,;;,';;;:;
Jtateman una frase de W. Chur
ir';::i::X de un N¿p
acerca de todo el ruido. qu-e
l, npli.r.ián-j.l; ;'r;:'ü::tll se ha.. ía con
e"ui,." á. I sib?,;##':: fT:h",;Il'¿'riilllfl1?;:rttXl,:ffi
son: Id.a not understand thk srtueamishrirr'^trrl,iirií'íigi|.i
in
.lauor of using gas against uitiuilised tribes...) (t,]n
,, urrrgt,
cntien'd.o rst'os escrupulos
sobre el uso del gas letal . yo estoy
tnbus saluajes...).
t'irmeiin;,; ; i;;;'ír'f ^7,í) ro, ,on ro
Estos ¡on tambier bordes neljgrosos
para un humanisra. En e] caso
los ilotas de Esparra l.o'llo
"i,
.ti. de
to.'¡rt,gn;.r.li,r"ir, ,i'iir",_i.l* ¿.
va a faltar'quien d,gr, "e....,rir.""i1?,irriY'l,'i'j'.1
{:rl) ":
condenados a muerte tamDoco. de esos
Crimina.les y tJo, Io, irlnrr'rno, .rtu¿irn¿o
sus entrañas como si fueran las
¡¡g5¡¡¿5,,. 5]grd;i;;;;;;;;;;;ales
que.somos, ¿cómo van a faltarnos y a la
Ii1^T.b:.ll::
(hrnos tambien esrán haciendó .osrr rrcionrl.s
imbéciles .uron.r1 Los
fr;il;;;;il;
ricos Ios órganos frescos de sus nres"',poiiiiio'"üie,ii"r'ijil'1. Ios países
¿rgumenrar: Los cirsanos de lÁ. cerdós üno r",
los,cerdos ¡eaccionaiios,'. T¿mbién,
,",irr.";i;;l;;;;;:"r.yn¡.r,rn "r.
.n
lo, puai.nt"r'loñ;;;il¿ le ¡iñones
de ios rampesinos hindúes (parece
qr..*. ..r.rdo .i ilry", q". .l .¡i""-)
naran sus,silogismos: Nada de Io que es humano me
es extraio, aunque sea
el rrnon de un paria'.
Introducció a Mofltaígne luan Ritano

ENs,cvos, 11,27.

La uenganza no es tal cuando su destínatano carece de medíos para nfrirla.


I\rque eI uengador busca el placer de su uenga?aaj busca que el sujeto en que
\r rcngd, sea espectador también, y
sufra y se arrepienta. "¡Se arrepenürát"
,lrcímos después de dispararle en la cabeza. ¿Será así? Al contrario, si
,,[,seruamos, ueremls que nos hace morisquetas al caer y utá tan lejos de Ia
¡nítencia que ni se lamenta. Le hemos hecho el mas genül seruicio de la tída:
¡nuarlo insensiblemente y sin demora.

Quien ha simpatizado y sufrido largo con Montaigne -siquiera en esta


lirnna vicaria de su leitura, su propia imaginación y su personal miseria-
sicnte que convergen aquí muchos senderos de sus meditaciones y
( onfesiones. Como en la hermosa París cuando cruzamos una plaza o un

puente desde donde se percibe en perspectiva toda la ciudad.Así percibimos


It'yendo este pasaje lo que bien puede llamarse "Filosofía de la Grandiosa
lnsrgnificancia Humana". Qué lejanos se han tornado los ruidos de la retórica
rcligiosa moralizante, de las armonías especulativas preestablecidas.
Montaigne está hablándonos de la venganza y, como de pasq da un golpe
inesperado: "A mí, el que me despacha de un balazo me hace el favor más
cumplido y gentil: me saca de la circulación en un mercado atrabiliario y
sanguinariq baüburrillo de ostentación y vanidad, sinsentido y ruindad,
irvidez y temor permanente de la muerte y el dolor. Me saca indoloro, presto
y sin dilación. ¡Alivio y favor infinitosl"

ENs,rvos, lI,28,
El más largo de mis proyectos no excede de un año; no pienso ahoru en más
,¡ue líberarme de nueuas empresas y esperanzas. De cada lugar del que parto es
para siempre; cada día me deshago de Io que poseo. Es el solo consuelo de mi
uejez: subyugar los deseos y cuidados que perturbdtln mi uida: el cuídado de
cómo ua el mundo, de la riqueza,la pompa, el conoamiento, la salud, mí propio
ser Hay hambres que están aprendíendo a hablar en tiempo en que debieran
aprender a callar para siempre...
... Si hay que estudiar, que sea Io que se auenga con nuestra condiaón

109
httro¿ucció a Matúaí$e - ha Ríwjto

p.rcspnte;,de mldo que.po.damos rpsplnder


como ése al que pr¿guntaron cln qutj
fin cstudiaba en su edad decrépita': "para irme Ár¡r y"
,iár-irr,r,qr¡t,
Prob,ablemente, cuando Montaigne ¡edactaba
estas líneas no había
:.umpli.d?,
ig: 47 años ¡y ya cor.ía, m"artillo en ;; j;;ffiI.s
tablas dc
Miro en enciclopedias. por ese tiempo, los hombres
:y Trrot de sui
pasados,los 60 años qué,
:::-9:.::lT Tlt,an ¿Por pues, tanta urgencia?
¿Jena un hombre eniermo. de temperamento _ar.ado por la mue"rte?
El
afirma Io contrario.
Mrro.do_s, reproducciones de retratos suyos.
¿Es de persona enférmiza
esa miradal Yo diria oue si. Mirada de prd..trirntllirif;';;
y flojedad.
;;;;"
i;;üi¿;;
de visiona rio el e:,. riror Monraigne,
tampoco
tu rf:lndidades
"",\:"1:l: rrgura en los cuadros que veo. Como no,
dice il mismo: un
irr ll.n. otro cualquiera. Noto perspicacia, picardía, pero
l:T11.^:"i"
numltdad en ese roslro. :(.óm9 5s
sobre toJo
torna uno ef aspirante de su es.uela
contempiándolol pero,
;si no es más que el :imple v'p"Ur. ¡"iU* qr. *
il":j:.Tl o1d. desarroilarse,rnu gr.nd.J, J. .r,,i.piiiiarai
i,C:T:ya, hnea a linea
sus escritos. Asombrado y sofo.rdo, y
:: :ig-l',0: de,"'.J"
nuevo _después de recorrer y recorrer por
lrro..OrrO? mi cuenta tanto
ra0e'nto de naderias,.de strspirar_y encanecer rodeadó
de tanta estulticia_
me encuentro recién ilesado al taller ante sus paginrr.
Lrs i.o ,i; f;li;; ;;;;
y sin laltar una las releo"y vuelvo a reieer.
Pero no cono.ia un retrato del hombre.
d.espués de estudiar con aplicación a
,-",1::1":9^"..?:: Francis H. Bradley,
rncuso, despues de traducir su Appearance and
Reality. no había encontrado
un retraro.suyo.
lu.a¡do ]9 vi por fin, lera el gran ,.t.f,riio nn nrdu qu.
agreg¡rle nr quitarlel Era el hombre que ienía qüe
ser. Arl m. o.uJo t.mbi¿n
viendo las reproducciones de estos i.rr.t", d¿
estudiado sus escritos. En esas imágenes
M;;tü;;'i.ü¿, ¿" lr.¡*
Jornirri qul',]L"d,...on ,u
"rti
praciosl rerórica y sus variados discursos: que la hr,"ildai-;;;;;scender a
ra saDrouna porque la sabiduria no tiene
más sustancia que la humildad.
Vuelv¡ ami extrañeza de encontrar en este pasaje . ,n Monágn"
d" no
::,.*Í"11.",¡lLg!un,a,
se
dedispon.,
encuenrra es brevísimo, dos páginaq y lleva
sJi.;;il; ;i*i,;o
en que
un título tomado de Éclesiasi¿s:
tlutps choses ont leur saison (Todas las cosas tienen y
su tiempol. lo que pienso
es que nos encontramos aqui con nuestro
sabio haciendo cosas en la estación
Introd cctón a Mo ¡aigtv Jud Rlltafio

,lLri no coffesponde. Lo que vale en muchos lugares, muchos tiempos y con


l r,r.. has personag aunque sea en ánimo contrano. Viejas y viejos se aplican con
ho Celo y presupuesto a reedíficarse: se quitan las arrugas recogiéndose la
',,,e
1,r, 1 por atrás de las orejas. Los espectáculos de cing teatrq televisión abundan
r (,sperpentos emplastados y cosidos que hace mucho tiempo debieron estar
rr ¡ teltos.
lil Estado tambalea en manos que no sujetan un lápiz o que todavia no
,¡,rer.idieron a anudarse los cordones.

ENs¡vos, II, 30.


.. . cosas uenideras y aun nuestras uoluntades a una necesídad
para ligar las
, irrta íneuítable, todauía se hace este uiejo argumento. "Puesto que Dias ue de
e
,rtttemano que de tal modo ocunirán las cosas, se sigue necesariamente que así
,,, rrirán" . A Io cual nuestros maestros responden: "Ver que algo ocurre, como
t

ttosltrls uemos y como Díos mísmo ue (porque síendo tado presente para EI,
nás bíen ue que preué) no es compeler o fonar lo que lcune: uemos pzrque el
It,r:ln ocurre, pero el hecho n0 ocurre p/rque uem\s; los hechos causan el
trtk)cimiento; pero el conocimíento no causa los hechos. Lo que uemos suceder,
,rrcede; pero pudo suceder de otra manera;y Dios, en el catálogo de las causas
,1,, los heclrcs que tíene en su presencia, tíene también aquéllas que llamamos
,rccidentales y uoluntanos, que depend.en de la libertad.Nos dio el libre albedrío
t .rabe rlue obramos impropiamente porque así Io hemos querido".

Viejo, viejísimo asunto. En esta época de tanto descubrimiento y sabeq,


,,,'dirá: más que viejq descompuesto y retornado al polvo de ias vanidades.
l:1 rnismo Montaigne nos hace ver que estas analogías de Dios con elhombre
(lLre Dios tiene facultades anímicas, que ejecuta operaciones y padece
(r astornos del espíritu como nosotros- son pura presunción y disparate.

Elviejo problema del que se trata aqui esta fundado y hecho con los más
, mpinados y fabulosos
supuestos. Prime¡o: la presunción que requiere
nc¡amente formarse una imagen de Dios. Segundo, la presunción [que saca
,lc las casillas a Montaigne y, andando muy juntito tras é1, a mí también)
i¡r.rc requiere pretender que Dios ve las cosas tal como nosotros, digamog
,lcsde una colina vemos un hato de vacasr y que para é1 unas siguen a otras
L,r1 como los terne¡os a las vacas. Tercero, 1a presunción también de pretendcr

nt
Introduccíón a Manraipe - han Rit¡ano

no sólo percibe, piensa y concibe como nosotros sino que


F^:_: ?.r
rorzado a hacerio en Iormas o categorias como las
se ve
de azar y necesidad,
esencia y accidente, determinismo y Ilbenad.
Todo esto, el mtsmo Montaipne nos Io enseña; y con ral persuasión
qug
oyendo.hablar "de las cosas d." Diori ;,;;,;;i," j*'..'. u.ni. d.
;;
vuelta de las alturas, que recibe título y hasta ,J"fa"
presión que sentimos en el cerebro y tal el extremo
¡r-r* ñr...ü i. *
.n qu. no, u._oq "f qu",
como en esas experiencias de ambigüedades de que hiblO
m¿s atr¿s, ioí
cosas contrarias pueden ocurrir: que nos echeÁos
al suelo a llorar de
oesesperacion o a revolcarnos de risa.

ENsnyos, 11,32.
..
. Cada uno corcüera estampa soberana de Ia naturaleza humana
. -que-,la
está impresa en él y que de elln todos [9s demás drbr"
cuanto se
horr, á
irglo; y'-qu,
no se le asemeje es fíngído y brrdo ,ritupiárit...
.emprenday t'also. ¡eu,
Por mí parte, considero algunos hombur"^ry por rnáio
d, ii,'ripraol^rnt,
entre los antigttos...

