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Miguel Ángel Bastenier

El blanco móvil Curso de periodismo Con la experiencia de la escuela de El País

Ediciones Santillana

1ª edición: abril de 2001

(c) Miguel Ángel Bastenier (c) De esta edición:


2001, Grupo Santillana de Ediciones, S.A.
Torrelaguna, 60. 28043 Madrid
Teléfono: 917449060 Telefax 917449093

Impreso en España por:


Unigraf, S.L., Móstoles (Madrid)

I.S.B.N.: 84-03-09242-3 Depósito legal: M. 11.166-2001

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Miguel Ángel Bastenier ha escrito un libro apasionado y apasionante, en ocasiones airado y
siempre cultamente escéptico. Nos presenta aquí una reflexión práctica o una teoría en movimiento
para el trabajo periodístico: un sistema, como él lo llama, para ponerle nombre a la realidad,
destriparla y observarla.
Éste es un manual que responde a todas las preguntas que se pueda formular el estudiante de
periodismo mediante la descripción de una constelación de géneros que abarca la totalidad de la
gama posible de su trabajo.
De suma utilidad para el futuro profesional, es también un libro de reflexión, a veces sarcástica
pero siempre amena e inteligente, que interesará asimismo al público culto en general.
Después de la lectura de la obra de Bastenier, ya no se leen los periódicos de la misma manera.

Miguel Ángel Bastenier graduado en periodismo por la extinta Escuela Oficial y licenciado en
Derecho, Historia y Lengua y Literatura Inglesa, es subdirector de “El País” encargado de las
relaciones internacionales y profesor de Historia Política Contemporánea de Oriente Próximo en la
Fundación Ortega y Gasset. Entre 1968 y 1982, fecha en la que participó en la fundación de la
edición catalana de El País, trabajó en la prensa de Barcelona, donde fue director de Tele-Exprés y
subdirector de El Periódico de Catalunya. Ha publicado La guerra de siempre, sobre el conflicto de
Oriente Próximo, y ha colaborado en numerosos libros colectivos sobre asuntos de política
internacional.

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A Josep Pernau, que me ha enseñado mucho más de lo que sé.

Prólogo

Lo que no acabamos de ser es lo que somos

Al cumplir la Escuela de Periodismo Universidad Autónoma de Madrid/El País sus quince años
de existencia se publica su primer manual de Periodismo. Su autor, Miguel Ángel Bastenier, es
uno de sus mejores profesores. Quizá otros docentes pongan pronto por escrito los contenidos de
sus clases, por lo demás fundamentalmente prácticas, lo que servirá para ahondar en un tipo de
enseñanza que hemos procurado impartir. En la Escuela siempre se ha considerado que, en
general, el periodismo no dispone de teoría por más que en ocasiones ésta se haya querido
inventar de forma artificiosa; el periodismo es, en esencia, una práctica sobre la que, a veces, se
puede teorizar. Pero no al revés. Por ello, durante estos tres lustros los casi seiscientos alumnos
que han pasado por las aulas de la Escuela –las aulas no son tales; son redacciones como las de
cualquier medio de comunicación– se han conformado, o se han sobrado, con los apuntes y las
explicaciones verbales de los profesores, en casi todos los casos periodistas en ejercicio, no
académicos de Ciencias de la Información.

Este curso de periodismo aparece, además, en un momento-frontera para la profesión. En la


intersección de dos siglos se discute con apasionamiento y confusión sobre los contenidos del ser
periodista. La multiplicación de medios visuales, digitales, compite con la esencia de los medios
analógicos, escritos; y todos, alumnos y profesores, debemos atender a los nuevos contenidos y
herramientas del periodismo, llámese oficio o profesión. Algo tendrá que ver con el hecho de que
en la última década del anterior milenio fue cuando más ejemplares de diarios se vendieron, y
que desde entonces las ventas de la prensa escrita han empezado a disminuir por goteo, pero
ininterrumpidamente (la tendencia, para ser indiscutible, necesita más tiempo de
experimentación).

Nietzsche dijo: "Somos profundos, volvamos a ser claros". Esta es la principal virtud de este curso
de periodismo que huye en sus páginas de un falso academicismo que ha desprestigiado tantas
veces a las ciencias sociales y a las denominadas ciencias de la información. En muchas ocasiones,
algunas de ellas muy cercanas, el descrédito de la enseñanza del periodismo ha venido asociada a
una solemnidad falsa, sobrevenida, artificial. Y ello lo tiene presente Bastenier, al que gusta poner
las cosas en su sitio; cuando están a ras de tierra, y cuando sobrevuelan por el espacio, también
observando irónico los forzados sobrentendidos que se fabrican circunstancialmente para crear,
repito, solemnidades vacías. No vale la metainformación, dice; cualquier marciano que aterrizase
un día en la Tierra debería entender el periódico sin haberlo leído el día anterior, ni algún otro

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día. O combatiendo los tópicos que nos afligen y de los que somos culpables (españolito de a pie,
líder carismático, dar luz verde, crónicas de una muerte anunciada...) los periodistas que
buscamos ingenio en voces colectivas, populares, que fabrican sin cesar latiguillos que prenden
en el público hasta el aburrimiento.

Este libro es un diálogo con el lector curioso. Para leerlo, para discutir con su contenido no es
necesario ser estudiante de periodismo ni periodista. Tan sólo lector: consumidor de información.
El cliente de los medios de comunicación encontrará en él explicaciones a lo que tantas veces se
pregunta. Por ejemplo, el texto responderá con suficiencia a la crítica tan frecuente de que los
medios sólo publican el lado malo de las cosas y que obvian lo positivo, lo fantástico de lo que
sucede: el periodismo no publica buenas ni malas noticias, sino sorpresas, lo que se interrumpe, se
rompe, estalla, no el encefalograma plano de la continuidad.

Naturalmente esto es discutible. Como lo es la versión del periodismo que se aporta, alejada de
sinónimo de servicio público. El periodismo como puro cumplimiento de un contenido
informativo, "en las antípodas del periodismo salvacionista de presuntos pedagogos y agentes del
bienestar ciudadano". No hay ley de acero que comunique indefectiblemente al periodismo con el
bienestar del género humano.

De acuerdo con la definición general, ¿no hay excepciones para ese no compromiso?, ¿no han
de tenerse nunca en cuenta las consecuencias inducidas de una noticia publicada (o de una
noticia no publicada)? "No hay periodismo neutral, contrapuesto a otro periodismo de toma de
posición; sólo hay un periodismo profesional que, partiendo de posiciones de neutralidad, toma
posiciones con el respaldo de la información de que dispone", escribe el autor. Pero ¿sirve la
limpieza de su bisturí mediático, por ejemplo, en coyunturas como la del País Vasco en la que lo
que está en juego es la libertad de expresión o, más genéricamente, la libertad de los ciudadanos?
¿Vale la descripción de la desigualdad, por ejemplo, en el conflicto árabe-israelí? Estas preguntas
son en parte retóricas. Conozco los matices de Bastenier porque reconozco su labor profesional en
tantos lugares. Pero hay que explicitarlos. Lo que hace es teorizar la objetividad para actuar como
Moisés, que sabe que nunca llegará a la tierra prometida, pero que no renuncia a caminar hacia
ella. La utopía (la objetividad) nos recuerda que, aunque no haya recetas milagrosas, el
periodismo no sólo debe ser administrado, sino cambiado y mejorado. Y ello no debe darnos
miedo.

La objetividad. Concepto del que abomina el autor de este texto, pero que utiliza como un
cuchillo para dar sus opiniones subjetivas. Si hay un periodista subjetivo (valga la redundancia)
ése es Bastenier, que cree que, en el extremo, la objetividad significa que todos los medios serían
iguales, sin señas de identidad. La objetividad es sólo una palabra, una invocación teórica, un
santo y seña; pero que la objetividad no exista no significa que no haya que trabajar con “fair

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play”, con la honradez del punto de partida, con la ausencia de “parti pris” por parte del
periodista.

Con estos puntos de vista ¿se puede enseñar el periodismo? Es discutible, tanto como las tesis
que se defienden en este manual. Pero lo que es seguro es que se puede aprender. A ello quiere
contribuir este libro tan práctico y a la vez tan reflexivo, que polemiza incluso con el propio
concepto de periodista. Para poder hablar con propiedad de la existencia de una profesión tienen
que darse al menos dos condiciones: el establecimiento de un conjunto de intereses comunes entre
los que la practican, y el desarrollo de un programa específico educacional y preparatorio para su
ejercicio.

Muchas veces se puede dudar, en lo cotidiano, de que en España existan las dos condiciones, o
incluso una sola de ellas. El autor opina que periodista puede serlo cualquiera, lo que no es
equivalente a que cualquiera pueda ser un buen periodista. El periodista se define en negativo. No
es sino la suma de lo que no es. No es novelista, sociólogo, historiador, escritor, político,
economista, etcétera. Lo que no acabamos de ser es lo que somos.

¿Existen garantías suficientes para los ciudadanos, más allá del ordenamiento legal general, de
que los periodistas, tal y como han sido descritos, no van a abusar impunemente de sus poderes?
En algún sitio he leído, y lo he utilizado en más de una ocasión, la historia de Noam Chomsky, el
lingüista norteamericano, que fue al dentista; el médico, al examinarlo, observó que le rechinaban
los dientes.

Consultada su mujer reveló que ese rechinar no tenía lugar en horas de sueño. ¿Cuándo
entonces? Tras un exhaustivo interrogatorio se demostró que al intelectual le castañeteaban los
dientes por las mañanas, cuando leía la prensa. Preguntado acerca de cómo era posible tal acto
reflejo, Chomsky suspiró, como si viera por adelantado todas las estúpidas perversiones de la
verdad que estaba condicionado a seguir leyendo durante el resto de su vida, sacudido cada
mañana por furiosos actos de reprobación.

Descritos y analizados los rudimentos de la profesión y su práctica, echo de menos la siguiente


reflexión que tenemos pendiente hacer: pasar del periodista individuo al periodista profesión. A
sus problemas y deficiencias.

Hace poco tiempo, el periodista polaco Ryszard Kapucinski –uno de los mejores reporteros vivos
de nuestro tiempo– hizo unas cuantas reflexiones sobre la adulteración de nuestra profesión, que
merecen ser compartidas mientras les damos respuesta:

–El imperativo del beneficio económico ha reemplazado en los medios a las exigencias cívicas
prioritarias.

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–En los debates sobre los medios se concede una atención excesiva a los problemas técnicos, a
las leyes del mercado, a la competencia, a las innovaciones y a las audiencias, y una atención
insuficiente a los contenidos. Cuando los medios hablan de ellos mismos enmascaran los
problemas de fondo con la forma; sustituyen la filosofía con la técnica. Se preguntan cómo editar,
cómo montar o cómo imprimir y en cambio no cuestionan lo que quieren editar, montar o
imprimir.

El problema del mensaje es reemplazado por el del mensajero. Desgraciadamente, como


lamentaba Marshall McLuhan, el mensajero tiene tendencia a convertirse en el contenido del
mensaje.

–Las tecnologías punta han provocado una multiplicación de medios. ¿Cuáles son las
consecuencias? La principal es el descubrimiento de que la información es una mercancía cuya
venta y difusión puede proporcionar importantes beneficios. Antaño, el valor de la información
iba asociado a diversos parámetros, en particular al de la verdad. Hoy todo ha cambiado. El precio
de la información depende de la demanda, del interés que suscita. Lo que prima es la venta. Una
información será juzgada sin valor si no consigue interesar a un amplio público.

–Los periodistas puros que antes dirigían los periódicos han sido reemplazados a menudo a la
cabeza de las empresas por hombres de negocios.

–Desde que está considerada como una mercancía, la información ha dejado de verse sometida
a los criterios tradicionales de la verificación, la autenticidad y el error. Ahora se rige por las leyes
del mercado. Esta evolución es la más significativa entre todas las que han afectado al mundo de
la cultura. El mercado se ha salido de su espacio natural económico y hace imperialismo con la
información.

–La guerra interna entre los grupos mediáticos es una realidad más intensa que la del mundo
que les rodea.

– ¿Cómo entender el mundo? Hasta ahora se aprendía la historia gracias al saber que nos
legaban nuestros ancestros, a lo que contenían los archivos y a lo que descubrían los
historiadores. Hoy, la pequeña pantalla es la nueva (y prácticamente la única) fuente de la
historia, destilando la versión concebida y desarrollada por la televisión.

–Vivimos un mundo paradójico. Por una parte se nos dice que el desarrollo de los medios de
comunicación ha conseguido unir a todas las partes del planeta (la globalización); por la otra, la
temática internacional ocupa cada vez menos espacio en los medios, ocultada por la información
local, por los titulares sensacionalistas, los cotilleos, los personajillos y toda la información
mercancía.

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Completar las reflexiones y los interrogantes de Kapucinski, que muchos nos hacemos, sobre la
pérdida frecuente del carácter tradicional de contrapoder del periodismo, es un desafío para la
Escuela de Periodismo UAM/El País –que nació para dudar, además de para enseñar– y para
futuros manuales sobre nuestra profesión y sus mutaciones.

Joaquín Estefanía, director de la Escuela de Periodismo UAM/El País

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Introducción
Este libro es un manual, pero no exactamente un manual escolar; este libro es un
manual del curso de la Escuela de Periodismo UAM/El País, una materia, esta del
periodismo, sobre la que es complejo imaginar que se pueda impartir una
enseñanza académica; la pretensión, por ello, de este texto es la de ser a la vez que
un diálogo con el alumno, o con el lector interesado, también una exposición,
inevitablemente subjetiva, de cómo se practica el periodismo en nuestro entorno
cultural; una interrogación añeja sobre qué es o qué puede ser eso del periodismo;
y, como itinerario de fondo, un recorrido pormenorizado del trabajo que durante un
año, de enero a diciembre, se realiza en la Escuela de este periódico. Sin el
concurso, por tanto, de las catorce promociones que han llenado en otros tantos
años las instalaciones de Miguel Yuste, 40, este esfuerzo no habría sido posible.

Pero, si la materia prima que hemos de manejar es el periodismo, parecería


apropiado que antes tratáramos de establecer unas mínimas coordenadas para
apuntar en qué consiste. El periodismo, ya se ha apuntado, difícilmente se enseña,
pero sí se aprende. Y no necesariamente en una escuela o facultad. Es útil, pero en
absoluto imprescindible que así sea.

Existe una diferencia esencial entre los estudios de Periodismo y los de cualquiera
de las profesiones liberales de todos conocidas. Derecho, Ingeniería, Arquitectura,
Medicina, son todas carreras que poseen un contenido positivo, evolutivo por
supuesto, pero indiscutible. La sociedad se protege contra los que deseen un día
ejercer como abogados, ingenieros, arquitectos, médicos, etcétera exigiendo que
los interesados cursen determinados estudios durante un cierto número de años
para que obtengan un papelito enmarcable, en el que se da fe de que esa persona
ha adquirido, teóricamente al menos, los conocimientos imprescindibles para ganar
algún pleito, para que no se le caigan irremediablemente las casas, o para que no
sufran indebidamente los enfermos. La sociedad carece, en cambio, de las debidas
garantías contra el abuso o mal uso del oficio o profesión –ambos términos me
parecen correctos– de periodista, más allá de lo que la protejan las disposiciones del
ordenamiento jurídico vigente. Y siempre a posteriori. ¿Por qué? Porque el
periodismo carece de corpus, currículo –”pensum”, como lo llaman en Colombia–
del conjunto de doctrinas o normas recibidas, que puedan estructurarse a manera de
compendioguía, más allá de unas generalizaciones que parecen ya un poco
desgastadas por el uso. Por eso, este libro no puede ser un auténtico manual
escolar, porque es limitado el acervo con el que proceder a una escolarización del
aspirante.

No ignoramos que en el caso de las profesiones anteriores, la práctica, el


enmarañamiento con la realidad –si es que, como veremos, el término realidad tiene
algún significado– va a ser siempre decisiva para que el licenciado pueda
considerarse abogado, médico, arquitecto o ingeniero. Pero, aun así, el canon es
algo tangible.

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¿Qué ocurre, entonces, con el periodismo? El periodista no es un novelista,
aunque, inevitablemente, sus materiales contienen un poderoso aliento de ficción,
de creatividad activa sobre lo que percibe; el periodista no es un sociólogo, pero qué
duda cabe de que en su trabajo habita una sociología práctica y cotidiana; el
periodista no es un historiador, aunque de las hemerotecas los historiadores
extraerán parte de la materia prima con la que trabajen; el periodista no es un
político, ni tiene por qué ser un hombre público, pero su cercanía a los corredores
del poder puede hacerle creer que es un agente de la gobernación del país, lo que
cabe, por supuesto, que sea, pero sólo de manera indirecta, como en todos los
casos anteriores.

El periodista puede entenderse, por tanto, como una suma de todo lo que no es:
no es un novelista, no es un sociólogo, no es un historiador, no es un político;
luego, la adición de todas esas imposibilidades o insuficiencias, conforma, de
manera muy apropiada aunque especialmente enigmática, lo que sí es. Lo que no
acabamos de ser, de una manera múltiple, es lo que somos.

Y ese lote es indefinible porque, efectivamente, no existe el corpus doctrinal que


exprese semejante suma de negaciones. Por eso, periodista puede serlo cualquiera,
lo que no significa que cualquiera pueda ser un buen periodista; y por esa razón hay
que admitir que el único control de acceso a la profesión sea el interés del mercado
conjuntamente con el de la sociedad: la aprobación del lector y la decisión del
empresario, que otorgará la condición de periodista a quien se dé la oportunidad de
serlo.

Todo lo cual por supuesto, no significa que sea inútil tratar de adquirir un bagaje a
manera de canon para abrir boca, a través de las instituciones de que se trate. Pero,
siempre, resignándose a la evidencia de que en vez de disponer de una teoría que
guía nuestra práctica, el trabajo del periodista es una práctica sobre la que, en
ocasiones, nos da por teorizar.

Eso es lo que trata de hacer esta Escuela. Veamos cómo.

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Capítulo I
El estado de la cuestión
No es imposible que estemos viviendo los últimos años de la profesión periodística
tal como se ha conocido, al menos, en el último siglo. Los alumnos de la promoción de
2001 de la Escuela UAM/El País, que habrán completado su preparación en diciembre
de este año, vivirán todavía una parte de su carrera, pero no necesariamente la
mayor, en un contexto básicamente similar al finisecular, pero van a asistir durante la
misma a enormes transformaciones en el ejercicio de la profesión, que es muy
probable que desemboquen, a no tantos años vista, en una realidad muy distinta de la
que hoy aún conocemos.

Quizá, los libros de historia del periodismo de dentro de unas décadas reseñarán, a
manera de piadosa elegía, este tiempo nuestro como el del comienzo de la gran
mutación.

La tecnología de la fabricación de diarios ha conocido durante el siglo XX grandes


progresos, pero, básicamente, de tipo más cuantitativo que cualitativo. Hemos pasado
de la máquina de escribir y del hot type o plomo a las páginas directamente
pergeñadas en el ordenador, así como nos valemos también de la transmisión vía
satélite para volatilizar y materializar páginas de periódico para su impresión a miles
de kilómetros de distancia, y, últimamente, al diario electrónico, que, aunque dentro
de pocos años pueda parecer prehistórico en su tosquedad actual, existe sólo desde
que, por razones militares, el Pentágono norteamericano creara en 1993 la World
Wide Web. El número de host computers conectados a Internet ha crecido de 130,000
en 1989 a cerca de 35 millones a fin del siglo pasado, con lo que, si calculamos unos
cinco usuarios por aparato, eran ya cerca de 200 millones los pinchados a la red en
2000, con un crecimiento exponencial en perspectiva.
Todavía hoy, sin embargo, el gran vehículo de la prensa diaria es el mismo que hace
cien años. Por muy notables que hayan sido los avances producidos, por mucho que
haya cambiado, al mismo tiempo que la tecnología de prensa, la técnica profesional de
rellenar diarios, un hecho troncal se ha mantenido: el soporte papel.

Las páginas de los diarios de hace cien o más años son enormemente diferentes de lo
que entendemos hoy por prensa profesional, pero su esencia no ha variado en la
relación del lector con el producto: se despliega el periódico a tenor de su formato
(universal o broadsheet, tabloide y todos los híbridos de ambos); se lee de una manera
muy física, muy material, casi con el movimiento de cabeza de quien ve un partido de
tenis; se abarca de una ojeada la totalidad de la página, que tiene una arquitectura
informativa determinada, cuya percepción ya es en sí misma una primera
interpretación del mundo; el ordenamiento consecutivo en secciones del periódico, su
impecable orden interno, con todo lo cual estamos ya tan familiarizados, nos permite,
si lo deseamos, comenzar a leer un texto por el final, arrancar en cualquiera de sus
párrafos intermedios, o combinar la lectura casi simultánea de varias informaciones a
dosis determinadas por el usuario. Todas ellas son posibilidades de aproximación al
periódico que contribuyen a darle a la lectura una tangibilidad física hasta construir
una relación íntima y sensorial con el diario.

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Todo eso no lo podemos encontrar en la lectura de una publicación virtual.

La palabra, escrita pero titilando de manera apenas perceptible sobre una pantalla,
es el único nexo de unión de un futuro que ya es presente con un presente que corre el
peligro de ser cada día más pasado.

Las estadísticas sólo sirven para explicarse a sí mismas, pero, probablemente, no es


ocioso creer que el estancamiento de cifras de ejemplares de prensa vendidos y el
número de publicaciones hoy existentes en el mundo occidental tiene que ver con el
desarrollo de esa otra forma de leer periódicos. Redondeando cifras, de algo más de
1,500 publicaciones diarias en los países de la Unión Europea que existían en 1995,
hemos pasado a una pérdida neta de unos 50 títulos, mientras que en Estados Unidos,
de unas 5,500 publicaciones en idéntica fecha, ha bajado el total en algo menos de un
centenar. Paralelamente, la venta total de diarios en Europa y Estados Unidos es
sustancialmente la misma, a comienzos de 2001, que en 1995.

En el desglose por países y zonas culturales, las cifras no tienen, sin embargo, por
qué ser uniformes; países menos dados a la lectura, como Portugal y Grecia –por
debajo del consumo de 100 ejemplares por 1,000 habitantes– y en menor medida
España, con algo más de 100, gozan de un margen de crecimiento potencial mayor que
los mejor dotados como Noruega y, en general, el mundo escandinavo, donde el índice
oscila en torno a los 500 ejemplares.
Es probable, en consecuencia, que hayamos llegado en este tránsito entre los siglos XX
y XXI al volumen máximo de venta de diarios, en soporte papel, que el mundo ha
conocido o va a conocer. Los que entran, por tanto, este año 2001 en esta antesala de
la profesión que es la Escuela de El País o en las Facultades de Ciencias de la
Información –en general, llamadas de Comunicación en América Latina– que sepan
que el empleo en la prensa de papel, y en particular en los diarios de información
general, es una piel de onagro que se encoge, aunque, como compensación se esté
creando un importante volumen de empleo en los portales de Internet, que, tras el
necesario desbroce del trigo y de la paja, habrá de constituir la fuente de trabajo más
pujante en los años venideros.

El currículo de la escuela

El esquema de trabajo en la Escuela es el siguiente: el curso es de un año natural, a


comenzar en enero, poco después de Reyes, con la conclusión en diciembre, apenas
unas fechas antes de Navidad. La actividad lectiva se divide en tres grandes tramos.
Dos cuatrimestres, tan largos que son de casi cinco meses, y un período intermedio de
prácticas, de dos, que los alumnos realizan como profesionales formados en alguno de
los medios de comunicación del Grupo Prisa incluido El País.

El primer cuatrimestre se consume inicialmente con un corto período de


familiarización con el aparataje tecnológico, que es exactamente el mismo que el del
diario, y una preparación teórico-práctica, con mucho más acento en lo segundo,
distribuida en dos grandes áreas: el conocimiento específico de las diferentes secciones
del periódico en materias individualizadas, que se limita a ese primer cuatrimestre, y
un planteamiento troncal que llamamos “reporterismo y redacción”, cuya duración
abarca todo el año, y que, como denominación, es sólo uno más de los nombres de la

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rosa para designar cómo se hace un diario. También tratamos de las publicaciones no
diarias, como es el caso de los semanarios, pero nuestro material de base es lo que
llamamos, erróneamente, periódicos, cuando son diarios. Las páginas que siguen se
ocuparán exclusivamente de este último transcurso, con el acento en el “qué” y el “por
qué”.

El segundo cuatrimestre es exclusivamente práctico, como en su momento veremos.


Pero, aún hay que dar cuatro pasos por las nubes antes de meternos en las vías de
hecho.

Sobre la objetividad y otros ensueños

Todavía se repite como un mantra la famosa declaración de que “los hechos son
sagrados y las opiniones libres”, entre otras cosas porque los hechos cuestan el dinero
de ir a buscarlos y opinar puede hacerlo cualquiera sentado en su despacho.

Eso está bien, si no se nos sube a la cabeza. Efectivamente, lo que es la opinión del
periódico, en forma de editoriales no firmados, o artículos firmados que expresan una
valoración para subrayar que “esto es mejor que eso, yo recomiendo tal cosa, me
gustaría que pasara aquello o lo de más allá”, etcétera, son un tipo de textos que
deben estar claramente diferenciados en su presentación gráfica de lo que
comúnmente llamamos “información”, para que el lector sepa a qué atenerse, dónde
hay narración de hechos presuntamente ocurridos, y dónde se hallará lo que ha de ser
un comentario valorativo de los mismos. Pero suponer, realmente, que es posible
separar los hechos de la opinión es pura fantasía. No ha habido jamás un solo texto,
por desnudo que pueda parecer a nuestros ojos, que no contenga alguna carga de
opinión en primer grado, siquiera que sea por la colocación que ha merecido en las
páginas del periódico.

La objetividad es sólo una palabra, una invocación, un santo y seña al que


encomendarnos, porque eso que llamamos la “realidad”, o bien no existe o no tenemos
ninguna posibilidad de aprehenderla por la vía del conocimiento.

Contaba un día Fernando Savater que el escritor José Bergamín solía ironizar
diciendo que si él hubiera nacido “objeto” sería “objetivo”, pero como nació sujeto era
“subjetivo”.

La objetividad no existe y no hace ninguna falta que exista, porque si fuera así todos
los diarios, al menos los que cumplieran con sus objetivos profesionales, darían
siempre prácticamente la misma versión de los hechos, todo habría ocurrido de forma
inapelable, al margen de que luego se editorializara de la forma que fuese.

Tomemos un hecho aparentemente diminuto. Un ciudadano del norte de África, por


tanto emigrante, ha dado muerte a puñaladas a un madrileño en una de las calles
adyacentes a la Puerta del Sol. Exactamente los mismos elementos narrativos
(filiación de víctima y victimario, lugar, hora, informe forense, declaraciones de
testigos presenciales) dispuestos en el periódico de formas distintas (página, posición,
número de columnas) contarán también historias esencialmente diferentes y, en
principio, igual de válidas y comparativamente tan “objetivas” unas como otras.

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Pero, más aún, incluso manteniendo inalterables las condiciones anteriores, si
comenzamos la historia escribiendo en el primer párrafo "un emigrante" –no digamos
ya un "norteafricano"– estaremos haciendo esa cosa tan horrible que es guiñarle un
ojo al lector, diciéndole como quien no quiere la cosa –que es la peor forma de querer
algo– “alerta los pueblos, que los asesinos de fuera están entre nosotros”; si damos, en
cambio, ese dato como cierre de la información, como una coletilla casi de cariz
administrativo en el último párrafo, pero siempre con el mismo fraseo a lo largo de la
información, estaremos haciendo mucho menos o ningún hincapié en la peligrosidad
del “sujeto”. Obviamente, si en aras de una versión de lo que hoy muchos consideran
políticamente correcto, llegamos a la conclusión de que no hay que “fichar” al
homicida, basándonos en que cuando un español mata a otro español no hacemos
mención de nacionalidad alguna, es que estamos ya entonces en mundos
diametralmente opuestos. Y, en cualquier caso, uno u otro tipo de diario, según su
visión del mundo, preferiría también diferentes versiones de lo sucedido.

Es cierto que, jugando con las palabras, podemos establecer diferentes cánones
terminológicos, a condición de que nos atengamos a ellos. Si en vez de opinión,
queremos decir –y querremos– que las diversas visiones antes reseñadas contienen
diferentes “interpretaciones”, porque el término opinión lo reservamos para más altas
misiones -y lo reservaremos- no hay tampoco inconveniente. Algún grado de
valoración o interpretación –u opinión– es siempre inseparable de eso que con gran
fantasía por nuestra parte llamamos “los hechos”.

El policía veterano de aquella famosa serie de televisión “Canción triste de Hill


Street” (Hill Street Blues), que daba cada mañana sus órdenes a los agentes
patrulleros antes de que estos salieran a la calle, concluía invariablemente su breve
parlamento diciendo: "And take care, out there" ("Y tengan cuidado, ahí afuera").
Harían bien los periodistas en seguir esa indicación porque ese “ahí afuera” es la
realidad, algo radicalmente ajeno a toda capacidad humana de reproducción por medio
de lo escrito.

Cabe decir del periodismo, o de su vana tentativa reproductora, algo parecido a lo


que teóricos contemporáneos dicen de la narración histórica.

El pensador norteamericano Hayden White 1, como los franceses Paul Ricoeur y


Roland Barthes, entre otros, niega radicalmente la posibilidad de reproducir los
hechos; es decir, que los hechos no tienen más existencia que la puramente lingüística,
porque nadie sabe lo que son, dónde empiezan y dónde acaban. Son tan “reales” como
la famosa “nariz de Cleopatra”, sobre la que ironizaba E. H. Carr2, y que,
supuestamente, había cambiado el curso de la historia. De una forma muy explícita el
sociólogo francés Duverger nos pone en guardia: "Antes que buscar una objetividad o
una neutralidad, inaccesibles, el “sociólogo” debe ser consciente de la imposibilidad de
prescindir de las ideologías en las que vive, a fin de limitar la definición que resulte de
todo ello. Y esto implica de salida que sea consciente de su propia ideología y que lo
confiese. Y acto seguido, tener en cuenta no sólo su “ideología”, sino la de “los otros”

1
“The Content of the Form”, Johns Hopkins University Press, 1987.
2
¿Qué es la historia?, Seix Barral, 1972.

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para construir sus hipótesis y sus teorías 3". Sólo hace falta sustituir “sociólogo” por
“periodista”, que ya hemos visto que lo es en alguna forma sin necesidad de tener
conciencia de ello, “ideología” por “puntos de vista” o “preferencias personales”, y “los
otros” por “el mundo alrededor”, para que la cita sea tan impecable como implacable.

La realidad puede que exista o no, puede que seamos o no capaces de definir en qué
consiste, pero lo que sí es seguro es que ese conjunto magmático que se ofrece al
periodista integrado por ruidos, colores, ráfagas de luz, partículas de polvo,
radiaciones en suspensión y hasta sentimientos que se cortan con un cuchillo de los de
matar, es irreproducible, irreconstruible, no extrapolable; y no sólo, a causa de las
obvias dificultades que presenta su comprensión, por la existencia de variados y
muchas veces contradictorios puntos de vista hasta para mirar un cuadro, como
subrayaba un gran decano de la prensa italiana, Eugenio Scalfari, en una lección
inaugural del curso de la Escuela, sino porque lo que ocurre “ahí afuera” y lo que
ocurre “aquí adentro” no tienen ninguna relación entre sí que permita la transcripción
de un medio a otro.

La palabra escrita, o hablada, es una realidad en sí misma, un medio que no tiene


nada en común, ningún área de superposición, con los hechos que se supone que está
describiendo. Es sólo una convención la que hace que creamos que determinados
signos en el papel reproducen “fielmente” lo que ha pasado; contrariamente a ello, no
reproducen nada, pero sí son una representación de eso que decimos que ha ocurrido,
dentro de su propia materialidad intelectual, distinta pero “equivalente” a lo que
decimos que ha sucedido.

Estamos, por lo tanto, creando una nueva realidad que es una narrativa, entre
muchas posibles e igualmente válidas, del “out there”. Pero, ¿significa eso que si Dios
no existe, como dijo Karamazov, todo está permitido? Por supuesto que no 4.

Si la objetividad no existe, ni es deseable en sí misma, lo que sí existe, en cambio, es


lo que los anglosajones llaman el “fair play”; la honradez del punto de partida, la
ausencia de “parti pris” por parte del periodista. Cuando nos aproximamos a lo que
hay por ahí, cuando lo oímos, vemos, tocamos, nos dirige la palabra, e interaccionamos
con ese mundo exterior, hemos de obrar con la más estricta neutralidad, o combatir
con nosotros mismos para que así sea, puesto que hay que partir de la radical
imposibilidad de la objetividad en nuestro trabajo.

En un seminario organizado por la Fundación para un Nuevo Periodismo


Iberoamericano de Gabriel García Márquez, que se celebró en noviembre de 2000 en
Cartagena de Indias (Colombia), uno de los asistentes, académico de Oxford, sin duda
con la mejor buena fe, reaccionó ante un alegato de uno de los periodistas presentes,
que defendía ese periodismo de la “neutralidad”, con una sentida loa a un periodismo
que calificaba enigmáticamente "de los valores", en contraposición a la ausencia del
“parti pris” que mencionamos y que le parecía poco menos que un atentado a las
buenas costumbres, la Escolástica y santo Tomás de Aquino; y, sin embargo, es una
posición fundamental de este libro que sólo en la neutralidad residen los auténticos

3
Maurice Duverger, “Sociologie de la politique”, PUF, 1973 (traducción del autor).
4
Fiodor Dostoievsky, “Los hermanos Karamazov”, múltiples ediciones en todas las lenguas del planeta.

15
valores profesionales; el no preferir ni a Hitler ni a la Virgen María, sino aspirar a dar
la mayor y mejor información posible a la sociedad, siempre actuando con honradez y
siguiendo las reglas del “fair play” con el objeto de la información.

Esa imposible objetividad y esa necesidad de neutralidad se oponen frontalmente a


otra concepción muy extendida del periodismo como algo más que el puro
cumplimiento de un cometido informativo para facilitar a la sociedad un mejor
conocimiento de sí misma.

En las antípodas de la visión de un periodismo salvacionista propio de presuntos


pedagogos y agentes del bienestar ciudadano, este libro sostiene que nuestra profesión
no puede ser una extensión del ministerio de Obras Sociales, ni el brazo más o menos
armado de la obra del Padre Pío. La misión de procurar que la sociedad se conozca a sí
misma, y, quizá, por ese camino, como cuestión de hecho pero no como objetivo
superior, contribuir al bienestar de todos es ya un esfuerzo suficientemente gigantesco
como para que no haya necesidad de añadirle el pastoreo de las almas, la
alfabetización del que no sabe, el socorro al que no tiene y demás tareas propiamente
apostólicas, pero en absoluto periodísticas.

No hay ley de acero alguna que comunique indefectiblemente el periodismo con el


bienestar del género humano; más aún, es perfectamente concebible la situación en la
que la publicación de una noticia relevante y de interés general cause algún daño, al
menos a corto plazo, a la apariencia de ese bien común, como ocurriría cuando, por
ejemplo, la revelación de algún secreto de la cosa pública favoreciera a los partidarios
de uno u otro terrorismo. En esas circunstancias, no hay que dar por sentado tampoco
que el periodista esté obligado, por encima de todo, a servir a una diosa abstracta e
implacable de la información publicando lo que sea, puesto que habrá que reconocerle
siempre el ejercicio de su libre albedrío, en virtud del cual podrá abstenerse de
publicar aquel material tan grávido por simple temor o respeto humano; pero, lo que sí
estoy diciendo es que tiene derecho a tirar adelante con esa publicación, cualesquiera
que sean las consecuencias que se deriven de ello, si cree que debe hacerlo.

No hay un periodismo neutral, contrapuesto a otro periodismo de toma de posición;


sólo hay un periodismo profesional que, partiendo de una posición de neutralidad,
toma posiciones con el respaldo de la información de que dispone.

16
Capítulo II

Primera aproximación a los géneros: la información seca

No hay nada establecido de manera irrefutable en cuanto a géneros; ni cuáles deben


ser, ni cuántos, ni para qué, aunque la variedad de aproximaciones al problema es
infinita; de ahí que se derive una gran confusión, o, simplemente, un uso tan libre
como legítimo de una u otra terminología. Aquí no seremos diferentes, pero sí se
tratará de huir de las vaguedades literaturizantes en la utilización de unos epígrafes
inevitablemente genéricos, siempre de la manera más precisa y coherente posible.

La primera pregunta que hay que hacerse es la del porqué de los géneros.

¿Es inevitable que existan?, y, por tanto, ¿qué nos perdemos si no procedemos a su
previa codificación? La respuesta es que seguramente no nos perdemos nada
irreparable, y que el periodismo es perfectamente capaz de existir sin necesidad de
que nadie se pare a determinar en qué está escribiendo, como aquel que decía de
alguien que hablaba en prosa y no lo sabía. Eso no significa, sin embargo, que no sea
interesante establecer un mapa previo de lo que llamamos la realidad, de todo aquello
que es posible enfocar a priori como asunto periodístico, con unos determinados
objetivos e instrumentos de trabajo, de forma que todos los quehaceres informativos se
puedan enfocar desde un ángulo teórico previo.

Circulan por ahí definiciones de “género” que nos remiten a la vaguedad celestial
más completa. Se dicen y se escriben cosas como que la “crónica” es un texto con un
mayor contenido literario que la información o la noticia –cuando noticia sólo es la
materia prima, no la forma de trabajar con ella–, en la que el presunto cronista
dispone de unos recursos expresivos que van más allá de lo que sería necesario para
una información (“nota”, en el español de América Latina). Todo eso no quiere decir
nada, porque nadie sabe dónde empieza o dónde acaba la literatura en el quehacer
periodístico, ni qué son eso de mayores o menores recursos expresivos.

En esta Escuela se han ido destilando unos puntos de vista acerca de los géneros,
partiendo de la base de que la terminología es aleatoria, y lo que aquí puede llamarse
“crónica” en el chiringuito de al lado puede recibir un bautismo totalmente diferente, y
no por ello pasa nada si estamos hablando del mismo o similar tipo de cosa. Lo que se
ha intentado, por tanto, es sentar lo más claramente posible unos criterios de los que
se deduzca que estamos escribiendo, al menos predominantemente, en uno u otro
género. Y el punto de vista que yo he adoptado para establecer una parcelación en
géneros del trabajo periodístico es el de la perspectiva del autor, de forma que su
relación, llamémosle de propiedad, con el texto, sea el principal criterio para
determinar qué es lo que tenemos entre manos.

