La actuación resulta pasada, en ella vemos propuestas exageradas y chillonas, pero no por
ello sin peso. Destaco el trabajo de Alexandra Von Hummel, ya que logra instalar un viaje
desde ella como actriz, a una monja alemana llena de contradicciones, ella que eran tan
devota, ahora despierta y se ha vuelto marxista. Me parece interesante el trabajo que
realiza al comienzo de la obra donde lentamente comienza a metamorfosear el español a un
alemán casi perfecto, y luego a un español alemanizado.
En cuanto al diseño, creo que es un trabajo que prioriza sobre todo el relato de los actores,
sin elementos distractores o hipnotizantes, vemos una mesa tosca y sillas toscas y una
iluminación dura, en gran parte de la obra. Solo al final cuando cae el telón vemos un
artefacto escenográfico que simula una pared de un bar con luces de neón y cerámicos,
esto al estilo del moderno y viral “Vaporwave”.
Creo que la obra si bien resulta sumamente atractiva y pulcra, resulta un poco tardía, ya que
nos propone una reflexión sobre una temática que vemos sumamente abordada por todos
los medios, y que si bien esta logra atravesar barreras morales e instalarnos en la crudeza y
frialdad que la problemática posee, creo que puede estar un poco descontextualizada.