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Cuando hablamos de la mala praxis nos estamos refiriendo a los actos realizados

con negligencia e irresponsabilidad realizados por un profesional, esta acción


provoca daños ya sea físicos o morales a las personas, la mala praxis se da en
muchas profesiones y una de ellas es la psicología.

La mala praxis es un problema grave ya que afecta de manera negativa al usuario


y a todos los que lo rodean, un psicólogo comete mala praxis cuando se enfrenta
ante un problema para el que no cuenta con los recursos necesarios y aun así
decide tratar al usuario, con esta acción está cometiendo una irresponsabilidad ya
que en lugar de ayudar puede dañar al usuario, también lo podemos ver reflejado al
establecer vínculos afectivos con el usuario ya que primero que todo la objetividad
del profesional de la salud mental queda nublada, pierde su imparcialidad y por ende
se da un mal servicio.

Si un psicólogo juzga a su usuario, le impone sus ideas y/o valores, se muestra


apático, desinteresado o distraído en el momento de la sesión, está cometiendo un
error e incurriendo en mala praxis ya que estas acciones dañan moralmente al
usuario y afecta el proceso terapéutico lo mismo ocurre cuando el psicólogo no
muestra empatía por el usuario o cuando deja que sus problemas personales
afecten su trabajo como profesional de la salud mental.

La psicología por su historia demanda un minucioso cuidado en cómo se ejerce su


objeto de estudio, es de mencionar que ese objeto de estudio cada día mantiene
una nueva evolución, es decir la persona misma, cada individuo sea hombre o mujer
produce un determinado comportamiento donde se desenvuelva, nuestros servicios
como educadores o instituciones de ayuda psicológica se prestan cuando dicho
comportamiento empieza a aquejar o a ser desadaptativo.

La práctica en psicología es igual de delicada que la de un doctor que realiza un


diagnóstico de alguna enfermedad y establecer un tratamiento óptimo para
contrarrestar el malestar, pero cuando se establece un mal diagnostico lo que
ocurrirá es que la enfermedad avance aun con la administración de medicamento,
como se estableció una mala evaluación el medicamento no es el requerido y esto
trae consecuencias.
La psicología en El Salvador aun muestra varios aspectos retrogradas y aflora mitos,
esto trae consecuencias negativas y peor aún es interiorizado tanto en los docentes
como en los estudiantes y desemboca en nuestra práctica, ejecutar nuestra función
y que esta cumpla con los estándares mínimos de calidad en el contexto de la
consulta psicológica exige una tarea casi imposible en nuestro país.

Cada teoría que se estudia requiere un buen análisis y por consiguiente una
interpretación, al ser estudiantes en muchas ocasiones lo que ocurre es una falta
de compromiso en la preparación para llevar a cabo de forma correcta el rol como
psicólogo, todos los miembros que tienen como fin esta carrera humanista, no
marcan una tendencia de compromiso con el conocimiento que no es transmitido,
dejamos que solo breves lecturas formen al profesional cuando eso no es lo
suficiente, y está el otro caso en el que el conocimiento nunca llega a luz en su
práctica, sea por los motivos que sean.

La carrera es humanista por lo cual se debe tener contacto directo con la Salud
Mental de la persona y por ello se debe tener tacto al momento de comunicar el
diagnóstico, debemos reconocer, darnos cuenta y su vez hacer conciencia de que
a la persona que tenemos enfrente es un ser humano y que hasta cierto punto pone
su vida en nuestras manos en búsqueda de ayuda, por lo que tenemos la obligación
de encontrar una forma adecuada al momento de comunicar el diagnóstico así como
también al momento del tratamiento.

