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DIAGNOSTICO DE LA EMPLEABILIDAD EN EL PERU DESDE EL

AÑO 2000 AL 2018

Sin lugar a dudas, la principal fuente de ingresos de la gran mayoría de ciudadanos en el


Perú es el empleo. El mercado laboral tiene una demanda de empleo (empresas) y una
oferta de empleo (familias). Las empresas demandan trabajadores que son ofrecidos por
las familias. A riesgo de ser simplificador, los dos problemas más acuciantes de nuestra
realidad laboral son el subempleo y la informalidad, ambos consecuencia de la baja
productividad.

Veamos algunos datos. En primer lugar, la población económicamente activa (PEA) está
compuesta por todas aquellas personas mayores de 14 años de edad, que están
dispuestas a trabajar. Perú tiene 31 millones de habitantes. De ese total,
aproximadamente la mitad, es decir, 16 millones, pertenecen a la PEA.

De los 16 millones, el 42% se encuentra subempleado por ingresos, lo que significa que la
persona tiene un empleo, pero obtiene al mes menos que un ingreso mínimo referencial,
que en enero de 2018 ascendió a 961 soles. 2% son subempleados por horas; en esta
categoría se encuentran aquellos que trabajan menos de 35 horas a la semana, desean
trabajar más, pero no encuentran dónde. El desempleo se acerca a 5% de la PEA y está
compuesto por aquellos que desean trabajar pero no encuentran dónde. Todos los
porcentajes de calculan como porcentaje de la PEA.

Redondeando cifras, la realidad es que el 50% de la PEA no está conforme con su


situación. Ahora bien, esto no significa que el 50% restante que sí tiene un empleo, se
encuentre feliz con su situación. Imagínese estimado lector, que basta que obtenga un
ingreso mensual, digamos de 1000 soles, para ser considerado adecuadamente empleado.
Y no creo que esa situación mantenga tranquilo a alguien. Dicho esto, en 2017 y de
acuerdo con cifras del INEI, el empleo formal disminuyó 2.8%. Lo más probable es que esa
reducción haya hecho crecer el subempleo o el desempleo.

El otro tema es la informalidad. Las cifras indican que el 75% de los trabajadores en el
Perú lo hace en el sector informal, sin acceso a beneficios sociales de ningún tipo. Se han
dado muchas explicaciones para este problema; aquí va una más: no existen los incentivos
para formalizarse; para ponerlo en términos simples, ¿qué gana un pequeño empresario
si se formaliza? Solo asume costos sin recibir beneficios por pagar impuestos.
La educación en el Perú, en especial la superior no está en línea con la demanda de
trabajo; ¿qué estamos enseñando a nuestros jóvenes? ¿Sirve de algo? ¿Por qué
encontramos tantos profesionales sin trabajo o subempleados? La educación necesita de
una reforma, aunque parezca una frase hecha y repetida hasta el hartazgo. Los sueldos y
salarios siguen a la productividad, lo que significa que quienes más rinden, obtienen
mayores salarios. La raíz del problema del subempleo y la informalidad es la baja
productividad y como consecuencia de ella, los bajos salarios. Y la productividad en una
parte importante, depende de la calidad y pertinencia de la educación recibida.

La revolución de la productividad es la única alternativa que tiene el país. Ser más


productivo significa hacer más con lo mismo. Producir más con las mismas cantidades de
recursos; y ello pasa por alinear lo que aprendemos en las universidades con lo que
necesita el mercado laboral.

INBVESTIGAR Y VERIFICAR ESTADISTICAMENTE SOBRE LAS


LEYES DE TRABAJO EN EL PERU
Accidentes de trabajo estadísticas:

En el Perú se producen más de 20 mil accidentes de trabajo cada año. La industria


manufacturera y el rubro de construcción son algunos de los sectores más afectados.

El Ministerio de Trabajo y Promoción de Empleo (MTPE) define un accidente de


trabajo como un suceso que sobreviene por causa o con ocasión del trabajo, y que
produce pérdidas como lesiones personales, perturbaciones funcionales, etc. Sus
consecuencias son físicas y/o psicológicas, yendo desde la invalidez hasta incluso la
muerte.

En el Perú, este tipo de incidentes son más comunes de lo que se cree. En su


último anuario estadístico sectorial (2016), el MTPE revela cifras claves: durante
todo el 2016 se registraron 20,876 accidentes laborales, siendo Lima Metropolitana la
región con más casos (14,931). Además, las actividades económicas con más
notificaciones se encuentran en la industria manufacturera (24.87 %), las actividades
inmobiliarias, empresariales y de alquiler (18.78 %) y el rubro de Construcción (11.43
%).

Accidentes de trabajo según la forma de accidente:

El Anuario distingue 30 formas comunes en las que se clasifican las notificaciones. Las
6 más repetidas son:
 Ocasionados por golpes de objetos, sin contar caídas (18.31%).
 Caídas de personas a nivel (12.17 %).
 Debido a esfuerzos físicos o falsos movimientos (11.42 %).
 Accidentes a causa de caída de objetos (10.71 %).
 Accidentes debido a aprisionamiento o atrapamiento (6.02 %).
 Caídas de personal de altura (5.49 %).

Consecuencia y tipos de accidentes:


Dependen de la gravedad del accidente. Aquellos que causan lesiones se clasifican en
tres:

 Accidente leve. El accidentado debe regresar a sus actividades laborales


máximo al día siguiente del accidente, según la evaluación médica. El 53.14 %
de casos pertenecen a este tipo.
 Accidente incapacitante. Después de la evaluación médica, se recomienda
que el accidentado continúe con el tratamiento el tiempo que los
especialistas señalen, fuera de sus actividades laborales. Representaron el
46.11 % de casos.
 Accidente mortal. Tienen como consecuencia la lamentable muerte del
trabajador. Constituyeron en Perú el 0.75 % de casos.

¿Cómo prevenir los accidentes de trabajo en una organización?

Es fundamental promover iniciativas que implementen políticas y planes de salud


ocupacional; es decir, aquella actividad orientada a proteger la salud y la seguridad de
los trabajadores. Esto se logra a través de programas sanitarios, beneficios con
seguros sociales y privados, políticas de seguridad y la eliminación de las condiciones
que generan riesgo o peligro para los trabajadores.

Las empresas tienen la obligación legal y ética de incorporar estas políticas. De esta
manera se asegura tanto el desarrollo personal y profesional de los trabajadores,
como también el éxito de la propia organización.

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