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Este año, la actividad económica peruana registrará un crecimiento de 3.

9%, ubicándose como


el segundo país con mayor expansión en América del Sur, proyectó el Fondo Monetario
Internacional (FMI).

La entidad multilateral elevó la perspectiva de avance del producto bruto interno (PBI) de
nuestro país respecto a su anterior previsión de 3.8% (en enero del 2019).

El organismo multilateral publicó la actualización de su informe Perspectivas de la Economía


Mundial, en el que también prevé que la economía peruana se incrementaría 4% el próximo
año.

El organismo internacional dio a conocer las proyecciones de crecimiento del PBI para este año
de los otros nueve países de la región sudamericana, cuyo ranking lidera Bolivia con 4%.

Le siguen Perú (3.9%), Paraguay (3.5%), Colombia (3.5%), Chile (3.4%), Brasil (2.1%), Uruguay
(1.9%), Ecuador (-0.5%), Argentina (-1.2%) y Venezuela (-25%).

Un aspecto a destacar es que el Perú será la economía de mayor incremento en el 2019 dentro
de la Alianza del Pacífico, bloque que integran Colombia (3.5%), Chile (3.4%) y México (1.6%).

Proyectó, además, que las expansiones para el 2020 las encabezan el Perú y Paraguay, con 4%,
seguidos de Bolivia (3.9%), Colombia (3.6%), Chile (3.2%), Uruguay (3%), Brasil (2.5%),
Argentina (2.2%), Ecuador (0.2%) y Venezuela (-10%).

Avance mundial

Por otro lado, el FMI indicó que el avance mundial llegaría a 3.3% en el 2019, con lo cual la
revisó a la baja en 0.2 puntos porcentuales.

“Hace un año, la actividad económica estaba acelerándose en la mayoría de las regiones del
mundo. Mucho cambió: la escalada de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China,
las tensiones macroeconómicas en Argentina y Turquía, los trastornos en la industria
automotriz en Alemania”, explicó.

Sostuvo que la contracción de las condiciones financieras ocurrida en paralelo a la


normalización de la política monetaria de las economías avanzadas más grandes también
contribuyó a un significativo debilitamiento de la expansión mundial.

Materias primas

Los precios internacionales de energía retrocedieron 17% entre octubre del 2018 y abril de
este año, ya que los precios del petróleo cayeron de un máximo cuatrienal desde 81 dólares el
barril en octubre a 61 dólares en febrero. Si bien al comienzo predominó la influencia de la
oferta, sobre todo la suspensión pasajera de las sanciones estadounidenses a las exportaciones
de petróleo iraní a ciertos países y una producción récord de crudo en Estados Unidos, el
debilitamiento del crecimiento mundial acentuó las presiones a la baja en los precios hacia
fines del 2018.

Desde inicios del año, los precios del petróleo se han recuperado en cierta medida gracias a los
recortes de producción instituidos por los países exportadores. Los precios de los metales
básicos han subido 7.6% desde agosto como consecuencia de los trastornos de la oferta en
algunos mercados.

Industria

Las cifras sobre la producción industrial y las encuestas de gerentes de compras indican que el
menor ímpetu del avance mundial en el segundo semestre de 2018 continuará a inicios del
2019.

Se prevé que la expansión se estabilice en el primer semestre del año.

Proyecciones sobre un sube y baja. El Fondo Monetario Internacional (FMI) volvió a revisar
este 2019 su proyección de crecimiento para la economía del Perú en su informe "Perspectivas
Económicas Mundiales" difundidos este martes, luego de que en enero redujo su proyección
de crecimiento de la actividad económica peruana.

De acuerdo al informe de la organización, la economía peruana registrará una expansión de


3,9% en el 2019, una décima menos respecto a la estimación que el organismo mostró el
primer mes del año.

Las revisiones del FMI sobre el crecimiento económico que espera para el Perú este año han
sido continuos. En abril del 2018, proyectó que el PBI registraría una expansión de 3,7%; en
octubre, la multilateral fue una de las más optimistas y previó que la producción del país
crecería al ritmo de 4,1%; y este mes de enero pronosticó que crecería 3,8%, tres décimas
menos frente a su anterior estimación.

Para el 2020, el FMI proyectó que la economía peruana se acelerará y registrará un


crecimiento de 4%, manteniendo su estimación de enero.

