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DE LOS DELITOS Y DE LAS PENAS

En los capítulos I, II y III:


En estos capítulos afirma que los hombres, cansados de vivir en un continuo
estado de guerra, crearon las leyes, buscando mejorar la convivencia,
sacrificando por eso una parte de ella para gozar la restante en segura
tranquilidad. Explica que la pena sólo debe existir si se deriva de la absoluta
necesidad, nos dice que la necesidad obligó a los hombres a ceder parte de su
libertad propia; cada uno trata que esa parte sea lo más pequeña posible.

Explica las tres consecuencias de las penas:

 Las penas de los delitos sólo pueden ser decretadas por las leyes;
 El soberano puede formar leyes generales que sean obligatorias para
todos los habitantes;
 Si se probase la atrocidad de las penas, sería contraria a la justicia.

En los capítulos IV, V y VI:


Aquí Beccaria declara que los jueces criminales no pueden interpretar las leyes
penales, porque no son legisladores. Los jueces no recibieron las leyes como
una tradición o un testamento, sino como la legítima voluntad de la sociedad
viviente. Beccaria opina que en todo delito debe hacerse por el juez un
silogismo perfecto. Cuando un juez quiere hacer más de un silogismo, se abre
la puerta á la incertidumbre.

Beccaria al inicio explica que es grave que las leyes estén escritas en una
lengua extraña al pueblo, o no extraña pero seamos directos, no existe una
gran cultura en el pueblo es por eso que dicen ¿que deberemos pensar de los
hombres, sabiendo que en una buena parte de la cultura iluminada europea es
esta costumbre inveterada?, Pero esta pregunta no salva a aquel de cometer
un delito alegando una falta de entendimiento de las leyes.
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También expone que debe existir una "proporción entre los delitos y las
penas". Lo que en capítulos anteriores nos demuestran que la imparcialidad de
los jueces requiere una proporción justa que se debe a que no todos los delitos
dañan de igual manera a la sociedad.

Establece que existe una escala de delitos, cuyo primer grado consiste en
aquellos que destruyen inmediatamente la sociedad, y el último en la más
pequeña injusticia posible cometida contra los miembros particulares de ella.
Por tal motivo, también debe existir una escala de penas, que deben ser
proporcionales a los delitos cometidos.

En los capítulos VII, VII y IX:


Beccaria, que el derecho debe ser hombre – hombre y no hombre – dios,
expresa que la verdadera medida de los delitos es el daño hecho a la nación,
más bien que cuanto más grande daño se halla hecho a la nación, mayor será
el delito, y por lo tanto, la pena.

Algunos consideran que la graduación de los delitos debe considerarse según


la gravedad del pecado. Eso es una falta, ya que un pecado es algo muy
personal y el daño nunca será igual al acto humano o la agresión, la gravedad
del pecado depende de la malicia del corazón de cada uno; y ningún ser
humano puede saber que siente el corazón de otro. El único ser capaz de tener
ese conocimiento es DIOS y la ley solo ve al hombre pero nunca toma en
cuenta sus creencia religiosas, es por eso que mencionan que si esto fuera así
se debería de tener un código por cada delito y otro para cada religión, donde
ya entraría el castigo humano y religioso.

Según Cesare Beccaria, la verdadera medida de los delitos es el daño hecho a


la sociedad.

Hay distintos tipos de delitos los cuales son:

 Los más graves: que son aquellos que destruyen inmediatamente a la


sociedad o a quien la representa.
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 Delitos más personales: se encontrarían los delitos que ofenden la


privada seguridad de un ciudadano en la vida, en los bienes o en el
honor.
 Obligaciones: las acciones contrarias a lo que cada uno está obligado a
hacer o no hacer.

También establece de una manera muy clara que hay una diferencia entre las
leyes civiles y las de honor, si bien es cierto las dos para el hombre, pero
tomando distintos aspectos.

Las leyes civiles son aquellas que defienden las cosas y bienes de cada
ciudadano, que las podemos encontrar en la legislación tanto federal como
estatal, así como sus penas que ya hablamos de ellas, mientas más grande el
delito mayor la pena. En cuanto al honor, estas leyes, son aquellas que
defienden el mismo honor de las personas.

