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LA RESPONSABILIDAD EN EL JUICIO DE AMPARO

l. IDEAS GENERALES

Independientemente de los medios jurídicos de que los gobernados disponen en un Estado de


derecho para hacer respetar el régimen de constitucionalidad y de legalidad por parte de los
gobernantes (medios que tienden a salvaguardar el sistema de derecho objetivo, invalidando o
previniendo los actos que lo lesionen), existen otros conductos que tienen un fin análogo y que
atañen a la exigencia de responsabilidad a las personas físicas que encarnan a una autoridad,
cuando su comportamiento público ha sido ilícito y notoriamente ilegal.

El orden jurídico general de un Estado no solamente debe proveer a los gobernados de medios de
derecho para impugnar la actuación arbitraria e ilegal de las autoridades, sino establecer también
un sistema de responsabilidades para las personas en quienes la ley deposita el ejercicio concreto
del poder de imperio del Estado. Evidentemente, para el gobernado es más útil, por sus propios y
naturales resultados, valerse de un medio jurídico de impugnación contra los actos autoritarios
para presera var su esfera jurídica, puesto que tal medio tiene como efecto 'inmediato la
invalidación del hecho violatorio y la restitución consiguiente del goce y disfrute del derecho
infringido. En la generalidad de los casos, satisfecho el interés del gobernado particular, como
consecuencia del -ejercicio del medio _jurídico de impugnación _contra actos de autoridad, poco
importa al afectado individual exigir la responsabilidad en que hubiere incurrido el funcionario
físicamente determinado, con motivo de la comisión de la actividad violatoria, Sin embargo, para
un espíritu altamente cívico, se impone exigir responsabilidad al funcionario o empleado que haya
perpetrado una falta o delito en el desempeño de su cometido 'público, como medio de previsión
de ulteriores arbitrariedades y de represión.

Considerando que un sistema de responsabilidades para los gobernantes, independientemente de


su categoría, es el inapreciable complemento de los medios jurídicos de impugnación a los actos
de autoridades para garantizar el imperio de la legalidad, en varios regímenes constitucionales se
ha implantado, como consecuencia de los principios mismos en que está basado.

Así lo ha concebido la. Ley de Responsabilidades de 21 de febrero de 1940 en su exposición de


motivos, al afirmar que: "La organización de nuestro país en una República representativa,
democrática y federal, tal como 10 establece la Constitución Política. implica el establecimiento de
un orden iurldico, como expresión de la voluntad del pueblo, en quien radica la soberanía y la
creación de los órganos necesarios para el ejercido del poder. Contrariamente a 10 que ocurre en
los regímenes autocráticos, en donde la regla normativa y la función de autoridad dependen
exclusivamente de la voluntad arbitraria y caprichosa del déspota, en una forma constitucional
como la que nos rige se requiere que cada órgano del Estado tenga limitado Su campo de acción y
la necesaria integración de esos órganos con hombres, exige que su función o dirección sea
responsable. Ambos conceptos, limitación de atribuciones y responsabilidad son, en efecto,
absolutamente necesarios dentro de una organización estatal, pues no se concibe que el Estado
determine la norma de conducta a que deben sujetarse los individuos particulares que forman la
Nación, para hacer posible su convivencia dentro de un orden jurídico en que el derecho de cada
uno está limitado por el derecho de los demás, así como establezca el tratamiento represivo que
deben sufrir quienes lo alteren, y no fije, en cambio, cuál deba ser su actitud frente a la conducta
de los titulares del poder público que trastorna ese orden jurídico, ya sea en perjuicio del propio
Estado, ya en el de los particulares."

En nuestro orden constitucional se ha instituido, como garantía jurídica del mismo y del régimen
de legalidad en general, un sistema de responsabilidades de los funcionarios públicos, referido
especialmente en el artículo 108 de la Ley Suprema, de los altos funcionarios de la Federación y
esbozado para todos los funcionarios y empleados federales y del Distrito en el articulo 111,
párrafo quinto. El sistema general de responsabilidades para los gobernantes (y al cual no nos
vamos a referir por exceder su estudio del tema que estamos abordando),935 está regulado entre
nosotros por la Constitución en sus articulas 108 y 114 Ypnr la Ley de Responsabilidades de los
Funcionarios y Empleados de la Federación y del Distrito y de los Altos Funcionarios de los Estados,
publicada en el Diario Oficial de 4 de enero de 1980. y que es la reglamentaria de los mencionados
preceptos constitucionales.

Pues bien, la responsabilidad en los juicios de amparo forma parte de esa responsabilidad general
y está constituida por todas aquellas faltas o delitos que cometan los funcionarios encargados de
conocer del juicio de garantías durante la substanciaci6n de éste y las autoridades responsables,
por un lado, así como el quejoso y el tercero perjudicado, por el otro. Consiguientemente, el
estudio relativo a la responsabilidad en los juicios de amparo lo vamos a dividir en tres partes, tal
como lo hace la Ley de Amparo, a saber: la concerniente a la responsabilidad de los 6rganos de
conocímiento de nuestro juicio constitucional, la que atañe a las autoridades responsables y la que
se refiere a los otros dos sujetos procesales mencionados. Ante todo, el problema fundamental
que debe dilucidarse es el relativo a la vigencia actual del Título Quinto de h Ley de Amparo, que se
refiere a la responsabilidad en el juicio de garantías. Aludimos a tal problema, porque en materia
de responsabilidad, la Ley de 21 de febrero de 1940, vino a derogar, en su artículo 6 transitorio,
todas las disposiciones correspondientes de carácter general referentes a responsabilidades de
funcionarios y empleados públicos que se opongan a sus mandatos.

Siendo, pues, un . principio de derecho el consistente en que una ley nueva deroga a una anterior
que tenga la misma materia de regulación, y refiriéndose la de. febrero de 1940 a la respon.
sabilidad general de funcionarios y empleados de la Federación, del Distrito Federal y Territorios
Federales (estos últimos han desaparecido política y administrativamente al haberse convertido en
Estados) y Altos Funcionarios de los Estados, lógico es formularse la pregunta de si quedaron
derogadas o si permanecieron vigentes las disposiciones que sobre responsabilidad en materia de
amparo contiene la Ley Reglamentaria de los artículos 103 y 107 constitucionales, en lo que atañe
a los juzgadores de amparo y a las autoridades responsables.

