El periodismo cultural es una de esas ramas del ejercicio de los medios de comunicación
que no se han delimitado (y, por ende, desarrollado) correctamente por parte, no solo del
ámbito colombiano, sino del latinoamericano en general. Con motivo de la convocatoria
que hizo hace más de 20 años el extinto Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura) a
varios intelectuales y periodistas colombianos y de la región para pensar sobre esa relación
simbiótica entre periodismo y cultura, el maestro Jesús Martín Barbero resaltó la
importancia de comprender la importancia de la imbricación de ambos conceptos con las
siguientes palabras: “…no es solo asunto de oficio de los especialistas en periodismo
cultural: más que eso, expresa cuan importante, cuan decisiva es la cultura en Colombia
tanto para comprender el país como para cambiarlo, lo cual implica entender por cultura no
sólo un campo especializado de prácticas y de productos, sino la dimensión expresiva y
creativa de la vida cotidiana”.1
Existe en el imaginario popular que lo culto es aquello por lo que las élites sociales
manifiestan su gusto. Cultura entonces son aquellas manifestaciones artísticas que son
apreciadas solo por una pequeñísima parte de la sociedad, llevando al resto a que retomen
esas imposiciones hegemónicas como aceptables y propias.
Lo popular, lo cotidiano, lo kitsch generalmente no han gozado del aprecio de la clase alta,
y solo cuando esa clase se fija en alguna de esas manifestaciones y la aprueba es cuando se
considera que son “cultas”. Ese es el fenómeno de lo sucedido con el vallenato, el cual era
un ritmo de peones e indios de las haciendas sabaneras y del Valle de Upar; cuando uno de
1
Barbero cree, además, que el mundo de la cultura no refleja lo que es el país, sino que entra en conflicto
con él, incluso llegando a deformarlo, a desdibujarlo. Por eso insiste en la importancia de construir en los
medios un discurso adecuado y responsable.
los hacendados se fijó y gustó de las tonadas que oía en la parte de atrás de la hacienda,
haciendo pasar a los músicos a la sala de su casa con el fin de terminar de amenizar alguna
fiesta familiar, solo entonces el vallenato adquirió estatus de cultura. Antes no.
Para hablar del Periodismo Cultural es necesario saber de qué definición de cultura se va a
partir. Pero el problema radica en que no hay una definición de cultura que sea exacta y que
permita hacer una delimitación acertada de lo que comprendemos por Periodismo Cultural.
Es cierto que la cultura domina e invade las facetas del comportamiento humano, está
presenta prácticamente en todos y cada uno de los aspectos de la vida de la humanidad. Es
así como Graham Murdock enfatiza la omnipresencia de la cultura al señalar que “todos los
grupos están constantemente creando y recreando sistemas de significado y plasmando esos
significados en formas expresivas, prácticas sociales e instituciones”.
2
Los mismos autores señalan que Baldwin y Lindsley encontraron más de 200 definiciones de cultura.
Para hablar de cultura en el contexto del Periodismo Cultural se hace necesario ver esta
acepción desde los estudios culturales, teoría que acepta la existencia de una alta cultura
elitista conviviendo con lo que García Canclini denomina cultura popular, la misma cultura
de masas de Edgar Morin. Lo anterior debela que, a pesar de los rótulos, hay una sola
cultura que cubre a la sociedad, y es esa concepción de cultura la que debe cobijar el
concepto de Periodismo Cultural, pues no existen periodismos de élite ni periodismos
populares, existe el periodismo.
Con la definición de Periodismo Cultural sucede algo parecido a lo que pasa con la de
cultura. Hay un margen de ambigüedad, de incertidumbre sobre lo que es este tipo de
periodismo. Originalmente se hacía coincidir muy forzadamente a la crítica literaria y
artística con el Periodismo Cultural. De hecho, uno de los grandes teorizadores sobre el
periodismo en el mundo hispanoamericano, José Luis Martínez Albertos, sugería hace unos
años que a la sección cultural, al suplemento que dedicaban los periódicos a esos temas
debía llamársele “folletón”, pero haciendo referencia a los textos hechos por los críticos de
arte, a las noticias culturales y a las creaciones literarias de corta extensión a las que se
pudiera dar cabida en la publicación.
Para Ponsford la diferencia del ‘periodismo de cultura’ con el Periodismo Cultural es que
este último acepta colaboraciones desde el ámbito de la literatura, está pendiente de las
creaciones artísticas pero no las explica, sencillamente las incluye en su contenido. Para
ella esa es la diferencia con otras publicaciones, esas sí culturales, como EL
MALPENSANTE. “Mientras que en ARCADIA reseñaríamos la publicación de un nuevo
libro de cuentos, de poesía, o una novela, en EL MALPENSANTE se incluiría directamente
el cuento, o las poesías, o un capítulo de la última novela anunciada”, concluye la
periodista.
