Anda di halaman 1dari 6

LA FUNDACIÓN DE ROMA, ENTRE EL MITO, LA HISTORIA Y

LA ARQUEOLOGÍA.

Sin lugar a dudas este es el período más oscuro de la historia de Roma, y más oscuro aún
cuanto más nos alejamos en el tiempo y nos sumergimos en sus remotos orígenes.

A la hora de estudiar el nacimiento de la ciudad, tenemos que hacer frente a una doble fuente
de información; por un lado la atractiva leyenda de la fundación por los dos gemelos Rómulo y
Remo, con las numerosas narraciones legendarias surgidas en torno a ella, y por tanto con las
divinidades que participaron en estos acontecimientos; y, por otra parte, nos encontramos ante una
realidad, mucho más prosaica y menos hermosa, que es la que nos pone al descubierto los
arqueólogos, quienes durante años han investigado en la zona y constantemente están sacando a la
luz nuevos descubrimientos que nos ayudan a esclarecer su proceso de formación.

Todo el mundo conoce a grandes rasgos la leyenda fundacional de la ciudad de Roma, a la


pregunta de quién fundó Roma, nadie dudará en contestar: Rómulo y Remo. Y así es, la
representación de los gemelos amamantados por la loba se ha convertido en una imagen universal,
la que mejor simboliza a la Ciudad Eterna en cuanto que representa a sus legendarios fundadores.
Sin embargo, esta representación no se corresponde con la realidad histórica. En la antigüedad,
salvo las colonias, pocas ciudades fueron resultado de una fundación, sino de un proceso de
formación largo, y Roma no escapa de esta regla.

Si nos situamos en la perspectiva de los antiguos romanos, la intervención de un héroe es


por completo necesaria; así como toda civilización es consecuencia de una migración, la ciudad
nace en virtud de la decisión individual de aquel que actúa como fundador. En el caso de Roma, ese
fundador fue Rómulo. Según la versión canónica del origen de Roma, la leyenda de Rómulo y
Remo se remonta a su abuelo Numitor, rey de la ciudad de Alba Longa, en el Lacio. Numitor se vio
despojado del trono por su hermano Amulio, quien, en vista de las complicaciones, decidió segar la
descendencia de su rival. Ordenó dar muerte a su único hijo varón, mientras que a su hija, conocida
con los nombres de Ilia y Rea Silvia, la hizo ingresar en el colegio de las vestales; un sacerdocio
femenino que obligaba a sus miembros a conservar la virginidad, bajo pena de muerte, durante
treinta años, con lo cual le impedía tener descendencia. En este punto intervienen de nuevo los
dioses, tan presentes en la vida de Eneas y de su estirpe. Una vez dentro del colegio y en el
cumplimiento de sus funciones sacerdotales, Ilia se dirigió a una fuente en busca de agua, donde fue
violada por el dios Marte; enamorado de Ilia, como resultado de la violación tuvo dos gemelos. Una
vez nacieron, Amulio ordenó dar muerte a los gemelos, pero los encargados de realizar la misión no
tuvieron el valor suficiente para llevarla a cabo y abandonaron la cesta que contenía a los gemelos
en las aguas del río Tíber. Los dioses no estaban dispuestos a abandonar a su suerte a los dos recién
nacidos y les protegieron para que no murieran ahogados en el río. Las aguas salvajes del río
depositaron la cesta con los pequeños a los pies del monte Palatino, y allí una loba, que acababa de
parir, atraída por el llanto de los niños, acudió y les ofreció sus mamas. Poco después aparecieron
unos pastores y la loba se alejó, uno de ellos, llamado Fáustulo, recogió a los gemelos y los entregó
a su esposa, Acca Larentia, para que los criase.

Rómulo y Remo pasaron su infancia y juventud en un ambiente salvaje, entre los pastores
de la zona. Pronto revelaron condiciones innatas para el liderazgo. Cuando los jóvenes crecieron, el
pastor decidió enviarlos a estudiar a Gabio, en esa época el centro cultural más importante de la
región del Lacio. Poco tiempo después regresaron con su padre adoptivo y su juventud impetuosa
les llevó a entregarse a actividades delictivas. En una de sus correrías, durante un ataque a los
rebaños de Amulio, Remo fue apresado y llevado a Alba Longa para ser interrogado por el Rey.
Rómulo decidió acudir en ayuda de su hermano, pero antes Faústulo le reveló la verdad sobre su
origen y el de su hermano Remo. En compañía de otros jóvenes se desplazó hasta Alba Longa, se
apoderó del palacio real y mató a Amulio, devolviendo el trono a su abuelo Numitor. Tras estos
sucesos ambos hermanos decidieron que había llegado el momento de fundar su propia ciudad y
para ello eligieron la zona donde habían sido amamantados por la loba.

