CONTENIDO PÁG.
01. Introducción: ................................................................................................................................ 1
02. Fundamentos Epistemológicos de la ciencia contable:............................................................................ 15
03. La contabilidad del conocimiento aproximaciones teóricas y metodológicas interdisciplinarias ............. 53
3.1 El desarrollo de la contabilidad y los sistemas sociales humanos .................................................. 56
3.2 La contabilidad del conocimiento aproximación a la medición contable del conocimiento: ............ 88
3.3 Conclusiones
04. Auditoria contable del capital intelectual.................................................................................................. 129
05. Gestión del conocimiento......................................................................................................................... 136
06. El contexto actual y la contabilidad.......................................................................................................... 142
07. Cambios paradigmaticos en el contador público para que pueda generar el capital intelectual.............. 147
08. Conclusiones ................................................................................................................................ 155
09. Bibliografia ................................................................................................................................ 155
LA CONTABILIDAD INTELECTUAL
EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
INTRODUCCIÓN
Vivimos en un mundo pletórico de datos, frases e íconos. La percepción que
los seres humanos tenemos de nosotros mismos ha cambiado, en vista de que
se ha modificado la apreciación que tenemos de nuestro entorno. Nuestra cir-
cunstancia no es más la del barrio o la ciudad en donde vivimos, ni siquiera la
del país en donde radicamos. Nuestros horizontes son, al menos en apariencia,
de carácter planetario.
Eso no significa que estemos al tanto de todo lo que sucede en todo el mundo.
Lo que ocurre es que entre los numerosos mensajes que recibimos todos los
días, se encuentran muchos que provienen de latitudes tan diversas y tan leja-
nas que, a menudo, ni siquiera acertamos a identificar con claridad en dónde
se encuentran los sitios de donde provienen tales informaciones. Por ello, se
habla mucho de la Sociedad de la Información o de la Sociedad del Conoci-
miento. ¿Qué rasgos la definen la sociedad actual? ¿En qué aspectos resulta
novedosa? ¿En qué medida puede cambiar la vida de nuestros países, nuestras
organizaciones, de nosotros mismos, etc.? ¿Qué limitaciones tiene ese nuevo
contexto? Son preguntas urgentes que requieren respuestas ingeniosas para
proponer nuevas formas de actuar cotidiana y profesionalmente, de explicar
tecnológica y científicamente y de comprender racional e históricamente a la
sociedad contemporánea.
Pero, por ahora a este nuevo contexto socioeconómico lo definen característi-
cas como las siguientes: Exuberancia. Disponemos de una apabullante y diver-
sa cantidad de datos. Se trata de un volumen de información tan profuso que
es por sí mismo parte del escenario en donde nos desenvolvemos todos los
días. Omnipresencia. Los nuevos instrumentos de información, o al menos sus
contenidos, los encontramos por doquier, forman parte del escenario público
contemporáneo (son en buena medida dicho escenario) y también de nuestra
vida privada. Nuestros abuelos (o bisabuelos, según el rango generacional en
el que estemos ubicados) fueron contemporáneos del surgimiento de la radio,
se asombraron con las primeras transmisiones de acontecimientos internacio-
nales y tenían que esperar varios meses a que les llegara una carta del extran-
jero; para viajar de Barcelona a Nueva York lo más apropiado era tomar un
buque en una travesía de varias semanas. La generación siguiente creció y
conformó su imaginario cultural al lado de la televisión, que durante sus pri-
meras décadas era sólo en blanco y negro, se enteró con pasmo y gusto de los
primeros viajes espaciales, conformó sus preferencias cinematográficas en la
asistencia a la sala de cine delante de una pantalla que reflejaba la proyección
de 35mm y ha transitado no sin asombro de la telefonía alámbrica y conven-
cional a la de carácter celular o móvil. Los jóvenes de hoy nacieron cuando la
difusión de señales televisivas por satélite ya era una realidad, saben que se
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puede cruzar el Atlántico en un vuelo de unas cuantas horas, han visto más
cine en televisión y en video que en las salas tradicionales y no se asombran
con la Internet porque han crecido junto a ella durante la última década: fre-
cuentan espacios de chat, emplean el correo electrónico y manejan programas
de navegación en la red de redes con una habilidad literalmente innata. Esa es
la Sociedad de la Información. Los medios de comunicación se han convertido
en el espacio de interacción social por excelencia, lo cual implica mayores fa-
cilidades para el intercambio de preocupaciones e ideas pero, también, una
riesgosa supeditación a los consorcios que tienen mayor influencia, particular-
mente en los medios de difusión abierta (o generalista, como les llaman en
algunos sitios). Irradiación. La sociedad contemporánea también se distingue
por la distancia hoy prácticamente ilimitada que alcanza el intercambio de
mensajes. Las barreras geográficas se difuminan; las distancias físicas se vuel-
ven relativas al menos en comparación con el pasado reciente. Ya no tenemos
que esperar varios meses para que una carta nuestra llegue de un país a otro.
Ni siquiera debemos padecer las interrupciones de la telefonía convencional.
Hoy en día basta con enviar un correo electrónico, o e-mail, para ponernos en
contacto con alguien a quien incluso posiblemente no conocemos y en un país
cuyas coordenadas tal vez tampoco identificamos del todo. Velocidad. La
comunicación, salvo fallas técnicas, se ha vuelto instantánea. Ya no es preciso
aguardar varios días, o aún más, para recibir la respuesta del destinatario de
un mensaje nuestro e incluso existen mecanismos para entablar comunicación
simultánea a precios mucho más bajos que los de la telefonía tradicional. Mul-
tilateralidad / Centralidad. Las capacidades técnicas de la comunicación con-
temporánea permiten que recibamos información de todas partes, aunque lo
más frecuente es que la mayor parte de la información que circula por el
mundo surja de unos cuantos sitios. En todos los países hay estaciones de te-
levisión y radio y en muchos de ellos, producción cinematográfica.. Sin embar-
go el contenido de las series y los filmes más conocidos en todo el mundo
suele ser elaborado en las metrópolis culturales. Esa tendencia se mantiene en
la Internet, en donde las páginas más visitadas son de origen estadounidense
y, todavía, el país con más usuarios de la red de redes sigue siendo Estados
Unidos. Interactividad / Unilateralidad. A diferencia de la comunicación con-
vencional (como la que ofrecen la televisión y la radio tradicionales) los nuevos
instrumentos para propagar información permiten que sus usuarios sean no
sólo consumidores, sino además productores de sus propios mensajes. En la
Internet podemos conocer contenidos de toda índole y, junto con ello, contribuir
nosotros mismos a incrementar el caudal de datos disponible en la red de redes.
Sin embargo esa capacidad de la Internet sigue siendo poco utilizada. La gran
mayoría de sus usuarios son consumidores pasivos de los contenidos que ya
existen en la Internet. Desigualdad. La Sociedad de la Información ofrece tal
abundancia de contenidos y tantas posibilidades para la educación y el inter-
cambio entre la gente de todo el mundo, que casi siempre es vista como reme-
dio a las muchas carencias que padece la humanidad. Numerosos autores,
especialmente los más conocidos promotores de la Internet, suelen tener visio-
nes fundamentalmente optimistas acerca de las capacidades igualitarias y li-
beradoras de la red de redes (por ejemplo Gates: 1995 y 1999 y Negroponte,
1995). Sin embargo la Internet, igual que cualquier otro instrumento para la
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compleja, aunque sin duda seguirá desarrollándose para quizá asumir nuevos
formatos en el mediano plazo, es la Internet.
Lo anterior hace posible entender a la globalización como una serie de procesos
multidireccionales y no simplemente como la internacionalización de culturas y
mensajes que solían estar apartados unos respecto de otros. Giddens recuerda
cómo "la globalización presiona no sólo hacia arriba, sino también hacia abajo,
creando nuevas presiones para la autonomía local". En Internet entre otras
formas de intercambio surgen nuevos modos de solidaridad, desde las cadenas
de mensajes hasta la coordinación de protestas o adhesiones respecto de las
más diversas causas. Y también aparecen nuevas formas de aislamiento, tanto
entre las personas como entre las naciones.
Por otro lado, especialmente vista desde la perspectiva económica, tenemos la
influencia del conocimiento en la sociedad contemporánea. La generación y
utilización eficaz del conocimiento constituye un factor de desarrollo económico
de importancia creciente. Sin embargo, la sola existencia del conocimiento no
garantiza el cambio y la innovación de las organizaciones y de nuestros paí-
ses. La capacidad de una sociedad para incorporar la ciencia y la tecnología
como factores dinámicos para su progreso depende de condiciones políticas,
económicas y sociales que la ciencia misma no puede crear. La competitivi-
dad que se sustenta en la capacidad de generar y difundir el progreso técnico
-competitividad estructural- se caracteriza como un fenómeno cuya emergen-
cia depende sistemáticamente de fenómenos de menor nivel que se generan
como resultado del funcionamiento de los sistemas educativo, productivo, y de
ciencia y tecnología, de las interrelaciones entre ellos, y de su interacción con
el resto del sistema social. En este trabajo se profundiza en la caracterización
de las condiciones estructurales que deben darse para la emergencia de la
competitividad. Cuatro niveles de análisis de la estructura de la economía so-
cial -los niveles micro, meso, meta y macro- son considerados. La articulación
orgánica y de orden estructural que debe darse entre los sistemas productivo,
educativo, y de investigación y desarrollo se conceptualiza y “diseña” en el
nivel meso, y se operacionaliza en el nivel micro. Las acciones conjuntas en
los niveles meso y micro son posibles gracias a condiciones adecuadas en los
niveles macro y meta. Para cada uno de los niveles considerados se requieren
políticas y estrategias cuya operacionalización es necesaria para garantizar
las relaciones de orden estructural que deben darse al interior de cada nivel,
y entre niveles, en un esfuerzo por contribuir a la clarificación de la estructura
organizacional requerida para viabilizar la innovación tecnológica y el cambio
de nuestras organizaciones.
Las economías más avanzadas basan su barrera de competitividad cada vez
en mayor grado en la generación y utilización eficaz del conocimiento. La
investigación científica y tecnológica, en su calidad de actividad generadora
de conocimiento, es un componente esencial de la competitividad económica.
Sin embargo, la aplicación social de este conocimiento depende de diversos
aspectos y condiciones que ni la ciencia ni la tecnología por sí mismas pueden
crear.
La generación en un país de fuentes perdurables de ventaja comparativa en
relación con otros países debe sustentarse en una estrategia de desarrollo ba-
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1. Introducción.