Reflexionar sobre la mala praxis permite reconocer la responsabilidad que cada


psicólogo debe de tener al momento de estar frente de la persona, muchas veces
se puede cometer el error de juzgar, escucharlas sin empatizar y tener poca
confidencialidad acerca de los problemas que comparten en busca de ayuda,
exponemos la salud mental del paciente desestabilizando sus capacidades o su
entorno, brindando una herramienta que en lugar de ayudarle a encontrar solución
aumenta más la problemática y se verá afectado considerablemente el bienestar del
paciente por no saber qué hacer o cómo afrontar de manera adecuada la
problemática.
Un profesional de la salud mental deberá investigar todos los contextos de la
persona para así poder realizar un buen diagnóstico y como consecuencia un buen
tratamiento psicoterapéutico, cuando se da un tratamiento erróneo o cuando no se
ejecuta de manera adecuada se cae en la mala praxis debido a que esto en lugar
de ayudar al usuario le podría generar otro problema aún más grave. Otro error
común que se está cometiendo últimamente en psicología es el uso de etiquetas o
el etiquetado del usuario por parte del profesional de la salud mental con lo que se
está incurriendo en mala praxis, debido a la gravedad de este problema en nuestro
medio será en el que nos centraremos más.

La mala praxis inicia cuando un profesional de la Salud Mental no se compromete


con la profesión además de no evaluarse a sí mismo para indagar sobre las
competencias que tiene como profesional, el no prepararse le lleva a tener una
salida fácil aparentemente al momento de diagnosticar qué es el etiquetar lo cual
vendría a ser un mal diagnóstico que no sólo afecta directamente al paciente sino a
sus hijos y familia porque el dar un diagnóstico creamos emociones en cada uno de
los pacientes.

El etiquetar refleja la mediocridad del profesional igual que no tomar en cuenta los
roles culturales las costumbres los ritos de una determinada cultura y por lo tanto,
los que se considera normal o anormal depende de un grupo social en un
determinado contexto, si el profesional lee minuciosamente los manuales de
clasificación y hace una indagación exhaustiva de la historia de vida de la persona
debe también, contextualizar los criterios planteados de los diferentes manuales con
la cultura en la cual se encuentra inmersa la persona.

Las etiquetas las encontramos a la vuelta de la esquina, en cada lugar que vayamos,
en la escuela, en el trabajo incluso en la familia. Y como son los más cercanos a
nosotros los que nos imponen esa etiqueta dejamos que penetre en nuestro interior
y sucede que esto va determinando la manera de pensar, actuar y sentir de la
persona, el hecho de que alguien tenga una etiqueta hace que pre juzguemos y le
adjudiquemos características erróneas, muchas veces esto, hace que nos
comportemos de manera diferente con ella.
Tengamos en cuenta que las etiquetas son puras descripciones superficiales con
las cuales queremos dar a conocer cierto conjunto de características que la persona
presenta el peligro de etiquetar es grande, es un juicio de valor que limita la
personalidad de ese ser humano, el etiquetar es de carácter descalificativo.
Estamos viviendo en una sociedad la cual quiere y debe tener todo bajo control es
por eso que vamos queriendo categorizar todo a nuestro paso así que la etiqueta
se viene a tomar como un atajo, pero si nos ponemos a reflexionar sobre lo que esto
significa nos damos cuenta que sólo llegamos a causar prejuicios, estereotipos y
formas de actuar que resultarán siendo fatales con esos seres humanos a los cuales
se ha etiquetado.

“No se trabaja para las personas, más bien para las estadísticas” Es algo llamativo
este título, pero es lo que pasa en el día a día en hospitales o en unidades de salud,
y hago referencia a que como profesionales de la salud nos vemos presionados a
responder por intereses que no corresponden a los intereses de las personas,
podemos observar a psicólogos o a practicantes que tiene que dar diagnostico en
la primera consulta, un diagnostico en psicología no se proporciona en un primer
“vistazo”, sino que es producto de un proceso evaluativo, que demanda tiempo y
compromiso de ambas partes.

En nuestra realidad profesional no es así, más bien cada coordinador nos hace
responder a un tiempo limitado, y los obligan decir, “hemos terminado, siguiente por
favor” y afuera nos están esperando muchos más, todo esto porque las
organizaciones de salud exigen a que enmarquen que es lo que nuestra población
padece, pero eso nos perjudica, ya que realizamos una práctica condicionada, por
lo que cuando hablamos de etiquetar al usuario nos referimos a clasificar o calificar
de manera negativa y sin bases teóricas y de ninguna otra índole a una persona, lo
cual provocara mucho daño ya que, al etiquetar se forma una idea equivocada de
la persona no la vemos como es, sino que se ve a partir de la etiqueta que le asigna
el psicólogo.

