LECCIONES DOCTORALES
Lecturas y Escrituras
LECCIONES DOCTORALES
© Cátedra UNESCO para el mejoramiento de la Calidad y Equidad de la Educación en América Latina subsede UPTC
© Doctorado en Lenguaje y Cultura
© Grupo de Investigación Lenguajes en Educación – LEEN
© Doris Lilia Torres Cruz
Esta publicación presenta los avances de las investigaciones del Doctorado en Lenguaje y Cultura y el Grupo de Investigación
LEEN - Código COLCIENCIAS COL0115263
Edición Financiada por Grupo de Investigación Lenguajes en Educación, Doctorado en Lenguaje y Cultura y Cátedra UNESCO
para el mejoramiento de la calidad y equidad de la educación en América Latina con base en la Lectura y Escritura.
Las opiniones expresadas en los capítulos son de exclusiva responsabilidad de los autores. Se permite la reproducción parcial
o total citando siempre la fuente. Lecturas y Escrituras. Lecciones Doctorales. Publicación del Doctorado en Lenguaje y Cultura,
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Lecturas y Escrituras. Lecciones Doctorales/editora Doris Lilia Torres Cruz,
1. ed. Doris Lilia Torres Cruz, 2. ed. Tunja, Grupo de investigación Len-
guajes en Educación – LEEN Doctorado en Lenguaje y Cultura, Cátedra
UNESCO - 2012.
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Editora:
Doris Lilia Torres Cruz
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
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Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Marta Pardo Segura
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
María del Carmen Ussa Álvarez
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Comité Científico :
Jesús Alfonso Cárdenas Páez Universidad Pedagógica Nacional
Adrián José Perea Acevedo Universidad Distrital Francisco José de Caldas Bogotá
Carlos Eduardo Rincón Bolívar Universidad Libre de Berlín
María Cristina Martínez Universidad del Valle
Pedro José Posada Gómez Universidad del Valle
Hernán Martínez Ferro Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Carlos Arturo Londoño Ramos Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Alba Nidia Triana Ramírez Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Margoth Guzmán Munar Universidad Distrital Francisco José de Caldas Bogotá
Gloria Smith Avendaño de Barón Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Lizbeth De Jesús Ahumada Yaneth Universidad Autónoma de Barcelona España
José Vericat Universidad Complutense de Madrid
Juan Manuel Santana Universidad las Palmas de Canaris
Julian Edge Universidad de Manchester-UK
Jorge Tomas Uribe Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Lina Adriana Parra Báez Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Miryam Báez Osorio Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Wilson Licona Universidad Nacional de Colombia
Esneider Agudelo Arango Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Más allá del lenguaje está la cultura, la cual toma los prefijos multi y pluri para
imaginar continuidades heterogéneas o combinar amalgamas en los procesos de
construcción de la nación latinoamericana. En ¿Cómo los colombianos llegaron
a ser normativamente pluriculturales?, el Dr. Carlos Rincón explica, con la
rigurosidad académica que lo caracteriza, como Colombia pudo estar al borde,
pero no llegó a ser un colapsed state, como lo fueron en las décadas de 1970
y 90 el Líbano, Somalia y Nigeria. Sin esa calidad, como otros estados en el
África, el Asia y la misma América Latina, el estado colombiano no ha sido capaz,
sin embargo, de proporcionar a su población bienes públicos indispensables –
derecho a la vida, habeas corpus, propiedad, leyes, tribunales, escuelas, hospitales,
bancos, seguridad. Por lo demás, la violencia ejercida o propiciada por organismos
estatales, la infraestructura que no existe, está deteriorada o es insuficiente, la
corrupción como componente inseparable de las formas de gobernar, han sido
denunciadas de manera reiterada. Y al igual que en otros estados, las pugnas
sangrientas por posesión de tierras e ingresos provenientes de narcotráfico y
recursos minerales, en Colombia estas han sido la regla.
alternativa profesional, a pesar que ya poseen una noción clara del significado de
la enseñanza producto de sus experiencias como estudiantes. No obstante, escoger
la docencia es una etapa vital en el proceso de adoptar una nueva identidad como
profesor, la cual se fundamenta durante el tiempo que se invierte como estudiante
en un programa de formación de maestros. Este proporciona conocimiento
pedagógico y disciplinar, así como experiencia en el salón de clase, los cuales
son considerados como factores esenciales para desarrollar el trabajo docente.
Poco a poco, los estudiantes asumen entonces una nueva identidad. Durante
este periodo, los estudiantes-maestros encuentran el verdadero significado de la
enseñanza, negocian formas de participación e interacción, que se constituyen en
componentes fundamentales de la identidad profesional.
En un tiempo en que la autoconciencia del arte se esfuma en las orillas del arte
mismo, la Dra. Nara Fuentes nos presenta Goce de la creación y vigencia visceral
del Surrealismo, un texto que resulta estimulante da vuelta de página al pasado
para considerar algunas de las propuestas estéticas más novedosas que hiciera
un escritor suramericano a inicios del siglo XX, Vicente Huidobro, quien, entre
muchos, es artífice y testimonio de la relación entre las literaturas latinoamericana
y europea y de los frutos de esta relación. Conocemos abundantes trabajos de
crítica sobre la poesía huidobriana pero es su narrativa la que permite mostrar
los elementos de la ‘humorística’ y el goce de la creación, la autoconciencia y la
visceralidad, como estéticas vigentes para nuestro tiempo y para aquellos que,
como el historiador Hobsbaum, denominaron al periodo de entreguerras, la
catástrofe política de la civilización. Este articulo examina esa coyuntura, esa
estética y la vigencia de sus ‘influencias’. Igualmente plantea un interrogante final
acerca de la necesaria autoconciencia del arte y de la literatura actual, retomando
la lección de vida y de estética de la cual nos proveen las corrientes vanguardistas
de inicios del siglo XX.
Para esta publicación es muy grato contar con la lección doctoral presentada por
el editor de los papers de C.S Peirce: el Dr. José Vericat, quien en Twitter en las
notas de C. S. Peirce, plantea que en el principio existía el Verbo y que así se inicia
el Evangelio de San Juan. Verbo como traducción del substantivo griego logos,
cuyo verbo legein, con un mayor espacio semántico, abarca hablar, decir, explicar,
etc., incluso razonar, y desde luego nombrar. A lo que San Juan añade: y el Verbo
estaba en Dios, y el Verbo era Dios..., enlazando de alguna manera con la imagen
así mismo inicial del la creación en el Génesis, en la que Dios crea las cosas
nombrándolas. A imagen de ello solemos también definir lo esencial del género
humano por su peculiar lenguaje - iniciático - de la palabra. Aunque su naturaleza
sea obviamente muy otra que la anterior - la del verbo del Verbo, con mayúscula.
Los poetas, o mejor los hacedores - que no en balde derivan su nombre del griego
poiesis - cual Prometeos dispuestos a robar el fuego sagrado de los dioses, fuerte
y necesariamente narcisos, suelen recordárnoslo con frecuencia; porque de ellos
es el monopolio de la manipulación - en el sentido artesano - de la palabra - de la
palabra como voz. En contraposición a los prosistas – digamos, al otro extremo
del espectro - centrados más bien en la escritura, en el puro relato como ficción.
Con la paradoja de que si bien Dios crea las cosas nombrándolas, el lenguaje
humano eleva un espeso velo entre la palabra y la cosa, entre palabra y objeto,
de halo con mucho mistérico. Ya Platón, en su Cratilo, aborda tempranamente
esta cuestión con sus modos falsamente dialogales - veremos la crítica despiadada
que le dirige Peirce - en el que a medida que avanza gana más en galimatías que
en claridad, conduciendo al lector a toparse a la postre con la misma puerta de
entrada que al principio, en un inacabable sin fin. De hecho, ya en los albores
de la modernidad, Shakespeare replantea la vieja cuestión con una frase no por
célebre y manida menos contundente: “¿Qué esconde un nombre?” La formula
tal cual el inocente personaje de Julieta en la famosísima obra sobre los amantes
de Verona. Aun cuando la pregunta pertenezca al largo acerbo de cuestiones
filosóficas sobre las que los humanos no hemos parado de preguntarnos. ¿Es un
nombre una convención, o está vinculado a la naturaleza de las cosas?.
en el cual se inscriben los trabajos de grado y tesis. Esta sencilla observación indicó
que los postgrados debían cumplir con la sociedad del conocimiento a través de
los indicadores de impacto social establecidos para la Educación Superior. En
América Latina, y en particular en nuestro país Colombia, los postgrados se han
incrementado significativamente, pero las condiciones políticas, económicas y
sociales no han estado a la par de los requerimiento en investigación ni en la
profundización de temas disciplinares. Se propuso, entonces, reflexionar en torno
al quehacer del nivel postgraduado en su ámbito académico, social, cultural,
administrativo y financiero, con el fin de pensar desde las relaciones multi y
transdisciplinares sobre las cuales se afinca el conocimiento.
La editora
Tunja, 24 de diciembre de 2012
El poder de la palabra: de la voz a
la lectura en Internet
Jorge Orlando Melo*1
Conferencia inaugural,
Catedra UNESCO para el mejoramiento de la calidad
y equidad de la educación en América Latina,
Subsede UPTC-UNIVALLE
Grupo de Investigación Lenguajes en Educación - LEEN
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Introducción
* Fue alumno del Instituto Jorge Robledo de Medellín, donde terminó la secundaria. Estudió en la Universidad Nacional, la
University of North Carolina y Oxford University. Entre 1964 y 1990 fue profesor en la Universidad Nacional de Colombia,
la Universidad de los Andes, la Universidad del Valle y Duke University. Fue Consejero Presidencial para los Derechos
Humanos (1990-1993), Consejero Presidencial para Medellín (1993-1994) y director de la Biblioteca Luis Ángel Arango
(1994-2005). Recibió el Premio Nacional de Ciencias “Alejandro Angel Escobar” (1988), el Premio Nacional de Periodismo
Simón Bolívar (1988), la Ordre des Palmes Académiques del Gobierno Francés, (2001) y la Orden del Mérito del Gobierno
Colombiano (2005). Dirigió las revistas Cuadernos Colombianos y Análisis Político. Fundó la revista Credencial Historia
y fue su director histórico de 1987 a 2005. Es columnista habitual de El Tiempo (Colombia) y Ámbito Jurídico y miembro
fundador de la revista Razón Pública. Inauguró la Catedra UNESCO para le mejoramiento de la calidad y equidad de la
educación en América Latina subsede UPTC 2011.
14 El poder de la palabra: de la voz a la lectura en Internet
Para conservar el conocimiento, por otra parte, hay que repetirlo una y otra vez.
Existe solo el presente, y solo se sabe lo que se recuerda. El recuerdo social se
mantiene mediante la repetición: la comunidad busca que el pasado se mantenga en
la memoria sin cambio alguno. Por lo que sabemos por las comunidades iletradas,
estas comunidades, al mismo tiempo que se transforman por la información y
el aprendizaje de cosas nuevas, son esencialmente repetitivas y conservadoras.
En ellas predomina el grupo, la memoria social, la que recuerda cosas que el
individuo no vivió personalmente, es una memoria única y comunitaria, cuidada
por los sacerdotes o los chamanes o por algunos especialistas, que transmiten su
saber a otros. La comunicación es siempre inmediata, enmarcada en un contexto
vivido: oigo al que grita de terror, o al que cuenta lo que le pasó. La voz inmediata
está siempre acompañada de un contexto visual, de un tono, de una expresión
del rostro, de un movimiento de la boca, que ayuda a interpretar su sentido.
Solo el relato del chamán o del narrador, del rapsoda, se emancipa de lo vivido
1 No hay evidencias sobre el momento en el que el homo sapiens inventó la palabra, pero puede aceptarse que hace unos
50.000/30.000 años había ya desarrollado un lenguaje simbólico. Esto permitió que otros avances que habían surgido
antes–uso de instrumentos, creación de imágenes- se unieran con el lenguaje para producir un cambio continuo y acelerado.
Ver Ian Tattersall, Masters of the Planet: The Search for Our Human Origins, NY, 2012.
2 Después de la aparición de la palabra, mutaciones casuales en el DNA se siguen dando, pero el proceso de selección
natural ya no opera sino marginalmente, pues la selección cultural es más importante: la comunidad que reúne información y
la usa es la que se impone, y pueden sobrevivir muchas variaciones entre los hombres, que no tendrían ventajas evolutivas,
por las ventajas que da la cultura, a pesar de las diferencias en color de la piel, susceptibilidad a enfermedades, etc. Esto
permite, además, que estrategias altruistas puedan tener más impacto que el esfuerzo “egoísta” de reproducir los propios
genes.
Lecturas y Escrituras 15
2. La escritura. Hace unos 4-5000 años algunos pueblos, en varias partes del
mundo, empezaron a encontrar formas de convertir la palabra en un registro fijo
y comprensible. Por supuesto, las pinturas con escenas de caza son un antecedente
de un esfuerzo por fijar el recuerdo. Y es posible que otras formas de pintura hayan
surgido, que llevaron a un registro que es al mismo tiempo mimético y simbólico:
el jeroglífico, en el que un dibujo estilizado se convierte eventualmente en una
palabra. (Egipto, 3000 AC; China). En otras partes los nudos o las rayas pudieron
marcar cantidades, registrar fechas, secuencias de eventos. Pero hay escritura desde
el momento en el que alguien que no elaboró el registro puede leerlo: cualquier
lector entrenado entiende lo que escribió otra persona. Esto se logra con las
escrituras jeroglíficas, pero alcanza su perfección cuando, hacia el 1300 AC, los
semitas inventan un sistema en el que para cada fonema se usa, más o menos, un
signo 25 o 30 símbolos son capaces de reproducir, con diversa precisión, todos los
idiomas posibles. Y aprender a leer deja de ser la tarea infinita de aprender miles
de jeroglíficos para convertirse en el aprendizaje de cómo combinar un pequeño
número de signos. Los griegos adoptan y adaptan el sistema, que hace la tarea
de aprender a leer y a escribir más sencilla, incluso al alcance de los niños. Esta
escritura es inerte, no tiene contexto emocional4.
3 Por esto, aunque no haya pruebas, estoy convencido de que si pudiéramos revivir y reproducir a un ser humano de hace
10 o 20.000 años, su hijo podría crecer en nuestra civilización tecnológica y ser tan eficiente con los computadores como
cualquiera de nuestros contemporáneos.
4 La historia de la escritura en Grecia de J. P. Vernant, en Los Orígenes del Pensamiento Griego, publicado originalmente en
1962, me parece que sigue siendo la más aguda introducción al tema, La mejor síntesis global es la Historia de la Lectura
de Alberto Manguel, que trae la narración hasta hoy, pero es muy útil también el libro de Roger Chartier y Guglielmo Cavallo,
eds., Historia de la lectura en el mundo occidental, (Madrid: 1998)
16 El poder de la palabra: de la voz a la lectura en Internet
c. Como libro sagrado, como libro de conocimiento del mundo o del pasado, como
libro de órdenes de vida, como norma legal: el libro emancipa la comunicación
de la inmediatez de lo vivido, de la memoria personal. Platón escribió en el
Fedro contra el libro, diciendo que haría decaer la memoria, porque no haría falta
recordar nada si todo quedaba en los libros. Pero era una visión innecesariamente
pesimista, y tal vez irónica: los registros que quedan en lo escrito no borran los
registros de la memoria de la persona: se suman a ellos, y hacen su conocimiento
infinitamente mayor.5 Las sociedades con escritura, además, no solo aprenden del
pasado, sino que pueden ordenar comunidades mucho más grandes: es posible
crear imperios, mandar órdenes que se cumplan a centenares de kilómetros, tener
leyes comunes, coordinar toda una sociedad sobre un espacio geográfico inmenso.
El imperio babilónico, el imperio griego de Alejandro, el imperio romano, son
imperios que resultaron posibles por la escritura, y que promueven la aceleración
del cambio histórico, pues las innovaciones se extienden en un ámbito inmenso6.
5 Como lo señala Umberto Eco, sólo “sólo después de la invención de la escritura es posible escribir una obra maestra de la
memoria espontánea como En busca del tiempo perdido. Eco, “De Internet a Gutemberg”, 1996.
6 En el imperio romano el libro se transforma físicamente: deja de estar en rollos para convertirse en el códice de hojas
pequeñas recordadas y atadas, que sigue siendo el modelo de libro vigente hoy.
18 El poder de la palabra: de la voz a la lectura en Internet
del libro abierto a todos. En esto participan monjes desde Irlanda hasta Asia,
y los acompañan, en forma paralela, sobre todo del siglo IX al XIII, los árabes.
La mayoría de la población vive en una cultura en la que las grandes verdades
se trasmiten por la palabra o la imagen, por el sermón y el vitral. Pero a partir
del siglo XII el desarrollo económico de Europa hace otra vez útil saber leer
y escribir para comerciantes o funcionarios. Reaparecen las escuelas y la gente
aprende a leer y escribir. (Hugo von Víctor escriba hacia 1128 el Didascalion,
que puede considerarse la primera cartilla de lectura7). Y surgen las universidades
que se organizan alrededor del libro y la biblioteca: muchos quieren libros y los
copistas no dan abasto. Antes de esta época mucho de lo que se escribía era una
transcripción de lo oral: discursos de Cicerón o clases del docente escolástico.
El renacimiento del libro en el siglo XIV lleva a que se escriban textos pensados
desde el comienzo como un libro, que se elaboran a partir de un plan, de una
visión integral de lo que se quiere comunicar8.
7 Ivan Illich estudia en detalle la obra de San Víctor en su libro The Vineyad or the Text, Chicago, 1996, en el que sin embargo
hay muchas interpretaciones excesivas.
8 Estos temas los analiza en forma muy brillante Walter J Ong, Orality and Literacy, Ver también de Eric Havellock, The Muse
Learns to Write: Reflections on Orality and Literacy from Antiquity to the Present, 1988.
9 Marshall McLuhan, The Gutenberg Galaxy: The Making of Typographic Man, 1962.
Lecturas y Escrituras 19
c. Lectura y escritura, como hechos sociales en los que participa una parte
importante de la población, transforman en cierto modo la conciencia de
la gente: las personas descubren que comparten ciertas informaciones y
experiencias, que comparten ciertas formas de sensibilidad: por ejemplo, los
lectores de novelas, del siglo XVIII al XIX, tienen miradas similares sobre
la mujer, el amor romántico, la niñez. Fomenta al mismo tiempo cierto
10 Sobre la expansión y el impacto de la imprenta, el gran libro clásico es el de Lucien Febre y Henry-Jean Martin, L’apparition
du livre, Paris, 1958, que debe completarse con el de Elizabeth Eisenstein, The Printing Revolution in Early Modern Europe.
Cambridge, 1983.
11 La Encyclopedia de Diderot y D’Alambert incluye dibujos detallados de las herramientas apropiadas en cada oficio. La
imagen es parte importante del libro impreso desde el siglo XVI, como lo había sido del libro manuscrito de la baja edad
media.
12 Los trabajos de Roger Chartier Libros, lecturas y lectores en la Edad Moderna, Madrid, 1993 y El orden de los libros,
Lectores, autores y bibliotecas en Europa entre los siglos XVI y XVIII, Barcelona, 1994, entre otros y Darnton, El coloquio
de los lectores, México, 2003 y varios más, son esenciales para seguir la pista a la lectura en los siglos XVII y XVIII.
20 El poder de la palabra: de la voz a la lectura en Internet
d. En América Latina, muy pocos sabían leer y escribir: a los indios y negros
en general no se les enseñaba, ni a los mestizos. Quizás menos del 5% de
los adultos en 1810 sabían leer y escribir. Pero los fundadores de las nuevas
repúblicas creían que no podría funcionar la democracia sin ciudadanos
informados. En muchas constituciones se puso como requisito para ser
ciudadano saber leer y escribir, aunque casi siempre se dio un plazo de 20 o
más años para que la gente pudiera aprender, lo que no se logró: en Colombia
la constitución de 1821 puso esta condición, y en 1851 se decidió, en vista de que
casi nadie había aprendido, establecer el sufragio para los analfabetas. Pero en otras
partes esto se mantuvo: en Chile el voto a los analfabetas apenas se concedió en 1973,
y en Bolivia, donde solo los blancos leían, sólo se dio el derecho de voto a los que no
supieran leer y escribir a mediados del siglo XX. De todos modos, el sueño era tener
una sociedad lectora13. Otros, sin embargo, pensaban que no había ninguna razón para
impulsar la lectura: creían que una sociedad oral era más sana y tradicionalista. Miguel
Antonio Caro llegó a afirmar que “saber leer y escribir” no estaba en los designios de
la Divina Providencia
13 En 1808, Diego Tanco publicó en el Semanario del Nuevo Reino un ensayo en el que proponía que se hicieran escuelas
públicas para dar “educación pública, gratuita, igual, sabia” a todos los jóvenes. En 1810, José Ignacio de Pombo,
comerciante y empresario de Cartagena, escribió que “las fábricas que nos hacen falta, las que son capaces de sacarnos
de la actual miseria, las que remediarán todos nuestros males, y las que nos proporcionarán la industria que deseamos, son
fábricas de sabiduría. Son pues de absoluta necesidad escuelas de primeras letras en todos los pueblos de la Provincia, sin
exceptuar el más pequeño, porque todo hombre libre necesita saber leer, escribir, y contar, y sin estos elementos difícilmente
sabrá ninguno las obligaciones de cristiano, ni las de ciudadano, y mucho menos podrá instruirse, ni perfeccionarse en el
arte u oficio a que se haya destinado” Informe del Consultado, Cartagena, 1810, en Antonio de Narváez y José Ignacio de
Pombo, Escritos económicos, Bogotá, 2012. Para el estudio de los cambios de fines del siglo XVIII en las formas de leer, la
valoración del libro y las bibliotecas, el papel de las tertulias y de la correspondencia, etc., el libro clave es el de Renán Silva,
Los Ilustrados en la Nueva Granada, Bogotá, 2002.
Lecturas y Escrituras 21
El periódico y la imprenta aparecen a fines del siglo XIX, y alrededor de ellos, de las
pocas bibliotecas, de las librerías, se consolida una cultura letrada. Muchos escriben
libros, novelas románticas o urbanas que imitan a Chateaubriand o a Eugenio Sue,
poesías en las que exhiben los dolores del alma. Por el libro llegan a Colombia y se
convierten en parte de la vida infantil local los cuentos tradicionales ingleses que
traduce Pombo, “El gato bandido” o “Simón el bobito”. La cultura que más cambia es
la cultura letrada, de la elite de capas bajas muy activas: está en contacto con el mundo,
y generalmente se define en relación con lo que rechaza y lo que acepta. En Colombia
algunos conservadores se oponen a las nuevas ideas, que en su opinión perturban la
tradición: preferirían que los pobres no aprendieran a leer14. Sin embargo, aunque
critican las ideas exóticas, se apoyan en los escritores europeos de la época, que llegan
en libros y periódicos. Los liberales rechazan a los autores integristas y promueven a
los defensores de la libertad de expresión o de las revoluciones Europeas. Sin embargo,
la lectura avanza lentamente: no lo suficiente para crear una base para una sociedad
realmente democrática, pero si tanto que no es posible mantener el país estático. En
los pueblos, los analfabetas se reúnen en la cantina y oyen a alguien que lee el periódico
que llega de la capital.15 La afiliación política proviene de los escritores públicos, y la
prensa es la base del poder político. Buena parte de las élites políticas de la segunda
mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX nacen en los periódicos o en las
escuelas. Los maestros y los escritores públicos forman los cuadros de los partidos,
aliados con los ricos propietarios o comerciantes. El poder viene de la letra más que del
fusil de las revoluciones16.
f. En 1886 se volvió a quitar el voto a los analfabetas y a los pobres, excepto en las elecciones
locales, pero desde 1910 el cumplimiento de esto es defectuoso: muchos iletrados votan
14 Una historia de la valoración de la cultura letrada y las bibliotecas en Colombia y de su relación con los proyectos
educativos en los últimos dos siglos se encuentra en Jorge Orlando Melo, “Educando a los campesinos y formando a los
ciudadanos cambio social y bibliotecas públicas en Colombia”, Conferencia leída en Urbana,Illinois, 2005. [www. http://www.
jorgeorlandomelo.com/educando_campesinos.htm]
15 Ver Malcolm Deas, “La presencia de la política nacional en la vida provinciana, pueblerina y rural de Colombia en el primer
siglo de la República”, en La unidad nacional en la América Latina, eds. Marco Palacios (comp.), (México, 1983)
16 Entre los periodistas y escritores públicos que llegaron a la presidencia de la república, sin que hicieran parte de las familias
más ricas, se puede mencionar a Manuel Murillo Toro, Santiago Pérez, Rafael Nuñez, Eduardo Santos, Alberto Lleras
Camargo y Belisario Betancur. Fueron bibliotecarios Miguel Antonio Caro y Marco Fidel Suárez y libreros Salvador Camacho
Roldán, Carlos E. Restrepo y José Vicente Concha.
22 El poder de la palabra: de la voz a la lectura en Internet
17 “Las buenas costumbres, base esencial de la ciudadanía en una República bien ordenada, no se propagan por la lectura,
sino por la tradición oral y los buenos consejos”. Había dicho Miguel Antonio Caro a fines del XIX y esta idea tiene ecos en
la prensa religiosa de los años treinta. Miguel Antonio Caro, Discurso del 2 de junio de 1886, publicado como “Sufragio” en
Estudios constitucionales y jurídicos, primera serie, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1986, p. 172.
18 Ver. mi conferencia Democracy and Libraries in Colombia: From Oral Culture to the World of the Book. [www.
jorgeorlandomelo.com/democracyand.htm], Mortenson Center, University of Illinois, 2005. Renán Silva ha tratado algunos
de estos temas en trabajos reunidos en Republica Liberal, intelectuales y cultura popular, Medellín, La Carreta Editores.