Puede concebirse la filosofía en general como una actividad reflexiva de segun-
do nivel respecto de actividades reflexivas de primer nivel, es decir, de ciertos
modos conceptualmente articulados con que los seres humanos se enfrentan a
la realidad. La filosofía tiene entonces como objeto de estudio esas reflexiones
previas; trata de analizarlas, interpretarlas, fundamentarlas, criticarlas, e incluso
a veces mejorarlas. Así, el modo religioso de enfrentarse a la realidad da lugar
a la filosofía de la religión; el modo moral, a la filosofía de la moral (o ética); el
modo artístico, a la filosofía del arte (o estética), etc.
Uno de los modos más efectivos, sorprendentes y “revolucionarios” de enfren-
tarse a la realidad ha sido (al menos en los últimos cuatro siglos) el modo cien-
tífico. Por ello no es de extrañar que la filosofía de la ciencia (o epistemología)
ocupe un lugar preeminente en la filosofía actual. Dada la innegable influencia
que ejerce la ciencia en nuestra cultura, es difícil negar la perentoriedad de una
reflexión filosófica sobre ella. A tal reflexión la denominamos “filosofía de la
ciencia”.
Es conveniente en este punto hacer una aclaración terminológica, de trasfondo
metodológico. Entenderemos aquí por “ciencia” el conjunto de las disciplinas
teóricas conocidas usualmente como “ciencias empíricas o factuales”, es decir,
aquellas disciplinas que tienen por objeto hechos directa o indirectamente
contrastables por la experiencia sensorial humana. Este rótulo incluye en con-
secuencia tanto las llamadas “ciencias naturales”, las “ciencias sociales” como
las llamadas “ciencias socionaturales”. De hecho, el punto de vista metodológico
general desde el cual se ha configurado nuestra exposición es el de que no
existe un “abismo ontológico” infranqueable entre los objetos de estudio de
esos tres grupos de disciplinas ni entre la naturaleza de sus conceptos, teorías
y métodos respectivos. Por supuesto que pueden detectarse diferencias meto-
dológicas importantes entre la física y la economía, pongamos por caso; pero
es difícil argüir que ellas han de ser necesariamente más profundas o radicales
que las que se dan entre la física y la etología, por un lado, o la economía y la
teoría literaria, por otro. Es más, hoy día proliferan las áreas disciplinarias con
respecto a las cuales ni siquiera sus propios especialistas concuerdan en adju-
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atrás”, así como un amplio consenso sobre lo más valiosos de los resultados
obtenidos hasta la fecha, entonces está claro que hay progreso en filosofía, y muy
en particular en filosofía de la ciencia. Dejando a un lado el caso de la lógica
(de la que puede discutirse si forma parte o no de la filosofía), la filosofía de la
ciencia es el área de la filosofía que más progresos tangibles e incuestionables
ha hecho en lo que va de siglo. No sólo se trata de que se ha alcanzado una
perspectiva mucho mejor articulada sobre la ciencia que la visión estimulante
y prometedora, pero primitivamente ingenua, que propugnaba el positivismo
lógico; se trata también de que pueden reseñarse una serie de resultados
concretos sobre lo que hay en la disciplina el mismo tipo de consenso que es
característico de las disciplinas científicas añejas (a saber, resultados sobre los
cuales “ya no se discute”). Mencionemos sólo algunos: una tipología precisa y
diferenciada de los diversos conceptos científico, que supera en mucho el bur-
do par cualitativo/cuantitativo; la demostración efectiva de que los conceptos
teóricos no pueden reducirse a los observacionales; el abandono definitivo del
principio de verificabilidad para las leyes científicas; la determinación exacta
de la naturaleza del método axiomático, de las diversas formas que éste puede
adoptar y su aplicación concreta a innumerables teorías científicas particulares;
la introducción de distintos modos de metrizar conceptos científicos (superan-
do, entre otras cosas, la idea primitiva de que sólo las magnitudes extensivas
pueden metrizarse); el abandono tanto de la concepción “cumulativista” como
de la “falsacionista” en el análisis diacrónico de la ciencia.
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los posteriores estudios epistemológicos, con lo que una de las principales tareas
del filósofo sería la de expresar el contenido de las teorías con absoluta claridad,
y esto significaba en la práctica fabricar una versión de las teorías científicas a
la que pudieran ser aplicadas las técnicas desarrolladas desde finales del XIX
para el análisis formal de los sistemas lógicos axiomáticos. Otro principio meto-
dológico fundamental de la “Concepción Heredada” era la distinción absoluta
entre lo que Reichenbach denominó “contexto de descubrimiento” y “contexto
de justificación”, respectivamente, afirmándose además que sólo el segundo de
estos contextos era relevante para la Filosofía de la Ciencia. Finalmente, esta
concepción tradicional también afirmaba que debía existir algún criterio de tipo
lógico que permitiera distinguir el conocimiento verdaderamente científico de
las afirmaciones pseudo-científicas.
Con respecto a los principios sustantivos de la “Concepción Heredada” sobre
la estructura de la ciencia, los más importantes se referían a la necesidad de
distinguir dos vocabularios en el lenguaje de las teorías (correspondientes a
los términos observacionales y a los teóricos), al análisis del valor epistémico
de las teorías basado en la relación de confirmación (que podía estudiarse en
términos cualitativos, al estilo de Hempel, o cuantitativos, al estilo de la lógica
inductiva de Carnap), y a la idea de que el desarrollo de las ciencias madu-
ras procede fundamentalmente mediante la reducción de las teorías exitosas
antiguas a teorías nuevas más amplias y precisas. De la distinción entre los
términos observacionales y los teóricos se derivaba a su vez una clasificación
de los enunciados científicos en regularidades empíricas, leyes teóricas y reglas
de correspondencia, así como una tesis sobre la interpretación semántica de
cada uno de ambos tipos de términos: mientras que los observacionales re-
cibirían una interpretación completa directamente a través de la experiencia,
los teóricos sólo recibirían una interpretación empírica parcial, a través de las
reglas de correspondencia.
A modo de síntesis podemos afirmar que la concepción derivada del empirismo
lógico basaba su análisis de la ciencia en tres grandes dicotomías conceptuales:
la distinción entre enunciados analíticos y sintéticos (digamos, entre forma y
contenido dentro de las expresiones lingüísticas), la distinción entre conceptos
observacionales y teóricos, y la distinción entre enunciados positivos (descrip-
ciones) y normativos (justificaciones). Estas tres distinciones se presuponían
como absolutas, válidas para todo contexto histórico, y conducentes siempre
a los mismos resultados independientemente de cuándo, dónde y por quién
fuera aplicadas.
Siempre según de acuerdo a la tradición expositiva de la moderna historia de
la Filosofía de la Ciencia, este gran consenso se habría roto bruscamente con
la aparición de la obra de Kuhn, que habría substituido aquel marco de análisis
de las teorías científicas por otra concepción de acuerdo con la cual lo más
importante son las pautas del desarrollo histórico de la ciencia, pautas que sólo
pueden comprenderse debidamente usando categorías históricas, sociológicas
y psicológicas. El principal debate de la filosofía de la ciencia a partir de la
segunda mitad de los sesenta se habría centrado, entonces, en la cuestión de
qué categorías de este tipo serían las más apropiadas para describir o explicar
el desarrollo de la ciencia. Por citar sólo cuatro de las propuestas más famosas,
estas categorías podían ser las de Kuhn (“paradigmas”, “ciencia normal”, “revo-
luciones”, “cambio de Gestalt”...), las de Laudan (“tradición de investigación”,
“problemas empíricos”, “problemas conceptuales”...), las de Lakatos (“programas
de investigación”, “núcleo firme”, “cinturón protector”, “heurística”, “cambios
de problemática”...) o las de los seguidores de Sneed y Stegmüller (“red teóri-
ca”, “evolución teórica”, “reducción aproximativa”....). Estas cuatro propuestas
vendrían a ser otras tantas variantes del tipo de concepciones de la ciencia
que habrían resultado de la “Revolución Historicista”, ordenadas de menor a
mayor grado de formalización. Mi inclusión de la concepción estructuralista
o “no enunciativa” sneediana entre estos cuatro ejemplos tiene, obviamente,
la intención de mostrar que lo más importante de dicha “Revolución” no
habría sido, en particular, el abandono de las herramientas típicas del lógico
matemático y su sustitución por las del historiador, sino el cambio del centro
de interés, entre los filósofos de la ciencia, desde la estructura de las teorías
hacia su dinámica. Se puede argumentar que en el caso de la “concepción no-
enunciativa”, el aspecto esencial seguía siendo el análisis de la estructura de
las teorías, y que la insistencia de autores como Stegmüller y Moulines en los
aspectos dinámicos de la ciencia se debía, más que a otra cosa, al intento de
hacer aceptable este “nuevo patrón de reconstrucción” a una relativa mayoría
de filósofos convencidos por los argumentos historicistas de Kuhn. Pero, sea
dicha insistencia el resultado de una argucia retórica o de un interés filosófico
auténtico, lo más importante sería, para la tradición expositiva a la que me estoy
refiriendo, que ambas posibilidades demostrarían la existencia de un cambio
radical de intereses dentro de la comunidad de los filósofos de la ciencia.
De todas formas, la influencia de Kuhn se habría dejado notar especialmente
en el surgimiento de los que podríamos denominar “enfoques sociologistas
radicales”, que, sobre todo a partir de la constitución del llamado “Programa
Fuerte en la sociología del conocimiento”, han intentado llevar hasta sus últimas
consecuencias la intuición de que, para entender la ciencia, lo más relevante
es explicar de qué manera influyen el contexto histórico, la estructura social
de las comunidades científicas, y los intereses personales y colectivos, en las
decisiones de los investigadores. Aunque estos enfoques no están ni mucho
menos despreocupados por entender el contenido y la estructura de las teorías
científicas, lo que más les interesa de ambas cosas es encontrar en cualquiera
de ellas indicios de “influencias sociales”, y, por lo tanto, el mero análisis formal
se considera como una herramienta bastante ineficaz.
