Anda di halaman 1dari 76

1

2
Inicio
Sinopsis
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
The scene II
Sobre el autor

3
4
Créditos
Moderadora y Traductora:
Nelly Vanessa

Corrección y Revisión final:

Nanis

Diseño:

orwzayn

5
Sinopsis
Miami. La ciudad del sexo, del pecado y de los secretos.
Vine aquí con una misión: Resolver el misterio detrás de la muerte de
mi hermano.
Alguien tiene respuestas.
En algún lugar, encontraré lo que estoy buscando.
No aposté por Xavier. Es mi camino a la escena, y mi mayor amenaza.
Debería mantener mi distancia, pero no puedo permanecer lejos.
Estoy jugando con fuego, y solo oro para no quemarme.

6
Uno
L
as seis a.m. es demasiado temprano para estar haciendo algo,
mucho menos comenzar una nueva vida.
El sonido agudo del ferry suena mientras Hailey y yo
volamos alrededor de la barricada y pasábamos al barco. El asistente
cierra la puerta a centímetros de nuestras piernas. Nos frunce el ceño y
nos envía a las dos a reír.
Hailey engancha su brazo en el mío.
—Estoy muy feliz de que estés aquí, Nikki. No tienes ni idea.
—Por favor, realmente llegaste a mí. Trabajo lujoso, un lugar donde
estar...
—No sé si el trabajo es lujoso. —Se ríe.
—Oye, Miami es caro. Tomaré lo que puedo obtener mientras esté
aquí. —Tengo suerte de que la ex compañera de cuarto de Hailey acabara
rescatándome: Dejando una habitación libre y un trabajo en un hotel de
lujo. El complejo está en Fisher Island, un viaje en ferry desde South
Beach. Hailey jura que es un dulce concierto pero no hay nada dulce en
las bolsas bajo mis ojos por la falta de sueño después de levantarme a las
cinco para apenas hacer el viaje.
Salir por la puerta fue suficientemente malo, pero Hailey no es una
persona de mañanas tampoco. Pasamos las cuarenta horas desde que
llegué a Miami hablando sin parar como si no hubiera pasado tiempo en
absoluto desde la secundaria. Ese despertar tan temprano me tiene
bostezando.
Hailey debe haber leído mi mente porque toma mi mano y comienza a
tirar de mí por las escaleras. Me lleva un segundo descubrir el destino.
Café.
—En serio, sin embargo —le digo—. Tu ayuda significa mucho. Y es
agradable ver a alguien familiar cuando todo lo demás cambió.
Ella le paga al vendedor y me entrega una humeante taza de lo que
huele a líquido de alquitrán y luego vuelca unos diez paquetes de azúcar
en su propia taza.
—Bien, ya que Carla me cambió por el sol y la diversión de México
con su chico amante, necesitaba una nueva compañera de cuarto. Por

7
suerte para mí, tengo algo mejor. ¡A ti! —Me guiña un ojo y lame el café de
la varilla.
Se siente como una roca cayendo en mi estómago. Mi hermano Eli
hacía… solía hacer eso. El café cubano era su droga de elección. Insistía
en removerlo incluso aunque no era necesario. Me hacía un guiño y lo
revolvía en su boca como un cigarrillo. Decía que hacía que las damas se
desmayaran.
Hailey debe ver el recuerdo en mi rostro. La preocupación cruza sus
rasgos.
—¿Eli?
Asiento.
—Solo viejos recuerdos.
—Oh, Nikki. —Pone su mano en mi brazo—. Lo siento mucho.
El dolor no está allí todos los días ya. Ya pasaron seis meses,
llevándose lo peor de esto con ellos. Pero de vez en cuando se me acercan
sigilosamente. De todas las cosas, un accidente automovilístico. Debió
haber odiado irse así.
Retrocedo de la marea de recuerdos y tomo una respiración profunda.
No puedo dejar que mis emociones me distraigan de descubrir la verdad.
La sonrisa que le doy a Hailey es un poco temblorosa. Pero parece
satisfacerla, porque su expresión se ilumina.
—Entonces, compañera, déjame mostrarte tu nuevo hogar lejos de tu
hogar.

El ferry atraca en la parte trasera de la isla, el lado feo según Hailey,


pero eso no me detiene de apreciar la vista. Techos de tejas rojas se
asoman sobre el dosel de árboles verdes esmeralda. Parece el paraíso.
Hailey apunta a lo lejos.
—Esa es la parte principal del complejo. En el lado de la playa.
Alguien te dará un tour de orientación una vez que te instales.
La sobrecarga sensorial me impide responder. Huelo a flores frescas
en el aire salado. Pájaros posados en algún lugar que no puedo ver, me
dieron la bienvenida. Puedo simplemente detectar los paraguas blancos
crujientes en esa línea de playa en una fila ordenada junto con sillones del
color del cielo. El aire frío se mezcla con el cálido sol y me calma a un
estado relajado. ¿Aquí es donde estaré trabajando?
Siento que salí de un sueño y entré en un mundo mágico mientras
Hailey me lleva desde el área del ferry a una pasarela de adoquines. El

8
efecto solo mejora cuando un pavo real de brillante color se cruza en mi
camino. Miro a Hailey, con la boca bien abierta. Ella solo se ríe.
—Vamos, chica. Llegaremos hasta la tarde si sigues mirando todo.
Hailey me lleva a una cocina comercial en uno de los edificios
laterales y me presenta a mi gerente, un bronceado chico con dientes
increíblemente blancos llamada Chad. Por supuesto. Con un saludo y un
“buena suerte” se va por el otro lado del complejo. Puedo ver por qué la
ponen en el mostrador de recepción. Es buena cuidando a las personas y
resolviendo sus problemas.
—Bienvenida, Nicole. —Chad me da una gran sonrisa y estrecha mi
mano—. Gracias por saltar directo.
—Gracias por la oportunidad.
—¿Dijiste que has sido mesera antes?
—Un poco. —Me burlo de la verdad—. Trabajé en un bar y en una
parrilla un verano.
—Fantástico —dice con entusiasmo—. Estamos cortos de personal,
por lo que rotarás turnos junto a la piscina, en uno de los restaurantes, e
incluso harás servicio de habitación, dependiendo de dónde te
necesitemos. Hoy será servicio de habitaciones.
Me da una percha con un uniforme blanco perfectamente planchado.
La camisa con botones y lindos pantalones cortos me quedarán bien.
Antes de que pueda decir algo, alguien grita: “Chad, están listos”, desde el
otro lado de la cocina.
Él mira hacia otro lado, distraído.
—Atenderemos un almuerzo hoy, así que no podré estar cerca mucho.
Pero si tienes preguntas, solo hazlas. Los otros meseros deberían
mostrarte las cuerdas.
—¡Chad!
Otra llamada. Él pone los ojos en blanco.
—Ya vuelvo. —Se dirige hacia los gritos, dejándome sola con una
brazada de algodón blanco. El uniforme es inmaculado, pero soy la
campeona atrayendo manchas extrañas. Supongo que estaré cubierta de
manchas en cinco segundos.
Mis nervios crecen. Para distraerme, examino mis cutículas y me doy
cuenta de cuánto tiempo ha pasado desde mi última manicura. ¿Ha sido
realmente desde la semana del funeral? ¿Casi seis meses? No es de
extrañar que mis manos se vean como que alguien las frotó con papel de
lija.
Chad finalmente regresa. Me da una mirada.

9
—Puedes haber notado que el código de vestimenta aquí es... más
elegante que en algunos de los hoteles del continente. Nuestra clientela es
de alta gama, por lo que esperan que el personal esté debidamente
uniformado. —Sus ojos parpadean a mi descuidada cola de caballo y a mis
raspados tenis.
Escondo mis manos detrás de mi espalda y hago una nota mental
para pasar un poco más de minutos delante del espejo mañana.
—Lo siento, acabo de llegar anoche —me sonrojo.
Puede que solo haya estado en Miami por cuarenta y ocho horas, pero
ya puedo decir cómo es la vibra. Esta es la tierra del petróleo, de los
cuerpos bronceados y perfectamente pulidos. Si quieres pasar el rato con
gente hermosa, tienes que estar en su juego. Y dejé mi juego por un largo
tiempo.
—Me veré mejor mañana, lo prometo —agrego con una sonrisa—. Solo
dame una noche con algunas pinzas y estaré bien para seguir.
Chad asiente.
—Bien, bien. Y usa esa hasta que tengamos una real. —Me da una
insignia en un cordón morado que dice “PERMISO TEMPORAL” en negrita.
Estupendo. Ahora no solo soy un gran imán para la suciedad y todas las
cosas que dejan manchas permanentes, soy una cartelera caminando que
dice “Chica nueva”—. Estarás en servicio a la habitación hoy. Te mostraré
a dónde necesitas ir.
Cuando pasamos por la cocina, lanza una advertencia sobre su
hombro.
—Les encanta bromear. Cuida tu espalda, y no dejes que te digan que
los novatos tienen el último turno de almuerzo. La última nueva
contratación esperó hasta las 3 p.m. antes de decir algo y casi se desmaya.
Cuando llegamos a la estación de servicio de habitaciones, tres chicas
de mi edad, en sus veinte, están holgazaneando hablando mientras una
mujer mayor inspecciona las bandejas frente a ellas. Me miran fijamente
mientras Chad me guía.
—Esta es Nicole —anuncia—. Es nuestra nueva mesera. —Chad se
va, gritando algo en un walkie talkie que se saca del cinturón.
—Hola —le ofrezco una sonrisa débil.
Me miran de arriba abajo, y de nuevo, tengo la sensación de que
debería haber pasado más tiempo en mi maquillaje, y menos tratando de
despertar.
—Soy Nicole —me presento—. ¿Soy amiga de Hailey?
Asienten con el nombre de Hailey, y de repente las tres se iluminan
con sonrisas.

10
—Soy Rachel, y esta es Vida y Liv —dice la más alta—. Es bueno
conocerte. Hailey es la mierda —agrega—. Nos da cosas no reclamadas de
objetos perdidos que son encontrados a veces.
—Sí, y siempre nos dice cuando llegan aquí las celebridades —agrega
Rachel.
—Es la mejor —estoy de acuerdo, relajándome.
Hailey siempre fue la vida de las fiestas en la secundaria, y parece
que nada ha cambiado.
Liv rompe una bomba de chicle.
—Tengo que conseguir llevar esta comida a una de las cabañas ahora,
pero cuando regrese, nos dirás qué te trajo a Miami.
—Oh, nos contará una historia, pero no esa, Liv. —Rachel sonríe—.
Nikki por aquí será efusiva sobre el Sr. Perfecto cuando regrese.
—Chica afortunada —gime Liv—. Él es seriamente delicioso. El tipo de
chico al que la palabra atractivo ni siquiera le hace justicia. Pero tiene que
ser un jugador de clase mundial.
—¿Cuál tipo? —pregunto. Ellas ríen.
—Ya lo verás. Villa cinco. Toma un par de bragas de repuesto, ¡las
necesitarás!
Rachel levanta una bandeja llena de comida y me presenta a Carmen,
la cocinera de pie en la estufa. Ella me da una sonrisa amable, y se la
devuelvo.
Rachel pone otra bandeja frente a mí y un mapa.
—Ten —agrega, dándole vueltas a un edificio—. Este lugar puede ser
difícil de conocer. Y no dejes que los choferes te lleven por el camino más
largo, esos punks son susceptibles de tomar la ruta del paisaje y tratar de
tener suerte.
—¿Choferes? —repito, confundida.
Ella asiente y mueve su mano hacia las puertas francesas que
conducen afuera.
—Probablemente ya te estén esperando. Solo te llevarán así de lejos,
pero es lo suficientemente cerca.
Respiro profundamente.
—Gracias, Rachel. Estoy un poco pérdida en general, justo ahora, así
que definitivamente necesito la ayuda.
—Encontrarás tus pies lo suficientemente pronto. —Sonríe—. Y oye,
sabes cómo servir mesas en el paseo marítimo de Nueva Jersey, ¿correcto?

11
Efectivamente, un carrito de golf está esperando por mí cuando salgo.
Es algo bueno, también. La bandeja pesa una tonelada, y dudo poder
caminar y llevar la comida por mucho tiempo mientras trato de encontrar
el camino. Un chico llamado Jack es mi chofer. No tiene más de diecisiete
años y es muy tímido, así que le doy un descanso y me quedo callada en el
camino a las villas. Recorremos el circuito detrás del campo de golf hasta
un claro privado, y Jack se detiene.
El follaje es denso y de color verde oscuro como un escondite privado,
y el aire es grueso a medida que avanzo por el camino hacia la villa cinco.
Hay una nota en la puerta.
“Por favor meta el servicio de habitación sin tocar”.
Después de no haber respondido a mi llamada, obedezco la nota y
abro la puerta con mi cadera, balanceando cuidadosamente la bandeja
mientras doy un paso hacia el piso de mármol de la villa
—¡Servicio a la habitación! —grito mientras entro.
Entonces jadeo.
Vaya.
La decoración es directamente salida de una revista de diseño o de
una sesión de fotos. La parte de atrás de la pared está hecha
completamente de vidrio, con vista a una piscina espectacular y al océano
más allá. En el interior, todo es elegante y lujoso: Muebles de cuero
blanco, una brillante lámpara moderna y audaz arte moderno en las
paredes.
Mis brazos le envían un no tan gentil recordatorio a mi cerebro de la
bandeja. La acomodo abajo en la mesa de café de cromo y vidrio al lado de
un jarrón con una orquídea blanca perfecta. Con el peso extra fuera, y
rodeada de lujo y de la vista de la piscina privada frente a mí, me siento
más liviana de lo que hecho en meses. Lástima que no sea la de las
vacaciones.
No estoy segura de qué hacer con la cuenta ya que técnicamente el
invitado debe firmarla. ¿La dejo? ¿Me la llevo y regreso luego?
—Servicio a la habitación —grito nuevamente. Todavía sin respuesta.
Todavía estoy debatiendo qué hacer cuando oigo una puerta abrirse a
mi izquierda. Al principio estoy tan sorprendida que no me muevo. El
hombre entrando a la habitación es maravilloso. No simplemente precioso,
sino ilegalmente atractivo.
Ahora sé con lo que las chicas estaban bromeando.

12
Mis ojos recorren su cuerpo, tomándolo. Tiene cabello oscuro, todavía
mojado de la ducha que obviamente acaba de dejar... al menos a juzgar
por las gotas de agua corriendo por su cincelado pecho y sobre sus
abdominales. Bronceado, dorado. Duro. Solamente una toalla gruesa y
blanca le impide tener un momento muy revelador.
—Siento si te sorprendí. No te escuché con el agua.
Vuelvo a la realidad, mis mejillas están enrojeciendo.
—Oh, sí. Lo siento. Yo solo... la cuenta. —La sostenga, mi mano
tiembla.
¡Recupérate, Nikki!
Si el hombre nota que babeo, no lo revela. Cruza la habitación y toma
la cuenta, luego la firma.
—Soy Xavier. —Sus ojos oscuros se encuentran con los míos con una
curiosa sonrisa—. No te he visto antes. ¿Eres nueva en Fisher Island?
—Um... sí. —Intento recuperarme—. Es mi primer día.
—Bienvenida. —Muestra otra sonrisa devastadora. Agarrando otra
toalla, se estira y la frota por su cabello mojado.
Su estómago se flexiona, sus abdominales prácticamente ondean al
sol.
¡Mierda!
Intento alejar mis ojos de sus músculos mientras se vuelve hacia mí.
—¿Cuál era tu nombre otra vez?
—Um, Nicole... Nikki. —No sé por qué dije eso. La intensidad de su
mirada me está haciendo perder todo pensamiento lógico.
—Entonces, Nicole... Nikki. —Sonríe—. ¿Qué te trae a Miami?
—La familia —dejo escapar, luego quiero traerlo de vuelta, pero Xavier
no me presiona. Se pasea hacia la comida en la mesa de café. A medida
que suelta los lados de la cubierta, recuerdo que se supone que yo debo
hacer eso, pero no se queja. Abre la tapa e inhala durante un largo tiempo
antes de soltar un suspiro—. El chef aquí hace la mejor ropa vieja que
alguna vez tuve. Dale las gracias por mí, ¿quieres?
—Claro —digo débilmente.
Comienza a arreglar las cosas en la mesa para comer, así que me
vuelvo para dejarlo.
—¿Estás aquí permanentemente o solo de paso? —Su voz me detiene.
—No estoy segura aún. Al menos algunos meses, creo.
—Bien. —Esa sonrisa ardiente está ahí de nuevo—. Veo muchos
rostros alrededor aquí. Espero ver más el tuyo.

