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Arquitectura. Ruralización. Feudalismo. Iglesia. Moros y vikingos. Ciudades medievales. Muralla.

Calles. Mercado. Plaza

ANTECEDENTES DE LA EDAD MEDIA

EL DESMEMBRAMIENTO DEL IMPERIO ROMANO

Durante el siglo III d. de c. el imperio romano llegó a ser demasiado vasto, burocrático y complejo
para ser gobernado centralmente en forma eficiente.
Las razones de la caída del imperio han sido explicadas por los historiadores con diversos
argumentos:
- Las invasiones de los bárbaros venidos desde el oriente y el norte, determinadas por la
imposibilidad de estos pueblos de sustentar una población creciente en sus lugares de origen.
- La desorganización política y administrativa creciente del imperio, producto de la
descomposición moral y social.
- El deterioro de la situación económica general del imperio, determinado por el aumento de los
impuestos necesarios para compensar el déficit de la balanza de pagos con el oriente.
- La perdida dinámica del proceso conquistador y romanizador.
La primera manifestación del desmembramiento se dio cuando Dioclesiano intentó una división en
cuatro partes, norte, sur, oriente, occidente, y la definitiva, cuando Constantino, en 324 fundo una
nueva capital para el imperio en Bizancio, lo que termino por dividir el imperio en oriente y
occidente con Constantinopla y Roma como capitales respectivamente. El imperio de oriente
prosperó hasta que fue tomado por los turcos en 1453; mientras que el i. de occidente sufrió una
caída gradual que tomó los siglos V y VI los que corresponden a las invasiones de los bárbaros.
Como una buena parte de las regiones fundadas por Roma tenían cierta independencia económica
de las decisiones centrales, soportaron el embate bárbaro de mejor forma que Roma y sus vecinas.
El fundamento de las economías locales continuó siendo la agricultura y la organización
eclesiástica de la iglesia, basada en las circunscripciones administrativas del imperio, haciendo
corresponder cada diócesis con una cívitas manteniendo cierta correspondencia con el antiguo
sistema de lugares poblados. De este modo la palabra cívitas tomó el significado de ciudad
episcopal. Las más desarrolladas de las ciudades romanas que prevalecieron conservaron sus
funciones comerciales y se constituyeron más adelante, en centros del comercio interregional.

LA EVOLUCION DE LA CIUDAD DURANTE LA EDAD MEDIA

LA RURALIZACION DURANTE LA TEMPRANA EDAD MEDIA

La relativa unidad económica del imperio desmembrado fue posible, mientras el mediterráneo
continuó abierto al comercio, hacia el interior de Europa, en cambio, la desorganización
económica y urbana fue mucho mayor.
A partir del siglo VII la conexión y el comercio por el mar quedó limitada y luego bloqueada, por la
rápida expansión del Islam. Esta combinación de circunstancias fue, más que la sola invasión de los
bárbaros, la que determino la lenta descomposición de la organización de los territorios romanos.
Una nueva invasión de pueblos navegantes, los vikingos, que amenazaron las costas del mar del
norte e Inglaterra, cortó sensiblemente los restos de comercio marítimo.
La consecuencia inmediata de esa descomposición, fue el decrecimiento y desaparición de una
parte de las ciudades fundadas por Roma, cuya población, muy disminuida, se diseminó por el
área rural dejando de estar agrupadas, esta situación es de mayor importancia para comprender el
fenómeno del feudalismo durante la edad media y verdaderamente esencial para entender el
sentido del proceso urbano desarrollado en este prolongado periodo.
El comienzo de la edad media europea se caracterizó, entonces, por la vuelta de una proporción
importante de la población a los niveles más rudimentarios de una sociedad agraria. Este
fenómeno tuvo:
- Expresión física: ocupación intensa del espacio geográfico con población dispersa
- Consecuencia política: cambio de la base del poder- Resultado económico: reemplazo del modelo
de producción excedentaria que había caracterizado a Roma, por un tipo de producción de
subsistencia.
La iglesia cristiana fue uno de los pocos, sino el único nexo que mantuvo la unidad de los antiguos
territorios romanos ante el vacío dejado por la desaparición del antiguo poder.

EL FEUDALISMO

El régimen señorial se instauró en toda Europa a partir del siglo V o VI se sostuvo, primero sobre
una base fundamentalmente agraria y luego, sobre el renaciente sistema de ciudades, dando
nacimiento al feudalismo, que se desarrolló como la nueva forma de organización del territorio,
sin embargo, los reinos romanizados se dividieron, tras un periodo de vacíos de poder y luchas a
nivel local, en unidades mas o menos independientes, en los que la autoridad del rey estuvo
sostenida por el poder militar de la nobleza que a su vez, se sustentó en la extensión, riqueza y
población de dominios habitados por campesinos, que podían ser reclutados para la guerra.
En la cúspide del poder del sistema el rey, dueño simbólico del territorio, concedía la propiedad a
las aristocracias guerreras, estructurando así la pirámide de su poder. En la base del sistema, entre
los campesinos, predominaba la economía domestica con una producción destinada al consumo
propio. En el medio se ubican los señores feudales en el echo los propietarios de la tierra,
gobernando con poderes absolutos y sometiendo a la población campesina a una servidumbre
completa de vida y haciendas, a cambio de una protección que consistía mas que en una política
de bien publico, en una dirección organizativa del conjunto.
El carácter fundamentalmente agrario de la sociedad feudal humanizó el paisaje, con una
ocupación más extensiva del territorio. Este cambio constituyó una variación importante respecto
de la situación anterior, en la que la actividad humana se había centrado sensiblemente alrededor
de las ciudades donde era fácil de controlar política, económica y militarmente.

EL PAPEL DE LA IGLESIA

Un elemento importante de considerar cuando se analiza la ruralización sufrida por la población


europea después de la caída de roma, es el rol que juega en la organización del territorio la iglesia
cristiana básicamente la católica.
El desarrollo de ordenes religiosos de vida monástica fue avanzando por todo el territorio
europeo, en la medida que se desplomaban las ciudades, llegando a constituir los monasterios y
conventos, verdaderas islas, enclaves de civilización, que no solo dieron origen a nuevas ciudades
sino que, durante el periodo más obscuro de la edad media cumplieron la función de archivos del
saber.
El monaterio constituía, en realidad, una nueva especie de polis, donde las personas que pensaban
de una misma manera no solo se reunían en ceremonias ocasionales sino para habitar
permanentemente. La colonia monástica pasó a ser una verdadera ciudadela, fue allí, también
donde se estableció el valor práctico de la moderación, el orden, la regularidad, la honradez y la
disciplina, antes de que estas cualidades se transmitieran a la ciudad medieval en forma de
invenciones: el reloj, el libro de contabilidad, etc.
En la practica la iglesia fue desarrollando un control paulatino y creciente sobre:
- El poder político, por la influencia creciente de los pensadores cristianos y la curia, en la medida
en que aquellos desarrollaban la teología, y estos, ejercieron el poder espiritual sobre las personas
por la fe y el temor a dios.
- El saber, en la medida en que en torno a la iglesia se desarrollaron las universidades que,
comentaron, difundieron y ampliaron el contenido de los libros.

LAS INVACIONES DE MOROS Y VIKINGIOS

La temprana edad media se extendió entre los siglos VI y IX, siendo un periodo de grandes ajustes
políticos, sociales y económicos. Calificado como románico cuando se habla de arquitectura, es un
periodo en que la influencia romanizadora es aun perceptible. Sin embargo, entre fines de los
siglos VIII y X Europa sufrió dos impactos que tuvieron grandes consecuencias: por el norte las
invasiones vikingas y por el sur la acometida de los Arabes. Que empeoraron la situación
económica de extensas zonas y determinaron grandes cambios en la estructura del poder, pero
tuvieron una gran influencia en el desarrollo de las ciudades: estas se convirtieron en el refugio y
baluarte de las poblaciones rurales y debieron modificar sus estructuras sociales, productivas y
políticas. El aislamiento que había garantizado seguridad al desmembrarse el imperio, ya no
constituyó una garantía y las poblaciones se agruparon para conseguir esa seguridad.
Las ciudades fortalecidas por la acumulación de población, encabezaron el contraataque contra los
vikingos en el norte y centro de Europa y contra los moros en España, de manera que la lucha
contra el enemigo significó establecer, consolidar y fortificar ciudades. Este fenómeno es
particularmente sensible en la península ibérica, donde la acción de reconquista contra los Arabes
estuvo jalonada de fundaciones, remodelaciones y ampliaciones de ciudades, circunstancia que
explica el método de conquista fundamentalmente urbano aplicado por España en América.