En los capítulos X, XI y XII:


La necesidad de los sufragios de otros nacieron los duelos privados, estos
tuvieron su origen en la anarquía de las leyes.

La anarquía tiene tres no, no estado, no religión, no gobierno, pero los duelos
nunca terminan y hasta se puede decir que se cambian de nombre para poder
evitar una pena mayor.

Los delitos de la tercera especie se encuentran aquellos que turban la


tranquilidad pública de los ciudadanos.

Tenemos las inconformidades del pueblo, las cuales se manifiestan en


agrupaciones, manifestaciones, cartelones, etc. Siempre demostrando sus
inconformidades para que el soberano las escuche, pero siempre deben de ser
en paz y con una razón justa.
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La función de los policías es prevenir, por eso le llaman policía preventiva pero
que pasa cuando se turba la tranquilidad pública. Los policías no pueden obrar
con leyes arbitrarias, ya que si eso sucediera se abriría una puerta a la tiranía.

Comenta que el fin de las penas no es deshacer un delito ya cometido, ya que


eso sería imposible de lograr. La pena es una sanción impuesta por la ley a
quien, por haber cometido un delito o falta, ha sido condenado en sentencia
firme por el órgano jurisdiccional competente.

En los capítulos XIII, XIV y XV:


"Nadie puede ser privado de la vida, de la libertad o de sus propiedades, sino
mediante un juicio seguido ante los tribunales previamente establecidos". En
ese juicio debe comprobarse que el ciudadano cometió el delito por el que se lo
juzga. Se comprueba con la presencia de pruebas y testigos que lo afirman.
Cualquier hombre racional puede ser testigo. Y nunca pasional o con un
sentimiento de familiaridad con el acusador o acusado.

Es necesario que siempre haya más de un testigo, porque si uno afirma y otro
niega, no hay nada de cierto, y prevalece el concepto que todo hombre es
inocente hasta que se demuestre lo contrario.

Beccaria menciona tipo penal y pena, pero entre estas dos está la
comprobación del delito, aquí es donde entran las pruebas, ya teniendo las
mismas es mayor la probabilidad del hecho, ya que la falsedad de una prueba
no influye sobre la otra.

Existen dos tipos de pruebas:

Las pruebas perfectas: son aquellas que con la muestra de una sola basta
para determinar que el individuo fue culpable.

 Testigos: cuando se tienen dos por cada parte.


 Pericial: presentada por un perito.
 Confesional: bajo la misa confesión del detenido y de la parte
acusadora.
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Las pruebas imperfectas: son aquellas que no demuestran con exactitud que
el individuo fue culpable. Es necesario para penar al individuo la suma de
pruebas imperfectas que fueran necesarias para lograr una prueba perfecta.

Las acusaciones secretas son desordenes evidentes, y en muchos casos,


admitidos como necesarios por la flaqueza de la constitución.

En los capítulos XVI, XVII y XVIII:


Retoma un tema anterior donde dice que ningún individuo puede ser llamado
reo o culpable hasta que lo demuestre la sentencia del juez. Por ese motivo, las
pruebas en las que el individuo, estando torturado, declare haber cometido un
delito, no son válidas.

Las pruebas y los testigos son la base de encontrar si es culpable o no el


detenido. Las torturas se manejan como un método nada humano para lograr
obtener una información extra, si bien es cierto esto aun no cambia y se
maneja en secreto. Con esto nos damos cuenta que la justicia maneja sus
mejores cartas en secreto y así logra mantener un cierto estado de control ante
la criminalidad.

Se explica que anteriormente casi todas las penas eran pecuniarias. El objeto
de las penas era un litigio entre el fisco y el reo; un asunto privado, más que
público.

El juez, era más que un protector de las leyes, un abogado del fisco y no un
indagador de la verdad y cuando el reo se declaraba culpable,
automáticamente se declaraba deudor del fisco.

Antes para que un hombre se halle en la precisión de probar su inocencia debe


antes ser declarado reo, esto se llama proceso ofensivo, que eran muy
comunes en la iluminación Europea.

