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Yavana E

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Lizzy Yavana E Jessmddx
MicaDeMaddox

REVISIÓN FINAL
Jessmddx

DISEÑO
Evani
SINOPSIS
E
ngreído, arrogante, arrebatadoramente magnífico: Eso describía a mi jefe, el
Sr. Craft, a un T. Su cabello grueso, ojos azules fríos y mandíbula fuerte
ostentaba poder en una sala de reunión, haciendo que las mujeres se derritan
en su presencia.
He querido hacerle frente a su actitud obstinada y demandas críticas con los
empleados. Me había mordido la lengua en numerosas situaciones y mantenido mis
verdaderos sentimientos más de una docena de veces. Mantener la paz era necesario hasta
que tuviera suficiente experiencia bajo mi cinturón para pasar a cosas más grandes y mejores.
El único problema era que; Craft Marketing era la más grande y mejor, y cuanto más
tiempo me quedara con él, significaba que surgirían más oportunidades.
Yo había sido la única mujer interna en conseguir un trabajo directamente con él, y
también era la única que no había dormido con él. Yo sabía que era promiscuo con las rubias
altas y de piernas largas que entraban en su despacho inmaculadas, y luego se escabullían con
el pelo desordenado, las mejillas enrojecidas y las blusas desabrochadas.
Me gustaría ignorar la atracción magnética de la química y la curiosidad entre
nosotros.
A no ser que esto viniera a mi ventaja.
INDICE
STAFF
SINOPSIS
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
Capitulo 1
—Kelsey, no olvides que el Sr. Craft toma su café negro.
Le ofrecí un agradable gesto a la interna que había estado aquí solo seis semanas.
Guiñó y batió su recogido y liso cabello rubio en mi camino, luego cimbreó su casi perfecta
complexión de 1,82 metros hacia la sala de conferencias.
Mi sonrisa se convirtió rápidamente en un fruncimiento de ceño, conteniendo mi
rodamiento de ojos lo mejor que pude. Había ocupado la silla de recepción durante casi dos
años, mucho más de lo que planeé. Saber cómo mi cabezón jefe toma su café era un hecho.
Algunas internas de mi edad se pavoneaban detrás ella, su ropa adecuada y
profesional entallándose a sus cuerpos bien cuidados. Mi nuevo vestido de tubo no tenía el
mismo efecto como lo hacían los suyos, cuando caminaba alrededor de cualquier hombre de
sangre caliente.
Tal vez estaba atrapada detrás del mostrador de recepción porque mi confianza no
era como la suya, o porque el Sr. Craft tenía un ojo particular para sus internos.
Todas tenían que ser altas, delgadas y hermosas.
Tuve la suerte de ser elegida para el programa en la empresa de marketing más exitosa
de Chicago. Los resultados de mis exámenes probaron mi valor, junto con mi asesino
proyecto final. Había lanzado una idea sobre cómo comercializar un modelo de zapato para
correr a un costo asequible y para múltiples estereotipos. Simplemente digamos que hice un
trabajo tan bueno que los empleados tuvieron una vigorosa prima por el incremento en las
ventas.
Mientras todos los demás estaban impresionados, mi jefe, el Sr. Craft, se mantuvo
imperturbable como siempre, con la misma mandíbula tensa y ceño fruncido firmemente en
su lugar. Solo le había interesado lo suficientemente para ser contratada como su asistente
personal, no como uno de los coordinadores de marketing.
No estaba ofendida, de acuerdo con mis nuevos compañeros de trabajo, era raro que
Craft empleara a cualquier interno en la empresa, después de haber cumplido su contrato, y
tuve suerte en obtener tener el puesto que me dio.
Supuse que sería ascendida al pasar un año. Uno de esos transcurrió, soportando el
trabajo sucio y sacándolo adelante. Sin embargo, aún estaba sentada, recibiendo miradas
censoras del Sr. Craft cada mañana, siendo ridiculizada por no completar tareas a su
satisfacción. Era arrogante; siempre señalando que mis ideas no eran lo suficientemente
importantes.
No sería tan malo si no fuera tan atractivo. Hablando de tener atada la lengua debido
a la belleza. Una cosa es odiar a un imbécil que es más viejo que la mugre y sin atractivos,
pero el hombre poseía un rostro perfectamente esculpido, y deliciosos ojos azules que te
hipnotizan. No podía tener más de treinta años, una quimera para un hombre en un lugar
tan alto en su carrera. Mis bragas estaban húmedas después que entraba en la habitación,
pero luego abría la boca, y todos los pensamientos y fantasías inapropiadas desaparecían en
un instante.
Tiene dos minutos de retraso, Sra. Neely. Le sugiero que configure su alarma más temprano la
próxima vez. Sus habilidades para hacer café no coinciden con su currículum. Si quisiera ser diabético, haría
que me trajera una hamburguesa con queso para el desayuno. Sra. Neely, por lo que sé, los clips fueron hechos
en diferentes tamaños, apreciaría que intentara aprender qué tamaño es apropiado para qué cantidad de
papeles.
Tenía una opinión para todo, y la forma en que su boca se curvaba, antes de que
hubiera puesto sus dos centavos1, hacía temblar mis muslos. Su falta de empatía y moralidad
me molestaba tanto como me provocaba.
Así que por ahora me sentaba, haciendo copias, trayendo café, y manteniendo su
agenda. Mis padres pensaban que enloquecí y que debería usar mi cerebro y trasladarme a
otra compañía en la que de verdad sería útil.
Si en el cercano fin de mi segundo año seguía recibiendo miradas sucias y comentarios
sarcásticos, me iría muy lejos. Tener a Craft Marketing en mi currículum me garantizaría un
trabajo en cualquier lugar que quisiera, y estaba dispuesta a soportar sus mierdas, si eso
significaba que sería capaz de avanzar.
—¿Viste el nuevo lote? —preguntó Mindy, la secretaría del socio del Sr. Craft, con
una mueca de desprecio.
—Sí, parecen muy vivaces —murmuré, agarrando una única taza para el café del Sr.
Craft y dirigiéndome a la sala donde estaba la cafetera. Tenía diez minutos de margen antes
de que llegara, tiempo suficiente para hacer una jarra fresca asegurando la correcta
temperatura según su gusto.
—Perky tiene razón. No entiendo cómo estos polluelos pueden permitirse pagar el
aumentarse los senos, recién salidas de la universidad.
Me reí, abriendo la puerta de la sala.
—Todas provienen de familias con dinero, o trabajaron duramente tiempo extra
durante la universidad para pagarlos.
Levantó una ceja.
—¿Te refieres a trabajar en las aceras?
Me encogí de hombros, sacando la lata de café personal del Sr. Craft. No le gustaba
compartir, y había despedido a una pobre interna que se preparó uno para sí misma. No
mentía cuando dije que era un idiota.
—Nunca dije eso.
Ahuecó su rubio cabello rizado frente al espejo colocado al lado de un cartel de
motivación. Era más hermosa que las internas y solo diez años mayor, pero nunca lo sabrías
a menos que consiguieras una ojeada de su licencia de conducir.
Se volvió y me miró de arriba y abajo.
—Es un vestido nuevo, ¿no? Te ves impresionante en azul, Kelsey. Debes usarlo más
a menudo.
—Gracias —sonreí y alisé mi nuevo vestido de tubo azul del Caribe. Lo había
comprado en liquidación en una boutique de alta gama a pocas cuadras. Resaltaba el rico
color de mis ojos junto con un delgado delineado y una gruesa capa de máscara para pestañas.
—Sabes, creo que el Sr. Craft solo utiliza a las internas para dormir con ellas —bufó.