13
Hay una mirada abrasadora en sus ojos. Mi pulso se acelera. ¿Está
coqueteando conmigo?
De ninguna manera. Las chicas dicen que es un jugador.
Probablemente solo sea cortés.
—Debe venir aquí mucho para conocer el lugar tan bien —digo.
—Es mi hogar lejos de casa. —Se encoge de hombros—. Vivo aquí
cuando estoy en Miami. A veces es solo por una semana, otras veces son
dos meses. Estaré aquí por un tiempo en este viaje.
Me lleva un segundo procesar eso en mi cerebro, pero cuando lo hago,
casi me atraganto. ¿Dos meses a la vez? De lo que Hailey me dijo, las
habitaciones básicas comienzan en $ 1,000. El costo de dos meses aquí es
más que lo que gana la mayoría de la gente en un año. ¿Y una villa como
esta...? Estoy mareada solo de tratar de pensar en el efectivo.
—Voy a, umm, dejarlo ahora. —Me alejo, sintiéndome intimidada
ahora. Nunca conocí a un chico así de atractivo, y definitivamente no
cuando está medio desnudo.
—¿No estás olvidando algo?
Me detengo en blanco.
Xavier sonríe.
—¿La cuenta? —La sostiene arriba entre su pulgar e índice.
—Oh, sí, gracias. —Me apresuro y la agarro. Nuestras manos se
tocan, solo por un instante, pero siento que me quema. La mirada de
Xavier atrapa la mía, oscura y lleno de calor.
—Tus ojos tienen un poco de verde —comenta, su voz profunda y
rica—. Como el océano, justo antes de una tormenta.
Mi mente se queda en blanco. Su presencia física es abrumadora,
radiante y caliente a escasos centímetros de distancia. Si sólo me estiro y
lo toco…
—¡Disfrute su comida! —balbuceo, antes de girar sobre mis talones y
salir corriendo de la villa.
No es hasta que estoy afuera, con la puerta segura y cerrada detrás
de mí, que me dejo respirar. Echo un vistazo a la cuenta y me detengo.
Xavier firmó su nombre en un garabateo sexy, pero es el número en la
línea de propina la que da vueltas a mi cabeza.
$500.
¿Dejó una propina de $500 en una comida de $50? Tiene que haber
algún error. Pienso en volver adentro y señalarle el error, pero luego el
recuerdo de las abdominales desnudos de Xavier me golpea por todas
partes de nuevo. Quizás más tarde. O de lo contrario tendré a la cocina

14
devolviendo la llamada y la cuenta. Por todo lo que sé, Xavier se está
vistiendo ahora, y esa toalla no se ve por ningún lado...
Cuando llego al borde del claro, Jack y el carrito de golf no están ahí.
Me había dicho que podría ser llamado, y me alegro de que lo fuera.
Necesito el tiempo para mí misma para tener mi cerebro funcionando de
nuevo después de ese extraño —y sexy— encuentro. Debido a que una
ducha fría no es opción, una brisa fresca tendrá que hacerlo. Caminando
por el complejo, trato de olvidar la vista del cincelado cuerpo de Xavier,
haciendo una pausa en un descanso en los árboles. South Beach está
enmarcado perfectamente en la apertura, un magnífico patio de recreo a
través del agua con palmeras y edificios multicolores. Lo que mucha gente
consideraría el paraíso. Pero no yo.
Para mí, South Beach es un rompecabezas, algo por resolver. Ni
siquiera le dije a Hailey la verdadera razón por la que estoy aquí. No
importa lo que diga la policía, la muerte de Eli no fue un accidente Alguien
lo asesinó. Voy a descubrir quién, y a llevarlos ante la justicia.

15
Dos
D
espués de sobrevivir a mi primer día de trabajo, decido ir a los
clubes. Claro, podría usar una bebida o dos después de mi
encuentro con Xavier, pero tengo cosas más importantes en
mi mente cuando le pido a Hailey que venga conmigo. A conseguir
información.
South Beach está lleno de clubes. Eli abre la puerta de uno de ellos,
Ultra, y me cuenta historias sobre las celebridades besándose en la sala
VIP o de las chicas de la universidad del norte que fueron expulsadas por
bailar en el bar. Estoy esperando que alguien allí lo conozca lo
suficientemente bien como para darme información.
—Nikki, sabes que no es realmente mi cosa lo que pasa ahora. —
Hailey suspira—. SoBe es loco. Todos los tipos son modelos y hábiles.
Además, nadie sale hasta muy tarde, y tengo que trabajar temprano como
el infierno mañana. Ambas lo hacemos.
—¿Cuándo te volviste una vieja, Hail? —Le sonrío y le doy un codazo
al lado—. Vemos. —Le doy mis mejores ojos de cachorro—. He estado aquí
por dos días, y no he salido con ningún chico atractivo. Eso debe ser
arreglado.
Ella sonríe.
—¿Oh, sí? Escuché que conociste a Xavier hoy.
Mi piel casi instantáneamente se sonroja, y siento el calor extenderse
por mi cuello.
—Um, está bien. Pero es un huésped.
—¿Y?
—Entonces, está fuera de mi alcance, probablemente es un playboy
gigante, y totalmente fuera de los límites.
—Mmmm hmmm. —Me da una mirada sabia—. Es solo tu tipo,
también. Cabello oscuro, ojos penetrantes, cuerpo hecho para la acción. —
Levanta las cejas sugestivamente.
—Basta, perdedora.
El regreso a nuestros días de secundaria nos envía a ambas a ataques
de risas. Me alegro. Probablemente me he reído más en los dos días
pasados con Hailey que en todo el tiempo desde que Eli murió.

16
—En serio, sin embargo. —Voy de vuelta al importante tema de
conversación—. ¿Podemos salir? ¿Solo por un poco?
Hailey finalmente cede.
—Está bien. Por un poco de tiempo. Pero te digo que estaría
sorprendida si encontráramos algo decente abierto. El tipo de clubes que
quieres ver no abren tan temprano.
Aun así, vale la pena intentarlo, así que me puse un vestido azul
ajustado que me llegaba justo a la mitad del muslo y que mostraba mis
hombros. Zapatos negros con tiras y algo de lápiz labial rojo para
completar el look. Paso un cepillo a través de mi rubia cabellera hasta los
hombros, y estoy lista para irme. Hailey se puso un vestido negro que es
bastante similar. Me molesta porque no estoy tan bronceada como para
integrarme con la multitud de South Beach, pero el resto de mi conjunto
cumple con su aprobación, y pronto nos dirigimos a un taxi al otro lado de
la ciudad a la calle principal de la vida nocturna.
Está ocupada y brillante con bares y restaurantes, pero cuando
llegamos al Club Ultra, el lugar está desierto.
—¿Dónde está la línea afuera de la que Eli siempre me dijo? —
pregunto, mirando alrededor—. ¿Se fue cuesta abajo tan rápido?
Hailey se ríe.
—Te lo dije, chica. Los mejores clubes no abren hasta la medianoche
por aquí. Llegamos como tres horas temprano.
Maldita sea. Miro la pequeña ventana al lado de las puertas. Los
taburetes todavía están en pie sobre las mesas y el único movimiento es
detrás de la barra, donde dos empleados abastecen los estantes con
botellas de licor.
—¿Puedo ayudarte? —Una voz viene detrás de mí. Me vuelvo para
encontrar a un hombre alto que parece extra en una pelea de gladiadores.
Su camiseta apenas se extiende a través de sus músculos, el nombre de
Club Ultra es ardiente a través de su pecho. Definitivamente es un
bravucón.
—Lo siento, solo estaba echando un vistazo alrededor.
El tipo nos mira, luego sonríe.
—Regresen en un par de horas. No les cobraré cover.
Hailey comienza a llevarme lejos, pero me vuelvo.
—Espera, tal vez puedas responder una pregunta para mí ¿Conociste
a un chico llamado Eli? ¿Solía abrir la puerta?
La sonrisa del gorila se desliza.
—¿Por qué están preguntando?
Intento mantener la emoción fuera de mi voz.
17
—Es un viejo amigo. Solo me preguntaba qué ha estado haciendo ya
que no lo he visto por un tiempo.
Él se encoge de hombros.
—Solo he estado aquí un mes. Pero cuando vuelvas, deberías
preguntarles a los cantineros. Todos ellos han estado aquí por siempre.
Empiezo a abrir la boca para preguntar más, pero lo pienso mejor.
Hailey debe sentir mi duda, porque toma mi codo y comienza a alejarme.
—Vamos, Nikki. Vamos a matar algún tiempo hasta que abran.
Espero un “te lo dije” pero para crédito de Hailey, nunca llega.

Hailey me lleva a un bar de tono más discreto a la vuelta de la


esquina con un ambiente relajado. Espera hasta que nos instalamos en un
stand y tengo un mojito a mano antes de hacer la pregunta que he estado
esperando que haga.
—¿Estás buscando información sobre Eli?
Suspiro profundamente y tomo un gran trago de mi bebida antes de
responder.
—Estoy tratando de descubrir lo que realmente le pasó a mi hermano.
No creo lo que la policía me dijo.
Ella levanta una ceja escéptica.
—¿Qué quieres decir? Pensé que fue un accidente de auto.
—Esa no es toda la historia —insisto—. La policía dijo que fue
confundido en un asunto de drogas, vendiendo, haciendo todo tipo de
cosas.
—¿Eli? ¿Están seguros? —Hailey frunce el ceño.
—Eso es lo que dijo la policía. Pero simplemente no lo creo, Hailey.
Quiero decir que sé que se metió en problemas unas cuantas veces, pero
eso fue todo. Hacía bromas y tenía fiestas en la piscina cuando alguno de
los vecinos se iba de la ciudad. Se divertía. Sin lastimar a nadie.
Hailey se muerde el labio.
—Sé cuán difícil tiene que ser escuchar esas cosas, pero la gente
puede cambiar. ¿Pasó cuánto tiempo desde que lo viste?
—Casi un año —respondo en voz baja.
Me mira con simpatía.
—Esta es una ciudad loca. Mira, no estoy diciendo que tienen razón
— agrega rápidamente—. Pero lo he visto suceder antes. La gente viene

18
aquí y queda atrapada en la escena. En la fiesta, el alcohol, las drogas. Tal
vez se metió en su cabeza. O tal vez estaba involucrado con la gente
equivocada.
Niego tercamente.
—Ese no es Eli.
Hailey no parece estar convencida.
—Incluso si no lo crees, ¿qué estás tratando de encontrar?
—Respuestas, información, cualquier cosa.
Suspira.
—¿Estás segura de que no quieres dejarlo? Por supuesto que sigues
dolida, y tus padres deben estar destrozados. Pero si hay más de lo que
pasó o no, no cambiará nada.
Siento un destello de culpa. No les he dicho a mis padres lo que
realmente estoy haciendo aquí. Sé que solo abriría heridas que ni siquiera
han comenzado a sanar. Pero necesito hacer esto. Tengo que encontrar
respuestas.
—Sé lo que estás diciendo. Y tal vez no encuentre algo, o tal vez la
policía estaba en lo correcto. Pero algo no cuadra aquí, y no podré seguir
hasta que haya agotado todas las posibilidades. Lo siento, Hails —agrego—
, no quiero arrastrarte, pero es algo que tengo que hacer.
Hailey me da una sonrisa.
—Siempre fuiste terca. De acuerdo, volveremos a Ultra y
preguntaremos. Pero debes estar preparada para las respuestas. Puede
que no sean nada que quieras oír.
—Cualquier cosa es mejor que no saber —le digo firmemente—.
Algunas cosas están mal aquí, solo lo sé.

Para cuando volvemos, la línea para entrar al Club Ultra va alrededor


de la esquina del edificio. Los autos deportivos están estacionados en la
acera, y parece que hay un desfile de moda aquí. Sin forma de eludir la
línea, mi corazón se hunde. Bien, nunca llegaremos dentro.
Pero antes de que pueda darme la vuelta, Hailey ya está caminando
hacia el gorila. Es el mismo tipo que antes. Una sonrisa se extiende por su
rostro cuando ve a Hailey. Ella le da una sonrisa coqueta, y él asiente. Me
hace un gesto para que me una a ella en la fila V.I.P. Estamos dentro.
Puede ser el trópico afuera, pero cuando entramos al club, el aire
fresco volando desde arriba lleva piel de gallina en mis brazos. Los cuerpos
llenan la habitación, bailando los últimos éxitos del club. Todos están
19
vestidos para impresionar: Tacones altos y faldas cortas, pero tengo que
apreciar la ironía de la poca tela que las mujeres están usando contra
cuánto estoy segura pagaron.
Miro hacia mi propio conjunto y siento una punzada de duda. No
pertenezco aquí con estas personas en sus zapatos de diseñador, pasando
por botellas de licor como si fuera agua. Está sobre mi cabeza.
La cálida mano de Hailey en mi brazo tirando de mí me devuelve al
momento.
—¿Otro mojito?
Asiento, y va a través de la multitud hacia a la barra más cercana.
Varios hombres dejan que sus ojos se detengan en ella antes de alejarse.
Hailey siempre fue llamativa, pero más que sus largas piernas, es su
confianza lo que llama la atención. Respiro profundo, y trato de fingir esa
mismo seguridad puntal.
Escaneando a la multitud, noto algunas camareras entregando
bebidas en las cercanas mesas. Es más silencioso allí, lejos de la barra, así
que creo que es el mejor lugar para comenzar a hacer preguntas. Una
chica está limpiando los restos de lo que debe haber sido alguna fiesta con
las botellas volcadas y los vidrios derramados en el piso, un verdadero
desastre.
—Apuesto a que esto no estaba en la descripción del trabajo —digo,
llegando a ayudar a poner algunos vasos en su bandeja.
Ella resopla y me mira un poco cautelosamente
—Sí. Nunca lo está. Gracias por la ayuda.
—Me temo que tengo motivos que no son solo ser amable. —Respiro
profundo y continúo—. Estoy tratando de encontrar un amigo mío que
solía trabajar aquí, y estaba esperando que lo conocieras.
—¿Por qué lo estás buscando?
—Simplemente... se fue. —Ahogo la emoción—. No he tenido noticias
suyas en mucho tiempo, y me preocupa que haya entrado en algo de lo
que no pueda salir, si ya sabes a lo que me refiero.
Me estudia por unos segundos y luego asiente.
—Sí, he estado en ese camino algunas veces. ¿Cuál es su nombre?
—Eli. Fue gorila aquí por un tiempo. No estoy segura de hace cuánto
tiempo.
—Eli —repite. Puedo verla buscando en su memoria y luego en el
momento en que piensa que lo tiene—. ¿Cabello castaño, un poco alto, liso
de esa manera encantadora que finalmente usas hacia abajo?
Me río.
—Ese es él.
20
—No lo conocí muy bien, pero parecía un tipo realmente bueno.
Siento una punzada, pero trato de no perder mi atención.
—¿Era amistoso con alguien aquí que conozcas?
Ella detiene su trabajo y se endereza.
—Um... no lo creo, pero los gorilas como que viven en su propio
pequeño mundo. Ellos y las camareras son las estrellas de rock. Nosotros
somos los que limpiamos el desorden dejado atrás. —Me da una sonrisa
cansada—. Desearía poder ser de más ayuda.
—Gracias. Eso es bueno de todas formas. ¿Puedes decirme dónde
encontraría a un gerente? Tal vez podrían pasarle un mensaje por mí.
—En la sección V.I.P. —Apunta a la esquina de la habitación donde
cortinas gruesas mantienen fuera lo poco importante—. Pero buena suerte
con entrar. Todas las chicas de este lugar matan por un pase.
Le agradezco la información y voy al otro lado del club. El gorila de pie
en la entrada a la habitación V.I.P. me da una mirada que dice “ni siquiera
lo intentes”. Me quedo cerca de la entrada. Él finalmente deja a alguien
entrar con un asentimiento. Mientras el telón está abierto, veo al grupo
dentro: Chicos en trajes de mil dólares, y un grupo de mujeres hermosas
como para morirse. Están relajadas, hablando y riendo, sintiéndose
claramente en la cima del mundo.
Las cortinas se cierran, dejándome fuera de nuevo. Maldición.
La única forma de entrar es ser uno de ellos, y no tengo idea de cómo
hacer eso.

Después de una hora de interrogar a algunos empleados, incluidos


algunas de las “estrellas de rock” está claro que nadie realmente recuerda
a Eli. Al menos, no recuerdan algo útil.
—Nikki, volvamos otra noche. Habrá algunas personas diferentes con
las cuales hablar. —Hailey toma su mojito medio lleno y frunce el ceño—.
Además, tenemos que estar en el trabajo temprano, y si tengo dos sorbos
más de esta bebida, tendré incluso más trabajo en levantarme que de
costumbre.
Estoy a punto de aceptar la derrota cuando la cortina V.I.P. se abre
para dejar salir a una de las mujeres de la mesa que vi antes.
Una morena alta con un vestido rojo asesino y tacones que en
realidad le da al gorila una sonrisa genuina. Se dirige por el pasillo al
baño, y veo una oportunidad.
—Está bien, tendré piedad de ti. Solo déjame ir al baño muy rápido.

21
Hailey gime.
—¿En serio? ¿No puedes aguantarte hasta que lleguemos a casa?
—Dos minutos, lo juro. —Pongo mis manos sobre sus hombros y la
vuelvo para que esté de espaldas a la pared y enfrente la dirección hacia la
que me dirijo—. Espera en este lugar exacto, y volveré rápido.
Ella asiente y me grita.
—¡Será mejor que estés de vuelta antes de que tenga que tomar un
tercer sorbo de esta bebida!
Igual que el resto del club, el baño es muy elegante. Y enorme. Los
puestos están al otro lado de la habitación, cerrados y privados, con
puertas de piso a techo. Entre ellos y los lavabos hay pequeños sofás y
otomanas cubiertas en un profundo color índigo de terciopelo.
Candelabros pequeños cuelgan desde un techo cubierto de tela, la luz se
queda atrapada con tantos cristales como hilos de oro que se extienden a
lo largo del tejido.
Este lugar es más elegante que mi apartamento.
Me siento en el borde de una otomana y me frota el tobillo. Los pies
doloridos parecen una razón lógica para pasar el rato en el baño. Me siento
como una acosadora, pero no sé qué más hacer.
La mujer sale de un puesto y se acerca a los lavabos. Juzgando por la
forma en que camina, es modelo o simplemente es naturalmente graciosa.
Puedo decir que me nota en el espejo mientras se vuelve a aplicar lápiz
labial, pero falsifico una expresión dolorida y vuelvo a relajar mis pies.
—Bueno, tus pies pueden matarte, pero esos son unos zapatos
fantásticos. —Los mira apreciativamente, y le envío una oración silenciosa
a Hailey por prestármelos.
Suelto una carcajada.
—Sí, ha sido una noche difícil. Pero gracias por el cumplido.
—Soy Kayla. —Me muestra una dulce sonrisa.
—Nicole —respondo—. Te vi pasar por la sección V.I.P. antes. Parecía
una fiesta divertida. ¿Quiénes son esos tipos?
—¿Los de traje? —Kayla vuelve a mirar su maquillaje—. Son los
dueños, algunos amigos. Ya sabes. —Se encoge de hombros—. Algunos de
los chicos son imbéciles, pero saben cómo divertirse.
—Tal vez ande con uno alguna vez. Solo falta noquear a ese gorila que
parece que me comería en el desayuno.
Ella ríe.
—Sí, la escena aquí es bonita ferocidad. Cuidan la cuerda como si
estuvieran volviendo loco a los agentes del servicio secreto. Solo a las caras
nuevas más populares se les permite entrar. —Pone los ojos en blanco,
22
pero puedo ver que la complace haber entrado—. De todos modos, es un
placer conocerte, Nikki. ¡Diviértete en la ciudad!
Con una última mirada a su reflejo, sale de vuelta a su exclusiva
fiesta, y al único lugar que podría contener respuestas para mí.
La sigo de vuelta al club, mirando mientras se dirige más allá del
gorila con una sonrisa.
—¿Estás lista? —Hailey aparece—. Estoy tan lista como para
estrellarme.
—Eh, ajá —respondo, distraída.
—Vamos. —Me tira de la mano—. Si llegamos incluso un minuto
tarde para el ferry mañana, Chad brincará al techo.

