PENSAMIENTO DOMINICANO
VOLUMEN VII
Derecho, Relato y
Frases Dominicanas
COLECCIÓN
PENSAMIENTO DOMINICANO
VOLUMEN VII
Derecho, Relato y
Frases Dominicanas Primera sección
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
Segunda sección
max henríquez ureña | la independencia efímera
Tercera sección
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
Introducciones
primera sección: Wenceslao Vega Boyrie
segunda sección: Roberto Cassá
tercera sección: José Chez Checo
Epílogo de la Colección Pensamiento Dominicano,
reeditada por Banreservas
y Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Primera parte
JULIO POSTIGO: Un compromiso vital con la cultura
J. Adarberto Martínez
Segunda parte
índices de los siete volúmenes
general | onomástico | de ficción | geográfico
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
CONSEJO DIRECTIVO
Mariano Mella, Presidente
Dennis R. Simó Torres, Vicepresidente
Antonio Morel, Tesorero
Juan de la Rosa, Vicetesorero
Miguel de Camps Jiménez, Secretario
Sócrates Olivo Álvarez, Vicesecretario
Vocales
Eugenio Pérez Montás • Julio Ortega Tous • Eleanor Grimaldi Silié
Raymundo González • José Alfredo Rizek
asesores
Emilio Cordero Michel • Mu-Kien Sang Ben • Edwin Espinal
José Alcántara Almanzar • Andrés L. Mateo • Manuel Mora Serrano
Eduardo Fernández Pichardo • Virtudes Uribe • Amadeo Julián
Guillermo Piña-Contreras • María Filomena González
Tomás Fernández W. • Marino Incháustegui
ex-presidentes
Enrique Apolinar Henríquez +
Gustavo Tavares Espaillat + • Frank Moya Pons • Juan Tomás Tavares K.
Bernardo Vega • José Chez Checo • Juan Daniel Balcácer
Banco de Reservas
de la República Dominicana
Daniel Toribio
Administrador General
Miembro ex oficio
consejo de directores
Lic. Vicente Bengoa Albizu
Ministro de Hacienda
Presidente ex oficio
Vocales
Sr. Luis Manuel Bonetti Mesa
Lic. Domingo Dauhajre Selman
Lic. Luis A. Encarnación Pimentel
Ing. Manuel Enrique Tavares Mirabal
Lic. Luis Mejía Oviedo
Lic. Mariano Mella
Suplentes de Vocales
Lic. Danilo Díaz
Lic. Héctor Herrera Cabral
Ing. Ramón de la Rocha Pimentel
Dr. Julio E. Báez Báez
Lic. Estela Fernández de Abreu
Lic. Ada N. Wiscovitch C.
Esta publicación, sin valor comercial,
es un producto cultural de la conjunción de esfuerzos
del Banco de Reservas de la República Dominicana
y la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc.
Los editores han decidido respetar los criterios gramaticales utilizados por los autores
en las ediciones que han servido de base para la realización de este volumen.
COLECCIÓN
PENSAMIENTO DOMINICANO
VOLUMEN VII
Epílogo de la Colección Pensamiento Dominicano,
reeditada por Banreservas y Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Primera parte
JULIO POSTIGO: Un compromiso vital con la cultura
J. Adarberto Martínez
Segunda parte
índices de los siete volúmenes
general |onomástico | de ficción |geográfico
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Coordinadores
Luis O. Brea Franco, por Banreservas;
y Mariano Mella, por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Ilustración de la portada: Rafael Hutchinson | Diseño y arte final: Ninón León de Saleme
Revisión de textos: José Chez Checo y Juan Freddy Armando | Impresión: Amigo del Hogar
Santo Domingo, República Dominicana.
Noviembre, 2010
contenido
Presentación
Origen de la Colección Pensamiento Dominicano y criterios de reedición................................... 11
Daniel Toribio
Administrador General del Banco de Reservas de la República Dominicana
Exordio.......................................................................................................................................... 15
Reedición de la Colección Pensamiento Dominicano: una realidad
Mariano Mella
Presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Primera sección
Introducción
El rescate de dos obras de Derecho................................................................................................. 19
Wenceslao Vega Boyrie
enrique de marchena
el problema de los territorios dependientes........................................... 29
J. E. garcía aybar
la huelga obrera......................................................................................................... 137
Segunda sección
Introducción
En pos de un nuevo género: la historia como novela..................................................................... 243
Roberto Cassá
max henríquez ureña
LA INDEPENDENCIA EFÍMERA...................................................................................... 253
Tercera sección
Introducción
Frases dominicanas: un libro diferente de Rodríguez Demorizi.................................................... 341
José Chez Checo
9
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Volumen II cuentos
Índice general.............................................................................................................................. 481
Índice onomástico....................................................................................................................... 491
Índice de ficción........................................................................................................................... 499
Índice geográfico......................................................................................................................... 513
Volumen V Historia
Índice general.............................................................................................................................. 607
Índice onomástico....................................................................................................................... 613
Índice de ficción........................................................................................................................... 635
Índice geográfico......................................................................................................................... 637
Volumen VI novela
Índice general.............................................................................................................................. 647
Índice onomástico....................................................................................................................... 655
Índice de ficción........................................................................................................................... 665
Índice geográfico......................................................................................................................... 673
10
presentación
11
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
*La reedición resultó de 7 tomos. Esta nota aplica al penúltimo párrafo de la página 15.
12
PRESENTACIÓN | Daniel Toribio, Administrador General de Banreservas
d Se decidió, igualmente, respetar los criterios gramaticales utilizados por los au-
tores o curadores de las ediciones que han servido de base para la realización de esta
publicación.
d Las portadas de los volúmenes se han diseñado para esta ocasión, ya que los plan-
teamientos gráficos de los libros originales variaban de una publicación a otra, así como
la tonalidad de los colores que identificaban los temas incluidos.
d Finalmente se decidió que, además de incluir una biografía de don Julio Postigo y
una relación de los contenidos de los diversos volúmenes de la edición completa, agregar,
en el último tomo, un índice onomástico de los nombres de las personas citadas, y otro
índice, también onomástico, de los personajes de ficción citados en la Colección.
En Banreservas nos sentimos jubilosos de poder contribuir a que los lectores de nuestro
tiempo, en especial los más jóvenes, puedan disfrutar y aprender de una colección biblio-
gráfica que representa una selección de las mejores obras de un período áureo de nuestra
cultura. Con ello resaltamos y auspiciamos los genuinos valores de nuestras letras, ampliamos
nuestro conocimiento de las esencias de la dominicanidad y renovamos nuestro orgullo de
ser dominicanos.
Daniel Toribio
Administrador General
13
exordio
Reedición de la Colección Pensamiento Dominicano:
una realidad
Como presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, siento una gran emoción al
poner a disposición de nuestros socios y público en general la reedición completa de la Co-
lección Pensamiento Dominicano, cuyo creador y director fue don Julio Postigo. Los 54 libros
que componen la Colección original fueron editados entre 1949 y 1980.
Salomé Ureña, Sócrates Nolasco, Juan Bosch, Manuel Rueda, Emilio Rodríguez Demorizi,
son algunos autores de una constelación de lo más excelso de la intelectualidad dominicana
del siglo XIX y del pasado siglo XX, cuyas obras fueron seleccionadas para conformar los
cincuenta y cuatro tomos de la Colección Pensamiento Dominicano. A la producción intelectual
de todos ellos debemos principalmente que dicha Colección se haya podido conformar por
iniciativa y dedicación de ese gran hombre que se llamó don Julio Postigo.
Qué mejor que las palabras del propio señor Postigo para saber cómo surge la idea o la
inspiración de hacer la Colección. En 1972, en el tomo n.º 50, titulado Autobiografía, de Heriberto
Pieter, en el prólogo, Julio Postigo escribió lo siguiente: (…) “Reconociendo nuestra poca
idoneidad en estos menesteres editoriales, un sentimiento de gratitud nos embarga hacia
Dios, que no sólo nos ha ayudado en esta labor, sino que creemos fue Él quien nos inspiró
para iniciar esta publicación” (…); y luego añade: (…) “nuestra más ferviente oración a
Dios es que esta Colección continúe publicándose y que sea exponente, dentro y fuera de
nuestra tierra, de nuestros más altos valores”. En estos extractos podemos percibir la gran
humildad de la persona que hasta ese momento llevaba 32 años editando lo mejor de la
literatura dominicana.
La reedición de la Colección Pensamiento Dominicano es fruto del esfuerzo mancomunado de
la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, institución dedicada al rescate de obras clásicas domi-
nicanas agotadas, y del Banco de Reservas de la República Dominicana, el más importante del
sistema financiero dominicano, en el ejercicio de una función de inversión social de extraordinaria
importancia para el desarrollo cultural. Es justo valorar el permanente apoyo del Lic. Daniel
Toribio, Administrador General de Banreservas, para que esta reedición sea una realidad.
Agradecemos al señor José Antonio Postigo, hijo de don Julio, por ser tan receptivo con
nuestro proyecto y dar su permiso para la reedición de la Colección Pensamiento Dominicano.
Igualmente damos las gracias a los herederos de los autores por conceder su autorización
para reeditar las obras en el nuevo formato que condensa en 7 u 8 volúmenes los 54 tomos
de la Colección original.
Mis deseos se unen a los de Postigo para que esta Colección se dé a conocer, en nuestro
territorio y en el extranjero, como exponente de nuestros más altos valores.
Mariano Mella
Presidente
Sociedad Dominicana de Bibliófilos
15
PRIMERA SECCIÓN
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
19
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
del tema y por tratar un aspecto del mismo como lo es la huelga obrera, el trabajo de García
Aybar fue uno de los primeros que surgió a raíz de la decapitación de la dictadura y merece,
pues, ser reeditado para unirse a los muchos trabajos logrados en los albores de la libertad
conquistada en el 1961.
el problema
de los territorios dependientes
Enrique de Marchena
Enrique de Marchena y Dujarric, fue uno de los intelectuales más cultos de la segunda
mitad del siglo XX en la República Dominicana. Había nacido en Santo Domingo en 1908 y
se graduó de abogado en la Universidad de Santo Domingo en 1929. Si bien ocupó cargos
en varias instituciones del Estado, su mayor participación fue en la diplomacia, tanto como
representante dominicano en misiones en el exterior como en las Naciones Unidas, donde
desempeño posiciones importantes. Murió en su ciudad natal en 1988, teniendo 80 años de
edad.
El Dr. De Marchena fue abogado, catedrático, funcionario público y músico, pero más
que nada un diplomático. Tanto en apariencia física, como por sus modales y temperamento,
era un hombre formal y cordial, por lo que encajaba perfectamente en el servicio exterior.
Su vida en la diplomacia dominicana coincidió con el establecimiento de la Organización de
las Naciones Unidas al terminar la segunda guerra mundial, y él fue uno de los delegados
dominicanos ante ese organismo, casi desde su fundación en el año 1945. Estuvo en la ONU
desde que fue designado Consejero de la Delegación Dominicana en dicha institución en
1947 y fue ascendiendo a Ministro Consejero en 1948 y más tarde a Embajador. Todos los
años entre 1947 y 1956, estuvo ocupando cargos elevados en la misión dominicana en ese
organismo, con cortos intervalos en el país como Subsecretario de Relaciones Exteriores en
1954 y Secretario de Relaciones Exteriores en 1955. Pero no sólo fue diplomático; antes había
sido Catedrático de Derecho y Vicerrector de la Universidad de Santo Domingo en 1945 y
Director de Bellas Artes en ese mismo año. Ocupó la cartera de Educación por algunos meses
en 1958, para volver de nuevo a la ONU como Jefe de la Delegación Dominicana entre 1959
y 1960. Por unos meses también ocupó el cargo de Secretario de Estado de Reformas Sociales
y Recuperación Agrícola en 1960, organismo efímero creado al final del régimen de Trujillo.
Su último cargo en el servicio diplomático durante la Era de Trujillo, fue de Embajador
Encargado del Departamento del Caribe en la Secretaría de Relaciones Exteriores en
noviembre 1960. Durante el gobierno de Joaquín Balaguer del año 1961, volvió a las Naciones
Unidas como Delegado Dominicano a la Asamblea anual de ese organismo. En 1966 se le
designó Embajador Dominicano en la República Federal Alemana. Todas esas posiciones le
valieron reconocimiento nacional e internacional, recibiendo condecoraciones dominicanas
y de países como España, Francia, Perú, Venezuela, Bélgica e Italia, entre otros.
Por otro lado, su inclinación musical lo llevó a componer obras clásicas que fueron
estrenadas por la Orquesta Sinfónica Nacional, en cuya creación colaboró y la cual dirigió en
varias oportunidades. Fue uno de los fundadores de la Sociedad Sinfónica de Santo Domingo.
Estudió la música folclórica dominicana, escribiendo obras sobre la misma. Presidió por varios
años la Sociedad de Autores y Compositores Dominicanos. Fue uno de nuestros primeros
compositores, y sus obras se han escuchado en varios escenarios, entre ellas Hebraicum y Suite
20
INTRODUCCIÓN | Wenceslao Vega Boyrie
concertante. Escribió una especie de historia de la música dominicana, llamada Del areito de
Anacaona al poema folklórico.
En sus años iniciales, la ONU tuvo que ocuparse de los grandes problemas surgidos del
deseo de las colonias que aún existían de obtener su independencia de las grandes potencias.
El problema venia ya desde antes, en el período de inter-guerras, cuando por el Tratado
de Versalles de 1919 la Sociedad de Naciones creó el Mandato, que fue el sistema utilizado
para gobernar las antiguas posesiones alemanas en el Pacífico y África. Al perder la Prime-
ra Guerra Mundial, Alemania también perdió sus colonias, y la Sociedad de Naciones las
puso bajo el mandato de alguna potencia del grupo ganador. Así, por ejemplo, Australia y
Nueva Zelanda quedaron gobernando las islas alemanas en Oceanía (Samoa, Nueva Guinea
y Nauru); Gran Bretaña y Francia las antiguas colonias alemanas en África (Togo, Camerún,
Tanganika), Las Carolinas, Marshall y Marianas quedaron bajo el Mandato del Japón, etc.
En el medio oriente, Gran Bretaña quedó a cargo de las antiguas posesiones del Imperio
Turco (Siria, Palestina e Irak). El sistema de mandato duró hasta la próxima contienda, para
establecerse bajo un nuevo concepto, el del Fideicomiso.
Ya en la Carta del Atlántico, firmada por Franklin Delano Roosevelt y Winston Churchill
en 1941, los gobiernos de Gran Bretaña y Estados Unidos se comprometieron a que, cuando
terminara la segunda Guerra Mundial, trabajarían unidos para dar ejecución al principio de
autodeterminación de los pueblos. Como vimos, para esa época persistían en África, Oceanía
y Asia, no solo las antiguas colonias alemanas bajo Mandato sino que había muchos territorios
y pueblos administrados por potencias coloniales que los habían conquistado en los siglos
XVIII y XIX. Ese compromiso se plasmó, cuatro años después, en la Carta de las Naciones
Unidas cuyo capítulo XI se refirió al tema y estableció el principio de que el destino de esos
territorios debió ser objeto de decisión de sus propios habitantes. Dentro de la ONU se creó
un Consejo de Administración Fiduciaria, para llevar a cabo el proceso de descolonización
y de independencia de las posesiones que aun conservaban las potencias coloniales en di-
versas partes del mundo. En ese Consejo participó la delegación dominicana, encabezada
por el embajador Max Henríquez Ureña y el delegado alterno Enrique de Marchena. Don
Enrique fue uno de los delegados que fueron enviados al África durante los años 1949 a 1951
para conocer directamente in situ la situación de las colonias europeas que serían objeto de
independencia en el curso de la década siguiente.
Por tanto, el Dr. De Marchena tuvo la oportunidad de ser testigo y actor de importante en
los procesos de descolonización auspiciados por las Naciones Unidas en la 5.ª década del siglo
XX, y como tal adquirió un gran conocimiento del tema como se refleja en la obra que estamos
analizando y cuya reedición auspician el Banreservas y la Sociedad Dominicana de Bibliófilos.
La obra fue editada en 1955, e impresa por la Librería Dominicana en la Capital de la
República, llamada entonces Ciudad Trujillo. Como toda obra de la época, en el país, estuvo
dedicada al generalísimo Trujillo Molina.
Este trabajo de De Marchena no parece haber tenido mucha difusión en el país y no
figura en la Bibliografía del Derecho Dominicano 1844-1998 de Frank Moya Pons y Marisol
Florén Romero, editada en 1999. Probablemente circuló entre intelectuales, amigos y colegas
del autor. Por ser de un tema especializado y que no afectaba directamente a la República
Dominicana, tuvo escaso impacto en el momento de salir a la luz.
No obstante lo anterior, esta obra es importante por varias razones. Primero porque en
ella se recogen las experiencias de uno de los diplomáticos dominicanos más conocedores
21
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
22
INTRODUCCIÓN | Wenceslao Vega Boyrie
La Huelga Obrera
José Ernesto García Aybar
Este trabajo fue publicado en el mes de abril de 1963, editado por la Imprenta Librería
Dominicana, en Santo Domingo. Pensamos que la obra fue de poca divulgación, pues no
aparece mencionada en los dos volúmenes de Frank Moya Pons y Marisol Florén, Bibliogra-
fía del Derecho Dominicano 1844-1998. En esta Bibliografía, del Dr. José Ernesto García Aybar
solamente se menciona su obra El Código Trujillo del Trabajo y la Política Social Dominicana,
editada en 1953.
El Dr. José Ernesto García Aybar se graduó de abogado en la Universidad de Santo
Domingo en 1925. Fue designado Catedrático Numerario de la Facultad de Derecho
de esa Universidad en septiembre 1946 y en la misma impartía la materia de derecho
laboral. Ocupó elevados cargos en la administración pública, siendo Subsecretario de
Tesoro y Comercio en 1942, y Secretario de Estado de Trabajo entre enero de 1951 y
marzo de 1952. En febrero de 1953 fue designado Gobernador del Banco Central de la
República, función que desempeñó pocos meses, pues fue sustituido en noviembre de
ese mismo año, pasando inmediatamente a ser Procurador General de la República,
cargo que mantuvo hasta marzo de 1954, para luego ser Secretario de Estado de la
Presidencia hasta noviembre de ese año, cuando es designado Consultor Jurídico de
los Bancos del Estado. En 1959 ocupó consecutivamente los cargos de Secretario de
Estado de Finanzas y Banca, y de Industria y Comercio, y luego de Justicia en 1960.
Formó parte del Instituto Dominicano de Estudios Laborales establecido en julio de
1960. Fue de nuevo Consultor Jurídico de los Bancos del Estado en noviembre de 1960,
y por último Jefe de los Departamentos Legales de esos bancos desde febrero y hasta
diciembre de 1961. Fue miembro de la Junta Monetaria del Banco Central de la Repú-
blica entre 1977 y 1979.
23
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
García Aybar se especializó en el derecho del trabajo, cuando esa materia empezaba a
tener vigencia en la República Dominicana, a partir de la tercera década del siglo XX. Ese
período coincidió con la llamada Era de Trujillo, lo que restringió inevitablemente la actuación
de los juristas en cuanto a sus actuaciones públicas y sobre lo que podían enseñar y publicar.
Como hemos visto arriba, fue alto funcionario de ese gobierno, sin que se le considerara de
los áulicos o beneficiarios de las larguezas del régimen.
La obra que comentamos se editó a los dos años de decapitada la dictadura de Trujillo,
lo que permitió a García Aybar ser abierto en sus conceptos y opiniones, al no haber ya la
censura y el temor que caracterizó aquel período. Por eso, en la misma, el autor pudo expo-
ner sus conceptos sobre las siempre dificultosas relaciones entre el capital y el trabajo, y en
una época en que las luchas ideológicas entre capitalismo o socialismo estaban en su pleno
apogeo. Esta obra fue una de las primeras en la materia laboral que se editaron a raíz de la
caída de la dictadura trujillista. Su autor es, pues, uno de los pioneros en el derecho laboral
y de ahí estriba su importancia.
Pero, debemos comprender que García Aybar pasó la mayor parte de su vida adulta bajo
dicha dictadura, donde se dio inicio en el país el derecho laboral. Antes del 1930, poca fue
la legislación en materia laboral que se dictó en el país. Es a partir del año 1932 cuando se
empieza a legislar en esta materia en la República Dominicana, con creciente cantidad de leyes
y decretos que culminan en el año 1947 con el Código Trujillo del Trabajo. Al mismo tiempo,
es dable pensar que García Aybar estaba al tanto de los grandes cambios sociales, económi-
cos y políticos que sacudían al mundo en las décadas 30 y 40 del silgo XX, y la división del
mundo en dos campos ideológicos a partir de la Segunda Guerra Mundial. Su obra refleja,
no obstante, un pensamiento sin extremismos, con atisbos de un socialismo cristiano, quizás
acorde con los lineamientos de la Iglesia Católica tras las encíclicas Rerum Novarum del 1891
y Quadragesimo Anno del 1931. Por tanto, para este autor, la justicia social no se alcanza por
la vía violenta y revolucionaria que preconizaba el marxismo, sino por la interacción entre el
capital y el trabajo, bajo la supervisión del Estado como ente regulador y mediador. Tampoco
luce haber sido influenciado por las teorías corporativistas del Nazismo ni del Fascismo.
García Aybar se nos presenta como un hombre preocupado por la situación de los
trabajadores y su indefensión frente al capital. Por ello, le dedica mucha parte de su obra
a analizar los límites del derecho de huelga, sus formas y sus consecuencias tanto frente
al obrero mismo como frente a la sociedad. Reconoce el papel protagónico del Estado en
la solución de los conflictos entre patronos y obreros, como el ente “moderador, ecuánime
e imparcial” en la búsqueda de soluciones justas a los conflictos que surgen entre esos
dos elementos de la economía. Esa intervención estatal, para él, debe ser obligatoria y no
voluntaria para las partes. Pero va más allá, para este autor, el Estado debe, más que ser
el arbitro obligatorio, para la soluciones de los conflictos entre el capital y el trabajo, ha
de tener una misión mas importante y previa: la de establecer las condiciones sociales
previas para que haya mayor paz y armonía entre ellas. Es decir, García Aybar prefiere la
prevención a la cura.
La obra contiene capítulos iniciales donde expone la historia del derecho laboral, de
los códigos y conflictos obrero-patronales, así como unos dedicados a explicar en qué con-
sisten los conflictos laborales, enumerando los individuales y los colectivos, y los remedios
legales para solucionarlos a través de la legislación laboral; es decir, la conciliación y el
arbitraje como sistemas previos a llevar los conflictos al ámbito judicial. Como solución
24
INTRODUCCIÓN | Wenceslao Vega Boyrie
extrema, cuando ya se han agotado para los trabajadores las formas procesales de resolver
sus conflictos con sus patronos, existe la huelga, que, para él, necesariamente tiene que ser
regimentada y enmarcada dentro de unos ámbitos que no permitan que se conviertan en
elementos de perturbación social.
García Aybar dedica la mayor parte de esta obra al problema de la huelga, como el propio
nombre de la misma lo indica. Hace un corto recuento histórico de la misma para caer en el
ámbito del derecho en el momento en que escribe. Pero recordemos de nuevo que la mayor
parte de su vida de adulto la pasó García Aybar dentro de una dictadura que, si bien fue la
propulsora de la legislación laboral de la República Dominicana, impedía en realidad toda
manifestación de insatisfacción obrera. Las pocas huelgas que hubo en el país entre 1930
y 1961 fueron severamente reprimidas. Así que poca experiencia hubo antes de ese último
año relativo a las huelgas obreras. Por tanto, el trabajo de José Ernesto García Aybar es más
bien teórico y educativo.
Al decapitarse la tiranía en 1961, las aspiraciones reprimidas durante tanto tiempo
empujaron al sector laboral a buscar soluciones rápidas y eficaces a sus reclamos. La
huelga se convirtió así entre 1961 y 1964, en una de las formas favoritas de expresión de
insatisfacción, no sólo en él sector laboral sino en el estudiantil, social y hasta empresarial.
El abuso de la huelga, su empleo con fines políticos, desacreditó en algo este derecho
tan sagrado del trabajador, y eso lo reconoce García Aybar en su obra. Por ello, el autor
previene contra el uso indiscriminado y frecuente de este derecho y el riesgo de por esas
razones perder su eficacia.
García Aybar no era un extremista ni evidencia en su obra tendencia marcada de
ideología. Aparece como un moderado en la materia que analiza en su obra. Reconoce
la huelga como una conquista y como un derecho de la clase trabajadora; la considera
útil y necesaria cuando las otras vías para solucionar conflictos resultan fallidas, pero
advierte contra su mal uso, su frecuencia y el peligro de llevarla a otros ámbitos que no
sean el estrictamente laboral.
Leer la obra de García Aybar a más de 50 años de ser publicada es percatarnos de la
preocupación de un jurista con sentimientos sociales marcados, pero amigo de la toleran-
cia, de la justicia distributiva y de la conciliación, en un momento en que en la República
Dominicana se ensayaban nuevos sistemas políticos, sociales y culturales, y donde el sector
obrero, por primera vez, probaba sus alas en un ambiente de real libertad.
La reedición de La huelga obrera, de José Ernesto García Aybar, por el Banco de Reservas
de la República Dominicana y la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, es el rescate de un
interesante y novedoso trabajo de su época, que merece ser puesto de nuevo en manos de
los investigadores del tema, pues fue una importante contribución inicial a la bibliografía
creciente de obras en la materia laboral.
25
No. 11
el problema
de los territorios
dependientes
Enrique de Marchena
Al Generalísimo Trujillo Molina
Respetuoso homenaje a sus altos desvelos
por la ordenación jurídica y política
de la comunidad internacional.
Los editores
29
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Introducción
El impacto que produjeron en el mundo las corrientes sociales de principios de siglo
XX, proyectándose en los territorios coloniales diseminados en los vastos continentes del
universo, puede considerarse responsable de la idea creativa de un nuevo sistema de admi-
nistración internacional, al discutirse los destinos de las posesiones alemanas y otomanas
durante los días de Versalles, en 1919.
La autoridad colonial admitió una serie de factores que, una vez alineados, forzaban a
convenir un status diferente destinado a guiar a habitantes y pueblos no civilizados o poco
desarrollados hacia nuevas metas de esperanzadoras realizaciones. Veinticinco años después,
otra vez como consecuencia de nueva conflagración mundial –la guerra de 1939 al 1945– pero
bajo el imperio de un concepto de comunidad internacional de cuño más adelantado, los
mandatos de la Sociedad de las Naciones se convierten en fideicomisos o tutela de las Naciones
Unidas, y la Carta de esta Organización proclama sus ya famosos Capítulos XI y XII para
sintetizar en ellos las conquistas jurídicas que habrían de robustecer aquellas otras que en el
campo social exigieron nuevos métodos de gobernar en los territorios no dependientes.
Existen literatura jurídica y comentarios de muy diversa índole en relación con los territo-
rios de antiguo mandato. Pero hasta ahora una reducida monografía sirve de orientación en el
sistema de las dos asociaciones internacionales de naciones, encontrándose la misma falta en
cuanto al sistema de fideicomisos. Debemos exceptuar cuanto se ha expresado en el seno de
las Asambleas Generales de las Naciones Unidas desde 1946 hasta el momento en que escri-
bimos, como también en el Organismo encargado de supervisar la aplicación de las normas
de administración, y que representa la maquinaria creada para dar énfasis a los acuerdos de
fideicomiso, suscritos entre las autoridades administradoras y las Naciones Unidas. En los años
de actividad del Consejo de Administración Fiduciaria existen ejemplos nutridos de buena
razón en los cuales se fundamenta el sistema, y es ahí precisamente donde se encuentran los
elementos más dramáticos y curiosos de todo este sujeto que desarrollamos, principalmente
si tenemos por finalidad realizar un estudio comparativo entre lo de ayer y lo de hoy.
Conscientes de que el mundo colonial ha evolucionado en forma decisiva; que en el
presente el vocablo mismo recibe no solamente el desdén de una inmensa mayoría de
países miembros de la Organización, sino que de parte de los propios administradores el
interés de una nueva trayectoria y un nuevo concepto, por esto mismo es apasionante el
tema. La sociedad en que vivimos se debate en una lucha gigantesca, ideológica y jurídica,
que afecta todas sus facetas; el régimen instituido por el Pacto de la Sociedad de Naciones ha
sufrido profundas innovaciones, y las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial aún
no son alcanzables ni mesurables, y es con tal marco señaladísimo que al recoger el fruto de
experiencias personales hayamos querido contribuir a la bibliografía jurídica internacional
y en especial a la dominicana, con las páginas aquí desenvueltas. La República Dominicana
ha desempeñado, como Miembro de las Naciones Unidas, –uno de los suscribientes de la
histórica Carta del Atlántico y del documento del 1.º de enero del 1942– un papel airoso en las
rutas del sistema de administración fiduciaria en forma que consideramos útil exponer.
Mientras las Delegaciones Dominicanas en San Francisco y en Londres claramente deli-
nearon sus puntos de vista en cuanto al porvenir de los habitantes y pueblos no dependien-
tes, gradualmente fue reconociéndose esa colaboración en el consorcio internacional hasta
alcanzar la República Dominicana un asiento de Estado no administrador de territorios en
el Consejo de Administración Fiduciaria, mediante su elección en el IV período de sesiones
30
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
1
El Dr. Max Henríquez Ureña, Embajador y Delegado Permanente de la República Dominicana ante las Naciones
Unidas. Electo luego Vicepresidente y Presidente del Consejo. Otros Delegados al mismo tiempo ostentaron por la
República Dominicana la mesa de distintas Comisiones funcionales y por dos ocasiones la Presidencia de las Misiones
de Visita a los territorios en 1951 y 1953.
31
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
contratos res inter alia en los cuales las Naciones Unidas alcanzan una situación particularísima
como símbolo de una sociedad internacional. De ahí que cada año, asamblea tras asamblea,
sufran examen esas normas no solamente en esa atmósfera, sino de modo especialísimo en
el propio Consejo de Administración Fiduciaria, por tratarse de un cuerpo de estudio y de
orientación expresamente creado por la Carta.
No podrá por tanto ser absoluto cuanto desarrollemos, rogando se nos exonere por
omisiones o por excesos, justificados por las circunstancias.
Ciudad Trujillo, D.S.D.
Diciembre, 1955
Año del Benefactor de la Patria.
Capítulo I
Historial
Antecedentes más cercanos al sistema de administración internacional por mandato.
Antecedentes remotos. Los acuerdos de 1885 y 1890.
1. En la evolución jurídico-internacional de nuestro tiempo podemos fijar con histórica
cronología dos hechos coordinados que se realizan inmediatamente después de la termi-
nación de hostilidades de la I Guerra Mundial, conflagración desarrollada con vastedad
hasta entonces no igualada, y en la cual enfrentáronse de una parte un grupo de Estados
–monárquicos y republicanos– y del otro los Imperios Centrales Europeos y sus aliados el
Imperio Otomano y la monarquía búlgara.
2. Tales hechos revelan, en la proclamación del Presidente de Estados Unidos de Nor-
teamérica, Mr. Woodrow Wilson, un cambio radical de política exterior. Sus famosos catorce
puntos, base en aquel momento de las ideas para lograr la paz mundial, y la firma el 28 de
junio del 1919 en Versalles, del Tratado que lleva el mismo nombre, forman esencialmente
la directriz de una nueva estructura en el pensamiento mundial. El Tratado contiene en su
primera parte el Pacto de la Sociedad de Naciones que no es sino una consecuencia del Punto
14 wilsoniano, cuando enuncia textualmente: “A base de pactos específicos debe constituirse una
asociación general de naciones a fin de crear garantías mutuas para la independencia política y la
integridad territorial de todos los Estados, sean grandes o pequeños”.
3. Bueno o malo, el Pacto de la Sociedad de Naciones contuvo conceptos nuevos para una
asociación internacional de Estados. Precursor del mismo había sido el ideal de consorcio
continental que anidó la mente del libertador Simón Bolívar, debiéndose a esto que una
notable contribución haya realizado nuestra América en el pensamiento jurídico universal,
contribución patentizada en las decisivas etapas de las Conferencias Interamericanas.
4. Al adoptarse el 25 de enero de 1919 las proposiciones conducentes a la creación de
una Sociedad de Naciones, hecho surgido en la sesión plenaria de la Conferencia de la
Paz, y al aprobarse el proyecto del Pacto en la sesión del 28 de abril –acción casi directa
del Presidente Wilson– se circunda un nuevo capítulo para la historia de la colaboración
de los Estados, capítulo que rubrica el 10 de enero de 1920 la entrada en vigor del Tratado
de Paz de Versalles y con éste, del Pacto de la Sociedad de Naciones. Para el 16 de enero de
ese año el Consejo de la Sociedad, incipiente organismo que ha de jugar señalado papel
en el curso de los años, celebra su sesión inaugural bajo la presidencia del belga Dr. Paul
Hymans.
32
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
33
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
34
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
los colonizadores, y esto como regla probó ser una salvaguarda muy poco esperanzadora.
Por lo tanto, el bienestar y las necesidades morales y materiales de los nativos fueron bien
poco tomadas en cuenta”.
16. Nos ha de recordar la cita anterior todo el revuelo causado por las cátedras del
salmantino Francisco de Vitoria, al exponer desde 1532 un criterio cortante y valeroso
en relación con los títulos de los indígenas de América frente a los conquistadores y a las
atribuciones realizadas por las Bulas papales. Quizás si en la misma evolución del Derecho
Internacional aplicado a los sujetos de derecho privado fue bullendo el imperativo de combatir
la esclavitud y los esclavistas, movimiento que se caracteriza durante todo el siglo XVIII y
aún más en las proyecciones del pensamiento jurídico del siglo XIX.
17. Las primeras voces alzadas en defensa de los habitantes nativos de los territorios
de explotación colonial vienen a ser más fuertes inmediatamente después de la Revolución
Francesa, madre de la proclamación de las libertades humanas. África era en el aspecto
intrínseco, el blanco de una campaña social sorda, pero segura de sus objetivos. Las tierras
del Pacífico debían recibir el impacto con lentitud, debido a su propia situación geográfica.
Pero de todos modos la ley del XVI Pluvioso del año II de la gesta francesa, que abolió
la esclavitud de los negros de los territorios de ultramar pertenecientes a Francia, dio un
ejemplo notorio e inmortal. Debido a la gran presión de instituciones privadas, se votó en
Inglaterra hacia 1830 la primera legislación que se refiere, en forma exclusiva, a la trata
de esclavos. De ahí es donde el status del nativo comienza a evolucionar, y el concepto de
propiedad explotable que caracterizaba la política colonial a sufrir la transformación gradual
que debía compadecerse con la Declaración de los Derechos Individuales de la Constitución
Francesa de 1789.
18. Los ajustes de 1885 y 1890. En este período, el mundo moderno contempla uno de
los actos más interesantes de la común política europea. Francia, recién salida de su guerra
con la Alemania de Bismarck, y Bélgica, con ambiciones coloniales definidas, procura un
modus vivendi en toda la zona africana de expansión. Inglaterra sigue siendo, bajo la égida
victoriana, la potencia marítima por excelencia y la que lleva su espíritu de mentora colonial
más lejos de sus propias fronteras y con mejor certidumbre del futuro. Holanda y Portugal
se adentran en la carrera de expansión y ondean sus pabellones en el Índico, los Mares de
la China, costas de Borneo y Célebes y las islas múltiples del meridión asiático. Alemania
se consolida en el África Ecuatorial, mientras Turquía domina la casi universalidad de los
pueblos árabes en la zona mediterránea, detentando una soberanía inclusa en su régimen
de imperio autocrático.
19. Leopoldo I, de Bélgica, promovió entonces un reajuste de política colonialista. En Ber-
lín se firmó el 26 de febrero de 1885 el Acta General que regula las condiciones del comercio
y la civilización en el África, y particularmente en la cuenca del Congo. Otro convenio, el
del 2 de julio de 1890, suscrito en Bruselas, toma medidas para la supresión del comercio de
esclavos, la protección de los libertos y la restricción en la importación de armas de fuego
y bebidas alcohólicas en África.
20. La diferencia entre el protocolo de 1885 y el de 1890 descansa en que este último
establece medidas específicas y define las obligaciones legales de las partes contratantes. Sin
embargo, ninguna de las dos convenciones contiene principios que puedan valorarse como
“declaraciones o intenciones generosas o reconocimiento de obligaciones morales hacia los
habitantes nativos”. De todos modos, fue un paso precursor de ese decurso imperativo del
35
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
tiempo y de la historia, y a esto se debe que lo hayamos glosado, significando una modalidad
en el desarrollo político mundial.
21. El acta de Berlín estableció una Comisión Internacional para el Congo, indicando
en su artículo 17 que dicho organismo tenía por encargo asegurar la ejecución de las dis-
posiciones del instrumento internacional de navegación, adoptado como parte integral del
convenio. Otro aspecto funcional o administrativo lo contiene el Acta al establecer la Oficina
Internacional de Zanzíbar, agencia que tendría por encargo “centralizar toda información y
documentación, de modo que asegure la efectividad de las medidas destinadas a la represión
de la trata de esclavos en la zona marítima”.
22. Se llega a la conclusión de que estos pasos de repercusión política europea, exclusivos
del interés de los Estados coloniales, solamente aprovechaban a las potencias y no a los
nativos o razas autóctonas de las regiones africanas.
23. Dos excepciones hemos de registrar en la política internacional de administración de
territorios o sobre el futuro de los mismos, siendo tales la declaración de Estados Unidos de
Norteamérica en relación con el estatus de Filipinas y de Cuba. Esta última por ejemplo, obtuvo
garantías para su advenimiento como entidad independiente al liberarse de la dominación
española, como consecuencia de la guerra de emancipación y de las complicaciones del
conflicto hispano-americano de fines del siglo XIX. Filipinas, cuya soberanía conjuntamente
con la de Puerto Rico renunció España por el Tratado de París, obtuvo promesas posteriores
de autonomía que fueron ampliadas, hasta convertirse en nación libre y soberana en 1945
por Ley del Congreso estadounidense.
24. En el mismo trayecto evolutivo se encontró Puerto Rico para alcanzar en 1953 el
reconocimiento de la comunidad internacional como Estado Libre Asociado a la Unión
Norteamericana, mientras los territorios norteamericanos de Hawai y Alaska –cuyo adelanto
social y político justifican medidas nuevas hoy presentadas a la consideración congresional
en Washington– aguardan integrarse a la Unión y dejar de lado su condición internacional
de territorios dependientes.
Capítulo II
EL MANDATO INTERNACIONAL
Sistema del artículo 22 del Pacto de la Sociedad de Naciones.
a) Delimitaciones del mandato;
b) Tipos de mandatos;
c) El mandato como sistema nuevo. Su régimen jurídico.
25. Cuando se reunió el Consejo Superior Aliado inmediatamente después de la firma
del Armisticio el 11 de noviembre de 1918, el primer intercambio de ideas tropezó con el
destino futuro de las colonias de soberanía alemana en África y en la zona del Océano Pacífico,
así como el de aquellas porciones territoriales y comunidades incorporadas secularmente
al Imperio Otomano, cuya soberanía detentaba el Sultán de Turquía. Alemania y el Sultán
debieron renunciar a sus títulos y posesiones al ser vencidos en el conflicto que los enfrentó
a las Potencias Aliadas y Estados Asociados.
26. Era singular el problema de los territorios turcos, ya que el dominio se ejercía so-
bre colectividades las más diversas o heterodoxas integradas por árabes, judíos, drusos,
cristianos, maronitas, beduinos, yemenitas; mezcla de razas, sectas, creencias y formación
social compleja. La misma complejidad se manifestaba en el África o en el Pacífico, pero
36
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
37
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
38
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
39. Enunciado del artículo 22 del Pacto. El siguiente es el texto íntegro de la disposición del
Pacto creando el sistema de mandatos:
“I. Los principios siguientes se aplicarán a las colonias y territorios que, a consecuencia
de la guerra, hayan dejado de estar bajo la soberanía de los Estados que los gobernaban
anteriormente, y que estén habitados por pueblos aún no capacitados para dirigirse por sí
mismos en las condiciones particularmente difíciles del mundo moderno”.
“El bienestar y el desenvolvimiento de estos pueblos constituye una misión sagrada
de civilización, y conviene incorporar al presente Pacto garantías para el cumplimiento de
dicha misión”.
“II. El mejor método para realizar prácticamente este principio será el de confiar la
tutela de dichos pueblos a las naciones más adelantadas que, por razón de sus recursos, su
experiencia o de su posición geográfica, se hallen en mejores condiciones para asumir esta
responsabilidad y consientan en aceptarla. Estas naciones ejercerán la tutela en calidad de
mandatarias y en nombre de la Sociedad”.
“III. El carácter del mandato deberá diferir según el grado de desenvolvimiento del
pueblo, la situación geográfica del territorio, sus condiciones económicas y demás circuns-
tancias análogas”.
“IV. Ciertas comunidades que pertenecieron en otro tiempo al Imperio Otomano han
alcanzado un grado de desenvolvimiento tal, que su existencia como naciones independientes
puede ser reconocida provisionalmente, a condición de que la ayuda y los consejos de un
mandatario guíen su administración hasta el momento en que sean capaces de dirigirse
por sí mismas. Para la elección del mandatario se tendrán en cuenta, en primer término, los
deseos de dichas comunidades”.
“V. El grado de desarrollo en que se hallan otros pueblos, especialmente en el África Cen-
tral, exige que el mandatario asuma en ellos la administración del territorio en condiciones
que, juntamente con la prohibición de abusos tales como la trata de esclavos, el tráfico de
armas y de alcohol, garanticen la libertad de conciencia y de religión, sin más limitaciones
que las que pueda imponer el mantenimiento del orden público y de las buenas costumbres,
la prohibición de instalar fortificaciones o bases militares o navales, y de dar a los indígenas
instrucción militar salvo policía y defensa del territorio, y que aseguren igualmente a los demás
Miembros de la Sociedad, condiciones de igualdad para el intercambio y el comercio”.
“VI. Hay por último, territorios, tales como el África del Sur y ciertas islas del Pacífico
Austral que, a consecuencia de la escasa densidad de población, de su superficie restringida,
de su alejamiento de los centros de civilización y de su contigüidad geográfica al territorio
del mandatario o por otras circunstancias, no podrían estar mejor administrados sino bajo
leyes del mandatario como parte integrante de su territorio a reservas de las garantías pre-
vistas anteriormente en interés de la población indígena”.
“VII. Las Potencias mandatarias deben remitir al Consejo una memoria anual concerniente
al territorio a su cargo”.
“VIII. Si el grado de autoridad, control o de administración a ejercer por el Mandatario
no ha sido objeto de una convención anterior entre los Miembros de la Sociedad, el Consejo
estatuirá en cada caso de que se trate”.
“IX. Incumbe a una comisión permanente el recibir y examinar las memorias anuales de
los mandatarios así como asesorar al Consejo acerca de cuestiones relativas al cumplimiento
de los mandatos”.
39
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
40
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
c) el territorio del África Sur Occidental, atribuido a la Unión del África del Sur, por delegación
de S. M. el Rey de Inglaterra; d) el territorio de Samoa Occidental pasó a S. M. el Rey de Gran
Bretaña, para ser administrado por el Dominio de Nueva Zelandia; e) el territorio de Nauru,
en el Pacífico, fue dado a Australia; f) las posesiones alemanas del Pacífico, al sur del Ecuador,
o sea la Nueva Guinea Alemana, atribuida con sus islas adyacentes al Dominio de Australia;
g) las islas de soberanía alemana al norte del Ecuador –Carolinas, Marianas, Marshall– fue-
ron entregadas al Imperio Japonés. Posteriormente, el territorio de la parte noroccidental del
territorio del África Oriental Alemana o Tanganika, fue atribuido a Bélgica, con el nombre de
Ruanda y Urundi. Esta última decisión, seccionando dos provincias del Tanganika, fue tomada
en una sesión especial celebrada el 21 de agosto del 1919. Como se advierte, Estados Unidos
no recibió la administración de ningún territorio de antigua soberanía alemana.
45. Mientras tanto, en fecha posterior ocurrió la decisión sobre los territorios de soberanía
otomana. Envolvió esta vez el destino de los territorios de Siria, Palestina y Mesopotamia o Iraq,
designándose a Francia como mandataria de Siria y a Gran Bretaña de Palestina y el Iraq.
46. Con la distribución anterior, las potencias mandatarias consolidaban lo que de hecho
poseían en razón misma de las operaciones de guerra: el control de los territorios ocupados
militarmente.
47. Delimitación del mandato. No fue la Sociedad de Naciones el organismo que, represen-
tando la comunidad de naciones, dispuso las normas que debían fijar el alcance del mandato
como institución de Derecho Público Internacional aplicada a la administración territorial.
Por lo tanto, tampoco fue la Sociedad la que determinó el alcance o la delimitación del
mandato mismo. Y es aquí donde reside el punto más débil con el cual criticar el sistema,
entreviéndose las lagunas que debían aparecer durante su aplicación. Un día, sin embargo,
tales fallas serían aprovechadas, y, en el afán de la evolución mundial, alcanzar mejores
métodos como los que pretende el sistema de la Carta de las Naciones Unidas.
48. Desde todo otro ángulo, el propio artículo 22 del Pacto de la Sociedad de Naciones
en su párrafo octavo, señaló que “el grado de autoridad, control o administración a ejercer por el
Mandatario sería definido, de no ser convenido por los Miembros de la Liga en instrumento anterior,
por el Consejo”.
49. ¿Qué ha podido inferirse de tal texto, y hasta qué punto el Consejo podía definir
la autoridad a ejercer por el mandatario…? Son cuestiones, estas, que no figuran en los
anteproyectos, y cuyo origen político quizás no sea permitido dilucidarlas plenamente,
permitiéndonos formar una interpretación correcta del texto del artículo 22, sobre todo si le
comparamos –como haremos más adelante– con las facultades de la Asamblea General de
las Naciones Unidas, en la moderna organización de la comunidad internacional y aquellas
detentadas por el Consejo o la Asamblea de la Sociedad de Naciones.
50. En los círculos de la propia Sociedad de Naciones se pensó que “parecería como si
los autores del Pacto hubieran tenido en mente insertar los términos de los mandatos en
los Tratados de Paz, idea que fue subsecuentemente abandonada. En efecto, la Comisión
Milner6 fracasó en su intento de producir los textos compromisarios entre el mandante sui
generis –entonces representado por el propio Consejo Aliado– de una parte, y de la otra el
mandatario escogido por el mandante, también parte del mismo Consejo.
6
Presidida por Lord Milner, de Inglaterra, reunida en julio de 1919, con la concurrencia de expertos coloniales.
Esta Comisión redactó los términos de los mandatos, pero estos no pudieron ser aprobados en totalidad debido a las
reservas de las potencias seleccionadas como mandatarias.
41
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
42
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
contratantes –el Iraq y el Reino Unido– agregaba que las estipulaciones del artículo 18 del
Mandato cesarían tan pronto como el Iraq fuese miembro de la Sociedad de Naciones, y
en todo caso, en un plazo que no fuese superior a cuatro años a partir de la ratificación del
Tratado de Paz con Turquía.
59. En el caso de los mandatos para Siria y Líbano, así como en el de Palestina, adver-
timos estas características: a) las relaciones exteriores de los territorios son ejercidas por la
potencia mandataria, tomando a su cargo los asuntos de los territorios por órgano de sus
agencias consulares y diplomáticas; b) los privilegios o inmunidades de extranjería no fue-
ron aplicables en los territorios bajo mandato; c) la protección judicial fue asegurada a los
extranjeros, así como a los nativos, con completo resguardo de sus derechos.
60. Referente a las relaciones exteriores de los territorios, estos podían ser obligados,
por un acto del Mandatario, en cualquier convención o convenio internacional realizado
al través de la Sociedad de Naciones. Es decir, el organismo internacional actuaría de
control aparente de tales instrumentos y de las obligaciones contenidas en los mismos.
En numerosos casos de orden interno, además, el mandatario ejercería un control aparente,
pero en realidad, ese control se limitaría a las cuestiones relativas al orden público y a una
buena administración, no teniendo facultad de restringir –por causa de nacionalidad–, las
órdenes religiosas, siempre y cuando la actividad de las mismas se limitase a la exclusiva
competencia del culto.
61. En los mandatos de tipo A se salvaguardaron en cierto y determinado sentido los
derechos individuales. El artículo 6.o de esos instrumentos afirmaron que el respeto al estatuto
personal de las diversas poblaciones estaría garantizado, y complementando tal disposi-
ción, el artículo 8.o señaló que “el mandatario garantizaba a toda persona la más completa
libertad de conciencia, así como el libre ejercicio de todas las formas de culto compatibles
con el orden público y las buenas costumbres. Igualmente, no existiría discriminación por
razón de raza, religión o idiomas”.
62. Un ángulo interesante en el texto de estos mandatos fue todo cuanto rodeó el sistema
o régimen político en el territorio mandatado. Se determinó expresamente que uno de los
objetivos del sistema era la autonomía local, y “tan lejos como lo permitiesen las circunstan-
cias”. A pesar de todo, los hechos demostraron que existieron reservas muy sutiles bien
manejadas por la autoridad administradora, generando en cierto sentido uno de los puntos
de crítica y desprestigio en el sistema.
63. El mandato para Palestina, aunque de categoría A descubre delineamientos parti-
culares. En efecto, aunque sin diferir de los principios del artículo 22 del Pacto, se estima
que el mandato para Palestina encerró mucho de los aspectos esenciales de la Declaración
Balfour, atribuyendo a los judíos un hogar nacional en la tierra para ellos prometida por las
Sagradas Escrituras. En efecto, el segundo considerando de este instrumento internacional
suscrito el 24 de julio del 1922 en Londres entre el Gobierno Británico, de una parte, y de la
otra la Sociedad de Naciones, textualmente se expresa: “Considerando: que las Principales
Potencias Aliadas han convenido, además, que el Mandatario será responsable de la puesta
en ejecución de la Declaración formulada originalmente el 2 de noviembre de 1917 por el
Gobierno Británico y adoptada por las dichas potencias en favor del establecimiento en
Palestina de un hogar nacional para el pueblo hebreo, entendiéndose que ello no llevará
perjuicio a los derechos civiles y religiosos de las comunidades no hebreas de Palestina, o a
los derechos y estatus político de que gozan los hebreos en otro país”.
43
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
64. Combatida por árabes y hebreos desde el primer momento de su enunciado, dicha
cláusula constituyó con los años uno de los puntales de la política sionista, repitiéndose la
crítica contra la misma en los días de 1947 cuando en la Asamblea General de las Naciones
Unidas se trató del futuro de Palestina, tras el abandono del Mandato por el Reino Unido
y el requerimiento de este a la Organización Mundial para disponer de la situación política
del territorio. El análisis de la Declaración Balfour, estimada solamente en su contenido po-
lítico, que no en su valor jurídico, había de encontrar una solución en la recomendación de
partición, surgiendo a la vida internacional la joven y vigorosa Israel como Estado soberano
e independiente prontamente reconocido por una mayoría notable de Estados, y admitién-
dosele posteriormente en calidad de Miembro de las Naciones Unidas.
65. En el mandato sobre Palestina es curioso el dar un tratamiento particular en el texto
del artículo 25 a la Transjordania, hoy Reino Hashemita de Transjordania. El texto menciona
lo siguiente: “En los territorios que se extienden entre el río Jordán y la frontera oriental de
Palestina tal como será ésta trazada definitivamente, el Mandatario tendrá la facultad, con el
consentimiento del Consejo de la Sociedad de Naciones, de retardar o suspender la aplicación de
las estipulaciones del presente mandato que juzgue inaplicables en razón de las condiciones
locales existentes y de tomar, en relación con la administración de esos territorios, todas las
medidas que estime conveniente, siempre y cuando estas no sean incompatibles con las
estipulaciones de los artículos 15, 16 y 18”.7
66. De acuerdo con el susodicho artículo 25, el Consejo de la Sociedad, en fecha 16 de
septiembre del 1922 dio aprobación a un requerimiento del mandatario británico para que las
provisiones del mandato referente al pueblo hebreo no fuesen aplicadas a la Transjordania. A
consecuencia de negociaciones britano-jordánicas, el día 20 de febrero del 1928 el Gobierno
Británico reconoció la existencia de un Estado independiente y de un Gobierno nacional en
Jordania, siguiendo los mismos pasos anteriores con el Iraq o Mesopotamia. Así se dieron
por cumplidos los objetivos del artículo 22 del Pacto.
67. El régimen de administración se mantuvo durante todos los años siguientes a la I
Guerra Mundial, y es después de la II conflagración universal, en 1944, cuando las respon-
sabilidades francesa y británicas frente a Siria y Líbano se extinguen, alcanzando dichos
territorios la plena independencia, admitiéndoseles como Estados, inmediatamente, en
la Organización de las Naciones Unidas durante las discusiones de San Francisco. No fue
fácil sin embargo llegar a tal etapa resolutoria de los Mandatos, pues fueron muchas las
vicisitudes de libaneses y sirios para aplicar los acuerdos de 1937 entre las colectividades y
las potencias mandatarias.
Tal, la historia de los mandatos de tipo A.
68. Los mandatos de tipo B. Esta modalidad fue atribuida a las colectividades del Tanga-
nika, los Camerunes, Togos y Ruando Urandi, en el África Ecuatorial. Un punto de engra-
naje ideológico y jurídico los relaciona con los mandatos de tipo A, pero es tan diferente
el alcance político del instrumento concebido de acuerdo con el artículo 22 del Pacto de la
Sociedad de Naciones, que bien puede señalarse como fundamental y típico en la categoría que
analizamos. Por otra parte, no puede ocultarse que la terminología de los mandatos de tipo
B está asociada a la de los de tipo C, y que existe una identidad de objetivos en los campos
de la instrucción, derechos de transportación y de libre tránsito y cultos.
7
Estas estipulaciones refiérense a la libertad de conciencia, ejercicio de cultos, instrucción en las escuelas, control
de instituciones religiosas, reclutamiento militar, uso de vías de comunicación, etc., etc.
44
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
69. En los mandatos de esta categoría, constituyó una obligación de la potencia ad-
ministradora el prohibir, de manera absoluta, toda trata de esclavos cuanto la esclavitud
misma. El compromiso de poner fin a prácticas anti-sociales –matrimonio de menores, pago
de deudas con trabajo compulsorio, poligamia, látigo como pena corporal– o de colaborar
adecuadamente en favor de la educación de las colectividades, avanzando su standard de
vida, aparece abiertamente en las cláusulas del mandato B, y luego se repite en los términos
del mandato de tipo C.
70. De otro estudio resulta que mientras son severas y rígidas las medidas para evitar la
venta de estupefacientes y bebidas alcohólicas en los mandatos de tipo C, aquéllas no son
estrictas en los de tipo B. Igual ocurre con las medidas de carácter militar, denominadas de
seguridad interior, tendentes a asegurar el orden público.
71. Es más apropiado, desde nuestro punto de comparación, hacer señalar las ventajas
que en el momento en que se atribuían los mandatos, contuvieron las cláusulas destinadas
a la política de puerta abierta o de igualdad económica y comercial, permitiéndose a todos los Es-
tados miembros de la Sociedad de Naciones un tratamiento paritario frente a los territorios
mandatados, y en relación con sus posibilidades comerciales y financieras. El mandatario, en
efecto, debía asegurar el pleno ejercicio de la profesión de comercio a los nacionales de otros
Estados en territorios de mandato B. Igual se permitiría en cuanto a tránsito, navegación
o patentes, incluyendo la concesión de privilegios mineros y de otra índole sin distinción
de nacionalidad. Aunque los monopolios fueron expresamente excluidos de los artículos
diversos de los mandatos, la potencia mandataria se reservó, sin embargo, el derecho de
establecerlos en su beneficio, aunque esta fórmula rezaba “en interés del territorio”. En pu-
ridad, el sistema ha funcionado desde entonces en forma que no podría ocultarse, rodeado
de todas las características de los monopolios.
72. Tal actitud oficial, criticada en ocasiones por la forma como se estructuró el control
económico de la colectividad –y aun con ramificaciones y precedentes que afectan hasta el
sistema de fideicomiso de la Carta de las Naciones Unidas– fue patentizada por la formación
de corporaciones subsidiarias del tren administrativo oficial de la potencia administradora.
Conjuntamente con las “uniones administrativas –que forman todavía uno de los problemas
del presente– se erigieron en “columnas de la administración y lanza en el corazón de los
propios pueblos y colectividades sometidas al mandato”.
73. Los mandatos de tipo C. Finalmente, la clasificación conocida como mandatos de tipo
C, fue otorgada a territorios situados en el Pacífico, así como al territorio del África Sur Oc-
cidental. El párrafo 6 del artículo 22 expresamente hizo la atribución, e inclusión.
74. Esos territorios comprendieron: las islas Marianas, Carolinas y Marshall, atribuidas
en mandato al Imperio Japonés; Nueva Guinea (parte nordeste), Nueva Irlanda, Nueva
Bretaña y las Salomón, atribuidas al Dominio de Australia; Nauru, también a Australia; la
Samoa Occidental, a Nueva Zelandia, miembros esos mandatarios de la Comunidad del
Imperio Británico, y por fórmula misma de los instrumentos, recibiendo Su Majestad el Rey
de Inglaterra el mandato, para ser administrado en su nombre por los Dominios indicados.
La Sociedad de Naciones aprobó tales acuerdos el día 17 de diciembre del 1920.
75. Una vez confrontados los mandatos de tipo B y C, ¿cuál es la diferencia entre am-
bos…?
En primer lugar debemos significar la distinción que el propio artículo 22 del Pacto hace
de ambos en sus párrafos V y VI. La justificación se encuentra en “circunstancias geográficas
45
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
y sociales” de esos territorios. Luego, en los términos del articulado de los mandatos de tipo
C, adviértese que mientras la administración en el mandato de tipo B se haría conforme a
ciertas normas convenidas y que la ley de la potencia administradora sería adaptada a la
región, a las costumbres y leyes en uso, en el caso de los mandatos de tipo C, la autoridad
podría si fuere necesario aplicar su propia legislación al territorio confiádole, sujeto a las
modificaciones que juzgare útiles. Esta legislación ni tales modificaciones se adoptaría res
inter alias, sino por el contrario, típicamente como acto del administrador y mandatario.
76. Esta disposición, común en los textos de los mandatos de tipo C (artículo 2), ha sido
generadora de la disputa actual entre el Gobierno del África del Sur y las Naciones Unidas
en lo referente al territorio del África Sur Occidental, al cual se aplicaría un acuerdo de
fideicomiso que no ha deseado someter el primero como antiguo mandatario, y una vez
disuelta la Sociedad de Naciones. Así, y tal como veremos más adelante, la Unión ha conti-
nuado administrando tal territorio “como parte integral de la Unión”, existiendo en hecho
una virtual anexión y por ende, una usurpación injustificable.
77. Para establecer una norma moral internacional, dentro del objetivo del artículo 22, los
mandatos de tipo C contuvieron una cláusula mediante la cual la potencia administradora
se obligaba a promover todas las medidas que, material o moralmente, contribuyesen al
bienestar y al progreso social de los habitantes de los territorios bajo mandato. Toda forma
de esclavitud debía suprimirse, la emancipación de los esclavos debía acelerarse y las con-
diciones sociales ser mejoradas. El trabajo forzado en las minas o en las haciendas solamente
podría autorizarse en determinadas condiciones que en el mandato de tipo B no existían, pero
la potencia mandataria debería tener en cuenta las circunstancias que rodeaban el trabajo,
los contratos que los regulaban y el reclutamiento obrero de acuerdo con las exigencias del
desarrollo económico de la región.
78. Dentro de la estructura del sistema, es menester concluir que el mandato de tipo
C, se asimila en su terminología y aun en su aplicación, a la administración ordinaria que
se atribuye a un tercero en derecho privado, sujeta a principios de lógica jurídica, pero en
cuyos términos no puede predecirse cuál será la trayectoria del mandato, a menos que no
sea ésta amparada en conceptos de buena fe, buenos deseos y la disposición de permitir
la supervisión o control del órgano que creó el mismo Pacto de la Sociedad de Naciones: la
Comisión Permanente de Mandatos.
79. ¿Qué diferencia, en efecto, podría ser determinativa entre las colonias o colectividades
no autónomas y aquellas colocadas bajo la administración por mandato si este convenio es
de la categoría C citada por el Pacto? ¿Qué sutil diferencia podría existir entre la soberanía
detentada o ejercida por la metrópoli, sobre un territorio colonial, y aquella autoridad reco-
nocídale al mandatario en virtud del instrumento internacional, y según el cual la ley de la
autoridad administradora tiene imperio en el territorio concedídole en esta calidad…? Estas
cuestiones dieron origen a diversas teorías de especulación jurídica, y fueron por así decirlo,
precursoras de la orientación que prevaleció al redactarse la Carta de las Naciones Unidas
para consagrar nuevas conquistas o evoluciones jurídico políticas después de liquidadas las
hostilidades de la II Guerra Mundial. Esa diversidad de criterios nos obliga más adelante a
referirnos en particular y progresivamente al planteamiento de la cuestión particularmente
nueva e interesante.
80. El mandato como sistema nuevo. Su régimen jurídico. Consecuencialmente, para estudiar
el sistema de administración por mandato, debemos detenernos en estas nuevas facetas de
46
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
la estructura funcional del mismo: a): ¿Qué significó el mandato para la comunidad inter-
nacional? b): ¿Cuáles fueron las modalidades del régimen jurídico, y qué supervisión ejerció
la Sociedad de Naciones en el sistema…?
81. El mandato, tal como lo hemos afirmado antes, constituyó una forma jurídico-
internacional de ejercer, en nombre de la comunidad de Naciones, y en preparación del
reconocimiento de una soberanía efectiva, la administración de territorios no dependientes,
excluidos expresamente –por acuerdo internacional– de la categoría de colonias. Es decir,
se separó de toda injerencia colonial, un grupo de zonas o territorios que tampoco podían
ser reconocidos como autónomos.
82. Al afirmar que es una forma jurídico-internacional de ejercer la administración
“en nombre de la comunidad de Naciones” lo hacemos apoderándonos por una parte del
concepto o de la ficción de la preexistencia de una comunidad o ente jurídico-internacional,
con personalidad jurídica, como la gozan los Estados per se; y por la otra, considerando que
la Sociedad de Naciones, en aquel momento, era la organización o la institución que repre-
sentaba, en razón de tal ficción, la comunidad internacional de Estados. Abandonamos toda
implicación teórica sobre la existencia de un ente federativo sui generis o ya como muchos
tratadistas pretendieron, con el carácter de un super-Estado.
83. Como lo señala el profesor Georges Schelle, “una sociedad internacional es una
sociedad política compuesta, como toda otra sociedad, de individuos y de grupos de indi-
viduos unidos a otros por la doble solidaridad, pero predominando en ella la solidaridad
por la división del trabajo y ahora, agregaríamos, por la división del trabajo y los esfuerzos
en el equilibrio mundial”.8
84. Schelle, mirando hacia un aspecto de derecho social afirma que la división del trabajo
es la que crea la solidaridad internacional. Pero al mismo tiempo, evolucionando en este con-
cepto, dice que “no es preciso considerar la sociedad internacional como una sociedad de
Estados o personas, como lo hizo la doctrina clásica. La sociedad internacional resulta no de
la coexistencia y de la yuxtaposición de los Estados, sino al contrario, de la interpenetración
de los pueblos por el intercambio internacional”. Para justificar, apoyándonos en la teoría
schelliana, la razón de ejercerse una política de administración territorial mediante un sistema
nuevo denominado mandato, llegamos a aplicar un necesario orden jurídico internacional
correspondiendo obligatoriamente al concepto de sociedad internacional, secuela, como lo
recalca el mismo autor antes citado, de la máxima Urbi societas ibi jus.
85. El mandato representó para la comunidad internacional una consecuencia de la
constitución de un gobierno de hecho de que habla el profesor Schelle, “de un Directorio
internacional, practicando en principio la confusión de los poderes y procediendo por vía de
autoridad o de diotat. Este fue el Consejo Supremo de los Aliados, el Consejo de los Diez, el
de los Cuatro, obrando de inmediato por medio de un órgano colectivo y representativo: la
Conferencia de Embajadores. Este gobierno de hecho hubiera podido seguirse y legalizarse
en el Consejo de la Sociedad de Naciones”.
86. El derecho, el Pacto de la Sociedad de Naciones constituyó “la primera constitución
internacional”, porque –a pesar de aducirse que la Sociedad de Naciones fue una agrupación
de Estados yuxtapuestos que no encarnó jamás la comunidad internacional de los pueblos–
no podría negarse que ella asumió, con todos sus defectos normativos, la representación
8
George Schelle.- Droit International. E. París. 1948, p.17, N.o 10.
47
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
48
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
la colectividad, suponiéndose que esta última no tiene experiencia frente a las condiciones
actuales del mundo moderno (texto del propio artículo 22 del Pacto). Por otra parte, singu-
larmente, como muchos internacionalistas lo han advertido, el sistema ofreció la novedad de
que no existiendo ninguna autoridad que pretendiese detentar la soberanía de un territorio,
se aplicase a una colectividad colocada en el orden jurídico internacional, y este orden ju-
rídico reconocido a la Sociedad de Naciones, justificaría el que esta ejerciese la supervisión
del nuevo elemento internacional.
93. En efecto, no podemos perder de vista que el mandatario obró en nombre de la So-
ciedad de Naciones, y frente al mandatado, fue un representante directo de la organización
internacional, debiendo rendir un informe de su gestión equivalente a “la rendición de
cuentas” del Derecho Civil.
94. El autor francés antes mencionado significa, muy interesantemente, que no se ha
pretendido jamás invocar la soberanía territorial de las zonas bajo mandato para que ella
pasase a la Sociedad de Naciones. Por igual, –afirma Schelle– sería ilógico pensar que el
condominium de sus miembros hubiese continuado. El gobierno mandatario ejerció una
función, y por lo tanto no gozó nunca del status de soberano en el territorio confiádole por
el Consejo Supremo Aliado y luego confirmádole por el Consejo de la Sociedad de Nacio-
nes. Se estuvo, por lo tanto, en presencia de un tipo de sociedad “donde ninguna soberanía
existía”, y ello ha de hacer concluir que tan pronto como un determinado institucionalismo
está en marcha, la noción de soberanía, ficticia como es, se hace más y más débil y difícil
de localizar.
95. En el régimen normativo de los mandatos, como en el de fideicomiso de la Carta de
las Naciones Unidas, comprobaremos que no hay ninguna confusión y fusión entre los ór-
denes jurídicos de los territorios bajo mandato y el orden jurídico del Estado mandatario o
administrador. Los mismos instrumentos internacionales, en su redacción, y después por la
forma de interpretarse sus textos, afirman que un territorio no podría ser objeto de anexión,
existiendo por ende una determinada garantía: la seguridad e integridad de la colectividad
administrada bajo el nuevo sistema.
96. ¿Qué supervisión tuvo entonces la Sociedad de Naciones en el sistema?
97. Quizás sea esta una de las cuestiones más complicadas o discutidas en esta materia,
revelándose de inmediato el hecho de que el funcionamiento, previa institución, de la Co-
misión Permanente de Mandatos, –integrada por diez miembros en su carácter personal, no
nacionales del Estado mandatario– permitiría la forma de ejercer un control en las actividades
del mandatario, y en la medida que el concepto jurídico de control pudiese conciliarse con
el de la soberanía estatal, el honor y el prestigio nacionales del Estado tutor.
98. La rendición de cuentas del gestor en nombre de la comunidad internacional de
Naciones, dio apariencia jurídica al organismo, el cual a su vez fue dependencia del Consejo
de la Sociedad de Naciones. Los cuestionarios presentados a los Estados administradores
constituyeron documentos acomodaticios, pero valiosos sin duda; y el incipiente derecho
de petición, recurso nuevo que tuvieron las comunidades para dejar conocer sus puntos de
vista y sus aspiraciones, completó una maquinaria de modalidades singulares. Al hacer
referencia del derecho de petición, y como a este daremos preeminencia cuando tratemos de
fideicomiso, debemos afirmar que si bien es cierto que era ejercido “al través de un filtro”,
el propio filtro de la autoridad administradora, ello no fue impedimento para que hubiera
reproches contra esta, reproches que se ventilaron aun en el propio Consejo de la Sociedad
49
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
ginebrina. Los poderes de este permitían una intervención diplomática, aunque sin evitar
la discusión pública de los informes. Así se pudo enterar el mundo de la marcha adelante o
hacia atrás de los territorios colocados bajo el amparo del sistema. Por otra parte, debemos
mencionar el hecho de que un gobierno cualquiera, miembro de la Sociedad, podía levantar
sus reparos o llamar la atención sobre aspectos de la administración del mandatario, y tanto
en ese caso como en el de contestaciones relativas a los instrumentos de mandato, la Corte
Permanente de Justicia Internacional –organismo judicial de la comunidad de entonces–
estuvo revestida de competencia para actuar con “jurisdicción judicial obligatoria” en tales
oportunidades si ellas cristalizasen.
99. No obstante, por beneficioso que haya sido el sistema de mandatos –siguiendo la
opinión del insigne tratadista francés y de especialistas en la materia– no hizo sino de pa-
liativo al sistema colonial clásico, puesto que si en Derecho tuvo razón de ser, en cambio
los hechos demostraron que estaba demasiado influido por los ineludibles compromisos y
transacciones políticas surgidas en 1919 en el seno del propio Consejo Supremo Aliado.
100. No podemos destruir, sin embargo, la obra realizada por la Comisión Permanente de
Mandatos, ni deducir débiles consecuencias de la valorización de los aspectos negativos del
sistema. Semejante posición sería incompatible con la afirmación –reconocida plenamente–
de que el mandato internacional fue un paso decisivo en la manera de clasificar o considerar
los territorios que no tenían una soberanía propia o ejercida por otro Estado.
101. El mismo derecho de petición que hemos mencionado, ha de derivar, al amparo de la
experiencia de la Sociedad de Naciones y en otro aspecto la oposición casi constante contra
él por las potencias administradoras, una de las conquistas más valiosas del reajuste inter-
nacional de la II Guerra Mundial. Así también el propio control internacional o supervisión
sobre un territorio administrado. Estos aspectos pudieron ser considerados anteriormente
como utopías, pero lo cierto es que se enraizaron en el sistema jurídico nuevo y evolucionaron.
Ya tendremos oportunidad de estudiar el curso de toda esa gran influencia que se patentizó
en el artículo 22 del Pacto y cuyo clímax se alcanza con el último fideicomiso negociado por
las Naciones Unidas.
102. No podemos menos que reconocer las dificultades de ambiente en que se desarro-
llaron los intentos de adelantar el concepto del control internacional sobre el mandato. Para
entreverlas, nos basta con transcribir algunas de las opiniones vertidas cuando se trató de
inspeccionar los territorios con fines de comprobar lo que las peticiones descubrían contra
la autoridad administradora. El representante de Holanda, vicepresidente de la Comisión
Permanente de Mandatos, refirió en una ocasión, cuando en 1925 se planteó el envío de una
delegación a Palestina, que “en hecho, la comisión no posee el derecho de hacer investiga-
ciones sobre el terreno, lo que constituye un punto débil si no en el sistema, por lo menos
en el control que la Comisión ejercería referente a la aplicación de aquel. Generalmente, y
desde un punto de vista teorético, si la Comisión fuese competente para dirigir tales inves-
tigaciones, significaría un paso atrás para el sistema mismo”.
103. El miembro suizo informó que “estaba convencido de que no sería inútil el envío
de una misión de investigación a Palestina, aunque no creía que si el organismo sugería tal
visita, esta acción inevitablemente generaría una explosión de sentimientos en contra…”. Un
representante británico declaró que “la propuesta para que la Comisión visitase Palestina
o enviase una subcomisión para conducir una investigación era algo más que “impractica-
ble”. Ninguna potencia aceptaría tal sistema. Su prestigio sufriría inevitablemente, ya que
50
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
51
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Capítulo III
EL CAPÍTULO XI DE LA CARTA
DE LAS NACIONES UNIDAS
La Declaración de principios sobre territorios no autónomos. Objetivos. Aplicación de la Declaración.
Papel de la comunidad internacional en el desarrollo progresivo de la autonomía de los territorios.
112. La Carta de las Naciones Unidas en sus Capítulos XI, XII y XIII expresa la política mun-
dial actual en relación con el presente y futuro de varios millones de habitantes residiendo
en los territorios a que se refieren sus disposiciones. El Capítulo XI trata en forma exclusiva
de los territorios no autónomos, mientras en los Capítulos XII y XIII se contienen las reglas
y principios del nuevo sistema de administración internacional denominado fideicomiso o
tutela. En sus acepciones francesa e inglesa, tutellé y trusteeship, respectivamente.
113. El Capítulo XI encierra la famosa Declaración relativa a los territorios no autónomos,
forma curiosa en un contrato internacional como lo es la Carta, mediante la cual los Estados
Miembros –sin distinción alguna– y tácitamente los Estados considerados como potencias
coloniales o Estados Administradores, convienen en orientar las consecuencias jurídico-políticas
de su soberanía en tales zonas, admitiendo un cambio sustancial en lo que atañe al concepto
que a la sociedad moderna merece el colonialismo. Puede, pues, asegurarse que el Capítulo
XI consagra principios y obligaciones aceptadas por los Estados Miembros que “tienen o
han asumido responsabilidades en la administración de territorios cuyos problemas han
alcanzado aun la plenitud del gobierno propio”.
114. En el mismo Capítulo XI advertimos además la participación bien intencionada
de los Estados Miembros de las Naciones Unidas que no tienen tales responsabilidades de
administración, y que sin embargo, en su condición de elementos integrantes de la comunidad
internacional pueden considerarse como ligados por una responsabilidad moral en lo tocante
al porvenir de tales territorios. Ha sido tan real esta nueva acción del concepto nuevo del
Derecho Internacional en la materia, que al través de cuatro Asambleas Generales de las
Naciones Unidas se ha patentizado la política de cooperación y de responsabilidad conjunta,
haciéndose más lógica y más alta en sus propósitos, pero sin que de ello pueda deducirse que
las potencias administradoras o coloniales han sido colocadas en una encrucijada jurídica
o política, forzándoselas a hacer lo que su voluntad soberana no deba o no pueda en un
territorio no autónomo. Por el contrario, parécenos que en el mismo ambiente colonial existe
52
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
el deseo de coadyuvar por un adelanto civilista que permita con el tiempo la emancipación
o la autonomía de las zonas enmarcadas en el Capítulo XI de la Carta.
115. El artículo 73 de la Carta de las Naciones Unidas así como su complemento, el artículo
74, integrando ambos el capítulo XI pueden ser considerados en Derecho Positivo Interna-
cional como enunciadores del principio de responsabilidad internacional respecto de los pueblos
que no han alcanzado la plenitud de gobierno o autonomía. La Declaración consagrada en
el texto mencionado es concreta, y se sintetiza así: …el principio de que los intereses de los ha-
bitantes de esos territorios está por encima de todo.
116. Los Estados aceptan como un encargo sagrado la obligación de promover en todo
lo posible, dentro del sistema de paz y seguridad internacionales establecido en la Carta, el
bienestar de los habitantes de esos territorios. Los Estados se obligan: a) a asegurar con el
debido respeto a la cultura de los pueblos respectivos, su adelanto político, económico, social
y educativo, el justo tratamiento de dichos pueblos y su protección contra todo abuso; b)
desarrollar el gobierno propio, a tener debidamente en cuenta las aspiraciones políticas de
los pueblos, y ayudarlos en el desenvolvimiento progresivo de sus libres instituciones polí-
ticas, de acuerdo con las circunstancias especiales de cada territorio, de sus pueblos y de sus
distintos grados de adelanto; c) promover la paz y la seguridad internacionales; d) promover
medidas constructivas de desarrollo, estimular la investigación y cooperar unos con otros, y
cuando y donde fuere el caso, con organismos internacionales especializados, para conseguir
la realización práctica de los propósitos de carácter social, económico y científico expresados
anteriormente; e) transmitir al Secretario General de la ONU a título informativo, y dentro de
los límites que la seguridad y consideraciones de orden constitucional requieran, la información
estadística y de cualquier otra naturaleza técnica que verse sobre las condiciones económicas,
sociales y educativas de los territorios por los cuales son respectivamente responsables, que
no sean de los territorios a que se refieren los capítulos XII y XIII de la Carta.
117. El artículo 74 hace referencia a que “los Miembros de las Naciones Unidas en su
política con respecto a los territorios no autónomos, no menos que con respecto a sus territo-
rios metropolitanos, deberá fundarse en el principio general de la buena vecindad, teniendo
debidamente en cuenta los intereses y el bienestar del resto del mundo en cuestiones de
carácter social, económico y comercial”.
118. Génesis del Capítulo XI. Quizás la debamos encontrar en la evolución política del siglo
XIX, precisamente cuando más férvida fue la concepción de la política colonial, y cuando,
debido a las corrientes modernas de los tratadistas y pensadores en el campo de la filosofía
política de los Estados, un gradual desarrollo del principio de responsabilidad de la comunidad
internacional, aplicado en particular a pueblos no autónomos, hizo necesario remodelar el
pensamiento político, para luego plantear los problemas resultantes en la primera gran opor-
tunidad por presentarse, como lo fue al surgir la victoria aliada de 1945.
119. La constante lucha social contra la esclavitud y los esclavistas es en mucho respon-
sable de la trayectoria evolutiva señalada anteriormente. Ya en el último tercio del siglo
XIX es necesario una nueva idea de cooperación colonial, y son los Estados colonialistas los
que, tal como lo hemos expresado en este trabajo, firman en Berlín los Tratados o convenios
de 1885 que afectaron la zona del Congo, en el África Ecuatorial. Los mandatos de la Liga
de Naciones constituyen otro paso trascendental, circunscribiéndose al reconocimiento de
responsabilidad internacional, ya que su aplicación fue patentizada en catorce territorios del
África, Asia y el Pacífico.
53
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
120. No puede ignorarse que la Carta del Atlántico, uno de los instrumentos políticos
más idealistas de la historia moderna, expresó sus preocupaciones por el bienestar de todos
los hombres habitantes del mundo. De ahí pasamos a Yalta (Rusia) en 1945, escenario de
importantes y aún no depurados acuerdos políticos entre los principales directivos de las
potencias aliadas, y donde se conviene discutir los principios y procedimientos, además de
los organismos, que deben conducir a la tutela o fideicomiso internacionales, como sustitutos
del régimen de mandatos del artículo 22 del Pacto de Ginebra.
121. La Conferencia de San Francisco para la Organización Internacional desarrolla sus
sesiones en la primavera de 1945, da forma a la Declaración sobre los territorios dependien-
tes, y es así como surge el Capítulo XI de la Carta de las Naciones Unidas. Su estructura es
ratificada por la I Asamblea General de Londres en 1946, con la afirmación expresa de que
las obligaciones asumidas por los Estados Miembros con el Capítulo XI entran de inmediato
en vigor, y no son postergadas en ningún caso, siendo distintos los objetivos –en cuanto a
la forma y algunos otros aspectos– de los Capítulos XII y XIII relativos al sistema de fidei-
comiso o tutela internacional.
122. Sin embargo, existe un lazo de común interposición entre el Capítulo XI y el XII, si es que
vamos a seguir una de las interpretaciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas: “Los
Capítulos XI, XII y XIII de la Carta reconocen los problemas de los pueblos no autónomos como
de vital importancia para la paz y el bienestar general de la comunidad mundial. Por el Capítulo
XI, todos los Estados miembros que hayan asumido o asuman responsabilidad de administrar
territorios cuyos pueblos aún no han alcanzado la plenitud de gobierno, o autonomía, reconocen
que el interés de los habitantes de estos territorios es primordial. Aceptan como sagrada obliga-
ción la de promover en su mayor grado el bienestar de los habitantes de tales territorios. Con este
propósito aceptan obligaciones específicas, incluyendo la obligación de desarrollar el gobierno
propio y asistir a sus habitantes en el desarrollo progresivo de sus políticas”.
123. Durante la segunda parte de la Primera Sesión Regular de las Naciones Unidas, en
cumplimiento de Resoluciones de la Asamblea General, los Estados Miembros administradores,
sometieron informaciones preliminares sobre los territorios denominados no autónomos, y
especialmente en cuanto a los problemas que se contemplan frente al enunciado del ya hoy
famoso acápite e) del artículo 73 de la Carta que se refiere particularmente a dichos territorios.
Se acordó formular una lista de los territorios comprendidos en esa disposición. Ella reveló
la existencia de setenta y cuatro (74) colectividades, conocidas comúnmente por el nombre
de colonias. La soberanía de este grupo se distribuye como sigue: Australia, 1; Bélgica, 1;
Dinamarca, 1; Francia, 16; Holanda, 3; Nueva Zelandia, 2; Reino Unido de la Gran Bretaña,
43 y Estados Unidos, 7. Por lo tanto, si es que la responsabilidad internacional, en una nueva
concepción del desarrollo progresivo de los pueblos del mundo, ha de interesarse por el
destino de ese gran grupo no autónomo, habremos de deducir para ella una gran tarea qué
realizar y en la cual, el influjo de las libertades humanas ha de ser palanca tesonera para la
adquisición de los derechos civiles y políticos de toda comunidad independiente.
Pero, ¿qué es un territorio no autónomo…?
124. El artículo 73 de la Carta de las Naciones Unidas y con él todo el Capítulo XI no ha
resuelto una de las cuestiones que con la progresión del tiempo ha venido a constituir una
laguna dentro del sistema: definir precisamente, con todo alcance legal o internacional, lo
que es un territorio no autónomo. La Asamblea General no lo ha podido hacer hasta ahora,
y cuantas veces lo intentó, desde el Cuarto Período de Sesiones en el seno de la IV Comisión,
54
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
tropezó con dificultades políticas insalvables. ¿Por qué razón rehuir a la definición, aceptán-
dose en cambio la tramitación de información y lo que es más, la existencia de una Comisión
–gradualmente llevada a un grado funcional y a una periodicidad completa– para el análisis
de la información que sobre los territorios y de acuerdo con el Capítulo XI en su artículo 73,
de la Carta, debía remitirse al Secretario General de la Organización…?
125. Durante el VI período de sesiones de la Asamblea General en 1952 la cuestión
tomó una ruta crucial, difícil y delicada. Se presentó una resolución, acogida con el N.o 567
(VI), que recordando la 334 (IV), invitó a un organismo especial a examinar una lista de
“factores que pudieren ser tenidos en cuenta para decidir si un territorio es o no un terri-
torio cuyo pueblo no ha alcanzado todavía la plenitud del gobierno propio”. Se reconoció
que el estudio era largo y complejo, y que la reacción de las autoridades administradoras
debía esperarse con tintes dramáticos, como en realidad lo fue y lo sigue siendo. La lista
de factores tomó un año y dos, y finalmente se adoptó por la Asamblea General con arro-
lladora mayoría de votos.
126. Aunque provisionalmente como lo indicó la Resolución 648 (VII), los factores deter-
minativos de la autonomía o el gobierno propio significaron un tremendo paso de avance,
complicando el sistema del Capítulo XI, hasta provocar tensiones en el firmamento internacio-
nal con la suspensión de información por parte de las grandes potencias administradoras de
territorios. Estas, en ocasiones, han abultado aun más la situación por la adopción de formas
constitucionales enmarcadas en el concepto de asociación de Estados, ya de commonwealth,
ora de autonomía local, a tal punto que los casos de Puerto Rico y de Antillas Holandesas y
Surinam, o más lejos el de Groenlandia, mañana el de la Federación de las Indias Occiden-
tales británicas, son ejemplos de toda una historia plena en divergencias.
127. No es nuestra intención vaciar aquí la lista provisional de factores aprobada por la
Asamblea General,11 lista académica, empírica en muchos casos, realista en otros, idealista
en ángulos singulares o ya rodeada de intereses políticos o ideológicos, peligrosamente
yuxtapuestos y donde se pone en juego la autoridad y su principio inmanente con el afán
de todo pueblo de alcanzar un mayor grado de madurez política hasta ser dueño de sus
propios destinos. El peligro de toda esta discusión es el dogmatismo, donde el comunismo
aprovecha notablemente, y donde la disociación no creemos sea para beneficio de las Na-
ciones Unidas ni para el prestigio de la Carta. Por esto mismo, la posición de países liberales
bien intencionados, ha servido de buena balanza entre las opiniones radicales –siempre de
excesivo nacionalismo– con las coloniales, sujetas a un desconocimiento aparente o intere-
sado de la sutilísima situación mundial de nuestros días.
128. Para nosotros resulta extraño el plantear una lista de factores determinativos de la
autonomía o el gobierno propio sin antes definir el concepto cuando precisamente la Asam-
blea General tuvo oportunidad de hacerlo, ya ella misma en el seno de la IV Comisión o si
no mediante el envío a la Comisión de Derecho Internacional o si fuere acaso prudente por
una opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia.
129. La autonomía parece ser la aptitud de todo pueblo o colectividad no independiente, de desligar
los vínculos que le atan a la metrópoli o autoridad administradora, mediante el ejercicio espontáneo
de la libre determinación, obtenida por los medios modernos de expresión electoral. Si fuere este el
concepto, los factores ayudarían a su ordenamiento.
11
Minutas de la VIII sesión de la Comisión. Ver p.200. Ver Suplemento 20 (A/2361-Resolución 648 (VII) A. G. p.33,
10 diciembre, 1952.
55
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
56
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
136. Ese número de Estados creyeron su deber hacer una declaración al cerrarse el IV pe-
ríodo de sesiones de la ONU, significando que la política de la mayoría de Estados Miembros
al apoyar las Resoluciones que afectan a los territorios no autónomos y que han sido inspiradas
en la información voluntariamente sometida por los primeros, constituye una “violación a sus
intereses coloniales”, atentándose a los derechos soberanos detentados sobre los territorios.
Otro argumento fue el de que la Asamblea General ha pretendido “reformar el Capítulo XI de
la Carta por medio de Resoluciones”, llevando a un terreno inaudito el alcance del Capítulo XI.
137. Es pues, interesante la nomenclatura de territorios coloniales, territorios no autónomos
y territorios en fideicomiso o fideicometidos para deducir numerosas conclusiones a medida
que realizamos el análisis del sistema de la Carta. Parécenos sutil la diferencia entre los
dos primeros; que en cuanto a los últimos, todo el problema consiste en fijar el asiento de
la soberanía y localizarla propiamente si en la colectividad administrada, en la autoridad
administradora o en la comunidad internacional misma.
138. De todos modos, unos y otros son territorios no-independientes, que parece ser la
expresión que más conviene a la tesis que desarrollamos, o aun en sentido más estricto, te-
rritorios dependientes si hemos de referirnos con toda exclusividad a los que están –por razón
de ocupación y soberanía– adscritos a los Estados como parte integral de su organización
política o ya como colonias propiamente dichas. Entre los territorios no autónomos y los
dependientes, debe sin embargo advertirse sutil diferencia que en el engranaje del recono-
cimiento internacional se hace necesaria y útil.
139. Alcances del Capítulo XI. Objetivos. Aplicación de la Declaración. Durante 1949, la Co-
misión Especial para el estudio de la información que en cumplimiento del artículo 73.e de
la Carta sometían las potencias administradoras sobre los territorios no autónomos, tuvo
oportunidad concretamente, de estudiar a fondo los ángulos de esa disposición de la Carta.12
En las discusiones de ese año, ampliándose el concepto del artículo 73.e y ahondándose
en los argumentos que sobre el Capítulo XI se adujeron en 1948, aparecieron divididas en
forma cortante las opiniones tendentes a interpretar los objetivos de la Carta en lo referente
al Capítulo precitado. Las posiciones más definidas fueron adoptadas por Gran Bretaña,
Francia y Bélgica como potencias administradoras de un gran núcleo de colectividades; por
otra parte, las de Estados Unidos y Dinamarca, Australia y Nueva Zelandia giraron en torno
a determinado equilibrio; Holanda expresó su política federativa colonial (con Indonesia y
las Islas Holandesas del Caribe), y en fin, el grupo de Estados sin territorios que adminis-
trar enfiló su interés hacia más precisos argumentos enfocados a apoyar el enunciado y la
maquinaria del Capítulo XI.
140. El centro de la cuestión podía determinarse por la necesaria puntualización sobre
los motivos que tuvieron los redactores de la Carta para requerir la información voluntaria
del artículo 73.e, con la cual, la Asamblea General creía útil la constitución de un organismo
especial para estudiarla, y este organismo a su vez, formular recomendaciones específicas
estimadas como indicaciones a la Autoridad Administradora. ¿Podría la información utili-
zarse ampliamente…? ¿Lo era para fines de información y solamente como tal considerarse…?
¿Podrían formularse recomendaciones a las potencias administradoras coloniales sin violar
los principios constitucionales de la metrópoli, principios enmarcados en la jurisdicción
doméstica de los Estados y salvaguardados por el artículo 2, acápite 7.º de la Carta…?
12
El autor fue designado por el Gobierno Dominicano su representante en la Comisión Especial citada. Electo
Relator de la misma por decisión unánime. Ver Records Com. Espec. Art. 73/1949.
57
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
141. Los primeros debates revelaron amplia disparidad sobre la competencia de la Comi-
sión Especial, decidiéndose al fin, por mayoría de votos, que ese organismo tenía facultades
para examinar las implicaciones de la información enviada a la Secretaría General de las
Naciones Unidas; que tal información –respuesta a un cuestionario especialmente prepara-
do de antemano– no era “para morir en los archivos de las Naciones Unidas”, al tenor de
uno de los argumentos aducidos por una Delegación en la Comisión. Cuando la Asamblea
General aprobó durante su Cuarto Período de Sesiones la serie de proyectos enviados por
la Comisión Especial se hizo evidente, a la par que uno de los logros más importantes de
las Naciones Unidas en este campo específico, la división de criterios entre las autoridades
administradoras de raigambre colonialista clásico y los Estados no administradores. La
opinión pública ha tenido oportunidad después y hasta el presente, de ponderar en qué
lado está la mejor razón.
142. Así las cosas, traslucieron las nuevas orientaciones de la sociedad internacional
sobre el porvenir de los habitantes de los territorios no autónomos; se ponderó hasta qué
grado la Organización Mundial es capaz de reforzar los propósitos esenciales de la Carta de
las Naciones Unidas preconizados en los textos de los artículos 73 y 74 de su Capítulo XI. Lo
verdaderamente importante, deduciendo ya conclusiones, es que el análisis de las condiciones
por las cuales se desarrolla el adelanto político de los territorios –hasta entonces vedado por
el argumento de que la información es sólo para “tal fin” y no más allá de tal carácter– tiene
abiertas las puertas del futuro. Así, durante 1950 y los sucesivos, la Comisión reintegrada
para funcionar sin interrupción, puede considerar hasta qué punto la evolución cultural y
progresiva de los habitantes de tales colectividades va ganando terreno, preparándoseles
para que un día obtengan la autonomía plena, cumpliéndose así el sagrado deber que han
reconocido los Estados Miembros en la Declaración del Capítulo XI.
143. Existe desde luego –y no podemos menos que reafirmarlo– una íntima vinculación
entre el Capítulo XI y los Capítulos XII y XIII. En sustancia, expresan las mismas esperanzas
para los territorios no-autónomos y los sometidos a régimen de fideicomiso internacional.
Cuanto les separa es, primero, su génesis, y luego el procedimiento o sistema que los or-
ganismos encargados del control sobre la responsabilidad internacional ejercen sobre los
segundos. Aunque es lógico pensar que el Capítulo XI no tiene el alcance limitado que le
constriñe exclusivamente a la Declaración expresa, no podría tampoco afirmarse que los
principios que encierra son ilimitados. Para esto la Carta enmarca los campos de actividad de
sus enunciados, pero más que nada darían vívida correspondencia la actitud de los Estados
desenvolviendo una política cónsona al momento que vive el mundo. Tal conducta, en un
caso específico, no produciría la sensación de que el mundo colonial va transmutándose a
pasos gigantescos, y que la propia interesada comunidad internacional tiende sus brazos a
núcleos sociales que antes carecían de voces de aliento, abandonando compromisos hacia
quienes, como administradores, es evidente, han hecho sacrificios y han dejado huellas de
obra tangible, digna en muchos casos de justicia y elogio.
144. Claro está que un equilibrio ha de producirse y que en el ambiente internacional
ha de prosperar jurídicamente con la intención deliberada de fortalecer sus instituciones
–única forma posible– todo acuerdo encauzado hacia la paz; pero sobre todo a desterrar las
ideologías políticas que aprovechándose de la falta de comprensión internacional, tienden
a dividir a los Estados y a las colectividades humanas. No puede negarse que las potencias
administradoras han evolucionado –por lo menos exteriormente– en el concepto colonial
58
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
al haber adoptado la Declaración sobre los territorios no autónomos. Muchas de ellas, como
hemos dicho más arriba, han realizado obra buena, y han cumplido para beneficio del
mundo una ingente tarea que como humana no estará exenta de crítica. Será la historia la
encargada de depurarla.
145. Goodrich y Hambro en sus estudios analíticos sobre la Carta de las Naciones Unidas13
señalan que el Capítulo XI establece el principio de la responsabilidad internacional de los
Miembros de las Naciones Unidas por la administración de territorios no autónomos. Difiere
aquel de los Capítulos XII y XIII en que establece el principio de responsabilidad internacional
aunque sin proveer la maquinaria de supervisión o control internacional, mientras que en toda
la institución del fideicomiso internacional expresamente se manifiestan tales elementos. El
Capítulo XI bien puede ser llamado la Carta de la administración colonial. Esta expresión enun-
ciada por el Dr. Ralph J. Bunche, Director de la División de Territorios y de Fideicomiso de las
Naciones Unidas,14 en realidad parece convenir al desarrollo jurídico de la cuestión.
146. Al analizar los propósitos del Capitulo XII vemos que no repite aquellos del artículo 22
del Pacto de la Sociedad de Naciones tal como se había propuesto originalmente en un documento
de trabajo presentado en San Francisco,15 pero en cambio, varía la fraseología adoptándose la
de “territorios cuyos pueblos no han alcanzado aún la plenitud del gobierno propio”.
147. Después de este análisis, el Capítulo XI da en su concepto declarativo, la idea formal
de una ordenación distinta para los territorios coloniales llamados por la Carta territorios no
autónomos, y permite, con la obligación de la transmisión de información del art. 73, que el
conocimiento sobre ellos sea directo y no como antaño, al través de informes y documentos
sometidos por la autoridad colonial, en cumplimiento de leyes domésticas a sus cuerpos
legislativos o Parlamentos, no sin antes sufrir el filtro de los departamentos correspondientes
encargados de la administración. Hoy día, la Asamblea General tiene la oportunidad de pon-
derar hasta qué punto se ha contribuido al progreso y al adelanto político, cultural, económico
y social de esos territorios, estableciendo una corriente de colaboración dentro del respeto a
principios no derogados por el Capítulo XI y a los que este instrumento consagra.
148. Lo importante es que el Capítulo XI no desaparezca bajo las fórmulas constitu-
cionales que desvirtúen su existencia; es decir, bajo el imperio de arreglos expresamente
procurados para hacer escapar su acción, y con ello la oportunidad que se da a los pueblos
colocados bajo su protección, de viabilizar sus ideales políticos. Lo importante también es
que el Capítulo XI no se esgrima aviesamente como arma política para desacreditar a los
países clásicamente tutelares de pueblos menos avanzados, produciendo conflictos que
complicarían enormemente los pasos hacia la autonomía. El buen sentido indica que no
podría estar en pugna el Capítulo con el principio de “libre determinación de los pueblos”,
conquista reafirmada durante la última guerra mundial al igual que en la Carta del Atlántico
y de las Naciones Unidas. Todo dependerá de la mejor fe en las relaciones entre pueblos y
gobiernos y entre gobernados y administradores.
149. Residiendo en el Capítulo XI un gran avance político–social que la Carta establece,
protegerlo es deber de la comunidad internacional, si se piensa en cuanto significa por com-
paración frente a los índices políticos que caracterizaron el colonialismo clásico.
13
Carta de las Naciones Unidas. Comentarios.- Ed. 1949, p.406.
14
El Dr. Bunche adquirió relieve internacional al continuar con éxito la misión de Mediador en Palestina, después
del asesinato del conde Folke Bernardotte.
15
Ver Doc. 323-II-4-12. Docs. X.- pp.677-83. Conf. de S. Francisco-UNCIO.
59
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Capítulo IV
EL FIDEICOMISO EN LA CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
Suerte de los mandatos. El fideicomiso en el campo jurídico internacional.
Los Capítulos XII y XIII de la Carta. Objetivos del fideicomiso.
Aplicación del régimen fideicomisario.
150. La guerra mundial iniciada por Alemania el 3 de septiembre del 1939 paralizó defi-
nitivamente la Sociedad de Naciones y sus diversas actividades internacionales. La Comisión
Permanente de Mandatos continuó sin embargo compilando datos e informaciones acerca de
los territorios colocados bajo el sistema. Fue forzoso dar por liquidadas posteriormente sus
funciones a la par que las del Organismo internacional, habiendo celebrado la Sociedad de
Naciones el 18 de abril del 1946 la última de sus sesiones, correspondiente a la XXI Asamblea,
y a poca distancia de la adaptación en San Francisco de California y puesta en vigor la Carta
de las Naciones Unidas, conformación actual de la comunidad internacional de Estados.
151. Debía, por tanto, clausurarse uno de los más fascinantes episodios de la humanidad,
dando paso a rutas de esperanzado futuro, forjadas en los campos de beligerancia militar y
política de la segunda conflagración mundial. Winston Churchill, el vigoroso líder británico,
habla de ese episodio llamándole “no el camino del fin, sino más bien el fin del comienzo”, puesto
que surgirán de la lucha e intercambio de ideas, de los resultados psicológicos y materiales
de la guerra, de la solidaria acción de una mayoría de los Pueblos del mundo contra las
fuerzas totalitarias, corrientes de diversas estructuraciones político-sociales que tarde o
temprano debían volver por sus fueros, revelando fuertes antagonismos, esta vez entre dos
mundos ideológicos: la democracia occidental, amplia en su liberalismo, amparada en vastas
reformas sociales y en pensamientos universalistas de cooperación; y del otro, el comunista,
que con su formidable maquinaria de propaganda y terror, aprovechando la diferencia de
clases, espejea con normas demagógicas de gobierno, a la postre similares a las sembradas
por los totalitarios lustros atrás.
152. No nos vamos a detener a analizar si la Sociedad de Naciones hizo o no bien al mundo:
si ella determinó una nueva orientación en la estructura universal. La cuestión está demasiado
fresca aún, integrando campos propiciatorios para toda clase de especulaciones en el ambiente
de los estudios internacionales. Así lo corrobora Hambro, quien fuera Ministro de Asuntos
Exteriores de Noruega y Presidente de la última Asamblea de la Sociedad de Naciones, en una
declaración que con delineamientos dramáticos formulara en tal ocasión: “Más que nunca, es
una necesidad que el hombre y mujer de todo país, se interese en los asuntos internacionales,
ya que estándolo, podrían tener la facilidad de informarse por sí mismos de las realizaciones
y hechos de la cooperación internacional. Para guía del futuro, nada podría ayudar más que
las lecciones que se originaron en la historia de la Sociedad de Naciones. Y estas lecciones no
fueron dadas con gran candor sino en la última Asamblea de la Liga, nunca con un reconoci-
miento más abierto y franco sobre los pecados de omisión y comisión de los Gobiernos que
participaron en ella como Estados Miembros de la Sociedad Internacional”.
Estas palabras parecen no tener comentario.
153. Suerte de los mandatos. El mejor cuadro de la situación creada por la desaparición de
la Sociedad de Naciones en cuanto al destino de las colectividades afectadas por el sistema de
Mandatos del artículo 22 del Pacto, lo ofrecen los criterios enunciados por los representantes
de los Gobiernos mandatarios y los de la Comisión Permanente de Mandatos, cuando llegó
el momento de cerrar las puertas a una etapa interesante de la vida internacional.
60
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
154. El delegado del África del Sur, mandataria esta del territorio del África Sur Occi-
dental, no dejó de expresar en agudos puntos de vista, anunciadores de tormentas, lo que su
país generaría al negarse años después a someter un acuerdo de fideicomiso sobre el mismo
territorio de conformidad con los compromisos asumidos en la Carta de las Naciones Unidas.
En efecto Mr. Leif Engeland dijo: “Entre los servicios de la Liga, necesariamente dejados
en suspenso al inicio de la guerra y desde entonces inactivos, ha sido el trabajo valioso en
relación con el sistema de mandatos, la concepción del cual fue originalmente expuesta por
mi Primer Ministro el mariscal de campo Smuts. Las esperanzas de lord Balfour, de que uno
de los más valiosos experimentos hechos por el Pacto habría de alcanzar éxitos a medida
del tiempo, no fueron fallidas, puesto que la Liga actuó en sus funciones supervisoras de
los mandatos, con atinada sutileza, seriedad, tacto y éxito”.
Pero, el representante surafricano quiso destilar también una gota de acíbar y hela aquí
en sus palabras:
155. “Desde que ocurrió la última reunión de la Liga, nuevas circunstancias han surgido
obligando a las potencias mandatarias a revisar los arreglos existentes para la administración de
los mandatos. Tal cual ha sido plenamente explicado en la reciente reunión de la Asamblea
General de las Naciones Unidas en Londres,16 el Gobierno de la Unión ha considerado de su
incumbencia consultar a los pueblos del África del Sur Occidental, europeos y no europeos,
respecto de la forma en la cual su futuro gobierno debe ser enmarcado. A base de dichas
consultas, y teniendo en cuenta las circunstancias únicas que caracterizan o diferencian el
África Sur-Occidental –un territorio adyacente a la Unión– de otros territorios bajo mandato,
es la intención del Gobierno de la Unión, en la próxima sesión de las Naciones Unidas en
Nueva York, presentar el caso en el sentido de que sea cambiado el status del territorio, y
se le reconozca internacionalmente como parte integral de la Unión”.
156. “Mientras tanto, la Unión continuará administrando el territorio escrupulosamente
de acuerdo con las obligaciones del Mandato, y en beneficio del progreso e intereses de los
habitantes, tal cual lo ha estado haciendo durante los pasados seis años, cuando la Comisión
de Mandatos no llevó a efecto sus sesiones reglamentarias”.
157. Australia indicó otra trayectoria, y fue esta: “El sistema de mandatos expresa una de
las más singulares ideas del Pacto, particularmente aquella relativa a que el desarrollo en los
pueblos incapacitados de desempeñarse por sí solos en las condiciones del mundo moderno,
constituye una misión sagrada de civilización, y los Estados responsables del gobierno de
esos pueblos darían garantías para el logro de tal misión. Todo el mundo conviene hoy en
que, en la esfera limitada de los mandatos, el sistema ha funcionado razonablemente bien.
Las ideas como las raíces se extienden. Esto ocurrió con el sistema, puesto que la Carta de
las Naciones Unidas ha extendido ahora sus principios básicos”.
158. La opinión británica se sintetizó así: “El sistema de mandatos puede ser apropiada-
mente considerado como uno de los principales monumentos en la evolución del pensamiento
universal y en relación con los países no autónomos”.
159. El representante de China declaró que su país propugnó en la I Comisión de las
Naciones Unidas y durante la reunión de Londres que “debía prestarse atención al hecho
de que, aunque en la Carta de las Naciones Unidas –al establecer el sistema de fideicomiso–
recogía principios esenciales del régimen de mandatos, no había ninguna disposición para
16
Asamblea General ONU, I Parte, Londres, 1946.
61
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
que las Naciones Unidas asumieran, extinguida la Sociedad de Naciones, las funciones que
el sistema conllevaba”. Esta sincera actitud originó una notable Resolución aprobada por la
Asamblea de las Naciones Unidas, y cuyo párrafo 3.º dice textualmente: “Reconoce que al
terminar la existencia de la Liga, sus funciones con respecto a los territorios mandatados,
tendrá fin, pero advierte con satisfacción que los Capítulos XI, XII y XIII de la Carta de las
Naciones Unidas contienen principios similares a aquellos declarados en el artículo 22 del
Covenant de la Liga”.
160. Lo anterior, conjuntamente con la posición disidente del Egipto, considerando que
“el sistema de mandatos terminaba con la propia Sociedad de Naciones, y Palestina (de
mandato británico) debía ser reconocida como comunidad independiente y no colocada bajo
el nuevo sistema de la Carta”, contiene la síntesis de una delicada y progresiva evolución
jurídico-política, en la cual el porvenir de los territorios, desde ese momento en adelante,
estaría en juego. Su posición no se compadecería con la tomada en el affaire del África Sur
Occidental desde 1946 al 1955.
161. Cuando la Asamblea de la Sociedad de Naciones reuniose por la última ocasión en
Ginebra, estaba ella en posesión de los planes de las Naciones Unidas para hacerse cargo
de las diversas funciones de la Liga, y redactado y adoptado el Capítulo XIII de la Carta,
aunque no existía todavía el Consejo de Administración Fiduciaria, esperábase y confiá-
base en el sometimiento de los acuerdos de fideicomiso –res inter-alias– por las potencias
administradoras de Mandatos. El desarrollo de los acontecimientos consecuenciales de la
entrada en vigor de la Carta de las Naciones Unidas dio origen a la condición o naturaleza de
fideicomiso consagrado en los Capítulos XII y XIII del instrumento internacional.
162. Y de esta manera, los mandatos de la Sociedad de Naciones, previstos en el artí-
culo 22 del Covenant, pasaron a ser instrumentos extinguidos, por la mera razón jurídica de
la desaparición del mandante –si es que podemos admitir la ficción jurídico-internacional–
quedando en cambio sin estatus los territorios mandatados y sus colectividades, que como
lo afirma Schelle, constituían un ejemplo único de entidades que “no reclamando una
soberanía” eran reconocidas en el orden jurídico-internacional positivo como elementos de
un nuevo orden universal.
163. El fideicomiso en el campo internacional. “Preparar el gobierno propio a casi veinte
millones de almas que habitan en los territorios fideicometidos, es uno de los básicos y más
importantes objetivos del sistema de Administración Fiduciaria consagrado por el Capítulo
XII de la Carta de las Naciones Unidas”, reza una de las publicaciones de la ONU.17
164. En tales simples expresiones queda encerrada toda la finalidad de la estructura
del nuevo sistema internacional de administración de territorios, creado en la Carta con el
nombre de régimen de administración fiduciaria.
165. El vocablo fideicomiso, tutelle y trusteeship es asimilable a muchas de las termino-
logías en uso en el Derecho Privado, y el concepto de fiducia o bonafide regula una gran
parte de todo este novísimo engranaje internacional en el cual juegan rol importante los
territorios fideicometidos o en fideicomiso, la autoridad administradora o fideicomisaria y
la comunidad internacional de Estados como fideicomitentes, y cuyo objetivo es lo que la
propia Carta se esfuerza en considerar como punto de partida para la plena independencia
o gobierno propio.
17
Qué hacen las Naciones Unidas por los territorios en fideicomiso. Public. Lake Succes, N. Y., 1949.
62
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
166. Schelle se pregunta por qué la Conferencia de San Francisco no se limitó a transpo-
ner, en la nueva organización, el sistema de mandatos. Esto no podía prosperar, sin duda,
existiendo razones jurídicas distintas, y lo que es más, el compromiso moral contraído
durante la guerra con las colectividades que de tan admirable manera colaboraron en favor
de la victoria aliada. No sin razón, el aludido tratadista francés se esfuerza en buscar los
aspectos sentimentales o prácticos de la manera de actuar de la Conferencia para la Orga-
nización Internacional, convocada por el Presidente Roosevelt, y la cual debía llevar a cabo
gran parte de las recomendaciones de Dumbarton Oaks, así como los puntos de vista de
un núcleo considerable de pequeñas naciones, entonces – en el fervor de las últimas etapas
victoriosas de la Guerra– en plano cercano de igualdad jurídica estatal. Es decir, imperó
además una razón política poderosa.
167. Sin embargo, el mismo autor parece encontrar la justificación en el descrédito –para
él y para nosotros injusto– en que cayó la Sociedad de Naciones, no así muchos de sus
organismos internacionales que han probado su subsistencia –pese a las alternativas de la
comunidad internacional– y los cuales fueron pura y simplemente readaptados dentro de
la actual organización mundial.
168. Ahondando en las razones del nuevo sistema, salieron a relucir en San Francisco
principios de ética anticolonialista que no han podido subvertirse, y que a medida que pasa
el tiempo se han hecho más y más precisos y persistentes. Allí encontraron muchos gobiernos
la oportunidad de aprovecharse del afán democrático que lógicamente era consecuencia de
una intensa propaganda mundial durante el conflicto armado y por ello, la insistencia noto-
ria en esbozar y defender puntos de vista tan reñidos con los de las potencias mandatarias.
Más que nada imperó “la fiebre independentista de las colectividades políticas del mundo
árabe: la formación en las colonias, de gobiernos de hecho autónomos (casos de Indochina, en
Extremo Oriente), y la necesidad de balancear la fogosa e interesada actitud soviética frente
a la conservadora de los países colonialistas, produciéndose un elemento intermedio con
resultados hasta ahora difíciles de predecir.
169. En tal crisol de ideas nació el fideicomiso de la Carta de las Naciones Unidas, traído en
forma de proyecto como resultado de las Conferencias de Hot Springs, período preparatorio
de San Francisco, celebradas entre el 16 al 19 de enero del 1945 bajo los auspicios del Instituto
de Relaciones del Pacífico.
170. Muchos tratadistas, de los cuales hay no pocos de la vieja escuela, consideran que
entre el sistema de mandatos y el de fideicomiso no hay diferencias fundamentales, postura
esta que nos esforzaremos en rebatir. Otros –muy pocos por cierto– no han revelado aún
sus observaciones sobre el sistema de la Carta, encontrándonos virtualmente desprovistos
de análisis comparativos o de especulación jurídica.
171. Schelle mismo, para no ir más lejos –y lo mencionamos debido a sus más recientes
estudios de Derecho Positivo Internacional– cáusticamente expresa que “en San Francisco,
el resultado de los debates fue sólo lo que podía ser: un compromiso bastante bastardo entre
un idealismo y un liberalismo teórico, las necesidades de la seguridad internacional, y los
imperialismos escondidos…”.18 Nos sería embarazoso colocarnos en el plano del ilustrado
Profesor de Derecho Internacional, pero tampoco podríamos dejar de reconocer –y menos al
través de los trabajos de la Asamblea General y de la Cuarta Comisión de la misma durante
18
Schelle. Obra citada, p.233, párrafo 23.
63
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
los períodos de sesiones regulares de 1947 a 1955, que la posición de las potencias colonia-
les ha tenido que ser elástica y difícil, por demás complicada, defendiendo en la tribuna
pública internacional las razones de una administración relacionada con los problemas
directos de las colectividades bajo fideicomiso. Eso ha hecho menos bastardo y más práctico
–y para ello bástanos el ejemplo de la IV y VI Asambleas Generales–, y ha amparado con
mejor proyección todo idealismo, el sentido general de los Capítulos XII y XIII de la Carta
al tratar del Régimen de Administración Fiduciaria. Una simple ojeada a las actas de estas
reuniones proporcionará con creces –aun contrapesando las orientaciones y los argumentos
de parte y parte– la prueba de que existe una razón de ser en los postulados de la Carta, y
que ellos tienen justificación a medida que hombres y mujeres conocen los problemas que
ellos amparan y hacen valer sus principios.
172. Los Capítulos XII y XIII. Hemos mencionado los Capítulos XII y XIII de la Carta de
las Naciones Unidas para realizar el análisis de los mismos como cuestión principal de estu-
dio. Bastará una lectura de los textos de los artículos 75 al 85 (Capítulo XII), y del 86 al 91
(Capítulo XIII), para recorrer en ellos la sustancia de una serie de principios innovadores de
la responsabilidad y supervisión internacionales sobre los territorios de antiguo mandato
colocados ahora dentro de las disposiciones de los textos precitados. El sistema en sí es
legalmente denominado Régimen Internacional de Administración Fiduciaria, y corresponde a
la siguiente definición extraída de la letra misma del artículo 75 de la Carta:
“La Organización establecerá, bajo su autoridad, un régimen internacional de administración
fiduciaria para la administración y vigilancia de los territorios que puedan colocarse bajo dicho
régimen en virtud de acuerdos especiales posteriores. A dichos territorios se les denominará
territorios fideicometidos.
173. El capítulo XII establece tal sistema de administración para los territorios expre-
samente colocados bajo sus términos, en tanto que el Capítulo XIII define la composición,
atribución, poderes, procedimiento y voto en el Consejo de Administración Fiduciaria,
considerado como el órgano vital de la institución internacional que aplica los principios
generales del fideicomiso. De antemano, diremos que el Consejo actúa bajo la autoridad de
la Asamblea General –supremo órgano legislador de las Naciones Unidas– directísimamente
responsable hacia la propia Asamblea, de cuantas implicaciones, problemas, aplicación y
conducta internacional atañan a los Estados en quienes recae la tutela o el fideicomiso.
174. En tanto que los primeros acuerdos de tutela o fideicomiso fueron aprobados por
la Asamblea General en su primer período de sesiones (II parte), el Consejo asumió las res-
ponsabilidades inherentes en su primera sesión efectuada en marzo del 1947, fecha para la
cual ya estaba constituido con los siguientes Estados Administradores: Australia, Bélgica,
Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda, Nueva Zelandia, Francia, y un número igual de
Estados no administradores. Posteriormente, Estados Unidos ingresaría con los adminis-
tradores, al obtener el fideicomiso de las zonas estratégicas del Pacífico,19 y cuya situación
institucional o jurídica tuvo en cuenta la Carta, consecuencia directa de las conferencias
aliadas en Yalta (Crimea rusa). Quedó fuera, desde luego, el África Sur Occidental debido
a las circunstancias muy particulares de la política nacional e internacional, en lo referente a
dicho territorio, desarrollada por la Unión Surafricana en posesión de uno de los mandatos
del antiguo régimen de la Sociedad de Naciones.
19
Islas Marianas, Carolinas, Yap, Truk, Ponapé y las Marshall.
64
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
175. Objetivos del fideicomiso. El artículo 76 de la Carta contiene las disposiciones relativas
a los objetivos del fideicomiso internacional. Su enunciado encierra uno de los más hermosos
postulados de colaboración, cooperación y comprensión democrática internacionales que haya
conocido la historia política del mundo. El texto se compadece con las famosas declaraciones de
Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt en la Carta del Atlántico; también con las obligaciones
morales asumidas por las grandes potencias en un momento en el cual no se anteponían las di-
sidencias y división de intereses que después se han patentizado en el seno de la Organización
de las Naciones Unidas, reflejo sin duda del mundo bi-ideológico en que vivimos.
176. Al relacionar toda la esencia del artículo 76 con los principios básicos de la Carta,
enunciados en su artículo 1, el texto precitado establece –como obligación internacional y
contractual de los Estados comprometidos–:
“I. fomentar la paz y la seguridad internacionales;
II. promover el adelanto político, económico, educativo y social de los habitantes de los terri-
torios fideicometidos, y su desarrollo progresivo hacia el gobierno propio o la independencia,
teniéndose en cuenta las circunstancias particulares de cada territorio, y de sus pueblos, y los
deseos libremente expresados de los pueblos interesados, y según se dispusiere en cada acuerdo
sobre administración fiduciaria;
III. promover el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos, sin
hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, así como el reconocimiento de la
interdependencia de los pueblos del mundo; y,
IV. asegurar tratamiento igual para todos los miembros de las Naciones Unidas y sus naciona-
les en materia de carácter social, económico y comercial, así como tratamiento igual para dichos
nacionales, en la administración de la justicia, sin perjuicio de la realización de los objetivos
arriba expuestos y con sujeción a las disposiciones del artículo 80”.
177. Al comparar tales disposiciones con los enunciados del artículo 22 del Pacto de la
Sociedad de Naciones, sin medro de esbozar las ventajas que del artículo 76 de la Carta se
derivan, este texto difiere fundamentalmente del artículo 73 del Capítulo XI –Declaración
sobre territorios no autónomos–, al mencionar los términos gobierno propio o la independencia,
en tanto que el último se refiere a los territorios “cuyos pueblos no hayan alcanzado todavía la
plenitud del gobierno propio que equivale a plantear las limitaciones o delimitaciones de la
autonomía o la propia administración.
178. Luego, en el objetivo de estas provisiones encuéntrase necesariamente una meta:
el gobierno propio y la independencia de todo territorio colocado bajo régimen internacional
de administración fiduciaria.
179. Otro de los puntos interesantes del texto tiene íntima relación con el artículo 1 y la
Declaración fundamental de la Carta de las Naciones Unidas, estrechamente ligada a la Carta del
Atlántico. Por ello la fraseología y principios enmarcados en el acápite c, recuerda que deben
existir las libertades humanas como conquistas de la guerra y la evolución social del mundo,
y con ellas las libertades fundamentales de todos, sin distinción de razas, sexos, religión o
idiomas, reconociéndose la interdependencia de los pueblos del mundo”. ¿La sola mención
de la interdependencia no es acaso una completa reversión de teorías jurídicas internacionales,
de doctrinas enunciadas con tintes políticos dramáticos, y de normas que sirvieron de telón
de fondo en el decurso de las relaciones interestatales o internacionales…?
180. Evidentemente, trasciende la transformación de la filosofía política y jurídica de
antaño evidenciando que la última guerra ha tenido mucho que ver en ello. Es el mismo
fenómeno advertido en etapas clásicas de la sociedad mundial, y cuyas razones han sido
65
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
66
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
sobre las islas estratégicas del Pacífico, de antiguo mandato japonés, y colocados bajo ad-
ministración norteamericana, aprobando el instrumento internacional para estas últimas el
Consejo de Seguridad, de conformidad con otra disposición de la Carta: el artículo 83. Una
sola excepción anotamos, que fue y sigue siendo la del territorio del África Sur Occidental,
negándose la Unión del África del Sur, administradora por mandato, a reconocer ninguna
obligación dentro del artículo 77 de la Carta, y por lo tanto –pese a su condición de Miembro
de las Naciones Unidas– desafiando la organización y la opinión pública mundial al través
de varios años y etapas de planteamientos del problema.
187. Se discute por lo tanto, y cada vez con mayor interés y efervescencia en las
Asambleas Generales, si el artículo 77 encierra una obligación automática para aplicar el
sistema de fideicomiso a los territorios de antiguo Mandato, una vez que la Carta fue
puesta en ejercicio.
188. La expresión territorios que se colocaren parece excluir la obligatoriedad, y el térmi-
no inglés del texto as may be placed también lo hace pensar, mientras el francés dice: et qui
viendraient a etre places. Quizás haya aquí una laguna que en el único caso, podría amparar
al Gobierno del África del Sur, pero no en cambio justificable, si se contempla la actitud de
aceptabilidad, manifiesta de inmediato por todas las otras potencias mandatarias que admi-
nistraban los territorios dentro de los términos de los acuerdos amparados por el Pacto de
la Sociedad de Naciones.
189. El Gobierno francés, por ejemplo, no dio reconocimiento a la extinción de sus
responsabilidades bajo el sistema de la Sociedad de Naciones en lo que respecta a Líbano
y Siria, pero ambas colectividades internacionales fueron luego suscribientes de la Carta;
admitidas en la Conferencia de San Francisco y en virtud del artículo 78 que hemos re-
producido anteriormente, quedaron fuera de toda la esfera de aplicación del fideicomiso
internacional. El 17 de enero del 1946 ocurrió otro acuerdo entre Transjordania, hoy Reino
Hashemita de Jordania, y el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda, reconociéndose
la independencia de la monarquía hashemita mientras Inglaterra participó el 2 de abril
de 1947 su decisión de abandonar la administración de Palestina. De esta notificación
surgió la convocatoria de una Asamblea General extraordinaria de las Naciones Unidas
efectuada entre el 28 de abril y el 15 de mayo del 1947, y en la cual se perfiló el plan
de partición que luego ha dado por resultado el reconocimiento de Israel como Estado
independiente, generando problemas conexos, tales como los de la zona de Jerusalem,
el status de la Ciudad Santa, y las intervenciones armadas y choques militares entre los
Estados Árabes y el nuevo país hebreo.
190. Así, de once territorios clasificados en las categorías de mandatos de clase B y C,
diez han sido colocados bajo el nuevo sistema del fideicomiso. Las islas Marianas, Marshall
y Carolinas, en cambio, dieron motivo a la aplicación por la primera vez del acápite b del
artículo 77 de la Carta.
191. Territorios segregados del enemigo. En el artículo 77 se habla, en su párrafo b, de esta
clasificación especialísima que se consideró necesaria como consecuencia de la terminación
de la Guerra Mundial, y la situación geográfica de ciertas islas en el Pacífico, utilizadas
por el Imperio Japonés como estaciones estratégicas y de defensa, pese a los convenios de
mandatos que las regían. Adviértase de paso cuán diferente es la actitud de los Estados
victoriosos del conflicto, en relación con la asumida por las Potencias Aliadas y Estados
Asociados en 1919, cuando al recibir la renuncia sobre los territorios alemanes y turcos, hecha
67
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
por las metrópolis, dispusieron libremente del destino de los mismos. En esta ocasión, es
la Carta de las Naciones Unidas, como pacto internacional, la que automáticamente establece
el régimen de administración de los territorios segregados del enemigo, los cuales han de
considerarse como fideicometidos.
192. Los territorios a los cuales se aplicó la norma fueron los de mandato de tipo C atribui-
do al Emperador del Japón, y cuyos términos nulificó repentinamente el Gobierno japonés.
Las violaciones consistieron en armar los accesos a los territorios; construir defensas mi-
litares de toda índole; prohibir la circulación o transportación en las islas, convirtiéndolas
en bastiones militares o navales. Ocupadas por las fuerzas estadounidenses desde 1945, el
derecho mismo de ocupación reafirmó la necesidad de atribuir su administración y control
a Estados Unidos, pero en fideicomiso, no vacilando la Unión Norteamericana en someter
los términos de acuerdos, en los cuales el Consejo de Seguridad, por tratarse de zonas es-
tratégicas, intervino de conformidad con las disposiciones de la Carta. En ese entonces, la
Unión Soviética no mantenía la política de alejamiento y obstrucción que ha patentizado
en los últimos tiempos, y se dispuso a cumplir con lo convenido en Yalta entre el entonces
premier Stalin y el presidente Roosevelt. Ese acuerdo produjo igualmente el aumento del
número de Estados Administradores en el Consejo de Tutela, eligiéndose en conformidad
con los términos de la Carta, otro miembro no administrador, hecho cumplido durante la II
Asamblea General de las Naciones Unidas, con la selección de Costa Rica. Este país renunció
su asiento en 1949, al cual fue electa la República Dominicana. El período dominicano se
extendería fructíferamente hasta 1953.
193. “El mandato para estas islas nunca fue considerado como extinguido frente a la
Sociedad de Naciones, cuando el Japón se retiró de la organización en marzo del 1935”,20
lo que tampoco ocurrió con la ruptura de hostilidades de la II Guerra Mundial. Al firmar el
instrumento de rendición, el 2 de septiembre de 1945, el Emperador del Japón y su Gobierno
aceptaron los términos de la Declaración de El Cairo de 1943 con respecto a la disponibilidad
de dichas islas. Esta última afirmó que el Japón sería desposeído de su administración. El
propio Gobierno norteamericano, bajo los términos del artículo 82 de la Carta, propuso en-
tonces que esas islas fuesen declaradas zonas estratégicas, sometiendo el proyecto de acuerdo
que aprobó más tarde el Consejo de Seguridad, inclusive con el voto favorable de la Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
194. Algunos gobiernos arguyeron que las islas del Pacífico no podían ampararse dentro
del sistema de fideicomiso hasta tanto no se firmase el Tratado de Paz con el Japón. El argu-
mento no prosperó, toda vez que las tales islas, en puridad jurídica, no eran de soberanía
japonesa, sino administradas bajo mandato, teniendo el estatus que hemos oportunamente
analizado.
195. Otros territorios así despojados a sus detentadores, y que ahora mismo entran en
la categoría de fideicometidos, fueron las antiguas colonias italianas de Somalia y Eritrea.
Excepcionalmente no se han incluido a Tripolitania y Cirenaica, ya que en virtud de los
términos del Tratado de Paz firmado con Italia y entre las Potencias Aliadas de la II Guerra
Mundial, se dispuso que en caso de no producirse acuerdo sobre el futuro de tales colonias, la
Asamblea General de las Naciones Unidas tendría a su cargo la solución del caso. En efecto,
la IV Asamblea General se apoderó del asunto –sometido el tema en su programa de trabajo
20
Goodrich y Hambro, obra citada, Ed. 1949, Boston, pp.431-432.
68
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
69
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Capítulo V
LOS ACUERDOS DE FIDEICOMISO
Papel de la Asamblea General de las Naciones Unidas. El Consejo de Administración Fiduciaria.
a) problemas generados por el sistema;
b) un aspecto de la supervisión internacional; las misiones de visita;
c) las potencias administradoras y el derecho de petición. Uniones Administrativas, económicas y financieras.
Orientaciones de la comunidad internacional en estos aspectos del sistema.
203. La maquinaria de los Capítulos XII y XIII de la Carta de las Naciones Unidas fue
puesta en acción el 26 de marzo del 1947, al iniciarse el primer período de sesiones del Con-
sejo de Administración Fiduciaria. Después de varias alternativas, ya que la constitución
de dicho organismo debía preceder al estudio de los primeros acuerdos de fideicomiso y
consecuencialmente a la aprobación de estos por la Asamblea General, los convenios entre
Naciones Unidas y administradores fueron endosados en la II parte de la I sesión regular de
70
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
la Asamblea General. La tarea que desde entonces ha tenido a su cargo el Consejo –llamado
también de tutela– ha probado progresivamente que el sistema de administración puede
producir frutos cuyos alcances pueden ser trascendentales.
204. El artículo 85 de la Carta de las Naciones Unidas estatuye expresamente sobre las fun-
ciones de la Organización en lo que respecta a los acuerdos sobre administración fiduciaria,
y dispone que la Asamblea General ejercerá tales atribuciones, aprobando y modificando
los convenios relativos a los territorios adscritos al nuevo sistema internacional sustitutivo
del de mandatos.
205. El artículo 86, dentro del Capítulo XIII, se refiere a la composición del Consejo de
Administración Fiduciaria, órgano establecido en la Carta de conformidad con las dispo-
siciones del artículo VII del capítulo III, mientras el artículo 16 expresa que “la Asamblea
General desempeñará, con respecto al régimen internacional de administración fiduciaria
las funciones que se atribuyen conforme los capítulos XII y XIII, incluso la aprobación de los
acuerdos de administración fiduciaria de zonas no designadas como estratégicas”.
206. En una interesante combinación de disposiciones, el artículo 87 del Capítulo XIII
enuncia que “en el desempeño de sus funciones, la Asamblea General, y bajo su autoridad
el Consejo de Administración Fiduciaria, podrán cumplir una serie de funciones básicas
para el sistema, comprendiendo institucionalmente el estudio de informes rendidos por la
autoridad administradora, la aceptación de peticiones y examen de las mismas; y cuantas
otras medidas estén acordes con los términos de los convenios de administración o tutela. El
artículo 91 permite que el Consejo requiera la ayuda del Consejo Económico y Social –otro
de los organismos permanentes de las Naciones Unidas– así como también de cualesquiera
otros de los cuerpos o agencias subsidiarias de la Organización, para propender por el ade-
lanto y bienestar de los territorios en fideicomiso.
207. Es, pues, un hecho incontestable que la Asamblea General es el organismo que
ejerce, en nombre de la comunidad internacional representada por las Naciones Unidas, el
control y la supervisión internacional sobre los territorios en fideicomiso, y que para ello se
vale primero de un elemento central como el Consejo de Administración Fiduciaria. Lo antes
dicho conlleva un cambio radical en todo otro sistema de administración internacional, ya
que en el de Ginebra, el Consejo de la Sociedad de Naciones tenía atribuciones limitadas y
la Asamblea de dicha organización no hacía sino tomar nota pura y simplemente, de cuanto
la Comisión de Mandatos considerase oportuno dentro de sus facultades. Por demás, no
podría acercarse ni remotamente la función de esa Comisión si se la compara ante las amplias
directivas atribuidas al Consejo de Administración Fiduciaria.
208. Atribuciones de la Asamblea General. Dentro de las disposiciones de la Carta que
se refieren específicamente al rol que en la supervisión y control de la administración
internacional de un territorio no independiente tiene la Asamblea General, ninguna es
más característica que la que se origina en los artículos 85 y 87 combinados. La Asamblea
General es responsable directamente de la observancia de todas las disposiciones relativas
al régimen de fideicomiso o tutela internacional, con la única excepción de las áreas estra-
tégicas, invistiendo la Carta de responsabilidades en este caso, al Consejo de Seguridad.
Consecuencia directa de los poderes y atribuciones de la Asamblea es la responsabilidad
solidaria colectiva de todos los Estados Miembros, concurriendo en ella todas las Naciones,
grandes, medianas y pequeñas, con igualdad de derechos y deberes que la Carta no ha
dejado de reafirmar.
71
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
72
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
214. Durante los períodos de sesiones que lleva el Consejo hasta ahora, ha tenido oportuni-
dad de equilibrar los intereses en juego. Esto permitió que el cuestionario adoptado provisional-
mente fuese revisado y considerado definitivo. Algunas reservas surgidas en la IV Asamblea
General con el patrón del formulario del artículo 73.e de la Carta, relativo a la información sobre
los territorios no autónomos, igualmente han producido ideas y planteamientos positivos.
215. Dentro de sus facultades y objetivos, el Consejo ha dictado reglas propias de proce-
dimiento, conformándolas a las normas del artículo 80 de la Carta, que en otro aspecto, sin
quebrar la libertad de acción de ese Organismo principal de las Naciones Unidas, el artículo
91 lo vincula al Consejo Económico y Social. En 1947 ocurrió el primer experimento de esta
liason, al designar ambos Consejos, comisiones conjuntas para estudiar problemas comunes
en el desarrollo del régimen de administración fiduciaria cuanto en lo social y económico.
Es oportuno transcribir algunos de los párrafos del discurso pronunciado por el Secretario
General de las Naciones Unidas el 26 de marzo del año 1947, al iniciarse el I período de
sesiones del Consejo en Lake Succes, y en el cual se destacan trascendentales facetas de la
tarea encomendada a este alto cuerpo internacional:
“Por la primera vez –dijo el doctor Trigve Lie– en toda la historia del mundo, un organismo in-
ternacional permanente, compuesto exclusivamente por representantes oficiales de Gobiernos,
se reúne para tratar particularmente de los problemas concernientes a las poblaciones que no se
administran por sí mismas. Para llegar a la constitución de este Consejo, ha sido necesario reco-
rrer una larga y difícil ruta. En ella, campearon a menudo los conflictos de ideas e intereses en
pugna franca. Asuntos políticos contenciosos estuvieron en juego; debates en la opinión pública
hicieron suscitar dudas en cuanto a la cuestión de saber si los intereses de los Estados o de los
territorios y sus habitantes debían recibir privilegiada atención. Y siendo así, las autoridades ad-
ministradoras debieron preguntarse si eran ellas, y no los territorios bajo tutela, quienes debían
solicitar la protección de las Naciones Unidas”.
“Sin embargo, –continuó diciendo el Secretario General– en las deliberaciones relativas al fidei-
comiso, se han advertido grandes progresos, cuya finalidad era el establecimiento de un sistema
práctico y aplicable de control internacional de la administración de los territorios en fideicomiso”.
“En Dumbarton Oaks, recordémoslo, el problema del fideicomiso no fue discutido. En San Fran-
cisco fue puesto sobre el tapete como una de las cuestiones aparentemente menos importante,
casi a lo último. Pero, los capítulos XI, XII y XIII de la Carta, surgidos de las deliberaciones, qui-
zás sean de los más audaces del total de diecinueve de que consta el instrumento mundial”.
“La presente sesión del Consejo inicia una nueva y penosa responsabilidad para la Organización
de las Naciones Unidas. Tenemos ahora el deber de controlar la administración y de asegurar el
bienestar y el desarrollo progresivo de las poblaciones que no son autónomas, y cuyos millones
de seres habitan los territorios”.
“Un éxito completo, diciéndolo de plano, conllevará en las funciones del Consejo la liquidación
automática del organismo, puesto que el objetivo final es el dar a los territorios bajo fideicomiso
su entera y completa independencia. Pero, el régimen de fideicomiso coronado de éxitos demos-
trará al mundo que las Naciones Unidas son capaces de exonerarse o liberarse de una responsa-
bilidad compleja y delicada. Ello aportará otra prueba en el hecho que nuestra Organización está
lista a traducir en actos positivistas sus grandes principios y nobles objetivos. Lo será igualmente
para las poblaciones de los territorios, como fuente constante de esperanza y de seguridad en
cuanto a su futuro, y revestirá de un profundo significado para cientos de millones de habitantes
en otros territorios no autónomos que aún quedarán fuera del sistema”.21
216. Los hechos podrían desvirtuar las buenas ideas, pero estas quedarán como
monumentos del pensamiento universal, y fructificarán un día. Es la única reflexión que
21
Consejo de Administración Fiduciaria. Records Oficiales. 1.a sesión, 1947, pp.1 a 3.
73
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
puede causarnos la síntesis de la declaración anterior, con la cual se inició de lleno la labor
del Consejo, interesante y callada en veces, llena de ángulos dramáticos y humanos.
217. Territorios en fideicomiso. Como resultado de la acción tomada el 13 de diciembre del
1946 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, durante la segunda parte del primer
período de sesiones regulares los siguientes territorios fueron individualmente colocados
bajo el nuevo sistema:
218. Posteriormente, en fechas 2 de abril y 1.º de noviembre del 1947 se aprobaron los
acuerdos relativos a los territorios del Pacífico considerados como estratégicos –las islas
Marianas, Carolinas y Marshall–, así como el fideicomiso sobre Nauru, colectividad situada
en la misma zona geográfica, y cuya administración fue otorgada a Estados Unidos –sobre
las primeras– y a Inglaterra, Australia y Nueva Zelandia conjuntamente –la segunda–, ad-
ministrando a Nauru en propiedad el gobierno australiano. De los acuerdos anteriores y
estos últimos, se advierte que la Asamblea General aplicó el artículo 81 en toda su amplitud,
concediendo el fideicomiso a uno o varios Estados.
219. De este modo, la Cuarta Comisión de la Asamblea General –organismo que se-
gún el artículo 90 del Capítulo XXI del Reglamento Interior de la Asamblea es una de las
principales, encargada de los asuntos de Administración Fiduciaria y los territorios no
autónomos– hubo de incluir en su programa y estudiar –lo que hizo con gran cuidado y
reserva– el texto de los proyectos de fideicomiso sometidos por los Estados que anterior-
mente eran mandatarios, cuyos compromisos internacionales regía el artículo 22 del Covenant
de la Liga de Naciones.
220. Una sólida línea de conducta de parte de las potencias administradoras, revelaron
los debates, en tanto que las no administradoras lograban la inclusión de enmiendas sobre
los textos de los acuerdos. La manera de evidenciar el choque de tendencias contrapuestas
–el antiguo concepto colonial y la oposición al mismo– ha caracterizado con mayor celo y con
una proyección segura del papel que desempeña la Asamblea General, el ambiente severo
en los períodos regulares de sesiones de la IV Comisión.
221. Como no hay limitación alguna en la Carta en cuanto a los poderes de la Asamblea
General para aceptar o rechazar los acuerdos de fideicomiso, esto de por sí hizo caracterís-
tico y formidable el encuentro de ideas entre las autoridades administradoras y los Estados
Miembros –el bloque mayoritario de las Naciones Unidas– en el otro lado. De ahí precisa-
mente es donde se analizan las ventajas o no del nuevo sistema y las responsabilidades de
la organización mundial al cumplir con su deber de supervisión internacional.
74
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
222. Estructura de los acuerdos de fideicomiso. Un acuerdo tipo de fideicomiso, el más simple
de todos, enmarcado en los límites de la Carta abarca estas estipulaciones:
a) Definición y fronteras del territorio;
b) Designación de la autoridad administradora;
c) Obligaciones de la autoridad administradora;
d) Derechos de la autoridad administradora;
e) Enmiendas a los acuerdos;
f) Cláusula de reconocimiento y sumisión a la Corte Internacional de Justicia,
de todo diferendo, disputa, recurso de interpretación, sobre los acuerdos, y entre
la autoridad administradora y los Estados Miembros de la organización mundial;
g) Transcripción de las disposiciones de la Carta.
75
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
conferido a Su Majestad, y este Soberano ha indicado el deseo de colocar dicho territorio bajo el sistema
de fideicomiso, en el texto francés sobre el Camerún africano, el segundo considerando expresa:
“Atendido: a que conforme el artículo 9 de ese Convenio (el de Mandatos, aprobado por la
Liga el 20 de julio del 1922), esta zona del Camerún ha sido hasta ahora ‘administrada según
la legislación de la potencia mandataria, como parte integrante de su territorio y bajo reserva
de las disposiciones del mandato’, o importa en interés mismo de las poblaciones del Camerún
alcanzar la evolución política y administrativa del territorio en cuestión, para favorecer de
acuerdo con el artículo 76 de la Carta de las Naciones Unidas el progreso político, económico
y social de sus habitantes…”.
227. ¿Qué ha querido significar la mención expresa de que los territorios habían estado
administrados como parte integrante del territorio de la autoridad administradora? Reside
aquí uno de los más ásperos argumentos que en las Asambleas Generales no ha podido aún
ser desterrado cuando se trata de hacer convenir a las autoridades administradoras que tal
concepto, en ningún modo, puede ser principio de anexión, principio de accesión o facultad de
incorporación del territorio al otro de soberanía de la autoridad indicada.
228. Problemas de los territorios. Estamos seguros de que el mundo –es decir, el hombre
común que lee los periódicos, que discute problemas con aire heterodoxo– no conoció jamás
a fondo la realidad biológica y política en los territorios bajo mandato. Solamente por el
procedimiento de libre expresión, de comunicaciones, de amplitud política de la Carta, no
solamente los hombres libres del universo sino sus Gobiernos, pueden tener actualmente
una impresión más o menos exacta de la situación y condición de los veinte millones de
hombres y mujeres que habitan en las zonas amparadas por el régimen internacional de
fideicomiso.
229. Aún más, todavía no se conoce bien lo que esto significa, ni lo que ocurre ni ha
ocurrido desde el momento mismo de la Carta de San Francisco. Y el tema es de por sí sujeto
de larga disquisición a lo cual añadimos intensas y dramáticas reflexiones; conflictos de razas
y de tierras, conflictos de tradiciones y de política, conflicto humano.
230. Cuando la Comisión Política de las Naciones Unidas estudiaba el futuro destino
de las antiguas colonias italianas en África, vimos venir de aquellas tierras escondidas en
África, vinculadas de súbito a la civilización, a los representantes de las colectividades
eritreas, somalas, árabes, coptas, libias y cirenaicas, clamando por derechos hasta entonces
no practicados, pidiendo el mantenimiento de un estatus curioso en el cual el retomo de
la antigua administración italiana parecía manifestarse –como en efecto en Somalia– o ya
la plena independencia. Ellos hablaron no la lengua nativa, hablaron en la lengua latina
enseñándoles en las Escuelas, y algunos otros en inglés, y lógico, se trataba de gente dotada
de enseñanza elemental, pero gente que creció al amparo de una influencia europea. En
todo el dramatismo que el acto representó, traslucía de las mentes de aquellos hombres la
autonomía no lejana, la influencia de principios que no les eran desconocidos, la necesaria
apelación a hombres mejor preparados y en especial, al cónclave de las Naciones Unidas,
constituido en celoso guardián de los principios de la Carta. ¡Aquí se manifestaba un mi-
lagro de la Carta misma!
231. Todo esto nos produjo impresión y contraste. Los intereses políticos moviéronse en
torno a esos delegados de pueblos sencillos y sufridos, y la Comisión dio la idea de que en el
fondo, los creadores de la Carta tuvieron razón y pensaron en el porvenir de las comunidades
no independientes. Bien o mal, sólo el futuro podría enjuiciarlos serenamente.
76
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
232. Eso mismo ocurre cuando con el sistema de control internacional sobre la
administración de los territorios en fideicomiso el Consejo de Tutela envía las Misiones de
Visita. El regreso de cada grupo es una nueva reafirmación de que se está contribuyendo
gradualmente al desarrollo de las colectividades, y por lo tanto, preexiste una decisión
combativa contra el oscurantismo secular típico de muchas de esas comunidades. La
presencia de la autoridad administradora –de estirpe colonialista– mejorando su clásica
política de administración, y la responsabilidad de los Estados miembros de las Naciones
Unidas, constituyen en sutileza el principal problema del régimen. El anillo central de toda
actividad por parte de la comunidad internacional.
233. Dos proyectos yuxtapuestos han de recorrerse y de ellos quedará incólume aquel
amparado en el derecho y la justicia social moderna, siempre y cuando no se la desnaturalice
con ideologías malsanas o extremistas. Por eso, la diferencia entre la situación de los terri-
torios en fideicomiso y los que se denominan no autónomos, amparados en la Declaración del
Capítulo XI de la Carta, y todavía sometidos en su mayor parte al poder metropolitano, sea
este liberal o conservador. No obstante, la autoridad administradora en los fideicometidos
–con sus grandes intereses, mantenidos con legalidad desde la época de los mandatos– he-
redando muchas de las antiguas dificultades del viejo colonialismo, tendrá sucesivamente
–por la presión moral y jurídica de las Naciones Unidas en representación del mundo de
nuestros días– que ir cediendo en ciertas tendencias de política de administración, fortificán-
dose entonces la opinión pública local, alentándose la cultura de los nativos, y alcanzando
estos en mayor grado que en el que en algunos casos poseían, la participación tan ansiada
en el gobierno local.
234. Desde luego, para evitar toda falsa interpretación sobre nuestros conceptos,
reconocemos la existencia de casos en los cuales la autoridad administradora ha demostrado
sincero deseo de colaboración y de cooperación internacionales; aun más el de proteger no
sólo la identidad o individualidad del territorio, sino su cultura y tradiciones, mejorando
sus índices sociales y atribuyendo en sus presupuestos sumas destinadas a toda clase
de servicios. El propio Consejo de Administración Fiduciaria en varios de sus informes
congratuló a algunos Estados Administradores por el cambio radical que habían operado
en los sistemas presupuestales y de administración económica territoriales, favoreciendo
obras públicas, educación, sanidad y otros elementos necesarios de progreso. Pero todo no
sería esto: los territorios están afectados por agudos problemas político-sociales; de ahí la
inquietante alerta de las Naciones Unidas y la relevante actitud de un número importante de
Estados Miembros que desde 1949 no se limitaron –como en años anteriores– a observar en las
Asambleas el curso de los proyectos de Resolución, sino que estudiaron a fondo los problemas
sometídoles tanto por el Consejo de Administración Fiduciaria en su informe anual, cuanto
por la Comisión para el estudio de la información del artículo 73.e de la Carta.
235. Las potencias coloniales –no puede negárseles– han hecho obra ponderable y
plausible en beneficio de las colectividades que antes vivieron un estado aun más atrasado;
ellas han dejado huellas de su administración, convertida en mandato –antes– en fideicomiso
ahora. Los cuestionarios y las conclusiones del Consejo de Administración Fiduciaria22 no
son hasta ahora favorables sin embargo, y a ello se debe que se exija un mayor esfuerzo
y actividad para lograr los objetivos del régimen. El fantasma de la explotación colonial
22
Consultar Informes del C. de A. F. Lake Succes. 1947, 8-9-40-54.
77
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
territorial que caracterizó el colonialismo más rancio, todavía deambula en algunas zonas,
achacándose a estas, a sus hombres y mujeres, el indiferente método de vida, la rutina de
la tribu o el clan y la ninguna importancia atribuida por ellos a los esfuerzos por darles
mejores métodos de vida.
236. De estos últimos conceptos deducimos –y no es nuevo el caso– que lo verdadera-
mente grave como problema social en los territorios en fideicomiso, como en muchos que
no gozan de autonomía, es el índice de analfabetos, el cual alcanza hasta un 92% como
cifra común. ¿Cómo educar cívicamente, cómo preparar para el gobierno propio o la auto-
nomía, cómo dar oportunidades en la administración local, en los centros de salubridad,
contribuir a la nueva concepción de tecnicismo y de progreso industrial, si no hay vehículo
posible de comprensión…? Las potencias administradoras han argumentado la pobreza
de sus recursos económicos, es decir, los que se derivan directamente de los territorios, no
siendo suficientemente amplios para poder hacer frente al problema; en un ángulo técnico
significan que la diversidad de dialectos o lenguas nativas varían el caso en forma aguda,
haciendo imposible aun la enseñanza en el idioma vernacular. La inobtención de profesorado
hábil que quiera sacrificarse para abandonar ciudades civilizadas y vivir en los territorios,
contribuye a hacer peor la situación, y solamente las misiones religiosas llegan a cumplir
con abnegación funciones que los laicos están vacilantes en realizar. Todo ello es atendible,
pero, ante tal conjunto de imposibles, las Naciones Unidas han iniciado una campaña firme
patentizada en las Resoluciones de 1949 y 1951, particularmente, para obtener el compromiso
de erradicar el analfabetismo, preparar los nativos para cargos públicos, enseñanza, hospi-
tales, agricultura, y en esa forma ir creando núcleos de personas capacitadas que asuman
un día la dirección de los asuntos de la colectividad. No en cambio, fusionándoseles a la
metrópoli o a sus centros de entrenamiento coloniales, ni a sus ventajas políticas que a la
par destruirían toda posibilidad de futura autonomía.
237. En los campos económico, financiero y administrativo, el Consejo de Tutela y la
Asamblea General han venido realizando una labor sistemática para auxiliar o cooperar
con la autoridad administradora con miras al progreso que señala la Carta, relacionada con
todos los ángulos de la administración. Es notorio que el sistema de corporaciones oficiales,
trusts, “compañías para distribución o control de ventas, importaciones o exportaciones”,
y cuántas sociedades de tipo comercial funcionan directamente bajo el control de los Mi-
nisterios de Colonias o de Economía o ya de Ultramar en el sistema político constitucional
de las autoridades administradoras, no podrá ser a la postre el que lleve mejor ventaja a
las colectividades. El convenio del 1885 en lo referente a la cuenca del Congo, fue la primera
piedra proteccionista en tal conducta, y aunque ha variado en su forma, deja en el fondo
muchas de sus razones político-comerciales, las mismas que animaron antes a las potencias
administradoras en la carrera de explotación de los territorios africanos. Igual ha ocurrido
con los vastos intereses del frente obrero y en relación con la actividad del trabajo. Afortu-
nadamente, los Estados Miembros han convenido en que la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) sea impulsora de técnica y progreso, llevando la aplicabilidad de la Convención
Internacional de Trabajo a zonas territoriales donde el obrero contempla la protección frente
al patrono, sea este la autoridad administradora ella misma o particulares concesionarios, y
el patrono goce de garantías y facultades para sus negocios.
238. En otros aspectos, como el de salubridad y alimentación, agricultura e industria,
el mundo ha avanzado bastante en cooperación y colaboración, y cada vez se interesa
78
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
más por los territorios poco desarrollados. A estos van su voz y su ayuda, y más recien-
temente, los postulados del ya famoso Punto Cuarto del Presidente de Estados Unidos,
Harry S. Truman, y los principios de asistencia técnica. Por lo tanto, se ha hecho más
intenso el compromiso de mejoramiento, instituyendo normas y métodos conscientes
destinados a hacer surgir en las colectividades atrasadas las ventajas de la civilización,
despojándolas del complejo de inferioridad frente al ciudadano libre del mundo, y sobre
todo a su gobernante.
239. Sería largo describir cuánto en estos campos realizan las Naciones Unidas para
vivificar los enunciados de los Capítulos XI, XII y XIII de la Carta. Estos hechos, vinculados
como están, e indisolubles por naturaleza, serán reguladores del triunfo futuro del régimen
de administración fiduciaria. Tanto parece comprenderlo la comunidad internacional, que
en próximas Asambleas Generales de las Naciones Unidas han de contemplarse facetas
interesantes y singulares de la aplicación del sistema, motora como es su IV Comisión de
innúmeras Resoluciones que encaminan valiente y decididamente los objetivos de la Carta.
Como secuela de los problemas que hemos apuntado, el de las uniones administrativas,
autorizadas por ciertos acuerdos de fideicomiso, generan fricciones entre Estados Admi-
nistradores y no administradores, que puede ser un alerta a tiempo de lo que ocurra en el
futuro, para resolver sus escollos.
En tanto, veamos cómo se ejerce la supervisión internacional, directamente, sobre la ad-
ministración fideicomisaria.
240. Supervisión internacional. Las Misiones de Visita. Es tan interesante cuanto se deriva de
la facultad que tiene el Consejo de Tutela de designar las Misiones de Visita a los territorios
bajo administración fiduciaria, que aun considerándola como una faceta de la supervisión
internacional creemos útil considerar sus implicaciones y funciones. En cuanto al fundamento
jurídico de la supervisión misma, tendremos oportunidad de análisis, ocurriendo otro tanto
con el derecho de petición o peticiones, otra de las consecuencias de la supervisión.
241. Al estudiar el sistema de Mandatos, tuvimos oportunidad de transcribir muchas
de las opiniones que negaban radicalmente la gestión de una misión visitadora de la Co-
misión Permanente de Mandatos de la Sociedad de Naciones a territorios colocados dentro
del sistema. En 1920 y hasta la Segunda Guerra Mundial, tal decisión hubiera conllevado
rozamientos internacionales de elástica gravedad y complicación. Ninguna potencia ad-
ministradora permitiría, con la facultad amplia que tiene hoy en día el Consejo de Tutela
de las Naciones Unidas, que un grupo de los representantes de la organización fuese al
territorio, escuchase quejas y recursos, aceptase estas, pudiera tomar datos intrínsecos
acerca de la administración más allá de los que el Informe anual tuviese, y comprobase
verdades o inacciones en la política de administración. Cuántas veces se intentó, sin resul-
tado, que la Sociedad de Naciones adoptase política semejante. Las misiones visitadoras
de la Liga solamente ajustaron pequeñas diferencias fronterizas, ampliaron informes y
realizaron actos de rutina diplomática, que a la postre serían mayormente favorables a
las potencias administradoras.
242. La Misión de Visita, y hablamos de ella primero que de todo otro medio del control
internacional, cumple con su objeto, corroborando u observando los Informes transmitidos
por la autoridad administradora; corroborando u orientando las peticiones conocidas en
el Consejo, recibiendo otras y finalmente, trayendo nuevo caudal de datos para que las
Resoluciones del Consejo y de la Asamblea tengan el resultado práctico que se espera de
79
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
ellas. Este procedimiento es quizás el más apreciado y valedero del Consejo, y por lo tanto
su más señera función. La visita es periódicamente organizada –cada tres años– en cada
sesión ordinaria del Consejo y cuantas han sido despachadas a los territorios han aportado
notables trayectorias en el sistema de administración.
243. Las Misiones que desde 1949 han venido cumpliendo su cometido, en contacto
directo con las colectividades sometidas al sistema de la Carta, han recorrido el Tanganika,
el pequeño Ruanda-Urundi y la Somalia de administración italiana, en el África Oriental;
los dos Togos y los dos Camerunes en el África Occidental; las islas estratégicas del Pací-
fico, Nueva Guinea, Nauru y Samoa Occidental, dejando tras sí interesantes vinculacio-
nes de las Naciones Unidas con aquellas comunidades. Al mismo tiempo, han generado,
tras muchas desaprensiones y resquemores, una atmósfera de comprensión y de buena
voluntad, contando siempre con el aspecto personal, principalísimo, de sus componentes
y con la tolerancia de las administraciones locales no siempre antes, dispuestas a estas
inspecciones en sus jurisdicciones.
244. Sin ir más lejos, un nuevo capítulo tuvo nacimiento en la historia del sistema de
administración internacional cuando en 1949 los representantes de cuatro países –dos
clásicamente coloniales y dos representando países sin administración territorial colonial–
abrieron sus carteras colmadas de documentos el 15 de julio del 1948 en los lejanos territorios
africanos de Ruanda Urundi y Tanganika, colaborando con las administraciones de Bélgica
y la Gran Bretaña. La misión, como todas las siguientes, ha debido recorrer miles de millas
desde la sede de la ONU para entrar en contacto con colectividades, tribus, jefes, autocracias,
administraciones, en fin, con toda una vida distinta a lo común, y con toda una serie de
problemas qué despejar.
245. El resultado de la primera Misión de visita produjo un impacto inmediato. ¿Sería
conveniente seguir aplicando la Carta y tolerar su intromisión –a título de supervisión
internacional– en un territorio por largo tiempo administrado con sistemas idénticos a los
coloniales…? El Consejo dictó las pautas en su IV período de sesiones para todo el trabajo
posterior, y fundamentó además los acuerdos que luego debían ser Resoluciones de la Asam-
blea General y adoptadas por esta durante su IV período de sesiones en 1949.
246. La Resolución 323 (IV) por ejemplo, sobre Adelanto Social en los territorios bajo fideico-
miso y la cual la Delegación de la República Dominicana defendió con vigor, es una conse-
cuencia de los hechos establecidos por la Misión de Visita al África Oriental. En su párrafo
2, resolutivo, enuncia que “recomiéndase la adopción de medidas enérgicas y eficaces a fin
de abolir inmediatamente la pena del látigo en Ruanda Urundi; y respaldar totalmente la
recomendación del Consejo de Administración Fiduciaria de que los castigos corporales
deben ser inmediatamente suspendidos y abolidos en el Camerún y el Togo bajo administra-
ción británica; de que los castigos corporales queden definitivamente suprimidos en Nueva
Guinea, bajo administración australiana”.
247. En otros ángulos, la supervisión internacional quedó así patentizada en esta otra
Resolución: “recomendar al Consejo de Tutela la adopción de medidas adecuadas sociales
tan importantes como las migraciones de trabajadores y las sanciones penales por incum-
plimiento de contratos de trabajo por parte de los habitantes indígenas”.
248. La Asamblea pidió además la supresión de todas las disposiciones y prácticas
discriminatorias, encargándose al Consejo de examinar todas las leyes, ordenanzas
y estatutos de los territorios en su aplicación por la administración, haciendo las
80
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
23
Resoluciones A. G. 1949. Doc. A/1251, p.43.
81
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
siendo condición explícita el que ellas sean introducidas en el Consejo por órgano, vehículo
o intermedio de la administración territorial fideicomisaria. Su examen –y esto es de toda
lógica– debe hacerse “en consulta con la autoridad administradora”, ya que esta tiene el
derecho a su vez de observar las peticiones, hacer reparos de lugar y proponer otras conclu-
siones. El resultado del examen, de todos modos, afecta tanto a la administración territorial
cuanto a los peticionarios recurrentes.
255. En el Reglamento Interior del Consejo de Tutela se dedica todo el Capítulo XV a las
Peticiones. Los artículos 76 al 93 traen toda una serie de disposiciones que son justificacio-
nes, por sí solas, de la importancia que se atribuye a esta materia, como consecuencias de
la supervisión internacional de los Estados en el campo de la administración fiduciaria. En
efecto, el artículo 76 del Reglamento Interior citado, ampliando el artículo 87 de la Carta, dice
que el Consejo puede recibir y examinar las peticiones que se refieran a los asuntos de uno o
varios territorios o al funcionamiento del régimen internacional del fideicomiso, salvo que
para las peticiones en los territorios estratégicos las funciones del Consejo estarán regidas
por el artículo 83 y los términos del acuerdo de fideicomisos que concierna.
256. Las peticiones podrán provenir de los habitantes de los territorios o de terceros;
forma curiosa que permite la participación de un mundo preocupado por los destinos de
las comunidades no independientes, y lo cual constituye uno de los más grandes triunfos
del instrumento de San Francisco. La libertad que consagra no hubiera podido plasmarse
en ningún pacto anterior a la II Guerra Mundial.
257. El Consejo, independientemente de las peticiones escritas –sean ellas telegramas,
cartas, memorándums o todo otro documento– podrá escuchar las exposiciones orales
destinadas a apoyar una petición previamente sometida en tales escritos. Aun excepcio-
nalmente el Consejo podría dar audiencia a peticiones orales, sin que estén introducidas
previamente mediante documento, pero reservándose toda información de la misma a la
autoridad administradora. Esta tiene para sí reservas que son de esencia jurídica, ya que
normalmente según el artículo 81 del Reglamento, las peticiones no serán recibidas si ellas
son dirigidas contra sentencias rendidas por Tribunales competentes del territorio, o si se
trata de diferendo en el cual solamente uno de estos tribunales es competente. No obstante,
esta regla no puede ser considerada o interpretada como obstáculo a la consideración por
el Consejo de peticiones dirigidas contra la legislación por causa de incompatibilidad de
esta con las estipulaciones de la Carta de las Naciones Unidas o con el acuerdo de fideicomiso
mismo, haya o no decisión anterior de un tribunal del territorio.
258. La considerable ventaja del derecho de petición que es consecuencia de los prin-
cipios generales de la Carta, se hace aun más amplia cuando permite encaminar una
petición cualquiera, directamente, enviándola al Secretario General de las Naciones
Unidas, o si el peticionario lo quiere, usando la vía de la administración territorial. En
muchos casos, no es esta la escogida, sino la primera, y en toda alternativa, interesante
y distinto el comportamiento de la comunidad internacional en su comparación con el
de épocas pasadas.
259. El Secretario General de las Naciones Unidas, como funcionario ejecutivo de la Or-
ganización, hace distribuir la petición a todos los Miembros del Consejo de Administración
mientras los documentos que apoyan la misma son puestos a la disposición de este órgano.
Una o todas las peticiones llevan normalmente la seguridad de ser incluidas en la Orden
del Día de una sesión regular (artículo 86 del Reglamento) a condición de que hayan sido
82
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
recibidas por la autoridad encargada de la administración territorial, ya que esta tendrá que
responder a los cargos presentádole y para ello tiene a su disposición un plazo de sesenta
días antes de la fecha de la apertura de la sesión regular citada.
260. El propio derecho conciliatorio que abarca el procedimiento da a la autoridad ad-
ministradora la facultad de responder a la petición, y sus escritos serán entonces circulados
también entre todos los miembros del Consejo, completándose así el cuadro de sumaria que
permitirá al organismo conocer del asunto. Este procedimiento tiene variantes si se trata de
peticiones orales dispuestas en los artículos 87 y 88 del Reglamento. Mientras tanto, el artículo
89 se refiere específicamente a la situación que crearía una petición en el curso de la Misión
de Visita que se desarrolla en un territorio. El derecho de petición se extiende aun para ese
caso, con las ventajas de que la audiencia ocurre en el terreno mismo, registrándola en un
proceso verbal que se refiere sin demora al Secretario General de las Naciones Unidas con
el propósito de darle el curso correspondiente.
261. Miles de peticiones han sido consideradas por el Consejo en sus años de existencia,
y muchas aguardan acción de las próximas sesiones regulares del alto cuerpo. La petición de
la tribu Ewé, en el África Occidental, solicitando la unificación de su territorio bajo una sola
administración –por estar divididas sus colectividades entre el Togo de la administración
francesa y el Togo británico, así como la Colonia británica de la Costa de Oro– dio oportu-
nidad al Consejo de establecer claramente el sentido y proceso del derecho de petición. El
Consejo falló en beneficio de los peticionarios y actualmente, Inglaterra y Francia procuran
una solución res inter alia, de este problema, bajo el amparo técnico de las Naciones Unidas,
acrecentada la situación por el adelanto político de la Costa de Oro y la inminente autonomía
de este territorio.