Estableceremos, así, tres géneros troncales, que denominamos por orden de


aparición en escena:

a) seco o informativo puro; b) crónica; c) reportaje; de manera que a medida que


vamos avanzando en la “generificación” del material informativo, irá aumentando

17
también la personalización del mismo, la atribución creciente, por las razones que en
su momento veremos, de la propiedad intelectual, del dominio sobre el texto que posea
el autor. Paralelamente, como un derivado o subgénero de la crónica, se halla el
análisis (news analysis en la prensa anglosajona), y del reportaje, la entrevista, con
todas sus eventuales variantes.

El siguiente sería el diagrama que expresa el recorrido desde el punto de mínima


personalización, el género seco, pasando por el género intermedio de la crónica, para
llegar al grado máximo de intervención personal, allí donde el autor es más
propietario de lo que escribe, que se da en el reportaje.

+* l 1. o 2. o 3. % l Seco Crónica Reportaje % l %. %. %l


Análisis Entrevista % hj

O, mejor aún, dibujemos la gráfica de la relación que sostienen entre sí los géneros
en forma de círculos concéntricos sucesivos.

“:? l Reportaje % l “:? % l l Crónica % % l l “:? % % l l l Seco % % % l l e:i % % l e:i %


e:i

A partir de un núcleo central, que sería la información seca, dibujaríamos esta


dentro de otro círculo, que representaría la crónica, y, finalmente, este círculo
intermedio estaría contenido dentro del círculo más exterior, el correspondiente al
reportaje.

Esta representación es, posiblemente, la más precisa porque, como veremos en la


explicación de cada uno de los géneros, la crónica incorpora todo lo que contiene el
género seco, y el reportaje, a su vez, está integrado por todos los recursos expresivos
que encontramos en los dos anteriores, crónica y género seco. La posición relativa del
análisis y la entrevista, como derivados o integrantes, respectivamente, del planeta-
crónica y del planeta-reportaje, no exigen aquí representación individualizada.

Alcance y utilización del género seco

No existe el grado cero de la escritura más que en el sentido en que lo decía Roland
Barthes cuando hablaba de crear precisamente "una escritura blanca, una escritura
inocente, una escritura de periodista".5. Pero, entendiendo lo periodístico de una
manera obviamente distinta a como lo hacía el distinguido sabio francés, sabemos que
es imposible hallar textos en los que no se dé algún grado de opinión, de
interpretación, de visión del mundo. Pero lo que sí cabe es tratar de enunciar
solamente eso que llamamos “hechos”, sin deslizar opiniones o interpretaciones
explícitas, en cuyo caso aspiraremos al grado ya mencionado de despersonalización
máxima de lo narrativo, de menor apropiación intelectual por parte del autor.

Y para cerrar el círculo de esta primera aproximación, definiremos como “hechos”


cualquier tipo de acontecimientos que pueden verse, escucharse, y tocarse, y, por ello,
parcelarse; y trataremos de establecer un modo representativo de los mismos en forma

5
Roland Barthes, “Le dégré zero de l'écriture”, Du Seuil, 1953.

18
de elementos o unidades narrativas de la manera que el autor crea más conveniente
para la mejor comprensión del texto.

Todo ello significa que para redactar un texto en género seco no podremos escribir "la
multitud corre despavorida", porque no es posible ver la condición de "pavor".
Diferentemente, para cumplir las exigencias de este género, habrá que escribir, por
ejemplo, que "la multitud corrió en todas direcciones"; es posible que añadamos
"gritando", o, en todo caso, de forma que la descripción del comportamiento de la
multitud se lleve a cabo sin una valoración que vaya más allá de lo físico, de lo que se
está viendo y oyendo. Como vemos, todo ello es algo más complejo que aquello de
"escribir sin adjetivos", como si fuera posible describir nada sin recurrir al adjetivo.

Este género seco es el habitualmente utilizado por las agencias en los cables que no
aparecen firmados. ¿Por qué gran parte del material que distribuyen las agencias está
redactado en ese estilo deliberadamente átono? Porque no es un material exclusivo,
porque se suministra a un gran número de publicaciones abonadas, que, por ello,
puede darse el caso de que publiquen la misma o virtualmente la misma información
sobre un hecho o acontecimiento determinado.

La agencia parte en esas piezas no firmadas del supuesto de que el que tiene que
pensar, el que tiene derecho a darle un enfoque interpretativo u opinativo a la
información es el periódico, que se sirve de los cables de agencia –que hoy llegan
directamente a los ordenadores de la redacción– de una gran variedad de formas, pero
que si es un verdadero periódico profesional, y no tiene nada que añadir a la historia
narrada en los cables, se limitará a publicarlos a lo sumo dándoles una mayor
coherencia por medio de su reescritura, pero tan carente esta de enfoque
interpretativo específico como el de la propia agencia.

Los grandes diarios, aquellos que aspiren con arrogancia luciferina a explicar el
mundo al mundo, están actuando por debajo de sus pretensiones teóricas si se ven
obligados a contar historias básica o exclusivamente construidas con material de
agencia, por mucha reescritura que se le dé al asunto, y, aunque todo esto es,
naturalmente, sólo un canon convencional que no pretende decir la última palabra
sobre nada, parece razonable decir que los diarios no deberían manipular ese material
más allá de lo necesario para hacerlo inteligible, lo que puede ser obligado porque,
normalmente, se habrá tenido que trabajar con una multitud de cables, de los que
cada uno cuenta sólo una parte de la historia, y entre todos habrá que componer una
narración unitaria. Ningún gran diario, por otra parte, deberá conformarse con contar
historias sólo a través del teletipo, por la sencilla razón de que esa información no es
suya, se deberá publicar con el debido crédito a la agencia, y la propiedad o
personalización que sus redactores hayan podido darle al asunto será próxima a cero.

El periódico no está sirviendo en el caso anterior un producto exclusivo al lector. Una


de las claves, en cambio, en el caso anterior de lo que en la prensa francesa llaman "la
fidelización" de los lectores es el sentimiento de que el usuario sólo encontrará un
cierto tipo de material en su periódico, aunque los grandes asuntos de los que la
publicación informe inevitablemente coincidan con los que trate la competencia.

19
La prensa británica no emplea directamente el material de agencia, salvo en
informaciones brevísimas y muy complementarias. Eso no significa, por supuesto, que
los periódicos, grandes, pequeños o medianos puedan prescindir de este material.
Claro que lo necesitan. Los cables funcionan como una red de seguridad, una
estructura que permite a la redacción disponer de una narración de acontecimientos
casi en bruto, para poner en marcha sus estrategias informativas, distribuir las
fuerzas de la redacción, hacer el mapa diario de lo que se quiere destacar, y, también,
completar el texto de los periodistas que van a redactar una información, puesto que
no es descrédito que uno no haya visto, oído o asistido a la totalidad de la
representación teatral que suelen ser los “hechos”.

Los periódicos son, evidentemente, muy libres de adoptar estrategias diversas de


cara al lector, en consonancia con los medios de que dispongan o que asignen a
determinados cometidos. En la prensa de Barcelona de los años setenta –tiempos de
recuperación paulatina de un periodismo en libertad en publicaciones desaparecidas
la mayoría con la transición–, el autor de este libro desplegaba con algunos esforzados
compañeros el mayor ingenio de que era capaz para “romancear”, es decir, reescribir
enriqueciendo –pero sin firmar los textos, puesto que estamos hablando de
Internacional y de lugares distantes que no había visitado el anónimo redactor de la
información, por lo que su firma habría sido tan chocante como inapropiada– para
hacerlos más explicativos, más digeribles, completando con mucho contexto –
”background”, en la parla local– la aridez del material de agencia.

Esa técnica o esa trapacería bienintencionada podía ser tolerable en aquella época y
en aquellas circunstancias, pero o tenemos autoridad –palabra que, no por casualidad,
viene de autor– sobre el material informativo y entonces debemos responsabilizarnos
del mismo con nuestra firma, o la alternativa sólo puede ser ceñirnos a una
reescritura seca de los cables. Y, todo ello, sin olvidar que el objetivo del periódico no
puede ser nunca el de reescribir, sino el de escribir directamente sobre nuestro
conocimiento personal de los hechos informativos.

Algunos ejemplos del paradigma seco:

Veamos en la prensa española de 2000 y de 2001 cómo son de secas las


informaciones que, según nuestro canon, deberían indiscutiblemente serlo.
Tomado de un diario español, y firmado sólo por agencia:

El hijo mayor del ex presidente socialista francés, François Mitterrand, Jean-


Christophe, que fue detenido el pasado jueves por su “presunta” vinculación en un
asunto de venta de armas a Angola, reconoció ayer (viernes) a través de su abogado,
que recibió 1.8 millones de dólares (350 millones de pesetas, y 2.1 millones de euros)
de la compañía de venta de material militar Brenco International, pero que esa
cantidad la obtuvo por medio de operaciones legales.
De acuerdo con la declaración del abogado, Jean-Pierre Versini Campinchi, su
cliente recibió "esa suma de dinero porque había intervenido en distintas operaciones
de financiación bancaria que nada tienen que ver con el tráfico de armas".
Mitterrand fue arrestado con el objetivo de someterlo a un interrogatorio como parte
de la investigación judicial que se lleva a cabo por una supuesta venta ilegal de armas
a la excolonia portuguesa en África durante los años 90. El “espectacular giro” que

20
han dado las investigaciones “ha consternado bastante a los franceses, muy sensibles
en los últimos tiempos por la supuesta corrupción del actual presidente, Jacques
Chirac.

Dejando aparte algunos peculiares “giros”, no ya de la opinión francesa sino de la


redacción de la noticia, observemos que casi toda ella está escrita en género seco, que
todo en los dos primeros párrafos es algo que puede haberse visto u oído, e incluso el
uso de “presunto” se supone que es el formalismo con el que la fiscalía francesa ha
facilitado la información sobre la situación legal de Mitterrand junior. Pero, en el
tercer párrafo vamos más allá de lo que corresponde al género. Los “giros” no hay
forma seca de saber si son “espectaculares” o no, pero, sobre todo, lo que es
absolutamente “húmedo” es que haya "consternado bastante" -ni poco ni mucho- "a los
franceses, muy sensibles en los últimos tiempos, etcétera".

Medir una consternación ya es difícil, pero determinar que lo es "bastante" sobre


todo es una tontería.

Veamos otro ejemplo, tomado de los periódicos y firmado sólo por agencia, del
extremo al que se puede llegar en una información exclusivamente hecha de cables, en
la que la manipulación del material por la redacción, o un trabajo menos que
profesional de la agencia, hace decir cosas no se sabe muy bien a quién, y que no
tienen padre ni madre.

Título:

Crisis de liderazgo en el separatismo de Quebec

La información relata cómo Lucien Bouchard, líder del partido separatista de


Quebec, que perdió en 1995 por escasísimo margen un referéndum sobre la
independencia de la provincia de lengua francesa en el Canadá anglófono, presenta su
dimisión. En el segundo párrafo se describe la crisis de liderazgo que ello plantea a la
formación política, con la enumeración de una serie de aspirantes a la sucesión de
Bouchard. Y se dice en el tercero:

Más preocupante, a largo plazo, es que los sondeos de opinión muestran que la
mayoría de los jóvenes quebequeses no están tan interesados en el separatismo como
las viejas generaciones, ni comparten la opinión de que un solo Quebec independiente
puede garantizar la supervivencia de su cultura en un mundo predominantemente
anglófono.

¿Por qué –lo que le plazca a la juventud quebequesa– ha de ser preocupante? ¿A


quién le preocupa? ¿A la agencia? Si eso es así, está claro que el periódico ha hecho un
mal trabajo, porque las preocupaciones las ha de poner la propia publicación, no un
servicio colectivo, que ni se preocupa ni se despreocupa de lo que pueda pasar en
Quebec. ¿Es, entonces, el periódico el preocupado? Si fuera así, debería haber una
firma, o algún tipo de acreditación para que supiéramos quién es ese sujeto que se
preocupa tanto.

21
Geología del “breve”

Hay quien dice, con el grado justo de hipérbole, que el “breve” es el “género” esencial
del periodismo; no es un género según nuestro canon, pero sí puede verse como el
comienzo de todas las cosas; también hay quien dice que el que sabe hacer un “breve”,
sabe hacerlo casi todo. Puede que hasta sea verdad. Y, en cualquier caso, el género
seco, que se ha sucintamente descrito, va a expresarse de manera esencial y directa en
forma, precisamente, de “breve”. Pero, antes de que miremos al microscopio a ese
humilde soldado de infantería con que amueblamos los periódicos, son necesarias
algunas reflexiones generales.

Todas las informaciones, cualquiera que sea su extensión, han de entenderse como
unitarias, como una totalidad, lo que en esta Escuela yo llamo la “completud”. El
hecho de que una información sea minúscula en extensión, no significa que pueda
permitirse el lujo de ser parcial; al contrario, ha de ser siempre completa; lo que ha de
ocurrir para que una información sea igual de completa tanto si es larga como
cortísima, es que, según los casos, varíe la perspectiva y con ello la distancia del que
narra la historia con respecto al objeto de la información.

Tomemos un ejemplo. Un astronauta curioso deambula por el espacio, y desde no


sabemos cuántas órbitas tiene que describir el globo de la tierra, que no ha visitado
nunca anteriormente. A esa fenomenal distancia distinguirá únicamente una forma
más o menos esférica, algunos colores en la superficie del objeto, quizá partes sólidas,
otras menos densas, protuberancias diversas en la piel de la cosa.

De lo que ve a esa lejanía elegirá tres o cuatro características, tan de bulto como
esenciales, y redactará para el diario de a bordo una información, presumiblemente de
género seco, porque no conviene pasarse con tan parca observación como materia
prima.

Anticipemos que eso será un “breve”.

Si el navegante del espacio se aproxima a una distancia ya solo estratosférica del


objeto y gira en torno al mismo, distinguirá muchas más cosas, como el achatamiento
del globo por los polos; el color azul o verde de una superficie que parece rodear una
serie de grandes o pequeñas parcelas de color castaño, que serán islas; también verá
cómo las protuberancias pueden ser muy extensas y picudas, con puntas que se
destacan aisladamente; y con esos nuevos materiales podrá hacer una descripción de
mayor extensión, que incluirá todo lo ya conocido en la primera aproximación, y que
podrá ser, quizá, un texto de una columna. Si seguirá o no componiendo su
información en género seco o en alguno de los subsiguientes, que apenas hemos puesto
en el mapa, no es ahora cuestión relevante, puesto que ya volveremos sobre el
particular.

En una tercera toma de temperatura, el piloto se encuentra ya colgado a la altura de


vuelo de avión sobre aquella realidad sólida, de la que percibirá o atravesará barreras
diversas de agua condensada, que sabrá o no que se llaman nubes, apreciará
concentraciones de habitáculos, que son las ciudades, detallará formas serpenteantes
de la misma materia que rodea los continentes, curiosamente próximas a los

22
abarrotamientos urbanos, que, según su experiencia previa, quizá ya sabe que son los
ríos. Todo parece indicar que el astronauta podrá ya componer un texto de alguna
extensión, quizá ya en formato de crónica de media o más de media página.

Y si tanto baja como para poner pie en aquel apasionante mundo, comprobará la
existencia de seres humanos como él mismo, con los que es posible que entable
conversación. Aquel mundo habla, y con esos materiales el astronauta podrá llenar
periódicos enteros de lo que deberán ser ya crónicas y reportajes, amén de análisis y
entrevistas. Pero, volvamos a la astral perspectiva de los “breves”.

El narrador describirá en primer lugar el planeta tierra, ateniéndose al número de


características que le parezcan esenciales, que en cada momento perciba. En esa
instancia, la tierra será rotunda, escasa, indiscutible, siempre tajante, y esa
información, ese “breve”, será tan completo y unitario como cualquiera de las visiones
correspondientes a las instancias siguientes, aunque sean éstas mucho más
detalladas. Por eso, no hay “breves” cortos ni largos, más o menos completos, sino de la
extensión adecuada, 10 o 12 líneas de composición, según el consenso más extendido
entre los profesionales, que deberán servir para contar la totalidad, la “completud” de
una historia, y no sólo, como se oye decir en las redacciones, lo que "nos ha cabido de
ella". El porqué de esa “completud” podemos examinarlo desde otro ángulo, que aquí
se denomina la Teoría del Marciano.

Imaginemos un marciano que desembarca en la tierra con un perfecto conocimiento


de los idiomas del planeta, más los conocimientos medio-altos sobre historia, política,
economía, etcétera, que correspondieran a una persona razonablemente informada de
nuestro mundo, pero que no hubiera leído jamás un periódico terrícola. Ese lector
novísimo tendría derecho, con su nivel de estudios e información, a entender
absolutamente todo lo que leyera en un diario terrícola; es decir, sobrentendidos,
abstenerse; solamente los que están implícitos en el texto, y, como veremos, ni uno
más.

Nuestro lector es también el marciano del cuento, puesto que no tiene ninguna
obligación de habernos leído el día anterior, ni ningún otro día, y, sin embargo, sí tiene
el derecho, por el precio que sea (en España, 150 pesetas, los laborables, a comienzos
de 2001), de que se nos entienda todo lo que publicamos. Ello plantea la exigencia, no
ya sólo en los “breves”, sino en cualquier pieza periodística, de hacer de cada elemento
informativo del texto una unidad en sí misma. Así escribiremos: "José María Aznar,
presidente del Gobierno", etcétera, aunque Aznar sea, en el cambio de siglo, el más
conocido de los personajes de la política española. Pero eso se hará solamente la
primera vez que se lo mencione, con lo que ya quedará suficientemente protegido de la
incomprensión del lector.

Nada debe darse gratuitamente por sobrentendido, ni recurrir a ese alegato aún tan
frecuente en las redacciones del estilo de: "Pero, si esto ya lo contamos cada día".

Veamos, a la luz de todo lo anterior, un “breve” aparecido en un periódico español,


con sus instrucciones de uso.

23
Chile: Lagos confirma que, a su pesar, convocará al Cosena

Santiago (Agencia). El presidente chileno, Ricardo Lagos, confirmó ayer, en el


transcurso de una entrevista televisiva, que en los próximos días convocará al Consejo
de Seguridad Nacional (Cosena), pero reiteró que esta instancia no es "para debatir"
fallos judiciales.

Impecable pero insuficiente estilo seco, firma de agencia, data de país, y concisión
absoluta. Demasiado absoluta. La “completud” de este texto sería la correcta si con la
convocatoria del organismo chileno mencionado, fuera razonable suponer que se
estaba dando una información que fuera autosuficiente, que se explicara a sí misma.
Pero no parece que sea así. Aunque la expresión "para debatir" fallos judiciales nos
pone en la pista de que estamos tratando del general golpista Augusto Pinochet, de su
eventual procesamiento por el juez Juan Guzmán, y lo del Cosena insinúa que en el
ejército chileno no reina la paz de los espíritus, no basta con esa metainformación por
alusiones para alcanzar la “completud”.

Desde un punto de vista técnico argumentaríamos, por añadidura, que el título, aun
siendo de dos líneas –y muchos periódicos exigen para el “breve” la concisión del título
a una sola línea–, no es suficientemente explicativo, puesto que el Cosena raramente
le ha sido presentado a los lectores españoles. En el título, además, se contiene una
afirmación, "a su pesar", de la que no se da noticia en el texto, lo que es inaceptable,
puesto que no hay nada peor que crear una expectativa de lectura no realizada. Así es,
más o menos, cómo Alexis de Tocqueville –por no dar al pueblo lo que el pueblo
esperaba– explica la Revolución Francesa6 (6). Mencionemos, también, como
discutible, la costumbre de anteceder el título con la palabra, por ejemplo, “Chile”,
puesto que es mejor, como se ha hecho en este caso, que en el propio título se hallen
los elementos de reconocimiento de lugar y situación. El presidente chileno Ricardo
Lagos sí que parece, en cambio, que le ha sido ya presentado al lector español
razonablemente interesado.

Por todo ello, quizá, “Lagos convocará a los militares” podría optar, al menos en la
versión de una sola línea, a sustituir al título publicado. El título, en cualquier caso,
ha de ser tan seco como el propio texto que encabeza, junto a lo que también hay que
tener en cuenta que no es nada recomendable titular en negativo, como en:

Lagos reitera que el Cosena no debatirá fallos judiciales

porque los periódicos, escritos en el género que sea, están pensados para contar lo
que sucede, no lo que no sucede, quién o qué se ha impuesto, no quién o qué no se ha
impuesto, lo que no significa que no pueda haber excepciones, cuando, realmente, la
sorpresa, la noticia, consista en lo que no ha ocurrido, como en:

Ayer no salió el sol

6
Alexis de Tocqueville, “El Antiguo Régimen y la revolución”, Guadarrama, 1969.

24
Por lo que respecta al contenido, podríamos decir que Lagos convoca al Cosena,
organismo militar, para tratar del caso Pinochet, describiendo brevísimamente a
continuación cuál era la situación procesal del general golpista. Así, el “breve” podría
quedar de la forma siguiente:

Lagos convocará a los militares

Santiago (Agencia). El presidente chileno, el socialista Ricardo Lagos, confirmó ayer


que convocaría al Consejo Nacional de Seguridad, Cosena, integrado por la cúpula
militar, para tratar el caso del general Pinochet, procesado por crímenes cometidos
durante la dictadura. Lagos reiteró que el organismo no es competente para debatir
fallos judiciales.

En la nueva versión hemos pasado de siete a nueve líneas, pero de un título de dos a
una línea, con lo que, gráficamente, ocupamos virtualmente el mismo espacio, y de 49
a 56 palabras, que es un crecimiento perfectamente válido dentro de las dimensiones
que corresponden a los “breves”.

Al mismo tiempo, la versión primitiva contiene los siguientes elementos o unidades


informativas diferenciables:

1. Lagos, presidente chileno, convocará el Cosena.


2. La convocatoria será inminente.
3. Lo hizo en una comparecencia televisiva.
4. Y que esa instancia carece de competencias judiciales.

En la versión corregida, los elementos son éstos:

1. Lagos, presidente chileno, es socialista, (dato que contrasta con el carácter


político del organismo que va a convocar).
2. El Cosena es de composición militar, dándose por sentado que la convocatoria,
puesto que se anuncia, debe ser inminente.
3. Se va a tratar [lo que es sabido, aunque no lo diga el cable] el caso Pinochet,
encausado por los crímenes de una dictadura anterior.
4. Y que el organismo convocado carece de competencias judiciales.

Por lo tanto, sólo se deja fuera el hecho de que hizo el anuncio en televisión para
privilegiar otros aspectos de la información, en esta exigente concisión del “breve”.

Es cierto que el lugar o las circunstancias en las que se produce la noticia no suelen
ser irrelevantes.

Hay una diferencia profunda en el interés que ésta pueda tener para el público a
tenor del tipo de apropiación de la noticia que pueda hacer el periodista. El hecho
noticioso, por ejemplo, puede llegar a conocimiento de los medios a través de una
declaración pública por escrito, es decir, para todos por igual; por medio de una
alocución pública personal, que sigue siendo de todos, pero cuya fórmula de
presentación le da un relieve mayor; por medio de una rueda de prensa, que no deja de

25
ser algo colectivo, pero con el valor añadido de la comparecencia personal del que hace
el anuncio; por medio de una declaración hecha sólo a uno o varios periodistas, lo que
hace resaltar cada vez más el hecho; y, finalmente, por medio de un anuncio facilitado
únicamente a un periódico, o a título personal en una entrevista, que es cuando
alcanza el máximo interés. Se ha podido obviar, en este caso, que la declaración se
produjera por televisión precisamente porque el carácter masivo de la misma reducía
la necesidad de señalar el medio en que se desarrollaba.

Y, por último, se ha completado el texto añadiendo:

a) que Lagos es socialista; b) que el Cosena es un organismo militar, de cuya


contraposición en los términos vive en lo esencial la noticia; c) que se va a tratar del
caso Pinochet; y que este se halla acusado de crímenes cometidos durante una
dictadura anterior.

El “breve” ha de ser un organismo totalmente autosuficiente, completo, unitario, que


imaginamos como una esfera, liso y bruñido, de manera que no haya resquicio alguno
en él, que no se le pueda meter el dedo por ninguna fisura; con todo lo que le hace falta
y nada que le sobre. Su utilidad principal será la de completar el diagrama
informativo diario, lo que sería el clásico servicio del récord, tan tradicionalmente
propio de los diarios de referencia que se precian de no olvidar jamás ningún tema del
día que pueda ser, en ese momento o en el futuro, significativo; de otro lado, también
puede utilizarse para cometidos de continuidad, para que una cuestión no desaparezca
totalmente y durante un tiempo prolongado de la actualidad, de forma que cuando
recuperemos esa historia de nuevo con alguna extensión, no haya que remontarse a la
noche de los tiempos para recordarla, sino que pueda estar relativamente fresca en la
mente del lector.

Todo eso no significa, sin embargo, que el “breve” sea un mandato inapelable; puede
haber periódicos que renuncien a ese complemento, y, en cualquier caso, la existencia
de la Red, con su volumen y su celeridad imbatibles para acumular y renovar las
noticias, está haciendo crecientemente discutible el obligado cumplimiento del “breve”
informativo. Pero partidarios o no del mismo, éste será, dentro del género seco y de
una perspectiva de alejamiento del objeto que sólo nos permitirá verlo de forma
elemental, con trazo grueso y concluyente, la línea más corta entre dos puntos. La
línea recta de la información.

El género seco podrá emplearse, sin embargo, también en piezas de mayor extensión,
por ejemplo, la media columna o la columna, donde continuaremos moviéndonos en el
terreno de la información inducida, la que habitualmente nos facilitan los cables. Y, si
en el “breve”, aquellas pocas palabras con las que tendremos que persuadir al lector a
seguir adelante, casi tienden a confundirse con la totalidad del texto, en esas piezas de
mayor extensión, de entre 50 y 100 líneas, podremos distinguir sucesivamente en el
recorrido narrativo: “lead” y/o entradilla, conceptos que pueden o no coincidir, como
inmediatamente veremos; nudo o desarrollo; y, finalmente, remate o cierre de la
información.

Trabajemos con el siguiente ejemplo tomado de El País en los últimos días del año
2000. El ejemplo que utilizamos es una columna de cuatro quintos de página, 25

26
centímetros de altura, título de cuatro líneas, texto de ocho párrafos, 66 líneas y 323
palabras.

El título:

Los atentados del Ramadán se cobran más de 250 vidas en Argelia

Miércoles 27 de diciembre de 2000

Los atentados del Ramadán se cobran más de 250 vidas en Argelia

Argel. El mes sagrado musulmán del Ramadán, que comenzó en Argelia con relativa
tranquilidad el pasado 27 de noviembre, terminó ayer con un trágico resultado de 250
muertos a causa de la violencia integrista. Este número de víctimas, establecido por
informaciones publicadas en la prensa local, incluye integrantes de los servicios de
seguridad, civiles y miembros de los grupos armados integristas.
El final del mes de ayuno y oración estuvo marcado por ataques a localidades aisladas,
atentados con bomba, emboscadas y falsos controles de carretera en las regiones de
Cabilia y Ain Defla, Chlef y Medea.
Los miembros del Grupo Islámico Armado (GIA) y los de la organización rival Grupo
Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) protagonizaron emboscadas contra
los diferentes cuerpos de los servicios de seguridad en los que murieron al menos 40
guardias comunales y militares.
El principal objetivo de estas acciones era al parecer el de apoderarse de las armas de
las víctimas, que en casi todos los atentados eran despojados de sus equipos e incluso
de sus uniformes.
En Medea, a unos 120 kilómetros al sur de Argel, el ataque lanzado contra el
internado de un instituto en la plena noche del pasado día 16 se cobró la vida de 16
estudiantes, que fueron sorprendidos mientras dormían.
El 17 de diciembre un autobús fue ametrallado en el centro de la localidad y 17
pasajeros fueron asesinados.
Otras 22 personas pertenecientes a tres familias murieron poco después.
Ante la degradación de la seguridad en el país y el extraño mutismo mantenido por el
presidente, Abdelaziz Buteflika, se han elevado voces entre las asociaciones, los
partidos de oposición e incluso ciertas formaciones de la coalición de Gobierno en
demanda de protección a la población más expuesta a la violencia.
Algunos partidos han exigido incluso la dimisión del jefe del Estado, a quien hacen
responsable del fracaso de su política de perdón y concordia hacia los islamistas
integristas.

El título de una columna, para un periódico formato tabloide o similar, de cinco


columnas de ancho, debe tener entre dos y cuatro líneas. Ello es así porque
buscaremos siempre un equilibrio espacial entre la mancha gráfica del título y el texto
que encabeza; de esa forma, un título de una sola línea mancharía poco, y uno de más
de cuatro posiblemente sería excesivo, como una cabeza demasiado grande para un
cuerpo mediano; de igual manera, los títulos han de tener un mínimo y un máximo de
tamaño (cuerpo) de letra, a fin de que no sólo haya una proporcionalidad de espacios,

27
sino de que el bulto de los mismos domine, “pese” lo suficiente para “disciplinar” el
texto al que precede.

Veamos el contenido de ese título.

Si decimos "del Ramadán" parece que estamos diciendo que esos atentados
pertenecen al mes de ayuno y oración de los musulmanes, durante el cual debe
observarse una especial pasividad en las horas de luz, cuando, en realidad, esos
atentados se han producido durante "el" Ramadán. Pero también cabría argumentar
que esa lasitud de origen religioso hace que los terroristas elijan muy propiamente ese
período de tiempo porque su acción, aunque las fuerzas de seguridad tampoco se
sienten embarazadas por preceptos coránicos, puede desarrollarse con menores
dificultades. Seguimos prefiriendo "en", pero aceptaremos "del".

Más problemas nos presenta "se cobran". Uno de los enemigos mortales del
periodista es esa voz anónima, colectiva, popular, que repite y fabrica latiguillos sin
cesar, porque prende en el público una expresión que inicialmente hasta habría podido
parecer ingeniosa. Puede tratarse de una sola palabra, como “carismático”, auténtica
plaga del ingenio de los repetidores, y que le cae a los personajes más insospechados,
como la temporada en que le tocó al general ruso Alexander Lebed; o construcciones
como “dar luz verde”, cuando lo que se quiere decir es “dar permiso” para algo; “villa y
corte”, referido a Madrid, que, aunque lo sea la capital de España, no pasa de ser un
casticismo trasnochado y maloliente.

En estos casos, se aconseja aplicar la más drástica actitud de perogrullo, que a la


mano cerrada llamaba puño, en vez de dejar que ese coro externo nos dicte con
imágenes de baratillo cómo tenemos que escribir. Un intelectual francés dijo en una
ocasión que el primer hombre que comparó a la mujer con una flor era un poeta
(aunque un tanto machista), y los 400,000 siguientes, unos majaderos. El periodista
ha de hablar, incluso en el género seco, con una voz no prestada por el coro universal
de los lugares comunes, pero tampoco que se distinga con los giros personales que sólo
corresponderían a un texto firmado. Es una voz precisa y ordenada, pero mucho más
del periódico que suya propia. Y en este caso parece que hay una cierta impostación de
voz cuando decimos "se cobra", donde, en realidad, nadie cobra nada. Finalmente, está
bien que hablemos de "más de 250 vidas", porque sabemos que la cifra rebasa esa
mortandad, pero evitemos expresiones como “al menos”, que parece que nos hacen
desear que hayan sido más los muertos.

“Last”, pero no “least”, tengamos en cuenta lo que cabría llamar las afinidades
naturales entre las palabras; aquellos términos que, mentalmente, leemos de una sola
vez, como si estuvieran unidos. Hablamos de los artículos con sus sustantivos, en
parte de los adjetivos también con los sustantivos, las conjunciones, adverbios,
preposiciones con los términos a los que modifiquen o completen el sentido, etcétera.
Pues bien, de nuevo, según estudios de legibilidad, es conveniente, para facilitar la
lectura y aun darle su pleno sentido, que aparezcan esos términos afines en la misma
línea gráfica. Así, será lo adecuado leer, como en la versión publicada, "Los atentados"
en la misma línea, pero mucho menos "se cobran" con cada palabra en líneas
diferentes, y, por último, "250 vidas", todavía peor, con "250" en la tercera y "vidas" en
la cuarta línea.

28
En consecuencia, propondríamos la siguiente redacción del “breve”, título y texto:

Más de 250 muertos en enfrentamientos en Argelia durante el Ramadán

Para comenzar, preferiremos "enfrentamientos" a "atentados", porque si leemos el


primer párrafo, veremos que entre los muertos se hallan integrantes de los servicios
de seguridad, civiles, y miembros de grupos armados integristas; es decir, que
contrariamente a lo que afirma el primer título no sólo los atentados han sido la causa
de tanta muerte. Pero vayamos a la estructura de la información.

El primer párrafo está dividido en dos partes, que son dos frases distintas. La
primera es claramente el “lead”.

El mes sagrado musulmán del Ramadán, que comenzó en Argelia con relativa
tranquilidad el pasado 27 de noviembre, terminó ayer con un trágico resultado de 250
muertos a causa de la violencia integrista.

Arranque demasiado lento, largo, apacible; estamos hablando de muertes, lo esencial


son los 250 muertos, como ya hemos subrayado en nuestro título, que ha colocado la
tragedia de la masacre por delante, en la primera línea. Por ello, preferiríamos:

Más de 250 muertos en atentados y enfrentamientos en Argelia de la guerrilla


islámica y el Ejército, es el balance del Ramadán, que concluyó ayer, según fuentes de
la prensa local.

La referencia a la prensa argelina, de la que una parte es altavoz del poder militar,
sólo aparece en la segunda frase:

Este número de víctimas, establecido por informaciones de la prensa local [...].

y es importante que aparezca ya en el “lead”, porque sabemos de sobra que en las


situaciones de enfrentamiento civil entre dos fuerzas, incluso en países democráticos,
el periodista tiene que tentarse la ropa y dar las informaciones que sólo posee casi
exclusivamente a través de las fuentes de un solo bando, subrayando su carácter de
agente transmisor, pero sin asumir más autoría que la de un “rélé”. Y en el título del
texto publicado es el propio periódico el que corrobora que los muertos en su totalidad
son debidos al terrorismo.

Idénticamente, las informaciones deben estar adscritas a una fuente, que puede ser
la genérica de Agencias, si el texto aparece bajo esa advocación, o del propio autor, si
en una información firmada no se especifica perfectamente quién dice qué. Y, tanto si
es verdad como si no que los muertos sean atribuibles al terrorismo, eso es algo que no
tiene que decir el periódico, porque no tiene ninguna garantía de ello, sino la fuente
correspondiente, en este caso, la prensa argelina.

Construida esa nueva versión de la primera frase, parecería más acertado pasar en
la segunda, siempre dentro del primer párrafo, a la identificación de víctimas y
asesinos. Aparte de la famosa historia de las “w”, si sabemos leer con la curiosidad del

29
buen lector, gozaremos de excelentes oportunidades también de saber escribir. ¿Qué es
lo que nos interesa más, tras enterarnos de que ha habido 250 muertos? Quién los
mató, evidentemente. En el texto publicado la referencia –incompleta– a estos últimos
se hace sólo, en cambio, en el tercer párrafo:

Los miembros del Grupo Islámico Armado (GIA) y los de la organización rival Grupo
Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) [...].

(cuyas siglas coinciden con las originales, porque la titulación de esas bandas se
difunde en francés, y el Imperio romano dispuso que los idiomas español y francés se
parecieran tantísimo).

Diferentemente, completaremos el primer párrafo escribiendo:

Estas fuentes acusan al Grupo Islámico Armado (GIA) y a la organización rival Grupo
Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) de numerosos atentados y
enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, en los que murieron miembros de las
mismas, civiles y terroristas.

Tomando fragmentos del segundo y cuarto párrafo del texto publicado, reharíamos
un segundo párrafo de la siguiente forma:

El mes de ayuno y oración islámico, que comenzó el 27 de noviembre y concluyó ayer,


estuvo marcado por ataques a localidades aisladas, atentados con bomba, emboscadas
y falsos controles de carreteras en diversas regiones del país. El principal objetivo de
estas acciones era, según la prensa local, apoderarse de las armas de las víctimas, a
las que se despojaba de sus equipos, e incluso de sus uniformes.

Abarcando, por fin, todo el texto publicado, veremos que en mayor o menor medida
los párrafos segundo, tercero, quinto y sexto hacen un desmenuzamiento de acciones
terroristas, y que los párrafos séptimo y octavo (y último), constituyen una especie de
comentario político-moral sobre todo lo anterior.

Creo, sin embargo, que todos esos párrafos podrían amalgamarse en uno solo, el del
relato de los hechos violentos, comenzando con el más horrible de ellos.

Dieciséis estudiantes murieron en el asalto en plena noche al internado de un


instituto de Medea, a 120 kilómetros de Argel, el pasado 16 de noviembre, y al día
siguiente un autobús fue ametrallado en el centro de la misma localidad muriendo 17
de los ocupantes.

Hasta completar la sarta de salvajadas.

El penúltimo y último párrafos, que tratan esencialmente de lo mismo, podrían


también convertirse en uno solo, y, correctamente, concluir con una nota fuerte como
es la petición de ciertos periódicos de la:

30
[...] dimisión del jefe de Estado, a quien hacen responsable del fracaso de su política de
perdón y concordia hacia los islamistas integristas.

Se trata, por tanto, de no terminar una información cuando se nos acaba el espacio,
cuando hemos agotado todos los datos o porque tengamos prisa, sino de hacerlo con
una cierta intención, con un clímax (la petición de dimisión), con lo que se espera que
pueda ocurrir, con una proyección a apuntar de cualquier historia.

El texto, por otra parte, es de un gran rigor canónico en lo que podríamos llamar la
perspectiva o la distancia con que se va contando la historia. Veamos.

El “lead”, tanto en la versión publicada como en la corregida, nos propone el balance


de la mortandad como elemento informativo principal, una síntesis que no puede
entrar todavía en el detalle. A continuación, ya en la versión retocada, identificamos a
los culpables y sus propósitos, le ponemos un rostro al crimen, que es como si diéramos
un paso adelante para distinguir mejor las cosas; en los párrafos siguientes, que
constituyen el nudo de la historia, seguimos con la pormenorización de la matanza, al
tiempo que se resaltan los casos más truculentos; nos acercamos, por tanto, un poco
más para ver de la historia todo aquello que queremos destacar.