1Poner sus dos centavos para expresar su opinión, aportar su granito de arena.
Poniéndola mano sobre mi pecho, me defendí—: No dormí con él cuando era
interna.
Su boca se ensanchó en una enorme sonrisa.
—Yo tampoco, que es por lo que ambas tenemos trabajos.
Mis hombros se hundieron comprendiendo. Ella era perfecta, y yo debería estar
orgullosa de mí misma, pero en su lugar, un enorme peso se sintió en el fondo de mi
estómago. ¿Por qué no califiqué?
Se acercó, agarrando mis hombros.
—No, no, no, no vayas a ese lugar en tu cabeza. Te he visto antes esa “no alcanzo
los estándares de la gente” preocupada expresión. Eres preciosa. Veinte veces más atractiva
que cualquiera de esas chicas. Te eligió porque eres brillante.
Forcé una sonrisa y me aparté para verter agua en la cafetera.
—Si soy tan brillante, entonces, ¿por qué todavía soy una asistente y no una
coordinadora?
Agitó su mano hacia mí.
—Porque no quiere perder algo bueno. Tu tiempo para brillar vendrá, ya sea para
Craft o en otro lugar. Sé que no esperaré por siempre a que Sneed me ascienda. No voy a
mantener su agenda por el resto de mi vida.
Timothy, de contabilidad, entró en el salón.
—¿Están planeando conquistar el mundo?
Mindy enderezó su postura y le dio una enorme sonrisa.
—Solo por hoy. —Negaría hasta el final de los tiempos que se había enamorado del
desgarbado y pálido contador pelirrojo. Sin embargo, sabía la verdad. Lo confesó una noche
cuando habíamos salido a tomar una copa.
—Mindy es la siguiente en la línea de promociones —asentí hacia ella.
Timothy sonrió en su dirección, ajustando sus gafas en el proceso.
—Eso es genial. Te lo mereces. —Se dirigió al armario, sacando dos rebanadas de
pan y un tarro de mermelada.
Siempre pensé que era extraño que hiciera y comiera su desayuno en el trabajo. Mindy
lo observó mientras sacaba la tostadora e introducía el pan en las rendijas.
—Hola Kelsey, siento que los saldos de las cuentas del mes pasado no te hayan
llegado hasta esta mañana. Los terminé de cuadrar tarde anoche. Sé cómo puede ser Craft
cuando sus informes no están a tiempo.
Moví la mano hacia él.
—No te preocupes por eso. De todos modos, no los habría examinado hasta esta
tarde.
Los hombros de Timothy se relajaron, con una sonrisa de alivio extendiéndose por
sus labios.
—Síp, Craft parece ser sensible con los errores en sus cuentas. Gary es más flexible
con esas cosas. Honestamente, ni siquiera creo que los revise. —Encogió sus hombros
Mindy.
—Gary siempre ha sido amable y comprensivo si alguna vez estoy atrasado —añadió
Timothy.
Asentí concordando—: Es más amable con los dos. Craft es un idiota tan pomposo.
Timothy hizo una mueca mientras Mindy resoplaba.
—Eso es verdad. ¿Recuerdas cuando algún imbécil dejó una caja en el medio del
pasillo y tú tropezaste, enviando papeles volando por todo el piso?
—¿Enserio? —indagó Timothy.
Mis mejillas se calentaron por la vergüenza. ¿Cómo podría olvidarlo? Solamente
llevaba mi primera semana de trabajo, el Sr. Craft estaba a tres metros de mí, observando
toda la escena. Reproduje lentamente ese inolvidable momento en mi cabeza. No habría sido
tan malo si ese día hubiera llevado un vestido más apropiadamente entallado en vez de una
falda, tal vez esta no habría terminado subiéndose por mis caderas mostrando así mi ropa
interior. Normalmente sería más sabía y usaría bragas que cubriera mis nalgas, pero había
estado desesperadamente necesitada de ir a una lavandería automática y no había tenido
tiempo, por lo que me permití usar bragas de encaje blanco. Puedes imaginar la mortificación
que sentí cuando los ojos de Craft dejaron su teléfono para mirar mi culo, luego continuó
caminando sin molestarse en ayudarme. Le di a mi nuevo jefe un show gratis.
—Eso fue terrible. Gracias a Dios que nadie más lo vio.
Mindy contuvo una risita.
—Yo te habría ayudado antes de empezar a reír.
—Al menos habrías respondido. El Sr. Craft apenas me notó extendida en el suelo,
y mucho menos se ofreció a ayudar.
—Por lo tanto, es un idiota. Incluso mi ramal a Gary cuando no lo llama por su
apellido. No sé cómo se convirtieron en socios de negocio.
Cometí ese error antes. Hablando acerca de si las miradas podrían matar, solo le
felicitaba por su estrategia de marketing. Ahora, mantenía mis opiniones para mí misma a
menos que me las pidiera, lo que era raro, y casi nunca las tomaba en serio.
Mindy sonrió antes volver de hablar—: Aunque, si estuviera en una posición de poder
en una empresa de marketing, probablemente tampoco no me gustaría que me llamaran
Mackencie.
—Bueno, la única vez que lo llamé por su primer nombre, le dije Mack. Tal vez se
enojó tanto porque no usé la versión completa.
—Creo que Mack es un nombre bastante masculino —ofreció Timothy. No era
chismoso o hablaba negativamente sobre alguien.
Mindy ignoró a Timothy y se apoyó en la encimera de mármol.
—Pensarías que tal vez esta tan tenso porque no ha echado un polvo, pero ambas
sabemos que no es cierto.
Las tostadas de Timothy salieron de la tostadora. Su rostro estaba tan rojo como la
mermelada de fresa en la que estaba hundiendo el cuchillo.
—Las damas tienden a acudir hacia él.
Me reí entre dientes. Cuando ingresé al programa, se acostó con las otras tres chicas
con las que había estado trabajando, despidiéndolas a todas con facilidad. Les exigía que se
quedaran hasta tarde y le ayudaran con un proyecto. Todas saltaron, ansiosas por extender
sus piernas. Afortunadamente nunca me ofrecí para eso.
Tragué, orgullosa de nunca acostarme con él, sin embargo, al mismo tiempo,
ofendida por no haber cumplido con sus estándares. El café goteaba dentro de la taza, casi
llenándola; algo bueno, teniendo en cuenta que solo tenía cinco minutos antes de que llegara
el Sr. Pantalones Gruñones.
Una sonrisa de satisfacción se insinúa en mis labios.
—Tal vez debería llamarlo Mackenzie de ahora en adelante, solo para molestarlo.
Mindy soltó una risita.
—Difícil enfadar a alguien que ya esta enojado todo el tiempo.
Una garganta despejándose en la puerta nos sorprendió a ambas; tanto que cuando
me sacudí y mi mano rozó el borde de la cafetera, quemando la piel sensible en el interior de
mi pulgar.
Contuve la respiración, abanicándola mano como si eso ayudara a librarla del escozor.
Mindy mostró una sonrisa de lado.
—Buenos días, Sr. Craft. —Él sabía que lo odiaba, y también sabía que su opinión
no afectaría la decisión de su socio de mantenerla como secretaria.
Sus fríos ojos azules pasaron de Mindy a mí y luego a Timothy, que sostenía el
cuchillo con mermelada en el aire; su mandíbula firme en su lugar como si fuera piedra.
Vestía una camisa azul claro y corbata gris, haciendo que sus ojos claros resaltaran
aún más de lo que ya hacían.
—Me alegro ver que estamos trabajando duro. —Hizo una mueca.
Timothy rápidamente lanzó el cuchillo en el lavavajillas y cerró el frasco de
mermelada, casi dejándolo caer tres veces en el proceso. Craft parecía poco impresionando
con el pobre Timothy.
Cogió sus tostadas y salió huyendo.
—Voy seguir mi camino. Lo veo a las 2:30 p.m. Sr. Craft.
No le respondió, solo enderezó su corbata, alejando su atención de Timothy para dar
largos pasos hacia mí.
—Necesito las notas para la campaña de la mochila.
Su brusquedad no era nueva para mí.
—Ya esta en su escritorio.
—¿Y la presentación en Power Point?
Traté de evitar fruncir el ceño.
—¿Para cuándo lo necesita?
Examinó mi rostro, con la mandíbula tensa, luego dejó escapar un fuerte suspiro por
sus fosas nasales que hizo cosquillas en mi mejilla, si no se viera tan enfadado, pensaría que
fue agradable.
—Lo repasaremos al mediodía.
—Tiene que comer, Craft —murmuró Mindy, sin molestarse en escabullirse como
Timothy.
El Sr. Craft apretó la mandíbula.
—Creo que has tenido suficiente hora social esta mañana para compensar el
almuerzo. Te veré al mediodía. Con la presentación en Power Point.
Agarrando su taza de café de la máquina, tomó un sorbo. Frunciendo las cejas con
disgusto.
—Sabía que debería haberme detenido para conseguir uno —murmuró.
Le entrecerré los ojos, pero me mordí la lengua. A veces me preguntaba si me
provocaba a propósito, tratando de obtener una reacción y tener una excusa para despedirme.
Finalmente, giró sobre sus talones y salió, sin molestarse en mirar a Mindy.
—Qué idiota —bufó, pisando fuerte hacia mí—. ¿Tu mano esta bien?
Asentí, evitando quejarme de lo gran idiota que era.
—Te enviaré un mensaje de texto entre diapositivas —suspiré, saliendo del salón y
regresando a mi escritorio.
La puerta del Sr. Craft estaba cerrada cuando llegué, cosa que agradecía. No
necesitaba su energía negativa filtrándose por el umbral y poniéndome de un humor aún peor
del que ya tenía.
Capitulo 2
Pasé las últimas tres horas haciendo una presentación de diapositivas de treinta
páginas para la campaña de la mochila. Estaba orgullosa de mi trabajo, pero algunas de las
ideas necesitaban ajustarse. Normalmente mantenía la boca cerrada a menos que pidiera mi
opinión, pero hoy, tal vez no pudiera contenerme. Fue tan grosero conmigo delante de
Mindy, que podría morder su cabeza si decidía ser un arrogante.
Imprimí las diapositivas a la vez que transfería una versión a mi puerto USB rosa.
Craft siempre resoplaba cuando lo sacaba. ¿Le preocupa perder esa tecnología moribunda? Sabe que
todo se guarda en documentos Google y se puede abrir en varios lugares.
Era un tanto idiota.
Tomando una respiración profunda, enderecé mi nuevo vestido, sintiéndome sexy y
segura, luego agarré mi iPad y me dirigí a la puerta de su oficina.
Normalmente esperaría a ser convocada por el Sr. Sexy Estúpido, pero quería
terminar ya la reunión. Estaba hambrienta, debería haber enviado un texto a Mindy
pidiéndole que me trajera algo para almorzar.
Alzando mi brazo libre, flexioné mis dedos, empuñándolos para golpear con firmeza,
pero mi mano me traicionó, convirtiéndose en un fideo blando y apenas haciendo un sonido.
Su profunda voz traspasó la puerta.
—Pase.
Tomando una respiración profunda, entré en su oficina. La habitación pintada de
oscuro era moderna, la frialdad llenaba el espacio con diseño minimalista y falta de
personalidad. El Sr. Craft era un hombre sencillo y no deseaba que nadie supiera de su vida
personal. Si tuviera una, fuera de enterrase profundamente en las internas que felizmente le
abrían las piernas.
Una de esas internas estaba inclinada sobre él mirando la pantalla del ordenador, su
escote prácticamente colgaba fuera. Si Craft giraba la cabeza, su rostro estaría entre las altas
tetas de la pelirroja. ¿Estaba tan imbuida en mi trabajo que ni siquiera noté que ella entró en
la oficina? ¿O incluso los escuché revolcarse?
Craft no quitó la atención de su pantalla.
—Gracias, Leslie. Puedes irte a casa por el resto del día. —Su despedida fue brusca,
y la joven interna intentó no verse aplastada. Pareció recomponerse, pero eso no significaba
nada. Había visto a muchas chicas abandonar su oficina todavía en una sola pieza, pero
luciendo el resplandor que solo se puede tener después de un orgasmo.
Leslie esperó a que el Sr. Craft se girara y reconociera su partida, pero nunca apartó
la vista de la pantalla. Levantó la barbilla mientras caminaba junto a mí, sus ojos verde
esmeralda brillaban como si estuviera en un lugar más alto que yo. Le sonreí tan agradable
como pude mientras pasaba.
Craft rodó en su silla hacia una pila de papeles, examinándolos mientras yo estaba
como una imbécil en el umbral de su oficina.
—¿Esta listo para repasar la presentación de mañana? —pregunté finalmente,
entrando en la habitación y parándome directamente enfrente de su brillante escritorio negro.
Su chaqueta descansaba en el espaldar de la silla. Una mano tocaba en su frente
mientras con la otra giraba una pluma entre sus dedos. Estaba concentrado, pero a la vez
parecía distraído. El producto con que estilizó a la perfección su cabello estaba perdiendo
efecto de modelado, y por el modo en que su mano se movía de su frente y de sus oscuros
mechones a su nuca, él era el culpable. Eso o Leslie lo despeinó mientras se la cogía.
No me sorprendería si la hubiera follado mientras yo trabajaba en esa maldita
presentación en Power Point.
—Sí, lo estoy. Cierra la puerta y toma asiento en la mesa de conferencias. —Su
respuesta fue autoritaria, y obedecí. Necesitaba ejercitar mi autodefensa. Tal vez por eso él
me mantenía cerca, porque tomaba su mierda sin oponer pelea.
Se estiró sentado, lanzando la pluma sobre una pila de papeles en la esquina del
escritorio. Agarrando su ordenador portátil, lo llevó a la mesa, sacando una silla para que me
sentara. Era un gesto al que no estaba acostumbrada en mi vida cotidiana. No había tenido
un novio que fuera cordial como Craft. Siempre abría la puerta, sacaba las sillas, dejaba que
las mujeres fueran primero. Sin embargo, era un odioso caballero, su brutal honestidad y
franqueza arruinaban sus modales.
No me acerqué hasta que sus ojos se encontraron con los míos. El contacto visual
no era su cosa, al menos no conmigo. Rara vez se encontraba con mi mirada. El hecho de
que siempre le hiciera verme lo irritaba. Me gustaba meterme bajo su piel cuando podía.
Tenía la mandíbula tensa mientras esperaba que me sentara.
Coloqué mi iPad y mi puerto USB en la mesa y me senté, conteniendo el aliento
cuando empujó la silla bajo la mesa conmigo en ella.
—No tenemos todo el día —gruñó en referencia a mi tímido aproximamiento.
—Entendido —suspiré, conectando mi puerto USB en su ordenador portátil.
Podía verlo rodar los ojos por la esquina del mío.
—Te pedí que guardaras el Power Point en un documento de Google.
—Lo hice, pero me gusta tener una copia de seguridad en caso de que algo vaya mal.
Sus labios se apretaron.
—La tecnología no nos falla, es el usuario quien crea los problemas.
Un estúpido tan pomposo.
—No creo problemas, simplemente prefiero estar preparada en todos los escenarios
posibles.
Frunció sus cejas marrones, pero no comentó mi actitud.
—¿Problemas? ¿Qué tipo de problemas esperaría encontrarnos?
—Oh, no sé, ¿Internet se ha caído? —no pude contener mi sarcasmo.
—Eso es por lo que tengo una zona Wifi personal, por la rara ocasión en que la
Internet se cae.
Levanté una ceja.
—¿Qué pasa si el tiempo es malo? Todo el mundo sabe que Internet no es confiable
en una tormenta. Especialmente con los teléfonos.
Su labio tembló.
—Nunca he tenido problemas. Tal vez deberías cambiar tu proveedor de telefonía.
—¿Qué pasa si una invasión alienígena entra y quita toda la tecnología?
Apoyó la mano en su barbilla cuando me miró.
—Si esa predicción escandalosa sucede, no podríamos tener acceso a un ordenador
en absoluto.
Mi frente se arrugó. Odiaba cuando tenía razón.
—¿Por qué importa eso? Mientras estemos preparados no debería ser un problema.
—Bueno, entonces por todos los medios, utiliza tu tecnología moribunda y carga la
presentación.
Conteniendo mi resplandor, rápidamente inserté el puerto y cargué el documento.
Permaneció en silencio mientras trabajaba y me acomodaba para tomar notas en mi
iPad y hacer cambios donde fuera necesario.
Cuando estaba lista, me di cuenta de que me estaba mirando atentamente, su duro
exterior, que normalmente mostraba un ceño fruncido, no estaba allí. Las expresiones faciales
relajadas lo hacían aún más atractivo.
Metí un mechón de cabello detrás de mi oreja, la sensación de su fija mirada fijamente
me hizo sentir incómoda.
—¿Quiere empezar?
Aclarándose la garganta, se sentó a mi lado, centrando su atención en las diapositivas.
Nuestras interacciones fueron misteriosamente tranquilas al principio, pero pronto
se normalizaron con cada diapositiva, me tuvo añadiendo y quitando información hasta
aprobarlas. Nunca dio elogios o pidió mi opinión, simplemente me senté ante la pantalla,
ajustando las diapositivas a sus estándares.
Después de dos horas sentada en esa habitación mientras él meditaba si mis
diapositivas estaban a la altura, estábamos casi listos, y mi estómago gruñó.
Mi cuerpo se congeló y me sonrojé de vergüenza.
—Lo siento —murmuré, levantándome de mi silla y alisando mi falda.
—No sabía que escribir suponía tanto esfuerzo —señaló inexpresivo, recostándose
en su silla y estirando los brazos sobre su cabeza.
—No he comido nada desde la mañana. Normalmente almuerzo a mediodía, pero ya
que quería repasar las diapositivas, me lo he saltado.
No respondió, y estaba demasiado nerviosa para mirar por encima de mi hombro y
ver su reacción. No debería haberlo cortado, pero tenía hambre, y normalmente me ponía
irritable y escueta con el estómago vacío.
—¿Tienes bajo el nivel de azúcar en la sangre o algo?
Su sarcasmo no era divertido. —¿Y si lo hiciera?
Se encogió de hombros.
—Supongo que lo comentarías y dirías que necesitas comer algo, o tomar una
inyección de insulina.
Me tomó todo para mantener mi mandíbula en su lugar por su insensibilidad. El brillo
en su mirada me incitó a decir algo, pero mantuve la boca cerrada.
Volviendo al ordenador portátil, estiré la espalda, bien consciente de cuánto tiempo
había estado sentada en esa maldita silla. Tendría que ir a correr hoy después del trabajo. Eso
me ayudaría a relajarme, y ayudaría a liberar algo de energía acumulada por la irritación que
Craft había causado.
Inspirando profundamente, me incliné hacia adelante mientras estaba parada y
continué hasta la última diapositiva.
—¿Qué piensa sobre esta? Es con la de cierre, así que es importante… —Mi
respiración se enganchó.
Una suave presión acarició mi columna vertebral hacia mi espalda baja. ¿Me cayó
algo? ¿Una araña se deslizó desde el techo, arrastrándose cautelosamente a lo largo de mi
vestido?
Eché un vistazo por encima de mi hombro. El Sr. Craft ya no estaba sentado sino
detrás de mí, su enfoque lejos de la pantalla del ordenador y en mi baja espalda. Oh Dios
mío, ¿había realmente una araña en mí?
La suave presión se hizo más firme, y un nudo se formó en mi garganta.
Definitivamente él me estaba tocando, una carcajada se asentó en mi estómago.
El aire era sofocante, el zumbido suave del ordenador portátil mezclado con mi
creciente respiración. ¿Se dio cuenta de lo que estaba haciendo? Seguramente no me tocaba
intencionalmente.
—¿En qué estás pensando? —murmuró, su mano se movió lentamente hacia mi
cadera—. Me gustaría conseguir tu honesta opinión.
Sentí mis labios repentinamente secos, dudando de que, si abría la boca, pronunciaría
alguna palabra coherente o no.
—Estoy, um, no estoy realmente segura.
Suspiró, el calor de su aliento cosquilleando mi mejilla. Ahora estaba súper consciente
de su cuerpo, segura de que en cualquier momento se desentendería, convirtiéndose en el
gigante idiota que normalmente era.
—Quiero saber cómo debería terminar —susurró, su mano moviéndose desde mi
cadera hasta la parte baja de mi espalda—. Necesito saber si el final que estoy imaginando
coincidirá con las diapositivas.
¿Se refería a mí como una presentación? ¿Eso es lo que quería decir? ¿Estaba
tanteándome, viendo si estaba dispuesta? ¿Dejarlo que me tocara? ¿Quería ir más lejos?
Incliné la cabeza y sus labios rozaron mi oreja por el sutil movimiento. Se mantuvo
en su lugar, su respiración estable y en control. Siempre estaba muy tranquilo y sereno en
toda situación, pero supongo que así es como se convirtió en socio de una exitosa firma de
marketing.
Mi sangre estaba bombeando salvajemente. La confusión y el deseo comenzaban a
mezclarse. Indudablemente estaba tomando el camino equivocado. Mi cuerpo solo
reaccionaba porque era tan jodidamente precioso, no porque tuviera sentimientos reales
hacia él, tendrían que ser coherente con su personalidad y definitivamente no compartía sus
opiniones. Me gustaba pensar que era amable y paciente, mientras que él era terco y exigente.
Su mano viajó desde mi cadera a un lado de mi cuello, alejando suavemente mi
almendrado cabello.
—Quiero estar en la misma página que tú con esto —susurró, las yemas de sus dedos
rozando con cautela a lo largo del costado de mi nuca. Abrí la boca, solo para cerrarla de
nuevo, sin saber cómo responder. No quería cruzar la línea sobre la que mi cuerpo que estaba
tratando de empujarme. Lo anhelaba, empezando a pulsar por el deseo de su simple toque.
Su exterior era siempre tan difícil, no coincidía con las suaves caricias y murmullos
procedentes de sus manos y boca. Las sedosas yemas de sus dedos encontraron mi barbilla,
obligándome a mirarlo por encima del hombro y reconocer sus ojos llenos de lujuria.
—Sra. Neely, necesito una respuesta.
Capitulo 3
Buscó en mi rostro una señal, su mandíbula tensándose con cada segundo que pasaba.
Cuando su pulgar rozó mi labio inferior, mi cuerpo me traicionó, cediendo a la seducción y
saboreando la sal en su piel. La manera en que su pecho se insufló por el contacto de mi
lengua lamiendo la yema de su pulgar, hizo claras sus intenciones; quería que la reunión diaria
se convirtiera en más.
Su brazo libre envolvió mi cintura, obligándome a hacerle frente. Ahora nuestros
cuerpos estaban alineados. Al observarlo, siempre pensé que estaba en gran forma, pero ser
aplastada contra su cuerpo lo demostró. Era como una roca, y mis inquietas manos se
deslizaron de mis costados a sus pectorales.
Su cuerpo se calmó y sus ojos mostraron una fracción de vulnerabilidad. ¿Creía que
iba a apartarlo? Debería abofetearlo, pero el dolor entre mis piernas me suplicaba que
arrancara su ropa y me saliera con la mía en él.
Una vez que mis manos se relajaron en su pecho, una sonrisa desviada se instaló en
su rostro.
—Me alegro que estemos en la misma página, Sra. Neely. —Tomó mi mano, la que
había sido quemada antes, y la estudió, solo para plantar un beso apacible donde una tenue
marca roja estaba en el lugar de la herida.
Abrí la boca para responder, pero la capturó con sus labios antes de que pronunciara
una palabra. Mi respiración fue robada por su atrevida lengua hundiéndose en mi boca,
avanzando y explorando con avidez.
Gemí en sus labios y mis manos encontraron su cabello asiéndolo, mientras me
besaba ferozmente. El dominio de su beso era equivalente a su personalidad, atrevido, fuerte,
y exigente. Todas las cualidades que me hicieron querer abofetearlo en la cara casi a diario.
Mordí sus labios y empujé su sólido pecho. Gruñó, pero me mantuvo sujeta.
—Eres un estúpido —jadeé, liberando su labio de mi mordida, todavía confusa por
el beso.
—Dime algo que no sepa. —Los ojos de Craft eran como caliente lava derretida,
ardiendo de deseo mientras me miraba fijamente. Mi arrebato no lo afectó. Solo causo que
su sucia boca succionara el punto débil a lo largo del costado de mi cuello.
Se sentía increíble, pero la ira creció dentro de mí. Él sabía que era un idiota, y no le
importaba una mierda, todavía pensando que podía tomar lo que quisiera.
Craft iba por un rudo despertar. Era hora de que mi mente hablara. Tiempo para,
finalmente, dejarle saber el gran imbécil que pensaba que era. Me mantenía en su oficina,
poniendo sus manos sobre mí. Su deliciosa mandíbula sin afeitar raspaba mi cuello y contra
mi oreja, haciendo que hormigueos no deseados recorrieran todo mi cuerpo. Hormigueos
que, junto con mis pezones endurecidos, eran unos traidores; pero ese no era el punto.
No, necesitaba darse cuenta de que solo porque era sexy y exitoso no significaba que
pudiera aprovecharse de las mujeres cuando quisiera. Dentro de mí, la furia superó a la
dolorosa necesidad de liberación, y no pude contener más mi lengua… y no, no de lamerlo…
aunque mi boca se crispaba ansiosamente ante el pensamiento.
Mordisqueó la piel suave donde el hombro se encontraba con mi cuello. Enmascaré
mi gemido con un gruñido.
Mis dos manos sujetaron su cabello, jalando los gruesos mechones y apartando su
cabeza.
Los calientes ojos llenos de lujuria se encontraron con los míos. Luchó contra mi
agarre para reclamar mi boca, pero me mantuve firme. Gimió y se lamió los labios.
—¿Qué diablos crees que estás haciendo? —siseé, clavándole las uñas en el cuero
cabelludo.
Frunció el ceño y sus manos soltaron cuidadosamente mi cintura. Pensé que estaba
ganando ventaja, que iba a detener el frenesí que habíamos creado en cuestión de momentos,
pero me equivocaba.
Sujetó con rapidez mis muslos, debajo del dobladillo de mi vestido. Exhalé con fuerza
por su asalto, mis manos todavía se aferraban a su cabello mientras me levantaba sobre el
escritorio, tirando el ordenador portátil al suelo en el proceso. Separó mis piernas y me subió
el vestido a las caderas, acurrucando su entrepierna cómodamente entre ellas.
Mis ojos se abrieron impactados. Su erección se presionó en el fino panty que cubría
mis labios vaginales. Mis caderas hicieron un movimiento involuntario, rogando por la
fricción. No debería desearlo tanto, y definitivamente no debería tener esa sensación en mi
interior, pero el pulso rápido por debajo de mi cintura mostró su implorante desacuerdo.
Estaba llena de necesidad, dolorida de anhelo por una liberación explosiva que hace
demasiado tiempo no tenía.
La boca de Craft se crispó satisfecha, sus caderas también oscilando. La palma de su
mano serpenteó hasta mi espalda baja, sosteniéndome en el lugar.
—No finjas que no tenemos los mismos pensamientos el uno sobre el otro —respiró
sobre mi mejilla—. No niegues esto.
Mis ojos se pusieron en blanco, mientras su lengua trazaba un rastro por mi cuello y
mi clavícula.
—¿Qué estoy negando?
Cálidos labios acariciaron mi mandíbula.
—He visto cómo se levanta tu pecho cuando entro, cómo tu respiración se acelera
cuando examinas de arriba a abajo mi cuerpo. Has pensado en este momento.
Qué capullo arrogante.
Mis manos volaron de su cabello, empujando su sólido pecho de nuevo. Sus caderas
permanecieron en su lugar, pero su boca se apartó en mi piel.
—Aléjate de mí —siseé—. Nunca te he comprobado. ¡Puedo mirarte fijamente
porque estoy sorprendida de lo muy imbécil que eres, no porque quiero tener sexo contigo!
Una sonrisa cruzó sus labios. Sabía que le estaba mintiendo. Mis palabras confesaban
el odio hacia su actitud, sin embargo, mi cuerpo estaba encendido por el indudable deseo
físico hacia él.
—Sra. Neely, debo admitir, que me encanta tu boca inteligente. Deberías usarla más
a menudo.
Agarré su corbata, tirando de ella hacia adelante. Manteniendo su rostro a una pulgada
del mío, susurré—: Esta boca inteligente tiene todo tipo de talentos, pero nunca conocerás
la mitad de ellos.
La erección en sus pantalones se movió contra mi núcleo, marcándome.
Se lamió los labios.
—Eso es tan malo, porque mi boca esta más que dispuesta a canjear talentos.
Contuve la respiración, sin entender por qué, con mi comportamiento de perra, no
lo estaba apagando. Con su ego, pensé que retrocedería, llamándome fea y que solo estaba
tratando de follarme. No que seguiría persuadiéndome.
La yema del pulgar rozó el interior de mi muslo, acercándose al vértice. Mis piernas
lo rodeaban paralizadas, incapaz de apartarme del suave tacto. Estuvo atento a mi reacción
con cada centímetro que ascendía por mi pierna.
Me mordí el labio inferior, negándome a indicar que mi cuerpo lo ansiaba y que estaba
a punto de someterme. Mi odio por él se estaba evaporando por el impacto de la ola de
hormigueos.
—¿Te gustaría intercambiar? —murmuró, ahora su pulgar jugaba con el borde de mi
panty. Sin lugar a duda, él podía sentir el calor de mi excitación filtrándose hasta su erección
restringida dentro de sus pantalones.
—¿Eh?
Deslizó el pulgar sobre el encaje del panty y su sonrisa se volvió maligna al sentir mis
pliegues húmedos.
—¿Quieres que comparta el talento que tengo con mi boca?
Me senté en el escritorio, abrí la boca mientras me acariciaba debajo del vestido. Todo
fue tan abrupto, tan repentino. No podía procesar un pensamiento, especialmente cuando
sus manos demostraron ser tan hábiles como se rumoreaba.
La mano que estaba en mi espalda se deslizó por mi talle, acariciando un pezón en el
camino hacia mi pecho.
Su aliento era caliente e insistente mientras murmuraba sus siguientes palabras—:
Déjame enseñarte. —Su palma presionó con firmeza, guiándome para acostarme de espaldas.
Su mano abandonó mi pecho, sujetándome el tobillo y recorriendo mi muslo, la anticipación
solo aumentó el dolor.
Debí detenerlo cuando deslizó mi ropa interior por mis caderas y talones, quedando
atrapado en el extremo afilado de mi tacón de aguja. Debí patearlo en los huevos, o sentarme
y darle una bofetada. Pero no, en lugar de eso me incorporé sobre los codos, ansiosa por su
próximo movimiento. Excitándome cuando se puso de rodillas, sus pupilas se dilataron al
abrirme de piernas, fijas en mi centro.
Gracias a Dios que estaba rasurada allí abajo.
Sus ojos se dirigieron a los míos.
—Te gusta mirar, ¿no?
Me mordí el labio. Nunca me intrigó ver a un hombre bajaren mí; iba más allá de mí
por qué no podía alejar la mirada de su mandíbula con rastrojo tan cerca de mi zona traviesa.
Su sonrisa podría haber pertenecido al mismo diablo.
—Chica sucia. No puedo esperar a probar tu lindo coño rosa. —Un dedo se deslizó
entre mis pliegues, moviéndose suavemente por mi excitación—. Voy a recordar esto cada
vez que tenga una reunión en esta mesa. Cómo separaste las piernas para mí.
Puse mi pierna sobre de su hombro.
—Y yo voy a pensar en cómo caíste de rodillas para mí.
Frunció las cejas, su lengua salió humedeciendo sus labios.
—Pronto tú estarás de rodillas.
Mis labios mostraron una mueca de desprecio. No había ni la más mínima maldita
oportunidad.
Su ágil dedo se detuvo en mi entrada, rodando suavemente. El lento proceso era
agonizante, y mis caderas comenzaron a moverse, necesitando que entrara. Ahora se estaba
burlando, y no tenía tiempo para esta mierda.
Me senté y agarré su barbilla.
—Tienes una reunión a las 2:30 de la tarde.
En un instante me robo la respiración cuando dos dedos se hundieron en mi interior.
Mis ojos se desenfocaron mientras bombeaba.
—Codiciosa e impaciente. Estoy aprendiendo todo tipo de nuevos rasgos en ti, Sra.
Neely.
—Sí —afirmé, aunque el suave zumbido de mi voz era de satisfacción y no porque
concordara con él.
Se levantó, su palma fija en mi montículo mientras empujaba sus dedos a un ritmo
constante.
—Tendrás que esperar por mi lengua —murmuró sobre mis labios entreabiertos,
pellizcando mi labio inferior.
—Nunca obtendrás la mía —gruñí, agarrando sus bíceps para hacer palanca. La
forma en que su palma estaba presionando mi clítoris estaba creando una tensión que nunca
había experimentado antes.
Ahora tenía los dedos estacados hasta el tope, arqueados perfectamente para
estimularme de la manera correcta.
—Continúa haciendo eso —susurré, sujetándolo por la parte posterior de su cabeza,
recorriendo su cabello con mis manos.
—¿Esto? —preguntó, ralentizando el ritmo.
Mis piernas comenzaron a temblar con el cambio de presión, mi respiración se volvió
errática. Estaba enfocada, persiguiendo las alturas que nunca pensé tener. Especialmente no
de Craft.
Introduciendo mi mano en el interior de la parte de atrás de su camisa, lo sujeté,
acercándolo a mí. Necesitaba su calor corporal, la cercanía, para alcanzar mi pico y venirme
en euforia. Si solo pudiéramos ser piel sobre piel, el sudor de nuestros cuerpos calientes
consumiéndose mutuamente haría que el momento fuera aún más embriagador.
Mis labios formaron una O, listos para emitir sonidos de felicidad en su hombro.
Entonces su mano se detuvo, saliendo del calor de mi núcleo empapado.
—No, no, no —me quejé sin aliento—. ¿Por qué te detienes?
Quitó mi mano de su nuca y la plantó en la protuberancia de sus pantalones. Sus
irises azules estaban tan tranquilos como un lago temprano en la mañana.
―Porque quiero sentirte venir en mi polla, no en mis dedos.
Parpadeé. No esperaba que fuera delicado, pero mostraba tal vulnerabilidad.
Cautelosamente acaricié su polla por encima de los pantalones, pensando en si debía
seguir mi conciencia, o mis hormonas. Tenía que ser enorme. Mindy y yo hablábamos de
ello. Había días en que sus trajes hechos a la medida le quedaban un poco ajustados, y cuando
se paraba de cierta manera, podías ver como se marcaba su infame polla. Ahora tenía mi
mano envuelta alrededor de ella.
Guio mi mano hasta su cinturón, pasando el pulgar por el broche. Era obvio que
quería que tomara la decisión de bajar su cremallera.
Decidí rendirme, necesitando aliviar la tensión sexual reprimida que aparentemente
había adquirido por mi jefe.
Ahora mis manos estaban enardecidas, y apresuradamente desabroché su cinturón
sin molestarme en sacarlo. Solté el botón de sus pantalones y llegué al interior.
Siseó entre dientes y puso las manos sobre su cabeza. Miró mis manos con intensidad,
esperando ansiosamente que tirara de su polla y ver qué sucedería después.
Pesaba en mis dedos, por lo que tuve que utilizar la otra para aflojar su ropa y liberarle.
Era grueso y el más largo que había visto nunca en persona. La sensación lisa y sedosa de su
cuerpo se sentía como el cielo, y quería frotarlo por todo mi cuerpo.
Sonrió.
―Voy a ir despacio.
Por supuesto tenía un "gran ego polla".
Estrechando los ojos, lo apreté, haciéndolo estremecer.
―No quiero que seas lento. ―Extendiendo mis piernas y moviendo mis caderas,
apunté la punta de su polla en mi calor. La suave piel poniéndose instantáneamente caliente
y húmeda con ese pequeño toque―. Hazme venir.
Alzó una ceja.
―Oh, lo haré, pero tendrás que cambiar tu actitud.
Mis manos agarraron su culo, haciéndolo moverse lo suficiente como para deslizar la
punta dentro de mí. Puso sus dos manos sobre la mesa para oponer resistencia, luchando
contra mi impaciencia.
Apretó los dientes.
―Di por favor.
―Diré por favor cuando tú lo hagas. ―Haciendo una mueca y moviendo mis caderas
con frustración.
―No digo por favor.
―Eso es porque eres un idiota ―me quejé molesta. Que se jodiera, podía conseguirlo
solo con este contacto. Mi clítoris estaba estimulado, y eso sería suficiente para un orgasmo
placentero.
Sonrió, manteniendo sus caderas firmemente en su lugar.
―No recuerdo ese comentario en la encuesta del personal.
Me incliné hacia atrás, suspirando felizmente ante el nuevo ángulo.
―Porque eres un idiota y eres feliz despidiendo... Sí...
Sus manos agarraron mis caderas, deteniendo mis movimientos.
―Tienes razón, por eso soy el jefe.
Luché contra él, pero no me dejó moverme.
―Deja de burlarte de mí... ―El aire fue sacado de mis pulmones a mitad de la frase.
Con un movimiento fluido, me volteó sobre la mesa poniéndome boca abajo, me
levantó sobre mis rodillas y hundió su gran polla en mi interior.
Gemí en voz alta por la intensidad.
―Ohh así es ―gruñó y empujó llenándome completamente. Su mano enganchó mi
cabello, girándolo alrededor de su puño, tirando suavemente de mi cabeza para que pudiera
susurrar en mi oído―. Felizmente, voy a conseguir despedirte muy pronto.
¿Qué? ¿Me iba a despedir?
Me moví contra él.
―Malditamente que lo harás.
―Todo a su debido tiempo, Sra. Neely.
En este punto, ni siquiera me importaba. Se sentía demasiado bien dentro de mí.
Además, ¿cómo podría trabajar con él después de esto?
Podía hacer que valiera la pena, y follármelo al mismo tiempo.
Roté mis caderas, disfrutando de cómo mis paredes se estiraron para acomodar su
tamaño. También debe haber disfrutado del movimiento por el suspiro que exhaló en mi
oreja. La tensión que tenía en mi cabello se relajó, guiándome hacia abajo para que mis
hombros estuvieran sobre el escritorio, con mi culo arriba conectando con él.
Sus palmas se apoderaron de mis caderas y comenzó a moverse. Sus golpes eran
precisos; claramente tenía la intención de hacerme venir rápidamente.
―Te ves tan sexy así ―suspiró, pasando una mano por debajo de mi vestido y
moviéndola a lo largo de mi espina dorsal. Quería deshacerme completamente de la ropa,
pero eso no funcionaría en el gran esquema de las cosas. Después tenía que hacer una
escapada rápida, y ponerme la ropa solo me quitaría tiempo, además el silencio incómodo
mientras nos vestíamos sería asesino.
Agarró mis nalgas, haciéndolas moverse. Por un minuto pensé que iba a golpearlas.
El pensamiento me hizo apretar. Nunca me habían azotado antes.
―Sí... aprieta mi polla así ―gimió, empezando a empujar más fuerte.
―Mantén ese ritmo ―siseé, deseando como el infierno que terminara el trabajo.
Tiró fuerte de mi cabello con la mano. El tirón me pareció increíble, y me apreté
contra él.
―¿Te gusta rudo, verdad?
Nuestra piel golpeaba, y yo estaba al límite. Necesitaba llegar, porque a esa velocidad,
no había duda de que él acabaría pronto. Sabía cómo eran los hombres, haz que se vengan y
no pueden controlar una maldita cosa. Al infierno, si se venía primero; me dejaría
sexualmente frustrada y goteando su semen, dos de las consecuencias más desagradables del
sexo. No, no iba a suceder, no a mí, y seguro como la mierda no con Craft.
Alcancé entre mis piernas, encontrando el capullo sensible que me llevaría a
liberarme. Mis piernas temblaban mientras me acariciaba, amando que, mientras me tocaba,
podía sentirlo deslizándose dentro y fuera de mí.
Gemí en mi antebrazo, mimándome de la manera que necesitaba.
Se inclinó sobre mí, su corbata cosquilleando mi espalda expuesta. Chupando desde
la parte posterior de mi cuello y hasta el borde de mí oreja.
―Enséñame cómo te tocas ―su gran mano cubrió la mía, imitando los movimientos
sobre mi clítoris.
La presión añadida intensificó la sensación que se construía, y el movimiento
repentinamente más lento, dentro y fuera, que originalmente no deseaba, ahora se sentía
glorioso. Deslizando su mano debajo de la mía, tomó el control.
―Eso es, déjame hacerlo. Quiero hacerte explotar.
Su voz era suave y melodiosa en mi oído, no se acompasaba con los movimientos
fluidos de sus caderas y sus hábiles dedos. Me envolvía, su boca viajaba a lo largo de mi cuello
haciendo que su barbilla empujara sobre de mi hombro, por donde pasara, la tela de mi
vestido.
Estaba expuesta, palpitante y a punto de un potente orgasmo. Después de unos
cuantos golpes más, gemí en mi antebrazo, apretando su polla y empapándola mientras
liberaba mi placer.
―Oh sí ―gruñó, comenzando a bombear más rápido.
Mi cabeza sentía euforia, y mi organismo se preparaba para reducir la marcha
convirtiéndose en papilla, pero todavía estaba vibrando de deseo por su precisión y
experiencia. Era como si hubiera trabajado mi cuerpo más de un millón de veces, sabiendo
exactamente cómo y dónde me gustaba ser tocada, realizando la presión perfecta en todos
los lugares correctos.
Era más increíble que el marketing, y mi coño codicioso quería chuparlo y dejarlo
seco... pero yo tenía otros planes.
No iba a conseguir su liberación, no de mí, y seguro no follándome sobre su mesa de
conferencias.
Ignorando lo asombroso que se sentía bombeando dentro de mí, me salí de debajo
de él, arrastrándome en cuatro patas al otro lado de la mesa y saltando de manera poco grácil.
―¿Qué mierda? ―gruñó. Su voz se quebró, y deseé tener las agallas para darme la
vuelta y mirarlo.
No lo hice, en cambio, alisé mi falda y corrí hacia la puerta, abriéndola frenéticamente
y cerrándola de golpe detrás de mí.
Capitulo 4
Mi pecho se estremeció mientras corría escaleras abajo y hacia el baño de mujeres en
el piso inferior. No me encontraría allí, no es como si hubiera salido a buscarme. Tenía mi
mano sobre el corazón, sintiendo que se aceleraba con cada paso.
Volé dentro del baño, apoyándome en el lavamanos y mirando fijamente mi reflejo
en el espejo. Mis mejillas estaban ruborizadas y mis ojos estaban agrandados y centelleando
con una chispa que no normalmente no tenían.
¿Realmente dejé que mi jefe me follara? ¿Lo dejé ponerme sobre mis manos y rodillas
en su mesa de conferencias y joderme por detrás? ¿Luego escapé antes de que pudiera
venirse?
Mis piernas se movieron apretando los muslos, recordando lo perfecto que se sintió
en mi interior. Cerré los párpados, dispuesta a no recordar cómo se aprovechaba de mí.
Pero no se aprovechó; dejé que me besara y bajé sus pantalones, no él. ¿Cabría aducir
eso en mi contra? Seguramente no legalmente. Yo sería la que podría presentar una queja.
Sin embargo, nunca lo haría porque era tan culpable de la situación como él. Ambos éramos
adultos, y pude haberlo apartado antes de que empujara esa polla gigante dentro de mí.
Debía dimitir, agarrar mis cosas e irme.
No, eso no era una opción. Necesitaba el trabajo y a Craft como referencia.
Maldición.
¿Por qué me entregué a su sexy cuerpo?
Resoplé, por completo nerviosa y enfadada conmigo misma.
—Hey, ¿qué estás haciendo aquí abajo? —interrogó Mindy saliendo de la cabina y
sorprendiéndome hasta el punto de que casi me caí sobre el secador de mano.
»Lo siento, ¡no quería asustarte! —Se acercó, inspeccionándome por si me pasaba
algo malo—. ¿Estás bien? Tú rostro esta bastante rojo.
Me estudió de abajo a arriba, parando en mi cabello. Instantáneamente pasé los dedos
por mi peinado de recién follada y me reí torpemente.
—Sí, estoy bien, acabo de bajar las escaleras demasiado rápido, eso es todo.
Me examinó de nuevo, luego cruzó los brazos. No me creyó ni por un segundo.
—¿Estás segura de eso?
—Por supuesto. Sabes lo incómodos que son los tacones de aguja para caminar,
mucho más para abordar un tramo de escaleras.
Sus labios temblaron y golpeteó con su pie.
—¿Qué? Estoy fuera de forma —confesé, girándome para lavarme las manos.
Se acercó al lavamanos a mi lado.
—Sí, creo que acabas de hacer ejercicio.
Me concentré en mis manos bajo el agua, aterrorizada por encontrarme con su
mirada.
—No sé de qué estás hablando.
—Oh, ¿sí? —Podía sentir su mirada fija en mí a través del espejo—. Pase por tu
escritorio y te dejé un sándwich en tu computadora.
Un temblor pasó por mi brazo hasta mi mano mientras trataba de apagar el agua.
—Gracias. ¿Cuándo lo dejaste?
Por favor que diga antes de las dos, por favor que diga antes de las dos…
—Oh, un poco antes de la una.
Gracias a Dios.
—Di una vuelta para ver si había finalizado tu reunión con Craft hace quince
minutos, noté que tu sándwich todavía estaba allí.
Mierda.
—Sí —me reí—. Hizo lo que pudo para mantenerme durante el mayor tiempo
posible.
Se volvió hacia mí, la barrera del espejo ya no estaba entre nosotras.
—Lo follaste, ¿verdad?
Tomando un largo parpadeo, aspiré un soplo de aire.
—No sé qué me paso.
Se cubrió la boca con ambas manos.
—Oh, Dios mío, Kelsey, dime que no lo hiciste.
Llevé las manos a mi rostro.
—No sé cómo sucedió.
Puso las manos en mis hombros.
—Oh, cariño —simpatizó—. ¿Fue la primera vez?
—¡Por supuesto que lo fue! Lo sabes. Ni siquiera sé lo que pasó. Un minuto
estábamos repasando las diapositivas, entonces, al minuto siguiente él tenía mis bragas fuera
y sobre su mesa de conferencias.
Se quedó callada por un momento, luego susurró—: Dime que fue horrible.
Sorbí detrás de mis manos.
—Esa es la peor parte. Fue bueno, muy bueno. En realidad, tuve un orgasmo.
—Sí… lo escuché —suspiró.
Mis manos dejaron mi rostro. Inclinando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos,
gemí—: Seré despedida. Especialmente…
Mindy estaba boquiabierta.
—¿Por qué te despedirían? En todo caso, sus bolas son cómplices.
Una lenta sonrisa apareció en mi rostro.
—En realidad, son azules.
Inclinó la cabeza.
—Espera, así que llegaste, pero ¿él no lo hizo?
Dejé escapar un bufido, entonces empecé a reírme incontrolablemente.
—Le dejé las bolas azules a mi jefe.
Mindy aulló—: Santa mierda Kels, ¡ahora lo tienes!
Me limpié una lágrima de reírme tan fuerte.
—No estoy segura de que eso sea cierto.
Sacudió mis hombros.
—¿Sabes cuántas reglas y políticas de la compañía acaba de romper? Podrías acabarlo.
—También soy culpable. No puedo creer que cedí.
Se encogió de hombros.
—Yo sí puedo. Es caliente como el infierno. Apuesto a que también fue dominante.
Moví la cabeza atrás y adelante asintiendo. Fue bastante agresivo, pero nada que no
pudiera manejar. De hecho, se subyugó a mí muy bien. Quizás la próxima vez…
Sacudía la cabeza. No podría haber una próxima vez. Era un imbécil, no alguien al
que le podría permitir usarme para su placer. Había ganado esta vez al castigarlo impidiéndole
culminar el orgasmo, pero eso no se mantendría si volviera a ceder.
—Solo necesito irme.
Me apuntó al rostro con el dedo.
—No. Necesitas jugar con él.
—No lo estoy tocando ni con una vara de tres metros…
Sacudió la cabeza drásticamente mientras me cortaba.
—Eso no es lo que propongo. Lo que estoy diciendo es que le coquetees, y déjale
saber que tienes la ventaja. Que se entere de que no puede follar a toda a la que quiera, y
claramente, te quiere. Apuesto a que ahora mismo, te desea más que nada. Una vez que haya
aprendido la lección, obtén una referencia pateadora, porque si no te la da, su culo caerá por
asalto sexual.
Incliné la cabeza hacia ella.
—Mindy, eso no sería justo.
Se levantó, inflando el pecho.
—Pero, ¿estar sentada detrás de un escritorio siendo la secretaria, cuando eres veinte
veces mejor que cualquier interna que ha pasado por aquí, es justo? Te ha mantenido porque
quiere un pedazo de ese dulce culito tuyo, y tiene una probada, pero tu brillante pequeño
toque le impactará en su propio juego. Vamos, hazlo por todas las mujeres que ha follado.
Hazlo por ti misma.
Tenía razón. Craft me mantuvo a su alrededor, ya fuera porque quería tenerme como
una mueca en el poste de su cama, o porque le gustaban mis ideas. De cualquier manera, no
debería estar atrapada detrás de un escritorio y recibir un sueldo de secretaria. Debería estar
en el equipo de marketing, haciendo dinero con nuestros clientes, y ayudando a la empresa a
crecer.
—Vale. Capearé el temporal. Aunque, no voy a chantajearlo.
Dejó caer sus manos de mis hombros y asintió.
—Déjale las bolas azules tanto como puedas a ese hijo de puta. El Señor sabe que ha
follado con suficientes mujeres.
Me estiré y enderecé mis hombros. Este trabajo era mío, y estaba dispuesta a pagar
el precio de mis acciones. Craft no tenía nada contra mí, e iba a asegurarme que sabía quién
tenía la ventaja.
Capitulo 5
La puerta de la oficina del Sr. Craft estaba cerrada cuando volví del cuarto de baño.
Mindy siguió dándome una charla para subir las escaleras y entrar en nuestro departamento.
Estaba más emocionada que yo por mis acciones con Craft. Por supuesto que quería más
detalles, pero yo no estaba lista para compartir. No necesitaba saber cuan enorme era su
polla, y que en realidad sabía cómo usarla. Me cerré al pensar en él entrando y saliendo de
mí, todavía sintiendo el calor entre mis piernas.
Enfocándome en la pantalla de mi computadora no fue una tarea fácil. No cuando
escuché murmullos procedentes de la oficina del Sr. Craft. Me estremecí recordando a Mindy
diciéndome que nos oyó a los dos.
¿Realmente era tan fuerte?
Me froté los ojos con las palmas de las manos. Debería irme a casa y mirar a través
de los anuncios de búsqueda para no tener que enfrentarlo de nuevo. Me sentí empoderada
después de la charla de Mindy, pero ahora, estaba lamentando mis acciones aún más.
Los murmullos de la oficina de Craft se hicieron más fuertes, y yo estaba intrigada.
Definitivamente era su voz, y no estaba feliz. La pobre alma en el interior no tuvo
oportunidad. El Sr. Craft era bueno en su trabajo, y eso significaba establecer la ley cuando
lo necesitaba. Si uno de sus empleados no estaba haciendo su parte, sería contundente acerca
de sus expectativas, si no cumplían, entonces se irían. Admiraba su capacidad de hacerse
cargo como un ejecutivo, solo si no era tan idiota cuando lo hacía. Había presenciado la huida
de numerosos trabajadores de su oficina con los rostros rojos como remolacha o lágrimas
corriendo por sus mejillas. Era por eso que tenía una caja de pañuelos en el borde de mi
escritorio.
De repente, la puerta se abrió de golpe, y Timothy marchó en un murmullo rabioso,
sin mirar hacia mi camino cuando encontró la salida a las escaleras. A diferencia de él, no
estaba nerviosa. Timothy fue fácil y se fue con el flujo. Le ofrecí una sonrisa de simpatía,
pero no se molestó en mirarme.
Un agitado Craft podía volver el humor de alguien al revés.
Entonces, lo sentí. El aire aspiró fuera de la habitación, mis mejillas calentando con
calor y anticipación. El aire se aspiró fuera de la habitación, mis mejillas se calentaron con
calor y anticipación. Sin duda él estaba de pie en la puerta, su mirada de glaciar que me
recorrió mientras me sentaba en mi escritorio fingiendo escribir cuando estaba meramente
revisando su calendario.
Tragué, dispuesta a ganar el coraje de mirar a su manera y sonreír, hacerle saber que
estaba perfectamente bien y sin afectación de nuestra sesión de besuqueo.
Se aclaró la garganta, y supe entonces que no tenía excusa para no prestarle atención.
Manteniendo mis ojos en la pantalla, respondí. —¿Si, Sr. Craft?
¿Se quedó callado un momento, quizá esperando que lo mirara? No estaba lista para
eso. Finalmente, habló. —Necesito una referencia de la oficina para el Sr. Timothy Walters.
—¿Y el tema?
—Plazos imprecisos.
Eché un vistazo en su dirección, sosteniendo mi sorpresa. Timothy nunca hizo nada
malo. —¿Podría elaborar?
—Los recibos de gastos mensuales se debían estar ayer por la mañana. No me los
trajo hasta el final del día.
Levanté una ceja. —Timothy habló conmigo esta mañana sobre el papeleo. Le dije
que estaba bien.
Me fulminó con la mirada. —No sabía que eras el jefe.
—Obviamente no lo soy, pero sí ingreso la información en el sistema.
—Después de revisarlos. —Sus palabras eran como veneno, y no pude evitar
estremecerme.
Rara vez miraba las hojas de la cuenta antes de llegar a ellos.
—Siempre te quejas de que no puedes leerlas hasta que las ingrese en el sistema.
—Solo me quejo cuando alguien no hace su trabajo.
—¿Así que vas a escribirlo porque estaba fuera por medio día de trabajo?
Su cabeza giró en mi dirección, sus cejas fruncidas. —¿Por qué crees que lo traje a
mi oficina? —Obviamente no por la misma razón me pidió que entrara en su oficina—. Espero el
informe del incidente escrito y en mi escritorio. Lo quiero dentro de una hora. —Demandó.
Volviendo sobre sus talones, regresó a su oficina y cerró la puerta, haciendo que
saltara. Maldición, realmente me metí en su piel, o simplemente estaba frustrado.
Sonreí triunfante. Estaba nervioso por mi culpa. Finalmente me metí en la piel del
Sr. Craft.
Capitulo 6
Estaba que echaba humo mientras trabajaba en la amonestación por escrito para
Timothy. Con cada palabra que escribía me enojaba más, encontrando que era absurdo que
él le estuviera escribiendo a Timothy por algo tan insignificante. El papeleo se haría a tiempo
y cuidadosamente. Craft necesitaba tener más confianza en sus empleados, especialmente en
mí.
Con renovada confianza, me dirigí a la puerta de la oficina de Craft, tocando sin
preocuparme de que me gritara. Para mi sorpresa, abrió en cuestión de segundos.
Su altura estaba de pie frente a mí. La corbata se había ido y el botón superior de su
camisa desabrochado. El aroma de su colonia jugó con mis fosas nasales. Debió haberlo
vuelto a aplicar, porque la esencia era más fuerte que más temprano en la mañana. Cerré los
ojos, temporalmente traspasada por el maravilloso aroma a bosque. Mis muslos de inmediato
cosquillearon, traicionando mi recién descubierta confianza.
—¿Necesita algo? —Ladró.
Mis párpados se abrieron, así como mi boca. Quise decir algo, pero estaba atapada
en el lugar por su dura mirada. Levantó las cejas, relajando su postura y cruzando los brazos.
—¿Srta. Neely?
—Yo, um… aquí —puse el documento escrito entre nosotros.
Bajó la mirada hacia el papel, su mandíbula marcada ligeramente. ¿Estaba ansioso?
¿Creía que le estaba entregando algo más? Debería estar poniendo una forma de acoso sexual
delante de él.
—Es el reporte de Timothy.
La tensión en su mandíbula se desvaneció ligeramente. —Bien —dijo rígidamente,
agarrando la forma de mis manos. Se dio vuelta y se dirigió a su escritorio, sin molestarse en
cerrar la puerta, me quede en el lugar, insegura de que hacer a continuación. No me invitó a
entrar, aunque tampoco me cerró la puerta en el rostro. El aire estaba demasiado denso, su
mesa de conferencias ya no estaba en desorden por levantarme y retorcerme sobre ella para
poder follarme. No confiaba en mi misma ahí con él.
Un escalofrió recorrió mi columna mientras observaba la mesa.
Atrapó mi línea de visión. —Si… imagínate observarla toda la tarde —mascullo Craft
en voz baja, todavía examinando el reporte.
Mi típica respuesta sería disculparme de inmediato, decir que lo lamentaba, y estaba
asustada y no sabía qué demonios hacía por correr hacia él. Podía escuchar a Mindy
regañándome por querer culparme a mí misma por lo que había pasado, pero este no era el
caso. Ambos éramos culpables.
—Timothy se va a molestar cuando reciba esa carta en su buzón —dije, necesitando
cambiar el tema. No íbamos a hablar acerca de lo que pasó esta tarde. No todavía.
Me miró por encima del papel. —Ha sido avisado.
Me encogí de hombros, todavía parada justo fuera del umbral de su oficina. —Nunca
ha hecho nada malo. ¿No puede dejarlo ir con una advertencia?
Sus ojos se estrecharon. —Todos reciben una advertencia cuando son contratados.
Cuando doy un plazo, espero que se cumpla.
Estaba al límite, tenso e insatisfecho. Más que su habitual estado malhumorado.
Sonreí por dentro, sabiendo que yo era parte del porque estaba tan agitado. Aunque, me
sentía terrible de que la estuviera tomado contra un empleado, alguien que no merecía tener
una amonestación en su expediente.
—Las cuentas no están previstas por otros pocos días. Realmente no me importa
sacar el papeleo más tarde. —Yo era la que la que introducía toda la información. Realmente
no era un gran problema.
Bajó el documento, golpeando su mano en el escritorio de caoba. Me mantuve de
pie, evitando estremecerme. —Ese no el punto —dijo bruscamente—. No llegara tarde la
próxima vez, y si lo hace, perderá su trabajo. No es tu decisión cuando es el plazo límite, y
agradecería que no hablara con Timothy acerca de nuestras cuentas en absoluto. Si tiene
alguna pregunta la puede traer conmigo.
Mis labios se abrieron. —Esta siendo un poco excesivo sobre esto.
Lentamente se levantó de su silla, ambas palmas aplastadas sobre su escritorio
mientras me fruncía el ceño. —No le pregunte su opinión.
Cruzando los brazos, levanté la barbilla. —No sabía que necesitaba permiso para
dársela.
Tomó una fuerte respiración. —Esa boca suya la va a meter en problemas.
Mi labio se contrajo, mi confianza recién descubierta creciendo dentro de mí y
dándome valor. —No creo ser la única que se va a meter en problemas.
Inclinó la cabeza, su mandíbula tensándose. Una mandíbula tan sexy… —¿Qué es
exactamente lo que insinúa, Srta. Neely?
El estado de ánimo cambio, rápidamente pasando de discusión de trabajo a sutil
coqueteo. Nuestra energía estaba empezando a crepitar entre nosotros, la habitación parecía
más pequeña de lo que realmente era. El deseo estaba ahí abiertamente empujando a cada
uno de nosotros a saltar sobre el escritorio e ir por ello. Mi pecho estaba agitado, dispuesta
a hacer un movimiento, a pesar de que mis talones estaban anclados en el piso de madera
justo afuera de su oficina.
Él tomó la iniciativa, deslizándose firme y suavemente en sus pies alrededor del
escritorio hacia mí. Mi respiración se hizo más rápida, ansiosa por lo que él iba a hacer. Dar
vuelta y correr a casa habría sido la cosa más inteligente de hacer, pero estaba atraída hacia
él, un peligroso imán que me sacudiría cuando lo tocara.
Estaba en mi cara ahora, tan cerca que si inclinaba la cabeza hacia atrás y me paraba
de puntas en los dedos de los pies nuestros labios se tocarían.
—Tiene mi atención —susurró, mirando hacia mi boca—. ¿En verdad me vas a
reportar?
Estaba rodeándome, atrayéndome a su hechizo. Cada centímetro de mi piel
cosquilleaba, doliendo porque me tocara otra vez. Mis labios se separaron: —No todavía.
Busco mi rostro y después miró por encima de mi hombros.
Antes de que supiera lo que estaba pasando, agarró mi rostro y plantó su boca contra
la mía. Atrapé un puñado de su camisa de diseñador, capturando un botón en el proceso y
soltándolo.
Eso no lo desconcertó. Solo envolvió un brazo alrededor de mi cintura, atrayéndome
su pecho y regresando a su oficina, cerrando la puerta con la otra mano.
Era apremiante con sus besos, y de inmediato estaba empujando con fuerza en mi
estomago. Levantándome con facilidad me llevo detrás de su escritorio y me empujo en la
pared, todavía hundiendo su lengua en mí boca.
Me estremecí de excitación, imaginando lo que su hábil lengua podría hacerme en
otros sitios. Había dicho que tenía talentos, y nunca había estado más ansiosa por saber si
estaba diciendo la verdad.
Tiré de su cabello, tirando con fuerza suficiente para que hiciera un gesto de dolor.
—Eres una maldita provocadora —murmuró, apretando mis muslos con sus manos.
—No he hecho nada más que ser profesional —dije dulcemente, envolviendo mis
manos alrededor de su nuca—. Usted es que me levantó y empujó contra la pared.
Su ceño se hizo más profundo. Lamiendo sus labios, se burló: —No la veo quejarse.
Mire hacia abajo a su pecho donde su camisa estaba abierta, notando la fisura entre
sus pectorales. La urgencia de verlo desnudo fue más fuerte que nunca.
Con una mano atrevida, tracé la fisura. —No es una sabia decisión quejarse sobre su
jefe.
La tensión alrededor de sus ojos se liberó, ahora fija sobre mis labios. —Buen punto.
Aunque, no puedo imaginarla quejándose sobre nuestro más reciente encuentro.
Reí en su rostro. —Justo cuando creía que su ego no podía ser más grande.
La sonrisa diabólica que siempre llegaba a mi valor eterno apareció. —No es ego
cuando es verdad. —Sus manos acariciaron la parte de atrás de mis muslos, y escalofríos
recorrieron mis piernas.
—Uno pensaría eso —jadeé a mitad de la frase.
Con total facilidad, nos hizo girar y me dejó sobre su escritorio. Mis piernas se
engancharon alrededor de sus caderas para estabilizarme.
Dejando caer las manos a cada lado de mí en el escritorio de caoba, exhaló. —No lo
creo. Lo sé.
—He tenido mejores —engatusé.
La esfinge de su sonrisa se ensanchó. Había provocado un desafío para él. —Voy a
hacer de ti una mentirosa.
Muy lentamente, me quitó las piernas de su cintura y se arrodilló, nunca quitando sus
ojos de los míos.
Mi respiración se hizo superficial, observando sus manos trazando mis pantorrillas y
bajo mi vestido. Sabía a dónde se dirigía. En cualquier otra ocasión, estaría tímida y aprensiva
al permitir que un hombre se pusiera sobre mí, pero la vista del Sr. Craft en sus rodillas me
dio una descarga de adrenalina.
—He estado pensando en esta vista toda la tarde, sabiendo que tus bragas están
escondidas en mi cajón y estas desnuda debajo este vestido.
Me lamí los labios y observaba sus manos estrujar hacia arriba la tela.
¿Por qué no lo detenía?
—Escondía mis bragas en un cajón —discutí. Quería sonar malintencionada, pero
en vez de eso salió sin aliento.
Besó el interior de mi muslo, enviando un temblor a mi centro. —Pude haberlas
dejado en el suelo para que Timothy las viera.
Lo observe airadamente ante su jugueteo. —Suena como otra demanda.
Su toque se hizo más duro cuando dije demanda, subiendo mi vestido completamente
sobre mis caderas y separando. —¿No sabía que se pueden hacer cargos por dejar ropa
interior de mujer en el suelo?
—Supongo que usted lo sabría —murmuré. Me guiño un ojo y resoplé con enojo—
. Eres un cerdo.
—Y tú estás mojada —siseó, deslizando su dedo entre mis muslos, acariciando la
suave carne que llevaba a mi dolorosa hendidura.
Succioné mi labio inferior. —Sucede cuando estoy sin bragas.
—También cuando sabes que estoy a punto de follarte.
—Si te dejo —desafié.
Un destello brilló en sus ojos. —Oh, Srta. Neely, ha jugado duro durante el tiempo
suficiente. —Dos dedos resbaladizos me llenaron, y contuve un gemido.
Dentro y fuera, dentro y fuera, su movimiento era deliberado, deslizándose a un ritmo
maravilloso. —Has estado mojada toda la tarde, ¿verdad? ¿Esperando por otro orgasmo
alucinante?
—He tenido mejores —jadeé, luchando contra mi conciencia de cerrar las piernas.
Sus dedos se sentían tan bien dentro de mí, tan exquisitos que quería más.
Sacudió la cabeza, una suave risa escapó de su boca. —Todavía no has sentido nada,
dulzura.
Una cálida brisa pasó de sus labios, haciendo cosquillas a mi clítoris. Me estremecí e
incliné la cabeza hacia atrás. Su boca estaba a un centímetro de mi núcleo sensible mientras
hablaba. —Nunca olvidaras lo magnifico que se siente mi boca en tu coño.
Antes de que pudiera replicar, su lengua se lanzó hacia afuera, corriendo por mis
pliegues y mí brote hinchado, dando vueltas alrededor de los nervios a un ritmo reverente.
Quería gemir en voz alta, decirle lo glorioso que se sentía, pero no podía darle la satisfacción.
Continuó con sus dedos, bombeando dentro de mí, igualando el ritmo de su lengua
trabajando sobre mi brote.
Era específico con sus movimientos, recogiendo cuidadosamente cuando temblaba
o gemía, procediendo a hacer el mismo movimiento una y otra vez. Me iba a correr en
cuestión de minutos con la forma en que sus dedos empujaban profundamente den mi
interior y su lengua acariciaba y aplicaba la presión adecuada. Olvidando que estaba sentada
en su escritorio, la mitad de mi culo bajo su planificador, y la otra mitad sobre la fría caoba
de la mesa. No me importaba que la pantalla de su computadora estuviera justo detrás de mi
espalda, y que cada vez que echaba la cabeza atrás por el placer casi la derribaba. Estaba
bloqueando todo, incluyendo el fuerte golpe que parecía venir de su puerta cerrada.
Nada importa en este momento, excepto por la lengua que se movía implacable
latiendo alrededor de mi clítoris. Sus suaves ojos azules que me miraban fijamente abrasados
en el placer intensificaron la experiencia aún más.
Entonces curvó su dedo, y succionó con urgencia. Estaba acabada.
—Si —gemí, sintiendo el torrente del calor extendiéndose a través de mi cuerpo,
estallando de éxtasis. Mis manos agarraban su cabello mientras temblaba, tratando de
controlar el deseo que estaba explotando dentro de mí—. ¡Si, si, si!
—¿Kelsey? —Una voz familiar graznó detrás de mí.
Me congelé, mi mano todavía apretando la parte superior del cabello de Craft.
¿Qué…? Oh no… el golpe no era un ruido al azar, sino un golpe en la puerta, y mis extasiados
sis eran el equivalente de, adelante, caminando directo mi jefe comiéndome en su escritorio.
Capitulo 7
Mi mandíbula colgaba abierta y mi rostro era de color rojo. Craft se paró
cuidadosamente, con cuidado de no tocarme. Percibí su mandíbula, notando que el rastrojo
de su barbilla brillaba por la humedad de mi excitación.
Mis ojos se cerraron apretándose, deseando poder desaparecer.
—Eh ... um ... —El dueño de la voz que había flotado en nosotros tropezó con sus
palabras. Me mortifique por darme la vuelta y enfrentarme a él. Yo sabía quién era, y la
sonrisa torpe que me daba todos los días no sería fácil de ver a partir de ahora.
—La Sra. Neely y yo estamos revisando mi horario. ¿Hay algo en lo que pueda
ayudarle? —dijo el Sr. Craft suavemente.
—Um ... yo solo ... —tartamudeó Timothy.
Craft respiró pesadamente a través de su nariz, y aunque no lo miré, supe su
expresión. Mandíbula apretada, cejas fruncidas. Cada vez que respiraba por su nariz así, se
irritaba.
—Sabes qué, volveré mañana —tartamudeó Timothy, luego la puerta crujió
cerrándose.
La respiración que había estado sosteniendo salió de mi boca. —Lo siento —dije
instintivamente, saltando de su escritorio y enderezando mi vestido.
Craft agarró mis muñecas, deteniéndome. Solo me quedé mirando su pecho,
muriendo un poco por dentro por la cantidad de su pecho desnudo que estaba expuesto por
mí rasgando los botones de su camisa.
—¿Por qué demonios lo lamentas?
—Porque no me controlé —suspiré.
Él soltó una de mis muñecas, su mano encontrando mi barbilla. Su tacto era suave,
nada como la dureza de su tono cuando hablaba con Timothy.
—Mírame —ordenó, y obedecí—. Por actuar como tu superior, lo siento. Por joder
el papeleo, lo siento. ¿Pero por darme el privilegio de hacerte venir? Nunca te arrepientas
por eso.
Mi boca se abrió y luego volvió a cerrarse. Sus ojos estaban medio cerrados mientras
estudiaba mi rostro, un extraño calor irradiando de él. Estaba relajado y no tenso. No era una
emoción que retrataba. Los gruñidos brillo de las mejillas son sus típicas expresiones faciales.
Este lado más suave del señor Craft me hizo olvidar temporalmente el culo arrogante
que había llegado a conocer y despreciar. Su atractivo se vuelve obsoleto por lo grande que
era. La ternura en su voz y el dulce gesto de su pulgar acariciando mi mejilla era demasiado.
Odiar sus tripas picó para desaparecer, y la tensión desconocida en mi pecho no era algo que
estaba listo para sentir.
—Debería irme —murmuré, apartando mi mirada de la de él—. Necesito terminar
de ingresar la información de la cuenta.
Craft dejó caer sus manos y las puso en sus bolsillos. —Tengo un trabajo que
terminar antes del fin de semana también.
Asentí y le di a mi vestido un tirón más antes de girar para irme. Podía sentir sus ojos
en mí cuando abrí la puerta y luego la cerré.
Capitulo 8
El Sr. Craft todavía estaba en su oficina cuando salí a las 7:30 pm, dos horas y media
más tarde de lo que normalmente me quedaba, especialmente un viernes por la noche.
Debería haber estado en un frenesí para salir de las oficinas de ese edificio, antes de que mi
jefe, quien me había dado dos orgasmos impredecibles saliera dentro de unas horas, pero no
lo hice. Tuve la increíble necesidad de salir del edificio con él, preguntarle qué hacía durante
el fin de semana y quizás ofrecerle ayuda en la oficina si venía el domingo por la tarde como
solía hacerlo.
Era escandaloso para mí pensar tan ridículamente. El arte era un pinchazo, y todas
las fantasías que jugaban una y otra vez en mi cabeza necesitaban detenerse. Era una putada,
y yo debería estar tomando el sol en el hecho de que me había venido dos veces, dejándolo
colgando para secar cada vez.
—¿Dónde estás? ¿Ese estúpido te hizo retrasar? ¡Hemos estado esperando aquí por
más de una hora! —Gritó Mindy en el otro extremo del teléfono. Ella estaba en el bar con
algunos de nuestros compañeros de trabajo. Todos los viernes nos íbamos a tomar una copa,
a disparar la mierda y el chisme. A veces los internos se presentaban, pero a estas alturas ya
se habrían ido todos. Discutí ni siquiera viniendo esta noche considerando los eventos del
día. Lo último que necesitaba ver eran todas las otras mujeres que cayeron presas de Craft.
Me quito el lápiz labial con una servilleta. —Tenía mucho que ponerse al día, y tenía
que cambiar. —Realmente, necesitaba una ducha y bragas.
—¡Bueno, ven aquí ya!
Colgué el teléfono y desordené mi pelo, agregando más lacas para darle volumen. Me
había cambiado en un par de pantalones vaqueros flacos desgastados y blusa negra con un
diseño con púas. No era nada espectacular, pero era cómodo. Incluso opté por un par de
Chucks negros en lugar de tacones. Tal vez una noche me ayudaría a despejar la cabeza.
Satisfecha con mi apariencia, salí de mi pequeño estudio y tomé un taxi.
Capitulo 9
—¡Aquí estás!— Gritó Mindy a través del pequeño bar. Ofrecí un hola con la mano,
odiando que todos voltearan a mirar mi entrada. Las grandes ventanas dejan que la luz brille
a través de las paredes ligeramente pintadas con modernas luces colgantes. No era la típica
barra oscura. Me gustó lo limpio y fresco que era. Me hizo sentir que no estaba en la
universidad de nuevo las pocas veces que Mindy y yo tropezamos después de demasiados
gin-tonics2.
Mindy estaba sentada con unos pocos coordinadores, y para mi horror, Timothy
estaba sentado frente a ella con un tarro de cerveza vacía. Él nunca salió con nosotros. Estoy
segura de que Mindy estaba emocionada, pero estaba mortificada. Él no era un idiota y sabía
lo que estaba sucediendo en la oficina de Craft.
Su cara se enrojeció cuando me vio, luego llamó al camarero para pedir otra bebida.
Sí, podría necesitar algunos de esos, también.
—¡Tengo tu favorito esperándote! —dijo Mindy entusiasmada, palmeando el asiento
vacío junto a ella.
Tratando de mantener mi aprensión de sentarme tan cerca de Timothy, me uní a ella,
tomando un trago enorme del vaso lleno.
—¿Sedienta? Supongo que no puedo culparte —soltó una risita, tomando un trago
de su propio vaso.
La miré. No íbamos a hablar de esto delante de nuestros compañeros de trabajo.
Finalmente, la gente de nuestra oficina comenzó a disminuir, y para cuando tomé dos
copas, solo quedaban Mindy, Timothy y algunos internos.
—No puedo creer que haya salido —me susurró Mindy al oído—. ¡Él nunca sale con
nosotros! —Estaba mareada por el alcohol. Esta noche podría ser la noche en que ella lo
golpee. No estoy segura de poder quedarme si ella lo invita a otro bar con nosotros. Ya era
bastante difícil sentarse frente a él.
—Tal vez tuvo una semana difícil, también —murmuré, terminando el resto de mi
vaso—. No hagas nada de lo que te arrepentirás.
Ella soltó una risita y arrugó la cara. —No tengo excusas. No es que vaya a acostarme
con él. —Me guiñó un ojo y luego se levantó de la silla—. Tim, ¿qué te hizo decidir salir esta
noche?
Se encogió de hombros, mirando a Mindy moverse alrededor de la mesa y acercarse
a él.
Sonreí. Por cierto, Mindy estaba batiendo sus pestañas, no tenía idea de lo que estaba
buscando.
Negué con la cabeza, tratando de contener mi risa. Necesitaba otra bebida, y el
camarero no se movía lo suficientemente rápido. Encontrándome en el bar, me deslizo en el