EL DESPERTAR DE LA CIUDAD DURANTE LA ALTA EDAD MEDIA

Las necesidades de la defensa contra las amenazas de mundo exterior llevaron al mundo medieval
europeo a desarrollar economías de mayor dinámica, mejores líneas de comunicación, rutas
comerciales más seguras, centros de abastecimiento alternativos, actividades de producción de
elementos militares y civiles, nuevas formas de artesanía, nuevos métodos más eficientes de
trabajo, etc. Situaciones que redundaron en una mayor dinámica y complejidad urbanas, en un
aumento de la población de las ciudades y de su centralizada respecto del territorio. Coopero a
esta “vivificación” de lo urbano, la evolución de la situación política general, en la que las
estructuras de poder de los reinos comenzaban a constituir territorios unitarios claramente
definidos por fronteras, encontraron en las ciudades mejores puntos de apoyo que en las
poblaciones dispersas.
La cuidad de la alta edad media, sin embargo, no apareció sino hasta el siglo XI y no se desarrollo
propiamente sino hasta los siglos XII y XIII.SE genero como contra parte de la sociedad feudal
agraria por el desarrollo de grupos específicos de comerciantes y artesanos.
El desenvolvimiento del comercio y la industria tuvo como consecuencia el cambio de la
composición de la sociedad medieval, apareció una nueva categoría de persona entre el siervo
sometido y el señor feudal: fue el ciudadano o burgués que no solo se dedicaba al comercio o la
producción, sino que prestaba organizaba y desarrollaba la serie de servicios que estas actividades
demandaban para mejor funcionar, armadores de bancos, alarifes, cuidadores de caballos,
albañiles, etc. fueron apareciendo hasta constituir una abigarrada serie de oficios y profesiones
estrictamente urbanos que hacen a una ciudad.
Las ciudades comenzaron a atraer cada vez a un numero mayor de personas del medio rural, en la
medida en que no solo ofrecieron seguridad y trabajo, sino una liberación de la servidumbre del
campo.
El desarrollo de la burguesía urbana significó un conflicto con el orden feudal, que, sin embargo,
no tuvo una connotación política, consistió simplemente en una búsqueda de un nuevo estado de
equilibrio que permitiese las franquicias necesarias, estado se alcanzo rápidamente cuando la
aristocracia percibió que los beneficios del nuevo sistema podían ser superiores a los del antiguo.
La ciudad medieval constituyó un área de libertades en medio del mundo rural, siendo percibida
como un lugar más democrático y liberal que este. Al mismo tiempo fueron cayendo poco apoco
en desuso los derechos señoriales siendo sustituido por tributos pagados por los ciudadanos por el
goce de servicios comunitarios, servicios de gobierno y servicios de defensa.
Paralelamente a este fenómeno de desarrollo de libertades urbanas y de constitución de derechos
y obligaciones ciudadanas, se fue dando su sanción jurídica por medio del establecimiento de
franquicias, fueros, cartas pueblas, etc. Y por la constitución de instituciones de bien público,
capaces de administrar los bienes entendidos como de comunidad, estos constituidos por calles,
plazas, murallas, edificios públicos, etc. se había constituido por la suma de cesiones de partes de
la propiedad personal que los privados habían venido haciendo, justamente para permitirse el
goce de esta propiedad. Este es el origen de los vienes comunes de uso publico y los sistemas de
contribuciones voluntarias para atender a su mejoramiento y manutención y a las obras
comunitarias excepcionales. En la medida que estas contribuciones se sistematizaron, se hicieron
regulares y orientaron al bien común futuro la ciudad llego a alcanzar una personería que le fue
propia y permanente, que comenzó a ser percibida como independiente de los ciudadanos de un
determinado tiempo y se constituye en un carácter nuevo de lo urbano. Apareció así el concepto
de comuna.
El desarrollo de las ciudades y de los derechos de los ciudadanos trajo consigo, además. De una
serie de cambios en el concepto de ley que se había tenido durante el régimen feudal. No se
trataba ya de un conjunto de obligaciones personales con el señor feudal, sino de una serie de
normas generales de común aplicación, más severas y especificas por la necesidad de mantener
una disciplina más estricta tanto dentro de la ciudad y un orden dentro de la vida diaria más
regular.
Como se ve, se volvía al concepto de ley que había existido durante el imperio romano, pero esta
ley lejos de emanar de un poder central o ser impuesta por él a las ciudades, se originaba en el
ejercicio de libertades, emanaba de la praxis y tenía por objeto la independencia de acción.
En algunos lugares la urbanización fue fomentada por las aristocracias locales que cobraron por el
uso de la tierra bien localizada a los comerciantes, por el uso de caminos bien tenidos a los viajeros
y por la seguridad y colocación de su producción a los industriales y artesanos, dando lugar a la
constitución de alianzas donde la nobleza llego a ocupar el lugar de una corporación mas en el
conjunto social. En otros lugares en cambio, la urbanización fue resistida por los caballeros, dando
lugar a las alianzas entre el pueblo y el poder del rey, siempre interesado en evitar un crecimiento
peligroso del poder de l nobleza. Estas diferencias dieron lugar a los distintos matices de municipio
o concepto de la administración del bien común que se encuentran en Europa.
Las nuevas circunstancias generadas determinaron un resurgimiento activo del comercio, que fue
posible por la generación de excedentes agrícolas producto de mejoras introducidas en los
cultivos, del crecimiento poblacional determinado por una relativa mayor abundancia y de la
introducción de una serie de técnicas y descubrimientos traídos desde oriente, aportados por las
cruzadas.
En este cambio cualitativo fueron determinantes los nuevos métodos de labranza, el abono de los
campos y el riego agrícola, que permitieron ampliar la superficie arable en todo Europa. Como
consecuencia, la población agraria paso rápidamente d un nivel de subsistencia a uno de
producción expedientaría por el solo hecho desistir un incentivo comercial, produciéndose un
cambio en su base económica, los campesinos dejaron de producir todo lo que necesitaban para
producir solo aquello en lo que eran mas eficientes, pasando a comprar en la ciudad con el dinero
producto de la venta de sus excedentes, los productos artesanales e industriales que ya no
confeccionaban. Esto echo a andar la maquina del progreso y produjo, en un fenómeno muy
interactivo, el desarrollo de las ciudades y del campo. En un par de siglos la población europea
creció hasta niveles que fueron comparables con los del siglo XIX y a pesar del terrible embate de
la peste negra sobre la población de las ciudades no perdió su dinámica
La realidad urbana medieval se visualiza mejor en un esquema que muestra en un eje temporal,
los momentos que se pueden distinguir en la evolución de la ciudad medieval, en relación con los
hechos históricos más importantes.

LAS CIUDADES MEDIEVALES

Clasificadas en base a sus orígenes podemos decir que existen cinco grandes categorías de
ciudades en la Europa medieval, tres de ellas corresponden ciudades de crecimiento orgánico:
- Ciudades de origen romano; comprende a la vez a aquellas que pudieron conservar su estatus a
lo largo de la alta edad media, aun cuando se redujeron considerablemente en tamaño, y a las que
fueron abandonadas, después de la caída del imperio, pero que se establecieron de nuevo en sus
emplazamientos originales.
- Burgos construidos como bases militares fortificadas y que más tarde fueron adquiriendo
funciones comerciales.
Las restantes categorías corresponden a ciudades nuevas que fueron establecidas oficialmente en
un momento dado, con completo estatus urbano, basadas o no en un plan predeterminado:
- Ciudades bastide, fundadas en Francia, Inglaterra y Gales.- Ciudades de nueva planta fundadas en
toda Europa en general
Esta clasificación se ajusta en grandes rasgos a un orden cronológico..

LA FORMA URBANA MEDIEVAL

Cualesquiera que fueran sus orígenes, las ciudades medievales de los cinco grupos enumerados al
principio tienen contextos sociales, económicos y políticos similares en la mayor parte de los
países europeos. Son también parecidas en lo que respecta a la mayoría de los detalles visuales: la
misma clase de edificios vernáculos locales cubre tanto la retícula formal de las nuevas ciudades
planeadas, como los trazados informales e incontrolados de las no planteadas de la misma época.
Las partes que componen la ciudad medieval normalmente son la muralla, con sus torres y
puertas, las calles y espacios afines destinados ala circulación, el mercado, alojado a veces en el
interior de un edificio y dotado de otros establecimientos comerciales, la iglesia, que, en general
se alza en su propio espacio urbano, y la gran masa de edificios de la ciudad y los espacios
destinados a jardines privados conexos a aquellos.

LA MURRALLA

Se puede establecer un mínimo de distinción categórica entre las defensas de las ciudades inglesas
y las de Europa continental. En Inglaterra desde el punto de vista militar, la importancia de las
murallas se redujo enormemente a causa del estado de paz que reinaba en la isla, en consecuencia
estas sirvieron principalmente de barreras aduaneras, protegiendo los intereses comerciales de los
ciudadanos. Sin embargo, en el resto de Europa, la muralla retuvo su función militar primaria,
además de su uso como barrera de portazgo.

LAS CALLES

Todas las ciudades medievales disponían de un espacio, si no de varios, donde se tenía lugar el
mercado, en consecuencia, las principales vías publicas que unían el centro con las puertas de la
ciudad, aunque con frecuencia eran poco mas que estrechos e irregulares callejones en las
ciudades de crecimiento orgánico, constituían extensiones lineales del mercado como rutas de
comunicación, y la noción de una red de trafico se hallaba tan ausente como la noción de trafico
rodado permanente. La fachada que se abría a la calle tenia, por lo tanto, un notable valor
comercial, especialmente en las inmediaciones de las puertas y del mercado, y su desarrollo en
forma continua fue lo normal. Mas adelante también se convirtió en un echo usual el que se
formaran estrechos pasajes que, partiendo de las calles, daban acceso a calles menores y
permitían el desarrollo de jardines traseros como patios.
Los desplazamientos en las ciudades medievales se efectuaban generalmente a pie y el transporte
de mercadería se realizaba mediante animales de carga.
A lo largo de oda la edad media se manifiesta la tendencia de los edificios a invadir cada vez mas
las calles (e incluso los puentes) y los espacios públicos abiertos. Los intentos de regularización
gradual fueron poco afortunados. Los pisos superiores fueron aumentando sus vuelos sobre las
calles hasta el extremo de poder estrechar la mano al vecino de enfrente.
Existe un estero tipo de ciudad medieval con calles estrechas entre edificaciones regulares, donde
la situación usual era de superpoblación y desorden, situación pintoresca, pero insalubre, donde el
espacio privado al aire libre es limitado, con excepción de los espacios de la iglesia y el mercado, y
que la urbanización tenia densidad uniforme en todas partes de la ciudad. La verdad es que la
ciudad medieval se hallaba más próxima a una actual aldea o población rural que a una abarrotada
aglomeración urbana comercial.

EL MERCADO

La comercialización de productos, la razón de ser de la ciudad medieval, tenia lugar de varios


modos fundamentales. Dos tipos son comunes tanto a las ciudades de crecimiento orgánico como
a las planeadas; el primero, aquel en que el mercado ocupa una plaza destinada a este único fin,
situada normalmente en el centro urbano o en sus inmediaciones; el segundo, en que aquel se
sitúa en el ensanchamiento de la calle principal. Para las ciudades de crecimiento orgánico se
plantea otro tipo de mercado además de los anteriores: las plazas en la puerta de entrada a la
ciudad.
En las poblaciones planeadas cuyo trazado se basa en una estructura de retícula regular, la plaza
del mercado es el tipo mas frecuente. En este caso su forma regular es la de un hueco en la
retícula, rodeado por calles en sus cuatro lados. En la Europa continental era usual que los edificios
que rodeaban la plaza tuvieran la misma altura, y estuvieran unidos en planta baja mediante
soportales bajo los cuales las calles se prolongaban frecuentemente a lo largo de la plaza. Es
característico que la mayoría de las plazas tengan mercados cubiertos, a veces en dos plantas,
pero, en cambio, son raros los ejemplos en que la iglesia da frente a la plaza del mercado. La calle
del mercado se incorporaba con mucha menos frecuencia en las ciudades planeadas, y nunca en
las bastides.
En las poblaciones de crecimiento sin planeamiento, la plaza y la calle del mercado desafían
cualquier descripción precisa: no había dos trazados iguales, cada una poseía su propio carácter
espacial distinto. En las ciudades que han evolucionado en forma natural a partir de antiguas
aldeas, puestos de comercio, etc. La vía publica principal se convierte automáticamente en el
emplazamiento del mercado, ya que el trafico es el elemento vital en el crecimiento de la ciudad.
El área inmediata a la parte interna de la puerta de la ciudad, era otro lugar lógico para el
desarrollo de actividades comerciales. Este ultimo tipo de mercado, no obstante, raramente llego
a ser el más importante en la ciudad.