Quizás debí citar también todo el encabezamiento del párrafo en que


viene el texto y que dice así:

01,, lrr.,tir de lo imposible y lo.posible, segun lo que en nuestro juicio


cs li,!w
^- crerbte,o tncretble. Sín embargo, siendo
una gran t'alta-, la mayoría de los
hombres Ia clmetcn. pretendíendo que es dificil creer en otros que
lo no sabrían
o no querrían hacer

Esto se dice a propósito de un célebre jurisconsulto


.-
Bodin, "que.
de su tiempo, Jean
acusa a Plutarco no sólo de ignorancia iáqr. no t.nari,
¡J.
qu.é deci¡.dada la mía) sino de escribir a"menudo )d. .orl, in.r.ibl., I
enteramente labu.losas"'
La famosa sentencia "nada de lo que es humano me es extraño,,se
puede
en "todo lo qu" .. s., e*trrño no es humano (porque si
¡11¡formar lo
Iuera no me sería extrañoJ. De esta última regla resultan
a'millones las
pendencias domésticas de todos los días y nuestras casas
se llenan de 'brutoi
y bestias" que hacen cosas qu. no, son d.l tod" ."trulm
i lr. f", tr"to ,o

IT2
I irodtEtt a Mo taqle tnn Rita o

l,rL,den ser humanas. Pinochet, el dictadot dijo más de una vez que los
\ rmunistas son intrínsecamente perversos, cosa que no cabe como propia
,L, un ser humano. Abundan en nuestro siglo tiranos así, que han clasificado
lus enemigos como seres extraños y se han apoyado en multitudes que
, de acuerdo y que gritan por medidas drásticas para sacarse de encima
'tán
, L cáncer social, el enemigo de la humanidad. Para los fanáticos de un credo
r,'ligioso todo lo que es humano es lo propio de su credo y nada de lo que es
r \traño a su credo puede se¡ humano.
También, recordando 1o que encontramos más atrás sobre el sentido
, rrn¡[11, 665¿ tan bien distribuida, resulta muy frecuente escuchar que A
( ( rsura a B por su falta de sentido común; algo que es puntualmente igual

,, 1o que B dice de A; algo que bastaría para dudar de la buena distribución


,1..'1 séntido común. A dirá que su juicio es una estampa del sentido común

ruismo; 1o mismo B. Pero si fuera así, ¿por qué disputan? El sentido común
tcndría que terminar con toda discusión. ¿No es senttdo común?
Pero las discusiones no terminan nunca y mientras unos celebran el
I)omingq otros celebran el Mernes. Siendo que debe ser el Sábado. ¡Los
l,t¡rrosl
Estos límites con los rótulos de lo "increible y fabuloso" suelen dividir
r omo altos muros el interior mismo de nuestras ciudades. En Santiago, por

, ¡emplo, están las poblaciones miserables al norte, al sur, a occidente; y


y
' stan los barrios residenciales del oriente. La diierencja entre pobres ricos
lia sobrepasado todo umbral. Si a un hombre de Santiago-oriente le dieran
,, l"er un libro de un hombre de Santiago-occidentg 1o juzgarían "increíble
l fabuloso". Y vice versa.
Justo ahora, leo una novela de Salman Rushdie (que vive oculto por
h¿ber sido condenado a que 1o maten donde 1o encuentren por el
,lt saparecido Ayatollah Klomeiny). Midnight's Children se titula esta novela
,lor.ráe se cuentan las mil y una noches: por ejemplo, que las clases
lrambrientas de las grandes ciudades en India practican la mutilación de los
h ijos para que los pobres tengan en qué apoyarse para mendigar Increíble y

frntáitico. ¿Por qué? Por eso: Porque es difícil cree¡ en otros lo que no
s¡l¡r-íamos o no podriamos hacer. Supongo que así obraron las cosas con las
rr¿sacres en Rusia, en Alemania, Cambodia, Uganda. Y los masacradores 1o
,.rrl¡ían: Estaban haciendo cosas que los demás jtszgarian fabulosas e
,,nposibles simplemente porque ellos ni querrían ni podrian ejecutarlas.
l.a propaganda emplea un instrumento así a diestra y a siniestra: a diestra

n.1
httla¿ü.ctñ a lúo nli{E Juan Rntan¡t

para que entremos en relaciones con un abon fabuloso


l e imposible; a srniestra
para que rechacemos las propuestas de una reforma fabuiosa
e imnosible

EN.s,ryos, lll, 1.

,navNurr,,ro.p\.tntcturn inlcnu,y txlenn esta Ipna de tmpe{e,riones. pero no


nada tnultl e Ia túturalrza, ni la.inutlidad mirma: nada aparcp cn
nuestra qu¿ n0 tenga en él su lugar prapio y adecuado. Nuestro
un,i.u,erso
ser
esta c0nslltdalo can cua[id¡des morbosas: ambicíón, celo,
enuidia, uenganzar
(upprslicion desesperarión tienen
en no,otrus rn lugar natural ,ono
bestias...,Quien detpoje al homhre de [a ",,
l^
de itas cualidade" drrtn,irá
"cni[la
las, condicioner Jundamentaler dc Ia uida humana. Do
igual modo, ett todo
gobtemo h.ay lunrionet 4¿¡p55¡¡'l6s no sólo a\tectas
sino tatnbién ui, io"as. EI
uicio en el ayuda a zurcir Lo ,asgado tal comá el ueneno ,i;r;
;
Lo salud... El
btcneslar públrca requiere los hombre, traicioncn, mientan y matdcren.
'¡ue
Dejemos esta tarea a... ciudadanos más
Juerres y menos i,rriuel;tos, qut
sacrit'iquen su honor y su conciencia, clmo'antes oio, ,olÁ¡iroron sus uídas
por el bien de su país."

Este pasaje tiene entradas yo no sé para cuántos asuntos. Los


.
vienen primcro que nada a la mente. Parecc quc si dejáramos
ecologistas
todo e'n 1as
manos de la naturaleza todo andaria con un p..rlir, .q'uitiUrio.
f.t .o.o t.
ticrra y los.demás planetas. pianetoide5 y rorneta\ nndrn .n rorno
del sol-f
tal como éste con todo su cortejo camina sin vacilar por la galaxia.
Es
conocrdo el alegato de Ios fiiósofoi cínico, .ont* todu, 1ri ior*ni
d.l o.d.n
politico. Diógcnes se sienta a comer¿lli donde ie viene h¿mbrc;
"l alli dorde
le viene el hambre es cl comedor_ y mejor no preguntar.O-"
," fr.pir1.
grasa que 1e queda en la boca. Así prócede ün"los
restos lu n.tur.l.ra
pudriéndolos en la lluvia, calcinándolós.al so1, drsipándol",
ái"t."L ¿CO*"
van.a. proceder los ecologistas? Cerca de 7.0b0 Áillones d. ,.r., hti.-o,
pueblan el mundo. Viven concentrados en grandes ciudades.
Aumentan y
aumentan. Tienen que alimentarse. Si dejaran a la naturaleza
el cuidado dá
\us desecho{ morlrían en la pestilencia Hace unos meses,
en Chile, presencie
la loma de las cailes en pequeños
¡ueblo. que rcchazaban que.e echara la
basura en sus proximidades. Tambrén. aqu i. la. comunas ,..hur.n
que sc las
use como basureros de los residuos de Ías'plantas nr.1.ur"r.
El.ni.i p*r,lo

114
I tra¿ cción a Mcntaí! e luan Rivana

,,i rcve1ó que Suecia estaba echando basura en un pais africano y no hace
rrrucho vimos en la televisión un container fl.otante americano cargado de
de toneladas de basura, yendo de un puerto a otro sin lograr un contrato
',rilcs
,l, tlcscarga. Mientras más lejos descargamos la basura, mayor el costo.
l\l rcntras más basura descargamos más intoxicamos la tierra. Técnicas que
n,)s permitan reciclarla son costosas y el mismo reciclaje como solución
tir'né un límite que se sobrepasaría con el c¡ecimiento de la población antes
( l(' completar siquiera en parte las técnicas e instalaciones del reciclaje. La

t,'rdad is que los ecologistas quieren hacer tortas sin quebrar huevos. O
,¡rrcbrarlos iin que t. oiga, como reducir la producción y así el standard de
viJa y la población. Ahí parece estar la fuente de todos los males, en el
, r'ccrmiento de la población. De donde resultaría que tendríamos que mirar
L on otros ojos a los abortistas, a los homosexualeq a los sacerdotes católicoq

rr las monjas y lesbianas; y también a las prostitutas, las drogas, el SIDA; los
,rillones eliminados en China, Rusia, Alemania, Europa Central, Sudeste
Asiático, Asia Central durante este siglo de guerras sanguinarias tendrían
(lue contarse con dedos trémulos de ambigüedad.
Pero Montaigne nos dice que no hay nada en nuestras imperfecciones
(lue no sea útil en la naturaleza. "lncluso la inutilidad misma", dice. De
,Lrnde podríamos concluir, con amplia perspectiva y relatividad, que no
rrrportan mucho los descalabros y cataclismos que produzca nuestra
, ivilización en el concierto de la naturaleza; incluso, podrían aceptarse sin
ningún escándalo como cosas que están justamente en el orden de la
n,rturaleza. El hombre y todas sus empresas son tan naturaleza como 1o fueron
,rna vez los dinosaurios con las suyas o lo son en la actuaLidad los termeg las
o los elefanteg que comienzan como naturaleza, culminan como
'rbclas
n;rturaleza y decaen y son absorbidos como un detalle más en la naturaleza.
Este es un pasaje lleno de amplitud, comprensión, tolerancia. Recuerda
Lrn poco a ese Panglós, deVoltaire, que tiene lugar para todo lo que encuentra
,lc disonante e injusto como mal necesario cuando se tiene visto el grandioso
fin: construir el mejor de los mundos posibles. El mhmo Leibniz, así
ridiculizado por el escritor francés, tiene también un principio de razón
\uficiente para todo 1o que existe. No hay cosa de la que no haya una razón
dé cuénta sin defecto de su existencia. Basu¡a incluida. Y estando todas
,¡,.re
lrs cosas en esta condición parece que todo 1o que forma el universo está
Llonde debe estar y tan así que no podría esfuma¡se de allí sin que la estructura
mtera no se resintiera. Montaigne, por lo menos, ve las cosas así respecto

115
I
I tra¿ cció a Mütaitne . luan Rit,¿no

i"TO,:
t 0". no podemos privar de sus cuahdades morbosas -ambicirin,
(1f]
elu,ellvrdra. ulnq¿nzr, su.perstición de.e.f,eracion- ,rn "de.truir
l,ti
(olrot on.s lUndamenldles de Ia Uda htrman¿
Otra vez estamos orillando bord_es cargados de peligro. Cargados
rlc
peligro.y tan dilíciles de eliminar Es pluiin ot.u ,i.r, ".i¿ii,ino ptut,;n
aguzando el oído y encontrando la ruindad hern.r".¿.
.á, L A un,,
le parece no haber leido bien. Si las cosas son así en la "iriud.
esencia misma clcl
hombre, ¿como haremos para educa¡lo? q;;;;;,'.ii.,o
¿y hur..o,
para demoler todo lo que.hemos construido y""t.;
seguimos construyendo sobrc
tundamentos tan rontrarios?
t1:rt.qy. se.at,ren en los cimientos de la mo¡al se agregan las
_,_ ,l.l:,?.lrt
de i¿ politica. ¡Que tiene Morrraigne qun reprocharlc
a Maquiavc"lol ya no
P¡ín.i¡e ran,olo ua-no,É trrr, J" l^,u^n.r-J.-E.rndn qu.
::,:rll1 !'el
cotocan al politlco entre el hombre y la bestia haciéndolo
bcstia y hombre.
Sino quetodos los hombres somos,cso y d.
-un.r. .r.n.t;i
más débiles, no,sirven en política dona. ," ,.qu,.."qu.
ili; ;;.
;ü;;;;;
.tl.¿" .it".f, ¡?riiri
se ejerza sin inhibiciones.
r. diria, una,armonia pree:tabiecida ( ntre polirica y
--,1.1r r(qurere de hombres que tendrian que no c\i5tir, ¡sicologra: La
polrtrca
áe acuerdlo a la
moraL, p(ro que c\i\len a manos llenas. Je acu, rJo a
la psicologia.

ENsnyos, III, 1.

,n d.la compasión scnt.imos dentra no sé que prurito agrirlulce


ap _:, !1,
.,^ pto(er ,^rd,io
malcuotcnlp urcndo a olros sulrír Los ntños lo ¡icnle¡t.