Por otro lado, la “Concepción Heredada” como una especie de paradigma (en
sentido cuasi-kuhniano), que dominara la disciplina casi de manera hegemónica,
no resiste el paso del tiempo. Dado lo reducido de la población de filósofos de
la ciencia en los años cuarenta y cincuenta, los “críticos” del empirismo lógico
y de sus seguidores distaban mucho de ser una minoría marginal, y, además,
fuera de los Estados Unidos llegaban a ser una abrumadora mayoría. Piénse-
se, por ejemplo, en la influencia de Karl Popper en Gran Bretaña y de Gaston
Bachelard en Francia. Por otro lado, desde la publicación de las primeras obras
“americanas” de Carnap y Reichenbach, que distaron de lograr un consenso
inmediato en los Estados Unidos (por entonces dominado filosóficamente por el
pragmatismo), hasta la aparición de La estructura de las revoluciones científicas,
pasaron escasamente veinticinco años, mientras que desde la publicación de
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esta obra hasta nuestros días han transcurrido casi cuarenta, y en esta segun-
da etapa ha habido corrientes que, además de tener un número apreciable de
seguidores, han perdurado tanto como lo pudo hacer el empirismo lógico. Esto
nos permite sospechar que el período de posible hegemonía de la “Concepción
Heredada” no es realmente una etapa de consenso seguida por una “crisis” que
a su vez da comienzo a una bifurcación en la disciplina, sino que, en mi opinión,
las cosas se describen mejor diciendo que en ningún momento ha existido una
tradición hegemónica en la Filosofía de la Ciencia del siglo XX, sino que siempre
han coexistido vigorosos enfoques muy diferentes y contrapuestos, aunque con
el aumento del número de especialistas ha habido una tendencia creciente al
aumento de la diversidad de enfoques. Agrupar todos estos enfoques alrededor
de la influencia que sobre ellos haya podido tener la “Revolución Historicista”
no deja de ser una clasificación artificial, excesivamente simplificada; en par-
ticular, porque, como señala Giere,
“aunque en los noventa existen muy pocos filósofos de la ciencia que se iden-
tificarían a sí mismos como empiristas lógicos, la mayoría aún se ocupa de
temas y emplea métodos de análisis que son históricamente continuos con los
del empirismo lógico”.
Entre estos temas y métodos de análisis podemos citar la teoría de la confirma-
ción bayesiana y sus alternativas, la teoría de la medición, la naturaleza de las
explicaciones científicas, la estructura de las teorías, la reducción interteórica,
la naturaleza y función de las leyes y los modelos, los problemas del realismo y
de la verosimilitud, el análisis de la causalidad, etcétera, además de los nume-
rosos problemas conceptuales derivados de muchas teorías científicas reales,
cuestiones todas ellas que podían caer plenamente bajo los intereses de los
representantes de la “Concepción Heredada” y que pueden ser discutidas, y de
hecho lo son muy a menudo, con pocos miramientos hacia los problemas his-
tóricos, aunque sin compartir dogmáticamente los presupuestos del empirismo
lógico. Giere también indica que difícilmente podemos interpretar la revolución
kuhniana como una invitación a “volver a tener en cuenta la ciencia real”, en vez
de las pretendidas caricaturas de la ciencia que aparecerían en las discusiones
sobre la confirmación de las leyes y el significado de los términos teóricos de la
“Concepción Heredada”, pues los creadores del empirismo lógico (aunque tal
vez no tanto sus primeros discípulos americanos) no sólo estaban perfectamente
al tanto de “la ciencia real”, siendo muchos de ellos profesores de física en la
universidad germana de entreguerras, sino que el principal estímulo filosófico
a lo largo de la vida de estos autores fue el de crear una teoría de la ciencia
que estuviese a la altura de las dos grandes teorías físicas desarrolladas en las
primeras décadas del siglo: la mecánica relativista y la mecánica cuántica. Si
hubo una mayor “atención a la ciencia real” a partir de la revolución kuhniana,
esto ha de entenderse más bien como un aumento de la importancia de los
estudios históricos, psicológicos y sociológicos en la Filosofía de la Ciencia, algo
que no ha venido a sustituir, ni mucho menos, a la lista de cuestiones ofrecida
al principio de este párrafo, sino que simplemente se ha añadido al conjunto de
temas que han pasado a ser objeto legítimo de estudio en nuestra disciplina, y
ampliando así el número de posibles enfoques utilizados en el análisis de estos
temas.
Por otro lado, la mayor parte de estos asuntos habían sido ya estudiados muy
intensamente por parte de otras tradiciones de investigación sobre la ciencia
distintas del empirismo lógico. No sólo se trata de que el enfoque historicista
de Kuhn y otros autores hubiera tenido algunos “precursores” notables, como
Ludwig Fleck, o de que la relatividad de los enunciados observacionales hubiera
sido asumida desde muy pronto por algunos notables defensores del positivismo
lógico, como Otto Neurath, sino que este mismo positivismo lógico era hasta
cierto punto en la Europa Central de entreguerras una corriente filosófica mar-
ginal, y otras corrientes más dominantes, como la fenomenología de Edmund
Husserl y Max Scheler, la sociología del conocimiento de Karl Mannheim y el
neokantismo de Ernst Cassirer, la teoría “psicoanalítica” de la ciencia de Gaston
Bachelard en Francia, o el pragmatismo de John Dewey en los Estados Unidos,
todas ellas habían asumido en mayor o menor medida la esencial relatividad
del conocimiento científico con respecto a las condiciones culturales, sociales
o económicas de cada época, si bien esta asunción se había llevado a cabo
más a partir de una posturas filosóficas determinadas que mediante un estudio
sistemático de la historia de la ciencia. Dentro de este contexto, el empirismo
lógico tuvo la suerte de ganar la adhesión de la mayor parte de los filósofos de
la ciencia de Estados Unidos inmediatamente después de la Segunda Guerra
Mundial, pero ni mucho menos puede llegar a considerarse como una “ortodo-
xia” temporal en la historia de la Filosofía de la Ciencia. Así, una representación
gráfica medianamente realista de dicha historia en la segunda mitad del siglo
XX sería, por lo tanto, mucho más confusa que la que se muestra en la figura
1, pues contendría numerosos enfoques más o menos relacionados entre sí, y
tan mezclados en algunos puntos que sería difícil reconocerlos como escuelas
autónomas.
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puede dejar a los filósofos interpretar sus resultados como deseen. En particu-
lar, más que tomar partido por una metodología determinada y “reconstruir”
con ella las decisiones de los científicos que estudia, el historiador tendría que
averiguar qué principios metodológicos aceptaban o practicaban efectivamente
los científicos del pasado, por qué lo hacían así, y qué consecuencias tenía esto
sobre sus otras decisiones. Si ocurriese que unos científicos hubieran seguido (o
creído seguir) un tipo de metodología y otros hubieran hecho lo propio con una
metodología distinta, esto sería algo que de ninguna forma se podría averiguar
si los historiadores se limitaran a seguir las recomendaciones de Lakatos, pues
este autor plantea el uso contrastador la historia en el sentido de que dicha
contrastación debería darnos como resultado alguna tesis que afirmase que
una sola metodología (y Lakatos apuesta obviamente por la suya en particular)
es la que mejor consigue explicar el desarrollo de la ciencia.
Naturalmente, en la medida en la que las investigaciones científicas del pasado
hayan estado influidas por cuestiones o polémicas de tipo metafísico, epistemo-
lógico o metodológico, será absolutamente imprescindible para el historiador
que las estudia tener un conocimiento suficiente sobre tales problemas. Pero esta
necesidad debe ser bien entendida, y en particular hay que advertir dos cosas.
La primera consiste en darse cuenta de que esto no implica que el historiador
deba tener una opinión formada sobre cuál puede ser la solución más acepta-
ble a esas cuestiones filosóficas, pues es posible que el mero hecho de querer
defenderla le lleve a ofrecer una visión sesgada de aquellos acontecimientos
históricos; más bien lo importante es que el historiador sepa percibir claramente
todos los argumentos y las posibles falacias que pueden cometerse al defender
cada posición. Lo segundo que hay que advertir es que, de forma análoga a
como el filósofo sacará en general más ventaja de conocer a fondo la ciencia
contemporánea que la ciencia pasada, así para el historiador será generalmente
más útil dominar las disputas filosóficas del pasado que las contemporáneas,
pues a él le interesará sobre todo conocer el estado de la discusión sobre ese
tipo de problemas en la época sobre la cual él está investigando.
Todo esto no quiere decir que la Filosofía contemporánea de la Ciencia sea
inútil para la Historia de la Ciencia pues, como ha afirmado por ejemplo el
historiador John Murdoch, muchas veces el intento de explicar las teorías cien-
tíficas pasadas a la luz de conceptos científicos y filosóficos modernos, aunque
generalmente nos conduzca a la conclusión de que los segundos no pueden
aplicarse a las primeras, sí que nos sirven para descubrir y entender aspectos
de aquellas teorías que seguramente no habríamos llegado a descubrir si no
las hubiéramos contemplado desde este punto de vista. De todas formas, no
creo que la sugerencia de Murdoch deba entenderse como una estrategia que
los historiadores deberían seguir regularmente, sino sólo como un punto de
contacto más entre la Historia y la Filosofía de la Ciencia.
En resumen, y contestando a la pregunta con la que encabezaba este suba-
partado: es cierto que el historiador puede beneficiarse en cierta medida de
la Filosofía de la Ciencia, y que el filósofo puede sacar aún más partido de
la Historia, pero esto no implica que cada uno de ellos deba dedicarse a las
actividades habituales del otro. Es decir, merece la pena que, por ejemplo, el
filósofo tenga conocimientos abundantes sobre la historia de la ciencia (es,
incluso, imprescindible), pero no creo que sea necesario en ningún modo que
haya obtenido dichos conocimientos mediante una investigación historiográfica
realizada por él mismo; basta con que se aplique a estudiar (y tal vez discutir)
buenos libros y artículos de Historia de la Ciencia, los cuales, al fin y al cabo,
siempre serán mejores si los ha elaborado un historiador especialista que si
los ha escrito el propio filósofo “en sus ratos libres”. Y lo mismo cabe decir del
historiador.
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ducta de los científicos, sino más bien como un principio con el que cada
científico se puede comprometer (o no); una conducta “deshonesta” no
equivaldría, por tanto, a una conducta que meramente no coincide con
las normas adoptadas por la mayoría, sino en la violación de una norma
a la que el propio sujeto ha decidido otorgar carácter normativo.