23
Tres
D
ado que Hailey y yo solo tuvimos tres horas de sueño, me
alegro de que las órdenes del servicio de habitaciones sean
lentas. Paso la mayor parte de la mañana en mi teléfono,
buscando en línea todos los blogs de fiesta de Miami para ver si puedo
recordar los clubes que Eli mencionó, unos donde anduviera cuando
estaba fuera del trabajo. No era solo el Ultra, realmente le encantaba la
escena aquí: Flirteando con chicas, bebiendo, generalmente teniendo una
explosión. Pero nada que sonara alguna campana. Estoy a punto de
guardar mi teléfono cuando veo a alguien que reconozco: Kayla.
Está usando el mismo atuendo que anoche, posando para la cámara
con un par de otras hermosas chicas fiesteras. Mientras me desplazo por
las fotografías, reconozco a algunas de las otras chicas del club y algunos
de los de traje también. Claramente, esta es la lista A, la más caliente
multitud en la ciudad.
Necesito ese acceso. Tengo que conseguir que los propietarios me
noten... y pronto.
Por ahora, sin embargo, Hailey tiene razón. Tengo que ser paciente.
Tengo que recolectar información y dejar que la evidencia me lleve a donde
quiera, incluso si eso significa encontrar cosas sobre Eli que realmente no
quiero saber.
—¿Nikki? —grita Carmen—. ¡Orden!
Guardo mi teléfono y vuelvo al trabajo.
—¿A dónde hoy? —pregunto finalmente—. ¿Llegaré a ver otra parte de
la isla además de los búngalos?
La risa de Carmen se hace eco en la tranquilidad de la cocina.
—¿Estás cansada del Sr. Perfecto ya?
Me alegro de que se haya dado la vuelta así no me ve sonrojarme
—Um... no, yo sólo…
—Bueno, bien. Porque quiere un desayuno completo hoy. —Asiente al
plato de desayuno que está preparando.
El olor del bistec a la parrilla es casi demasiado después de no
desayunar. Podría derrochar dinero y tenerlo para el almuerzo. Es costoso
incluso con nuestro descuento, pero mi boca se hace agua pensando en el
bistec, sin mencionar los complementos que Carmen sirve. Frijoles negros,
24
arroz, plátanos y salsa chimi-churri. Es el cielo en un plato. Carmen
termina de cargar la comida, y llevo la bandeja a donde el chofer está
esperando para llevarme a través de la propiedad.
Medio espero otra nota en la puerta de Xavier, pero no está allí.
— ¿Servicio a la habitación? —Toco, gritando.
—Hola. —La puerta se abre - a una mujer. Es alta, rubia y súper
pulida, en un vestido de seda que se parece que acaba de salir de Vogue.
Grita por encima del hombro—. ¿Pediste algo, Xavier?
—Sí, déjala entrar.
La mujer se hace a un lado. Mientras camino a la sala de estar, veo
que Xavier está en el teléfono en el área de oficina, pero mira hacia arriba
mientras dejo la bandeja. Maldita sea. Casi se ve mejor vestido que medio
desnudo: Con un traje de diseñador que le queda perfecto, con su camisa
blanca abierta en el cuello para revelar su bronceado dorado.
—Nicole —dice, cubriendo el auricular. Su oscura mirada se desliza
sobre mí—. Esperaba verte de nuevo.
Mi corazón late más rápido por la mirada íntima, pero estoy
dolorosamente consciente de que su novia me tira puñales desde el otro
lado de la habitación.
Me aclaro la garganta.
—Si solo firma, estaré fuera de su camino.
—No estás en el camino. —Xavier se gira y murmura unas pocas
palabras en el teléfono, luego cuelga—. ¿Terminamos aquí?
Abro la boca, luego me doy cuenta de que está hablando con la mujer
rubia.
—Sí —dice, luciendo molesta—. Pero íbamos a hablar sobre la
apertura la próxima semana…
—Puedes llamar a mi secretaria sobre eso. —Xavier le da una sonrisa
suave—. Gracias por entregarla en persona.
La rubia me mira de nuevo, luego toma su bolso.
—Por supuesto. Me iré ahora.
Se va, cerrando la puerta detrás.
Dejándonos solos.
—Siento interrumpir —le digo torpe.
—No, en absoluto. —Los labios de Xavier se tuercen en una sonrisa
privada—. Me hiciste un favor. Pensé que nunca se iría. —Camina a través
de la habitación. Hay una caja grande apoyada contra la pared, y levanta
la tapa—. ¿Te gusta el arte, Nicole?
—¿Supongo?
25
Él levanta una ceja.
—¿No estás segura?
—El arte no es algo de lo que sepa mucho —admito, sintiéndome
totalmente inculta.
—Acabo de comprar una pieza nueva —dice Xavier, levantando algo
de la caja—. Dime qué piensas.
Deja la pintura en una consola, apoyada contra la pared, luego se
aleja para mirarla.
La imagen es un retrato, una mujer descansando en una cama,
envuelta en sábanas. El artista la pintó en tonos de rojo intenso y de
grises, y casi puedo sentir el sensual deseo en cada trazo.
—Me gusta —le digo, aún sintiéndome insegura.
—No es mi estilo habitual —dice Xavier, todavía mirándola—. Pero
hay algo sobre la energía, el sentido de la pasión... —Se estira y
lentamente traza la línea de las pinceladas con la yema de su dedo justo
encima de la superficie de la pintura, a lo largo del hombro y espalda de la
mujer.
Tiemblo, de repente imaginando cómo sería tener su dedo trazándome
a mí, acariciando mi piel desnuda.
—Puedes ver cuánto la quiere el artista —digo, sin pensar—. Es como
una carta de amor.
—Sí. Una seducción. —Xavier se da vuelta, y la mirada en sus ojos
me hace preguntar si puede ver qué tan excitada estoy ahora mismo.
Me aclaro la garganta.
—Debería regresar. —Mi voz es débil.
—¿Tan pronto? Pero estamos conociéndonos. —Se acerca, todavía
luciendo genial y compuesto.
Tomo una respiración superficial.
—No hay mucho qué saber —trago.
—Permítame discrepar. —Xavier se detiene, solo a centímetros de
distancia—. Ya sabes, por lo general puedo leer a las personas como un
libro, pero eres un misterio para mí, Nicole. —Su voz acaricia mi nombre, y
empiezo a sentirme mareada. ¿Qué pasa con este hombre? Su carisma
podría derretir acero a quince metros de distancia.
—No soy un misterio —insisto—. Sólo estoy aquí para hacer mi
trabajo y mantener a los huéspedes contentos.
Él levanta esa ceja de nuevo, luciendo entretenido y sexy como el
infierno. Me doy cuenta demasiado tarde de cómo sonó eso.

26
—No, felices, ya sabes, quiero decir, satisfechos. —Mierda, eso es
peor—. Quiero ser profesional.
—Por supuesto —está de acuerdo Xavier, sus labios todavía
levantados en una sonrisa diabólica—. Espera un segundo —dice,
haciendo una pausa—. Tienes... —Gesticula a mi rostro.
Alzo la mano, mis mejillas arden ahora. Ya es suficientemente malo
que haya estado haciendo insinuaciones sexuales inadvertidas, ¿pero
aparentemente lo he estado haciendo con tierra manchando mi mejilla o
algo?
Pero antes de que pueda limpiarla, Xavier cierra la distancia entre
nosotros. Levanta su mano a mi mejilla, y toca suavemente mi piel con la
punta de su dedo.
Eso me estremece.
Sus ojos oscuros están en los míos. Buscando.
Me apoyo en su toque, mi corazón está acelerado.
Xavier me da una sonrisa fundida, luego levanta su dedo.
—Una pestaña —dijo murmura con voz ronca—. Ahora pide un deseo.
Jódeme.
Las palabras aparecen en mi mente, pero las detengo justo a tiempo.
¿Qué demonios estoy haciendo? Estoy sorprendida por lo mucho que lo
deseo; cómo mi cuerpo responde a su magnética presencia.
Está esperando, su mano todavía está a solo a unos centímetros de
mi boca. Pido mi deseo, luego vuela la pestaña, pero de alguna manera con
sus ojos sobre mí el gesto se siente íntimo.
Sensual.
Una promesa de más por venir.
—Tengo que volver —repito.
—Nicole…
—Me están esperando. —Lo corto, después me apresuro a través de la
villa y fuera de la puerta principal. La cierro detrás de mí, y me hundo
contra la pared, dejando que la brisa fresca humedezca algo del calor que
tomó el control.
Recuerda tu misión, me recuerdo. Recuerda el deseo que acabas de
pedir: Descubrir qué le pasó a Eli. Sin distracciones, sin importar cuán
atractivas y sexys sean.

27
Para dejar de pensar en Xavier, juro que me arrojo a buscar
información sobre mi hermano. Llamo a la ex novia de Eli por como la
millonésima vez. No responde. Dejo un mensaje de voz, como las otras
docenas que ya dejé.
—Hola, soy Nikki, la hermana de Eli. Mira, estoy en la ciudad, solo
quiero hablar. Llámame, por favor.
Cuelgo con un suspiro. Es la única que podría entender cuánto lo
extraño. Pero no ha respondido a mis llamadas o mensajes. Revisé en línea
y todo parece estar bien: Está pasando el rato con amigos, publicando
selfies en fiestas, entonces me está ignorando por una razón.
Solo espero que la razón no sea que quiere olvidar a su ex agente de
tráfico de drogas.
Con Hailey trabajando en doble turno, necesito salir del apartamento.
Definitivamente no tengo la mentalidad correcta para echar un vistazo a
los clubes sin embargo. Un par de tragos en mí y podría encontrarme
haciendo una entrega a medianoche en la villa de Xavier...
Recuerdo su mirada ardiente y me estremezco. Apenas me tocó, y
estaba lista para que me tomara allí mismo en el piso de mármol.
No.
Me detengo antes de que la fantasía pueda tomar el control. Agarro mi
bolso y me meto en mi viejo y destartalado auto. Me llevó cruzar siete
estados para llegar aquí, y solo puedo orar, porque todavía haya algo de
vida en él. Compruebo una dirección en línea y salgo a la carretera,
conduciendo por la ciudad en el chisporroteo del calor de Miami.
Mi destino es un complejo de estuco achaparrado de oficinas en la
ciudad: La oficina del médico forense de Miami Dade.
Aka, la morgue.
Me estaciono al frente y entro, preparándome. Aquí era donde trajeron
a Eli, donde hicieron la autopsia, donde estaba su cuerpo hasta que
pudimos volar a casa con él. No sé lo que estoy esperando, pero estoy
aliviada de encontrar que es solo un edificio de oficinas regular en el
frente: Amplio y luminoso, con un escritorio en la recepción principal
dirigido por una chica de aspecto aburrido jugando en su teléfono.
—Hola, necesito hablar con… —Revisé mis notas por el nombre del
examinador que realizó la autopsia de Eli—. ¿El Dr. Cruz?
Ella me devuelve el saludo sin mirar hacia arriba. Eh. Eso fue fácil.

28
Me dirijo hacia el pasillo, revisando las placas de identificación fuera
de las oficinas hasta que encuentro la del Dr. Cruz. La puerta está abierta,
entonces golpeo cuando entro, casi chocando con un hombre en su salida.
—Vaya, lo siento —me disculpo. Él está en sus treinta años, tal vez,
usando una bata blanca de laboratorio y gafas, dirigiéndose hacia el
ascensor. Ni siquiera se detiene a mirarme—. Espera —grito,
alcanzándolo—. ¿Es el Dr. Cruz?
—Síp —dice, entrando en el ascensor—. Los pasantes se reportan en
el segundo piso.
—No, no soy… —Las puertas se están cerrando, entonces entro con
él—. Quería hacerle algunas preguntas sobre mi hermano. Murió aquí en
Miami.
—Lo siento, hago muchas autopsias. —El Dr. Cruz parece distraído.
El ascensor se mueve hacia abajo, y revisa su teléfono.
—Fue hace seis meses. Eli Scott. ¿Accidente de auto?
Creo que veo un parpadeo de reconocimiento en su rostro, pero solo
se encoge de hombros.
—Como dije, veo muchos cuerpos entrar aquí. ¿Estás segura de que
fui el único que hizo la autopsia?
Abro la boca para responder, pero ya está saliendo del ascensor.
—Espera —grito nuevamente, siguiéndolo al sótano. Hace frío aquí,
lleno de viejos archivadores y de pasillos, y deseo haber traído algo para
tapar mi camiseta y pantalones cortos.
Él se detiene, suspirando.
—Mira, siento tu pérdida, pero realmente no tengo tiempo ahora
mismo.
—Entonces volveré —le digo—. Todos los días, hasta que tenga
tiempo. Puedo esperar. —Cruzo los brazos, como si no fuera a moverme de
este pasillo hasta que me dé respuestas.
Y no lo haré.
El Dr. Cruz claramente ve la determinación en mi rostro, porque
suspira de nuevo.
—Bien, obtendré el archivo. Scott, ¿dijiste?
—¡Sí! —Mi ánimo se levanta—. Fue en enero. Un accidente
automovilístico.
—Espera aquí.
El Dr. Cruz se dirige a una habitación de archivos al final del pasillo.
Me siento en un escritorio cerca y espero, mi alivio rápidamente da paso a

29
los nervios. Nunca tuve que lidiar con nada de estas cosas: Todo lo que
tengo es un pedazo de papel con la causa oficial de muerte.
El Dr. Cruz regresa con un archivo y se sienta en el lado opuesto. Lo
hojea sin mostrármelo, pero vislumbro un cuerpo carbonizado y un auto
quemado.
La bilis se eleva a mi garganta.
—¿Tu hermano, dijiste?
Asiento.
—Fue bastante sencilla, nada irregular aquí. Lo siento, pero no sé qué
más puedo decirte.
—¿Cómo murió, exactamente? —Odio preguntarlo, pero necesito
saber.
Él exhala.
—Supongo que sangrado interno, daño a los órganos.
Arrugo la frente.
—¿Supone?
Hace una pausa.
—El cuerpo estaba... quemado. Por el fuego. Solo lo identificamos a
través de los registros dentales.
Mis padres me dijeron que no habían pedido identificar a Eli cuando
vinieron, pero no me di cuenta de que esta era la razón.
Entonces me doy cuenta de lo que está diciendo. Me siento enferma.
—Así que todavía podría haber estado vivo cuando... cuando el
fuego... —Tengo que detenerme. Es demasiado.
—Es muy poco probable —dice el Dr. Cruz, como si pasando eso fuera
un consuelo—. De las notas de la policía de la escena, el impacto del
choque lo hubiera matado al instante, o al menos lo golpeó y lo dejó
inconsciente.
No son exactamente buenas noticias, pero las tomaré.
Me trago el nudo en la garganta y pregunto:
—¿Saben lo que causó el choque?
Él cierra el archivo.
—El informe dice que perdió el control y golpeó un poste. Entonces el
auto se incendió.
—¿Hubo… hubo señales de algo malo? —pregunto, desesperada por
cualquier cosa—. ¿Problemas con el automóvil, o alguien más involucrado?
—No.

30
Parece tan seguro que miro hacia arriba.
—¿Nada? ¿Está seguro?
Él se queda de pie, evitando mi mirada.
—Realmente debería volver al trabajo.
—No. —Lo bloqueo—. ¿Qué no está diciéndome? Por favor. —Mi voz
se rompe—. Tengo que saber.
Él finalmente se ablanda.
—Mira, estoy seguro de que tu hermano era un tipo genial y todo,
pero las notas de la policía dicen que fue un caso de drogas. Lo veo todo el
tiempo, los chicos se drogan, comienzan a pensar que las leyes de la física
no aplican. Pierden el control, y terminan envueltos alrededor de un poste
en alguna parte.
—Están equivocados. —Niego—. Escuché eso antes, pero no es
verdad. Eli nunca tomó drogas, no así.
—Está en el archivo, cariño. —El doctor se encoge de hombros—. No
sé qué más decirte. A veces, no hay ninguna respuesta. Lo mejor que
puedes hacer ahora es dejar que su recuerdo descanse en paz. Adivinar
cómo vivió y murió te comerá por dentro y te impide vivir tu vida.
Asiente y luego comienza a alejarse. Me desplomo, derrotada. ¿Qué
hago ahora?
El Dr. Cruz regresa el archivo a la habitación, luego sale un momento
después, hablando en su celular. Se aleja de mí, adentrándose más en el
sótano, hasta que dobla una esquina y desaparece de la vista. Empiezo a
caminar hacia el ascensor.
Esperen. No cerró la puerta.
Rápidamente corro por el pasillo y pruebo el mango en la habitación
de archivos. Se abre sin resistencia ¡Sí! Entro, y miro rápidamente
alrededor. Necesito ver el archivo de Eli. La habitación está abarrotada de
archivadores, pero hay uno en la esquina que todavía está abierto.
Lo saco todo y reviso los archivos. Mantengo mis oídos abiertos por
pasos, con el corazón en la garganta. No puedo creer que esté
escondiéndome así, pero algo no cuadra. ¿Por qué la policía fue tan rápida
para determinar la muerte de Eli como relacionada con las drogas? ¿Por
qué el Dr. Cruz no mencionó algún rastro de drogas encontradas durante
la autopsia?
Encuentro el archivo que el Dr. Cruz acaba de ver y lo saco. Lo abro,
forzándome a mirar más allá de las terribles fotos de la escena del crimen
y encuentro el informe de la policía.
Muerte accidental... Fuera de control... Testigos informaron de fuego...

