Cada teoría que se estudia requiere un buen análisis y por consiguiente una
interpretación, al ser estudiantes en muchas ocasiones lo que ocurre es una falta
de compromiso en la preparación para llevar a cabo de forma correcta el rol como
psicólogo, todos los miembros que tienen como fin esta carrera humanista, no
marcan una tendencia de compromiso con el conocimiento que no es transmitido,
dejamos que solo breves lecturas formen al profesional cuando eso no es lo
suficiente, y está el otro caso en el que el conocimiento nunca llega a luz en su
práctica, sea por los motivos que sean.
La carrera es humanista por lo cual se debe tener contacto directo con la Salud
Mental de la persona y por ello se debe tener tacto al momento de comunicar el
diagnóstico, debemos reconocer, darnos cuenta y su vez hacer conciencia de que
a la persona que tenemos enfrente es un ser humano y que hasta cierto punto pone
su vida en nuestras manos en búsqueda de ayuda, por lo que tenemos la obligación
de encontrar una forma adecuada al momento de comunicar el diagnóstico así como
también al momento del tratamiento.
El etiquetar refleja la mediocridad del profesional igual que no tomar en cuenta los
roles culturales las costumbres los ritos de una determinada cultura y por lo tanto,
los que se considera normal o anormal depende de un grupo social en un
determinado contexto, si el profesional lee minuciosamente los manuales de
clasificación y hace una indagación exhaustiva de la historia de vida de la persona
debe también, contextualizar los criterios planteados de los diferentes manuales con
la cultura en la cual se encuentra inmersa la persona.
Las etiquetas las encontramos a la vuelta de la esquina, en cada lugar que vayamos,
en la escuela, en el trabajo incluso en la familia. Y como son los más cercanos a
nosotros los que nos imponen esa etiqueta dejamos que penetre en nuestro interior
y sucede que esto va determinando la manera de pensar, actuar y sentir de la
persona, el hecho de que alguien tenga una etiqueta hace que pre juzguemos y le
adjudiquemos características erróneas, muchas veces esto, hace que nos
comportemos de manera diferente con ella.
Tengamos en cuenta que las etiquetas son puras descripciones superficiales con
las cuales queremos dar a conocer cierto conjunto de características que la persona
presenta el peligro de etiquetar es grande, es un juicio de valor que limita la
personalidad de ese ser humano, el etiquetar es de carácter descalificativo.
Estamos viviendo en una sociedad la cual quiere y debe tener todo bajo control es
por eso que vamos queriendo categorizar todo a nuestro paso así que la etiqueta
se viene a tomar como un atajo, pero si nos ponemos a reflexionar sobre lo que esto
significa nos damos cuenta que sólo llegamos a causar prejuicios, estereotipos y
formas de actuar que resultarán siendo fatales con esos seres humanos a los cuales
se ha etiquetado.
“No se trabaja para las personas, más bien para las estadísticas” Es algo llamativo
este título, pero es lo que pasa en el día a día en hospitales o en unidades de salud,
y hago referencia a que como profesionales de la salud nos vemos presionados a
responder por intereses que no corresponden a los intereses de las personas,
podemos observar a psicólogos o a practicantes que tiene que dar diagnostico en
la primera consulta, un diagnostico en psicología no se proporciona en un primer
“vistazo”, sino que es producto de un proceso evaluativo, que demanda tiempo y
compromiso de ambas partes.
En nuestra realidad profesional no es así, más bien cada coordinador nos hace
responder a un tiempo limitado, y los obligan decir, “hemos terminado, siguiente por
favor” y afuera nos están esperando muchos más, todo esto porque las
organizaciones de salud exigen a que enmarquen que es lo que nuestra población
padece, pero eso nos perjudica, ya que realizamos una práctica condicionada, por
lo que cuando hablamos de etiquetar al usuario nos referimos a clasificar o calificar
de manera negativa y sin bases teóricas y de ninguna otra índole a una persona, lo
cual provocara mucho daño ya que, al etiquetar se forma una idea equivocada de
la persona no la vemos como es, sino que se ve a partir de la etiqueta que le asigna
el psicólogo.
Las etiquetas no sirven para dar un diagnóstico, ni tampoco para clasificar a alguien
con un trastorno ya que esto al contrario puede afectar a las personas que están
pasando con un profesional de salud mental, ya que no se le va a dar un buen
diagnóstico definitivamente, porque es un gran error que se está cometiendo en
muchas ocasiones, es decir en todos esas etiquetas que se dan es simplemente
porque los profesionales de la salud mental no conocen acerca de los manuales
clasificatorios, hacen un mal uso o simplemente no los leen, entonces toman en
cuenta la primera impresión es decir lo que las personas les han dicho y no realizan
un análisis profundo de la vida de la persona e incluso no averiguan absolutamente
nada de los contextos en los que se desarrolla la persona.
Una mala etiqueta puede ser muy perjudicial para el o la paciente, ya que se le dice
que una persona con un determinado problema psicológico actúa de una forma, en
la que repercute, que este actúe de acuerdo con la etiqueta que se le ha dado y le
vaya generando un mal desempeño en las áreas que ella o él en las que se están
desenvolviendo; como lo puede ser en el estudio, en el trabajo, familia, etc.
Por ejemplo, en el caso de los niños de una escuela cuando el maestro se refiere a
uno en específico como “el desobediente”, los demás maestros y alumnos que no
lo conozcan comienzan a pensar en que es un niño que no hace sus tareas, que le
contesta mal a la maestra, entre otras conductas des adaptativas. Ya que una
etiqueta marca a la persona y le atribuye características que no son propias de ella.
Puede ser que el alumno haya pasado por un mal momento en su hogar por eso
presentó ese comportamiento y cuando la situación pasa, cambia su
comportamiento. Sin embargo, como los demás lo tienen como un niño
desobediente, comenzará a actuar como se lo han hecho creer.
La etiqueta llega a ser una marca permanente para la persona y en los casos más
extremos puede llegar a tener efectos impresionantes como en el del experimento
de la cárcel de Stanford, creyéndose cada quien las etiquetas de “buenos” o “malos”
y siendo influidos por la situación para comportarse como alguien que no son.
Por lo tanto, para no caer en el error de etiquetar a las personas se debe tomar en
cuenta que la resiliencia es un elemento clave ya que demuestra que la persona
está en constante desarrollo, por lo tanto, no se puede reducir la personalidad a una
característica de la persona que dio apertura para asignarle la etiqueta, hay que
hacerle saber a la persona que el diagnóstico no es algo determinante para su vida,
sino que con psicoterapia su situación puede mejorar.