Anda di halaman 1dari 4

Jaksic Iván y Serrano Sol, “El gobierno y las libertades.

La ruta del liberalismo chileno en el siglo XIX”, en: Jacsic


Iván y Posada Carbó, Liberalismo y poder. Latinoamérica en el s. xix, Chile, FCE, 2011, capítulo VII.

Los principios fundamentales del Liberalismo, y en especial el de la protección del individuo frente a los abusos de
autoridad, tuvieron una rápida y duradera recepción en Chile.

El ideario liberal tuvo éxito y fue compartido por la gran mayoría de los sectores políticos dadas las características del
país: pequeño y homogéneo, sin grandes diferencias regionales, y en el que el Estado centralizador borbónico
había propiciado una modesta prosperidad.

El liberalismo chileno se caracterizó por tres elementos: el consenso entre fuerzas políticas antagónicas y dispares, en
torno a la forma republicana de gobierno, la búsqueda constante de equilibrios entre los poderes del Ejecutivo y el
Congreso, en la que terminó predominando el último. Y el que todas las transformaciones de carácter liberal fueron
logradas mediante reformas antes que por medio de revoluciones.

Los primeros pasos

El proceso de independencia de Chile (1810-1830) tuvo dos variables que pueden servir de ejes explicativos de su
historia política en el siglo XIX: la lucha por la soberanía territorial y la constitución de un gobierno legítimo.

El primer gobierno nacional, el de O’Higgins se caracterizó por políticas de corte liberal y medidas dictatoriales que
generaron su abdicación, de 1823 a 1830 se implementaron una serie de experimentos gubernamentales con rasgos
federalistas, tales como la creación de Asambleas provinciales. La expresión más notable de Liberalismo del periodo
fue la Constitución de 1828 que aseguraba derechos como libertad, seguridad, propiedad, eliminaba los privilegios de
mayorazgo.

Los 12 años que transcurrieron desde la declaración de independencia en 1818 hasta la reacción conservadora de 1830
son coherentes al ser analizados desde la perspectiva de la construcción de un régimen político y liberal (soberanía
popular, división de poderes, garantías individuales, igualad ante la ley) que fuera territorialmente representativo a la
vez que diera gobernabilidad. Durante estos 12 años el sistema político chileno se fue conformando con tensiones,
pero el liberalismo fue el sustento ideológico y el que hace inteligibles sus continuidades y cambios.

La supremacía del gobierno

El liberalismo como eje explicativo permite otorgar mayor continuidad al periodo de la independencia con el de la
República Conservadora (1830-1860). La Republica Conservadora significó un repliegue de la ampliación de las
libertades y de la representación en función del fortalecimiento del gobierno.

El régimen político que se instauró, expresado en la Constitución de 1833, era fuertemente presidencialista,
centralizado y con recursos legales para imponer el orden. Sin embargo era también un régimen constitucional,
popular y representativo, que establecía la división de poderes, la igualdad ante la ley y las garantías individuales.

Principales ideólogos: Diego Portales, Andrés Bello y Mariano Egaña, quienes además planteaban que el régimen
avanzaría hacia mayores libertades en la medida en que no se pusiera en riesgo el orden ni la estabilidad política.

El modelo contenía la semilla de su propia liberalización, en cuanto a que el Congreso tenía facultades reales de
contrapeso y en cuanto se legitimaba el sistema de elecciones (estas fueron limitadas a ciudadanos activos, es decir
derecho al voto derivado de la propiedad o empleo, y del alfabetismo, que incluía a guardias civiles de origen popular
y a artesanos).

El conservadurismo liberal, de matriz ilustrada, llevó al gobierno a consolidar el espacio de la República de las Letras
y un debate político expresado en la prensa y el Parlamento.