2005. Carmen Elisa Acosta ha hecho varios estudios sobre las formas de lectura literaria (novelas por entregas, crónicas
costumbristas) en el siglo XIX, así como sobre los esfuerzos conservadores por definir unas lecturas recomendables a
mediados de siglo. Existen también algunos trabajos acerca de la enseñanza de la lectura en la escuela. Ver Alicia Rey.
La enseñanza de la lectura en Colombia (1870-1930): una aproximación desde el análisis del discurso, Bogotá, 2000,
Néstor Cardoso, “El proyecto civilista de comienzos de siglo XX en Colombia, a través de los textos de lectura. El caso la
Alegría de leer”, en: Memorias. Primer Coloquio nacional sobre docencia de lenguas y literatura. Universidad de Caldas,
Manizales, 2001, Néstor Cardoso, “Los textos de lectura en Colombia. Aproximación histórica e ideológica. 1872-1917”
en Educación y Pedagogía, No 29-30, Medellín, 2001 y Los textos escolares en Colombia: dispositivos ideológicos, 1870-
1939, Ibagué, 2007, C. Rincón Berdugo, La enseñanza de la lectura y la escritura en Colombia, 1870-1936. Una mirada
desde la práctica pedagógica, Bogotá, 2003, Patricia Cardona Z, “La nación de papel. Textos escolares, lectura y política.
Estados Unidos de Colombia, 1870-1876”, Coherencia, No 6, Medellín., Universidad Eafit, 2007 L. Alarcón Meneses y Jorge
Conde Calderón, “Opinión pública y lectura en el Caribe colombiano durante el siglo XIX. Una mirada desde la prensa y los
manuales escolares”, en Adalberto Bolaño, (Ed.): Pensar el Caribe I. Ciencias Humanas y Artes, Barranquilla, 2005. G. del
C. Chaparro Benavides, La enseñanza de la lectura y la escritura en la escuela primaria colombiana durante la primera mitad
del siglo XX, Bogotá, 1997. Catalina Muñoz Rojas. “Una aproximación a la historia de la lectura en el Nueva Granada: el
caso de Juan Fernández Sotomayor”, Historia critica 22, Bogotá, 2001, aunque más bien se refiere a las ideas de Fernández
sobre la independencia que a la historia de la lectura.
Lecturas y Escrituras 23
En vez del lector que en la tienda leía el periódico para todos los contertulios, hay
es un aparato de radio alrededor del cual se agrupan los ciudadanos. Tan fuerte fue
el peso de la radio en Colombia que desde 1949 se intentó usarla para promover
la lectura: Radio Sutatenza fue creada con el objeto central de servir como medio
de educación para los campesinos analfabetas, y desarrolló una metodología para
enseñar a leer y escribir por radio. Después de 1954 la televisión complementó
el desarrollo de una cultura moderna que podía prescindir en parte de la lectura:
un colombiano, en 1980, podía estar razonablemente bien enterado de lo que
pasaba en el país y en el mundo sin saber leer y escribir, o sabiendo apenas lo
necesario para reconocer unos letreros y números. Pero esto lo dejaba a merced
de un sistema de distribución de la información más manipulado, más vinculado
a la promoción del consumo comercial, más homogéneo: el libro es escogido
individualmente, se lee al propio ritmo, mientras que la programación radial
o de televisión es más limitada, y las opciones son entre productos similares, a
veces casi clones el uno del otro. Del mismo modo: la narración audiovisual pone
al espectador y oyente en una situación más pasiva que el libro: el libro puede
anotarse, confrontarse, volver atrás, lo que no ocurre en la película o la telenovela.
La comunicación personal entre personas distantes volvió a la conversación, a
través del teléfono, al menos en los niveles sociales que podían pagarse la larga
distancia. Sin embargo, en los mercados dominicales de los pueblos, en estos
años, era todavía frecuente el “escribidor” que se alquilaba a los analfabetas para
mandar una carta al hijo que estaba en el servicio militar o a la hija que trabajaba
en las capitales, o a la novia remota: la carta conservaba un prestigio entre el
pueblo que había perdido en los niveles altos.
24 El poder de la palabra: de la voz a la lectura en Internet
19 Carrasquilla hace sus mejores cuentos a partir de lo que oye decir, y detrás de García Márquez están los contadores de
cuentos de su pueblo y su familia
20 Hay varios trabajos sobre la historia de la música popular, como el de Peter Wade., Música, raza y nación: música tropical
en Colombia. Bogotá: 2002. Son indispensables los análisis del proceso de cambio en los medios hechos por Jesús Martín
Barbero en varios de sus libros, como Televisión y melodrama: géneros y lecturas de la telenovela en Colombia, Bogotá,
1992 (Con Sonia Muñoz)
Lecturas y Escrituras 25
c. Están por estudiar los efectos de esta situación sobre la democracia o sobre el
poder de los ciudadanos para actuar en forma independiente. La idea ilustrada era
que el contacto con el periódico y el libro elevaría el nivel de los ciudadanos y los
emanciparía de las clientelas de propietarios. Puede argumentarse que el triunfo
de la radio y la televisión creó una nueva forma de dependencia cultural, en la que
se daba información, había un diálogo con casi toda la población, pero en el que
no se desarrollaba una actitud crítica del destinatario de los mensajes. Al mismo
tiempo, las relaciones de los medios con el poder económico se alteraron, pues
la televisión y la radio conformaron pronto grandes conglomerados de medios,
y eventualmente alteraron las formas de propiedad de los periódicos, que habían
sido tradicionalmente empresas de familia. El mensaje de los medios, sin duda, se
inscribió cada vez más en el contexto de un mensaje comercial, en el que los viejos
contenidos políticos y culturales se complementan con la promoción del consumo
y del entretenimiento: en los noticieros era cada vez más difícil separar la noticia del
anuncio comercial y del mundo del espectáculo. 21
Las últimas dos o tres décadas han visto una quinta revolución, que podría,
imitando a Walter Ong, recibir el nombre de una nueva fase de “auge secundario
de la lectura y la escritura”. En efecto, en 1994 llegó a Colombia internet, más o
menos al mismo tiempo en que los teléfonos comenzaban a dejar de depender del
cableado físico. La comunicación inalámbrica de contenidos diferentes a los del
radio y la televisión abrió nuevas posibilidades. En primer lugar la expansión de
estos servicios se ha hecho a un ritmo sin antecedentes. El celular llegó en 15 años
a la totalidad de la población: no hay brecha tecnológica para los servicios básicos,
aunque por supuesto hay servicios sofisticados que sólo usan algunas personas. E
internet llega, al menos en las ciudades, a cerca del 50% de los hogares, y muchos
de los que no lo tienen en casa pueden usarlo en sus escuelas, en sus trabajos o en
sitios públicos. El libro o el periódico, nunca llegaron, en 200 años de historia a
hacer parte de la vida de siquiera el 20% de la población del país. El radio había
tomado cerca de 50 años para llegar a todos los hogares, y la televisión al menos 30
años. Pero la expansión de las nuevas tecnologías, que gozan de unas economías de
escala muy grandes y se apoyan en la reducción continua del costo de los equipos
electrónicos, ha sido exponencial y esto quiere decir que pronto toda la población
estará también virtualmente conectada, probablemente en buena parte a través del
teléfono inalámbrico. Esto quiere decir que los problemas de equidad de Internet
21 He aludido a estos temas, a veces en forma algo repetitiva, en algunas conferencias sobre los medios. Ver por ejemplo
“La Libertad de Prensa en Colombia: pasado y perspectivas actuales”, en Fernando Cepeda, ed. Fortalezas de Colombia,
Bogotá, 2003 [http://www.jorgeorlandomelo.com/libertad_prensa.htm] y “¿Hacía una sociedad de la recreación?, El
Malpensante Bogotá, 2002. [http://www.jorgeorlandomelo.com/haciaunasociedad.htm]
26 El poder de la palabra: de la voz a la lectura en Internet
no tienen que ver con la distribución de equipos básicos. Otra vez, como en el caso
de la radio y la televisión, el problema es el tipo de uso que tengan estos productos
y la capacidad de los medios o del lector para definir sus contenidos y formatos.
b. Las nuevas redes crean conjuntos de lectores escritores unidos por ciertas
afinidades, lo que refuerza la sensación de pertenencia a determinadas comunidades.
Esta es una lectura abierta a la comunidad, una experiencia compartida de productos
culturales, algo distinta a la lectura privada del libro.
c. Hay una amplia discusión sobre los efectos que tiene Internet sobre la lectura y
la cultura. Para algunos, la red de información está desplazando la lectura intensa y
compleja por una lectura superficial, dispersa y concentrada en textos muy breves.
En su opinión el proceso de desmoronamiento de la habilidad y el interés por leer
textos complejos, literarios, desafiantes, que había comenzado con la televisión, se
agudiza con Internet22.
22 La exposición más elocuente de esta posición es la de Sven Berkits, The Gutenberg Elegies: The Fate of Reading in the
Electronic Age, publicado en 1995, cuando apenas comenzaban a advertirse algunos de estos problemas.
23 Según la encuesta de 2005, el 7.5% de los hogares de Colombia tienen más de 100 libros. En 2000 el 13% de los
encuestados en las 11 ciudades principales tenía más de 100 libros. En 2005, el 37% de los encuestados de más de 12
años decía haber leído al menos un libro en el año anterior, un resultado muy marcado por la lectura de textos de estudio
en la secundaria y la universidad. Hábitos de lectura y consumo de libros en Colombia, Bogotá, 2001, y Hábitos de lectura,
asistencia a bibliotecas y consumo de libros en Colombia. Bogotá, 2006.
Lecturas y Escrituras 27
Estamos pues en una situación en la que por primera vez, hay una aparente
situación de equidad: toda la población sabe leer y escribir y toda tiene acceso,
en condiciones razonables, a materiales de lectura. Si es así, ¿hemos resuelto los
problemas de equidad en relación con la lectura y la escritura?
24 La razón más frecuente que se da para no comprar libros es que no se tiene dinero suficiente (47% de los lectores, en la
encuesta de 2005, tabla 8 de Mauricio Reina y Cristina Gamboa, “Hábitos de lectura y consumo de libros en Colombia, en
Hábitos de lectura, asistencia a bibliotecas y consumo de libros en Colombia”. Sin embargo, los colombianos gastan al año
en licores, incluyendo cerveza, más de 25 veces lo que gastan en libros: compran al menos 8 botellas de aguardiente, 2 de
ron y 1 de whisky por cada libro que compran.
25 Sobre el plan nacional de bibliotecas puede verse Las bibliotecas públicas colombianas: dónde estamos y para donde ir. En
los ocho años del Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas. Bogotá, junio de 2010. [http://www.jorgeorlandomelo.com/bajar/
pnbevaluacion.pdf]
28 El poder de la palabra: de la voz a la lectura en Internet
Una alternativa son las bibliotecas públicas. Colombia tiene, desde los años
cincuentas, dos o tres bibliotecas públicas de gran calidad, que se volvieron
20 o 30 en los noventas. Entre 2002 y hoy ha habido un esfuerzo más o
menos ordenado e inteligente del gobierno por tener al menos una biblioteca
pública por municipio, y hoy en teoría son muy raros los que no la tienen. La
colección escogida es razonable, al menos para los municipios de menos de
10.000 habitantes, que son la mayoría. Pero aunque no hay datos confiables
sobre su funcionamiento, el consenso es que son muy diferentes entre sí. Hay
unas en las que un bibliotecario excelente crea una comunidad de lectores y
logra apoyar a las escuelas, en las que los libros se prestan, en las que todos
los días hay un buen número de lectores. Pero muchas abren en horarios
restringidos, de modo que los escolares no logran verla abierta, no prestan
los libros y tienen bibliotecarios sin preparación. Además, no son bibliotecas
vivas, en las que los lectores pidan libros y estos se compren, en las que haya
actividades, discusiones, clubes de lectores. Hacen lo que les pide el Ministerio
de Cultura, si acaso26.
26 Algunos sitios con material útil son Colombia Aprende, del Ministerio de Educación [www.colombiaaprende.com], la Biblioteca
Virtual del Banco de la República [http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/indice] y Eduteka, una página promovida por
la Fundación Gabriel Piedrahita Uribe de Cali (http://www.eduteka.org/). Sin embargo, el material para consulta por los
niños mismos es prácticamente inexistente: casi todo está hecho para los docentes, o se reduce a enlaces a materiales
preparados en otras partes.
Lecturas y Escrituras 29
Es posible que en los próximos años esta situación cambie, pero no es fácil
saberlo. Es probable que el material en dominio público se consiga dentro de
unos años fácilmente. Las bibliotecas públicas -y en el caso de Colombia el
esfuerzo ya es largo: la página virtual de la Luis Ángel Arango tiene 16 años-
han estado digitalizando estas obras, aunque la calidad del material es muy
desigual: hay unos sin mayor edición, con errores, y la navegación es difícil e
incómoda, y hay muchas restricciones y limitaciones en el uso, que reflejan
en su mayoría una inadecuada comprensión de las necesidades de los lectores.
En cuanto a las obras sujetas a derechos de autor, sin duda existirá la opción de
descargarla, y la circulación en papel va a reducirse mucho. Muchos libros se
publicarán solamente en la red, donde pueden perderse entre el maremagnum
de información. Si lo que está pasando con los lectores de Kindle y Apple es una
señal del futuro, muchos libros serán más caros que hoy: aunque sus costos de
producción bajen y no tengan costos de papel ni distribución y la recuperación
de los costos de edición del autor puede llevar a una política
27 Algunos sitios con material útil son Colombia Aprende, del Ministerio de Educación [www.colombiaaprende.com], la Biblioteca
Virtual del Banco de la República [http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/indice] y Eduteka, una página promovida por
la Fundación Gabriel Piedrahita Uribe de Cali (http://www.eduteka.org/). Sin embargo, el material para consulta por los
niños mismos es prácticamente inexistente: casi todo está hecho para los docentes, o se reduce a enlaces a materiales
preparados en otras partes.
28 Sobre los problemas de calidad de la información de Wikipedia, que se han minimizado, ver mi análisis en “Del papel a la
pantalla: perspectivas paradójicas de Wikipedia” [http://www.elmalpensante.com/index.php?doc=display_contenido&id=236]
y “Colombia en la Wikipedia: Comparaciones y anomalías” [http://www.elmalpensante.com/index.php?doc=display_
contenido&id=242] en El Malpensante, No 90. Bogotá,
30 El poder de la palabra: de la voz a la lectura en Internet
29 Participé en el proyecto BID-Corpovionarios, Acción Colectiva para Mejorar la Calidad de la Educación (Bogotá. Informe
Final, 2008) que se realizó en tres colegios de Bogotá y entre cuyos resultados, en parte inesperados, estuvo un avance
extraordinario en la capacidad de lectura y escritura de los estudiantes.
30 Los trabajos de Fabio Jurado son una buena introducción a los problemas de la enseñanza de la escritura y la lectura. Ver,
por ejemplo, Fabio Jurado (ed). Los procesos de la lectura Bogotá, 1995 y Los procesos de la escritura: Bogotá, 1996.
Una visión muy precisa y coherente de los problemas básicos se encuentra en Mauricio Pérez Abril y Catalina Roa Casas,
Referentes para la didáctica del lenguaje en el primer ciclo, Bogotá, 2010.
Lecturas y Escrituras 31
con crear estímulos y ambientes apropiados para que el niño lea, con
frecuencia, textos de diferente dificultad e interés 31.
31 Los niños lectores se forman, según todas las encuestas, en hogares con libros, donde los padres les leen en voz alta
y son ellos mismos lectores. La escuela no tiene un gran impacto en el surgimiento del interés y el gusto por la lectura,
pero si en la conservación y afirmación de ese gusto y en la formación de habilidades de comunicación más compleja: las
capacidades de ordenar un texto, usar el lenguaje e en forma apropiada, controlar el desorden y la digresión y usar una
argumentación convincente son muy deficientes aún en los estudiantes universitarios y de postgrado, Una buena discusión
de estos problemas está en María Cristina Martínez, Estrategia de lectura y escritura: perspectivas teóricas y talleres.
[http://www.unesco-lectura.univalle.edu.co/pdf/Estrategiaslecturaescritura.pdf], Cali, Cátedra Unesco para la Lectura y la
Escritura, 2002
32 El poder de la palabra: de la voz a la lectura en Internet
Conclusión
Lo anterior, trata de sugerir, sin que este sea el sitio adecuado para desarrollar
el argumento, que la desigualdad de la palabra sigue viva entre nosotros. Y la
significación de esto es mucho mayor hoy que antes. Hace 250 años la palabra
creaba el poder de un grupo dirigente, pero casi todos los hombres ignoraban,
aunque a veces reverenciaban, ese poder mágico de la palabra escrita. Por
ello, podían vivir, refugiados en su comunidad social, sin sufrir la carencia de
la escritura, y a veces el iletrado lograba vivir bien su vida, protegido por su
comunidad o imponiéndose por su inteligencia. Hoy esto es imposible: saber
Lecturas y Escrituras 33
Lo que no podemos creer es que esta diferencia tenga que ver con la capacidad
de los niños: todos nacen con las mismas habilidades innatas. Todos, con unas
contadas excepciones extremas, son capaces de aprender a hablar un idioma
complejo como el español y lo logran hacer entre los seis meses de edad y los
tres años. Todos, si tuvieran las oportunidades y experiencias apropiadas,
32 Desafortunadamente, una de las carreras en las que se juntan los que tienen malos resultados es precisamente la de
maestro. Ver Consejo Privado de Competividad, Colombia, Informe Nacional de Competitivdad: Ruta a la prosperidad
colectiva, .2010 2011, p 92: En Colombia, dice, solo el 14% de los estudiantes” que comienzan una licenciatura en educación
“tienen un resultado alto en el examen de estado Saber 11”. [http://www.compite.com.co/site/infraestructura-transporte-y-
logistica/]
33 Ver las tablas que acompañan la conferencia Hacia un país de lectores: grandes avances, grandes desafíos. Bogotá, 3 de
mayo de 2011. [http://www.jorgeorlandomelo.com/bajar/haciaunpaisdelectores.pdf]
34 El poder de la palabra: de la voz a la lectura en Internet
podrían aprender a leer bien, tan bien como los de los mejores colegios del
país. Por supuesto, hay diferencias individuales en la dotación genética, pero
son marginales frente a las diferencias que crea la distribución desigual de los
bienes culturales. Los niños colombianos reciben casi las mismas calorías que
los niños de los países avanzados, tienen unas condiciones de salud algo más
débiles, una tasa de mortalidad algo más alta, pero en general, las diferencias
son pequeñas: unos cuantos puntos porcentuales. Pero si uno compara el uso del
libro y de las bibliotecas en Colombia con Finlandia, el país que obtiene mejores
resultados en las pruebas internacionales de educación, la diferencia es abismal:
las visitas a bibliotecas por habitante en Colombia son más o menos el 5% de
las de Finlandia, el número de libros prestados por habitantes en las bibliotecas
públicas fue aproximadamente el 2% y el número de libros en las bibliotecas
públicas por habitante es de 7, mientras en Colombia no llega a uno por cada
cuatro habitantes.34
Bibliografía
Introducción
1 Profesor de planta e investigador del Departamento de Lenguas de la Universidad Pedagógica Nacional. Coordinador del
énfasis en Lenguaje y Educación del Doctorado Interinstitucional en Educación, UPN-DIE. Correo electrónico: acardena@
pedagogica.edu.co. Conferencia Inaugural del Doctorado en Lenguaje y Cultura - UPTC
2 Nietzsche, Fiedrich Sobre verdad y mentira. (Madrid: Tecnos, 1990).
40 Lenguaje, sentido y cultura
Esto no quiere decir, sin embargo, que el signo –y por supuesto la Modernidad-
hayan persistido inamovibles, incólumes con el paso del tiempo. En efecto,
uno y otra variaron a lo largo de la historia; así, en palabras de Octavio Paz,
la Modernidad se convirtió paradójicamente en la tradición de la ruptura y en
la ruptura de la tradición, mientras que el signo tomó distancia de la señal y
adquirió las características que lo definen: variedad, variabilidad, ambivalencia y
acentuación valorativa3. El signo al desprenderse de su carácter de señal creó una
brecha con la representación y sus formas, atenazadas en la oposición mimesis
y diégesis (nociones unidas a la concepción fuerte de sujeto), y dio paso a la
methexis, a la distancia y a la participación de un sujeto cuyo discurso, además de
las posiciones que asume, se inscribe en el horizonte de la palabra ajena, horizonte
dentro del cual se sitúan nuestras comprensiones de los fenómenos sociales.
3 Bajtín, 1992
4 Ricoeur, Paul. Teoría de la interpretación. México: Siglo XXI, 1995.
Lecturas y Escrituras 41
5 Derrida, J. De la gramatología. (Madrid: Siglo XXI, 1974) y Eco, U. La estructura ausente. (Barcelona: Lumen, 1974).
6 Lyotard, Jean-François La condición postmoderna. (Madrid: Cátedra, 1984).
7 Lévi-Strauss (1987: 75-95)
42 Lenguaje, sentido y cultura
de una relación indirecta donde los conceptos sirven de nexo entre los
nombres y las cosas y el predominio de una concepción holista del lenguaje,
se concibe que éste es una totalidad simbólica articulada donde se teje una
red de sentido donde cada parte adquiere su significado por referencia al
todo. Esta mirada tiene antecedentes en Humboldt y se difunde a partir de
la obra de Heidegger, Gadamer, Ricoeur, Derrida y Vattimo.
Una de las influencias más notables del lenguaje en la cultura actual se muestra
13 Geertz, Clifford. La interpretación de las culturas. (Barcelona: Gedisa, 2003), 42-58; Grandi, R. Texto y contexto en los
medios de comunicación. (Barcelona: Bosch S.A. 1995).
14 Luckàcs, George El alma y las formas. Teoría de la novela. (México: Grijalbo, 1975).
15 Goodman, Nelson Maneras de hacer mundos. (Madrid: Visor, 1990). y Bruner, J. Realidad mental y mundos posibles.
(Barcelona: Gedisa, 1989).
Lecturas y Escrituras 47
Entonces, nos encontramos frente a varias situaciones que, sin duda, contribuyen
a que las relaciones entre el lenguaje y la cultura estén marcadas por una crisis:
agotamiento de la razón, crisis de los metarrelatos, fin de la historia, colapso de la
verdad, crítica de la representación, construcción de la realidad, constitución del
sujeto, etc. Así, muchos de los conceptos relacionados con la antropología como
los relativos a la identidad, la etnografía, la diferencia, la diversidad, etc., se
matizan con el color de lo local y por la importancia que se presta a los contextos
en que ellos ocurren.
Sin lugar a dudas, en todo ello intervienen las concepciones de lenguaje, en las
versiones de filósofos, psicólogos, sociólogos, antropólogos y, por supuesto, de
lingüistas. Unos y otros se han ocupado de aspectos tales como la materialidad del
signo, la estructura, el sistema, las formas, las palabras, las oraciones, los signos,
los códigos, los enunciados, el significado, el sentido, los textos, los discursos, los
géneros, la representación, el conocimiento, la lógica, la analogía, la gramática,
la retórica, el estilo, la poética, la literatura y, por supuesto, de sus relaciones con
el conocimiento, la conciencia, la conducta, la visión de mundo, la cultura, la
sociedad, la historia, la ideología, los imaginarios, los valores y la manera como
usamos el lenguaje para argumentar, interpretar, proponer, crear, sentir, pensar
e imaginar. Todos estos temas han atraído la mirada de pensadores y analistas
ansiosos de hacerse, así sea en parte, a la naturaleza del lenguaje.
El lenguaje y el sentido
Lo dicho nos permite destacar una paradoja. Saussure es un moderno que le pone
el cascabel al gato pues no obstante referirse al significado, en el contexto de sus
planteamientos lo que aparece es el sentido, es decir, ese ámbito de posibilidades
culturales, ese sobreentendido que despliega el horizonte de la significación,
esa diversa manifestación textual y discursiva que atenazada por la textualidad,
Así pues, dentro de esa episteme con que se abre el Siglo XX, a pesar de la identidad del
significado con el concepto, el problema del sentido no es otra cosa que su diversidad,
la proliferación de sus dimensiones: imaginarias, simbólicas, industriales, ideológicas,
valorativas, prácticas, en relación con el conocimiento (lógico y analógico), las
instancias ideológicas y el contexto dialógico donde aflora todo tipo de saberes. Esto
no es otra cosa que la evidencia de que la Modernidad, a pesar de sus esfuerzos, es el
reino de la paradoja, una ruptura de la tradición o la tradición de la ruptura, como
bien lo anota Octavio Paz (Los hijos del limo).
Simultáneamente, hay que destacar lo que ocurría en Rusia con Bajtín quien,
siguiendo una tradición que toma distancia de lo que ocurre en Europa, donde
la concepción de lengua se desarrolla de la mano con la razón lógica, y destaca el
problema de la lengua en el territorio de la razón práctica, con lo cual se abre paso al
dialogismo. Para Bajtín, la lingüística no puede ser otra cosa que una metalingüística
o como prefieren Kristeva, Bubnova y Todorov una translingüística. En tal virtud, la
metalingüística es un enfoque fronterizo del lenguaje que, en lugar de ocuparse de
las relaciones entre los elementos del código o de los elementos del código y el texto
o de un enunciado18, toma como objeto las relaciones entre los actos de palabra, los
textos, los géneros discursivos, el diálogo interno y externo entre textos, los discursos,
interlocutores, dentro de un proceso histórico de formación y transformación, según
se lee en “El problema del texto”. La translingüística trabaja la lengua como palabra
encarnada, en relación con sujetos puestos en condición intersubjetiva.