Así, cuando nos preguntamos por las “normas adoptadas por los cientí-
ficos”, nuestra cuestión es triple. Por un lado, queremos saber si algunas
normas científicas tendrán necesariamente un carácter universal. Por otro
lado, nos preguntamos también qué fines pueden haber sido los que les
han llevado a unos científicos a aceptar exactamente las normas que han
aceptado (de las cuales podemos suponer que, en general, no serán uni-
versalmente aceptadas). Finalmente, podemos preguntarnos por qué en
ciertas ocasiones los sujetos deciden incumplir esas mismas normas. Con
respecto a la primera cuestión, sólo se me ocurre algo que toda persona
debería hacer si quiere ser racional, e independientemente de los fines
que se proponga conseguir, y es, simplemente, intentar averiguar, en la
medida de lo posible, qué consecuencias puede esperar de cada una de
las acciones que podría llevar a cabo. Esto podemos entenderlo como una
especie de compromiso mínimo de la racionalidad con la verdad. Se trata
un compromiso con la verdad porque, ceteris paribus, cualquier persona
que intente obtener los mejores resultados posibles con sus decisiones,
preferirá tener creencias verdaderas antes que creencias falsas. Pero es un
compromiso mínimo porque no implica necesariamente que el objetivo
del científico sea “descubrir (o publicar) la verdad”, sino que el requisito
considerado se refiere sólo a la conexión entre las decisiones del científico
y sus resultados; por ejemplo, al científico le interesa saber que, hacien-
do ciertos experimentos, aumentará la probabilidad de que sus trabajos
sean aceptados, pero no es necesario que el mismo investigador sostenga
una interpretación “realista” de los resultados de esos experimentos. En
cambio, la existencia de este compromiso mínimo sí que puede utilizarse
como un argumento (entre otros) contra las epistemologías o sociologías
del conocimiento radicalmente relativistas, pues, si los científicos son
capaces de descubrir ciertas verdades (las relacionadas con sus prácticas
sociales), y además están interesados en ello, no se entiende por qué otro
tipo de verdades estarían inevitablemente más allá de su alcance y de sus
intereses.
Con respecto a la segunda cuestión, que analizaré con más detalle en el
apartado siguiente, digamos ahora simplemente que mi estrategia será más
o menos abductiva: dadas las normas que, aparentemente, los científicos
han seguido en el curso de la historia y parecen seguir en la actualidad,
intentaré buscar algunos fines que cumplan las dos siguientes condiciones:
a) que parezcan simples y razonables, y
b) que resulte posible inferir que la obediencia de aquellas normas es
una estrategia racional para alcanzar precisamente dichos fines.
Por último, con respecto a la cuestión del incumplimiento de las normas,
la respuesta es sencillamente la misma que podemos dar a la pregunta
de por qué una persona puede aprobar el establecimiento de una ley
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LA CONTABILIDAD INTELECTUAL EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
alguna teoría epistemológica. Tal vez los científicos, persiguiendo sólo sus
propios intereses profesionales, sean conducidos hacia la verdad “como
guiados por una mano invisible”, por decirlo con las famosas palabras de
Adam Smith. ¡Claro, que también existe el riesgo contrario!: es posible
que los científicos intenten descubrir la verdad, pero que el juego de sus
intereses les lleve a adoptar normas y a seguir estrategias que dificulten
de hecho el logro de tal objetivo. Y, finalmente, el filósofo también puede
usar la teoría de las normas de manera puramente estipulativa: si ciertos
argumentos le llevan a pensar que tales y cuales fines son los que debería
perseguir la ciencia, entonces podría seguir el enfoque defendido aquí
para intentar deducir cuáles tendrían que ser las normas metodológicas
que maximizarían las posibilidades de alcanzar sus fines favoritos. Que los
científicos de carne y hueso le hagan caso después, ya será otra cuestión.
5.1. Metodología
Para analizar la norma metametodológica (NMF) y el criterio derivado (CEM),
es necesario, en primer lugar, indicar en qué sentido se entiende el término
‘metodología’. Por una metodología entenderemos un modelo de cambio y
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LA CONTABILIDAD INTELECTUAL EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
5.2. Racionalidad
Un término clave en la formulación de la NMF es el de ‘racionalidad’. Sin em-
bargo, existen muchos sentidos posibles de este término, lo cual da lugar a una
seria ambigüedad. En el caso de la ciencia del pasado, el término ‘racionalidad’
suele aplicarse a por lo menos dos tipos diferentes de cosas: por un lado a las
decisiones y actividades de los científicos, y por extensión a las creencias que
se generan y aceptan como resultados de tales decisiones y acciones; por otro
lado el término se aplica al proceso de desarrollo de la ciencia.
A su vez las decisiones de los científicos pueden referirse a:
a. Medios para obtener fines dados;
b. Valores y fines;
c. Aceptación o rechazo de concepciones del mundo (entramados concep-
tuales más comprensivos que las teorías);
d. Aceptación o rechazo de teorías;
e. Aceptación o rechazo de datos como evidencia pertinente;
f. Aceptación de reglas y normas;
g. Aceptación o rechazo de principios lógicos.
Cada uno de estos niveles da lugar a un concepto de racionalidad, y coinciden
en gran medida con los conceptos de racionalidad de Mario Bunge. Siguiendo
de manera aproximada sus ideas, cada uno de los anteriores niveles puede
verse como si diera lugar a los siguientes conceptos de racionalidad.
1. Racionalidad instrumental o de medios-fines: trata de la elección de los
medios más adecuados para la obtención de fines dados.
2. Racionalidad evaluativa: acerca de los fines que son realizables y que
merecen ser perseguidos porque les asignamos un valor.
3. Racionalidad ontológica: requiere la adopción de una visión del mundo
consistente, compatible con la ciencia y la tecnología disponibles.
4. Racionalidad epistemológica: requiere que las teorías que se acepten
tengan apoyo empírico y evita conjeturas que sean incompatibles con el
cuerpo de conocimiento científico y tecnológico aceptado por medio de
buenas razones.
5. Racionalidad metodológica: requiere que la aceptación de creencias se
haga después de una crítica cuidadosa y sólo cuando exista una adecua-
da justificación, es decir, pruebas o evidencia favorable y que no existan
razones suficientemente poderosas como ara abandonar la creencia en
cuestión: asimismo exige que la aceptación de creencias esté basada en
normas y reglas que tengan alguna garantía, aunque también ellas sean
revisables.
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LA CONTABILIDAD INTELECTUAL EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
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LA CONTABILIDAD INTELECTUAL EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
Estos tres (o cuatro) complejos adicionales que hay que tomar en cuenta para
identificar formalmente una teoría son también definibles en términos modelo-
teóri-cos y en principio deberíamos definirlos aquí también, si expusiéramos la
identidad de una teoría de una manera completa. Ello, sin embargo, rompería el
estrecho marco de este ensayo. En el presente contexto, nos contentaremos con
la simplificación drástica de que el núcleo formal de la teoría consiste meramente
del par < Mp , M>; esta idea simplificada de las teorías basta para exponer los
elementos esenciales de la concepción estructuralista de la ciencia.
Ahora bien, una tesis fundamental de esta concepción radica precisamente en
la idea de que el núcleo formal (incluso si tomamos en cuenta la simplificación
arriba mencionada) no representa el único componente de la identidad de una
teoría empírica. Esto es, no sabremos realmente de qué teoría se trata si solo
indicamos el marco conceptual y las leyes fundamentales de una teoría. Al
contrario de lo que ocurre en las teorías de la matemática pura, en el caso de
las disciplinas empíricas necesitamos la indicación del dominio de aplicaciones
intencionales de estas teorías para identificarlas de manera completa.
Ahora bien, resulta que una teoría empírica no viene dada solamente por un
núcleo K, sino también por un dominio de aplicaciones intencionales que es
independiente del primero, y al cual simbolizaremos por —I: T = <K, I >. Es
justamente cuando nos planteamos la cuestión de una determinación ulterior
de este dominio I, que se ponen de manifiesto las insuficiencias de una conside-
ración puramente semántico-sincrónica de las teorías y que nos vemos llevados
directamente a la inclusión de elementos pragmático-diacrónicos en nuestro
concepto de teoría. Para comprender por qué ello es así, debemos preguntarnos
primero cómo habría que imaginar la aprehensión modelo-teórica del dominio
I:
En primer lugar, hay que concebir las aplicaciones intencionales de una teoría
dada como aquellos sistemas empíricos a los que queremos aplicar las leyes
fundamentales de la teoría en cuestión, para posibilitar, por ejemplo, explica-
ciones, predicciones y quizás también transformaciones tecnológicas de hechos
concretos. Para alcanzar este objetivo, esos sistemas, sin embargo, deben estar
ante todo concebidos en términos de los conceptos de la teoría misma, de lo
contrario, no obtendríamos ninguna homogeneidad conceptual entre las leyes
generales y los datos o hechos concretos. Ello significa que los sistemas empíricos
en cuestión deben ser representados ante todo como modelos potenciales de
la teoría. En nuestro simbolismo, significa esto que debemos presuponer que I
Mp.
De acuerdo con esta presuposición, las aplicaciones intencionales serán recons-
truidas como determinados modelos potenciales de la teoría que nos interesan
para determinados fines empíricos. Se trata aquí simplemente de un supuesto
metodológico para que simplemente podamos empezar con el trabajo aplicativo
de la teoría. Entonces, podemos imaginar distintas posibilidades con respecto a
la cuestión de la aplicabilidad de las leyes, es decir, respecto a la relación entre
M e I; debemos considerar aquí tres alternativas posibles:
1)
2) (I) I M;
3) (II) No es el caso que I M pero sí I M ≠ ;
(III) I M = .
(I) representa el caso de un éxito total de la teoría, es decir, todos los sistemas
que sehan propuesto como aplicaciones intencionales resultan ser efectiva-
mente modelos actuales de la teoría, lo cual a su vez significa que todos ellos
satisfacen exactamente las leyes planteadas. Es muy probable que en la historia
real de las ciencias nunca se haya dado esta situación ideal, si prescindimos
de aproximaciones e idealizaciones. El caso (II) representa la situación de una
teoría que tiene un éxito parcial o, dicho de otro modo, que ha sido —refutada
parcialmente: algunos sistemas empíricos que nos interesan cumplen las leyes,
mientras que otros no. Cuanto mayor sea la intersección I M en relación con
la diferencia I oe M, tanto más exitosa será la teoría. El caso en que vale (III)
significa una —catástrofe total para la teoría: en efecto, se trataría en este caso
de una teoría que no es capaz de abarcar entre sus modelos actuales ni uno
solo de los sistemas a los que se pretendía aplicar; a una teoría así podemos
eliminarla sin más del escenario científico, pues carece por completo de valor,
al menos, desde un punto de vista empírico. Así pues, para una evaluación
metodológica adecuada de una teoría dada, lo más decisivo es la pregunta de
cuál de las tres alternativas indicadas es la real, o sea, que debemos preguntar-
nos por la relación existente entre I M e I oe M. El problema, sin embargo, es
que si nos limitamos a emplear los medios conceptuales hasta ahora reseñados
de nuestro concepto de teoría, no podemos dar una respuesta satisfactoria a
dicha pregunta. Desde un punto de vista puramente estático-semántico, lo
único que podemos constatar es que I es un subconjunto de Mp , pero no
podemos decir nada acerca de cuáles son los bordes exactos de I dentro de
Mp , cuáles son sus límites. Ello a su vez proviene del hecho, esencial para el
estructuralismo, de que el dominio I, por su constitución misma, es lo que se
puede llamar un —conjunto abierto“; esta denominación no del todo correcta
no pretende significar otra cosa sino el hecho de que la determinación exacta
de los bordes de I solo puede llevarse a cabo, por principio, si hacemos uso
de conceptos pragmáticodiacrónicos: I es una entidad con bordes imprecisos
y constantemente cambiantes. Aparte de la determinación modelo-teórica
relativamente débil según la cual —I Mp “, la identificación de I presupone
implícitamente una serie de parámetros sociohistóricos, que son irreducibles
a conceptos puramente semántico-sincrónicos. Dado que la identidad de la
teoría incluye el concepto de aplicación intencional, y éste a su vez, depende de
dichos parámetros, resulta en consecuencia que la determinación de la teoría
en su totalidad deberá tomar en cuenta dichos parámetros. Llegamos aquí a
un punto en que la concepción estructural muestra claramente la necesidad
de una cooperación interdisciplinaria entre lógicos, sociólogos e historiadores
para resolver el problema conceptual, metatéorico, de la identidad de las teorías
científicas, pues la elucidación de los parámetros pragmático-diacrónicos que
la constituyen deberá tomar en cuenta los resultados de esas disciplinas diver-
sas. Más que ningún otro enfoque de la actualidad, el estructuralismo pone de
relieve la necesidad del trabajo interdisciplinario en la metateoría de la ciencia.