Si se atiende al alcance del artículo 69 transitorio de la multícitada Ley de Responsabilidades, que


es el precepto que alude a la derogación de disposiciones anteriores sobre esa materia, se
observará en él una importante restricción que contienen casi todas las normas derogativas: la que
estriba en que sólo quedarán sin vigor las leyes pre-existentes que se opusieren a los mandatos de
la nueva legislación. Pues bien, si se compagina o parangona el contenido de las disposiciones que
en materia de responsabilidad en el juicio de amparo involucra la Ley Orgánica de los artículos 103
y 107 constitucionales, con el de las relativas a la Ley de Responsabilidades, se llegará a la
conclusión de que no sólo no son opuestos dichos contenidos, sino a tal punto semejantes, que se
complementan y corroboran. Por tal motivo, la Ley de Responsabilidades de febrero de 1940 ao
derogó las normas que sobre responsabilidades consignan en la Ley de Amparo, máxime si se
atiende a lo preceptuado por la fracción LXXII del artículo 18 del primer ordenamiento
mencionado, que confirma la vigencia y aplicabilidad de las leyes especiales en materia de
previsión y sanción de delitos y faltas oficiales que no se opongan a dicho cuerpo normativo. Pero,
además, como la propia Ley de Amparo remitelif CÓdigo Penal y a la Ley Orgánica del Poder
Judicial de la Federación para los efectos de la fijación de los delitos o faltas oficiales en materia de
amparo, es pertinente tarobién resolver la cuestión relativa a si dichos ordenamientos, bajo el
mencionado aspecto, están o no vigentes en atención a la promulgación posterior de la Ley
deResponsabilidades. A este respecto, cabe hacer la misma observación que apuntábamos a
propósito de la vigencia actual de la Ley de Amparo en materia de regulación de la responsabilidad
en el juicio de garantías, en el sentido de que las disposiciones del Código Penal a que remite el
ordenamiento orgánico de los artículos 103 y 107 constitucionales-en materia de fijación de delitos
y faltas oficiales y de las sanciones respectivas, TlO se oponen a los mandatos de la nueva Ley. Sin
embargo, por lo que toca a la Ley Orgánica del Poder Judicial Federal en materia de fijación de las
causas de .responsabilidad, sí quedó derogada en esta parte por la expedición de la Ley de
Responsabilidades de 1940, si se atiende a 10 que dispone el artículo 49 transitorio de aquel
ordenamiento que dice:

"Mientras se expide la Ley de Responsabilidades de los funcionarios y empleados de la Federación,


a que se refiere el artículo 111 de la Constitución General de la República. continuarán en vigor los
artículos r y99 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, de 11 de diciembre de 1928"
(preceptos que fijaban las causas de responsabilidad de los funcionarios y empleados del Poder
Judicial Federal).

En conclusión, estimamos que las disposiciones del Código Penal a que remite la Ley de Amparo en
materia de responsabilidad no han sido derogadas, pues así lo ha establecido, por lo demás, la Ley
de febrero de 1940, tanto en la fracción LXXII del articulo 18 a que aludíamos, corno en el articulo
22 que dice: "En todo aquello que ~o pugne con las disposiciones de la presente Ley, son aplicables
las reglas consignadas en el Código Penal." Por el contrario, en vista del contenido del articulo 49
transitorio de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, que establece una vigencia
temporal o condicional de las disposiciones de la Ley Orgánica anterior sobre responsabilidades de
los funcionarios y empleadosdel Poder Judicial Federal, tales disposiciones quedaron derogadas
por la Ley de Responsabilidades de febrero de 1940.

11. LA RESPONSABILIDAD DE LOS FUNCIONARIOS QUE CONOZCAN DEL AMPARO


La responsabilidad en materia de amparo de los funcionarios que conocen del juicio
correspondiente, se contrae a los delitos y fa/lac ojiciales. Consiguientemente, de aquélla quedan
excluidos los delitos y faltas del orden común, asi como aquellos hechos que están conceptuados
por el Código Penal para el Distrito Federal o por las legislaciones especiales de carácter federal
como delitos federales. Ahora bien, ¿qué se entiende por delito oficial? Ni la Constitución, ni la Ley
de Amparo, ni la jurisprudencia definen el concepto mencionado. Por lo que toca a la Ley de
Responsabilidades de febrero de 1940, reglamentaria de los articulas 108 a 111 constitucionales,
tampoco establece una concepci6n general y jurídica del delito oficial, sino únicamente se concreta
a enumerar todos aquellos hecbos que pueden constituir tal delito en sus articulo 89"Y 13,
reputando como faltas oficiales a aquellos actos que, por exclusión, no sean deIictuosos, según los
artículos 21 y 16. Desde luego, el delito oficial tiene un campo o teatro de realización mucho más
restringido que aquel en el que puedan desarrollarse los hecbos delictuosos del orden común. En
efecto, mientras que éstos pueden cometerse en Cualquier actividad humana, los delitos oficiales
sólo son susceptibles de ejecutarse en ocasión o en ejercicio de una función pública determinada.
Por tal motivo, además, los delitos oficiales sólo pueden tener como sujeto de la infracción a
individuos pertenecientes a cierta categoría, o sea, los funcionarios o empleados públicos, a
diferencia de lo que sucede en cuanto a los delitos del orden común, que pueden ser perpetrados
por cualquier sujeto, En vista de las anteriores consideraciones, el delito oficial es aq1lel acto
antiiuridico, etc. (damos por conocida la definición doctrinal de delito en general), cometido por un
[encionario o empleado público en ocasión o en e;ercicio de Stls [unciones Pt¡blicas
correspondientes. Desde luego, para que un acto desempeñado por un funcionario o empleado
público adquiera el carácter de delito, es menester que esté conceptuado como tal por la ley, en
acatamiento de la garantía individual consagrada en el artículo 14 constitucional, párrafo tercero, y
del principio jurídico general de "nulla poena, nullum dellctum, sine le/('¡I ,935 et R En materia de
amparo, los delitos oficiales serán at¡tte//os actos anti;lIrídicos, etcétera (recurrimos a la definición
del delito en general) cometidos por los [untionarios ,/ue conozcan del amparo en ocasión o en
ejercicio de S/l.S respectivas facllltades de mbssan(Í(J(ián y resolucián de los iukios
correspondientes. Por lo que concierne a la falla oficial, ésta se distingue del delito, en cuanto que
está integrada por un hecho que denota una menor gravedad en su comisión, tanto por lo que toca
al objeto legal de la infracción (generalmente implica una violación a un reglamento interior
especifico), como por lo que atañe a sus consecuencias juri.. dicas y fácticas (la sanción consiste en
una corrección disciplinaria y causa perjuicio de poca monta).