2Gin-tonics: Este es un trago clásico preparado con vodka y agua tónica. Es un trago con sabor neutro que
no te dará náuseas.
extremo donde estaba sentado un hombre solo, saludando con la mano a uno de los
camareros—. ¿Puedo obtener otro vodka tónico con una rodaja de pepino por favor?
Él asintió, luego comenzó a preparar la bebida.
—¿Cuántos de esos vas a tener? —Un profundo timbre vino del hombre sentado a
mi lado.
Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Yo conocía esa voz. Me había dado dos
orgasmos hoy.
Mi cabeza giró en su dirección. Allí estaba, vistiendo una camiseta de béisbol y una
gorra de béisbol de los Indian’s3 con vaqueros desteñidos. Casi no reconocí al Sr. Craft
vestido así. Él siempre estaba en un traje de botones con pantalones de vestir de lujo y
zapatos brillantes. Nunca lo había visto luciendo un par de Nikes.
—Señorita. Neely —saludó, volviendo a poner su gorra de béisbol.
—Señor. Craft —imité, todavía un poco atónita por qué estaba aquí, de pie junto a
mí en un bar. Nunca salió con nosotros, y por la forma en que estaba sentado al final del bar,
supuse que no quería tener nada que ver con el resto de sus empleados.
El cantinero preparó una bebida frente a mí y Craft asintió. Se fue antes de que
pudiera sacar un fajo de dinero del bolsillo. —No te preocupes por eso —dijo, tomando un
sorbo de su vaso.
—No tengo una cuenta abierta —le dije, poniendo diez en la mesa. Craft tomó los
diez y me los tendió para que los tomara—. Va por mí.
Le fruncí el ceño. —No puedes comprarme una bebida.
Él me ignoró, luego deslizó el dinero en mi bolsillo delantero. Le di una palmada en
la mano, luego le apunté con el dedo. —No me toques —siseé.
Su frente se levantó bajo su gorra. —Entonces toma el dinero cuando te lo dé.
—¿Por qué estás aquí? —Murmuré, mirando por encima de mi hombro. Mindy y
Timothy estaban enfocados el uno en el otro mientras las pocas internas se reían
desagradablemente y flirtearon con el camarero. Eso explica por qué no vino a rellenar mi
vaso lo suficientemente rápido.
—No creo que te extrañen —dijo rotundamente, tomando otro trago—. Siéntate.
—¿Entonces también eres un idiota exigente fuera del trabajo?
Él me miró. —¿No tienes suficiente de esas personas durante el almuerzo?
Crucé mis brazos. —Normalmente lo haría, pero alguien más tomó mi tiempo hoy
durante el almuerzo.
Él sonrió con satisfacción en su vaso. —Creo que tu almuerzo fue bien empleado.
—¿Repasando una presentación de Power Point? Por favor.
Sus ojos brillaron. —¿Es así como lo vamos a llamar?
—Eso era.

