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CELEBRACIÓN DE LA CONFIRMACIÓN

DENTRO DE LA MISA

RITOS INICIALES

Monición inicial:
Hermanos y hermanas: Estamos reunidos por un motivo de especial alegría. Un
grupo de niños y jóvenes de nuestra parroquia darán un paso importante en su
vida cristiana: el mismo Espíritu que descendió por primera vez sobre los
Apóstoles hoy llega con su fuerza vivificadora a confirmar el don que recibieron
en el bautismo.
El sacramento de la Confirmación es un signo de madurez cristiana. Quien se
confirma elige responsablemente seguir a Jesucristo, participar de la vida de la
comunidad y realizar acciones en favor de los hermanos.

Reunido el pueblo y los confirmandos colocados en su lugar, el obispo se dirige


al altar; mientras, se entona el canto de entrada. Al llegar al altar hace
inclinación profunda, ENTREGA EL BÁCULO al monaguillo, venera el altar
con un beso, SE QUITA LA MITRA y, luego inciensa la cruz y el altar; después
se dirige a la sede. Se santigua con la señal de la cruz y saluda a los presentes,
utilizando una de las fórmulas que propone el Misal Romano.

Luego se dirige a los presentes para disponerlos a la celebración del sacramento


de la Confirmación con éstas o semejantes palabras:

Queridos hermanos:
Nos hemos reunido para celebrar la Confirmación de algunos miembros de
nuestra comunidad de bautizados. La Confirmación es el segundo de los
sacramentos de la Iniciación cristiana. Estoy en medio de ustedes como su
obispo (como obispo auxiliar de nuestra diócesis), para celebrar juntos el don
del Espíritu Santo que se conferirá a estos hermanos nuestros para que, llevando
a plenitud su Bautismo, queden fortalecidos en la fe y sean en el mundo testigos
auténticos del Evangelio de Jesucristo. La Comunión eucarística que recibirán
estos confirmandos, y que en muchos casos es la primera, llevará a su plenitud
la Iniciación cristiana.
Dispongámonos a esta celebración reconociendo con humildad nuestra
condición de pecadores, que necesitamos de la misericordia de Dios.

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LITURGIA DE LA PALABRA

Se hace una breve pausa en silencio. Luego se utiliza una de las tres fórmulas
de acto penitencial.

Si las rúbricas no lo impiden, se canta o se dice el himno Gloria.

A continuación se dice la oración colecta (Ver Misal romano:


Formulario A (páginas 947-949); Formulario B (páginas 949-950).
Terminada la oración colecta el obispo se sienta y SE COLOCA LA MITRA.

Monición: La Palabra de Dios siempre es luz para nosotros. Hoy nos hablará
del acontecimiento que aquí nos reúne: el don del Espíritu Santo, enviado por
el Padre en nombre del Señor Jesús, que ha venido a distribuir sus dones a
manos llenas en el campo de la Iglesia, a fin de que todos los bautizados demos
frutos de verdadera vida cristiana. Con fe y en actitud de oración, escuchemos
atentamente.

PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías
11, 1-4

En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, un vástago florecerá de su


raíz. Sobre él se posará el espíritu del Señor, espíritu de sabiduría e inteligencia,
espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de piedad y temor de Dios.

No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas; defenderá con justicia al


desamparado y con equidad dará sentencia al pobre.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 103
R. Envía, Señor, tu espíritu a renovar la tierra.

Bendice al Señor, alma mía.


¡Dios mío, qué grande eres!
¡Señor, qué numerosas son tus obras,
y en todas tu sapiencia resplandece!
Llena de ellas está la tierra toda. R.

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Todos los seres vivos de ti esperan
que les des, a su tiempo, el alimento;
apenas se los das, ellos lo toman,
abres tu mano y quedan satisfechos. R.

Cuando envías tu espíritu, los creas


y renuevas la cara de la tierra.
Gloria a Dios para siempre,
que el Señor en sus obras se recree. R.

Al Señor cantaré mientras yo viva,


toda mi vida alabaré al Señor.
Que le sean agradables mis palabras,
y yo me alegraré con el Señor. R.

SEGUNDA LECTURA
Del libro de los Hechos de los Apóstoles
2, 1-6. 22-23. 32-33

El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar.