Y, finalmente, lo envolvemos todo en el paquete de lo que le parece al narrador que


está pasando, y cerramos el texto situándonos a una distancia bastante olímpica. Es
una estrategia narrativa estándar, muy correcta, que podríamos ver en términos de
recorrido lineal de la siguiente forma:

a) Media distancia para la propuesta inicial tipo síntesis; b) Aproximación a los


protagonistas; c) Distancia aún más corta respecto de los hechos individualizados; d)
Alejamiento para la valoración final. Punto de partida-delante-adelante-atrás. Como
un paso de baile.

Sobre la “sequedad” del texto, finalmente, anótese que en el primer párrafo no hace
falta hablar de "relativa tranquilidad", sino, en su lugar, facilitar los datos
comparativos de muertos de este año con el anterior para conseguir el mismo efecto
informativo, así como, por ejemplo, sustituir la "degradación de la seguridad y el
extraño mutismo", por los datos que encarnan esa degradación, y eliminar toda
extrañeza del mutismo de Buteflika, que con su silencio ya lo dice todo.

Finalmente, ¿es que falta algo que sea imprescindible? Diríamos que por lo menos
una cosa. Unas líneas de contexto sobre qué es eso de la mortandad argelina y de
dónde viene.

Habría que contar cómo el FIS (Frente Islámico de Salvación), del que se han
escindido o proceden los terroristas actuales, aunque la organización islamista se haya
apartado de la lucha, fue privado de su victoria en las elecciones de 1991 por una
junta militar, cuyo poder pervive en la presidencia de Buteflika, un civil para todas las
ocasiones.

31
Capítulo III
Aproximación al largo recorrido (género seco y consideraciones generales)

En ocasiones, como se ha señalado, el periódico, aun de calidad, se ve o cree verse


obligado a cubrir espacios informativos importantes con material exclusiva o
básicamente de agencias.

Entonces es cuando más cuesta renunciar al “romanceado”, como yo llamo a una


narración periodística en la que el redactor se comporta como si todo o parte de aquel
material lo hubiera obtenido directamente, como si no le hubiera sido facilitado sin
mayor participación que la de estar abonado a un servicio que es igual para todos los
usuarios.

Veamos un ejemplo parecido a ese tipo de planteamiento en El País del 27 de


diciembre de 2000, que, además de ser un caso bastante extremo de “romanceado”, nos
servirá para que desarrollemos una teoría general de las partes y tratamiento de la
noticia, técnicamente válido para cualquiera de los géneros informativos que aquí
estudiamos.

Cuatro columnas; página impar, la tres; con entradilla diferenciada sobre tres
columnas a medida falsa, lo que significa que su ancho es diferente de la columna en
la que está maquetado el periódico; y texto únicamente de agencias como se hace
constar en la fecha.

En la ilustración adjunta aparecen subrayados los giros de la narración en los que el


periodista de mesa –aquel que trabaja desde la redacción– se ha dejado llevar, quizá,
por su conocimiento de los hechos, pero con toda seguridad también de su querencia
literaria.

(Nota del Transcriptor: En la página 56 del original tinta, aparece una página de
periódico con un texto, en donde hay partes subrayadas, las cuales se pondrán entre
bastardillas)

La coalición ganadora en las elecciones en Serbia se apresura a desmantelar el


régimen anterior

Kostunica destituye a los jefes militares de Montenegro nombrados por Milosevic

Agencias, Belgrado/Pogdorica. Con las dos bases de poder aseguradas –la yugoslava
en las elecciones de septiembre y la de Serbia el pasado fin de semana–, la coalición de
18 partidos Oposición Democrática de Serbia (DOS), del presidente Vojislav
Kostunica, “ha comenzado a actuar con rapidez. Ayer” se conoció la destitución
“fulminante” del general Milan Obradovic, jefe militar en Montenegro, y la del
almirante Milan Zec, responsable de la Marina. Se da por segura la destitución (o
dimisión) del director de la “siniestra” policía política del régimen anterior, Rade
Markovic, quien ha perdido la protección parlamentaria.

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La “fulminante” destitución del general Obradovic y del almirante Zec (cuya flota
está en la costa de Montenegro), decidida en el denominado Consejo Supremo de
Defensa, “es un gesto político destinado al presidente montegrino”, Milan Djukanovic,
“con el objetivo de calmar sus ímpetus sucesionistas”. El propio Kostunica, en unas
declaraciones a los medios de comunicación, aconsejó al Gobierno de Pogdorica que no
tome “decisiones unilaterales; una referencia clara a la convocatoria de un
referéndum”.

La noticia de la destitución de Obradovic, firmada por la prensa montenegrina, aún


no es oficial. El propio general Obradovic aseguró ayer, en un cóctel para militares,
que carecía de "notificación", “y después fue más lejos” al asegurar que "todas las
acusaciones sobre actuaciones inconstitucionales del Ejército (en Montenegro) son
inaceptables". El cuerpo de Ejército que manda Obradovic es el segundo en
importancia de las Fuerzas Armadas yugoslavas.

El diario Podjeda, de Montenegro, asegura que el jefe del Estado Mayor yugoslavo,
general Nebojsa Pavkovic, ha decidido también desmantelar el séptimo batallón, una
unidad de policía especial que se hallaba bajo el control directo de Milosevic. Algunos
miembros de la DOS han pedido a Kostumica la destitución del propio Pavkovic,
nombrado en su día por Milosevic. “Pero este militar fue una de las claves en impedir
la utilización de los carros de combate en octubre para aplastar las manifestaciones
callejeras que derribaron el régimen anterior”.

Otro diario montenegrino, Vijesti, informó ayer, citando a Djukanovic, de que el


presidente se encuentra "satisfecho" con las medidas adoptadas y por el contenido de
su reunión con Kostunica, celebrada en lugares en Belgrado.

“Las tensas relaciones” entre Serbia y Montenegro, lo que queda de la antigua


Yugoslavia, han sido una constante en los últimos meses de Milosevic. Ahora, con los
cambios democráticos que se avecinan, Kostunica trata de forzar un entendimiento
negociado con el Gobierno de Djukanovic.

Además de las relaciones con la otra república yugoslava, Kostunica debe resolver el
creciente problema kosovar, y sobre todo su extensión al valle de Presevo, en el sur de
Serbia. “Una prueba de la fragilidad de la situación” es que este fin de semana
desaparecieron tres jóvenes serbios, presuntamente capturados por guerrilleros
albanokosovares que actúan en la zona.

Parlamento en Kosovo

Los ultranacionalistas del Partido de Unidad de Serbia (SSJ), del antiguo


paramilitar Zeljo Raznatonic, Arkam, que lograron un sorprendente cuarto lugar (14
diputados) en las elecciones legislativas del sábado, han propuesto que el nuevo
Parlamento celebre su primera sesión dentro de Kosovo, como expresión de la
soberanía serbia sobre ese territorio.

"Esperamos que los otros partidos apoyen la idea y que dispongamos del permiso de
la comunidad internacional para celebrar allí esa sesión inaugural", dijo ayer el líder
del SSL, Borislav Pelevic.

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“Montenegro y Kosovo son dos problemas nacionales”, como también lo es la
gravísima situación económica. Según los analistas, el nuevo Parlamento, gobernado
por mayoría absoluta por la DOS, debe actuar con rapidez.

“Al menos, en paliar los efectos de esa quiebra económica”. Hoy, en pleno invierno
balcánico, la mayor parte del país no dispone de calefacción ni de luz eléctrica, donde
los cortes por falta de energía se han ampliado a ocho horas diarias.

“Un cuarto problema sería el desmantelamiento de la red políticomafiosa organizada


por Milosevic y sus aliados” durante los diez años que ocuparon el poder. Las
“destituciones militares del lunes son un símbolo”, como la caída del jefe de la temible
policía política, Rade Markovic. El futuro primer ministro de Serbia, Zoran Djindjic,
líder de uno de los principales partidos de la DOS, “fue claro el lunes”: "Creo que él
(Markovic) ya ha hecho las maletas".

Los observadores locales “consideran que la consolidación de la DOS, y el éxito de las


reformas democráticas, pasan por dos cuestiones fundamentales; desmantelamiento
de la mafia política y mantenimiento de la unidad de acción dentro de la variopinta
coalición de la DOS”.

“Djindjic aspira a tener su Gobierno en pleno rendimiento a mediados de enero,


pasadas las fiestas de la Navidad ortodoxa. Ya ha asegurado que entre sus prioridades
destaca la de remover de sus puestos a aquellos seguidores de Milosevic “que puedan
representar un freno para la democracia”.

El título:

Kostunica destituye a los jefes militares de Montenegro nombrados por Milosevic

Perfectamente lineal, informativo, sin interpretaciones más allá de un mero


enunciado, acorde con el género seco. El texto lleva también un antetítulo, lo que suele
ser bastante común en informaciones de alguna extensión y presencia gráfica –a partir
de dos o tres columnas, según los casos –.

Pero aprovechemos ahora para llamar la atención sobre una norma de obligado
cumplimiento en toda la prensa occidental, por lo menos para el género seco, y
también para la crónica, aunque mucho menos para el reportaje.

Los títulos se han de expresar habitualmente en presente de indicativo.

¿Por qué?

El tiempo de la acción

En primer lugar, la inmensa mayoría de los textos informativos, llamémosles


“noticias” por uniformizar, se redactan sobre hechos ocurridos las 24 horas anteriores
a la fecha de publicación. Por ese motivo, rechacemos ya de entrada la utilización a
gusto del consumidor de tiempos diferentes. Estos suelen ser los diversos pasados, de
los que es verdad que el indefinido nos parece el menos malo, porque es el más corto,

34
el más contundente, el que no necesita echar mano de la conjugación con el verbo
haber: "hizo" en lugar de "ha hecho" o "había hecho".

Así es como suele titularse, mezclando tiempos de verbo entre presente y pasado, o
entre diferentes tiempos del pasado, en la mayor parte de los países de América
Latina. Pero, de la misma forma que rechazamos esa confusión, tampoco queremos el
pretérito indefinido como forma de titulación estándar, precisamente por lo que se
apuntaba antes: el tiempo más próximo a esas 24 horas de vigencia de nuestros
papelitos de publicación diaria es el presente de indicativo, el que mejor expresa lo que
ha acabado de ocurrir. Si decimos:

Clinton conmina a Arafat a presentarse en Washington

estamos expresando algo mucho más cercano al tiempo inmediato del lector que si
escribimos:

Clinton conminó a Arafat a presentarse en Washington

porque el indefinido se refiere a un pasado lejano e indeterminado, y, sobre todo, nos


limita nuestra forma de establecer los diversos factores temporales que puede ser
necesario tener en cuenta. Veamos:

Clinton conmina a Arafat, que había desoído sus órdenes, a presentarse en


Washington

es un título plenamente adecuado en la medida en que establece dos distancias


temporales bien diferenciadas: una en el presente "conmina", y otra en un tiempo
pasado indeterminable "había desoído". Es cierto que también se podría escribir:

Clinton conminó a Arafat, que había desoído sus órdenes, a presentarse en


Washington

pero en este caso las distancias temporales están mucho menos claras, ya que
utilizamos dos pasados, uno supuestamente más alejado que el otro, pero no porque el
indefinido tenga que ser más próximo que el pluscuamperfecto, sino, simplemente,
porque en el sentido de la frase se presupone que es así, al preceder uno al otro. Es
mucho más limpio, por tanto, afincar en el presente la acción inmediata y remitir a un
pasado (la convención o el uso ha hecho que sea el pluscuamperfecto "había desoído",
el tiempo que se prefiere en España) una segunda distancia temporal mayor que la
primera, en la que el líder palestino se había negado a actuar como se le pedía.
Sólo hay un supuesto estándar en el que es de rigor utilizar el pretérito indefinido u
otra de las formas del pasado, que es cuando, efectivamente, la acción se sitúe en un
tiempo más o menos distante, pero de la que se informe o se tenga conocimiento en el
presente. Titularemos así cuando anunciemos, por ejemplo, que:

Mitterrand fue el presidente francés más culto del siglo XX

O bien:

35
Washington torpedeó la presidencia de Samper en Colombia, afirma su delfín

Caso este último, en el que la titulación seguirá siendo en presente de indicativo


"afirma" pero donde se subraya aún mejor el encadenamiento de los tiempos y su
respectiva proximidad y lejanía con respecto al lector.

En el texto deberemos establecer cuanto antes, preferentemente en el primer


párrafo, cuándo se produjeron los hechos. En la inmensa mayoría de los casos, por esa
inmediatez de la acción que relatamos, escribiremos "ayer" con el correspondiente
pretérito, aquí sí, indefinido: "murió ayer", "dijo ayer", puesto que la distancia
temporal –las últimas 24 horas– queda entonces perfectamente determinada.

De otro lado, cuando no trabajemos con lo ocurrido "ayer", precisaremos siempre en


el texto el momento de la acción; de este modo, cabe escribir "anteayer" cuando así
corresponda, pero parece mucho más limpio dar entonces el día de la semana en que
ocurrieron los hechos, "el martes pasado", por ejemplo, y cuando lo que narramos se
remonte al menos a la semana anterior, identificarlo con el numeral del mes, "el
pasado 14", etcétera.

Una vez precisado que lo que se relata ocurrió "ayer", no hará falta repetirlo a cada
párrafo, en cumplimiento de la teoría de los sobrentendidos, pero sólo de aquellos que
vamos creando a medida que progresa la narración; únicamente deberemos introducir
la partícula temporal correspondiente cuando, al cambiar de situación, varíe también
el momento de la misma.

Y así es como están tituladas la inmensa mayoría de las informaciones de la prensa


occidental. Es verdad que la prensa francesa puede combinar el presente con el
pretérito perfecto, "ha dicho" o "ha muerto", pero siempre atendiendo a dar una
proximidad de la narración, del título a los hechos, menor que en el caso del presente
de indicativo, pero siempre mucho mayor que la del indefinido.

Existen las excepciones, pero suelen ser deliberadas, porque con ellas se busca un
efecto. La convención, el uso o ambas cosas, parece que hacen que el indefinido nos
suene mucho más dramático, rotundo, literario. Por esa razón, no sería raro escribir:

Jason Robards murió a los 78 años tras una larga lucha contra la enfermedad

Nada impediría, sin embargo, que el segundo marido de Lauren Bacall hubiera
muerto en presente de indicativo.

Título, antetítulo, sumario, entradilla y lead

Continuamos ahora con el antetítulo, donde no se da la misma exigencia de tiempo


verbal, y que puede ser un elemento de fijación de circunstancias de lugar, de
momento, o de personalización de protagonistas, pero en cualquier caso hay que
entenderlo siempre como independiente del título; no titulamos de una sola vez,
partiendo el título en dos trozos, el grande y el pequeño, sino que tenemos dos
oportunidades de titular un mismo texto: una principal, lo definitivo que hay que

36
comunicar al lector, y otra, complementaria, que también puede presentarse como
subtítulo o sumario, que va por debajo del título, a diferencia de lo que llamamos
antetítulo, que lo precede; aunque también puede darse la conjunción de antetítulo,
título y sumario o subtítulo. El antetítulo, sin embargo, no por preceder al título deja
de leerse normalmente con posterioridad al mismo, puesto que el tamaño, el cuerpo de
este último atrae obviamente mucho más el ojo del lector.

Volvamos, por tanto, al ejemplo de la ilustración anterior.


Antetítulo:

La coalición ganadora en las elecciones de Serbia se apresura a desmantelar el


régimen anterior

Es evidente aquí el cambio de perspectiva; a la linealidad ha seguido la


interpretación: "se apresura a desmantelar". ¿Cuándo llegamos al apresuramiento?
¿Cuándo una renovación de personal se convierte en un desmantelamiento? ¿Cuántas
destituciones hacen falta para que ése sea el caso? Veamos la entradilla y el “lead”.

El “lead” y la entradilla pueden o no coincidir en su extensión. El “lead”, ya se ha


apuntado, es el gancho de la información, la instantánea más significativa y
percutiente de la misma que, por esa razón, no puede tener más allá de unas pocas
frases, incluso puede que sólo una, y encabeza siempre la historia. Pero no se puede
decir “stricto sensu” que con el “lead” comencemos ya a narrar, sino que éste será una
declaración previa, a continuación de la cual comienza el relato en toda su extensión.
El “lead” no sólo no excusa que el relato que sigue sea completo, que se entienda por sí
mismo aunque sea lo único que leamos, sino que lo que hay que hacer es desarrollar
ese concentrado al que llamamos “lead”.

La entradilla, en cambio, es una pura expresión gráfica, un bloque que se destaca del
resto de la información porque se ha compuesto a un ancho de columna distinto, con
una letra diferente, o ambas cosas a la vez. El “lead” coincidirá, por tanto, con la
entradilla, sólo cuando ocurra que ese tratamiento gráfico se le dé únicamente a lo que
es el “lead”, aun cuando lo normal será que la entradilla sea mucho más extensa, y el
“lead” ocupe apenas las primeras líneas de la misma; que esté, por tanto, contenido en
la entradilla. Es como si la mano fuera una información, en la que los cinco dedos
constituyeran partes diferentes de la misma, y el “lead”, el puño de esa mano
buscando el gesto del impacto. Porque el interés que no suscitemos en las dos
primeras frases o, a lo sumo, en la totalidad de la entradilla, correremos gravísimos
riesgos de haberlo perdido para siempre. Todo ello, no obsta para que en la jerga de
las redacciones se tienda a identificar “lead” con entradilla, utilizando indistintamente
uno u otro nombre para lo que, en realidad, es la entradilla que, repito, suele ser
mucho más extensa que el “lead”.

El “lead”, al igual que el título, el antetítulo, los subtítulos o sumarios, los ladillos
(breves altos en la lectura, a la vez que separación de bloques de distinto sentido) y,
finalmente, el texto, constituyen unidades independientes entre sí, que deben poder
leerse por separado y tener sentido por sí mismas. Nos hallamos ante un todo
informativo, que se descompone en partes, también unitarias, de las que la última, el
texto, es la totalidad definitiva porque contiene a todas las anteriores. Por eso no cabe

37
decir que porque ya se ha expresado una idea en el antetítulo, el título, el sumario o el
“lead”, no hace falta repetirla; contrariamente, todas esas partes de la información son
como anuncios de diversa jerarquía que hay que desarrollar –pero no repetir
necesariamente de forma literal – en el texto.

Esa aspiración –de nuevo, la “completud”– que tienen los diferentes elementos de la
información, es lo que permite al lector apropiarse fragmentariamente de las
informaciones, leyendo sólo la entradilla o el “lead”, el aparataje de la titulación, o
incluso sólo el texto, para hacerse con una idea funcional de lo que contamos.

Un periódico, o una información del género que sea, pero, sobre todo, del género seco,
es una fenomenal articulación de elementos, que va desde lo mayor, la concepción
misma de la publicación, hasta cada una de sus piezas más minúsculas, de forma que
se permita al lector abordar el todo y las partes desde una gran multiplicidad de
ángulos, leyendo, en su caso, sólo los fragmentos que le parezcan más convenientes,
pero siempre con la exigencia de que cada uno de ellos sea inteligible por sí mismo. No
es, por tanto, el periódico una continuidad, como la novela quizá clásica, de la que la
pérdida de alguno de los elementos clave de lectura puede hacer imposible la
comprensión del conjunto.

Cada “pedacito” de periódico, contrariamente, debe constituir una unidad de sentido.

La batalla de las playas, como decía Rommel del eventual desembarco aliado en
Normandía, que ha de ganar el periodista en la información que acabamos de ver
sobre Yugoslavia, podría estar encarnada en la discusión sobre el siguiente “lead”.

Con las dos bases de poder aseguradas –la yugoslava en las elecciones de septiembre y la de
Serbia el pasado fin de semana– la coalición de 18 partidos Oposición Democrática de Serbia
(DOS), del presidente Vojislav Kostunica ha comenzado a actuar con rapidez.

El marciano no sabría, evidentemente, qué es eso de tener las “dos bases de poder
aseguradas”, cuando lo más directo habría sido:

El presidente Vojislav Kostunica y la coalición que lo apoya (DOS) después de su


victoria en las elecciones de Yugoslavia (el pasado...) y de Serbia el sábado pasado,
comenzaron ayer a relevar a altos jefes militares del régimen del ex comunista
Slobodan Milosevic.

Si todo ello es o no "rápido", es algo a lo que sólo podremos responder remitiéndonos


a otro género distinto, la crónica, firmada, donde la interpretación es de recibo, pero de
lo que trataremos en el siguiente capítulo.

En la entradilla continuamos hablando de destitución "fulminante" y de "siniestra"


policía política, lo que, sin duda, es muy correcto desde el punto de vista de todo lo que
sabemos sobre el régimen de Milosevic en la Yugoslavia de fin del siglo pasado, pero
objetamos que, redactadas las cosas de esa forma, no es el periódico sino un anónimo
conjunto de agencias quien opina en su lugar. El que hablemos de una policía, sin
duda siniestra, debería exigir, según este canon, que fuera el periódico o uno de sus
firmantes el que opinara sobre si lo es o no. Por lo demás, las mismas fechas de las

38
destituciones indican en qué medida son o no fulminantes; y de la policía política
habría bastado con citar algunas de las numerosas acusaciones sobre sus sangrientos
desmanes, para que quedara claro que quien no firma, tampoco puede opinar. El
resultado sería, sin embargo, informativamente casi indistinguible de la versión
“romanceada”; la policía de Milosevic habría sido calificada por alguien, cuyo
testimonio recogemos, como "siniestra".

La técnica no es una trampa

No vamos a recorrer el resto del texto que, desde el punto de vista informativo, es
correcto, y está ya suficientemente bien explicado, sino subrayar que exactamente el
mismo efecto, el mismo volumen de información relevante con idéntico significado, se
podría haber dado cumpliendo el canon de lo seco, a condición de buscar las
declaraciones correspondientes de los protagonistas, las citas relevantes de lo dicho o
hecho en esos días que equivalieran a lo que ahí está romanceado. Todo en último
término se reduce a una técnica, porque el mundo entero ha dicho casi todo en uno u
otro momento, y casi cualquier posición es defendible buscando las fuentes
correspondientes.

Un profesor de historia que tuve hace muchos años decía que buscando lo suficiente
se podían hallar fuentes hasta para convertir a san Francisco de Asís en marxista-
leninista. ¿Significa eso que siempre es posible hacer trampa y llevar la historia por
dónde queramos? Si en medio de un tráfago de declaraciones sobre las relaciones entre
Rusia y Estados Unidos el presidente Putin dice que "hay que mitigar la tensión",
aunque esta declaración desempeñe un papel muy menor en su panoplia de
intenciones, el hecho de que la incluyamos con relieve en la información que
fabriquemos –sea del género que fuere– hará que –en la comunicación de que es
vehículo el periódico– hayamos "mitigado la tensión", aunque eso no tenga nada que
ver con la situación que pueda darse entre Moscú y Washington.

Todo es técnica y, si así lo vemos, también trampa, porque haremos decir a la


información lo que queramos que diga; lo que ocurre es que no queremos que diga
nada en nuestro beneficio, ni para satisfacer nuestro gusto particular; al revés,
nuestro único objetivo, la única trampa técnica que debemos permitirnos, es la
necesaria para contar aquello que creemos –otra vez el “fair play”, la neutralidad– que
da la visión más amplia, más completa, más incisiva, más clara, etcétera de aquello
que queremos transmitir. O sea que la técnica es una trampa de la que nos servimos,
sin embargo, para no hacer trampas en la versión que demos de lo que, quizá, ha
ocurrido.

Tomemos, por último, como ejemplo de lo anterior el párrafo final del texto
comentado.

Djinjic aspira a tener su Gobierno a pleno rendimiento a mediados de enero, pasadas


las fiestas de la Navidad ortodoxa. Ya ha asegurado que entre sus prioridades destaca
la de remover [destituir] de sus puestos a aquellos seguidores de Milosevic que puedan
representar un freno para la democracia.

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No habría sido posible conocer las intenciones de Djindjic, si éste o personas
relevantes de su entorno no hubieran formulado en su día declaraciones en ese
sentido; habría bastado, por tanto, recordar esas declaraciones, o que el ya jefe del
Gobierno serbio las hizo en su momento.

Dos cosas parece que deberían quedar claras al término de esta excursión
metodológica:

a) Que el género seco puede llegar informativamente tan lejos como otras
formas más personalizadas de la narración, aunque manejando el
material de otra manera.

b) Que, en realidad, el problema no es tanto de narrativa como de firma.

Con otras formulaciones, como “De nuestra redacción”, como la firma del especialista
de esa área, con o sin el añadido de Agencias, la pieza habría sido perfectamente
correcta.

El capital simbólico y la narración

Imaginemos la siguiente escena.

Cuando el periodista llega por la mañana a la redacción, su jefe le hace entrega de


una bolsita que contiene un cierto número de palabras con las que tiene que fabricar
una información. Y el símil es menos metafórico de lo que pueda creerse porque con la
escritura directamente en pantalla, sobre un espacio que dibuja la geografía exacta
que va a tener aquel texto en el periódico, cabe hablar de un número preciso de
palabras, líneas, centímetros, etcétera para cada información.

El periodista tendrá, entonces, que servirse del capital simbólico de la manera más
eficaz posible, utilizando la inmensa mayoría de esas palabras para acarrear un
significado, de forma que, una a una, vayan sumando información, y todo ello sin
repeticiones, o sólo con las inevitables de términos tan comunes que no puedan
soslayarse, artículos, conjunciones, pronombres, preposiciones y adverbios, aunque
incluso éstos no habrá que reiterarlos sin motivo.

Haremos entonces una propuesta de lectura, que es el “lead”, y comenzaremos la


narración inmediatamente después como si no lo hubiera, por lo que ya se ha dicho de
que “lead”, entradilla y resto de la información tienen que poderse leer
independientemente.

Esto significa que después de la propuesta-”lead”, en la entradilla enumeraremos los


elementos principales de la historia, y en el texto que comienza a continuación,
desarrollaremos tanto el “lead” como los restantes elementos informativos. Todo ello
nos obliga a recomenzar la narración en el texto que sigue a la entradilla, lo que no
quiere decir, sin embargo, que tengamos que repetir literalmente nada de lo anterior,
sino, simplemente, contar una historia completa que se entienda por sí misma.

En la historia de Kostunica, por ejemplo, el “lead” era la celeridad con que el


presidente yugoslavo estaba despachando a los remanentes de la era Milosevic.

40
Efectivamente, esa capacidad de acción acelerada era lo que se desarrollaba como
narración en buena parte del texto, pero no habría hecho nunca falta repetir que
Kostunica podía actuar así porque había ganado dos elecciones casi seguidas.

Una vez establecida esa plataforma para la acción, dividiremos la historia en bloques
o unidades narrativas bien diferenciadas, de forma que cada párrafo trate,
preferentemente, un aspecto distinto e individualizado de lo que se quiere contar; si,
tras narrar por ejemplo el hecho noticioso, reseñamos las reacciones al mismo, no
sería propio entonces abandonar el asunto, para volver a otros aspectos de esa misma
subhistoria dentro de la narración general, porque cuando nos convenga recuperar la
trama de las reacciones ya será tarde, y al lector le parecerá que ha habido un salto
demasiado brusco en la narración.

Una clase en directo

Veamos en directo, y por comparación con todo lo anterior, uno de los ejercicios,
dentro del género seco, sobre un texto de alrededor de una columna de extensión,
título a dos columnas, de los realmente corregidos en la Escuela. Casi un experimento
de “cinéma-verité”.

El título:

Reacciones en contra del "medicamentazo"

Mal. Por supuesto que hay reacciones. Hay reacciones siempre. Nos pasamos la vida
reaccionando. Hemos de contar las cosas, no contar que vamos a contar las cosas. Si
titulamos "Reacciones" contra lo que sea, estamos dando pre-noticias, porque la
noticia no es que haya reacciones, sino en qué consisten esas reacciones. Por lo tanto,
busquemos qué es lo que recubre la alusión, dónde está lo que ha ocurrido, y no tan
sólo lo que nominalmente se ha hecho: reaccionar, porque ha ocurrido algo; no
podemos conformarnos con aludir en lugar de nombrar o describir. Si decimos, por
ejemplo, que "la industria farmacéutica rechaza el medicamentazo", o que las
organizaciones de consumidores presentarán recurso ante quien sea, ya estaremos
contando en qué consiste la reacción, que es la noticia.

Sigamos.

La exclusión de ciertos medicamentos del sistema nacional de salud, el llamado


medicamentazo, ha provocado el rechazo de partidos políticos, sindicatos,
pensionistas, consumidores farmacéuticos y médicos.

"Ciertos" medicamentos no quiere decir nada; si se han excluido 894, pues hay que
poner 894; o si se ha excluido una serie identificable de ellos como analgésicos,
ansiolíticos, antiblenorrágicos, o si cabe caracterizarlos por su bajo costo o por lo
contrario, así hay que hacerlo constar. Siempre hay que precisar.

En vez de "ha provocado", "provocó ayer"; que esto se convierta ya en una reacción
automática del que redacta una información: todo ocurrió en algún momento y así hay
que decirlo, con su tiempo estándar, que es el pretérito indefinido. En "provocó ayer el

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rechazo de partidos políticos", podemos comernos lo de "políticos", porque los partidos
no van a ser judiciales o de fútbol, y dejar el resto tal cual.

La mayoría de ellos coincide en calificar la medida del medicamentazo de injusta y


perjudicial para las familias con menos recursos. Otros dudan de que el Gobierno
consiga lo que se propone, es decir, el ahorro de [...] millones de pesetas anuales.

¿Es posible que todavía quede alguien que dude, después de esa lista interminable
de presuntos damnificados por la medida? ¿Quiénes son esos "otros"? Le pasa lo
mismo que a "ciertos". Si la mayoría coincide en cargarse el medicamentazo, ¿quiénes
son los que no lo hacen? Cuando al término de un párrafo, y todos los párrafos han de
ser unidades informativas que respondan a las preguntas que ellas mismas han
suscitado –recordemos la “completud” – nos vemos asaltados como aquí por esta
retahíla de interrogantes, quiere decir que se ha hecho fatal. Se ha redactado un
párrafo en el que lo que abundan son los cabos sueltos, uno de los peores enemigos del
periodista. No creemos expectativas que no podamos satisfacer y seamos capaces de
satisfacer todas las que exige la comprensión del texto. Eso es no dejar cabos sueltos.

Según avanzamos en la narración, con decir "la medida" habría bastado, porque lo
del medicamentazo ya estaba suficientemente acreditado. Hay que ver que estamos
metidos ya en esta información desde hace unas cuantas líneas, ya sabemos de qué
estamos tratando y, por tanto, el viaje que iniciamos con, pongamos, 300 palabras
para contar una historia, está ya lo bastante avanzado como para que hayamos
gastado, quizá, 100, con lo que ya sólo tenemos unas 200, y no nos queda ningún
medicamentazo por gastar.

Hemos creado unos puntos de apoyo, que nos permiten usar cada vez menos
palabras para expresar lo que queremos. Vamos cada vez más ligeros de equipaje,
como aquel cantante, hacia el fin de la información.

Para concluir con el párrafo, digamos que ese, "es decir", carece de todo valor
informativo. Le pasa lo mismo, sólo que peor, que al "reacciones" del título; es un
"decir" que no dice nada. Ése es el caso de tantas otras expresiones que si en el habla
están justificadas porque nos dan tiempo para pensar, para hilar la frase siguiente, en
lo escrito no tienen excusa porque ni quitan ni ponen rey y, además, nos hacen perder
el tiempo, como ocurre con "de hecho" (del inglés, in fact), que no recuerdo ni un solo
caso en que el texto haya sufrido lo más mínimo al suprimirlo. Y lo mismo cabe
afirmar de "actual" o "actualmente", que suelen estar de más porque lo que contamos,
si no ocurre "en la actualidad", ya lo haremos constar, de forma que cuando no
hagamos constar ninguna circunstancia temporal es que lo que sea está ocurriendo
"actualmente". No escribamos "fulano de tal que actualmente tiene 46 años", sino
"fulano de tal, de 46 años", o aún mejor, "fulano de tal, 46 años". Y el año pasado, 45.

No es nada conveniente comenzar frase, y no digamos párrafo, con adverbios,


preposiciones, “no obstantes” y “emperos”, que, además de cursis, casi no aportan
información cuando están emplazados en cualquier punto del texto, pero si encima
inauguramos con ellos la unidad o bloque informativo no haremos sino retrasar,
anteponiendo elementos de escasísima carga de sentido, el momento de empezar a
contar lo que de verdad queremos contar. El “noobstantismo” es un falso amigo del

42
periodismo. Por ello, los "según la policía, o quien corresponda, que queden siempre
para el final de la frase.

En vez de "Según la policía el asesino era capitán general", escribamos "El asesino
era capitán general, según la policía".

El Gobierno ha cedido ante las presiones de la industria farmacéutica", según


Comisiones Obreras, en tanto que USO denuncia que entre los específicos excluidos se
encuentran aquellos que afectan a enfermedades crónicas como la epilepsia, el asma o
la osteoporosis [...].

Siguiendo con la utilización de los términos, observemos que emplear "denuncia" es


sumamente peligroso. Si estamos en el género seco, y escribimos que "Rodríguez
Zapatero denuncia" lo que sea de Aznar, como el lenguaje es raramente inocente,
estamos dando por sentado que el líder del PSOE tiene motivos para acusar, puesto
que "denuncia", y no se puede denunciar nunca nada bueno. Igualmente, si USO
"denuncia" es porque le damos más crédito al sindicato que al Gobierno, lo que es ir
más lejos que, simplemente, recoger que CC'OO. acusa al Ejecutivo de "ceder a
presiones", lo que sí es correcto. Otra cosa sería, naturalmente, que la palabra
denuncia se pudiera recoger literalmente porque la han pronunciado los del sindicato,
pero en nuestra boca significa siempre algo distinto y amenazador. Hasta la fecha, las
denuncias que existen en el género seco, a excepción de las citas, son únicamente las
que se ponen en comisaría.

Cabe decir también que hay términos que son menos periodísticos que otros.

"Seguir", "volver", "continuar", "de nuevo", no son grandes hallazgos semánticos,


aunque no podremos escaparnos de usarlos alguna vez, pero, al menos, los evitaremos
en los titulares porque el periodismo raramente se dedica a contar lo que sigue, sino lo
que no sigue, lo que se interrumpe.

Cuando a los periodistas se nos hace la conocida crítica de que sólo contamos lo malo,
y de que no hacemos justicia a la realidad dando a conocer lo fantástico que es todo en
tantos sitios, habría que contestar que no damos buenas ni malas noticias, sino
sorpresas, lo que se interrumpe, se rompe, estalla, no el encefalograma plano de la
continuidad. Incluso de Colombia, a pesar de que en este país latinoamericano, tan
querido, lo normal es el horror, y algún éxito constituiría la excepción, que no se sabe
si en este caso confirmaría la regla, la noticia periodística ha de seguir siendo la
tragedia, por muy cotidiana que resulte, porque la cultura universal no nos permite la
inversión de valores que supondría saludar la normalidad como si fuera la sorpresa.

Comisiones Obreras calificó, por su parte, de "grave y lesiva la exclusión de los citados
medicamentos" ya que aunque el sindicato se muestra "partidario de la reducción del
gasto farmacéutico de la Seguridad Social", aboga "por una elaboración consensuada
de la lista de forma que no suponga una agresión para los más desfavorecidos". [...] La
portavoz del sector de Farmaindustria dijo mostrarse "escéptica con las posibilidades
de ahorro que puedan derivarse de la medida". El consejero en Cataluña de
Farmaindustria Xxx señaló, finalmente, que la medida "tendrá como consecuencia que
si el médico receta un medicamento y el enfermo lo paga se producirá un ahorro, pero

43
si el médico receta un medicamento y el enfermo le pide otro que lo sustituya no habrá
ahorro". En este mismo sentido, la portavoz de IU, Rosa Aguilar, señaló "que la
sociedad debe tomar la calle, debe mostrar el rechazo a estas medidas [...]".

Recalquemos que en lo tocante a ir soltando lastre bastaría con decir "grave y lesiva
la exclusión", porque ya sabemos que esa exclusión de medicamentos, aunque jamás
en el texto se ha molestado nadie en averiguar cuáles; que "la medida" se emplea
varias veces, y, en ocasiones, en líneas casi sucesivas; que "En este sentido", con lo que
se da entrada a la intervención de Rosa Aguilar, no sólo es innecesario, sino que
denota una sensación de que esto del periodismo es tan importante que no podemos
contar sencilla y llanamente las cosas; que hay que meter como algodones para la
mejor ilación de las frases para que quede todo bien acolchado; y que, sobre todo, lo
escrito suene lo más protocolario posible, solemne, que esto de escribir en los papeles
es tremendo; parece que hay que hacer un alto en el camino y envolver de hojarasca lo
que contamos; no hemos ennoblecido suficientemente la información, había que
decorarla aún más.

Pero, lo que interesa ahora del texto es la utilización de las comillas. No hay nada
más fácil que hacer un texto con muchas declaraciones porque el alumno se ve
inmediatamente salvado. Se le pide una información seca, o sea que no puede colar un
seudo-editorial con lo que a él le parezca, sino que hay que ir con pies de plomo para
huir de la opinión. Pero, si en los cables que ha utilizado para montar su texto hay
muchas declaraciones, no hay problema. Sólo tiene que hacer cita tras cita, cuanto
más largas mejor, y así se come sin enterarse las 100 líneas o más que hay que aviar.
Grave error. Esas barandillas de la información a las que nos agarramos sólo nos
enseñarán a andar como los cojos, con muletas. Siempre es mejor soltarse, aunque
alguna vez nos caigamos.

Las comillas son letales enemigos del periodista, porque cuando las utilizamos
estamos renunciando a nuestra propia voz; estamos retirándonos –aunque lo
entrecomillado lo haya elegido el autor– para dejar que otra persona aparezca en
primer plano y sea ella la que lleve la batuta de la información.

Por eso, las comillas si breves...