De este modo, la verdad y el saber y todos los productos del pensamiento humano
no están en la cabeza de un solo hombre sino que obedecen a la permanente
discusión y búsqueda a través de la comunicación dialógica. Este transcurrir
discursivo de las ideas en la vida se da en el amplio contexto de la heteroglosia
social, donde se busca la verdad a través de la confrontación de las ideas, donde
las ideas se ponen a prueba y, en igual medida, se prueban los hombres, sobre el
terreno común de la discusión de la historicidad de las ideas y de su simultaneidad.
Esto, en lo que hace a la polifonía, nos dice que esta es incompatible con el
planteamiento de una sola idea, con su impostación como verdad encontrada y
ya realizada sobre el mundo.
El concierto de voces propio del uso social del lenguaje está siempre en diálogo,
en discusión, en polémica, dentro de una ‘formación ideológica’. Allí no existe
el pensamiento aislado como tampoco la posibilidad de reducir el pensamiento
a un sistema. Así, como esto ocurre en la ideología formadora, en el universo
de hombres y mujeres, jóvenes y viejos, cada uno ejerce sus diferentes papeles
(adoptan puntos de vista, asumen perspectivas diversas, participan, adoptan
posturas críticas, toman distancias, se apoderan de la voz de otros, asumen
variedad de discursos, etc.) con propósitos diferentes en un marco cultural,
refractario a los niveles de representación, entrando en polémica, impidiendo
que siempre el pensamiento sea el mismo. De ahí que la comprensión, más que
un fenómeno de interpretación, es una condición de existencia del lenguaje
mismo, siempre abarca muchos sentidos, se orienta en determinadas direcciones,
confronta posiciones, apela a la palabra de otros, parodia, rechaza o proscribe lo
que otros han dicho.
21 Según Bajtín (1997: 114), el contexto se compone de tres momentos: 1) un horizonte espacial compartido por ambos
hablantes (la unidad de lo visible…); 2) el conocimiento y comprensión común de la situación, asimismo compartido por los
dos y, finalmente, 3) la valoración compartida por los dos, de esta situación”.
Lecturas y Escrituras 51
quiere decir que hay necesidad de explorar esta literatura para comprenderla,
cuáles son sus dimensiones y cuáles sus rasgos originales.
A tenor de lo dicho, hay que reconocer que el lenguaje es uno de los constituyentes
fundamentales de la cultura. Si la cultura es la ‘morada del hombre’ y esta se
nutre de experiencia y de sentido, una vez ubicados en el terreno de las ciencias
humanas, es necesario reconocer que éstas configuran un diálogo con su
objeto, diálogo entre dos sujetos posicionados en una determinada visión de
mundo, con determinados puntos de vista. Este diálogo, al cual se enfrenta el
investigador de las ciencias humanas, acontece en forma de texto, de donde se
infiere que no hay objeto de estudio de las ciencias humanas. Estas, al igual que
las ciencias naturales, se pronuncian sobre algo. En ambos casos, hay sujetos que
se pronuncian sobre objetos. Pero, en ninguno de los dos casos, los objetos son
dados, son construidos con base en una articulación de redes de representación
(verdad, validez, pertinencia, corrección, probabilidad, posibilidad, legitimidad)
mediante las cuales les atribuimos sentido y los consideramos representaciones de
algo, desde determinadas posiciones ideológicas, con respecto a cierta valoración
y como respuesta a ciertos intereses en los cuales hemos puesto nuestro particular
acento.
Detrás del hombre que habla hay una voz, muchas voces que lo preceden y de las
cuales su voz es una forma de continuar aquella, repitiéndola, interrumpiéndola,
encadenándola, desplazándola, ocultándola dentro de un proceso que no puede
detenerse jamás, que siempre está buscando voceros que digan la palabra.22
Este principio puede formularse como que el hombre es hablado por el lenguaje;
esta enunciación encierra, para mí, una manera de abordar la polifonía, la
presencia en mi palabra de una voz y un discurso ajenos que se me imponen y
me obligan como una institución y me inclinan a tener que seguir hablando.
Este principio en que el hombre es hablado por el lenguaje apunta a ese otro
que desarrollará en La arqueología del saber, bajo la denominación de ‘formación
discursiva’23.
Así, pues la hipótesis de trabajo sobre la que razona Foucault establece que: “…
en toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada
y redistribuida por un cierto número de procedimientos que tienen por función
conjurar los poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatoria y esquivar su
pesada y temible materialidad”; es ahí donde se manifiesta la ‘voluntad de saber’
que excluye el lenguaje y el habla, objetos de la triada sobre la cual razona Saussure.
Estos límites son los que, en efecto, promueven el surgimiento de las interdisciplinas.
La interdisciplinariedad presenta dos actitudes según la opinión de Gerard al
construir una nueva representación del problema que será mucho más adecuada
independientemente de todo criterio particular. Se espera que se asocien, por
ejemplo, la biología, la sociología, la psicología, etc. Se podrá obtener una ciencia
de la salud interdisciplinar más adecuada, objetiva y universal porque examinará
muchos más aspectos del problema. Se supondrá que esa “superciencia” no tendrá
los sesgos de cada una de las aproximaciones particulares. Sin embargo, semejante
aproximación interdisciplinar no crea una “superciencia” más objetiva que las
demás, no hace más que producir una nueva aproximación particular; b) no está
destinada a crear un nuevo discurso que estaría más allá de las disciplinas singulares,
sino que se considera una práctica “específica” para acercarse a los problemas de la
existencia cotidiana. El objetivo no será crear una nueva disciplina científica, ni un
discurso universal sino recobrar un problema concreto.
24 Véase Basarab Nicolescu, “La transdisciplinariedad” (Trad. de Consuelle Falla Garmilla), en http://perso.club-internet.fr/
nicol/ciret/ - 25 Août, 1999.
54 Lenguaje, sentido y cultura
25 (1987: 94)
26 Este concepto corresponde a Bachelard La formación del espíritu científico. (México: Siglo XXI) y tiene efecto cuando el
científico rompe con un conjunto de hipótesis a nivel del comportamiento y de aprehensión de los conceptos. También,
puede obedecer a la reformulación completa o constituir el paso de un sistema a otro en el desarrollo de la ciencia, con el
fin de enfrentar nuevos fenómenos.
27 Braunstein, Néstor y otros Psicología: ideología y ciencia. (México: Siglo XXI, 6ª edición, 1975) ,45.
Lecturas y Escrituras 55
Sin entrar a discutir que lo que produce la ruptura epistemológica son nuevas
verdades, podemos entrar a preguntar cómo influyen estas verdades en la
transformación de las subjetividades humanas. Sería algo así como preguntarnos
cómo influye el paso de una práctica ideológica a la práctica científica en la
constitución del sujeto.
Otro asunto que parece alimentar dicha pretensión es la concepción del lenguaje
como problema en la medida en que la ciencia es una forma de discurso o, mejor,
una formación social discursiva que se apoya en el signo. Desde esta perspectiva,
al discurso de la ciencia siempre lo ha perseguido el problema del significado y,
por supuesto, de su transparencia, de su univocidad, de su denotación, de su
referencialidad. Si el mundo existe afuera y es objetivo, el lenguaje mediante el
cual se le designa, describe o explica debe ser transparente, objetivo, unívoco.
De superarse este problema mediante la creación de lenguajes unívocos, ‘bien
hechos’28, el objetivo estaría logrado.
28 Esta fue la gran pretensión del positivismo lógico, intento que se relaciona con la concepción de la transparencia del
significado y la equivocidad del lenguaje común como un defecto que siempre nos engaña.
29 Según Nicolescu (“La transdisciplinariedad”), esta sigue siendo uno de los “imperativos” del conocimiento, aún dentro
de la transdisciplinariedad, solo que aquella cambia de lugar: ya no designa la realidad, como tampoco los nexos entre
realidad y conocimiento, sino que se traslada al conocimiento mismo donde se considera que la realidad tiene varios niveles
(estructura discontinua), es compleja y que, entre las disciplinas, hay un ‘vacío cuántico’ que está lleno de posibilidades. Cfr.
“La transdisciplinariedad (manifiesto)”, por Basarab Nicolescu, Éditions du Rocher, Collection “Transdisciplinarité”. (Extracto
traducido por Consuelle Falla Garmilla). En:: http://nicol.club.fr/ciret/espagnol/visiones.htm
56 Lenguaje, sentido y cultura
puede ser fragmentado por diversas ciencias y que los objetos de conocimiento
están articulados con el objeto real.
En cuarto lugar, dicho discurso parte de ciertos supuestos que, más allá de dividir
la ciencia en natural y social, suponía la existencia de un universo esférico y cerrado
del saber donde se distinguía lo conocido de lo desconocido, los límites legítimos
de los que estaban en litigio pero que no ponían en duda la continuidad unificada
de ese territorio de la ciencia, donde era posible recurrir a reducciones sucesivas;
bástenos recordar a de Saussure y Chomsky, quienes apelan a la sociología y a
la psicología para instalar la unicidad del objeto de la lingüística. Por último,
porque es preferible no incurrir en soluciones verbalistas y especulativas.
Dado lo anterior, podemos, tomados de la mano del autor, seguir la visión crítica
de la interdisciplinariedad. Para Braunstein, la interdisciplinariedad no puede
darse en ninguno de los casos; primero, porque no hay unidad en la naturaleza
y porque es una ‘ilusión’ soportarla en la existencia del objeto real empírico,
sobre cuya fragmentación científica podrían articularse diversas ciencias y porque
no puede darse la continuidad entre el objeto empírico y el objeto científico.
Segundo, porque es extraña y va en dirección contraria a la historia de la ciencia
que muestra la tendencia a la discontinuidad, la producción de objetos específicos
de conocimiento, la diferencia de métodos y de jurisdicciones científicas.
Así pues, sujetos y objetos no son entes reales empíricos sino sujetos-forma que
ocupan un lugar y desempeñan una función que se configura a través del campo
30 Una prueba de lo anterior tendría que ver con ejemplos como la medicina y el lenguaje; a pesar de lo que se piense, la
medicina no es una ciencia sino una práctica que se fundamenta en diversas ciencias (Braunstein, 1979); por igual, el
lenguaje no es ‘objeto’ particular de alguna ciencia específica, como sí lo es la lengua a partir del momento en que de
Saussure establece el corte con el lenguaje y el habla, la aborda como sistema o conjunto de valores cuya existencia
es virtual. Frente a esto se podría sospechar de la semiología como ciencia del lenguaje o pensar en una ‘lingüística del
lenguaje’.
Lecturas y Escrituras 57
Dado que el sujeto es una función que se inserta en las estructuras, les da cuerpo
y las pone en funcionamiento, una manera de superarlo es atender al hecho de
que la relación en la lingüística no es de interioridad/exterioridad (de nuevo,
la dicotomía) como tampoco de interacción sino que la estructura presupone
a los sujetos pero, a la par, no existe por fuera de ellos, según el modelo de la
banda Moebius. Pero, adicionalmente, concibe al sujeto como algo sujetado a
las determinaciones de las demás estructuras y como algo abordable a través del
discurso.
31 Según Nicolescu, la interdisciplinariedad se puede concebir de tres formas: por su grado de aplicación, por su grado
epistemológico y por su grado de concepción de nuevas disciplinas.
32 Braunstein y otros, 257.
58 Lenguaje, sentido y cultura
Sin embargo, el sujeto de la ciencia es algo producido también por los científicos en
el momento de instaurar la ruptura epistemológica33 y permitirle a otros científicos
repetir los efectos de su obra en su investigación cotidiana. La obra también será una
producción mediante la cual se trata de dar respuesta conceptual a un problema, de
superar los obstáculos epistemológicos que, al acumularse en el seno de una ideología,
propician las condiciones para que se produzca la obra, se abra un nuevo horizonte
teórico. En algún sentido, se puede decir que la ciencia es una transformación de
la ideología que es llevada del plano imaginario al plano simbólico del lenguaje. La
conclusión a la que se llega es que la ciencia no tiene sujeto. El lugar del sujeto es
ocupado por el desplazamiento de una problemática ideológica34 a una problemática
científica. Esto sería lo que se ha dado en llamar ‘ruptura epistemológica’.
Algo semejante ocurre con el objeto en la ciencia, el cual más que empírico, es algo
teórico que resulta de la transformación de una materia prima ideológica cuyo
trasfondo es imaginario. Con ese objeto producido por los científicos, se trata de dar
solución provisional a la incapacidad para comprender un fenómeno o la insuficiencia
de alguna solución anterior del modo de producción de ese fenómeno. A partir de
tal formulación, se desencadena el método el cual tratará de mostrarlo en sus efectos.
Si cada disciplina construye su objeto, solo mediante la profundización en su campo,
en la redefinición de sus conceptos y de sus métodos, así como de los conceptos
que importa con el fin de transformar, desplazar o generar nuevos problemas puede
hablarse de objeto.
En resumen, los objetos científicos son pocos, son construidos por los científicos y se
deben a rupturas epistemológicas que transforman un problema, desplazándolo del
campo ideológico al científico, de lo imaginario a lo simbólico.
33 Por ejemplo, de Saussure produjo una triple ruptura: epistemológica, histórica y metodológica en el campo del lenguaje.
En primer lugar, precisó la lengua como nuevo objeto científico; en segundo lugar, dio lugar al surgimiento de la lingüística
como ciencia y, por último, estableció la inmanencia como límite de esa ciencia.
34 ¿Querría esto decir que la ciencia no es ideológica? ¿La ‘ciencia’ en la cual subyacen elementos ideológicos no es
científica? Según Bajtín (1992), la ideología es un objeto material que hace parte de las formas de la realidad producidas
socialmente por el hombre, con una especificidad cuyos distintivos son: la significación, el sentido y los valores que
se plasman en acciones y en cosas materiales lo que quiere decir que no existe por sí misma en la mente del hombre
como tampoco tienen una realidad por fuera del lenguaje, las acciones, los vestidos, las conductas de los miembros de la
sociedad, aspectos que son todos material sígnico determinado. La ideología no es extraña al signo y a la comunicación
social, pero no quiere decir que su naturaleza sea estrictamente semántica, sino que está asociada con cosas materiales,
de manera más profunda de lo que a menudo se ha creído. ¿Sería ciencia solo aquella fundacional, aquella que es capaz
de plantear rupturas epistemológicas? Esta pregunta tiene que ver con el conflicto entre lo ideológico y lo científico, para lo
cual nos podemos apoyar, de nuevo, en Bajtín: el horizonte ideológico es el campo del conflicto ideológico de los discursos
y de las acciones sociales. O, ¿acaso hay grados de cientificidad?
Lecturas y Escrituras 59
El tema de los medios reviste particular interés para los estudios culturales.
Con el acelerador a fondo, hoy es factible pensar con el coronel sin esperanza
pero no desesperanzado de García Márquez que “la humanidad no progresa en
vano”. Uno de esos progresos es la presencia incisiva de los medios masivos de
comunicación en la vida cotidiana de las gentes y, entre ellos, los que provienen
de la imprenta y configuran la prensa escrita que, aunque nació de la mano con
la modernidad, se apodera del momento, se adapta a los tiempos y deja que otros
Desde ahí, se produce una reconfiguración de los discursos, los espacios, las
mediaciones y las acciones para generar una verdadera cartografía cultural que
genera nuevas prácticas y, a la par, interpela la identidad de los sujetos y sus vínculos
sociales con lo cual los medios han entrado a hacer parte de los discursos y de la
acción política, participación que hace más densa la teatralidad de la política. El
papel de los medios es, entonces, introducir mediaciones de la sensibilidad con lo
cual la política se inserta en la vida cotidiana, accede a la intimidad del hogar y
organiza su presencia a través de miradas, gestos, imágenes, corporeidad, gestos,
etc., propios de la interacción social cotidiana. Con ello, se hace ostensible cierta
cotidianización de la política, por lo cual, “pensar la política desde la comunicación
significa poner en primer plano los ingredientes simbólicos imaginarios presentes
en los procesos de formación del poder” (Martín Barbero, xv).
Esto nos revela, por un lado, que el lenguaje es transversal y, por otro, que las
diversas aproximaciones de época que sobre él se han formulado, configuran
estrategias de aproximación a tantos otros campos que como el de la cultura
ponen al hombre en situación, en contexto y lo someten a los condicionamientos
de la sedimentación de la experiencia humana y a ese profundo sobreentendido
pleno de sugerencias significativas.
¿Cómo queda representada ahí la cultura? Uno de los temas que más se debate
hoy día es el referente a la identidad cultural y, en particular, lo que toca con las
culturas regionales. Siempre que se habla de identidad parece que nos enfrentamos
a un desiderátum que pareciera imponerse por sobre cualquier consideración que
no sea aquella que la pretensión de considerarnos únicos, exclusivos, totalmente
limitados con fronteras definidas, etc.
Sin embargo, la realidad nos dice otra cosa; no hay límites precisos, vivimos
siempre en situación fronteriza, en cuestión de cultura hay cruces, hibridaciones
e influencias interculturales, etc. Lo que de manera singular llamamos cultura
no es otra cosa que una red donde se cruzan imaginarios, industrias, valores,
ideologías, saberes, prácticas, etc. Para decirlo en términos de García Canclini,
nuestras culturas son híbridas, mestizas y cualquier modelo o patrón desde el cual
queramos abordarlas siempre se quedará corto en su comprensión.
38 Martín B., Jesús De los medios a las mediaciones. (Bogotá: Convenio Andrés Bello, 2003), VX.
39 Antony, Giddens, Modernidad e identidad del yo. (Barcelona: Península, 1995).
62 Lenguaje, sentido y cultura
Hacia esa complejidad cartográfica41, tiene que apuntar la mirada para atender, por
ejemplo, a la manera como los medios, en particular la prensa, trata de atenazar
esa realidad múltiple, escurridiza, transversal cuya pluralidad nos lleva a decir que
entramos en la cultura cuando apalabramos el mundo, cuando lo tejemos en la
red de la experiencia humana, de los saberes, de las prácticas y del sentido. Dicho
apalabramiento supone la presencia de un sujeto dispuesto a sufrir permanentes
metamorfosis; que, frente al consabido retorno del sujeto42 según el cual éste es
un sujeto diverso caracterizado por su caducidad, su finitud y sus posiciones, no
es definible como una entidad43, antes bien es una manifestación arquitectónica
del acontecimiento del ser que se vertebra como ya-ser, ser-acontecer y deber-
ser44 el ser acontece siempre en el horizonte del otro, frente al cual actúa, de cuyo
lado siempre está, se pone y camina, al cual acompaña en esa frontera movediza
que media entre el mundo de la vida y la cultura. El ser es ser en cuanto acontece
y acontece en la medida en que es un “ser juntos”, yo y otro, que se miran y
son inmediatos y cotidianos; en este contexto, es posible tener conciencia de
40 A este propósito, Eco (1977: 58) propone una reformulación según la cual “la cultura por entero debería estudiarse como
un fenómeno de comunicación basado en sistemas de significación”. En sus palabras, esto “…significa que no sólo puede
estudiarse la cultura de ese modo, sino que, además, sólo estudiándola de ese modo pueden esclarecerse sus mecanismos
fundamentales”.
41 Foucault, 1974; Martín Barbero, 2002; García Canclini, 2004)
42 Jesús, Ibáñez. El retorno del sujeto. (México: Siglo XXI, 1994).
43 Cárdenas, A. “Lenguaje, sentido y mediación social”. (Bogotá: UPN-DIE Documento inédito, 2007).
44 Bajtín, M. M. Estética de la creación verbal. (México: Siglo XXI. 1997).
Lecturas y Escrituras 63
la totalidad que soy, puedo tener la sensación de que conformo una totalidad,
inscrita en la mirada del otro: “Yo soy yo por la mirada del otro”45. El ser-evento es
aquel que en situación responsiva no es indiferente al otro; al mostrarse propenso
e interesado, acentúa y valora y no desliga su acción de la conciencia responsable.
El ser no puede hacer abstracción de su situación en el tiempo y en el espacio,
desde donde está y actúa frente al otro. El ser en acción vive en el mundo de la
vida y se objetiva en el mundo de la cultura y allí se configura permanentemente
como resultado de sus acciones. Así construye su experiencia humana.
Conclusiones
En consecuencia, la manera como conozco tiene que ver con el lenguaje que
utilizo y con los recortes que hago en el flujo de energía que mueve la realidad y
que percibo en interacción cultural con otros. Dentro de esos flujos, construyo
mundos reales, imaginarios y simbólicos, que produzco y reproduzco, formo,
informo y transformo, estableciendo entre ellos diversidad de relaciones, donde
no se excluye la paradoja: debo hablar de la realidad en términos de la realidad
46 Además de los aparatos discursivos -enunciativo, narrativo, retórico y argumentativo- (Charaudeau, 1983: 58-81), la
mediación se hace visible a través de los géneros y poderes discursivos, las estructuras y niveles semióticos, las estructuras
y operaciones cognitivas y las funciones significativa, comunicativa y expresiva del lenguaje.
47 Entre otras cosas, la verdad es un tipo de predicado que solo puede predicarse de determinadas cosas. Se aplica, en
consecuencia, a determinados objetos que pueden aparecer como referencias en el universo del conocimiento. No así,
podría aplicarse a objetos autorreferentes; esto se hace claro si consideramos, parodiando a Bajtín (1992), que existen
objetos reflejos, refractarios e imaginarios.
Lecturas y Escrituras 65
Este universo cultural que enfrentamos a través del lenguaje nos exige multiplicar
la mirada y enriquecer nuestros modos de sentir si es que queremos posicionarnos
del contexto donde nos ha tocado vivir, donde nos toca convivir. Ante todo
porque el lenguaje y la cultura son dos formas del sometimiento humano; en
esto, coinciden Bajtín y Barthes. Para el primero, la cultura es un profundo
sobrentendido que condensa la experiencia humana; para el segundo, el lenguaje
es una legislación en cuyo código, la lengua, se confunden el servilismo y el
poder, de modo que solo se puede hablar de libertad por fuera del lenguaje.
Por eso, a quienes enseñamos el lenguaje no nos queda otra alternativa que seguir
el horizonte trazado en la Lección inaugural de Barthes, porque:
…cuanto más libre sea esta enseñanza, más aún resulta necesario preguntarse en qué
condiciones y según qué operaciones puede el discurso desprenderse de todo querer-asir.
Este interrogante constituye para mí el proyecto profundo de la enseñanza que hoy se
inaugura (1978: 115) (énfasis mío).
66 Lenguaje, sentido y cultura
Bibliografía
Es para mi sobremanera satisfactorio estar aquí como invitado por la Doctora Doris
Torres, ahora en su calidad de Directora del Doctorado en Lenguaje y Cultura
1 Doctorado honoris causa de la Philologische Fakultät de la Universidad de Leipzig. Santo Domingo Visiting Scholar
en el David Rockefeller Center for Latin American Studies de Harvard University/Cambridge, Mass. Premio de Ensayo
Latinoamericano de la Fundación Cultural Lya y Luis Cardoza y Aragón bajo la dirección de Gabriel García Márquez. México
D.F., México. Docente del Doctorado en Lenguaje y Cultura de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.
70 ¿Cómo los colombianos llegaron a ser rmativamente pluriculturales?
Otra segunda serie de hechos han formado parte de una realidad cotidiana, que
en 1991 ya venía de atrás y se prolonga hasta el presente. Colombia pudo estar
al borde pero no llegó a ser un colapsed state, como lo fueron en las décadas de
1970 y 90 el Líbano, Somalia y Nigeria. Sin esa calidad, como otros estados en el
Africa, el Asia y la misma América Latina, el estado colombiano no ha sido capaz,
sin embargo, de proporcionar a su población bienes públicos indispensables –
derecho a la vida, habeas corpus, propiedad, leyes, tribunales, escuelas, hospitales,
bancos, seguridad. Por lo demás, la violencia ejercida o propiciada por organismos
estatales, la infraestructura que no existe, está deteriorada o es insuficiente, la
corrupción como componente inseparable de las formas de gobernar, han sido
denunciadas de manera reiterada. Y al igual que en otros estados, las pugnas
sangrientas por posesión de tierras e ingresos provenientes de narcotráfico y
recursos minerales3, en Colombia estas han sido la regla.
Un proyecto tan amplio y con tesis tan generales como el realizado por Steven
Pinker sobre el desarrollo de la violencia y las condiciones de lo que puede
considerarse su retroceso en la historia de la civilización, tiene que conllevar
inevitablemente esquemas y simplificaciones controvertibles. En The Better
Angels of Our Natures: The Decline of Violence in History and Its Causes (2011)
pueden haber relentes de eurocentrismo cuando considera a la Ilustración el
movens de una reorientación epocal, por la condena moral y social de diversas
formas de violencia – tortura, castigos crueles, persecusión religiosa, esclavitud –
, y las revoluciones “humanitaria” y “de los derechos” que acarreó. Puede resultar
poco complejo su modelo del cálculo estratégico que desidiría en cada caso, bajo
circunstancias particulares, qué permite una vida mejor, el recurso a los “ángeles
mejores” – empatía, razón, sentimiento moral, autocontrol – , o el apoyo en los
“demonios internos” – robo, ambición de poder, sadismo, ceguera ideológica,
venganza – , y el llamado a reforzar con instancias de control aquellos cambios
culturales y materiales en el mundo de la vida, que hace de la conducta pacífica
la mejor alternativa. Pero lo que si parece cierto es, primero, que en la historia
reciente de Colombia, el proceso civilizatorio occidental, consistente en depositar
derecho y violencia en el estado, en lugar de tomarlos en sus propias manos,
ha tenido desarrollos muy paradógicos; y secondo, no resultan tendencialmente
dominantes las fuerzas históricas que, según Pinker, actúan hoy contra la violencia
– el estado democrático de derecho con su monopolio de la fuerza, el progreso de
la ciencia y la razón, la feminización de la sociedad, el cosmopolitismo, algunos
de los efectos de la globalización económica.
