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Complicidad patronal-militar en la última dictadura argentina:

Los casos de Acindar, Astarsa, Dálmine Siderca, Ford, Ledesma y Mercedes Benz 1

Victoria Basualdo

El presente artículo se propone recuperar, a treinta años del golpe militar del 24
de Marzo de 1976, un aspecto fundamental de esta historia: la complicidad entre grandes
empresas y fuerzas armadas. Aunque desde hace algunos años y hasta la actualidad
diversas denuncias impulsadas por parte de los trabajadores contra los grupos
empresarios han sido difundidas por los medios de comunicación, la evidencia reciente
recogida tanto por parte de investigadores independientes como a partir de diversas
acciones judiciales no ha sido reunida en un solo trabajo, ni sus implicancias han sido
suficientemente analizadas. Este artículo analizará seis de los más resonantes casos de
complicidad entre el empresariado industrial y las fuerzas represivas: los de las empresas
Acindar, Astarsa, Dálmine Siderca, Ford, Ledesma y Mercedes Benz. Luego de sintetizar
sus particularidades, se destacarán algunos aspectos que estos casos tienen en común, con
el objeto de precisar las características de la relación entre empresas y fuerzas militares
durante la última dictadura. Finalmente, se analizarán las implicancias que estas nuevas
líneas de investigación tienen respecto a las interpretaciones vigentes de la historia del
período.

I. La evidencia disponible sobre estos casos de complicidad patronal-militar

a) Astarsa

Las primeras instalaciones del astillero y establecimiento metalúrgico se


establecieron en el Tigre durante la década de 1920, aunque la empresa se constituyó
como sociedad anónima bajo el nombre Astarsa en los años ‘40, teniendo como
accionistas mayoritarios a la Sociedad Importadora y Exportadora de la Patagonia,
propiedad de la familia Braun Menéndez, y Estrabou y Cía. De acuerdo a las
estimaciones disponibles, la empresa empleaba a mediados de la década del ‘70 alrededor
de 1.500 obreros, de los cuales aproximadamente 800 eran trabajadores metalúrgicos, y
700 eran navales. 2 Aunque los salarios pagados en la empresa eran relativamente altos,
dado que la mayoría de los trabajadores realizaban tareas calificadas, el trabajo se
desarrollaba en pésimas condiciones de salubridad: “El golpeteo incesante sobre metales
y chapas poblaba el aire de ruidos sordos. Las emanaciones tóxicas de pinturas y material
de soldadura producían afecciones pulmonares de distinto grado de complejidad. Los
casos de esterilidad y accidentes de trabajo con las soldaduras autógenas eran frecuentes.
Un oficial calderero, por ejemplo, trabajaba vistiendo pesadas ropas de cuero para
1
Trabajo publicado en la Revista Engranajes de la Federación de Trabajadores de la Industria y Afines
(FETIA), Número 5 (edición especial), marzo 2006.
2
La principal fuente utilizada para reconstruir el caso de Astarsa es la investigación realizada por el
historiador Federico Lorenz (parte de la cual está contenida en su artículo “Los trabajadores navales de
Tigre. La militancia sindical en un contexto de enfrentamiento “militar””, Revista Lucha Armada N 2.
Buenos Aires: Marzo a Mayo 2005). Otra fuente importante sobre este caso es el programa de historia oral
llevado adelante por Memoria Abierta sobre la represión en Astarsa .

1
protegerse de las chispas en ambientes de más de 50 grados de calor dentro de los
compartimientos estancos de los barcos donde por las reducidas dimensiones se
concentran gases con gran facilidad.” 3

Entre 1971 y 1973, un grupo de trabajadores jóvenes que ingresaron a trabajar en


la planta comenzaron a cuestionar las condiciones sumamente precarias de trabajo y la
deficiente representación sindical que ofrecía el Sindicato de Obreros de la Industria
Naval (SOIN). Conformaron una agrupación, que se presentó a elecciones a fines de
1972 con la denominación de Lista Marrón. Aunque en una primera instancia el accionar
de la agrupación fue limitado, y varios miembros de la lista fueron despedidos por la
empresa, una sucesión de accidentes de trabajo (que no eran tales, sino que estaban
explicados por las deficientes condiciones de trabajo y la ausencia total de asistencia
médica adecuada) que culminaron en la muerte de varios obreros, originaron una
creciente movilización por parte de todos los trabajadores de la fábrica, que culminó en
una toma del establecimiento en Mayo de 1973, coincidiendo con la asunción del
gobierno por parte de Héctor Cámpora.

Entre 1973 y 1975 la agrupación que aunque tomó el nombre de José María
Alessio (el nombre de uno de los trabajadores muertos en un “accidente” en la fábrica)
seguía presentándose a elecciones como Lista Marrón, obtuvo un impresionante avance
en la representación de los trabajadores, y muchas conquistas sindicales, entre los que se
destacó la creación de la Comisión Obrera de Higiene y Seguridad, relacionada con el
Instituto de Medicina del Trabajo y con la Universidad Tecnológica Nacional, además del
establecimiento de relaciones estrechas con otras trabajadores de otras fábricas de la zona
norte. Como resultado de sus acciones, y de su afiliación a la JTP (Juventud Trabajadora
Peronista), en 1975 varios de los militantes fueron secuestrados por grupos paramilitares
y fueron salvajemente torturados, aunque la intensa movilización de trabajadores de las
fábricas de Tigre y vecinos logró su liberación. En enero de 1976 continuaron los
secuestros, y en febrero tres militantes aparecieron muertos, totalmente desfigurados.

El día del golpe militar, el 24 de Marzo de 1976, fuerzas del ejército al mando del
teniente coronel Molinari, quien se desempeñaba en la Escuela de Ingenieros de Campo
de Mayo, acordonaron la entrada a Astarsa, Mestrina y Forte, con tanques de guerra,
carros de asalto y helicópteros, en un operativo que se extendió hasta el día siguiente.
Con la anuencia de la empresa, que permitió de buen grado su presencia y colaboró en su
identificación, detuvieron a alrededor de 60 obreros, a quienes condujeron a la Comisaría
1ª de Tigre. De acuerdo a los testimonios de trabajadores que sobrevivieron, los militares
poseían instrucciones precisas, la primera de las cuales era desmantelar el cuerpo de
delegados y la comisión interna. Además de los asesinados y secuestrados, se calcula que
16 de los obreros y delegados continúan desaparecidos hasta la actualidad.

El caso de Jorge Rampoldi sirve para ilustrar las estrechas relaciones entre la
empresa, sectores del sindicalismo burocrático y las fuerzas militares. Rampoldi, afiliado
a la CNU (Concentración Nacional Universitaria, organización universitaria de extrema
derecha) se desempeñaba en un cargo administrativo de la oficina de personal de Astarsa,
3
Lorenz (2005), 74.

2
a lo que sumó luego su papel como asesor letrado del SOIN (sindicato de navales, de
tendencia burocrática), para terminar participando en la intervención al sindicato. En los
juicios llevados adelante en Italia respecto a desapariciones en Argentina durante la
última dictadura militar se lo implicó como uno de los responsables de la desaparición y
el asesinato de dos trabajadores de Astarsa, Martino Mastinú, llamado “el Tano” por sus
compañeros, y su cuñado Mario Marras, al que le decían “el Tanito”. 4

Por otra parte, un grupo de trabajadores sobrevivientes de Astarsa, al tomar


conocimiento en 2003 de la designación de Rampoldi (quien antes se había desempeñado
como viceministro de trabajo de Carlos Ruckauf en la Provincia de Buenos Aires) como
Director Nacional de Migraciones, realizaron una presentación ante la Comisión de
Derechos Humanos del Congreso Nacional, que derivó en la convocatoria de audiencias
en Julio y Agosto de 2003. Tanto en la presentación como en las audiencias se denunció
que tanto Rampoldi como otros miembros de la intervención al sindicato habían sido
identificados como miembros de los grupos que secuestraron a obreros de Astarsa y a sus
familiares. En particular, se lo acusó de intervenir en el secuestro del obrero Aldo
Ramírez, quien fue llevado al campo de concentración situado en Campo de Mayo, donde
fue salvajemente torturado y luego expuesto ante otros secuestrados. 5 Asimismo, se
señala que el 16 de Marzo de 1976, luego de que la esposa de uno de los obreros fuera
secuestrada, un grupo de trabajadores se dirigió a la oficina de personal de Astarsa para
notificar a Rampoldi de lo sucedido y requerir su colaboración para localizarla. Según los
testimonios, Rampoldi les respondió: “Ustedes no existen, no se dan cuenta? Ahora
cuando nosotros queremos los cagamos a tiros.”

b) Acindar

La empresa Acindar Industria Argentina de Aceros S.R.L. se fundó en el año


1942 en la ciudad de Rosario, ante la necesidad de acero en un contexto de restricciones
para la importación, por la Segunda Guerra Mundial. La firma se constituyó a partir de la
asociación de dos empresas constructoras: la empresa Acevedo y Shaw y la Compañía de
Construcciones Civiles de Aguirre y Aragón, y la mayor figura de su fundación fue el
Ingeniero Arturo Acevedo. En 1951 Acindar realizó su primera ampliación, instalando en
Villa Constitución, Provincia de Santa Fe, la denominada “planta 2”, establecimiento al
que nos referiremos en este apartado.

Para comprender la relación entre la empresa Acindar y las fuerzas armadas


resulta necesario detenerse brevemente en la historia gremial de Villa Constitución en
esos años, en especial en el sindicato de trabajadores metalúrgicos (que agrupaba a los
trabajadores de Acindar, Metcon, Marathon, Villber, entre otras plantas metalúrgicas que
constituían el núcleo central de la actividad económica en la localidad). En el mes de
Noviembre de 1974 se llevaron a cabo las elecciones de la UOM Villa Constitución, en
las que la Lista Marrón, que representaba a la tendencia combativa que había ido

4
Sobre las acusaciones a Rampoldi en los juicios realizados en Italia, ver Horacio Verbitsky, “Jaulas
vacías”, Página/12, 18 de Junio de 2000.
5
Audiencia en el Honorable Congreso de la Nación, 2 de Julio de 2003, versión taquigráfica
(http://www1.hcdn.gov.ar/dependencias/cpyrhumanos/VersTaq2003.htm).

3
organizándose desde comienzos de los años ´70 y estaba encabezada por Alberto
Piccinini, triunfó con más del 65% de los votos. La nueva conducción duró apenas tres
meses en el sindicato.

En la madrugada del 20 de Marzo de 1975, Villa Constitución, junto con varias


otras localidades del cordón industrial a lo largo del Río Paraná, fue ocupada
militarmente (en un operativo conjunto de las policías provincial y federal y de la
prefectura naval) por una decisión del gobierno nacional, ante una supuesta
“conspiración” contra el gobierno, orquestada a lo largo del cordón industrial y con sede
principal en Villa. Una columna de un kilómetro y medio de automóviles y camiones,
compuestos por policías provinciales, federales, matones de la derecha sindical peronista
y asesinos ligados a la Triple A (Alianza Argentina Anticomunista), como Aníbal
Gordon, entre otros, invadieron la ciudad. Líderes y militantes sindicales fueron
arrestados en sus casas, en las rutas o lugares de trabajo, desde allí trasladados a Rosario
y finalmente confinados a la prisión de Coronda. Se produjeron alrededor de 300 arrestos,
que incluían a toda la comisión Directiva de la UOM (con la excepción de Luis Segovia,
que logró escaparse) y a los activistas de la CGT regional. 6

A pesar de la profundidad del golpe represivo, se produce al día siguiente la


respuesta obrera: una huelga de “brazos caídos” dentro de las plantas, incluida Acindar.
El Comité de Lucha, conformado por nuevos dirigentes en reemplazo de los ya detenidos,
mantuvo la medida de fuerza durante 61 días, con el apoyo no sólo de los trabajadores,
sino también de sus familias y de los “comités barriales,” hasta el 17 de Mayo de 1975,
cuando una asamblea de 2.500 trabajadores aprobó unánimemente el levantamiento de la
huelga. El lunes 19 los trabajadores metalúrgicos volvieron a las fábricas y comenzaron
los despidos, que alcanzaron a más de 400 activistas. La represión no se detuvo allí, sino
que por el contrario continuó durante 1975 y 1976, intensificándose aún más luego del
golpe militar. Los presos de Villa Constitución fueron trasladados a las diferentes
cárceles del país, torturados y castigados de todas las formas posibles. Algunos de ellos,
una vez liberados, se dirigieron al exterior, mientras que otros soportaron el exilio interno
y perdieron sus trabajos debido a las listas negras que circulaban de empresa a empresa.
Y sin embargo corrieron mejor suerte que los trabajadores secuestrados a partir de 1976,
que nunca más aparecieron.

La participación de la empresa en este proceso adquirió varias formas.


Testimonios brindados ante la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de
Personas, creada por el gobierno de Raúl Alfonsín en los inicios de su gobierno) indican
que ya desde la escalada represiva desatada a partir de la “ocupación militar” de 1975
existían vínculos estrechos entre las fuerzas policiales y la empresa. 7 Uno de los testigos
señala que los vehículos desde los cuales partieron las balas que mataron a un trabajador
6
Ver, entre otros libros y publicaciones. Victorio Paulón, Angel Porcu, Bernardo Gallitelli, María Cecilia
Cangiano, Ernesto Rodríguez y Oscar Videla (comp.) El Villazo. La experiencia de una ciudad y su
movimiento obrero. Villa Constitución, 1999.
7
De aquí en adelante, a menos de que se indique lo contrario, se aludirá a testimonios recogidos por la
CONADEP en su legajo No. 1770, parcialmente reproducidos en Eduardo Basualdo, Miguel Angel Fuks,
Claudio Lozano, El conflicto de Villa Constitución. Ajuste y flexibilidad sobre los trabajadores. El caso
Acindar. Buenos Aires: IDEP-CTA, 1991.

4
portuario y a un vendedor de diarios en Abril de 1975 habían tenido libre acceso al
camino de INDAPE, firma entonces controlada por el grupo Acindar. Al día siguiente,
durante la movilización de los trabajadores de Acindar en contra de estos asesinatos y
otras intimidaciones, un helicóptero de la Policía Federal se dedicó a “marcar” y a
hostigar a los manifestantes. Dicho helicóptero había estado estacionado (y desde allí
había partido para reprimir a los trabajadores) en el helipuerto de Acindar.

Luego de estos sucesos, los efectivos policiales y parapoliciales instalaron un


cuartel en el denominado “albergue de solteros”, ubicado dentro del predio de Acindar,
en el que funcionaban entre varias decenas de efectivos, algunos de los cuales, como el
oficial principal Mujica, recorrían la ciudad en automóviles sin patentes acompañados por
efectivos de civil. Colaboraban con ellos supuestos obreros de la fábrica Acindar, en
realidad informantes de las fuerzas policiales, entre los que se destacaba uno, Raúl
Antonio Ranure. 8 Este cuartel era utilizado como centro de detención e interrogatorios
por parte de la Policía Federal. Los efectivos destacados dentro de Acindar no debían
preocuparse por los gastos, ya que la empresa los proveía con todo lo que les fuera
necesario.

Otros testigos acreditan que el automóvil en que se desplazaba el supuesto


operario de Acindar, Ranure, era guardado en un galpón y custodiado por efectivos de
civil que provenían del cuartel en Acindar. Indican asimismo que tanto Ranure como
Mujica habían participado en numerosos operativos en la ruta que une San Nicolás con
Villa Constitución, y que varios de estos detenidos fueron conducidos, encapuchados,
hasta el cuartel ubicado en el predio de Acindar. 9 Estos efectivos, junto con la oficialidad
de la Policía Federal, planificaban las operaciones contra los trabajadores metalúrgicos
dirigentes de la Lista Marrón, y los automóviles que utilizaban fueron identificados como
participantes en los operativos en los que asesinaron a la abogada De Grandis, y a los
obreros de Acindar Carlos Ruesca y Julio Palacios.

La existencia de un destacamento en el interior del predio de la fábrica fue


confirmada no sólo por testimonios de vecinos y víctimas, sino también por las propias
fuerzas de seguridad implicadas en la represión. Carlos Rampoldi, comisario inspector, el
30 de agosto de 1984, declaró ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición de
Personas, constituida en Villa Constitución: "En el año 1977 ingresé a la Jefatura de la
policía de Villa Constitución con el cargo de comisario inspector a cargo de la División
8
Uno de los testimoniantes frente a la CONADEP relató haber visto, por un descuido del implicado, una
credencial con la fotografía de Ranure que lo identificaba como servicio de inteligencia de la Policía
Federal, mientras que otro de los sobrevivientes, refiriéndose a otro “supuesto obrero”, en realidad
infiltrado, dijo haber reconocido entre quienes lo identificaron a un fotógrafo que era compañero de trabajo
en la fábrica.
9
El repartidor de sodas Pedro Alfaro, declaró el 7 de febrero de 1984, ante la Comisión de Derechos
Humanos de Villa Constitución que el agente de la policía montada Juan Carlos Miranda le confesó que a
varios detenidos los llevaban hasta dentro de Acindar y que Raúl Ranure, uno de los principales represores
de la ciudad, "era Halcón, que participaba de los operativos nocturnos que se hacían en Villa Constitución,
tripulando un Ford Falcon rural, celeste metalizado sin patente, que le había otorgado Acindar para que se
movilizase junto con la oficialidad de la Policía Federal". Citado en Carlos del Frade, Matar para robar,
luchar para vivir. Historia política de la impunidad. Santa Fe 1976/2004.
(http://www.nuncamas.org/investig/)

5
Informaciones; 10 en ese momento el grupo de Los Pumas ya estaba acantonado en la
fábrica de Acindar, cumpliendo tareas. Este grupo tenía su lugar de asentamiento en
Santa Felicia, cerca de Vera, y en ese momento, al mismo tiempo, había una fuerza de
tareas conformada por unos cuarenta hombres, que venían de distintas unidades del
Litoral, provenían de distintas brigadas, estaban un mes y los renovaban por otro
contingente. Estaban dirigidos por personal de baja categoría. De ese grupo se desprendía
una sección para cuidar Rosario. En la práctica ellos dirigen los procedimientos, como
detenciones o custodia de un lugar, y pedían nuestra colaboración..."

Por su parte, Rodolfo Peregrino Fernández, ex comisario de la Policía Federal


relató ante la Comisión Argentina de Derechos Humanos, en 1983 que “las patronales de
las industrias metalúrgicas instaladas allí, en forma destacada el presidente del directorio
de Acindar, ingeniero Arturo Acevedo, establecieron una estrecha vinculación con las
fuerzas policiales mediante pagos extraordinarios en dinero”, aclarando que “pagaba a
todo el personal policial, jefes, suboficiales y tropa, un plus extra en dinero,
suplementario al propio plus que percibían ya del Estado esos efectivos.” Agregó que
“Acindar se convirtió en una especie de fortaleza militar con cercos de alambres de púas.
Los oficiales policiales que custodiaban la fábrica se alojaban en las casas reservadas
para los ejecutivos de la empresa...". 11

Pero quizás la demostración más cabal de la mancomunión de los intereses de la


empresa y de la dictadura esté centrada en la figura de José Alfredo Martínez de Hoz,
quien pasó de ser presidente de Acindar hasta 1976, a ocupar el cargo de Ministro de
Economía de la Nación a partir del golpe militar, posición desde la que se encargó de
otorgar innumerables beneficios a su empresa, que a lo largo de la dictadura se benefició
de los regímenes de promoción industrial (a expensas de la empresa estatal SOMISA), de
la transferencia de su deuda privada al estado, y de cuantiosas transferencias de recursos
que cimentaron su expansión como grupo económico.

c) Dálmine Siderca

La empresa Dálmine Siderca, propiedad del grupo económico Techint y hoy


integrante de la alianza comercial TenarisSiderca, se estableció en la localidad de
Campana, Provincia de Buenos Aires, en 1954. Constituye uno de los casos menos
conocidos de participación empresaria en el proceso represivo, debido a dos factores
principales. Por un lado, la campaña por parte de la dirección de la empresa y del grupo
Techint tendiente a deslindar responsabilidades por las desapariciones y asesinatos de sus
trabajadores, y a atribuir la responsabilidad exclusivamente a las fuerzas militares, lo que
ha vuelto más difícil la tarea de encontrar pruebas de la complicidad entre la empresa y

10
Existen informaciones encontradas respecto a la fecha del arribo de Rampoldi a Villa Constitución. De
acuerdo a Pedro Alfaro, en 1975 el comisario Rampoldi ya era integrante del Servicio de Informaciones de
la Jefatura villense y "esencialmente ha prestado y presta su servicio a Acindar. Me consta que tiene el
organigrama completo de la planta, ha sido invitado a almorzar en reiteradas oportunidades por el
directorio de la empresa, decide y orienta a los directivos sobre quién puede o no entrar a la empresa".
Carlos del Frade, Matar para robar, luchar para vivir. Historia política de la impunidad. Santa Fe
1976/2004. (http://www.nuncamas.org/investig/)
11
Ver Carlos del Frade, El Rosario de Galtieri y Feced (http://www.nuncamas.org/investig/).