3Indian’s: Cleveland Indians es un equipo de Béisbol de las Grandes Ligas de Béisbol con sede en Cleveland,
Ohio.
—Entonces, ¿eso fue lo que pasó en la tarde? ¿Estábamos revisando una
presentación de Power Point?
Sacudí la cabeza con frustración. —¿Por qué estás aquí?
Él asintió con la cabeza hacia el barman. —Estoy tomando un trago en el bar de mi
amigo.
Le fruncí el ceño. —¿Estás en incognito?
Él me encontró con un ceño fruncido. —¿Por qué dirías eso?
—Porque te estás escondiendo como un cobarde de tus empleados al final del bar,
bebiendo solo.
Se levantó del taburete y se volvió para mirarme. Tenía más de esa colonia amaderada,
y tuve que luchar para no inclinarme más. —No estoy solo.
Miré alrededor, preguntándome con quién vendría. ¿Estaba aquí con una de esas
estúpidas internas? Probablemente la chica con la que se encontró antes de mí esta mañana.
Mi humor se agrió ante la idea. —Bueno, no te retendré —murmuré, intercambiando los
diez que había puesto en mi bolsillo por mi bebida.
Craft agarró mi brazo para evitar que me fuera. —¿Siempre eres tan obstinada? —Su
mandíbula estaba tensa. No le gusta que fuera tan frío con él.
—No me gusta cuando la gente paga por mis bebidas.
—Me refería a que estabas conmigo. Ahora déjame invitarte un trago.
Me reí. —No vine contigo.
Su mirada se encontró con la mía. —Esta bien, entonces vete.
—¿Por qué demonios haría eso? —Dije con perplejidad.
La sonrisa arrogante que tenía cuando creía que era el regalo de Dios para las mujeres
se extendió por su rostro. —Porque tenemos algunos asuntos pendientes.
Saqué mi brazo de su alcance. —Podrías pensar eso. No tenemos nada más que hacer.
Él se mordió el labio. —Este lado tuyo sería asesino en una reunión de ventas.
—Es extraño de tu parte que digas eso, teniendo en cuenta que me mantienes cerca
para ser tu papel impulsor. Claramente, ahora tienes otras intenciones para mí.
Él frunció el ceño en confusión. —¿Empujador de papel?
Mis ojos rodaron hacia el techo. —Sí, Craft. Ahora si me disculpa, tengo que volver
con mis amigos.
Esta vez no me agarró del brazo y estaba agradecida. Lo dejé parado en el bar en
confusión, desafiándolo de nuevo. Pero esta vez no me sentí tan bien al respecto. Se suponía
que era emocionante y me daba confianza, en vez de eso, me sentí como una perra completa.
—¿A dónde fuiste? —Preguntó Mindy. Ella estaba prácticamente sentada en el
regazo de Timothy, su cuerpo sostenido por su muslo. No parecía que se estuviera quejando,
o que tenía una preocupación en el mundo.
—Otra bebida, ya que nuestro mesero esta cautivado con las internas —le dije
levantando mi vaso y luego tomando un gran trago.
Mindy y Timothy se rieron.
—Oye, ven aquí —gritó Mindy al mesero. Sacó su cabeza del pequeño grupo de
rubias, luego se dirigió hacia nosotros.
—Lo siento, ¿puedo traerles otra ronda? —Ofreció.
Mindy asintió. —Por favor. No te molestes en coquetear con ellas, no les pagan una
mierda y oigo que todas tienen ladillas.
Cubrí mi boca y me reí. ¿Ella realmente solo dijo eso?
El mesero entrecerró los ojos y miró a las internas. —Vuelvo enseguida con tus
bebidas.
En el momento en que se fue, los tres nos habíamos puesto a reír.
Capitulo 10
Yo era un jodido idiota sentado en el bar de Cody. Plantar mi culo en el taburete no
se mezcló con mis típicos eventos de la noche del viernes, pero no había habido nada normal
en mi día.
La Srta. Neely siempre había sido una distracción. Cada onza de fuerza de voluntad
que tenía en mi cuerpo murió cuando se inclinó sobre la mesa de conferencias con ese
maldito vestido. Abrazó perfectamente sus caderas, la curva de su espalda rogándome que la
tocara. Había fantaseado con follarla en mi mesa de conferencias al menos dos veces al día,
pero siempre me resistí. Ella era demasiado valiosa para nuestra compañía, y aunque su ética
laboral me excitaba, evité tocarla a toda costa.
Encontrar un asistente con tanta capacidad cerebral como la Srta. Neely hubiera sido
imposible. Así que hacer un avance sexual sería un gran no-no.
Hice mi mejor esfuerzo para evitar meterme en la cama con cualquier mujer en mi
oficina. Los pocos internos agresivos se deslizarían en un momento débil, pero en su mayor
parte, mi trabajo y mi vida sexual se mantuvieron separados. Mi trabajo era todo lo que tenía,
y no iba a dejar que una mujer se joda con eso.
Entonces la Srta. Neely entró con confianza con un nuevo grupo de internos. Se
destacó, principalmente porque era tan malditamente baja entre las rubias de piernas largas y
sus contrapartes masculinas inmaduras. Neely estaba enfocada e impulsada, y no cerró mis
ideas ni se encogió de hombros cuando le di una indicación. Emparejar esa cualidad con los
ojos azules más hermosos que jamás haya visto, era un arma peligrosa que gritaba una
demanda por acoso sexual.
Como el imbécil que era, mantener mis asquerosas manos fuera de ella no sucedió.
Acepté el deseo que me había estado provocando desde que la contraté hace dos años. Esas
caderas deliciosas pusieron mi polla dura todos los días. Estaba frustrado, ansioso por la
campaña del programa. Necesitaba un nuevo par de ojos para ayudar a revisar mi
presentación, y la Srta. Neely me escuchó perfectamente mientras criticaba mi trabajo.
Aprendí sus gestos sutiles cuando ella no estaba de acuerdo o pensaba que lo que estaba
diciendo era una mierda o falso.
Había hecho lo suyo con ese jodido vestido azul, y la caída de las líneas en su cadera
me revolvía la polla en los pantalones. Necesitaba saber qué había debajo de ese vestido, y
los dos años de ser un gilipollas para evitar cualquier tipo de contacto más allá de una relación
laboral se fueron por la ventana.
En el momento en que la toqué, pensé que seguramente me daría una bofetada, pero
se quedó quieta, su pecho subiendo a un ritmo acelerado. Su actitud siempre "tan segura de
sí misma" desapareció con el golpe de mi mano, y como el imbécil manipulador que era,
aproveché, revelando la fruta prohibida que estaba a mí alcance.
Y aquí me senté como un tonto patético, observándola desde la distancia mientras
ella bebía gin-tonics con sus amigos. Debería haber ido allí en vez de esconderme en el borde
del bar fingiendo interés. No me importo el acto de mierda de ella jugando conmigo cuando
llego a mi lado y casi me hizo creer que se arrepentía de nuestras interacciones. La forma en
que no me dio una mierda y no retrocedió me hizo debatir arrojándola sobre mi hombro y
abrirme paso con ella en el baño del bar. Obtener algo más de la Srta. Neely me excitó, y
anhelaba estar en su presencia.

—¿Realmente vas a sentarse aquí toda la noche? —Preguntó Cody, mi mejor amigo
y el copropietario del bar. Llenó otra jarra de cerveza para mí, deslizándola en mi dirección.
Había invertido en este bar de mala muerte porque su sueño era tener un bar, ahora estaba
prosperando.
—Podría también. Tengo que esperar a que tu culo cierre la tienda.
Cody sonrió. —Todos están en la casa.
Levanté una ceja y le devolví la sonrisa. Cody esperaba esta noche durante todo el
año. También fue divertido para mí, pero estaba más interesado en desnudar a la Srta. Neely.
Todavía tenía que verla en forma completa sin ropa. Mi imaginación me estaba volviendo
loco, y sabía que el acuerdo real sería veinte veces mejor.
—¿Qué pasa con la chica? —Preguntó siguiendo mi mirada.
Me encogí de hombros. —Ella es mi asistente.
—Es un poco caliente, en forma de un spinner4 —dijo con una ceja levantada—.
Parece un poco joven.
—Es su ropa. Se viste más madura cuando entra al trabajo.
Cody asintió, luego se ocupó de otro cliente.
La Srta. Neely miró en mi dirección, y me resistí a sonreírle. Ella estaba evitando ser
notada también. Su cabeza se volvió hacia sus amigos, su cabello largo y brillante se agitó
con su movimiento rápido. Yo quería agarrarlo de nuevo. Mis rodillas rebotaban y fruncí el
ceño. ¿Por qué dejo que una mujer controle mis pensamientos de esta manera? Yo era un
idiota por una razón. No fue fácil para mí ser amable, mi primer instinto siempre había sido
ser frío y no dejar que las personas dentro de mi cabeza. Había sido así desde que mi padre
desapareció de mi vida en mi adolescencia.
Miré en su dirección, luego fruncí el ceño. La ira se formó dentro de mí. El camarero
a quien había escuchado a Cody despedir del trabajo hace unas semanas estaba coqueteando
con ella. No podía soportarlo, y él había estado haciendo un movimiento con la Srta. Neely
toda la noche.
Me arrastré en mi asiento para ponerme cómodo. De ninguna manera iba a ir a
ninguna parte sin mí esta noche. Especialmente con ese arrastrado coqueteando con ella.

