LA ARQUEOLOGÍA.
Sin lugar a dudas este es el período más oscuro de la historia de Roma, y más oscuro aún
cuanto más nos alejamos en el tiempo y nos sumergimos en sus remotos orígenes.
A la hora de estudiar el nacimiento de la ciudad, tenemos que hacer frente a una doble fuente
de información; por un lado la atractiva leyenda de la fundación por los dos gemelos Rómulo y
Remo, con las numerosas narraciones legendarias surgidas en torno a ella, y por tanto con las
divinidades que participaron en estos acontecimientos; y, por otra parte, nos encontramos ante una
realidad, mucho más prosaica y menos hermosa, que es la que nos pone al descubierto los
arqueólogos, quienes durante años han investigado en la zona y constantemente están sacando a la
luz nuevos descubrimientos que nos ayudan a esclarecer su proceso de formación.
Rómulo y Remo pasaron su infancia y juventud en un ambiente salvaje, entre los pastores
de la zona. Pronto revelaron condiciones innatas para el liderazgo. Cuando los jóvenes crecieron, el
pastor decidió enviarlos a estudiar a Gabio, en esa época el centro cultural más importante de la
región del Lacio. Poco tiempo después regresaron con su padre adoptivo y su juventud impetuosa
les llevó a entregarse a actividades delictivas. En una de sus correrías, durante un ataque a los
rebaños de Amulio, Remo fue apresado y llevado a Alba Longa para ser interrogado por el Rey.
Rómulo decidió acudir en ayuda de su hermano, pero antes Faústulo le reveló la verdad sobre su
origen y el de su hermano Remo. En compañía de otros jóvenes se desplazó hasta Alba Longa, se
apoderó del palacio real y mató a Amulio, devolviendo el trono a su abuelo Numitor. Tras estos
sucesos ambos hermanos decidieron que había llegado el momento de fundar su propia ciudad y
para ello eligieron la zona donde habían sido amamantados por la loba.
Surgió entre ellos la discusión sobre el lugar exacto sobre el que debían hacerlo y siguiendo
el rito etrusco decidieron acudir al arbitraje de los dioses, para que fueran ellos los que eligieran el
lugar. Rómulo subió a la colina del Palatino y Remo al Aventino. Ambos esperaron una señal de los
dioses, al poco tiempo Remo vio aparecer una bandada de seis buitres y acto seguido se presentaron
el doble de aves ante Rómulo.
Rómulo consideró que la voluntad de los dioses era clara y, siguiendo de nuevo los ritos
fundacionales etruscos, sobre la colina palatina trazó, con un arado tirado por dos bueyes, el surco
que delimita el recinto sagrado de la ciudad (pomerium), destinado a acoger en su interior a la
comunidad. Rómulo estableció la prohibición de atravesar con armas el límite de la ciudad. Remo
no estaba de acuerdo con la interpretación de Rómulo, pues consideraba que lo importante era quién
había visto primero a los buitres y no el número de aves y, burlándose del recinto trazado por su
hermano, lo atravesó de un salto. Rómulo, encolerizado por el sacrilegio cometido por Remo le dio
muerte al instante. Después, arrepentido por el homicidio, enterró los restos de su hermano en la
cumbre del monte Aventino y se proclamó único rey de Roma.
Pero la leyenda no se detiene aquí. La ciudad recién creada necesitaba nuevos pobladores, y
por ello Rómulo instituyo un lugar de asilo en la depresión intermedia del monte Capitolio, al cual
se acogieron numerosas gentes procedentes de todos los lugares, en especial fugitivos de la ley y
gentes marginales. Pero faltaban las mujeres. Para conseguirlas, Rómulo convocó unos juegos e
invitó a ellos a un pueblo vecino, los sabinos, quienes acudieron al certamen acompañados de sus
esposa e hijas. En plena celebración, los primeros romanos raptaron a las mujeres sabinas con la
intención de convertirlas en sus esposas.
Según la tradición Rómulo reinó durante treinta y seis años. Sobre su muerte existían dos
versiones. La más antigua dice que desapareció durante una tormenta y fue elevado a los cielos,
identificado con el dios Quirino. La segunda versión sostiene que Rómulo habría sido asesinado y
que su cuerpo fue descuartizado por los senadores, cansados de su comportamiento tiránico.
Los romanos aceptaron el principio general del héroe fundador, pero lo adaptaron a sus
necesidades. Para ellos resultaba de gran interés invocar una lejana procedencia griega, pues les
otorgaba un marchamo de nobleza muy útil en el plano internacional. Admitieron, por ello, la
tradición sobre la llegada de Eneas a Italia, pero transformándola; el héroe troyano dejaba de ser el
fundador de Roma y se convertía en progenitor del pueblo latino, al cual pertenecía Roma. Como
fundador de su ciudad, los romanos eligieron al héroe indígena Rómulo.
De este modo, la leyenda de los dos gemelos fue incorporada al nuevo relato, pero con las
modificaciones que exigía su nuevo destino, el de la fundación de Roma. Quizás el más
significativo de estos cambios sea el episodio de la muerte de Remo, que se hacía necesario porque
el fundador de la ciudad debía ser único. Rómulo era visto como un rey sabio y justo, y la violenta
reacción contra su hermano Remo se justificaba como un castigo ante el delito que éste había
cometido. En la época de composición del relato original, el siglo IV a.C., todavía rea respetada esa
rígida disciplina romana, tenida como virtud de los antepasados, que no se detenía siquiera ante los
parientes más próximos.