31
No hay nada que no haya escuchado. Entonces lo veo: Abajo en la
parte inferior de la página, una nota escrita a mano garabateada y casi
imposible de leer.
¿Drogas? El Jefe. Víctima conocida como mensajero. Verificarlo lo antes
posible con la DEA.
¿El Jefe?
Lo escribo en mi teléfono. Es español. DEA significa Agencia de
Drogas en inglés.
De acuerdo con esta nota, mi hermano fue traficante de algún tipo de
drogas. Es por eso que nadie investigó tanto la muerte, pensaron que era
solo otro criminal, quemado por drogarse con su propio suministro.
Pero eso es imposible. Conozco a mi hermano, y nunca se
involucraría con drogas. Entonces, ¿por qué la policía creyó que lo estaba?
¿Y quién demonios es este Jefe?
Me estremezco, guardando rápidamente el archivo y saliendo
furtivamente de la habitación. Mientras voy hacia la salida, mi mente está
corriendo. Sabía que había algo raro sobre su muerte, y ahora estoy
segura. Cuanto más descubro, más preguntas tengo a las cuales buscarle
respuestas.
Pero descubriré la verdad. Se lo debo a Eli, y a mí misma.

32
Cuatro
X
avier no ordenó servicio de habitación al día siguiente. No
estaba segura si estar o no decepcionada y aliviada.
Afortunadamente tengo hoy y mañana, así que no tendré que
preocuparme por toparme con él. Tal vez toda esta distancia me aclare un
poco la cabeza. Recordarme por qué necesito permanecer concentrada.
Hailey se fue a su casa a visitar a su familia, así que estoy sola por el
fin de semana. Y los fines de semana en Miami están hechos para las
discotecas. Decido regresar al Club Ultra usando el vestido más fabuloso
que tengo, un vestido verde oscuro que obtuve en rebaja en Saks. Uso sal
marina rociada para agregar algunas ondas playeras a mi cabello y pongo
un poco de brillo de arándano y rímel oscuro. Entonces todo lo que queda
es ponerme unos tacones negros y un collar que me llega justo por encima
del escote en v del vestido. Si los chicos del V.I.P. no me notan esta noche,
tendré que suponer que también fueron intimidados para no hablar
conmigo.
Llego al club unos quince minutos antes de que abra. El gorila de la
otra noche me reconoce y pregunta sobre Hailey antes de dejarme entrar.
Solo algunos otros han recibido el mismo trato, entonces es el momento
perfecto para hablar con los camareros. Veo uno que no llegué a hablar la
otra noche y me acomodo en un taburete. No es tan fácil en vestido y
tacones, pero me las arreglo.
—¿Cuál es tu veneno, preciosa? —Puedo decir por el tono de su voz
que es un cumplido, no una línea.
—¿Cuál es tu especialidad?
—Bueno, hago un serio huracán, pero no te ves como una chica
huracana. Necesitas algo sofisticado para llevar con tu apariencia. Como
un Manhattan. O un martini. Un verdadero martini.
—Martini será. Solo un poco sucio.
Me guiña un ojo.
—No sería divertido si no estuviera un poco sucio.
Sonrío y niego. Puedo decir por qué este chico era tan popular la otra
noche. Cuando regresa, le doy mucho más que el costo de la bebida.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
Echó un vistazo a los billetes.

33
—Por supuesto, tengo algo de tiempo antes de que las masas entren.
—¿Recuerdas a un gorila que trabajó aquí hace un tiempo llamado
Eli? Es amigo mío, y no lo he visto en un tiempo. Solo estoy tratando de
ver si alguien sabe si todavía está por aquí.
—Sí, Eli es un tipo genial. Trabajó aquí durante casi un año, ¿tal vez?
No estoy seguro. El tiempo vuela cuando tienes todo esto. —Extiende los
brazos y sonríe—. Trabajó como guardaespaldas de ese chico Eduardo a
veces. Hizo entregas para él también, supongo. Lo oí en el teléfono
hablando de llevarle un paquete al jefe.
¿Entregas? Esto es exactamente lo que no quería escuchar. Intento no
dejar que mi decepción se muestre y le doy una sonrisa.
—¿Eduardo todavía anda por aquí?
—Oh sí. Está aquí más o menos cada noche. Lo reconocerás porque
es el único en un traje de $2,000 y raspadas botas de vaquero. Tiene
caballos o algo así.
—Entonces lo llaman el jefe, ¿eh? ¿Es como el Jefe? —Solté una
carcajada pero me detengo cuando veo drenarse de color el rostro del
camarero.
—No digas ese nombre —susurra—. Especialmente aquí.
—No entiendo…
—Mira, pareces genial, así que escúchame. Mantengo mi cabeza baja
y consigo mis propinas y miro hacia otro lado. Pero todos saben que el Jefe
está conectado al club de alguna manera. Como socio silencioso o algo. El
club es solo una forma de poner una cara legítima en las cosas. Quién
sabe lo que esté pasando aquí.
—¿Quién es él?
Los ojos del camarero dan vueltas alrededor de la habitación pero solo
sacude la cabeza.
—Ni idea.
—¿Podría Eduardo ser…?
Sacude la cabeza.
—No él es el número dos. Nadie sabe quién es el gran jefe.
A pesar de que ya está susurrando, se inclina sobre la barra y dice:
—Ten cuidado, bella. Esos chicos no deben ser molestados, y no
quiero que algo te suceda debido a algo que dije.

34
No tengo que esperar mucho antes de que Eduardo aparezca. Lo
reconozco como uno de los hombres del grupo V.I.P. con el que Kayla
estaba pasando el rato. Estaba en lo cierto acerca de mi especulación en
cuanto a quiénes eran esos tipos.
Se separa del resto para dirigirse a una de las barras mientras van
detrás de la cortina VIP. En la barra, tiene una conversación con la
camarera, y ella deja un vaso de chupito y una botella de tequila plateado
muy costoso enfrente de él. Es tan costoso que nunca incluso lo he
probado. Miro mientras se sirve y lo bebe de tres golpes seguidos antes de
sentarme al lado de él.
—No puede ser tan malo, cariño. —Pongo un efecto en mi voz dándole
encanto.
Es hora de ir por todas y estoy sorprendida de lo fácil que es.
Él arquea una ceja hacia mí.
—¿Qué quieres decir?
Asiento hacia el tequila.
—Solo hay dos razones para tomar tragos de tequila así, y ninguna
razón es buena.
Se ríe sin humor, pero luego cede y me da una media sonrisa.
—Este no ha sido el mejor día.
—Ah, ya veo. Así que estamos en la fase de “ahogamiento” de
nuestras penas. —Me detengo, dejándolo estudiarme por un momento—.
Lo menos puedes hacer si estás bebiendo tragos es hacerlo correctamente.
¿Dónde está tu limón y sal? —Le muestro una sonrisa coqueta, esperando
que no note lo nerviosa que estoy. Cada instinto en mi cuerpo me está
diciendo que corra, pero tengo que atravesar esto. Tengo qué hacer esto.
Por Eli.
—¿Tal vez quieras unirte a mí? —pregunta.
—Bueno, ¿por qué no? ¿Por qué bebería sola cuando tengo un guapo,
hombre bien vestido con un elegante tequila queriendo compartirlo?
—¿Crees que soy guapo? —Sonríe un poco tímidamente y mira hacia
otro lado por una fracción de segundo. Y es entonces cuando sé que lo
tengo. Esa ligera grieta de inseguridad en su macho, tipo duro. Puedo usar
eso. Ahora estoy supremamente agradecida por todas las clases de
psicología que tomé antes de poner la universidad en espera. Mi corazón
sigue latiendo en mi pecho, pero mis nervios comienzan a relajarse.

35
Le doy un encogimiento de hombros sin compromiso y trago antes de
responder.
—¿Y si digo que sí? Te vi aquí la otra noche con tres mujeres
siguiéndote como patos bebé. ¿Qué querrías con una pequeña cosa como
yo?
Me sirve otro trago y se inclina cerca. Evito estremecerme.
—Eres la mejor mujer en este club por un millón. Además, no tienes
miedo de mí ni tratas de manipularme.
—Y… —Bajé rápidamente otro trago, cubriendo el rubor que puedo
sentir extendiéndose a través de mi rostro—. Puedo sostener mi tequila.
Diría que conociste a tu mujer perfecta.
Ante eso, echa la cabeza hacia atrás y se ríe fuerte y largo. Antes de
que pueda sacar provecho de eso, sin embargo, dos de sus hombres llegan.
Uno me da una mirada desagradable. El otro me escanea de pies a cabeza
y sonríe extensamente.
—Es hora de irnos, jefe. Tenemos esa cosa. —Otra mirada fea cuando
termina de hablar.
—Sí. Lo siento, hermosa, pero tengo una fiesta privada a la cual
asistir ahora.
Logro un puchero que espero pase por sexy.
—Qué lástima. Estaba disfrutando de nuestro ahogamiento de tus
penas.
—¿Otra noche? Me encantaría verte de nuevo.
—Estaré aquí mañana por la noche si estás alrededor.
Toma mi mano y la besa.
—Me aseguraré de estarlo.

Sigo al grupo afuera a una distancia discreta. Hay tantas otras


personas dando vueltas que no me ven en absoluto. Además, Eduardo está
al frente del grupo, por lo que no me vería de todos modos.
Todos se amontonan en una limusina, y el chofer cierra la puerta. Es
mi turno de buscar un taxi, pero no veo uno. Miro a ambos lados de la
calle y finalmente encuentro otro taxi. Intento hacerle señas, pero alguien
se precipita antes de que pueda alcanzarlo. El taxi despega.
Frustrada, giro y golpeo directamente el pecho de alguien.
—Lo siento mucho, yo…
Miro hacia arriba. No es el pecho de alguien. Es el pecho de Xavier.
36
Está sosteniendo mis brazos para estabilizarme y mirándome con
esos ojos intensos.
—¿Qué estás haciendo aquí? —digo.
—Supongo lo mismo que tú. —Suelta mis brazos pero deja que sus
manos se queden allí mientras sus ojos vagan de mi cuello a los dedos de
los pies y luego retroceden. Puedo sentir mi cuerpo hormiguear debajo de
su intensa mirada—. Discúlpame por mirar —dice—. No te había visto sin
uniforme, todavía.
La forma en que lo dice suena como una promesa de lo que vendrá.
Me estremezco a pesar de la noche calurosa.
—Entra, bebamos un trago. —Me da una sonrisa coqueta, y quiero
soltar todo el acto y caminar dentro con él. Y luego seguirlo de regreso a su
exuberante suite de hotel, y ver lo que hay en la promesa de esa sonrisa.
Pero tengo que seguir la limusina.
En cambio, digo:
—No puedo, Xavier. Necesito tomar un taxi. Mira, mis amigos me
acaban de dejar. —Miro alrededor pero no veo ninguno en la calle.
Antes de que pueda decir algo más, silba y le hace gestos a alguien
con la mano. Ni diez segundos después, un taxi se detiene directamente
frente a nosotros.
Me abre la puerta, y entro.
—Nicole, la próxima vez no te dejaré ir. —Sonríe.
No puedo evitar devolverle la sonrisa. No puedo creer que tenga la
fuerza para dejarlo detrás. Pero tengo que averiguar qué le sucedió a mi
hermano, y esta parece como mi mejor pista.
Cerré la puerta y lo dejé de pie en la calle, con el lamento ardiendo en
mi pecho.
—Por favor, siga esa limusina blanca más adelante. No sé la dirección
hacia dónde vamos y mi celular murió. —La mentira se desliza fácilmente
fuera de mi lengua. Me pregunto si solo estoy mejorando en eso o si está
en mi sangre. Tal vez Eli y yo teníamos más en común de lo que pensaba.
Después de unos minutos, no puedo ver la limusina ya. Al parecer,
tampoco el chofer del taxi.
—Señorita, no vi a dónde se fue en esa última luz. ¿Por casualidad
usted sí lo hizo?
Niego.
—No importa. Solo diríjase hacia North Beach. Le daré indicaciones
cuando estemos cerca.
Las lágrimas me pican los ojos, pero muerdo duro mi labio y
parpadeo. Estuve tan cerca esta noche. Me obligué a mantener la calma e
37
hice todo exactamente correcto, incluso rechacé una bebida con Xavier,
pero al final todo lo que logré fue perder mi pista y terminar con un rastro
frío ¿Qué estoy haciendo?
Aunque odio admitirlo, estoy empezando a preguntarme si alguna vez
sabré lo que realmente le pasó a Eli. Tal vez todo esto fue un gran error.
Tal vez todo lo que voy a encontrar alguna vez sean callejones sin salida.
Pero me niego a darme por vencida. No hasta que tener mis
respuestas.

38
Cinco
E
l domingo pasa y regreso al trabajo. Pero Chad se reportó
enfermo, entonces todos están de humor relajado. Hailey me
dijo que los domingos eran el día más lento de la semana, y
tiene sentido. Una vez que todos revisan las cosas, no hay mucho para que
cualquiera haga, excepto por el servicio de limpieza. Algunos de los
choferes están enseñando a las chicas a jugar póquer mientras Carmen
nos hace un banquete para más tarde.
Me ofrezco de voluntaria para hacer cualquier entrega de comida ya
que necesito mantenerme ocupada. Eduardo y su grupo no aparecieron en
el club el sábado por la noche, así que no tengo nueva información. Todo el
día he estado tratando de encontrar una manera de acercarme a Eduardo,
pero además de pasar el rato en el club, no he encontrado nada brillante.
Carmen me dice que tengo una entrega, y dejo el juego de póquer,
recogiendo mi bandeja.
— ¿A dónde iré esta vez, Carmen?
Sonríe y me guiña un ojo.
—No necesitas instrucciones para este.
Estupendo. Xavier. No tengo idea de qué incluso le diré.
Carmen debe leer la preocupación en mi silencio.
—Pidió por ti específicamente. Debes haber causado una buena
impresión.
No estoy segura de que sea algo bueno.
—Es guapo. Hablamos de arte cuando estuve allí la última vez.
Ella solo asiente y me da una mirada sabia.
—No te preocupes por apurarte en regresar. Estás en tu tiempo de
almuerzo de todos modos. —Entonces me da dos grandes cestas de picnic.
Una de ellas es genial al tacto. Algo en hielo.
Ahora que conozco el camino un poco, puedo llevar el carrito si no
quiero esperar a un chofer. Además, todos están tan ocupados con su
juego de póquer, y coqueteando con las chicas, no estoy segura que alguno
de ellos quiera llevarme de todas formas.
Cuando llego al búngalo de Xavier, hay una nota en la puerta para
que entre y me dirija a la piscina. Mi corazón se acelera mientras guardo la

39
nota, pero mantengo mi barbilla en alto y me congelo a medida que
camino hacia las puertas francesas que dan a la parte posterior.
Cada búngalo tiene su propia piscina y spa privados. El área está
cubierta con gruesas plantas tropicales y les hace sentir a los huéspedes
que están solos en una isla, y con follaje tan denso formando una valla de
privacidad, esencialmente lo son. Los huéspedes pueden hacer
prácticamente cualquier cosa que les guste en el área de la piscina sin
preocuparse de que la gente en las villas vecinas los vea. Soy muy
consciente de eso, mientras me doy cuenta de que Xavier está nadando en
la piscina solo, y que ordenó comida para dos.
Me nota cuando sale por aire, y una gran sonrisa se extiende a través
de su rostro.
—Esperaba que tuvieras turno hoy.
—¿En serio? ¿Y por qué? —No puedo evitar el tono coqueto que se
arrastra en mi voz. Manteniéndome bajo control, comienzo a desempacar
las canastas de picnic en la mesa junto a la piscina y me pregunto si este
almuerzo es para mí.
Lo escucho salir de la piscina y hacer sonar sus pies mojados en el
concreto.
—Pensé que sería bueno almorzar juntos.
—¿Sueles almorzar con el servicio? —Las palabras salen más ásperas
de lo que pretendía, pero no me arrepiento de ellas. La langosta y el
champán no harán que me convierta en una de sus conquistas de Fisher
Island.
—Eh, no, yo... —Su voz se apaga.
Me dirijo a él y veo una expresión cerrada en su rostro, sus cejas
alzadas. Parece legítimamente molesto por lo que dije. Es lo único que
evita que vea su pecho desnudo de nuevo.
—Mira, lo siento, Xavier. Eso no salió bien. —Lo tomo y dejo salir una
respiración profunda—. He tenido algo de... problemas familiares en los
días pasados. Me tiene nerviosa.
—No, lo entiendo. Probablemente me veas y pienses todo tipo de cosas
terribles. Pero honestamente puedo decirte que la única persona con la
que he almorzado fue la persona que dirige este lugar, y no es exactamente
mi tipo.
No puedo evitar reírme con él. Reanuda su secado y me vuelvo para
preparar la comida. Además de langosta perfectamente cocida al vapor con
mantequilla y limón, hay patatas rojas asadas y judías verdes, una
ensalada de cítricos de arúgula, panecillos crujientes y una rebanada
gruesa de pastel de chocolate oscuro de postre. En la canasta fría hay una
botella de champagne que probablemente cuesta tanto como un par de

40
tacones de diseñador y dos botellas de agua mineral, una regular y una
espumosa. Miro a Xavier, quien parece estar esperando mi aprobación.
Sonrío y asiento, disfrutando de una majestuosa vista de su cuerpo
mientras estoy en eso. Mi boca se hace agua, y no es solo por la comida.
Xavier se acerca a la mesa. Se ponerse una de las suaves batas con el
logo del hotel sobre el corazón. Es difícil no pensar en él vistiendo nada
más que traje de baño debajo.
—Entonces, ¿me harás el hombre más feliz en Fisher Island y
almorzarás conmigo?
—¿Cómo podría una chica resistirse a una propuesta como esa?