LA PLAZA DE LA IGLESIA

El espacio situado ante la iglesia, el pavis medieval, no debe confundirse con aquella parte del
cementerio contiguo a la iglesia. Era el pavis donde los fieles se reunían antes y después del oficio
divino, donde se escuchaban los ocasionales sermones al aire libre, donde venían a pasar las
procesiones. Era en ese lugar contiguo a la fachada occidental de la iglesia, donde la gente de
fuera d la ciudad dejaba sus caballos, por lo cual pronto se construyeron establos de vario tipos. El
pavis obligaba a que las iglesias estuvieran situadas dentro de su propio espacio. Como lindaba
frecuentemente con la plaza del mercado, la existencia de un núcleo bipartito es una característica
típica de las ciudades medievales, tanto de las planeadas como de las no planeadas.

CONCLUCION Y CRITICA

Al caer el imperio romano, que mantenía un cierto orden de vida donde cada individuo tenia un
rol definido dentro de la sociedad, el hombre se vio indefenso frente al medio, la población ya
disminuida de las ciudades del imperio se vio obligada a dispersarse en busca de una nueva forma
de vida que le devolviera la seguridad perdida.
La perdida de la fe de la población en las deidades y religiones paganas, hasta entonces poderosas,
envista de su fracaso en detener las calamidades e invasiones, da fuerza al cristianismo, una
religión al fin y al cabo una religión esperanzadora y de salvación, iglesia que hábilmente mezcla
paganismo y cristianismo, la evidencia de esto se advierte hasta hoy en la costumbre cristiana de
un culto a las imágenes con fuerte sentido local.
En términos ontológicos, la caída del imperio provoco, la perdida de la noción de integridad y
totalidad de la cultura romana, con la consiguiente reducción de la noción del mundo a poco mas
de lo que veían los ojos, se pierde el concepto de universo sistemático y ordenado.
De este modo la iglesia devuelve ese orden, en consecuencia las ciudades episcopales, los
monasterios y los conventos fueron elementos esenciales la vida urbana, formando la base del
sistema de relaciones comerciales dando poco a poco origen al resurgimiento del urbanismo como
forma de vida.
La sociedad se vuelve, en esta época, polarizada y extremista, en que la población civil dispersa
pasa a depender de quien pueda darle protección, quedando condenada ala servidumbre, donde
el poder lo tienen los que resultaran mejor parados luego de la caída del imperio y el clero
constituye el único ente estable.
Mas tarde, en la ciudad el hombre encontró en los asentamientos urbanos una respuesta a sus
necesidades: protección, abastecimiento y en especial libertad, vivir en la ciudad o comerciar en
ella significaba independencia y autonomía, arrancar de la servidumbre y del abuso del señor
feudal.
Con respecto a la forma urbana medieval es importante preguntarse como se veía el urbanismo,
hasta que punto era importante para el hombre conseguir el orden y la belleza. Según Zucker,
“exceptuando las relativamente escasas ciudades planificadas, la estructuración de la ciudad como
tal no era ni comprendida ni deseada por los constructores” lo que no significa que no hubiera
preocupación alguna por la organización espacial o la estética, pues los pueblos se unían para
tomar decisiones colectivas como ensanche de calles, mantenimiento o ampliación de murallas,
etc. sin embargo, la preocupación por la estética se presento mas en Italia que en el resto del
continente “en el siglo XIII, bolonia tenia contratados una serie de arquitectos cuya misión
consistía en supervisar todas las obras y edificios públicos” podría considerarse esto como un
presagio del renacimiento, donde se desarrollarían los siglos de urbanismo mas ordenadamente
desarrollado.

ANTECEDENTES DE LA EDAD MEDIA

EL DESMEMBRAMIENTO DEL IMPERIO ROMANO

Durante el siglo III d. de c. el imperio romano llegó a ser demasiado vasto,


burocrático y complejo para ser gobernado centralmente en forma eficiente.

Las razones de la caída del imperio han sido explicadas por los historiadores con
diversos argumentos:

 Las invasiones de los bárbaros venidos desde el oriente y el norte,


determinadas por la imposibilidad de estos pueblos de sustentar una población
creciente en sus lugares de origen.

 La desorganización política y administrativa creciente del imperio, producto


de la descomposición moral y social.
 El deterioro de la situación económica general del imperio, determinado por el
aumento de los impuestos necesarios para compensar el déficit de la balanza de
pagos con el oriente.

 La perdida dinámica del proceso conquistador y romanizador.

La primera manifestación del desmembramiento se dio cuando Dioclesiano intentó


una división en cuatro partes, norte, sur, oriente, occidente, y la definitiva, cuando
Constantino, en 324 fundo una nueva capital para el imperio en Bizancio, lo que
termino por dividir el imperio en oriente y occidente con Constantinopla y Roma
como capitales respectivamente. El imperio de oriente prosperó hasta que fue tomado
por los turcos en 1453; mientras que el i. de occidente sufrió una caída gradual que
tomó los siglos V y VI los que corresponden a las invasiones de los bárbaros.

Como una buena parte de las regiones fundadas por Roma tenían cierta
independencia económica de las decisiones centrales, soportaron el embate bárbaro de
mejor forma que Roma y sus vecinas.

El fundamento de las economías locales continuó siendo la agricultura y la


organización eclesiástica de la iglesia, basada en las circunscripciones administrativas
del imperio, haciendo corresponder cada diócesis con una cívitas manteniendo cierta
correspondencia con el antiguo sistema de lugares poblados. De este modo la palabra
cívitas tomó el significado de ciudad episcopal. Las más desarrolladas de las ciudades
romanas que prevalecieron conservaron sus funciones comerciales y se constituyeron
más adelante, en centros del comercio interregional.

LA EVOLUCION DE LA CIUDAD DURANTE LA EDAD MEDIA

LA RURALIZACION DURANTE LA TEMPRANA EDAD MEDIA

La relativa unidad económica del imperio desmembrado fue posible, mientras el


mediterráneo continuó abierto al comercio, hacia el interior de Europa, en cambio, la
desorganización económica y urbana fue mucho mayor.

A partir del siglo VII la conexión y el comercio por el mar quedó limitada y luego
bloqueada, por la rápida expansión del Islam. Esta combinación de circunstancias fue,
más que la sola invasión de los bárbaros, la que determino la lenta descomposición de
la organización de los territorios romanos.

Una nueva invasión de pueblos navegantes, los vikingos, que amenazaron las costas
del mar del norte e Inglaterra, cortó sensiblemente los restos de comercio marítimo.

La consecuencia inmediata de esa descomposición, fue el decrecimiento y desaparición


de una parte de las ciudades fundadas por Roma, cuya población, muy disminuida, se
diseminó por el área rural dejando de estar agrupadas, esta situación es de mayor
importancia para comprender el fenómeno del feudalismo durante la edad media y
verdaderamente esencial para entender el sentido del proceso urbano desarrollado en
este prolongado periodo.

El comienzo de la edad media europea se caracterizó, entonces, por la vuelta de una


proporción importante de la población a los niveles más rudimentarios de una
sociedad agraria. Este fenómeno tuvo:

 Expresión física: ocupación intensa del espacio geográfico con población


dispersa

 Consecuencia política: cambio de la base del poder

 Resultado económico: reemplazo del modelo de producción excedentaria que


había caracterizado a Roma, por un tipo de producción de subsistencia.

La iglesia cristiana fue uno de los pocos, sino el único nexo que mantuvo la unidad de
los antiguos territorios romanos ante el vacío dejado por la desaparición del antiguo
poder.

EL FEUDALISMO

El régimen señorial se instauró en toda Europa a partir del siglo V o VI se sostuvo,


primero sobre una base fundamentalmente agraria y luego, sobre el renaciente
sistema de ciudades, dando nacimiento al feudalismo, que se desarrolló como la nueva
forma de organización del territorio, sin embargo, los reinos romanizados se
dividieron, tras un periodo de vacíos de poder y luchas a nivel local, en unidades mas
o menos independientes, en los que la autoridad del rey estuvo sostenida por el poder
militar de la nobleza que a su vez, se sustentó en la extensión, riqueza y población de
dominios habitados por campesinos, que podían ser reclutados para la guerra.

En la cúspide del poder del sistema el rey, dueño simbólico del territorio, concedía la
propiedad a las aristocracias guerreras, estructurando así la pirámide de su poder. En
la base del sistema, entre los campesinos, predominaba la economía domestica con
una producción destinada al consumo propio. En el medio se ubican los señores
feudales en el echo los propietarios de la tierra, gobernando con poderes absolutos y
sometiendo a la población campesina a una servidumbre completa de vida y
haciendas, a cambio de una protección que consistía mas que en una política de bien
publico, en una dirección organizativa del conjunto.

El carácter fundamentalmente agrario de la sociedad feudal humanizó el paisaje, con


una ocupación más extensiva del territorio. Este cambio constituyó una variación
importante respecto de la situación anterior, en la que la actividad humana se había
centrado sensiblemente alrededor de las ciudades donde era fácil de controlar política,
económica y militarmente.

EL PAPEL DE LA IGLESIA
Un elemento importante de considerar cuando se analiza la ruralización sufrida por la
población europea después de la caída de roma, es el rol que juega en la organización
del territorio la iglesia cristiana básicamente la católica.

El desarrollo de ordenes religiosos de vida monástica fue avanzando por todo el


territorio europeo, en la medida que se desplomaban las ciudades, llegando a
constituir los monasterios y conventos, verdaderas islas, enclaves de civilización, que
no solo dieron origen a nuevas ciudades sino que, durante el periodo más obscuro de
la edad media cumplieron la función de archivos del saber.

El monaterio constituía, en realidad, una nueva especie de polis, donde las personas
que pensaban de una misma manera no solo se reunían en ceremonias ocasionales sino
para habitar permanentemente. La colonia monástica pasó a ser una verdadera
ciudadela, fue allí, también donde se estableció el valor práctico de la moderación, el
orden, la regularidad, la honradez y la disciplina, antes de que estas cualidades se
transmitieran a la ciudad medieval en forma de invenciones: el reloj, el libro de
contabilidad, etc.

En la practica la iglesia fue desarrollando un control paulatino y creciente sobre:

- El poder político, por la influencia creciente de los pensadores cristianos y la curia,


en la medida en que aquellos desarrollaban la teología, y estos, ejercieron el poder
espiritual sobre las personas por la fe y el temor a dios.

- El saber, en la medida en que en torno a la iglesia se desarrollaron las universidades


que, comentaron, difundieron y ampliaron el contenido de los libros.

LAS INVACIONES DE MOROS Y VIKINGIOS

La temprana edad media se extendió entre los siglos VI y IX, siendo un periodo de
grandes ajustes políticos, sociales y económicos. Calificado como románico cuando se
habla de arquitectura, es un periodo en que la influencia romanizadora es aun
perceptible. Sin embargo, entre fines de los siglos VIII y X Europa sufrió dos impactos
que tuvieron grandes consecuencias: por el norte las invasiones vikingas y por el sur
la acometida de los Arabes. Que empeoraron la situación económica de extensas zonas
y determinaron grandes cambios en la estructura del poder, pero tuvieron una gran
influencia en el desarrollo de las ciudades: estas se convirtieron en el refugio y
baluarte de las poblaciones rurales y debieron modificar sus estructuras sociales,
productivas y políticas. El aislamiento que había garantizado seguridad al
desmembrarse el imperio, ya no constituyó una garantía y las poblaciones se
agruparon para conseguir esa seguridad.