La Ley de Amparo excluye de la responsabilidad en la materia respectiva a los empleados, pues


solamente se refiere para ello a los funcionarios en el articulo 198, mencionándolos. Por ende,
para fijar la responsabilidad en que puedan incurrir los empleados públicos que tengan injerencia
en un juicio de amparo, se debe recurrir a la legislación ordinaria sobre la materia y a cuyas-
dIsposiciones 005- remitimos. Ahora bien, el artículo 198 de la Ley, de Amparo considera como
susceptibles de incurrir en responsabilidad oficial con motivo de la substanciación del juicio de
garan· tías, a una categoría especial de altos funcionarios de la Federación, como son los ministros
de la Suprema Corte, de acuerdo con el artículo 108 constitucional y 2 de la Ley de
Responsabilidades vigente, y·'a aquellos funcionarios que, de conformidad con este último
ordenamiento, no tienen el aludido carácter, es decir, no gozan de fuero, como son los Jueces de
Distrito, autoridades judiciales de los Estados, del Distrito y' presidentes de las Juntas de
Conciliación y Arbitraje. Es pertinente observar que la actual Ley de Responsabilidades, a diferencia
de la de febrero de 1940, ya no hace la distinción entre "altos funcionarios de la Federación" y
funcionarios públicos que no tienen esta calidad, pues iguala a ambas especies de funcionarios en
10 que a los delitos oficiales y comunes concierne, discriminándolas solamente por lo que respecta
a los procedimientos al través de los cuales se exige la responsabilidad respectiva, tal como lo
establece la misma Constitución.

A. La responsabilidad de los Ministros de la Suprema Corte


Como la Ley de Amparo no se refiere a los ministros de la Suprema Corte en forma
concreta en cuanto a la responsabilidad en que puedan incurrir durante la substanciación y
la resolución de los juicios de amparo, es menester acudir a las disposiciones de la Ley de
Responsabilidades para señalar las ,causas especificas de responsabilidad oficial de dichos
altos funcionarios federales. '
Así a la materia de amparo podemos aplicar Jos hechos específicos que el artículo 3 de la
Ley de Responsabilidades vigente considera como delitos oficiales que pueden cometer los
citados ministros, o sean, Jos consistentes en "las violaciones sistemáticas de garantías
individuales" (f. VlI) y en.r'cualquiera Infracción a la Constitución o a las leyes federales,
cuando causen perjuicios graves a la Federación o a uno o varios Estados de la misma, o
motiven algún trastorno en el funcionamiento normal de las Instituciones" (f. V).
Efectivamente, versando el objeto del juicio de amparo en la preservación de las garantías
individuales principalmente, en las resoluciones respectivas necesariamente tienen éstas
que aplicarse en sus estrictos términos. . Pues bien, lógico es suponer que, por tal motivo,
es en ocasión y en ejercicio primordialmente de su facultad de conocímiento en los IUIOOS
de amparo, como los Ministros de la Suprema Corte pueden cometer el delito oficial
previsto en el artículo 3, fracción VII, de la Ley de Responsabilidades, en el caso de que no
sólo no apliquen los preceptos constitucionales que contengan las garantías individuales al
negocio concreto de que se trate, sino que las contravengan. Por análogas razones, esto es,
por la circunstancia de que el objeto substancial del juicio de amparo es la tutela del orden
constitucional, estimamos que los Ministros de la Suprema Corte pueden cometer el delito
oficial a que alude la fracción V del mencionado precepto cuando no sólo no realicen
concretamente tal objeto en los diferentes juicios de amparo que se presenten a su
conocimiento, sino que infrinjan.la Ley Fundamental en la substanciación y resolución
respectivas. Por lo que concierne a' procedimiento para hacer efectiva la responsabilidad
de los Ministros de la Suprema Corte por delitos oficiales cometidos en materia de
amparo, y que quedaron especificados anteriormente, son los artículos 19 a 62 de la Ley
de Responsabilidades vigente los que regulan, y a cuyo tenor nos remitimos.

B. La rerponsabilidad de los Magistrados de Circuito

En materia de responsabilidad, la, Ley de Amparo no alude a los Magistrados de Circuito,


pues por un grave descuido, no se adicionó su artículo 198, al reestructurarse, por Decreto
de 30 de diciembre de 1950, el sistema competencial relativo al juicio de garantías. Tal
omisión, sin embargo, no implica que los citados funcionarios judiciales no incurran en
responsabilidad oficial can motivo de la substanciación y decisión del amparo, en su
carácter de integrantes de los Tribunales Colegiados de Circuito, puesto que la Ley de
Responsabilidades la fija en diversas disposiciones contenidas' en' SU artículo primero.