6
las fuerzas represivas. Por otro lado, el papel central de la empresa en la ciudad de
Campana en términos económicos, comunitarios y sociales, así como el poderío
económico del grupo Techint, han servido como factor de disuasión tanto para
trabajadores de la empresa como para los familiares de las víctimas y los vecinos en
general que fueron testigos de la connivencia de la empresa.

Sin embargo, es posible rescatar una serie de elementos que prueban de manera
contundente la colaboración de la empresa en el proceso represivo. Testimonios de
trabajadores de la fábrica indican que muchas de las características presentes en otros de
los casos también se dieron en Dálmine Siderca, como la presencia de personal del
ejército en la puerta de la fábrica con listados de personas “marcadas”, la contratación, a
partir del golpe militar de supuestos nuevos trabajadores que eran en realidad agentes de
las fuerzas represivas, y la detención e intento de detención de trabajadores en la propia
fábrica. Otro elemento en común con otros casos es el hecho de que la mayor parte de los
desaparecidos de la zona eran trabajadores con fuerte activismo gremial, entre los que se
destacaban los obreros de la fábrica.

Asimismo, existen algunos sucesos particulares que demuestran a las claras la


relación estrecha con las fuerzas militares. Un incidente clave fue el conflicto desatado en
la fábrica por falta de pago de premios en 1979. Los trabajadores se movilizaron y
convocaron una asamblea, dentro de la fábrica, frente a las oficinas de Personal. A pesar
de la presencia del coronel Zapata, del Área Conjunta 400, en la asamblea, los
trabajadores resolvieron reclamar por el pago; reivindicación que, aunque parcialmente,
se logró a regañadientes de la empresa y la Directiva gremial que había intentado impedir
la asamblea por todos los medios. El coronel Zapata, en otro intento por disuadir a los
obreros, había dicho a uno de los trabajadores que impulsaba la movilización:“...se acabó.
Es la última vez que lo mando llamar. La próxima lo mando a buscar...”, demostrando
claramente la plena coincidencia entre los intereses patronales y los militares. A pesar de
estas presiones, los trabajadores decidieron impulsar el conflicto en una asamblea con
voto a mano alzada, hecho más que inusual en esos tiempos. 12

El desarrollo de este conflicto y sus implicancias fueron descriptos por los


trabajadores Ángel Recúpero (actual secretario general de la seccional Campana de la
Unión Obrera Metalúrgica) y Luis Alberto Tavares (que junto a Recúpero había sido
miembro de la comisión interna de Dálmine Siderca durante 17 años), en un testimonio
clave: “El conflicto fue durísimo. La primera asamblea no fue presidida por los
delegados, sino por un grupo de oficiales del Ejército con ametralladoras y bayonetas.
Los militares concedían el uso de la palabra. Y algunos activistas trataban de hacer
equilibrio entre lo que debían reclamar y el cuidado de la propia vida. Pocos cometieron
el pecado de apasionarse demasiado.

Uno de ellos se llamaba Juan José Colorado Torrente. A otro se lo conocía como
Pascual Gordillo. La primera asamblea pasó, luego vinieron las reuniones de los
activistas en el vestuario de la acería. Eran encuentros atípicos, de no más de 30

12
Miguel A. Di Fino, Ariel O. Nuñez y Soledad Sadonio, Sobre ausencias y exilios. Un ensayo histórico
sobre Campana entre 1976 y 1982. Campana, Buenos Aires: 1999.

7
empleados. Acudían, si se animaban, dos por cada sector. Antes de entrar, los paraba un
subteniente para pedirles los nombres, los documentos e interrogarlos convenientemente.
Protagonizaron tres días de huelga general, y las reivindicaciones fueron obtenidas.
Cuando terminó la segunda jornada de paro, Torrente salió de la planta junto a dos de sus
compañeros, cruzó la avenida Mitre, enfiló para su casa, en el centro del barrio Siderca,
dejó al último operario en su domicilio y... nunca se lo volvió a ver en este mundo. A
Gordillo le pasó exactamente lo mismo, sólo que unos días después.” 13

Por otra parte, cabe destacar que uno de los centros clandestinos de detención de
la zona, el Tiro Federal de Campana, se encuentra lindante a la fábrica, y hasta existe una
puerta que comunica ambos lugares. 14 El predio de la Ruta 12, que hasta el 24 de marzo
de 1976 funcionó un polígono de tiro civil, fue ocupado por el Ejército en la madrugada
del 25 y transformado en un campo de concentración adonde se torturó, desapareció y
mató a cientos de personas, entre ellos algunos trabajadores de Dálmine Siderca, hasta,
por lo menos, mediados de 1977. La cercanía de la fábrica era tal que los desaparecidos
apresados en el Tiro Federal escuchaban claramente los ruidos de las máquinas
trabajando. Cuando en 2004 se realizó una visita de reconocimiento al predio, por el juez
federal Federico Faggionato Márquez, quien comenzó la investigación a partir de una
presentación que la subsecretaria de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires,
los nueve ex detenidos pudieron reconocer cada uno de los sonidos de las etapas de
producción que habían escuchado por primera vez estando desaparecidos.

d) Ford Motors Argentina

Ford Motors instaló sus primeras filiales en Argentina en las primeras décadas del
siglo, primero en Barracas y luego en La Boca, mientras que la actual planta de General
Pacheco, Provincia de Buenos Aires, fue inaugurada en 1961. La investigación sobre la
actuación de la empresa durante la última dictadura dio lugar a una causa penal y a una
causa civil contra personal directivo de la empresa, impulsada por algunos de los obreros
sobrevivientes, especialmente Pedro Norberto Troiani. 15 Entre marzo y mayo de 1976,
hubo 25 delegados secuestrados. Todos pertenecían a la comisión interna, que se
encontraba conformada por 200 delegados, en una planta con alrededor de 5.000 obreros.
Los 25 trabajadores estuvieron técnicamente desaparecidos de 30 a 60 días. La mitad de
ellos fue secuestrada en sus casas y llevada a la comisaría de Tigre, dispuesta como
centro clandestino, mientras que la otra mitad fue detenida directamente en la planta de
General Pacheco.

13
Luis Majul, Los dueños de la Argentina. La cara oculta de los negocios. Buenos Aires: Sudamericana,
19na.edición, 1993, p. 231.
14
Ver Martina Noailles, “Un campo de la muerte intacto. Inspección ocular a un centro clandestino en
Campana”, Página/12, 9 de Junio de 2004.
15
Los directivos acusados son: Nicolás Enrique Courard, presidente y representante legal de la compañía
Ford Motor Argentina SA; Pedro Muller, gerente de manufactura; Guillermo Galárraga, a cargo de la
gerencia de Relaciones Industriales, y Héctor Francisco Sibilla, el militar retirado del Ejército contratado
tiempo después por la Embajada de Estados Unidos, jefe de Seguridad en la Planta de Pacheco y ascendido
el 26 de julio de 1978, luego de los secuestros de obreros, al rango de teniente coronel.

8
La relación entre la empresa y las fuerzas militares se puso de manifiesto de
diversas maneras en el caso de Ford. Por un lado, trabajadores secuestrados testimonian
que sus detenciones se efectuaron en camionetas F100 que eran proporcionadas a las
fuerzas represivas por la empresa. Por otro lado, existen numerosos testimonios que
indican que, lejos de limitarse a apoyar a las fuerzas represivas, la empresa reclamó el
secuestro de trabajadores y delegados gremiales a las fuerzas armadas. Una de las esposas
de los secuestrados, Arcelia Luján de Portillo, indicó en su declaración judicial que en su
entrevista con un militar responsable de los secuestros, de apellido Molinari, éste “sacó
de un cajón una lista en un papel tipo oficio con el logotipo de Ford, manifestándome:
“Acá están todos los nombres que nos dio la empresa con los trabajadores que queríamos
que chupáramos”.” 16 Diversos testimonios indican que el “marcado” por parte de la
empresa de quiénes debían ser secuestrados no sólo se realizó mediante la lista
mencionada, sino también a partir de los carnets con las fotos personales de los
trabajadores, que fueron entregados a los militares con el objeto de que los utilizaran para
la correcta identificación de sus detenidos.

Testimonios adicionales, como el de Jorge Ernesto Berguier, quien se encontraba


realizando su servicio militar en aquellos años de la dictadura, permiten apreciar el
intercambio de favores entre la empresa y las fuerzas militares: “Esos operativos (de
control en ruta) duraban todo el día, y almorzábamos en la Ford de Pacheco (…). Antes
de salir, el oficial a cargo hacía una especie de arenga y nos decía “vamos a detener
subversivos, vamos a almorzar a Ford, ésta es la colaboración de la empresa con las
fuerzas armadas, hay que agradecerle.” Había una mancomunión entre el gobierno de las
fuerzas armadas y la empresa… Comíamos en el comedor de la fábrica, y no era secreto
que los oficiales se saludaban con los que servían la comida, y con los militares que
estaban en la puerta, de seguridad. Esto era habitual, era un saludo fraternal (…)”.

La presencia permanente de las fuerzas armadas en el predio de la empresa fue


confirmada en términos muy similares por testimonios de trabajadores, como Daniel
Hagelin, quien fue obrero de Ford durante la dictadura: “Había una gran presencia militar
adentro del predio, de hecho el área de deportes, donde estaban las canchas de fútbol,
tenis, quinchos y vestuarios de los obreros, era el cuartel de los militares; los trabajadores
tenían vedado el acceso a ese sector. Pero además de eso nuestros comedores de planta
tenían un horario para que fueran a comer los militares destacados en el lugar, incluso
había chicos que hacían el servicio militar en la fábrica, como si fuera una unidad más.
No puedo decir que había un regimiento, pero había más de cien personas afectadas, por
lo menos una compañía militar había en la fábrica, y no fabricando autos precisamente…
No cumplían tareas de seguridad de las instalaciones, de eso se ocupaba la propia
empresa, sino que tenía la tarea específica de represión. Los militares actuaban a pedido
de la gerencia, que tenía su voz cantante en un tal Galarraga, gerente de Relaciones
16
Solicitud de declaraciones indagatorias en la causa Molinari, Antonio, Personal Ford s/privación ilegal de
la libertad, iniciada por el querellante Pedro Norberto Troiani, con el patrocinio letrado del Dr. Tomás Ojea
Quintana. La declaración de Arcelia Luján Portillo consta a fs. 44 de la causa. Se incluyen numerosos
testimonios adicionales en este sentido, como el de Elisa Josefa Charlin, esposa de otro secuestrado, quien
se entrevistó con Molinari “quien poseía una lista con aproximadamente veinte o treinta nombres escrita a
máquina. Recuerdo que dicho papel tenía el logotipo de Ford…”. Molinari le aclaró en dicha ocasión: “Esta
es la lista que me entregaron, apoyando la mano sobre la lista más arriba referida”. Fs. 465/466.

9
Institucionales. No podemos decir que los militares mandaban a los trabajadores, sino que
estaban para algún caso de reclamo salarial o reclamo gremial que se llevara adelante. La
dirección de la empresa era pro militar. Fue famosa la situación que vivió la comisión
interna que sufrió el golpe, que meses antes de la caída del gobierno de Isabel tuvo una
discusión con Galarraga, quien les dijo textualmente: "Yo con ustedes no discuto más, y a
partir de ahora denle mis saludos a Camps". Nadie sabía quien era el tal Camps, quien
luego del golpe aparece como jefe de la policía de la provincia de Buenos Aires, y llegó a
desaparecer a dos miembros de esa comisión directiva.” 17

Pero la participación de la empresa en el proceso represivo no se restringió a


proveer apoyo logístico ni a demandar la detención de algunos de sus propios
trabajadores, sino que, al igual que en Acindar, alcanzó su máximo nivel en el caso de
Ford: está probado que las fuerzas militares instalaron en el campo de deportes de la
planta de Pacheco una dependencia militar adonde funcionó un centro clandestino de
detención. En el mismo fueron recluidos algunos de los delegados gremiales secuestrados
dentro de la fábrica por ciertos períodos de tiempo. Es el caso del obrero Juan Carlos
Conti, delegado del personal del sindicato de Mecánicos (SMATA) que trabajaba en Ford
desde 1965, quien fue secuestrado en el interior de la fábrica el 14 de Abril de 1976. Fue
conducido en una camioneta de la empresa hasta un quincho, en el propio predio de la
fábrica, con sus manos atadas con alambres. Luego de su secuestro, la empresa intimó a
Conti por “abandono de tareas”, y cuando su esposa responde relatando lo sucedido (de
lo cual la empresa por supuesto estaba al tanto), procedió a despedirlo de todas formas. 18

Por otra parte, personal de la empresa tuvo intervención personal en los


interrogatorios de los delegados secuestrados, para extraer información vinculada a la
actividad sindical dentro de la fábrica. Es el caso del detenido Francisco Guillermo
Perrotta que no era obrero sino uno de los 2.500 empleados administrativos de la planta
que hasta mediados de los ’70 no tenían representación gremial. Como empleado de la
Oficina de Análisis de Costo, Material e Inventario, Perrotta tenía acceso a información
clave sobre las cuestiones internas de la fábrica. Junto a otro delegado del área financiera,
fueron los dos únicos torturados con picana eléctrica. Perrotta identificó por su voz (dado
que se encontraba encapuchado) al Jefe de Seguridad de la fábrica, Héctor Francisco
Sibilla, como una de las personas presentes durante su interrogatorio, durante el cual le
mencionaron datos y nombres internos de la Ford que sólo personal de la firma muy bien
informado podía conocer. Sibilla era miembro de las Fuerzas Armadas y fue ascendido el
26 de julio de 1978, luego de los secuestros de obreros, al rango de teniente coronel, al
parecer como premio por el disciplinamiento obtenido en la Ford. Significativamente
Sibilla fue contratado, luego de su paso por la empresa, por la Embajada de Estados
Unidos como personal de seguridad de la sede diplomática, en un cargo que ocupó hasta
2004. 19
17
Citado en Fabián Domínguez y Alfredo Sayus, La Sombra de Campo de Mayo.
(http://www.nuncamas.org/investig/saydom/lasombra/lasombr8.htm)
18
Ver denuncia de la CTA ante el Juez Baltasar Garzón, p. 14.
19
Ver Alejandra Dandan, “Ford Falcon modelo ´76”, Página 12, 26 de Febrero de 2006. Una de las líneas
de investigación abierta por los trabajadores y sus representantes legales es la relación entre la filial
argentina y la casa matriz, con la intención de determinar el grado de conocimiento y participación de la
segunda en el proceso represivo.

10
e) Ingenio Ledesma

El ingenio azucarero Ledesma fue fundado hace más de un siglo en la localidad


de Libertador San Martín, en la Provincia de Jujuy, por la familia Blaquier, miembros
destacados de la oligarquía terrateniente conformada a lo largo del siglo XIX. La
articulación de los directivos del ingenio Ledesma con las fuerzas represivas fue dada a
conocer por el intenso activismo de Olga Arédez, esposa de Luis Aredez, pediatra que
habiéndose desempeñado como médico del ingenio, fue secuestrado por las fuerzas
armadas en mayo de 1977 y nunca más apareció. Aredez había sido despedido en los
años ´50s del ingenio Ledesma por utilizar recursos considerados excesivos en los
obreros del ingenio y sus hijos, que padecían de enfermedades, como la diarrea estival,
que causaba la muerte de decenas de ellos en temporada de zafra. Luego de
desempeñarse por un tiempo como director del hospital de Tilcara, Aredez decidió
retornar nuevamente a Gral. San Martín para atender a los trabajadores del ingenio por
fuera de la estructura de la empresa. En 1973 distintos grupos políticos impulsaron su
candidatura a la intendencia. Durante su mandato comenzó a exigir el pago de impuestos
de la empresa Ledesma al municipio, por primera vez en su historia centenaria. El 24 de
Marzo de 1976 Luis Arédez fue detenido por fuerzas de seguridad en su casa,
permaneciendo un mes desaparecido, y luego casi un año en la cárcel, al fin del cual fue
dejado en libertad y pudo retornar a su hogar. En mayo de 1977, después de haber
atendido a algunos de sus pacientes en el hospital de la localidad de Fraile Pintado,
desapareció sin dejar rastros. Posteriormente, lograron recabar el testimonio de un vecino
quien lo había visto conduciendo su auto en la ruta interprovincial 34, acompañado de
otros tres hombres desconocidos, y aunque saludó al Dr. Arédez, éste no respondió el
saludo. A raíz de la investigación de la CONADEP un detenido que estuvo en el campo
de concentración de la localidad de Guerrero, Prov. de Jujuy afirma que entre los
detenidos del Campo de Guerrero se encontraba, al parecer muy torturado, el Dr. Luis
Ramón Arédez.

El testimonio de Olga Arédez proporciona datos clave para comprender la


relación entre el ingenio y las fuerzas represivas. En primer lugar, refiriéndose a la
primera detención de Luis Arédez, en Marzo de 1976, Olga señala en su declaración ante
la CONADEP que su hijo Ricardo “vió desde su ventana del dormitorio, cómo su padre
era cargado por una acción conjunta de la policía de la provincia y la gendarmería
nacional, la cual, y siendo una fuerza militar creada en su origen para combatir el
contrabando en las fronteras, está establecida desde hace varias decenas de años dentro
del territorio de la empresa privada conocida como Ingenio Ledesma. Mi marido fue
cargado en la parte trasera de una camioneta con el logotipo de la Empresa Ledesma
impreso en las puertas de dicho vehículo. La camioneta era conducida por un empleado
de la propia empresa.” 20

20
Todos las citas textuales en adelante provienen de Arédez Sagues, Luis Ramón, Legajo Conadep N°
3376. Testimonio de su esposa, Olga del Valle Márquez de Arédez, y de sus hijos Teresa Adriana, Luis
Ramón, y Ricardo Ariel Arédez.

11
La colaboración de la empresa en la represión fue admitida frente a ella por
personal de la empresa: “me entrevisté con el Administrador del Ingenio Ledesma, el
ingeniero Alberto Lemos. Él admitió que la Empresa había puesto sus móviles a
disposición de la acción conjunta llevada a cabo por las fuerzas armadas, en sus palabras,
“para limpiar al país de indeseables”.” Y el peso de los intereses empresarios en los
motivos de la detención también fue oportunamente clarificado: “También aseguró que
mi esposo, debido a su actividad como asesor médico de los obreros, había resultado muy
perjudicial para los intereses económicos de la empresa Ledesma.”

El caso de Arédez no fue de ninguna manera un caso especial en lo que se refiere


a la participación del ingenio en el proceso represivo en la zona. En los tristemente
célebres apagones, que comenzaron a realizarse a partir del 20 de Julio de 1976, durante
los cuales se cortaba el suministro de energía eléctrica entre las 10 de la noche y las 6 de
la mañana, decenas de trabajadores, estudiantes, amas de casa, sindicalistas y
profesionales fueron secuestrados, 21 de acuerdo al testimonio de Aredez, “siempre con la
colaboración del parque móvil de la Empresa Ledesma.” Los secuestrados fueron
recluidos en diferentes centros clandestinos de detención en los que fueron brutalmente
torturados, entre los que se encontraba “la sede del escuadrón 20 de gendarmería
nacional, ubicado dentro del predio de la Empresa Ledesma, en la actualidad llamado
Barrio Ledesma.”