Las ciudades fortalecidas por la acumulación de población, encabezaron el


contraataque contra los vikingos en el norte y centro de Europa y contra los moros en
España, de manera que la lucha contra el enemigo significó establecer, consolidar y
fortificar ciudades. Este fenómeno es particularmente sensible en la península ibérica,
donde la acción de reconquista contra los Arabes estuvo jalonada de fundaciones,
remodelaciones y ampliaciones de ciudades, circunstancia que explica el método de
conquista fundamentalmente urbano aplicado por España en América.

EL DESPERTAR DE LA CIUDAD DURANTE LA ALTA EDAD MEDIA

Las necesidades de la defensa contra las amenazas de mundo exterior llevaron al


mundo medieval europeo a desarrollar economías de mayor dinámica, mejores líneas
de comunicación, rutas comerciales más seguras, centros de abastecimiento
alternativos, actividades de producción de elementos militares y civiles, nuevas formas
de artesanía, nuevos métodos más eficientes de trabajo, etc. Situaciones que
redundaron en una mayor dinámica y complejidad urbanas, en un aumento de la
población de las ciudades y de su centralizada respecto del territorio. Coopero a esta
“vivificación” de lo urbano, la evolución de la situación política general, en la que las
estructuras de poder de los reinos comenzaban a constituir territorios unitarios
claramente definidos por fronteras, encontraron en las ciudades mejores puntos de
apoyo que en las poblaciones dispersas.

La cuidad de la alta edad media, sin embargo, no apareció sino hasta el siglo XI y no
se desarrollo propiamente sino hasta los siglos XII y XIII.SE genero como contra
parte de la sociedad feudal agraria por el desarrollo de grupos específicos de
comerciantes y artesanos.

El desenvolvimiento del comercio y la industria tuvo como consecuencia el cambio de


la composición de la sociedad medieval, apareció una nueva categoría de persona
entre el siervo sometido y el señor feudal: fue el ciudadano o burgués que no solo se
dedicaba al comercio o la producción, sino que prestaba organizaba y desarrollaba la
serie de servicios que estas actividades demandaban para mejor funcionar, armadores
de bancos, alarifes, cuidadores de caballos, albañiles, etc. fueron apareciendo hasta
constituir una abigarrada serie de oficios y profesiones estrictamente urbanos que
hacen a una ciudad.

Las ciudades comenzaron a atraer cada vez a un numero mayor de personas del
medio rural, en la medida en que no solo ofrecieron seguridad y trabajo, sino una
liberación de la servidumbre del campo.

El desarrollo de la burguesía urbana significó un conflicto con el orden feudal, que,


sin embargo, no tuvo una connotación política, consistió simplemente en una
búsqueda de un nuevo estado de equilibrio que permitiese las franquicias necesarias,
estado se alcanzo rápidamente cuando la aristocracia percibió que los beneficios del
nuevo sistema podían ser superiores a los del antiguo.

La ciudad medieval constituyó un área de libertades en medio del mundo rural,


siendo percibida como un lugar más democrático y liberal que este. Al mismo tiempo
fueron cayendo poco apoco en desuso los derechos señoriales siendo sustituido por
tributos pagados por los ciudadanos por el goce de servicios comunitarios, servicios de
gobierno y servicios de defensa.
Paralelamente a este fenómeno de desarrollo de libertades urbanas y de constitución
de derechos y obligaciones ciudadanas, se fue dando su sanción jurídica por medio del
establecimiento de franquicias, fueros, cartas pueblas, etc. Y por la constitución de
instituciones de bien público, capaces de administrar los bienes entendidos como de
comunidad, estos constituidos por calles, plazas, murallas, edificios públicos, etc. se
había constituido por la suma de cesiones de partes de la propiedad personal que los
privados habían venido haciendo, justamente para permitirse el goce de esta
propiedad. Este es el origen de los vienes comunes de uso publico y los sistemas de
contribuciones voluntarias para atender a su mejoramiento y manutención y a las
obras comunitarias excepcionales. En la medida que estas contribuciones se
sistematizaron, se hicieron regulares y orientaron al bien común futuro la ciudad llego
a alcanzar una personería que le fue propia y permanente, que comenzó a ser
percibida como independiente de los ciudadanos de un determinado tiempo y se
constituye en un carácter nuevo de lo urbano. Apareció así el concepto de comuna.

El desarrollo de las ciudades y de los derechos de los ciudadanos trajo consigo,


además. De una serie de cambios en el concepto de ley que se había tenido durante el
régimen feudal. No se trataba ya de un conjunto de obligaciones personales con el
señor feudal, sino de una serie de normas generales de común aplicación, más severas
y especificas por la necesidad de mantener una disciplina más estricta tanto dentro de
la ciudad y un orden dentro de la vida diaria más regular.

Como se ve, se volvía al concepto de ley que había existido durante el imperio romano,
pero esta ley lejos de emanar de un poder central o ser impuesta por él a las ciudades,
se originaba en el ejercicio de libertades, emanaba de la praxis y tenía por objeto la
independencia de acción.

En algunos lugares la urbanización fue fomentada por las aristocracias locales que
cobraron por el uso de la tierra bien localizada a los comerciantes, por el uso de
caminos bien tenidos a los viajeros y por la seguridad y colocación de su producción a
los industriales y artesanos, dando lugar a la constitución de alianzas donde la nobleza
llego a ocupar el lugar de una corporación mas en el conjunto social. En otros lugares
en cambio, la urbanización fue resistida por los caballeros, dando lugar a las alianzas
entre el pueblo y el poder del rey, siempre interesado en evitar un crecimiento
peligroso del poder de l nobleza. Estas diferencias dieron lugar a los distintos matices
de municipio o concepto de la administración del bien común que se encuentran en
Europa.

Las nuevas circunstancias generadas determinaron un resurgimiento activo del


comercio, que fue posible por la generación de excedentes agrícolas producto de
mejoras introducidas en los cultivos, del crecimiento poblacional determinado por una
relativa mayor abundancia y de la introducción de una serie de técnicas y
descubrimientos traídos desde oriente, aportados por las cruzadas.

En este cambio cualitativo fueron determinantes los nuevos métodos de labranza, el


abono de los campos y el riego agrícola, que permitieron ampliar la superficie arable
en todo Europa. Como consecuencia, la población agraria paso rápidamente d un
nivel de subsistencia a uno de producción expedientaría por el solo hecho desistir un
incentivo comercial, produciéndose un cambio en su base económica, los campesinos
dejaron de producir todo lo que necesitaban para producir solo aquello en lo que eran
mas eficientes, pasando a comprar en la ciudad con el dinero producto de la venta de
sus excedentes, los productos artesanales e industriales que ya no confeccionaban.
Esto echo a andar la maquina del progreso y produjo, en un fenómeno muy
interactivo, el desarrollo de las ciudades y del campo. En un par de siglos la población
europea creció hasta niveles que fueron comparables con los del siglo XIX y a pesar
del terrible embate de la peste negra sobre la población de las ciudades no perdió su
dinámica

La realidad urbana medieval se visualiza mejor en un esquema que muestra en un eje


temporal, los momentos que se pueden distinguir en la evolución de la ciudad
medieval, en relación con los hechos históricos más importantes.

LAS CIUDADES MEDIEVALES

Clasificadas en base a sus orígenes podemos decir que existen cinco grandes
categorías de ciudades en la Europa medieval, tres de ellas corresponden ciudades de
crecimiento orgánico:

- Ciudades de origen romano; comprende a la vez a aquellas que pudieron conservar


su estatus a lo largo de la alta edad media, aun cuando se redujeron
considerablemente en tamaño, y a las que fueron abandonadas, después de la caída
del imperio, pero que se establecieron de nuevo en sus emplazamientos originales.

 Burgos construidos como bases militares fortificadas y que más tarde fueron
adquiriendo funciones comerciales.

Las restantes categorías corresponden a ciudades nuevas que fueron establecidas


oficialmente en un momento dado, con completo estatus urbano, basadas o no en un
plan predeterminado:

 Ciudades bastide, fundadas en Francia, Inglaterra y Gales.

 Ciudades de nueva planta fundadas en toda Europa en general

Esta clasificación se ajusta en grandes rasgos a un orden cronológico.

LA FORMA URBANA MEDIEVAL

Cualesquiera que fueran sus orígenes, las ciudades medievales de los cinco grupos
enumerados al principio tienen contextos sociales, económicos y políticos similares en
la mayor parte de los países europeos. Son también parecidas en lo que respecta a la
mayoría de los detalles visuales: la misma clase de edificios vernáculos locales cubre
tanto la retícula formal de las nuevas ciudades planeadas, como los trazados
informales e incontrolados de las no planteadas de la misma época. Las partes que
componen la ciudad medieval normalmente son la muralla, con sus torres y puertas,
las calles y espacios afines destinados ala circulación, el mercado, alojado a veces en el
interior de un edificio y dotado de otros establecimientos comerciales, la iglesia, que,
en general se alza en su propio espacio urbano, y la gran masa de edificios de la
ciudad y los espacios destinados a jardines privados conexos a aquellos.

LA MURRALLA

Se puede establecer un mínimo de distinción categórica entre las defensas de las


ciudades inglesas y las de Europa continental. En Inglaterra desde el punto de vista
militar, la importancia de las murallas se redujo enormemente a causa del estado de
paz que reinaba en la isla, en consecuencia estas sirvieron principalmente de barreras
aduaneras, protegiendo los intereses comerciales de los ciudadanos. Sin embargo, en
el resto de Europa, la muralla retuvo su función militar primaria, además de su uso
como barrera de portazgo.

LAS CALLES

Todas las ciudades medievales disponían de un espacio, si no de varios, donde se tenía


lugar el mercado, en consecuencia, las principales vías publicas que unían el centro
con las puertas de la ciudad, aunque con frecuencia eran poco mas que estrechos e
irregulares callejones en las ciudades de crecimiento orgánico, constituían extensiones
lineales del mercado como rutas de comunicación, y la noción de una red de trafico se
hallaba tan ausente como la noción de trafico rodado permanente. La fachada que se
abría a la calle tenia, por lo tanto, un notable valor comercial, especialmente en las
inmediaciones de las puertas y del mercado, y su desarrollo en forma continua fue lo
normal. Mas adelante también se convirtió en un echo usual el que se formaran
estrechos pasajes que, partiendo de las calles, daban acceso a calles menores y
permitían el desarrollo de jardines traseros como patios.

Los desplazamientos en las ciudades medievales se efectuaban generalmente a pie y el


transporte de mercadería se realizaba mediante animales de carga.