262. En el sistema de los Mandatos, las peticiones eran mencionadas como una circunstan-
cia eventual, proveniente más bien con el carácter de queja de la colectividad, de individuos
disgustados con la corporación administradora, o de compañías privadas que procuraban
alguna propaganda, fines especulativos u otra clase de ventajas. El Consejo de la Sociedad
de Naciones adoptó el 31 de enero del 1923 sus Reglas de Procedimientos para la recepción
de las peticiones. No eran acogidas aquellas que contuviesen quejas incompatibles con las
provisiones del Pacto o de los mandatos; si emanaban de fuentes anónimas; si tenían la
misma fuente de una petición anterior, sin ninguna información nueva que cambiase radi-
calmente su carácter si trataban de plantear disputas que en opinión de la Comisión fuesen
susceptibles de ser sometidas a juicio de Cortes competentes, o estando sujetas a apelación
de tribunales o ya habían sido objeto de sentencias con autoridad de la cosa juzgada. En
ningún momento se previó la reserva que sobre legislación ha fundamentado el artículo 81
del Reglamento Interior del Consejo de Administración Fiduciaria.
263. Pero además, la petición dentro de los Mandatos, debía ser sometida al través de la
autoridad mandataria, para que esta a su vez la remitiese a la Sociedad de Naciones, inclu-
yéndole sus reparos. Antes que todo, la Comisión Permanente de Mandatos debía considerar
la seriedad, la importancia y la conveniencia de la petición, para decidir discutirla. Es decir, la
petición podía quedar, casi in limini litis en el vacío. Esto indica que si consideramos tal institu-
ción un derecho, lo fue en forma incipiente. Por lo tanto, ¿ha alcanzado la Carta de las Naciones
Unidas un logro en beneficio de las colectividades administradas por fideicomiso…? Creemos
que sí. El derecho de petición, paralelo al de la libertad de pensamiento o de palabra, consecuencia
de las libertades proclamadas después de la Segunda Guerra Mundial, asegura ahora, con
83
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
firme esperanza, la de quienes confían en que los postulados de la Carta les llevarán a la plena
autonomía de los territorios donde vieron la luz y donde por generaciones han sido mora-
dores. Mientras las voces de los territorios fueron voces muertas al decir de un comentarista
imparcial, sin ninguna manifestación, engolfadas en la rigidez de la administración, apenas
conociendo los escasos derechos que les amparaban, hoy, las Naciones Unidas realizan tarea
precisa, segura, activa, que en cada oportunidad, cada año, al través de la influencia y efectos
de la Misión de Visita, robustecida por la consideración de cada petición en el Consejo, ha
de dar amplitud considerable al prestigio de la Organización Mundial entre los pueblos no
independientes. El gozo de ese néctar de democracia, convertido en libre expresión de los
deseos de esos pueblos, será puntal de libertades, las mismas libertades que se encuentran
al final de los objetivos del Capítulo XI de la Carta, y de los propósitos de los Capítulos XII
y XIII, como consecuencia de la declaración preambular de aquel instrumento, Constitución
internacional de los Estados. Todo ello siempre que no se cometa el abuso o desnaturaliza-
ción de ese hermoso derecho.
264. Uniones Administrativas. Orígenes. Problemas por ellas generados. La facultad que tie-
nen los Estados administradores de establecer uniones administrativas entre los territorios en
fideicomiso y los adyacentes no autónomos o de la soberanía de la potencia administradora,
ha generado uno de los más agudos problemas en la aplicación y consideración del régimen
de administración de la Carta. En realidad, se trata de una acción de mancomunidad adminis-
trativa, que puede abarcar aspectos financieros, económicos y aun políticos de progresiones
muy singulares.
265. En el artículo 5 del Convenio de Fideicomiso entre las Naciones Unidas y el Togo
Británico –por ejemplo– se expresa que “para los propósitos de buena administración, desa-
rrollo y progreso del territorio así como de todos los del fideicomiso, la autoridad adminis-
tradora tendrá: a) plenos poderes para legislar y administrar en la extensión del territorio,
y administrará de acuerdo con sus propias leyes, como parte integrante de su territorio con
las modificaciones que sean necesarias por la estructura misma del territorio, condiciones
locales, provisiones de la Carta o del acuerdo de fideicomiso; b) podrá constituir en el terri-
torio una unión fiscal, aduanera o administrativa, o federación, con los territorios adyacentes
bajo su soberanía o control, y establecer servicios comunes entre ambos territorios donde
tales medidas no sean inconsistentes con los objetivos básicos del sistema internacional de
administración fiduciaria y con los términos del acuerdo”.
266. Esta misma fórmula se repite en casi todos los acuerdos hasta ahora concluidos, y
nos fuerza confesar que ha generado uno de los escollos más profundos en el régimen de
administración, preocupándose el Consejo por clarificar la situación creada.
267. Las uniones administrativas aparecen como un remanente discutido y controvertible
del sistema de Mandatos de la Sociedad de Naciones. Se arguye, para justificarlas, que la
autoridad administradora tendría que realizar esfuerzos sobrehumanos para poder ejercer
su administración contando solamente con los recursos del territorio que ha aceptado diri-
gir. En la mancomunada administración, donde se incluyen servicios y sistemas comunes,
el territorio en fideicomiso recibe el impulso de la unidad de legislación con el territorio
adyacente –denomínese este colonia o territorio no autónomo– pretendiéndose ligar la adminis-
tración para facilitarla. El peligro surge de inmediato y es de fácil explicación. Las uniones
pueden llevar un día a una anexión, incorporación o fusión de los territorios en fideicomiso
dentro de la jurisdicción territorial colonial o no autónoma. La individualidad del territorio
84
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
en fideicomiso puede desaparecer desde luego, y esa situación anormal no haría sino violar
la Carta de las Naciones Unidas y frustrar todo el régimen de administración.
268. Las uniones administrativas, fiscales o aduaneras, como se advierte, tienen base legal
internacional, ya que han sido expresamente autorizadas por los acuerdos en fideicomiso,
con la excepción del negociado para la Somalia ex italiana. La Asamblea General ratificó
esa cláusula o disposición en nombre de la comunidad internacional, pero el estatuto de
aquellas ha venido siendo objeto de contestación, de tal modo que su tolerancia posible-
mente desaparezca, o cuando menos mediante el logro de fórmulas más cónsonas con el
espíritu mismo de la Carta de las Naciones Unidas.
269. La cuestión de las uniones administrativas se ha consagrado como asunto delicado
e importante. Durante la Asamblea General de 1947, se expresó que “cierto género de aso-
ciaciones pueden hacer desaparecer el status de los territorios en fideicomiso, impidiendo
el desarrollo progresivo hacia la independencia y autonomía”. Una de estas uniones es la
existente desde 1921 entre el territorio de Ruanda-Urundi y el Congo Belga, reconocida por
el acuerdo fideicomisario, como lo es la del Tanganika administrada por la Gran Bretaña y
las colonias británicas de Kenya y Uganda, ambas limítrofes con el territorio en fideicomiso.
Desde 1948 existe entre los territorios mencionados un lazo de unidad legislativa, adminis-
trativa y de servicios públicos que, llamando poderosamente la atención del Consejo y de la
Asamblea General, ha producido críticas y reservas en los Estados no administradores. Un
proyecto de legislación fue presentado al Parlamento australiano para declarar una nueva
unión entre los territorios de la Papua y la Nueva Guinea, con una sola administración y
organización legislativa común. Este recibió el endoso oficial.
270. Pero, ¿hasta dónde puede tener alcance legal una unión administrativa y hasta qué
límite puede ser permisible…? Tal es el caso a resolver por el Consejo actualmente, pese a
las muchas maneras de plantear el problema y al interés que ha generado el choque de los
conceptos yuxtapuestos en todas las fases del problema.
271. La pregunta consecuencial es la siguiente: ¿Violan la Carta las Uniones Administra-
tivas…? Los partidarios de que las uniones afectan todo el sistema, hacen hincapié en que
ellas atentan directamente contra la individualidad territorial, llegando en un momento dado
–de continuar funcionando– a absorberlos dentro de la administración colonial adyacente,
y con todas las características de una anexión. Por lo tanto, se privaría de la posibilidad de
autonomía o la independencia a un territorio que tiene las garantías del Capítulo XII de la
Carta. Muchos han sido los representantes de países no administradores que con crudeza
han expuesto en las sesiones de la Asamblea General el temor ya descrito, solicitando una
acción inmediata de la Organización. Sin embargo, parécenos fácil llegar a un punto de
base para sentar los principios de clarificación, ya que los Estados administradores no han
puesto en duda, y por lo tanto han convenido en reconocer, que el estatus del territorio en
fideicomiso, así como su individualidad deben ser preservados en toda circunstancia, y como
corolario, ninguna medida sería admisible si ella tiende a bloquear o detener el progreso de
los habitantes indígenas tal como lo dispone la Carta.
272. No es sujeto de discusión la necesaria existencia de dos elementos como son la
individualidad y la identidad de los territorios. Ambos deben ser mantenidos con todos los
atributos consecuenciales de geografía, cultura, administración y colectividad, que son los
que permitirán a las Naciones Unidas exigir la aplicación de los principios o postulados que
amparan el régimen de administración fiduciaria.
85
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
86
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
Capítulo VI
EL MANDATO DEL ÁFRICA SUR OCCIDENTAL
Los reclamos de la Unión Sud-Africana. La Asamblea General apoderada de la cuestión.
Ángulos jurídicos. Recurso consultivo a la Corte Internacional de Justicia.
280. Parecería algo apartado del tema, el introducir este capítulo referente a una de
las cuestiones más palpitantes de los programas de trabajo de las Asambleas Generales de
las Naciones Unidas comprendidas en la lista de asuntos de la competencia de la Cuarta
Comisión de toda Asamblea General. Desde 1946 el denominado caso del territorio del
87
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
88
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
para el Gobierno de la Unión uno de sus argumentos principales para señalar que no tiene
motivo legal de cambiar el estatus de mandato por el de fideicomiso, ni está obligado a ello
por la Carta de las Naciones Unidas.
285. El artículo 7 del Mandato indica expresamente que todo diferendo entre el
mandatario y otro miembro de la Sociedad de Naciones sería de la competencia de la
Corte Permanente de Justicia Internacional, organismo este previsto en el artículo 14 del
Pacto de la Sociedad de Naciones. Así las cosas, cuando la Sociedad se extinguió durante
la hoy histórica Vigésima Primera sesión de su Asamblea, el Gobierno del África del
Sur hizo constar sus reservas sobre el territorio del occidente surafricano. Recordamos
haber transcrito anteriormente las declaraciones del Doctor Leif Egeland, en las cuales
afirmó que el territorio era parte integrante de la Unión. Sus palabras, que en otro lugar
han sido citadas, fueron epilogadas con estas otras: “El Gobierno de la Unión no consi-
derará sin embargo la disposición de la Sociedad de Naciones como aminoramiento de
sus obligaciones bajo el Mandato, las cuales continuará ejerciendo con plena apreciación
de sus responsabilidades, hasta que otros arreglos sean convenidos referente al futuro
status del territorio”.
286. Esto se hacía, precisamente cuando ya era conocido que la Carta de San Francisco
contenía las provisiones de sus Capítulos XII y XIII, y especialmente las del artículo 77
indicando qué categoría de territorios serían colocados bajo el régimen de administración
fiduciaria. En resumen, el Gobierno de la Unión manifestó claramente no disponerse a cum-
plir con una obligación moral surgida por lo menos de las disposiciones de la Carta que la
había ratificado como Miembro de la Organización. De ahí la génesis del problema, que con
singulares ángulos jurídicos constituye este caso internacional.
287. Aspectos jurídicos. Considerable interés conlleva el determinar los aspectos jurí-
dicos de la disputa entre la Organización Internacional y uno de sus miembros, en la cual
se invocan numerosos aspectos políticos, sociales y humanos, plenos en dramatismo. En
verdad, las colectividades del Oeste surafricano –y no es un hecho nuevo– están sufriendo
de uno de los mayores impositivos discriminatorios que se conozca en el mundo actual,
ejercidos por la autoridad constituida, contra un grupo de hombres y mujeres sin otros
blasones que los de su origen y estoicismo. Toda información sobre esa situación ha sido
poco a poco vedada como lo es también el libre acceso al territorio, violándose –si se
pretendiera la continuación del Mandato– los términos de sus normas. Se ha pretendido
además el alegato de una soberanía que está lejos de poder ser invocada; una propaganda
continua sobre lo que se denomina “la libre expresión de la voluntad de los habitantes del
África Sur Occidental”, parece estar dirigida con vías a la anexión o a la incorporación,
y lo cierto es que una verdadera consulta plebiscitaria nunca se ha realizado ni parece
probable, con la cual llegar a conclusiones positivas. Todo esto encierra un capítulo emo-
cionante, culminando en la X Asamblea General de las Naciones Unidas con la política
surafricana de abandonar los asientos de la Unión en el areópago internacional mientras
se estuviese discutiendo todo problema del territorio; por otra parte, la actitud firmísima
de la Asamblea dándole audiencia a un pastor europeo, misionero de aquellas tierras, para
oír los alegatos de los nativos a quienes él representaba, generándose las reservas jurídicas
y políticas que no son de difícil comprensión.24
24
La IV Comisión decidió escuchar al Rev. Michel Scott, representando las poblaciones del territorio.- Ver Records
Comisión ONU. Noviembre, 1949. Lake Succes.
89
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
288. En el campo jurídico, Hambro y Goodrich en su ya citada obra, declaran que “la
Carta hace gran énfasis en la esfera convencional de los acuerdos de fideicomiso, y por lo
tanto parecería como si los acuerdos están regidos por la voluntad de los Estados, sujeta a
menos compulsión moral que lo que se enunciaba en el artículo 22 del Pacto de la Sociedad
de Naciones”. Es esta una opinión interesante, pero deja un vasto campo de apreciación
en lo que se refiere a las voluntades de las partes comprometidas en un acuerdo de fidei-
comiso, sin tener muy en cuenta la posición o situación de la colectividad administrada.
Desde luego, que esta opinión solamente tiene en cuenta los fideicomisos anteriores al de
la Somalia ex italiana, y del cual, posteriormente nos ocuparemos.
289. Por Resolución de la Asamblea General del 9 de febrero del 1946 adoptada en Londres;
siguiendo recomendaciones de la Comisión Preparatoria, se acogieron con beneplácito
las declaraciones formuladas por los Estados administradores de territorios de antiguo
mandato, de tomar las medidas prácticas de acción, con los otros Estados Miembros, tendientes
a aplicar el artículo 79 de la Carta. Sólo el Gobierno del África del Sur, a quien se conce-
dió el mandato en las circunstancias y modalidades apuntadas anteriormente, declaró
“no estar bajo la obligación moral ni legal de proponer un acuerdo de tutela, ya que de
acuerdo con los términos del mandato, Sur África tenía plena facultad de legislación en
el territorio, sujeta únicamente a los términos del mandato mismo”. La Asamblea reac-
cionó, y fueron muchos los Estados Miembros que sostuvieron la tesis de que la Unión
estuvo y está bajo la obligación legal o cuando menos moral, de colocar bajo el régimen
fideicomisario el Oeste surafricano. La Asamblea mantuvo la opinión, desde luego, de
que el fideicomiso es resultante de un acuerdo o voluntad expresa. No obstante, solici-
tó del Gobierno de la Unión seguir el ejemplo de los otros Estados administradores de
territorios bajo Mandatos.
290. En la II parte de la I Asamblea General, durante el invierno del 1946, la Unión Sur
Africana pidió el reconocimiento de un estatus de incorporación territorial en el África Sur
Occidental. Tal paso dio motivo a considerable resentimiento de parte de una mayoría de
Estados Miembros de las Naciones Unidas, no administradores de territorios. ¿Cómo podría
la Asamblea General actuando como representativa de la comunidad internacional –y si
se admite la tesis de que esta es la que mantiene o detenta la soberanía de los territorios
mandatados– permitir la fusión política y física, la incorporación legal del territorio con
el de la soberanía de la potencia mandataria? ¿No atentaría además, directamente, contra
los principios de la Carta, y contra los objetivos de los Capítulos XII y XIII que reconocen
como meta definitiva la autonomía o la independencia de las colectividades amparadas
del régimen fideicomisario, o ya porque el mismo régimen de mandatos, en su espíritu,
alcanzaba o se proponía alcanzar objetivos similares…? ¿Podría la comunidad internacio-
nal, en el progreso jurídico de la posguerra del 1945, llegar a cometer falta semejante, un
crimen acaso contra sus propios postulados…?
291. Es indudable que la Unión del África del Sur provocó el impacto de la reacción que
tan errónea petición produjera en la Asamblea de Londres, ya que la Resolución del 14 de
diciembre del 1946 a todas luces emitió una respuesta negativa. De las actas de la Asamblea
se desprenden estos argumentos de la peticionaria: a) la incorporación se justificaría, por
la contigüidad de los territorios; b) por su semejanza étnica; c) la incorporación borraría
toda duda sobre la virtual integración del territorio con la propia Unión, permitiendo el
desarrollo económico del primero; d) la población europea del África Sur Occidental, según
90
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
la Unión –y único caso en el cual es obvia la razón– manifestó el deseo de ser incorporada
a la Unión. En cambio, las cifras de esta última encuesta, controlada por África del Sur,
abarcando a nativos y europeos, son curiosas: por la anexión, 208,520 habitantes; opuestos,
33,520; sin consultar 56,790.
292. Alegatos y cifras fueron inaceptables para la Asamblea General. Toda conse-
cuencia del denominado censo de opinión fue descartada, y para ello se consideró que los
nativos no estaban en aptitud de las ventajas del régimen internacional de fideicomiso en
sus comienzos, para rechazarlo de plano, solicitando a su vez la incorporación o anexión
del territorio al de la Unión. Este argumento, constituyó una de las bases de la Resolución
de 1946. Empero, la Unión no se sintió derrotada. El 23 de julio del 1947 notificó a las
Naciones Unidas que el Gobierno había decidido “no proseguir con la incorporación del
territorio del África Sur Occidental, pero, que en vista de que la mayoría de los habitantes
deseaba que fuese incorporada, no sometería acuerdo de fideicomiso alguno, estimando
que no estaba obligada legalmente a hacerlo”. La Unión, sin embargo, trasmitiría infor-
mación sobre el territorio, el cual mantendría su estatus como bajo mandato, “pero esa
información sería considerada de la misma categoría que la del artículo 73.e de la Carta”,
es decir, la información que se somete al Secretario General de las Naciones Unidas sobre
los territorios no autónomos para el estudio de una Comisión Especial de la Asamblea Ge-
neral, y no por el Consejo de Administración Fiduciaria. El punto de derecho era nuevo.
¿Podría entonces considerarse el territorio del África Sur Occidental como un territorio no
autónomo? ¿Se aplicaría a él el Capítulo XI de la Carta…? ¿Se la excluía por lo tanto de todo
cuanto se refiriese al régimen internacional de administración fiduciaria…? ¿No volvía
a asimilarse a la condición de colonia, como lo era antes de la I Guerra Mundial bajo la
bandera imperial alemana?25
293. La primera cuestión por plantear en el problema enmarca la investidura de soberanía,
problema en el cual sería imposible insistir, porque es inaceptable en derecho, y a todas luces
inadmisible. Es evidente y no se discute que en tratándose de territorios no autónomos la poten-
cia administradora ejerce soberanía sobre los mismos. No siendo el África Sur Occidental un
territorio no autónomo, cae toda tentativa de hacerlo figurar como tal e incluirlo o enviar in-
formación sobre su administración bajo el patrón del artículo 73.e que ya hemos analizado.
294. El Consejo de Administración Fiduciaria invocó, en cambio, esa información como
resultante de las disposiciones de los Capítulos XII y XIII, y nunca la del Capítulo XI, lo que
más luego provocó la suspensión por la Unión de “toda información”. Esta última expuso
con audaz y sutil argucia jurídica que “la información sobre el territorio no se fundamentaría
en el cuestionario del Consejo; desconocería el derecho de petición –ratificado implícitamente
como tal–, declarando además que “la supervisión internacional de las Naciones Unidas
sobre el territorio en cuestión era materia contestable, y su juicio no procedía de parte la
Organización Mundial”.
295. De inmediato se pensó en recurrir a la opinión consultiva de la Corte Internacional
de Justicia, pero antes la Asamblea debía procurar mayor cantidad de material para enfren-
tarse al aparente “desacato internacional” de uno de sus miembros, y confrontar la anómala
situación. La Cuarta Comisión, al estudiar el caso, concluyó en el sentido de que “existía una
obligación moral, cuando no legal, para que se formalizase un acuerdo de fideicomiso en
25
Doc. A. 334. II Asamblea General, 1947. Lake Succes, N. Y.
91
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
relación con el territorio del África Sur Occidental”. En la Resolución enviada a la Asamblea,
y que por razones de procedimiento –sometida al voto de 2/3 partes– no fue adoptada con
el mismo texto endosado por la Comisión se afirmaba implícitamente y sin reservar que
era clara intención del Capítulo XII de la Carta que todos los territorios bajo mandato, hasta
tanto no obtuviesen su independencia o autonomía, debían regirse por el sistema de fideico-
miso”. En plenaria el término clara intención desapareció, y por lo tanto se opacó la opinión
interpretativa de la Asamblea, perdurando así hasta que evocado el caso en años sucesivos
se alcanzaron otras modalidades del diferendo.
296.¿Puede desprenderse de la acción tomada por la II Asamblea General el que sentase
como conclusión que “no hay obligación legal o institucional, dentro de la Carta, para el
sometimiento de un territorio de antiguo mandato bajo el nuevo régimen de fideicomiso
que ella consagra? Sin tomar partido con una u otra tesis, podríamos en cambio determinar
que el hecho sólo de que la Unión del África del Sur sea uno de los miembros de la Orga-
nización, habiendo ratificado la Carta, compromisaria y responsable en todos sentidos de
los objetivos y principios de la misma, tal calidad genera para ella la obligación moral de
colocar el territorio que administraba de acuerdo con el artículo 22 de la fórmula societaria
ginebrina, dentro de los términos de la nueva norma política universal. ¿Qué justificación
excepcional la privaría de esta obligación…?
297. Durante la Asamblea de París en 1948, las Naciones Unidas conocieron de otra
faceta del problema. El representante de la Unión expresó una política invariable, reve-
lando que el Gobierno surafricano no estaría dispuesto a cambiarla en ningún momento.
La cuestión no pasaba solamente de la esfera doméstica a la internacional como política
de programa, sino como decisión nacional surafricana. La Resolución de 1948 votada por
la Asamblea quiso dar una última oportunidad, dentro de la contrariedad internacional,
para arribar a una solución conciliatoria en toda esta cuestión inexplicable. Pero, ya en
1949, apoderada otra vez la Asamblea, recoge sombríamente los argumentos esta vez
más cortantes del Gobierno de la Unión: un desafío a la Organización Mundial, amena-
zando con retirarse de su seno. En el campo práctico, suspendiendo toda información
transmitida en relación con el territorio, aun aquella que se destinaba ilógicamente para
llenar los fines del artículo 73.e no aplicable en el caso. La Unión afirmó que se causaba
muchos daños en la opinión que se tenía de los puntos de vista del país en el problema,
no habiendo justificación alguna para que se siguieran suministrando datos a las Nacio-
nes Unidas “sobre un territorio explícitamente considerado como parte integrante del
territorio de la Unión”.
298. Desde entonces, la actitud del gobierno que por delegación del mandatario institui-
do por la Sociedad de Naciones ostenta el control del África Sur Occidental, ha sido de sutil
aislamiento, comprendiéndose desde luego por la necesidad de no sufrir el efecto político
internacional de su propia conducta. El cónclave internacional no se detuvo en esa ocasión,
y fue más lejos. Ha ido sin duda más lejos. Pero al reto de la Unión, pese a la falta de infor-
mación sobre el territorio, las Naciones Unidas han fijado una línea de política rígida, cuyas
proyecciones todavía no podemos auscultar, sintetizándola en la Resolución 337 (IV) del 16
de diciembre del 1949 titulada Cuestión del África Sudoccidental: reafirmación de Resoluciones
anteriores y transmisión de Informes, dejando incólumes todos los principios esbozados, y pre-
parando su futura intervención en el problema. Otra Resolución, la 338 (IV) de la misma fecha,
largamente debatida, planteó definitivamente a la Corte Internacional de Justicia la consulta
92
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
sobre el estatus del territorio, y de ella extractamos los puntos siguientes:26 se solicita opinión
sobre: “Cuál es la situación jurídica internacional del territorio del África Sur Occidental y
cuáles son las obligaciones internacionales de la Unión del África del Sur, emanadas de esa
situación internacional; y en particular, a) ¿continúa la Unión obligada internacionalmente
en virtud del Mandato para el África Sur Occidental? Y en caso afirmativo: ¿cuáles son esas
obligaciones?; b) ¿son aplicables al territorio del África Sur Occidental las disposiciones del
Capítulo XII de la Carta? Y, en caso de serlo: ¿de qué manera pueden aplicarse?; c) ¿tiene la
Unión Sur Africana competencia para modificar la situación jurídico-internacional del territorio
del África Sur-Occidental? O en caso de respuesta negativa, ¿quién tiene la competencia para
determinar y modificar la situación jurídica internacional del territorio…?”.
299. Todo el drama del territorio ha sido admirablemente vaciado en el Informe oral
presentado a la Corte por el representante del Secretario General de las Naciones Unidas,
Dr. Iván Kerno, en el cual pormenorizadamente se exponen las alternativas del diferendo, el
historial del mismo y las consecuencias de la opinión consultiva solicitada por la Asamblea.27
En ese Informe resaltan con sucesión de fechas, los esfuerzos de las Naciones Unidas por
llegar a un arreglo del problema, y cuan difícil apareció desde sus comienzos este caso. En
sus conclusiones se leen estas frases: “El Pacto de la Sociedad de Naciones ha considerado
como “sagrada misión” el bienestar y desarrollo de los pueblos que no son aún capaces
de gobernarse por sí mismos. La Carta de las Naciones Unidas ha recogido esta noble idea.
Vosotros tenéis ante la Corte las dificultades surgidas en un caso especial, particularmente
complicado e importante. Ese caso ha estado preocupando a la ONU desde su verdadera
concepción como Organización Internacional, y en todas las Asambleas se ha expresado una
opinión sobre el mismo. Estoy seguro que la Corte encontrará en su opinión base legal qué
ofrecer para su rápida solución”.
300. La máxima corporación de justicia internacional emitió su consulta el 11 de julio del
1950, concebida en estos términos: 1.º, el Territorio del Sud Oeste africano es un territorio
sometido al Mandato internacional asumido por la Unión Sur Africana el día 17 de diciembre
del 1920 (opinión por unanimidad de los jueces); 2.º, por doce votos contra dos, “la Unión
Sud-Africana continúa ligada a las obligaciones internacionales enunciadas por el artículo
22 del Pacto de la Sociedad de Naciones y al Mandato para el África Sur Occidental, así como
a la obligación de transmitir las peticiones de los habitantes de este territorio, y estando las
funciones de control ejercidas por las Naciones Unidas, a quienes deberán someterse los
informes anuales y las peticiones, conforme el artículo 7 del Mandato y el artículo 37 del
Estatuto de la Corte, en cuanto a las jurisdicciones de la antigua Corte Permanente de Justicia
Internacional; 3.º, por voto unánime, las disposiciones del Capítulo XII de la Carta se aplican
al territorio de África Sur Occidental en cuanto ellas facilitan los medios para colocar el te-
rritorio bajo el régimen de fideicomiso; 4.º, por ocho votos contra seis, “las disposiciones del
Capítulo XII de la Carta no imponen a la Unión Sur Africana la obligación jurídica de colocar
el territorio bajo el régimen de la Carta de las Naciones Unidas”. 5.º, por unanimidad, “la
Unión Sur-África, obrando por sí sola, no es competente para modificar el estatuto interna-
cional del territorio del sud-oeste africano, y la competencia para determinar y modificar
este estatuto pertenece a la Unión de común acuerdo con las Naciones Unidas”.
26
Docs. oficiales IV As. General, 1949. Res. Doc. a/1251, p.49, 1950.
27
Kerno. Status Internacional del África Sur Occidental. El Haya. 16-17 de mayo de 1950. Public. A. W. Sijthoff
Publishing Co. Leyden, Holanda.
93
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
301. La opinión disidente del Juez A. Álvarez, el notable internacionalista chileno, reco-
noce que “si se declara que la Unión no tiene la obligación jurídica de concluir el acuerdo de
que se trata, ella en todo caso tiene la obligación político-internacional o el deber de hacerlo.
Si este acuerdo no ocurre, es entonces factible que las Naciones Unidas tomen las medidas que
estimen necesarias, puesto que están facultadas para ello por el Artículo 10 de la Carta.
302. El juez Visscher declaró en su opinión separada que “la Carta ha dado nacimiento a
un régimen internacional que no hubiera tenido sino una existencia teórica si las potencias
mandatarias no se hubiesen reconocido obligadas a negociar los acuerdos que operarían
la conversión de su mandato en fideicomiso”. Más adelante expresó que “la obligación de
disponerse a negociar en vista de la conclusión de un acuerdo representó el mínimo de co-
operación internacional sobre la cual todo el régimen previsto está reglamentado por la Carta,
y sin la cual hubiera desaparecido”. Es preciso recordar, en ese mismo orden de ideas, que
la interpretación de un gran acto constitucional internacional como la Carta de las Naciones
Unidas no podría inspirarse en concepciones individualistas que prevalecen generalmente
en la interpretación de Tratados comunes. Resulta de los enunciados del artículo 76 de la
Carta que “los fines esenciales del régimen de fideicomiso” están conformes con los fines de
las Naciones Unidas enunciados en el artículo 1.º de la Carta. Reconociendo la obligación de
negociar un proyecto de acuerdo de tutela, sin enajenar la libertad de aceptar o repudiar sus
términos, las potencias mandatarias se han comprometido, en un dominio particularmente
importante, a reconocer los altos fines de la Organización de las Naciones Unidas”.
Citamos estas dos opiniones para demostrar cómo el pensamiento jurídico disidente
expuso su crítica a la decisión mayoritaria de la Corte adoptando en la precitada opinión
consultiva, posiciones de difícil ejecución, como se comprobó después, al tratar la Asamblea
General de lograr con el África del Sur nuevas orientaciones hacia el problema.
303. Durante el período de sesiones de 1950, la Asamblea decidió que el modo normal de
modificar la condición jurídico-internacional del territorio sería por medio de un convenio de
fideicomiso, estrictamente enmarcado dentro de los términos del Capítulo XII de la Carta.
304. Hacia estos fines, estableció una Comisión Especial para que conferenciase con el
Gobierno de la Unión respecto de las medidas de procedimiento para poner en práctica la
opinión consultiva de la Corte acerca de la condición jurídica del territorio. El 17 de octubre
del 1951 la Comisión informó que la Unión del África del Sur estaría dispuesta a reasumir
sus obligaciones internacionales a base del Mandato conferídole por la Sociedad de Naciones,
negociando un nuevo instrumento con Francia, el Reino Unido y los Estados Unidos, las tres
potencias restantes de las Principales Potencias Aliadas y Asociadas de la Guerra Mundial del
1915-18. De este modo, se descartaría la intromisión de las Naciones Unidas en el problema.
La Comisión Especial desestimó esta fórmula y contrapropuso otra mediante la cual la ONU
daría su asentimiento final a lo acordado. Al mismo tiempo se pensó en reinstituir un órgano
similar, para este caso solamente, a la Comisión de Mandatos de la Sociedad de Naciones
encargado de la “supervisión internacional”. Ningún acuerdo fue logrado, agravándose el
diferendo por la ausencia de información sobre el territorio del África Sur Occidental, dejada
de transmitir por el Gobierno del África del Sur.
305. Durante 1951, la Asamblea dirigió un solemne llamamiento a la Unión para que
considerara nuevamente su actitud respecto del África Sur Occidental, y la instó a que
reanudara las negociaciones con la Comisión Especial, con objeto de concertar un acuerdo
que llevara plenamente a la práctica la opinión consultiva de la Corte Internacional de
94
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
Justicia. Esta actitud encontró el vacío, y para 1952 las consultas de la Comisión Especial con
el representante del Gobierno sudafricano no fueron concluyentes. La VII Asamblea General
conoció del sombrío informe que revelaba el desacuerdo fundamental entre las partes.
306. Ello da robustez a la opinión disidente del Juez J. E. Read, incluida en el documento
de la Corte Internacional de Justicia, al señalar que “el estatuto del Territorio del África Sur-
Occidental, en tanto que considerado como territorio bajo mandato, ha sobrevivido a la Sociedad
de Naciones”. Está por lo tanto de acuerdo para admitir que las obligaciones internacionales
de la Unión en virtud del mandato han continuado existiendo. Sin embargo, se separa de la
mayoría de los demás magistrados de la Corte en dos aspectos: a) la supervivencia de los
derechos e intereses jurídicos de los Miembros de la Sociedad de Naciones parece importante;
b) el efecto de la disolución de la Sociedad tiene efectos sobre ciertas obligaciones auxiliares
que se derivan del Mandato.
307. El distinguido jurista entiende que “los mismos motivos que fundamentan la con-
clusión según la cual el Mandato y las Obligaciones de la Unión no han sido abrogadas o
extinguidas por el hecho de la disolución de la Sociedad de Naciones, lleva necesariamente
a la conclusión de que los derechos e intereses jurídicos que se reconocen a los antiguos
miembros de aquella, subsisten. Estos derechos deben mantenerse en tanto que se manten-
gan los de la Unión”.
308. Y así, mientras más se ahonde en el problema más lejana se podría ubicar su solución,
a no ser porque un elemento básico predomina con el derecho de las Naciones Unidas de
evocar la situación: la obligación moral asumida por la Unión al suscribir y ratificar la Carta.
Es esta circunstancia, y sobre todo ella, la que debe ponderar todo analista, para considerar
que el estatuto del territorio exige una fórmula transaccional. Que, además, está de por me-
dio el interés de los habitantes, y que estos se encuentran virtualmente despojados de los
derechos que el Mandato reconocía a ellos, y sobre los cuales la comunidad internacional
tiene también otra gran dosis de obligación moral.
309. Las Naciones Unidas plantearán de nuevo en Asambleas venideras su derecho
a exigir la definición de un status que asegure la sagrada misión de civilización para esa
colectividad. Lo injusto es que el territorio esté vedado a toda inspección, a todo juicio y en
particular, al encauzamiento del pensamiento de sus hombres y mujeres por los derroteros
determinados en el preámbulo de la Carta y en los principios que gobiernan los Capítulos
XII y XIII del instrumento mundial.
Capítulo VII
EL ACUERDO DE FIDEICOMISO
PARA LA ANTIGUA SOMALIA ITALIANA
Transformación en la interpretación de las normas que gobiernan el régimen de administración territorial. Acti-
tud de la Asamblea General frente a la disposición de las antiguas colonias italianas.
El anexo de principios constitucionales. Características del acuerdo de fideicomiso.
310. De conformidad con el artículo 23 del Tratado de Paz con Italia, firmado en 1947 entre
ese país y las potencias aliadas de la II Guerra Mundial, se formalizó la renuncia italiana a
sus territorios coloniales en el África, envolviendo títulos y derechos. La situación afectó las
colonias de Somalia y Eritrea, en el oriente medio africano y de Cirenaica y Tripolitania en
el norte y Mediterráneo. El territorio de Somalia, mirando hacia el Índico, tiene un área de
95
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
96
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
314. Coordinada así la intervención de las Naciones Unidas, estas se revisten de una
autoridad manifiesta y en ejercicio de la misma toman a su cargo la redacción de un convenio
de fideicomiso, que negociado con Italia –en este caso designada de antemano autoridad
administradora– constituye el instrumento regulador de las aspiraciones del pueblo somalí
al mismo tiempo que guardián de los objetivos de la Carta. El fideicomiso para la Somalia,
se prevé en la misma Asamblea, es radicalmente distinto de todos los demás, porque la
comunidad internacional representada en las Naciones Unidas ha tenido la oportunidad
de vaciar en sus términos una serie de disposiciones nuevas, producto de la experiencia, y
otra de estipulaciones fundamentadas en los sagrados postulados de la Carta. El Consejo de
Administración Fiduciaria fue el organismo encargado de negociar con Italia las diversas
fases del convenio de administración, para someterlo luego a la Asamblea General durante
su V período de sesiones, recabando la plena aprobación de la más alta representación de
la Organización internacional.
315. El fideicomiso contiene, además, por acuerdo de la Asamblea, una directriz de
principios constitucionales que el propio organismo endosa, registrándose por la primera
vez este hecho normativo en la historia de los regímenes de administración internacional.
Ningún otro fideicomiso, ni menos los mandatos de la Sociedad de Naciones, contiene ese
grupo de enunciados. La Resolución de la Asamblea expresa: “El acuerdo de administración
fiduciaria incluirá un anexo que contenga una declaración de principios constitucionales
que garantice los derechos de los habitantes de la Somalia y provea a la organización de
instituciones destinadas a asegurar la iniciación, el desarrollo y el subsiguiente estableci-
miento de la plena autonomía”.
316. En tanto, otro precedente lo constituye el párrafo 4.º de la Resolución, mediante el
cual “la autoridad administradora sea ayudada, y asesorada por un Consejo Consultivo
compuesto de los representantes de los siguientes Estados: Colombia, Egipto y Filipinas.
La sede del Consejo será Mogadiscio. Las atribuciones precisas del Consejo Consultivo se
determinarán en el acuerdo de fideicomiso, y en ellas se incluirá una disposición en virtud de
la cual el Consejo de Administración Fiduciaria invitará a los Estados Miembros del Consejo
Consultivo, si no son miembros del Consejo de Administración Fiduciaria, a participar sin
voto en los debates de éste sobre cualquier asunto que se relacione con este territorio”.
317. Nos hemos de preguntar lo siguiente, en vista de lo anteriormente expuesto: esta
trayectoria básica dentro de las disposiciones de la Carta; la aceptación por la comunidad
internacional de Estados, de los principios de aquélla, su sumisión a los enunciados de los
Capítulos XII y XIII, y la aceptación sin reservas hecha en el Tratado de Paz con Italia –por
ejemplo– de las facultades y poderes de la Asamblea General de las Naciones Unidas, ¿no
equivale al reconocimiento jurídico internacional de las nuevas normas que orientan el destino
de los pueblos no independientes? Mayor evidencia no podríamos encontrar ahora, si es que
se hubiere dudado por un momento en cuanto al alcance de las aplicaciones doctrinales y
jurídicas de los textos de la Carta, o ya sobre el fundamento legal que amparara en su época
al régimen de mandatos, y después a su sucesor, el régimen de administración fiduciaria.
318. Negociación del acuerdo de fideicomiso para la Somalia. Una de las páginas más sobre-
salientes en la historia de las Naciones Unidas lo constituye la negociación del acuerdo de
fideicomiso para la Somalia ex italiana. En cierto sentido, hemos tenido el honor de ser actores
y testigos en esta nueva fase del derecho internacional moderno, asistiendo a las sesiones
preliminares del Consejo de Administración Fiduciaria al iniciarse el conocimiento de este
97
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
punto. En el Consejo, la República Dominicana ocupó por la primera vez el asiento que le
correspondió en virtud de la elección a dicho Organismo resultante de la IV Asamblea General
de 1949. Y para vincularnos aun más al estatuto somalí, nuestro país ostentó la presidencia de
la Comisión que debía negociar directamente con Italia el proyecto de fideicomiso, alcanzando
un señero y destacado triunfo, y contribuyendo en la elaboración del convenio.
319. En las ya memorables sesiones de Ginebra, la Comisión para el fideicomiso de
Somalia conoció de fórmulas precisas, compromisarias, frente al proyecto sometido por el
Gobierno Italiano como autoridad administradora designada por la Asamblea General. Las
consecuencias inmediatas de ese acuerdo fueron las siguientes: a) reconocimiento pleno del
papel que las Naciones Unidas juegan en la comunidad internacional de Estados; b) otorga-
miento de un fideicomiso internacional a un Estado no miembro de las Naciones Unidas; c)
este Estado tendrá asiento en el Consejo de Administración Fiduciaria, sin voto.28
320. Modalidades del acuerdo. Aunque sujeto, por razones constitucionales de la Carta, a
la aprobación de la Asamblea General, el acuerdo de fideicomiso para la Somalia adoptado
unánimemente por los Miembros del Consejo de Administración Fiduciaria –ausente sola-
mente la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas al negarse a colaborar entonces en ningún
organismo de la ONU donde estuvieren presentes los Delegados del Gobierno Nacionalista
de China–,29 constituye un documento de naturaleza y carácter notable, por encerrar los
más avanzados criterios jurídicos dentro de sistema de administración internacional, y por
representar un considerable avance en la trayectoria de las Naciones Unidas frente a materia
semejante. El fideicomiso de Somalia sienta un curso de opinión realista por parte de las
Naciones Unidas, oportunidad aprovechable toda vez que la Asamblea tuvo plena libertad
para dictar sus orientaciones. En efecto, mientras en el comienzo del sistema de administra-
ción internacional las autoridades de territorios bajo mandato presentaron los proyectos de
acuerdo, y no hubo contraproyectos sino debate a base de los únicos textos existentes, en el
fideicomiso para Somalia se tuvieron en cuenta tres sugestiones: el proyecto de fideicomiso
del Gobierno Italiano; un cuadro de propuestas de la República Dominicana y un proyecto
de Filipinas. La Comisión coordinó los tres documentos y de ello surgió el texto finalmente
aprobado el 27 de enero del 1950, y luego adoptado por la V Asamblea General.
321. Examinemos sus términos y veamos qué modalidades contiene:
a) el grupo de Potencias Aliadas que firmaron el Tratado de Paz con Italia convinieron en
aceptar las recomendaciones de la Asamblea General en relación con el destino de las antiguas
colonias italianas. El fideicomiso, por lo tanto, legaliza el estatus mismo del territorio y es su
consecuencia directa al sentar un nuevo principio: el de la soberanía del territorio. Se evidencia
que Italia renunció a ella, pero en beneficio de la colectividad o el pueblo mismo de la Somalia.
La renuncia abarcó también la de toda clase de derechos y títulos poseídos con anterioridad;
b) de la detentación de la soberanía por la colectividad somalí se desprende naturalmente
la disposición de la Asamblea General para que dicho territorio obtenga la independencia en
un período de diez años en 1960, es decir, representa al mismo tiempo un ciclo absoluto de
aplicación de los principios que rigen el sistema de administración fiduciaria, tales como la
28
Documento T/456, del 31 de enero de 1950. Fideicomiso para la Somalia. Adoptado el 27 de enero del 1950.
C. A. F.
29
Nuevo problema surgido en 1950 en el Consejo de Seguridad y en veinticinco organismos más de la ONU.
Rusia reconoció el régimen comunista de Mao Tse Tung en 1949. Récords de sesiones a consultar. 1947, y 1948. I, II y
IV período de sesiones.- Asamblea General. Lake Succes. Ausencia rusa en el C. de A. F. durante los períodos de 1947
y 1948.
98
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
99
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
La legislación social, obrera, educacional y sanitaria debe conformarse igualmente con las
más avanzadas normas de la civilización. Muchas de estas disposiciones no están incluidas
en los textos de los acuerdos de 1946 y 1947.
El artículo 4.º del fideicomiso somalí adopta una disposición que refleja la de las dos
Resoluciones de la Asamblea General del 1949 sobre avance educativo así como sobre alfabe-
tización en los territorios en fideicomiso o no autónomos. Una de ellas fue auspiciada por la
Delegación del Brasil y la otra, desde la Comisión Especial del artículo 73.e –en su sesión del
año citado– por la República Dominicana, honrándonos en presentarla y sostenerla desde tal
Comisión hasta las plenarias de la Asamblea General. La autoridad administradora reconoce
que en la educación reside la única base fundamental en la cual puede sostenerse y desarrollarse el
índice moral, social, político y económico de los habitantes del territorio. Estas son menciones que
aparecen por primera vez en un documento de esta naturaleza, sentando una norma cuyo
alcance se mide por sí solo.
i) en el fideicomiso para Somalia desaparece también –hablando de la legislación y juris-
dicción de la autoridad administradora– la disposición sujeta a tan diversas interpretaciones,
que contenían los mandatos de tipo B y C de la Sociedad de Naciones, y aun los acuerdos
anteriores de fideicomiso indicando que “el fideicomisario administrará el territorio como
parte integrante del suyo adyacente”. El artículo 7 del acuerdo expresa que la autoridad ad-
ministradora tendrá plenos poderes de legislación y jurisdicción sujetos a las provisiones de
la Carta de las Naciones Unidas, al acuerdo y anexo al mismo y podrá aplicar, temporalmente
y con las modificaciones que sean necesarias, las leyes italianas que sean apropiadas a las
condiciones y requerimientos del territorio, y que no sean incompatibles con el objetivo final
de la independencia del territorio.
Esta cláusula revela el logro de una gran victoria jurídico-legal para esta categoría de
instrumentos internacionales.
j) en el sistema del nuevo acuerdo, el régimen territorial de Somalia es específicamente
distinto al de todo otro acuerdo de la misma naturaleza. En el artículo 14 se tiene por finalidad
proteger el territorio para cuando sea entidad política independiente, de toda maniobra de
control comercial o financiero que enajene las tierras de la colectividad a personas que no
pertenezcan a ellas o a corporaciones extrañas al territorio;
k) en el artículo 16, se plantean todas las disposiciones de orden social, vaciadas en la
Carta de las Naciones Unidas, en la Declaración de los Derechos del Hombre y en las libertades
fundamentales preconizadas como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Igual ocurre
con las libertades de culto y de libre circulación –que también figuraban en los acuerdos
de mandatos–, y las libertades de asociación y de palabra, protegidas por el artículo 19 del
convenio.
322. Finalmente, los artículos 23 y 24 se refieren al término del fideicomiso y al transfe-
rimiento, con arreglos hechos dieciocho meses antes, de las funciones de Gobierno debida-
mente constituido e independiente del territorio.
Ante estas cláusulas, ¿puede considerarse satisfecha la comunidad internacional…?
Creemos que con muy pocas reservas, las disposiciones del fideicomiso más reciente que
ha acordado la Organización Mundial representa un novísimo jalón en los anales políticos
y jurídicos de los Estados que constituyen la actual asociación internacional.
323. El anexo de principios constitucionales. La innovación más destacada del fideicomiso
para Somalia –y sin excepción de todos los instrumentos de esa naturaleza– es sin duda
100
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
101
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
102
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
Capítulo VIII
RÉGIMEN JURÍDICO DEL FIDEICOMISO
Diferencia de su estructura con la del sistema de mandatos. El fideicomiso como institución
de derecho público internacional. El concepto de la supervisión y control ejercidos
por la comunidad internacional. Otros ángulos de la cuestión.
333. Entremos en la parte de este estudio dedicada a determinar sobre qué base y cuáles
condiciones, en derecho internacional, se rige el sistema de la Carta de las Naciones Unidas para
administrar un territorio no independiente por medio del fideicomiso. En muchos casos es
sutil la diferencia teórica entre el sistema de mandatos de la Sociedad de Naciones y el régimen
fideicomisario de la actual organización de Estados. Ambos son, en el terreno político o ya en el
práctico o de aplicación, una forma de administración reconocida en derecho internacional.
Ambos son consecuencia de la concurrencia interestatal hacia la colaboración y la coopera-
ción en un servicio público más eminente y responsable que cualquier otro relacionado con
las colectividades no autónomas del mundo. Luego, aparte de los objetivos, son conclusi-
vamente, efecto de la evolución del pensamiento jurídico-político de la humanidad, y por
lo tanto debe existir la razón de su imperio, reglamentativo de los órdenes con los cuales se
desea desvincular de todo interés de política nacional o estatal lo que debe perdurar en el
consorcio común del mundo y sus habitantes.
334. Se ha dicho que el régimen que imperó durante la vida de la Sociedad de Naciones
fue estático. Sin embargo, no se justificó tal criterio cuando la Liga dejó de existir. Si se toma
como punto de partida para cualquier debate de filosofía político-internacional, debemos
recordar que el sistema de los Mandatos surgió como reacción al sistema colonialista, reacción
que los propios Estados coloniales no pudieron detener ni aminorar. Ellos mismos, en 1919,
dieron apoyo a la idea del surafricano brigadier general Hans Christian Smuts, aplicándola a
los territorios de antigua soberanía alemana y otomana, y encentrándola en los enunciados de
Woodrow Wilson. El hecho de que en San Francisco de California, cuando las Naciones Uni-
das tuvieron su nacimiento, se cambiase con radicalismo en muchos casos, la administración
internacional de territorios, y al hacerlo, se copiasen muchas de las disposiciones anteriores del
viejo sistema, no quiere decir que se contemple falta de equilibrio en la serie de disposiciones
como las que hemos visto adoptadas en los Capítulos XII y XIII de la Carta, y aun menos en
los principios de la Declaración del Capítulo XI relativa a los territorios no autónomos.
335. El fideicomiso internacional es, incuestionablemente, una institución de Derecho
Público Internacional –de creación reciente–, y cuya estructura encuentra fundamento en
103
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
30
Schelle, obra citada. Edición París, 1948. Droit International.
104
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
adquiridas”, se hizo necesario la inclusión del artículo 80 de la Carta, según el cual “excepto lo
que se ha convenido sobre los fideicomisos individuales, aprobados de acuerdo con los artícu-
los 77, 78, 79 y 81 de la Carta, colocando a cada territorio bajo tutela y hasta que tales acuerdos
sean concluidos, nada en la Carta será interpretado en el sentido de alterar en ninguna manera
los derechos de cualquier Estado o Estados o pueblos, sobre los términos de los instrumentos
internacionales existentes en los cuales Miembros de las Naciones Unidas sean partes”.
340. El propósito de tal artículo, conservador en su fondo, como lo hacen ver Goodrich
y Fiambro, es el de hacer patente toda reserva en cuanto a los derechos que puedan recla-
mar Miembros de las Naciones Unidas que anteriormente tenían la responsabilidad de la
administración territorial por medio del sistema de los mandatos. Es claro que el artículo
80 se refiere solamente, y no podría serlo más allá, a la situación creada por los artículos 77,
78 y 79 de la Carta, y en general el Capítulo XII.
341. La Carta no expresa absolutamente nada en cuanto a la “naturaleza jurídica” de la
institución internacional fideicomisaria. Es por esto que hemos tratado de indagarla y pa-
récenos apropiado el contemplarla dentro del concepto de institución de derecho positivo
internacional. Los propios acuerdos de tutela, particularmente el de Somalia, son los que
podrían ofrecernos una más perfecta idea de tal naturaleza jurídica. Schelle, por ejemplo,
afirma que “la Carta no contiene, como el artículo 22 del Pacto de la Sociedad de Naciones, un
cuadro constitucional en el cual se inserte el estatuto de cada colectividad bajo tutela. Ella
abandona toda norma, limitándose a enumerar no sin prolijidad, los objetivos esenciales del
régimen de fideicomiso, conforme a los fines generales de las Naciones Unidas. Esta enu-
meración a veces se repite con la del Capítulo XI relativo al régimen colonial (diríamos al
régimen de territorios no autónomos) en general. Especifica, sin embargo, que “la evolución
progresiva hacia la capacidad, por las colectividades bajo tutela, de administrarse por sí mis-
mas, puede llegar hasta la independencia teniendo en cuenta los deseos libremente expresados
de los habitantes de las poblaciones interesadas, el respeto de los derechos humanos y de
las libertades fundamentales, sin distinción de sexo, lengua o religión”.31
342. Quizá lo que el jurista no quiera enfocar es el sentido humanista de la Carta en
disposiciones que tienen, sin embargo, fundamento en un orden del derecho internacional
actual en constante evolución. Por eso mismo, nos atrevemos a insistir en que la naturaleza
misma del pacto o contrato internacional que lo crea y convierte en un sistema determinado
aplicado a ese concepto de servicio público que el mismo autor destaca, se confunde con la
del fideicomiso propiamente dicho sin que sea necesario ahondar en sus orígenes.
343. Supervisión internacional. En la Carta de las Naciones Unidas, justamente, el logro central
de la juridicidad del sistema de administración fiduciaria reside en lo que denominamos
muchas veces supervisión o control internacional. Ese control, como acción genérica, por sí
solo, fue considerado antes en las relaciones de los Estados, como de imposible aplicación.
En realidad, se trata de un concepto que podría ir demasiado lejos –en el sentir de muchos
tratadistas– y mucho más lejos en el de los estadistas, Gobiernos u hombres de política.
Casi utópico, podríamos agregar, si colocamos ese término –control o supervisión– en los
días victorianos de Inglaterra o en los de la carrera colonialista de la Alemania de los Ho-
henzollern y Bismarck, ora en las elásticas teorías políticas de Francia, Bélgica, Portugal y
España como potencias coloniales. Más remota fue la enunciación de esa idea cuando se
31
Schelle, obra citada, p.233. Regime juridique. N.o 23.
105
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
pensaba en la vastedad de los dominios del monarca otomano, autocrático y señorial. De ahí
deducimos que, teóricamente, el sistema de mandatos se caracterizó con determinada función
de control. Sin embargo, ese control fue diluido en el ambiente diplomático dominador por
excelencia en las reuniones de la Comisión Permanente de Mandatos: revelado en la forma
cómo sus observaciones y reparos eran llevados al Consejo de la Sociedad de Naciones y a
veces jamás filtrado al través de los programas de trabajo de la Asamblea.
344. Dentro del sistema de administración fiduciaria, el panorama es diferente. Nuestras
conclusiones no son puramente estáticas, sino por el contrario, se deducen del intercambio
de ideas en las Asambleas Generales, y especialmente de la dinámica de un organismo que
como el Consejo de Administración Fiduciaria está armado de engranajes con los cuales se
precipita la marcha de toda la estructura del sistema.
345. La supervisión o control de que hablamos reside en la Asamblea General, órgano
principal de las Naciones Unidas; órgano vital del sistema de administración por fideico-
miso, la cual lo ejerce efectivamente al través del Consejo de Administración Fiduciaria o
de Tutela. Podemos admitir que esa supervisión contenga una deformación en el estricto
concepto del principio de autoridad, pero no sin dejar de afirmar que en un territorio no
independiente, colocado bajo el sistema, la soberanía no es detentada por la autoridad admi-
nistradora. Se trata de una soberanía en suspenso –en el caso de los fideicomisos anteriores
al de Somalia–; detentada subjetivamente por la comunidad internacional misma, si es
que no se ha expresado en forma indiscutible que es el pueblo de la colectividad quien
la retiene.
346. Al concepto de responsabilidad y supervisión internacional se le dio mayores propor-
ciones en la Carta de San Francisco, como resultado de las conclusiones de expertos, que
estimaron la necesidad de que tal principio se preestableciera, dotando así al régimen de
fideicomiso de mayor potencialidad que el de mandatos.
347. Mientras la supervisión o control internacional es indiscutida en la materia de fideico-
miso, las potencias administradoras de territorios no autónomos rechazan, dentro del Capítulo
XI, por ejemplo, toda posibilidad de que las Naciones Unidas se abroguen tales facultades;
facultades que “no se tuvieron en mente en la Declaración sobre los Territorios no autónomos”,
para así repetir el argumento de uno de los representantes de aquéllas en la Asamblea General.
Es decir, en este último caso, habría una intromisión en los asuntos internos o constitucionales
de los Estados administradores y se violaría no solamente la soberanía nacional, sino el artí-
culo 2, inciso 7.º de la Carta de las Naciones Unidas que reconoce el principio de no intervención,
inspiración de la norma de Derecho Público Internacional Americano.
348. La supervisión internacional, en nuestro modo de ver, existe porque es de la esencia
misma de la institución que la crea, la admite y la impone. De lo contrario sería frustratoria
la composición misma del Consejo de Tutela y la presencia en él, primero, de países admi-
nistradores, y luego, de los que no tienen tal responsabilidad; después, por la intervención
directa de la Asamblea General, ya al través de sus plenarias o muy particularmente por su
Cuarta Comisión, encargada reglamentariamente de estudiar los asuntos relativos al Consejo
de Administración Fiduciaria y a todos los problemas del Capítulo XI de la Carta.
349. Advertimos que existe concurrencia de opinión en cuanto a que el Consejo ejerce
la supervisión internacional valiéndose de tres medios: a) al estudiar los informes anuales
sometídoles por las autoridades administradoras de conformidad con sus obligaciones
contractuales y la Carta; b) al aceptar y examinar libremente las peticiones sometídales por
106
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
individuos, grupos o poblaciones de los territorios, o ya las enviadas por otras fuentes; c) por
el envío periódico o no de las Misiones visitadoras, cuyo propósito, como se ha visto, es
el de investigar las condiciones de los territorios en el terreno mismo.
350. El Consejo obra a la manera de una jurisdicción de juicio, ponderando toda infor-
mación, aplicando su propio procedimiento, y tomando las conclusiones que somete direc-
tamente a las potencias administradoras, teniendo estas en conjunto o ya individualmente,
según los casos y la práctica, la oportunidad de discutir y presentar sus contraalegatos.
Esta oportunidad, libre acción en todos los organismos de las Naciones Unidas, se repetirá
una y otra vez en el seno de la Comisión Cuarta y en la plenaria de la Asamblea General.
El principio de supervisión o control internacional aparece, pues, irrestricto, abierto a la
consideración de la opinión pública, oficial y privada del mundo.
351. Diferencias de los dos sistemas. Después de diez años, muy poco se ha escrito sobre las
diferencias básicas entre los dos sistemas de administración internacional que representan la
evolución jurídico-política de cuatro décadas importantes del siglo XX. En ese período, dos
grandes conflagraciones mundiales han afectado completamente la faz y la ordenación del
universo, las relaciones entre sus hombres y Gobiernos, y tomando nuevas orientaciones,
–ideológicas unas, demagógicas otras–, mas dentro del clasicismo político la mayoría, se ha
evidenciado la necesidad de volver a escribir el derecho positivo internacional para aplicarlo
a las relaciones entre los Estados de la comunidad jurídica internacional.
352. La mayor parte de los comentarios que hemos encontrado sobre el fideicomiso están
vertidos en trabajos esporádicos, entre los cuales se citan elementos de difusión y propagan-
da de las Naciones Unidas, aportando en general, interés descriptivo o informativo, pero
no doctrinario. Recientemente, uno de los más destacados representantes de una potencia
administradora, teniendo en su hoja de servicios la de haber presidido por la primera vez
en 1947 el Consejo de Administración Fiduciaria en su sesión inicial, ha escrito un intere-
sante trabajo, compendiado, en el cual enfoca unos cuantos problemas legales del sistema
de administración fiduciaria.32 Este estudio nos ha ofrecido algunas ideas, particularmente
en lo que se refiere al concepto de soberanía en los territorios en fideicomiso, al propio de
la supervisión internacional anteriormente citado, y en cuanto a la obligatoriedad o no
por los Estados Miembros de colocar bajo el régimen de administración a los territorios de
antiguo mandato.
353. El autor concluye indicando que “sería un error suponer que porque los Capítulos
XII y XIII de la Carta que establecen el sistema de administración fiduciaria han suscitado
una serie de problemas legales complejos, como resultado de ellos, el Consejo de Tutela
no ha podido llevar adelante el sistema y cumplir con éxito sus funciones. Es cierto que
los problemas existen y que muchos de ellos no han sido aún resueltos. Pero, el Consejo
de Tutela está arando en terreno virgen; por lo tanto, explora nuevos y hasta ahora nunca
trillados caminos. Es inevitable que confronte innumerables dificultades legales y políticas.
Lo realmente importante y notable es que esos problemas no evitan el progreso del sistema.
Ninguna barrera legal o constitucional está impidiendo que el Consejo de Administración
Fiduciaria haya iniciado bien y continúe trabajando victoriosamente en sus tareas explora-
doras. Debemos llegar a la conclusión de que su fundamento legal es bueno”.
32
Francis B. Sayre. Delegado de EE. UU. ante el C. de A. F. Ver Amer. Journal of Int. Law. Vol. 42, abril, 1948,
p.262.
107
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
354. Vistas las generalidades que hemos expuesto, pasamos al análisis comparativo entre
el sistema de administración internacional por mandato y por fideicomiso:
Las principales características que diferencian los dos sistemas pueden clasificarse en de
fondo y de forma, aunque en muchas ocasiones se confundan debido a tener linderos comunes,
y porque el sistema de fideicomisos, como nuevo al fin, está en período de adaptación. Sin
embargo, parécenos lógico establecer su análisis del modo siguiente:
a) en el mandato, es decir, el sistema del artículo 22 del Pacto de la Sociedad de Naciones,
la renuncia de los títulos de los territorios coloniales de Alemania y Turquía, se hizo en
beneficio de las Potencias Aliadas y Poderes Asociados. El Consejo Aliado, como lo juzga
Schelle, actuó como ejecutivo de hecho de la comunidad internacional, y luego, la Sociedad
de Naciones legalizó la situación, incorporándola en el artículo 22 citado.
En los fideicomisos, el artículo 77 dispone que el “régimen de administración fiduciaria
se aplicará a los territorios de tres categorías, entre ellos, los actualmente bajo mandato;
b) En el artículo 22 del Covenant se clasificaron tres mandatos, de categoría A, B y C,
correspondiendo a situaciones distintas enfocadas desde su aspecto geográfico hasta el
político o social. El carácter del mandato difiere del grado de desarrollo de la colectividad
que pueda ser afectada con el sistema.
En el régimen de fideicomiso internacional, la Carta no establece las situaciones o no-
menclatura del artículo 22 del Pacto de la Sociedad de Naciones. El artículo 77 como todo el
Capítulo XII permiten que cualquier territorio no independiente pueda ser colocado bajo el
régimen fideicomisario. Igualmente establece la categoría de territorios segregados del enemigo,
la constitución de zonas estratégicas con fideicomiso particular para ellas y naturalmente, la
de los territorios de antiguo mandato;
c) En el artículo 22 del Pacto de la Sociedad de Naciones, los objetivos o fines de la admi-
nistración internacional por mandato difieren de acuerdo con las categorías de mandatos A,
B y C. En el sistema de la Carta, los objetivos del Capítulo XII son aplicables, sin distinción,
a todo territorio o colectividad, incluyendo a los territorios determinados en el capítulo
XI. El principio fundamental reposa en la autonomía o la independencia de la colectividad
amparada en el sistema;
d) El principio de soberanía aplicado a un territorio bajo mandato nunca estuvo salva-
guardado en los términos del instrumento internacional. Según Schelle, “en el territorio bajo
mandato lo que ocurre es que ninguna autoridad pretende gozar de soberanía”. El autor entiende
que para localizarla es preciso colocarla en el orden jurídico internacional, representado por
la Sociedad de Naciones.
Aunque en el fideicomiso, de manera principal y a nuestro entender –como principio
irrebatible– la soberanía no reside jamás en la autoridad administradora; la interpretación
del artículo 76 de la Carta permite deducir que reside en el pueblo bajo fideicomiso, a título de
soberanía en suspenso, o bajo tal condición. El acuerdo para Somalia que hemos estudiado,
no deja duda alguna a este respecto ya que en el anexo endosado por la Asamblea General
como principios constitucionales, se declara que la soberanía reside en el pueblo mismo de
la colectividad, aunque ejercida temporalmente por la autoridad administradora.
355. Detengámonos en esta disposición interesante que viene a resolver, como hemos dicho
antes, uno de los problemas legales que el embajador Sayre incluye en un estudio sobre el
fideicomiso. En efecto, en la Declaración de Principios Constitucionales para la Somalia, y como
consecuencia del acuerdo de fideicomiso, lo soberanía la detenta el pueblo mismo de ese te-
108
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
rritorio. Es preciso admitir que han sido las Naciones Unidas, representando a la comunidad
internacional, quienes tenían cierta responsabilidad en tal soberanía, por lo menos desde el
momento en que la Organización debía decidir sobre el destino de esa antigua colonia italiana.
Es también la Organización Mundial la que ha dispuesto que la soberanía somalí sea ejercida,
temporalmente, por la autoridad administradora, y parécenos por lo tanto que tal disposición
ha sido tomada para asegurar la continuidad de esa soberanía, transfiriéndola en hecho al
gobierno independiente que represente al pueblo somalí, una vez terminado el fideicomiso
dentro de los términos de la Resolución de la Asamblea General que ya hemos mencionado. Si
este procedimiento se aplicase a todos los territorios bajo fideicomiso, es evidente que se estará
salvando uno de los primordiales atributos de la personalidad de los Estados, de la razón de
su existencia jurídica como elemento de reconocimiento en el orden internacional.
356. Un analista afirma que “uno de los más complejos problemas legales surgidos del
sistema de mandatos, lo constituye el determinar la localización de la soberanía de los terri-
torios bajo el sistema”. Sobre esto se ha producido literatura vasta y extensa, y más bien nos
decidimos por referir la obra de Wright,33 en la cual se enfoca brillantemente todo el sistema
de la Sociedad de Naciones y especialmente las tesis relativas a esa soberanía. El problema
surge sin duda por la naturaleza misma de los mandatos o del sistema fideicomisario, y
por la íntima relación que se supone entre la colectividad, la autoridad administradora y la
comunidad internacional.
357. Sayre afirma la existencia de cuatro teorías en lo que respecta a la localización del
título de un territorio bajo mandato: a) la soberanía detentada por los Poderes Aliados, en
virtud del artículo 119 del Tratado de Versalles. En el caso más actual, por el artículo 40 del
Pacto de París, que es el Tratado de Paz con Italia, esta renuncia “a todos los derechos y títulos,
así como a reclamaciones derivadas del sistema de mandato o de otro, entendido o acuerdo,
en relación con aquellos, y sobre cualquier clase de derechos que el Estado italiano tenga con
relación a sus territorios”; b) la soberanía la detenta la Sociedad de Naciones. Sin embargo,
no hubo nunca una provisión en el Tratado de Versalles que diera origen a esta teoría. Aquellos
que han defendido la tesis lo han hecho tomando como fundamento el que los mandatos
fueron aprobados por el Consejo de la Liga, y que el mandatario ejercería sus funciones “en
nombre de la Sociedad de Naciones”; c) la soberanía reside en la autoridad administradora.
Esta es la tesis más inaceptable, considerada insostenible, y por lo tanto, ni siquiera para
los mandatos de tipo C, ligeramente admisible. Además, algunos Estados, entre ellos el
Imperio Japonés, declararon que nunca considerarían como incluso en la jurisdicción o so-
beranía territorial de su país los territorios mandatados; d) la soberanía reside en el pueblo
del territorio. Esta tesis procede de un principio inmanente de derecho natural y depende
desde luego de la interpretación que se otorgue al concepto de soberanía. Por lo menos, se
juzga que se aplicó a los territorios de mandato A, aunque en forma tácita, dentro de las
estipulaciones del artículo 22 del Pacto, quedando controvertida en cuanto a los territorios
afectados por mandatos de tipo B y C”.
358. Pero, tengamos en cuenta que en el sistema de fideicomiso de la Carta de las Naciones
Unidas en puridad jurídica, no se salvó ninguna de las teorías expuestas. Sin embargo, la Asam-
blea General como en el Consejo de Administración Fiduciaria, contempló la tesis sustentada
por muchos Estados no administradores, de que la soberanía residía en el pueblo mismo del
33
Wright, Quincy. Mandates under the League of Nations. Chicago, 1932, pp.319 y sigs.
109
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
34
Ver Informe de la IV Comisión. Doc. a/258, 1946. p.6. Docs. A/c4/Sub. 1. Nov. 1946. p 5. Australia. Doc. AC/4-Sub.
1, p.3, 1946.
110
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
111
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
excepción se confronta en los términos de los mandatos de tipo A, para Iraq, Siria y Líbano.
En sus cláusulas se dieron los pasos preliminares hacia la total independencia política de
dichos países. En los mandatos de tipo B, la libertad de pensamiento y cultos, prevención
de abusos, esclavitud, tráfico de armas y alcoholes, constituyen otra de las modalidades del
sistema. En los mandatos de tipo C, sólo los objetivos relativos al interés de los habitantes se
consideran con notoria vaguedad. En ninguna de las tres categorías mencionadas se contienen
prescripciones relativas a derechos humanos, libertades individuales y otras concepciones
del mundo de la post-II Guerra Mundial.
361. Por último, en los mandatos, el tratamiento igualitario en materia de transportes y
comunicaciones, y de puerta abierta para los Estados Miembros de la Sociedad de Naciones
eran ventajas reconocidas, pero solamente en los mandatos de tipo A y B. En los tipos C los
territorios, evidentemente, se asimilaron a las áreas coloniales de la soberanía de la autoridad
administradora o mandataria.
362. Comparando estas circunstancias con los términos de los fideicomisos, veremos
que la Carta avanza en todos los órdenes, principios nuevos aceptados por los Estados al
firmarla y ratificarla, incluyendo las potencias que han sido investidas con la administración
territorial. Los objetivos del fideicomiso son claramente anunciados en el Capítulo XII y sin
vaguedad de ninguna especie, mantienen la necesaria relación con los fines para los cuales
adoptóse el Capítulo XI sobre los territorios no autónomos. Es de la esencia del sistema
fideicomisario el desarrollo progresivo de los pueblos protegidos por él, y es obligación el
incrementarlo. El fideicomiso garantiza los derechos fundamentales del hombre y las liber-
tades proclamadas como sagradas e inmanentes a la personalidad humana, sin distinción
alguna de sexo, religión o idioma, credo o raza.
363. En otros campos, como el económico y comercial, los fideicomisos otorgan trata-
miento igual a los estados Miembros de las Naciones Unidas, pero lo extiende igualmente
dentro de las convenciones que en esos aspectos vinculan a unos Estados con otros. Esa
disposición de tratamiento igual fue otro de los motivos para que el artículo 80 de la Carta
se refiriese a los derechos adquiridos, por las autoridades administradoras en el sistema de
mandatos. Sin embargo, el artículo 76 de la Carta en su párrafo d constituye un compromiso
entre los puntos de vista opuestos, uno sobre la más completa libre acción del tratamien-
to igual o puerta abierta –puntal de la política de Estados Unidos en el Lejano Oriente– y
el otro sobre las implicaciones que pudiere tener la modificación de los términos de los
mandatos, en especial los mandatos de tipo C. El tratamiento igual es aplicable asimismo
a las zonas estratégicas previstas por la Carta, pero “sin perjuicio de alcanzar los objetivos
del sistema mismo”.
364. Según Sayre, definir lo que es tratamiento igual es aún un problema legal no resuel-
to por las Naciones Unidas, quedando abierta la discusión o consideración en cuanto a si
en un área estratégica de un territorio fideicometido la Carta requiere o exige igualdad de
tratamiento comercial o económico para todos los Miembros de las Naciones Unidas. El
artículo 83, párrafo 2 de la Carta, señala que “los objetivos básicos establecidos por el art. 76
serán aplicables a los pueblos de las áreas estratégicas”, y por lo tanto se ha argumentado
que esas palabras confinan la aplicabilidad al pueblo de dichas zonas, haciendo por lo tanto
inaplicables los objetivos del párrafo d del artículo 76 de la Carta, a “los Miembros de las
Naciones Unidas o sus nacionales”. Como lo expresa el autor citado, “ni la Asamblea, ni por
opinión judicial, se ha podido llegar a clarificar el punto”.
112
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
k) En los mandatos, de conformidad con el párrafo 8 del artículo 22 del Pacto, “el grado
de autoridad” del mandatario se determinó en el acuerdo, y si no existía este, el Consejo de
la Liga tendría poderes para definirlo explícitamente. En la Carta no se define el significado
del término “los Estados directamente interesados” vaciado en el artículo 79. Sin embargo,
es obvio que el Estado interesado es aquel designado como administrador, pero que las
Naciones Unidas y sus miembros deben ser también considerados como igualmente inte-
resados. La cuestión tiene realmente importancia en su íntima relación con la soberanía de
los territorios, pero ya que la expresión es susceptible de interpretaciones varias, cualquier
disquisición formalista o no arrojaría mucha duda sobre los problemas que el estudio de la
soberanía originó hasta ahora.
365. El Consejo de la Sociedad de Naciones fue el organismo que dentro del sistema
de la misma, debía aprobar los convenios de mandatos. En el fideicomiso, el Consejo de
Administración Fiduciaria puede negociarlos pero, constitucionalmente, es la Asamblea
por voto de dos terceras partes de sus Miembros –o sea, la casi universalidad de la comu-
nidad internacional si se tiene en cuenta que actualmente las Naciones Unidas la integran
setenta países– la que otorga fuerza ejecutiva al convenio. En cuanto a las zonas estratégi-
cas, es el Consejo de Seguridad el organismo que desempeña el papel de jurisdicción de
estudio, discusión y juicio. Ninguna disposición refirióse en el Covenant a la votación o
procedimiento dentro del Consejo.
366. Aun cuando existen estas diferencias sustanciales entre los dos sistemas, es evidente
que hay otros problemas colaterales que puedan afectar concretamente el mecanismo del
régimen de administración fiduciaria de la Carta. Entre ellos uno es particularmente intere-
sante, y se refiere a si el Consejo de Administración Fiduciaria o Tutela puede ser investido
con otras funciones que no sean las expresamente enunciadas con los Capítulos XII y XIII.
Sus funciones y poderes están establecidos y enmarcados en los artículos 87 y 88 de la Carta,
pero, concordamos con algunos de los pocos comentaristas que hasta ahora han enfocado este
ángulo del fideicomiso, dejando por sentado que frente a una posición puramente teórica o
jurídica, el Consejo debería limitarse a los campos de actividad que fijan esos textos.
367. Sin embargo, Sayre afirma que “puede alegarse, toda vez que el Consejo de Tute-
la es un organismo que posee una competencia especial en asuntos relativos al gobierno
de los territorios dependientes, y ya que la Carta no excluye que la Asamblea General
delegue otros poderes al Consejo, que este organismo pueda ser investido de facultades
especiales que se refieran a territorios o pueblos no autónomos. La Asamblea en efecto,
constitucionalmente, puede ejercerlas, y además si las delega en el Consejo, este recibirá
autorización para actuar en ocasiones en las cuales no haya las delimitaciones de los ar-
tículos 87 y 88 de la Carta”.
368. Parece desprenderse de dos actitudes de la Asamblea General que es así. En efecto, ella
determinó en 1947 que el Consejo estudiase la información sometida por el Gobierno del África
del Sur en el caso que hemos descrito en el Capítulo VI de esta obra, y referente al territorio de
antiguo mandato del África Sur Occidental. El Consejo, sin embargo, no clarificó las implica-
ciones del derecho de petición así como la posibilidad de enviar Misiones de Visita al territorio,
cuestión problemática y dudosa, ya que en todo caso habría de concurrir el consentimiento del
Gobierno de la Unión, consentimiento hasta ahora lejos de conferirse. En el otro caso, la Asam-
blea determinó y dio facultades al Consejo para estudiar el problema de los Santos Lugares en
la Ciudad de Jerusalem, y en cuanto al plan de partición de Palestina adoptado en 1949 por la
113
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Resolución del 25 de noviembre35 el que se redactase un estatuto para constituir a Jerusalem como
corpus separatum y no territorio bajo fideicomiso, dentro de un régimen de internacionalización,
acción alcanzada durante el sexto período de sesiones de Ginebra en 1950, y pendiente de nue-
vas modalidades que no cristalizaron posteriormente. Tales funciones fueron evidentemente,
de naturaleza distinta a la prevista en los artículos 87 y 86 ya indicados y citados.
369. Convenimos con Sayre, que si la Asamblea puede crear toda clase de organismos
subsidiarios para el estudio o consideración de problemas internacionales, esas funciones
pueden ser atribuidas también a un órgano principal de las Naciones Unidas. En este caso,
nada impediría que el Consejo tuviese facultades expresamente atribuídales por la Asamblea
General dentro de su capacidad constitucional.
370. De manera general, es nuestra opinión que el actual régimen de administración fidu-
ciaria ha creado una institución de derecho público internacional, encargada de un servicio
público eminente en beneficio de colectividades no independientes, y cuyas bases legales y
procesales son representativamente más adelantadas y ambiciosas que en ningún otro sistema
anterior de administración. La Asamblea General, con su amplio poder interpretativo, ha
ido aplicando progresivamente las disposiciones del sistema, logrando el reconocimiento
de los principios y objetivos que le amparan.
Tal como un distinguido jurista lo ha manifestado, “es obvio que el continuo éxito del
Consejo de Administración Fiduciaria debe estar basado en una cuidadosa consideración de
los problemas legales y constitucionales que tiene frente a sí, y a la más estricta interpretación
de las previsiones de la Carta. Lo alentador y feliz es que toda la estructura constitucional
en la cual se encuadra el régimen es buena. Lo que hasta ahora se ha hecho es indicativo
de que cuando los Estados Miembros de las Naciones Unidas colaboran entre sí, se obtiene
mucho en el trabajo hacia un objetivo común”.
371. Nos permitimos agregar que el éxito del sistema, aún en constante evolución depende
en mucho del justo equilibrio que entre los Estados Administradores y no administradores
de territorios, pueda lograrse, compenetrados de la sagrada misión que les toca cumplir
tomando en cuenta el destino de millones de seres que habitan los territorios, y que un día
llegarán a obtener la independencia o autonomía reconociendo a las Naciones Unidas y a la
comunidad internacional los esfuerzos conducentes hacia tan esperanzadora meta.
Capítulo IX
PROCESO EVOLUTIVO HACIA LA AUTONOMÍA O LA INDEPENDENCIA
Orientaciones del mundo frente a los territorios no independientes. Colonias y territorios no autónomos.
¿Desaparece el colonialismo? El federalismo de colectividades no independientes.
372. En tanto que hemos expuesto todas las alternativas y aspectos que caracterizan
y rodean los dos sistemas internacionales de administración territorial, en lo que respecta
particularmente a colectividades dependientes, nos queda todavía por descorrer las cortinas
del movimiento que plantea, en el pensamiento jurídico, nuevas tesis y fórmulas en beneficio
de los pueblos que no gozan todavía de plena libertad política. Se trata de la disposición que
favorezca, en el proceso evolutivo de esas entidades sin gobierno propio y por lo tanto sin
personalidad jurídica, su incorporación al régimen político internacional.
35
Ver Documento UN. A/516, noviembre 25, 1947.
114
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
115
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
36
Michelet, Historia de la Revolución Francesa. E. 1801.
116
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
la Madre Patria; desmoronándose el gran Imperio para dar paso a las naciones libres de
estirpe hispánica, sienta precedentes históricos que no solamente hablan en favor de la
causa de emancipación sino que encuentra eco en los hombres de pensamiento más liberal
en la propia Metrópoli. Para 1826, la mayoría de las colonias hispanas en América habían
ganado una bandera propia. El intento dominicano de 1821 fructificará en 1844, y nos hará
conocer y apreciar más íntimamente el sentido de la epopeya libertadora porque no será de
España de quien nos separemos, sino de Haití, extraño y antagónico vecino nuestro, pero
más extraño aun si nos remontamos a su origen, su raza y sus costumbres. La Declaración de
la Independencia de Estados Unidos de América constituye otro de los actos de determinación
de los pueblos americanos, ganando con su esfuerzo la autonomía, y colocando a la hija
predilecta de Inglaterra en franca rebeldía con su Gobierno. Hoy, vistos estos sucesos con
la impasibilidad histórica, comprendemos que hubo mucho qué recorrer y hay aún mucho
que alcanzar para que la plena autonomía constituya un derecho inmutable reconocido por
la sociedad internacional en beneficio de todos sus cuerpos integrantes.
382. Y el correr del tiempo sorprende a los que redactan el Tratado de Versalles en pleno
siglo XX, y los enfrenta al problema de la disposición de las colonias alemanas y turcas,
para dar génesis a un nuevo capítulo en las relaciones internacionales, entre aquellas de
gobiernos soberanos y colectividades no independientes. Sin embargo, cuando estalla la
Segunda Guerra Mundial, y aún apoderados al terminar las hostilidades, de la necesidad
imperiosa de reorganizar la Asociación internacional de Estados, no hay otra oportunidad
mejor que la que presentan la Carta de las Naciones Unidas y los Tratados de Paz para facilitar
la armadura de una nueva manera de encauzar el servicio público que internacionalmente
envuelve la administración de los territorios no independientes; los de antiguos mandatos
y los que sean renunciados por las potencias vencidas en la guerra.
383. La evolución parece detenerse, sin embargo, en los Capítulos XII y XIII de la Carta
de las Naciones Unidas, si no fuera porque el artículo 77 en su párrafo C dispone que pueden
ser sujetos de administración fiduciaria aquellos territorios voluntariamente colocados bajo
este régimen por los Estados responsables de su administración. ¿Cuál es el efecto o sentido de tal
disposición…? ¿Hasta dónde podría alcanzar a los territorios no autónomos…?
384. Precisamente, a nuestra manera de ver, el artículo 77 de la Carta tiene una limitación
que para franquearla, debe ser manifestada mediante la voluntad expresa de las colectivida-
des. El muro de contención de su posibilidad es el término voluntariamente colocados. Lógico
es pensar que sólo la autoridad del territorio, aquella que ejerce la soberanía, será la única de
la cual partiría el eco voluntario solicitando de la Organización Mundial la negociación de un
acuerdo de fideicomiso para suplir su administración por otra, cuando no para ratificársela
aunque con distintos objetivos como lo son la autonomía y la independencia. Algo semejante,
pero excepcional, hizo Inglaterra al someter el futuro de Palestina y los Santos Lugares a la
acción de las Naciones Unidas, naciendo de ello el Estado de Israel, con los demás problemas
de la Tierra Santa. No obstante, queda en la Carta la posibilidad de que los Estados que poseen
territorios –sean coloniales o no autónomos– consideren el cambio de estatus, y atribuyéndole
mayores ventajas al régimen internacional de fideicomiso permitiesen a la comunidad interna-
cional intervenir en la elaboración de reglas o normas destinadas a asegurarles en un período
fijo –como en el caso de Somalia– la plena independencia.
385. Es útil ponderar dentro del Capítulo XI de la Carta el significado de territorios
no autónomos, que hemos estudiado detenidamente en el Capítulo III de este trabajo.
117
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
118
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
37
Rolland. Tratado de legislación colonial. III. ed. 1940.
38
Schelle, obra citada, p.213, párrafo 12. Sección III. p.214.
39
Schelle, obra citada, p.214. Ed. París, 1948.
119
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
394. Al través de todas las épocas, desde los grandes períodos de la colonización ame-
ricana por España, se ha llegado a la conclusión de que el régimen colonial sufría constante
evolución. Esa evolución hizo distinguir notoriamente las intenciones de las potencias
coloniales, al considerar los territorios como sujetos de recepción inmigratoria europea, o
meramente de explotación comercial de todos modos, el sistema colonial debe ser incluido
en la nomenclatura de regímenes de derecho internacional público, sobre los que no existe
ninguna duda actualmente.
395. Para robustecer su legalidad ha sido de lógica jurídica igualmente, el reconocimiento
de los títulos de la potencia colonial, así como la legitimidad y finalidad de la institución de
servicio público que ella desempeña frente a las colectividades colocadas bajo su imperio o
soberanía, de acuerdo con los cánones constitucionales de cada país. Esos títulos van colo-
cados, en el orden internacional, en forma tal que se inician con las gestas de la conquista y
la evangelización, hasta las más modernas en el siglo XIX y desde la atribución de las Bulas
por Alejandro VI hasta el famoso Tratado de Tordesillas del 3 de junio del 1494, y de éste a los
convenios o pactos coloniales de 1885 firmados en Berlín. Estos instrumentos, conjuntamente
con el de Bruselas del 2 de julio del 1890 fueron reemplazados por la Convención de St. German
–en Laye– del 10 de septiembre del 1919, dando paso además al artículo 22 del Pacto de la
Sociedad de Naciones, ya analizado por nosotros.
396. Hemos hablado de paso del pacto colonial, esa expresión que los juristas consideran
como piedra angular de todo el sistema moderno de colonias. En realidad, su razón de ser
no es otra que el vasallaje total de la colonia a la metrópoli, con la monopolización de todas
las actividades de índole económica, financiera, política y cultural, yendo tan a fondo que
virtualmente entraña la prohibición para cualquier otro país de salvar tales barreras.
397. Lo que había constituido una política casi invariable ha venido a sufrir las conse-
cuencias del adelanto del pensamiento jurídico universal, la progresión de normas repetidas
de país en país –al través de las conferencias internacionales y a medida que los compro-
misos gubernamentales se han patentizado para el desarrollo de los pueblos, y estos han
ido conociéndose mutuamente. Un insigne internacionalista sienta como criterio que “el
movimiento actual de la ética y la economía mundiales ha originado la sustitución del pacto
colonial por el principio de puerta abierta, teniendo coma resultado la igualdad económica
entre la metrópoli y los Estados terceros, y a reintegrar a la sociedad internacional la colonia
misma, pudiendo ella recibir la influencia de capital ajeno a la metrópoli, así como cualquier
otra medida ventajosa que le permitirá competir en los mercados e ideas mundiales”.
398. Ya para 1919, cuando la Sociedad de Naciones estructuró el sistema de mandatos,
se incluyó en los acuerdos la cláusula de puerta abierta (open door), que ha sido para algunos
gobiernos, como el norteamericano, uno de los pilares fundamentales de su política econó-
mica y comercial en el consorcio universal. La Carta de las Naciones Unidas en el Capítulo XI
remata las aspiraciones de evolución, y en sus objetivos enumerados en el artículo 73, no
se deja vacío alguno en cuanto a la facultad de los territorios no autónomos de ampliar sus
relaciones exteriores, justificándose la existencia de intereses aun más sagrados y generales
supervisados por la comunidad internacional, aprovechándose de las buenas relaciones
entre los Estados que la integran.
399. Estas consideraciones nos llevan a la conclusión de que estamos en presencia de un
proceso de liquidación del colonialismo. ¿Desaparecerán las colonias, cuándo y cómo…?
¿Qué régimen suplirá el metropolitano si ellas –y no es sino una certidumbre– en su mayoría
120
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
parecen impreparadas para el gobierno propio por sí solas, es decir, como unidades del con-
sorcio internacional, teniendo en cuenta su extensión geográfica, su capacidad económica,
su condición social? Nadie desearía ser profeta, pero a juzgar por la acelerada corriente de
ideas y en especial, por el precipitado ritmo que la política mundial ha cobrado después de
terminadas las hostilidades de la II Guerra Mundial, el colonialismo está llamado a desapa-
recer como institución jurídica internacional derivada de la política nacional de un grupo
de Estados. Por lo menos la forma y la esencia de su sistema, como sistema y como forma
constitucional de sumisión de una colectividad a otra, recibirá gradualmente los símbolos
que convertirán a las colectividades afectadas en núcleos jurídicos, con personalidad inter-
nacional, dentro de la asociación de Naciones. El caso de Indonesia y Sudán son los más
recientes ejemplos, y le seguirán otros y otros.
400. Caso de América. En nuestro Continente, recientemente aunque con argumentos que
nos parecen poco depurados todavía, la Organización de los Estados Americanos ha registrado
un movimiento inclinado a hacer desaparecer, por medios pacíficos, todo vestigio del régimen
colonial dentro de su demarcación político-internacional. Las disposiciones de la IX Conferencia
Interamericana reunida en Bogotá, Colombia, se han reflejado en la Resolución XXIII titulada
Colonias y Territorios ocupados en América, y Creación de la Comisión Americana de Territorios De-
pendientes, cuya Declaración fundamental expresa que es justa aspiración de las Repúblicas de
América que se ponga término al coloniaje y a la ocupación de territorios americanos por países
extracontinentales”. Esa idea se complementa con otra: “El proceso histórico de la emancipación
de América no habrá concluido mientras subsistan en el Continente pueblos y regiones sometidos
al régimen colonial o territorios ocupados por países no americanos”. Si bien no es la política
definida de todos los Estados americanos, por lo menos encierra enunciados que por razones
históricas y no políticas, abundan en el corazón de América, de la América independiente. Ello
es expresión de parte de ese ambiente mundial que hemos caracterizado y que va ganando
terreno al pedir la revisión del estatuto de los territorios no autónomos.
Tratemos ahora de responder a las preguntas que nos hemos planteado, relativas al
régimen jurídico que podría sustituir el gobierno colonial, o la ordenación política de las
colonias o territorios no autónomos en un futuro.
401. Federación colonial. Estrecha asociación (closet association) de colonias de una misma sobe-
ranía. Un interesante documento nos ha hecho meditar sobre las implicaciones de una unión
política de colonias bajo una misma soberanía, como paso inicial hacia la federación, y por lo
tanto a la autonomía o la independencia. Este documento lo es el recuento oficial del Minis-
terio de Colonias de la Gran Bretaña40 relativo a la Conferencia que en 1947 sostuvieron los
representantes locales de las islas británicas del Caribe, para llegar a constituir una asociación
político-económico-cultural como paso inicial hacia la Federación de islas británicas del Caribe.
Fusión al parecer cada vez más factible, y hoy activada por nuevas conversaciones.
402. Es significativo que sean las colonias británicas diseminadas en el Caribe las que
estén considerando las bases de lo que puede constituir un nuevo sistema de autonomía, o un
régimen moderno, más avanzado que el propio fideicomiso, y que favorezca el desarrollo de
las instituciones locales de gobierno propio. Por esto atribuimos importancia considerable al
historial de la Conferencia de Montego Bay,41 cuyos objetivos transcribimos: “La Federación
40
Colonia Office.- Conference on the Closer Assc. of the British West Indian Colonies, Report H. M. Stationery
Office. London, 1948.
41
Montego Bay, Jamaica, B. W. I.- 11 al 19 de septiembre de 1947.
121
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
de las Colonias Británicas del Caribe ha sido discutida por muchos años dentro y fuera del
área del Caribe, hasta que recientemente los obstáculos que se interponían hicieron posponer
la idea y en consecuencia que esta constituyese un índice de política activa. Entre las razones
primordiales se encontraron las de la ausencia debido al aislamiento de las comunicaciones
intercoloniales, de evidencias positivas por parte de la población interesada para llegar a
una mayor asociación por parte de los pueblos de las Colonias interesadas”. Asimismo,
durante la visita de la Comisión Real de las Indias Occidentales, en 1939, el informe de este
grupo contuvo la siguiente información: “Aunque la Comisión expresa sus dudas acerca
de si ha llegado el momento de preparar un proyecto de federación, su opinión es que la
combinación dentro de una sola entidad política, de todas las posesiones británicas del
Caribe es un sistema ideal hacia el cual puede orientarse una política particular de parte
del Gobierno británico”.
403. La primera resolución de la Conferencia de Montego Bay determinó que “se reconoce
la conveniencia del establecimiento de una federación política de los territorios británicos del
Caribe, aceptando el principio de una federación en la cual cada parte constituyente reten-
ga completo control sobre todos los asuntos domésticos, excepto aquellos específicamente
asignados al Gobierno Federal”. Aunque la idea está aún en curso y su germinación puede
ser de un momento a otro, testimonio de uno de los actos más políticos y encumbrados con
que Inglaterra –después de su actitud para con la India– pueda gloriarse, el hecho abarca
una serie innumerable de especulaciones que podrían ser aplicadas a las colectividades
comprendidas en el Capítulo XI de la Carta de las Naciones Unidas, así como también a otras
que no estándolo, gozan solamente de una relativa autonomía.
404. La federación política de un grupo de colonias es además concebible, en la misma
forma para aquellas zonas territoriales comprendidas en el régimen fideicomisario, las cuales,
agrupándose, puedan constituir elementos territoriales cuyos factores económicos y potencial
de producción permita la formación de una unidad independiente dentro de la comunidad
internacional de pueblos. Nada parece ser más factible en el sistema de distribución territorial
del África, o ya en la inconmensurable división territorial de las zonas insulares del Pacífico,
si el caso reciente de Indonesia no es una prueba de esto último. Puerto Rico es otro ejemplo
singularísimo que merecería análisis particular, y en cuyo nuevo Estatuto de Estado Libre
Asociado con los Estados Unidos de Norteamérica se evidencia una importante decisión
bilateral de pueblos interesados en el ajuste de sus problemas.
405. Los órdenes jurídicos surgen de las convenciones y acuerdos de los Estados. Tal
es la esencia del Derecho Internacional doctrinario y de las normas que rigen tal estado
de cosas. De esa manera de pensar se deduce que cualquier desenvolvimiento del sistema
federalista ha de ser a fortiori, democráticamente, la expresión de un sistema bueno, aco-
gido voluntariamente por los Estados que lo convienen. El Derecho Internacional admite
implícitamente que los Estados puedan llegar a establecer asociaciones y aun más, llegar
a un estado virtual de fusión. Los ejemplos de Estados Unidos y Suiza han sido pruebas
de ello, y lo es más lejos, en el concepto federativo que encierra la comunidad británica
con su soberano, el Rey.
406. Mouskhlechvili, en su obra La teoría del Estado Federal,42 afirma que “el proceso
federalista puede manifestarse en varios sentidos. Se piensa de inmediato en el federalismo
42
Mouskhlechvili. París, 1931. Tesis.
122
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
por asociación de Estados hasta la independencia de unos y otros. Pero puede igualmente
producirse un federalismo por disociación o segregación cuando las diversas partes de un
Estado, o sobre todo de un vasto Imperio, sin ir hasta el separatismo, llevan al máximo la
descentralización, van más lejos aun que la autonomía, estableciendo un régimen propio
de gobierno (self-goverment) como lo llaman los ingleses, pero dejando subsistir los
gobiernos locales de las instituciones federales de superposición. El caso del commonwealth
británico”.
407. Schelle señala que “en nuestros días parece existir cierta disposición hacia la admi-
sión y el reconocimiento de los fenómenos espontáneos del federalismo, así como también
para provocar y desarrollar con ellos una construcción federal científicamente estudiada y
generalizada”. Para apoyar, en consecuencia, nuestro criterio, de que la manera más viable,
en beneficio de los territorios no autónomos –y sin recurrir al fideicomiso como etapa inter-
media– de obtener la autonomía o la independencia– lo constituiría la federación, tenemos
presente que el federalismo, como lo analiza el profesor Fauchille, es una de las instituciones
que más se adaptan al interés vital de la humanidad. Con tal de que concurra en su formación
“la colaboración y el pleno consentimiento”, se tendrá para las colectividades interesadas,
como régimen ideal que permitiría variar la estructura política y jurídico-internacional del
mundo. La institución como conciliadora de todas las otras tendencias, concuerda en ma-
nifestar los principios de libertad a que aspiran los pueblos. “El federalismo reemplaza la
anarquía de las soberanías por un orden político internacional, una disciplina constitucional, y
asegura a la vez el respeto de la legalidad y las transformaciones y revisiones necesarias de
esa legalidad. Es, en suma, un elemento esencial del progreso político de la humanidad”.43
408. Todas las características del federalismo nos conducen a pensar, por distintos cami-
nos, que si en una asociación de posesiones coloniales o de entidades no autónomas, inclu-
yendo aun los territorios en fideicomiso, se contrapesan los factores culturales, económicos,
sociales y otros derivados de la vida misma; junto a ellos los factores políticos, etnográficos y
geográficos, se podría intentar, como etapa intermedia antes de una plena independencia, la
unión federalista de las colectividades cuyos destinos tiene tan en cuenta la Carta Mundial. Es
ya una norma de Derecho Internacional que el nacimiento de una organización federal y la
distribución de competencias aplicadas a las autoridades federales y a los gobiernos locales
no podría modificar las normas esenciales que gobiernan las competencias gubernativas
internacionales. Cuando el federalismo se traduzca por una partición de esas competencias
internacionales entre los gobiernos locales y los gobiernos federales, desarrollará entonces
un sistema acorde con los intereses políticos mundiales. De ahí la apropiada inclusión del
régimen para liberar a los territorios comprendidos en el capítulo XI de la Carta de las Naciones
Unidas del sistema de sumisión política, a que están actualmente sometidos.
409. En nuestra manera de ver, se ha de realizar lo más fácil y adaptable a las cuestiones
de honor y de política tradicional que siempre han impedido a muchos Estados dar un por-
tazo al clasicismo gubernativo. Se han de abrir rutas para que las Naciones que detentan la
soberanía de territorios no autónomos, estén dispuestas a favorecer la forma federalista; a
convenir expresamente el reconocimiento de la autonomía y del gobierno propio, y a colocar
la colectividad bajo otro régimen, sin excluir necesariamente el de administración fiduciaria,
haciendo uso de las facultades que enuncia el artículo 77.c de la Carta.
43
Biblioteca del Pueblo. El Sentido Internacional, Schelle, Folleto N.o. 55. París.
123
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
124
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
Apéndice
LA REPÚBLICA DOMINICANA EN EL CAMPO
DE LOS CAPÍTULOS XI Y XII DE LA CARTA
Su actuación en las Asambleas Generales de las Naciones Unidas.
Política seguida en materia de fideicomisos.
Su paso por el Consejo de Administración Fiduciaria. Orientaciones.
416. Por motivos de justo orgullo y reconocimiento, no nos hemos podido sustraer al
deseo de cerrar este trabajo sin algunas páginas dedicadas a recorrer la actitud y trayectoria
de la República Dominicana en los aspectos de la colaboración y cooperación internacionales
aplicadas a los problemas generados por los Capítulos XI y XII de la Carta de las Naciones
Unidas.
417. La diplomacia dominicana ha registrado una brillante actuación sabiamente orien-
tada desde el primer momento en que nuevos rumbos de la política nacional y exterior
tuvieron su génesis en las grandes transformaciones de nuestro pensamiento político en
1930. Por ello, la representación internacional ha sido constante en los últimos cinco lustros,
asistiendo la República Dominicana a cuantas convocatorias le han sido hechas para aportar
–en el nuevo concepto de responsabilidad mundial– su colaboración conjuntamente con
otros países asociados con igual propósito.
418. Lo anteriormente dicho ha sido base para nuestra señera posición durante los días
de adopción de la Carta de San Francisco, como anteriormente en una serie de Conferencias
Interamericanas, en las cuales nuestras Delegaciones –siguiendo la orientación oficial– han
adoptado posturas plenas en dignidad, demostrando sin ambages la preparación intelectual
y política tan necesarias para alcanzar los resultados positivistas que exigen las relaciones
intergubernamentales de hoy.
419. Guía y mentor de esa actitud ha sido el insigne estadista dominicano generalísimo
Dr. Rafael Leonidas Trujillo y Molina, Benefactor de la Patria, quien con señalado interés
puso sobre sus hombros la tarea de viabilizar la participación internacional dominicana
en conferencias y congresos; con absoluta seguridad en su enfoque de los problemas
mundiales cambiando impresiones con los hombres de la política internacional, y final-
mente, ofreciendo su inestimable consejo –siempre constructivo– en cuantas alternativas
ha tenido la causa de la justicia y el reajuste social mundial en todos estos años de la pre
y posguerra de 1939-1945.
420. Al enfocar los ángulos de colaboración jurídico-político dominicano en el cuadro de
actividades de las Naciones Unidas, hemos de circunscribir nuestra mención al campo de
los territorios dependientes, en el cual dentro de las regulaciones de la Carta nuestro país ha
ocupado un asiento en el Consejo de Administración Fiduciaria, por elección lucidísima de
la Asamblea General, desde 1949 hasta 1953. Pero, ella no sería completa sin el cuadro que
presente las posiciones y honores recibidos por la República Dominicana en ese período, y
el cual se resume así:
1. Presidencia del Consejo de Administración Fiduciaria;
2. Vicepresidencia del mismo Organismo;
3. Relatoría de la Comisión para la Información de Territorios no autónomos;
4. Presidencia de la II Misión de Visita del Consejo de Administración Fiduciaria al
África Oriental;
125
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
126
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
una cantidad de niños europeos sin hogar, de modo que, según las palabras expresadas en
la carta de la Delegación Dominicana al Secretario General de las Naciones Unidas, ellos
puedan encontrar hogar y educación en la República Dominicana, donde se les dará opor-
tunidad de llevar una vida pacífica y llena de esperanzas con la ayuda de las instituciones
oficiales de la República”.
425. Otro juicio lo hizo el Embajador Leslie K. Munro, de Nueva Zelandia, cuando
como Presidente del Consejo de Administración Fiduciaria en 1953 dio la despedida a los
delegados dominicanos pronunciando palabras de gran elogio para el país y nuestro Go-
bierno, destacando la considerable contribución ofrecida durante cuatro años de ejercicio
como Miembro del Consejo de Administración Fiduciaria. Durante esa sesión, la XII del
Consejo, numerosos delegados sin distingos de representación como administradores o no
de territorios en fideicomiso, quisieron significar la apreciación hacia la labor dominicana,
patentizada en cada reunión del Organismo y en forma permanente al través de sus nume-
rosos elementos de trabajo.
426. Juicios más desinteresados que los que hemos narrado no podrían ajustarse mejor
a la actividad dominicana en los diversos tipos de colaboración internacional, mientras en
las ejecutorias de un vasto campo común de la convivencia mundial se caracteriza nuestra
política por el más completo respeto hacia los compromisos libremente contraidos, convenios
y Tratados que para la ordenación jurídica del mundo ha suscrito y ratificado la República
con certeza de su fe hacia los postulados de la justicia y del derecho.
427. Las Delegaciones Dominicanas presentes en la IV Comisión de las Naciones
Unidas, encargada de los asuntos de Tutela y de Territorios no Autónomos, han realizado
cuidadoso estudio de los elementos del sistema de los Capítulos XI y XII de la Carta. Des-
de la II Asamblea General de 1947, cuando se orientó en realidad el sistema de la Carta,
la intervención de la voz dominicana se caracterizó por defender, en un primer caso, la
sustancia y no la interpretación antojadiza, de la Declaración sobre Territorios no Autónomos”,
mientras por otra parte, divorciaba de sus elementos el Capítulo XII que plantea el meca-
nismo de la administración territorial por fideicomiso. Asociar uno y otro Capítulo para
deducir de ahí extrañas posiciones, ha sido la ponderada y justificada situación en que se
han sabido colocar los anhelos dominicanos de contribuir a la solución de los problemas
de los territorios dependientes.
428. Durante 1946, en la reunión inicial de la ONU en Londres, el Presidente de la Dele-
gación Dominicana declaró que “la República Dominicana asiste a esta primera Asamblea
organizadora de las Naciones Unidas, la más elevada y concreta expresión de nuevos an-
helos de paz de hombres y pueblos que ha contemplado la historia, con el mismo espíritu
de colaboración activa y con una mayor justificada confianza en que la comunidad de
Naciones quede al fin dotada de una institución de elevada jerarquía y el poder necesario
para preservar a la humanidad de los horrores de la guerra y la devastación material y
espiritual”.
429. Desde luego, es menester considerar que los Estados Miembros de las Naciones Uni-
das han ido apoderándose en propiedad, paso a paso, de todos y cada uno de los problemas
planteados en las Asambleas Generales, y a medida que les ha sido más familiar el trabajo
encomendado a las mismas. En el campo del régimen de fideicomiso, o en el que ampara
a los territorios no autónomos, las materias relacionadas con ellos se han extendido de tal
modo, que solamente mediante la especialización podría confrontarse las complicaciones de
127
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
cada caso. Para citar ejemplos, bastaría la singular evolución de la Comisión para la Infor-
mación sobre Territorios no autónomos, el término de su mandato, la tesis de su existencia
o no existencia; el problema de las uniones administrativas; el caso del territorio del África
Sur Occidental o ya la posible desaparición de la tutela para los Togos francés y británico,
sin olvidar que Somalia y la Samoa Occidental están en vías de lograr su autonomía.
430. Un inevitable aluvión de documentos y de actas ha ido acumulándose en estos
últimos años, ya por acción del Consejo o de la Cuarta Comisión, ora por la de la informa-
ción del artículo 73.e de la Carta. Estos documentos constituyen la base de toda evolución
y la complicada tarea de cualquier Delegación que conscientemente represente a su país en
ese campo particular de las Naciones Unidas. Podría decirse que la República Dominicana
sirvió durante sus cuatro años de actuación en el Consejo de Administración Fiduciaria, de
ejemplo vivificador para sus compañeros de aquel período de 1949-53 cuanto para aquellos
que debían reemplazarle en tan delicadas funciones internacionales.
431. Las intervenciones dominicanas en la materia de fideicomiso y de territorios no
autónomos del Capítulo XI de la Carta, se han orientado con el imperio del realismo y no
solamente con el ideal. Así se propuso la histórica Resolución sobre las medidas para combatir
el analfabetismo en los territorios no autónomos, presentada en 1949 y luego adoptada uná-
nimemente por la Asamblea General; así también las famosas Resoluciones sobre el adelanto
social de la mujer en los territorios en fideicomiso o ya la inclusión de sus índices de progreso
en el Cuestionario de las Naciones Unidas especialmente adoptado para dichos territorios.
Por igual, las propuestas dominicanas para el mejoramiento del sistema procesal para el
conocimiento de las peticiones, cuanto para la orientación y dilucidación de los problemas
de las tierras rurales de los territorios en fideicomiso.
432. El mayor apoyo dominicano se evidenció en los campos sociales, económicos y
educacionales de los territorios, como elementos primordiales para la obtención progre-
siva de los índices de desarrollo político que garantiza el Capítulo XII de la Carta. Y todo
esto, sin tener que repetir la contribución que en lo jurídico dio nuestro país a la redacción
del estatuto para la Somalia, teniendo el honor el delegado dominicano que presidiera la
Misión de Visita a dicho país en 1951, de pronunciar el discurso inaugural del Consejo
Consultivo de Somalia, instituido en virtud de los mismos principios constitucionales
que defendiera nuestra Delegación en Ginebra, siguiendo las pautas del Gobierno de la
República.
433. En 1947, el Canciller de la República declaró en sesión plenaria de la Asamblea
General lo siguiente: “La República Dominicana tiene la autoridad moral necesaria para
hacerse escuchar en este recinto en razón de la sinceridad de motivos que han inspirado
todos sus actos a lo largo de su historia”.
“Cuando en el horizonte se perfiló el alba de la victoria, obtenida a precio de tantos
sacrificios, contribuimos con todo nuestro entusiasmo hacia una eficaz colaboración en
los trabajos de San Francisco, con el propósito de generar una organización mundial que
respondiese mejor, por su organización misma, al elevado destino de la humanidad y la
civilización. Hemos consagrado así a la vida de la Organización todas las fuerzas de nues-
tra esperanza y nuestra fe, y permanecemos fieles a los ideales que la inspiran a pesar de
las contingencias y las alternativas muchas veces inquietantes que parecen ensombrecer el
futuro de esta institución de importancia universal, y por lo tanto, el futuro también de la
humanidad por entera”.
128
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
129
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
438. Por ello, cuando el excelentísimo presidente Trujillo se refirió a las palabras del
embajador Austin en su relación congratulatoria hacia la efectiva labor dominicana en la
ONU, afirmó fundamentadamente, lo siguiente:
“Como representante de vuestro Gobierno ante las Naciones Unidas rendís tributo a la
activa participación de la República Dominicana en aquel organismo, y a la contribución que
hemos dado, reiteradamente a todos los grandes esfuerzos de la Organización Internacional
después de terminada la última guerra. Elogiáis sin reparo la dignidad y bondad con que
los dominicanos han representado a su país en las grandes Conferencias internacionales a
que hemos asistido”.
“Nuestra actitud de hoy es consecuente con lo que fuimos ayer: amistosos, comprensivos,
pacifistas y cristianos”.
Palabras de oro que reflejan admirablemente el pensamiento nacional y llenan de espe-
ranza y aliento a quienes hemos trabajado, en la etapa más difícil de la historia del mundo
y dentro de las actividades de las Naciones Unidas, por la procuración de soluciones justas
en los agudos y dramáticos problemas de las colectividades que integran los territorios
dependientes, no autónomos o fideicometidos.
Ciudad Trujillo, septiembre, 1955.
AÑO XXV. Era de Trujillo.
130
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
Artículo 74
Los Miembros de las Naciones Unidas convienen igualmente en que su política con
respecto a los territorios a que se refiere este Capítulo, no menos que con respecto a sus
territorios metropolitanos, deberá fundarse en el principio general de la buena vecindad,
teniendo debidamente en cuenta los intereses y el bienestar del resto del mundo en cuestiones
de carácter social, económico y comercial.
Capítulo XII
RÉGIMEN INTERNACIONAL DE ADMINISTRACIÓN FIDUCIARIA
Artículo 75
La Organización establecerá bajo su autoridad un régimen internacional de administra-
ción fiduciaria para la administración y vigilancia de los territorios que puedan colocarse
bajo dicho régimen en virtud de acuerdos especiales posteriores. A dichos territorios se les
denominará territorios fideicometidos.
Artículo 76
Los objetivos básicos del régimen de administración fiduciaria, de acuerdo con los Pro-
pósitos de las Naciones Unidas enunciados en el Artículo 1 de esta Carta, serán:
a) fomentar la paz y la seguridad internacionales; b) promover el adelanto político, eco-
nómico, social y educativo de los habitantes de los territorios fideicometidos, y su desarrollo
progresivo hacia el gobierno propio o la independencia, teniéndose en cuenta las circunstan-
cias particulares de cada territorio y de sus pueblos y los deseos libremente expresados de los
pueblos interesados, y según se dispusiere en cada acuerdo sobre administración fiduciaria;
c) promover el respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin
hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, así como el reconocimiento de
la independencia de los pueblos del mundo; y d) asegurar tratamiento igual para todos los
Miembros de las Naciones Unidas y sus nacionales en materias de carácter social, económico
y comercial, así como tratamiento igual para dichos nacionales en la administración de la
justicia, sin perjuicio de la realización de los objetivos arriba expuestos y con sujeción a las
disposiciones del Artículo 80.
Artículo 77
1. El régimen de administración fiduciaria se aplicará a los territorios de las siguientes ca-
tegorías que se colocaren bajo dicho régimen por medio de los correspondientes acuerdos:
a) territorios actualmente bajo mandato; b) territorios que, como resultado de la Segunda
Guerra Mundial, fueren segregados de Estados enemigos; y c) territorios voluntariamente
colocados bajo este régimen por los Estados responsables de su administración.
2. Será objeto de acuerdo posterior el determinar cuáles territorios de las categorías
anteriormente mencionadas serán colocados bajo el régimen de administración fiduciaria
y en qué condiciones.
Artículo 78
Los términos de la administración fiduciaria para cada territorio que haya de colocarse
bajo el régimen expresado, y cualquier modificación o reforma, deberán ser acordados por
los Estados directamente interesados, incluso la potencia mandataria en el caso de territorios
bajo mandato de un Miembro de las Naciones Unidas, y serán aprobados según se dispone
en los Artículos 83 y 85.
131
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Artículo 80
1. Salvo lo que se conviniere en los acuerdos especiales sobre administración fiduciaria
concertados de conformidad con los Artículos 77, 79 y 81 y mediante los cuales se coloque
cada territorio bajo el régimen de administración fiduciaria, y hasta tanto se concierten tales
acuerdos, ninguna disposición de este Capítulo será interpretada en el sentido de que modifica
en manera alguna los derechos de cualesquiera Estados o pueblos, o los términos de los ins-
trumentos internacionales vigentes en que sean partes Miembros de las Naciones Unidas.
2. El párrafo 1 de este Artículo no será interpretado en el sentido de que da motivo para
demorar o diferir la negociación y celebración de acuerdos para aplicar el régimen de admi-
nistración fiduciaria a territorios bajo mandato y otros territorios, conforme al Artículo 77.
Artículo 81
El acuerdo sobre la administración fiduciaria contendrá en cada caso las condiciones en
que se administrará el territorio fideicometido, y designará la autoridad que ha de ejercer
la administración. Dicha autoridad, que en lo sucesivo se denominará la autoridad adminis-
tradora, podrá ser uno o más Estados o la misma Organización.
Artículo 82
Podrán designarse en cualquier acuerdo sobre administración fiduciaria, una o varias zonas
estratégicas que comprendan parte o la totalidad del territorio fideicometido a que se refiera
el acuerdo, sin perjuicio de los acuerdos especiales celebrados con arreglo al Artículo 43.
Artículo 83
1. Todas las funciones de las Naciones Unidas relativas a zonas estratégicas, incluso la de
aprobar los términos de los acuerdos sobre administración fiduciaria y de las modificaciones
o reformas de los mismos, serán ejercidas por el Consejo de Seguridad.
2. Los objetivos básicos enunciados en el Artículo 76 serán aplicables a la población de
cada zona estratégica.
3. Salvo las disposiciones de los acuerdos sobre administración fiduciaria y sin perjuicio
de las exigencias de la seguridad, el Consejo de Seguridad aprovechará la ayuda del Consejo
de Administración Fiduciaria para desempeñar, en las zonas estratégicas, aquellas funcio-
nes de la Organización relativas a materias políticas, económicas, sociales y educativas que
correspondan al régimen de administración fiduciaria.
Artículo 84
La autoridad administradora tendrá el deber de velar por que el territorio fideicome-
tido contribuya al mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. Con tal fin, la
autoridad administradora podrá hacer uso de las fuerzas voluntarias, de las facilidades y
de la ayuda del citado territorio, a efecto de cumplir con las obligaciones por ella contraídas
a este respecto ante el Consejo de Seguridad, como también para la defensa local y el man-
tenimiento de la ley y del orden dentro del territorio fideicometido.
Artículo 85
1. Las funciones de la Organización en lo que respecta a los acuerdos sobre adminis-
tración fiduciaria relativos a todas las zonas no designadas como estratégicas, incluso la de
aprobar los términos de los acuerdos y las modificaciones o reformas de los mismos, serán
ejercidas por la Asamblea General.
132
enrique de marchena | el problema de los territorios dependientes
Capítulo XIII
el consejo de administración fiduciaria
Artículo 86
1. El Consejo de Administración Fiduciaria estará integrado por los siguientes Miembros
de las Naciones Unidas:
a) los Miembros que administren territorios fideicometidos; b) los Miembros menciona-
dos por su nombre en el Artículo 23 que no estén administrando territorios fideicometidos;
y c) tantos otros Miembros elegidos por períodos de tres años por la Asamblea General
cuantos sean necesarios para asegurar que el número total de miembros del Consejo de
Administración Fiduciaria se divida por igual entre los Miembros de las Naciones Unidas
administradores de tales territorios y los no administradores.
Artículo 87
En el desempeño de sus funciones, la Asamblea General y, bajo su autoridad, el Consejo
de Administración Fiduciaria, podrán:
a) considerar informes que les haya rendido la autoridad administradora; b) aceptar
peticiones y examinarlas en consulta con la autoridad administradora; c) disponer visitas
periódicas a los territorios fideicometidos en fechas convenidas con la autoridad adminis-
tradora; y d) tomar estas y otras medidas de conformidad con los términos de los acuerdos
sobre administración fiduciaria.
Artículo 88
El Consejo de Administración Fiduciaria formulará un cuestionario sobre el
adelanto político, económico, social y educativo de los habitantes de cada territorio
fideicometido; y la autoridad administradora de cada territorio fideicometido dentro de
la competencia de la Asamblea General, rendirá a esta un informe anual sobre la base
de dicho cuestionario.
Artículo 89
1. Cada miembro del Consejo de Administración Fiduciaria tendrá un voto.
2. Las decisiones del Consejo de Administración Fiduciaria serán tomadas por el voto
de la mayoría de los miembros presentes y votantes.
Artículo 90
1. El Consejo de Administración Fiduciaria dictará su propio reglamento, el cual esta-
blecerá el método de elegir su Presidente.
2. El Consejo de Administración Fiduciaria se reunirá cuando sea necesario, según su
reglamento. Este contendrá disposiciones sobre convocación del Consejo a solicitud de la
mayoría de sus miembros.
Artículo 91
El Consejo de Administración Fiduciaria, cuando lo estime conveniente, se valdrá de la
ayuda del Consejo Económico y Social y de la de los organismos especializados con respecto
a los asuntos de la respectiva competencia de los mismos.
133
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Obras consultadas
Álvarez, Alejandro. El Derecho Internacional Americano, ed. 1910.
American Journal of Int. Law Problemas legales del sistema internacional de fideicomiso, Vol. 42-1948.
Washington.
Armstrong, Elizabeth, State Department Bulletin. Dic. 1, 1946, pp.991, 992.
Bunche, Ralph S. Trusteeship and Non Self Goverment Territories in the Charter of the U. N. (State Department
Bulletin. Dic. 30, 1945).
Conover, Helen F. Non Self Goverment Areas with special emphasis on Mandates and Trusteeship.
Consejo de Administración Fiduciaria. Comparative Table of the Draft of Trusteeship Agreements, UN Doc.
T-AC18-4. Ginebra, Suiza, 10 enero, 1950.
––––Reglas de Procedimiento.
––––Resoluciones. Ed. 1948-54.
––––Actas de sesiones –1947 a 1954– Lake Succes y N. Y.
Despagnet. Sobre los protectorados, París, 1896.
Fauchille, Prof. Droit International, Ed. 1947.
Goodrich and Hambro, Carta de las Naciones Unidas, Comentarios y Documentos. Ed. 1949.
Kelsen The Law of Nations, 1949.
Le Fur, F. Razas, nacionalidades, Estados, París, 1922.
Lampué, E. De la nacionalidad de los habitantes de los países bajo mandato, Journal de D. Int. 1925.
Miller, D. Hunter. The Trafting of the Covenant, 1922.
Maroger, D. (Thesis). Ensayo de las reivindicaciones coloniales, 1936, París.
Naciones Unidas –Carta de las N. U.
––––Anales de 1946-52.
––––Anuario de 1947-48, 1949-1950-52.
––––Reglas de Proc. Consejo de Administración Fiduciaria.
––––UNCIO, San Francisco.
––––Working Paper UNCIO, (Stassen).
––––Working Paper UNCIO, Doc. 323.
––––Resoluciones As. General 1946.
––––Resoluciones As. General 1947.
––––Resoluciones As. General 1948.
––––Resoluciones As. General 1949-55.
––––What is doing the UN for the Non Self Gov. territories, Lake Succes, 1949.
––––Workeng Paper on Somaliland, Doc. T/AC18-119-Gin. 1950, Doc. T/456-Tutela Somalia. Territorios no
autónomos. ST/OPI/1953.
OEA. Washington Anales –Volumen I– 1949.
Politis, Nicolas. La Morale Internationale. 1945.
Roland y Lampué. Tratado de legislación colonial. Ed. Dalloz, París, 1940.
Rolin H. La práctica de los mandatos internacionales, Course, Le Hague, 1926.
Sánchez y Sánchez, Carlos. Derecho Internacional Público Americano, Ed. 1942, Ciudad Trujillo.
Sayre, Francis B. Legal Problems arising from the United Nations Trusteeship System, 1948, Vol. 42.
Schelle, Georges. Droit International, París. Ed. 1948.
Smuts, Brig. General J. C. Twenty one suggestions, Mandates systems –Pamphlet, 1919.
Sociedad de Naciones Pacto de la S. de N, Ginebra, 1925.
––––El Sistema de Mandatos, Ed. 1945, Ginebra.
––––The League Hands Over, Ginebra, 1946.
––––Manual de la Soc. de Naciones, Ginebra, 1935.
––––Resoluciones sobre Mandatos.
Srimagieff. K. De la situation des Etats mi-souverains, Ed. 1889, París.
Van Rees. Mandates Internationales, Ed. 1928.
Von Listz, Prof. Derecho Internacional, Ed. 1913.
Yepes, José Ma. El Derecho Internacional Americano, Ed. París, 1945.
134
No. 12
la huelga obrera
J. E. García Aybar
NOTA DE LOS EDITORES
La Librería Dominicana se complace en presentar esta pequeña obra concerniente a
temas de Derecho Laboral, cuyo autor José E. García Aybar es un reconocido jurisconsulto,
especializado en materias sociales y económicas.
En este volumen se incluyen tres estudios intitulados, respectivamente, La huelga
obrera, La suspensión del contrato de trabajo y Principales obligaciones de los patronos y tra-
bajadores.
El primero, inspirado en la doctrina y legislación universales, está dividido en tres partes:
Los conflictos del trabajo, La huelga y el paro y La huelga y el paro en la Legislación Dominicana.
Los otros se relacionan primordialmente con nuestro propio estatuto laboral.
Estos ensayos, desprovistos de pretensiones académicas, no han sido escritos con un
exclusivista criterio jurídico, sino más bien con el sentido social y humano que caracteriza,
en la época actual, al Derecho del Trabajo.
El autor tuvo a su cargo, durante algunos años, la docencia universitaria de esa impor-
tante asignatura.
la huelga obrera
Primera Parte
Los conflictos del trabajo
En las relaciones habituales entre patronos y trabajadores, y como consecuencia del
contrato de trabajo que los liga, pueden surgir y surgen frecuentemente, desavenencias
susceptibles de crear entre ellos verdaderos conflictos laborales.
Las causas de esas desavenencias pueden ser múltiples. Regularmente tienen un defini-
do carácter económico, en razón de que la mayor de las veces están relacionadas, directa o
indirectamente, con la remuneración que el patrono está obligado a pagar a sus trabajadores
en compensación con la labor realizada.
Algunos tratadistas y muchas legislaciones han designado estas controversias con el
nombre de Conflictos Económicos, denominación que no es en realidad correcta, ya que
existen muchos casos en que las diferencias entre obreros y empleadores no tienen esa na-
turaleza específica, por tratarse de cuestiones más bien relacionadas con el cumplimiento
del contrato o con diversas condiciones en que el trabajo es realizado.
Dentro del concepto general de Conflictos del Trabajo se agrupan, no tan sólo las
controversias entre patronos y obreros, sino también aquellas que pueden surgir entre los
propios trabajadores y aun entre los mismos patronos, las cuales no tienen la importancia
y trascendencia de las primeras, ya que, por estar circunscritas a una sola clase, no son, por
regla general, susceptibles de afectar seriamente el normal desenvolvimiento de las relacio-
nes obrero-patronales.
Nadie ya discute, por ser una cuestión casi axiomática, que en la mayoría de los casos, los
conflictos laborales surgen como natural consecuencia, tanto de la injusticia social que abruma
a las clases proletarias como a los desequilibrios económicos a que, precisamente, da lugar
esa misma injusticia. Tales conflictos, reputados antiguamente como una manifestación de
ilegal rebeldía de parte de los trabajadores, son considerados ahora, en los países democráticos
137
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
del mundo, como verdaderos problemas sociales, dignos de ser examinados, ponderados y
resueltos, no con el criterio tradicionalista y caduco del Derecho común, sino con sujeción
a los principios modernos de una auténtica justicia social.
Como natural resultado de este cambio de criterio, de ámbito universal; de la dignifi-
cación del trabajo que se ha operado en los tiempos actuales; de la fuerza que representa la
unión de los trabajadores en defensa de sus intereses comunes; de la aparición y constante
desarrollo de ese Nuevo Derecho como se ha llamado al Derecho Laboral, así como de las
graves perturbaciones sociales y económicas a que suelen dar lugar tales controversias, los
conflictos del trabajo han merecido y siguen mereciendo la oportuna atención de todos los
gobiernos, para la solución de los mismos dentro de una absoluta equidad para las partes,
y con el fin de evitar, o por lo menos atemperar, los serios perjuicios que tales conflictos
ocasionan, tanto a los propios patronos y trabajadores como a la economía general del país
donde estos se originan.
El Estado, como representativo genuino de la comunidad, no puede ni debe cruzarse de
brazos ante los conflictos laborales y dejar que estos se resuelvan por sí solos, de acuerdo
con el mayor o menor grado de resistencia de las partes en litigio, tal como solía ocurrir, en
muchos casos, durante la vigencia del anacrónico sistema liberalista.
En nuestra época ha sido necesario dictar leyes tendentes a crear los sistemas y procedi-
mientos adecuados para el examen y solución de esas controversias, que además de respetar
de manera absoluta el libre ejercicio de los respectivos derechos de las partes, concedan al
Estado la facultad de intervenir en dichos procedimientos, como verdadero moderador,
ecuánime e imparcial, con el fin de tratar de obtener, mediante esa intervención, la más justa
solución del conflicto.
Esta intervención no constituye, ni puede constituir en ningún caso, obstáculo alguno
para que las partes puedan discutir directamente sus propios problemas y llegar por sí mis-
mas a satisfactorios avenimientos, método que a nuestro juicio es el más recomendable y
apetecible. Pero cuando esto no haya sido posible, la intervención estatal debe ser obligatoria
y absolutamente moderada, dentro del equilibrio natural de los intereses en pugna, para
evitar, con esa actitud, los naturales resentimientos de una u otra de las partes, que puedan
sentirse lesionadas en sus legítimos derechos.
Pero más importante aun que las leyes que se dicten para establecer sistemas enderezados
a la solución eficaz de los conflictos laborales, y de la propia intervención imparcial y justi-
ciera del Estado para llegar a resultados satisfactorios, el medio más efectivo para prevenir
la aparición de esos conflictos es la implantación y mantenimiento de una política social,
llena de comprensión y justicia, cuya finalidad sea el gradual y constante mejoramiento de
las clases proletarias, no tan sólo en sus naturales relaciones con sus respectivos patronos,
sino en un orden más amplio y más humano.
Mientras quede un vestigio siquiera de esa cruel injusticia social que aplastó, con férreo
egoísmo, la vida y el porvenir de los trabajadores, seguirán surgiendo continuamente nue-
vos y más graves conflictos laborales. Así como en el tratamiento de las enfermedades es
siempre más eficaz la medicina preventiva que la curativa, las previsiones que tiendan a una
mayor prosperidad de los hombres de trabajo, dentro del concepto moderno de la justicia
social, serán siempre la mejor forma de evitar las continuas controversias entre obreros y
empleadores y de crear, sobre bases firmes, la útil y necesaria cooperación que debe existir
entre los elementos primordiales de la producción.
138
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
139
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
140
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
Esta clase de controversias que apenas tienen trascendencia por el hecho de estar
circunscritas a un número reducido de personas, surgen diariamente en forma rutinaria
entre patronos y trabajadores. Tienen casi siempre como causa violaciones de leyes labo-
rales o de los términos del contrato de trabajo, y como objetivo principal la reclamación
de prestaciones indemnizatorias, legales o contractuales, como consecuencia directa de
dichas violaciones.
Existe conflicto individual entre un obrero despedido de su trabajo y su propio patrono,
cuando este, por ejemplo, se niegue a pagarle las indemnizaciones legales que le corresponden
por la rotura unilateral del contrato, alegando que dicho despido está justificado de acuerdo
con la ley o no alegando nada. En este caso, el diferendo está limitado a un solo trabajador
y no afecta, en consecuencia, las relaciones de los demás con el patrono común.
Puede ser, sin embargo, que no se trate de un solo obrero despedido sino de varios. En
este caso el diferendo no se convierte automáticamente, por esa sola circunstancia, en un
conflicto colectivo, sino que sigue siendo de carácter individual entre un patrono y varios de
sus trabajadores, aunque las causas y circunstancias del despido hayan sido similares. Esta
controversia debe ser juzgada y resuelta mediante los procedimientos laborales ordinarios,
los cuales en nuestro país tienen dos etapas distintas y sucesivas: la primera de carácter ad-
ministrativo, o sea la tentativa de conciliación realizada por el Departamento de Trabajo, con
el fin de tratar de obtener amigablemente un avenimiento entre las partes; y la segunda, de
carácter judicial, mediante demanda ante los tribunales laborales, que son los que deciden
finalmente la controversia.
Los conflictos colectivos son aquellos que surgen entre un grupo de trabajadores y uno
o varios patronos. Su característica esencial es la de que dichos obreros tienen un interés
común y colectivo, o lo que es lo mismo, que sus demandas están enderezadas a obtener
determinados beneficios o condiciones de trabajo en provecho general de todos, y no
particularmente de ninguno de ellos. Por esa circunstancia, es necesario que esos grupos
de trabajadores que actúan en común, estén organizados en asociaciones, sindicatos o
gremios, a fin de que legalmente puedan representar el interés general de una clase pro-
fesional determinada.
Los conflictos colectivos revisten siempre gravedad, por la circunstancia de que afectan
o son susceptibles de afectar, no tan sólo la vida económica de un país, una región o una
ciudad, sino hasta el propio orden público como consecuencia de las violentas reacciones
que en veces suelen acompañar a esta clase de controversias.
Dentro de la clasificación de conflictos colectivos, existen dos modalidades distintas,
que aunque tienen en el fondo una misma finalidad, como es la defensa de los intereses
comunes de los trabajadores, establecen sin embargo una esencial diferencia entre ambas.
En unos casos, el conflicto colectivo surge como consecuencia de la interpretación o apli-
cación de leyes laborales, contratos de trabajo y pactos colectivos, respecto de las cuales no
exista una unidad de criterio entre obreros y empleadores. En otros, la controversia tiene
por causa la solicitud o demanda, por parte de los trabajadores, de mejores condiciones de
trabajo que redunden en su beneficio, ya sea por el aumento de los salarios contractuales,
la disminución o distribución de las jornadas laborales, la ampliación de los períodos de
descanso, el mejoramiento de las condiciones higiénicas de los talleres, la modificación de
los reglamentos de estos, o por la modificación de cualesquiera otras de las regulaciones
que rigen las relaciones obrero-patronales.
141
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
142
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
contrato de trabajo; y colectivos, los originados entre un grupo o sindicato obrero y uno o
varios patronos, sobre cuestiones de orden profesional general”.
143
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
y que por tanto deben crearse nuevas o modificarse las antiguas, los empleadores, a su vez,
pueden confrontar situaciones económicas en sus empresas que les obliguen a proponer mo-
dificaciones en dichas condiciones, que les permitan la continuación de sus actividades.
Las controversias económicas promovidas por los trabajadores versan regularmente sobre
el monto de los salarios, la retribución para el pago de horas extras, los períodos de descanso,
la concertación de pactos colectivos y otras aspiraciones de mejoramiento colectivo.
Las promovidas por los patronos suelen referirse a los reajustes definitivos o temporales
en el personal de sus empresas, a las suspensiones transitorias de sus actividades y aun al
cierre definitivo de sus negocios, en cuyos casos el conflicto es de suma gravedad porque
representa la pérdida o la reducción del trabajo de un número considerable de obreros.
En la obra Los Tribunales del Trabajo, publicada por la Oficina Internacional del Trabajo,
se expone el criterio sentado por dicho organismo respecto a la naturaleza de los conflictos
económicos propiamente dichos. “El conflicto de intereses que no versa sobre la interpreta-
ción de un derecho adquirido, fundado en la ley o en el contrato, es una reivindicación que
tiende a modificar un derecho existente o a crear un derecho nuevo”.
144
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
sino que está a cargo de organismos jurisdiccionales de naturaleza especial, los cuales
constituyen, en veces, verdaderos tribunales, como ocurre en México con las Juntas de
Conciliación y Arbitraje, que tienen competencia plena, tanto en los conflictos individuales
como en los colectivos.
En otras legislaciones, el preliminar de conciliación no es obligatorio sino simplemente
facultativo. Entre nosotros, además de ser obligatorio, constituye un procedimiento previo
de orden público, como lo ha decidido nuestra Suprema Corte de Justicia por sentencia del
24 de julio de 1956, la cual estableció, entre otras cosas que “el Código de Trabajo instituye en
el principio VII, el carácter obligatorio del preliminar de conciliación; que esta disposición
imperativa de la ley se impone de manera absoluta al respecto de los trabajadores y los patro-
nos; que, por consiguiente cuando el preliminar de conciliación no sea agotado, los Tribunales
de Trabajo deben, aun de oficio, declarar inadmisible la demanda”. Posteriormente, por su
decisión del 30 de abril de 1957, declaró que “el preliminar de conciliación en materia laboral
ha sido instituido en un interés general, de orden público, y como tal el medio deducido de
la violación de ese principio puede ser propuesto por primera vez en casación”.
145
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
El Prof. Tissenbaum considera que “los tribunales para los conflictos colectivos debe-
rán ser presididos por jueces de derecho e integrados con vocales que actúen en el orden
profesional, debiendo tener competencia normativa para adoptar resoluciones o fijar bases
reglamentarias del trabajo”.
Consideramos muy acertado este criterio, ya que este género de tribunal sería eficaz y
práctico para la solución de los conflictos colectivos en general, habida cuenta que en su
integración figuraría un juez de derecho, siempre necesario, y representantes profesionales
de las partes en causa. Desde luego, sin descartar los procedimientos previos de conciliación
que han dado muy buenos resultados en multitud de controversias.
La solución del conflicto mediante el examen y discusión directa del mismo entre las
partes, representa indudablemente el método ideal para la terminación satisfactoria de las
controversias laborales. A veces, el contacto directo de los trabajadores con sus patronos es
susceptible de producir magníficos resultados no solamente para la solución sino también
para la prevención de conflictos del trabajo.
Sin embargo, cuando las diferencias que separan a los obreros de sus patronos sean de
relativa gravedad, la discusión directa de tales diferencias pueden, en vez de facilitar un
buen entendimiento, hacer más tensa la situación, por la mutua y recíproca excitación que
en veces predomina en esa clase de discusiones.
La conciliación y el arbitraje son los dos medios más eficaces para la solución de los
conflictos colectivos, procedimientos que surgieron en el derecho laboral, como consecuencia
de la imposibilidad de resolver tales controversias mediante la simple aplicación de normas
de derecho, como ocurre en los conflictos individuales.
Ambas fórmulas, que se utilizan individual y sucesivamente en los casos de controversias
no solucionadas, tienen sin embargo caracteres bien diferentes. Mientras la primera, o sea la
conciliación, es un método destinado a obtener por la vía directa un avenimiento satisfactorio,
con la intervención moderadora de un tercero llamado conciliador; en el arbitraje las partes
convienen en aceptar que un tercero examine y juzgue el conflicto y decida soberanamente
la solución del mismo, mediante una sentencia definitiva denominada laudo.
Si la conciliación tiene éxito satisfactorio, crea virtualmente entre las partes un derecho
que podríamos llamar contractual, por ser el resultado directo de una concurrencia de
voluntades para un fin determinado. Lo mismo ocurre con el laudo arbitral, que al propio
tiempo de resolver el conflicto, crea también derecho con carácter normativo y obligatorio
para ambas partes. En muchas legislaciones, el laudo tiene la autoridad y fuerza de un pacto
colectivo de condiciones de trabajo.
La conciliación
La Conciliación, como fórmula para la solución de los conflictos colectivos, ha sido usada con
bastante éxito en muchos países, y figura además en innumerables legislaciones del trabajo.
La Conciliación puede ser de dos clases: convencional y obligatoria. Es convencional cuan-
do las partes por mutuo acuerdo confían a una persona u organismo privado la función de
conciliador, en cuyo caso, además de ser absolutamente voluntaria, cae más bien dentro del
ámbito del derecho privado y no del laboral.
Es obligatoria, cuando es la ley la que impone a las partes el deber de someter el conflicto
ante conciliadores designados por estas; ante comisiones integradas por representantes del
146
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
147
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Estos artículos se refieren a las formalidades prescritas para las audiencias de conci-
liación en el procedimiento ordinario ante los Juzgados de Trabajo, los cuales, aunque no
están vigentes para estos fines de conformidad con la disposición transitoria contenida en
el Artículo 691 del mismo Código, son, sin embargo, aplicables para la conciliación de los
conflictos colectivos del trabajo.
De acuerdo con las reglas establecidas en dichos artículos, el mediador deberá hacer a las
partes las reflexiones que considere oportunas, procurando convencerlas de la conveniencia
de un acuerdo. En ese sentido, les insinuará soluciones que sean razonables y agotará todos
los medios persuasivos que estén a su alcance, pero conservando siempre su carácter de
mediador imparcial. Si en el curso de las discusiones, se hiciere alguna proposición que esté
en pugna con disposiciones legales de orden público, el mediador deberá advertírselo a las
partes, invitándolas a ensayar otras soluciones o eliminar de la propuesta, si fuere posible,
las condiciones prohibidas por la ley.
Aunque esta última atribución está conferida, por el Artículo 487 del Código, al juez de
la audiencia, y no a los vocales que actúan como conciliadores en el procedimiento ordina-
rio, entendemos sin embargo que debe ser ejercida por el mediador, ya que de otra manera
no sería aplicable dicho artículo en materia de conflictos colectivos, y el reenvío que a los
términos del mismo hace el Artículo 632 no tendría ningún sentido.
Si se llega a un avenimiento satisfactorio, se redactará una acta, firmada por las partes,
la cual deberá contener todos los detalles del acuerdo para su mejor ejecución.
Cuando no se llegare a ningún acuerdo, o cuando la parte respecto de quien se ha pro-
movido la intervención conciliatoria no compareciere, sin motivo justificado, el mediador
se limitará a expedir a la parte interesada la certificación correspondiente, documento que
constituirá la prueba de haberse cumplido el requisito previo de la conciliación obligatoria
establecido por la ley.
El arbitraje
El último procedimiento que las partes en un conflicto colectivo deben llevar a cabo para
la solución del mismo es el arbitraje.
En derecho común, el arbitraje es una jurisdicción instituida espontáneamente por las
partes para dirimir un diferendo que las divide, jurisdicción que universalmente ha sido
reconocida por la ley. En este caso, los árbitros, o sean los jueces escogidos por las partes,
tienen la misión de establecer a cuál de las dos le pertenece el derecho, debiendo aplicar en
consecuencia las normas y principios jurídicos indicados en la ley. Son virtualmente jueces
de derecho.
En materia laboral, el arbitraje no tiene exactamente la misma naturaleza, ya que los
conflictos colectivos de trabajo que debe examinar y resolver no son precisamente contro-
versias jurídicas, sino diferendos económicos, cuya finalidad es el establecimiento de nuevas
condiciones de trabajo o la modificación de las ya existentes. Por tanto, los árbitros en materia
laboral no tienen como misión la aplicación del derecho a un caso determinado, sino la de
examinar y decidir una controversia de intereses.
Es, pues, el arbitraje, en materia laboral, una jurisdicción especial ante la cual son so-
metidos los diferendos obrero-patronales, que tengan el carácter de conflictos colectivos
económicos, para su examen y decisión final.
148
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
149
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
de huelga. Desde el momento que las partes están obligadas a someterse a un árbitro para
juzgar sus disidencias, les está prohibido romper el contrato de trabajo, y en consecuencia
declarar la huelga”.
Estos argumentos no tienen en verdad consistencia. Si el Estado tiene el derecho de
imponer a los particulares una jurisdicción de determinada naturaleza para dirimir contro-
versias que no interesan ni afectan el orden público, en los conflictos colectivos del trabajo
que sí afectan el orden público, por el carácter especial de los intereses y derechos que en
ellos se debaten, debe necesariamente establecer procedimientos coercitivos para asegurar
una solución final y equitativa de tales conflictos, así como para evitar, de manera efectiva,
las perturbaciones sociales y económicas que ellos producen.
Si el arbitraje obligatorio constituye uno de esos procedimientos, y ha obtenido buen
éxito en la solución satisfactoria de multitud de controversias obrero-patronales, no se jus-
tifican en absoluto las objeciones que contra esa fórmula se han externado, ya que como se
ha visto, objetivamente, los conflictos de intereses no pueden ni deben ser examinados y
juzgados por tribunales laborales de esencial estructura jurídica, por tratarse de diferendos
de exclusiva naturaleza económica.
En cuanto a que el arbitraje obligatorio es impedimiento al ejercicio del derecho de
huelga, basta decir que dicho sistema está inspirado precisamente en el propósito de hacer
desaparecer las causas de la huelga, mediante la solución oportuna y justiciera de los con-
flictos que puedan originarla.
Si el arbitraje como fórmula final no fuera obligatorio, las partes no tendrían ninguna
otra para solucionar sus discrepancias, puesto que si estas no pueden ser resueltas por
decisiones de tribunales laborales, por las razones que ya han sido expuestas, y han sido
infructuosos los procedimientos tanto del avenimiento directo como de la conciliación, los
conflictos colectivos degenerarían virtualmente en una anárquica lucha de clases, donde los
intereses respectivos de ellas se debatirían en un ambiente de violencia, sin freno ni control
de ninguna especie, situación que sería catastrófica para los patronos, los trabajadores y la
propia estabilidad del Estado.
Esa lucha sería, a la postre, o extraordinariamente perjudicial para los obreros, ya que
estos por su condición económica tendrían mucho menos poder de resistencia que los pa-
tronos para aguardar pasivamente la solución de sus conflictos, o los arrojaría a un estado
de desesperación cuyos graves resultados para todos serían ciertamente imprevisibles.
150
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
o conciliador, en el caso de que una de ellas haya recurrido o amenazado con recurrir a una
huelga o a un paro. Si en estas circunstancias, este derecho no hubiera sido ejercido dentro
del plazo ya indicado, el Presidente de la Corte de Trabajo (cuyas funciones corresponden
temporalmente al de la Corte de Apelación) tendrá facultad de designar, ya sea de oficio
o por solicitud de parte o del Secretario de Estado de Trabajo, las tres personas que deban
actuar en calidad de árbitros.
Esta misma facultad la tiene el Presidente de la Corte en los casos de conflictos que afec-
ten servicios públicos de utilidad permanente, cuando las partes hubieren sido negligentes
en el nombramiento de los tres árbitros, dentro del plazo a que hemos hecho referencia en
el párrafo anterior.
La ley es muy liberal en cuanto a las condiciones que deben reunir los árbitros designa-
dos por las partes, ya que sólo exige que sean ciudadanos dominicanos, mayores de edad y
sepan leer y escribir. Sin embargo, cuando estos sean elegidos por el Presidente de la Corte,
dos deberán ser seleccionados de las “nominas de vocales mencionadas en el Art. 436 en
la forma indicada para la constitución de la Corte de Trabajo” (requisito que actualmente
es de imposible ejecución por no estar en vigor ese artículo) y el tercero entre los jueces de
dicha Corte.
El sistema dominicano para la designación de los árbitros es mixto, ya que al mismo
tiempo de dar potestad a las partes para seleccionarlos por mutuo acuerdo, faculta a un fun-
cionario de un organismo judicial a nombrarlos, cuando dichas partes hayan sido renuentes
a ejercer el derecho que la ley les reconoce.
Tratándose de conflictos que suelen producir casi siempre perturbaciones sociales y
económicas que afectan a la comunidad, la ley tiene necesariamente que proveer sistemas y
procedimientos expeditivos tendientes a lograr la más rápida y justa solución de tales con-
troversias, así como a garantizar a las partes el libre ejercicio de sus respectivos derechos.
En algunos países, como México, entre otros, existen organismos estatales que ejercen,
de manera exclusiva y en forma imperativa, la doble función de conciliadores y árbitros.
En ellos las partes no tienen, como en la República Dominicana, el derecho de someter sus
controversias ante árbitros designados por las mismas, sino que están obligadas, sin otra
alternativa, a dirimirlas ante los citados organismos.
Los árbitros en nuestro país están sujetos a recusación por las mismas causas que los
jueces y vocales de las Cortes de Trabajo, causas que están enumeradas en el Artículo 564
del Código, y que son las siguientes: a) Cuando tenga algún interés personal en el asunto o
cuando lo tenga su cónyuge o quien lo hubiese sido o algún pariente o afín en línea directa
o pariente en línea colateral hasta el cuarto grado inclusive; b) Cuando viva con una de
las partes bajo el mismo techo, a cualquier título que sea; c) Cuando haya opinado sobre
el asunto; d) Cuando sostenga o haya sostenido una litis con una de las partes en el curso
de los dos años anteriores, o cuando la sostenga o la hubiera sostenido en igual término
su cónyuge, uno de sus parientes o afines de segundo grado en línea colateral; e) Cuando
mantenga una actitud notoriamente hostil o de manifiesta enemistad respecto de una de
las partes o de su mandatario”.
No sabemos hasta qué punto puedan ser aplicables, en materia de arbitraje laboral,
las causas de recusación inherentes a los jueces y vocales de las Cortes de Trabajo. En los
conflictos colectivos existen dos partes: el patrono, de un lado, y los trabajadores de otro.
Pero como estos últimos constituyen un grupo numeroso de personas físicas, y no una sola,
151
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
como ocurre por regla general en los conflictos individuales, podría preguntarse si sería o
no recusable un árbitro por el hecho de existir entre este y uno solo de dichos trabajadores,
cualquiera de las causas de recusación indicadas por la ley.
Creemos que no, en razón de que en los conflictos colectivos no está en juego el derecho
o el interés de una persona, sino los de un grupo o clase considerados en conjunto. Por tanto,
fuera de las causas de recusación indicadas anteriormente en las letras c) y e), ninguna de
las otras son susceptibles, en nuestra opinión, de dar lugar a una justificable recusación,
cuando existan individualmente entre un árbitro y un trabajador determinado. Sin embargo,
cuando cualquiera de las causas exista entre el patrono y un árbitro, esta puede ser invocada
siempre por una u otra de las partes interesadas.
En caso de que la recusación de un árbitro fuera admitida judicialmente, su sustitución
por otro, se hará en la misma forma en que fue designado el árbitro recusado, ya sea por las
partes o por el Presidente de la Corte de Trabajo.
152
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
153
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Muchos autores consideran a los árbitros como verdaderos jueces de conciencia que
no están atados al rigor del texto legal, sino a un más importante y elevado precepto
no escrito, que es la equidad. Es por ello que la selección de los árbitros, ya sea por las
partes o por una autoridad estatal, debe ser hecha con suma prudencia, para evitar que
tales funciones sean ejercitadas por personas incapacitadas intelectual o moralmente,
que carezcan del sentido humano y justiciero que debe prevalecer en el ejercicio de tan
importante misión social.
Para facilitar la labor tanto de los árbitros que realicen una investigación como de los
consultores técnicos que la lleven a cabo por delegación, la ley los inviste de las facultades
correspondientes a los funcionarios del trabajo destinados al servicio de inspección, debien-
do ser consideradas todas las informaciones que obtengan como de carácter confidencial, y
utilizables para los fines exclusivos de la investigación, la cual no puede exceder, en ningún
caso, de una duración mayor de diez días.
Concluida la investigación, los árbitros deben redactar un pliego donde se exponga el
resultado obtenido de la misma. En dicho documento deben proponer a las partes la solución
que ellos consideren más justa y apropiada, tanto para poner fin al conflicto existente como
para prevenir su repetición en el futuro. Cuando la investigación hubiera sido realizada por
los consultores técnicos, estos tienen facultad para sugerir una solución determinada, la cual
debe constar en el informe que estos presenten a los árbitros.
El resultado de la investigación y la solución propuesta por los árbitros no obliga en
absoluto a las partes, las cuales tienen oportunidad de hacer las observaciones y objeciones
que consideren necesarias acerca tanto de ese resultado como de la proyectada solución, en
una audiencia final que deberá celebrarse entre el tercero y quinto día, a partir de la invita-
ción que para esos fines les hicieran los árbitros.
154
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
en esa forma que mediante la ejecución imperativa de un laudo arbitral, el cual casi nunca
goza del beneplácito de ambas partes y deja en el ambiente resquemores e inconformidades
reticentes, capaces de provocar en un futuro cercano nuevos y más graves conflictos que el
dirimido por vía de autoridad.
La ley dominicana prohibe que, después de la audiencia final, se ordenen investiga-
ciones suplementarias, con excepción del caso en que las partes así lo soliciten por mutuo
acuerdo intervenido entre ellas. En oportunidades, tales investigaciones pueden ser muy
convenientes para dilucidar o aclarar algunos puntos específicos del litigio, que a veces son
esenciales para facilitar la obtención de una fórmula satisfactoria de acuerdo. Consideramos
que la prohibición, como regla general, de esa medida de instrucción adicional, no tiene
realmente justificación alguna.
El laudo arbitral
Concluida la audiencia final y terminado en consecuencia el proceso contradictorio del
arbitraje, corresponde exclusivamente a los árbitros la solución definitiva del conflicto, me-
diante una sentencia que ha sido denominada Laudo. Estos tienen un plazo fatal de hasta
ocho días a partir de la terminación de la audiencia o de la investigación suplementaria, si
esta hubiera sido ordenada, para decidir la controversia.
La ley dominicana no indica los requisitos que debe reunir el laudo arbitral, ni las
menciones que este debe contener. Como en materia laboral el arbitraje es de carácter eco-
nómico, puesto que solamente decide sobre intereses y no sobre Derecho, no se puede ni
debe exigirse que el laudo esté redactado como una sentencia de un tribunal, tanto por la
naturaleza específica de esa decisión como por la circunstancia de no ser dictada por jueces
profesionales.
Los árbitros deben siempre producir su laudo, ya sea en el caso en que las partes hayan
aceptado sin observaciones la solución propuesta en el pliego o insinuada por los consul-
tores técnicos, y en el caso contrario, es decir cuando tengan que dirimir soberanamente el
conflicto.
En el primer caso, los árbitros se limitarán a reproducir en la parte dispositiva del laudo
los términos de la solución aceptada. En el segundo, deben hacer todas las consideraciones de
hecho relativas al caso, mencionar las circunstancias específicas del mismo que han formado
su convicción y exponer los razonamientos que a su juicio justifiquen la decisión.
Después de pronunciado el laudo, los árbitros deberán depositar el original y las copias
del mismo en la Secretaría de la Corte de Trabajo (actualmente la Corte de Apelación) en un
plazo de cuarenta y ocho horas después de la fecha de su pronunciamiento. Dicho laudo
deberá ser notificado a las partes en el conflicto y enviada una copia al Departamento del
Trabajo para su correspondiente registro.
Si el laudo ha sido dictado después de haberse producido una huelga o un paro, los
árbitros deberán disponer en el mismo lo que a su juicio proceda respecto a los salarios de
los trabajadores durante el período de la suspensión de las labores.
De acuerdo con el Artículo 656 del Código de Trabajo “el laudo produce los efectos de un
pacto colectivo de condiciones de trabajo”. Siendo además una decisión final, en que no está
implicada la aplicación de ninguna ley, el laudo arbitral no está sujeto a ningún recurso, ni
ordinario ni extraordinario.
155
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Aunque produce legalmente los mismos efectos jurídicos de un pacto colectivo, existen
algunas pequeñas diferencias entre ambos. El pacto colectivo es un convenio intervenido,
por mutuo acuerdo, entre uno o más sindicatos de trabajadores y uno o varios patronos
“con el objeto de establecer las condiciones a que deben sujetarse los contratos de trabajo
en una o varias empresas”, en tanto que el laudo es una decisión que aunque establezca
nuevas condiciones de trabajo o modifique las existentes, ha sido dictado para solucionar
un conflicto económico. El pacto colectivo debe tener siempre, de acuerdo con la ley, un
término establecido, en tanto que el laudo no tiene necesariamente que llenar ese requisito.
Por último, el pacto colectivo es un acto de tipo contractual, mientras que el laudo es siempre
de carácter impositivo.
En otro aspecto tiene sin embargo una gran similitud, ya que ambos establecen determi-
nadas condiciones de trabajo que son obligatorias para el patrono y para sus trabajadores;
condiciones que rigen como un principio de carácter general, aplicable posteriormente a
todos aquellos que se encuentren en la misma situación. El laudo ha sido también denomi-
nado sentencia colectiva del trabajo.
En algunas legislaciones han sido previstos determinados recursos contra el laudo arbi-
tral, cuando este hubiese sido dictado “con exceso de poder o violación de la ley”. En Italia,
el Código Procesal establece el recurso de revocatoria y revisión y el de casación, en tanto que
en Francia existe una Corte Superior de Arbitraje, que no es precisamente del orden judicial,
la cual tiene facultad, a requerimiento de parte, para anular total o parcialmente el laudo,
en cuyo caso devuelve el asunto a las partes, para que estas designen un nuevo árbitro. Si
el nuevo laudo es también anulado, a consecuencia de nueva apelación, la Corte encarga
a uno de sus relatores la instrucción complementaria del caso, y este dicta una sentencia
arbitral en última instancia.
A pesar del carácter definitivo del laudo arbitral en la legislación dominicana, este no
tiene en ningún caso la autoridad y fuerza de la cosa juzgada, como ocurre con las senten-
cias de Derecho común sobre las cuales no puede ejercerse ningún recurso, ya que, como
el pacto colectivo, está sujeto siempre a posibles revisiones cuando las circunstancias que
se tomaron en cuenta para su adopción sufran variaciones que determinen la necesidad de
llevar a cabo tales revisiones.
La ley dominicana así lo reconoce implícitamente al establecer que los laudos produ-
cen los mismos efectos de los pactos colectivos, asimilándolos así a la naturaleza jurídica
de estos últimos. Es por ello que consideramos que las disposiciones del Artículo 116
del Código de Trabajo que establecen los casos en que dichos pactos pueden ser revisados,
son aplicables a los laudos siempre que en el curso de su vigencia ocurran, sin culpa de
ninguna de las partes, cambios de hecho que no hayan sido previstos, y si “la parte inte-
resada en la revisión, de haberlos previsto, se hubiera obligado en condiciones distintas,
o no hubiera contratado”.
Precisamente, el mismo artículo dispone que en caso de revisión de los pactos esta “se
hará por mutuo acuerdo, o si no es posible, en la forma determinada en los Títulos relativos
a los Conflictos Económicos y al procedimiento para resolverlos”.
Es obvio que la aparición de nuevos hechos o la modificación de los existentes, que
sean susceptibles de justificar una revisión, constituyen virtualmente el germen de posibles
conflictos económicos, y en tal caso deben utilizarse los mismos procedimientos legales
establecidos para la solución de estos.
156
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
157
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
mejorar esas normas, ya sea al suscribir el contrato o mediante la firma de un pacto colectivo
de condiciones de trabajo.
En ambos casos, ya sea por medio del contrato o de un pacto, las disposiciones legales
que benefician a los trabajadores pueden ser modificadas en forma aun más favorables, mo-
dificación que puede extenderse hasta la renuncia, por parte del patrono, de determinados
derechos que la ley le reconoce. Pero esto ocurre como el resultado de la libre determinación
de la voluntad de las partes, es decir mediante un acto convencional, que la ley permite, por
tratarse de un acuerdo que mejora la condición del trabajador.
Ahora bien, a pesar de que el laudo arbitral surte los mismos efectos de un pacto colec-
tivo, es pertinente observar que mientras este es el resultado de un acuerdo convencional,
intervenido libremente entre las partes, el laudo proviene de terceros, que, si bien tienen la
atribución de dirimir el conflicto de acuerdo con la equidad, no tienen sin embargo, con la
disculpa de aplicar esta, la facultad de destruir los derechos esenciales que la ley les reco-
noce a las partes.
Las leyes laborales instituyen los derechos y obligaciones de los obreros y de los pa-
tronos, con el fin de regular las relaciones de estos dentro del contrato de trabajo. Por ello
consideramos que los árbitros encargados de dirimir un conflicto, pueden incluir en sus
laudos disposiciones que modifiquen las condiciones de trabajo existentes, siempre que no
violen, total o parcialmente, ninguno de los derechos esenciales consagrados en favor de
una u otra de las partes, ya que, de otra manera, la ley dejaría de ser una norma obligatoria
para convertirse en un simple principio teórico e ineficaz.
Los árbitros, al decidir una controversia deben tener sumo cuidado de no violar en sus
laudos ninguna prerrogativa legal de las partes, debiendo ceñirse estrictamente a los hechos
y circunstancias del conflicto debatido, a fin de dirimirlo dentro del ámbito de la equidad,
pero con respeto absoluto de la ley.
En nuestra legislación, las decisiones arbitrales no están sujetas a ningún recurso, siendo
en consecuencia posible que un laudo contenga disposiciones contrarias a la ley, las cuales
no pueden ser impugnadas por ninguna vía, a no ser por la denuncia del laudo, en cuyo caso
las partes tendrían que esperar el vencimiento del plazo establecido para la misma.
En cuanto a la revisión de dicho laudo, esta solo puede ser promovida, de acuerdo con
el Artículo 116 del Código de Trabajo, “en los casos de cambios de hechos que ocurran sin
culpa alguna de las partes”, por lo cual, cuando es violatorio de la ley, no podría ser objeto,
por esa sola circunstancia, de un proceso de tal naturaleza.
Es evidente que la inexistencia de un recurso contra el laudo, puede mantener en las
disposiciones de este, un estado de ilegalidad irrefutable, y en consecuencia muy perjudicial
para los principios más elementales del derecho de trabajo.
Dada la naturaleza de los conflictos que dirime, el laudo debe estar sujeto, en nuestra
opinión, a un recurso especial, limitado sin embargo a impugnar exclusivamente las dis-
posiciones que sean dictadas con exceso de poder o en violación a la ley, sin que pueda ser
extensivo, en ningún caso, a las materias económicas que dicho laudo decida.
Este recurso tendría un carácter estrictamente jurídico, similar, en cierto modo, al de
casación, el cual sólo decide acerca de la legalidad de la sentencia y nunca el fondo del
asunto debatido. Dicho recurso podría ser de la competencia de la Corte de Trabajo, la cual
lo juzgaría en forma más o menos análoga al procedimiento sumario establecido para la
calificación de las huelgas y los paros.
158
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
159
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Segunda Parte
La huelga y el paro
Condiciones Generales
La huelga es una situación de múltiples y disímiles aspectos, que varían de acuerdo con
las causas, los propósitos, la naturaleza y la forma de esta.
Como natural consecuencia y efecto de un conflicto colectivo y como medio de lucha de
las clases proletarias, la huelga es un fenómeno social y jurídico de la época contemporánea.
Aunque en la Antigüedad existieron manifestaciones de rebeldía de parte de hombres
esclavizados, condenados por su triste condición a trabajos forzados en beneficio de los po-
derosos, ninguna de ellas tuvo las características propias de una verdadera huelga. A pesar
de que algunos autores retrotraen su aparición a la célebre rebelión de Espartaco, que, en el
año 74 antes de Cristo, hizo tambalear hasta la propia estabilidad del Imperio Romano, así
como a otras manifestaciones de lucha social, ocurridas posteriormente, es indiscutible que
la huelga, en la forma que ahora la conocemos, surgió como consecuencia de la aparición
del problema social, que a su vez tuvo su génesis, o mejor dicho su manifestación objetiva,
como resultado del nacimiento de la gran industria y de la era capitalista.
Durante mucho tiempo, la huelga fue considerada como un acto ilegal y delictuoso, aten-
tatorio a la libertad de trabajo. En la Antigüedad, la naturaleza humillante del trabajo unida a la
inexistencia de la gran industria, que aglomeró a miles de trabajadores en empresas fabriles,
constituyeron circunstancias desfavorables para que pudiera producirse la concertación uná-
nime de voluntades, enderezada a crear ese estado de lucha que hoy llamamos huelga.
La Revolución Francesa, que estableció por primera vez en el mundo la libertad del tra-
bajo, y dio potestad absoluta a las partes para discutir y concertar libremente las condiciones
en que este debía ser realizado, prohibió sin embargo el derecho de asociación de patronos
y de trabajadores. En nombre de esa libertad, que resultó más bien un principio teórico e
ineficaz, la tristemente célebre Ley Chapelier prohibió “el derecho de asociarse con fines pro-
fesionales”, creando con ello una situación desfavorable para los trabajadores, que aunque
tenían teóricamente libertad para discutir con sus patronos las condiciones del contrato,
160
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
quedaban en hecho sojuzgados por estos, en razón de la gran diferencia económica que
existía entre unos y otros. Como consecuencia de esta situación, la locación de servicios, que
era como se denominada entonces la convención obrero-patronal, constituía virtualmente
un verdadero contrato de adhesión, a cuyas condiciones, obra exclusiva de los patronos,
tenían que plegarse los obreros si querían tener oportunidad de trabajar.
El estímulo de las iniciativas privadas, auspiciado por esa libertad de trabajo, los nuevos
descubrimientos científicos y el invento de la maquinaria movida a vapor, desarrollaron con-
siderablemente las industrias, permitiendo con ello la fácil obtención de apreciables riquezas
en beneficio de pocos y en detrimento de muchos. La técnica y el maquinismo aplicados a la
industria produjeron la desocupación de multitud de obreros, en tanto que las consecuencias
fatales de la ley de la oferta y la demanda, hizo nacer la competencia comercial e industrial,
con evidente detrimento del valor de los salarios, el cual constituye un elemento esencial en el
costo de la producción. El aumento de la jornada hasta 12 y 14 horas diarias, la pésima alimen-
tación de los obreros como consecuencia de sus exiguos jornales, las condiciones deplorables
de sus viviendas, la falta de protección para sus vidas dentro de talleres inadecuados y poco
higiénicos así como contra los peligros de accidentes, enfermedad y vejez, y la existencia, por
último, de un sistema legislativo que privaba al trabajador de medios para la defensa de sus
derechos como ser humano, dieron nacimiento al industrialismo capitalista, favorecedor de
una exigua minoría y sencillamente catastrófico para el proletariado obrero.