Sólo debemos echar mano de ese cojín para reposar, cuando se cumplan una serie de
condiciones:

a) Cuando la narración avance gracias al entrecomillado; por lo tanto, raramente


cuando se trata de declaraciones de principio, sino cuando se habla de lo que va
o puede pasar, amenazas, alusiones, anuncios, exhortaciones.

b) Cuando aquello que expresa el entrecomillado no pueda contarse de mejor


manera con nuestra propia redacción de los hechos, en género seco.

c) Cuando lo que se diga no sea un mal trasunto de la prosa administrativa,


hablar como si leyéramos un documento, sino que realmente suene a oralidad,
expresión oral del personaje, que suele ser imposible de reemplazar con nuestra
propia voz narrativa, porque, si nos parece interesante recoger que el afectado

44
ha dicho "arrea", no habrá forma de que mejoremos esa expectoración
escribiendo que "pronunció una exclamación no especialmente malsonante".

d) Cuando quien habla, caso que se dará mucho más directamente en el género
entrevista, sea de tal rango, o lo que diga de suficiente gravedad como para que
no queramos intermediarios demasiado obvios entre sus palabras y el lector. Si
optamos por callar, lo mínimo que hay que pedir es que valga la pena escuchar
lo que otros tienen que decir.

Y cabe poca duda de que en todos los entrecomillados del texto anterior, apenas
puede salvarse la calificación de "grave y lesiva" al medicamentazo, porque si lo han
dicho los sindicatos, quizá es mejor que se sepa literalmente; así como la soflama de la
representante de Izquierda Unida –que en el texto debía haber sido así identificada y
no sólo por las siglas, en aplicación de la teoría del marciano– incitando a la bravura
urbana, también por idénticas razones a lo anterior. En particular, la tirada central
sobre el médico, la receta, el medicamento y el ahorro debería haberse resuelto, en
cambio, por una vía narrativa directa, que no repela al lector con su sonsonete de
prospecto de laboratorio, o, simplemente, se habría podido prescindir de la
declaración, puesto que no parece especialmente significativa.

Toca ahora dar un segundo paso para salir del género seco y entrar en la crónica,
mojándonos un poco más en ese trayecto de personalización informativa que se ha
prometido recorrer.

45
Capítulo IV
La crónica a la que conducen todos los caminos
Puede decirse que la crónica es la prosa, la velocidad crucero del periodismo, puesto
que los periódicos están escritos fundamentalmente como crónica, ocasionalmente en
reportaje o entrevista, muy raramente en análisis, y cuando no queda más remedio, en
información seca. Cabría también decir, cortando por lo sano, que crónica es todo lo
que no son los otros géneros; que, cuando se han eliminado de un periódico todos los
restantes, lo que queda, y que es capaz todavía de expresar suficientemente ese paseo
diario por el “out there”, es la crónica.

El género crónica es el mestizaje por naturaleza, la utilización de todos los recursos


expresivos del periodista, aunque predomine todavía en su trabajo el acercamiento
indirecto a las cosas. Si en el género seco recibimos un material sobre el que no hemos
tenido ningún control, que hay que manipular a beneficio de inventario, y estamos
haciendo un recorrido de menos a más, de despersonalización máxima, que es lo que
tenemos en este género, en la crónica damos un primer paso esencial, aunque todavía
no concluyente, hacia la personalización del material informativo.

El periodista se vale de todo lo que existe para construir la crónica porque utiliza
para ello los cables, las informaciones de televisión y radio, las ruedas de prensa, los
libros que ha leído, el conocimiento que posee de los asuntos, las fuentes a las que
puede recurrir y, sólo ocasionalmente, goza de una presencia directa en el lugar de los
hechos.

La crónica aspira, sobre todo, a dar cuenta de lo panorámico, de aquella realidad


múltiple que se produce en muchos escenarios distintos, alejados entre sí, y fácilmente
simultáneos; por ello, la hallamos, pero no de manera exclusiva, en el trabajo de los
corresponsales, de los enviados especiales, de aquellos que tienen que rendir cuentas
de las 24 horas de una parte del mundo (su corresponsalía) a otra parte del mundo (el
público de origen).

El periodista que hace crónica tiene que informar y relacionar acontecimientos,


distintos y distantes, que pueden tener una relación obvia entre sí, como cuando en
Washington el presidente Clinton media, interviene, fantasmagoriza, como dio en
hacerlo tanto, sobre todo a fin del año 2000, en el llamado proceso de paz de Oriente
Próximo, y al mismo tiempo, en Jerusalén, en Palestina, otros actores, Barak, Arafat,
la Intifada, reaccionan, anuncian, declaran; pero, también, cuando las cosas no son
tan evidentes, cuando hay que preguntarse si a los acontecimientos sobre el conflicto
cabe adjuntar las variaciones del precio del crudo, o las relaciones comerciales de
Israel con la Unión Europea, o los temblores familiares de la monarquía saudí.

El género crónica resuelve todos esos problemas en la medida en que el periodista es


el que tiene que decidir qué asociaciones de hechos, palabras y precios corresponden a
un mismo texto; esas decisiones son, por otra parte, las que determinan la
configuración diaria de lo que ocurre. ¿Alguien se atreverá ante ello a seguir hablando
de objetividad? Pero, pese a ese tipo de decisiones que ha de tomar el periodista,
seguiremos, sin embargo, sin estar especialmente interesados en lo que este opine

46
sobre el mundo en general; puesto que seguimos trabajando con los hechos, lo que
pasa es que ya construimos algo que va más allá de la pura ordenación informativa de
los mismos.

La primera interpretación personal

El ya mencionado Paul Ricoeur aproxima, sin necesariamente saberlo, el trabajo del


periodista al del historiador cuando escribe que este, al relacionar, al juntar
acontecimientos que enhebra en una narración, "revela un argumento", un hilo
central, que da sentido a todo lo que ha reunido con un propósito 7. Y que el sentido se
lo da a esas historias esa fabricación del argumento, o secuencia de acontecimientos,
que representa simbólicamente lo que no sería expresable de ninguna otra forma en el
lenguaje hablado: la experiencia del ser humano entendida como temporalidad 8.

Lo que hacemos es darle un sentido a ese amasijo de datos contando una historia
unitaria formada por elementos que pueden llegar a ser muy dispares. Pero ese
sentido no responde a una realidad tallada en la historia, sino que tiene sólo el valor
de su propia coherencia, porque será uno entre los varios o muchos sentidos que quepa
darle a la narración. El propio Ricoeur afirma que los periodistas cuentan historias de
lo que ha ocurrido ayer o el año pasado "con mayor o menor idoneidad", como hacen los
detectives o los abogados litigantes 9. Ahí está la gracia.

Y, evidentemente, eso nos plantea el problema de hasta dónde podemos llegar con la
interpretación. Tracemos, para ello, la divisoria en alguna parte más allá de donde no
debemos ir. Y pongámosle ese límite en la opinión o valoración moral, la que establece
lo de “esto es mejor que aquello”. Pero en la crónica seguimos, como en el género seco,
sin preferir nada. No nos importa quién es bueno, ni malo, ni Clinton o Bush ni
Saddam Hussein, ante el negocio norteamericano de bombardear Irak lunes, miércoles
y viernes en sesión continua, como en los cines.

En la crónica ya hay una voz de autor, lo que no significa que tenga mucho sentido la
utilización de un “yo” explícito, de una primera persona. Siento particular horror a la
narración en primera persona, que, sin embargo, sería contemplable en otros géneros,
notablemente en el reportaje, pero a la que se le ve escasa razón en la crónica, que
busca continuidades y asociaciones informativas sobre las que tenemos insuficiente
control para justificar la primera persona. Eso no quita, sin embargo, que la voz de la
interpretación se haga notar. Leemos, por ejemplo:

Rechazo unánime de los partidos políticos a la propuesta de [...].

y estamos haciendo una crónica, aun en su modestia, porque hemos dado el salto de
escribir

Todos los partidos del arco parlamentario se opusieron ayer a [...].

7
Paul Ricoeur, “Temps et récit”, Du Seuil, 1987.
8
Paul Ricoeur, “ibid.” menor idoneidad", como hacen los detectives o los abogados litigantes.
9
Paul Ricoeur, “ibid.”
47
que correspondería al género seco.

Deliberadamente, hemos buscado un ejemplo mínimo, insignificante: el viaje entre


"la totalidad" de las formaciones políticas, y la definición de que eso es "la
unanimidad". Veamos cómo el autor ha dado un primer aunque minúsculo paso, con
una "unanimidad" que añade un elemento interpretativo a la historia, que no implica,
sin embargo, preferencia alguna por su parte.

De igual forma, en la crónica aparecen ya los personajes, que podemos haber


encontrado personalmente o no, pero hay una descripción de protagonistas. Aunque
sólo en la última parte del libro trabajaremos con ejemplos directos y completos de
piezas redactadas por alumnos de la Escuela, veamos ahora algún apunte de
redacción de crónica por los alumnos:

Pinochet, vestido con un traje azul, camisa rosada y corbata roja, apareció tranquilo
[...] Un desgastado Pinochet, al menos en apariencia [...]

El texto se refiere a una comparecencia del exdictador chileno ante el tribunal


británico, en la que ya podemos visualizar las cosas. Los personajes ya tienen cara y
ojos, pueden presentarse de una forma u otra en la medida en que su descripción sea
relevante para comprender la historia, porque el individuo iba particularmente
atildado, porque quería mostrarse "tranquilo", imperturbable, ante la suerte que
pudiera acecharle. El periodista no afirma que Pinochet esté "desgastado", sino que su
apariencia es la de un hombre cansado. El periodista ya está viendo por sí mismo, y de
ello extrae una primera aproximación interpretativa. No significa todo esto, sin
embargo, que en el género seco no sea posible describir lo que apreciamos, porque la
indumentaria de quien sea es algo que se puede ver y, por tanto, describir; lo que pasa
es que está fuera de lugar que aspiremos a personalizar un material sobre el que
nuestra apropiación es mínima o inexistente. La información seca ve, pero no por
nuestros ojos, sino por los de otras fuentes, como la agencia.

El trayecto de la crónica

La carrera informativa ante la necesidad de hacer una crónica podría desarrollarse


más o menos como sigue.

El periodista se pone en marcha con los cables, añade más información, que obtiene
de la radio, y cabe incluso que oiga con su voz a alguno de los protagonistas de la
historia, y ya tiene con ello una primera aproximación, mínimamente directa, al “out
there”, pero no ha tenido ningún control sobre la entrevista, o las declaraciones que ha
escuchado, ni sobre las preguntas, ni sobre la posible reacción a las respuestas; ve la
televisión, donde se suceden escenas relevantes para su historia, y alcanza con ello un
grado algo mayor de proximidad a las cosas, en la textura plana y en el color televisivo
de la vida, pero seguirá sin haber podido decidir los encuadres, ni habrá tenido ningún
poder de decisión sobre los tramos de espacio; recabará información a sus fuentes para
perfilar, iluminar, en tender mejor algún aspecto del asunto, recordará sucesos
anteriores que puedan tener alguna relevancia para los lectores –no digamos, por
favor, “sus” lectores, que nunca han reconocido propietario–; puede darse el caso de
que se celebre a su alcance alguna rueda de prensa que guarde relación con el “bolo

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alimenticio” que está montando, y allí el periodista gozará de una primera
aproximación directa, personal, visual y auditiva, de algo que está realmente pasando,
aunque sea en la versión domesticada por el protocolo, con hora de entrada y de
salida, presencia atestada de los profesionales de prensa –lo que es de todos acaba
siendo de nadie–; y ya, en el colmo del acercamiento a las cosas, puede hasta tener la
suerte de asistir a lo que, contrariamente, no tiene ni horario, ni escenario, ni
calendario; simplemente, a lo que pasa.

Ya ha llegado. Y si ese material inmediato lo merece podrá ser objeto de un ulterior


reportaje, pero de lo que no cabe duda es de que en esa historia habrá tenido que
recorrer todas las estaciones anteriores; escuchado, anotado, valorado, relacionado,
cables, radio, televisión, para chapotear, por último, en su visita a lo imprevisto.

El “bolo” resultante, aquel en que el material informativo es todavía


fundamentalmente indirecto, pero no deja de forzarnos a un cierto tipo de
personalización, la de la selección de lo que queda fuera y lo que está dentro, de
antecedentes y contextos, de lo múltiple, lo panorámico y por ello de lo interpretativo,
siempre necesariamente firmado, eso es una crónica.

Vemos, por tanto, cómo engloba al género seco, cómo está formada por toda una serie
de afirmaciones que representan los hechos, sobre los que se ha tejido una tela
distinta que aspira a que se vea una primera exposición -la suya- del sentido de las
cosas.

Pero, llegados a este punto, veamos cómo son los periódicos y su división en
secciones, en las que tendrá que desembarcar la crónica -como también, el género seco-
y cuáles pueden ser las “afinidades electivas”, para usar la expresión de Goethe, entre
la misma y ese despliegue territorial de los diarios.

De lo duro y de lo blando

Los periódicos, como el género humano, tienen partes duras y blandas.

No todas las secciones en que están divididos sirven para lo mismo, ni aspiran a
expresar de la misma forma y con los mismos medios el mundo que nos rodea.

De una manera elemental, podemos dividir las secciones de un diario en duras y


blandas. En “El País”, pero también en todos los diarios de nuestro entorno, hallamos
una estructura de secciones, de cuya suma debe deducirse la capacidad de representar
todo lo que ocurre en el mundo, desde lo más grande y lejano a lo más pequeño y
próximo; hechos, pero también sensaciones, atmósferas, fenómenos, evoluciones y
preocupaciones relacionadas con el ser humano. Una especie de historia tan total que
entrarían en ella la historia de las mentalidades y de las ideas, de lo social y de lo
económico, de lo político y de lo religioso, pero cortado en ese formato que se
empaqueta unitariamente cada 24 horas para el consumo de un público masivo y
anónimo.

Un tipo de reparto muy extendido de esta división del mundo lo constituiría la


sucesión de secciones como Internacional, Nacional, Opinión, Local, Sociedad,
Cultura, Espectáculos (o como en “El País” CulturaEspectáculos), Deportes, Economía

49
y Televisión (esta última puede aparecer integrada o no en la sección de Cultura-
Espectáculos, o incluso en la de Sociedad).

Todas son secciones territoriales, es decir, que constan de un cierto número de


páginas en las que se lleva a cabo un recorrido informativo que, en las secciones de
Nacional (“España”, en “El País”) y Local, se mantiene, en principio, dentro de los
límites geográficos del país y de la ciudad de que se trate –y hay que decir, “en
principio”, porque las salidas al exterior de los dignatarios tanto del Estado como del
ámbito local pueden también cubrirse en esas secciones–.

Las restantes, y no sólo obviamente Internacional (en muchos países de América


Latina, “Internacionales”), se pasean, en cambio, por el planeta con plena libertad, es
probable que privilegiando lo del propio país, pero, también, colonizando lo más lejano
y recóndito. A las secciones anteriores cabría sumar una sección de contornos no tan
bien definidos, Gente, con pasatiempos, servicios de utilidad, etcétera, en la que los
periódicos reputados de calidad suelen dar salida al material que se dice propio de las
llamadas “revistas del corazón”; y, finalmente, las secciones de fotografía e infografía,
que gozan de estatuto de extraterritorialidad, puesto que se instalan y asisten a todas
las otras secciones del periódico.

En esa estructura, distinguiremos secciones duras y blandas, en atención al material


informativo que manejen.

Con un grado inevitable de convencionalidad, consideraremos que son secciones


duras, Internacional, Nacional, Local y Economía; y blandas, Deportes, Cultura-
Espectáculos y Televisión; con Sociedad –la sección de más fuerte crecimiento
temático en los últimos tiempos, es decir, cajón de sastre más o menos internamente
estructurado–, que fluctúa entre una y otra densidad textual.

Las secciones duras son aquellas en las que tiene normalmente cabida el suceso, la
violencia inesperada, el cataclismo, o, simplemente, todo un mundo, aunque lo sea en
gran medida de declaraciones tanto o más que de acontecimientos físicos, en el que las
decisiones que se toman y se llevan a la práctica pueden ser significativas para la
historia del momento.

Las secciones blandas serán aquellas en las que los hechos se encadenan de una
manera mucho más libre, su contenido apela más al ocio del azar que a la necesidad
de las trascendencias. Nuestra vida la condicionan las secciones duras, y la alivian,
sólo en parte, las blandas.

Y esos dos tipos de secciones se hallan en relación muy directa con lo que podría
llamarse la agenda de supervivencia informativa del periódico.

Las publicaciones ven dividido “grosso modo” su material en productos de agenda


propia y de agenda obligada.

La primera está constituida por todo aquello que el diario tenga como exclusivo,
quizá fruto de su propio trabajo investigador; la segunda es aquel calendario
informativo público, conocido de todos, aireado también por los otros medios de
comunicación, con respecto al cual la publicación deberá decidir qué tipo de

50
tratamiento informativo y qué ángulo diferenciador quiere darle, pero que no se podrá
sustraer de publicarlo. Y ocurre que las secciones duras están obligadas a un gran
consumo de agenda obligada, mientras que las blandas gozan de mucha mayor
autonomía a este respecto.

Si el presidente ruso Vladimir Putin hace determinada declaración en la Duma, no


habrá periódico de afanes perspectivistas –los diarios que cuentan las 24 horas del
mundo al mundo– que pueda permitirse el lujo de no darle relieve a ese
acontecimiento, aunque no pueda aportar gran diferencia de tratamiento con
referencia a sus competidores. Y la sección de Internacional es, dentro de las duras, la
que de una manera más modélica deberá hipotecar un alto porcentaje de su espacio
vital, su “lebensraum” periodístico, para dar respuesta a esa agenda obligada, con lo
que el sobrante, allí donde pueda proceder a la expansión, a la búsqueda de lo propio,
se verá forzado casi a una lucha por la supervivencia.

En medida sólo algo menor, ocurrirá otro tanto con las secciones de Nacional –
pensemos en el vastísimo repertorio de declaraciones de José María Aznar– y de
Economía, donde, además, el espacio dedicado a los acontecimientos internacionales
habrá de ser particularmente notable.

¿Quién no está obligado a dar todas las páginas que sea capaz del cónclave de
Davos? En medio de todo ello, la sección de Opinión, en principio dura por la seriedad
que habitualmente la asiste, tiene, sin embargo, características muy particulares,
puesto que en vez de contar con una materia prima de acontecimientos en bruto, se
mueve en el terreno de las tomas de posición sobre los presuntos hechos, y en el
proceso de distanciamiento intelectual que ello supone encuentra una placidez, una
domesticación de lo que ha pasado, que la sitúa en una tierra de nadie entre lo duro y
lo blando.

Incidentalmente, creo también que este difícil diálogo de ocupación del territorio
entre agenda obligada y agenda propia, en la necesidad de ir privilegiando lo propio y
exclusivo con respecto a lo inevitable y de todos, va a ser una de las grandes
cuestiones a resolver en el periodismo de mañana mismo por la mañana.

La agenda propia, en cambio, puede explayarse con mucha mayor facilidad cuando
operamos en secciones que no se ven tan sometidas a un marcaje nacional o
internacional de acontecimientos, como ocurre con Cultura-Espectáculos, Deportes y,
en menor medida, Televisión. Es mucho más fácil contar con un calendario o agenda
propia informativa en este terreno, donde lo único verdaderamente obligado son
ciertos fallecimientos, unos festivales de cine, unos certámenes literarios, unas
competiciones deportivas, que es cierto, en este último caso, que hipotecarán también
formalmente gran parte de la sección de Deportes, pero dejando todo un océano de
enfoques posibles. Más acá de todo ello, la Cultura, el Deporte y los Espectáculos
pueden, sin embargo, organizarte la vida sin el temor de Dios que se da en las
secciones duras, sin el temor de que si no cubres todos los acontecimientos vas a ser el
hazmerreír de la profesión.

Al igual que la naturaleza tiene horror al vacío, el ser humano lo siente por la
ausencia de previsión, por los territorios inexplorados y sin mapa de trabajo; por eso,

51
muchas secciones de Cultura y Espectáculos se buscan la vida llenándose de
obligaciones que no deberían ser necesariamente tales, como las mil presentaciones de
libros, discos, ruedas de lo que sea, etcétera, en las que el interés en que se publiquen
las cosas pertinentes es mucho más del productor que del lector.

Muy particularmente, esa libertad de organizarse la vida se percibe en la sección de


Deportes que puede ser la más "protagonizada" del periódico, aquella en la que el
héroe incruento de la guerra diaria que es la competición se siente más a sus anchas.
Los Deportes están hechos para “pasarse” si se tiene el talento para ello, como
demuestra el mismo lenguaje de la sección, ya convertido en tópico, con sus imágenes
de “Hazañas Bélicas”10: el disparo, la ofensiva y contraofensiva, el golpe mortal de
necesidad, la estrategia, la táctica, la batalla y docenas y docenas más. El deporte es
una mímica de la guerra, en la que el gesto reemplaza a la acción, perdiendo toda su
crueldad pero nada de su belleza. La mejor literatura periodística puede acampar en
esos parajes.

Los problemas de Sociedad, finalmente, son de otra índole puesto que al ser esta,
más que una sección canónica, una confederación difícilmente sistematizable de
sensibilidades muy diferentes, lo primero que habrá que resolver es la forma de
agrupación de materiales de rúbricas ya clásicas como Medicina o Sanidad, Educación,
Tribunales, Medio Ambiente, Religión, etcétera con otras de “cachet” más reciente
como Comunicación y Ciencia, pero, en su conjunto, todo ello de contornos muy
elásticos, de forma que casi podemos tener tanta Sociedad como nos apetezca –¿es
Ciencia la conquista del espacio o es Internacional? –. Esa sección durablanda nos
exigirá, en primer término, una definición lo más precisa posible de lo que queramos
que esté dentro y de lo que releguemos a las tinieblas exteriores del resto del
periódico.

La crónica, ¿cómo y para qué?

Volviendo a la aventura de los géneros, subrayemos que aunque todos son utilizables
en todas las secciones, no todos sirven para todo. El género seco estará muy a sus
anchas en las secciones duras, cubriendo aquella parte de la actualidad que
querremos que sea básicamente complementaria, aunque nada impide que un gran
asunto, una información de trascendencia pueda ser cubierta también con ese angular
en el caso de que el periodista considere oportuno que la subjetivación de la crónica
penetre lo menos posible en el texto. Veremos, sin embargo, que ello será poco
frecuente porque ni el periodista ni el periódico se avendrán fácilmente a renunciar a
la explotación del éxito que supone contar con todos los medios expresivos posibles –la
crónica o, en su caso, el reportaje– lo que solo puede contar el autor porque, si
hablamos de crónica, habrá hecho un esfuerzo de asociación y coordinación de un
material muy diverso, y si de reportaje, porque basará su trabajo en el relato de los
hechos de que ha sido testigo. Subrayemos de nuevo, sin embargo, que aquí sólo
tratamos de establecer un canon autosuficiente y de servicio, pero nunca un pliego de
órdenes para usuarios.

10
Publicación semanal en forma de historieta que, con dibujos de Boixcar y asuntos de la II Guerra Mundial, tuvo gran
éxito en la España de la posguerra.

52
Todo ello puede coronarse diciendo que la crónica es especialmente apta por su
versatilidad para su despliegue en las secciones duras del periódico.

Veamos ahora algunos tipos de crónicas aparecidas recientemente en la prensa


nacional y extranjera, sin pretender agotar con ello ninguna tipología, que nos
resistimos incluso a reconocer que exista o que sea útil tratar de enumerar, porque eso
sería entrar en la definición de lo infinito, crónica literaria, de viajes, ciudadana,
topográfica o vétero-calvinista; es un decir.

Información aparecida el 2 de enero de este año en “El País”.

Título:

Cinco montañeros mueren y seis desaparecen en el Pirineo por el temporal de nieve y


viento

Texto a cuatro columnas, cabecera de página impar, bajo fotografía de igual extensión,
entradilla en medida falsa de tres bloques, doce párrafos, dos ladillos, –distribución
estándar–, apoyo infográfico y 144 líneas de texto. La titulación, como vemos, es
fáctica, lineal, idéntica a la de la información seca, puesto que el material que se
maneja sigue siendo el de los hechos.

El antetítulo, también descriptivo sin más, se entiende independientemente, pero es


complementario del título:

Hallado con vida uno de los cinco esquiadores de fondo que se perdieron el sábado en
Girona

Hasta ahora son sólo las cosas que han pasado. El “lead” es la primera frase de la
entradilla, donde encontramos la conclusión-resumen de los hechos:

La nieve y el viento se han cobrado cinco vidas desde el sábado en el Pirineo, donde
anoche además permanecían desaparecidas otras seis personas.

En esta primera frase, aparte de la conocida obsesión por “cobrarse algo”, hallamos
el clásico tono de la crónica: "La nieve y el viento se han cobrado cinco vidas...", para, a
continuación, detallar muertes y desapariciones, dar comienzo al relato completo, sin
omitir nada. El “lead” ha sido el “gancho” de lo que en su “completud” narramos.

Tres excursionistas y cinco esquiadores se habían perdido la víspera de fin de año en


la comarca gerundense de Ripollés. Hacia las dos de la tarde de ayer fue hallado el
cadáver de un miembro del primer grupo, Josep Marí, de 45 años.

Dos horas después, a escasos 200 metros, era encontrado con vida uno de los
esquiadores, Josep María Vilá, refugiado bajo una cascada.

Otras dos personas fueron halladas muertas en la misma zona el domingo tras haber
pasado la noche al raso, y otras dos fallecieron a causa de los aludes en Port Ainé
(Lleida) y Panticosa (Huesca).

53
Nada hay que diferencie a este texto de una información seca, salvo la mínima
alusión a que 200 metros pueden ser "escasos", y otra escapada hacia el terreno de la
valoración en el tercer párrafo de la primera columna, donde leemos:

[...] los excursionistas seguían una senda de montaña y se desviaron para descender
a través del torrente que, posiblemente, intentaron utilizar como vía de escape de un
temporal brusco [...].

A eso se reducen los momentos interpretativos del texto, pese a lo que cabe
argumentar que nos hallamos ante una verdadera crónica, muy ilustrativa, además,
de la enorme latitud que puede haber en el grado de personalización con que se
trabaje entre diferentes marchamos del género.

El resto es tan seco como húmeda era la nieve que sepultó a los infortunados
montañeros. Pero encontramos también aquí los elementos propios de la crónica en la
multiplicidad de escenarios: excursionistas y esquiadores en puntos geográficos
distintos del Pirineo, y de fuentes, bomberos, Generalitat de Catalunya, y los propios
municipios afectados. Con todo ello, el autor ha construido una crónica, en la que lo
que podemos echar en falta es la presencia directa, muchas veces imposible por
multitud de razones prácticas, pero en la que lo que se cuenta no es una adición de
sucesos trágicos, sino la historia de una tormenta única, de una gran conmoción
material que se desarrolla en un extenso frente geográfico. No por ello, desde luego,
nos hallamos menos ante una crónica de mínimos. Pero sigamos para comprobar cómo
se va de menos a más personalización, sin que tal cosa implique censura sino
exposición de una gama de posibilidades en la utilización del género.

Ese mismo día se publicaba en “El País” una crónica sobre el descubrimiento de los
mortales planes de ETA en la capital sevillana.

También nos hallamos aquí ante una información a cuatro columnas, página par,
foto en cabecera de página, entradilla en tres bloques de media falsa, 11 párrafos,
ningún ladillo lo que revela algún descuido, y 135 líneas, más un añadido, o pieza
independiente, que en la germanía del periódico llamamos “despiece”, y sobre cuya
naturaleza se hablará más adelante.

El título:
La policía sospecha que el coche bomba que ETA dejó en Sevilla buscaba matar a los
artificieros
Estructura también lineal, informativa seca, al igual que el antetítulo:

Los Tedax tardaron cuatro horas en desactivar el artefacto con 100 kilos de dinamita

que cumple exactamente las mismas funciones complementarias del referido a los
montañeros. El “lead”, sin embargo, es mucho más largo, hasta consumir la casi
totalidad de la entradilla.

Alrededor de las ocho de la mañana del pasado 31 de diciembre, los Tedax, artificieros
del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil, lograban desactivar un coche

54
bomba con una carga de 100 kilos de dinamita, aparcado por integrantes de ETA
frente a la Tesorería de la Seguridad Social en Sevilla. La policía especula con la
posibilidad de que se tratara de una bomba trampa, destinada a explotar cuando los
Tedax se pusieran a trabajar en ella. [...]

El “lead” es totalmente seco, hasta el punto de llegar casi a rivalizar con la prosa de
gabinete telegráfico, cuando un arranque más de crónica habría podido ser:

Artificieros de la policía desactivaron ayer en Sevilla un coche bomba cargado con 100
kilos de dinamita, evitando que explotara ante un edificio público, donde podía haber
causado una tragedia.

El resto de la entradilla podría haber sido el comienzo de la información “per se”, con
el detalle de qué edificio era el amenazado, la especulación sobre la bomba-trampa
etcétera, aunque no es así y la narración continúa sin distinguir entre “lead” y
comienzo de la información. Pero lo que más nos interesa aquí es cómo el autor,
manejando con destreza la multiplicidad de fuentes, policía, Junta de Andalucía,
Partido Socialista de Euskadi, y diversos escenarios materiales, sí utiliza más
plenamente que el anterior los recursos propios del género, como cuando en la propia
entradilla califica la carga de "colosal cantidad de dinamita", para seguir con los
"sofisticados circuitos", y ya en el texto (comienzo del segundo párrafo de la primera
columna) "los expertos de la policía se emplearon a fondo", o aún más
significativamente, al formular una asociación de ideas no inmediatamente referida a
la información del día (comienzo párrafo de la segunda columna):

La revancha ha sido una de las señas de identidad de las actuaciones de ETA en


Andalucía.

Finalmente, en el último párrafo tenemos una prueba adicional de la versatilidad del


género, cuando admite –distanciado por los paréntesis en el lenguaje de signos propio
de “El País” – una aportación de información externa, acreditada a la correspondiente
agencia, o lo que es lo mismo, un contexto o marco explicativo, que es cierto que
también podía haber fabricado el periódico por sí mismo, o haber construido en forma
de lo que llamamos un despiece, de lo que enseguida hablaremos.

La crónica, por ser el vehículo más habitual de la información, el punto de reunión


de tan diferentes intenciones narrativas, es el que tiene los límites más imprecisos; en
algunas ocasiones, como en el primer ejemplo, apenas distanciada de la información
seca; en otras, como en ésta, con un razonable equilibrio entre información del día e
inferencias lógicas de la misma, asociaciones de ideas, contexto y especulación de lo
posible. De igual forma, queda claro cómo la crónica envuelve al género seco, arranca a
partir de este para alcanzar una mayor elaboración del material, con la inclusión de
elementos de reportaje o información directa, realizada en el lugar de los hechos.

Por todo ello, si bien encontraremos suficientes ejemplos de información seca, nos
hallaremos mucho más frecuentemente ante mezclas de géneros, crónicas en las que
se den elementos de reportaje y de entrevista, reportajes que, inevitablemente
contarán con fragmentos de género seco y de crónica, entrevista o incluso análisis, de
forma que podríamos ir a una sistematización de nuestro trabajo estableciendo una

55
serie de subgéneros, tan larga como el número de cócteles informativos que es posible
concebir:

crónica reportajeada, reportaje con elementos de crónica, reportaje-entrevista, crónica-


análisis, etcétera.

Los géneros, de nuevo con la excepción de la información seca, sólo se hallan en


estado puro, como las ideas en la cueva platónica, en los planteamientos de dique seco
propios de una Escuela de Periodismo, donde entendemos que es útil trabajar sobre
ellos y diseccionarlos, aun a sabiendas de que la práctica nos ofrecerá pocas
oportunidades de trabajar según modelos preestablecidos, porque para vulnerar, para
salirse en el ejercicio de la profesión de una normativa sólo teórica, será preciso
conocerla primero; para incorporar como una biología profesional el “deber ser” de lo
canónico, que es virtualmente inasible en el mundo real de la información, es preciso
conocer las tripas de los modelos. El conocimiento de los arquetipos es una
precondición para trabajar el barro de las cosas.

Con el objetivo de mantener la mayor simplificación posible en la delimitación de


este sistema, se adoptará aquí un punto de vista unitario, de forma que el elemento
predominante en la información sea el que determine el género que utilizamos. Pero
todo ello no niega que los géneros deberán propiamente buscarse como elementos
constitutivos de las propias informaciones, y únicamente por adjudicación de
perspectiva diremos a posteriori que nos hallamos ante uno u otro de los mismos.

Hagamos ahora sólo un aparente inciso, puesto que seguiremos hablando en realidad
de lo mismo, antes de continuar con otras modelizaciones de la crónica.

Teoría del despiece

En las informaciones de alguna extensión, mayoritariamente crónicas, pero también


en entrevistas o reportajes, encontramos con frecuencia –como ya se ha subrayado en
el caso anterior sobre ETA en Sevilla– un texto de menor extensión, enmarcado dentro
de esa información, que es el apoyo o “despiece”. Su función parece que se explica en
pocas palabras, pero su empleo dentro de nuestro sistema normativo puede presentar
algunas dificultades.

El texto del despiece puede pensarse como el desgajamiento de algún elemento de la


pieza principal, pero atendiendo a que ello no suponga una interrupción o un vacío en
la lectura porque se haya suprimido una parte básica de la información. Nada de eso;
la pieza mayor debe ser siempre completa, sin dejar aspectos básicos para el despiece,
entenderse por sí misma y leerse sin necesidad de acudir a ninguna expansión
ulterior, es decir, sin tener que suplementarla con el texto menor. Eso significa que, al
igual que todos los elementos articulables de cualquier información, título, antetítulo,
“lead”, entradilla, y texto, el despiece debe tener unidad propia, debe estar relacionado
pero ser informativamente independiente de la pieza principal. No debe usarse el
fórceps con ese texto madre, como creando un agujero narrativo en el mismo; sino que
debe ser el desarrollo de un aspecto mencionado pero sólo mencionado, del texto
principal, de forma que no prolongue sino que amplíe lo dicho en el mismo, o, más

56
limpiamente aún, puede ser la narración de un aspecto de la información que no se
toque en la misma, pero cuya ausencia no cree problemas de comprensión en el texto.

Cada texto, sea la información general o el despiece, ha de constituir una unidad


distinta en sí misma; y si la primera está concebida como una narración montada
sobre declaraciones o visualización de acciones, el despiece parece conveniente que,
para diferenciarse, sea preferentemente de ambiente, un retrato del personaje, o, en
general, un aspecto complementario y muy preciso de la situación recreada.

En la página 14 del 3 de enero pasado, “El País” fabrica un despiece a la información


de cabecera:

El Gobierno quiere aumentar la contribución de Euskadi en la renovación del


concierto

de cuatro columnas falsas, título a dos columnas, cuatro párrafos y 74 líneas:

El Cupo, pilar de la financiación vasca

En el texto principal se desarrolla la parte política del problema, lo que es la noticia


del día, con su “cupo” de declaraciones, apreciaciones, multiplicidad de fuentes y
escenarios propios de una crónica, reservando al apoyo una información que podría ir
en su fraseo desde lo seco-seco a lo croniqueado o reportajeado. En este caso, el
despiece está concebido en clave de crónica, aunque igual podría ser género seco o
reportaje.

A un comienzo, en el que ya se califica al Cupo de "pilar" de la financiación vasca,


sigue un hilván de los elementos informativos de carácter jurídico e histórico que
concurren en la existencia del mismo, de carácter fáctico, pero ya a menos de media
información se dice:

Se daba la paradójica situación de que el Estado tendría que pagar al País Vasco
pese a que este continuaba consumiendo de sus servicios generales.

Las razones de esta paradoja son variadas [...]

O, cuando llegamos al término de la misma:

Pero el Ejecutivo de Aznar dio un paso atrás a cambio de asegurarse la continuidad


del apoyo del Partido Nacionalista Vasco en el Parlamento.

Todo ello, en el más establecido género crónica. Pero, lo importante es que el


despiece no interrumpe la narración, no se apropia de ningún aspecto de la
información del día, sino que se despacha sobre un asunto, importante pero lateral,
sobre lo que representa el cupo a través de su monto en los últimos años, en la
relación entre el partido gobernante en España y su interlocutor, el PNV, en Euskadi.

Podría discutirse, en último término, si la información contenida en el despiece


podría incluso haberse integrado en el texto principal, pero, desde un punto de vista
técnico, la separación de textos, lo que llamamos “el corte” limpio, es impecable.

57
“El Periódico de Catalunya”, en su última reencarnación en noviembre pasado de la
mano de su inagotable director, Antonio Franco, ha dividido, por su parte, los
despieces en dos fórmulas perfectamente distintas y complementarias entre sí. Lo que
se llama en la publicación: “Más Datos”, que es una recopilación de informaciones muy
estadísticas, sin ningún asomo de crónica, y, en segundo lugar, el modelo clásico, esta
vez sin denominación de origen, que corresponde al modelo ya mencionado. El primero
lo hallamos en la página 4 del Tema del Día del 3 de enero de este año de “El
Periódico”; y el segundo, en ese mismo ejemplar, en página 2.

Pasemos ahora a programar algunos modelos de crónica tomados de la prensa


internacional, que nos servirán para subrayar las dimensiones de amplia gama del
género, sin que eso niegue una unidad fundamental de propósito.

Por esos mundos


Tomemos, inicialmente, dos ejemplos de crónica en el formato clásico, pero en el
ámbito internacional. Dos periódicos, sin duda muy distintos por su origen, “Le
Monde”, diario nacional francés por excelencia, editado en París, argumento de
autoridad en el mundo de la francofonía, y de amplia difusión en todo Occidente, y el
“Washington Post”, uno de los grandes diarios norteamericanos, de difusión también
internacional a través de la versión para el resto del mundo, el “International Herald
Tribune” (IHT), que es lo más parecido que existe a un diario para las elites de todo el
planeta, y al que contribuye conjuntamente con el “New York Times” (NYT).

The Washington Post Barak and Arafat Set for Peace Talks Both Sides Press for
Position Before Key meeting in Egypt

27 de diciembre de 2000, título y sumario, o subtítulo, a dos columnas, sobre seis que
tiene el periódico, ángulo superior de la derecha en la primera página, lo que en el
argot profesional se denomina “de salida”, que en la prensa norteamericana se
considera el mejor porque es adonde se dirige naturalmente el ojo –la prensa europea,
sin embargo, privilegia el orden de lectura de izquierda a derecha, empezando por el
ángulo superior izquierdo de la misma, es decir, de entrada–. Notemos, además, que la
inicial de cada palabra en todos los titulares del periódico se halla en mayúscula o caja
alta, lo que no es más que una curiosidad gráfica, muy tradicional en la prensa
norteamericana.