Los Magistrados de Circuito no tienen la categoría de "altos funcionarios de Ia Federación"


conforme a los artículos 108 constitucional y 2' de la invocada Ley. Por tanto, la responsabilidad
oficial que contraigan Con motivo del desempeño de sus fuaciones, es la misma en que puede
incurrir cualquier funcionario federal. Ahora bien, por lo que concierne a los delitos oficiales, los
magistrados de Circuito incurren en la misma responsabilidad que los ministros de la Suprema
Corte, pues tanto el artículo l' como el artículo 3' de la actual Ley de Responsabilidades, según
dijimos, ya no consigna la distinción entre "altos funcionarios de la Federación", que gozan de
fuero constitucional, y funcionarios que no tienen dicha calidad.por no estar investidos del citado
fuero. Por Jo que respecta a! procedimiento para exigir la responsabilidad oficial de los
Magistrados de Circuito; el ordenamiento invocado lo regula al través de sus artículos 63 a 83 ya
cuyo tenor nos remitimos Debemos hacer la observación de que las Reformas 'de 1967 a la Ley'
Orgánica del Poder Judicial de la Federación instituyen una especie de fllero legal 'de no
pro«sabiJidad en favor de dichos magistrados cuando se les impute la comisión,de un delito oficial
o del orden común. Dicho fuero consiste en que ningún Magistrado de Circuito puede ser
aprehendido o enjuiciado sin que previamente la Suprema Corte, funcionando en Pleno, acuerde
su suspensión en el cargo respectivo, en la inteligencia de que el incumplimiento de esta condición
genera responsabilidad penal para el que ordene o ejecute la detención del magistrado, consiste
en prtSlOn de quince días a un año y destitución del cargo o empleo (párrafo segundo de la fac.
XXVIII del arto 12 de dicha Ley Orgánica)

C. La responsahiliJ4á de los [ueces de Distrito


La Ley de Amparo, a propósito de la responsabilidad oficial de los funcionarios que
conocen del juicio de garantías, diversos de los Ministros de la Suprema Corte y
Magistrados de Circuito, consigna diferentes casos en que aquéUa se. ocasiona. a) En
primer lugar, incurre en responsabilidad un Juez de Distrito o la autoridad que conozca del
juicio de amparo conforme al articulo 37 de la Ley de Amparo o del incidente de
suspensión, en el caso de que "no suspenda el acto reclamado cuando se trate de actos
prohibidos por el articulo 22 de la Constitución Federal, si se llevare a efecto la ejecución
de aquél, siendo castigado como reo del delito de abuso de autoridad, conforme a los
artículos 213 y 214 del Código Penal" (art. 199 de la L. de A.). Como se ve, la no concesión
de la suspensión de los actos específicos que menciona la disposición transcrita constituye
un delito oficial que se castiga como si fuere ahuso de aulorid4á, es decir, con una multa
de veinticinco a mil pesos, destitución del empleo y prisión de seis meses a seis años (art.
213 del Código Penal). Nos parece no sólo inútil, sino absurda, la referencia que la
disposición transcrita de la Ley de Amparo hace al articulo 214 del Código Penal, puesto
que, si dicha referencia tiene lugar en lo que toca a la sanción por no otorgar la
suspensión, es ilógico que se dirija a dicho precepto, ya que éste no alude a pena alguna,
sino que contiene la mención especifica de aquellos hechos que constituyen, cada uno en
sI mismo, el delito de abuso de autoridad, La condicióq.indispensable que aduce la
disposición transcrita para que se imponga la sanción aludida a un Juez de Distrito o
autoridad que conozca del amparo o del incidente de suspensión, estriba en que el acto o
los actos reclamados, que exprofesamente se mencionan en ella, le ejecuten.
Faltando esta condición, la penalidad es menos severa, como lo establece el segundo pi.
rrafo del artículo 199 de la Ley de Amparo, que dice: "Si la ejecución no se llevare a efecto
por causas ajenas a la intervención de la Justicia Federal, se le impondrá (al Juez de Distrito
o autoridad que conozca del juicio' de amparo o del. incidente de suspensión) la sanción
que señala el artículo 22$ del mismo Código" (es decir, del Penal}, o sea; la-suspensión del
empleo o cargo respectivos de un mes a un año, destitución o multa de cincuenta a
quinientos pesos.
b) En segundo lugar, los funcionarios a que acabarnos de aludir también cometen un delito
oficial cuando nieguen una suspensión que notoriamente fuere procedente contra actos
distintos de los especialmente mencionadbs en el artículo 199. Para que dicha negativa
constituya delito y genere la responsabilidad del funcionario, se requiere que aquélla haya
obedecido _a motivos inmorales y no a simple error de opinión, según lo preceptúa el
articulo 200 de la Ley de Amparo, el cual fija como pena correspondiente la que contiene
el artículo 225 del Código Penal y a que acabamos de aludir. e) En tercer lugar, y dotados
de la misma sanción, el artículo 201 de la Ley de Amparo alude a varios hechos específicos,
constitutivos de delitos oficiales, que pueden cometer los Jueces de Distrito o autoridades
que conozcan del juicio de amparo, hechos a los que nos remitimos. d} En cuarto lugar, la
desobediencia o el incumplimiento "de las ejecutorias de amparo imputables a los Jueces
de Distrito o a las autoridades judiciales que conozcan del juicio, se castigará con arreglo al
articulo 213 del C6digo Penal", esto es, con prisión de seis meses a seis años, multa de
veinticinco a mil pesos y destitución del empleo (art. 202 de la L. de A.). e) Por último, el
artIculo 203 de la Ley de Amparo como regla general contiene la prevención de que en
todo caso en que se imponga a un JueZ de Distrito o a una autoridad que conozca del juicio
de amparo una pena privativa de la libertad; asimismo se le destituirá del cargo e
inhabilitará hasta por cinco años para ocupar otro puesto dentro del ramo judicial, en el
del trabajo o en el Ministerio Público. fJ Por lo que toca al procedimiemo seguido para
hacer efectiva la responsabilidad en materia de amparo de los Jueces de Distrito y
autoridad que conozcan del juicio respectivo. hay que aplicar las normas correspondientes
contenidas en la Ley de Responsabilidades vigente al través de sus articulas 63 a 83, cuyo
texto damos por reproducido. Una vez terminado el proceso por los delitos oficiales que
hemos aludido, el juez instructor debe remitir el expediente al Jurado de'
Responsabilidades Oficiales, conforme el artículo 65 de dicha ley. Como se ve, el Jurado
Popular, que es la entidad a la cual la Constitución en su artículo 111, párrafo quinto,
confiere la facultad de juzgar los delitos y faltas oficiales de los funcionarios (con exclusión
de los Altos) y empleados de la Federación, del Distrito Federal, tiene injerencia en el
procedimiento una vez concluida la instrucción. Por 10 que concierne a la competencia
específica e integración de dicha entidad, .así como al procedimiento seguido ante ella,
nos remitimos a las disposiciones de la Ley de Responsabilidades contenidas en los
artículos 69 a 83 inclusive. . Debemos enfatizar que también en favor de los Jueces de
Distrito las I?40r1114J de 1967 establecen un fuero legal de no procesabilidad, en cuanto
que dichos funcionarios no pueden ser enjuiciados ni detenidos por la comisión de algún
delito oficial o del orden común, mientras la Suprema Corte, funcionando en Pleno, no los
suspenda en sus cargos (art. 12, frac. XXVIII, segundo párrafo, de la Ley Org. del P. J. de la
F.).