. Cuando los uientos turban las aguas del uasto océano, dulce
playa el peligro de orros. lLucre,ioi
es uer desde la

Este pasaje va inserto en el texto ante¡ior. Lo separé porque


vale un
( omentdrio en st mismo. Supongo que los dc migenera.ión ,e iamiliarizaron
(or era idea leyendo a Dosroyew,k. En la acrualid¿d, vive
f. flit9tir,.lo"
stn,.escandato en la gencraliza. iones de la psicología. .euién que cs
no es
\adista..)upongo tarnblen que en lueslra cducación
el arqrieti¡o de la
(ompa)ión lo rrc¿rna Maria.on el cadáver de.u
hjjo en su iulda. be ¿lllel
asombro: ¿Cómo puede la compasíón tol.rr,,iquiÉrn .o..'J.i ,u¿irrnol
"i
Intra¿ucció aMa taittY - lua R úna

t I L,nsidérense los versos que se atribuyen a Teresa dc Avila:

'I
ú me mueves, señor, muéueme eI uerte dauado en esa cruz y escamecido...

Van a decirnos que estos versos nacieron de un "prurito agridulce"?


,
, t ,iuro podría encerrárse la crueldad en los fundamentos
de una religión de
l' ¡,irdad? Montaigne nos dice que nada le arranca lágrimas como ver el
,r l rimiento de los otros. Y véasele ahora mezclando la burla y la risa con sus
L rririmas. Nos dice también: Nada es puro. Y tendríamos que agregar: Sobre

r, Lr las lágrimas.
',
Separé e1 texto por el cotejo que millones y millones de seres humanos
I
,',, dén hacer todoi los días, a ia hora de 1a televisión, sorbiendo Coca-Cola
I ¡ricando maní tostadq mientras observan las masacres en Rwanda, las
,'',,rucres en Bosnia, las masacres en Chechenya, Pakistán, lrak, Pekín.
Ar titudes así no son posibles sin algo de 1o que traen esos versos de Lucrecio
,¡rrc cita Montaigne. Recuerdo también un detalle de un cuadrq creo que
,i, i'an Ostade, que vi una o más de una vez en el Louvre. "El Maestro de
l.scuela", creo que reza el títuio. Vemos que el maestro da con el chicote a
rrn pequeño; y éntre sus compañeros hay uno que sonríe cruel. " ¡Qué dulce
,,,tá! ¡Le están pegando a ltro, no a mít ¡Que le peguen, que Io maten a
Ltigazos!"

ENs,cvos, III,2.

... Si alguien en el pasado me hubíera conducido ante Erasmo, apenas creyera


,¡ue hablara a sus siruientes atra c\sa que adagíos y apotegmas. Mejor
inagínamos aun artesano en su astento de trabalo o enama de su muj,er que
,, un gron presidente en su porte y suficíencia. lmaglnamos que aquéllos que
,,¡ánin alios tribunales no uan a rebajnrse a uíuir Así como las almas uíciosas
d menudl son lleuadas a abrar bien, así las uirtuosas a abrar mal. Por tanto,
iúzgueselas por su estado ordinarí0, cuando están en su casa...

Vemos una película: Un hombre salta de 1a cama, abre la ventana, va al


baño; viene vestido y afeitado a la mesa; desayuna con su esposa, da un
vistazo al diario; sale a la calle, sube ai tranvía, contempla el gentío desde la

117
t
I tro¿lftió a ¡.'Ía¡LttlipLe .hn,t Rit)ana

al ei¡fi.¡o en.quc rrab¿ia:


orJ¿r a punto :llrr..ll,o
esa mdñdna riene quc
lli],r,].:bi,-r^ y srn falrar detalle el paríbuio para el aju.ti.iamicnto de l;r
próxima madrugada. Más o menos ari no, n.onr.1n
Moffin.'qu. no, a._o,
Incon r,,ble\ es\ rirorc\. dr¿m aru rqor, .i,,Jnt
i:lo srguteron
l::l,i:J.]al ' plt.
:llugo
de la letrr. por Lo lneno. Iograron
urogrr fi.rn
sorprenderrros bastanlr.
urdrnari¿mente p:n:nr:t queerdugo.recicn llegado al rrabajo dejó en
cJ r
su Lasa at gJlo gurlLorinado y a su espo\a
coleando de la iámpara. Del oficial
v{,i.vrendo dnl Lampo de exlerminio a \u castra
l,^.lrn..qu. lo prrmero quc
et aeua y.poner!na hoia de lechuga a su (anariror
i:i:1T
naDr¿n ordo;11011
hablar. y Iambicn Je Napcleón y.,u r'alet.
toáos

Supongo que en casa de Rembrándt uno pi.nrr'


.n.ontra¡se con un
autorretrato suyo, mas.bien.
¿Quién va a imáginarse a platón haciendo
movrmrento\ eruticos sobre su señoralplaton es puto
t0pos oura,ros, alegoría
de la.avern¿, ldeds_.amor espiritual. Nun.a nos djce _.omo
nos dice
qy. comidas,,gue vinos prefiere. a que hora sc levanra,
l"J:,iy,C-i: romo se
aDrrgar como hace e' la retrina. sí, ante el
escándalo de los doctos de su
que adora a Séneca y ptutarc" ."*" J;r,;;;an
il5.l,,:l\:9.r:
tr:,yrajes ",a las casitas"
ante é1,
decíamos en la escuela apretando
illtjilli-o. [como
ras ptefl)ds V pldle do pcrmi\o para ausentarme
L
em¡Jca va el 'usred , sólo ei "rúi,. y pienso que rierre
.,-"U:.11":l.lll::e que
vrr ((J, la eImrna\ron d. e5a h¡rrera.ulturai ta, comun .n
01ra5 partes que
co,r \u,mui¡T scrr¿Ja,.n., frlár. ir.Jpn.n ulto,
llllll^rl.h"rf*
otcnte\ aluera ltsto. l¿ra cLdvarlo\ en el r ord( ro a\ado (r
lo,
omo ic dulorretrata
hombre en I,o, tribunule..o"." i"g, ;, pa"., y
l:.1:::^*:llllldtt-d"l
su ( oorgo n qul, ro5 nlnos
d' la escuela básir ¿ sc lutean .on el piimer ministro
mienrras comen tunios pdpas cocidas. albóndigas v
sal,a a.t'oJri., a p.lu."o
¡to repro( ha porque
no ha cumpiido con partes de su programa educacional.
Jus(o mlenlras escribo esta página, un compatriola
me llama por telelono
y,m€ cuenta rndrgnado que la muy probable primer
Minisr¡o de Suecia en
et ano,Que viene (se llama Mona Sah LnJ diio en
una enlrevi\ta que le hubiera
Sustado tener unas letds más grandes.
*licles exigia q"ue
1o esculpieran con el casco puesto porque
,^-Pl::"^t.":
tenla un craneo detorme.
.Qy" qill, Montaigne de nuesrra pren\a gráfica y, sobre rodo, de nuesrra
-rerevrsron.
,
l\ada de muy bucno. probablemente. pero el elecro dn
exhibi.. rón
qr"
desbarata todas las astucias de ios afeites, ios atuendos
Í::r::^T:!lo
ias poses. seguramente no 1e cscaparía.
y

118
I tladrcció aMa tai¿tt¿ - lua Riliana

A orooóslto de Erasmo y nucstras idealizaciones, encuenlro un pasaie


,,,.,. io.ísi.o [el único que dista.o) en un libro del escritor Garcia Márquez
'' l,re los últimos dias áe Bolivar én Sudamérica. Va el general (on uno de
,,rrs segundos,cabalgando. Este ú1timq un coronel inglés,-duda si volver o no
, lngláterra. A la piegunta de Bolívar a este respecto, el coronel responde:
No'se, mi g"n.tui, at-toy en manos de un destino que no es el mío." Bolívar
.,' queda uios rnstantes meditando. Luego, exclama: "iOiga, eso tendría que
,lt cirlo yol"

ENs¡vos, IIl, 3.

... No ua conmigo hacer una adición molxstrulsa de cola de t'ílósofa a la


t,úezay el cuerpo d.i un libertino; ní pemítur que este residuo miserable reniegue.
1,, ,orá, placentna y larga parte di mi uida... He uisto el retoñ0, la flor y el
|rutu;y ;hlra ueo li marihitez. Felizmente, sin embargo, porque naturalmente
Sapo,io mejor mis enfermedades porque uienen cuando es razonabl.e xperarlas
v io*bién'porqut *, recuerdan cln grdn placer la larga fehcídad de mi uída
¡asada...

Esto leí que decían algunos de Salomón (pensando, equivocadamente,


,lue él escribió Eclesiastes): "Cuando joven, la gran vida: mujeres, banquetas,
, ianzas y algarabia. Cuando vieio: iVanidad de vanidades, todos es vanidadl"

La Rochefocauld escribe: "Los viejos gustan de dar buenos consejos


jemplos '.
l\orque ya no son capa( es de dar malos e
El mismo Predicador dice que lo unico que cuenta es disirutar mientras
sc es joven porque los días del viejo son días de oscuridad, decadencia y
tlcsolación.
Engorroso asunto. ¿Cómo hablar con sabiduría de la vida sin haberla
vivido? ¿Cómo tratar de la alegría y el placer si no se los conoce? Uno tiene
que ser viejo para hablar de estas cosas con alguna autoridad Hamiet
.lalificando á Pólonio nos parece persona ignorante y frívola (y asi, impericia
,1e dramaturgo). Más iodavii es así cuando lo encontramos dando
"dj
instrucciones conducta sexual a su madre. Pero, por encima de todo,
tuando desde el escenario nos endilga un discurso que hay que ser muy
viejo y muy sabio para sacárselo de 1a cabeza.
Tambi¿n, podríi argüírse que justo un libertino en su juventud, como

I t9
Itú.dutliétt .t Ma ip| .hnn Rirano

es€ P¡edicadot. tiene buenos tituios para una cola de filósofo de


últiml
hora Hrsta poJria exigirse a los viejos que culti,.n.r, .olu
viu.xhiban. Lu
que le r)ace al librrtino ai término de sus años es natural y
és bueno que Jc
crezca.
'Vanrdad
de vanidades, rodo es vanrdad".
S_chopenhauer dijo: "Hay que contar al menos 70 años para
entender esc
versiculo".

ENs,ryos, III, 4.
, . Para desuiar el sentido de rumores pú.blicos, Alcibíades cortó
las orejas y
la cala,de hrmoso peno y lo sohó e,n li ploro ó0, nl iririin'io grnt, ,o
s.u
*
oatpaba de sus ltrds accíu1es. También he con igual propir;7o olguri,
_uisro "
mujeres ocuhar sus afcctos reales por otros
lingídos...

.., No son más que casos de Ia amplisima catego¡ia que podemos llamar
''diversión". E1 caso deAlcibíades es frívolo, pero
io de¡i de !e, un excelente
botón de muestra. El de las damas que suspirun d.l'l.do qre nu prru
enmasrarar sus jnrljnaeion_es, ,epresenta "r,
¡,a iosa más amplia'y más vital. A1
Itn de cue_ntas, de tácticas divcrsionistas de esta especie
fdiría un darwinista)
depende.la sobrevivencia de los genes.
Leo algunas historias inglesas iobre la guerra de trincheras en la primera
^
Guerra Mundial Siegfried Sassoon y Roüert Craves cuentan de las tareas
dc diversion: Se ataca con gran ruido por una parte del frente mientras
el
verdadero ataqu e se prepara (on grdn . autela por otra. En gran escala, o.
urrió
lo mismo con ei desembar.o de las [uerzas aliadas en Normandía:
las acciones
de diversión mantuvieron inciertos u lo, ul.-nn., ,"Ur. .f frgr. a"
desembarco.
El efecto de la dive¡sión en quien la padece merece larga reflexión. Lo
.
primero es que quien padece la diversión se tiene por agente, io por paciente.
Lo segundo es que en esta equivocacíón ertá seguro de esta¡ obrando en
provecho propio siendo que, a Io último, está obrando en provecho de
otro.
Lo tercero_es q_ue, más allá de cierta extensión,_la diversión resulta muy
dliicil de identificar y dorunciar. Asi como un caballero pr.á. p1r..orno,
et amad0 verdadero de una dama cuando la verd¿d es que ésra,
manteniéndonos en 1a creencia, se acuesta con otro, así una potencia

120
Itrotlucaón a Montaigne Jlnn Riúi o

rrrlust¡ial puede persuadirnos de su compromiso con nuestro desarrollo,


rrricntras que lo que realmente hace es cambiarnos películas de cowboys
¡,,,r cobrein bruto. Pero, mientras que basta una vacilación en el pcstañeo
,l, lu dama para que nos demos cuenta, no basta de ninguna manera que lo
rlr itcmos en la plaza para que siquiera uno en el lote se de cuenta de las
,lir,crsiones humanistaq progresistas, ecologistas con que nos entretíene la
¡, ropaganda del mundo industrial.
Ño huy qre inventar historias para encontrarnos con alguien que nos
,licc en su leiho de muerte: "Pasé la vida en camar me voy sonámbulo".
¿Despierto? ¿Quién? Todavía no sales de una cuando te meten en otra.
Ahóra, aiegamoJpór 1a limpieza del mundq el equilibrio ecológico, el control
,l, la nataúdad. ¿No pasándonos de peones a jornaleros con librea?
"rtrtán
Ot¡osí: la diversión no es más que una especie de la simulación; y la
sin'ruiación, no más que una especie de la mentira.
No sé si deba incluirse en la categoría de diversión lo que tantas veces y
,lc manera cataclísmica ocurre en la naturaleza. Vemos que una especie está
heciendo algo por su sobrevivencia cuando la naturaleza de verdad la divierte
y,.ru que obre ella misma su perdición: como cuando se talan los bosques
1,ara simbrar con la consecuencia de aumentar la erosión, destruir la tierra
y estancar las aguas. También se dan cosas así en el mundo industrial, qúe
solo está interesado en aumentar la producción sin ver el desecho y ruina
,1uc puede terminar por caerle encima y sepultarlo.