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LA CONTABILIDAD INTELECTUAL EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
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LA CONTABILIDAD INTELECTUAL EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
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Editorial.
Capítulo I: Introducción
La Contabilidad, en los últimos tiempos, se ha desarrollado de manera ver-
tiginosa. Especialmente porque su papel en el funcionamiento de las orga-
nizaciones se ha convertido en fundamental. Por eso, la discusión sobre su
naturaleza científica también es básica en la actualidad. Ahora sabemos que
el conocimiento científico no consiste en la mera acumulación de hechos o de
datos sobre el mundo, sino, especialmente, en la generación de modelos y teo-
rías. Una teoría es un sistema explicativo concreto y causal que incluye leyes,
interpreta la realidad y genera nuevas observaciones y experimentos. Es así,
que el progreso de la ciencia se caracteriza por el surgimiento, el desarrollo, la
corrección y la sustitución de dichos sistemas llamadas teorías científicas. De
esta caracterización no escapa la ciencia contable.
Una particular característica de la etapa actual del desarrollo de la ciencia con-
table, de sus cambios cuantitativos y cualitativos, es la acción simultánea de dos
tendencias: diferenciación e integración de las distintas esferas del conocimiento
científico contable.
Una de las manifestaciones más eficaces de la tendencia integradora en la cien-
cia contable la constituyen las investigaciones desde perspectivas sistémicas. La
especificidad de estas investigaciones consiste en su orientación hacia el estudio
de los problemas complejos, integrales, de gran envergadura; como las: socioe-
conómicas, político globales, ecológicos y teóricos (teorías y metateorías); de los
hechos o sistemas contables; en la orientación consecuente del investigador no
sólo hacía el conocimiento de la esencia de los problemas en estudio y los corres-
pondientes objetos, sino también hacía la creación de los medios que permiten
asegurar la dirección racional de estos objetos, contribuir a la solución de los pro-
cesos planteados. Esta unidad de las funciones investigadoras y transformadoras
determina el carácter integral, interdisciplinario de las investigaciones sistémicas.
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LA CONTABILIDAD INTELECTUAL EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
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LA CONTABILIDAD INTELECTUAL EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
rivalizan en otros.
2 D2: Un sistema social humano es un sistema social compuesto por seres
humanos que dependen del trabajo propio o ajeno para subvenir a sus
necesidades y satisfacer sus deseos.
3 D3: Un sistema social humano es: (a) natural, o espontáneo, si y sólo si
es auto-organizado, o sea, si emerge espontáneamente por reproducción,
asociación o autoensambladura; (b) artificial, o formal, o una organización,
si y sólo si es formado y sostenido conforme a finalidades, planes y reglas.
4 D4: Una sociedad humana es un sistema compuesto por cuatro subsistemas
principales:
(a) el sistema biológico.
(b) el sistema económico.
(c) el sistema político.
(d) el sistema cultural.
1 D5: Una supersociedad humana es un sistema compuesto de sociedades
humanas.
2 D6: El sistema social mundial es la supersociedad humana compuesta por
todas las sociedades humanas.
3 D7: Un proceso (o actividad) social humano es un proceso en el que in-
tervienen por lo menos dos personas interactuantes.
4 D8: Un movimiento social es un proceso dirigido (no espontáneo), que
ocurre al menos en un sistema social artificial (u organización) y que
arrastra a agentes que no pertenece originariamente a éste.
5 A1: Todo ser humano pertenece por lo menos a un sistema social.
6 C1: No hay personas totalmente marginadas.
7 A2: Los sistemas sociales se mantienen unidos por lazos de varios tipos:
biológicos, psicológicos, económicos, políticas o culturales.
8 C2: La segregación de cualquier tipo (sexual, racial, económica, político,
religión, etc.) debilita la cohesión social.
9 A3: En virtud de la pertenencia de toda persona a varios sistemas sociales,
sus creencias, preferencias, actitudes, expectativas, elecciones y acciones
están condicionadas socialmente así como motivadas internamente.
10 C3: El ser humano no es autónomo ni heterónomo.
11 A4: Todo sistema social, en todo momento, está embarcado en algunos
procesos: continuo o discontinuo, de cambio cuantitativo o cualitativo,
causal, probabilista o mixto.
12 A5: Todo sistema social tiene una función específica (o sea, un proceso o
actividad que ningún otro sistema puede llevar a cabo).
13 A6: Los cambios de un sistema social se originan en (a) cambios en sus
componentes o (b) interacciones entre sus componentes o entre algunos
de éstos y cosas de su entorno.
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A. Etapa pre-paradigmática
Etapa en la cual coexisten diversas “escuelas” que compiten entre sí por el do-
minio en un cierto campo de investigación. Entre estas escuelas existe muy poco
(o ningún) acuerdo con respecto a la caracterización de los objetos de estudio,
los problemas que hay que resolver y su orden de importancia, los métodos
y procedimientos más adecuados, etc. Lo característico en esta etapa es que
la investigación que realizan los grupos en competencia no logra producir un
cuerpo acumulativo de resultados. Este período de las escuelas termina cuando
el campo de investigación se unifica bajo la dirección de un mismo conjunto de
supuestos básicos, que Kuhn llama “paradigma”. Los investigadores llegan a
estar de acuerdo en que uno de los enfoques competidores es tan prometedor
que abandonan los demás, y aceptan este enfoque como base de su propia in-
vestigación. Esta transición, que ocurre sólo una vez en cada disciplina científica
y es por tanto irreversible, crea el primer consenso alrededor de un paradigma,
y marca el paso hacia la ciencia madura.
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LA CONTABILIDAD INTELECTUAL EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
En esta misma línea están Fabio Besta, Ginno Zapa, como es natural con
algunas diferencias. De acuerdo con este paradigma las generalizaciones
simbólicas se basan en los conceptos de renta y valor para la medición del
patrimonio, la partida doble evolucionada a una dualidad de la empresa en
marcha se constituye en el patrón metodológico de medición, las técnicas y
procedimientos se seleccionan en función a su correlación y uniformidad con
los conceptos fundamentales, y el sistema contable refleja adecuadamente la
realidad económica (verdad económica) y suministra uni-direccionalmente la
información suficiente a los usuarios potenciales.
Tras el paradigma del beneficio económico, la etapa siguiente es la sustitución
de la búsqueda de una verdad única por una verdad orientada al usuario, que
pretende y persigue brindar la mayor utilidad posible en la toma de decisio-
nes, con lo que los valores de verificabilidad y objetividad del paradigma de
beneficio económico, sin dejar de ser importantes dejan paso al de relevancia
(paradigma de la utilidad contable). El principal objetivo de la contabilidad es
suministrar información económica, cuantitativa, que resulte útil en la toma
de decisiones para distintos usuarios: el estado, los acreedores, los accionistas,
gerentes, etc. La búsqueda y determinación de los objetivos de la información
contable (objetivos ligados a los intereses de los distintos usuarios, intereses
muchas veces en pugna) y su consiguiente incidencia en las reglas contables, es
una atención constante no sólo en la literatura especializada, sino también en la
regulación contable tal como puede apreciarse de la propuesta de Túa Pereda
del itinerario hipotético deductivo que se debe seguir en la emisión de normas
contable, derivadas a partir del entorno empresarial y de los objetivos que
busca conseguir la información financiera (utilidad para los distintos usuarios).
También, en este marco paradigmático, Richard Matessich con su programa
condicional-normativo señala que la contabilidad es una ciencia aplicada,
“dentro del ámbito condicional-normativo, situado su epicentro en la
búsqueda del modo de relacionar unos medios eficaces con unos
fines dados. En términos generales, en cualquier ciencia aplicada
se debe de definir claramente los objetivos para después investigar
desde el ámbito empírico y analítico los medios pertinentes para
alcanzar esos objetivos establecidos”.
En cierto momento y hasta finales del siglo todos los problemas que se venían
presentando en el campo de la contabilidad bajo la predominancia del llama-
do paradigma de utilidad, eran resueltos mediante la aplicación de la matriz
disciplinar de utilidad, en lo que Kuhn denomina un juego de rompecabezas
y que consiste en acomodar los problemas que se presentan en función a los
alcances del paradigma predominante.
Como sabemos esta etapa de ciencia normal, reclamada por Khun (como aquella
que toda comunidad científica debe procurar que se extienda el mayor tiempo
posible para así dotar de estabilidad a la ciencia, fue criticada por Popper por
considerar que con esto se aseguraba el conformismo intelectual en la ciencia.