Las proyecciones del FMI están en línea con las estimaciones del Banco Central de Reserva
(BCR), que en su último reporte de inflación señaló que la economía peruana se expandirá en
torno a 4% en 2019 y 2020.

En su informe, el FMI también prevé que el Perú registrará una inflación de 2,4% este año y se
desacelerará a 2% en 2020.
AMÉRICA LATINA
El FMI redujo a 1.4% la perspectiva de crecimiento económico para América Latina y el Caribe
durante 2019. La proyección es una reducción sustancial respecto del 2% que había
pronosticado en enero, pero supera el crecimiento de 1% alcanzado en 2018.

La ralentización de la actividad económica latinoamericana está vinculada directamente a la


brutal depresión en Venezuela, cuya economía se contraerá este año en una cuarta parte y
otro 10% en 2020. El índice inflacionario llegará a una tasa de 10'000,000%.

El FMI dijo que el colapso venezolano genera "un freno sustancial para el crecimiento de la
región y de las economías emergentes en ambos años".

Además de Venezuela, otros países de la región cuyas economías se contraerán en 2019 son
Ecuador (-0,5%) y Argentina (-1,2%).

El crecimiento de México se mantendrá este año y el siguiente por debajo del 2% alcanzado en
2018, dijo el FMI. En el caso de Brasil, el país pasará de un crecimiento de 1,1% en 2018 a 2,1%
este año y 2,5% en 2020.

Otros países con crecimiento en 2019 serán Bolivia con 4%, Colombia y Paraguay (ambos con
3,5%) y Chile (3,4%).

Perú pierde al año casi US$5.200M por actos de corrupción en todos los niveles

Perú pierde unos US$5.198 millones anuales por actos de corrupción cometidos por
funcionarios públicos de todos los niveles, afirmó el contralor de la República, Nelson Shack.

"Las coimas (sobornos) no salen de las utilidades de las empresas, salen del sobrecosto de las
obras", explicó el funcionario encargado de fiscalizar el gasto de las arcas públicas durante su
presentación en la Comisión de Presupuesto del Congreso peruano.
El contralor también explicó cómo las empresas contratistas pagan supuestos sobornos a los
funcionarios públicos, mediante el aumento desproporcionado de los costos de las obras
adjudicadas.

Shack recordó que la Defensoría del Pueblo calculó que los actos de corrupción le cuestan a
Perú alrededor del 10% del presupuesto anual del país.

El funcionario agregó que para garantizar el flujo de capitales que manejan las instituciones
públicas del país, la Contraloría implementará un control concurrente en las obras públicas y
les dará seguimiento hasta su conclusión.

Debido a los escándalos de corrupción destapados por las investigaciones del Ministerio
Público en el caso Odebrecht, en referencia a la constructora brasileña, el gobierno del
presidente Martín Vizcarra ha emprendido un combate frontal contra este delito.

Los escándalos de corrupción vinculados a Odebrecht involucran a los ex presidentes Alejandro


Toledo (2001-2006), Alan García (2006-2011), Ollanta Humala (2011-2016) y Pedro Pablo
Kuczynski (2016-2018 por renuncia) así como a la ex candidata presidencial, Keiko Fujimori,
quien en la actualidad cumple prisión preventiva.

El riesgo del país de Perú es el más bajo entre las economías de Latinoamérica

El riesgo país del Perú, medido por el spread EMBIG, bajó a 123 puntos al 3 de abril de este
año, lo que representa el valor más bajo entre las principales economías de América Latina,
indicó el Banco Central de Reserva (BCR).

“El indicador de riesgo país peruano es casi la cuarta parte del promedio regional que llegó a
480 puntos a la fecha en mención”, subrayó el ente emisor.

Refirió que si se considera el riesgo país promedio de las economías emergentes (363 puntos),
el indicador del Perú es casi la tercera parte de dicho nivel y es menor a sus pares de la Alianza
del Pacífico (Chile, Colombia y México); así como también de economías grandes de la región
(Brasil y Argentina).

A nivel general, en la última semana se observa una caída en el riesgo país de las principales
economías de la región en un contexto de menor aversión al riesgo asociado a las
negociaciones comerciales entre China y Estados Unidos, y al influjo de capitales a los países
emergentes.

El riesgo país se mide con el EMBIG, calculado por JP Morgan, y es el diferencial entre la tasa
de rendimiento de los bonos de los países emergentes y la tasa del Bono del Tesoro
Estadounidense.