Al principio es difícil relajarse y disfrutar de la comida y de la


compañía. Sigo pensando acerca de cómo debería permanecer en la tarea.
Xavier no es parte de mi misión. Pero la temperatura es perfecta, el cielo
está lleno de nubes hinchadas y blancas, y la comida es absolutamente
excelente. Y honestamente, no he podido realmente dejarme ir y disfrutar
de mí misma desde que Eli murió. Necesito empezar a vivir de nuevo y este
parece ser tan buen momento como cualquiera. Y dado que es un día de
trabajo tan relajado que incluso estoy de acuerdo con algo de champán.
—¿Alcanzaste a tus amigos? ¿La otra noche cuando me dejaste con el
corazón roto al lado de la carretera? —Suspira profundamente y luego
sonríe, incapaz de evitar su puchero. De nuevo, no puedo evitar reír. Está
haciendo que sea muy difícil mantenerme alejada de él y me alejo
completamente de los pensamientos tristes que usualmente me abruman
durante los momentos de tranquilidad.
—Desafortunadamente no. Terminé yéndome a casa. —Arranco un
pedazo de papa y hago una pausa con mi tenedor en el aire—. Estoy
segura de que encontraste a alguien para ayudar a tu pobre pequeño
corazón. Había muchas mujeres hermosas en el club el viernes.
—De hecho, me fui a casa también. —A mi ceja levantada agrega—:
Solo.
—¿Pero no estabas llegando cuándo me encontré contigo?
—Sí, pero perdí a la gente con la que estaba planeando reunirme. No
me sentía como para buscarlos en algún lado más. —Toma un pedazo de
langosta con sus dedos y lo sumerge en la mantequilla derretida. Mientras
se la lleva a los labios, me mira y no ve hacia otro lado hasta después de
que se lame los dedos.
Mentalmente sacudo la imagen e intento volver a mi comida.

41
—No hubiera sido una noche divertida de todos modos. —Se encoge
de hombros.
—¿Oh? ¿Por qué? —Tomo un sorbo de champán y lucho duro para
tragarlo cuando responde.
—Porque la única mujer con la que quería pasar tiempo se fue en
taxi.
No estoy segura de cómo responder a eso. Mi habilidad para bromear
con él aparentemente no va tan lejos.
Él llena el silencio por mí.
—No te imaginé como una fiestera.
—Bueno, hay muchas cosas que no sabes de mí. —No
necesariamente lo digo coqueta, pero estoy contenta de ver que mi cerebro
se ha vuelto a encender. Tengo que mantenerme alerta para que coincida
con su seguro encanto.
—Muy cierto. Me gustaría saber más. Me gustaría saber lo que te
gusta hacer cuando no estás trabajando o pasando el rato en Ultra.
—¿Hay algún otro lugar al que debería ir?
—Siempre puedes pasar el rato aquí.
Sonrío.
—Este lugar es tan hermoso, que podría tomarte la palabra en eso.
—¡Ay! —Simula ser apuñalado en el corazón—. ¿Sólo me quieres por
mi villa? Eso pica, Nicole.
—Bueno, es una villa bastante sorprendente. —Me recuesto en la silla
y suspiro—. No puedo imaginar vivir así todo el tiempo. Es mágica. Debes
trabajar mucho. —Las implicaciones de lo que acabo de decir de repente
me golpean, pero en lugar de notar mi rudeza, Xavier responde mi
pregunta.
—Trabajo mucho, pero los beneficios valen la pena.
—Ni siquiera te pregunté en qué negocio estás.
—Soy inversionista. —Toma un sorbo de champaña antes de
responder—. Subí de la nada, y cometí muchos errores en el camino, pero
ahora tengo inversiones seguras en una gran cantidad de diferentes
compañías.
—Parece que te acomodaste bien, entonces —digo.
—No sé si diría eso. —Xavier se encoge de hombros—. La verdad es
que es un trabajo difícil con muchas horas largas, y no siempre es
divertido, entonces me gusta tomarme un tiempo para disfrutar de los
beneficios de ese duro trabajo como un recordatorio de por qué hago lo que
hago.

42
Sus ojos están lejos ahora. Me pregunto si está solo, si le gustaría ser
menos solitario, pero rápidamente destierro el pensamiento antes de que
mi cerebro se vaya a todos los lugares malos. Podría gustarle, pero eso no
significa que quiera estar conmigo.
—Hablando de eso, debería dejarte volver a disfrutar de tus ventajas.
—Me levanto y comienzo a poner los platos en las cestas.
—Haré que alguien venga a buscar esto dentro de poco. Deberías
quedarte. Nadar conmigo.
Le sonrío.
—Suena bien, pero tengo que volver al trabajo.
—Carmen me dijo que podías quedarte. Dijo que es tu jefa hoy debido
a que todos salieron.
Carmen tendrá un regaño cuando vuelva a la cocina.
—Ella te dijo eso, ¿eh? Debería haberlo planeado mejor y traerme un
traje de baño para trabajar.
—¿Quién necesita un traje? —Sonríe.
Me río incómodamente.
—Siento no considerar la inmersión desnuda hasta al menos la
cuarta cita.
—¿Entonces esta era una cita? —Mi piel se sonroja, y se ríe—. Eres
muy sexy cuando te sonrojas, Nicole.
—Dice el hombre que siempre parece estar medio vestido cuando lo
veo.
—Si prefieres, puedo desnudarme, cuando te vea hacerlo también.
La temperatura perfecta afuera no está haciendo nada para
mantenerme fría.
—Está bien, chico amante. Vamos a postergar esta discusión hasta el
momento en que no tenga que volver a trabajar con un montón de
chismosos.
—No eres divertida. —Sonríe—. Pero lo retomaremos donde lo
dejamos la siguiente vez.
Lo saludo y asiento.
—Si no te importa, voy a pedir prestado tu baño para refrescarme
antes de volver a trabajar.
—Por supuesto. Estaré aquí, disfrutando de los beneficios. Es triste
que no estés conmigo.
Cuando entro al baño, me deslizo hacia abajo en los azulejos de
travertino. Mi cuerpo es un nervio gigante, esperando liberación, pero no

43
voy a darle lo que quiere aquí. La tentación sería demasiado grande para
llamarla a la habitación.
La temperatura fresca del piso se filtra en mi piel, y eventualmente
empiezo a sentir algo que se acerca a lo normal. No he estado tan afectada
por un hombre tan rápido antes. Es como una droga que sé que no debería
probar, pero que no puedo evitar desear. Y no ha ocultado el hecho de que
también me desea. Pero no hay forma en que no tenga una chica en cada
ciudad y no quiero ser solo una más en una larga línea.
Lo peleo tanto como puedo, pero no sé cuánto tiempo pueda
contenerme.

Xavier está en el teléfono cuando abro la puerta del baño. Mientras


camino hacia la sala de estar, me mira rápidamente y luego se aleja.
—Dije que me ocuparé de eso. Siempre lo hago, y lo sabes. —Cuelga y
arroja el teléfono al sofá. Intento alejar su frustración con una sonrisa.
—Voy a regresar, pero gracias por la hora del almuerzo.
No responde, solo se mantiene volteado. Miro cómo se mueven sus
hombros mientras toma respiraciones superficiales y enojadas.
Xavier está parado entre yo y la puerta de entrada, así que me muevo
más allá de él. Si me doy la vuelta y lo miro ahora, sé que no podré
obligarme a salir.
Pero se ocupa de eso por mí. Toma mi brazo y me jala para
enfrentarlo. Cierro los ojos y rápidamente me lleva hacia atrás hasta que
golpeo la pared. Su cuerpo me golpea mientras va por mi boca.
El beso es caliente, su lengua juega agresivamente con la mía. Su
agarre tiene sus manos a mis lados, y enlazo las mías alrededor de su
cuello, enterrándolas en su espeso y oscuro cabello. Lo acerco más a mí.
Necesito que me bese como necesito oxígeno. Más adentro, más fuerte.
Mi cuerpo palpita. Cuando comienza a besarme y a mordisquear un
rastro a lo largo de mi cuello, es casi demasiado. Luego abre los dos
botones superiores de mi camisa.
En un segundo, mi sostén es empujado hacia abajo y tira de un pezón
a su boca, lamiendo y chupando, sus dientes me recorren y envían
descargas eléctricas directo a mi clítoris. Dejo escapar un gemido, y siento
que se endurece contra mí. Gentilmente recorro la parte de atrás de su
cuello con mis uñas mientras me chupa suavemente.
—¿Te gusta eso? He estado pensando acerca de esos hermosos
pechos todo el día. Mientras estabas poniendo la mesa, imaginé que iba
detrás de ti y los agarraba. ¿Te hubiera gustado eso?
44
—Sí —le susurro.
—¿Sabes qué más imaginé?
No espera a que responda, sino que toma mis gemidos de placer como
invitación suficiente. Se empuja más cerca de mí, su lengua caliente y
húmeda va a mis pezones y todo el contacto me empuja más allá del
borde.
Estoy jadeando por respirar, tan superada con la dolorosa necesidad
de más de él. Olvidé completamente por qué esta es una mala idea. No me
importa. Solo sé que tengo tenerlo.
Mueve la mano y pasa suavemente su palma sobre mi trasero
mientras su lengua y dientes pellizcan mi cuello. Mi pezón todavía está
asomándose a través de la parte superior de mi camisa, y levanta su otra
mano y lo pellizca, recordándome que estoy expuesta.
Hace un trabajo rápido con los botones de mi camisa, la abre y
desengancha mi sostén. Se inclina sobre mí y reanuda sus besos,
chupando y mordiendo ligeramente mis pechos. El aire fresco y su boca
sobre ellos tiene a mis pezones tan duros e hinchados que es casi
doloroso. Pero cuando los toca y luego los aprieta suavemente, hago ruidos
que no sabía que podía hacer. Comienzo a maullar y a ronronear como
una gatita mientras hace estragos en mi pecho con su boca.
Me encanta la sensación de su lengua sobre mí, la piel de su espalda
mientras lo sostengo contra mí. Necesito más, y no puedo soportarlo.
—Por favor. —El dolor en mi voz coincide con el dolor de mi cuerpo.
—¿Por favor qué? —Sus ojos son oscuros con lujuria.
Trago, mi garganta se seca.
—Quiero... —Pero no puedo decirlo.
—¿Quieres que te penetre? —gruñe.
—Dios, sí.
Sin previo aviso, me recoge, y envuelvo mis piernas alrededor de sus
caderas, tirando de su erección contra mi palpitante clítoris, solo capas
delgadas de tela nos separan. Mi cuerpo comienza a tener espasmos pero
se detiene cuando me pone en el borde de una mesa y la conexión se
rompe. Gimo mi disgusto y arqueo la espalda para tratar de conectarme de
nuevo. Pero tiene otros planes.
—Todavía no, preciosa. Le daré a esa vagina lo que quiere muy
pronto.
Abre mis pantalones cortos y rápidamente me los quita. El contraste
de lo frío del aire contra mi piel caliente me ayuda incluso a ponerme más
húmeda de anticipación y a gruñir mientras pasa su pulgar sobre la tela
de mis bragas, jugando conmigo sin piedad.

45
—¿Te gusta eso? —susurra.
Me empujo contra su mano en respuesta. Él pasa su pulgar en
círculos, y mi respiración se acelera de nuevo. Me retuerzo contra su
mano, esperando que ponga un dedo dentro de mí. Necesito sentirlo allí,
duro y profundo y en control, incluso si es un dedo y no su pene. Él
sostiene mi coño en su mano, agarrándome firmemente.
—Por favor —murmuro—. Por favor. Penétrame.
Xavier agarra mi coño más apretado, usando su mano para presionar
mi clítoris mientras sus dedos ligeramente rozan mi trasero. La sensación
es deliciosa, intensa aún en su juego, que me hace sentir más calor.
Mantiene la presión, y me froto en su mano. No me di cuenta de lo mucho
que necesitaba esto. Que lo necesitaba.
Me está mirando mientras me abraza, viendo cómo cada movimiento
de su mano me acerca.
Intento tirar de él hacia mí, torpemente voy al cinturón de la bata,
buscando su duro, pene prominente, pero aleja mi mano.
—Hoy es para ti, Nicole.
Solo la lujuria en su voz es suficiente para enviarme al borde de la
explosión. Mueve mis bragas a un lado y deja que el aire golpeé mis labios
hinchados por completo, y no puedo contenerme. Jadeo mientras toma dos
dedos y los mete en mí mientras tiemblo. Estoy tan mojada que no hay
protesta, solo necesidad, y un gemido escapa de sus labios al mismo
tiempo que de los míos.
—Dios, estás muy mojada.
Mi coño se abraza alrededor de sus dedos en respuesta, y siento mi
interior temblar. Su palma acaricia mi clítoris, y la sensación es tan
intensa que instantáneamente me marea.
Empuja sus dedos dentro y fuera, golpeándome como si estuviera
usando su pene. Y es tan bueno que estoy delirando. Estoy gimiendo y
quejándome con cada empuje, chupando su otra mano, sus dedos
penetran mi boca también. Quiero cada pedazo de él que pueda tomar.
Continúa golpeándome una y otra vez, y la presión es tan dulce que
ya no puedo pensar. Estoy flotando en mi propia isla, sin nadie a mi
alrededor para escucharme mientras me vengo más duro de lo que alguna
vez he hecho, mi cuerpo tiembla de placer y deseo mientras dejo ir lo único
que me ha estado lastimando y deteniéndome por tanto tiempo. Xavier no
se detiene, incluso cuando pienso que no puedo soportarlo más. Termino
teniendo otro orgasmo mientras gira sus dedos dentro de mí y se empuja
contra mi dulce lugar. Intento alcanzarlo de nuevo, pero no me deja
tocarlo.

46
No creo que me quede nada. Pero saca sus dedos y los chupa,
mirándome para ver mi reacción. Estoy llena de lujuria.
—No puedo esperar para saborear más de ti, Nicole —me susurra al
oído.
Extiende su mano para ayudarme a levantarme de la mesa y
lentamente comienza a vestirme de vuelta, agarrando mi sujetador y
abrochándome la camisa. Mientras hago lo mejor para peinarme, levanta
mis pantalones cortos del suelo y los sostiene para que me los ponga.
Cuando estoy vestida, pasa la mano a lo largo del lado de mi rostro.
—Cena conmigo. Esta noche.
—¿Qué? —Mi cerebro todavía se está moviéndose lentamente después
de ese épico orgasmo.
Debe leer mi mente, porque responde:
—Cena. Tú. Yo. Esta noche. Necesito verte. Decir no, no es una
opción. Haré que un auto te recoja, solo dame la dirección.
Se la doy mientras camino hacia la puerta, insegura de lo que acaba
de pasar. En la puerta, me da un beso largo y tierno.
—Hasta esta noche.

47
Seis
C
armen me envía a casa temprano. No es como que hay mucho
que hacer de todos modos. Y ciertamente no soy la empleada
más atenta después de mi cita extendida de almuerzo, que
tiene el suficiente tacto como para no comentar. Por otra parte, tal vez
ningún comentario es necesario. De cualquier manera, me alegro de salir
antes de que las otras chicas capten el aroma del buen chisme que debe
estar prácticamente irradiando de mí y mi aturdida pero satisfecha
expresión.
Horas más tarde, todavía no estoy recuperada de mi tiempo con
Xavier. Cada vez que pienso en lo que sucedió, mi cuerpo se sonroja de
emoción ante la idea de verlo y tengo que refrescarme. Cómo sucedió todo
eso es un misterio para mí. Se sentía como estar bajo el control de otra
persona de alguna manera. Como que no podría parar lo inevitable,
incluso si quisiera.
Pero no lo quería. Y todas mis protestas son débiles. Es un huésped
del hotel, pero ¿qué? Y sí, necesito concentrarme en averiguar lo que le
pasó a Eli, pero ¿eso quiere decir que tengo que pasar todo mi tiempo en
eso? ¿Alejar a todos? Necesito tener una vida, también. He evitado la
interacción en redes sociales durante el tiempo suficiente y el placer físico
ha sido lo último en mi mente por demasiado tiempo.
Pero ahora que ya casi es hora de que el auto me recoja para nuestra
cita de cena, las mariposas revolotean en mi estómago. Hoy fue muy
alucinante. ¿Cómo se supone que debo sentarme frente a él y fingir que no
pasó nada? ¿Ligando y sonriendo y hablando sobre nuestras vidas? No
estoy segura de poder hacer eso sin ruborizarme cada vez que me mira.
Cuidadosamente uso delineador y sombra alrededor de mis ojos y
pongo otra capa de máscara. Luego saco mi arma secreta, una barra de
labios que acentúa mis labios perfectamente sin verse demasiado. Cada
vez que lo uso, recibo comentarios acerca de tener labios perfectamente
besables. Exactamente lo que quiero que Xavier esté pensando esta noche.
Aún puedo sentir sus labios sobre los míos cuando cierro mis ojos. Mi
piel todavía hormiguea por su toque... otros lugares también. Soy como
una drogadicta tratando de convencerse que no necesita esa inyección
mientras está soñando con lo bien que se sintió.
La puerta suena, y miro la ventana. Un elegante y negro Towne Car
está enfrente del edificio. Xavier lo hace bien.

48
Después de un corto viaje en auto tratando de calmar mis nervios, el
chofer se detiene entonces junto al agua. Biscayne Bay brilla a la luz de la
luna. La ligera brisa no hace mucho para refrescar mi piel sobrecalentada.
Sólo pensar en ver a Xavier en meros segundos subió mi temperatura.
Cuando salgo del auto, hago un control rápido. Ajusto mi vestido, una
funda negra ajustada que encontré en una tienda vintage. Acomodo mi
cabello atrás para asegurarme de que la humedad de Miami no lo arruinó.
Una rápida mirada a mis tacones para asegurarme de que no estén
raspados, y estoy lista.
Cuando entro en el restaurante, puedo decir por qué Xavier lo eligió.
Todo sobre esto rezuma clase, desde la araña de cristal Chihuly en el
comedor a la elegante configuración del lugar con respecto a las mesas.
El maître me guía a una mesa para dos establecida un poco aparte de
las demás, metida en una esquina que ve hacia el océano. Una perfecta
orquídea blanca está unida a una pequeña vela sobre la mesa. Al lado de
la mesa se encuentra un soporte con un cubo de hielo, y una botella de
champán francés real enfriándose dentro.
Un mesero me sostiene la silla mientras me siento y pongo la
servilleta sobre mi regazo. Noto con aprecio que cambiaron la ropa blanca
del mantel y las servilletas al negro, así que no me dejará pelusa en todo el
vestido.
Apenas tengo tiempo para mirar alrededor antes de que Xavier entre
en la habitación. Mientras se mueve a través del espacio, reconoce a las
personas y las saluda o les dice hola si están lo suficientemente cerca. Le
hace comentarios a un par de miembros del personal, lo que me hace
preguntarme si posee el lugar. No me ha visto a los ojos sin embargo,
entonces tengo muchas oportunidades para mirar abiertamente. Es
precioso en un traje gris a medida que casi parece plateado. Debajo hay
una camisa azul de botones con los primeros dos botones desabrochados.
Tengo el impulso de abrir el resto de aquellos botones. Me pregunto cómo
atravesaré la cena.
Él me nota, y una sonrisa se extiende a través de su rostro. Fija su
mirada en mí el resto del camino a la mesa. Me levanto mientras se acerca,
y pone sus manos en mi cintura.
—Te ves hermosa, Nicole. Gracias por acompañarme esta noche. —Se
inclina y me da un prolongado beso en el lado de mi boca. Mientras se
aleja, estoy tentada a agarrar su rostro en mis manos y tirar de él para un
beso real. Pero no lo hago.
—Gracias por invitarme. Tengo que decir, que obviamente estoy
cenando con el hombre más guapo aquí, pero ¿también aparentemente
con el que está a cargo?
Xavier se ríe.