La libertad en la Republica de las Letras

La republica de las letras no antecede, es contemporánea de la formación del nuevo espacio político deliberante y por
ello inseparables.
Durante el gobierno de Bulnes entre 1841-1846 se observa un crecimiento no solo de la cantidad de periódicos
publicados sino también de la duración y circulación de estos medios, fueron los liberales como Lastarria y radicales
como Bilbao quienes lideraron los ataques más duros contra lo que consideraban los legados coloniales, y contra el
autoritarismo de Portales. La expansión del ámbito público posibilitado por la mayor circulación de periódicos abrió
un importante canal para la difusión de las ideas liberales.

Bases de la Reforma publicado en 1850 y escrito por Lastarria y Errázuriz, fue el plan más elaborado y coherente de
inspiración liberal en la 1ra mitad del siglo XIX a. Este programa no significaba un retorno al 1er liberalismo chileno
de la década de 1820, buscaba no trastornar nada, solo declaraba que “la Constitución del 33 ha hecho su tiempo y que
por tanto debe reformarse”, “mantener una organización política que fue creada para una época de anarquía, es lo
mismo que confundir dos épocas muy diversas”.

Las reformas impedirían la revolución, y ésta estalló en 1851, los liberales comprendieron que, además de un
programa de reformas, eran necesarias alianzas políticas, aunque fueran con miembros del peluconismo pro-clerical.

La ampliación de las libertades

La guerra civil de 1851 enfrentó intereses, unos contra al autoritarismo y otros contra el centralismo, el gobierno tuvo
un triunfo militar pero una derrota política, entre esta guerra civil y la desatada después en las provincias del norte, las
fuerzas conservadoras se dividieron en torno al tema religioso.

La “cuestión del sacristán”b dividió al conservadurismo gobernante entre regalistas que fueron llamados nacionales o
Montt-varistas y los ultramontanos que defendieron la independencia de la Iglesia y que formaron el Partido
Conservador.

Desde la oposición los ultramontanos hicieron alianza con los sectores liberales y participaron en contra de Montt en
la revolución de 1859, el hecho de que Montt no pudo imponer a su candidato y nombró a José Joaquín Pérez,
moderado que garantizó la gobernabilidad entre conservadores y liberales, significó el triunfo de la Fusión Liberal-
conservadora, los sectores más doctrinarios del liberalismo no lo aceptaron y formaron el Partido Radical.

Reformas de la Fusión liberal-conservadora fueron aprobadas entre 1873-1874, el objetivo era limitar el poder del
presidente y reforzar la división de poderes: prohibición de reelección presidencial, limitación de facultades
extraordinarias y estado de sitio, entre otras. Todas las medidas erosionaban las bases del Estado Conservador al cual
se oponían liberales y católicos ultramontanos.

Aún si el conflicto religioso subyacía y la alianza gobernante difería. Esto explica el hecho de que en 1873 el
presidente Federico Errázuriz, liberal moderado elegido por la Fusión, rompió con los conservadores; liberales y
radicales formaron la Alianza Liberal, que entró al gobierno con una agenda donde predominaba la secularización del
Estado.

Liberalismo regalista

El regalismo, la protección y el control del Estado en ciertas materias eclesiásticas, fue una corriente de continuidad
entre la monarquía borbónica y el liberalismo republicano. Hacia mediados del siglo XIX el regalismo era la doctrina
imperante en el Estado Chileno.

El proceso mediante el cual el regalismo se transformó en ultramontanismo es complejo, el hito fue la cuestión del
sacristán. La Iglesia sintió amenazada su libertad y descansó en el Partido Conservador para la defensa de su
independencia, así los conservadores tuvieron una doble bandera: el presidencialismo y el regalismo.

Las distintas vertientes del liberalismo también eran regalistas y por ello no propiciaban la separación Iglesia-Estado
sino el que este pudiera seguir ejerciendo el patronato, eran pocos (algunos radicales) los que defendían la separación
de ambos.