Este indicador es usado por los inversionistas para tener referencia de la solvencia de los
Gobiernos que emitieron los bonos.

La baja del riesgo país de Perú se refleja en las menores tasas de interés a la que acceden los
agentes económicos en el mercado de capitales, en beneficio de la actividad económica.

Las bambas

El Estado peruano afronta una dura prueba con el conflicto de Las Bambas. Aspectos legales,
políticos, económicos y sociales están en juego. La empresa quiere reanudar sus actividades,
muy rentables; las autoridades regionales, pacificar lo más pronto posible a una población
dispuesta a todo para defender sus derechos. La economía nacional ve paralizado un polo de
desarrollo que aporta un inmenso porcentaje del PBI, como bien lo ha señalado el presidente
del BCR. Y el Gobierno quisiera soltar pronto esta papa caliente que podría terminar en un
inmenso drama. Todo se junta para generar un polvorín en uno de los departamentos más
pobres del Perú. La mayor riqueza y la mayor pobreza en un solo espacio.

Se requiere un análisis profundo y exhaustivo. En un Estado de Derecho, las normas deben ser
cumplidas; pero en un conflicto tan largo, desde el 2015, donde ya hubo comuneros muertos,
toca al Gobierno asegurar una política de desarrollo territorial, de zonificación ecológica y
económica. En el origen, está la sustitución del mineroducto -inicialmente acordado en el
Estudio de Impacto Ambiental- por una carretera no asfaltada que genera alta contaminación
debido a los cientos de camiones diarios de carga que pasan sobre terrenos que tampoco han
sido justipreciados ni pagados a sus propietarios, que son diversas comunidades.

Las Bambas no es ni será el último conflicto social minero en el país. Corresponde incrementar
la presencia del Estado en zonas de actividad minera, mejorar la transparencia y la participación
ciudadana o comunal mediante controles más adecuados en la certificación ambiental, y reducir
los desequilibrios entre los intereses de la población, de la empresa y del Estado de Derecho.

Se impone una tregua que comience por la liberación del presidente comunal, Gregorio Rojas. Y
-sin represión ni violencia- ingresar al diálogo con presencia de la Iglesia y de la Defensoría, de
manera transparente y con interlocutores directos.

LA INFORMALIDAD
Para poder ganar la batalla de la informalidad, hay que simplificar las cosas. La política
tributaria del Perú se puede mejorar y con ello reducir los niveles de informalidad. ¿De qué
manera?

Conversamos con José Ignacio Beteta, presidente de la Asociación de Contribuyentes del Perú,
sobre este tema y las medidas tributarias que presentarán ante la Sunat y el Ministerio de
Economía y Finanzas.

“En temas de recaudación, lo que proponemos es que exista un comprobante único, que ya no
tengamos boletas ni facturas porque la boleta también incluye IGV. Tener un comprobante
único donde se vea el 18% de IGV, generaría un incentivo de políticas de deducción de
impuestos.”

Beteta dijo que hay que pensar en la persona, hay que hacerlo simple para ellos. Un solo
comprobante que lo motive porque cada vez que lo pida, recibirá algo a final de año.

Otra política que están planteando, precisó es la promoción de multas que no sean acorde
la UIT sino a la deuda del contribuyente. “Es una segunda reforma sencilla que ablandaría el
sistema de fiscalizaciones. La multa debe estar acorde al error que cometiste.”

“Hoy ya existe un sistema, en el que se te inhibe de la multa. Para empezar debería haber
menos multas. Pero sería sobre la base del error entre 2, 3 hasta 10%”

La tercera reforma es la eliminación del régimen de percepción, aquel impuesto del 2% que se
te carga por comprarle a una empresa grande. “Ese 2% se carga no sobre la compra sino sobre
la compra y el IGV. Impuesto sobre impuesto. Esto es hasta ilegal porque es un impuesto sobre
algo que aún no vendiste.”

“Otra reforma es la del sistema RUS. Sobre esto, diríamos que el sistema tributario y laboral es
tan rígido y duro que los empresarios prefieren quedarse pequeños. Lo que están faltando son
incentivos para crecer. Esto no debería ser de carácter mensual sino anual. Hay que darle
estabilidad al contribuyente pequeño.”