49
—Creo que olvidé decirte que este es mi restaurante.
—Lo hiciste. —Sonrío.

Al principio me es difícil relajarme y disfrutar, pero finalmente dejé ir


todo y me centré en Xavier y en el champán. Después de que el camarero
vierte nuestras copas, Xavier levanta la suya en un brindis.
—Por los nuevos amigos. —Sonríe y se acerca a la mesa por mi mano.
Mientras repito sus palabras, chocamos copas y pasa sus dedos por mi
muñeca. Estoy segura que puede sentir mi pulso acelerándose con su
toque.
Para dejar de pensar en las otras cosas que me gustaría que estuviera
haciendo con sus dedos, aclaro mi garganta y muevo la conversación a un
tema seguro. Negocios.
—Entonces antes dijiste que comenzaste con nada y trabajaste, pero
todavía no sé realmente lo que haces. Cuéntame sobre eso. Quiero
escuchar tu historia.
—¿Estás segura? Es bastante aburrida —dice Xavier, pero la sonrisa
tímida extendiéndose por su rostro me dice que está orgulloso de su
trabajo.
—Nunca eres aburrido. —Sonrío.
Xavier toma un sorbo de su champán y se inclina un poco hacia atrás
en su silla.
—Bueno, mi padre no estuvo mucho cuando era niño. Trabajó con
sus manos hasta el hueso, pero cuando estaba en casa, todo lo que podía
hacer era gritarle a mi madre y preocuparse de dónde venía su siguiente
trabajo y cómo pagaríamos las cuentas. Sabía que no quería terminar así,
siempre luchando por sobrevivir y sin nada para demostrarlo. —Se encoge
de hombros y toma otro trago.
Mi corazón está con Xavier cuando intenta minimizar su dura
infancia. Podría haber ido fácilmente por todos los caminos equivocados,
pero luchó contra todo y no se detuvo hasta que llegó a la cima. Continúa.
—Así que tan pronto como mis padres me dejaron, comencé a hacer
trabajos ocasionales en el vecindario. Ahorraba la mitad de lo que ganaba
y le daba el resto a mi madre.
—¿Construiste tu fortuna con una ruta de papel trazada entonces? —
pregunto, tratando de aligerar el estado anímico.
Él echa la cabeza hacia atrás y se ríe profundamente. Es sexy como el
infierno.

50
—No exactamente. Pero sí aprendí sobre ahorrar e invertir pronto. La
gente sabía que era confiable y trabajaba duro, entonces me daban más
responsabilidades y más recomendaciones.
Sonrío ante la idea del joven Xavier llevándoles víveres a ancianas y
sudando sus veranos haciendo trabajo manual, empujando su camino
implacablemente hacia una vida mejor.
—Entonces, ¿cómo fuiste de chico de los recados de barrio a ser un
gran hombre de negocios de lujo? —pregunto. Mi voz es de juego, pero
tiene esa mirada lejana en sus ojos, la misma que vi junto a la piscina
antes, y me doy cuenta de que mis palabras deben estar sacando viejos
recuerdos, no todos agradables.
Xavier parece sacudirse y se inclina más cerca mientras habla.
—Me establecí, hice conexiones, coloqué la habitual base. Antes de
tener dieciocho años, estaba ayudando al gerente en una empresa de
importación. En cuatro meses estaba haciendo el trabajo mejor que él.
—Apuesto a que aprendiste mucho —le digo, recordando mi primer
trabajo, de cajera y almacenando estantes en una tienda de descuentos,
probablemente con esos mismos productos que Xavier estaba importando.
—Lo hice —dice, con los ojos ardiendo en los míos. Miro hacia otro
lado, sonrojándome por su intensidad.
Es difícil no sentirse intimidada por este hombre. Cuando tenía
diecisiete años estaba riendo tontamente con Hailey durante la clase de
matemáticas y soñando despierta sobre los jugadores de rugby de nuestra
secundaria, no teniendo un negocio. De alguna manera siento que no
cambié ni un poco, y pensando en la vida de experiencia de Xavier y en
sus peleas me hace preguntarme cómo alguien como él podría alguna vez
estar interesado en mí. Pero luego pone su mano sobre la mía, y calma mis
preocupaciones.
Giro el champán en mi copa un poco, mirando las burbujas subir.
—¿Qué pasó entonces?
—Entonces... la compañía siguió dándome promociones, pero no
estaba feliz allí. No podían seguir el ritmo de mi ambición —admite—.
Siempre estaba hambriento de más, así que dejé ese trabajo y comencé a
trabajar en distribución y en ventas, pero eso no pudo atarme por mucho
tiempo tampoco.
Sus dedos rodean mi muñeca y es todo lo que puedo hacer para no
pensar en él teniéndome abajo.
—Empecé a diversificarme, a invertir en negocios no relacionados y en
dejar que mi dinero se multiplicara apoyando los sueños de otras
personas. Tuve suerte al principio, pero después de un tiempo aprendí a

51
reconocer la verdadera pasión, innovación y el tipo de trabajo duro que
trae ganancias constantes.
Asiento, sintiéndome un poco fuera de profundidad.
—Entonces, ¿cuál fue tu primer negocio riesgoso?
—Quieres saber sobre mi primer amor, ¿eh? —Me guiña un ojo.
Nuestra conversación queda en espera cuando el mesero llega con el
primer plato.
Xavier me había preguntado antes si tenía preferencias o restricciones
de alimentos. Cuando le dije que estaba abierta a cualquier cosa, sonrió y
le dijo al camarero:
—La elección del chef.
La comida comienza con una sopa fría que de alguna manera se las
arregla para ser ligera a pesar de lo cremosa que es. Es emparejada con un
vino blanco crujiente que no compite por atención. La comida ya es tan
buena que por un tiempo todo lo que Xavier y yo logramos hacer es comer
y sonreír.
He estado en algunas múltiples cenas para diferentes eventos y
ocasiones familiares, pero esto se siente diferente, especial. Como que
estoy siendo mimada. No puedo creer que Xavier viva así todo el tiempo. El
personal nos presta mucha atención, revisando para asegurarse de que
estamos felices y constantemente rellenan nuestras copas. Supongo que es
porque es el jefe, pero nunca he estado en ningún lado donde el personal
estuviera tan preocupado por mi experiencia de cena. Así debe ser como
cuando eres realeza o una gran estrella de cine. Cada vez que me doy
cuenta de que podría querer algo, ya está allí.
Después, el camarero saca un ceviche con pescado, camarones y
mucho aguacate, servido con chips de maíz azul. Estoy un poco
preocupada porque tenga mucha cebolla, esperando estar besando a
Xavier más tarde, pero el ceviche es tan bueno que no me importa después
del primer bocado. Eso es para lo que son las mentas.
Entre bocado y bocado, le pregunto más a Xavier sobre su negocio.
—¿Me estabas diciendo sobre tu primer amor?
Sonríe.
—Fue un restaurante. No tan bueno como este, por supuesto.
—¿Qué te hizo elegir un restaurante? ¿No son usualmente bastante
arriesgados para invertir?
—Pudo haberlo sido, pero no me importó. No estaba tratando de
ganar dinero al principio, fue solo por diversión. Me gusta comer. —Xavier
sonríe—. Pero mi primer lugar lo hizo bien, mejor de lo que esperaba. Era
una pequeña cabaña cerca de la calle Ocho.

52
—Esa es el área cubana de la ciudad, ¿correcto? ¿El lugar todavía
está allí?
Asiente mientras termina un bocado de comida.
—Sí, en la Pequeña Habana. El restaurante está justo en medio de
toda la actividad. La mujer que era la dueña había podido mantener el
negocio en la familia todo ese tiempo, y ahora su hijo dirige la cocina.
Servimos café y pastelitos todo el día.
—Estoy intrigada. ¿Qué son pastelitos?
—Oh, te encantarán. Son un tipo de pastelería. La corteza es
escamosa pero mantecosa y están llenos de queso o fruta. Te llevaré allí
algún día.
Se me hace agua la boca.
—Eso suena increíble. Definitivamente tenemos que ir.
Xavier comienza a decir algo pero es interrumpido por un hombre que
también usa un traje costoso perteneciente a un camarero. Se inclina para
susurrarle algo, y la expresión de Xavier se nubla y luego se enoja.
Escucha por un momento y luego prácticamente escupe:
—Este no es el momento. Sólo manéjalo. —El hombre asiente y se va.
Xavier mira al hombre y luego toca la mesa con los dedos antes de
volverse a mí.
—Te pido disculpas por la interrupción. —Su expresión se ablanda, y
me sonríe—. Estoy cansado de hablar de mí, sin embargo. Quiero saber
todo sobre ti.
—Eso podría llevar más tiempo que nuestra cena, Xavier.
—Bueno, comencemos con cómo terminaste caminando hacia mi
vida. Dijiste que la familia te trajo a Miami. Pero tengo el sentimiento que
no es una situación familiar feliz. Puedo entender eso.
Respiro hondo y me tomo un momento para decidir cuánto decirle. No
tenía la intención de llegar genuinamente a estar cerca de alguna persona
en Miami además de Hailey. Alguien con quien pasar el tiempo. Se suponía
que Miami era solo algo para obtener información. Pero Xavier es diferente.
Quiero abrirme a él, al menos tanto como puedo sin dar nada.
—Mi hermano murió hace poco más de seis meses. —Estoy
sorprendida de cuán herida suena mi voz todavía diciendo eso en voz alta.
—Oh, Nicole. —Xavier se estira sobre la mesa y entrelaza sus dedos
con los míos—. Lo siento mucho. Debe dolerte mucho.
Siento mis ojos humedecerse pero peleo con las lágrimas. He tenido
mucha práctica en eso ahora.

53
—Ha sido difícil —admito—. Solíamos ser muy cercanos, pero el año
pasado o desde hace dos, no hablamos mucho. A veces siento que apenas
lo conocí. Y creo que nunca lo hice.
Xavier coloca su otra mano en la parte superior de nuestros dedos
entrelazados y acaricia mi piel. No dice nada, y estoy agradecida de que me
esté dando el espacio que necesito para sacar las palabras.
—Necesitaba un cambio después... mi amiga Hailey me ofreció un
lugar para quedarme aquí y conseguirme trabajo en el complejo. Pensé que
si escapaba de mi vida normal todo comenzaría a tener sentido.
—Pero no ha ayudado mucho, ¿verdad?
Niego.
—No realmente. Quiero decir, me gusta aquí, y creo que el cambio ha
sido bueno para mí, pero ha sido difícil seguir adelante. Me siento culpable
cuando me estoy divirtiendo. Culpable cuando me olvido de él por una
hora o dos.
Xavier se encuentra con mis ojos.
—Eso es comprensible, pero mereces ser feliz, Nicole. No puedes
llorarlo cada minuto del día. Él no querría que lo hicieras, de todos modos.
Nos sentamos en silencio y me sumerjo en su calmada, fuerte
presencia. La calidez de la presión de sus manos es reconfortante. Eso me
hace sentir segura, firme.
Completamente perdida en el momento, casi me olvido de dónde
estamos hasta que Xavier mira hacia otro lado. Asiente al camarero y se
inclina hacia atrás, lentamente tirando de sus manos lejos de mí. Su
ausencia es perceptible.
Me enderezo en mi asiento mientras el camarero pone un plato frente
a mí. Un platillo principal de pechugas de pollo rellenas de vegetales y
queso, frijoles negros y arroz amarillo y yuca con limón y salsa de ajo. No
hay forma de que me termine todo.
Mi expresión debe mostrar eso ya que Xavier dice:
—Mark, nuestro chef, es fantástico, pero no puedo terminar sus
comidas.
—Espero que no estés hablando mal de mí, jefe. —Un hombre con un
saco de chef pone una mano en el hombro de Xavier.
—Nunca, viejo amigo. Solo estaba diciéndole a Nicole cosas
maravillosas sobre ti.
—Encantado de conocerte —dice, con calidez en su voz—. Soy Mark.
—Extiende su mano, y la estrecho.
—Todo ha sido maravilloso, Mark. Muchas gracias.

54
—Siempre es un placer tener a una encantadora mujer disfrutando de
una de mis comidas. Espero verte de nuevo pronto.
—Si me salgo con la mía, definitivamente lo harás —dice Xavier,
centrando los ojos en mí.
Mark palmea su hombro y nos deja con la comida.

Xavier y yo intercambiamos malas historias de citas mientras que los


camareros limpian la mesa de cada plato y de los cubiertos. Ni un minuto
más tarde, Mark sale con cuatro camareros detrás de él, platos en mano.
Estoy segura de que van a ir a otro lugar hasta que se detienen en nuestra
mesa con múltiples postres que se ven demasiado hermosos para comer.
No creo que pueda tener más que un bocado o dos, pero definitivamente
estoy dispuesta a intentarlo.
Mientras estoy decidiendo si comenzar con flan o pastel de coco, noto
que Mark se para en otra mesa en el camino de regreso a la cocina. Los
dos hombres en la mesa parecen que están teniendo una reunión de
negocios, pero saludan a Mark calurosamente y le hacen un gesto para
que el chef se siente, aunque se niega.
Reconozco a uno de los hombres del Club Ultra. Uno de los chicos de
la habitación V.I.P. Mi pulso brinca mientras comienzo de inmediato a
trazar formas de atraparlo solo, tal vez para tratar de hablar con él si
Xavier va al baño de hombres, pero de repente me doy cuenta: No hay
nada que pueda hacer ahora mismo. Estoy aquí con Xavier, en una cita.
Por una noche, necesito dejar ir a Eli. No voy a dejar de buscar respuestas,
pero en este momento tengo que tomar un respiro y disfrutar del hombre
sentado frente a mí.
—Oye. —La voz de Xavier es suave, y siento su mano sobre mi rodilla
debajo de la mesa—. ¿Estás bien?
—Lo siento. —Levanto mis ojos hacia él—. ¿Qué estabas diciendo?
—Te ves como si hubieras visto un fantasma.
—Um... sí. —Niego para aclararme y darle una sonrisa a Xavier—.
Sólo vi a alguien que me recordó a mi hermano. —La mentira se desliza
fácilmente de mi lengua. No es realmente una mentira.
—Déjame despejarte de eso. —Me besa profunda, lentamente,
borrando todas las dudas en mi mente, y luego a regañadientes se aleja—.
Supongo que debería comportarme en mi propio restaurante.
—Comportarte está sobrevalorado —digo mientras sostengo mi
aliento.
Una sonrisa se forma en sus labios.
55
—Muy cierto. Y exploraremos ese concepto un poco después. Pero por
ahora tengo otros... placeres en mente.
Pone un bocado de pastel de chocolate en su tenedor.
—Tienes que probar esto, Nicole. El panadero aquí es uno de los
mejores en el mundo. —Sostiene el tenedor y mira mis ojos otra vez.
Me inclino lentamente y cierro mis labios alrededor del tenedor. Mis
ojos involuntariamente se cierran mientras pruebo la dulzura del azúcar
mezclado con puro chocolate negro. Es como un bocado de cielo.
Cuando abro los ojos, Xavier está mirándome. Estira su pulgar y lo
pasa a través de mi labio inferior. Mi cuerpo tiembla por el toque. Mueve el
pulgar y se lame el dedo.
—Tenías un poco de chocolate allí.
Mi pulso y aliento están corriendo por todas partes, luego
ralentizando luego corriendo de nuevo. Quiero subirme a la mesa y
montarme en su silla, sintiendo su boca sobre mí mientras me presiono en
él. En su lugar, maldigo el hecho de que estamos en público. Me estiro
hacia él y paso mis dedos a lo largo de su antebrazo. Mi mirada es pesada
con lujuria, y me muerdo el labio mientras lo miro directamente.
Me estudia por un momento, y noto una mirada similar de deseo en
su cara. Rompe el contacto visual y toma algunos sorbos de agua.
—Salgamos de aquí. Hay algo que quiero mostrarte.