La mala praxis en psicología puede darse por la falta de compromiso de los


“profesionales de la salud mental” quienes ejercen solo por buscar un beneficio
económico o un buen sueldo queriendo hacerse ricos no realizan de manera
adecuada los procesos de evaluaciones, diagnóstico y tratamiento al desconocer
sobre los manuales de clasificación y se van por lo más fácil diagnosticar usando
una etiqueta que conlleva algún tipo de enfermedad o trastorno mental, todo esto
va de la mano evidentemente por una antiética.

Como es sabido en la profesión de psicología se debe ser empáticos y realizar una


tarea de acompañamiento a la persona que confía su vida, sus afecciones, sus
problemas, etc. Lo cual implica saber con certeza el origen del problema, identificar
sus características, síntomas, signos antes de hacer un diagnóstico y que este no
se convierte en una etiqueta solo porque el “profesional de salud mental” cree que
tiene algún tipo de afección sin antes comprobarlo con la debida evaluación.

Claramente el etiquetar a un paciente, conlleva consigo una serie de consecuencias


tanto para la persona etiquetada como para su familia, ya que tienen que comenzar
a trabajar con el “diagnostico” realizado por el psicólogo, trabajar terapias
individuales y grupales para saber afrontar la situación a la que se supone que van
a enfrentar por el mal diagnóstico realizado. Esta situación puede caer en un
problema verdaderamente grande porque una persona al ser etiquetada con una
diagnostico difícil de enfrentar puede minar la autoestima de la persona y hacerla
caer en un estado de depresión y puede llegar a un caso extrema de tener
pensamientos suicidas e incluso llegar a realizar la conducta suicida, tal daño
psicológico causado por realizar una mala praxis etiquetando a una persona debe
remediarse y resarcirse y para esto se tomara mucho más tiempo y en ese tiempo
el mal psicólogo puede llegar a enfrentar un proceso jurídico por dicha situación que
puede llevarlo a una condena de cárcel.

El etiquetar es una irresponsabilidad y deshumanización que en nuestra opinión


como estudiante de psicología podemos decir lo común que esta práctica se ha
vuelto, profesionales y estudiantes lo hacen casi de manera inconsciente. Ejemplo
de ello, cuando una persona muestra hábitos de limpieza que son poco comunes
en nuestra cultura se tiende a etiquetar como obsesivo compulsivo cuando la
realidad es que está alejado de este trastorno. Se hace tan común el hacerlo entre
compañeros, en la calle con personas extrañas, la misma familia. Que invisibilidad
la línea entre hacerlo fuera de lo profesional y en el trabajo profesional.

El etiquetar es una práctica que se lleva acabo erróneamente creyendo que no


necesitamos conocer más de la persona para diagnosticar, tontamente creyendo
que ya existe la experiencia necesaria (ojo clínico) para no molestarse en
profundizar más en los manuales u otras fuentes. Es una falta de profesionalismo y
empatía hacia el usuario etiquetarle.

Las etiquetas no sirven para dar un diagnóstico, ni tampoco para clasificar a alguien
con un trastorno ya que esto al contrario puede afectar a las personas que están
pasando con un profesional de salud mental, ya que no se le va a dar un buen
diagnóstico definitivamente, porque es un gran error que se está cometiendo en
muchas ocasiones, es decir en todos esas etiquetas que se dan es simplemente
porque los profesionales de la salud mental no conocen acerca de los manuales
clasificatorios, hacen un mal uso o simplemente no los leen, entonces toman en
cuenta la primera impresión es decir lo que las personas les han dicho y no realizan
un análisis profundo de la vida de la persona e incluso no averiguan absolutamente
nada de los contextos en los que se desarrolla la persona.

Una mala etiqueta puede ser muy perjudicial para el o la paciente, ya que se le dice
que una persona con un determinado problema psicológico actúa de una forma, en
la que repercute, que este actúe de acuerdo con la etiqueta que se le ha dado y le
vaya generando un mal desempeño en las áreas que ella o él en las que se están
desenvolviendo; como lo puede ser en el estudio, en el trabajo, familia, etc.