El titular:

Barak y Arafat, preparados para las conversaciones de paz

pero, sobre todo, el sumario:

Las partes toman posiciones ante la reunión crucial de Egipto

nos dan la medida de una titulación que va más allá de lo lineal, en consonancia con
el carácter panorámico e interpretativo del género crónica; ésta admite, por tanto, al
igual que la linealidad, un cierto grado de aproximación interpretativa a los hechos.
Un título puramente lineal nos habría remitido probablemente a:

Barak y Arafat reanudarán las conversaciones de paz en Egipto

58
porque la reunión, que se celebraría en el balneario egipcio de Sharm el Sheik,
marcaba el fin de un período de dos meses en que el primer ministro israelí y el
presidente palestino no se habían reunido, y las conversaciones directas estaban
paralizadas.

Aun admitiendo que "preparados" sea un término lineal, puesto que nadie sabe
“stricto sensu” qué es eso de estar "preparados", parece claro que en el sumario se
describe cómo cada bando trata de llegar a la que fue inútil cumbre con la mejor
imagen negociadora posible, que es lo que dice el sumario.

El “lead”, por su parte, además de plantear muy nítidamente la oferta informativa


que se desarrollará en la extensa información –el IHT tiene una primera página
constituida por informaciones que en su totalidad continúan en páginas interiores– se
mueve en el terreno de la interpretación, pero sin atribución de cualidades políticas ni
morales.

Jerusalén. El primer ministro israelí, Ehud Barak, y el líder palestino, Yaser Arafat,
parecían estar el miércoles (ayer) preparados para reanudar las negociaciones,
largamente estancadas, sobre la firma de un tratado general de paz y el
establecimiento de un Estado palestino, planificando a saltos (“haltingly”) su primer
encuentro cara a cara en dos meses, en el que debatirían la conveniencia de usar las
amplias propuestas del presidente Bill Clinton como base de futuras conversaciones.

Aparte de no conceder a Arafat su rango de presidente de la Autoridad Nacional


Palestina, comparable protocolariamente al de Barak –lo que es muy propio de la gran
prensa norteamericana, que coincide con la posición oficial israelí, que raramente
habla de "president Arafat", sino de "chairman Arafat", que es como querer convertirle
en presidente de una sociedad anónima– nótese cómo "parecían estar", "planificando a
saltos", "debatir la conveniencia" y "amplias propuestas" (sweeping proposals), marcan
esa delicada posición que no juzga de una manera terminante, pero interpreta.

De paso, obsérvese también la longitud fenomenal de la frase que llena todo el


párrafo, sin que eso perjudique en absoluto su comprensión, en contra de la teoría en
ocasiones recibida de que los anglosajones hacen siempre frases mucho más cortas que
los latinos, porque los párrafos cortos, por definición, “se leen” mejor.

Efectivamente, el inglés es una lengua muy diferente de todas las neolatinas; tiene
unas características como de articulación ligera, con verbos adverbiales con los que se
puede hacer de todo, y, en general, cabe decir que un mismo número de caracteres
acarrea más volumen de significado que lo que correspondería en español, italiano,
portugués, francés o catalán; no en vano, las editoriales españolas admiten un
aumento de la cantidad de texto en la traducción del inglés al castellano de hasta un
15 por ciento, pero todas las grandes lenguas occidentales pueden escribir largo y
corto, y hacerlo bien o mal; sólo hace falta adecuar los medios a las intenciones, con lo
que una frase puede ser todo lo larga que se quiera cuando procede, como el texto que
firma Keith B. Richburg, jefe de la delegación en París del “Washington Post”, de
manera que constituya una yuxtaposición lineal de enunciados, en vez de iniciar esa
dudosa carrera de los incisos, a los que los españoles somos tan dados.

59
Así, el periodista avanza, siguiendo una línea recta entre dos puntos, a través de
cinco posiciones o enunciados informativos:

1) El sujeto de la información, que son dos, Barak y Arafat; 2) negociaciones


estancadas; 3) tratado de paz y Estado palestino; 4) planificación de un cara a cara; 5)
propuestas de Clinton como base negociadora.

La información tiene 24 párrafos, 210 líneas y unas 1.000 palabras.

El párrafo más largo es de 14 líneas –el inicial, que equivale en su totalidad al lead, tiene 12–,
pero más de la mitad tiene como mínimo 10, mientras que el más corto es sólo de dos líneas:

Las propuestas de Clinton nunca se pusieron por escrito.

Esos párrafos, excepcionalmente breves, subrayan situaciones que se quieren


especialmente dramáticas o significativas, como la mencionada, o:

El señor Barak ha anunciado ya su disposición a aceptar las propuestas de Clinton, en


cuanto Arafat lo haga públicamente.

En la práctica, esa técnica, que no busca necesariamente alternar párrafo largo con
párrafo corto, hace que los bloques informativos más breves cumplan una cierta
función casi como de ladillos, provocando altos momentáneos en la lectura. Última
curiosidad, las personalidades tienen derecho a que se les atribuya el tratamiento de
“mr.”, y algunos periódicos británicos llevan su celo hasta escribir “señor”, con “ñ” bien
coronada, cuando corresponde.

Finalmente, el texto cumple los normales requisitos de multiplicidad de escenarios y


de protagonistas con los que virtualmente ninguno de los cuales ha podido hablar el
periodista norteamericano, y aunque la crónica está fechada en Jerusalén,
evidentemente recoge despachos de Washington, de otros lugares de Israel y
Palestina, de El Cairo, etcétera.

“Le Monde”. La información que tomamos de “Le Monde” es del mismo día, pero se
centra en la campaña electoral israelí ante los comicios previstos para el 6 de febrero
de 2001, en los que Barak debía enfrentarse al líder de la derecha, Likud, el ultra
Ariel Sharon.

El texto aparece en la página 2 –en el diario francés la primera página se hace


habitualmente con grandes “leads” o entradillas-resumen–, a tres columnas sobre las
seis de su diagramación normal, tiene seis párrafos, 150 líneas, unas 850 palabras,
porque el francés con los apóstrofes cunde mucho, y un ladillo. Por añadidura, la
información aparece cortada por un despiece del todo fáctico en el que se informa de la
violencia sobre el terreno.

Título:
Campaña electoral a tambor batiente en Israel

Interpretación literaria. La campaña se halla ya en su punto más alto de intensidad


en Israel.

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Entradilla:

Aparte de que los dos son antiguos generales, hay otra característica común que
caracteriza hoy a Ehud Barak y Ariel Sharon, candidatos al cargo de primer ministro
de Israel: su falta de legitimidad a ojos del rival. El primero carecería, según el Likud,
de todo derecho a negociar con los palestinos, y el segundo, para los laboristas, no
debería ni presentarse como candidato a causa de su responsabilidad en la guerra del
Líbano.

Hemos cambiado de cuadrante periodístico, aunque la funcionalidad de la crónica sea


la misma. El autor parte de una asociación que fabrica exprofeso para sus lectores, la
ilegitimidad que se reprochan mutuamente los dos líderes; en lugar de ir directamente
a los hechos; termina el párrafo con una cita histórica, que no es seguro que le diga
demasiado a la gran mayoría de lectores; y comienza el texto, del que la primera frase
sería mucho más “lead” que la totalidad del párrafo, dándole la vuelta al que podría
haber sido el orden natural de la narración.

Veamos alguna otra posibilidad sin violentar tanto lo narrativo:

Los ex generales israelíes Ehud Barak y Ariel Sharon tienen en común, a los ojos del
otro, su falta de legitimidad para presentarse a las elecciones a primer ministro del 6
de febrero.

Nos hallamos en la versión publicada ante la búsqueda de un efecto que se basa en


la creación de una intriga en el arranque de la crónica, un ¿qué será? que se resuelve
de una manera literariamente correcta, pero sobre lo que dejo al lector la
responsabilidad última de decidir si valía la pena el esfuerzo.

Los párrafos son mucho más largos que en el caso anterior, hay uno de 31 líneas y
otro de 30, y los puntos de descanso para el lector se hallan en el tránsito de una a
otra unidad narrativa, más el solitario ladillo.

La multiplicidad de protagonistas y escenarios es menor que en el periódico


norteamericano, porque al ser el asunto puramente político-israelí –la campaña– no se
ha considerado necesario hacer aportes externos a la historia central, pero no por ello
deja de haber una serie de declaraciones, citas de la prensa local, y recursos al pasado
–de nuevo, la asociación o similitud de circunstancias– para aclarar la situación
presente:

El señor [también cortesía] Sharon encarna el drama de la guerra del Líbano en la que
se enfangó Israel durante 18 años.

que son todos ellos recursos del género crónica.

Veamos también por su carácter arquetípico una crónica de “The Guardian”, uno de
los grandes diarios británicos, dirigido en el cambio de siglo por Alan Rusbridger, pero
cuyo gran impulsor en los años 80 y 90 fue Peter Preston, uno de los grandes
periodistas de la prensa occidental. El texto se refiere también a los acontecimientos
en Oriente Próximo, y parece que resume lo que es una crónica.

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Título:

El dolor palestino cierra tristemente el Ramadán

La información, a dos columnas, 5 párrafos, con la esperada mayor brevedad de los


mismos, 138 líneas, y unas 700 palabras, es modélica, porque la multiplicidad de
fuentes y escenarios es la esencia de la propia intención del periodista. La
información, recopilada a partir de la corresponsalía en El Cairo, consiste en una
antología del fin del mes de ayuno y oración del Ramadán en Palestina, Arabia,
Egipto, Irán, Líbano, otros países indeterminados de la zona, más Afganistán y
Malaisia, todos ellos musulmanes.

El “lead” que, naturalmente, ha de encabezar y unificar toda esta diversidad es el


siguiente:

La violencia en los territorios palestinos llenó de tristeza y alguna cólera las


celebraciones musulmanas del sagrado mes del Ramadán, con los líderes religiosos
exhortando a los fieles a liberar Jerusalén de los judíos.

Primer párrafo dedicado a las doloridas celebraciones palestinas y a la reacción que


suscitaban tanto en los territorios como en otros puntos del universo islámico.
Universalización esta que queda totalmente explícita en el segundo párrafo.

Al tiempo que los musulmanes celebraban en todo el mundo Eid al Fitr, que marca el
fin del mes más santo del Islam, los doctores de la ley pedían a los fieles que enviaran
sus “zakat” (limosnas) a los palestinos.

Sólo una crónica podía dar cuenta con semejante precisión de este tipo de necesidad
informativa.

Circularidad de los géneros

He tratado de mostrar hasta aquí cómo la crónica es el elemento central en toda esta
constelación de géneros; por ello, volviendo al esquemilla del segundo capítulo, hay
que ver la geometría del sistema también en su circularidad. Como círculos
concéntricos sucesivos, los géneros parten de un núcleo duro, el átomo de la
información, que es la descripción de todo lo que se ve, se oye, se toca; el círculo
siguiente es el de la crónica, en la que el periodista partiendo de un hecho noticioso
inmediato o de un haz de ellos, que constituyen la mayor parte de lo que se cuenta
diariamente en los periódicos, y para darle todo el relieve explicativo posible el género
recurre a una multitud de formas de apropiación de la información, de las que la
mayoría tienen que ser indirectas por el carácter múltiple y distante de lo que se
cuenta, aunque sin excluir en algún caso la apropiación directa.

De todos los elementos que caracterizan la identidad predominante de la crónica, el


más decisivo es el de la apropiación indirecta por encima incluso de la panoramicidad.
Eso significa, por ejemplo, que con una rueda de prensa es posible tanto concebir un
texto seco como una crónica o un reportaje.

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En la rueda, vemos, oímos, y si nos dejan, tocamos, pero habitualmente lo
informativamente significativo será lo que se diga; las ruedas son comunicados
hablados a la vista de un reducido público de profesionales. Pero, al mismo tiempo,
son una especie de punta de iceberg, puesto que todas parten de un no-dicho anterior,
que es el conjunto de circunstancias y situaciones a partir del cual alguien decide que
ha llegado el momento de convocar a la prensa; y ese no-dicho puede ser tanto o más
voluminoso e interesante que lo que realmente allí se diga, así como también puede
tener una capacidad de prospectiva, de forma que son, uno y otro, el antecedente y el
consecuente de la noticia, susceptibles de ser evocados por el informador, que hará uso
de la memoria, del archivo, de lo que conoce sobre el asunto, etcétera para componer la
historia. Todo ello hace que el periodista prefiera en muchos casos trabajar la rueda de
prensa como crónica. De otro lado, pese a que, formalmente, es el periodista el que se
apropia por sí mismo de la información, el material que obtiene seguirá siendo,
básicamente, indirecto porque es un material común, que compartirá; por ello, la
rueda de prensa será la forma de vida periodística más primaria dentro de lo que ya
es, sin embargo, un primer contacto con el “out there”. La barahúnda de los hechos
dentro de una jaula con un domador-periodista que ha reducido casi exclusivamente a
declaraciones eso que llamamos realidad.

La relativa indeterminación de la crónica hace, por tanto, que orille los límites de los
restantes géneros, además de contener elementos informativos de cada uno de ellos.
Hasta el punto de que, como veremos en el capítulo dedicado al reportaje, hay textos
en los que es sumamente difícil establecer si lo que tenemos entre las manos es un
reportaje o una crónica, porque, a fragmentos, los textos pueden ser ambas cosas a un
tiempo. La crónica limita con todos los demás géneros. Es el fluido central del
periodismo.

63
Capítulo V
Primos de la crónica: el análisis y otros ensayos
En la secuencia del capítulo II se ha situado el análisis inmediatamente a
continuación de la crónica; pero también se ha apuntado que el análisis puede ser
visto como un subgénero dentro del anterior. Las dos geometrías son válidas. De igual
forma, en el análisis estaría contenido el editorial, mientras que el perfil se hallaría
tan cerca de la crónica como del reportaje, aunque ambos sean susceptibles de ser
abordados individualmente.

El grado de personalización tanto del análisis como del perfil es, sin embargo, algo
mayor que el del género madre de todos los géneros, la crónica, aunque la apropiación
del material informativo se haya hecho a través de la multiplicación de las fórmulas
indirectas y directas ya conocidas.

¿En qué consiste la diferencia entre análisis y crónica? ¿Por qué el material del
análisis es algo más “nuestro” que el de la crónica? El análisis tiene como objetivo el
verdadero desiderátum del periodismo:

“Explicar por qué pasan las cosas que pasan”.

Lo que tratan de hacer todos los géneros, con su correspondiente panoplia de medios
expresivos, es lo que pretende el análisis, pero liberándose para ello de toda limitación
técnica o de estilo, de forma que el autor pueda volcar todos sus conocimientos sobre la
materia en el texto.

Sus limitaciones son, en cambio, de otro orden.

El análisis

Aspira específicamente a “explicar”, lo que significa entender los porqués de las


cosas, y no a juzgar.

El análisis sigue aferrado a ese principio cardinal del periodismo informativo, por el
que el autor no prefiere nunca un resultado sobre otro, no valora moral ni
políticamente lo sucedido.

No expresa, por ello, opiniones sino conclusiones, pero siempre detallando la cadena
causal por medio de la que presente al lector un determinado tipo de interpretación,
aquella que no se limita a asociar para mostrar (como en la crónica), sino que desvela
los motivos y los objetivos de la acción que se procesa como noticia.

Por eso, con el análisis se da un paso más en la personalización, el autor se halla


más presente en el texto, y como no tiene apenas peripecia informativa que relatar,
habla más directamente al lector sin la pantalla intermedia que es la narración de los
hechos.

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Este género no se entendería, obviamente, sin firma personal, ni le bastaría una
acreditación de responsabilidad del propio periódico. Al mismo tiempo, sigue sin verse
la necesidad del “yo” del narrador, como en la crónica, aunque, a diferencia del caso
anterior, no creo que deba darse una exclusión tajante del mismo; el carácter de
investigación de los hechos debería favorecer la tercera persona, pero también puede
darse el caso de que los argumentos que se aporten para llegar a las conclusiones
correspondientes, hayan sido directamente vividos por el autor, en cuyo caso no hay
razón para excluir terminantemente el “yo”. En esas circunstancias, sería incluso
preferible esa primera persona que ese horror contemporáneo que es "el que esto
firma", "el autor de estas líneas", "el periodista", etcétera, que todos, sin embargo,
hemos usado alguna vez.

El análisis no trata de una manera noticiosa la información del día, sino que trabaja
“a toro pasado”. Por ello, el grado de sobrentendido puede ser mucho mayor que en los
géneros anteriores. Estamos ante una fórmula especializada, en la que se le supone al
lector un conocimiento mayor de las implicaciones del texto. No estamos rompiendo a
informar, sino que, después de haber informado, explicamos.

Sería lícito, aunque no obligado, que en un análisis escribiéramos De Gaulle o Stalin


o Clinton, sin añadir quiénes son, mientras que en una información seca o blanda,
deberíamos siempre identificarlos. Vemos, así, que la información, la seca, la crónica,
o el reportaje, se ha dado ya en el propio periódico, perfectamente distinguible en los
espacios correspondientes; y es el análisis el que debe aparecer distanciado de la
información por medio de signos gráficos, que pueden ser la indicación de “análisis”
como epígrafe, o en lugar visible del texto.

El esfuerzo del periodista se encaminará a construir una teoría de lo sucedido. Nos


hallaremos, por tanto, mucho más ante un discurso que ante una narración; si el
relato periodístico se puede decir que aspira a fijar una historia, un desarrollo de
acontecimientos con protagonistas y escenario, el análisis sostiene un discurso
explicativo directo, no deducido o derivado, como puede ocurrir en la crónica, donde la
mera asociación de hechos puede producir interpretaciones, sino entrando a matar,
como veremos en los casos siguientes.

De todo lo anterior, se deducen los problemas y las trampas con las que tropieza el
análisis. El primero de ellos es que nada es más fácil que ponerle el rótulo de
“análisis” a cualquier artículo personal, aquel en el que exponemos nuestro punto de
vista, que equivale, tantas veces, a nuestras puras preferencias.

El artículo no es un análisis

Se acaba de mencionar la palabra “artículo”. ¿Qué se ha querido decir con ello? No es


un nuevo género, desde luego, porque el artículo –sin duda, con el editorial– es, por
“definición”, lo indefinible; lo que no reconoce, ni respeta reglas, lo que opinamos, lo
que queremos escribir; por eso, los escritores de periódicos, por buenos que sean, no
son necesariamente periodistas; periodismo es canon, mientras que el artículo puede
contemplar la observación de reglas técnicas para una mayor eficacia narrativa, pero
no por ello está sujeto a ninguna norma de obligado cumplimiento.

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Con frecuencia hemos oído decir que Ortega y Gasset era un excelente periodista,
con lo cual se pretende, a la vez, hacerle un cumplido al gran pensador – ¡hasta sabe
de periodismo! y a la profesión la banalidad a la que se dedican ustedes los periodistas
es capaz de atraer firmas tan insignes–. Pero, en uno y otro caso el cumplido es
innecesario. Ni Ortega era un periodista porque escribiera artículos en los periódicos,
ni los periodistas necesitan –aunque sí es así, santo y bueno– que se les decore el
periódico de grandes firmas para hacer con ello un buen periódico.

Una de las cosas que, por cierto, me parecen gravemente distorsionadas en buena
parte del periodismo latinoamericano, es que tanto los propios profesionales como la
opinión ilustrada consideran grandes periodistas a los principales columnistas de
prensa, cualquiera que sea su relación intelectual o de trabajo con la fabricación de un
periódico. Por eso, el periodista puede ser un articulista, pero, no necesariamente el
articulista es un periodista. Los grandes periodistas son, a mi modo de ver, los que
han inventado esa maquinaria de relojería, que en su planteamiento ha de alcanzar la
“completud”, que es un periódico.

La excursión al editorial

Sobre el editorial, por alusiones, hay que decir que es un artículo del que se hace
responsable el periódico, razón por la cual no aparece firmado, y se aparca en zonas
bien diferenciadas de la publicación. Esto no es exactamente así en todo nuestro
entorno, puesto que la tradición en la prensa francesa es la del editorial firmado, del
que puede o no responsabilizarse el propio director, pero que, en cualquier caso,
expresa, también, el punto de vista de la publicación. En el mundo anglosajón, sin
embargo, la práctica ha sido siempre la del anonimato editorial. Los modos, sin
embargo, están cambiando puesto que “Le Monde”, que dirige JeanMarie Colombani,
–el gran reformador en los últimos años de la publicación, cuyo trabajo es una
magnífica reinvención del veterano título francés– ha introducido recientemente la
práctica de los editoriales anónimos, que sólo van tácitamente firmados por el
periódico.

En relación a qué cosa puede ser eso del editorial, se ha sentido en este manual la
tentación de incluirlo en la nómina de los géneros, como uno más, específicamente el
último del recorrido, puesto que en el mismo se da el grado máximo imaginable de
personalización, donde el autor, el periódico en funciones de oráculo y a veces de
esfinge, ostenta la propiedad absoluta del material, puesto que puede escribir lo que le
dé la gana; pero, de nuevo, nos hallamos, como en el caso del artículo, más allá del
campo de lo preceptivo.

El editorial no es más que un análisis que va más allá del intento de desvelar por
qué pasan las cosas que pasan, para comunicar al lector lo que está bien y lo que está
mal, aquello a lo que se opone o apoya la publicación. Eso parece que hace al editorial
más compacto, normalmente con menor capacidad de riesgo que el análisis; el
editorial tendrá que demostrar capacidades analíticas, información en ocasiones
privilegiada, familiaridad con el asunto, todas ellas características indispensables del
análisis, pero en último término deberá justificarse por una opinión, sagrada y
abstrusa palabra que lo puede todo y a la que se le permite todo. Esa opinión, por otra
parte, no emanará de una persona, como en el análisis, sino de un colectivo intelectual

66
que tendrá que expresar un sentimiento más central y con menos aristas que lo que
aparezca firmado individualmente. Los editoriales que tratan de un mismo asunto, y,
fundamentalmente, cuando éste se prolonga en el tiempo –el aborto, el terrorismo de
ETA– deben mantener una coherencia que sostenga la línea del periódico.

Visto todo lo anterior, este manual se ratifica, en cualquier caso, en que no estamos
ante un género, sino un mero avatar del análisis, aunque con personalidad propia.

El análisis de aquí y de allá

Si hay un género periodístico anglosajón por excelencia, es el análisis. En la gran


prensa norteamericana se ha convertido en una obligación presentar los asuntos más
complejos a la luz no sólo de la información, crónica, reportaje, entrevista, sino del
“news analysis”, que sería, así, la crónica de la crónica, las claves del panorama que
ésta despliega. Veamos algunos ejemplos.

Análisis publicado en “El País”, el 15 de marzo de 1998, firmado por Manuel


Azcárate, fallecido ese mismo año, y uno de los grandes autores de política
internacional, que colaboró en el periódico hasta muy pocas semanas antes de su
fallecimiento. El formato que vemos ha sido durante mucho tiempo estándar en la
publicación en las ediciones dominicales, lo que no excluye, además, la aparición del
análisis en secciones directamente informativas del periódico, pero siempre
gráficamente diferenciado.

El formato de los análisis de Azcárate es especialmente claro y, dentro de la


delimitación que aquí se hace, totalmente canónico, aunque eso no implique que sólo
haya una forma de plantear el género. Bajo el título de:

¿Una nueva guerra balcánica?

La estructura de este análisis es la siguiente: una propuesta a desentrañar o


demostrar en el primer párrafo.

Las condiciones están servidas para que estalle un nuevo conflicto armado en el sur de
los Balcanes.

Y la primera de ellas es el salvajismo y la crueldad de la policía, el cuerpo más cuidado


del presidente Milosevic, que, para responder a algunos atentados de grupos radicales
de Kosovo, ha arrasado a sangre y fuego varios pueblos, causando más de 200
muertos, con un alto porcentaje de niños y mujeres.

En puridad, la propuesta se contiene ya en su totalidad en la primera frase:

Las condiciones están servidas para que estalle un nuevo conflicto armado en el sur de
los Balcanes.

En tanto que el resto del párrafo enumera esas condiciones. El autor establece de
salida un punto de vista sobre un material informativo ya conocido, de forma que el
enunciado de hechos se limita a lo necesario para que haya una “percha”, como se dice
en la jerga profesional, relacionada con la actualidad, aunque esto último no es

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imprescindible, ya que se puede hacer un análisis de sucesos alejados en el tiempo
insuficientemente esclarecidos. Pero lo que tiene que hacer ahora el autor es justificar
esa declaración.

En el texto, que tiene ocho párrafos, 125 líneas –extensión también estándar en un
periódico de este formato– y unas 700 palabras, el autor dedica los párrafos segundo,
tercero y cuarto, al desarrollo argumentativo de por qué Kosovo, cómo en Kosovo, y
quién en Kosovo, o sea, la geopolítica, las circunstancias sobre el terreno y el carácter
de los protagonistas.

El párrafo quinto, en cambio, abre un haz de perspectivas a partir de la situación


interpretada:

Ahora se abren dos caminos: si predomina la guerra, si Milosevic sigue aplicando sus
métodos, hay que esperar una extensión del conflicto.

Kosovo tiene frontera con Albania; de momento, se han concentrado tropas en esa
frontera, pero entrarían en Kosovo, si las barbaridades contra sus habitantes se
agravan.

[...] Una crisis en Macedonia podría provocar el desmantelamiento del país, ya que
muchos de sus vecinos –Bulgaria, Grecia, Turquía tienen reivindicaciones territoriales
[...]–.

O, lo que es lo mismo, la relación de lo que puede pasar si se mantiene o agrava la


situación entonces reinante.

El siguiente párrafo es el de conclusión: efectivamente, dice, hay una amenaza de


guerra en la zona, lo que el autor considera ya suficientemente demostrado, y a lo que
adjunta en ese mismo sexto párrafo, más el séptimo y penúltimo, las posibles
soluciones al problema. Esta última parte constituye el bloque que cabría llamar de
“perspectiva”, de lo-que-puede-ocurrir:

Pero hay dos problemas que revisten una urgencia inmediata: que Serbia cese en su
represión y retire su policía; que Milosevic acepte la comisión de conciliación que
encabeza Felipe González [...].

Y en el párrafo final se impone un cierre climático, una conclusión de fuerza, una


propuesta para el futuro:

Por eso, imponer a Serbia que acepte la comisión de Felipe González se convierte en
un problema primordial.

La estructura es, por tanto:

1. Propuesta.
2. Argumentación.
3. Perspectiva.
4. Solución (si ha lugar).
5. Cierre, que puede ser futurible.

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En el texto, aunque se califica de manera abrupta a personajes como Milosevic y a su
política represiva –lo que es un lugar común tratándose del ex presidente yugoslavo–
no hay toma de posición, entendida ésta como preferencia moral o política en lo que se
refiere a la disección de los problemas. Se trata sólo de comprender lo que pasa, prever
consecuencias, contramedidas y dibujar un panorama de la inminencia.

Relativamente diferente como modelo, pero igual de válido, es el de Javier Pradera,


esta vez en el análisis de los asuntos nacionales.

En el análisis aparecido el 24 de diciembre de 1995, título "Solución y problema",


sólo cinco párrafos, 145 líneas, algo más de 800 palabras, el analista, en un párrafo
inicial en el que cubre varios frentes, se plantea la propuesta casi como un
interrogante, amén de pegarse mucho más que los ejemplos anteriores al terreno
inmediato de los acontecimientos.

El comité Federal del PSOE oficializó anteayer la designación de Felipe González


como candidato a la presidencia del Gobierno [...]. La discusión previa a ese
nombramiento originó un extraño intercambio de papeles: mientras Felipe González
se resistía [...], la Ejecutiva del PSOE y una amplia mayoría de su Comité Federal le
empujaban a hacerlo con el argumento de que su liderazgo constituye la “solución”
para las cuitas electorales socialistas.

La propuesta consiste en desentrañar por qué se ha producido esa inversión de roles,


planteado todo ello sobre una documentación mucho más copiosa de lo inmediato.

La argumentación se extiende por los párrafos siguientes con un detalle mucho


mayor que en el caso de Azcárate, enseguida veremos por qué, quedando para el
último bloque informativo la prospectiva-perspectiva del adónde-vamos.

En 1994, Felipe González se negó a presentar la dimisión como forma de asumir las
responsabilidades políticas nacidas de los escándalos protagonizados por altos cargos
de su Gobierno [...] su posterior decisión de aceptar la candidatura crea el peligro de
que los socialistas se sientan tentados a buscar en las urnas la absolución política
moral y penal de las acusaciones [...] lanzadas contra el Gobierno durante estos
últimos años: en tal caso la solución del problema de hoy crearía otros mucho más
graves el día de mañana.

Pese a la trascendencia política de lo reseñado, el tono es descriptivo-interpretativo,


valorando aciertos o errores políticos en su propio terreno, y las consecuencias, en
cada caso, de una u otra actitud. El tono es, globalmente, el del observador que
subraya los problemas, sin otorgar premios o sanciones a los protagonistas. Incluso
cuando parece que vulnera la distancia del observador como cuando (última columna)
dice:

Si Felipe González hubiese perseverado en su elogiable gesto inicial de no encabezar


la lista [...].

"elogiable" es más un recurso retórico que un "elogio" en sí mismo.

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Los análisis, aunque tengan una espina dorsal común, no serán, sin embargo,
idénticos a tenor de las secciones en que se publiquen y aparecerán mucho más
frecuentemente en las secciones duras que se hallan más en demanda de explicación.

La diferente textura de los análisis obedece a una cuestión de proximidad; la lejanía


de cualquier acontecimiento de carácter internacional crea una necesidad panorámica;
hay que perfilar una cuestión en trazos muy sintéticos; contrariamente a lo que
pudiera parecer, esa lejanía no pide el detalle, que podría hacer el análisis
inmanejable por lo prolijo, sino el resumen breve y subrayado, con un punto inevitable
casi hasta de caricatura. Un problema balcánico ha de definirse en un párrafo; al
revés, el análisis nacional acepta una mayor pormenorización porque éste habla
mucho más directamente a los lectores, sugiere respuestas más significativas. Si el
análisis internacional prima el trazo muy visible, el nacional puede aspirar a la
miniatura.

Otras voces, otros ámbitos

Veamos ahora algunos ejemplos en la prensa anglosajona. En un “Financial Times”


de enero de 2001, hallamos la siguiente pieza que, pese a no estar identificada
formalmente como análisis, es una muestra también modélica del género, en la que se
ven aún mejor las vinculaciones con la crónica.

Es un texto a cinco columnas, sobre ocho que tienen las páginas interiores del
periódico, con título y sumario, 17 párrafos, 165 líneas, y unas 850 palabras (que
equivalen a más de 1,000 en español).

Título:

Doubts bar way to pact in Clinton twilight [Dudas en la búsqueda de acuerdo en el crepúsculo de
Clinton]
Y sumario:

Israeli concessions raised hopes of a deal but Palestinians are wo rried by lingering
ambiguities [Las concesiones israelíes hacían esperar un acuerdo, pero los palestinos
recelan de ambigüedades no disipadas]

El título y el sumario, a diferencia de los ejemplos anteriores, que responden a un


criterio de interpretación más alusiva, podrían ser los de una crónica clásica de corte
informativo. La estructura del texto es, sin embargo, virtualmente idéntica a la de los
análisis reseñados. Propuesta en el párrafo de cabecera:

Las perspectivas de un acuerdo final entre Israel y los palestinos antes de que el presidente
norteamericano Bill Clinton concluya su mandato este mes, parecía depender ayer de que se
superara el escepticismo palestino.

La única diferencia con un análisis canónico sería la de que la información arranca


de algo que temporalmente se sitúa en el día anterior ("parecía depender ayer").
Crónica, por tanto, en primera lectura de los hechos de la jornada.

Del segundo párrafo, sin embargo, al octavo:

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Expectations were raised [Crecieron las expectativas] [...].
The Clinton proposals suggest formulating a clause [...]. [Las propuestas de Clinton
apuntan a la formulación de una cláusula, según la cual las partes reconozcan el
derecho de los refugiados al regreso bien sea a la "Palestina histórica" o a su "patria"].

se produce un largo salto atrás de recopilación de datos referentes a informaciones


ya publicadas, que viene a equivaler a la argumentación anterior, para volver en el
párrafo siguiente al material del día:

Shlomo Ben Ami, ministro de asuntos exteriores israelí, dijo, sin embargo, ayer, que el
regreso de un gran número de refugiados palestinos a lo que hoy es Israel era
totalmente inaceptable.

De la misma forma, los párrafos siguientes recuperan acontecimientos del próximo


pasado para construir la teórica posición palestina con sus exigencias de clarificación
de las posiciones norteamericanas e israelíes, para, en los bloques informativos
antepenúltimo y penúltimo, pasar a la perspectiva-prospectiva:

The next few weeks [...]. [Las próximas semanas es probable que haya más aproximaciones al
abismo, más filtraciones y a falta de un acuerdo, más violencia [...]. Clinton es el amortiguador
entre Barak y Arafat y Arafat quiere librarse de él.

Barak está acorralado y Arafat quiere exprimirle al máximo].

Este análisis-crónica cierra con fuerza sirviéndose de las declaraciones de un


profesor universitario árabe de Cisjordania, Ali al-Jarbawi, que fija como período
crucial para las conversaciones de paz el que mediaba entre el 20 de enero y el 6 de
febrero de 2001, puesto que en esta última fecha debían celebrarse las elecciones para
ocupar el cargo de primer ministro de Israel.

El análisis típico de la prensa anglosajona, aunque, lógicamente baraje pocos o


ningún elemento informativos del día, se apoya mucho más que los casos que hemos
visto de “El País” en una información propia, en elementos fácticos que se supone que
conoce el autor de la pieza. Subraya una de las características que mejor distinguen el
análisis del artículo de opinión o del editorial, que es esa información propia.

Lo que justifica el análisis no es lo que el periodista opine, porque no está


demostrado que al lector le interesen especialmente las opiniones de
semidesconocidos, sino lo que el periodista sepa, lo que pueda aportar al debate de la
interpretación de hechos y actitudes. Pero no por ello deja de ser más desapasionado:
el mundo es como es y nuestra única misión, entenderlo, parece decirnos este texto.

Olvidémonos, por tanto, del presunto análisis que, aunque observe las reglas del
género, sea sólo un comentario voluntarista del teletipo.

Pero, sobre todo, la razón de haber presentado este texto ha sido la de mostrar la
fluidez que existe entre ciertos géneros, la casi imposibilidad de encontrarlos en
estado puro en la naturaleza, como ya se ha dicho, y, más aún, que veamos cómo un
texto de estas características es una alquimia de equidistancia entre la crónica y el
análisis. La crónica contendrá siempre elementos de análisis, y que el análisis, en

71
cuanto que tiene que referirse a los hechos, se servirá, aunque sea mínimamente,
como hemos visto en Azcárate, o en mucha mayor medida en Pradera, de material de
crónica; pero, lo notable es cuando se logra un virtual “ex aequo” como en este caso, en
el que una estructura muy propia del análisis usa casi tantos elementos de
información del día como material propio, con el objeto total de explicar por qué pasan
las cosas que pasan.

La prensa norteamericana es muy dada al análisis-río, en el que parece como que se


pretendiera lograr la cuadratura del círculo. La gran prensa de Estados Unidos no ha
sido muy amena últimamente al tratar asuntos como la construcción europea, y, en
particular, sus más afilados dardos se han lanzado contra Francia, presuntamente el
Estado –y la opinión– más antinorteamericana de Europa occidental. En una pieza
aparecida a fin de diciembre de 2000 en el “International Herald Tribune”, el
compacto formado por el “New York Times” y el “Washington Post”, se presentaba en
primera página con pase al interior, un “news analysis”, con el aviso correspondiente
que lo identificaba como tal, firmado por el antiguo director de la publicación, John
Vinocur, reputado periodista norteamericano que lleva más de media vida en París, y
es un veterano conocedor de la escena francesa.

Título a dos columnas (sobre seis, pero de anchos variables en la misma página),
sumario, 22 párrafos, 198 líneas, unas 1,200 palabras y, como en el caso británico, sin
ladillos.
Título en interrogante, con lo que la propuesta, siquiera disimulada por la solo
aparente humildad de la pregunta, es la de convencernos de que el nacionalismo
francés es intrínsecamente malo para la construcción europea:

Will Gaullist Grandeur Obstruct a New Europe? [¿Será la "grandeur" gaullista un


obstáculo a la nueva Europa?]
German Bid for Dominance Resisted by French [Los franceses se resisten a la apuesta
alemana por la hegemonía]

Hay una teoría de la peor posibilidad para Europa en la que Francia se convierte en
motor de la división interna, porque es tan incapaz de cambiar que paraliza el
desarrollo de la construcción europea con su obstinada defensa de sus vetustos mitos y
particularidades nacionales.

Lo que importa aquí es la enormidad de la pregunta. Francia se hunde. En los


párrafos siguientes aprendemos que la tesis implica un creciente extrañamiento
francés de Washington a causa de la formación de una fuerza de defensa puramente
europea, y de Alemania, simplemente porque no caben dos gallos en el mismo corral, y
mientras Berlín sube, París baja. De otro lado, las fuentes, tan presentes en este tipo
de análisis, son, según el autor, diplomáticos en la capital francesa. Así cubrimos, en
la exposición del caso, los cuatro primeros párrafos, de longitud parecida de entre
cinco y ocho líneas.

Los dos siguientes cotejan la propuesta con los hechos, tal como los entiende Vinocur:
aunque dura, la teoría no deja de tener algún fundamento. [...] En la cumbre de Niza,
el presidente Chirac, flanqueado por el primer ministro Jospin daba una imagen de
Francia en Europa en su versión más “rígida” y “arcaica”. [...] en una negación de la

72
evidencia de que Alemania tiene más población que Francia, Chirac insistió en
mantener la paridad de voto entre los dos países en el Consejo de Ministros, tras
asegurar que el pacto había sido sellado para la eternidad por Adenauer y De Gaulle.