56
Siete
D
esde el momento en que estamos de pie frente al restaurante,
Xavier tiene una mano tocándome todo el tiempo. Es como si
tuviera miedo de que si me dejara ir por un segundo, fuera a
desaparecer.
Tomamos su automóvil en lugar del auto Towne. Un convertible
clásico restaurado de algún tipo. Me dice que es uno de muchos autos que
posee, pero pensó que me gustaría ver Miami en un convertible. Tiro de mi
cabello en un moño y disfruto de la brisa mientras nos movemos a través
de South Beach.
Mientras conduce, Xavier sigue mirándome más. Su mano descansa
justo encima de mi rodilla, y amasa el músculo como si tuviera un
entrenamiento de masajes. Me recuesto y cierro los ojos, dejándome relajar
completamente mientras el alcohol en mi sistema se combina con el toque
de Xavier para llevarse cualquier inhibición.
La mano de Xavier se mueve más arriba y luego se desliza bajo el
dobladillo de mi vestido. Quiero que siga, pero en su lugar se detiene allí,
acariciando la sensible piel de mi muslo interno. Es más de lo que puedo
soportar, entonces abro las piernas y arqueo la espalda, una clara
invitación. Xavier no vacila. Aprovecha el fácil acceso para acariciar mi
coño a través de la delgada capa de tela.
Estoy prácticamente ronroneando cuando detiene el auto. No tengo
idea de dónde estamos, pero la ciudad está iluminada a través del agua y
una playa desierta se encuentra frente a nosotros. Se estaciona y camina a
mi lado en el auto, abriendo la puerta y sacándome.
Me pone en el cálido cofre del auto, como un águila prácticamente
extendida. Sus manos en mis tobillos, me separan las piernas y mira entre
ellas. Las bragas que elegí esta noche son apenas más que un trozo de
encaje puro y elástico, así que sé que tiene una buena vista. Capto su
mirada y oigo las palabras cayendo de mis labios antes de que pueda
detenerme.
—¿Te gusta lo que ves?
Xavier sonríe.
—Me encanta mirar tu coño. Y no puedo esperar a probarte. —Aprieta
mis tobillos más duro, presionándolos hacia atrás y hacia los lados para
que mis piernas estén aún más separadas. Siento la atracción de los

57
músculos en el interior de mis muslos, pero un ligero dolor lo hace aún
más emocionante—. Quítate el vestido para poder verte mejor. —Su voz es
ronca y la necesidad y el anhelo de eso me moja.
—Sí, Xavier —le digo, la sensación de su nombre en mis labios, me
excita incluso más.
—Me encanta cuando dices mi nombre. Dilo de nuevo —exige
mientras tira lentamente de mí abajo para que mis pies estén sobre el
cofre del auto y mis rodillas dobladas.
—Xavier.
Me aleja de él mientras se arrodilla en la arena frente a mí. Moviendo
mi ropa interior a un lado, exponiendo la humedad de mi coño al aire de la
noche, me mira otra vez.
—Eres tan hermosa —murmura. Tiemblo.
Estoy tan agotada. No puedo esperar a que me toque. Se acerca a mi
coño, y luego comienza a lamer ligeramente mi clítoris, jugando conmigo.
Mi aliento se atora en mi garganta y jadeo.
De repente, me arranca la ropa interior y hunde su lengua dentro de
mí, caliente y determinado.
—Oh, Dios mío. —Jadeo, incapaz de evitar restregarme contra su
boca.
Tomando ambas manos, extiende mis labios para profundizar en mí.
Lame y chupa los lados de mi coño, tomando mi clítoris en su boca y
chupando hasta que casi no puedo soportarlo.
—Más duro —le susurro—. Más. Por favor.
Miro hacia las estrellas en el cielo e inhalo el aire fresco de la playa.
Normalmente tengo un millón de pensamientos corriendo a través de mi
mente, pero todo lo que puedo pensar justo ahora es en el hombre
arrodillado entre mis piernas, adorándome con su boca mientras estoy
extendida en el cofre de su auto. Cualquiera podría vernos aquí. Es por eso
que es lo mejor que he hecho en mi vida.
Él gime contra mí y me vengo duro.

Tan pronto como recupero el aliento, Xavier me ayuda a enderezar mi


vestido y me levanta del auto. Deja que mis pies se hundan en la arena
fría.
Me besa lentamente en la boca y luego me da la vuelta para estar
detrás de mí. Pasa las manos arriba y a mis lados desde la mitad de mi
muslo hasta el nivel del pecho, empujando mi vestido lo suficiente como

58
para que sienta emoción cuando la brisa del océano golpea mi mojado
coño. Sus manos se mueven sobre mi vestido para tomar mis pechos y se
inclina para plantar besos a lo largo de mis hombros. Me estiro detrás,
agarrándolo. Lo necesito cerca.
—Me encanta cómo se siente tu cuerpo bajo mis manos —susurra
mientras sigue jugando con mis pechos.
Mi piel parece estar ardiendo, y mi vagina palpita con el recuerdo de
donde acaba de estar su boca. Pero luego un silbido de barco suena en la
distancia y recuerdo dónde estamos. Estamos afuera, en lo abierto,
expuestos. Y dejé que me lo hiciera. Y me gustó.
Me alejo de su toque y me muevo unos pocos pasos antes de darme la
vuelta. Apenas puedo pronunciar las palabras, estoy tan jadeante.
—Necesito un minuto.
—¿Es... demasiado? —pregunta, con preocupación en la voz.
—No, es perfecto. —Me pregunto si puede verme sonrojar en la
oscuridad.
Toma mi mano y caminamos a lo largo del agua, el sonido de las olas
me tranquiliza. Ese orgasmo fue tan intenso, que necesito calmarme. Y la
manera en que me maneja, como si no pudiera tener suficiente, y sin
embargo prestando atención a cada gemido o movimiento que hago. La
atención… es abrumadora.
—¿Dónde estamos? —pregunto. Este lugar es hermoso, no puedo
creer que estemos tan cerca de la ciudad y aún tan aislados.
—En un parque. El camino está oculto por lo que no parece que haya
nada allí. Toda el área que lo rodea es como la jungla. Nadie viene aquí. Es
por eso que me gusta.
—¿Ah, sí? —Golpeo ligeramente su pecho y luego deslizo mis manos
por su camisa, sintiendo cada músculo debajo mientras lo hago—. ¿Traes
a todas tus citas aquí?
—No, en absoluto. Aquí es donde vengo a pensar. Cuando necesito
estar solo, nado aquí algunas veces. Me ayuda a despejarme.
—Lástima que no podamos nadar ahora. Nunca hay un traje de baño
a la mano cuando necesito uno.
—¿Cuántas veces tengo que decirte que no necesitas traje de baño?
Me burlo, y él viene y envuelve sus brazos alrededor de mi cintura.
—Solo piensa. Tú, yo, luz de luna. El agua. Sin ropa... cualquier cosa
podría ocurrir.
Cuando le miro, susurra:
—Te desafío, Nikki.

59
Acepto su desafío retrocediendo lentamente, tirando de mi vestido
mientras me muevo. Él lo sigue, desabrochando su camisa. Cuando paso
el vestido sobre mi cabeza, me detengo por un momento y me levanto el
cabello, dejándolo caer sobre mis hombros. Mis ojos están centrados en él
todo el tiempo, y no toma más que un segundo para que venga
rápidamente y tire de mí hacia él para un beso intenso.
Rompemos el beso para poder arrojar nuestra ropa y caminar hacia el
océano. El agua está más fría de lo que esperaba, y me tranquiliza solo lo
suficiente como para dejarme pensar un poco más claramente. Todavía no
tengo la fuerza de voluntad para resistirme a Xavier, pero al menos me
siento en mejor control de mis hormonas.
Me recliné en el agua, dejando que mi cabello se mojara para poder
suavizarlo. Cuando me vuelvo, Xavier está enfrente de mí, sus ojos vagan
por mis senos expuestos. Lo salpico con agua para sacudirme su mirada.
—Mis ojos están aquí, cariño.
—Qué, ¿no puedo apreciar todas las partes de tu cuerpo? Tus ojos
son bonitos y todo, pero…
Lo salpico de nuevo, más duro esta vez.
—Oh, quieres jugar así, ¿eh? —Se mueve para salpicarme, y nado
lejos.
Esquivamos las salpicaduras del otro por un par de minutos hasta
que agarra mi brazo y me atrae hacia él. Estamos parados a centímetros
de distancia, y puedo sentir calor irradiando de él. Estoy segura de que
también puede sentir el mío. Se acerca y pasa sus dedos por el centro de
mi pecho a mi estómago donde hace una pausa por un latido antes de
inclinarse hacia adelante para besarme. Más suavemente esta vez al
principio, luego más duro.
Me atrae hacia él mientras le damos todo al beso. Sus manos se
mueven arriba y abajo de mi lado y luego se mueve para besar mi cuello.
Sus besos van por mi cuello a mis pechos, y me reclina un poco. Arqueo la
espalda, en parte por placer y en parte para ayudarlo a tener mejor acceso.
Su boca en mis pezones, solo con un poco de succión, envía pequeños
golpes que siento entre mis piernas. Me recuerda cuánto lo deseo dentro
de mí, pero sé que el océano abierto no es el mejor lugar para ello.
Como si pudiera leer mi mente, Xavier me levanta. Envuelvo mis
piernas alrededor de él, y me lleva de vuelta a la playa. Me deja el tiempo
suficiente para sacar una toalla del maletero y ponerla en el asiento
delantero del auto, haciendo un gesto para que me siente de lado. Se

60
arrodilla frente a mí, y por un momento no estoy segura de qué quiere. No
puedo creer que quiera hacerlo de nuevo.
—Nicole, soy adicto a ti. Necesito tenerte.
El deseo en su voz es un afrodisiaco. Me inclina suavemente hacia
atrás y mi cabeza descansa en la consola y engancha mis piernas sobre
sus hombros, acercándome a donde estoy apenas posada en el borde del
asiento, y mi coño está expuesto completamente.
Mi cuerpo tiembla de anticipación mientras besa y muerde el interior
de mi pierna. Cuando comienza a rastrear mi apertura con sus dedos, mis
manos van a mis pechos y los amaso y me aprieto los pezones,
moviéndome con placer y girando las caderas esperando que su dedo se
deslice dentro de mí. Cuando finalmente pone dos dedos dentro, los mueve
dentro y fuera alrededor en deliciosos círculos, y giro contra él queriendo
más. Estoy tan mojada que sus dedos se deslizan dentro y fuera
fácilmente, y siento sus nudillos golpear mis labios una y otra vez. Justo
cuando estoy en el borde de la liberación y mis piernas tiemblan, se
detiene.
—Necesito probarte de nuevo, y de nuevo, y otra vez.
Pero ni siquiera me da la oportunidad para procesar lo que está
diciendo antes de sentir su boca caliente en mi coño de nuevo, y casi salgo
de mi mente con lujuria.
Estoy jadeando, gimiendo y moviendo mi coño contra su increíble
boca. Su lengua se mueve hacia adelante y hacia atrás a través de mi
clítoris, lo rodea, y luego se repliega dentro de mí. La succión de su boca
en mí es casi demasiado, pero ruego para que no se detenga. Estoy
aplastando mis pechos en mis manos y pellizcando mis pezones hasta que
me duelen pero todo se siente tan bien. Estoy cayendo en el borde de un
mundo de nada más que placer y luego la luz explota detrás de mis ojos y
arqueo mi espalda mientras el orgasmo mece todo mi cuerpo. En ese
momento, todo lo que puedo sentir son los nervios que envían fuegos
artificiales de placer a través de mí, una y otra y otra vez de nuevo.
Mi cuerpo sigue siendo un cable vivo cuando siento a Xavier
levantarse y atraerme hacia él. Al principio, no estoy segura de tener la
energía para envolver mis piernas alrededor de sus caderas, pero cuando
siento su erección contra mí, duro como roca y palpitante, me olvido de
todo eso y empujo ligeramente hacia arriba mi pelvis mientras me envuelvo
alrededor de él.
Cuando me baja lentamente, la punta de su pene encuentra su
camino y se desliza fácilmente en mi coño mojado que gotea. Mientras su
pene me penetra todo el camino, llenándome por completo, ambos dejamos
salir un gemido. Él me apoya para un mejor ángulo, y coloco mis manos
en el borde del auto para estabilizarme. Con algo del peso de él, agarra mis
caderas y empuja hacia arriba, duro y profundo, mientras tira de mí con

61
fuerza a su pecho. Nuestros cuerpos se funden juntos, y lo siento golpear
cada punto dentro de mí, justo donde lo necesito.
—Fuiste hecha para mí —dice mientras me penetra una y otra vez,
jadeando y gimiendo mientras se mete duro en mí.
No puedo hacer nada más que gemir mi placer. Él se mete en mí
rápido, luego lento, luego rápido de nuevo, y estoy delirando de lujuria y de
necesidad animal. Lo quiero más profundo, más rápido, golpeando la
pared trasera de mi vagina con la punta de su pene, cada centímetro de él
llenando cada centímetro de mí. Estoy en el lugar donde no puedo
contener más mi orgasmo, pero lo siente y se detiene, haciéndome esperar.
—No te detengas. Por favor —le ruego.
—No lo haré.
Sin salirse, nos lleva de vuelta al cofre del auto y me sienta en el
borde. Con mis pies todavía alrededor de él, básicamente estoy sentada en
su regazo, así que se empuja lentamente hacia arriba y hacia abajo con mi
pelvis, rebotando levemente. Gime y me inclina hacia atrás para poder
cambiar de posición la pierna y pueda poner su pulgar en mi clítoris. Está
sosteniéndome en el aire mientras empujo mis pies descalzos contra el
cofre del automóvil y me muevo y giro contra él, montando su pene como
si estuviera en una carrera de campeonato. Mientras jadeamos uno contra
la boca del otro, intercambiando gemidos tranquilos y susurros, dejo que
el placer irradie desde mi centro y me envuelva por completo, todo mi
cuerpo electrificado con cada empuje de Xavier. Esto es todo lo que
necesité por tanto tiempo, y nunca quiero que se detenga.
Cuando puedo decir que está cerca del orgasmo, lo agarro un poco
más apretado y me muevo hacia adelante para chupar suavemente el
lóbulo de su oreja y suelto una serie de gemidos suaves. Él tiembla bajo
mis manos y acelera sus empujes, estirándose para apretar mi clítoris
mientras golpea contra mí, y el sentimiento es tan intenso.
—Eres perfecta. —Jadea—. Tan jodidamente perfecta.
Sus palabras me envían directamente sobre el borde. No puedo
contenerme más. Arrastro mis uñas por su espalda con un gemido
mientras explotamos al mismo tiempo, finalmente liberando toda la
represión sexual y la tensión entre nosotros en un perfecto, alucinante
momento.

62
Ocho
S
olo tengo unas tres horas de sueño después de que Xavier me
deja en casa, pero cuando Hailey sugiere un viaje de compras a
la mañana siguiente, estoy de acuerdo. Me rehúso a pasar un
día libre simplemente durmiendo. Además, logro matar dos pájaros de un
tiro convenciendo a Hailey para que revise las lindas boutiques cerca del
salón de tatuajes donde la ex novia de Eli, Ava, trabaja. Puede evitar mis
llamadas, pero no me podrá esquivar si estoy parada justo enfrente a ella.
Lo que no sabía era que la idea de Hailey de ir de compras vendría
con burlas despiadadas e interrogación sobre Xavier.
—¿Así que es verdad lo que dicen sobre los amantes mayores? —
Hailey me da un codazo en el lado.
—No lo sé, Hailey. No es tan viejo. ¿Por qué no vas a abalanzarte
sobre uno tú misma y me dices cómo es?
—¡Oh, vamos! ¡Necesito detalles! Déjame vivir indirectamente. El chico
es seriamente atractivo, Nikki. Y estoy atrapada en un hechizo seco. —
Hace una mueca.
—¿Qué hay de ese gorila en Ultra? Estaba totalmente en ti, y no es
demasiado duro a los ojos, tampoco.
—No lo sé. —Se encoge de hombros—. Quiero decir, es un gorila.
—¡Hailey! ¡Eso es tan malo!
Ella ríe y niega.
—¡No quise decir eso, chica! Sólo estoy bastante segura de que solo
sería una en una larga línea de mujeres en las que ha estado “totalmente
metido”.
—Bien. —Me detengo mientras examino otra camiseta demasiado
costosa—. Creo que no puedo realmente discutir con eso. Sé que hay
alguien por ti, sin embargo.
Hailey levanta las manos.
—Has estado en Miami por un segundo, y consigues al
multimillonario atractivo mientras yo me quedo con el jugador musculoso.
—Arroja una camiseta hacia mí—. No es justo, amiga.
Ambas nos reímos y volvemos a buscar algo decente en los bastidores.
Sostengo una blusa azul de botones con puños franceses y le muestro

63
pulgares alternativos arriba y abajo. Hailey me da dos entusiastas
pulgares arriba y luego baila a una mesa que tiene pilas de pantalones
cortos. Saca un par blanco y me los trae.
—Esto sobre tu bikini estará perfecto. Necesitas algo fabuloso, pero
informal, así podremos caminar rápidamente cruzando la calle para el
almuerzo mientras tenemos un día de playa.
—Todavía no puedo superar todo esta cosa de “playa fabulosa”. De
donde vengo, un viaje a la playa es una actividad de todo el día y llevas
una hielera llena de cerveza y cosas para asar sobre el fuego.
—Sí, sí. De donde vienes también hacen café malo, así que olvidemos
incluso que existe, ¿de acuerdo?
Ahora es mi turno de tirarle la camiseta. Mientras lo hago, mi teléfono
suena. Es un texto de Xavier. Envía una descarga de lujuria a través de mi
cuerpo que me recuerda que todavía me duele de nuestro sexo épico
anoche.
Hola guapa. ¿Lista para otro viaje de poca inmersión pronto?
—¿Por qué te sonrojas, Nikki? ¿Es tu hombre? —Hailey hace ruido de
besos y baila lejos antes de que pueda tirarle todo lo demás.
Le devuelvo el mensaje de texto: ¿Esta noche?
Él responde rápidamente. Por supuesto que elegirías la única
noche en la que tengo planes. Maldita sea. ¿Mañana?
Mi respuesta es una palabra.
Seguro.
Cuando termino, Hailey está en la caja comprando un lindo vestido y
pantalones cortos. Tomo mi atuendo de playa “casual/fabulosa” y un par
de lindas camisetas y atravieso las mesas para pagar. Me pregunto si a
Xavier le gustaré en estas ropas.
Mientras la cajera pasa mis artículos, Hailey desliza un brazo
alrededor de mí.
—Quiero ver esa tienda que está a dos cuadras de aquí. ¿Quieres ir a
tu mandado y encontrarme allí o quieres que vaya contigo?
—Puedo verte allí.
—¿Estás segura?
—Sí. Tengo que hacer esto sola. Y estoy bastante segura de que Ava
se va a enojar suficiente porque esté allí.
—Bueno. Te enviaré un mensaje de texto con la dirección. —Hailey
me da un apretón final—. Buena suerte.
—Gracias. —Sé que la necesitaré.