Surgió entre ellos la discusión sobre el lugar exacto sobre el que debían hacerlo y siguiendo
el rito etrusco decidieron acudir al arbitraje de los dioses, para que fueran ellos los que eligieran el
lugar. Rómulo subió a la colina del Palatino y Remo al Aventino. Ambos esperaron una señal de los
dioses, al poco tiempo Remo vio aparecer una bandada de seis buitres y acto seguido se presentaron
el doble de aves ante Rómulo.

Rómulo consideró que la voluntad de los dioses era clara y, siguiendo de nuevo los ritos
fundacionales etruscos, sobre la colina palatina trazó, con un arado tirado por dos bueyes, el surco
que delimita el recinto sagrado de la ciudad (pomerium), destinado a acoger en su interior a la
comunidad. Rómulo estableció la prohibición de atravesar con armas el límite de la ciudad. Remo
no estaba de acuerdo con la interpretación de Rómulo, pues consideraba que lo importante era quién
había visto primero a los buitres y no el número de aves y, burlándose del recinto trazado por su
hermano, lo atravesó de un salto. Rómulo, encolerizado por el sacrilegio cometido por Remo le dio
muerte al instante. Después, arrepentido por el homicidio, enterró los restos de su hermano en la
cumbre del monte Aventino y se proclamó único rey de Roma.

Pero la leyenda no se detiene aquí. La ciudad recién creada necesitaba nuevos pobladores, y
por ello Rómulo instituyo un lugar de asilo en la depresión intermedia del monte Capitolio, al cual
se acogieron numerosas gentes procedentes de todos los lugares, en especial fugitivos de la ley y
gentes marginales. Pero faltaban las mujeres. Para conseguirlas, Rómulo convocó unos juegos e
invitó a ellos a un pueblo vecino, los sabinos, quienes acudieron al certamen acompañados de sus
esposa e hijas. En plena celebración, los primeros romanos raptaron a las mujeres sabinas con la
intención de convertirlas en sus esposas.

Según la tradición Rómulo reinó durante treinta y seis años. Sobre su muerte existían dos
versiones. La más antigua dice que desapareció durante una tormenta y fue elevado a los cielos,
identificado con el dios Quirino. La segunda versión sostiene que Rómulo habría sido asesinado y
que su cuerpo fue descuartizado por los senadores, cansados de su comportamiento tiránico.

Los romanos aceptaron el principio general del héroe fundador, pero lo adaptaron a sus
necesidades. Para ellos resultaba de gran interés invocar una lejana procedencia griega, pues les
otorgaba un marchamo de nobleza muy útil en el plano internacional. Admitieron, por ello, la
tradición sobre la llegada de Eneas a Italia, pero transformándola; el héroe troyano dejaba de ser el
fundador de Roma y se convertía en progenitor del pueblo latino, al cual pertenecía Roma. Como
fundador de su ciudad, los romanos eligieron al héroe indígena Rómulo.

De este modo, la leyenda de los dos gemelos fue incorporada al nuevo relato, pero con las
modificaciones que exigía su nuevo destino, el de la fundación de Roma. Quizás el más
significativo de estos cambios sea el episodio de la muerte de Remo, que se hacía necesario porque
el fundador de la ciudad debía ser único. Rómulo era visto como un rey sabio y justo, y la violenta
reacción contra su hermano Remo se justificaba como un castigo ante el delito que éste había
cometido. En la época de composición del relato original, el siglo IV a.C., todavía rea respetada esa
rígida disciplina romana, tenida como virtud de los antepasados, que no se detenía siquiera ante los
parientes más próximos.