La cuestión a dilucidar, sin embargo, no es si nosotros como lectores estamos o no de


acuerdo con las posiciones del autor, sino si éste mantiene el equilibrio y la distancia
propios de un análisis. Y, aunque la estructura del texto es totalmente canónica:
propuesta y argumentación para cubrir al menos la primera mitad del análisis, parece
difícil no ver como sumamente editorializantes las expresiones "arcaica y rígida";
perfectamente defendibles como opinión, pero no como hechos sobre los que pueda
basar su punto de vista Vinocur. El problema se habría resuelto, sin embargo, porque
es exclusivamente técnico, poniendo en boca de diplomáticos los calificativos
mencionados, lo que es sorprendente que no haga porque las afirmaciones del autor
aparecen siempre respaldadas por fuentes bien identificadas. Los problemas técnicos
técnicamente se resuelven, siempre que el respeto del “fair play” así lo permita –que
hubiera fuentes que dijeran semejante cosa–.

En los párrafos séptimo a décimo, el autor desarrolla las razones y características del
ascenso paralelo de Alemania, notablemente el fin de la guerra fría que libera a Berlín
de ataduras bien conocidas. Los párrafos siguientes, hasta el decimoctavo, detallan
diversas actitudes francesas, básicamente negativas ante la reforma estructural, tanto
de la economía como del pensamiento, lo que completa el argumentario. Para volver,
en el antepenúltimo y penúltimo, a cerrar el capítulo alemán con un claro
perspectivismo:

Lo cierto es que en lo que respecta a la realidad política alemana no se ve razón


alguna para querer volver al statu quo anterior basado en el eje o tándem franco-
alemán.

El canciller Schroeder no participa en absoluto de la creencia típica de la posguerra


de que haya una misión común a ambos países, que tanto motivaba a sus
predecesores.

Y una declaración muy de cierre futurible para el último:

Paradójicamente, es el señor Schroeder el que recoge los frutos de su sabio


comportamiento. Y es el problema de Francia practicar los ajustes que le hagan
merecer la confianza de sus vecinos para alejar el fantasma de esa teoría de lo peor
que le puede pasar debida a su negativa a reinventarse a sí misma, y con ello ser un
problema para toda Europa.

Creo que este análisis revela uno de los problemas que plantea operar desde una
atalaya mundial, como le ocurre a cualquier gran periódico norteamericano, que es el
de que la política exterior de la potencia hegemónica mundial se halla mezclada en
todos los casos de algún interés planetario.

Un analista que trabaje en inglés, y más aún si es norteamericano, tendrá una


ventaja de salida con respecto al que se mueva en cualquier otro ámbito cultural; sin
hacer el esfuerzo de escarbar en culturas ajenas, el flujo de información que transitará

73
por su ámbito será mayor que el de sus pares en el extranjero, pero, al mismo tiempo,
la tendencia a asumir los intereses políticos de su país podrán llegar a colorear
excesivamente su texto. La paradoja radica en que el observador de una nación menor,
aunque esté, normalmente, peor informado, puede, sin embargo, arrojar una mirada
mucho más desapasionada al mundo que le rodea.

Con el análisis, el periodista puede, al igual que en los géneros hasta ahora
visitados, decir todo lo que quiera, directa o indirectamente, sin más limitación
expresiva que unas convenciones técnicas, que se doblegarán siempre a nuestro
superior criterio; que eso no degenere en pura y simple manipulación, sólo dependerá
del periodista que no querrá que las cosas sean de una determinada manera, sino que
buscará la manera necesaria para que la representación sea la que da mejor sentido a
las cosas.

Ver el mundo de perfil

Dentro del vasto mundo del análisis, primo menor de la crónica, habita también el
perfil. Si el análisis es una tentativa de dar explicaciones al vasto y abstracto mundo
de las cosas, el perfil, como en una reducción del angular informativo, se enfoca, en
principio, sólo sobre un personaje.

Igual que en el caso del análisis, este subgénero trabajará sobre una “percha”, un
acontecimiento de actualidad, lo que lo emparenta también con la crónica.

Aunque muchos perfiles se hacen sobre recortes de archivo, lo que los convierte en
una biografía más o menos inteligentemente comentada, esta debería ser una labor de
especialista, puesto que hay una diferencia muy grande entre hacer un perfil habiendo
visto y oído al personaje –haberlo entrevistado, por ejemplo– y trabajar desde el
anonimato.

El periodista, al igual que en la crónica, se servirá de todos los recursos informativos:


contexto, experiencia personal, archivo, opiniones de quienes conozcan al sujeto; pero,
la diferencia decisiva la dará su conocimiento directo del personaje, cuyo lenguaje
corporal puede ser tan importante como sus declaraciones para la posteridad.

De nuevo, el “yo” del autor parecerá aquí irrelevante, salvo que éste pueda aportar
una vivencia singular y personal que consienta más que exija la primera persona.
García Márquez puede hacer un perfil de Fidel Castro en primera persona, pero el
común de los mortales es mejor que se abstenga. En ese mismo sentido, también
parecería que los perfiles asimilan mal opiniones o interpretaciones demasiado
concluyentes, salvo, de nuevo, si es como consecuencia de una vivencia muy directa, de
la que uno puede responder con su firma.

La prensa anglosajona es una gran cultivadora del perfil, de igual forma que la
literatura inglesa es muy dada al género biográfico, o al de viajes que sería el perfil de
una geografía o de una sociedad. Comparativamente, en cambio, el mundo latino no
está tanto en esa tesitura.

Un arranque modélico de esta capacidad de encarnar en una descripción física todo


un tipo humano la hallamos en esta pieza del “Financial Times” del 4 de enero de

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2001, a cinco columnas, 15 párrafos, 245 líneas, y unas 1,250 palabras –bastante largo
para los estándares españoles–.

Título:

Russia's cold warrior [El ruso de la guerra fría]

Y sumario:

Un clima económico favorable ha permitido a Vladimir Putin, tras un año de


presidencia, ganarse el apoyo popular como reformista, pese a su brutal estilo de
gobierno

“Lead”, equivalente a propuesta de personaje.

Cuando las mujeres rusas votaron al presidente Putin el hombre más sexy de Rusia,
sus razones eran tan simples como reveladoras. Según una de las votantes: "No bebe,
no fuma, hace deporte, quiere a su mujer y a sus hijos. ¿Qué más se puede pedir?". Y
otra: "Me da miedo. O sea que me conviene".

Ahí está, en esas pocas palabras, la esencia de la extraordinaria aceptación de Putin


entre la opinión pública rusa, al año exacto de su mandato, tras la sorprendente
dimisión de Boris Yeltsin. A los extranjeros puede parecerles siniestro y enigmático,
pero a los rusos Putin les resulta de una sangre fría que llega a lo carismático, y gana
puntos por momentos.

Tras esta presentación, que es como las cartas credenciales del personaje, el
periodista, Robert Cottrell, hace la debida marcha atrás y rememora la llegada al
poder de Putin, los resultados electorales de marzo de 2000, etcétera, para hacer el
recorrido, primero, de ese año en el poder, y sólo a partir del cuarto párrafo, comenzar
su biografía cuando aún no era un hombre público. Estructura clásica, y válida tanto
para la crónica como para el género seco: comenzar por lo inmediato, para, luego,
retroceder en el tiempo hasta un comienzo más cronológico de la historia.

La parte central del perfil, tras el apunte biográfico “stricto sensu”, es una
especulación perspectivista; con todo aquello que cabe esperar del presidente ruso en
su tarea reconstructora del Estado, para terminar con los problemas y los activos con
que cuenta, una Duma, unos tribunales de Justicia y unos medios de comunicación,
globalmente favorables. Toda la pieza está concebida con la extrema prudencia con la
que hay que hablar de un personaje claramente en construcción –como subraya la
fotografía elegida para el reportaje: un busto de Putin, ni siquiera terminado– y el
cierre se ajusta también a todo lo que se ha reseñado sobre lo mucho que cunden los
futuribles.

Todo ello le da al señor Putin un interés muy grande en hacer que el Estado funcione.
Si tiene éxito, todos, en principio, lo celebrarán. En la práctica, todo dependerá de qué
clase de gobernante vaya a ser, dado el tiempo y los recursos con que cuenta. Rusia no
sabe todavía si ha elegido a un primo carnal de Tony Blair, o al hombre del KGB.

75
En “El País” del 5 de marzo de 1998 apareció un perfil cuya técnica apenas es
distinta de la del caso anterior, firmada por un servidor sobre el entonces jefe de
Gobierno de Israel, Benjamín Netanyahu. Se trata también de establecer el perfil de
un personaje, que a sí mismo, según el autor, se ve en términos fuertemente
históricos.

Título:

El hombre que tenía un plan


Entradilla:

Si los líderes se hacen, y no nacen, a Benjamín Netanyahu le ha debido costar


bastante. Según De Gaulle es "la fuerza de las circunstancias" la que fabrica la
personalidad. La rendición de Francia en 1940 consiguió que un brillante pero
reemplazable militar de 49 años se convirtiera en el hombre que rescató a su país de
la debacle. El modelo Churchill, al que imaginamos venido al mundo ya con el puro en
la comisura de los labios subraya, en cambio, algo intangible que siempre estaba ahí.

El líder ultra israelí, entre dos modelos históricos, que fueron decisivos en tiempos
críticos de sus respectivos países, como espejos en los que le gustaría mirarse. De
entre las dos aparentes posibilidades –el que se hace (De Gaulle) y el que nace
(Churchill) – Netanyahu correspondería más bien al primer grupo, si bien "le ha
debido costar bastante"; ¿quizá es que no se ha salido muy bien a sí mismo?

El perfil juega con aproximaciones, ironías, tanteos. El autor utiliza repetidamente


en el texto las palabras de De Gaulle para ver cómo Netanyahu se ha hecho a sí
mismo (o así mismo) enfrentado a una sucesión de “circunstancias”, como estructura o
columna vertebral de la pieza. No puede haber veredicto inapelable, y el periodista
concluye en el mismo tono de prospectiva del perfil precedente.

Su devastada Némesis, Simon Peres dijo en una ocasión: –"La elección para un
político consiste en optar entre ser una estrella o un héroe. Si quiere ser lo primero,
pide un sondeo para averiguar qué tiene que hacer; si lo segundo, ha de correr
riesgos–". Benjamín Netanyahu parece llamado al estrellato".

La gráfica posible en forma de línea recta de la estructura posible del análisis sería:

Declaración o propuesta sobre el personaje.

1. Percha de actualidad.
2. Apunte biográfico.
3. Demostración de la propuesta.
4. Final prospectivo.

El perfil-investigación

El perfil se puede entender también desde otros ángulos, y de la misma forma que en
su modelo más clásico es una forma de la crónica, el perfilinvestigación sobre un
personaje, en torno al que se plantea un trabajo mucho más de averiguación de quién

76
“realmente” es, tiende a emparentarse con el reportaje, sin perder nunca por ello las
características del análisis.

Un ejemplo muy canónico del perfil-presentación, que implica la investigación


directa propia del reportaje, apareció en el dominical británico “The Sunday Times”, el
7 de enero de 2001.

Título:

His life after 300 deaths [Una vida más allá de 300 muertes]

Sumario:

El asesino en serie Harold Shipman no muestra remordimiento. Así son sus años en la
cárcel.

El personaje, conocido internacionalmente como “Dr. Muerte”, era un completo


desconocido fuera al menos del Reino Unido, hasta que se supo a primeros de 2001
que, probablemente, había matado a unos 300 pacientes, y no alrededor de una
quincena como se creía, por lo que estaba cumpliendo varias cadenas perpetuas.

En lugar de recurrir a una presentación convencional de todo lo ya sabido, los


periodistas, Peter Millar y Adam Nathan, hacen un perfil-reportaje, con un brillante
“lead”, que también es una propuesta intelectual, no tan diferente a la de Putin, si
vamos más allá de la distancia antropológica entre los dos personajes: lo anómalos que
son en sus medios respectivos.

Desde muchos puntos de vista sería el vecino perfecto, como ha demostrado cuando ha
podido hacerlo.

Un caballero de 54 años, autosuficiente, de aspecto más que respetable, que se levanta


cada mañana a las 6:30, se arregla la barba con una maquinilla y se dispone a tomar
su desayuno habitual de tostadas con judías. Se instala entonces para atender a su
copiosa correspondencia o leer su ejemplar del “The Guardian”. Le gusta leer la
prensa como corresponde a un hombre educado que ve regularmente el “British
Medical Journal”. Se lo envía su hijo, que le visita de vez en cuando.

Éste es el estilo de gran parte del texto, que recorre con minuciosidad secretamente
horrorizada la jornada carcelaria del Dr. Muerte. El texto es largo, 336 líneas, y unas
1,650 palabras. Su momento culminante, en consonancia con el arranque del texto, se
produce cuando los autores buscan las asociaciones de ideas más significativas para
un público británico:

Shipman, o eso parece, no es Hannibal Lecter (estuvo brevemente encerrado en una


jaula de cristal en la prisión de Strangeways en Manchester, pero sólo porque se temía
que pretendiera suicidarse). Tampoco es del estilo del Destripador de Yorkshire, que
mataba a las mujeres a martillazos [...].

77
Sólo avanzada la narración, a la mitad de la segunda columna, retroceden los
autores hasta el tiempo del juicio y de su vida criminal, de lo que se había informado
anteriormente en toda la prensa británica. Para terminar, la prospectiva siempre, con
el riesgo futuro de nuevos “Dr. Muerte”:

En último término, las ocasiones que un médico tenga de abusar de su posición están
limitadas, por definición, por el tipo de pacientes que se pongan en sus manos.
Shipman (nótese que los presos no son “señores”) aún se vanagloria de que tenía más
pacientes que ningún otro médico de cabecera de Manchester porque "era popular y se
fiaban de mí".

Con eso bastaba.

Probablemente pasará el resto de sus días entre rejas. Pero no hay ninguna garantía
de que llegue a reconocer que ha recibido lo que se merece. ¿Acaso, el diablo es capaz
de comprender que ha pecado?

Información directa, interpretación fría pero muy visual de las cosas, el contexto
justo, utilización de las comillas que irrumpen en el texto sin “dijo” ni “afirmó”, porque
el sobrentendido de quien habla es concluyente, y un retrato con el grado necesario de
asombro para transmitirlo tal cual a los lectores.

En el ámbito de la literatura en lengua castellana, la semblanza de Rafael Leónidas


Trujillo en la novela de Mario Vargas Llosa “La fiesta del chivo”, donde encontramos
un megaperfil del dictador dominicano, y, ya mucho más en el formato propio de un
periódico, otro igual de formidable del casi eterno presidente del país caribeño,
Joaquín Balaguer, que aun publicado como parte de una novela, sería perfectamente
separable de su contexto y reproducible como un perfil del sucesor de Trujillo 11.

Cumplida toda esta parte del recorrido, llegamos a la primera aproximación directa
a eso de ahí afuera: la entrevista.

11
Mario Vargas Llosa, “La fiesta del chivo”, Alfaguara, 2000.

78
Capítulo VI
El out there comienza por la entrevista
El camino de los géneros, de la menor a la mayor personalización, de la menor a la
mayor apropiación intelectual del texto por parte del periodista, presenta en su
ecuador un punto de inflexión; o, quizá, porque es un punto de inflexión es un ecuador.

Hemos ido de lo seco –primera estación– a la crónica –segunda estación– y, aunque


con esta última hayamos adquirido un mayor dominio sobre el material informativo,
seguimos utilizando, básicamente, materiales colectivos, luego indirectos. El tercer
paso acabamos de darlo en el capítulo anterior, con el análisis y sus adláteres, el perfil
y, hasta cierto punto, el editorial, donde ya gozamos de una mayor libertad de
interpretación, pero seguimos manejando información que sólo es muy parcialmente
nuestra.

El paso que va del análisis a la entrevista, es un ecuador porque es el primero en el


que forzosamente tomamos la puerta de la calle, salimos al mundo exterior, nos
encaramos con él, y obtenemos una información que, en principio es sólo nuestra. Por
ese mismo motivo, apenas podemos considerar verdadera entrevista la que se hace en
grupo –lo que la aproxima a la rueda de prensa, si acaso restringida y rechazaremos la
entrevista por cuestionario, aquella que consiste en entregar una serie de preguntas
por escrito al personaje, que nos lo devuelve con sus respuestas, también por escrito.
Sólo la virtual imposibilidad de acercarse a determinadas personalidades hará que
aceptemos esta fórmula–.

¿Quién rechazaría una entrevista por cuestionario con un presidente


norteamericano? La entrevista se halla en la misma base de todo el quehacer
periodístico.

La inmensa mayoría de las informaciones que obtenemos han tenido como base una
entrevista, el encuentro en estado puro, entre el periodista y la fuente.

Es como la materia prima a partir de la cual es posible nuestra profesión.

Todo procede de una entrevista, en el sentido literal del término.

Pero, dentro del sistema en el que estamos trabajando, lo que publicamos como
entrevista, probablemente con algún tipo de tratamiento gráfico específico, es el
primer género en el que deberá producirse una apropiación completa del material por
parte del autor. Recordemos también que sólo en el paso siguiente, el del reportaje,
quien firma alcanza la plenitud de la apropiación directa; y, por ello, podríamos ver
también la entrevista como un primer apunte de reportaje; una visita al “out there” en
la que el escenario está habitado por una sola persona, que además nos está
esperando, por lo que nos hallamos ante una versión, naturaleza muerta de las
exuberancias que crecen ahí fuera. La entrevista como reportaje domesticado; la fiera
de la realidad aguardándonos en el zoo de un despacho.

79
La entrevista es el género de ficción veraz por antonomasia. Difícilmente
encontraremos nada más literario, más directamente creativo que la entrevista. Las
entrevistas en alguna medida se inventan todas, pero no por ello tienen que dejar de
responder a la verdad. Y eso es así porque la misma idea de la entrevista es una
utopía periodística: llevar a cabo una transcripción del lenguaje hablado al escrito,
como si eso fuera posible, y, sobre todo, como si pudiera tener algún sentido.

Recordemos que cuando hablábamos de los entrecomillados, decía que para que el
periodista se haga a un lado y deje que alguien tome la palabra en su lugar lo que
tiene que decir ese alguien ha de ser especialmente relevante, ha de tener mucho más
sentido dicho por el interesado que expresado en la pluma del periodista, o bien debe
sonar tanto a lenguaje hablado que tenga una fuerza de expresión que no se alcanzará
nunca con nuestra propia voz narrativa.

A la vista de todo lo anterior, hay que decir que la entrevista es el apocalipsis del
entrecomillado, por lo menos cuando se trata de la modalidad pregunta-respuesta, que
enseguida veremos en qué consiste. Pensemos en cómo hay que aquilatar en la
elección de los entrecomillados para llenar una pieza entera, una página o más, casi
exclusivamente de lo que ha dicho de manera presuntamente literal el entrevistado,
con esa irrupción masiva de lo hablado, tan difícil de aclimatar en el medio escrito.

Empecemos por ver que lo que nos dice el entrevistado es siempre literalmente
inmanejable, aparte de que 30 minutos de conversación tomados al pie de la letra o
incluso eliminando repeticiones, carraspeos, y tiempos muertos dan para llenar varias
páginas de cualquier periódico tabloide; de otro lado, nadie, excepto los intelectuales
franceses que hablan directamente como escriben, para la posteridad o, al menos, para
las galeradas de su próximo libro, es capaz de expresarse de forma suficientemente
inteligible para que el periodista pueda, o mejor deba limitarse a contar lo que nos
dicen; hay que contar, por el contrario, lo que nos quieren decir, que es algo que sólo se
le puede aproximar, aunque, sin duda, habrá frases o expresiones clave que
deberemos preservar; pero no soñemos con que es posible o conveniente “transcribir”,
porque lo que hay que hacer es “escribir”. Y si esto vale para la entrevista hecha en
nuestro propio idioma, pensemos que la mayoría de las entrevistas de Internacional se
hacen en inglés, o en alguna lengua extranjera, donde tenemos que traducir de un
idioma a otro, con lo que la necesidad de “escribir” es todavía mayor. Es bien sabido lo
de “traduttore, traditore”.

La entrevista no es el espacio de tiempo que consumimos con alguien con quien


conversamos, sino algo que luego publicamos después de una ardua interpretación de
lo que nos han dicho. La entrevista en el sentido físico, material, es un encuentro con
otra persona que se prolonga, habitualmente, de media hora a una hora, tiempo
durante el cual la grabadora ha registrado una tormenta sonora, un tráfago de ruidos,
ambiente, voces, interrupciones, repeticiones, equivocaciones, en cuyo seno se halla
oculta, agazapada, esperando, incluso, que no reparemos en ella la entrevista. Como
un minero o un espeléologo, el periodista tendrá que zambullirse en ese magma,
preferentemente con la ayuda de un bloc en el que ha tomado las notas
imprescindibles, para seguir las huellas de la entrevista –de una de las varias
posibles, hasta relativamente distintas entre sí, que se contienen en la conversación–
y darle caza para su publicación. Hallar el rastro de migas que ha dejado Pulgarcito

80
para que podamos encontrar el camino de vuelta de la conversación al papel. Por todo
ello, la entrevista es la solución periodística de un pasable rompecabezas.

El orden narrativo de lo periodístico no tiene por qué coincidir con el orden


cronológico de las cosas. Cuando vamos a hacer una “nota” de una conferencia, el
orden particular de la exposición nos tendrá sin cuidado; más aún, lo que al o a la
conferenciante le parezca más importante, el momento culminante de su actuación, no
tiene por qué ser el “lead” periodístico, a partir del cual el autor ordene,
probablemente de forma temática, buscando afinidades, el material para montar su
historia. Otro tanto ocurre con la entrevista, sólo que de una manera mucho más
desbaratada.

No es sólo que el orden del cuestionario no tiene por qué ser el orden narrativo para
su publicación, sino mucho más. La respuesta a la pregunta número tres podrá darse,
y ni siquiera de una sola tirada sino normalmente a fragmentos, en las contestaciones
a las cuestiones números, cinco, nueve y diecinueve. El periodista, tanto si trabaja en
su propia lengua como con la ajena, tendrá que hacer corte y confección, buscar,
recortar, repelar, adjuntar lo que nos han querido decir, aquello que nos ha llegado de
la manera caótica que corresponde al lenguaje hablado. Por eso, la entrevista es una
obra hasta cierto punto de ficción, porque prácticamente nada ha ocurrido tal y como
lo contamos; pero lo que “debería haber ocurrido”, lo que de verdad expresa lo que los
protagonistas querían que ocurriera, eso es lo que contamos. No en vano, en muchas
entrevistas de la prensa norteamericana podemos leer como encabezamiento de la
misma: "A continuación, algunos fragmentos (“excerpts”) de la conversación que
(fulanito de tal) sostuvo con (la publicación)".

Se distingue entre “conversación” y entrevista; los fragmentos son de conversación,


lo que se publica es la entrevista, y sólo puede haber un cierto número de puntos de
tangencia o solapamiento entre ambas.

Todo esto puede poner muy nerviosos a jóvenes aspirantes a periodistas, a los que se
les llena la boca con esos términos de los que ya se ha hablado como objetividad,
incluso ética, fidelidad a los hechos, etcétera. La fidelidad a los hechos, muy al
contrario, consiste en saber que nadie sabe cuáles son los hechos, y que hay que
adivinar y acertar lo que le están diciendo a uno para poder reconstruirlo
comprensible y verazmente.

Modelos de entrevista

Los modelos de entrevista no son subgéneros, sino formatos, técnicas específicas


para plantear la manera en que vamos a publicar la entrevista.

Aunque es posible hacer una relación casi tan extensa como se quiera, nos
concentraremos aquí en tres técnicas diferentes, cada una de ellas más adecuada a
intenciones profesionales también distintas.

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Éstas serían:

1. Pregunta-Respuesta.
2. Romanceada.
3. Temática.

La más obvia es la llamada de Pregunta-Respuesta, que consiste –con el aparato de


titulación que se estime conveniente, la entradilla que puede o no coincidir con el
“lead”, y el comienzo del texto que emplearemos para presentar el lugar, el
acontecimiento, el personaje– en una sucesión de cuestiones formuladas en forma de
pregunta literal, con un tratamiento gráfico específico, a las que se adjunta cada una
de las presuntas respuestas. La entrevista puede concluir con la última de éstas, o dar
lugar a un cierre directamente abrochado por el autor.

Aunque lo habitual es que en este formato el periodista no haga incisos entre


preguntas-respuestas, la fórmula es practicable a condición de diferenciar
gráficamente unos espacios de otros, para que el lector sepa siempre a quien está
leyendo, entrevistador o entrevistado. Con todo, no soy inmensamente partidario de
esta posibilidad porque otorga una ventaja demasiado obvia al autor, como es la de
comentar lo que nos están diciendo, sin perder por ello la aparente tersura imparcial
del formato pregunta-respuesta.

La entrevista que aquí se llama “romanceada” es la que ha preferido siempre la


prensa anglosajona. Consiste, con títulos y entradilla, si ése es el caso, en una
narración corrida en la que se entrecomillan las respuestas de las que se desea una
teórica textualidad. El periodista es el que está dirigiéndose en todo momento al
lector, hasta el punto de que podrá reproducir, de manera literal o sólo de sentido, sus
propias preguntas, normalmente sin entrecomillado alguno, y sembrar a voluntad su
soliloquio con algunas de las declaraciones textuales del entrevistado. Esta fórmula se
aproxima un tanto a la crónica, en la medida en que el material fundamental de la
entrevista no es lo que se supone que nos están diciendo tal como nos lo están
diciendo, sino el cómo contamos eso que nos dicen, permitiendo sólo incursiones
puntuales del entrecomillado, porque en esos momentos la voz directa del personaje
nos parece tan especialmente valiosa como para consignarla en lugar de nuestro
“romanceado”.

Existe un cierto número de variaciones de esta partitura. Un esquema de


posibilidades sería el siguiente:

1. Pregunta-respuesta, formato puro. Diálogo “literal”.

2. Pregunta-respuesta, formato modificado con incisos, gráficamente diferenciados


de los bloques de pregunta-respuesta.

3. “Romanceado”, con preguntas entre comillas, a las que se responde también


entre comillas.

4. “Romanceado”, sin preguntas formuladas como tales, sino sólo con alusiones a
los asuntos a tratar, que permiten recoger las respuestas, “romanceándolas”
también, entre comillas, o alternando ambas posibilidades.

82
5. Finalmente, la entrevista temática, que se emplea muy poco en la prensa de
nuestro entorno, es, sin embargo, corriente en las grandes publicaciones
semanales norteamericanas como “Time y Newsweek”, y consiste, tras la
preceptiva presentación del asunto y del personaje, en una serie de bloques
informativos encabezados por títulos o ladillos que contienen, agrupadas, las
respuestas del entrevistado a una serie de cuestiones, preferentemente de tipo
general. Se leerá, por ejemplo: “Economía”, y tras el encabezamiento, aparecerá
lo de relevante que se haya dicho sobre el asunto. Por eso, son temáticas.

Méritos respectivos de los tres formatos

Es un punto de partida clásico suponer que el formato pregunta-respuesta aspira a


lo literal, a la famosa objetividad, mientras que el estilo “romanceado” nos adentra en
los terrenos de lo literario, dando como más vuelo al autor para que se recree.

Pero todo eso no son más que vaguedades. El modelo pregunta-respuesta no es más
preciso que el romanceado, y puede incluso que lo sea menos. La “objetividad” de esta
o cualquier otra fórmula es una ficción, lo que no quiere decir que las entrevistas
realizadas con arreglo a la misma no puedan ser veraces. Eso no quita, sin embargo,
que la “ilusión” que crea de literalidad, empezando por el propio entrevistado sobre el
que puede ejercer notables efectos calmantes, la haga aconsejable-inevitable para
altas personalidades, aquellos de quienes el lector tenga derecho a esperar
declaraciones lo más precisas posible.

En 1983, “El País” publicó una entrevista pregunta-respuesta al rey Hussein de


Jordania, en un momento en el que el cuadro clínico de Oriente Próximo era
especialmente grave.

El monarca hachemí decía que "no faltaban meses, ni semanas, sino días" para que
la situación degenerara en violencia –no llegó a decir "guerra"–.

Es probable que al lector –y al periódico– le parezca más apropiado que semejante


declaración se haga en el océano de comillas por doquier. Pero no se pierda de vista
que en una entrevista romanceada semejantes palabras habrían aparecido también
entrecomilladas, y, además, el autor podría haberse despachado con el contexto, el
momento, el lenguaje corporal del soberano, lo que le habría sido imposible con el
formato anterior.

El estilo “romanceado” es cierto que da más libertad al periodista: precisamente por


eso puede ser utilizado con gran higiene expresiva, mostrando como interpretación lo
que es interpretación, para dar una visión más completa, y posiblemente más
verosímil como trasunto de la realidad, que el de pregunta-respuesta, donde hay que
llevar a cabo una gran manipulación para que parezca que no hemos manipulado
nada, que nos atenemos a lo que nos han dicho, sin comentarios por nuestra parte.

Con todo, lo que sí tiene el formato pregunta-respuesta es un grado de mayor respeto


por el entrevistado. Si yo tuviera que entrevistar al Papa –puesto que a De Gaulle,
que sería mi preferido, ya no hay quien lo entreviste– aceptaría de buen grado hacerlo
desde esa distancia mayor que marca la formulación unívoca y solemne de las

83
preguntas. De igual manera, el formato “romanceado” será especialmente útil cuando
la persona entrevistada sea mucho más –o mucho menos– que un productor de
declaraciones –cuesta imaginar una entrevista pregunta-respuesta a una estrella de
Hollywood; ¿quién querría saber únicamente lo que contesta a nuestras preguntas
Marilyn Monroe, prescindiendo de cómo ha visto el periodista a la estrella? –; o
cuando haya contexto, cuando el lugar en el que se realice la entrevista tenga un
interés descriptivo porque haya un “out there” llamativo a nuestro alrededor; no todas
las entrevistas a personalidades del mundo de la política se celebran en un anónimo
despacho, y ni siquiera todos los despachos son igual de anónimos; o también en ese
tipo de entrevista como instantánea, en la que se espera una respuesta rápida y
concisa a algo normalmente chocante.

Finalmente, el formato temático es más idóneo cuando ocurre, precisamente lo


contrario, cuando en el personaje no hay brillo animal de ninguna clase, cuando lo
único que puede tener de interés es lo que nos cuente, pero sin molestarnos siquiera
en buscar su palabra individualizada, como en el plan pregunta-respuesta, sino
agrupando todo lo que dijo sobre esos asuntos en bloques unificados.

La técnica del entrevistador

Las buenas entrevistas piden un estudio previo del personaje, al que hay que tratar
de conocer lo mejor posible. Ello nos permitirá hacer no sólo preguntas relevantes,
sino establecer de salida las credenciales del entrevistador. No es lo mismo acercarse a
un alto representante del organismo que sea y arrancar con la entrevista formal,
aunque sea formulando preguntas interesantes, o tratar al comienzo de la entrevista
de demostrarle que conocemos a fondo el “dossier”, que nos hemos molestado en leer,
en preguntar sobre su vida y su obra.

Cuando entrevistamos a primeros ministros o presidentes de países extranjeros,


circunstancia que se da mayormente cuando esos altos personajes están a punto de
visitar España, hay que partir de la base de que los 40 o 50 minutos que les robemos
de su tiempo serán considerados por el interesado como un peaje inevitable de su
posición, en el mejor de los casos, y una tortura imbécil, en el peor. Por ese motivo,
establecer unas buenas cartas credenciales es como decirle que ese tiempo de su vida
no va a ser en vano, que aspiramos a algo más que cumplir el expediente; en
definitiva, que hemos hecho los deberes antes de presentarnos ante su persona.

Es correcto fabricarse un cuestionario, llevar algo apuntado, quizá unas ideas, pero
no me parece recomendable agarrarse al mismo como si fuera un salvavidas, porque
todas las situaciones han de ser reconducibles; a un determinado tipo de respuesta no
tiene por qué seguirle la pregunta que se lleva anotada, sino que puede evocar un
camino probablemente diferente, una repregunta, o hasta un replanteamiento
instantáneo de la entrevista.

Y en la línea de que la entrevista es lo que escribimos, no lo que conversamos, demos


un paso más. Las preguntas que publicamos no tienen por qué ser exactamente las
que formulamos. Se ha dicho ya que los entrevistados suelen tener la mala costumbre
de contestar no sólo lo que les da la gana, sino cuando les da la gana. Por ello, las
preguntas son muchas veces sólo incitaciones al personaje para que hable, y, en

84
cualquier caso, el periodista no tiene ninguna obligación de mantener aquellas
cuestiones a las que no le han contestado lo que preguntaba. Las preguntas se tienen
que reconstruir una vez que el periodista haya decidido qué respuestas le ha
proporcionado el material sonoro que proceda. A tales respuestas, tales preguntas.

Creo muy firmemente también que las entrevistas no son una justa de gladiadores,
en la que el periodista centra todo su esfuerzo en demostrar al lector –al entrevistado
sí que ha de demostrárselo– lo inteligente que es, lo mucho que sabe del asunto, cómo
acorrala al personaje y le obliga a confesar sus culpas; entre otras cosas, porque si le
acorrala es seguro que no confesará nada; las confesiones de verdad sólo se hacen
inadvertidamente, cuando el entrevistado se siente en equivocada confianza.

¿Significa todo ello que hay que engañar al entrevistado? Nada de eso.

Ni engañarle, ni dar explicaciones innecesarias. Estamos allí para obtener un


material de calidad, y éste raramente se consigue yendo a favor del entrevistado.
Nadie está dispuesto, en principio, más que a contar aquello que le favorece, que le
presenta a la mejor luz posible a los ojos de la opinión. Y, sin entrar ahora en la inútil
polémica sobre que los periódicos sólo dan malas noticias, cuando las hay buenas que
gustarían muchísimo al respetable, está claro que las noticias consisten en aquello que
nos oculta el interlocutor.

En esa misma tesitura, las preguntas –o lo que es válido para cualquier formato,
como todo lo anterior, pero mucho más directamente para preguntarespuesta– han de
ser lo más breves posible, como propias de un médium que es el periodista, no un
amigo o un igual del entrevistado que está pasando un rato de charla con él; los
periodistas entrevistadores no existen más que de forma inducida, como agentes que
desatan lenguas. A medida que avanzamos en la entrevista –versión publicada– igual
que ocurre en los géneros seco y crónica, podremos emplear menos palabras en la
formulación de las cuestiones sucesivas, porque nos apoyaremos en los sobrentendidos
que hayamos ido creando con nuestras preguntas y con las respuestas obtenidas, de
forma que las primeras sean cada vez más breves. Habremos ido soltando lastre para
gastar nuestro capital simbólico de palabras de la manera más eficaz posible.

85
Capítulo VII
El out there comienza por la entrevista (Continuación)
Desfile de modelos

Entrevista “romanceada” del diario norteamericano “USA Today”, que publicó “El
País” el 14 de enero de 2001, con lo que ya nos llega expertamente traducida. Una
entradilla general en cabecera de página, abastecida por el propio diario, da paso a la
entrevista. “El País” ha mantenido desde hace bastantes años un plan estable de
presentación del género: nombre del entrevistado y por debajo, el cargo que ocupa,
precediendo al título.

George W. Bush Presidente electo de Estados Unidos "Estoy listo para la presidencia"

“Lead” y presentación del personaje:

Una de sus candidatas para el Gabinete acaba de verse obligada a retirarse, otros son
motivo de controversia, y él va a asumir el cargo la semana próxima, cuando muchos
norteamericanos están todavía irritados por la elección más ajustada y reñida que se
recuerda. El presidente electo, George Bush, dice, sin embargo, que "está totalmente
en paz". [...] En una hora de conversación en Blair House, la vivienda para los
invitados presidenciales, en Pennsylvania Avenue, enfrente de la Casa Blanca, Bush
parece confiado y sin inmutarse ante las secuelas de su caótico camino a la
presidencia.

Llega con 20 minutos de antelación a la cita tras comer con [...]. Bush está pensativo.
Dice que no va a mirar a sus padres cuando jure el cargo, porque sabe que va a ser un
momento muy emotivo. Habla de que va a cambiar cuadros que cuelgan en el
Despacho Oval [...].

Las autoras, Judy Keen y Mimi Hall, sitúan en los tres primeros párrafos –la
entrevista tiene 22 párrafos, 308 líneas, y unas 1,750 palabras– al personaje en el
momento y en el lugar; y como no se sienten en la obligación de recoger entre comillas
todo lo que consideran digno de publicación, cuentan con su propia voz lo que les
parece oportuno de las declaraciones del presidente electo, dando sólo paso a la
literalidad cuando creen que es conveniente “oír” sin intermediarios la voz de George
W. Bush. Y en vez de hacer preguntas buscan los momentos en los que la propia
narración dé pie a que el entonces presidente electo se explaye sobre ciertos asuntos.

Y ofrece algunos detalles sobre sus nuevas prioridades: [...] "Es el plan que presenté en mi
campaña", afirma. "Creo que no sólo cumpliría los objetivos que son reducir todas las tasas
marginales [...]".

Las autoras usan el "prosigue", "afirma", etcétera que, como veremos, es


perfectamente suprimible, pero no preguntan directamente sino que provocan las
respuestas. El resultado es una narración muy fluida, a la que se asoma directamente
sólo de cuando en cuando su sujeto principal.

86
En este texto del “Times de Londres” del 12 de enero de 2001, hallamos una
entrevista a Robert Bourne y a su señora, el constructor del Dome del Milenio, uno de
los grandes fracasos propagandísticos de la era Blair, en la que con 43 párrafos, más
de 350 líneas y unas 2,000 palabras, sólo aparecen entrecomilladas como
declaraciones del empresario poco más de 60 líneas, y, sin embargo, el periodista, que
hace a la vez perfil y entrevista, nos da cuenta de su vida y milagros, aunque, como las
anteriores, hartándose de los "he said".

El señor Bourne, tostado por el sol, ataviado con su imagen de marca, un conjunto de
Armani azul marino, se hallaba de lo más expansivo acerca del Nuevo Laborismo.

"Blair no pierde comba. Sabe lo que la gente necesita, lo que la economía necesita. Se
preocupa, es un tipo estupendo, ha transformado el partido laborista y atraído a
personas como yo que antes estaban con los conservadores", dijo.

No hay preguntas, sino narración en cuyo curso se insertan las declaraciones de


Bourne y señora.

La que probablemente es la entrevista más larga de la historia de “El País” apareció,


en cambio, según el formato pregunta-respuesta, el 27 de febrero de 1983, firmada por
Joaquín Estefanía, director de la Escuela.