Este fenómeno efectivamente ha venido ocurriendo dentro del paradigma de
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De esta forma considera que el enigma generado por la llamada contabilidad del
conocimiento se ha producido a falta precisamente de una teoría que permita
comprender los alcances de esta nueva realidad empresarial y a partir de este
entendimiento, buscar las normas y prescripciones necesarias que permitan su
manipulación, o en términos de la nueva economía, la gestión del conocimiento,
pero no puede gestionarse aquello que no puede ser medido, y ese es el enig-
ma central que no puede ser resuelto por el paradigma de utilidad. La emisión
de normas prescindiendo de una teoría ha limitado el alcance y aplicación de
estas, y paradójicamente no resultan útiles y pragmáticas (a pesar de ser esos
sus propósitos finales). Esta postura metodológica normativista que predomi-
na en el campo contable y que sustenta al paradigma de utilidad es el que ha
resultado insuficiente para entender y manipular las nuevas realidades y ha
originado la pérdida de relevancia del paradigma de utilidad, incluso el aporte
formalizador de Matessich se inserta en una perspectiva normativista, la cual
justifica señalando que la contabilidad es una ciencia aplicada cuyo propósito
principal es la búsqueda de fines-medios, a diferencia de las puras que buscan
explicaciones causales,
“una ciencia aplicada está sujeta a tintes normativos y su objetivi-
dad se basa precisamente en la clara “revelación” de sus objetivos
y otros juicios de valor dentro de un contexto o situación específica”.
Y porque más adelante: “la característica de una teoría condicional-
normativa es la determinar el objetivo así como la hipótesis instru-
mentales (por ejemplo, las relaciones fines-medios determinadas
empíricamente) dentro de un marco teórico. Esto hace a la teoría
tener la característica de “condicional” en la medida que las normas
claramente reveladas constituyen las condiciones para su validez”.
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B. Metodología y lógica
El planteamiento del Modelo Intellectus se basa en una metodología simple
que, a través de un desarrollo arborescente, pretende aportar un marco en el
que se clarifiquen las interrelaciones entre los diferentes componentes y niveles
que integran su estructura.
Como es evidente, el análisis de la lógica del modelo pasa por una primera
definición de los conceptos básicos utilizados, a saber:
1. Componentes: Agrupación de activos intangibles en función de la natu-
raleza explicativa de su valor.
2. Elementos: Grupos homogéneos de activos intangibles de cada uno de los
componentes del Capital Intelectual, a partir de su tipología empresarial
u organizativa.
3. Variables: Activos intangibles integrantes de un elemento del Capital In-
telectual.
4. Indicadores: Instrumentos de medición o datos, que sirven para conocer
el estado y la evolución de las variables representativas de los activos
intangibles.
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LA CONTABILIDAD INTELECTUAL EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
C. Características
El nuevo modelo propuesto reúne cinco atributos fundamentales:
1. Alineamiento con la estrategia de la organización.
2. Flexibilidad para su adaptación a las necesidades de la organización.
3. Metodología clara, concisa y ordenada que permite su comprensión y
operatividad.
4. Medición adecuada y contrastable de los elementos y variables que se
consideren significativos.
5. Carácter analítico y dinámico que permita la gestión bajo el prisma de la
mejora continua.
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3.3.1 Datos
Un dato es un fragmento de conocimiento particular. Los datos son proposi-
ciones, no hechos. Los datos pueden ser más o menos verdaderos, son corre-
gibles, en tanto que los hechos pueden ser reales o imaginarios, placenteros o
dolorosos, etc. Pero no verdaderos ni falsos.
En las ciencias factuales todos los datos son empíricos. Estos pueden ser obje-
tivos y subjetivos. Los objetivos aportan información del mundo; los subjetivos
aportan información de sentimientos, percepciones, deseos, intenciones del
sujeto. También los datos empíricos son primarios o derivados, según su origen.
Finalmente, también debemos distinguir los datos de los elementos de prue-
ba. Un elemento de prueba es un dato adecuado para alguna proposición: el
elemento de prueba por sí mismo no existe. Más aún, los elementos de prueba
pueden ser débiles o fuertes. Así pues, mientras que los elementos de prueba
circunstanciales casi siempre son débiles, los elementos de prueba experimen-
tales pueden ser fuertes. Si son débiles, los elementos de prueba no serán con-
cluyentes. Si son fuertes, serán positivos (favorables) o negativos (desfavorables);
sólo excepcionalmente serán concluyentes.
3.3.2 La Información
La información es una entidad objetiva que es producida por diversas fuentes
y transportada por señales a través de diferentes canales. La electricidad, luz,
u otras entidades físicas son susceptibles de convertirse en señal y medio de
transmisión. La señal requiere a su vez la existencia de un agente que la recoja
y le dé sentido, que aprehenda su contenido. La señal es el aspecto material de
la información, mientras que el contenido es su aspecto semántico o cognitivo
y refiere directamente a un sujeto cognoscente.
De esta definición podemos extraer tres sentidos estrictos de la información, a
saber:
1. información como forma o estructura del mensaje: información sintáctica.
2. información como correlación con emisores o eventos: información se-
mántica.
INSTITUTO PACÍFICO 83
LA CONTABILIDAD INTELECTUAL EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
3.3.3 El Saber
Saber es percatarse, darse cuenta, aprehender o haber aprehendido un objeto o
situación objetiva. Es por eso que saber es creer algo por razones objetivamente
suficientes. Pero teniendo cuidado en lo siguiente:
1. Una razón es objetivamente suficiente para creer si es suficiente (esto es,
concluyente, completa y coherente) con independencia del juicio de quien
la sustenta.
2. Esa característica podemos reconocerla si la razón es suficiente para
cualquier sujeto posible de la comunidad epistémico pertinente.
3. Las comunidades epistémicos están socialmente condicionadas; las inte-
gran sujetos históricos. Luego, la objetividad parece requerir el consenso
de todos los miembros de una comunidad existente. Estamos pues ante
la siguiente situación: la objetividad remite a la intersubjetividad y ésta al
consenso.
Para salir de la situación planteada analicemos los siguiente: S sabe que p si y
sólo si: 1] S cree que p y 2] S tiene razones objetivamente suficientes para creer
que p. La condición [1] la analizamos como: estado de disposición para actuar,
adquirido, determinado por el objeto o situación objetiva aprehendidos (p). La
condición [2] enuncia que las razones de S son suficientes, no sólo a juicio de S,
sino objetivamente, para establecer la verdad de “p”, luego, son garantía para S
de la existencia real de p. al saber, el sujeto tiene garantías de estar determinado
por la realidad y, por ende se asegura de que su práctica será acertada.
Entonces saber es guía seguro de la práctica. Las razones objetivamente sufi-
cientes “atan” la acción a la realidad.
INSTITUTO PACÍFICO 85
LA CONTABILIDAD INTELECTUAL EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
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LA CONTABILIDAD INTELECTUAL EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
el estudio del conocimiento y del proceso del conocer, especialmente sobre los
agentes inteligentes.
Sin embargo, es necesario hacer una precisión con respecto al tipo de medición
que deberá realizar nuestra propuesta de Contabilidad del Conocimiento. Como
los profesionales contables interamericano y mundial ejercen su labor principal-
mente en base a un ordenamiento normativo, y las normas se aprueban por con-
vención, cualquier propuesta de modificación de las normas que rigen la labor
del contador debe siempre pasar por un conjunto de mecanismos jerarquizados
para su aprobación y luego de la aprobación deberá concordarse en el cómo
se implementará. El recorrido de la propuesta de cambios es siempre extenso.
Mientras tanto la realidad está cambiando cada vez con mayor rapidez. Esta
forma de trabajar no es científica y muchas veces tampoco es eficiente. Frente
a esta realidad consideramos que el primer paso es brindar métodos, técnicas
e instrumentos científicos, resultado de una investigación científica profunda
de fundamentaciones, a la profesión contable para que pueda intentar medir el
conocimiento no necesariamente en términos financieros, en términos mone-
tarios, sino en términos científicos. En base a dichas investigaciones, métodos,
técnicas e instrumentos tendrán que cumplir su papel los organismos emisores
de normas para generalizar su aplicación luego de la estructuración y discutida
en congresos, encargando a las comisiones técnicas correspondientes, etc. A
pesar nuestro la realidad es así y debemos cumplir nuestra tarea.
Pero si los métodos y técnicas que vamos a proponer son científicos y no un
proyecto de norma contable, y como tampoco se medirá el conocimiento en
términos financieros, entonces, qué es lo que lo hace contable, qué es lo que hace
que sea técnica contable. Sencillo, todo aquello que crea un valor agregado, que
sea una ventaja competitiva, tiene implicancias directas en el cumplimiento de
la función eficiente de las empresas y esas son objeto de estudio de la Ciencia
Contable porque son hechos contables. Por darse el caso de que no tenemos
instrumentos y técnicas apropiadas para medirlas financieramente no quiere
decir que dejen de ser hechos contables, sólo que existe una debilidad teórica,
metodológica y técnica de la ciencia contable y eso con la participación de
investigaciones posteriores se irá mejorando hasta fortalecerlas y cumplir ese
tremendo reto de medir contablemente el conocimiento, pues sabemos que es
imprescindible.
Otra preocupación que debemos manifestar es que si la información que brinda-
mos, los contadores a las empresas no son contables cómo y quienes los van ha
utilizar y qué propósitos tendría nuestra medición científica del conocimiento. La
respuesta es: si medimos adecuadamente la calidad, la función, la profundidad
que tienen los conocimientos que hacen funcionar la empresa, ese conocimiento
objetivo es un referente necesario para gestionar ese conocimiento (algunos han
denominado a esos informes de capital intelectual, anexos sobre indicadores
de gestión a la información financiera, reportes sobre gestión del conocimiento,
etc.). Lo importante aquí es el conocimiento objetivo del funcionamiento del
conocimiento en las organizaciones.
Hecha las aclaraciones podemos empezar a desarrollar nuestra propuesta.
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LA CONTABILIDAD INTELECTUAL EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
• Al retirar la mano de una hornilla caliente. Esto es un acto reflejo mucho más
eficiente que una tardía actuación emprendida después de una cuidadosa
deliberación.
(Sistemas que piensan racionalmente)
• Semáforos inteligentes que se encuentran en Europa y evitan por medio de
sensores el congestionamiento de tráfico
(Sistemas que actúan racionalmente)
Frente a estos ejemplos es sencillo notar que para saber si un sistema es o no
inteligente debemos someter a prueba cualquier sistema complejo emergente.
Una de dichas pruebas es la Prueba de Turing.
La prueba de Turing (Alan Turing 1950) intenta ofrecer una definición de Inteli-
gencia Artificial que se pueda evaluar. Para que un ser o máquina se considere
inteligente debe lograr engañar a un evaluador de que este ser o máquina se trata
de un humano evaluando todas las actividades de tipo cognoscitivo que puede
realizar el ser humano.
Si el diálogo que ocurra y el número de errores en la solución dada se acerca al
número de errores ocurridos en la comunicación con un ser humano, se podrá
estimar -según Turing- que estamos ante una máquina "inteligente".