A lo largo de oda la edad media se manifiesta la tendencia de los edificios a invadir


cada vez mas las calles (e incluso los puentes) y los espacios públicos abiertos. Los
intentos de regularización gradual fueron poco afortunados. Los pisos superiores
fueron aumentando sus vuelos sobre las calles hasta el extremo de poder estrechar la
mano al vecino de enfrente.

Existe un estero tipo de ciudad medieval con calles estrechas entre edificaciones
regulares, donde la situación usual era de superpoblación y desorden, situación
pintoresca, pero insalubre, donde el espacio privado al aire libre es limitado, con
excepción de los espacios de la iglesia y el mercado, y que la urbanización tenia
densidad uniforme en todas partes de la ciudad. La verdad es que la ciudad medieval
se hallaba más próxima a una actual aldea o población rural que a una abarrotada
aglomeración urbana comercial.

EL MERCADO

La comercialización de productos, la razón de ser de la ciudad medieval, tenia lugar


de varios modos fundamentales. Dos tipos son comunes tanto a las ciudades de
crecimiento orgánico como a las planeadas; el primero, aquel en que el mercado
ocupa una plaza destinada a este único fin, situada normalmente en el centro urbano o
en sus inmediaciones; el segundo, en que aquel se sitúa en el ensanchamiento de la
calle principal. Para las ciudades de crecimiento orgánico se plantea otro tipo de
mercado además de los anteriores: las plazas en la puerta de entrada a la ciudad.

En las poblaciones planeadas cuyo trazado se basa en una estructura de retícula


regular, la plaza del mercado es el tipo mas frecuente. En este caso su forma regular
es la de un hueco en la retícula, rodeado por calles en sus cuatro lados. En la Europa
continental era usual que los edificios que rodeaban la plaza tuvieran la misma altura,
y estuvieran unidos en planta baja mediante soportales bajo los cuales las calles se
prolongaban frecuentemente a lo largo de la plaza. Es característico que la mayoría
de las plazas tengan mercados cubiertos, a veces en dos plantas, pero, en cambio, son
raros los ejemplos en que la iglesia da frente a la plaza del mercado. La calle del
mercado se incorporaba con mucha menos frecuencia en las ciudades planeadas, y
nunca en las bastides.

En las poblaciones de crecimiento sin planeamiento, la plaza y la calle del mercado


desafían cualquier descripción precisa: no había dos trazados iguales, cada una poseía
su propio carácter espacial distinto. En las ciudades que han evolucionado en forma
natural a partir de antiguas aldeas, puestos de comercio, etc. La vía publica principal
se convierte automáticamente en el emplazamiento del mercado, ya que el trafico es el
elemento vital en el crecimiento de la ciudad. El área inmediata a la parte interna de
la puerta de la ciudad, era otro lugar lógico para el desarrollo de actividades
comerciales. Este ultimo tipo de mercado, no obstante, raramente llego a ser el más
importante en la ciudad.

LA PLAZA DE LA IGLESIA

El espacio situado ante la iglesia, el pavis medieval, no debe confundirse con aquella
parte del cementerio contiguo a la iglesia. Era el pavis donde los fieles se reunían antes
y después del oficio divino, donde se escuchaban los ocasionales sermones al aire libre,
donde venían a pasar las procesiones. Era en ese lugar contiguo a la fachada
occidental de la iglesia, donde la gente de fuera d la ciudad dejaba sus caballos, por lo
cual pronto se construyeron establos de vario tipos. El pavis obligaba a que las iglesias
estuvieran situadas dentro de su propio espacio. Como lindaba frecuentemente con la
plaza del mercado, la existencia de un núcleo bipartito es una característica típica de
las ciudades medievales, tanto de las planeadas como de las no planeadas.

CONCLUCION Y CRITICA
Al caer el imperio romano, que mantenía un cierto orden de vida donde cada
individuo tenia un rol definido dentro de la sociedad, el hombre se vio indefenso frente
al medio, la población ya disminuida de las ciudades del imperio se vio obligada a
dispersarse en busca de una nueva forma de vida que le devolviera la seguridad
perdida.

La perdida de la fe de la población en las deidades y religiones paganas, hasta


entonces poderosas, envista de su fracaso en detener las calamidades e invasiones, da
fuerza al cristianismo, una religión al fin y al cabo una religión esperanzadora y de
salvación, iglesia que hábilmente mezcla paganismo y cristianismo, la evidencia de
esto se advierte hasta hoy en la costumbre cristiana de un culto a las imágenes con
fuerte sentido local.

En términos ontológicos, la caída del imperio provoco, la perdida de la noción de


integridad y totalidad de la cultura romana, con la consiguiente reducción de la
noción del mundo a poco mas de lo que veían los ojos, se pierde el concepto de
universo sistemático y ordenado.

De este modo la iglesia devuelve ese orden, en consecuencia las ciudades episcopales,
los monasterios y los conventos fueron elementos esenciales la vida urbana, formando
la base del sistema de relaciones comerciales dando poco a poco origen al
resurgimiento del urbanismo como forma de vida.

La sociedad se vuelve, en esta época, polarizada y extremista, en que la población civil


dispersa pasa a depender de quien pueda darle protección, quedando condenada ala
servidumbre, donde el poder lo tienen los que resultaran mejor parados luego de la
caída del imperio y el clero constituye el único ente estable.

Mas tarde, en la ciudad el hombre encontró en los asentamientos urbanos una


respuesta a sus necesidades: protección, abastecimiento y en especial libertad, vivir en
la ciudad o comerciar en ella significaba independencia y autonomía, arrancar de la
servidumbre y del abuso del señor feudal.

Con respecto a la forma urbana medieval es importante preguntarse como se veía el


urbanismo, hasta que punto era importante para el hombre conseguir el orden y la
belleza. Según Zucker, “exceptuando las relativamente escasas ciudades planificadas,
la estructuración de la ciudad como tal no era ni comprendida ni deseada por los
constructores” lo que no significa que no hubiera preocupación alguna por la
organización espacial o la estética, pues los pueblos se unían para tomar decisiones
colectivas como ensanche de calles, mantenimiento o ampliación de murallas, etc. sin
embargo, la preocupación por la estética se presento mas en Italia que en el resto del
continente “en el siglo XIII, bolonia tenia contratados una serie de arquitectos cuya
misión consistía en supervisar todas las obras y edificios públicos” podría
considerarse esto como un presagio del renacimiento, donde se desarrollarían los
siglos de urbanismo mas ordenadamente desarrollado.

INTRODUCCION
La edad media es vista normalmente como un periodo de inamovilidad social en que
el feudalismo es la única forma de vida, el clero resulta opresor y corrupto, el
comercio prácticamente no se desarrolla, pero en especial es percibida como una
etapa donde la ciudad y el urbanismo no existían.

El presente informe rompe con esta imagen estereotipada de la edad media, partiendo
de la base de que la ciudad es la expresión física de un fenómeno social, se aborda el
urbanismo en la época, desde el punto de vista del contexto histórico que potencia o
impide su desarrollo, lo social, económico, religioso, etc.

Universidad del Bio Bio

Evolución Desde La Edad Media Hasta El Renacimiento

Para la Edad Media, se habla que comenzó a partir de la caída del Imperio romano de
Occidente, y culmina en el siglo XV, a partir del Renacimiento. No obstante, las fechas
anteriores no deben de ser tomadas como referencias fijas, ya que nunca ha existido un
cambio brusco entre una época y otra de desarrollo cultural de un continente.
Presuntamente, este término lo utilizó por vez primera el historiador Flavio Biondo de
Forli, en su obra Historiarum ab inclinatione romanorun imperli decades (Décadas de
historia desde la decadencia del Imperio Romano), escrita treinta años antes de su
publicación, en 1438. El término implicó en su origen una parálisis del progreso,
considerando a la Edad Media como un período de estancamiento cultural, ubicada
cronológicamente entre la gloriosa Antigüedad Clásica, y el Renacimiento. De todos
modos, en la actualidad, investigaciones consideran a este período como uno de los más
importantes dentro de la evolución de Europa.

El Renacimiento, en cambio, directamente se caracteriza por tener un renovado interés por


el pasado grecorromano clásico y especialmente por su arte. El Renacimiento comenzó en
Italia, y se difundió por toda Europa durante los siglos XV y XVI. En esta etapa de la
historia, la sociedad feudal de la Edad Media, caracterizada por una economía
esencialmente agrícola y una vida cultural e intelectual domeñada por la Iglesia, se
transformó en una sociedad gradualmente dominada por instituciones políticas
centralizadas, con una economía urbana y mercantil, en la cual se desarrolló un mecenazgo
en la educación, en las artes, y en la música.

El término Renacimiento fue utilizado por vez primera en 1855, por el historiador francés
Jules Michelet, en el que se refería al “descubrimiento del mundo y del hombre”, en el siglo
XVI. Jakob Burckhardt, historiador suizo, amplió este concepto en su obra La Civilización
del Renacimiento Italiano(1860), en la que delimitó el Renacimiento al situarlo en el
periodo comprendido entre el respectivo desarrollo artístico de os pintores Giotto y Miguel
Ángel, y definió a esta época como el nacimiento de la humanidad y de la conciencia
moderna tras un largo periodo de decadencia.

La más reciente investigación ha puesto fin al concepto de la Edad Media como una época
obscura e inactiva y ha mostrado cómo el siglo previo al Renacimiento estuvo repleto de
logros. Gracias a la scriptoria(aulas dedicadas al estudio) de los monasterios medievales se
conservaron obras de autores latinos como Virgilio, Ovidio, Cicerón y Séneca. El sistema
legal de la Europa moderna tuvo su origen en el desarrollo del Derecho civil y del Derecho
canónico durante los siglos XII y XIII, y los pensadores renacentistas continuaron la
tradición medieval de los estudios de gramática y retórica. En el campo de la teología,
durante el Renacimiento se continuaron las tradiciones medievales del escolasticismo y las
establecidas por las obras de santo Tomás de Aquino, Juan Escoto y Guillermo de Ockham.
El platonismo y el aristotelismo fueron cruciales para el pensamiento filosófico
renacentista. Los avances en las disciplinas matemáticas (y también en astronomía) estaban
en deuda con los precedentes medievales. Las escuelas Salerno y Montpellier fueron
destacados centros de educación en la medicina durante la Edad Media.

El Renacimiento italiano fue sobre todo un fenómeno urbano, un producto de las ciudades
que florecieron en el centro y norte de Italia, como Florencia, Ferrara, Milán y Venecia,
cuya riqueza financió los logros culturales renacentistas. Estas mismas ciudades no eran
producto del Renacimiento, sino del periodo de gran expansión demográfica de los siglos
XII y XIII. Los comerciantes medievales italianos desarrollaron técnicas mercantiles y
financieras como la contabilidad o las letras de cambio. La creación de la deuda pública
(concepto desconocido en épocas pasadas) permitió a esas ciudades financiar su expansión
territorial mediante la conquista militar. Sus mercaderes controlaron el comercio y las
finanzas europeas; esta fluida sociedad mercantil constataba claramente con la sociedad
rural de la Europa medieval. Era una sociedad menos jerárquica y más preocupada por sus
objetivos seculares.