También explica que los juramentos que se le exigen al reo es una


contradicción entre las leyes y los sentimientos naturales del hombre.
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Se dice que es una contradicción por que se le pide al reo que diga la verdad,
cuando si dice la verdad se declara culpable; y su único interés es mentir para
tener posibilidades de ser declarado inocente.

Los juramentos obligan a ser mal cristiano al reo que miente. Hablando de
creencias religiosas, las cuales en el beneficio de la justicia no ayudan en nada,
todo eso es moral.

En los capítulos XIX, XX y XXI:


Explica que cuanto más pronta y más cercana al delito cometido sea la pena,
será más justa y más útil.

Se explica que hay dos tipos de atentados: contra la persona, y contra la


sustancia.

Toma la necesidad de igualdad dentro del estado, pero explica que todos los
nobles que hayan cometido idénticos delitos, deberán ser penados con
idénticas penas; sin importar el nivel social o de riqueza de cada ciudadano;
sus creencias, religiones, color de piel, etcétera.

En los capítulos XXII, XXIII y XXIV:


Explica que los hurtos que no van acompañados de violencia, deberían ser
castigados con penas pecuniarias; ya que aquel que intenta enriquecerse con
bienes ajenos, debería ser empobrecido de lo propio.

Se explica que la infamia es un signo de la desaprobación pública, que priva al


reo de la confianza de la patria y de los votos públicos. Es necesario que la
infamia la infamia de la ley sea la misma que aquella que nace de las
relaciones de las cosas.

Cesare Beccaria, explica que los gobiernos sabios no permiten el ocio político
en medio del trabajo; ya que aquel que turbe la actividad pública y no obedezca
las leyes, debe ser excluido de la sociedad.
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En los capítulos XXVI, XXVI y XXVII:


Explica que todo aquel ciudadano que turbase la tranquilidad pública debe ser
proscripto de la sociedad.

Explica que si una asociación está hecha por familias, serán hombres los
padres de familia, y esclavos la esposa y los hijos. Aquí retoman una
monarquía o mini monarquía en cada estado.

Llamado dulzura de las penas Beccaria pide se tome que el fin de las penas no
es torturar al individuo que cometa un delito. Tampoco es deshacer un delito, ya
que eso es imposible.

En los capítulos XXVIII, XXIX y XXX:

Beccaria explica que la pena de muerte no es un derecho; sino es como si se


tratase de una guerra de la Nación contra el ciudadano penado, ya que se
busca su destrucción.

Ahora retomando el aspecto de la religión, como lo hace con anterioridad


Beccaria, debemos considerar que también por dios la pena de muerte no esta
permitida.

El autor explica que la prisión es una pena que debe estar antes a la
declaración del delito, pero sólo la ley determina los casos en que un hombre
es merecedor de la pena.

Se explica que una vez conocidas las pruebas es necesario conceder al reo un
tiempo y los medios oportunos para que este se justifique. Pero ese tiempo
debe ser breve, de modo que no perjudique a la prontitud de la pena.

En los capítulos XXXI, XXXII y XXXIII:


Se explica que hay delitos en los que pareciese que las leyes y el juez tuviesen
interés en probar el delito.
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Sería inútil penar al suicidio, ya que sólo podría penarse al individuo una vez
fallecido, y el único capaz de lograr eso es DIOS. Aquí si entran las creencias
religiosas.

Beccaria explica que el contrabando es un delito que ofende al soberano y a la


Nación; pero su pena no debe ser infamante, ya que no causa infamia en la
opinión pública. Siendo en ese tiempo el robo era para la nobleza por ser la
parte alta de la sociedad.

En los capítulos XXXIV, XXXV y XXXVI:


Explica que hay dos tipos de deudores en quiebra: el quebrado doloso, y el
quebrado inocente.

Las fuerzas de las leyes deben estar pegadas a cada ciudadano; y no debe
existir ningún lugar independiente de las leyes dentro de la frontera de un país.
Todo trato crea un acuerdo entre naciones, que llegan a convertirse en posibles
guerras. Una justicia internacional

Este capítulo trata sobre si es bueno o no recompensar a aquel ciudadano que


atrape a un reo.

