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El agua es de los ricos y no de los pobres, una realidad o un mito

Ensayo por: Alvaro Gómez Gonzalez

La cantidad de agua que hay en el mundo es limitada. No es una frase de cajón, lamentablemente es
una realidad que la humanidad solo vino a acuñar recientemente, pues el enfoque durante todos estos
años de revolución industrial y de alta tasa de crecimiento demográfico, fue considerar al recurso hídrico
como inagotable. Con los 47 mil kilómetros cúbicos de agua superficial y subsuperficial con que está
dotado el planeta, los cuales representan tan solo el 0,03% del agua existente, subsisten cerca de 7
mil millones de habitantes que demandan casi 6,8 metros cúbicos per cápita al año. Aunque hoy en día
alcanzan, existen dos problemas: al ser un recurso agotable y considerando la tasa de crecimiento
actual de la población, alcanzaría hasta el año 2050; el otro problema es que está mal distribuida. En
este escrito abordaré no solamente el tema de la agotabilidad y la mala distribución del recurso hídrico,
también presentaré conceptos sobre el valor que se ha dado al recurso y los asuntos que le conciernen.

Hace algunos años, cuando leí el artículo publicado el 2 de diciembre del 2001 por El Tiempo, titulado
“Cada vez menos agua”, tuve acceso a las reflexiones del prestigioso periodista polaco Ryszard
Kapuscinski, quien planteaba situaciones que ya se habían convertido en los Objetivos de Desarrollo
del Milenio del Fondo de Poblaciones de las Naciones Unidas (FNUAP, por sus siglas en inglés). Desde
entonces traigo la idea que el agua no es escasa, pero que efectivamente se está agotando y está muy
mal distribuida, paradójicamente aún en Colombia (país reconocido por su riqueza en agua) donde más
del 80% de la población vive donde solo se produce el 10% de la misma. Estos comentarios los confirmó
Semana en su separata especial del 4 septiembre del 2005, “Corte de cuentas al agua en Colombia”.
Esta situación también se presenta hoy a escala mundial, donde hay 50 ciudades de más de 6 millones
de habitantes que sufren de escasez de agua. En muchos de estos sitios, los ciudadanos se adaptan
a la escasez racionalizando el uso; en otros, tristemente los gobiernos facilitan ciertas actividades
económicas por encima de la supervivencia y no hacen nada por frenar el deterioro; el agua queda bajo
control de entidades privados y muchas veces, con intereses transnacionales.

Independientemente del alto nivel que representaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio, pasado el
año 2015 cuando se venció el primer plazo de los mismos, el derecho al agua aún no hace parte de la
declaración de los derechos humanos. Al agua se la considera una mercancía, no parte de la gratuidad
de la vida; por ejemplo, la meta de reducir al 50% el número de personas que padecían escasez de
agua a comienzos del milenio en un plazo de 15 años, sigue en deuda. Sólo 1 de cada 3 habitantes del
planeta tiene agua suficiente para su consumo diario; en parte, esto se debe a que el 41% de la
extensión de tierra firme del planeta corresponde a desiertos o semi-desiertos. En estas regiones, hay
ecosistemas vivos y poblaciones humanas que se han adaptado a la escasez.

Esto ha añadido un problema a la mala distribución del agua en el planeta, es que esta pertenece a los
ricos y no a los pobres. Así, existen pobladores con acceso al agua gracias a su capacidad económica
para financiar sistemas de captación, aprovechamiento e irrigación, por encima de las regulaciones
gubernamentales o, incluso y más triste aun, auspiciados por estas. Independientemente que el agua
se derroche por parte de estas personas, o que simplemente la requieran para usos suntuarios, en
contraposición con el uso para necesidades básicas que van desde el consumo mínimo hasta la
agricultura de subsistencia, se está generando una competencia desleal por el recurso hídrico. Nos
pone a pensar que el recurso no solo está mal distribuido, sino que el derroche, la falta de adaptación
a la sequía (ejemplo que nos da a los humanos la inteligencia natural en varias especies del planeta),
el mal uso de aguas para agricultura, son asuntos que sí se pueden atacar directamente solucionando
una buena parte de la problemática actual. Por lo demás, desmitifica la idea de que el agua no fuera
para todos, convierte en realidad la perspectiva de que el agua es para quienes tienen medios
financieros para beneficiarla en pro de sus intereses.