4Spinner: Hace referencia a las mujeres pequeñas porque surge la posibilidad de que se les pueda dar la vuelta
encima de un chico mientras tienen relaciones sexuales.
Capitulo 11
Fue la última llamada, y me sentía realmente bien. Los gin-tonics se mezclaron
perfectamente. Las internas se habían ido una vez que el servidor comenzó a enfocarse más
en nosotros, y éramos las últimas personas que todavía estaban en su bar. Mindy estaba entre
las piernas de Timothy ahora, su brazo envolviendo sus hombros. La había sorprendido
susurrándole al oído unas cuantas veces. Se sonrojó cada vez, pero cuanto más bebía, más
vagaban sus manos. Ella había estado aplastándolo con él por un largo tiempo. El
arrepentimiento podría venir el lunes por la mañana.
El alcohol me ayudó a olvidarme de Craft. No me impidió mirar hacia donde había
estado sentado. Se había sentado allí durante unas horas, hablando con el cantinero, mirando
la televisión. Algo sobre la informalidad de su atuendo me atraía aún más que los trajes sexys.
Algunas veces haríamos contacto visual. Él también me estaba mirando. A veces sonreía,
otras veces seguía mirando la pantalla. Quién sabía qué pasaría si tuviera el valor de acercarme
a él. Probablemente le escupiría obscenidades, o peor, lo convencería para ir al baño y abrirle
las piernas.
—El tiempo de cierre es en diez minutos —anunció el servidor, guiñándome un ojo.
Le sonreí, agarrando el pepino de mi vaso vacío y llevándolo a la boca. Él era lindo en este
punto de la noche, y habíamos estado coqueteando desde que los internos se fueron.
—¿Y qué haces después de cerrar? —Le preguntó Mindy.
Él me miró con una sonrisa. —Depende de cuáles sean mis opciones.
Me reí con una risita. ¿Estaba él ofreciendo salir con nosotros?
—Sus opciones son reabastecer la barra o trapear los pisos —dijo una voz profunda
detrás de mí. Tanto Mindy como los ojos de Timothy se abrieron de par en par, mientras
que los míos se cerraron.
Esa voz... me hizo mojarme al instante.
El camarero se enderezó. —Por supuesto —le dijo al Sr. Craft—. Iré por sus cuentas.
—Pon lo suyo en la mía.
Mindy se quedó boquiabierta. Ella entrecerró los ojos. —¿Craft? ¿Eres tú?
—Sí, lo soy —dijo con la mandíbula apretada.
—Wow, es como si fueras una persona real —arrastró Mindy.
Craft la fulminó con la mirada.
Timothy se inquietó, su estado de embriaguez se volvió más sobrio al ver a su jefe.
No podría culparlo. Nadie más lo notó acechando en la esquina oscura del bar con su gorra
de béisbol hacia abajo, la mandíbula más larga que de costumbre.
—Debería irme a casa —dijo Timothy, escabulléndose cuidadosamente de Mindy.
No impidió que ella se agarrara del brazo de él.
—Kelsey y yo podemos caminar contigo —ella movió sus pestañas. Timothy miró
hacia Craft.
Solo que Craft no estaba mirando a Timothy y Mindy, estaba pegado a mí.
—No estoy seguro de si es una buena idea —dijo Timothy en voz baja—. Estoy
cansado y tengo una clase de posgrado mañana por la mañana.
—Probablemente deberías descansar un poco entonces —dijo Craft suavemente.
Mindy volvió su nariz hacia él. —No eres su jefe fuera del trabajo. —Se enfrentó a
Timothy, plantando sus labios en su oreja—. Ven a casa conmigo. Me aseguraré de que te
levantes a tiempo para tu clase.
Timothy tragó, luego asintió con la cabeza, girando con Mindy en su brazo. —Te
veré más tarde —saludó a Craft.
Mindy se rió y tropezó junto a Timothy hacia la puerta. Los seguí sin decir adiós.
Cuando salimos, paré un taxi y ayudé a Mindy a entrar. —Vamos —ofreció, tirando
de mi brazo.
—Creo que voy a caminar —le dije, necesitando aire fresco. Había bebido demasiado
y un paseo en automóvil no me pareció atractivo. Aún más cuando supe que Mindy estaría
sobre Timothy. Nada es peor que ser la tercera rueda.
—Esta bien, simplemente no jodas a nadie que yo no haría —soltó una risita.
Negué con la cabeza y cerré la puerta de la cabina. Cuando di un paso en dirección a
mi apartamento, choqué contra un cuerpo cálido. —Lo siento mucho… Oh, solo eres tú.
Craft levantó la frente. Sus brazos cruzados sobre su pecho. —Wow, pasaste de dulce
y sincera a malhumorada en dos segundos.
Me coloqué el pelo detrás de la oreja. —No estoy malhumorada.
—Estabas arrepentida, entonces malvada.
Levante mis labios de un lado. —No estamos en el nivel de la amistad.
Sus pasos siguieron detrás de mí. —Yo diría que hemos pasado la zona de amigos,
¿no es así?
—No creo que eso sea verdad —resoplé—. Primero tendríamos que ser amigos. —
Mis chucks se resbalaron por la acera, necesitando espacio para él.
—Oye, Mack, ¿vienes o qué? —Gritó el barman desde el exterior del bar.
Craft agarró mi brazo, sosteniéndolo con seguridad para que no me alejara. —Dame
dos minutos.
Se giró hacia mí, manteniendo su mano en mi brazo. Su toque se suavizó, su pulgar
acariciando justo encima de mi codo. El contacto me puso la piel de gallina. —¿Qué estás
haciendo ahora?
—Es medianoche, me voy a desmayar.
—No estás caminando a casa, ¿verdad? —Preguntó, frunciendo una línea entre sus
cejas. ¿Estaba preocupado por mí?
—No esta tan lejos. Lo he hecho antes.
—¿Tu sola?
Me encogí de hombros. Normalmente, Mindy volvería caminando conmigo. —Esta
bien iluminado, tengo un teléfono celular.
—No estás caminando a casa sola —espetó.
Tiré de su agarre. —¿Crees que eres el jefe de todos todo el tiempo? Si quiero caminar
a casa, ¡voy a caminar a casa!
Su mandíbula se tensó cuando frunció el ceño hacia mí. —¿Por qué eres tan terca?
Déjame llevarte a casa.
—¡Solo haces esto porque te preocupa que presente una queja!
—No vas a presentar una queja —se burló, su rostro se relajó en una sonrisa
petulante.
—Mierda, no lo haré —espeté.
—Ya lo habrías hecho —dijo—. Puedo traerte a casa o puedes venir conmigo.
—No estoy teniendo sexo contigo —me burlé.
Él parpadeó. —No sabía que asegurarme de que estuvieras a salvo era tener sexo.
Lo miré fijamente. —No soy una maldita idiota. Sé lo que estás tramando dentro de
ese pequeño cerebro masculino tuyo.
El camarero corrió hacia nosotros. —No quiero detener el partido para marcar
territorio, pero Mack, deberíamos irnos. Los muchachos no esperarán mucho por nosotros.
—Perdón por hacerte esperar —murmuré, girando sobre mis talones y dirigiéndome
a mi apartamento.
—Ella pensó que yo quería tener sexo con ella esta noche —dijo Craft en voz alta al
barman.
El barman se rió. —Ella debe tener un gran ego. ¿Cómo defiendes eso en la oficina?
Me detuve en seco, girando y marchando hacia ellos. Ambos me miraron, sonrisas
petulantes en sus caras.
—NO tengo ego —gruñí.
El barman se encogió de hombros. —Entonces ven con nosotros, o deja que te lleve
a casa. Es de noche y se hizo tarde y algunos idiotas intentarán llevarte.
—Algunos trepadores me han estado mirando toda la noche —murmuré, mirando a
Craft.
—Cody, creo que ella se esta refiriendo a tu servidor.
Apreté mis labios. —Sí, eso era exactamente a lo que me refería.
—Ah, y ella es sarcástica —dijo el barman.
—Srta. Neely, estás mostrando todo tipo de lados nuevos para mí —sonrió Craft.
—¿Por qué te importa si camino sola a casa? —Le dije exasperada al hablar con ellos.
—No me importa —dijo Cody rígidamente—. Pero si es la única forma en que puedo
hacer que Mack venga a la noche de fantasía, entonces lo ayudaré a llevarte a casa, a menos
que quieras venir con nosotros.
Un hormigueo corrió por mis brazos. —¿Noche de fantasía? ¿Incluso quiero saber
qué es eso?
Cody y Craft intercambiaron miradas, sus sonrisas se ampliaron.
—¿Por qué no vienes a averiguarlo? —Ofreció Cody—. Tienes suficiente picante
para mantenerte al día con los muchachos.
Levanté ambas manos. —No me gusta eso.
—¿Quién dijo que era eso? —Bromeó Craft.
Cody se rió. —Vamos... ¿Cuál es tu nombre otra vez?
—Kelsey —dijo Craft sin problemas. Nunca antes había usado mi nombre, y sonaba
bien saliendo de su lengua—. Ella va a venir. —Tomando mi mano, entrelazó nuestros dedos
y comenzó a caminar hacia la barra.
Todavía estaba en shock por lo normal que sonaba Craft cuando dijo mi nombre,
siendo arrastrado ciegamente junto con él. No tenía idea a dónde íbamos o qué estábamos
haciendo. Debería haber exigido que dejara de arrastrarme y correr hacia el otro lado.
¿Quién sabía qué significaba la noche de fantasía? Nada acerca de eso sonaba como
si fuera algo que debería estar haciendo con hombres extraños. Bueno, nada de lo que debería
estar haciendo con mi jefe. Quien pasó para dar increíbles orales y maravillosos remolinos
de cadera.
Capitulo 12
—Sr. Craft, tal vez debería llevarme a casa. —Le dije nerviosamente, parada fuera del
lado del pasajero de su Maserati. Él había abierto la puerta, esperando que subiera a su auto.
—Deja de pensar demasiado sobre esto —sonrió—. Sé que no estás cansada, y puedo
decir que eres curiosa.
—Sea cual sea la mierda estrafalaria que te pongas, voy a dudar de que esté abajo.
Se ajustó el sombrero. —Sube al auto, Kelsey.
Tomé una fuerte inhalación, luego hice lo que me pidió. ¿Por qué estaba siguiendo
sus órdenes? ¿Era porque estaba usando mi primer nombre? Tonta. No es como si me excitara
cuando alguien más dice mi nombre.
Cerró mi puerta lateral y caminó hacia la suya. El interior de cuero era atractivo para
mi nariz, y el leve aroma de su colonia se mezclaba perfectamente con el olor del auto nuevo.
Eché un vistazo al reloj. 12:15 a.m. —Nada bueno sucede hasta esta noche —suspiré
mientras abrochaba mi cinturón de seguridad.
—No pondría una marca de tiempo en problemas. —Sonrió, revisando los espejos
y arrancando su auto. Salió del estacionamiento y agregó—: Parece seguirme sin importar la
hora del día.
Subió por la rampa del estacionamiento y pasó la salida de acceso VIP. —Tal vez
debería saltar del auto entonces.
—¿Qué divertido sería eso?
Este lado lúdico de Craft era extraño. Estaba acostumbrada a la línea recta, no al
Craft sin sentido. —Creo que sería bastante doloroso en realidad —refunfuñé.
—Entonces, quedémonos quietos. Ya estoy llegando tarde. Los muchachos me van
a agarrar por las pelotas ahora.
¿Estaba siendo serio o hipotético?
—Afortunadamente, estamos cerca. —Entraba y salía del tráfico a un ritmo rápido,
y si él no fuera un conductor tan suave, hubiera temido por mi vida.
—Aquí estamos. —Sonrió, estacionando en la calle frente a un edificio viejo y
angosto. Las paredes eran de espeso hormigón que combinaban con los escalones que
conducían a la entrada. Los arbustos estaban cubiertos de maleza y los barrotes protegían las
ventanas en el nivel inferior.
—Esto no grita escalofriante en absoluto —murmuré, observando la unidad
descuidada.
—Él acaba de comprarla hace una semana más o menos. Esta trabajando de a dentro
hacia afuera. —Levanté una ceja, frunció el ceño y luego se bajó de su lado del coche. Lo
seguí, consciente de que este podría ser el final. Craft estaba a mi lado antes de que pudiera
cerrar la puerta—. ¿Siempre juzgas un libro por su portada?
Negué con la cabeza, curiosa por qué su humor estaba cambiando. La mirada dura y
el tono áspero eran más su estilo, pero una fracción de mí comenzaba a disfrutar de su lado
más relajado.
—Entonces deja de ser una de esas chicas —dijo.
Crucé mis brazos, sin moverme de mi lugar. —No me conoces.
Él entrecerró los ojos. —Sé más de lo que piensas.
Ahora estaba frunciendo el ceño. —¿Por qué? ¿Porque me dominas todo el día y yo
cumplo? ¡Noticia de última hora, tengo que hacer lo que dices en el trabajo!
Sus ojos bailaron. —Sé cómo tomas tu café, que comes en el mismo restaurante
aburrido todos los viernes para almorzar, y que nunca te pones jeans en esos horribles días
ocasionales que mi compañero insiste en tener. Y sobre todo, harás lo que yo diga cuando
quiera.
—Gilipollas… —Envolvió un brazo alrededor de mi cintura, tirando de mí al ras con
su cuerpo. El aire se escapó de mis pulmones antes de que pudiera terminar mi frase.
Inclinó su cabeza hacia abajo, agarrando mi barbilla con su otra mano. Nuestras
bocas estaban a centímetros de distancia. —Me encanta este lado tuyo, —susurró, su
respiración pesada—. Cómo sabes lo que quieres y no tienes miedo de decir lo que piensas,
pero, por favor, confía en mí.
Mi propio pecho estaba agitado ahora. Quería que mantuviera sus manos encima,
que me mantuviera cerca de él como lo hacíamos en su oficina. —Confío en ti —le susurré—
. ¿Cómo sabes todo eso sobre mí?
Su pulgar acarició mi mandíbula y el imán que nos unía era cada vez más fuerte. —
Llámame observador. Un buen jefe sabe una cosa o dos sobre sus empleados. —Sus ojos
vagaron hacia mi pecho y de regreso a mi boca. El hambre estaba descaradamente allí.
Mi cuerpo no pudo resistir más.
Me puse de puntitas, reuniendo mi boca con la suya, inclinando su sombrero hacia
arriba. Mis brazos se envolvieron alrededor de su cuello, atrayéndolo hacia mí. Se arrastró
sobre sus pies, al principio por sorpresa, pero luego se mantuvo en su lugar, abrazándome
con ambos brazos contra su pecho.
Su lengua se zambulló entre mis labios, buscando y explorando. Estaba más que
dispuesta, amando sus manos atrevidas que subían de mi espalda a mi trasero, apretando
ambas mejillas y pulsando en mi pelvis. Él estaba listo para irse, y yo estaba dispuesta a dejar
que se saliera con la suya en el capó de su costoso automóvil.
En cambio, me levantó, manteniendo nuestras bocas moldeadas juntas, y pasó a
través de la valla rota. Seguramente me estaba preparando para la noche de “fantasía”. Si es
así, estaba haciendo un gran trabajo, porque en este momento estaba lista para cualquier cosa.
El calor de su cuerpo hizo que se encendieran interruptores en mi cerebro que no sabía que
tenía.
Las luces del edificio se desvanecieron mientras me cargaba.
Mis labios se separaron de los suyos. —¿A dónde me llevas? —Pregunté sin aliento.
Él mordió mi labio inferior. —No puedo esperar —gimió, besándome de nuevo con
toda su fuerza.
Gruñí en su boca. Yo tampoco quería esperar.
Encontró un descanso en los arbustos, las arrugas de las rocas de lava se rasparon en
mis oídos por sus zapatillas de deporte que se abrían paso a través de ellas, y luego la frialdad
del concreto estaba en mi espalda.
Abrí mis piernas de su cintura, me bajó, y luego rápidamente comenzó a trabajar en
el botón y la cremallera de mis jeans.
Le quité el sombrero y le pasé las manos por el pelo mientras trabajaba,
empujándome los pantalones hasta los tobillos. Él vino a besarme, deslizando su mano
dentro de la tela apenas allí.
Su labio se curvó en satisfacción mientras sus dedos se deslizaban entre mis pliegues.
—Me gustan estas bragas cuando están debajo de tu vestido.
Sonreí. —Eres un cerdo.
Él movió sus cejas, luego hundió dos dedos dentro de mí. Gemí por la sensación
exquisita, deseando deshacerme por completo de mis jeans, pero me tenían atrapada por los
tobillos. —No soy el que llevaba puestas las escandalosas prendas interiores para trabajar,
luego torpemente puse la cara en el suelo.
Le apreté el pelo, e hizo una mueca, pero bombeó su mano más rápido.
—¿Así que decidiste mirar mi culo desnudo en lugar de ayudarme? —Gruñí, amando
el ritmo que había empezado a usar.
—Te las habría arrancado y te habría follado allí mismo en el piso. —Admitió,
pasando los labios por la curva de mi cuello.
—Todavía eres un idiota por no ayudarme.
Retiró su mano y me giró, inmovilizándome contra la pared. —Nunca dije que no lo
era. Pon tus manos en la pared.
—Di, por favor. —Exigí, mirando por encima del hombro.
Su mano ahuecó mi trasero, su dedo medio burlándose de mi entrada sobre el encaje.
—Creo que deberías decir gracias primero.
—¿Gracias por qué? —Me apreté contra él, queriendo que su dedo atravesara la tela
y se deslizara dentro de mí.
Él mordió mi hombro. —Por no ser codicioso.
—Siempre eres codicioso. —Gruñí, moviendo la mitad inferior con impaciencia.
—No cuando se trata de follarte —murmuró en mi oído, finalmente empujando sus
dedos dentro de mí.
Suspiré de felicidad y puse ambas palmas sobre el concreto.
—Que niña. —Alentó. Sus dedos se movieron perezosamente dentro de mí, y el
sonido de su cremallera abriéndose era fuerte en la noche quieta.
Su mano abandonó mi necesitado agujero, tirando de la tela de mi ropa interior hacia
un lado. —Esto podría ser rápido, amor, pero obtendrás lo tuyo, lo prometo.
Tirando de mis caderas hacia atrás con la otra mano, rápidamente sentí la suave punta
de su pene tentando mis pliegues mojados. Era cálido y duro, y no quería nada más que
sentirlo enterrado dentro de mí otra vez.
Su rápido y único aliento fue el único sonido que pude escuchar. La calidez de su
mano subió por mi espina dorsal, manteniéndome abajo mientras se guiaba dentro de mí.
Mis paredes se estiraron, y suspiré de alivio. Estaba cómodo dentro de mí, llenándome hasta
el borde. Él se quedó quieto, llenándome completamente. —Joder, encajo perfectamente.
Pensé que podríamos tener un problema con nuestra diferencia de altura y sin tacones, pero
maldición. —Gruñó—. Estás tan apretada, agarrándome como un guante.
La quietud de sus caderas me estaba volviendo loca, y no pude evitar presionarlo
nuevamente. Quería extender más las piernas, pero estaba limitada por mis jeans. Lo había
hecho a propósito, uniéndome en su lugar como él quería. Manos sobre mi cabeza y piernas
apenas abiertas para la entrada perfecta desde atrás.
Sus caderas se movieron más rápido, y el golpe de su polla en las paredes era perfecto.
Debería haber tenido miedo de ser atrapada, o el hecho de que estábamos jodiendo
sin condón otra vez, pero se sentía tan bien ser mala con mi jefe.
Por la respiración superficial de su boca estaba segura de que él estaba cerca, y no
habría forma de que pudiera dejarlo colgando por tercera vez. Fue empoderador, pero no
quería, no ahora. Quería sentir su semilla caliente estallar dentro de mí.
Gracias a Dios por mi doctor sugiriendo fuertemente el DIU en mi cuerpo.
Su mano ahuecó mi pecho sobre mi top sin mangas. —Uno de estos días te
conseguiré completamente desnuda. —Me susurró al oído, me pasó el otro brazo por la
cintura y palmeó mi montículo. Su dedo medio y el índice encontraron mi clítoris, rodeándolo
furiosamente mientras empujaba dentro de mí.
Quería ayudarlo, sentir su polla gruesa entrar y salir con mi mano contra mi nudo.
Pero no me atreví a mover las manos por miedo de que se detuviera. Ahora estaba en el
camino y ansiosa por la gran final.
—Quiero que lleguemos al mismo tiempo —susurró a lo largo de mi oreja—. No
puedes escapar de mí ahora, cariño.
Él rodeó sus dedos exactamente de la misma manera en que yo le mostraba antes ese
día, y mis piernas comenzaron a temblar en preparación. Craft se dio cuenta de que estaba
cerca, manteniendo el mismo ritmo que sus dedos y giró en un movimiento circular con sus
caderas.
La burbuja de pasión estalló dentro de mí, y me fui, apretando mis paredes como un
vicio a su alrededor, absorbiéndolo mientras mi excitación me inundaba. Giró mi cabeza con
su mano, tragando mis gemidos de placer con su boca.
Él gruñó y sufrí un espasmo, presionando mi estómago con una mano mientras se
venía, crispando mientras salía dentro de mí. Podía sentir el golpeteo de su pecho contra mi
espalda curva. Nuestros cuerpos encajaban como un rompecabezas. Su polla todavía era una
roca dentro de mí cuando me calmé, y si no estuviera fuera de la casa de alguna persona
extraña, podría haber captado la realidad.
Di un paso hacia la pared, haciendo que se deslizara desde mi centro. Con manos
temblorosas, ajusté mi ropa interior, la humedad evidente en mi ropa íntima. Lo sentiría toda
la noche. Subí mis jeans por mis piernas y jugueteé con el botón, mis manos temblaban por
lo que acababa de pasar.
Craft subió su cremallera y luego pasó sus manos por mis brazos. Me movió el pelo
hacia un lado y me besó la parte posterior del cuello. —Se supone que debes estar más
relajada.
Tenía miedo de enfrentarlo. —Creo que simplemente hice las cosas más complicadas.
Su nariz corrió a lo largo de mi hombro. —No pienses así. No hasta el lunes por la
mañana. —Tomando mi mano, me tiró así que estaba frente a él. Sus ojos eran cálidos,
bondad fluyendo de ellos. Ayudó a calmar mis nervios que estaba relajado.
—Deberíamos entrar, de lo contrario Cody nos llamará por llegar tarde.
El temblor en mi mano se deslizó por mis brazos y por todo mi cuerpo. En el
momento en que nos besamos, me había olvidado por completo de por qué estábamos allí.
Noche de fantasía.
Miré hacia abajo, el brillo travieso en sus ojos me hizo sonrojar. La excitación en sus
pantalones todavía estaba allí, y mi corazón latía más rápido.
Odiaba a este hombre con pasión esta mañana, pero para este momento, todo lo que
quería era complacerlo. —¿Me prometes una cosa?
Levantó mi barbilla, obligándome a mirarlo. —¿Y eso sería?
Me mordí el labio y crucé los brazos. —No sé de qué se trata esta cosa esta noche,
pero, ¿no me dejes sola?
Su ceño fruncido regresó. —Nadie te tocará. No ahora.
Tomando mi mano, me guió por el edificio y al porche delantero.
¿Qué quería decir con que ahora no? ¿Pensaba que tenía algún tipo de reclamo sobre
mí? ¿Mi estado de trabajo simplemente se mezcló con mi estado personal?
—Tal vez deberías llevarme a casa —susurré, abrumada por todo lo que había
sucedido entre nosotros. No estaba lista para que su forma masculina alfa se adhiriera a mí
como todo lo demás en su vida.
—¿Qué? ¿Tratando de huir de mí otra vez?
—No. Dejaría mi trabajo si quisiera huir de ti.
Sus cejas se juntaron. —No estás planeando hacer eso, ¿o sí?
Me mordí el labio inferior. No quería renunciar, pero tal vez sería lo mejor. No podía
esperar que tuviera sexo cuando quisiera. Ya fallé miserablemente poniéndoselo difícil.
Él me apretó la mano. —Estarás a mi lado todo el tiempo, no renuncies a mí ahora.
—Bien. Vendré a tu noche de fantasía, lo que sea que eso signifique.
Él asintió con la cabeza en señal de apaciguamiento e ignoré el ansioso contratiempo
en mis entrañas. Confiaba en él. Craft no me dejaría fuera de su vista. Era un hombre de
palabra. Cuando los planes no seguían su curso, se enfurecería y hacía todo lo que estuviera
a su alcance para redirigirlos. Era una de las cualidades que admiraba de él.
—Vamos —dijo suavemente, abriendo la puerta de un vestíbulo. El interior era un
suelo de mármol que conducía a un ascensor, ricamente revestidos con paneles de madera
de caoba, una puerta a cada lado del vestíbulo con un número. Era un edificio de
apartamentos, y mucho más atractivo por dentro que por fuera.
Craft me llevó al ascensor, el sonido era fuerte cuando se trataba de nosotros. La
puerta se abrió, y tiró de mí hacia adentro. Los espejos nos rodeaban, un elegante candelabro
cromado colgaba del techo. Craft presionó un botón en el último piso, y contuve la
respiración.
Acariciando con su pulgar el mío debería haber sido suave, pero no estaba nada
tranquila. Noche de fantasía. Seguía imaginándome hombres sin camisa caminando,
coqueteando y teniendo una orgía u otra mierda rara y extraña que era una ingenua realidad.
¿Estaba Craft realmente en esas cosas locas? Supongo que iba a averiguarlo.
Capitulo 13
Respiraciones cortas escapaban de mis fosas nasales con cada piso que subíamos.
Solo había cuatro, y el viaje fue como una eternidad. Craft simplemente se mantuvo erguido,
su cabello oscuro y sexy se sacudió de mis manos, algunos mechones cayeron sobre su frente.
Normalmente estaba elegantemente diseñado, pero esta apariencia combinaba con su ropa
informal.
Me gustaba demasiado para mi propio bien.
No me distrajo lo suficiente de lo que estaría detrás de esas puertas de ascensor.
—¿Lista? —Preguntó cuando el ascensor llegó al piso superior.
—No —me atraganté, inquieta a su lado.
Él guiñó un ojo, luego miró hacia la puerta.
Mi corazón se aceleró, preparándose para lo que estaría del otro lado. Me había
convencido de que un hombre desnudo nos recibiría.
Finalmente, las puertas se abrieron, y una mezcla de risas, voces fuertes y crujir de
personas llenó mis oídos. Abriendo mis ojos, estaba desconcertada por lo que vi.
Craft me dio un codazo con el codo. Su sonrisa era traviesa, sabiendo que había
imaginado algo completamente diferente de lo que realmente estaba sucediendo. —
Bienvenida a Noche de Fantasía.
Cody nos recibió. —¿Tomaste la ruta escénica? —Bromeó, palmeando a Craft en la
espalda cuando bajó del ascensor.
Soltó mi mano para sacudir la de Cody. Me crucé de brazos, observando a los veinte
hombres de todas las edades dentro del apartamento con techos altos y pintura de
imprimación en las paredes. Algunos se sentaban en una mesa con papeles y folletos,
mientras que otros estaban en sofás. Algunos estaban de pie junto a un barril en la cocina a
medio construir. Pizarras blancas con cuadrículas y números cubrían una pared.
De repente, el ruido se detuvo, y todos me miraban.
—Santo cielo, no estabas bromeando —dijo el tipo que servía cerveza, desbordando
la copa roja en su mano. El hombre que esperaba la cerveza saltó cuando se desbordó sobre
sus zapatos.
—¡Maldición, Sean, mira lo que estás haciendo! ¡Actúas como si nunca hubieras visto
a una mujer!
—No lo ha hecho —cantó la voz del entrenador al otro lado de la sala. La risa estalló,
y el hombre que vertía cerveza frunció el ceño.
—No te he visto con una mujer últimamente Scooter —le gritó, metiendo la cerveza
en el pecho del hombre que esperaba.
—Eso es porque no quiero perder mi tiempo o dinero con una —me miró con una
sonrisa descarada—. No te ofendas, cariño.
—No lo hago.
—Ignóralo. Él sufre por ser rechazado repetidas veces —dijo Cody—. Me alegro de
que estés aquí, así finalmente podemos comenzar.
—Sí, gilipollas, ¿qué coño te tomó tanto tiempo? —Preguntó el hombre que estaba
vertiendo cerveza en otra copa.
—Tenía algunos asuntos que necesitaba atender —respondió Craft—. Sabías que iba
a llegar tarde.
—Estás bajando en la lista de selección.
—Recordaré que viene la temporada de juegos —dijo Craft, señalando con su dedo
en la dirección del hombre. La sonrisa engreída que estaba apoyando decayó.
—¡Sabes que soy bueno para los comercios!
Craft puso su mano sobre mi espalda baja, llevándome al espacio inacabado.
Claramente estaba pasando por una remodelación, junto con el resto del edificio. La
arquitectura con diferentes ángulos en los techos y arcos era hermosa. El piso era de bambú
claro, y lo quería para mi pequeño espacio.
—¿No es lo que esperabas? —Preguntó una vez que los hombres comenzaron a
hablar entre ellos. Caminamos a través de un arco hacia una sala masiva con solo un colchón
y plástico en el piso. El borde fue pegado con cinta adhesiva, indicando que el trabajo de
pintura estaba en un futuro cercano.
—No, para nada —confesé, abrazándome para sentir calor. La entrada a la amplia
sala de estar abierta, el comedor y la cocina eran cálidas para todos los cuerpos. Esta
habitación estaba helada.
Craft se acercó a mí. —Noche de Fantasía es para nuestra liga de béisbol de fantasía.
Apreté mi mandíbula en confusión.
Craft se rió. —Nos juntamos y elegimos jugadores de toda la liga para hacer nuestros
propios equipos, luego seguimos las estadísticas a lo largo de la temporada. Winner se lleva
a casa una gran parte del cambio, y puede ir conmigo al juego de postemporada de su elección
Dejé escapar un gran suspiro de alivio. —Suena divertido.
Sus cejas se entrelazaron. —¿Qué pensaste que era?
Me encogí de hombros, avergonzado de decirle lo que realmente pensaba.
—Srta. Neely —dijo con su voz profunda y sexy—. Te hice una pregunta, espero
que respondas.
Mi lengua se quedó atrapada en mi garganta. Estaba siendo autoritario, y
normalmente me molestaba cuando estaba exigiendo. Esta vez era diferente, me excitó. Era
su voz dominante, una que había usado para mí solo unas pocas veces. Cada vez que termino
en la tierra rompiéndome a orgasmos.
Su mano encontró mi cadera. —Fantasía: la formación de imágenes mentales,
especialmente fantasías maravillosas o extrañas; imaginativa conceptualización —su otra
mano encontró mi mejilla—. ¿Qué estabas imaginando cuando dije fantasía?
Tomé una fuerte inspiración, disfrutando de la forma en que su mano se sentía
enredada con mi piel. Cambié de frío a calor en cuestión de segundos.
—¡Mack, vamos a comenzar la primera ronda! —Gritó Cody desde la otra habitación.
Hubo murmullos después de mi risa. Sin duda, pensaron que estábamos creando algunas de
nuestras propias fantasías.
—Continuaremos esta conversación más tarde —prometió, quitándome los dedos
de la cara y tomando mi mano.
Algunos de los hombres aplaudieron cuando volvimos a entrar en el gran espacio.
Craft, saludó con la mano, luego me llevó a una silla abierta en el área de la sala de estar.
Scooter y los otros hombres a ambos lados tenían la nariz en una revista, mientras que otro
estaba sentado en el suelo con un bloc de papel, garabateando nombres en sus hojas.
Craft regresó con su propia revista y una bebida. Me entregó una copa, luego se sentó
en el suelo, apoyándose en la silla del sofá.
Mis ojos casi se salieron. Nunca lo había visto sentarse en el suelo, no esperaba que
cediera un asiento para mí. Lo hizo sin dudarlo.
—De acuerdo, idiotas, ya que Mack nos ha bendecido con su presencia, ¡es hora de
que comience la selección anual de fantasía de béisbol! —Anunció Cody. Siguieron aplausos
y algunos gritos, y Cody comenzó a hablar de reglas, sosteniendo un marcador de borrado
seco en el tablero.
Me reí tontamente, dándome cuenta de lo tonto que era mi cerebro al pensar que iba
a entrar en una orgía gay.
Craft me entregó el folleto, abierto en una página que se llamaba pitchers. Estaba
lleno de estadísticas, números y nombres que no sabía.
—Elige uno —dijo suavemente.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Solo elige uno. Mi turno es el siguiente.
Estaba desconcertada. —¡No! No tengo idea de quién es bueno y quién no. ¡Perderás
si escojo!
Scooter se rió desde el sofá. —Pierde cada año.
Mis cejas se fruncieron. La palabra perder no estaba en el vocabulario de Craft.
Él se encogió de hombros. —Ves. Tal vez necesito un cambio de táctica. Siempre
miro los números cuando debería ir con mis instintos. Elige un jugador.
Me mordí el labio y tomé la revista. —¿Hay fotos? —Craft frunció el ceño, y me
encogí de hombros—. Solo preguntaba.
—¡Ja! ¡Ella quería elegir según el color de su jersey! —Bromeó Scooter.
Los pocos hombres se rieron y mi sangre comenzó a hervir. —En realidad, quería
verificar el tamaño del bulto en sus pantalones.
Los hombres dejaron de reír. Ellos no esperaban eso. Craft me apretó el tobillo y me
lanzó una mirada.
Levanté una ceja, desafiándolo a decir algo. Su mirada se convirtió en una sonrisa.
—Mack Daddy, es tu chico grande —informó Cody.
Craft asintió para que yo elija.
—Um... él. —Chillé, señalando un nombre en la larga lista. Craft miró el nombre y
luego me miró.
—¿Estás segura?
—Tengo un buen presentimiento sobre él.
Él negó con la cabeza y sonrió. —Esta bien, si tú lo dices. Me llevaré a Stellenos.
La sala rugió de risa. —¡Guau, realmente quieres perder! —Scooter se rió entre
dientes.
Mi cara se sonrojó. —Realmente no deberías dejarme hacer esto.
Craft pasó su mano por mi pantorrilla. —No te preocupes, solo necesita que alguien
tenga un poco de fe en él.
—Más como si necesitara un milagro. Todo lo que Sports Center ha mencionado es
cómo esta a diez lanzamientos de tirar el brazo —gritó Sean desde el barril.
Cody miró a Sean. —¿No fue tu primera elección, Jakowaski, el año pasado? Ya
sabes, ¿el tipo que se rompió el tobillo en el entrenamiento de primavera?
La sonrisa de Sean se vino abajo. —Sucedió después de la Noche de Fantasía.
—Lo que sea. —Cody lo despidió, luego se movió a la siguiente persona.
—¿Cuántos jugadores eligen? —Pregunté bostezando. Era casi la una de la mañana.
Por beber mi parte justa de alcohol y mi típica hora de acostarse a las diez en punto, estaba
lista para dormir.
—Dieciocho.
Mis ojos se agrandaron. —¿De verdad? Hay más de veinte personas aquí. Eso tomará
toda la noche.
—¿Por qué crees que te mostré dónde estaba la habitación? Si estás cansada, adelante
ve y recuéstese.
Mis nervios se pusieron en alerta máxima cuando busqué en la habitación. Los
hombres estaban en todas partes. ¿Qué pasaría si siguieran bebiendo y se pusieran
juguetones? No me gustaban las gangbangs, y estoy segura como la mierda de que no
confiaba en nadie aquí aparte de Craft.
—Oye, deshazte de la cara de gatito asustada. Te tengo. —Su voz era asertiva, pero
la suave caricia de su mano contrarrestó su tono de idiota.
Absorbí una gran respiración. —Lo sé. Tal vez haga un poco de café. No quiero
perderme la “Noche de fantasía”. —Sonreí, agitando mi copa.
Se levantó y me la quitó, luego se inclinó para que sus labios rozaran mi oreja. —
Todavía no me has dicho cuál era tu fantasía.
Un hormigueo se deslizó por mi piel, y no pude ocultar la sonrisa que se extendió
por mis labios. Agarré su camisa. —No me preguntaste cuál era mi fantasía, solo preguntaste
en qué creía que me estaba metiendo. Son completamente diferentes.
Él apoyó una mano en la silla del sofá, un brillo de picardía en sus ojos mientras me
miraba. —Planeo saber ambas cosas. —Incliné mi cabeza para encontrar sus labios, pero él
se levantó demasiado rápido, guiñándome mientras retrocedía con mi copa.
Capitulo 14
Mi primer Red Bull estaba funcionando, y estaba en mi tercera selección. Craft me
dio una lista de los primera base.
—¿Cuántos hay? —Pregunté, hojeando el folleto.
—Muchos —bromeó—. Escoge uno de la tercera página.
Levanté una ceja.
—¿Tienes un nombre en mente?
Él se encogió de hombros. —Cualquiera que creas que es mejor.
Suspiré, hojeando la revista. Este tipo tenía altos números. —¿Qué tal, Derek
Outerman?
Cody inclinó la cabeza hacia un lado. —No es una mala elección.
Le di una amplia sonrisa.
Craft se levantó del suelo y me tendió su mano una vez que Cody pasó a la siguiente
elección. —Ven aquí, quiero mostrarte algo.
Miré alrededor de la habitación y todos los hombres tenían sus narices en sus folletos
de jugadores. Tomando mi mano, me sacó del asiento y me llevó de vuelta al dormitorio.
Me resistí cuando llegamos al arco. —Whoa, whoa, ¿qué estás haciendo?
Sus cejas se contrajeron, luego buscó en el techo. —Te dije que quería mostrarte algo.
Eché un vistazo a sus jeans. —Ya lo he visto.
Sacudió su cabeza, mordiéndose el labio para contener su risa. —Vamos, mente sucia.
Quiero mostrarte por qué compré este lugar.
—¿Es tuyo?
Él asintió, tomando mi mano y tirando de mí por el pasillo.
—¿Por qué no dijiste eso en primer lugar?
—Porque no es completamente mío. Cody y yo compartimos los beneficios. Él esta
modelando mientras yo estoy manejando inquilinos. Los dos seguimos discutiendo sobre
quién conservará este lugar.
—¿No vives en el edificio Pinnacle? ¿En la avenida West Lake?
Abrió una puerta de otra habitación que conducía a un pequeño porche con una
escalera de caracol afuera. Los animados sonidos de alarma y bocina de la ciudad estaban por
debajo de nosotros. —Sí —dijo lentamente— ¿Me estás acosando?
Le fruncí el ceño. —Ordeno tu limpieza en seco todos los viernes.
Su pulgar acarició su barbilla. —Esta bien.
Miré hacia abajo, dándome cuenta de que estábamos más arriba de lo que pensaba.
—¿Qué pasa, miedo a las alturas?
Negué con la cabeza y lo evité, trepando la estrecha escalera con facilidad. Él me
siguió.
—Deja de mirarme el culo —le advertí en broma.
—¿Es por eso que fuiste frente a mí? ¿Para acusarme de mirar?
Lo miré por encima del hombro. —Tal vez yo quería que lo hicieras.
Su labio se curvó hacia arriba. Era tan malditamente guapo cuando me sonreía así.
Tuve que dar media vuelta y subir corriendo las escaleras. No podía dejar que su sonrisa me
afectara tan fácilmente.
Estaba pisándome los talones, cuando apenas pisé en el primer escalón.
No pude evitar reírme. Estaba actuando como una adolescente que quería ser
perseguida por el niño popular.
Aparentemente en un punto el dueño usó este espacio. Había sido decorado, y en su
mejor momento, probablemente era hermoso. Pero como el exterior de la casa, estaba
gastada y hecha jirones. Una fuente decorativa de mármol estaba en el centro, cubierta de
malas hierbas y guarnición descuidada. El ladrillo decorativo en el suelo estaba lleno de malas
hierbas. No sabía mucho sobre la vida vegetal que podría vivir en la parte superior de un
edificio.
El horizonte de la ciudad estaba a nuestra vista, las luces de todo tipo mantenían viva
la ciudad en el silencio de la noche. Pudimos ver todo lo que la ciudad tenía para ofrecer
desde aquí. Nunca había estado en un tejado como este. Las alturas no son lo mío.
Craft me llamó al otro lado de la azotea. —Es por eso que compré la propiedad.
Siguiendo su voz, pasé junto a una agrupación de plantas demasiado grandes y fui
hacia él. Ambas manos estaban sobre una barandilla, mirando hacia el horizonte.
Me puse junto a él, con cuidado de mantener mi distancia del borde. No confiaba en
la raquítica barandilla que una vez fue negra pero que ahora estaba medio oxidada.
—Tengo la vista perfecta.
Mi mirada siguió a la de él. —¿El campo de béisbol?
Una sonrisa se formó en su rostro. —Sí. Me encantan los A's5. Tengo boletos de
temporada.
—Si tienes boletos de temporada, ¿por qué molestarse en comprar un lugar donde
puedas ver los juegos?
Sus ojos cayeron al suelo, su mandíbula se tensó. La energía en el aire se espesó entre
nosotros mientras él estaba allí, procesando mi pregunta. Cualquiera sea la razón, no fue
porque no había pensado en eso. Había más de por qué compró este lugar.
Soltó sus manos de la barandilla, una encontró su bolsillo y la otra se frotó la parte
posterior de su cuello.
—No tienes que decirme. —La visión de Craft siendo vulnerable debería haberme
hecho feliz, pero me dio ganas de consolarlo.
Él se encontró con mi mirada. —Veía los juegos con mi padre desde esta azotea.
—Entonces, ¿viviste aquí cuando eras más joven?