Por si quedaran dudas de la relación entre la empresa y las fuerzas armadas, Olga
Aredez señala que al mes de la desaparición de su esposo, después de regresar de una
misa para pedir por su aparición, vio invadida su casa “de soldados uniformados del
Ejército Argentino (alrededor de 30), al mando de un empleado de la Empresa Ledesma,
Juan de la Cruz Kairuz, quien también desempeñaba la actividad de entrenador del
equipo de fútbol de la Empresa Ledesma, Club Atlético Ledesma. Kairuz iba vestido de
civil e impartía ordenes al los uniformados de ese allanamiento y, nuevamente, sin
ninguna orden judicial se llevaron de nuestro domicilio muchos documentos y libros.”

Resulta importante tener en cuenta el contexto del funcionamiento de la estructura


productiva del ingenio y su impacto humano, ecológico y económico, para comprender
que el terror instaurado durante la dictadura se constituyó en otro elemento más de
control, en un marco de explotación extrema. La jornada diaria de más de 12 horas que
debían cumplir los trabajadores (en ese entonces entre 12.000 y 12.500, hoy serían menos
de 2.500), los insuficientes salarios, pagados no con dinero sino con papeles de crédito de
la empresa, la falta de atención médica adecuada y las condiciones precarias de vivienda
en pueblo, vigentes tanto en los años ´70s como en la actualidad, constituyen el contexto
de la política represiva. 22 Esto se suma a la profunda insalubridad no sólo de las
condiciones de trabajo sino de vida, ya que por la constante aspiración del polvo del
21
“Nunca más” de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP), páginas 217-218-262-
263-447, quinta edición, Editorial Eudeba (1999).
22
El documental “Sol de Noche. La historia de Olga y Luis” de los realizadores Pablo Milstein y Noberto
Ludin, con producción ejecutiva de Eduardo Aliverti (color, 78 min., 2002) proporciona datos e imágenes
ilustrativas del funcionamiento de la empresa, y del trato a sus trabajadores. Para más datos y análisis del
documental, ver Victoria Basualdo, “Cine documental e historia reciente: apuntes sobre la complicidad
patronal-militar” en Revista Lucha Armada No. 4, Septiembre a Noviembre de 2005.

12
bagazo, el desecho de la caña de azúcar que contamina el agua, el aire y la tierra, los
pobladores sufren severos problemas respiratorios, que en muchos casos, como el de
Olga Arédez, derivaron en cáncer de pulmón, lo que finalmente causó su muerte el 17 de
marzo de 2005.

Una reveladora entrevista a Mario Paz, ex directivo de relaciones públicas del


ingenio Ledesma, provee información adicional sobre los criterios de contratación,
control y despido de la empresa. 23 Paz admitió orgulloso haber despedido a más de diez
mil trabajadores, entre ellos a Luis Arédez, quien “era un mediquito zurdo, un buen
médico pediatra, pero que tenía ese gesto demagógico con el personal”. Reconoció
asimismo que el personal de gendarmería (“eran seis hombres, pero qué cojonudos”)
tenía acceso permanente al terreno de la empresa, dentro del que tenían un destacamento
propio. Finalmente, en una declaración útil para entender la filosofía que guiaba el
manejo de recursos humanos de la empresa: “Yo detengo diez sospechosos, los reviento a
todos hasta que salta el culpable, y ahí largo a los nueve restantes y les pido disculpas”.

Esta identificación de Mario Paz, y por lo tanto de la empresa que lo empleaba


para tratar con sus empleados, con las fuerzas represivas se reflejó también en su actitud
de permanente intimidación a quienes tuvieran la intención de denunciar las violaciones a
los derechos humanos frente a los organismos internacionales. Como indica Olga Arédez
en su testimonio ante la CONADEP: “A comienzos del año 1979 nos reunimos en la
ciudad de San Miguel de Tucumán ante la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, dependiente de la O.E.A. (Organización de Estados Americanos), para realizar
la denuncia de la desaparición de nuestros familiares. Nos juntamos centenares de
familiares de todo el noroeste argentino. En el hotel donde se recepcionaba las denuncias,
Hotel Versalles, estaba también alojado, sorpresivamente, junto a su mujer el Director de
Relaciones Públicas de la Empresa Ledesma, el señor Mario Paz, muy temido por los
demás familiares, quienes venían a denunciar las detenciones y desapariciones
producidas en Ledesma. Mario Paz se apostó en un sillón a la entrada del hotel, y cuando
accedíamos a presentar las denuncias, nos topábamos, inevitablemente, con su figura. Por
este motivo algunos familiares, que tenían sus otros hijos empleados en la Empresa
Ledesma, no pudieron hacer sus denuncias de una manera personal. Las tuvimos que
llevar por ellos los otros denunciantes, no vinculados laboralmente a la empresa, y
entregarlas en su lugar. El mencionado Mario Paz no se movió ni un instante de su sitio
durante nuestra presentación.”

f) Mercedes Benz

La empresa automotriz Mercedes Benz, hoy Daimler Chrysler, una de las


mayores empresas industriales europeas, fue fundada en Alemania en 1890. La planta de
Argentina, la primera filial de la empresa en el exterior, se estableció en González Catán,
Provincia de Buenos Aires, en 1951. La participación de la empresa en la represión a sus
trabajadores durante la última dictadura militar ha sido investigada por la periodista Gaby

23
La entrevista se encuentra incluida en el documental “Sol de Noche”.

13
Weber, y sus hallazgos fueron detallados en dos libros y un documental. 24 El análisis de
la historia de la empresa sitúa sus acciones durante la dictadura en perspectiva: a la luz de
su relación con el nazismo a partir de la década de 1930 y los beneficios que esta
asociación le reportó en la expansión de su producción y sus ganancias, de la utilización
mano de obra compuesta por polacos y judíos reducidos a relaciones de trabajo
equivalentes a la servidumbre, y del empleo ofrecido por Mercedes Benz Argentina a
Adolf Eichmann, criminal de guerra y encargado de la logística del transporte masivo de
judíos hacia los campos de exterminio, hasta su secuestro por agentes de inteligencia que
lo trasladaron a Israel, adonde fue juzgado en 1961 y ejecutado en 1962, la política
represiva de Mercedes Benz no parece sino presentar una línea de continuidad bastante
predecible.

De modo similar a los trabajadores de otras plantas, los obreros de Mercedes Benz
se movilizaron en octubre de 1975 en rechazo a los representantes designados por el
sindicato de trabajadores del gremio mecánico y automotor a nivel nacional, SMATA,
debido a que lejos de representar los intereses de los trabajadores, no hacían más que
negociar con los directivos de la empresa. Los cuatro mil trabajadores de la planta,
reunidos en asamblea, eligieron una nueva comisión interna, compuesta por nueve
representantes, que a partir de ese momento sería conocida como “el grupo de los
nueve”. SMATA negó la validez de la elección y de la comisión interna y la empresa
despidió a 115 obreros (entre los cuales se contaban los 17 que luego serían secuestrados
durante la dictadura) con aval del gremio automotor y su secretario general José
Rodríguez. El 24 de Octubre de 1975, en el transcurso de la huelga, se produjo el
secuestro del Jefe de Producción de la planta, Heinrich Metz, por parte de Montoneros,
con la demanda de la reincorporación de los cesantes. La empresa finalmente cedió y
declaró la reincorporación de todos los despedidos, después de lo cual Montoneros exigió
el pago de un rescate, que de acuerdo con la casa matriz de la empresa en Alemania fue
de siete millones de dólares, mientras que la gerencia local sostiene que fue de cuatro y
los encargados de finanzas de Montoneros de dos millones. La investigación sobre el
misterio del monto efectivamente pagado por el rescate dejó al descubierto las prácticas
fraudulentas de la empresa, que aprovechó el secuestro para consignar una cifra muy
superior a la real en su declaración de impuestos en Alemania, lo que le permitió obtener
un importante margen de ganancia.

La situación en la fábrica comenzó a alterarse significativamente entre fines de


1975 y comienzos de 1976. Weber demuestra de manera contundente las relaciones entre
el gobierno, en particular el entonces Ministro de Trabajo Carlos Ruckauf, quien el 6 de
octubre de 1975 promovió y firmó un decreto de aniquilamiento de la subversión en los
centros industriales, asimilando toda lucha obrera a un proceso de guerrilla industrial, la

24
Su primer libro fue publicado en Alemania (“Los desaparecidos de Mercedes Benz”), y el segundo no
trata específicamente del caso de Mercedes Benz, aunque contiene algunos capítulos que a él se refieren
(ver Gaby Weber, La conexión alemana. El lavado del dinero nazi en la Argentina Buenos Aires:
Edhasa,2005). El documental se titula “Milagros no hay. Los desaparecidos de Mercedes Benz” color, 113
min., 2003, y existe una versión actualizada: 85 minutos, 2005. Para más datos y análisis del documental,
ver Victoria Basualdo, “Cine documental e historia reciente: apuntes sobre la complicidad patronal-militar”
en Revista Lucha Armada No. 4, Septiembre a Noviembre de 2005.

14
dirigencia sindical burocrática y las cúpulas empresariales. 25 En el caso de SMATA, la
aceptación de la política de eliminación de la “guerrilla industrial” impuesta por el
gobierno se plasmó en la firma de un convenio con las empresas automotrices, que entró
en vigencia en Mercedes Benz el 21 de julio de 1975, estableciendo que el 1% del precio
de venta de cada vehículo se dedicaría a la formación de un fondo extraordinario para la
“erradicación de elementos negativos” de la fábrica. Este fondo sería administrado por la
dirección de SMATA sin auditoría alguna, a cambio de que la propia entidad
supuestamente representativa de los trabajadores se encargara ella misma de garantizar su
represión efectiva. Luego del golpe militar de 1976 se sucedieron los secuestros de
trabajadores y activistas en la planta.

De los diecisiete trabajadores de Mercedes Benz Argentina que fueron


secuestrados durante la última dictadura, sólo tres volvieron a aparecer. El trabajo de
Weber, que implicó años de investigación minuciosa, partió de los testimonios de los dos
obreros secuestrados que sobrevivieron, Juan Martín (detenido en abril de 1976 en la
fábrica Mercedes Benz, encarcelado y torturado en la comisaría de San Justo, para ser
finalmente liberado diecinueve días después) y Héctor Aníbal Ratto (detenido en agosto
de 1977 también en la fábrica por un grupo armado perteneciente al Ejército Argentino,
permaneció en cautiverio clandestino y bajo tortura en la Comisaría de Ramos Mejía y en
Campo de Mayo, recuperando la libertad en marzo de 1979), quienes aunque se
consideran afortunados por haber sobrevivido, sufrieron las secuelas físicas y psíquicas
de ese cautiverio durante el resto de su vida. Un tercer sobreviviente es Alfredo Martín,
un supervisor de la planta que fue detenido en diciembre de 1976, torturado por Rubén
Lavallén en la comisaría de San Justo y liberado horas después.

La participación de la empresa en la represión se encuentra documentada en


varios testimonios. El obrero Héctor Ratto estuvo presente cuando el jefe de producción
de la fábrica, Juan Tasselkraut, transmitió a las fuerzas de seguridad la dirección del
obrero Diego Núñez, quien fue secuestrado ese mismo día y permanece desaparecido
hasta la fecha. Varios trabajadores fueron apresados en su lugar de trabajo, sin ningún

25
Ese decreto que fue firmado por Italo Argentino Luder (Presidente Provisorio del Senado de la Nación en
ejercicio del Poder Ejecutivo) acompañado por sus ministros (Manuel Arauz Castex, Tomás Vottero,
Carlos Ruckauf, Carlos A. Emery, Antonio Cafiero y Angel Federico Robledo) establecía que: “Visto la
necesidad de enfrentar la actividad de elementos subversivos que con sus acciones vienen alterando la paz
y la tranquilidad del país, cuya salvaguardia es responsabilidad del Gobierno y de todos los sectores de la
Nación y considerando lo propuestos por los Señores Ministros. El Presidente Provisorio del Senado de la
Nación en ejercicio del poder ejecutivo en Acuerdo General de Ministros decreta: Art 1º: "Constitúyese el
Consejo de Seguridad Interior, [lo conformarán] el Presidente de la Nación,... los Ministros del P.E.N. y los
Comandantes Generales de la Fuerza Armadas...."Art. 2º: "Compete al Consejo de Seguridad interior: a) La
dirección de los esfuerzos nacionales para la lucha contra la subversión. b) La ejecución de toda tarea que
en orden a ello el Presidente de la Nación le imponga". Art. 3º: El Consejo de Defensa, presidido por el
Ministro de Defensa e integrado por los Comandantes Generales de las Fuerzas Armadas... tendrán las
siguientes atribuciones: Items a) a c) asesorar, proponer y coordinar medidas para la lucha contra la
subversión, d) conducir la lucha contra todos los aspectos y acciones de la subversión, e) planear y conducir
el empleo de las Fuerzas Armadas, Fuerzas de Seguridad y Fuerza Policiales para la lucha contra la
subversión". Art: 4º y 5º: "La Secretaría de Prensa y Difusión, la secretaría de Informaciones del estado... la
Policía Federal y el Servicio Penitenciario nacional, quedan funcionalmente afectadas al Consejo de
Defensa". Art 6º. El Estado Mayor Conjunto tendrá como misión asistir al Consejo de Defensa..."

15
tipo de protesta por parte del personal gerencial de la fábrica, que por el contrario
colaboró con los grupos represivos. El mismo Juan Tasselkraut dio cuenta de los efectos
que la represión tuvo en el funcionamiento interno de la empresa, cuando en el contexto
de los Juicios por la Verdad en los tribunales de La Plata, se le preguntó si consideraba
que existía alguna relación entre la disminución del conflicto en la fábrica, el aumento de
la productividad y la desaparición de obreros y militantes. Su respuesta fue: “Y...
Milagros no hay”.

El caso de Rubén Luis Lavallén ilustra la profundidad de la relación de la empresa


con las fuerzas represivas. Lavallén estuvo a cargo durante los primeros años de la
dictadura del comando de la Brigada de Investigaciones de San Justo, sede de un centro
clandestino de detención. Fue positivamente identificado por la esposa del obrero de
Mercedes Benz, Alberto Gigena, como uno de los secuestradores de su esposo, quien
nunca volvió a aparecer. Con esta foja de servicios, Lavallén fue contratado por
Mercedes Benz en 1978 como encargado de la seguridad y vigilancia de la planta de
González Catán. Ya en democracia, Lavallén fue condenado, en 1998, a cuatro años de
prisión por falsificación del acta de nacimiento de la menor Paula Logares, hija de una
pareja de uruguayos secuestrados en Montevideo y detenidos en la Brigada de
Investigaciones de San Justo, en el marco del Plan Cóndor. A la pareja jamás se la volvió
a ver con vida y la menor fue apropiada por Lavallén y registrada como hija suya. 26

Para comprender cabalmente la estrecha relación entre el personal directivo y la


cúpula militar, cabe destacar que Mercedes Benz, que se encontraba entre las veinte
empresas de mayor facturación y era uno de los principales complejos industriales del
país, tenía como principal cliente al Ejército Argentino, quien compraba a la firma los
camiones Unimog. De acuerdo a información proporcionada por personal gerencial de la
empresa, la empresa donó, como parte de sus atenciones al ejército, equipamiento
obstétrico para ser utilizado en Campo de Mayo. Las únicas instalaciones de obstetricia
presentes en dicha dependencia militar eran ilegales y fueron montadas para llevar a cabo
los partos clandestinos de mujeres desaparecidas.

II. Significado de la evidencia sobre complicidad patronal-militar

La información recogida para los seis casos analizados demuestra de manera


contundente que existió un patrón común de funcionamiento que se repitió con
características muy similares en todos estos grandes establecimientos fabriles: la
colaboración de las distintas empresas con las fuerzas represivas mediante la provisión de

26
Las nuevas líneas de investigación llevadas adelante por Gaby Weber después de la presentación del
documental, se encuentran reflejadas en su libro La conexión alemana. El lavado del dinero nazi en la
Argentina (Buenos Aires: Edhasa,2005). Allí se indica que la apropiación de hijos de desaparecidos por
parte de empleados jerárquicos de Mercedes Benz no se restringió a Lavallén, sino que también Juan
Tasselkraut y su hermano están complicados en procesos de adopción ilegal de niños. Aunque aún no existe
prueba fehaciente de que Diego Christian Tasselkraut, hijo de Juan Tasselkraut, y Andrés Gerardo y Pablo
Daniel, hijos de Alejandro Tomás Tasselkraut, hermano de Juan, sean hijos de desaparecidos, en los tres
casos las partidas de nacimiento incluyen firmas de funcionarios y parteras ligados con otros casos de
menores nacidos en cautiverio. Para más información al respecto, se recomienda consultar el capítulo 15
del libro de Weber.

16
vehículos, infraestructura, dinero y/o personal, el otorgamiento de libre acceso a las
plantas y la remoción de cualquier obstáculo al accionar de las fuerzas armadas, además
de la aceptación de la contratación de personal encubierto, con el objetivo de vigilar a los
trabajadores y recibir informes de inteligencia sobre sus acciones.

Sin embargo, esta síntesis preliminar da cuenta únicamente de un primer nivel de


complicidad de las empresas con las fuerzas militares. Los testimonios y las pruebas
aportadas respecto a estos seis casos -que coinciden con evidencias, contundentes o
fragmentarias, disponibles sobre otros casos, como el de Saiar, analizado por Horacio
Verbitsky en otro artículo de este suplemento- demuestran que los grandes grupos
empresarios hicieron mucho más que apoyar la acción de las fuerzas militares. Entre los
documentos recientemente desclasificados por el Departamento de Estado de Estados
Unidos existen algunos muy útiles para comprobar la información que se tenía en la
época respecto a la relación entre empresas y fuerzas militares. En un documento de 1978
cuyo objeto principal era informar sobre la desaparición de 19 obreros del gremio
ceramista, que trabajaban en la empresa Lozadur, se afirma, no ya con referencia
específica a la fábrica en cuestión, sino en términos genéricos: “Creemos que en general
hay un alto grado de cooperación entre directivos y las agencias de seguridad –dice el
informe– dirigido a eliminar terroristas infiltrados de los lugares de trabajo industriales, y
a minimizar el riesgo de conflictos en la industria. Autoridades de seguridad comentaron
recientemente a la embajada –sin referencia especial al caso de Lozadur– que están
teniendo mucho más cuidado que antes cuando reciben denuncias de los directivos sobre
supuesto activismo terrorista dentro de las plantas industriales, que podrían ser en
realidad apenas casos de legítimo (aunque ilegal) activismo gremial.” 27 Es decir, de
acuerdo a los funcionarios estadounidenses, el afán represivo de los empresarios era tal,
que las propias fuerzas armadas, adalides de la lucha contra la subversión, debían “filtrar”
sus denuncias. Al mismo tiempo, el documento señala que la principal causa de
“denuncia” de trabajadores por parte de los patrones era su desempeño como activistas
gremiales.

Para reconstruir los circuitos de relación entre empresas y fuerzas militares puede
resultar útil el testimonio que brindó uno de los torturadores e integrantes del Servicio de
Inteligencia del Comando del II Cuerpo de Ejército con asiento en la ciudad de Rosario,
conocido como Francisco Bueno, o Banegas. En su declaración ante organismos de
derechos humanos en Europa durante los primeros tiempos de la democracia sostuvo:
"Las oficinas a las cuales yo debía concurrir estaban ubicadas en la galería La Favorita,
en el séptimo piso, oficina 701, bajo el nombre de la empresa INROS, Informaciones
Rosario. En ese lugar existía la oficina donde se distribuía el trabajo de información... De
las siete personas, una de ellas se dedicaba a recabar información en las fábricas Massey
Ferguson, John Deere y Anomackura, que están ubicadas en el cordón industrial del Gran
Rosario... Las informaciones eran directamente entregadas por el personal de nivel
jerárquico de esas empresas y operarios especializados... El nombre del que estaba en el
órgano adelantado para la zona del cordón industrial era Cacho Marengo, ese era el
seudónimo. El nombre real es Montenegro... El se dedicaba estrictamente a la parte de

27
Documento “Disappearance of ceramics workers in 1977” (Desaparición de trabajadores del gremio
ceramista en 1977), Buenos Aires, 14 de junio de 1978.