Tal es el caso de la competencia que se genera por el agua, para apoyar supuestamente el desarrollo
de una región, como Nevada en Estados Unidos, pone en competencia al sector primario de la
agricultura y la ganadería con los intereses suntuarios de una ciudad que genera una gran cantidad de
inversión monetaria. No obstante, de agotarse el recurso, ese ingreso desaparecería y la ciudad de Las
Vegas dejaría de generar el suculento redito, habiendo dejado antes cientos de hectáreas yermas que
ponen en riesgo la seguridad alimentaria. Esta situación, que se presenta en otros lugares del mundo,
nos debe invitar a pensar ¿Qué es el desarrollo? Lo primero que nos permite un ejemplo de estos, es
demostrar que definitivamente el agua está siendo tratado como un bien y no como un recurso de uso
libre para la humanidad. El desarrollo se puede medir con indicadores económicos, pero no debe dejar
de lado temas que deben hacer parte de dichos indicadores como la sostenibilidad y la sustentabilidad.

Otro ejemplo: el río Jordán, único afluente del Mar Muerto, como si se tratara de un modelo a escala
sobre las consecuencias del uso creciente del agua y su desperdicio; al interferir con el ciclo del agua,
se da muerte a otros recursos. Volvemos al cuento de actividades económicas, como la minería, que
prevalecen sobre otras y que afectan de manera irreversible el recurso hídrico.

Trataré de concluir este escrito con un ejemplo de escala local y que me atañe más directamente. Diré
que, aunque hoy en día represento los intereses de una compañía en el sector privado del Valle del
Cauca, no puedo dejar de observar lugares comunes en cuanto a la competencia regional por el recurso
hídrico que se da en el mundo entero. Sin entrar en ejemplos tan dramáticos como los que sucede en
Jordania (escasez de agua), o en Las Vegas (uso lujurioso del agua), nuestros conflictos regionales se
han hecho visibles, pues los habitantes de cabeceras urbanas del departamento sienten afectaciones
de nuestra actividad, señalando el agua quizás en un segundo o tercer renglón de importancia, después
de las quemas para la cosecha de la caña y el transporte por vías públicas. La manera como cada una
de las empresas del sector afronta esto es tan variada como el numero de ingenios azucareros de la
región. Así que solo puedo referirme a lo que hacemos en el Ingenio Pichichi S.A., una empresa que
podría considerarse rica y que convive con comunidades que, financieramente, no lo son. Sin ánimo
de justificar ni de hacer quedar bien a la empresa, se trata de un enfoque lo más objetivo posible.

Desde el año 2010 empezamos a atacar nuestros consumos de agua para el riego de la caña y para
la planta; contábamos en aquella época con metas retadoras, pero incumplibles sin un análisis más
profundo de cómo íbamos a lograrlos. El trabajo interno realizado nos llevó desde consumos en campo
de casi 2000 metros cúbicos por hectárea en cada evento de riego, a los menos de 1200 que tenemos
hoy en día. Conscientes de que había que ser racionales en el consumo de agua para el riego del
cultivo, introdujimos mejoras en los sistemas existentes, hasta la actualidad de los últimos tres años en
donde se han realizado inversiones cuantiosas en sistemas de riego más eficientes.

Por otra parte, contamos con un conjunto de embalses construidos desde hace muchos años, que
hemos optimizado para reducir sus fugas, pero que además están construidos por fuera del cauce del
río Guabas. Desde uno de esos embalses, proveemos agua para el acueducto de la cabecera municipal
de Guacarí y unos cuatro de sus corregimientos cercanos, en por lo menos dos ocasiones por año,
cuando se presentan dificultades de clarificación por turbiedad o escasez. Esto ha conllevado a que los
conflictos por el uso del agua en la región disminuyeran y a que mejorar la mala percepción que existía
de la empresa. Talvez nos reconozcan como los ricos de la región, pero, ni nuestros cultivos son más
verdes que los demás, ni el agua le falta a quienes la necesitan porque la acaparemos. Hay que
mencionar en esto la importancia de una regulación eficaz, como la que realizan CVC (Gobierno) y
ASOGUABAS (no gobierno). El agua no debe ser solo de los ricos, es un derecho de todos.

Cali
18 de abril del 2019

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