JlI. LA RESPONSABILIDAD OFIOAL DE LAS AUTORIDADES RESPONSABLES

En esta cuestión, la Ley de Amparo, en diversos preceptos, consagra las figuras delictivas
de carácter oficial que pueden consumarse por las autoridades responsables en materia de
amparo. a) En primer lugar, el artículo 204 de dicho ordenamiento prevé como delito
oficial de la autoridad responsable el hecho de que ésta "afirme una falsedad o niegue una
verdad, en todo o en parte". tanto en el juicio de amparo principal como en el incidente de
suspensión. Los términos legales en que está concebido este delito por el mencionado
precepto reproducen aquellos en que está redactado el que prevé la fracción V del artículo
247 del C6digo Penal, a cuya sanción remite la Ley de Amparo en este particular, la cual
consiste en prisión de dos meses a dos años y multa de diez a mil pesos.
b) El segundo delito oficial que puede cometer la autoridad responsable en materia de
amparo lo podrlamos designar bajo el nombre de "revo,aá6n maliciosa del aUO
rerld11'ldáo", previsto en el artículo 205 de la Ley de Amparo, que dice:
"La autoridad responsable que maliciosamente revocare el acto reclamado con el
propósito de que se sobresea en el amparo s610 para insistir con posterioridad en dicho
acto sed castigada conforme al artículo 213 del Código Penal, en relación con la fracciÓD IV
del 214 del propio ordenamiento." Este delito lo equipara la Ley de Amparo al de abuso de
autoridad contenido en el artículo 214, Fracción cuarta, del Código Penal, el cual está
concebido por este ordena-miento en los siguientes términos: "Comete el delito de abuso
de autoridad todo funciooario público,. agente del gobierno o sus comisionados, sea cual
fuere su eategorfa, en los casos siguientes: VI: Cuando ejecute cualquier otro acto
arbitrario y atentatorio a los derechos garantizados en la ConstituciÓ<l.' La penalidad de
este delito específico que puede ejecutar la autoridad responsable en materia de amparo
consiste en multa de veinticinco a mil pesos, destitución de empleo y privación de libertad
de seis meses a seis años, según el artículo 213 del Código Penal. e) El tercer delito que la
autoridad responsable puede cometer en materia de amparo está previsto en el artIculo
206 de la Ley respectiva, pudiéndose designar con la denominaci6íl de desobediencia al
""to de suspensión.
Dice sobre el particular el citado precepto: "La autoridad responsable que no obedezca un
auto de suspensión debida:ffUmle notiiicado, será castigada con la sanción que señala el
artículo 213 del Código Penal. por cuanto a la desobediencia cometida,
independientemente de cual. quier otro delito en que incurra. La misma sanción se
aplicará. cuando deba tenerse por hecha la notificación de la suspensión. en Jos términos
del artículo 3; de esta Ley. si llegase a ejecutarse el acto reclamado,"
La condición indispensable para que se cometa este delito, según puede observarse de la
transcripción, estriba en que el auto judicial por el que se conceda al quejoso la
.suspensión (provisional o definitiva, pues la ,Ley no distingue en este caso) debe estar
debidamente notificado a la autoridad responsable, de acuerdo con las reglas sobre
notificaciones en el juicio de amparo y que estudiamos en otra ocasión en el capítulo
respectivo de este trabajo. En cuanto a la penalidad impuesta a la autoridad responsable
que cometa este delito, es la misma que se previene para el anterior, consignada en el
artlculo 213 del Código Penal, O sea, aquella que corresponde al delito de abuso de
autoridad en' general. d) El cuarto delito especifico en cuya comisión puede incurrir la
autoridad' responsable en materia de amparo, consiste en el hecho de que, ruando a ella
le competa proveer sobre la suspensión del acto reclamado (por ejemplo, en amparos
directos), admita jidllzas o contr<>-jitl1lzas ilusorias o insuficientes, y ruya penalidad
estriba en la suspensión del empleo de un mes a un año, destitución o multa de cincuenta
a quinientos pesos (art. 225 del Código Penal). e) Uno de los delitos de mayor gravedad, no
por lo que respecta a la penalidad propiamente dicha, sino porque implica una rebeldía
contra los mandatos supremos de la Justicia Federal, es el contenido en el artículo 20S de
la Ley de Amparo, que dice:
"Si después de concedido el amparo, Ia autoridad responsable insistiere en la repetición
del acto reclamado o tratare de eludir la sentencia de la autoridad federal,
inmediatamente será separada de su cargo y consignada al Juez de Distrito que
corresponde; para que la juzgue por la desobediencia cometida, la que se castigará con la
sanción que señala el articulo 213 del Código Penal. Si apareciere cometido otro delito. el
Juez.de Distrito pondrá los hechos en conocimiento del Ministerio Público que
corresponda."
Este precepto, que prevé el delito que podríamos llamar de repetición del acto reclamado
una vez concedido el amparo al quejoso, viene a corroborar la disposici6n inserta en la
fracci6n XVI del artículo 107 constitucional (que inexplicablemente no aparece en .la
publicación oficial de las Reformas de 1967) y la cual está concebida en términos análogos.
La comisi6n de este delito entraña la inmediata destitllción de la autoridad responsable (si
no hay impedimento constitucional para ello), para cuya orden es competente la Suprema
Corte de Justicia funcionando en Pleno, según lo establece la fracción VII del artículo 11 de
la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federaci6n. Una vez ordenada la destituci6n de la
autoridad responsable, la Suprema Corte, ta! como lo disponen los artículos lOS, segundo
párrafo, y 208 de la Ley de Amparo, la consignará al Ministerio Público para el ejercicio de
la acci6n penal correspondiente. Ahora bien, sobre este último particular se presenta un
importante problema de conflicto de leyes: de acuerdo con la Ley de Responsabilidades de
enero de 1980 y con el artículo 111 constitucional, quinto párrafo, es a un Jurado Popular
al que corresponde juzgar de los delitos y faltas oficiales cometidos por los funcionarios