17
recolectar los papeles que preparaba el personal de gerencia de esas fábricas… Había otra
persona que se encargaba de la zona un poco más alejada de San Lorenzo, que era el
enlace con el servicio de informaciones de la policía de San Lorenzo. La policía de San
Lorenzo manejaba la zona de Puerto San Martín y Petroquímica Argentina; el que estaba
a cargo de informaciones entregaba los papeles semanales de la información recabada a
un hombre llamado Tito Ortiz, aunque el nombre real era Orefice". 28 Este trabajo de
recepción y selección de información que preparaban los jerárquicos de las empresas de
la región habría comenzado, de acuerdo al testimonio del represor, en el año 1974, dos
años antes del golpe del 24 de marzo, lo cual parece altamente plausible a la luz de las
informaciones que indican que la represión a los trabajadores de muchas de las empresas
estudiadas no comenzó a partir del golpe militar, sino por lo menos un año antes.

Los datos recogidos y testimonios como el precedente indican que los directivos
de las grandes empresas no sólo aceptaron la represión a sus trabajadores, sino que la
demandaron y guiaron, proporcionando listados de trabajadores a ser secuestrados y
aportando recursos para el funcionamiento de la maquinaria de la represión. Toda la
evidencia disponible apunta a demostrar que los mecanismos mediante los cuales las
fuerzas armadas y los sectores empresarios articulaban sus intereses y necesidades se
hallaban institucionalizados, implicaban una cierta burocracia y organización, y
adquirieron formas similares incluso en regiones distantes entre sí y actividades
económicas disímiles.

¿Cuáles fueron los motivos por los que estas empresas se involucraron, hasta el
extremo de volverse co-responsables, en la política represiva? Analizando los efectos de
la represión sobre los trabajadores, puede verse que ésta tuvo, por lo menos, dos grandes
consecuencias. Un primer efecto tiene que ver con la transformación de las condiciones
de trabajo, sociabilidad y organización en el ámbito de la fábrica. La represión, además
de incluir los asesinatos, las desapariciones y las torturas de un grupo de trabajadores,
implicó para la totalidad de los obreros una ruptura de los lazos afectivos y de solidaridad
que habían constituido el punto de partida para la militancia sindical. Esto fue
reemplazado, desde mediados de los años ´70, por un aislamiento total entre los
trabajadores y una prohibición de toda actividad colectiva. Al respecto, resulta ilustrativo
el testimonio de un obrero de Astarsa, que continuó trabajando en la fábrica hasta 1978,
que declaró: “no hablaba con nadie… (…) De los muchachos no quedaba nadie, de los
chicos con los cuales jugábamos al fútbol, nos juntábamos para Navidad, para Año
Nuevo, no quedaba nadie (…) Después me entró a pasar algo cuando iba a laburar a
Astarsa… Cuando ya no estaban los muchachos… cruzaba la barrera para adentro y me
entraba a doler la cabeza.” 29 Cabe destacar que aún en un contexto de aislamiento y
represión, que en muchos casos implicó constante presencia militar dentro de la fábrica,
muchos trabajadores continuaron organizándose y luchando (como el ejemplo de la
asamblea en Dálmine Siderca en 1979, entre muchos otros, demuestra), aunque varios de
estos obreros pagaron esta “osadía” con su vida.

28
Citado en Carlos del Frade, Matar para robar, luchar para vivir. Historia política de la impunidad. Santa
Fe 1976/2004. (http://www.nuncamas.org/investig/)
29
Héctor González, trabajador naval, citado en Lorenz (2005), 87.

18
Como consecuencia de esta ruptura de los lazos sociales y políticos entre los
trabajadores y la anulación legal de sus posibilidades de organización, el grado de
explotación se incrementó. El testimonio de Daniel Hagelin, quien durante la dictadura
militar fue obrero en Ford Motors Argentina es ilustrativo al respecto: "La jornada era
casi de esclavitud. Yo estaba en el área de prensa y balancines, que es una de las más
duras de la fábrica por el tipo de trabajo, dentro de la planta de estampado, que es donde
hacen el chaperío del vehículo. Las prensas eran de cuatro por cuatro metros, y para
realizar la tarea no hacía falta intelectuales sino personas con mucha fuerza física. En esa
parte el trabajo era casi infrahumano, y los primeros reclamos en democracia fue mejorar
las condiciones del obrero en esa área… Siempre los empleados de Ford… tuvieron
buenos sueldos, y entre las terminales automotrices era la primera o segunda. Pero
durante el Proceso el salario era magro, ocupaba el séptimo u octavo lugar; se mejoraron
las condiciones luego del '83." 30 La desarticulación de la actividad sindical en las plantas,
y el disciplinamiento de la clase obrera, a sangre y fuego, permitió a los empresarios un
dominio casi absoluto sobre los trabajadores, y en consecuencia una importante baja en
sus costos laborales.

Un segundo efecto de la política represiva se relaciona con el impacto de estos


cambios en cada uno de los contextos fabriles en las relaciones políticas y sociales a nivel
nacional. La política represiva y la anulación de todo movimiento social de oposición fue
una precondición para la implementación de un modelo económico que modificó
radicalmente la estructura económica y social argentina, destruyendo las bases del
modelo industrial vigente, para imponer, en cambio, un nuevo modo de acumulación
centrado en la valorización financiera. En este contexto, estas empresas se beneficiaron,
no sólo de su creciente poder sobre los trabajadores que les permitió una mayor
explotación de los mismos y una disminución de su estructura de costos, sino de un
nuevo modelo económico que las convirtió en beneficiarias de políticas especialmente
dirigidas a acrecentar su patrimonio: programas de promoción industrial muy
selectivamente otorgados, subsidios y rebajas impositivas, y transferencia al Estado de
sus deudas privadas, entre muchas otras.

La política económica y la política represiva estuvieron, entonces, estrechamente


relacionadas. Martínez de Hoz, el símbolo de la unidad de intereses entre las grandes
empresas y las fuerzas militares, estuvo lejos de ser un mero técnico, exclusivamente
preocupado por cuestiones relacionadas con la política económica, como él mismo
argumentó en varias entrevistas y alocuciones públicas. Por el contrario, tanto desde su
posición de presidente de Acindar como desde su oficina del Ministerio de Economía
Martínez de Hoz, al igual que los demás directivos de las empresas de los grandes grupos
económicos, avaló y promovió lo que concibieron como la única forma viable de
implementar una política económica que beneficiara a los más grandes grupos
económicos de la Argentina, frenando el conflicto de clase, al que consideraban
inaceptable: el terrorismo de estado contra los trabajadores, que en la causa Ford se
denominó “terrorismo de empresa”.

30
Citado en Fabián Domínguez y Alfredo Sayus, La Sombra de Campo de Mayo.
(http://www.nuncamas.org/investig/saydom/lasombra/lasombr8.htm)

19
III. Las implicancias de estas investigaciones respecto al carácter y
significado del golpe militar de 1976

Esta línea de investigación sobre la responsabilidad de las empresas en la


represión sobre sus propios trabajadores tuvo como hito fundamental la denuncia
presentada ante el Juez Baltasar Garzón por parte de la Central de Trabajadores
Argentinos en 1998. En dicha presentación se sostenía que existían hechos relevantes “de
los cuales surge la existencia de un plan concertado por los grandes grupos económicos y
las fuerzas armadas para implementar el terrorismo de estado y el genocidio con el
objetivo de disciplinar socialmente a la clase trabajadora.” 31 Basada en denuncias de los
trabajadores y en investigaciones previas de cientistas sociales, la presentación tuvo el
enorme mérito de sintetizar evidencias fragmentarias sobre distintos casos de
complicidad patronal-militar y vincularlos, poniendo al descubierto un claro patrón de
funcionamiento común. A partir de este aporte decisivo, distintos investigadores y
abogados profundizaron el estudio de los diferentes casos y obtuvieron nuevas
evidencias, la mayor parte de las cuales se discutieron en este artículo, que justificaron
plenamente las aseveraciones de la CTA.

Sin embargo, las evidencias recogidas en esta línea de investigación no pudieron


introducir todavía un cambio significativo en las visiones predominantes de la historia
argentina, aunque algunos sucesos recientes comenzaron a impulsar una cierta revisión de
la forma de sistematizar esta historia. Sobre todo a partir de la crisis institucional y
económica desatada en Diciembre de 2001, las visiones centradas en la historia política
que tendieron a enfatizar la transición de la dictadura a la democracia, y el gran cambio
operado en el sistema político comenzaron a ocupar un segundo plano, mientras que la
continuidad en el modelo económico y social instaurado por la dictadura comenzó a
ocupar el centro de la escena. Estudiar las líneas de continuidad en los últimos treinta
años (aún sin dejar de resaltar el fundamental cambio político operado en 1983), pasó a
ser considerado central para comprender los orígenes de la crisis argentina.

Resulta necesario profundizar esta línea interpretativa, fundiendo los resultados


de las investigaciones recientes sobre la complicidad patronal-militar, analizados en el
cuerpo principal del artículo, con las perspectivas analíticas que, desde la economía,
analizan las transformaciones estructurales operadas a partir del golpe militar. 32 Estas
visiones sostienen que la política de desindustrialización, que constituyó la contracara de
la valorización financiera, eje de la economía a partir de las reformas financieras y la
apertura económica instauradas por Martínez de Hoz, no fueron consecuencia de una
crisis endógena del sector industrial. Por el contrario, la industria evidenció un
crecimiento continuo entre 1964 y 1974, que fue brutalmente interrumpido mediante un

31
Ver Presentación de la Central de Trabajadores Argentinos ante el Juez del Juzgado Central de
instrucción No. 5 de la Audiencia General de Madrid, realizada en Marzo de 1998. Los denunciantes fueron
Víctor de Gennaro, Marta Olinda Maffei, Víctor Mendibil, Alberto José Piccinini, Juan Carlos Caamaño y
Alberto Morlachetti.
32
Una interpretación acabada de los cambios estructurales operados a partir del golpe militar puede
encontrarse en Eduardo Basualdo, Estudios de historia económica argentina. Buenos Aires: Siglo XXI
Editores Argentina, 2006, capítulo 3 “Instauración de un nuevo modo de acumulación de capital a partir de
la dictadura militar (1976-1983).

20
cambio radical en la política económica. El golpe militar implicó, desde esta perspectiva,
una “revancha clasista” a favor del capital y en contra de la clase obrera.

Uniendo las diferentes partes del rompecabezas puede contemplarse la dimensión


de este cambio estructural. Parte de la revancha consistió en descabezar al movimiento
obrero y torturar, asesinar y desaparecer a sus representantes y miembros más activos. La
evidencia discutida en este artículo permite reconstruir la forma en que empresas y
fuerzas armadas llevaron a cabo esta tarea. Pero, como pudo evaluar correctamente
Rodolfo Walsh aún desde sus condiciones de clandestinidad en 1977: “Estos hechos [la
existencia de campos de concentración, las desapariciones, asesinatos y torturas sin límite
de tiempo], que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que
mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los
derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno
debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que
castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.” 33

El segundo y más duradero componente de la revancha clasista consistió en la


implementación de un modo de acumulación que destruyó las bases del modelo industrial
previo, en el cual la relación capital-trabajo estaba condicionada, en cierta medida, por
una necesidad mutua. La instauración de la valorización financiera como eje central de la
economía argentina permitió a los más grandes grupos económicos desvincular su suerte
de la de los trabajadores, que pasaron a ser considerados como un costo necesario de ser
reducido a su mínima expresión para maximizar su margen de ganancia. Sólo analizando
los últimos treinta años de historia en esta perspectiva puede comprenderse la continuidad
en sus rasgos principales de la política económica aún en los gobiernos democráticos,
sobre todo en términos de redistribución del ingreso desde los asalariados hacia el capital.
Sólo desde esta perspectiva puede comprenderse el lugar fundacional que ocupó la
represión a los trabajadores durante la última dictadura, y la mancomunión entre
dirigentes empresarios y fuerzas armadas necesaria para llevarla a cabo.

Marzo 2006.

33
Rodolfo Walsh, “Carta abierta a la Junta Militar” con fecha 24 de Marzo de 1977. Miembros de un grupo
de tareas de la Marina intentó secuestrarlo al día siguiente de la distribución de esta carta, aunque Walsh se
resistió y fue asesinado durante el enfrentamiento.

21
Responsabilidad
empresarial en delitos
de lesa humanidad
Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado

TOMO II
Alpargatas

Alpargatas  (1)

Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado
1. Introducción
La empresa inició sus actividades en 1883, con una fábrica en la Capital Fe-
deral para la elaboración de calzado. La producción pronto se diversificó
abarcando otros rubros y se construyeron nuevos establecimientos. En la
década de los 70 en las plantas de la empresa se incrementó la presencia
de militantes de izquierda, y se profundizaron reclamos laborales, salaria-
les y por condiciones de trabajo. Durante la última dictadura, a la vez que
obtenía grandes beneficios económicos, la empresa se valió del accionar
represivo de las fuerzas de seguridad para contrarrestar el descontento y
la conflictividad generados por la caída de los salarios y el aumento de la
disciplina. Durante los dos mayores conflictos ocurridos en ese período,
soldados ingresaron a la fábrica, se produjeron secuestros de obreros, y
los directivos complementaron ese accionar iniciando un lockout.
Se conocen por lo menos dieciocho trabajadores de Alpargatas que fue-
ron víctimas de crímenes de lesa humanidad durante el terrorismo de Es-
tado. Nueve están desaparecidos. Ejecutivos de la compañía conocían
perfectamente los secuestros de operarios y existe importante evidencia
que indica que la empresa colaboró con la represión y que algunos direc-
tivos tuvieron una directa responsabilidad en los crímenes. En ese sentido,
por ejemplo, un trabajador fue secuestrado durante una huelga, siendo
informado de que el motivo era “una denuncia de la fábrica de Alparga-
tas”. En ese contexto, la empresa fundó varias nuevas plantas e invirtió en
otras actividades, al tiempo que sus funcionarios ocupaban posiciones de
peso en la dictadura.

 (1) Agradecemos especialmente los aportes indispensables de Gabriela Mitidieri para el de-
sarrollo del presente trabajo.

145
ZONA CONURBANO SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

2. Proceso productivo
En 1883 iniciaron las actividades de lo que sería Alpargatas a partir de la
asociación de Juan Etchegaray (h) y el industrial escocés Robert Fraser,
dedicándose a la fabricación del conocido calzado que daría nombre a la
empresa. (2)
La Fábrica Argentina de Alpargatas se estableció en Buenos Aires en ene-
ro de 1884, (3) fundada por la familia Fraser, de ascendencia escocesa. (4) En
ese período, la empresa era propiedad de las firmas británicas Ashworth
& Co y Douglas Fraser & Sons, pero en la década de 1920 la primera de
ellas se desvincularía. (5) Desde sus orígenes la empresa tuvo una posición
dominante en el rubro textil, (6) y se dedicó a la producción de bienes de
consumo masivo para el mercado interno. (7) La maquinaria era importada,
movida a vapor, y había sido diseñada especialmente en Gran Bretaña por
socios de la firma (8). Entre 1884 y 1887 pasó de ocupar 300 obreros a 530. (9)
La dimensión y la posición preponderante ocupada en el rubro pueden ser
puestas de relieve en base a algunos datos:
a. hacia 1887 había en Buenos Aires 62 fábricas de calzado de yute, y Alpargatas
empleaba mayor cantidad de obreros que las 61 restantes juntas;
b. en 1914 el activo total de Alpargatas equivalía a más del 70% del de todas las
empresas del ramo en Capital Federal; y
c. en 1929 Alpargatas ocupaba el puesto 21 entre las sociedades anónimas indus-
triales por su patrimonio neto. (10)

Inicialmente, la producción abarcaba las conocidas zapatillas Alpargatas,


de gran difusión entre los inmigrantes europeos. No obstante, muy pronto
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 (2) [En línea] http://www.alpargatas.com.ar/es.html#conoce-la-empresa/historia, fecha de


consulta: 13/04/2015
 (3) Schvarzer, Jorge, La industria que supimos conseguir, Bs. As., Planeta, 1996, p. 88.
 (4) Basualdo, Victoria, Labor and structural change: Shop-floor organization and militancy in
Argentine industrial factories (1943-1983), tesis de doctorado, Columbia University, 2010, p. 137.
 (5) Gutiérrez, Leandro y Korol, Juan Carlos. “Historia de empresas y crecimiento industrial en
la Argentina. El caso de la fábrica argentina de Alpargatas”, en Desarrollo Económico, n° 111,
(oct/dic 1988), vol. 28, pp. 401/424 y 405/406.
 (6) Schvarzer, Jorge, La industria..., op. cit., p. 88.
 (7) Gutiérrez, Leandro y Korol, Juan Carlos. “Historia de empresas...”, op. cit., p. 401.
 (8) Schvarzer, Jorge, La industria..., op. cit., p. 88.
 (9) Ibid.
 (10) Gutiérrez, Leandro y Korol, Juan Carlos. “Historia de empresas...”, op. cit., p. 411 y ss.

146
Alpargatas

comenzó a diversificar su producción para incluir otras actividades textiles:


en 1891 se inició la producción de hilo de atar y en 1893 se ensayó con te-
lares destinados a producir lona. A partir de 1900 se importaron máquinas
para procesar suela, y desde 1907 para fabricar calzado de cuero. (11)

En 1885, previa autorización del Poder Ejecutivo, la firma instaló su plan-


ta en avenida Patricios, en el barrio de Barracas. (12) Recién en ese año se
constituyó la Sociedad Anónima Fábrica Argentina de Alpargatas. (13) Hasta
la primera década del siglo XX, la empresa seleccionaba a los supervisores
en Gran Bretaña y los traía al país. (14)

A partir de los años veinte, la empresa se expandió, consolidando una

Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado
amplia red de distribución y aumentando la variedad de los productos
que fabricaba (incluyendo de aquí en más productos textiles de algodón,
zapatos de goma y textiles para la industria de la goma), así como también
las plantas de que disponía. (15) Hacia fines de la década de los 20, al mismo
tiempo que se pensaba que el calzado de yute seguiría siendo el producto
más importante, se prestaba cada vez más atención a otras fabricaciones:
lonas, calzado de cuero, zapatillas, brines, toallas, repasadores, telas para
filtros, piolines, tintorería y aprestos, hilos y cuerda de yute y cáñamo, es-
topa de algodón. (16)

En este período la empresa adquirió en el exterior varias máquinas para


mejorar la productividad. (17) La compañía abonaba el 3% de las utilidades
a la firma inglesa Douglas Fraser & Sons, a cambio de privilegios de exclu-
sividad sobre la maquinaria en el país, (18) lo que coadyuvaba a mantener su
posición dominante en el mercado local truncando el posible desarrollo
de competidores. Con posterioridad, también se recurrió a acuerdos simi-
lares con empresas norteamericanas. (19)

 (11) Schvarzer, Jorge, La industria..., op. cit., p. 88.


 (12) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 137.
 (13) [En línea] http://www.alpargatas.com.ar/es.html#conoce-la-empresa/historia, fecha de
consulta: 13/04/2015.
 (14) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 151.
 (15) Ibid., p. 137.
 (16) Gutiérrez, Leandro y Korol, Juan Carlos. “Historia de empresas...”, op. cit., p. 408.
 (17) Ibid., p. 409.
 (18) Ibid., p. 410.
 (19) Ibid., p. 410.