El mito fundador desarrolló también el papel de Rómulo como creador del sistema
institucional romano, pues una ciudad no puede existir sin una organización política propia. Así, se
le considera el rey que creó los tres pilares de la estructura política romana: la realeza, el Senado y
el pueblo, repartido éste en curias y tribus a efectos políticos y militares. En cuanto al Senado, se
atribuyó también Rómulo su esquema social; él escogió entre las familias más nobles de los cien
individuos más distinguidos, que se convirtieron en los primeros senadores, mientras sus familias se
convirtieron en las más antiguas del patriciado. El resto de la población constituyo la plebe. En
cambio, la sistematización de la religión pública, elemento esencial en la definición de una ciudad,
fue atribuida al sucesor de Rómulo, Numa Pompilio.
Probablemente fue durante la segunda mitad del siglo IV a.C. cuando se elaboró la leyenda
completa de la fundación de Roma. De entonces datan las noticias más antiguas conocidas de
Rómulo, tanto en las fuentes literarias como en los testimonios arqueológicos (una representación
de la loba y los gemelos sobre un espejo hallado en Praeneste). Se sabe también que en el año 296
a.C. Se erigió en el Foro de Roma un grupo escultórico que representaba el episodio mas
significativo del mito.
En general, seguía creyéndose que el relato acerca del origen de Roma era verídico, pero
algunos empezaron a dudar sobre algunos detalles concretos, como la paternidad de Marte y la
intervención de la loba. No faltaron algunos intentos de racionalización de un mito que tenía
aspectos poco creíbles. Se supuso, por ejemplo, que no fue el dios Marte quien violó a Ilia sino su
tío Amulio, quien se habría presentado armado como si fuera el mismo dios. Lo mismo sucede con
la loba, cuya presencia es negada por Tito Livio al decir que la madre adoptiva de los gemelos, Acca
Larentia, “habiendo prostituido su cuerpo, era llamada loba entre los pastores.
En versiones más recientes del mito se insiste en exculpar a Rómulo de la muerte de Remo,
que es atribuida a otros. El homicidio de Remo fue visto también como una especie de pecado
original que habría de marcar la historia de Roma.
Estos radicales planteamientos fueron superados en la década de los 70 por posturas más
flexibles, defendidas por M. Pallotino y M. Torelli, entre otros, que ven en el proceso de formación
de la ciudad elementos de ambas teorías, la sinecista de Gjerstadt y la de ciudad unitaria de Müller-
Karpe. Pero desgraciadamente, tampoco ellos explican a plena satisfacción el complejo panorama
de los orígenes de Roma.
Como primer dato proporcionado por la arqueología, tenemos que los restos más antiguos se
remontan al Calcolítico en la zona del Esquilino, pero no es seguro que se pueda establecer un nexo
de continuidad entre estos primeros pobladores y los que después ocuparon las colinas vecinas.
Entre los siglos X-IX a.C., sobre el Palatino pudo existir un asentamiento, probablemente de
hombres procedentes de los montes Albanos, que trajeron consigo la cultura villanoviana. En los
comienzos del siglo VIII a.C., poblaciones de economía agrícola y pastoril, ocuparon las partes más
elevadas de las colinas Palatino, Esquilino, Quirinal, diferenciándose de los anteriores por enterrar a
sus muertos en lugar de incinerarlos.
Entre los años 750 y 725 a.C. Se edificó un santuario en el Capitolio, y entre 705 y 700 a.C.
Se fechan los primeros restos de actividad humana en la zona del Comicio, con la existencia de un
posible lugar de culto, que tradicionalmente se ha identificado con el Volcanal; a mediados del siglo
VIII a. C. la necrópolis se ha trasladado ya a zonas periféricas del Esquilino y del Quirinal. Entre
725 y 675 a.C. Está atestiguado el culto en un santuario cerca al Atrium Vestae. Finalmente, entre
700 y 650 a.C., se llevó a cabo el saneamiento del sector septentrional del pantano que se extendía
por una parte del Veladro, se produjeron modificaciones en la zona del Comicio con la creación de
una zona pavimentada y se lleva a cabo también la primera pavimentación del Foro.
En los últimos años se ha sumado a la discusión un nuevo elemento, relativo esta vez al
supuesto fundamento histórico de los fundadores míticos de Roma. La cuestión se ha suscitado a
raíz del hallazgo en Roma, por parte del arqueólogo italiano Andrea Carandini, de un muro de
piedra con una puerta, fechado en el tercer cuarto del siglo VIII a.C., en la ladera del Palatino que
mira hacia la colina Velia. Ha surgido la tentación de identificar el muro con aquel que, al decir de
los antiguos, construyo Rómulo en torno a este monte al fundar la ciudad (en 753 a.C. Según la
fecha tradicional). Así lo hicieron sus descubridores y esta opinión ha sido seguido por algunos
especialistas. Aunque no se prueba la existencia de Rómulo, sí al menos su obra fundacional, lo que
significa un primer paso hacia el reconocimiento de la historicidad del personaje. La existencia del
muro se sospechaba por algunos indicios topográficos recordados por los antiguos, como las puertas
Mugonia y Romanula, así como por determinados rituales de la más antigua religión romana. Este
hallazgo viene a confirmar el relevante papel que jugó el Palatino en el proceso de formación de
Roma, lo que justifica que con posterioridad la leyenda de la fundación se hubiese ubicado en ese
monte.
BIBLIOGRAFÍA.
1 Los dos montículos existentes sobre el Palatino (Palatium y Germal), los tres del Esquilino (Cispio, Fagutal y Opio),
el Celio y la Velia, loma que unía el Palatino con el Esquilino.