El texto, además de buena parte de la primera página, ocupa tres más en el interior,
pero es que se trataba de la primera entrevista que concedía José María Ruiz-Mateos,
recién conocida la expropiación del conglomerado Rumasa. La entrevista tiene 825
líneas, lo que equivale a algo más de 4,100 palabras, más un despiece de 90 líneas y
casi 500 palabras.

Dada la trascendencia del momento se comprende que la fórmula solo pudiera ser
pregunta-respuesta –26 preguntas y alguna respuesta cuya extensión sobrepasa la
media columna de texto–. La presentación es totalmente clásica, de forma que se
entrelazan en la entradilla el entrecomillado de Ruiz-Mateos con el perfil y la
situación del personaje. (Ver apéndice).

Titulación:

Declaraciones de José María Ruiz-Mateos, ex presidente de Rumasa, a El País

"No estoy en lucha contra el Gobierno, porque es mi Gobierno, el de todos"

El deseo del autor de ser especialmente literal es muy evidente, desde el comienzo.

Entradilla:

"Yo no estoy en lucha [...]", afirmó ayer en una larga entrevista concedida a “El País”,
José María Ruiz-Mateos, presidente de Rumasa hasta que la pasada semana el grupo
fuese expropiado por una decisión del Consejo de Ministros que se materializó en un
decretoley. Este hombre, que alguna vez se definió como más empresario que
banquero, que era un “outsider” en la comunidad financiera española, aseguró una y

87
otra vez, con gran vehemencia, que no tiene miedo de ir a la cárcel porque cree en la
justicia [...].
Y en un ejercicio inusual, para ese “dar fe” tan subrayado de lo que el autor está viendo y oyendo,
concluye la entradilla, haciendo una relación de todo aquello a lo que el empresario no quiso
responder. A mí que me registren.

Ruiz-Mateos contestó a casi todas las cuestiones [...], excepto a las siguientes: ¿Cuál de
las empresas perdidas le duele más? ¿Cuál ha sido su principal error? ¿Qué cantidad
piensa recuperar vía justiprecio o, en su caso, indemnización? ¿Cree posible que con
Rumasa se repita el caso del diario “Madrid”? ¿Qué defensa va a emplear para
desbloquear la situación en la que se encuentra el holding?, y ¿tiene Ud. capacidad de
reacción o ya está derrotado? Estuvo presente e intervino en la entrevista el asesor
legal de Ruiz-Mateos, Alejandro Rebollo.

Es sólo en el despiece, que, muy canónicamente, no corta el desarrollo de pregunta-


respuesta, donde Estefanía traza el ambiente, busca los personajes, retrata luces y
oscuridades del chalé de Somosaguas en que reside el financiero.

[...] tiene un miedo casi patológico a que los fotógrafos de prensa, que acampan a la
puerta de su casa con potentes teleobjetivos, puedan localizarle. Lo mismo ocurre con
la presencia del magnetofón. La entrevista comienza con el periodista usando papel y
lápiz hasta convencerle de la necesidad de reproducir fielmente su pensamiento, su
estado de ánimo, su vehemencia. Tras la larga conversación, Ruiz-Mateos parece más
relajado. "Hablo con el corazón", dice, y cada poco pregunta si le crees. Su capacidad
de convencimiento es infinita: cuando habla de Rumasa es un iluminado con pocas
dudas sobre el modelo.

Como puede verse, un gran esfuerzo notarial, hasta el extremo de que, difícilmente,
se puede escribir con una mayor economía de medios, personalizar menos, dentro de
los límites del formato.

Ángel Santa Cruz, en su momento uno de los especialistas de “El País” sobre los
Balcanes, se apuntó el éxito de entrevistar a Radovan Karadzic, considerado criminal
de guerra por el tribunal internacional de La Haya, y, en aquella época, presidente de
la república secesionista serbia de Bosnia. Entrevista pregunta-respuesta, aparecida
el 16 de julio de 1995, sobre una extensión de casi dos páginas, algo más de 500 líneas,
18 preguntas y unas 2,500 palabras.

Título:

Los enclaves musulmanes deben desaparecer

Segundo título en páginas interiores:

Sarajevo se dividirá en dos o será sólo Serbia.

Despiece:

Nuestro vecino Radovan.

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Santa Cruz ha hecho una entrevista pregunta-respuesta que, ni a posta podía haber
resultado más conforme a los planteamientos de este sistema, lo que, sin embargo, no
está necesariamente ligado al hecho de que sea profesor de la Escuela.

En una entradilla que orla la cabecera, precediendo al título, hace la presentación


física y, por implicación, moral del personaje.

Radovan Karadzic [...] psiquiatra de profesión y poeta por afición, tiene 50 años, es un
hombre alto, bien trajeado, fornido, capilarmente exuberante y hablador. Karadzic
recibió a “El País” [...] tres días después de que sus tropas conquistaran Srebenica,
deportaran a más de 30,000 habitantes musulmanes e hicieran prisioneros a todos los
hombres en edad de combatir.

De la misma forma, en una geométrica división internacional del trabajo, deja el


párrafo de comienzo de texto para describir el lugar donde se celebra la conversación.

Karadzic recibe en la primera planta de una antigua fábrica de motores a las fuentes
de Pale que le sirve de residencia oficial. En su despacho, que huele a nuevo y al que
se accede después de pasar unos controles de seguridad más que benignos, hay dos
mesas, una con muchos papeles y fruta y la otra con grandes mapas. El rasgo más
sorprendente de su personalidad es la distante naturalidad con la que se pronuncia
sobre hecatombes pasadas o venideras en Bosnia.

El carácter improvisado de todo lo que huele a Pale le da un interés especial al lugar;


hay contexto para describir porque no nos hallamos ante el presidente de un Estado
internacionalmente reconocido, sino ante el jefe de una tropa que recibe en una
antigua fábrica de motores. Igualmente, el autor, uno de los periodistas de “El País”
que más duramente ha escrito de la Serbia ultranacionalista, marca el tono de la
entrevista con esas líneas finales del primer párrafo:

[...] distante naturalidad con la que se pronuncia sobre hecatombes [...].

Karadzic ha recibido el primer tiro en la frente, pero nadie puede negar que Santa
Cruz está describiendo las cosas, tal como las ve y entiende. La "naturalidad" que el
autor ve en su interlocutor contrasta devastadoramente con aquello de lo que
Karadzic habla.

Las preguntas son, por su parte, de una brevedad reconfortante.

 "¿Está Vd. dispuesto (el Vd. me parece, sin embargo, innecesario, porque el
tratamiento ya está indicado por la persona del verbo) a hacer la paz?"
 "¿El plan para Bosnia del Grupo de Contacto (Rusia, EE'UU, Francia, Alemania
y Reino Unido) está descartado?"
 "¿Qué no es correcto en este plan?"
 "¿Se han impuesto una fecha límite para marchar contra estos enclaves?"

Obsérvese cómo casi cada pregunta se apoya en la anterior, lo que produce el


consabido aligeramiento del texto; por ello, no necesitamos repetir hasta la saciedad lo
que ya está dicho: primero "Plan de Bosnia", a continuación sólo el "plan". De otro

89
lado, el texto está hecho de preguntas y repreguntas; a una negativa de Karadzic a
admitir que hayan bombardeado objetivos civiles, apostilla Santa Cruz:

"He visto en Sarajevo edificios enteros de vecinos destruidos por su artillería. ¿Eran
emplazamientos de armas pesadas?"

Lo que, evidentemente, no obedece a un cuestionario previo.

El autor divide la entrevista en dos secciones distintas, con títulos independientes y


un despiece. Pero, eso no es más que un efecto óptico, ya que los dos fragmentos de
entrevista pueden leerse como uno solo, puesto que aparecen separados únicamente
para facilitar la lectura. El despiece, por tanto, es el único complemento de la
entrevista, así parcelada, y sólo en el mismo, el autor habla directamente al lector:

Karadzic, en la gran tradición de nacionalistas exaltados de mayor alcance, no es del


lugar que reclama como suyo, Bosnia, sino de Montenegro, a pesar de que oyéndole
hablar se diría que sus antepasados han arado esta tierra durante siglos [...].

El profesor Ismet Ceric, máxima autoridad psiquiátrica de Bosnia y jefe durante 17


años del doctor Karadzic en un hospital de Sarajevo, asegura que su antiguo alumno
[...] es un hombre tan totalmente normal "como el que podemos tener como vecino toda
la vida".

Las preguntas, como corresponde a un personaje que tiene muy ardua la salvación
eterna, son duras, ponen en dificultades al entrevistado, pero lo importante es que si
este queda bien o mal ante los lectores son siempre sus respuestas las que así lo
determinan.

Santa Cruz es sólo un médium para un fin informativo que es evidente que él no
desea que sea favorable a Karadzic, pero el entrevistado es el que se cuelga a sí mismo
con sus declaraciones; de la misma forma, la condena del serbio-bosnio en el despiece
es tan formidable cuanto austera, y por ello doblemente efectiva. Santa Cruz no dice,
formalmente, nada por sí mismo, sino que es el psiquiatra jefe el que, sin querer, nos
recuerda que los monstruos viven en el vecindario.

La técnica es la que nos permitirá decir lo que queramos, cualquiera que sea el
género utilizado. En este caso, la imagen negativa de Karadzic sale muy reforzada
porque el formato, con su apariencia de inocuidad, le da una intensidad que en el
“romanceado” se habría perdido en medio de la propia narración, salvo que ésta fuera
sólo una diatriba, lo que siempre es de recusar.

Pasemos ahora a la última etapa de este recorrido. El reportaje o la multiplicación


en todas direcciones del encuentro con lo de ahí afuera.

90
Capítulo VIII
El reportaje, ADN del periodismo
El paso definitivo en este recorrido del cero al infinito, cuyo objetivo es el de abrazar
toda la realidad susceptible de tratamiento informativo, lo damos en el dominio del
reportaje.

Por primera vez, el autor es completamente dueño de su material, porque de una


manera predominante si no exclusiva, él mismo se ha convertido en fuente de la
información; se ha personado en los lugares en los que se desarrollaban los
acontecimientos, y su pieza periodística se aplica, por ello, sobre un escenario
principal, lo que calificaré de “reportaje de escenario”; o, en otro caso, habrá requerido
directamente de las fuentes la información que le ha permitido la reconstrucción de
una historia, caso en el que hablaremos de “reportaje virtual”. Pero, en ambos casos
hay un elemento común: el periodista ha adquirido una autoridad total sobre una
información, que solo posee él, que no ha tenido que compartir, como ocurre con la
crónica, con nadie.

Nos hallamos, por tanto, ante el “yo” de autor más subrayado posible, que nos
permitirá juzgar, valorar, llegar en nuestras interpretacionesopiniones más lejos que
en cualquier otra fórmula anterior, por supuesto, siempre respaldadas con nuestra
firma, de manera que el lector sea el jurado inapelable de las apreciaciones y
conclusiones del periodista. En esta situación, me parece evidente que la presunta
separación de hechos y opinión habrá pasado a mejor vida. Opinamos, pero con un
trabajo detrás y a beneficio de inventario. El artista jugándose el tipo en el alambre.

Hay que repetir, sin embargo, que difícilmente se presentará ningún tipo de
reportaje en estado puro, y que si es de escenario, no por ello dejará de requerir
determinadas complementariedades, búsqueda de otras fuentes, contexto, etcétera,
que corresponderían al reportaje virtual, o si se trata de un reportaje
predominantemente virtual no excusará tampoco la posibilidad de personarse “in
situ”, que podrían aportar retazos de reportaje de escenario.

Lo que unirá, en último término, estas dos grandes fórmulas será como siempre la
clase de apropiación del material por parte del autor, que es cierto que, en principio,
será de carácter tan total y directo como en la entrevista, pero sin la limitación que
esta entraña de desarrollarse en el circuito cerrado de un encuentro con horario, fecha
y calendario; diferentemente, estará abierto a las inmensas posibilidades de lo de ahí
afuera, lo imprevisible. Sobre esta misma base, veremos en este capítulo una
categorización, aunque nunca exhaustiva, de los tipos de reportajes posibles.

Paralelamente, como hemos visto en este recorrido, el reportaje englobará todos los
géneros que le “preceden”.

No sólo retendrá todo el texto seco que consideremos conveniente; más aún, en pura
teoría al menos, nada impide que un reportaje se escriba íntegramente en ese género,
aunque no parece probable que ni periodista ni periódico se apunten fácilmente a esa
posibilidad, puesto que en la misma medida en que el material sea propio, ambos

91
buscarán el máximo lucimiento ante el lector. La personalización le ganará la vez a la
austeridad.

Igualmente, el reportaje recogerá también elementos propios de la crónica,


complementarios de la historia principal normalmente a guisa de contexto, del
análisis, y hasta del perfil, cuando en el mismo haya protagonistas suficientemente
destacados. En esa excursión sin límites al “out there”, es, finalmente, posible que
incorpore viñetas de entrevista. Por eso, el reportaje se encuentra al final de una recta
o en el círculo más exterior del anillo de géneros que hemos venido transitando, en un
movimiento de dentro afuera.

Aunque los propósitos de este libro dejan de lado cuestiones capitales como el diseño
gráfico de los periódicos, quede mencionado al menos que si género seco y crónica
merecerán un tratamiento estándar, que no los distingue entre sí en su puesta en
página, el reportaje –como el análisis y el perfil– suele pedir una presentación
específica más ornamental y, sobre todo, una titulación que puede privilegiar lo
alusivo, salvo que arranquemos con noticia propia, en cuyo caso mantendremos la
formulación lineal. Con lo inédito no se juega.

La redacción de este trabajo ha servido, por otra parte, para comprobar hasta qué
punto se ha producido en los últimos años una bajamar del reportaje, o lo que es lo
mismo, su acantonamiento en las partes blandas del periódico, sobre todo, en los
suplementos, a favor de una temporalidad más laxa de los asuntos. Es lo que hay
quien califica, a veces con intención positiva y otras con seguro desprecio, de reportaje
de “color”; en otras palabras, de servir al ocio del lector.

Aquí se sostiene, muy al contrario, que en las circunstancias presentes de graves


asechanzas contra el papel prensa, el reportaje, no como sucedáneo de un Hollywood
en tecnicolor, sino como medio con el que es más dado sacar todo el partido posible a la
agenda propia, está llamado a hacerse más y más imprescindible en los periódicos de
mañana mismo por la mañana.

Cuando tengamos todos los medios expresivos en la mano, cuando lo que sepamos,
hayamos visto y oído, sea sólo cosa nuestra, cuando en virtud de lo anterior nos
convirtamos en fuente de nuestra propia información, es cuando ésta nos distinguirá
más y mejor de nuestros competidores.

Categorías del reportaje

La primera parcelación de tipos de reportaje es territorial o de parteaguas. Hay


reportajes de escenario material y reportajes virtuales que pueden ser de
reconstrucción investigativa, pero entendiendo que lo habitual será que se produzca
una polinización constante entre los dos modelos.

El reportaje de escenario consiste en la construcción de una historia con un


desarrollo material, algo que es posible ver, que está pasando en un lugar
determinado: un incendio, una romería, una operación militar, la vida en un campo de
refugiados. En el mismo se dará como elemento importante de información un paisaje,

92
a veces el mal llamado “color”, porque el periodista se hallará en el centro de un
mundo, de algo que se mueve a su alrededor, que verá y oirá tanto como interrogará.

Pero, dentro de esta división espacial, hallaremos también una subdivisión


instrumental. Los escenarios que visitamos, cuando acudimos a ellos atraídos por el
anuncio público de la celebración de un “evento” (terminología latinoamericana por
acontecimiento que se está introduciendo en la Península), aunque siempre pueden
encerrar alguna capacidad de sorpresa, que ocurra lo imprevisto, son frecuentemente
una versión a lo grande de la naturaleza muerta o del bodegón de que hablábamos.

El “paisaje” de escenario puede ser tanto una puesta de sol de puntualidad


meteorológica, como un terremoto de susto telúrico. Lo que no tiene horario, fecha, ni
calendario. Y es ahí donde nos encontramos con el mejor ADN del periodismo, el
“blanco móvil”, que es el objeto de información más preciado para cualquier periódico.

Como el cazador, cuya fantasía favorita ha de ser cazar el blanco de un disparo, a la


gacela en pleno salto sin que ocupe lugar determinable en el espacio, el periodista,
algunas veces ayudado por su intuición –eso de lo que todo el mundo habla pero nadie
sabe lo que es– pero las más favorecido por el Altísimo, tendrá en el “blanco móvil” la
mejor oportunidad de cumplir con los mejores delirios de la profesión. Si el periodismo
es, básicamente, la historia de las discontinuidades en el encefalograma de las cosas,
el hecho en libertad constituirá la máxima expresión del hipo de la vida.

El verso12 (12) de Juan Ramón:

Qué quietas están las cosas y qué bien se está con ellas, por todas partes sus manos
con nuestras manos se encuentran

con su descripción de las cosas que “están”, que nos rodean, pero que escasamente
“pasan”, expresa versiones respetabilísimas del periodismo de todos los días. Hallamos
ahí excelentes posibilidades de crónica y de análisis, los perfiles no faltan, aunque el
género seco seguramente no le haría justicia. Pero el “blanco móvil”, la historia de la
cosa en movimiento, rebelándose contra sí misma sin necesidad de preaviso, siempre
morará en los dominios del gran reportaje.

Al otro lado del espejo, de lo visual y de lo sonoro que será este reportaje de
escenario, hallamos el reportaje virtual, aquel que carece de una sede geográfica
determinada, en el que no hay, por tanto, elementos básicos de visualización, y donde
construiremos la historia unitaria –no simplemente una estructura dotada de un hilo
conductor como en la crónica– a partir de declaraciones de personajes, testigos,
contexto, etcétera. Y este tipo de reportaje virtual se puede basar en hechos
generalmente conocidos, sobre los que, por tanto, no puede haber apropiación
intelectual directa por parte del autor, o en elementos de información que no sean del
dominio público, obtenidos por el periodista para construir sobre ellos un texto tan
inédito como el tipo de acontecimiento espontáneo que recoge el mejor reportaje de
escenario; en este último caso, nos hallaremos ante un reportaje virtual de

12
Juan Ramón Jiménez, “Antolojía poética”, Losada, 1969.

93
investigación, que puede ser un ejemplo de “blanco móvil” a tan justo título como
cualquier reportaje de escenario.

Si la naturaleza nos depara el gran material inesperado, el periodista es también


capaz de imitar a la naturaleza creando esa misma movilidad de los hechos, que en
vez de “ocurrir” se “encuentran” en algún lugar imaginado antes que físico. Eso es lo
que se llama en este sistema el reportaje (virtual) de investigación.

Éste sería, según el plan anterior, un esquema de las parcelaciones básicas del
género.

 División territorial:
a) Reportaje de escenario.
b) Reportaje virtual.

 División temática:
a) Reportaje de escenario estático.
b) Reportaje escenario-blanco móvil.
c) Reportaje virtual sobre hechos conocidos.
d) Reportaje virtual de investigación-blanco móvil.

Y, por añadidura, todas las combinaciones posibles de las categorías anteriores,


aunque lo normal será que se pueda establecer la presencia de un elemento
dominante, lo que nos servirá para la identificación del tipo de reportaje de que se trate.

Desembarco en el mundo de "lo real"

Busquemos en “El País”, y otros medios de la prensa internacional, encarnaciones


prácticas de esta cartografía, si no exhaustiva sí omnicomprensiva, porque se pretende
que todo el “out there” tenga cabida en ella.

“Reportajes de escenario”. En la página 8 del 14 de octubre de 1998, bajo el epígrafe:


“Proceso de paz en Colombia”, aparece una pieza, que firmo yo mismo, que es
predominantemente un reportaje de escenario, aunque se presentó como información
del día, y, por tanto, en el formato gráfico de crónica. El texto, por otra parte, es ambas
cosas a la vez: información cotidiana con muchos elementos de crónica, pero como
género predominante, reportaje de escenario.

Son 12 párrafos, a cinco columnas, con título a cuatro, 171 líneas, y unas 850
palabras.

Título:

El Gobierno colombiano reconoce políticamente al ELN sin obtener una declaración de


alto el fuego

Obviamente sobraba "declaración" y el artículo "al" debería haber estado en la


segunda línea junto a ELN, pero desde el punto de vista de una información lineal,
aceptable tanto para lo seco como para la crónica, el titular es correcto. Pero, ¿por qué
insisto en que estamos ante un reportaje, y además de escenario, que podría haber

94
aceptado un título más alusivo? En la entradilla se establece ya una geografía y unos
protagonistas, ante los que se halla el autor:

En el Día de la Hispanidad, que aquí siguen llamando de la Raza, en una breve rasa
del valle de Ríoverde, a media hora de helicóptero de Medellín, en las montañas del
Oriente de Antioquia, el Gobierno de Bogotá y la guerrilla de la sierra, como dos
desposados, se prometieron ayer fidelidad mutua y la búsqueda de una paz verdadera.
[...]

A lo largo de todo el texto se combinan los elementos de la crónica –la información


política sin la cual no se comprendería el alcance de todo lo ocurrido– con el reportaje
de paisaje geográfico, humano y político.

El acto transcurrió apropiadamente por el tono cristiano de base de la organización


guerrillera, en una choza que fue iglesia rural, crucifijo al fondo, que con su fachada
escamoteada por la ruina, era la viva imagen de un belén navideño.

[...] Apostados por toda la explanada, con mirada de asueto, pero pasamontañas como
ala de cuervo y lana tupida, había un centenar de guerrilleros de ambos sexos, tan
jóvenes muchos de ellos que llevaban la pubertad en la punta del fusil.

El periodista ha reportajeado sobre un material lo bastante personalizado para que


sea de su sola propiedad intelectual. Ha estado allí, y hechos y escenario eran lo
bastante singulares, paz en la guerra y un lugar físico lo bastante recóndito que ni
aparece en los mapas, como para merecer el tratamiento del reportaje. Pero, aunque
los guerrilleros son menos predecibles que los funcionarios del Estado, el blanco
permanecía generalmente inmóvil. Todos deseaban nuestra presencia allí: poder y
guerrilla. Era como una rueda de prensa escenificada con gran sentido teatral.
Excelente materia prima para la ficción creativa del género, pero blanco poco movido.

Más dramático, de gran lucimiento, pero, básicamente, el mismo tipo de reportaje de


escenario acogedor es la pieza de Ángel Santa Cruz, aparecida el 29 de noviembre de
1987.

Apertura del suplemento Domingo de la época, es lo que muchos llamamos con


servidumbre colonial una “cover”.

Titulación principal con toque alusivo, y sumario totalmente interpretativo:

La guerra de los Tigres

La masiva intervención militar india en Sri Lanka puede "vietnamizar" la isla

Texto de 37 párrafos, 412 líneas y casi 2,500 palabras, que practica una fórmula
efectista, pero de mucho abolengo: una voz parece que le habla directamente al lector.

Está usted en territorio tamil. Somos los Tigres de Liberación y luchamos por un
Estado independiente. Nada ni nadie nos detendrá".

95
Jaeyam, el jefe, magnum al cinto, habla tamil, como el resto. Un anciano de 80 años
oficia de intérprete, en el claro de la vegetación de la jungla, en medio de un calor
asfixiante y nubes de mariposas amarillas. Los ruidos de fondo son de insectos
enloquecidos y de los equipos de radio que los guerrilleros tamiles. [...]

Santa Cruz tiene que intercalar copiosa información de contexto, que en algunos
casos constituye verdaderos apuntes de análisis, porque Sri Lanka –la antigua
Ceilán– cae bastante más a trasmano que Colombia; el autor recorre las posiciones
tamiles acompañado del citado Jaeyam, e interroga a quien se deja, pero subrayando
un medio físico, en el que las cosas adquieren en sí mismas gran representatividad
narrativa:

En una cabaña con techo de hojas de cocotero, en un claro de la jungla, mientras otros
vigilan entre los matorrales, están los guerrilleros que tienen en jaque a 20,000
soldados y a un dispositivo militar tan formidable como la India no había desplegado
fuera de sus fronteras desde 1971, cuando Bangladesh.

Van descalzos, vestidos con el onhi, una especie de falda que llevan muchos hombres
en Sri Lanka. Cada uno es un arsenal humano. No fuman ni beben.

Los blancos móviles en estado puro son muy caros, con lo que hay que conformarse
con los que aún conserven los estertores del movimiento. Ignacio Cembrero fue uno de
los primeros periodistas occidentales en entrar en el campo de refugiados palestinos
de Chatila, en las afueras de Beirut, que, junto al vecino de Sabra, fue arrasado por
milicias cristianas ante la contemplativa actitud del ejército israelí, su patrón en la
guerra del Líbano, a cuyo mando se hallaba Ariel Sharon.

En primera página de “El País”, 19 de septiembre de 1982, el periodista publicaba


con pase a páginas interiores, y en formato gráfico de crónica, lo que era básicamente
un reportaje del horror. Cembrero convoca 19 bloques o unidades de información, para
219 líneas, y unas 1,000 palabras.

Titulación totalmente lineal, como corresponde a una crónica que arranca en la


primera página del periódico.

(Véase próximo capítulo).

Matanza de civiles palestinos en los campos de refugiados de Beirut

Sin llegar a situarse en la primera persona, Cembrero nos introduce, sin embargo,
muy vívidamente en el infierno:

Varios periodistas que efectuaban a primera hora de ayer una gira para visitar las
zonas de Beirut [...] descubrieron horrorizados en la entrada sur del campamento de
Chatila los cadáveres de 63 personas, en su mayoría mujeres y niños, algunos recién
nacidos, asesinados durante la noche.

Las caras de los cadáveres, ya en plena descomposición a causa del húmedo calor
beirutí, presentaban aún la expresión de horror de los momentos que precedieron a su
muerte.

96
Algunos niños estaban abrazados entre sí, un recién nacido mostraba signos de haber
sido degollado, varias mujeres no llevaban falda, y daba la impresión de que habían
sido violadas, antes de ser asesinadas.

El periodista confiesa haberse sentido horrorizado, pero ésta debe de haber sido sólo
una actitud personal, de sí para sí, porque el texto es de una frialdad tan
impresionante como para demostrarnos, con la salvedad de algunas especulaciones
sobre los muertos palestinos, que es posible escribir en género seco, lo que, por otras
características que considero predominantes, es un gran reportaje de oportunidad.

Habría sido injusto pedirle, además, al periodista que hubiera estado allí mientras
se consumaba la matanza, porque lo cierto es que nadie le había rogado que se pasara
por aquel sumidero. El blanco, por ello, se hallaba todavía en movimiento, con trágica
literalidad, dando sus últimas boqueadas.

Acentuando el elemento humano sobre lo paisajístico, tenemos este reportaje


publicado por el diario parisino “Libération”, el 7 de enero de 2001.

Sin preocupaciones con respecto a la monstruosa longitud de sus párrafos, el autor,


Christophe Ayad, logra meter en sólo ocho unidades narrativas, 360 líneas, y no
menos de 2,700 palabras.

Titulación y estilo son ya de la plenitud del reportaje a la francesa, es decir a la


literaria, de metáfora incluso más que alusión.

Un symbole pour la petite Erythrée [Un símbolo para la pequeña Eritrea]

Un train nommé débrouille [Un tren llamado "oportunidad"]

Enmurallado en la penumbra del taller, la gran Ansaldo luce con insistencia. Letras
rojas pintadas con aplicación se destacan sobre el vientre negro de la caldera:
“Erythrean Railways”. En una fosa, bajo la enorme locomotora, dos hombres en azul
de faena sueldan una última pieza a la chimenea. A la hora de la pausa, Gueresguiher
Cardelli y Mebrahtu Kidane, 81 y 83 años, respectivamente, emergen ágilmente, el
rostro cubierto de sudor. La Ansaldo, un rutilante modelo 1925, Gueresguiher y
Mebrahtu tienen casi la misma edad que la máquina. Hace un cuarto de siglo que el
tiempo se detuvo para ellos, cuando el último tren entró en la estación de Asmara. La
locomotora se oxidaba en una vía muerta invadida por la hierba silvestre, y los dos
ferroviarios se habían jubilado en sus casitas a dos pasos de la vía férrea, sin dejar de
mirar a la máquina con ojos de enamorado en trance. Y un día de 1994 les llamaron
para que volvieran a poner en uso la “ferrovia”, la mítica línea construida por los
italianos entre 1887 y 1911 [...].

Como ellos, una cincuentena de veteranos respondió al llamamiento del joven Estado
de la Eritrea independiente, otros han llegado de Alemania, Estados Unidos, Arabia
Saudí...

El blanco no puede estar más inmóvil que la propia locomotora, pero éste es un
reportaje muy literario, con un escenario muy a mano, y, sobre todo, un gran número
de interlocutores.

97
El paisaje habitado por el hombre, que lo remoza tras el cataclismo de la guerra, y
vive días en los que tiene que reinventarse a sí mismo en el proceso de reconstrucción
de un pequeño país africano. El reportaje está políticamente muy decantado a favor
"del joven Estado", rozando en ocasiones la propaganda, lo que me parece, pese a lo
noble de la motivación, un poco barato.

Con mayor distanciamiento aunque en un contexto también muy personalizado,


tenemos la llegada, por primera vez en la historia del régimen comunista, de buques
de línea de Taiwan a la China continental.

Enero de 2000, “Washington Post”, 36 párrafos, para sólo 190 líneas y unas 1,100
palabras.

Título básicamente lineal:

3 Taiwan Ships Arrive in China, Closing a 50-Year Gap [Tres buques de Taiwan
llegan a China poniendo fin a una ausencia de 50 años]

Primer párrafo:

Con su hijo de tres años a rastras, Huang Zicheng salió el martes a pasear por un
camino muy ventoso junto al agua, aquí en la costa sureste de China. Bajo los cielos
caliginosos podían divisarse perfectamente unas islas que pertenecían a otro país, allá
a la entrada del puerto. Cuando era niño, el señor Huang dijo, nadie podía acercarse
aquí por miedo a que hubiera guerra con Taiwan. "Era una zona militar", dijo. "Les
oíamos hacer fuego de artillería al otro lado".

Aparte de los molestos “dijo”, ¡qué gran principio para una novela de Pearl S. Buck!
En una de las fórmulas más clásicas de la prensa norteamericana, los personajes
encarnan, representan escenarios, situaciones, problemas. Una parte de la historia de
ese puerto chino, avanzada de Pekín ante el régimen nacionalista de Taiwan, nos la
contarán este u otros personajes en un esfuerzo por reconstruir una imagen de
escenario estático, aquello que la prensa occidental no pudo cubrir directamente
porque no lo permitieron las autoridades chinas.

Estamos en el lugar, pero más que los hechos noticiosos que ya se han producido,
encontramos a los interlocutores que nos permiten revivir la escena.

Y un blanco hieráticamente inmóvil, pero donde hay una buena pintura del aire, es
el reportaje de Francisco Peregil, aparecido el 29 de noviembre de 1992, a dos páginas,
algo menos de 500 líneas, unas 2,200 palabras, y cerca de 100 párrafos, en lo que es
una larguísima conversación coral, que a veces parece de zarzuela, en el negocio de los
pitonisos y videntes de Madrid.

Los fondos están muy nítidamente pintados.

Cuando ellos terminan de leer las cartas y abren el turno de preguntas, escuchan con
suma atención las primeras palabras que pronuncian los clientes; si preguntan sobre
las relaciones con su jefe, vislumbran un superior con pocos escrúpulos, que es lo que
muchas veces ellos creen que el cliente quiere oír. Si el que paga no pregunta por una

98
mujer en concreto, la respuesta al hablar de amores suele ser la misma: "No veo a
corto plazo una relación estable". [...] Carteles, fotos, mazorcas de maíz colgadas en la
pared, lechuzas en miniatura sentadas sobre sillas de 20 centímetros y un intenso
efluvio de rosas que el vidente llamaba su "olor de santidad". [...] Cuadros, esculturas,
objetos colocados en rigurosa paridad simétrica, un piano que el pitoniso toca de oído y
ni un metro cuadrado libre de ornamento [...] se sube por unas escaleras
destartaladas.

Y para cerrar esta galería de reportajes de escenario, un espléndido trabajo de


Dominique Pouchin en “Le Monde”, donde el autor hace una radiografía moral y, para
ello, también física, de una ciudad, la belga Amberes, a punto de caer presa del
extremismo racista del partido Vlaainse Blok, a cuyo lado el austríaco Jorg Haider es
el mejor amigo de los inmigrantes.

Con el apropiado título fuertemente alusivo-metafórico:

Amberes y la peste parda

publicado a página entera del periódico, 9 de enero de 2001, 13 párrafos (¿por qué
será que los franceses escriben “más largo” que nadie?), 390 líneas, y casi 2,400
palabras, el autor sobrecoge en un constante vaivén entre la gran perspectiva, la
Amberes histórica y monumental, y el miniaturismo de ciertas situaciones.

¿Hay que desesperar de Amberes? ¿Olvidar de repente que debe su gran fortuna al
océano, y resignarse a cambiar de siglo en el relente de alguna de sus tabernas, donde,
a fuerza de cerveza, se vomita al extranjero? ¿Olvidar que a la sombra de su catedral
atracaban un día los barcos del Congo, y dejar toda una historia de borgoñones
juerguistas, hidalgos sombríos, austríacos, judíos expulsados del Sur o huidos del
Este, agostarse en la exaltación de una Flandes orgullosa y pura? ¿Olvidar que
Rubens dio clases en Venecia, que al ayuntamiento le viene su elegancia de una
fecunda bastardía ítalo-flamenca, y no oír más que estas tres palabras que recorren la
ciudad: "Nosotros, los primeros"? ¿Desesperar de Amberes?

Es difícil que tantos interrogantes seguidos hayan dicho más, hayan sido menos
cargantes, y abarcado tanta historia, arte, cultura, política, ciudad.

Basta con pasar bajo los raíles de la estación central para acercarse a la caja de
caudales de la ciudad. Tres calles, vedadas a la circulación, erizadas de cámaras, tres
Bolsas y docenas de oficinas bien apalancadas. Dos tercios de la producción mundial
del diamante en bruto allí se negocian, día tras día, con discreción. Más de 15,000
millones de dólares en volumen de negocio, que los judíos instalados en el barrio desde
hace cinco siglos, comparten hoy con indios que desembarcaron sólo hace 20 años. En
Houvenierstraat, entre la sinagoga y el snack de kosher, reina el “business as usual”.
Elecciones, crecimiento del Blok, cordón sanitario son fenómenos lejanos.

Equilibrio paisajístico con antropología del lugar. La movilidad del blanco reside
aquí en la capacidad de hallar una entre tantas Amberes posibles y hacer mucho más
que dejar que hable. Habrá quien, legítimamente, no se pirre por este tipo de reportaje
que la gran prensa francesa sigue cultivando como nadie, pero ya que el género se

99
apega tanto a lo tangible, a aquello de lo que nos convertimos en fuentes o repetidores,
bien está que haya quien aspire a ver con el reportaje las ruinas del tiempo en la
historia de una ciudad.

“Reportajes virtuales” Y, dentro ya de lo virtual, una versión tan útil como frecuente
es la del reportaje que los franceses llamarían de “estado de la cuestión”, el que pone
al día un problema, una crisis, alternando la crónica de hechos más o menos recientes,
con la auscultación de personajes. Sin necesidad de una percha extraordinaria, y con
un blanco quieto pero bastante inquieto, Belén Cebrián, profesora de la Escuela,
publica en el suplemento de Negocios, 30 de mayo de 1999, un reportaje redactado
desde una sostenida glaciación, hecha tanto de prudencia como de datos, en el que la
autora examina la situación de Iberia en pleno proceso privatizador. Un texto a página
entera, 14 párrafos, 230 líneas y unas 1,100 palabras.

Título alusivo:

Iberia, en zona de turbulencias

La compañía se resiente de la negociación con el SEPLA y la crisis aérea

Belén Cebrián esmalta su visión del caso con las voces consultadas, de forma que lo
que leemos es una opinión-interpretación de la autora, apoyada en las fuentes. El
sistema vale tanto para un marco relativamente pequeño y manejable cual es una
compañía aérea, como para un país o todo un pueblo. La técnica nunca es inocente,
pero cuando está bien aplicada, como en este caso, sí, impune. Sirve para lo próximo y
lo lejano, lo grande y lo pequeño, lo difuso y lo estadístico.

Uno de los más extraordinarios reportajes dentro de este mundo virtual que yo
jamás haya leído es el titulado (moderadamente alusivo):

Alfredo Astiz: historia de un centurión

Su autora es Maruja Torres, y apareció el 22 de mayo de 1982 en “El País”, con un


texto de 24 párrafos, ni pocos ni muchos, para 429 líneas y unas 2,100 palabras.

El reportaje es una reconstrucción en todo el sentido de la palabra. No hay paisaje,


más que brevemente, como quien fotografía con la imaginación; hay personaje: el
teniente de navío argentino Alfredo Astiz, cuya catadura angelical de asesino,
torturador y jefe de torturadores durante la dictadura militar argentina, parece más
que probada ante la justicia europea.

Pero sólo hay personaje desde un punto de vista técnico, porque en esa época Astiz se
hallaba en paradero desconocido. No se pudo, por tanto, hablar con él. Pero, la autora
sí nos deja oír otras muchas voces, en ocasiones directamente, o, las más,
“romanceadas” para reconstruir el personaje del canalla que no lo parecía.

100
Es un reportaje sobre-virtual, a voces, dominadas por la de la propia autora, cuyo
objetivo es, como Murnau, hacer el muñeco de un monstruo 13.

Y no es un personaje fácil, no, el teniente de navío Alfredo Astiz. No es un hombre a la


manera de Pernía, alias El Rata, que antes de hincarle la picana en la carne a una
mujer, suplicaba: "Permiso, señora". Ni a la de Acosta, alias el Tigre, un dandy que se
cambiaba de atuendo varias veces al día [...] y que entre torturas practicaba la
navegación a vela, y que descendía a la cámara de los horrores con un whisky en la
mano y un lanzagranadas en la otra [...] Astiz era un típico oficial de la Marina
argentina.

Para entender al Astiz de Maruja Torres, no basta con excluir a personajes


“menores”, como los citados, hay que empezar:

[...] imaginando, si se puede, ese edificio de cuatro plantas situado en el bonaerense


barrio de Núñez, en la avenida del Libertador, a 400 metros escasos del estadio de
River. La cámara de tortura está en el sótano; en la planta baja se encuentran las
oficinas operativas y de inteligencia; en el primer piso hay cuartos vacíos, en el
segundo, los dormitorios de los oficiales permanentes, y en el último la “capucha”,
donde se hallan los detenidos que no están siendo torturados.