3 Rotberg, Robert I. (Ed.). When States Fail: Causes et Consequences. (Princeton: Princeton University Press, 2003).
72 ¿Cómo los colombianos llegaron a ser rmativamente pluriculturales?
Nos proponemos aquí investigar aquellas formaciones de saber que, como memoria
cultural exteriorizada en colecciones, formas y prácticas simbólicas, han dado
identidad a los colombianos, en sus relaciones con los procesos de construcción
de la nación, procesos que no han podido ser más accidentados ni incompletos.
La consideración de estos es hoy tan contradictoria, que al llegar con el siglo
XXI un mundo posnacional, puede seguirse pretendiendo que, como en tiempos
de la Revolución francesa, la “nación” sea para los colombianos un “concepto
de futuro”. La memoria cultural, por su parte, se determina en las sociedades
de acuerdo con necesidades actuales, sentidas en los respectivos presentes, que
mueven a diversos sectores sociales para que se dirijan a distintos pasados en
busca de elementos estabilizadores. Así se determinan las formas concretas que
adopta, y la organización y administración que esa memoria cultural recibe en
el proceso de ser hecha transmisible y de ser transmitada: sus formas precisas en
materia de imágenes, objetos, textos, topografías, ritos4. Será objeto de estudio el
proceso disfuncional de Nationbuilding en el caso de Colombia, en sus relaciones
con aquellas reservas de saberes que estatuyen identidad, externalisadas en
formas simbólicas o medios de almacenamiento, que se designada con el término
“memoria cultural”. Los rasgos específicos tanto del proceso de construcción de
la nación como de establecimiento de la memoria cultural colombiana hacen
necesario destacar desde un comienzo la significación que ha podido tener el
mito político de los orígenes de la comunidad, la conformación de una memoria
colectiva más general, central para la identidad de amplios sectores.
4 Assmann, Jan; Höscher, Tonio (Eds.). Kultur und Gerdächtnis. (Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, 1988).
5 Jiménez Martín, Andrea Carolina. Democracia y neoliberalismo: divergencias y convergencias en la construcción de la carta
política colombiana de 1991. (Medellín: La Carreta Editores, 2005). Mejía Quintana, Oscar. Poder constituyente, conflicto y
poder en Colombia: lección profesoral. (Bogotá: Universidad de los Andes, 2005). Impreso.
Lecturas y Escrituras 73
Buscar establecer hoy recuerdo social sobre la ocasión perdida a medias que fue,
cuando se estaba al borde de convertirse en un colapsed state, la proclamación
normativa del pluriculturalismo en Colombia, toca indirectamente con asuntos
de memoria cultural. Sería, cuando más, cuestión de recuerdo y memoria social
comunicacional6. Pero no por eso deja de ser necesario el trabajo de contramemoria
y de resistencia a intentos de apoderamiento con usufructo propagandístico, para
restituirle en esa forma su condición de acontecimiento, con las características
de don, invento, ejercicio de perdón y gesto de hospitalidad, que implicó como
“irrupción de lo inesperado”.
6 Welzer, Harald. Das kommunikative Gedächtnis. Eine Theorie der Erinnerung. (München: Beck, 2000).
74 ¿Cómo los colombianos llegaron a ser rmativamente pluriculturales?
¿No se escribieron acaso por cuanto esas historias hubieran podido tener de
siniestro, o por saberse que resultaban historias de derrotas? Dos historias
sobre todo, situadas a un nivel básico, no hubieran sido superfluas después
de 1991, en un momento de reposicionamientos económicos, geopolíticos
e identarios en todo el globo. La primera ni siquera se avisoró: la historia
del cambio de discursos que en otras latitudes había hecho posible recibir
los conceptos de “différence” y “pluralisme” elaborados en Francia desde
la década de 1960, y más tarde debatir en los Estados Unidos acerca de
“Multiculturalism”, “Cultural diversity”, y propugnar por lo que se denominó
“the politics of recognition” y “the cultural politics of difference”.
En uno de sus epigramas Marcus Valerius Marcial escribe sobre las difficiles
nugae, las “laboriosas bagatelas” a que algunos pueden dedicarse. A ellas y a
anécdotas se redujo casi la segunda historia, por completo colombiana. En una
correlación inestable de fuerzas, una coalición propiciada por reivindicaciones
y preocupaciones culturales, intelectuales y políticas había conseguido
formarse en el seno de la Constituyente colombiana, hasta apropiarse del
poder que, en principio, le estaba negado, acordar la terminología adecuada,
y así proponerse redefinir a la sociedad colombiana como pluricultural.
¿Hasta dónde estuvo entre sus objetivos, al cambiar la normatividad de la
autocomprensión de los colombianos acerca de las relaciones étnicas, de raza,
de clase, de género – los mecanismos básicos de dominación del proyecto
de la modernidadad occidental – modificar esas relaciones? ¿Era esto lo que
ese grupo consideraba precondición en Colombia para cualquier avance
como sociedad, o por lo menos para alcanzar la mínima estabilidad requerida
para no convertirse en un failled state? ¿Fue eso lo que se intentó condensar,
en un país donde el último gobierno de sectores de la izquierda política
databa de 1938, con la redefinición de la sociedad como pluricultural? A
pesar de la calidad de algunos materiales preparatorios o de primera hora
(Calle; González Díaz; Sáchica, Vidal Perdomo), de relatorios y testimonios
de primera mano (Sarria; Zalamea) no hubo, sin embargo, la pluralidad de
Lecturas y Escrituras 75
7 Koselleck, Reinhart, Ereignis und Struktur“. Reinhart Koselleck; Wolf-Dieter Stempel (eds). Geschichte-Ereignis und
Erzählung. (München: Wilhelm Finck, 1973), 560-62.
76 ¿Cómo los colombianos llegaron a ser rmativamente pluriculturales?
8 La Capra, Dominique. History and Criticism. (New York: Cornell University Press, 1985), 19.
Lecturas y Escrituras 77
9 Taylor, Charles. Multiculturalism and “The Politics of Recognition”. With commentary by Amy Gutmann. Steven C.
Rockefeller, Michael Walzer, Susan Wolf (Eds.). Princeton, N.J.: (Princeton University Press, 1992), 42-44.
78 ¿Cómo los colombianos llegaron a ser rmativamente pluriculturales?
Doscientos años parecen muchos, pero son apenas cuatro, cinco o seis generaciones las
Lecturas y Escrituras 79
Quienes creían poder recibir en herencia un Estado central al que era preciso dotar
de una definición constitucional precisa pero que, antes de recibirlo, podía ya ser
utilizado para construir una nueva nación, van a tener que aprender que antes que
esta – o junto con ella – es preciso construir el Estado. Y en 1880 esa etapa de creación
de una realidad nueva puede considerarse cerrada, no porque sea evidente a todos
que la nueva nación ha sido edificada, o que la tentativa de construirle ha fracasado
irremisiblemente, sino porque ha culminado la construcción de ese Estado nacional
que se suponía preexistente. (Donado García: 2010, 25).
Por otra parte, la mayoría de las posiciones independentistas de las figuras que
menciona Donado García resultan dificilmente paragonables con las del sacerdote
José Serrando de Santa Teresa Mier y el abogado Carlos María de Bustamente.
Estos no solo justificaron la independencia del Anáhuac, reivindicando la
existencia de una supuesta nación mexicana anterior a la Conquista de la
Nueva España, sino que hicieron del grito de Dolores el día de conmemoración
nacional, y construyeron un Panteón de héroes para poner junto a Monctezuma
y a Cuauhtemoc al sacerdote Miguel Hidalgo y a José María Morelos, como
80 ¿Cómo los colombianos llegaron a ser rmativamente pluriculturales?
10 Brading, David. Los orígenes del nacionalismo mexicano. Trad. Soledad Loaeza Grave. (México: Era, S.A., 1983 [1973] ),
128.
Lecturas y Escrituras 81
11 Resultado de la primera revaluación del Cultural Pluralism fue el volumen: Horace M.Kallen. Cultural Pluralism and the
American Idea: An Essay in Social Philosophy, with comments by Stanley H.Chapman, Steward G.Cole, Elizabeth F. Flower,
Frank P. Graham, R. J. Henle, S. J., Herold C. Hunt, Milton R. Konvitz, Leo Pfeffer, and Gordon Watson. Philadelphia:
University of Pennsylvania Press, 1956. En las décadas de 1980 y 90 fue objeto de usos y valoraciones muy diversos, en
una gama que abarca desde el Diversity Project en Berkeley, de la University of California, hasta los de Arthur Schlesinger
Jr. Menard, Louis. “Diversity”. Frank Lentricchia; Thomas McLaughlin (eds.) Critical Terms Literary Study. (Chicago-London:
University of Chicago Press, 1995), 346.
Lecturas y Escrituras 83
Ahora bien, entre los slogans escritos en las pancartas que llevaban los
12 McCarthy, Cameron; Crichlow, Warren. Race, Identity, and Representation in Education. (New York: Routledge, 1993).
84 ¿Cómo los colombianos llegaron a ser rmativamente pluriculturales?
13 Alba, Richard D. Ethnic Identity. The Transformation of White America. (New Haven: Yale University Press, 1990); Omi, Michel;
Winaut, Howard. Racial Formation in the United States: From the 1960s to the 1980s. (New York, London, Routledge, 1986).
Lecturas y Escrituras 85
nuevos programas universitarios, tales como los Women’s studies, Ethnic studies
y Cultural studies abordaron y explayaron el tema. La Guide to Multicultural
Resources (1989), editado por Charles Taylor, fue producto de ese contexto. Black
Athens: The Afroasiatic Roots of Western Civilzation (1987), de Martin Bernal,
y The Signifying Monkey: A Theory of African-American Literary Critics (1988)
de Henry Louis Gates Jr., demostraron, como opus magnum de sus respectivos
autores, los niveles investigativos que podían alcanzarse, con enfoques renovados
gracias al Multiculturalism.
the Presses”14, y John Leo al revisar un vocabulario nuevo: “The Words of the
cultural War”15. Guerra o guerras culturales, en plural, que se dieron en todos
los terrenos en donde el Multiculturalism operaba: Primery, Secondary y Higher
Education, the Humanities, the Corporat World, the Public Policy, the Media,
the Arts and Museums. Pocas exposiciones han realizado en los Estados Unidos
una hazaña tan grande como The West as America, presentada en 1991 en el
National Museum of American Art, en donde se desmontaron los mitos nacionales
norteamericanos, distorcionantes y romantizadores del genocidio, el racismo, las
destrucciones ecológicas y la explotación económica de the Frontier y the American
West (Truettner). Y que hayan sido objeto de debate a lo largo y ancho del país.
Un libro de Allan Bloom marcó el inicio de esta nueva fase: The Closing of the
American Mind. How Higher Education Hat Failed Democray and Impoverished
the Souls of today’s Students (1987). No sólo vendió más de medio millón de
ejemplares, para poner a su autor en la portada del New York Times Magazine.
“Convertido en sinécdoque de la vieja guardia” (Atlas 34), se debatió durante un
lustro16. Publicaciones como esa dieron la tónica en la constelación intelectual
inmediatamente anterior al final de la Guerra fría: en el número de verano de
1998 de National Interest Francis Fukuyama, antiguo alumno de Bloom, publicó
su artículo “The End of History”. El tópico “Problemática del Multiculturalism”
recibió así, con participación de sectores que no se habían ocupado antes de él
y ahora intervenían para ponerlo en cuestión, una nueva coloración conflictiva.
Después de la caída del muro de Berlín y en tiempos de la disolución del campo
socialista y de la URSS, con lo que los Estados Unidos se constituyeron en
superpotencia única, el Multiculturalism pudo ser acusado de minar el consenso
cultural norteamericano o de propiciar cuando menos, segun la fórmula de
Arthur Schlesinger Jr. The Desuniting of America: Reflections on a Multicultural
Society (1992).
Kanon (regla, cordón) fue el nombre griego que recibieron las recopilaciones de
materiales en prosa y verso, realizadas en los siglos II y III d. C. por sabios de
Alejandría, con los mejores ejemplos de los respectivos géneros. Entendido como
lista cerrada de “autores” y “textos” de las más variadas procedencias, Kanon
apareció inicialmente hacia 320 d.C. en la historia de la Iglesia de Eusebius, y en
el siglo IV se estableció en el terreno del derecho como el conjunto de normas
de la fe y el orden de la comunidad, fijadas juridicamente (Moog-Grünewald).
No un libro propiamente dicho sino toda una biblioteca en si misma, la
17 Berman, Paul (ed.). Debating P. C.: The Controversy over Political Correctness on College Campuses. (New York: Laurel,
1992.)
18 Taylor “Multiculturalism”, 67.
19 La revisión completa de la visión anglocéntrica, teleológica y excepcionalista, que databa del siglo XVIII (Michael Kammen,
“The Problem of American Exceptionalisme: a Reconsideration”. American Quarterly 1, 45 (1993): 7), y propiamente imperial
del que Charles McLean llamó The Colonial Period of American History (1934-38), se inició con libros como el clásico de
Francis Jennings. The Invasion of America: Indians, Colonialism, and the Cant of Conquest (1975). Con la consideración
de los “pueblos sin historia” (Eric R. Wolf. Europa and the People Without History. 1982), la “periferia caribeña” (Andrew
J. O’Shaughnessy. An Empire Divided: The American Revolution and the British Caribbean. 2000), la “Frontier“ (Steven
W. Hackel (ed.). Alta California: Peoples in Motion, Identities in Formation 1769-1850. 2010), y el desarrollo de la “Atlantic
history” (Jack P. Greene; Philip D. Morgan. Atlantic History. A Critical Appraisal. 2009). La situación investigativa se ha
transformado por completo. Así lo corrobora Daniel K. Richter en su Before the Revolution. America’s Ancien (Cambridge
M.A: Harvard University Press, 2001).
88 ¿Cómo los colombianos llegaron a ser rmativamente pluriculturales?
Biblia se produjo en ese mismo siglo, como resultado de una selección muy
compleja, realizada por clérigos, entre una gran cantidad de materiales a cual más
heterogeneos, y con las preocupaciones y demandas de esos tiempos. El propósito
de ella fue acoger a unos, por el “origen” divino – es decir, la autoridad – que se
les otorgó, como “canónicos” (ortodoxos), y rechazar a otros, que escapaban a
los propósitos de esa unificación, como “apócrifos” (heterodoxos, heréticos). Ese
proceso pidió atención particular a aquellos materiales con que se confeccionó el
Nuevo Testamento (Serna). Desde el siglo XV “Canon” y “Apocripha” difirieron
para fieles protestantes y clero católico.
20 Gumbrecht, Hans Ulrich. “Phoenix aus der Asche” oder: Vom Kanon zur Klassik”. Aleida Assmann; Jan Assmann (eds.).
Kanon und Zensur. Archäologie der literarischen Kommunikation. Vol. II. (München: Wilhelm Fink Verlag, 1987), 290-93.
21 Leavis, Frank Raymond. The Great Tradition. George Eliot, Henry James, Joseph Conrad. (New York: New York University
Press, 1963).
22 Kermode, Frank. “The Institutional Control of Interpretations”. The Art of Telling: Essays in Fiction. (Cambridge MA: Harvard
University Press, 1983).
23 Hallberg, Robert von. Canons. (London: University of Chicago Press, 1985).
Lecturas y Escrituras 89
Hay que subrayar, sin embargo, que aparte de las tres acepciones señaladas
del canon, la que centró la atención en el debate sobre el Multiculturalism fue
otra. Situándose en un marco socio-institucional educativo concreto, y con una
historia propia, el término Canon tenía en los Estados Unidos una significación
90 ¿Cómo los colombianos llegaron a ser rmativamente pluriculturales?
24 Cheney, Lynne V. Humanities in America: A Report to the President, the Congress, and the American People. (Washington
D.C.: The National Endowment for the Arts, 1988).
25 Pratt, Mary Louise. “Humanities for the Future: Reflections on the Western Culture Debate at Stanford”. Darryl J. Gless,
Barbara Herrnstein Smith (Eds.). The Politics of Liberal Education. (Durhame, N.C.: Duke University Press, 1992) 18
Lecturas y Escrituras 91
26 Como medida político-cultural del primer gobierno del Frente Nacional, la transferencia en 1959 de los cursos de
Western Civ, con una lista reducida de lecturas, a la Universidad Nacional de Bogotá, fue la primera medida amplia de
norteamericanización de la educación en Colombia. En su etapa inicial el Programa de Humanidades I y II estuvo dirigido
por Tomás Ducay Fairén. Entre sus docentes se encontraron, entre otros, Antonio de Zubiaurre, José María Caballero
Bonald, y Antonio Caro Mendoza. Con la adopción posterior del modelo norteamericano para la formación de medicina, esa
Facultad estableció un programa propio de Humanidades.
92 ¿Cómo los colombianos llegaron a ser rmativamente pluriculturales?
nueva Columbía Literary History of the United States (1988). Los New Canonist
tuvieron diversa procedencia, incluídos en primer lugar los programas de
Woman’s Studies y Afro-American Studies, pero fueron los departamentos de
inglés, literatura comparada y los media sus principales escenarios.
La consolidación hacia adentro del estado nacional mexicano, y del territorio del
país hacia el exterior, la posición de México en América Latina y la vecindad de
los Estados Unidos, no habían sido óbice para que en 1968 el gobierno del PRI
de Luis Echeverría, con la masacre de Tlatelolco – la Plaza de las Tres Culturas
– marcara con piedra negra la historia moderna de México. En la década que
siguió, el complejo y contradictorio desarrollo desigual y no simultáneo de
México, condujo al pais a una encrucijada. Problemas que se habían vuelto
endémicos continuaban sin solución: pobreza e insuficiente satisfacción de
necesidades básicas en regiones periféricas; deficiencias estructurales en lo
económico y lo social; desarrollo socio-cultural, incluído el sistema de ciencia
y tecnología, en retraso con los nuevos niveles internacionales; baja integración
en el mercado mundial. Sin embargo, el enorme incremento de los ingresos
de divisas desde la crisis petrolera de 1973, y la sobreoferta en el mercado
financiero de créditos sin las garantías usuales e intereses decrecientes, llevaron
Lecturas y Escrituras 93
Las articulaciones de los nuevos actores sociales que salieron así a la superficie, tales
como el movimiento urbano-popular y la disidencia magisterial, transformaron
prácticas y discursos acerca de nación, identidad, pertenencia étnico-racial,
cultura, sociedad y política. La emergencia del que Guillermo Bonfil Batalla
Los días del terremoto, escrita para la revista Proceso, es una de las siete crónicas de
Entrada libre, la cuarta de las recopilaciones de crónicas publicadas por Monsiváis
desde Días de Guardar (1969). Para México, para su capital, Amado Nervo
fue en su tiempo “un cronista indispensable” (Monsiváis 28), tras aprender en
Sin las actividades, los agenciamientos, a que dieron lugar los movimientos sociales
en México, en las circunstancias económicas, políticas y culturales posteriores a
la quiebra de 1982, resultan desprovistos de razón de ser la enmienda sobre el
pluriculturalismo, incluída en la Constitución Política de los Estados Unidos
29 Borso, Vittoria. “Mexikanische Crónicas zwischen Erzählung und Geschichte – Kulturtheoretische Überlegungen zur
Dekonstruktion von Historiographie und nationalen Identitätsbildern”. Birgit Scharlau (ed.). Lateinamerika denken.
Kulturtheoretische Grenzgänge zwischen Moderne und Postmoderne. (Tübingen: Gunter Narr Verlag, 1994), 281-282
30 Franco, Jean. “El ocaso de la vanguardia y el auge de la crítica”. Carlos Rincón; Petra Schumm (eds.). Crítica literaria hoy:
entre la crisis y los cambios: un nuevo escenario. Nuevo Texto Crítico. (1994), 20
31 Borso, Vittoria. “Mexikanische Crónicas zwischen Erzählung und Geschichte, 289 n. 22
32 Borso, Vittoria. “Mexikanische Crónicas zwischen Erzählung und Geschichte, 289
98 ¿Cómo los colombianos llegaron a ser rmativamente pluriculturales?
Mexicanos. Tan específicos como fueron las circunstancias, los escenarios y los
caminos de esa modificación constitucional mexicana, son los que llevaron a lo
largo de un cuarto de siglo en los Estados Unidos, llegada la década de 1990, a
hacer del Multiculturalism, con la “universalización” de la igualdad del respeto
hacia todas las culturas, “una extensión lógica de la política de la dignidad”33, y el
nuevo aglutinador social nacional. Cambios como esos estuvieron directamente
vinculados con lo que Anthony Gidden presagiaba en su libro sobre The National-
State and Violence (1987), como la problemática de la estructuración concreta del
mundo como un todo.
33 Taylor “Multiculturalism”, 68
34 Sachs, Wolfgang. Zur Archäologie der Entwicklungsidee: acht Essays. (Frankfurt am Main: IKO-Verlag für Interkulturelle
Kommunikation edition, 1992), 25
35 Weede 29
36 Con la evidencia de la coca 3.000 A.C. David T. Courtwiright señala un hecho crucial para determinar su lugar en la historia
de las drogas y la “revolución psicoactiva”: fueron de hecho dificultades en “la tecnología del transporte lo que retardó la
globalización de la coca y de su principal alcaloide psicoactivo, la cocaina” (Forces of Habit. Drugs and the Making of the
Modern World. Cambridge, Ma. London: Harvard University Press, 2001, 46). A pesar de la gran cantidad de publicaciones
sobre el narcotráfico colombiano, ninguna biblioteca o archivo las ha coleccionado. James D. Anderson en Víctima de la
globalización. La historia de cómo el narcotráfico destruyó la paz en Colombia. Trad. Magdalena Holguín. (Bogotá, Siglo del
hombre, 2012), ha conseguido ofrecer una primera visión panorámica.
Lecturas y Escrituras 99
del Peace Corps del gobierno Kennedy con pilotos veteranos de Vietnam, al de
clanes familiares de territorios caribeños colombianos del Magdalena y la Guajira,
y era un hecho la substitución de la producción de marihuana por la de pasta
de coca, por parte de los “mágicos” colombianos. La decisión gubernamental
colombiana, tomada al más alto nivel, de laissez faire, laissez passer para que se
enriquecieran muy velozmente los nuevos empresarios colombianos, podría haber
estado inspirada no sólo por la amistad, sino alimentada por el espejismo de que
estos, con la “bonanza marimbera”, contribuirían al “desarrollo” de su región. Lo
cierto es que la administración de Alfonso López Michelsen (1976-1980) legó a
los colombianos un producto colateral no previsto, del inmensamente rendidor
negocio del narcotráfico, y la instalación en el país de su economía: la anomia.
La investigación contemporánea sobre anomia, de Robert K. Merton y David
Riesman hasta la actualidad, le dio alcances universalistas al concepto y lo llevó
hasta el análisis de prácticas cotidianas y matrices de interacción personal. Basta
aquí, sin embargo, con retener la definición de su inventor, Emile Durkheim,
quien se refirió con él a “situaciones de ordenamiento social insuficiente” o de
“desintegración social”:
ajustan a lo relatado y son inevitables. Fue ese libro el primero en presentar, con
documentado rigor en cada detalle, el funcionamiento de la nueva agroindustria
de la marihuana, como parte del mundo colombiano cotidiano más corriente.
Resulta sobre todo significativo de lo que estaba ocurriendo, que la anomia no
está unida en el libro de Cervantes Angulo, con el sentimiento de que para el
individuo nada puede mejorar, como ocurre en la novela de García Márquez. En
el mundo los protagonistas de la bonanza marihuanera, la anomia es resultado
de las necesidades de romper con el marco de las relaciones de dominación,
impuestas bajo presión y violencia. Solo quebrantando las reglas que hasta ese
momento habían contribuido al mantenimiento de ese sistema, les resultaba
posible a muchos de ellos, con un despliegue de energías criminales, realizar
expectativas legítimas: alcanzar movilidad social y mejoramiento económico, que
en otra forma les estaba vedado.
Pero si hubo algo que impresionó a los primeros lectores, en el mundo entero, de
esa metaficción perfecta que es Crónica de una muerte anunciada, fue este hecho:
ninguno de los protagonistas de lo narrado desarrolla, en la novela de García
Márquez, conciencia de lo que pasa, o ha pasado, a su alrededor. El “nosotros”
del capítulo final no es deliberativo, ni capaz de asumir la elaboración colectiva,
y mucho menos la responsabilidad, de lo sucedido con su participación. Solo el
“autor” como “cronista” pone de presente la responsabilidad política, social, cultural
colectiva por ese pasado vivido y por el silencio acerca de él. “El tema principal
de la Crónica no es el destino sino la responsabilidad”, como escribía Rossana
Rossanda en una carta personal enviada a García Márquez (Il Manifesto 11 julio
1982). Los efectos de la situación anómica imperante hicieron que la generalidad
de la sociedad colombiana, viviera la bienvenida nueva desregularización unida
al narcotráfico, como la forma contemporánea de un colombian way of life del
que todos los sectores e instituciones, quien más quien menos de acuerdo con sus
posibilidades y energías, debía, según un verbo en voga, “aprovechar”.
“Durante años, las actividades ligadas a la droga han contribuido mucho más directamente
a desestabilizar las instituciones y la sociedad colombiana, que la confrontación armada”.