Por supuesto, la edad media no acabó de forma repentina. No obstante, sería falso
considerar la historia como una perpetua continuidad y, por tanto, al renacimiento como
una mera continuación de la edad media. Una de las más significativas rupturas
renacentistas con la tradición medieval se encuentra en el campo de la historia. Las obras
Historiarum florentini populi libri XII (Doce libros de historias florentinas, 1420) de
Leonardo Bruno, las Istorie fiorentine (Historias florentinas, 1525) de Nicolás Maquiavelo,
Storia d´Italia (Historia de Italia, 1561-1564) de Francesco Guicciardini y Methodus ad
facilem historiarum cognitionem (Método para facilitar el conocimiento de la historia,
1566) de Jean Bodin (Bodino), estaban escritas bajo un punto de vista secular del tiempo y
con una actitud crítica hacia las fuentes históricas. La historia se convirtió en una rama de
la literatura más que de la teología; los historiadores renacentistas rechazaron la división
medieval cristiana de la historia, que se iniciaba con la Creación, seguida por la
encarnación de Jesús, para terminar con el posterior Juicio Final. La visión renacentista de
la historia también constaba de tres partes: comenzaba con la antigüedad, continuaba con la
edad media y se completaba con la edad de oro, o renacimiento, que acababa de iniciarse.
Mientras que los eruditos medievales contemplaban con recelo el mundo pagano griego y
romano creyendo que vivían en la última etapa histórica, previa al Juicio Final, sus colegas
renacentistas exaltaban el mundo clásico, condenaban el medievo como una etapa ignorante
y bárbara y proclamaban su propia era como la época de la luz y de regreso al clasicismo.
Esta visión era expresada por muchos pensadores renacentistas que recibieron el nombre de
humanistas.

La idea renacentista del humanismo supuso otra ruptura cultural con la tradición medieval.
Según el profesor estadounidense Paul Oscar Kristeller, este término, frecuentemente mal
interpretado, significa la tendencia general del renacimiento a “conceder la mayor
importancia a los estudios clásicos y a considerar la antigüedad clásica como la pauta
común y el modelo a seguir en toda la actividad cultural”. Se estudiaron los textos clásicos
y se enjuiciaron por sus propios valores; desde este momento ya no se utilizarían más para
embellecer y justificar la civilización cristiana. El gran interés por la antigüedad tuvo su
expresión en la febril y fructífera búsqueda de manuscritos clásicos; se redescubrieron los
Diálogos de Platón, los textos históricos de Heródoto y Tucídides, las obras de los
dramaturgos y poetas griegos, así como de los Padres de la Iglesia, que se publicaron
críticamente por primera vez. El estudio de la lengua griega se desarrolló en los siglos XV
y XVI gracias a la emigración de eruditos bizantinos que, tras la caída de Constantinopla en
manos del Imperio otomano en 1453, la enseñaron en Florencia, Ferrara y Milán. El estudio
de la literatura antigua, de la historia y de la filosofía moral, aunque a veces degeneró en
una imitación de los clásicos, tenía por objetivo crear seres humanos libres y civilizados,
personas de gusto y juicio, ciudadanos, en definitiva, más que sacerdotes y monjes.

La perfección del cuerpo humano mediante el entrenamiento físico, ideal que raramente se
conoció en la edad media, se convirtió en uno de los objetivos de la educación renacentista.
Los estudios humanísticos, junto a los grandes logros artísticos de la época, fueron
fomentados y apoyados económicamente por grandes familias como los Medici en
Florencia, los Este en Ferrara, los Sforza en Milán, los Gonzaga en Mantua, los duques de
Urbino, los dogos en Venecia y el Papado en Roma.

La recuperación y estudio de los clásicos originó la aparición de nuevas disciplinas —


filología clásica, arqueología, numismática y epigrafía— y afectó críticamente al desarrollo
de las ya existentes. En el campo de las bellas artes la ruptura decisiva con la tradición
medieval tuvo lugar en Florencia en torno a 1420, cuando el arte renacentista alcanzó el
concepto científico de perspectiva lineal que hizo posible representar el espacio
tridimensional de forma convincente en una superficie plana. Las obras del arquitecto
Filippo Brunelleschi y del pintor Masaccio son deslumbrantes ejemplos del uso de esta
técnica.

Donatello, considerado fundador de la escultura moderna, esculpió una estatua de David,


primer desnudo a tamaño natural desde la antigüedad. Desde mediados del siglo XV, las
formas y temas clásicos volvieron a ser utilizados: los motivos mitológicos tomados de las
fuentes literarias adornaron palacios, paredes, mobiliarios y vajillas; Pisanello retomó la
antigua costumbre de acuñar medallas para conmemorar a eminentes figuras, como el
político florentino Cosme de Medici; Piero Della Francesca, Andrea Mantegna y Sandro
Botticelli pintaron retratos de personajes de la nobleza, resaltando sus características
individuales. Los ideales renacentistas de armonía y proporción culminaron en las obras de
Rafael, Leonardo da Vinci y Miguel Ángel durante el siglo XVI.

También se hicieron progresos en medicina y anatomía, especialmente tras la traducción, en


los siglos XV y XVI, de numerosos trabajos de Hipócrates y Galeno; también fueron
traducidos en el siglo XVI algunos de los más avanzados tratados griegos sobre
matemáticas. Entre los avances realizados destacaron la solución de ecuaciones cúbicas y la
innovadora astronomía de Nicolás Copérnico, Tycho Brahe y Johannes Kepler. A finales
del siglo XVI, Galileo ya había dado un paso fundamental al aplicar modelos matemáticos
a la física. La geografía se transformó gracias a los conocimientos empíricos adquiridos a
través de las exploraciones y los descubrimientos de nuevos continentes y por las primeras
traducciones de las obras de Tolomeo y Estrabón.

En el campo de la tecnología, la invención de la imprenta en el siglo XV revolucionó la


difusión de los conocimientos. La imprenta incrementó el número de ejemplares, ofreció a
los eruditos textos idénticos con los que trabajar y convirtió el trabajo intelectual en una
labor colectiva. El uso de la pólvora transformó las tácticas militares entre los años 1450 y
1550, favoreciendo el desarrollo de la artillería, que mostró sus efectos devastadores contra
los muros de piedra de castillos y ciudades. El ejército medieval, encabezado por la
caballería y apoyado por arqueros, fue reemplazado progresivamente por la infantería,
provista de armas de fuego y picas; tales fuerzas formaron los primeros ejércitos
permanentes de Europa.

En el campo del derecho, se tendió a sustituir el abstracto método dialéctico de los juristas
medievales por una interpretación filológica e histórica de las fuentes del Derecho romano.
Por lo que respecta al pensamiento político, los teóricos renacentistas recusaron, pero no
anularon, la proposición medieval de que la preservación de la libertad, del derecho y de la
justicia constituía el objetivo fundamental de la vida política. Los renacentistas aseveraron
que la misión central del gobernante era mantener la seguridad y la paz. Maquiavelo
sostenía que la virtú (la fuerza creativa) del gobernante era la clave para el mantenimiento
de su propia posición y el bienestar de sus súbditos, idea consonante con la política de la
época.

Durante el renacimiento, las ciudades italianas se convirtieron en estados territoriales que


buscaban expandirse a costa de otros. La unificación territorial tuvo lugar también en
España, Francia e Inglaterra, lo que condujo a la formación del Estado nacional moderno.
Este proceso contó con la ayuda de la moderna diplomacia, configurada, al tiempo que las
nuevas tácticas militares, cuando las ciudades-estado italianas establecieron embajadas
permanentes en cortes extranjeras. En el siglo XVI la institución de la embajada estable se
hallaba extendida por el norte del continente, en Francia, Inglaterra y en el Sacro Imperio
Romano Germánico.

La Edad Media estaba caracterizada por una rígida sociedad estatal dentro de un sistema
feudal. La vida se centraba en pequeñas áreas dominadas por un señor, centrando sus
actividades principalmente en la agricultura, por lo que era escaso el desarrollo de ciudades.
Se autoabastecían, y por ello el dinero no era fundamental para el intercambio. El rey
pagaba en tierras a los grandes señores que se las cedían a sus vasallos a cambio de sus
servicios. A partir de los siglos XIII y XIV hay un progreso en las ciudades que continuará.
La vida urbana favorece el desarrollo de la burguesía, comercio e industria, y como
consecuencia, acaban con el feudalismo, al que le sucederá el capitalismo. En la Edad
Media predominan la industria y la economía de mercado, que producen cambios en la
civilización. Al iniciarse el periodo del Renacimiento se forman las naciones modernas
mediante la centralización del poder en manos de un rey, que en los grandes reinos como
Inglaterra, Francia, y España pretenden acentuar su poder para que alcancen tanta autoridad
como la del Papado. Así surge el concepto de estado hacia 1500. Italia, por su parte, no
sigue el mismo proceso de unidad nacional, e divide en comunidades urbanas
independientes, y en estas unidades es donde hay un mayor impulso del renacimiento
cultural.

La única institución europea con carácter universal fue la Iglesia, pero incluso en ella se
había producido una fragmentación de la autoridad. Todo el poder en el seno de la jerarquía
eclesiástica estaba en las manos de los obispos de cada región. El papa tenía una cierta
preeminencia basada en el hecho de ser sucesor de san Pedro, primer obispo de Roma, a
quien Cristo le había otorgado la máxima autoridad eclesiástica. No obstante, la elaborada
maquinaria del gobierno eclesiástico y la idea de una Iglesia encabezada por el papa no se
desarrollarían hasta pasados 500 años. La Iglesia se veía a sí misma como una comunidad
espiritual de creyentes cristianos, exiliados del reino de Dios, que aguardaba en un mundo
hostil el día de la salvación. Los miembros más destacados de esta comunidad se hallaban
en los monasterios, diseminados por toda Europa y alejados de la jerarquía eclesiástica.

