GERENCIA SOCIAL I, Material del Curso a Distancia, Maestría de Gerencia Social, Lima:
Pontificia Universidad Católica del Perú
Tema 2
EL PROCESO DE INVESTIGACIÓN
Las exigencias y habilidades requeridas para la investigación científica son altas, pero no
deben convertirse en medios para excluir a grupos importantes de población. Todos los
seres humanos tenemos la capacidad de generar conocimientos y resulta un imperativo
ético y un requisito para el desarrollo fundado en la realización de los derechos humanos
encontrar las maneras de estimular y guiar a quienes no son investigadores de vocación a
cultivar el afán de seguir aprendiendo y el espíritu crítico y cuestionador de verdades
establecidas. La universidad es uno de los lugares donde se intenta hacerlo.
Este curso está dirigido a los alumnos de la Maestría en Gerencia Social que no tienen el
dominio o la especialización requeridos para hacer una investigación científica y busca
acompañarlos en la tarea de realizar su tesis así como en el desarrollo de competencias para
la gestión de procesos de conocimiento científico, en el marco de sus responsabilidades
como gerentes sociales.
LA TESIS: OTRA OPORTUNIDAD
Sobre los diversos factores y dinámicas que inciden en este problema, sobre las
responsabilidades que tienen las instituciones educativas y los profesores en la
génesis y reproducción del mismo, no se seguirá abundando. Lo que interesa es
que los participantes en la Maestría de Gerencia Social –y cualquier otro lector-
puedan superar ese trauma, si lo tienen. La angustia paraliza y restringe la
libertad. Nuestra intención es pedirles, por ello, que reflexionen sobre sus
experiencias previas de investigación y de haber enfrentado la tarea de hacer una
tesis, invitarles a que encuentren los ámbitos que los satisfacen, lo que les gustó y
lo que les salió bien, e identifiquen los nudos, los momentos difíciles y de
quiebre; que analicen los factores que pudieron influir en las experiencias
frustrantes y que aíslen los factores personales y los pongan en duda. Que se den
la oportunidad de entrar a la tarea de pensar y llevar a cabo su tesis de Maestría
de Gerencia Social con tranquilidad y confianza en sus propias capacidades.
A continuación se presenta una propuesta que permite distinguir los procesos básicos que
están implicados en todo intento de generar conocimientos que tengan validez científica.
Dicha propuesta se inspira en los maestros latinoamericanos –Ander Egg, Sabino, Bunge,
entre otros-, quienes a su vez se han nutrido de epistemólogos y metodólogos clásicos.
También recoge nuestras experiencias de investigación y los aprendizajes que hemos ido
obteniendo a lo largo de nuestra trayectoria de enseñanza universitaria y de asesoría de
tesis.
El esquema que se ofrece es muy simple, con la idea de que sirva tanto a quien se propone
hacer un diagnóstico o una evaluación como a quienes se interesan en involucrarse en
procesos más complejos, atendiendo a los cánones clásicos o haciendo uso de los
instrumentos más modernos y sofisticados disponibles hoy en día para la investigación.
Cabe reiterar que se trata de una propuesta simplificada con fines didácticos, que no debe
tomarse como un recetario y “aplicarse” al pie de la letra.
Las personas, los grupos humanos, investigan cuando encuentran problemas, cuando se
topan con preguntas tan apremiantes que no los dejan seguir viviendo igual, que los
persiguen, invaden sus sueños y se cuelan en medio de sus actividades rutinarias. Un
problema es mucho más que un “tema”: un problema es algo que nos causa disgusto, que
nos preocupa, que nos rebela y nos desafía, pero que puede ser resuelto y que nosotros
consideramos al alcance de nuestra intervención. Por ello, un problema es algo que nos
motiva a la acción, que nos invita a tratar de resolverlo.
Los problemas sociales (en el sentido de que no son sólo de una persona o de una familia)
son, siempre o casi siempre, transformables en problemas de conocimiento. Cuando
quienes sufren o perciben un problema social deciden que el primer paso en el curso de
acción es entenderlo, éste se convierte en problema de conocimiento y asistimos, entonces,
a la génesis de un proceso de investigación.
Una nueva mirada, rigurosa y sistemática sobre información generada por otros para
validar una hipótesis puede generar nuevos conocimientos. Asimismo, una investigación
que reproduzca una propuesta metodológica y un proceso seguido por otros buscando
generar y procesar información adicional sobre el mismo problema, seguramente habrá de
generar nuevos conocimientos. Esta última afirmación es particularmente válida para la
investigación social porque, como el mar que en apariencia no cambia pero cada día tiene
otro movimiento, otro color y otro sonido, los problemas sociales siempre están cambiando,
nunca son exactamente iguales. Por ello, la investigación social es siempre una aventura,
una especie de viaje por un terreno desconocido.