El politólogo Daniel Pécaut, uno de los especialistas internacionales más calificados en
materia de asuntos colombianos, recordaba en 1999 ese hecho obvio en el artículo
panorámico introductorio de un número monográfico de Problèmes d’Amérique Latine,
antes de pasar a exponer la situación colombiana:
Lecturas y Escrituras 101
Un efecto menos visible pero también importante ha sido ensanchar todavía más la
separación entre la sociedad y el Estado. La desconfianza frente al estado no es, por
cierto, algo nuevo en Colombia, se enraiza en una historia multisecular. Pero con la
droga, una parte de la sociedad, que desborda ampliamente aquella implicada de
manera directa en el tráfico, ha podido definir sus propias normas, redes de influencia,
códigos de transacción, sin cuidarse de las regulaciones estatales y jurídicas, salvo
para desviarlas en beneficio propio. Las barreras entre legalidad e ilegalidad se han
borrado ampliamente. Confrontada con este rumbo, la otra parte de la sociedad no
tiene razón alguna para dar crédito a un estado que desde hace mucho tiempo parece
dejar hacer. Se ha producido una especie de emancipación de la sociedad, pero de una
sociedad fragmentada y parcelada, rebelde a las ingerencias de todo gobierno, una
sociedad muy poco “civil”38.
38 Pecaut: 1999, 9
102 ¿Cómo los colombianos llegaron a ser rmativamente pluriculturales?
Después de los cursos y el entrenamiento que dio a los paramilitares Yair Klein, a
la cabeza de un grupo de instructores militares israelies mercenarios, la dinámica
en que entraron aquellos, los sectores civiles que los sostenían y miembros de
la mitad de las brigadas militares del ejército colombiano, selló en Colombia el
segundo lustro de la década de 198040. Es esta la época en que los generales Farouk
Yanine y Manuel Murillo habían alternado con paramilitares como Henry Pérez
y Alonso de Jesús Baquero, tanto en los territorios en donde operaban como
en la Escuela militar del ejército en Bogotá, en la Escuela Paramilitar El50 en
Puerto Boyacá, y en la Base militar de Tolemaida.41 El asesinato de tres candidatos
presidenciales – Carlos Pizarro, Luis Carlos Galán y Jaime Leal Pardo –, y una
serie de masacres con rasgos atroces en las regiones de Urabá y Córdoba, dieron
la señal para el comienzo de una brutal ofensiva paramilitar que en 1990-91
causó centenares de muertos, y fijó los esquemas a emplearse desde entonces
para expulsar a los campesinos y apropiarse de las tierras: terror-deplazamiento-
legalización notarial de títulos-vinculación con firmas extranjeras.
Una de las tesis de Pécaut sobre Colombia, acerca del “verdadero resorte de la
legitimidad” (9) de los respectivos regímenes, es que desde las guerras civiles del
siglo XIX este no ha sido otro, que aquellos compromisos establecidos a través de
transacciones con los sectores por fuera de la legalidad estatal. Sin que sea del caso
entrar en la situación alarmante en que los organismos legislativos debieron ceder
el paso a mediadas transaccionales, un hecho reciente corroboraba para Pécaut
39 Delgado, 301
40 Medina, Palacio, Rojas
41 En 1997, con gran desconcierto entre la opinión pública, el general Manuel José Bonett, comandante del ejército colombiano
y primera instancia de la justicia penal militar, ordenó cancelar todo procedimiento en contra el general Farouk Yanine. La
Fiscalía de Derechos Humanos le había vinculado a una de las muchas masacres que despertaron en su momento revuelo.
En ella fueron asesinados por paramilitares 19 comerciantes del Magdalena Medio, y a ella siguió, en 1989, otra masacre,
en que fueron asesinados todos los miembros de una Comisión de jueces. El paramilitar Alonso de Jesús Baquero participó
en ellas, y entre 1987-89 dio muerte a más de cien personas. (Semana 14-21 julio 1997)
Lecturas y Escrituras 103
esa tesis. Los dos nombres que menciona al comienzo de la cita que sigue son de
presidentes colombianos. Las siglas corresponden a las guerrillas del Movimiento
19 de abril y el Ejército Popular del Pueblo:
42 Pécaut, Daniel. “Colombie: une paix insaisissable”. Problèmes d’Amérique Latine. 34 nouvelle série (1999), 5-32
43 Pécaut, Daniel. “Colombie: une paix insaisissable”, 32.
104 ¿Cómo los colombianos llegaron a ser rmativamente pluriculturales?
Hicimos parte del equipo de los constituyentes indígenas y eso nos permitió conocer a
los constituyentes para solicitar su apoyo a la propuesta indígena que había recogido
la de sus comunidades, las afrocolombianas y las de los isleños raizales. El final
fue un momento difícil porque a escasas horas del cierre de la Asamblea Nacional
Constituyente, los constituyentes se habían negado a reconocer los derechos de los
indígenas y de las minorías nacionales. Los tres indígenas amenazaron con retirarse
y eso obligó a presionar al presidente de le República y demás constituyentes para que
cambiaran a favor de la propuesta, y eso se logró47.
Conclusión
El desasosiego parece no haber sido exclusivo del final. Dos fuentes internas de
intranquilidad estaban unidas al grupo conservador de Alvaro Gómez Hurtado,
quien presidía las sesiones. Enemigo asérrimo de derogar la Constitución de 1886,
consideraba que el trabajo de la Constituyente se reducía a una modernización
institucional, que debía ponerse cuanto antes en manos gubernamentales,
procediendo a disolverla. La otra fuente de inquietudes fue la Comisión
codificadora: replegada a la hacienda de Yerbabuena, la versión que redactaba
era muy distinta de lo discutido y resuelto por los miembros de la Asamblea. En
lo que se refiere a la presión sobre los “demás constituyentes”, Alberto Zalamea
dio en 1996 una versión, que se ajusta a su papel como intelectual, y hasta
hacía muy poco embajador en Venezuela y Vicepresidente de la Conferencia
de cancilleres del Sistema Económico Latinoamericano, en la Constituyente.
Durante una conversación en 1996 con participantes en el primer simposio del
Programa internacional interdisciplinario de Estudios culturales sobre América
Latina, se le preguntó sobre el tema. No son sus palabras textuales, pero si las
siete informaciones que dio:
Los indígenas no tenían ninguna posibilidad de que les aprobaran nada. Se iban
a salir. Navarro Wolff, que era Copresidente, y algún ministro los llevó a negociar
con Alvaro Gómez Hurtado, que si podía poner mayorías. El les dijo: Ustedes no me
tocan la tierra, y yo les pongo los votos que necesitan. Así entró, por lo menos, la cosa
pluricultural48.
Pero si desde ese punto de vista puede resultar inapropiado utilizar el término
“contrarreforma agraria”, para referirse al proceso de despojo que culminó en
Colombia a partir de 2002, su uso responde a un requerimiento: dar cuenta de sus
abrumadores dimensiones destructivas, con su parafernalia atroz de motosierras,
cementerios de descuartizados, y excrecencias escandalosamente sintomáticas,
como alguna unida al Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos (Portada.
Andrés Felipe Arias, Exministro de Agricultura, ¿Irá a la cárcel?, Semana, 25 julio-1
Lecturas y Escrituras 107
Bibliografía
49 Donado García, María Cecilia. “Presentación”. José Carlos Torres (ed.), El gran libro del Bicentenario. (Bogotá: Planeta
Colombiana S.A., 2010,)25
108 Lenguaje, sentido y cultura
Introduction
Research in the field of teacher identity has attracted increasing interest in the last
decade (van Veen & Sleegers, 2005; Richards, 2006; Clarke, 2008; Day et al.,
2006). The subject has generally been approached from the perspective of what
constitutes both the visible and invisible domains of the work and lives of teachers.
The visible side includes what teachers do, for example, classroom interaction,
assessment, material design, or task implementation. This is generally represented
in the literature on teacher education as the technical or functional dimension of
teaching. On the other hand, the invisible side involves more personal phenomena
such as cognition, beliefs, expectations, or emotions. In principle, the exploration
of teacher identity might be more fruitful if these two perspectives could be
reconciled. To do this, the interplay between participation in a teacher community
and their systems of knowledge and beliefs, for example, could be explored.
1 Alberto Fajardo is a full time teacher at School of Modern Languages at Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
– UPTC. He holds a PhD in Education and applied Linguistics from Newcastle University, U.K.
112 Teacher identity construction: exploring the nature of becoming a teacher
Despite increasing scholarly interest in identity in the last two decades, consensus
about what precisely this term means is far from being reached. Identity has become a
powerful issue, despite its complex and varied meanings and interpretations including
those relating to people’s internal systems (Schwartz, 2001); group membership
(Brown, 2000; Tajfel & Turner, 1986); nationalism (Schildkraut, 2007); or positions
taken in conversations (Bamberg, 2006; Benwell & Stoke, 2006).
The personal dimension can be said to evolve from the conception of the
individual as a ‘self-sufficient subject’ (Gill, 2000: 54). This entity is generally
acknowledged as ‘the self ’ and is therefore associated with people’s minds.
Nevertheless, ‘the self ’ cannot escape the challenges of interpretation.2 Lemke
(2008: 19) raised awareness about the complexity of understanding the meaning
of ‘who we are’, because this ‘changes with interactants and settings’. He expands
on this in terms of subjective as opposed to projected identities. Put simply,
while the former represents notions of who ‘we are to ourselves’; the latter entails
‘who we wish to seem to the others’. This notion of identity is also determined
by the effects of a globalised society, which is increasingly ruled by consumerism
and the access to complex systems of information. The idea that ‘the self ’ does
not exist in isolation but rather exists in relation to others must be therefore
explored.
So far, this brief exploration of the concept of identity may still not be enough
to encompass the minimum characteristics of a coherent definition of the term.
Part of the explanation for this is that it is interpreted in terms of the personal and
social dimensions. Nevertheless, both become relevant in the attempt to answer
the questions ‘who am I?’ or ‘who are you?’. This may be expressed broadly in the
two complex domains of seeing the person as an individual and as a member of
a social group.
Identity is a term that has historically evolved from the interpretation of human
behaviour. It has also been represented as an external or internal phenomenon.
Sociologists claim that identity is ‘the result of external, social, political, and
economic forces’ (Cote & Levine, 2002: 9) while, on the other hand, psychologists
argue that it concerns – the self- ‘internal, individual, wilful potentials’ (ibid). Both
fields have contributed to understanding the meaning and principles of identity.
Cooley (1902) introduced the concept of the ‘looking glass’, seeing the formation
of the self as ‘part of a reflexive, learning process by which values, attitudes,
behaviour, roles and identities are accumulated over time’ (cited in Day, et al.,
Lecturas y Escrituras 115
2006: 602). This interpretation contrasts with the claim that identity is a process
linked to social interactions in which language and experience play a significant role
(Mead, 1934). To substantiate this claim, Mead introduced three core principles:
personality (mind), interaction (self ) and social structure (society). Cooley and
Mead’s early concepts of identity sparked a great deal of scholarly interest. For
example, Kuhn & McPartland (1954) introduced the Twenty Statements Test
(TST), also called the ‘who I am? test’ which was considered a very popular
instrument for studying identity. They also suggested the notion of a fixed and
relatively stable self. How do scholars assess the concept of fixed identities?
Goffman (1963) prompted a new debate by proposing that each person has a
number of ‘selves’, where each one behaves according to a particular situation at
any given time. He concurs with Mead that three are structural levels of identity
namely ego, personality and social identity. Nevertheless, the notion of multiple
selves generated fresh debate inside and outside the sociological field.
The assumption that identity involves several dimensions is echoed in the work
of Erickson (1968). Erickson (cited in Cote & Levine, 2002: 15) includes: ‘ego
identity (a sense of temporal-spatial continuity); the personal dimension (a
behavioural and character assemblage that distinguishes individuals); and the
social dimension (the roles played within a group)’. According to Erickson, all
three of these dimensions together generate a consistent ego identity, making
behaviour and character stable. This new theoretical perspective locates identity
as a complex entity with both psychological and sociological characteristics. But
is the notion of a fixed and stable identity, although multiple, still pervasive?
This question is answered by Ball (1972), who differentiated between situated
and substantial identity. Situated identity means for him a kind of adaptive
presentation of the self that changes according to specific situations for example,
at school, and by substantial identity he points at a more stable condition that
includes the way a person thinks about her/himself.
The study of identity has also captured the interest of discourse analysts.
Discourse is used by people to accomplish social actions. It is through
discourse that we reveal who we are, how we talk, what we say or what we
mean. That social construction of identity is ‘accomplished, disputed, ascribed,
resisted, managed and negotiated in discourse’ (Benwell and Stokoe, 2006:
4). The conversation analytic view, for example, looks at the way identity
is performed and negotiated in discourse. This perspective concentrates on
how actors ascribe themselves in terms of interactional patterns, actions
accomplished, turn-taking, and organisational choices. The analysis of the
complex connections between talk and the accomplishment of institutional
goals is argued to develop a picture of the way identity is co-constructed or
negotiated in interaction.
This overview of former and current trends in the conceptualisation of identity
Lecturas y Escrituras 117
provides a general frame of reference for the context of this essay. Some of the
relevant historical perspectives have been summarised, which is not intended
to diminish other valuable sources. Rather, the concepts illustrated may allow
this study to reconcile the psychological perspective of identity which supports
the interest in exploring teachers’ systems of knowledge and beliefs, whereas the
sociological stance supports the argument that a teaching community forms,
shapes, or transforms professional identities.
The meaning of being a teacher can be generally revealed by what constitutes the
visible and invisible domains of her/his work and life. While the former includes
what teachers do, for example, classroom interaction, assessment, materials
design, or task implementation; the latter involves more personal phenomena
such as cognition, beliefs, expectations, or emotions. These two domains seem to
be explained in the long standing debate conceptualising identity as an internal
(the self ) or external (social) phenomenon, as briefly explored before. TI is then
explained according to two complex dimensions regarding knowledge and roles,
which include broad characteristics and meanings. While the selves of teachers
may entail an understanding of, for example, their knowledge, beliefs, emotions,
or motivations; the social element implies macro- cultural structures intimately
linked to the professional actions undertaken in performing their roles. The
personal and the social inform and complement each other.
TI is fundamentally linked to the concept of ‘who am I?’ and ‘who are you?’
which comprise internal (personal) and external (social) realities. The former
entails cognition, while the latter denotes roles. The internal images constructed
by teachers, which are considered vital in the development of teacher identity,
come from a lengthy process which starts in their experiences as learners (Lorti,
1975; Bailey et al., 1996; Borg, 2004; Malderez et al., 2007). During this time,
for example, professional expectations, motivations, emotions, and core beliefs
about teaching and learning emerge. The experience gained in classrooms, the
notion of what teaching is about as well as the capacity to judge models of good
and bad teachers, enable prospective teachers to construct a predefined notion
of what makes a teacher. This source of experiential knowledge is strengthened
with professional or theoretical knowledge as they enrol in a teacher education
programme (Johnson, 2009). This decision represents a vital stage in the process
of constructing professional identity. The process then expands as part of a
long trajectory in terms of development and affiliation or disaffiliation with
118 Teacher identity construction: exploring the nature of becoming a teacher
3 The ICFES’ (Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior) test is a compulsory national examination for
final year secondary school students. It is required for application to higher education.
4 35.5% of applications were reported to be successful in Colombia in 2010 (www.sigob.gov.co).
Lecturas y Escrituras 119
including tuition fees and personal expenses. Once the candidate is offered a
place in a teacher education programme, coping, for example, with assignments,
assessment, or the practicum may challenge motivation and the professional
expectations of student teachers. After successfully finishing teacher education,
further obstacles remain. Finding a job and dealing with administrative and
pedagogical problems such as schedules, class size, job stability, low salaries or
the assessment of their professional capabilities may also be important factors in
understanding the process of constructing identity. Why do students persevere
in considering teaching as a professional option? Although there is no a simple
answer to this question, the explanation may entail notions of social commitment
and idealism.
The meaning of teacher and teaching has been seen in teacher education from two
distinctive perspectives: being and becoming a teacher. Being a teacher might be
temporal and role dependent, while becoming a teacher involves a more dynamic
and lasting perspective. Mayer (cited in Clarke, 2008: 8) states that:
“Learning to teach can be learning the skills and knowledge to perform the
functions of a teacher or it can be developing a sense of oneself as teacher. In
the former, one is ‘being the teacher’, whereas in the latter, one is ‘becoming a
teacher”.
Britzman (2003: 31) argues that ‘learning to teach – like teaching itself – is always
the process of becoming: a time of formation and transformation, of scrutiny into
what one is doing, and who one can become’. This process of the construction
120 Teacher identity construction: exploring the nature of becoming a teacher
of, for example, what language learning entails and what the process is like as
well as what kind of teaching and learning activities are promoted in language
classrooms. Students of foreign languages have deep experience of the process
of learning a second language themselves. However, as a result of students’
enrolment in second language teacher education, these assumptions might be
reconceptualised as a result of exposure to various theoretical trends, conceptions,
or scientific paradigms concerning skills development and language as well as
teaching and learning. This connection ‘enables learners to move beyond the
limitations of their everyday experiences and function appropriately in a wide
range of alternative circumstances and contexts’ (Johnson, 2009: 21).
Learning the language, and about the language, become vital principles in
second language teacher education. The experience of the present author as
a language teacher educator in the last decade in Colombia provides evidence
of how the curriculum of a Foreign Language Programme at Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia -UPTC, has focussed on knowledge of
syntactic, phonetic and phonologic rules as well as grammar and vocabulary.
Nevertheless, research attempting to examine how linguistic knowledge shapes
the instructional decisions of language teachers has shown discouraging results
(Bartels, 2005). Evidence suggests failure ‘to transfer this knowledge to classroom
language teaching’ (Johnson, 2009: 43).
This paper has so far explored different perspectives of what constitutes the
concept of identity in general and the identity of teachers more specifically. If
Lecturas y Escrituras 123
“As we define these enterprises and engage in their pursuit together, we interact
with each other and with the world accordingly. In other words, we learn. Over
time, this collective learning results in practices that reflect both the pursuit of
our enterprises and the attendant social relations. These practices are thus the
property of a kind of community created over time by the sustained pursuit of a
shared enterprise. It makes sense, therefore, to call these kinds of communities,
Communities of Practice” (p. 45).
Wenger (1999) builds up a new theoretical construct that conceives identity from
the perspective of the person and the social experience of an individual within a
community. This integrating position sees identity in the interplay between ‘the
social, the cultural, and the historical with a human face’ (Wenger, 1999: 145).
He also questions the mistaken dichotomy viewing the person as separate from
the social, and rather argues for an explanation of identity through the lens of a
reciprocal connection between the personal and the social. When a new person
enters a community, s/he experiences an act of belonging to a CoP, which entails
forms of participation, non-participation, and interaction. Interacting with each
other and being acknowledged by others is argued to engage negotiated ‘ways of
being a person’ (ibid, 164).
Malderez et al., (2007) give evidence that prospective teachers choose teaching
partly with expectations of team working and becoming a part of the school
community. However, this attractive factor is not always an easy task to
accomplish. Their findings give accounts of functional and dysfunctional
relationships with mentors, as well as unwelcoming school environments.
They also report experiences of student teachers being shunned in staffrooms.
Belonging to a teacher community is not always a straightforward process and
the possibility to work cooperatively might become especially traumatic. Farell
(2001: 49-50) defines this period as socialisation. Student teachers face all the
demands that are linked with teaching, such as:
“coping with school rules inside and outside the classroom, following the school
rules for lesson planning, following or developing curricula, learning the routines of
the classroom, and learning how to interact with school authorities and colleagues”.
support for the pre-service teacher, as well as tension not only between the trainee
and senior teachers but also among members of the staff or with the school board
of administrators. This particular reality sheds light on how complex negotiating
participation in a teacher community can be.
Teachers usually participate in the same meetings, share similar stories, or face
the same reality in terms of routines and timetables, for example. These contexts
of relationship create forms of mutual engagement. Clarke (2008: 86) reports
findings regarding ‘offers of assistance to each other concerning the challenges of
teaching’. His research also shows how this professional dialogue reflects upon
building an understanding of teaching as a common enterprise. Jenkins (1996,
cited in Clarke, 2008: 88) asserts that:
“What is significant is not that people see or understand things in the same ways, or
that they see and understand things in ways which differ from other communities,
but that their shared symbols allow them to believe in what they do”.
The role of teachers is not only spatially located in the communities where
they work on a temporary or permanent basis. They also interact with broader
professional communities. That sense of professional participation is labelled
in the literature as alignment, which results from ‘coordinating our energy and
activities in order to fit within broader structures and contribute to broader
enterprises’ (Wenger, 1999: 174). Teachers could interact with national or overseas
teacher communities, network with peers, or attend professional conferences, for
example. These are forms of professional alignment. Alignment also plays an
important role in the construction of the meaning of teacher.
Clarke (2008: 92) states that ‘alignment transcends the here and now and
focuses on coordinating and synergizing a community’s energies with those of
126 Teacher identity construction: exploring the nature of becoming a teacher
other communities’. His research in the United Arab Emirates (UAE) suggests
interesting findings with regard to how pre-service teachers establish forms of on-
line interaction with other teachers, for example. In those dialogues, they actively
discuss topics such as: teaching methodologies, the role of the mother tongue in
a context of foreign language learning, or the imposition of materials without
considering local factors. Needless to say, those language teachers necessarily also
developed relationships with publishers or materials designers. This professional
network of interaction is acknowledged as ‘border practices’ and it is argued
to play a foundational role in ‘learning to teach’ (Clarke, 2008: 94). There is
no doubt that such border practices play an important role in the process of
constructing professional identity. However, teachers may have chosen them by
default. Can teacher education programmes consolidate more structured forms
of participation and cooperation with members of other communities?
Some research studies have drawn conclusions about forming and sustaining a
teacher community (Little, 2002; Bell-Angus, 2008; Mitchel and Mitchel, 2008;
Taylor & Otinsky, 2008). Mitchel and Mitchel (2008) presented the research
findings of a longitudinal study that started in 1985 in Australia. It has now
developed into a learner community that engages over 600 teachers from nearly
200 schools. This project has significantly expanded into publishing, organising
conferences, and networking with international communities. This experience
illustrates that alignment could be purposefully built modes of cooperative action.
Taylor and Otinsky (2008) have also explored modes of professional alignment.
They explained how two university teachers worked collaboratively with pre-
service teachers and a group of sixth graders to develop an enquiry about issues
of social justice in New Jersey. They examined a model of a three-week intensive
project aiming to prepare student teachers before teaching. The findings suggest
a positive impact of this model, which generated active engagement and led to
important decisions being made about teaching, learning, the curriculum, and
learners. Finally, in this part imagination is considered another construct that
helps in exploring the nature of belonging to a teacher community.
enrich the lives of future citizens with knowledge and better values. For a student
it may represent either a boring place where s/he is forced to attend lessons daily,
or an exciting place where fascination and friendship become a motivation to
participate. For parents, school administrators or educational authorities, the
classroom certainly has different meanings.
That capacity to see teaching from alternative perspectives may be a way to explain
imagination: ‘creating images of the world and seeing connections through time
and space by extrapolating from our own experience’ (Wenger, 1999: 173).
Imagination then comprises an ability to move ‘beyond the immediate world of
experience’ (Clarke, 2008: 98). Through imagination we re-construct the images
of ourselves and envision new representations of our internal and external images
of the world. It does not mean that new sources of inspiration necessarily entail
fantasy or an entire discourse of the unreachable. Imagination is simply an innate
human condition that encourages people to re-invent their past, re-build their
present, and project their future.
Clarke (2008: 98) asserts that imagination could be represented in forms of
self-consciousness and reflection which are argued to provide ‘a platform for
further growth and development’. Teachers’ imagination leads to envisioning
new scenarios for teaching and learning, classroom practices, or innovation, for
example. This capacity to participate actively and creatively helps to construct
a different notion and meaning of teacher, as well as to expand the concept
of the role of a teacher community in shaping professional identities, but even
more importantly how the teacher also shapes and transforms the identity of the
community s/he belongs to.
Some research studies have reported interesting findings about trainees’ proactive
participation in a teacher community. Roberts & Graham (2008: 1401)
investigated some of the strategies used by 32 English trainees ‘to establish a
personal teaching identity’. Their findings suggest three distinctive strategies
used in order to exercise their own autonomy: fitting in, following a teacher’s
advice selectively; and taking the initiative. These results contradict the general
belief that student teachers’ self-initiative is not fully exercised and that their
teaching is mainly driven by the initiatives of their supervisors. Robert and
Graham’s findings show evidence instead of their capacity for self-direction and
innovation. These are representations of how imagination is exercised by
pre-service teachers. Is imagination an innate human characteristic that is
naturally transferred into the classroom? Can teacher training promote or
128 Teacher identity construction: exploring the nature of becoming a teacher
Fettes (2005: 4) argued that ‘attending to imagination may both aid the process
of personal reflection and help students come to a deeper understanding of
pedagogy and curriculum’. He introduced a module based on the concept
of imagination as part of a one-year professional certification programme at
Simon Fraser University in Canada. A group of teacher instructors designed
a course for a cohort of 32 students. The course aims included: reflective
capacity, critical-mindedness, other-directedness, as well as pedagogical
sensitivity. The project aimed to tackle a previously identified problem that
students entering the programme came ‘with a fairly narrow set of ideas
about teaching’. The findings reported that, although students found the
approach challenging, the imaginative development of teacher candidates
may mediate the imaginative development of children. Although the results
were not conclusive, this experience opens another direction for research that
may have significant implications for the context of teacher education and
professional development in the future.