En otro momento mencionó que la formalidad en el Perú tiene varios aspectos, pero todo se
basa en la productividad.

“Aquí hay un círculo vicioso porque se basa en educación, desarrollo, investigación. La


formalidad es cara porque el empresario no tiene ese potencial, esa productividad de la mano
de obra. Si el trabajador fuera productivo, la empresa pagaría lo que tiene que pagar. Y aquí
hablamos de las medianas, pequeñas y grandes empresas.”
Finalmente, dijo que todas estas reformas podrían reducir la recaudación, pero con una
proyección financiera. Al comienzo afectará, pero por volumen subirá. El tema es que en el
país no se ha intentado ni una ni otra. “En materia de impuestos y temas tributarios, pensamos
que falta ver qué necesita el ciudadano de a pie. Todo está visto desde el punto de lo que
necesita el Estado para funcionar. Con eso haríamos bastante.”

El crecimiento alcanzado por la economía de alrededor del 4% en el 2018, basado en el


dinamismo de los sectores no primarios como la construcción y los servicios, fue clave para
impulsar el empleo en el 2018. Justamente, el empleo el año pasado fue impulsado por esos
sectores. No obstante, el crecimiento del PBI ha sido insuficiente para reducir la informalidad
que, en el 2018, se ha quedado a los mismos niveles del 2017, cuando la economía crecía al
ritmo de 2,5%.

“La formalización laboral se ha estancado. En el 2004, la informalidad alcanzaba al 80% de la


fuerza laboral y estuvo cayendo, en promedio, en un punto por año. La mala noticia es que en
el 2018 ha dejado de caer”, aseveró Elmer Cuba, economista socio de la consultora
Macroconsult.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la tasa de empleo


informal en el ámbito nacional, en la zona urbana, llegó a 65,7% en el 2018 e igualó a la
registrada en el 2017. Esto implicó que la población ocupada urbana con empleo informal
creciera en alrededor de 192.800 personas o en 2,3%, frente al 2017.

En contraparte, la tasa de empleo formal, en la zona urbana, terminó el año con el mismo nivel
del 2017, es decir, en 34,4%. Esto implicó que la población con empleo informal creciera en 94
mil personas o en 2,2%.

El INEI distingue el empleo formal del informal al definir al primero como aquel vínculo laboral
sujeto a la legislación laboral, fiscal y de la seguridad social o a la población ocupada que se
desempeña en el denominado sector formal de la economía. En tanto, define en el empleo
informal a los empleados sin beneficios sociales o que trabajan en unidades de producción no
registradas.

El crecimiento de la economía ha sido clave para reducir la informalidad. Por ejemplo, en el


2016 la economía creció 0,64 puntos porcentuales más que en el 2015, al cerrar en 3,9% y la
tasa de empleo formal avanzó en 1,1 puntos porcentuales, a 35,2%. No obstante, la tasa de
empleo formal cayó en 0,9 puntos porcentuales en el 2017, cuando el PBI creció apenas 2,5%.

Según el INEI, el crecimiento del empleo informal provino sobre todo de las empresas con
menos de 10 trabajadores. En estas compañías, el empleo informal creció 4,2% y el formal
disminuyó en 3,7%. En cuanto a sectores de la economía, el empleo informal creció en las
ramas de agricultura, pesca y minería (5,2%), construcción (4,1%), comercio (3,1%) y servicios
(2,3%).
“La pregunta es: ¿por qué la formalidad se ha estancado? Eso todavía no tiene respuesta. Pero
básicamente lo que se está viendo es que crecer a 4% es bajo. [La economía] tiene que ir más
rápido que 4% para romper ese equilibrio [disminuir la informalidad laboral]”, manifestó Cuba.

Para el economista, el incremento de la rigidez de las normas laborales cada año también es
otro de los principales factores que estarían detrás del estancamiento de la formalización
laboral.

SORPRESA EN DICIEMBRE
De otra parte, sorprendió el aumento en la tasa anualizada de empleo formal registrada en
diciembre. Según el INEI, esta aumentó en 0,5 puntos porcentuales frente a la tasa anualizada
de noviembre, a 34,3%, lo que implicó la variación más alta desde que se tiene registro.