5 A’s: Oakland Athletics (Atléticos de Oakland), equipo de las grandes ligas de béisbol de los Estados Unidos.
Él hizo una mueca. —No exactamente. Vivíamos al otro lado de la ciudad. Una pareja
mayor vivía aquí.
—¿Cómo veías los juegos entonces?
Sus ojos se iluminaron. —Se iban a la cama a las siete, así que nos escabullíamos aquí
por la escalera de incendios.
Emparejé su sonrisa. —Eso es muy valiente de su parte, Sr. Craft.
Su encantadora sonrisa se volvió tortuosa. Dando un largo paso hacia mí, murmuró:
—Tú de entre todas las personas sabes que me gusta arriesgarme.
Mi corazón latía más rápido con su proximidad. La última vez que me miró así, hizo
que me quitaran las bragas.
Mi mano encontró su pectoral, flexionándose contra el músculo duro. —Solo tomas
riesgos si te hace ganar dinero.
Él sonrió. —Por qué sí, eso es correcto, Srta. Neely.
Ambas manos encontraron mi mandíbula, inclinando mi cara para que pudiera ir a
matar. No luché contra sus avances. Ya había tenido sexo con él, ¿a qué otras travesuras
podríamos meternos? Me encargaría de mi culpabilidad consciente el domingo por la noche,
y probablemente por el resto de mi tiempo en Craft Marketing. Por ahora, iba a ceder a mi
deseo. Especialmente cuando no estaba siendo un imbécil.
Agarré su cabello, tirando de él, girando su cabeza para poder sumergir mi lengua en
su boca. Él gimió, soltando mi mandíbula y envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.
—Te gusta tirar del cabello, ¿no? —Respiró, mordiendo mi labio inferior.
Lamí la costura de su boca, agarrando otro puñado. —Tal vez.
Él me besó más fuerte, su propia mano tomando mi cabello. Mis labios se abrieron,
convirtiéndose en un gemido por el tirón de su mano.
Sus dientes brillaban. —También te gusta. —Encontrando mi mandíbula con su
boca, plantó besos calientes y abiertos en mi cuello, bajando el tirante de mi top hacia un
lado para que pudiera viajar a través de mi hombro desnudo. El rastro de humedad
hormigueaba a lo largo de mi piel, el aire fresco de la noche intensificaba la sensibilidad.
Astutamente, su mano se arrastró debajo de mi camiseta sin mangas desde el frente,
levantándola para que mi cintura quedara expuesta. Se detuvo en el borde de mi sujetador,
su pulgar rozó el alambre de abajo. Mi corazón se estremeció, ansiosa por que su mano vagara
más alto.
Quitando su boca de mi piel, se enderezó, acariciando el costado de mi cuello con la
otra mano. Mis ojos estaban cerrados, anticipando su próximo movimiento. Cuando los abrí,
él estaba mirándome, su mandíbula tensa.
Solté mis manos desde la parte posterior de su cabeza. —¿Qué pasa?
Buscó en mi rostro, luego negó con la cabeza, su boca encontró la mía otra vez.
Esta vez, no fue tierno. Fue apasionado, como si estuviera muerto de hambre por
mí. Tropecé hacia atrás por la intensidad, pero él me agarró de vuelta con su brazo,
apretándome contra su pecho mientras me besaba con imprudente abandono.
Caminó hacia atrás, tirándome con él, nuestras bocas aún selladas juntas. Retrocedió
hacia un banco, sentándose y forzando mis piernas a cada lado de su regazo, sentándome a
horcajadas sobre él. Sus pantalones estaban tensos por su polla, provocando mi centro ahora,
y molí mis caderas hacia abajo, amando la fricción.
—Quítate la parte superior de tu blusa —exigió, agarrando el borde y llevándolo
hasta mis axilas.
Temblé mientras él maniobraba sobre mi cabeza, dejándome solo con mis jeans,
zapatos y sujetador.
Su lengua trazó el contorno de mi escote, sus dos manos amasando cada pecho. Se
sentía increíble. ¿Cómo sabía este hombre la cantidad correcta de presión para aplicar en mi
cuerpo? Sus manos eran como magia, reviviendo todo mi cuerpo con el toque perfecto.
—Muéstrame tus tetas —dijo a través de fuertes respiraciones. Sus pupilas estaban
oscuras. Se estaba transformando en el alfa, el hombre que estaba sentado detrás del
escritorio más poderoso del mundo del marketing. El hombre vulnerable hablando de su
padre ya no estaba aquí.
Los escalofríos recorrían mi espina dorsal desde la profunda y sensual voz que hacía
las órdenes. —Pregunta amablemente —dije, inclinándome hacia atrás para poder verlo por
completo.
Él frunció el ceño. —¿Entonces solo tienes que ser exigente?
Levanto una ceja hacia él. —Si no preguntas bien, no podrás ver.
—¿No? —Su mano tiró del botón de mis jeans—. Creo que sé cómo hacerte decir y
hacer lo que quiera.
La piel de gallina se arrastró por mis brazos. Mi cuerpo se estaba volviendo loco por
sus demandas, pero ponerlo a prueba hizo que la experiencia fuera aún más emocionante.
Una vez que mi cremallera estaba abajo, su mano estaba dentro de mis jeans y ropa
interior, haciendo suavemente círculos alrededor de mi sensible nudo. Gruñí de placer,
usando sus muslos como apoyo para poder inclinar mi cuerpo hacia atrás.
Su mano libre serpenteó alrededor de mi cintura, trepando por mi columna y
desbloqueando mi sujetador. Cayó de mis brazos y sobre mi estómago, liberando mis pechos
para que él los viera.
Ni siquiera me importó. La brisa se sentía maravillosa en mis pezones.
Estaba sonriéndome. El hijo de puta consiguió lo que quería, y yo no tenía una
palabra coherente para discutir con él. No mientras su mano trabajaba sobre la parte más
sensible de mi cuerpo.
Mis caderas comenzaron a moverse en sincronía con su mano, todo mi cuerpo
girando al movimiento de su pulgar.
—Te gusta de esta manera, ¿no? —Respiró, viendo mis tetas rebotar con mis
movimientos.
—Todavía he tenido mejores —bromeé. Pellizcó mi clítoris, y me mordí el interior
de la mejilla, esperando dolor, pero en cambio encontré inmenso placer.
—Por mi pene. —Su pulgar aumentó en velocidad ahora, sin mostrar restricción ni
piedad. Apreté mis caderas frenéticamente con su ritmo, lista para estallar una vez más.
—Desearías que fuera mi polla ahora mismo, ¿no? —Murmuró—. ¿Dentro de tu
estrecho agujero?
—¡Sí! —Grité, la inundación de éxtasis estallando en una loca carrera—. ¡Si, si, si!
Ambas manos encontraron mis caderas, deteniéndome mientras salía de la euforia.
Mi pecho se sacudió, mis pechos aún se sentían pesados con cada respiración.
Mientras el terremoto dentro de mí todavía estallaba, la boca de Craft encontró un
pezón, chupando y lamiendo, luego acariciando cada seno antes de moverse al otro lado.
Me agarré a su pelo, el hervir dentro de mí todavía desbordaba. En lugar de hervir
como agua hirviendo, el dolor por la liberación se estaba formando nuevamente.
Moviéndome hacia adelante sobre su regazo, tomé el control, guiando su boca hacia
la mía, arañándole la camisa. ¿Él quería ver y jugar con mis tetas? Bueno, yo también quería
la experiencia completa.
—Quítate esto —ordené, tomando la tela en mis manos.
—No creo que pueda hacer eso, cariño —bromeó, manteniendo mis caderas quietas.
El aire en mis pulmones luchó mientras lo miraba con el ceño fruncido. —¿Disculpa?
Su sonrisa se llenó de alegría. —No tenemos tiempo para quitarnos la ropa, esta vez
no.
Mi cara se arrugó en frustración. Cubriendo mis pechos, gruñí. —¿Pero esta bien
quitarme la camisa?
Él mordió el costado de su labio.
Bufé, empujando su hombro, luego saltando de él, cubriendo mi pecho de su vista.
—Retraso en la gratificación —dijo de manera uniforme, levantándose del banco.
Me incliné para recoger mi sujetador, alejándome de él para prender el broche. No quería
que él me mirara, especialmente después de haberse negado a ir más allá.
¿Cómo pasó esto? Temprano en el día, pensé que lo tenía bajo mi control, de repente
las cosas cambiaron. La sensación de vacío en mis entrañas se burló de mí por dejar que me
tocara tan fácilmente. ¿Qué pasó con mi autocontrol?
—Aquí —estaba parado detrás de mí, sosteniendo mi blusa en la punta de su dedo.
La arrebaté de él, evitando hacer contacto visual.
Él se rió entre dientes. —¿Qué te tiene tan enojada? Si yo pensé que estarías más
relajada.
La diversión en su voz me molestó.
Tiré de mi blusa sobre mi cabeza y la empujé por mi cintura, pasando rápidamente
mis dedos por mi cabello. —No seas un idiota.
Sus manos encontraron su pecho. —¿Cómo estoy siendo un idiota?
Le fruncí el ceño. —¡Siempre eres un idiota!
Sus cejas se estrecharon, cualquier sentido del humor había desaparecido de su rostro.
—Solo cuando tengo que serlo. No he sido más que agradable contigo toda la noche.
Crucé mis brazos. —Eso es una posibilidad remota.
—Estoy bastante seguro de que has tenido más orgasmos hoy de los que has tenido
en todo el año.
Mis párpados se abrieron. —¿Disculpa?
Estaba siendo engreído ahora. Este era el Craft con el que solía estar. El hombre al
que no le importa una mierda si ofendía a alguien al decir lo que pensaba.
—Sé que no has tenido otras personas significativas, y sé cómo pasas tus noches.
—¿Qué estás implicando exactamente?
Levantó la barbilla. —Ir al bar algunos viernes con compañeros de trabajo no es
cómo vas a conocer gente.
—Salgo más que eso —me reí, aunque eso era una mentira.
—El gimnasio no cuenta. Tampoco lo hace la tienda de comestibles.
Di un paso atrás. El hijo de puta estaba leyendo mi mente. —Entonces, las personas
normalmente no tienen orgasmos en público.
—Quise decir de una persona normal. No un vibrador con baterías.
—Dime —ronroneó, ignorando mi ira creciente y dando un paso hacia mí—.
¿Cuántos hombres más han estado en tu vida?
Negué con la cabeza, desconcertada por la dirección en que esta conversación iba.
Estaba enojada con él, y estaba pagando esa irritación con él. —Eso no es asunto tuyo.
—¿Hay alguien ahora?
Me quedé boquiabierta. —¿De verdad crees que iría contigo si estuviera con alguien?
Él se encogió de hombros, y la raíz de mi ira salió a la superficie.
Puse mi dedo en su pecho, golpeándolo con fuerza. —El hecho de que estés de
acuerdo con follar a cada rubia de piernas largas que entra a tu oficina no significa que
comparta los mismos estándares. ¡En verdad te importa un comino con quién me acuesto!
Levantó una ceja. —Entonces, ¿te preocupas por mí?
Mi boca se cerró. No tenía una respuesta a eso, al menos no una que entendiera. No
queriendo soportar su actitud arrogante, giré sobre mis talones y me dirigí a la salida de
emergencia.
Capitulo 15
—Kelsey, para —suspiró, siguiéndome por las escaleras.
Mantuve mi ritmo, sin molestarme en responderle.
¿Tenía sentimientos por él? Era un hombre de negocios asombroso en una sala de
marketing. Lo admiraba por muchas de sus cualidades laborales, y era uno de los mortales
más atractivos que hubiera conocido, pero era un imbécil. Se molestaba por cosas pequeñas
como el café y los espacios de estacionamiento, los puertos USB y los documentos de
Google.
Luego estaba anoche, cuando realmente me sonrió. Cuando su voz no fue áspera,
todo lo contrario, sí tranquilizadora. Sabía cómo complacer a una mujer, eso era algo seguro,
pero yo no era la elegida, no era ese tipo de chica, ¿por qué me rendí ante él?
Interceptándome, puso una mano en el pomo de la puerta para detenerme.
—¿Cuál es tu problema?
El tono acusador había regresado, y estaba tratando con el Sr. Imbécil de nuevo.
Me giré para enfrentarlo.
—No solo follo a la gente, Craft. Ese es el problema. No me gusta que me usen.
Puso la mano sobre tu pecho.
—¿Usarte? ¿Cómo diablos te uso?
—¡Me tenías medio desnuda allí arriba!
—Eso, ¡tú querías que lo hiciera! ¿Estás enfadada porque no me quité la camisa? —
Tiré de mis labios, no quería admitir que ese era el origen de mi enojo. Su cabeza cayó hacia
atrás—. ¡Jesús! —gimió frustrado. Sus ojos brillaban, y estaba agradecida por la estaca que
me mantenía erguida y sin encogerme ante su mirada—. Sé que esos cretinos eventualmente
llegarían, y no pararían de gritar y gritar, tomarían fotos y videos. ¿Crees que necesitamos ese
tipo de exposición?
Me abracé a mí misma. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral ante la idea de
Craft y yo desnudos, solo un borrón cubriendo nuestras zonas privadas en la primera página
del periódico. Sería un escándalo, uno del que nunca me desharía, especialmente con lo bajo
que estaba en el escalafón del mundo del marketing. Craft eventualmente lo superaría, pero
recibiría un gran sermón de PR6.
—Tal vez deberías tener nuevos amigos —susurré.
—Cody es mi único amigo. Solo estoy en la liga de fantasía.
Cerré la boca. No le creía. No se asociaría directamente con personas que lo
derrumbarían, personal o profesionalmente.
Su mandíbula se tensó.