(distintos de los altos funcionarios federales) y empleados de la Federaci6n y del Distrito
Federal; por otra parte, según el artículo 20S de la Ley de Amparo, es a un Juez de Distrito
al que incumbe conocer del delito oficial especifico cometido por la autoridad responsable
previsto eo el precepto últimamente citado. El conflicto surge, pues, cuando la autoridad
responsable sea un funcionario o empleado federal o del Distrito Federal. Entonces, ¿a
favor de quién se decide la competencia correspondiente? ¿Será el Jurado Popular o el
Juez de Distrito que corresponda al que competa juzgar a la autoridad responsable? Para
resolver el problema que nos ocupa y que es de suma trascendencia práctica, debemos
acudir a un principio general de derecho que está consagrado por el Código Civil eo su
artículo 11, que dice: "Las leyes que establecen excepción a las reglas 'generales', no son
aplicables a caso alguno que no esté expresamente especificado en las mismas leyes." De
acuerdo con tal principio, aplicado al problema planteado, el artículo 111 constitucional,
en su párrafo quinto, alude a los delitos y faltas oficiales en general de los funcionarios y
empleados federales y del Distrito Federal. Por ende, la disposición contenido en ta!
precepto constitucional es de carócter general. Por el contrario, la regla inserta en el
artículo 20S de la Ley de Amparo es una regla de excepción, puesto que se aplica
exclusivamente al caso específico en que las autoridades responsables insistieren en la
repetici6n del acto reclamado una vez concedido el amparo al quejoso.
Consiguientemente, interpretando a contrario sensu el principio de derecho antes
enunciado, en el sentido de que las leyes que establecen excepción a las reglas generales
s6lo son aplicables a los casos que aquéllas expresamente prevean, es evidente que para
juzgar de la responsabilidad de una autoridad responsable que sea funcionario o
empleado federal o del Distrito Federal, por la comisión del delito oficial especifico
consistente en la repetici6n del acto reclamado una vez concedido el amparo al agraviado,
es competente el Juez de Distrito que corresponda, competenda que se fija en una regla
de excepción como es, insistimos, la del articulo 20S señalado. . ¡ f) Un último hecho
catalogado por la Ley de Amparo como constitutivo de un delito oficial específico que
puede cometer la autoridad responsable, es el que podemos designar bajo el nombre de
incumplimiento ti los manda/os u órdenes generales del órgano de conocimiento del juicio
de amparo por dicha autoridad, el cual está contenido en e! articulo 209 del citado
ordenamiento, en el sentido de que "cuando la autoridad responsable se resista a dar
cumplimiento a los mandatos u órdenes dietados en materia de amparo, será castigada
con la sanción prevista en el artículo 225, en relación con e! 227 de! Código Penal". La
sanción que marca el primero de los preceptos últimamente señalados consiste en la
suspensión de un mes a un año, destitución O multa de cincuenta a quinientos pesos. g)
Por último, independientemente de los delitos oficiales específicos que consigna la Ley de
Amparo y que hemos esbozado con antelación, en el articulo 210 de este ordenamiento se
contiene una referencia a la posibilidad de que, por la mera violación de garantías
individuales que realice la autoridad responsable, ésta cometa delitos distintos. Ahora
bien, ¿cuáles pueden ser estos diversos delitos que podría cometer la autoridad
responsable al violar las garantías individuales? Estimamos que son aquellos hechos
consignados tanto en e! Código Penal en su artículo 214 que impliquen una violación a
derechos fundamentales del individuo (por ejemplo, los contenidos en las fracciones n, III.
IV. V. VIII. X YVI). La condición indispensable para que la violación a garantías individuales
constituya un delito distinto de los mencionados en la Ley de Amparo conforme al artículo
210 de este ordenamiento. estriba en que la aludida contravención sea. declarada
definitiva y ejecutoriamente por la Justicia Federal que haya otorgado el amparo al
quejoso. h) Por lo que toca al procedimiento para hacer efectiva la responsabilidad oficial
en materia de amparo de la autoridad responsable, necesariamente hay que hacer una
distinción respecto de la categoría del funcionario O empleado que la encarne físicamente.
En efecto. si la autoridad responsable es un Alto Funcionario de la Federación o de los
Estados (con excepción del Presidente de la República, e! cual, durante su encargo, sólo
puede ser acusado por traición a la Patria y delitos graves de! orden común, según el
último párrafo del artículo lOS constitucional, y de los Mímstros de la Suprema Corte y
magistrados de los Tribunales Colegiados de Circuito puesto que ni unos- ni otros nun~ son
autoridades responsables, debido a que contra la Corte o dichos Tribunales no procede e!
juicio de amparo), e! procedimiento mencíonado se regirá por lo que establecen los
artículos 19 a 62 de la Ley. de Responsabilidades, a cuyo tenor nos remitimos. Por otro
lado, si la autoridad responsable es un funcionario o empleado federal o del Distrito
Federal qflc no esté incluido dentro de .la categoría anterior, el procedimiento para hacer
efectiva su respon· sabilidad en e! juicio de amparo se rige por los artículos 63 a 83 del
ordenamiento últimamente citado, y en cuya secuela interviene el Jurado Popular, como ya
dijimos en otra ocasión, salvo cuando el delito oficial específico consista en la repetición
del acto reclamado previsto en el artículo 208 de la Ley de Amparo. debido a que. según
también afirmamos, el juicio es de la incumbencia del Juez de Distrito que corresponda.
Por último, si la autoridad responsable es fin funcionario o empleado de un Estado, diverso
del Gobernador y de los Diputados de las Legislaturas locales (que están conceptuados
como Altos Funcionarios Locales por la Ley-de Responsabilidades), el proce· dímiento
seguido para hacer efectiva la responsabilidad que tuvieren en un juicio de amparo, se
regirá por lo que disponga el Código Federal de Procedimientos Penales