De otro lado, el empleo en el país subió 1,6%, en el 2018, es decir en alrededor de 265.500
trabajadores, explicado sobre todo por el aumento de la ocupación en la zona urbana. Esta
última aumentó a un ritmo de 2,3% el año pasado. No obstante, el empleo en la zona rural
disminuyó en 0,6% o en alrededor de 21.700 trabajadores.

Por nivel de educación, el empleo creció sobre todo en la población de trabajadores


calificados. Así, el empleo para trabajadores con educación superior aumentó en 4,7%, en
tanto, los empleados con educación secundaria aumentó en apenas 0,8% y el empleo para los
que tienen solo educación primaria disminuyó en 0,7%.

Las actividades económicas informales pueden proporcionar ingresos básicos para aquellas
personas que no pueden encontrar un empleo en la economía formal. Los componentes del
sector informal son dinámicos, facilitando el movimiento hacia nuevos escenarios económicos
para las empresas e incluso para la sociedad en general. Sin embargo, la vida en la economía
informal o en la economía sumergida posee grandes costos para los individuos, las empresas y
la sociedad en su conjunto. Para el individuo, estos costos incluyen los bajos salarios y la falta
de protección social en salud, seguridad laboral y pensiones. Para las empresas, que en la
economía informal suelen ser microempresas o negocios de trabajadores independientes, el
principal reflejo de la informalidad es la baja productividad. Para la sociedad, existen costos
sociales pues tanto individuos como empresas de la economía informal, por lo general, evaden
impuestos, no cumplen con las normas de seguridad y medioambiente, y a menudo violan los
derechos de propiedad. Otros costos son los menores ingresos que el gobierno deja de
recaudar, que se traduce en una menor capacidad de gasto en seguridad, educación, salud e
infraestructura de calidad. Además, los esfuerzos para escapar de la regulación y de las
contribuciones al sector público, pueden originar que el comportamiento ilegal alimente un
patrón de corrupción. No es casualidad que las sociedades de altos ingresos posean sectores
informales mucho más pequeños que los países con ingresos medios o bajos, pues desarrollan
grandes esfuerzos para limitar la actividad informal. Existen muchas razones para creer que la
reducción de la informalidad es muy importante para el tránsito de un país de ingresos medios
hacia uno de ingresos altos. Muchos de los esfuerzos realizados por las sociedades para reducir
la informalidad, como paso previo para la transición hacia una economía de ingresos altos, se
han traducido en inversiones en educación y salud, creación de un entorno más favorable para
el establecimiento y funcionamiento de las empresas, construcción de sistemas de apoyo
social (incluyendo el seguro de desempleo) y desarrollo de planes de pensiones.

La informalidad es uno de los principales retos que debe afrontar el país en los próximos años.
A pesar de los avances macroeconómicos la informalidad persiste adoptando nuevas formas y
afectando a diversos grupos vulnerables (mujeres, jóvenes, independientes, pobres, etc).
Datos recientes revelan que Perú es uno de los países con mayor informalidad laboral en
América Latina. Si bien en los últimos diez años el empleo informal no agrícola de Perú se ha
reducido, ha sido insuficiente para salir del grupo de los cinco países más informales de la
región. Dada la elevada heterogeneidad de este fenómeno, una mirada global no es suficiente
para comprender su comportamiento, sirve de mucho para las políticas públicas, desagregar el
análisis por sector formal, sector informal e incluso a nivel departamental. Los resultados
encontrados señalan que el empleo informal en el sector informal es tres veces superior a lo
registrado en el sector formal y que se mantiene en el tiempo con bajas tasas de transición
hacia la formalidad, solo el 12% de los trabajadores informales encontraron un empleo formal
en el año siguiente. Independientemente de la definición operativa que se utilice, las
estimaciones sugieren que existe una tendencia decreciente de la informalidad laboral; sin
embargo aún es elevada para nuestros niveles de crecimiento. Cifras del 2014 revelan que el
72.8% de peruanos tuvieron un empleo informal, de los cuales 55.8% laboraron en el sector
informal y 17.0% se emplearon dentro del sector formal. La evidencia también revela que los
informales son los que menos ingresos perciben: un trabajador formal gana S/ 11.9 por hora,
casi el doble que un trabajador informal (S/ 5.3 por hora),