El mito fundador desarrolló también el papel de Rómulo como creador del sistema
institucional romano, pues una ciudad no puede existir sin una organización política propia. Así, se
le considera el rey que creó los tres pilares de la estructura política romana: la realeza, el Senado y
el pueblo, repartido éste en curias y tribus a efectos políticos y militares. En cuanto al Senado, se
atribuyó también Rómulo su esquema social; él escogió entre las familias más nobles de los cien
individuos más distinguidos, que se convirtieron en los primeros senadores, mientras sus familias se
convirtieron en las más antiguas del patriciado. El resto de la población constituyo la plebe. En
cambio, la sistematización de la religión pública, elemento esencial en la definición de una ciudad,
fue atribuida al sucesor de Rómulo, Numa Pompilio.

Probablemente fue durante la segunda mitad del siglo IV a.C. cuando se elaboró la leyenda
completa de la fundación de Roma. De entonces datan las noticias más antiguas conocidas de
Rómulo, tanto en las fuentes literarias como en los testimonios arqueológicos (una representación
de la loba y los gemelos sobre un espejo hallado en Praeneste). Se sabe también que en el año 296
a.C. Se erigió en el Foro de Roma un grupo escultórico que representaba el episodio mas
significativo del mito.

En las épocas siguientes, la historia de Rómulo y Remo siguió siendo objeto de


manipulaciones, principalmente por motivos políticos. A finales del siglo II y durante el I a.C., en el
largo período de la crisis de la República romana, fue constante la mirada hacia los grandes
personajes del pasado, que se convirtieron en modelo de actuación política. Quienes aspiraban al
poder personal trataron de identificarse con Rómulo para, justificar su aspiración a refundar la
ciudad, mientras que sus adversarios políticos no dudaban en denigrar la figura de Rómulo como
muestra de oposición.

En general, seguía creyéndose que el relato acerca del origen de Roma era verídico, pero
algunos empezaron a dudar sobre algunos detalles concretos, como la paternidad de Marte y la
intervención de la loba. No faltaron algunos intentos de racionalización de un mito que tenía
aspectos poco creíbles. Se supuso, por ejemplo, que no fue el dios Marte quien violó a Ilia sino su
tío Amulio, quien se habría presentado armado como si fuera el mismo dios. Lo mismo sucede con
la loba, cuya presencia es negada por Tito Livio al decir que la madre adoptiva de los gemelos, Acca
Larentia, “habiendo prostituido su cuerpo, era llamada loba entre los pastores.

En versiones más recientes del mito se insiste en exculpar a Rómulo de la muerte de Remo,
que es atribuida a otros. El homicidio de Remo fue visto también como una especie de pecado
original que habría de marcar la historia de Roma.

A pesar de lo expuesto hasta ahora, la principal fuente de información sobre la fundación de


Roma es la arqueología. En los años 60 surgió una viva polémica entre las teorías de E. Gjerstadt,
que defendía la existencia de varias comunidades ocupando cada una de las diferentes colinas, que
con el paso del tiempo fundaron en una sola dando de este modo origen a Roma; y las de H. Müller-
Karpe, que para quien existió un único asentamiento en las cumbres del Palatino y la Velia, que
poco a poco se fue extendiendo hacia las demás colinas. Ambos señalan como fecha clave de este
proceso a finales del siglo VII a.C., pero mientras que para Gjerstadt este es el momento en el que
se funda la ciudad, para Müller-Karpe es el final del ciclo de constitución de la urbe.

Estos radicales planteamientos fueron superados en la década de los 70 por posturas más
flexibles, defendidas por M. Pallotino y M. Torelli, entre otros, que ven en el proceso de formación
de la ciudad elementos de ambas teorías, la sinecista de Gjerstadt y la de ciudad unitaria de Müller-
Karpe. Pero desgraciadamente, tampoco ellos explican a plena satisfacción el complejo panorama
de los orígenes de Roma.

Como primer dato proporcionado por la arqueología, tenemos que los restos más antiguos se
remontan al Calcolítico en la zona del Esquilino, pero no es seguro que se pueda establecer un nexo
de continuidad entre estos primeros pobladores y los que después ocuparon las colinas vecinas.
Entre los siglos X-IX a.C., sobre el Palatino pudo existir un asentamiento, probablemente de
hombres procedentes de los montes Albanos, que trajeron consigo la cultura villanoviana. En los
comienzos del siglo VIII a.C., poblaciones de economía agrícola y pastoril, ocuparon las partes más
elevadas de las colinas Palatino, Esquilino, Quirinal, diferenciándose de los anteriores por enterrar a
sus muertos en lugar de incinerarlos.