147
ZONA CONURBANO SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

Para los años 50, la fábrica de Barracas se había convertido en un com-


plejo industrial que abarcaba varias unidades productivas: una fábrica de
zapatos, una de tela de jean y otra de ropa. (20) En 1950, asimismo, comenzó
la producción en la nueva planta construida por la empresa en Florencio
Varela (dedicada a la fabricación de calzado deportivo, botas de goma y
calzado de seguridad). (21) Esta fábrica fue, en su momento, uno de los cen-
tros más importantes para la producción de calzado de goma en América
Latina. (22) La tecnología y organización, para esta época, era de avanzada
en el país. (23)
Al comenzar la década de los 70, la planta de Barracas disponía de una
hilandería de algodón moderna, telares automáticos y semiautomáticos,
tintorería industrial, hilanderías de yute y de fibras duras con máquinas mo-
dernas, taller de confección de indumentarias, taller para la fabricación de
calzado de cuero y fabricación de calzado de plástico. (24) En aquellos años,
la empresa construyó varias fábricas en diversos sitios del país, llegando su
producción a abarcar las zapatillas alpargatas, cuero, zapatos de plástico y
goma, botas de goma, tela, pantalones, remeras, faldas, sobretodos, ropa
interior y una variedad de productos de goma para uso industrial. (25) Así,
para 1983 la compañía había construido seis nuevas fábricas: una en Agui-
lares, Tucumán (1972), dos en Catamarca (1977 y 1983), una Formosa (1981),
otra en Corrientes (1981), y finalmente una en Santa Rosa, La Pampa (1984).
Alpargatas pertenece al grupo económico Roberts. El mismo controla diver-
sas empresas, y tuvo un importante crecimiento durante la última dictadura,
pasando de nuclear 9 empresas en 1973 a 24 en 1983. (26) Para la década de
los 90 controlaba o poseía acciones de un importante conjunto de empre-
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sas: Alpargatas SA, Calzar Oeste SA, Topper SA, Calzado Catamarca SA,

 (20) Basualdo, Victoria, op. cit., p. 138.


 (21) [En línea] http://www.alpargatas.com.ar/es.html#conoce-la-empresa/historia, fecha de
consulta: 13/04/2015
 (22) Gutiérrez, Leandro y Korol, Juan Carlos, op. cit., p. 411.
 (23) Basualdo, Victoria, op. cit., pp. 138/139.
 (24) Mitidieri, Gabriela, La huelga de Alpargatas en 1979: las nociones de lo justo en dictadura.
[En línea] https://www.academia.edu/10159604/La_huelga_de_Alpargatas_en_1979_las_no-
ciones_de_lo_justo_en_dictadura. Fecha de consulta: 11/05/2015.
 (25) Basualdo, Victoria, op. cit., p. 138.
 (26) Schorr, Martín, “El poder económico industrial como promotor y beneficiario del proyecto
refundacional de la Argentina (1976–1983)”, en H. Verbitsky y J. P. Bohoslavsky (eds.), Cuentas
pendientes. Los cómplices económicos de la dictadura, Bs. As., Siglo XXI, 2013, p. 290.

148
Alpargatas

Calzar SA, Alpargatas Textil San Luis SA, Tejidos Argentinos SA, Expor-
pesca SA, Alpesca SA, Banco Francés Río de la Plata SA, La Buenos Aires
Cía. Arg. de Seguros SA, Cía. Azucarera Argentina SA, entre otras.
Este conglomerado económico maneja sus varias empresas respondiendo
a una lógica de integración vertical de sus actividades, y además posee
una gran diversificación con intereses en varios rubros económicos dife-
rentes del textil-algodonero: “el análisis de los eslabones de propiedad
que resultan de tener en cuenta el control accionario principal de cada una
de las firmas, permite constatar que dentro de sus empresas controladas
y vinculadas se encuentran relevantes firmas financieras, pesqueras, agro-

Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado
pecuarias, azucareras, etc.”. (27)

3. Proceso conflictivo
Desde el comienzo, la empresa elaboró “listas negras” para impedir que
se contratara a activistas y organizó grupos proempresa en la fábrica. A
pesar de ello, a partir de los inicios de la década de los 40 el sindicato
consiguió penetrar en la fábrica de Alpargatas como así también en las
plantas de otras grandes firmas del rubro. (28) Los trabajadores de Alparga-
tas se encontraban representados por la Asociación Obrera Textil, pero el
inicio de la organización sindical de los obreros de esta empresa fue arduo
y difícil.
Las trabas para el proceso de sindicalización de los trabajadores de Alpar-
gatas responden, como se ha puesto de relieve, a varias causas:
a. la mayoría de los trabajadores eran mujeres y la militancia política o sindical con-
figuraba una fuerte transgresión al rol que les era asignado socialmente;
b. los trabajadores eran de nacionalidades diversas y hablaban idiomas distintos; y
c. la empresa aplicaba una fuerte política paternalista en las relaciones laborales. (29)
El establecimiento de ciertos beneficios para los trabajadores como la pre-
sencia de una clínica médica, una tienda con descuentos, retiro, vacacio-
nes pagas, aguinaldo (estos últimos con anterioridad a su establecimiento

 (27) Basualdo, Eduardo M., Concepto de patrón o régimen de acumulación y conformación


estructural de la economía, [en línea] http://legacy.flacso.org.ar/uploaded_files/Publicacio-
nes/mep_dt01.pdf, fecha de consulta: 01/06/2015.
 (28) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit.; Di Tella, Torcuato S, “La Unión Obrera
Textil”, en Desarrollo Económico, n° 129, (abril/junio 1993), vol. 33.
 (29) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., pp. 141/142.

149
ZONA CONURBANO SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

por ley) tenía como contrapartida la existencia de fuertes jerarquías inter-


nas. Había, por ejemplo, dos cafeterías: una para ejecutivos, supervisores
y empleados administrativos, y otra para obreros; (30) y además los super-
visores y empleados jerárquicos tenían uniformes distintos a los de los
trabajadores.
Además de estas asimetrías, la imposición de una estricta disciplina labo-
ral fue una constante en las fábricas de Alpargatas. Relata una trabajadora:
A las 6 de la mañana yo tenía que estar en la máquina. ¡Porque
tenías que coser 125 camisas por hora! Con 125 recién llegaba a
la base, así que para ganar Producción (bono) tenías que hacer
más de eso. Había horas que tenía que trabajar mucho para que
me quedara el tiempo para poder tomarme el descanso, para
poder irme a bañar y todo eso. Si no hacías las 125 por hora
como que te llamaban la atención, aparte de que te venían a
controlar la calidad, a ver si lo hacías bien. Vos no podías levan-
tarte e ir al baño, tenías que ir en tu descanso. (31)
Asimismo las contrataciones de trabajadores respondían a recomendacio-
nes de directivos u empleados de confianza, y esto permitía “mantener a
los trabajadores bajo control”, “evitar conflictos” y “permitir la imposición
del disciplinamiento laboral”. (32) Algunos de los empleados de origen bri-
tánico tenían experiencia en la administración colonial de la India, e inclu-
so uno de ellos intentó utilizar un látigo con los trabajadores. (33)
Las jerarquías internas eran, como se señaló, reflejadas y reforzadas por
los uniformes, distintos para obreros, supervisores y gerentes. Cuenta un
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trabajador acerca de su ingreso en Alpargatas: “me encontré con gente


uniformada, desde los trabajadores usando un sobretodo, hasta el jefe,
vestido con un traje blanco, y los supervisores que tenían cuellos de deter-
minado color, según su jerarquía y los encargados que utilizaban otro” (34).
Coincidentemente, se ha señalado que “cada sección del escalafón

 (30) Ibid., p. 143.


 (31) Mitidieri, Gabriela, Evocando el pasado, construyendo la memoria. Las trabajadoras de
Alpargatas Barracas en la huelga de abril de 1979, [en línea] http://www.herramienta.com.ar/
revista-herramienta-n-51/evocando-el-pasado-construyendo-la-memoria-las-trabajadoras-
de-alpargatas-b, fecha de consulta: 06/04/2015.
 (32) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 143.
 (33) Ibid., p. 144.
 (34) Ibid.

150
Alpargatas

jerárquico contaba con su propio color de uniforme. Marta refiere que en


sus momentos de operaria, bastaba ver “uno de clarito” para saber que
era jefe y que había que tener miedo y respeto frente a su presencia”. (35)
Esas jerarquías distaban de ser meramente simbólicas: “la supervisión
controlaba que cada obrera trabajara al máximo de sus posibilidades,
para lo cual se empleaba el sistema de toma de tiempos. Consistía en un
examen atento de la operaria en cada uno de sus movimientos a lo largo
del desarrollo de su tarea”. (36) En esa línea, se reforzó la vigilancia laboral,
se descomponía la labor en distintos tramos, se analizaba cada uno de los
movimientos y el tiempo mínimo en que podía ser realizado, y al combi-

Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado
narse los distintos “récords” se calculaba cuál era el máximo que podía
producir el trabajador en cuestión, y se definía un mínimo requerido que
se convertía en condición para el cobro del premio por productividad.
Además, los supervisores amonestaban y llamaban la atención pública-
mente a los trabajadores que no alcanzaban su cuota mínima, dejando
constancia de esa “falta” en un registro. Esta circunstancia llegó a tal pun-
to que una de los principales atributos para desempeñarse como delega-
do era conocer el proceso de trabajo (y las posibles causas de interrup-
ciones de la producción no imputables a los obreros: desperfectos en las
máquinas, funcionamiento normal de las mismas, etc.) para poder defen-
der a los obreros ante los supervisores cuando se los acusaba de incumplir
la cuota mínima. (37)
Por otro lado, las jerarquías económicas y técnicas se entrelazaban tam-
bién con las de género: a pesar de un elevado porcentaje de obreras mu-
jeres, y de una creciente tendencia a que las mismas se desempeñaran
como delegadas, (38) el personal jerárquico estaba en su mayoría compues-
to por hombres, y las trabajadoras sólo podían aspirar a ascender hasta
empleada del área administrativo-contable. (39)
Luego de años de intentos fallidos, en 1944 tuvieron lugar elecciones de
delegados, y resultó electa la primera comisión interna en la historia de la

 (35) Mitidieri, Gabriela, Evocando el pasado…, op. cit. En sentido similar Mitidieri, Gabriela,
La huelga de Alpargatas…, op. cit.
 (36) Mitidieri, Gabriela, La huelga de Alpargatas…, op. cit.
 (37) Ibid.
 (38) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit.
 (39) Mitidieri, Gabriela, La huelga de Alpargatas…, op. cit.

151
ZONA CONURBANO SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

fábrica, hecho que resultó facilitado por la intervención de la Secretaría de


Trabajo a favor de los trabajadores. La reacción de la empresa consistió
en rechazar la elección, despedir al delegado general electo y perseguir
a todos los que habían apoyado el proceso. A pesar del fracaso, se ha
señalado que en esta época se produjo un cambio en la visión que los
trabajadores tenían de las jerarquías. (40)
Finalmente, en 1946 se produjo la primera elección de delegados y se
eligió a una comisión interna. A partir de ese momento, tuvieron lugar
discusiones en torno a condiciones de trabajo y problemas de salud: las
temperaturas, la humedad, las enfermedades de ellas derivadas como la
tuberculosis, la presencia de polvo y residuos de tela en el aire, la falta de
ventilación, fueron objeto de reclamos por parte de los obreros. También
fue motivo de conflicto el ritmo de trabajo. (41) Varios de estos problemas
persistirían hasta bien entrada la década de los 70.
Entre fines de 1946 y principios de 1947, la flamante comisión interna or-
ganizó una huelga que duró 45 días y en la cual se obligó a la compañía a
ceder en casi todos los puntos de reclamo. (42) Por la dimensión de la em-
presa, había una oficina de la AOT seccional Barracas dentro de la planta
de Barracas, cuya única tarea era la representación de los trabajadores de
la empresa.
Para los años cincuenta, la estructura de la representación sindical en
la fábrica se hallaba consolidada. A partir de ese momento, los traba-
jadores podrían influir en la organización del trabajo. En este período,
la principal identificación política de los obreros era el peronismo, lo
que no implicaba que aceptaran pasivamente todas las políticas públi-
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cas del momento ni que consintieran las imposiciones del capital. (43) Así,
por ejemplo, durante una huelga en 1954, la AOT decidió interrumpir la
medida para negociar con la dirección de la empresa, decisión que fue
repudiada e ignorada por los trabajadores y delegados de Alpargatas en
una asamblea. (44)

 (40) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 146


 (41) Schiavi, Marcos, “Organización y conflictividad textil: La Fábrica Argentina de Alpargatas
a comienzos del primer gobierno peronista”, en Revista Mundos do Trabalho, n° 8, (jul./dic.
2012), vol. 4.
 (42) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 150.
 (43) Ibid., p. 153 y ss.
 (44) Ibid., p. 156.

152
Alpargatas

Luego de la caída del gobierno peronista, la fábrica sufrió el impacto de las


transformaciones económicas que tuvieron lugar a nivel nacional: en con-
secuencia, avanzaron la racionalización de la producción, el “incremento
de la productividad” y una presión creciente sobre los trabajadores. Los
obreros de Alpargatas lucharon activamente contra estas imposiciones de
la empresa. (45)
En esta época comenzó la división de los representantes sindicales en
dos listas: la Marrón y la Verde. Cada una implicaba una aproximación
distinta a la actividad sindical y a las relaciones laborales en general: la
marrón, conciliadora y reacia a promover cualquier tipo de reclamo contra

Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado
le empresa, y la verde, más combativa. Los conflictos abarcaban, entre
otros temas, condiciones de seguridad para los trabajadores y resistencia
al intento de incrementar el ritmo de producción. Uno de los métodos de
lucha a los que se recurrió fue el trabajo a desgano. (46)
En los años 60, el convenio colectivo del rubro establecía que los emplea-
dores podían definir el ritmo de trabajo de modo unilateral. En ese marco,
la empresa incorporó técnicos de racionalización y toma-tiempos al plan-
tel de empleados, a fin de incrementar la productividad aumentando el
ritmo de trabajo. (47)
Durante la década de los 70, en la planta de Florencio Varela se incre-
mentó la presencia de organizaciones políticas y militantes de izquierda
(que fueron ganando influencia particularmente a partir de 1973), si bien
los representantes sindicales ortodoxos mantuvieron la conducción: “Nos
fuimos encontrando con compañeras y compañeros que iban entrando,
fuimos viendo y buscando las formas de organizarnos dentro de la em-
presa”, cuenta una extrabajadora. (48) Un panorama similar tuvo lugar en
la planta de Barracas, si bien allí la influencia de los grupos combativos
parece haber sido menor. (49)
Durante junio y diciembre de 1973, los obreros de la planta de Florencio
Varela realizaron tomas contra los representantes del gremio y en reclamo

 (45) Ibid., p. 157.


 (46) Ibid., p. 157 y ss.
 (47) Mitidieri, Gabriela, La huelga de Alpargatas…, op. cit.
 (48) Chaves, Gonzalo L., Rebelde Acontecer: relatos de la resistencia peronista, Bs. As., Colihue,
2015, pp. 225/226.
 (49) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 326.

153
ZONA CONURBANO SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

de mejores salarios y condiciones de trabajo. (50) En junio del 73 los traba-


jadores desplazaron a una comisión interna que se caracterizaba, en su
opinión, “por arreglar con la patronal a espaldas de los trabajadores”, y
la AOT nombró como interventor a Manuel Martínez con la promesa de la
realización de elecciones en el plazo de 180 días. (51)

En septiembre de 1973 hubo elecciones de representantes por sección,


que no fueron reconocidas por el interventor de la AOT. (52) La ocupación
de diciembre respondió al rumor de que vencido el plazo de 180 días para
convocar a elecciones se prolongaría la intervención por otros 6 meses,
y exigió, además, la renuncia del interventor gremial de la AOT (Manuel
Martínez) y la realización de elecciones de comisión interna en la planta.
Durante la ocupación se destacaron los obreros que formaban parte de
la Juventud Trabajadora Peronista. (53) Durante 1974, tuvieron lugar elec-
ciones en las que resultaron electos varios militantes de organizaciones
de izquierda junto con los representantes de la línea ortodoxa. Diversas
organizaciones políticas de izquierda tenían representación en la fábrica:
JTP, PRT, PST, Resistencia Libertaria, Política Obrera y PCR. Entre 1974 y
1976 proliferaron los conflictos laborales y se forzó a la empresa a aceptar
numerosas demandas de los trabajadores. (54)

Se ha señalado que en la planta de Florencio Varela los sectores sindica-


les combativos ganaron influencia a partir de 1973, pero no consiguieron
desbancar a los sindicalistas del peronismo ortodoxo que mantuvieron un
apoyo considerable entre los trabajadores. Empero, los nuevos actores
combativos fomentaron los reclamos y la organización de los trabajadores,
intentaron favorecer el debate sobre la situación de la planta y buscaron
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incorporar a su línea a la mayor cantidad de delegados posible. (55)

La nueva representación enfrentó algunos obstáculos, entre los que no


fue menor la inexperiencia de los trabajadores combativos, que impidió
establecer prioridades entre las demandas de los trabajadores. Como

 (50) Ibid.
 (51) Archivo DIPBA, legajo 30, “Legajo de la Fábrica Argentina de Alpargatas,” carpeta 42,
mesa B, factor gremial.
 (52) Ibid.
 (53) Ibid.
 (54) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 326.
 (55) Ibid., p. 334 y ss.

154
Alpargatas

resultado de esa situación, fue frecuente que los cambios logrados fue-
ran aquellos menos costosos para la empresa, que a su vez solían ser
los menos importantes para los obreros. (56) Por otro lado, la AOT ejerció
presión sobre los nuevos delegados para que se alinearan con su postu-
ra, y estaba siempre a la espera de que alguno de ellos hiciera algo que
pudiera justificar su reemplazo por un representante “ortodoxo”. (57)

La alineación del sindicalismo del peronismo ortodoxo con la empresa


frente a los trabajadores combativos y sus reclamos es puesta de relieve
por los testimonios de la época: “lo que era el Sindicalismo en Alparga-
tas... estaba todo comprado por la Empresa, o sea, dependía de la Em-

Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado
presa, eran pagos por la Empresa para no defender a nadie, para mirar
para el otro lado, la situación era así”. (58) En sentido coincidente señala una
trabajadora: “Los delegados en su gran mayoría respondían a los criterios
políticos de la conducción de la seccional y algunos tenían vínculos no
muy santos con la patronal”. (59)

Los reclamos de los trabajadores eran bastante diversos, y en modo algu-


no se circunscribían a las demandas salariales. Así, relata una trabajadora:

Los agrupamientos más viejos de la planta se agitaron mucho


con el tema de un sector que llamábamos “los negro de humo”.
Llegaban camiones cargados de gomas de autos viejas, se recu-
peraba el caucho y se lo volvía a procesar para hacer las suelas
de las zapatillas. Esta sección era absolutamente insalubre. Se
realizaron asambleas y se reclamó por esta situación. La patronal
era muy dura, en Alpargatas se pagaban los salarios más bajos
de la industria textil. La cantidad de personal sumaba en total
unos 3000, 2000 éramos mujeres. Las compañeras del apartado
viejo todos los días entraban en crisis de nervios, tenían un ritmo
de trabajo muy intenso. Ellas hacían 300 pares por hora y noso-
tras, 300 por día. Viéndolas trabajar daba la sensación de que
eran una parte más de la máquina. (60)

 (56) Ibid., p. 335.


 (57) Ibid., p. 337.
 (58) Declaración testimonial de Norma Hilda Pereyra de Bohn, prestada el 09/10/2002 en el
Juicio por la Verdad ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.
 (59) Chaves, Gonzalo L., Rebelde Acontecer..., op. cit., p. 226.
 (60) Ibid., p. 226.