es relativamente alta en los sectores de transporte, construcción y comercio, así como en los
asalariados privados y en menor medida en el sector público, concentrándose, principalmente,
en la zona Norte y Sur del país, lo cual refleja su versatilidad en la dinámica del mercado
laboral peruano. Estimaciones con el módulo de economía informal del modelo IFs revelan que
Perú al año 2050 continuaría siendo uno de los países con mayor empleo informal (30.0%
aproximadamente) y PBI del sector informal (6.0% aproximadamente) en la región. El
crecimiento económico peruano, por sí solo, no permitiría reducir la informalidad sino se
acompañan de políticas multisectoriales oportunas direccionadas a combatir este fenómeno
multidimensional. De intensificar los esfuerzos para acelerar la reducción del PBI del sector
informal al 2050, se podría obtener mayores beneficios para el país, expresado en PBI, empleo
informal, ingresos del gobierno, pobreza y productividad. Asimismo, mejorar la regulación de
los negocios y aumentar los años de educación traería mejores resultados en términos de
empleo informal y PBI del sector informal. Todos los resultados mostrados en el presente
documento parecen mostrar que aún queda grandes esfuerzos por realizar con miras a cerrar
las disparidades existentes en la economía nacional.

https://semanaeconomica.com/
Analistas coinciden en que la inestabilidad política
impidió un mejor desempeño de la economía, pero
confían en que el 2019 será un mejor año
El 2018 será recordado como un año de mucha inestabilidad política, en el que el choque entre
los poderes Ejecutivo y Legislativo generó que las grandes reformas pendientes en el país
quedaran postergadas y que el Gobierno tuviera que optar siempre por resolver lo más
urgente. En materia económica, el crecimiento del producto bruto interno (PBI) sería el
esperado a inicios de año, de cerca de 4%, sin embargo los analistas coinciden en que este
resultado pudo ser mucho mejor. Para el gerente general del Instituto Peruano de Economía
(IPE), Diego Macera, el avance en este año ha sido, en general, bastante lento. “Muchas de las
prioridades que se plantearon como hitos al 2018 se han cumplido muy poco o no se
cumplieron. Entre las más resaltantes está la reconstrucción del norte, que se avanzó muy
poco desde la administración anterior, aun con la prioridad que pareció darle el presidente
Martín Vizcarra apenas inició su mandato. Lo que se logró tras más de medio año de su
administración es bajo, en parte por una concepción cuestionable de cómo y quiénes deberían
ser los organismos ejecutores de plan”, señala. INFORME ESPECIAL POR CÉSAR VÁSQUEZ R.
CVASQUEZ@CAMARALIMA.ORG.PE DICIEMBRE 3, 2018 - LA CÁMARA | 17 La primacía de la
coyuntura política provocó que se avanzara muy poco con las reformas para mejorar la
competitividad, promover la inversión y mejorar la calidad de vida de los peruanos, explica
Macera. “La agenda política se ha llevado las primeras planas y el debate de políticas públicas,
mejoras en el sistema educativo, en el mercado laboral, previsional, el combate a la
informalidad, han quedado de lado”, añade. Esta coyuntura complicada terminó afectando el
ingreso de nuevas inversiones al país y motivó también que muchos proyectos no se
destrabaran a tiempo, afectando directamente el crecimiento del PBI, afirma el economista.
“Si este año hubiéramos tenido, por ejemplo, alguno de los grandes proyectos mineros que
empezaron a producir en el 2016, habríamos podido crecer quizá al 5% o más. Recordemos
que la contribución solamente del proyecto minero Las Bambas y la ampliación de Cerro Verde
el año que empezaron a producir no fue de más de un punto y medio del PBI. En los rankings
de competitividad te cuentan una historia consistente, y es que el Perú, a diferencia de otros
países de la región, en los últimos años dejó atrás la agenda de reformas, y en un mundo como
el de hoy el que no avanza en términos relativos, retrocede” agrega Macera. Sin embargo, sus
expectativas para el año que viene son más optimistas. “Para el 2019 no digo que todo se va a
arreglar y que en el 2020 el Perú será un país desarrollado, pero por lo menos tener uno o dos
temas grandes en agenda con una propuesta de reforma seria sí es urgente, más allá de la
reforma política. Los temas sobran, agua, salud, empleo, infraestructura, para donde se mire
hay cosas grandes por hacer, y con que el Gobierno se enfoque en dos de ellas el próximo año,
me doy por bien servido”, concluye. El economista Alejandro Indacochea coincide con Macera