El clero renacentista, particularmente su más alta jerarquía, ajustó su comportamiento a la


ética y costumbres de la sociedad laica. Las actividades de los papas, cardenales y obispos
apenas se diferenciaban de las usuales entre los mercaderes y políticos de la época. Al
mismo tiempo, la cristiandad se mantuvo como un elemento vital y esencial de la cultura
renacentista. Predicadores como san Bernardino de Siena y teólogos o prelados como San
Antonino de Florencia, gozaron de gran prestigio y fueron venerados. Además muchos
humanistas se preocuparon por cuestiones teológicas y aplicaron los nuevos conocimientos
filológicos e históricos para estudiar e interpretar a los Padres de la Iglesia. El acercamiento
humanista a la teología y a las Escrituras se puede observar desde el erudito y poeta italiano
Petrarca hasta el holandés Erasmo de Rotterdam, lo que tuvo un poderoso impacto sobre los
católicos y protestantes. “Acaso fuera más conveniente pasar en silencio a los Teólogos, ya
que este asunto peor es meneallo, y mejor no tocar una hierba tan pestífera; no vaya a
suceder que tal gente, que es en alto grado severa e irascible, caiga sobre mí con un copioso
escuadrón de conclusiones para obligarme a cantar la palinodia, y, caso de que no se las
admita, pongan el grito en el cielo llamándome hereje, que no de otra suerte suelen
confundir con sus rayos a quienes la son poco propicios.” Erasmo de Rotterdam explica su
forma de pensar ante una sociedad de la que no acepta su manera de actuar y razonar, con
su libro del Elogio de la Locura, en que se opone a la decadencia de la sociedad.

El hombre renacentista adquiere una nueva visión de la vida. Mientras que el hombre
medieval aceptaba el orden preestablecido de las cosas del mundo por creerlo obra de Dios
(teocentrismo). El hombre renacentista, en cambio, se considera a sí mismo como el meollo
del universo (antropocentrismo), de esta forma el mundo deja de ser un “valle de lágrimas”
para convertirse en un lugar de belleza digno de ser gozado. La confianza en el poder de la
razón junto a la observación y la experimentación promueve el sentido crítico y la
curiosidad científica.

Surge un nuevo modelo del hombre ideal que es una síntesis armónica de los tipos
medievales del clérigo y del caballero: el cortesano. Éste debe desarrollar sus cualidades
físicas en el manejo de las armas y en la destreza en los juegos a la vez que cultiva sus
cualidades espirituales con el conocimiento de las letras y el cultivo de la inteligencia.
El hombre renacentista prefería invitar a una dama a disfrutar del amor y de la vida antes de
que la vejez o la muerte destruyan su belleza. La estética renacentista debía tener ciertas
características bien definidas, como los límites claros y contornos precisos. Debía de ser
armoniosa en el sentido de la proporción, poseer belleza serena. Se debía emprender la
búsqueda de la belleza como un fin. Se daba gran valoración a la naturaleza idealizada
donde todo debía de ser armónico, además de relajante y muy equilibrado.

En la Edad Media la poesía adquiere varios aspectos: por un lado se le identifica como una
época de barbarie, como un prolongado sueño de inteligencia, como una época tenebrosa y
de obscuridad; pero surge una poesía predominante espiritual, con una fuerza centrífuga
hacia Dios. El arte era un accesorio de la religión.

Los hombres creían que el Medium Evum (medio evo) era el lapso que un hombre vive en
el mundo entre el pecado y su expiación, mediante la penitencia, para lograr en la otra vida,
la Edad Definitiva. El universo se concebía limitada y comprensible: la Tierra y el hombre
construían su centro; el Cielo y el Infierno son los lugares para su vida futura. La poesía se
sometió también a esta forma de arte que en un sentido amplio, podemos llamar social, en
cuanto se ponían al servicio de las colectivas necesidades religiosas. Surgen los poemas
dedicados a los Caballeros que lograban la victoria en diversos combates como el poema
del Mio Cid, El Cantar de los Siete Infantes de Lara, y otros. Dante Alghieri se consolidó
como el poeta más grande del medio evo. Descubriendo en su obra La Divina Comedia los
horrores del infierno y la gloria del paraíso, sintetizando y coronando la actitud religiosa del
medio evo, marca el fin de la Edad Media

Ya llegando al Renacimiento, los artistas con gran entusiasmo se dedicaron a buscar


manuscritos monumentos y esculturas, los vestigios de las civilizaciones griegas y romanas,
y crean a su vez obras inspiradas en ellas, así el mundo clásico volvía a nacer, es por ello
que a esta época surgida en Italia se le llamó Renacimiento. La administración ante la
maestría individual, el entusiasmo por el hombre es sentimiento esencial de la época
renacentista.

El Renacimiento fue una gran época para los descubrimientos: Cristóbal Colón descubre
América, se confirma la redondez de la Tierra, se inventa la imprenta, se descubre la teoría
heliocéntrica, prosperan las literaturas y las artes, la prosa florece con la aparición de
nuevos géneros. Todo esto para dar renacer a todos los escritores que surgen en España,
Francia, Alemania, Holanda, Bélgica, Inglaterra y Austria.

Dentro del Renacimiento surge la poesía Nuhuátl, la cual fue creada no para leerse ni
recitarse, sino para cantarse en reuniones artísticas muy refinadas por los intérpretes líricos.

La música, el canto y la danza, iban normalmente unidos haciendo conducir la medida de


los versos con música, que seguía los pasos de la danza, haciendo de estas interpretaciones
verdaderos espectáculos de arte.

Algunos medievalistas afirman que la hinchada elocuencia y el insípido neoclasicismo de


muchos escritos humanistas debilitan la pretensión de que el renacimiento constituye un
punto de inflexión en la civilización occidental. Aunque esas aseveraciones son válidas en
cierta medida, el renacimiento fue sin duda una época en la que las antiguas creencias
fueron puestas a prueba y la ebullición intelectual que entonces se produjo preparó el
camino a los pensadores y científicos del siglo XVII. La idea renacentista de que la
humanidad domina a la naturaleza es análoga al concepto del control del hombre sobre los
elementos de la naturaleza explicado por Francis Bacon, concepto que inició el desarrollo
de la ciencia y de la tecnología moderna. No obstante, el renacimiento ha legado, por
encima de todo, monumentos de gran belleza artística que se mantienen como definiciones
perennes de la cultura occidental.

UNIDAD III: BAJA EDAD MEDIA b) urbana


LE GOFF Jacques, La Civilización Del Occidente Medieval,  Barcelona,
Paidós, 1999. (Selección de textos MF)

El tiempo medieval es sobre todo un tiempo agrícola. En ese mundo donde la


tierra es lo esencial, donde vive —rica o pobremente— casi toda la sociedad, la
principal referencia cronológica es una referencia rural.

No cabe duda de que el tiempo medieval cambia —todavía lentamente— a lo


largo del siglo XIV. El éxito del movimiento urbano, los progresos de la burguesía
de comerciantes y de empresarios que sienten la necesidad de controlar más de
cerca el tiempo de trabajo y de las operaciones comerciales —sobre todo las
bancadas, con el desarrollo de la letra de cambio—, rompen y unifican el tiempo
tradicional. Ya en el siglo XIII, el pregón o la trompa del vigilante indicaba el
comienzo de la jornada, y pronto la campana del trabajo aparece en las ciudades
comerciales, sobre todo las ciudades con industrias textiles, en Flandes, en Italia y
en Alemania. Además, el progreso técnico, fomentado por la evolución de la
ciencia que criticaba la física aristotélica y tomista, rompe el tiempo y lo hace
discontinuo permitiendo con ello la aparición de los  relojes que miden la hora en
el sentido moderno, vigésimocuarta parte del día.

Es cierto que, a la larga, el progreso de la burguesía urbana socava la feudalidad


pero, a finales del siglo XIII, está aún lejos de dominarla, ni siquiera en el plano
económico.

Será menester esperar aún siglos para que la distancia creciente entre el poder
económico y la debilidad social y política de las capas superiores urbanas
produzca las revoluciones burguesas de los siglos XVII y XVIII.

No cabe duda de que el tiempo medieval cambia —todavía lentamente— a lo


largo del siglo XIV. El éxito del movimiento urbano, los progresos de la burguesía
de comerciantes y de empresarios que sienten la necesidad de controlar más de
cerca el tiempo de trabajo y de las operaciones comerciales —sobre todo las
bancadas, con el desarrollo de la letra de cambio—, rompen y unifican el tiempo
tradicional. Ya en el siglo XIII, el pregón o la trompa del vigilante indicaba el
comienzo de la jornada, y pronto la campana del trabajo aparece en las ciudades
comerciales, sobre todo las ciudades con industrias textiles, en Flandes, en Italia y
en Alemania.

La ciudad medieval, sin embargo, no parece a primera vista un monstruo


espantoso por su tamaño. A comienzos del siglo XIV, muy pocas ciudades
sobrepasan, y de poco, los cien mil habitantes: Venecia, Milán. París, la mayor
ciudad de la cristiandad septentrional, no llegaba sin duda a los doscientos mil
habitantes que se le han atribuido a veces con gran generosidad. Brujas, Gante,
Toulouse, Londres, Hamburgo, Lübeck y todas las demás ciudades de esta
importancia, las de primera fila, contaban de veinte mil a cuarenta mil habitantes.

Una ciudad medieval: observá las dos líneas de muralla que protegen tanto el
centro  civil y comercial (la plaza y el ayuntamiento) y el religioso ( la catedral)
Por lo demás, como se ha observado a veces con toda razón, la ciudad medieval
continúa muy compenetrada con el campo. Los ciudadanos llevan en ella una vida
semirrural. En su interior, sus murallas albergan viñas, huertos, incluso prados y
campos, ganado, estercoleros.

No obstante, el contraste ciudad-campo fue mayor en la Edad Media que en casi


todo el resto de las sociedades y de las civilizaciones. Los muros de una ciudad
son una frontera, la más fuerte de las conocidas en esta época. Las murallas, con
sus torres y sus puertas, sirven para separar dos mundos. Las ciudades
consolidan su originalidad, su particularidad, y reproducen de forma ostentatoria
en sus sellos esas murallas que las protegen. Trono del bien, es decir, Jerusalén;
sede del mal, es decir, Babilonia, la ciudad en el Occidente medieval siempre es el
símbolo de loextraordinario. Ser ciudadano o campesino, he ahí una de las
grandes líneas de separación surgidas en la sociedad medieval.

Entre los siglos X y XIII, la faz de  las ciudades de Occidente cambia. Hay una
función que se hace esencial en ellas, que reanima las viejas ciudades y crea
otras nuevas: la función económica, función comercial y también artesanal. La
ciudad se convierte en el hogar de lo que los señores feudales detestan: la
vergonzosa actividad económica. Pero el principal frente de las tensiones sociales
es el campo. La lucha se hace endémica entre señores y campesinos. A veces se
desata en crisis de gran violencia. Todo ello es debido a que, si en las ciudades de
los siglos XI al XIII, las revueltas están encabezadas por los burgueses ansiosos
por asegurarse el poder político que garantiza el libre ejercicio de sus actividades
profesionales, y por lo tanto su fortuna, y les confiere un prestigio proporcional a
su poder económico, en el campo, en cambio, las revueltas de los campesinos no
tienen sólo por objeto mejorar su situación, fijando, disminuyendo o aboliendo los
servicios y las prestaciones gratuitas que cargan pesadamente sobre ellos, sino
que son con frecuencia la simple expresión de la lucha por la vida. La mayoría de
los campesinos constituyen esta masa casi al borde del límite alimentario, del
hambre y de la epidemia.