La etiqueta también daña la autoestima de la persona debido a que, por no


investigar más a fondo, ya la denominamos así y a veces como lo comparten con
su familia o amigos estos ya no las tratan con respeto e incluso le pueden decir la
etiqueta que se le ha dado por una mala praxis afectando así su auto concepto e
incrementando la probabilidad de que no avance, se frustre más y se sienta aun
peor.
A ninguna persona le va a gustar que se le etiquete es por esa razón que los
profesionales de la salud mental tienen una gran responsabilidad con las personas
que están atendiendo y es por eso que deben (“si o si no hay opción”) investigar,
leer, buscar más información para ayudar a los pacientes que están buscando una
solución a los problemas psicológicos que tienen y que ponen la confianza en el
psicólogo o psicóloga debido a que si no se hace lo correcto y se va a etiquetar
haciendo una mala praxis en psicología va ser un gran error que va a afectar a estas
personas gravemente.

Cuando etiquetan a una persona no piensan si se equivocan en hacer el comentario


solo se dejan de llevar por el momento en que miran sus comportamientos no están
la mayor parte del tiempo con esa persona ni saben las circunstancias que lo han
podido llevar a que actué de determinada manera. La mala praxis se debe también
a la carencia de conocimientos que tiene el psicólogo, hacen un juicio equivoco y
no son objetivos, expresa sus prejuicios.

Cuando un profesional de la salud mental realiza una etiqueta no está comprometido


con su trabajo, falta de conciencia plena del rol, no tiene ética ni valores , es
negligente, imprudente, simplemente hace su trabajo por lo económico o por llenar
expectativas de otros sin tener una conciencia clara del compromiso que se
adquiere con la persona y no piensan en el daño psíquico o emocional que le hacen
a la persona debido a los malos diagnósticos que se hacen apresurados, esto es el
resultado de no hacer una buena evaluación de pensamientos, emociones ,
comportamientos de la persona por ende el resultado obtenido de la continua
evaluación para saber cómo será la intervención adecuada para tratar dicho
problema.

Al asignar una etiqueta se da a conocer el prejuicio de los que lo hacen, y por


consecuencia esta etiqueta describirá al paciente y dará pauta para que las demás
personas comiencen a imaginar cómo es la persona. En el caso de una etiqueta
negativa limita a la persona a sobresalir por sus defectos, opacando sus virtudes,
llevando a la persona a creerse mala en lo que hace, esto se debe a la profecía auto
cumplida o efecto Pigmalión, que afirma que las expectativas que se crean sobre
alguien afectan el auto concepto de la persona misma y como lo ven los demás a
partir de la etiqueta, influyendo está en nuestra manera de actuar y en nuestra
personalidad.

Por ejemplo, en el caso de los niños de una escuela cuando el maestro se refiere a
uno en específico como “el desobediente”, los demás maestros y alumnos que no
lo conozcan comienzan a pensar en que es un niño que no hace sus tareas, que le
contesta mal a la maestra, entre otras conductas des adaptativas. Ya que una
etiqueta marca a la persona y le atribuye características que no son propias de ella.
Puede ser que el alumno haya pasado por un mal momento en su hogar por eso
presentó ese comportamiento y cuando la situación pasa, cambia su
comportamiento. Sin embargo, como los demás lo tienen como un niño
desobediente, comenzará a actuar como se lo han hecho creer.

Lo mismo sucede en el caso de un mal diagnóstico que da un psicólogo a un


paciente al decirle que es “depresivo”, la persona terminará aceptando que es
alguien depresivo y comenzará a comportarse con características propias de la
depresión y al no hacerlo pensará que está equivocada o que no está actuando
como debería actuar, que no puede estar alegre, porque una persona “depresiva”
no se comporta así.

La etiqueta llega a ser una marca permanente para la persona y en los casos más
extremos puede llegar a tener efectos impresionantes como en el del experimento
de la cárcel de Stanford, creyéndose cada quien las etiquetas de “buenos” o “malos”
y siendo influidos por la situación para comportarse como alguien que no son.

Por lo tanto, para no caer en el error de etiquetar a las personas se debe tomar en
cuenta que la resiliencia es un elemento clave ya que demuestra que la persona
está en constante desarrollo, por lo tanto, no se puede reducir la personalidad a una
característica de la persona que dio apertura para asignarle la etiqueta, hay que
hacerle saber a la persona que el diagnóstico no es algo determinante para su vida,
sino que con psicoterapia su situación puede mejorar.

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