ENsnvos, lll, 6.

¿Por qué no cayó nn noble conquista -Ia de América- baio Alejandro, los
,tü;guos Íriegas o los romanos? Entonces, t6n gran reuoluaón y mutación de
turns impeios y naaones fuera t'elnmente leuantada, enraizada y paat'icada
,le lo qui hubiera en ella de torpe y saluaje, y se cuídaran y propagaran las
.v:millás que allí produjo la natura[eza; y no sólo con Ia cubura del país y el
,,mamenio de las cíudades,Ias artes de esta pdt'te del mundo, en lo que fuera
necesario, sino también las nrtudes gnegas y romanas, con las oríglnales del
lugar..
Por el contrario, hemos tomadl ,enta1a de su ignoranaa y t'alta de expenenaa
itrclinándolos a la traición, elluja,la auancía, y a toda especíe de inhumanidad
v crueldad de acuerdo al padrón y ejemplo de nuestras maneras...

t 2t
I trc¿ucción a Ma tdíg ¿ lm Rít)dlto

. Montaigne se muestra a sus anchas hablando de las comunidadcs


aborigerre. ¿meri. anas. Es de los poco, escritores europeos de su epoca
qrrc
to.an el tema. Sobrc, r odo,,le arrae la simplicidad de Iá organjzacion
ro,.irl,
la p¿rquedad de las leres. la naturalid¿d de las costumbres. De Io, pasajr.s
en queabunda su entusiasmo, salen obviamente líneas que 1levan
a Rousseau,
Pero, el sueño de Montargne es otro: una sintesis de iivilización
europea,
cultu¡a ameri. ana y sabiduria Erc! orromana. Lo que hav a Ia \ i\ra, eso sir (,s
1¿ de¡trucción brutal de Ias sociedades primitivas
americaras. Montaignc lrr
desc¡ibe casi en los mismos términos que agitan ahora nuestros
astutos
d iversioni.tas.
Montaigne es un renacentista, un humanista. Sus modelos son
transhi\róri\os. CierLo que pudo (y en alguna medida lo loeiol .on,idcrur
rl
hombr¡ en término. de n¿turaleza, .jerro tambien q u-e Áuchu, uoce,
considera las cosas en términos de natu¡alismo y
-rt.riulir.o. y .
parece.quer como ese discurso que flnge en qre Doña Naturaleza -i -.
nos
p.r.u¿d" dr morir alcgando qre rnueri" esrá en la e.rrucr;;; mi:ma de
_1,
las ros¿s v está bierr,que.saigamos de e\cena par¿ que otros entren,
asitambien
pudo llnglr otro sobre ja muerte de las culturas, e.e\arid del mismo
modo
para que otra\ culturas puedan tcner lugar cn el esLenario de la
historia.
¿.5e alegará que lo se puede hablar de la 'vida,, de las culturas como se
.habla
.
de 1a vida de los individuos? Acaso; pero 1.
Montaigne tambrén.
-.yo.iá io hu... y

ENsnyos, III, B.
Acaso,haya alguíen de mi complexión, que me instruyo mejor por
contrariedad que por similitud, más iuitando que inítando. óo,o ,,1' ¡rliyo,
d.aba lugar a esta disciplina ruando dcrta qur e[ sabio puede aprende,
más
del insensato que éste del sabio"... El horror áe la crueldai me íncií¡ro
má, a Io
clemencia que cual7uíer ejemplo de cl¿mencia.

No treo que pueda aprenderse nada sin ia combinación íntrma y esencial


,
de.1a atirmaeión y la negación.
Que nos demos cuenta o no de ello, igual lo
exrge por todas partes la naturaleza. Vemos tanto el aprendizaje por
imitación
como por contraste. El cachorro termina por conóce¡ los i.nd..o, yendo
tras su madre, pero ésta los conoce del peligro. No cuesta
"r.uriiéndore

122
Intrcduccit) a Maltaigne .hküt Riltana

qxe otra, negaciÓn


l,u'cibir que no hay manera de dar más importancia a un-a
a

i ,'lirmación. Me Írago como mi maestro porque repudia 1o que yo repudio;


1,, ro también porqul repudia
1o que yo prcllero o porque prcliere lo que
y() repudio.
Dicen que Buda experimentó su crisis espiritual saliendo un día de los
¡,,'lacios ylardinet.n qu. 1o mantenía aislado su padre. Entonces
fue la
i,,,ru de 1á alta crisis: cuando elloven se encontró de sopetón con 1a pobreza,
1,' r'nfermedad v la muerte.
Dicen que u Lut.ro l. cambió la vida un rayo que cayó de 1os cielos A
l'.,1,1o, camrno de Damasco (el hombre andaba recogiendo sus judíos
, ristianos tal como Eichman sus;udíos europeos en nuestro tiempo) también
[ ( avó encima un ravo. Y tenemos acuñada la frase "camino a Damasco",

1,,,,, ir, ult., ocasionÉs en que el contraste o!upa la cátedra

ENs,tvos, III, B.

En mi opinión, eI ejercicio más natural y t'ructífero de la mente es la


nnuersacíói; encucntro'su empleo mas agtadable que ninguna otra.acdón de
l,t uída; si me obligarart o tliglr, pnreri perdena Ia vista que el habla y el
,tíd0...'El estudío áe líbras ei aciiu¡dad débtl y lánguida, mientras que Ia
Lonuersacíón a Ia uez enseña y ejercíta.

Platón escribía sus diálogos, probablemente, porque no encontraba


,.lemento más apropiado a la racionalidad que la conversación. Dicen que
Aristóteles trató deimitarlo, pero renunció porque no tenía el talento. Vaya
rtuien a saber si no hay aqui'una razón de que el Dios de Aristóteles sólo
lrable consjgo mismo. En el Olimpo, los dioses conversan ¿Con qlien va a
conversar el"Dios único. De escribir, el Dios único produciria tratados, como
Aristóteles. De publicar, los dioses del Olimpo contratarían a Platón.
Cabe preguntarse (¿o es una obviedad?) qué seria de la mente humana
sin la esciituia. Se argumenta, con mucho sentidq que sin la escritura no
r'¿sariamos de diez en 1a cuenta, ni de la leyenda y los mitos en 1a historia,
,'r del diale.to en la lengua. Montaigne nos dice que si lo obligaran a elegir
rntes rechazaría la vistique el habla y el oido ¿Lo dirá en serio? ¿Quién
podría desconocer la inmüsa contribueión de la escritura a la conversación?
i'.r. .-per.r, de mucho. Además,
¿d. qué conversaríamos sin la escritura? No

123
húr,¿ .cnh i ll,rttní!ü. Itn 11r1\1 r

la conversación y la semántica qanan nrur--ho cn precisiiin por 1a escriturit.


Tenemos dicciona¡ios y gramáticas como algo que la escritura cle srryo nos
impone. ¡Cómo ¡,'Jriamor (nrique.rr el ro,. ahulario y pert,.c...onar l;r
drcción si no dispusiéramos de alm¿cenes como ios libroi v las hibiioteca?
Mejor colsicierar el habla como un¿ fase inrcral en Ia vidá de la mente y
después la escritura como una cierta madurez, orden y disciplina a quc
somete su espontaneidad inicial con vistas a expandirse. Y no olvidemos:'en
busca de la sabiduría, Montaigni' se encerró con sus libros cn esa f¿mosa
torre de su castillo

ENsnyos, Ill, B"

. S.terans cuique suutnbene olet. (Todos piensan que el excremento stLyo huele
bien) Erasrno.

No uemos nada detrás de nosotros; nos burlamos de nosotros mismas cien


ueces al día cuandr¡ nos reímos del uecino y detestamos en los demás los det'ectos
más a Ia uista en nlsotras... Sí tuuíéramos buenas narices, nuestra propia
inmundicía olería para nasltros Io pelrt plrestl que es nuestra.

El nnio delado a su albcclrío, sc embadu¡na feliz toda ia cara con su


propio excremento. No só clecir una sílaba sobre los olores y 1a cuitura, pero
pienso que a todos nos asquea el gusto que sentimos en 1a boca al despértar
Tampoco sé.si es cosa sobrepuesta el empleo de desodorantes, pero reiuerdo
siendo estudiante en París la risa que hacía de mí la patrona'del hotel por
mi ducha diaria. También, hasta estos años de mi edád, me ocurre que no
me repugna mi propio sudor; pero entiendo que sea conmigo co-o dice
Erasmo, porque e1 olor dei sudor ajeno nunca dejó de afectarme las narices.
A veces, eso sí, siendo ya tan viejo, me encuentro oliéndome con repuglancia.
.
O sea que yendo de niño a viejo uno iría de drsfrutar su propio olo, u r.ro
tolerarlo. Y como debo entender que hay, así como iiteral, mucho de
metafórico en el textq la idea es que yendo de niño a viejo uno va de zote
a_sabio. O que la nariz se to¡na contraria con los años: nos olimos perfumados
al comienzo y hcdiondos al final.
Pero Montaigne no 1o ve así. Cuando olemos lo que huele mal la nariz
nuestra se divide: hediondos los otros, nosotros perfumados. Eso dicc. para

124
I tro¿ ccíótl a Mo tai{ c. J ax Ríuano

t
l r no fueran así tendríamos que tener buenas narices. La paradoja
1as cosas
,,tra vez: ¿Cómo tolerar narices que nos hacen hediondos a nosot¡os mismos?
, t buenas naricei, podríamos tolerar nuestras inmundiciasT
iimq teniendo
i\,r.tuo, sin inmundicias, parece que no hay claustro donde te pueda vivir
Ácaso llevamos las narices delante y todo el cuerpo detrás por eso, porque
n,r se asfixien con nuestros olores y nos guien adelante sin problemas.

ENsRvos, Ill, B.

Megabiso fue a nsitar al pintor Apelles. Se estuul un largo rato sín decir
¡,rlabrá. Finalmente, se puso a hablar de las pinaras. "Mientras estabas en
'sikncio",
[e diio el ptntor, "parecías persona extraordinaria, con tus hábitls
n4tls tus iryas. Pero, ahorá que te oigo lmblar no encuentro el últímo aprendiz
y
,n el taller que n0 te despreae." Estos atauíos principescos, esa continencia
tnagníficn nó le permitían ser un uulgar ignorante y decir impertinencias.
Silinciioso, debió mantener esta extelna y presunta sut'iciencía. A cuántos
presumidos conozco que se prlcuran fama de prudencia y capacidad con
ademanes cazufros y tacttumos.

Conseio al que se puso un traje muy grande: Respire las dos respiraciones:
¡'rimero li venlral para sujetar )os pantalones; en seguida, la torácica para
ilenar el vestón. Aguante esta respiración. Aguante largo sin respirar y así se
cstará callado. Pasado el apremio, corra a casa y póngase el traie suyg no
vuelva a confundirlo nunca más.
Aquí en Suecia, hace una semana, acosaban a un poiítico en Gotemburgo
para que aceptara el cargo de Primer Ministro. Respondió que no, por dos
irron.s, qu"-.1 traje quJllevaba puesto 1e sentaba bien y que el de Primer
Ministro le quedaba grande.
Esto se éntiende lien, p.ro no tanto 1o que di¡o Platón cuando le
preguntaron por qué no ha6ía frases suyas famosaq como las había de los
,l.rnes filorofós. "La fama primero", respondió, "las frases famosas después".
¿Quiso decir que una vez que nos pongamos el traje de Primer
Ministro
iodo 1o que digamos, pensemos u obremos serán fiases, pensamientos y
obras de Primer Ministro?