155
ZONA CONURBANO SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

Otro punto de reclamo era el excesivo ritmo de trabajo, que es puesto de


relieve también por el siguiente testimonio: “… la que ponía cinturas, po-
nía cinturas. La que ponía bolsillos, ponía bolsillos. La que ponía el botón
este, ponía ‘pin!’ el botón este. ‘pin’, botón, tiraba. ‘pin’, botón, tiraba.
Pero en vez de hacer, ponele, 400, tenía que hacer 1500. Estaba marcado
con relojitos”. (61) Esta situación entra en relación con la existencia del pre-
mio por productividad: esa parte del salario dependía de que se alcanzara
el mínimo de producción (definido en función de una estricta vigilancia
por parte de los supervisores). (62)
En línea con su política paternalista de abordaje de las relaciones laborales,
la empresa intentó frecuentemente cooptar a los nuevos delegados com-
bativos. Relata un delegado que la empresa, en esa época, le ofreció el
puesto de supervisor, que este rechazó a pesar de haber aprobado el exa-
men necesario para ocupar tal posición. (63) En sentido similar, la esposa de
un delegado combativo señala que luego de un episodio donde el mismo
se había mostrado intransigente frente a la dirección de la compañía, “le
ofrecen un alto cargo, que la verdad no era para una persona no para des-
merecer a mi esposo que era maravilloso, pero que no tenía los estudios,
digamos la preparación para ser un jefe de planta que era el cargo que le
ofrecieron. Lo quisieron comprar en una palabra, él no aceptó”. (64) En el
mismo sentido, una extrabajadora indica “La empresa, cuando veía que
algún trabajador sobresalía o era reconocido por sus compañeros, le ofre-
cía cargos para que empezara a realizar carrera en el establecimiento”. (65)
La diversidad de las agrupaciones de izquierda con presencia en la fábrica
y sus diferencias políticas impidió la existencia de unidad de acción con-
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tra la conducción oficial de la AOT. Así, se creó el Movimiento Obrero de


Alpargatas, integrado entre otros por el ERP, Montoneros, PST y Política
Obrera; la flamante agrupación coordinó acciones con fábricas de la zona,
y participó en las movilizaciones de junio y julio de 1975 contra las políticas
del Ministro Rodrigo. (66)

 (61) Mitidieri, Gabriela, La huelga de Alpargatas…, op. cit.


 (62) Ibid.
 (63) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 336.
 (64) Declaración testimonial de Norma Hilda Pereyra de Bohn, prestada el 09/10/2002 en el
Juicio por la Verdad ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.
 (65) Chaves, Gonzalo L., Rebelde Acontecer..., p. 226.
 (66) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 338.

156
Alpargatas

4. Proceso represivo (67)
En Alpargatas, el golpe de Estado marcó un corte en la dinámica de las rela-
ciones entre trabajadores y empresarios. En la planta de Florencio Varela, el
inicio de la dictadura detuvo el ascenso del activismo político y sindical de los
trabajadores combativos que se había desarrollado en los años anteriores. (68)
Por otro lado, si bien se registran hechos previos, gran parte de la represión
tiene lugar durante los principales conflictos registrados en la dictadura (las
huelgas de 1977 y 1979), durante los cuales la empresa recurre al aparato
represivo para torcer la balanza a su favor. De este modo, la represión ilegal
estará estrechamente relacionada con los reclamos de los trabajadores.

Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado
El inicio de la dictadura marcó las relaciones laborales desde el comienzo.
Justo antes del golpe, el 23 de marzo los trabajadores habían decidido en
una asamblea realizar acciones para reclamar por mejoras salariales, y los di-
rectivos de la fábrica se habían comprometido a responder a las demandas
obreras para el día 25. Recuerda un trabajador que al enterarse del golpe
inmediatamente dudó acerca de si llevar o no los volantes que había prepa-
rado para apoyar el reclamo, y finalmente los dejó en el colectivo antes de
entrar a la fábrica. (69) La nueva situación puede verse reflejada en la actitud
de uno de los gerentes, que, el 25 de marzo de 1976, saludó riéndose a los
trabajadores, preguntando irónicamente sobre el conflicto laboral. (70)
Ante esta situación, varios trabajadores combativos abandonaron la fábri-
ca, por instrucciones de su agrupación o por miedo, pero otra parte de
estos permaneció en la planta. (71)

 (67) Este apartado, en el que se reconstruye el proceso represivo sufrido por trabajadores y tra-
bajadores de la empresa Alpargatas, fue elaborado a partir de la consulta de legajos Conadep,
legajos SDH y declaraciones judiciales de extrabajadores en el marco de los Juicios por la Ver-
dad y de las causas 3389-12 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de La Plata, y 148/96
del Juzgado Central de Instrucción N° 5 de la Audiencia Nacional de Madrid. Además de las
víctimas mencionadas en esta sección, se tiene referencias respecto de otras personas que
habrían sido víctimas del terrorismo de Estado y trabajado en Alpargatas en la época, pero de
las cuales no se ha podido obtener más información. De acuerdo con esa circunstancia, no son
incluidos en el listado de víctimas que figura al final del trabajo. Se trata de Julio Florentino y
Nora S. La Spina, que están mencionados en un listado elaborado por la Liga Argentina por los
Derechos del Hombre, de trabajadores detenidos o desaparecidos al 15/03/1978. Allí se los in-
cluye como trabajadores de Alpargatas. Cabe destacar que este apartado refleja la información
obtenida hasta el momento, pudiendo ser ampliado en el futuro.
 (68) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 339 y ss.
 (69) Ibid., p. 339.
 (70) Ibid., p. 339.
 (71) Ibid., p. 339.

157
ZONA CONURBANO SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

Desde el inicio de la dictadura entre 1976 y 1979, los salarios se deteriora-


ron un 50%, y las condiciones de trabajo empeoraron sustancialmente. (72)
Comenzaron entonces a acumularse diversos reclamos de los trabajado-
res: mejoras en salarios y condiciones de trabajo, oposición a la transfe-
rencia de partes clave del proceso productivo a otras plantas en el interior,
así como a la transferencia forzosa de trabajadores entre fábricas de la
empresa y reclamos por despidos. (73) Esta situación se intensificaría pos-
teriormente, llevando a dos conflictos de envergadura en las plantas de
Florencio Varela (1977) y Barracas (1979).
En ese contexto, comienzan los crímenes. El 27 de abril de 1976 fue se-
cuestrada Liliana Inés Comba y el 1 de mayo de 1976 fue secuestrada Mar-
ta Susana Caro, ambas empleadas de la planta de Florencio Varela. Liliana
fue secuestrada en su domicilio a las 3:00 de la mañana, por una brigada
de la Policía Federal (Coordinación Federal).
El 4 de mayo de 1976 fue secuestrada en su domicilio Graciela Ángela
Echevarría, a las 21 hs., por personal de civil que se identificó como perte-
neciente a la policía, que la interrogó sobre sus actividades diarias antes
de secuestrarla. El 14 de junio de 1976 fue secuestrada Liliana Edith Mol-
teni, exempleada que había dejado de trabajar en la planta de Florencio
Varela en diciembre de 1975. Fue secuestrada durante la madrugada en
su domicilio por un grupo de personas fuertemente armadas que se des-
plazaban en “coches Ford Falcon color verde, quienes rodearon el lugar e
irrumpieron violentamente en la vivienda”. (74) Seguidamente, el 21 de julio
de 1976 fue secuestrada en su domicilio, en horas de la tarde, Alicia Isabel
Marchini, militante del PST, por personal de civil portando armas largas. (75)
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El 14 de noviembre de 1976 fue secuestrada en el domicilio de una amiga


Ana María del Carmen Pérez, quien había trabajado en la planta de Ba-
rracas hasta fines de mayo de 1976. Al momento de su secuestro estaba
embarazada.
También en la planta de Aguilares se sucedieron dos hechos: Mario Ba-
rrionuevo, el 23 de abril de 1976, y Alberto Eugenio Martínez, el 21 de julio
de 1976, ambos delegados, fueron secuestrados en su domicilio. En el

 (72) Ibid., p. 369.


 (73) Ibid., p. 341, en el mismo sentido, Documento “Información sobre un rumor de posible
paro en la fábrica Alpargatas”, legajo 30 (folio 13), carpeta 42, mesa B.
 (74) Archivo Nacional de la Memoria, legajo Conadep 1240, Liliana Edith Molteni.
 (75) Archivo Nacional de la Memoria, legajo Conadep 2109, Alicia Isabel Marchini.

158
Alpargatas

caso del primero, fue trasladado al centro clandestino de detención que


funcionaba en el Arsenal Miguel de Azcuénaga, donde fue identificado
por algunos sobrevivientes. (76)
Así las cosas, el accionar represivo suprime momentáneamente el con-
flicto anterior al golpe, pero comenzaron a acumularse los reclamos por
el deterioro salarial, las condiciones de trabajo y los notorios excesos en
la aplicación de sanciones disciplinarias. El siguiente grupo de secuestros
tendría lugar cuando esta situación derivó en un nuevo conflicto: la huelga
de noviembre de 1977 en la planta de Florencio Varela.
Como se verá, en el marco de la huelga de noviembre de 1977 en la plan-

Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado
ta de Florencio Varela, las detenciones de trabajadores y los interroga-
torios bajo torturas estuvieron a la orden del día. La huelga fue seguida
de una dura represión contra los obreros. El contexto vino dado por el
traslado de varias secciones de la planta de Florencio Varela a la provincia
de Tucumán, (77) lo que originó varios despidos en la primera, provocando
un descontento generalizado entre los obreros. (78)
El antecedente directo de la huelga tuvo lugar días antes de su inicio. Du-
rante octubre de 1977 los delegados de la planta de Florencio Varela or-
ganizaron paros de dos horas por turno como preludio a las negociaciones
salariales entre la comisión interna y la patronal. La representación, con
preponderancia de posiciones ortodoxas, se conformó con un aumento
del 15% mientras que la mayoría de los trabajadores exigió un incremento
salarial del 60% entregando un petitorio al jefe de personal. Este reclamo
fue rechazado por la empresa y el sindicato, aduciendo la primera que
había otorgado el porcentaje pedido por el gremio, y desligándose este
último de la solicitud de los trabajadores. (79)

 (76) JFed. N° 1, Tucumán, “Actuaciones Complementarias de Arsenales Miguel de Azcuéna-


ga Ccd s/Secuestros y Desapariciones Expte. n° 443/84 y conexos”, auto de procesamiento;
en referencia a declaraciones testimoniales de Alberto Argentino Augier y Antonia Barrio-
nuevo en la causa mencionada.
 (77) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit. En ese sentido, puede hablarse de una
radicalización de las políticas de racionalización que se venían implementando con anteriori-
dad al golpe de Estado, a partir de la alteración de las relaciones de poder entre trabajadores
y empresarios que tiene lugar desde el inicio de la dictadura militar.
 (78) Archivo DIPBA, documento “Información sobre fábrica Alpargatas”, 03/11/1977, legajo 30
(folio 30), carpeta 42, mesa B.
 (79) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., pp. 343/344. En el mismo sentido,
Archivo DIPBA, documento “Información sobre fábrica Alpargatas”, 03/11/1977, legajo 30
(folio 30), carpeta 42, Mesa B.

159
ZONA CONURBANO SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

Poco después, y en el marco de una serie de conflictos laborales a nivel


nacional en torno al nivel de los salarios, en noviembre de 1977 tuvo lugar
la huelga en la planta de Florencio Varela. El conflicto se inició el 3 de
noviembre con un paro de brazos caídos: los trabajadores ingresaron a la
fábrica, ficharon el presente y permanecieron en sus puestos sin realizar
tareas. La conducción oficial de la AOT rechazó el paro. Indica un trabaja-
dor que la medida de fuerza se originó en las secciones donde las mujeres
eran mayoría, y en la sección de goma. Jugaron un papel importante en el
desarrollo de la misma los militantes que habían conseguido permanecer
en la planta luego del inicio de la dictadura. (80)
Las relaciones entre la empresa y las fuerzas armadas pueden ser ilustra-
das a través de la reacción ante la medida adoptada por los obreros. Así,
el mismo 3 de noviembre el ejército y la policía ingresaron a la fábrica y la
desalojaron: los trabajadores fueron obligados a abandonar el perímetro
de la planta, y solo permanecieron en ella supervisores, personal jerárquico
y de limpieza. El oficial a cargo del operativo indicó que si los trabajadores
de los sucesivos turnos se sumaban a la medida, también serían desaloja-
dos. Al día siguiente continuó la medida, y solo trabajó el personal admi-
nistrativo (pero sin poder cumplir con sus tareas en virtud de la paralización
de la planta por parte de los trabajadores manuales). Dentro del perímetro
de la fábrica quedaron un auto de policía y dos tanques de asalto. (81)
Las fuerzas de seguridad dieron su apoyo a la empresa en los momentos
clave del conflicto: el 7 de noviembre, al mismo tiempo que tenía lugar
una reunión entre los trabajadores y las autoridades de la empresa con la
mediación del Ministerio de Trabajo, hubo un despliegue aun mayor de
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fuerzas militares que rodearon la fábrica. (82)


La velocidad con la que las fuerzas armadas y la policía tomaron cartas en
el asunto resulta ilustrativa de que este conflicto y el apoyo a la empresa
eran considerados de la más alta prioridad. La documentación de la DIP-
BA da cuenta de que los obreros de la planta habían estado bajo vigilancia
de las autoridades por lo menos desde Octubre, esto es, a partir del inicio
del conflicto salarial. (83)

 (80) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 343 y ss.
 (81) Ibid., p. 345.
 (82) Ibid., p. 346. En el mismo sentido, La Opinión, 08/11/1977.
 (83) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 344.

160
Alpargatas

Durante la huelga, el Ministerio de Trabajo intimó a los obreros a volver


al trabajo, en otra muestra del amplio apoyo que la dictadura brindó a la
patronal en este conflicto.
A la huelga fue asignado el Batallón 601 del Regimiento de Infantería 7,
con el apoyo de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Estos contin-
gentes desalojaron a los trabajadores de la planta cada vez que los mismos
se adherían a la huelga (esto es, cada vez que los trabajadores ingresaban,
ocupaban sus puestos, y se abstenían de realizar tareas). Durante uno de
estos episodios, el 8 de noviembre fue detenido un trabajador acusado
de instigar a sus compañeros a mantener la huelga, y al poco tiempo los

Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado
militares dispersaron violentamente a un grupo de trabajadores. Resultó
entonces herido uno de los obreros de la sección de goma. (84) Ese mismo
día son secuestrados Rubén Eduardo Souto (85) y Horacio Edgardo Pérez.
Ante la persistencia del reclamo de los trabajadores, aquel mismo día,
Alpargatas, con autorización de las autoridades militares, decidió cerrar la
fábrica prohibiendo la entrada de los trabajadores, aduciendo un intento
de evitar “consecuencias imprevisibles en lo relativo a la seguridad de su
personal…”, (86) aunque paradójicamente la propia empresa reconocía en
un comunicado que la huelga había sido pacífica. (87)
Para el 9 de noviembre, la producción de la planta de Florencio Varela es-
taba completamente paralizada, afectando el lockout a alrededor de 2000
trabajadores. La empresa pretendía, de este modo, que las tareas solo
continuaran cuando fuera posible restablecer un “clima de colaboración”.
La situación generaba una fuerte incertidumbre entre los obreros, como
se desprende del siguiente testimonio: “concurríamos a la fábrica con mi
hermano frecuentemente para ver si se reabrían sus puertas. El ejército
nos había sacado a la calle con ametralladoras y demás. Para ver si cada
uno de nosotros nos integrábamos nuevamente a nuestras tareas, concu-
rríamos a la fábrica todos los días”. (88)

 (84) Ibid., p. 346. En el mismo sentido Archivo DIPBA, documento “Información sobre fábrica
de Alpargatas”, legajo 30 (folio 26), carpeta 42, mesa B.
 (85) Trib. Oral Crim. Fed. N° 1, La Plata, causa 3389-12, Hidalgo Garzón, declaración testimo-
nial de Rubén Eduardo Souto, cuerpo 39, fs. 7783.
 (86) Crónica (edición de la mañana), 09/11/1977.
 (87) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 346; La Prensa, 09/11/1977.
 (88) Declaración testimonial de Stella Maris Balboa en el Juicio por la Verdad prestada el
14/10/1998 ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.

161
ZONA CONURBANO SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

El 14 de noviembre la empresa decidió reanudar la producción, medida


que tuvo lugar en forma progresiva, a través del envío de citaciones a los
trabajadores indicando el día y horario en que debían regresar al traba-
jo. A los pocos días, la mayor parte de los trabajadores había retomado
sus tareas.
Como se indicó, durante este conflicto fueron secuestrados y luego libe-
rados Jorge Eduardo Balboa, Rubén Eduardo Souto y Horacio Edgardo
Pérez. También se intentó secuestrar a la hermana del primero (que no
se encontraba en su domicilio) y al delegado Jorge Rufino Almeida, que
renunció poco después. Del mismo modo fueron secuestrados un gran
número de obreros no identificados. Los secuestros parecen haber sido
claves en el triunfo de la empresa durante la huelga, y haber producido un
impacto duradero en los trabajadores. Un delegado que fue secuestrado,
torturado y luego liberado durante la huelga recuerda: “yo fui reincorpora-
do [luego de su secuestro], pero después de todo lo que padecí, no quise
tomar más intervención en nada [esto es, dejó la actividad sindical], me
dediqué simplemente a mi trabajo, favorecer a Fábrica lo que correspon-
día, trabajar y nada más...”. (89)
El conflicto finalizó con una rotunda victoria de la patronal: el aumento
inicial del 15%, que había motivado la huelga por su insuficiencia, fue fi-
nalmente confirmado sin que la empresa ni siquiera pagara los salarios
correspondientes a los días de la huelga, aunque sí aquellos imputables al
período del lockout. La DIPBA habría sido informada de que la empresa
había instruido a sus cuadros medios de que el personal que estuviera
involucrado en “actos de indisciplina” durante la huelga podría ser despe-
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dido. (90) Esto último no sería una amenaza velada, sino que, como relatan
los propios trabajadores, a los participantes de la huelga “después los
echaron a todos”. (91)
En mayo de 1978, el despido de cinco empleados generó un conflicto
en el que Jorge Urbano Bohn tuvo un papel destacado en la defensa de

 (89) Declaración testimonial de Horacio Edgardo Pérez en el Juicio por la Verdad prestada el
21/05/2003, ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.
 (90) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 348. En el mismo sentido, Archivo
DIPBA, documento “Información sobre establecimiento Alpargatas SAIC. Florencio Varela,
Provincia de Buenos Aires,” legajo 30 (folio 27), 14/11/1977, carpeta 42, mesa B.
 (91) Declaración testimonial de Horacio Chayan en el Juicio por la Verdad prestada el
02/04/2003 ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.

162
Alpargatas

los trabajadores cesanteados. El 15 de mayo de 1978 Horacio Chayan fue


secuestrado en su domicilio en horas de la madrugada; luego de su libera-
ción, el jefe de personal le dijo: “no, quedate tranquilo Chayan con vos no
tenemos nada…”. (92) El mismo día, Bohn, delegado de la planta de Floren-
cio Varela, fue secuestrado en su hogar durante la noche. Relata su esposa
que durante la semana previa a su secuestro tuvo activa participación en
el conflicto originado en los cinco despidos:
... lo último que había hecho la semana anterior, que habían
despedido cinco compañeros y sin motivos valederos para des-
pedirlos, él solo sin pedir apoyo a otros Sindicalistas se aperso-

Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado
nó... valgame (sic) la redundancia (...) en la oficina de personal
solicitando que reintegren a esa gente, que revean los casos y
al negarse ellos mi esposo hizo huelga de hambre se quedó ahí
dispuesto a no salir de la oficina de personal, tranquilo porque
no era un hombre violento, pero ahí se iba a quedar si era nece-
sario un año hasta que se los reintegren y se lo reintegraron. O
sea que a ellos no les convenía un delegado así... (93)
Además, para que abandonara esta línea combativa, y en línea con la po-
lítica empresarial de intentar cooptar a los representantes de los traba-
jadores, a Bohn se le había ofrecido un ascenso de envergadura, que el
trabajador rechazó. También habría presentado su renuncia a la posición
de delegado momentos antes de su secuestro: “el 15 él presenta con ca-
rácter indeclinable la renuncia y el 15 a la noche se lo llevan”. (94)
En los primeros días de junio de 1978 fue secuestrado en su domicilio
Fernando López Trujillo, delegado de la planta de Florencio Varela, por
civiles que se identificaron como pertenecientes a las fuerzas armadas. (95)
Otro delegado, Abel Héctor Mateu, fue secuestrado el 1 de julio de 1978.
Había dejado de trabajar en la planta hacía días, y había comentado a sus
familiares que había tenido problemas con la empresa por su tarea como

 (92) Declaración testimonial de Horacio Chayan en el Juicio por la Verdad prestada el


02/04/2003 ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.
 (93) Declaración testimonial de Norma Hilda Pereyra de Bohn prestada el 09/10/2002 en el
Juicio por la Verdad ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.
 (94) Declaración testimonial de Norma Hilda Pereyra de Bohn, prestada el 09/10/2002 en el
Juicio por la Verdad ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.
 (95) Declaración testimonial de Fernando Gustavo López Trujillo presentada ante el Juzgado
Central de Instrucción N° 5 de la Audiencia Nacional, t. 50, registro general 148/96, sumario
19, año 1997.