Hoy por hoy, el trabajo que entraña programar una computadora para pasar la
prueba es considerable. La computadora debería se capaz de lo siguiente:
• Procesar un lenguaje natural: para así poder establecer comunicación satis-
factoria, sea en español, inglés o en cualquier otro idioma humano.
• Representar el conocimiento: para guardar toda la información que se le
haya dado antes o durante el interrogatorio. Utilización de Base de Datos
para receptar preguntas y luego almacenarlas.
• Razonar automáticamente: Utiliza la información guardada al responder
preguntas y obtener nuevas conclusiones o tomar decisiones.
• Autoaprendizaje de la máquina: Con el propósito de adaptarse a nuevas
circunstancias. El autoaprendizaje conlleva a la autoevaluación.
Para aprobar la prueba total de Turing, es necesario que la computadora esté
dotada de:
• Vista: Capacidad de percibir el objeto que se encuentra en frente suyo.
• Robótica: Capacidad para mover el objeto que ha sido percibido.
Si un sistema artificial pasa la prueba entonces la consideraremos inteligente.
La Inteligencia artificial, en su sentido más amplio, indicaría la capacidad de
un artefacto de realizar los mismos tipos de funciones que caracterizan al pen-
samiento humano. Con el avance de la ciencia moderna la búsqueda de la IA
(inteligencia artificial) ha tomado dos caminos fundamentales: la investigación
psicológica y fisiológica de la naturaleza del pensamiento humano, y el desa-
rrollo tecnológico de sistemas informáticos cada vez más complejos.
En este sentido, el término IA se ha aplicado a sistemas y programas informá-
ticos capaces de realizar tareas complejas, simulando el funcionamiento del
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LA CONTABILIDAD INTELECTUAL EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
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LA CONTABILIDAD INTELECTUAL EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
INSTITUTO PACÍFICO 95
LA CONTABILIDAD INTELECTUAL EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
Esta ecuación representa una familia de curvas cerradas sobre el plano F1-F2
alrededor del punto de equilibrio (crecimiento cognitivo cero). Muestra con cla-
ridad que el tamaño de cada competidor depende del tamaño del otro. Cerca
del punto de crecimiento cero, la curva se aproxima a la elipse, y las soluciones,
como funciones de tiempo, son curvas sinusoidales un cuarto de ciclo fuera de
fase.
En ausencia de competencia, esto es, para b1=b2=0, en cada agente cognitivo
crece exponencialmente su ventaja competitiva basada en conocimiento. En este
caso, el gráfico del "sistema" se convierte en una línea recta. Aunque el modelo
recién mencionado sólo es una tosca aproximación, tiene cierta capacidad
heurística. Sugiere que la interacción implica entrelazamiento y no-linealidad.
En otras palabras, la función del estado cognitivo de un sistema no es igual
a la suma ni siquiera al producto de las funciones del estado cognitivo de sus
componentes. De allí que el individualismo metodológico no sea una estrategia
conveniente para la investigar, medir sistemas sociales, sistemas artificiales,
sistemas híbridos, sistemas cognitivos apretadamente entretejidos.
Con la descripción y explicación anterior de la competencia y la cooperación,
llamémosla cognitivas ya se puede desarrollas sistemas de indicadores. Tarea
que no tocamos en el presente trabajo.
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LA CONTABILIDAD INTELECTUAL EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO
Por tanto tenemos una descripción cómo los conocimientos pueden satisfacer
las necesidades de las organizaciones, en caso contrario busca la generación de
conocimientos para la satisfacción requerida. Esto explica que los conocimientos
hacen funcionar adecuada y eficientemente a las organizaciones dependiendo
de los conocimientos de que disponen o generan. Ahora sí ya estamos en
condiciones de proyectar la estructuración de sus indicadores.
Si en el presente trabajo no diseñamos los indicadores es porque cualquier
relación entre un indicador y el correspondiente rasgo inobservable, variable,
no es ni una convención ni una regla, sino una hipótesis sustentado teórica-
mente. Como tal debe justificarse tanto analítica como empíricamente más
que adoptarse acríticamente cualquier propuesta convencional o arbitraria sin
sustento. El proceso de establecer una relación entre la variable o rasgo con
los indicadores se denominan operacionalización.
Así lo que suele llamarse operacionalización de un constructo consiste en re-
lacionarlo con los datos vía una o más indicadores hipotéticos. Una hipótesis
o teoría que todavía no ha sido operacionalizada no puede ser comprobada,
aunque sea una especulación prometedora. En cambio, una hipótesis o teoría
que no puede ser operacionalizada en principio no puede considerarse científica.
Los trabajos posteriores se dedicarán a dicha labor.
Conclusiones
1 La Contabilidad del Conocimiento es una necesidad epistemológica, me-
todológica, técnica y profesional del Contador en la época de la Sociedad
del Conocimiento.
2 La Sociedad del Conocimiento implica el predominio del complejo y
el proceso cognitivo, razón por la cual tiene importancia estratégica su
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1. Introducción
B. Aproximaciones metodológicas
Existen dos aproximaciones posibles al análisis de cómo las empresas miden
y gestionan sus intangibles. Es posible preguntar a las empresas sobre lo que
están haciendo o bien sobre lo que creen que podrían hacer. Indudablemente,
el tipo de aproximación escogida está relacionada con el grado de conocimiento
de las empresas sobre intangibles y su trayectoria de medición. Así, la primera
aproximación sería la más adecuada cuando las empresas están ya midien-
do sus actividades intangibles y utilizándolas para propósitos de gestión. La
segunda puede también ser utilizada para este primer grupo pero es la única
aproximación posible para las empresas que todavía no miden sus intangibles
o lo hacen marginalmente.
La situación entre los países involucrados en el proyecto varía significativamente.
En países como Suecia o Dinamarca, las empresas tienen una larga tradición
en la medición y gestión de sus intangibles, mientras que en otros países, como
España, el tema es más incipiente aunque se observa un interés creciente de
las empresas.
De acuerdo a esta situación, la primera aproximación es la que ha sido seguida
por el grupo de investigación sueco (Johanson, 1999 y Johanson et al. 1999a y
b) y por el danés, mientras que la segunda es la tomada por el grupo español
y el grupo francés. Respecto a la primera aproximación, el grupo sueco ha
seleccionado varias empresas conocidas por su "avance" y "experiencia" con
respecto a la medición de los intangibles y su utilización con fines de gestión.
Las preguntas a las que intentan dar respuesta son por ejemplo: ¿Cuáles son los
intangibles que las empresas identifican como claves para el cambio?; ¿Cuáles
son las características de esos intangibles?; ¿Cómo son definidos y clasificados
estos intangibles? (Johanson,1999;2) y también, ¿Cómo se utiliza el sistema de
medición en la gestión? (Johanson et.al. 1999a y b).
Por otro lado, tanto las empresas españolas como las francesas están empe-
zando a medir y gestionar sus intangibles. En este sentido la aproximación es
ligeramente diferente. La mayoría de las empresas actualmente se encuentran
en la fase de diseño y definición de su sistema de medición. De este modo,
se proporciona a las empresas diferentes alternativas para la medición de los
intangibles con el fin de discutir su validez, intentando obtener información del
por qué y cómo las empresas identifican, miden y gestionan sus competencias
esenciales. La aproximación desarrollada por el grupo de investigación español
será detallada en el siguiente apartado.
En principio, parece que las empresas miden sus intangibles para propósitos
internos es decir, para mejorar su capacidad de gestión. Esta es, sin duda, una
conclusión importante ya que la forma en la que las empresas desarrollan su sis-
tema de medición de intangibles dependerá en gran medida de los objetivos que
persigan con esa medición, es decir, del uso que se pretenda dar a los indicadores
elaborados. Las empresas generalmente están siguiendo un patrón común de
diseño e implantación de su sistema de medición y gestión de intangibles. Como
se muestra en la Figura 1,es posible distinguir tres fases o etapas:
1. Identificación de los intangibles
2. Medición
3. Gestión
Las empresas cuyo propósito principal es gestionar internamente sus intangibles
para crear valor, intentarán en una primera fase identificar aquellos intangibles
directamente relacionados con sus competencias esenciales (esto es, que crean
valor a la empresa).
De este modo, la fase de identificación se centra en lo que denominamos intan-
gibles clave. La empresa indaga sobre cuáles son sus competencias esenciales
y qué intangibles están más directamente relacionados con sus competencias
esenciales. Esta primera fase no implica, por el momento, ninguna medición.
Una vez que la empresa ha completado esta primera fase, comienza a buscar
algunos indicadores de estos intangibles clave. En esta etapa, es importante
garantizar que los indicadores sean claros, útiles y factibles y que se identifican
los vínculos entre intangibles.
Es importante señalar que durante esta primera fase la empresa está centrada
en los stocks de intangibles o, en otras palabras, en los recursos intangibles
(dimensión estática). Esto es, ¿cuánto tengo de este intangible? Durante esta
tercera fase, las empresas se preguntarán qué tienen que hacer para crear o
incrementar estos intangibles clave. Esto es, ¿qué actividades afectan positiva y
negativamente a sus recursos intangibles? (Dimensión dinámica). Es importante
no centrarse sólo en aquellas actividades que pueden incrementar el nivel de
intangibles clave sino también considerar aquellas que puedan afectar negati-
vamente a su nivel. Gráficamente, el modelo se resume en la Figura 1.
sino se transforma en otro conocimiento mucho más preciso o riguroso. Esa vida
podemos esquematizar de la siguiente forma:
El complejo cognitivo constituido por las creencias, datos, informaciones y
conocimientos, puede ser denominado conocimiento en sentido amplio y es
en este sentido en que es investigado por la contabilidad del conocimiento.
Perspectiva Financiera
El modelo contempla los indicadores financieros como el objetivo final; considera
que estos indicadores no deben ser sustituidos, sino complementados con otros
que reflejan la realidad empresarial. Ejemplo de indicadores: rentabilidad sobre
fondos propios, flujos de caja, análisis de rentabilidad de cliente y producto,
gestión de riesgo,...
Perspectiva de Cliente
El objetivo de este bloque es identificar los valores relacionados con los clien-
tes, que aumentan la capacidad competitiva de la empresa. Para ello, hay que
definir previamente los segmento de mercado objetivo y realizar un análisis del
valor y calidad de éstos. En este bloque los indicadores drivers son el conjunto
de valores del producto / servicio que se ofrece a los clientes (indicadores de
imagen y reputación de la empresa, de la calidad de la relación con el cliente,
de los atributos de los servicios / productos. Los indicadores output se refieren
a las consecuencias derivadas del grado de adecuación de la oferta a las expec-
tativas del cliente. Ejemplos: cuota de mercado, nivel de lealtad o satisfacción
de los clientes,...