125
Introd cciút a NÍontdigne hla Riuano

ENsRyos, III, B.

Seiramnes, el persa, decía a unls que se asombraban de que algo le saliera


tan mal habiéndolo prcyectado tan bien, que él era sólo señor de sus designíos
y que del exito se hacía cargo la t'ortuna... La mayorír:t de los logros se realizan
por sí mismos.

Fata uiam inueniunt (Los hados abren el camíno) (Eneida)

Los resuhados, con frecuencia, justit'ican una conducta torpe. Nuestra


interposíaón ua como czsa que se obra de memaria o en cansonancía con Ia
costumbre y el ejempLo, más que por Ia rdzón...
En mi opiníón la buena y la mala fornna son dos poderes soberanos. Es de
Iocos pensar que Ia prudencia humana puede reemplazar el poder de la t'ortuna
y uano el intento que pretende comprender ambas, causas y conseanencias, y
conducir de Ia mano el progreso d.e su designio...

Muchas veces ocurre así: que leemos 1o que escribieron hombres grandes
en relación con una ciencia que progresa y no podemos evitar comparar su
saber de sabios de esa época con el saber de los niños de la época nuestra.
Sabemos intervenir el organrsmq podemos controlar sus secrecioneq injertar
en él tejidos, sustituir sus órganos enfermos por órganos sanos, estamos en
condiciones de intervenir en los genes mismos después de anticipar su
dcsarrollo morboso. Sabemos, por ejemplo (lei la noticia hace un año o
másJ, quc un sol se aproxima al nuestro desde Andrómeda y que tardará 30
mil años en estar en distancia de choque. Sabemos controlar el movimiento
de los mercados, el de la producción; casi no queda enfermedad que no
sepamos curar; sabemos viajar a la luna, envia¡ detectores a los demás
planetas, cubrir el mundo al segundo con información; tenemos máquinas
que realizan por nosotros trabajos complejísimos, desde construir un coche
hasta dirigir un aeroplano. Cierto, todavía nos podemos morir sin aviso;
pero no porque nos caiga un rayor que j'a no caen, ni porque nos sorprenda
una enfermedad, que todas tienen tratamiento. Cada vez tiene menos papel
en nuestra vida eso que Montaigne llama fortuna. ¡Cuánto dc 1o que esos
antiguos sabios que tanto admira Montaigne ilamaban lo¡tuna no era otra
cosa que ignorancial Por ejemplo: llei'amos 1a guerra contra lrak: primero,
nos hacemos de armas y hombres, después nos aseguramos de los dcmás

126
I ro¿trcció d M'1:ldíPte Jua Rir{uto

pcrr'l' d,. b
I ,¡.... ¡l' 5pues dirigimo' nu"'tra, plcgaria'¿l ciclo El l'st" J'
, ,i,,,"r. .óOro es erol No sabemor t que pue.lc o(urnrro: ¡C,rmo nol
i,,ü;"r'1.;;;;;t q". ,i.n. el advenario, don.le las lienc; sabemos c1ónde

, i;;;;ñr; h;.u'ul.u.tr.; conocemos sus caminos, sus scmbraclos' sus


sale su petróleo'
, fabncas, puertos y pozos petroleros;sabemos por dónde
t;;i;;;ff
','clades,
, ,ut pJ,ir.,.ho,, lo sabemos todo porqu'' miramo' dc'de
u.ronuve. d" informa'-ión miramos de dia vde nochc: nt' se
',' ', 'i.' rrtuln.i¡,
i*Jr' án lrak sin que ias veamos: sabemos donde golpear y.lrqurJar'
'.f "¿"
i ;,'J;¡,;;;¡;
' ;u1'po.o qu. d.1n, la Fortuna, cada vez mas flaca la pobre'
u
intento
P;;fibir;á; páttp..iiuu, ¿que duda cabe que es,dc.locos,laelmano
,1. .;p;."dJ;dur, ánurn, y.bn"cutn'i", cond.ucir y de el
á. su designio"? Ya contamos de esa'estrella que viene hacia
',',,nr.ri
i,,tli.t V .oto esá estrella, ¿qué cantidad de amenazas desastrosas nos
nosotros operando sin
',,,'.r,1*
. iu uu.ltu J. iu.rqulÁa o están ya entre
.,,,. nn, o.n o,atos todavial Úo. dino'¿,rrios desapare( ierun No e' llinguna
,[;;.";;¡;;;;ue otttndtt su especie ya estaba
d.sde que comenzó u
,cllada su suerte y que progresando no ha!Ian más ,que trabajar
de su. especle.
Jt'tlicadamente en la última consumación y mausoleo unlversaL
de vlslon' no
Ya se habló de narices. Leyendo los vatitinios de hombrcs
.u.rit Áu.tto repetir con "11ot qut es muy cierto' que las personas
:,;ii;il;;;;. ""'*".at allá ,ie sus narices, que, por e;emplo' muv bien
' t"i"t ¿icho, muy mal) que desdc lo' año' de la Primera Cuerra
'irir..t f
idea ' avando v car ando nue:tro
it¡ r"Jiri.J,á'""i tin tcner de ello la menor
propro Cementerio Generai.

ENsnYos, III' B.

... No hay más que uer tLn hotnbr¿ promou,ida en digtidad:


aun,que lo
asl y todl una tmagen
crtrxlcimos ú;s días atrás como persrtna de cortos alcances,
.1, pran :uficiencia se insinua Pn nueslrl i¿/i'in y iros persuadimns
de que
,,,i,rn,ondo ,n repulación v siquiro ha rrectdtt umbi¿n en nento
La ¡u:gamos

,,'n i, orr,r¿o o,u,olor, íino .. ,o^p,,to'dn


por su lugar etr tma escala

Es rncreible pero cierto Los antropólogos, p.srcó1ogos,l filosofos sociales


A Pedro que
lu d--.o.o un'h.cho tan incontestable comola salid¿ dc1 sol
trcs días ltrás como un pobre
,0,r.'lno .on J.r¡t,,v su comitiva 1o conocimos

127
lntt,.t,lnca,r ¿ \l,r/i¡rd,r€ ,r.r,r n ¡ll,

pescador de escasos alcances. Y ahora, miren... I)e ese mismo Jesus que va
como un nuevo Elías, dice la ger.ite: "¿Este? Pero, ¡si es un carpintero de
Galileal" Creo que es Casio el que dice a Bruto, por Césaq enla obra de
Shakespeare: "Pero, ¡si éstc se moría de miedo cuando de niños nos
echábamos al río1' Viejos archisabios se acercan tiritando a saludar al
monarcar un imbécil que no alcanzaría para acarrearles los libros. "Es la
dignidad del rango", dice la gente, "No es é1 en su persona, esa persona que
conocemos y que vale tan poco. Es la dignidad del rango, eso es. Cuando me
incling me echo al suelo y beso sus pies, no son sus pies ios que beso. Sus
pies se han transubstanciado: son los pies de la dignidad y el ringo los que
beso en este pase verdaderamente sorprendente y probablemente cierto de
eucaristía: 1a eucaristía de1 rango".

ENsnyos, III, B.

No hay cosa que me t'astidíe más enla estupidez que uerla satist'echa de sí
más de,lo,que la razón mísma puede pretender Es una pena que la prudencía
nos prahiba satisfacemos y confiamos y que más bien nol deje siempre temerosos
y descontentos mientras que por el contrano la contumacía y Ia oiadía llena de
gaza y segurídad a sus poseedores. Son los más ígnorantes quienes míran a los
demás por el hombro y salen síempre alegres y triunfantes del combate. Además,
su arrogancía en el díscurso, su ufano talante,Ies ganan casí siempre la opinión
de la audienaa, comúnmente débil e incapaz áe juzgar bien y dkcemir la
uerdadera superíorídad. Obstinación en e[ juítio .y calor en la argumentación
son las pruúas más seguras de la estupidez.
¿Hay ser más segurl, resuelto, desdeñoso, clntemplatiul, seno y graue que
un asno?

¡Cuántas veces sentimos a Montaigne tan cercal Nadie como é1 en


vecindad, gracia y vivacidad. Vienen ganas de palmotearlo y tomarse un
lrago con é1. Cuando nos cuenta de esas damas que frngen interes en un
varón para ocultar el verdadero en otro, agrega: Yo las he visto. Y nos
encontramos sin más en un salón, en un banquete, en un boudoír, atisbando
a Montaigne que atisba a la beila que atisba... ¿al mismo Montaigne? ¿Por
qué no? El hombre es un vividol, un mujeriego confeso. ¿En qué lancei de
laldas no se habrá encontrado?

128
tttrndtrccton a M,.nratgne luan Riran

Pero, por autoretratista que sea, en todo el detalle no ptlede tntrar' Nos
,1ice que'sufre viendo sufri¡ que gusta del vino, de las mrjeres' deljuego
A
saliva Otras, a las
,'.ces, lo encontramos ante un pat-ibulo, tragando iu-gando
a la sobremesa. Comó un frívolo iualquiera, se diría Pero no, del
'ralabras
' de oulabras va a re5ultar algo Por eto nos (uenta
,'l"nn
ioro uqui .t.l ,.ves. No hay ósa que me lastidie más que la.esttrpid.2
nus dice. Éodemos imaginar los cientos de situaciones en que Montaigne
se
..'".*i¿ -. tt estupiiez en sus mil encarnaciones Un asno después del
,,r* unr .o1, lnt.trnln.bl" de asnos ¿Qué hace Montaigne? ¿Se tira 1os
-
r'"los, se muerde Ia )engua, suelta un garabatol
Úro t.i"*¿t f ., hisiorius d. DógJnes. Son tan vivas Uno vino a decirle
.r1 vieio can que antes de recibir su dinero 1o convenciera
con argumentos
..1. á'.i" d.bi.'d*telo. Diógenes responde:
'Si yo pudiera convencerte de algo,
r, cánvenceria de que te ahorcaras" A oúo que no lo dejaba escupir en 'u ' asa
-
.ifombrada, lo escupió en la cara, diciendo: 'tNo encontré un lugar más sucio"
'iun i"lotno llega Montaigne Se enoja en general Tiata a- una mitad de
i.¡Jlit.r'v la otra mitad de'estúpidos. Pero, ioto "put' él mismo, decir
,,lpo de toáos es como decirlo de nadie.
'Estov viendo a Montaigne dando con el pie en el suelo y gritando por
,,lgu,.n,'"¡Er. asnol" El diho ttno se aleja, lento, seguro, contemplativo,
,.rio y gr.u.. ¡Sin tuviéramos su retratol ¿Sería un obispq seria un ministro?

ENSAYos, Ilt, B.

EI meblo de Méiico, Iueto que termina Ia ceremonía de la coronaaón de su


ur.1i ,o u atrrre a in lo ,ara Como si al coronarla lo deificaran' le
^irato
l,,trcl:n iurar mantener la relinón,leyes y libertado'; ser ualienlP, just0 y benigno
l,tra, hdemás, hacer que el" sol siga su cIUSa y dé Ia luz dp'eada que
,hacer
lluiro ,n las' estacionis debidas, iue los nos iigan su cursl y que Ia tierra dé

todo lo necesano Para el Pueblo.

E,,a ditnid¿d del rango, que va cncontramot' y con l' cual nos topamos
r rtLchas r'!. es entr¿ndn ü lu o{ic,n u del
g"rent" dei ban,. o o r'n la d¡l Jiret tor
,1rl sindicato de 1os basureros, no dcja .1c tener -cuando la ronvoeamos para
ei trascro de.los poderosos-
lrLstificarnos de andar a 1as rel'erenciis y bcsando-
,Lrs pelos de ambigüedad. Todo reside en esto: la dlgnrdrd del r¿ngo no se

129
lntro¿ucció a Montdilne - luafi Rútar.l,

fliede separat como esas esencias escolásticas, de las personas que ocup¿ltl
el rango del caso. Montaigne quisiera que las dos cosas se,.purri.n; di.. d,,
su reverencia y sumisión a los reyes:

... toda, reuerencia y. sumisión se les debe,menos la del entendímiento; no L*


mi razón la que se inclina síno mís rodillas.