El justo resentimiento que tal situación produjo en el ánimo de los trabajadores, creó un
radical antagonismo entre las clases sociales representativas del capital y del trabajo, dando
nacimiento a lo que hoy se llama problema social, el cual ha sido definido como “el conjunto de
males que afligen a la clase obrera, en el orden religioso, económico y político y la búsqueda
de sus remedios” o como “la intensa aspiración del proletariado contemporáneo para una
mejor situación”.
No teniendo potestad legal los trabajadores para unir sus fuerzas mediante la cons-
titución de organizaciones que protegieran sus intereses colectivos, y desesperados ante
una situación legal que les negaba la oportunidad de una acción coordinada y conjunta en
defensa de sus derechos, las tentativas de lucha por medio de coaliciones de obreros, con
el fin de suspender colectivamente las labores de las empresas, fueron consideradas como
delitos previstos y sancionados en las leyes penales. Inglaterra y Francia, principalmente,
fueron los países que se caracterizaron por su férrea política de prohibición de las huelgas.
En el primero, esta situación duró hasta 1824 y en el segundo hasta 1869.
En esta etapa, dominada por el sistema liberalista, no se concebía la existencia de intereses
profesionales colectivos, así como la posibilidad de que existieran conflictos económicos del
trabajo. Los defensores de dicho sistema sostenían que “pretender elevar el nivel de vida de
los trabajadores no habría de traer otros resultados que aumentar el número de nacimientos,
y con ello, la oferta de más brazos y una mayor miseria”.
A fines del siglo XIX, el concepto de la huelga sufrió una importante variación. Ya no
se le consideró como un delito, pero tampoco se le reconoció como un derecho. En esta
etapa, que Mario de la Cueva denomina la era de la tolerancia”, se admitió como un derecho
negativo; o sea, el de no trabajar, pero que no podía producir en realidad ningún beneficio
en favor de los trabajadores.
Paul Nourrison en su Historia de la libertad de asociación describe así tal situación: “El de-
recho natural garantiza a todos los hombres la libertad de trabajo, en sus aspectos positivo
161
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
y negativo; el hombre por tanto no puede ser obligado a trabajar, y si se hubiere comprome-
tido y faltare a lo pactado, será responsable civilmente de los daños y perjuicios que cause,
pero que no se puede ejercer coacción alguna sobre su persona para obligarle a trabajar, ni
puede ser castigado por negarse a cumplir un contrato. Lo que puede hacer una persona
pueden efectuarlo diez o cien y no se entiende la razón de que la falta concomitante de cien
contratos de trabajo, transforme el hecho en delito”.
Después de este período en el cual, si bien no se consideraba la huelga como un delito
castigado penalmente, lo era sin embargo el hecho de que los trabajadores ejercieran o inten-
taran ejercer presión sobre sus compañeros para obligarlos a unirse a una huelga, o sobre los
patronos para impedir que las empresas reanudaran las labores paralizadas por la misma, los
trabajadores, con los ingleses a la cabeza, lucharon denodadamente para que fuera reconocido
formalmente por la ley el derecho de huelga, con todas sus naturales consecuencias.
Como resultado de esos esfuerzos, se humanizó, en cierto grado, el concepto universal que
existía acerca de la huelga, pero esta no se convirtió legalmente en un derecho colectivo hasta
la época de la Primera Guerra Mundial. Este derecho fue consagrado en las legislaciones labo-
rales de muchos países, y hasta en sus propias leyes sustantivas. La primera Constitución que
lo estableció fue la mexicana del 5 de febrero de 1917, haciéndolo extensivo al paro patronal.
El párrafo XVII del Artículo 123 de dicha Constitución, establece textualmente que “las leyes
reconocerán como un derecho de los obreros y de los patronos, las huelgas y los paros”. Sin
embargo, el párrafo XVIII del referido artículo, reguló el ejercicio del derecho de huelga en la
siguiente forma: “Las huelgas serán lícitas cuando tengan por objeto conseguir el equilibrio
entre los diversos factores de la producción, armonizando los derechos del trabajo con los del
capital. En los servicios públicos, será obligatorio para los trabajadores dar aviso, con diez días
de anticipación, a la Junta de Conciliación y Arbitraje de la fecha señalada para la suspensión
del trabajo. Las huelgas serán consideradas ilícitas únicamente cuando la mayoría de los huel-
guistas ejerciera actos violentos contra las personas o las propiedades; o en caso de guerra,
cuando aquellos pertenezcan a los establecimientos y servicios que dependan del gobierno”.
En cuanto a la regulación de los paros, el párrafo XIX dispuso que los paros serán lícitos úni-
camente “cuando el exceso de producción haga necesario suspender el trabajo para mantener
los precios en un límite costeable, previa aprobación de la Junta de Conciliación y Arbitraje”.
Algunas Constituciones de los países latinoamericanos, tales como las de Ecuador, Costa
Rica, Cuba, Guatemala y Panamá, han reconocido tanto el derecho de huelga como el de
paro; en tanto que algunas, como las de Brasil, Colombia, El Salvador, Venezuela y Uruguay,
sólo han consagrado el derecho a la huelga.
La Constitución francesa de 1946 lo consagró en estos términos: “El derecho de huelga se
ejerce dentro del cuadro de las leyes que lo reglamentan”, y la de Italia de 1947, de la siguiente
manera: “El derecho de huelga se ejercita en el ámbito de las leyes que lo regulan”.
La huelga como derecho colectivo de los trabajadores, en defensa de sus intereses comu-
nes, es actualmente una realidad en todos los pueblos democráticos del mundo. Este derecho,
como cualquiera otro, ha sido reglamentado en cuanto a su ejercicio y finalidad, mediante
disposiciones legislativas acerca de las cuales trataremos particularmente al analizar, en
detalle, los diversos aspectos de la huelga. En nuestro país, el derecho y la regulación de la
huelga han sido establecidos en el Código de Trabajo.
Existen sin embargo algunos países donde la huelga está prohibida, como consecuencia
lógica de los sistemas de gobierno que en ellos impera.
162
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
Definición de la huelga
La huelga como fenómeno social y como acto jurídico ha sido definida de diversas ma-
neras tanto por la doctrina como por las legislaciones laborales.
Rafael Caldera en su obra Derecho del Trabajo da la siguiente definición: “La huelga es la
suspensión concertada del trabajo realizada por un grupo de trabajadores con el objeto de
obtener alguna finalidad determinada”.
Walter Kaskel en su obra Arbitraje considera que “la huelga es la suspensión colectiva
del trabajo llevada a cabo por una pluralidad de trabajadores con el propósito de alcanzar
mejores condiciones de trabajo”.
Jesús Castoreña en su Tratado de Derecho Obrero la define así: “La huelga es la suspensión
temporal del trabajo como resultado de la coalición de la mayoría de los trabajadores de una
empresa, para la defensa y mejoramiento de las condiciones de trabajo, propias o ajenas, de
una colectividad de trabajadores”.
Guillermo Cabanellas en su Derecho Laboral la considera como “la cesación colectiva y
concertada del trabajo, por parte de los trabajadores, con el objeto de obtener determinadas
condiciones de sus patronos o ejercer presión sobre los mismos”.
Alejandro Gallart en Derecho Español del Trabajo define la huelga como “la suspensión
colectiva y concertada del trabajo realizada por iniciativa obrera, en una o varias empresas,
oficios o ramas del trabajo, con el fin de conseguir objetivos de orden profesional, político o
bien protestar contra determinadas actuaciones patronales, gubernamentales u otras”.
H. C. Nipperdey en su ensayo El derecho de la huelga en Alemania la considera como “la
suspensión del trabajo ejecutada en común y conforme a un plan por un número conside-
rable de trabajadores, dentro de una profesión o empresa, suspensión decidida con un fin
de lucha, pero con la voluntad de continuar el trabajo una vez logrado este fin o terminada
la huelga”.
Mario de la Cueva en Derecho Mexicano del Trabajo da la siguiente definición: “La huelga
es el ejercicio de la facultad legal de las mayorías obreras para suspender las labores en las
empresas, previa observancia de las formalidades legales, para obtener el equilibrio de los
derechos o intereses colectivos de trabajadores y patronos”.
Estas definiciones doctrinales, que hemos seleccionado entre muchas, dan una idea
bastante acertada de lo que es realmente la huelga, aunque algunas de ellas, como la del
profesor de la Cueva, están estrictamente amoldadas a una determinada legislación y no
definen precisamente a la huelga lato sensu, sino a la huelga legal. Otras, como la del profesor
Gallart, sobrepasan el ámbito jurídico del derecho laboral, y dan una idea hipertrofiada de
la huelga, considerándola más bien como un arma de lucha de las clases proletarias, que
como un medio para la defensa de los derechos colectivos de los trabajadores.
Acerca de la amplitud que algunos autores han dado al concepto de la huelga, Roberto
Pérez Patón, en su Derecho Social hace esta acertadísima observación: “Tenemos que recor-
dar que el origen de la huelga fue la consecución por los obreros de mejores condiciones de
trabajo,, y que en su forma característica de lucha de intereses de naturaleza económica se
halla vinculada a la relación laboral. Sólo desde ese punto de vista puede interesar al dere-
cho del trabajo, pues cuando la huelga lleva otras finalidades no profesionales deja de ser
propiamente un conflicto de trabajo, para convertirse en conflicto político o de otra índole,
y en tal caso sus consecuencias son distintas, como diferentes tienen que ser los medios para
solucionarlo”.
163
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Entre las definiciones legales extranjeras que conocemos, la contenida en el Artículo 259 de
la Ley Federal del Trabajo, de México, es quizás la más concisa: “Huelga es la suspensión legal y
temporal del trabajo como resultado de una coalición de trabajadores”. Aunque a primera vista
parece incompleta, por no determinar el propósito o finalidad de la misma, es pertinente advertir
que el Artículo anterior de dicha ley, o sea el 258, había definido la coalición como “el acuerdo
de un grupo de trabajadores o de patronos para la defensa de sus intereses comunes”.
El Código de Trabajo dominicano, en su Artículo 368, da sobre la huelga una definición
que consideramos bastante correcta, concebida en los siguientes términos: “Huelga es la
suspensión voluntaria del trabajo concertada y realizada colectivamente por los trabajadores
en defensa de sus intereses comunes”.
En esta definición, que es muy completa, figuran todos los elementos de ese acto jurídico,
como lo son: la suspensión del trabajo, el carácter voluntario de la misma, la concertación y
realización de ella por los trabajadores, su naturaleza colectiva, y su objetivo, o sea la defensa
de los intereses obreros.
Proceso de la huelga
La huelga, como efecto y consecuencia de un previo conflicto colectivo no surge regular-
mente de improviso, sino como resultado de un proceso evolutivo que tiene diversas etapas.
En principio, existe una disconformidad de los obreros respecto a determinadas condi-
ciones de trabajo y una aspiración de estos para obtener otras más beneficiosas. Durante esa
etapa, que discurre en el ambiente privado de las agrupaciones sindicales, los trabajadores
examinan y discuten entre sí las demandas y reclamaciones que presentarán a sus patronos, y
la conveniencia o no de llegar hasta un estado de huelga, si tales demandas no fueran acogidas
favorablemente. Todavía no existe el conflicto de trabajo propiamente dicho, sino simplemente
el germen o la causa de este, que puede o no dar lugar a la aparición del mismo.
Después que los obreros han determinado su actitud, presentan a sus patronos las pe-
ticiones correspondientes a sus aspiraciones, advirtiéndoles que si estas no son admitidas
recurrirán a la declaración de la huelga. Si los patronos dan acogida favorable a tales peticio-
nes, el problema queda resuelto, pudiendo decirse, en este caso, que el conflicto colectivo ni
siquiera ha existido, puesto que surge precisamente cuando hay discrepancia o controversia
entre patronos y trabajadores.
Si los patronos no acogen favorablemente las demandas obreras, o admiten unas y rechazan
otras, surge entonces el conflicto colectivo para cuya solución se utilizan los sistemas y proce-
dimientos a que hemos hecho referencia anteriormente, o sea, la conciliación y el arbitraje.
En caso de que tales procedimientos no den resultados satisfactorios, se produce la huelga,
o sea, la suspensión voluntaria y colectiva del trabajo realizada por los trabajadores.
Puede ser sin embargo que la huelga se declare de súbito, sin pasar por las tres etapas ya
referidas, en cuyo caso compete a los tribunales laborales o a los organismos especializados,
según los países, calificar si la suspensión del trabajo es o no legal así como establecer las
respectivas responsabilidades de las partes.
Regularmente, cuando la huelga tiene un exclusivo carácter laboral, esta casi nunca es
declarada antes de agotarse los procedimientos conciliatorios y arbitrales, en razón de que
los trabajadores tienen oportunidad de obtener, mediante esos procedimientos, las nuevas
condiciones de trabajo a que aspiran.
164
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
Sin embargo, cuando la huelga tiene un carácter político o es de pura solidaridad con
otros trabajadores afectados por conflictos colectivos, surge intespectivamente, ya que en
estos casos los procedimientos de conciliación y arbitraje no tendrían razón de ser, por no
existir entre las partes ninguna controversia colectiva que resolver.
165
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
166
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
167
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
de Guatemala, exige “las dos terceras partes del personal” y el 114 de la Ley General del
Trabajo, de Bolivia, “las tres cuartas partes del total de trabajadores en servicio activo”, pero
no requiere esta última que la votación sea secreta. El Artículo 391 del Código de Trabajo de
Ecuador permite que la huelga sea declarada “por el Comité de Empresa, donde lo hubiere,
o por la mitad más uno de los trabajadores de la empresa”.
A pesar de que aparentemente tales disposiciones legales son suficientemente claras respecto a
la cantidad de trabajadores que pueden decidir, mayoritariamente, una huelga, se han presentado
en la práctica algunos problemas, no relacionados precisamente con el sencillo cálculo aritmético
de esa mayoría, sino respecto a cuales deben ser los trabajadores con derecho a voto.
Se ha discutido si en una asamblea celebrada por un gremio o sindicato para los fines
de decidir una huelga, pueden o no concurrir y votar los altos empleados, los empleados de
confianza, los aprendices, los trabajadores eventuales, los trabajadores que sean familiares
del patrono, los trabajadores despedidos y los trabajadores que hubieran sido contratados
después de plantearse el conflicto colectivo.
La doctrina ha expresado diversas tesis respecto a algunos de esos casos. J. Jesús de
Castoreña, en su Tratado de Derecho Obrero considera que “no concurren a integrar la mayoría
aquellas personas que sólo poseen respecto al empresario una expectativa de derecho. Tam-
poco concurren a integrar la mayoría los trabajadores contratados por el patrono después
de plantearse el conflicto. En cambio los trabajadores separados por el patrono después de
planteado el conflicto sí se toman en cuenta para determinar la mayoría, pues se supone
que su exclusión fue intencionada. Aquellos trabajadores a los que se aplicó la exclusión son
tomados en cuenta, si siguen prestando servicios hasta el momento de estallar la huelga, no
obstante aquella determinación del sindicato a que pertenecían”.
Nicolás Pizarro Suárez en La huelga considera que “los empleados eventuales no deben
considerarse para fijar la mayoría huelguista”, agregando Mario de la Cueva que “los traba-
jadores eventuales son ajenos a la vida de la empresa, en la que están de tránsito y no pueden
tener interés en el resultado de un conflicto entre los trabajadores de planta y el patrono”.
Respecto a los diversos problemas que pueden plantearse en la integración de la asamblea
huelguista, nuestra opinión es la siguiente: En cuanto a los llamados altos empleados, hay
que distinguir si ejercen o no funciones de administración o de dirección. En caso afirmativo,
como tales personas no son consideradas, en Derecho Laboral, como verdaderos trabajadores
sino como representantes del patrono en sus relaciones con el personal, no tienen calidad ni
derecho para integrar la asamblea y mucho menos para votar en ella. Igual distinción hay
que hacer entre los llamados empleados de confianza.
En lo relativo a los aprendices, creemos que estos no pueden votar porque no son pro-
piamente trabajadores, sino personas ligadas al patrono por un contrato especial llamado
de aprendizaje, cuya finalidad esencial no es precisamente prestar un servicio determinado
mediante el pago de un salario, como ocurre en el contrato de trabajo, sino la de facilitar la
enseñanza de un arte o un oficio.
En cuanto a los trabajadores eventuales, es obvio que no estando vinculados ni a la
empresa ni a los otros trabajadores por una relación de permanencia, su intervención en
una asamblea de esa naturaleza no tiene justificación, ya que para ellos apenas podrá tener
interés el conflicto debatido.
En relación a los trabajadores que sean familiares del patrono, creemos que no existe
ningún impedimento, jurídico o moral, para que puedan intervenir en la decisión de la
168
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
huelga, ya que si realmente son trabajadores de la empresa tienen igual derecho que sus
compañeros para votar en la asamblea. Mario de la Cueva, en Derecho Mexicano del Trabajo
sustenta la tesis de que “la huelga es instrumento de lucha y busca vencer la oposición del
patrono, por lo que es ilógico suponer que sus familiares, empleados en su factoría, puedan
aliarse a los demás trabajadores”, tesis que consideramos se aparta de los principios del
Derecho Laboral, al establecer una discriminación en perjuicio de determinados obreros.
En el caso de los trabajadores despedidos por el patrono, consideramos que hay que
establecer una diferencia. Si lo fueron después de planteado el problema, o sea en el período
de prehuelga, es lógico y justo que puedan votar, ya que en caso contrario, el patrono podría
perfectamente despedir un número considerable de obreros o la totalidad de ellos, para evitar
que la huelga pueda ser legalmente acordada. Si por el contrario, el despido ocurrió mucho
antes del planteamiento del conflicto, al no ser en esa época trabajadores de la empresa, no
tienen ni interés ni calidad para tomar decisiones en relación al mismo.
Por último, en cuanto a los trabajadores contratados por el patrono después del plan-
teamiento del conflicto, discrepamos de la opinión del Prof. Castoreña, citada en este mis-
mo capítulo, en el sentido de que no pueden concurrir y votar en la asamblea. En nuestra
opinión, tratándose de trabajadores permanentes cuyos intereses y derechos son comunes a
los de sus compañeros, y sujetos además a las mismas condiciones de trabajo que estos, su
concurrencia a la asamblea huelguista es absolutamente legal y lícita, ya que forman parte
del personal activo de la empresa.
169
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
reconocimiento de la libre asociación sindical, en razón de que debe ser ejercido no por
grupos desorganizados de trabajadores sino por agrupaciones o sindicatos que representen
una colectividad laboral.
Aunque en casi todos los países democráticos, sus respectivas legislaciones reconocen la
huelga como un derecho colectivo de los trabajadores, algunos tratadistas son renuentes en
admitir ese derecho. M. Hauriou, en Principios de Derecho Público considera que “la huelga
es un procedimiento de violencia que perjudica al poder estatal lo mismo que al derecho de
legítima defensa”, en tanto que R. Bonnard en Sindicalismo y Estado Corporativo sostiene que
“si la ley organiza medios de conciliación, los métodos de fuerza como la huelga y el paro
deben prohibirse o, que por lo menos, que lo uno no pueda ser admitido al mismo tiempo
que lo otro”.
Consideramos que tales argumentos son anacrónicos y se apartan del sentido social
que tiene el derecho del trabajo. Suprimir o ignorar el derecho de huelga con el carácter
colectivo que ahora tiene, sería como ignorar los principios más elementales de la justicia
social, privando a la parte más débil en el contrato de trabajo, o sea los obreros, del medio
más efectivo que estos tienen para la defensa de sus legítimos intereses comunes.
170
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
Legalidad de la huelga
No siendo el derecho de huelga de carácter absoluto, sino sujeto en cuanto a su ejercicio
a determinadas condiciones y limitaciones, la determinación de su legalidad está supeditada
al exacto cumplimiento de las mismas.
En consecuencia, para que una huelga sea legal o lícita, es necesario que en todo el proceso
de ella no se haya violado ninguna norma o prohibición establecida por la ley. Consideramos
que una huelga es legal cuando reúne las siguientes condiciones: a) Que su objetivo se limite a
la defensa de los intereses comunes y colectivos de los trabajadores en sus relaciones contrac-
tuales con el patrono; b) Que haya sido decidida por la mayoría de los trabajadores afectados
en ella en el porcentaje establecido por la ley; c) Que se hayan cumplido los procedimientos
previos indicados por la ley, tales como la conciliación y el arbitraje; d) Que se limite al solo
hecho de la suspensión de las labores; e) Que no esté acompañada de actos ilícitos o contrarios
al orden público; f) Que no afecte los servicios públicos o de utilidad permanente; y g) Que
no tenga carácter político o de pura solidaridad con otros trabajadores.
En cuanto a la legalidad de la huelga, los tratadistas de Derecho Laboral han estructurado
las condiciones que a su juicio deben reunir para merecer ese calificativo. Carlos García Oviedo,
en su Tratado Elemental de Derecho Social, considera que en la huelga legal deben existir estas
tres condiciones: “a) Que no alcance a los servicios públicos o que, de comprenderlos, no se
produzca sino después de que sus promotores cumplan con ciertas exigencias legales; b) que
sea como el último recurso que utilicen los trabajadores en apoyo de sus demandas; y c) que
sea el producto de la libre determinación de los interesados”, M. Muller, en Notas de Economía
Política exige que “el objetivo perseguido sea lícito; que las ventajas perseguidas compensen
los males que inevitablemente se van a producir; que estén agotados todos los recursos para
obtenerlas; que existan serias probabilidades de éxito material; que se hayan llenado todos los
requisitos establecidos por la ley; y que no vayan acompañadas de hechos ilícitos”.
Mario de la Cueva, en su Tratado de Derecho Mexicano del Trabajo, sin establecer condiciones
da una idea global acerca de la huelga legal al expresar que “si la suspensión de labores satisface
los requisitos impuestos por la ley para otorgar la protección jurídica, cobra existencia legal, o sea
deviene un status legal, y cuando a la inversa, le faltan esos mismos requisitos, la suspensión
de labores subsiste como status de hecho, pero no tiene existencia jurídica”. A renglón seguido
ofrece las siguientes definiciones: “Huelga legalmente existente es la suspensión de labores
efectuada por las mayorías obreras, previa observancia de las formalidades legales y para
alcanzar las finalidades asignadas por la Constitución a esos movimientos. Huelga legalmente
inexistente es aquella que no satisface las condiciones enumeradas”, definiciones que aunque
bastante completas están inspiradas específicamente en el derecho laboral mexicano, que ha
consagrado como canon constitucional el derecho colectivo de huelga.
Guillermo Cabanellas, en su Tratado de Derecho Laboral enumera las circunstancia que su
juicio deben concurrir en la huelga para que esta sea lícita, y que son las siguientes: a) Que las
171
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
172
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
La huelga política
Aunque la huelga como un derecho colectivo del trabajo, debe limitarse a su fin
esencial, o sea a la defensa de los intereses comunes de los trabajadores en sus relaciones
con los patronos, suelen ocurrir en determinados casos, suspensiones en masa del trabajo
que no tienen precisamente un objetivo laboral sino exclusivamente político, mediante la
intervención de los obreros en las luchas partidistas.
Estos actos, que algunos tratadistas han calificado de “formas degeneradas de la huelga”
no constituyen materia del Derecho del Trabajo, por ser en absoluto extraños a los propósitos
173
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
174
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
Esta tesis está de acuerdo con determinadas doctrinas que consideran que el bienestar y
la prosperidad de los trabajadores sólo pueden ser logrados por medio de la lucha de clase
y no por el incremento progresivo de la justicia social.
Pero es evidente que la huelga por solidaridad, aunque en apariencia persiga indirec-
tamente la defensa de intereses obreros, no encuadra en el ámbito del Derecho Laboral, por
carecer del elemento primordial que caracteriza la huelga, o sea la previa existencia de un
conflicto colectivo entre los huelguistas y un patrono.
En la huelga por solidaridad, los trabajadores no tienen ningún problema con sus emplea-
dores, ni existe entre ellos discrepancia de ninguna especie. Su propósito es el de presionar
a los patronos para obligarlos a que influyan en el patrono afectado por la huelga principal,
para que este llegue rápidamente a un entendido con sus trabajadores.
Es obvio que la huelga por solidaridad, al carecer de causa, no puede estar sometida
a los procedimientos previos de conciliación y arbitraje, por la sencilla razón de no existir
ningún conflicto que dirimir entre los huelguistas y el patrono. Es por ello que su termina-
ción depende única y exclusivamente de la solución de la huelga original, o sea, la que dio
motivo a ese gesto de simpatía.
La doctrina se ha mostrado, en forma unánime, contraria al reconocimiento de la huel-
ga por solidaridad. Mario de la Cueva considera que “es inadmisible a la luz del derecho,
que un patrono que cumple sus deberes jurídicos, sociales y morales, sufra un daño por la
existencia de un conflicto que puede, en su fondo, ser resultado de una exigencia arbitra-
ria de un grupo de trabajadores. Ciertamente, el derecho laboral es protector de una clase
social, pero no es un instrumento para causar daño, ni a la sociedad, ni a los patronos que
cumplan sus deberes”.
Con excepción de la legislación mexicana, ninguna otra ha reconocido la huelga por so-
lidaridad. Por el contrario, todas la han prohibido, por considerarla como el uso abusivo o la
extralimitación de un derecho que, como el de huelga, ha sido regulado y condicionado por
la ley, y sujeto, en cuanto a su ejercicio, a determinadas disposiciones de orden público.
La fracción IV del Artículo 260 de la Ley Federal del Trabajo, de México, establece que “la
huelga puede tener por objeto apoyar una huelga que tenga por objeto algunos de los enu-
merados en las fracciones anteriores y que no haya sido declarada ilícita”. Este texto legal
autoriza la huelga por solidaridad, pero ningún otro ha regulado específicamente el ejercicio
de ese derecho, razón por la cual deben ser aplicables, en ese aspecto, las disposiciones re-
lativas a la huelga en general. Pero como en México la solución de los conflictos del trabajo
está a cargo exclusivamente de las Juntas de Conciliación y Arbitraje, no nos explicamos en
qué forma podrían estas dirimir legalmente las huelgas por solidaridad, no existiendo entre
el patrono y los huelguistas ninguna controversia que decidir.
La huelga por solidaridad no constituye un acto jurídico sino un verdadero fenómeno
social, y representa un remedo de la idea de la huelga general revolucionaria, por la cual
propugnan las doctrinas socialistas radicales, o sea, las que sólo conciben la solución del
problema social mediante la lucha sin cuartel entre el capital y el trabajo.
La ocupación de talleres
De acuerdo con los principios que rigen el derecho de huelga, esta debe limitarse exclu-
sivamente a la suspensión de las labores, realizada pacíficamente.
175
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Sin embargo, en la práctica algunas huelgas suelen estar acompañadas de actos de vio-
lencia contra las personas y de fuerza física sobre las cosas, utilizados para coaccionar a los
patronos en el sentido de que estos acepten, en forma conminatoria, las demandas obreras
que han dado origen a dichas huelgas.
Entre estos actos figura la ocupación por parte de los trabajadores de los talleres y otros
lugares de trabajo, con el fin de evitar que sus propietarios, o sea, los patronos, puedan penetrar
en ellos, hecho que representa una verdadera violación al derecho de propiedad, y el cual ha sido
calificado por todos los tratadistas como un procedimiento abusivo e ilegal. Al referirse a este
asunto, Pérez Patón expresa que “la huelga con ocupación de los lugares de trabajo responde
generalmente a una táctica revolucionaria de inspiración marxista. Los sindicatos comunistas
de Francia, Italia, Chile y otros países han utilizado con frecuencia ese procedimiento, viéndose
obligados los respectivos gobiernos, a emplear la fuerza pública para desalojar a los huelguistas.
Típico ejemplo de esta estrecha conexión político-sindical, aplicada a las reivindicaciones obre-
ras, desviándolas de su cauce legal, es el programa de acción directa de un partido comunista
boliviano (el P.O.R. afiliado a la IV Internacional) que, a través de la llamada Tesis de Pulacayo,
preparada para uso de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, propugna la
ocupación de las minas por piquetes armados de mineros y su definitiva incautación”. Cabanellas
considera que “si bien el derecho de huelga se basa en la posibilidad de abstenerse de trabajar,
esa actitud debe sostenerse fuera de los lugares de trabajo, no dentro de ellos, pues la presencia
del trabajador significa la obligación de prestar voluntariamente un servicio”.
La prohibición de la ocupación de los talleres y lugares de trabajo por parte de los huel-
guistas no está prevista formalmente en casi ninguna de las legislaciones laborales, por estar
implícitamente incluida dentro de la prohibición general de actos de coacción y de violencia,
que es de ámbito universal. Además, este hecho ilícito figura en las leyes penales dentro de
los crímenes y delitos contra la propiedad.
La jurisprudencia ha consagrado también como un acto ilícito y abusivo la ocupación de
talleres por parte de los obreros como consecuencia de una huelga. Una sentencia dictada
por la Corte Suprema de los Estados Unidos, citada por muchos autores, y dictada en fecha
27 de febrero de 1939, afirma que “la retención y ocupación de las propiedades del patrono,
por sus propios obreros, en una huelga pasiva, es un procedimiento abusivo e ilegal, y, por
tanto, causa suficiente para el despido de dichos obreros. El apoderamiento ilegal de los
edificios de la fábrica por los obreros, a fin de impedir su uso lícito por el patrono y obligarse
así, por actos de violencia y fuerza, a someterse, no constituye el ejercicio del derecho de
huelga que la ley consagra, y cuando los obreros recurren a esa especie de compulsión, se
colocan fuera de la protección de la ley”.
Es evidente que ese procedimiento de coacción quita a la huelga su carácter legal, y
coloca a los trabajadores que lo realizan dentro del marco de las leyes penales, sujetos a las
sanciones que ellas establecen.
176
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
177
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
normal no puede acarrear la ruptura de un vínculo, o en términos más del derecho laboral, la
pérdida del empleo. De lo contrario el derecho de huelga sería una grosera mixtificación”.
Para que la huelga sólo produzca la suspensión del contrato y no la ruptura de este, es
condición indispensable que sea absolutamente legal, es decir que en todo el proceso de ella
no se hayan violado las disposiciones normativas que le dan ese carácter. Cuando la huelga
es ilegal no constituye el ejercicio de un derecho, sino el abuso y la extralimitación de este,
que no pueden producir iguales efectos jurídicos que la práctica lícita del mismo.
Las legislaciones laborales de todos los países, y en forma unánime las latinoamericanas,
han establecido expresamente que la huelga legal sólo suspende el contrato, con todas las
consecuencias jurídicas inherentes a esa suspensión. Algunas de ellas, como las de Ecuador,
Colombia, Guatemala, Nicaragua y Panamá, disponen que la huelga declarada ilícita termina
el contrato sin responsabilidad alguna para el patrono. La dominicana, en el Artículo 379
del Código de Trabajo también lo dispone así, pero establece que en caso de que intervengan
nuevos contratos de trabajo con los mismos trabajadores o con una parte de estos, las con-
diciones serán las que regían antes de iniciarse la huelga, a menos que el patrono acepte u
ofrezca otras mejores para los trabajadores.
Las consecuencias de la huelga, como ya hemos visto, varían según el caso de que esta
haya sido declarada legal o ilegal. Cuando es legal, produce normalmente los efectos jurídicos
de una suspensión del contrato, que son las siguientes: a) Cese temporal de la obligación, por
parte de los trabajadores, de prestar al patrono los servicios para los cuales fueron contrata-
dos; y b) Cese temporal de la obligación, por parte del patrono, de pagar a los trabajadores el
monto de sus salarios, así como de cualesquiera otras de las obligaciones que tengan frente
a estos, en virtud de la ley, del contrato o de cualquier pacto colectivo.
Además de estos, que son propios de la suspensión del contrato, la huelga legal produce
otros dos, que son los siguientes: a) Facultad de los trabajadores de reclamar la protección
de las autoridades del trabajo y de la policía, para el ejercicio pacífico de sus derechos; y
b) Facultad de los patronos para reclamar ese mismo amparo tanto para el ejercicio de sus
derechos como para la protección de los bienes de su empresa.
Si la huelga es ilegal, los efectos jurídicos de la misma son los siguientes: a) Terminación
del contrato, sin ninguna responsabilidad para el patrono: b) Pérdida en perjuicio de los
trabajadores de los derechos adquiridos por estos como consecuencia de su antigüedad en
la empresa; c) Pérdida de los salarios de los trabajadores correspondientes al período de
suspensión de labores; y d) Facultad del patrono para rehusar el reingreso en su empresa
de los huelguistas.
Sin embargo, una gran parte de la doctrina considera que, si a la terminación de una
huelga ilegal, el patrono accede a recibir nuevamente a los trabajadores y celebra con estos
un nuevo contrato de trabajo, por haberse roto el anterior a consecuencia del carácter ilíci-
to de la huelga, dichos obreros no pueden perder, por esa circunstancia, los derechos que
hubieran adquirido antes de la paralización de las labores, ya que virtualmente el nuevo
contrato no es sino la prolongación del primero. Según Cabanellas “si el patrono no utiliza
el derecho para despedir a los trabajadores y los readmite a su servicio naturalmente deja
de ejercer su facultad de declarar rescindido el vínculo contractual. El trabajador, por tanto,
no debe ser privado de los derechos adquiridos, pues tal cosa, aparte la injusticia, daría al
patrono una ventaja totalmente contraria a los principios de equidad que inspiran la mo-
derna legislación del trabajo, donde se persigue la subsistencia del vínculo contractual, con
178
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
todos los beneficios conseguidos por el trabajador desde el ingreso al servicio del patrono
hasta su cese, sin que existan dos distintos contratos, aun cuando hubiera habido una causa
justificada de disolución del vínculo convencional”.
En cuanto a los salarios correspondientes al tiempo de duración de la huelga, la doctrina
y la legislación están acordes en que no procede su pago si esta es declarada ilegal, ya que un
acto ilícito no puede producir consecuencias beneficiosas en provecho de quienes lo cometen.
Respecto al caso de que la huelga sea absolutamente legal, no existe un criterio unánime y
definido ni entre los tratadistas ni en las propias legislaciones laborales.
La huelga legal produce los mismos efectos jurídicos que una suspensión temporal del
contrato, y, en consecuencia es necesario aplicar a dicha huelga los mismos principios que
rigen en materia de suspensión. Durante la vigencia de esta, y como consecuencia de la falta
de prestación de los servicios, que es la obligación primordial del trabajador, el patrono no está
obligado a pagarle los salarios correspondientes al tiempo en que este permanezca inactivo.
En la huelga, la paralización de las labores no se realiza por la voluntad del patrono, sino
precisamente por la decisión unilateral de los trabajadores para obtener nuevas condiciones
de trabajo o la modificación de las vigentes. Al igual que en los casos de suspensión legal,
no es imputable al patrono la comisión de ninguna falta en perjuicio de sus trabajadores que
pueda comprometer su responsabilidad.
Sin embargo, cuando la huelga se produce como consecuencia de violación, por parte
del patrono, de determinadas condiciones de trabajo establecidas en ley, en el contrato o en
un pacto colectivo, y esa violación es debidamente comprobada, el patrono sí está obligado
a pagar los salarios caídos, por el hecho de que la suspensión colectiva del trabajo se ori-
ginó única y exclusivamente por su propia culpa. En este caso, el pago de dichos salarios
tendría un carácter indemnizatorio. Igual ocurre cuando un paro decretado por el patrono
es declarado ilegal.
Pero cuando la huelga no esté fundamentada en una evidente falta patronal, sino en
demandas para la obtención de condiciones de trabajo más beneficiosas para los obreros, el
patrono no debe ser obligado al pago de esos salarios, aun cuando dichas demandas sean
finalmente acogidas por este.
Algunas legislaciones, tales como las de Ecuador y El Salvador disponen que la huelga
declarada legal autoriza a los trabajadores a percibir los salarios correspondientes al período
de suspensión.
Otras, como las de Guatemala y Panamá, establecen una distinción entre el carácter legal
y el carácter justo de una huelga, para los fines de pago de los llamados salarios caídos. El
Artículo 242 del Código guatemalteco declara que “la huelga justa es aquella cuyos motivos
son imputables al patrono, injusta cuando dichos motivos son imputables a los trabajadores”.
En el primer caso, el pago de los salarios es obligatorio. El Código panameño no define lo
que es una huelga justa, pero establece en su Art. 325 que cuando los tribunales de trabajo
declaren “que los motivos de una huelga son imputables al patrono, por incumplimiento
del contrato o contratos de trabajo; o por maltratos o violencias contra los trabajadores,
fijarán la fecha en que estos deben volver a sus labores y condenarán a aquel al pago de los
salarios caídos”.
Otras, por último, establecen un sistema que en nuestra opinión es quizás el más ade-
cuado, el cual consiste en dejar lo relativo a la procedencia del pago de los salarios caídos,
a la definitiva decisión de la jurisdicción de arbitraje; lo que permite un examen ponderado
179
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
y equitativo de cada caso, de acuerdo con las circunstancia específicas del conflicto, que
resulta mucho más conveniente que la obligatoriedad de normas generales que pueden ser
o no siempre justas.
180
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
181
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
realizada en los Estados Unidos en el año 1949, en la cual además de dejar cesantes tempo-
ralmente a un millón y medio de huelguistas, dio por resultado la paralización adicional de
ciento cincuenta mil obreros, que no estaban en huelga, por falta de materia prima para la
industria automovilista, ocasionando una pérdida total de más de un centenar de millones
de dólares; la huelga portuaria de Londres, en el año de 1951, que mantuvo detenidos por
un largo período de tiempo a 152 barcos, descoyuntando el comercio de importación y de
exportación de la Gran Bretaña; la huelga azucarera de Argentina, en 1949, que hizo perder
a ese país alrededor de 50 millones de kilos de azúcar y 4 millones de litros de alcohol, y al
gobierno doce millones seiscientos mil pesos por impuestos no percibidos; y la huelga, de
ese mismo año, en Bolivia, realizada en las minas de estaño, que arrojó pérdidas de más de
6 millones de dólares en divisas y 70 millones de pesos de impuestos.
Frente al problema del exceso del derecho de huelga y de la extralimitación de esta, en
el sentido de convertirla exclusivamente en un medio de lucha social, la doctrina se mues-
tra vacilante en aceptar ese derecho con la misma amplitud y libertad que tuvo cuando fue
reconocido. Como expresa Cabanellas “el problema actual sobre el derecho de huelga lleva
a limitar este. Y ello, como afirma Vatbier, porque la historias de las huelgas puede reducir-
se a estas pocas palabras: ruina del patrono, miseria del trabajador y alteración del orden
público. Como sostuvo Jules Simón, si las huelgas son vencidas, los trabajadores pierden;
y si las ganan, se arruinan también, al hundirse sobre ellos la fortaleza combatida. De ahí
que la conciencia actual, en torno a ese problema, está en parte inspirada por Jaurés, quien
hace más de cuarenta años señaló ya que, si algún día fuera abolida la lucha de clases, el
recuerdo de las huelgas horrorizaría a la humanidad reconciliada”.
Creemos que para evitar los funestos efectos económicos de la huelga, hay que evitar
precisamente la propia huelga, y esto sólo puede ser obtenido, suprimiendo las causas que
la originan, por medio de una intensa y progresiva justicia social que logre convertir en una
realidad, y no en una simple teoría, la equitativa cooperación socioeconómica entre el capital
y el trabajo, como elementos primordiales del proceso de la producción.
Por la vía de la lucha de clases, preconizada por los sistemas extremistas, no es posible
llegar a esa finalidad, como no lo es el logro de una perfecta confraternidad universal me-
diante el trágico y catastrófico expediente de la guerra.
El paro patronal
Así como se ha consagrado en materia laboral el derecho de huelga para la defensa de los
intereses comunes de los trabajadores, se ha admitido también el derecho de paro o lock-out
para la protección de los intereses individuales o colectivos de los patronos.
El paro consiste en la suspensión temporal de las labores por la voluntad unilateral de
uno o varios patronos. Algunas veces es utilizado como un medio de defensa patronal en
respuesta a una huelga, o para presionar a los trabajadores con el fin de obtener determinadas
modificaciones en las condiciones de trabajo o establecer otras nuevas.
Paul Pick en Tratado elemental de legislación industrial define el paro como “la contrapar-
tida de la huelga, que tiene su justificación en idénticas consideraciones que ella”. Pérez
Botija, en Curso de Derecho del Trabajo lo define como “los actos de voluntad colectiva de los
empresarios de cierta rama de la producción, que con fines diversos paralizan las explota-
ciones o cierran temporalmente sus establecimientos”, definición que no compartimos en
182
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
razón de que el paro puede ser realizado por un solo patrón y no requiere en consecuencia
una voluntad colectiva.
Tissenbaum, en su ensayo La huelga” nos da la siguiente definición que consideramos
absolutamente correcta: “Paro es la suspensión temporal de la actividad parcial o total de la
empresa, dispuesta por el o los empleadores, para secundar la defensa de sus intereses”.
Algunos tratadistas consideran que no es indispensable, para que exista un paro, que el
patrono paralice materialmente las labores mediante el cierre de su establecimiento, bastan-
do el hecho de pretender supeditar la prestación de los servicios a la aceptación, por parte
de los obreros, de nuevas condiciones de trabajo inferiores a las vigentes, Alfredo Gaete
Berrios, en su Derecho del Trabajo expresa lo siguiente: “No creemos que doctrinariamente
sea necesario el cierre material del establecimiento, empresa o faena, y que haya voluntad
precisa y determinada con ese fin. De ser necesaria la concurrencia de esos requisitos, sería
muy difícil que pudiera presentarse una situación que constituyera lock-out propiamente
dicho. Además sería facilísimo cambiar los papeles, y convertir un conflicto provocado por
los patronos en un conflicto producido por los obreros, quedando con ello los primeros sin
sanción. Si, por ejemplo, los patronos notifican a los obreros, sin mediar desahucio legal,
que desde tal fecha se les rebajarán sus salarios en tal cantidad o proporción, y llegado el
día se niegan a recibir a los asalariados en sus establecimientos, si estos no aceptan esas
condiciones, serían los patronos los que hubieran planteado el conflicto colectivo y no los
obreros por haberse negado en esas condiciones”.
El paro patronal surgió originalmente como consecuencia de la huelga, y se convirtió
en un derecho al mismo tiempo que se le reconoció a esta tal calidad. Sin embargo, aun-
que todas las legislaciones admiten hoy el derecho de huelga, existen algunas que no han
consagrado el derecho de paro o lo han distinguido tanto que apenas puede tener sino una
relativa vigencia.
El carácter del derecho de paro es distinto al de huelga. Mientras esta última es siempre
de naturaleza colectiva, el paro puede ser de carácter individual, cuando es ejercitado por
un solo patrono, o colectivo cuando lo practican varios patronos coaligados.
Difieren también en otro aspecto. La huelga, además de constituir un acto jurídico, re-
presenta un medio de defensa de las clases económicamente débiles, cuyos intereses están
estrechamente vinculados a sus necesidades vitales, en tanto que el paro es sólo un derecho
relacionado con intereses empresariales que no afectan personalmente al patrono en sus
medios de subsistencia.
Por eso, la justificación de las demandas obreras y la de las patronales, en los casos de
huelga o paro, son de diversa índole. Cuando los trabajadores reclaman aumentos de salarios,
lo hacen porque los que devengan no son, a su juicio, suficientes para cubrir sus necesidades;
en tanto que cuando el patrono pretende la reducción de esos salarios, actúa en el interés
comercial de su empresa y no por una necesidad de orden personal.
Algunos autores, al comparar ambos derechos, han establecido una distinción entre la
génesis de uno y de otro. Mientras el de huelga se deriva de la libertad del trabajo, que es
de carácter social, el del paro resulta de la libertad de empresa, la cual está siempre condi-
cionada a los fines económicos de la producción.
Desde el punto de vista jurídico, el ejercicio del derecho de paro está regulado en forma
similar al de la huelga, aunque con mucho más restricciones en cuanto a las causas y motivos
que pueden originarlo.
183
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
El paro, al igual que la huelga, puede ser legal o ilegal, según se ajuste o no a las normas
establecidas por la ley para su lícito ejercicio. Sus efectos jurídicos así como los procedimientos
para su examen y decisión son idénticos en el paro y en la huelga.
Ciertas legislaciones han definido el paro legal como “la suspensión temporal, parcial
o total, del trabajo ordenada por uno o más patronos, en forma pacífica y con el exclusivo
propósito de defender sus intereses económicos y sociales”. En este sentido se pronuncian
los Códigos de Trabajo de Costa Rica, Panamá, Ecuador, Guatemala y Nicaragua, y la Ley 322
del Salvador.
El Código de Guatemala, en su Artículo 252, define además el paro justo y el injusto, en
la siguiente forma “Paro justo es aquel cuyos motivos son imputables a los trabajadores, e
injusto cuando son imputables al patrono”. El Artículo 377 del Código de Costa Rica considera
que el paro es ilegal cuando el patrono se desempeña maliciosamente, imposibilitando a los
trabajadores el normal cumplimiento de sus tareas.
Algunos autores y ciertas legislaciones, como la de Ecuador, confunden la suspensión
colectiva del contrato de trabajo con el paro patronal. Aunque sus efectos son idénticos,
puesto que en ambos se produce una paralización de las labores y se suspenden temporal-
mente las relaciones contractuales, sus causas, sin embargo, son absolutamente diferentes.
El paro se produce siempre por la libre voluntad del patrono, cuando considera que debe
realizarlo para la defensa de sus intereses; en tanto que la suspensión ocurre por causas y
circunstancias contingentes que no le son imputables, puesto que se derivan, la mayor de
las veces, de casos fortuitos o de fuerza mayor.
Además, el paro y la suspensión están sometidos, respectivamente, a normas legales
diferentes, puesto que el primero debe juzgarse y dirimirse como un conflicto económico,
en tanto que la segunda sólo requiere la debida comprobación. El paro concluye por un ave-
nimiento conciliatorio o por un laudo arbitral, mientras que la suspensión termina cuando
cesa la causa que la originó.
Las legislaciones latinoamericanas han admitido el derecho de paro prescribiendo para
su ejercicio iguales procedimientos que los establecidos para la huelga, así como idénticas
prohibiciones, como las relativas a los servicios públicos y al carácter político o de solidari-
dad de tales suspensiones.
La legislación de Ecuador limita a dos los casos en que puede ser declarado un paro,
que son: a) para evitar la liquidación forzosa de una empresa a consecuencia a una crisis
económica; y b) por falta de materia prima, si la causa de ella se debe a motivos que no pu-
dieron ser previstos por el patrono. Como ya hemos dicho anteriormente, estas causas no
son precisamente de paro sino de suspensión del contrato de trabajo, que es una situación
jurídica muy distinta a la cual se aplican principios también diferentes.
En Venezuela, el Art. 231 de la Ley de Trabajo, establece que “cuando el paro ponga en
peligro inmediato la salud o la vida económico-social de la población, el gobierno podrá
proveer la reanudación de las faenas en la forma que lo exijan los intereses generales”. En
Bolivia, según el Decreto Ley de 1950, el paro en las explotaciones mineras sólo podrá reali-
zarse después que los Ministros de Trabajo y de Economía hayan comprobado la veracidad
de las causas aducidas por la empresa para adoptar esa medida.
Los paros no tienen en la práctica la importancia y trascendencia de las huelgas, en
razón de que ocurren muy esporádicamente, ya que los patronos sólo ejercitan ese derecho
en casos de extrema necesidad.
184
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
Tercera Parte
La huelga y el paro en la legislación dominicana
La actual legislación dominicana acerca de la huelga obrera y el paro patronal, está más
o menos inspirada en los mismos principios jurídicos que rigen universalmente en esta
materia.
Los Artículos 414, 415 y 416 del Código Penal dominicano que figuran, entre otros, bajo el
rubro de “Violaciones a los reglamentos relativos a las manufacturas, al comercio y a las artes”,
prohibían implícitamente tanto el derecho de huelga como el de paro, y sancionaban con pe-
nas correccionales “la interrupción del trabajo” y los atentados “contra el libre ejercicio de la
industria y el trabajo”, haciendo legalmente imposible la suspensión temporal de las labores,
ya fuera esta realizada por decisión de los trabajadores o por la voluntad del patrono.
El Artículo 414 estableció que “se castigará con prisión de un mes a un año, y multa de
diez a trescientos pesos, o con una de las dos penas solamente, al que por medio de vio-
lencia, vías de hecho, amenazas o maniobras fraudulentas, hubiera operado, mantenido o
intentado operar y mantener una interrupción del trabajo, con el fin de forzar el alza o la
baja de los salarios, o de atentar al libre ejercicio de la industria”; el 415 dispuso que “cuando
los hechos, castigados en el artículo anterior hubieran sido cometidos como consecuencias
de un plan concertado, se podrá someter a los culpables en virtud de la sentencia, a la
vigilancia de la alta policía, durante un año a lo menos y tres a lo más, y el 416 prescribió
que “se castigará con prisión de uno a seis meses, y multa de diez a cien pesos, o con una
de las dos penas solamente, a todos los obreros y empresarios de obras que, por medio de
multas, prohibiciones, proscripciones e interdicciones pronunciadas por consecuencia de un
plan concertado, hubieran atentado contra el libre ejercicio de la industria y el trabajo. Los
artículos 414 y 415, que anteceden, se aplicarán a los propietarios o colonos, así como a los
cosecheros, sirvientes y trabajadores del campo”.
Aunque los textos legales arriba transcritos no establecían una prohibición formal de la
huelga y del paro, los impedían virtualmente, ya que la ejecución de cualesquiera de ellos,
caía dentro de sus disposiciones represivas. Como se sabe, nuestro Código Penal no es sino
la traducción y adaptación del napoleónico, el cual fue estructurado dentro del sistema libe-
ralista que predominaba entonces en Francia. Sus disposiciones estaban en armonía con las
ideas de esa época, en que, como resultado de la libertad de trabajo que había proclamado la
Revolución Francesa; se negaba a los trabajadores y a los patronos el derecho de asociación
profesional, y como consecuencia de ello, la facultad de actuar colectivamente. Además, en
ese tiempo, no existía el derecho laboral.
En el año 1946, por Ley N.o 1094, se reconoció entre nosotros el derecho de huelga, aunque
no fue consagrado específicamente sino en forma indirecta, o sea mediante la regulación
de su ejercicio. En efecto, el Artículo 1.º de esa ley, disponía que “el derecho y la libertad
de declararse en estado de huelga o de paro serán ejercidos por los gremios, sindicatos o
cualesquiera asociación de obreros, treinta días después de haberlo notificado por escrito
al patrono, por órgano del Presidente del gremio o agrupación y del Procurador Obrero,
señalando las causas que a su juicio sean justificativas de la huelga o paro, así como las
reclamaciones que pretendan. Igual notificación deberá ser hecha a la Secretaría de Estado
de Trabajo y Economía Nacional. En todos los casos, los gremios y agrupaciones obreras
deberán obtener la prueba de que dicha notificación ha llegado a manos del patrono”.
185
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
186
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
187
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
La huelga
Definición de la Huelga
El Artículo 368 del Código de Trabajo define la huelga de la siguiente manera: “Huelga es
la suspensión voluntaria del trabajo concertada y realizada colectivamente por los trabaja-
dores en defensa de sus intereses comunes”.
Esta definición a nuestro juicio es muy acertada, ya que en ella se encuentran incluidos
los elementos esenciales de la huelga, que son: el hecho de la suspensión del trabajo; el ca-
rácter voluntario de ese hecho; la concertación y realización del mismo por los trabajadores;
la naturaleza colectiva de la suspensión y la finalidad de la huelga.
188
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
189
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Decreto Reglamento del Trabajo, de ese mismo país, define esos actos violentos como “delitos
contra la libertad del trabajo”.
El procedimiento para la declaratoria de ilegalidad de una huelga, figura en los Artícu-
los 625 y siguientes de nuestro Código de Trabajo, y sobre él trataremos posteriormente en el
capítulo relativo a la Calificación de las huelgas y los paros.
190
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
proteger a todas las clases que en conjunto forman el conglomerado social, las cuales son
siempre afectadas, en forma colectiva, por la paralización de los servicios públicos.
Como ha expresado Pérez Patón “la salud y supervivencia de la sociedad están por
encima de los derechos de grupo o clase, que, por más respetables que fueren, tienen que
circunscribirse en el marco que les señale la conveniencia colectiva”.
La interrupción de los servicios públicos da lugar a una perturbación en el funcionamien-
to normal de la vida de todas las personas, y como bien se ha dicho, la huelga que afecta a
estos, “será gremial en su origen, pero es antisocial en sus consecuencias”.
Las legislaciones laborales latinoamericanas, con excepción de las de Colombia y Ecuador,
prohiben en forma absoluta la huelga en los servicios públicos. En otra parte de este ensayo
figuran específicamente los textos legales que en los países americanos establecen tal pro-
hibición. En Colombia, la Ley N.o 6 de 1945 la permite, pero la restringe considerablemente;
en Ecuador, el Artículo 400 del Código de Trabajo, la admite condicionalmente.
El Artículo 370 de nuestro Código, modificado por la Ley 4667 de 1957, al prohibir esa
clase de huelga, dispone, sin embargo, que los trabajadores de servicios públicos “tendrán
derecho a someter al Comité de Salarios, para su examen y solución, los conflictos económicos
que entre ellos se susciten” y que “cuando estos no sean de la competencia de ese Comité,
deberán ser sometidos a los Tribunales de Trabajo”.
El texto original del citado artículo se limitaba a no permitir la huelga en los servicios
públicos de utilidad permanente, sin establecer el modo y la forma de solución de los
conflictos económicos que pudieran suscitarse entre los trabajadores de esos servicios y
sus respectivos patronos. La reforma ya citada tuvo por objeto llenar esa laguna de la ley,
mediante la creación de un procedimiento que fuera adecuado para ese fin.
Sin embargo, el establecido en el texto reformado, además de no ser lógico, se aparta
de los procedimientos que regulan de manera general el examen y la solución de los con-
flictos económicos, que son, de acuerdo con el propio Código, los de conciliación y arbi-
traje. No es lógico, porque el Comité Nacional de Salarios no tiene atribución legal alguna
para dirimir conflictos colectivos del trabajo, sino exclusivamente la de “fijar las tarifas
de salarios mínimos para toda clase de trabajadores”, de acuerdo con las funciones que
le confieren los Artículos 420 y 424 del Código de Trabajo. Además dentro de los conflictos
económicos, pueden existir múltiples controversias que no se relacionan precisamente
con el monto de los salarios.
Por otra parte, atribuir en forma supletoria a los Tribunales de Trabajo el examen y la
solución de estos conflictos, es pura y simplemente, apartarse del sistema general del Có-
digo, y confiar a una jurisdicción de derecho, como es la de estos tribunales, la decisión de
controversias de intereses que tienen un exclusivo carácter económico. No nos explicamos
en qué forma podría un Tribunal de Trabajo juzgar esta clase de conflictos mediante la apli-
cación de un texto legal y sin recurrir al procedimiento de arbitraje que, en estos casos, es
el único indicado.
191
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
192
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
los cuales pueden “ordenar la ocupación del establecimiento, nombrando un gerente para
asegurar la explotación”.
La Huelga Legal
El Artículo 373 del Código de Trabajo define la huelga legal en la siguiente forma: “La
huelga, para ser legal, debe tener por objeto exclusivo la solución de un conflicto económico
en la empresa en que presten sus servicios los trabajadores”.
Esta definición no es absolutamente correcta, ya que la huelga puede provenir no tan sólo
de un conflicto económico sino también de un conflicto colectivo de carácter jurídico. En efecto, si
la controversia que ha dado lugar a la suspensión temporal de las labores, ha tenido por origen
la violación, por parte del patrono, de un derecho obrero preexistente, y los trabajadores no
han recurrido a la huelga en solicitud de nuevas condiciones de trabajo, sino para mantener
las vigentes, el conflicto colectivo que la originó no es económico sino jurídico.
Por eso consideramos que es erróneo restringir el concepto de la huelga legal a la que
resulta exclusivamente de un conflicto económico, puesto que debe extenderse a todos los
conflictos colectivos que puedan dar lugar a una declaración de la huelga.
En su segunda parte, el Artículo 373 expresa que las huelgas ilegales son, en consecuen-
cia: a) Las que tienen por fundamento causas políticas; b) Las que se fundan en razones de
pura solidaridad con otros trabajadores; c) Las que se promueven en violación de las dis-
posiciones del Artículo 374; d) Las que continúen después de vencido el término legal para
la reanudación del trabajo, ordenada por el juez competente.
De acuerdo con la ley dominicana para que la huelga sea legal es necesario que tenga por
exclusiva finalidad “la solución de un conflicto económico (nosotros diríamos que colectivo)
en la empresa en que presten sus servicios los trabajadores”, siendo consecuencialmente
ilegales todas aquellas, en general, cuyo objetivo no sea el ya indicado.
Respecto a la huelga de los empleados públicos, la cual no figura en la segunda parte del
Artículo 373, en que se indican las que son ilegales, consideramos que no era necesario su
inclusión en dicho texto, en razón de que esos empleados no están regidos, en sus relaciones
con el Estado, por el Código de Trabajo. En consecuencia, cuando los empleados públicos se
declaran en estado de huelga no están, precisamente, haciendo uso abusivo del ejercicio de
un derecho, del cual carecen en absoluto, sino cometiendo, pura y simplemente, el delito
previsto y sancionado en el Artículo 123 del Código Penal que trata acerca de la coalición de
funcionarios y empleados “que concierten o convengan entre sí la ejecución de medidas y
disposiciones contrarias a las leyes”, o que, según el Artículo 124 del mismo Código tengan
por objeto “contrariar la ejecución de las leyes”, que en este caso sería el Artículo 3 del Código
de Trabajo, el cual dispone, por argumento a contrario, que las relaciones de trabajo de los
funcionarios y empleados no se rigen por dicho Código. Por tanto, esta clase de huelga no
es solamente ilegal e ilícita, sino también de carácter delictuoso.
Hay que hacer, sin embargo, una salvedad en cuanto a los trabajadores de los establecimientos,
empresas o servicios del Estado, del Distrito Nacional, de las Comunes y de los Establecimientos
Públicos nacionales y municipales, que tengan carácter industrial, comercial o de transporte.
Estos, de acuerdo con la Ley n.o 2059, de 1949, están regidos, en cuanto a sus relaciones de
trabajo con dichas empresas, por las leyes laborales y no por el derecho administrativo, siempre
que concurran estas dos condiciones: a) Que en el trabajo que realicen, predomine o se suponga
que predomine el esfuerzo muscular; y b) Que el trabajo no sea realizado por virtud de una
193
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
disposición legal o de una sentencia judicial. Desde luego, si las empresas donde trabajan
dichos obreros, son de servicio público de utilidad permanente, tampoco pueden declararse
en huelga, por efecto de la prohibición del Artículo 370 del Código de Trabajo.
En cuanto a la declaración de ilegalidad de la huelga cuando está acompañada de actos
de coacción o de violencia, ya hemos visto anteriormente que no es ni automática ni obli-
gatoria, sino puramente facultativa para el tribunal que tenga la atribución de calificar las
huelgas y los paros.
194
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
195
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
196
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
En nuestra legislación, el Artículo 378 del Código de Trabajo expresa formalmente que la
huelga no pone fin al contrato de trabajo sino que sólo suspende temporalmente su ejecución.
En ese aspecto, y desde que la huelga y el paro fueron admitidos en la legislación uni-
versal, como respectivos derechos de los obreros y de los patronos, la discusión doctrinaria
que existía acerca de los efectos jurídicos que ellos producen, ha dejado de tener interés, por
no ser ya dicho tema materia de controversia.
Desde luego, repitiendo lo dicho anteriormente, el efecto de la simple suspensión en la
ejecución del contrato, se opera únicamente en los casos de huelga legal, o sea cuando en
los procedimientos previos y en el curso de ella, no se han violado las disposiciones que
rigen su lícito ejercicio.
A pesar de que la ley dominicana no indica, en su Artículo 378, que se trata de la huelga
legal, sino que simplemente usa la palabra “huelga”, las disposiciones del Artículo 379 así lo
determinan implícitamente, al indicar en forma específica los efectos de la huelga ilegal.
197
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
regían antes de iniciarse la huelga, a menos que el patrono acepte u ofrezca otras mejores
para los trabajadores”.
Aunque se interprete el Artículo 379, en su primera parte, no como una regla impositiva
que haga obligatoria la terminación del contrato, en caso de huelga ilegal, sino como una
facultad concedida al patrono de darlo por terminado, las consecuencias para los trabajadores
que realizan huelgas en violación a la ley, son siempre desastrosas, ya que están expuestos
a no ser reintegrados en sus labores, perdiendo así no tan sólo sus medios lícitos de subsis-
tencia, sino también el disfrute de todos los derechos y beneficios legítimos que hubieran
adquirido durante su permanencia en la empresa.
El paro patronal
El Código de Trabajo trata también acerca del paro patronal y regula, en forma similar al
de la huelga, el ejercicio de ese derecho por parte de los empleadores. El Título III del Libro
Sexto, integrado por los Artículos 380, 381, 382, 383 y 384, establece todo lo relativo a esta
clase especial de suspensión temporal del trabajo.
Repitiendo lo anteriormente expresado, el paro patronal no tiene en la práctica ni la impor-
tancia ni la trascendencia que ha adquirido la huelga, arma y medio de lucha utilizado muchas
veces con objetivos divorciados del derecho laboral. Por su ya escasa frecuencia, el paro no
representa un problema social ni económico para la comunidad, en razón además de que sólo
es utilizado, más bien con carácter defensivo y en casos verdaderamente excepcionales.
De acuerdo con el Artículo 380 del Código de Trabajo “paro es la suspensión voluntaria del
trabajo por uno o más patronos, en defensa de sus intereses”, definición que encontramos
correcta, puesto que además de consagrar ese derecho en su doble carácter de individual
y colectivo, contiene todos los elementos que le son esenciales. En efecto, de la definición
legal ya mencionada, se desprende que: a) el paro es una suspensión del trabajo; b) que tal
suspensión es el resultado de la voluntad patronal; c) que dicho derecho puede ser ejercido
individual o colectivamente; y d) que su objetivo es la defensa de intereses patronales.
En su Artículo 381, el Código de Trabajo exige a los patronos, como requisito previo para
una declaratoria de paro, el envío de una exposición a la Secretaría de Estado de Trabajo, en la
cual justifiquen: “1- Que el paro tiene por objeto exclusivo un conflicto económico; 2- Que la
solución de ese conflicto económico ha sido sometida infructuosamente a los procedimientos
de conciliación administrativa y de arbitraje; y 3- Que los servicios que el paro va a suspender
no son de la naturaleza de los indicados en el Artículo 371”. Se prevé además que el paro no
podrá realizarse sino quince días después, por lo menos, de la fecha de la exposición.
Esta disposición legal obliga a los patronos a justificar los hechos declarados en su ex-
posición, tal como lo requería el texto original del Artículo 374 en lo relativo a la huelga. Es
natural que no baste una simple declaración de tales hechos, que pueden ser o no ciertos.
Por el carácter de los mismos deben ser comprobados, en razón de que figuran en un acto
procesal precursor de una suspensión de labores, susceptible en consecuencia de afectar los
intereses de una multitud de trabajadores.
A pesar de que en el Artículo 381 no se indica la obligación, por parte de la Secretaría de Tra-
bajo, de enviar una copia de la exposición a los obreros de la empresa, como ocurre a la inversa en
el caso de la huelga, las disposiciones del Artículo 374 son también aplicables a los paros, y en tal
virtud dicho envío debe ser realizado dentro de las 48 horas de recibida la aludida exposición.
198
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
El Artículo 382 establece una disposición de tipo general que hace aplicables a los paros,
los preceptos indicados en los Artículos 369 a 377 del Código. Estos artículos que figuran
dentro del Título II, relativo a la huelga, se refieren a la suspensión del trabajo; a los actos de
coacción y de violencia contra las personas y de fuerza física sobre las cosas; a la prohibición
de la suspensión del trabajo en los servicios públicos de utilidad permanente; a la determina-
ción enumerativa de dichos servicios; a la dirección y administración, por parte del Estado,
de esos servicios cuando hayan sido ilegalmente suspendidos; a los requisitos necesarios que
hay que cumplir para que la huelga sea legal (en este caso el paro); a los efectos de la huelga
(en este caso del paro); a las providencias de seguridad para la protección y conservación de
los elementos materiales del trabajo; y al cese de los efectos de la huelga (en este caso el paro),
asuntos estos que ya hemos tratado en capítulos anteriores.
El Artículo 383 determina, al igual que en el caso de huelga, que el paro legal no pone
fin al contrato de trabajo, sino que solamente lo suspende, principio este que en derecho
laboral constituye ya un verdadero axioma jurídico.
El Artículo 384 establece que el paro ilegal produce estos dos efectos: 1- Obliga al patrono a
pagar a los trabajadores los salarios que estos habrían percibido durante la suspensión indebida
de los trabajos; y 2- Faculta a los trabajadores para dar por terminado sus contratos con las respon-
sabilidades que a cargo del patrono establece el Código en los casos de despido injustificado.
Estas condenaciones son absolutamente justas y en concordancia con los principios más
elementales del derecho laboral. Cuando se realiza un paro ilegal, los obreros reciben graves
perjuicios derivados de la no percepción de su legítima retribución, perjuicios que son ocasio-
nados por una exclusiva falta del patrono. En este caso, el pago de los llamados salarios caídos
tiene un carácter indemnizatorio, cuya finalidad es la de reparar el daño ocasionado.
El otro efecto, derivado también de una falta patronal, es el de facultar al trabajador de
dar por terminado su contrato con todas las responsabilidades establecidas legalmente por
el despido injustificado del trabajador.
Estas responsabilidades, consagradas en el Artículo 84 del Código, son las siguientes: a)
Si el contrato es por tiempo indefinido, el pago por el patrono al trabajador de las sumas
que correspondan al plazo del desahucio (preaviso) y al auxilio de cesantía; b) Si el con-
trato es por cierto tiempo, o para una obra o servicio determinado, el pago por el patrono
al trabajador de una suma igual a los salarios que habría recibido hasta el vencimiento del
término estipulado o hasta la conclusión del servicio, o de la obra convenidos, sin que esta
suma pueda exceder de lo que habría recibido en caso de desahucio, a menos que las partes
hayan fijado, por escrito, una suma mayor; c) El pago por el patrono al trabajador de una
suma igual a los salarios que habría recibido este último, desde la fecha de la demanda a la
de la sentencia definitiva, sin que tal suma pueda ser mayor de tres meses de salario. Esta
última obligación sólo tiene vigencia en el caso de litigio entre las partes.
199
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
de Trabajo actuarán, como tribunales de conciliación y de juicio, “en las demandas que se
establezcan entre patronos y trabajadores o entre trabajadores solos, con motivo de la apli-
cación de las leyes y reglamentos del trabajo, o de la ejecución de contratos de trabajo y de
pactos colectivos de condiciones de trabajo, excepto en este último caso, cuando las demandas
tengan por objeto modificar las condiciones de trabajo, así como cuando se trate de calificar las huelgas
y los paros”.
Como se observa claramente por el texto legal arriba transcrito, con excepción de las
demandas que “tengan por objeto modificar las condiciones de trabajo”, es decir de aque-
llas que impliquen la existencia de un conflicto económico, los tribunales de trabajo son los
únicos legalmente facultados para examinar y decidir, en atribuciones de conciliación y de
juicio, las controversias de naturaleza jurídica.
El Título II del Libro Séptimo, que tiene como rubro Del procedimiento ante los Tribunales
de Trabajo en los conflictos jurídicos, determina todo lo relativo a dicho procedimiento, el cual
se divide en dos fases: la de conciliación, regulada por los Artículos 476 a 492, y la de juicio,
regulada por los Arts. 493 a 619. Este procedimiento es aplicable a los conflictos jurídicos
individuales, cuando estos sean de naturaleza colectiva, el proceso está regido por los Ar-
tículos 577 a 585.
Por el contrario, los conflictos económicos, que sólo pueden ser colectivos, están some-
tidos, para los fines de solución, a los procedimientos de conciliación y de arbitraje, insti-
tuidos por los Artículos 630 al 657 del Código, que figuran en el Título X, bajo el rubro Del
procedimiento para la solución de los conflictos económicos.
Es pues evidente que, de acuerdo con el sistema del Código dominicano, los conflictos
jurídicos, individuales o colectivos, deben ser examinados y decididos por la jurisdicción
laboral, en tanto que, los colectivos económicos deben ser dirimidos por medio de la con-
ciliación y el arbitraje.
Ahora bien, el Artículo 691 del mismo Código establece, como disposición transitoria,
que “mientras no estén funcionando los tribunales de trabajo creados por el presente Código, los
procedimientos de litigio seguirán siendo regidos por los Artículos 47 a 63 bis, inclusive, de
la Ley n.o 637 sobre Contratos de Trabajo”.
Estando aún vigente el procedimiento indicado en la referida Ley n.o 637, es obvio que
no puede estarlo el que figura en el Código de Trabajo, máxime cuando ambos difieren esen-
cialmente, no sólo en cuanto a la constitución misma de los tribunales sino también en lo
relativo a su competencia.
En efecto, el Artículo 47 de la Ley n,o. 637, aún vigente, dispone que el procedimiento pre-
vio de conciliación debe ser realizado administrativamente por el Departamento de Trabajo,
en tanto que los Artículos 448 y 484 y siguientes del Código atribuyen esa misma función a
los juzgados de trabajo, mediante la participación de los vocales de los mismos. Además, la
constitución de esos tribunales es también distinta a la de los que funcionan actualmente en
nuestro país, que sólo están compuesto por un juez de derecho, mientras que los creados por
el Código están integrados por “un juez que actúa como presidente, y dos vocales escogidos
preferentemente de sendas nóminas formuladas por los patronos y los trabajadores”.
Cabe señalar, también, que el procedimiento instituido en los Artículos 47 a 63 bis de la
Ley n.o 637, está en concordancia con el sentido general de la misma, cuya finalidad fue la de
regular las relaciones de naturaleza individual que ligan a los patronos y trabajadores como
consecuencia de un contrato de trabajo. En dicha ley no se contemplan ni se examinan las
200
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
controversias colectivas que pueden surgir entre ellos, por estar exclusivamente inspirada
en el derecho individual del trabajo y no en el colectivo.
Frente a estas circunstancias, surgen estas dos preguntas, que a nuestro juicio plantean
un verdadero problema jurídico:
¿Los actuales tribunales de trabajo, tienen o no competencia para juzgar y
decidir los conflictos colectivos de naturaleza jurídica? ¿Si se admite que la
tienen, en virtud de qué norma legal son competentes: por aplicación de los
Artículos 47 a 63 bis de la Ley n,o. 637 o por aplicación de disposiciones del
Código de Trabajo?
Para tratar de contestar ambas interrogantes, es necesario situarnos dentro del sistema
procesal instituido por el Código para el examen y decisión de los conflictos de carácter
jurídico, sean estos individuales o colectivos. Este procedimiento fue establecido tomando
en cuenta la composición y organización de los tribunales de trabajo creados por dicho
Código, los cuales son de naturaleza mixta, al estar integrados por jueces profesionales, que
podríamos llamar de derecho, y de vocales o asesores representativos de los patronos y de
los trabajadores respectivamente, cuya misión está circunscrita a intervenir en el litigio para
tratar de conciliar satisfactoriamente a las partes desavenidas.
Dichos tribunales son de dos categorías: los Juzgados de Trabajo, que deciden los conflic-
tos como jurisdicción de primer grado; y las Cortes de Trabajo, que conocen del recurso de
apelación y dictan sentencias en segundo grado. Ambos tienen el doble carácter de tribunales
de conciliación y de juicio, y ambos están integrados, como ya hemos dicho, por jueces y
vocales que representan, estos últimos, los intereses obreros y patronales.
Por todas estas circunstancias, no creemos posible que los actuales tribunales laborales,
integrados exclusivamente por jueces de derecho, puedan adaptarse a las normas procesales
establecidas en el Código para la solución de los conflictos jurídicos, especialmente cuando
estos sean de carácter colectivo.
Por otra parte, si la competencia y normas procesales de los actuales tribunales de trabajo
están regidas, de manera exclusiva, por las disposiciones de los Artículos 47 a 63 bis de la
Ley n.o 637, es también muy difícil que, a la luz de esas disposiciones, dictadas limitativa-
mente para la solución de conflictos individuales, puedan dirimirse conflictos colectivos de
naturaleza jurídica, que, aunque deben ser resueltos mediante la aplicación de textos legales
o contractuales, tienen sin embargo características e implicaciones muy diferentes a las de
los conflictos individuales.
Tomando en cuenta, por encima de cualquier principio de derecho, una realidad social
que exige la existencia de una jurisdicción para el examen y decisión de los conflictos jurídi-
cos colectivos, entendemos que los actuales tribunales laborales son los únicos que pueden
ostentar esa competencia, aplicando por analogía las reglas que figuran en los artículos 47
a 63 bis de la Ley n.o 637.
201
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
uno como del otro, producen siempre malestares y perturbaciones sociales y económicos,
susceptibles de afectar el interés general de la colectividad.
Es por ello que la ley, en todas partes del mundo, ha establecido regulaciones, limita-
ciones y aun prohibiciones para el ejercicio de esos derechos. Esa misma ley, unas veces ha
definido la huelga y el paro legales. Otras se ha limitado a determinar los caracteres que
deben tener y los requisitos que son necesarios cumplir, para que tales suspensiones puedan
ser consideradas lícitas.
En consecuencia, es indispensable que exista un organismo o tribunal que, cuando ocurra
una huelga o un paro, decida acerca de la legalidad de esos, a fin de determinar, en cada caso,
si la paralización del trabajo ha sido realizada o no dentro de las normas que la regulan.
Tal decisión tiene una gran importancia, en razón de que los efectos jurídicos de las huelgas
y los paros son determinados, en uno u otro sentido, de acuerdo con la legalidad o ilegalidad de
las respectivas suspensiones y, como ya hemos visto, existe una gran diferencia entre los efectos
jurídicos derivados de las huelgas y los paros legales, y los que producen los que no lo son.
En nuestro país, la atribución de calificar las huelgas y los paros está a cargo de las Cortes
de Trabajo, cuyas funciones son ejercitadas temporalmente por las Cortes de Apelación, en
virtud de la disposición transitoria del Artículo 691 del Código de Trabajo. Los Artículos 625,
626, 627, 628 y 629 de dicha ley, establecen todo lo relativo al procedimiento requerido para
esa calificación, el cual está incluido entre los procedimientos especiales de carácter laboral.
El Artículo 625 determina que “en los casos de huelga o paro declarados después de
cumplidas las prescripciones del Artículo 374 sobre huelgas, que el Artículo 382 hace comu-
nes a los paros, la Corte de Trabajo competente para la calificación de la huelga o del paro,
queda amparada de la instancia correspondiente, por el auto que dicte el presidente de
dicha Corte conforme a lo dispuesto en el Artículo 640”; y el Artículo 828 dispone que “en
los casos de huelga o paro declarados en violación de lo prescrito por los Artículos 370, 373
y 374, la Corte de Trabajo competente para su calificación puede proceder a esta a solicitud
de parte o de la Secretaría de Estado de Trabajo y aun de oficio, dentro de los cinco días de
conocer la existencia de la huelga o paro. Cuando actúe en virtud de solicitud, bastará que
el solicitante afirme la existencia del estado de huelga o paro”.
Estos dos textos legales, arriba transcritos, suponen dos situaciones diferentes: en la pri-
mera prevista por el Artículo 625, la huelga o el paro se ha producido, después de cumplidos
los requisitos del Artículo 374, o sea, después que los trabajadores o el patrono, según el caso,
depositaron en la Secretaría de Trabajo la exposición que dicho artículo exige, y hubieron
transcurridos los 15 días de plazo entre dicha exposición y la suspensión del trabajo; y en la
segunda, prevista en el Artículo 628, la huelga o el paro se ha producido sin llenar ese requisito,
o es de carácter prohibitivo por afectar servicios públicos, o por fundarse en causas políticas o
en razones de pura solidaridad para otros trabajadores o patronos, según el caso.
De acuerdo con el Artículo 628, que se refiere a huelgas, que podríamos llamar irregulares,
la calificación de las mismas puede ser determinada por la Corte a requerimiento de las partes,
de la Secretaría de Trabajo y aun de oficio, por tratarse de suspensiones del trabajo que revisten,
por su especial naturaleza, mayor gravedad que las declaradas de acuerdo con la ley.
Al cotejar los textos de los Artículos 625 y 640, los cuales se refieren a huelgas y paros de
idéntica naturaleza, declarados previo cumplimiento del artículo 374, llegamos a la conclusión
de que, en estos casos, la Corte también puede actuar de oficio, argumento deducido de la
propia redacción del Artículo 640.
202
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
203
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Es por ello que las leyes laborales establecen pautas imperativas, que deben ser cumplidas
por las partes, para que tanto los trabajadores como los patronos ejerciten sus respectivos
derechos con sujeción a ellas, a fin de que exista una verdadera garantía de equidad en la
solución de los litigios que pueden dividirlos.
El Código de Trabajo dominicano en su Principio II establece que dicha ley “tiene por
objetivo fundamental regular los derechos y obligaciones de patronos y trabajadores, y
proveer los medios de conciliar sus respectivos intereses”, disposición que figura expresa o
implícitamente en las leyes laborales de todos los países.
En materia de conflictos colectivos, de huelga y de paros, la legislación universal ha
determinado reglas normativas para el ejercicio del derecho de las partes, así como determi-
nadas obligaciones que estas deben cumplir para que dicho ejercicio sea lícito. Cuando las
partes infringen esas normas o dejan de observar tales obligaciones, ejercitan indebidamente
sus derechos y no pueden, en consecuencia, estar protegidas por la ley, en razón de que su
manera de actuar quebranta las disposiciones de esa misma ley.
Hemos ya visto que las huelgas y los paros, aun realizados en forma lícita, tienen un
carácter de suma gravedad, por los perjudiciales efectos sociales y económicos que siempre
producen. Es esta la razón por la cual la ley establece, para el ejercicio de esos derechos,
normas tendentes a regularlos, limitarlos y aun prohibirlos, cuando los intereses supremos
de la colectividad así lo exijan.
Estas tres gradaciones, o sea, la regulación, la limitación y la prohibición, están justifi-
cadas, no sólo para la adecuada protección de esos mismos derechos, sino para el manteni-
miento de la estabilidad social y la defensa del interés general, que debe primar por sobre
cualquiera otro de grupo o de clase.
Existe regulación en el derecho de huelga o de paro, cuando la ley somete el ejercicio de
estos a determinados procedimientos que deben ser cumplidos previamente, enderezados
a la solución de los conflictos colectivos que pueden dar origen a suspensiones de trabajo,
así como a establecer las formas en que estas deban realizarse.
Existe limitación, cuando la ley dispone que las huelgas y los paros deben reducirse al
hecho de la suspensión de labores, y determina la situación y conducta de las partes durante
el proceso de la paralización.
Y existe, por último, prohibición, cuando la ley sanciona los actos de coacción y de vio-
lencia que acompañan las huelgas y los paros; cuando veda el ejercicio de estos a los patronos
y trabajadores de servicios públicos, y cuando les niega carácter de licitud a los que tengan
causas políticas o sean de pura solidaridad.
Como se observa claramente, la ley laboral ha querido con estas tres gradaciones, rodear
de garantías el ejercicio de esos derechos y evitar, de igual manera, las perturbaciones que la
práctica absoluta o irreprimida de los mismos pueda ocasionar en el ámbito de la sociedad.
El derecho laboral se caracteriza, entre otras cosas, por la limitación de la autonomía
de la voluntad respecto a la concertación de los contratos y a las condiciones de estos, así
como por la intervención del Estado, no solamente en cuanto a fijar, mediante la ley, normas
mínimas en favor del trabajador, sino en lo relativo a su mediación conciliatoria en todos los
conflictos que sean susceptibles de quebrantar el orden público.
En virtud de ese poder de intervención, el Estado tiene primordialmente, en materia
laboral, el derecho y el deber de regular las relaciones entre el capital y el trabajo, en su
carácter de principal agente de la justicia social.
204
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
Cuando el Estado por medio de una ley consagra un derecho y condiciona su ejercicio
en determinada forma, cualquiera otra que se utilice para ese fin es ilícita y da por resultado
que ese derecho, aunque auténtico en su fondo, sea sin embargo ilegítimo en cuanto a la
manera de practicarlo.
Nuestro Código de Trabajo, en su Principio V consagró positivamente, por primera vez en
el país, la teoría del abuso del derecho, convirtiéndola así, en materia laboral, en una disposi-
ción legislativa que debe ser aplicada, junto a las demás que figuran en los otros Principios,
“como normas superiores a que debe estar supeditada la economía de las regulaciones de
la legislación social”.
Casi todas las legislaciones laborales han admitido como regla dicha teoría, y su inclusión
en ellas obedeció, principalmente, al uso abusivo que hacían los patronos del derecho de
dar por terminado el contrato de trabajo, por su sola voluntad, cuando este era por tiempo
indefinido. Sin embargo, la aplicación del principio no está restringida al despido del tra-
bajador sin causa justificada, sino a todos los casos en que las partes abusen, en una u otra
forma, de cualquier derecho que les reconozca la ley.
En cuanto a su aplicación en los casos de huelga o de paro, consideramos conveniente
hacer algunas observaciones y distinciones que entendemos son pertinentes en relación con
las diversas especies que pueden presentarse.
Los trabajadores y los patronos tienen facultad para declarar, respectivamente, huel-
gas y paros en defensa de sus intereses y con sujeción a las normas establecidas por la ley.
Cuando lo hacen en forma regular, se trata simplemente del ejercicio de un derecho, el cual
no constituye, en principio, la realización de un acto abusivo.
¿Cuándo, pues, constituiría un abuso de derecho? ¿Cuándo es ejercido sin el previo
cumplimiento de las formalidades legales o cuándo es practicado en los casos prohibidos?
En nuestra opinión, cuando los trabajadores o los patronos se declaran en huelga o en
paro sin llenar los requisitos legales correspondientes, no están cometiendo el abuso de un
derecho, puesto que en tales casos la no observancia de tales requisitos, convierte automá-
ticamente en ilegal la paralización del trabajo por ellos declarada. En tal especie, no se trata
del uso abusivo de un derecho sino del ejercicio ilícito del mismo, que despoja a aquel de
toda legitimidad, puesto que su propia existencia está supeditada a condiciones que no
fueron cumplidas por el titular de dicho derecho. Tales trabajadores o patronos actuaron
virtualmente sin derecho.
Para que exista el abuso de derecho, es necesario que el ejercicio del mismo esté legalmen-
te autorizado, es decir, que su puesta en práctica no constituya, jurídicamente, una falta para
quien lo ejercite. En el caso arriba expuesto, así como en los relativos a las huelgas y paros
que afecten servicios públicos, que tengan causas políticas o que sean de pura solidaridad,
los obreros o patronos que los inicien están sencillamente violando la ley y no ejerciendo
un derecho consagrado por ella.
Si comparamos estos casos con el de despido injustificado del trabajador, cuando el
contrato es por tiempo indefinido, veremos claramente la gran diferencia que existe entre
ambos.
Cuando el patrono da por terminado el contrato, está ejerciendo un derecho que le re-
conoce el Artículo 69 del Código de Trabajo, el cual establece que “en el contrato por tiempo
indefinido cada una de las partes puede ponerle término, sin alegar causa, cuando estime
conveniente, aun durante la suspensión del contrato”, sujeto este derecho al único requisito
205
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
206
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
207
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Los actos ilícitos realizados por los empleadores y obreros, en ocasión de una huelga o un
paro, comprometen civilmente su responsabilidad cuando causen perjuicios a cualquiera per-
sona, responsabilidad que, aunque regida por el derecho civil, debe sin embargo ser juzgada
por los tribunales laborales, tal como lo dispone el Artículo 671 del Código de Trabajo.
Estos actos pueden también constituir hechos delictuosos, previstos y sancionados, tanto
en el Código de Trabajo como en las leyes penales, de acuerdo con la naturaleza y gravedad
de los mismos.
Los actos de coacción o de violencia física o moral sobre las personas y los de fuerza física
sobre las cosas, que se cometan en relación con una huelga o un paro, son susceptibles de
ocasionar daños materiales y morales, tanto a los patronos y obreros como a terceras perso-
nas, lo que permite a quienes sean perjudicados por dichos actos, iniciar ante los tribunales
de trabajo las demandas que sean pertinentes, las cuales deben ser examinadas y decididas
de acuerdo con las normas del derecho civil.
Esta responsabilidad no está limitada a los actos ya mencionados, sino que se extiende
a todos aquellos que lesionen injustificadamente a otros. Un paro o una huelga ilegal puede
ocasionar daños materiales, de los cuales deben responder quienes lo realizaron en forma
ilícita. En este caso el patrono o el sindicato obrero, según la especie, pueden perfectamente
ser demandados en reparación de dichos daños, de conformidad con las disposiciones del
artículo 670 del Código de Trabajo.
El Título II del Libro Octavo, del mismo Código, establece cuáles violaciones a dicha ley
son sancionadas represivamente, así como las penas que corresponden a las mismas. Entre
estas se encuentran las relativas a los Artículos 368 a 384, que son precisamente las que re-
gulan el ejercicio del derecho de huelga y del de paro. Las sanciones penales determinadas
para esas violaciones son las de “multa de treinta a quinientos pesos, o prisión de quince
días a seis meses, o ambas penas a la vez, según lo dispone el Artículo 679, ordinal 3 del
Código de Trabajo.
En consecuencia, son pasibles de estas condenaciones los patronos y trabajadores que,
en ocasión de una huelga o un paro, realicen los actos de coacción y de violencia indicados
en el Artículo 369; lleven a cabo las referidas paralizaciones de trabajo en servicios públicos
de utilidad permanente; declaren una huelga o un paro fundamentados en causas políticas,
o de pura solidaridad con otros trabajadores o patronos, según el caso; declaren una huelga
o un paro sin realizar previamente los procedimientos establecidos por los Artículos 374 y
381, respectivamente, y los que se negaren, cuando sean requeridos para ello, a practicar
las labores indispensables para la seguridad y conservación de las maquinarias y centros
de trabajo, durante el proceso de una huelga o de un paro.
El tribunal competente para la aplicación de las penalidades indicadas en el Artículo 679
del Código, es el juzgado de paz de la jurisdicción donde ocurran los actos ilícitos sanciona-
dos por la ley, el cual tiene facultad para acoger, en favor de los acusados, las circunstancias
atenuantes reguladas por el Artículo 463 del Código Penal.
Sin embargo, si la comisión de cualesquiera de dichos actos constituye, por su magnitud
o por su gravedad, un crimen o un delito de los previstos en las leyes penales, la infracción
deberá ser juzgada entonces por el tribunal represivo que fuera competente para el caso.
En cuanto al hecho delictuoso cometido por los funcionarios y empleados públicos
al declararse en huelga, ya hemos visto, en capítulos anteriores, que tal infracción está
sancionada por los Artículos 123 y 124 del Código Penal.
208
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
209
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
En resumen, los elementos de la suspensión del contrato de trabajo son los siguientes:
a) Un hecho cierto que afecta total o parcialmente la marcha y desenvolvimiento de la
empresa; b) La paralización total o parcial de los servicios de esta como consecuencia de
ese hecho; y c) La interrupción temporal de las recíprocas obligaciones de las partes.
Casos de suspensión
Algunos tratadistas han dividido los casos de suspensión del contrato de trabajo en dos
clases diferentes: los sin causa, o sea, aquellos determinados por la sola voluntad de una de
las partes; y los con causa, cuando existan las circunstancias previstas en la ley o en el con-
trato. Consideramos incorrecta esta división. La paralización temporal de las labores por la
voluntad de una de las partes, es decir, sin causa justificable, no puede ni debe considerarse
como una lícita suspensión. Constituye, sencillamente, la falta de cumplimiento, ya sea
del patrono o del trabajador, de una de las obligaciones esenciales que le impone el propio
contrato, y en este caso, no existe dentro de la doctrina y la mayor parte de las legislaciones
laborales, un motivo legal de suspensión.
En Argentina y Brasil, las leyes de trabajo facultan al patrono a suspender las activida-
des de la empresa por un determinado período de tiempo, sin que por ello se comprometa
en absoluto su responsabilidad. En Argentina, el Artículo 66 del Decreto Ley n.o 33302/45
establece que “toda suspensión dispuesta por el empleador que exceda de treinta días en
un año, contando desde la primera suspensión, y, no aceptada por el empleado u obrero
comprendido en el presente decreto-ley, dará derecho a estos a considerarse despedidos”,
período este que puede extenderse hasta noventa días “en caso de fuerza mayor debidamente
comprobada”. Similar disposición está contenida en el Artículo 474 de la Ley de Trabajo de
Brasil. En ambos países el patrono tiene, además, derecho de ordenar la suspensión de los
trabajadores por hasta treinta días como castigo disciplinario.
Este sistema ha sido duramente criticado por la doctrina, en razón de que crea un privi-
legio abusivo en favor del empleador y en perjuicio evidente de las clases obreras.
210
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
En nuestro país, toda suspensión debe tener una causa, debidamente comprobada y
justificada, de acuerdo con las normas que sobre la materia ha establecido el Código de Tra-
bajo. Entre nosotros, corresponde al Departamento de Trabajo comprobar si existe o no dicha
causa, así como dictar, en cada caso, la resolución que sea de lugar, la cual está sujeta a un
recurso de apelación ante el Secretario de Estado del ramo, de acuerdo con las disposiciones
de la Ley sobre lo Contencioso Administrativo. En otros países, la comprobación de cualquier
causa de suspensión es de la competencia de los tribunales de trabajo.
211
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
el obrero. Si este es absuelto, la imposibilidad del trabajador para realizar sus labores cesa
automáticamente, por estar disfrutando de libertad, lo que sucede también cuando es con-
denado simplemente a una multa.
Si, por el contrario, es condenado a prisión, el trabajador no puede lógicamente asistir a
sus labores, lo que da por resultado convertir el caso de suspensión en caso de despido, de
acuerdo con las disposiciones del Artículo 78, párrafo 18, del Código de Trabajo, que faculta
al patrono a dar por terminado el contrato “por haber sido condenado el trabajador a una
pena privativa de libertad por sentencia irrevocable”.
Como en nuestro país existe una ley en virtud de la cual determinadas penas de prisión pue-
den ser conmutadas mediante el pago de una multa, nada se opone en nuestra opinión, a que un
trabajador condenado a prisión y que se acoja a dicha ley, tenga perfecto derecho a reintegrarse
a su trabajo, no pudiendo su patrono negarse a recibirlo, ya que, en este caso, la imposibilidad
material de realizar sus labores también ha cesado. Tampoco compartimos el criterio de la ley
dominicana en cuanto al trabajador que se encuentre en libertad provisional. Consideramos que
esta causa de suspensión está fundamentada en la imposibilidad material en que se encuentra
el obrero privado de libertad para asistir a sus labores. Desde que cese, por cualquier causa, esa
imposibilidad, la suspensión individual no tiene ya ninguna justificación ni razón de ser.
Consideramos también que si la infracción por la cual fue juzgado el trabajador está
vinculada con la comisión de uno cualquiera de los hechos que, de acuerdo con el Código,
faculta al patrono a despedir a un trabajador, el empleador puede negarse legalmente a
recibir de nuevo al obrero condenado, aun cuando este sólo haya sido sancionado con una
simple pena pecuniaria. En este caso, el patrono tiene facultad para despedir al obrero, no
por aplicación del Artículo 47 del Código, sino en virtud de las disposiciones del Artículo 78
de la misma ley. La propia sentencia que hubiere condenado al trabajador constituiría una
prueba irrefutable de la falta cometida por este.
212
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
o de cualquier otro acto que envuelva una causa vergonzosa o falta que le sea imputable, el
patrono tiene derecho a dar por terminado el contrato, así como de despedir al trabajador,
sin ninguna clase de responsabilidad, de acuerdo con el Artículo 78, párrafo 20 del Código.
Hace algunos años, se presentó ante nuestros tribunales un caso digno de mención. Un
obrero que trabajaba en una industria obtuvo la suspensión de su contrato por padecer una
enfermedad que le imposibilitaba asistir a sus labores. Como entonces no existía el Seguro
Social, el patrono tenía la obligación, de acuerdo con la antigua Ley n.o 637, de pagarle, durante
el período de suspensión, el 50% de sus salarios. Dicho patrono se enteró, sin embargo, que
el obrero enfermo concurría todas las noches a un cabaret donde bailaba e ingería bebidas
alcohólicas. Frente a estas circunstancias, el patrono dio por terminado el contrato y despidió
al trabajador, el cual después de agotar el procedimiento conciliatorio lo demandó ante el
Juzgado de Paz, en funciones de tribunal de trabajo, alegando despido injustificado. Dicho
Juzgado consideró en su decisión que el patrono había actuado dentro de la facultad que
le daba la ley, y que por tanto el despido era justificado. Empero, el Tribunal de Primera
Instancia, como jurisdicción de apelación, revocó la sentencia y condenó al patrono al pago,
en favor del obrero, de las indemnizaciones establecidas en la Ley n.o 637, sentencia que fue
casada posteriormente por la Suprema Corte de Justicia.
213
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
ajenas a las partes, sino por un mutuo convenio concertado entre ellas, dentro del ámbito
de la libertad de contratación.
Casos Especiales
Dentro del Código de Trabajo existen además casos en que, a pesar de existir una para-
lización de las labores, no constituyen precisamente causas de suspensión individual del
contrato. Nos referimos a la obligación que tiene el patrono de conceder al trabajador un día
de licencia para celebrar su matrimonio, y en los casos de alumbramiento de la esposa y de
fallecimiento de los abuelos, padres, cónyuge e hijos, así como a las semanas de descanso
que deben ser concedidas a la mujer en estado de gestación. Ninguno de esos casos pueden
ser considerado como de suspensión porque en todos ellos el patrono debe pagar salarios.
214
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
no puede perder, en modo alguno, el derecho de que le sea admitida, en su favor, la causa
de suspensión de que se trate.
Este criterio personal nuestro se ajusta perfectamente al Tercer Principio Fundamental
del Código de Trabajo, el cual da vigencia supletoria al derecho común, en todos los casos
en que no existan disposiciones especiales que rijan las relaciones entre particulares. Como
el Código de Trabajo no prevee la posibilidad de que el trabajador no pueda materialmente
cumplir la obligación del Artículo 49, por una causa ajena a su voluntad, es evidente que
en este caso debe ser aplicada la máxima jurídica, de ámbito general, que expresa que “a lo
imposible nadie está obligado”.
215
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
para obtener dichas materias, así como que tales gestiones fueron llevadas a cabo, no sólo
de manera eficiente, sino con la necesaria oportunidad.
Cualquier ineptitud, desidia, negligencia o tardanza que en tales gestiones se compro-
bara, destruiría, en nuestra opinión, el fundamento de la causa alegada. Hay que tomar en
cuenta la grave situación que toda suspensión crea en perjuicio de los trabajadores, y por esa
circunstancia el patrono está en la obligación, en su interés y en el de los obreros, de evitar,
en la forma más activa y eficiente, la paralización de las labores de su empresa. Es injusto,
ilícito y hasta ilegal, que los trabajadores sean perjudicados por una falta o negligencia de
su patrono, y es por ello que corresponde a este suministrar las pruebas de haber realizado,
en su debida oportunidad, todas las diligencias necesarias para la obtención de las materias
primas, y que el fracaso de esas diligencias no le es imputable.
El aumento de precio de las materias primas no puede ser alegado como fundamento de
una suspensión por la causa que ahora examinamos. Dicho aumento podría, sin embargo,
ser invocado en otra de las causas de suspensión, como lo es la incosteabilidad de la explo-
tación de la empresa, siempre que se demuestre que tal incosteabilidad es una consecuencia
inevitable del alza de precios de la materia prima.
Falta de Fondos
Otra causa de suspensión colectiva es la falta de fondos para la continuación normal
de los trabajos. Esta causa es quizás una de las difíciles de comprobar, y puede dar lugar,
fácilmente, a maniobras dolosas por parte de patronos poco escrupulosos. La falta de fondos
es un hecho negativo que, como todos de esta naturaleza, deben ser probados por el hecho
positivo contrario.
Es obvio que, en este caso, la paralización de la empresa obedece a una causa no impu-
table al patrono, el cual, sin embargo, debe probar, como en el caso de la falta de materias
primas, que ha realizado sin resultado satisfactorio las gestiones, adecuadas y oportunas
para la adquisición de esos fondos. Como esta causa puede dar lugar a maniobras ilícitas,
difíciles de establecer, es muy recomendable que el Departamento de Trabajo tenga sumo
cuidado en su comprobación. La propia ley así lo reconoce, de manera expresa, al exigir al
empleador la obligación de justificar plenamente la imposibilidad que ha tenido para obtener
los fondos para su empresa.
Si el patrono alega, por ejemplo que las garantías o los tipos de interés que le han sido
exigidos para la concesión de los créditos son altamente onerosos ¿podría considerarse esta
circunstancia como un caso de suspensión por esta causa? Creemos que no. Tal circunstancia
podría dar lugar, sin embargo, a una suspensión por incosteabilidad, siempre que el em-
pleador demuestre que las condiciones onerosas para la obtención de fondos, producirían,
inevitablemente, la absoluta incosteabilidad de la explotación.
Exceso de la Producción
El exceso de producción es una causa de suspensión colectiva, cuya comprobación requie-
re un estudio minucioso, por ser una de las más difíciles de establecer, al estar íntimamente
relacionada con el estado financiero de la empresa y con las condiciones del mercado, es
decir con dos elementos de distinta naturaleza.
En este caso, el Departamento de Trabajo ha de realizar una doble comprobación. En la
primera, debe circunscribirse al examen técnico de la situación económica de la empresa,
216
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
Incosteabilidad de la Producción
La más compleja y la más difícil de establecer entre todas las causas de suspensión co-
lectiva, es la fundamentada en la incosteabilidad de la explotación de la empresa, en razón
de que son múltiples las circunstancias que pueden producir tal situación.
Estas circunstancias pueden ser la mala o deficiente dirección de la empresa; el aumento
excesivo del costo de las materias primas; el exceso de gastos de la empresa; la falta de or-
ganización de esta; la ausencia de métodos y sistemas adecuados de producción, y en gran
número de casos, la consecuencia de cálculos erróneos o excesivamente optimistas acerca
de las posibilidades del negocio.
La comprobación de esta causa tiene que fundamentarse en verdaderos estudios técni-
cos acerca del estado funcional del negocio, siendo recomendable que el Departamento de
Trabajo se asesore de un personal de gran capacidad en administración y financiamiento de
empresas, sin el cual resultaría casi imposible determinar, con certeza y verdadero espíritu
de justicia, si existe o no, en un caso determinado, la causa lícita que se invoca.
217
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
maniobras tendentes a quebrantar los derechos de los trabajadores, casos que, por falta de
una adecuada investigación, puedan tener en veces una falsa apariencia de legalidad.
En nuestra opinión, para que una suspensión fundamentada en un caso de fuerza mayor
pueda ser admitida, es necesario que concurran en el mismo, determinadas circunstancias
contingentes, en las cuales no exista ninguna responsabilidad patronal. Toda suspensión,
por más legítima que sea, ocasiona un perjuicio colectivo a un gran número de obreros, y es
por ello que hay que tener sumo cuidado en la comprobación de cualquier causa alegada.
Consideramos que en un suceso alegado como caso de fuerza mayor, deben concurrir
estas circunstancias; a) que dicho suceso sea independiente de la voluntad del patrono y
que este no sea culpable, directa o indirectamente, de cualquier acción u omisión suscepti-
ble de facilitar, provocar, producir, agravar o mantener el obstáculo a la continuación de los
trabajos; b) que dicho suceso haya sido imposible de prever, o que siendo previsible no haya
existido medio eficaz de poder evitarlo; y c) que, como consecuencia fatal de dicho suceso,
sea imposible la continuación normal de las labores.
Estos casos de fuerza mayor pueden provenir de causas distintas. Los fenómenos de la
naturaleza o actos de Dios, como se les llama en algunos países, son quizás los más frecuentes.
Entre estos, los ciclones, terremotos, inundaciones y otros siniestros ajenos en absoluto a la
voluntad del hombre. Otros, como los incendios, etc., pueden ser absolutamente fortuitos y
no son propiamente actos de Dios ni de la voluntad del hombre.
Los casos de fuerza mayor pueden afectar, total o parcialmente, la continuación normal
del funcionamiento de una empresa y por consecuencia a todos o solamente algunos de sus
trabajadores. Es muy conveniente que, antes de admitirse un caso fortuito, se hagan todas
las comprobaciones necesarias para determinar, con absoluta exactitud, la trascendencia,
duración, gravedad y extensión del suceso alegado. Por medio de esa comprobación se
establecería correctamente, si la suspensión afecta a todos o a parte de los obreros, así como
también el período razonable de la paralización, o sea, el tiempo que se estime necesario para
que el patrono pueda, con los medios a su alcance y dentro de las circunstancias específicas
del caso, reanudar total o parcialmente el funcionamiento de su empresa.
Cuando se trate de una empresa cuyo proceso de producción está sujeto a diversas ope-
raciones coordinadas entre sí, el caso de fuerza mayor que afecte materialmente a un solo
sector o departamento puede, sin embargo, dar lugar legalmente a una suspensión de los
contratos de todos los trabajadores, en razón de que la paralización particular del sector afec-
tado, puede hacer virtualmente imposible el funcionamiento normal de la producción.
En otras empresas cuya producción es variada, el caso de fuerza mayor circunscrito a
un sector determinado, no puede ser legalmente invocado para obtener, por esa sola cir-
cunstancia, una suspensión colectiva de todo el personal.
En general, para que un suceso en estos casos pueda ser admitido como susceptible de
ocasionar una suspensión legal es necesario que se demuestre: a) que tiene las características
de un caso fortuito; b) que el patrono no es culpable, por acción u omisión de dicho suceso;
y c) que como consecuencia de este es imposible la continuación de los trabajos.
218
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
del mismo, el patrono puede ser una persona física o moral, es obvio que esta causa de sus-
pensión sólo tiene vigencia cuando es una persona física, ya que una persona moral ni puede
incapacitarse ni puede morir.
Cuando un patrono es una persona física, la aplicación de esta causa de suspensión no
es automática. Está supeditada a diversas circunstancias que determinen, de manera forzosa,
la paralización temporal de la empresa. El Código no establece expresamente cuáles son esas
circunstancias, las cuales tienen necesariamente que fundamentarse en hechos relacionados
con la naturaleza específica de ciertas empresas.
Las empresas cuya dirección requiera determinadas aptitudes y conocimientos científicos,
artísticos o artesanales, difíciles de suplir con la rapidez necesaria para evitar una paralización
temporal, son de las que pueden ser afectadas por esta causa de suspensión. En efecto, una
empresa en la cual el patrono sea al mismo tiempo el maestro, es decir, la persona que la
dirija administrativa y técnicamente, no puede en muchos casos continuar sus actividades
si los causahabientes del patrono fallecido o incapacitado no disponen inmediatamente de
un sustituto, capaz de seguir ejerciendo la dirección de la empresa.
Huelga o Paro
En la enumeración del Artículo 47 del Código, figuran las huelgas y los paros como causas
de suspensión colectiva del contrato de trabajo.
Consideramos que su inclusión en dicho artículo no es correcta, en razón de que la
paralización temporal del trabajo se realiza, en los casos de huelga y paro, no por hechos
y circunstancias contingentes sino por un acto de voluntad. En estos casos, la suspensión
de las labores tiene un carácter distinto a las que hemos examinado anteriormente, pues
mientras aquellas están basadas en hechos ajenos a la voluntad de las partes, la huelga y el
paro, por el contrario, representan siempre una decisión adoptada por los trabajadores o
por los patronos, según el caso.
Tanto la huelga como el paro se originan como consecuencia de conflictos colectivos
entre las partes, y producen una automática paralización de las labores, sin responsabili-
dad para nadie, siempre, desde luego, que hubiesen sido calificados legales, es decir, que
se hayan producido previo cumplimientos de los procedimientos indicados por el Código y
constituyan el lícito ejercicio de un derecho consagrado por la ley.
Tales causas de suspensión tienen una naturaleza sui generis, y deben ser resueltas por un
procedimiento distinto al establecido para las otras causas, ya que el legislador ha querido
rodear el ejercicio del derecho, de huelga y del de paro, de todas las garantías necesarias para
la defensa de los respectivos intereses de las partes, así como condicionar dicho ejercicio al
cumplimiento de formalidades previas que deben realizar los trabajadores y los patronos,
según el caso, con el propósito de propiciar siempre, mediante el avenimiento directo, la
conciliación administrativa y el arbitraje, la solución del conflicto de que se trate.
Las huelgas y los paros revisten siempre un carácter de gravedad, y representan pertur-
baciones sociales y económicas que es necesario y conveniente evitar o atemperar, por medio
de procedimientos conciliatorios destinados a lograr una solución satisfactoria del caso.
219
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Ella está concebida en los siguientes términos: “Cualquiera otra circunstancia que haga
necesaria la suspensión o reducción de los trabajos de la empresa”.
Esta disposición constituye una medida de previsión, ya que en la práctica pueden pre-
sentarse situaciones distintas a las indicadas en las otras causas, capaces de ser admitidas
como causas justas para la paralización o reducción de las labores. Dichas circunstancias
deben ser examinadas y ponderadas por los organismos administrativos y por los tribunales
de trabajo, y la prueba de ellas debe estar a cargo de la parte que las invoque.
220
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
Como las causas pueden ser de variada naturaleza, el Departamento de Trabajo debe
realizar comprobaciones de diversos géneros, con un espíritu de equidad para ambas partes,
con el fin de evitar en lo posible, inconformidades más o menos justificadas, tanto de los
trabajadores como de los patronos.
De acuerdo con el último párrafo del Artículo 51, “el Departamento de Trabajo compro-
bará si existe o no la causa de suspensión alegada, y dictará la resolución correspondiente”.
Del texto citado se desprende que la atribución conferida al Departamento de Trabajo está
exclusivamente limitada a la simple comprobación de la causa aducida como fundamento
de la suspensión.
En nuestra opinión, la resolución de dicho Departamento debe expresar, clara y explícita-
mente, los motivos en que se fundamenta, así como todos los datos precisos acerca del caso.
También debe establecer el tiempo estimado como duración probable de la suspensión de
las labores, aunque en algunos casos resulta difícil establecer a priori, con relativa precisión,
el posible término del lapso de suspensión.
Por esa razón, el tiempo que fije el Departamento como período de suspensión es siempre
de carácter provisional, pudiendo posteriormente ser acortado o extendido, como resulta-
do de la cesación o de la prolongación de la causa que ha originado la paralización de los
trabajos. En el curso del propio período de suspensión, los trabajadores pueden solicitar un
nuevo examen del caso, cuando existan presunciones de haber cesado la causa justificativa
de la suspensión. Al igual, los patronos tienen derecho a una acción similar, cuando puedan
demostrar que el período estimado por el Departamento de Trabajo deba necesariamente
extenderse en vista de la persistencia prolongada de la causa admitida.
Recursos Legales
A pesar de que el Código de Trabajo no ha establecido, de manera expresa, el recurso a
que están sometidas las resoluciones del Departamento de Trabajo, en el caso de que las
partes o una de ellas no estén de acuerdo con las mismas, tratándose de resoluciones que,
por su naturaleza, son susceptibles de causar perjuicios graves tanto a los patronos como a
los trabajadores, no pueden tener un carácter definitivo.
Su propia naturaleza administrativa permite que sean impugnadas ante el superior
jerárquico, que en este caso lo es el Secretario de Estado de Trabajo. La existencia en nuestro
país de la jurisdicción contenciosa administrativa, da derecho a la parte que esté inconforme
de agotar los grados de dicha jurisdicción.
La resolución del Departamento de Trabajo, en materia de suspensión, no soluciona ni
puede solucionar ninguna cuestión de carácter litigioso, toda vez que su sola finalidad es la
de comprobar si existe o no el hecho alegado como causa legal de suspensión. Esta resolución
está sujeta, en nuestra opinión, a dos vías de impugnación: una ante el Secretario de Estado del
ramo como superior jerárquico del departamento que la ha dictado; y otra, ante los tribunales
de trabajo, por tratarse de una cuestión inherente a la materia laboral.
Cuando se utilice la primera de estas vías, la parte inconforme sólo puede obtener la
simple revocación de la misma, o sea el reconocimiento de que existe o de que no existe,
según el caso, el hecho alegado como causa de suspensión. Cuando por el contrario,
se utilice la segunda vía, o sea el apoderamiento del caso, en forma de litigio, ante los
tribunales laborales, estos sí podrían decidir, no sólo respecto a la existencia de la causa
de suspensión, sino también de todas las cuestiones accesorias que pudieran derivarse
221
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
del proceso, en vista de la plenitud de competencia que les permite juzgar todas las
controversias laborales, cuya decisión no hubiera sido atribuida por la ley a otra clase
de jurisdicción.
Jurisprudencia dominicana
en materia de suspensión del contrato de trabajo
Acerca de la suspensión del contrato de trabajo, nuestra Corte de Casación ha dictado
algunas sentencias que determinan la norma jurisprudencial dominicana respecto a tan
importante materia laboral.
Por su fallo del 24 de enero de 1957 ese alto tribunal estableció que la falta, por parte
del patrono, de no comunicar al Departamento de Trabajo la suspensión de las labores y la
causa alegada de esta, en el plazo de tres días a partir de la paralización ni posteriormente,
222
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
constituye un delito sancionado por el Artículo 679, inciso 1 del Código de Trabajo con penas
de cinco a doscientos pesos de multa.
En su decisión del 13 de marzo de 1948 determinó que la enfermedad de un obrero no es
causa de terminación del contrato de trabajo, sino únicamente de suspensión del mismo.
En cuanto a la suspensión temporal de un trabajador con objeto de investigar su conducta,
la Suprema Corte dictó, en fecha 23 de septiembre de 1945, una interesante sentencia. En ella
se establece que nada se opone a que por razones de delicadeza y conveniencia, un patrono
suspenda transitoriamente a un empleado cuya presencia en el lugar de la investigación
pueda restringir la libertad de la misma”, así como que cuando dicha suspensión tenga
simplemente por objeto investigar la conducta de un trabajador, no es aplicable el Artículo
47 del Código de Trabajo, y que, por tanto, “el patrono queda obligado a seguir pagándole el
salario, contrariamente a lo que ocurre en los diversos casos contemplados en el referido
texto legal”.
Por su decisión del 22 de octubre de 1957, la Corte de Casación determinó que “el tiem-
po perdido por los trabajadores, cuando se vieron imposibilitados de trabajar a causa de
su prisión, no fue culpa del patrono y que así mismo, el tiempo en que permanecieron en
inactividad los mismos no puede computarse en la jornada como tiempo de trabajo efectivo
porque esa inactividad no era extraña a las causas legítimas de suspensión del contrato,
puesto que al tenor del Artículo 47, ordinal 7, la prisión preventiva del trabajador seguida
o no de libertad provisional, es causa de suspensión de los contratos”.
Nuestra Corte de Casación ha mantenido, de manera invariable, que la participación
fuera de plazo que haga el patrono del hecho de la suspensión de las labores y de la cau-
sa de esta, así como la comprobación tardía de dicha causa, no constituyen un motivo de
terminación del contrato con responsabilidad para el empleador. Por su sentencia del 31
de agosto de 1949 estableció que existía una violación del Artículo 30 de la Ley n.o 637 (el
cual fue reproducido posteriormente por el Código de Trabajo), al no haber reconocido la
sentencia impugnada “la existencia de una suspensión temporal de los contratos de trabajo
que ligaban a las partes, por haberse iniciado tardíamente la comprobación de la causa que
motivaba dicha suspensión, y al haber dado en cambio por terminados dichos contratos,
con responsabilidad para el patrono”.
Posteriormente, por fallo del 15 de marzo de 1957, mantuvo su anterior jurisprudencia,
indicando además cuáles eran los únicos efectos jurídicos de la participación tardía. En
esa ocasión dispuso que “aun después de vencido el plazo de tres días fijado por la ley,
el patrono puede iniciar la comprobación de la causa que ha motivado la suspensión del
contrato de trabajo; que la única consecuencia jurídica que produce la iniciación tardía
del procedimiento consiste en privar a la suspensión de todo efecto retroactivo al día en
que ocurrió el hecho que la origina, quedando por consiguiente obligado el patrono al
pago de los salarios adeudados, hasta el día en que se inició la comprobación de la causa
de la suspensión”. Esta jurisprudencia figura también en una decisión anterior del 27 de
marzo de 1950.
Respecto al caso de que el patrono ponga fin unilateralmente al contrato de trabajo,
durante el período de una suspensión injustificada, nuestro más alto tribunal dictó, en fecha
27 de abril de 1951, una sentencia estableciendo que el empleador estaba en la obligación
de pagar al trabajador, además de las prestaciones correspondientes a la omisión del prea-
viso y al auxilio de cesantía, el monto de los salarios dejados de percibir desde el día de la
223
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
demanda hasta la fecha de la sentencia definitiva, o sea los llamados salarios caídos. Estos,
de acuerdo con el Artículo 84, inciso 3 del Código de Trabajo no pueden exceder de los que
correspondan a tres meses.
224
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
225
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
226
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
En el segundo caso, se trata de las propinas o regalos que puede recibir el trabajador,
tanto de su patrono como de terceros. Estas entradas no son consideradas legalmente como
salarios, de acuerdo con lo dispuesto en el Artículo 189 del Código de Trabajo.
No mencionamos el monto del auxilio de cesantía, la compensación pecuniaria por la
omisión del plazo del preaviso y los llamados salarios caídos, todos los cuales se originan en el
caso de despido injusto o de dimisión justificada del trabajador, porque tales derechos no son
inherentes al salario, sino indemnizaciones establecidas y reguladas por la ley, para compensar
los daños y perjuicios que reciben los trabajadores cuando el contrato termina, ya sea sin justa
causa y por la única voluntad del empleador o por la falta comprobada de este.
227
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
de absoluta disciplina, frente a las normas reglamentarias dictadas por la empresa, si tales
normas no lesionan los derechos reconocidos en su favor por el contrato o la ley.
Naturaleza de la Subordinación
La naturaleza de la subordinación del trabajador a su patrono, ha dado lugar, dentro
del derecho del trabajo, a diversos sistemas y doctrinas. Muchos tratadistas sostienen que
dicha subordinación es de carácter económico; algunos que es personal, que es técnica o
que es jurídica.
No vamos hacer comentarios acerca de tales doctrinas, que nos enfrascaría en argu-
mentaciones más bien de tipo académico. Consideramos, como muy afirma Sidaoui, que
esa subordinación es de naturaleza mixta. Dicho autor ha expresado lo siguiente: “la sub-
ordinación tiene tres matices: personal, técnico y económico. Cuando el trabajador observa
puntualmente las órdenes recibidas, el reglamento de la empresa sobre horas de trabajo,
días y lugares de pago, limpieza, etc., y las demás normas del negocio, se subordina perso-
nalmente al patrono; cuando realiza el trabajo conforme a las reglas de ejecución que se les
han señalado, está en el caso de subordinación técnica; y cuando estima como fuente de sus
ingresos y base de su patrimonio el salario que recibe, se subordina económicamente. Toda
relación de trabajo contiene la subordinación con esos tres matices; sólo que su colaboración,
su grado, aumenta o disminuye según la clase de servicio prestado”.
228
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
evitar accidentes y prestación de auxilio en caso de que estos ocurran; fijación de los trabajos
temporales o transitorios; días, lugares y horas de pago; disposiciones disciplinarias y otras
que el patrono estime convenientes dentro de los derechos que la ley le reconoce.
Esta facultad que tiene el patrono de establecer en su empresa un reglamento interior de
trabajo, es una consecuencia lógica de la subordinación y dependencia a que están, frente a
él, sometidos sus trabajadores, subordinación y dependencia estrictamente limitadas a todo
lo relativo a la prestación de los servicios contratados.
Por esa razón, tanto los obreros regulares de una empresa como los que ingresan poste-
riormente a ella, tienen el deber de cumplir todas las disposiciones del reglamento interior,
con el fin de mantener la necesaria disciplina que debe imperar en todo taller y la exacta
ejecución de los métodos y sistemas de trabajo establecidos.
229
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
temperancia, sin los estériles egoísmos que destruyen, en la mente de muchos hombres, el
sentido humano de la vida.
Trabajos extraordinarios
Como regla general, el trabajador sólo está obligado a realizar la labor para la cual ha sido
contratado, y por la que se le paga el salario convenido. Sin embargo, de acuerdo con el Artículo
40, párrafo 5, del Código, tiene también la obligación, excepcionalmente y en determinados
casos, de hacer otros trabajos de carácter especial, sin tener derecho a percibir por ellos una
remuneración adicional. Tales servicios son los que deben prestar en casos de siniestro o de
riesgo inminente, en que tanto la persona como los bienes del patrono estén en peligro.
Por siniestro debe entenderse, en este caso, cualquier suceso desgraciado, como un
incendio, ciclón, terremoto, inundación u otro de similar naturaleza, que pueda ocasionar
daño a los bienes materiales de la empresa, a la persona del patrono o de un trabajador o
a los bienes de este último. En esta circunstancia, el obrero tiene la imperiosa obligación
de prestar toda la ayuda que fuere necesaria para evitar, o aminorar por lo menos, los
efectos perjudiciales del siniestro, los cuales pueden afectar tanto a su patrono como a
sus propios compañeros.
Igual deber se impone en los casos de riesgo inminente, o sea, aquellos que no existiendo,
en el sentido jurídico, un siniestro, las personas del empleador o de los obreros, o los bienes
de ambos, puedan, por cualquier circunstancia, estar expuestos a un peligro probable.
230
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
231
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
las prohibiciones, en cuyo caso, el trabajador despedido no goza del plazo del preaviso, ni
del auxilio de cesantía, ni del derecho de compensación pecuniaria por vacaciones no dis-
frutadas, derechos que les son negados por la ley como sanción a las faltas cometidas.
232
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
pertinentes y las que sean fijadas por las leyes, con el objeto de prevenir accidentes en el uso
de maquinarias, instrumentos y materiales de trabajo.
Estas obligaciones tienen por finalidad crear, en conjunto, un verdadero sistema de se-
guridad destinado a proteger eficazmente la salud y la vida de los trabajadores, que deben,
por necesidad, estar a cargo de los patronos porque son estos, precisamente, los que, con
la instalación y mantenimiento de sus empresas, crean los riesgos del trabajo, a que están
expuestos, de manera permanente, los obreros que laboran en ellas.
Puede decirse que tales obligaciones son tanto de carácter legal como de carácter moral,
ya que en todos los casos el patrono, como jefe de su empresa, debe actuar frente a sus su-
bordinados como un buen padre de familia. Por su parte, los trabajadores pueden requerir
el cumplimiento de las medidas de previsión ya mencionadas, tanto de sus propios patronos
como de las autoridades que tengan a su cargo velar por la exacta aplicación de las leyes
laborales o sanitarias.
233
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
ejercida por él, sea una labor digna, de la cual no tuviera, en ningún caso, que avergonzarse,
en razón a que el trabajo es la actividad humana que más ennoblece a quien la ejecuta, por
constituir una obligación natural del hombre, desde los tiempos bíblicos a nuestros días.
234
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
esta obliga a los patronos a organizar sus empresas en una forma que permita obtener de
sus trabajadores, el mayor rendimiento dentro de un período menor. Con ello, la producción
es más eficiente, y esta se obtiene, así mismo, sin una inútil pérdida de tiempo.
Vacaciones pagadas
La antigua Ley n. 427, de 1941, que estableció las vacaciones pagadas en favor de los
o
trabajadores, era muy defectuosa y sólo concedía estas a los trabajadores que cobraban sus
salarios por unidad de tiempo, excluyendo, por su incorrecta redacción, a los trabajadores
a destajo. Posteriormente, el Código de Trabajo en sus Artículos 168 y siguientes, introdujo
algunas innovaciones al sistema establecido en la legislación dominicana.
En primer lugar, las vacaciones pagadas dejaron de ser un derecho del trabajador, quien
podía o no ejercerlo, para convertirse en una obligación precisa del patrono, el cual está en falta
desde que omite fijar, en el plazo indicado por la ley, los períodos que corresponden a cada uno
de sus obreros. Anteriormente, la falta sancionable del empleador sólo existía cuando este se
negaba a conceder las vacaciones que le fueran solicitadas formalmente por sus trabajadores,
los cuales, en muchos casos, se abstenían de ejercer ese derecho por temor de ser despedidos
de su trabajo, prefiriendo no disfrutar de las mismas, que perder su empleo.
En segundo término, el Código incluyó a los trabajadores a destajo, y estableció un sis-
tema de períodos proporcionales de vacaciones para todos los obreros que, sin culpa de su
parte, no podían tener oportunidad de prestar servicios ininterrumpidos durante un año en
una misma empresa, ya sea a causa de la índole especial de sus labores o por cualquier otra
circunstancia. Para el disfrute de estos períodos proporcionales de vacaciones, es necesario
que el contrato de trabajo sea por tiempo indefinido y el trabajador haya prestado servicios
en la empresa durante seis meses por lo menos.
235
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
El Artículo 173 del Código establece dos prohibiciones tendentes a proteger al trabajador
contra su propia codicia. En primer término, disponiendo como regla, que el derecho de
vacaciones no puede ser objeto de compensación ni de substitución alguna, y en segundo
lugar, determinando que durante ese período el trabajador no puede, aunque quiera, prestar
servicios remunerados o no, a ningún patrono. La violación de ambas disposiciones está
castigada con sanciones penales que deben ser aplicadas, tanto a los patronos como a los
propios trabajadores, ya que ambos son al mismo tiempo responsables.
En un solo caso, excepcionalmente, las vacaciones pueden ser compensadas pecuniariamente,
y es cuando el trabajador deje de prestar servicios en una empresa, sin haber disfrutado del perío-
do de vacaciones a que tuviera derecho. En tal circunstancia, debe recibir de su patrono una suma
de dinero equivalente a los salarios correspondientes a dicho período, derecho que, sin embargo,
pierde cuando su salida de la empresa ha sido consecuencia de un despido justificado.
Del preaviso
Lo mismo puede decirse del preaviso, o sea, el plazo que tanto el patrono como el tra-
bajador deben dar a su contraparte, cuando quiera poner fin a un contrato de trabajo por
tiempo indefinido.
Tal plazo es una formalidad necesaria y útil que permite al trabajador hacer gestiones
destinadas a conseguir un nuevo trabajo en otra empresa, y al patrono obtener los servicios
de otro obrero en substitución de aquel cuyo contrato va a terminar.
La ley autoriza, sin embargo, a que pueda prescindirse del preaviso siempre que la parte
que esté obligada a concederlo, pague a la otra una suma igual al salario que corresponda
a dicho plazo. A pesar de que la compensación pecuniaria por omisión del preaviso es una
obligación común a los patronos y los trabajadores, en la práctica sólo la cumplen los em-
pleadores, ya que estos últimos nunca exigen del obrero el pago de dicha compensación.
Auxilio de Cesantía
El auxilio de cesantía, por el contrario, es una obligación que está a cargo exclusivamente del
patrono. Este debe indemnizar al trabajador cuando la terminación del contrato, antes de su ven-
cimiento, se produce sin falta alguna imputable a dicho trabajador o por culpa del patrono.
La ley establece, de manera precisa, los siguientes casos en los cuales el auxilio de cesantía es
obligatorio: a) Cuando el empleador ejerce el derecho de poner término a un contrato por tiempo
indefinido, o sea, el caso de desahucio; b) Cuando despide al trabajador alegando o no justa causa,
sin poder probar esta; y c) Cuando el obrero ejerce su derecho de dimisión, o sea, si pone fin al
contrato por su sola voluntad, alegando justa causa, y prueba la existencia de la misma.
Además de tales casos, el Código de Trabajo prevé otros dos en los cuales debe también
pagarse al trabajador el auxilio de cesantía, sin existir falta alguna imputable al patrono;
primero, cuando el contrato termine por la muerte del empleador o su incapacidad física y
mental, siempre que estos hechos produzcan como necesaria consecuencia la terminación
del negocio; y segundo, cuando el contrato deja de existir por quiebra o liquidación judicial
de la empresa, siempre que cese totalmente la explotación de esta.
La naturaleza jurídica del auxilio de cesantía es muy controvertida, existiendo diversas
teorías al respecto. Entre estas figuran la del premio a la fidelidad; la del mayor valor de la
empresa; la del salario diferido; la del daño a la antigüedad, la del resarcimiento de daños,
la de previsión y asistencia social y la del complemento de la indemnización por preaviso.
236
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
237
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
238
J. e. garcía aybar | la huelga obrera
trabajador. Entre ellas figura la del 4 de marzo de 1956, en la cual dispuso que “siendo
toda relación laboral, una relación de dependencia o subordinación del obrero frente a su
patrono, la violación de cualesquiera de sus deberes lleva implícita una desobediencia a
las pautas trazadas por el patrono a la empresa, las cuales deben ser consideradas como
órdenes para el obrero; que, en efecto, tanto desobedece el obrero cuando no cumple ór-
denes expresas recibidas, como cuando ejecuta actos que no le conciernen y que alteran
la situación creada por el patrono”. Por su sentencia del 30 de agosto de 1957, estableció
que el hecho, por parte del trabajador, de sostener una riña con el chófer del camión en
donde prestaba sus servicios, no puede constituir, en ausencia de otras circunstancias que
puedan calificarlo, una falta grave a las obligaciones contractuales previstas en el Artículo
78, ordinal 21 del Código de Trabajo”.
En lo relativo al descanso semanal, la Corte de Casación decidió, por sentencia del 11 de
febrero de 1953, que la disposición legal en virtud de la cual el trabajador tiene derecho a un
descanso ininterrumpido de veinticuatro horas después de seis días de trabajo, no significa
que “todo trabajador debe tener libres los domingos y días feriados”, especialmente en
empresas de funcionamiento continuo, como son las de cine, y que por tanto nada impide
que las partes puedan convenir la forma de trabajar los domingos, sin lesionar el derecho
del trabajador. Con posterioridad, en fecha 30 de julio de 1954, la Corte decidió que “si los
trabajadores pueden convenir con los patronos en trabajar los días no laborables legalmente,
es a condición de que se observe un descanso ininterrumpido de 24 horas después de 6 días
de trabajo, conforme a los Artículos 155 y 156 del Código de Trabajo y a que no se afecte, en
modo alguno, el salario que ellos deban percibir”.
En lo referente a salario y a salario mínimo, nuestro más alto tribunal ha establecido
importantes jurisprudencias. Por sentencia del 7 de agosto de 1956, determinó que “el
salario lo integran no tan solo el dinero efectivo que debe ser pagado semanal o mensual-
mente al trabajador, sino también la participación en los beneficios de la empresa o cua-
lesquiera otros que él obtenga por su trabajo”, y que “para la liquidación de los beneficios
y la determinación consecuente del monto de la participación en los mismos estipulada
en provecho del trabajador, es necesario e indispensable que se realice previamente la
liquidación de la cuenta de ganancias y pérdidas a la terminación del balance general,
pues sólo entonces es cuando se puede saber si la empresa ha obtenido beneficios o si ha
experimentado pérdidas”.
Esta decisión, tiene a nuestro entender, una gran importancia, pues al declarar que la
participación en los beneficios de la empresa que recibe el trabajador forma parte de su
propio salario, reconoce consecuencialmente que, cuando dicho trabajador es despedido sin
justa causa o dimite por causa justificada, en el cálculo para el pago del auxilio de cesantía
correspondiente, debe incluirse, como integrante de su salario, el monto de la participación
en los beneficios de la empresa a que tuviera derecho.
En este caso, no se podría alegar la disposición final del Artículo 76 del Código de Trabajo,
el cual dispone que para el cálculo del monto de dicho auxilio de cesantía “solo se tendrán
en cuenta los salarios correspondientes a horas ordinarias”, en razón de que la participación
de beneficios que recibe el trabajador de acuerdo con el contrato, no ha sido convenida para
pagar horas extraordinarias de trabajo, sino para estimular y premiar una eficiente labor
o comportamiento en relación con las actividades y negocios de la empresa, o una larga
permanencia dentro de la misma.
239
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO Y FRASES DOMINICANAS
Por su sentencia del 13 de enero de 1956, la Corte dispuso que “las disposiciones de
toda tarifa legal que fija un salario mínimo para determinada actividad laboral, debe ser
interpretada estrictamente, con sujeción a las tareas en ella específicamente previstas,
especialmente cuando de sus disposiciones se desprenden sanciones de carácter penal
para una de las partes” y que “no habiéndose previsto en la tarifa aplicada, el salario
mínimo a pagar para el corte, tiro y vagoneo de caña quemada, sino para estas mismas
operaciones en condiciones normales, ajenas a todo siniestro, es obvio que no se debe ni se
puede aplicar, por extensión, el mismo tipo de compensación para operaciones rendidas
en condiciones diferentes, sin hacer una falsa aplicación de dicha tarifa a un caso concreto
no contemplado en ella”.
240
SEGUNDA SECCIÓN
MAX HENRÍQUEZ UREÑA | La independencia efímera
Max Henríquez Ureña terminó de escribir La Independencia Efímera entre mediados de 1937
y el año siguiente, mientras se encontraba en Londres en misión diplomática del Gobierno
dominicano. Este libro es el primer tomo de lo que quedó como una trilogía de textos de
ficción acerca de la historia dominicana en las segunda y tercera décadas del siglo XIX que
denominó Episodios Dominicanos. Las otras dos obras fueron La rebelión de Los Alcarrizos y
El arzobispo Valera.1 Emprendía una tarea novedosa en su ya prolongada actividad literaria,
iniciada en la primera década del siglo XX. Cierto que la historia dominicana era para él,
desde mucho tiempo antes, un terreno privilegiado de reflexión, aunque no había escrito
exactamente ningún texto historiográfico, en el sentido más extendido que se le da al con-
cepto, relativo a síntesis de factores generales, como la economía, la sociedad y la política.
Al igual que su hermano, el eminente polígrafo Pedro Henríquez Ureña, Max Henríquez
Ureña se había familiarizado con la historia literaria dominicana, pero sus estudios se centraban
en el componente filológico y no en el histórico. Solamente en 1944 publicaría una historia general
de la literatura dominicana.2 Incidentalmente había publicado recuentos sobre las relaciones
con Estados Unidos y las actuaciones de su padre, doctor Francisco Henríquez Carvajal,
el presidente provisional depuesto mediante la proclama de la ocupación militar el 30 de
noviembre de 1916. En esos escritos emitió apreciaciones acerca de los procesos que confluyeron
en la ocupación militar, sin que llegaran exactamente a síntesis historiográficas.3
Al disponerse a incursionar en la historiografía dominicana, por primera vez de
manera expresa en un libro, Henríquez Ureña decidió adoptar un formato no ensayado con
anterioridad en República Dominicana. Como buen literato, debía estar penetrado del prurito
de la originalidad, y en vez de hacer una narración convencional de hechos políticos, como
era la usanza en la historiografía tradicional, prefirió hacerlo por medio de la ficción. No
estaba trillando el camino abierto por Federico García Godoy con la novela histórica, en su
Trilogía Patriótica,4 sino que se orientó a crear un género en la tradición literaria dominicana:
la historia novelada. En la introducción a este libro discurre acerca de que no se propuso
hacer literatura en forma de novela, o novela histórica, sino “Historia en forma de novela”.
En otros términos, La Independencia Efímera se concibió, ni más ni menos, que como un texto
de historia con vistas a dar inicio a la tarea de “ofrecer a mis compatriotas una interpretación
de los hechos culminantes de la historia nacional”.
1
Las primeras ediciones de estos tres tomos de la serie de Episodios Dominicanos fueron las siguientes: La Independencia
Efímera, París, 1938; La conspiración de Los Alcarrizos, Lisboa, 1941; El arzobispo Valera, Río de Janeiro, 1944.
2
Max Henríquez Ureña, Panorama histórico de la literatura dominicana, Río de Janeiro, 1944.
3
El primer título fue Los Estados Unidos y la República Dominicana, 1919; y el segundo Los yanquis en Santo
Domingo, 1929.
4
La Trilogía Patriótica constó de las siguientes novelas: Rufinito, Santo Domingo, 1908; Alma dominicana, Santo
Domingo, 1911; Guanuma, Santo Domingo, 1914.
243
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Se debe advertir que, en efecto, el objetivo de interpretar confiere una tónica a este libro
por definición distinta a la que es propia de la obra literaria de ficción, donde normalmente
el autor toma distancias a través de los protagonistas, deja márgenes abiertos a la interpre-
tación por parte de los lectores y a menudo no apunta a nada específico, a no ser exponer las
condiciones de una época y los debates que podían suscitarse en ella. Aunque no afirmado
por él de manera taxativa, en la Historia como novela la interpretación se delimita por la
dilucidación de las operaciones psíquicas de los sujetos individuales hacedores del proceso
y las decisiones que tomaron dentro del entorno objetivado de una época, conformado por
las relaciones entre sujetos individuales.
A tono con esto, Max Henríquez Ureña añade a la interpretación de la “Historia en
forma de novela” que la época estudiada es “puesta en acción, en movimiento, con el ritmo
de vida que seguramente tuvo”. Le interesaba, por consiguiente, reproducir o reconstruir
una época. Se inspiraba en Benito Pérez Galdós, autor de múltiples novelas, agrupadas
en Episodios Nacionales. Refiere Henríquez Ureña que el novelista español “reconstruyó en
forma de novela más de medio siglo de la vida de España”, y considera que su narración
novelada de los acontecimientos no conllevó mengua en la fidelidad y que los personajes
que aparentemente engendró su fantasía existieron de algún modo.
No parece que Max Henríquez Ureña fuese consistente en esta propuesta distintiva
entre la novela histórica y la historia en forma de novela, puesto que toda novela histórica,
aunque envuelta en narraciones ficticias, envuelve los mismos objetivos que él proponía
para la historia en forma de novela. Lo que puede decirse es que, inspirado en Pérez
Galdós, apuntaba a circunscribirse lo más minuciosamente posible a la narración de hechos
acontecidos, en particular como resultado de la acción de personajes reales. Todavía de
manera más compleja que en la novela histórica, en este procedimiento no se aclara cuáles
narraciones proceden de la recuperación de datos y cuáles de la imaginación del autor.
Por supuesto, está claro que, al igual que en la novela histórica, el procedimiento implica
adornar con narraciones ficticias situaciones referidas en documentos u otras fuentes
históricas.
Se ha visto que escogió ese formato porque le permitía reconstruir el decurso de la vida
del país, sobre todo, con vistas a la interpretación por vía de sus “hechos culminantes”. No
parece que tuviese claridad acerca de cómo transcurrirían las siguientes novelas de estos
Episodios dominicanos. El hecho es que resultó una trilogía, en la que cada libro estaba articu-
lado alrededor de un personaje central: mientras en La Independencia Efímera fue José Núñez
de Cáceres, en La conspiración de Los Alcarrizos fue Juan Vicente Moscoso y en El arzobispo
Valera el primer dominicano que ostentaba la mitra arzobispal, que ya venía apareciendo en
las dos novelas previas junto a otros personajes que, según asegura el autor, no provenían
de la ficción, como la solterona Jacinta Cabral.
En su disquisición metodológica el autor asegura que la historia en forma de novela,
al igual que toda historia, se sustenta en documentos y testimonios. De esa forma avala
el reclamo de que todos los personajes de esta primera obra literaria histórica, salvo uno,
Lico Andújar, habían tenido existencia real. En La conspiración de Los Alcarrizos aclara que
consultó documentos proporcionados por Fray Cipriano de Utrera, Carlos Larrazábal
Blanco y Emilio Rodríguez de Demorizi. También que hizo compulsa de datos y docu-
mentos inéditos que se encuentran en diversos archivos del país y del exterior. Pero lo más
importante es que hace alusión a que contó con tradiciones orales que empezó a recibir
244
INTRODUCCIÓN | Roberto Cassá
desde su infancia y a las cuales “he tratado de sujetarme hasta en el modo de expresión
de los personajes”.5
Max Henríquez Ureña nació en 1885, de forma que bien pudo recabar testimonios de
personas mayores, con informaciones valiosas no consignadas en los documentos comunes.
Tal vez incluso conversó con algún que otro relacionado con la coyuntura de 1818-21, a la
que está dedicada esta obra, pero debió ser excepcional, por haber transcurrido ya cerca de
ocho décadas, cuando estuvo en edad de hacer esta indagación. Más bien debió nutrirse de
tradiciones recibidas de segunda mano, por vía de descendientes de los protagonistas que
debieron haber escuchado de primera mano informaciones tocantes a esos eventos.
Indudablemente, la evocación de circunstancias puntuales se encuentra en el meollo de
la concepción literaria de los Episodios dominicanos. Pero, al mismo tiempo, la fórmula de la
historia como novela agrega poco, en la perspectiva historiográfica del presente, a lo que
hubiera sido su tratamiento mediante un formato historiográfico convencional. Cierto que
Henríquez Ureña apuntó a evocar, mediante la interpretación, una época con un ritmo de
vida. Puede presumirse que la restricción de la historiografía al ámbito de lo político ponía
una barrera a tal objetivo y, en tal sentido, resulta comprensible la escogencia literaria del
autor. Tal vez consideró que mediante esta fórmula de ficción historiográfica podía acceder
con más facilidad a los lectores, en particular a los jóvenes, puesto el interés para que el texto
resultase atractivo y agradable.
Las ambientaciones que introdujo en este libro, por varias razones, no parecen contribuir
al objetivo de dar cuenta de la época. En definitiva, la narración queda articulada alrededor
de un segmento social en extremo reducido, el del licenciado José Núñez de Cáceres y su
entorno político e intelectual. La sociedad en su conjunto está ausente. Ni siquiera el medio
social superior, al cual pertenecían Núñez de Cáceres y casi todos los otros personajes históricos
incorporados, está propiamente abordado. Las ambientaciones pecan de superficialidad, puesto
que no se dirigen a iluminar factores socio-culturales definidores, sino detalles en su mayoría
intrascendentes. Muchos componentes de la narración se encuentran estereotipados, algo que
podía ser comprensible desde el ángulo de la empresa historiográfica, pero que le quita sentido
de la realidad, que era lo buscado, y sobre todo mengua la fuerza de la obra literaria. Incluso lo
cursi puede ser visto como una consecuencia general de la afectación característica de la obra,
que buscaba en forma fallida aprehender los rasgos de las personas de una época.
En todo caso, lo que entendía el autor por época está accionado a partir de las actuaciones de
José Núñez de Cáceres, mentor del primer Estado dominicano. Las tesis acerca de él y la evocación
de sus ideas por medio de discursos, textos y alocuciones formales no requerían la ficción. Incluso
puede postularse que este procedimiento oscurece componentes del objetivo en cuestión.
Por otra parte, sin importar que el género sea historia como novela o en verdad novela
histórica, para el conocedor, aun somero, del período, el contexto presentado en este libro
resulta irreal. El autor presenta una bucólica vida patriarcal, caracterizada por parámetros
de bienestar y satisfacción de las personas, que se sobreponen a la pobreza y limitaciones del
medio, y que recuperan una “sociedad” auspiciosa, en actividades como las fiestas. Deja de
lado un problema cardinal para la visualización general de la época y para la comprensión
de las causas de la declaración de independencia de 1821: la indigencia que impactaba en
todos los aspectos de la vida cotidiana. Aunque circunscrita al ámbito del segmento más
5
Max Henríquez Ureña, La conspiración de Los Alcarrizos, p.13.
245
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
6
Véase por ejemplo Máximo Coiscou Henríquez, Historia de Santo Domingo, 2 tomos, Ciudad Trujillo (Santo
Domingo), 1943; Manuel Arturo Peña Batlle, Ensayos históricos, Santo Domingo, 1989; Fray Cipriano de Utrera, Historia
militar de Santo Domingo, 3 tomos, Ciudad Trujillo, 1950-52.
7
W. Dilthey, Introducción a las ciencias del espíritu, México, 1944.
246
INTRODUCCIÓN | Roberto Cassá
247
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
248
INTRODUCCIÓN | Roberto Cassá
dominación española. Tal vez algún plano de este matiz se planteara en las relaciones con
Kindelán, pero es impensable que, en un momento de agudización de la crisis del coloniaje
español, por más ilustrado que fuese el gobernador, accediese a dialogar con un enemigo.
Esta incertidumbre, propia de la novela histórica, plantea un límite infranqueable a la
condición de texto histórico que quiso atribuirle Henríquez Ureña a La Independencia Efímera.
En dado caso, puesto que Henríquez Ureña tuvo el acierto de recabar testimonios antiguos,
lo contenido en la obra debe servir como materia de reflexión para lectores comunes y
especialistas acerca de los aspectos tratados, que giran en torno a los dilemas que enfrentó
Núñez de Cáceres.
Por tanto, hoy la obra carece de entidad vista como texto historiográfico. Sí la tiene si
se la examina como una fuente cargada de incertidumbre para los especialistas, con tal de
que se contrasten informaciones e interpretaciones con lo contenido en la documentación
disponible acerca del periodo, plasmada en recopilaciones que, en su mayoría, se organizaron
después que Henríquez Ureña escribiera esta primera novela.8
De otra manera, la obra debe ser leída como novela histórica, contrario al propósito del
autor, ya que en tal dimensión estriba su valor reivindicable hoy. A pesar de sus limitaciones
literarias, lo sustancialmente novedoso que contiene se refiere a temáticas que rara vez son
incorporadas en forma descriptiva y narrativa por las síntesis de historia. Tal perspectiva
abre las posibilidades para la utilización historiográfica del texto en las circunstancias
actuales. Es frecuente que la literatura de ficción pueda dar cuenta más radicalmente de las
condiciones de una época que la historia en su forma convencional o incluso en las posibles
variantes de la historia social del presente. Sin duda, pese a los defectos apuntados, muchas
apreciaciones contenidas en La Independencia Efímera están llamadas a ser integradas en
enfoques alternativos.
No menos importante es el hecho de que la lectura de este libro abre posibilidades para
el análisis acerca de cómo los intelectuales de la generación de inicios del siglo XX, de la que
formó parte Max Henríquez Ureña, percibían la realidad del pasado a partir de sus paradigmas
y de las tareas que se formularon respecto al conglomerado nacional. A ese respecto, Henríquez
Ureña reivindicaba el patriotismo nacional propio de los liberales del siglo XIX; pero lo hacía
desde un ángulo conservador, que concedía prioridad a la contraposición con la nación
haitiana, que representaba el fantasma de la “catástrofe”. Es elocuente de su tradicionalismo
que enmarcara su trilogía en la segunda y tercera década del XIX, mientras García Godoy
lo hizo en la quinta y la séptima, cuando se inició la toma de conciencia nacional por las
clases populares. Puede leerse entre líneas que, para el autor de Episodios dominicanos” acaso
habría sido preferible que se hubiera pospuesto el anhelo de la independencia hasta que las
condiciones reclamadas por Núñez de Cáceres se hubiesen consolidado en el plano interno.
No hay que olvidar que Henríquez Ureña fue un partidario de la dictadura de Trujillo desde
sus inicios, aunque pasó a una oposición discreta en sus postrimerías, y estaba integrado a
una generación que generó problemáticas históricas, políticas y culturales que, de una u otra
manera, contribuyen a explicar el sentido de este libro.
8
Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores, Documentos históricos, provenientes del Archivo de Indias, cinco to-
mos, Santo Domingo, 1924-1928; J. Marino Incháustegui, Documentos para estudio, 2 tomos, Buenos Aires, 1957; Emilio
Rodríguez Demorizi, Santo Domingo y la Gran Colombia, Santo Domingo, 1971.
249
No. 22
La independencia
efímera
Max Henríquez Ureña
251
a la juventud dominicana
Con la serie de episodios que este libro inicia sólo pretendo ofrecer a mis compatriotas
una interpretación de los hechos culminantes de la historia nacional.
No de otro modo puede hacerse historia. La historia se basa en fuentes conocidas, en
documentos, en testimonios; pero esos, sus elementos básicos, no son la historia misma. Para
hacer historia hay que cotejar esos medios de información; y quien coteja, clasifica; quien
clasifica, juzga; quien juzga, interpreta.
He elegido el procedimiento narrativo, pero no creo ocioso advertir que, para mí, la
historia en forma de novela no es precisamente la novela histórica. En la novela histórica
prevalece el interés de la trama novelesca: la historia en forma de novela, es, en cambio,
la interpretación de una época, puesta en acción, en movimiento, con el ritmo de vida que
seguramente tuvo. Ejemplo ilustre nos ofrece Pérez Galdós, de cuyos Episodios nacionales
he tomado por lo menos el nombre para esta serie de Episodios dominicanos. Galdós recons-
truyó en forma de novela más de medio siglo de la vida de España. Reprodujo el medio
social español tal y como sin duda fue durante distintas etapas de su proceso histórico. Y
sin mengua de su fidelidad en la narración de los acontecimientos, creó, junto a las figuras
históricas que realmente fueron, un mundo de seres que aparentemente se engendraron en
su fantasía, pero que de algún modo existieron también dentro de la masa anónima que
representa el espíritu de un pueblo en un momento dado de su vida.
Algo semejante, aunque en grado modesto, aspiro a realizar por lo que respecta a la historia
dominicana. En este primer episodio no incluyo más que un personaje que puede considerarse
imaginario: Lico Andújar. Otros vendrán a sumársele cuando intente presentar nuevos aspectos
de la vida dominicana de pasadas épocas; pero no era necesario poblar de seres creados por la
imaginación, aunque obedezcan también a la realidad social de aquel momento, el proceso de
la efímera independencia dominicana de 1821, que sólo puede ser reconstruido mediante un
ensayo de interpretación del carácter y el temperamento de aquel varón preclaro que se llamó
José Núñez de Cáceres. Por tal causa este primer episodio se asemeja a un pedazo de biografía.
Al cabo, la biografía ha seguido, en nuestros días, un camino paralelo al de la historia en forma
de novela. Poner una figura histórica en movimiento, hacerla pensar y actuar a fin de explicar las
reacciones de su espíritu frente a los estímulos del medio y el momento, tal es el procedimiento
favorito de los biógrafos de nuestro tiempo, desde Lytton Strachey hasta Gina Kaus.
Al presentar la figura de Núñez de Cáceres tal como a mi juicio debió de ser, no he de-
jado de lado un solo instante los datos fehacientes que pueden desentrañarse del cotejo de
la documentación existente y de la tradición oral cuidadosamente expurgada.
Sobre el carácter y las cualidades de Núñez de Cáceres no discrepa, en lo esencial, del
testimonio de sus contemporáneos. Su inteligencia era brillante, vigoroso y audaz era su espíritu,
oí decir en mi infancia a personas ancianas. El doctor Morillas reconoce “su gran talento y vasta
instrucción”. “Sabio” lo llama José Cruz Limardo. “Agradable y afortunada adquisición” debió
ser para Caracas según Andrés Level de Goda, la de aquel hombre “verdaderamente sabio”.
Estaba “dotado de un talento particular” y “tenía gran ascendiente entre los naturales”, declara el
gobernador Pascual Real. Sabemos que fuera de su patria supo ganar igual ascendiente: lo tuvo,
aunque fue muy combatido, en Venezuela; lo alcanzó en grado eminente en el norte de México.
Ardouin reconoce “la distinción de su espíritu esclarecido” y “su integridad e imparcialidad
253
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
como juez”. Sabía imponer su personalidad, y para ello lo favorecían su cultura y su don de
gentes. Level de Goda recuerda su “amabilidad e irreprensible conducta”. Era, además, franco y
apasionado (él mismo habla de su franqueza como de cosa proverbial); y no obstante ese don de
gentes que tantas simpatías le atrajo, era irascible y violento. “Furibundo” lo llama el brigadier
Real cuando se queja de que Núñez “influía despóticamente y a su antojo en el gobierno de la
isla” durante la época de Kindelán. De “turbulento” lo califica el general O’Leary. Según Ardouin
“defectos de su carácter lo impulsaban siempre a luchar contra sus superiores”.
De su apasionamiento da muestra elocuente la animadversión que guardó contra Bolívar. El
origen de ese encono no era otro que su íntima convicción de que Bolívar pudo y debió brindar
protección al pueblo dominicano, sometido a la dominación de Haití a pesar de haber tremolado
como suya la bandera de la Gran Colombia. Nunca halló disculpa para la inacción del Libertador
frente a ese hecho; pero aun más debió dolerle el elogio que Bolívar hizo de Boyer, –el invasor
triunfante–, en el mensaje que sirve de introducción a la Constitución de Bolivia.
Hay un momento en la vida de Núñez de Cáceres que ofrece dificultades de interpretación:
es aquel en que lanza su manifiesto del 19 de enero de 1822 y recomienda a los dominicanos
sumisión y docilidad frente a la invasión inminente del ejército haitiano. ¿Cómo pudo aquel
hombre altivo y violento plegarse de ese modo a las exigencias de Boyer y a la destrucción de su
propia obra? He tratado de precisar cuáles pudieron ser los estímulos que pesaron en su ánimo
para producir reacción semejante, y a mi juicio son estos: primero, la convicción absoluta de que
toda resistencia era inútil y el temor de que el mero hecho de intentarla expondría a la familia
dominicana, si no al exterminio, por lo menos a los horrores y sufrimientos que había experi-
mentado en las invasiones precedentes; después, su desazón al ver que el país no se encontraba
unido y compacto para defender la independencia, ya que muchos pueblos se habían sometido
al invasor, sea por encontrarse inermes, sea porque en ellos supieron imponerse los que se in-
clinaban ante Boyer. Quedábale, por otra parte, la esperanza de que Colombia intercedería más
tarde en favor de los dominicanos, y todavía abrigaba esa creencia al escribir su carta a Soublette
en octubre de 1822. Tenía, por último, la conciencia de su responsabilidad al haberse equivocado
en sus previsiones y haber puesto a su pueblo ante el tremendo dilema de someterse o perecer.
Frente a tan grave conflicto de motivos prefirió, –y bien se trasluce su pensamiento en el propio
manifiesto–, exponer su nombre a “los cargos y recriminaciones” de sus compatriotas, antes que
traer días de luto y desolación para la sociedad dominicana. Además, evitar el desastre; es decir,
la victoria del invasor afianzada sobre la desaparición de buena parte de la población, –sea por
la muerte en lucha desigual, sea por la emigración de grandes núcleos sociales–, ¿no era, a un
tiempo mismo, preservar intacto aquel conglomerado nacional que mañana, con mejor fortuna,
podría volver a reclamar sus derechos? Sin duda lo pensó también: es evidente que abrigaba la
firme esperanza de que la nación dominicana habría de renacer algún día.
Núñez de Cáceres tiene significación singular en nuestra historia: fue el primer dominicano
que se abrazó al ideal de la independencia y luchó por convertirlo en realidad. Su malograda
concepción política revela un espíritu superior, puesto que, –como acertadamente señaló Guz-
mán Espaillat– al pretender afianzar su obra poniéndola bajo el patrocinio de la Gran Colombia,
buscó la seguridad “donde realmente estaba: en la solidaridad hispanoamericana”.
Ofrendo estas páginas a la juventud dominicana, hoy más que nunca ávida de bucear en
nuestro pasado. ¡Ojalá que estos Episodios dominicanos sirvan de estímulo a tan noble afán!
Max Henríquez Ureña.
Londres, agosto de 1937.
254
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
la independencia efímera
255
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
usted, que es bachiller en medicina de nuestra Universidad, se presta a favorecer una patraña
a fin de que a usted le resulte imposible la vida en el Cibao. Por fortuna usted me escribió lo
que se tramaba, y previno también al gobernador Kindelán y a su amigo Caminero.
—Ya usted vio que todo lo que le anuncié se cumplió al pie de la letra.
—Sí, ya sé. Querían provocar su ira y hacerlo cometer un dislate, pero su serenidad y
su sangre fría desbarataron el plan. Soportó usted la provocación y la amenaza, y ahora
el francesito y su cómplice son los acusados por injurias y desafío. Admiro a los hombres
como usted, capaces de dominarse en situaciones semejantes. Yo en su caso habría cruzado
la cara a esos villanos…
—Aunque usted no lo quiera, agradezco cuanto usted ha hecho. Necesito explicarle ahora
que, en vista del cariz favorable que ha tomado el asunto, yo mismo me he constituido en
fiador de cárcel segura para los acusados…
—Presenta usted la otra mejilla para que lo abofeteen. Es usted un perfecto cristiano.
—Ya ellos están arrepentidos, y vienen a la Capital para dar finiquito a la causa. Pagarán
ellos las costas y yo retiraré la acusación.
—Usted desea terminar ese asunto y relegarlo al olvido… ¿No es así?
—Así es, doctor. Aparte de que ya nada hay que temer de esa gente, tengo mis motivos
para tratar de que la atención pública no se fije en mí. Usted sabrá lo que me dijo, en forma
de confidencia, Villanueva, el comandante militar de Puerto Plata.
—¡Que si lo sé! Como que el expediente enderezado contra usted como presunto espía
de Bolívar fue remitido al Fiscal, que me lo mostró a guisa de argumento para amparar de
algún modo a los tunantes que usted acusaba. ¿Y sabe usted lo que le dije a mi amigo el
Fiscal? Que él no debía prestarse a tan bastarda villanía, así como suena, a tan bastarda vi-
llanía… Y que si usted era espía de Bolívar en Santo Domingo, eso era harina de otro costal
y podía ser objeto de una investigación aparte, pero que la causa iniciada por usted con tan
sólido fundamento y abundantes pruebas no podía entorpecerse por consideraciones de
orden político. Puede usted estar tranquilo.
—De todos modos, ese expediente…
—¡Qué expediente ni qué ocho cuartos! Ese expediente irá a dormir en el archivo o yo
no me llamo José Núñez de Cáceres. Ya he hablado con el gobernador Kindelán, con cuyo
aprecio cuenta usted, y él ha convenido conmigo en que el tal expediente no es más que la
base de la maquinación que contra usted se tramaba, y que por ser usted venezolano era
fácil atribuirle alguna connivencia con los revolucionarios del Continente.
—Me devuelve usted la tranquilidad, doctor. Una vez más le doy las gracias. Y me voy,
porque de la Puerta del Conde he venido hasta aquí sin detenerme ni avisar a nadie mi
llegada, y en casa del doctor Pineda me esperan seguramente para cenar.
—¿Se hospedará usted allí?
—Sí, señor.
—Bueno. Dígale a Antonio que no deje de venir mañana a la tertulia.
Camino de la escalera, don José se detuvo e inquirió bruscamente, mirando con fijeza
a su visitante.
—¿Sabe usted por dónde anda Bolívar?
—¿Cómo he de saberlo?
—Limardo, juguemos a canas vistas. No lo está interrogando el juez de letras o el auditor
de guerra, sino su amigo el doctor Núñez de Cáceres.
256
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—Le digo la verdad, don José. Hace meses que nada sé del camino que sigue Bolívar. Re-
cordará usted su victoria contra Morillo en el combate de Calabozo, a principios de año…
—Sí, señor, y también el desquite de las tropas españolas, poco después…
—Pues bien, las noticias posteriores son confusas. Parece que Bolívar se ha replegado
hacia el Orinoco, pero tengo informes, que creo son fidedignos, de que su propósito es tras-
ladarse a Nueva Granada para desarrollar desde allí un plan más vasto.
—Las noticias de usted coinciden con las mías. Y ahora, otra pregunta, a la cual me ha
de contestar usted sin vacilar.
—Usted dirá.
—¿Tiene usted que cumplir algún encargo de Bolívar?
—¡Por Dios, don José! ¡Le juro que el expediente contra mí es falso!
—No se trata del expediente, que ya le he dicho es letra muerta. Se trata de un informe
personal y privado que solicito de usted.
—Doctor, le aseguro que no tengo relaciones de ningún género con la revolución sura-
mericana.
—Pero si usted se lo propusiera ¿podría tenerlas?
—Claro que sí, doctor. Amigos, y aun familiares míos, militan en la revolución; pero, le
repito, estoy enteramente desligado de ese negocio.
—Está bien, Limardo. Por hoy me basta.
Y don José estrechó con firmeza la diestra que Limardo le tendía.
II. En familia
Don José permaneció un rato pensativo. De su abstracción lo arrancó, minutos después,
un ruido de pasos en la escalera.
—¿Eres tú, Pedro? –interrogó.
—Sí, soy yo, papá. Vienen conmigo Simón de Portes y Lico Andújar.
—Bienvenidos sean. Llegan a buen tiempo. Juana debe estar esperándonos en el comedor.
José llegó hace más de una hora.
—Precisamente venía a buscarlos –dijo doña Juana entrando–. ¡Oh! ¿Cómo estás, Si-
món? ¿Qué hay, Lico? ¿Cómo están por tu casa? ¿Y Candelaria? ¿Y qué me dices de Andrés
Andújar y de las muchachas?
—Todos bien, gracias. Ayer fui con tío Andrés a Galindo, porque él piensa mudarse a la
estancia. Las primitas están contrariadas con el proyecto de irse a vivir tan lejos.
—A Andrés habrá que quitarle eso de la cabeza. ¿Qué van a hacer esas pobres niñas en aque-
lla soledad, atendidas por una criada como Isabel, que de puro vieja está medio chiflada?
—¿Y cómo está la niña, doña Juana?
—¿María de la Merced? Divinamente. ¡Y con lo parlanchina que se ha puesto desde que
cumplió los dos años! Me costó trabajo hacerla dormirse y al fin acabo de llevarla a la cama.
—Todavía no le da usted permiso para acompañarnos a la mesa.
—Tan chiquitica no puede ser. Conque a Jerónimo tampoco lo dejo, aunque va a tener
seis años. Bueno, vamos a tomar el chocolate. Petronila hizo unas arepas y parece que están
sabrosas. Por lo menos, así dicen José, Pancho y Gregorio, que anduvieron por la cocina y
ya se comieron una entre los tres.
Pasaron todos al comedor. Don José ocupó una cabecera de la ancha mesa, y en la opuesta
se situó doña Juana. Sentáronse a los lados Simón de Portes, Lico Andújar y los hijos de la
257
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
casa. La cena, –nombre que comúnmente se daba a la comida vespertina–, era una simple
colación, de acuerdo con la tradición sencilla y frugal del viejo hogar dominicano: una bue-
na taza de chocolate con pan y mantequilla, y como complemento la arepa criolla de maíz,
dorada y mantecosa.
—¿Qué se dice en la calle –preguntó don José– del estado de los ánimos en Samaná y
en la frontera sur?
—Los rumores que corren –contestó Pedro– dan a entender que desde que Boyer ocupó
la presidencia de Haití…
—Dirás mejor “de una parte de Haití”, porque a Su Majestad el Rey Cristóbal no hay
quien le discuta su reino del Guarico y comarcas adyacentes… ¡Qué ridícula tragicomedia
la de ese tirano analfabeto! Pero, en fin, decías que…
—Que desde ese momento se inició un trabajo de zapa en la frontera sur para convencer
a los dominicanos de que debían unirse a los haitianos y formar una sola nación, echando
a España de la isla.
—Sí, la indivisibilidad política de la isla, tesis predilecta de los haitianos. ¿Cómo pueden
hablar de indivisibilidad, si ellos están subdivididos en dos gobiernos distintos, esto es,
en dos monarquías: la del rey Cristóbal y la de Boyer, que es una república con presidente
vitalicio o monarquía disfrazada? Con esa cantaleta de la unidad política y con la libertad
de los esclavos han impresionado a alguna gente, no sólo en la frontera sur, sino también en
Samaná, donde, según informes que tiene el gobernador, estaba conspirándose.
—Se dice que ha habido desórdenes en Farfán de las Matas…. –agregó Simón.