Igual, ambas vertientes definidas por Marianne Ponsford cubren el tema cultural, por lo que
tal vez no valdría la pena tener en cuenta esta dicotomía, que en vez de facilitar, dificulta la
delimitación del campo del Periodismo Cultural. Así lo expresa la profesora e investigadora
Ruth Rodríguez, para quien “a pesar de distinguirse entre cultura de élite o popular,
científica o humanista, de consumo o underground, en la “cultura actual” ya no se parte de
la idea de que una sea mejor que otra, sino que se toman como diferentes”.3
Es complejo determinar cuál o cuáles deberían ser las principales competencias, las
fortalezas, las habilidades determinantes que debiera poseer un periodista cultural. En ese
sentido Diusabá afirma que “… los periodistas culturales escasean porque su especialidad
resulta tan extraña como la cocina sueca, porque su producto no vende y el periodismo de
hoy necesita vender para sobrevivir”.
3
Rodríguez reconoce la existencia de una cultura de élite o alta cultura, y una cultura baja o cultura popular.
No obstante insiste en que a pesar de que pueden ser diferentes deben ser registradas de igual manera por
los medios de comunicación si se quiere tener un conocimiento textual completo de la cultura prexistente.
lectura de autores como Faulkner o Graham Greene, ellos no sepan ni papa de esos tipos. A
veces no saben ni siquiera quién es Gabo”.
Con otras palabras, pero igual concepto, opina el maestro Bernardo Hoyos: “Llámese
cultura alta o baja, hay que tener conocimientos culturales para poder incursionar en el
campo del Periodismo Cultural. Yo no podría arriesgarme en la crítica musical de una
cantante como Shakira si no conozco, si no he oído la música sublime de los grandes
maestros como Bach, Mozart, Chopin o Beethoven. Para apreciar a esta cantante he debido
oir a otras grandes intérpretes como Edith Piaf o Ella Fitzgerald. ¿Cómo podría opinar un
periodista sobre la obra del maestro Fernando Botero sin tener conocimiento de qué es el
impresionismo, el dadaísmo o el surrealismo pictóricos?”.
En eso coinciden la mayoría de los periodistas entrevistados, en que las universidades han
descuidado la formación de sus estudiantes. Marianne Ponsford señala que los programas
académicos se han acortado en tiempo y asignaturas y que lo que antes era obligatorio
ahora es opcional. “El estudio de la estética, de la historia del arte, de la apreciación
artística eran fundamentales en la formación de los periodistas hace unos años, pero ahora
esas materias pasaron a ser un simple relleno que llaman ahora materias de contexto, las
cuales son de libre escogencia por parte del alumno, el cual tiene en la mente ser
presentador de noticias, redactor deportivo, analista político o comunicador organizacional,
menos periodista cultural”.
4
Garavito, irreverente como siempre, manifestó esta opinión en el marco del I Seminario Internacional de
Periodismo Cultural, realizado en Bogotá entre el 11 y el 13 de mayo de 1991.
Cultural, con el fin de generar un reducto de este tipo de periodismo en un mundo cada vez
más preocupado por la economía, la política el orden público, los deportes y el
entretenimiento.5 Aunque esta red tiene un fuerte sesgo hacia la producción de crónicas
literarias, lo que comúnmente se conoce como el Nuevo Periodismo, de todas maneras es
un hito que es importante defender en momentos en que esta profesión está menos
comprometida con el humanismo.
¿Y la Academia?
Los periodistas señalan que la culpa de que los pichones de redactores y reporteros no estén
cubriendo el ámbito cultural es de las facultades de Comunicación Social y Periodismo,
pues éstas no están a tono con el desarrollo del Periodismo Cultural. Es allí donde a los
jóvenes se les debe comenzar a cultivar su interés, su curiosidad, no solo por la carrera en
sí, sino por el arte, las letras, la arquitectura, la danza, la pintura, la escultura, etcétera.
La cronista argentina Leila Guerreiro, una de las más brillantes representantes del boom
latinoamericano de periodistas literarios del siglo XXI, lo expuso claramente en su
disertación en el marco del I Seminario ‘Nuevas Rutas para el Periodismo Cultural’,
celebrado en Ciudad de México en 2011: “Supongo que un periodista que trabaja en el área
cultural escuchó hablar de Andy Warhol, no necesita que nadie le explique la diferencia
entre Tom Wolfe y Tobías Wolf, y sabe que Roberto Gómez Bolaños no es el autor de una
novela llamada ‘Los detectives salvajes’. Subiendo en el grado de sofisticación, ese
periodista podrá saber o no quiénes son Louis Bourgeois o Peter Esterhazi, pero no debería
ignorar quién es, por decir algo, Octavio Paz (aunque un periodista deportivo tampoco
deberían ignorar quién es Octavio Paz, así como un periodista cultural no debería ignorar
qué es el Barça) y, ante todo, debería entender que su única herramienta es una cabeza bien
amueblada, amoblamiento que no se consigue a fuerza de literatura sino de una curiosidad
interminable. Lo que quiero decir es que, quizás, el periodismo cultural pueda definirse por
cierta temática pero que, como todo periodismo, debería tener la intención, modesta y
desmesurada, de mostrarle al lector un universo desconocido. Y que, como todo
5
Sobre el tema Jesús Martín Barbero decía, en el marco del I Seminario de Periodismo Cultural, que “...la
información cultural está ligada más al mundo de la vida, en el sentido que le da Habermas, que a las
corrientes de la moda y las nostalgias”.
periodismo, no debería estar hecho para cambiar el mundo pero tampoco para producir
indiferencia”.