. ¿Cómo dice Sanchol 'Bajo mr capa, mato al rey". ¿Es posible matar así
al reyo no se trata sino de una más de esas satisfaccionei alucinatorias dc
que habian los psicólogos? Yo_me arrodillo, pero no mi razón. pero,
¡si la
razón no tiene rodillasl Hasta del mismo rey puede llegarnos la noticia:-,,N0
importa.que pienses lo que piensas. lo que importa es quc te arrodilles .. on
las rodillas que Dios te dio '.
En suma, cuando coronamos al rey y despues retrocedemos, gachos, sin
osar ya mirarlo en la cara, entregamos las rodrllas, qre no qu.iun dudnr.
Podemos para nuestro capote decii -sobre todo siendo conscienies iel imbécil
que co.ronalnos- "Anda, ahora, tarado de la cabeza, y encárgate de que siga
saliendo el sol y corriendo las aguas'. pero 1o cie¡io es qire el tuf preje
encerrarnos sin más sol que salga y matarnos de sed sin máÁ agua que corra.

ENsnyos, III, 9.

¿Hay uanidad más manifiesta que escribir sabre ella tan ud,na.mente? Lo
que la Diuinidad nos ha dicho de modo tan diuíno debe ser cuid.adosa y
continuamente medítado par los hombres de sentido.
¿Quién no ue que he tomaio
un camina pn quc Drcesantcmenle y sin ruitlado uoy a sc{uir y seguir ni¿nlras
haya en el mundo tínta y papel? Na pueda dar cueí¡a de mi iida'por obra, tan
plca cosa soy, sino por mk lantasías. Y sin embargo. he conocdo a un señor que
sólo comunica su uida por las operacíones de su iientre. Pueden uer en su cas(t
bacinicas en t'ila con [os excrementos de síete u ocho días. Ello llena sus estudios
y sus disanrsos; todo otro hablar apesta en sus naices. Aqut, autque no tan
nauseantest.tengan los excrementas de una mente auejentctda, a uecis duros, a
ueces blandos, siempre indigestos.

Eclesiastés present¿ su aplastante argumento sobre la vanidad en 222


versiculos Montaigne lo hace en 107 ensayos que, como dice éi, pueden

L1A
Introduc.io aNIo taiglc hu Rilta o

lLurcntarse mientras haya tinta y papcLlo que cscrjhró Koheleth sobre


Ya
t ,,,i;;J;;a ort., e, pár lo . es. rib io' pura van idad 'Qué de..ir
it,-'-.o qu"
.,,1,r . tsLa enci;looedi; sobrc l¿ nadidad de todol
S;,i;;t*g";áa parte de cste texto, ¿qué ocurriria si.el autorla colocara
.oiniutü. oüra) lmaginese: AJguren entru en 1a libreria y-abre cl libro
,,.
I , i, rilt', de leer dicho epigiaie cuando ya lo tenemos ..oniendo ¿l haño
Sirva este texto como ejemplo de ia manera chocante de Montaigne,
rllr! va Lon su estiio v con su'rrunto, e] autorretrato de un señor provinciano
,i I'irlo XVI No hay más que leer a un Lutero un Rabelais un Bocaccio' o
;'i.?oi;t io, .undro, de un Brueghel o un Bosth para tener una buena
r,,-rrir.iot ¿. la rudeza de eros üempos en que los órganos viriles iban
i ;,1't u i, enrre 1., br.gus y e] mariueco' dónde el puña] cruzado por
"ii,u
,,i ;;ú;i" eicinturón estaba"a punto para hacer valer 1as cosas a tajo limpio,
,1,,;;;;i;"" no andaba tuerio, manco, sin lengua o sin testículos podía
\ onsiderarse ah¡ado de los cielos.
Ej urt"fr.to literario con que viene armada la segunda mitad de nuestro
t."to.t un"..t¿fom qu" podtíu formularse así: "Pensar es defecar" Había
nirru n¿ontuien. otras a mino Como la araña que enhebra-su tela en
los
.,'1.t.*.r.,in¿o el hilo de su cuerpo. Creo que Boticelli dibujó una
irii"-i.rt L.ii.ndo.ntr. ru, dedo, una Lela de aiaña También tratandose
,[ ir-tu^i¿.¿, pudieron emplearse las metáforas "pastorear el vrento",
",:scribir en las aguas".
En más de uia ocasión, yendo a pequeños pueblos de provincias con
riunfoiÁ.t tobte lo que seiiscute, és.ilbe y enseña en la capital y siendo
,f"tr"¿i ¿. i
sesuda'conferencia intitado un ágape' me he encontrado
",i
.rJu"o o ¿ot como ese señor que refiere Montalgne' que no tolera más
.i,rJi"1 ao.u"o que los de su intestinq ni más tratado o ensayo que los
.f.l rri Uá.i.i.rt bie'n rellenas, aguardando en fila en el pasillo' saturando el
l;r;;; r;, olores. Después diun par de tragos, estos señoret que digo se
h decirme-lo que les pasa en el vientre:-que a Bergson con
uln acercado a
-'
Loda su problemática de Ia huevática se lo meten en el
iniiJ notouot abunda la gente así, no me digan que no Abunda como
r,ara Lenerla en cuenta, muy en cuenta, y pensar largo - -
'- i;;; l; i-or.sión de que Montaigne, ante un púbJico no escaso de
antes de deiar la escena:
'u
ietoi?o.o .l señor de las Éacinic¿s, se les adelanta
''Esta es
mi caca, señores, toda mi caca'.
O también: "Caca de cacas, todo es caca"'

131
Innad cciónaMo Ltipe lua Rú,¿,ú

ENs¡yos, III, 9.

Nada presiona más sobre tLn Estado que la innouación. EI cambio no hace
más que ocasianar injusticía y tiranía. Cuando una pieza afloja puede ser
apropiado t'ijarla; hay que cuídarse de que las alteracíones y carrupciones
naturales a todo no nos alejen demasíado de nuestros comienzos y pnnapios;
pera, pretender establecer algo nueuo y grande, y cambíar los fundamentos de
tdn uasta edit'ício es como borrar en lugar de limpiar. Reformar det'ectos
partículares mediante cont'usir:nes uniuersales es como nrar la ent'ermedad con
la muerte.

Este trozo importante de ciencia política 1o destaqué en mi lectura de


Montaigne con 1a frase "el Estado y la revolución". Hasta no hacc mucho, si
éstas ideas se aventuraban en público eran recibidas con la pifia y el grito:
"¡Reformista, reaccionariol" En algunos lugares, todavía se grita "¡Revolución
o mucrtcl" Stalin, Hitler, Francq Mao, Pol Pot quisieron cambiar el Estado
como dice Montaigne que no se debe. Y ahí están ei costo y los resultados.

ENs,ryos, lll, 9.

Mil ueces me ha ocurrido en mi propia casa ir a la cama canld plelcupaciót:


de ser traicionado y asesínado esa misma noche, ímplorando la suerte de que
sea sin terrlr y con trámite rápido;y después de rní parlrenuestro, he clamado:

Tierras tan bíen cultíuadas, ¿serán la presa de algun bárbaro?

¿Qué remedilT Aquí nací y aquí muríeron mis ancestros; aquí fijaran su
afección y erigíeron su nambre. Arraígamos en aquello a lo clue estamos
acostumbrados;y en condiaón tan miserable como la nuestra, Ia costumbre es
un gran obsequío de la naturaleza que habitúa nuestros sentidos a szpürar
tnuchos males. La guera ciuil tíene esto de peor que las r.ttras: que debemos
custodiar nuestra propía casd.

Estas líneas resuenan aito cuando se tienen presentes 1as crisis rehgiosas
y las guerras intestinas que vivió la Francia c1el siglo XVI. La oposición de

L]2
lfltro¿uctió a Montaigne ' Jua Ri]lLno

reformados v católicos alcanzabahasta adentro de las casas. La familia del


rnismo Monlaigne estaba dividida. Tenemos que tener presente la Francia
,,1e Catalina de"Medlcl, de Enrique de Navarrá; la Francia de la Masacre de

San Bartolomé. Montaigne nos cuenta de su caída en manos de condotierog


de la ocupación de tu-casa por éstos. Con cada estallido prende el odio
carnicero'del fanatismo religioso, sigue el saqueo, el pillaje. No hay más
seguridad.
Pero, no tendriamos que darnos un cuadro de ese pasado de crueldad y
'''arbarie cuando lo teneÁos al lado y día a día llegan a Suecra los refugiados
de la divididaYugoeslavia donde se enfrentan los servios ortodojos, los croatas
, alólicos y los bósnios islamitas. Lo que Montaigne temía que le ocurriera'
-bombardeadas,
1e ocurre á í a millones: Sus casas son incendiadas, saqueadas.
l.as mujeres son violadas, los niños y los ancianos masacrados Se descubren
Lumbai donde los cadáveres de Ios bosnios han sido enterrados por cientos
Y no hay ninguna diferencia entre adversarios: los que andaban ayer
asesinanáo y robando, ahora, cuando cambia la suerte de las armas, son
¡sesinados v expropiados. En la televisión, por más de tres años hemos estado
viviendo eÍ bloqueo y el bombardeo de las ciudades. Se dice que hay dos
millones de personas que van de un lado a otro en Yugoeslavia..Só1o aquí en
Suecia pasan de cien Áil1os refugiados. Y detalle a detalle, de alma en alma,
uurrro, iinti.ndo lo que üce Montaigne en el caso de tantos infelices. Uno a
uno parecen repetir anonadados, mirando las ¡uinas:

Aquí nací y aquí nacieron mis ancestros; aquí fijaron su afección y eríg¡eron
su nombre...

Se habla de purga étnica, limpiado étnico; yo no sé cómo traducir las


metáforas qu" se p.t. 1o que -como oigo decir a un
"titpl..n "nmtt.urar
senador amiricano- no es otra cosa que genocidio.
He leído, pero no recuerdo dónde, el número de millones de exiliados
oue existe hov en el mundo. Unos 200 millones. No sé con qué criterios se
iornput.n ni hasta dónde iria la cuenta si partiéramos desde la Primera
Gueira Mundial. Todos ellos fueron desarraigados con violencia del terruño,
todos vivieron entera la experiencia que Montaigne só1o anticipa para él
aquí, pero que resiente coitanta profundidad Es una más de las muchas
uÉ."r .n qu" me siento tan cerca de este hombre; y es, esta vez, porque he
vivido el despojo y el exilio.

I .1-1
lnt¡ ¡|t t,n ¡ \i r r¡r9r, ¡,,/,r Rr r,, ,

. La reflexion quc el texto trae no sc sr L¡ hlrrn totlos los qut paclecen cl


Jc..r¡¡¿;*o, la erpul*ron l.n,lrian qu,'h1., rl.i \ r,.n,lrrrn qu. r"irrinr¡- po¡.
hacerla a foncio:
'Arraigamo:
er aqu¡llu
d rlue esLanoc ¿.,,:tumhr¡Ju¡, y .n rondirión
t.¿r) mi5erab]e (_omo l¿ nuestra. la..osrumbr. es un gran óhsequ,o dc Ia
naturaleza que habltila nuestros suntidos a soport¿r muchos males."
O sea_que, hacrenJo Jl cxpcriencia dcl .lesimparo nos damos cuenta de
quc está|.\amos amparaJos en la costumbre. lviucha cosa, entonces, la
costumbrej pero, a la vez también, iqué poca cosal
. Por aquí se va al verdadero domicilio: el desamparo radical y la vanidad
dc todo.

ENs,ryos, IIl, 9.
A menudo, encuentrl clncepciones de la uida de ks que, ni quíenes las
prll)lnen ti Etienes oyeu de e[las, tienen esperattza ní inclinaaón dí seguir Del
paprl cn que pscnbc una rentencia clntn1 un adultcro a¡ranra e! juez un
trozo
para.enuiar wt mensaic a la mu jer de su colega. Aque[la dama a I'a qup acaba¡
dc abrazar ilicilamente..der.pues. v lnsta pn tu pr¿s¿ncia. [as emprentde a gritos
czntrd Lrna amiga que ha hecha atro tantl.