—En realidad no ha habido nada, pero el público lo abulta todo. Algunos individuos
fueron detenidos, pero después de interrogarlos se les puso en libertad. El gobernador Kin-
delán me ha dicho que piensa nombrar allí a José Lasala como comandante militar, y me
parece muy acertada la elección. Lo mejor sería nombrar jefe superior de toda la frontera
sur al teniente coronel Manuel Carbajal, a quien el gobierno colonial no quiere reconocerle
más que el grado de capitán. Está ya viejo, achacoso, su vista flaquea, pero su prestigio
personal, como segundo que fue de Sánchez Ramírez, es enorme, y su pericia militar está
a la altura de su prestigio. Hasta ahora ni él ni otros compañeros de Sánchez Ramírez han
visto premiados sus esfuerzos ni reconocidos los grados que conquistaron en el campo de
batalla. ¿Quiere España mejores servidores que aquellos que espontáneamente arriesgaron
la vida por devolverle la colonia que ella misma entregó a Francia?
—La verdad es –dijo Lico Andújar– que a pesar de la reconquista estamos todavía como
en los tiempos del Padre Vázquez:
“Ayer español nací,
a la tarde fui francés,
a la noche etíope fui,
hoy dicen que soy inglés…”
—”¡No sé qué será de mí!”, –completó Pedro soltando la risa.
—Y a fe que no lo sabía el pobre cura de Santiago de los Caballeros –arguyó don José–,
ya que los haitianos lo asaron con la propia madera del coro de la iglesia, como si se tratara
de un cerdo encebado para nochebuena. Las vicisitudes que ha sufrido esta colonia olvidada
de la metrópoli no tienen guarismo. Sin embargo, no ha habido pueblo alguno más constante
en su adhesión a España, ni más orgulloso de su origen, que el pueblo dominicano. En 1793
258
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
hicimos un esfuerzo heroico por arrancar a Francia sus posesiones de la parte occidental y
devolver a España el dominio de toda la isla. ¿Cuál fue el premio que recibimos? La cesión
de la isla a Francia, convenida en el tratado de Basilea; esto es, la entrega de todos los domi-
nicanos a la misma potencia que combatimos la víspera por amor a España. ¡Nos entregaron
como si fuéramos un hato de bestias que se venden con la estancia donde pastan! ¡Malhaya
el ministro Godoy, a quien, según parece, se debe tan peregrina ocurrencia!
—Pero usted lo ha dicho en buenos versos, don José, –interrumpió Simón de Portes:
“Si palaciega mano,
O de grado o por fuerza en Basilea,
Firmó la esclavitud de la Española,
Hoy el empeño vano
Se deshizo, ganada la pelea
De estos guerreros por la fuerza sola:
Que el áulico servil todo estipula
Y nunca el patriotismo capitula”.
—Los versos no serán buenos, pero el hecho es verdad. Es decir, que después del bofetón
de Basilea los dominicanos, por nuestro propio esfuerzo, reconquistamos la colonia para
España. Sánchez Ramírez…
“—Los que pueblos oprimen
Perpetúen su fama ensangrentada
En columnas y en alto capitolio;
Para los que redimen
El suelo patrio de opresión forzada,
Hay más estable y apreciado solio,
Erigido en el pecho y por las manos
De sus reconocidos ciudadanos”.
—Simón, me vas a hacer creer que sabes de memoria mi oda A los vencedores de Palo
Hincado…
—No se equivoca usted, don José. Debería usted publicarla…
—Me basta con que la conozcan mis amigos, y me alegro de que hayas recordado esa
estrofa, que es merecido homenaje al brigadier Juan Sánchez Ramírez, héroe de aquella
jornada frente a un ejército tan aguerrido como el que mandaba Ferrand, a quien enorgulle-
cían los laureles conquistados en las campañas napoleónicas. A Sánchez Ramírez se debe la
reconquista de la colonia para España, pero también a él, y sólo a él, se debe que la colonia
no sea hoy una nación independiente.
—¿Cree usted que podríamos serlo, a pesar de nuestros vecinos?
—Sin duda alguna. Así se lo dije a Sánchez Ramírez. En 1809, a raíz de la reconquista ¿qué
podía pretender España? ¿No habíamos dejado de ser españoles por el tratado de Basilea?
¿No fue por nuestra voluntad como dejamos de ser franceses? En cuanto a Haití, dividido
desde 1807 por Cristóbal, que estableció una monarquía frente a la república de Petión ¿cómo
hubiera podido emprender la conquista de ajeno territorio, si no había podido asegurar
la propia unidad nacional? Habríamos sido los primeros en proclamar la independencia
en la América española. Meses después empezó la revolución en la América del Sur y en
259
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
México. Las circunstancias resultaban cada vez más favorables para nosotros, pero el único
hombre que en aquel momento podía enarbolar con éxito el pabellón de la independencia
era Sánchez Ramírez. El no lo quiso. Su decisión fue hija de su buena fe y de sus personales
convicciones. No era muy vasta su ilustración y por eso no podían exigírsele ideas atrevidas
en los negocios políticos. De todos modos, su prudencia y su buen juicio hicieron de él un
gobernante justo y bueno, si bien su mayor gloria no es esa, puesto que por temperamento,
mejor diré que por inclinación natural, era ante todo un militar, un estratégico de primera
fuerza. En él hay que admirar no sólo el triunfo de Palo Hincado sino también la preparación
de aquella campaña hasta llegar ese momento decisivo. Él mismo ha expuesto en su Diario,
con admirable sencillez, cómo se consagró a esa labor. Todo lo estudió, todo lo calculó, todo
lo previó. Su famosa orden del día, en Palo Hincado no indica otra cosa…
“—Soldados, hoy se debe
Pelear por la patria, y yo confío
Que nadie ceda, ni a partido venga:
La vida pierda quien cobarde huyere;
Matadme a mí, si yo la espalda diere”.
—No. Mis versos no repiten con igual elocuencia la orden que él dictó. Sus palabras
son insustituibles: “Pena de la vida al que vuelva la espalda al enemigo; pena de la vida al
tambor que tocare retirada, y pena de la vida al oficial que la mandare tocar, aunque sea
yo mismo”. ¿Comprenden ustedes lo que quiere decir esa espartana advertencia que debía
grabarse en mármol para edificación de la juventud dominicana de hoy y de mañana? Quiere
decir: “Ha llegado el momento supremo que he preparado con larga paciencia e infinitos
desvelos. Nuestro triunfo es seguro, pero un momento de flaqueza puede arrebatárnoslo.
Hay que estar dispuesto a morir. Si abrigamos tan firme decisión, venceremos”. ¡Y vencimos!
Vencimos para gloria nuestra y beneficio de España, porque España, que nunca se había
mostrado solícita con nosotros, nos había abandonado a nuestra propia suerte. Es verdad
que premió a Sánchez Ramírez dándole el puesto de gobernador y capitán general, que él
desempeñó hasta 1811, es decir, hasta su muerte. Pero después de mi gestión interinaria al
frente del gobierno político, –junto con el coronel Caballero, primero, y con el coronel Masot,
después, en la capitanía general–, nos mandaron en 1813 a Carlos de Urrutia, torpe, absor-
bente y, en materia de fondos públicos, poco escrupuloso. ¿No lo bautizó el pueblo con el
mote de Carlos Conuco, ya que por su afición a los pequeños negocios se valía de los presos
para atender sin costo alguno el cultivo de terrenos labrantíos? ¡Y hacía vender a diario los
frutos del conuco áulico en la puerta de la antigua casa de los jesuitas, a dos pasos del palacio
de gobierno, como para vigilar más de cerca la operación! Para colmo, abolida la Constitución
de 1812, Carlos Conuco tuvo en sus manos el mando absoluto de la colonia.
—Pero ahora, don José, tenemos al brigadier don Sebastián Kindelán y Oregón, que
parece ser el mejor de los gobernadores y capitanes generales que hemos tenido en mucho
tiempo, –dijo Lico Andújar.
—Y tanto… que a mí me parece el peor.
—¿Cómo así?
—Porque con gobernantes sensatos como Kindelán corremos el riesgo de que nuestro
pueblo no comprenda la necesidad de hacernos independientes. Gracias a Kindelán, y a
pesar del absolutismo de Fernando VII, vivimos ahora en medio de esperanzas risueñas. Es
260
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
verdad que iguales esperanzas acariciábamos cuando se proclamó la Constitución del 12.
Creíamos que España iba a dar buena acogida a las nuevas ideas, y ese sueño fue tan corto
como tremenda fue nuestra decepción; íbamos a tener representación en las Cortes, nuestros
derechos serían iguales a los que podían disfrutar los españoles de la península, y junto con la
libertad vendrían el sosiego y el bienestar… Yo me encontraba al frente del gobierno político
al hacerse aquí la jura de la Constitución, y ya comprenderán ustedes con cuánta satisfac-
ción presidí los actos solemnes que se celebraron entonces y con cuánto entusiasmo lancé,
al terminarse la lectura del texto constitucional en la plaza mayor, un viva “por Fernando
VII, por Jorge III, por las Cortes, por la Regencia y por la fidelidad dominicana”. El mismo
Fernando VII, cuyo retrato colocamos aquí ese día bajo palio, fue el que poco después echó
por tierra la Constitución. ¡Adiós, pues, nuestras ilusiones!
—¿No cree usted que algún día volverá a ponerse en vigor la Constitución?
—Es posible, pero tampoco será por mucho tiempo. Estoy convencido de que nada bueno
podemos esperar de la monarquía española, y que, si no nos declaramos independientes,
los haitianos, en cuanto liquiden sus divisiones internas, aprovecharán cualquier momento
favorable para invadirnos. ¡Lástima grande que Sánchez Ramírez no hubiera sabido prever
y entender estas cosas! Antes al contrario, encerrado en el círculo estrecho de sus ideas,
predicó a su pueblo la sumisión a España, y así lo reiteró desde su lecho de muerte en una
proclama que era a la vez su testamento político.
—¿Fue usted el único que le habló en favor de la independencia?
—No. Manuel del Monte y otros más se manifestaron en el mismo sentido. En 1810 me
tocó instruir como auditor de guerra la causa seguida por conspiración contra Del Monte,
que fue enviado a España bajo partida de registro y absuelto por el Consejo de la Regencia,
ya que no había cargos concretos contra él, fuera de sus opiniones personales, que eran
también las mías. Pero la idea de la independencia existía en otros individuos que no te-
nían relación con nosotros. En el mismo año de 1810 hubo dos conspiraciones, si bien es
verdad que en ellas desempeñaban importante papel algunos extranjeros. Primero fue la
del habanero don Fermín, que hace poco ha sido embarcado para la península, después
de siete años de encierro en la Torre del Homenaje. Más tarde vino la que se dio en llamar
conspiración de los italianos porque la figura principal en ella era un capitán italiano de
apellido Persi, a quien secundaban el sastre haitiano Santiago Fauleau, el zapatero vene-
zolano Juan Cataño y un puertorriqueño conocido por Juan José. Esos cuatro individuos
fueron ajusticiados. Sánchez Ramírez descubrió el plan: se lo denunciaron dos oficiales del
batallón fijo, Mojica y Ugarte, que en un principio figuraron en la conspiración y después
se arrepintieron.
—¿No hubo otra conspiración en 1812, cuando usted estaba al frente del gobierno
político?
—Es cierto. Mejor diríamos que hubo dos. Pero la más importante, que pudo comprome-
ter seriamente nuestro porvenir, tenía otro carácter. Se trataba de hacer que se levantara en
armas la gente de color y matara a todos los blancos para unir nuestra suerte a la de Haití.
Algo parecido a lo que ahora se pretende fomentar en Samaná y en la frontera sur. Tuve
que actuar con rapidez y energía. José Leocadio, uno de los jefes de movimiento, asaltó la
hacienda de Mendoza y trató de arrastrar consigo a los esclavos que allí encontró, pero no
tuvo éxito favorable. El resultado final fue la imposición de unas cuantas penas de muerte
y dos o tres condenas a presidio. Esa conspiración fue una voz de alarma que nos dio a
261
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
conocer los peligros a que estamos expuestos. Nuestros vecinos llevan ya algunos años de
vida independiente. Su historia está llena de errores y de horrores –¡bien lo sabemos por
triste experiencia!– pero esos fenómenos son inevitables en la infancia de las naciones. A la
larga, el valor, la decisión y el patriotismo de que han dado pruebas los conducirán hacia la
tranquilidad, el bienestar y el progreso. Mientras Santo Domingo sea colonia española, ellos
sentirán cierta inquietud ante la presencia de un poder europeo en sus mismas fronteras, y
tratarán de hacerse dueños de esta parte de la isla, aprovechando cualquier momento difícil
para España. En cambio, si nosotros proclamamos nuestra independencia, esa inquietud
desaparecerá, puesto que no seremos para ellos una amenaza. No será difícil que abando-
nen entonces su doctrina de que la isla debe ser políticamente una e indivisible. Por fuerza
han de convencerse de que dos pueblos que están separados por la lengua, la tradición, la
historia y el origen, no pueden confundirse para constituir una sola nación.
—Y si esto es así, don José; si Haití se encuentra hoy, como en tiempos de Sánchez
Ramírez, dividido en dos bandos y gobiernos, y España apenas puede fijar su atención en
nosotros, puesto que casi todas sus colonias de América se encuentran en plena revolución
¿qué esperamos?
—Eres joven, Lico, y por lo tanto no me causa extrañeza la impaciencia que revela esa pre-
gunta. Es fuerza esperar. Para definir nuestra actitud frente a España y poder conciliar nuestros
intereses con los de Haití, necesitamos que haya en la América española un poder constituido
que nos preste su apoyo. Oídlo bien: de la espada de Bolívar depende nuestra suerte.
Y mientras anudaba la servilleta, don José concluyó:
—Basta por hoy. Ustedes, muchachos, a estudiar, que en la Universidad se hila delgado.
Y yo, a lo mismo, esto es, a leer.
262
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
Se había educado, como todos los dominicanos, en la temprana escuela que, según él
mismo dijo:
enseña a hacer el noble sacrificio
del bien inapreciable de la vida.
A lo largo del tiempo, los dominicanos habían vivido con el arma al brazo para defender
el suelo natal. Hoy contra Inglaterra, mañana contra Francia. Las alternativas de la política
exterior de España tenían siempre violenta repercusión en aquella colonia que, a no ser por
el temerario denuedo de sus hijos, habría sido fácil presa del enemigo.
Los ancianos se complacían en hacer el recuento de viejas luchas, para enseñanza y
deleite de la gente moza. ¡Con cuánta fruición oía él en su niñez esas lecciones del pasado
heroico! En 1774 se había firmado un arreglo de límites con Francia, que hacía más de un
siglo estaba en posesión de una porción de la isla, y la antigua disputa por ese pedazo de
tierra parecía cancelada; pero los viejos movían la cabeza inconformes:
—El día menos pensado se declara otra guerra entre España y Francia, y entonces mar-
charemos sobre la parte occidental. La isla entera será nuestra otra vez.
Y él, que desde temprana edad reveló su temperamento excitable y nervioso, pregun-
taba, impaciente, cuándo llegaría por fin la hora del desquite. La paz, sin embargo, parecía
inalterable, y su tía y madrina, María Núñez, le decía:
—¿A qué pensar en nuevas guerras? Lo que necesita el país son hombres que lo ilustren y
lo hagan progresar. Tú eres inteligente, José. Y si te empeñas serás aquí lo que se te antoje.
¡Ah, la buena madrina! ¡Era una Núñez de Cáceres: sabía hermanar la firmeza con la
ternura! Huérfano de madre al nacer, él no había conocido el cariño maternal sino al través
de los cuidados que le prodigaba esa mujer fuerte y bondadosa. Su padre, hombre trabaja-
dor y sencillo, quería que él se dedicara a la agricultura; pero su madrina objetaba siempre
con energía: “¡Nunca en la vida, Pancho! ¿Cómo vas a malograr su inteligencia? Hay que
hacerlo estudiar. Ya verás que con el tiempo será un sabio”.
La madrina triunfó. ¡Con qué alegría lo llevó ella misma el primer día a la clase de latín!
Años después su padre lo obligó a acompañarlo a la hacienda que cultivaba. Quedaron
interrumpidos los estudios, pero su falta de inclinación a la agricultura y la tenacidad
con que defendió su madrina el propósito de darle una educación superior, doblegaron
nuevamente la voluntad paterna. Volvió a la ciudad. Pudo dar comienzo a sus estudios
universitarios. ¿Era un alumno brillante? Al menos así lo decía su madrina cada vez que
archivaba con regocijo las calificaciones que él obtenía. Lo cierto es que sentía pasión por
el estudio, y cuando a los veintitrés años terminó la carrera de leyes, abandonó con sen-
timiento las aulas universitarias. Desde ese instante aspiró a volver a ellas, no ya como
alumno, sino como profesor. No tardó en ver satisfecho ese anhelo. Poco después contrajo
matrimonio: había encontrado en Juana de Mata Madrigal la compañera dulce y abnegada
que ambicionaba.
Ya para entonces la colonia no disfrutaba de la quietud de años anteriores. Había estallado
la revolución francesa y al desplomarse el trono de Luis XVI surgieron nuevas complicaciones
internacionales. Los viejos augures no se habían equivocado en sus predicciones: la guerra
estalló de nuevo entre España y Francia, los dominicanos avanzaron sobre el territorio que
Francia ocupaba en la parte occidental de la isla y se adueñaron de algunas plazas fuertes.
¿Había llegado la hora de reivindicar aquel pedazo de tierra? De España vino la respuesta,
263
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
264
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
265
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
gracias a las recomendaciones que en su favor hizo Pérez Caro. Para colmo, alguien le dijo,
años después, que Pérez Caro le profesaba mala voluntad por haber procedido en la forma
en que lo hizo; y que por tal motivo había interpuesto su poderosa influencia para que
fuese denegada, como lo fue en efecto, la solicitud que hizo don José para ser nombrado
oidor de la Audiencia de Quito.
¡Bah! ¡Pequeñeces, pequeñeces! masculló don José. ¡Mejor así! Podía alegrarse hoy de no
haber abandonado su tierra, como Pérez Caro. Bien estaba Pérez Caro, desarraigado del suelo
nativo, en su Madrid predilecto, donde disfrutaba de influencia y honores; y bien estaba él,
español de América, en Santo Domingo, donde podía servir mejor a su pueblo. Algo había
hecho, sin duda, ya que las circunstancias le brindaron la oportunidad favorable: quedó,
por sustitución legal, al frente del gobierno político, al morir Sánchez Ramírez en febrero de
1811; y continuó en el desempeño del cargo, con carácter interino, hasta que en mayo de 1813
tomó posesión de la capitanía general el mariscal de campo don Carlos de Urrutia y Matos.
Ciertamente, no fueron pocas las dificultades con que tropezó en su gestión gubernativa.
Encontró el erario público en situación precaria. El dinero de que disponía el gobierno no
alcanzaba a cubrir el capítulo de gastos. Los sueldos de los empleados se liquidaban en oca-
siones con una reducción del cincuenta por ciento. Cundía el disgusto entre los militares, cuya
paga sufría igual merma. ¡Día de prueba aquel en que se presentó en su despacho el teniente
Andrés de Aguilar! ¿Cómo pudo dominarse ante ese energúmeno que profería incoherentes
amenazas, caminaba febrilmente de un lado a otro del salón, y en un momento dado, puesta
la mano en el puño de la espada, pareció pronto a desenvainarla? Al ver fuera de sí a aquel
militar, que había sido ayudante de Sánchez Ramírez, sintió, en vez de indignación por el
desacato, compasión profunda. Pensó que alguna razón asistía al irrespetuoso reclamante:
la misérrima situación que atravesaba, dada la mezquina y recortada paga que hacía meses
recibía ¿no era la causa de su exasperación? Contuvo don José los ímpetus de su carácter,
y con voz reposada, como cuadraba al decoro de su autoridad, lo llamó al orden, le ofreció
buscar remedio a ese estado de cosas y lo conminó a que se retirara.
Las transacciones comerciales se entorpecían por la escasez de moneda fraccionaria. En
vista de ello, don José pensó acuñar piezas de cobre con el escudo provincial. Prevaleció,
sin embargo, entre los demás prohombres de la Capital, a quienes consultó la idea de emi-
tir papel moneda. Así se acordó; pero el papel se depreció bien pronto, y jamás llegó a ser
admitido en las otras poblaciones y en los campos. Sólo después de este fracaso le fue dable
poner en ejecución su plan de acuñación de moneda, aprobado por el Cabildo de Santo
Domingo. Al lanzarla a la circulación no tuvo reparo en confesar, con su habitual franqueza,
que esa moneda no se ajustaba exactamente ni a lo prevenido en la ley ni a las reglas de la
numismática, pero que no había otro medio de satisfacer la urgente necesidad del momento.
Logró, en efecto, restablecer de ese modo la normalidad de las transacciones. No obstante, el
teniente coronel Francisco de Valderrama lo acusó ante el gobierno central por los defectos
de que adolecía esa moneda. ¿No los había reconocido el mismo don José? La acusación de
Valderrama, que contenía otras apreciaciones aviesas, habría encontrado ambiente propicio
para enderezar un grave expediente contra el gobernador político, a no ser porque aquella
iniciativa había dado buenos resultados en la práctica.
A trueque de tales contrariedades, –y de las no menores engendradas por un conato de
revolución, prontamente sofocado, de José Leocadio, Pedro de Seda y otros hombres de la
raza negra–, pudo realizar algunos empeños útiles. Además, le cupo la dicha de presidir la
266
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
jura de la Constitución de 1812, que resumía en sus artículos los principios políticos que él
había sustentado siempre. Decretó dos días de júbilo popular para celebrar de modo solemne
ese acontecimiento. Firmó lleno de satisfacción la convocatoria de la junta electoral, para
proceder a la elección de un diputado a Cortes y de los siete miembros que debían constituir
la diputación provincial…
No olvidó en sus afanes la educación pública. Deseoso de darle mayor impulso, elevó al
gobierno central un informe sobre la población escolar y el número de planteles de enseñanza
existentes en el país, para sugerir necesarias mejoras y reformas; y al final de su exposición
lanzó la iniciativa que más le enorgullecía entre todas las que pudo patrocinar como gober-
nador político: la instauración de la Universidad, de la vieja casa de estudios que lo había
contado entre sus alumnos. La sugestión fue acogida favorablemente, aunque, dada la lentitud
que exigía la tramitación de toda clase de expedientes en la metrópoli, la Universidad no fue
restablecida hasta 1815, época en que ya gobernaba la colonia el mariscal Urrutia.
Al abrir de nuevo sus puertas la secular casa de estudios, don José fue llamado al desempeño
de la rectoría. A su memoria acudía el cariñoso vaticinio de la tía madrina: “¡Serás aquí lo que
se te antoje!” ¿Qué más quería él que llegar a ser rector de la Universidad? Le tocó presidir
allí un areópago de amigos; y con el concurso de las más esclarecidas figuras intelectuales
de la colonia, –que en su mayor parte concurrían a la tertulia literaria que don José celebraba
en su casa los sábados–, fue para él tarea fácil y grata organizar la vida universitaria, que
había quedado interrumpida durante más de tres lustros.
Aunque continuó en funciones de asesor general y auditor de guerra, abandonó gustoso
el cargo de intendente por haber aceptado el nombramiento de juez de letras, y así quedó
un tanto alejado de las actividades gubernativas. La supresión de la Constitución y el res-
tablecimiento del absolutismo, junto con la mala administración de Urrutia, lo distanciaron
cada vez más del gobierno político de la colonia. El gobernador Kindelán, que sustituyó
a Urrutia en 1818, mostraba empeño en atraerse a don José y le dispensaba su amistad y
su confianza. Solicitaba siempre su opinión como asesor y muchas veces se ajustaba a ella.
¿Aquel gobernante caballeroso y perspicaz había adivinado acaso sus planes para el porve-
nir y, por medio del halago, trataba de torcer el rumbo de sus ideas? ¡Inútil empeño! decía
para sus adentros don José, que había perdido la fe en la administración colonial de España
y sentía renacer en su espíritu con nuevo vigor el ideal de la independencia. El era español,
ciertamente, y no sin orgullo recordaba su origen, pero era español de América. Y toda su
inquieta esperanza se cifraba en un nombre: Bolívar.
IV. ¡Esperar!
A casa de don José llegó meses después otro viajero. Venía, como Limardo, de Santiago
de los Caballeros. Entregó el caballo a Mamerto y al enterarse de que don José estaba en la
antesala subió las escaleras sin pedir ser anunciado.
—¡Cuánto me place verlo, señor alférez real! –exclamó don José al recibirlo–. ¿Lo trae
por aquí acaso otra dificultad como la de hace unos meses? ¡Menuda gresca la que armaron
ustedes, los regidores de Santiago, al suspender por su cuenta y razón a los alcaldes de la
Santa Hermandad!
—Veo que está usted de buen humor. ¿Quién se acuerda ya de eso? El gobernador Kin-
delán no quiso entender nuestras razones y nos quedamos con un palmo de narices. Pero
267
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
a fe de Antonio Martínez de Valdés que no le perdono que dejara sin castigo los vejámenes
de que fuimos objeto por haber denunciado a unos cuantos funcionarios que no cumplían
con su deber.
—Denunciarlos habría bastado, Antonio; pero ustedes fueron demasiado lejos al sus-
penderlos en sus cargos. ¿Cómo pretendían que el gobernador aprobase tan inconsulta
medida?
—Usted recordará que nosotros supimos acatar la resolución que él dictó echando abajo
la nuestra, pero mantuvimos nuestra acusación contra los malos funcionarios, y por esa
causa fuimos víctimas de vejaciones y atropellos que el gobernador dejó sin castigo. Y eso
no tiene justificación ni excusa.
—Piense usted en que ya el asunto había tomado tal cariz, que podía quedar en tela de
juicio la autoridad del gobernador.
—Su autoridad moral es la que ha quedado en tela de juicio por haber procedido contra
toda equidad y contra toda justicia.
—Cierto es que pudo y debió poner coto a esos desmanes, pero se ofuscó sin duda por
los informes que recibió contra ustedes. Y prefirió dejar las cosas como estaban, mientras
no pasaran a mayores.
—Pues sí que pudieron haber pasado a mayores, por su lenidad y tolerancia. Le confieso
que un día estuve a punto de tener un lance personal con Domingo Guillén…
—El mayor de los alcaldes…
—Y el mayor de los bribones…
—Pues habría hecho usted muy mal. ¿Piensa usted en el aprieto en que se habría visto
su amigo el juez de letras y auditor de guerra? ¡Digo! ¡Y con las versiones que circulaban
respecto a ustedes!
—¿A qué versiones se refiere usted?
—Se decía que usted y otros regidores, como Leonardo Pichardo, eran desafectos al
régimen de España. Se hablaba en el mismo sentido de algunas personas más, entre ellas
don Manuel Sedano…
—Pues no se equivocaban los que tal decían…
—Se decía aun más. Se rumoraba que ustedes conspiraban, no sé si para entenderse con
Haití o para proclamar la independencia…
—¡Don José! –exclamó con acento de enojo Martínez de Valdés, poniéndose de pie–.
¿Cómo puede usted admitir siquiera un minuto la idea de que yo pueda conspirar en favor
de los haitianos?
—Ese grito del corazón lo pinta a usted de cuerpo entero. Ergo, ahora sé que conspiraban
en favor de la independencia…
—No se equivoca usted. Y para que hablemos sin reservas mentales debo decirle que
de ese negocio venía a hablarle.
—¡Ta, ta, ta! ¿Con que esas tenemos?
—Sí, don José. Esas tenemos. El actual régimen colonial es insoportable. Bochornoso
resulta que mientras los otros pueblos de América luchan por ser naciones libres, nosotros
contemplemos con indiferencia esa lucha y sigamos conformes con un régimen ridículo
que desde la época de Urrutia el pueblo ha bautizado con el nombre de la España boba. Los
bobos somos nosotros, don José.
Sentóse Martínez de Valdés, y serenándose tras un breve silencio, murmuró:
268
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—Claro está que todo esto debe quedar entre amigos, sin que se entere el auditor de
guerra…
Don José frunció el ceño y contestó con mal encubierta irritación:
—El mero hecho de hacer esa salvedad envuelve una ofensa. Si quiere usted que sigamos
siendo buenos amigos…
—No tuve tal intención –declaró Martínez de Valdés un tanto confuso–. Excúseme, y
dé por retirada la frase.
—Está bien. Podemos seguir hablando. Usted cree que el régimen actual no tiene pies
ni cabeza y que nuestra condición de pueblo sumiso es bochornosa…
—Usted lo ha dicho.
—¿Y para emprender la lucha por la independencia con qué cuenta usted?
—Con un puñado de hombres resueltos y con el sentimiento popular…
—¿Armas?
—Las suficientes.
—Suficientes para ese puñado de hombres resueltos, querrá usted decir.
—Y más también.
—Ya es algo; pero no es mucho. En cuanto al sentimiento popular, aunque acaso no tan
extendido y arraigado respecto a un propósito definido, como usted supone, es general,
podemos decir casi unánime, en su disgusto ante el actual estado de cosas; a pesar de que,
créalo usted o no, Kindelán ha hecho mucho por el bienestar de la colonia. Nuestro pueblo
ama la libertad y no se conforma con haber saboreado los beneficios de la Constitución del 12
para que a vuelta de poco tiempo lo despojaran de los derechos que ese pacto fundamental
consagraba y volviéramos al ominoso absolutismo. Usted quiere iniciar una revolución con
unos cuantos hombres y con la esperanza de que el pueblo los secunde. ¿Ha pensado usted
bien en la suerte que les espera?
—De sobra sé que nos exponemos al patíbulo, pero ninguna redención se logra sin
sangre…
—Ya sé lo que me va usted a decir, pero no se trata de heroísmos y abnegaciones, –cosa
que en toda revolución hay que dar por descontada–, sino de saber cuáles son las proba-
bilidades de éxito de la empresa. Si ustedes promueven un alzamiento en el Cibao, quizás
obtengan éxitos momentáneos, pero a la postre serán batidos en debida forma, y el resulta-
do final será una condecoración más para Kindelán, un ascenso para el general Aybar y el
afianzamiento del régimen colonial por medio de la fuerza.
—Es que no contamos solamente con la gente del Cibao…
—¿Con quién más cuentan?
—Contamos… Contamos… ¡con usted, don José! Y contar con usted como director
supremo del movimiento es contar con el país entero.
—Explíquese, Martínez Valdés. ¿En qué se fundan ustedes para contar conmigo?
—Las ideas de usted son de sobra conocidas para que yo me vea en el caso de explicár-
selo. Si en alguna casa se habla con entera claridad del problema de la independencia es en
la de usted. ¿Cree usted que el país entero ignora lo que se discute aquí en la tertulia de los
sábados? ¿Cree usted que el pueblo no sabe que es usted mismo el que defiende con más
entusiasmo la idea de la independencia en esas discusiones?
—Bueno. En ese caso estoy haciendo una revolución de palabras desde el salón de mi
casa; pero las palabras no asustan a nadie, y la mejor prueba de ello es que el gobernador
269
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
toma el asunto a broma y ya en más de una ocasión me ha preguntado qué haría el auditor
de guerra cuando le dieran el encargo de despachar una causa contra sí mismo por el delito
de conspiración. Tampoco Urrutia paró mientes en lo que aquí se hablaba. Y si nos remon-
tamos a la época anterior, para nadie es un secreto que al propio Sánchez Ramírez expuse
la idea y le señalé la conveniencia de ponerla en práctica.
—Está usted dándome toda la razón…
—Sí, en cuanto a las palabras; pero de las palabras a los hechos…
—¡Qué! ¿Vacilaría usted en llevar a vías de hecho el mismo plan que proponía a Sánchez
Ramírez?
—No vacilaría un minuto si tuviera la probabilidad del éxito.
—¿No considera usted que podemos contar con esa probabilidad?
—No. Tratemos, ante todo, de precisar algunos puntos esenciales.
—¿Cuáles son?
—En primer lugar, es cierto, como decíamos, que el descontento es general, desde los
tiempos de Urrutia, pero no me negará usted que Kindelán, que es hábil, ha enderezado mu-
cho la situación. No son pocos los que han vuelto a tener confianza en el régimen colonial.
Necesitamos, por lo tanto, que los méritos de Kindelán, muy apreciados en España, faciliten
su rápido ascenso a una posición mejor, lo que no tardará en suceder, al menos si tenemos en
cuenta ciertos rumores que vienen de fuera. Eliminado Kindelán, que es además un enemigo
temible, porque es enérgico e inteligente, tengo la plena convicción de que no vendrá a susti-
tuirlo nadie que valga la pena. Entonces retoñará con mayor fuerza el descontento popular.
—No estoy del todo conforme, don José, ni atribuyo tanta importancia a Kindelán; pero
de todos modos, cuando le dije que venía a tratar con usted este asunto no pretendí insinuar
que el movimiento debía estallar la semana próxima.
—Perfectamente. Veamos ahora la cuestión en sus relaciones con el exterior. Por un lado
tenemos a Haití, con sus amenazas de invasión. Por el otro, a España. Es indispensable que
desde el principio aparezcamos como aliados de otro poder que imponga respeto a Haití y
nos ayude contra España. A la vez, ese apoyo inspirará a todos los dominicanos la confianza
necesaria para continuar la obra emprendida.
—¿Cuál puede ser ese poder?
—¿No lo adivina usted? Quizás le baste con una palabra: Bolívar.
—Ahora veo claro. Usted piensa que debemos entendernos con los revolucionarios de
la América del Sur…
—Eso es. Los pueblos de América deben apoyarse unos a otros hasta arrojar a España
fuera del Nuevo Mundo. Mientras quede alguno de ellos sometido a la condición de colonia,
están en peligro los demás. En cuanto a Haití, que gracias a Petión prestó ayuda oportuna a
Bolívar ¿cómo habría de ver con desconfianza nuestra independencia si ella contara con el
apoyo del propio Bolívar? Si Haití ha pensado nuevamente en invadirnos es porque somos
colonia de España. No pensará de igual modo cuando España se haya ido de aquí. Antes al
contrario, su deber será ayudarnos para evitar que España vuelva. Lo que importa tener en
cuenta es esto: si Bolívar triunfa, en definitiva, con él triunfaremos; si fracasa, no sé cómo
se decidirá nuestra suerte.
—¿Qué cree usted que debemos hacer?
—Por ahora, esperar. Esperar, esperar… hasta que se pueda determinar mejor la suerte
de la América del Sur. Una victoria decisiva de Bolívar…
270
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
V. La tertulia
—Felices Pascuas, don José.
—Felices, Limardo. Me dicen que viene usted a quedarse en la Capital.
—Por ahora sentaré aquí mis reales. El doctor Pineda espera recibir por el próximo
paquete su nombramiento como protomédico y me ha alentado a presentar examen para
graduarme. Si se confirman sus esperanzas, que parecen fundadas, así lo haré.
271
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
272
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—Es la voz de Pineda. ¡Primero en llegar! –dijo don José poniéndose de pie–. Pasemos
de una vez a la sala, pues no tardarán en venir los demás.
Entró Antonio María Pineda. Tendió la mano a don José y saludó con efusión a Limar-
do, haciéndole mil preguntas sobre sus proyectos, mientras se dirigían a la pieza contigua,
amplio salón cuyas tres puertas se abrían sobre el balcón que daba a la calle.
—Ya hablará usted largo y tendido con Limardo, que quiere hacerse médico de tomo
y lomo –apuntó don José al tomar asiento–. Pero ahora dígame, Pineda, qué se cuenta
por ahí.
—Cualquier noticia que yo le dé la sabe usted mejor que yo. ¿Quiere usted que le repita
que está ya confirmada la victoria de Bolívar en Boyacá? No se habla de otra cosa…
—Bueno, pero ¿qué se dice?
—¿Qué quiere usted que se diga? Que este es un revés muy serio para la madre patria
y que España parece llamada a perder sus colonias de la América del Sur.
—¿Y nadie piensa en lo que debemos hacer nosotros?
—Como pensarlo, muchos lo piensan, pero apenas se atreven, a decir esta boca es mía.
Otros se manifiestan opuestos a toda idea de independencia entre nosotros, por temor a
una invasión haitiana.
—Invasión más de temer aun si seguimos siendo colonia española. ¿Qué piensa usted
de esto, Limardo?
—Que los haitianos siempre desearán ser dueños de toda la isla, pero quién sabe pudieran
entenderse con una república independiente que se basara en principios iguales a los que
ellos han puesto en su Constitución, empezando por abolir la esclavitud.
—Creo lo mismo, aunque sé que hay dominicanos influyentes que dicen que aquí casi
no hay esclavitud, y que los pocos esclavos que hay están bien como están. Por mi parte,
si algún día llegamos a ser independientes, seré el primero en dar libertad a mis esclavos,
háganlo o no los demás.
—Así debían pensar todos, doctor. Sería un grave peligro establecer, en el vecindario
inmediato de una nación de libertos, una república cuyo primer paso no fuera abolir la
esclavitud.
—De acuerdo. Pero he interrumpido a Pineda, que quizás tenía algo más que informar.
—Sólo agregar que, así como hay quienes creen que debemos seguir el camino trazado
por Bolívar, pero apenas se atreven a decirlo, y otros, que desearían lo mismo, vacilan por
temor a una invasión de nuestros vecinos, hay también algunos –ya usted los conoce– bien
hallados con el régimen actual. Esos declaran que Santo Domingo será siempre colonia es-
pañola aunque todo el resto de América se haga independiente, y agregan que en eso estriba
nuestra felicidad. Y, en fin…
Ruido de pasos en la antesala interrumpió la conversación.
—¡Adelante! dijo don José–. Aquí están los Fernández de Castro, don Felipe y don Fran-
cisco. ¡Hola! también llega Brenes.
No habían terminado los saludos cuando penetraron en el salón otros visitantes. A todos
los acogía cordialmente don José.
—¡Salud, Moscoso! ¿Cómo le va, Arredondo? ¡Venga esa mano, Martínez Valdés! Debe
usted ir pensando en mudarse de Santiago para la Capital, porque de un tiempo a esta parte
se le ve por aquí muy a menudo… Siéntense y hablen, cuenten sus impresiones, que soy
todo oídos. Esta noche me comprometo a ser el menos locuaz de la tertulia…
273
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
—Lo que quiere el doctor Núñez de Cáceres, –dijo Felipe Dávila Fernández de Castro con
burlona sonrisa–, es que le hablen de Boyacá, le digan una vez más que Barreiro fue hecho
prisionero por Bolívar, le repitan que el virrey Sámano se dio a la fuga, y le confirmen otras
tantas cosas que, aunque increíbles, parecen ya indudables. A Núñez de Cáceres le gusta,
en política, la salsa picante; y a mí me deleita oír sus comentarios, aunque todo el mundo
sabe que mis inclinaciones son otras y que, en el terreno de las doctrinas, estamos en campos
opuestos. Don José dice que quiere oírnos, pero yo colijo que lo que desea es que le demos
pie para una de sus sabrosas peroratas sobre la libertad, el contrato social y el derecho de
los pueblos a gobernarse por sí mismos. En lo que no creo es en que ni esta noche ni nunca
sea el menos locuaz de la tertulia…
—Tan malicioso alegato –contestó don José con sorna al ver que los demás soltaban la
risa– tiende a hacerme quebrantar mi propósito de oír y callar. Eso equivale a declarar que
mi posición de oyente es cómoda; y es un modo de usurpármela y de esquivar la necesidad
de omitir opiniones propias…
—¿Por qué he de esquivarla? –declaró serenamente el aludido–. Todos conocen mi modo
de pensar. No repudio las nuevas ideas que hoy se abren paso, y considero que debemos
tomar de ellas lo bueno que encierran, porque progreso significa cambio, pero…
La llegada de nuevos concurrentes cortó el hilo de su discurso.
—Bienvenidos, Del Monte y López Medrano, –dijo don José–. ¡Ah! Y también llega un
refuerzo de gente joven: Monteverde con Lico Andújar, Simón de Portes y mis hijos. Siéntense
y escuchen, porque al llegar ustedes dejaron a don Felipe en un pero que vale un mundo,
porque ese pero es la sal de su pensamiento.
—¿Un pero? –exclamó Monteverde–. Ese pero me sabe a Boyacá…
—¡Caliente, caliente! –afirmó Pineda–. Boyacá nos trajo al tema tantas veces discutido
aquí de las nuevas ideas, de…
—Entiendo, entiendo.
—Bueno, oigamos lo que viene después del pero, –dijo Núñez de Cáceres.
—Lo que viene después del pero, –continuó Fernández de Castro–, es que no necesitamos
romper nuestra unidad con España para que el justo deseo de una libertad bien entendida
quede satisfecho. Antes al contrario, las colonias que se separen de España porque acusan
a España de despotismo, van hacia el despotismo que sobre ellas ejercerán mandatarios
improvisados e irresponsables. ¿Qué puede producir la revolución de la América del Sur
sino el caos? ¿Qué quieren Bolívar y sus secuaces?
—¡Libertad!
—¡Libertad! Pongámonos de acuerdo primero. ¿Qué es la libertad?
—Omnis definitio periculosa est, –interrumpió Andrés López de Medrano.
—Acepto la prudente advertencia del tratadista de lógica. Prescindamos de definirla, pero
aun sin definirla me atrevo a afirmar que las colonias de la América del Sur, si consiguen su
independencia, cosa todavía problemática, no llegarán a disfrutar de verdadera libertad.
—¿Y con España la alcanzarán? –preguntó Moscoso.
—Sin duda. ¿No hemos tenido ya el ensayo de la Constitución del 12?
—Es cierto.
—Parece mentira, Moscoso, –irrumpió don José–, que un maestro en dialéctica legal
como usted caiga en la trampa sofística que nos quiere poner al paso don Felipe. ¿No ve
usted que él quiere limitar el concepto de la libertad a la existencia legal de los derechos
274
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
275
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
gobernador Kindelán. Avanzó hasta la entrada del salón y agregó, mientras afable sonrisa
animaba su rostro sonrosado de irlandés:
—Buenos noches, señores, y felices Pascuas.
Don José se adelantó hacia los recién llegados, mientras Pedro se apresuraba a desem-
barazar al gobernador de su sombrero y su bastón de carey.
—En Santo Domingo no habrá conspiradores, –declaró don José–, mientras haya un
capitán general como don Sebastián Kindelán y Oregón, que es siempre el bienvenido en
esta casa, donde también es acogido siempre con afecto don Tomás Ramírez, en quien veo
ante todo al amigo de juventud y al soldado que se cubrió de gloria en la campaña de la
reconquista.
—A pesar de tan cortés bienvenida –dijo Kindelán al ocupar el asiento que le ofrecían–
temo que hayamos sido importunos, porque veo al joven Monteverde con un libro en la mano
y me doy cuenta de que hemos interrumpido la lectura de algo que debe ser interesante…
—Nos enterábamos de la última novedad literaria de Francia, –contestó don José–, pero
más interesante aun ha de ser para nosotros la conversación de ustedes. No es pequeña la
satisfacción que nos produce –estoy seguro de que expreso el sentir de todos– la presencia
del señor gobernador, que por primera vez asiste a esta tertulia.
—Me ha favorecido la suerte, doctor. Vine –á tout seigneur, tout honneur– a rendirle mi
visita de Pascuas y a devolverle sus felicitaciones de esta mañana; pero no recordaba que
hoy se reunía aquí la tertulia habitual y que había de encontrar lo más granado que tiene la
colonia en saber e inteligencia. Ustedes tienen este sabroso desquite después de los afanes
e inquietudes de la semana. Mientras otros no saben cómo dejar a un lado sus preocupa-
ciones –y las mías, como gobernante, no son pocas– ustedes pueden olvidarlas siquiera un
par de horas para deleitarse con novedades literarias. Ya sé que no dejan ustedes de tratar
los asuntos públicos y discutir alrededor de las cosas del día, pero lo hacen desde un plano
superior, puede decirse que filosófico… No en balde veo aquí a alguno de los maestros de
filosofía que tiene en la Universidad mi hijo Juan, que mejores no podría encontrarlos en
ninguna parte. En fin, ya sé que todas las ideas se oyen y contrapesan aquí con espíritu
elevado. ¿No es así, doctor?
—Usted lo ha dicho, señor gobernador.
—En prueba de ello diré a usía –interrumpió Brenes recalcando sus palabras– que antes
de hablar de novedades literarias ha habido aquí esta noche un debate provocado por las
noticias de la América del Sur, y que el doctor Núñez de Cáceres, impugnado por don Felipe
Fernández de Castro, mientras los demás oíamos sin atrevernos a terciar en la discusión,
hizo un alegato, basado en el contrato social, en pro de la independencia.
—Mis ideas las conoce de viejo el señor gobernador, por lo cual, señor Brenes, no tendrá
él por qué agradecerle esa información, –dijo don José con seca displicencia–. Si esas ideas
constituyen un delito, ¡a la justicia con el juez de letras!
Brenes se mordió los labios sin saber cómo replicar.
—La justicia castiga hechos –intervino Kindelán– pero no persigue ideas cuando sirven
de tema para discusiones reposadas en una reunión de hombres ilustrados. Y ya que, sin
querer, hemos tocado este punto, permítanme ustedes que, sin pretensiones filosóficas, pero
con la llaneza de un hombre práctico a quien una difícil misión obliga a cavilar un día y otro
sobre estas cuestiones, les dé a conocer mi opinión.
—Lo escuchamos con placer e interés –afirmó don José.
276
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—No creo, –prosiguió Kindelán–, que sea posible ni conveniente la independencia de las
colonias españolas de América. Hasta ahora la revolución americana ha sacado partido de
las vicisitudes que ha sufrido España, pero España tendrá siempre a su alcance los medios
necesarios para dominar el movimiento y a la larga así será.
—¿Aun después de Boyacá? –inquirió don José.
—Aun después de Boyacá. Una victoria no es más que un incidente en una campaña
militar, a menos que esa victoria sea decisiva, y Boyacá dista mucho de serlo. A España le
conviene, aunque parezca extraña la afirmación, esa victoria…
—¿Cómo así? preguntó Del Monte.
—Le conviene, porque ahora se prestará a la revolución americana la atención que merece
y se pondrán en juego todos los medios necesarios para aniquilarla. Hasta hoy se había creído
en España que la revolución americana era un motín, o al menos así lo pensaban muchos.
Boyacá hará que España abra los ojos. Los que desde allá ven las cosas en pequeño com-
prenderán que se trata de un movimiento bien organizado, en fin, de una verdadera guerra
en la cual hay que poner en juego los más poderosos recursos con que cuenta la nación para
hacer la guerra. España vencerá.
—¿En toda la línea? –preguntó Martínez de Valdés.
—En toda la línea. Supongamos, sin embargo, que alguna de sus colonias logre hacerse in-
dependiente. Piénsenlo ustedes bien; ¿no sería esa colonia la primera en lamentarlo después?
—Así pensaba Sánchez Ramírez –afirmó don Tomás Ramírez.
—¿Qué sucedería con esa colonia, una vez obtenida la independencia? Privada de la
protección de España, atraería las miradas codiciosas de otras naciones de distinto origen,
distinta religión y distinta lengua, que se apoderarían de ella con cualquier pretexto. Y quién
sabe no le sea posible, una vez sometida a un poder extraño, repetir la hazaña que llevaron
a cabo los dominicanos al volver al seno de la madre patria por obra de su heroico esfuer-
zo, después que un error político de la propia España los entregó a Francia. ¿Qué desean
las colonias españolas de América? ¿Otro régimen que les permita desenvolverse mejor?
Con España pueden obtenerlo, y lo obtendrán; porque ya en ese terreno soy el primero en
reconocer que España debe rectificar en América sus procedimientos de gobierno. Cuando
eso suceda, y espero que sea pronto, los pueblos de América no tendrán motivos de queja
contra la metrópoli.
—Quizás bastaría con restablecer el imperio de la Constitución del año doce –declaró
Pineda.
—Siempre que se cumplan sus preceptos –dijo don José.
—¿Por qué dudar de una y otra cosa? –continuó Kindelán–. Volverá la constitución
y habrá gobernantes que la hagan cumplir. Las palabras con que me recibió don José me
halagan, porque sé que son hijas de la sinceridad que lo distingue. Don José sostiene que
mientras yo sea capitán general no habrá en Santo Domingo conspiradores. Como yo sólo he
aspirado a ser un gobernante justo, eso quiere decir que mientras España envíe gobernantes
justos tampoco habrá conspiradores.
—En usted hay algo más –declaró don José–. Usted nos entiende a maravilla. Y es que
usted, mi querido gobernador, lleva ya tanto tiempo en América, que es casi un criollo como
nosotros. ¿Y la independencia no significa, en primer lugar, el gobierno de los criollos?
—No se cumple, según usted, en mi caso, el refrán de que “no hay peor cuña que la del
mismo palo”.
277
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
278
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—Aun así, nadie ha olvidado aquellas sus célebres cartas a Sánchez Ramírez. Quería
convencerlo de que la isla era legítima propiedad de Francia y disuadirlo de continuar la
campaña de la reconquista… ¡Nada menos!
—Pues hoy resultará más español que Pelayo y más fogoso que Riego… ¡Bah! Hemos
llegado.
Penetraron ambos por la puerta de la iglesia del Convento de los Dominicos, conside-
rada al propio tiempo como capilla de la Universidad de Santo Tomás de Aquino; y fueron
a ocupar su puesto entre la masa estudiantil ya congregada en la nave central. No habían
tomado asiento aún, cuando hizo su entrada el capitán general, seguido del rector y del
claustro en pleno.
Después de celebrada la misa, el doctor Bernardo Correa y Cidrón, rector de la Univer-
sidad, ocupó la cátedra, y antes de tomar el juramento a profesores y alumnos pronunció
una extensa alocución. Empezó con voz pausada, pero gradualmente fue elevando el tono
del discurso.
—”Verdaderamente, señores, que los que se glorían del nombre de español y tienen la
dicha de pertenecer a la grande familia de la nación española debían por razón perder el juicio
en este día para, sin respetos, sin reparos ni límites, manifestar con gritos, gesticulaciones
y ademanes extraordinarios y desusados la viva emoción y entusiasmo patriótico que ha
debido causar en sus espíritus el grande, el inefable, el glorioso timbre de soberana, de libre e
independiente de todo vasallaje y servidumbre a toda otra nación, a toda cualquiera persona
o familia, con que hoy esmalta el blasón de sus gloriosas hazañas la ínclita España”.
Para cerrar el rotundo período, el orador, que gesticulaba vivamente como aconsejaba
que todos lo hicieran para demostrar su júbilo, había elevado el diapasón en forma sobre-
aguda, a la manera de un tenor que se esfuerza en dar el do de pecho. Un murmullo de
aprobación circuló entre la muchedumbre: sólo por celebrarse el acto en lugar sagrado no
estallaron aplausos.
Pedro tocó con el codo a Simón y le susurró al oído:
—¿No te dije que el padre Correa iba a resultar hoy más español que Pelayo?
—Falta lo mejor. Oye, oye ahora…
—”Esa nación de héroes –vociferaba el orador–, que últimamente lanzó del trono de
nuestros reyes al usurpador José, cuya posesión la juzgó eterna la opinión común de los
políticos de la Europa, como sostenida por las fuerzas enormes de las falanges del soberbio
Napoleón, que cubrían casi enteramente el área de nuestra Península; aquellas falanges
terribles que conquistaron la Holanda, la Italia, la Polonia; que triunfaron repetidamente de
Berlín, de Viena, de Moscú; en una palabra, que fueron triunfantes de toda la Europa, hasta
tanto que, traspasando los Pirineos fraudulosamente, pusieron el pie en nuestra España, que
fue quien las humilló en las batallas de Bailén, de Talavera, de Vittoria y otras que hicieron
caer las águilas imperiales que habían asombrado al mundo entero con el ruido de sus armas
y con el prestigio de sus repetidas victorias”.
—¿Ya ves que faltaba lo mejor? –murmuró Simón–. ¡Que vengan a colgarle ahora al
padre Correa el sambenito de simpatizador de Francia!
—Te diré: ahora es cuando me parece que lo es. ¿Te has fijado en la manera de hablar?
Cualquiera diría que ese discurso fue escrito en francés y mal traducido al español.
—¡Chitón! –intervino un estudiante desde la fila inmediata–. ¡Que se van a ganar un
regaño de padre y muy señor mío!
279
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Mientras tanto el padre Correa hacía una galana excursión al través de la historia de
España, con lujo de fechas y de citas en latín. Hábilmente llevó el hilo del discurso hacia la
prerrogativa, que incumbía a la sociedad de darse sus propias leyes, y basó su argumentación
en el derecho romano y en las facultades que tenían en España los antiguos procuradores
en representación de los pueblos. Fue esta la parte más enjundiosa y bien hilvanada de su
oración, que adquirió gradualmente el tono de una disertación ex cathedra.
—”El derecho del pueblo para concurrir a las Cortes –afirmó como resumen de su expo-
sición histórica– y dar su voto sobre los asuntos de la monarquía y formación de las leyes,
estuvo vigente por más de diez siglos, hasta la entrada de la casa de Austria en España y
después de la casa de Borbón”.
Pasó luego a hacer el elogio de Fernando VI por haber promulgado la Constitución “más
sabia de todas las de los antiguos y modernos imperios”, y terminó:
”Esta es la Constitución que, aunque redactada en una nueva forma análoga a la
claridad de las luces del siglo en que vivimos, no contiene en sustancia otra cosa que las
antiguas leyes fundamentales de la monarquía española, que las vicisitudes de los tiempos
y la ignorancia de los siglos anteriores había oscurecido. Jurémosla, pues –agregó con voz
estentórea a cuyo influjo todos se pusieron de pie–, señores doctores, maestros y alumnos
de nuestra Universidad, para cumplir la voluntad del rey y agregarnos al voto común de
nuestros conciudadanos de uno y otro hemisferio”.
Voces unánimes profirieron: “Juro”. Se echaron a vuelo las campanas. Un toque de
corneta vibró en la plaza vecina y una salva de cañón saludó el fausto acontecimiento. El
arzobispo Valera se dirigió momentos después hacia el altar mayor, acompañado de sus
acólitos, y entonó el Te Deum laudamus.
280
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
281
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
—Es verdad. Además, ya sabes que el deán no se mezcla en nada de esto, y menos aun
lo hará si entran en lucha dos o más sacerdotes. De favorecer a alguno se inclinaría sin duda
a Correa. Ahora bien ¿qué hay en cuanto a ti?
—Tengo un plan que a muchos sorprenderá. Kindelán lo conoce y parece que le agrada,
quizás si porque, a pesar del aprecio que hace de mí, no las tiene todas consigo en lo que
respecta a mi manera de pensar, y prefiere que yo me quede en un segundo plano. Mi plan
es que Moscoso y yo aspiremos solamente a figurar como suplentes en la diputación. Así
dejamos a cubierto la posibilidad de que renuncie alguno de los diputados del interior.
—¿Y cómo se resolverá lo de la diputación a Cortes?
—Ya sabrás que Kindelán, guiado por su sentido político, ha pensado que debe ir a las
Cortes Francisco Javier Caro, como la otra vez. Como es hombre de influencia en la Corte…
—Yo creo que si se lanzara tu nombre…
—No. Yo debo permanecer aquí, que es donde hago falta.
—¿Sigues pensando en la independencia?
—Hoy más que nunca.
—¡Hum!…
—Nada de ¡hum!, Tomás. Ya sé lo que vas a decirme: que Sánchez Ramírez pensaba
de otro modo. Ese es tu único argumento. Fuiste, más que su secretario, su más fiel amigo.
Como siempre estuviste de acuerdo con él, sientes algún escrúpulo en volver la espalda a
sus ideas; pero yo te aseguro que si él viviera no habría podido tolerar en silencio el proceder
injusto de España con los soldados de la reconquista. Murió con la esperanza de que tarde
o temprano ustedes recibirían, como en parte lo recibió él, el premio de su heroísmo y de su
abnegación. Los años han pasado y… ¡nada! Ahí está Manuel Carbajal, aquí estás tú…
—A fe que en eso te sobra razón –dijo Ramírez en tono huraño.
—Cuando tengamos en la diputación provincial a hombres como Martínez Valdés,
como Pineda, como Moscoso, ellos podrán exigir que a los soldados de la reconquista se les
otorgue la recompensa que merecen, tantas veces ofrecida…
—Tiempo es de que algo se haga…
—Se hará eso y mucho más en defensa de nuestros derechos como dominicanos; pero
si nuestros esfuerzos fracasan, no hay que vacilar, Tomás, no hay que vacilar.
—¡Al vado o a la puente!
—O a donde haya que ir. Y no lo olvides: cuento contigo. Esa empresa sólo puede rea-
lizarse con hombres como tú y como Manuel Carbajal.
—Acabarás por convencerme, José, acabarás por convencerme…
—No: ya te tengo convencido, pero no te atreves a confesarlo…
—¡Chst –apuntó don Tomás mientras encendía un cigarro–. Ahí viene mi mujer.
Doña Bárbara entró, rozando el piso con su larga bata de muselina. ¡Buen tipo de matrona
dominicana! De ancha y risueña cara, lucía en la frente, como plateada diadema, un mechón
de pelo blanco; y como no le preocupaba conservar la esbeltez del talle, contrastaba, por su
opulencia de carnes, con la juvenil apostura de su esposo que, aunque próximo a la cincuentena,
era delgado y ágil, casi sin una arruga en el afeitado rostro y sin una cana en la cabeza.
—He mandado aviso a su casa, –dijo doña Bárbara a don José–, para que no lo esperen a
cenar. Ahorita será de noche y bien vale la pena que en un día como este se quede usted con
nosotros a tomar el chocolate y después acompañe a Tomás, que va a llevar a las muchachas
a casa de José Gabriel para ver el final de las fiestas.
282
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—Buen lugar es la casa del deán para contemplar los fuegos artificiales, ya que está
frente a la Plaza de Armas, pero tengo atrasado mi despacho por culpa de las reuniones
de la junta electoral y del capítulo de festejos de estos días. Esta noche me quedo en casa a
trabajar. En cuanto al chocolate, acato con gusto lo que usted ha ordenado. No se toma otro
más sabroso en Santo Domingo, ni en tan agradable compañía.
Llegaron las muchachas y al punto pasaron todos a un vasto corredor que daba al patio
y hacía las veces de comedor. Mientras era servido el espumoso soconusco la conversación
giró en torno a los festejos del día y a la función teatral que un grupo de aficionados había
ofrecido esa misma tarde en una casa de la calle del Arquillo. Las hijas de don Tomás habían
gozado lo indecible con aquella representación y se complacían en pasar revista a los cómicos
incidentes que la habían hecho más divertida.
—Las siete y media, –dijo don José consultando su reloj–. Me voy a trabajar, con el per-
miso de doña Bárbara.
—Te acompañaremos –indicó don Tomás–. Así prolongaremos este buen rato…
—Pero no es ese el camino que llevan ustedes…
—Como vamos de paseo, lo mismo da el camino más largo que el más corto.
—Si es así, vamos andando.
—Tráelas temprano, Tomás –dijo doña Bárbara mientras besaba a sus hijas.
El cielo se había despejado. La claridad de la noche tropical y las luces de las casas, cuyas
puertas y ventanas estaban abiertas de par en par, compensaban la falta de alumbrado en las
calles. Muchas familias celebraban en la acera la reunión nocturna, instalándose en sillas y
mecedoras junto a la puerta principal de la casa; por lo que el transeúnte prefería casi siempre
tomar el centro de la calle, rara vez perturbada por el cruce de alguna volanta.
En pocos minutos llegó el grupo frente a la casa de don José. De allí salían Andújar y
Pedro, que saludaron alegremente a las muchachas.
—¡Cómo! –exclamó Pedro–. ¿No van ustedes esta noche a casa de doña Jacinta Ca-
bral?
—No –contestó la mayor de las hijas de don Tomás–. Vamos a casa de mi tío a ver los
fuegos artificiales. Pero ¡qué atrasado andas de noticias! ¿No sabes que el bailecito se dejó
para mañana?
—Se había dicho –agregó la otra– que el baile era para el día de la lápida, pero como
esta noche todo el mundo va a la plaza, doña Jacinta resolvió aplazarlo.
—Mejor así –intervino Lico– porque nosotros tampoco queríamos perder los fuegos
artificiales. Y vamos a arreglar cuentas: ¿cuál de ustedes dos me reserva la contradanza?
—¿Y a mí? –preguntó Pedro.
—No la tenemos comprometida, así es que será como ustedes gusten. Lo que me sor-
prende es que Lico no tenga ya comprometida esa pieza.
—¿Con quién?
—¿Con quién va a ser? Con tu prima Águeda.
—Tío Andrés le había ofrecido darle permiso para bailar, pero parece que no será hasta
dentro de unos meses, cuando cumpla los quince años.
—Venga un abrazo, Tomás, por el aniversario de mañana –dijo don José dando un corte
a la conversación. Y estrechó contra su pecho a Ramírez.
—Adiós, don José, –exclamaron las muchachas.
—Adiós, hijas. ¡Que se diviertan!
283
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
284
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
285
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
286
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—Hasta nueva orden, que nadie nos interrumpa. Con ademán nervioso señaló un
asiento a don José:
—Siéntese, doctor, y hablemos. Necesito oír su opinión. A pesar de los rumores y acu-
saciones que espíritus alarmistas me hacen llegar a diario contra usted, es usted el hombre
que mayor confianza me inspira en asuntos de gobierno.
—¿Rumores, señor gobernador? Me lo explico. Pero acusaciones…
—No juguemos con las palabras. Acusaciones dije y no lo rectifico. La verdad es que
la actitud de usted en estas elecciones, empeñándose en llevar a la diputación provincial
a individuos muy estimables por otros conceptos, como Martínez Valdés y Pineda, pero
tildados de conspiradores o por lo menos de sospechosos, no podía menos que provocar
justas censuras y comentarios.
—Está bien, señor gobernador. Me voy. Pídale consejo a otro –dijo don José, tomando
con presteza su sombrero.
—¡Déjeme terminar y no se impaciente –contestó Kindelán en tono conciliador–. Es
usted el hombre más susceptible y díscolo de las Antillas, por no decir otra cosa. Genio y
figura…
—…Hasta la sepultura, señor gobernador, y a mucha honra.
—Doblemos la hoja y vamos al grano. He recibido hoy una comunicación del teniente
coronel Pérez Guerra, que me ha sacado de quicio…
—No me extraña. Bien merecido lo tiene usted por haber nombrado comandante general
de la frontera sur a un descendiente del hombre que en 1801 entregó la plaza de Santiago a
Toussaint Louverture, en vez de morir en la demanda. El Pérez Guerra de ahora no es más
que un mentecato, como lo era aquel, cuya capitulación en Santiago hay, sin embargo, quien
califique de honrosa…
—Mentecato es poco, doctor. Yo no concibo mayor ineptitud ni mayor estupidez. ¿Sabe
usted lo que ha hecho?
—Alguna barbaridad.
—Y gorda. Recordará usted que el día diez recibí aviso de José Lasala, comandante militar
de Farfán de las Matas, informándome que el cinco había aparecido allí un tal Desir Dalmací,
titulado comandante del ejército haitiano y que, diciéndose emisario del presidente Boyer,
invitaba a los dominicanos a que se unieran a Haití para formar una sola nación…
—Etcétera, etcétera…, porque de lo contrario Boyer invadiría el territorio dominicano
y las consecuencias serían funestas.
—También recordará usted que el mismo día me llegó otro oficio de Pablo Altagracia
Báez, alcalde constitucional de Azua, dándome cuenta de que el mencionado Dalmací había
ido a San Juan de la Maguana con iguales proposiciones…
—Exacto. Y usted me explicó que había escrito ese mismo día al presidente Boyer para
poner en claro el asunto…
—Eso es. A todo esto, me extrañaba no recibir ningún informe del jefe de la frontera sur.
Han pasado ocho días, fíjese usted: ¡ocho días! Y ahora es cuando me llega un oficio de Domingo
Pérez Guerra, que es un monumento de imbecilidad y no sé si decirle que de cobardía.
—Veamos, veamos.
—Ahí lo tiene usted. Léalo y diviértase. Este hombre se encontraba en Neiba el día
ocho, cuando se presentó allí el tal Dalmací, a quien Lasala llama comandante, pero Pérez
Guerra cuida de indicar que es teniente coronel. ¡Su igual en el grado, por lo tanto! Sostuvo
287
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
con Dalmací una conversación que parece haber sido fraternal, como si se tratara de viejos
compañeros de armas, y en el curso de la misma Dalmací le declaró que era el comisionado
de Boyer para lograr que la parte española de la isla se someta a la República de Haití. Ante
confesión semejante ¿qué debió hacer Pérez Guerra con Dalmací?
—¿Fusilarlo?
—No tanto, don José, no tanto. Su obligación era prenderlo y mandarlo amarrado a la
Capital. Porque, o bien Dalmací es un farsante, y con él debe darse un ejemplo saludable; o
es realmente el encargado de una misión contraria al derecho de gentes, y también es digno
de severo castigo. Además, su prisión nos habría dado el hilo de esta maquinación. Por culpa
de Pérez Guerra nos hemos quedado con las manos vacías.
—¿Y este otro documento, qué es?
—Léalo. Es un acta del Ayuntamiento de Neiba, que fue convocado por Pérez Guerra
para darle cuenta de las proposiciones de Dalmací. Es decir: él se ha encargado de propalar
la alarma entre los vecinos, en vez de guardar la reserva necesaria en tan delicado asunto.
—Ya lo veo. Al parecer, el más alarmado de todos es Pérez Guerra, porque asegura que
en cada pueblo hay muy pocos individuos que no estén dispuestos a plegarse a los deseos
de Boyer, temerosos como están todos de perder la hacienda y la vida, por no contar con
medios de defensa.
—¿Qué piensa usted de eso?
—Que son delirios de una mente asustadiza.
—¿Cree usted que los pueblos del sur estén dispuestos a oponerse a una invasión?
—Lo creo firmemente, si les inspira confianza el jefe militar de la zona y si saben que
pueden contar con armas. ¿Quiere usted que le dé mi opinión con entera franqueza?
—Hable usted, que para eso lo he llamado.
—Ordene a Pérez Guerra que venga inmediatamente a la Capital.
—Ya lo he ordenado.
—Además, destitúyalo, fórmele consejo de guerra, o si prefiere usted dele un frasco de
confites para que se coma uno por día mientras esté aquí, pero no vuelva a mandarlo al sur
ni a ninguna parte.
—¿Y a quién pongo en su lugar?
—A Manuel Carbajal.
—No me disgusta la idea. Había pensado en ello.
—Es el único hombre que puede levantar los ánimos en el sur. Muerto Sánchez Ramírez,
Carbajal es la figura de más importancia de la reconquista y su prestigio es inmenso. Llegar
él al sur y levantar un ejército con sólo dar un zapatazo en el suelo, es todo uno.
Kindelán reflexionó un momento.
—Hago mío su parecer –dijo–. Voy a hacer que venga Carbajal.
Abrió la puerta y a su llamamiento acudió un oficial que partió al punto a cumplir su
cometido.
—¿Me necesita usted para algo más? –preguntó don José.
—Quiero enseñarle ahora dos comunicaciones que arrojan alguna luz sobre este asunto.
Dalmací, el enviado de Boyer, es conocido también con el nombre de Pablo Isnardi.
—Según eso, usted ha llegado a la convicción de que Boyer dirige la maniobra.
—Lea usted y se convencerá. Esta es una carta que el tal Dalmací, que ahora firma Isnardi,
–sin que yo sepa por qué usa alternativamente dos nombres distintos– dirige al alcalde de
288
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
Azua. Se dice edecán de Boyer. Ofrece cargos públicos en nombre de Boyer y afirma que ya
Las Matas, San Juan y Neiba se han sometido al gobierno haitiano.
—¡Esto es inaudito!
—Esta otra del propio Isnardi a Pablo Alí, comandante del batallón de morenos, es del
mismo tenor. Desde luego, sobre estas cartas de Isnardi conviene mantener reserva absoluta.
Mejor es esperar hasta saber si Boyer niega su participación en el asunto. Además, quizás
si Isnardi vuelve a escribir y así podremos averiguar algo más.
—Juzgo muy acertado su criterio, gobernador. Boyer no podrá hacer otra cosa que des-
aprobar lo hecho por Dalmací Isnardi, pero debemos quedar en guardia para lo porvenir.
—Y ahora pregunto yo, mi querido doctor: ¿puede este pueblo separarse de España,
que es su única garantía frente a amenazas de este jaez?
—Nada vale mi opinión sobre este negocio, por venir de un sospechoso…
—Yo no he dicho…
—Lo ha dicho usted de mis mejores amigos, y yo merezco igual epíteto que ellos. De
todos modos, lo que se me ocurre es contestarle con otra pregunta: ¿qué interés tendría Haití
en invadirnos si no fuéramos una colonia de España? Los haitianos creerán que su indepen-
dencia está en peligro mientras tengan un vecino tan poderoso como España.
—No, doctor. A ellos se les ha metido en la cabeza que deben dominar toda la isla, y
saben que con mayor facilidad lo lograrían si no tuvieran que luchar contra España sino
contra los dominicanos. Ahora bien…
Un oficial abrió la puerta y dio paso a Manuel Carbajal.
—Capitán Carbajal, –dijo Kindelán tendiéndole la mano– necesito su valioso concurso.
Está usted nombrado comandante general interino de la banda del sur. El teniente coronel Pé-
rez Guerra viene a la Capital en comisión del servicio. Prepárese a partir inmediatamente.
Los ojos apagados del viejo soldado de la reconquista se animaron con un destello
de júbilo.
—A la orden, señor capitán general. Yo creía que ya nadie se acordaba de mí. Tenía que
ser usted el que…
—Cualquier otro haría lo mismo. España no podrá olvidar nunca a los que por ella
lucharon con honor y con gloria en los días de la reconquista. Quiero explicarle ahora de lo
que se trata. ¿Sabe usted algo de lo que se dice respecto de Haití?
—Sí, señor capitán general. En la calle se asegura que un comisionado del presidente
Boyer estaba conquistando gente en el sur para que los dominicanos se unieran a la Repú-
blica Haitiana. Dicen también que algunos pueblos se han declarado a favor de Haití, pero
yo no lo creo porque conozco mi gente.
—Muy bien. Está usted en lo cierto. No hay motivos para esperar tal cosa de los fieles
dominicanos; pero el gobierno teme que alguna dificultad puedan crearnos los haitianos
en la frontera, y por eso he pensado que el hombre indicado para vigilar aquella zona y
organizar su defensa en caso necesario, es usted.
—Muchas gracias, señor capitán general.
—Usted debe ir al sur y preparar la gente. Asegúrese en cada pueblo de los hombres
con que se puede contar para formar un cuerpo de milicias de reserva que se ponga en
movimiento cuando se le llame. Manténgame al tanto del número de hombres que en cada
lugar se haya inscrito, a fin de poder enviar las armas que hagan falta y saber exactamente
con qué fuerzas contamos.
289
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
290
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—Después de todo esto, –decía ella recibiendo a sus invitados–, no admito aquí más
reuniones hasta el sábado de gloria. La cuaresma es cuaresma y hay que cumplir con Dios.
El desfile de invitados continuaba sin interrupción, mientras los músicos, adueñados
de un ángulo de la antesala, afinaban sus instrumentos. Doña Jacinta seguía dispensando
atenciones a los que llegaban:
—¡Qué milagro! ¡El doctor Núñez de Cáceres y su esposa! Es decir: el milagro no tiene
nada que ver con usted, don José, sino con Juana, que sale tan poco.
E infatigable, volvía a tender la mano a otros concurrentes:
—Buenas noches, don Manuel María. ¿Y las muchachas? ¡Ah! Ya las veo que suben con
Andújar y los Núñez. ¿Cómo estás, Susana? ¡Mira que pasa el tiempo sin verte!… ¡Adelante,
jóvenes!… ¡Bah! Por fin se aparece Andrés Andújar… ¡Y qué bonita estás, Águeda! ¡Dame
un beso, botón de rosa!
La delicada belleza de Águeda Andújar provocó murmullos de admiración. Esbelto era
su talle, blanca y tersa su tez, finas sus facciones… El candor de sus quince años refulgía
en la tierna expresión de sus ojos oscuros. Rodeáronla los galanes, ansiosos de obtener la
preferencia para la contradanza inicial.
—Lo siento, –dijo ella con naturalidad y gracia–, pero la tengo ofrecida a mi primo Fello.
Lico Andújar le ofreció el brazo para conducirla al salón.
—Entre primos no vamos a pelear, –dijo Lico–, pero te has olvidado de que esa contra-
danza me la habías prometido antes.
—¡Anda! ¿Ahora te sales con esas?
—¿No te acuerdas que hace un mes me dijiste que tío Andrés te daba permiso para
bailar, y que entonces te la pedí?
—Si fue así, se me olvidó. ¿Por qué no me lo recordaste?
—Entonces la segunda pieza es mía.
—No. La tercera.
—Bueno. Será la tercera, pero te advierto…
—¡Ah, mira! Ahí llega el capitán general.
El gobernador Kindelán apareció en ese momento en lo alto de la escalera, acompañado
por dos militares.
—¡Cuánto placer, señor gobernador! –exclamó doña Jacinta–. ¡Buenas noches, coronel
De Ita! ¡Bienvenido, coronel Granados! Pasemos al salón, que ya el baile va a empezar.
—Antes quiero pedirle, –dijo Kindelán–, que me conceda el honor de bailar conmigo la
contradanza francesa.
—Concedido, gobernador. Es usted muy amable. Yo pensaba entretenerme en mirar a
la juventud dar vueltas y hacer figuras…
—¿Quién había de permitir que la mejor bailadora de contradanza se dedicara a ver
bailar a los demás? Seguro estoy de que muchos querrían disputarme el privilegio de abrir
con usted el baile.
Avanzaron hacia el centro del salón.
—Formen ya los cuadros, –indicó doña Jacinta–. ¡Del Monte, don Vicente, don José,
acérquense aquí con sus parejas! Demos nosotros el ejemplo.
Rompió a tocar la música, colocáronse frente a frente las parejas para hacer los saludos
iniciales. Después, en el movimiento de las figuras, los bailadores cambiaban frases al vuelo.
Kindelán no desperdiciaba ninguna oportunidad:
291
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
—Cada vez está usted más joven. Nadie creería que aquel jovencito que baila admirablemen-
te es hijo de usted, –decía al levantar en alto la mano de la señora de Fernández de Castro.
Y al encontrarse con doña Juana Madrigal de Núñez de Cáceres:
—¡Cuánto me place ver que usted abandona su retraimiento! No olvido que su presencia
siempre da realce a las fiestas dominicanas.
Más adelante, frente a doña Anastasia Solano de Pujol:
—Usted siempre tan elegante…
Y al reunirse otra vez con doña Jacinta:
—Estoy encantado con esta fiesta. ¿Habrá algo organizado por usted que no resulte
encantador?
Al terminar la contradanza desparramáronse por el salón los bailadores. Don José se
dirigió hacia el balcón desierto, en busca de la fresca brisa nocturna. La clara luna de febre-
ro iluminaba la calle, donde mucha gente del pueblo, situada en la acera opuesta, se había
congregado, según inveterada costumbre, a ver el baile. Don José sintió que una mano se
posaba amistosamente sobre su hombro. Se volvió: era Kindelán.
—¿Qué me cuenta usted de nuevo, gobernador?
—Nada de particular. Venía a lo que usted: buscaba el fresco.
—Después de las preocupaciones de diciembre ha recobrado usted la tranquilidad y
puede darse el gusto de concurrir a fiestas…
—En efecto. La respuesta de Boyer es bastante explícita. Si intención hubo…
—Usted me demostró que la hubo…
—Pero se ha batido en retirada.
—Así lo esperaba yo. Y a propósito de Boyer ¿qué hay de nuevo en el asunto de los
eclesiásticos que fueron enviados a Haití para corresponder a la petición, confirmada por
Boyer, de los generales que se encargaron del mando en el Guarico al morir Cristóbal? Han
ocurrido cosas muy extrañas…
—¡Y tan extrañas! El arzobispo me consultó el punto, y yo entendí que procedía acceder
a lo pedido. Así, a principios de diciembre, un poco antes de la alarma fronteriza, se trasla-
daron a Haití el arcediano Juan Antonio Pichardo y los presbíteros doctor Elías Rodríguez,
doctor Manuel Quintana y José María Tirado.
—Yo mismo di cartas de recomendación a Elías Rodríguez para el general Tavárez que,
aunque español, está al servicio de Boyer, pues entendí que él también había escrito pidiendo
el pronto envío de la misión eclesiástica. La respuesta de Tavárez, que he recibido hace poco,
–y de ahí que ahora recordara a usted ese asunto– me hace saber que las cartas que se decía
dirigió él al arzobispo y a usted eran falsas.
—He ahí lo original del caso. También eran falsas las que se atribuían a Boyer, que ahora
escribe al arzobispo, –y esta vez no cabe duda de que la carta es auténtica–, para agradecer
el envío de los sacerdotes, pero le dice que no puede reconocer a Pichardo como vicario
porque ya el Papa ha nombrado un obispo para Haití.
—¿Qué ha resuelto el arzobispo?
—Ha ordenado a Pichardo que regrese inmediatamente con los demás sacerdotes, a
quienes Boyer sólo admite como simples curas.
—Es curioso el incidente.
—Ya lo creo. Lo que no entiendo es que nadie haya tenido interés en inventar esas cartas.
En fin, ya ese es asunto terminado.
292
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—Hablando de otra cosa: tengo entendido que Carbajal ha obtenido completo éxito en
la misión que usted le confió en el sur.
—Superior a lo que yo pensaba. En carta que recibí ayer me dice que cuenta con dos mil
seiscientos voluntarios para las milicias de reserva. El sur está firme…
—Es la confianza que despierta el jefe…
—Tiene usted razón. He escrito a España recomendando que no se retarde por más
tiempo la merecida recompensa a que tienen derecho los hombres de la reconquista, y me
apoyo en el acuerdo de la diputación provincial que así lo solicita. Hago, además, especial
elogio de Carbajal. Es cierto que en 1817 se dictó una Real Orden para darles una condeco-
ración especial, que ninguno ha recibido todavía; pero yo aspiro a que también se les tenga
en cuenta para que presten servicios tan honrosos como el que ahora presta Carbajal.
—No tengo para qué decirle el placer con que lo escucho.
—Ya lo sé. Ojalá se preste pronta atención al asunto. Y ya que hablamos de estas cosas,
quiero hacerle una pregunta.
—Usted dirá.
—¿Cree usted que hay dominicanos, muchos o pocos, dispuestos a unirse a Haití contra
España, si llega el caso?
—Me atrevo a asegurar a usted que no hay ninguno.
—Por lo menos creo que, de haberlos, son pocos. Y allá va una segunda pregunta.
—¿Cuál es?
—¿Cree usted que con las últimas noticias de la América del Sur habrá quienes piensen
aquí en un movimiento revolucionario? En pocas palabras: ¿habrá hoy quienes pretendan
llevar a vías de hecho las mismas ideas que usted suele defender en la tertulia de su casa
desde un punto de vista teórico?
—Gobernador, permítame que le repita lo que un día le dije en mi tertulia: mientras usted
gobierne la colonia no habrá aquí conspiradores. Y sin conspiradores no hay revoluciones.
—No me satisface su respuesta.
—¿Por qué?
—Porque… guarde por ahora el secreto, yo me voy pronto. Ya debe estar nombrado
mi sucesor.
—Lo deploro sinceramente, aunque sé que usted merece cualquier posición mejor.
—Gracias, doctor. Volvamos a lo que hablábamos. ¿Comprende usted ahora que su
respuesta no puede satisfacerme?
—Lo comprendo, pero no puedo darle otra.
—Es decir que…
—Que yo no puedo hipotecar el porvenir. Responder del curso de acontecimientos
futuros sería pueril vanidad.
—Doctor, usted no sabe engañar, y por eso mismo le diré que ahora me satisface menos
su respuesta. Antes de irme de Santo Domingo quisiera llevar a su ánimo la convicción de
que al amparo de la Constitución española los dominicanos pueden ser felices…
—Lo creo, si la Constitución perdura y se cumple.
—Se cumplirá, doctor, y una vez organizadas del todo las instituciones, y afianzadas ante
la opinión, vendrán días mejores, no importa la persona que esté al frente de la capitanía
general. Piense bien en esto: aunque todo el resto de América se proclamase independiente,
hay un pueblo que jamás debe seguir ese camino, y es el dominicano, amenazado como
293
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
está de ser absorbido por un vecino que resulta poderoso frente a él por la fuerza de que
dispone, muy superior en número a la de ustedes. La felicidad de la familia dominicana
estriba en no separarse de España. La independencia dominicana sería un paso temerario,
fuente de inmensas desgracias para ustedes. España sólo perdería una colonia: ustedes lo
perderían todo.
Y sin dar tiempo a nueva réplica, Kindelán tendió la mano a don José.
—Lo dejo. Voy a conversar un momento con doña Jacinta y me despido en seguida.
—¿Tan pronto así?
—A pesar de la calma en que vivimos, nunca sabe un gobernante cuáles serán las pre-
ocupaciones del día de mañana. Prefiero irme a descansar.
Abandonó Kindelán el balcón y se deslizó por entre el tumulto de bailadores que rom-
pían a bailar un vals. Don José advirtió que alguien avanzaba sigilosamente hacia él, desde
el extremo opuesto del balcón. Lo reconoció cuando estaba a pocos pasos:
—¿Cuándo llegó usted, Martínez Valdés?
—Esta noche –dijo el interpelado bajando la voz–. Tengo algo importante que decirle.
Al salir de aquí podríamos ir a su casa…
—No hace falta. Aquí mismo…
—Pueden interrumpirnos…
—Aprovechemos ahora que están bailando. ¿De qué se trata?
—Ya sabe usted las noticias de la América del Sur…
—Puede decirse que son del dominio público. Supongo que se refiere usted al armisticio
que Morillo firmó con Bolívar a fines de noviembre…
—Cabal. ¿No le parece que ese armisticio equivale a un reconocimiento de la existencia
de Colombia?
—En cierto modo, sí. Pactar es tratar de igual a igual. ¿Qué más?
—Tengo respuesta a mi carta…
—¿Repuesta de Bolívar?
—No precisamente de Bolívar. La respuesta viene de Venezuela. La tengo aquí en el
bolsillo. Lástima que en este rincón no pueda usted leerla. No sé si usted podrá descifrar la
firma, que a mí me resulta ilegible, pero el que escribe habla en nombre de Soublette. Todo
va bien. Nuestro propósito ha sido muy bien acogido, y a estas horas ya debe conocerlo
Bolívar.
—Es en verdad muy importante la noticia.
—Más importante es lo que tengo que agregar.
—¿Cómo así?
—¡Cuidado! Hablemos de otra cosa, –cuchicheó Martínez Valdés.
Una pareja se situó en el centro del balcón: eran Águeda Andújar y su primo Fello
Acevedo.
—¡Qué linda está la noche! dijo Águeda.
—Más lindos son tus ojos…
—¡Adulón!
—Bueno, aunque tú no quieras…
—¡Chst! ¡Que hay gente!
Siguieron hablando en voz baja hasta que, al cabo de unos instantes, volvieron al salón.
—Venían a pelar la pava, –dijo Martínez Valdés– y les hemos echado a perder el rato.
294
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—Continúe y no pierda tiempo. ¿Qué es lo que usted considera más importante que la
carta recibida de Venezuela?
—Don José, esto es para ser hablado donde no podamos ser oídos y nadie nos perturbe.
Mejor sería…
—Nadie nos oye aquí.
—Me obliga usted a decirlo todo con precipitación. Antes de que vengan otros enamo-
rados le contaré en cuatro palabras lo que pasa: el grupo de Santiago no puede contenerse
ya, al saber que he recibido esa carta, y el movimiento ha sido señalado para el diez y nueve
de marzo. Tenemos, además, gente que está comprometida a hacer lo mismo que nosotros,
en la Capital y en el sur, y a eso vengo…
—¿Están ustedes locos?
—Ya me temía yo…
—¡Pues claro! ¿Cree usted que yo puedo aprobar semejante dislate?
—¿Pero hasta cuándo vamos a esperar?
—Hasta el momento oportuno.
—Demasiado hemos esperado.
—Pues hay que seguir esperando. ¿Qué ayuda puede prestarnos ahora Bolívar?
—Nos ofrecen la que necesitemos. Ya verá usted la carta.
—Aunque así fuere, mientras dure el armisticio nada debe hacerse. Es indispensable
que usted vuelva inmediatamente a Santiago y dé contraorden. Convenza a los unos y
hágase obedecer de los otros. Si es necesario, invoque mi nombre. Lo autorizo a decir que
acepto para el futuro la dirección del movimiento, pero que considero descabellado lo que
se pretende hacer ahora y me opongo a toda intentona precipitada.
—Don José, esto es para desesperarse.
—Los que no sigan mi consejo no son mis amigos. Deslindemos los campos de una vez.
Yo no puedo acompañarlos en una aventura disparatada. Justamente, acabo de repetir a
Kindelán que mientras él sea gobernador no habrá aquí revolucionarios.
—Según eso, debemos sentarnos a esperar que Kindelán se vaya…
—No llegará a calentarse el asiento…
—¿Cómo así?
—No me pida usted detalles. Bástele saber que hace algún tiempo que Kindelán desea
volver a Cuba.
—Y deseándolo puede morirse de viejo en el gobierno…
—Yo creo, en cambio, que se irá pronto. Pero hagan ustedes lo que quieran y no cuen-
ten conmigo. Antes de separarnos me veo obligado a hacerle una confidencia: Kindelán
sospecha algo.
—¿Por qué lo supone usted?
—Cuando me hablaba hace poco, en este mismo lugar, no entendí el alcance de algunas
preguntas que me hizo. Al enterarme del plan de ustedes lo comprendo todo. De algún modo
conoce el asunto, y me parece que su deseo era cerciorarse de que yo no estaba complicado
en lo que está tramándose. Al despedirse agregó que no sabía cuáles podrían ser sus pre-
ocupaciones el día de mañana… ¿Están ustedes en connivencia con militares?
—Desde luego que sí, y confiamos…
—Ahora veo claro: Kindelán lo sabe todo. Ha habido alguna indiscreción por ese lado,
quizás si algún caso de arrepentimiento, como ocurrió en tiempos de Sánchez Ramírez.
295
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Ustedes son pésimos conspiradores porque la impaciencia los ciega. Cuando llegue el
momento yo sabré a quién dirigirme entre la gente de armas.
—¿En qué quedamos? ¿Contamos siempre con usted?
—Ya le he dicho que para el futuro, sí. Pero para contar conmigo es preciso obedecer. Y
la primera demostración de obediencia es…
—Ya lo sé: dar contraorden.
—Justo.
Martínez Valdés bajó la cabeza, pensativo.
—Será usted obedecido –dijo después de unos segundos.
—¿Hoy, mañana y siempre?
—Hoy, mañana y siempre.
—Deme esa mano y disimulemos, que ahí viene Jacinta.
—¿Pero es posible, don José, –dijo el ama de casa en tono de amable reconvención– que
usted y Martínez Valdés se olviden del baile? Aquí no se viene a conversar de la diputación
ni del gobierno, sino a divertirse y a bailar.
—Nos hemos divertido viendo bailar a los otros y tomando este fresco delicioso.
—Todo resulta delicioso en esta casa, –agregó Martínez de Valdés.
—No me convencen ustedes y en castigo les buscaré buenas bailadoras. Pero antes quiero
pedir a don José que intervenga en un asuntito.
—Mande usted.
—No saben ustedes el trabajo que me ha dado Andrés Andújar, que quería llevarse a
Águeda. ¡Figúrense ustedes, Águeda es como quien dice la reina de la fiesta! ¡Un capullo
de rosa! ¡Y este es su primer baile!
—¿Por qué pretendía llevársela?
—A eso voy. Águeda ha bailado varias piezas con su primo Fello Acevedo. Este tuvo
una discusión con el otro primo…
—¿Lico Andújar?
—El mismo. Lico reclamaba una pieza que Águeda le ofreció. Eso oí decir. A Águeda el que
le gusta es Fello… ¿Comprenden ustedes? ¡Lo de siempre! Y Andrés, que se enteró de la discu-
sión acalorada de los muchachos y se ha dado cuenta de las preferencias de Águeda, dice que
su hija es todavía una niña, que patatín y que patatán, y que mejor es cortar por lo sano…
—¿Y cuál ha de ser mi intervención en todo este enredo?
—Hablar con Andrés. Fello Acevedo me dice que sólo usted puede convencerlo para
que tolere esos amores…
—¡Ah! ¿Amores tenemos?
—¿No se lo había dicho? Los dos primos se quieren. Claro, Fello reconoce que tanto él
como ella son muy jóvenes, pero quiere que Andrés comprenda que como ellos se quieren
desde que jugaban cuando eran niños…
—¡Ay, Jacinta, usted siempre casamentera!
—¿En qué puede entretenerse una solterona sino en casar a los demás?
—¡Ja, ja, ja! Lo que hay en usted es un alma bondadosa que quisiera ver a todo el
mundo feliz.
—Como lo soy yo. No me he casado, pero no siento ningún vacío en mi vida. Me basta
con pensar en Dios para sentirme feliz. Para otros esa felicidad no basta ¿y por qué no he
de ayudarlos a que realicen sus ilusiones?
296
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—¿No lo dije? Es usted la bondad misma. No podía haber escogido Fello mejor
abogada.
—El no se atrevía a hablarle…
—Porque es muy listo: de sobra sabe que a usted no es posible negarle nada. Hablaré
con Andrés.
—Gracias, don José. El momento es bueno. Andrés está sentado en la antesala. ¿Lo ve
usted desde aquí?
—Sí que lo veo. Allá voy.
—¡Dios lo acompañe! En cuanto a usted, Martínez Valdés, no puedo indultarlo. Esta
pieza la baila usted, quiera o no quiera.
—Aceptado; pero con una condición.
—¿Cuál?
—Que mi compañera ha de ser usted.
—¡Anjá! ¿El alguacil alguacilado?
—Con alguaciles como usted sería muy fácil la tarea de la justicia.
—Pues vamos.
Y avanzaron hacia el salón mientras vibraban hermanadas las notas del arpa, el violín
y la flauta.
297
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
d
De sobremesa comentaban don José y Pineda el suceso, que les parecía señal de que
algo extraño ocurría dentro de la fuerza armada, ya que Kindelán había visto en el caso de
imponer su autoridad ante principio de desacato, cuando el esclavo Mamerto anunció:
—Don Leonardo Pichardo está en la antesala y quiere hablar con mi amo.
—Que pase.
Pichardo entró a poco como una tromba. Al ver su aspecto demudado, don José presu-
mió que algo grave ocurría.
—¡Hable pronto! ¿Qué pasa?
—Acaban de prender a Martínez Valdés.
—¿De qué se le acusa?
—De conspiración. Dicen que habrá otras prisiones. Creo que a mí me echarán mano
también. Llegué anoche con él de Santiago y… ya usted sabe.
—Hable sin temor. Pineda y yo somos una misma cosa.
—Lo que le aseguro, doctor, es que no me dejaré prender. Si todo se ha perdido, es mejor
vender cara la vida.
—¡Ta, ta, ta! Contenga esos bríos juveniles, que ahora no hacen falta, sino después. ¡Y
cuidado con los disparates! ¡Si llega el caso, déjese prender, y punto en boca!
—Está bien, doctor.
—Quédese aquí con Pineda, que yo voy a ver a Kindelán.
298
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
299
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
300
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
301
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
que no tienen el mismo juicio elevado de los que allí se reúnen, y no faltará quien entienda
que, por mi amistad con usted, soy en ese punto demasiado débil y tolerante.
—Tiene usted toda la razón. Desde ahora le anuncio que la norma de mi tertulia será la
siguiente: hablemos de todo, menos de política.
—Gracias. Mucho me temo que el deseo de amenguar la significación e influencia de
usted, que indudablemente es la primera figura de la colonia, haya sido el motivo principal
de que el nombre de usted aparezca mezclado en esta denuncia por conspiración. No son
pocos los que dirigen contra usted sus tiros. Y aunque yo sigo teniendo confianza en usted,
debe usted proceder en lo sucesivo con mucha cautela.
302
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—¡Nobles y fieles dominicanos! –exclamó–. Aquí tenéis a vuestro capitán general y jefe
superior político, el señor brigadier don Pascual Real, a quien acabo de hacer entrega del
gobierno. Dentro de pocos días os diré adiós, con gran sentimiento de mi parte; pero me
consuela dejar el gobierno en manos de quien, como el brigadier Real, sabrá dirigir acer-
tadamente vuestros destinos. En él tenéis un celoso guardián del orden y de las libertades
que garantiza nuestra Constitución.
Se oyó un “¡Viva el general Kindelán!”, que fue coreado con entusiasmo por la muche-
dumbre.
El brigadier Real dio un paso adelante, cuadrándose militarmente.
—¡Pueblo de Santo Domingo! –dijo–. Al hacerme cargo de esta capitanía general sólo
deseo seguir el ejemplo de mi digno antecesor, que deja entre vosotros tan gratos recuerdos.
Seré, como él acaba de decir, celoso guardián del orden y de la libertad. Sé que llego en
momentos difíciles; sé que ha habido recientemente dos conspiraciones…
Kindelán no pudo evitar un gesto de contrariedad.
—…Pero yo os aseguro que si bien los dominicanos fieles a España encontrarán en mí,
no un superior, sino un amigo, seré inflexible con los que intenten traicionarla. ¡Viva el Rey!
¡Viva la Constitución! ¡Viva el pueblo dominicano!
Se oyeron algunos aplausos al ser coreados los vivas; los brigadieres Kindelán y Real,
seguidos por el teniente de milicias don Silvestre de Aybar, –que desempeñaba las funcio-
nes de alcalde primero– por la corporación municipal en pleno y por otras autoridades, se
dirigieron al palacio de gobierno; y el público se desparramó, formando corrillos en la plaza
y en las esquinas próximas.
—Llegamos a tiempo para oír a este buen señor decir unas cuantas tonterías, –decía
Pedro a Lico Andújar.
—Más que tonterías, palabras inconvenientes que demuestran su poca habilidad. ¿A
qué hablar de conspiraciones, y nada menos que de dos…?
—Seguramente le han dicho que hubo un movimiento preparado para el día de San José
y otro para el Jueves Santo… Debe haber hablado ya con Granados y con De Ita.
—Pero de este último conato sólo se ha hablado muy reservadamente en las esferas
oficiales…
—Lo que se ha dicho es que el movimiento del diecinueve de marzo se había pos-
puesto para Semana Santa. Ya sabes el trabajo que ha tenido papá para poner en claro
este asunto…
—La verdad es que los coroneles Granados y De Ita han quedado disgustados hasta con
el mismo Kindelán. Y al capitán Manuel Martínez le salió la criada respondona…
—¡Como que con papá puede jugarse! El hombre se vio acusado por calumnia y tuvo
que cantar la palinodia.
—Al principio estuvo muy atrevido. ¿Te acuerdas de aquel día en que, con la mayor
frescura, dijo en pleno juzgado que don José era un insurgente?
—Y papá le dijo que para emplear con propiedad esa palabra había que conocer el dic-
cionario, pero que de todos modos bien pronto sabría lo que él era.
—¿Has de creer que un grupo de estudiantes le mandó un diccionario de regalo al
capitán Martínez?
—Me lo dijeron ayer. Y ahora la broma que gasta mucha gente es plantear este proble-
ma: ¿por qué página del diccionario anda ya el capitán? Los interrogados se ponen a sacar
303
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
cuentas y concluyen: a tantas páginas por día, anda ya por la D. La mejor solución parece
haber sido ésta: “¡empezó por la I, y no ha llegado ni a insurgente!”
—Tiene gracia. Dicen también que Kindelán le echó un regaño y hasta le dio a entender que
tenía sospechas de que, si algo hubo, el propio Martínez andaba metido en el cuento…
—Eso sí que no lo creo.
—¡Quién sabe! A mí me parece que anduvo en eso y después se arrepintió.
—¡Qué va! Si así fuera, habría contado una partida de cosas.
—¡Cállate! Pueden oírnos…
—Es verdad. Hablemos de otra cosa.
—¿Viste cómo Monteverde nos guiñó el ojo cuando pasó con el Cabildo, detrás de los
gobernadores?
—Con ese guiño de ojo el señor síndico primero parecía decirnos: ¿qué les parece este
chisgarabís del gobernador?
—Con tal y que no quiera dejar sin efecto lo que Monteverde, apoyado por Del Monte,
ha hecho con los conventos…
—¡Que se atreva! Ya ese asunto está terminado y el expediente se mandó a España.
Cerrados y bien cerrados están los conventos de esta ciudad, por no tener el número de
religiosos profesos exigido por decreto de las Cortes, y adjudicados han sido a la hacienda
pública sus bienes temporales.
—Monteverde ha resultado un gallito de pelea. Aunque resuelto por las Cortes, el asunto
era espinoso. ¿Viste cómo le impidió el viaje al prior Pérez Jácome hasta que no rindiera
sus cuentas?
—Como que se dice que don José, que nunca ha tenido grandes simpatías por la gente
de sotana, lo aconsejaba…
—Puede ser, porque papá fue su maestro; pero Monteverde no necesita que lo empujen…
Se dispara solo. ¿Vamos andando?
—¿A dónde?
—Ven a casa a cenar, que no será la primera vez.
—Ni la última.
—Después nos iremos a casa de doña Jacinta.
—Para eso no cuentes conmigo.
—¡Anda! No quieres ver a tu prima Águeda embelesada con el palique de Fello
Acevedo.
—No hables de eso, que la herida está muy fresca.
—¿Ahora vienes con tortas y pan pintado? De los dos primos, a alguno había de preferir
ella. De sobra te consuelas tú con pasar diez veces al día por la calle del Comercio.
—¡Mira, Pedro!
—No hay “mira” que valga. Lo que te aseguro es que un día te pasará lo que a don
Tomás Ramírez.
—¿Por qué dices eso?
—No sé. A mí nadie me quita de la cabeza que la bella Marie-Louise tiene que ver con
esa desgracia.
—El asunto ha quedado en el misterio.
—Por eso mismo sigo con mi tema. Ya recordarás que el pobre zapatero Lucas Coronado,
que se volvió loco porque lo prendieron esa noche…
304
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—Sí, resultó inocente. Se probó que había habido una confusión, pues en el momento en
que nosotros veíamos tendido a don Tomás en el suelo, Lucas Coronado tenía un pleito en la
esquina con un soldado del batallón fijo y sacaba una herramienta de su oficio para matarlo.
—Y la gente, al verlo con ese hierro en la mano, creyó que era el que había muerto a don
Tomás, que era su padrino. Todo eso facilitó la fuga del verdadero asesino, que por lo visto
desapareció en la confusión. Seguramente era otro enamorado de Marie-Louise… ¡Quién
sabe si algo más que enamorado!
—No seas mal pensado. Bastante tiene esa pobre mujer con ser la esclava de un viejo
celoso como monsieur Nicolás.
—Quizás algún día se aclare el misterio. En fin, aceleremos el paso, que se hace tarde.
Al llegar a la casa encontraron a don José en la antesala.
—¡Vaya! ¡Ya están ustedes aquí! –dijo al verlos–. Los divisé en la plaza cuando salía
del Cabildo, y mucho han tardado en hacer un trayecto tan corto. Pasemos al comedor,
que Juana y los muchachos nos esperan. Antes quiero hacerles una recomendación: sean
en lo sucesivo muy prudentes en lo que hablen. Ya no es hora de palabras sino de hechos.
Res, non verba. ¿Me entienden? El día veintidós se va Kindelán en la barca Nuestra Señora
del Carmen. Quedaremos bajo la férula de un badulaque que no sabe dónde le aprieta el
zapato. Parece que no tiene pizca de meollo. Con lo que ha dicho hoy al salir del Cabildo
me basta para comprender que de tontería en tontería y de error en error, provocará el
desencanto general. Ya no puede tardar mucho el momento en que tengamos que des-
lindar los campos. Mucho sigilo, pues; que cualquier frase indiscreta puede dar lugar a
que este militarzuelo, ridículamente envanecido por acciones de guerra en las que no ha
hecho el mejor papel, pretenda lucirse con alguno de los que ya están considerados como
sospechosos después de las dos famosas conspiraciones a que hizo alusión, y aproveche
cualquier ocasión para demostrar su amor al orden, su carácter inflexible, su energía… y
otras zarandajas por el estilo.
XII. ¡Carabobo!
—Ya saben ustedes el motivo de esta reunión –decía don José a los amigos que se
agrupaban esa noche junto a él–. Los he convocado porque creo que es necesario pasar del
pensamiento a la acción. Sólo cinco meses han transcurrido desde que el brigadier Real se
hizo cargo del gobierno, y ya el descontento público es grande. No es malvado, antes bien lo
tengo por un caballero, pero es torpe. Siempre conté con los errores de gobernantes así para
preparar el ánimo público en favor de la independencia. Si a este estado de cosas sumamos
las noticias, ya confirmadas, que llegan de la América del Sur, forzoso es convencerse de que
no es hora de dudas ni de vacilaciones. La victoria de Bolívar en Carabobo es el golpe deci-
sivo que esperábamos hace tiempo. La libertad americana es ya un hecho. España intentará
luchar todavía, pero no podrá evitar lo inevitable. Nosotros, los dominicanos, no podemos
quedarnos rezagados en el camino de la libertad. Debemos romper con España, constituir
el Estado Libre de Haití Español y aliarnos a Colombia. Los he reunido para ponernos de
acuerdo sobre el modo de realizar ese propósito. Lisa y llanamente, he ahí mi pensamiento.
Espero ahora que todos y cada uno expongan el suyo con lealtad y franqueza.
Hubo un momento de silencio que rompió al cabo la voz mesurada de José Joaquín del
Monte:
305
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
—Ya usted sabe, doctor, que pienso del mismo modo y que mi resolución está tomada.
Pero yo soy hombre de leyes. Creo que conviene oír ante todo la opinión de los hombres de
armas. Aquí está Manuel Carbajal, aquí está Pablo Alí. Invito en primer término a Carbajal
para que haga uso de la palabra.
—Estoy conforme con lo que ha dicho don José. Cuenten conmigo.
—Bueno, pero ¿qué plan le parece más hacedero para el triunfo de nuestra causa?
—Don José lo conoce. A él le parece bien. Habrá que dar el golpe en la Capital al mismo
tiempo que en algunas provincias, si no en todas. El golpe que se dé en la Capital, si conta-
mos con Pablo Alí, no puede fracasar. El gobierno cuenta con el batallón veterano, donde
sólo hay sesenta plazas. En cambio, casi todas las milicias siguen a Pablo Alí. Con la gente
de Pablo Alí nos basta para ganar. Otros amigos pueden encargarse del este y del Cibao.
Yo respondo del sur. De allí vengo. Allí he organizado la resistencia frente a las amenazas
haitianas. Conozco bien cómo están los ánimos y sé con qué gente cuento. Puedo venir sobre
la Capital con más de dos mil hombres.
—De suerte que si no diere resultado el golpe de la Capital, podríamos salir de aquí a
reunirnos con usted y volver a tomarla.
—¡Y la tomamos!
—¿Qué dice a todo esto Pablo Alí?
—Bueno… Yo no sé… todavía…
—¿Cómo es eso, Alí? –interrumpió don José– ¿Ayer no quedamos en que…?
—Sí, doctor, pero estas cosas hay que pensarlas. Si por mí fuera, ahoritica mismo estaba
todo arreglado; pero…
—¿Pero qué? ¿No está usted seguro de su gente?
—Usted lo ha dicho. Las milicias que yo mando son de gente de color, como yo. Todos
están contando con que nos mandarán la carta de ciudadanía que hemos pedido a España.
Dicen también que nos van a subir la paga…
—Más ganarán todos con la república. Pero además, Alí, no esperen ahora ni nunca esa
carta de ciudadanía.
—El gobernador asegura…
—¡Qué gobernador ni gobernador! ¿Recuerda usted la proclama de Kindelán el año
pasado, poco después de jurada la Constitución?
—Ya lo creo.
—Decía esa proclama que los hombres libres y los libertos, sean pardos, sean morenos, son
españoles, pero no ciudadanos; y que no debía darse una torcida inteligencia a los derechos
de libertad e igualdad, porque la igualdad sólo existía para la aplicación de la ley.
—Sí que me acuerdo, doctor. Y mucho que nos disgustó.
—Pues si eso decía Kindelán, que era otro hombre, calcule usted lo que pensará el don Pas-
cual que nos gastamos hoy y que no tiene asomo de sindéresis. Piensen además que las Cortes
no se ocuparán del asunto porque las cosas de acá no les interesan, y en cambio les preocupan
mucho las de allá. De España no esperen ustedes nada. De la república espérenlo todo.
—Hasta la libertad de los esclavos llegaremos, –agregó Del Monte–. Sé que hay algunos
que no ven la necesidad ni la urgencia de esa medida, y dicen que los pocos esclavos que aún
quedan aquí viven sujetos a una tutela casi patriarcal, pero en una república no debe haber
siervos, y en cuanto logremos que la independencia sea un hecho declararemos abolida la
esclavitud.
306
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
307
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
—Si nadie opina lo contrario, queda señalada la fecha del veinticuatro de diciembre,
–dijo don José–. Y ahora, señores, a trabajar. Carbajal y Mancebo deben ir a preparar el sur;
Juan Ruiz, el este; Martínez Valdés debe partir con Leonardo Pichardo para el Cibao. Antes
de un mes debo tener informes precisos de que el plan podrá cumplirse al pie de la letra.
Salvo algún caso de imperiosa necesidad, los miembros de la diputación provincial deben
estar en la Capital el día del golpe, porque con ellos constituiremos la junta de gobierno. Yo
quedaré al habla con Alí y con los demás militares que me han prometido su ayuda. Es cosa
entendida que todos los presentes formamos desde hoy la Junta Superior Revolucionaria, pero
para ponernos a cubierto de cualquier sospecha no debemos volver a reunirnos en tan gran
número. Propongo que Pineda, Del Monte y yo, que por otros motivos tenemos que vernos
casi a diario, quedemos constituidos en comisión ejecutiva de la junta, y que los demás se
entrevisten con cualquiera de nosotros tres para trasmitir informes o recibir instrucciones.
Hubo unánime asentimiento.
—En ese caso, demos por terminada la reunión.
—Una última palabra, –dijo Carbajal–. Por cualquier circunstancia pudiera suceder que
a alguno de nosotros, sobre todo a los que vamos a salir de la Capital, nos sea imposible ver
a ninguno de los tres comisionados y tengamos que valernos de una persona de confianza.
Necesitamos un santo y seña para que nadie dude de esa persona.
—Tiene razón el viejo veterano, –dijo don José–. El santo y seña debe ser una palabra
que se grabe fácilmente en la memoria, y hay una que ninguno de nosotros podrá olvidar.
—¿Cuál?
—¡Carabobo!
308
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—Más que preparado, doctor. Cuando salí había mucha gente en el monte. A estas horas
ya los nuestros deben haberse adueñado de Santiago.
—¿Y de Puerto Plata qué sabe usted?
—Poco. Esa zona ha resultado un poco difícil.
—Yo me he puesto en comunicación con José María de Rojas, que como usted sabe me
debe el puesto de administrador de la aduana…
—No me gusta Rojas. Lo conozco desde hace tiempo. Es hombre capaz de…
—Tengo confianza en él. Si puede hacer algo, lo hará. Dígame algo más de Santiago. No
me explico que allí se precipiten, como usted cree, llevado de su entusiasmo. La orden dada
era para esta noche, y no antes. Cualquier paso imprudente puede comprometerlo todo.
—Le repito que mucha gente se fue al monte y que es posible que hayan entrado ya en
la ciudad. No había más remedio. Estábamos denunciados y expuestos a que nos metieran
en la cárcel. Por suerte usted adelantó para hoy la fecha del movimiento. Supongo que sería
por una causa parecida.
—En efecto. Hace días me dijo Pablo Alí que el gobernador Real había recibido varias de-
nuncias. Por cierto que la más importante la hizo el padre Cruzado, y nos menciona a todos.
—¿Cómo podía saberlo el padre Cruzado? ¿Violaría algún secreto del confesionario?
—¡Quién sabe! Como a esto se agregaba la noticia de que Andrés Amarante se había
levantado en Beler y el gobierno estaba prevenido por la agitación que reinaba en Monte-
cristi y Dajabón, comprendí que no había tiempo qué perder. Era imposible ya esperar la
Nochebuena. Por fortuna, Real está confundido: ha creído que la agitación de las regiones
fronterizas se debe a los haitianos…
—Yo no sé qué decirle. No las tengo todas conmigo en cuanto al tal Amarante, como
tampoco en cuanto a Diego Polanco en Montecristi. Parece gente inclinada en favor de los
haitianos. Amarante es medio loco: una vez concibió el proyecto descabellado de fundar una
republiquita en el norte de la isla, y creía que para esa empresa sería muy valioso el concurso
de un tal Aury, corsario que más de una vez recaló en la bahía de Manzanillo, todo porque
Aury enarbolaba la bandera de Buenos Aires. Después Amarante se sumó a los conspirado-
res del Cibao en favor de nuestro plan; pero celebró hará cosa de un año ciertas entrevistas
sospechosas con un comandante haitiano, Harrieux, y desde entonces me parece que anda
otra vez con ideas disparatadas. Lo cierto es que tanto él como Polanco izaron la bandera de
Haití, aunque al llegar a la frontera las fuerzas que mandó Aybar la arriaron otra vez.
—Sea como sea, Real ha concentrado su atención del lado de Haití. Envió al presidente
Boyer un emisario, que no era otro que el capitán Pascualito Real, el sobrino de su tío…
—Eso supimos allá. Boyer anuncia el envío de una especie de embajada militar, que
según dicen será portadora de un mensaje de paz y amistad.
—Para ventaja nuestra.
—¿Por qué?
—Porque los enviados de Boyer se encontrarán al llegar con el cambio de situación y
podremos utilizarlos para que lleven a Boyer un mensaje nuestro invitándolo a la concordia
y a la más estrecha armonía entre los dos Estados que desde mañana compartirán el dominio
de la isla. Con ellos enviaremos también una copia de la declaratoria de independencia del
pueblo dominicano. Estoy acabando de corregirla.
—¡Ah! ¿Esas son las cuartillas que con tanta atención leía usted a mi llegada?
—Las mismas. Aquí las tiene usted. Voy a leérselas.
309
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
310
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
311
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
—¿Consiguió el perdón?
—Bárbara contestó que como buena cristiana no podía negárselo. Pero… oigo pasos en
la escalera…¡Ahí! ¡Son Pedro y Lico que llegan! ¡Qué es esto! Vienen chorreando agua…
—Ya hemos cumplido parte de nuestro encargo –dijo Pedro–. Las cajas están abajo, en
el cuarto grande que da al patio. Un viaje más, y terminamos.
—Si sólo falta un viaje más, esperen al anochecer. Y sigan jugando San Andrés: que se
les vea entusiasmados en esa diversión y que todo el mundo lo comente.
—Ya se ha comentado, papá. Como usted siempre ha sido opuesto a esa diversión y
quiso suprimirla cuando fue gobernador…
—Ahora dirán que el ex gobernador ha capitulado ante la voluntad de su hijo. ¡Tanto
mejor! Váyanse, pues, y vuelvan a la hora de la cena.
—Antes quiero hacerle una pregunta, papá.
—Hazla.
—¿Puedo traer esta noche a Fello Acevedo, el primo de Lico?
—¿Sabe algo?
—Algo ha oído de lo que se ha dicho en estos días y nos ha pedido que si llega el mo-
mento le avisemos. Hoy nos lo volvió a repetir.
—¿Así es que Lico y él han hecho las paces?
—Nunca estuvimos peleados, doctor, –declaró Andújar–. Tuvimos alguna que otra
discusión, como sucedió la noche del baile de doña Jacinta, por causa de Águeda. Los dos
la pretendíamos, pero puesto que Águeda lo ha preferido a él…
—Eso es ponerse en razón, muchacho. Mucho vale Águeda, pero tienes la vida por delante
y quién sabe lo que el porvenir te reserva. Volviendo a lo que proponía Pedro, nada tengo que
objetar. Fello es de buena casta dominicana. Conviene, eso sí, evitar indiscreciones. No le digan
que el golpe es esta noche, pero invítenlo a venir temprano para que hable conmigo. Si después
que conversemos está dispuesto a todo, nos acompañará. No hace falta uno más ni importa
uno menos, pero no se debe negar a quien invoca su patriotismo la oportunidad de ponerlo a
prueba.
—Él dice que con usted irá a donde sea necesario. –apuntó Pedro.
—Como que a don José debe en gran parte que tío Andrés no se oponga a sus amores
con Águeda… –agregó Lico.
—¡Cuidado, Lico! –dijo don José–. ¡Quieres quitar importancia al patriotismo de Fello,
atribuyéndolo a interesada gratitud! Creo que él sólo desea cumplir a conciencia su deber
de dominicano. Ahora vayan a cumplir ustedes con el suyo. Y usted, Martínez Valdés, qué-
dese aquí de una vez, y cenará conmigo. Así no lo verán en la calle y quizás evite usted otro
carcelazo como el del diecinueve de marzo…
312
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
Hízolo con voz pausada. Oídos, al terminar, algunos votos de aprobación, declaró:
—Debemos dejar constituida la Junta Provisional de Gobierno que asuma la dirección de
los asuntos públicos en cuanto esté proclamada la independencia, es decir, dentro de pocas
horas. Los miembros de esa junta firmarán de una vez este manifiesto.
—Opino –dijo Pineda– que la junta, presidida por el doctor Núñez de Cáceres, en su
carácter de gobernador político y Presidente del Estado Libre de Haití Español, debe quedar
formada, como antes convinimos, por los miembros del cuerpo legislativo existente, esto es,
de la diputación provincial, que en su totalidad apoya el movimiento, a saber: Juan Vicente
Moscoso, por el partido de la Capital, que antes tuve la honra de representar; Antonio Martí-
nez de Valdés, por el primero del norte, que antes había representado el suplente José Basora,
por no haber concurrido el electo, Francisco Mariano de la Mota; Juan Ruiz, por el del este y
Vicente Mancebo por el del sur. Para la secretaría de la junta propongo a Manuel López de
Umeres, que ha desempeñado hasta hoy el cargo de secretario del gobierno político…
—Hay que agregar, como miembro de la junta, a Manuel Carbajal, a quien de una vez
propongo para el cargo de capitán general y jefe del ejército –indicó don José.
—Desde luego. ¿Se aprueba, pues, la constitución de la Junta de Gobierno en esa forma;
esto es, el doctor Núñez de Cáceres como Presidente del Estado; el coronel Carbajal como
capitán general; los diputados provinciales como miembros natos de ella y Manuel López
de Umeres como secretario?
Un apagado murmullo fue la señal de aprobación unánime.
—Estamparé mi firma como Presidente –dijo don José– y dejaremos un espacio libre para
la de Carbajal, que firmará mañana en cuanto llegue del sur. Invito a los demás miembros
de la junta para que firmen a su vez.
—¡Qué hermoso es todo esto! –decía por lo bajo Lico Andújar a su primo Fello.
—¡De lo que me hubiera perdido si no me avisan! –contestó Acevedo.
—Ya tenemos patria propia –murmuró Simón de Portes.
Cuando todos los diputados provinciales hubieron estampado sus firmas, don José
inquirió:
—¿Dónde está José María González?
—Presente –dijo González.
—Hágase cargo de esto. A usted como director de la imprenta del gobierno, que desde
hoy será la de la Presidencia del Estado Independiente de la Parte Española de Haití –no
olvide estamparlo así al pie– le toca dedicar el resto de la noche a componer por su propia
mano la declaratoria de independencia, de modo que mañana a primera hora esté impresa.
Sé que usted preferiría compartir nuestra suerte, pero cada uno tiene su puesto señalado, y
el de usted es el que le indico.
—¿En ese caso debo retirarme ahora mismo? –preguntó González tomando los papeles
que don José le tendía.
—Sí, ahora mismo.
—Ahora mismo no puede ser –dijo doña Juana entrando– porque voy a mandarles café,
que bien lo necesitan. Antes entregaré a mi hijo Pedro la bandera que hice yo misma para
ser izada en la fortaleza. ¿Quieren verla?
—¡Ya lo creo! –afirmaron varias voces.
Doña Juana, con la ayuda de Pedro, desplegó la bandera y todos se pusieron de pie al
contemplarla. Eran las tres franjas horizontales de Colombia: oro arriba, azul al medio, rojo
313
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
en la parte inferior, y al centro cinco estrellas que correspondían a los cinco departamentos
en que se dividía el territorio dominicano.
—¡Bendita sea la mano que bordó nuestra enseña! –dijo Arredondo.
—Gracias, –contestó doña Juana. Me voy ya. Como no he de verlos después, porque sé
que las mujeres sobramos en estos casos, les deseo buena suerte y que Dios los acompañe
para bien de la patria. Y a mis hijos Pedro y José, que cumplan como buenos y sigan siempre
el ejemplo de su padre.
—¡Admirable sencillez espartana! –exclamó Del Monte.
—Tomemos el café –dijo don José– y bajemos después a buscar nuestras armas, que
esa preparación tomará tiempo y hace ya rato que es pasada la medianoche. Advierto que,
aunque hay aquí hombres de experiencia militar, como Juan Ruiz y Vicente Mancebo, asumo
la jefatura del grupo, ya que ese grupo se compone de hombres civiles, entre los cuales no
faltan abogados, médicos, profesores y estudiantes.
XV. La independencia
Faltaban pocos minutos para las dos de la mañana cuando Mamerto abrió el amplio
portón y el grupo dispuso a emprender la marcha.
—Llegaremos a la entrada de la Fuerza a la hora exacta –dijo don José en el momento de
partir. Son sólo cinco manzanas. Tomemos el centro de la calle para que nuestras pisadas se
apaguen en la arena,. ¡Y cuidado con disparar un tiro! Si por casualidad encontramos algún
rezagado guardián de orden hay que proceder con habilidad para apresarlo sin ruido.
—Muy clara está la noche, –observó Martínez de Valdés. No es la mejor para este
negocio.
El grupo avanzó, dobló por la calle de Plateros, cruzó después la Plaza de Armas y a
poco andar se encontraban a corta distancia de la entrada de la fortaleza.
—¡Alto! ¿Quién vive? –gritó el centinela.
—¡Carabobo! –contestó don José.
—¡Avancen! –dijo el centinela presentando el arma.
El grupo penetró en el patio de la fortaleza, donde el teniente Mariano de Mendoza tenía
la tropa formada. Junto a él estaban los tenientes Patricio Rodríguez y Manuel Machado.
—Todo está listo –declaró Mendoza cuadrándose ante don José–. La fortaleza es nuestra.
—¿Y los oficiales españoles?
—Hace un rato fueron reducidos a prisión. Apenas hubo lucha. El teniente Rodríguez
acaba de ocupar el arsenal con el sargento Alejandro Evangelista, que ha quedado allí al
frente de la guardia que lo custodia. Hay cerca de mil fusiles con suficientes municiones. He
sacado estas dos piezas de artillería para defender la entrada en caso necesario.
—Muy bien –dijo don José–. Teniente Mendoza, la república otorga a usted el grado de
coronel, y desde este momento queda usted nombrado comandante de armas de la plaza.
—¡Viva el coronel Mendoza! –gritó una voz en la tropa.
—¡Silencio! –ordenó Mendoza–. Es hora de lucha y no de regocijos. Gracias y a sus
órdenes, señor Presidente.
—Coronel Mendoza –agregó don José– despache inmediatamente un piquete que se
traslade a la casa del gobernador para prenderlo y conducirlo hasta aquí con toda clase de
miramientos.
314
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—Sus órdenes serán cumplidas, señor Presidente. Los tenientes Rodríguez y Machado
irán con sus respectivos destacamentos de caballería e infantería a ejecutarlas.
A poco de haber salido Rodríguez y Machado con sus tropas, se oyó un tiro a alguna
distancia.
—¡Un tiro! –exclamó don José–. A tiempo hemos mandado a prender al gobernador.
Valdría la pena encontrarlo desprevenido, para evitar así una resistencia inútil. ¿Otro tiro?
—Así es –dijo Mendoza–. Parece del lado de San Diego… ¡Oiga! Otro más.
Todos pusieron el oído atento.
—¡Y otro!… ¡Y otro!…
Reinó después absoluto silencio.
—Buena señal –dijo Juan Ruiz–. Parece que todo ha terminado. Y como nada se ha oído
del lado del Conde, ni del de San José, ni de ninguna otra parte, hay que entender que la
operación se ha realizado sin dificultad.
—Así lo creo, –indicó don José.
Se oyó el ¡quién vive! del centinela.
—¡Carabobo! –fue la respuesta.
Era el cabo José Cuñetelis que conducía bajo custodia al capitán Galo.
—Presidente, –dijo el cabo saludando militarmente a don José– La Puerta del Conde
está tomada. Me han encargado de traer preso al jefe de aquel puesto.
—Puede entregarlo al coronel Mariano de Mendoza. Espero que mañana podremos
dar libertad bajo palabra a los oficiales que esta noche nos vemos en la necesidad de poner
a buen recaudo.
—Cabo Cuñetelis, conduzca al detenido –ordenó Mendoza–. Hágale entrega al sargento
de guardia.
—¡Ahí viene Pablo Alí! –gritó Martínez de Valdés, que se había situado cerca de la puerta.
Hizo su entrada Pablo Alí, acompañado por alguna gente, y se dirigió hacia don José, a
quien abrazó fuertemente, gritando:
—¡Viva la independencia!
—Bravo, Pablo. Empezaba a inquietarme al no saber de usted.
—Todo ha salido bien. Traigo preso al sargento Anselmo García, que quiso hacer resisten-
cia en el fuerte de San José. Hace rato me avisaron que la Puerta del Conde estaba tomada.
Los demás puestos también, aunque nada sé de la Puerta de San Diego. Oí tiros por ese
lado. ¿No ha venido nadie de allí?
—Todavía. Esperamos el regreso de la tropa que fue a prender al gobernador. Pero…
¿no oye usted? ¿Es la tropa que llega?
—No –dijo Martínez de Valdés, que no cesaba de ir y venir de la entrada–. Es el cadete
Manuel Caballero que viene con su gente.
—Ese viene de San Diego –indicó Alí–. ¡Que avance a informar al Presidente!
Se acercó a poco un joven alto, fornido, imberbe aún.
—Señor Presidente –dijo, cuadrándose–. La Puerta de San Diego está tomada. El sargento
Diego Quero hizo resistencia y hubo que someterlo por la fuerza. Lo hice prisionero y acabo
de entregarlo al sargento de guardia.
—Oímos algunos tiros por ese lado. ¿No hubo ninguna baja?
—El soldado Camilo Pérez, del batallón fijo, recibió una herida leve. También lo he traído
y en este momento van a hacerle la cura.
315
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
316
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
317
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
—Y al fin vino…
—Eso es. Para llegar a esa solución era preferible venir desde el primer momento. Y
ahora, Manuel, venga conmigo. No he tenido desde anoche un solo momento de descanso,
no he pegado los ojos ni un minuto, pero antes de retirarme a casa quiero que usted me
acompañe a la fortaleza para conducir personalmente al brigadier Real a su domicilio, que
le señalaremos como cárcel hasta el día en que pueda embarcarse para el extranjero.
Cruzaron la Plaza de Armas, rebosante de público, y en breves instantes llegaron a la
fortaleza. En obediencia a las órdenes de don José, dos oficiales condujeron a su presencia
al brigadier Real.
—Brigadier Real –dijo don José– deploro que la fuerza de las circunstancias nos obligara a
darle anoche tan ingrato hospedaje. En unión del coronel Carbajal y de estos señores oficiales
voy a conducirlo a su morada habitual, al lado de su familia, donde usted permanecerá bajo
custodia hasta que pueda regresar a su país. Si tiene usted alguna queja en relación con el
tratamiento que ha recibido, le ruego que la exponga con toda franqueza.
—De nada tengo que quejarme. Se me ha tratado con toda clase de consideraciones.
—Así lo esperaba, y me alegro de que usted me lo confirme. ¿Nos vamos ya?
—Cuando usted guste.
—Y ahora –agregó don José al romper la marcha– déjeme decirle que lamento no haber
tenido oportunidad de conversar con usted y cambiar ideas, como lo hacía a menudo con su
digno antecesor el gobernador Kindelán. El que usted sea español de España y yo español
de América no debe ser una barrera que nos impida hablar con franqueza de las cuestiones
que nos atañen. Usted irá dentro de poco a España y cumplirá con el deber de informar lo
que aquí ha ocurrido. Deseo que conozca usted nuestros puntos de vista. ¿Puedo hablarle
con mi sinceridad habitual sin que vea usted en ello el menor intento de lastimar sus con-
vicciones y sentimientos en un momento como este?
—Lo escucho con el mayor interés.
—Pues bien: es preciso que el gobierno de España comprenda que la independencia de Amé-
rica es en todas partes un suceso determinado por el orden natural de las cosas humanas, que
podrá ser detenido o acelerado según las causas particulares que concurran a su desarrollo…
—Ya sé que hace años viene usted pregonando esas ideas, y que Kindelán tuvo la de-
bilidad de tolerarlo y aumentar con su amistad y su confianza personal el ascendiente de
usted en el país. ¿Por qué cree usted que la independencia de América es un suceso natural
e inevitable?
—Porque España, a la distancia en que se encuentra, y sumida como está en conflictos
de diversa índole, no puede atendernos ni entendernos. Vea usted. La colonia que usted
gobernó hasta ayer, ha estado amenazada de ser invadida, ya por Haití, ya por los enemi-
gos de España que codician este territorio. ¿Qué providencias ha adoptado España para
protegernos? Valemos tan poco para ella que por toda defensa nos mandó unos cuantos
soldados y mil y pico de fusiles.
—Es verdad, doctor. Pero ahora, sin España ¿cómo se defenderán ustedes?
—Del mismo modo que nos habríamos defendido cuando España gobernaba aquí: por
nuestra cuenta. ¿No echamos de aquí a los franceses después que la propia España les en-
tregó la isla? Hemos visto, de manera bien clara, que el gobierno que teníamos no llenaba
sus fines ni cumplía sus obligaciones para con nosotros. Lo hemos sustituido por otro que
responde al querer y a la voluntad del pueblo.
318
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—No niego que, en parte, alguna razón tienen ustedes para estar quejosos; pero ¿qué
pueblo no tiene quejas de su propio gobierno? Si España ha cometido errores, ustedes al
separarse de España han incurrido en un error más grave que todos los de España juntos.
Sinceramente desearía equivocarme, porque ustedes, quiéranlo o no, son españoles, pero
creo que ese error tendrá consecuencias funestas.
—Comprendo, brigadier Real, que no podemos ponernos de acuerdo; pero le agradezco
que haya oído con atención mis razones y me haya dado a conocer las suyas. Hemos llegado
ya. Queda usted en su casa. Ruégole que presente mis respetos a doña Anastasia.
—Gracias, doctor.
—Un cabo y cuatro números están aquí para custodiarlo, fíjese bien, no para vigilarlo.
Ningún español ha sufrido el menor agravio, por lo que me siento orgulloso de mi pueblo;
pero me dolería muy mucho que algún individuo obcecado o temerario, que nunca falta,
olvidase las reglas de civilidad que a todos nos obligan para con usted y su familia. La
fuerza pública queda aquí encargada de evitar cualquier contratiempo de esa naturaleza.
Adiós, don Pascual.
—Adiós, doctor, y gracias otra vez. Ahora soy yo el que le dice que lamenta no haber
tenido oportunidad de conversar a menudo con usted.
319
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
320
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—Así es. Venían en ella varios emigrados españoles de Venezuela, que la tomaron en Cura-
zao, y al enterarse de lo que aquí había pasado pidieron al capitán que siguiera para Puerto Rico;
pero don José tuvo tiempo de mandar a bordo un oficio para el gobernador de aquella isla.
—¿Qué le decía?
—Como Aróstegui es cubano, nuestro presidente lo invitaba a seguir el ejemplo de los
dominicanos y a proclamar la independencia de Puerto Rico.
—¿De ahí la rabieta de Aróstegui?
—¡Como que el papel ese le quemaba las manos!
Otros discutían sobre los cambios que se anunciaban en el personal gubernativo.
—¿Sabes que el día tres de enero tendremos nueva Junta de Gobierno?
—Ya lo había oído decir. Se van Moscoso, Arredondo, Mancebo y Ruiz.
—Eso es. El día primero termina su mandato como diputados provinciales. Vendrán a
reemplazarlos los diputados que ya estaban elegidos desde el doce de marzo para susti-
tuirlos al entrar el año.
—¿Quiénes son?
—Juan Antonio Aybar, por el partido de la Capital; Jacinto López, por el del este; Pedro
Herrera, por el del sur; y Fernando Salcedo, por el segundo del norte.
—¿Y por el primero del norte?
—No le toca el turno de renovación. Seguirá Martínez Valdés.
—Oí decir que Mancebo iba como jefe militar al sur.
—Y Juan Ramírez al este.
—¿Y qué se sabe de Pineda?
—¿Qué ha de saberse? Nuestro flamante embajador apenas habrá llegado a Venezuela,
si tuvo la suerte de no esperar mucho en Curazao.
—Allí siempre hay ocasión para Venezuela.
—¡Ojalá! Hace falta que lleguen pronto buenas noticias de Pineda. No sé qué pensar de
los haitianos…
—Los comisionados que Boyer había mandado a hablar con el gobernador Real y llegaron
a Santo Domingo después de consumado el movimiento, parece que han visto con gusto lo que
aquí se ha hecho. El coronel Fremont, que era uno de ellos, estuvo aquí hasta el diecinueve y es
portador de un oficio del doctor Núñez de Cáceres invitando al gobierno de Haití a una alianza
de paz y amistad… Con Fremont se fue su compañero el capitán Viau. El único comisionado
que se ha quedado aquí es el coronel Papilleau, que está enfermo, y ha escrito una carta al
doctor Núñez de Cáceres dándole seguridades de que Haití se mostrará neutral.
—Sin embargo, han empezado a circular rumores que son para quitar el sueño a cual-
quiera. Se dice que Boyer, desde que llegó al poder, pensó en que toda la isla debía estar
bajo su mando. ¿Qué otra cosa querían decir aquellas propagandas de Desir Dalmací hace
dos años? Y ese mismo Papilleau, tan ladino, que habla el español como si fuera su idioma
¿no se habrá enfermado para quedarse aquí y hacer un trabajo de zapa en favor de una
invasión haitiana?
—Esa invasión sería un paso demasiado atrevido. Si Boyer acaricia esa idea, el coronel
Fremont habrá llegado a tiempo para explicarle la forma ordenada y seria de nuestro cambio
político y el deseo de nuestro gobierno de mantenerse en armonía con los haitianos.
—Lo que hará el coronel Fremont es decirle a Boyer que aquí estamos casi desarmados
y esto despertará aun más la ambición del presidente haitiano. No se atrevió a invadirnos
321
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
en tiempo de España, aunque sabía que apenas podíamos resistirle, porque temía entrar en
guerra con una nación fuerte.
—¿Crees tú que se atreverá a menospreciar el pabellón de Colombia? Su antecesor,
Petión, sentía gran admiración por Bolívar y le prestó ayuda. Y yo creo que casi todos los
haitianos piensan como Petión.
—Por eso te digo que hacen falta noticias de Pineda. Si contamos con el apoyo de Co-
lombia, Haití nos respetará. Si no…
—Vamos a la catedral, que allí viene el gobierno. Primero oiremos la misa, después viene
la jura de Constitución, y por último el Te Deum.
—Fíjate en la condecoración que lleva el coronel Carbajal en el pecho. Es la primera que
otorga la república. ¿Bonita, verdad?
—Corona de palma y laurel, bordada en color rojo sobre campo azul, y en el centro el
lema Patria, en amarillo. Los tres colores de la bandera…
—Es el premio a los soldados de la reconquista. Nunca lo recibieron de España y ahora
es la república la que se los concede…
—Parece un contrasentido. Sin embargo, eso indica que esto viene de aquello, como
nosotros procedemos de España.
Se echaron a vuelo las campanas, presentó armas la tropa, y la Junta de Gobierno, seguida
del pueblo, penetró en el templo.
322
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
meses que don José no debía continuar al frente del juzgado. No te extrañe que Núñez de
Cáceres, al saberlo, decidiera echarlo todo a rodar.
—Cualquiera diría que el mequetrefe de Pascual Real no quiso evitar la revolución, y le
dio paso. De sobra sabía él lo que se tramaba.
—Eso se dice, pero es absurdo. ¿Cómo iba el brigadier Real a hacer semejante papel?
—Sea como sea, la falta de decisión de Real favoreció los planes disparatados de don
José, cuya ambición nos ha perdido.
—Es verdad. Demasiado inteligente es don José para no haber previsto que Haití nos
invadiría en cuanto nos faltara el apoyo de España.
—¿Pero será posible que Boyer se atreva a invadirnos aunque de por medio esté
Colombia?
—¡Qué Colombia ni Colombia! ¡A Boyer le importa eso tres pitos!
—Sin embargo, hay quien lo aconseje de otro modo. Un individuo que llegó ayer de
Haití asegura que Boyer consultó el asunto con el general Guy-Joseph Bonnet, y que Bonnet
le ha aconsejado que mantenga buena amistad con los dominicanos, pero que no se mezcle
en nuestros asuntos ni pretenda dominarnos por la fuerza.
—¿Y cómo se ha sabido eso?
—De algún modo se saben las cosas. Yo no lo dudo.
—¡Ojalá sea verdad!
—Siempre que Boyer haga caso a Bonnet…
d
Mientras tanto don José, consciente de los peligros que amenazaban la nacionalidad recién
nacida, se consumía de desesperación y de impaciencia. Sin esperar respuesta de Boyer a la
carta que mandó con el coronel Fremont, había vuelto a escribirle, deseoso de determinar
cuanto antes el orden de relaciones que debía regir entre los dos Estados. Pasaban los días y
tampoco llegaba la respuesta a esta segunda carta. Algunos pueblos del norte habían enar-
bolado el pabellón haitiano. Ya mediado enero recibió informes de que el ejército de Haití
se preparaba a avanzar hacia la frontera.
Al fin llegó la contestación de Boyer. El coronel Papilleau fue a entregarla personalmente
a Núñez de Cáceres. Después de leerla y de oír el informe verbal que le dio Papilleau, don
José quedó anonadado. Clara y terminante era la epístola del presidente de Haití: la isla
debía ser, políticamente, una e indivisible, tal como lo consignaba la Constitución haitiana;
la razón y el espíritu de conservación imponían esta necesidad a los habitantes de toda la
isla, y ya los vecinos de la zona fronteriza y de algunas poblaciones del norte se habían
adelantado a proclamarlo así.
“Voy a visitar toda la parte del este, –agregaba–, con fuerzas imponentes, no como
conquistador (ni quiera Dios que este título se acerque jamás a mi pensamiento), sino como
pacificador y conciliador de todos los intereses en armonía con las leyes del Estado. No es-
pero encontrar en todas partes sino hermanos, amigos, hijos que abrazar. No hay obstáculo
que sea capaz de detenerme, y cada uno puede estar tranquilo en cuanto a su seguridad
personal y la de sus propiedades. En cuanto a vos, ciudadano, que creo estáis animado, como
me lo significáis, del solo interés de la patria, abrid vuestro corazón al gozo y a la confianza,
porque la independencia de Haití será indestructible por la fusión de todos los corazones.
Os aseguraréis los derechos de mi estimación y conservaréis títulos preciosos para con todos
323
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
324
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—Hace un año, –dijo el anciano con voz apagada y trémula–, me ordenó el gobernador
Kindelán que organizara la frontera sur para un caso de invasión. Mi encargo era conte-
ner el avance de las tropas haitianas por medio de guerrillas para obligarlas a avanzar
despacio. De ese modo podíamos ganar tiempo para que llegaran refuerzos de Puerto
Rico y Cuba. Sin esos refuerzos, la resistencia era inútil; los haitianos, muy superiores
en número, se habrían impuesto tarde o temprano. ¿Con qué elementos contamos para
resistir ahora? Cuando más podemos disponer, en todo el territorio, de dos mil fusiles
con algún parque. Hay además unos cuantos cañones. Podríamos organizar un ejército
de dos mil hombres, quién sabe si sería posible reunir armas para tres mil, porque son
muchos los dominicanos que tienen armas de su propiedad. Yo me atrevería a garantizar
el triunfo de esos tres mil hombres frente a seis mil, quizás frente a ocho mil, porque los
dominicanos son hombres aguerridos, han vivido siempre dispuestos a pelear, conocen
el manejo de las armas, y de su valentía no hay que hablar; pero no se trata de seis ni de
ocho mil hombres, sino de doce o quince mil. La diferencia es grande, y ni siquiera tenemos
al país unido y entero, puesto que algunas poblaciones importantes se han apresurado
a someterse a los haitianos…
—¿A juicio del coronel Carbajal –interrumpió Del Monte– la resistencia sería un suicidio?
—Usted lo ha dicho, don José Joaquín; pero quiero agregar que si acordamos resistir yo
sabré cumplir con mi deber. Mi sacrificio poco vale: viejo soy, estoy casi ciego, pocos son
ya los años de vida que puedo ofrecer como tributo a la patria. Si no vacilé en otro tiempo,
cuando tenía el porvenir por delante ¿cómo voy a vacilar ahora?
—Yo soy joven y tampoco vacilo, –dijo el coronel Mendoza–, aunque sé que la resistencia
es inútil.
—Y de mí no esperen otra cosa, –agregó Pablo Alí–. Ya saben que estoy acostumbrado
a las balas…
—No se trata de eso –exclamó don José dejando caer pesadamente su mano sobre la mesa–.
¿Qué más quisiera yo que morir peleando? ¿Qué significa para mí la vida cuando veo
desplomarse el sublime ideal a que quise consagrarla? Si el suicidio fuera una solución,
yo tomaría ese camino, el del suicidio honroso, esto es, el de ir conscientemente a buscar
la muerte frente a las armas enemigas, con el único objeto de dar un alto ejemplo de ab-
negación y de patriotismo. Pero pienso que si bien cada uno de nosotros puede disponer
como le plazca de su propia vida, no tenemos el derecho de inmolar la familia dominicana
a nuestra ambición de gloria. ¿Qué significaría esa resistencia inútil? El pillaje, el incen-
dio, la matanza, el degüello de poblaciones enteras. Grabados están en nuestra memoria
los horrores del pasado. Ni Boyer, ni su lugarteniente Bonnet, –que me consta ha tratado
de oponerse a este monstruoso proyecto de invasión– ni Borgellá, ni ningún otro de los
jefes del ejército de Haití, podrían contener, aunque tengan sentimientos humanitarios,
los desmanes de una soldadesca irresponsable. ¡Si al menos, aun exponiéndonos ahora a
la reproducción de aquellas escenas, tuviéramos la posibilidad de vencer…! Pero ya que
no la tenemos, quédenos siquiera el consuelo de pensar que, si con la sumisión salvamos
del exterminio a la sociedad dominicana de hoy, la habremos conservado intacta para que
mañana pueda erguirse de nuevo a reclamar su derecho a la libertad.
—Esa última reflexión y el doloroso recuerdo que la ha precedido parecen indicar que
usted no encuentra mejor solución que la de someterse –indicó Moscoso.
—Sí. Digámoslo sin ambages. ¡Sí, sí, sí!
325
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
326
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
—Una pregunta, –dijo Del Monte–. ¿Por qué señala usted de modo especial los movi-
mientos de Dajabón, Beler y Montecristi?
—Los menciono en esa forma porque quiero dejar constancia de que esos pueblos,
próximos a Haití, fueron precisamente los que se anticiparon a proclamar la independencia,
no importa lo que hicieran después Amarante y Polanco, hombres de poca fe, que también
fueron los primeros en entenderse con Boyer. Voy a terminar. Después de la carta de Boyer,
cierro el manifiesto con el párrafo siguiente:
“Enterados ya de la resolución de Su Excelencia el presidente de Haití, nada me queda
que recomendaros por lo tocante a la docilidad y sentimientos pacíficos con que debéis
aguardar su llegada; pues según ofrece viene como padre, amigo y hermano a abrazarnos
bajo la égida tutelar de una sola constitución. Convida a la paz, y debemos todos corres-
ponderle con la unión. Creed que esta es la última escena que debe representarse sobre el
teatro político de nuestra isla. Su cielo quedará despejado de nubes tempestuosas, y va a
comenzar para vosotros la época de vuestra seguridad y pronto alivio de las pasadas mise-
rias: las ventajas y comodidades que disfrutan nuestros compatriotas de la parte occidental
vienen a buscarnos. Abrid vuestro corazón, y dad en él lugar a la confianza de la mano
generosa que os la brinda: revestíos de firmeza para no escuchar los ecos de las antiguas
preocupaciones, y presentad al mundo político el dechado de un pueblo amaestrado en las
vicisitudes y mutaciones de gobierno…”.
—¡Qué admirable frase! –interrumpió Jacinto López.
—En ella se compendia nuestra historia, –agregó Fernando Salcedo.
—”… y presentad al mundo el dechado de un pueblo amaestrado en las vicisitudes y
mutaciones de gobierno, y que por lo tanto sabe acomodarse a sus diferentes formas. Todos
son buenos, si se goza con ellos de los derechos imprescriptibles de la naturaleza, libertad,
igualdad, seguridad personal, paz sociable, y yo os comunico que todos ellos disfrutaréis
con abundancia bajo la constitución y leyes de la república de Haití”.
—Quizás sea ir demasiado lejos, –arguyó Del Monte–. No digo en esa frase solamente,
sino en el tono general del documento.
—¿Demasiado lejos? ¡Menos mal que nadie advierte la amarga ironía de esos párrafos!
De todos modos, si hay algo terrible es la sumisión misma, no la forma en que esa sumisión
se preconice. He preferido hacerla de modo que Boyer se sienta desarmado ante la docili-
dad que predico. No en balde he empleado esa palabra: docilidad. Por lo demás, este es un
documento que envuelve responsabilidad, y yo, que me complazco en compartir alegrías,
no sé compartir responsabilidades. Por eso lo he redactado en primera persona y por eso he
de firmarlo yo solo. Y voy más lejos. Desde el lunes, día 21 de enero de 1822, flotará en esta
capital el pabellón haitiano. Para muchos, mi nombre, estampado al pie de este documento,
será objeto de execración; pero yo estoy en paz con mi conciencia.
—Ya que a la sumisión vamos –arguyó Mendoza– sería de desear que Boyer no avan-
zara hasta aquí con demasiada tropa. Sus soldados se encontrarán con dificultades hasta
para comer y son capaces de entregarse al pillaje y al degüello, sin que ninguno de sus jefes
pueda, evitarlo.
—Es verdad, –agregó Carbajal–. Son gentes sin disciplina, que pueden cometer barba-
ridades a la menor cosa que los disguste…
—Ya había pensado en ello, –dijo don José– puesto que si nos sometemos es precisa-
mente para evitar tales calamidades a la familia dominicana. Hay que hacerlo entender así a
327
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Boyer, y al contestar mañana la carta que de él he recibido, tocaré ese punto. Le diré que los
aquí reunidos nos interesamos vivamente en evitar que él haga su entrada con las fuerzas
imponentes que anuncia, pues si bien sabemos que esas tropas no se apartarán de la subor-
dinación y de la disciplina que mantienen, el estado calamitoso a que se ha visto reducida
esta parte de la isla por causa de sus vicisitudes pasadas y de sus largos sufrimientos hace
que escaseen los medios de subsistencia para tanta gente. Creo que esa será la mejor forma
de presentarle la cuestión y que él comprenderá de sobra lo que se le quiere decir… Agre-
garé, desde luego, que me constituyo garante de la docilidad, –repitamos la palabra– y de
los sentimientos pacíficos de los habitantes de la Capital y, en general, del Este.
—¿Y por qué no de los de todo el país? preguntó Moscoso.
—Puesto que las poblaciones del Norte y del Sur se anticiparon a someterse a Boyer
y se desentendieron del gobierno que había en la Capital, no soy yo el llamado a consti-
tuirme garante por ellas. Por lo menos debo decir a Boyer que no me toca interpretar los
sentimientos de quienes desacataron la autoridad aquí constituida… En fin, terminemos
ya. Sólo me resta, al despedirme de ustedes, confiar en que algún día se interpretará con
justicia mi conducta.
—Yo sé interpretarla, doctor, y creo que mis compañeros también, –dijo Martínez de
Valdés–. Deme un abrazo antes de separarnos, y pensemos que no se ha perdido todavía la
última esperanza. ¿Quién sabe si Colombia interceda mañana por nosotros!
—¡Ojalá sea! –contestó don José estrechando entre sus brazos a su constante y decidido
compañero de esfuerzos.
328
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
silencio, acompañado de los generales Borgellá y Bonnet y de su estado mayor, y fue a ocupar
el puesto de honor en la mesa presidencial. Frente a él se irguió en mitad del salón la figura
del doctor Núñez de Cáceres.
A las pocas palabras del que durante unas semanas había sido presidente del Estado
Independiente de Haití Español, la muchedumbre que colmaba el salón no pudo contener
un murmullo de sorpresa. Aquella voz enérgica traducía en palabras mesuradas pero altivas
la protesta del derecho lastimado. El sumiso y único firmante del manifiesto del diecinueve
de enero empezaba ahora por someter a la consideración del usurpador “el caso singular,
casi inaudito, de los dos cambios inmediatos sucesivos sobrevenidos en Santo Domingo
después del primero de diciembre”.
—El primero de diciembre –continuó don José– dejó de flotar en esta ciudad el pabellón
de España, que fue sustituido por el de la independencia colombiana, lo que no indica ni
adhesión particular ni incorporación a este o aquel otro Estado de los ya constituidos o de
los que en este momento luchan por su independencia de la antigua metrópoli. Se trata más
propiamente de una denominación general, de la independencia de la América Española,
en signo de gratitud al grande hombre que descubrió un mundo ignorado por los anti-
guos… y el veintiuno de enero siguiente, ese mismo pabellón de Colombia, enarbolado en
la forma que acabo de explicar, cedió el puesto al de la República de Haití, sin que se hayan
experimentado en ninguno de esos momentos críticos las convulsiones que de ordinario
acompañan toda metamorfosis de esa índole… La docilidad, la prudencia y la ilustración
del pueblo son las verdaderas causas de ese fenómeno. Las escenas trágicas del nuevo
teatro americano comenzaron a representarse en esta isla hace treinta años, y continuaron
presentándose en diversas fases, lo cual quiere decir que la experiencia del pasado no ha
sido una lección infructuosa para los habitantes de esta parte oriental de la isla; antes bien
una escuela muy útil, y una práctica de la cual han derivado preceptos preciosos para saber
conducirse, en ese movimiento de decoraciones, y llegar con felicidad al desenlace de los
diversos y complicados acontecimientos de su carrera política.
El general Bonnet dirigió una mirada significativa al presidente Boyer, pero Boyer tenía
puesta toda su atención en el orador, a quien con dificultad podía comprender, y no paró
mientes en ello.
—Toda política llamada a trabajar en la constitución de los Estados y en esa misma
trasmutación de diferentes pueblos en uno solo, ha tenido en cuenta siempre la diversidad
de lenguaje, la práctica de una antigua legislación, el poder de los hábitos que tienen su raíz
en la infancia y la desemejanza de costumbres hasta en el alimento y el vestido, de igual
suerte que pueden tener gran influencia en sus decisiones la contigüidad del territorio y la
proximidad de los límites. La palabra es el instrumento natural de comunicación entre los
hombres: si no nos entendemos por medio de la voz, no hay comunicación, y he ahí ya un
muro de separación tan natural como insuperable, igual quizás a la interposición material
de los Alpes y los Pirineos. En fin, no expongo argumentos: los hechos han tenido y tendrán
siempre más eficacia para persuadir que las razones.
Se oyó, entre nuevos murmullos de asombro, un aplauso que fue acallado al punto por
voces imperativas de silencio.
Cuando el orador terminó su somero análisis sobre las hondas diferencias que separaban
a los dos pueblos, pasó a explicar la índole del movimiento que culminó en la proclamación
de la independencia dominicana:
329
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
330
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
Sintió a poco que alguien se apoyaba dulcemente sobre su hombro. Y una voz compun-
gida de mujer murmuró:
—Aquí estoy, José. No vengo a traerte palabras de consuelo, sino a llorar junto a ti. Tuviste
la ilusión de crear una patria para tus hijos, y apenas le diste vida la ves muerta en su cuna.
—¡No, Juana, no! –exclamó don José alzando hacia ella los ojos enrojecidos. ¡La patria
no puede morir. Ninguna noche es eterna en la historia!
Londres, Abril 1936 – Septiembre 1938.
Apéndice
A. Principales obras históricas consultadas
No es costumbre, en obras de esta índole, dar indicación bibliográfica alguna; pero creo que cabe
hacer una excepción en este caso, por tratarse de hechos históricos sobre los cuales no es abundante la
información de que se dispone.
Journal historique de la révolution de la partie de l’est de Saint Domingue, commencée le 10 Aout 1808, par
Gilbert Guillermin, Chef d’Escadron attaché á l’Etat-Major de l’armée de Saint-Domingue, Filadelfia,
1810. (Hay una segunda edición revisada, con el título de Précis Historique des derniers événements de
la partie de l’est de Saint-Domingue…, París 1811). Contiene las cartas del Dr. Correa y Cidrón a Sánchez
Ramírez, pp.93-124, 1.a ed.
Present State of the Spanish Colonies; Including A Particular Report of Hispaniola, or the Spanish Part of
Santo Domingo…, by William Walton, Jun., Secretary to the expedition which captured the City of Santo
Domingo from the French; and resident British agent there. 2 vols., Londres, 1810. (Trae datos interesantes
sobre la vida y las costumbres de la época).
Reunion de la partie de l’est a la republique, Port-au-Prince, 1830. (Folleto oficial del Gobierno de Haití
con toda la documentación relativa al asunto).
Reclamation de la partie de l’est d’Haïti par l’Espagne, Port-au-Prince, 1830. (Folleto oficial).
Notes on Haiti, made during a residence in that republic, by Charles Mackenzie. 2 Vols., Londres,
1830. (En los apéndices: la declaratoria de independencia y el acta constitutiva del gobierno provisional
de 1821, la proclama de Núñez de Cáceres del 19 de enero de 1822 y la proclama de Boyer del 9 de febrero
de 1822).
Mémoires de Joseph Balthazar Inginac, Général de division, Ex-Secrétaire-Général près S. E. l’Ex-Président
d’Haïti. Depuis 1797 jusqu’à 1843. Kingston, 1843.
Histoire d’Haïti, par Thomas Madiou fils. 3 Vols., Port-au-Prince, 1847. (Un cuarto volumen fue
publicado años después).
Études sur l’histoire d’Haïti, par B. Ardouin. II Vols., París, 1853-1860.
Souvenirs historiques De Guy-Joseph Bonnet, recueillis et mis en ordre par Edmond Bonnet, París, 1864.
Memorias del general O’Leary, publicadas por su hijo Simón B. O’Leary. 32 Vols. Caracas, 1879-1888. (En
el tomo II de la Narración, o parte narrativa de las Memorias, publicado en 1883, p.628, se hace referencia
a Núñez de Cáceres).
Historia De Santo Domingo, por Antonio del Monte y Tejada, 4 vols., Santo Domingo, 1890-1892. En
el tomo III: el Diario de Juan Sánchez Ramírez (pgs. 245-273) y las Noticias de lo que presenció el doctor
Morilla, escritas por él mismo (pp. 275-280), con datos sobre la época).
Compendio de la historia de Santo Domingo, por José Gabriel García, 3 vols. Santo Domingo, 1894-1900.
(3.a edición).
Cosas añejas, tradiciones y episodios de Santo Domingo, por César Nicolás Penson, Santo Domingo,
1891. (Las tradiciones Muerte por Muerte y Las Vírgenes de Galindo reflejan el ambiente de la época).
Documentos históricos procedentes del Archivo de Indias (compilados por Máximo Coiscou Henríquez).
Publicación de la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores, 5 Vols. Santo Domingo, 1924-1928.
331
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Universidad de Santiago de la Paz y de Santo Tomas de Aquino y Seminario Conciliar de la ciudad de Santo
Domingo en la isla Española, Fray Cipriano de Utrera. Santo Domingo, 1932.
332
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
333
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
el 31 de Marzo de 1834. (Véase el artículo Dominicanos en México, Rafael Matos Díaz, que al ser publicado
por primera vez en El Nacional (México, 1.º de julio de 1934), no traía indicación alguna respecto al origen
de esos párrafos, a causa de un salto de imprenta. El Listín Diario reprodujo dicho artículo el 22 de julio
de 1934, subsanando esa omisión.
Datos y apreciaciones sobre las actividades intelectuales de Núñez de Cáceres, en las siguientes
obras: Biografía del doctor José Cecilio Ávila, por Juan Vicente González (Anales de la Universidad Central
de Venezuela, Año XXI, tomo XXI, n.o 2); Reseña histórico-crítica de la poesía en Santo Domingo (redactada
por César N. Penson), por la comisión de la Antología Dominicana, Santo Domingo, 1892; Historia de la
Poesía Hispano-Americana, M. Menéndez Pelayo, 2 Vols., Madrid, 1911; La Literatura Dominicana, Federico
García Godoy (de la Revue Hispanique, tomo XXXVII), París, 1916. La cultura y las letras coloniales en Santo
Domingo, Pedro Henríquez Ureña, Buenos Aires. 1936. Panorama histórico de la literatura dominicana, Max
Henríquez Ureña, 1945.
334
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
En el tomo II de los Documentos históricos (p. 21) hay un bando del alcalde constitucional de segunda
nominación, don Francisco de Tapia, fechado el 15 de julio de 1820, restringiendo el porte de armas, con
motivo de la muerte de Esteban Velázquez el día 7 de julio y de don Tomás Ramírez el día 10. Penson
aplica el nombre de Francisco de Castro al alcalde que actuó en las primeras diligencias incoadas con mo-
tivo de la muerte de Ramírez, pero el primer alcalde era don José Basora y el segundo, que estaba en ese
momento en funciones, don Francisco de Tapia.
Es extraño que una imputación de ese género lograra arraigar en el ánimo público. Núñez de Cáceres
había sido la primera figura de la colonia. Su influencia era poderosa. La toga de oidor que no obtuvo
un día habría caído a la larga sobre sus hombros con sólo reiterar de manera ostensible su adhesión a
España. Hacía precisamente lo contrario: desde el momento mismo en que se restableció el régimen es-
pañol demostró simpatías por la idea de la independencia, y más bien a esa actitud y a la mala voluntad
que le tenía Francisco Javier Caro se debe la negativa que recayó a su petición respecto al cargo de oidor
en Quito.
Los datos que existen en relación con su conducta demuestran que la idea de la independencia no
surgió en su espíritu en 1821 sino mucho antes, y que la maduró largamente. José Gabriel García hace
constar que “algunos hombres pensadores, entre otros el licenciado Núñez de Cáceres, soñaron que don
Juan Sánchez Ramírez podía llevar a cabo la emancipación de la colonia, lo que llegaron a aconsejarle
con sinceridad más de una vez” (Historia, II, 25); y que “había tertulias serias, como por ejemplo la del
licencien Núñez de Cáceres, en donde se trataba el asunto como controversia científica” lo que reveló en
documento público Andrés López de Medrano (II, 58).
El testimonio de López de Medrano, publicado en pleno régimen colonial, demuestra de modo
irrecusable que esa era la actitud de Núñez de Cáceres. Esa actitud, de la cual se hace eco José Gabriel
García, me era conocida desde la infancia al través de la tradición oral. Núñez de Cáceres fue durante
más de diez años constante defensor del ideal de la independencia; y debe advertirse que ninguno de
335
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
los que estuvieron frente a él al estallar la revolución que él llevó a cabo insinúa siquiera la sospecha de
que le guiaran móviles de venganza: ni el gobernador Real, ni el segundo cabo Juan Nepomuceno de
Cárdenas, ni Francisco Brenes (que lo denigra y llama traidor), ni Manuel Márquez Jovel (que se muestra
inconforme con lo que ha sucedido). (Véanse los tomos II y III de los Docs. históricos). Personas imparciales
como José Cruz Limardo y el doctor Morillas, tampoco.
Se ve, pues, que las acusaciones contra Núñez de Cáceres, –que no debieron tener mayor alcance que
el de uno de tantos falaces comentarios callejeros a que siempre están expuestos los hombres públicos–,
sólo tomaron cuerpo andando el tiempo, a causa del fracaso de su obra y del largo cautiverio del pueblo
dominicano.
336
Max HENRÍQUEZ UREÑA | la INDEPENDENCIA EFÍMERA
337
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
J’ai promis à mes compatriotes de leur donner l’indépendance Américaine, à la quelle tous penchaient
avec ardeur, sans effusions de sang, sans violence, sans confusion, ni désordre. Quoique l’issu n’aie pas
correspondu à leurs désirs et aux miens, j’espère qu’ils me rendront justice pour ce qui regarde la pureté
de mes intentions dans cette entreprise, et finalement ils diront si je leur tins parole, et si consciemment
on peut m’imputer le déclin auquel les destinées de Santo Domingo ont conduit l’ouvrage dans son
dernier résultat. J’ai promis aussi à V.E. par ma note officielle du 19 du mois passé, que je répondais
de la tranquillité et du repos des villes de la partie de l’Est, qui se trouvaient encore sous l’influence de
mes ordres, et je me crois dans le cas de pouvoir me flatter de l’accomplissement de cette promesse: il
ne me reste donc, pour la dernière de mes fonctions qu’à prier V.E. malgré que par un trait héroïque de
sa vertueuse modestie, il refuse de s’assujettir à la cérémonie usitée en pareilles circonstances de la tra-
dition des clefs de la ville en signe de possession du territoire, parce que V.E. n’y est point entré comme
conquérant, mais bien comme père, frère et ami, qu’il me soit au moins permis de symboliser l’adhésion
des nouveaux sujets de la République, dociles par conviction, soumis par devoir, et unis par cordialité.
Ce sont les vertus qui ornent le peuple dominicain, vertus acquises et dépurées, au creuset d’une longue
et pénible expérience de ses vicissitudes politiques: et en vertu des peines et fatigues dans les quelles
ils m’ont accompagné, je ne m’attache pas à d’ autre récompense qu’à celle de pouvoir les assurer que
sous peu ils vont voir l’accomplissement de mes vœux bornés à ce que V.E. daigne les défendre et les
protéger de son bras puissant à fin de les rendre heureux et qu’ils n’auront à passer par aucune de leurs
calamités antérieures.
338
TERCERA SECCIÓN
EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI | FRASES DOMINICANAS
Las frases y refranes que han trascendido en nuestra historia están cargados de sabiduría.
Compendian y forman una especie de “enciclopedia de la sabiduría popular” y recopilados
en forma de libro pueden estar disponibles para las nuevas generaciones, y serles útiles en
su cotidiano vivir.
Algunas de aquellas acusan un sesgo proverbial, otras están cargadas de historia, que
recuerdan los personajes que las han expresado y una categoría anónima: frases y refranes
que provienen de las entrañas del pueblo, pero que exhiben agudeza.
De manera general, las frases célebres, junto con los refranes, se consideran una síntesis
del acervo cultural que, al no pretender una intención academicista, se convierte en una
especie de auténtica filosofía popular.
Uno de los autores que se han dedicado más a la recopilación de frases y refranes es
el prolífico historiador Emilio Rodríguez Demorizi, que nos ha dejado un legado valioso a
través de su obra Frases dominicanas y de otras de su mismo género que la complementan.
Frases dominicanas, obra aparecida en Santo Domingo en 1980, fue publicada en la Colección
Pensamiento Dominicano, de nuestro inolvidable gestor cultural ya fallecido Julio D. Postigo, y
aporta elementos de gran singularidad en la historia dominicana, y exhibe la proverbialidad
y la sabiduría de personajes como Ulises Heureaux (Lilís) que, como lo define Rodríguez
Demorizi, era “inteligente y socarrón”.