PR siglas en inglés para relaciones públicas (Public Relationships)


6
—Kelsey, si quisiera usarte, te habría follado hace mucho tiempo. No me molestaría
en enorgullecerme de complacerte, y seguro que no te habría hecho mi asistente y te habría
retenido durante tanto tiempo.
Un nudo se formó en mi garganta. Tenía razón, había prestado mucha atención a
mis necesidades. Traté de negarlo. Justo ahora sus palabras eran extra personales, pero mis
inseguridades estaban empezando a jugar un papel.
—¿Qué pasará ahora? ¿Tendré una carta de notificación de despido en mi escritorio
el lunes por la mañana?
La tensión en su rostro no se relajó.
—¿Tendré una queja formal escrita en mi escritorio sobre mi comportamiento?
Suspiré.
—Se necesitan dos para bailar un tango. Sería tan culpable como tú por acoso sexual.
Su mandíbula se relajó junto con las arrugas de sus ojos.
—Me gusta bailar tango.
Una risa suave se escapó de mi boca. Debería haberme enojado con ese comentario,
pero por alguna extraña razón, pensé que podría estallar en risas Todo en este día había sido
excesivo.
—Además, estoy segura de que tienes un montón de quejas por acoso sexual
escondidas en algún lado —murmuré, recordando a todas las mujeres recién folladas que
habían dejado su oficina.
Me frunció el ceño.
—¿Por qué dices eso?
—Porque te follas a tus internas tanto como Hugh Heffner se follaba a sus modelos.
Apretó la mandíbula.
—Eso es muy crítico de tu parte.
Levanté una ceja.
Se mordió la mejilla y suspiró.
—No estoy diciendo que no, pero los números no son tan altos como crees que son.
Las mujeres también exageran, ¿sabes?
—No como los hombres —murmuré.
Su labio se arqueó hacia arriba en un lado.
—¿No? Entonces, ¿pero no te ofendes si un hombre te rechaza, pero sí, sianota con
tu compañera de trabajo?
—Hubiera renunciado a la vida si tuviera esa actitud.
Se rio.
—¿Por qué crees que te guardé para mí?
Mi interior se calentó, pero me encogí de hombros como si no me afectara su
cumplido.
—Es extraño, pero la mayoría de los internos piensan que puedenacostarse su camino
a la cima. Si alguien dice que me dieron una mamada en la oficina, el otro cree que necesita
hacerlo, para al menos llegar a algún lado.
Sacudí la cabeza con incredulidad, pero sabía que tenía un punto. Los internos
siempre competían entre sí, especialmente por relacionarse con el Sr. Craft.
—Eso es perturbador.
Sus ojos brillaron.
—¿Qué? ¿Qué inventaran historias, o que me darán una mamada en mi oficina?
Me sonrojé al recordar lo que realmente habíamos hecho, tanto en su escritorio como
en la mesa de conferencias.
—Ambas.
—Bueno, en caso de que te lo estés preguntando, todas las historias de mierda son
en su mayoría falsas, junto conmigo recibiendo una mamada, aunque, eso es una fantasía
mía.
—¿Las historias de mierda? —bromeé.
Sonrió.
—No, recibir una buena mamada en mi escritorio.
—Bueno, parece que tienes una lista de candidatas dispuestas.
Estudió mi rostro, una calma me envolvió mientras miraba. Pensé que iba a tocar mi
mejilla, pero solo me acorraló, apoyando su mano en el poste en el que estaba reclinada.
—Soy exigente con quien dejo que chupe mi polla.
Negué con la cabeza y me reí.
—Eres un cerdo.
Ambos nos reímos hasta que la tensión entre nosotros disminuyó.
Se pasó la lengua por los labios, sin dejar el contacto visual. Era difícil no quedar
atrapado en ellos.
—Nunca respondiste a mi pregunta.
—¿Cuál sería?
Puso un rizo de mi cabello detrás de mi oreja.
—Ambas. Tu fantasía… y si te preocupas por mí.
Tomando una respiración profunda, le sonreí, luego cubrí su mano, la que sostenía
la manija de la puerta.
—Creo que es nuestro turno de elegir a alguien para tu equipo de fantasía.
Frunció el ceño cuando esquivé su pregunta. No necesitaba saberlo todavía,
especialmente cuando no sabía las respuestas.
Capitulo 16
—Elige ya —gimoteó Scooter.
El sol estaba en el horizonte, y era nuestro turno final. Había tomado tres Red Bulls
durante toda la noche y estaba tensa. Después de bajar de la azotea, Craft y yo habíamos
cambiado de lugar varias veces durante la noche, pero ahora ambos estábamos compartiendo
la silla. Sentada en su regazo, me encorvaba, mirando la lista de jugadores comodín.
—¿Qué tal, Wyatt Clampson?
Craft apretó sus labios y asintió. Sonreí, luego le dije a Cody que lo escribiera.
—Felicidades, Mack Daddy, oficialmente tienes el peor equipo de béisbol de fantasía
en la historia de nuestra liga —bromeó Sean.
—Te arrepentirás de eso. —Así que estaba un poco confiada en algo de lo que no
sabía nada, pero si he aprendido algo mientras trabajaba para Craft, era que la confianza era
la clave del éxito.
Me estiré y arrojé la libretita al suelo, riéndome del apodo tonto por el que Sean le
llamaba. Por cómo los ojos de Craft encontraban el techo y su mandíbula se apretaba cada
vez que lo llamaba así, podría decir que tampoco era un fanático del nombre.
Craft se rio de Sean.
—Ya veremos qué pasa.
Mientras me estiraba de un lado a otro, pasó la palma de su mano por mi columna.
Cerré los ojos, amando la cantidad perfecta de presión que aplicó.
Mantuvo su toque amigable, nada más que simples caricias en mis piernas y muslos
cuando estaba sentado en el suelo. Estaba bien con eso. Había explotado con suficiente
lujuria a merced de sus manos por una noche.
Alrededor de las tres, sacó mis botas y masajeó mis pies. Normalmente odiaba
cuando tocaban mis pies, pero había algo en ver a Craft masajeándolos que me hizo sonreír.
No solo porque era increíble en eso, sino porque percibí una sensación de poder al tener al
líder de una compañía multimillonaria enfocándose intensamente en mis pies. Debió de
sentirse más confiado de mi humor hacia él después de lo de la azotea. Era infantil que me
molestara porque me rechazara por mi propio bien.
—Debería irme a casa —bostecé. Su mano vagando, su pulgar presionando en mi
omóplato—. Dios, eso se siente tan bien.
—Volvamos a mi casa —susurró, solo yo podía oírlo—. Te daré un buen masaje. —
Me guiñó un ojo y lo miré.
Ignorando el comentario de Playboy, asentí con la cabeza. Si concentraba la atención
de sus manos en mí, el fin de semana estaría hecho.
—Voy a ir al baño primero.
Tenía círculos oscuros bajo los ojos, pero el azul todavía brillaba cuando me miró y
asintió. ¿Cómo lucía exhausto pero delicioso? No era una cualidad que todos tuvieran.
Revisé mi propia apariencia cuando entré en el baño. Mi maquillaje se había
mantenido decente durante toda la noche, pero podría retocarlo. Después de usar el baño,
me esponjé el cabello y salí, solo para escuchar a Cody hablando.
—¿Qué pasa contigo y la chica?
—¿Qué hay con ella? —Era Craft. Reconocería ese tono sin sentimiento desde
cualquier lugar.
—Nunca has estado tanto con una chica. La adoraste toda la noche. Incluso le dejas
elegir tu lanzador menos favorito. ¿Qué tiene contigo?
—Stellenos no es mi lanzador menos favorito. García lo es.
Cody hizo una pausa.
—Sí… ella lo eligió.
Las palabras de Craft fueron murmuradas como si se cubriera la boca—: Sí, lo hizo,
¿no? Debo haberse quedado dormido cuando lo eligió.
—O estabas demasiado ocupado mirando sus tetas. ¿Te sientes bien? Este es un
comportamiento realmente extraño en ti. Los coños nunca te sujetaron por las pelotas.
Escuché a Craft suspirar—: Ella podría presentar una queja sobre mí.
—¿Qué? Oh, lo entiendo, estás tratando de endulzarla para que no le importe que te
la folles en tu oficina —rio—. ¿Cuándo vas a aprender que hacerlo en tu oficina solo te mete
en problemas?
—Este podría ser el momento —Craft rio como si todo fuera una gran broma.
Cody resopló. Me encanta cómo te llama Sr. Craft. Eres un idiota con toda la mierda
de “los empleados no pueden decir tu primer nombre”.
Mi estómago se apretó por la traición. Pensé que estábamos teniendo un buen
momento. Se había abierto a través de la noche, pero ahora, se sentía como si estuviera
retrocediendo. ¿Me mintió sobre todo? ¿Estaba tratando de estar cerca de mí, solo para que
así no le dijera a Recursos Humanos que me sedujo en su oficina?
La ira se apoderó de mí y fui hacia ellos.
—¿Lista? —preguntó con sinceridad.
—Tomaré un taxi —gruñí, dirigiéndome a la puerta.
—Puede que te haya escuchado —señaló Cody en voz baja.
Giré sobre mis talones.
—Sí, lo hice. No te preocupes, Mackenzie, no recibirás una queja mía, de hecho, nunca
más tendrás que volver a verme.
Los pocos tipos que quedaban solo miraron con los ojos muy abiertos. ¿Nadie se
había enfrentado a este gilipollas?
Craft no dijo nada. Solté un bufido, más enojada de que no tuviera una respuesta.
Harta de ellos, me dirigí al ascensor, presionando repetidamente el botón de bajada. Odiaba
tener que pararme allí mientras todos susurraban, Craft estaba de pie en la cocina junto a
Cody como un maldito imbécil en estado de shock. Nunca se había quedado sin palabras, y
la única que vez que quería gritar y ladrarle, que dijera algo hiriente, decidió mantener la boca
cerrada. Era más fácil odiarlo cuando estaba siendo un idiota.
El ascensor finalmente se abrió, y me zambullí dentro, sin molestarme en mirar hacia
atrás. Una vez que se cerró, las lágrimas brotaron. Era un hecho que pensé que podría haber
más en Mackenzie Craft que el gilipollas que controlaba su imperio.
Capitulo 17
—¡Kelsey! —gritó Craft detrás de mí cuando salí del ascensor—. Espera, no me
escuchaste correctamente.
No me molesté en responder, solo pasé junto a él por la acera en dirección opuesta
a su auto. Contuve la respiración, haciendo todo lo posible por recuperarme. No necesitaba
saber lo enfadada que estaba por haber tenido una conversación personal con él durante la
noche… o por tener sexo alucinante sin siquiera quitarnos la ropa.
Me alcanzó.
—¿Disminuirías la velocidad y me dejarías explicarme?
—No hay nada que explicar. Lo entiendo, ¿de acuerdo? —Un taxi estaba a la vista, y
agite la mano.
—No, no lo entiendes. Déjame llevarte a casa. Podemos hablar en el camino —
suplicó, plantándose entre la puerta del taxi y yo.
—Sé por qué tienes el reinado en la actitud de imbécil. No voy a denunciarte, así que
deja de intentar impresionarme —señalé tranquilamente, aunque realmente me estaba
muriendo por dentro.
Sorteándolo, agarré la manija de la puerta.
—Eso no era lo que pensabas —susurró, sosteniendo la parte superior de la puerta
mientras yo entraba. La mantuvo sujeta, así que no pude cerrarla.
—¿A dónde, señora? —preguntó el taxista, su voz insegura y llena de incomodidad
por tener a Craft mirándolo.
—43rd Street and Barstool, por favor.
Asintió hacia mí, luego esperó pacientemente a que Craft soltara la puerta.
Hice mi mejor esfuerzo para sonreír, necesitaba convencerlo de que me dejara ir.
—Mack, de verdad, esta bien. Estoy cansada y necesito dormir. Me divertí esta noche.
Te veré el lunes por la mañana.
Su mandíbula estaba apretada junto con sus nudillos. No me creyó, con toda razón.
—¿Estás segura?
Asentí, ofreciéndole otra sonrisa.
Suspiró, finalmente soltó la puerta y la cerró de golpe.
Dejé escapar un suspiro de alivio, conteniendo las lágrimas hasta que el taxi se detuvo
en mi edificio. Permití que las lágrimas fluyeran libremente mientras corría por las escaleras,
sin molestarme en tomar el correo o saludar a la anciana que estaba sentada en el porche
delantero del apartamento de la planta baja.
Hundiéndome en mi cama, me agarré a mi almohada, llorando mientras me quedaba
dormida. Un cuerpo bien descansado me ayudaría a racionalizar lo que había sucedido en las
últimas veinticuatro horas, y me daría una idea clara de cómo manejar la situación.
Mackenzie Craft no estaba interesado en mí para algo más que una aventura sexual,
y probablemente pensó que podría usar mis habilidades organizativas y en Power Point.
La dulzura en sus ojos fue una farsa, haciéndome creer que estaba interesado en algo
más que un enganche.
Capitulo 18
Lo jodí.
Nunca tuve la intención de dejar que mi atracción por la Sra. Neely se saliera de
control, pero no pude evitarlo cuando llegó a mi oficina; usando un vestido que era una
tentación en sí mismo y que abrazaba perfectamente sus deliciosas curvas. Era más bajita que
cualquier otra mujer en la compañía, pero eso no significaba que su voluptuoso cuerpo no
fuera caliente. Había fantaseado con ella desde que entró en mi edificio como interna. No
tenía los ojos muy abiertos ni tenía miedo, estaba preparada y lista para enfrentarse a cualquier
proyecto que le arrojáramos.
Le importaba una mierda su nivel, y solo le preocupaba si el proyecto se hacía de
manera eficiente y según las necesidades del cliente. No replicaba, pero se mantenía firme al
mismo tiempo. Era consciente de que mi tono no era bueno, y mi temperamento podía sacar
lo mejor de mí, pero solo porque esperaba lo mejor de todos mis empleados.
Kelsey Neely cumplió mis expectativas, y la dejé escurrirse por mis dedos.
El lunes por la mañana mi corazón palpitaba con anticipación, preguntándome qué
habría en mi escritorio, o peor, si la Sra. Neely me habría dado la espalda.
Que me dieran la espalda era algo a lo que estaba acostumbrado, pero no lo quería
de ella. No ahora que la había probado.
Mi polla tampoco dejaba de fantasear con ella.
—Tranquilízate —gruñí, ajustándome los pantalones—. No viene hasta dentro de
tres horas, y tienes que comportarte, al menos hasta que podamos resolver nuestras
diferencias. —Reñí a mi regazo, luego me sentí como un idiota por hablar con mi polla.
Con los codos apoyados en el escritorio, mis manos recorrieron mi cabello. No sé
por qué me molesté en darle estilo esta mañana. Estaba agitado, y sabía que la jodí con la
mejor asistente que había tenido, en más de un sentido.
Era una gran trabajadora, cualquiera con medio cerebro podía darse cuenta de eso.
Era increíblemente brillante, y santo infierno, era deslumbrante. Me dije a mí mismo desde
el principio que ella era sinónimo de demanda, una mujer que no permitiría que un hombre
interfiriera con su carrera.
Tal vez si la hubiese ascendido como pretendía no estaría en esta situación, pero no;
yo era codicioso, y la quería para mí solo. Vi cómo algunos de los coordinadores de marketing
la miraban. Se los comería vivos, uno a uno, y yo era el único hombre en este edificio que
podía mirar su trasero.
Fruncí el ceño. No podía ser tan posesivo con ella. No era mía, y el setenta por ciento
de las veces me volvía loco. La burla era lo que me atrapó. El momento, cuando creía que
no estaba mirando, en el que se mordía el labio y ponía los ojos en blanco, y el hecho de que
se abriera a mí y me dejara entender cómo podía conseguirlo, era jodidamente sexy. Infiernos.
Necesitaba tocarla, saborearla, sentirla junto a mí, la curva de su perfecta columna vertebral
en mis manos.
Ahora mi pene estaba completamente erecto, y lo empujé con mi mano para
acomodarlo. Necesitaba calmarme.
Habían pasados unas horas, y las cuentas en las que trabajaba estaban exactamente
en el mismo estado en el que las encontré cuando llegué. Mi mente no podía concentrarse,
no hasta que supiera que la Sra. Neely estaba sentada en su escritorio, siendo la maravillosa
mujer que necesitaba que fuera.
Mi puerta se abrió, y mi sonrisa llena de esperanzas de que fuera ella desapareció.
—¿Has escuchado hablar de tocar? —espeté de mal humor, mirando mi
computadora como si no me interesara que Mindy entrara en mi despacho como si fuera el
suyo. Sabía que me odiaba, y no me importaba. Había una razón por la que era la asistente
de mi compañero y no la mía.
Golpeó mi escritorio dejando una hoja de papel, y me congelé.
—Kelsey me pidió que te entregase esto.
Se cruzó de brazos e inclinó su barbilla.
—Gracias —repliqué con tono desinteresado, ocultando lo aterrado que estaba del
montón de papeles que estaban sobre mi escritorio.
—Sabía que la cagarías con ella. Eres tan gilipollas, y no tienes ni idea de cuándo
tienes algo bueno.
Mi pecho se apretó y mi mandíbula se tensó. Kelsey era una buena cosa, y había
arrojado por el desagüe cualquier evidencia física de alguna posibilidad de tenerla, incluso
como una empleada patea traseros.
—La traté como a cualquier otro empleado.
Mindy se burló.
—Sí, y por alguna vergonzosa razón, no quiere escribir una queja formal. ¿Con quién
se supone que almorzaré ahora? ¿Con las internas que alternas para joder? —Sacudió su
cabeza con disgustó—. No puedo creer que hayas categorizado a Kelsey en ese grupo.
Mis ojos se entrecerraron.
—No sabes nada de mi vida personal, así que te sugiero que dejes de imputar a tu
superior con tan tontas acusaciones.
—No eres mi superior —escupió—. Suerte con encontrar un nuevo asistente. —
Con eso, salió de mi oficina, dejándome con lo que temía.
Era una carta de renuncia. Recursos Humanos iba a tener un ataque. Aunque no era
eso por lo que sentía dificultad para respirar y un dolor abrasador que se estaba envolviendo
dentro de mi pecho. Realmente lo hice. La aparté con un comentario estúpido. Necesitaba
contener mi charla de vestuario.
Me levanté, doblé el trozo de papel y lo deslicé dentro del bolsillo de mi abrigo. No
podía sentarme en esta oficina y trabajar en mi escritorio. Todavía podía oler su aroma a
cítricos, aún podía verla vívidamente extendiendo sus piernas para mí. Me lamí los labios,
hambriento de probarla de nuevo. Era dulce y deliciosa, un sabor que ansiaba para el resto
de mi vida.
Bordeando mi escritorio, noté la mesa de conferencias, un escalofrío recorrió mis
huesos. La rememoré a cuatro patas, su espalda arqueada, sus labios abiertos de placer.
Apreté mi mano, recordando empuñar su largo y sedoso cabello rubio, tirando de él solo
para ser recompensado con el sonido de ángeles que murmuraban desde sus labios.
Tenía que huir corriendo de aquí. Ella me rodeaba, controlando mi mente en mi lugar
más sagrado. No había forma de que realmente se fuera. No la dejaría tomar una decisión
tan irracional con tan poco tiempo de aviso, y seguramente no sin sentarse a hablar conmigo.
Podía sentarse en mi cara por todo lo que me importaba, siempre y cuando volviera
a mí.
La necesitaba.
Llenó un lugar en mi interior que pensé que estaría vacío para siempre.
Saqué mi teléfono y busqué rápidamente su número de contacto. No me sorprendió
que no respondiera.
—Srta. Neely, es imperativo que me devuelvas la llamada.
Colgué el teléfono, luego sacudí la cabeza y me golpeé en la cara. Sí, seguro como la
mierda de que me devolverá la llamada.
Tomé algunas respiraciones profundas y conté hasta diez. Necesitaba empoderarme
como el imbécil dominante que guardaba para los buitres de los banqueros y clientes que
pensaban que pondrían aprovecharse de nuestra compañía.
—Kelsey —Sí, usé su primer nombre—. Por favor, llámame. Necesitamos hablar.
Necesito explicarme. Eres importante para esta compañía, —hice una mueca, deja de ser tan
jodidamente formal. Ya no se trata de trabajo, se trata de ella—. Reunámonos para cenar. Esta noche.
Estaré en el bar que te gusta. Ya sabes, donde estuvimos el viernes.
Colgué el teléfono, esperando por Dios a que se apareciera.
Capitulo 19
—No vendrá —sentenció Cody, pasándome otro trago. Lo cogí, bebiendo de
inmediato. Estaba en lo correcto. Fui estúpido por pensar que realmente aparecería. Dejarme
plantado todas las noches en el mismo lugar durante las últimas dos semanas era un gran,
jódete, Craft. En su mente yo era el gilipollas que la usaba para el sexo.
—¿Tal vez si voy a su apartamento?
Apoyó ambas palmas sobre la barra, inclinándose y susurrando en mi rostro—:
¿Estás loco? Te escuchó decir que estabas besando su culo para que no presentara una queja.
No lo va a pasar por alto. Es hora de que comiences a contratar de nuevo, Mack.
Me hundí en la silla. Había pasado por más asistentes que James Dean por condones.
Nadie encajaba bien hasta que Kelsey llegó. Incluso había despedido a tres internos en las
últimas dos semanas, otros renunciaron por su cuenta.
El primero estuvo jugando en internet todo el día.
El segundo envió más mensajes de texto desde su teléfono de lo que escribió
informes.
La tercera estalló en lágrimas cuando le dije que el café que me trajo era repugnante.
El cuarto era decente, pero usó un jodido puerto USB. Solo había una mujer a la que
le soportaría usar esa tecnología muerta.
—Ella era mucho más —murmuré en mi bebida.
Me dio una sonrisa torcida.
—No puedes dejar que una mujer te controle así. Debí saber que sentías algo por
ella, especialmente cuando le permitiste elegir por completo tu equipo de béisbol de fantasía.
—Negó con la cabeza—. Loco de mierda.
—Necesitaba sentirse involucrada. No quería que se sentara allí toda la noche
mientras yo miraba una revista.
Cody se rio.
—Sí, en cambio dejaste que ella fuera quien la mirara para que tú pudieras observarla
fijamente a ella.
Me encogí de hombros.
—Tal vez.
—Deberías haberla llevado a la habitación —señaló, moviendo las cejas—. Eso la
haría olvidarse de presentar una queja y la tendrías pidiendo más.
Toque el borde de mi jarra de cerveza, recordando lo hermosa que se veía bajo la luz
de la luna sin su camisa, a merced de mi pulgar, con sudor adornando sus pechos y su
estómago.
—Tiene cerebro. Me gusta bromear con ella. Me desafía.
—Entonces ve y dile eso —afirmó simplemente—. Para alguien tan brillante,
realmente tienes problemas para ver lo obvio.
Lo fulminé con la mirada.
—Acabas de decirme que no debería ir a su apartamento.
Se encogió de hombros.
—Eso fue antes de comprender que realmente te gustaba. Pensé que era solo un
pedazo de culo.
Eso no podía estar más lejos de la verdad. Tomé el resto de mi cerveza y salté del
taburete.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó, su labio se curvó con preocupación.
—Voy a ir a verla.
—¿Deberías esperar hasta mañana? Es casi medianoche y has bebido bastante.
Me despedí de él de camino a la puerta.
—Estoy bien. Necesito verla.
***
—¡Kelsey! —Una voz amortiguada retumbó junto con un golpe en mi
puerta.
El sonido me sobresaltó y me despertó de mi lugar en el sofá. Otra vez me había
quedado dormida viendo una película de Nicholas Sparks con un tarro de helado.
Ajustándome la ropa, una camiseta súper sexi de un 5K7, que corrí en la universidad
y pantalones de yoga, me moví lentamente del sofá a la puerta.
Al mirar a través de la mirilla perdí el aliento. La razón de las historias de amor cursi
y las ingentes cantidades de azúcar estaba allí, exigiendo verme. Mi estómago se tensó. El
dolor que me retorcía las entrañas no se iba, aumentado a su máximo ahora que estaba tan
cerca. Ignoré sus textos, pensando en cómo responderlos.
Un aplauso Craft, no estoy interesada.
¿En serio? ¿Cenar? ¿Entonces puedes pedirme que regrese al trabajo? Psss.
¿Por qué? ¿Entonces podrás follarme en el baño?
Sí, llévame a cenar y bésame hasta que nuestros labios estén entumecidos.
Dime que me quieres por algo más que mis habilidades con el PowerPoint.
—Por favor, abre —se atragantó—. Necesito verte.
Tomando una respiración profunda, abrí la cadena y el cerrojo. La puerta se abrió
con un crujido, y allí estaba él, vestido con traje de oficina.
Sin embargo, no estaba del todo arreglado. Su camisa estaba por fuera y los primeros
botones estaban sueltos, con las mangas dobladas hasta los codos. Su cabello estaba más
largo, haciendo juego con su barba. Había bolsas debajo de sus ojos, su cabello estaba
desordenado como si hubiera estado pasando las manos por él. Era un desastre, pero Dios
mío, era hermoso.