TAKEUCHI, 1995)
El proceso de creación del conocimiento para Nonaka y Takeuchi (1995) es a
través de un modelo de generación de conocimiento mediante dos espirales
de contenido epistemológico y ontológico. Es un proceso de interacción entre
conocimiento tácito y explícito que tiene naturaleza dinámica y continua. Se
constituye en una espiral permanente de transformación ontológica interna de
conocimiento, desarrollada siguiendo 4 fases que podemos ver de forma gráfica
en la siguiente figura:
A. TIPOS DE AUDITORIA
Internacionalmente las auditorías se clasifican atendiendo a:
1. La afiliación del auditor: Estatal e Independiente o Privada
2. La relación del trabajo: Externas e Internas
3. El objeto que se revisa: Estatal general, Estatal fiscal e Independiente
4. Los objetivos fundamentales que se persiguen: Gestión, Financiera, Es-
pecial y Fiscal
El carácter interno de los Órganos de Auditoría de las empresas, hace que las
clasificaciones que más se utilicen sean las Internas, que constituyen el control
que se desarrolla como instrumento de la propia administración y consiste en una
valoración independiente de sus actividades: examen de los sistemas de Control
Interno, de las operaciones contables - financieras y aplicación de las disposiciones
administrativas y legales que corresponden, con la finalidad de mejorar el control
y grado de economía, eficiencia y eficacia en la utilización de los recursos, prevenir
el uso indebido de éstos y coadyuvar al fortalecimiento de la disciplina en general.
Dentro de este plan, el auditor considerará los siguientes aspectos principales:
a) Definir la población o universo.
b) Elegir el método de muestreo.
c) Determinar los objetivos del muestreo.
d) Establecer los procedimientos de muestreo estadístico.
Estos autores agregan que el auditor debe evaluar qué constituye un error
importante en los Estados Financieros, a fin de tomar una determinación ade-
cuada sobre cualquier error descubierto durante la realización de la auditoría
y denominan "riesgo final" a la incertidumbre asociada con la realización de
una auditoría; así como que el objetivo del muestreo por parte del auditor es la
obtención de una muestra que represente exactamente la población, este es el
principal objetivo y se conoce como muestreo representativo. Otros objetivos
son el muestreo correctivo, el muestreo protector y el muestreo preventivo.
El objetivo del muestreo correctivo es maximizar el número de errores incluidos
en la muestra para estar en condiciones de encontrarlos y corregirlos; en tanto
el muestreo protector es diseñado para maximizar los pesos de valuación en
las partidas incluidas en la muestra, lo que proporciona al auditor la seguridad
que una mayor proporción del valor total de la población ha sido examinada,
mientras que el muestreo preventivo está diseñado para seleccionar partidas de
todas las áreas de los registros contables para que el cliente no considere algún
área libre de la revisión de auditoría, con el objetivo de prevenir los fraudes,
creando incertidumbre en la mente del cliente en cuanto a cuáles serán las áreas
examinadas. En este último caso se exige seleccionar muestras de modo tal
que no exista un claro patrón para que el cliente no se sienta anticipadamente
seguro de sí un área será o no examinada.
Según L. F. Pérez Toraño como no es práctico revisar la totalidad de las opera-
ciones de una empresa se deben aplicar procedimientos con base en pruebas
selectivas, consignando en papeles de trabajo el método de selección y las par-
tidas seleccionadas. Este procedimiento destaca el hecho que se debe trabajar
normalmente con pruebas selectivas, porque éstas permiten obtener elementos
de juicio sin necesidad de probar todas las partidas y hacer un trabajo inútil
y/o extenso. Consignar el método y las partidas seleccionadas es importante,
porque permite evaluar la eficacia del muestreo.
Desde el enfoque del auditor se debe tener presente que, normalmente al
registrar operaciones de cualquier tipo que integran los Estados Financieros,
es común que las mismas se repitan sistemáticamente, por lo que al conocer,
revisar y juzgar su corrección, bastará un número determinado de ellas para
The Danish Trade and Industry Development Council (1997), tras estudiar
los cuentas de Capital Intelectual de diez empresas pioneras en el desarrollo
de estos informes concluye que, si bien existen diferencias en los modelos de
medición y las formas de presentación de los resultados de las mediciones, en
todos los casos se distinguen las siguientes secciones:
1 "Qué hay": Es una declaración de los recursos de la empresa y frecuen-
temente se mide mediante la cuantificación de sus recursos humanos,
clientes, y tecnología.
2 "Qué esta hecho": Muestra cómo funciona el sistema de gestión de la em-
presa en conexión con el desarrollo del Capital Intelectual de la empresa.
3 "Qué ocurre": Indica si el Capital Intelectual de la empresa conduce a
bienes y servicios adecuados demandados por los clientes y empleados,
mostrando si la empresa aprovecha las oportunidades del desarrollo del
Capital Intelectual.
Por otro lado, cualquier informe de Capital Intelectual tiene que ser un do-
cumento vivo, dinámico y humano. No sólo debe contener los indicadores
adecuados sino también presentar esas medidas en un formato que sea fácil-
mente comprensible, aplicable y comparable entre diversas empresas. En este
sentido, un informe de Capital Intelectual debe incluir información sobre cada
uno de los componentes del Capital Intelectual de la empresa, esto es: capital
humano, capital relacional y capital estructural. Además, la medición de cada
una de estas categorías debería generar datos relevantes que, junto con una
descripción de la estrategia organizativa, presenten una visión clara de los re-
cursos y competencias de la empresa así como la forma en que ésta planifica
desarrollarlos.
En cuanto a la representación y elaboración de informes de Capital Intelectual,
estas tareas presentan tres desafíos principales (The Danish Trade and Industry
Development Council, 2000):
1 El desarrollo de mejores herramientas para gestionar la inversión en apti-
tudes y habilidades de los empleados, bases de información y capacidades
tecnológicas.
2 La creación de indicadores no financieros que puedan diferenciar entre
empresas donde el Capital Intelectual se aprecia frente a empresas donde
este activo se deprecia.
3 La necesidad de ser capaces de medir, en el largo plazo, el rendimiento
de la inversión en personas, aptitudes y habilidades, bases de información
y capacidades tecnológicas de la organización.
6. CONCLUSIONES
I. Fruto del análisis de las distintas iniciativas de modelización menciona-
das en el desarrollo de nuestro estudio y de la experiencia de ICODE
proponemos una serie de consideraciones básicas en la implantación de
cualquier modelo de medición y gestión del Capital Intelectual o Capital
Conocimiento, a saber:
II. Es clave tomar como punto de partida la estrategia, con objeto de posibi-
litar el enlace y alineamiento del modelo y de la teoría fundamentadora
con aquélla.
III. Es oportuno considerar la adecuación de aspectos relevantes, como son
la estructura y cultura en la organización, con el fin de valorar la capaci-
dad de la organización de "asimilar" las implicaciones que el desarrollo e
implantación de una iniciativa de Capital Intelectual conllevan.
IV. Es conveniente abordar la implantación del modelo de una manera gra-
dual, y en la medida de lo posible, a partir de los procesos de negocio,
de los correspondientes procesos de conocimiento y de los sistemas de
información existentes en la organización.
V. Es relevante el establecimiento de prioridades y ponderaciones sobre los
elementos, variables e indicadores del modelo; considerando la relación
coste-beneficio de su incorporación.
VI. Frente a la consideración de un modelo universal de aplicación generali-
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B. Información
La información es el significado que una persona asigna a un dato, lo que implica
que el dato se transforma en información cuando es evaluado por un individuo
concreto, que en un momento dado, trabaja sobre un problema para alcanzar un
objetivo específico. La información, entonces, se genera a partir de un conjunto
C. Conocimiento
Llamamos conocimiento a todo lo que llegamos a crear y valorar a partir de la
información significativa, mediante el agregado de experiencia, comunicación e
inferencia. El conocimiento es más amplio, profundo y rico que la información,
pues se trata de una mezcla de experiencia organizada, valores, información
contextual e introspección, que provee un marco de referencia para evaluar e
incorporar nuevas experiencias e informaciones.
En las organizaciones, el conocimiento suele estar "embutido" en documentos,
bases de datos, rutinas organizativas, procesos, prácticas y normas.
Así como la información se deriva del dato, el conocimiento surge a partir de la
información. Para que ambos procesos se concreten se necesita la intervención
humana, que en el caso del conocimiento se aplican las denominadas cuatro
C:
C comparación,
C consecuencia (implicancias),
C conexión (relación) y
C conversación (qué piensan otros).
De lo dicho, se desprende que las actividades creadoras del conocimiento ocu-
rren dentro de y entre individuos más que en las "colecciones" de información.
D. Capital Intelectual
De acuerdo a L. Edvinsson y M. Malone: El capital intelectual es la posesión de
conocimientos, experiencia aplicada, tecnología organizacional, relaciones con
clientes y destrezas profesionales que dan a la empresa una ventaja competitiva
en el mercado. Está formado por el capital humano, el capital estructural y el
capital cliente. Se puede decir que el conocimiento aplicado a una organización
es el capital intelectual.
El capital humano son las combinaciones de conocimientos, habilidades, in-
ventiva y capacidad de los empleados individuales de la empresa para llevar
a cabo la tarea que tienen entre manos. La empresa no puede ser propietaria
del capital humano.
A. Paradigmas en contabilidad
La historia del pensamiento contable permite advertir cambios profundos de
paradigmas en su evolución, entre los que podemos señalar:
- El paradigma del Registro (inicio con Pacioli)
- El paradigma del beneficio económico (Balance Económico)
- El Paradigma de Utilidad (información útil para las decisiones).
Conclusiones
1. En la economía del conocimiento ha variado el factor de generación de la riqueza,
siendo en este caso sin ninguna duda los intangibles.
2. La economía del conocimiento genera dramáticos cambios en las empresas
siendo el más importante, la gestión del conocimiento, que implica el proceso
de conversión de: datos - información - conocimiento - capital intelectual
3. La gestión del conocimiento en la empresa implica su medición, tarea que debe
ser abordada por el contador público como parte de su nuevo rol compatible
con la sociedad del conocimiento.
4. No sólo el modelo actual debe ser reemplazado sino también su marco concep-
tual o teórico (paradigma de utilidad), lo que a su vez permitirá una actuación
del profesional contable activa en la generación del capital intelectual de sus
clientes.
5. A su vez esto implica una gestión del conocimiento individual del contador
público y que forma parte del capital intelectual de su cliente, lo cual deberá ser
medido, para esto resulta adecuado el BSC (Balanced Scorecard)
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