163
ZONA CONURBANO SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

representante sindical. (96) Su familia tuvo noticias de que estuvo detenido


en el centro clandestino de detención “El Banco”, siendo luego traslada-
do a “El Olimpo”.
En un contexto de deterioro salarial, aumento del ritmo de trabajo y pro-
liferación de sanciones disciplinarias contra trabajadores, en abril de 1979
tuvo lugar una huelga en la planta de Barracas. El detonante fue la negati-
va de la empresa a un reclamo de incremento salarial. El conflicto se desa-
tó el 30 de marzo, y ya el 3 de abril la empresa cerró la planta e impidió el
ingreso a los trabajadores, reeditando la estrategia que le había valido (en
el marco de un fuerte apoyo de la dictadura) un importante triunfo durante
el conflicto de noviembre de 1977. (97)
A poco de iniciado el conflicto de abril de 1979 en la planta de Barracas, el
jefe de personal informó de la existencia del paro a la DIPBA; (98) militares
uniformados ingresaron en la fábrica con armas largas. Un delegado que
había apoyado la huelga fue llevado a la sede nacional de la AOT (bajo
intervención militar) e interrogado sobre su responsabilidad en la interrup-
ción de la producción en Alpargatas. (99) En línea con su actitud paternalis-
ta (que tenía ahora mucho menos sustento que a principios del siglo XX
conforme un deterioro generalizado de salarios y condiciones de trabajo),
la compañía colocó afiches en la puerta de la fábrica que rezaban: “Al-
pargatas, pese al conflicto mantiene su confianza en los integrantes de la
empresa y considera que la pausa establecida propiciará la reflexión para
lograr el necesario clima de entendimiento mutuo”. (100)
Antes del cierre, la empresa había solicitado a las fuerzas de seguridad
el desalojo de los obreros. (101) Durante la huelga, se realizó una reunión
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en el Ministerio de Trabajo, a la que concurrieron el Director Nacional de


Relaciones Laborales, el representante de la comisión interna de la fábrica
y directivos de Alpargatas. En la misma, el Ministerio intimó a los obreros a

 (96) Archivo Nacional de la Memoria, legajo SDH 707, Abel Héctor Mateu, y JNac. Crim. de
Instrucc. N° 24, Capital Federal, causa 45.008, “Mateu, Héctor Abel s/Privación Ilegítima de
la libertad”, declaraciones testimoniales de Virginia Arminda Gallardo de Mateu, prestada el
19/06/1984, y de Nélida Isabel Pérez de Mateu, prestada el 09/08/1984.
 (97) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 364.
 (98) Archivo DIPBA, documento “Posible conflicto obrero: en la planta Florencio Varela de la
empresa ‘Alpargatas SA’”, mesa B, carpeta 42, legajo 14.
 (99) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit, p. 367.
 (100) Mitidieri, Gabriela, La huelga de Alpargatas…, op cit.
 (101) Crónica, 04/04/1979

164
Alpargatas

regresar al trabajo, argumentando que su conducta infringía la ley 21.400


de seguridad industrial. Esta postura de la dictadura estaba en comple-
ta sintonía con la empresa, que había denunciado a los trabajadores por
violación de la prohibición del derecho de huelga. (102) Posteriormente, la
representación de la AOT llegó a un acuerdo con la empresa: se pagarían
los días en que la empresa había estado cerrada por el lockout, pero se
consentiría el despido de un número indeterminado de trabajadores, (103)
medida que efectivamente fue llevada a la práctica. (104)
La empresa reabrió sus puertas el 9 de abril, con un retorno al trabajo
progresivo similar al que había tenido lugar en 1977. Los trabajadores dan

Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado
cuenta, al igual que en aquel proceso, de la ansiedad e inseguridad gene-
radas por esta medida, en base al temor a ser despedidos:
Y un día fuimos y estaba cerrado, las puertas cerradas. Pero es-
tuvimos así como 15 días, 20 días. La cosa es que uno no sabía.
Un día, me llega un telegrama del Ministerio de Trabajo, que me
presentara tal día a las 13 horas en Alpargatas, en mi lugar de
trabajo. Voy con el telegrama y ahí sí, estaban los jefes, ahí me
presenté “Ah, sí, bueno, Nélida, pase a trabajar. Va a trabajar?
“Sí” “bueno pase a trabajar”. En el sector éramos dos. De 400,
500 personas habrán entrado 15! Y ahí hicieron la gran limpieza
que ellos querían hacer. Esa fue la historia (...) De las delegadas,
ninguna entró. (105)
Luego de la huelga, durante la reanudación “progresiva” de la produc-
ción (que se tradujo en diferentes momentos de retorno a las tareas para
los obreros), se exigió que el personal se presentase con documento de
identidad y la nota enviada por la empresa informando el momento de
reincorporación. (106)
El análisis de los conflictos de 1977 y 1979 revela varias similitudes en las
actitudes adoptadas por la empresa. En ambos casos, se cerró la plan-
ta y se recurrió a los despidos. Una lectura atenta del decreto-ley 21.400

 (102) Buenos Aires Herald, 04/04/1979 y Crónica, 04/04/1979.


 (103) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 369. En el mismo sentido, Archivo
DIPBA, documento “Asociación Obrera Textil- Alpargatas SA”, legajo 14 (folio 58), carpeta 42,
mesa B.
 (104) Mitidieri, Gabriela, La huelga de Alpargatas…, op. cit.
 (105) Mitidieri, Gabriela, Evocando el pasado…, op. cit.
 (106) Mitidieri, Gabriela, La huelga de Alpargatas…, op. cit.

165
ZONA CONURBANO SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

permite conocer la cercana relación entre la dictadura y la empresa. Así,


además de la prohibición de las huelgas, en su artículo 1 se lee: “Para los
empleadores, la prohibición de realizar lockout total o parcial; y toda otra
medida de acción directa que signifique interrupción o disminución del
ritmo de trabajo, con el propósito de provocar conflictos colectivos de
trabajo”. Como vemos, la empresa podía hacer sistemáticamente aque-
llo que la “ley” dictada por los militares prohibía en términos expresos,
mientras que en el Ministerio de Trabajo no parece haber habido ninguna
reticencia a calificar la conducta de los trabajadores como violatoria de
ese mismo plexo normativo.
Por otro lado, luego de concluidos los dos episodios conflictivos de mayor
envergadura, la empresa procedió a despedir a los trabajadores sindica-
dos como problemáticos por su participación en la medida, especialmen-
te delegados. (107)
El 27 de abril de 1979 la planta de Florencio Varela se plegó a un paro na-
cional contra la dictadura, convocado por la “Comisión de los 25”, especí-
ficamente dirigido a “golpear sobre el Ministro de Economía Alfredo Mar-
tínez de Hoz, buscando un flanco débil dentro de las fuerzas militares”. (108)
Durante febrero de 1980, la empresa suspende trabajadores y suprime
turnos en la planta de Barracas. El 20 de agosto de 1980 fue secuestrada
en su domicilio otra exempleada: Graciela Isabel Álvarez.
Los efectos de las políticas represivas llevadas adelante por la dictadura
y la empresa recayeron particularmente sobre los trabajadores sindicados
como combativos. La cercanía de la conducción de la AOT a la dirección
de la empresa, por otro lado, es puesta de relieve en las percepciones del
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impacto de la dictadura en la tarea de los representantes sindicales: los


alineados con la conducción del gremio llegan a sostener que no hubo
grandes cambios en sus tareas, mientras que los combativos recuerdan el
inicio de un proceso represivo de gran envergadura. (109)
Los conflictos laborales de mayor envergadura fueron seguidos de de-
tenciones, secuestros y desapariciones de trabajadores, especialmente
aquellos vinculados a la actividad sindical en la fábrica. Los avances de la

 (107) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 369; en sentido coincidente Mitidieri,
Gabriela, Evocando el pasado…, op. cit.
 (108) Chaves, Gonzalo L., Rebelde Acontecer..., op. cit., p. 212 y ss.
 (109) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 361 y ss.

166
Alpargatas

empresa frente a los obreros en temas como disciplina, salarios y condi-


ciones de trabajo se apoyaron en y a su vez retroalimentan esos crímenes.

5. Responsabilidad empresarial
A partir de los hechos descriptos, es posible identificar un conjunto de evi-
dencias que indican que la empresa tuvo conocimiento y participación en
los crímenes de que fueron víctimas los trabajadores. Distintos testimonios
de trabajadores sobrevivientes dan cuenta de la estrecha vinculación entre
la empresa y las fuerzas de seguridad, durante este período. Por un lado,
algunos de los ex detenidos refieren a declaraciones de sus captores donde

Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado
indicaban que el motivo de detención era su actividad gremial, así como
interrogatorios directamente orientados a extraer información sobre la acti-
vidad sindical en la fábrica. Además señalan el ingreso de personal militar en
el marco de los conflictos laborales sucedidos en la fábrica. Por otro lado, los
relatos de los trabajadores señalan declaraciones de los directivos de la em-
presa donde indican que tenían conocimiento de las detenciones y las atri-
buyen a su condición de trabajadores. También, al menos un caso, indica la
capacidad de los directivos para revertir una detención. Por otro lado, docu-
mentación desclasificada de la DIPBA da cuenta de la entrega de documen-
tación de la empresa a las fuerzas de seguridad, así como información sobre
actividades gremiales en sus establecimientos. Por último, las características
de las víctimas, en su mayoría protagonistas o participantes de los conflictos
laborales, así como la estrecha correlación entre los conflictos laborales y las
detenciones producidas indican que los secuestros claramente vinculados a
conflictos laborales. Asimismo, cabe señalar el aprovechamiento económico
que realizó la empresa de las políticas represivas de la dictadura.
El caso del trabajador Alberto Eugenio Martínez, de la planta de Aguila-
res, Tucumán, secuestrado el 20 de julio de 1976 en su domicilio, presenta
cierta similitud al de Balboa. Así, el hecho tiene la particularidad de que,
de acuerdo con el testimonio de un hermano de la víctima, al ingresar a
la vivienda, los miembros de las fuerzas de seguridad “preguntaron por el
empleado de alpargatas y al identificarse como tal mi hermano fue retira-
do del hogar sin explicación alguna y con destino desconocido”. (110) Poco
antes, el 23 de abril de 1976, había sido secuestrado otro trabajador de la
misma fábrica: Mario Reinoso Barrionuevo.

 (110) Archivo Nacional de la Memoria, legajo Conadep 5528, Alberto Eugenio Martínez, de-
claración testimonial del hermano de Alberto, Ricardo Daniel Martínez.

167
ZONA CONURBANO SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

Como se vio, la huelga de noviembre 1977 trajo consigo un pico en la


represión a los trabajadores. El ejército ingresó a la planta y desalojó a
los huelguistas, pero no fue este el único aporte de las fuerzas de segu-
ridad a la empresa durante el conflicto, registrándose varios secuestros
vinculados a la disputa laboral. Durante la medida fue detenido el obrero
Jorge Eduardo Balboa. A partir del relato de los trabajadores es posible
construir la relación entre el hecho y la empresa, ya que el mismo fue
perpetrado por un grupo de seis policías que le dijeron “que los tenía
que acompañar porque había una denuncia de la fábrica de Alpargatas”.
Jorge se encontraba en su domicilio, preparándose para presentarse a la
fábrica durante la huelga (en virtud de no saber si se había finalizado el
cierre dispuesto por la patronal), cuando tocaron la puerta seis policías
de la Comisaría de Florencio Varela. Estuvo en esa dependencia, en la
Comisaría 8a de La Plata y, finalmente, tras fingir liberarlo sus captores
lo condujeron al Centro Clandestino “La Cacha”, donde fue interrogado
mientras era golpeado. (111) Otra trabajadora, Stella Maris Balboa, recuerda
que, luego del secuestro de su hermano, Jorge E. Balboa, supo que “En
principio decían que habían venido a buscarme a mí y que se llevaron a
mi hermano”. Esta trabajadora también relata que durante este conflicto
hubo 47 obreros detenidos. (112)
Además, también durante la huelga de 1977 fue secuestrado Horacio Ed-
gardo Pérez, que era delegado sindical de la sección botas. Relata: “el
problema mío que yo tuve, por el hecho de que yo en la fábrica era dele-
gado y fui detenido por un paro”. (113) En esa oportunidad estuvo detenido
junto con otros cuatro o cinco trabajadores de Alpargatas (de hecho, al
liberarlos uno de sus captores planteó “bueno todos los que son de Al-
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pargatas, dice, se pueden ir preparando porque se pueden ir”). Al parecer,


varios de los trabajadores detenidos no podrían regresar a la fábrica, (114)
por haber sido incluidos en los despidos dispuestos por la empresa en el
marco de la finalización del conflicto.

 (111) Declaración testimonial de Jorge Eduardo Balboa en el Juicio por la Verdad prestada el
14/10/1998 ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.
 (112) Declaración testimonial de Stella Maris Balboa en el Juicio por la Verdad prestada el
14/10/1998 ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.
 (113) Declaración testimonial de Horacio Edgardo Pérez en el Juicio por la Verdad prestada
el 21/05/2003 ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.
 (114) Declaración testimonial de Horacio Edgardo Pérez en el Juicio por la Verdad prestada
el 21/05/2003 ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.

168
Alpargatas

Otro delegado, Jorge Rufino Almeyda, también sufrió un intento de se-


cuestro durante la huelga de 1977 y se vio obligado a abandonar su trabajo
en Alpargatas. (115) La detención de trabajadores de Alpargatas durante y
luego de la huelga de noviembre de 1977 parece haber sido tan notoria
que varias víctimas del terrorismo de Estado relatan haber visto en La Cacha
a obreros de la empresa en noviembre de 1977. (116) Otras personas que su-
frieron la represión en aquel momento relatan el pase por la Comisaría 8a de
La Plata de “obreros de la fábrica Alpargatas, después de una huelga”. (117)
Otro testimonio permite relacionar los secuestros con la dirección de la fá-
brica: al regresar el obrero Horacio Chayan a la fábrica de Florencio Varela

Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado
luego de su secuestro, el jefe de personal le dijo que le sorprendía su de-
tención porque contra él la empresa no tenía nada. Relata “la Fábrica mis-
ma me dio una semana, me la dio paga y todo, porque dice ‘no, acá, nos
quedamos cuando nos enteramos que a vos te llevaron preso…’ cuando fui
a la empresa me dijo: ‘no, quedate tranquilo Chayan con vos no tenemos
nada…’”. (118) También el conflicto de 1979 en Barracas produjo detenciones:
un delegado de aquella planta fue detenido en la fábrica a poco de iniciado
el mismo, y conducido a la sede nacional de la AOT por sus captores. (119)
Como se ha destacado, durante los dos mayores conflictos laborales que
registró la empresa en la dictadura, los militares ingresaron a la fábrica. En
noviembre de 1977 desalojaron a los huelguistas y detuvieron en el inte-
rior de la planta de Florencio Varela a un trabajador que “fue sorprendido
en circunstancia que activaba a los restantes obreros a proseguir con la
huelga”. (120) Durante este conflicto, la DIPBA informó:
… en la fecha el numerario del turno 06:00 a 14:00 horas fue des-
alojado de la planta por efectivos del Batallón de Arsenales 601 y

 (115) Declaración testimonial de Jorge Rufino Almeyda en el Juicio por la Verdad prestada el
14/03/2001 ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.
 (116) Declaración testimonial de Jorge Guastapaglia en el Juicio por la Verdad prestada
ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata. Archivo Nacional de la Memoria,
legajo SDH 3841, Víctor Hugo Díaz, en referencia a lo presenciado por Elvira y Carmen
Díaz durante sus secuestros.
 (117) Archivo Nacional de la Memoria, declaración de Nora Patricia Rolli, legajo SDH 2870.
 (118) Declaración testimonial de Horacio Chayan en el Juicio por la Verdad. Prestada el
02/04/2003, ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.
 (119) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 366.
 (120) Archivo DIPBA, documento “Información sobre fábrica de Alpargatas,” legajo 30, car-
peta 42, mesa B.

169
ZONA CONURBANO SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

del Regimiento 7 de Infantería y personal del Cuerpo de Infante-


ría de esta Policía [se refiere a la Policía de la Provincia de Buenos
Aires]. Solamente se permitió la permanencia en las instalaciones
de bomberos, electricistas y miembros de la vigilancia…. El per-
sonal militar se retiró de la planta, permaneciendo una patrulla
en los alrededores de la misma y dos carros de asalto de esta
policía en el interior del predio, sin penetrar en los talleres. (121)
Gran parte de las víctimas tenía actividad sindical, y varias habían protago-
nizado conflictos poco antes de ser secuestradas: se desempeñaron como
delegados Pablo D. Álvarez, Mario Barrionuevo, Jorge U. Bohn, Graciela
A. Echavarría, Alberto E. Martínez, Abel Héctor Meteu, Horacio E. Pérez,
Jorge Rufino Almeyda y Gustavo López Trujillo. Por otro lado, varios de
los trabajadores secuestrados y luego liberados dan cuenta de haber sido
interrogados bajo tortura acerca de situaciones relativas a la fábrica, lo
que sugiere la existencia de aportes de información de la empresa. Jorge
Eduardo Balboa fue interrogado, mientras se lo golpeaba, acerca de si “si
conocía alguno de los que eran subversivos en la fábrica” (122) y sobre su
participación en la huelga. (123) Una de las víctimas que declaró en la causa
Vesubio indicó que en ese centro clandestino “fueron privados de su liber-
tad un grupo de trabajadores de la fábrica de Alpargatas, que estuvieron
en el lugar por unos tres días, a quienes acusaban de haber permitido
(haber permitido) la entrada de panfletos en la fábrica”. (124) Además, du-
rante la huelga de Abril de 1979 en la planta de Barracas, un delegado fue
detenido e interrogado acerca de su responsabilidad por el paro. (125)
Además cabe destacar la realización de actividades de espionaje contra
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los obreros, a fin de determinar quiénes de ellos pertenecían a los sec-


tores combativos o de izquierda. Este tipo de prácticas realizadas por las
fuerzas de seguridad son puestas de relieve por el testimonio de un de-
legado de Barracas. Luego de haber notado que era seguido en varias

 (121) Archivo DIPBA, documento “Fábrica Argentina de Alpargatas SA-Florencio Varela,”


legajo 30, carpeta 42, mesa B.
 (122) Declaración testimonial de Jorge Eduardo Balboa en el Juicio por la Verdad prestada el
14/10/1998, ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.
 (123) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 350.
 (124) Declaración testimonial de Alfredo Luis Chaves, causa 1800, cuerpo II, causa 1800/13,
Juzgado 7, departamento judicial de Morón, a cargo de Alfredo J Ruiz Paz (secretaría 13),
10/02/1984. Fue detenido en mayo de 1978, fs. 403 vta.
 (125) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 366.