V. LA RESPONSABILIDAD DEL QUEJOSO y DEL TERCERO PERJUDICADO


las modificaciones introducidas a la Ley de Amparo por Decreto de 30 de diciembre de
1950, en lo que concierne a la mencionada .cuestión, han cristalizado en la adición de un
nuevo precepto, el 211, que previene los hechos mediante cuya realización las partes en
un juicio de garantías pueden incurrir en responsabilidad, con exclusión de las autoridades
responsables, para quienes existe en dicho ordenamiento un régimen especial de
responsabilidad, y del Agente que en representación del Ministerio Público haya
intervenido en el procedimiento constitucional. Por ende, el sistema de responsabilidad
previsto en el articulo 211 adicionado, se contrae al quejoso y al tercero perjudicado. La
motivación que ha determinado la consagración del citado sistema en la Ley de Amparo, se
funda en el propósito de poner un dique al ejercicio abusivo de la acción de garantlas,
considerando a los actos o hechos en que éste se traduce generalmente, como verdaderos
delitos provistos de una cierta penalidad severa. En algunos preceptos del mencionado
ordenamiento, distintos del 211, se faculta a los órganos de control para imponer al
quejoso, a su representante o a su abogado, sanciones meramente pecuniarias de monto
relativamente reducidl>, las cuales, por su mismo naturaleza, no podlan significar un
medio efectivo para detener el muchas veces desenfrenado ejercí-cío de la acción de
amparo por individuos inescrupulosos cuya única pretensión ha consistido en obtener el
beneficio de la suspensión de actos de autoridad perfectamente !lcitos, en ocasiones
protectores del interés social o colectivo y hasta sin vicio, de inconstitudonalidad. Con la
tipificación de hecho, delictivo, especificas que pueden cometer en un juicio de amparo los
quejosos y los terceros perjudicado, y mediante la prevención de las sanciones penales
consiguientes, no se ha pretendido restringir, en su práctica misma, el ejercicio de la acción
constitucional, pues si tal hubiese sido el deseo abrigado por los autores de las reformas a
la Ley de Amparo, no habrlan faltado medios de modificación normativa para lograrlo. 1.0
que se ha perseguido es sancionar severamente, con ejemplaridad y escarmiento, a los
quejosos y terceros perjudicados en un juicio de amparo, que con su malevolencia,
mezquindad y egoísmo y, por qué no decirlo, su falta de patriotismo y de espíritu de
solidaridad colectiva, traten de obstruccionar, mediante sutiles o burdas maquinaciones, la
labor de las autoridades, no siempre conculcadora de las garantlas individuales,
desvirtuando los nobles fines de nuestra institución de control. El sentido mismo del
artículo 211 adicionado a la Ley de Amparo, que dista mucho de implicar una pretendida o
velada limitación al ejercicio de la acción constitucional, se expresa atiagenternente en la
exposición de motivos que precede a las modificaciones introducidas a dicho
ordenamiento, afirmándose en su parte conducente que dicha acción "debe ejercitarse
lícitamente" y que "el derecho de amparo y su uso son innegables, pero no su abuso",
agregando que "cuando éste puede dar lugar a que la institución más genuinamente
mexioina de nuestro Derecho Procesal se desfigure yaleje de sus nobles y esenciales fines,
debe' robustecétsele con mayores garantías, para conservar limpiamente su presencia, no
en bien de unos cuantos, sino de toda la colectividad a quien protege en sus derechos
fundamentales, y del hombre, a quien ampara en su libertad, su vida y su honor".
Conforme al artículo 211 de la Ley de Amparo, tres son los casos de responsabilidad que se
previenen en relación con el quejoso y el tercero perjudicado en un juicio de garantlas. a)
En primer lugar, si el quejoso afirma becbos falsos en su demanda de amparo u omite los
que le consten, se hace acreedor a una sanción de seismeses a tres años de prisi6u y a una
multa de quinientos a dos mil pesos (frac. 1 de dicho precepto). Con el objeto de que las
aseveraciones del quejoso contenidas en su demanda de garantlas, de resultar falsas,
puedan configurar e! hecho delictivo a que se refiere la fracci6n 1 del artículo 211 de la Ley
de Amparo, el articulo 116 de este ordenamiento, en su fracción N, que concierne a uno de
los requisitos formales de dicho ocurso, impone al mencionado sujeto la obligaci6n de
expresar ba;o pro/es/a de de<ir verdad cuáles son los hechos positivos o negativos que le
constan y que constituyen antecedentes de! acto reclamado o fundamentos de los
conceptos de violación. De ello se deduce que si e! agraviado no demuestra tales hechos
durante la substanciación del juicio de amparo indirecto o bi-ínstancial y especialmente en
la audiencia constitucional, desvirtuando el informe con justificaci6n negativa que hubiere
rendido la autoridad responsable, incurre en e! delito previsto por la fracción r del citado
articulo 211 y se hace acreedor a la penalidad correspondiente. Desde luego, no es el Juez
de Distrito del conocimiento del juicio de amparo respectivo al que incumbe la calificación
de dicho delito ni la imposición de las sanciones consiguientes, sino a la autoridad judicial
que corresponda en los términos del articulo 21 constitucional y previo el juicio penal
necesario, para cuya apertura dicho funcionario debe poner los hechos en conocimiento
del Ministerio Público Federal a efecto de que se ejercite la acci6n respectiva.'" Ahora bien,
como la declaración bajo protesta de decir verdad no se exige por la Ley de Amparo en
relación con la demanda uni-instancial de garantlas, estimamos que en los juicios
constitucionales directos jurldicamente no puede cometerse e! aludido delito por el
quejoso, en atención a la falta del expresado requisito indispensable de consideraci6n
delictiva. Por ende, a nuestro entender, el articulo 211 de la Ley de Amparo, en su fracci6n
I, es inaplicable y, consiguientemente, ineficaz, para sancionar penalmente al quejoSo en
un juicio de amparo uni-instancial, merced a la citada grave omisión en que incurre dicho