64
Mientras camino por la puerta del salón de tatuajes, me llama la
atención cómo podría ser cualquier salón de tatuajes en cualquier ciudad
del país. Imágenes de letras chinas y dibujos de superhéroes se alinean en
la pared junto a mí, junto con una gran variedad de relucientes joyas para
piercings. Al otro lado de mí hay una variedad de tatuajes de animales, con
una amplia selección de retratos de lobo. Es solo una vez que entro al área
principal de la tienda que veo probablemente otras mil imágenes, algunas
familiares y otras para nada.
—Déjame adivinar. ¿Es tu cumpleaños veintiuno, así que quieres
celebrar con algo divertido? —El chico en el mostrador no puede tener más
de diecinueve. A juzgar por la cantidad de tatuajes sobre él, un buen
pedazo de su sueldo se va al negocio.
—Buena suposición, pero no. De hecho, ¿quería hablar con Ava si
está cerca? —Intento mantener mi voz casual, como si no solo viniera
porque estoy desesperada por obtener algunas respuestas.
Él me escanea de los pies a la cabeza y aparentemente decide que no
soy una amenaza, porque grita el nombre de Ava hacia la parte posterior
de la habitación. No toma mucho tiempo para que aparezca. La mirada en
su rostro me dice que desearía haberse quedado en la parte de atrás, pero
suspira visiblemente y se acerca.
Solo la conocí en el funeral de Eli, pero soy golpeada por lo mucho
más saludable que se ve. Ganó probablemente veinte kilos que suavizan
los bordes duros de su apariencia. Los círculos oscuros y expresión vacía
se fueron también. A pesar de que está enojada conmigo, puedo decir que
está bien.
—Danos un minuto, Mike. —Su tono es autoritario, y recuerdo que
mencionó una promoción la última vez que hablé con ella. Espera hasta
que el chico se desliza hacia la parte de atrás antes de hablar—. ¿Qué
estás haciendo aquí, Nikki?
Siento que me sonrojo por su tono áspero.
—Lamento aparecer así, pero no contestas mis llamadas, y necesito
hablar contigo.
—No contestar llamadas generalmente significa que una persona no
desea hablar.
La miro a los ojos y me quedo parada. Estoy haciendo esto por Eli, y
no seré intimidada.

65
—Mira, sé que soy probablemente la última persona que quieres ver,
pero realmente necesito tu ayuda, Ava. Por favor. Si te importó mi
hermano en absoluto...
Su expresión feroz me interrumpe.
—Por supuesto que me importó. Amaba a Eli. —Patea una de las
piernas de la silla en la que se apoya—. Pero se fue. Nada lo traerá de
vuelta, Nikki. Esta búsqueda tuya solo está evitando que sigas adelante.
Tiene razón, pero eso no quiere decir que esté lista para darme por
vencida todavía.
—Mira, Ava. Sé que tiene que ser doloroso que hables de él. Pero no
tengo a nadie más a quien pueda preguntarle quién estuvo con él al final.
Necesito saber qué pasó, si se mezcló en drogas como dijo la policía. Si hay
incluso una posibilidad de que esto no fuera un accidente… —Mi voz se
quiebra con emoción.
—Está bien, Jesús. Detente. —Levanta las manos como si estuviera a
punto de alejarme—. Responderé tus preguntas. Pero primero debes saber
que honestamente no tengo idea de lo que estaba haciendo al final. Me
dejó como un mes antes de morir.
Mi boca se abre.
—¿Él qué? ¿Por qué no dijiste nada antes? —Eli nunca me dijo que
rompieron. No debería haberse guardado eso, pero lo hizo.
Ava suspira.
—Porque no importaba. Lo amaba y quería darte el pésame. No había
ninguna razón para decirles a ti y a tu familia que fue un idiota conmigo al
final.
—¿Qué pasó?
—Ni idea. De la nada, me dijo que se mudaba. Que no podía estar
conmigo ya. Dijo que era porque le importaba y no me quería lastimar. Lo
que sea. —Patea la silla de nuevo, luego va a sentarse. Se ve derrotada—.
Empacó sus cosas, durmió en el sofá, y se fue por la mañana.
Le doy un minuto. Cuando está lista para hablar de nuevo, mira
hacia arriba. Puedo decir que la actitud está de vuelta antes de que abra la
boca.
—Pero eso no es lo que quieres saber, terminemos con esto. Haz tus
preguntas.
Respiro profundamente y me preparo.
—¿Estaba Eli vendiendo drogas?
Ava mira la pared, sus zapatos, sus uñas, a cualquier lugar menos a
mí. Puedo decir que está incómoda discutiendo esto, pero tengo qué saber
la respuesta, incluso si no es lo que quiero escuchar.

66
—No creo que estuviera vendiéndolas, pero sé que estaba haciendo
alguna cosa. Mensajero, distribuyendo... alguna cosa.
Se forma un bulto en mi garganta, pero lo bajo.
—¿Por qué dices eso?
—Estaba gastando dinero en efectivo todo el tiempo. —Hace una
mueca fea—. Tenía este nuevo trabajo misterioso, trabajando hasta tarde
todo el tiempo, un auto nuevo de lujo... ¿qué más podría ser? Eli no podría
haber conseguido ningún trabajo regular pagando así.
Saco mi teléfono y levanto la foto de Eduardo.
—¿Alguna vez lo viste con este chico?
No vacila cuando le muestro la foto.
—Sí, todo el tiempo. Siempre estaban trabajando. Alguien lo recogía y
dejaba a Eli a veces. Ese es el tipo estaba en el auto la mayoría de esas
veces.
—¿Alguna vez lo conociste?
—Una vez. Él y algunos otros chicos dejaron un paquete. Eli lo
mantuvo junto a él toda la noche y la mañana. No me dijo nada al respecto
y se enojé cuando no dejaba de molestarlo. —Pasa una mano por su
cabello y toma una respiración profunda—. Cuando llegué a casa de
trabajar al día siguiente, no estaba allí. El paquete se había ido. Le
pregunté sobre él esa noche cuando llegó a casa, y me dijo que nunca más
le preguntara sobre eso. Entonces no lo hice.
—No es que no te crea. Sí, lo creo. Es solo... que no me puedo
imaginar a Eli involucrado en drogas. Quiero decir, ser atrapado con un
porro, seguro, pero ¿tráfico? De ninguna manera. Esto no tiene sentido.
—Hubiera dicho lo mismo antes. ¿Pero el Eli del que me enamoré y el
Eli que estaba con tipos como ese chico? —Hace un gesto hacia el
teléfono—. Eran dos gentes completamente diferentes. Nuestro Eli murió
mucho antes que ese choque de auto.

Toda la evidencia parece apuntar en una sola dirección. Eli estuvo


involucrado en el tráfico de drogas. Mi cerebro no puede comprenderlo,
pero no puedo negar la abrumadora cantidad de información que lo
demuestra. El médico forense, todas las sombrías personas en el club en
el que trabajó, Eduardo, Ava hablando sobre su comportamiento... Y aun
así todavía no puedo creer que Eli estuviera realmente involucrado en ese
tipo de cosas. El tráfico de drogas no son tonterías estúpidas en la escuela
o tropezar borracho por la acera. Es una actividad criminal dura.

67
Quizás no conocía a mi hermano en absoluto.
Entro en la tienda a la que Hailey le quería echar un vistazo, mis
sentimientos en un punto bajo. Solo quiero irme a casa. Pero Hailey está
charlando con alguna mujer, entonces mi escape está en pausa.
Luego veo con quién está hablando, y estoy muy agradecida de que
Hailey sea una gran platicadora. Es Kayla, la mujer que conocí en el Club
Ultra.
Kayla me ve antes de que pueda decir cualquier cosa.
—¡Tenía la esperanza de encontrarme contigo, Nikki! ¿Cómo te va?
—Um... bien. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Igual que tú. Necesito terapia de venta minorista. —Mira a Hailey—.
¡No puedo creer que no supiera que ustedes dos eran amigas!
—¿Cómo se conocieron? —pregunto.
Kayla sonríe.
—Hailey y yo nos conocimos en ese restaurante al que solía ir mucho,
donde solía ser anfitriona. No estás más allí, ¿verdad?
Hailey asiente.
Kayla continúa:
—Es una pena que no pudiera verla en el club la otra noche.
—Sí, bueno, no estuve allí por mucho tiempo. Deberíamos planear un
día de compras. ¿Conoces ese centro comercial al aire libre que acaban de
abrir el mes pasado? He estado muriendo por ir. —Hailey se gira hacia
mí—. ¿Estás dentro, Nikki?
—Seguro.
—Oh, entonces Nikki —dice Kayla, con burla en la voz—. Dejaste una
bastante buena impresión en Eduardo la otra noche en el club, por cierto.
Estaba preguntando si alguna de nosotras te conocía.
Finalmente, un poco de buenas noticias.
—Bien, nos dimos cuenta la otra noche que soy la mujer perfecta para
él. —Le disparo a Hailey una mirada, esperando que se quede callada—.
Debe haber estado destrozando Miami para buscarme. —Me río, y las otras
se unen a mí.
—¿Qué te dije? —Kayla sonríe—. Sabía que los chicos te notarían en
no mucho tiempo si te quedabas. Obtendrás una invitación al V.I.P. la
próxima vez que estés allí, por supuesto.
—No me dejes atrás cuando estés viviendo la vida glamorosa, Nikki.
—Hailey está jugando, y me encanta por eso—. No quiero pasar los viernes
por la noche solo con Ben y Jerry.

68
—Hablando de vida glamorosa, deberían venir al puerto después,
chicas. Habrá una fiesta asesina esta noche. —Saca su teléfono—. Denme
sus números y les enviaré un mensaje de texto a ambas con los detalles.
Comienza muy temprano así que podrán tomar un poco de sol y estar en el
agua al atardecer.
—¿En el puerto deportivo? —pregunta Hailey.
—Sí, Eduardo da las mejores fiestas en su yate. Estará encantado de
verte de nuevo, Nikki, y tal vez saquemos a Hailey de su caparazón anti-
fiestas.
Estoy dentro. Finalmente. Ahora solo tengo que conseguir a Eduardo
solo, así podré descubrir cómo hacerle preguntas sobre mi hermano.

69
Nueve
K
ayla dijo que era fabuloso en la playa, entonces Hailey insiste
en que use mi nuevo atuendo sobre mi bikini turquesa. Tengo
que admitir, que me gusta la idea de ir de fiesta sin estar tan
arreglada. Un poco de maquillaje ligero, brillo y sal de mar para ondular
mi cabello, y estoy lista para ir. Hailey lleva sus pantalones cortos
también, con una túnica de estilo bohemio que tiene bordado el cuello.
Nos encontramos con Kayla y sus amigas Myka y Sasha en la entrada
principal para que puedan caminar con nosotras al embarcadero. Estoy
feliz de ver que las tres tienen puesto algo similar a lo que Hailey y yo
estamos usando. Estaría bastante perdida sin Hailey para decirme quién
es quién en esta ciudad.
—¿Algo que deberíamos saber antes de subir a bordo? —pregunta
Hailey.
—No realmente —responde Sasha—. Es bastante relajado. Los chicos
son geniales. No las presionarán para emparejarse o algo. Eso nunca ha
sido un problema. Creo que solo les gusta hacer fiestas y ver chicas
guapas.
—Entonces, ¿no vamos a esperar agradar... o darles servicio? —Venía
por completo preparada para besarme con Eduardo si necesitara hacerlo,
pero no quería acostarme con él. Y definitivamente no quería que Hailey se
sintiera presionada para engancharse.
Kayla se ríe.
—No, en absoluto. Somos un poco como una mezcla de hermanas y
chicos groupies. Si hay alguien que quiera conectarte, puedes hacerlo,
pero no se espera. Estamos realmente allí por compañía y por los ojos
dulces.
Mientras caminamos hacia la rampa de embarque, mi teléfono vibra
en mi bolsillo.
No puedo esperar a verte mañana, sexy. ¿Saldrás esta noche?
Respondo con una mentira. Odio ser deshonesta, pero Xavier no
necesita saber algo sobre mi actividad extracurricular.
Nop. Será Netflix y pizza para mí. Estoy ahorrando mi energía
para alguien especial.
Mentirosa. Su respuesta me hace reír.

70
Hailey me mira con curiosidad pero asiente cuando una gran sonrisa
cruza mi rostro.

Subimos la rampa para abordar el yate, y tengo que admitir que estoy
volada. Parece algo salido de un video musical. El yate es enorme. Hay
meseros uniformados que llevan bandejas de aperitivos y dotación de
pequeños bares establecidos en cubierta. Eduardo incluso contrató a un
D.J. para la noche y el bajo de los últimos éxitos del club ya está vibrando
en mi pecho.
Alguien hace un anuncio de que zarparemos en cinco minutos, y las
chicas y yo nos movemos al frente al barco para poder mirar la vista. Estoy
feliz de ver a tantas otras mujeres y hombres mezclándose en la cubierta.
A pesar de las pocas mujeres capturando algo del sol de la tarde en una
sección de la cubierta, me recuerda más a jóvenes mezclándose que a un
montón de traficantes de drogas festejando. Definitivamente no es lo que
esperaba.
Mientras las otras van a tomar bebidas, me dispongo a buscar a
Eduardo. Me muevo por la multitud haciendo agradable pero breve
conversación. Tengo trabajo qué hacer y no me puedo distraer.
Reconozco a un hombre del club yendo dentro del barco, así que lo
sigo. Eduardo y sus chicos V.I.P. están platicando en la esquina de una
gran sala. Una pequeña pelea de boxeo está en la gran pantalla de T.V., y
media docena de cubos con champaña salpican la habitación.
—¿De dónde vienes? —La voz viene detrás de mí y es gruesa con
acento latino. Podría escuchar de él en la guía telefónica.
Me vuelvo para encontrar a un hombre de unos cuarenta años, bien
vestido y elegante que solo viene con el dinero. Podría ser unos veinte años
más grande que yo, pero es un hombre maravilloso.
Mi voz sigue siendo ligera, coqueta.
—Solo deambulaba. Realmente deberías ser mejor comprobando
quién se sube a tu barco.
—Cariño, si todos se parecen a ti, los dejaría subir a todos a bordo.
Pero entonces de nuevo, no es mi barco. —Sonríe y extiende la mano—.
Soy Marco.
—Nicole. —Tan pronto como mi nombre sale de mi boca, me pregunto
si debería haber usado uno falso. Pero ahora es demasiado tarde. Necesito
mejorar en este trabajo de detective.

71
—Es un placer conocerte, Nicole. Tengo que hablar con alguien de allí,
pero te encontraré más tarde. Necesito saber al menos un poco sobre todas
las mujeres en el barco.
—¿Y por qué?
—Porque nunca se sabe quién podría ser la futura señora Marco,
cariño.
No puedo evitar reírme de eso, pero estoy agradecida cuando se va.
Eso me deja concentrarme en Eduardo, quien acaba de tomar una llamada
en su celular. Se excusa y camina hacia la escalera.
Canalizando mis mejores habilidades de vigilancia, lo sigo así puedo
acorralarlo tan pronto como termine su llamada. Se mueve más adentro de
la escalera y tengo que apoyarme contra la puerta para poder escucharlo.
Me arrodillo para parecer que estoy arreglando mi tacón, mientras escucho
a escondidas. Está tranquilizando a alguien, pero entonces mi sangre se
congela.
—Estás preocupado por nada. Eli sabía lo que sucedería.
Se queda en silencio mientras la otra persona habla. No puedo
escuchar nada más que murmullos en ese lado de la conversación ya que
no estoy muy cerca. Mis pensamientos se mueven a un kilómetro por
minuto. ¿Puede estar hablando de mi hermano?
—Fue un trabajo limpio. Quienquiera que haga preguntas no sabe
nada, jefe. Lo prometo.
Jefe. ¿El Jefe?
—No te preocupes, lo hicimos limpio.
¡Qué mierda!
Sus comentarios me hacen tambalear. Es cierto. Eli fue asesinado. Y
el Jefe estaba detrás de eso.
Averiguar la verdad no me hace sentir mejor. De hecho, me hace
sentir nauseabunda. Tengo que salir de aquí. No es seguro. Me muevo
hacia atrás a través del bote y voy arriba tan rápido como puedo sin atraer
atención sobre mí. Tengo una abrumadora necesidad de bajar del barco,
pero eso no sucederá. A mi alrededor, puedo sentir a las personas
tensarse. No son solo los hombres revisando sus teléfonos o lanzando ojos
por todo el lugar. Incluso las mujeres están teniendo cuidado extra al tocar
su cabello y maquillaje. Ahí es cuando me doy cuenta: Todos están
esperando que llegue el Jefe. Y tienen miedo.
Las respiraciones profundas comienzan y se calman un poco. Le
pregunto a una de las meseras si tienen cerveza de jengibre, y va y me da
una.
Mi mente está girando fuera de control con las noticias. El Jefe mató
a mi hermano. Mi hermano fue asesinado. Mi hermano, el narcotraficante.

72
Es como quedar atrapada en una mala película mientras estás en la silla
del dentista para un tratamiento. Demasiado tarde para hacer algo al
respecto ahora.
Asesinado. Pobre Eli. No importa en qué estaba metido, no se merecía
eso. Y por alguien en la misma organización. Alguien que estaba en este
mismo bote. Mi estómago se revuelve, pero no del movimiento del bote. No
conozco a estas personas. Ni siquiera a Kayla. ¿Quién más además de
Eduardo estaba metido en eso? ¿Quién más sabía que mi hermano sería
asesinado? ¿Y qué me harán si se enteran de quién soy? ¿O lo duro que
estoy buscando respuestas? Pero luego vuelvo a repetir la conversación de
Eduardo: Ya saben que alguien está cavando en el pasado de Eli.
Mis pensamientos son interrumpidos por el sonido de una lancha
rápida acercándose. Desearía poder pedir que el bote me llevara de vuelta
a la orilla, pero eso se vería enormemente sospechoso.
Noto que Eduardo camina hacia el área donde la lancha rápida se
detiene. Ayuda a un hombre a subir a bordo, pero no puedo ver el rostro
de la persona. Está vestido casualmente en una camisa abotonada con las
mangas enrolladas, exponiendo bronceados, antebrazos claramente
definidos.
—Hola, jefe. No tenías que venir todo el camino hasta aquí.
Jefe.
Eso es todo.
El Jefe. Finalmente veré el rostro del hombre que mató a mi hermano.
Pero nada puede prepararme para lo que veo cuando Eduardo y el
hombre se mueven a la luz.
Es Xavier.

73
The Scene II

74
Roxy Sloane
Roxy Sloane es una adicta al romance con una mente sucia.
Vive en Los Ángeles y le encanta escribir historias sexys y complejas
sobre cómo superar los límites y arriesgarlo todo.
Sitio webhttp: //www.roxysloane.com
Twitter: Roxy_Sloane

75
76

Anda mungkin juga menyukai