Entre los años 750 y 725 a.C. Se edificó un santuario en el Capitolio, y entre 705 y 700 a.C.
Se fechan los primeros restos de actividad humana en la zona del Comicio, con la existencia de un
posible lugar de culto, que tradicionalmente se ha identificado con el Volcanal; a mediados del siglo
VIII a. C. la necrópolis se ha trasladado ya a zonas periféricas del Esquilino y del Quirinal. Entre
725 y 675 a.C. Está atestiguado el culto en un santuario cerca al Atrium Vestae. Finalmente, entre
700 y 650 a.C., se llevó a cabo el saneamiento del sector septentrional del pantano que se extendía
por una parte del Veladro, se produjeron modificaciones en la zona del Comicio con la creación de
una zona pavimentada y se lleva a cabo también la primera pavimentación del Foro.

A pesar de los numerosos datos arqueológicos, la interpretación conjunta de todos ellos se


hace difícil por la superposición de los hallazgos. Una de las hipótesis más extendidas es la que
considera la existencia de cuatro fases que se suceden desde los inicios hasta el final de la época
monárquica. La primera de ellas es la denominada Roma cuadrada, es la etapa más antigua, que la
tradición identifica con la fundación original realizada por Rómulo y Remo y se corresponde con el
asentamiento de comienzos del primer milenio a. C., existente sobre la colina del Palatino. La
segunda es Roma de las siete colinas, probablemente en el siglo VIII a.C. Se desconocen los
límites exactos de la ciudad, pero sí que durante este período, las diferentes comunidades que
habitaban las colinas1 estaban ligadas por la denominada fiesta del Septimontium. No existen restos
de fortificaciones de este periodo, por lo que no podemos saber si estas comunidades poseían una
estructura común o si se trataba, tan sólo, de una unión nominal. La tercera Roma de los cuatro
distritos, ya con cierta consolidación interna, agrupaba las comunidades del Palatino, la Suburra
unida al Celio, el Esquilino y, finalmente, el Quirinal y el Viminal unidos en un único distrito. Por
último, la Roma de Servio Tulio, a partir del siglo VI a.C. El Capitolio entra a formar parte de la
ciudad junto a las cinco colinas de la fase anterior. La séptima colina histórica, el Aventino, se
incluirá más tarde, ya en el siglo V a.C.

En los últimos años se ha sumado a la discusión un nuevo elemento, relativo esta vez al
supuesto fundamento histórico de los fundadores míticos de Roma. La cuestión se ha suscitado a
raíz del hallazgo en Roma, por parte del arqueólogo italiano Andrea Carandini, de un muro de
piedra con una puerta, fechado en el tercer cuarto del siglo VIII a.C., en la ladera del Palatino que
mira hacia la colina Velia. Ha surgido la tentación de identificar el muro con aquel que, al decir de
los antiguos, construyo Rómulo en torno a este monte al fundar la ciudad (en 753 a.C. Según la
fecha tradicional). Así lo hicieron sus descubridores y esta opinión ha sido seguido por algunos
especialistas. Aunque no se prueba la existencia de Rómulo, sí al menos su obra fundacional, lo que
significa un primer paso hacia el reconocimiento de la historicidad del personaje. La existencia del
muro se sospechaba por algunos indicios topográficos recordados por los antiguos, como las puertas
Mugonia y Romanula, así como por determinados rituales de la más antigua religión romana. Este
hallazgo viene a confirmar el relevante papel que jugó el Palatino en el proceso de formación de
Roma, lo que justifica que con posterioridad la leyenda de la fundación se hubiese ubicado en ese
monte.

BIBLIOGRAFÍA.

MARTÍNEZ, J., Los orígenes de Roma, Madrid, 1999.


LIVIO, T., Los orígenes de Roma, Madrid, 2011.

1 Los dos montículos existentes sobre el Palatino (Palatium y Germal), los tres del Esquilino (Cispio, Fagutal y Opio),
el Celio y la Velia, loma que unía el Palatino con el Esquilino.

Anda mungkin juga menyukai