Grossman (1995: 22) highlighted that ‘while teachers can acquire knowledge
from a wide variety of sources, they also create new knowledge within the crucible
of the classroom’. Such new knowledge is believed to be represented as either
Lecturas y Escrituras 129
Although the notion of teachers’ beliefs has been explored in the literature of
teacher education in the last three decades, there is no clear explanation of
what this term entails (see, for example, Clark and Peterson, 1986). Thompson
(1992: 130) proposed the study of teachers’ conceptions as an alternative field
of research that covers ‘a more general mental structure, encompassing beliefs,
meaning, concepts, propositions, rules, mental images, preferences, and the
like’. Consequently, it is hard to separate knowledge from beliefs. In spite of
an increasing research interest in the last decade in the field of teachers’ beliefs
(Johnson, 1994; Cabaroglu and Roberts, 2000; Peacock, 2001; Santagata, 2005;
Blay and Ireson, 2009) a consensual definition is still elusive. Pajares (1992: 316)
noted that the term ‘belief ’ is complex in nature and meaning, and he defined it
as ‘an individual’s judgement of the truth or falsity of a proposition, a judgement
that can only be inferred from a collective understanding of what human beings
say, intend, and do’. Pajares also provided a list of ‘fundamental assumptions’ to
study teachers’ beliefs (see Borg, 2006: 26, for a summary).
Over the last decade, the study of teachers’ beliefs has explored several areas:
learning, learners, teaching, decision making, and subject matter, among others.
Under the label of teacher cognition these terms are now generally defined as
‘what teachers know, believe and think’ (Borg, 2006: 2), which have been studied
using a multiplicity of terms. Although the term ‘beliefs’ prevails in the literature
130 Teacher identity construction: exploring the nature of becoming a teacher
Knowledge and beliefs are considered to be intertwined, even though some scholars
locate the former as more factual while the latter are regarded as ideological and
attitudinal. Nevertheless, ‘In the mind of the teacher, components of knowledge,
beliefs, conceptions, and intuitions are inextricably intertwined’ (Verloop et al.,
2001: 446). The concept of teachers’ beliefs appears recurrently in the literature
of teaching and learning (see, for example, Cabaroglu & Roberts, 2000; Peacock,
2001; Garton, 2008). This study adopts the label of teachers’ systems of knowledge
and beliefs as an inclusive term. This implies a connection between teachers’
beliefs and their teaching practices, which is an area that has been relatively under-
researched (see, for example, Da Silva, 2005; Garton, 2008; Gonzalez, 2008; Blay
and Ireson, 2009; Phipps and Borg, 2009; Li & Walsh, 2011). On the other
hand, this term allows the dimension of what student teachers know, believe and
do in the classroom to be represented.
While teachers’ beliefs have received a lot of attention in recent years, the
relationship between believes and classroom practice has scarcely been explored.
Few studies could be found which have considered this field of research, and
only one has specifically examined pre-service teachers’ beliefs (Da Silva, 2005).
Four further studies shed some light on this area even though their participants
were in-service teachers (Garton, 2008; Gonzalez, 2008; Blay and Ireson, 2009;
Phipps and Borg, 2009; Li and Walsh, 2011).
This study seems to confirm the implicit consensus that beliefs are inflexible
and resistant to change. According to these findings, it seems that experiential
knowledge informs teachers’ practice more than theoretical knowledge. The
question that arises here is what teacher education can do in order to create
132 Teacher identity construction: exploring the nature of becoming a teacher
alternatives for better teaching and learning (Peacock, 2001). The present author’s
experience as language teacher, teacher educator, and supervisor suggests that
teacher education can effectively contribute to transforming, for example, students’
misconceptions about teaching and learning. Reflective practice, communities of
practice or action for professional development and growth may help in such an
endeavour. The chance to re-shape teachers’ experiential knowledge into critical
theoretical knowledge is believed to raise their awareness and encourage change
and transformation. Research in the field of in-service teachers’ beliefs and their
correspondence with classroom practice enlarge this point.
The levels of coherence found between what teachers believe and do in the
classroom vary widely. While some research findings indicate that there is a close
link, other studies imply a rather different reality. For example, Garton (2008)
indicated a consistent degree of correspondence between beliefs and classroom
practices in two Italian teachers. Data were collected via semi-structured
interviews and classroom observations, and the study strengthens the widely
accepted view that experiential knowledge informs professional practices more
than theoretical knowledge (Johnson, 1994; Peacock, 2001; Pajares, 2002).
Phipps and Borg (2009) observed and interviewed three teachers over a period of
18 months in Turkey. The study aimed to examine the way they taught grammar
and the beliefs that underpinned their classroom actions. The researchers
highlight the fact that research in this area has adopted various negative terms
Lecturas y Escrituras 133
Li and Walsh (2011) explored the relationship between beliefs and classroom
interaction in a novice and an experienced secondary school teacher in China.
By using interviews and classroom observation data, the researchers assessed
134 Teacher identity construction: exploring the nature of becoming a teacher
whether or not the participant teachers’ stated beliefs about language teaching
and learning were in accord with what they did in the classroom. The findings
suggested that beliefs and classroom actions were not always convergent.
Two references were found that matched the field of identity. The first included
a theoretical contribution, while the second reported findings into bilingual
education for minority indigenous groups. Serna (2005) approached pre-
service teacher identity as a matter of intellectual status, developing a sense
of belonging in a community of professionals, and listening to their voices
through reflection and research. Although no data supported the author’s
arguments, this was an important scholarly attempt to introduce the notion
of teacher identity into the debate about teacher education in Colombia.
Lecturas y Escrituras 135
Escobar and Gomez (2009) explored the concepts and structure of bilingual
education with minority indigenous groups in Colombia. The authors showed
awareness of the need for Colombia to be recognized as a multicultural
country, and their research focused on the analysis of sociopolitical issues.
Despite the fact that the meaning of identity spread over several fields, the
authors attempted to make connections between the context of bilingual
education for minority groups and English language teaching in Colombia.
There was no explicit reference, however, to studies exploring the nature of
belonging to a teacher community.
So far this general review of the research area in Colombia shows that research
in the area has been scarce. This general overview of current trends in the
study of teacher identity provides an image of how Colombian scholars have
explored the subject so far.
Conclusion
This paper represents an important contribution to the ongoing debate about how
teachers take on a new identity. It is argued that teachers construct professional
identity as a result of the experience of learning to teach. Furthermore, this
136 Teacher identity construction: exploring the nature of becoming a teacher
process evolves as part of a long term trajectory in which they participate in local
and broader teacher communities, develop teaching competence and undertake
professional development. Nevertheless, a teacher education programme plays a
substantial role in this trajectory. It generally provides pedagogical and subject
matter knowledge, as well as teaching experience, which are all argued to be
fundamental in doing the job. In a nutshell, prospective teachers are trained in
the technical dimensions of teaching, and little has been done to prepare them for
a more proactive participation within professional communities, to identify the
sources of beliefs and tackle possible misconceptions about language teaching and
learning or to help them to affiliate with the teaching profession.
References
Introducción:
En un tiempo en que la autoconciencia del arte se esfuma en las orillas del arte
mismo, resulta estimulante una vuelta de página al pasado para considerar algunas
de las propuestas estéticas más novedosas que hiciera un escritor suramericano
a inicios del siglo XX, Vicente Huidobro, quien, entre muchos, es artífice y
testimonio de la relación entre las literaturas latinoamericana y europea y de
los frutos de esta relación. Conocemos abundantes trabajos de crítica sobre la
poesía huidobriana pero es su narrativa la que permite mostrar los elementos de
la ‘humorística’ y el goce de la creación, la autoconciencia y la visceralidad, como
estéticas vigentes para nuestro tiempo y para aquellos que, como el historiador
Hobsbaum, denominaron al periodo de entreguerras, la catástrofe política de
la civilización. Este articulo examina esa coyuntura, esa estética y la vigencia de
sus ‘influencias’. Igualmente plantea un interrogante final acerca de la necesaria
autoconciencia del arte y de la literatura actual, retomando la lección de vida y de
estética de la cual nos proveen las corrientes vanguardistas de inicios del siglo XX.
* Artículo dedicado a: María Isabel Crispín Quiróz, Actriz nata, soñadora sublime y madre
1 Literata y Doctora en Historia Universidad Nacional de Colombia. El presente artículo es fruto de un trabajo monográfico
sobre Vicente Huidobro premiado con Mención Meritoria por la Facultad de Humanidades de la U. Nacional de Colombia.
De igual manera se desempeña como docente del Doctorado en Lenguaje y Cultura de la Universidad Pedagógica y
Tecnológica de Colombia
142 Goce de la creación y vigencia visceral del Surrealismo
Europa entera se había lanzado al ruedo de una competencia tecnológica sin freno
y esta carrera criaba hijos monstruosos e incontrolables como la guerra tecnológica
y la amenaza diaria al recurso a los gases atómicos por parte de Alemania. El
desencanto por la modernidad advertido por Marshall Berman impulsó el famoso
movimiento Dadá el cual extremó su indignación hasta la negación de la razón
de ser del arte mismo. Huidobro no estuvo exento de gestos a veces extravagantes
tomados de los dadaístas como la intentar desvincular las obras de la crítica o de la
comprensión pública o, al contrario, la redacción de abiertos Manifiestos políticos,
proclamas y exposiciones en un abierto proselitismo que convocaba a la crítica.
5 Granés. Carlos. ”El Puño Invisible, Arte, revolución y un Siglo de cambios culturales” Esta contradicción para el crítico Carlos
Garnés, explica que a pesar de que Italia había renunciado a las aspiraciones imperiales decimonónicas, sorpresivamente
diera la espalda a la democracia
6 Friedrich, Hugo. Estructura de la lírica moderna, Ed. Seix Barral Barcelona, 1985
7 Rama, Ángel. La novela en América Latina, Procultura, Bogotá, 1982, p.94
144 Goce de la creación y vigencia visceral del Surrealismo
8 Hobsbaum se refiere al periodo de entreguerras como ‘La Era de las catástrofes’. Son los años comprendidos entre 1914 y
1945 en que las transformaciones estéticas surgieron en el inevitable vínculo entre el arte y la política.
9 Charry Lara, Fernando. “El centenario de Vicente Huidobro” en Rev. LAMPARA. Número 121. Vol. XXXI. p.10-18.
Lecturas y Escrituras 145
Humorística
10 Durante estos años Huidobro escribió contra el fascismo italiano y el falangismo español y tomó parte en la guerra civil
española al lado de los Republicanos. Dicho interés por la política se desvanece en 1940 cuando decepcionado por el
Pacto germano-soviético, se retiró definitivamente del Partido Comunista. Su última novela, y la que más interés ofrece para
nuestro trabajo, es Sátiro o el poder de las palabras (1938). Huidobro muere el 2 de enero de 1948, a causa de un ataque
cerebral, producto de una herida recibida en la guerra.
11 Pirandello, Luiggi, Esencia, caracteres y materia del humorismo, Ensayos. Madrid, Guadarrama, Traducción de José Miguel
Velloso, EN C.I.C. Cuadernos de Información y Comunicación, Departamento de Periodismo III, Facultad de Ciencias de la
Información, Universidad Complutense de Madrid,1968
12 Breton, André. Antología del humor negro. 1966, p 10
13 Ibídem. p 50
14 Ibidem p 55
15 Pawlowsky citado por Gómez de la Serna en Los Ismos. p.205
146 Goce de la creación y vigencia visceral del Surrealismo
16 Gómez de la Serna, Ramón. Los Ismos, Ed. Poseidón, Buenos Aires, 1943
17 Fernández, Macedonio. Papeles de Recién Venido. “Museo de la novela de la eterna”. Ed. Casa de las Américas. Colección
La Honda. Cuba, 1969
18 Huidobro, Vicente. En la luna. 1989 p.670
19 Gómez de la Serna, Ramón. Los Ismos. 1943 p.195
20 Para el desarrollo de esta idea CFR: Poggiolli, Renato. Teoría del arte de vanguardia. 1964 p.50
Lecturas y Escrituras 147
-Un ternero había comido demasiado vidrio molido. En consecuencia tuvo que
parir. Dio a luz una vaca. Sin embargo como el becerro era barón la vaca no
podía llamarle “mamá”. Tampoco podía llamarle “papá” porque el becerro era
demasiado pequeño, por tanto el becerro tuvo que casarse con una persona, y la
alcaldía tomó las medidas promulgadas por las circunstancias de moda.23
En la luna, tampoco hay algo que saque a los personajes de la extraña lógica en
que conviven. No hay una solución para los problemas del país imaginario, no hay
enseñanza moral o propuesta política, tan sólo la caricatura. El absurdo, esto es, la
nueva lógica, se va incorporando en la ausencia de cuestionamiento por parte de los
personajes acerca de los eventos bien sean violentos o sin sentido. Desde la moral del
relato, no hay propuestas más bien se infiere que la indeterminación es el eje de la
vida. En palabras de Luigi Pirandello, para qué ir a la caza de inverosimilitudes y
rarezas, ni divagar por lo peregrino y absurdo, si es la misma humanidad la que ofrece
realidades que parecieran mistificaciones y burlas; “Es cosa averiguada que un artista
no es sino un cautivo en el alma laberíntica de la vida misma.”24
23 Ionesco, Eugene. Obras Completas. “La Cantante Calva”. Madrid. Ed. Aguilar. 1973, p.54
24 Pirandello, Luigi. Seis Personajes en busca de autor. Valencia. Ed. Sempere. 1948, p.8
25 Hobsbawm evalúa en detalle el efecto devastador de esta carrera tecnológica en vidas humanas: ‘ aunque en la segunda
guerra mundial el número de bajas estadounidenses fue de 2, 5 a 3 veces mayor que en la primera, en 1917-1918 los
ejércitos norteamericanos sólo lucharon durante un año y medio.’ … ‘La experiencia contribuyó a brutalizar la guerra y la
política, pues si en la guerra no importaban la pérdida de vidas humanas y otros costes, entonces ¿por qué debían importar
en la política? Al terminar la primera guerra mundial, la mayor parte de los que habían participado en ella —en su inmensa
mayoría como reclutados forzosos— odiaban sinceramente la guerra.’
Lecturas y Escrituras 149
Y en estas tramas triunfan asuntos como las ciencias ocultas. El poder desconocido
de Cagliostro logra hacer todo lo que los investigadores no pueden: “Desde el
día en que Cagliostro llegó a la ciudad, los clientes han emigrado todos a casa
del mago.”27 Evocamos aquí al Conde de Lautréamont cuando dice: “Considero
que es a mí, enfermo perenne a quien corresponde curar a todos los médicos
que han sido médicos por insuficiencia de enfermedad.”28 Ionesco, Lautréamont,
Huidobro, Bergson y Breton, están de acuerdo en que las fuerzas racionales
apolíneas son cuestionadas por la espontaneidad vital. Diversos movimientos,
desde el Impresionismo hasta Dadá, compartieron la idea de que el poeta siente
que el mundo se desmorona y que los antiguos dogmas filosóficos, estéticos,
morales, como anota Yurkievich, no pueden ser sustentados como valores
absolutos.29
-Paseó los ojos por la habitación. ‘Es una pieza triste. ¿Cómo no me había dado
cuenta de que esta pieza es muy triste?’. Detuvo su mirada en el clavo que sostenía un
cuadro. Es un clavo demasiado grande para un cuadro como ése. Estaría bien para
clavármelo en el pecho y quedarme colgado contra la pared como un murciélago.31
Y al descender por sus laberintos, se perdía del mundo, se alejaba de los ruidos y
de las palabras humanas. Sus labios sonreían en un éxtasis delicioso, sus ojos se
entornaban y casi parecían volverse hacia adentro.35
Paisajes ideales
El poeta nos tiende la mano, para conducirnos más allá del último horizonte,
más allá de la punta de la pirámide, en ese campo que se extiende más allá de lo
verdadero y lo falso, más allá de la vida y de la muerte, más allá del espacio y del
tiempo, más allá de la razón y la fantasía, más allá del espíritu y la materia.39
38 Toda, Fernando en introducción a Vida y opiniones del caballero de Tristam Shandy. p.10
39 Huidobro, Vicente. Manifiestos, p.717
Lecturas y Escrituras 153
40 De Torre, Guillermo en René De Costa. Vicente Huidobro y el creacionismo. “La polémica del creacionismo: Huidobro y
Reverdy”, Madrid. Ed. Taurus, Serie El Escritor y la Crítica, 1975
41 Ibidem
42 Martín, Carlos, Latinoamérica, Mito y Surrealismo, Bogotá, Ed. Procultura, 1986, p.218
43 Borges, Jorge Luis. Siete Noches. La Pesadilla, Fondo de Cultura Económica, México, 1980, p.38
44 En este trabajo no me ocupo de las opiniones de Huidobro en contra del Surrealismo; éstas pueden resumirse como una
oposición a la escritura automática planteada en el Primer Manifiesto, cuestionada por los surrealistas mismos en un
segundo manifiesto en 1930, y que puede verse sólo como una herramienta para rescatar el inconsciente y cuestionar la
fuerza de la razón y el intelecto. Pero el Surrealismo no se agota allí. El manifiesto de Huidobro en que arremete contra el
Surrealismo data de 1925, y los escritos en prosa citados son posteriores. Para ese entonces la corriente en cuestión no
sólo había evolucionado y ganado una increíble fuerza..
154 Goce de la creación y vigencia visceral del Surrealismo
ampliada45, por no mencionar famosas pinturas como el mapa de Torres García con
la punta de Suramérica como Norte del Continente. Los escritores latinoamericanos,
familiarizados con la tradición de novela telúrica americana tomaron un nuevo aire
de la corriente surrealista con el sueño y la magia lo cual podría haber gestado el
Realismo Mágico. Carlos Martín, crítico interesado en recuperar los eslabones que
unen el Surrealismo a la literatura latinoamericana enlista algunos beneficiados de la
herencia surrealista: Asturias, Carpentier, Sábato y Julio Cortázar; los tres primeros
recuperan el mito americano; Cortázar y Borges insertan lo onírico en la realidad
textual.
45 Rosemberg, Harold. Descubriendo el Presente, Ed. Monte Ávila. Caracas, 1972, p.120
46 Huidobro, Vicente. Cid Campeador. 1989 p.29
47 Ibídem, p 40
Lecturas y Escrituras 155
48 Huidobro, Vicente. Altazor, Temblor de cielo. Madrid, Ed. Cátedra, Colección Letras Hispánicas, p.138
49 Adorno, Theodor W. Teoría Estética Ed. Orbis, Barcelona, 1983 p 60
50 En Sterne, como en Huidobro, se comunican narrador y lector. El narrador nos participa de la creación de sus personajes.
En La Próxima: “Se ruega al lector recordar los sueños más idílicos de su vida, suponer que los está realizando, que los
está viendo realizados frente a él. Así me evitará muchas descripciones inútiles.” Sterne hace también al lector largas citas
de otros autores, cosa que en su tiempo le hizo merecedor de una acusación de plagio. Con similar desenfado Huidobro en
su “novela-film” Cid Campeador recrea la historia del Ruy Díaz de Vivar. El narrador asegura tener la ‘verdadera versión’.
156 Goce de la creación y vigencia visceral del Surrealismo
Es evidente que los lazos entre escritores, artistas y críticos de la época eran tan
fuertes que comenzaron a surgir una serie de metáforas, y casi un metalenguaje
para referirse al proceso creador. De allí también, específicamente para la prosa
51 Ver, Diaz, Lidia. “La estética de Macedonio Fernández y la vanguardia argentina”. California. Nuevo Texto Critico, Stanford.
Número 3. 1989 p 38
52 En Sátiro la escritura es mostrada como un ejercicio decadente; baste recordar la respuesta de Huidobro a Buñuel, cuando
éste último le trata de escritor fracasado. “Respecto a lo de artista fracasado es posible que tenga usted razón pero en mi
fracaso voy con Rimbaud y Lautréamont.” Aquí se refiere a un cierto fracaso con cuya noción jugaron algunos vanguardistas.
Ver en: De Costa, René. Huidobro: los oficios de un poeta., Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1984, p.195
53 Arlt, Roberto. El jorobadito. (Barcelona. Ed. Bruguera. 1981. p.54
Lecturas y Escrituras 157
54 Alegría, Fernando en César Fernández Moreno. América Latina en su literatura. “Antiliteratura”. p.248
55 Alegría, Fernando. “Antiliteratura”. p.247
56 Maturo, Graciela en Fernando Burgos. Prosa Hispánica de Vanguardia. “Apuntes sobre la transformación de la conciencia
en la vanguardia hispanoamericana”. Ed.Orígenes, Madrid, 1986
57 Granés. Carlos El Puño Invisible, Arte, revolución y un Siglo de cambios culturales”.
158 Goce de la creación y vigencia visceral del Surrealismo
58 Fallecido recientemente (2007) Isou es quizá para nuestros tiempos el más influyente artista y pensador de Vanguardia.
Fue periodista durante la Segunda Guerra Mundial y fundador de la Revista Da la cual fue prohibida. Como Huidobro, buscó
una postura original denominada letrismo el cual se dio a conocer por ciertas piezas artísticas llamadas hipergráficos. Esta
propuesta influenciaría el vínculo entre el arte y la moda, la publicidad, los mensajes urbanos pero lo más importante fue
su vínculo con las ideas acerca de la necesidad de que la sociedad moderna de los 70’s se ocupara del cambio social en
el cual las herencias vanguardistas como el surrealismo se comprometieran. Su obra más conocida es La Créatique ou la
Novatique. Como Huidobro produjo películas experimentales, una que se puede apreciar aún (de 1954), es Traité de Bave
et d’Eternité.
59 Hobsbaum, Eric, Opus Cit. p 54
Lecturas y Escrituras 159
donde las narconovelas, los paraísos fiscales adornados por la ridiculización de los
atributos femeninos y la más folclórica doble moral, legitiman estéticamente y
trivializan la demanda y el consumo de esta cultura decadente. Como en aquellos
años 30 el cine parece ahora una promesa, al lado del rap y de algunos nuevos y
afortunados ‘cabos sueltos’ que son las expresiones urbanas. La buena narrativa
asoma su rostro tan temerosa como la justicia; y todos estos asuntos hacen vigente
la pregunta por el ser del arte. Dejemos esta pregunta retórica en el lugar del
plato fuerte y volvamos a nuestro autor.
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La obra de arte:
Entre la trascendencia y la
mercancía1
Carlos Fajardo Fajardo2
Catedra UNESCO para el mejoramiento de la calidad
y equidad de la educación en América Latina, Subsede UPTC-UNIVALLE
Grupo de Investigación Lenguajes en Educación - LEEN
Doctorado en Lenguje y Cultura
Introducción
1 Lección Doctoral para el Doctorado en Lenguaje y Cultura de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
(UPTC). Tunja, 25 de octubre de 2012.
2 Doctor en Literatura. Filósofo, Poeta, investigador y ensayista Docente en la Maestría en Comunicación-Educación de la
Facultad de Ciencias y Educación, Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá, E-mail: carfajardo@hotmail.com
Colombia
164 La obra de arte: entre la trascendencia y la mercancía
Comprar más, acaparar más, turistear más, gozar más, producir más, tirar
más, saturarse más, adquirir, desechar y remplazar, refleja la mentalidad de un
capitalismo que ha introducido su ideología expansionista y desarrollista en un
individualismo extremo, el cual ve fracasadas sus aspiraciones cuando se topa
con las pocas posibilidades de realización. Entre más cantidad de productos
ofertados, mayor zozobra al no poseerlos todos al infinitum. Satisfecho un deseo
de compra aparece la carencia de nuevo. La sociedad del mercado garantiza una
permanente angustia metafísica en línea. He aquí lo paradójico: llenura efímera,
vacío perpetuo. No cumplir con dichos rituales, que rayan lo patológico, es
correr un gran peligro. La identidad, la autoestima, el sentido de pertenencia
social se verían afectados. El consumo es una carrera por lograr distinción y
reconocimiento como ciudadanos de primera categoría.
Este es el mundo del mercado donde nada puede petrificarse, y como tal impone
sus condiciones. Así, las obras de arte caducan antes de tener tiempo para una vida
pública. Pierden su importancia y trascendencia, sus ganas de inmortalidad. Están
hechas para el picnic diario de los consumidores; sólo reinan por un instante – el
de su consumo- y luego van rumbo al vertedero, al lado de múltiples excrecencias
culturales. Es como si el arte hubiera entrado, al decir de Michaud, en un “éter
estético” y se ha volatizado. Michaud es más contundente: allí donde habían
Lecturas y Escrituras 165
Hoy por hoy el puesto lo han ganado los artistas que se unen al diseño. Estos se
nutren de la actualidad y de la moda, de la propaganda, el modelaje, del turismo
de las industrias del entretenimiento. La desaparición de los planteamientos
teóricos esencialistas, metafísicos, éticos y políticos del arte de vanguardias es
evidente. Por lo mismo, en algunos casos, topamos entonces con búsquedas
estéticas sin ninguna petición teórica ni utópica despolitizadas e inundadas de
discursos permisivos más que subversivos.
Las categorías marxistas nos sirven para aclarar esta condición del arte y su
inclusión en las lógicas del intercambio mercantil. La transformación en objeto
de cambio y de uso hace viable y posible la existencia del arte para el desecho,
es decir, un arte efímero que como toda mercancía se compra, se usa, desecha
y reemplaza. Esta es la estructura del intercambio productivo y de circulación
de las obras actuales: arte “ahorista”, producido en serie que desentroniza al
arte de élite proponiendo unir lo cotidiano, lo ordinario con el hecho artístico
extraordinario. El arte del botadero tiene las mismas condiciones de la vida en
el capitalismo global: es no durable, nada seguro, contingente, gaseoso, etéreo.
No es de extrañar que los procedimientos de compra y venta que utilizamos en
la cotidianidad sean los mismos cuando establecemos contacto con un artefacto
artístico. La misma condición de objeto de circulación en los intercambios
comerciales y la misma proyección de objeto de uso hasta que se reemplace
por otro de moda. ¿Dónde queda, pues, la concepción de obra trascendental,
creadora de realidades misteriosas, imaginativas, provocadoras y renovadoras
de la mirada? ¿Dónde la propuesta de creación del arte como espiritualidad
metafísica del ser? La obra de arte, ahora artefacto, ha evaporado su condición
Lecturas y Escrituras 169
cada vez más carente de obra de arte, si es que por arte entendemos a aquellos
objetos preciosos y raros, antes investidos de un aura, de una aureola, de la
cualidad mágica de ser centros de producción de experiencias estéticas únicas,
elevadas y refinadas (…) El arte se volatizó en éter estético, recordando que el
éter fue definido por los físicos y los filósofos después de Newton como medio
sutil que impregna todos los cuerpos (…) Ahí donde había obras solo quedan
experiencias” (2007, págs.10-11).