En los capítulos XXXVII, XXXVIII y XXXIX:


Explica que si bien las leyes no castigan la intención, los delitos que comienzan
con alguna acción que manifiesta la voluntad de hacerlo también merece ser
penado; pero este último debe recibir una pena menor que el anterior.

Explica que las interrogaciones sugestivas, las cuales son reprobables y son
aquellas que se le realizan al reo y sugieren una respuesta inmediata.

Explica que anteriormente había un género de delitos que cubrió de sangre


humana a Europa.
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Esto es hablar de tiempo más atrás y trata de las penas por pecado, cuyas
penas aun temporales, deben de arreglarse con otros principios que los de una
filosofía limitada.

En los capítulos XL, XLI y XLII:


El autor explica que una fuente de errores y de injusticias son las falsas ideas
de utilidad que se forman los legisladores.

Se explica que el fin de toda buena legislación no es castigar los delitos, sino,
evitarlos y que no hiciera falta castigarlos.

Por cada motivo que lleva a los hombres a cometer un verdadero delito, hay mil
que nos llevan a cometer acciones indiferentes que son definidas como delitos
por las malas legislaciones.

Explica que los progresos en las ciencias, facilitando las comparaciones de los
objetos, contraponen muchos sentimientos los unos a los otros.

En los capítulos XLIII, XLIV, XLV y XLVI:


Explica que otro buen método de evitar los delitos es interesar al consejo
(ejecutor de las leyes) más a su observancia que a su corrupción.

Explica que otro medio de evitar los delitos, es recompensando la virtud.

Se explica que otro método de evitar los delitos es perfeccionando la


educación.

Beccaria trata en este ultimo capitulo la pena con base al perdón, donde su fin
concluye con un acuerdo muto entre partes y así se evita la pena corporal, pero
está muy lejano a nuestro órgano penal.
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CONCLUSIÓN

Beccaria en el prólogo de su obra presenta la realidad de la mayoría de las


leyes penales que estaban vigentes en los Estados europeos de aquel siglo. Lo
hace con crudeza y gran realismo. Las define como la mezcla de restos de
leyes de un antiguo pueblo conquistador con recopilaciones de un príncipe que
doce siglos antes reinaba en Constantinopla refiriéndose a Justiniano I y
envueltas en farragosos volúmenes de privados y oscuros intérpretes.

Algunos restos de leyes de un antiguo pueblo conquistador, recopiladas por


orden de un príncipe, que doce siglos antes reinaba en Constantinopla,
mezcladas después con ritos Lombardos, y envueltas en inconexos volúmenes
de privados y oscuros intérpretes, forman aquella tradición de opiniones que en
una gran parte de la Europa tiene todavía el nombre de leyes: y es cosa tan
común como funesta ver en nuestros días, que una opinión de Carpzovius, un
uso antiguo, señalado por Clarus, un tormento sugerido con iracunda
complacencia por Frinaccias, sean las leyes obedecidas con seguridad y
satisfacción de aquellos, que para regir las vidas y fortunas de los hombres
deberían obrar llenos de temor y desconfianza".

Beccaria afirma que la sociedad se funda sobre un contrato social aquél que
postulaba Rousseau años atrás-, por el que los hombres deciden limitar su
propia libertad y ceder el poder al Estado para que éste salvaguarde sus
derechos y garantice el orden y la paz en la sociedad. Para el autor, los delitos
son violaciones de ese contrato, y los infractores deben ser castigados.

No obstante, considera que la tortura, la pena de muerte y todas las demás


penas crueles e infamantes son inútiles y perniciosas, ya que no aportan nada
a la sociedad y no enseñan nada al reo. Una de las frases que mejor resumen
este pensamiento es la siguiente: “Parece un absurdo que las leyes, esto es, la
expresión de la voluntad pública, que detestan y castigan el homicidio, lo
cometan ellas mismas, y para separar a los ciudadanos del intento de asesinar
ordenen un público asesinato”.
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OBJETIVOS:

 Analizar el ensayo de Cesar Beccaria " Tratado de los Delitos y de las


Penas".
 Indagar sobre los diferentes capítulos " Tratado de los Delitos y de las
Penas".
 Identificar las principales teorías y principios en que se fundamenta
Cesar Beccaria.

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