 
Tejedor  medieval. La mujer estuvo siempre
presente en el trabajo textil, por ejemplo, como en este caso, devanando la lana que luego
sería tejida por su marido. También podía suceder que se contrataran devanadoras que
solían hacer el trabajo en sus casas y luego llevarlo ellas mismas al taller.

El enfrentamiento entre las clases, fundamental en el campo, reaparece muy


pronto en las ciudades, no ya como la lucha de los burgueses victoriosos contra
los señores, sino  como la del pueblo bajo contra los ricos burgueses De hecho,
desde finales del siglo XII hasta el siglo XIV se va dibujando una nueva línea de
fractura social en las ciudades que enfrenta a ricos y pobres, a débiles y
poderosos, al popolo minuto y al popolo grosso La formación de esta categoría
urbana dominante, a la que se ha denominado el patriarcado, compuesto por un
grupo de familias que acumulan la propiedad inmobiliaria urbana, la riqueza, el
dominio sobre la vida económica y el control de la vida política mediante el
monopolio de los cargos municipales, hace que se levante frente a ella la masa de
los nuevos oprimidos pobres y ricos se enfrentaban en las ciudades En las de
lengua francesa, donde hasta ahora se había hablado tradicionalmente de oficios
«fundados sobre el trabajo y sobre la mercancía», trabajo y mercancía se disocian
Los trabajadores manuales se levantan muy pronto contra aquellos que, a su vez,
les tratan de ociosos Ya a finales del siglo XIII, las huelgas y los motines contra los
«ricos hombres» se multiplican y, en el siglo XIV, a favor de la crisis, se suscitan
violentas revueltas en la mayoría de las ciudades. A pesar de la tendencia
maniquea de la Edad Media a simplificar todo conflicto como el enfrentamiento de
dos campos, el de los buenos y el de los malos, no hay que pensar por ello que la
lucha de clases se limitaba a esos duelos señores-campesinos, burgueses pueblo
La realidad era más compleja, y una de las razones principales del fracaso de los
débiles frente a los ricos fue, además de su debilidad económica y militar, las
divisiones internas que incrementaban su impotencia.  En la ciudad y en la aldea,
el gran centro social es la taberna. Puesto que se trata en general de una taberna
«banal», perteneciente al señor, y puesto que el vino o la cerveza que allí se
beben son, la mayoría de las veces, proporcionados o tasados por él, el señor
fomenta su asistencia. El cura, por el contrario, lanza vituperios contra ese centro
de vicio en el que se da libre curso a los juegos de azar y a la borrachera y donde
se hace la competencia a las reuniones parroquiales, a los sermones, a los oficios
religiosos. Recuérdese la taberna cuya algarabía ahogaba la voz del dominico a
quien escuchaba san Luis. La taberna no sólo reúne a los hombres de la aldea o
del barrio —ése es otro cuadro de solidaridades urbanas que adquirirá tanta
importancia a finales de la Edad Media, lo mismo que la calle, donde se agrupan
los hombres de una misma procedencia geográfica o de un mismo oficio—, sino
que desempeña además, con frecuencia, en la persona del tabernero, el papel de
banco de préstamos y acoge a los extranjeros dado que, la mayoría de las veces,
es al mismo tiempo un albergue. De ese modo, la taberna es un nudo esencial en
la red de relaciones. Desde ella se difunden las noticias portadoras de realidades
lejanas, las leyendas, los mitos. Las conversaciones que en ella se mantienen
forjan las mentalidades. Y como la bebida calienta los espíritus, la taberna
contribuye poderosamente a dar a la sociedad medieval ese tono apasionado,
esas embriagueces que hacen fermentar y estallar la violencia interior.

La iglesia de Notre Dame de París es una de las mayores representantes del arte
gótico. En ella se escucharon organa y discantos de  Leonino y Perotino, los
grandes c

Higiene en la Edad Media
¿Cómo era la higiene de las personas en la
edad media europea? ¿a qué olían las ciudades, las casas y las personas de esa época?

Hasta hace muy poco tiempo los europeos eran conocidos en México por su falta de baño y
los olores que desprendían. Quién no recuerda el dicho “hueles a francés”, utilizado para
expresar que una persona desprendía un tufo desagradable derivado de falta de baño.

Según he podido constatar en mis visitas y vivencias en aquél continente, esta costumbre
afortunadamente ha cambiado. Sin embargo, si hasta hace unos años los europeos eran
conocidos por su falta de limpieza, lo más lógico es pensar que los europeos de la edad
media más bien se caracterizaban por “oler a francés”. No me sorprendería que esa fuera
una de las causas de que la industria del perfume se hubiera desarrollado tanto en ese país.
Para su descargo yo argumentaría que, al menos en los países del norte de Europa, en la
época medieval tener un baño en invierno implicaba un desafío a la muerte.

Al parecer, a la caída del imperio romano decayó la costumbre del baño y muchas otras
relacionadas con la higiene, aunque se mantuvo durante algún tiempo. Sin embargo,
conforme transcurrió la edad media las ciudades europeas se transformaron en
asentamientos humanos fétidos e insalubres, que fueron fértil caldo de cultivo de
catastróficas pandemias.

Como este post no tiene ánimo académico ni de investigación profunda, decidí recopilar y
editar algunos datos curiosos sobre este tema que encontré en la red y que pueden resultar
entretenidos. Veamos algunos de ellos:

Baño

La concepción generalizada es que en la edad media las personas no tomaban baños y


vivían en un estado de completa suciedad, sin embargo parece que al menos en parte, esto
es un mito. Historiadores señalan que durante la mayor parte de esta época existió (al
menos en las ciudades) una actitud positiva hacia el baño, al que se otorgaban virtudes
terapéuticas, si bien no tanto como ocurría en los tiempos de gloria de la Roma imperial y
sus grandes termas.
Los baños públicos florecieron en las grandes ciudades europeas en el siglo XIII, y para el
siglo XV ya eran algo normal en pueblos medianos. Contrario a las elaboradas instalaciones
de los baños romanos o árabes con grandes albercas comunes de distintas temperaturas, los
baños medievales usaban tinajas de madera con agua caliente en las que cabían dos o tres
personas.

Baños medievales

De hecho, muchas de las ilustraciones medievales que sobreviven en nuestros días


muestran a la gente tomando baños comunales, y algunas otras muestran que también eran
comunes las mesas con comida y bebidas junto a las tinas o encima de ellas para comer
mientras se tomaba el baño.

Para mediados del siglo XIII, los baños públicos eran tan numerosos en París que los
estuviers, o propietarios, formaron su propio gremio. La popularidad de estos baños
públicos desencadenó otras actividades. De hecho, la palabra en inglés stew, cuya una de
sus acepciones significa burdel, proviene del francés etuves, o baño público. En el siglo XV
estos términos eran considerados sinónimos en varias ciudades de la Europa medieval.

El baño era también una parte importante en los rituales de los caballeros medievales. Para
su nombramiento, el candidato debía bañarse antes de pasar la noche en oración, con la
finalidad de que estuviera corporal y espiritualmente purificado antes de convertirse en
caballero.

La actitud de la iglesia hacia el baño no era positiva, lo condenaba ya que lo veía como un
lujo innecesario y pecaminoso. Estudiosos también señalan que esa actitud proviene en
parte de los primeros cristianos, donde los ascetas y eremitas evitaban el baño como un
modo de autoflagelación. Es probable que de documentos religiosos que condenaban al
baño es de donde proviene la actual concepción de que la gente de la edad media no se
bañaba.

Parece ser, sin embargo, que la sana costumbre del baño se vino abajo de la mano de las
grandes epidemias medievales, cuando comienza a pensarse que el agua es la culpable de
los contagios entre los cuerpos, porque a través de los poros de la piel se podía acceder a
todos los órganos. Empieza entonces la época del baño “en seco”, restringiéndose el uso del
agua a manos y cara. Esta situación se mantendría hasta casi el siglo XIX.

Necesidades fisiológicas
 
La orina humana en la edad media tuvo muchos usos. Esta era recogida en vasijas
(dispuestas en las calles y en los rellanos de las escaleras) y se utilizaba en las lavanderías
(por su alto contenido en amoniaco). La blancura de las lanas y los linos de senadores,
emperadores, reyes, nobles y caballeros procedía de los orines de los pobres, los siervos y
los campesinos.

Por muy desagradable que parezca, en la edad media la orina también era empleada para la
higiene bucal: los europeos de esa época se lavaban la boca con sus propios orines. Los
iberos, por ejemplo, almacenaban su orina en recipientes, la dejaban reposar un tiempo y
luego tomaban pequeñas cantidades para su uso como dentífrico. Los romanos adoptaron
esta costumbre, aunque como eran un poco más finos, mezclaban la orina con piedra pómez
y colorantes para hacer más llevadero el enjuague.

Parece que esta costumbre celtíbera caló hondo en la España de los siglos posteriores. En el
siglo XVI el licenciado Francisco Martínez aconseja en su obra Coloquio sobre la Materia
de la Boca y Maravillosa Obra de la Dentadura, lavarse la boca con agua fresca por la
mañana para templar el color de las encías y luego usar los orines. Cuenta cómo una señora
que tenía muy afectada la boca por una piorrea, acudió a varios doctores sin encontrar
mejoría a su dolencia. Ante semejante fracaso, un labrador le aconsejó que “tomase a las
mañanas los orines”, obteniendo un óptimo resultado, a lo que parece. Pero en esa época la
práctica no terminaba de convencer más allá de los Pirineos, como refleja este pasaje de
Erasmo de Rotterdam:

“Es preciso ser muy cuidadoso de tener los dientes limpios, pues blanquearlos con polvos
es propio de jovencitos. Frotarlos con sal y alúmina es muy perjudicial y servirse de la
orina para este propósito es cosa de españoles“.

La Roma antigua, o Córdoba y Sevilla en tiempos de los romanos y de los árabes estaban
más limpias que Paris o Londres en el medioevo, en cuyas casas no había desagües ni
baños. ¿Qué hacían entonces las personas? Habitualmente, frente a una necesidad
imperiosa el individuo se apartaba discretamente a una esquina. El escritor alemán Goethe
contaba que una vez que estuvo alojado en un hostal en Garda, Italia, al preguntar dónde
podía hacer sus necesidades, le indicaron tranquilamente que en el patio. La gente utilizaba
los callejones traseros de las casas o cualquier cauce cercano. Nombres de los como el del
francés Merderon revelan su antiguo uso. Los baños vertían sus desechos en fosas o pozos
negros, con frecuencia situados junto a los de agua potable, lo que aumentaba el riesgo de
enfermedades.

Fuentes (entre otras):

http://www.florilegium.org
http://www.portalplanetasedna.com.ar

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