Todo este proceso estético se une, por supuesto, a las industrias culturales tanto
de artefactos como de bienes simbólicos, las cuales han impactado e invadido
la vida cotidiana, transformando la obra de arte en marca tanto turística, de
pasarela, de adornos, perfumes, coches, viajes… Triunfo de la estética sobre el arte
moderno, lo denomina Michaud; triunfo de la estetización totalitaria global que
ha reemplazado a las obras trascendentales auráticas de la modernidad beligerante
y crítica. Es decir, la abolición de la distancia entre los valores artísticos y la
cotidianidad.
El arte está en todas partes. Cualquier acción crea una estetización cultural,
mediática, económica, política. Pareciera que no existieran límites para las
propuestas diversas y masivas del arte, desde lo realmente valioso hasta lo
reprobable y mediocre. Las leyes del mercado se introducen y ya a casi nadie le
importa, ya no produce escozor. Ya ello no escandaliza a nadie. La mediocridad
convive pacíficamente con el arte de alta calidad y éste a la vez se complace de ser
considerado objeto del mercado que hace agradable lo cotidiano. Rechazo a la
obra y exaltación del espectáculo.4
De tal manera que este “objeto artístico” se valora por el consumo más que por
su valor estético. Su tiempo está encadenado a la actualidad, a lo novedoso; no
posee “todo el tiempo”, sino solo el tiempo del consumo, el tiempo del ahora
y del aquí. La obra objeto está sujeta a las variables del mercado: inflación,
recesión, devaluación, ingresos, distribución, ventas, y a los cambios políticos
tanto internos como globales. Por ello, al decir de Peraza e Iturbe “el mercado
del arte -a diferencia de otros mercados ordinarios- no se rige por la oferta del
producto, ni siquiera por la demanda del consumidor, sino que la propuesta del
producto (oferta atípica) viene dada exclusivamente por los intermediarios (…)
la realidad es que, en el mercado del arte, las leyes del comercio juegan con el
arte, ya sea por cultura o por economía” (P.51).
Esta es la situación del arte hoy. Dada la crisis y relajación vanguardista ha ganado
4 Al decir de Peraza e Iturbe, “el objeto artístico que sale de las manos del creador deja inmediatamente su connotación
inmatérica en brazos de las musas para convertirse en un producto artístico a cargo del aparato del Estado. Será el producto-
y no el objeto- el susceptible de ser empujado, atorado, recomprado, inflado, o revendido una y mil veces para servir a otro
tipo de objetivos que no tienen que ver exactamente con “lo artístico” sino con lo económico. El artista, sino se conforma con
limitar su quehacer a la condición de hobby, se convierte ineludiblemente en productor (Peraza,Iturbe, 2008,p.25).
172 La obra de arte: entre la trascendencia y la mercancía
Las palabras de Adorno en su Teoría Estética (1970) donde formula que “el arte
ha franqueado la puerta de la infinitud” (1983, p.9), nos habla de la autonomía
que adquiere el arte en una modernidad crítica, hasta lograr lo por él llamado “un
arte auténtico”, donde la autonomía es una “realidad irrevocable” por una parte
del artista respecto al mundo mercantil, o frente a las industrias culturales, y por
otra una autonomía de la obra, lograda por el dominio de las técnicas formales
y de la soberanía interior del lenguaje simbólico del arte, respecto a la realidad-
real.5
“El arte busca sus fuentes de certeza en la misma dirección que el pensamiento”
escribió hacia 1958 Clement Greenberg, hablando de la escultura de su tiempo. En
dicho artículo argumentó sus puntos de vista sobre la conquista de la autonomía
5 Carlos Alberto Ospina, sintetiza la concepción de autonomía en los siguientes términos: “Podemos decir que la nota
característica del arte clásico, el de los grandes estilos, vigente hasta el siglo XVIII, fue corresponder a la teoría de la
representación mítica de la realidad. El arte no era libre, ni autónomo, y la obra era un objeto hecho a la medida del hombre,
para reflejar lo mismo o proyectado por él como real. Su verdad, si acaso tenía alguna era contextual. (…) El hecho que
marcó el inicio de la modernidad en el siglo XIX, fue la llegada a un nuevo nivel de conciencia en el que el arte comienza a
definirse con independencia de su contenido y lejos de la representación mimética a la que hasta ahora debía su esencia. El
arte se torna crítico frente a lo que hasta entonces la filosofía le había convencido de aceptar como evidente: que su función
era imitar la naturaleza…” (2008, págs. 269-270).
Lecturas y Escrituras 173
por el arte moderno, el cual encontraba con mayor claridad en el cubismo, Joan
Miro, Matisse y el expresionismo abstracto norteamericano, principalmente en
Jackson Pollock, Mark Rothko y Willen de Kooning. De esta forma observa en
el arte abstracto el mayor logro de una autonomía formal y purista respecto a
los referentes de la realidad y de la excluyente dicotomía peyorativa platónica
entre ilusión y realidad, opinión y verdad, ser y apariencia bajo la cual el arte en
Occidente se debatió hasta bien entrada la modernidad. Según Greenberg:
Una obra de arte moderna debe procurar en principio, eludir el contacto con
cualquier tipo de experiencia que no sea inherente a la naturaleza-entendida
en el sentido más literal y esencial del término- de su medio. Entre otras cosas
esto significa renunciar a la ilusión y al tema explícito. Las artes tienen que
lograr la concreción, la “pureza”, únicamente por medio de lo que les es propio;
algo que supone convertirse en “abstracto” o no figurativo (2006, p.93).
6 Esta misma reflexión, según Vicente Jarque se extendería a “muchos otros productos de la cultura visual, como la publicidad,
el diseño industrial o gráfico, o la televisión. ¿Puede un anuncio publicitario ser soberano? No puede, pero si debe ser
autónomo, sí libre e inteligente dentro de ciertos límites obvios. Lo mismo que el diseño o la televisión” (2008, p.33).
Lecturas y Escrituras 175
obras se asume desde la esfera del consumo y no desde una creación innovadora
de las estructuras propias del arte. Más aún, la pérdida de autonomía se observa
también cuando se expone la intimidad del artista sobre el escenario mediático, sus
desgarramientos personales como espectáculo, las luchas interiores convertidas en
un vulgar strip tease exhibicionista. Al decir de Dany-Robert Dufour: “Este arte
de la manipulación, característico de la publicidad, se aplica hoy también en el
arte contemporáneo, cuando éste se convierte en un lugar en el que se persiguen
todos los medios posibles de comprometer al espectador: interés, participación
financiera, connivencia (…) Se ve de qué manera la retórica perversa conduce a
la obscenidad: se afirma que se puede, y se debe poder convertir todo en objeto
vendible”. (2010, p. 34-35)
Todo este problema autonómico del arte está envuelto por la contradictoria
estructura de la globalización, cuyo sistema une y desintegra, universaliza a la
vez que reivindica lo local; homogeniza y pluraliza los gustos. Territorialización y
multi-localización. En dicho corpus global se pueden observar los diversos flujos
vitales, culturales y teóricos entre extranjeros y nacionales, lo que ha generado que
el mundo del arte también se involucre en estos procesos de circulación de forma
regional e internacional, creando fusiones, reciclajes, interacciones, mezclas,
intercambios, robos y plagios. Dichas prácticas producen extranjerías constantes,
no sólo geopolíticas y culturales sino simbólicas. “Extranjerías metafóricas” las ha
denominado García Canclini, tales como “las que ocurren al pasar de lo analógico
a lo digital o de la ciudad letrada al mundo de las pantallas, las computadoras, los
celulares y ipods en el que los jóvenes son nativos y los demás debemos aprender
un lenguaje que nunca hablaremos bien” (García, Canclini, p. 2008).
176 La obra de arte: entre la trascendencia y la mercancía
Las actuales extranjerías tienen muchas aristas, tanto negativas como positivas, lo
cual pone en aprietos la lectura reduccionista y dualista sobre lo propio y lo ajeno.
Las hibridaciones entre las extranjerías se dan de manera conflictiva, contradictoria.
Ello fortalece su dinámica, pues vivimos como extranjeros de forma simultánea y
múltiple en una gran variedad de culturas. En el arte las extranjerías de este tipo
son permanentes. Se pasa de territorios locales a universales y viceversa, por lo que
ya no se desterritorializa de los lugares, sino que, al decir de Luis Alberto Quevedo,
se vive en una “localización múltiple”, habitando simultáneamente en diferentes
espacios y tiempos como se observa en las tecnologías digitales.
De esta manera, queda garantizada la sumisión del artista a las preferencias del
cliente. Aún más, queda garantizado el precio del “producto artístico”, el cual
se impone según la regla básica de distribución: a mayor promoción del artista,
Lecturas y Escrituras 177
mayor será el precio de su obra. El papel del artista queda reducido a un genio
de los negocios, absorbido por el mundo mercantil de la oferta y la demanda.
El consumo y el arte dialogan, se fusionan. Es la obra asumida como objeto de
consumo, como producto de distribución mercantil. Así, finalmente “todo vende,
todo vale”: la pasión libertaria y subversiva de las vanguardias, junto al malditismo
artístico, se ofertan como algo exótico, digno de comprarse. Se especula con los
precios; el arte se consume al mayor y al detal, incluso a domicilio. Entre menos
autonomía mayor ganancia económica. He aquí su extranjería.
El mundo del arte ha asumido las mismas lógicas del mercado. Del genio
romántico, extraño, marginado y rebelde, hemos pasado al genio de los negocios.
Ya no se busca la gloria sino la fama; ya no se proyecta inmortalidad sino éxito
bursátil, dinero y celebridad. La oferta y la demanda manejan al artista como
cualquier producto del mercado. De allí su proceso de exposición constante en los
medios para cotizar cada vez más su imagen. El valor de su obra -que ahora es solo
artefacto u objeto de consumo- está determinado por la promoción mediática y
la difusión masiva que de ésta se realiza. Es el arte no de las propuestas filosóficas
trascendentales, ni de las estéticas de la revuelta, sino el arte de los negocios. Ante
el artista rebelde se impone un artista de confort.
Lo mismo se proyecta en los espacios del museo. Del museo como centro del
arte moderno, al museo como centro comercial del arte mercantilizado. Museos
espectáculos, museos-escultura, seductores; museos-tiendas, museos franquicias,
museos de marca, donde es más importante la arquitectura fascinante de los
mismos que las obras que en ellos se exponen. Los museos han adoptado las
mismas lógicas comerciales del capitalismo trascendental y las mismas estrategias
de captación de públicos consumidores. El turista cultural voraz, visitante de
los museos, no tiene tiempo para contemplar, sólo tiene tiempo para consumir.
Hace su paseo secular rápido por los antiguos templos del arte. No son viajeros
que habitan los espacios, son turistas que consumen en los espacios que transitan.
“Tal es el nuevo régimen del arte: mientras atrae a un público amplio, da vida
a muchas actividades comerciales relacionadas con él, ocupa las páginas de las
revistas, consagra figuras y él mismo se vuelve empresa y objeto de especulación.
Vehiculado por el mercado, se convierte en arte- mundo, arte en el mundo
“(Lipovetsky, 2010, p.102).
Este pasar con levedad sobre las grandes piedras del espíritu es lo que nos sitúa
en una pérdida de gravidez de la cultura, la cual se asume con una desfachatez
despreocupada, fácil y vacacional: más divertimento, más goce instantáneo,
menos reflexión, menos tensión crítica, más arte de “matar y pasar el tiempo”. Al
arte se le observa como figura decorativa, como un Neo Art Deco de distracción y
animación temporal. Ya no provoca ni proyecta innovación, no es esencial para las
transformaciones individuales ni colectivas. Ya no se asume como un gran peligro
que puede impactar en nuestras vidas. Se le considera un ornamento que no causa
estragos, ni catástrofes espirituales. De allí su aceptación, su transformación en
artefacto efímero, consumible, agradable. Es la desaparición de la obra de arte y
del objeto artístico como algo trascendental. El artefacto comercial, en lo que se
ha transmutado la obra, ocupa ahora su lugar. El escaparate global es su sitio más
preciado. Entre más seductor y lumínico mucho mejor; entre más espectacular
y fascinante mayor será su aprecio.
Insistimos: más unido a la moda y a las marcas que a las búsquedas trascendentales
de verdades e ideales eternos, al arte se le asume ya no como un proyecto
fundamental para “elevar”, a lo Hegel, el espíritu del hombre, sino como un
componente junto a los objetos que se consumen y se desechan, necesarios
sólo como acto decorativo. Esta es la estetización de la cultura a través de los
medios y del mercado. Y esta es una de las preocupaciones de Néstor García
Canclini al preguntarse sobre la función del arte en la actualidad: “¿Cómo se
reelabora el papel del arte cuando la distinción estética se consigue con tantos
otros recursos del gusto, desde la ropa y los artefactos con diseño hasta los
sitios vacacionales, cuando la innovación minoritaria es popularizada por los
medios?” (2010, p. 10).
Estamos lejos de los tiempos en que los artistas discutían qué hacer para
cambiar la vida o al menos representar sus transiciones diciendo lo que el
`sistema´ ocultaba. Apenas consiguen actuar, como les ocurre a los damnificados
Lecturas y Escrituras 181
Así, la estética está atravesada por el llamado “mundo del arte”, término que
surge para designar las relaciones del arte y del mercado. Pero ¿Qué es el mundo
del arte?, se pregunta James Gardner:
Es todo lo que tiene que ver con el arte exceptuando el arte mismo. Es la
empresa que patrocina la muestra que causa sensación; el crítico que hecha
incienso a una obra; el experto que la autentifica; los ricos que la compran;
la empresa que la asegura; el hombre que la enmarca y la cuelga. También
hay sitio para las groupies y los colgados, para los esnobs y filisteos, para
auténticos intelectuales y sus imitaciones” (Gardner, 1996, p. 24).
Estas son pues las condiciones donde se mueven tanto el sujeto artista, la
obra, el público, el crítico, el museo, las subastas y todas las instituciones que
conforman el llamado “mundo del arte”, desde las primeras expresiones de la
modernidad ilustrada hasta la globalización actual. Gardner continúa con su
crítica aguda sobre el problema. Escuchémosle:
7 Hablando de la estética como política y de política de la estética, Jacques Rancière afirma: “la política consiste en
reconfigurar el reparto de lo sensible que define lo común de la comunidad, en introducir sujetos y objetos nuevos, en volver
visible aquello que no era y hacer que sean entendidos como hablantes aquellos que no eran percibidos más que como
animales ruidosos. Este trabajo de creación de disensos constituye una estética de la política que no tiene nada que ver con
las formas de puesta en escena del poder y de movilización de masas designadas por Benjamín como ‘estetización de la
política’” (2011, pág. 34-35). La idea de una estética que crea disensos se une a nuestra propuesta de una estética que crea
excepciones, es decir, que pone en cuestión las coordenadas de toda realidad, que se desvía de toda regla de dominación,
gracias al ejercicio de su autonomía crítica.
Lecturas y Escrituras 183
8 En el régimen estético del arte heterónomo, éste se hace desde la cultura del mercado para una cultura consumista. El arte
crítico se opone a esta heteronomía mercantil. Tal nos lo dice Rancière, el arte es una práctica del disenso, por lo tanto, su
accionar es un ejercicio que pone en tela de juicio a las leyes de la sociedad ecónoma. De allí que la autonomía del arte
y la idea de emancipación se fundamentan en la experiencia de las excepciones que se registran gracias a la experiencia
estética cuando se enfrenta a la cultura mercantil.
184 La obra de arte: entre la trascendencia y la mercancía
Siendo así, “el artista ha cambiado, nos dice Andrea Giunta. Su formación es
diferente, la manera de producir su obra es distinta, otros son los itinerarios que
se definen con sus viajes. Podría distinguirse entre el artista bienalizado y aquel
que inscribe sus prácticas exclusivamente en mercados simbólicos locales” (2011,
p. 259). Lo que ha homogenizado al arte ya marginado toda actitud de excepción.
Los artistas bienalizados circulan por el mundo con sus mismas obras y son casi
siempre los mismos invitados con temas repetidos y recurrentes. Es un artista
multi-local, que busca ser subsidiado por programas internacionales y se adapta a
lo que quieren las exposiciones globales. Heterogéneo en sus exhibiciones según
lo exigen las bienales, adaptado y adaptable, es un artista por encargo que pierde
su autonomía de crear propositivo y crítico respecto al valor de cambio de su
obra. Sin embargo, esto lo tiene sin cuidado. De esta manera:
Referencias
9 Marco Raúl Mejía, sostiene que “en Occidente, en el siglo XX, aparecieron tres grandes formas de organización del
trabajo: el Taylorismo, el Fordismo y el Post-fordismo. Ahora se dice que estamos en el cuarto momento de la construcción
del trabajo: el Toyotismo. Éste último, un régimen de producción regulado en lo que fue la reestructuración japonesa de la
producción. Esa reestructuración del trabajo va a dar forma al trabajo en la sociedad globalizada, y va a afectar las diferentes
formas de realizarlo (…). Estos modelos tienen más implicaciones que la descripción ofrecida, pero ésta permiten entender
básicamente en qué consisten. El Taylorismo es un modelo de organización de la producción que se impone en Estados
Unidos a principios del siglo XX. Su mentor es el ingeniero Frederick Taylor, de ahí su nombre. Lo central de este modelo es
la descomposición del proceso de producción artesanal en movimientos muy precisos, estableciéndose los parámetros de
perfección de su ejecución. Se entrena a los trabajadores para que cada uno se especialice en uno de ellos, obligándose a
una precisión y rapidez muy grandes. El fordismo (a partir de su mentor, Henry Ford, 1918 en adelante) es la incorporación
de la cadena de montaje para la producción fabril en masa, que fija al trabajador a un sitio y lo obliga a trabajar a la velocidad
y ritmo que impone el avance de la faja transportadora. El Post-fordismo tiene dos vertientes, el toyotismo y el sistema Volvo.
El toyotismo surge después de la segunda guerra mundial en Japón (mentor: ingeniero Taiichi Ohno) y se caracteriza por
la organización fabril para la producción “justo a tiempo”, esto es, sólo bajo demanda y evitando los stock voluminosos,
y controlando la calidad de los productos en el mismo proceso de producción. Esto hace que se organicen en equipos y
cada trabajador controla varias máquinas y secuencias de tareas al mismo tiempo. En el sistema Volvo (se asocia con la
automotriz sueca Volvo. Surge en los 70 por las luchas laborales contra el sistema fordista) se continúa con la línea de
montaje pero se organizan grupos pequeños de trabajadores para decidir tareas múltiples que cumplan con los requisitos
de calidad y tiempos que exige la empresa (Mejía, 2004).
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y equidad de la educación en América Latina, Subsede UPTC-UNIVALLE
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Doctorado en Lenguje y Cultura
Introducción
humano eleva un espeso velo entre la palabra y la cosa, entre palabra y objeto, de
halo un mucho mistérico.
Los poetas, ciertamente, han tratado siempre de puentear una tal polarización.
Hasta cierto punto, podría decirse que es ello lo que define su razón de ser - tanto
de la poesía como del poeta. La tarea del poeta parecería así responder a lo que
Antonio de Nebrija (1441-1522), escribe, de que sólo “a quienes se adentren al
interior de este recinto sagrado [el de lo gramatical y lo fonético] se les manifestará
la sutilidad de la realidad.” Aunque ello no significa ni de lejos que acierten.
siendo él aún muy joven – lo que indica sus precoces intereses por el tema - en
la North American Review, una muy importante revista entonces. El tema sin
embargo no lo abandonaría ya prácticamente en toda su vida, dedicándole - según
el mismo confiesa - cuarenta largos años de la misma.
Sus manuscritos al respecto son propios de un obseso del tema. Redacciones múltiples
de un mismo párrafo o página, listas y listas de términos los más diversos, en busca
de dar con sus precisas escrituras fonéticas, mezclado todo ello con su obsesión
clasificatoria de palabras y temas. Obsesión en suma por la ortografía inglesa y su
legibilidad. Para él, como vamos a ver, razón ésta explicativa, ya por entonces - en la
segunda mitad del XIX - de la expansión del inglés como lengua comercial. Pero a la
vez tremendamente crítico con los fuertes intentos, también entonces, por fonetizar
la ortografía inglesa, a lo que Peirce se opone firmemente, y en función de lo cual
va a desarrollar una curiosa interpretación sobre los efectos del descubrimiento de la
imprenta en la hasta el momento fuertemente fonetizante ortografía anglo-sajona.
A partir de ahí, como vamos a ver, derivaría Peirce sus concepciones no ya sobre las
relaciones entre ortografía y fonética, sino de manera más general sobre la naturaleza
de la escritura y del habla como medios de comunicación.
Peirce no era desde luego el primero en percatarse del papel decisivo de la imprenta
en relación al desarrollo de las lenguas occidentales; y de manera específica en lo
que respecta a la relación interna entre lo ortográfico y lo fonético. Lo teorizó
ya, para el español, primero que todos, el mismo Nebrija, que apuntaba a una
relación que vendría a alterar no ya al papel de la lengua en lo que respecta a las
relaciones de comunicación entre los seres humanos, sino también en profundidad
al desarrollo del pensamiento mismo como tal.
En efecto - nos explica Peirce - exigir del cajista, bajo las nuevas condiciones
laborales, que consiga sin más la “conformidad literal” respecto del original a
imprimir del autor, es demasiado pedir. Ya que ello requeriría que el cajista
tuviese que leer el texto original palabra a palabra con objeto de comprobar lo
fidedigno de la página compuesta respecto de lo escrito por el autor. Un trabajo
“demasiado lento y consecuentemente demasiado costoso” - monetariamente
hablando. De ahí que la sola salida económicamente viable para la cajista -
continua diciendo Peirce - sea leer un fragmento del original del autor, para, a
partir de las enseñanzas ortográficas del mismo, proceder a componer el entero
texto. Ahora bien, esto es algo que no resulta viable de depender de las solas
manos del cajista. Y ahí entra en juego la nueva división del trabajo: entra en
escena el corrector de pruebas. Cuya función va a ser la de conseguir que el trabajo
del cajista se limite al mero desarrollo de su habilidad manual. El corrector
Lecturas y Escrituras 193
A estos efectos a los correctores de pruebas se les supone un cierto bagaje cultural
- y específicamente lingüístico. Pero no demasiado. Peirce dice que, por supuesto,
debían tener conocimiento del inglés; aunque también del latín – aunque sin gran
profundidad - ya que por entonces buena parte de los libros publicados aparecían
aún escritos en esta lengua clásica. Bastaba con un cierto barniz. En sentido
estricto, si al cajista se le suponía la habilidad manual, al corrector de pruebas se
le suponía un ojo de lince, necesario para detectar con rapidez los más pequeños
detalles a corregir en el texto compuesto por el cajista. Ahora bien, sólo con ello
se seguía con el problema de coste excesivo de un tal trabajo, y el encarecimiento
de un producto hasta hacerlo inviable. La salida a un tal dilema requería de una
cierta imaginación, hasta el punto de encontrarse donde parecía en cierto modo
más absurda, a saber, en que el corrector de pruebas conformase su propio sistema
ortográfico, por muy primitivo que fueses, como criterio de actuación del cajista.
Esto - dice Peirce - es lo que hizo que, a modo de irracionalidad de los efectos,
se introdujese como sin querer una ortografía estable y de fácil lectura, alejada
a la vez de todo intento de imitación fonética, como independiente de la de la
propia del autor. Los autores quedaban así en manos del cajista y los correctores
de pruebas, y ambos del editor; ya que si el autor se empeñase en que el cajista se
ciñera a lo por él escrito, tendría que asumir los costes del libro, a lo cual por lo
que parece nadie parecía dispuesto. La consecuencia fue la de que cada imprenta
estableciese en un primer momento su propio sistema ortográfico.
Todo ello - dice Peirce - está al origen de que el inglés escrito y el hablado se hayan
constituido como dos lenguas o dialectos totalmente separados e independientes
el uno y el otro. Tanto en su práctica como en sus respectivas lógicas de desarrollo.
Así mientras las gramáticas de la lengua impresa apenas difieren unas de otras,
las del habla o conversación resultan enormemente variables y libres. Muchas
palabras y locuciones usadas en el habla estarían fuera de lugar de usarse en un
libro - y a la inversa. Los modos de construir las frases en la escritura y en el habla
son por lo mismo muy diferentes. Y lo mismo ocurre en lo que respecta al ritmo de
las frases - no menos que en el vocabulario. Y lo que es más curioso aún, en contra
de lo que pueda parecer: casi nadie intenta escribir valiéndose de frases habladas.
Y los que lo intentan - dice - fracasan, ya que de hecho no hacen otra cosa que
imitar el lenguaje hablado. Peirce llega a afirmar que es imposible trasponer a la
escritura lo que se habla tal como se habla. La fonética es intraducible en escritura.
Lo uno está en las bocas de las gentes y lo otro en el papel. Peirce aporta ejemplos
Lecturas y Escrituras 195
clásicos que pasan por haberlo logrado: De Foe, Bunyan, Shakespeare. Pero Peirce
lo rebate. Dramaturgos y novelistas son conscientes de ello. En todo caso, lo cierto
es que desde finales del XVI - afirma y reafirma continuamente - la ortografía
inglesa apenas ha variado, mientras que la fonética, la pronunciación, se ha ido
modificando profundamente.