Rodríguez Demorizi explica que la finalidad de su obra es rescatar del olvido cosas de
nuestra dominicanidad, explicándola de la siguiente manera: “Así, pensando en la utilidad
del conocimiento y la difusión de tales cosas de nuestra entrañable dominicanidad, fuimos
anotando palabras y frases dignas de memoria, en boga entre nuestros antepasados, y aún
en el presente, a sabiendas de que muchas de estas frases caerían necesariamente en la ancha
sima de nuestros olvidos”.1
Una de las fuentes utilizadas por Rodríguez Demorizi para la presente obra fue su libro
Refranero dominicano,2 donde el expresa que hay “centenares de frases y dichos que cabrían
en estas páginas y que podría formar con ellas un compendio de sabiduría dominicana.
Aparecen aquí, pues, expresiones que no son propiamente lo que llamamos frases, pero…
lo que abunda no daña”.
Las frases que recopila el autor en su obra reflejan mayormente la experiencia de lo que
ha sido el trajinar de la vida política del país, y revela la naturaleza de los personajes que
las han dicho. Tal como lo expresa el escritor José Enrique García, la sabiduría secular está
1
Rodríguez Demorizi, Emilio, Frases dominicanas. Colección Pensamiento Dominicano n.o 54 (160 páginas). Impre-
sa por Editora Taller, Santo Domingo, 1980, con motivo de la Feria del Libro de ese año, homenaje al doctor Héctor
Incháustegui Cabral, p.9.
2
1950. Roma, Tipográfico G. Menaglia, 274 páginas. Prólogo: Manuel de Jesús Troncoso de la Concha.
341
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
contenida en los refranes, cuando escribe: “En los libros fundamentales como la Biblia y El
Quijote, los refranes se mueven entre líneas y páginas, afirmando actitudes, comportamientos,
formas de vida, constituyéndose en sal de la vida y de la expresión. El carácter de nuestra
lengua, como muy bien anota Pedro Henríquez Ureña, en su libro El español en Santo Domingo,
está bien determinado con la presencia viva de palabras, frases, expresiones primitivas, es
la oralidad remontándose y ahí entra con vigor el refrán, con su morfología y sus sentidos.
Común es entre nosotros oír personas de diferentes estratos, formación, orígenes y edades
acudir a estas expresiones, porque el refrán es sangre de nuestro pueblo”.3
En la Biblia, el libro de los Proverbios es pródigo en refranes y sentencias, tal como el
que se encuentra en el capítulo 23, versículo 1: “Cuando te sientes a comer con algún señor,
considera bien lo que está delante de ti, y pon cuchillo a tu garganta, si eres dado a la gula”
o como este en el capítulo 25, versículo 24: “Mejor es estar en un rincón de terrado, que con
mujer rencillosa en casa espaciosa”.
En España, los compendios de refranes son de larga data. Entre ellos pueden citarse el de
Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, con su obra Los refranes que dicen las viejas
tras el fuego; el de Pedro de Vallés (siglo XVI) con su recopilación de cuatro mil trescientos
refranes. Más tarde, en el siglo XVII, encontramos a Sebastián de Cobarrubias con su Tesoro
de la Lengua Castellana o española (1611) y la de Jerónimo Martín Caro y Cejudo con sus
Refranes y modos de hablar castellanos.
Miguel de Cervantes definió los refranes como “sentencias breves, sacadas de la experiencia
y especulación de nuestros antiguos sabios”. En su monumental obra podemos destacar uno
de los célebres diálogos de don Quijote con Sancho Panza, cuando este último lo corregía con
refranes: “No más refranes, Sancho, pues cualquiera de los que has dicho basta para dar a
entender tu pensamiento, y muchas veces te he aconsejado que no seas tan pródigo en refranes
y que te vayas a la mano en decirlos, pero paréceme que es predicar en el desierto y castígame
mi madre y yo trompógelas”, a lo que contestó Sancho Panza: “Paréceme, vuesa merced, es
como lo que dicen: “Dijo la sartén a la caldera: quítate de allá, ojinegra. Estame reprehendiendo
que no diga yo refranes y ensártalos a vuesa merced de dos en dos”.
También hay otros refranes muy conocidos contenidos en esta obra universal, tales como:
“Cuando a Roma fueres, haz como vieres”; “Ándeme yo caliente, ríese la gente”; “De noche
todos los gatos son pardos” “No con quien naces, sino con quien paces”.
Hay frases y sentencias de otras nacionalidades que han trascendido. Es famoso el pro-
verbio chino que dice: “Tres palmos de hielo no se hacen en un día de invierno” y el famoso
proverbio árabe: “Si un negocio te abruma desde el principio, comiénzalo por el fin”.
Son famosísimos los refranes y proverbios latinos, tales como: “La suerte está echada”,
frase atribuida a Julio César; “Más alto, más rápido, más fuerte” que es el lema de los Jue-
gos Olímpicos; “El amor lo vence todo”; “El águila no caza moscas”; “Conviene nacer rey o
tonto(o las dos maneras de hacer las cosas sin dar explicaciones a nadie de lo que se hace). A
estas se les agregan: “La constancia es el fundamento de todas las virtudes”; “Disfruta el día,
disfruta el momento (Carpe diem); “Cuando el fin es lícito, también son los medios”; “Mien-
tras respiro, espero (mientras hay vida hay esperanza); “La justicia no es más que el interés
de los más fuertes” (frase atribuía a Trasímaco) y “Lo que no me mata, me fortalece”.
3
García, José Enrique. “Notas para una agenda”. Suplemento Isla Abierta, periódico Hoy, Santo Domingo,
domingo, 5 de enero de 2003, p.2.
342
INTRODUCCIÓN | José Chez Checo
Y ahí está el mérito del repertorio de refranes y frases célebres: la portabilidad oral. Sus
ejemplos sirven para generaciones futuras, y ayudan en gran manera al desarrollo y com-
prensión de procesos históricos. Asimismo, se descubren las intenciones de los personajes
que las pronuncian, siendo elementos reveladores de su personalidad: así pasa Lilís a la
historia, como un personaje suspicaz; su imagen se ha construido con la oralidad.
Puede notarse que las frases y refranes están llenos de historia, donde las palabras y el men-
saje que ellas envuelven, logran en la mayoría de ocasiones una sentencia equilibrada. Como se
refiere en la obra de Rodríguez Demorizi, esas sentencias llegan a ser máximas adaptables a todas
formas de vida cotidiana; recordemos cómo la máxima de Juan Pablo Duarte se ha convertido en
parte esencial para la filosofía de nuestro ordenamiento jurídico: “Toda autoridad no constituida
con arreglo a la ley es ilegítima, y por tanto, no tiene derecho alguno a gobernar ni se está en la
obligación de obedecerla”. U otra como la expresada por Ulises Francisco Espaillat, refiriéndose
al sentido común: “No leo en otro libro que en el de sentido común, y como este es propiedad
de todos, es fácil que me haga comprender de todos y que todos me comprendan”. La frase de
Alejandro Woss y Gil: “El miedo de arriba es el peor de todos los miedos políticos”.
Vale la pena mencionar la de monseñor Adolfo A. Nouel en célebre discurso el 27 de
febrero de 1912: “La historia de la emancipación política y de la libertad, señores, es siempre
la misma en todas las naciones: un gobierno despótico que la oprime, un pueblo desgraciado
que sucumbe, y un puñado de héroes que liberta…”.
Puede colegirse que tanto el refrán como las frases célebres tienen una indudable ventaja:
la más importante de ellas: una experiencia aleccionadora, la posibilidad de aprender de la
experiencia de los demás, sus autores que los acuñaron.
Un lector curioso y versátil puede aprender muchísimo, si se lo propone, de la sabiduría
de este tipo de fuente de conocimientos sin necesidad de ejercer la paremiología o el estudio de
los refranes, frases y sentencias que tengan la intención de transmitir algún conocimiento.
El repertorio de Emilio Rodríguez Demorizi, en esta obra, incluye, además, expresiones
de algunas de las grandes figuras de la época colonial, como fray Antonio de Montesino,
Bartolomé de las Casas, y Cristóbal Colón, entre otros. Y ya, más recientemente, el autor
considera que Lilís fue el de “más abundoso repertorio de frases ingeniosas”, y en el siglo
XX lo fue Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, “de incomparable sabiduría y experiencia,
en la vida pública como en la privada”.4
En el libro hay frases dignas de encomio que denotan un gran valor, como la de la he-
roína María Trinidad Sánchez que, momentos antes de ser fusilada en 1845, dijo: “Acaben
de matarme que no estoy muerta”.5
También llaman la atención las frases llenas de contenido en cuanto a reglas de derecho
adjetivo y normativas constitucionales del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, y asimiladas
a nuestra normativa legal, como por ejemplo: “Lo que la ley no prohíbe, ninguna persona,
sea o no sea autoridad, tiene derecho a proscribirlo”.6
Asimismo, acerca de la forma de gobierno de la República, asimilada por nuestras
constituciones hasta hoy día, Duarte dijo: “Puesto que el gobierno se establece para bien
general de la asociación, el de la nación dominicana es y deberá ser siempre y antes de todo
propio y jamás y nunca de imposición extraña, bien sea esta directa, indirecta próxima o
4
Rodríguez Demorizi, Emilio. Frases…, op. cit., p.10.
5
Ibídem, p.44.
6
Ibídem, p.20.
343
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
remotamente; es y deberá ser siempre popular en cuanto a su origen, electivo en cuanto al modo
de organizarle; representativo en cuanto a su esencia y responsable en cuanto a sus actos”.7
La obra contiene, además, frases de los Padres de la Patria Francisco del Rosario Sánchez
y Ramón Matías Mella. Estas frases de los próceres contrastan con las frases sombrías del
general Pedro Santana, como aquella con la que se refirió al fusilamiento de María Trinidad
Sánchez: “A María Trinidad Sánchez la mató la ley” y cuando opinó del fusilamiento de los
hermanos Puello: “Ya es tarde, con los Puello no se puede jugar” y cuanto se refiere al poder
y el Derecho: “Donde no hay fuerza el derecho se pierde”.8
Tampoco deja de llamar la atención la frase de Tomás Bobadilla y Briones que delataba
su gran sentido oportunista cuando, al pasarse por lo menos en esa ocasión (1843) del grupo
de los conservadores al grupo de los duartistas , dijo: “Yo me voy con los muchachos, porque
creo que van a salirse con la suya”.9
También hay frases lapidarias de honorables y distinguidos repúblicos, como por ejem-
plo Fernando Arturo de Meriño, Gregorio Luperón, Federico Henríquez y Carvajal y otros
que forman parte del prestigioso grupo de hombres y mujeres que constituyen lo mejor de
la tradición histórica oral del país.
Emilio Rodríguez Demorizi escribió otras obras con temática semejante, como son:
Lengua y folklore en Santo Domingo, editada en 1975 por la Universidad Católica Madre y
Maestra; Vocabulario dominicano, publicada por la Fundación Rodríguez Demorizi en 1983 y
la ya referida Refranero dominicano, en 1950. Todas versan sobre temas para el rescate de los
tesoros de la sabiduría oral del país, lo que convierte dicha tarea en algo memorable.
Esta obra, Frases dominicanas, al decir de su autor, fue “en sus comienzos apenas el fruto
de una faena matinal de domingo, de unas placenteras horas dedicadas gozosamente al
recuerdo de amables cosas dominicanas del pretérito. Faena en que descansara la mente
de los trabajos habituales de la investigación; labor de tregua, en fin” es, sin lugar a dudas,
una valiosa fuente para comprender aspectos de la vida cotidiana y del ser psicológico del
pueblo dominicano, especialmente de muchas de sus grandes figuras históricas.
7
Ibídem, pp.19-20.
8
Ibídem, pp.36, 37.
9
Ibídem, p.39.
10
Ibídem, p.9.
344
No. 54
frases dominicanas
Emilio Rodríguez Demorizi
LIMINAR
Este breve opúsculo fue en sus comienzos apenas el fruto de una faena matinal de
domingo, de unas placenteras horas dedicadas gozosamente al recuerdo de amables cosas
dominicanas del pretérito. Faena en que descansara la mente de los trabajos habituales de
la investigación; labor de tregua, en fin.
Así, pensando en la utilidad del conocimiento y difusión de tales cosas de nuestra en-
trañable dominicanidad, fuimos anotando palabras y frases dignas de memoria, en boga
entre nuestros antepasados, y aún en el presente, a sabiendas de que muchas de esas frases
caerían necesariamente en la ancha sima de nuestros olvidos. Como complemento, hemos
incluido aquí expresiones de algunas grandes figuras de la Colonia, así como de algunos
extranjeros: de Cristóbal y de Diego Colón, de Montesino, de Las Casas, de Lord Palmerston,
de José Martí. Se agregan unas cuantas frases anónimas, como Se perdió Bayajá, que data del
1605, y A un toro, toro y medio; a un Barón, Barón y medio, que alude al famoso paladín italo-
dominicano de comienzos del siglo pasado.
Del célebre sermón de Montesino, se recuerda particularmente su patético Yo soy voz
clamante en el desierto. Pero merece reproducirse tal como lo recordó Las Casas, y así lo ha-
cemos.
En el siglo pasado, fue Lilís, el parabólico presidente Ulises Heureaux, por demás in-
teligente y socarrón, el de más abundoso repertorio de frases ingeniosas; y en la presente
Centuria lo fue Don Pipí, el docto maestro Lic. Ml. de Js. Troncoso de la Concha, de incom-
parable sabiduría y experiencia, en la vida pública como en la privada.
En nuestro Refranero dominicano hay centenares de frases y dichos que cabrían en estas
páginas, y que podrían formar con ellas un compendio de la sabiduría dominicana. Apare-
cen aquí, pues, expresiones que no son propiamente lo que llamamos frases, pero… lo que
abunda no daña.
Por lo demás, este es un libro para el descanso de la mente. Junto a las cosas graves están
las de buen humor, que nos ofrecen el confortante baño del reposo.
El tema, por demás aleccionador y sugestivo, seguramente despertará la atención de otros
estudiosos, los que sin dudas reemprenderán igual tarea con mayor tiempo y acierto.*
Así sea.
*Este es uno de esos libros en que, por su naturaleza, todos los lectores pueden descubrir alguna omisión.
A quien las advierta se agradecerá que las denuncie, para aprovecharlas en las ediciones sucesivas, si es que las
alcanza. Se sigue aquí, en lo posible, un orden cronológico por etapas, y el orden alfabético se suple en el Índice de
personas y de materias.
347
frases dominicanas
349
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
350
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
Toda ley supone una autoridad de donde emana, y la causa eficiente y radical de esta
es, por derecho inherente, esencial al pueblo e imprescriptible de su soberanía.
Se prohibe recompensar al delator y al traidor, por más que agrade la traición y aun
cuando haya justos motivos para agradecer la delación.
La nación está obligada a conservar y proteger por medio de leyes sabias y justas la
libertad personal, civil e individual así como la propiedad y demás derechos legítimos de
todos los individuos que la componen; sin olvidarse para con los extraños, a quienes también
se les debe justicia, de los deberes que impone la filantropía.
Toda autoridad no constituida con arreglo a la ley es ilegítima, y por tanto, no tiene
derecho alguno a gobernar ni se está en la obligación de obedecerla.
La Nación dominicana es libre e independiente, y no es ni puede ser jamás parte
integrante de ninguna otra Potencia, ni el patrimonio de familia ni persona alguna propia
ni mucho menos extraña.
La religión predominante en el Estado deberá ser siempre la Católica, Apostólica, sin
perjuicio de la libertad de conciencia y tolerancia de cultos y de sociedades no contrarias a
la moral pública y caridad evangélica.
Por desesperada que sea la causa de mi Patria, siempre será la causa del honor, y
siempre estaré dispuesto a honrar su enseña con mi sangre.
El amor de la patria nos hizo contraer compromisos sagrados para con la generación
venidera; necesario es cumplirlos, o renunciar a la idea de aparecer ante el tribunal de la
Historia con el honor de hombres libres, fieles y perseverantes.
Sensible a la honra que acabáis de hacerme, dispensándome vuestros sufragios para
la primera Magistratura del Estado, nada me será más lisonjero que saber corresponder a ella
llenando el hueco de vuestras esperanzas, no por la gloria que de ello me resultaría, sino por
la satisfacción de veros, cual lo deseo, libres, felices, independientes y tranquilos, y en perfecta
unión y armonía llenar vuestros destinos, cumpliendo religiosamente los deberes que habéis
contraído para con Dios, para con la Patria, para con la Libertad y para con vosotros mismos.
Sed felices, hijos de Puerto Plata, y mi corazón estará satisfecho aun exonerado del
mando que queréis que obtenga, pero sed justos, lo primero, si queréis ser felices. Ese es el
primer deber del hombre; y sed unidos, y así apagaréis la tea de la discordia y venceréis a
vuestros enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única
a que aspiro, al veros libres, felices, independientes y tranquilos.
La Política no es una especulación; es la Ciencia más pura y la más digna, después
de la Filosofía, de ocupar las inteligencias nobles. (1844).
Si he vuelto a mi patria después de tantos años de ausencia, ha sido para servirla con
alma, vida y corazón, siendo cual siempre fui, motivo de amor entre todos los verdaderos
dominicanos y jamás piedra de escándalo, ni manzana de la discordia. (1864).
Arrojado de mi suelo natal por ese bando parricida que empezando por proscribir
a perpetuidad a los fundadores de la República ha concluido por vender al extranjero la
Patria, cuya independencia jurara defender a todo trance, he arrastrado durante veinte años
la vida nómada del proscrito. (1864).
Sonó la hora de la gran traición… y sonó también para mí la hora de la vuelta a la
Patria: el Señor allanó mis caminos… (1864).
No he dejado ni dejaré de trabajar en favor de nuestra santa causa, haciendo por
ella, como siempre, más de lo que puedo; y si no he hecho hasta ahora todo lo que debo
351
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
y he querido, quiero y querré hacer siempre en su obsequio, es porque nunca falta quien
desbarate con los pies lo que yo hago con las manos. (1865).
Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos
dominicanos serán siempre víctimas de sus maquinaciones. (1865).
El Gobierno debe mostrarse justo y enérgico… o no tendremos Patria, y por
consiguiente ni libertad ni independencia nacional.
Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres
sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria.
Procuraré conservarme bueno, conservaré mi corazón y mi cabeza.
Dios ha de concederme bastante fortaleza para no descender a la tumba sin dejar a
mi Patria libre, independiente y triunfante.
Hay palabras que por las ideas que revelan llaman nuestra atención y atraen nuestras
simpatías hacia los seres que las pronuncian.
Los providencialistas son los que salvarán la Patria del infierno a que la tienen
condenada los ateos, cosmopolitas y orcopolitas.
En lo que no están de acuerdo nuestros libertos es en lo del amo que quieren imponerle
al pueblo.
Trabajemos por y para la Patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros
mismos.
Trabajemos, trabajemos sin descansar, no hay que perder la fe en Dios, en la Justicia
de nuestra causa y en nuestros propios brazos.
Vivir sin Patria es lo mismo que vivir sin honor.
¡Aprovechemos el tiempo!
¿Tienes amigos? prepáralos, porque los días se acercan; procura que no se descarríen,
pues va a sonar la hora de anularse para siempre, la hora tremenda del juicio de Dios, y el
Providencial no será vengativo, pero sí justiciero.
Los enemigos de la Patria, por consiguiente nuestros, están todos muy acordes en estas
ideas: destruir la Nacionalidad aunque para ello sea preciso aniquilar a la Nación entera.
No somos más que unos ambiciosos que independizamos nuestro pueblo por ambición
y no tuvimos talento para hacer nuestra la riqueza ajena; mientras que ellos (los orcopolitas),
son los hombres honrados y virtuosos, pues han tenido la habilidad de hacerlo todo, hasta
llamar al extranjero; muestra inequívoca de lo muy amados que serán por la justicia con que
han procedido y procederán para con Dios y la Patria y la Libertad del Dominicano.
El buen dominicano tiene hambre y sed de justicia ha largo tiempo, y si el mundo
se la negase, Dios, que es la Suma Bondad, sabrá hacérsela cumplida y no muy dilatada; y
entonces, ¡ay! de los que tuvieron oídos para oír y no oyeron, de los que tuvieron ojos para
ver y no vieron… la Eternidad de nuestra idea! porque ellos habrán de oír y habrán de ver
entonces lo que no hubieran querido oír ni ver jamás.
Nuestra Patria ha de ser libre e independiente de toda Potencia extranjera o se
hunde la isla.
En Santo Domingo no hay más que un pueblo que desea ser y se ha proclamado
independiente de toda potencia extranjera, y una fracción miserable que siempre se ha
pronunciado contra esta ley, contra este querer del pueblo dominicano, logrando siempre
por medio de sus intrigas y sórdidos manejos adueñarse de la situación y hacer aparecer
al pueblo dominicano de un modo distinto de como es en realidad; esa fracción, o mejor
352
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
diremos, esa facción, es y será siempre todo, menos dominicana; así se la ve en nuestra
historia, representante de todo partido antinacional y enemigo nato por tanto de todas
nuestras revoluciones; y si no, véanse ministeriales en tiempo de Boyer y luego rivieristas, y
aún no había sido el 27 de Febrero cuando se les vio proteccionistas franceses y más tarde
anexionistas americanos y después españoles.
Ahora bien, si me pronuncié dominicano independiente, desde el 16 de julio de
1838, cuando los nombres de Patria, Libertad, Honor Nacional se hallaban proscritos como
palabras infames, y por ello merecí, en el año de 1843, ser perseguido a muerte por esa facción
entonces haitiana, y por Riviére que la protegía, y a quien engañaron; si después, en el año
de 1844 me pronuncié contra el Protectorado francés decidido por esos facciosos, y cesión a
esta Potencia de la Península de Samaná, mereciendo por ello todos los males que sobre mí
han llovido; si después de veinte años de ausencia he vuelto espontáneamente a mi Patria
a protestar con las armas en la mano contra la anexión a España llevada a cabo a despecho
del voto nacional por la superchería de ese bando traidor y parricida, no es de esperarse que
yo deje de protestar, y conmigo todo buen dominicano, cual protesto y protestaré siempre,
no digo tan sólo contra la anexión de mi Patria a los Estados Unidos, sino a cualquiera otra
potencia de la tierra, y al mismo tiempo contra cualquier tratado que tienda a menoscabar en
lo más mínimo nuestra Independencia Nacional y a cercenar nuestro territorio o cualquiera
de los derechos del Pueblo Dominicano.
Félix, no hay reposo ya para nosotros sino en la tumba. (Carta a Félix Ma. delmonte,
1865).
Pues, si bien dice Young que cual las flores se cierran a la caída de la tarde, así el
corazón del hombre en la tarde de la vida, el mío ha permanecido aún abierto al amor
de mi Patria. (1865).
No tengas fe, si te parece, yo tengo la del Centurión. (Carta a F.M. Del Monte,
marzo 1865).
Lo poco o mucho que hemos podido hacer o hiciéramos aun en obsequio de una
Patria que nos es tan cara y tan digna de mejor suerte, no dejará de tener imitadores; y este
consuelo nos acompañará en la tumba. (1869).
Seguid, jóvenes amigos, (Meriño y García) dulce esperanza de la patria mía, seguid
con tesón y ardor en la hermosa carrera que habéis emprendido y alcanzad la gloria de dar
cima a la grandiosa obra de nuestra regeneración política, de nuestra independencia nacional,
única garantía de las libertades patrias. (1869).
Seguid, repito, y vuestra gloria no será mejor por cierto que la de aquellos que desde
el 16 de julio de 1838 vienen trabajando en tan santa empresa bajo el lema venerando de
Dios, Patria y Libertad, que son los principios fundamentales de la República Dominicana.
(Carta a J. G. García, 1869).
353
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
354
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
355
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
356
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
Calixto Mañaná
¿Qué vas a buscar, muchacho? ¡Adonde van los hombres! (En la Puerta de El Conde,
27 de febrero de 1844).
357
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Coronel Machado
¡Abajo los filorios! (Y a este grito responden los trinitarios como jamás se ha respondido
a una infamia: desde este día las jóvenes duartistas llevan en sus cabellos una flor blanca:
la filoria! julio, 1844).
Ignacio Contreras
¡Viva el Presidente de la República! (Primer “viva al Presidente”. Proclamación de
Duarte en Santiago, 4 julio 1844).
Abraham Coén
¿Fusilar a esos hombres? ¿Está usted loco? No, señor, de ningún modo: expúlselos usted
si cree que le hacen daño. (Expresión a Santana, en 1844, en la acción contra los duartistas).
358
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
Juan Abril
En los campos, cuando hablan del Rey se quitan el sombrero. (1853. Aludiendo a la
hispanidad de los dominicanos).
359
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
360
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
Eugenio Pereyra
Estos no son los españoles que yo conocí; muy blancos eran aquellos. (El borriquero
Pereyra al ver llegar los primeros españoles de la Anexión, de 1861; que venían de Cuba y
P. Rico, él, que había visto los de la España Boba).
Francisco Martínez
Levanta la cabeza para que no diga Santana que has estado triste. (A un compañero
de patíbulo, el 4 de julio de 1861, en San Juan).
361
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
362
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
363
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
hombre honrado y del patriota sin ambición, después de haber tenido la satisfacción de
contribuir a la defensa de mi Patria. (U.F. Espaillat, Ideas de Bien Patrio, 1962, p.94).
Todos debemos hacer sacrificios por el país. (1876).
Santo Domingo necesita muchas mejoras civilizadoras, cuyos elementos ha de buscar
en el extranjero. (1876).
Uno de mis primeros pensamientos al llegar a la Presidencia fue el de llamar la
atención nacional sobre la suerte del mártir del patriotismo. (A las hermanas Duarte, 1876,
condolencia por la muerte del Prócer).
Yo no puedo dar nada, pues la Nación no me da facultades para ello, y tampoco hay
nada que dar. (Presidencia, 1876).
La semilla se sembró, y tarde o temprano producirá sus frutos. (A M. de J. Galván,
11 feb. 1877).
La absoluta tolerancia de las opiniones legalmente manifestadas, dan más derecho
a las autoridades para ser rigurosamente exactas en el cumplimiento de la ley con aquellos
que pongan en peligro la sociedad.
Quiero que mi gobierno sea acreedor en lo futuro al dictado de justiciero, pero no al
de arbitrario.
La agricultura “es de todas las industrias la más fácil, la más útil, la más pródiga y
la más fecunda”.
Dulce satisfacción la de haber hecho algo en favor de los derechos de la humanidad,
siempre respetable a los ojos de un hombre de elevados sentimientos.
La Perfección no pertenece a la humanidad.
364
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
365
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
que es más que ser culto, y teniendo todas esas cualidades juntas, la primera se hace
eminentemente poderosa.
Voy ahora a fundar mi resolución absoluta en contra de mi candidatura.
Tengo dos razones capitales: no conviene a mi país, a mí no me conviene ser Pre-
sidente de la República, ni aun ser candidato para la presidencia de ella. No a mi país,
porque los malos acechan pretexto y ocasión para turbar la paz pública, y yo no quiero,
no quiero, no quiero ser ocasión ni pretexto de ese mal. No a mí, porque he sido infame,
inicua y sistemáticamente calumniado: de ese sistema de calumnia, que ha llevado su
indignidad hasta el extremo de convertir en mí, contra los mismos títulos que acaso la
historia justiciera me reconozca en favor de la gratitud de mi país, de ese sistema de
calumnia ha nacido un convenio infernal entre los ambiguos de todas las situaciones
y los tiranizadores de la patria: en el convenio me han eliminado, y de esa eliminación
han hecho la condición indispensable de su pacto. Si yo, por subir al Poder, hubiera
hoy de romper a machetazos ese pacto, o hubiera de descender hasta la intriga y la
calumnia para que con sus propias armas vencer y aniquilar a mis contrarios, yo ha-
bría perdido en la contienda toda la dignidad con que yo quiero a toda hora y en todo
puesto, sentirme mejor que esos contratantes de impostura. Y como sería necesario o
emplear el machete, o manejar la intriga, y de cualquiera de esos modos dejaría yo de
ser digno de la presidencia, antes que llegar sin dignidad a ella, me quedo contento en
mi dignidad en casa. (De Luperón a sus amigos y a sus compatriotas, Puerto Plata, a
2 de marzo de 1876. Documento redactado por Hostos, entonces allí. E.R.D., Papeles de
Espaillat, pp.87-88).
Al volver por quinta vez del ostracismo, y antes de pisar el suelo querido de la Patria,
del primer bote que se acercó a la nave que me conducía, salió una voz amiga que dijo:
“Espaillat ha muerto”.
Embargada el alma, conmovido el corazón, apagada la voz, apenas pude ahogar un grito
de angustia ante el inmenso vacío hecho en el seno de la sociedad dominicana por tan triste
y dolorosa pérdida. Pérdida irreparable para la familia del finado, sus amigos y la Patria,
que tanto le deben… Profundamente turbado por tan inesperada como infausta nueva, no
me sentí con el orgullo despreciable de retener mis lágrimas, y he llorado. (Necrología de
Espaillat, 1878. En E.R.D., Papeles de Espaillat… p.331).
Era más que mi correligionario político; fue mi ídolo, mi filósofo, mi maestro; siempre
quise seguirlo sin poder alcanzarlo. (Espaillat).
366
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
367
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
368
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
369
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
E. M. de Hostos, 1839-1903
Sólo es digno de haber hecho el bien, o de haber contribuido a un bien, aquel que se
ha despojado de sí mismo hasta el punto de no tener conciencia de su personalidad sino
en la exacta proporción en que ella funcione como representante de un beneficio deseado o
realizado. (Discurso de 1884, en la investidura de los primeros maestros normales. En E.R.D.,
Discursos históricos y literarios, 1947, p.298).
Ni aun el placer de la verdad es tan intenso como el placer de la justicia.
Dadme la verdad y os doy el Mundo. Vosotros, sin la verdad, destrozaréis el Mundo;
y yo con la verdad, con sólo la verdad, tantas veces reconstruiré el Mundo cuantas veces lo
hayáis destrozado.
Estaba temiendo que este acto no se produjera. (A los discípulos Arturo Grullón,
Francisco J. Peynado y otros que fueron a pedirle les acompañase a una visita a Máximo
Gómez, entonces, 1884, llegado a Santo Domingo).
Después de Beethoven, el silencio.
Aquí –en Puerto Plata– se promulgó el dogma de la Confederación de las Antillas
como objetivo final de nuestra historia. (Así lo decía en P. P. en 1900, recordando su discurso,
allí, de 1876).
Mella, además de ser un patriota, era un joven bello, instruido y de prosapia
hidalga.
Espaillat, el hombre más digno del ejercicio del Poder que ha tenido la República.
La urna electoral es el único sucesor legítimo y pacífico de las balas.
¡Ah! ¡Llegue pronto la República entera a ser Baní!
César Nicolás Penson, el corazón más seráfico que he conocido. (1901).
370
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
371
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
372
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
373
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
374
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
La vil polilla palaciega. (Alude a los que rodeaban al presidente Vásquez, 1924-
1930).
Dígame cosas bonitas, aunque sean mentiras. (A Fray Cipriano de Utrera. De su buen
humor característico).
375
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
376
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
Poeta, legislador y combatiente, abre tus brazos a las grandes expansiones de la fraterni-
dad, y el amplio corazón al vértigo del triunfo, porque estás, consagrado por el amor, entre
tus conciudadanos de la gloriosa confederación del porvenir! (Bienvenida a José de Diego,
1915. E.R.D., Discursos históricos y literarios, 1947, p.393).
Eres, caudillo sombrío, la torva personificación de la ignominia. (En su folleto
Réprobo, contra Heureaux). (El miedo que invadió siempre a los asaltantes del Poder. E.R.D.,
Lilís y Alejandro, 1956).
Lilís: arlequín infame. Pacificador de reses ajenas… General de los Cintajos, que
no es más que un mono, haciendo reír a las gentes por querer ceñir en su flaca cintura de
gorila la noble espada de César! César! Usted!… Hay de usted a César la misma distancia
que de la caricatura a la estatua; que de la bestia al hombre… (En E.R.D., Cancionero de
Lilís, p.324).
Mamselle Rose
¡El muchacho que le bañaba el perro a Fransuá Dambruá, Presidente! (Exclamación
callejera cuando llegó a Puerto Plata la noticia de la elección presidencial de Lilís, 1882).
377
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
378
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
General Corona
Cuando yo veo injusticia, las dos manos me bailan, y me le voi andando ai rifle, y ya
no quiero ma cuchillo ni tenedor. Poique yo de aita política no sé mucho, pero a mí acá en
mi sentimiento me parece sabé que política e como un debé de dinidá. (Frase recogida por
José Martí, acompañándole el General por comarcas de Monte Cristi, en 1895. Anotada por
Martí en Apuntes de un viaje…).
379
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
recursos de la Patria a su cargo, los que subordinan el porvenir de la República y los intereses
de todo un pueblo a los impulsos pasionales de su soberbia y de su amor propio herido,
los grandes insolentes de la historia, los que prometen jirones de la Patria para escalar las
alturas del poder, y sacrifican luego la dignidad de las instituciones para mantenerse arriba.
(1907. En J. B. Pérez, Geografía y sociedad, S.D., 1972).
Quirilino Rojas
Yo hecho el Quirilino… (Su fama de tonto era tal que hasta él la conocía, y su frase
justificaba alguna resonante tontería. Era talabartero y gallero, en La Vega, por el 1924).
José Brache
Yo no siembro zapote. (Fruta de dilatadísimo crecimiento. Contestación a don Federico
Velázquez, que le invitó a ingresar a su Partido, y hacer mérito en él).
Jacinto Velásquez
¿Honrado? Y se robó un Gobierno. (A su hijo Federico, quien le elogiaba a Horacio
Vásquez, poco después de este haber depuesto al presidente Jimenes, en 1902).
380
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
Casiano Robles
Yo las firmo, pero no las cojo. (Se refiere a las papeletas que firmaba como funcionario
municipal, pero que no aceptaba en su establecimiento comercial).
Será muy buena la civilización, pero hiede mucho. (Ante el primer automóvil que
recorrió las calles de La Vega).
381
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
382
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
Rodolfo Boscowitz
Querido Lilís: Si Ud. se dedicara a la literatura sería un buen crítico y escritor mordaz,
y además enigmático. Observo que le gustan a Ud. las parábolas y el estilo bíblico.
Pongo mucha atención a sus consejos parabólicos, porque Ud. es un hombre práctico, que
conoce los efectos de los adagios a que me refiero. (E.R.D., Cancionero de Lilís, 1964, p.24).
383
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
384
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
Clara Gatón
Lamento en grado eximio exégesis tan nefanda. (De una celebrada carta de la maestra
de escuela Clara Gatón, en S.D., hacia 1930).
Bienvenido Gimbernard
Cuando me da la ganario. (Expresión a quien le preguntaba si su revista Cosmopolita
era semanario, mensuario o anuario. Hacia 1930. De ahí la palabra medalaganariamente).
385
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
386
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
387
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
De la Colonia
Cristóbal Colón, C. 1451-1506
Este puerto –de la Concepción– tiene la boca mil pasos… enfrente dél hay unas vegas
las más hermosas del Mundo y cuasi semejables a las tierras de Castilla, antes éstas tienen
ventaja, por lo cual puse nombre a la dicha Isla la Isla Española.
La Isla Española es la más hermosa cosa del Mundo. (Colón, Diario…, 7 y 9 de dic.
de 1492).
Andando más, más se sabe. (Colón en carta de 1498).
La Española es maravilla; las sierras, y las montañas y las vegas, y las campiñas, y las
tierras tan fermosas y guesas para plantar y sembrar, para criar ganados de todas suertes,
para hedeficios de villas y lugares… (Carta a Santangel, 1493).
Miguel de Pasamonte
Ya soy viejo para el arnés.
388
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
Lázaro Bejarano
San Pablo no se entendió hasta que vino Erasmo y escribió. (Santo Domingo, 1558).
Felipe II
Santo Domingo, llave, puerto y escala de todas las Indias,
Tirso de Molina
El clima influye ingenios capacísimos, puesto que perezosos. (En Santo Domingo en
1616-1618).
389
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
cuales está más seguro el que con ánimo más sosegado considera despacio, así como el que
procede con ira y con indignación está más sujeto a la variedad de los accidentes. Siempre fue
consejo saludable en las guerras no constreñir tanto al contrario que, no teniendo esperanza
de reconciliación, se reduzca a la desesperación, último refugio que suele dar remedio a
los males que no lo tenían. Muchas veces la desesperación resucita la esperanza perdida,
creciendo el ánimo, como hace de luz que quiere acabarse, cuyo furor hace tan de temer a
los desesperados, que, viéndolos con las armas en la mano, dispuestos a lo peor, suele al fin
concederles todo lo que piden el que al principio les negó lo que era justo. (Discurso en S.D.
contra las devastaciones, el 12 junio 1605. En E.R.D., Relaciones…, Vol. II, p.278).
Francisco Morillas
…Que para sus once mil sobran nuestros setecientos… (De su glosa escrita con motivo
de la victoria contra los franceses en la Sabana Real de la Limonade, el 21 de enero de 1691).
Meso Mónica
Meso Mónica, do vais,
tan de mañana y aprisa?
—A la Catedral…, a misa,
si otra cosa no mandáis. (Hacia 1800. En E.R.D., Poesía popular dominicana, 1938).
390
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
De Extranjeros
Charles Herard
Ese español es quizás el único capaz de intentar una revuelta con resolución y
firmeza. (El Presidente haitiano en su visita a Santo Domingo, en 1843, al conocer a Pedro
Santana).
391
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
autoridad estaba sobreaviso; la inquietud era general; se esperaba sin embargo que el orden
no sería turbado. El Vicario General, las personas más influyentes de la ciudad, hicieron
inútiles esfuerzos para llevar a estos jóvenes a sentimientos más razonables. Ellos fueron
inquebrantables; y como lo habían anunciado, fue dada la señal a las 11 de la noche por una
descarga de mosquete (trabuco) disparada al aire. Una media hora después la Fortaleza les
respondió con dos cañonazos, disparados en señal de alarma. (El Cónsul de Francia Saint
Denys, a su Gobierno, carta del 3 de marzo de 1844, En E.R.D., Correspondencia del Cónsul de
Francia, Vol. I, S.D., 1944, p.22).
392
emilio rodríguez demorizi | frases dominicanas
Madame Fatet
Le Petit Heribert President. Que belle pays! (La hostelera, de París, cuando le llegó
la noticia de que a su parroquiano el estudiante Heriberto de Castro lo habían nombrado
Presidente del Ayuntamiento).
Francisco Villaespesa
Santo Domingo, Ciudad Primada,/ Laurel y rosa, mitra y espada… (De su Canto a
Santo Domingo, de tanta repercusión durante la Ocupación Militar Norteamericana).
393
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO Y FRASES DOMINICANAS
Anónimas
Sin indios no hay Indias. (Pleito Ovando-Tapia, 1509. Frase de los encomenderos).
¡Se acabó Bayajá! (Frase alusiva a las devastaciones de 1601 y 1605). Diversas frases
anónimas en E.R.D., Refranero).
No hay más ley ni más Rey que don Rodrigo Pimentel. (Pasquín, por el 1660).
Yo soy blanco de la tierra. (Así decía el negro dominicano hacia 1820).
Que se enoje
o no se enoje
el pueblo dominicano,
muéstrese con él tirano,
oprímale con pobreza,
dele siempre en la cabeza
y su arepita en la mano.
(Receta política de tiempos del gobernador Urrutia, don Carlos Conuco, 1818).
A un toro, toro y medio; a un Barón, Barón y medio. (Se decía a principios del siglo
pasado, aludiendo al famoso héroe domínico-italiano Juan Barón).
La crianza aleja la labranza. (Frase de tiempos de la Colonia. La crianza libre era
enemiga de la labranza).
¡Me quiere llevar el diablo cuando me piden pan, y me lo piden en francés! (En el
Teatro de los Trinitarios, 1843).
En tiempo de tempestad la basura anda por el cielo. En política se barre para
adentro.
¡Viva Siño Pedrito!
Allá solo se quedaron los viejos, los mancos y los cojos! (Grito de los hateros y monteros
tropas de Santana. Al llegar a Santo Domingo el 7 de marzo de 1844).
Prefiero ser querida de Santana que esposa de un haitiano. (Expresión de la mujer
popular dominicana de la época, 1844).
El viejo que se casa lo que quiere es que lo cuiden.
Que tu mujer lo conozca todo pero no el nombre.
Le metieron los mochos o meterle a uno los mochos. (Amedrentar a alguien; amonestar;
fastidiar con alguna demanda. La frase se origina en que, en Santiago, por el 1870, había dos
abogados mochos, Domingo Antonio Pichardo y Domingo Antonio Rodríguez, muy temibles
en el foro. De ahí la expresión “le metieron los mochos”).
Esta semana no hubo revolución en Santo Domingo. (En un periódico de New York
hacia 1912).
En poco ha de tener su propia honra y la de su familia, quien habla con tanta ligereza
de la honra ajena.
¡Miren los hostosianos! (Frase burlesca con la que señalaban, por el 1912, a algunos
hostosianos, que no eran modelos de virtud ciudadana).
Horacio o que entre el mar. (Expresión de los parciales del caudillo Horacio Vásquez,
1860-1936. Presidente en 1899, 1902, 1903 y 1924-1930).
394
Semblanza de Julio D. Postigo,
editor de la Colección
Pensamiento Dominicano
Don Julio Postigo, prominente hombre público
dominicano del siglo XX. Ejerció durante su
dilatada existencia labores como librero, editor
y pastor evangélico. Nació en San Pedro de
Macorís el 11 de febrero de 1904.
Desde joven fue designado como encargado
de la pequeña librería evangélica que se abrió en
la ciudad de Santo Domingo, y en 1937, la Junta
para el Servicio Cristiano en Santo Domingo lo
designó como gerente de la Librería Domini-
Julio D. Postigo Arias. cana, que don Julio, en pocos años, transforma
Foto: Cortesía del Reverendo
Hernán González Roca. en un importante Centro Cultural donde se
organizaban tertulias, recitales y conferencias,
así como exposiciones de libros nacionales y
extranjeros, principalmente latinoamericanos.
En 1938 la Junta Oficial de la Iglesia Evan-
gélica Dominicana designa a don Julio, Miem-
bro Honorario, y en 1946 se le nombra Miembro
Permanente.
En 1946 la Librería Dominicana comienza
a publicar la colección Estudios, dedicada a
servir de material de lectura para estudiantes,
a quienes, además, se les permitía leer, estudiar
y copiar gratuitamente un fondo bibliográfico
puesto a su disposición en los salones de la
librería, donde también se había habilitado una
sala de lectura.
En 1949 se comienza a editar la Colección
Pensamiento Dominicano, que en un primer mo-
mento se compone de Antologías, como aquella
de Narraciones Dominicanas, de Manuel de Jesús
Troncoso de la Concha, los poemas de Domingo
Moreno Jimenes, de la obra de don Américo
Lugo, y la Antología Poética Dominicana, del
crítico Pedro René Contín Aybar, entre otras
notables selecciones bibliográficas.
395
Wenceslao Vega Boyrie
Nació en Santiago, en 1932. Hijo del abogado
y escritor Julio Vega Batlle y de María Teresa de
Boyrie de Vega. Realizó sus estudios primarios
y secundarios en el St. Thomas School (Washing-
ton), en el Instituto Escuela y en el colegio De La
Salle (Santo Domingo) y en el Oratory School
(Inglaterra). Es doctor en Derecho, graduado en
la Universidad de Santo Domingo en 1957. Ejerció
la profesión de abogado desde 1962 hasta 2005.
Participó en política entre 1960 y 1962 en
ocasión de la caída de la dictadura de Trujillo.
Ha confeccionado proyectos de leyes y ha es-
crito artículos sobre Derecho y Política en pe-
riódicos y revistas nacionales.
Ha escrito artículos de Historia en la Revista
Eme-Eme de la Pontificia Universidad Católica
Madre y Maestra, en Revista Clío, de la Acade-
mia Dominicana de la Historia y en la Revista
Gaceta Judicial.
Ha sido profesor de Historia del Derecho en
la Universidad Católica Santo Domingo y de
Historia de la Administración Pública en el
Archivo General de la Nación.
Obtuvo el diploma de Estudios Avanzados del
departamento de Historia de América de la Uni-
versidad de Sevilla (2005). Es Miembro de Nú-
mero de la Academia Dominicana de la Historia
y secretario de su Consejo Directivo (2001-2004)
Ha publicado las obras de Historia: Historia del
Derecho Colonial Dominicano (Premio Siboney de
Ensayo 1979); Los Documentos Básicos de la Historia
Dominicana (1.a ed. 1944 y 2.a ed. 2010); Historia
del Derecho Dominicano (1986, con 6 reediciones);
Historia del Poder Judicial Dominicano, junto con
Américo Moreta (Premio Nacional de Historia
2006); La Constitución de Cádiz y Santo Domingo,
editado por la Fundación García-Arévalo (2008),
y La Corte de Casación 1908-2008 (2008).
396
Roberto Cassá
Roberto Cassá Bernaldo de Quirós es doc-
tor en Sociología con Maestría en Estudios
Latinoamericanos previa Licenciatura en
Historia en la Universidad Autónoma de
Santo Domingo (UASD), en la cual funge
actualmente como Profesor Meritísimo y
Titular del Departamento de Historia y
Antropología. Director General del Archivo
General de la Nación y Ex Presidente de la
Academia de la Historia de la República
Dominicana. Autor de varios libros, entre los
que se destaca Historia Social y Económica de
República Dominicana.
397
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
398
Colección Pensamiento Dominicano
1. Narraciones dominicanas. Ml. de Js. Troncoso de la Concha. 215 páginas. 1971. (Sexta edición). ✓
2. Américo Lugo: Antología I. Vetilio Alfau Durán. 191 páginas. 1949. ✓
3. Domingo Moreno Jimenes. Flérida de Nolasco. 194 páginas. 1970. (Tercera edición). ✓
4. Pedro Henríquez Ureña: Antología. Max Henríquez Ureña. 169 páginas. 1950. ✓
5. Emiliano Tejera: Antología. Manuel Arturo Peña Batlle. 221 páginas. 1951. ✓
6. F. García Godoy: Antología. Joaquín Balaguer. 223 páginas. 1951. ✓
7. Franklin Mieses Burgos. Freddy Gatón Arce. 162 páginas. 1952. ✓
8. Juan Antonio Alix I. Joaquín Balaguer. 208 páginas. 1953. ✓
9. Juan Antonio Alix II. Joaquín Balaguer. 195 páginas. 1961. (Segunda edición). ✓
10. La sangre. Tulio M. Cestero. 231 páginas. 1955. ✓
11. El Problema de los Territorios Independientes. Enrique de Marchena. 244 páginas. 1956.
12. El cuento en Santo Domingo I. Sócrates Nolasco. 205 páginas. 1957. ✓
13. El cuento en Santo Domingo II. Sócrates Nolasco. 225 páginas. 1957. ✓
14. La Trinitaria blanca. Manuel Rueda. 188 páginas. 1957. ✓
15. El arte de nuestro tiempo. Manuel Valldeperes. 182 páginas. 1957. ✓
16. El candado. J. M. Sanz Lajara. 160 páginas. 1959. ✓
17. El pozo muerto. Héctor Incháustegui. 201 páginas. 1960. ✓
18. Narraciones y Tradiciones. E. O. Garrido Puello. 119 páginas. 1960. ✓
19. Poesías Escogidas. Salomé Ureña de Henríquez. 189 páginas. 1960. ✓
20. Baní o Engracia y Antoñita. Francisco Gregorio Billini. 353 páginas. 1962. ✓
21. Judas / El Buen Ladrón. Marcio Veloz Maggiolo. 174 páginas. 1962. ✓
22. La Independencia Efímera. Max Henríquez Ureña. 207 páginas. 1962.
23. Cuentos Escritos en el Exilio. Juan Bosch. 236 páginas. 1968. (Segunda edición). ✓
24. Moral Social. Eugenio María de Hostos. 253 páginas. 1962. ✓
25. David, Biografía de un Rey. Juan Bosch. 215 páginas. 1963. ✓
26. Over. Ramón Marrero Aristy. 225 páginas. 1970. ✓
27. La Huelga Obrera. José E. García Aybar. 284 páginas. 1963.
28. Cuentos de Política Criolla. E. Rodríguez Demorizi. 244 páginas. 1977. ✓
29. Guanuma. F. García Godoy. 269 páginas. 1963. ✓
30. Páginas Dominicanas. Eugenio María de Hostos. 279 páginas. 1963. ✓
31. Resumen de Historia Patria. Bernardo Pichardo. 388 páginas. 1964. (Cuarta edición). ✓
32. Más Cuentos Escritos en el Exilio. Juan Bosch. 287 páginas. 1964. (Segunda edición). ✓
33. Panorama Histórico de la Literatura Dominicana I. Max Henríquez Ureña. 272 páginas. 1965. ✓
34. Panorama Histórico de la Literatura Dominicana II. Max Henríquez Ureña. 185 páginas. 1966. (Segunda edición). ✓
35. Los Negros y la Esclavitud en Santo Domingo. Carlos Larrazábal Blanco. 202 páginas. 1967. ✓
36. La Mañosa. Novela. Edición revisada. Juan Bosch. (Ver nota en la página 401). ✓
37. El Cristo de la Libertad: Vida de Juan Pablo Duarte. Joaquín Balaguer. 216 páginas. 1966. (Tercera edición). ✓
38. Crónicas de Altocerro. Virgilio Díaz Grullón. 110 páginas. 1966. ✓
39. Obras Escogidas. Manuel Arturo Peña Batlle. 242 páginas. 1968. ✓
40. Estudios de Historia Política Dominicana. Pedro Troncoso Sánchez. 175 páginas. 1968. ✓
41. El Montero. Novela de Costumbres. Pedro Francisco Bonó. 115 páginas. 1968. ✓
42. Tradiciones y Cuentos Dominicanos. Emilio Rodríguez Demorizi. 276 páginas. 1969. ✓
43. Poesía Dominicana. P. R. Contín Aybar. 216 páginas. 1969. ✓
44. Enriquillo: Leyenda Histórica Dominicana (1503-1538). Manuel de Jesús Galván. 491 páginas. 1970. ✓
45. Rebelión de Bahoruco. Manuel Arturo Peña Batlle. 261 páginas. 1970. ✓
46. Reminiscencias y Evocaciones. Enrique Apolinar Henríquez. 303 páginas. 1970. ✓
47. El Centinela de La Frontera: Vida y hazañas de Antonio Duvergé. Joaquín Balaguer. 202 páginas. 1970. ✓
48. Música y Baile en Santo Domingo. Emilio Rodríguez Demorizi. 227 páginas. 1971. ✓
49. Pintura y Escultura en Santo Domingo. Emilio Rodríguez Demorizi. 264 páginas. 1972. ✓
50. Autobiografía. Heriberto Pieter. 215 páginas. 1972. ✓
51. Documentos Históricos. Antonio Hoepelman y Juan A. Senior. 374 páginas. 1973. ✓
52. Mis Bodas de Oro con la Medicina. Arturo Damirón Ricart. 207 páginas. 1974. ✓
53. Monseñor de Meriño Íntimo. Amelia Francasci. 300 páginas. 1975. ✓
54. Frases Dominicanas. Emilio Rodríguez Demorizi. 160 páginas. 1980.
Las obras resaltadas en negritas son las que incluye este volumen. Las señaladas con el símbolo “✓” han sido publicadas en los
volúmenes I, II, III, IV, V y VI.
399
Epílogo
de la Colección Pensamiento Dominicano,
reeditada por Banreservas
y Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Primera parte
JULIO POSTIGO:
Un compromiso vital con la cultura
J. Adarberto Martínez
julio Postigo
Un compromiso vital con la cultura
J. Adarberto Martínez
Introducción
La vida de Julio Postigo estuvo signada por un propósito permanente, el cual asumió
desde muy joven: servir a Dios; de modo que en él, muy poco, casi nada tenía sentido si no
cumplía con el propósito que hasta la hora de su muerte troqueló su existencia. Así, la Colección
Pensamiento Dominicano, la Librería Dominicana como tal, convertida en el centro cultural
de la República durante largos años, o su participación en los círculos de poder político, en
su concepción de la vida no fueron productos del azar, sino la obra de Dios expresada en
servicio cultural, social y político a favor del pueblo dominicano.
Así, los numerosos episodios de su vida no sólo pueden ser explicados en razón de su
fe, sino también como la convergencia de factores y circunstancias que para bien o para mal
están ahí, sin otra explicación que la fuerza de la naturaleza. La orfandad de su madre, el
asentamiento familiar de su tía en San Pedro de Macorís, las furias del huracán de San Ciriaco
sobre Manatí, Puerto Rico, y las inclemencias del tiempo que provocaron la salida de su padre
hacia San Pedro de Macorís como la de otros puertorriqueños en busca de mejor vida, son
figuraciones constitutivas de ese ser particular que es estudiado en las páginas que siguen.
Vida, fe y trabajo en la vida de Postigo se conjugan y marchan en forma de espiral
como si procuraran la conquista del cielo. Este es, precisamente, el sentido de la tarea que
se emprende; se hurga en las fuentes bibliográficas, en fuentes directas y en el testimonio de
numerosas personas, algunas de las cuales son protagonistas, corresponsables de los hechos
referidos. Incluso, el archivo privado de la familia Postigo Vilanova y el testimonio directo
de don Julio, permitieron hacer inferencias y arribar a conclusiones cuya construcción, de
otra manera hubiera resultado imposible.
Su nacimiento en pleno apogeo de la industria azucarera y el espectacular desarrollo
que a principios del siglo XX experimentaba San Pedro de Macorís, y la convergencia de
otros numerosos factores y fenómenos históricos, religiosos, políticos y culturales consti-
tuyen antecedentes inequívocos y nada despreciables para comprender el carácter de ese
“hombre bueno”, como lo definiera don Mariano Lebrón. Tener noticia del nacimiento, y de
los progresos de San Pedro de Macorís, permite comprender la migración, la diversidad y
la riqueza cultural de dicha ciudad, cuna del muchacho cuya fe y trayectoria sólo podrían
ser explicadas en perspectivas de tales circunstancias.
Lo que pareciera un ejercicio privado de puro corte afectivo, deja de serlo y pasa a
constituirse en cuestión de interés social y cultural, dado que explica no sólo la trayectoria
de una vida ejemplar, sino la de un pueblo cuyo presente se sostiene y se mueve por la
dinámica de una historia viva, rica, irrenunciable, perenne y recurrente.
Comprender a Postigo, su sentido de la fe, su genialidad empresarial, su compromiso
con el bien, la promoción cultural y su sentido de solidaridad como valor consustanciado
con el sentido de responsabilidad, facilitan la comprensión de su presencia y la presencia
405
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Prólogo
Adarberto Martínez, con lenguaje sencillo y directo, escribe una biografía de un hombre
bueno, cordial y piadoso: Julio Postigo, que aplaudimos porque entendemos que las vidas
paradigmáticas deben ser conocidas por los hombres.
Con ocasión de un homenaje que le rindió la Asociación Dominicana de Periodistas y
Escritores (ADPE), al otorgarle el Caonabo de Oro por mor de su labor cultural mantenida,
la Academia Dominicana de la Lengua se adhirió al mismo decididamente. Sabía que se
premiaba a un hombre probo y bueno, con el que la intelectualidad dominicana tiene con-
traída una deuda de gratitud impagable.
Al ponderar su voto en el seno de la Academia, Federico Henríquez Gratereaux, hombre
de acervo imponente, recordó que en su lejana muchachez, harto de limitaciones y goloso
de lecturas, iba a la librería que Postigo regenteaba, para que este le permitiera leer los vo-
lúmenes que movían su curiosidad, y el magnífico librero no solamente le daba su anuencia,
sino que lo orientaba. En el mismo tenor intervinieron Antonio Fernández Spencer y Lupo
Hernández Rueda. Y el voto fue unánime.
Todos recordaban cómo Postigo, en días riesgosos, cuando campeaba la cruenta tiranía
que lo avasallaba todo y trucidaba la voluntad y pugnaba por amordazar el pensamiento, él
hacía vida cultural activa y palpitante desde el inolvidable patio de la Librería Dominicana,
ágora de fecundos diálogos y anfiteatro de veladas inolvidables.
Y nosotros evocamos cuando, en noches en que se gestaba la Poesía Sorprendida, era ese
patio amado, escenario de las conferencias a dos voces que dictábamos Alberto Baeza Flores y
nosotros. Ya habíamos pronunciado en la pujante sociedad juvenil Alfa y Omega, que dirigía ese
valioso intelectual nuestro, Rodolfo Coiscou Weber, la primera de estas conferencias, preludio
de Los Triálogos, en los que intervino ese gran creador que fue Domingo Moreno Jimenes.
Postigo, atento siempre, a pesar de la suspicacia del régimen, al menor gesto de liberación
cultural, nos llamó para que repitiéramos la experiencia en el egregio escenario que él facilitaba
para que no pereciera entre nosotros el espíritu ni se desvanecieran sus mejores fragancias.
La Librería Dominicana, bajo la regencia e inspiración de Postigo, fue, en época de férrea
dictadura, verdadera hontana cultural y generosa refacción de ideales.
406
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
407
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Nuestra disertación Movimiento Bibliográfico Dominicano fue uno de los capítulos del
libro Luces del Trópico, publicado en Buenos Aires en 1949, con las dieciséis conferencias
que pronunciamos en aquella magnífica urbe que hoy evocamos con nostalgia, en el año y
medio que pasamos allí.
Cuando fue publicada la primera edición de este libro, Postigo, en el otoño de su vida,
desde el oro de su follaje, por donde asomaban de cuando en cuando renuevos primaverales,
compareció entre nosotros, tremante de una nueva emoción, en esta biografía emulante.
Libros como este son necesarios en los tiempos calamitosos que vivimos. Hoy se estre-
mecen nuestros pueblos, azotados por insólitos aconteceres, bajo el peso agobiante de una
crisis que parece abatirnos, y súbitos temores nos angustian, pero, fuerza es decirlo: hemos
vivido muchas épocas tumultuosas de crisis culturales y de angustia vital; la presente no es
la excepción. Estamos hundiéndonos en un extraño tremedal en el que nos sumergimos tan
lentamente que parece como que nunca nos anegaremos.
Pensamos, con desgarrantes nostalgias, en tiempos pretéritos, cuando todo parecía
bueno y paradisiaco (“cualquier tiempo pasado fue mejor”, dice la copla de Manrique), y
exclamamos, como el coro de ancianos de la tragedia griega: “Vivimos tiempos malos”.
Ese pasado feliz puede ser ilusorio también. ¿En qué nos parecemos al hombre de
otras épocas al parecer brillantes? Entre otras cosas, en la desesperación. Sí. Somos una
generación desesperada. Y esto abre un portalón de esperanzas a los anhelos de nuevas
perspectivas. Porque la desesperación ha sido la fuerza expansiva de grandes realiza-
ciones, y condición histórica del impulso vital. Por eso es dable afirmar como Ortega y
Gasset: “No se entiende el cristianismo si no se parte de la forma radical de la vida, que
es la desesperación”.
Ella nos explica muchos hechos de nuestra historia y esta búsqueda incansable de es-
tabilidad.
Es curioso y alentador que cuando creemos estar al borde de un cataclismo, entre las olas
tempestuosas de las notas orquestales que acometen con mélico furor el allegro con brío de
una Sinfonía Fatal, se oigan, de súbito, entre tremar de arpas, en mágicos glisandos, sollozos
de violoncelos y quejumbres de oboes, en el despertar glorioso de una nueva aurora de paz
y de concordia. Eso ha sucedido muchas veces en la Historia.
En el lóbrego medioevo, en su etapa desmedrante, cuando parecía que el acervo entraña-
ble del hombre naufragaría en el encrespado mar de sombras y miserias, monjes humildes,
desde el apartado scriptorium de sus templos, con trazos puros y elegantes, que hermoseaba
el entusiasmo y la fe, salvaban para el futuro, que debía esplender con ínsita elegancia, las
obras maestras del entendimiento humano. Y desde el fondo secular de la prehistoria surgen,
para nuestro asombro de hoy, los frescos increíbles de las catedrales trogloditas que dieron
un valor excepcional a la espelunca mágica y oscura.
A nosotros, necesariamente, debe unirnos, antes que el genio luminoso de nuestra raza y
la raíz inconmovible de la dominicanidad, una nueva razón urbanística que nos lleve hacia
la feliz convivencia a través de la realidad destacable de nuestro acervo común.
Yo conocí, en parte, el secreto de Postigo. Hay que buscar a Dios. Muchos se empecinan
en hacerlo y no lo encuentran, a pesar de romperse los puños golpeando la puerta secular.
Y no lo encuentran porque lo buscan en las cosas. Pugnan por encontrarlo entre las zarzas
ardientes, como Moisés en el Monte de Sinaí, o en la figura de sombra deslumbrante, como
Pablo en el camino de Damasco. Y no es entre las cosas como vamos a encontrarlo, a pesar
408
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
Capítulo 1
San Pedro de Macorís y la economía azucarera
La fundación de San Pedro de Macorís en las márgenes del río Higuano data de 1846,
cuando fue reconocido como puesto militar, habiendo sido designado como jefe militar
Antonio Molano, quien renunciaría cinco años después, en 1851, por la pérdida de la salud
que había venido sufriendo progresivamente. Molano fue sustituido por Ignacio María
Quírico, quien había tenido participación en el movimiento de Independencia de Panamá.
El puesto militar fue elevado a sección, adscrita a la común de Hato Mayor, provincia de El
Seibo, el 16 de abril de 1852. Sus primeros pobladores fueron Domingo Ysambert, Facundo
y Epifanio Madrigal.
Una ordenanza del 10 de agosto de 1851 modificó el nombre de la sección, puesto cantonal
o puesto militar, como indistintamente se le denominaba, asignándole en forma definitiva
el de San Pedro de Macorís. La sección fue elevada a común de la provincia de El Seibo
el 10 de agosto de 1865, después de que fuera solicitada en 1863, siendo su representante
en la Asamblea Nacional Mariano A. Cestero. En 1882 la común fue elevada a la categoría
de distrito marítimo, independiente de El Seibo, siendo nombrado gobernador el general
Ramón Castillo. Años más tarde, en 1908, San Pedro de Macorís fue elevada a la categoría
de provincia, siendo su primer senador el licenciado Mario Saviñón y su primer diputado
el licenciado Luis Arturo Bermúdez.
A pesar de la crisis política y económica que viviera la República Dominicana hacia finales
del siglo XIX y principios del XX, desde 1850 y hasta 1920, San Pedro de Macorís floreció en
forma admirable, particularmente de 1880 en adelante, siendo conocida esa época como la
de la danza de los millones. Dicha ciudad fue bautizada como la Sultana del Este, denominación
que explica la gran inmigración árabe que se había producido.
Gracias a la generosidad de Elías Camarena, quien donara el local, el material didáctico
y sirviera como maestro, se fundó la primera escuela para varones de la villa en 1848. Luego
409
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
se le uniría como profesor Luis Valera, para renunciar a poco tiempo. Más tarde, en 1850,
Valera fundó su propia escuela, pero su duración fue efímera. También en 1850 la profesora
Ramona González, de nacionalidad puertorriqueña, se estableció en San Pedro de Macorís
y fundó allí la primera escuela para niñas. Años después, en 1895, fue creada la primera
escuela normal de varones de San Pedro de Macorís.
Por otra parte, la fe cristiana, tanto católica como evangélica, ha estado muy presente en
la configuración de la cultura petromacorisana. La primera ermita católica fue inaugurada el
10 de octubre de 1850, fue sustituida por otra ermita, y esta a su vez fue suplantada por un
templo, inaugurado el 3 de julio de 1897, para ser abandonado en 1918, año desde cuando se
utiliza el actual templo San Pedro Apóstol, cuya construcción fue completada hacia finales
de la década de 1950.
Las relaciones comerciales entre Macorís y otras comunidades del Este se intensifica-
ron a partir de mediados del siglo XIX, particularmente con El Seibo, Hato Mayor y San
José de los Llanos, gracias al impulso que a la actividad comercial le dieron Pedro y Elías
Camarena, quienes se habían desarrollado en dicha actividad junto a su familia en San José
de los Llanos.
Aunque la producción de azúcar en el Este se remonta al 1546, la tradición de la caña se
inicia en San Pedro de Macorís con la instalación de un trapiche en el área donde hoy funciona
el ingenio Santa Fe. Fue instalado entre 1848 y 1850 por el canario Vicente Ordóñez Salgado,
procedente de Santa Fe, Islas Canarias. Los petromacorisanos cambiaron los apellidos de
Ordóñez por el de Santa Fe; y el trapiche fue conocido con el nombre de Quiebra Huesos.
Vicente y Carlos, hijos de don Vicente Ordóñez Salgado, establecieron otro trapiche en 1950
en el lugar que denominaron Buena Vista. En el mismo año, Guadalupe González Leytes
fundó un trapiche en el poblado de Ortiz; Pedro Camarena instaló otro en la comunidad de
Punta de la Pasa; y Wenceslao Cestero en el paraje Vega.
En 1857 Manuel Ascensión Richiez Cotes, seibano, instaló el más grande de todos los
trapiches establecidos hasta ese momento, exactamente en los terrenos que hoy ocupa la
Universidad Central del Este (UCE). A Manuel Richiez se le considera el pionero de la in-
dustria azucarera del Este, ya que era el único que cuajaba el jugo de la caña (melao) hasta
convertirlo en azúcar. Richiez fue el primero, además, en establecer plantaciones de caña
de azúcar fuera de los predios domésticos; su colonia Domitila la estableció en lo que hoy
se conoce como La Puerta de Angelina. También instaló un alambique para la fabricación
de alcohol, cuya producción vendía en Santo Domingo.
La instalación de estos numerosos trapiches provocó el fomento del cultivo de la caña
de azúcar. A lo que se sumó la llegada del cubano Juan Antonio Amechazurra, experto
mecánico y muy experimentado en el cultivo de la caña de azúcar y otros productos, en
1876/1877. Pronto, Amechazurra se convirtió en el mentor y líder de los cultivadores de la
gramínea, entre los que se encontraban Manuel A. Richiez C., Wenceslao Cestero, Manuel
Urraca, Guadalupe González y Pedro Camarena.
Bajo el liderazgo de Juan Antonio Amechazurra, el 9 de enero de 1879, el ingenio Ange-
lina puso en marcha sus maquinarias; fue la primera industria de este género en la Región
Este. Algunos señalan que otro ingenio, el Casuey, ubicado en las proximidades donde hoy
funciona el ingenio Consuelo, fue el primero. En 1881 inició sus labores el ingenio Porvenir.
Surgió por la iniciativa del puertorriqueño Santiago W. Mellor; este Central tiene la particu-
laridad de que produce azúcar refinada. Con el paso de los años, surgieron otros centrales
410
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
411
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Mayagüez; entre otras, las familias González, Morales, Blanco, Martínez, Piris y Lugo. Los
puertorriqueños introdujeron en San Pedro las corridas de caballos y el voleibol, así como el
coche tirado por caballos. Pero no sólo puertorriqueños e isleños, la cultura petromacorisana
ha sido enriquecida por una variada y pujante población procedente de todos los confines
de la tierra. Árabes, libios, sirios, cubanos y españoles; daneses, venezolanos, alemanes y
franceses; italianos, chinos y gitanos forman parte indisoluble de esa cultura única, rica en
matices y notablemente vigorosa.
El auge del teatro, la poesía y la música, las celebraciones folclóricas, así como la cir-
culación de periódicos, reflejan los niveles culturales que hacia finales del siglo XIX había
alcanzado la Sultana del Este. En 1903 fue creada la primera banda infantil de música de
San Pedro de Macorís.
Aunque Julio Postigo llegaría a ser uno de los militantes de la fe evangélica más pres-
tantes de la República Dominicana, no fue sino pocos años antes de su nacimiento cuando
se iniciaron las actividades religiosas de dicha fe en San Pedro de Macorís, cuando en 1892
Arturo Salgueiro Font, profesor puertorriqueño, fue contratado para laborar en la escuela
que patrocinaba Juan Amechazurra, propietario del ingenio Angelina. Salgueiro Font desa-
rrollaba algunas labores religiosas de manera informal entre los creyentes profesantes de la
fe evangélica que procedían de Puerto Rico y otras pequeñas islas del Caribe.
En la República Dominicana había mucha inestabilidad política, social y económica e
incertidumbre a finales del siglo XIX. La muerte del presidente Ulises Heureaux a mediados
de 1899 puso fin a la dictadura que éste había personificado, y dejaba el país prácticamente
hipotecado. Para sostener su proyecto político, Heureaux había endeudado el país con
capitales holandeses, franceses, alemanes, ingleses y norteamericanos. A esta situación
se sumó la lucha política entre el comerciante Juan Isidro Jimenes y sus seguidores y el
general Horacio Vásquez y sus partidarios, provocando que el presidente de los Estados
Unidos de América, Teodoro Roosevelt, se apropiara de la administración de las aduanas
dominicanas en 1905.
La pugna entre coludos y bolos, esto es, entre horacistas y jimenistas, se tradujo en
triunfo para las aspiraciones políticas de Ramón Cáceres, quien finalmente firmó la llamada
Convención Dominico-Americana de 1907, la cual reconfirmó los poderes y derechos nor-
teamericanos sobre los ingresos de las aduanas de la República Dominicana. El presidente
Cáceres fue asesinado en 1911.
Por otra parte, mientras la inestabilidad política y la crisis económica marcaban a la
República Dominicana, representantes de numerosas iglesias protestantes y evangélicas se
reunieron en la ciudad de Edimburgo, Escocia, con el propósito de encontrar fórmulas que
facilitaran la propagación de su fe. Allí, en 1910, se acordó establecer todas las misiones que
fuesen posibles en aquellos países donde todavía no hubiese llegado o no se hubiera conso-
lidado dicha fe. Como parte de dicho proyecto, al año siguiente la Iglesia Presbiteriana de
Mayagüez, Puerto Rico, bajo el pastorado del doctor James A. McAllister, destinó US$170.00
a la obra misionera de la República Dominicana y la Unión Evangélica Interdenominacional
de Puerto Rico comisionó al doctor Philo W. Drury y a Nathan H. Huffman, a fin de que via-
jaran a la República Dominicana y estudiaran sobre el terreno la posibilidad de establecer la
obra evangélica en suelo dominicano. Visitaron el país, estudiaron la factibilidad de fomentar
el trabajo misionero en la República Dominicana, y determinaron que había condiciones y
que el proyecto era factible.
412
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
Más adelante, en 1915, Philo W. Drury volvió a visitar la República Dominicana para
continuar estudiando la posibilidad de establecer la misión evangélica en dicho país y pudo
comprobar que las impresiones que habían tenido y las apreciaciones de 1911 eran correc-
tas, reconfirmando la factibilidad de que en dicho país la predicación de la fe evangélica en
idioma español se ensanchara. Sin embargo, a pesar de este nuevo informe favorable, no
hubo decisión al respecto.
Por la imposibilidad que tenía la República Dominicana de afrontar los compromisos eco-
nómicos con sus acreedores, en 1916 el presidente de los Estados Unidos de América autorizó
las tropas de su país, a fin de que procedieran a ocupar militarmente el territorio dominicano,
por cuya razón, los inicios formales y el despegue de la obra evangélica y protestante en la
República Dominicana coincidieron con el período de ocupación norteamericana. Aunque
la condenaban, algunos norteamericanos y hasta dominicanos protestantes, recurrieron a
los ocupacionistas al ser agredidos física, política y moralmente por causa de su fe.
Cuando desde el 4 de mayo de 1916, bajo el mandato del presidente de los Estados
Unidos de América, Thomas Woodrow Wilson, las tropas norteamericanas iniciaron la ocu-
pación del territorio nacional, hecho consumado el 29 de noviembre del mismo año cuando
el contralmirante H. S. Knapp, a bordo del vapor Olimpia leyó la proclama que ponía a la
República dominicana bajo la soberanía del gobierno norteamericano, también en la región
Este de la República Dominicana encontraron resistencia, destacándose entre otros Vicen-
tico Evangelista y Fidel Ferrer. Incluso en San Pedro de Macorís se enfrentó gallardamente
a los norteamericanos, como otros muchos, Gregorio Urbano Gilbert, quien mató el primer
soldado ocupacionista al desembarcar allí las tropas invasoras.
A pesar de la agudización de la crisis que experimentaba la República Dominicana,
varias iglesias radicadas en Puerto Rico tenían interés en extender su labor a territorio do-
minicano, por cuya razón se pusieron en contacto con sus juntas misioneras en los Estados
Unidos, las cuales crearon el Comité de Cooperación para América Latina y la Junta para
el Adelantamiento de la Obra Misionera en la República Dominicana, con participación
de las iglesias Discípulos de Cristo, Congregacional, Presbiteriana, Metodista Episcopal y
Hermanos Unidos.
El secretariado del Comité de Cooperación para América Latina fue puesto bajo la res-
ponsabilidad del doctor Samuel Guy Inman, quien a finales de 1917 promovió en Nueva
York la creación de la Junta para el Servicio Cristiano en Santo Domingo. Anteriormente el
Dr. Inman había sido condecorado con la Gran Cruz Azteca por defender a México en su
lucha con los Estados Unidos por los territorios petroleros que se disputaban ambos países.
Las iglesias Metodista Episcopal, Presbiteriana y Hermanos Unidos se comprometieron
a fundar una obra nacional que mostrara a las fuerzas norteamericanas de ocupación su
desaprobación a la invasión iniciada en 1916.
A finales de 1917 arribaron a San Pedro de Macorís el puertorriqueño Salomón Feliciano
y su esposa Dionisia, permaneciendo en territorio dominicano dos años. Feliciano era un
predicador de la Iglesia de Dios Pentecostal de Puerto Rico, quien siendo aún muy joven
creyó al evangelio en la Iglesia Metodista, y en ella se congregó durante muchos años, pero
no fue sino después de vivir en Hawai cuando participó en el avivamiento pentecostal que
se inició allí en 1912.
Varias personas adoptaron la fe evangélica por la predicación de Feliciano en la ciudad
de San Pedro de Macorís; entre otros, Abelardo Pérez Calderón y Julio Desiderio Postigo,
413
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Capítulo 2
Un muchacho de pueblo
Los primeros lustros del siglo XX vieron repetirse en la República Dominicana el fenó-
meno del caudillismo que la había atormentado durante la segunda mitad del siglo anterior.
Y con este, el mantenimiento de un patrón de desarrollo lento, marcado por la ruralización y
la pobreza. Ciudades con largos años de fundadas se desenvolvían más bien como aldeas. A
excepción de Santo Domingo y Santiago, las restantes se mantenían rezagadas; su desarrollo
social, económico, político y cultural era lento, casi imperceptible.
San Pedro de Macorís, a pesar de su juventud, avanzaba hacia el desarrollo y apuntalaba
a convertirse en una gran ciudad, lo cual se hacía posible por el flujo migratorio que recibía
en razón del éxito creciente de su industria azucarera. Como pocas comunidades domini-
canas, Macorís exhibía un auge notorio; recibía inmigrantes de todas partes del mundo, con
lo que se producía una envidiable dinámica social y cultural.
En razón de que la población petromacorisana estaba compuesta básicamente por
inmigrantes, la laboriosidad venía a constituirse en una de sus principales credenciales.
Comerciantes, artesanos, jornaleros, profesionales, técnicos e intelectuales conjugaban sus
414
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
415
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Aunque los niveles académicos que alcanzara Postigo fueron realmente modestos, a él
debe la República Dominicana la creación de condiciones indispensables y la promoción
de mecanismos que durante muchos años facilitaron a los jóvenes la continuación de sus
estudios secundarios y universitarios.
La distancia que le separaba de sus familiares paternos, lo mismo que de los maternos,
impidió que Julio Postigo creara y ensanchara lazos fuertes con unos y con otros. No obstante,
a pesar de las limitaciones en este sentido, los apreció y desarrolló los más altos y deseables
conceptos relacionados con los vínculos familiares. Temprano, se dio cuenta del valor de la
familia funcional y de la importancia de las relaciones interpersonales.
De niño aprendió a cultivar la amistad, al grado de llegar a contarse entre los dominicanos
mejor relacionados de todos los tiempos. Pudo derribar las barreras de los credos religiosos,
del partidarismo político, de los intereses mercantiles, de las razas y de las generaciones.
Sin duda, ello se vio facilitado por la vocación magisterial de la madre y la vena comercial
que le legara su padre.
A pesar de la dedicación de su padre al comercio, los progresos económicos de la
familia fueron modestos. Don José nunca alcanzó la categoría de gran comerciante, aun-
que no le faltaron méritos para ello, lo que obligó a Julio Postigo a lanzarse, todavía muy
joven, al mundo de la producción económica, con lo que a la vez contribuía con su propio
sostenimiento.
En la República Dominicana, los niños generalmente aprendían algún oficio, por lo que
fue enviado a uno de los talleres de impresión de la ciudad, donde aprendió el oficio de la
tipografía, con la que quedó marcado para siempre, convirtiéndose en un notable propulsor
de la página impresa tanto en el país como en el extranjero. Llegó a ser tenido como uno de
los más importantes editores de su país.
Fue reclutado para que atendiera una pequeña librería que misioneros evangélicos
abrieron en la ciudad de Santo Domingo. El doctor Samuel Guy Inman lo contrató como
vendedor de libros religiosos: Biblias, Nuevos Testamentos, himnarios y novelas de carácter
religioso sin mayores pretensiones. La librería era una pequeña habitación del edificio que
había adquirido la Junta para el Servicio Cristiano en Santo Domingo en la calle 19 de marzo
esquina Mercedes, en la parte antigua de la ciudad.
Gracias a un crédito bancario que obtuvo el Dr. Philo W. Drury, fue adquirido el edificio
donde había estado ubicada la primera oficina del correo en la ciudad capital; allí, después
de la oficina de correos funcionó el Liceo Dominicano. Según su propio testimonio, cuando a
Postigo le fue ofertado empleo en el pequeño negocio de venta de libros religiosos en Santo
Domingo lo aceptó. El movimiento comercial de la librería era modesto.
La separación de los padres y las múltiples limitaciones del negocio que atendía, empeo-
raron su situación económica. Se habían caído sus expectativas; el porvenir se tornaba cada
día más incierto, y cinco meses después de residir en Santo Domingo, en 1922, se produjo
el retorno a su natal San Pedro de Macorís. De regreso a Macorís, Postigo retomó su anti-
guo oficio de tipógrafo, y se inició como vendedor ambulante de efectos electrodomésticos:
neveras, estufas y otros enseres del hogar.
Laboró durante varios años en la imprenta La Orla, bajo la dirección de Felipe Augusto
Martínez. La Orla se dedicaba preponderantemente a la impresión de formularios y talona-
rios de recibos y, ocasionalmente, se editaba algún libro. El doctor Francisco Moscoso Puello,
médico famoso ampliamente conocido en todo el país, visitaba con frecuencia la imprenta y
416
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
conversaba de libros y de literatura con Martínez, mientras Postigo los escuchaba con interés;
estos diálogos favorecieron la predisposición que traía de sus primeros años de vida.
Años después don Julio trabajó para que fuera publicada la Historia de la Medicina Do-
minicana, del Dr. Moscoso Puello. Edición que se realizó en dos partes, primero tres tomos a
cargo de la Librería Dominicana, y años después, tres tomos más por cuenta de la Universidad
Central del Este (UCE). Ello se hizo posible por la colaboración de la Sra. Lidia Balaguer de
Moscoso, sin cuyo concurso y participación hubiese sido imposible la impresión del texto.
Incluso, a ella daba los créditos el Dr. Moscoso, ya que a su cargo estuvo una gran parte de
la intensa labor de búsqueda e indagación.
Siendo tipógrafo fue reclutado por el Sr. López Janeiro, funcionario de la oficina co-
mercial de la Compañía Eléctrica que servía la energía a San Pedro de Macorís. Recorría la
ciudad leyendo los contadores por cuenta de la empresa energética, a la vez que continuaba
como tipógrafo y ensanchaba sus habilidades como vendedor ambulante de efectos para
el hogar. En la Compañía Eléctrica laboró durante alrededor de once años. Abandonó este
empleo cuando fue reclutado por el doctor Barney Morgan para que se pusiera nuevamente
al frente de la Librería Dominicana, que, ya funcionaba como tal, para cuya posición había
sido recomendado por su pastor, Rev. Miguel Limardo.
En 1930 Julio Postigo contrajo nupcias con Cruz Minerva Vilanova. La Sra. Vilanova
de Postigo se destacó como miembro y fundadora de la Asociación de Damas de la Iglesia
Evangélica Dominicana, llegando a alcanzar la categoría de presidenta de la misma. Postigo
conoció al padre de Cruz Minerva, señor Antonio Vilanova, cuando este laboraba en una
destilería. Vilanova había escuchado el evangelio por la predicación de Salomón Feliciano,
.y sin haber asumido ningún compromiso público, decidió abandonar su bien remunerada
ocupación, prefiriendo dedicarse a la carpintería y las construcciones en general, recibiendo
menor compensación económica por su trabajo.
Mientras tanto, Postigo reanudó los estudios, esta vez en la modalidad educativa de
libre escolaridad, obteniendo el certificado mediante el cual se consigna que completó los
estudios primarios superiores. Dicho documento fue expedido en fecha 15 de octubre de
1931 y registrado con el número 1647. También como estudiante libre inició los estudios
normalistas, habiéndolos abandonado en el primer grado. Sin embargo, realizó estudios
comerciales, graduándose como contable en la Academia Comercial, Industrial y Agrícola
de San Pedro de Macorís, el 28 de agosto de 1931, según consta en el diploma que le fuera
expedido por dicha institución.
Como se aprecia, el 1931 marcó la culminación de sus logros académicos, habiendo
concluido los estudios primarios superiores y los estudios de contabilidad. En adelante
sería un autodidacta, y aprovecharía al máximo la experiencia que iría acumulando con el
paso del tiempo.
A finales de 1917, había llegado a San Pedro de Macorís Salomón Feliciano, como fue
señalado anteriormente. Se trataba de un hombre iletrado que abrazó la fe evangélica con
entusiasmo; poco a poco su fe fue acrecentándose hasta alcanzar niveles poco comunes. La
Iglesia de Dios Pentecostal se había organizado en Puerto Rico y Feliciano figuraba como
uno de sus miembros más destacados. Fue así como tomó la decisión de viajar a la República
Dominicana para dedicarse por algún tiempo a predicar el evangelio por cuenta propia.
Ya en San Pedro de Macorís, por su condición social y por ser iletrado, Feliciano predicó
entre la población de la más modesta condición social y académica, circunscribiéndose, más
417
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
bien, a tratar los temas de la fe cristiana entre lavanderas, cocineras y trabajadoras domés-
ticas en general; también entre iletrados y marginados a los cuales podía tener acceso más
fácilmente. Durante la Semana Santa de 1918, los esfuerzos de Salomón Feliciano tuvieron
éxitos notables, conquistando para su fe varias personas. Fue en esa fecha cuando creyeron
Julio Desiderio Postigo Arias y Abelardo Pérez Calderón. Un año después, en 1919, el Sr.
Feliciano retornó a Puerto Rico, dejando como coordinador del grupo de creyentes que había
conquistado a Pérez Calderón.
En 1921 Julio Postigo servía en la iglesia que se había organizado en San Pedro de Ma-
corís como secretario de la Escuela Dominical, nombre que dan la mayoría de las iglesias
evangélicas y protestantes a las clases bíblicas que ofrecen los domingos a la feligresía.
Precisamente por su dedicación, disciplina e interés a fin de que los creyentes se afianzaran
en la fe que habían abrazado, el doctor Samuel Guy Inman encontró en aquel joven de tan
sólo 17 años de edad, a la persona que buscaba para ponerla al frente de un pequeño depósito
para la venta de libros religiosos que abrió en Santo Domingo, conforme lo había proyectado
el doctor Philo W. Drury en carta que remitiera el 30 de diciembre de 1920.
Su labor relacionada con la impresión le dejaba tiempo suficiente para desarrollarse
como predicador laico, valiéndose de mucha de la experiencia que había vivido al lado de
Salomón Feliciano. Su cercanía con Feliciano le había provocado que muchas personas lo
rebautizaran con el sobrenombre de el pastorcito.
Postigo abrazó y permaneció en la fe evangélica hasta la hora de su muerte, lo mismo
que su matrimonio con Cruz Minerva Vilanova. El hábito de regalar ejemplares del Nuevo
Testamento lo llevaría a los más apartados rincones del país, y a los más encumbrados despa-
chos del sector privado y del gobierno; habiéndose atrevido, no sólo a entregar la Escritura
a monjas y sacerdotes católicos, sino también al papa Juan Pablo II en 1984, quien en reci-
procidad al gesto de Postigo le entregó su medalla oficial, emisión de 1983.
Como reconocimiento a su labor como miembro de la Iglesia Evangélica Dominicana de
San Pedro de Macorís, la Junta Oficial de dicha congregación decidió nombrarlo miembro
honorario con voz y voto; la resolución está contenida en una carta suscrita por la secretaria
de dicho organismo, la cual fue fechada en San Pedro de Macorís el 17 de enero de 1938. De
esa manera culminaba su labor religiosa en aquella ciudad.
Su fidelidad le mereció la confianza de misioneros del calibre de Barney N. Morgan,
quien debiendo ausentarse del país por varios días en 1946, autorizó a Postigo a suplirles,
encomendándole atender los requerimientos económicos que pudieran presentarse a pastores
y obreros, durante su ausencia.
Los éxitos alcanzados por la Librería Dominicana en menos de diez años, por la gracia,
la vocación, el don y el talento que Dios confió a Julio Postigo, provocaron que los delegados,
los pastores y los demás oficiales de la Asamblea Anual de la Iglesia Evangélica Dominicana
decidieran elevarlo a la categoría de miembro permanente de la misma. La resolución fue
comunicada a Postigo mediante carta fechada en San Cristóbal el 14 de junio de 1946, sus-
crita por el secretario ejecutivo de la iglesia, reverendo Juan Lajara. El 5 de agosto de 1948,
el pastor Abelardo Pérez Calderón le informo mediante carta que había sido nombrado
como representante ante el comité ejecutivo de la iglesia, en sustitución del doctor Barney
N. Morgan, quien servía como superintendente de la misión.
En 1949 Julio Postigo fue nombrado subagente de la Sociedad Bíblica Americana, Agencia
de las Antillas en la República Dominicana, sucediendo en dichas funciones al Dr. Morgan.
418
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
419
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
“Cita el punto fundamental que debe orientar el pensamiento y mover la voluntad de todos los
que estamos en Cristo, en el alto sentir de San Pablo: ‘Si alguno está en Cristo, nueva criatura
es… porque Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a
los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de reconciliación’. Bendito sea Dios
que nos regala tan alto consuelo en medio del fragor de la vida”.1
A pesar de haber cultivado una amplia amistad con el alto clero católico y con religiosos
y religiosas de las más diversas órdenes, cada vez que hubo que encarar situaciones enojosas
ante los más altos dignatarios católicos, lo hizo con mucha consideración y respeto.
La existencia de Julio Desiderio Postigo Arias fue marcada por el trabajo y por la bús-
queda incesante de nuevos y más prometedores horizontes. A la vez que se distinguió por
su fidelidad y por la dedicación a los ministerios que como creyente abrazó. Se movió de la
tipografía al mercadeo de electrodomésticos; de la edición a la venta de libros, de encargado
de una pequeña librería a propietario; de la regiduría al capitolio.
Así como necesitó trabajar siendo aún muy niño, a los 90 años de edad se lo encontra-
ba por igual, desarrollando una apretada agenda cada día, como si para él el trabajo, más
que un medio para la subsistencia, constituyera una necesidad existencial y placentera que
afirmaba en su intimidad lo humano.
Julio Desiderio Postigo Arias, aunque fue perseguido y encarcelado, también recibió
cierta muestra de reconocimiento de parte del régimen del tirano Rafael L. Trujillo. Como
fue la acogida que tuvo su propuesta de que en el país se celebrara el Día del Libro cada año,
que fuera montada una Feria Nacional del Libro y se premiaran las mejores obras escritas
en el país cada año. De igual modo, el apoyo para las exposiciones de libros que organizara
y montara en Argentina y Puerto Rico, respectivamente.
Otra muestra de indudable reconocimiento de parte de la dictadura por su labor
realizada, fue el nombramiento que se le otorgara, comisionándolo para Europa ante
instituciones oficiales, embajadas y librerías de Italia, Francia y España en la exposición
de libros que tendría lugar al año siguiente, en 1955, con motivo del montaje de la Feria
de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre. La Comisión de la Feria de la Paz estuvo
presidida por Virgilio Álvarez Pina. Dicho evento fue inaugurado en la capital dominicana
el 20 de diciembre de 1955.
El Secretario de Estado de Educación, Enrique de Marchena, mediante Oficio n.o 592
que remitiera el 29 de enero de 1955 al Sr. Postigo, le informó de su nombramiento como
miembro de la Comisión Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, creada por ley del 15 de
enero del mismo año.
Sin embargo, a pesar de dichos reconocimientos, fue arrestado al año siguiente bajo el
alegato de ser comunista. El jefe de la Policía Nacional, coronel Federico Fiallo, informó
del arresto de seis personas por realizar actividades comunistas. El diario El Caribe el 19 de
agosto de 1956, p.2, incluyó la lista de los arrestados: Federico Alfredo Endress, Persio César
Domínguez Hernández, Rubén Darío Morel Martínez, Julio Postigo Arias, Dr. Juan Canto
Rosario, quien fuera asesinado, y Víctor Máximo Charles Dunlop. Por algunos días, Postigo
fue puesto en solitaria, luego fue sacado de allí.
Después de las gestiones que en tal sentido realizara Francisco Prats Ramírez, la Fiscalía
del Distrito Nacional no encontró indicios suficientes como para que fuera condenado Postigo
1
Archivo de la familia Postigo.
420
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
por la acusación que se le había formulado, por lo que fue dejado en libertad después de
varios días de detención. Prats Ramírez argumentó que don Julio Postigo era miembro de la
Iglesia Metodista, y que cuando los metodistas se enteraran de la detención podrían desatar
un escándalo internacional contra el régimen.
No cabía duda, se trataba de una estrategia más de la dictadura. En marzo de 1954 los
predicadores evangélicos David García y Jaime Cardona habían logrado conmover el país
con sus mensajes del evangelio y por las curaciones milagrosas que numerosos enfermos
dijeron haber recibido. Entre otros, Isidro Solano, Erciná Troncoso, Temito Recio, Julio Cabral
y Fabián Torres.
Tal era el interés que habían provocado los evangélicos, que alrededor de 300,000 Biblias
habían sido vendidas entre 1944 y 1954. La prensa no pudo sustraerse al fenómeno, y hubo
de desplegar a grandes titulares y en grandes espacios las crónicas de lo que ocurría en la
Capital, Barahona, Puerto Plata y otros lugares. Sacerdotes católicos, médicos y otras perso-
nalidades ofrecieron declaraciones públicas a favor y en contra de lo que acontecía.
El sacerdote jesuita Antonio Sánchez encabezó la ofensiva católica en contra de García y
Cardona; además, se pronunciaron en contra el presidente de la Asociación Médica Domi-
nicana, Dr. Sixto Inchaustegui Cabral, y la doctora Josefina Garrido. Los doctores Heriberto
Pieter y Federico Rojas opinaron a favor de la labor de los predicadores. La labor realizada
por García y Cardona demostró que los protestantes y evangélicos de la República Domini-
cana constituían un sector social suficientemente representativo en el país.
Ya el 27 de febrero de 1953, en un discurso que improvisara en Nueva York en un acto
que fuera organizado allí por la colonia hebrea, Trujillo había asegurado que estaba dispuesto
a consagrar los últimos años de su vida a la libertad de todas las religiones. Pero, a pesar de
esto, la iglesia evangélica había manifestado su adhesión pública al tirano tímidamente.
Dieciocho denominaciones evangélicas de la República Dominicana expidieron un perga-
mino en el Año del Benefactor de la Patria, mediante el cual se reconocía al dictador por el mante-
nimiento de la libertad de cultos en el país. Las iglesias suscribientes del documento formaban
parte del Concilio Consultivo de Iglesias Evangélicas de la República Dominicana.
La detención de Postigo, en aquel momento el evangélico más connotado del país,
obligaba a los protestantes a acercarse a Trujillo para solicitar su benevolencia en favor
del detenido. Lo mismo volvió a ocurrir en 1959. Fueron atribuidas declaraciones políticas
contra el régimen de Trujillo al rector del Seminario Evangélico de Teología de Matanzas,
Cuba, reverendo Alfonso Rodríguez, lo cual hubo de desmentir en carta del 16 de febrero.
Realmente lo que se perseguía era que la Iglesia Presbiteriana y las demás que pudieran
hacerlo, se apresuraran a manifestar públicamente sus simpatías con el gobierno del dictador
Trujillo, y que dicha noticia recorriera todo el continente.
A pesar de la detención y la acusación de comunista que le hiciera el Jefe de la Policía, el
21 de octubre de 1957, mediante Decreto n.o 3241, Héctor B. Trujillo Molina lo designó como
miembro del Consejo Directivo del Distrito Nacional.
Mediante carta, Juan Domingo Perón, que había incluido la República Dominicana en
su exilio, el 28 de febrero de 1958, acusó recibo del libro del doctor Norman Vincent Peale
El poder del pensamiento tenaz, que le obsequiara Postigo.
En 1960 fue nombrado regidor, condición que conservó durante el gobierno del Con-
sejo de Estado, ya desaparecida la tiranía; siendo electo como vicepresidente de la Sala
Capitular.
421
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Fue postulado como regidor por el Partido Revolucionario Dominicano para las elec-
ciones del 20 de diciembre de 1962, habiendo resultado electo. Por su postulación, hubo de
renunciar como miembro suplente de la Junta Electoral del Distrito Nacional. El Sr. Postigo
fue el único regidor que sirvió en el Ayuntamiento durante el gobierno del Consejo de Es-
tado y continuó haciéndolo durante el gobierno constitucional del Partido Revolucionario
Dominicano, que encabezara como presidente el profesor Juan Bosch.
Quizás, deseando disponer de argumentos consistentes para explicar su incursión en la
vida política de la nación, después de ser reputado como un cristiano evangélico notable,
condición que se suponía le impedía la participación en política, tal como había sido predi-
cado durante años en la mayoría de las iglesias protestantes y evangélicas del país, don Julio
Postigo invitó a hablar en la sala de conferencias de la Librería Dominicana a un connotado
sacerdote dominico, reverendo Armando Tamargo, el 23 de noviembre de 1962. Tamargo
disertaría en torno al tema: El Cristiano y la Política (abstención o intervención).
En 1963 don Julio fue nombrado presidente de la Asociación de Ciudades Hermanas (Sa-
rasota y Santo Domingo). Como secretario ejecutivo fungía Juan Rafael Pacheco, Jr. Cuando
un grupo de regidores del Ayuntamiento del Distrito Nacional viajó a la ciudad de Sarasota,
Estado de La Florida, Estados Unidos, en julio de 1963, el presidente de la República, profesor
Juan Bosch, remitió una carta, con fecha 12 de julio de 1963, al alcalde de dicha ciudad con
el propio Postigo, uno de cuyos párrafos señala que:
“…nos une el hecho de que David sea el personaje símbolo de esa ciudad y a la vez la figura
bíblica de mí predilección”.2
Una comunicación del 10 de marzo de 1964 suscrita por el presidente de la Junta Central
Electoral, licenciado Ángel M. Liz, lo acreditó como segundo suplente del tercer miembro
de la Junta Electoral del Distrito Nacional. Fue nombrado el mismo año para servir como
presidente de la Alianza para el Progreso; ese año la ciudad de Caracas lo declaró como
visitante distinguido.
El 24 de abril de 1965 estalló la guerra civil que tenía como objetivo devolver al país el
gobierno que encabezara en 1963 el Prof. Juan Bosch y que fuera derrocado mediante un
golpe de estado. La lucha armada entre el ejército constitucionalista y las fuerzas armadas
había provocado la muerte de cientos de dominicanos; por lo que se buscaba a ciudadanos
que pudiesen promover el equilibrio y encontrarles fin a las conflagraciones.
Con ese pretexto fue llamado Postigo, quien vino a formar parte de una Junta de Go-
bierno Cívico-Militar, que constituyó el Gobierno de Reconstrucción Nacional. Dicha junta
era presidida por el general Antonio Imbert Barreras, uno de los ajusticiadores del tirano
Rafael L. Trujillo el 30 de mayo de 1961.
Sin embargo, como laJunta mostró evidentes inclinaciones hacia el sector militar, y como
ya las conversaciones para superar la crisis estaban encaminadas, don Julio renunció. Lo
que provocó diversas conjeturas que inclusive publicó la prensa nacional. A fin de despejar
dudas, el 14 de agosto de 1965 por medio de uno de sus hijos, hubo de desmentir al periódico
que informó de declaraciones suyas, motivando la renuncia del Gobierno de Reconstrucción
Nacional. También la información que en cuatro ocasiones publicara el mismo periódico,
indicando que había salido para el extranjero.
2
Archivo de la familia Postigo.
422
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
La renuncia y sus motivos están contenidos en la carta que Postigo remitiera al Gral.
Imbert Barreras el 9 de agosto de 1965, que le autorizaba publicar.
Santo Domingo, D.N.,
6 de agosto de 1965.
General
Don Antonio Imbert,
Presidente del Gobierno de Reconstrucción Nacional
Su despacho.
Señor Presidente:
Cuando fui llamado a formar parte del Gobierno de Reconstrucción Nacional, acepté en la creen-
cia de que mi presencia en el gobierno sería útil para suavizar asperezas y colaborar contra el
caos que se cernía en el suelo patrio.
En vista de que las negociaciones para solucionar la crisis dominicana están avanzadas, hacia un
acuerdo patriótico, creo que mi presencia ya no es necesaria.
Por este motivo y por compromisos que tengo con la Junta para el Servicio Cristiano en Santo
Domingo, es que suplico a Ud. aceptar mi formal renuncia de vuestro gobierno.
Quiera Dios que los esfuerzos que hacen las organizaciones internacionales por la paz sean co-
ronadas por un buen éxito.
Quiero testimoniar que soy consciente del interés que Ud., como los demás miembros de vuestro
gobierno han hecho por encauzar el país.
Reitero a Ud. y a mis demás compañeros mi más distinguida consideración.
Muy atentamente,
Julio D. Postigo.
Capítulo 3
La librería dominicana
y las manifestaciones culturales
3
Szulc, Tad, La revolución en Santo Domingo, ediciones Cid, S.A., Madrid 1966, p.189.
4
Sapico, Padre, La revolución en Hispanoamérica: Lo que ví en Santo Domingo, ediciones Excelicer, S.A., s/f,
p.59.
5
El doctor González Roca ubica la visita del Dr. Laubach en 1944. González Roca, Hernán, Horizontes de Esperanza:
Historia de la Iglesia Evangélica Dominicana. Tomo 2, Editorial Argos, Santo Domingo, 2006, p.43.
423
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Así, fueron organizados los primeros cursos dirigidos a los maestros interesados en
la alfabetización de personas adultas como iniciativa de la escuela de alfabetización de
la Iglesia Evangélica Dominicana que funcionaba en la Librería Dominicana. El Secreta-
rio de Estado de Educación, doctor Joaquín Balaguer, visitó la librería para respaldar la
iniciativa.
El Secretario de Estado de Educación comprendió la efectividad del método, pero era
claro que el mismo estaba concebido no para multitudes, sino que perseguía alfabetizar uno
a uno, y a pesar de su efectividad, aplicándolo en todo el país resultaría lenta la erradicación
del analfabetismo a corto plazo como se deseaba. De todos modos, las organizaciones reli-
giosas identificadas con la fe evangélica pusieron en marcha la campaña de alfabetización
de personas adultas Cada uno enseña uno, utilizando el método Laubach traído al país por
su propio autor para tal fin.
6
En su libro, el doctor González Roca basado en informes escritos a los que tuvo acceso, establece el 1922 como año
de apertura de la librería. González Roca, Hernán, Horizontes de Esperanza: Historia de la Iglesia Evangélica Dominicana.
Tomo 1. Editorial Argos. Santo Domingo, 2006, p.218. En una carta fechada el 29 de agosto de 1955 en La Romana,
dirigida al Sr. Postigo, conservada en el Archivo de la familia Postigo Vilanova, el reverendo Rafael Guerrero Puello,
quien era secretario del comité ejecutivo de la Iglesia Evangélica Dominicana, escribe lo siguiente: “Te envío datos que
he podido obtener en referencia a la Librería Dominicana. Fue fundada en el año 1921. En carta de fecha 30 de diciembre
de 1920, del Dr. Drury al Dr. S. G. Inman, le recomendaba la apertura de dicha Librería, dando por razón primordial
el hecho de haber asumido la Subagencia de la Agencia Bíblica para la parte Sur de la República…”
424
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
libros, revistas y otras publicaciones chilenas, lo mismo que colombianas. Álvaro García
Herrera, encargado de negocios de la Embajada de Colombia se refirió a la labor editorial
que se realizaba en su país.
En 1946 la Embajada de Brasil ofreció su exposición de libros, revistas y otros materiales
impresos. El 25 de julio de dicho año, el director del Instituto Folclórico de Río de Janeiro,
profesor Silvio Julio Alburquerque de Luna, ofreció la conferencia Evolución social del Bra-
sil, comparada con la de otros pueblos de Hispanoamérica. Alburquerque fue presentado por la
doctora Flérida de Nolasco.
Mientras se desarrollaban los trabajos correspondientes al IV Congreso Médico Domini-
cano, que tenía lugar en Santiago de los Caballeros, en 1946, la Librería Dominicana montó
una exposición de libros, particularmente relacionados con las ciencias de la salud.
Otro elemento innovador lo constituyó el desarrollo de conferencias y disertaciones en
torno a los más variados temas de las artes y la literatura en general. Dentro de ese progra-
ma, poetas y declamadores como Margarita Contín Aybar, Fabio Fiallo, Olga Reyes Colón,
Lucía Castillo Pérez, Pascal Peña, José Véliz, Carlos Lebrón Saviñón y Ángel Torres Solares,
entre muchos otros, encontraron en la Noche de Poesía un instrumento de incalculable valor
para mostrar su arte.
El patio de la Librería Dominicana les servía de escenario, y permitió a los amantes de
este modo de expresión artística, apreciar el talento y mantenerse en contacto con los poetas
clásicos y contemporáneos, nativos y extranjeros, cuyos versos eran seleccionados por los
declamadores para ser incluidos en sus recitales.
De igual modo, como de valor incalculable ha sido calificada la labor editorial que em-
prendió y mantuvo la Librería Dominicana bajo el liderato de don Julio. Por su esfuerzo,
numerosos autores dominicanos tuvieron la oportunidad de editar sus trabajos, lo cual
tenían que hacer por cuenta propia, sin que nadie adquiriera en forma remunerada sus
derechos como tales.
Gracias a la labor editorial de Julio Postigo, el país y los lectores en general, tuvieron la
oportunidad de disponer de la Antología Poética Dominicana, con selección, prólogo y notas
críticas de Pedro René Contín Aybar, en una fecha tan temprana como el año 1943. El texto
fue impreso en los talleres de El Diario, de Santiago de los Caballeros, por cuenta de la Li-
brería Dominicana que actuó como casa editora.
De 1944 es la disertación que con los auspicios de la Librería Dominicana ofreciera el
doctor José Almoina, un prestigioso catedrático de la Universidad de Santo Domingo, con
el tema: Consideraciones en torno al erasmismo.
Al año siguiente el director del periódico La Opinión, licenciado José Ramón Estrada,
el doctor Heriberto Valdez y Celeste Woss Ricart, presentaron sus trabajos en el que ya se
había convertido en indiscutible centro cultural de Santo Domingo. Estrada, Valdez y Woss
titularon sus disertaciones como Periodismo, Luna de enero, amor y El arte a través de la religión,
respectivamente.
Cuando en 1949 la Librería Dominicana editó el primer tomo de la Colección Pensamiento
Dominicano, pocos imaginaron los alcances que dicho esfuerzo tendría con el tiempo. El pri-
mer tomo fue Antología, de Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, con prólogo y selección
de Ramón Emilio Jiménez.
Como emblema, la colección llevaría una fotografía de la Biblioteca Municipal, lugar
donde fray Antonio Montesino dictó su célebre sermón el primer domingo de Adviento, en
425
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
1511. Siete colores identificaban los textos editados dentro de la colección. El azul correspondía
a las antologías, el verde a biografías y ensayos históricos, el rosado a textos sociológicos, de
derecho y de ciencias políticas; el gris a filosofía y religión, el morado a ensayos, el amarillo
a poesías y teatro y el marrón a novelas, cuentos y tradiciones.
Música tradicional dominicana, de don Julio Alberto Hernández, fue publicado en 1969 por
Julio D. Postigo, C. por A., Editores, dentro de la colección Artistas Dominicanos, Volumen
I. Se trataba del primer texto con escritura musical editado en el país. Luego fue publicado
Música dominicana, escrito por Juan Francisco García.
Cuando en 1972 fue editado el n.o 50 de la Colección Pensamiento Dominicano, que co-
rrespondió a la Autobiografía de Heriberto Pieter, en el prólogo del mismo Julio Postigo
aseguró que Dios lo había inspirado para iniciar dicha Colección, con lo que ratificaba la
creencia de la fe que había abrazado siendo aún muy joven, de que los creyentes servían al
país como testimonio de lo que Dios podía hacer en favor de la República Dominicana por
su intermedio.
A la Antología de Troncoso de la Concha seguirían una Antología de la obra de Domingo
Moreno Jimenes, selección y prólogo de Flérida de Nolasco y una Antología de Américo Lugo,
con selección, introducción y notas de Vetilio Alfao Durán.
Julio D. Postigo rescató, ya en olvido, los manuscritos de la Historia de Santo Domingo,
de don Américo Lugo, cuya edición no figuró en la Colección Pensamiento Dominicano. La
Historia de Santo Domingo: Edad media de la isla Española (Desde 1556 hasta 1608) había sido
escrita en 1938; la edición fue anotada por Fray Cipriano de Utrera.
La sala de lectura
En razón de que aún la adquisición de libros no se había popularizado en el país, y sien-
do muy reducido el número de los que estaban en condiciones económicas para invertir en
este renglón, don Julio Postigo consideró que el lema de la librería: “Estamos para servir”,
la obligaba a encontrar modos y a procurar espacios que permitieran al establecimiento
expresar en forma concreta su ideal.
De ahí que en 1946 abriera una sala de lectura, que más adelante sería de lectura y
conferencias, para que allí fueran a nutrirse todos los jóvenes que así lo desearan. El acto
de inauguración de dicha sala tuvo lugar el día 13 de julio, y contó con la presencia, entre
otros notables, de Fabio Fiallo, quien declamara varios de sus poemas dentro del programa
que fuera desarrollado.
Cientos de dominicanos de los diversos estratos sociales recuerdan la acogida que
tuvieron en sus días de estudiantes en la sala de lectura y conferencias de la Librería Domi-
nicana. Y recuerdan agradecidos el acceso que tuvieron a cualquier título disponible por la
iniciativa del Sr. Postigo.
En dicha sala hubo conferencias, recitales, conciertos, reuniones filantrópicas e inter-
confesionales: Dicha sala se vio honrada con la presencia de disertantes de la talla de Juan
Bosch, Rafael F. Bonnelly, Max Henríquez Ureña y otros no menos importantes intelectuales
dominicanos y extranjeros. Además, allí presentaron sus trabajos Domingo Moreno Jimenes,
Oscar Robles Toledano y otros.
Los españoles exiliados en el país visitaban la sala de lectura diariamente; esta se
convirtió en una especie de refugio cultural para ellos. Allí se veían, estudiaban los tex-
tos de su preferencia y leían los diarios. Se estableció la oficina de los Cuáqueros, que
426
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
Proyección latinoamericana
Por otro lado, como un acontecimiento cultural fue calificada la exposición de libros
dominicanos montada en Buenos Aires, Argentina, por Julio Postigo en 1949. Sirvió como
escenario la galería de arte Rosamary. La feria de libros dominicanos se hizo posible por la
colaboración prestada por el embajador dominicano en Argentina, licenciado Wenceslao
Troncoso Sánchez. Para la ocasión, ofreció una conferencia el doctor Mariano Lebrón Savi-
nón, quien se refirió a los escritores dominicanos. Periódicos argentinos, como La Prensa, El
Mundo, La Razón y Noticias Gráficas destacaron la labor cultural de los dominicanos.
Gracias al talento mercadológico que poseía don Julio, la revista Presbyterian Life, en su
número del 14 de noviembre de 1953, pp.12-14, incluyó un trabajo de Janette Harrington
bajo el título de Salesman for the faith (Un vendedor por la fe) dedicado a resaltar la labor que
desarrollaba don Julio como librero.
427
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Música y declamación
A la vez que la Librería Dominicana y don Julio D. Postigo mantenían el fomento
de la poesía, el teatro, el ensayo, la novela y la literatura en general, desarrollaban una
intensa labor tendente a promover la difusión de la buena música. El 6 de diciembre de
1946, un coro compuesto por jóvenes bajo la dirección de la Sra. Carol Morgan, fundadora
del colegio que lleva su nombre, ofreció su primera audición en el patio de la Librería
Dominicana.
El Carol Morgan se inició como una simple escuela para Mary Lou, Stanley y Judy, hijos
de la familia Morgan; a quienes se unieron otros hijos de misioneros. Se trataba de formar
los niños a partir del sistema escolar norteamericano, que se sumaba al sistema escolar
dominicano que ya habían asimilado los niños, y en el cual seguían avanzando, hasta que
abandonaron el país en 1951. El coro de jóvenes bajo la dirección de la Sra. Morgan se pre-
sentó allí en diversas ocasiones.
En ese año de 1946 doña Flérida de Nolasco ofreció la conferencia: Tradición musical
dominicana. Más tarde, en 1959, también se presentaría allí el Coro Nacional. Se presentó,
además, el Orfeón Infantil Mexicano, que dirigía el profesor Luis Cisneros. En una ocasión
disertó en la librería el embajador argentino en la República Dominicana, don Enrique Lo-
udet, quien hablara en torno a la música y las letras argentinas.
Pero no sólo música coral, Santo Domingo tuvo la oportunidad de apreciar la ejecución
del piano que con maestría efectuaba Manuela Jiménez; quien en 1947 ofreció varios con-
ciertos, incluso, con dos pianos, bajo la compañía de Mary Siragusa. A finales de este mismo
428
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
año, el 20 de diciembre, disertó en la librería el doctor Luis Heriberto Valdez, con el tema
Intelección del Rivadavia.
El 7 de mayo de 1953 Carlos Piantini y Gino Bauzulli ofrecieron el primer concierto de
violín y viola que se escuchó en la República Dominicana. El repertorio consistió en la Sinfo-
nía n.o 1, la Sinfonía N.o. 2 y un mimetto de Haydn. Piantini era primer violín de la Orquesta
Sinfónica Nacional y Bauzulli un reputado violinista italiano. Luego, en 1962, ofrecería un
concierto de violín en la Librería Dominicana el petromacorisano Julio De Windt.
Entre los años 1952 y 1954 con mucha frecuencia declamaron en el patio de la Librería Domi-
nicana Carola Yonmar, Olga Rodríguez Colón (cubana), Lucía Castillo y Margarita Contín Aybar.
Poco después, entre 1955 y 1960, lo hicieron con frecuencia otros muchos declamadores.
Otra exposición de libros dominicanos realizada por la iniciativa y los esfuerzos de Julio
Postigo tuvo lugar en Puerto Rico. Durante dos semanas, en 1960, la librería de la Universi-
dad de Puerto Rico exhibió 300 obras de 275 autores dominicanos. El discurso de apertura
del evento estuvo a cargo de Pedro René Contín Aybar, quien tituló su disertación Visión
panorámica de la literatura dominicana.
La Librería Dominicana se convirtió en un verdadero refugio cultural y político para
muchos de los españoles del exilio, quienes habían escogido la República Dominicana como
su segunda patria. Entre otros, se convirtieron en asiduos visitantes de la librería Jesús de
Galíndez, José Almoina y Constancio Bernaldo de Quiroz. Aunque la República Domini-
cana igual que España era gobernada por un régimen tiránico, a los refugiados españoles
no les faltó la compañía y la familiaridad de sus compatriotas, como tampoco el acceso a
una literatura que les permitiera mantenerse al día de las corrientes literarias, artísticas e
ideológicas que circulaban por el mundo, particularmente en su país de origen.
Capítulo 4
Legado social y cultural
Sin que se lo propusiera, don Julio Postigo legó a su país valiosas tradiciones culturales.
Numerosas actividades pioneras fueron incorporadas y desarrolladas como parte de la agen-
da regular de la Librería Dominicana, muchas de las cuales fueron asumidas y convertidas
en costumbres y expresiones culturales de todo género en el país, y hoy son tan comunes
que la población las desarrolla como propias.
Día tras día, la Librería Dominicana sirvió como punto de encuentro para discutir ideas de
bien. En ella contaron con una sala para sus reuniones la Asociación de Cardiología, el Club
Rotario, las comisiones de trabajo del Ayuntamiento del Distrito Nacional, la Alianza para
el Progreso, el Comité de Ciudades Hermanas (Sarasota y Santo Domingo) y la Asociación
de Niños Lisiados, entre muchas otras instituciones de servicio del país.
Aunque dicha institución no llegó a tener el desarrollo deseado, aprovechando la visita
al país del señor Arthur de Moss, un grupo de empresarios cristianos nombró a don Julio
Postigo como presidente de la Sociedad Evangélica de Hombres de Negocio; Rafael Fondeur
fue electo como secretario. Años después surgió en forma exitosa la Fraternidad Cristiana
de Hombres de Negocio Internacional del Evangelio Completo, de la cual fue uno de sus
miembros prominentes don Julio.
A fin de entregar el premio que había obtenido George Lockward por su libro El Protes-
tantismo en Dominicana, la Editorial Julio D. Postigo, C. por A. invitó a líderes y profesionales
429
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
7“
El día 5 de abril, 1972, nos, el Sr. Eligio Mella Jiménez y Sra., don Julio Postigo y Sra., y Elsa y yo, nos reunimos a las
8:00 p.m., y hemos resuelto establecer una aldea de niños en la República Dominicana”. Carta fechada en Santiago de los
Caballeros, suscrita por el señor Juan Oestreicher, encargado en el país de los asuntos de la Embajada de Austria.
Archivo de la familia Postigo.
8
Se hizo una trascripción de una cinta magnetofónica. Archivo de la familia Postigo.
430
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
De igual modo, a la iniciativa de Postigo se debe la celebración en el país del Día del Libro;
cuya idea fue propuesta en una carta que dirigiera al director del diario La Nación, Ramón
Emilio Jiménez, el 25 de octubre de 1950. El decreto mediante el cual se consagra el 23 de abril
de cada año como Día del Libro en la República Dominicana es el número 7292, de 1951.
Uno de los antecedentes concretos de la Feria Nacional del Libro lo constituyó, sin
duda, el montaje de exposiciones circulantes, como la desarrollada en la Escuela Perú, en la
ciudad de Santo Domingo, a la que se diera apertura el 17 de enero de 1950. Para la ocasión
el discurso de apertura fue leído por el doctor Joaquín Balaguer, considerado como uno de
los pioneros en el país de tan célebre acontecimiento cultural.
El 23 de abril de 1950, don Julio Postigo, según su propio testimonio, sugirió el montaje
de una feria de libros cada año; lo que se hizo al año siguiente en el parque Colón, frente
a la Catedral de Santo Domingo, con la participación de cuatro librerías. El doctor Joaquín
Balaguer, quien en aquel momento servía al país como Secretario de Estado de Educación,
hizo suya la propuesta de Postigo, y gracias a su apoyo y entusiasmo, el evento pudo alcanzar
el éxito, que continuó con el paso de los años.
La primera Feria Nacional del Libro, montada en 1951 en Santo Domingo, fue dedicada
a Miguel de Cervantes Saavedra. El discurso de apertura estuvo a cargo del Subsecretario de
Estado de Educación Miguel Ángel Jiménez, quien resaltó el valor espiritual del libro. Entre
otras personalidades, allí estuvieron presentes el doctor Joaquín Balaguer y Mario Martínez,
Oficial Mayor de la Secretaría de Estado de Educación; Leoh León Sturla, presidente del Consejo
de Administración del Distrito Nacional, y Horacio Ortiz Álvarez, vicepresidente; así como
el Director General de Bibliotecas, doctor J. R. García Muñoz. Luego, entre otros promotores
notables de la Feria Nacional del Libro figurarían don Rafael Herrera los doctores Jorge Tena
Reyes, Raymundo Amaro Guzmán, funcionario universitario y Director de la antigua Oficina
Nacional de Administración y Personal y los licenciados José Rafael Lantigua, Secretario de
Estado de Cultura y Alejandro Arvelo en su rol de Director General de la misma.
Mediante carta que enviara al diario La Nación el 15 de marzo de 1952, Postigo propuso
que se premiara cada año el mejor libro que fuera publicado en dicho período, en ocasión de
la celebración del Día del Libro. Los libreros ofrecieron un premio de $500.00 para el primer
lugar, el cual se llamaría Pedro Henríquez Ureña. Dicho libro debía tener una extensión de
por lo menos 150 páginas. El jurado escogido para la ocasión estuvo integrado por Joaquín
Balaguer, quien lo presidió, Manuel María Guerrero, Manuel Valldesperes, Francisco C.
Carías, Germán Emilio Ornes Coiscou, Carlos Federico Pérez y Francisco Prats Ramírez.
Por los libreros participaron Julio Postigo, presidente de la Asociación de Libreros, Luis
Florén y José María Escofet. Los primeros libros premiados fueron La Isla de la Tortuga, de
Manuel Arturo Peña Batlle, y El Problema antinómico de la fundamentación de una Lógica Pura,
de Andrés Avelino.
En 1954 fueron galardonadas con el premio Pedro Henríquez Ureña las obras Rutas de
nuestra Poesía, de Flérida de Nolasco, en el área de literatura; Apuntes para una historia prosódica
de la métrica castellana, de Joaquín Balaguer, en el renglón de historia y ciencias políticas y
sociales; Atlas de Histología, de Mario Ravelo Barié, en obras didácticas; y De Rerum Natura,
de Juan Francisco Sánchez, en ciencias.
En algún momento Julio Postigo concibió la idea de ofrecer en venta tres libros por sólo
99 centavos: El Quijote de la Mancha, La Divina Comedia y la Santa Biblia. El interesado podía
cambiar El Quijote o la Divina Comedia, no así la Santa Biblia. Cuando se montó la Feria
431
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Nacional del Libro en 1977, la novedad del evento fue la venta de libros por libras que Postigo
ofertó al público que asistió a la misma.
En razón del éxito indiscutible que en lo cultural y en lo económico había alcanzado la
Librería Dominicana bajo la dirección de Postigo, no sólo se invirtió el superávit en el ensan-
chamiento de la planta física; en 1950 fueron adquiridas las maquinarias y los equipos con
los que la misma instaló sus propios talleres para la impresión de libros, en los cuales fueron
impresos los títulos de la Colección Pensamiento Dominicano, una de las series más notables
y de mayor trascendencia del país, la cual ha sido reeditada por el Banco de Reservas de la
República Dominicana y la Sociedad Dominicana de Bibliófilos. La colección ha sido estruc-
turada en siete volúmenes: I Poesía y Teatro, II Cuentos, III Biografías y Evocaciones, IV Crítica de
Literatura y Arte. Filosofía, V Historia, VI Novela y VII Derecho y Frases Dominicanas. El volumen
VII contiene, además, esta semblanza de Julio Postigo y los Índices de toda la colección.
Como parte de sus esfuerzos de ensanchamiento, la Librería Dominicana pudo establecer
dos sucursales, una en Santiago y la otra en la ciudad de Santo Domingo. La de Santiago de
los Caballeros, Mi Librería, estuvo bajo la gerencia de Cecilia Sméster; la de Santo Domingo
fue establecida en la antigua calle Benito González, donde, después de desaparecer, fue esta-
blecida la imprenta De la Rosa, a cuyos propietarios fue vendido el mobiliario de la pequeña
librería al cerrar sus operaciones.
Entre otras representaciones exclusivas, la Librería Dominicana lo fue de las famosas
editoriales Limusa y Trillas, ambas de México; lo mismo que de las ediciones de la UNESCO,
de la revista Selecciones del Reader’s Digest y de la colección El Sembrador, textos editados por
don Macario Fernández.
La imprenta de la Librería Dominicana tuvo como primer director a don Manuel Jimé-
nez, padre del conocido jurista dominicano y político Manuel Jiménez Rodríguez. En dichos
talleres fue editado en 1951 el primer libro dominicano de matemática razonada, escrito por
el doctor Amós Sabrás Gurrea. Para 1965, víspera de la salida de Postigo de la gerencia de la
librería, se habían publicado 63 volúmenes en la Colección Pensamiento Dominicano.
Nuevas perspectivas editoriales.
A su salida de la Librería Dominicana en 1967, fundó la Librería Hispaniola, donde con-
tinuó desarrollando programas similares a los popularizados por la Librería Dominicana,
incluyendo las cenas ecuménicas navideñas. Postigo fue cofundador de la Editora Colegial
Quisqueyana, habiendo sido llamado para tal fin en 1968 por el librero español don Macario
Fernández, amigo personal de don Julio durante más de 50 años, y cuya influencia positiva
recibió también la librería.
Sus elevadas condiciones para el mundo de los negocios quedaron nuevamente eviden-
ciadas cuando en 1972 le fue ofrecida en venta la Librería Dominicana. Las deudas superaban
varias veces la existencia del negocio, aun así, Postigo negoció con los vendedores. Al hacerlo,
renegoció las cuentas por pagar a los acreedores, comprometiéndose con ellos a liquidar el
50% del valor de las facturas, si condonaban el resto. Como se trataba de cuentas incobra-
bles, los acreedores accedieron, lo que permitió al comprador formalizar una transacción
que implicaba una inversión menor a la mitad del compromiso.
Su retiro definitivo del negocio del libro se produjo en 1981, dejando a sus hijos al frente
de la Librería Dominicana. No obstante, continuó como editor para el Caribe y distribuidor
en la República Dominicana del libro de lecturas y comentarios bíblicos diario (devociona-
rio) El Aposento Alto.
432
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
Capítulo 5
Conflictos y esperanza
Julio Desiderio Postigo Arias puede ser calificado como un hombre triunfador; sus logros
fueron el resultado de la lucha perenne, el trabajo sistemático y de su fe inquebrantable en el
cumplimiento inequívoco del proyecto divino, al cual creyó, confesó e impulsó hasta la hora
de su muerte. Los desengaños y las frustraciones que padeciera con frecuencia no tuvieron
la fuerza suficiente como para vencerlo. Por lo que una y otra vez encontró energías para
recomenzar cada vez que hubo de ser necesario.
Cuando el 24 de abril de 1965 estalló la revolución constitucionalista, don Julio Postigo
aún ignoraba que quedaría marcado para siempre por dicho acontecimiento, y que su ma-
trimonio de alrededor de treinta años con la Librería Dominicana, la dueña de sus amores
y de sus sueños culturales, se vería seriamente afectado; afección que iniciaría el recorrido
indetenible de la desaparición definitiva del centro que durante años brilló como el punto
más luminoso de la promoción cultural de la República Dominicana.
La lucha armada entre dominicanos fue vista de muy diversas maneras, aun por los
creyentes que comulgaban con la fe evangélica y protestante; incluso, numerosos pastores
y líderes de la fe evangélica empuñaron las armas para defender la libertad y el ejercicio de
la democracia, entendiendo que Dios los llamaba al cumplimiento de tal misión en aquella
hora dolorosa y trágica para el pueblo dominicano.
Postigo había logrado simpatías y aceptación plenas en los más diversos sectores de la
sociedad dominicana; por lo que fue llamado para que formara parte de la Junta del Go-
bierno de Reconstrucción Nacional. Se trataba de una junta cívico-militar que se ocuparía
de restablecer el orden, promoviendo el diálogo entre las partes envueltas en el conflicto.
El doctor Donald Harris, representante de la Junta para el Servicio Cristiano en Santo
Domingo, radicado en Nueva York, envió un cablegrama a Postigo; lo felicitaba por haber
sido escogido como miembro del Gobierno de Reconstrucción Nacional.
“Le felicitamos cordialmente por su elección como uno de los cinco miembros del Gobierno de
Reconstrucción Nacional. Oramos por usted, por el pueblo dominicano y la iglesia evangélica en
esta hora de problemas y oportunidades”.9
9
Archivo de la familia Postigo.
433
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
“El Sr. Julio Postigo, gerente de la Librería Dominicana, aceptó un cargo como líder cívico en la Junta
Cívico-Militar de cinco hombres, formada para contrarrestar los esfuerzos de Caamaño Deñó…
La acción del Sr. Postigo ha involucrado la iglesia porque se ha identificado como evangélico, ha
presentado la posición de la Librería Dominicana y de la Iglesia Evangélica Dominicana… Por
40 años, la posición que habíamos acordado, especialmente durante los últimos 10 años fue de
estricta neutralidad como organización, oficialmente no favorecer a ningún partido. La acción del
Sr. Postigo ha situado a la Librería Dominicana bajo sospecha y amenaza abierta de ser destruida
por destrozos y fuegos. Está siendo custodiada por soldados armados… A través del Sr. Malcon
McLean, de la Embajada de los Estados Unidos, la recomendación de la Junta fue transmitida al
Sr. Postigo, de que a la luz de su posición en el Gobierno Cívico-Militar, él debiera renunciar como
gerente de La Librería Dominicana, con el entendido de que al dejar el gobierno y el restablecimiento
de condiciones normales él podría ser restituido a su posición original de gerente… McLean reportó
verbalmente que el Sr. Postigo había acordado renunciar y que una declaración pública se haría a
tal efecto. Esto fue hecho. Una cinta grabada fue retransmitida varias veces en la cual el Sr. Postigo
afirmaba que él estaba separado completamente de la Librería…”.10
434
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
La actitud de ciudadano ejemplar, comprometido más que nada con su país, con el
pueblo, con las gentes, le valió la exaltación de que fuera objeto por parte del embajador
norteamericano John Bartlow Martin:
“Julio D. Postigo, amigo personal íntimo de Juan Bosch, propietario de una librería y editor que
hacía tiempo había dado la fiesta en que Bosch había firmado su nuevo libro, David. Aquel día
Postigo se había unido al gobierno de Imbert, rival del gobierno inspirado por Bosch y Caamaño.
Si hubo alguna vez alguien que se uniese al gobierno no por sí mismo, sino por su país, era Julio
Postigo”.12
Y fue reconocido, además, por el periodista del New York Time, Tad Szulc,13 por el padre
Sapico,14 de la Orden de los Predicadores; por José A. Mora, Secretario General de la OEA,
y por monseñor Enmanuelle Clarizio, Nuncio Su Santidad. El Sr. Mora lo bautizó como el
soldado de la paz.
Sin duda, el conflicto que se suscitara entre don Julio Postigo y los ejecutivos de la Igle-
sia Evangélica Dominicana en 1965, marcó el punto de partida de la caída definitiva de la
Librería Dominicana. Ni regenteada por otros ni por el propio Postigo cuando más adelante
adquiriera los derechos de propiedad sobre la misma, la Librería Dominicana pudo recuperar
el esplendor que había exhibido durante décadas.
Algunos factores contribuyeron a ello. La Revolución de Abril y el surgimiento de un gobier-
no de elección popular abrieron nuevos modos en el seno de la sociedad dominicana, quedando
definitivamente sepultados los esquemas que se habían impuesto entre 1930 y 1960.
Numerosas librerías abrieron sus puertas y centenares de puestos de venta de libros
nuevos y usados surgieron; se abrió la Biblioteca Nacional y fue edificada la llamada Plaza
de la Cultura. Se produjo el boom de la apertura de universidades privadas, que a la vez
establecían sus propias librerías para ofertar los textos a los estudiantes, así como los libros
de cultura general; como a precios muy competitivos lo hacía la Universidad Autónoma de
Santo Domingo.
11
Archivo de la familia Postigo.
12
Bartlow Martin, John. El Destino Dominicano, Editora de Santo Domingo, S.A., 1975, p.647.
13
Szulc, Tad. La Revolución en Santo Domingo, Ediciones Cid, S.A., Madrid, p.189.
14
Sapico, Padre. La Revolución en Hispanoamérica. Lo que vi en Santo Domingo, Ediciones Excelicer, S.A., Ma-
drid, p.59.
435
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
436
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
En otro sentido, como un acontecimiento de los nuevos tiempos puede ser calificada la
inclusión de don Julio Postigo en Who’s The Word, de Personalidades Mundiales, en la edición
de 1984/1985. En 1992 el Comité del XVII Trofeo Internacional a la Calidad, de la Editorial
Ofice, de Madrid, en coordinación con Trade Leader’s Club correspondiente al año 1992,
otorgó a Julio D. Postigo, C. por A., el Omni Internacional.
Don Julio Desiderio Postigo Arias recibió un Doctorado Honoris Causa en Ciencias de la
Administración de la Universidad APEC el 19 de septiembre de 1985. En la misma ocasión
APEC invistió con Doctorados Honoris Causa al Cardenal Octavio Antonio Beras, al licen-
ciado Manuel Ramón Ruiz Tejada, a monseñor Juan Félix Pepén, a don Marino Auffant y a
la publicista Damaris Defilló de Peña. Como integrante de la Fundación APEC de Crédito
Educativo, Postigo fue miembro de la Junta Directiva y laboró en la Comisión de Vigilancia
de dicha institución, junto a monseñor Juan Félix Pepén y otros distinguidos ciudadanos.
El 30 de julio de 1991, la Universidad Nacional Evangélica (UNEV), le otorgó otro Doc-
torado Honoris Causa en Ministerios. Ese mismo año, el 8 de mayo, la Sala Capitular del
Distrito Nacional lo declaró Munícipe Distinguido de la ciudad de Santo Domingo; igual
distinción recibió para la ocasión el distinguido vocalista José Manuel López Balaguer. La
Asociación Nacional de Escritores y Periodistas Evangélicos Hispanos de los Estados Unidos
de América lo nombró como miembro vitalicio. La información está contenida en una carta
del 18 de septiembre de 1989, suscrita por el presidente de dicha organización, Sr. Eugenio
Orellana.15
El Gordo de la Semana otorgó a don Julio Postigo el Gordo del Año en 1987; mientras que
en 1990 la Asociación Dominicana de Periodistas y Escritores (ADPE) le otorgó el Caonabo
de Oro, premiación que concede en la República Dominicana cada año. Con tal motivo el
Listín Diario le dedicó uno de sus editoriales. El discurso haciendo la ponderación de rigor,
fue leído por el doctor Mariano Lebrón Saviñón, presidente de la Academia Dominicana
de la Lengua.
La antigua escuela de educación primaria de Maquiteria, sector de Villa Duarte, en la
provincia de Santo Domingo, fue bautizada con el nombre de Julio D. Postigo. Como una
muestra más de desprendimiento y convicción personal, en septiembre de 1993 don Julio
Postigo convocó a varios de sus relacionados para anunciarles la creación de un fondo para
fomentar la difusión de la literatura evangélica. El grupo decidió constituir la Fundación
Editorial Evangélica Dr. Julio Postigo. El grupo gestor estuvo constituido por Israel Brito
Torres, Andrés Rafael Reyes Rodríguez, Rafael Danilo Grullón, Luis Thomas, Alejandro
Hernández, José Antonio Postigo Vilanova y J. Adarberto Martínez.
Otras distinciones
Virgilio Díaz Ordóñez, al obsequiarle el libro Rubaiyat, de Omar Khayyam, en enero de
1953, le dedicó la obra en los términos siguientes:
“Al distinguido amigo D. Julio Postigo, animador y auspiciador del moderno editoria-
lismo en la República Dominicana. Con el aplauso…”.16
El 20 de junio de 1957 el Gran Consejo de la Gran Logia de la República Dominicana
resolvió nombrar a don Julio Postigo miembro vitalicio de la Orden, atendiendo al expediente
15
Archivo de la familia Postigo.
16
Ibídem.
437
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
remitido por la Respetable Logia Cuna de América n.o 2 del Oriente de Ciudad Trujillo. Se
solicitó el otorgamiento del título de miembro vitalicio de la Orden Juan Pablo Duarte, por
los 25 años de vida masónica activa que Postigo había cumplido. La solicitud se fundamentó
en el Art. 25 de los Estatutos Generales de la Orden, Libro II. La resolución fue expedida a los
21 días del mes de Siwam del año cinco mil setecientos diecisiete de la V. L. Está firmada por
Luís A. Brower, Gran Maestro, y por Alfredo de la Cuesta Martín, Gran Secretario. Decreto
n.o 10 de la Cámara del Gran Maestro.
Julio D. Postigo fue nombrado presidente del Instituto Cultural Dominico-Americano en
1963, y en 1964 presidente del Club Rotario. Mediante Decreto n.o 4017, del 18 de agosto de
1969, se creó la comisión encargada de la organización de la Primera Exposición Mundial de
Libros, la cual tendría lugar en Santo Domingo al año siguiente; el Sr. Postigo fue incluido
entre los miembros de dicha comisión. La exposición de 1970 fue visitada por el presidente de
la República, Dr. Joaquín Balaguer; aprovechando para apreciar una colección de versiones
bíblicas que había montado el Sr. Postigo.
El 29 de mayo de 1970 se designó a don Julio como miembro de la comisión organi-
zadora del Festival Internacional de la Cultura que tendría lugar conjuntamente con la
exposición mundial de libros. Una carta de la Sociedad Dominicana de Geografía, suscrita
por su presidente, Emilio Rodríguez Demorizi, y por el secretario, Manuel de Jesús Mañón
Arredondo, da cuenta de la aceptación que dicha sociedad hizo de Julio D. Postigo como
miembro correspondiente de la misma.
Cuando se inició la segunda etapa de la Feria Nacional del Libro bajo la presidencia de don
Rafael Herrera a partir de 1973, Julio Postigo siguió figurando entre los miembros de la Comisión
Permanente Organizadora. Más adelante, el doctor Raymundo Amaro Guzmán, director de
la Oficina Nacional de Administración y Personal, daría un impulso sin precedentes a la Feria
Nacional del Libro, que con el tiempo llegaría a extenderse a diversas ciudades del país.
Mediante Decreto n.o 4371, el Sr. Postigo fue nombrado miembro de la comisión especial
para sugerir medidas para prevenir el desarrollo de las drogas en el país. Los demás miem-
bros designados fueron Milton Messina, César Mordán, José Ramón Báez Acosta, Frank
Marino Hernández, Onaney Sánchez de Guerra y Emilio Guillén. Mientras se desarrollaban
las elecciones de la Fundación Dominicana de Desarrollo en 1977, don Julio Postigo sirvió
como miembro de la comisión electoral de la misma.
En 1978 Postigo fue nombrado socio básico vitalicio de la Asociación Cristiana de Jó-
venes. La decisión fue tomada por la organización bajo la presidencia de Jorge A. Gadea.
Y fue reconocido por el Instituto del Libro en 1979. Monseñor Francisco José Arnaiz, s.j.,
fue merecedor del premio El Caonabo de Oro de la Asociación Dominicana de Escritores y
Periodistas, por haber sido seleccionado como Escritor Extranjero del Año 1993; selección
realizada por el jurado de dicho premio, bajo la presidencia de Postigo.
Como queriendo completar la sarta de reconocimientos y homenajes para destacar la
trayectoria de hombre de bien, el Club Rotario de Santo Domingo en su sesión del 30 de
noviembre de 1993, convino en otorgar su máximo galardón: el Paul Harris, al Sr. Postigo. La
distinción la concede la Fundación Rotaria en honor al fundador del rotarismo; es la misma
institución que otorga las becas de post-grados y auspicia los programas de salud en todo
el mundo, particularmente la vacunación contra la poliomielitis.
El galardón Paul Harris lo concede la Fundación Rotaria a sus miembros más distinguidos
en el área de servicios a la comunidad. Con la resolución se reconocieron a la vez los 38 años
438
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
de servicios de don Julio como miembro del Club Rotario. La decisión también favoreció
a los distinguidos rotarios Alejandro Grullón, presidente del Grupo Financiero Popular, y
Celso Thompson, para entonces vicepresidente administrativo y de recursos humanos de la
Compañía Dominicana de Teléfonos (CODETEL), quienes fueron propuestos por los clubes
rotarios a que pertenecían.
Finalmente, la labor realizada por la Librería Dominicana bajo el liderazgo de don Julio
D. Postigo quedó como un aporte de valor inestimable para la República Dominicana. Y se
inscribe dentro del proyecto de la fe cristiana de servicio a los demás en nombre de Dios. La
labor de Postigo, hombre de plena conciencia de sus limitaciones, fue realizada sin estriden-
cias, estando presente en todos los frentes a donde en cada ocasión lo llamara la dinámica
social, cultural y espiritual del país.
Haciendo camino, soñando y concretizando realizaciones; obras de filantropía, fomento
de la literatura y la cultura en general; acercamiento entre religiosos de los más diversos
credos, predicación del evangelio, promoción de las relaciones interpersonales, de la coope-
ración y la conjunción de voluntades, y hasta el protagonismo político, constituyen el haber
de un hombre que siendo aún muy joven fue tocado por el evangelio, provocando en él una
sólida e irrenunciable conciencia social.
Don Julio Desiderio Postigo Arias murió en Santo Domingo el 21 de julio de 1996, a la
edad de 92 años, habiendo nacido en San Pedro de Macorís el 11 de febrero de 1904.
Resumen cronológico
1904 Julio Postigo nació en San Pedro de Macorís, el día 11 de febrero de 1904.
1910 Se reúnen en Edimburgo, Escocia, numerosas iglesias protestantes y deciden en-
viar misioneros a los países declaradamente católicos, decisión que más tarde marcaría la
trayectoria de Julio Postigo.
1911 Como otros niños de San Pedro de Macorís, Julio Postigo inició sus estudios prima-
rios en aquella ciudad. Varios pastores de la Iglesia Presbiteriana de Puerto Rico desarrollan
jornadas de trabajo para considerar la posibilidad de establecer iglesias evangélicas en la
República Dominicana. La Unión Evangélica Interdenominacional comisionó a Philo W.
Drury y a Nathan H. Huffman para que viajaran a la República Dominicana y estudiaran
sobre el terreno la posibilidad de establecer allí iglesias evangélicas. El informe resultó fa-
vorable.
1915 Philo W. Drury visita la República Dominicana y reconfirma sus apreciaciones
de 1911.
1916 Julio Postigo es nombrado secretario de actas del Partido Nacionalista de San Pedro
de Macorís.
1917 A finales de este año, llegó a la ciudad de San Pedro de Macorís, procedente de
Puerto Rico, Salomón Feliciano. Feliciano era miembro de la Iglesia de Dios Pentecostal.
1918 Julio Postigo, durante la Semana Santa, asumió la fe evangélica junto a su amigo
Abelardo Pérez Calderón, escuchando la predicación y recibiendo adoctrinamiento de parte
del señor Salomón Feliciano. El doctor Philo W. Drury, enviado de la Unión Evangélica de
Puerto Rico, se pone de acuerdo con Salomón Feliciano para dar continuidad a los esfuerzos
de evangelización ya iniciados en la Región Este del país. Las iglesias Presbiteriana, Meto-
dista y de Los Hermanos Unidos, de Puerto Rico, fundaron en Nueva York la Junta para el
439
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Servicio Cristiano en Santo Domingo. El doctor Samuel Guy Inman, secretario del Comité
Protestante para la Cooperación en América Latina, fue designado secretario ejecutivo de
la Junta para el Servicio Cristiano en Santo Domingo.
1919 Samuel Guy Inman y Nathan H. Huffman visitan la República Dominicana durante
10 días con el propósito de continuar los estudios sobre el terreno en cuanto a las posibili-
dades de desarrollar la obra evangélica en el país.
1920 Se realizan las conversaciones preliminares para la adquisición del American Hospital,
que funcionaba bajo el gobierno de ocupación en la calle 19 de Marzo, próximo a la calle de Las
Mercedes. El Dr. Drury sugiere la apertura de una librería evangélica en Santo Domingo.
1921 Samuel Guy Inman bosqueja los planes para la apertura de la librería sugerida por
Drury. La Junta para el Servicio Cristiano en Santo Domingo, compra y asume la dirección
del American Hospital con el nombre de Hospital Evangélico o Internacional. Por decisión de la
Junta para el Servicio Cristiano en Santo Domingo, se funda la Iglesia Evangélica Dominica-
na de San Pedro de Macorís, bajo la dirección del pastor puertorriqueño Alberto Martínez;
y la de Santo Domingo, bajo el pastorado de Rafael R. Rodríguez. Se da apertura al puesto
para la venta de libros que al año siguiente se convertiría en la Librería Dominicana, ubicada
en un saloncito de la casa colonial que la Misión había comprado en la calle Las Mercedes.
Se encarga del puesto de ventas al joven Julio Postigo, quien para la época residía en San
Pedro de Macorís.
1922 Julio Postigo retorna a San Pedro de Macorís y labora en una imprenta de aquella ciu-
dad. Fue sustituido como encargado del puesto de ventas de libros por el señor Juan González.
1930 Julio Postigo casa con Cruz Minerva Vilanova.
1931 La Academia de Comercio, Industria y Agricultura de San Pedro de Macorís expide
un diploma a Julio Postigo, acreditándolo como contable. Después de haber reanudado su
instrucción básica como estudiante de libre escolaridad, Julio Postigo recibe el certificado
correspondiente a los Estudios Primarios Superiores.
1933 Nace el primer hijo del matrimonio Postigo-Vilanova, Julio César, en San Pedro de
Macorís.
1937 La Junta para el Servicio Cristiano en Santo Domingo designa como gerente de la
Librería Dominicana a Julio Postigo, en sustitución del señor Aquiles Echavarría. Nace el
segundo hijo del matrimonio Postigo-Vilanova: José Antonio.
1938 La junta oficial de la Iglesia Evangélica Dominicana de San Pedro de Macorís de-
signa a Julio Postigo miembro honorario, con voz y voto.
1943 La Librería Dominicana, bajo el liderazgo de Julio Postigo, edita la Antología Poética
Dominicana, cuya selección, prólogo y notas críticas son de la autoría de don Pedro René
Contín Aybar. La impresión fue realizada en los talleres de El Diario, en Santiago.
1946 La Asamblea Anual de la Iglesia Evangélica Dominicana resuelve nombrar como
miembro permanente de la misma al Sr. Julio Postigo. La Librería Dominicana inicia la pu-
blicación de la Colección Estudios, para hacer que los textos escolares estuvieran al alcance de
los estudiantes. Estos podían leer, estudiar y copiar gratuitamente. Se da apertura a una sala
de lectura en el edificio remodelado que reinauguró la Librería Dominicana en esta fecha.
Para la ocasión declamó allí el poeta Fabio Fiallo.
1948 El comité ejecutivo de la Iglesia Evangélica Dominicana comisionó a Julio Postigo
a fin de que atendiera algunas de las responsabilidades del superintendente, doctor Barney
N. Morgan, mientras durara su ausencia, ya que saldría del país por varios días.
440
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
441
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
442
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
443
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
444
julio postigo. Un compromiso vital con la cultura | J. Adarberto Martínez
1990 Don Julio Postigo recibe El Caonabo de Oro, que es otorgado anualmente por la
Asociación de Escritores y Periodistas. El Listín Diario le dedica un editorial. La Universidad
Nacional Evangélica (UNEV) entrega una placa de reconocimiento a don Julio Postigo.
1991 El Ayuntamiento del Distrito Nacional declara a don Julio Postigo munícipe dis-
tinguido de la ciudad de Santo Domingo. La Universidad Nacional Evangélica concede un
Doctorado Honoris Causa en Ministerios a don Julio Postigo. Julio Postigo recibe una placa
de reconocimiento de la Sociedad Bíblica Dominicana por haber sido el primer subagente
dominicano de dicha institución.
1992 El comité del XVII Trofeo Internacional a la Calidad premió a Julio Postigo, C. por A.
para el año 1992. La Iglesia Evangélica Dominicana tributó un homenaje de reconocimiento
a don Julio Postigo. En sus bodas de plata, la Asociación Cristiana de Jóvenes entregó a don
Julio Postigo una placa de reconocimiento. Julio Postigo recibe un nuevo reconocimiento
que le fuera otorgado por la Comisión Organizadora Permanente de la Feria Nacional del
Libro y por la Feria Iberoamericana del Libro Pedro Henríquez Ureña.
1993 Don Julio Postigo es reconocido por el ministerio cristiano Jesucristo es mi Patrón; re-
cibe un pergamino y una réplica de la Biblia del Oso. Se le reconoció por su apoyo al programa
contra el alcoholismo y la drogadicción. El Club Rotario de Santo Domingo reconoce a don
Julio Postigo, José Hazim Azar y a Francisco Comarazamy. Por otra parte, se lleva a la categoría
de socio Paul Harris a don Julio D. Postigo, imponiéndole el botón correspondiente junto a los
señores Alejandro Grullón y Celso Thompson, el 14 de diciembre de 1993
Bibliografía
Archambault, Pedro M., Historia de la Restauración, Editora Taller, Santo Domingo, 1981.
Beras M., Sergio A. y otros, Álbum del Cincuentenario de San Pedro de Macorís (1882-1932), Editora Taller,
Santo Domingo, 1982.
Bermúdez, América, Manual de historia de San Pedro de Macorís, Editado por Fermín Álvarez, 1991, s/f.
Bosch, Juan. Composición social dominicana, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, 1978.
Brito Bruno, Israel, Historia de la Iglesia Metodista Libre Dominicana, Editora Educativa Dominicana, Santo
Domingo, 1978.
Cabral, Porfirio, Desde Pentecostés hasta Santo Domingo, Publicaciones Bernard, Santo Domingo, 1991.
Deive, Carlos Esteban, Heterodoxia e inquisición en Santo Domingo (1492-1822), Editora Taller, Santo Do-
mingo, 1983.
Domínguez, Roberto, Pioneros de Pentecostés, Impreso por la Cooperativa de Artes Gráficas Romualdo
Real, Puerto Rico, 1980.
Dorsanvil, Jean Chrisostome, Manual de historia de Haití, Editora de Santo Domingo, 1979.
Feliciano, Jimiro, Historia de las Asambleas de Dios en la República Dominicana, s/e., s/f.
García, Milagros Emilia, Ortiz Ramírez, Francisco Antonio y Oviedo de León, Esther, Origen y desarrollo
de la cultura petromacorisana desde 1822 hasta 1885, UCE, San Pedro de Macorís, 1986.
González Roca, Hernán, Horizontes de Esperanza: Historia de la Iglesia Evangélica Dominicana, Tomos 1 y 2,
Editora Búho, Santo Domingo, 2006.
Hoetink, Harry, El pueblo dominicano (1850-1900), UCMM, Santiago de los Caballeros, 1985.
Lockward s., George. Cartas de Cardy, Primer misionero metodista en Samaná. Editora Educativa Dominicana,
Santo Domingo, 1988.
Lockward S., George, El Protestantismo en Dominicana, 2da. Edición, Publicaciones de la Universidad
CETEC, Santo Domingo, 1982.
445
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Lockward S., George, Correspondencia de Tindall, Publicaciones de la Universidad CETEC, Santo Domingo,
1981.
Lockward, Alfonso, Intolerancia y libertad de cultos en Santo Domingo, DELE, Santo Domingo, 1992.
Martínez A., Juan Francisco, Nociones de historia patria, s/e, s/f.
Martínez, J. Adarberto, Así se forjó una Escuela, Impresora Fernández, Santiago de los Caballeros, 1987.
Oostendorp, Ricardo, Historia de las Iglesias Evangélicas, Publicado por la Iglesia Cristiana Reformada
Dominicana, Santo Domingo, 1989.
Paris, Miguel Alfonso, Apuntes para la Historia de Macorís del Mar (folleto), s/f.
Puig Ortiz, José Augusto, Emigración de libertos norteamericanos a Puerto Plata en la primera mitad del siglo
XIX, Ediciones CEPAE, Santo Domingo, 1978.
Richiez, Manuel Leopoldo, Historia de la ciudad de San Pedro de Macorís, s/f, s/e.
Sánchez Jiménez, Luis E. y otros, San Pedro de Macorís. Propuesta para el rescate del centro histórico, UCE,
San Pedro de Macorís, 1985.
Sosa Reyes, Fátima Altagracia y Mejía Bonnelly, Amelia M. San Pedro de Macorís, patrimonio histórico-cultural
al servicio del Turismo, UCE, San Pedro de Macorís, 1991.
Wipfler, William L., Poder, influencia e impotencia de la Iglesia, Ediciones CEPAE, Santo Domingo, 1980.