ordenamiento. . Pero no s610 al afirmar el quejoso en su demanda de amparo un hecho
falso puede incurrir.en responsabilidad penal, sino cuando omita algún becbo que le
conste, Tal omisión es muy dicícil de probar, ya que s610 en caso de que se compruebe que
dicho sujeto <ono<la algún hecho sostenido o demostrado por la autoridad responsable o
por el tercero perjudicado, y que lo ocult6 en la demanda de garantías, puede afirmarse
que se configura el delito previsto en lá fracción 1 del artículo 211 de la Ley de Amparo,
por ser el conocimiento o noticia un factor eminentemente subjetivo que únicamente en
contadas ocasiones trasciende a elementos objetivos y, por tanto, comprobables de
manera directa (constancia escrita en que tal conocimiento o noticia se manifieste) o
presuntiva (mediante actos que lo presupongan). El indicado delito no se comete por el
quejoso, según se infiere del propio artículo 211, si los actos reclamados producen alguna
·de las consecuencias apuntadas en el' articulo 17 de la Ley de Amparo, como son, el
peligro de privación de la vida, ata, ques a la libertad personal fuera de procedimientos
judiciales, deportaci6n o destierro o importen contravención al artículo 22 constitucional.
En nuestra opini6n, la salvedad aludida no debi6 haberse instituido legalmente para excluir
en ella la conducta delictiva del quejoso al afirmar hechos falsos u omitir los que le
consten' en su demanda de amparo, pues son. precisamente los juicios de garantías sobre
materia penal, como los que conciernen a los actos previstos en el citado artículo 17, en
los que más se abusa de nuestra instituci6n de control y en los que, por mayoría de razón,
se surte la motivaci6n que determinó el régimen de responsabilidad consiguado en el
artículo 211 de la Ley de Amparo. b) La fracción 11 de este precepto nOS parece un tanto
inútil, ya que reproduce la tipicidad ·de los delitos previstos en los artículos 247, fracci6n
11, y 246, fracci6n VII, del Código Penal, reiterando la sanción privativa de la libertad que
comprende un lapso de seis meses a tres años y aumentandoÚDicamente la sanción
pecuniaria de cincuenta a quinientos pesos como mínimo y de mil a dos mil pesos como
máximo.
La citada f=ción n del articulo 211 de la Ley de Amparo establece: "se impondrá sanción de
seis meses a tres años de prisión y multa de quinientos a dos mil pesos: JI. Al quejoso o
tercero perjudicado en un juicio de amparo, que presente testigos o documentos falsos."
En este caso, la estimación de la falsedad de las declaraciones testimoniales o de los
documentos presentados en un juicio de amparo (se entiende siempre bí-instancíal;:
puesto que, dada su naturaleza, en los directos o uni-instanciales no se ofrecen probanzas)
no compete al 6rgano de control, sino al juez penal que corresponda, previo el ejercicio de
la acd6n respectiva por el Ministerio Público. Sin embargo, como advertimos en otra
ocasión (capítulo XVI), el juzgador de amparo está facultado para apreciar la veracidad o
falsedad de un testimonio o de un documento público o privado, pero s6lo para el efecto
de otorgar o negar la protecci6n federal al quejoso O para sobreseer el juicio de garantías,
es decir, en relación únicamente con el objetivo procesal de éste, de acuerdo con las reglas
de valorización probatoria contenidas en el Código Federal de Procedimientos Civiles,
como ordenamiento supletorio de la Ley de Amparo y observando, en su caso, las
disposiciones implicadas en el artículo 153 de este cuerpo legal. e) Por último, en la
fracci6n III del multicitado artículo 211 de la Ley de Amparo descubrimos la instituci6n de
un verdadero delito específico que privativamente se puede cometer por el quejoso en un
juicio de amparo, en el caso de que éste designe como autoridad ejecutora a una que no lo
sea, "para darle competencia a un Juez de Distrito". Estimamos que la prevenci6n de tal
delito constituye un medio eficaz para limitar considerablemente el abuso del juicio de
amparo, a través del posible temor que pueda inspirar la penalidad con la que se sanciona,
que es la misma que se establece para los dos casos anteriores. Cuántas veces, en efecto,
una misma persona aconsejada y dirigida por abogados poco escrupulosos, suele
interponer varios juicios de amparo ante diferentes Jueces de Distrito contra idénticos
actos de autoridad, cuya ejecución imputa falsamente a detenninados órganos del Estado
con el único objeto de provocar la competencia territorial de dichos funcionarios judiciales
para obtener diversos autos de suspensión, generalmente provisional, en fonna sucesiva, a
fin de paralizar indefínidamente la actuación del poder público, aun a sabiendas de que
ésta no es inconstitucional. Desgraciadamente, en los casos en que el abuso del amparo
con semejantes propósitos se registra con más frecuencia, como en los que se trata de
órdenes de aprehensión muchas veces justificadas, el delito previsto en la fracción III del
artículo 211 no puede configurarse, atendiendo a la salvedad consignada en la propia
disposición legal, en el sentido de que el quejoso que .señale como autoridad ejecutora
responsable a una que no lo sea para suscitar la competencia de un detenninado Juez de
Distrito y reclame alguno de los actos a que se refiere el articulo 17 de dicho
ordenamiento, no podrá ser sancionado penalmente. Sin desconocer que en la realización
de tales actos puede existir la más oprobiosa arbitrariedad por parte de las autoridades, no
encontrarnos ninguna razón atendible para no sancionar, en los términos de dicho
precepto, al individuo que con el solo fin de eludir la acción de la justicia acostumbre
promover sucesiva o simultáneamente diversos juicios de amparo ante distintos Jueces de
Distrito para obtener perversamente los beneficios de la suspensión provisional de la
mencionada acción que lo coloquen en una. situación de impunidad durante un
prolongado periodo.

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