II
Y lo que dice del lenguaje hablado en general, lo repite casi con las mismas
palabras de lo que llama “el gran y raro arte de la conversación, el más atractivo,
más vivo, más potente de todas las bellas artes, que para su desarrollo depende
de la plasticidad de la lengua hablada, no menos que de mantenerse libre e
independiente del lenguaje impreso - más masculino.” Ello no quiere decir que
a su vez se refiera al habla como femenina de carácter. Aunque lo cierto es que
le aplica adjetivos estrechamente asociados tradicionalmente a este sexo - como
cuando habla de “esta bella y delicada flor de la lengua vernácula.” Incidiendo
en ello al comentar que una tal flor - la lengua vernácula o hablada - no resistiría
el “adusto proceso de la autoría”. Un término éste - el de autor - muy curioso e
importante en él, en tanto asociado al lenguaje impreso como impostura. Lo que
hay que entender en la línea del pensamiento de Peirce, para quien los procesos
del saber y el conocimiento son en lo fundamental procesos colectivos y públicos
- más que privados. Para él la inteligencia “no es algo que pertenezca a persona
alguna, sino algo de lo que se participa, un tipo de luz, en el que toda mente
196 Twitter en las notas de C.S. Peirce
percibe.” Y lo mismo con la razón, que no puede llamarse una facultad, “sino
más bien una luz, de la que disfrutamos, pero cuya fuente no está en nosotros, ni
tampoco en ningún individuo, como para poder denominarla mía.”
Lo que está insinuando Peirce con su crítica aquí de la autoria es que la lengua
hablada, en contraposición a la escrita e impresa, participa en lo esencial de una
genealogía de tipo colectivo. Y que la reivindicación de la idea de autor respecto
de la lengua impresa encierra una fuerte impostura. No olvidemos que, antes, al
hablar del papel de la imprenta, y, dentro de ella, de los cajistas y los correctores
de pruebas como forjadores de la nueva ortografía inglesa, Peirce insistía en el
hecho de que se trata de un esfuerzo de grupo - de una enorme cantidad de gente
- y en modo alguno de producto del capricho individual. Lo individual - para
él - difícilmente puede dar lugar a giros tan radicales en procesos históricos del
calibre de la aparición de la imprenta. Aunque sí acepta el hecho de personalidades
que arrastran a grupos de admiradores, dando lugar a un seguidismo - de vastas
consecuencias a veces - como p. e., en el campo de la moda, o también - como
veremos - en el del habla. Si bien, a este respecto, es implacable, al advertir de que
“la gracia y el encanto del habla (speech), de la charla (chat), desaparece en cuanto
trata de imitar a los libros, o - algo más terrible aún para él – en cuanto adopta un
estilo periodístico (newspapery). Un término éste, al que alude recurrentemente con
diferentes variantes del mismo, en tanto expresión del peor calificativo y peligro
en el que puede incurrir el habla al tratar de imitar el lenguaje impreso. Para Peirce
es la expresión del peligro al que abocan todos aquellos que se proponen “hablar
como un libro.”
Una idea más precisa de lo que pretende decir en aquellos momentos - durante
último tercio del XIX - con una tal crítica de la escritura periodística puede
derivarse de la ácida crítica que dirige al crecientemente imperante “semi-cultura
de las letras - suficiente como para hacer que gusten los periódicos del Domingo
– y que tiende a hacer que la gente modele su habla (speech) conforme a lo que
ve impreso” Concluyendo: “Ninguna tendencia podría ser tan vulgarizante.” La
apoteosis de un tal estilo periodístico opera - según Peirce - en base al engañoso
principio de que el lenguaje de una persona no debiera atraer hacia sí atención
alguna, es decir, que debiera pasar como anónimo; cuando, precisamente, para lo
que está hecho es para llamar, ante todo, la atención, y si bien no hacia sí - hacia el
autor como tal - sí hacia el pensamiento. Lo que vendría a ser una suerte de crítica
del lenguaje periodístico como ideología del momento. Ahora bien, en un tal
contexto de corrupción del lenguaje hablado por imitación del impreso - escribe
Peirce - hay que confiar en la tendencia natural del habla a emanciparse por sí
Lecturas y Escrituras 197
misma de los libros. Algo que a muchos pudiera escandalizar, pero que - para
él - pertenece a la esencia, la función y el sentido del lenguaje hablado – lo que
justifica íntimamente los fenómenos de la conversación y las charlas.
III
Entremos pues ya, específicamente, en el análisis que Peirce hace del habla (speech)
- bien como conversación, bien como charla (chat). Ambos dialectos - el impreso
y el hablado - son por igual necesarios. Si bien para sobrevivir y ser efectivos
en sus respectivos ámbitos y objetivos han de respetarse mútuamente. Peirce va
a pasar a identificar ahora la respectivas características de ambos lenguajes en
función de dos expresiones tomadas del lenguaje homérico, y que surgen en su
correspondencia con su amigo William James. Se trata de los términos palabras
aladas y palabras no-aladas. Las segundas, las palabras no-aladas (unwinged words),
se adecuan al lenguaje escrito o impreso, en tanto constituido como un idioma
“más robusto y tiránico” que el del habla, y por lo mismo como el adecuado para
valerse de palabras adecuadas para expresar lo que sucede de una vez por todas, y
en especial, como ya hemos visto, lo relativo al pensamiento y al conocimiento.
Por el contrario, para el caso del habla, “las expresiones (utterances) de la lengua
(tongue) son, por mérito propio, palabras aladas (winged words), las solas que se
adaptan a los propósitos del momento, cambiando de generación en generación
según las circunstancias y la moda, de epos, significa palabra como pragma o
acción, y como tal aparece estrechamente unida al lenguaje alado (plumas, alas)
del habla. Peirce comenta a James que los traductores de Homero no se ponen
de acuerdo sobre el significado a dar a tales expresiones. Y que algunos incluso
evitan traducirlas. A cambio él propone las siguientes traducciones y significados
que nos aclaran su posicionamiento: planetic (errante) para las aladas y aplanetic
(sedentario) para las no-aladas, y sus equivalentes en inglés, respectivamente,
volatile o transient (pasajero) y sessile (sedentario). Podemos intuir ya lo intrínseco
para él del habla - como también lo propio del lenguaje escrito - así como de las
conexiones que subyacen al uso puntual que hace del término twitter, al que nos
referiremos al término de este texto.
Nada es más tabú en la buena sociedad que una charla pedante (bookish); mientras
que una incisiva jerga (slang), o novedades en la moda de la pronunciación, son
marcas o indicadores de la familiaridad de uno con todo aquello que suena
a ocioso y elegante. Y cuando el desarrollo de los acontecimientos pasan a
dar importancia a estos nuevos giros, estos acaban por ser imitados por los
admiradores de aquellos que los han promovido. La frescura y la plasticidad
que caracterizan al lenguaje del habla no supone con todo que el tal lenguaje
no tenga un núcleo sólido e indestructible; aun cuando en la superficie parezca
de una inquietante fluidez. En todo caso, de hecho, y contra toda apariencia
- insiste Peirce - lo que se imprime nunca se habla, nunca puede ponerse en
palabras habladas; y a la inversa, el habla es in-imprimible. “Nadie sabe mejor
que un dramaturgo o un novelista - escribe Peirce - que la gente realmente
no charla de la manera en que se les hace hablar en una pieza de teatro o en
una novela, donde (el autor sabe) que su solo objeto es el de plasmar el tema
(el habla de una conversación) de manera que sea presentable.” De ahí en fin
la aversión que Peirce muestra hacia las influencias de lo literario en el habla,
que acaban convirtiendo a ésta en una “espantosa jerga”. Los límites a la jerga
dentro de un mismo grupo idiomático se encuentran en el punto de ruptura
de la inteligibilidad interna.
Lecturas y Escrituras 199
IV
Holmes sobre la conversación: “La conversación es una de las bellas artes, la más
noble, importante y difícil - cuyas más fluídas armonías pueden echarse a perder
por la intrusión de una sola nota chirriante. ... la conversación, que es sugestiva
más que argumentativa, que saca a la luz una gran parte de los resultados del
pensamiento de cada uno de los conversadores, y es algo de lo más agradable y lo
más provechoso!» Un comentario, que termina con una curiosa crítica a la fórmula
del diálogo - que no curiosamente no parece considerar como estrictamente una
conversación: «En el mejor de los casos - escribe Holmes - no es fácil para dos
personas que charlan sacar a la luz la gran parte de los pensamientos de cada
uno - ¡hay tantos!“ Para a continuación lanzar una fuerte invectiva contra los
que arguyen continuamente a favor de los hechos: “No permito hechos en esta
mesa. ... mientras hablo.“ Insinuando que los hechos son cosa del lenguaje escrito,
y no de la conversación. Ésta es, para Holmes, la sola realidad, aquella que se
auto-abastece de sí misma - como la música: “Charlar - escribe - es como tocar
200 Twitter en las notas de C.S. Peirce
el arpa, vale tanto, para despertar su música, posar la mano sobre las cuerdas
y detener las vibraciones, como tañerlas.» Uno de los peros que encuentro en
las argumentaciones de Peirce es el casi nulo paralelo que hace entre el habla
y la música, al contrario de Holmes, y de Antonio de Nebrija en el siglo XV
contraponiendo a la escritura el fonetismo de la lengua hablada. Holmes se vale
también de la metáfora del trabajo del alfarero con el barro para introducirnos en
las plasticidad de la convesación: «El lenguaje hablado es tan plástico que lo puedes
acariciar, engatusar, distribuir y recortar, eliminar y pegar todo con tanta facilidad,
... que no hay nada como el mismo para modelar. ... [Mientras que] escribir o
imprimir es como disparar con un rifle - aciertas o fallas.» Por ello Holmes, de
manera más o menos explícita, otorga a la conversación una función heurística;
mientras que, de manera más o menos velada, asocia la escritura y la letra impresa
al proceder lógico. De ahí que afirme con contundencia: “Valoro a un hombre
básicamente por sus relaciones primarias con la verdad, tal como yo entiendo la
verdad, no por cualquier artificio secundario en el tratamiento de las ideas.“ Por
lo primero alude a la conversación, por lo segundo a la lógica. De hecho escribe:
«un hombre demasiado literal puede echar a perder la conversación de un hombre
de espíritu.“ Algo que precisa de forma más contundente en una línea afí a las
palabras aladas y no-aladas de Peirce: «Es un mal hábito la substitucion gradual de
la jerga, o términos relámpago, por palabras que pasan a caracterizar sus objetos.»
Holmes lo describe en términos del proceso de comunicación que se desencadena
en la conversación: «Todo pensamiento real sobre cualquier tema real golpea a
uno u otro dejándole sin aliento (winged words). Tan pronto como retoma éste,
empieza muy probablemente a invertirlo en palabras firmes (unwinged words)»
Para Holmes, la conversación es la vía de los verdaderos exploradores, tras de lo
cuales vienen los lógicos.
Conclusión
pasado siglo - no existía lo que hoy conocemos por twitter en el actual sistema de
comunicaciones. A Peirce le atraían palabras peculiares; unas veces por su rareza,
otras por su aparente intrascendencia. Fue de hecho un bibliófilo apasionado; con
bastante querencia por títulos a veces de lo más triviales. Llegó a tener una de las
más importantes colecciones privadas entonces de incunabilia; que a la postre tuvo
que vender - falto como casi siempre de dinero - a la Universidad John Hopkins,
de la que fue profesor durante un corto período de tiempo. Un día, por ejemplo,
me encontré con una ficha en la que reseñaba el término «puro» que aparecia en
una Oración Funeraria en honor de Ciro, rey de Persia. El sentido de puro en
aquel texto y contexto le servíría de base para un ataque frontal a la razón pura de
Kant - aunque curiosamente la cita no aparecia en las entradas correspondientes
de los diccionarios. De la cita a la que voy a referirme ahora imagino que me atrajo
entonces - hace ya años - lo exótico de la misma. Aunque sólo recientemente, por
razones obvias, atrajo de nuevo mi atención. Se trata de una cita de los Analitica
Posteriora, de Aristóteles, en la que se pone de relieve el distanciamientos de éste
respecto de las ideas innatas de su maestro Platón. Distanciamiento que Peirce
troca en una ácida crítica. El texto reza así: «[Las formas] son mera cháchara, e
incluso de existir resultan irrelevantes.» Las formas son las ideas platónicas; aunque
el nudo de la cuestión reside en el término griego al que responde cháchara - o algo
parecido - a saber, (teretismata). Un término muy raro en la obra de Aristóteles,
hasta el punto de que éste no se vale del mismo más que una vez más - o poco
más - en un breve tratado de música, en relación a los sonidos musicales. En la
ficha en cuestión Peirce traduce por humming (tatarear) y twanging (tañer) (un
término éste del que Holmes se vale en la cita anterior en que habla de tañer el
arpa). Si bien Peirce parece arrepentirse rápidamente de la traducción, pasando a
tacharlos, y a sustituirlos por twitter. Un término que, como todos sabemos hoy,
indica tanto al gorjeo o aleteo de las aves, como el hablar o charlar rápido sin un
propósito claro. Lo curioso de esta traducción de Peirce es que no se encuentra
en ninguna de las traducciones al inglés de los Analitica Posteriora de su época
- al menos de las que yo he podido localizar - y desde luego en ninguna de las
traducciones al inglés de esta obra de Aristóteles de que las que disponía en su
biblioteca particular.
Muchos y variados lugares son aquellos en los que Peirce critica la teoría de las ideas
o formas innatas de Platón; pero hay uno - manuscrito - en que lo hace de forma
un tanto cruel en referencia a su Cratilo - al que ya me he referido al principio. Ahí
Peirce critica duramente la teoría de Platón de que toda cosa genera (grows) un
nombre, y es más, en cierto modo, su nombre, calificándolo no sólo de fantástico
e infantil, sino, para mayor abundamiento, de propia de un Platón platonizante.
Lo que para Peirce está ahí en juego es el modo de producción de las ideas, y en
consecuencia el de los nombres en tanto ideas generales. Peirce se opone a que estas
pre-existan de alguna manera como acabadas en una existencia anterior, pasando
a situarlas, para entenderlas, en el contexto en el que se gestan y conforman. Y éste
es el medio del habla - el de charlar y conversar. Así escribe, retomando el tema
de la plasticidad del habla: «Solo deseo que la gente pueda utilizar la charla (talk),
idiomática e in-imprimible, a efectos de que la lengua vernácula asuma las bellas
y estéticas formas que tiende a generar (grow) por su gracia y vivacidad general.»
Es en este proceder del habla donde Peirce parece encontrar el antítodo práctico a
una teoria de las ideas que sitúa a éstas, acabadas y estáticas, fuera de los procesos
reales del saber y la comunicación.
En una metáfora afín a la del twitter de Peirce, Holmes escribe que la charla, la
conversación, «modela nuestros pensamientos, y que la ondas de la conversación los
redondea como el oleaje redondea los guijarros en la costa.» Por lo que conlcuye
que «no se puede ser demasiado literal hablando.» No tiene mucho sentido -
sigue diciendo Holmes - pensar que el hombre «forma una vestimenta cortada
conforme al patrón de una idea, y espera que la Naturaleza modele una figura
acorde con ella.» O dicho, por Peirce, de otro modo: «¿Qué clara noción nos
podemos formular sobre la producción de una idea sin tener una aptitud para
ella?» La mente de un una persona se tensa a cada momento por una nueva idea
o sensación, no volviendo nunca a sus dimensiones previas. En este sentido - dice
por su parte Holmes - «ninguna idea fresca se plasma nunca en libro - aunque sí
lo hacen muchas frescas mentiras.» Morellet - por introducir un testimonio de
aquel siglo que fue el de la conversación en los Salones de Paris del XVIII - en su
escrito Sobre la Conversación, pone así mismo límites a las difícilmente manejables
formas o ideas innatas, ya que estas no pueden convertirse en ideas precisas «hasta
que no se han debatido y sometido a la prueba de la conversación».
Referencia
Introducción
Esta sencilla observación indicó que los postgrados debían cumplir con la
sociedad del conocimiento a través de los indicadores de impacto social
establecidos para la Educación Superior. En América Latina, y en particular en
nuestro país Colombia, los postgrados se han incrementado significativamente,
pero las condiciones políticas, económicas y sociales no han estado a la par
de los requerimiento en investigación ni en la profundización de temas
disciplinares. Así mismo, los proyectos de investigación de los postgrados
1 Docente de tiempo completo de la Escuela de Idiomas de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Doctora
en Ciencias de la Educación. Coordinadora del grupo de investigación LENGUAJES EN EDUCACIÓN-LEEN y la Subsede
de la Cátedra UNESCO para el mejoramiento de la calidad y equidad de la educación en América Latina con base en la
lectura y escritura.
206 Leer y escribir la formación posgraduada
2 El concepto de Iberoamérica se empezó a cimentar desde la época de la conquista y comprendió en términos generales los
territorios que ocupaban el imperio español y el imperio lucitano (Portugal). Durante el siglo XIX, con la independencia de
los países iberoamericanos, el concepto empezó a desquebrajarse, sin embargo la necesidad de ofrecer un frente común
frente al avance de los intereses ajenos a iberoamérica ha llevado a nuestros países a fortalecer lazos de indentidad que
le permitan defenderse de la influencia de conglomerados diferentes a la misma Iberoamérica. El concepto iberomericano
lo podemos asumir desde una perspectiva lingüística, como la herencia que nos dejaron los imperios español y portugués.
En la medida que en ocasión, la religión no constituye el elemento aglutinante.
Lecturas y Escrituras 207
Desde comienzos del siglo XX, en los países latinoamericanos se asumió una
cierta estabilidad política que permitió el desarrollo universitario con un sesgo
profesionalizante, incluyendo el modelo francés y alejándose de la influencia
alemana. Este aspecto demoró el desarrollo de la universidad latinoamericana
(Uribe , 2011). Si se hubiera aceptado desde el principio, otro hubiera sido
el desarrollo de los postgrados para la ciencia y la investigación en esta parte
del mundo.
3 La primera universidad que funda en Iberoamérica fue la Universidad de Santo Tomas de Aquino en Santo Domingo
que data de 1538, luego se fundaron universidades en Lima y en México. Las universidades fundadas a iniciativas de las
órdenes religiosas data principalmente del siglo XVII.
Lecturas y Escrituras 209
en Colombia.7
16 BEJARANO, Jesús A. Economía y Poder. Bogotá, CEREC, 1985.MANUAL DE HISTORIA DE COLOMBIA, Bogotá,
Colcultura, 1982. Ensayosde J. A. Bejarano, S. Kalmanovitz, Darío Mesa, M. Urrutia, sobre Aspectos Económicos, Agrarios,
Políticos y Sindicales.SÁNCHEZ, Gonzalo. Ensayos de Historia Social y Política del Siglo XX,Bogotá, El Ancora Editores,
1984.TIRADO MEJÍA, Alvaro. Aspectos Políticos del Primer Gobierno de Alfonso López, Bogotá, Procultura, 1981. TIRADO
MEJÍA, Alvaro. Introducción a la Historia de Colombia. Bogotá, Universidad Nacional, 1971.
Lecturas y Escrituras 215
los postgrados a especializarse con base a estos énfasis. Así esta Ley 30 definió los
programas de postgrado en especializaciones, maestrías, doctorados e introdujo
los postdoctorados. Los programas de especialización se desarrollarían con
posterioridad a un programa de pregrado y posibilitarían el perfeccionamiento
en la misma ocupación, profesión, disciplina o áreas afines o complementarias.
Los programas de maestría, doctorado y postdoctorado tendrían a la
investigación como fundamento y ámbito necesario de su actividad. Las
maestrías buscarían ampliar y desarrollar los conocimientos para la solución de
problemas disciplinarios, interdisciplinarios o profesionales y dotaría a la persona
de los instrumentos básicos que la habilitarían como investigadora en un área
específica de las ciencias, de las tecnologías o que le permitirían profundizar
teórica y conceptualmente en un campo de la filosofía, de las humanidades y
de las artes. De igual manera, la Ley 30 de 1992 no exigió el título de maestría
como condición para acceder a los programas de doctorado. Los programas de
doctorado se concentrarían en la formación de investigadores a nivel avanzado,
tomando como base la disposición, capacidad y conocimientos adquiridos por
la persona en los niveles anteriores de formación. El doctorado debía culminar
con una tesis.
Visión de la Universidad
En relación con las obligaciones económicas por parte de los estudiantes, los
programas de formación postgraduada podrán admitir asistentes, que sin
ser estudiantes regulares, se inscribieran y cancelaran los costos pecuniarios
proporcionales al número de créditos para cursar seminarios y/o módulos del Plan
de Estudios; por eso solamente se expedirá constancia de asistencia. Así mismo,
se aclararía que cuando el estudiante hubiera aprobado todos los seminarios y/o
módulos y entregado el documento del trabajo de grado o tesis y le quedara
pendiente solo la sustentación o uno de los requisitos establecidos por el respectivo
programa, debería cancelar, por efecto de matrícula semestral solo el 50% de un
salario mínimo legal vigente. En cuanto a los honorarios, esta normatividad
unifica los costos tanto para docente internos como externos y establece el valor de
la hora para las especializaciones de15% smmlv, para las maestrías el 20% smmlv
y los doctorados el 25 %smmlv. Estas nuevas tarifas generaron polémicas en los
docentes, especialmente externos, quienes manifestaron su inconformismo dado
el desplazamiento, alimentación y alojamiento que tienen que cubrir frente a los
ingresos que se perciben. Al momento de escribir estas páginas, un buen número
de docentes externos anularon los compromisos académicos con la universidad,
dadas las razones mencionadas. Aunque el Acuerdo 025 de 2012 contempla,
en el parágrafo 2, del artículo 33, que para los docentes externos que vengan de
otras ciudades contratados por la universidad, se les cancelará adicionalmente
los gastos de transporte y alojamiento a que diere lugar con cargo al programa
de formación postgraduada. Norma que hasta el momento, no se puede aplicar
debido a que la Ley 80 del 1993 no vincula dicho rubros.
Conclusión
Sorprende ver dos aspectos: primero, si se tiene en cuenta que las políticas de los
postgrados se consolidan a nivel normativo desde 1980, la UPTC, solamente
dispuso la reglamentación de un estatuto diecinueve años después. Segundo,
no obstante la reglamentación dispuesta en el acuerdo 108 de 1999, tuvo
una vigencia de 13 años, las políticas de la universidad, aún siguen pensando
postgrados alrededor de los pregrados, tal es así que no se cuenta con una
sistema de información y control propio de los programas. Las descargas
académicas se hacen a partir de los pregrados, como se ve en la normatividad
del acuerdo 025 de 2012. Es decir los postgrados no han logrado su mayoría
de edad. Todo el manejo de la información concebido para los programas de
pregrado no ha logrado ser adaptado a la dinámica propia de los programas de
postgrado. Los cuales requerían un sistema de información propio, flexible y
abierto, acorde con los cambios que se presentan en un nivel dinámico en los
procesos de investigación de los postgrados. Aunque el espíritu de acuerdo
108 de 1999, fue oportuno en su momento, en la actualidad, en algunos
de sus aspectos resulta obsoleto y en ocasiones ambiguo. El gobierno de la
Universidad ha intentado consolidar y pensar los postgrados y en esa medida
su modificación y adaptación a las necesidades actuales; sin embargo, el
querer buscar un estatuto de postgrados ideal, ha llevado a la promulgación
del Acuerdo 025 de 2012 y aún permanece en el Consejo Superior, una
propuesta para su modificación. Se planteó la creación de una unidad de
postgrados que cobijara a todos los postgrados, tanto de la sede central como
las seccionales, con el fin de dar a los postgrados la autonomía necesaria para
que se conviertan en las puntas de lanza del desarrollo de la Universidad,
teniendo en cuenta que esa actividad, ya no se reduce a una élite académica,
sino que compromete a una gran masa de estudiantes, que transfieran
las lógicas de los pregrados, por cuanto que la Universidad carece de una
estructura adecuada para manejar el imaginario resultante de una concepción
del postgrado debidamente arraigada. Es decir, la dinámica académica y los
imaginarios aún permanecen anclados en la formación profesionalizante.
Tan grave es el problema, que una de las principales dificultades por las que
atraviesan los postgrados, es la carencia de una infraestructura propia. Esto
ha llevado a que la disposición de espacio dependa del uso que a bien puedan
ofrecer los programas de pregrado.
Fuentes primarias
Bibliografía
Hago esta reseña histórica con el fin de enfatizar que el alma en la creación de
la facultad estuvo en la Escuelas Normales, quienes hoy, como hace muchos
años, en este evento cumplen el mismo papel. Fue el programa actual de
escuelas normales superiores en convenio con 16 en todo el país, junto con
los programas de idiomas modernos, lenguas extranjeras, las maestrías la
lingüística, literatura y docencia en los idiomas, además del doctorado en
lenguaje y cultura quienes soportaron y dieron los argumentos para que por
primera vez llegara una cátedra Unesco a la UPTC.
Leer y escribir son verbos reflexivos: leerse, escribirse, en la medida que le permite
comprenderse a sí mismo y a los demás. En ese orden de ideas la lectura y
la escritura constituyen ejercicios de autoreflexion y de proyección, capaces de
generar aquí y ahora, aquellos momentos felices que solemos buscar con ahincó
en horizontes que a veces nos resultan inalcanzables. La fama la riqueza el poder,
constituyen bienes que eventualmente están lejos de nosotros y cuya consecución,
diferencia de la lectura y la escritura nos puedan hacer felices. De esa suerte la
lectura y la escritura no son simples formulas para lograr un propósito sino que
marcan un conjunto de experiencias más para aquellos que leen y escriben, que
para aquellos que no lo hacen.
226 La lectura y la escritura, un espacio para el mejoramiento de la calidad educativa y social