446
Segunda parte
Presentación
Origen de la Colección Pensamiento Dominicano y criterios de reedición .............................................. 11
Daniel Toribio
Administrador General del Banco de Reservas de la República Dominicana
Exordio
Reedición de la Colección Pensamiento Dominicano: una realidad ......................................................... 15
Maríano Mella
Presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Introducción
Rescatando la poesía y el teatro con la Colección Pensamiento Dominicano ........................................... 17
Jeannette Miller
451
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Profesión de fe ................................................................................................................................... 46
Paisaje ................................................................................................................................................. 46
Postumismo ....................................................................................................................................... 47
Desaparición ...................................................................................................................................... 48
Macito de dalias ................................................................................................................................ 49
La colina sacra ................................................................................................................................... 49
Amorosas
Mafalda . ............................................................................................................................................. 50
Desasimiento ..................................................................................................................................... 50
Siesta ................................................................................................................................................... 51
Madrigal ............................................................................................................................................. 51
La niña Pola ....................................................................................................................................... 52
Estéril .................................................................................................................................................. 52
Briznas de la colonia.......................................................................................................................... 53
India .................................................................................................................................................... 53
Óleo ..................................................................................................................................................... 54
La inencontrada surge....................................................................................................................... 55
Varias
Nuevos motivos ................................................................................................................................ 57
El haitiano .......................................................................................................................................... 57
Maestra ............................................................................................................................................... 58
Panacea ............................................................................................................................................... 58
Nuevo madrigal ................................................................................................................................ 58
Hora azul . .......................................................................................................................................... 59
Hora gris . ........................................................................................................................................... 59
Campiña poblada . ............................................................................................................................ 59
Los últimos canjilones de la primavera ......................................................................................... 60
Vislumbrar América ......................................................................................................................... 60
Cantos de la tierra
El diario de la aldea .......................................................................................................................... 62
Islas mentales . ................................................................................................................................... 63
Trozo de pueblo . ............................................................................................................................... 64
Impresiones de Sabaneta................................................................................................................... 64
Voz interna ......................................................................................................................................... 65
Aleluya de invierno .......................................................................................................................... 65
Parábola de los dones........................................................................................................................ 66
Salutación............................................................................................................................................ 66
A la mujer ilustre de Santiago ......................................................................................................... 67
Río pueblo........................................................................................................................................... 68
A San Francisco de Macorís . ........................................................................................................... 68
16 años ................................................................................................................................................ 69
El pueblo San Rafael ......................................................................................................................... 70
Villorrito La Rosa .............................................................................................................................. 71
La ceiba de mi barrio ........................................................................................................................ 72
Simbología ......................................................................................................................................... 72
Palabras en el agua ........................................................................................................................... 73
Armonía cósmica .............................................................................................................................. 74
452
Índice general | VOLUMEN I | POESÍA Y TEATRO
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Un aspecto de la poesía de Franklin Mieses Burgos: Freddy Gatón Arce ..................................... 107
Ubicación.................................................................................................................................................. 107
Orígenes
Esta canción estaba tirada por el suelo .......................................................................................... 111
Canción de los ojos que se fueron .................................................................................................. 111
¿Qué serafín es ese? .......................................................................................................................... 112
453
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Sonetos
Poesía .................................................................................................................................................. 134
Humilde mayo .................................................................................................................................. 134
Rosa en vigilia ................................................................................................................................... 134
Viva muerte . ...................................................................................................................................... 135
El río .................................................................................................................................................... 135
A la sangre . ........................................................................................................................................ 136
De Demonio de ceniza
Demonio de ceniza ........................................................................................................................... 140
Propiedad del recuerdo . .................................................................................................................. 141
De Clima de eternidad
Prometeo mortal . .............................................................................................................................. 151
De El ángel destruido
Barro inaugural ................................................................................................................................. 153
Mensaje a las palomas ...................................................................................................................... 154
Adán de angustia .............................................................................................................................. 155
454
Índice general | VOLUMEN I | POESÍA Y TEATRO
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Juicios
Alfonseca, Iván .................................................................................................................................. 161
Baeza Flores, Alberto ........................................................................................................................ 161
Contín Aybar, Pedro René . .............................................................................................................. 162
Cuadernos dominicanos de cultura ............................................................................................... 164
Fernández Spencer, Antonio ........................................................................................................... 164
García Hernández, Manuel ............................................................................................................. 164
La poesía sorprendida ...................................................................................................................... 164
Lebrón Saviñón, Mariano ................................................................................................................ 165
Pérez, Carlos Federico ...................................................................................................................... 166
Rueda, Manuel .................................................................................................................................. 169
Ugarte, María . ................................................................................................................................... 170
Valldeperes, Manuel ......................................................................................................................... 170
TOMO I
Entrada (los editores)......................................................................................................................... 455
La moral y la literatura: Joaquín Balaguer .................................................................................... 175
Tocinos y longaniza .......................................................................................................................... 179
El follón de Yamasá . ......................................................................................................................... 184
“El negro tras de la oreja” ................................................................................................................ 186
Los curanderos .................................................................................................................................. 188
Una fiesta curiosa . ............................................................................................................................ 192
La pobreza . ........................................................................................................................................ 195
Al Ciud. Gen. Don Gregorio Luperón ........................................................................................... 199
Alborada . ........................................................................................................................................... 201
Jatuai con le puela pueta................................................................................................................... 203
Di coloni italiani ................................................................................................................................ 206
Lo viejo van pa la maya ................................................................................................................... 208
Tributo del cantor popular del Yaque al Gran Cristóbal Colón ................................................. 211
A los habitantes de Juana Núñez . .................................................................................................. 213
Eso e paja pa la gaiza ........................................................................................................................ 216
La jambre ............................................................................................................................................ 219
¡Aguanta Pepe! y van cinco ............................................................................................................. 220
Al Sr. Don Edward Hall ................................................................................................................... 224
Inauguración del Ferrocarril que toca en San Francisco de Macorís. . ...................................... 227
El arranque o “mañana te pagaré” ................................................................................................. 230
Felicitación ......................................................................................................................................... 234
455
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
456
Índice general | VOLUMEN I | POESÍA Y TEATRO
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
457
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Páginas íntimas
Melancolía .......................................................................................................................................... 454
¡Padre mío!.......................................................................................................................................... 455
Quejas ................................................................................................................................................. 457
A mi madre ........................................................................................................................................ 459
Amor y anhelo . ................................................................................................................................. 460
Vespertina . ......................................................................................................................................... 461
En el nacimiento de mi primogénito . ............................................................................................ 463
En horas de angustia......................................................................................................................... 464
¿Qué es Patria? .................................................................................................................................. 466
Tristezas .............................................................................................................................................. 467
Angustias ........................................................................................................................................... 468
¡Adelante! ........................................................................................................................................... 469
Umbra ................................................................................................................................................. 470
Resurrexit ........................................................................................................................................... 470
Mi Pedro ............................................................................................................................................. 471
Varias
Contestación ...................................................................................................................................... 472
Una lágrima ....................................................................................................................................... 473
Un gemido........................................................................................................................................... 474
A los leutones .................................................................................................................................... 476
Gratitud............................................................................................................................................... 477
En la muerte de María Isabel Rodríguez de García ..................................................................... 477
A la niña I. A. C.................................................................................................................................. 479
Una esperanza ................................................................................................................................... 481
El ave y el nido .................................................................................................................................. 482
458
Índice general | VOLUMEN I | POESÍA Y TEATRO
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Impresiones......................................................................................................................................... 482
En defensa de la sociedad . .............................................................................................................. 484
La Transfiguración ............................................................................................................................ 487
Caridad................................................................................................................................................ 490
Víctor Hugo ....................................................................................................................................... 492
En la muerte de F. X. Billini ............................................................................................................. 492
¡Pobre niño! ........................................................................................................................................ 493
Mi óbolo ............................................................................................................................................. 493
Fe ......................................................................................................................................................... 494
¡Tierra! . ............................................................................................................................................... 495
Palabras .............................................................................................................................................. 497
Palabras .............................................................................................................................................. 498
Adhesión del “Instituto de Señoritas” al proyecto de estatua a Duarte ................................... 499
POESÍA DOMINICANA
ANTOLOGÍA
Selección y prólogo
Pedro René Contín Aybar
Enrique Henríquez
El Anjelus ........................................................................................................................................... 515
La canción del avaro ......................................................................................................................... 516
La escena del Café Martín................................................................................................................. 516
Lejanía.................................................................................................................................................. 517
Never more ........................................................................................................................................ 518
Gastón F. Deligne
Angustias ........................................................................................................................................... 520
De luto ................................................................................................................................................ 522
En el Botado ....................................................................................................................................... 523
459
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Fabio Fiallo
Con mi sonrisa plácida...................................................................................................................... 530
En el Atrio .......................................................................................................................................... 531
Esquiva ............................................................................................................................................... 531
For Ever .............................................................................................................................................. 531
Gólgota rosa ....................................................................................................................................... 532
Misterio . ............................................................................................................................................. 532
Noche Buena . .................................................................................................................................... 533
Pierrot ................................................................................................................................................. 533
Plenilunio............................................................................................................................................ 534
Andrejulio Aybar
Cantemos al Señor ............................................................................................................................ 534
De pordiosero..................................................................................................................................... 534
En donde brillas ................................................................................................................................ 535
Interesada ofrenda ............................................................................................................................ 536
Recrecimiento .................................................................................................................................... 537
Vigil Díaz
Tímpano de la montaña ................................................................................................................... 537
Visión lunar . ...................................................................................................................................... 538
Rafael Damirón
Campesina ......................................................................................................................................... 538
Criolla.................................................................................................................................................. 539
Valentín Giró
Alma . .................................................................................................................................................. 540
Ensueño .............................................................................................................................................. 540
Virgínea .............................................................................................................................................. 541
Federico Bermúdez
Campanas de la tarde ....................................................................................................................... 541
Oh! tardes adorables…! . .................................................................................................................. 542
Pareces una tarde............................................................................................................................... 542
Símbolo................................................................................................................................................ 543
Serenamente gris ............................................................................................................................... 543
Osvaldo Bazil
Pequeño nocturno ............................................................................................................................. 543
Víctor Garrido
Aria de otoño...................................................................................................................................... 544
Elegía blanca… .................................................................................................................................. 545
Pax ....................................................................................................................................................... 546
R. Emilio Jiménez
Boda de ruiseñores . .......................................................................................................................... 547
Mis dos madres muertas .................................................................................................................. 548
460
Índice general | VOLUMEN I | POESÍA Y TEATRO
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Emilio A. Morel
San Francisco de Asís entre los pájaros........................................................................................... 550
Aquel Lucero Blanco......................................................................................................................... 551
Apolinar Perdomo
Amo y odio a la vez tu albo sombrero ........................................................................................... 553
Canción de amor ............................................................................................................................... 554
Enrique Aguilar
A San Francisco de Asís..................................................................................................................... 555
Asno, paciente asno........................................................................................................................... 556
La excusa ............................................................................................................................................ 557
R. Pérez Alfonseca
Oda de un yo ..................................................................................................................................... 557
Manuel Llanes
Oración a la madre ida ..................................................................................................................... 570
Rutas nocturnas . ............................................................................................................................... 571
Paréntesis femenino
Altagracia Saviñón
Mi vaso verde .................................................................................................................................... 576
461
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Delia Weber
Encuentro ........................................................................................................................................... 578
Nada . .................................................................................................................................................. 578
Reencarnación ................................................................................................................................... 578
Voz errante ......................................................................................................................................... 579
Carmen Natalia
Aquí me tienes tú .............................................................................................................................. 582
Darse.................................................................................................................................................... 582
Mi risa.................................................................................................................................................. 583
Una tarde sin sol en tu cabaña ........................................................................................................ 583
Lucas Pichardo
A una casita . ...................................................................................................................................... 587
A una tinaja ........................................................................................................................................ 587
La piedra ............................................................................................................................................ 587
Otoño .................................................................................................................................................. 587
462
Índice general | VOLUMEN I | POESÍA Y TEATRO
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Tomás Morel
Acordeón ............................................................................................................................................ 607
Con viejas cuentas . ........................................................................................................................... 607
Framboyán ......................................................................................................................................... 608
Si no fuera por taita .......................................................................................................................... 608
Gladio Hidalgo
Compañera . ....................................................................................................................................... 609
El hospedaje ....................................................................................................................................... 610
La promesa a la madre ..................................................................................................................... 612
Tu antojo ............................................................................................................................................. 612
Pedro Mir
Abulia ................................................................................................................................................. 620
Alegría de la mañana blanca ........................................................................................................... 620
Pour Toi .............................................................................................................................................. 621
463
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Teatro
Manuel Rueda
La trinitaria Blanca
(Comedia dramática en tres actos)
Prólogo
Juan González Chamorro
Nota biográfica
Jorge Tena Reyes .................................................................................................................................... 708
Epílogo
Presencia del libro en Santo Domingo desde el siglo XVI hasta Julio Postigo.......................................... 709
Jorge Tena Reyes
Fuentes...................................................................................................................................................... 741
Semblanza de Julio D. Postigo,
editor de la Colección Pensamiento Dominicano.................................................................................... 743
464
ÍNDICE ONOMÁSTICO
VOLUMEN I Poesía y teatro
465
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Cabral, Manuel del 22, 108, 600 509, 644, 709, 717, 719, 723, Díaz, Benigno 267
Caifás (personaje bíblico) 342 725, 733, 737, 744 Díaz, Danilo 7
Caín (personaje bíblico) 159 Columbert, Monsieur 714 Díaz, Inés 733
Calarino Dávila, Henrico 724 Concha, Jacinto de la 718 Díaz, Pedro (personaje época
Calderón, Telésforo 384 Contín Aybar, Pedro René 5, de Lilís) 387
Campillo, Julio Genaro 739 8, 9, 11, 17, 18, 20-22, 25, 27, Díaz, Vigil 537
Camps Jiménez, Miguel de 6 107, 162, 165, 501, 504, 732, Díaz Grullón, Virgilio 746
Cantesani, Genari 206 740, 743, 746 Díaz Ordóñez, Virgilio (Ligio
Cardenal Rampolla 273 Contín, Margarita 732 Vizardi) 567, 725, 727
Carducci, Giosue 177 Cordero, Emilio 236, 239 Díaz y León, Gregoria 409
Carías Lavandieur, Francisco Cordero Michel, Emilio 6, 8 Dimoné (personaje época de
Celio 730 Cordero Cordero y Bidó, Teófi- Alix) 222
Caro Álvarez, José Antonio 737 lo 227, 403 Dios (personaje bíblico) 15,
Caro, Pedro 503 Coronado, D. Enrique 481 36, 37, 46, 59, 62, 64, 73, 74,
Carrau, Camilo 638, 644 Correa y Cidrón, Bernardo 716 79, 85, 91-93, 95, 96, 98, 102,
Carrera Andrade, Jorge 162 Cortázar, Julio 25 120, 124, 125, 127, 140, 150,
Cartagena Portalatín, Aída 23, Cruz, Pedro María 606 154, 158, 167, 168, 170, 188,
24 Cruz, San Juan de la 18, 32, 35 190, 197, 200, 205, 213-215,
Cassá, Roberto 713, 736 Cruz, Sor Juana Inés de la 137 219, 226, 229, 233, 235, 236,
Castaña, María 363, 365 Cruz Pascual, Francisco 737 252, 259, 260, 262, 285, 295,
Castellanos, Juan de 710 301, 303, 304, 307, 308, 316,
Castellanos Vargas, José 410, D 319, 322, 325, 328, 329, 333,
719, 732 Damirón, Rafael 538, 733 337-339, 344, 352, 373, 374,
Castillo, Manuel M. 227 Damirón Ricart, Arturo 746 377, 379, 380, 382, 394, 419,
Castro, Apolinar de 723 Dante, Alighieri 468 421, 422, 425, 448, 455, 456,
Catón, Marco Porcio (el Viejo) Darío, Rubén 18, 31, 32, 725, 465, 475, 476, 478, 481, 484-
19, 175 726 486, 489, 495, 503, 506, 508,
Cervantes Saavedra, Miguel David (personaje bíblico) 36 510, 516, 521, 528, 530, 539,
de 24, 744 De la Rocha Pimentel, Ramón 549, 555-557, 559, 560, 562,
Céspedes, Diógenes 23, 25 7 564, 600, 602, 617, 648, 651,
Cestero, Mariano Antonio 723 Delgado Malagón, Blanca 727, 655, 663, 664, 666, 667, 672,
Cestero, Tulio M. 725, 746 735, 742 675, 683, 688, 741
Chevalier, Ramón 740 Deligne, Gastón Fernando 23, Disla, Emeterio 239
Chez Checo, José 6, 736 409, 520, 719, 724, 727, 733 Doctor Delgado 732, 734
Cicerón, Marco Tulio 177 Deligne Figueroa, hermanos Domínguez Charro, Francisco
Cifré Navarro, Ramón 503 728 627, 727, 728
Ciriaca (personaje época de Delmonte, Félix María 718-721, Duarte, Rosa 718
Alix) 240 733 Duarte Diez, Juan Pablo 499,
Cirineo, Simón (personaje bí- Delmonte y Tejada, Antonio 716 708, 718, 732, 739, 746
blico) 342 Demetrio (personaje época de Domínguez, Franklin 734
Cleofa (personaje bíblico) 345 Alix) 304 Dubeau (personaje época de
Cleveland, Tomás 304 Demonio (personaje bíblico) Salomé Ureña) 499
Cocco, Tomasico 216 140, 141 Duvergé, Antonio 746
Cochía, Monseñor Roque 719 Demorizi, Evaristo (Bul) 234, Dymond Turner 711, 741
Collado, Miguel 742 236
Collier, Jeremías 177 Deschamps, Enrique 723, 735 E
Colón, Cristóbal 211-213, 417, Deschamps, Eugenio 274, 275, Echeverría, Aquiles 730
418, 439, 440-442, 452, 506- 276, 290, 297, 298 Elías (personaje bíblico) 488
466
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN I | POESÍA Y TEATRO
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Encarnación 238 Fiallo, Fabio Federico 22, 530, Gatón Arce, Freddy Manuel 9,
Encarnación Pimentel, Luis A. 7 725, 731 18-20, 22-26, 105, 109, 503,
Encina, Juan de la 18, 31 Fiesto, Bartolomé 709 727, 735, 746
Enriquillo 54, 72, 710, 720, 733, Figueroa, Toñito 221 Gausachs, José 23
746 Florén, Marisol 721 Gerardini, Alessandro 710
Erasmo, Desiderio 709 Flores, Vicente 337 Gérgel, José 722
Esmit 377 Fonder (Fondeur), Federico 241 Germán, Luis Jorge 644
Espaillat, Emiliano 384 Fonder, Melitón 254 Germán, Luis José 638
Espaillat, Pedro M. 299 Forestier (personaje época de Gil, Jean 395, 396
Espaillat, Rafael de J. 256 Alix) 207 Gil, Pepín 240
Espaillat, Ulises Francisco 256, Fort, Paul 33 Giró, Valentín 540, 725
259, 430, 719 Francisco Javier, colegio 710, 713 Glass Mejía, José 24
Espinal, Claudio 23 Franco (personaje época de Goico, Juan 269
Espinal, Edwin 6 Alix) 221, 222 Goico, Miguel Ángel 269
Espinal, Emiliano 726 Franco, Franklin 713 Goico, Octavio 269
Espinal, José Antonio 221 Frateli Blas (personaje época Gómez Rosa, Alexis 23
Espinal, Nicanor 269 de Alix) 207 González, M. de J. 322
Esquilo (dramaturgo griego) Fuman, Nathan H. 730 González, Manuel 254
178 González, María Filomena 6, 8
Estévez, Antonio 644 G González, Raymundo 6, 8
Estrella, Octaviano 306 Galiani, Fernando 177 González Chamorro, Juan 9,
Eva (personaje bíblico) 319 Galván, Manuel de Jesús 346, 18, 24, 26, 635, 639, 644, 735
720, 722, 724, 733, 746 González Roca, Hernán 729-
F García, Francisco 352 731, 740, 742, 743
Febles, Horacio A. 728 García, hermanos 719 Gonzalito, Eugenio 333
Febres, Laura 736 García, Hermógenes 276 Gorjón, Hernando de 710
Felipe II 176 García, Iván 639 Gray Inman, Samuel 730, 731
Felipe III 713 García, J. R. Vda. 720, 722, 725 Grimaldi Silié, Eleanor 6
Feltz, Leonor 410 García, José Gabriel 719, 720, Guerrero, Laíto 390, 391, 392
Fenelón, Francois 176 723-725 Guerrero V., Manuel 7
Fermén 395, 396 9 García, Pancho 353 Guillermo, Cesáreo 723
Fernández, Carmen 243 García, Raymundo 740 Gutiérrez, Franklin 23, 26, 733
Fernández, José 394 García, Zoilo 227, 384 Guzmán, Eusebio 241
Fernández, Laíto 384, 390, 391 García Arévalo, Manuel 6
Fernández, Nasario 242 García Aybar, José E. 746 H
Fernández, Uladislao 227 García de Nolasco, Flérida 18, Hall, Edward 224-254
Fernández de Abreu, Estela 7 19, 24, 26, 29, 37, 734, 735, 746 Halley 324, 325
Fernández de Oviedo y Val- García Godoy, Federico 722, Haring, Clarence H. 742
dez, Gonzalo 711, 741 735, 746 Harris, Donald 739
Fernández del Castillo, Fran- García Hernández, Manuel 107 Harris, Paul 740
cisco 741 García Icazbálceta, Joaquín Hazim, José 737
Fernández Granell, Eugenio 714, 717 Henríquez, Clodomiro 730
23, 24 García Lluberes, Alcides 718 Henríquez, Enrique 515
Fernández Pichardo, Eduardo 6 García Lluberes, Leonidas 718 Henríquez, Enrique Apolinar 6
Fernández Spencer, Antonio García Lorca, Federico 18, 33, Henríquez, Máximo Coiscou
24, 503, 733 637 713
Fernández W., Tomás 6 Garrido, Fernando 733 Henríquez, Rafael Américo 24,
Ferrand, Luis 717 Garrido, Víctor 544 108, 571
467
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
468
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN I | POESÍA Y TEATRO
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Lora, David 288 Marrero, Domingo 352, 353 Mir Valentín, Pedro Julio 620,
Lora, Huchi 24, 25 Marrero Aristy, Ramón 746 727
Lora, Juan Antonio 227 Marte, Lelo 293 Mira Caballos, Esteban 712,
Lora, Marcos 384 Martí, José 31 713, 721, 741, 742
Lora, Silvano 25, 26 Martin, John Bartlow 738 Moisés (personaje bíblico) 212,
Louverture, Toussaint 717 Martínez, Ana Lucía 730 485
Lozano, Luis Florén 721, 742 Martínez, Daniel 221 Molière (Jean Baptiste Poque-
Luciano (escritor griego) 177, Martínez, J. Adarberto 724, lin) 176
178 728, 729, 731, 741 Molina, Tirso de 18, 410
Lugo, Américo 710, 712, 713, Martínez, José 238 Monción, Benito 377
715, 727, 728, 735, 742, 743, Martínez, Juanico 221 Mónica, Manuel (Meso) 19
746 Martínez, María 737 Montalvo, Rafael 726
Lugo Lovatón, Ramón 733 Martínez, Mayía 221 Montenegro, Don Nicolás 714
Lugones, Leopoldo 33 Martínez, Ramón 222 Mora Serrano, Manuel 6
Luis XIV 176 Martínez, Victoriano 240 Morales (personaje época de
Luperón, Gregorio 199-201, Martínez Bonilla, Carmen Na- Alix) 306
377, 719 talia 582, 727 Morales, Carlos 273
Lupita (personaje época de Martínez de Trujillo, María Morales, Tomás 363
Alix) 237 637 Morales Ferrer, Abelardo 722
Luzbel (personaje bíblico) 520 Mateo, Andrés L. 6, 23, 26 Morel, Antonio 6
Matos Pérez, Esthervina 728 Morel, Emilio A. 550
M Matrero, Mingo 353 Morel, Tomás 503, 607
Manuel Román 400 Maurice C., Reverendo 739 Moreno, María Josefa 84
Manzano, Danilo 644 Medina, Carlos 239 Moreno Jimenes, Domingo 5,
Maña Pineda, Antonio 718 Mella, Mariano 6, 7, 9, 15 8, 9, 17-19, 21-24, 26, 27, 29,
Mañón Arredondo, Manuel Mejía, Félix Evaristo 720 31-33, 35-37, 108, 165, 503,
738 Mejía, Orión 8 562, 735, 743, 746
Mañón, Manuel 737 Mejía Oviedo, Luis 7 Moreno Villa, José 33
Marchantori, Nicoleta 207 Mejía Ricart, Gustavo Adolfo Morgan, Barney N. 732
Marchena Dujarric, Enrique de 733 Morillo (doctor) 385
735, 746 Meléndez, Manuel 384 Morillos, José María 709
Marchena Leyba, Amelia Fran- Méndez, Diego 709 Moscoso, Juan Vicente 716
cisca 725, 735, 746 Méndez, Enrique 390, 391 Moscoso Puello, Anacaona 727
Marcial, Marco Valerio 175, Méndez Segura, Diego 709, 742 Moscoso Puello, Eugenio 727
178 Mera, Sebastián 254 Moscoso Puello, Francisco E.
Marechal, Leopoldo 33, 130 Meriño, Fernando Arturo de 738
María (personaje bíblico) 230, 409, 410, 487, 639, 719, 720, Moya, Casimiro N. de 725
235, 241, 252, 259, 322, 338, 722-725, 735, 746 Moya Pons, Frank 6, 24, 26,
339, 343, 385, 396-398, 717 Mieses Burgos, Franklin 5, 8, 9, 715, 721
María Jorge 237 17-20, 22-27, 105, 107-110, 161-
María Magdalena (personaje 166, 168-171, 590, 735, 746 N
bíblico) 344, 505, 506 Miguei (personaje época de Navarro Zerpa, Jesús R. 6, 8
María Salomé (personaje épo- Tomás Morel) 609 Nebrija, Antonio de 711
ca de Alix) 345 Millares Carvas, Agustín 742 Negrete, Rosendo 221
Marino, Pascuali 206 Miller, Fredy 26 Neruda, Pablo 33
Mármol, José 23 Miller, Jeannette 5, 9, 17, 25, 26, Nivar de Pittaluga, Amada 576
Márquez, Clara de 639, 644 745 Nolasco, Flérida de 9
Marranzini, Mary de 738 Milton, John176 Nolasco, Sócrates 735, 746
469
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Nouel, Adolfo 383 Peguero, Luis José 716 Plácido (personaje época de
Núñez, Javier 243 Peix, Pedro 23, 26 Alix) 237
Núñez de Cáceres, José 716- Pelerani, Franchisca 207 Polanco Brito, Hugo Eduardo
718 Pelerani, Lorensa 207 729, 735
Núñez Domínguez, Jesús 734 Pellerano, Luisa Ozema 410, Portillo, Arzobispo 717
500 Postigo, José Antonio 15
Ñ Pellerano Castro, Arturo Beni- Postigo Arias, Julio Desiderio
Ñico el Loco (personaje época to 503, 527 9, 11-13, 15, 17, 21, 23-26,
de Alix) 306-308 Penson, César Nicolás 723, 503, 709, 712, 715, 719-721,
732, 733 724, 726-732, 734, 735, 737-
O Peña, Celestino 352, 353 744
Olivo, Juan 211 Peña, Enegildo 733 Postigo Collazo, José Monse-
Olivo Álvarez, Sócrates 6 Peña, Inés de la 712, 713 rrat 724
Orestes (personaje griego) 178 Peña Batlle, Manuel Arturo Pou, Catalina 410
Ornes, Maricusa 732 708, 713, 735, 740, 742, 744, Prats Ramírez, Francisco 734
Ornes Coiscou, Germán Emi- 746 Proudhon, Pierre-Joseph 177
lio 734, 735 Peña Defilló, Fernando 745 Prud’homme, Emilio 499
Ortega, Mon 222 Peña y Reynoso, Manuel de Puello, Ana Josefa 410
Ortega, Rafael Andrés 639 Jesús 722 Puello, Garrido 746
Ortega Bermúdez, Federico Pepe (personaje época de Alix) Puente, José A. 227
Ramón 725 220 Puente Acosta, Lorenzo 473
Ortega Tous, Julio 6 Pepín, Pedro 220
Otacilio (personaje época de Perdomo, Apolinar 553 Q
Alix) 238 Perdomo, Josefa 720 Quevedo, Francisco de 177,
Ovidio Nasón, Publio 176, 537 Pérez, Genaro 227 178
Pérez, José Joaquín 720 Quinipín, Guillermito 237
P Pérez, Victoriano 398
Pacheco, Armando Oscar 585 Pérez Alfonseca, Ricardo 557, R
Padre Armando 309 725 Rafael (personaje época de
Padre Mena 201 Pérez Matos, José Joaquín 482, Alix) 294
Padre Ramón 398-400 503, 505, 719, 720 Raful, Tony 23, 26
Pagán Perdomo, Dato 721, 737 Pérez Montás, Eugenio 6 Ramírez, Diego 711
Palacios Rubio, Juan 711 Peyret-Chapuis, Charles de 18, Ramírez de Fuenleal, Sebas-
Panchita (personaje época de 637 tián 710
Alix) 238 Pichardo, Bernardo 715 Ramírez de la Rocha, Joaquín 7
Pancho (personaje época de Pichardo, Daniel 398-400 Ramón (personaje época de
Alix) 180, 181, 239 Pichardo, Fofín 387-390 Alix) 210
Pancho (personaje época de Pichardo, Furcy 574 Ramos, Pablo 385
Tomás Morel) 607 Pichardo, José Francisco 474 Rancié, Elisa 397
Pastoriza, Enrique 312 Pichardo, Juan Isidro 221 Rancier de Pérez, Elisa 396
Pastoriza, Tomás 224 Pichardo, Lucas 587 Ravelo, Juan Nepomuceno 718
Patricio, Egregio 256 Pichardo Patín, José María 493 Ravelo, Julio Ernesto 737
Paulino Ramos, Alejandro 741 Pieter, Heriberto 15, 746 Ravelo, Temístocles A. 472
Pedra Estéfani 208 Pilatos (Pilato), Poncio (perso- Reinoso, Jacinto 221
Pedreira, Antonio S. 722, 741 naje bíblico) 342 Rey Carlos VIII 711
Pedro (personaje época de Pineda, Antonio María 716, Reyes, José 739
Alix) 208 717 Reyna, Carolina 320
Pedrosa, Francisco 712 Piña-Contreras, Guillermo 6 Rilke, Rainer María 162, 163
470
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN I | POESÍA Y TEATRO
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Risco Bermúdez, René del 23, Salomé (personaje bíblico) 340 Shelley, Percy 177
503, 727, 745 Salomón (personaje bíblico) Siana (personaje época de Alix)
Rivera (personaje época de 212 240
Alix) 320 San Antonio 303, 375 Silverio (personaje época de
Robles, Casiano 384 San Cornelio 217, 340 Alix) 393
Rodríguez de García, María San Francisco de Asís 550, 551, Silverio, Ventura 314
Isabel 477 555, 556 Simó Torres, Dennis R. 6
Rodríguez, Bernardina 240 San José (personaje bíblico) Simón (personaje época de
Rodríguez, José 394 207, 208, 232, 322, 252, 339, Alix) 222, 395
Rodríguez, Juan 711, 730 343, 372 Solá, Monina 638, 644
Rodríguez, Lolo 223 San Julián 385 Speratti Peñero, Emma Susana
Rodríguez de García, María San Luis Gonzaga 424, 720, 736
Isabel 477 724 Suárez de Figueroa, Lorenzo 711
Rodríguez Demorizi, Emilio San Mateo 340, 341 Suncar Chevalier, Ernesto 733
11, 15, 17, 25, 26, 410, 710, San Miguel 301 Suncar Chevalier, Manuel Emi-
715-717, 721, 723, 724, 726, San Pablo (personaje bíblico) lio 175, 410
735, 736, 740-742, 746 300 Suro, Rubén 22, 622
Rodríguez Demorizi, Funda- San Pedro (personaje bíblico)
ción 710 338, 342, 489 T
Ródriguez Demorizi, Silveria San Ramón Nonato 192 Tamargo, Armando 729, 734
R. de 410 Sang Ben, Mu-kien 6 Tavares, Pedrito 221
Rodríguez Objío, Manuel 720 Sanabia, Rafael Emilio 732 Tavares Espaillat, Gustavo 6
Rodríguez Perozo, Andrea Sánchez, Dimas 384 Tavares K., Juan Tomás 6
Evangelina 727 Sánchez, Enriquillo 26 Tavárez Delgado, Juan Salva-
Rojas, Benigno Filomeno de 719 Sánchez, Juan Francisco 742 dor 8
Rojas, Fernando de 712 Sánchez Valverde, Antonio Tavárez Mirabal, Manuel Enri-
Román, Alejandro 412 709, 713-716, 720, 733 que 7
Román, Roques 721, 725, 742 Santa Rita 241 Tejera, Apolinar 708
Romano Pou, Josefina 503 Santiago Apóstol (el Mayor) Tejera, Emiliano 439, 718, 719,
Roosevelt, Teodoro 725 201, 202 721, 723, 724, 725, 735, 746
Roques, José Ricardo 720 Santiago, Pedro Julio 716 Tena Reyes, Jorge 5, 9, 708, 709,
Rubio, Fray Vicente 711, 716, Sanz Lajara, J. M. 746 742
741 Sasso, Virginia Flores 721, 741 Tió, Julio 289
Rueda, Manuel 5, 8, 9, 15, 17, Satanás (personaje bíblico) 177, Toledano, Oscar Robles 729, 734
18, 20, 21, 23-26, 503, 633, 217, 223, 237, 240 Tolentino, Hugo 713
635, 637-639, 733, 735, 746 Saviñón, Altagracia 23, 576, Toñita (personaje época de
Ruiz, Antón 712 725 Alix) 240
Ruiz, Félix María 718 Schopenhauer, Arthur 585 Toño (personaje época de Alix)
Ruíz, Francisco 714 Selig, Ilander 644 239
Rull, Carmen 644 Séneca, Lucio Anneo 19, 175, Toribio, Daniel 7, 9, 13, 15
Russo, Domingo 314 176 Torre Rovello, José 714
Rusterucci, Angel 236 Senior, Juan A. 746 Torres Bodet, Jaime 33
Seña Dolores (Lola) 374, 375 Torres Solares, Ángel 732
S Serra, José María 718 Tostado de la Peña, Francisco
Saint-Mery, Moreau 717 Serrano, Carlos A. 442 711
Salcedo, Arzobispo Juan de Serrano, Prudencio V. 730 Treilles, Carlos M. 741
711, 741 Shakespeare, William 19, 176, Trolles, Carlos Manuel 721
Saleta Santiago, Julio 290 178, 720 Troncoso, Jesús María 735
471
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Troncoso de la Concha, Ma- Utrera, Fray Cipriano de 709, Vela Zanetti, José 734
nuel de Jesús 11, 17, 25, 726, 710, 711, 715, 729, 733, 734, Veloz Maggiolo, Marcio 735,
733, 735, 736, 743, 746 742 746
Troncoso Sánchez, Pedro 737, Veturia (matrona romana) 452
740, 746 V Viaux, Jacques 745
Trujillo Molina, Rafael Leóni- Valbuena, Ramón 221 Vicente (personaje época de
das 19, 22, 24, 25, 26, 161, Vale Julián (personaje época de Alix) 345, 346
170, 637, 712, 721, 724, 726, Tomás Morel) 608 Vicioso, Horacio 637Vilanova,
733, 734, 737, 742 Valencia, Manuel María 718 Cruz Minerva 728
Valera Benítez, Rafael 503 Villanova, Olga 741
U Valera y Jiménez, Pedro 716 Villegas, Víctor 503, 727
Ugarte, María 20, 23, 25, 26, Valerio, Eugenio 240 Voltaire (François Marie
735 Valerio, Manuel 24 Arouet) 177
Ulloa, Antonio 724 Valldeperes, Manuel 20, 23,
Ulloa, Nubia 638, 644 107, 734, 735, 746 W
Ureña, Emilio 237 Valle Llano, Antonio 710 Washington, George 717
Ureña de Henríquez, Salomé 9, Vallejo, César 733 Weber, Delia 578, 734
15, 17, 18, 20, 21, 23, 25, 26, Vallejo, Homero 730 Wilde, Oscar 178
27, 407, 409, 410, 451, 498- Varna José 207 Wiscovitch C., Ada N. 7
500, 512, 715, 719, 733, 746 Vásquez, Horacio 725 Woss Gil, Celeste 734
Ureña de Mendoza, Nicolás Vázquez, Rafael 644 Woss y Gil, Alejandro 274, 275,
409, 718, 719 Vega, Bernardo 6, 736 276, 286, 290, 291, 295, 296,
Uribe, Virtudes 6 Vega, Garcilaso de la 18, 31, 711 346
472
ÍNDICE DE FICCIÓN
VOLUMEN I Poesía y teatro
A D I
Alba (Desaparición) 48 Dionisio (Dionisio vulnerado) Ignacio (La trinitaria blanca) 661
Alegría, Pancho (Salutación a 124, 126 Inés, doña (La trinitaria blanca)
Pancho Alegría, Capitán de Don Antonio (La trinitaria blan- 640, 641, 644, 649, 650-652,
Goleta) 589, 590 ca) 640, 643-646, 650-652, 669, 675-677, 681-684, 695-
Alejandre Eschufino (Di coloni 667-672, 681-685, 689-697, 697, 704-706
italiani) 206 701, 703-706
Alejandro (De quién es la hico- Doña Habichuela (El negro tras J
tea) 291 de la oreja) 187 Jardinero (La trinitaria blanca)
Altagracia (¡Suba la güira mu- 707
sié…! y van ocho) 238 E José (La trinitaria blanca) 661
Ana Josefa (¡Suba la güira mu- Eliodora (Consejo de una abuela Juan de los Palotes (Origen del
sié…! y van ocho) 240 a su nieta) 269 nombre del pueblo de Dajabón)
Angelo Pelerani (Di coloni ita- Enrique (La trinitaria blanca) 363
liani) 206 640, 642, 644, 647, 649, 650, Juaniquito (Remisión de tinajas,
Antuén Simón (Revolución en 651, 663, 664, 668, 670, 675, jarros y ollas de barro) 272
Haití) 396 677-685, 692-697, 703-706
Eschufino, Guisep (Di coloni L
B italiani) 207 Leconte, general (Revolución en
Bale José (El bale Juan y el bale Haití) 396
José) 354-358 F Lola (¡Suba la güira musié…! y
Bale Juan (El bale Juan y el bale Felka, el alemán (Dizque) 333 van ocho) 240
José) 354, 356, 358 Forestieri 207 (Di coloni italiani) Lucas (Entre Lucas y Juan Mejía
Bartolina (Trozo de pueblo) 64 –Refrán–) 259-261
Blas (Origen del nombre del pue- G Lucía (Remisión de tinajas, jarros
blo de Dajabón) 365 Gabina (¡Suba la güira musié…! y ollas de barro) 272
y van ocho) 239 Luisa (La trinitaria blanca) 640-
C Garata, Martín (Los mangos ba- 642, 644, 646-651, 656, 660,
Calixto (La Celestina) 712 jitos) 278 662-664, 667-686, 689-695,
Capuleto, Julieta (Romeo y Ju- Gaula, Andrés de 712 703-706
lieta) 178, 720 Ginete (Alborada) 201 Luna, Pancho de (El 23 del co-
Castro, Lucas de (¡Suba la güira González, Presidente (Diálogo rriente) 399
musié…! y van ocho) 237 entre la Paz y la Guerra) 401
Charlot (Retorno al hombre) 618 Gurabito, Doña Cuesta (Una M
Concho Primo (A Concho Pri- fiesta curiosa) 193 Mafalda (Mafalda) 50
mo) 600, 601 Malfiní (Un campesino domini-
Coriolano (Mi ofrenda a la Pa- H cano) 316
tria) 452 Hombre-Dios (La transfigura- Maná 77
Cuasimodo, Juan (Remisión de ción) 489 Mancha, Quijote de la (El ilus-
tinajas, jarros y ollas de barro) Hombre-lava (Moderno apoca- tre hildago Don Quijote de la
272 lipsis) 100 Mancha) 177, 363
473
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Manuel (Elegía por la Muerte de Paonensa, Luis (Di coloni italia- Romero (La trinitaria blanca)
Manuel) 163 ni) 207 661
María (La trinitaria blanca) 647, Pelú, Juan (¡Suba la güira mu- Rosalía (Remisión de tinajas,
655 sié…! y van ocho) 238 jarros y ollas de barro) 272
María (Remisión de tinajas, ja- Penélope (El síndrome de Pené- Rosié (¡Suba la güira musié…! y
rros y ollas de barro) 272, 273 lope) 26 van ocho) 237
Melibea (La Celestina) 712 Peña, Celestino (El bale Juan y
Miguelina (La trinitaria blanca) el bale José) 353 S
640-680, 684, 686-694, 696- Pepín, Pelico (¡Aguanta Pepe! y Sandoval, Tomás (Elegía por la
698, 700-707 van cinco) 223 muerte de Tomás Sandoval)
Monclú, (Monclús) Panchito Pérez, Antonio (El 23 del co- 20, 116, 163, 592
(¡Suba la güira musié…! y rriente) 398 Sebastián (La trinitaria blan-
van ocho) 38 Pérez, Isabelita (¡Suba la güira ca) 640, 642, 644, 652, 653,
Montesco, Romeo (Romeo y Ju- musié…! y van ocho) 237, 238 655-662, 664-666, 673, 674,
lieta) 720 Pérez, José María (El cementerio 684-689, 697, 698, 700, 701,
Moya (Al Ciud. Gen. Don Gre- de Hatillo Palma) 241 707
gorio Luperón) 199-201 Pérez, José Ramón (El cemente- Señor Gelí (Tocinos y longaniza)
rio de Hatillo Palma) 241 180
N Perico Lasala (Viva la paz) 304 Señor Juan (El Niño de Atocha)
Natalia (Virgínea) 541 Pierrot (Pierrot) 533 371, 372
O Prometeo (Angustias) 468 Señor Pascual (Un pasaporte
Orfeo 170 Prometeo (Prometeo mortal) dado en tiempo de la España
151, 152, 165 Vieja) 330
P Señor Tomás (¡Aguanta Pepe! y
Panza, Sancho (El ilustre hidal- R van cinco) 223
go Don Quijote de la Mancha) Rocco, Turquino (Di coloni ita- Sigur Bonyé (¡Aguanta Pepe! y
177 liani) 207 van cinco) 222
474
ÍNDICE GEOGRÁFICO
VOLUMEN I Poesía y teatro
475
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
476
Índice GEOGRÁFICO | VOLUMEN I | POESÍA Y TEATRO
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
477
Volumen II
Cuentos
Índice general | Índice onomástico | Índice de ficción | Índice geográfico
ÍNDICE GENERAL
VOLUMEN II CUENTOS
Presentación
Origen de la Colección Pensamiento Dominicano y criterios de reedición .............................................. 11
Daniel Toribio
Administrador General del Banco de Reservas de la República Dominicana
Exordio
Reedición de la Colección Pensamiento Dominicano ............................................................................... 15
Mariano Mella
Presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Sócrates Nolasco
El Cuento en Santo Domingo
Selección antológica
Tomos I y II
Tomo I
Aparición y evolución del cuento en Santo Domingo. Noticias preliminares............................... 37
Julio Acosta Hijo (Julín Varona) (N. 1888)
A mí no me apunta nadie con carabina vacía ............................................................................... 46
481
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Tomo II
482
Índice GENERAL | VOLUMEN II | CUENTOS
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Cuento de camino
Por qué el negro tiene la piel así .......................................................................................................... 189
483
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
J. M. Sanz Lajara
El Candado
Prólogo
Manuel Valldeperes
Juan Bosch
Cuentos escritos en el exilio
y Apuntes sobre el arte de escribir cuentos
484
Índice GENERAL | VOLUMEN II | CUENTOS
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
485
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Víctor M. de Castro
La huelga ............................................................................................................................................ 430
Rafael Damirón
Política de amarre ............................................................................................................................. 460
Jafet D. Hernández
De la guerra......................................................................................................................................... 462
Agustín Aybar
Sor de Moca........................................................................................................................................ 469
Juan Bosch
Más cuentos escritos en el exilio
486
Índice GENERAL | VOLUMEN II | CUENTOS
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Un niño................................................................................................................................................ 489
El río y su enemigo............................................................................................................................ 491
La bella alma de don Damián ......................................................................................................... 498
Maravilla ............................................................................................................................................ 503
Un hombre virtuoso ......................................................................................................................... 509
El difunto estaba vivo . ..................................................................................................................... 514
Poppy . ................................................................................................................................................ 525
Mal tiempo ......................................................................................................................................... 531
El Socio ............................................................................................................................................... 537
La muchacha de La Guaira . ............................................................................................................ 548
Capitán ............................................................................................................................................... 559
Lo últimos monstruos ...................................................................................................................... 566
La muerte no se equivoca dos veces .............................................................................................. 570
Rosa . ................................................................................................................................................... 579
487
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
488
Índice GENERAL | VOLUMEN II | CUENTOS
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
APÉNDICE
Antonio del Monte y Tejada (1655)
La fiesta de los cangrejos . ................................................................................................................ 765
489
ÍNDICE ONOMÁSTICO
VOLUMEN II CUENTOS
491
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
492
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN II | CUENTOS
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
189, 190, 199, 215, 217-219, Febles, Miguel 430 Garibay, Esteban de 390
221, 228, 229, 231-234, 239, Felipe II 716 Garnier, hermanos 393
240, 246, 249, 250, 252, 254, Felipe IV 659 Garrido, Luis 38
255, 261, 276, 282, 291, 292, Fenelón, François 671 Garrido, Miguel Ángel 19, 38,
294, 304, 315-317, 319-321, Fernández, Manolito 399 393
323, 326-339, 342-354, 356, Fernández de Abreu, Estela 7 Garrido Puello, E. O. 774
358-362, 375, 379, 395, 404, Fernández Pichardo, Eduardo 6 Gaspar 339-347, 351, 356-361
407, 410, 411, 414-416, 418, Fernández W., Tomás 6 Gatón Arce, Freddy 774
419, 422, 423, 426, 430, 440, Fernando VII 675 Gautier, Judith 393
442, 443, 475, 481, 490, 498, Ferrand (personaje de época General Cabrera 138, 139
500, 501, 503, 511, 512, 515, de César N. Penson) 751 General Leclerc 766
530, 552, 558, 570, 571, 579, Feuillet, Octavio 392 Geraldini, Alejandro 656
581, 588, 591, 603, 605, 629, Fiallo, Fabio 18, 19, 21, 38, 39, 65, Gimbernard, Bienvenido 365,
633, 636, 639, 641, 645, 646, 392, 393, 395-397, 655, 756 387
650, 657, 660, 663, 664, 666, Flaubert, Gustav 394 Goethe, Johann Wolfgang von
669, 671, 677, 678, 680, 682, Fleury (personaje religioso) 672 205
686-690, 695, 696, 701, 703, Florentino, Pedro 489 Gómez, Juan Vicente 396, 399
705, 721, 724, 731-733, 735, Flores, Juan Vicente 402 Gómez, Máximo 23, 39, 71,
743, 747, 751, 755, 757-759, Flores Cabrera, Manuel 395 397, 715, 725
762 Font Gamundi (familia domi- Gómez Carrillo, Enrique 37,
Dominici, Pedro C. 396 nicana) 366 393, 394
Dondon, Julio 393 Fontanills, Enrique 390, 392 Gómez Moya, Manuel Ubaldo
Duarte, Juan Pablo 395, 457, Francasci, Amelia 38, 774 766
703, 750, 751, 774 France, Anatole 393, 394 Gómez Toro, Clemencita 71
Dumas, Alejandro 391, 394 Franco Bidó, Juan Luis 763 Goncourt, Edmond 392
Dumas hijo, Alejandro 393 Freites, Andrés 38, 393 Gonzaga, Luis 739
Duque, Aquilino 267 Fuente, Guillermo de la 700 González, María Filomena 6, 8
Duvergé, Antonio 774 González, Raymundo 6, 8
G González Dávila, Gil 656
E Gabb, William M. 729 González Roca, Hernán 771
Encarnación Pimentel, Luis A. Gallegos, Rómulo 33 Gorki, Máximo 18, 38, 43, 394
7 Galván, Octavio 38, 393 Grimaldi Silié, Eleanor 6
Enrique VIII 716 Gandía, Enrique 109 Grimm, hermanos 391
Enriquillo 146, 189, 249, 391, Garay, familia 751 Grullón, Eliseo 749, 754
399, 656, 774 García, Federico de Jesús 715 Grullón, Máximo 749
Espaillat, Ulises Francisco 33, García, Isabel 366 Guacanagarix (personaje indí-
423, 749 García, Joaquín 675 gena) 709-711
Espinal, Edwin 6 García (escritor de época de Guatiguaná (personaje indíge-
Espronceda, José 44 Rodríguez Objío) 392 na) 713
Espuela, Cándido 187 García Arévalo, Manuel 6 Guerrero V., Manuel 7
Estrella Ureña, Rafael (Fellito) García Aybar, José E. 774 Guzmán, Antonio 62
470 García Gautier, Bienvenido Guzmán, Martín Luis 109
Eva (personaje bíblico) 705 373
García Godoy, Federico 19, 22, H
F 38, 40, 67, 397, 658, 774 Hansen, Terrence Leslie 397
Faura, Dr. (personaje de la García Lluberes, Alcides 656 Hennique, L. 393
época de Núñez de Cáce- García Rodríguez, F. M. 658 Henríquez, Enrique Apolinar
res) 701 García Sanchiz 399 6, 40, 774
493
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Henríquez Ureña, Max 20, 22, 161, 172, 182, 189, 190, 202, López, José Ramón 19, 22, 38,
42, 77, 364, 386, 387, 389, 299, 317, 321, 331, 334, 350, 113, 364, 385, 392, 394-397,
397, 399, 400, 435, 463, 655, 351, 353, 360, 416, 657, 663, 400, 402, 756
679, 697, 698, 719, 725, 739, 668, 671, 721, 740, 746, 747, López Escarfulleri, José María
749, 753, 756, 774 774 402
Henríquez Ureña, Pedro 17, Jesús Galván, Manuel de 391, Lora, Juana 402
18, 22, 24, 84, 396, 397, 463, 392, 399, 774 Lorrain, Jean 394
698, 772, 774 Jimenes, Domingo Moreno 24, Louverture, Toussaint 166, 675,
Henríquez y Carvajal, Federi- 771, 774 712, 723
co 19, 23, 38, 39, 73, 386, 392, Jimenes, Juan Isidro 453, 461 Lugo, Américo 379, 655, 659,
393, 397, 398, 756 Jiménez, Miguel Ángel 22, 23, 771, 774
Henríquez y Carvajal, Francis- 42, 92, 397 Luis XIV 611
co 392, 394, 463 Jiménez, Ramón Emilio 11, 23, Luperón, Gregorio 148, 149,
Hernández Franco, Tomás 22, 41, 45, 99, 364, 386, 397, 400, 151, 152, 749
23, 42, 43, 85, 396, 397, 399 449, 655
Hernández Jafet D. 364, 365, José (personaje bíblico) 57, 329- M
386, 387, 400, 461 336, 343, 347, 348 Macabón 400
Herranz (escritor) 671 José Mariano 26 Maceo, José 39, 40
Herrera, Porfirio 399 Joubert, Emilio C. 391 Machado, M. A. 658
Herrera Cabral, 7 Juan Manuel 17, 37, 38 Macri, Oreste 109
Heureaux, Ulises 19, 38, 187, Julia y Rodríguez, Eleonora Maguana (personaje indígena)
364, 385, 386, 393-396, 400, 749 714
402, 430, 431, 435, 436, 445, Julián, Amadeo 6 Maizeroy, René 393
446, 449-451, 456, 715, 725 Maniatibel (personaje indíge-
Hilcon, Silvia 28, 29 L na) 714, 715
Hobbes, Thomas 678 Lacalle, Ángel 380 Mann, Thomas 267
Hoepelman, Antonio 22, 40, Lacay Polanco, Ramón 21, 28, Manrique, Jorge 656
90, 397, 774 44, 101, 397 Manzoni, Cornetta 658, 679
Hoffmann, Ernest T. 391, 394 Lafontaine, Jean de 395 Marchena, Enrique de 774
Hostos, Eugenio María de 24, Lamarche, Angel Rafael 21, Margueritte, Paul 393
658, 750, 773, 774 109, 397 María (personaje bíblico) 53,
Hugo, Víctor 42, 698, 700, 764 Lara, José Manuel 399 56, 57, 121, 329-331, 333-336,
Hutchinson, Rafael, 6 Larra, Mariano José de 391 348, 362, 731, 746, 747
Larrazábal Blanco, Carlos 774 Mármol, Miguel 396
I Las Casas, Bartolomé de 656 Marrero Aristy, Ramón 21, 28,
Ibsen, Henrik 394 Lazo, Olegario 396 42, 119, 396, 397, 774
Imbert Barreras, Antonio 772 Lecomte, Jules 391 Martí, Deogracias 398
Inca Garcilaso 389 Lemaitre, Jules 393 Martí, José 18, 24, 27, 39, 67,
Incháustegui, Marino 6 Lemoine, Jules 393 389, 715, 725, 763, 773
Incháustegui Cabral, Héctor León de Saleme, Ninón 8 Martínez, Rufino 725, 749
28, 774 Leonard, Irving 17 Mártir de Anglería, Pedro 379,
Isidro, Juan 751 Lespès, A. 773 389, 656
Isusi, Ramón Blanco 143 Liberata Félix, Ángel 148, 150 Mata, Andrés A. 395, 396
Limas, Federico 391 Mateo, Andrés L. 6, 26, 27
J Lincoln, Abraham 385 Mateo, Juan 713
Jerez Villarreal, Juan 39 Llenas Juliá, Alejandro 381, Mauclair, C. 393
Jesús (personaje bíblico) 57, 391, 394, 712 Maupassant, Guy de 18, 19, 37,
58, 60, 76, 105, 120, 145, 152, López, Francisca 750 38, 44, 261, 393, 394
494
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN II | CUENTOS
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
495
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Prestol Castillo, Freddy 22, 43, Salado de Peña, Carlota 392 Tavares K., Juan Tomás 6
172, 397 Salinas, Barba 390 Tavarez Delgado, Juan Salva-
Prevost, Marcel 393 San Andrés 658-660, 663, 664 dor 8
Prud’homme, Emilio 38 San Antonio 81 Tavárez Mirabal, Manuel Enri-
San Esteban de Salamanca 656 que 7
Q San Gregorio el Magno 712 Tejera y Penson, Apolinar 391,
Queiroz, Eça 393 San Nicolás 673, 674 703, 725
Quero Saviñón 399 San Vicente 75, 166 Tejera, Emiliano 703, 774
Quiroga, Horacio 31, 32, 44, Sang Ben, Mu-kién 6 Theuriet, André 395
261, 397 Sánchez, Manuel 399 Timoneda, Juan de 390, 395, 398
Quiros (escritor) 671 Sánchez Guzmán, Mario 28 Toledo, María de 90
Sánchez Ramírez, Juan 177, 432 Tolentino, César 399
R Sandoval, Arquímedes 374, Tolstói, León 18, 38, 393, 394
Ramírez de la Rocha, Joaquín 7 377 Toribio, Daniel 7, 9, 13, 15
Ravelo, Juan Nepomuceno 727 Sanín Cano, Baldomero 109 Torralba, Álvaro 373
Ravelo y Abreu, Temístocles Sanjurjo, Quintín Negrón 725 Torre, Mariano La 395
Amador 727 Sansón (personaje bíblico) 740 Troncoso de la Concha, Ma-
Rebell, H. 393 Santana, Pedro 40, 61, 62, 69, nuel de Jesús 11, 22, 23, 39,
Reibrach, J. 393 70, 698, 727, 728, 751, 757 45, 177, 364, 385, 395, 397,
Reina Isabel 716 Sanz Lajara, José Mariano 5, 8, 400, 431, 655, 656, 771, 774
Reyes Católicos 656, 704 9, 21, 23-29, 193-196, 372-774 Troncoso Sánchez, Pedro 774
Richepin, Jean 393 Sarrazin, G. 393 Trujillo Molina, Rafael Leoni-
Rijo, José 21, 23, 28, 42, 43, 174, Scanlan, Eduardo 395 das 20, 21, 26-28, 33, 40, 45,
397 Scholl, A. 393 99, 367, 370, 373, 671
Rincón, Juan 677 Schomburgk 729 Turgueneff, Ivan 393
Rodríguez, C. Armando 394, Scott, Walter 699
679, 712 Segovia, Antonio María 391 U
Rodríguez, Osvaldo A. 739 Selgas, José 391 Undurraga, Antonio 400
Rodríguez Arresón, J. M. 393 Senior, Juan A. 774 Urcullú (escritor) 671
Rodríguez Demorizi, Emilio Serra, José María 390, 655 Ureña de Henríquez, Salomé
5, 8, 11, 15, 20, 28, 363-365, Shakespeare, William 205, 699 15, 463, 697, 698, 773, 774
378, 379, 381, 383, 385, 386, Sherwood Anderson 261, 263, Ureña de Mendoza, Nicolás
388, 653, 774 391 390, 391, 655, 697, 698
Rodríguez Objío, Manuel 392 Silvestre, A. 393 Uribe, Virtudes 6
Rojas, Ricardo 109 Simó Torres, Dennis R. 6 Utrera, Cipriano de 379, 389,
Roques, Freites 394 Smester, Rosa 393 655, 656
Rosario Contín, María Francis- Smith (escritor) 671
ca del 756 Soler, Antonio F. 739 V
Rosario Sánchez, Francisco del Soto, Renato 394 Valencia, Manuel María 390, 655
374, 750 Sué, Eugenio 698 Valldeperes, Manuel 23-26, 774
Roux, H. Le 393 Soulouque, Emperador Fausti- Vásquez, Francisco Leonte 398
Rudyard Kipling 261, 263 no 144 Vásquez, Horacio 365, 387, 453,
Rueda, Manuel 774 454, 456, 457, 461, 470
T Vega, Augusto 430
S Taboada, Luis de 395 Vega, Bernardo 6
Saint Pierre, Bernardino de Tannebaun, Frank 109 Vega Batlle, Julio Augusto 183,
391, 394 Tatem Brache, Jaime 8 396, 397
Sainz Robles, Federico C. 109 Tavares Espaillat, Gustavo 6 Velázquez, Diego 461
496
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN II | CUENTOS
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Velázquez Hernández, Federi- Villamán, Cirilo 373 Wilde, Oscar 263, 394
co 461 Villanueva Zapata, Diego de Wiscovitch C., Ada N. 496
Vélez, Enrique 392 659 Woss y Gil, Alejandro 364, 373,
Veloz Maggiolo, Marcio 774 Virgen de la Altagracia 427, 386, 396, 398, 400, 435, 454,
Verlaine, Paul 394 656, 673, 719, 722, 740 456, 457
Vespucio, Américo 656 Virgen de las Mercedes 656
Victoria, Eladio 461 Voltaire, François Marie Arouet Z
Viana, Javier de 396 39 Zamorán, Carlos 373
Vidal y Torres, Rafael 40 Zapp, Arthur 392
Vigil Díaz, Otilio Andrés Mar- W Zola, Émile 393, 394
celino 22, 41, 187, 364, 386, Weber, Luis A. 393 Zumeta, César 396
394, 396, 397, 400, 430, 435 Werfeld, H. R. 109
497
ÍNDICE DE FICCIÓN
VOLUMEN II CUENTOS
499
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Barca y Téllez, Don Justo de la Bobo, Juan 397 Cáceres, Memé 749
(Un epitafio para don Justo) Bolo (La virgen del aljibe) –Hil- Cacha e Palo (Cielo negro) –Nés-
–Virgilio Díaz Grullón 373, ma Contreras 56 tor Caro 51
374, 620-625 Bonilla Gonzales, Vicente (El Cachaenaca (El delegado) –Oti-
Barlovento (El hombre que lloró) Negro Incógnito o El Come- lio Vigil Díaz 436, 438
–Juan Bosch 297 gente) –Francisco de la Mota Cachito (Cándido Espuela) –Oti-
Barón Munchhausen 395 769 lio Vigil Díaz 187, 188, 442,
Basilio (Una mala partida y una Bonito (Al pobre no lo llaman 443
buena salida) –Ramón Emilio para cosa buena) –José Ra- Calamidad (Calamidad) J. M.
Jiménez 455, 456 món López 402, 404 Sanz Lajara 217-219
Batlle, José (Un duelo comercial) Bonyé (Luis Pie) –Juan Bosch Calzada, José de la (Las tres
–Ramón Emilio Jiménez 275-277 tumbas misteriosas) –José
100, 101 Bonzo (Poppy) –Juan Bosch Joaquín Pérez 165, 166
Bauer (Cieglo negro) –Néstor 529, 530 Cambronal, José (Dos pesos
Caro 51 Bordas, Francisco Antonio (Un para Cirilo) –Virgilio Díaz
Belarminio (Cieglo negro) –Nés- medio de tumbar gobiernos) Grullón 612, 614-616
tor Caro 51 –Ramón Emilio Jiménez Camilo (El candado) –J.M. Sanz
Belén, Mae (Seña Altagracia) 457 Lajara 194, 197-199
–Rafael A. Deligne 723 Botajumo (El secretario) –Otilio Campusano, Cirilo (El delega-
Belgrano, Felipe (Las tres tum- Vigil Díaz 444, 446 do) –Otilio Vigil Díaz 435,
bas misteriosas) –José Joa- Braulio (El funeral) –Juan Bosch 437, 438
quín Pérez 166, 167 284-286 Canaida, Ricardo (Sor de Moca…)
Beltrán, Luis “El Comegen- Braulio (Saramagullón) –Otilio –Agustín Aybar 470
te” (Historia del Comegente) Vigil Díaz 448 Cándido (El feo) –J. M. Sanz
–Casimiro N. De Moya 381, Bravo Guerra, Raimundo (De Lajara 244-247
729-739 la guerra) –Jafet D. Hernán- Canela, Liquín (Una campaña
Benceslao 22 dez 462 del General Pelota) –Miguel
Benito (Una decepción) –Ma- Brigadier Manuel (Origen de la Ángel Monclús 133-135,
nuel de Jesus Troncoso de la Plaza Padre Billini) –Eliseo 137
Concha 178, 432 Grullón 754 Cánovas (Más vale tarde que nun-
Benseslao (A mí no me apunta Brígida (El Negro Incógnito o El ca) –Luis A. Bermúdez 745
nadie con carabina vacía) –Ju- Comegente) –Francisco de la Caonex 26
lio Acosta Hijo 47, 48 Mota 769 Capitán (Capitán) –Juan Bosch
Bentura (Honor campesino) –Ra- Buceta (Contrariado) –Lorenzo 559-565
fael Justino Castillo 757 Justiniano Bobea 429 Capitán John (Deleite) –Tomás
Bernarda (El Negro Incógnito o Buda 638 Hernández Franco 87
El Comegente) –Francisco de Bueno, Ángel (Su amigo Arca- Capitán Ledesma (El secretario)
la Mota 768 dio) –Virgilio Díaz Grullón –Otilio Vigil Díaz 445
Bertoldino (Seña Altagracia) 627 Caridá, Juan (Sor de Moca…)
–Rafael A. Deligne 724 Bueyón, Lico (La bruja) –Ra- –Agustín Aybar 470, 471
Bismark (La opinión de Mar- món Lacay Polanco 102-107 Carite, Seño Tomás (De gato y
mota) –Joaquín María gallina) –Luis A. Bermúdez
Bobea 422 C 739, 743, 744
Blas, Capitán Antonio (Ángel Cabral (El regidor Payano) Carite, Tomás (El brocal) –Luis
Liberata) –Sócrates Nolasco –Francisco E. Moscoso Pue- A. Bermúdez 748, 749
148 llo 138 Carite, Tomás (El ojo en la uña
Bob (Pero él era así) –Ángel Ra- Cacaseno (Seña Altagracia) de gato) –Luis A. Bermúdez
fael Lamarche 111 –Rafael A. Deligne 724 742, 743
500
Índice DE FICCIÓN | VOLUMEN II | CUENTOS
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Carite, Tomás (El toromonte) Cecilia (La bruja) –Ramón La- Comandante Brossard (Histo-
–Luis A. Bermúdez 740, cay Polanco 103-105, 107 ria del Comegente) –Casimiro
741 Cecilia (Una mala partida y una N. de Moya 739
Carite, Tomás (La pluma del buena salida) –Ramón Emilio Compadre Mon 43, 49
guaraguao) –Luis A. Bermú- Jiménez 455 Concepción (Humorada trágica)
dez 746-748 Celia (La conga se va) –Max –Federico Henríquez Y Car-
Carite, Tomás (Más vale tarde Henríquez Ureña 84 vajal 73
que nunca) –Luis A. Bermú- Cenicienta (El príncipe del mar) Concepción, Casimiro (Historia
dez 745, 746 –Fabio Federico Fiallo 65 del Comegente) –Casimiro N.
Carlos (Historia del Comegente) Chacha (El pequeño culpable) de Moya 730
–Casimiro N. De Moya 731, –Virgilio Díaz Grullón 610, Concepción, Eugenio (El Ne-
732, 735-737, 739 611 gro Incógnito o El Comegente)
Carlos (Seña Altagracia) –Rafael Chano (Honor trinitario) -Mi- –Francisco de la Mota 768
A. Deligne 724 guel Ángel Jiménez 96-98 Concepción, Manuel (El Ne-
Carmelita 40 Chantreau (Escuela de antaño) gro Incógnito o El Comegen-
Carmelo 749 –César Nicolás Penson 671 te) –Francisco de la Mota
Carmen (Historia del Comegen- Chapsal (Escuela de antaño) 769
te) –Casimiro N. De Moya –César Nicolás Penson 671 Conchita (Moralidad social)
731, 732, 735, 737 Chemo (El socio) –Juan Bosch –José Ramón López 419
Carmen (Aquel hospital) –Virgi- 538 Concho (Los ladrones de lo suyo)
lio Díaz Ordóñez 64 Chicha (Una mala partida y una –Ramón Emilio Jiménez 460
Carmen (La campana del higo) buena salida) –Ramón Emilio Concho 58
–Francisco Xavier Angulo Jiménez 455 Concho Primo (Saramagullón)
Guridi 687 Chifladura, Ramiro (De la gue- –Otilio Vigil Díaz 446
Carmencita (Cómicos y acróba- rra) –Jafet D. Hernández 462 Congo, Pedro (Ma Paula se fue
tas políticos) –Joaquín María Chinita (El socio) –Juan Bosch al otro mundo) Sócrates No-
Bobea 425 546 lasco 144
Caro, Juan (Honor campesino) Cholo (Sor de Moca…) –Agus- Constancio Bernaldo 729
–Rafael Justino Castillo 756- tín Aybar 470 Constanzo, Ceferino (Guanu-
762 Choncha (El secretario) –Otilio ma) –Néstor Caro 52, 53
Carvajal (Carvajal) –Otilio Vigil Vigil Díaz 444, 445 Contreras (La cita) –Federico
Díaz 386, 438-442 Chucho (El secretario) –Otilio García Godoy 70
Casiana (Una campaña del Ge- Vigil Díaz 444 Coronado, Balbino (El río y su
neral Pelota) –Miguel Ángel Cielo Negro (Cielo negro) –Nés- enemigo) –Juan Bosch 368,
Monclús 131 tor Caro 43, 49-51 492-496, 498
Casimiro Concepción, Casimi- Cirilo (El machazo) –J. M. Sanz Coronel Antoine (Historia del
ro (El Negro Incógnito o El Lajara 248-255 Comegente) –Casimiro N. de
Comegente) –Francisco de la Cirilo (Historia del Comegente) Moya 739
Mota 768 –Casimiro N. de Moya 735, Coronel Faubert (Historia del
Castillo, Juana (El Negro Incóg- 737 Comegente) –Casimiro N. de
nito o El Comegente) –Fran- Cirilo (La piedra) –J.M. Sanz La- Moya 739
cisco de la Mota 769 jara 220 Coronel Habilhomme (Historia
Catalina (Honor campesino) Clara (El pequeño culpable) –Vir- del Comegente) –Casimiro N.
–Rafael Justino Castillo 757- gilio Díaz Grullón 610-612 de Moya 739
762 Colasín (Ñico) –J.M Sanz Laja- Cortés (La bella Catalina) –Apo-
Catalina (La bella Catalina) ra 242, 244 linar Tejera 706
–Apolinar Tejera 391, 704- Colón, Diego (Nobleza castella- Corto, Pedro (La bruja) –Ramón
708, 710, 711 na) –Antonio Hoepelman 90 Lacay Polanco 106, 107
501
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Cristinita (La conga se va) –Max Don Jerónimo (Contrariado) El Torito e May Juliana (Ángel
Henríquez Ureña 80 –Lorenzo Justiniano Bobea Liberata) –Sócrates Nolasco
Cristino (Los amos) –Juan Bosch 429, 430 152
271, 272 Don Junípero 679 Elena (El candado) –J.M. Sanz
Cristóbal (Historia del Comegen- Don Melitón (Borrón y cuenta Lajara 197-199
te) –Casimiro N. de Moya nueva) –Jafet D. Hernández Elenita (El candado) –J.M. Sanz
736-739 464-469 Lajara 199
Culebro (Cómicos y acróbatas Don Nicolás (Cuento de navi- Eleodora (Todo un hombre)
políticos) –Joaquín María dad) –Juan Bosch 338, 343, –Juan Bosch 475-477
Bobea 426, 427 345-354, 360, 361 Elías (Sor de Moca…) –Agustín
Don Pablo (El difunto estaba Aybar 470
D vivo) –Juan Bosch 515-524 Eliseo (Cándido Espuela) –Otilio
Damocles (Seña Altagracia) Don Palmerín 429 Vigil Díaz 188, 443
–Rafael A. Deligne 723 Don Pío (Los amos) –Juan Bosch Eloísa (Mal tiempo) –Juan Bosch
Demetrio (El socio) –Juan Bosch 32, 33, 271, 272 531-534, 536, 537
541, 542 Don Rogelio (Rosa) –Juan Elsa (La piedra) –J.M. Sanz La-
Desiderio (Saramagullón) –Oti- Bosch 583, 587, 595 jara 221-223
lio Vigil Díaz 447 Don Sisenando (Moralidad so- Elvira 391
Diabla (Calamidad) J. M. Sanz cial) –José Ramón López 419 Emestico (Nepotismo) –José Ra-
Lajara 217-219 Doña Ana (Fragata) –Juan món López 404
Díaz, Chago (Un medio de tum- Bosch 479-482 Emilia (Rumbo al puerto de ori-
bar gobiernos) –Ramón Emi- Doña Margarita (Las tres tum- gen) –Juan Bosch 288, 291,
lio Jiménez 457 bas misteriosas) –José Joa- 292
Díaz, Simón (Un medio de tum- quín Pérez 165-167 Emilio (El candado) –J. M. Sanz
bar gobiernos) –Ramón Emi- Doña Negra (Fragata) –Juan Lajara 199
lio Jiménez 457 Bosch 480 Encarnación 720
Diputado Díaz (El regidor Paya- Doña Nico (Modus vivendi) Ernesto (La piedra) –J. M. Sanz
no) –Francisco E. Moscoso –Rafael Damirón 58-60 Lajara 29, 219-221
Puello 141 Duck (Dos amigos) –Juan Bosch Espaillat, Guzmán (Un medio
Dolores (La piedra) –J.M. Sanz 482-489 de tumbar gobiernos) –Ramón
Lajara 220, 221 Duende (Historia de El Duende) Emilio Jiménez 457
Domingo (El Negro Incógnito o –Nicolas Ureña de Mendo- Espínola, Pascual (El Negro
El Comegente) –Francisco de za 390, 698-700 Incógnito o El Comegente)
la Mota 769 –Francisco de la Mota 768
Domingo (Historia del Comegen- E Espuela, Cándido (Cándido Es-
te) –Casimiro N. de Moya Edipo 375, 647 puela) -Otilio Vigil Díaz 22,
735-737 Eduardo (Edipo) –Virgilio Díaz 187, 188, 386, 442, 443
Don Benigno 69 Grullón 375, 647, 648 Esteban (Historia del Comegen-
Don Carlos (El machazo) –J. M. El Bronce (Deleite) –Tomás te) –Casimiro N. de Moya
Sanz Lajara 252-255 Hernández Franco 89, 90 731, 735-737, 739
Don Damián (La bella alma de El Comegente (El Negro Incóg- Estévez, Isabel (El Negro Incógnito
don Damián) –Juan Bosch nito o El Comegente) –Fran- o El Comegente) –Francisco de
367, 498-503 cisco de la Mota 378, 381, la Mota 768
Don Fermín (Borrón y cuenta 766, 768 Estévez, Isabel (Historia del Co-
nueva) –Jafet D. Hernández El Conde de Monte Cristo 391 megente) –Casimiro N. De
464 El Loco (Deleite) –Tomás Her- Moya 732
Don Gaspar (Capitán) –Juan nández Franco 86-89 Eusebio (Maravilla) –Juan Bosch
Bosch 560-566 El Pata de Palo 44 503-506
502
Índice DE FICCIÓN | VOLUMEN II | CUENTOS
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Evelina 138 Florentino, General Pedro (Ma García, José Gabriel (La huelga)
Ezequiel (El difunto estaba vivo) Paula se fue al otro mundo) –Víctor M. de Castro 431
–Juan Bosch 517 Sócrates Nolasco 143, 148, García, Tomás (El Negro Incóg-
Ezequiel (La desgracia) –Juan 149, 151, 152 nito o El Comegente) –Fran-
Bosch 295 Floreo (Floreo) –José Rijo 21, 23, cisco de la Mota 768
174-177 García, Virico (La cita) –Federi-
F Flores, Jacinto (El socio) –Juan co García Godoy 67-71
Fany (Seña Altagracia) –Rafael Bosch 542 Garrapata Sata (A mí no me
A. Deligne 724 Florián (Ángel Liberata) –Sócra- apunta nadie con carabina va-
Faura (La profecía) –J. A Bonilla tes Nolasco 152 cía) –Julio Acosta Hijo 47
y España 701 Florinda (La campana del higo) Gasparito (Borrón y cuenta
Fausto (Los Pacolola) –J. M. –Francisco Xavier Angulo nueva) –Jafet D. Hernández
Sanz Lajara 225 Guridi 685-687, 689-691 465-469
Fausto (Nepotismo) –José Ra- Fouché (Carvajal) –Otilio Vigil General Bimbín (El machazo)
món López 404, 405 Díaz 439, 441 –J. M. Sanz Lajara 253
Fausto 367 Fragata (Fragata) –Juan Bosch General Cabrera (El regidor Pa-
Felipe (El difunto estaba vivo) 479-482 yano) –Francisco E. Moscoso
–Juan Bosch 515, 523, 524 Francisca (Un epitafio para don Puello 138, 139
Félix (Las tres tumbas misterio- Justo) –Virgilio Díaz Gru- General Guillermo (Yo no co-
sas) –José Joaquín Pérez 165, llón 622 nozco a nadie) –Joaquín Ma-
166 Francisca, Juana (El Negro ría Bobea 427
Félix, Justo (El río y su enemigo) Incógnito o El Comegente) General Loló (La huelga) –Víc-
–Juan Bosch 491-498 –Francisco de la Mota 769 tor M. de Castro 431
Félix, María (Los Pacolora) –J. Francisco (Al pobre no lo llaman General Lovera (Al pobre no lo
M. Sanz Lajara 224 para cosa buena) –José Ra- llaman para cosa buena) –José
Fellé (Hacerla a tiempo) –José món López 402, 404 Ramón López 403
Ramón López 406 Fray Fulgencio 701 General Masú (Los ladrones de
Fello (Borrón y cuenta nueva) Fray Pedro 657 lo suyo) –Ramón Emilio Ji-
–Jafet D. Hernández 465 Fulgencio, Martín (Saramagu- ménez 459, 460
Fenelón (Escuela de antaño) llón) –Otilio Vigil Díaz 448 General Pérez (El regidor Paya-
–César Nicolás Penson 671 no) –Francisco E. Moscoso
Fernández, Panchito (Yo no co- G Puello 140
nozco a nadie) –Joaquín Ma- Gabin, Antonio (El Negro Incóg- General Tal (Una campaña del
ría Bobea 427, 428 nito o El Comegente) –Fran- General Pelota) –Miguel Án-
Ferrara, Candelaria (Ángel Li- cisco de la Mota 769 gel Monclús 127
berata) –Sócrates Nolasco Gabino, Antonio (El Negro General Troncoso (Yo no conoz-
150, 154 Incógnito o El Comegente) co a nadie) –Joaquín María
Fico, General (El general Fico) –Francisco de la Mota 768 Bobea 428
–José Ramón López 22, 38, Gabriel (El encargo difícil) –Ra- Genimillo (El Negro Incógnito o
113-119, 412, 414-417 fael A. Deligne 721 El Comegente) –Francisco de
Figueroa, Marcelo (Honor trini- Gándara (Ángel Liberata) –Só- la Mota 768
tario) –Miguel Ángel Jimé- crates Nolasco 148, 149, 151, Gil, Mariana (El Negro Incógni-
nez 97, 98 153, 154 to o El Comegente) –Francis-
Fleury (Escuela de antaño) –Cé- Ganímedes 44 co de la Mota 768
sar Nicolás Penson 672 García Gautier, Bienvenido 373 Gina (El socio) –Juan Bosch 537,
Florencia (El Negro Incógnito o García, Joaquín García (Cosas 538, 542, 544, 546
El Comegente) –Francisco de del tío Perete) –César Nicolás Ginebra (Hacerla a tiempo) –José
la Mota 768 Penson 675 Ramón López 405
503
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
504
Índice DE FICCIÓN | VOLUMEN II | CUENTOS
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
José, Vale Juan (Al pobre no lo Julio (Victoriano Segura) –Juan Liquito (La desgracia) –Juan
llaman para cosa buena) –José Bosch 305, 307-309 Bosch 295
Ramón López 402, 403 Julito (La campana rota) –Virgi- Llamozas, Régulo (El hombre que
Josecito (El candado) –J.M. Sanz lio Díaz Grullón 644 lloró) –Juan Bosch 297-302
Lajara 199 Julito 393 Lola (Los Pacolola) –J. M. Sanz
Josefina (Poppy) –Juan Bosch Júpiter (Los diamantes de Plutón) Lajara 223-225
525-531 –Virginia Elena Ortea 155 Lolo (Honor trinitario) -Miguel
Juan “El Terrible” (Ñico) –J.M Justa (Una campaña del General Ángel Jiménez 97
Sanz Lajara 243 Pelota) –Miguel Ángel Mon- López (Cómicos y acróbatas polí-
Juan (La boca del indio) –Alejan- clús 127 ticos) –Joaquín María Bobea
dro Llenas 713 424
Juan (Rosa) –Juan Bosch 581, L López, Ventura (El Negro Incóg-
582, 587, 589-591, 593, 595 La Cacata (El delegado) –Otilio nito o El Comegente) –Fran-
Juan (Rumbo al puerto de origen) Vigil Díaz 436 cisco de la Mota 769
–Juan Bosch 288-293 La Negra (Cielo negro) –Néstor López, Ventura (Historia del
Juan (Saramagullón) –Otilio Vi- Caro 50, 51 Comegente) –Casimiro N. De
gil Díaz 447 La Niña (Humorada trágica) Moya 731
Juan Chiquito (El delegado) –Federico Henríquez Y Car- Lorena (La opinión de Marmota)
–Otilio Vigil Díaz 436 vajal 75, 76 –Joaquín María Bobea 422
Juan Felipe (La bruja) –Ramón Labraza, Juan (Una campaña del Lorenzo (Ma Paula se fue al otro
Lacay Polanco 104 General Pelota) –Miguel Án- mundo) Sócrates Nolasco
Juan Manuel, 193 gel Monclús 126-137 144-147
Juana “La Ñata” (Historia del Lafori, Esteban 78, 79 Los Morales (Seña Altagracia)
Comegente) –Casimiro N. De Lafori, Juaniquita (La conga se –Rafael A. Deligne 723
Moya 730 va) –Max Henríquez Ureña Los Terrero (Ángel Liberata)
Juana (El machazo) –J. M. Sanz 77-83 –Sócrates Nolasco 153
Lajara 248, 250 Lantigua, Ugenito (Una de- Louise (Pero él era así) –Ángel
Juana (Las tres tumbas misterio- cepción) –Manuel de Jesus Rafael Lamarche 110-112
sas) –José Joaquín Pérez 165 Troncoso de la Concha 178, Lowel, Catharine (Pero él era
Juanica (Orden y honradez) –Ra- 180, 432, 434 así) –Ángel Rafael Lamar-
món Emilio Jiménez 453, Laura (El hombre que lloró) che 109-113
454 –Juan Bosch 297 Lowell, Rupert (Pero él era así)
Julia (El hombre que lloró) –Juan Lazala, Perico (Carvajal) –Oti- –Ángel Rafael Lamarche
Bosch 297 lio Vigil Díaz 440 109-113
Julia 374 Ledesma, Marcos (El regidor Lowell, Simón (Pero él era así)
Julián (Borrón y cuenta nueva) Payano) –Francisco E. Mos- –Ángel Rafael Lamarche
–Max Henriquez Ureña 464 coso Puello 138, 139 109-113
Julián (El general Fico) –José Ra- Leonardo (El hombre que lloró) Lucanor, Conde 17, 37, 395
món López 115-119, 413-417 –Juan Bosch 302 Lucía (El río y su enemigo) –Juan
Julián (Mal tiempo) Juan Bosch Leonardo (La cuenta del malo) Bosch 496
532-536 –Fredy Prestol Castillo 172- Lucía (Luis Pie) –Juan Bosch
Julián (Mujeres) –Ramón Ma- 174 276
rrero Aristy 120 Leoncio (La política no tiene en- Lucinda (El socio) –Juan Bosch
Julián 29 trañas) –José Ramón López 538, 542, 543
Julieta (Moralidad social) –José 409-411 Luis (El candado) –J. M. Sanz
Ramón López 418 Letty (Pero él era así) –Ángel Lajara 194, 200-203
Julio (Mujeres) –Ramón Marre- Rafael Lamarche 111 Luis (El hombre que lloró) –Juan
ro Aristy 120-122 Lila 40 Bosch 302
505
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Luis (El Negro Incógnito o El Mamá, Pablo (Carvajal) –Otilio María Josefa (Origen de la Plaza
Comegente) –Francisco de la Vigil Díaz 438 Padre Billini) –Eliseo Gru-
Mota 769 Mancha, Don Quijote de la llón 754, 755
Luís (Mujeres) –Ramón Marre- (Seña Altagracia) –Rafael A. Mariano (El milagro) J. M. Sanz
ro Aristy 120 Deligne 724 Lajara 215
Luis (Siéntate, no corras) –José Mancha, Don Quijote de la 11, Mariano (La campana del higo)
Ramón López 408, 409 40 –Francisco Xavier Angulo
Luisa (Capitán) –Juan Bosch Manfredo 391 Guridi 689-692
566 Maniatibel (La boca del indio) Mariano, José (Ñico) –J. M.
Luisa (El encargo difícil) –Rafael –Alejandro Llenas 714, 715 Sanz Lajara 26, 241-244
A. Deligne 720 Mañón, Altagracia (Seña Al- Mariela (La sombra en el cerro)
Luisito (Nepotismo) –José Ra- tagracia) –Rafael A. Deligne –J. M. Sanz Lajara 229, 230
món López 404 719, 722-724 Mario (Crónica policial) –Virgi-
Lula (Una mala partida y una Manuel (La cuenta del malo) lio Díaz Grullón) 641, 642
buena salida) –Ramón Emilio –Fredy Prestol Castillo 173 Mario (La conga se va) –Max
Jiménez 455 Manuel (La desgracia) –Juan Henríquez Ureña 78-83
Luna, José (Mi traje nuevo) –Mi- Bosch 294-296 Mario 374
guel Ángel Jiménez 95 Manuel (Ñico) –J.M Sanz Laja- Mario Emilio (Carvajal) –Otilio
Luquo (La eracra de oro) –Virgi- ra 241 Vigil Díaz 386, 439
nia de Peña de Bordas 158, Manuela (Carvajal) –Otilio Vi- Mariposa (Rosa) –Juan Bosch
161, 163 gil Díaz 439 581
Luzbel (La eracra de oro) –Virgi- Manuelito (Matar un ratón) Marmolejo, Paco (El forastero)
nia de Peña de Bordas 158 –Virgilio Díaz Grullón 645 –José María Pichardo 167,
Manzueta, Negro (El Socio) 168
M –Juan Bosch 537, 539-542 Marmota (La opinión de Mar-
Ma Paula (Ma Paula se fue al Maravilla (Maravilla) –Juan mota) –Joaquín María Bobea
otro mundo) Sócrates Nolas- Bosch 503-509 421, 422
co 21, 143-147 Marcelina (La campana del higo) Marta (El tesoro de la familia
Maboyá (La eracra de oro) –Vir- –Francisco Xavier Angulo Álvarez) –Emiliano I. Aybar
ginia de Peña de Bordas Guridi 694-697 717
157, 160, 161 Marcelina (La cuenta del malo) Marta (Rosa) –Juan Bosch 581-
Macabón 400 –Fredy Prestol Castillo 172- 583, 586, 587, 590, 591, 593-
Magalena (Una campaña del Ge- 174 595
neral Pelota) –Miguel Ángel Marcial (El centavo) –Manuel Marte (Política cimarrona) –José
Monclús 132 del Cabral 50, 51 Ramón López 421
Magdalena (La boca del indio) Margarita (Una mala partida y Martín “el brujo” (Una de-
–Alejandro Llenas 712-714 una buena salida) –Ramón cepcíon) –Manuel de Jesus
Magina (La desgracia) –Juan Emilio Jiménez 455 Troncoso de la Concha 178,
Bosch 293, 294, 296 Margarita 67 180, 432, 434
Magino (No juegues, Magino) María (El candado) –J. M. Sanz Martín (Las tres tumbas miste-
–Augusto Franco Bidó 763- Lajara 194, 195, 199-203 riosas) –José Joaquín Pérez
765 María (El encargo difícil) –Ra- 165
Maleno (Mujeres) –Ramón Ma- fael A. Deligne 720-722 Martínez (La conga se va) –Max
rrero Aristy 120 María (Historia del Comegente) Henríquez Ureña 79
Malhaya (Rosa) –Juan Bosch –Casimiro N. de Moya 736, Martír, Enemencio (Una de-
581 737, 739 cepcíon) –Manuel de Jesus
Mamá Teresa (La sombra en el María Antonia (El difunto estaba Troncoso de la Concha 178,
cerro) –J. M. Sanz Lajara 230 vivo) –Juan Bosch 517, 521 433
506
Índice DE FICCIÓN | VOLUMEN II | CUENTOS
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Maruca (Nepotismo) –José Ra- Monzón, Arzobispo Bienveni- Negro Trinidad (Guanuma)
món López 404, 405 do (Contrariado) –Lorenzo –Néstor Caro 53
Maruja 193 Justiniano Bobea 429 Nena (La bruja) –Ramón Lacay
Mateo (El encargo difícil) –Ra- Morelos (Los Pacolola) –J. M. Polanco 101-103, 105-108
fael A. Deligne 720-722 Sanz Lajara 225 Nené (El candado) –J. M. Sanz
Mateo (Historia del Comegente) Morillo (El funeral) –Juan Bosch Lajara 201
–Casimiro N. De Moya 730, 285 Nepomuceno, Juan (Política
732, 737 Moya, Agustín de (El Negro cimarrona) –José Ramón Ló-
Matías (Un baecista con Lilís) Incógnito o El Comegente) pez 420, 421
–Ramón Emilio Jiménez –Francisco de la Mota 768 Nerón (Nepotismo) –José Ra-
449, 450 Moya, Agustín de (Historia del món López 405
Matías, Adán (El socio) –Juan Comegente) –Casimiro N. De Ney (El geófago) –J. M. Sanz La-
Bosch 537-539, 542-548 Moya 730, 737 jara 237
Matum 376 Moya, Manuel de (El Negro Nicasio (La desgracia) –Juan
Medio Mundo (El delegado) Incógnito o El Comegente) Bosch 293-296
–Otilio Vigil Díaz 436 –Francisco de la Mota 768 Nicolasa (El general Fico) –José
Mefisto 65 Mulata (Saramagullón) –Otilio Ramón López 118, 416
Mena, Pedro Santiago de (El Vigil Díaz 447 Nicolasa (Modus vivendi) –Ra-
Negro Incógnito o El Come- Mundito ((La Nochebuena de fael Damirón 58
gente) –Francisco de la Mota Encarnación Mendoza) –Juan Nina ((La Nochebuena de Encar-
768 Bosch 278-281 nación Mendoza –Juan Bosch
Mendoza, Encarnación (La Muñingo (El delegado) –Otilio 280, 281
Nochebuena de Encarnación Vigil Díaz 436 Niña Linda (Cielo negro) –Nés-
Mendoza) –Juan Bosch 30, Muñiz, Jacinto (El indio Manuel tor Caro 50, 51
32, 278-284, 367, 368 Sicuri) –Juan Bosch 313, Niño Camilo (Política de ama-
Merardo (El difunto estaba vivo) 315-325 rre) –Rafael Damirón 387,
–Juan Bosch 518, 521 Muñoz (El hombre que lloró) 461
Mercedes (El hombre que lloró) –Juan Bosch 299, 300 Nisia 113
–Juan Bosch 297-299, 302 Muñoz, Juana (El Negro Incóg- Noel (Escuela de antaño) –César
Miguel (La conga se va) –Max nito o El Comegente) –Fran- Nicolás Penson 671
Henríquez Ureña 80-82 cisco de la Mota 769 Núñez, Regalado (El Negro
Miguel (La muchacha de La Musié Felipó (Carvajal) –Otilio Incógnito o El Comegente)
Guaira) –Juan Bosch 551, Vigil Díaz 438 –Francisco de la Mota 766
552, 554-556 Musundí (Ma Paula se fue al
Miguel (Luis Pie) –Juan Bosch otro mundo) Sócrates Nolas- Ñ
275, 277 co 146 Ñico (Ñico) J. M. Sanz Lajara
Miguel Ángel (Ñico) –J. M Sanz 26, 241-244
Lajara 241, 242, 244 N
Mischa (La piedra) –J. M. Sanz Nando (El funeral) –Juan Bosch O
Lajara 219-221 285 Obediente, Oficial Jacobo (Ori-
Miss Carlino 391 Negrete, Ramón (Un medio de gen de la Plaza Padre Billini)
Molly (Pero él era así) –Ángel tumbar gobiernos) –Ramón –Eliseo Grullón 754
Rafael Lamarche 111 Emilio Jiménez 457 Octavio (El príncipe del mar)
Monsieur Charles (Escuela de Negrete, Rosendo (Una mala –Fabio Federico Fiallo 65
antaño) –César Nicolás Pen- partida y una buena salida) Odorico 44
son 671 –Ramón Emilio Jiménez 456 Ofelia (La Nochebuena de En-
Monte, José J. del (La profecía) Negro (Maravilla) –Juan Bosch carnación Mendoza) –Juan
–J. A Bonilla y España 701 507-509 Bosch 279
507
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Ojeda, Alonso de (La bella Ca- Paniagua, José (El forastero) –José Pedrozo, Cándida (Las tres
talina) –Apolinar Tejera 705- María Pichardo 167-171 tumbas misteriosas) –José
709, 712 Pantaleón (El Negro Incógnito Joaquín Pérez 165, 166
Ojeda, Alonso de (La boca del o El Comegente) –Francisco Pelaez, Ricardito (El regidor Pa-
indio) –Alejandro Llenas de la Mota 769 yano) –Francisco E. Moscoso
713-715 Papá Bocó (Historia del Co- Puello 141
Ojito (Fragata) –Juan Bosch megente) –Casimiro N. de Pelota, General José (Una
480, 481 Moya 738, 739 campaña del General Pelota)
Olegario (Honor trinitario) –Mi- Papá Sindo (Ma Paula se fue al –Miguel Ángel Monclús 22,
guel Ángel Jiménez 98 otro mundo) Sócrates Nolas- 125-129, 131-133, 136-138
Olivo, Consolación (Nobleza co 143-145, 147 Peña, Comisario Basilio (La
castellana) –Antonio Hoepel- Pascual, Angel (La muerte no bruja) –Ramón Lacay Polan-
man 90, 91 se equivoca dos veces) –Juan co 105-108
Ollendorff (Escuela de antaño) Bosch 570, 571, 576-578 Pepe (Dos pesos para Cirilo)
–César Nicolás Penson 671 Patín, José (Origen de la Plaza –Virgilio Díaz Grullón 614,
Omaña (El hombre que lloró) Padre Billini) –Eliseo Gru- 615
–Juan Bosch 302 llón 756 Pepe (El forastero) –José María
Ontiveros (El hombre que llo- Pato (El delegado) –Otilio Vigil Pichardo 171
ró) –Juan Bosch 296, 297, Díaz 436 Pepe (Fragata) –Juan Bosch
300-303 Patricio (Borrón y cuenta nueva) 480-482
Orco (Historia de El Duende) –Jafet D. Hernández 465-468 Pepín, Perico (El secretario)
–Nicolas Ureña de Mendo- Patricio (Moralidad social) –José –Otilio Vigil Díaz 445
za 698 Ramón López 420 Pepín, Perico (Una Comisión de
Ortiz, Fonso (La cita) –Federico Paul (El machazo) –J. M. Sanz notables ante Lilís) –Ramón
García Godoy 68-70 Lajara 249 Emilio Jiménez 451-453
Osvaldo (Shirma) –J. M. Sanz Paulo (El sueño) J. M. Sanz La- Pepín, Perico (Una mala partida
Lajara 195, 233-235 jara 195, 212-214 y una buena salida) –Ramón
Payano (El regidor Payano) Emilio Jiménez 456
P –Francisco E. Moscoso Pue- Pepito “el Indio” (Una decep-
Paciflores 698 llo 138-143 cíon) –Manuel de Jesus Tron-
Paco (Los Pacolola) –J. M. Sanz Pedrico (Los muertos quietos) –J. coso de la Concha 178, 433
Lajara 223-225 M. Sanz Lajara 231-233 Pepito (Nepotismo) –José Ra-
Padre Eduardo (La campana Pedritín (La virgen del aljibe) món López 404
del higo) –Francisco Xavier –Hilma Contreras 56 Peralta, Socorro (Origen de la
Angulo Guridi 680-683, Pedrito (Fragata) –Juan Bosch Plaza Padre Billini) –Eliseo
689-691 479-482 Grullón 756
Pallano, Gregorio (El Negro Pedro (El general Fico) –José Pérez Martínez, Perico (Un epi-
Incógnito o El Comegente) Ramón López 114, 115, 117- tafio para don Justo) –Virgilio
–Francisco de la Mota 769 119, 413, 414, 416, 417 Díaz Grullón 623
Panchito (La conga se va) –Max Pedro (La campana del higo) Pérez, Chepita (Origen de la
Henríquez Ureña 80-83 –Francisco Xavier Angulo plaza padre billini) –Eliseo
Pancho (Honor trinitario) Guridi 685, 687-689 Grullón 751
–Miguel Ángel Jiménez Pedro (Los gobiernistas) –Joa- Pérez, Marcos (El Negro Incóg-
96, 97 quín María Bobea 423 nito o El Comegente) –Fran-
Pancho (Siéntate, no corras) José Pedro 193 cisco de la Mota 768
Ramón López 407, 408 Pedro Antonio (Un duelo co- Peréz, María (Honor campesino)
Pancholo (Rosa) –Juan Bosch mercial) –Ramón Emilio Ji- –Rafael Justino Castillo 758-
583, 586-588, 593 ménez 100, 101 760
508
Índice DE FICCIÓN | VOLUMEN II | CUENTOS
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Pérez, Masú (El difunto estaba Puello, Mariscal (Ángel Liberata) Remigio, Rudecinda (El Ne-
vivo) –Juan Bosch 516 –Sócrates Nolasco 151, 154 gro Incógnito o El Comegen-
Pérez, Quiterio (El machazo) –J. Pujols (Siéntate, no corras) –José te) –Francisco de la Mota
M. Sanz Lajara 248-254 Ramón López 408 768
Periquito (Una decepción) –Ma- Pylo 389 Restituyo, Leonor ((El Negro
nuel de Jesus Troncoso de la Incógnito o El Comegente)
Q
Concha 178, 180, 433, 434 –Francisco de la Mota 769
Quin (Un hombre virtuoso)
Perséfone 22, 38 Rey Arturo 380
–Juan Bosch 509-514
Persiles 40 Reyes, Pablo (Carvajal) –Otilio
Quintero, Valentín (Luis Pie)
Perucho (La escalera inesperada) Vigil Díaz 440
–Juan Bosch 275-277
–Ramón Emilio Jiménez 99, Rincón, Juan (Cosas del tío Pe-
Quiros (Escuela de antaño) –Cé-
100 rete) –César Nicolás Penson
sar Nicolás Penson 671
Petra (El machazo) –J. M. Sanz 677
Lajara 249-253, 255 R Rodríguez, Alirio (El hombre
Peynado, Pancho (Saramagu- Rabonegro (Rosa) –Juan Bosch que lloró) –Juan Bosch 296,
llón) –Otilio Vigil Díaz 447 581, 591, 593, 595 297
Pichardo, Miguel Andrés (Un Rafael (Mal tiempo) –Juan Rodríguez, Bernardo (Una Co-
sancocho santiagués) –Ramón Bosch 532 misión de notables ante Lilís)
Emilio Jiménez 454 Rafael Lucas (La bruja) –Ramón –Ramón Emilio Jiménez
Pichardo, J. Furcy 40 Lacay Polanco 102 454
Pie, Luis (Luis Pie) –Juan Bosch Ramón (Modus vivendi) –Rafael Rodríguez, Demetrío (Una Co-
30, 32, 275-278, 364, 367, Damirón 58-60 misión de notables ante Lilís)
368, 371 Ramón, Don Juan (Un hombre –Ramón Emilio Jiménez
Pilón 49 virtuoso) –Juan Bosch 509-514 454
Plutón (Los diamantes de Plu- Ramos, Apolonia (El Negro Rodriguez, Gollito (Una de-
tón) –Virginia Elena Ortea Incógnito o El Comegente) cepción) –Manuel de Jesus
38, 155-157, 665 –Francisco de la Mota 768 Troncoso de la Concha 178,
Polanco, Gollito (Un medio de Ramos, Apolonia (Historia del 180, 432, 434
tumbar gobiernos) –Ramón Comegente) –Casimiro N. de Rodríguez, José Eduvigis 457
Emilio Jiménez 456-459, 461 Moya 732 Rojas, Dionisio (El socio) –Juan
Ponthieux, Altius (La profecía) Raymundo (Ñico) –J. M. Sanz Bosch 537-539, 541, 542
–J. A Bonilla y España 702, Lajara 241-243 Rojas, Felicio (El difunto estaba
703 Recumina (El delegado) –Otilio vivo) –Juan Bosch 514-516,
Poppy (Poppy) –Juan Bosch Vigil Díaz 436 519-525
366, 367, 525-531 Regalado, Nuñez 749 Rojas, Tancredo (Victoriano Se-
Primo Basilio 393 Reinoso, Serapio (Honor trini- gura) –Juan Bosch 303, 309
Príncipe (El secretario) –Otilio tario) –Miguel Ángel Jimé- Rolando (Cancion de Rolando)
Vigil Díaz 445 nez 97 380
Príncipe del mar (El Príncipe Remí (El difunto estaba vivo) Romeo (Los Pacolola) –J. M.
del mar) –Fabio Federico –Juan Bosch 518-522 Sanz Lajara 225
Fiallo 66 Remigio (El regidor Payano) Rosa (El general Fico) –José Ra-
Proserpina (Los diamantes de –Francisco E. Moscoso Pue- món López 114-119, 413-417
Plutón) –Virginia Elena Or- llo 141, 142 Rosa (Rosa) –Juan Bosch 579-
tea 155, 156 Remigio (Rosa) –Juan Bosch 583, 585-595
Prudencio (La virgen del aljibe) 583, 586, 588, 591, 593 Rosa, Vicente (Todo un hombre)
–Hilma Contreras 55-57 Remigio, Baltasar (El Negro –Juan Bosch 475-478
Puello (La cita) –Federico Gar- Incógnito o El Comegente) Rosado, Antonio (Rosa) –Juan
cía Godoy 70 –Francisco de la Mota 769 Bosch 584, 586, 587
509
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Rosalía (El feo) –J. M. Sanz La- San Luis (El Negro Incógnito o Santa Hilda 393
jara 246, 247 El Comegente) –Francisco de Santa Lucía (Cosas del tío Perete)
Rosalía (Historia del Comegente) la Mota 768 –César Nicolás Penson 676
–Casimiro N. De Moya 730, San Luis (Historia del Comegente) Santiago (La piedra) –J.M. Sanz
737 –Casimiro N. De Moya 730 Lajara 220
Rosalía (Rumbo al puerto de ori- San Martín (Sor de Moca…) Santín, Don Bernardo (El proce-
gen) –Juan Bosch 291-293 –Agustín Aybar 469 so de Santín) –Manuel de Je-
Rosario, Antonio (Rosa) –Juan San Nepomuceno (Nepotismo) sus Troncoso de la Concha
Bosch 585, 591, 592, 594 –José Ramón López 404 23, 180-183
Rosaura (El regidor Payano) San Nicolás (La hermandad de Santoni, Nicolás (El secretario)
–Francisco E. Moscoso Pue- las ánimas) –César Nicolás –Otilio Vigil Díaz 445
llo 138-140, 142, 143 Penson 673, 674 Santos, Nisio (Rosa) –Juan
Rubia (La muerte no se equivoca San Pedro (Por qué el negro tiene Bosch 591-594
dos veces) –Juan Bosch 573 la piel así) –Otilio Vigil Díaz Saramagullón (Saramagullón)
Rufina (El juego de San Andrés) 189, 190 –Otilio Vigil Díaz 386, 446,
–César Nicolás Penson 659 San Silvestre (Victoriano Segu- 447
Ruiz, Solito (La Nochebuena de ra) –Juan Bosch 304, 306 Sargento Payén (Ángel Libera-
Encarnación Mendoza) –Juan Sanabria (La campana del higo) ta) –Sócrates Nolasco 148
Bosch 281, 282 –Francisco Xavier Angulo Sato Viejo (A mí no me apunta
Guridi 683, 684, 689-691 nadie con carabina vacía) –Ju-
S Sánchez, Leonor (El Negro lio Acosta Hijo 47
Sabelotodo, Fabriciano (De la Incógnito o El Comegente) Sebastián (La sombra en el ce-
guerra) –Jafet D. Hernández –Francisco de la Mota 768 rro) –J. M. Sanz Lajara 228-
462 Sánchez, Manuel (El Negro 230
Sabí (Sabí) –Temístocles A. Ra- Incógnito o El Comegente) Segismunda 40
velo 727, 728 –Francisco de la Mota 768 Segura, Victoriano (Victoriano
Sagasta (Más vale tarde que nun- Sánchez, Victoriano (El Negro In- Segura) –Juan Bosch 32, 303,
ca) –Luis A. Bermúdez 745 cógnito o El Comegente) –Fran- 305-311, 367
Salas. Andrea de (El Negro cisco de la Mota 730, 768 Senáforo (Cómicos y acróbatas
Incógnito o El Comegente) Sancho (Un medio de tumbar políticos) –Joaquín María
–Francisco de la Mota 769 gobiernos) –Ramón Emilio Bobea 425
Salcedo (La cita) –Federico Gar- Jiménez 457 Señor Domínguez (El regidor
cía Godoy 71 Sancho 400 Payano) –Francisco E. Mos-
Salomón (Una mala partida y Sandhurst, Hans (La muchacha coso Puello 142, 143
una buena salida) –Ramón de La Guaira) –Juan Bosch Señor Hostos (El delegado)
Emilio Jiménez 456 548-559 –Otilio Vigil Díaz 438
Sam (Pero él era así) –Ángel Ra- Sandoval Guerra, Arquímedes Señorita Castro (El regidor Pa-
fael Lamarche 111 (Crónica policial) –Virgilio Díaz yano) –Francisco E. Mosco-
San Andrés (El juego de San An- Grullón 374, 377, 640-642 so Puello 141
drés) –César Nicolás Penson Sanetils, Leticia (Cielo negro) SeñorTorrez (El regidor Payano)
658-661, 663, 664 –Néstor Caro 50 –Francisco E. Moscoso Pue-
San Antonio (Historia del Co- Sansón (El toromonte) –Luis A. llo 142, 143
megente) –Casimiro N. de Bermúdez 740 Sheila, 193
Moya 734 Santa Ana (La conga se va) –Max Shirma (Shirma) –J. M. Sanz
San Antonio (La conga se va) Henríquez Ureña 82 Lajara 195, 233-235
–Max Henríquez Ureña 81 Santa Bárbara 386, 439, 448 Sicuri, Manuel (El indio Manuel
San Bartolo (Carvajal) –Otilio Santa Cristina (La conga se va) Sicuri) –Juan Bosch 22, 30,
Vigil Díaz 439 –Max Henríquez Ureña 79 32, 313-326, 367, 368
510
Índice DE FICCIÓN | VOLUMEN II | CUENTOS
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Sierra, Manuel (La muerte no Teresa (El tesoro de la familia Toñica (Política cimarrona) –José
se equivoca dos veces) –Juan Álvarez) –Emiliano I. Aybar Ramón López 420, 421
Bosch 570, 571, 573- 577 716-719 Toño (A través del muro) –Juan
Silvio 679 Teresa (Los gobiernistas) –Joa- Bosch 637
Síndico Rodríguez (El regidor quín María Bobea 424 Toño (Borrón y cuenta nueva)
Payano) –Francisco E. Mos- Teresa (Ñico) –J. M. Sanz Lajara –Jafet D. Hernández 464,
coso Puello 140, 141 241, 242, 244 465, 469
Sinforosa (A mí no me apunta Ti Pie, Bucán (Ángel Liberata) Toño (El machazo) –J. M. Sanz
nadie con carabina vacía) –Ju- –Sócrates Nolasco 151 Lajara 249
lio Acosta Hijo 47, 48 Tía Irene (El reloj) –Virgilio Toribio (Hacerla a tiempo) –José
Sisa, María (El indio Manuel Si- Díaz Grullón 649 Ramón López 405, 406
curi) –Juan Bosch 313-317, Tiberio (El miedo de arriba) –Oti- Toribio (Una decepción) –Ma-
319-325 lio Vigil Díaz 390, 448 nuel de Jesus Troncoso de la
Sisebuto (El loro) –J. M. Sanz Tiburón (Capitán) –Juan Bosch Concha 178, 180
Lajara 247, 248 560-566 Torralba, Álvaro (Más allá del
Smith (Escuela de antaño) –Cé- Tiburón (El socio) –Juan Bosch espejo) –Virgilio Díaz Gru-
sar Nicolás Penson 671 539, 540 llón 373, 616, 617
Soika 18 Tío Curro 391 Torres, Apolunio (Todo un hom-
Sor Clara 40, 67 Tío Gabriel (El Negro Incógnito bre) –Juan Bosch 476
Sor de Moca 364, 365, 386, 387, o El Comegente) –Francisco Tribilín el Búcaro (El delegado)
469 de la Mota 768 –Otilio Vigil Díaz 436, 438
Soto, Pedro (El regidor Payano) Tío Gabriel (Historia del Co- Tronquilis (Una decepción) –Ma-
–Francisco E. Moscoso Pue- megente) –Casimiro N. De nuel de Jesus Troncoso de la
llo 142 Moya 732 Concha 177-180, 432- 435
Suero (La cita) –Federico Gar- Tío Perete (Cosas del tío Perete) Troya 133, 611, 662
cía Godoy 70 –César Nicolás Penson 675, Turibio (Una decepción) –Ma-
Susana (Humorada trágica) –Fe- 677, 678, 739 nuel de Jesus Troncoso de la
derico Henríquez Y Carva- Tiquitai (Seña Altagracia) –Ra- Concha 433, 434
jal 73 fael A. Deligne 723 Turín (Cándido Espuela) –Otilio
Titica (Hacerla a tiempo) –José Vigil Díaz 187, 442
T Ramón López 406
Tarragosa, Benito (De la guerra) Toeya 41, 157 U
–Jafet D. Hernández 462 Toledo, María de (Nobleza cas- Urcullú (Escuela de antaño) –Cé-
Tatica (Mujeres) –Ramón Ma- tellana) –Antonio Hoepel- sar Nicolás Penson 671
rrero Aristy 119-122 man 90 Uribe (Maravilla) –Juan Bosch
Tato (Capitán) –Juan Bosch 563 Tolentino R. , Vicente (Un me- 503
Taverita (Seña Altagracia) –Ra- dio de tumbar gobiernos) –Ra-
fael A. Deligne 723 món Emilio Jiménez 457 V
Telémaco (Carvajal) –Otilio Vi- Tomás (El geófago) –J. M. Sanz Valbuena, Pedro (Dos pesos
gil Díaz 439 Lajara 236-238 para Cirilo) –Virgilio Díaz
Telo (Sabiduría Inútil) –Ramón Tomás (El tesoro de la familia Grullón 612-616
Emilio Jiménez 451 Álvarez) –Emiliano I. Aybar Valderrama, Don Nuño (No-
Teo (En un bohío) –Juan Bosch 717-719 bleza castellana) –Antonio
273, 274 Tomás (Origen de la Plaza Padre Hoepelman 90, 91
Teófilo (Sabiduría Inútil) –Ra- Billini) –Eliseo Grullón 750 Vale Juan (Los muertos quietos)
món Emilio Jiménez 451 Tomasina (El tesoro de la familia –J. M. Sanz Lajara 230- 233
Terencia (El socio) –Juan Bosch Álvarez) –Emiliano I. Aybar Valera, Pancho (Guanuma)
542, 543 716-719 –Néstor Caro 52-54
511
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Valerio, Fernando (Una mala Villamán, Cirilo (Dos pesos para Yepe 44
partida y una buena salida) Cirilo) –Virgilio Díaz Gru- Yepes (Más vale tarde que nun-
–Ramón Emilio Jiménez 455 llón 372, 373, 612- 616 ca) –Luis A. Bermúdez 745
Valiente (Una mala partida y una Villanueva, Vicente (Humorada Yeyo (Todo un hombre) –Juan
buena salida) –Ramón Emilio trágica) –Federico Henrí- Bosch 475-479
Jiménez 455 quez Y Carvajal 74, 76 Yiyi (Un sancocho santiagués)
Vargas, Nonino de (El centavo) Vindaya, Laura (El corcho sobre –Ramón Emilio Jiménez 454,
–Manuel del Cabral 50, 51 el río) –Virgilio Díaz Grullón 455
Velázquez Hernández, Federi- 606-610 Yubí (Carvajal) –Otilio Vigil
co (Política de amarre) –Ra- Vinicio (Rosa) –Juan Bosch 583, Díaz 440, 441
fael Damirón 461 585, 587, 588, 592-594
Velázquez, Diego (Nobleza cas- Z
tellana) –Antonio Hoepel- W Zaldívar, Arcadio (Su amigo
man 91 Walker, Gail (Pero él era así) Arcadio) –Virgilio Díaz Gru-
Venancio (Mal tiempo) –Juan –Ángel Rafael Lamarche llón 373, 374, 376-378, 625,
Bosch 531-534, 536 111 626, 628, 630-632
Venus (Siéntate, no corras) –José Zamorán, Carlos (Su ami-
X
Ramón López 409 go Arcadio) –Virgilio Díaz
Vicini, Chicho (Saramagullón) Xenofonte 40 Grullón 373, 625, 627, 628,
–Otilio Vigil Díaz 447 631, 632
Victoria, Eladio (Política de ama- Y Zeus 44
rre) –Rafael Damirón 461 Yelidá 85
512
ÍNDICE GEOGRÁFICO
VOLUMEN II CUENTOS
513
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Cibuqueira 161 574, 575, 679, 715, 716, 727, Escuela de idiomas del Profe-
Ciego, río 572 736, 749 sor Pedro Bestard 763
Cienfuegos 290 Cueva 54, 55, 57 España 17, 19, 37, 43, 61, 62, 70,
Ciudad Antigua 674 Cumarebo 421 148, 165, 166, 381, 389-391,
Ciudad de México 224 Cuna de América (Santo Do- 656, 672, 679, 700, 701, 704,
Ciudad Primada de las Indias mingo) 658, 729, 749, 752-754 715, 716, 719, 727, 757, 765,
(Santo Domingo) 398, 423, Curazao 574, 749 773
676, 716, 723, 775 Cuzco 313 Esparta 698
Ciudad Romántica 397 Estados Unidos 19, 33, 67, 100,
D
Ciudad Trujillo 17, 23, 49, 54, 353, 361, 465, 555
Distrito Nacional 61, 70, 71,
195, 369, 376 Estancia Nueva 457, 458, 768
125, 126, 134, 136, 140, 188,
Coaibay, región del 161 Estero Hondo 373
280, 364, 366, 370, 373, 387,
Cochabamba 316 Eugenio María de Hostos, calle
403-405, 408, 411, 423, 425,
Cofresí 389 750
437-439, 443, 445, 447, 461,
Cojímar 572 Europa 33, 196, 395, 404, 409,
463, 470, 490, 491, 699, 723,
Colegio de Monsieur Achille 411, 465, 697, 753, 772
727, 741, 747-749, 757
Michel 763
Duey, río 430 F
Colegio de San Esteban de Sa-
Faro de Colón 141
lamanca 656 E
Fiofió, loma de 446
Colegio San Luis Gonzaga 739 E.R.D. 656, 658, 673, 697, 725,
Florida 243, 661
Colinas de Bello Monte 300 754
Fortaleza de Puerto Plata 414,
Colombia 39, 109, 300 Ecuador 109, 237
417
Colonia Adela 281 Edison, calle 300
Fortaleza de San Felipe 406
Colonia del Jaguar 439 Egipto 698
Francia 19, 37, 38, 394, 438, 749,
Constanza, Valle de 228, 366, El Aguacate 470
773
373 El Algarrobo 768
Francia Imperial 764
Continente Americano 195, El Arroyo 119
717, 725 El Cambronal 148, 438 G
Convento de Regina, 749 El Carrizal 168, 169 Galilea 350
Convento de San Francisco 702 El Conde, Calle de 177, 179, Gazcue 141
Cordillera Central 125, 232, 432-434, 751 Genezaret, lago 331, 332
491, 492, 494, 496, 503 El Curro, atrecho de 148 Genimillo 768
Cordillera Occidental 314, 321 El Dominicano, Colegio de ni- Goagira 669
Cordillera Oriental 280, 283 ñas 758, 759 Golfo de México 243, 288, 290,
Cordillera Real 318, 322 El Fraile 572 572
Córdoba 55, 57 El Jagüey 285 Grecia 679
Corte de Tiberio 390 El Naranjo 152, 153 Greve 700
Costa de Oro 767 El Palmar 583, 587, 595, 768 Guabatico 445, 740, 741
Costa Rica 300, 302, 549 El Rancho 584 Guanuma 40, 51-54, 70, 727, 728
Costa-firme 751 El Sabanal 537-539 Guanuma, Río 67
Cotopaxi 21, 24, 193, 194 El Seibo 61, 62, 70, 149, 173, 174, Guaraguao 435
Cotuí 729, 732-734, 738, 766, 768 280, 365, 387, 398, 429, 740 Guarico 717, 730, 737
Creviche 656 El Uvero, Arroyo 154 Guásumas 769
Cristoba 152, 153 Enea 769 Guayacanes 218
Cuartel General de La Demaja- Enriquillo 189 Guayaquil 237
gua 23, 73 Enriquillo, Lago 249 Guaza 125
Cuba 18, 22, 23, 39, 77, 78, 91, Escuela de Bachilleres de San- Guazumal 729-731
109, 166, 167, 356, 397, 464, tiago 763 Güibia 748
514
Índice GEOGRÁFICO | VOLUMEN II | CUENTOS
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
515
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
516
Índice GEOGRÁFICO | VOLUMEN II | CUENTOS
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Río Orinoco 242, 555 719, 727, 739, 741, 743, 744, Silva, escuela primaria de 763
Río Ozama 87, 181, 187, 430, 746, 748, 749, 756, 771 Sosúa 407
435, 656, 701, 741, 750-752 San Quintín 757 South America 397
Río Seco 732, 769 Santa Cruz del Norte 571, 572,
Río Seco, arroyo de 769 575-578 T
Río Verde 688, 689 Santa Cruz del Seibo, villa de Taveras 579
Roma 329, 335, 681, 689, 698, la 398 Terrero 271
712, 748 Santa Iglesia Catedral 754 Tiburcio 117, 416
Rusia 39, 667 Santa María 53 Tireo 293, 516-521, 523
Santa Sede 753 Torre del Homenaje, La 182
S Santana 184 Tripero 746
Sabana de la Cruz 728 Santiago de los Caballeros 22, 69, Turmero 301
Sabana de la Paciencia 766 70, 77-79, 100, 166, 167, 183, Turquilán 441
Sabana de San Diego 87 184, 188, 241-243, 268, 364,
Sabana Grande 300 367, 376, 377, 387, 398-400, U
Sabana Iglesia 455 407, 408, 411, 437, 442, 449- Universidad Autónoma de
Sabaneta 469 461, 469, 470, 679, 680, 692, Santo Domingo 32, 49, 62,
Saint Domingue 389, 655 697, 712, 725, 727, 730, 731, 138, 164, 172, 174, 183, 703
Saint Lo 389, 655 733, 738, 749, 763, 765-769 Universidad de Besanzón 773
Sala Capilar 132 Santiago Rodríguez 715 Universidad de California 397
Salamanca 656 Santo Cerro 232, 389, 685, 725 Universidad de París 712, 773
Samaná 243, 400, 579 Santo Domingo 5, 8, 9, 17, 18, Uruguay 109
San Benito 130 26-29, 32, 37, 39, 44, 49, 58,
San Carlos 742 62, 67, 69, 71, 87, 109, 113, V
San Cristóbal 148, 154, 296, 746, 137-139, 151, 172, 174, 178, Valencia 300, 302
753, 755, 756, 760-762 180, 182, 183, 421, 241, 363, Valle de La Vega Real 187, 230,
San Diego 87, 701 366, 369, 372, 376, 379, 387- 398, 442, 680, 692, 725
San Felipe 406 400, 402, 429-432, 435, 448- Vallejuedo 106
San Francisco de Bánica 104 450, 452, 456, 460, 461, 463, Varadero 572
San Francisco de Macorís 104, 464, 470, 655, 656, 658, 659, Veladero 102
271, 399, 582, 586, 702, 729, 675, 676, 678, 679, 684, 693, Venezuela 18, 33, 242, 267, 299-
733, 738, 739, 751, 766 697, 698, 700, 701, 703, 704, 301, 392, 395, 396, 399, 402,
San José de Las Matas 470, 738 712, 715-717, 719, 720, 722- 421, 430, 553, 554, 752, 753,
San José de Los Llanos 437, 725, 727-729, 734, 735, 737- 755
438, 445, 503 740, 745, 749, 750, 752-754, Villa 429
San José de Los Llanos, iglesia 756, 757, 763, 765, 766, 768, Villa Riva 491
de 438 771-775 Vladivostock 239
San Juan de Dios, plaza 751 Santo Hoyo 725, 726
San Juan de la Maguana 87, 102, Santo Tomás de Aquino, Calle W
105, 172, 178, 433, 517, 537 750 Washington 196, 236, 238
San Juan de Puerto Rico 366 Santomé 61, 106, 178, 432 Waterloo 237
San Luis 454, 730, 768 Santos 183-186
San Luis, fortaleza de 454 Santuario de Higüey 740 Y
San Mateo 77 Sena, Río 187, 435 Yaque del Norte, río 579, 712,
San Miguel 139 Sevilla 17, 68 715, 717
San Pedro de Macorís 11, 218, Sierra 607 Yaque del Sur, río 102, 106, 150-
283, 377, 387, 421, 429, 435, Sierra de Plata 389 152, 154
437, 439, 444, 462, 658, 679, Sillón de la Viuda 727, 735 Yuna, río 491-498, 579, 580
517
Volumen III
Biografías y Evocaciones
Índice general | Índice onomástico | Índice de ficción | Índice geográfico
ÍNDICE GENERAL
VOLUMEN III biografías y evocaciones
Presentación
Origen de la Colección Pensamiento Dominicano y criterios de reedición ................................................ 11
Daniel Toribio
Administrador General del Banco de Reservas de la República Dominicana
Exordio
Reedición de la Colección Pensamiento Dominicano: una realidad ................................................ 15
Mariano Mella
Presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Primera sección
Introducción
El testimonio: su valor documental ............................................................................................................ 19
José Chez Checo
Mis bodas de oro con la Medicina, de Rafael Damirón, o momentos dorados de un apostolado ................ 24
Sus inicios . ........................................................................................................................................... 25
El ciclón de San Zenón y otros acontecimientos ............................................................................ 26
Pacientes importantes: Gerardo Machado y la hija de Vicente Gómez ...................................... 27
Su “caso cumbre” ................................................................................................................................ 27
La Liga Dominicana contra el Cáncer, retiro con honores ............................................................ 28
Monseñor de Meriño Íntimo, de Amelia Francasci, o el retrato de una inaudita amistad . ....................... 29
Amelia y los estragos de la política .................................................................................................. 31
Meriño revela un plan revolucionario contra Lilís ........................................................................ 32
La etapa de abril de 1903 a octubre de 1904 . .................................................................................. 34
HERIBERTO PIETER
AUTOBIOGRAFÍA
Prefacio
José Antonio Caro Álvarez
521
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Apéndices .................................................................................................................................................. 93
Diploma .............................................................................................................................................. 93
Discursos ............................................................................................................................................ 95
522
Índice GENERAL | VOLUMEN III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
523
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
AMELIA FRANCASCI
MONSEÑOR DE MERIÑO ÍNTIMO
Prólogo
Monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito
Idealismo. Perfiles de la obra de Amelia Francasci
Enrique de Marchena y Dujarric
Segunda sección
Introducción
Cuatro miradas sobre una misma realidad ............................................................................................... 317
José Enrique García
Nota introductoria....................................................................................................................... 317
Primera mirada. Narraciones dominicanas . .......................................................................... 318
Segunda mirada. El pozo muerto............................................................................................. 321
Tercera mirada. Narraciones y tradiciones.............................................................................. 329
Cuarta mirada. Reminiscencias y evocaciones ...................................................................... 330
Notas finales................................................................................................................................. 335
524
Índice GENERAL | VOLUMEN III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
525
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
E. O. GARRIDO PUELLO
NARRACIONES Y TRADICIONES
A manera de prólogo
Sócrates Nolasco
526
Índice GENERAL | VOLUMEN III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Tradiciones
Las fiestas de Semana Santa ................................................................................................................. 538
Las fiestas pascuales .............................................................................................................................. 539
Las charcas de María Nova . ................................................................................................................. 540
Las Matas de Farfán . ............................................................................................................................. 541
Reminiscencias........................................................................................................................................ 545
Al lector ................................................................................................................................................... 545
Ascensos y descensos ............................................................................................................................ 545
El uniforme de mi padre ....................................................................................................................... 550
El presidente se aviene .......................................................................................................................... 553
Severa reprimenda ................................................................................................................................. 555
Socio de negocios ................................................................................................................................... 560
Condiciones políticas y valores militares ........................................................................................... 563
Ahora es el momento . ........................................................................................................................... 564
Solución fallida ....................................................................................................................................... 567
La última emisión .................................................................................................................................. 573
Zancadilla frustrada .............................................................................................................................. 576
Entre la espada y la pared . ................................................................................................................... 579
Esas cosas se hacen, pero no se dicen ................................................................................................. 586
La diplomacia no claudicó . .................................................................................................................. 590
527
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Tercera sección
Introducción
Dos autores y tres biografías ................................................................................................................ 679
Marcio Veloz Maggiolo
Estilos diferentes................................................................................................................................ 679
Pequeñas historias personales ........................................................................................................ 680
Balaguer, memoria en la memoria . ................................................................................................ 680
Dos modelos biográficos .................................................................................................................. 681
Balaguer es la pasión......................................................................................................................... 681
Bosch en el terreno bíblico................................................................................................................ 682
La mano del biógrafo......................................................................................................................... 684
El exilio bíblico .................................................................................................................................. 685
Fuentes básicas .................................................................................................................................. 685
JUAN BOSCH
DAVID, BIOGRAFÍA DE UN REY
528
Índice GENERAL | VOLUMEN III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
JOAQUÍN BALAGUER
EL CRISTO DE LA LIBERTAD
Vida de Juan Pablo Duarte
529
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
JOAQUÍN BALAGUER
EL CENTINELA DE LA FRONTERA.
Vida y hazañas de Antonio Duvergé
530
Índice GENERAL | VOLUMEN III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Semblanza de Julio D. Postigo,
editor de la Colección Pensamiento Dominicano ................................................................................... 967
531
ÍNDICE ONOMÁSTICO
VOLUMEN III biografías y evocaciones
533
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Barber, Samuel 205 Betances, Luis 829, 838 Bourget, Paul 207
Barbusse 442, 443 Beveridge, Albert J. 556, 557 Bovary, Emma 440
Bardi, Rosina 104, 105 Bezancon 107 Boyer, Jean Pierre 343, 382, 383,
Barletta, Amadeo 454 Bidó, Felipe 955 405, 406, 479, 813, 814, 817-
Barnes, Reverendo 158, 159 Bigger 178 819, 823, 827, 828, 832-834,
Barón Fajardo, Juan 123 Billini, Emilio 624 837, 854, 871, 902, 904, 905,
Barquier 346 Billini, Epifanio 466 908, 912
Barraquer, Joaquín 134 Billini, Francisco Gregorio 29, Bracamonte y Zapata, Bernar-
Basilio, Méndez 426, 923 31, 195, 200, 201, 210, 233, dino de Meneses 345
Basora 59 245, 346, 348, 374, 417, 432, Braegger, Víctor 148, 149
Basora, Santiago 935 435, 682, 972 Brea, Emilio José 969
Basoras, familia 376 Billini, Francisco Xavier 42, 46, Brea, Mauricio de 957
Bassett Moore, John 557, 579, 47, 53, 56, 134, 157, 385, 400- Brea, Nolasco de 439, 922
581 402, 413-415, 420, 424, 432- Brea Franco, Luis O. 8
Batista, Fulgencio 146 434, 487, 603, 868 Brito 297, 312
Baudelaire, Charles 456, 487 Billini, José 432 Brouat, August 419
Bautista Cambiaso, Juan 936, Billini, Pancho 434, 435 Brumpt, Alexandre Joseph
937 Binet, Albencí 65 Emile 78
Beatriz 29, 193, 256, 440 Biondo 153 Bruzual, Blas 876
Beauregard, Altagracia 425 Blake, George W. 630 Bryon 205, 208
Becker 233, 234 Blanchard 78 Buchanan, James 556
Beethoven, Ludwig van 40, 44, Blas, Antonio 452 Bucklin Bishop, Joseph 633
199, 624, 625 Blasco Ibáñez, Vicente 209 Buhagiar, Antonio María 416
Bello, Andrés 50, 198, 209 Bobadilla 375 Buñols, Esteban 23, 90, 100
Benavente 209 Bobadilla, Jubés 126 Burnside, Frank 357, 358
Benavides, Antonio 347, 348, Bobadilla, Tomás 827, 828, 842, Butler, John 134
421 849, 854, 857, 859, 864, 869,
Bencosme, Sergio 645, 646 871, 892, 904, 910-913, 930, C
Bengoa Albizu, Vicente 7 943, 958, 961 Caballero, Periquito 380, 382
Beniqués 139 Bobea Billini, 465, 466 Cabello, Mercedes 209
Benítez, Juan 817 Boethi, Laurig V. 95 Cabral, Dionisio 434, 945, 946
Benito “el gambao” 380 Bolio, Carlos 172, 173 Cabral, José María 401, 402,
Benliure, Mariano 199 Bolívar, Simón 146, 374, 439, 432, 922, 937, 938, 964
Bennet, Enrique 45 681, 844, 845, 876, 887, 965 Cabral, Manuel del 489, 490
Bennett, Ana 42 Bonetti, Cheri 426 Cabral, Marcos 432
Bennett, Carmen 20, 42, 46 Bonetti, José María 393 Cabral, Mario Fermín 468, 495
Bennett, Pedro 42, 45, 62, 413, Bonilla, Pedro Pablo 944 Cabral, Rafael Aquiles 435,
414 Bonnetti Burgos, Ernesto 645 456-458, 487
Bentín 47 Bordas Valdez, José 358 Cabral, Ramona 431, 434, 461
Beras, José María 961 Borgella, Geronime Maximi- Cabral Bernal 870, 871
Beras, Octavio A. 416 llien 375, 382, 383, 818, 821, Cáceres, Bárbara 46-49
Berkeley, George 199, 203 824, 904, 912 Cáceres, Juan 929
Bermejo Barrera, José Carlos 35 Bornia, Padre 69, 70, 73, 76 Cáceres, Ramón 31, 71, 76, 174,
Bermúdez, Mícalo E. 7 Borodin, Aleksandr 443 195, 272, 301
Bernabé, Marcelino 536 Bosch, Juan 15, 23, 110, 469, Cajuil, Pancho 519
Bernal, Francisca Xaviera 373 495, 662-664, 669, 677, 679- Calderón, Telésforo R. 448
Bernal, Pedro 959 687, 689, 972 Callan Tansill, Charles 556,
Bernardino, Consuelo 157 Bouggenon, Luis 401, 402 563
534
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Camilo, Luquita 85 Castro, Heriberto de 76 624, 657, 659, 661, 863, 945,
Caminero, Fabio 46, 52 Castro, Jacinto R. de 620, 624, 954, 968
Caminero, José María 828, 832, 638 Colón, Diego 359, 383
854, 892, 904, 942, 950, 953 Castro, Lea de 637 Colorado, Panchito 507, 509,
Campillo, Juan 398 Castro, Pedro de 952 921
Camps, Miguel de 6 Castro Noboa, Héctor B. de Concepción, Agustín 324
Candita 322, 439, 456, 457, 459, 472 Confucio 199
460, 468, 474, 480, 486, 487, Catatey 320, 321, 367-371 Conrado, Luis 646-653
490, 500 Cavalcanti 166 Contín Aybar, Margarita 325,
Cano y Soñé, Pedro Tomás 330 Cayes, Aux 383, 832 474
Cantinflas 107 Cedeño, Pedro Livio 27, 28, Contín Aybar, Néstor 29, 484
Canto, Víctor 165 181 Contín Aybar, Pedro René 11,
Carballo, Rof 116 Cefí (M. J. Troncoso) 413, 414 29, 209, 449, 474, 486, 491,
Carlos (E. O. Garrido Puello) Cerón, Francisco 44 492, 500, 967, 972
515, 516 Cerón, José Dolores 44 Conuco, Carlos 367, 420
Carlos (Manuel de J. Troncoso) Cervantes Saavedra, Miguel Cordero, Teófilo 568, 572
365 de 197, 275, 423, 610, 968 Cordero Michel, Emilio 6, 8
Carlos el hechizado 374, 375 Cestero, Mariano Antonio 408, Córdova, Pedro de 351
Carlos II 374, 376 590 Corinna, Delfina 209
Carlos IV 363 Cestero, Marino 48 Cornielo, Luis 387, 390, 397,
Carlos V 351-353 Cestero, Tulio M. 594, 972 398
Carnegie, Andrew 34, 298 Chalas, familia 62 Cousín, Charles 834
Caro, Lorenzo 416 Chan Aquino, Angel 135 Couvelaire, (doctor) 77
Caro, Néstor 489 Chancy 903 Creales, Ervido 65
Caro Álvarez, José A. 9, 19 Chanito 591, 592 Crespo, Gabino 407, 547, 548
Carol, Rey de Rumania 187 Charlesm, Anne 45 Cristo (personaje bíblico) 5, 8,
Carrié, Alexi 359, 425, 821, 824, Chateaubriand, Francois 443 172, 187, 218, 261, 340, 482,
826, 829, 830, 834 Chauffard, Antoine 86 677, 679, 681, 682, 684, 685,
Carron Moreno, Enriqueta 123 Chez Checo, José 5, 6, 9, 17, 969 848, 887, 892, 965, 972
Caruso, Enrico 138 Chopin, Frederic 199 Cristóbal, Henri 112, 343
Carvajal y Rivera, Fernando de Chotin, Augusto 59-61 Crocce, Benedetto 199
348, 349 Chottin, Marín 642-644 Cromwell, Oliverio 345, 346, 611
Casanova, Camilo 182 Chrisantemo, Madame 203 Cromwell, William Nelson 611-
Castelar, Emilio 51 Clemente IX 345 616
Castelar, familia 200 Cobo, familia 46 Cruz, Pedro María 448
Castellanos, Juan Luis 455 Cohén, David 957 Cruz, San Juan de la 481, 488
Castellanos, padre 303 Cohén, Luis 276 Cruz Ayala, Ernesto 125, 127,
Castellanos, Rafael C. 225, 310 Cohén, R. R. 126 129
Castillo, Luis C. del 646, 647, Coiscou, Máximo 453 Cubilete, Carlos 536, 537
651-653, 656, 829, 842 Coiscou, Rodolfo 63, 65, 66, 88, Cuello Sánchez, Dolores 839
Castillo, Pantaleón 20, 48 119, 447, 635, 637 Cuquito 360-362
Castillo, Pelegrín 63, 75, 79 Coll y Toste, Cayetano 352 Curiel, Carlos 324, 466
Castillo, Remigio del 849, 921, Collado, Miguel 23 Curiel, Samuel 47, 421
932, 934, 946, 947, 951, 952, Colomer, Casimiro 422
954 Colón, Cristóbal 21, 42, 44-47, D
Castillo, Toño 425 51-54, 93, 119, 120, 166, 168, Dalí, Salvador 205
Castro, Antonio de 959 187, 194, 197, 343, 359, 404- Damirón, Chichí 48
Castro, Eleazar de 48, 50 406, 411, 427, 495, 606, 618, Damirón, Fello 48
535
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Damirón Díaz, Rafael 19, 24, Diácono, Lorenzo 384 Dostoievski 110, 199, 442
35, 448, 452 Díaz, Danilo 7 Dovar, doctor 99
Damirón Ricart, Arturo 5, 8, 9, Díaz, Gustavo A. 645 Duarte, Francisca 871
17, 24-28, 99, 115-118, 452, Díaz, Héctor 472 Duarte, Juan José 811, 814, 816-
972 Díaz, José 927 818, 820, 823, 838-840, 845,
Damirón y Burgos, Adelaida 225 Díaz, Juan 55 848, 852, 871, 889, 892
Danilo, Diódoro 462 Díaz, Juana 596 Duarte, Juan Pablo 10, 25, 43,
Dantec, Le 79, 94 Díaz, Lucas 909 54, 59, 92, 93, 100, 119, 122,
Dargam, César 455 Díaz, Modesto 47 474, 476, 679, 682, 684, 685,
Darío, Rubén 198, 202, 487, Díaz, Porfirio 631 809, 811-816, 818-893, 895,
506, 620 Díaz, Santiago 827, 849, 892 904, 906, 913, 944, 958, 962,
Daudet, Alfonso 295 Díaz, Vigil 327, 435, 487, 603, 638 964, 965, 972
Dauhajre Selman, Domingo 7 Díaz Grullón, Virgilio 972 Duarte, Rosa 682, 811, 837, 840,
David (personaje bíblico) 410 Díaz Niese, Rafael 491 848, 850, 853, 871, 872, 887,
Dávila Fernández de Castro, Díaz Ordóñez, Virgilio 417 889
Felipe 391-393, 904 Díaz Páez, Benito 401 Duarte, Vicente Celestino 842,
Davis, W. 121, 122, 815, 821 Didí 64 850, 853, 877
Dawson, Thomas C. 613 Diez, Manuela 811, 812, 814, Duc, M. Le 86
Debussy, Claude 204 817, 818, 820, 838, 847, 848, Dumas, Alejandro 320, 435
Defilló, familia 455 852-854, 870-872, 889, 892 Dupin, Aurora 209
Defilló, Fernando Arturo 22, Dillingham, Albert C. 614, 616, Duplesis, Marie Anne 371
25, 49, 61, 63, 65, 70, 79, 119 617 Duval, Juana 900-902, 905
Deive, Carlos Esteban 681 Dios (personaje bíblico) 15, 19, Duvergé, Antonio 10, 49, 679-
De la Rocha, Domingo 346, 32, 35, 41, 189, 194, 208, 214, 682, 684, 858, 862, 889, 897,
345, 826 215, 218, 220, 222, 230, 231, 909, 911-922, 924, 925, 928-
Del Monte, Félix María 901,908, 236, 239, 241, 245, 246, 249, 941, 943-964, 972
943, 950-953, 957 252, 253, 257, 259, 261, 267- Duvergé, José 900-909
Del Monte Tejada 344, 345, 352, 269, 274, 276, 281, 282, 285,
435 287, 295, 299-303, 308, 313, E
Delgado 842 322, 329, 341, 343, 344, 351, Echevarría, Manuel 422, 423
Delgado, Anjel 73, 74 356, 359, 362, 368, 370, 371, Edffimghan, Lord 363
Delgado, Antonio 69 373, 376, 378, 389, 399, 402, Edmond, Honoria 48
Delgado Malagón, Blanca 29 416, 417, 421, 422, 427, 431, Egea Mier, Guillermo 61
Deligne, Gastón 275, 277, 304 439-443, 462, 480-483, 487- Elders 158
Deligne, Rafael 29, 203, 208, 209 489, 494, 506, 508, 523, 527- Eldon 99
Delmonte, María Francisca 529, 535, 572, 594, 596, 605, Eleazar 766, 767, 770
371, 373, 953 636, 637, 641, 689, 695, 696, Elgar 199
De Moya, Fernando 79 698, 706, 707, 710, 711, 716, Eliot, Thomas Stearns 488
Deñó, familia 64 729, 734, 739, 740, 743, 748, Elmúdesi, Antonio E. 24, 25,
Deogracia Martí, Lorenzo 923 762-764, 772, 775, 776, 780, 64, 118-120
Desangles, Luis 34, 298 781, 785, 798, 799, 801, 813, Elmúdesi, familia 455
Descartes, René 203, 482 817, 825, 844, 859, 863, 867, Emiliano 70, 71
Dessalines, Jean Jacques 343, 872, 878, 883, 887, 888, 890, Encarnación Pimentel, Luis A. 7
363, 405, 541, 825, 863, 899, 940, 941, 945, 946, 951, 958 Enrique Jiménez 644
900, 902, 903, 928 Domínguez, Asdrúbal 183 Enriquillo 31, 168, 199, 202, 209,
Dewey, George 584 Domínguez Charro, Francisco 218, 231, 465, 553, 929, 972
Diablo (personaje bíblico) 111, 490, 921, 935, 942, 943 Erdmann, Joseph 137, 138
209, 377, 481, 496, 536 Dominici, Porfirio 139 Ervijk, Van 403
536
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Esculapio 225 Fiallo Cabral, Fabio 433, 452, Galván, Manuel de Jesús 29,
Espaillat, Ulises Francisco 201, 486, 589, 647 31-33, 47, 199-201, 203, 204,
319, 403, 404, 408, 421, 547- Figuereo, Wenceslao 33, 51, 64, 208-210, 218, 231, 240, 246,
550, 878-880, 886, 964 76, 89, 269, 271, 591 263, 271, 278, 279, 284, 288,
Espinal, Edwin 6 Figueroa, Benjamín 48, 49 407, 408, 553, 617, 620, 621,
Espinal, Zacarías 426, 427 Flaubert, Gustave 205, 232, 251 682, 943, 964, 965, 972
Espinosa, José Eugenio 860 Fleming, Alexander 154 Gana, Alberto 198
Espinoza 199 Fletecher Johnson, William 584 Garabito, Hipólito 925
Esquilo 104 Florén, Luis 478 Garay, Francisco 359-362
Esther, reina 226, 227, 268 Flores, Gaspar 343, 344 Garay, Librada 360-363
Estrada, Mario 83 Flores, Isaac 46, 55 Garay, Luis 360-363
Estrella Ureña, Rafael 89, 620, Florimón 71 Garboso, Luis 56, 67
646, 652-654, 675 Flomirón (comandante) 951 García, Alcides 962
Estudillo, Juana 98 Fombona, Horacio Blanco 451, García, Antonio 56
Etienne Desgrotte, Henri 833, 488 García, Carmen 909
851 Font Bernard, Alberto 494 García, hermanos 46, 202, 247,
Eva (personaje bíblico) 377 Forestieri, familia 69 284, 400
Evans, Richard 179 Foster, John W. 556, 565 García, Jesús 427, 428
Foxx 160 García, José 675
F Frade, Ramón 427 García, José Enrique 5, 9, 315,
Fabián Ayala, Jesús 905 Francisca (M. J. Troncoso) 377 970,
Fantino Falco, Francisco 97 Francisco José 461 García, José Gabriel 435, 954
Farfán, Miguel de 541 Franco Bidó, Ramón 952 García, Manuel de Jesús 246,
Faustino 383-385, 396 Franco Bidó, Román 942, 955 427, 428
Febles, Miguel 892 Franco y Franco, Tulio 108 García, Martín 352-354, 380,
Felipe II 299 Franquil, Hipólito 840 382, 401
Felipe IV 345, 374 Freemanm, Joseph 608 García Arévalo, Manuel 6
Felipe V 388 Freidel, Frank 630 García Gautier 89
Felipe, León 488 Freites, Aniceto 843, 952, 957, García Godoy, Federico 29,
Félix, Juan Segundo 921 963 210, 363, 682, 972
Félix, Narciso 61-63 Freites, Buenaventura 842, 843 García Lorca, Federico 327,
Féliz, Virgilio 537 Freites, Ernestico 50 346, 448, 451, 452, 488, 495
Fermín, Lorenzo 927 Frére Lalane, Petit 83 García Mella, Arístides 423, 586
Fernández de Abreu, Estela 7 Frías, Desiderio 881 García Morente, Daniel 117
Fernández Juncos, Manuel 277 Frías, Dionisio 57 García Obregón 455
Fernández Pichardo, Eduardo Frías, Ramón 43 García Sanchíz 209
6 Fribley, Katherine L. 136 García y García 453
Fernández W., Tomás 6 Fuenmayor, Diego de 344 García y Moreno, Joaquín 320,
Fernando VII 367 Fuente Chaos, Alfonso de la 365, 918, 919
Ferrand 112, 363, 364, 901, 963 116 Garrido, Miguel Ángel 29, 31,
Ferreras 79 Fuente y Ruiz, Francisco de la 203, 208, 210, 256, 277, 304,
Ferreti 207 347 592
Fiallo, Ana María de 433 Funk, Casimiro 163 Garrido, Pedro 186
Fiallo, Elio 62, 66 Garrido, Víctor 506
Fiallo, Juan Ramón 433 G Garrido Puello, Badín 5, 8, 10,
Fiallo, Viriato Alberto 669 Gaade 199 315, 317, 329, 330, 505, 506,
Fiallo Cabral, Arístides 25, 89, Galbreth 178 972
119, 433, 455, 464 Gallardo 363-365 Garrigosa, Miguel 665
537
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Gautier, Angel María 455 González, Raymundo 6, 8 Henríquez Ureña, Max 29, 111,
Gautier, familia 455 González Deluca, María Elena 196, 197, 680, 972
Gautier, García 89 20 Henríquez Ureña, Pedro 19,
Gautier, Manuel María 47, 943 González Regalado Muñoz, 23, 34, 40, 53, 93, 196-199,
Gautier, Salvador 22, 23, 25, 65, Manuel 862 202, 205, 210, 323, 367, 455,
79, 90, 119, 165 Gonzalo 285 500, 619, 968, 972
Gautier, Theophile 205 Gorgas (general) 89 Henríquez Velázquez, Daniel
Gautreau, Alberto 73, 76, 88 Gorki, Máximo 442, 443 675
George, Carlos 77 Granadero, Joaquín el 365 Henríquez y Carvajal, Federi-
George, Henry 598 Gratereaux 425 co 29, 31, 50, 208, 231, 271,
Germán, D. 51 Gray, George 556 277, 455, 456, 641
Germán, Federico 439, 440, Grimaldi Silié, Eleanor 6 Henríquez y Carvajal, Francis-
445 Grossman, Burton 172 co 23, 197, 579, 588, 595, 598
Gimbernard, Bienvenido 41 Grullón, Ventura 79, 99 Herard, Charles 827, 833, 835,
Giró, Valentín 486 Guayubín 62 837, 839, 840, 843, 849, 855,
Ginebra, Francisco 838 Guerrero V., Manuel 7 857, 908-911, 940
Ginebra, Joaquín 838 Guerrero, Wenceslao 935, 939 Heredia, Nicolás 198
Ginebra, José 99, 837, 838 Guerrier 419, 915, 916, 921 Hermann Lotze, Rudolph 204
Glaskov 443 Guiliani, Juan 473 Hernández, Gaspar 822, 830,
Gneco, Julio 49 Guillaux 63 831
Goethe 92, 199, 442, 482 Guillén, Juan 462 Hernández, Manuel 839
Goff, Jacques Le 24 Gutenberg, 45 Hernández, Marcos 946, 948,
Golia (personaje bíblico) 410 Guzmán, Alejandro 951 949
Gómez, Berta 27, 146 Guzmán, Marcos A. 887 Hernández, Teófilo 654, 655
Gómez, Bonifacia 432 Guzmán, Martín Luis 112 Hernández, Toñico 380
Gómez, José Miguel 561 Guzmán Blanco 877, 879 Hernández Acosta, Angel 330
Gómez, José Nicolás 926 Guzmán Carretero 448, 489 Hernández Chávez, José Ra-
Gómez, Juan Vicente 27, 146, món 843
167 H Hernández Franco, Tomás 491
Gómez, Manolo 529, 530 Hager 121 Herodes (personaje bíblico) 442
Gómez, Marcos A. 594 Hanger 178 Heródoto 284
Gómez, Máximo 343, 432, 561, Hauffmann, Nathan H. 137 Herrera, Andrés 946
939, 965 Hay, John 560, 583, 605, 606, Herrera, Fabio 435, 456, 457
Gómez Mayol, José 926, 927 611, 613, 615 Herrera, Francisco A. 644
Gómez Robelo 619 Hayden 121 Herrera, Juan de 528
Goncourt, Edmundo 204 Hector, Thomas 910 Herrera, Rafael 439, 445, 446,
Gonzaga, Luis 22, 46, 50, 56, Henríque, Jean (Yancito) 59, 75 448, 460
62, 414 Henríquez, Manuel 618 Herrera, Rosendo 945, 951
González, Abel 48, 65 Henríquez, Enrique Apolinar Herrera Cabral, Héctor 7
González, Antonio 48 5, 6, 8, 10, 59, 85, 315, 317, Herrera Cabral, Rafael 324,
González, Benito 823 331-333, 335, 447, 450, 452, 465, 466
González, familia 46, 69 506, 543, 545, 550-554, 567- Heureaux, Ulises 21, 31-33, 51-
González, Francisco 64 569, 572-579, 588-595, 599, 54, 56, 108, 201, 207, 233, 267-
González, Ignacio María 407, 600, 602, 604, 618, 620, 636, 269, 271, 272, 281, 290, 317,
421, 885-887 637, 656, 659, 667, 972 330-334, 407, 413, 414, 427,
González, Juan 923 Henríquez, Rafael Américo 428, 432, 519, 532, 536-538,
González, María Filomena 6, 8 (Puchungo) 326, 447, 449, 546-551, 553-569, 573-593
González, Ramón 392-394, 407 450, 452, 453, 662-664 Hidalgo, Juan 528
538
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Hill 160 Isa Conde, Antonio 183 José Dolores (el mocho) 414
Hinchcliff 140, 141, 159 Isaac (personaje bíblico) 685 Joseph, Dalbémar Jean 587,
Hipócrates 96, 99 Isaacs, Jorge 198 590
Hipólito, el jefe 380, 382 Isabel (amiga de Amelia Fran- Juan (Incháustegui Cabral)
Hitler, Adolfo 23, 89, 92 casci) 246, 254, 256 453
Hoar, George F. 608 Isabel (Santa Rosa de Lima) Juan el Bautista 596, 690
Hodgson, Percy 168 344 Juana 389, 517
Hoepelman, Antonio 972 Isabel II 828, 882 Julián, Amadeo 389
Hoepelman, Virgilio 29 Isabel la Católica 45, 123, 203, Julien Viaud, Louis Marie 203
Hogan, John M. 556 343, 840, 853, 863, 905 Julieta 440
Hostos, Eugenio María de 26, Iturbi, José 134 Jungh 159
50, 132, 152, 198, 200, 334, Jurado, Amparo 101
385, 421, 422, 553, 602-604, J
681, 905, 972 Jackson (general) 346 K
Hugo, Víctor 199, 205, 207, 210, Jackson, Mr. 140, 157 Kant, Inmanuel 199, 482
342, 482 Jalaguier 157 Keats, John 624
Hugo y Musset 205 Jansen, Dondo 44 Kents, John 116
Hunter, John 116 Jansen, Gerardo 43, 586 Klock 660
Hurtado 189 Jansen, Ramón 44, 48, 50 Kucht 409, 410
Hutchinson, Rafael 8 Jansen, Talá 44
Jaques, Juan 512, 539 L
I Jesús (personaje bíblico) 91, Lalane, Víctor 88
Ibarra, Alejandro 57 108, 109, 199, 319, 356, 359, Lamarche, Cristian 48
Ibrahim 77 361, 371, 374, 378, 394, 440, Lamarche, Ernesto 48
Ibsen, Henri 104 481, 538, 637, 658, 690, 693, Lamarche, Juan Bautista 468,
Imbert, Felipita 371 697, 732, 818, 846, 887-890 470
Imbert, José María 371-373, Jesús, Santa Teresa de 291 Lamarche, Juan Rafael 324,
862, 927 Jimenes, José Antonio 77 462
Imbert, Segundo 371, 373, 374, Jimenes, Juan Isidro 33, 77, Lane Wilson, Henry 630
860 269-272, 282, 283, 296, 534, Langeron 78
Imbert, Simón 371, 372 640, 671 Lantigua, Ugenito 380, 382
Imbert Barreras, Antonio 28, Jimenes, León 969 Lara, Ramón de 82, 120, 144
182, 968 Jiménez, Juan Evaristo 849 Larsgard 141
Incháustegui, Joaquín 462 Jiménez, Juan Ramón 204 Lasala 387-390
Incháustegui, Arístides 29 Jiménez, Manuel 834, 850, 873, Laserre, Guillermo 357
Incháustegui, Marino 6, 455 874, 991, 933-937, 939, 943, Latour Saint-Clair, Jesús 409,
Incháustegui, Melchor 435 946, 952, 953, 957 410
Incháustegui, Santiago 492 Jiménez, Pedro Creales y 24, Lavandier 76
Incháustegui, Sergio 456, 460, 65, 118 Lavastida de Báez, Dolores
461 Jiménez, Ramón Emilio 9, 11, 259
Incháustegui, Sixto 455, 458, 342, 486 Lebrón Saviñón, Mariano 24,
473, 476 Jiménez, Rufina 817 117, 490
Incháustegui Cabral, Héctor 5, Jiménez, Tomás 959 Leclerc, Charles Victor Enma-
8, 9, 315, 317, 321-326, 330, Job (personaje Biblico) 377, nuel 346
334, 340, 429, 459, 469, 492, 481, 891 Leibnitz, Gottfried Wilhelm
972 John, Shon 53, 58 199, 621
Infante, Cordero 182 Johnson, W. F. 583 Leiva, Carlos 78
Irving 140 Jones, Paul 408 Lemos y León, Antonio 902
539
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
540
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Martínez, Feliciano 909, 933- Mendoza Santana (Vikin), Ma- Montalván, Alberto de 252,
935 nuel Joaquín 135 254, 256
Martínez, Moreno 669 Menéndez Pelayo, Marcelino Montalván, Blanca de 256
Martínez, Rufino 566 323, 455, 496 Montalvo, Juan 656
Martínez Alba, Francisco 454 Mercedes, Eusebio 958 Montalvo, Virjilio 66
Martínez Valdez, Antonio 79, Mercedes, Marcos 921 Montás, Bernardo 961
904 Mercedes, Virgen de las 44, 51, Montás, María Rosa 905
Martinoff,Francisca 31, 195, 53, 54, 87, 143, 187, 355, 358, Montes, Lalán 76
202-205, 207, 231, 275, 276, 393, 400, 402, 420 Montes, Pancho 525
298 Merejo, el mocho 387 Montolío, Andrés Julio 426,
Mártir, Enemencio 380 Meriño, José María de 241, 257 841
Mártir, Juanico 366, 367, 387 Meriño y Ramírez, Fernando Moore, Thomas 205
Marty, Lorenzo 618 Arturo de 8, 9, 17, 21, 22, Mora Serrano, Manuel 6
Masturzi, Antonio 421 29-35, 47, 122, 191, 193-195, Morales, Angel 645
Mateo, Andrés L. 6, 969 200-203, 205, 207, 208, 211, Morales, Tomás 568
Mateo, José 25, 124 214-220, 222-233, 236, 238- Morales Languasco, Carlos F.