De repente se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando sopla un
viento fuerte que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces
aparecieron unas lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre
ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros
idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse.

En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del
mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque
cada uno los oía hablar en su propio idioma.

Entonces Pedro, junto con los Once, se presentó ante la multitud, y levantando
la voz, dijo: “Israelitas, escúchenme, Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado
por Dios ante ustedes, mediante los milagros, prodigios y señales que Dios
realizo por medio de él y que ustedes bien conocen. Conforme al plan previsto
y sancionado por Dios, Jesús fue entregado, y ustedes utilizaron a los paganos
para clavarlo en la cruz.

Pues bien, a este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos.
Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del Padre el Espíritu Santo
prometido a él y lo ha comunicado, como ustedes los están viendo y oyendo”.

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Palabra de Dios.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

R. Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
R. Aleluya.

El obispo coloca incienso en el incensario.


El presbítero o diácono que proclamará el Evangelio pide la bendición al obispo.
El obispo SE QUITA LA MITRA, se pone de pie y TOMA EN SU MANO EL
BÁCULO.

EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Juan
15, 18-21. 26-27

+ En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Si el mundo los odia, sepan
que me ha odiado a mí antes que a ustedes. Si fueran del mundo, el
mundo los amaría como cosa suya; pero el mundo los odia porque no son del
mundo, pues al elegirlos, yo los he separado del mundo.

Acuérdense de lo que les dije: ‘El siervo no es superior a su Señor’. Si a mí me


han perseguido, también a ustedes los perseguirán, y el caso que han hecho de
mis palabras lo harán de las de ustedes. Todo esto se lo van a hacer por mi causa,
pues no conocen a aquel que me envió.

Pero, cuando venga el Consolador, que yo les enviare a ustedes de parte del
Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, el dará testimonio de mí y
ustedes también darán testimonio, pues desde el principio han estado conmigo”.
Palabra del Señor.

PRESENTACIÓN DE LOS CONFIRMANDOS

Terminado el evangelio el obispo besa el libro, deja el báculo y se sienta, SE


COLOCA LA MITRA.

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A continuación, los que han de ser confirmados son presentados al obispo por
el párroco o por otro presbítero o por un diácono o, también, por un catequista,
según la costumbre de cada lugar.

Monición: El diácono Pablo Guarín Rodríguez, diácono de nuestra comunidad,


presenta a quienes serán confirmados, pidiendo al obispo que los admita a la
gracia de recibir el don del Espíritu Santo.

El diácono:
Señor Obispo: Estos niños y jóvenes fueron bautizados con la promesa de que
serían “educados en la fe”, y de que “un día recibirían por la Confirmación la
plenitud del Espíritu Santo”. Ése fue el compromiso que sus papás y padrinos
adquirieron en el Bautismo. Como responsable de la instrucción catequética,
tengo la satisfacción de poder decir a toda la comunidad aquí presente y también
a su pastor, nuestro padre y obispo, que estos niños y jóvenes han recibido la
catequesis conveniente a su edad.

HOMILÍA

LITURGIA DEL SACRAMENTO

Terminada la homilía el obispo, CON MITRA Y BÁCULO, interroga a los


confirmandos, les pide la renovación de los compromisos bautismales y al final
proclama la fe de la Iglesia.

Monición:
Hermanos y hermanas: llegamos a la parte central de esta liturgia. Son tres
momentos: la renovación de las promesas bautismales, la imposición de las
manos, y la unción con el santo Crisma.
En este momento, quienes serán confirmados renovarán las promesas
bautismales manifestando así, su voluntad de seguir a Jesucristo.

El Obispo:
Ahora, antes de recibir el don del Espíritu Santo, conviene que renueven
personalmente la profesión de fe, que sus papás y padrinos hicieron, en unión
con toda la Iglesia, el día de su Bautismo, y renuncien a todo lo que aparta del
Reino de Dios, prometiendo seguir a Jesucristo con la fidelidad de los Apóstoles
y mártires.

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RENOVACIÓN DE LOS COMPROMISOS BAUTISMALES

Segunda fórmula:

El obispo: ¿Renuncian ustedes al pecado para vivir en la libertad de los hijos de


Dios?