Dentro de este proceso continuo y sinuoso, podemos identificar algunos hitos claves: puntos
en el camino a los que debemos arribar, etapas o procesos que es preciso completar, antes
de seguir avanzando. Estos “hitos” nos ayudan a diferenciar cinco etapas o momentos clave 1.
No se trata de etapas cancelatorias: si bien no es recomendable adelantarse a una siguiente
etapa sin haber culminado la anterior, en la realidad casi nunca suceden las cosas “como
deberían ser”. Más bien, al investigar, casi siempre vamos avanzando en paralelo, casi
nunca iniciamos la segunda etapa después de haberse culminado la primera, o la cuarta
recién cuando se ha culminado la tercera. A veces sentimos la necesidad de volver a revisar
lo hecho en la primera etapa cuando ya estamos a la mitad o aún al final de la segunda. Esto
tiene que ver con el carácter iterativo y el carácter acumulativo del proceso de generación de
conocimientos.
1
Nuestra propuesta está fuertemente inspirada en Sabino (1992:40-44), no obstante, diferenciamos cinco en vez de
cuatro momentos por razones didácticas. En todo caso, quede claro al lector que las clasificaciones, periodizaciones y
tipologías, son recursos analíticos y siempre tienen algo de arbitrarias, ya que se trata de diferenciaciones
artificialmente introducidas para hacer más manejable, didácticamente, lo que en la realidad se presenta como un
continuo.
4. El análisis e interpretación de los datos y la prueba de las hipótesis o momento
“técnico”
5. El momento de aporte al debate teórico y levantamiento de nuevas preguntas o
momento “teórico-propositivo”.
5
Momento
teórico
propositivo
1
Pregunta de
investigación
4
Momento
técnico
2
Momento
3
metodológico
Momento
empírico
Revisemos a qué aludimos con estos nombres, cuáles son las tareas fundamentales que es
preciso llevar a cabo en cada uno de estos momentos y qué capacidades o competencias se
requiere desplegar.
a. Formulación del problema e hipótesis (momento teórico-inquisitivo)
“Podrías indicarme cual es el camino más corto?” -preguntó Alicia al conejo. “Todo depende
de a dónde quieres ir”, le contesto éste” (Carrol, L. Alicia en el país de las maravillas).
Si bien el punto de partida es tener preguntas (de allí la caracterización del momento como
“indagatorio”), ello no basta: éstas tienen que ser informadas, filtradas, consolidadas, hasta
producirse una formulación coherente del problema que se va a investigar. Se requiere un
balance crítico y una lectura atenta, dialogante, del conocimiento existente y de los enfoques
conceptuales con los cuales éste se ha construido. Ese es el trabajo teórico que supone esta
primera etapa, momento crucial del proceso de investigación. En el proceso, las preguntas
se pueden transformar en hipótesis. Esto es recomendable aunque, como toda herramienta,
las hipótesis no siempre son indispensables o posibles de formular, como veremos en el
tema 6.
De otra parte, es importante tener en cuenta que el tiempo invertido en este primer
momento es también un tiempo de práctica y habilitación de algunas de las capacidades
fundamentales que habrá de desplegar el investigador en lo que resta de la trayectoria:
Para aventurarse por un terreno desconocido no bastan los buenos discursos (propósitos
claros y bien fundamentados), ni haber ejercitado suficientemente las capacidades
fundamentales. Se requiere, además, tener un plan. Es decir, distinguir claramente qué se
va a hacer, cómo, con quién y con qué recursos. El segundo momento del proceso alude al
diseño de la estrategia y del plan operativo de la investigación. Es un momento que supone
tomar decisiones, elegir un camino y desechar otros. Requiere dominar algunas
herramientas técnicas y un conocimiento cuando menos panorámico de las diversas
opciones metodológicas abiertas para la investigación social2.
Este segundo momento comienza con la determinación del tipo de datos o información que
se requiere para validar las hipótesis o responder a las preguntas que guiarán la
investigación. Para ello, hay una herramienta muy útil, más aún si se la emplea en pareja: el
binomio variable-indicadores. La definición conceptual de las principales variables es clave,
además, para asegurar la rigurosidad en el uso del lenguaje, la univocidad de los términos
empleados por el investigador, requisito para la certificación de cientificidad del
conocimiento resultante de la investigación. La definición operativa de las variables, o
determinación de los indicadores, que son los datos que van a indicar la presencia y calidad
de las variables, facilita enormemente la identificación de las fuentes o lugares donde se
puede encontrar la información. A partir de aquí, el plan operativo de la investigación puede
fluir casi mecánicamente, pues el tipo de datos y las fuentes condicionan fuertemente las
técnicas e instrumentos que podemos emplear para conseguir, recopilar, ordenar y procesar
la información.