Mathieu, Medard 372, 373 247, 250-252, 254, 255, 257- 34, 63, 77, 300, 301, 303, 304,
Matos Díaz, Eduardo 656 259, 261-264, 266, 267, 269, 333, 609-614, 616-619, 969
Mazara, Chichí 680 270, 273, 275-280, 282, 284- Morató, D. Gaspar 53
Mc-Campbell, Bruce 153 286, 289, 291-293, 295, 296, Morel, Antonio 6
Medina, Miguel Vicente 447 299, 301-306, 308, 309, 312, Moreno del Christo, Gabriel
Medrano 76, 89 313, 344, 392, 401, 402, 410, Benito 353
Mejía, Abigail 29, 198 413, 416, 417, 420, 421, 477, Moreno Jimenes, Domingo
Mejía, Juan Tomás 48 868, 875, 905, 969, 972 327, 435, 441, 443, 449, 450,
Mejía, Luis F. 23, 76, 85 Messoneuvre 139 452, 457, 487, 489-491, 495,
Mejía, Orión 8 Michellangelo 199 967, 972
Mejía, Pedro María 54, 137 Mieses, Antonio 48 Morfeo 384
Mejía, Ricardo 454 Mieses, Diójenes 68, 72 Morgan, Barney 26, 27, 133
Mejía Oviedo, Luis 7 Mieses, Lorenzo 926 Morganç, Carolyn Mc.Afee
Mejía Soliere, Carlitos 48 Mieses Burgos, Franklin 327, 133
Mejías, Valentín 949, 959 328, 447, 452, 483, 490, 492, Morillas, José María 907
Melenciano 407 972 Morrison, George 612
Melitina 435 Miguel (M. J. Troncoso) 383- Moscoso, Juan Elías 50
Mella, Mariano 6, 7, 9, 15 385 Moscoso, Juan Vicente 813,
Mella, Ramón Matías 25, 26, Miguel Ángel 33, 269, 592 822, 906
124, 131, 340, 466, 828, 833, Milch, Robert Austin 94 Moscoso Puello, Francisco 24,
844, 848, 851, 854, 855, 859, Milo, 256 115, 157
861-864, 874, 878, 892, 906, Mínguez, Romualdo 193 Mota, Carlos Alberto 586
911, 931, 933, 934, 937, 939, Mirebalais 425, 918 Mota, Fabio A. 188
944, 946 Miss Sofía 42 Mouchotte 77
Mella Jiménez, Eligio 188 Miura, Luis 463 Moya, Carlos F. de 23, 68, 69,
Mena, Pedro Ramón de 958 Miura, Ricardo 892, 951, 952, 79-81, 83-85, 87
Méndez, Luis 812 955 Moya, Casimiro Nemesio de
Mendoza, Antonio 822 Mogrovejo, Toribio de 344 413, 421, 586
Mendoza, M. 901, 949 Molina, Francisco 135 Moya, Dionisio de 958
Mendoza, Mario 20, 48, 49 Molina, John 83 Moya, Manuel de 76, 78
Mendoza, Nicolás Ureña de Monroe, James 582-584, 599 Moya Pons, Frank 6, 33, 69
957 Monsieur Trabous 48 Moyita 68
541
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Mr. Pérez 140 Ornes, Horacio Julio 669 586-588, 645, 656, 674, 968,
Munthe, Axel 116 Ortega, familia 79 972
Muñoz Rivera 210 Ortega, Ney 69, 71 Pepín, Perico 452
Musset 205 Ortega Frier, Julio 118 Pepito el indio 380
Mussolini 23, 89, 92 Ortega y Gasset 483 Peralta Brito, Rafael 30, 969
Ortega Tous, Julio 6 Perdomo, Angel 944
N Otero Nolasco, José 426 Perdomo, Apolinar 121
Nanita, Abelardo 48, 89, 464, 467 Perdomo, Chin 48
Napoleón 395, 432, 816 P Perdomo, Eugenio 397-400
Navar, José 420 Pablo 48 Perdomo, Manuel Emilio 118,
Navarro, Tomás 209 Padilla D’Onis (o de Onís), 460
Navarro Zerpa, Jesús R. 6, 8 Luis 463, 902 Pérez, Andrés 638
Nazario 73 Paiewonski 76 Pérez, Bernardino 920, 921,
Nearing, Scott 608 Palletier, Luis 537 923, 937, 945, 951, 953
Nemesio, Casimiro 421 Palma, Ricardo 320 Pérez, Chepita 824, 826
Népote, Cornelio 405 Panchita (M. J. Troncoso) 377- Pérez, Eduardo 448
Nerval, Gérard de 456, 487 379 Pérez, Féliz Ma. 54, 57
Newman 93 Pani, Pedro 357 Pérez, Gerardo 592, 610, 613
Nicolás 78 Paniagua, José 183 Pérez, José del Carmen 427
Nietsche, Federico 199, 403 Papa Juan XXIII 108 Pérez, José Joaquín 29, 31, 208,
Nina 165 Papa Paulo III 343 211, 245, 259, 427, 682
Noel, Eugenio 209 Papa Pío IX 401, 402 Pérez, Juan Isidro 820, 823, 824,
Nolasco, Sócrates 10, 15, 110, Paradas, Salvador 86 826, 829, 830, 833, 839, 841,
329, 330, 448, 452, 489, 506, Parahoy, Carlos 55, 412 842, 852, 855, 862, 863, 868,
546, 684, 945, 952, 955, 972 Pardo 120 869, 876, 890
Nora, Pierre 19 Pardo, familia 455 Pérez, Leoncio 463
Norberta 361, 362 Paredes, Ventura 80 Pérez, Luis Julián 98
Norris 125 Parker, Violet M. 136 Pérez, Nicanor 961
Nostradamus, Michael 450 Parra, María Teresa de la 209 Pérez, padre 458
Nouel, Adolfo Alejandro 50, Pasteur, Louis 22, 78 Pérez, R. 959
118, 230, 417, 421, 464, 642 Patín Pichardo, María 211 Pérez, Simón A. 961
Nouel, Carlos 425 Patín, José 830, 841, 949 Pérez Alfonseca, Ricardo 450
Núñez, Juana 22, 67-70, 72, 95 Paula, Pancho 510, 511 Pérez Contreras, José María
Núñez de Cáceres, José 304, Paulino, Arquímedes 539 957
508, 814, 817, 818, 830, 844, Paulino, D. Bautista 79 Pérez Contreras, María 923
896, 902, 906 Paulus, Carlitos 48 Pérez Escrich 51
Núñez Portuondo, Ricardo Peguero 57 Pérez Galdós, Benito 200
493, 494 Pellerano, Arturito 324, 462 Pérez Jiménez, Marcos 146
Pellerano Alfau, Arturo 624 Pérez Montás, Eugenio 6
O Pellerano Castro, Armando Pérez Sosa, Manuel Lico 57, 60,
O’Connell, Mr. 140 573, 574, 577, 589, 682 61, 83
Ocoa, Montes de 525 Penn, Mauricio 345 Perón, Domingo 146
Oliva, Julián 139 Penn, William 345, 346 Perrot, Charles 65, 80, 85, 86
Oliva, María de la 343, 344 Penson, César Francisco 54 Pestalozzi 435
Olivo Álvarez, Sócrates 6 Penson, César Nicolás 51, 62, Peynado, Jacinto (Pancho) 87,
Oliveira 94 65, 131, 347, 682 407, 455, 464, 553-555, 586,
Oquendo, Candelario 877, 882 Peña Batlle, Manuel Arturo 595, 598-600, 602, 672
Orne 141 35, 465, 476, 478, 496, 555, Pezzotti, Blas 167, 168
542
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
543
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Reyes, Manuel Alfaro 665 Romero, José Luis 20 San Gerónimo 143, 206
Reyes, Ramón Emilio 681 Roncoroni, Luigi 50 San Jerónimo 288
Reyes Brea, José 43, 48, 87 Rondón, José 320, 358, 359, 532 San Lázaro 461
Reynoso, Serapio 112 Rosa 344, 345 San Martín 939, 940, 944, 965
Ricardo, Juan Luis 926, 927 Rosa Herrera, Juan 959 San Pablo 482, 965
Ricart, Elpidio 89 Rosa, Candelario de la 64 San Rafael 372
Richet, Félix 868, 869 Rosa, Martínez de la 819, 829 San Silvestre 322, 499
Río Seco, José 424 Rosario, Bruno del 942 San Vicente 347, 348
Ritchie, Héctor 179 Rosario Sánchez, Francisco del Sang Ben, Mu-kién 6
Rivas, Manuel Antonio 101 340, 828, 833, 838, 839, 842, Sanabia, Rafael Emilio 647
Rivas, Modesto 108 843, 845, 849, 850, 859, 862, Sánchez, Alicia 339
Rivera, familia 46 874, 907, 950, 958 Sánchez, Caridad 42
Rivera, Micaela 892 Rossi, Juan 68, 69 Sánchez, Hilario 923
Riviere, Herard 419, 910 Rotarios 99, 100 Sánchez, Hortensia 68
Robiou 23, 90 Rousseau, Jean Jacques 435 Sánchez, Juan Francisco 466, 601
Roca, Hernán González 967 Royce, Josiah 199, 203 Sánchez, Juan José 65
Rocha y Ferrer, Antonio de la Rubí 69 Sánchez, Justa 194, 215, 242
375 Rubinstein, Antón 134 Sánchez, Luis 644
Rocha y Ferrer, Francisco de la Rubirosa, Porfirio 166 Sánchez, María Trinidad 869
375 Rueda, Manuel 15, 492, 972 Sánchez, Mario 448
Rod Acosta, Ofelia 209 Ruiz, Félix María 823, 944 Sánchez, Narciso 839
Rodin, Auguste 103, 199 Ruiz, José 347, 367-370, 376, Sánchez, Ofelia 34, 275
Rodó, José Enrique 198, 439 395, 826 Sánchez, Tomás 925
Rodríguez, Armando 494 Ruiz, Juan 952 Sánchez, Valentín 919, 925
Rodríguez, Arturo 122 Ruiz, María 842, 844 Sánchez Cabrera, Rafael 165
Rodríguez, Blas 946, 949, 951 Ruperta (Amelia Francasci) Sánchez González, Rafael 298,
Rodríguez, Gollito 380, 382, 263, 264, 270, 279 301
413, 432, 433 Ruskín, John 626 Sánchez Lustrino, Gilberto
Rodríguez, José Alfonso 383, 465, 466
384 S Sánchez Lustrino, Ricardo 54,
Rodríguez, Juan 512 Saavedra Fajardo, Diego 592 56, 65
Rodríguez, Manolín 179 Sáez, José Luis 30 Sánchez Ramírez, Juan 341,
Rodríguez Demorizi, Alfonso Saladín Pérez, Manuel E. 156 343, 346, 366, 895, 902
675 Salcedo, Francisco Antonio Sand, George 204, 232, 233, 251
Rodríguez Demorizi, Alonso 879, 880, 884, 885, 926, 927 Sandoval, Bernabé 921, 939
670, 671 Salcedo, Juan de Jesús 403, Sangiovanni 76
Rodríguez Demorizi, Emilio 404 Santa Rosa de Lima 343, 344
11, 15, 420, 468, 470, 491, Salcedo, Pedro 957 Santamaría 74
671, 910, 972 Saldaña, Félix M. Veloz 47, 99, Santana, Dimas 69
Rodríguez García, Juan 155 145 Santana, Grecia 461
Rodríguez Marín 323, 455 Saldaña, Luz 26, 131, 132 Santana, Pedro 387-389, 391-
Rodríguez Objío, Manuel 877, Sambuá, Justinito 388 395, 476, 545, 546, 684, 827,
878 San Carlos 21, 52, 55, 56, 71, 828, 834, 835, 854-858, 861-
Rodríguez Peguero, Rafael 55, 378, 402, 422, 424, 458, 476, 865, 868, 869, 871-877, 880,
485 603 884, 885, 889, 891-896, 908-
Roger 77 San Dimas 388 914, 916, 925, 931, 933, 934,
Rojob 774 San Felipe 862 936-940, 942-949, 951, 952,
Román, Miguel 233, 250 San Germán 414 954-965
544
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Santana, Ramón 834, 835, 856, Suero, familia 64 Thomen, Luis F. 168
963 Suero, Juan 905 Tió, Luis Amiama 28, 182
Santanché de Aquasanta, Leopol- Suero, Simón 514, 515 Tolentino, Rafael César 448
do Angel 402 Sully Berger 22, 61, 82, 106, 107 Tolstoy, León 199, 442
Santiago, Florencio 50 Suncar, Emilia 63, 584 Topolsky, Jerzy 35
Santín, Bernardo 354-356 Suncar, Manuela 44 Toribio 382
Santín, Juan 376-379 Suverví, Miguel 945, 948, 951, Toribio, Daniel 13, 15, 680
Santo Tomás 57, 118, 339, 359, 959, 968 Toribio, Pascasio 23, 67-69, 95
442, 480, 969 Torres de Navarra, Manuel
Santo Tomás de Aquino 118, T González 356
135, 339, 359, 969 Taggart 199 Torres, Isabel de 344
Satanás 111, 377 Tannenbaum, Andrés 196 Toribio, Daniel 7, 9
Saviñón, Francisco 421 Tanon, Lucien 78 Touraine, A. 94
Saviñón, Miguelito 49 Tatem Brache, Jaime 8 Trainer 160
Saviñón Lluberes, Ramón 421 Tavares Espaillat, Gustavo 6 Trajano 393
Saviñón Sardá, Mario 20, 24, Tavares K., Juan Tomás 6 Travelyan, George 608
29, 49, 50, 54 Tavárez Delgado, Juan Salva- Troncoso, Antonio 830
Schack, Eduardo 64 dor 8 Troncoso, Jesusito 48
Schweitzer 40 Tavárez Justo, Manuel Aurelio Troncoso, Juan Ma. 48
Scott, Walter 209 669 Troncoso, Tomás 403, 829
Seco, Padre 98 Tavárez Mirabal, Manuel Enri- Troncoso de la Concha, Ma-
Sepúlveda, Ulpiano 417 que 7 nuel de Jesús 5, 8, 9, 11, 48,
Serra, José María 820, 821, 823, Tavárez, Froilán 183 315, 317-319, 339-342, 455,
829, 830 Taveras, Chuchú 83 962, 967, 972
Serratosa Cibils 188 Taveras, Fernando 918, 919, 929 Troncoso Sánchez, Pedro 972
Sforza, Lucrizia 51 Teixidor, Antonio 179 Tronquilis 379-382
Shaar 121 Tejera, Apolinar 22, 29, 31, 65, Trujillo, Ramfis 28
Shakespeare, William 95, 116, 66 Trujillo, Virgilio 23, 85
199, 436, 482 Tejera, Clara de 229, 244 Trujillo Molina, Rafael Leonidas
Shaw, Albert 606, 611 Tejera, Emiliano 29, 31-34, 63, 20, 23, 27, 28, 31, 61, 89, 90, 92,
Shopenhauer, Arthur 199 66, 200, 201, 210, 225-229, 232, 181, 195, 317, 322, 324, 325,
Silvestre, Enrique 173 234-239, 243, 244, 248, 258, 329, 331, 333, 334, 398-400,
Simó Tores, Dennis R. 6 268-270, 272, 273, 281-285, 431, 439, 444, 461, 468-470,
Sócrates 199, 822 287-289, 291, 292, 294, 296-299, 477, 478, 480, 490, 494-498,
Sofía, Miss 42 301, 304, 308, 311, 392, 393, 506, 593, 594, 653-655, 658-
Soler, Alfredo 54 421, 425, 586, 589, 600, 601, 663, 665-667, 681, 910, 971
Soler, Angel María 455 650, 651, 663, 938, 943, 972 Trujillo Valdez, José 466
Soler, Félix Eduardo 399 Tejera, Jesús 392 Trujillo y Antúñez, José 398, 399
Soler, Florencio 923, 924 Tejera, Juan Nepomuceno 425, Turgeniev, Iván 199, 442
Soler, Mercedes 399, 400, 523, 835, 849 Turibio, vale 380
618 Tejera, Luis 292 Turina 199
Sorrentino, Stefano 165 Tejera, Manuel de Jesús 392,
Soto, José 915, 923 393, 407, 408 U
Soto, padre 425 Tejera de Reid, Clara 98 Unger 138
Staël, Madame 209, 210, 256 Tejera Peignand, Manuel de Urbina 463
Strauss, Ricardo 199 Jesús 344 Ureña de Henríquez, Salomé
Stravinski, Igor 199, 205 Thevernard, Pedro 357 15, 46, 152, 196, 197, 211,
Strozzi, Helena 105 Thiers, Adolfo 21, 51 245, 491, 554, 972
545
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
546
ÍNDICE DE FICCIÓN
VOLUMEN III biografías y evocaciones
547
ÍNDICE GEOGRÁFICO
VOLUMEN III biografías y evocaciones
A Arzobispo Nouel, calle 50, 118, Bahoruco 327, 451, 473, 972
Acapulco 347 417, 421, 464 Baluarte del Conde 850, 851,
Adirondacks, montañas 166, Ascalón 700, 717, 746, 768 862, 878, 907
167 Asia 242, 683, 697 Baní 47, 61, 322, 422, 431-434,
Afec 699, 743, 744, 748 Atao 744 437, 439, 440, 442, 445, 447,
Africa 436, 770, 899 Atenas 406 448, 450, 455, 456, 467, 472,
Africa Occidental 42, 46 Atenas del Nuevo Mundo 473, 476, 479, 484, 487, 492,
Aguacate (Gabino Puello), ca- (Ciudad de Santo Domin- 495, 527, 857, 906, 907, 911,
lle del 393 go) 394 912, 922, 923, 934, 936-938,
Alcázar de Colón 187 Ateneo Dominicano 144, 417, 952
Alemania 22, 27, 43, 89, 144, 449, 475 Bánica 520, 533, 537, 541, 920,
209, 444, 580, 856, 866, 869 Atlantic City 168, 175, 177 925, 947, 949, 962
Alma Rosa 60 Avenida Capotillo 26, 131 Bank of Nova Scotia 140, 159,
Amalec 705-708, 719, 726, 744, Avenida España 89 160
746, 770, 771 Avenida George Washington Barahona 63, 64, 72, 161, 437,
Amazonas 176 184, 374, 496 465, 472-474, 529
América 27, 29, 31, 85, 116, 118, Avenida Independencia 158, Barbarroja 389
146, 153, 169, 170, 176, 180, 374, 453 Barcelona 19, 24, 76, 134, 351,
187, 194, 195, 197-199, 201, Avenida José Trujillo Valdez 435, 821, 870
202, 205, 210, 331, 339-341, 466 Barro 909, 936, 939, 962
343, 367, 371, 388, 390, 391, Avenida Mella 26, 131, 466 Basilea 341, 363, 371, 901, 917
441, 443, 463, 464, 469, 477, Avenida México 136, 139, 161 Belén 696, 699, 703, 709-713,
495, 545-547, 555-561, 563-566, Ayuntamiento de Higuey, pa- 715-717, 720, 727, 729, 749,
578-586, 591, 595, 599-601, lacio del 961 751, 757, 765, 766
605-607, 609-617, 623, 627-630, Azotos 700, 768 Belén do Pará 165, 170, 176
632, 633, 635, 638-640, 643, Azua 33, 61, 168, 201, 267, 269, Bélgica 89, 234
644, 646, 650, 671, 814, 851, 317, 322, 329, 346, 352-354, Beller 922, 924-926, 928, 938
869, 870, 876, 884, 971, 973 383, 395, 396, 461, 462, 471, Berlín 86
América Central 634 472, 520, 522, 524, 525, 534, Berseba 697-701, 753, 794, 801
América Latina 158, 198 535, 537, 850-852, 855-858, Bethania 109
Andrés 389 861, 865, 872, 894, 906-912, Betul 744
Andrés, bahia de 850 914-916, 920, 922, 925, 931, Boca Cachón 936
Annapolis 165 934-941, 943-946, 949, 951, Boca Chica, ingenio 124, 159,
Antillas Mayores 506 952, 962 160
Arara 744 Azua, puerto de 937 Boca de Palmita 936, 937
Arequipa 170 Bogotá 463, 464, 605
Argentina 146, 166, 197, 199, B Borasán 744
367, 427, 968 Bahía de Ocoa 937 Boston 85, 178, 606
Arquillo (Arzobispo Nouel), Bahía de Samaná 75, 331-333, Boulevard Saint-Michel 77
calle del 50, 381, 417, 421, 555-559, 563, 564, 585, 589, Brasil 42, 133, 158, 165, 166,
824, 826, 839 591, 610, 612, 616, 832 170, 180, 187, 197, 872, 888
549
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Buenos Aires 20, 166, 176, 449, Catedral de Santo Domingo Damasco 773, 774, 965
968 43, 47, 202, 341, 343, 346, Dan 697-699, 753, 784, 801
Burdeos (Bordeaux) 77, 79, 86, 349, 350, 358, 360, 361, 365, Detroit 614, 616
94, 405 367, 369, 374, 375, 384, 394, Dinamarca 85, 563, 618
395, 402, 403, 411, 416, 420, Distrito Nacional 44-46, 50, 53,
C 423, 425, 426, 904, 958 61-64, 71, 72, 76, 77, 80, 82,
Cabo Haitiano 43, 590 Ceiba del Agua 469, 470 85, 87, 89, 98, 339, 368, 516,
Cabrera 75 Chicago 168, 171, 629 519, 520, 535, 537, 553, 617,
Cachimán 478, 496, 681, 907, Chile 169, 170, 180, 200, 353 658, 666
914-922, 938, 940, 962, 964 Cisjordania 794 Dr. Mouchotte, clínica 77
Cádiz 463 Ciudad Antigua 376 Duarte, calle 59, 100, 474
Caléxico 173 Ciudad del Morro 123 Duarte, parque 43, 54
California 173, 466, 608 Ciudad Luz 77, 205
Calle Isabel La Católica 420, Ciudad Trujillo 322, 329, 439, E
424, 455, 645, 838, 853 461, 490, 506, 910 Ecuador 170, 971
Calle Nueva (Sánchez) 417, 420 Clavellinas 269 Egeo, Mar 697
Calle Regina 47, 53 Clínica Baudelocque 77 Egipto 100, 406, 679, 694, 695, 697,
Callejón del Convento 385 Clínica Internacional 27, 118, 707, 741, 768-770, 780, 846
Camagüey 168 134, 161, 174, 181 El Aguacatico 21, 52, 55
Canadá 140, 141, 176, 177, 453 Club de La Vega Real 167 El Alto 389
Canal de la Mancha 77 Club Rotario de Santo Domin- El Cambronal 939, 946
Canal de Panamá 89, 605, 607, go 23, 99 El Capá 389
608, 632 Colegio de Jesuitas 375 El Cibao 22, 54, 67, 69, 76, 78,
Caño (Isabel La Católica), calle Colombia 123, 343, 605, 606, 81, 85, 87, 88, 93, 98, 168,
del 354, 420, 424 608, 632, 633, 680, 833, 844, 223, 269, 270, 272, 288, 291,
Caño Hondo 75 845, 954 372, 407, 450, 451, 490, 535,
Capotillo 879, 882, 964 Colón, (Las Damas) 21, 44-46, 546, 572, 819, 828, 837, 858-
Caracas 20, 158, 170, 463, 830, 51-53, 119, 120, 375, 387, 409, 862, 864-866, 876, 877, 925,
841-845, 872, 874-877, 879, 863 955
881-883, 885-887 Constanza 77, 934 El Conde 381, 464
Caribe, mar 134, 153, 176, 194, Cordillera Central 860, 893 El Conde, calle 42, 44, 46, 144,
205, 274, 320, 395, 477, 491, Cuaba, río 70 153, 202, 364, 379, 381, 420,
556, 557, 563, 564, 616, 639, Cuba 21, 27, 52, 56, 59, 60, 89, 421, 423, 553, 602, 618, 833,
831, 872 100, 143, 144, 146, 168, 196- 840, 945
Carmel 738, 739, 744 198, 200, 296, 343, 371, 400, El Congo 42, 46, 234
Carolina 165 404, 432, 444, 468, 469, 492, El Curro 473, 474
Casa Blanca (Presidencial) 608, 493, 557, 561, 562, 581, 617, El Jovero 75
615, 629, 631 622, 623, 630, 642-644, 817, El Memiso 827, 910-912, 914,
Casa de Gobierno (Palacio del 819, 901, 965 915, 938, 940, 962
Senado) 382 Cuesta del Vidrio 59, 365 El Naranjo 389
Casa del Cordón 123, 187 Cueva de las Golondrinas 394 El Pajarito 319, 422, 424, 840
Casa Municipal 46 Curazao 42, 46, 194, 403, 463, El Peje 389
Castilla 343, 363, 388, 643 834, 841, 842, 845, 849-852, El Portezuelo 936-938, 946
Cataluña 354, 376, 819, 820, 870, 874, 877, 881 El Prado 828, 835, 856, 865, 892,
822, 829 893, 895, 908, 934, 939, 957,
Catedral de nuestra Señora de D 958, 964
la Encarnación (Santa María Dajabón 123, 549, 550, 837, 918, El Vaticano, Santa Sede 402,
la Menor) 374 922, 925, 926, 928 416, 587
550
Índice GEOGRÁFICO | VOLUMEN III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
El Vaticano, taberna nocturna Europa 23, 40, 77, 89, 144, 198, Gélboe 707, 709, 712, 722, 730,
56, 66 200, 203, 205, 206, 234, 359, 734, 738, 742, 743, 745-751,
El Viso 389 391, 401, 441, 443, 495, 561, 758, 759, 765, 801
Elmúdesi, clínica 118 684, 813, 816-821, 845, 856, Gezer 767, 768
Emiliano Tejera, calle 393, 866, 868, 873, 881, 968 Gran Bretaña 45, 391, 563, 582,
421 584, 671
Emilio Prud’Homme, calle 52, F Grecia 199, 565, 808
460 Facultad de Medicina de la Uni- Guadalajara 173
Empresas León Jimenes 969 versidad Autónoma 24, 44, Guanajuato 172, 188
Ensanche Espaillat 26 49, 53, 55, 62, 89, 90, 92, 118, Guanuma 893, 894, 972
Escandinavia 172 119, 135, 157, 158, 170, 458 Guarda Mayor (Luperón), ca-
Escuela de Bachilleres 22, 56, Facultad de Medicina de París lle del 393, 420, 421, 424
602 65, 68, 75-78, 86 Guayacanes 844, 850
Escuela Normal 56, 422, 602, Filistea 698, 700, 705, 731, 733, Guayacanes, puerto de 844
603 741, 742, 747, 748, 750, 751, Guayana Británica 582
Escuela Preparatoria “La Fe” 759, 765, 766, 768-770, 773 Guayana Holandesa 165, 845
50, 56, 73, 92 Flor del Ozama, imprenta 66 Guayanas 176
España 21, 52, 76, 78, 176, Florencia 104, 106 Guayaquil 493
199, 200, 205, 341, 343, 346, Florida 140, 168, 169, 178, 180 Guayubín 877, 878, 926
351-353, 363, 372, 383, 390, Font Verrete 929, 962 Guesur 785, 788, 795
391, 394, 401, 407, 416, 420, Fortaleza Ozama 25, 51, 53-57,
421, 425, 435, 444, 451, 463, 61, 63, 74, 120, 124, 851, 962 H
477, 492, 545, 546, 556, 557, Francia 22, 77, 81, 83, 85, 86, Haina 125, 181, 519
560, 563, 564, 576-578, 581, 89, 92, 93, 123, 186, 199, 202, Haití 22, 57, 58, 60, 61, 75, 160,
583, 584, 591, 597, 603, 811, 207, 209, 210, 351, 363, 371, 168, 319, 332, 339, 343, 371,
814-818, 821-823, 827-832, 390, 405, 444, 451, 477, 563, 372, 374, 382, 383, 405, 416,
837, 844, 856, 864, 869, 874, 582, 583, 638, 653, 815-817, 419, 425, 432, 445, 476-478,
875, 877, 881-885, 893, 895, 830, 832, 843, 849-851, 856, 480, 512, 529, 530, 535, 555,
896, 901, 904, 912, 918, 919, 869, 882, 899-901, 910, 913, 557, 562, 563, 566, 579, 581,
964 917, 918 582, 585-588, 590, 591, 679,
Espejo, lago del 166 Fuerte de San Gil 62 681, 812, 814, 819, 827, 832,
Estación Experimental de Ta- Fuerte de San Luis 397 837, 844, 849, 858, 875, 880-
baco 470 Fuerza, barrio de la 43, 44, 54, 883, 893, 894, 900-904, 908,
Estados Unidos de América 57, 60, 386, 409, 412, 424 910-912, 915-919, 922, 929,
26, 85, 93, 122, 125, 133, Fuerza, castillo de la 374, 408, 931-933, 941, 943, 955
134, 137, 138, 140, 144, 149, 410 Hamburgo 144, 815, 822, 866,
153, 160, 172, 174, 175, 178- 868, 869, 875, 889
180, 183, 184, 234, 296, 331, G Hamburgo, puerto de 866
332, 340, 408, 432, 476, 492, Gabino Puello, calle 377, 393 Hebrón 690, 717, 734, 740, 744,
493, 546, 547, 555, 556, 558- Gad 689, 741, 771, 782, 784, 785, 749, 751-757, 759-762, 785,
561, 563-566, 576, 578-586, 793, 794 787, 789, 796, 803, 805, 806
589, 591, 595, 599-601, 605- Gálgala 706, 708, 709 Hendaya 204
607, 609-617, 623, 627-630, Galilea 109, 697 Higüey 52, 923, 924, 935, 942,
632-635, 638-640, 643, 646, Gath 692, 697, 698, 700, 714- 960-962
650, 671, 814, 815, 818, 854, 718, 720, 721, 731-735, 740- Hincha 60, 918, 919, 921, 925,
858, 866, 869, 876, 882-884, 743, 746-752, 764-767 962
905 Gaza 697, 741 Holanda 563
Estamoa 744 Gazcue 120 Hondo Valle 918, 919, 929
551
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
552
Índice GEOGRÁFICO | VOLUMEN III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
553
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Plaza de la Catedral (Parque Quisqueya 208, 211, 245, 255 Royal Bank of Canada 140,
Colón) 839 Quito 478, 493, 971 453
Plaza de Port Republicaine Rue de la Sorbonne 77
899 R
Plaza del Carmen 824, 839 Rabat-Ammón 772-774, 781, S
Plaza Mayor 347 783, 794 Sabana Cruz 925
Plaza Vieja 21, 49 Rama 700-702, 706, 708, 720, Sabana de la Mar 79, 87
Plazoleta de los Curas 202, 420, 726-728, 731, 757 Sabana Larga 827, 939
423, 424 Ramot 794 Sabana Pajonal 934
Plazoleta Sánchez 366 Rancho Cayuco 675 Sabanabuey 857, 871, 910, 937,
Point-a-Pitre 77 Región del Caribe 171, 179, 942
Pontificia Universidad de San- 332, 581, 634 Sabanamula 895
to Tomás de Aquino 118 República Dominicana 5, 7-9, 11, Sabaneta 490
Port Spain 165 15, 19, 20, 22, 25, 29-34, 41, 42, Saint Antoine, hospital 86
Port-au-Prince 58, 371, 383, 51, 53, 56, 61, 63, 66, 77, 85, 87, Saint Nicolás, muelle 589
529, 578, 579, 582 88, 93, 95-97, 102, 110, 111, 118, Saint Thomas 42, 45, 77, 401,
Porto Alegre 166 119, 150, 160, 165, 171, 187, 402, 840, 841, 844, 869, 870,
Portugal 351, 354, 356 193, 194, 199-201, 207, 233, 881, 957
Pozo de Caldas 158, 170 245, 267, 270, 281, 283, 289, Salamanca 200
Puebla 173, 347 292, 301, 318, 322, 329-331, Salcedo 22, 23, 67, 68, 70, 72,
Puerta de La Misericordia 906 335, 339, 340, 347, 358, 373- 96, 98, 168
Puerta de San Diego 853, 863 375, 387, 394, 401, 403, 405- Salinas de Barahona 161
Puerta del Conde 57, 381, 419, 408, 410, 411, 413, 416, 421, Samaná 22, 71, 72, 74-76, 79,
828, 838, 851, 854, 862, 904, 423, 433, 460, 468, 477, 480, 80, 83, 86-88, 93, 94, 331-333,
907, 950 494, 497, 506, 507, 514, 518, 555-559, 563-566, 582, 585,
Puerta del Perdón 365, 374 522, 525, 534, 546, 553, 555- 589, 591, 610, 612, 613, 616,
Puerto Hermoso 377 561, 563, 565, 566, 568, 575, 617, 832, 905, 959
Puerto Plata 42, 45, 46, 144, 578-582, 585-588, 590, 593, Samaná, puerto de 71, 93
343, 344, 373, 374, 407, 553, 594, 600, 601, 603, 606, 607, Samaria 109
587, 616, 647, 670, 861-863, 609-611, 613, 615-618, 632-634, San Andrés, hospital de 369,
866, 905, 926 638, 640, 641, 643, 645, 650, 824
Puerto Príncipe 22, 60, 75, 168, 663, 665, 666, 671-673, 680, San Antonio, hospital 62, 63
445, 479, 827, 849, 899, 903, 684, 689, 818, 825, 827, 837, San Carlos 21, 52, 55, 56, 71,
904, 911, 917, 918, 921, 929, 844, 848, 849, 851, 853-855, 378, 402, 422, 424, 458, 476,
933, 938, 941, 943 857-862, 864, 865, 874, 875, 603
Puerto Rico 30, 48, 68, 77, 123, 878-886, 888-890, 892, 893, San Carlos Land 456
137, 139, 149, 165, 166, 170, 902, 905, 907-918, 924, 926, San Cristóbal 47, 60, 61, 72,
175, 178-180, 198, 200, 231, 928-937, 941, 943-946, 949, 168, 289, 348, 401, 407, 834,
249, 255, 277, 343, 351-353, 951, 952, 954, 955, 957-960, 840, 902, 904-906, 908, 922,
391, 400, 414, 464, 581, 597, 962-965, 968, 969, 971, 973 935, 956
623, 901 Restaurant Paraíso 522 San Diego 817, 853, 863
Puerto Viejo 471 Río de Janeiro 165, 187, 340 San Francisco (Emiliano Teje-
Punta Caña 540 Río Negro 869, 872-874, 888- ra), calle 393
Punta Inglesa 473, 474 890, 895 San Francisco de Macorís 22,
Río Nilo 768 23, 68, 69, 78-87, 89, 93, 94,
Q Roma 92, 110, 199, 247, 250, 98, 185, 291, 505
Quartier Latin 77 258, 267, 273, 401, 402, 406, San Francisco, capilla de 416
Queila 692, 734, 735 693, 829 San Germán, carcel de 414
554
Índice GEOGRÁFICO | VOLUMEN III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
555
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Venezuela 20, 146, 158, 167, W Yaque del Sur, río 472, 535, 909,
170, 209, 374, 416, 463, 587, Washington 126, 557, 578-581, 922, 934
817, 830, 842, 844, 850, 872, 607, 609, 610, 614, 634, 670, Yásica 490
875-877, 879, 881-883, 886, 939 Yucatán 171
954 Waterloo 395
Villa Duarte 25, 119, 122 Z
Villa Riva 75 Y Ziff 735, 736, 738, 741
Viña del Mar 169, 332 Yaguate 50, 53
556
Volumen IV
Crítica de Literatura y Arte. Filosofía
Índice general | Índice onomástico | Índice de ficción | Índice geográfico
ÍNDICE GENERAL
VOLUMEN IV Crítica de literatura y Arte. Filosofía
Presentación
Origen de la Colección Pensamiento Dominicano y criterios de reedición .............................................. 11
Daniel Toribio
Administrador General del Banco de Reservas de la República Dominicana
Exordio
Reedicion de la Coleccion Pensamiento Dominicano: una relidad ........................................................... 15
Mariano Mella
Presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Introducción
Crítica de literatura y arte. A manera de prólogo ..................................................................................... 19
León David
559
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
F. GARCÍA GODOY
ANTOLOGÍA
Selección, prólogo y notas
Joaquín Balaguer
BOSQUEJOS BIOGRÁFICOS
La patria y el héroe ................................................................................................................................. 160
Núñez de Cáceres ................................................................................................................................... 164
Ulises F. Espaillat .................................................................................................................................... 169
La religión de la humanidad ................................................................................................................. 173
José Martí ................................................................................................................................................. 180
José Enrique Rodó . ................................................................................................................................. 196
De otros tiempos ..................................................................................................................................... 205
Génesis Nacional . ................................................................................................................................... 207
Calle de Amargura . ................................................................................................................................ 211
MANUEL VALLDEPERES
EL ARTE DE NUESTRO TIEMPO
apéndice
Síntesis panorámica del arte en Santo Domingo ................................................................................ 252
560
Índice GENERAL | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
TOMO I
PRIMERA PARTE
Era Colonial................................................................................................................................................ 263
I. El descubrimiento y la conquista espiritual . ............................................................................ 263
II. Primer siglo de la colonia ............................................................................................................ 270
III. Primeras manifestaciones literarias de los nativos de la isla . ................................................ 278
IV. El siglo XVII.................................................................................................................................... 283
V. El siglo XVIII. . ............................................................................................................................... 291
VI. Transición del siglo XVIII al XIX . ............................................................................................... 297
VII. La reconquista y la primera independencia............................................................................... 305
VIII. Manifestaciones folklóricas.......................................................................................................... 315
IX. Período haitiano: Nuevas emigraciones..................................................................................... 322
SEGUNDA PARTE
Era de la independencia
X. Los Trinitarios................................................................................................................................. 333
XI. La poesía patriótica........................................................................................................................ 343
XII. Otras manifestaciones de la poesía lírica.................................................................................... 366
XIII. Grupos literarios............................................................................................................................ 390
OMO II
T
segunda edición revisada y ampliada
561
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
APÉNDICE
Documentos de Chassériau.................................................................................................................... 652
Bibliografía de T. Chassériau.................................................................................................................. 667
Ilustraciones............................................................................................................................................ 670
562
Índice GENERAL | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Segunda sección
Introducción
Hostos patriota, Hostos maestro, la influencia del pensamiento de Hostos
en la sociedad dominicana......................................................................................................................... 673
Jesús de la Rosa
Letras dominicanas
La historia de Quisqueya (José Gabriel García)......................................................................... 793
Soledad............................................................................................................................................. 797
Temas políticos................................................................................................................................ 798
Salomé Ureña de Henríquez......................................................................................................... 800
Lo que no quiso el lírico quisqueyano......................................................................................... 802
El libro de Américo Lugo.............................................................................................................. 807
563
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
PRIMERA PARTE
RELACIONES Y DEBERES
Capítulo I. La sociedad y sus órganos................................................................................................. 831
Capítulo II. Objeto de la moral social - En qué se funda.................................................................. 833
Capítulo III. Exposición de las relaciones............................................................................................ 835
Capítulo IV. Clasificación de relaciones............................................................................................... 836
Capítulo V. Análisis de las relaciones del hombre con la sociedad: Relación de necesidad........ 838
Capítulo VI. Segunda relación - Relación de gratitud....................................................................... 839
Capítulo VII. Tercera relación - Relación de utilidad......................................................................... 840
Capítulo VIII. Cuarta relación - Relación de derecho........................................................................ 840
Capítulo IX. Quinta relación - Relación de deber.............................................................................. 842
Capítulo X. Del deber y su función en la economía moral del mundo........................................... 843
Capítulo XI. En qué se fundan los deberes sociales........................................................................... 844
Capítulo XII. Deberes derivados de nuestras relaciones con la sociedad....................................... 846
Capítulo XIII. El deber del trabajo - Sus modificaciones en los diversos grupos sociales............ 850
Capítulo XIV. Deber de obediencia y sus modificaciones................................................................. 852
Capítulo XV. Por qué no se da su nombre a los deberes derivados de la relación de utilidad... 853
Capítulo XVI. Continuación del anterior............................................................................................. 857
Capítulo XVII. Deberes deducidos de la relación de derecho........................................................... 858
Capítulo XVIII. El derecho armado - Deberes que impone............................................................... 860
Capítulo XIX. El deber de los deberes.................................................................................................. 863
Capítulo XX. Los conflictos del deber - La regla de los conflictos................................................... 864
Capítulo XXI. Deberes del hombre para con la humanidad............................................................. 867
Capítulo XXII. Deberes complementarios............................................................................................ 871
Capítulo XXIII. Deberes complementarios - Continuación............................................................... 874
SEGUNDA PARTE
LA MORAL Y LAS ACTIVIDADES DE LA VIDA
Capítulo XXIV. Enlace de la moral con el derecho positivo.............................................................. 879
Capítulo XXV. Enlace de la moral con la política................................................................................ 881
Capítulo XXVI. La moral social y las profesiones............................................................................... 883
Capítulo XXVII. La moral y la escuela.................................................................................................. 886
Capítulo XXVIII. La moral y la iglesia católica.................................................................................... 888
Capítulo XXIX. La moral y el protestantismo...................................................................................... 891
Capítulo XXX. La moral y las religiones filosóficas . ......................................................................... 894
Capítulo XXXI. La moral y la ciencia ................................................................................................... 897
Capítulo XXXII. La moral y el arte ....................................................................................................... 900
Capítulo XXXIII. La moral y la literatura - La novela . ...................................................................... 902
564
Índice GENERAL | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
565
ÍNDICE ONOMÁSTICO
VOLuMEN IV Crítica de literatura y Arte. Filosofía
567
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
568
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
569
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Boiardo, Matteo Maria 122 Braque, Georges 220, 223 Cabrera, Raúl 386
Boíl, Bernardo 264 Brau, Salvador 541, 542 Cáceres, Rafael 557
Bolívar, Simón 56, 81, 120-122, Bravo, Gonzalo 495 Cáceres, Ramón 452, 453, 457,
142, 161, 167, 168, 189, 195, Brea Franco, Luis 8 464, 610, 647
205, 209, 308, 314, 361, 398, Brea Messina, Ramón 586 Cáceres y Ovando, Alonso de
455, 456, 509, 583, 585, 661, Brehm, Alfred 34 273
662, 664, 668, 701, 739, 769, Brenes Pérez, Rafael A. 397 Cadilla de Martínez, María
819 Brings, Friedrich 626 320
Bonaparte, José 305, 308 Brinz, Alois 596 Calatayud, Endrina 483
Bonaparte, Napoleón 298, 308, Brisel, Francisco 497 Calderón, Segismundo de 139
328, 337, 419, 585, 586, 657, Brito, Antonio 416 Calderón, Telésforo R. 611, 648,
664, 666, 667, 788, 795, 845 Brito, J. 613 651, 670, 726
Bonelli, A. 372 Broaut, Augusto 407 Calderón de la Barca, Ángel
Bonifacio, José 122 Brouard., Auguste 327 336
Bonilla, Alejandro 252, 337, 434, Brull, Mariano 51, 396 Calero (personaje de los tiem-
582, 593-604, 610, 616, 634, Brunetiere, Ferdinand 127 pos de E. Rodríguez Demo-
670, 702 Brye, Alfred 592 rizi) 538
Bonilla, familia 702 Bücher, Karl 99 Calero, Miguel A. 603
Bonilla, José Antonio 335, 338 Budha 175, 786, 868, 889 Calzadilla, Juan 628
Bonilla, Pedro Pablo 335 Buñols, José Esteban 42, 392, Cambiaso, Juan Bautista 604
Bonilla y Correa, Alejandro 475 Cambiaso, Luis 470, 474, 602
337 Burell, Julio 182 Cambiaso, Rodolfo Domingo
Bonnelly, Arístides 490 Burgalés, Alonso 270 470, 474, 604
Bonnelly de Díaz, Aida 489, Burton, O. F. 399 Camejo, Pedro 503
490, 492 Bustamante, Carlos María 296 Caminero, José María 330
Bonetti Mesa, Luis Manuel 7 Bustamante, Juan 270 Cámpora, Monina 621
Bonó, Pedro Francisco 423, 424, Byron, George Gordon 96, 122 Campos Villavicencio, Gabriel
467, 507 Navarro de 290
Bonostró (persona de los tiem- C Campos, Joaquín 409
pos de P. Santana) 502 Caballero, familia 358 Campos, Rubén M. 318, 487
Bordas Valdés, José 610 Caballero, Manuel 44 Camps Jiménez, Miguel de 6
Borges, Jorge Luis 51, 108 Cabelo, José 556 Campuzano, familia 358
Borgia, César 386 Cabezas Altamirano, Juan de Campuzano y Fernández, Ca-
Borgoñón, Juan de 264 las 276 talina 306
Boscán, Juan 107 Cabral, Chinchina 481 Canal, Boisrond 410
Bosch, Juan 15, 480, 692, 929 Cabral, Eulogio C. 411, 518 Canales, Hernando de 277
Bosch, León 632 Cabral, familia 358, 702 Candelaria, Manuel de 308
Bossuet, Jacques Bénigne 110 Cabral, José M. 600 Cané, Miguel 87
Boticelli, Sandro 594 Cabral, José María 453, 462, Cantabrana, Mariana 296
Bourgeois, Louise 891 684 Caonabo (Indígena, tiempos de
Bouvard 98 Cabral, Juan C. 409 C. Colón) 362, 401, 405, 406,
Bouvenne, Anglaus 587, 666, Cabral, Manuel del 480, 481, 465, 582, 594, 602, 609, 618,
668 549, 600, 601, 603, 610, 629 620, 635, 670
Boyer, Jean Pierre 161, 166, 167, Cabral, Marcos A. 466, 467 Capeaux 586, 666
270, 313, 322, 323, 327, 329, Cabral B., Marcos 670 Carabaño, J. M. 593
330, 333, 685, 686 Cabral y Aybar, Marcos 327, Carbonel, José Manuel 304
Boyrie, familia 502 331 Carbonell, Pedro 634
Brahma 786, 900 Cabrera, Alonso de 113, 276 Carducho, Vicencio 594
570
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Caresmar, Jains 264 Castellanos y Martínez, Rafael Cestero, Tulio Manuel 48, 127,
Caridad, Juan Pascual 492 Conrado 438 386, 418, 432, 438, 461, 468,
Carite, Tomás 420 Castillo (persona de los tiempos 473, 523, 604, 634, 651, 929
Carlos (primo de Pedro Henrí- de Hostos) 709, 710 Cestero de Garrido, Elisa M.
quez Ureña) 39 Castillo, Benigno del 622 604
Carlos V 273, 404 Castillo, familia 743 Cetina, Gutierre 274
Carlyle, Thomas 172, 195, 200 Castillo, José Zoilo 492, 494 Cézanne, Paul 223, 225, 228,
Carmona Aguirre, Manuel Castillo, Luis Conrado del 461, 230, 242, 245, 649
308, 323 466 Chacón y Calvo, José María 300
Caro, familia 358 Castillo, Luis María 361, 362 Chagoya, Enrique 273
Caro, José Eusebio 403 Castillo, Luz María 621 Champsaur, Felicien 127
Caro, Miguel A. 623 Castillo, P. M. 600 Chanlatte, José Aniceto 408
Carpaccio, Vittore 615 Castillo, Pelegrín L. 476 Charlevoix, Francois Xavier
Carranza, Victoriano 490 Castillo Ledón, Ignacio 44 295, 592
Carrasco y Capeller, Pedro Castillo Ledón, Luis 44 Chassériau, Benito 583, 585-588,
335, 338 Castillo Márquez, Francisco 601, 605, 616, 631, 652-655,
Carreño, Ramón 555 Xavier del 475 663-669
Carreras, Eduardo 700 Castro Palomino, José Agustín Chassériau, Ernesto 586
Carreras y Artau, Tomás 528 de 297 Chassériau, Jean 668
Carretero, Juan J. 493 Castro, Fernández de 289 Chassériau, Marie 586
Carricarte, Arturo R. 44 Castro, Heriberto de 622 Chassériau, Théodore 322, 583,
Carrillo y Sotomayor, Luis 51 Castro, Isabel 621 585, 588, 615, 664, 667-670
Cartagena Portalatín, Aída 483 Castro, Jacinto de 468, 610, 633 Chateaubriand, François René
Carvajal, Andrés de 495 Castro, Julio César 397 de 87, 398, 416
Carvajal, Francisco 290 Castro, Justina 621 Chavannes, Puvis de 586-588,
Carvajal, Micael de 113, 274 Castro, Pedro de 534, 536, 548 666-669
Carvajal y Campofrío, Alonso Castro, Víctor Manuel de 430 Chavarri, Eduardo L. 595
de 289, 290 Cayemite (militar de los tiem- Chaves, Carlos 487
Carvajal y Campofrío, García pos de B. Báez) 409 Chevalier, familia 502
de 289 Cayetana Bala, María 324 Chevillard, Volvert 588, 667,
Carvajal y Rivera, Fernando de Cedrón, Juan 495 668
113, 285 Cendoya, Gerardo Diego 108 Chevremont, Napoleón Guy
Casas, Bartolomé de las 88, Cennini, Cennino 589, 617 327, 331
113, 115, 265-267, 270, 272, Ceos, Simónides de 100 Chez Checo, José 6
274, 278, 279, 399, 404, 424, Cerezano Camarena, Antonio Chievres 273
504, 546, 649, 702, 734-736, 308 Chopin, Fryderyk Franciszek
740, 757 Cerón, J. D. 595, 603 46, 449, 615
Casas, familia 464 Cervantes Saavedra, Miguel Christo, Jesús del 729, 730
Caso, Antonio 44-46, 52, 90, de 64, 66, 128, 183, 185, 242, Cicerón 454
777 243, 472, 494, 500, 503, 590, Cid, Carlos 611, 615
Castaños, José Ramón 562 602, 926 Cienfuegos, Jacobo 497
Castelar, Emilio 96 Céspedes, Pablo de 594, 769 Cieza, Pedro 559
Castellanos, Cándido 493 Cestero, Elisa M. 604 Cifré Navarro, Ramón 483
Castellanos, José 471, 477 Cestero, Manuel Florentino 427, Ciro 794
Castellanos, Juan de 112, 114, 432, 473 Claretie, Jules Arsène Arnaud
115, 275, 278, 283, 390 Cestero, Mariano A. 167 623
Castellanos, Rafael Conrado Cestero, Mariano Antonio 56, Claudel, Paúl 100, 219-221, 223,
391, 438 433, 442, 460, 467, 468 224, 231
571
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Claudio, Pablo 418, 488 627, 630, 633, 648, 650, 925, Courbet, Gustave 617, 628
Clavijo, José 289 929 Couret, Marie Madeleine 585,
Cleofes Valdés, Francisca 349 Contreras, Hilma 483 664, 668
Cubo, Bernabé 276 Contreras, Juan 131, 132 Cravioto, Alfonso 44, 45
Cocchía, Roque 521, 522, 623, Cook, James 827 Creales, Ervido 392
640 Cooper, Fenimore 398 Cristo 23, 191, 232, 265, 414,
Cocco, Manuel 576 Copérnico 898 471, 501, 590, 600, 632, 634,
Coester, Alfred 92, 93 Coppée, François Édouard Joa- 636, 646
Cohén, familia 598 chim 388, 389 Cristóbal, Enrique 278
Cohén, Luis 406 Cordero, Armando 479 Cristóbal, Juan 634
Coiscou, Barón 600, 785 Cordero, León 555, 593, 608, Cromwell, Oliver 845
Coiscou, Rodolfo 42, 785 724 Cruz, Gaspar Mario 255, 631,
Coiscou Henríquez, Máximo Cordero Michel, Emilio 6, 8 633, 650
301, 307, 309-311, 470 Córdoba, Matías de 121 Cruz, Juana Inés de la 51, 79,
Coleti, Nicola 505 Córdoba, Pedro de 265, 266, 276 289
Colín, Eduardo 44 Córdoba y Vizcarrondo, Euge- Cruz, Manuel de la 113
Coll, E. 600 nio 383 Cruz, Miguel de la 411
Collantes, Andrea de 496 Córdobas, familia 464 Cruz Alfonseca, Juan de la 493
Colón, Bartolomé 756, 760 Corneille, Pierre 61, 63 Cruz Alvarez, Arquímedes
Colón, Cristóbal 157, 180, 263, Corona, Juan 493 386
264, 272, 291, 295, 318, 319, Coronado, Enrique 358, 434 Cruz Fuentes, José de la 559
363, 370, 372, 386, 394, 402, Corot, Camille 616 Cruz Limardo, José 511
406, 407, 462-464, 470, 542, Corrale, Ángel María 616 Cubill, Joaquín 493
555, 575, 593, 599, 603, 604, Correa Cruzado, Juan de Dios Cuéllar, María de 404, 418
623, 624, 633, 634, 647-649, 328 Cuello, Julio Alberto 390, 393,
690, 702, 706, 707, 711, 734- Correa y Cidrón, Bernardo 56, 395
740, 744, 750, 756-758, 761, 165, 208, 308, 309, 311, 323, Cueva y Maldonado, Francisco
762, 795, 819, 827, 898, 926 324 de la 293
Colón, Diego 114, 263, 271, Correa, familia 358 Curiel, Abraham 493
404, 463, 558, 592, 629, 739, Correa, Francisco 640 Curiel, Carlos 648
757-760 Correa, Juan Gregorio 306 Curiel, Martina 592
Colón, Fernando 264, 546 Correa, Tomás 306 Curt Lange, Francisco 487
Comenio, Jan Amos 783 Cortés, Hernán 88, 267, 272, Cuvier, Georges 781, 897
Comparán, Gaspar de 495 757, 827
Comte, Auguste 173-178, 673, Cortés, José Domingo 477 D
675, 676, 691, 818, 889, 899 Corzo-Orella, Francisca 306 D’Annunzio, Gabriele 43, 53,
Concha, Arquímedes 599, 600, Cosa, Juan de la 264 386
621, 623, 637, 670, 900 Cossio, Carlos 244 D’Harcourt, Margarite 487
Concha, Jacinto de la 335, 336 Costa, Gabriel Rudescindo 584 D’Soto, Renato 419, 612
Concha, Manuel de la 494 Cotarelo y Mori 499, 504, 548 D’Urville, Jules 827
Concha, Tomás de la 335 Cotubanamá (Indígena, tiem- Da Vinci, Leonardo 83, 582, 586,
Conchillos, Lope de 266 pos de C. Colón) 405, 406, 594, 608, 614, 616, 617, 633
Condorcet, Nicolás de 781 805, 807 Dalí, Salvador 238
Conep, Franz 492 Cotubanamá (Seudónimo de Damirón, Ildefonso 493
Confucio 175, 783, 786, 868, 900 Federico Henríquez y Car- Damirón, Rafael 389, 415, 422,
Constable, W. G. 598 vajal) 450, 451 428, 433, 493, 517, 518, 638
Contín Aybar, Pedro René 11, Couant (ex presidente de la Uni- Damirón Ricart, Arturo 929
478, 481, 482, 484, 583, 621, versidad de Harvard) 701 Daquilh, Eufemia 520
572
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Darío, Rubén 50, 84, 94, 95, 97, Del Monte, Félix María 335-337, Devillez, Virginie 617
99, 107, 109, 128, 184, 185, 339, 343, 344, 367, 400, 412, 413, Dhormoys, Paúl 519
188, 199, 385, 386, 419, 457, 415, 416, 429, 433, 439, 440, 461, Diaghilex, Sergio 595
473, 503, 594, 595, 794 462, 474, 512, 516, 518, 524, 525, Díaz, Ana 33, 39
Darwin, Charles 219 547, 595, 597, 608, 609 Díaz, Cristóbal 420
Dauhajre Selman, Domingo 7 Del Monte, José Joaquín 323 Díaz, Danilo 7
Daumier, Honoré 245 Del Monte, Josefa Antonia 348, Díaz, Félix 46
Davales, Balbino 44 349 Díaz, Gustavo A. 418
David (personaje Bíblico) 480 Del Monte Maldonado, José Díaz, Gustavo Adolfo 432
David, León 5, 9, 17, 22, 927 Joaquín 324, 329 Díaz, Héctor J. 483
Dávila de Coca, Antonio 291, Del Monte y Lara, Benigno Díaz, Porfirio 46
292 Vicente 300 Díaz, Víctor Miguel 291
Dávila Fernández, Felipe 322, Del Monte y Maldonado, José Díaz Carneiro, Benito 324
348, 370 Joaquín 323, 324 Díaz de Peña, José Santiago 339
Dávila Padilla, Agustín 269, Del Monte y Medrano, Leonar- Díaz Grullón, Virgilio 929
277, 284, 285 do 300, 307 Díaz Mirón, Jalapa Salvador 44,
De la Rocha Pimentel, Ramón 7 Del Monte y Mena, Jesús 300, 59, 97, 362
Deán Howells, William 54, 58 323, 416 Díaz Niese, Rafael 481, 583, 630,
Debussy, Claude 615 Del Monte y Tejada, Antonio 648, 650, 651, 670
Defilló, Damaris 631 264, 290, 300, 301, 324, 330, Díaz Ordóñez, Virgilio 390, 393,
Defilló, Fernando A. 418, 476, 348, 373, 391, 399, 462, 489, 483, 638
477 592, 601 Díaz Páez, Domingo Enrique
Degas, Edgar 586, 595, 616, 621, Del Monte y Tejada, María Al- 323, 324
666, 669 tagracia 301 Díaz Páez, familia 358
Delacroix, Eugène 223, 245, 587, Del Monte y Torralbo, Manuel Díaz vid. de Ureña, Gregoria 33
588, 612, 615, 616, 667-669 Joaquín 329-332 Díaz y Marcano, Modesto 702
Delafosse, Charles 584 Denis, Mauricio 244 Diego, José de 405, 455
Delannay, Robert 891 Deprat, Emilio E. 523 Diez Canedo, Joaquín 49, 51,
Delanoy, Oscar 461 Derain, André 245 120, 419
Delfín Madrigal, Antonio 348, Desangles, Luis 252, 405, 582, Díez de Leiva, Fernando 288-
440 593-596, 599, 601, 602, 608- 290, 390
Delgado, B. A. 493 610, 614, 616, 623, 625, 632, Dios (personaje bíblico) 142,
Delgado, Joaquín 597 633, 670 144, 153, 176, 177, 211, 243,
Delgado, Mélida 420 Desangles, Pedro 608 265, 281, 304, 318, 329, 341,
Delgado Tejera, Rafael 604 Desangles, Severino 492 344, 350, 369, 371, 381, 386,
Deligne y Figueroa, Gastón Descartes, René 174 401, 413, 435, 449, 499, 522,
Fernando 37, 40, 41, 127, 356, Deschamps, Enrique 35, 42, 438, 528, 532, 536, 537, 551, 603,
359, 363, 364, 377, 379, 380, 456, 473, 605, 625, 626 606, 634, 675, 677, 678, 682,
384, 387-389, 405, 417, 418, Deschamps, Eugenio 127, 346, 691, 698, 730, 744, 772, 783,
427, 453, 473, 582, 595, 601, 405, 438, 454, 455, 470, 684 789, 794, 806, 819
608, 614, 620, 624, 797 Deschamps, José Manuel 450 Disraeli, Benjamín 80
Deligne y Figueroa, Rafael Desnoyer, Daniel 891 Dista Guillén, Félix 631
Alfredo 40, 41, 359, 363, 377, Despradel, Fidelio 457, 576 Domeco, Guillermo 495
381, 384, 417, 430, 431, 433, Despradel, Lorenzo 614, 616 Domingue (presidente de los
457, 472, 607 Despradel Pennel, Arturo 600 tiempos de Rafael Vidal) 410
Del Monte, Caridad 489 Dessalines, Jean Jacques 162, Domínguez, Deyanira 493
Del Monte, Domingo 412 298, 464, 520, 585, 659, 664, Domínguez, Francisco Ulises
Del Monte, familia 323, 358 686, 740 397
573
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Domínguez, Franklin 484 Duvergé, Antonio (Bois) 160, 163, Espinal, Nicanor 562
Domínguez Charro, Francisco 408, 416, 439, 471, 479, 929 Espinal, Edwin 6
483 Espinar, Alonso de 265, 266
Dominici, Pedro César 138 E Espinel, Vicente 64
Don Chuchú (persona de los Echagoyan, Juan de 273 Espínola, Juan 545
tiempos de E. Rodríguez Echavarría, Domingo 591, 592, Espínola, Pío 635
Demorizi) 489 603, 635, 636, 670 Espínola Reyes, Jóvine A. 634,
Don Pipí (persona de los tiem- Echavarría, Dulce María 621 635
pos de E. Rodríguez Demo- Echavarría, Julián 591 Espinosa, Alonso de 112, 281,
rizi) 489 Echavarría Lazala, Pedro 503 282
Dorantes de Caranza, Baltasar Echavarría Vilaseca de del Mon- Espinosa, José Eugenio 339
58 te, Encarnación 345, 368 Espinosa, Pedro 79
Doré, Gustavo 188 Echegaray, José 417 Espronceda, José de 96
D’Ors, Eugenio 95 Echeverría, Esteban 84 Esquemeling, John 272
Dorta, E. Marco 624 Echeverría, José Antonio 295, Esquilo 67
Dracón 794 561 Esquivel, Juana de 496
Drake, Francisco 275, 279 Eckert, Mariano 253, 255, 631 Estarico, Leonardo 667
Duarte, Juan Pablo 33, 130, 132, Eddy, William A. 641 Estero, Santiago del 383
159, 160, 167, 169, 209, 211, Edison, familia 885 Estrada Palma, Ricardo 187
212, 214, 333-335, 337, 339- Ekman, Paul 476 Eurípides 67
342, 357, 358, 365, 391, 434, Eliot, Thomas Stearns 220, 221, Evangelista Jiménez, Juan 159,
439, 445, 450, 463, 464, 471, 223, 224 643
479, 489, 502, 525, 591, 592, Emerson, Ralph Waldo 199
595-598, 602, 610, 618-620, Emilio, Valenzuela 44 F
623, 625, 633, 634, 639, 650, Encarnación Pimentel, Luis A. 7 Fabela, Isidro 44
693, 730, 739, 762-765, 809- Encina, Juan del 514 Fábregas, Virginia 46
812, 819, 929 Enciso, Jorge 44 Faguet 176
Duarte, Rosa 334, 468, 471, 489 Enrique I 589 Falcón, Juan 596
Duarte, Vicente Celestino 335 Enrique VIII 788 Falla, Manuel de 474, 595
Dubarquier, J. 299 Enriquillo (Indígena, tiempos Fatet, Madame 622
Dubeau, Casimira 35 de C. Colón) 51, 113, 114, Faura, Vicente Antonio 297, 320
Dubeau, José 35, 38, 41, 369, 373, 129, 267, 346, 358, 362, 403- Faxas, Rafael 253
405, 475, 576, 682, 697 407, 420, 424, 425, 427, 468, Federico II 178
Dubeau, Zenona de 35 471-473, 593, 594, 649, 739, Felipe II 489, 495, 536, 788, 795
Dubreil, Virginia 621 929 Felipe III 284, 590
Ducoudray, Félix Servio 390 Epaminondas 794 Feltz, Clementina 42
Ducoudray, José Humberto 390 Ercilla, Alonso de 115, 398 Feltz, Leonor María 40, 42, 52,
Dueño Colón, Braulio 542 Escobaza, Pedro M. 625 437, 790
Dufy, Raoul 223 Escobedo, Nicolás M: 304 Fenelón Pérez, Luis 420, 783
Dujardin, Edouard 110 Escoboza, Amado 626 Ferguson, J. L. 50
Dujarric, Esperanza 621 Espaillat, Dolores 323 Fernández, Agustín 777
Dujarric, Luis Felipe 521 Espaillat, Emiliano 634 Fernández, Manuel 327, 621
Dumas, Alejandro 416, 586, Espaillat, Ulises Francisco 167, Fernández de Abreu, Estela 7
587 169-173, 212, 353, 370, 403, Fernández Corredor, José 599
Duque de Ribera, Pedro 276 441-444, 460, 462, 464, 465, Fernández Corredor, Juan 599-
Durand, A. 584 467, 471, 539, 543, 544, 610, 603, 621, 641, 648
Duse, Eleonora 43 670, 749 Fernández de Andrada, Andrés
Duval, Amaury 592, 615 Espinal de Hoeting, Ligia 396 78
574
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Fernández de Castro, Antonio Fiallo, Antinoe 618, 619, 621, Franco Bidó, Ulises 457, 625
323 622 Franklin, Benjamín 443
Fernández de Castro, Baltasar Fiallo, Fabio 37, 127, 366, 381- Franklin, familia 885
288 383, 419, 430-432, 461, 480, Freites, Ernesto B. 604, 624
Fernández de Castro, Dolores 523, 596, 608, 614 Freites Roque, Arturo 127, 428
602, 603 Fiallo, R. 601 Frías, Fernando 420
Fernández de Castro, F. 56, 209 Fiallo, Ramón 602 Friesz, Othon 245
Fernández de Castro, familia Fiallo Cabral, Arístides 418, 457, Frínico 67
358 475, 476 Froebel, Friedrich 783
Fernández de Castro, Paula 323 Fiallo Cabral, Juan Ramón 622, Frómeta de Bourget, Josefa
Fernández de Lizardi, José Joa- 643, 649 621
quín 84, 121 Fidias 235 Frost, Robert 108
Fernández de Moratín, Lean- Fierro, Martín 89 Fuenes y Matons, Laureano
dro 63 Figari, Pedro 609, 649 316
Fernández de Navarrete, Do- Figuereo, Wenceslao 466, 525, Fuenmayor, Alonso de 272
mingo 264, 285, 293 526, 610 Fuente, G. de la 601
Fernández de Navarrete, Mar- Figueroa, Luis de 269 Fuente Ruiz, Francisco de la
tín 264 Figueroa, Rodrigo de 272, 273 430
Fernández de Oviedo, Gonzalo Filadelfo, Teófilo 295 Fuentes y Lorens, Miguel 476
113, 115, 272, 274, 278, 301, Filipo 794, 795 Fulop, Joseph 253, 256, 257,
306, 462, 496, 546, 592 Filomeno de Rojas, Benigno 134 631, 650
Fernández de Quiñones, Diego Filopemen 794 Fulton, familia 885
273 Fita, Fidel 264 Furcy Pichardo, José 389, 432
Fernández de Torrequemada, Fitzmaurice-Kelly, James 61
García 273 Flaubert, Gustave 98, 202, 425 G
Fernández Díez, Gilberto 252 Fleury Battier, Alcibíade 402 Gabriel Aybar, José 308
Fernández Granell 629, 630 Floren, Luis 583 Gagneux (persona de los tiem-
Fernández Guerra, José 60, Florentino, Pedro 433, 468 pos de Garneray) 584
61, 66 Flores, Jacinto Dionisio 388 Galilei, Galileo 898
Fernández Madrid, José 398 Fogel, Jean-Francois 297 Gallardo, Bartolomé José 274
Fernández McGregor, Jenaro Fonseca y Figueroa, Juan de 78 Gallego, Juan Narciso 343, 351
44 Fonseca, Fabián 307 Galván, Enrique 603, 604
Fernández Montesdoca, Nico- Fontaine, C. 51 Galván, Manuel de Jesús 51, 54,
lás 497 Foxá y Lecanda, Narciso 326 129, 403-405, 424, 425, 427,
Fernández Pichardo, Eduar- Foxá, familia 323 441, 443, 465, 471, 472, 517,
do 6 Foxá, Francisco Javier 325, 326, 533-535, 543, 593, 594, 599,
Fernández Simó, Alfredo 483 358, 416 609, 617, 625, 632, 634, 636,
Fernández Spencer, Antonio Frade, Ramón 603, 609, 621, 623, 649, 650, 929
481, 484 624, 637, 670 Galván, Rafael Octavio 386,
Fernández W., Tomás 6 Francasci, Amelia 426, 610, 418, 432
Fernando 263, 739, 757 670, 929 Gama, José Basilio da 398
Fernando Abel 41 France, Anatole 24, 51, 127 Gamarra 769
Fernando VII 56, 209, 679 Franceschini,, Carlos 523 Gambetta, León 768, 769
Ferrand, Louis 299, 501, 584, Franco Bidó, Augusto 432, 457, Garay, Arco 590
585, 592, 654, 658, 659, 664 698 Garay, Francisco de 272
Ferrer, Fidel 469 Franco Bidó, Juan Luis 144 Garay, Sindo 560
Feuerbach, Ludwig Andreas Franco de la Fuente, Tomás Garay Heredia, Manuel 326,
177 495 358
575
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
García, E. 493 García Lluberes, Alcide 476, Giraudi, Federico 493, 599
García, Federico de Jesús 610 584, 633, 634 Giró, Valentín 386-388
García, Félix 493 García Mella, Arístides 461, 612 Giró Morales, Virgilio 632
García, hermanos 331, 493 García Mella, Moisés 365, 465 Girón, Antonio 288
García, J. F. 613 García Naranjo, Nemesio 44 Girón, Gilberto 277
García, Jesús 493 Garneray, Juan Francisco 584 Girón de Castellanos, Antonio
García, Joaquín 297, 298 Garnier, Marie 320 288
García, José Gabriel 56, 133, Garrido, Juan 575-577 Giudicelli, Paul 253, 255, 631,
165, 279, 292, 293, 297, 301, Garrido, Luis Emilio 386, 392, 650
405, 433, 442, 461, 462, 469, 456 Godoy, Manuel 501
476, 477, 584, 623, 624, 636, Garrido, Miguel Ángel 392, 438, Goethe, Johann Wolfgang von
644, 687, 688, 700, 793, 795, 457, 458, 470 83, 108, 229, 233, 235, 326
796, 928 Garrido, Víctor 386, 471, 520 Goico (Ñuño), Manuel de Jesús
García, Juan Francisco 487-490 Garrido Puello, E. O. 929 621
García, Justiniano 327 Garriere, Eugene 617 Goico Alix, Juan 390
García, Leónidas 292, 310, 476, Garrigosa, Elvira 493 Goico, Félix 621
593 Gaspar, Karl 245 Goico, Manuel de Jesús 420
García, Liliana 253, 255 Gatón Arce, Freddy 481, 482, Goldsmith, Lewis 300
García, Osvaldo 475 928, 929 Gómez, Francisco 270
García, Pancho 545 Gauguin, Paul 228, 251 Gómez, Juan B. 277, 539, 625-627
García, Virico (político de los Gausachs, José 253, 256, 582, Gómez, Marcos 393
tiempos de García Godoy) 631, 650 Gómez, Máximo 43, 187, 359,
133, 150, 152-154 Gautier, J. M. 493 450, 455, 467, 468, 617, 624,
García Aybar, José E. 929 Gautier, Manuel María 403, 440, 627, 634, 642, 701, 702, 769
García Calderón, Francisco 442, 555 Gómez, Rafael M. 493
138 Gautier, Teophile 585-587, 664, Gómez, Uladislao 372
García Calderón, Ventura 93, 666, 669 Gómez Alfau, Luis Emilio 451,
199 Gaya Ñuño, Juan Antonio 581 648
García de la Riega 463 Gedovius, Germán 60 Gómez de Avellaneda, Gertru-
García de Padilla, Fray 248 Gellée, Claude 628 dis 472
García de Nolasco, Flérida 39, Gengiskan 795 Gómez de Read, Ernestina 397
269, 321, 322, 394, 474, 487, Genin, Augusto 227 Gómez de Sandoval 496
489, 494, 510, 929 Geraldini, Alessandro 114, 268 Gómez Robelo, Ricardo 44
García Do Pico, José 493 Ghindarlaio 608 Gonçalves Días, Antonio 398
García Gautier, Bienvenido 506 Gibbes, Lucas Tomás 453, 600, Góngora, Francisco 63, 78, 91,
García Godoy, Emilio 390 601, 603, 683, 685, 697, 777, 186, 632, 633
García Godoy, Enrique 252, 813 Gonzaga, Luis 34, 392, 434, 435,
626, 627 Gil, Rivero 211, 630 493, 610, 611, 633
García Godoy, Federico 5, 8, 9, Gil Fernández, Emilio 411 González, Altagracia 610
17, 19, 22-26, 54, 56, 125-131, Gilbert, Alfred 759 González, Andrés 264, 290
133, 134, 210, 252, 427, 461, Gimbernard, Bienvenido 419, González, Bartolomé 615
472, 473, 478, 479, 484, 614, 550, 635, 638, 640 González, Benito 335, 336
627, 638, 651, 688, 697, 929 Gimbernard, Jacinto 638, 644 González, familia 702
García Gómez, Arístides 127, Ginés, Micaela 316, 559, 573, González, Francisco 493
128, 460 574 González, Guillermo 393, 621
García Gutiérrez 326 Ginés, Teodora 316, 559, 573, González, Ignacio María 442,
García Icazbalceta, Joaquín 574 610, 678
58, 273 Ginés de Sepúlveda, Juan 274 González, Joaquín 330
576
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
González, Juan Vicente 314 Granell, Eugenio 630 Gutiérrez Nájera, Manuel 38,
González, Manuel de Jesús 383 Greco, Domenico 228, 231, 241, 44, 45, 59, 97, 383, 385
González, María Filomena 6, 8 645-647 Gutiérrez y Cos, Pedro 333
González, Pablo 610 Greco, Francesco 645 Guttemberg, Johannes 610
González, Rafael 557, 558 Grégoire, Henri 327 Guzmán, Diego de 279
González, Raúl 558 Grey, Roch 251 Guzmán, Joan de 279
González, Raymundo 6, 8 Griffith, Richard 645 Guzmán, Juan de 112, 279
González, Rui 504 Grijalva, Juan de 272, 404, 758 Guzmán Blanco, Antonio 441
González, Valentín 420 Grimaldi Silié, Eleanor 6 Guzmán Espaillat, Santiago 697
González, Ignacio María 120, Groussard, Luis ¿ 625
171, 173, 434, 442, 443, 699 Grullón, Arturo 600-603, 608, H
González Bernal, Manuel 339, 621, 622, 625, 634, 647, 670, Haeckel, Ernst 179
358 683, 685, 697, 777 Hamon, A. 160
González Carrasco, Francisco Grullón, Eliseo 475, 576, 599, Hartman, A. 639
308 605, 700 Hartzembusch, Juan Eugenio
González Colson, Jaime Anto- Grullón, Máximo 600 60, 62, 326
nio 253, 256, 428, 582, 627- Grunning, Elsa 252 Hatuey (Indígena, tiempos de
631, 648, 651, 670 Guacanagarix 402, 736, 737 C. Colón) 406
González Dávila, Gil 282, 287 Guadalupe y Téllez, Francisco Haudsdorf, George 253
González de Melo, Manuel 496 Pío 288 Hauptmann, Gerhart 53
González de Mendoza, Juan 276 Guaicabanié (indígena de los Hausdorf, George 582, 629-631
González Herrera, Julio 428, 523 tiempos de Colón) 264 Hausenstein, Wilhelm 219,
González Lamarche, Francisco Guarían, Juanico 549 228, 669
625, 632, 633 Guarionex (Indígena, tiempos de Hazard, Samuel 469, 592
González Lavastida, Ignacio 493 C. Colón) 402, 405, 406, 594 Heckel, Erich 227
González Martínez 59, 97 Guaroa (Indígena, tiempos de Hegel, Georg Wilhelm Frie-
González Obregón, Luis 58 C. Colón) 594 drich 219
González Palencia, Ángel 275 Guarocuya (Indígena, tiempos de Heine, Heinrich 473
González Peña, Carlos 44 C. Colón) 358, 404, 406, 739 Henna, Julio 610, 822
González Regalado, Manuel Guatimozín 362, 398 Henríquez, Adelina 39
307, 339, 503 Güell, José 402 Henríquez, Camilo 121
González Roca, Hernán 925 Guerrero, A. 493 Henríquez, Clotilde 39
González Serrano, Urbano 639, Guerrero, Manuel 336, 603 Henríquez, Enrique Apolinar 6,
674 Guevara, Hernando de 404 432, 618, 688, 697, 929
González y Jiménez, Benito 335 Guilbaud, Tertulien 402 Henríquez, familia 743
González y Santín, José María Guillermin, Gilbert 309 Henríquez, Gustavo Julio 390
412, 413, 440 Guillermín, John 592 Henríquez, J. Daniel 493
Gorjón, Hernando de 269, 270, Guillermo, Cesáreo 539, 610, Henríquez, Luisa Elminda
276, 281, 282, 285, 286, 288, 681, 682, 700 606, 607
495 Guimpel, Dora 51 Henríquez, Rafael Américo
Gorostiza, Manuel Eduardo Guinard, Paúl 587, 628, 666, 669 480-482
de 63 Güiraldes, Ricardo 87 Henríquez, Salvador 493
Goya, Francisco de 245, 611, 619, Guridi, familia 358 Henríquez Castillo, Luis 428
644 Gustavo Adolfo 795 Henríquez de Coiscou, Altagra-
Goyo (persona de los tiempos Gutiérrez, Antonio 339 cia 437
de García Godoy) 153, 154 Gutiérrez, Benigno A. 574 Henríquez García, Porfirio 418
Grados, Manuel de 496 Gutiérrez, Juan 277 Henríquez Gratereaux, Fede-
Grajeda, Alonso de 495 Gutiérrez, Juan María 84, 302 rico 483
577
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Henríquez Perdomo, Altagra- Heredia, Manuel de Jesús 372, Heureaux, Ulises 35, 38-42, 134,
cia 790 433, 441, 534, 536 355, 363, 364, 395, 410, 418,
Henríquez Ureña, Camila 39, Heredia, Nicolás 425, 472 426, 430, 432, 436, 438, 449,
475, 675, 676, 678, 680, 802 Heredia, Pedro de 272 450, 453, 454, 456-458, 460, 464,
Henríquez Ureña, Francisco Heredia, Severino de 299 467, 468, 470, 473, 494, 575-577,
Noel 34, 35, 37-40, 42, 43, Heredia Girón, Tomás 497 601, 602, 604, 609, 610, 621,
392, 491, 610 Heredia y Campuzano, María 623, 624, 634, 637, 642, 670,
Henríquez Ureña, Max 5, 8-10, de la Merced 299 678, 679, 683, 684, 687, 690,
17, 19-21, 27-29, 31, 49, 259, Heredia y Solá, Manuel de 700, 768, 814, 821-823
261, 262, 295, 306, 392, 419, Jesús 372 Hidalgo, Bartolomé 84, 121
449, 450, 479, 588, 609, 611, Herford, Charles Harold 80 Hidalgo, Gladio 483, 769
618, 626, 651, 667, 674-676, 678, Hermant, Abel 365 Higuemota 402, 404
679, 693, 802, 817, 823, 929 Hermógenes, Zoilo 634 Hill, Thomas 783
Henríquez Ureña, Pedro 5, 8, 9, Hernández, Gaspar 331-333, Hitler, Adolf 630
17, 19-22, 31, 33-50, 127, 167, 433, 556 Hoepelman, Antonio 929
199, 207, 261, 274, 278, 280, Hernández, José Román 328 Hoepelman, Virgilio 484
289, 293, 296, 321, 322, 363, 377, Hernández, Juan 538 Hofmannstal, Hugo von 246
386, 419, 473, 478, 487, 489, 502, Hernández, Juan Francisco Hojeda, Alonso de 267, 272
516, 518, 550, 559, 573, 586, 587, 493, 622 Holbein, Hans 586
594, 597, 609, 622, 648, 649, 666, Hernández, Juana 411 Homero 302, 361, 794
673, 674, 676, 698, 802, 817, 926, Hernández, Julio Alberto 322, Horacio 66, 84, 85, 122
927, 929 474, 489 Hostos, Adolfo de 540
Henríquez y Alfau, Enrique 127, Hernández, Pedro 558 Hostos, Eugenio María de 81,
364, 365, 375, 376, 432, 480 Hernández Brea, Luis María 41 354, 377, 391, 393, 420, 433-
Henríquez y Carvajal, Federico Hernández Chávez, Ramón 331 439, 446, 451, 456, 466, 472,
34, 37, 42, 48, 125, 139, 292, Hernández Franco, Tomás 397, 475, 506, 549, 593, 594, 597,
324, 357-362, 372, 375, 391, 393, 478,481 600, 602, 603, 608, 610, 613,
406, 417, 431, 438, 439, 447, Hernández Melgarejo, Alonso 617, 618, 621-624, 634, 635,
449, 471, 472, 478, 492, 493, 500, 558 648, 649, 670, 673-682, 684,
518, 575, 596, 600, 602, 605, Hernández Ortega, Gilberto 685, 687-694, 697, 698, 700,
612, 615, 617, 622, 623, 626, 253, 254, 631 701, 714, 717, 729, 738, 741,
634, 637, 641, 643, 650, 681, Hernández Rueda, Lupo 483 750, 756, 777, 785, 786, 796,
682, 688, 697, 699, 700, 748 Heródoto 793 813, 817-823, 929
Henríquez y Carvajal, Francis- Herrera y Reissig 395 Hubillas, Juan de 270
co 50, 372, 405, 406, 435, 438, Herrera, Antonio de 272, 293 Huerta, Victoriano 47
446, 450-453, 493, 602, 622, Herrera, César 301, 470 Hughes, Charles Evans 453
699, 700, 802 Herrera, Fernando de 78, 91 Hugo, Víctor 96, 97, 122, 223,
Henríquez y Velázquez, Gusta- Herrera, Miguel 492, 494 246, 372, 454, 591, 629, 668
vo Julio 390 Herrera, Oviedo 496, 592 Hulme, Thomas Ernest 225
Hérard Riviere, Charles 339, Herrera, Porfirio 42, 386, 392, Humboldt, Alexander von 87,
342, 542 615, 638, 739 491
Heredia, Domingo 299 Herrera, Primitivo 386 Hungría, José Antonio 546
Heredia, familia 323, 425 Herrera Cabral, Héctor 7 Hungría Lovelace, Leopoldo
Heredia, Ignacio 299 Herrero, Luis de 497 386, 484
Heredia, José Francisco 299, 300 Herriot, James 581 Hungría Morel, J. J. 641
Heredia, José María de 84, 121, Hervé (persona de los tiempos Hunt Jackson, Hellen 181
189, 299, 302, 358, 473, 584, de García Godoy) 160 Hurtado de Mendoza, Diego 64
587, 588, 605, 666, 667 Hesíodo 794 Hutchinson, Rafael 8
578
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Huxley, Aldous Leonard 174 Jesús 127, 175, 178, 192, 269, 560, Kerverseau (militar de los tiem-
Huyghe, René 586, 666, 669 590, 786, 868, 889 pos de Toussaint Louvertu-
Huysmans, Charles Marie Geor- Jicomé (personaje de los tiem- re) 298
ges 616 pos de E. Rodríguez Demo- Kindelán Oregón, Sebastián
rizi) 525 167, 310
I Jimenes, Manuel 610 Kleber, Jean 585, 664
Ibarra, Aída 621 Jiménez, Agustín 629 Koplova, Olga 595
Ibarra de Victoria, María 483 Jiménez, Enrique 476 Korn, Alejandro 93
Ibsen, Henrik Johan 53, 61 Jiménez, José María 383, 417 Korsakov, Rinski 615
Icaza, Francisco de 282 Jiménez, Juan Isidro 40, 41, 43, Kosciusko 336
Icaza, Jorje 407 405, 438, 450-452, 454, 455, Kostrowitsky, Apollinaire de
Iglesias, Bienvenido 392 457, 458, 460, 461, 464, 542, 100
Iguaniona (Indígena, tiempos 610, 636, 700 Krause, Karl Christian Friede-
de C. Colón) 594 Jiménez, Juan Ramón 51, 101, rich 673-676, 818, 820
Illas, Juan José 331, 340, 341 108, 232 Kreisler, Fritz 43
Ilma, Sª 521 Jiménez, Marianela 253, 255, Krüger, Frederick 451
Imbert, Segundo 700 631, 650 Kubin, Alfred 228
Imbert Barreras, Antonio 144, Jiménez, Miguel Ángel 423, 428 Kuck (persona de los tiempos
926 Jiménez, Rafael 493 de Juan Pablo Duarte) 502
Incháustegui, Joaquín S. 469, Jiménez, Ramón Emilio 11, 366, Kupka 615
593 389, 433, 516, 565, 569, 689 Kushner, familia 502
Incháustegui, Marino 6 Jiménez de Enciso, familia 64
Incháustegui Cabral, Héctor Jiménez Domínguez, José An- L
366, 480, 481, 484, 501, 575, tonio 638 Lacay Polanco, Ramón 483
593, 929 Jiménez Ravelo, Manuel 411, Lacordaire, Enrique 586, 669
Incháustegui Cabral, Joaquín 610 Ladrada, Rodrigo 279
Marino 471 Jiménez Yepes, Ana J. 423 Laforge, Nemesio 623
Infante, E. 493 Job (personaje bíblico) 103 Lagarrige, Juan Enrique 173,
Ingres, Jean Auguste 586, 615, Jonson, Ben 65, 67 175, 178
616 Jorge (persona de los tiempos Laglande, Adolphe 623
Iñiguez, Diego Angulo 583 de García Godoy) 147, 157 Lamarche, Ángel Rafael 483
Irolli, Vicenzo 616 Joubert, Emilio Cesáreo 469 Lamarche, José 351, 475, 493,
Irving, Henry 43 Jourdain, M. 97, 109 612, 648
Isaacs, Jorge 426 Joyce, James 110 Lamarche, Juan Bautista 366
Isabel 593 Juanes, Juan de 609 Lamarche, Martha María 397
Isabel II 148, 444, 679, 740 Judas (personaje bíblico) 480, Lamark, Jean-Baptiste 898
Isaías (personaje bíblico) 104 778, 929 Lamartine, Alphonse de 96, 351,
Isidore Isou, Francia 396 Julián, Amadeo 6 586, 668
Ismael Simón 576 Julio II 268, 788 Lambert, Adam 891
Justino Castillo, Rafael 432, 456, Lamieussens, Eugene 556
J 457, 494, 698 Landestoy Garrido, Pedro 397
James, Henry 80 Juvencio 60 Landívar, Rafael 54, 66
Jáquez, Felipe 550, 554, 561 Landolfi, Ciriaco 484
Jáquez, Vicente 561 K Landor, Walter 95
Jaramillo, Giraldo 582, 589 Kandinsky, Wassily 223, 227, Lange, Nora 101, 108
Jeffrard (presidente de Haití) 615 Larrazábal Blanco, Carlos 929
410 Keats 108 Laura (persona de los tiempos
Jeremías (personaje Bíblico) 193 Kepler, Johannes 603 de Marie Garnier) 320
579
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Lavastida, familia 358 Lipps, Theodor 108 López Medrano, Andrés 479
Lavastida, Miguel Alfredo 372 Lisle, Leconte de 67 López Mezquita 629, 630
Learcio, Diógenes 794 Lithgow, Federico 626, 643 López Pelegrín 798
Lebrón Saviñón, Mariano 394, Littré, Émile 175 López Penha, Haím 428
482, 484 Liz, Domingo 253-255, 631, López Prieto, Antonio 272
Lebrun, Placide 157, 327 633, 650 Lora, Silvano 253, 255, 650
Leclerc, Charles 298, 585, 658, Llanes, Manuel 480, 483 Lorenzo, Bartolomé 276
664 Llaverías, Federico 494 Lorenzo, Manuel 303, 304
Lecuna, Vicente 308 Llenas, Alejandro 465, 470, 623 Lorgues, Roselly 264
Ledesma, Clara 253, 254 Llerena, Cristóbal de 112, 282, Losada, Gonzalo 49
Lega, Silvestro 615 283, 464, 489, 495, 524 Lothar, Ernesto 253
Legendre, Mauricio 595 Llinás, Federico 756 Loti, Pierre 426
Leger, José 444 Llovet, Juan José 421, 480, 633 Louverture, Paul 298
Leguizamon, Lamartiniano Lluberes, Pedro 634 Louverture, Toussaint 162,
141 Lockward, Jaime A. 420 270, 297-299, 330, 501, 684,
Leiva y Mosquera, Tomasina Lockyer, Norman 783 739, 740
de 288, 289 Logroño, Arturo 469 Lovatón de Meunier, Carmen
Lemmonier, Pierre Charles Logroño, Cristina 493 38, 770
221 Logroño, Pepita 320 Lovatón, R. Lugo 349
León, Francisco de 61 Lombardo Toledano, Isabel 48 Lovelace, Manuel de Jesús
León, Joaquina de 624 Longfellow, Evangelina de 493, 612
León, Luis de 91, 92, 367 398, 437 Loyola, Martín Ignacio de 276
León, Nicolás 318 Longhi, Pietro 615 Lubeck, Erns 492
León Bello, Amado 629 Lope de Calderón 60-62, 66, 67, Lucano, Marco Anneo 60
León de Saleme, Ninón 8 79, 86, 93, 95, 183 Lugo, Américo 274, 275, 289,
León Mera, Juan 403 López, Chago 142, 143 293, 301, 417-419, 438, 461,
León XIII 463, 893 López, Emilia 624 470, 472, 473, 478, 593, 600,
Leopardi, Giacomo 64, 108, López, Jaime 296 601, 650, 771, 807, 809, 817,
730 López, José 318 925, 929
Leopoldo II 827 López, José Ramón 418, 427, Lugo, Cristian 422
Lessing, Gotthold Ephraim 431, 432, 458, 459, 614, 688, Lugo, José de 497
614 697, 701 Lugo Lovatón, Cristian 393
Levasseur, Olivier 167, 209 López, Juan 265, 277 Lugo Lovatón, Ramón 471
Levene, Ricardo 51 López, Narciso 769 Lugones, Leopoldo 103, 395
Levi, Salomón D. 640 López, Paco 142 Luis XIV 90, 788, 795
Levillier, Roberto 281 López, Rafael 44 Luis XVI 501
Levy, Salomón 600, 602, 621, López, Solano 799 Luisa (persona de los tiempos
622, 641 López de Ávila, Alonso 282, de García Godoy) 206, 207
Leyba, Eugenio 426, 489, 493, 489, 495 Luján, Gabriel de 273
670 López de Ayala, Pedro 64 Luna, R. 493
Licurgo 794, 825 López de Castro, Baltasar 284 Luperón, Gregorio 133, 167,
Lida, María Rosa 289 López de Cepeda, Juan 495 170, 171, 349, 434-436, 444,
Liendo, Francisco de 112, 279 López de Cerrato, Alonso 274 465-467, 470, 610, 620, 681,
Liendo, Rodrigo de 279 López de Medrano, Andrés 307, 682, 700-702, 766-770, 774,
Linares, Tomás 291 308, 311, 323 814, 820-822
Lincoln, Abraham 118, 392, López de Mendoza, Diego 495 Lutecia (persona de los tiempos
670 López de Sedano, Juan José 78 de García Godoy) 139
Lipchitz, Teodor 231 López Glass, Ismael 255, 633 Lutero, Martín 892
580
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Luz y Caballero, José de la 300 Marín, Francisco Gonzalo 39, Martinoff, Francisca 426
Luzón, Antonio 765 421 Mártir Anghiera, Pedro 112,
Marín, Oscar 619, 627, 638 271, 400, 546
M Marinas Otero, Luis 599, 627, Massenet, Jules Émile Frédéric
Mac Cumhail, Osián 164 629, 630 449
Machado, Francisco Javier 372 Mariño 769 Mata Tejada, Juan de 305, 583,
Machado, Manuel Arturo 393, Mármol, José 344 584, 605
460, 465, 597 Márquez, familia 358 Mateizán, Manuel Roberto 420
Mackenzie, Charles 327, 490 Márquez, J. R. 592 Mateizán, Pedro 609
Madero, Francisco I. 46 Márquez, José Arnaldo 36 Mateo, Andrés L. 6
Madrazo, José 593 Márquez, Juan 495 Mateo, Juan 264
Madrid, Alonso de 495 Márquez Jovel, Manuel 308, Matisse, Henri 220, 223, 227,
Madrigal Cordero, Agustín 309, 311, 322 228, 231, 245
297 Márquez Sterling, Manuel 47 Matos, Alfredo 419
Maeterlink, Maurice 221 Marrero Aristy, Ramón 480, 929 Matos, Estheverina 474
Makenna, Vicuña 188 Marrero de Munné, Melba 483 Matos Bernier, Félix 609
Malagón, Miguel 523 Martí, Enrique 493 Matos Díaz, Eduardo 312
Maldonado, Alonso 499, 558, Martí, José 23, 84, 88, 94, 180- Matos Díaz, Rafael 312, 315,
559 186, 188-195, 358, 359, 391, 584
Maldonado, Rodrigo Claudio 404, 417, 419, 450, 473, 582, Matos Franco, Eduardo 457
289 608, 617, 622, 624, 627, 642, Matto de Turner, Clorinda 407
Malharro, Manuel 609 701, 818 Mauclair, Camille 53
Malú (personaje de los tiempos Martí, Lorenzo 493 Mayer, John 594
de E. Rodríguez Demorizi) Martín de Jerez, Juan 496 Mazara, Mario E,. 42, 392
522 Martínez, A. 493 McKinley 822
Manet, Édouard 223, 581, 586, Martínez, Carlos 556, 557 Meana, Concepción 38
599, 621 Martínez, Diego 288, 289 Medina, Agustín Franco 468
Manicaotex (indígena, tiempos Martínez, José Luis 51, 59 Medina, Carlos 557, 558
de C. Colón) 465 Martínez, Juan Manuel 282 Medrano y Contreras, Andrés
Mann, Thomas 783 Martínez, Jusepe 241 307
Manzanillo, Juan de 282 Martínez, Manuel 557 Medrano, Jacinta de 307
Manzi, Homero 616 Martínez, María 634 Mefisto 431
Manzueta, Eusebio 444 Martínez, Mario 483 Mefistófeles 460
Maragall, Joan 628 Martínez, Miguel 289 Meillet, Antoine 104
Marañón, Gregorio 595 Martínez, Rufino 470, 493 Meireles, hermanas 38
Marcel, Henry 585, 586, 664, 666 Martínez Alba, María 621 Mejía, Abigaíl 295, 428, 478, 669
Marchena Dujarric, Enrique de Martínez Bonilla, Carmen Na- Mejía, Félix Evaristo 36, 475,
9, 30, 322, 406, 485, 488, 489, talia 482 493, 683, 685, 697, 699, 700,
548, 549, 575, 632, 929 Martínez de Ampíes, Juan 274 777
Marchena, Amelia Francisca (o Martínez de la Rosa 326, 336 Mejía, Francisco R. 484
Amelia Francasci) 426, 670 Martínez de Porras, Francisco Mejía, Juan Tomás 42, 295, 365,
Marchena, Héctor de 427 291 386, 392, 406
Marcial, Marco Valerio 60 Martínez de Ubago, Eduardo Mejía, Orión 8
Marco Aurelio (emperador 631 Mejía, Radhamés 255, 256, 633,
romano) 85, 196, 296, 535, Martínez Reyna, Virgilio 66, 84, 635
536, 868 85, 367, 386 Mejía Oviedo, Luis 7
Marden, Orison Swett 98 Martínez Richiez, Luis 255, 256, Mejía Ricart, Gustavo Adolfo
Marechal, Leopoldo 103 633 432, 468, 470, 473, 476, 689
581
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Meléndez Bazán, Antonio 294, Meredith, George 80 Mónica, Meso 317, 318, 327, 559
296, 343, 367 Mergal, Angel M. 624 Montaigne, Michel de 67
Meléndez Valdés 96 Merino, Ambrosio 270 Montalbán, Manuel 61
Melgosa Carvajal, Águeda 287 Meriño, Fernando Arturo de 34, Montalvo, Juan 81, 94, 304, 472
Melía, Antonio Paz 274 127, 165, 167, 346, 355, 426, Montano, Enrique 422
Mella, Julio Antonio 637 433, 435, 444, 445, 460, 461, Montás Cohen, Rafael 621
Mella, Mariano 6, 7, 9, 15 467, 468, 471, 602, 610, 700, Montás y Tavárez, Ulises 411
Mella, Noemí 255, 631, 650 702, 727, 743, 821, 929 Monteagudo, Bernardo de 121
Mella, Ramón Matías 130, 132, Meumann, Ernst Friedrich Wil- Montemayor, Jorge de 279
159, 167, 211, 253, 335, 336, helm 108 Montemayor, Juan Francisco
339-342, 357, 358, 450, 596, Meya, R. 600 286, 290
598, 600, 602, 610, 619, 620, Mieses, familia 359 Montenegro, Roberto 44, 581
625, 626, 635, 637, 693, 739, Mieses Burgos, Franklin 480- Montero, Hernando 284
763-765 482, 929 Montesinos, Antonio de 265
Mella Brea, Ildefonso 639 Mieses y Jiménez, José Eloy Montesinos, familia 464
Mella Lithgow, Ramón 643 421, 422 Montesquieu, Barón de 313, 589
Mena, familia 359 Mignan, Édouard 891 Monteverde, familia 359
Mena, José 492-494, 557, 558 Miguel Ángel 228, 590, 608 Monteverde, Manuel de 323-
Mena, Juan Bautista 323 Mijares de Solórzano, José 291 325
Mena, Juan de 101, 106, 504, Milcíades 794 Montolío, Andrés Julio 456, 460,
560 Miller Otero, Freddy 484 465, 597, 637
Mena, Pedro Tomás de 632, Millet, Jean-François 105, 251, Montolío, familia 359
633, 721 628, 666 Montolío, Guadalupe 610
Mena Jaques, Antonio de 562 Milton, John 108 Montolío, José Florentino 323
Mena y Pérez, Martina de 300 Miñosa, Luis F. 523 Montt, Manuel 117
Menandro 67 Mir Valentín, Pedro Julio 366, Mora Serrano, Manuel 6
Mencio (filósofo chino) 783 481 Moraes, Prudencio de 383, 432
Méndez Nieto, Juan 113, 275, Mirabeau, Comte de 869 Morales, Agustín 40, 458
279, 283, 390, 497-501, 558 Miranda, Luis 455, 495, 769 Morales, Bernabé 552
Mendiburu, Manuel de 281 Mistral, Gabriela 88 Morales, Claudio 640
Mendoza, Antonio 489 Mitre, Bartolomé 188 Morales, Fernando de 504
Mendoza, Domingo de 265 Miura y Caballero, Manuel Morales, Gabino Alfredo 365
Mendoza, Elvira de 112, 279, 326 Morales, José Pablo 541
280, 390 Miura, familia 359 Morales Languasco, Carlos 391,
Mendoza, Juan 557 Moctezuma 362 464, 610
Mendoza, Manuel 557 Moeser, Augusto Luis 491, 492 Moratín, Leandro Fernández
Menéndez de Avilés, Pedro Moigno, François 891 de 67, 110
272, 273 Moisés (personaje Bíblico) 357, Morazán, Francisco 769
Menéndez Pidal, Ramón 50, 786, 794, 900 Morcelo, Baltasar 492, 493, 592
100, 105, 419, 649 Mojica, Pedro de 404 Morcelo, Nicolás 592
Menéndez y Pelayo, Marcelino Molière (Jean-Baptiste Poque- Morcelo, Pablo 492, 494, 557,
43, 58-60, 65, 66, 93, 107, 272, lin) 61, 63, 67, 98 622
280, 304, 320, 346, 350, 351, Molina, Modesto 399 Morcelo, Sebastián 491, 492,
368, 462, 477, 557 Molina, Tirso de 60-62, 65-67, 494, 503, 557, 558, 595, 622
Meneses Bracamonte, Bernar- 95, 113, 277, 283, 284, 356, Mordacq, Louis 603
dino 290 390, 473, 474, 504, 627 Morel, Antonio 6
Menocal, Mario 610 Monción, Benito 467 Morel, Emilio A. 365, 389, 422
Mercado, Manuel 194 Monclús, Miguel Ángel 430 Morel, Príamo 638
582
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Morel, Servando 419 Moscoso Puello, Francisco E. Navarro, Miguel Leopoldo 252,
Morel, Tomás 415, 550, 563, 565 592 601, 602, 608, 610-613, 625,
Morel, Tomás E. 415 Mosquera Montiel, María 288 648, 650, 670
Morel, Yoryi 252, 254, 255, 582, Mosquera y Cabrera, Francisco Navarro Zerpa, Jesús 6, 8
609, 626-628, 650, 670 306 Nelson, Horatio 164
Morel Tavárez, Jorge Octavio Mota de Reyes, Antera 38, 437 Nepote, Cornelio 794
628 Mota, Luis A. 397 Nerón 603, 795
Morell de Santa Cruz, Pedro Mota, Mercedes 38, 437 Newton, Isaac 603
Agustín 28, 294, 295, 297 Mota, Pablo de la 610 Ney (persona de los tiempos de
Morelos, José María 121 Mota,Félix 349, 367 García Godoy) 163
Moreno, Mariano 120 Moya, Aníbal de 613 Nieto, Emilio 595, 648
Moreno, Rosas 93 Moya, Casimiro N. 127, 468, Nieto Peña, Roque 631
Moreno del Christo, Gabriel 604, 612, 625, 755 Nietszche, Friedrich Wilhelm
Benito 448, 636 Moya, Martín 466 179, 232, 238
Moreno Jimenes, Domingo 102, Moya de Vázquez, Trinidad Nissage (ex presidente de Haití)
393-395, 397, 406, 481, 482, de 383 410
925, 929 Moya Pons, Frank 6 Nivar de Pittaluga, Amada 397
Moreno Villa, José 51, 649 Moyse, Louis 502 Noceda Sánchez, Jorge 254
Morfa, Juan Antonio 539 Mozart, Wolfgang Amadeus Nolasco, Rosaura 411
Morillas, familia 359 491, 493, 494, 502, 503, 616 Nolasco, Sócrates 15, 42, 432,
Morillas, Francisco 290, 321 Mujica, Lorenzo 318 433, 468, 929
Morillas, José María 56, 165, Mulet, Henri 557 Nolasco Morcelo, Petrona 592
208, 295, 306, 313, 315, 323- Muñiz, Francisco Javier 118 Nolasco Pérez, Pedro 267
325, 329, 588 Muñoz, familia 359 Nolde, Emil 227
Morillo, Gabriel Ángel 386 Muñoz Caballero, Andrés 301 Norton, Charles 49
Morillo, Manuel María 605, Muñoz del Monte, Francisco Nouel, Adolfo Alejandro 366,
610, 643 301-304, 425, 477 421, 469, 596, 608, 610, 743
Morisset (persona de los tiem- Muñoz Guilmart, María 51 Nouel, Bienvenido Salvador
pos de García Godoy) 147 Murillo, Bartolomé Esteban 364, 365, 383, 406, 594
Moronta Valdés, Fernando de 599, 600, 609, 650 Nouel, Carlos 433, 462, 591
496 Musgrove, Louisa 80 Nouel, José María 476
Morse, familia 885 Musset, Alfred Louis Charles Nouel y Bobadilla, José María
Moscoso, Abelardo A. 468 de 382 476
Moscoso, Ana 598 Núñez, Margarita 591
Moscoso, Anacaona 437 N Núñez, Roque 142, 146
Moscoso, familia 359 Nacimiento, Cecilia del 93 Núñez Blanco, Juan 167
Moscoso, Juan 592 Nadador, Delio 282 Núñez Cabeza de Vaca, Alvar
Moscoso, Juan Elías 383, 446, Nanita, Abelardo R. 612 272
612 Narváez, Pánfilo de 272 Núñez de Cáceres, José 55, 56,
Moscoso, Juan Vicente 308, 309, Natacha (hija de Isabel Lom- 120, 161, 164-168, 208, 209,
323, 324, 331 bardo) 48 270, 285, 306-315, 322-324,
Moscoso, Mercedes María 437 Nau, Emile 278 343, 370, 391, 393, 439, 468,
Moscoso, Rafael María 476 Nava, Martín de 497 497, 536, 584, 589, 739
Moscoso, Francisco 592 Navarrete, Manuel de 59 Núñez de Cáceres, Pedro 308,
Moscoso de Montolío Ríos, Navarro, Andrés 41 314
Ana 598 Navarro, D. Tomás 107 Núñez de Cáceres, Rafael 308
Moscoso Puello, Eugenio 428, Navarro, Esquivel 499 Núñez de Torra, Andrés 286
592 Navarro, María Mercedes 610 Núñez Domínguez, José de J. 44
583
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
584
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Peña de Bordas, Virginia de 407 Pérez Alfonseca, Eurípides 397 Pía, Cecilio 628
Peña Defilló, Fernando 253, Pérez Alfonseca, Ricardo 365, Picasso, Pablo 220, 222, 223, 228,
255, 651 390, 406 231, 233, 242, 245, 615, 628
Peña Lebrón, Alberto 483 Pérez Bonalde, Juan Antonio Pichardo, Bernardo 469, 929
Peña Morell, Esteban 322, 474, 365, 473 Pichardo, Domingo Daniel 143
487-489, 516, 518 Pérez Cabral, Arquímedes 397 Pichardo, Eligio 253, 254, 396,
Peña y Reinoso, Manuel de Pérez Cabral, Pedro A. 481 650
Jesús 345, 346, 359, 370, 434, Pérez Caro de Oviedo, Ignacio Pichardo, familia 323, 359
441-444, 471, 623, 683, 724, 306 Pichardo, Godofredo 411
743, 928 Pérez Caro Oviedo Campuza- Pichardo, José Francisco 348,
Peñaranda, Carlos 541 no, Francisco Javier 305, 306, 433
Pepín, Ercilia 437 309, 324 Pichardo de Tapia, Esteban 304,
Peralta, Pedro M. 621 Pérez de Guzmán, Fernán 267 305, 424
Perdomo, Alberto 638 Pérez de la Paz, Juan Isidro 335- Pichardo y Zereceda, Lucas 305
Perdomo, Ángel 601, 603, 612, 337, 339, 341, 471 Pierrot (militar de los tiempos
613, 625, 632-635, 670, 774 Pérez de Montalbán, Juan 60 de García Godoy) 144
Perdomo, Apolinar 42, 364, 385, Pérez de Oliva, Hernán 47, 50, Pieter, Dionisio 428
392, 422 419, 473 Pieter, Heriberto 476, 586, 644,
Perdomo, Eugenio 348, 433, Pérez Dolz, F. 589, 617 666, 929
490, 491, 503, 532 Pérez Escrich, Enrique 426 Pietsch, Karl 98
Perdomo Escobar, J. I. 492 Pérez Galdós, Benito 95, 129, Pimentel, familia 702
Perdomo y Heredia, Josefa An- 131 Pimentel, Francisco 284, 296
tonia 348, 369, 471, 472 Pérez Jácome, Ambrosio 308 Pimentel, Pedro Antonio 610
Pereyra, Juan Francisco 493, Pérez Licairac, Horacio 423 Pimentel, Thimo 632
550, 556-558, 561 Pérez Montás, Eugenio 6 Pina, Arístides 397
Pereyra, Manuel 493 Pérez Perdomo, Armando 42, Pina, Pedro Alejandrino 335-
Pereyra, Thania 631 392 337, 339, 341, 724
Pérez, Alonso 495 Pérez Sánchez, Félix M. 420 Píndaro 794
Pérez, Bartolomé Olegario 359, Pérez y Pérez, Carlos Federico Pineda, Antonio María 308,
383, 456 479, 483, 606 309, 313
Pérez, Federico Benigno 474 Pericles 794 Pinedo (persona de los tiempos
Pérez, Félix María 643 Perozo, César N. 432 de Núñez de Cáceres) 168
Pérez, Guillermo 631 Perozo, José Luis 397 Pina-Contreras, Guillermo 6
Pérez, José C. 601-603, 609, 610, Perugino (Pietro di Cristoforo Piñeyro, Abelardo 601, 604, 621
623, 637, 650, 689, 724 Vanucci) 608 Piñeyro, Consuelo 493
Pérez, José Joaquín 28, 37, 54, Pesado, José Joaquín 59 Piñeyro, Enrique 300
127, 346, 350, 351, 356, 358, Pestalozzi, Johann Heinrich Piñeyro, José 490
362, 370, 372, 373, 377, 383, 783 Piñeyro, Julio A. 390
384, 400-403, 405, 429, 442, Petión, Alejandro 166 Piñeyro, Pedro María 604, 622
456, 471, 472, 480, 582, 593- Peynado, Enrique 625, 633 Pío de Guadalupe, Francisco
597, 601, 602, 605, 610, 802- Peynado, Francisco José 453, 288
805, 807 685, 697, 700, 777 Pizarro, Francisco 272, 788, 827
Pérez, Lucio 505 Peynado, Jacinto Bienvenido Platón 62, 83, 94, 794, 924
Pérez, Luis 593 365, 454 Plauto 67, 122
Pérez, Ramón 397 Pezuela, Jacobo de la 304 Plutarco 117, 794
Pérez, Ricardo D. 557 Pezuela, Juan de la 304, 540-542 Poe, Edgar Allan 376
Pérez, Rufino 131 Pherson, Mac 36 Polanco, Celestino 557, 558
Pérez, Santiago 439 Pi y Margall, Francisco 674, 820 Polanco, Claudio 411
585
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Polanco, Josefina 600 Prudencio, Aurelio 60, 383, 432 Ramírez, Diego 112, 274, 281
Polanco, Josefita 603 Prud’homme, Emilio 35, 41, Ramírez, Ignacio 59
Polanco, Juan Antonio 466 271, 357, 362, 373, 400, 432, Ramírez, Marcos 496
Polanco, León 492, 494 436, 450, 557, 602, 682, 697, Ramírez, Miguel Joaquín 603
Poliziano, Angelo 594 737, 743 Ramírez, Tomás 429
Ponce, Manuel M. 44, 560 Ptolomeo 898 Ramírez de Funleal, Sebastián
Ponce, Ramón 264 Puello, Ana Josefa 437, 790 269
Ponce de León, Francisco Mel- Puello, Gabino 560 Ramírez de Villaescusa 269
garejo 289, 290 Puello, José Joaquín 340 Ramírez Guerra, Carlos 608, 626
Ponce de León, Juan 272, 289 Puente, José A. 624 Ramírez Guridi, Juan 308
Ponce de León, Juan Melgarejo Puente, Luis de la 92 Ramos, Julián 291
289 Pueyo, Manuel 621, 624, 626, Ramos, Leoncio 544, 545
Portalatín, Aída Cartagena 483 627 Ramos, Luis 496
Portes, familia 323, 359 Puig, S. 626 Ramos, Nicolás de 277
Portes, Simón de 314, 315, 583, Puigvert, Juan 505 Rangel, Nicolás 51, 57, 61
584, 605 Pujol, Francisco 291 Ravelo, Bienvenido 644
Portes e Infante, Tomás de 327, Pujol, Pablo 466 Ravelo, familia 359
339, 433, 621 Pumarol, Pablo 373, 417, 446, Ravelo, José de Jesús 357, 474,
Portes Gil, Emilio 315, 584 604 487-489, 493, 494
Portillo y Torres, Fernando 291 Ravelo, José Félix 305
Portuondo, Manuel 576 Q Ravelo, Juan Nepomuceno 335,
Portuondo, Vicente 603 Quero, Francisco Franco 287 610, 624
Postigo, Julio 11-13, 15, 19, 26, Quero, José Francisco 490 Ravelo, Oscar E. 470
675, 693, 694, 697, 925, 926 Quero, Manuel Joaquín 557, 558 Ravelo, Pedro E. 493
Potosí, San Luis de 314 Quesada, Delia M. 420 Ravelo, Temístocles 639
Pou y Arvelo, Catalina Francis- Quesada, Gonzalo de 186, 190 Read B., Horacio 393, 428, 632
ca 437, 790 Quevedo, Francisco de 63, 64, Rebolledo, Efrén 44
Pou, Julio 601, 604, 612, 613, 617, 66, 91, 183, 185, 294, 318, 499 Recio, Gabriel 502
623, 625, 639, 641-643, 670 Quevedo y Villegas, Agustín Regla Mota, Manuel de 425, 610
Poveda, Ignacio José de 291 de 291 Reina, Francisco de 495
Povich, Maury 98 Quijada, Rodrigo de 495 Reina, Miguel 493
Prado, Esteban de 290 Quincey, Thomas de 95 Reinoso del Orbe, Serapio 132
Prado, Francisco de 497 Quintana Roo, Andrés 96, 121, Rembrandt 602, 619
Prampolini, Santiago 478 343, 351, 369 Remesal, Antonio de 267
Prats Ramírez, Francisco 393 Quintanó, familia 359 Remos, Juan J. 605
Prats Ventós, Antonio 253, 255, Quintanó, José Gregorio 305 Renán, Joseph Ernest 57, 138,
256, 595, 631, 633, 635, 650 Quintiliano, Marco Fabio 60 175, 199, 201, 669
Prestol, Jacinto 557 Quiñones, Nemesio 541 Rendón y Dorsuna, Juan Igna-
Prestol, Laíto 550, 561 Quiroga, Facundo 89, 117 cio 291
Prestol, Manuel 557, 558 Quirós, Arce de 112, 279 Rendón, José Lorenzo 308
Prestol Castillo, Freddy 409, 483 Renoir, Pierre Auguste 620
Prestor, Manuel 557 R Requena, Andrés Francisco 480
Pretto, Abraham 41 Racine, Jean 61, 337 Restrepo, Antonio 574
Prieto, Guillermo 88 Radeliffe, Ann 80 Reyes, Adán 476
Primet, René X. 586, 616 Rafael (pintor del Alto Renaci- Reyes, Alfonso 44-46, 51, 52, 95,
Protágoras 94, 135 miento) 608, 614 108, 396
Proteo, Carpacio 282 Ramil, Gregorio 593 Reyes, Bernardo 45
Proust, Marcel 224, 238 Ramírez, Carlos F. 625 Reyes, Jesús 366, 419
586
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Reyes, José 357, 492-494, 557, Rodin, Auguste 616, 617, 620 Rodríguez Objío, Manuel 349,
558, 610, 623 Rodó, José Enrique 51, 82, 84, 93, 350, 357, 373, 391, 400, 417,
Reyes, José Altagracia 632 94, 138, 141, 196-203, 205 433, 441, 467, 471, 472, 574,
Reyes, Ramón Emilio 484 Rodríguez, Antonio 600 598
Reyes, Rodolfo 46 Rodríguez, Beato Alonso 92 Rodríguez Ucres, José 318
Riberos 495 Rodríguez, C. Armando 309, Rodríguez Urdaneta, Abelardo
Ribilla, Juan Pablo de 495 755 29, 252, 255, 405, 582, 594-
Ricardo, Manuel de Jesús 466 Rodríguez, Cayetano Armando 596, 598-603, 608, 610, 614-
Ricart, Carmita 621 465, 475, 622 621, 625, 627, 628, 632, 633,
Ricart, Elpidio E. 477 Rodríguez, Ernesto 601, 603 635, 639, 641-644, 650, 670
Ricart, Luis 493 Rodríguez, familia 743 Rodríguez Velázquez, Diego
Ricart Matas, J. 528 Rodríguez, Fidel 493 228, 245, 267, 272, 581, 588,
Richard (persona de los tiempos Rodríguez, Manuel 327, 433, 589, 611, 649, 758, 900
de Núñez de Cáceres) 166 500 Rodríguez Victoria, Armando
Richer, Pierre 589 Rodríguez, Manuel de Jesús 473
Rijo, Baldemaro 389 623 Rodríguez Xuáres, Cristóbal
Rijo, José 483 Rodríguez, Manuela 327, 328, 283, 285, 292
Rilke, Rainer Maria 616, 620 338 Rodríguez y Ortiz, Elías 327, 433
Rinaldini, Julio 598 Rodríguez, Mercedes 592 Rojas, Arístides 596, 755
Rincón, Francisco 291 Rodríguez, Pedro B. 493 Rojas, Carlos María 755
Rincón, Juan 429 Rodríguez, Salvador 503 Rojas, Cristóbal 628
Rincón Mora, José A. 631 Rodríguez Arrezón, J. M. 576 Rojas, José María 322, 323
Rioja, Francisco de 77-79 Rodríguez Arrezón, José María Rojas, Marcos 539
Ríos, José Amador de los 272 418, 457 Rojas Abreu, Enriquillo 484
Ripa Alberdi, Héctor 51, 81, 117 Rodríguez Castellanos, Silveria Roland Holst, Richard 669
Risueño, Bartolomé 315 621 Román, Narciso 6
Risueño, Diego 315 Rodríguez de Sosa, Tomás 288 Román y Rodríguez, Miguel
Riva, Gregorio 434, 633, 634, Rodríguez de Tió, Lola 607 372
755, 812, 813, 819 Rodríguez Demorizi, Emilio 5, Romano Pou, Josefina 631
Rivera, Diego 60, 649 8, 9-11, 15, 17, 19, 26, 29, 30, Romero de Torres, Julio 628
Rivera, José 633 51, 287, 290-293, 301, 307, Romeu, Fernando 634
Rivera, Luis 489 309, 310, 315, 318, 320, 321, Ron, Miranda de 274
Rivera Chevremont, Evaristo 328-330, 410, 411, 424, 435, Roncoroni, Luis 36
643 470, 482, 487-489, 494, 515, Roosevelt, Franklin Delano 84
Rizek, José Alfredo 6 516, 546, 626, 630, 643, 644, Roque, Santiago 647
Robert, Hubert 596 681, 688-690, 692, 694, 697, Roques, Aida 253
Robertson, William 300 749, 773, 790, 929 Roques, Eliseo 625, 626
Robiou, Arismendy 785 Rodríguez Demorizi, Silveria Rosa Nieves, Cesáreo 540-542
Robiou, Joaquín Arismendi 600, de 355 Rosa, Jesús de la 5, 10, 928
601, 603, 634, 697, 700 Rodríguez García, Alonso 610, Rosa, Juan de la 6
Robledo, Jorge 115 633 Rosa, Manuel A. 555
Robles Toledano, Oscar 689-691 Rodríguez Jiménez, Félix Fran- Roselli, Cosimo di Lorenzo 608
Roca, Esteban 339 cisco 405, 417, 604, 626 Rosón, Andrés 339
Roca y Castañer, Francisco 339 Rodríguez Marín, Francisco 497 Ross, Salvador 617
Rochambeau, Jean de 658 Rodríguez Montano, Manuel Rossi, Vicente 487
Rodeck, Herman 583, 604, 637, de Jesús 372, 401, 417 Rossini, Gioachino 491, 503
640 Rodríguez Núñez, Abelardito Rotellini, David 493
Rodenbach, Georges 54 621 Rouault, Georges 245
587
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Roume, Carlos 501 Salomón (personaje Bíblico) Sánchez, Rafael Augusto 473
Rousseau, Jean Jacques 108, 289 Sánchez, Socorro del Rosario
313, 425 Samon (persona de los tiempos 434, 437
Rouzier, S. 520 de García Godoy) 160 Sánchez Azcona, Juan 44, 45
Rubalcava (político de los tiem- San Antonio 549, 573, 586, 611 Sánchez Cantón, F. 590
pos de García Godoy) 131 San Basilio 305, 583, 584 Sánchez de Fuentes, Eduardo
Rubens, Peter Paul 249 San Buenaventura 433, 434, 487, 508, 574
Rudel, Jean 611, 615 441, 698 Sánchez Lamouth, Juan 484
Rueda, Fernando 560 San Carlos 447, 521 Sánchez Lustrino, Gilberto 51,
Rueda, Lope de 61, 748 San Francisco de Asís 389, 390 621, 638
Rueda, Manuel 15, 484, 929 San José 492 Sánchez Lustrino, Ricardo V.
Rufinito (persona de los tiem- San Juan Bautista 492, 633 127, 432
pos de García Godoy) 155, San Marcos 308 Sánchez Ramírez, Juan 56, 165,
158, 159, 181, 207, 427 San Martín 107, 403, 455, 594, 208, 299-301, 306-309, 324,
Ruiz, Carlos Amado 623 769, 819 508, 509, 532, 536, 588, 590,
Ruíz, Félix María 335, 623 San Martín, Tomás de 270 593, 687
Ruiz de Alarcón, Garci 65 San Martín, Zorrilla de 54, 96, Sánchez Recio, Felipe 493
Ruiz de Alarcón, Juan 50, 51, 107, 403, 594 Sánchez Valverde, Antonio 294-
57, 58, 60-67, 94, 95, 274, 277, San Miguel 512, 516, 521, 603, 296, 324, 589
390, 419, 473 640 Sánchez Valverde, Manuel María
Ruiz Domínguez, José 328, 338 San Pablo 178, 411, 492 433
Ruskin, John 95, 651 San Pedro 492 Sánchez Valverde, Melitón 323
Sang Ben, Mu-Kién 6 Sánchez y Sánchez, Carlos 393,
S Sanabia, Francisco 460 468, 476
Saavedra, Fajardo 185 Sanabia, Manuel María 600, Sánchez y Valverde, Antonio
Sachs, Curt 550 602, 608, 621, 622, 625 294, 296
Saco, José Antonio 304 Sanabia, Rafael Emilio 406, Sanguily, Manuel 300
Safo 794 461, 477 Sanlley, Tomás 604
Sagra, Ramón de la 325 Sánchez, Altagracia Luisa 372 Santa Ana 496, 497, 602
Sains, Tomasa 592 Sánchez, Ana Quisqueya 397 Santa Cruz 769
Saint Víctor, Paul 585, 588, 668 Sánchez, Francisco del Rosario Santa Cruz y Mallén, Francisco
Saint-Denis, Juchereau de 340 167, 335, 336, 339-342, 407, Xavier 300, 301
Saint-Hilaire 898 408, 434, 437, 471, 596-598, Santa Elena 337
Saint-Mery, Moreau de 292, 505, 602, 610, 619, 620, 626, 634, Santa Rita Durao, José de 398
525, 532, 588, 667 636, 655, 670, 693, 730, 739, Santa Rosa de Lima 492
Saintsbury, George 98, 110 763-765, 774, 809-812, 819 Santa Teresa 99, 474, 603
Salado de Peña, Carlota 430 Sánchez, Ildefonso 600 Santaella, Francisco 541
Salazar, Abel C. 44 Sánchez, Joaquín E. 493 Santana, José Audilio 419, 621,
Salazar, Adolfo 51 Sánchez, José 497 623
Salazar, Eugenio de 113, 274, Sánchez, Juan 495 Santana, Pedro 130-133, 148,
279, 280, 283, 390, 499 Sánchez, Juan Francisco 307, 151, 153, 154, 156, 159, 162,
Salazar, Luis 411 479, 677 324, 326, 328, 329, 336, 340,
Salcedo, familia 359 Sánchez, Juan José 438 342, 344, 367, 386, 400, 402,
Salcedo, José Antonio 132 Sánchez, Manuel Emilio 393 403, 407, 408, 416, 427, 440,
Saldívar, Gabriel 315 Sánchez, Manuel Segundo 308 444, 445, 460, 470, 502, 512,
Salinas, Pedro 225 Sánchez, María Trinidad 420 555, 592, 593, 596, 610, 619,
Salnave (ex presidente de Haití) Sánchez, Morito 503 622, 627, 639, 765
410 Sánchez, Rafael 263 Santander, Paula 121
588
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Santángel, Luis 263 Serra, Nidia 253, 255, 631, 650 Soto, Antonio de 592
Santo Domingo, Bernardo de Serrano 593 Soto, Arnulfo 651
265 Seuret, Georges-Pierre 250 Soublette, Carlos 168
Santo Tomás de Aquino 121, 165, Shakespeare, William 36, 39, Souffrant (militar de los tiem-
266, 270, 277, 282, 285, 291, 42, 53, 61, 67, 80, 86, 108, pos de B. Báez) 407
292, 294, 295, 297, 307, 309, 604, 907 Soulié, V. 493
314, 323, 324, 327, 445, 623 Shalchi (pintor suizo) 593 Spencer, Herbert 174, 177, 480,
Santos Chocano, José 354, 605 Shaw, Bernard 53, 65 675, 818
Santos, Felipe de los 601-603 Shelley, Percy Bysshe 79, 108, Staël, Anne-Louise de 79, 80
Sanz del Río, Julián 674, 675, 222 Stanley, Henry Morton 827
820 Sheridan, Francés 296 Stein, Henri 291
Sanz Lajara, José M. 428, 929 Shopenhauer, Arthur 64, 603 Stephenson, familia 885
Sanz Morquecho, Pedro 273 Sicre, Juan José 634 Sterling, familia 359
Sardá, Román 320, 427 Sierra, José Ignacio 307 Sterling, Juan Pablo 624
Sarmiento, Domingo Faustino Sierra, Justo 46, 58, 59, 93 Stevenson, Robert Louis 80
81, 88-90, 94, 117-121 Signac, Paul 250 Stiles, Ezra 120
Sartre, Jean-Paul 423 Sigüenza y Góngora, Carlos Strauss, Johann 416
Satanás (personaje bíblico) 698 de 290 Stravinsky, Ígor Fiódorovich
Saviñón, Altagracia 386, 387, Silva Lisboa, José da 122 238, 595, 615
397 Silva, José Justo 167 Stuart Mill, John 175, 673, 675,
Saviñón, J. F. 493 Simó Torres, Dennis R. 6 818
Saviñón, Miguel 598 Smith, George Adam 103 Suárez, Vicente 549, 550, 554
Saya y Cordones, José 497 Snell, Ada 110 Suárez de Figueroa, Cristóbal
Scanlan, Dig 599, 601, 614 Sócrates 44, 52, 83, 308, 373, 698, 58, 64
Scaroina Montuori, Alfredo 624 783, 786, 794, 819, 868, 924 Suazo de Moreto, Dolores 367
Schelling, Friedrich 599, 602 Sófocles 67, 100 Subercaseaux, Vicuña 173, 176
Schiller, Johann Christoph Frie- Solá, familia 359 Subilles, Teresa 608
drich 326 Solá, Faustina 320 Sucre, Antonio José de 168, 208,
Schomburgk, Robert Hermann Solá, José Narciso 419, 420 398, 819
502 Solá, Miguel 583 Sudermann, Hermann 53
Schubert, Franz Peter 38, 476 Solalinde, Antonio G. 426 Suna (persona de los tiempos
Schuchard, Hugo 502 Solana, José 615 de García Godoy) 143
Scofborg, Marcial 631 Solano y Bote, José 293 Suro García Godoy, Darío 252-
Scott, Walter 80 Solano, Domingo Antonio 339 254, 484, 583, 627, 632, 633,
Secchi, Angelo 891 Soler, Alfredo M. 557, 558 650, 651
Segura, familia 359 Soler, Alfredo Max 423
Segura Sandoval, Francisco Soler, Ángel María 476, 595 T
293 Soler, Etanislao 595 Tabares 167
Segura y Mieses, Bartolomé Soler, José P. 493, 557 Tablada, José Juan 44
323, 489 Soler, Mariano Antonio 359, 460 Tacón, Miguel 304
Sembrich, Marcela 43 Soler, Pantaleón 492-494 Tainem, Hipólito 175, 177, 602,
Sena, D. R. 614 Soler, Víctor 493 611, 649
Séneca, Lucio Anneo 60 Soler y Meriño, Mariano A. 359 Talaverano Mansera, Juan Fran-
Senior, Juan A. 929 Solís y Rivadeneyra, Antonio cisco 496
Sepúlveda, Baltasar de 285 de 183 Tapia y Saviñón, Rosa de 305
Sepúlveda, Pablo 557, 558 Solón 794, 825 Tarrazona, Enrique 626
Serra, José María 331, 335, 337, Soria, Diego de 277 Tatem Brache, Jaime 8
338, 439, 468 Soriano, Germán 433, 477 Tavares, Félix 814
589
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Tavárez, Froilán 475 Toribio, Antonio 255, 256, 631, Twain, Mark 65
Tavárez, José Casimiro 497 633, 650 Tyndall, John 783
Tavárez Campos y Quintón Toribio, Daniel 7, 9, 13, 15, 19
541 Toribio Medina, José 281 U
Tavares Espaillat, Gustavo 6 Torquemada, Francisco de 287 Ubaldo Gómez, Manuel 469,
Tavares K., Juan Tomás 6 Torquemada, Franco de 287 550
Tavárez Delgado, Juan Salva- Torquemada, Joaquín Maniau Ubeda, Domingo Vico de 267
dor 8 307 Ugarte, Manuel 138
Tavárez Mirabal, Manuel En- Torquemada, Juan de 287 Urbina, Luis G. 44, 51, 59
rique 7 Torquemada, Tomás de 306 Ureña, Ramona 33, 36, 37, 40
Tejada, familia 359 Torre, Francisco de la 44, 60 Ureña de Henríquez, Salomé
Tejeda Santana, Virginia 623 Torre, José María de la 316 15, 20, 33, 34, 50, 81, 271, 346,
Tejera, Apolinar 288, 297, 372, Torre, Tomás de 267 348, 351, 352, 354-358, 363,
375, 401, 406, 465, 471-473 Torre Revello, José 520 369, 370, 372, 373, 375, 377,
Tejera, Emiliano 56, 442, 462, Torres, Antonio 493 381, 383, 384, 391, 403, 405,
465, 623, 817, 929 Torres, Antonio de 264 418, 420, 435, 437, 438, 451,
Tejera, Emilio 285, 463, 464, Torres, Facundo de 285 471, 472, 478, 582, 594, 595,
690 Torres, Luis Alfredo 483 597, 598, 602, 605, 618, 620,
Tejera, Juan Nepomuceno 335, Torres, Tomás 409 622, 683, 685, 694, 697, 700,
337, 338 Torres Caicedo, José María 790, 800-803, 821, 929
Téllez, Gabriel 277, 283 466 Ureña de Mendoza, Nicolás
Téllez, Juan 60, 497 Torres de Mendoza 273 37, 293, 310, 345, 367, 368,
Temístocles 794 Torroella, Alfredo 189 370, 400, 412, 416, 440, 471,
Tennyson, Alfred 80 Tostado de la Peña, Francisco 517, 595
Teofrasto 67 112, 279, 280, 390 Uribe, Virtudes 6
Terencio, Publio 67 Toucey, Benjamín 640 Urizar, José A. de 501
Teresa de Mier, Servando 121 Tovar, Martín 596, 599, 617 Urquiza, Juan José de 118
Teunissen, Víctor 621 Trabous, Juan María 557, 558 Urrutia, Carlos de 307, 319, 635
Théo (hermano de Van Gogh) Trelles, Carlos M. 266, 272 Urrutia, Catalina de 319
247-249 Troncoso de la Concha, Manuel Urueta, Jesús 44, 45
Theotocópuli, Domenico 241, de Jesús 11, 430, 468, 475, Utrera, Fray Cipriano 265, 268,
244 487, 489, 494, 925, 929 269, 276, 278, 279, 281, 282,
Thiers, Louis Adolphe 795 Troncoso Sánchez, Jesús María 288, 291, 293, 301, 306, 320,
Thomas, Isaiah 291 393, 397 468, 494, 501, 504, 595
Tiberio 795 Troncoso Sánchez, Pedro 621,
Tilgner, Viktor Oskar 502 929 V
Tintoretto (Jacopo Comin) Troya y Quesada, Silvestre de Valbuena, Bernardo de 58, 61,
608, 615 Balboa 276 113, 277, 278
Tirteo 794 Trujillo Molina, José Arismen- Valdecantos, Diego de 495
Tocqueville, Alexis de 586 dy 648 Valderrama, Domingo de 285
Toledo, Fadrique de 757 Trujillo Molina, Rafael Leonidas Valdés de Mota, Francisca
Toledo, María de 114, 241-244, 23, 26, 49, 195, 217, 255, 273, Cleofes 349
271, 404, 504 278, 365, 496, 497, 630-632, Valdés, Francisco 496
Tolentino Rojas, Vicente 461, 634, 650, 678, 679, 688-690, Valdés, Luis Heriberto 473
469 692, 823 Valdez, Pedro 497
Tolentino, Rafael César 461 Turner, Joseph Mallord William Valencia, Esteban 494
Tolstói, Lev Nikoláyevich 53, 52 Valencia, Manuel María 337,
451 Turull, José 493 366, 439
590
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
591
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
592
ÍNDICE DE FICCIÓN
VOLuMEN IV Crítica de literatura y Arte. Filosofía
A C Evio 74-76
Abdalá 182 Cadmo 68-73, 75 Evohé 76
Abelarda 558 Campeador, Cid 98, 100-102
Adonis 77 Candelaria 557 F
Afrodita 68 Capuleto, Julieta 36, 817 Fandanguillo, Jorge 533
Agamenón 84, 302 Ceix 52 Fanita 40
Agave 68 Chenchita 557 Fausto 174
Agenor 70 Ciguapa 635 Filoctetes 67
Ailino 68, 69 Coicoveo, Señora Polonia 515 Florentino 211
Alceste 67, 96 Comandante Julio 502
Alción 52 Concho Primo 638 G
Altagracia 558 Consuelo 418 Gabriela 570
Ana Luisa 557 Galercio 128
Anacleto 537 D Gea 68, 75
Anita 557 Dafne 586 Genoveva 418
Antoñita 320, 424, 425, 430, 433, Deméter 74, 75 Grambuá 527
547, 558, 929 Diana 366 Grullón, Moro 566
Apolo 74, 586 Dionisos 21, 47, 50, 67, 68, 74-
Aquiles 302 76, 419 H
Aquilina, Juana 537, 538 Dircea 74 Hades 72, 73, 75
Armandito 558 Ditirambo 74 Hamlet 36, 450, 472, 600, 617,
Artidoro 128 Don Chuchú 489 673, 680, 817, 865
Atala 398 Don Juan- 614 Harmonía 68, 69
Atenea 68 Don Juan “El Pájaro” 490 Hélade 68, 74, 75
Ateneos 42, 45, 51, 57, 165, 182, Don Juan 502 Helena 67
183, 326, 366, 386, 392, 417, 449, Don Pipí 489 Helios 74
472, 490, 493, 600, 609, 624, 625, Don Saturnino 523 Hera 70
633, 649, 680, 820, 923 Doña Inés 614 Hércules 150, 360
Atropos 72 Dríadas 74 Hermes 68, 70-72
Autonoe 68 Híadas 74
E Hilas 77
B Edipo 67, 282 Huasipungo 407
Baco 74-76, 156 Eleodora 523
Báez, Pablo 490 Eleuterio 74, 75 I
Basáreo 74 Eliodoro 532 Ifigenia 67
Bayoán 818 Engracia 359, 424, 425, 430, 433, Ilión 302
Bélica 558 547, 558, 929 Indio Zamuri 558
Beowulf 102 Ercilla 841 Inesita 558
Bouvard 98 Esther 586 Ino 68
Brahma 786, 900 Estigia 70 Ion 67
Bromio 74, 75 Evelina 428 Iris 68, 69, 74, 75
593
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
594
ÍNDICE GEOGRÁFICO
VOLuMEN IV Crítica de literatura y Arte. Filosofía
595
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
596
Índice GEOGRÁFICO | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
597
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
603, 604, 611, 616, 627, 628, Guadalquivir 78 Iglesia de San Pedro de Macorís
630-632, 640, 649, 651, 655, Guadalupe 288, 420, 593 624
658, 673, 677, 731, 732, 734, Guanábana 707 Iglesia de Yuma 623
764, 780, 810, 826, 842, 843, Guanahaní 263, 734, 736 Iglesia del Santo Cerro 627
862, 868, 881, 882, 904, 906, Guanuma 19, 132-134, 150-152, Iguayagua 806, 807
907, 909, 917, 918, 920, 922, 154, 210, 427, 547, 929 Imprenta Quisqueya 37
923, 926 Guaraguanó 567 Incháustegui 501
Guarico 292, 736 Indias Occidentales 264-267,
F Guatemala 97, 266, 267, 277, 269, 272-277, 281, 282, 286,
Faro de Colón 623, 633 282, 291, 296, 307, 630, 758 287, 293, 296, 300, 301, 305-
Fenicia 794, 842, 894 Guayama 663, 665 307, 309, 504, 548, 592, 757
Filadelfia 292, 309, 543, 639, Guayaquil 121, 477 Indostán 786
810, 880 Guayubín 211, 413, 466 Ingenio Esperanza 598
Filipinas 270, 920, 921 Guerra 721 Inglaterra 65, 86, 90, 95, 105,
Flechier Saint Georges, calle Guinea 827 164, 298, 300, 333, 509, 665,
588, 667 741, 761, 827, 841, 862, 866,
Florencia 268, 651 H 893, 915, 919-921
Florida 273, 611, 757, 758 Haina 757, 758 Instituto de Filología (Univer-
Francia 35, 47, 51, 56, 63, 85, Haití 40, 56, 112, 113, 116, 166, sidad de Buenos Aires) 48,
86, 90, 95, 105, 116, 119, 174, 167, 263, 270-272, 285, 297, 49, 94
208, 241, 245, 250, 251, 270, 298, 301, 303, 307, 309, 313, Instituto de Señoritas 33, 35,
285, 292, 297-299, 308, 309, 322, 323, 327-329, 333, 335, 353-355, 435-437, 532, 622,
318, 319, 322, 329, 333, 334, 339, 342, 391, 399, 400, 402, 678, 679, 683, 685, 742, 790,
351, 415, 450, 453, 459, 470, 403, 407, 408, 410, 411, 415, 821, 823
471, 474, 501-503, 519, 556, 430, 442, 450-454, 463-465, Instituto Profesional 403, 434,
581, 583, 585, 586, 588, 590, 468-470, 490, 492, 501, 509, 435, 445, 449, 611, 683, 686,
592, 596, 620, 622, 629, 636, 518, 525, 539, 560, 589, 592, 726, 742, 743, 749, 802
644, 651-659, 661, 662, 664- 646, 647, 659, 686, 706, 734, Irlanda 86, 677, 827
669, 677, 739, 761, 768, 769, 735, 737-739, 763, 766, 799 Isabel de Torres, colina 707, 709,
781, 795, 827, 841, 862, 879, Haití Español (República Domi- 756, 772
891, 909 nicana) 311, 312, 314, 592 Isabel la Católica, calle 633,
Hamburgo 502, 604 640
G Hawaii 731, 827 Isla Española 28, 112, 114, 115,
Galicia 86, 413 Hélade 68, 74, 75 161, 162, 263-274, 276, 278,
Génova 604, 634 Hicayagua 518 280-282, 285-289, 292-295,
Gibara 358 Higüey 420, 424, 496, 497, 506, 309, 328, 343, 363, 377, 393,
Ginebra 49, 647 547, 592, 623, 721, 772 399, 400, 403, 440, 464, 465,
Gomorra 464 Hilera Central (Cordillera Cen- 468-470, 489, 494, 501, 503-
Gran Bretaña 470 tral) 738 505, 508-510, 518, 542, 546,
Granada 276 Himalayas 761 555, 556, 558, 583, 585-589,
Grecia 45, 86, 89, 98, 100, 113, Holanda 396 591-593, 596, 629, 633, 664,
271, 587, 666, 669, 677, 781, Honduras 441, 629, 630 666, 679, 705-707, 711, 735,
794, 827, 862, 868, 894 Hungría 510 739, 740, 796
Groenlandia 901 Isla Tortuga 285, 286, 288, 290,
Groot Zundert 245 I 465, 734, 926
Guaba 284 Iglesia de Higüey 592, 623 Isla Wellington 793
Guabatico 448 Iglesia de Las Mercedes 627, Islandia 105, 894
Guadalajara 45, 295, 296 677 Islas Canarias 282, 308, 309
598
Índice GEOGRÁFICO | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Islas Lucayas 734, 739 La Isabela, río 344, 585, 664 Lima 97, 113, 114, 116, 270, 281,
Islas Turcas 454 La Media 842 285, 483
Israel 103, 794 La Merced, iglesia de 279 Línea Noroeste 466
Italia 85, 90, 95, 105, 268, 502, La Mona, canal de 738 Lisboa 308
571, 602, 622, 629, 635, 651, La Paz 97, 265, 285 Londres 90, 103, 122, 247, 309,
732, 842, 909 La Plata 48-51, 83, 96, 97, 322, 327, 508, 563, 604, 654, 909
Itálica 78 419, 649 Los Alcarrizos 308
La Romana 647 Los Alpes 313
J La Serna 56, 208 Los Andes 88, 96, 190, 455, 680,
Jacmel 168 La Vega 54, 116, 126, 129, 156, 761, 820, 841
Jalisco 45 157, 207, 266, 268, 269, 327, Los Mameyes 431
Jamaica 113, 654, 657, 660-662, 339, 358, 386, 389, 407, 427, Los Pirineos 313
732, 920 461, 466, 490, 495, 497, 504, Los Plateros, calle de 640
Japón 43, 103, 827, 839 539, 544, 546, 549, 550, 556, Los Santos, bahía de 710
Jarabacoa 592, 756, 761, 762, 558, 562, 573, 593, 594, 624, Los Vientos, canal de 738
812 626, 627, 634, 635, 643, 647, Lucca, provincia de 634
Jaragua 401, 404, 738, 765, 772 700, 711, 713, 721, 735, 755,
Judea 894 756, 772, 777, 812 M
Jura, isla 772 La Vega Vieja 756 Macedonia 591, 794, 795
La Yaguana 284, 287 Madrid 36, 50, 51, 61, 64, 94,
K Las Antillas 56, 58, 96, 110, 113, 95, 107, 115, 117, 126, 182,
Keops 794 114, 121, 167, 168, 192, 194, 264-266, 272-277, 281, 282,
Kingston 585, 586, 657, 660, 209, 270, 315, 358, 386, 397, 285-290, 292, 293, 295, 296,
662, 664 399, 406, 434, 435, 470, 506, 300, 304, 306, 320, 326, 355,
508, 518, 575, 587, 588, 629, 359, 366, 383, 386, 412, 418,
L 645, 652, 658, 663, 665-668, 419, 425-427, 435, 477, 479,
La Altagracia, calle 148 679-681, 699, 701, 702, 704-706, 481, 495, 497, 536, 548, 581,
La Altagracia, capilla de 626, 711, 720, 732, 734, 735, 738, 583, 589, 590, 595, 599, 611,
641 740, 741, 745, 750, 754, 756, 624, 628, 629, 631, 634, 647,
La Ceiba de Colón 623 759, 762, 768, 770-772, 774, 784, 673, 680, 909, 928
La Cumbre 707 785, 818-820, 822, 827, 901 Málaga 308
La Gran Colombia 56, 120, 314, Las Carreras 133, 152, 326, 555, Malinas 313
586, 592, 665, 739 556, 592, 596, 632, 636, 928 Managua 399
La Guaira 480, 654 Las Charcas 120, 285, 296 Maniel 726
La Habana 43, 46, 47, 50, 51, 97, Las Damas, calle de 271, 279, Manzanillo 116, 277
110, 115, 168, 273, 276, 290, 291, 645 Mar Caribe 112-114, 116, 214,
294, 295, 300, 301, 303-306, 309, Las Mercedes, calle de 490, 350, 455, 456, 475, 605, 638
316, 318, 320, 321, 323-326, 365, 641, 643 Maracaibo 300
366, 386, 388, 406, 419, 454, Las Palmas 499 Maratón 794
471, 501, 540, 542, 543, 559, Liberia 827 Marión 734
573, 583, 584, 589, 592, 596, Liceo de La Habana 304 Martinica 586, 661, 665
605, 613, 625, 626, 629, 634, Liceo de Puerto Plata 369 Masacre, río 737
637-639, 642, 649, 660, 692 Liceo de Puerto Príncipe 325 Massachusetts 51
La Haya 247 Liceo de San Juan 673 Matanzas 562
La India 98, 104, 794, 842, 868, Liceo del Yaque 625 Mayagüez 337, 673
894, 900, 920, 922 Liceo Dominicano 35, 40, 436 Medina del Campo 269
La Isabela (República Domini- Liceo Miguel Luis Amunátegui Mediterráneo, mar 82, 85, 475,
cana) 377, 756 800 605, 803
599
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Mejillones, bahía de 710 Nigua, río 716, 723 Palo Hincado 56, 165, 208, 299,
México 44-48, 50-55, 57, 58, 60, Nipe, bahía de 710 306, 311, 501, 598, 632
61, 64, 66, 67, 79, 81, 82, 88, Nisa, monte 74, 75 Panamá 276, 475, 477, 661, 711,
93, 96, 97, 112, 113, 115, 116, Nizao 643, 758 855
120-122, 138, 167, 190, 192, Noruega 86, 764 Panfilia 279, 281
207, 253, 265, 267, 269-271, Nueva España 269, 274, 276, 277 Panteón Nacional 692
273, 276-278, 284, 286, 290, Nueva Granada 283 Paraguay 115, 118, 119, 799, 839
291, 295, 296, 299, 307, 312, Nueva Jerusalem 349 Paraná, río 901
314, 315, 318, 358, 363, 386, Nueva York 42, 43, 47, 48, 50, París 34, 47, 50, 53, 57, 85, 86,
390, 419, 427, 429, 487, 499, 51, 76, 99, 183, 184, 273, 291, 89, 90, 126, 183, 199, 247-250,
500, 505, 581, 582, 584, 589, 314, 316, 322, 365, 366, 386, 266, 270, 278, 291, 293, 300,
609, 629, 638, 642, 649, 650, 390, 399, 419, 427, 441, 475, 313, 316, 327, 330, 365, 366,
659, 712, 757, 799, 827, 862, 478, 481, 483, 550, 621, 629, 377, 386, 388, 390, 406, 419,
901, 920, 921 632-634, 641, 642, 645, 649, 423, 426, 427, 435, 448-450,
Michoacán 120 680, 681, 702, 708, 710-712, 453, 466, 475, 477, 478, 491,
Minneapolis 47, 48 761, 820, 874, 880, 909 501, 519, 520, 582-584, 586-
Minnesota 47, 48 Nueva Zelandia 92, 808 588, 590, 600, 620-623, 625,
Moca 41, 126, 131, 209, 364, 366, Nuevo León, estado de 45 629, 631, 635, 641, 645, 646,
386, 411, 427, 441, 497, 538, Nuevo México 928 652, 654, 657-659, 662-665,
539, 549, 622, 634, 643, 721, Nuevo Mundo (América) 58, 667-669, 730, 761, 909
754, 755, 772, 812 66, 89, 94, 112, 114, 116, 122, Parma 525
Moeris 794 263, 264, 266-268, 270-272, Parnaso, monte 74
Monte Plata 133, 287, 339 274, 276-278, 285, 287, 398, Parque Colón 555, 593, 624,
Montecristi 40, 187, 284, 287, 401, 404, 464, 661, 702, 734, 633, 926
359, 431, 458, 624, 643, 644, 757, 759 Pedernales 737
707 Numancia 464 Peloponeso 842
Monterrey 46 Península de Samaná 668
Montevideo 203 O Península de Yucatán 920
Museo de Aviñón 669 Oceanía 827 Península Ibérica 313, 490, 674,
Museo de Baní 598 Ocoa 558, 636, 714, 738, 805 803
Museo de Louvre 586, 666 Olimpo 69, 70, 72, 698 Peñafielf 285
Museo de Pintura y Escultura Orizaba 59 Peñalba 290, 294
(Madrid) 611 Ozama, río 271, 302, 303, 344, Peravia 518, 717
Museo de reproducciones artis- 347-349, 367, 395, 410, 417, Persia 75, 98, 104, 842, 894
ticas (Madrid) 611 440, 446, 489, 490, 501, 503, Perú 56, 66, 86, 93, 96, 112, 113,
Museo indigenista de Santiago 510, 558, 559, 585, 597, 598, 116, 174, 190, 208, 270, 271,
591 602, 605, 609, 623, 626, 636, 276, 281, 284, 296, 680, 712,
Museo Nacional 591, 604, 611, 637, 664, 714, 722, 749, 756, 750, 799, 827, 920, 921
622, 623, 641, 666 758-760, 772, 804 Petit-Goave 525
Pezuela 540, 542
N P Pico El Yunque 738
Nazaret 678 Pacífico, océano 88, 793 Pico Muraso 707
Nebrija 98 Padre Billini, calle 633, 641 Pinares 516
Neiba 308, 328, 339, 497, 772 Palacio Arzobispal 112, 521 Pisa 841
Niágara, río 122, 189, 299, 361, Palacio Consistorial 926 Planeta Tierra 82, 175
388, 471, 584, 588, 667 Palacio del Ayuntamiento 593 Plaza de Armas de Santo Do-
Nicaragua 84, 97, 294, 441, 503 Palacio Nacional 593 mingo (Plaza Colón) 633
Níger, río 827 Palenque 584 Plaza Mayor de Santiago 592
600
Índice GEOGRÁFICO | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Plazoleta de San Juan de Dios 735, 737, 740, 741, 748, 754- Río Yaque 132, 143, 147, 149,
634 756, 759, 762, 763, 767-770, 301, 401, 411, 442, 471, 562,
Polo Sur 915 795, 796, 803, 804, 806, 807, 622, 625, 627, 628, 709, 711,
Polonia 344, 502, 677, 827, 862 812, 814 749, 761, 762
Ponce 365, 400, 416, 560, 665 Quito 97, 285, 477, 505, 901 Rioja 117
Portobelo 586, 656, 661, 664 Roma 58, 66, 86, 89, 90, 98, 114,
Portugal 105, 107, 304, 898 R 166, 169, 276, 336, 591, 596,
Potosí 314 Real Academia Española 473, 629, 631, 669, 732, 794, 795,
Próceres, capilla de los 164 477 841, 842, 868, 894
Puebla 97, 314 Regina, iglesia de 634, 642 Romania 90, 114
Puerta de San Diego 623, 759 Región del Caribe 36, 115, 116, Rusia 86, 178, 677, 826
Puerto de Paz 736 638, 697, 701
Puerto de Santo Domingo 598 Reino Unido 711 S
Puerto Plata 35, 38, 39, 41, 126, República Dominicana 5, 7-9, Sabana Buey 714
134, 153, 170, 171, 266, 284, 11, 15, 20, 22, 23, 29, 30, 51, Sabana Larga 144
287, 307, 323, 327, 334, 339, 54, 55, 134, 171, 207, 209-211, Sabana Real 290, 294, 321
369, 383, 405, 418, 431, 434, 217, 252, 257, 285, 293, 297, Sabaneta 560
437, 453, 457, 458, 466, 494, 316, 322, 327, 333-337, 339, Sagunto 464
503, 523, 558, 575, 577, 593, 340, 342, 352, 354, 355, 357, Sahagún, villa de 285
622, 626, 628, 636, 637, 639, 372, 373, 383, 386, 390, 395, Sahara, desierto de 726
640, 643, 647, 673, 681, 682, 398, 399, 403, 406, 409, 415, Saint Geniez Doet (Aveyron)
699, 704, 707-709, 743, 756, 425, 427, 430, 433-436, 439- 668
766-770, 774, 777 443, 446, 448, 451-454, 456, Saint Georges 667
Puerto Príncipe 56, 209, 272, 457, 459, 462, 465-469, 474- Saint Thomas 344, 410, 585, 586,
276, 304, 305, 316, 324, 325, 477, 480, 487, 490, 510, 512, 641, 656, 664, 665, 668, 681
327, 347, 452, 501, 559 519, 539, 550, 554, 560, 575, Saint-Mery 669
Puerto Rico 81, 113, 268, 277, 576, 591, 593, 595, 596, 602, Saint-Philippe-du-Roule 669
278, 307, 308, 320, 322, 323, 605, 609, 610, 613, 618-621, 623, Sala del Ayuntamiento de Sa-
326, 329, 333, 337, 358, 365, 625, 627, 630, 631, 634-636, 638, maná 666
400, 403, 416, 426, 434, 435, 639, 642-644, 650, 651, 674, Salamanca 60, 62, 265, 267, 269,
438, 444, 454, 455, 459, 492, 679, 681-683, 685, 688, 694, 270, 277, 282, 285, 305, 489,
540-542, 547, 571, 574, 583, 697-702, 713, 720-724, 726- 495, 497, 498
586, 588, 604, 609, 610, 624, 731, 733, 737, 738, 740, 741, Salamina 794
625, 627, 633, 647, 659, 660, 743-746, 748, 749, 751-756, Salomé Ureña, calle 33
663-665, 667, 668, 673, 677, 765-770, 773-775, 777, 779, 780, Samaná 35, 210, 322, 339, 342,
679-681, 686, 692, 698, 699, 784, 800, 801, 810, 811, 813, 466, 583, 585, 586, 604, 626,
702, 704, 708, 720, 731, 732, 821, 862, 926, 927, 931 654, 655, 659, 664, 666-669,
737, 740, 741, 744, 745, 755, Río Cañas 673 686, 709-711, 713, 714, 729,
757, 758, 766, 767, 770, 775, Río de Janeiro 88, 118, 261, 292, 738, 743, 755, 772, 812, 813
820, 822, 827, 921, 929 306, 308, 479, 710, 733 San Antonio del Yuna (Villa
Puno 296 Río de la Plata 23, 30, 87, 91, 121, Riva) 813
549, 550, 901 San Bartolomé, parroquia de
Q Río Grande 192 241
Quisqueya 19, 37, 271, 272, Río Hacha 283 San Carlos, pueblo de 421, 437,
356, 358, 369, 400, 402, 405, Río Ismeno 68 521, 721
420, 450, 456, 462, 470-472, Río Jimenoa 762 San Cristóbal 156, 211, 339, 609,
477, 549, 594, 598, 618, 623, Río Negro 212 633, 634, 690, 714-716, 720-
635, 687, 697, 706, 732, 734, Río Piedras 400, 624 724, 730
601
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
San Diego 623 305, 307, 316, 322, 323, 339, Santo Tomás, calle 642
San Felipe, colegio 170 342, 349, 365, 366, 373, 383, Santomé 467
San Francisco de Macorís 339, 386, 391, 392, 395, 406, 407, Sao Paulo 629, 631
420, 497, 609, 610, 623, 631, 410, 411, 433, 434, 440, 441, Sardanápalo 794
632, 700, 721, 772 443, 453, 454, 457, 461, 466, Sena. río 395, 600
San Gil 623, 759 467, 474, 477-479, 489, 490, Separación (El Conde), calle
San José (19 de Marzo), calle 492, 496, 497, 502, 503, 511, 633
429 522, 543, 546, 550, 552, 554, Sevilla 61, 64, 115, 152, 183,
San José (Costa Rica) 419 556, 558, 559, 561, 562, 573, 264, 267, 274-276, 282, 286,
San Juan (Argentina) 117, 118 575, 583, 591-593, 621, 624, 290, 315, 321, 419, 490, 499,
San Juan (Puerto Rico) 268, 307, 627, 628, 633-636, 640, 641, 559, 588
540, 541, 586, 609, 610, 633, 643, 644, 647, 648, 650, 683, Singapore 731
665, 668, 673, 692 700, 709, 710, 728, 729, 743, Siria 657
San Juan de la Maguana 209, 744, 749, 755, 765, 767, 774, Sodoma 464
497 798, 819 Sosúa 709
San Lúcar 266 Santiago de México 277 Suiza 731, 764, 915
San Luis 145, 147, 148, 150, 167, Santiago del Estero 383
314, 616 Santillana 64, 528 T
San Miguel, barrio 512, 516, Santo Cerro 146, 148, 157, 465, Taboga 477
521, 603 627, 635, 643, 735 Tacna 174
San Miguel, calle 640 Santo Domingo 5, 8, 19, 22, 28-30, Talanquera 409
San Nicolás 120, 496, 610, 734, 35, 39-41, 43, 47, 48, 50-52, 54- Talavera de la Reina 315
757 56, 61, 81, 88, 97, 99, 112-117, Tamaulipas 314, 315
San Pedro de Macorís 11, 35, 37, 121, 126, 133, 141, 151, 153, Teatro Abreu 45, 46
359, 393, 395, 437, 456, 457, 154, 187, 205, 241, 252, 255, Teatro Colón 647
472, 481, 500, 617, 624, 638, 261-295, 297-302, 305-310, Teatro de Santo Domingo 593
643, 925 313-318, 321-331, 333, 334, 339, Teatro del Conservatorio 45
San Salvador 97, 397 340, 343, 346-348, 354, 355, Teatro La Republicana 647
San Vicente, provincia 267 358, 363, 366, 367, 373, 375, Teatro Quisqueya 421
Santa Ana, cuevas de 344, 602, 385, 386, 390-392, 395, 399-401, Teatro Virginia Fábregas 46
603 403, 405, 407, 411, 415, 416, Tebas 68-72, 74, 75
Santa Bárbara 328, 521, 641 418-425, 427, 429, 430, 432- Tejas 314
Santa Cruz 28 438, 441, 445, 448, 452, 456, Tenerife, isla de 282
Santa Fe 644 459, 461-466, 468-475, 477-483, Tirsis, río 78
Santa Marta 585, 664 487-512, 515, 518-523, 525, 532, Tocqueville 586
Santiago de Chile 281, 383, 399, 533, 537-540, 542-544, 546-548, Toledo 241-244, 272, 273, 275,
649, 680, 813 550, 554-559, 569, 572-575, 577, 284, 296, 306, 404, 489, 495,
Santiago de Compostela 383 579, 581, 583-585, 587-594, 596, 504, 558, 595, 757
Santiago de Cuba 43, 46, 47, 134, 598-601, 604, 605, 608-613, 617, Torre del Homenaje 602, 604,
286, 288, 294, 300, 303-305, 618, 621-627, 629-645, 647-655, 758, 759
309, 316, 324, 330, 346, 383, 658-662, 664, 666-669, 675, Torrecilla 756
386, 388, 426, 427, 447, 450, 677, 678, 680-685, 687-690, Trafalgar 164
451, 453, 559, 573, 574, 583, 692-694, 697-704, 706, 720, Trópico 589
605, 609, 610, 622, 625, 626 729, 732, 734, 738, 740-743, Turquía 104, 723
Santiago de los Caballeros 116, 749, 756, 758, 760, 763, 771,
117, 126, 142, 144, 148-150, 785, 790, 795-797, 799-802, U
153, 157, 159, 167, 169, 171, 807, 813, 817-824, 925, 926, Universidad Autónoma de San-
211, 278, 298, 300, 301, 304, 928, 929, 931 to Domingo 270, 291, 306, 307,
602
Índice GEOGRÁFICO | VOLUMEN IV | CRÍTICA DE LITERATURA Y ARTE. FILOSOFÍA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
323, 358, 393, 420, 434, 468, Universidad de Santiago de la 755, 763, 764, 799, 801, 841,
475, 632, 683, 928 Paz y Gorjón 270, 279, 281, 855
Universidad Central de Madrid 282, 285, 291 Veracruz 44, 307
673 Universidad de Santo Tomás Versailles 47, 452, 501
Universidad de Brasil 261 de Aquino 121, 165, 265, 270, Viena 502, 909
Universidad de Buenos Aires 277, 282, 285, 291, 292, 294, Villa de Santo Domingo 500,
51, 94 295, 297, 307, 309, 314, 323, 501, 504, 520, 536, 575, 586,
Universidad de Caracas 291, 324, 327, 556, 623 595, 596, 604, 621-623, 633,
307 Urquiza 118 634, 664, 666
Universidad de Columbia (Es- Uruguay 82, 88, 93, 115, 118, Villa Francisca 394
tados Unidos) 641 121, 141, 398, 487, 642 Villa Riva 813
Universidad de Harvard 49, 51,
120, 292, 358, 419, 701 V W
Universidad de la Habana 290, Valencia 59, 61, 272, 367, 595 Washington 47, 48, 121, 366, 388,
291, 294, 305, 323, 583 Valladolid 120 452, 453, 461, 535, 631
Universidad de la Plata 51 Valle de La Vega Real 465, 627, Waterloo 163
Universidad de México 48, 57, 709, 710, 738, 761
61, 928 Valparaíso 687, 734
Y
Universidad de Minnesota 47, Vayaguana 287
Yaqui, río 772
48 Venezuela 87, 96, 97, 113, 116,
Yara 358
Universidad de París 34, 266 121, 141, 168, 184, 211, 274,
Yuma, río 344, 623
Universidad de Puerto Rico 276, 282, 299, 300, 307, 308,
Yuna, río 709, 711, 812, 813
541, 624, 692 313, 314, 322, 323, 326, 372,
Universidad de Salamanca 269, 437, 441, 444, 458, 491, 509,
285, 497, 498, 500 517, 547, 548, 572, 575, 585, Z
Universidad de San Marcos de 596, 602, 628, 642, 652, 656, Zalamea 65
Lima 285 661, 664, 674, 681, 702, 740, Zaragoza 183
603
Volumen V
Historia
Índice general | Índice onomástico | Índice de ficción | Índice geográfico
ÍNDICE GENERAL
VOLUMEN V HISTORIA
Presentación
Origen de la Colección Pensamiento Dominicano y criterios de reedición ............................................... 11
Daniel Toribio
Administrador General del Banco de Reservas de la República Dominicana
Exordio
Reedición de la Colección Pensamiento Dominicano: una realidad .......................................................... 15
Mariano Mella
Presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Introducción
Historiadores y patriotas ........................................................................................................................... 17
Frank Moya Pons
Américo Lugo
Antología
Selección, introducción y notas
Vetilio Alfau Durán
607
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO Y FRASES DOMINICANAS
Emiliano Tejera
Antología
Selección, prólogo y notas
Manuel Arturo Peña Batlle
Bernardo Pichardo
RESUMEN DE HISTORIA PATRIA
Noticias biográficas
Emilio Rodríguez Demorizi
608
Índice GENERAL | VOLUMEN V | HISTORIA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
609
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Apéndice................................................................................................................................................... 776
610
Índice GENERAL | VOLUMEN V | HISTORIA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Datos biográficos del Excmo. y Revdmo. Señor Doctor Adolfo Alejandro Nouel ........................ 800
Carta de Monseñor Nouel al Ministro Americano Russell................................................................ 801
Licdo. Jacinto R. de Castro . ................................................................................................................... 803
La Comisión Senatorial y los miembros de la ex-Junta Consultiva . ............................................... 804
Don Federico Velázquez Hernández..................................................................................................... 805
Attlee Pomerene ...................................................................................................................................... 806
Joseph Medill Mc Cormick .................................................................................................................... 806
Aristieus Andrieus Jones ....................................................................................................................... 806
Tasker Lowndes Oddie .......................................................................................................................... 807
George Russell Leonard ......................................................................................................................... 807
La Comisión Senatorial Americana inicia sus labores de investigación en la
Ciudad de Santo Domingo . ........................................................................................................... 808
Lcdo. Francisco J. Peynado .................................................................................................................... 809
Extracto de las declaraciones del licenciado Francisco J. Peynado . ................................................ 809
Dr. Moisés García Mella ......................................................................................................................... 816
Declaraciones del Dr. Moisés García Mella ante la Comisión Senatorial Norteamericana .......... 817
Opinión del Dr. Moisés García Mella ................................................................................................... 828
Licdo. Pedro A. Pérez ............................................................................................................................. 828
El Licdo. Pedro A. Pérez ante la Comisión Senatorial ....................................................................... 829
Licdo. Enrique Henríquez ..................................................................................................................... 836
Importantes declaraciones hechas por ante la Comisión Senatorial por el
Licenciado Enrique Henríquez ............................................................................................................. 837
Licdo. Arturo Logroño ........................................................................................................................... 843
Frente a la Comisión de Senadores norteamericana declaraciones sensacionales
del Licdo. Arturo Logroño ............................................................................................................. 843
Don José Manuel Jimenes ...................................................................................................................... 856
Declaraciones del Señor José Manuel Jimenes ante la Comisión Senatorial Americana . ............ 856
Don Pedro A. Ricart ................................................................................................................................ 859
Palabras del Presidente de la Cámara de Comercio ante la Comisión
de Senadores Americanos .............................................................................................................. 860
El Dr. Coradín ante la Comisión Senatorial ........................................................................................ 861
Pedro Hernández Rivera ante la Comisión Senatorial ...................................................................... 863
Otra vez el Dr. Coradín ante la Comisión Senatorial Americana .................................................... 866
Licdo. Ml. de J. González Marrero . ...................................................................................................... 871
Declaraciones del Sr. Luis Bautista ante la Comisión Senatorial Americana ................................. 872
Don Rafael Isaac Pou .............................................................................................................................. 877
El Señor Rafael Isaac Pou frente a la Comisión de Senadores norteamericana ............................. 877
Lcdo. Rafael Justino Castillo . ................................................................................................................ 886
Sensacionales declaraciones del Sr. Francisco Augusto Cordero ante la ........................................