Los confirmandos: Sí, renuncio.

El obispo: ¿Renuncian ustedes a todas las seducciones del mal para que el
pecado no los esclavice?

Los confirmandos: Sí, renuncio.

El obispo: ¿Renuncian ustedes a Satanás, padre y autor de todo pecado?

Los confirmandos: Sí, renuncio.

El obispo: ¿Creen ustedes en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de


la tierra?

Los confirmandos: Sí, creo.

El obispo: ¿Creen ustedes en Jesucristo, su Hijo único, Señor nuestro, que nació
de María Virgen, padeció, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está
sentado a la derecha del Padre?

Los confirmandos: Sí, creo.

El obispo: ¿Creen ustedes en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que hoy,
por el sacramento de la Confirmación, se les da de manera excelente, como a
los apóstoles en el día de Pentecostés?

Los confirmandos: Sí, creo.

El obispo: ¿Creen ustedes en la santa Iglesia católica, en la comunión de los


santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la
vida eterna?

Los confirmandos: Sí, creo.

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El obispo: Ésta es nuestra fe. Ésta es la fe de la Iglesia, que nos gloriamos de
profesar, en Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

IMPOSICIÓN DE MANOS

Monición: Después de la profesión de fe de los confirmandos, el obispo,


repitiendo el mismo gesto que usaban los Apóstoles, va a imponer sus manos
sobre ellos pidiendo al Espíritu Santo que los colme con sus dones. Unámonos
a su plegaria y oremos en silencio al Señor.

Luego, el obispo (teniendo a ambos lados a los presbíteros que va a ayudarlo),


DEJA LA MITRA Y EL BÁCULO, de pie y con las manos juntas, exhorta al
pueblo, diciendo:

El obispo:
Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso
por estos hijos suyos,
que renacieron ya a la vida eterna en el Bautismo,
para que envíe abundantemente sobre ellos el Espíritu Santo,
a fin de que este mismo Espíritu
los fortalezca con la abundancia de sus dones,
los consagre con su unción espiritual
y haga de ellos imagen fiel de Jesucristo.

Todos oran en silencio unos instantes.


Después el obispo impone las manos sobre todos los confirmandos.
Mientras tanto el obispo dice:

DIOS TODOPODEROSO,
PADRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO,
QUE HAS HECHO RENACER DE NUEVO A ESTOS HIJOS TUYOS
POR MEDIO DEL AGUA Y DEL ESPÍRITU SANTO,
LIBRÁNDOLOS DEL PECADO,
ESCUCHA NUESTRA ORACIÓN
Y ENVÍA SOBRE ELLOS EL ESPÍRITU SANTO PARÁCLITO:
ESPÍRITU DE SABIDURÍA Y DE INTELIGENCIA,
ESPÍRITU DE CONSEJO Y DE FORTALEZA,
ESPÍRITU DE CIENCIA Y DE PIEDAD,

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Y DE TU SANTO TEMOR.
POR JESUCRISTO, NUESTRO SEÑOR.

Todos: Amén.

UNCIÓN CON EL SANTO CRISMA

Monición: Hemos llegado al momento culminante de la celebración del


sacramento de la Confirmación.
El obispo ungirá a cada uno de los confirmandos con el Santo Crisma, trazando
la señal de la Cruz en su frente y diciéndole: “Recibe por esta señal el don del
Espíritu Santo”.
De esta manera, el cristiano ya bautizado queda configurado con Cristo que fue
ungido por Espíritu Santo para cumplir fielmente su misión y los compromisos
que adquirió en el Bautismo.

Un presbítero presenta el santo crisma al obispo. En este momento el obispo SE


PONE LA MITRA.

Los padrinos que presentan al confirmando colocan la mano derecha sobre el


hombro de éste y dicen al obispo el nombre del Confirmando.

El obispo moja el dedo pulgar de su mano derecha en el santo Crisma y hace


con él la señal de la cruz sobre la frente del confirmando diciendo:

N., recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo.

Y el confirmado responde: Amén.

El obispo añade: La paz sea contigo.

El confirmado responde: Y con tu Espíritu.

Terminada la unción el obispo va a la sede, se lava las manos y, SIN MITRA,


introduce la oración de los fieles.