En los debates de reforma constitucional durante la década de 1860 fue importante la discusión del quinto artículo que
establecía la catolicidad del Estado, pero el debate no giró en torno a su separación sino a garantizar el pluralismo
religioso, de hecho en 1865 se sancionó una Ley de tolerancia religiosa.
Existe en la vida política del periodo una distinción entre el énfasis en el liberalismo regalista que asegura la igualdad
garantizada por el Estado y el liberalismo pluralista que enfatiza la libertad del individuo. En el proceso de
construcción de la igualdad ante el derecho, la catolicidad del estado era una fuente de conflictos debido al privilegio
que ello conllevaba y también al revés, la existencia de fueros no le daba a la Iglesia igualdad jurídica.

Las leyes laicas de la década de 1880, la de registro civil y matrimonio civil, así como el de la secularización de los
cementerios, permiten comprender el paso de un liberalismo regalista a un liberalismo pluralista. Es decir: del énfasis
puesto en la soberanía del Estado al de la defensa de los derechos de los individuos.

La ampliación electoral

La Constitución de 1828 estableció como requisito para votar la nacionalidad, edad según estado civil y propiedad o
empleo y no consideró el alfabetismo. La Constitución de 1833 introdujo la restricción del alfabetismo (aunque esta se
postergó por 10 años) y este fue el cuerpo electoral hasta la ampliación del sufragio en 1874 que eliminó el requisito
de propiedad.

Las elecciones se realizaron a lo largo del siglo con extraordinaria regularidad.

La ampliación electoral en este periodo hay que analizarla desde la perspectiva de las posibilidades de competencia, y
por tanto, en los procedimientos para calificar dicho cuerpo electoral, fuertemente dominado por el Ejecutivo.

Las reformas electorales apuntaron a ampliar las posibilidades de competencia. La Ley electoral de 1869 estableció
registros trienales y no para cada elección, excluyó a la autoridad central de la localidad (intendente, gobernador) de
las juntas electorales.

La reforma de 1874 fue mucho más lejos al sacar los municipios del proceso de nombramiento de los integrantes de la
junta electoral y depositarlo en los mayores contribuyentes, se eliminó el requisito de propiedad o empleo al suponer
que todo alfabeto lo cumplía. El cuerpo electoral efectivamente aumentó, por ello las reformas en la calificación
también incidieron en esta ampliación del cuerpo electoral.

El Liberalismo del siglo XIX, que para estos efectos comprende también al ultramontanismo, construyó un sistema
político ideológicamente plural en base a una representación restringida, que institucionalizó formas de competencia
más frecuentes, aunque todavía no libres de intervención gubernamental.

Conclusión

Los valores y conceptos políticos gravitaban cada vez más fuertemente en torno a un liberalismo clásico y compartido,
antes que sectariamente partidista.

Lo que fue peculiar al liberalismo chileno, sobre todo en comparación con otros casos hispanoamericanos, fue la
ausencia de radicalismo y su énfasis en la reforma, es decir que las transformaciones fueron realizadas vía reforma,
no revoluciones, o nuevos experimentos constitucionales más allá de 1833. También fue notable el énfasis en contener
al Ejecutivo a través del Congreso, y que culminó en la revolución de 1891.

Esta última demuestra sin embargo, que existía una tradición política chilena a la que el liberalismo no logró
sobreponerse. Ya sea bajo el gobierno de O´Higgins, Portales, Montt o Balmaceda en el siglo XIX o Ibáñez y Pinochet
en el XX, el Ejecutivo ha buscado predominar y casi siempre lo ha logrado. Esta relación tensa y a veces violeta,
ilustra el eje sobre el que ha girado la política chilena y que está también en la base del pensamiento liberal: el
equilibrio necesario entre el orden y la libertad.
a
Proponía la reforma de la CN de 1833 antes que la transformación radical del sistema político. Hincapié en la libertad de
imprenta, la ley de elecciones, restricción al uso de facultades extraordinarias, entre otras.
b
Ver resumen de Collier

Anda mungkin juga menyukai