170
Alpargatas

oportunidades por un Ford Falcon y una camioneta F100, fue detenido en


un bar cerca de la fábrica junto con otro trabajador de la empresa. Se lo
interrogó sobre su trabajo en la fábrica y se le ofreció “duplicar su salario”
a cambio de que se convirtiera en informante en lo relativo a la planta,
principalmente sobre la presencia en ella de militantes de izquierda. Este
obrero fue torturado durante cuatro días hasta que se le permitió hacer
un llamado telefónico: luego de comunicarse con la empresa, esta parece
haber podido gestionar su liberación. (126)
Pero no solo las fuerzas de seguridad hacían inteligencia en las fábricas
de Alpargatas. Relata otro trabajador de la planta de Barracas, militante

Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado
de una organización de izquierda, que su jefe de sector “lo alertó acerca
de un nuevo compañero de trabajo: un hombre mandado por la gerencia
‘de encubierto’ para detectar militantes y así despedirlos”. (127) Como se
advierte, la empresa también realizaba espionaje contra los trabajadores.
Por otro lado, cabe destacar el aporte de información a los servicios de
inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires efectuado por la
empresa. El mismo pone de relieve que la empresa aportaba legajos, in-
formación sobre el activismo político y sindical dentro de la fábrica, sobre
el desarrollo de los conflictos laborales, y denunciaba las huelgas.
Así, la documentación de la DIPBA da cuenta de que las fuerzas de segu-
ridad accedían a los legajos de los trabajadores de Alpargatas. En este
sentido, figura acerca de una trabajadora que: “Se desea saber: 1) Sobre
Alpargatas: a) Copias de los legajos personales, confeccionados a los cau-
santes, en la fábrica mencionada. 2) Sobre los domicilios de las causantes:
si aún residen en el domicilio declarado en el punto 1.a”. (128)
Además de los legajos, la empresa aportaba otro tipo de informaciones
sobre actividades gremiales en sus establecimientos. En ese sentido, otra
constancia del 11 de mayo de 1979 indica que, ante el hallazgo de un
panfleto en la fábrica, del cual se había tomado conocimiento, se “están
realizando tratativas, con el objeto de obtener el citado panfleto y/o copia
del mismo”. Otro documento, del 21 de mayo, da cuenta de que en virtud
de la existencia del líbelo “por O.J.P. deberá mantener estricta vigilancia
de la planta con la finalidad de establecer fehacientemente las actividades

 (126) Ibid., p. 368.


 (127) Mitidieri, Gabriela, La huelga de Alpargatas…, op. cit.
 (128) Archivo DIPBA, legajo 5590, sección 0392.

171
ZONA CONURBANO SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

que desarrollan los elementos enrolados en dicho bloque y su posterior


identificación”. (129) No está de más volver a destacar que trabajadores de
Alpargatas fueron, por lo menos en una ocasión, conducidos a un centro
clandestino de detención e interrogados acerca de la entrada de panfletos
en la fábrica. (130)
En sentido similar, durante una de las huelgas en que la empresa cerró
la fábrica, existen constancias de que la compañía habría aportado a la
DIPBA el texto del cartel que colocó en la puerta del establecimiento in-
formando a los obreros de la decisión: “el texto completo del cartel lo
enviarán a éste organismo a la brevedad”. (131)
Estos archivos dan cuenta, además, de la comunicación existente entre un
jefe de personal de la empresa, Valentín Pérez, quien informó a pedido de
la inteligencia policial acerca de la existencia de un paro en la fábrica de
Barracas. Asimismo, personal de portería de la planta de Florencio Varela
habría informado acerca de la inexistencia de medidas de fuerza. (132) La
constancia es de marzo de 1979.
Por otro lado, varias de las situaciones descriptas más arriba ponen de re-
lieve un claro conocimiento por parte de la empresa de la represión ilegal
de que eran objeto sus empleados. El relato de Horacio Chayan respecto
de la reacción del jefe de personal a su regreso a la fábrica da cuenta de
que la empresa sabía claramente qué trabajadores eran secuestrados, tor-
turados y desaparecidos. En este caso, el directivo le señaló a Chayan que
su detención había sido sorpresiva, porque contra él la empresa no tenía
nada. El testimonio de este trabajador permite concluir que su detención
había sido conocida por la empresa incluso con anterioridad a que él vol-
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viera a la fábrica tras su liberación. Así, este obrero relata: “y la Fábrica


misma me dio una semana, me la dio paga y todo, porque dice ’no, acá,

 (129) Archivo DIPBA, documento “Panfleto hallado en Fábrica Argentina de Alpargatas,”


legajo 30, carpeta 42, mesa B.
 (130) Declaración testimonial de Alfredo Luis Chaves: causa 1800, cuerpo II. Causa 1800/13,
Juzgado 7 de Dpto Jud de Morón, a cargo de Alfredo J Ruiz Paz (secretaria 13). 10/02/1984.
Fue detenido en mayo de 1978, fs. 403 vta.
 (131) Esta parte figura tachada, lo que es coherente desde el punto de vista de las prácticas de
inteligencia que desaconsejan explicitar las fuentes de información en un documento. Archivo
DIPBA, documento “Panorama de Fábrica Argentina de Alpargatas”, legajo 30, carpeta 42,
mesa B.
 (132) Archivo DIPBA, documento “Posible conflicto obrero: en la planta Florencio Varela de
la empresa ‘Alpargatas SA’”, mesa B, carpeta 42, legajo 14.

172
Alpargatas

nos quedamos cuando nos enteramos que a vos te llevaron preso y ahí
esta [sic] viste’”. (133)
En sentido similar, Horacio Edgardo Pérez ha declarado que al volver a la
fábrica luego de su detención:
… no obstante yo presentarme a los poquitos días de que a mí
me dejan en libertad, me dice Fábrica, me dice la sección de
personal que no me tome ninguna atribuciones de empezar a
trabajar antes, de que me tome mi tiempo, que lo piense bien,
que cuando esté decidido me presente a trabajar, que no iba a
ver ningún problema, que el puesto mío está...” (sic). (134)

Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado
Cabe destacar que se trata de un delegado que había apoyado la huelga
de noviembre de 1977.

En la oficina de personal de Alpargatas, personal del gremio y de la em-


presa estuvo enterado del secuestro de Jorge Urbano Bohn: cuando la
esposa mintió acerca de los motivos de la ausencia de Jorge le plantearon
que se lo había llevado el Ejército. La empresa, por su parte, llegó incluso
a negarle a su esposa que Jorge Urbano Bohn trabajara en Alpargatas. (135)

Por otro lado, como se desarrollará más adelante, los funcionarios del di-
rectorio de la firma ocuparon posiciones de importancia en la dictadura y
participaron de reuniones con funcionarios estatales.

Además de conocer y colaborar en los crímenes cometidos durante te-


rrorismo de Estado, un conjunto de hechos revelan prácticas de la com-
pañía que, si bien no configuran crímenes, dan cuenta de una utilización
económica de la política criminal, dirigida a la obtención de beneficios
en el ámbito de la producción y de los negocios. Por otra parte, hay
que destacar que los propios crímenes tuvieron, como se vio, profundos
efectos en las posibilidades de reclamo por parte de los trabajadores res-
pecto de la empresa, impactando también, de ese modo, en los ámbitos
mencionados.

 (133) Declaración testimonial de Horacio Chayan en el Juicio por la Verdad prestada el


02/04/2003 ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.
 (134) Declaración testimonial de Horacio Edgardo Pérez en el Juicio por la Verdad prestada
el 21/05/2003 ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.
 (135) Declaración testimonial de Norma Pereyra de Bohn prestada el 09/10/2002 en el Juicio
por la Verdad ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.

173
ZONA CONURBANO SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

Desde el comienzo la dictadura cívico militar la empresa percibió una clara


posibilidad de aumentar la productividad de los trabajadores y truncar el
proceso de politización y aumento de los reclamos laborales que se venía
desarrollando entre ellos. Así, el 25 de marzo de 1976, el jefe de personal
de la planta de Florencio Varela saludó a los trabajadores entre carcajadas,
preguntando irónicamente sobre el conflicto laboral que se había desata-
do recientemente por un reclamo de mejoras salariales. (136) Ese mismo día
de marzo, los gerentes convocaron a todos los supervisores a una reunión,
donde aparentemente se habría decidido “no intentar cambiar las cosas
demasiado por el momento”. (137)
A pesar de esa supuesta postura de no innovar en la situación, la empresa
llevó adelante un vasto proceso de relocalización productiva, a través del
cual la planta de Florencio Varela fue sometida a un progresivo vaciamien-
to, acompañado del traslado de varias secciones a otras plantas como la
de Barracas y la de Tucumán. También se modificaron la disciplina y las
condiciones de trabajo.
En primer lugar, con la dictadura se produjo un notorio incremento de
la aplicación de sanciones disciplinarias en las plantas de la empresa; se
aplicaron sanciones sin motivo, o por infracciones ínfimas, a fin de discipli-
nar a los trabajadores y reconfigurar las relaciones de poder dentro de la
fábrica. Además, la empresa inmediatamente intentó imponer cambios en
el sistema de pago del bono por producción (aparentemente con el fin de
que admitiera una mayor discrecionalidad para dividir a los trabajadores
abonándolo sólo a algunos de ellos), y exigió mayores ritmos de trabajo a
sus operarios. Al parecer la situación llegó a extremos tales como la pro-
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hibición de que los trabajadores tomaran el descanso en grupos grandes


(debían hacerlo por turnos) y la obligación de permanecer todo el tiempo
en lugares visibles bajo la vigilancia de los supervisores. Incluso se prohi-
bió en la planta de Florencio Varela el ingreso a las secciones con bolsos
o carteras. (138) Estos cambios impactaron incluso en las relaciones sociales
dentro de la planta. (139)

 (136) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit.


 (137) Ibid., p. 339.
 (138) Ibid., p. 369. En el mismo sentido, Chaves, Gonzalo L., Rebelde Acontecer..., op. cit., p. 220.
 (139) Mitidieri, Gabriela, La huelga de Alpargatas…, op cit. y Mitidieri, Gabriela, Evocando el
pasado…, op. cit. Testimonios recabados por Gabriela Mitidieri dan cuenta de que entre los
cambios que implicó el comienzo de la dictadura dentro la fábrica se incluye la imposibilidad

174
Alpargatas

Los testimonios de la época dan cuenta de la situación descripta. Así, un


delegado de la planta de Barracas recuerda:
…ellos empezaron a sacarnos cosas. Se volvieron más rígidos
con nosotros. Querían cambiar el sistema de pago del bono por
producción, y nosotros empezamos a oponernos a esos cam-
bios… después de que había empezado la dictadura, ellos los
reprimían [a los trabajadores] por cualquier razón… primero, un
día de suspensión. Después 2, 5, 7, 10, 15 y después de eso,
empezaron a despedir gente. (140)
Este recrudecimiento de la disciplina también se sintió en la planta de

Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado
Florencio Varela, como surge del siguiente testimonio:
Nos exigen más producción. No nos dejan hablar entre noso-
tras, tratan de dividirnos hasta con los salarios. Dan premio a
la producción a unos sí y a otros no, como si no trabajáramos
todos por igual. Es un régimen carcelario, no podemos tomar
el descanso todos juntos, hay que turnarse para salir. Debe-
mos permanecer en lugares visibles. Ahora también prohibie-
ron traer bolsos a las secciones, ni siquiera podemos llevar un
termo. (141)
Como ya se ha señalado, en los dos mayores conflictos laborales que
hubo durante la dictadura, la empresa recurrió a un lockout a fin de
doblegar los reclamos de sus obreros. Esa circunstancia, aunada a la
proliferación de secuestros y detenciones de trabajadores, condicionó
reclamos y la conflictividad laboral en general. Ambas huelgas, como ya
se remarcó, fueron seguidas de despidos contra los trabajadores que
mayor notoriedad habían tenido en la promoción y organización de la
medida. (142) Fuera de esos episodios, en la planta de Florencio Varela
hubo presencia intermitente de las fuerzas de seguridad, y un traba-
jador recuerda que había cuatro retenes policiales entre La Plata y la
fábrica. (143)

para las mujeres de continuar usando su apellido de soltera para su identificación dentro de
la empresa, y la prohibición para los operarios varones de ingresar con barba.
 (140) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., pp. 362/363.
 (141) Chaves, Gonzalo L., Rebelde Acontecer..., op. cit., p. 220.
 (142) Mitidieri, Gabriela, La huelga de Alpargatas…, op. cit.
 (143) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., pp. 340/341.

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ZONA CONURBANO SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

La presencia de fuerzas de seguridad en la fábrica también fue notoria en


la planta de Tucumán. En relación a ésta, resulta de particular relevancia lo
relatado por una ex trabajadora: “De las relaciones del grupo Alpargatas
con la dictadura se puede contar, por ejemplo, que en el establecimiento
de Tucumán el Ejército instaló un campamento durante el llamado Ope-
rativo Independencia, iniciado en 1975”. (144) En sentido similar, publicacio-
nes de la época indican que Gendarmería instaló un campamento en la
fábrica de Alpargatas en la localidad de Aguilares. Los gendarmes incluso
“compartían” el comedor con los trabajadores. (145) La empresa no desa-
provechó la oportunidad para avanzar sobre los trabajadores. Así, ante la
suspensión de treinta obreros y el despido de cuatro en 1975, la AOT de
la zona amenazó con realizar huelgas en solidaridad, a lo que la respuesta
textual de la firma habría sido “Hagan lo que quieran, pero no se olviden
que la Gendarmería está en la fábrica y nosotros no daremos el brazo a
torcer”. El respaldo que esta situación implicó para Alpargatas conllevó
que ni siquiera se presentara a la audiencia de conciliación convocada por
el Ministerio de Trabajo. (146)
Luego de los conflictos de 1977 y 1979, la empresa recurrió a una miría-
da de medidas que redujeron los costos laborales en detrimento de los
trabajadores: despidos, suspensiones, adelantamiento de vacaciones, etc.
Como se verá, por estos años la empresa inauguró nuevas plantas, com-
pró y creó empresas, se benefició de diversas políticas de la dictadura,
al tiempo que redujo los costos laborales. En febrero de 1980, argumen-
tando “recesión en las ventas”, la empresa suspendió a la mitad de sus
trabajadores de Barracas, y decidió suprimir un turno (147) (mientras se fun-
daron dos plantas en el interior). Así, en mayo de 1981 la empresa decidió
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eliminar los turnos del viernes por la noche en la planta de Barracas, y


eliminar los sábados. (148) En julio de 1981 adelantó las vacaciones de los
trabajadores de Barracas y Florencio Varela, (149) y en septiembre recurrió a
reducciones de jornada. (150)

 (144) Chaves, Gonzalo L., Rebelde Acontecer..., op. cit., p. 227.


 (145) Evita Montonera, n° 6, año 1, agosto de 1975, p. 23.
 (146) Ibid.
 (147) Crónica, 20/02/1980.
 (148) Diario Popular, 24/05/1981.
 (149) Crónica, 07/07/1981.
 (150) La Prensa, 04/09/1981.

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Alpargatas

Un panfleto que circuló en la fábrica de Florencio Varela luego de la huelga


de 1979 en Barracas da cuenta de los efectos de las reiteradas derrotas en
los trabajadores:
La experiencia nos demuestra que si vamos de entrada a un
paro total, la patronal no tiene problemas en cerrar la fábrica,
ya que cuenta con la complicidad de la dictadura. Con lo que
ganamos, afuera duramos poco tiempo y al no estar juntos per-
demos fuerza. Esto nos pasó en el 77 en Varela y les pasó a los
compañeros de Patricio hace un mes. La mejor forma de enfren-
tar a la patronal en estos momentos es desgastarla, peleando

Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado
desde nuestro lugar de trabajo, utilizando medidas para desor-
ganizar la producción con quite de colaboración y no haciendo
horas extras. Sabotaje al producto terminado y no a las máqui-
nas, para no afectar a los compañeros. Paros de brazos caídos,
sorpresivos y progresivos. (151)
Más allá del llamado al sabotaje y a paros sorpresivos, el documento su-
giere una derrota.
En suma, la empresa consiguió, valiéndose de la política represiva de la
dictadura, imponer peores condiciones de trabajo: caída del salario, au-
mento del ritmo de producción, mayores sanciones disciplinarias. Cuando
estos avances generaron un conflicto por un reclamo de los trabajadores,
la empresa logró imponer su postura de la mano de una férrea intransi-
gencia (acompañada de un lockout) y de los crímenes de lesa humanidad
de que fueron víctima sus empleados. Por otro lado, la empresa y el grupo
económico Roberts, que, como señalamos, la controlaba, consiguieron
una amplia gama de beneficios económicos y prebendas durante la última
dictadura. La buena performance económica de Alpargatas en la época
es puesta de relieve por varias otras circunstancias: 1) se construyeron y
adquirieron varias fábricas; 2) la empresa se asoció a Shell a través de una
subsidiaria; 3) se adquirieron acciones del Banco Francés; 4) se compraron
varias empresas, como La Buenos Aires compañía de seguros y Alpesca
SA; y 5) se invirtió en la empresa Azucarera Argentina. (152) Por otro lado, en
un contexto de desindustrialización generalizada, la empresa fue uno de

 (151) Chaves, Gonzalo L., Rebelde Acontecer... op. cit., p. 221.


 (152) Ibid., p. 221. Cabe destacar la envergadura de estos proyectos: solo en Alpesca el gru-
po Alpargatas invirtió más de tres millones de dólares, asociándose con otras empresas, e
instalando varias plantas y una flota de seis barcos. Ver La Capital, 01/08/1979.

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ZONA CONURBANO SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

las mayores beneficiarias de los programas de promoción industrial esta-


blecidos por la dictadura y resultó enormemente favorecida en el marco
del proceso de concentración industrial: entre 1976 y 1983 fundó cinco
plantas industriales nuevas en Formosa, Corrientes, San Luis y Catamarca
(dos plantas). Poco después de terminada la dictadura, en 1984, se inau-
guró otra planta en La Pampa. (153)
Varios directivos de la empresa ocuparon puestos de gran importancia
en la administración militar. Eduardo Valentín Oxenford, presidente del
directorio de Alpargatas, fue interventor en la Unión Industrial Argentina
(UIA) durante la dictadura, fue vicepresidente primero del Consejo Em-
presario Argentino, actuó en el directorio de YPF y Viola lo designó como
Ministro de Industria. (154) Por otro lado, Anselmo Riva, quien fuera director
de relaciones laborales de Alpargatas, se desempeñó como subsecretario
de Relaciones Laborales del Ministerio de Trabajo de la Nación durante
la última dictadura. (155) Finalmente, otro directivo de la empresa, Rodol-
fo Clutterbuck, fue designado vicepresidente del Banco Central durante
la dictadura de Reynaldo Bignone. Estas vinculaciones no parecen haber
sido privativas del período analizado, sino que encuentran antecedentes
en otros gobiernos de facto. (156)
De modo coherente con esta cercana relación entre la empresa y el ré-
gimen, antes de ocupar el Ministerio de Industria, Oxenford encabezó la
delegación de los empleadores argentinos a la OIT en 1978, donde dio
manifestaciones públicas de apoyo a la dictadura. Allí sostuvo: “los em-
pleadores argentinos… han sufrido como resultado de la desaparición
de muchos de ellos … como consecuencia de violentos actos de terro-
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rismo… afortunadamente, esta violencia ha sido eliminada por nuestro


país, donde la vida procede normalmente y en una atmósfera ordenada
y pacífica”. (157)

 (153) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 359 y ss.
 (154) La Nación, 28/02/1981; La Razón del 26/03/1980.
 (155) Archivo Nacional de la Memoria, memorando confidencial para información de Pre-
fectura zona atlántico norte (Sec. Informaciones), producido por Prefectura Mar del Plata,
08/04/1983. Fuente: propia, memorando IFI N°18 “C” 1983.
 (156) Mitidieri, Gabriela, La huelga de Alpargatas…, op cit. En ese sentido, cabe destacar que
durante la dictadura de Juan Carlos Onganía un directivo de Alpargatas participó en una reu-
nión entre la cúpula de la Federación Industrial Textil Argentina (en la que además ocupaba
un cargo jerárquico) y el dictador.
 (157) Basualdo, Victoria, Labor and structural..., op. cit., p. 359.

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Alpargatas

En julio de 1982, uno de los directivos de Alpargatas formó parte de la de-


legación de la UIA que se entrevistó con el dictador Bignone, solicitando
medidas para favorecer las exportaciones. (158)
Respecto del sistema de endeudamiento externo, Alpargatas SA par-
ticipó del proceso de estatización de deudas privadas, transfiriendo
obligaciones por USD227.000.000. Si se toma en cuenta la totalidad de
las empresas que componen el grupo Alpargatas, la cifra asciende a
USD474.000.000. (159)

Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado

 (158) Clarín, 28/07/1982.


 (159) Basualdo, Eduardo M., Deuda externa y poder económico en la Argentina, Bs. As., Nueva
América, 1987, p. 150.

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