Un pintor nos ptcsenta un .uadro con un par de monstruos. Uno tiene


.Ia rarjz,cr el
, ulo y ios.oi.,' cn cl ombligo: el otro tiene los pies ai reve.,
ho.lco de mJnJnl y prel dt mun iélagn. Fero. ;ertamo, tan aco.tumbrados
cun los monstruosl ¡FIay_ trntosl Nosotros mismos,
¿¡os atreveremos a posar
:iquiera por u.n lado de ¡erfe,rosl De vuclr¡ áel p.icoanálisi..
)ia no
despertamos de nuestras pesadillas con los pelos de punta.
¿Que nos
ent¡etuvimos con la mamá mient¡as el papa c-olgaba de'una paia)
¡Vaya,
pero si esas proezas son de todos los díasl Pregúntenle a cualquiÉr psiquiaira.
Así, pues, yendo por la expositrón de eite pintor que'pinti horrores,
¡que van a importarnos si ya no hay más que horrores del iadó que miremosl
Lo que importa es cómo los pintó: los coiores, Ias Iineas, ios planós, volúmenes
y rnasa. Lo.que im.porta es la manera de la síntesis, la dosis de la alusrón, la
dialictica de la paleta v los tcmblores del pincel.
Fs la reflexión que me hago con estc te;to. Montargne pasó años de años
en los tribunales,v años de años tambien con srs queii.lai. No va a venirle

t 31
Intro¿ cción a Mo¡tail e han Riuano

i sta gente con concepciones de la vida. Ni esta- gente ni €ente ninguna N-o
l',,u Juien valea Ia oena, como no sea tomándolo tai cual, sin presunción Y
r,,rnado tal cül ¿no t.ún. las cosas más dispares y tan como de suyo que
rrirarlo es casi una experiencia estética? Vean si no:

DeL taoel en que sentencia a un adúbero, el juez arrnnca un trozo para


,,,, ia, un'^rnsaji a la esposa dc un colega.

juez?
Parece increíble. Pero, ¿quién no obra una y milveces como nuestro

ENsRvos, lll, 9.

Se nos recomienda el cuid'ado de los muertos Yo me he nutndo con ellos


,l,n), *, ¡nfon ¡o. SuDe de los asuntos de Roma mucho antes que de los de mi
,oto. Conocí il Capitolio y su discño anles de conocer el Louure: y el
'li[.ur
',rnnio Sena. La lortuia y cualidades dc Lúdo Metelo y Escip.í.ón
antes que e[
hin Ádodi t"
mi cabeza siempre,'más que las de mk compatnotas El.los,
,i,i,¿ot, iti¡^ muertos. Así tambiéi mi padre, muerto absolutamen.te, como
ellos'
s,'iorodio de mí v de [a uida Por dieaocho años, como ellos por dieasék siglos;

u irvo sin embargo, y amistad y comunión no dejo de acaricíar y


',hrázar^r^ori,
en unión uiua y perlecta Mas aún, de acucrdo a mi inclinación pago
más seruicioa los muertis;ya no pueden ayudarse a sí mismos y.así aun más
n:quieren mi asistencia. A.quí es ionde Ia gratitud apdrece en todo Yt lustre

Heidegger contaba a un amigo que a veces creia conversar con Heráclito


O no quüeía, sino que realmÉnté conversaba, no recuerdo bien Hay que
,,,.rdr, .on cuiáado ai comunicar cosas así: que no lo tomen a uno por
('stropeado de la cabeza. Yo he escuchado al pasar, yendo por el cementerio,
. .ái d. una p.rsona conversando con los alres mientras adorna con flores
,,na láoida . Y quél . No se enoia uno y hasta levanra la mano y tuelta un
¡n.,ultJ con iólo el recuerdo de una humillación padeclda? Dicen que Lutero'
.in no.h., de vigilia, insultaba y arrojaba objetós-a1 demonio Nadie discute
,¡u. .on 1. pura- imaginación pod..o, poblar el bosque de espectros y la
casa de fantasmas.
Me ha ocurrido escuchar en una radio, en lugar tan remoto y ajeno, una
.rn.ión qu. cantaba mi madre, siendo yo muy pequeño, hace décadas y

1J5
I tro¿u.cth a |)la taig e hLtüL Ritu¡l,r

décadas, poco antes de morir Y oyendo esta canción estaba con mi madre,
tan próxima, tan amante y buena, y sólo me faltaba hablarle y estaba a
punto de decirle en voz aita todo mi amor Así también ocurre con ciertos
autores que vivieron hace miles de años, cientos de años. Só1o que en mi
caso es al revés. ¿Qué sería de mí sin ellos? Camino por las ialleq me
encuentro con la gente y sé a qué atenerme en gran medida gracias a eilos.
Así y todo, no me doy cuenta completa de cuánto les debo, que si me diera
acaso cayera de rodillas porque les debo casi todo 1o que pienso. Con cleuda
tan enorme, difícil cosa la gratitud.

ENsnyos, Ill, 10.


l

La mayoría de nuestros quehaceres son t'arsas. Mtnóus universus exercet


histrionam ffout le monde joue la Comédie, Petronio). Debemos
desempeñamos,con prlpie¿ad, pero también desempeñar el rol de'un personaje
prestado. No debemos transt'ormar en esencía real una apariencía externa, 0
una mascara;ni de una persona extraña hacerla propia. Hay que dísünguir la
piel de la camisa. Con embetunar la cara basta, no si requierehacer otro tanto
!
con el corazón. Wo algunos que se transforman transubstancídn en tantts
formas y seres c0m0 nueuos empleos adquieren y que se inflan y pauonean
hasta el corazón y el hígado, y lleuan consigo su nueuo estado hasia cuando se
aanestan. No se les puede hacer distínguir el saludo que se les hace a ellos del
que se hace, a,'su cargot su camtaje o su mulo... El Mayor de Bordeaux y
Montaigne han,sidl siempre dos cosas aparte. Porque uno es un abogado o un
financista no debe ígnorar las bellaquerías que hay en tal.es uocaciones: un
h9mbre honesto no es resporcable d.e los uicios y absurdos de su empleo y no
debe por tal razón rehusarlo; es el uso de este país y hay dinero ei ello- que
ganar; un hombre debe uíuír en eI mundo y ganar Io mejor para sí de tal muido

De esto se trató más atrás hablando de los seres importantes, de su


dignidad que no es de ellos sino que viene con el cargo qué ocupan. De las
rodillas hablamos, que se doblan ante la dignidad del cargo sin hácer cuenta
de la persona que 1o ocupa. Aquí nos encontramos ante un concepto mucho
más amplio, expresado mediante una vie.jísima metáfora: el papél que cada
uno representa en la comedia del mundo. Y nuevamente nos encontramos
con la vieja dificultad: separar el rol del que lo representa. Peor aún, porque

t.l6
Iúro¿ ccíón a Montail e' luan RíItano

,,i todos somos histriones, si decimos a lo ancho y lo largo "la comedia del
rrmndo", entonces, no hay lugar ninguno donde retirarse como los actores
\( rctiran a sus camerinos.
Recuerdo el caso de un profesor con un problema parecido. El gobierno
1,, nombró ministro en un período en qué hubo que disparar sobre los
, studiantes. Cuando cesó en zu ministerio y quiso volver a su cátedra, arguyó:
No fue el profesor el que disparó, sino el pólruco"- Los alumnos respondieron
"Ño vamos a-golpeár al prolesor sino al político"
r r oro:
No sé cómo podríá Éacerse para que Jas bellaquerias que comete el
.,1',,gado Montaigne, que van con su pro{esión' puedan compensarse sin
r,,,,i a Montaiene. Oira uez orillas piliArosas: un hombre honesto no es
r , :rronsable de Tos vicios y absurdos áe ,u .mpl.o
y no debe por lal razón

'echazarlo. un principio como éste


No sé a dónde no se podría llegar con

ENs¡vos, lll, 10.

... v en mi ncm\a hc uisro las mas sabias cabezas de esle país reunirse con
.,ro, ieremonia. apx¡ensas públiras, para tralados y acuerdos de los cuales Ia
, rrdadera decísión iependia ,n el mismo mlmento de consejos de boudoir
y
Jtl caoricho de alsuna muiernlla.
Lis portas ,rírrdirror'muy bien de estas cosas cuando pusieron a toda
C recia v esla.da v fueio Por causa de una marcana. Pregunten a tal
Asia a
lnmbre"por qué ootngo-tú ,ido'y tu honor ala suerte de su espada; pídanle
tpe les diga eI orígen de Ia disputa; no Io podrá hacer sin enrojecer ¡Es tan
uacio y t'ríuolo!

¿Se figuranun juicio universal, una especie de epit'aneia .de la historia


,lond. qüd.tnn manifiestas las razones verdaderas de grandes decisiones,
.o.o .1 .ru.. del Rubicón o el financiamiento del viaje de Colón? ¿Quién
nos dice que no tuvieran que esconderse de vergüenza nuestros historiadores?
tll mismo Montaigne pudo ilegar con sus consejos hasta Enrique de Navarra
lor su amistad coir Ia amante áe éste. Buenq déspués de todo, no hay quién
,ro esté de acuerdo. Hasta se dice que el mundo gira en torno de la cunita
.,rre 1l"van las hermotas entre las piernas.

137
ln¡¡lü¡'tin,t \l',,i1,rt(rr,'r,i,i ¡ii,, :,,

ENs'rros, lll 1).


.Si lo srrür:s iint'; ttr.trir, no te pre0cltlu\ !:t nt tit tr[)a, kt nalttral¿:t te
instrutrir aprapíadmtente, ella hará el trubuio pt.)rti perfectanente-
ElrturbLdmas la uíJa por cuidado de la nnterte:y la nuerte, por cuídado de
la uida. La Llra úas at0nnentai Ia otra nos ttterra. Na es contra Ia tnuer[e tlue
nls preparamls, que es casa momentánea; Lot tuarto de hora en padecer, sin
molestiasy sín consenrencía, no merece preceptos especíaLes.Para decírla uerdad,
nospreparamls contra Ia preparaaón de Ia muefte. La t'ilosofía ordena que
tengamos siempre la muerte ante nuestrcs ajos, que la consideremos y
contemplemos antes de tíempo; y nos da entonces reglas precaucí\nes pa.ra !
que tal pensamiento y anticipacíón no nos dañen; tal como obran los médicos
induciéndonos en Ia enfermedad con el propósito tle tener en qué emplear rus
rlrogas y su axe. Si no hemos aprendída a uiuiq no es justo enseñamos a monr
y díscont'ormar el fin con el resta. Si hemos sabido uiar serenos y seguros, sabremos
también monr así.

Hay dos maestros que enseñan a morir: la naturaleza y la filosofía. Son


los mismos dos maestros que enseñan a vivrr. De los dos, yo prefiero el
primero. Por su grandeza insuperable, de una parte, y por mi pereza y
debilidad dc espíntu, de la otra. De niño me angustió la muerte; y de niño,
también, escuché esta idea de Montaigne que así como van terminando los
años de nuestra vida va naciendo en nosotros la fortaleza y la serenidad para
enfrenta¡ la muerte. Esta idea me acompañó para siempre desde muchacho
y no sé cuanto debo de mi tranquilidad y mi paciencia a su consuelo. Pero,
también, quise aprender de la filosofía. Largo y siempre neblinoso camino.
Pero encontré al final que tan cierto es que la fiiosofía nos enseña a morir
como lo hace la naturaleza. Pero, la filosofía procura un saber atrevido. Uno
se encuentra a veces clamando: "Ven ya, muerte, ven ya". La naturaleza nos
mata más en despeiado y sin retórica.

ENsnvos, III,12
Pueden clamar cuantl quieran que tota philosophorum vita commentatio
mortis est (Todas las uidas de los flIósofos son comentanos sobre [a muerte);

.t38
Introaucció a Montaigne Ja Riúno

l)croy0 píenso que aunque la muerfe sea el fin no es el propósito delauídn E*a
tieni su- propio'propósitó y designí0. Su estudio uerdadeto consiste en ordenarse,-
,ttrtgtlsr'y sifnitr.En e lbs numerosos,asuntos,que comprende el capítulo general
" A[render cómo uiuir" se enntentra eI capíalo "Aprender cómo monr" , que no
l)esa tanto como no le dé peso nuestro temor

Montaigne 1o escribe así:

lls s'en uanteront tant qu'il leur plaira, tota philosophontm uita
coffitnentatio fiortis est; mais iI m' est aduis que c'est bien le bTut , non p7urtant
le but, de la uie; c'est sa fin, son extremite, non pourtant sln ofiect: elle doibt
tstre elle mesme d soy sa uisse, son desseíng son droía estude est se regler,,se
conduíre, se souffnr. Au nombre dc plussieurs aultres offices, que comprend le
{eneral et princxpal chapitre de SEauoir uiwe, est cet article de Sqavoir mouril
u de plus legiers, si nostre crainte ne luy donnoit poids.

Tiene mucho del sabor original y no mucha diferencia del francés actual.
Yo estaba interesado en "se regleq, se conduire, se souffrir" que como está en
t'l texto me sugiere esto: que yo me ocupo de estudiar mi vida con vista a
cstablecer firmis sus reglai, seguirlas puntualmente y sufrir sin vacilar los
golpes que me caen encima por seguidas.