respecto a la importancia del sector Minería y su desempeño este año. “El Perú ha sido, es y
seguirá siendo un país minero. Felizmente se está concretando el proyecto Quellaveco, que
implica US$5.300 millones, pero el proyecto Tía María está en compás de espera, en el norte
La Granja y Galeno, y una serie de proyectos en Apurímac que debido a la situación actual no
logran despegar. El resto de la actividad económica se ha visto también afectada por toda esta
incertidumbre política y los problemas de corrupción, y el sector público tampoco impulsó la
inversión como se esperaba este año”, opina. “Vamos a terminar el año creciendo alrededor
de un 3,8%, una meta muypobre como país, porque creciendo a 4% llegaríamos al nivel de los
países desarrollados en un lapso de 50 años. Ahora, con los precios aún favorables, la
demanda que tiene China de minerales y nuestra situación geográfica privilegiada, el Perú
debería crecer tranquilamente a un 6% o 7%”, acota Indacochea. Según el economista, el
presidente Vizcarra está más preocupado en viajar a provincias y ganar popularidad que en
definir los lineamientos de las políticas que deben aplicarse a nivel de país. “Tal como está
funcionando el Estado, lograr un crecimiento sostenido es muy difícil, porque los gobiernos
regionales y locales no están preparados para manejar grandes proyectos. Llegan los recursos
y construyen palacios municipales, piscinas o coliseos. No hay la capacidad para hacer una
planificación en grande para el desarrollo”, afirma. Pese al panorama complicado, Indacochea
considera que el próximo año se pueden lograr mejores resultados si además de potenciar los
sectores tradicionales, se impulsan otras actividades. “Deberíamos impulsar el sector forestal,
que en el Perú tiene un enorme potencial. También apuntar a una economía de servicios,
tenemos grandes posibilidades comerciales en una serie de sectores. Asimismo, definir qué
queremos de nuestro país a futuro, impulsar la infraestructura, promover la minería del litio.
Espero que para el 2019 se pueda destrabar muchos más de los proyectos públicos que están
en espera”, agrega. MENOR OPTIMISMO El director encargado de Investigación de la
Universidad ESAN, Jorge Guillén, es más drástico en sus pronósticos. “El crecimiento ha estado
por debajo de lo esperado y yo no soy tan optimista como el Gobierno, creo que cerraremos el
año entre 2,7% y 3%.Es una cifra un poco alarmante, pero la nueva población económicamente
activa (PEA), los jóvenes, no estarían accediendo a un trabajo decente. Con un crecimiento tan
bajo, la PEA crece pero a un ritmo menor que el avance económico. En otras épocas que
crecíamos a 7%, en el boom de los commodities, la PEA estaba incorporada, tenía empleos
formales con un salario por encima del mínimo”, comenta. Guillén coincide con los demás
analistas en que la ejecución del gasto sigue lenta debido a los problemas de destapes de
corrupción y el ruido político. Otro problema que ralentizó el crecimiento este año fue el
mayor gasto por el proceso electoral, pues las nuevas autoridades recién empezarán sus
gestiones en enero próximo. “Lo que puede suceder es que traten de ejecutar lo que se ha
venido planificando este año, aunque la alcaldía de Lima parece tener una serie de proyectos
que esperemos que se puedan llevar a cabo sin problemas”, añade. Respecto a la actividad
más dinámica este año, Guillén difiere de sus colegas. “El motor del crecimiento ha sido la
pesca, que ayudó hasta en uno o dos puntos porcentuales al crecimiento. Los sectores Minería
y Construcción no han sido los pilares que eran antes, pero se espera que se puedan volver a
dinamizar para que, junto a los demás sectores primarios, permitan un crecimiento de al
menos 4% o 5% que es lo que necesitamos”, señala. Aunque su pronóstico para este 2018 es el
menos optimista, Guillén considera que el próximo año hay una serie de oportunidades para
revertir esta situación. “Espero que el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) logre destrabar
algunos de los proyectos que tiene en cartera para el próximo año. Asimismo, se avizoran
algunas medidas para mejorar la competitividad, como flexibilizar la rigidez laboral y una serie
de iniciativas que incentiven la inversión privada y mejoren la inversión pública. Para el 2019 el
pronóstico de crecimiento es de 4%. Si no hay más descoordinaciones políticas entre los
poderes del Estado, en el mejor escenario podemos lograrlo”, finaliza.

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