ORACIÓN DE LOS FIELES

El obispo:

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Oremos a Dios Padre, por mediación de su Hijo, Jesucristo, para que conserve
su Espíritu en estos confirmados.

Todos: Te rogamos, óyenos.

Un recién confirmado: Por nosotros los confirmados, para que el sacramento


recibido sea fuente de nuestra santificación. Roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

Un recién confirmado: Por nuestros papás, padrinos y catequistas, para que


continúen siendo ejemplo, consejo y aliento de nuestra vida cristiana.
Roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

Lector: Por esta comunidad parroquial, para que el Espíritu Santo sea realmente
su corazón, su fuerza y su guía. Roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

Lector: Por la Iglesia extendida por toda la tierra, para que el Espíritu Santo sea
en ella lazo de unión y de caridad, y así pueda dar al mundo luz y testimonio de
Cristo. Roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

Lector: Por el mundo entero, para que el Espíritu Santo mueva los corazones de
tantos hombres que inculpablemente no lo conocen, pero que quieren actuar en
la vida con buena voluntad. Roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

Lector: Por todos los hombres que están en pecado, para que el Espíritu Santo
los haga comprender lo equivocado de su camino, se conviertan y vuelvan a la
gracia de Dios. Roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

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El obispo:
Dios nuestro, que haces crecer siempre tu Iglesia con nuevos hijos, y a los que
han renacido del agua del Bautismo les das también la plenitud de tu Espíritu,
concede a cuantos han recibido hoy el sacramento de la Confirmación, y a toda
tu familia santa, manifestar en su vida los sacramentos que con la fe han
recibido. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén.

Se omite el Credo, pues ya se hizo la profesión de fe.

LITURGIA EUCARÍSTICA

Acabada la oración de los fieles sigue la Liturgia eucarística, en la que todo se


realiza como de ordinario.
Algunos de los confirmados pueden llevar el pan y el vino para la Eucaristía en
la procesión de ofrendas.
En este momento el obispo se sienta y SE PONE LA MITRA.

Monición para la procesión de ofrendas:


Preparamos ahora la mesa de Jesucristo. Con el pan y el vino presentemos
nuestro firme propósito de seguir su camino.

Antes de realizar la presentación del pan y del vino, el obispo SE QUITA LA


MITRA.

Una vez que ha proclamado la oración sobre las ofrendas, el obispo SE QUITA
EL SOLIDEO, quedando con la cabeza completamente descubierta.

Monición para la Comunión:


Hermanos: Con alegría, vayamos a recibir el Pan de Vida que nos ayuda a
participar de los sentimientos de Cristo y a ser sus testigos. Los ministros se
distribuirán en los pasillos para que ustedes reciban la Sagrada Comunión.

Después de la Comunión, una vez que el Santísimo Sacramento se ha reservado


y se está por terminar la purificación de los vasos sagrados, SE LE ENTREGA
EL SOLIDEO AL OBISPO.

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RITO DE CONCLUSIÓN

BENDICIÓN FINAL Y DESPEDIDA

El obispo, CON MITRA, con las manos extendidas sobre los recién
confirmados y sobre el pueblo, los bendice.

El obispo:
Que Dios Padre todopoderoso,
que los ha adoptado como hijos,
haciéndolos renacer del agua
y del Espíritu Santo,
los bendiga
y los haga siempre dignos
de su amor paternal.
Todos: Amén.

El obispo:
Que el Hijo unigénito de Dios,
que prometió a su Iglesia
la presencia continua del Espíritu de verdad,
los bendiga y los confirme
en la confesión de la fe verdadera.

Todos: Amén.

El obispo:
Que el Espíritu Santo,
que encendió en el corazón de los discípulos
el fuego del amor,
los bendiga y,
congregándolos en la unidad,
los conduzca,
a través de las pruebas de la vida,
a los gozos del Reino eterno.
Todos: Amén.

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El obispo TOMA EL BÁCULO y prosigue:

Y que a todos ustedes aquí presentes los bendiga Dios todopoderoso,


Padre +, Hijo +, y Espíritu + Santo.

Todos: Amén.

Un diácono o un concelebrante: Pueden ir en paz.

Todos: Demos gracias a Dios.

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