Algunos sostienen que la legalización en el Perú del matrimonio homosexual, requerirá tan sólo la
modificación del artículo 234 del Código Civil que lo regula como “la unión voluntariamente
concertada por un varón y una mujer”. Afirmando estos que a nivel constitucional no hay exigencia
de heterogeneidad sexual para los contrayentes, según su lectura del artículo 4 de la Constitución,
que se limitaría para ellos, a expresar que el Estado promueve el matrimonio, y que “La forma del
matrimonio y las causas de separación y de disolución son reguladas por la ley”. Insistiendo en su
equivocada apreciación de que el matrimonio es para heterosexuales y homosexuales.
Si el matrimonio en la Constitución hubiese sido concebido con miras a permitir que sean
contrayentes los homosexuales. La redacción de este artículo 5 no hubiera exigido que la unión de
hecho sea sólo para varón y mujer; ya habría insinuado lo que hoy se vende como la “unión civil”, o
sea, esa falsificación del nombre del matrimonio para su aplicación a los homosexuales.
De otro lado, el texto constitucional es reiterativo de que el matrimonio sólo es para varón y mujer,
con el artículo 6, que precisa los alcances del Estado en política de población al señalar “como
objetivo difundir y promover la paternidad y maternidad responsables” y establecer que “reconoce
el derecho de las familias y de las personas a decidir”.
Es decir, constitucionalmente se prescribe que el matrimonio tiene un fin procreativo, del que de
por sí carecen las parejas homosexuales.
Sin embargo, el aventurerismo jurídico de ciertos grupos de intereses, golpea publicitariamente con
constancia, para introducir el matrimonio gay en nuestra Patria.
Los funcionarios del Estado deben entender, con diccionario en mano, que “consolidar” es dar
firmeza y solidez a la familia, que incluye el matrimonio. Fortalecer también significa “volver a juntar
lo quebrado o roto para que quede firme”.