Es la Universidad la que puede entregar esos conocimientos a los nóveles periodistas. Son
las facultades las llamadas a generar debates alrededor de la cultura y el periodismo, de la
relación simbiótica existente entre ambos. Después de egresados, los periodistas que
emergieron de las universidades son poco o nada maleables, sus gustos ya se decantaron
por las modas y los gustos que les generaron sus profesores, los que trabajan en los medios
masivos de comunicación, donde la cultura representa un envoltorio soft para las noticias
duras, un simple maquillaje para hacer la realidad lo menos heavy posible al público.
Mauricio Silva afirma que es necesario que los periodistas se especialicen en el tema
cultural. Para él este periodismo debería ser enseñado a través de un posgrado dictado en
las universidades. “Así como hacen diplomados y especializaciones en periodismo
económico o político, pues deberían hacer lo mismo con el cultural. Así los periodistas
interesados en el tema aprenderían sobre apreciación artística, creatividad musical, plástica,
bellas artes, lo mismo que a encontrar esas historias que están detrás de las noticias. No hay
que quedarse en el simple registro, sino ir más allá, donde están las crónicas y los
reportajes”.
Otra cosa piensa Marianne Ponsford, para quien no es necesaria una especialización o
maestría en Periodismo Cultural. Ella afirma que lo que debe conocer un periodista para
6
BONILLA SCARPETTA, Mariana. Periodismo cultural y literario en Colombia. Consultado el 3 de septiembre
de 2012 en http://espanol.upiu.com/view/post/1306530124124/
cubrir la toma de un pueblo, un escándalo de corrupción, la quiebra de una empresa, la
renuncia de un candidato o el concierto de una chelista de prestigio, todo ese conocimiento
debe provenir de la academia, de las universidades desde el pregrado. Ponsford no cree
necesario que se creen posgrados sobre Periodismo Cultural.
Una posición intermedia es la que expresa el maestro Hoyos, quien afirma que “el
Periodismo Cultural es un estado de ánimo, donde quien los practica lo hace porque le
gusta, porque siente interés por los temas que se derivan de él. Generalmente los
comunicadores que trabajan el área cultural lo hacen porque se sienten atraídos, imbuídos
por lo interesante y novedoso que ofrece la cultura. No obstante sería imprudente decir que
no haría bien al oficio el que las universidades preparen a los periodistas culturales
mediante la creación de posgrados de formación en la materia”.
A manera de conclusión
Después de las anteriores acotaciones sobra decir que los medios de comunicación
nacionales no han sabido darle cabida al Periodismo Cultural en sus espacios, en sus
contenidos. Revistas como CROMOS o SEMANA tienen editores culturales, pero sus
secciones cubren hechos más apegados a lo que es el espectáculo que el arte en sí. EL
TIEMPO se destaca por la separata cultural mensual de las ‘Lecturas Dominicales’, pero
aparte de ese hito, el tema cultural pasa prácticamente desapercibido en las páginas del
diario más importante de Colombia.
Para Oliveros es la televisión pública la llamada a hacer esta intervención, a saldar esa
deuda con el Periodismo Cultural. Él dice que “desde canales como Señal Colombia o
Canal Institucional las cosas son más fáciles porque no existe el apremio de tener que
conseguir pauta publicitaria que apoye y mantenga en el aire un programa cultural, como sí
sucede en los canales privados. Un programa como ‘Los puros criollos’ no podría hacerse
en esos canales, ni de vainas”.
En la radio sucede algo muy parecido. Los pocos programas que son de temática cultural
son relegados a la programación matutina del fin de semana, cuando casi nadie está
escuchando las emisoras. O en las madrugadas entre semana, como sucede en CARACOL
Básica (810 AM y 100.9 FM) con el programa “Así canta Colombia”, del veterano
periodista Gabriel Muñoz López. Los verdaderos programas culturales nuevamente son
objeto de las emisoras públicas, como Radionica o la Radiodifusora Nacional; o las
universitarias, como la emisora de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Javeriana Estéreo o
la de la Universidad Nacional.
Por otro lado, los periodistas de los medios de comunicación deben dejar de lado esa
reticencia sobre los temas culturales. Deben desarrollar una sensibilidad especial sobre
estos temas, no quedarse en la noticia superficial e insustancial, sino buscar las historias
valiosas que hay detrás de esas noticias. Para ello, para obtener, moldear y afinar esa
sensibilidad es menester que las facultades desarrollen asignaturas en sus currículos
académicos en las que se pueda aprender esa competencia. O mejor, se podrían diseñar
posgrados en Periodismo Cultural en los que los periodistas interesados en el tema podrían
fortalecer las habilidades que tienen para cubrir el ámbito cultural.
- TUBAU, Iván. Teoría y Práctica del periodismo cultural. Editorial Mitre. Barcelona,
1982.