ENs,qvos, IIl, 13.

Esto ocurrió en mí tiempo: unos hombres fueron condenados a muerte por


. . .
asesínato. Su sentencia, si no pronunciada, se encontraba decídiday conduida.
l:I iuez, en el momento crítíco, es ínt'ormado por un tnbuna[ int'erior que tienen
¡rrroro,
'todos cuslodia que han confesado el cnmen y que Io han cont'irmado m
,n
sus detalles. Así y todo, grauemente se deliberó sobre si debía suspenderse
La eieanaón de los ya ientenciados. Consideraron judraalmente la nouedad del
,¡kp[o y la, rcnsíarencias de reuertir el juicio;l,r sentenaa se había cursado y
tos jiecx están priuados de affepenlimiento. El resultado: los pobres ínocentes
fueron sacnficados por las t'ormas de Ia justícia...
¿Cuántas condenas he uisto más mminales que los mismos crímenes?

¡Ahí están las reglas otra vezl Pero no las que averiguo, investigo, escruto

139
lrrrroJ]lcrrrirr a Il,;rrt,rlqrr, /r¡¡¡r nirr)r )

y termino por adoptar como mias. De éstas so)'el ejccutor y responsabLe en


todo. De las que establece la sociedad no me siento así ejecutándolas u
obedeciéndolas. IncLuso, cuando son leycs hacen p¡ivación explícita de cosas
como el arrepentimiento en los jueces que las aplican. Dura lex, sed lex.
"Los pueblos establecen su clerecho a la autodeterminación cuar.rdo se ponen
cllos mismos leyes que ellos mismos cumplen", dijo alguien. Los nazistas
pusieron sus leyes y las siguieron; y debe aceptarse que el techo les caía
encima a pedazos sin que vacilaran en seguir 1as leyes que se pu:icron.
Eichmann tenía ia orden de trasladar l0 millones de judíos a los campos de
exterminio, y cuando escribió sus memorias o confesiones en una celda de
lsrael antes de ser ahorcado declaró que se iba del mundo con sólo un
reproche, pero muy grande: que é1 sólo recogió 6 millones, no 10.
Las leyes tienen un contubernio connatural con la ambigüedad. Y es
porque tratan de integrar lo universaly 1o individual. La figura que me hago
a este respecto es la de un experto guiando una mano mecánica para coger
y alzar objetos de gran peso. Los jueces serían algo así, sólo que no tan
expertos, sea porque el diablo se les metió en el cuerpo a elloq ai abogado
defensor o al acusadoq de modo que la ley así guiada se presta en muchos
casos a coger al que no es y dejar que se escurra el que es.
Otrosí: 'Esto ocurrió en mi tiempo", dice Montaigne y cuesta contenerse.
¡El bueno de nuestro maestrol En los tiempos míos ocurrió también y para
qué vamos a hablar de los tiempos de Maricastaña.

ENs,cvos, tll, 13.

... Ias byes deben su crédito no a su justicia sino a que son byes. Tal es el
fundamento místíco d¿ su autoríd.ad. No tienen otro, lo que resplnde bien a su
'prlpósitl.
A menudo sonheclms por idiotas;más a menudo todauía, por hombres
que fallan en equidad por odío de la igualdad. Pero también por gente uana y
iacilante. No hay nada más groseramente y más ordinanamente defectuoso
que las leyes. Quienqutera las obednca plrque justas, no las obedece como
debiera...

lnstruye muchq casi siempre, darse representaciones, imaginar cuadros


y situaciones usando en el1o lo que obra o dice un pensador. Lutero lue con
ius 95 tesis contra las indulgencias y las ffjó en las puertas de la capilla de

140
Iflftoducciófl a Mofltaigne ' Jua Rí]l.ano

Wittemberg. No sé cuántos habría en el lugal, pero parece seguro que no


había uno lue tuviera idea de 1o que hacía el fraile. Es un. cuadro que se
l'resta a mu;ha meditación. El hermano Martin no d.ijo nada a nadie, ni al
inás próximo. Fue y colgó su panfleto. Quisiera imaginar que lo hizo con
rnartilo y clavq que yino habla mucha luz- [fue en la ta¡de del 3t de
octubre, 1517) y que entre que 1lovía y nevaba. Por esto de hacerme yo
representacionei y hacer Lutero algo ffsico con 1o que se había sacado de la
cateza, estoy oyéndo los golpes sobre la puerta de la iglesia. El hecho no
pu.d. ier más insignificante y hasta cómico. ¡Pam, pam, paml tres golpes
que ni siquiera oyó=el sacristán. Y díganme si no es casi literal que con los
ties golpei caería Europa entera en pedazos.
Itie viene a la imaginación que alguien llega a nuestro Congreso.Nacional,-a
nuestros Tiibunales de Justiciá, martillo en mano y que sujetando confa la
Duerta una tabla con e1 texto que comento aquí, escrito con letras mayúsculas,
ie da con la otra de martillazos a un clavo de cuatro pulgadas iPamr pam, paml
Pero no comienzo a imaginar mi pieza de teatro cuando ya no puedo seguir
imaginando las cosas Libremente. Ahí está 1o de bueno que tiene imaginarse las
cosñ. Porque si voy a darle alguna plausibilidad a mi ficción tengo que dar lugar
a media dócena dÉ guardias que cien sobre mi hombre, le quitan el martillo y
la tabla, 1o arrean a iablazos al cano policialy de ahí al calabozo.
Con lo que muestro de una vez dos cosas: la instrucción que uno recibe
de las représentaciones es la primera; y, en nuestro caso/ otra de enorme
importancia: la de la fuerza qui avala las leyes y que permite, entre muchas
cosas más, que sean los idiotai y toda especie de tarados los que las escriben.

ENs,tvos, lll, 13.

... He recogldo niños pardioseros para mi seruiao que no han demorado en


dejar mi coana y librea para uoluer a su esüIo anterior de nda Después los he
t:ncontrada buscando abnejas en el anoyo, sin poderlos sacar ni con gra,aas ni
con amenazas del encanto que endrcntran en la indigenaa Los pordioseros
tienen sus Írandezas v deleítis.Tal como los ricos. Y también, se díce, su dignidad
y su cofte;a. Eso íesulta de la costumbre: puede moldeamos no sóIó en kt
'lorma
que Ie plazca (los sabios dicen que debemos aplicamos y que luego nos
hara fáal el 1ogro) sino en el cambioyla uanedad,ln mas nob[e y útil instrucción
que nos da.

141
Intro¿lrcció a Montaitne luan Ríuana

Se refiere más de una vez a Diógenes en sus Ensdyos, Montaigne; siempre


como a un maest¡o de sabiduría. Pero este muchacho de que nos habla aquí
es un hilo de Diógenes de la rnás pura cepa. ¿Cómo no lo reconocei "Tienin
sus grandezas y deleites", nos dice de los pordioseros. Y no requieren de
mucho para vivir: les basta con las almejas del arroyo. Pero, ¡si aqui está
toda la práctica del cinismol
Llama la atención; la afirmación de la naturaleza y la reducción de las
necesidades al minimo natural -esas dos principales doctrinas de Diógenes
tan.aparentes en toda su conducta- están también y son muy importantes
en la filosofía de Montaígne. Y sin embargo ni él ni sus comentaristas
mencionan a Diógenes. Como hemos vistq tampoco aparece Eclesiastés,
trasfondo de todos los Ensayos.

ENsnyos, III, 13.

Ambos, rEtes y filfsofos, uan a la letrína. Las damas también. La uida


pública tiene sus ceremonias;la mía, oscura y priuada, disfruta sus licencias
naturales. Soldado y gascón son cualidades un tantl sujetas a indiscrecianes.
Del acto de alínarse es deseable efecwarlo en horas determinadas de Ia noche
y oblígarse por costumbre, como yo he hecho;pero no oblígarse, como yo en mis
añls plstrerost a un lugar y asiento partícular, ni hacerlo molesto alargando el
tiempo. En asuntos inmundos, ¿no es excusable en cierta medida requerir mas
cuidado y Límpieza? De todas las acaones de Ia naturaleza, ésta es en la que
mas fa*idio siento cuando se me intenampe. He uisto muchos soldadas con
molestias por la indiscíplim de sus estómagos.Yo y eI mío no t'allamos en nuestra
punwal asígnación Que es al saltar de la cama, si algún otro asunto indispensable
o enfermedad no lo impide.

Este es el último texto que separo después de leer en español, reieer en


inglés y volver a leer en francés los Ensayos de este hombre famoso,
Montaigne. Mene casi al final del último de los ensayos, titulado "De la
Experiencia". Estaban muy asombrados sus amigos que detallara cosas de
sí, como el vino y la comida que saboreaba. Pero, esto... Contar la manera y
los horarios de... ¡Cosa así no tenía nombrel Y es la verdad a la letra: no
tenemos nombres para cosas así. ¿Y no suena como una burla este pasaje?
Por años de años ha estado trabajando en sú retrato Montaigne. Y no va a

142
Ltho¿t1cció a ]¡a tdí$e J¡tar Riuana

convencernos de que escribía sólo para éi, para sus amigos y para terminar
haciendo Dios sabrá qué barbaridades con sus escritos. No, escribía para un
público. Y no un público de doctos, por más embutidos de latines que vengan
ius ensayos. Escribía con estilo llanq con habla de todos los días, con historias
para todos los gustos. No cuesta imaginarse el entusiasmo, la simpatía y la
habladuría que habrá suscitado en su tiempo su lectura:

"¡Qué manera de poner las cosas más sublimes en la lengua del mercadol
¡Y eiaioncepción suya de la ideación como defecaciónl ¡Miren que decir 1o
misrno que piensa el cochero, el barrilero, la costurera, el camicerol ¡Y con
las mismas palabras, por no decir peoresl iY esos consejos sobre el cómo y
el cuándo difecarl ¿No resulta increíble? ¿No habrá querido decirnos algo
muy distinto? ¿Símbolq alusión? ¿No se estará riendo de medio mundo? La
vanidad es un viento, nos ha dicho, y todo es vanidad. Un viento... ¿Y qué
ocurre cuando uno no se aguanta y tiene que salir volando para que no le
ocurra 1o que le ocurrió a Tycho Brahe? Sí, ciertq uno está leyéndolo como
si fuera déslizándose por un tobogán de feria de entretenciones. I de
pronto..."

143
II\TRODUCCIOI{ A MONTAIGN E

JUAI\T RIVANO

Si no sabes cómo morir, n0 te ?rencu?,:t; en su tiempo, la naturaleza te instruirá


apropiadamente; ella hard el trabajo por ti perfectamente.
Enturbiamos la uida por cuidado de la muerte; I la muerte, por cuidado de la
uida. La una n\s atLrmenta; la 7tra n\s aterra. No es contra la rriuerte que n\s
preparamlt, qae es clsa mzmentánea; un cuarto dr horlen pqdecer, sin molestias
y sin consecuencias, no merece ?rece?tls especiales. Para decir la uerdad, nos
pre?aramls clntra la preparación de la muerte. Lafilosofla ordena que tengamos
siempre k muerte ante nuestrls ojos, que la consideremos 1t contemplemos antes
de tiempo; y nos da entonces reglas y precauciones para que tal pensamiento 1
apticipación no nos dañen; tal como obran los médicos induciéndonos en la
I
enfermedad con el propósito de tener en qué emplear sus drogas arte. Si no
hemos aprendido a uiuir, no es justo enseñdrnos a morir 1 disconformar el f.n
con el resto. Si hemos sabido uiuir serenls I segurls, sabremos también morir
así.

Hay dos maestros.que enseñan a morir: la naturaleza y la filosofia. Son los


mismos dos maestros que enseñan a vivir. De los dos, yo prefiero el primero,
por su grandeza insuperable, de una parte, y por mi perezay debilidad de
espíritu, de la oua. De niño me angustió la muerte; y de niño, también,
escuché esta idea de Montaigne, que así como van terminando los años de
nuestra vida va naciendo en nosotros la fortaleza y la serenidad para enfrentar
la muerte. Esta idea me acompañó para siempre desde muchacho y no sé
cuánto debo de mi tranquilidad y mi paciencia a su consuelo. Pero, también,
quise aprender de la filosofla. Largo y siempre neblinoso camino. Encontré
al final que tan cierto es que la f,losofía nos enseña a morir, como lo hace
la naturaleza. Pero, Ia filosofia procura un saber atrevido. Uno se encuentra
a veces clamando: "Ven ya, muerte, ven ya". La naturaleza nos mata más
en despejado y sin retórica.

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