Comisión Senatorial Americana . .................................................................................................. 887
Declaraciones del Señor Jesús Ma. Vázquez ante la Comisión Senatorial Americana ................. 889
Declaraciones del señor Emilio Suárez ante la Comisión Senatorial Americana .......................... 895
Jesús Cobián Arango .............................................................................................................................. 901
Declaraciones del Señor Doroteo A. Regalado ante la Comisión Senatorial Americana.................. 902
Horace Greeley Knowles ....................................................................................................................... 905
Declaraciones de Knowles ante la Comisión Senatorial Norteamericana . .................................... 906
El pueblo de Santo Domingo hace una formidable manifestación de protesta por ante
la Comisión del Senado Americano............................................................................................... 909
611
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Semblanza de Julio D. Postigo,
editor de la Colección Pensamiento Dominicano ................................................................................... 969
612
ÍNDICE ONOMÁSTICO
VOLuMEN V HISTORIa
613
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Angola, Pedro 457 Arvelo, Tulio H. 407 Balboa Mogrovejo, Juan 167,
Angola, Victoriana 457 Arzeno, Julio 158 168, 222, 499
Angulo, Gonzalo de 166 Astudillo, Gaspar de 422, 430, Balbuena, Bernardo 166
Angulo, Pedro de 744 470, 785 Balcácer, Juan Daniel 6, 23
Angulo Guridi, Alejandro 83, Augusto, Felipe 748 Baldorioti de Castro, Román
120, 317, 653 Aussenac (persona de los tiem- 931, 940
Angulo Guridi, familia 300 pos de T. Louverture) 232, Ballesteros, Pío 706, 714
Angulo Guridi, Javier 120 234, 235, 449 Ballesteros y Beretta, Antonio
Antoine, Cadet 253 Austria, María de 222 64, 548, 568, 708, 712, 793
Anzola, Nicolás 323 Avelino, Andrés 970 Bamba, Domingo 457
Aquino, Tomás de 119, 160, Avellaneda 87 Baquero, Luis Manuel 413
219, 578, 692, 724, 771-773, Ávila y Padilla, Agustín de Baralt, Rafael María 267
800, 940 165 Barón, Juan 229-232
Arana, Diego de 208 Ayala, Tomás de 74 Barranco, Juan 169
Arana, María de 162 Ayarragaray, Lucas 593 Barrera viuda Bennet, Consue-
Arará, Antonia 457 Aybar, Joaquín 263 lo 411
Arará, Lucía 457 Aybar, Juan Esteban 253, 260, Barriento, José 276
Arará, Nicolás 457 266 Barrionuevo Tamayo, Fran-
Araújo, Arturo 120 Aza, Esteban de 146 cisco de 161, 218, 538-541,
Araújo y Rivera, Fernando 251, Azlor, Manuel de 225, 446, 489, 543, 544, 687, 727, 733, 735-
423, 511 493, 496, 497, 661 739, 745-748, 750, 751, 753,
Arçeo, Sergio Méndez 164 Azpichueta, Gaspar de 595, 757, 758, 762-764, 769-771,
Archambault, Pedro 34 596 774, 775, 782-784, 788-790,
Archin, Charles 122, 176 792
Ardá, María 457 B Barroso del Pozo, Juan 439
Arias, Desiderio 19, 347, 369, Bach, Johan Sebastian 104 Barthio 103
370, 374, 376, 377, 383, 384, Badillo, Juan de 161, 218, 541 Basarte (persona de los tiem-
388, 390-393, 395, 397, 403, Badillo, Pedro 786 pos de Dessalines) 233
613, 799, 818, 824-826, 831, Báez, Buenaventura 84, 85, Basora, José 449
832, 834, 838, 841, 845, 848- 118-120, 122, 123, 245, 253, Bass, Alberto T. 321, 825
854, 859, 935 258-262, 265-268, 270, 294- Bastidas, Rodrigo de 77, 162,
Arias de Herrera, Alonso 158, 307, 309, 311, 313, 315, 316, 213, 220, 422, 429, 734, 784
159, 220 319, 342, 381, 613, 634, 646, Batista, Despradel 409, 587,
Arias Mejía 220 677-680, 682, 683 602
Ariosto, Ludovico 86 Báez, Damián 307, 342 Batista, Fulgencio 404, 409
Arismendy Trujillo, Héctor J. Báez, Julio E. 7 Batista, Ramón 152, 257, 400,
409, 413 Báez, Osvaldo B. 380, 384 957, 958
Aristizabal, Gabriel 227 Báez, Pablo 334 Batlle Viñas, Mario A. 412
Aristóteles 89, 504, 698, 699, Báez, Ramón 380-383, 385, 396, Bautista Pluma, Juan 440
802 613, 682, 935, 937 Bayle, Constantino 732, 793
Aristy, Agustín 356 Báez, Remigio 338 Bazil, Osvaldo 33, 35
Ariza, Juan Bautista 643 Báez Díaz, Miguel A. 410 Beatriz 87
Ariza, Juan Esteban 272, 279 Báez Figueroa, Carlos 334 Beauregard, Rosemond 294
Armando, Juan Freddy 8 Báez Ledesma, B. 417 Bécquer, Gustavo Adolfo 87
Arredondo Miura, Alberto 886 Báez Ortiz, Bolívar 412 Beethoven, Ludwig van 104
Arriola, Juan de 162 Baeza Flores, Alberto 34 Belcastes, Bevaul de 120
Arroyo Bermejo 281 Balaguer, Joaquín 24, 25, 408- Belén, Antonio de 481
Arvelo, Higinio 353, 354 416, 614, 615, 617, 639, 973 Belén, Secundino 300
614
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN V | HISTORIA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Bello, Andrés 87, 560, 690, 691, Blenac, Charles 224, 661 Borgellá (persona de los tiem-
754, 793 Bobadilla, Antonia 800 pos de Boyer) 238, 240, 241
Beltrán, Aguirre 454, 455, 458, Bobadilla, Francisco de 159, Bornó, Luis 401
511 212, 213 Bosch, Juan 15, 412, 415-417,
Bencosme, Cipriano 369, 376, Bobadilla, Gerardo 308 615, 616, 973
402 Bobadilla, José María 253 Boscowitz, Rodolfo R. 319
Bencosme, Sergio 402 Bobadilla, Juan de 489, 493 Botello, Tomás 299
Bendut 120 Bobadilla, Tomás 131, 245, 248, Boudet, Théodore Joseph 230
Bengoa Albizu, Vicente 7 249, 253-255, 259, 423, 451, Boyer, Jean Pierre 115, 119, 141,
Benjamín, Loranzin 304 647, 648, 677, 678, 691, 695, 142, 144, 153, 237-244, 423,
Benochea, Quico 357 767, 800 449-451, 503, 507, 559, 606,
Benoit, Bartolomé 617 Bobea, Pedro Antonio 253, 266, 618, 622, 624-628, 643, 651
Bentham, Jeremy 47, 560 300, 316, 621, 623 Boyle, Robert 209, 211
Beras, Octavio Antonio 409 Bobea, Pedro R. 347 Brache, Elías 372, 377, 383, 388,
Bermúdez, Mícalo E. 7 Bobea Billini, Mario 414 391
Bernáldez, Lorenzo 436 Bobó, Rosalbó 384 Brache, José 341, 343, 350-352
Bernard, Luis 389, 396, 840 Bogaert, Huberto 415, 416, 615 Brache, Rafael 808
Bernardo, Diego 166 Bohechío (indígena de los Brea, familia 144
Bervesí, Agustina 457 tiempos de Colón) 208, 212 Brea Franco, Luis O. 8
Betances, Luis 319, 623 Boileau, Nicolas 90 Brenes Ruiz, José de Jesús 121,
Betancourt, Rómulo 409, 410 Boimare, Pedro 333 323
Bía, María 456 Bolívar, Simón 78, 80, 165, 238, Brouat, August 246, 627, 641
Biáfara, Francisca 457 612, 631, 637, 674 Brown, Robert 81
Biáfara, Francisco 457 Bolumbí, María 457 Bruto, Marco Junio 157
Biassou, Georges 227, 662 Bonaparte, Jerónimo 229 Bryan (persona de los tiempos
Bidó, Manuel de Jesús 352 Bonaparte, Napoleón 36, 37, de Russell) 394, 844, 858,
Biermann, Benno 741, 744 39, 108, 230, 557, 568, 612, 959
Bigot de Préameneu, Félix Ju- 663, 664 Bryant (persona de los tiempos
lien Jean 37 Bonaparte, Paulina 229 de Russell) 713
Billini, Epifanio 621 Bonetti Mesa, Luis Manuel 7 Buceta (persona de los tiempos
Billini, Francisco Gregorio 55, Bonilla, familia 144, 220 de G. Luperón) 276-281
118, 121, 299, 309, 313, 314, Bonilla, José Antonio 149 Buller (personaje de los tiem-
316, 318, 319, 322-325, 338, Bonilla, Pedro Pablo 146, 244, pos de F. Zúñiga) 222
363, 410, 609, 613, 682, 886, 245, 293 Bullón, Francisco 456
910, 973 Bonin, William 120
Billini, Francisco Xavier 121, Bonnelly, Rafael F. 414, 615 C
192-194, 228, 299, 315, 322, Bonnet (persona de los tiem- Caamaño Deñó, Francisco 616
324, 325, 329, 349, 351, 403, pos de Boyer) 238 Caba, Francisco 247
406, 497, 679, 803, 816, 828, Bonó, Pedro Francisco 25, 268, Caballero, Álvaro 430
882 280, 300, 362, 679 Caballero, Diego 430, 470, 733,
Billini, María Nicolasa 113 Borbón, Felipe de 63, 121, 552, 782, 785, 792
Bitrian y Biamonte, Juan 167, 661, 662, 740, 741 Caballero, Fernando 432
221 Bordas Valdés, José 347, 353, Caballero, Manuel 237
Blanco, Leoncio 403 369-371, 374, 376, 377, 379, Caballero, Salvador 162
Blanco, Pedro 513 380, 384, 385, 613, 682, 817, Cabral, Francisco 471, 473
Blanco-Fombona, Horacio 29, 818, 823, 824, 832, 860, 935, Cabral, Luis Manuel 412
33 937, 949 Cabral, Marcos A. 297, 312,
Blane, Louis 50 Bordas, Antonio 354 313, 315, 414
615
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Cabral, Mario Fermín 389, 400, Cambacérès, Jean-Jacques-Ré- Carranca Trujillo, Raúl 512
401, 412, 840 gis de 36 Carrasco, Andrés 348
Cabral, Máximo 397 Cambiaso, Ellis 414 Carrasco, familia 144
Cabral Bermúdez, José M. 414 Cambiaso, Juan Bautista 248, Carrasco, Marcelo 252
Cabral y Báez, José María 84, 292 Carricarte, Arturo R. 32
85, 121-123, 251, 264, 267, Cambiaso, Luis 131 Carrié, Alexis 144, 145, 241,
268, 273, 274, 289, 291-308, Caminero, José 245, 302, 307, 243, 626
314, 326, 338, 345, 364, 368, 309, 313 Carrillo, Pedro 437
381, 399, 613, 955, 956, 958, Campoamor, Ramón de 87 Carvajal, Andrés 161, 163, 164,
960, 963-965, 967 Campos, Elpidio 402 480
Cabral y Bernard, Manuel 254 Campos, Joaquín 334 Carvajal, Salvador Dionisio 46
Cabrera, Eliseo 351, 353, 354 Campos, Numa Silverio 402 Carvajal Campofrío, Alonso
Cabrera, Flores 30 Campusano, Félix 152 de 77
Cabrera, José 276-278 Camps Jiménez, Miguel de 6 Carvajal y Cobos, Pedro 169, 222
Cabrera, Lidia 512 Caonabo (indígena de los tiem- Casares, Tomás D. 162, 709
Cabrera, Luis María 353 pos de Colón) 208-211 Casas, Bartolomé de las 44, 68,
Cabrera, Raúl 353, 354, 357, Capellán, Francisco 273 78, 157-160, 162, 216, 218,
358, 613 Caperton, W. B. 60, 395, 396, 398, 425, 427-429, 452, 465, 502,
Cabrera Fernández, Raúl 411 813, 818, 819, 840, 841, 852 512, 520, 521, 524, 532-538,
Cacavelli, Noel 333 Cappa (persona de los tiempos 541, 578, 588, 687, 688, 692,
Cáceres, Manuel, 368 de G. Luperón) 279 693, 695-698, 700-703, 705-
Cáceres, Manuel Altagracia Carabalí, Catalina 457 713, 715-720, 722, 724-729,
152, 300, 301, 305, 310, 315, Carabalí, Manuel 457 732, 740-745, 758-761, 763,
317 Carabalí, Sebastiana 457 765, 767, 768, 772, 773, 776,
Cáceres, Ramón 24, 25, 83, 106, Caravallo, Bernardo Luis 77 793
123, 124, 183, 188, 305-307, Carbo, Luis F. 344 Castañeda, Francisco 32
317, 339, 341, 345, 351, 354, Carlomagno 64 Castañeda, Juan Agustín de
358-362, 364-370, 613, 616, Carlos I 62, 427 68, 483
681, 682, 805, 816, 887, 921, Carlos II 222, 658 Castellanos, Juan de 454, 484-
932, 935, 936 Carlos III 225, 661 486, 502, 512
Cáceres, Tunti 413 Carlos IV 545, 548, 558, 566, Castellanos, Rafael C. 403
Cáceres Michel, Octavio Ra- 597, 662, 663 Castillo (diputado de los tiem-
món 412 Carlos V 60-63, 65, 161, 217, 218, pos de Américo Lugo) 30
Cáceres Ureña, Luis Manuel 412 425, 428, 465, 478, 514, 532, Castillo, Damián del 221, 457,
Caicedo, Andrés 32 539, 541, 542, 544, 545, 552, 505, 658
Calazán, José 306 588, 656, 690, 692, 712, 721, Castillo, Darmián del 505, 658
Calcaño, Juan Bta. 387, 947 739, 745, 759, 766, 773, 782 Castillo, José Zoilo 886
Calderón, Antonio 457 Carlos VI 753 Castillo, M. H. 413
Calderón, Telésforo R. 406 Carlos X 180, 240 Castillo, Manuel 146
Calderón Collantes 84 Carmen Figueroa, José del 250 Castillo, Manuel de Jesús 334,
Calderón Roy, Francisco G. 32 Carmen Ramírez, José del 408 348, 355, 356, 376, 386, 643
Calderón Salcedo, Manuel 407 Carmen Reinoso, José del 291, Castillo, Manuel María 279,
Calero, Manuela 120 298-300 283, 293, 314
Calhoun, John Caldwell 80 Carmencita (persona de los Castillo, Pelegrín L. 358, 359, 804
Calleja, Baldomero 286, 290 tiempos de A. Lugo) 96 Castillo, Rafael Justino 192,
Calvino, Juan 63 Carmichael, Hugh Lyle 235, 664 345, 804, 830, 886
Camacho, Manuel de Jesús Caro, Francisco Xavier 43, 447, Castillo, Ramón 333, 334, 336
353, 378 554 Castillo, Ramón A. 411
616
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN V | HISTORIA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Castillo, Remigio del 245, 257, Cestero, Mariano Antonio 84, 126-139, 141, 142, 151, 159,
611, 621-623, 647, 648 118, 121, 122, 176, 293, 310, 162, 165, 205-209, 212, 213,
Castillo Herrera (Marino), Lu- 312, 341, 350 215, 216, 219, 227-229, 239,
cas 412 Cestero, Tulio M. 33, 35, 189, 315, 321, 327, 331, 343, 370,
Castillo Torrequemada, Fran- 295, 363, 408, 973 382, 404, 408, 411, 423, 518-
cisco del 483 Chacón y Calvo, José María 34, 527, 529, 531, 532, 548, 587,
Castillo y Álvarez, Manuel 643 99, 714, 758 599, 611, 656, 660, 688, 689,
Castillos, familia 144 Chambá, Antonio 457 691, 695, 714, 767, 773, 775,
Castro, Alonso de 431 Chambá, Domingo 457 910, 964, 970
Castro, Apolinar de 298, 299, 318 Chaning, William 81 Colón, Diego 127-129, 132, 138,
Castro, Jacinto R. de 317, 372, 389, Chapman, Mark David 103 159, 160, 162, 209, 212, 215-
396, 400, 803, 804, 830, 929 Charité, M. 224, 661 217, 219, 228, 408, 422, 424,
Castro, José de Jesús 122, 176, Charlevoix, Francisco X. de 483, 502, 512, 599, 600, 611,
315, 325 168, 494, 575, 576, 599, 605 663, 692, 695, 703, 706, 714,
Castro, José María de 803 Charpentier, Víctor Teresa 225 720, 728, 729
Castro, Melchor de 434, 484 Chase 80 Colón, Luis 68, 128, 161, 219,
Castro, Pedro de 254 Chastenet, Jacques 568 228, 734, 784
Castro, Víctor E. de 204, 640 Chávez Osorio, Gabriel 77, Combelú, Juan 457
Castro, Víctor M. de 107 167, 221, 423, 440 Concepción, Rudecindo 316
Castro Rivera, Rafael 409 Cherí, Domingo 299 Concha, Jacinto de la 143, 156,
Castro Ruiz, Rafael 400, 448 Chez Checo, José 6, 8 241, 263, 293, 315
Castro y Mazo, Alonso 224 Chochó, Vidal 304 Concha, Tomás de la 263
Cataño, María 68 Chomvo, Igancio 457 Conchas, familia 144
Catón, Marco 82, 157 Cicerón 103 Congo, Manuel 457
Catrain (persona de los tiempos Cid, Isabel 482 Congo, Pedro 457
de C. de Moya) 348, 354 Cieza de León, Pedro 64 Constant, Benjamín 39
Cayacoa (indígena de los tiem- Cigaranes, familia 144 Constanzo Ramírez, Fernando
pos de Colón) 208 Cisneric, Ximenio 62 224, 489, 492
Ceabrito, Manuel de 438 Cisneros, Amador 61, 62, 64, Contín Aybar, Pedro René 11,
Cedeño, Arévalo 72 67, 514, 708-712, 714-717, 35, 969, 973
Centurión, Gaspar 430 721, 897, 898 Contreras, familia 144
Centurión, Melchor 430 Clay, Henry 80 Contreras, José 152, 273
Cepero, B. 71 Clime, Danilo 23 Contreras, Juan 257, 258, 264,
Cereceda, Alfonso de 77, 167 Cobián Arango, Jesús 901, 902 284, 645
Cerezeda (o Cereceda) y Girón, Cocchía, Roque 121, 228 Cordero (persona de los tiem-
Sebastián 223, 492 Cocco, Tomás 307, 309 pos de R. Cáceres) 351
Cernuda, Ildefonso 386 Codio, Nizael 388 Cordero, Casimiro 345, 349
Ceruggs, George Raymond 407 Coelho, Agustín 438 Cordero, Francisco Augusto
Cervantes Saavedra, Miguel Cohen, Abraham 644 887
de 32, 63, 65, 69, 73, 86, 87, Cohen, David 266 Cordero, José 505
89, 90, 103, 970 Coiscou Henríquez, Máximo Cordero Bidó, Teófilo 333, 337,
César (nieto del rey Fernando) 158, 449, 512, 640 340
63 Colomo, Juan José 224 Cordero Michel, Emilio 6, 8
Céspedes, Jesús María 354, Colón, Bartolomé 127, 129, Córdoba Boniche, José 407
361, 364, 376, 378 159, 206, 209-212, 215, 216, Córdoba, Francisco de 712
Céspedes, José María 263, 378 519, 611, 689 Córdoba, Pedro de 160, 691,
Céspedes, Josefa de 445 Colón, Cristóbal 24, 25, 31, 40, 692, 695, 700, 706, 707, 712,
Céspedes Durango, Juan de 487 60, 64, 65, 67-69, 76, 112, 743-745, 768, 773, 794
617
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
618
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN V | HISTORIA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
D’Oregon, Bertrand 40, 659 83, 85, 105, 111-115, 118-124, Espinosa, familia 144, 622
Doria, Andrés (o Andrea) 63, 65 158, 176, 182, 183, 188, 189, Espinosa, Gaspar 479
Doucet, C. 289 194, 200, 221, 228, 300, 303, Espinosa, Gaspar de 160, 217,
Drake, Francis 68, 162, 164, 306, 309, 316, 336, 345, 360- 432, 470
220, 221, 551, 566, 575, 593, 362, 401, 403, 512, 541, 542, Espronceda, José de 95
605, 611, 656-658 544, 577, 580, 588, 589, 594, Esquivel, Juan de 214, 611
Duarte, Juan Pablo 24, 25, 44, 596, 609, 640, 745, 758, 775, Estay, José 336
45, 58, 60, 61, 82, 111, 112, 805, 973 Estrella Sadhalá, Salvador 410,
115, 117-119, 121, 122, 140, Emilio, Paulo 82 413, 614
142-153, 155-158, 214, 241- Encarnación Pimentel, Luis A. 7 Estrella Ureña, Rafael 402, 406
246, 248-250, 256, 259, 285, Encier, Catalina 440 Estrella, Piro 402
296, 316, 323, 349, 354-356, Enrique (cacique indígena de Eva (personaje Bíblico) 90
400, 402, 496, 609, 613, 616, los tiempos de Colón) 713, Evangelista, Esteban 302
618, 620-642, 646, 648, 649, 715, 720, 722, 723, 725, 727, Evangelista Núñez, Juan 310
654, 668, 671, 677, 678, 831, 729, 730, 732, 733, 735-740,
957, 958, 973 742, 743, 746, 747, 757, 760, F
Duarte, Vicente Celestino 147, 762, 763, 769, 772, 774, 783, Fabelo, Jacinto 146, 643
244, 621, 645, 648 787, 788, 790-792 Fache (persona de los tiempos
Dubarquier, J. 235 Enrique II 522 de Heureaux) 332
Ducasse, Alain 40, 223, 489- Enrique IV 656 Fagalde, Carlos 260
491, 605, 660 Enrique VIII 64 Fala, Francisco 457
Dujarric, Luis Felipe 318, 345 Enriquillo (Indígena de los Farfán, Bartholomé 456
Dukworth, John 234 tiempos de C. Colón) 23, Faszowicz, Justino 182
Dumas, Alexandre 82 24, 66, 105, 160, 161, 174, Faura, Vicente Antonio 226,
Durán, José 280, 282 199, 217, 218, 497, 517, 531, 494, 554
Durán, Manuel 121, 299, 309 533-545, 569, 600, 611, 656, Febles, Miguel 350-352
Duvergé, Alcides 263 687, 688, 706, 715, 717-719, Felipe II 161, 220, 436, 437, 469,
Duvergé, Antonio 84, 144, 154, 722-726, 728, 730, 731, 734, 501, 551, 552, 572, 577, 578,
156, 157, 245, 247, 248, 250, 737-741, 744-748, 750-752, 656
251, 256-258, 263, 366, 609, 756-760, 762-764, 767-769, Felipe III 70, 220, 569, 578, 580,
613, 622, 648, 654, 973 771, 773-776, 783, 786, 788- 581, 583, 588
Duvergé, Daniel 263 790, 794, 940, 973 Felipe IV 222, 657, 659, 661
Erazo, Juan 156 Felipe V 548, 552, 612
E Escoboza 347 Feliú, Quírico 357, 376, 378, 386
Eanes, Gil 452 Escribano, Pedro Nicolás 100 Feliú Arzeno, Miguel Ángel 407
Echagoyan, Enrique 162, 422, Espaillat, Eliseo 399 Félix, Minucio 103
436, 478, 501, 512 Espaillat, Leopoldo 316, 318, Feliz, Casimiro 271
Echague, Juan P. 32 326, 330, 345, 352, 362 Feltz, Leonor María 327, 582
Echavarría, Mariano 245, 648 Espaillat, Pedro Ignacio 276 Fereyra, Nicolás 364
Echenique, Manuel Joaquín Espaillat, Santiago 259 Fernández, Gonzalo 470, 484,
346, 348 Espaillat, Ulises Francisco 55, 518, 657, 706, 722, 783
Echeverri, José Manuel 130, 83, 106, 152, 268, 280, 287, Fernández, Rui 167
228 290, 295, 299, 300, 302, 309, Fernández Caminero, J.A. 256,
Echinagusia, Federico 287 311-315, 330, 342, 362, 406, 414
Ehinger, Enrique 422, 431, 433 609, 613, 636, 674, 679, 680, Fernández de Castro, Felipe 240
Emerson, Ralph Waldo 81 682 Fernández de Castro, Pedro 69
Emiliano Tejera, Publio Esci- Espinal, Alonso de 695-697 Fernández de Córdoba, Gon-
pión 18, 23, 24, 32, 34, 71, 82, Espinal, Edwin 6 zalo 162, 167, 499, 657
619
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Fernández de Córdoba, Luis Florentino, Pedro 282, 283 Garay, Francisco 65, 142, 211,
167, 499 Fonseca, José Luis de 482 691, 702, 704
Fernández de Fuenmayor, Rui Fonseca, Juan de 519, 703, 708, García, América 411
167 713, 715, 716 García, Augusto 303
Fernández de Abreu, Estela 7 Ford, Franklin 380 García, Eduardo 412
Fernández de Oviedo, Gon- Fortunato, Ramón A. 412 García, Estanislao 152
zalo 142, 158, 162, 219, 470, Fournier (persona de los tiem- García, Ezequiel 46
484, 502, 512, 518, 598, 688, pos de Heureaux) 335 García, Federico de Jesús 277,
706, 715, 718, 719, 722, 728, Francasci, Amelia 121, 973 287, 290, 292, 298
732, 733, 735-740, 747, 757- Francia, Luis Felipe 256 García, Florentino 278
759, 762, 764, 769, 771, 772, Francisco I 63, 64, 530, 531, 656 García, Hermógenes 379
783, 791, 793, 901 Francisquín, Cristóbal 433 García, Joaquín 44, 225-227,
Fernández Juncos, Manuel 33 Franco, Franklin 21 229, 447, 448, 462, 471, 472,
Fernández Peix, Pedro 414 Franco Bidó, Augusto 361 545-547, 550, 562, 563
Fernández Pichardo, Eduardo 6 Franco Bidó, Juan Luis 268, 276 García, José 152
Fernández Pimentel, Agustín Franco Bidó, Román 256 García, José Gabriel 24, 118,
166 Franco de Medina, Agustín 119, 121, 122, 165, 293, 295,
Fernández Serpa, Diego 77 235 299, 308, 309, 312, 403, 412,
Fernández W., Tomás 6 Franco Fondeur, Román 409 450, 513, 568, 609, 640, 652,
Fernández y Pérez, Agustín Francois, Jean 227, 662 665
324 Franquesnay, Henri Basnage García, Láutico 416
Fernando 62-64, 206, 215, 216, de 169 García, Pablo 156
332, 422, 424, 425, 518, 519, Freites, Buenaventura 630, 645 García, Santos 347, 377
522, 523, 528, 529, 663, 697, Freyre, Gilberto 21 García, Toribio L. 354
707, 714, 773, 794 Frías, Dionisio 350, 352 García, Zoilo 329
Fernando V 700 Fuenmayor, Alonso de 32, 161- García Fernández, Carlos E. 412
Fernando VII 235, 240, 548, 164, 219, 430, 433, 480, 501, García Godoy, Federico 33,
556, 663, 664 513, 744 121, 640, 973
Ferrand, Louis 40, 229, 231- García Godoy, Héctor 617
235, 449, 664 G García Guerrero, Amado 410
Ferrer, Andrea 422, 432 Gabb, W. 34 García Lluberes, Leónidas 412,
Fiallo, Antinoe 413 Galavis, Juan de 224 622, 640
Fiallo, Fabio 30, 52, 88, 90, 91, Galea, Bernavé 456 García Mella, Moisés 816, 817,
105, 906 Gallego, Justo 87 824, 826, 828, 909
Fiallo, Juan Ramón 293, 298 Galván, familia 622 García Pereyra, Amado Her-
Fiallo, Rafael Octavio 105 Galván, Manuel de Jesús 33, mógenes 411, 412
Fiallo, Viriato A. 411, 416, 417, 34, 90, 104-106, 120, 121, García Rizo, Antonio 274
615 144, 300, 312, 314, 318, 330, García Vásquez, Antonio 412,
Fiallo Cabral, Arístides 381, 333, 336, 344, 352, 973 439
400, 909 Galván, Manuel Dolores 644, García Vásquez, Bienvenido 412
Figuereo, Wenceslao 53, 316, 706 García Vásquez, Ramón 412
323, 327, 328, 331, 332, 336, Galván, Rafael E. 333, 351 Garrido, Miguel Ángel 33, 93,
340-342 Gándara y Navarra, José de la 121, 344
Figueroa, Luis de 65, 66, 160, 83, 281, 282, 284-286, 288, Garrido, Pedro Ma. 121
216, 217, 433, 512, 708 289, 291, 292, 674 Garrido, Pedro Tomás 268, 293,
Figueroa, Rodrigo de 160, 217, Ganilh, Charles 39 296, 315, 316, 327
708, 711, 713-715, 719, 721, Gante, Carlos de 63 Garrido, Víctor E. 204
728, 729 Garay, familia 216 Garrido Puello, E. O. 973
620
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN V | HISTORIA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
621
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
622
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN V | HISTORIA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Jiménez, Juan Evangelista 645 Kubitschek, Juscelino 408 León, Luis de 104
Jiménez, María 957 Kucht (persona de los tiempos León de Saleme, Ninón 8
Jiménez, Mauricio 362, 369 de G. Luperón) 312 León Pinelo, Antonio de 65,
Jiménez, Ramón Emilio 11 Kunhardt, Hugo 407 716
Jiménez de Cisneros 160, 217, Leopardi, Giacomo 103
422, 425 L Lerveaux (persona de los tiem-
Jiménez de Quesada, Gonzalo Lafí, Juan 278 pos de T. Louverture) 227
73, 77 Lagos (persona de los tiempos Lessiegues (persona de los
Jiménez Moya, Enrique 409 de B. de las Casas) 452 tiempos de Dessalines) 234
Jiménez y Pereyra, Manuel Laguna, Paulo 69 Lessing, Gotthold Ephraim
Ma. 936 Lamar, Evaristo 321 568
Johnson, Stewart 355, 385, 386 Lamarche, Angel Rafael 412, 909 Levasseur, Olivier 245, 603,
Johnston, Charles M. 379, 385, Lamarche, Armando 403 632, 646, 671, 678
674 Lamarche García, Manuel 358, Leyba, Rafael María 290, 294
Joly, Domingo 304 359, 361, 364, 368 Leyva, Antonio de 63
Jones, Paul 312 Lamartine, Alphonse 90 Libran, Abel de 333
Jorge, Antonio 391, 398 Lancáster (persona de los tiem- Lima (persona de los tiempos
José (Mondongo) 457 pos de G. Luperón) 279 de Dessalines) 233
Josefo, Flavio 102 Landeche, Antonio 224 Limardo, Ricardo 361, 369, 374,
Joubert, Emilio C. 344, 361, 367 Lapaix, Andrés 339 377, 397
Juan Bautista (personaje Bíblico) Lara, Ramón de 408 Linares, familia 144, 622
102, 454, 481, 507-509, 511 Larrazábal Blanco, Carlos 5, 9, Linares, Norberto 146, 643
Juárez, Benito 80, 157 21, 419, 421, 640, 973 Lincoln, Abraham 79-81, 117,
Julia Julia, Julio 327 Lasso, Orlando di 104 157, 674, 803
Julián, Amadeo 6 Latini, Brunetto 87 Lisardo, Cornelio 152
Julio César (emperador roma- Latreille, Andrés 568 Lithgow, Federico 318, 324,
no) 73 Lavastida, Miguel 261, 274, 650 328, 329
Julio II 215, 527 Laveaux (general francés) 447, Lithgow, Juan Tomás 403
Justinián, José 440 546, 547 Livio Cedeño, Pedro 410, 411,
Justo Carrión, Pedro 410 Lazala, Domingo 273 413, 614, 899
Lazala, Perico 357, 362 Lizaso, Félix 99, 100
K Lazala, Pío 339 Llenas, Alejandro 228, 336
Kerverseau, F. M. 229-231, 488, Lebrón, Cristóbal 160, 483, 719 Llinás, Federico 344, 859, 886
547, 548, 550, 555, 567 Lebrón, Gerónimo 470 Llovet, Juan José 33
Kindelán y Oregón, Sebastián Lebrón Saviñón, Mariano 34 Lluberes, familia 144
de 237 Lebrum, Placide 239 Lluberes, Félix Mariano 299,
Kingsley, J. R. 412 Leclerc, Charles-Victor-Emma- 315
Kirkpatrick, F. A. 600 nuel 229-231, 567, 612, 651 Lluberes, Pedro Antonio 333,
Knapp, H. S. 400, 802, 811, 813, Lee, Robert Edward 80 380, 909
815, 823, 824, 854, 928, 929, Leger, José 83, 185, 272, 302 Loaisa, Cervantes de 422, 430,
933, 935, 960-966 Leguísamon, familia 144 433, 434, 513
Knowles, Horace Greeley 808, Leguísamon, Manuel 146 Logroño, Álvaro 341, 343
809, 812, 815-817, 824, 829, Lemba (africano de los tiem- Logroño, Arturo 825, 843, 844,
831, 832, 834, 837, 841, 843, pos de Colón) 454, 483, 485 846, 852, 855, 856
845-848, 850-852, 854, 857, León X 218, 527 Lomelín, Ambrosio 439
859, 861, 863, 865, 867-870, León XI 182 Lomelín, Leonardo 433
872, 878, 879, 883-889, 895, León XIII 122, 123, 187, 335, López, Andrés 66
899, 902, 904-906, 908, 911 336, 541, 775, 794 López, Antón 481
623
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
624
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN V | HISTORIA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Martín, Antonio 491 Medina, Facundo 240 239, 272, 274, 285, 294-296,
Martín, Francisco 440, 731 Medrano, José María 249, 253, 299, 309, 319-323, 326, 331,
Martín, Víctor 568 260 336, 337, 347, 359, 361, 362,
Martínez, A. Moreno 417 Mejía, Bartolo 247 370, 403, 561, 609, 613, 640,
Martínez, Alejandrino 905 Mejía, Félix E. 33, 324 652, 669, 679, 682, 800
Martínez, Benito 281, 287 Mejía, Juan Tomás 313, 323, Merry del Val (Cardenal) 373,
Martínez, Diego 433 327, 412 800
Martínez, José María 269 Mejía, Luis Aquiles 414 Mesa Garcés, Juan 77
Martínez, Julio César 957 Mejía, Luis F. 402, 414 Messina, Temístocles 410, 411,
Martínez, Pedro Gregorio 278, Mejía, Orión 8 413
291, 370 Mejía, Pedro María 341, 350, Metelo, Quinto 82
Martínez, Rafael 321 380 Mexia de Villalobos, Gonzalo
Martínez Bonilla, Rolando 407 Mejía Oviedo, Luis 7 72
Martínez Thenorio, Juan 166, Mejía Ricart, Gustavo Adolfo Mexia, Antonio de 163
167 33, 412, 513 Mexia, Rodrigo 588
Mártir, José 276 Melanchthon 63 Michel, Achille 276
Mártir, Pedro 518, 701, 793 Melenciano, José 311, 313 Michelena (personaje de los
Marty, Lorenzo 381 Mella, Gertrudis 816 tiempos de Mc Cormick)
Marty H., Luis 382, 960 Mella, Mariano 6-9, 15 824, 825
Martyris Anglerü, Petri 62 Mella, Ramón Matías 60, 144, Michelet, Jules 62
Mascaró, Miguel 399 147, 150, 151, 154-157, 241, Miches, Eugenio 286, 302, 311,
Masot, José 237 243, 245, 247, 249, 250, 257, 313, 314, 325, 406
Mata Machado, Filho 511, 513 260, 266, 268, 283, 330, 406, Mieses Burgos, Franklin 34,
Matamba, Gaspar de 457 431, 609, 613, 621, 626, 629, 973
Matamba, Manuel 457 636, 639, 643, 645, 647, 648, Mieses Ponce de León, Fran-
Matamba, Miguel 457 653, 669, 817 cisco 489, 493
Mateo, Andrés L. 6, 23, 24 Mella Castillo, Idelfonso 146, Mihi, María Josefa 457
Matienzo, Sancho de 66 307, 315, 643 Milton, John 79
Matienzo, Tomás 700 Mella Veloz, José 643 Mingola, Pedro 457
Maximiliano, Fernando 672 Mena, Luis A. de 404 Miniel, Antonio 223, 660
Mayobanex (indígena de los Mena, Pedro R. 247 Miolán, Ángel 411, 412
tiempos de Colón) 212 Méndez, Juana 261, 390 Mirabal, hermanas 410, 416
Maza, Bienvenido de la 412 Méndez, Luis 440 Mirabal, María Teresa 410
Maza, Gladys de la 411 Méndez de Sossa, Christóbal Mirabal, Minerva 410
Maza, Lourdes de la 411 439 Mirabal, Pablito 409
Maza, Vicente de la 411 Méndez Núñez 665 Mirabal, Patria 410
Maza de Batlle, Indiana de la Mendoza, Antonio de 65, 66 Missiesy (persona de los tiem-
411 Mendoza, Domingo de 692 pos de T. Louverture) 232
Maza de del Rosario, Dulce de Meneses Bracamonte y Zapa- Miura, Ricardo 254
la 411 ta, Bernardino 168, 221 Moges (persona de los tiempos
Maza de García Vásquez, Pura Mercado, Manuel de Jesús 338 de J. Cambiaso) 249
de la 411 Mercedes, Eusebio 296 Moise (persona de los tiempos
Maza de Rincón, Idalia De la Mercedes, Manuel 378 de T. Louverture) 229
411 Mercedes, Santiago 296 Moisés (personaje Bíblico) 102
Maza Vásquez, Antonio de la Mercenario, Félix 146, 245, 256, Mojica (personaje de los tiem-
410, 411, 614 643 pos de C. Colón) 212
Medardo Germán, Francisco Meriño, Fernando Arturo de Molina, Tirso de 166, 598
409 83, 84, 105, 118, 120-122, 237, Molina Morillo, Rafael 414
625
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Molinari, D. L. 431 Moreno Jimenes, Domingo 34, Navarro, Andrés 346, 354
Monción, Benito 276, 277, 279, 969, 973 Navarro, Leopoldo Miguel
280, 287, 290, 291, 298, 313, Morfa, Juan de 221, 611 324, 921
326, 406, 613, 679 Morfi, Guillermo 223, 492 Nebrija, Antonio de 120
Monroe, Marilyn 45, 97, 117, 184, Morillo, Luciano 271 Neris Pacheco, Felipe 891
263, 665, 671, 679, 856, 967 Morillo, Manuel 146, 643 Neumann 749
Montalvo, Juan 73, 560 Morin, M. 145 Neyron, Pierre Joseph 749, 793
Montano de Díaz, Leda 411 Morisset (persona de los tiem- Nicuesa, Diego de 64, 422, 424
Montefiore Waxman, Samuel pos de T. Louverture) 251 Niela y Torres, Pedro de 223,
33, 34 Moscoso, familia 144 224, 492
Montemar, Eduardo 84 Moscoso, Juan Elías 106, 232, Niño, Pero 101
Montemayor de Cuenca, Juan 351, 960 Nixon, Richard 408
Francisco 119, 168, 604, 658 Moscoso Puello 504, 506 Nolasco, Félix María 400
Montes, Enrique 372, 374, 379, Mota, Carlos Alberto 344, 355 Nolasco, Pedro 304
400 Mota, Domingo de la 549 Nolasco, Sócrates 15, 963, 973
Montes, Toribio 234 Mota, Jaime 372, 383, 392, 396 Nouel, Adolfo Alejandro 19,
Montesino, Antonio de 160, Mota, José 300 34, 309, 330, 359, 362, 367,
692, 694-697, 700, 708, 711, Moya, Casimiro N. de 121, 309, 369, 371-374, 377, 396, 397,
712, 724, 744, 772 313, 318, 319, 322-324, 326, 403, 404, 496, 497, 513, 613,
Montojo (persona de los tiem- 327, 344, 348, 372, 386, 497, 682, 733, 793, 800, 801, 803,
pos de P. Santana) 283 513, 581, 680, 706, 716, 719, 804, 830, 856, 867, 868, 928,
Montolío, Andrés Julio 372, 886 720, 729, 793, 937, 940 935, 937
Montolío, Joaquín 84, 315, 630, Moya, Cristóbal José de 291 Nouel, Carlos 32, 84, 121, 122,
644 Moya, Dionisio de 301, 549 131, 241, 294, 300, 308, 309,
Monzón, Bienvenido 120, 275 Moya, Gloria M. de 937 538, 568, 578, 692, 732, 733,
Mora (persona de los tiempos Moya, Samuel de 329, 341, 372 745, 800, 940
de J. M. Cabral) 251 Moya Guillén, Dionisio de 549 Nouel, José María 341, 372
Mora, José A. 414 Moya Pons, Frank 5, 6, 9, 17, Núñez, Baltazar 549
Mora Serrano, Manuel 6 19, 295, 971 Núñez, Dominga 229
Morales, Agustín F. 338 Mozart, Wolfgang Amadeus 104 Núñez, Francisco 494
Morales, Ángel 402, 409 Mueses de Estrella Sadhalá, Núñez, José Gabriel 152
Morales, Gabino Alfredo 362 Urania 411 Núñez, Juan Nepomuceno 310
Morales, Luis de 163 Muleque, Manuel 457 Núñez, Juana 549
Morales, Tomás Demetrio 194, Muñiz, Felipa 206 Núñez, Lázaro 240
332, 337, 340, 341 Muñoz Caballero, Andrés 236 Núñez, Manuel 23
Morales González, Juan 123, Múscari, Carlos M. 97 Núñez, Mariana 483
124, 409 Musset, Alfred de 90 Núñez, Vasco 64
Morales Languasco, Carlos F. Mutema, Luisa 457 Núñez de Arce, Gaspar 87
353, 354, 356-361, 365, 369, Núñez de Cáceres, José 40, 44,
377, 613, 682, 805, 832, 886, N 45, 114, 140, 145, 146, 236-
935, 936 Nanita, Abelardo R. 33, 331, 239, 243, 423, 449, 462, 471,
Morel, Antonio 6 409, 860, 902 473, 489, 560, 668
Morel, Vicente 291 Napoleón III 672, 673 Núñez de Toledo, Marcos 70,
Morell, Pedro Agustín 569, 570, Narría, Juan de 437 72, 584
576, 577, 583, 584, 595, 601 Narváez, Pánfilo de 77, 288, Núñez de Toledo, Marqués
Moreno, C. 245 289, 675 570, 584
Moreno del Christo, Gabriel Navarrete, Fernández de 168, Núñez López, José 549
Benito 33, 300 494, 495, 503, 512, 713
626
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN V | HISTORIA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
627
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Pepín, Pedro 316, 326, 339-341, Pérez Perdomo, Armando 293, Pierret, Rosa 800
345, 348, 349 294, 383, 384, 388, 858, 963- Pierrot, Jean-Louis 146, 246-
Peralta y Rojas, Isidoro 226, 965, 967 248, 253
476, 496 Pérez Sánchez, Eliseo 414 Pieter, Heriberto 15, 973
Peralta, Gaspar 422, 437, 438 Pérez Sosa, Manuel de Jesús Pimentel, Cesáreo 355, 368
Peralta, Rodrigo de 732 392 Pimentel, familia 162
Perdomo, Ángel 152, 245 Perón, Juan Domingo 404, 409 Pimentel, Francisco 590, 592,
Perdomo, Eugenio 276, 277 Perpiñán, Jenaro 310 679
Perdomo, familia 144, 622 Petión, Alexander 231-233 Pimentel, Inés 457
Pereira, Diego de 439 Petite, Francisco 439 Pimentel, José Rengifo 483
Pereyra, Carlos 64, 79, 518 Peynado, Francisco J. 19, 31, Pimentel, Pedro Antonio 276,
Pereyra, Eusebio 257 324, 367, 375, 376, 388, 394, 280, 287, 288, 290, 291, 293,
Pereyra, Isidro 313, 314, 334 396, 399, 400, 403, 682, 804, 296-298, 306-308
Pereyra, Marcos 440 809, 816, 817, 823, 830, 914, Pimentel, Pedrona 481
Pereyra, Nicolás 357, 364 929, 931, 949, 956 Pimentel, Rodrigo 68
Pérez, Alejo 146 Peynado, Jacinto 809 Pina, Calixto María 294, 303,
Pérez, Bartholomé 457 Peynado, Jacinto B. 302, 380, 306, 308, 409, 482
Pérez, Benito Alejandro 293 383, 386, 391, 404, 614, 932 Pina, Pedro Alejandrino 84,
Pérez, Bernardino 251, 258 Peynado, Julio B. 403, 404, 416, 118, 143, 145, 146, 151, 155,
Pérez, Fermín 360 614, 932, 937, 959 241, 243, 248, 249, 294, 621,
Pérez, Froilán 414 Peynado, Julio F. 416, 804, 832, 626, 627, 629, 630, 635, 642,
Pérez, Gumersindo 316 843, 909-911 645
Pérez, Jenaro 328 Pezzi (persona de los tiempos Pineda, Antonio María 238
Pérez, José Joaquín 90, 118, 299, de J. Sánchez Ramírez) 237 Pineda, Joana de 456
309, 324, 886 Phelan, J. D. 385 Pinero, Juan 445
Pérez, Juan 206 Philantrope 288 Pinto, Luis 440
Pérez, Juan B. 402 Pichardo, Bernardo 9, 18-20, Pinzón, Alonso 208
Pérez, Juan Isidro 118, 143, 146, 152, 201, 203-205, 295, 358, Pinzón, Martín Alonso 207, 208
151, 155, 241, 243, 249, 621- 360, 366, 373, 383, 388, 389, Piña-Contreras, Guillermo 6
623, 634, 640, 642 392, 400, 973 Piñelo, León 578
Pérez, Rafael 322 Pichardo, Domingo Daniel Piñeyro, Pedro María 315
Pérez, Santiago 328 245, 268 Pío II 522
Pérez, Valentín 313, 315-317 Pichardo, José Dolores 314, Pío IX 326
Pérez Bernal, Virgilio 408 322, 326, 329, 333, 336-338, Pío X 104, 203, 373, 801
Pérez Cabral (Corpito), Pedro 340, 341, 348, 350, 352, 934 Pittini, Ricardo 403, 409, 412
A. 412, 417 Pichardo, José Francisco 299 Pizarro, Francisco 60, 695, 744
Pérez Caro, Ignacio 169, 223, Pichardo, Miguel Andrés 313, Platón 47, 89, 126, 802
462, 471, 472, 495 318, 327, 338, 341, 345, 347, Plutarco 60, 83
Pérez Contreras, José María 348, 354, 936 Poe, Edgar Allan 81
269, 274, 276, 281 Pichardo, Nicolás 413, 414 Polanco, Gaspar 278, 279, 288-
Pérez Franco, Andrés 167, 168, Pichardo, Paíno 313 290, 613, 637, 638, 679
296, 307 Pichardo, Vidal 276 Polanco, Juan Antonio 276,
Pérez Garcés, Pedro A. 414 Pichardo Bethencourt, José Ma- 287, 288, 291, 306
Pérez Jiménez, Marcos 404, 409 ría 203, 331, 333, 336, 337 Polanco Brito, Hugo E. 119,
Pérez Marury, Juan 487 Pichardo-Marchena, familia 409, 416
Pérez Melo, Hernán 440 144, 203, 622 Polk 80
Pérez Montás, Eugenio 6 Pichón, Stephan 335 Ponce de León, Juan Melgarejo
Pérez Morales, José 403 Pierre, Antoine 152, 264 64, 77, 167, 513, 702, 704
628
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN V | HISTORIA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Ponce de León, Santiago 228 Puerto Alegre (persona de los Regalado, Andrés 341
Pond (persona de los tiempos tiempos de Dessalines) 233 Regalado, familia 144
de F. Henríquez) 398 Puig, José Augusto 416, 417 Regente (personaje de los tiem-
Ponsignon Barré, Henry 881 Puigvert, Juan 146, 643 pos de C. Colón) 217
Ponthieux, Alcius 145, 626 Pujol, Pablo 85, 123, 146, 268, Regio (persona de los tiempos
Porcella, Angelo 397 276, 280, 287, 288, 290, 299, de C. Colón) 211
Porcio, Nicolás 439 305, 449, 674 Regla Mota, Manuel de 261,
Portalis, Jardin Abris 37 Pujol, S. 245 262, 264-266
Porter (persona de los tiempos Pujols, Silvano 643 Reid Cabral, Donald 413-415,
de J. M. Cabral) 300 Pumarol, Pablo 320 616
Portes e Infante, Tomás de 119- Reinoso, Serapio 231
121, 131, 241, 256, 258, 262 Q Remigio (personaje de los
Portilla, Segunda de la 289 Quezada, José A. 413, 482 tiempos de C. Colón) 217,
Portillo y Torres, Fernando Quezada, Miguel 291 537, 729-731, 742, 743, 762,
228, 545, 562, 563 Quintana, Manuel José 87, 568, 764, 790
Portugal, Enrique de 452 687, 692, 713, 741-743 Reyes, Benedicto de los 152
Postigo, José Antonio 15 Quirós, Bernaldo 513 Reyes, Francisco Emilio 46
Postigo, Julio 9, 11-13, 15, 17, Quisama, Francisco 457 Reyes, Inocencio 152
18, 20-23, 25, 203, 610, 617, Reyes, Jesús 865
969, 970 R Reyes, Manuel de los 445
Pou, Catalina F. 327 Ramírez, Alberto 407 Reyes José 17, 317, 408
Pou, Enrique 353 Ramírez, Antonio 146 Reyes Valdez, Salvador 407
Pou, Josefa 859 Ramírez, Ciriaco 234, 235 Reynoso, Carlos 353
Pou Henríquez, Rafael Isaac Ramírez, Domingo 271, 272 Ribero y Lemoine, Felipe 165,
877, 878, 885 Ramírez, Felipe 499 275, 276, 281, 282, 670
Pou Primet, José Isaac 877 Ramírez, Juan 147 Ribero, Rodrigo 68
Pou Saleta, Poncio 409 Ramírez Alcántara, Miguel Ricart y Torres, Pedro 45, 272,
Powell (persona de los tiem- Ángel 415 670, 673, 674, 859, 860, 902
pos de M. Castillo) 355 Ramírez Báez, Valentín 268, Ricart, Antonio 321
Prada, Francisco de 77 296, 300, 306 Ricart, Francisco 859
Prados, María 457 Ramírez de Fuenleal, Sebas- Ricaurte, Antonio 144
Prats Ramírez, Francisco 411 tián 40, 57, 65-67, 161, 218, Rijo, familia 144, 622
Prescott, William 518 535, 541, 706, 727, 731, 732, Rijo, Nicolás 146, 643
Prieto y Colmeiro, López 228 742, 744 Rincón, José María 861, 867
Príncipe Enrique 523, 538-543 Ramos, Antonio 437 Ríos (persona de los tiempos
Prud’Homme, Emilio 31, 306, Ramos, Arthur 454, 455, 461, de G. Luperón) 278
320, 399, 408 507, 510, 514 Riva Martín, Juan 487
Puello, Ana Josefa 327 Ramos, Federico 899 Rivas, Modesto 333
Puello, Eusebio 156, 282, 289, Ramos, Nicolás 164 Rivera, Baltasar de 590
644 Ramsey, F. A. 204 Rivera, Papito 506, 507
Puello, familia 145, 156, 157, Randolph, Zachary 80 Rivera, Pedro 514, 864, 865
245, 255, 640, 648, 654 Ravelo, Juan Nepomuceno 118, Rivero, Primo de 281, 286, 287
Puello, Gabino 254, 255, 643, 143, 241, 243, 244, 621, 626 Rizek, José Alfredo 6
645 Read Barreras, Eduardo 414 Robespierre, Maximilien 542,
Puello, hermanos 254 Read Vittini, Mario 417 557
Puello, José Joaquín 156, 251, Rebolo, Francisco 437 Robles, Andrés 169, 223, 278,
252, 254, 255, 643, 644, 647, Rebus, Gomecius de 62 490, 495
648 Recamier, Juliette 90 Robles, Vito Alessio 706
629
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Roca, familia 144, 622 Rodríguez Marín 509 Rubio y Peñaranda, Francisco
Roca, José Esteban 149, 243, Rodríguez Montaño, Domingo de 225, 661
279, 626 155 Rubirosa, Pedro María 370,
Rocha, Domingo de la 256 Rodríguez Objío, Manuel 121, 371, 378
Rocha Pimentel, Ramón de la 7 259, 288, 290, 302, 403, 635, Rueda, Manuel 15, 973
Rocha Ferrer, Francisco 224 636, 640 Ruiz, Félix María 143, 155, 241,
Rochambeau, Jean 230, 231 Rodríguez Reyes, Miguel F. 416 621
Rodó, José Enrique 32 Rodríguez Suárez, Cristóbal Ruiz, Francisco 263
Rodríguez, Alonso 219 166, 480 Ruiz, José 241, 549, 554
Rodríguez, Demetrio 346, 347, Rodríguez Ventura, hermanos Ruiz, Juan 146, 643
353, 354, 356, 358, 361 416 Russel Leonard, George 19,
Rodríguez, Domingo A. 325 Rogrón, Joseph 120 389, 392, 395, 396, 801, 807,
Rodríguez, Elías 119-121, 253, Rojas, Benigno Filomeno de 808, 811, 818-820, 840, 841,
262 268, 280, 290 845-847, 850, 852, 855, 857-
Rodríguez, Epifanio 346, 353, Rojas, Gabriel de 221 859, 868, 952, 953, 961
358 Rojas, Juan 349 Russell, William W. 388, 840,
Rodríguez, José Horacio 409 Rojas, M. A. 245 841
Rodríguez, José María 152 Rojas, Marcos 156
Rodríguez, Juan 265 Rojas Lugo, Rafael 392 S
Rodríguez, Manuel 278 Rojas Pinilla, Gustavo 404, 409 Saco, José Antonio 21, 433, 436,
Rodríguez, Manuel de Jesús 316 Roldán, Francisco 159, 212, 442, 443, 478, 479, 484, 485,
Rodríguez, Rafael 345 213, 689 689, 691, 713, 794
Rodríguez, Rafael Servando Rolland, Romain 34 Saget, Jean Nicolas Nissage
146, 643 Román, Miguel A. 354, 364, 302, 304, 305
Rodríguez, Santiago 277, 406, 368 Saint Just, Eduardo 263
613 Roman, Narciso 6 Saint-Méry, Moreau de 71, 131,
Rodríguez Coutinho, Juan 438 Román Fernández, José R. 410 132, 461, 489, 500, 503, 513,
Rodríguez Cutiño, Juan 422, Romero (persona de los tiem- 587, 588
439 pos de Boyer) 241 Salazar, Pedro Luis 167
Rodríguez de Aybar, Cayetano Romero, Dolores 31 Salcedo, familia 144, 156
Armando 41, 71, 407, 497, Romero, Eliseo 901 Salcedo, Francisco Antonio
798, 909, 940, 941, 944 Rómulo (emperador romano) 146, 157, 243, 252, 643
Rodríguez de Fonseca 216 50 Salcedo, José Antonio 280, 613,
Rodríguez Delvás, Antonio Roosevelt, Franklin Delano 185 622, 637
423, 438, 440 Root, Elihu 185, 812 Salcedo, Juan de Jesús 162, 252,
Rodríguez Demorizi, Emilio 9, Roques, José Ricardo 644 283, 288, 290, 291, 297, 298,
11, 15, 20, 23, 24, 68, 72, 203, Rosa, Candelario de la 363 307
402, 403, 409-413, 415, 450, Rosa, Juan de la 6 Salnave, Sylvain 277, 300, 302-
511, 513, 514, 640, 651, 654, Rosa Herrera, Juan 286, 302 305
692, 745, 794, 973 Rosario Bello, Francisco del Salomón (personaje Bíblico)
Rodríguez Echavarría, Rafael 293 102
413, 415, 615 Rosario Contín, María Francis- Salvá, Vicente 120
Rodríguez Franco, Francisco ca del 886 Salvago, Nicolás 439
423, 441 Roumain, Edmundo 289 Sambú, Juan 457
Rodríguez García (Juancito), Roume, Phillipe, Rose 229, 547, Samedí, Morisset 251
Juan 407 548, 554, 561-565, 567 Sampaña, Juan de 441
Rodríguez Lamego, Manuel Rousseau, Jean Jacques 119, San Cipriano 103
423, 439, 440 542, 556, 558, 568 San Felipe de Neri 104
630
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN V | HISTORIA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
San Francisco 213, 215 Sandoval, Alonso de 454, 514 Serra, José María 118, 143, 155,
San Jerónimo 103 Sandoval, familia 144, 622 241, 245, 253, 621, 623, 639,
San Juan Crisóstomo 103 Sang Ben, Mu-Kien 6 640, 644
San Miguel 178, 225, 248, 457, Sannazaro, Jacopo 70 Serrano, Francisco 83, 166, 272,
728, 729, 731, 743, 763, 764, Sant Denis, Eustache Juche- 274, 432, 673
786, 791 reau de 244, 245, 640 Serrano, M. 793
San Miguel, Hernando de 218 Santamaría, Alberto F. 362 Serrato, Darío 485
San Nicolás 207, 213 Santamaría, familia 144 Seward, Frederik 300
San Rafael 178, 248 Santana, familia 144 Seward, William H. 297
Sanabia, Rafael Emilio 91 Santana, Manuel de Jesús 357 Shakespeare, William 47, 89
Sánchez, Andrés 250 Santana, Pedro 25, 40, 44, 45, Shelley, Percy 100
Sánchez, Antonio 554, 597 83-85, 116-120, 145, 146, Shewing, Jonh. W. 407
Sánchez, Eladio 399 148-151, 156, 235, 246-250, Sierpe, Gil de la 77
Sánchez, Faustina 500 253-276, 281, 283, 284, 286, Silfa, Nicolás 411, 416
Sánchez, Francisco del Rosario 295, 306, 342, 406, 412, 613, Silíceo, Sebastián 439
40, 44, 58, 60, 83, 118, 142, 616, 619, 622, 626, 632-634, Silva, José J. 106
144, 146, 147, 149, 151, 152, 639, 643, 644, 648-654, 667, Simó Torres, Dennis R. 6
154-157, 241, 244, 245, 249, 669-671, 673, 677-679, 682, Simón, Jacques 239
250, 259, 263, 267, 268, 273, 683, 896 Simón, Vallon 253
323, 339, 370, 371, 402, 423, Santana, Ramón 145, 146, 245 Sisgbee (persona de los tiem-
609, 613, 621, 622, 627-631, Santo Domingo, Alonso de 160 pos de Dilligham) 359
633, 634, 640-648, 653, 669, Santo Domingo, Ildefonso de Sócrates 47, 157
959, 960 216 Solano, Antonio 225, 226, 483
Sánchez, Jaime 402 Santos, Cirilo de los 354, 364 Solano Garavito, Lorenzo 482,
Sánchez, Juan Francisco 313, Santos, Emilio de los 403 483, 500
316, 328, 337, 345, 354, 357, Saviñón, Francisco 321 Solano y Bote, José 119, 225,
358, 633 Saviñón, Mario A. 374 242, 443, 444, 661
Sánchez, Juan Pablo 321 Saviñón, Tancredo 357, 364 Soler, Ángel María 368, 370
Sánchez, Manuel 377, 378 Say, J. B. 39 Soler, Eduardo 372
Sánchez, María Trinidad 84, Sayller, Jerónimo 422, 431, 433 Solís, Antonio de 34, 64
250, 409, 648, 654 Scanlan, Eduardo 328 Solórzano y Pereyra, Juan de
Sánchez, Narciso 146, 250, 643 Schaid, Gustavo 881, 883, 884 691, 694, 695, 794
Sánchez, Valentín 251 Scheller, Max 25 Soñé, familia 144
Sánchez Báez, Hipólito 414 Sedeño, Pedro 456 Soñé, Francisco 245
Sánchez Carvajal, Alonso 212 Segovia, Antonio María de 265, Sor Teresa 95, 96
Sánchez Durán, Antonio 412 267, 273 Sosa, familia 144
Sánchez Feliz, Buenaventura Segura Sandoval, Francisco Sosa, Francisco 264
402, 416 169, 222, 494 Sosa Agramonte, Otto 412
Sánchez Lustrino, Gilberto Selba, Alejandro 407 Soto, Águeda de 457
709, 752, 794 Sena, Lorenzo de 266 Soto, Domingo 727
Sánchez Ramírez, Juan 40, 58, Séneca 73, 101, 103, 126 Soto, Faustino de 296, 750
83, 116, 118, 234-238, 369, Senior, Juan A. 5, 9, 797, 973 Soto Guzmán, Juan de 440
406, 489, 550, 554, 612, 664, Senior, Julio 18, 19, 833 Souffront, Agustín 246
667 Sepero, Bartolomé 579 Soulouque, Faustino 256, 258,
Sánchez Valverde, Antonio 71, Sepúlveda, Juan Ginés de 532, 259, 261, 264-266, 270, 651
423, 444, 466, 514, 554, 597, 712, 794 Spencer, Herbert 79
603, 605 Seraphin (persona de los tiem- Stanley Heneken, Teodoro 291
Sand, Jorge 90, 103 pos de Imbert) 252 Storey, David Malcolm 80
631
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Studer, Willi 431, 440 Tejeda, Juan de 164 Torralba, Federico 103
Suard et Morellet, M. M. 713, Tejeda, Leo Viuda 411 Torres, Antonio 209
794 Tejeda, María Dolores G. de Torres, Gaspar de 433
Suárez, Emilio 862, 895 411 Torres, Luis 792
Suárez, Francisco 726, 750 Tejeda Guzmán, Luis Guiller- Torres, Melchora de 483
Suárez, Juan 464 mo 412 Torres, Norberto 276
Suárez de Avengoza, Joaquín Tejeda Pimentel, Huáscar 410, Torres, Pedro de 65
281 413, 614 Torres, Valían de 433
Suárez Deza, Pedro 216, 217, Tejera, Apolinar 24, 121, 189, Torres de Mendoza, Luis 711,
425 192, 210, 309, 363, 367, 374, 734, 785, 792, 793
Suazo, Alonso 217, 465, 541, 579, 581, 932 Travieso, Francisco 295, 449
712, 713, 731 Tejera, Emiliano 9 Treilhard, Jean-Baptiste 37
Subolo, Gaspar 457 Tejera, Emilio 32, 363, 364, 367 Trinidad Franco, Manuel 254
Suero, Juan 265, 273, 280, 284 Tejera, García 121 Tronchet, Guillaume 37
Sullivan, James M. 377, 380, Tejera, Juan Nepomuceno 119, Troncoso de la Concha, Ma-
385, 817, 818 245, 255, 298 nuel de Jesús 11, 368, 370,
Summer Maine, 528 Tejera, Luis 24, 356, 357, 360, 404, 407, 614, 804, 969, 973
Sumner, Carlos 79-81, 85, 305 364, 367, 368 Troncoso Sánchez, Pedro 18,
Suro García Godoy, Rubén 414 Tell, Guillermo 838 25, 517, 640, 973
Téllez, Gabriel 166 Trujillo, Héctor B. 409, 410
T Ten, Ildefonso 119 Trujillo, Radhamés 413
Tabera, familia 144 Tenares, Olegario 279, 284, 314 Trujillo, Ramfis 410, 411, 413
Tabetría, Juana de la 437 Terencio, Publio 82 Trujillo Molina, Rafael Leo-
Tabí, Francisco 457 Tesón de Imbert, Guarina 411 nidas 19, 20, 23, 24, 31, 32,
Tácito, Cornelio 103 Theodore, Debelmar 384 46, 71, 78, 99, 125, 402-405,
Tacktuck de De la Maza, Gilda Thibaudeau, Christian 37 407-411, 413, 414, 514, 569,
411 Thiers, Augusto 50, 51 603, 614, 682, 692, 744, 792,
Talleyrand, Charles-Maurice Thoby (persona de los tiempos 794
de 108 de Heureaux) 333
Tamayo (indígena de los tiem- Thomson, Carlos 33 U
pos de Colón) 218, 732, 740, Tiburcio, Norberto 316 Ubaldo Gómez, Manuel 277,
743, 762 Tío Sánchez 391 287
Tapia Espinal, Ramón 615, 616 Tió viuda de Amiama, Carmen Ugarte, Manuel 34
Tavares, Manuel Enrique 615 411 Unamuno, Miguel de 34, 90
Tavares Espaillat, Gustavo 6, 25 Tolbi, Manuel 441 Ureña, Nicolás 84
Tavares K., Juan Tomás 6 Toledo, Fernando de 439 Ureña de Henríquez, Salomé
Tavares Mirabal, Manuel Enri- Toledo, Luis de 219 15, 90, 100, 118, 121, 320,
que 7 Toledo, María de 134, 159, 162, 327, 406, 409, 932, 973
Tavárez, Amadeo 346 215, 219, 228, 408, 599, 611, Uriarte, Miguel 423, 442
Tavárez, Benito 296 706 Uribe, Virtudes 6
Tavárez, José 231 Tolentino, Rafael César 409 Urrutia, Carlos 237, 606
Tavárez, Ramón 347, 353 Tolentino Rojas, Vicente 409 Utrera, Cipriano de 23, 24, 68,
Tavárez Delgado, Juan Salva- Tomás de Jesús 354 69, 72, 76, 77, 158, 218, 408,
dor 8 Toniolo, Giusseppe 79 479-481, 485, 486, 512, 538,
Tavárez Justo, Manuel 411, Toribio, Daniel 7, 9, 13, 15 578, 580-582, 584, 587, 593,
417, 615 Toribio, Zenón 364, 365 687, 711, 712, 714-716, 718-
Tavera, Fernando 246, 251, 266, Toro Peralta, Manuel del 903 723, 728-734, 737-739, 745,
271 Torquemada, Franco de 423, 442 771, 774, 775, 794
632
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN V | HISTORIA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
633
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
634
ÍNDICE DE FICCIÓN
VOLuMEN V HISTORIa
A J P
Aldebarán 81 Júpiter 53 Prometeo 95
Amón 55 Justiniano 36
Anquises, Ernesto de 90 S
Apolo 87, 90 M
Sirio 81
Mancha, Don Quijote de la 11,
B Sor Teresa 35, 95, 96
63, 90, 95, 103
Beatriz 87 Marte 92
T
C N Teresa 87
Campeador, Cid 280 Ninfa Egeria 53, 112
Concho Primo 19 V
O Venus 57, 87
G
Ogoun Badagris 506 Vulcano 73
Galatea 90
Olokún 507
H Ololú Oris 507
Helicón 90 Onfalia 87
Hércules 81, 92, 107 Ougou Balinojo 506
635
ÍNDICE GEOGRÁFICO
VOLuMEN V HISTORIa
637
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Bonao 212, 310, 313, 470, 743 805, 809, 812, 817, 825, 828, Colegio San Buenaventura
Boston 57, 81 830-832, 835, 836, 838, 843, 120
Boyá 195, 218, 284, 406, 450, 848, 850, 856, 857, 860, 877, Colegio San Luis Gonzaga 107,
497, 499, 502, 541-544, 687, 886, 902, 907, 909-912, 925, 121, 193, 299, 324, 325, 803,
739, 794 932, 933, 935, 937, 943, 944, 816, 871
Brabante 63 947, 950, 956, 964, 970 Colegio Seminario 192
Brasil 21, 115, 435, 454, 455, Capitolio de Washington 59 Colegio Seminario Conciliar
460, 461, 501, 509, 510, 514, Capotillo 252, 277, 298, 303, de Santo Tomás 192, 193,
526, 551, 617 670 800, 940
Bruselas 63, 578 Caracas 83, 107, 132, 152, 286, Colombia 21, 128, 140, 141,
Buenos Aires 29, 32, 97, 105, 323, 409, 421, 442, 445, 492, 150, 238, 240, 404, 409, 514,
390, 398, 403, 407, 439, 445, 620, 629-631, 633-635, 637- 598, 638, 668, 761
560, 568, 579, 581, 593, 639, 639, 645 Constantinopla 205
667, 688, 689, 701, 709, 756, Cartagena 168, 169, 423, 440, Convento de Regina Angelo-
793, 794, 932, 970 441, 573, 657 rum 119, 120, 162, 192-194,
Castilla 62, 63, 126, 134, 166, 299, 477, 479
C 169, 206, 207, 222, 223, 275, Convento Dominico 206, 211
Cabo Haitiano 226, 233, 306, 422, 423, 425-427, 437, 522- Convento Francisco 216
646, 932, 936 525, 529-532, 534, 541, 548, Cordillera Atlas 82
Cacimán 250, 251, 263 550, 551, 558, 575, 578, 611, Cotuí 75, 233, 234, 242, 243,
Cádiz 44, 519, 520, 572, 659, 661, 688, 689, 691, 692, 694, 269, 279, 313, 364, 397, 470,
663 696, 700, 704, 707, 709, 710, 481, 502, 507, 596, 643
Caleta 261 714, 717, 722, 724, 727, 737, Cuba 21, 23, 41, 45, 48, 50, 71,
Calle del Conde 31, 406 742-744, 746, 751, 752, 759, 75, 78, 79, 83, 100, 128-130,
Cambelén 391, 392, 395, 853 760, 765, 767, 768, 770, 773, 132, 136, 154, 166, 184, 207-
Cambridge 34 774, 783, 787-791 209, 214, 216, 219, 240, 272,
Camú, río 220, 405 Castilleja 65 273, 277, 279, 286, 335, 351-
Canaria 165, 525, 580 Catedral de La Habana 129, 353, 365, 398, 404, 407, 409,
Cañada de Guaiquía 235 131 427, 436, 438, 445, 446, 451,
Capital de la República Domi- Catedral de México 219 452, 454, 460, 502, 506, 509,
nicana (Distrito Nacional) Catedral de Santo Domingo 549, 559, 569, 576, 577, 594,
32, 120, 131-134, 137, 145, 24, 65, 112, 127, 128, 130-132, 598, 614, 656, 662, 665, 673,
146, 149, 155, 157, 186, 204, 134, 135, 139, 155, 161, 162, 674, 676, 707, 714, 760, 777,
219, 222, 225, 229, 231, 232, 165, 216, 217, 219 778, 801, 861, 915, 920, 922-
239, 241, 243, 246, 248, 255, Cerdeña 97, 264, 270, 478 924, 932-934, 936, 967
256, 261, 264, 265, 267-269, Cerro Gordo 225 Curazao 120, 148, 242, 244, 246,
271, 276, 281, 285-287, 289, Chile 64, 168, 353, 401, 408, 249, 256, 259, 262, 268, 296,
291-293, 295, 298, 300, 301, 560, 638, 665, 672, 673, 690, 297, 299, 306, 324, 342, 439,
306, 307, 311-314, 316-318, 691, 761, 767, 793 441, 442, 445, 619, 630, 631,
321-324, 326, 329-333, 335, Ciudad Trujillo (Santo Domin- 633, 636, 637, 646
336, 338, 340-342, 344-348, go) 46, 71, 99, 125, 569, 692,
350, 353-360, 363, 366, 369- 792, 794 D
371, 378-380, 385, 386, 391- Colegio Internado San Rafael Dajabón 178, 225, 252, 264, 277,
393, 396, 397, 399, 401, 402, 406 278, 288, 290, 306, 344, 348,
404, 466, 475, 493, 494, 496, Colegio Mount Union-Scio 806 406, 493, 587
562, 576, 587, 594, 597, 614, Colegio Nacional 120 Dinamarca 41, 307, 661
616, 632, 638, 650, 664, 667, Colegio Pío Latino Americano Dos Ríos 896-898
672, 674, 737, 799, 800, 803, 800 Duey, río 107
638
Índice GEOGRÁFICO | VOLUMEN V | HISTORIA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
639
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Guarico 225, 242, 574 I 577, 578, 580, 586, 587, 590-
Guatemala 166, 573, 638, 741, Iglesia de Boyá 406 592, 594, 596-605, 629, 646,
743, 744, 761, 794 Iglesia de Dajabón 406 656-658, 661, 687-692, 694-698,
Guayubín 247, 265, 276-278, 288, Iglesia de la Villa de Azua 739 700, 702-716, 722-724, 727,
346, 354, 364, 406, 636, 670 Iglesia de San Francisco 127, 224 730, 732, 737, 739, 741-745,
Iglesia del Carmen 642 747, 756-759, 761, 767-770,
H Iglesia del Carmen 642 773, 776, 777, 782, 783, 801
Haina 220-222, 271, 282, 345, Iglesia San Patricio 57 Isla Tortuga 23, 40, 71, 118, 119,
355, 360, 367, 368, 585, 616 Indias Occidentales 57, 59, 61, 167, 168, 221, 222, 517, 552,
Haina, río 168, 211, 287, 407, 64, 66-69, 76, 77, 126, 133, 592, 603, 604, 612, 657, 970
434, 478 134, 160, 163, 219, 423, 424, Islas Bahamas 207, 688
Haití 18, 19, 21, 23, 40, 41, 44, 426, 428, 435-447, 452, 465, Islas Canarias 207, 215, 422,
45, 113-117, 119, 122, 141, 470, 478, 480, 482, 484, 485, 438, 523, 525
145-147, 151, 154-156, 170- 488, 491, 499, 501, 512, 513, Islas Chincha 665, 673
177, 179-182, 185-187, 207, 519-521, 524, 529, 533, 550- Italia 62, 65, 69, 136, 292, 301,
208, 226, 227, 229-233, 239, 552, 568, 572-575, 577-579, 316, 321, 330, 377, 397, 405,
240, 242-246, 248, 253, 256, 588, 589, 596, 599, 603, 606, 535, 801
260, 270, 271, 273, 277, 284, 611, 657, 658, 688-701, 703- Itálica 95
288-290, 297, 300, 302, 303, 711, 713-718, 720, 722-724,
305, 308-310, 335, 336, 350, 726, 727, 729, 732, 741, 742, J
366, 384, 387, 388, 392, 401, 747, 750, 756, 758, 761, 765- Jaivón 276
404, 448-450, 453, 459, 461, 767, 770, 773, 774, 776, 777, Jamaica 66, 154, 166, 168, 214,
464, 494, 501-507, 512, 513, 783, 792-794 219, 223, 235, 427, 442, 445,
531, 541, 543, 544, 553, 565- Inglaterra 43, 65, 115, 117, 206, 502, 507, 641, 658, 660, 662,
567, 587-589, 595, 600, 612, 220, 221, 224, 225, 260, 261, 664, 667, 760, 777
613, 624-627, 632, 641, 643, 266, 270, 301, 331, 333, 436, Jánico 209, 406
645, 646, 650-652, 655, 657, 522, 530, 531, 551, 565, 566, Jaragua 159, 208, 212-215, 588,
664, 665, 668-670, 674, 675, 571, 611, 656-661, 664, 672, 715, 734, 739, 767, 773
677, 678, 775, 794, 797, 808, 690, 748, 920 Játiva 62
809, 816, 823, 826, 847, 896, Instituto de Niñas en el Con- Jerusalén 102, 137
914, 932, 944, 967 vento de Regina 120 Jimaní 264, 304, 406, 504
Hamburgo 189, 632, 856 Instituto Profesional de Santo
Haro 66 Domingo 36, 121, 189, 192, L
Haya 188-192, 363, 754, 780, 299, 309, 325, 336, 380, 381, La Atalaya 225
781, 794, 842, 856, 932 809, 816, 886, 931, 936, 940 La Atarazana 161, 298, 620,
Higüey 107, 208, 214, 268, 287, Irlanda 249, 488, 522 621
290, 299, 322, 338, 401, 450, Isabela, río 406, 483 La Esperanza 210, 278, 321
470, 485, 502, 585, 596, 767, Isla Española (Santo Domingo) La Habana 45, 77, 99, 127-129,
773, 947 22, 31, 32, 40, 41, 43, 57, 60, 61, 131, 138, 139, 162, 169, 227,
Hincha 178, 215, 248, 251, 263, 64, 66, 67, 69, 71, 72, 77, 105, 228, 240, 401, 491, 512-514,
450, 488, 494, 512, 651 118, 127, 152, 158-162, 165, 568, 637, 663, 673, 689, 713,
Holanda 41, 188, 220, 223, 270, 203, 212, 213, 216, 217, 219- 794, 932, 933, 940
301, 307, 331, 530, 551, 571, 222, 230, 235, 423-427, 430, La India 205, 522-524, 527
656, 659-661, 920 433, 434, 436, 438, 441, 442, La Isabela, ciudad 164, 209,
Hondo Valle 251 445, 446, 452, 466, 474, 490, 211, 212, 217, 220, 602, 611
Honduras 21, 213, 422, 435, 501, 511-514, 519, 532, 533, La Misericordia, barrio 242
442, 617, 744 535, 538, 539, 545, 548, 550- La Misericordia, plaza de 647
Hungría 265, 276 552, 567, 569, 570, 574, 575, La Misericordia, puerta de 245
640
Índice GEOGRÁFICO | VOLUMEN V | HISTORIA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
La Mole 242 Londres 220, 303, 531, 553, 653 292, 297, 298, 326, 329, 330,
La Plata 513, 704 Los Alcarrizos 240 338-341, 345, 346, 362, 369,
La Rábida, convento de 206 Los Andes 95 402, 450, 643, 669, 933, 934
La Sabana, villa 279, 487, 703 Los Conucos 234 Monte Plata 71, 75, 195, 221,
La Sorbonne, edificio 105 Los Higüeros 254, 364 233, 281, 284, 307, 406, 450,
La Toma 405 Los Llanos 226, 642, 889 454, 502, 595, 601
La Trinitaria, escuela 805 Los Minas 44, 226, 475, 476, Montecristi 74, 75, 208, 218,
La Vega 31, 75, 160, 161, 215- 484, 489, 490, 494, 495, 502 220, 225, 233, 269, 276, 277,
217, 220, 222, 233, 239, 242, Madrid 32, 64, 67, 68, 71, 83, 286-289, 312, 313, 335, 338,
253, 266, 269, 278, 279, 298, 117, 163, 166, 267, 272, 284, 345, 346, 358, 360, 361, 365,
313, 314, 316, 321, 326, 329, 288, 294, 429, 443, 465, 512, 374, 378, 379, 389, 391, 397,
333, 339, 341, 344-346, 356, 513, 518-520, 522, 529, 532, 405, 433, 436, 446, 487, 503,
357, 362, 368, 378, 405, 408, 533, 547, 548, 550, 553, 559- 560, 575, 584, 594, 601, 602,
422, 425, 431, 450, 464, 484, 563, 566, 568, 571, 572, 576, 606, 636, 852, 856, 857, 935,
485, 500, 502, 549, 550, 560, 578, 588, 597, 598, 600, 634, 936, 940
589, 596, 706, 710, 787, 800, 640, 651, 653, 663, 665, 670, Montegrande 475, 489
812, 934, 964 674, 675, 679, 688, 691-693, Montevideo 195, 403
Las Antillas 21, 195, 267, 366, 705-707, 709, 711, 713, 724, Mosquitos 213
398, 428, 430, 431, 545, 571, 729, 734, 739, 741, 749, 752,
600, 657, 658, 660, 676, 688, 792-794 N
705, 706, 713, 714, 773, 941 Maguá 208 Nazareth 101, 102
Las Caobas 178, 248, 251, 450, Maguana 75, 208, 211, 470, 540, Neiba 121, 246, 264, 266, 273,
494 715 275, 282, 289, 304, 322, 406,
Las Carreras 157, 258, 259, 274, Mallorca 63, 478 450, 489, 492-494, 497, 589,
275, 281, 286, 650, 652 Malpaso 234 590, 594-596
Las Charcas 168 Mar Caribe 21, 97, 148, 159, Nimega 40, 222, 659
Las Matas 178, 246, 251, 257, 263 224, 552, 639, 640, 802, 971 Nizao, río 217, 282, 313, 379,
Las Matas de Farfán 226, 256, Mar del Sur (Océano Pacífico) 405, 483
264, 305, 450 63, 64 Nueva Granada 64, 637
Las Mercedes, calle 892, 957, Mar Mediterráneo 82, 573, 658 Nueva Isabela (Santo Domin-
964 Maracaibo 31 go) 212, 213
Las Mercedes, Iglesia de 255, Marién 208 Nueva Villa 75
298, 338, 408 Martinica 154, 267 Nueva York 57, 105, 185, 330,
Las Salinas 169, 283 Massachusetts 34 344, 355, 408, 412, 513, 579,
Las Vegas 807 Massacre, río 178, 224, 344, 492 806, 807, 809, 812, 813, 815,
Las Yaguas 199 Mayagüez 107, 259 836, 837, 880, 910, 911, 925,
Librería Dominicana 11, 17, 18, México 21, 31, 64-68, 103, 161, 929, 933, 934, 940, 945, 971
21, 203, 513, 640, 969, 970 219, 223, 239, 330, 344, 422, Nuevo México 807
Librería Hispaniola 18 435, 446, 454, 455, 491, 511- Nuevo Mundo 21, 30, 51, 58,
Liceo de Puerto Plata 48 514, 519, 560, 573, 574, 578, 60, 64, 84, 105, 114, 126, 127,
Liceo Dominicano 911 598, 600, 612, 662, 665, 667, 134, 139-141, 159, 165, 207,
Línea Noroeste 276-278, 300, 672, 691, 692, 695, 698, 705, 209, 213, 215, 220, 319, 421,
302, 305-308, 312, 326, 340, 706, 708, 712, 714, 716, 732, 436, 484, 514, 518, 520, 521,
341, 346, 348, 350, 356, 357, 741, 743, 744, 760, 761, 766, 526, 531, 543, 548, 553, 577,
359, 361, 365, 369-371, 377, 793, 794, 810, 858 598, 603, 606, 611, 656, 692,
388, 522, 934, 936 Miami 412 694, 701, 704, 708, 709, 713,
Lisboa 206, 422, 424, 431, 437, Moca 148, 152, 157, 233, 243, 726, 793, 794
438, 524-526, 531 245, 268, 269, 273, 274, 278, Numancia 142
641
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
642
Índice GEOGRÁFICO | VOLUMEN V | HISTORIA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
271-274, 276, 278-280, 284, Sabana Real 169, 223, 660 San José de los Llanos 272, 287,
285, 288, 291-293, 296-303, Sabaneta 276-278, 670, 936 673
305-308, 310-315, 317, 318, Sagunto 142 San José de Ocoa 298, 310, 358
320, 322, 323, 325-338, 340, Saint Soucí 233 San Juan Bautista de Bayagua-
341, 343, 344, 347, 348, 352, Saint Thomas 83, 249, 254, 262, na 75, 77, 481, 498, 507-509,
353, 358, 360-372, 374, 377, 268, 337, 513, 629, 637, 640, 511
379-383, 386-390, 394-396, 644, 657, 665, 934 San Juan de La Maguana 71
398-410, 412-414, 416, 417, Sala Mazarin de la Biblioteca San Lucar 165
423, 450, 451, 459, 493, 506, Nacional de París 41 San Marcos 227, 242, 546
512, 531, 541, 546, 547, 562- Salamanca 206, 532, 535, 709, San Miguel 178, 218, 225, 248,
564, 566, 569, 578, 587, 589, 724, 760, 761, 772 457, 481
600, 606, 613, 614, 616-620, Salvatierra de la Sabana (Los San Nicolás 159, 207, 213, 225,
623, 624, 627, 628, 630, 632- Cayos), villa de 588 464, 478, 814
634, 637-640, 642, 646-654, Samaná 85, 123, 145, 153, 156, San Pedro de Macorís 11, 32, 75,
657, 662, 669-671, 674, 676- 208, 229, 239, 245, 246, 254, 107, 148, 283, 290, 321, 334,
681, 683, 699, 745, 775, 794, 263, 268, 280, 283, 284, 287, 335, 341, 345, 348, 351, 354-
795, 797-801, 803-805, 808- 289, 300, 303, 305, 306, 308, 358, 360, 363, 370, 405, 414,
811, 813-827, 829, 830, 832, 332, 333, 348, 406, 449, 450, 810, 825, 828, 867, 868, 872,
833, 835-840, 842-852, 855- 486, 490, 514, 560, 632, 646, 873, 881, 885, 887, 889, 895-
858, 860, 861, 866, 871, 872, 678, 802, 814, 861, 934 897, 900, 901, 937, 940, 969
881, 882, 886-889, 901-903, San Antonio 71, 75, 77, 262, San Rafael 84, 121, 178, 248,
905, 906, 908-910, 912-916, 310, 595, 871 494
918, 922-924, 928-930, 932- San Carlos 230, 232, 245, 258, San Salvador 207
940, 944-954, 956-967, 970, 268, 322, 334, 345, 349, 350, Santa Ana, capilla de 220
971, 975 354, 470, 481, 503, 517, 647 Santa Bárbara 161, 164, 241,
Río de Janeiro 30, 189, 361, 365, San Cristóbal (St. Kitts), isla de 449, 463, 496, 800
709, 794, 812 221, 450, 603, 657 Santa Catalina 210, 744, 745
Río de la Plata 64 San Cristóbal 84, 148, 243, 246, Santa Clara 162, 785
Roma 62, 67, 123, 157, 160, 182, 249, 251, 267, 280-282, 285, Santa Cruz 66, 461, 569, 570,
189, 320, 326, 359, 373, 408, 287, 295, 297, 298, 311, 322, 576, 577, 583, 584, 595, 659,
513, 521, 522, 528, 532, 538, 355, 356, 386, 399, 402, 405, 800, 828
541, 556, 571, 578, 623, 692, 695, 406, 410, 413, 450, 451, 453, Santa Elena 230, 321
732, 775, 793, 794, 800, 801 480, 509, 605, 626, 678, 787 Santa Fe 69, 207, 445
Rusia 189, 507, 662, 671, 749, 750 San Diego 161, 224, 298 Santa María 251, 427, 429, 434,
San Felipe 278, 281, 288, 933 486, 572, 573, 587, 588
S San Francisco de Macorís 127, Santa María del Puerto (Port-
Sabana Buey 149, 247 160, 211, 213, 215, 224, 225, au-Prince) 588
Sabana de Beler 252 233, 239, 243, 272, 279, 314, Santa Rosa 225, 506
Sabana de Juan Bran 452 344, 345, 362, 405, 450, 533, Santiago de Chile 408, 691, 744,
Sabana de la Mar 239, 503 558, 585, 643, 696, 742, 790, 793
Sabana de Pesqueria 283 807, 844, 867, 896, 897, 967 Santiago de Cuba 932
Sabana de San Pedro 283 San Gil, fuerte de 230, 485 Santiago de los Caballeros 31,
Sabana de Santomé 264 San Jerónimo 221, 222, 232, 75, 120, 146, 148, 152, 157,
Sabana del Pajonal 257 235, 287, 351, 367, 392, 394, 158, 164, 166-169, 212, 220,
Sabana del Rey 161, 485 396, 397, 708, 844, 845, 858 222, 223, 231, 233, 235, 239,
Sabana Grande 282 San José de Costa Rica 409, 614 240, 242, 243, 245, 247, 252,
Sabana Larga 264, 265, 277, 613, San José de las Matas 233, 247, 253, 266-269, 273, 276, 278-
651 362, 406 281, 283, 284, 288, 290-293,
643
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
297, 306, 310, 311, 313, 314, 715-717, 719, 722, 724, 727, V
316, 326, 329, 330, 333, 339, 731-735, 737-747, 758, 759, Valencia 62, 63, 245, 288, 514,
341, 344-347, 352, 354, 356- 762, 763, 771, 775, 782, 783, 731
358, 361-363, 368, 377, 378, 791-794, 797, 799-805, 808- Valle de La Vega Real 41, 59,
391, 394, 398, 401-403, 406, 812, 815-820, 823-825, 830- 210, 800
408-410, 413, 416, 448, 450, 833, 836-843, 846-848, 853, Venezuela 21, 31, 64, 152, 165,
475, 479, 484, 493, 499, 502, 856, 860, 863, 866, 871-873, 166, 211, 238, 239, 259, 285,
513, 560, 562, 578, 589, 594- 877, 878, 882, 884, 886-889, 301, 326, 404, 409, 412, 421,
596, 617, 627, 632, 635-637, 895, 900-902, 909, 910, 912- 436, 442, 444, 511, 598, 614,
640, 656, 670, 674, 690, 787, 915, 917-919, 923-926, 928-931, 629, 631, 633-635, 637, 638,
805, 811, 825, 826, 846, 853, 933, 936, 937, 940, 941, 943- 662, 673, 734, 761, 784, 785,
854, 863, 887, 943, 947, 971 945, 949, 950, 955, 959, 960, 920, 947, 967
Santo Cerro 210, 645 962-967, 969, 970, 973, 975 Veragua 129, 131, 136, 139, 213,
Santo Domingo 5, 8, 18-25, Santo Jerónimo, fuerte de 167 219
31-36, 40-44, 46, 48, 52, 56, Santo Tomás, fortaleza de 209, Villaescusa 66
57, 60, 61, 65-72, 74, 75, 77, 210 Virreinato de Nueva España
84, 97-99, 106, 107, 112-119, Santomé 264, 267, 289, 304, 338, 64, 66, 67, 71, 161, 519, 573,
121-123, 127-134, 136-141, 440, 613, 651 577, 705, 706, 732, 741, 754,
144-149, 152, 153, 155-169, Saona, isla 214, 264, 303 766, 793
171-173, 175, 177, 180-182, Sarriá 69 Vulturara 65
185, 187, 192, 194, 195, 198, Segovia 273
203-205, 210, 212-221, 223- Séneca 73, 101, 103, 126
W
226, 229-236, 238-245, 249, Sevilla 31, 44, 65, 66, 71, 74, 97,
Washington 17, 18, 30, 35, 57,
251, 253, 258, 259, 262, 263, 127-129, 165, 168, 216, 422,
59, 185, 188, 189, 334, 367,
267-269, 271, 274, 280, 284, 424, 426, 430, 432-434, 436-
383, 386, 388-390, 392, 395,
286, 287, 290, 292, 293, 299, 439, 452, 491, 519, 520, 572,
401, 405, 617, 673, 674, 799,
303, 305, 306, 309, 312-314, 574, 578, 580, 689, 692, 706,
806, 807, 809, 824, 826, 834,
316, 318, 322-339, 341, 342, 707, 784, 793, 801
841, 866, 867, 874, 886, 906,
345, 346, 348, 352-354, 356, Sodoma 114, 141
910, 914, 930-933, 937, 938,
359, 362, 363, 365, 366, 369- Suecia 659, 661, 749
951, 954, 956, 959, 961, 963-
371, 380-382, 385, 386, 389, Suiza 43, 190, 377
965, 967
391, 393, 394, 396, 398, 400-
416, 421-427, 430-437, 440- T
450, 452-457, 459-461, 463- Talanquera 247 Y
467, 469, 471, 475, 477, 479- Toledo 62, 70, 72, 134, 439, 570 Yaguana 67, 70, 71, 75, 221, 446,
508, 511-514, 517, 533-535, Torre del Homenaje 148, 213, 486, 487, 569, 570, 575, 576,
538-541, 543-555, 557-570, 219, 246, 249, 253, 254, 292, 586-588, 592, 594-596, 601,
573-581, 585-587, 590-593, 365, 369, 401, 903 602, 606, 730, 733
595-598, 600, 603-606, 611- Trinitaria, plazuela 243 Yamasá 83, 197, 198, 280, 281
613, 615, 616, 620, 623-627, Trinity Church 57 Yaque del Norte, río 152, 210,
629-631, 634, 635, 638-643, 220, 247, 277, 285, 405
645-648, 651-653, 655-665, U Yaque del Sur, río 231, 234, 282
667, 672-677, 679, 683, 692, Universidad Santo Tomás de Yuste 63
695, 697, 698, 706-710, 712, Aquino 160, 219, 578, 692
644
Volumen VI
Novela
Índice general | Índice onomástico | Índice de ficción | Índice geográfico
ÍNDICE GENERAL
VOLUMEN VI NOVELA
Presentación
Origen de la Colección Pensamiento Dominicano y criterios de reedición .............................................. 11
Daniel Toribio
Administrador General del Banco de Reservas de la República Dominicana
Exordio
Reedición de la Colección Pensamiento Dominicano: una realidad ......................................................... 15
Mariano Mella
Presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Primera sección
Introducción
La sangre y Baní o Engracia y Antoñita: una dominicanidad novelesca en proceso de creación.............. 19
Olivier Batista Lemaire
La sangre. Modernismo y visión crítica del mundo nativo........................................................ 19
Visión del presentador............................................................................................................ 19
Visión de la obra....................................................................................................................... 20
Visión de la obra hoy............................................................................................................... 24
Baní o Engracia y Antoñita. Entre costumbrismo y ficción liberal ............................................ 27
Visión del presentador............................................................................................................ 27
Visión de la obra....................................................................................................................... 31
Visión de la obra hoy............................................................................................................... 35
Tulio M. Cestero
La sangre. Una vida bajo la tiranía
Juicios compilados por
Vetilio Alfau Durán
Libro Primero
Primera Parte
Capítulo I. He vuelto a él ...................................................................................................................... 151
Capítulo II. Engracia y Antoñita .......................................................................................................... 154
647
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Segunda Parte
Capítulo I. En una tarde de estío . ........................................................................................................ 171
Capítulo II. Cómo se resolvió ............................................................................................................... 175
TERCERA Parte
Capítulo I. Vienen las fiestas.................................................................................................................. 177
Capítulo II. En las fiestas........................................................................................................................ 182
Capítulo III. La primera gota de hiel..................................................................................................... 187
Capítulo IV. El Peroleño . ....................................................................................................................... 189
Capítulo V. Siguen las fiestas ................................................................................................................ 193
Capítulo VI. El juego del canastillo....................................................................................................... 194
Capítulo VII. Un perfil de Don Postumio............................................................................................. 198
Capítulo VIII. Su secreto.......................................................................................................................... 201
Capítulo IX. Tras las fiestas..................................................................................................................... 203
Capítulo X. La revolución ..................................................................................................................... 204
Capítulo XI. Véase cómo empieza......................................................................................................... 206
Libro Segundo
PRIMERA Parte
Capítulo I. Enrique y Eugenia María . ................................................................................................. 210
Capítulo II. Su reclusión y su carta ...................................................................................................... 214
Segunda Parte
Capítulo I. Tras el crimen… la fuga ..................................................................................................... 216
Capítulo II. Luchas ................................................................................................................................. 220
Capítulo III. Otras luchas . ..................................................................................................................... 223
Capítulo IV. Don Postumio en su elemento ........................................................................................ 229
Capítulo V. En y después de la invasión ............................................................................................. 232
Capítulo VI. En casa de Candelaria Ozán ........................................................................................... 237
Capítulo VII. Engracia y los talegos ..................................................................................................... 242
Capítulo VIII. Cosas de aquí… y de más allá (cuique suum)............................................................ 246
Capítulo IX. Antoñita salva al Gral. en Jefe ........................................................................................ 250
TERCERA Parte........................................................................................................................................
Capítulo I. Espiritismo............................................................................................................................ 254
Capítulo II. Vino, estuvo y se fue.......................................................................................................... 258
Capítulo III. Un mal encuentro.............................................................................................................. 261
Capítulo IV. El anónimo.......................................................................................................................... 265
Capítulo V. Una carta y un tropezón.................................................................................................... 269
Capítulo VI. Realidades que parecen inverosímiles .......................................................................... 273
Capítulo VII. Post nubila, phoebus....................................................................................................... 277
648
Índice GENERAL | VOLUMEN VI | NOVELA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
APéndice
Baní al natural.......................................................................................................................................... 288
Segunda sección
Introducción
Momentos de la novela dominicana . ........................................................................................................ 297
Guillermo Piña-Contreras
Marcio Veloz Maggiolo
Judas. El buen ladrón
Prólogo. Antonio Fernández Spéncer
Judas........................................................................................................................................................... 339
Introducción . .......................................................................................................................................... 340
I. Galilea ................................................................................................................................................... 342
II. Judas .................................................................................................................................................... 361
El buen ladrón
(Segunda edición)
Significado de la novela actual (¿Por qué creamos mundos imaginarios?)................................... 370
Antonio Fernández Spéncer
Juan Bosch
La Mañosa. novela
Edición revisada
PRIMERA Parte
Revolución .............................................................................................................................................. 399
segunda Parte
Los vencedores ....................................................................................................................................... 434
649
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Manuel de J. Galvan
Enriquillo
Prólogo
José Martí
PRIMERA Parte
I. Incertidumbre ...................................................................................................................................... 475
II. Separación ........................................................................................................................................... 478
III. Lobo y oveja . ..................................................................................................................................... 481
IV. Averiguación ...................................................................................................................................... 482
V. Sinceridad ............................................................................................................................................ 484
VI. El viaje ................................................................................................................................................ 485
VII. La denuncia ...................................................................................................................................... 486
VIII. Exploración ..................................................................................................................................... 488
IX. La persecución . ................................................................................................................................. 490
X. Contraste ............................................................................................................................................. 494
XI. El consejo . .......................................................................................................................................... 497
XII. Persuasión . ....................................................................................................................................... 498
XIII. Desencanto ...................................................................................................................................... 501
XIV. Un héroe ........................................................................................................................................... 503
XV. Consuelo . .......................................................................................................................................... 505
XVI. El socorro ......................................................................................................................................... 506
XVII. La promesa...................................................................................................................................... 509
XVIII. Salvamento . .................................................................................................................................. 510
XIX. El pronóstico . .................................................................................................................................. 510
XX. Astros en ocaso . ............................................................................................................................... 512
XXI. El convento ...................................................................................................................................... 513
XXII. Causa de odio.................................................................................................................................. 516
XXIII. Reclamación .................................................................................................................................. 518
XXIV. El encuentro . ................................................................................................................................. 519
XXV. La demanda .................................................................................................................................... 522
XXVI. Apogeo . ......................................................................................................................................... 525
XXVII. Derechos hereditarios . ............................................................................................................... 527
XXVIII. Mutación ..................................................................................................................................... 528
XXIX. Informes personales ..................................................................................................................... 531
XXX. Efecto inesperado .......................................................................................................................... 533
XXXI. Impresiones diversas ................................................................................................................... 534
XXXII. Lucha suprema ............................................................................................................................ 537
segunda Parte
I.Alianza ofensiva . ................................................................................................................................. 538
II. Ansiedad ............................................................................................................................................. 540
III. Presentación . ..................................................................................................................................... 542
IV. El billete .............................................................................................................................................. 545
650
Índice GENERAL | VOLUMEN VI | NOVELA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
tercera Parte
I. Los leales .............................................................................................................................................. 618
II. El hato................................................................................................................................................... 620
III. Caracteres . ......................................................................................................................................... 623
IV. Retratos ............................................................................................................................................... 625
V. En campaña ......................................................................................................................................... 628
VI. Preliminares ....................................................................................................................................... 630
VII. Aspiración . ....................................................................................................................................... 633
VIII.. Un revés .......................................................................................................................................... 635
651
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
652
Índice GENERAL | VOLUMEN VI | NOVELA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Tercera sección
Introducción
Novela, historia y sociedad en República Dominicana . .................................................................. 749
Odalís Pérez
F. García Godoy
Guanuma
Prólogo
Juan Bosch
Prólogo: Juan Bosch ............................................................................................................................... 869
Párrafos . .................................................................................................................................................. 871
Al Cibao . ................................................................................................................................................. 878
En Santiago ............................................................................................................................................. 880
Fonso Ortiz . ............................................................................................................................................ 883
Rosario Ordóñez .................................................................................................................................... 886
En marcha ............................................................................................................................................... 889
La cita .................................................................................................................................................... 891
Guanuma . ............................................................................................................................................... 894
Ocaso de un astro ................................................................................................................................... 895
A Monte Plata ......................................................................................................................................... 899
Por entre sombras .................................................................................................................................. 901
En Santo Domingo de Guzmán............................................................................................................ 903
Entre enemigos ....................................................................................................................................... 908
Laborando ............................................................................................................................................... 911
Entre conspiradores................................................................................................................................ 912
Camino de Guanuma ............................................................................................................................ 914
En el campamento . ................................................................................................................................ 916
San Pedro ................................................................................................................................................ 918
El combate ............................................................................................................................................... 921
Calle de amargura . ................................................................................................................................ 923
De nuevo en campaña ........................................................................................................................... 927
De la guerra ............................................................................................................................................ 929
En San Cristóbal ..................................................................................................................................... 933
Politiqueo de campanario...................................................................................................................... 935
Desde San Carlos ................................................................................................................................... 937
Al regresar................................................................................................................................................ 940
653
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Cuarta sección
Introducción
El montero, la novela de Bonó ............................................................................................................. 945
Raymundo González
Semblanza de Julio D. Postigo,
editor de la Colección Pensamiento Dominicano ................................................................................... 995
654
ÍNDICE ONOMÁSTICO
VOLUMEN VI NOVELa
655
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
656
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN VI | NOVELA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Conde, Pedro 318, 320, 324, D 690, 692, 695, 696, 705, 708,
332-334 D’Annunzio, Gabriel 46 709, 713, 715, 718, 719, 723,
Contín Aybar, Néstor 37, 38 Daizla, Alfonso 684 726, 730, 733, 735-737, 740,
Contín Aybar, Pedro René 11, Damirón Ricart, Arturo 1001 742, 743, 787, 788, 794, 809,
995, 1001 Dantón (persona de los tiem- 815, 817, 834, 839, 843, 854,
Contreras, José 893, 902 pos de T. M. Cestero) 123 892, 902, 924, 928, 978, 979,
Contreras, Pepita 116 Darío, Rubén 19, 46, 47, 869 984, 987, 990, 992
Corchado, Manuel 578 Dauhajre Selman, Domingo 7 Domínguez, Francisco 210,
Cordero Michel, Emilio 6, 8 David (personaje bíblico) 1001 694
Córdoba, Gonzalo de 530 Dávila, Alonso 636 Dominici, Pedro César 46
Córdoba, Pedro de 592, 593, De la Rocha Pimentel, Ramón 7 Dostoyevsky, Fiódor 372
600-603, 619, 622, 648, 664, Delgado, Blanca 945 Drake, Francis 906
707 Delmonte, Domingo 960 Duarte, Juan Pablo 112, 124,
Correa, Gustavo 965 Deschamps, Eugenio 70, 72 134, 316, 768, 869, 907, 924,
Cortés, Hernán 143, 532, 536, Dessalines, Jean Jacques 56, 926, 927, 1001
538, 548-551, 555, 556, 578, 291, 907 Duero, Andrés 608, 615
581, 608, 613-615, 617, 618, Deza, Diego de 647 Dumas, Alexandre 115, 945
734, 906 Deza, Pedro de 587 Duvergé, Antonio 896, 1001
Cosa, Juan de la 571 Diablo (personaje bíblico)49,
Cosbiere, Tristán 46 137, 238, 373, 794, 978 E
Cotubanamá (indígena de los Díaz Castro, Eugenio 34, 966 Echegaray, José de 119
tiempos de Colón) 331, 507, Díaz Grullón, Virgilio 1001 Eco, Umberto 752
509, 531, 533 Díaz Rodríguez, Manuel 19-22, Elías (personaje bíblico) 257
Courtenay, familia 67 43, 46 Encarnación Pimentel, Luis A. 7
Cristo (personaje biblico) 53, Díaz, Bartolo 901 Enmanuel (personaje bíblico)
85, 86, 246, 300, 301, 303, Díaz, Danilo 7 378
305, 330, 339, 367-369, 373, Díaz, Miguel 583, 584 Enriquillo (indígena de los
374, 501, 564, 621, 624, 625, Dios 15, 59, 69, 76, 78, 85, 105, tiempos de Colón) 5, 7, 8,
634, 667, 669, 682, 692, 787, 114, 116, 127, 129, 160, 161, 19-21, 31, 43, 297, 316-335,
811, 903, 935, 1001 163, 176, 179-181, 183, 185, 473, 474, 503, 514-518, 532-
Croce, Benedetto 372 195, 208, 221, 223, 224, 226- 537, 542-547, 551-553, 556,
Cruz Bobadilla, Manuel 72 229, 231, 234, 242, 244, 245, 561-564, 569, 570, 572, 574-
Cruz, Josefina de la 25, 26, 33, 253, 255-257, 261-264, 266- 576, 581, 582, 588, 595-597,
38, 39, 947 270, 274, 276-280, 282-286, 599, 611, 621-642, 644-646,
Cruz, Manuel de la 958 301, 303, 332, 334, 341-343, 650-662, 670-674, 676-702,
Cuéllar, Cristóbal de 536, 540, 346, 360, 363, 364, 366-369, 704-741, 744, 745, 955, 998
541, 544, 554, 564, 566, 582, 372-376, 378, 380, 389, 393- Enriquito (persona de los tiem-
607-610, 612, 645 395, 403, 405, 410, 412, 439, pos de T. M. Cestero) 95, 96
Cuéllar, María de 321, 322, 324, 442, 444, 457, 467, 479, 496, Escobar, Diego de 508
325, 330, 334, 535, 538-540, 500, 505, 523, 529, 533, 534, Espaillat, Ulises Francisco 317,
542, 545-548, 550, 553-556, 537, 544, 548, 557, 558, 566, 924, 950, 957, 964
558-561, 565, 567, 571, 574, 568, 569, 573, 574, 580, 590, Espinal, Antonio 507-509, 552,
578-580, 585, 589, 594-596, 592, 594, 596, 598, 601, 603- 582, 602, 604, 605, 611, 625
606, 607, 613, 616, 645, 646, 605, 610, 612, 615, 616, 621, Espinal, Edwin 6
743 624, 625, 627, 629, 633, 634, Espíritu Santo, Pedro 127-131
Cueva, Paula 288 638, 642, 646, 648, 652-654, Esquivel, Juan de 507, 509, 531,
Curcio, Quinto 326, 515 656, 660, 663, 666-670, 673, 532, 538, 577-579, 583, 584,
678, 680, 682, 683, 685-687, 609
657
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
658
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN VI | NOVELA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
659
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Labra, Rafael María de 320 Mallol, Domingo 957 Mena, José 114
Laforgue, Jules 26 Manzanedo, Bernardino de Méndez, Diego 502, 506-509,
Laguna y Navarro, Luis de la 659-662, 664, 665, 705 513, 752
711, 715, 716, 727 Manzueta, Eusebio 920, 957 Menéndez Pidal, Ramón 963
Lalo (persona de los tiempos Marchena, Enrique de 70, 1001 Menéndez y Pelayo, Marcelino
de T. M. Cestero) 125 Marchena, Eugenio Generoso 725, 766
Lamartine 157, 160 de 70 Meriño, Fernando Arturo de
Landolfi, Ciriaco 947 Marco Bruto 80 28, 35, 54, 84, 1001
Lara, Jacobo de 96, 97 Marcos (personaje bíblico) 392 Mesa, Carlos E. 966, 967
Larousse, Pierre 328 María (personaje bíblico) 76, 78, Meschonnic, Henri 30
Larra, Mariano José de 965 116, 127, 138, 204, 366, 399, Mesonero, Ramón 961
Larrazábal Blanco, Carlos 586, 787, 788, 962, 969, 971 Metsys, Quentin 328
1001 María Magdalena (personaje Mieses Burgos, Franklin 1001
Larreta, Enrique 19, 43 bíblico) 85, 203, 270, 288 Miguel Ángel 160
Laxao (persona de los tiempos Mariano 911, 913 Mir, Pedro 298, 299, 319
de C. de Austria) 665 Marías, Julián 371, 372 Mirabal, Teresa 298
Lemaître, Georges 120 Marill Albéres, René 370 Miró, Rodrigo 955
Leño, Pedro 52, 89, 105, 115, Marín, Catalina 745 Moisés (personaje bíblico) 368,
189-192 Mármol, José 34, 69 379, 381, 385
León, Mayor de 520 Marrero Aristy, Ramón 5, 8, 10, Moltke (mariscal) 964
León de Saleme, Ninón 8 299, 749, 751-760, 965, 966, Mojica, Adrián de 334, 481
Lerma, García de 745 1001 Mojica, José 210
Leyva y Puello, Mercedes 47 Marte, Roberto 945 Mojica, Pedro de 318, 319, 322,
Livio, Tito 326, 515 Martí, José 9, 21, 22, 24, 320, 324, 325, 327, 329, 330, 333,
Logroño, Arturo 30 329, 473, 474 334, 481-484, 486-490, 506,
López, Diego 529, 537 Martínez, José Luis 32 515, 518, 532, 535, 538-541,
López, José Ramón 19, 20, 43, Martínez, Juan Luis 32 544, 547-551, 554-556, 558,
79 Marx, Karl 872 560, 561, 564, 565, 567-570,
López, Lucio Vicente 966 Mateo (personaje bíblico) 367, 572, 574-576, 581, 582, 588,
Lorenzo XVII 77 375 622-624, 628-630, 638-640,
Lorrain, Jean 46 Mateo, Andrés L. 6 642, 644-646, 655, 657, 658,
Louys, Fierre 46 Matías (personaje bíblico) 342 661, 662, 671, 672, 674, 678,
Lucas (personaje bíblico) 392 Matienzo, Tomás de 648, 732 681, 683, 686, 688-691, 694-
Lugo, Américo 43, 45, 995, 1001 Matos Díaz, Eduardo 759 698, 702-705, 707, 715, 716,
Lugo-Viña, Ruy de 45 Maximiliano II 960 718, 723, 724
Luis XV 124 Máximo, Valerio 326, 515 Molina, Argote de 960
Lukács, George 38, 762, 945 Maybona (indígena de los Monción, Benito 61, 63, 66
Lumbreras, Pedro de 592 tiempos de Colón) 711, 728 Monclús, Miguel Ángel 951
Luna, Tentico 308 Mayobanex (indígena de los Montalvo, Juan 1000
Luperón, Gregorio 65, 70, 75, tiempso de Colón) 500 Montalvo, Virgilio 946, 951
79, 143, 299, 317, 768, 869, Mefistófeles 775 Monte, Antonio del 967
921-923, 957 Mejía, Félix Evaristo 24, 25 Monte, Félix María del 182
Mejía, Orión 8 Monte y Tejada, Antonio del
M Mejía Oviedo, Luis 7 319
Macdonald, Margaret 311 Meléndez, Concha 955 Montejo, Francisco de 617
Maeterlinck, Maurice 46 Mella, Mariano 6, 7-9, 15 Montesino, Antonio 325, 330,
Magicatex (indígena de los Mella, Ramón 907, 924 600, 601, 604, 605, 611, 619,
tiempos de Colón) 477, 479 Memling, Hans 328 622, 647, 649, 707, 906, 961
660
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN VI | NOVELA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Montesinos, José F. 962 Olivo Álvarez, Sócrates 6 Penson, César Nicolás 958
Mora Serrano, Manuel 6 Ordóñez, familia 928 Perdomo, Ángel 916
Morales, Carlos 70, 71 Ordóñez, Julia 886, 887, 928, 929 Perdomo, familia 182
Morales, Justo 752, 775 Ordóñez, Matías 886, 887, 928, Perdomo, Josefa A. 643
Morales, Tomás D. 70 934 Pereyra, Isidro 71
More, Thomas 332 Ordóñez, Rosario 762, 768, Pérez, Gil 542
Morel, Antonio 6 886-888, 921, 924, 927-929, Pérez, José Joaquín 155, 182,
Moreas, Jean 46 933-935, 937, 941 320, 473
Moreno Jimenes, Domingo Ordóñez, Toña 886, 887, 928, Pérez, Juancito 890
995, 1001 929 Pérez, Odalís G. 5, 10, 747, 749,
Morice, Charles 46 Ortea, Juan Isidro 72 751, 754, 946, 999
Mortiz, Joaquín 752 Ortega Tous, Julio 6 Pérez Escrich, Enrique 115
Moscoso, Abelardo 72, 959 Ortega y Gasset, José 370-372, Pérez Galdós, Benito 20, 36,
Moscoso Puello, Francisco E. 959 869, 965
751, 951, 965, 966 Ortiz, Fonso 762, 764, 768, 869, Pérez Montás, Eugenio 6
Mota, Pedro 291 882-893, 895-897, 899, 901- Peynado, Enrique 70
Mota, Santiago 957 908, 910-913, 915, 916, 918, Peynado, Jacinto 69
Moya, Casimiro Nemecio de 920-925, 927, 929-942 Peynado, Pancho 86
61, 62, 64, 66, 69, 70, 958 Ortiz, Francisca 288 Pezzani, Renzo 36, 149
Moya Pons, Frank 6 Ortiz, Iñigo 726-729, 732 Pichardo y Tapia, Esteban 955
Muir, Edwin 961 Ortiz, Pedro 732 Pichardo, Bernardo 1001
Osorio, Mariano 946 Picón Salas, M. 955
N Ovando, Nicolás de 321-324, 328, Pierrot, Jean Louis 77
Nanita, Abelardo 70 330, 475-477, 481, 482, 486- Pieter, Heriberto 15
Napoleón, Luis 75 491, 495-497, 499-503, 505- Pietro, Giovanni di 948, 949,
Nápoles Fajardo, Juan C. 960 517, 528-531, 537, 538, 548, 951
Narváez, Ramón María 609, 549, 581, 583, 584, 618, 741 Pilatos o Pilato (personaje bí-
613, 743 blico) 305, 384, 385, 391
Navarro, Pedro 584 P Pimentel, Elvira 334, 598, 599,
Nicuesa, Diego de 538, 566, 567, Páez, José 881 632, 634, 637, 653-655, 659,
571-573, 576-578, 581, 583 Palacios Rubios, Juan de 649, 675, 676, 691, 708, 719, 724,
Nolasco, Flérida de 1001 650 725, 740
Nolasco, Sócrates 15, 759, 1001 Pardo, Miguel E. 67 Pimentel, Rafaela 288
Núñez, José 292 Paredes, Bonifacio 74 Piña-Contreras, Guillermo 5,
Núñez, Manuel 316 Pasamonte, Miguel de 330, 6, 9, 295, 298, 299, 301, 303,
Núñez, Rafael 80 566, 572, 577, 581-584, 593, 305, 307-311, 313, 315, 317,
Núñez de Balboa, Vasco 538, 595, 599-604, 606, 618, 619, 319, 321, 323, 325, 327, 329,
577, 578, 906 627, 636, 637, 639, 640, 646, 331, 333, 335, 998
Núñez de Cáceres, José 316, 647, 658, 662, 663, 665, 733, Pío IX 61
907 913 Pizarro, Francisco 578, 581,
Pavilo, María Vicenta 65 906
O Payne, Charles Franklin 46 Platón 145
Objío, Manuel R. 881 Payró, Roberto José 43 Poe, Edgar Allan 328
Ochoa, Eugenio 945, 955 Peguero, Luis Joseph 947 Polanco, Gaspar 885, 937
Ohnet, Geroges 118, 119 Peña Batlle, Manuel Arturo 19, Ponce de León, Juan 538, 566,
Ojeda, Alonso de 143, 538, 566, 43, 45, 319, 759, 760, 996, 1001 567, 583, 906
567, 571-573, 576-578, 581, Peña y Reinoso, Manuel de Je- Porras, Martín de 511
583, 741, 906 sús 473 Port, Bretona Eugenia 949
661
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
662
Índice ONOMÁSTICO | VOLUMEN VI | NOVELA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
663
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
664
ÍNDICE DE FICCIÓN
VOLUMEN VI NOVELa
665
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Carmelita (Baní o Engracia y Concha (Guanuma) –F. García Don Martín (Over) –Ramón
Antoñita) –Francisco Grego- Godoy 913 Marrero Aristy 813
rio Billini 212 Don Postumio (Baní o Engracia
Carmita (La Mañosa) –Juan D y Antoñita) –Francisco Gre-
Bosch 312, 412, 413, 419, Damián (La sangre. Una vida gorio Billini 34, 38, 149, 150,
422, 423, 427, 436, 440, 454- bajo la tiranía) –Tulio Ma- 155, 156, 168-170, 180, 183-
456, 458, 460-462, 467, 468, nuel Cestero 64 186, 192, 198-202, 204, 206,
470 Deán 29 208, 216-221, 223, 225, 226,
Castelar (La sangre. Una vida Denás (El buen ladrón) –Marcio 228-237, 247-251, 254-258,
bajo la tiranía) –Tulio Ma- Veloz Maggiolo 300, 301, 271-273, 282, 286-288, 290
nuel Cestero 101 304, 305, 372-396 Doña Altagracia (La sangre. Una
Castil, José (Over) –Ramón Ma- Derblay, Felipe (La sangre. Una vida bajo la tiranía) –Tulio Ma-
rrero Aristy 817 vida bajo la tiranía) –Tulio nuel Cestero 110, 111, 113, 115
Castillo, Bartolomé (Baní o En- Manuel Cestero 118, 119 Doña Rosita (La sangre. Una
gracia y Antoñita) –Francisco Desdémona 121 vida bajo la tiranía) –Tulio
Gregorio Billini 291 Díaz, Antonio (Baní o Engracia Manuel Cestero 89, 90, 115
Castillo, Santiago (Baní o En- y Antoñita) –Francisco Gre- Doña Tomasa (Guanuma) –F.
gracia y Antoñita) –Francisco gorio Billini 150, 178, 179, García Godoy 904
Gregorio Billini 291 183, 184, 194, 217, 219-223, Dosilién (La Mañosa) –Juan
Catalina (La sangre. Una vida 226, 229, 230-234, 238-240, Bosch 415, 426, 427
bajo la tiraníaa) –Tulio Ma- 242, 244-247, 258-265, 267- Dulcinea 144
nuel Cestero 87-90 269, 274-276, 278, 279, 281
Cestero, Mariano (La sangre. Díaz, Bartolo (Guanuma) –F. E
Una vida bajo la tiranía) –Tu- García Godoy 901 Eduardo (Over) –Ramón Ma-
lio Manuel Cestero 64 Dimas (La Mañosa) –Juan Bosch rrero Aristy 796-799, 802-
Chávez (La sangre. Una vida 308, 309, 312, 315, 399-402, 804, 814, 815, 819, 827, 829-
bajo la tiranía) –Tulio Ma- 405-407, 411, 412, 414, 415, 837, 838, 845, 850, 857
nuel Cestero 129 418-422, 427, 429, 436, 441- Eladia R. (Baní o Engracia y An-
Chin-Chilín (Baní o Engracia y 444, 447, 455-460, 463, 468, toñita) –Francisco Gregorio
Antoñita) –Francisco Grego- 470 Billini 196
rio Billini 162 Dionisio (Over) –Ramón Ma- Eloísa (Baní o Engracia y Anto-
Cirilo (Over) –Ramón Marrero rrero Aristy 784, 788, 789, ñita) –Francisco Gregorio
Aristy 825 791, 792, 801, 806, 808, 809, Billini 211, 215
Clara (La sangre. Una vida bajo 824, 827, 835, 839, 840, 850, Elvira 316
la tiranía) –Tulio Manuel 853 Engracia (Baní o Engracia y Anto-
Cestero 119 Dolores (Baní o Engracia y An- ñita) –Francisco Gregorio Bi-
Clemencia 34 toñita) –Francisco Gregorio llini 17, 21, 27, 28, 30-39, 149,
Cleto (Over) –Ramón Marrero Billini 244, 262-268, 276 150, 153-158, 160, 163-165,
Aristy 784, 787, 788, 792, 794, Don Juan (La sangre. Una vida 167-169, 171-177, 181-185,
801, 802, 804, 806, 809, 812, bajo la tiranía) –Tulio Manuel 187-189, 194, 195, 197, 200,
823, 824, 827, 836, 850, 853 Cestero 80, 96, 107, 109, 111, 202-204, 206-209, 214, 215,
Comprés, Daniel (Over) –Ra- 121, 126, 127, 129, 131 217, 221-230, 242, 244-246,
món Marrero Aristy 749, Don Justo (Over) –Ramón Ma- 248, 258-271, 273-288, 1001
751, 756, 757, 761, 775, 778, rrero Aristy 752 Engracia (Over) –Ramón Ma-
789, 802, 813, 820, 830, 834, Don Marcelino (La sangre. Una rrero Aristy 786, 787
843, 846, 853, 855, 864 vida bajo la tiranía) –Tulio Estay (La sangre. Una vida bajo
Comprés, Lope (Over) –Ramón Manuel Cestero 54-58, 60, la tiranía) –Tulio Manuel
Marrero Aristy 779, 864 67 Cestero 71
666
Índice DE FICCIÓN | VOLUMEN VI | NOVELA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Eucalión (Judas) –Marcio Veloz Gaula, Amadís de (El Montero. Hilario (La sangre. Una vida bajo
Maggiolo 343 Novela de costumbres) –Pedro la tiranía) –Tulio Manuel
Eugenia María (Baní o Engracia Francisco Bonó 959 Cestero 64
y Antoñita) –Francisco Gre- General Pío (Baní o Engracia y
gorio Billini 195, 207, 208, Antoñita) –Francisco Grego- I
210-214, 216, 221, 222, 224, rio Billini 235, 237, 239, 240, Ifigenia 505
260, 274-277 241, 248, 253, 287 Incaqueca (Enriquillo) –Manuel
Eugenio (Baní o Engracia y An- Géster (El buen ladrón) –Marcio de J. Galván 711
toñita) –Francisco Gregorio Veloz Maggiolo 304, 305, Inés (La sangre. Una vida bajo la
Billini 228, 248, 271, 272, 284 375, 379, 382, 387, 388, 390- tiranía) 121
Euterpe (Baní o Engracia y An- 394 Isaac (Baní o Engracia y Anto-
toñita) –Francisco Gregorio Godineau, Elíxir (La sangre. ñita) –Francisco Gregorio
Billini 187 Una vida bajo la tiranía) –Tu- Billini 157
Ezequiel (Judas) –Marcio Veloz lio Manuel Cestero 80 Isabel (Baní o Engracia y Anto-
Maggiolo 362-367, 369 Gollito (La sangre. Una vida bajo ñita) –Francisco Gregorio
la tiranía) –Tulio Manuel Billini 181, 244, 262, 276
F Cestero 70
Faón (Baní o Engracia y Anto- Gómez, Enrique (Baní o Engra- J
ñita) –Francisco Gregorio cia y Antoñita) –Francisco Jacobo (Judas) –Marcio Veloz
Billini 211 Gregorio Billini 34, 95, 96, Maggiolo 363, 364
Federico 316 173-177, 182, 183, 188, 194, Janón (El buen ladrón) –Marcio
Feliciano (El Montero. Novela de 195, 197, 200, 206-214, 216- Veloz Maggiolo 375
costumbres) –Pedro Francis- 218, 221-226, 228-230, 234, Jerez, José 22
co Bonó 979-985, 990-994 239, 244, 245, 248, 250, 252, Jerez, Juan 21
Felipe (La sangre. Una vida bajo 253, 258-264, 267-270, 274- Jerez, Lucía 21, 24
la tiranía) –Tulio Manuel 276, 284, 287 Jiménez, Pepita 29, 30, 34
Cestero 119 Gómez, Juan (La sangre. Una Joe Brown (Over) –Ramón Ma-
Fellé (La sangre. Una vida bajo la vida bajo la tiranía) –Tulio rrero Aristy 806, 842
tiranía) –Tulio Manuel Ces- Manuel Cestero 50 Josán (Judas) –Marcio Veloz
tero 98 Gómez, Miguel (La sangre. Una Maggiolo 343
Florencia 34 vida bajo la tiranía) –Tulio José (La sangre. Una vida bajo la
Florentino (Baní o Engracia y Manuel Cestero 124-132, tiranía) –Tulio Manuel Ces-
Antoñita) –Francisco Grego- 140, 141 tero 70
rio Billini 192 González, Eduardo Baní o En- Joseph Luis (Over) –Ramón
Francisca (Baní o Engracia y An- gracia y Antoñita) –Francisco Marrero Aristy 794, 806
toñita) –Francisco Gregorio Gregorio Billini 271, 272, Juan (Baní o Engracia y Antoñi-
Billini 223, 243-245 274, 281-283, 285, 286 ta) –Francisco Gregorio Bi-
Guelito (La sangre. Una vida llini 164, 190
G bajo la tiranía) –Tulio Ma- Juan (El Montero. Novela de cos-
García, Rafael (Baní o Engracia nuel Cestero 64 tumbres) –Pedro Francisco
y Antoñita) –Francisco Gre- Bonó 969, 971, 972, 975-979,
gorio Billini 278-280 H 984, 985, 989-994
García, Tomás (La sangre. Una Hamlet 119, 121, 371 Juan (La Mañosa) –Juan Bosch
vida bajo la tiranía) –Tulio Hércules 662, 894 310, 345, 434, 436, 451
Manuel Cestero 63 Herminia (La sangre. Una vida Juan (La sangre. Una vida bajo la
Garrido, Miguel A. (La sangre. bajo la tiranía) –Tulio Ma- tiranía) –Tulio Manuel Ces-
Una vida bajo la tiranía) –Tu- nuel Cestero 28, 31, 87, 112, tero 80, 109-111, 121, 126-
lio Manuel Cestero 106 115, 149, 150, 242, 246 129, 131
667
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
668
Índice DE FICCIÓN | VOLUMEN VI | NOVELA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Montero (Over) –Ramón Ma- Ordoñez, Rosario (Guanuma) –F. (Guanuma) –F. García Go-
rrero Aristy 801, 824, 844 García Godoy 886-888, 929 doy 881, 882, 890, 912, 914
Morillo (La Mañosa) –Juan Otelo 121, 371 Pepito (La Mañosa) –Juan Bosch
Bosch 407, 412, 455, 458, Ozán, Felipe (Baní o Engracia y 310, 399, 400, 403-405, 408-
459 Antoñita) –Francisco Grego- 411, 413-415, 422, 425-427,
Mota (Enriquillo) –Manuel de J. rio Billini 33, 38, 150, 163-170, 430-433, 436-439, 442, 445-
Galván 666, 667 183, 198, 217, 218, 220, 221, 447, 451, 452, 455, 458-462,
Mr.Baumer (Over)) –Ramón 223, 234, 236-238, 240, 241, 468
Marrero Aristy 782, 796, 247, 248, 252, 253, 269, 271, Peter Wilis (Over) –Ramón Ma-
810, 811, 839, 848, 851 272, 287 rrero Aristy 806
Mr. Robinson (Over)) –Ramón Pimentel (persona de los tiem-
Marrero Aristy 780, 781, P pos de Fonso Ortiz) (Guanu-
790, 796, 815, 834, 838-840, Pablo (Baní o Engracia y Anto- ma) –F. García Godoy 937,
855 ñita) –Francisco Gregorio 938
Musié (Baní o Engracia y An- Billini 211 Pipí, Juanico (Over) –Ramón
toñita) –Francisco Gregorio Pablo ((La sangre. Una vida bajo Marrero Aristy 816
Billini 235, 237-241 la tiranía) –Tulio Manuel Pizarrosa (La sangre. Una vida
Cestero 64, 71 bajo la tiranía) –Tulio Ma-
N Panza (Over) –Ramón Marrero nuel Cestero 116
Nana (La sangre. Una vida bajo Aristy 797, 799 Pontevedra (Enriquillo) –Ma-
la tiranía) –Tulio Manuel Paquito (La Mañosa) –Juan nuel de J. Galván 531-533
Cestero 99 Bosch 310 Portocarrero, Antonio (La san-
Narima (Judas) –Marcio Veloz Pardo, Miguel E. (La sangre. gre. Una vida bajo la tiranía)
Maggiolo 348, 349 Una vida bajo la tiranía) –Tu- –Tulio Manuel Cestero 21-
Neptuno 190 lio Manuel Cestero 67 23, 25, 26, 48, 49, 51-63, 65-
Nica (Over) –Ramón Marrero Pata e Cajón (La Mañosa) –Juan 75, 79, 81, 83, 84, 86-95, 97-
Aristy 784, 785, 788, 792, Bosch 423, 424 113, 116, 119-144
802, 809, 818, 853 Paula (Guanuma) –F. García Postumio (Baní o Engracia y An-
Ninette (La sangre. Una vida Godoy 934, 935 toñita) –Francisco Gregorio
bajo la tiranía) –Tulio Ma- Paulo Emilio (Enriquillo) –Ma- Billini 38, 155, 156, 169, 170,
nuel Cestero 122 nuel de J. Galván 738 180, 184-186, 192, 198-202,
Norton, Julis Elliot (Over) –Ra- Pedro Guillermo (La sangre. 204, 206, 221, 226, 228-230,
món Marrero Aristy 840-842 Una vida bajo la tiranía) –Tu- 232-237, 247-251, 255-258,
Ñ lio Manuel Cestero 128 272, 273, 282, 286-288, 290
Ñamará (La Mañosa) –Juan Peña, Monsito (La Mañosa) Príamo 668
Bosch 309 –Juan Bosch 308, 407, 415, Prim, Juan (La sangre. Una vida
Ñuño (La sangre. Una vida bajo 416, 418, 454, 464, 465 bajo la tiranía) –Tulio Manuel
la tiranía) –Tulio Manuel Pepe (La Mañosa) –Juan Bosch Cestero 55
Cestero 119 312, 401-403, 406, 407, 412,
414, 415, 417, 418, 420, 426, Q
O 427, 429, 433, 435-438, 441, Quin ((La sangre. Una vida bajo
Ofelia 121 445, 447, 448, 450, 457, 460, la tiranía) –Tulio Manuel
Olfa (Judas) –Marcio Veloz Ma- 463-470 Cestero 73, 94
ggiolo 345, 347-351, 354-361, Pepe (La sangre. Una vida bajo la
365 tiranía) –Tulio Manuel Ces- R
Ordóñez, Matías (Guanuma) tero 50 Rafael (La sangre. Una vida bajo
–F. García Godoy 886, 887, Pepillo (persona de los tiem- la tiranía) –Tulio Manuel
928, 929, 934 pos de F. García Godoy) Cestero 132
669
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Rafael (La sangre. Una vida bajo Ruiz, Pancho (Guanuma) –F. Sindo Baní o Engracia y Anto-
la tiranía) –Tulio Manuel García Godoy 902-904, 913, ñita) –Francisco Gregorio
Cestero 132 914 Billini 245
Ramírez (Guanuma) –F. García Ruperto (Guanuma) –F. García Siña Atanasia (La sangre. Una
Godoy 917, 918 Godoy 922 vida bajo la tiranía) –Tulio
Ramón (La Mañosa) –Juan Ruperto (Guanuma) –F. García Manuel Cestero 127, 128,
Bosch 418 Godoy 922 130
Rebeca (Baní o Engracia y An- Solito (Baní o Engracia y Antoñi-
toñita) –Francisco Gregorio S ta) –Francisco Gregorio Bi-
Billini 157 Sánchez, Antón (Enriquillo) llini 150, 223, 226, 234, 235,
Regina (Guanuma) –F. García –Manuel de J. Galván 711, 237-244, 246, 252, 253, 258
Godoy 904, 911, 941 914, 917 Sophi (El Montero. Novela de
Regina (Guanuma) –F. García Safo (Baní o Engracia y Antoñi- costumbres) –Pedro Francis-
Godoy 904, 911, 914, 941 ta) –Francisco Gregorio Bi- co Bonó 960
Remesal (Enriquillo) –Manuel llini 211 Soria, Alberto 21, 22
de J. Galván 745 Salán (Judas) –Marcio Veloz Strossmayer (La sangre. Una
Reynoso (Enriquillo) –Manuel Maggiolo 364 vida bajo la tiranía) –Tulio
de J. Galván 621 Santos (Guanuma) –F. García Manuel Cestero 61
Rivero (Guanuma) –F. García Godoy 913, 914
Godoy 878, 882, 909, 910 Sarmiento, Juan (Baní o Engra- T
Rivié (La sangre. Una vida bajo cia y Antoñita) –Francisco Tanasia (La sangre. Una vida
la tiranía) –Tulio Manuel Gregorio Billini 291 bajo la tiranía) –Tulio Ma-
Cestero 64 Saturno 170 nuel Cestero 127
Rodolfo (Guanuma) –F. García Señor Almánzar (Over) –Ra- Tavárez (La sangre. Una vida
Godoy 923, 924 món Marrero Aristy 752, bajo la tiranía) –Tulio Ma-
Romeo 121, 211 775, 776 nuel Cestero 63
Romero (Enriquillo) –Manuel Señor Andújar (Over) –Ramón Telemaco (Over) –Ramón Ma-
de J. Galván 720, 721, 727, Marrero Aristy 776 rrero Aristy 806
728, 738 Señor Méndez (Over) –Ramón Teniente Pacheco (El Montero.
Romero, Pablo (Baní o Engracia Marrero Aristy 752, 776 Novela de costumbres) –Pe-
y Antoñita) –Francisco Gre- Señor Rodríguez (Over) –Ra- dro Francisco Bonó 993
gorio Billini 290 món Marrero Aristy 797 Tenorio, Don Juan (La sangre.
Roncoroni (La sangre. Una vida Sequard, Brown (La sangre. Una vida bajo la tiranía) –Tu-
bajo la tiranía) –Tulio Manuel Una vida bajo la tiranía) –Tu- lio Manuel Cestero 119
Cestero 117-121, 124 lio Manuel Cestero 80 Teresa (El Montero. Novela de
Rosalía (Baní o Engracia y An- Silva, Paco (Guanuma) –F. Gar- costumbres) –Pedro Francis-
toñita) –Francisco Gregorio cía Godoy 886, 929 co Bonó 969, 971, 972, 977,
Billini 271, 281 Silverio (La sangre. Una vida 978, 980, 981, 983, 985, 987-
Rosario, Marcos (La sangre. Una bajo la tiranía) –Tulio Ma- 991, 994
vida bajo la tiranía) –Tulio Ma- nuel Cestero 65 Terpsícore (Baní o Engracia y
nuel Cestero 125, 127, 130 Simeón (La Mañosa) –Juan Antoñita) –Francisco Grego-
Rosita (La sangre. Una vida bajo Bosch 399-403, 407, 413, 414, rio Billini 187
la tiranía) –Tulio Manuel 419-422, 428, 429, 440-444, Tiburcios (familia) (La sangre.
Cestero 115 446, 447, 450, 455, 456, 458- Una vida bajo la tiranía) –Tu-
Rufinito (Guanuma) –F. García 462, 464, 468, 470 lio Manuel Cestero 65
Godoy 764, 767, 768, 869, 873 Simón (La sangre. Una vida bajo Tomás (El Montero. Novela de
Ruiz, Goyo (Guanuma) –F. García la tiranía) –Tulio Manuel costumbres) –Pedro Francis-
Godoy 890, 892, 893, 912, 920 Cestero 84 co Bonó 949, 971-973, 975-
670
Índice DE FICCIÓN | VOLUMEN VI | NOVELA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
982, 984, 985, 987-989, 992, Valdez, Cecilia 34 Víctor (Guanuma) –F. García
993 Vale Julio (Over) –Ramón Ma- Godoy 904, 941
Tomasa (Guanuma) F. García rrero Aristy 777, 778 Vieja Mercé (Over) –Ramón
Godoy 904 Vale Pedro (La sangre. Una Marrero Aristy 802, 826-
Toña (Over) –Ramón Marrero vida bajo la tiranía) –Tulio 828, 830, 831, 843, 844, 847,
Aristy 786, 787, 886, 887, Manuel Cestero 127, 129- 848, 853
928, 929 131 Villagrán (Enriquillo) –Manuel
Toñico (La sangre. Una vida bajo Valerio “El Bodeguero” (Over) de J. Galván 711
la tiranía) –Tulio Manuel –Ramón Marrero Aristy Villalta (Guanuma) –F. García
Cestero 49, 52 785, 789, 794, 801, 808, Godoy 915, 916
Toño (La sangre. Una vida bajo la 814-817, 819, 822, 827, Villamán (Enriquillo) –Manuel
tiranía) –Tulio Manuel Ces- 829-831, 837, 842, 845, 850, de J. Galván 507
tero 56, 58 857-859 Villanueva (La sangre. Una vida
Tormes, Lazarillo de (El Mon- Vargas (Guanuma) –F. García bajo la tiranía) –Tulio Manuel
tero. Novela de costumbres) Godoy 768, 869, 897, 909, Cestero 63
–Pedro Francisco Bonó 964 910, 917, 924 Villar (Guanuma) –F. García
Torres (Guanuma) –F. García Vargas, Luis de 29 Godoy 931
Godoy 915 Venus 53, 91, 187 Virginia (Baní o Engracia y An-
Troya 142 Veras, José (La Mañosa) –Juan toñita) –Francisco Gregorio
Turrón (Over) –Ramón Marre- Bosch 419, 420, 422-425, Billini 211
ro Aristy 796, 797 427-434, 436, 442, 444, 445,
448, 449, 450, 458
Y
U Verónica 314, 397
Yago 371
Ulises 152, 190 Vicenta Pavilo, María (La san-
gre. Una vida bajo la tiranía)
V –Tulio Manuel Cestero 65 Z
Valdenebro (Enriquillo) –Ma- Víctor (Guanuma) –F. García Zeus 794
nuel de J. Galván 531-533 Godoy 904 Zurzulita 45
671
ÍNDICE GEOGRÁFICO
VOLUMEN VI NOVELa
A Azua 33, 61, 71, 204, 205, 216, Barrio La Misericordia 122
Abacón, calle 361 242, 247-249, 252, 289, 326, Barrio Latino 98
Acrópolis 144 532, 549, 550, 573, 581, 621, Bayaguana 125, 129, 130, 132,
Açua, villa de 332 622, 646, 720, 729, 732, 740, 903
Africa 816, 878 879, 898, 911 Bayámo 743
Agua de La Estancia 190, 290 Bayona 55
Aguacate 63, 68, 139 B Beler 234
Aguacatico, arroyo 72 Badajoz 666-668 Berlín 964
Alba 520, 522, 523, 525, 527 Bahoruco 319, 322, 323, 326, Bethania 305, 368, 376, 389,
Alcázar de Colón 98, 143 327, 329, 330, 332, 334, 335, 390, 392
Alemania 111, 666, 668, 739, 477, 498, 502, 507, 509, 515, Bethsán 355, 356
883, 957 516, 531, 533, 551, 568, 612, Betsaida 351, 359
Alexandría 960 621, 629, 632, 633, 635, 636, Biblioteca Nacional de Madrid
Almacén del Yuna 466 646, 660, 687, 689, 699-703, 956
Alto de las Jabielas 981 711, 713, 714, 719-721, 723- Boca Canasta 263, 290
América 20, 22, 27, 28, 43-45, 727, 729-735, 737-741, 744, Boca del Vía 61
47, 123, 142, 143, 155, 290, 745, 759, 1001 Bogotá 44, 47, 965
297, 299, 316-318, 320, 321, Bainoa 573 Bonao 400, 410, 414, 418, 423,
325, 327, 329, 331, 335, 404, Baluarte 27 de Febrero 134 429, 434, 437, 438, 443-445,
473, 475, 590, 731, 741, 757, Baluarte El Conde 106, 135, 448, 456, 460, 466, 549, 889,
762, 763, 767, 770, 871, 877, 276 892
879, 906, 940, 945, 949, 950, Banco de Reservas 11, 13, 15, Boyá 741, 745
955, 958, 961, 964, 966, 986, 297, 1003 Buenos Aires 45, 370-372, 756,
999, 1003 Baní 5, 8, 9, 19, 21, 27, 28, 30- 765, 766, 945, 955, 996
Andalucía 331, 528, 632, 635, 39, 56, 88, 125, 149-151, 154, Burén 732, 735
653 155, 157-165, 167-171, 175, Burgos 605, 618, 619
Angostura 907 177, 178, 182, 186-189, 192,
Anica 731 194-196, 198, 200, 203-206, C
Antón Sánchez 917 208, 210, 214-217, 219-221, Cabo Haitiano 415
Aragón 190 223, 225, 230, 232, 234, 236- Cabras, isla 732
Arcadia 33, 51, 162, 288, 475 238, 242-244, 246-249, 251, Cádiz 895
Argentina 996, 998 254, 258-260, 262, 267, 269, Cafarnaum 351, 359
Arroyo Bermejo 912, 917, 919, 271, 273, 276, 277, 280, 281, Café La Diana 76, 99
920, 964 284, 286-293, 936, 937, 1001 Café de la Reina 116
Arroyo Toro 448 Bánica 247 Café La Tertulia 177
Arroyo Yuca 915 Baracoa 334, 609, 612, 613, Caguani 730
Asia 533 743 Calle Comercio 84, 128, 139,
Atenas 751 Barahona 782 908
Ayuntamiento de Santo Do- Barcelona 473, 666, 752, 753, Calle de la Universidad 60,
mingo 75, 183 762, 960, 966 84
673
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Calle del Arquillo 63, 911 Cenobí 991 Cucurucho de Peravia, cerro
Calle El Conde 102, 124, 132, Centro Cultural Poveda 1000 206
903, 905 Centro de Altos Estudios Hu- Cumaná 600, 619, 724, 726
Calle La Misericordia 139 manísticos 1000 Curazao 68, 75, 926
Calle Santo Tomás 62, 94, 276 Cerro Gordo 291
Calle Separación 106, 111 Ceuta 267, 923 D
Camagüey 743 Chachases 883, 892 Dajabón 406
Campos Elíseos 591 Chianti 120 Darién 142, 573, 578, 666-670
Camus 372 Chile 20, 45, 47, 67, 966
Caná 361, 362, 364 Ciudad La Isabela 598, 599, E
Canarias, islas 591, 592 620 Edificio de Aduanas 76
Canca 889, 928 Ciudad Primada de América Egipto 344
Candía 742 (Santo Domingo) 98, 102, El Acrópolis 144
Cantón de Jima 423 143 El Almirante 68, 139
Cañabón 435 Ciudad Trujillo 45, 297, 298, El Cabao 61, 73
Cañafístula 243 300, 319, 332, 753, 762, 769, El Carmelo 938
Caño Colorado 993 946, 947 El Cibao 62, 63, 65, 69, 71, 73,
Caño Hondo 130, 131 Club Unión, local del 76 87, 96, 105, 112, 124, 127-129,
Capilla de San Andrés 85 Colegio El Dominicano 81 133, 136, 141, 210, 237, 297,
Capilla Mayor 85, 643 Colegio San Luis Gonzaga 28, 416, 418, 425, 453, 529, 740,
Capital de la República Do- 51, 52, 58, 59, 62, 66, 69, 89, 764, 767, 768, 775, 788, 875,
minicana (Distrito Nacio- 99, 997 878, 881, 889, 891-894, 904,
nal) 61, 75, 80, 98, 101, 124, Colombia 80, 965 910, 912-914, 919, 923, 933,
136, 139, 149, 170, 175, 181, Colón, calle 94 941, 959, 964, 966
185, 186, 198, 210, 217, 218, Constantinopla 540 El Hato 670-672, 681-683, 693,
230, 243, 248, 249, 254, 259, Constanza 297, 300, 758 698, 699, 702, 704, 707, 711
261, 267, 275, 276, 281, 293, Continente Americano (Amé- El Havre 23, 125
488, 506, 507, 515, 531, 593, rica) 143, 297, 318, 320, 321, El Helechal 968, 969, 972, 975,
770, 812, 814, 875, 882, 884, 335, 538, 955 993
890, 893, 899, 902, 903, 912, Convento de Dominicos 65, 84, El Llano 263, 291
920, 930, 931, 941, 955, 996 112, 114 El Maniel 936
Capotillo 957 Convento de Regina Angelo- El Partenón 145
Caracas 314, 315, 955 rum 53, 85, 86, 88 El Pino 402, 409, 410, 415, 419-
Cárcel vieja 906 Convento de San Francisco 55 421, 423, 430, 443, 449, 450,
Careybana 622, 715, 719, 723, Copenhague 317 464, 470
724, 729 Cortadera 399, 409, 436 El Pino Arriba 405, 418, 419,
Castilla 103, 118, 331, 481, Costa Firme (Tierra Firme) 468
482, 525, 526, 528, 550, 584, 143, 575, 619, 620, 622, 637, El Pireo 145
590, 591, 604, 618, 635, 637, 668, 669, 724, 726, 732, 733, El Placer 59, 135
647, 657, 663-665, 671, 675, 737 El Polvorín 234-236
681, 725, 729, 731, 742, 745, Cotuí 414, 416, 450, 464, 920 El Poniente 742
907 Creta 742 El Prado 896, 914, 959
Castilla del Oro 564 Cuba 243, 314, 315, 320-322, El Seibo 88, 130, 577, 759, 890,
Castillo de Santa Bárbara 139 324, 325, 397, 550, 573-575, 893, 910, 914, 930, 936
Catedral de Santo Domingo 583, 585, 589, 590, 606-615, El Sillón 143, 923
62-64, 71, 76, 83-85, 88, 94, 617-619, 624, 625, 645, 647, El Tanque 117
107, 109, 111, 114, 144, 145, 725, 734, 760, 770, 815, 860, El Turco, calle de 55
905, 906, 912, 913, 927 911, 955, 997 El Vivac 879, 905-907
674
Índice GEOGRÁFICO | VOLUMEN VI | NOVELA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
675
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
676
Índice GEOGRÁFICO | VOLUMEN VI | NOVELA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
677
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
678
Índice GEOGRÁFICO | VOLUMEN VI | NOVELA
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
679
Volumen VII
Derecho, Relato y Frases Dominicanas
Índice general | Índice onomástico | Índice de ficción | Índice geográfico
ÍNDICE GENERAL
VOLUMEN VII derecho, relato y frases dominicanas
Presentación
Origen de la Colección Pensamiento Dominicano y criterios de reedición ............................................. 11
Daniel Toribio
Administrador General del Banco de Reservas de la República Dominicana
Exordio
Reedición de la Colección Pensamiento Dominicano: una realidad.............................................. 15
Mariano Mella
Presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Primera sección
Introducción
El rescate de dos obras de Derecho..................................................................................................... 19
Wenceslao Vega
Enrique de Marchena
El problema de los territorios dependientes
J. E. García Aybar
La huelga obrera
683
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
684
Índice GEneral | VOLUMEN VII | derecho, relato y frases dominicanas
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Segunda sección
Introducción
En pos de un nuevo género: la historia como novela....................................................................... 243
Roberto Cassá
Tercera sección
Introducción
Frases dominicanas: un libro diferente de Rodríguez Demorizi.................................................... 341
José Chez Checo
685
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
686
Índice GEneral | VOLUMEN VII | derecho, relato y frases dominicanas
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
687
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
688
Índice GEneral | VOLUMEN VII | derecho, relato y frases dominicanas
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
De la Colonia
Cristóbal Colón, C. 1451-1506 ................................................................................................................. 388
Diego Colón, 1526................................................................................................................................... 388
Fray Antón de Montesino..................................................................................................................... 388
Miguel de Pasamonte............................................................................................................................ 388
Los Procuradores de la Isla, 1518.......................................................................................................... 389
Bartolomé de las Casas.......................................................................................................................... 389
Lázaro Bejarano...................................................................................................................................... 389
Felipe II.................................................................................................................................................... 389
Arzobispo Rodríguez Xuárez............................................................................................................... 389
Tirso de Molina....................................................................................................................................... 389
Dr. Carlos de Aragón............................................................................................................................. 389
Oidor Francisco Manso de Contreras.................................................................................................. 389
Lic. Gonzalo Valcárcel........................................................................................................................... 389
Pbro. Diego Salomón de Quesada....................................................................................................... 390
Fray Bartolomé de Villanueva, Siglo XVIII. .......................................................................................... 390
Francisco Morillas.................................................................................................................................. 390
Pbro. Juan Vásquez................................................................................................................................ 390
Meso Mónica........................................................................................................................................... 390
Juan Sánchez Ramírez, 1752-1811. ......................................................................................................... 390
Ana de Osorio, 1851................................................................................................................................ 391
Dr. Antonio María Pineda..................................................................................................................... 391
Dr. José Núñez de Cáceres, 1772-1846................................................................................................... 391
De Extranjeros
Charles Herard....................................................................................................................................... 391
Juchereau de Saint Denys .................................................................................................................... 391
Vizconde Lord Palmerston.................................................................................................................... 392
689
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Segunda parte
Índices de los siete volúmenes.............................................................................................................. 447
General | Onomástico | De ficción |Geográfico
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
690
ÍNDICE ONOMÁSTICO
VOLUMEN VII derecho, RELATO y frases dominicanas
691
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
Bonnelly, Rafael F. 426 Camps Jiménez, Miguel de 6 Churchill, Winston 60, 65, 72
Bonnet, Edmond 331 Canales 334 Cisneros, Luis 428
Bonnet, Guy-Joseph 323-325, Candelaria 257 Clarizio, Enmanuelle 435
329, 331, 332 Canto Rosario, Juan 420 Coén, Abraham 358
Bonó, Pedro Francisco 365-367, Caonabo (indígena de los Coiscou Henríquez, Máximo
369, 370, 372, 443 tiempos de C. Colón) 406, 246, 331, 333, 334
Borgellá 325, 328, 329 407, 438, 445 Coiscou Weber, Rodolfo 406
Bosch, Juan 15, 384, 386, 422, Capitant, Henri 177 Colin, Ambroise 177
426, 435, 442, 443, 445 Carbajal, Manuel 258, 265, 282, Collado, Mario A. 444
Boscowitz, Rodolfo 383 288-291, 293, 306-308, 310, Colón, Cristóbal 343, 347, 377,
Boyer, Jean Pierre 247, 254, 258, 313, 317, 318, 322, 324-327 387, 388, 411, 441
286-289, 292, 309, 321-331, Cárdenas, Juan Nepomuceno Colón, Diego 347, 388
333, 336, 353, 391 de 320, 336 Colson, Jaime 407
Brache, Elías 383 Cardona, Jaime 421 Comarazami, Francisco 445
Brache, José 380 Carías, Francisco C. 431 Concha, Jacinto de la 358
Brea, Emilio José 397 Caro y Cejudo, Jerónimo Mar- Concha, Tomás 360
Brea Franco, Luis O. 8 tín 342 Conover, Helen F. 134
Brea, Jacinto de 311 Casas, Bartolomé de las 345, Conrado Castellanos, Rafael 378
Brenes, Francisco 273, 276, 278, 347, 388, 389 Constant, Benjamín 275
336 Cassá, Roberto 5, 9, 243, 251 Contín Aybar, Margarita 425,
Brito, Bruno Israel 445 Castillo Pérez, Lucía 425, 429 429
Brito Torres, Israel 437 Castillo, Ramón 409 Contín Aybar, Néstor 332
Brower, Luis A. 438 Castoreña, Jesús 163, 168, 169, Contín Aybar, Pedro René 11,
Brusiloff, Carmenchu 427 365 395, 407, 425, 429, 440, 443
Bunche, Ralph J. 59, 134 Castro, Félix 360 Contreras, Francisco Manso de
Castro, Francisco de 273, 335, 389
C 411 Contreras, Ignacio 358
Caamaño, Francisco A. 387, Castro, Heriberto de 393 Cordero y Bidó, Teófilo 382
434, 435 Castro, Jacinto de 364 Cordero Michel, Emilio 6, 8
Caballero, Manuel 311, 315, 316 Castro, Juan de 411 Corona, Ramón 379
Cabanellas, Guillermo 140, Cástulo 335 Coronado, Lucas 304, 305
171, 178, 182 Cataño, Juan 261 Correa y Cidrón, Luis Bernar-
Cabral, Jacinta 244, 283, 290- Cayacoa 373 do 278-282, 331, 333, 334
292, 294, 296, 304, 312 Cervantes Saavedra, Miguel Cotubamaná 373
Cabral, José María 356, 360, de 342, 431 Covacho, Sinforiana 383
368, 372 Cestero, Mariano Antonio 375, Cristinacce, J. F. 370
Cabral, Julio 421 409 Cristo (personaje bíblico) 160,
Cabral, Porfirio 445 Cestero, Tulio Manuel 383, 441 388, 420, 443
Cabral Remigio, Francisco 430 Cestero, Wenceslao 410 Cristóbal 258, 292
Cabrera Zorrilla, Daniel 427 Chang Aquino, Ángel 427 Cruz Limardo, José 247, 253,
Cáceres, Ramón 378, 383, 412 Charles Dunlop, Víctor Máxi- 255, 257, 267, 271-273, 332,
Caldera, Rafael 163 mo 420 336
Calderón, Gumersindo 430 Chateaubriand, François-René Cuesta Martín, Alfredo de la
Camarena, Elías 409, 410 275 438
Camarena, Pedro 410 Chevalier, Ramón 434 Cueto Villamán, Francisco 397
Caminero 256 Chez Checo, José 5, 6, 8, 9, 339, Cueva, Mario de la 140, 161,
Campillo Pérez, Julio Genaro 341, 397 163, 168, 169, 171, 174, 175
384, 436, 444 Chividón (José Vidal) 375 Cuñetelis, José 311, 315
692
Índice onomástico | VOLUMEN VII | derecho, relato y frases dominicanas
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
693
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
García Moreno 264 Guy Inman, Samuel 413, 414, Herrera Cabral, Rafael 386,
García Muñoz, J. R. 431 416, 418, 424, 440 430, 431, 438, 443
Garrido, Josefina 421 Guzmán Espaillat, Santiago Heureaux, Ulises (Lilís) 341,
García Oviedo, Carlos 171 254, 332 343, 347, 368-370, 372, 374,
Garrido Puello, E. O. 442 Guzmán Fernández, Silvestre 375, 377, 382, 383, 412
Gatón, Clara 385 Antonio 387 Hoepelman, Antonio 444
Gatón Arce, Freddy 441 Hoetink, Harry 445
Gautier, Manuel María 361, 372 H Hohenzollern, familia 105
Georges, Víctor 354 Hague, Roling H. Le 134 Hostos, Eugenio María de 365,
Geraldini, Alessandro 390 Hambro, Edvard 68, 70, 90, 366, 369, 370, 442-444
Gómez, Orlando 177 105, 134 Huffman, Nathan H. 412, 414,
Gómez Báez, Máximo 367, 370, Harrieux 309 439, 440
372, 376 Harrington, Janette 441 Hungría, Nelson 180
Gómez Moya, Manuel Ubaldo Harris, Donald 433, 435, 442, Hutchinson, Rafael 8
380 443 Hymans, Paul 32
Gómez Toro, Bernardo 367 Harris, Paul 438, 445
González, Antonio Camilo 419 Hauriou, M. 170 I
González, Benito 432 Hazin Azar, José 445 Imbert Barreras, Antonio 422,
González, familia 412 Hazoury Bahles, J. A. 442, 430 423, 435, 442
González, Guadalupe 410 Henríquez, Enrique Apolinar Incháustegui, Marino 6
González, Ignacio María 366, 6, 443 Incháustegui, J. Marino 249
368 Henríquez Gratereaux, Federi- Incháustegui Cabral, Héctor
González, José María 313, 333 co 406 341, 387, 442
González, Juan 440 Henríquez Ureña, Max 5, 8, 9, Inchaustegui Cabral, Sixto 421
González, Juan Vicente 334 21, 22, 31, 241, 243-249, 254, Inginac, Joseph Balthazar 331
González, María Filomena 6, 8 332, 334, 385, 426, 441, 442 Isabel 257
González, Ramona 410 Henríquez Ureña, Pedro 243, Isnardi, Dalmací (Desir Dalma-
González, Raymundo 6, 8 334, 342, 379, 431, 441, 445 cí o Pablo Isnardi) 288, 289
González Leytes, Guadalupe Henríquez y Carvajal, Federi-
410 co 23, 332, 344, 368, 372, 373, J
González Roca, Hernán 395, 415 James, Carlos Jacobo 419, 434
419, 423, 434, 445 Henríquez y Carvajal, Francis- Jaurès, Jean 182
Goodrich, Leland M. 68, 70, 90, co 243, 373 Jerónimo 257
105, 134 Hérard Riviére, Charles 353, Jesucristo (personaje bíblico)
Granados 298 391 370, 388, 419, 445
Grazotti 311 Hernández, Alejandro 437 Jesús, Juan de 377
Gregorio 257, 264, 334 Hernández, Francisco 414 Jimenes, M. 356
Grimaldi Sulié, Eleanor 6 Hernández, Gaspar 356 Jimenes, Juan Isidro 359, 374,
Grullón, Alejandro 439, 445 Hernández, Julio Alberto 426 380, 412, 436
Grullón, Arturo 370 Hernández, Miguel A. 436 Jiménez, Manuela 428
Grullón, Rafael Danilo 430, 437 Hernández Flores, Ismael 436 Jiménez, Miguel Ángel 431
Guerrero, Manuel María 431 Hernández Rueda, Lupo 406 Jiménez, Ramón Emilio 11,
Guerrero Puello, Rafael 424, Herrera, Pedro 257, 258, 264, 425, 431, 441
434 272, 276, 278, 279, 283-285, Jiménez Rodríguez, Manuel
Guillen, Domingo 268 304, 308, 311-314, 316, 321, 432
Guillén, Emilio 438 326, 333 Jorge III 261
Guillermin, Gilbert 331 Herrera, Primitivo 378 José Gabriel 282
Guillermo, Cesáreo 370 Herrera Cabral, Héctor 7 Juan 276
694
Índice onomástico | VOLUMEN VII | derecho, relato y frases dominicanas
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
695
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
McLean, Malcon 434 Morales, familia 412 Núñez Blanco, Juan 324
Medrano Vásquez, Manuel Morales, Gabino Alfredo 382 Núñez de Cáceres, Diego 334
436 Morcelo, Baltasar 356 Núñez de Cáceres, Jerónimo
Mejía, Orión 8 Mordán, César 438 334
Mejía Bonnelly, Amelia 446 Morel, Antonio 6 Núñez de Cáceres, José (don
Mejía Oviedo, Luis 7 Morel, Emilio A. 385 José) 244-249, 253, 254-260,
Mejía Ricart, Gustavo Adolfo Morel Martínez, Rubén Darío 262-279, 281-283, 285-288,
333 420 290-292, 294-299, 300, 301,
Mella Brea, Ildefonso 375 Moreno del Christo, Gabriel 303-308, 310, 312-336-368,
Mella Jiménez, Eligio 430 Benito 365, 371, 375 391
Mella, Mariano 6-9, 15 Moreno Jimenes, Domingo Núñez de Cáceres (hijo), José
Mella, Matías Ramón 344, 355, 385, 395, 406, 426 334
357, 370, 374 Morgan, Barney N. 417, 418,
Mella, Rosa 370 436, 440, 441 O
Mellor, Santiago W. 410 Morgan, Carol 428 Olivo Álvarez, Sócrates 6
Menaglia, G. 343 Morgan, familia 428 O’Leary (general) 254
Mendoza, Mariano de 311, 314- Morgan, Judy 428 O’Leary, Simón B. 331
316, 325-327 Morgan, Stanley 428 Oaks, Dumbarton 63
Menéndez y Pelayo, Marcelino Morillas, Francisco 390 Odell, Edward A. 428
334, 392 Morillas, José María 249, 253, Oestreicher, Juan 430, 443
Merced, María de la 257, 334 336 Oostendorp, Ricardo 446
Mercedes, Alejo 414 Morillo, Ml. 257, 294, 302, 373 Orbe Rodríguez, Diógenes del
Meriño, Fernando Arturo de Morla, José 411 384
344, 353, 364, 365, 369, 370, Moscoso, Juan Vicente 244, Orbe, Gabriel 384
397, 444 273, 274, 282, 286, 307, 312, Ordóñez Salgado, Vicente 410
Messina, Milton 438 313, 321, 325, 328, 330 Orellana, Eugenio 437
Michelet, Jules 116 Moscoso Puello, Francisco 417 Ornes Coiscou, Germán Emi-
Mieses Burgos, Franklin 441 Moss, Arthur de 429 lio 431
Miller, D. Hunter 134 Mota, Francisco Mariano de la Ortega Tous, Julio 6
Miller, Thomas 37 313 Ortega y Gasset, José 408
Milner, Alfred 41 Mota, Regia 359 Ortiz Álvarez, Horacio 431
Miranda, Francisco de 376 Mouskhlechvili, Nikoloz 122 Ortiz Ramírez, Francisco An-
Moisés (personaje bíblico) 408 Moya, Casimiro N. de 371 tonio 445
Mojica 261 Moya Pons, Frank 6, 21, 23 Osorio, Ana de 391
Molano, Antonio 409 Muller, Jean M. 171, 180 Osorio, Antonio de 389
Molina, Tirso de 389 Oviedo de León, Esther 445
Moltke, Helmuth von 369 N
Mónica, Meso 390 Nanita, Abelardo René 385 P
Montás, familia 397 Nicolás 284, 285, 305, 311 Pacheco, Francisco 310
Montesino, Antonio 345, 347, Nicolás, madame 284 Pacheco, Juan Rafael 422
388 Nipperdey, H. C. 163 Páez y Soublette 326
Montesquieu 265 Nobles, Vicente 355 Páez, José Antonio 376
Monteverde 274-276, 281, 304 Nolasco, Flérida de 425, 426, Palm, Erwin Walter 424
Montolío, Andrés Julio 332 428, 431 Pancho 257, 263
Monzón, Lowensky 355 Nolasco, Sócrates 15, 385, 441 Papilleau 321, 323
Mora, José A. 423, 435 Nouel, Adolfo A. 343, 374 Paradas, J. B. 364
Mora Serrano, Manuel 6 Núñez, Francisco 264, 334 Paris, Miguel Alfonso 446
Morales, Dense 397 Núñez, María 263 Pasamonte, Miguel de 388
696
Índice onomástico | VOLUMEN VII | derecho, relato y frases dominicanas
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
697
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
339, 341, 343, 344, 354, 357, 282, 288, 295, 331, 334, 335, Simón, Jules 182
359-361, 364, 366, 368-372, 356, 390 Siragusa, Mary 428
374, 376, 377, 379, 381-383, Sánchez Suero, Manuel 381, Smester, Cecilia 432
385-387, 389-394, 438, 442- 392 Smuts, Hans Crhistian 37, 61,
444 Sánchez y Sánchez, Carlos 23, 103, 134
Rodríguez Jiménez, Félix Fco. 134 Snowden, Thomas 393
378 Sánchez, Antonio 421 Snyder, Emund C. 419
Rodríguez Objío, Manuel N. Sánchez, Carlos 332 Sócrates 369
367 Sánchez, Francisco del Rosario Solano, Isidro 421
Rodríguez Xuarez, Juan 389 344, 354, 355, 357, 359-361, Solano de Pujol, Anastasia 292,
Rojas, Benigno Filomeno de 375, 386 319
356, 360 Sánchez, Juan Francisco 375, 431 Sorapur 275
Rojas, Chombito 382 Sánchez, Manuel Segundo 333 Sosa Reyes, Fátima Altagracia
Rojas, Federico 421 Sánchez, María Trinidad 343, 446
Rojas, José María 309, 324 344, 355, 358 Sosa, José 310
Rojas, Quirilino 380 Sánchez, Narciso 354 Soulouque, Faustine 356
Rolland, L. 119 Sang Ben, Mu-Kien 6, 397 Souverber, Jean 360
Roman, Narciso 6 Santana, Miguel Ángel 436 Srimagieff, K. 134
Roosevelt, Franklin D. 65, 72 Santana, Pedro 344, 354-359, Stael, Madame 275
Roosevelt, Teodoro 21, 412 361, 365, 373, 384, 386, 391, Stalin, Iósif 72
Roque M., Minetta 436 392, 394 Stanley Heneken, Teodoro 361
Rosa,, Juan de la 6 Santana Veloz, Joaquín 436 Strachey, Lytton 253
Rosa Herrera, Juan 360 Santander 326 Sturla, Leoh León 431
Rose, Mamselle 377 Santo Tomás 389 Sumner, Charles 357
Rossel, Augusto 411 Santo Tomás de Aquino 279, Susana 291
Rousseau, Jean Jacques 265, 275 332 Szulc, Tad 423, 435
Rueda, Manuel 15 Sanz, José María “El Loco” 379
Ruiz, Juan 286, 307, 308, 310, Saviñón, Mario 409 T
312-315, 321 Saviñón, Tancredo (Quero) Tamargo, Armando 422
Ruiz Tejada, Manuel Ramón 381 Tapia, Francisco de 335
437 Sayre, Francis B. 107, 110, 112, Tavares Espaillat, Gustavo 6
114, 134 Tavares K., Juan Tomás 6
S Scanlan, Eduardo 365, 382 Tavares Mirabal, Manuel Enri-
Sabater de Macarrulla, Merce- Schelle, George 47-49, 56, 62, que 7
des 427 63, 104, 105, 108, 119, 123, Tavárez 292
Sabrás Gurrea, Amos 432 134 Tavárez Delgado, Juan Salva-
Saint Denys, Eustache Juche- Scott, Michel 89 dor 8
reau de 391, 392 Seda, Pedro de 266 Tejera, Apolinar 374
Saint John, Spencer 392 Sedano, Manuel 268 Tejera, Emiliano 332, 368, 441
Salcedo, Fernando 321, 327 Senior, Juan A. 444 Tejera, Juan Nepomuceno 358
Salgueiro Font, Arturo 412 Sepúlveda, Manuel 430 Tena Reyes, Jorge 431
Sámano 274 Serrallés, Juan 411 Thomas, Luis 419, 434, 435, 437
San Jerónimo 375 Serrano, Barón 174 Thompson, Celso 439, 445
San Martín 376 Serrano, Prudencio 414 Tirado, José María 292
Sánchez de Guerra, Onaney 438 Sidaoui, Riadh 228 Tissenbaum, Heidi 146, 183
Sánchez Jiménez, Luis E. 446 Sijthoff, A. W. 93 Tissenbaum, Mariano 139
Sánchez Ramírez, Juan 258- Silva, Juan José de 324 Tolentino Rojas, Vicente 385
262, 265, 266, 270, 277-279, Simó Torres, Dennis R. 6 Tolentino, César 367
698
Índice onomástico | VOLUMEN VII | derecho, relato y frases dominicanas
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
Tolentino, Hugo 385 Utrera, Fray Cipriano de 244, Vespucio, Américo 337
Toribio, Daniel 7, 9, 13, 15 246, 332, 334, 375, 385, 394, Viau (capitán) 321
Tornabell, A. J. 371 426, 436, 441 Vicioso Santil, Álvaro 430, 434
Torres Solares, Ángel 425 Vidal, Jaime 372
Torres, Fabián 421 V Vilanova, Antonio 417
Troncoso, Erciná 421 Valcárcel, Gonzalo 389 Vilanova, Cruz Minerva 417,
Troncoso de la Concha, Ma- Valderrama, Francisco de 266 418, 440
nuel de Jesús 11, 341, 343, Valdez, Luis Heriberto 407, Villaespesa, Francisco 393
347, 355, 365, 381, 390, 395, 425, 427, 429 Villanueva, Bartolomé de 390
425, 426, 441 Valencia, Manuel María 359 Villavelaix (persona de los tiem-
Troncoso Sánchez, Pedro 387, Valera, Luis 410 pos de Lord Palmerston) 392
443 Valera y Jiménez, Pedro 243, Visscher 94
Troncoso Sánchez, Wenceslao 244, 317, 320 Vitoria, Francisco de 35
407, 427 Valldeperes, Manuel 427, 431
Trueba Urbina, Alberto 142 Vallés, Pedro de 342 W
Trujillo Molina, Héctor B. 421 Valora, Pedro 317 Walton, William 331
Trujillo Molina, Rafael Leoni- Valverde, Pedro 359 Washington, George 359
das 19-21, 23, 24, 29, 31, 32, Valverde, Sebastián Emilio 380 Weber, Delia 427
125, 126, 130, 134, 248, 249, Vásquez, Horacio 375, 380, Wilson, Thomas Woodrow 32,
332, 333, 378, 384, 386, 419- 394, 412 37, 103, 413
422, 438 Vásquez, Juan 390 Windt, Julio de 429
Trujillo Valdez, José 386 Vásquez, Leonte 380 Wipfler, William L. 446
Truman, Harry S. 79 Vatbier 182 Wiscovitch C., Ada N. 7
Vázquez 258 Woss Ricart, Celeste 425
U Vázquez, Felipe 310 Woss y Gil, Alejandro 343, 375,
Ugarte 261 Vega, Bernardo 6 377
Urbano Gilbert, Gregorio 413 Vega, Wenceslao 5, 9, 17, 19, 396 Wright, Quincy 109
Ureña de Henríquez, Salomé Velásquez, Federico 385
15, 442, 444 Velásquez, Jacinto 380 Y
Ureña de Mendoza, Nicolás Velázquez, Esteban 285, 335 Yepes, José Ma. 134
335, 360 Velázquez, Federico 380 Young 353
Uribe, Virtudes 6 Véliz, José 425 Ysambert, Domingo 409
Urraca, Manuel 410 Veloz Maggiolo, Marcio 397, 442
Urrutia, Carlos (Conuco) de 260, Ventana, Manuel 360 Z
266, 267, 270, 278, 302, 394 Verón, Bertrand 361 Zaglul, Antonio 386
699
ÍNDICE DE FICCIÓN
VOLÚMEN VII derecho, relato y frases dominicanas
A E Q
Adolfo 275 Eleonora 275 Quijote 342
Andújar, Lico (Independecia
Efimera) –Max Henriquez
M R
Ureña 244, 253, 257, 258,
Mancha, Don Quijote de la René 275
260, 262, 272, 274, 283-285,
(Alonso Quijano) 11, 344,
291, 294, 296, 303
381, 387, 431
C
Campeador, Cid 387, 392, 423, P
435 Panza, Sancho 342, 344
701
ÍNDICE GEOGRÁFICO
VOLÚMEN VII derecho, RELATO y frases dominicanas
703
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
704
Índice geográfico | VOLUMEN VII | derecho, relato y frases dominicanas
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
705
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen VII | DERECHO, RELATO Y FRASES DOMINICANAS
331, 336, 359, 365, 375, 392, 365, 370, 373, 374, 381, 397, Santo Domingo 5, 8, 20, 23,
393, 446 401, 409, 412-414, 416-419, 29, 243, 246, 248, 249, 255,
Parque Colón 377 421, 424, 428-433, 437-441, 256, 262, 264-266, 273, 276-
Partenón 272 443, 445 278, 283, 293, 302, 303, 307,
Península de Samaná 353 República Negra (Haití) 392 317, 321, 324, 328-338, 341,
Perú 20, 180, 181, 428 Río de Janeiro 243, 425 342, 349, 352, 355, 356, 358,
Perú, escuela 431 Río Jordán 44 359, 361, 364, 365, 367-372,
Piantini 436 Río Orinoco 257 374, 378, 379, 382, 385-395,
Pirineos (Pyrénées) 279, 329, Río Ozama 359, 436 397, 410, 413-416, 419, 422-
337 Río San Juan 356 433, 435, 437-443, 445, 446
Plateros, calle 284 Roma 341, 342, 358, 375 Santomé 356
Plaza de Armas 280, 283, 302, Ruanda-Urundi 41, 44, 66, 74, Sarasota 422, 429, 442
314, 318, 319, 322, 328, 359 80, 85 Sevres 40
Plaza de la Cultura 435 Rusia 33, 56, 96, 98, 145 Siberia 56, 357
Ponapé, isla 64 Siria 21, 38, 41-44, 51, 67, 70,
Pontificio Seminario Mayor S 110, 112
Santo Tomás 397 Sabana Real de la Limonade Somalia 22, 31, 68, 69, 76, 80,
Port-au-Prince 264, 324, 331, 354 390 81, 85, 90, 95-102, 105, 106,
Portugal 35, 105, 145 Salomón, islas 45 108, 110, 111, 117-119, 126,
Porvenir, ingenio 411 Samaná 258, 261, 302, 353, 445 128, 134
Prusia 33 Samoa 21, 81 Somalia Italiana 95, 96, 99
Puerta de Angelina 410 Samoa Occidental 22, 41, 45, Sudan 121
Puerta de la Misericordia 355 66, 74, 80, 81, 126, 128 Suecia 145
Puerta del Conde 256, 311, 315, San Cristóbal 418 Suiza 122, 134
328, 359 San Diego 311, 315, 316 Surinam 55
Puerto Plata 256, 309, 324, 351, San Diego, Puerta de 315
358, 366, 370, 377, 389, 421, San Francisco de Macorís 30,
T
446 44, 54, 59, 60, 63, 67, 72, 73,
Tahití 119
Puerto Rico 36, 55, 122, 302, 76, 82, 89, 103, 106, 125, 128,
Talavera 279
320, 321, 325, 332, 361, 367, 134, 324, 388
Tanganika 21, 40, 41, 44, 66, 74,
401, 411-415, 417, 418, 420, San José (fuerte) 311, 315
75, 80, 85
428, 429, 434, 439, 445 San José de Los Llanos 410
Teatro de los Trinitarios 394
Punta de la Pasa 410 San Juan de La Maguana 287,
Togo 21, 40, 44, 66, 74, 80, 84,
289, 361
128
Q San Martín 376
Tordesillas 120
Quisqueya, ingenio 411 San Nicolás 255
Torre del Homenaje 261, 316
Quito 322, 335, 336 San Pedro de Macorís 11, 395,
Transjordania 38, 44, 67
401, 406, 409-418, 439, 440,
Tripolitania 68, 69, 95
R 445, 446
Truk, isla 64
Realidades, librería 428 Santa Bárbara 284, 285
Turquía 34-37, 40, 43, 108
Región Este 410, 413, 414, 439 Santa Fe 410, 411
Reino Unido (Gran Bretaña) Santiago de los Caballeros 255,
43, 44, 54, 64, 67, 94, 116 258, 264, 267, 273, 281, 287, U
República Dominicana 5, 7-9, 295, 297, 298, 300, 309, 311, Uganda 85
11, 15, 19-25, 29-31, 33, 68, 69, 324, 332, 355, 358, 361, 362, Unión Soviética 68, 69, 98
80, 98, 100, 125-130, 151, 167, 367, 369, 373, 376, 378, 381, Unión Sur Africana (República
207, 243, 330, 332, 343, 345, 394, 411, 414, 415, 419, 425, de Sudáfrica) 93
349, 350, 353-355, 357, 358, 430, 432, 440, 443, 445, 446 Universidad APEC 437, 444
706
Índice geográfico | VOLUMEN VII | derecho, relato y frases dominicanas
Juan Freddy Armando y Jorge Eliezer Armando Palm
707
Esta obra
Derecho, Relato y Frases Dominicanas
VOLUMEN VII
de la
Colección Pensamiento Dominicano,
reeditada por el Banco de Reservas de la República Dominicana
y la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc.,
terminó de imprimirse en el mes de noviembre de 2010,
en los talleres de Amigo del Hogar,
Santo Domingo, Ciudad Primada de América,
República Dominicana.