Pero corre peligro de perderse en el camino quien se deja seducir por la vía del diseño
lógico, mecánico, que se limita a tomar decisiones operativas, es decir, a definir variables,
indicadores y fuentes de información. Se requiere, paralelamente, pensar en el conjunto del
proceso que se viene, tomar decisiones de tipo estratégico, adelantándose a obstáculos e
2
Por investigación social nos referimos de manera amplia a la gama de temáticas abordadas por las disciplinas sociales:
historia, geografía, antropología, economía, sociología, linguística, ciencias de la comunicación, entre otras.
imaginando otras vías posibles de conseguir la información o fuentes alternativas. Para ello
se cuenta con otro binomio útil: diseño estratégico- plan operativo. Como en la parábola del
lisiado y el ciego: el ciego sólo puede avanzar a trompicones y corre peligro de dar vueltas en
círculo, el lisiado solo no puede caminar, pero ve bien y hasta muy lejos. Juntos pueden
llegar a buen puerto. Cualquier plan operativo, por bien hecho que esté, es ciego si no
cuenta con el respaldo de un plan estratégico que adelante una mirada al conjunto del
proceso y provea rutas alternativas si se presentan obstáculos no sospechados.
Por ello, a la par que se van definiendo variables e indicadores, el/la investigador(a) tiene
que soltar su creatividad e imaginar cómo podría llevarse a cabo la investigación: qué
puertas deberá tocar para conseguir la información, a quienes deberá convencer para que
compartan la información y con qué argumentos podrá generar los apoyos y consensos
requeridos. Y también preguntarse si existe algún otro camino para conseguir la
información necesaria para validar las hipótesis o si hay otro tipo de
información/indicadores a los que se pueda recurrir para abordar las preguntas de la
investigación y llegar a los objetivos que se han planteado.
En este punto del proceso, es importante dar una mirada hacia atrás y revisar el primer
producto del proceso: la delimitación y sustentación del problema, los aspectos de éste que
se ha elegido abordar, los objetivos de conocimiento propuestos, las hipótesis.
Si bien todavía se da mucho aprecio a la investigación de campo que busca levantar datos
originales, no toda investigación requiere la producción de datos “de primera mano”. Hoy
en día, muchos estados, organismos internacionales y grandes empresas públicas y
privadas, generan información confiable periódica o permanentemente, tienen sistemas
creados para dicho fin, hacen control de calidad de la información y la publican
regularmente. De manera que el investigador en los albores del siglo XXI enfrenta una
situación muy distinta a la de hace cincuenta años: ahora hay información abundante, a
veces hasta en exceso y es importante aprovecharla. Ello, porque generar nueva información
es costoso. Dependiendo del tipo de información y dónde se pueda encontrar, puede costar
más en términos de la preparación profesional y del tiempo que se invierta en la recolección
y análisis, o bien ser más costosa en cuanto al procesamiento por medios computarizados.
Por eso, antes de decidir si habrá de generarse información primaria nueva, cabe explorar
las fuentes secundarias existentes y evaluar su calidad y confiabilidad.
Hoy en día, muchos médicos piensan que es mejor obtener toda la información posible de
una sola vez y solicitan al paciente todos los análisis desde el inicio, aun cuando no saben
cuán necesaria será toda esa información. La estrategia puede justificarse con diversos
argumentos, pero el costo puede ser elevado e innecesario. Casos similares se pueden
producir entre los investigadores sociales, especialmente, cuando no se tiene claramente
enfocado un problema o aquellos aspectos del problema en los que se desea centrar el
análisis.
Sea por falta de claridad en la definición del problema o porque el trabajo de campo ha sido
hecho con mucho cuidado y respeto por las propias dinámicas sociales en curso, el
investigador social a menudo se encuentra con que tiene mucha más información de la
originalmente prevista y que la riqueza y el potencial informativo de ésta rebasa largamente
los requerimientos de las hipótesis y preguntas de investigación. En no pocas ocasiones, tal
acervo encandila al investigador y éste, en el afán de “hacer hablar” a los datos, empieza a
explorar sucesivas rutas corriendo el peligro de perderse en un laberinto. Para evitar ese
riesgo, es importante tener siempre presente a dónde se quiere llegar; para ello, son claves
los objetivos y las preguntas de investigación o las hipótesis.
Existen a la fecha diversos programas computarizados que han hecho mucho más liviana y
rápida la tarea de procesamiento de la información. No obstante, ningún programa puede
sustituir las competencias del investigador: los datos procesados y las relaciones
matemáticas calculadas con alta precisión siempre requieren de la interpretación del
investigador, armado de un marco teórico coherente y de preguntas o hipótesis, del mismo
modo que se requiere de un médico, alguien que domina el conocimiento especializado
acumulado, para interpretar los resultados de los análisis sangre y otros exámenes de salud.
Es la etapa final del proceso, a la cual no necesariamente se llega siempre en todas las
investigaciones. Se trata del momento en el cual, habiendo respondido a las preguntas de
investigación y validado o no las hipótesis, el investigador pone a debate con el resto de la
comunidad científica nuevas hipótesis o planteamientos teóricos que se derivan de la
inserción del caso específico investigado en el conjunto de conocimientos acumulados
previamente.
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