5Kse refiera a un evento deportivo, en atletismo es una carrera de 5 kilómetros.


7
Medio escondí detrás de la puerta.
—¿Por qué estás aquí? —espeté, sonando más enojada de lo que pretendía.
Chupo sus labios mientras me tocaba. El suspiro de alivio que expulsó junto con la
falta de actitud eran rasgos que tradicionalmente no tenía.
—¿Estás bien? —pregunté preocupada.
Apoyó su antebrazo en el marco de la puerta, inclinándose hacia adelante.
—Dios, eres jodidamente hermosa.
Podía oler el alcohol en su aliento.
—Jesús, Craft —regañé, tratando de cerrar la puerta.
Su mano la atrapó.
—Solo escúchame.
Suspiré, mi cabeza descansando en la parte posterior de la puerta. No podía mirarme,
y solo podía ver las puntas de sus fuertes dedos. Los mismos dedos que tenían el poder de
desentrañarme.
—Mira, sé que me oíste hablar con Cody —explicó lentamente—. Fue estúpido, y si
pudiera no haberlo hecho lo haría. Aunque puedas presentar una queja sobre mí, sabía que
no lo harías, y esa no era la razón por la que te estaba tratando… de manera diferente. —
Dejo escapar un profundo suspiro—. Yo solo…
Suspiró profundamente, estaba pendiente de cada una de sus palabras.
—Joder, me dije esto en mi cabeza muchas veces —murmuró. Su mano dejó la
puerta, y lo espié por la abertura. Iba paseando por el pasillo, pasando los dedos por su
cabello.
Cuando me vio, se detuvo en seco, dejando caer sus manos a los costados.
—Te extraño en la oficina, Kelsey.
Me burlé, como siempre, volvía a lo laboral.
—Sí, apuesto a que sí. ¿No hay nadie dispuesto a aguantar lo cabrón que eres?
Sus cejas se juntaron.
—No, espera, eso no es lo que quise decir.
Levanté mi mano, evitando que se acercara más a mí.
—Nunca volveré a trabajar para ti.
Ignoró mi mano, dando un paso adelante, de manera que lo estaba tocando. Su
corazón latía violentamente.
—Lo entiendo —susurró—. No es solo el trabajo donde te extraño.
El dolor en mi pecho aumentó por sus palabras. También había echado de menos el
lado gentil y afectuoso que me mostró esa noche. El que acarició mi piel con tanta delicadeza
y me besó con una ternura que nunca había mostrado hasta entonces.
—Por favor, nunca me había sentido de esta manera antes —susurró tan suavemente
que me pregunté si me lo había imaginado.
Mis emociones entraron en una sobrecarga, tratando de leer entre líneas. No estaba
siendo franco, dando rodeos. Necesitaba lo principal, ninguna tontería de Craft..
—No entiendo.
Sus párpados se abrieron lentamente y un calor cubrió la tristeza y la confusión
escritas en su rostro.
—Quiero pasar tiempo contigo. Todas las mañanas entro a la oficina, esperando que
estés en tu escritorio, enviándome una sonrisa que no merezco. Trayéndome un café
demasiado aguado, consiguiendo mi ensalada Au Hi Tuna que incluye aguacates y queso feta
con saracha8.
—Eso es tan asqueroso —espeté. Odiaba el olor, y el restaurante se negó a entregarlo
en nuestro edificio, eso significaba que tres días a la semana tenía esa mierda en mi auto.
Él rió.
—No me juzgues, aguanto tu ensalada de huevos.
Me quedé boquiabierta.
—¿Hueles eso?
Sacudió la cabeza.
—Todos los malditos días.
Me sonrojé.
—Extraño oírte reír en el salón. Incluso echo de menos esos malditos puertos USB
por todos lados.
Nunca había estado tan confundida. Siempre se quejaba y regañaba. El disgusto en
la oficina venía predominantemente de él, y siempre pensé que era por mi culpa.
Su cabeza se inclinó, su voz se convirtió en un leve susurro.
—Estoy tan increíblemente enojado conmigo mismo por ser tan idiota. —Observé
cómo movía su manzana de Adán mientras tragaba—. Quiero más noches como la noche
de fantasía.
Mi estómago se retorció. Al oírlo decir que esa noche significaba mucho para él, me
golpeó como un camión en la autopista. Me sentía de la misma manera. Fue por eso, por lo
que lo que oí me dolió tanto. Necesitando que algo de su incomodidad desapareciera, traté
de hacer una broma, pero salió como una frase insegura y ofendida—: Solo quieres verme
desnuda.
—Kelsey —continuó—. Es mucho más que solo sexo. No me malinterpretes,
todavía quiero verte desnuda de pies a cabeza, pero quiero ver más dentro de tu cabeza.
Quiero que veas dentro de la mía también. Si no quieres trabajar para mí, bien, pero por
favor, vuelve a mí.
Mis labios se abrieron, con ganas de soltárselo, pero simplemente no podía hacerlo.
Estaba más que confundida, sin tener ni idea de lo que mi corazón me decía. Estaba
asustada, con miedo de que estuviera jugando conmigo otra vez. No importaba cuán
destruido y abierto se mostrara, parado frente a mí, necesitaba esperar para darle una
respuesta. No podía procesar lo que estaba pasando en mi cabeza, y mucho menos la suya.

8
Saracha, Sriracha o chili fermentado (en tailandés: ศรีราชา ) es el nombre genérico empleado para denominar
a una salsa picante procedente del sureste de Asia muy popular en Tailandia.
Con manos temblorosas, sostuve su rostro. Se hundió en mi agarre, cerrando los
ojos.
Poniéndome de puntillas, le di un beso muy suavemente. Sus párpados seguían
cerrados, la inhalación de su aliento se liberaba cautelosamente.
Con sus ojos todavía cerrados, entré en mi apartamento, cerrando la puerta
silenciosamente. Una vez que la barrera estuvo entre nosotros, dije lo suficientemente algo
para que pudiera oírme a través de la madera de la puerta.
—Adiós, Mackenzie.
Capitulo 20
Ella había dicho mi nombre con tanta indecisión y confusión después de que cerró
la puerta.
Odiaba mi nombre. El tono femenino, siempre me había molestado, y la interminable
broma de crecer era una fracción de lo que moldeaba mi dura piel.
La forma en que Kelsey dijo que era diferente. Fue íntimo y calentó mi frío corazón.
Quería oírlo de sus labios a cada hora del día, más bien ella estaba lloriqueando, enojada o
viniendo.
Estaba doliendo como si estuviera ahí, y en el fondo sabía que necesitaba dejarlo ir.
Me quedé allí por unos minutos, con la frente apretada contra el pomo de la puerta de
madera, tratando de pensar en las palabras correctas para decir para que volviera a mí. En
cambio, me limpié los ojos y me fui, bebiendo una botella entera de Bourbon cuando llegué
a casa. Estaba demasiado borracho para presionar ‘Enviar’ el mensaje de texto que cobraba
sentido la noche anterior, pero era una completa algarabía en la pantalla.
Los latidos en mi cabeza latían, pero no me quitaban el dolor de mi pecho.
Tendría que dejar el alcohol, no estaba haciendo su trabajo. Necesitaba superar a
Kelsey. Si solo hubiera sido más receptiva cuando me abrí a ella la última noche.
Era hora de tomar una ducha, afeitarse, y ser el tipo duro que me había preparado y
pulido para ser.
Dejaría de masturbarme ante la imagen de su llegada. No más descansos para ir al
baño al lado del salón, y realmente necesitaba dejar de caminar frente al escritorio de Mindy
como si Kelsey pasara a visitarla. Las miradas malvadas que envió hacia mí no me
desilusionaron tanto como la decepción de la Sra. Neely.
Después de una ducha fresca, traje nuevo y un poco de colonia, sería un hombre
nuevo.
***
Refrescarme no ayudó a mi estado de ánimo.
Estaba de mal humor y echaba de menos a Kelsey Neely, pero mi imperio me
necesitaba, y compadezco a cualquiera que arruinara el día de hoy. No estaba de humor para
errores sin sentido, y realmente no estaba preparado para que Mindy estuviera sentada en el
escritorio de Kelsey cuando llegué.
Estaba mirando la pantalla de la computadora, tenía los dientes apretados y todo el
rostro traído como si hubiera tragado algo amargo. Parecía tan enojada como yo.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Su cabeza giró en mi dirección, un ceño fruncido completamente plantado en su
rostro lleno de ira y rabia. —Gary me sobornó para que te ayudara. Said HR se negó a
encontrarte más temporales, así que me dio una bonificación para ayudar a tu culo—. Se
levantó de su asiento y señaló con un dedo en mi dirección. —No llevo café, no ordeno el
almuerzo, y estoy segura que no aguantaré tu rostro de idiota y esa actitud, así que te sugiero
que te guardes tus comentarios sarcásticos y tus demandas indisciplinadas.
La miré, pero mantuve mi boca cerrada. No valía la pena pelear con ella. Solo había
una persona sentada en esa silla con la que bromeaba.
Pasándola por alto, me dirigí a mi oficina. Antes de cerrar la puerta, tuvo el valor de
hablar de nuevo. —Ah, y nunca vuelvas a hablar con Kelsey. No la mereces. Le dije que
debería reportar tu culo pervertido, pero por alguna razón ella no quiere. Mereces lo que
viene a ti.
Mis hombros se hundieron. Soltando mi ego, respondí sin volverme hacia ella.
—Lo sé.
Capitulo 21
El trabajo en mi escritorio era mundano, pero no pude evitarlo más. Kelsey me
persiguió desde todas las direcciones. El color del encabezado era del mismo color que sus
ojos inolvidables. Abría el cajón de mi escritorio y jodía los puertos USB que maldije por
mantenerlos inundados sobre los suministros de oficina que rara vez usaba, luego el cajón
inferior que estaba cerrado tenía sus bragas de ese maravilloso día en que había tenido agallas
para hacer un movimiento sobre ella.
Como de llorón estaba, tomé mi llave y la saqué del cajón. Los sostuve en mis manos
como si estuviera sosteniendo sus caderas. Recordé e inhalé su aroma, soñando con el olor
a cítricos envolviéndome. Tomando mi llave, la abrí, sacando la tela de encaje.
Sí, era un maldito cretino. Había arrojado mi orgullo por la ventana en el momento
en que me di cuenta de que amaba a Kelsey Neely.
Como un niño con su mano atrapada en el tarro de las galletas, mi puerta se abrió a
medias. Mantuve mi mano en el cajón y mis ojos se lanzaron hacia el intruso. Mindy debería
saber al menos llamarme antes de enviar al azar un cliente a mi oficina.
Mi frío rostro de piedra casi se resquebrajó cuando vi el cielo azul con tacones altos
unidos a un par de piernas tonificadas con un vestido azul caribeño que cubría la mitad del
muslo, abrazando el cuerpo voluptuoso que había soñado despierto y rezaba para que me
diera las gracias con su presencia. Con un corazón acelerado, cerré cautelosamente el cajón,
ajustándome en mi silla. No quité mi mirada de ella, temiendo que si pestañeaba, ella hubiera
desaparecido.
Ambas manos detrás de su espalda, ella cerró la puerta de mi oficina.
Ella era un ángel en mi oficina, su cabello rubio rizado en lugar de lacio, y esos
malditos ojos azules me inmovilizaron en mi asiento, advirtiéndome que mantuviera mi boca
cerrada.
—Eres un estúpido —dijo fuertemente.
Asentí, de ninguna manera iba a negar eso.
—Mucho —añadió—. Quiero decir todos los días, temí que abrieras la boca.
Me chupé las mejillas, queriendo defenderme o responder con algo ingenioso o
malicioso, pero guardé silencio, manteniendo mis opiniones a raya.
La puerta se abrió desde la cerradura, y como la esfinge que era, se abrió paso
astutamente alrededor de mi escritorio, pasando su dedo manicurado a lo largo del borde. —
Pensé para mis adentros, ¿cómo puede alguien tan guapo volverse tan poco atractivo
simplemente hablando?
Suspiré pesadamente a través de mi nariz, balanceándome en mi silla para que
estuviéramos frente a frente.
Mis manos picaban por tocarla, pero permanecieron en el reposabrazos.
Solo había una corta distancia entre nosotros ahora. Se cruzó de brazos, y solté una
pequeña sonrisa. Su confianza brillaba intensamente, y un sentimiento de orgullo me llenó.
Ella era más talentosa de lo que creía.
—No seré tu asistente —dijo llanamente.
Mis labios se separaron, y Kelsey los miró, silenciándome.
—Quiero un puesto de coordinación.
Incliné mi cabeza y la estudié, no queriendo revelar la emoción que estaba
burbujeando dentro de mí. Quería trabajar para mí, lo que significaba que tendría que verla.
Incluso si odiaba mis agallas, la miraba suciamente y la miraba todos los días. Podría
compensar ser un idiota para ella.
Dando un paso más cerca de mí, ella continuó hablando. —Voy a esperar un
aumento, también.
Me enderecé en mi asiento, mi expresión permaneció pasiva. Ella vale cada centavo.
—Hay otra cosa —susurró, el campo de fuerza que ella había arrojado entre nosotros
se estaba desmoronando. Nuestra energía se entrelazaba, el calor se elevaba entre nosotros
con cada paso más cerca que ella tomó. Entonces ella me sorprendió por completo.
Se agachó ante mí, sentándose de rodillas y poniendo sus manos sobre sus muslos.
Tragué saliva, apretando los reposabrazos con ambos puños.
—No más follar con las internas —mordió.
—Jamás.
Su pecho se levantó y se mordió el labio inferior. Sus grandes ojos azules ya no eran
firmes, sino que se volvieron vulnerables. Se estaba rompiendo, y todo lo que quería hacer
era tomarla en mis brazos y besarla, disculparme por no abrirme a ella.
—Kelsey…
Ella cubrió mi boca con sus dedos. —Una cosa más.
Me quedé en silencio, aferrada a cada palabra de ella.
Agitó sus pestañas, un leve rubor trepando por su cuello. —Todos los viernes por la
tarde tendremos reuniones en tu oficina.
Levanté una ceja. Estaba coqueteando y me encantó. Tomando con cautela su
muñeca, aparté su mano de mi boca y entrelazamos nuestros dedos. —¿En la mesa de
conferencias? —Me burlé.
Su acalorada mirada se encontró con la mía. —En esa.
Mantener el gruñido salvaje de aprobación dentro de mi pecho no fue fácil, pero
logré dejar deslizar un ligero capricho del labio.
—Creo que podría hacer que eso funcione. ¿Algo más, Sra. Neely?
Se levantó de sus rodillas, cerrando el espacio entre nosotros. Me quedé en mi suspiro
cuando ella envolvió sus brazos alrededor de mi cuello. Sin molestarse en contenerse, mis
manos encontraron sus caderas, trazando las curvas que me volvían loco.
—Si —susurró—. Llámame Kelsey cuando estemos solos, Mackenzie.
Una sonrisa completa salió de mi boca. Ella me había perdonado, y yo iba a hacer
todo lo que estuviera a mi alcance para mantenerla toda para mí.
La besé, arrastrando mis manos a lo largo de su espalda y espina dorsal mientras
saboreaba su boca. Estaba ceñida a mi pecho, y todo lo que podía pensar era cuánto más
significativa sería mi vida si estuviera en ella. Tenía mucho que cambiar sobre mí mismo,
pero Kelsey era la clave, y haría todo lo posible para tener otra oportunidad con ella.
Apartándose de mí demasiado pronto, ella volvió a arrodillarse frente a mí,
arrastrando sus manos por los botones de mi camisa y la hebilla de mi cinturón.
—¿Kelsey? —Me atraganté, pasando mis manos por su cabello. La mujer de mis
sueños estaba de rodillas y deshacía mi cinturón. Mi imaginación se estaba volviendo loca
con las posibilidades.
Puso su dedo sobre sus labios regordetes, callándome. —Quiero hacer tu fantasía
realidad.
Con un corazón acelerado, la vi desabrochar mis pantalones a un ritmo
dolorosamente lento, acariciando mi eje ahora rígido sobre el material. —¿Puedes manejar
esto? Mindy hará suposiciones —ella flirteó. Su mano se sumergió dentro de mis boxers,
agarrando mi polla—. Sé que tengo problemas para callarme cuando me besas tan
íntimamente. ¿Puedes hacer lo mismo?
Mi visión y atención estaban pegadas a su boca y manos, todavía en estado de shock
por lo que estaba sucediendo.
—¿Mackenzie? —preguntó de nuevo, mi polla ahora a un centímetro de su lengua.
—¿Qué pasa si me gusta hablar? —Bromeé—. ¿Qué pasa si quiero decirte lo increíble
que me estás haciendo sentir?
Sus dientes deslumbraron contra su piel bronceada antes de que su lengua presionara
la punta de mi pene. Era más allá de lo erótico mirar, y un gruñido se escondió detrás de mis
dientes.
—Puedes hacer eso, solo mantenlo abajo —ella me guiñó un ojo, lamiéndome hasta
la raíz.
Agarré un puñado de su cabello y sonreí. —Eres increíble.
Rastreando hacia arriba, se apartó, su mirada se encontró con la mía. —¿Algo más
que necesites decirme?
—Chupa en la punta, y ve profundo, bueno, tan profundo como puedas, no quiero
que te sientas incómoda.
Sus ojos se estrecharon, y supe que había respondido
incorrectamente. Mordiéndome el labio y sacudiendo la cabeza, recorrí mi cerebro en busca
de lo que ella podría estar insinuando.
—El puesto de coordinador es tuyo —respiré.
Su labio se curvó hacia un lado, y luego expulsó aire a lo largo de mi eje. Mis párpados
se cerraron brevemente, amando los hormigueos que se estaban apoderando de mis piernas.
—Obtendrás un aumento —suspiré, viendo su boca envolver la punta de mi polla.
Ella chupó, y mis ojos rodaron hacia la parte posterior de mi cabeza. Joder, se sentía
tan bien, aquí en mi oficina.
—¿Cuán grande? —Murmuró, sus labios aún fruncidos sobre mi piel.
—Depende —dije tímidamente, masajeando la parte de atrás de su cuello.
Ella me llevó más profundo, y pensé que me quemaría en ese mismo momento. —
Realmente grande —gruñí, mis ojos pegados a sus labios penetrando hacia abajo hasta que
tocaron mi pelvis.
Estaba completamente angustiada ahora, y tragó saliva. —Santa mierda —jadeé,
nunca experimenté una mamada así de intensa. Ella sorbió hasta mi punta, solo para inhalar
hacia abajo.
Mi cabeza cayó pesadamente sobre el reposacabezas de mi silla. Me iba venir al
instante si ella seguía haciendo eso.
—Estás olvidando una cosa —dijo entre chupaba. Su mirada se encontró con la mía,
esperando a que respondiera antes de que su lengua me agraciara con su talento.
Con un aliento desigual, confundí una respuesta. —¿Voy a dejar de ser un imbécil?
—Todavía puedes ser un imbécil, pero no para mí —tragó saliva más rápido, sin
molestarse en detenerse y molestarme con movimientos lentos. Todos mis músculos se
tensaron dentro de mí, mis bolas se formaron en preparación. Esta mujer sería mi muerte, y
estaba más de acuerdo con eso.
Volvió a subir, y justo antes de ir a matar, la agarré del cabello, deteniéndola de mala
gana, pero necesitaba que ella lo entendiera.
Sosteniendo su cabeza entre mis manos, suavemente acaricié sus mejillas con mis
pulgares, observándola recuperar el aliento.
Su labio inferior se echó hacia atrás. —¿Qué pasa?
—No pasa nada, solo quiero que sepas que esto no es un requisito para obtener un
ascenso y un aumento. —Sus labios se tensaron, y sacudí mi cabeza en frustración.
—No, eso no es lo que quise decir, bueno, más o menos, pero a eso no me refería.
Mierda.
Sus expresiones faciales se suavizaron. Agarrando mis muñecas de su rostro, se
levantó de sus rodillas, poniendo mis manos en sus caderas y acariciándome la mandíbula.
—Dámelo, Craft. No tienes problema en mandarme un día sí y otro no.
Ella me sonreía, pero la aprensión todavía estaba escrita en su rostro.
—Me estás haciendo algo —susurré, las palabras aún estaban destrozadas en mi
cabeza—. No puedo entenderlo, pero el temor de nunca verte otra vez me ha aterrorizado
las últimas semanas.
Sus hombros se encogieron en alivio. —Yo también te extrañé, Mackenzie.
—Más que eso señorita —murmuré, aferrándome a su cintura—. Quiero permanecer
despierto toda la noche contigo, bromeando y bromeando sobre opciones de comida,
masajes y confusas ligas de fantasía, o sentado y discutiendo acerca de la tecnología muerta
conocida como puertos USB o cómo el mundo va a terminar en una invasión alienígena. —
Tragué saliva, apretando mi agarre alrededor de ella—. Apertura el uno al otro sobre nuestras
familias... y miedos.
Inclinó la cabeza hacia un lado, con afecto en sus ojos. Jugando con el cabello corto
por encima de la nuca, se rió y asintió al mismo tiempo. —Ahí vas otra vez, burlándote de
mis puertos USB. —Ambos nos reímos, pero una vez que se rindió, me besó tiernamente—
. Yo también quiero todo eso, Mackenzie.
Mi cuerpo se hundió en alivio. Ella entendió mis divagaciones, y quería explorar más
entre sí, y no solo sin ropa.
Aunque, ella podría estar malditamente segura de que eso iba a pasar hablando en
intermedio.
Besando mi mandíbula, ella arrastró sus labios hacia abajo, encontrándose de nuevo
sobre sus rodillas.
—Ahora —dijo con severidad, sus labios formando una delgada línea—. No me
gustaría que mi jefe me escriba.
Arqueé una ceja en su dirección. —No correría ningún riesgo con él, es un estúpido
gigante.
Era tan traviesa, la punta de su lengua escapándose de su boca tentadora. —Eso es
seguro. Será mejor que siga sus deseos y cumpla su fantasía.
Joder, sí. —Abre tu boca —exigí—. Y eso no es un deseo, es un requisito para este
proyecto sensible al tiempo y la finalización de la fantasía.
Kelsey sonrió, entendiendo mi sarcasmo. Sabía que tenía el poder y, por primera vez
en mi vida, estaba perfectamente de acuerdo con eso.
Con el bate de sus pestañas, ella dijo dulcemente: —Cualquier cosa para usted, Sr.
Craft.

Fin.
"La vida, un lienzo en blanco para colorear”
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