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LA VIDA DEL APOSTOL SAN PABLO

Pablo nació de una familia judía acomodada, de la tribu


de Benjamín, en Tarso de Cilicia (hoy Turquía). Su
nombre semítico era Saulo. No sabemos cuando
comenzó a llamarse con el nombre latino de Pablo. Por
ser Tarso una ciudad griega, gozó de ciudadanía romana.
La fecha de su nacimiento se calcula alrededor del año
3 A.D. Según se cree, Jesús nació alrededor del 6 o
7 B.C. Entonces Jesucristo sería sólo unos 10 años
mayor que San Pablo.
Aunque criado en una ortodoxia rigurosa, mientras vivía
en su hogar de Tarso estuvo bajo la influencia liberal de
los helenistas, es decir de la cultura griega que en ese
tiempo había penetrado todos los niveles de la sociedad
en el Asia Menor. Se formó en las tradiciones y culturas
judaicas, romanas y griegas.
Siendo joven, no sabemos la edad, Saúl fue a estudiar en
Jerusalén en la famosa escuela rabínica dirigida por
Gamaliel. Además de estudiar la ley y los profetas, allí
aprendió un oficio como era la costumbre. El joven Saúl escogió el de construir tiendas. No se sabe
si jamás vió a Jesús antes de su crucifixión pero no cuenta nada sobre ello.
Hacia el año 34 Saúl aparece como un recto joven fariseo, fanáticamente dispuesto contra los
cristianos. Creía que la nueva secta era una amenaza para el judaísmo por lo que debía ser
eliminada y sus seguidores castigados. Se nos dice en los Hechos de los Apóstoles que Saúl estuvo
presente aprobando cuando San Esteban, el primer mártir, fue apedreado y muerto. Fue poco
después que Pablo experimentó la revelación que iba a transformar su vida. Mientras iba a la ciudad
de Damasco para continuar su persecución contra los cristianos y hacerles renegar de su fe,
Jesucristo se le apareció y tirándolo por suelo le pregunta: «Saúl, Saúl, ¿por qué me
persigues?» Hechos 9,4. Por la luz sobrenatural quedó ciego. Pablo ante el Señor se entregó
totalmente: -"Señor, ¿qué quieres que haga?. Jesús le pide un profundo acto de humildad ya que
se debía someter a quienes antes perseguía: -"vete donde Ananías y él te lo dirá". Después de su
llegada a Damasco, siguió su conversión, la sanación de su ceguera por el discípulo Ananías y su
bautismo. Pablo aceptó ávidamente la misión de predicar el Evangelio de Cristo, pero como todos
los santos, vio su indignidad y se apartó del mundo para pasar tres años en << Arabia >> en
meditación y oración antes de iniciar su apostolado. Hacía falta mucha purificación. Jesucristo lo
constituyó Apóstol de una manera especial, sin haber convivido con El. Es pues el último apóstol
constituido. "Y en último término se me apareció también a mí, como a un abortivo." I Corintios 15:8.
Su vida es totalmente transformada en Cristo:
"Lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. Y más aún: juzgo que
todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí
todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo" (Flp 3,7-8).
Desde entonces era un hombre verdaderamente nuevo y totalmente movido por el Espíritu Santo
para anunciar el Evangelio con poder. Saúl desde ahora se llamará con el nombre romano:
Pablo. El por su parte nunca descansó de sus labores. Predicación, escritos y fundaciones de
iglesias, sus largos y múltiples viajes por tierra y mar (al menos cuatro viajes apostólicos), tan
repletos de aventuras, podrán ser seguidos por cualquiera que lea cuidadosamente las cartas del
Nuevo Testamento. No podemos estar seguros si
las cartas y evidencia que han llegado hasta
nosotros contienen todas las actividades de San
Pablo. Él mismo nos dice que fue apedreado,
azotado, naufragó tres veces, aguantó hambre y
sed, noches sin descanso, peligros y dificultades.
Fue preso y, además de estas pruebas físicas,
sufrió muchos desacuerdos y casi constantes
conflictos los cuales soportó con gran entusiasmo
por Cristo, por las muchas y dispersas
comunidades cristianas.
Tuvo una educación natural mucho mayor que los
humildes pescadores que fueron los primeros
apóstoles de Cristo. Decimos "educación natural"
porque los otros apóstoles tuvieron al mismo Jesús
de maestro recibiendo así una educación divina.
Esta también la recibió San Pablo por gracia de la
revelación. Siendo docto tanto en la sabiduría
humana como en la divina, Pablo fue capaz de
enseñar que la sabiduría humana es nada en comparación con la divina:
"Tened un mismo sentir los unos para con los otros; sin complaceros en la altivez; atraídos más
bien por lo humilde; no os complazcáis en vuestra propia sabiduría." Romanos 12,16.
Pablo inició su predicación en Damasco. Aquí la rabia de los judíos ortodoxos contra este "traidor"
era tan fuerte que tuvo que escaparse dejándose bajar de la pared de la ciudad en una canasta. Al
bajar a Jerusalén, fue suspiciosamente vigilado por los judíos cristianos porque no podían creer
que él que tanto había perseguido se había convertido. De regreso a su ciudad nativa de Tarso,
otra vez se unió Barnabás y juntos viajaron a Antioquía siriana, donde encontraron tantos
seguidores que fue fundada por la constancia de los primeros cristianos. Fue aquí donde los
discípulos de Jesús fueron llamados cristianos por primera vez (del Griego << Christos >>, ungido).
Después que regresaron a Jerusalén, una vez más para asistir a los miembros de la iglesia que
estaban escasos de alimentos, estos dos misioneros regresaron a Antioquía y después navegaron
a la isla de Chipre; durante su estancia convirtieron al procónsul, Sergius Paulus.
Una vez mas en tierra de Asia Menor, cruzaron las Montañas
Taurus y visitaron muchos pueblos del interior, particularmente
aquellos en que habitaban judíos. Generalmente en estos lugares
Pablo primero visitaba las sinagogas y predicaba a los judíos; si
ellos lo rechazaban entonces predicaba a los gentiles. En Antioquía
de Pisid, Pablo lanzó un discurso memorable a los judíos,
concluyendo con estas palabras: Hechos 13,46-47 "Entonces
dijeron con valentía Pablo y Bernabé: «Era necesario anunciaros a
vosotros en primer lugar la Palabra de Dios; pero ya que la
rechazáis y vosotros mismos no os juzgáis dignos de la vida eterna,
mirad que nos volvemos a los gentiles. Pues así nos lo ordenó el
Señor: Te he puesto como la luz de los gentiles, para que lleves la
salvación hasta el fin de la tierra.»

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