[...] Es como vivir en el interior de un submarino, es el otro lado del espejo, la locura,
quizá tanto para los verdugos como para sus víctimas.

La propia autora nos da la clave del reportaje virtual, aunque no necesariamente lo


haya racionalizado así: “hay que imaginar”. A continuación, tras la descripción del
lugar y de sus parcas, entra el protagonista, en torno al cual parece como si la
periodista estuviera trazando círculos de la forma que el escualo dibuja en torno a su
presa.

Alfredo Astiz tenía 23 años cuando triunfó el golpe y era prácticamente igual que
ahora, igual de valiente, igual de seguro, con la sonrisa inocente, el mechón claro
acariciándole la frente, el cuerpo de jugador de rugby, el talante caballeroso de oficial
de elite frecuentador de niñas bien a las que no presta atención excesiva.

Gran promesa del espionaje argentino, se infiltra en el grupo de las Madres de Mayo.

Se le puede imaginar fácilmente: joven, rubio, guapo, simpático, tierno, el hijo con el
que todas aquellas mujeres desangradas podían identificarle [...] se convierte para
ellas en El Rubito, alguien a quien proteger y adoptar, alguien que les protege a su
vez.

Maruja Torres construye el personaje con la delectación, por supuesto, de quien va a


acabar por destruirlo.

La Marina, que la autora ha descrito como el arma más frustrada por su rivalidad
con el Ejército, le ofrece entonces al marino lo que mejor podía darle: una guerra de
verdad; Malvinas, 1982. Y el mejor de todas las promociones, asesino de monjas

13
F. W. Murnau, “El Golem”, 1921.

101
francesas, ciudadanas suecas, y torturador de su propio país redondea una vida con la
evidencia final del oprobio:

[...] El teniente de navío Alfredo Astiz pudo finalmente combatir contra verdaderos
destructores, contra cañones auténticos y soldados entrenados como él para la muerte.

Y entonces se rindió. De acuerdo con su lógica marcial, hubiera tenido que pegarse un
tiro: pero ahí le falló el personaje. Por eso, ahora, quienes le recuerdan dicen que es un
monstruo con fisuras, un monstruo con los pies de barro.

Así terminan el reportaje y el trabajo de demolición de la autora. ¿Cabe, acaso,


mayor apropiación intelectual de un reportaje? En el terreno de lo virtual, Maruja
Torres ha pintado el cuadro de Dorian Gray, que es el verdadero Astiz periodístico,
mientras el personaje de carne y hueso esquiva a la justicia del mundo sin acusar una
sola arruga de sus crímenes. Es un verdadero blanco en movimiento, por el valor de
los testimonios, por el trabajo sobre los mismos, por la cadena causal de valoraciones.

Es el reportaje virtual de investigación. Astiz aún sigue corriendo. (Ver apéndice).

Pese a las fuertes diferencias aparentes, el trabajo de Peru Egurbide publicado el 29


de noviembre de 1988, que arranca en primera página y concluye en la 17, tiene
muchos puntos en común con el anterior.

En 19 párrafos, 262 líneas y unas 1,300 palabras más un despiece, el periodista


realiza el reportaje donde riza el rizo de lo virtual. Aunque Egurbide ha recorrido
varios países y hablado con todo tipo de fuentes, pocas de ellas se pueden revelar. Los
ambientes son sólo nombres, y los nombres son sombras que atraviesan el Atlántico.
El resultado no es una crónica, no hay acontecimientos de actualidad a partir de los
cuales hacer una narración de horas o de días, sino un entramado que poner a flote,
un espeso potaje de nombres, empresas, estafermos, operaciones.

El título, con su engañosa apariencia lineal, es el fruto de un gran reportaje de


investigación, donde el blanco no sólo ha sido móvil, sino escurridizo como una
anguila.

La familia de un "barón" de la cocaína realiza grandes inversiones en España

Jesús Ceberio publica en una apertura de Domingo, el 23 de noviembre de 1986, otro


reportaje virtual, de reconstrucción, como los de Maruja Torres y Peru Egurbide, pero
con características moderadamente paisajísticas. Tenemos tres páginas, 36 párrafos,
441 líneas y algo más de 2,000 palabras.

Título, realista a la vez que alusivo:

Cisma en la tribu de Aitor La violencia se traslada al interior de la comunidad


nacional vasca

El autor hace un reportaje también virtual, de blanco algo más sedentario, que se
halla como en la equidistancia de los dos anteriores. Es una reconstrucción coral, como

102
el de Astiz, pero las fuentes consultadas son fundamentalmente de auscultación
intelectual, no de reconstrucción de la vida de nadie; en vez de un torturador es el
cisma en un pueblo entero lo que hay que recomponer. Se podría decir también que es
un gran reportaje de diseño, porque primero se diseña lo que uno quiere encontrar y
en el interior de ese cuadro marco se construye un edificio con las fuentes que lo
sustentan. Todos los grandes reportajes, llamémosles “nacionales”, han de responder
fácilmente a estas premisas, porque no se ausculta a un pueblo como quien va al
dentista, un rato por la mañana. Ello no deja de entrañar, por supuesto, que el
periodista sea capaz de reajustar su punto de mira, cosa que siempre ocurre cuando,
como aquí, se trata de componer un dibujo, que es todo lo contrario de hacer que sea el
dibujo el que imponga sus condiciones a la realidad.

Esa auscultación intelectual, muy informativa en abstracto, le aproxima al texto de


Egurbide, en la medida en que diseño de un problema nacional y cartografía de un
imperio económico delictivo son geometrías periodísticas razonablemente parecidas.
Ceberio, sin embargo, trata de mojar lo más que puede esa sequedad, descomponiendo
la narración en pequeñas viñetas biográficas de partidos, fuerzas y personas; de ahí
que haya mucha más voz directa que en el reportaje de Maruja Torres, y, también,
más narrativa directa que en el de Egurbide.

Publicado hace casi 15 años, el texto, y ello ya es suficiente ponderación, contiene


perlas que aún dicen mucho en el tercer milenio.

A veces no se sabe si ese Euskadi soberano, por el que ETA mata, es para el PNV una
utopía irrealizable como tal, o una meta política operativa. Arzalluz ha reconocido
alguna vez que Euskadi sólo podrá ser un Estado independiente "por una broma de la
historia". Pero no está dispuesto a renunciar.

"Nadie renuncia a nada, tampoco los socialistas a su propia utopía".

[...] Ningún ámbito escapa así a la sospecha. Jon Juaristi asegura que "con la
degradación actual la independencia sería un horror, que conduciría a una guerra
civil. Un Estado vasco sería hoy sólo posible bajo la forma de una dictadura".

Muchos han hecho suyo un tremendo fatalismo: "Todo es empeorable".

Salvo en la observación de la utopía socialista, todo lo demás es premonitorio. (Ver


apéndice).

Todos los caminos conducen a Roma

Hay piezas poco comunes porque precisan del concurso de un cúmulo de


circunstancias favorables, en las que los géneros tienden a ensamblarse como en una
exposición. Pueden convertirse en antológicas, en cuanto que son un muestrario en sí
mismas. Una de ellas es la que publicó Juan Luis Cebrián el 20 de enero de 1985,
entonces director (y fundador) de “El País”, tras haber pasado tres días de
conversaciones, indagaciones y reflexiones con Fidel Castro en La Habana y Managua.

Relativamente pocos párrafos –28ª causa de las largas tiradas del comandante, para
885 líneas, y algo menos de 4,500 palabras–. Descubrimos en la pieza aun sin

103
necesidad del microscopio una entrevista de base, que es como la espina dorsal que
recorre y sostiene todo el texto; un perfil de Castro que aparece como a saltos entre
peroratas; un análisis no sólo del personaje sino de la Revolución cubana; y
emulsiones de reportaje aquí y allá, como trataré de mostrar, hasta formar un friso
periodístico de un tiempo, un líder y un país. La crónica y el género seco son, aquí,
aparte de los géneros mencionados, básicamente formas de escritura, que se dan
cuando Cebrián recurre a desplegar el contexto o a mirar con el ojo de la agencia.

El perfil:

Fidel Castro gesticula suavemente. Es un hombre tímido, de hablar pausado y


cuidadoso, dubitativo al principio, acorazado en su inmensa corpulencia y en su
proteica verbosidad [...].

A sus 58 años tiene todas las características del seductor y todas las condiciones del
líder. Lo mismo en público que en las conversaciones privadas, sabe dar siempre con el
tono y el contenido de lo que los demás quieren oír. [...] A veces me recuerda las
memorias de algunos emperadores de Roma que escribían, guerreaban, gobernaban,
disfrutaban, administraban y decidían la historia [...]. El imperio viajaba con ellos
como con Castro viaja la revolución. [...] Esa incontenible afición suya a ser
protagonista de su propio espectáculo [...]. Trabajador infatigable, es noctívago y
duerme bastante poco durante el día. [...] Exuberante, ingenuo a veces, parece un niño
que quiere todos los juguetes para él. [...] España es una nostalgia que le desborda,
aunque no lo confiesa.

El análisis:
Los cuadros del Gobierno, los militares, los técnicos, la clase dirigente de Cuba, todos
se han formado en Moscú, en Rumanía, en Bulgaria, en Hungría. El ruso ha
sustituido en gran parte al inglés como segunda lengua, y los esfuerzos de
institucionalización del régimen para cuando Fidel falte se han hecho sobre el calco
explícito del modelo soviético: economía centralizada, controles severos sobre la
población. Sin embargo, ese modelo se adapta mal a la propia idiosincrasia del
comandante [...]. Castro gusta de presentarse como un revolucionario de los de antes
de Stalin. Es, además, un hombre pragmático: la Unión Soviética está demasiado
lejos, y Estados Unidos demasiado cerca de la isla.

El reportaje:
Provocador siempre, controla su propia extravagancia. Es capaz de hacer esperar
durante una hora al líder del Partido Laborista británico para luego espetarle, al filo
de las dos de la madrugada y ante las cámaras de la televisión británica, que espera
devuelva Gibraltar a los españoles [...].

[...] hay vacas frisonas de Canadá pastando en Cuba y produciendo leche a precios
insostenibles en el mercado mundial; hay quesos que les hacen competencia, con
ventaja, a los franceses, pero que muchos cubanos no pueden servir en su mesa; hay
“whisky” Havana Club, y no sólo ron, que Fidel se preocupa de distribuir en las
tiendas para extranjeros.

104
La entrevista es la tela de fondo en la que Castro, sin ningún “dijo”, ni “respondió”,
sino simplemente inserto con toda naturalidad en el texto, parece que toma la palabra
espontáneamente como en un silueteo sobre la crónica, el análisis y el reportaje del
autor. El líder cubano habla de que acepta etarras enviados por España, pero:

"[...] no queremos ser cómplices, ni carceleros, ni inmiscuirnos en los asuntos internos


de España".

Sobre Franco muestra un agradecimiento comprensible:

"Franco no se portó mal, hay que reconocerlo. [...] El gallego supo habérselas. ¡Que se
portó bien, caramba!".

Le da consejos a Washington:

"África negra no debe preocupar a Estados Unidos. No existe la estructura de clase


que puede determinar un estallido social".

Pontifica sobre el mundo:

"Ni los yanquis quieren ya a Pinochet". "México es fundamental.

En realidad es la clave". [...] "Es humillante para Contadora aceptar las pretensiones
de Washington [...]". "¿Y cómo puede exigírsele a Nicaragua que comience a
desarmarse mientras subsiste una guerra interna que le ha sido impuesta desde el
exterior?"

Seguramente no es difícil hacer hablar al líder caribeño, pero el florilegio no puede


ser más completo.

Aunque, sin duda, Fidel estaba en esa época de mejor humor.

El texto, si bien reúne en proporciones, como hemos visto, no precisamente


homeopáticas, todos y cada uno de los géneros del sistema, envolviéndose
sucesivamente unos a otros en la circularidad que este libro defiende, debería, de una
manera formal, calificarse de entrevista, porque ése es su formato básico, aunque por
el desplazamiento en el tiempo y en el espacio –y difícilmente puede haber blanco más
inquieto que Fidel Castro– la doble visita a una revolución en Cuba y a su entonces
pupila, Nicaragua, hace que en realidad intenciones y resultados vayan mucho más
lejos. Yo diría que es casi tanto un reportaje como una entrevista, pero tampoco hay
que obsesionarse con determinar en todos los casos qué género es el que predomina. El
periodismo es, probablemente, una ciencia exacta, de la que, sin embargo,
desconocemos las leyes. (Ver apéndice.) El siguiente y ya último capítulo será un
intento de recopilación de todo lo anterior, pero efectuado directamente sobre el
trabajo del alumnado de la Escuela; sobre los periódicos fabricados en el último
cuatrimestre del año. Retrato del artista ya no tan adolescente.

105
Capítulo IX
El año pasado en El País
El segundo y último cuatrimestre, tras el período de prácticas veraniegas, es el
período decisivo en la formación del alumnado de la Escuela.

Dura de septiembre a fin de año y lo que se hace durante el mismo es fabricar


periódicos; no, sin embargo, periódicos de Escuela, sino diarios trabajados bajo
supuestos de realidad, como los que corresponderían a una publicación profesional.

Comenzando por cuatro y seis páginas, se llega rápidamente a ocho páginas, que son
reproducciones en miniatura, con sus diferentes secciones, de los periódicos de
información general.

Y no hacemos solamente lo que podríamos llamar “el modelo El País”, sino que se
ensayan también otras fórmulas periodísticas. Como trabajo de fin de curso, se hace
también una revista de un mínimo de 32 páginas en color, sobre la que no habrá nada
específico que decir en este libro, puesto que hay que entenderla como una
culminación de todo lo que se ha trabajado durante ese año pasado en “El País”.

Los periódicos se imprimen hasta el nivel de fotocopia, pueden utilizar color cuando
ello se crea conveniente, y se producen en grupos de diez alumnos, lo que significa que
los 40 que componen la nómina hasta ahora inalterable en los 15 primeros años de
existencia de la Escuela, se dividen en cuatro grupos, a periódico por cada uno de
ellos. Durante ese segundo cuatrimestre, los diez alumnos por grupo van rotando, de
manera que al término del mismo todos hayan desempeñado las tareas propias de una
redacción, desde un director/a a cualquiera de las diferentes ocupaciones que se
desempeñan en un periódico.

Todo esto significa que los modelos con los que se trabaja tienen una estructura
estándar de periódico profesional. Una primera página –no confundir con portada,
término que, en España por lo menos, sólo sirve para revistas–, y una serie de
secciones, inevitablemente de paginación reducida, que comprenden Internacional,
Nacional, y Local, cuando menos. La sección de Internacional se tiene que hacer, por
razones obvias, exclusiva o casi exclusivamente a partir del material de agencia –por
lo que primará en ella casi absolutamente el género seco–; en Nacional seguirá
habiendo cables, pero todo aquello que se pueda hacer informativamente desde
Madrid se aprovechará como trabajo en el “out there”, con lo que la crónica y, en
ocasiones, hasta el reportaje y la entrevista pueden tener cabida en esas páginas; y,
evidentemente, en Local se pretenderá que casi todo el trabajo se haga en forma de
crónica, reportaje y entrevista o perfil. Una cierta prudencia nos aconseja, sin
embargo, no hacernos demasiadas ilusiones con el análisis.

A medida que avanza el cuatrimestre, el equilibrio de secciones por número de


páginas de cada periódico se altera en favor de Local, cuando consideramos que el
trabajo de mesa –cables de agencia– está ya suficientemente entrenado. Esto significa
que puede haber periódicos de ocho páginas totalmente dedicados a Local –Madrid–;
sólo que en estos casos el epígrafe de sección no se entiende en un sentido temático

106
habitual, sino abarcando todo aquello que se puede hacer informativamente en la
ciudad, con lo que tenemos Local-Cultura, Local-Sociedad, Local-Economía, Local-
Deportes, además de Locallocal, puesto que se considera que la mejor enseñanza es la
práctica en la calle.

Y lo que vamos a tratar en este capítulo es ese trabajo realizado, desde la producción
de la primera página hasta la última, tratando de privilegiar el material firmado,
crónica, entrevista, reportaje, puesto que las piezas de género seco ya han sido
suficientemente estudiadas en los primeros capítulos del libro. Antes de seguir, sin
embargo, habrá que ver brevemente cuál es la estructura tipo de la primera página de
“El País”, en la que se inspiran los periódicos aquí revisados.

La mayor parte de los textos que aparecen en las primeras páginas de “El País”, que
llamamos “caretas”, son “leads” de dimensión variable, o resúmenes-gancho de las
informaciones más importantes contenidas en el periódico, que nunca van firmadas.
En principio, parece que eso aconsejaría que se observara en primera página la
fórmula del género seco, pero repito que cada periódico es muy dueño de adoptar la
estrategia informativa y de géneros que le parezca más apropiada.

Los títulos, antetítulos y sumarios, en consonancia, deberían ser en ese caso también
lineales.

Además de las caretas, cabe que un texto comience en primera página para morir en
páginas interiores, habitualmente firmado. Aunque, en teoría no hay ninguna
prescripción obligatoria sobre géneros con referencia a estas informaciones, que se
destacan especialmente, puesto que se propone una lectura de corrido de las mismas
de primera a páginas interiores, es bastante natural que consistan en reportajes, o
cuando menos, crónicas, que destaquen en el día por alguna razón informativa.

Es posible también hacer careta de un reportaje, o de una entrevista, cuya titulación


permitirá un despegue mayor de lo fáctico inmediato, y, en consonancia, la careta
podrá estar escrita con mayor libertad, como corresponde al género de que se trate. Y,
finalmente, cabe que un artículo o un editorial del propio diario se considere lo
bastante relevante como para arrancar en esa primera página.

Ésta es la estructura que, mientras hagan el modelo “El País”, los alumnos de la
Escuela deberán tener en cuenta.

Las primeras páginas

Tomemos tres ejemplos bastante significativos de primeras páginas.

La que lleva como cabecera el logo UAM/”El País” (Universidad Autónoma de


Madrid) corresponde a un periódico casi exclusivamente de Local, puesto que
únicamente la segunda página recoge temas de España, que se han tenido que hacer
básicamente con teletipo, así como responde a un diseño intermedio entre el modelo
“El País” y uno popular o semipopular.

La primera con el encabezado “Escuela de periodismo” es indiscutiblemente el


modelo “el País”. Y el tercero, también inconfundible, está entre lo más parecido que

107
cabe encontrar hoy en España a un modelo popular, en la práctica muy inspirado en
“El Periódico de Catalunya”.

El primer modelo, 14 octubre 1994, abre con una gran fotografía y da tres asuntos.
Los dos textos principales son reportajes, ambos de la modalidad de pase al interior, y
el tercero, una careta clásica.

Lo primero que hay que decir es que la concentración de reportajes, y además


empleando ambos la misma fórmula de pase al interior, es un error porque la
acumulación les resta valor, especialmente al que se propone como asunto principal.
Si valoramos algo hasta el extremo de comenzar su texto en primera, que es como
decirle al lector que no podemos esperar más, que aquello es tan interesante que no
queremos darle el aperitivo de la careta, sino que le hacemos pasar directamente al
salón para que deguste todo el plato de una vez, no hay que crearle distracciones
alrededor. Pero, en realidad, la razón de los pases es mucho más prosaica. A los
alumnos no les cabían los reportajes en el espacio que ellos mismos les habían
asignado, y de esa forma, rehuyendo la fabricación de una careta para cada uno,
creían que aprovechaban mejor los dos textos. Eso no quiere decir, sin embargo, que
los reportajes carezcan de interés. Como si lo hubieran hecho a propósito –que, seguro
que no, porque tanta premeditación es impensable– el principal es un típico reportaje
de escenario y el segundo, del tipo virtual.

Título del primero:

Otra familia que vive ilegalmente en el sótano permanece en la vivienda

La policía desaloja a una familia de "okupas" en el barrio del Lucero

Título y antetítulo repiten "familia", lo que no es un horror pero sí es innecesario


porque, encima, no había dos familias sino sólo una, además de que cualquier
repetición da sensación de pobreza. Por lo demás, el título es seco o de crónica, cuando
en teoría parece que debiera haber sido de reportaje vivido y, por tanto, más alusivo y
percutiente, pero el problema es que abrir un periódico con un título indirecto es algo
superior a nuestras fuerzas. Estamos convencidos de que los periódicos se abren con
noticias y cuanto más directamente las titulemos, tanto mejor.

Pero, lo verdaderamente interesante aquí es cómo el autor (o autora, al igual que


todos los textos que siguen, de los que se ha preferido ignorar el responsable) hace un
reportaje absolutamente clásico de escenario, hasta tal punto de que exagera un poco
al no dar antecedentes, al no situar el problema en un contexto mayor, al no incluir
elementos de crónica que le habrían dado una mayor perspectiva social. No obstante,
el material es bueno desde su arranque:

A las 9.30 de ayer, dos oficiales del juzgado y tres coches de la Policía desembarcaron
en el 66 de la Avda. Sepúlveda de Madrid. Motivo: la orden de desalojo de una
vivienda de dos plantas situada en el barrio del Lucero y que alberga a dos
matrimonios con cuatro y dos hijos. La casa, medio camuflada entre el follaje de un
plátano y situada al pie de dos calzadas con tráfico abundante, está rodeada de
policías, fotógrafos y periodistas.

108
Dentro, un fuerte olor a podredumbre contenido en cuatro habitaciones con el suelo,
las paredes y los muebles devastados. Y mierda, mucha mierda.

Lugar, personas, olor, color, ambiente. El periodista es nuestros ojos y nuestros


oídos, y hasta nuestro olfato. Estamos en el inmueble y la visualización es total. De la
misma forma, porque su apropiación del material es absoluta, los juicios son
lapidarios, pero apoyados por un buen oído para el entrecomillado:

[...] el inquilino del sótano vivienda y amigo de [...] quiere alborotar. "Lo que pasa en
este país sólo hay política y a mí no me pueden echar". Y a continuación se calla
medianamente convencido de lo que acaba de decir. Están todos muy pálidos,
conteniendo la rabia y soltando una especie de resignación beligerante.

No sabemos cómo el autor se ha “convencido” de que el interfecto está


"medianamente convencido", pero para eso sirve el reportaje, para que el autor se
juegue el tipo con las conclusiones a las que llegue, que no están “a priori” ni bien ni
mal, sino que corresponde al lector emitir su juicio sobre las mismas. Opino, sin
embargo, que la ambición literaria en este caso traspasa algo el texto, llevándolo a
posiciones de novela, un poco pasadas de rosca, como el novelista omnisciente de la
novela clásica. Todo transcurre, y es un mérito de construcción de escenario, en un
espacio compacto, limitado, muy teatral, como el de la tormenta que encierra a los
protagonistas de “Cayo Largo”14, con Bacall y Bogart en el hotel de la costa del Caribe.
Todo nace y muere frente al plátano de la avenida Sepúlveda.

El segundo reportaje es igual de típicamente virtual. El título ya nos pone en


camino, puesto que éste sí que corresponde a un reportaje clásico, hasta el punto de
que con la preocupación de hacer una gracia pierde un poco el “oremus”, que es la
conexión necesaria con lo inteligible.

Hágase la luz: La colonia de Caño Roto se conecta ilegalmente al tendido eléctrico

La concentración no era sólo, como vemos, de reportajes, sino también de


ilegalidades, y periferias de la ciudad.

Como en Fuenteovejuna, y liderados por el concejal de Izquierda Unida, Félix López


Rey, los vecinos de Caño Roto se conectaron el martes pasado al fluido eléctrico, de
forma ilegal. [Debería decir "se conectaron ilegalmente"]. Hace un mes la compañía
eléctrica cortó el alumbrado público de las calles y plazas de esta colonia del barrio de
Orcasitas por falta de pago. El martes [repetición innecesaria] los vecinos decidían
tomarse la justicia por su mano y acabar con la oscuridad.

Aquí, en cambio, aunque con una visita obligada al barrio en el que se hizo la luz,
casi todo es trabajo de reconstrucción: diálogo con el concejal y elementos de contexto,
para que sepamos quiénes son los afectados.

En este mes ha habido de todo.

14
John Huston, “Key Largo”, 1948.

109
Además de dos atracos, varios niños han sufrido contusiones y caídas y un enfermo
tuvo que dirigirse a tientas a la ambulancia porque los camilleros no podían distinguir
el camino.

El martes [de nuevo] una comitiva de vecinos provistos de velas y linternas,


encabezada por López Rey, rompió los precintos y volvió a conectar el fluido eléctrico
[repetición].

Excelente descripción, bien visualizado, pero como en un mecano, ha habido que


recomponer pacientemente las piezas. Realidad virtual. Lo que ha hecho la segunda
autora es una encuesta. Ha hablado con vecinos, edil, autoridades varias, y ha puesto
en pie un problema, que explora, también con magnífico oído:

"Nos comían las cucarachas. Por las noches ponía a mis hijos algodones en las orejas
para que no se les metiesen chinches".

Es toda una historia que se mueve atrás y adelante en el tiempo, desde cuando les
prometieron a los vecinos unas viviendas hasta los años que tardó el ayuntamiento en
cumplir su promesa; casi “Historia de una escalera” en cómodos plazos. Puro relato
virtual.

El segundo periódico, 11 de octubre de 1995, es totalmente “el País” en el diseño y la


selección de temas, con sólo tres páginas de Local, una de Nacional, otra de
Internacional y una última “ad hoc”. El conjunto se resuelve en la primera con un
asunto internacional:

El Gobierno de Bosnia retrasa la entrada en vigor del alto el fuego Iii

Tres de nacional:

EE'UU. no será invitado a la cumbre euromediterránea. Violentos incidentes en el


juicio a un líder del grupo "ultra" Bases Autónomas. El juicio de la colza seguirá, con
la presencia en las calles de los afectados.

Más uno de deportes:

Olano regresa a España y agradece a sus compañeros la ayuda que le prestaron

En todos los casos en los títulos falta concisión. En Bosnia sobra "El Gobierno de" y
"la entrada".

Diría lo mismo:

Bosnia retrasa el alto el fuego

Y, en cualquier caso, el número de matrices con que contamos podía haber


servido a mejor fin, como en:

Bosnia exige el fin del cerco a Sarajevo para aceptar el alto el fuego

110
En el caso de la cumbre euromediterránea no se nos dice en la entradilla por qué es
tan notable que no se haya invitado a Estados Unidos (ni a Rusia), con lo que el título
es una expectativa no realizada; no se identifica la noticia como de Nacional, y, por
tanto, se ignora en qué afecta a España, como tampoco se sabe quién invita a esa
cumbre; y, por último, la fórmula negativa siempre cojea un poco. Parecería más lógico
haber titulado con las medidas antiterroristas acordadas entre Chirac y González que
implican la creación de seis comisarías conjuntas hispano-francesas.

Olano agradece demasiadas cosas, puesto que sobra escribir "que le prestaron"; el
“auxilio” del título sólo podía ser al ciclista español.

El juicio de la colza, además de recaer en el maldito "seguirá", ya que lo que sigue, si


no se dice lo contrario es que sigue y por lo tanto no hace falta mencionarlo, es
también muy prolijo al incluir "con la presencia", que si lo quitamos veremos que
ganamos tiempo y espacio, y aún peor, la careta no dice nada de esa protesta o
seguimiento en las calles. Mejor sería, por ello, titular:

Comienza el juicio de la colza con la protesta de los afectados en la calle

Y, posiblemente, sólo el de Bases Autónomas, vale tal cual, aunque también podía
haberse suprimido "grupo ultra".

Lo más significativo es, sin embargo, que todos los textos, en mayor o menor medida,
son formato crónica en lugar de género seco, aunque hay que reiterar que eso no
significa que estén ni mal ni bien, sino que, si deliberadamente se quiere hacer la
primera página en género crónica, ésta es una opción tan válida como cualquier otra.

No hay un mérito intrínseco en género alguno, sino en saber qué es lo que estamos
haciendo en cada caso y para qué.

Es crónica todo lo que se escribe en esta primera página porque el juicio de la colza:

"[...] “empezó de verdad” [cursiva en el texto] ayer después de que el tribunal


rechazase la anulación que pidieron los abogados defensores.

Porque:

El Gobierno de Bosnia-Herzegovina ha “impuesto una nueva condición” para aceptar


el alto el fuego pactado hace dos semanas en Nueva York entre los tres bandos
combatientes.

Cuando en género seco diríamos, simplemente, en vez de hablar de condiciones, que:

El Gobierno bosnio exige el fin del cerco serbio a Sarajevo para aceptar el
establecimiento del alto el fuego.

Porque en los incidentes ultras se escribe:

111
En su “celo” por controlar la entrada a la sala, los neonazis amenazaron y agredieron
al abogado de la acusación [...].

Y está claro que no es posible ver el celo de nadie.

Igualmente, en los restantes textos leeremos que:

Olano no se “siente” todavía campeón del mundo [de ciclismo].

Y numerosas alusiones de pura crónica en el texto de la cumbre como:

[...] ni González ni Chirac hicieron mención en sus conversaciones a los dos temas
“álgidos” de cada Gobierno [o sea que eran cuatro].

La “gran novedad” del encuentro fue la decisión de no invitar ni a Estados Unidos ni a


Rusia. [Hasta aquí mis cursivas].

Finalmente, la primera del 29 de octubre de 1996 es un modelo razonablemente


logrado, sin duda más sencillo, aunque con un título de los de trece en docena:

Guerra contra los okupas

Pero buenos sumarios en los que no se repite ningún elemento del título principal:

El desalojo de un cine “okupado” en Barcelona termina con 48 detenidos y 12 heridos


tras la intervención de los antidisturbios.

Grupos políticos y sociales Califican de "brutal" la Actuación de la Policía que insiste


en que se defendió.

Si tenemos una oportunidad de titular dos o más veces una noticia, bien sea porque
hay una batería de sumarios en primera o porque en páginas interiores se retoma el
asunto con su propia titulación, no es que no podamos repetir algún elemento del
titular y en ocasiones incluso será imposible no hacerlo, pero sí es mejor que
empleemos el número de matrices que recibamos, el capital simbólico del que
hablábamos, de la manera más eficaz posible, esforzándonos en dar a cada término un
valor informativo propio, sin malgastar palabras al repetirlas.

Las últimas páginas

Mucho experto opina que la segunda página más importante de un periódico es la


última, también mal llamada contraportada. Sí es cierto que, en cualquier caso, todos
los periódicos españoles y eso que se llama “nuestro entorno” suelen concebir la última
página como una aportación singular, una forma de concluir la declaración de
intenciones que es un diario. La fórmula que ha empleado “El País” durante muchos
años, haciendo la salvedad del domingo, que tiene tratamiento de entrevista, es la de
un reportaje, aunque también en ocasiones la de una crónica, con frecuencia animada
por la pretensión de lo vivido, de lo propio; más una columna de comentario de
actualidad, con un autor diferente cada día de la semana, elegidos siempre entre los

112
mejores escritores españoles, cuyo denominador común bien podía ser una distancia
irónica o satírica, muchas veces mágica, de las cosas.

Estos “periodiquines” también han hecho sus tentativas de colofón de la obra escrita.

Tenemos aquí otras tres muestras de última, que por su relación con el modelo “el
País” podrían ser una versión muy próxima a la de nuestro periódico: "El escaparate
del mundo"; otra, con mayor variante: "Antonio Banderas a 200 pesetas"; y la más
alejada en el modelo semipopular: "La cacería de los zooterroristas".

En el primer ejemplo, 12 de octubre de 1999, el autor camufla como reportaje –visita


a un lugar, búsqueda si no de un paraje físico, sí de un oficio– lo que, en realidad, es
una entrevista. No se pretende, sin embargo, que el personaje al que se entrevista sea
interesante en sí mismo.

No es "el belga crecido en Tenerife" a quien queremos conocer, sino el autómata,


cambista de banco, que efectúa una función a través de la cual se supone que, como
decían que ocurría en Piccadilly, ve en una jornada desfilar el mundo entero.

Ése es el correcto “lead” que se nos propone:

En el aeropuerto madrileño de Barajas transitan alrededor de 25 millones de personas


al año. Por eso, P. B., uno de los 70 cajeros de American Express, ha visto pasar a más
de 50 millones de pasajeros en los dos años y medio que lleva en el trabajo. Desde la
oficina de una ventanilla de cambio, este chico de 28 años observa a la multitud de
viajeros que desfilan ante sus ojos y se paran, a veces, a cambiar dinero.

Se introduce bien el tema, que, como en D'Ors, va de lo general a lo particular, mete


Barajas y el tráfico diario por delante, para llegar hasta el “voyeur” homologado. E
inmediatamente convierte la visita a la ventanilla en un rosario de anécdotas
narradas entrecomillando las palabras del bancario, que demuestra, sin embargo, ser
una antología del tópico.

El japonés es metódico; el argentino, pretencioso; el cubano, simpático; el español,


gallito; el colombiano, pirata; el norteamericano, ignorante; los italianos, provocativos;
y los europeos, en general, los más cultos.

El periodista se ha quedado un poco en la superficie de las cosas, ha aceptado lo


primero que le han dicho, y no ha logrado ir más allá de un relleno de página un poco
trillado. Hay que comprender, sin embargo, que los alumnos de la Escuela hacen sus
periódicos en espacios de tiempo en todo similares a los del cierre de un periódico, y no
es fácil obtener exclusivas si no se trabaja para una publicación verdaderamente
comercial.

El reportaje-entrevista concluye con una fórmula tan acreditada, que todos la hemos
empleado alguna vez.

Y es que en Barajas se ve de todo. Por eso P. B. tiene razón cuando dice que el
aeropuerto es el "escaparate del mundo".

113
Abrochar el texto como en un círculo que se cierra sobre el título.

En esa misma línea de anecdotario hay que juzgar la columna de breves, algo ya
talluditos, que apuestan a esa teoría tan conocida de que lo curioso siempre tiene
cabida: un fetiche de Elvis Presley que se ha vendido por un dinero; el Gordo de Brasil
vale 30 millones de dólares; y el sorprendente número de superdotados que nos rodea.

Al conjunto de la página le falta algo de entidad, aunque la pieza principal está


técnicamente bien resuelta.

Lo que he llamado fórmula intermedia se publicó el 14 de octubre de 2000. El


planteamiento es de un gran tema dividido en pieza principal y despiece –un tanto
fornido–, dos piezas relativamente grandes, siempre pertenecientes al apartado
“ciudadano-recreativo”, lo que en sí no es intrínsecamente malo, y una entrevista a
una actriz.

El reportaje:

Antonio Banderas a 200 pesetas

Correos organiza una exposición con sellos sobre cine, deporte, moda, arte y baileno
es exactamente un blanco móvil, porque no hay nada más sosegado que una
exposición, pero el tema está tratado con soltura, aunque no sin alguna ingenuidad en
el “lead”:

Todos los que quieran podrán llevarse a su casa al actor Antonio Banderas o al
futbolista del Real Madrid Raúl por sólo 200 pesetas.

para continuar:

Son algunos de los rostros famosos que aparecen en una edición especial de 11 sellos
dedicados al cine, la música, el deporte, la moda y los medios de comunicación que
Correos [...].

Jamás habíamos creído que nos pudiéramos llevar al actor por cuarenta duros.

El reportaje de escenario, aquí sí hay un cierto paisaje humano, tiene un carácter


coral, las voces se suceden, el entrecomillado es ágil, y el conjunto resulta
razonablemente informativo con tipos “curiosos” como el coleccionista veterano, los
organizadores, la niña que se inicia en los secretos de la filatelia, etcétera, más el sello
más barato y el más caro y, notablemente, un detalle muy de usuario: hay un pabellón
juvenil para fomentar esta sesuda afición. Pero no le falta al texto alguna
incongruencia. De un lado, el presidente del “evento” prevé la llegada de 100
autobuses escolares de toda España, y un poco después se dice que la muestra se
cierra ese mismo día de publicación con un cierto déficit de público.

¿Preverá el presidente para el año que viene? El despiece, por su parte, responde a la
teoría enunciada; desarrolla uno de los aspectos mínimamente reseñados en el texto
principal: el citado pabellón juvenil. El inconveniente es que reitera la misma fórmula:
el reportaje coral lleno de niños, sin duda adorables, pero un poco repetidos.

114
La entrevista a María Galiana, actriz debutante, es muy correcta, del estilo
“romanceado” –el pregunta-respuesta habría sido absurdamente engolado– en el que
la voz de la entrevistada se funde cómodamente con la narración, que viene a ser una
crónica de cómo ha surgido la iniciativa de representar la obra de Séneca “Las
Troyanas” en diversos puntos de España hasta llegar a Móstoles, que es nuestra
percha de actualidad.

Hay un buen ojo para la descripción del personaje envuelto en sus propias palabras y
en el contexto del autor:

Galiana viste y habla como la profesora de instituto que fue hasta hace muy poco en
un centro de Sevilla, la ciudad donde vive. [...] Sólo se permite un capricho: unas gafas
de pasta azul modernísimas.

"Mis alumnas comentaban por el pasillo. ¿Pero ésta es famosa? ¡Si está gordísima!".

El cierre está bien abrochado:

Galiana anunció, [...] [ya es hora de que a las mujeres se las trate también sólo por el
apellido] que, se “viene” a vivir a Madrid, pero sólo "por una temporada". [...] "No me
quedo a vivir porque a mi marido le da un ataque [...] para eso está el AVE".

En un caso como éste cabe preguntarse si hay que reproducir la conversación


arreglando la pronunciación ajena. Si doña María Galiana hubiera dicho "Pa eso está
el AVE", ¿habríamos tenido que concederle una pronunciación académica que no
habría empleado? Cuando tenga más sentido para dar a conocer personaje o ambiente,
entiendo que es conveniente dar la versión fonética de las declaraciones; no, cuando la
comunicación conceptual priva sobre la colorista.

Finalmente, todos los textos de la página tienen un mérito. Son buenas piezas de
usuario; aquellas que rinden un servicio específico al cliente; el lugar, las horas, las
circunstancias del asunto que se nos propone. Ése es uno de los mayores atractivos de
una sección de Local, que lo que publicamos influye en la vida de nuestros
conciudadanos de una manera directa y visible; nos cruzamos a diario por la calle con
las personas a las que les hemos facilitado una minucia al menos de mejor
conocimiento de cómo pueden moverse en la ciudad. Todo lo que publicamos ha de ser
siempre útil, servir para algo, pero, reconozcamos, que la utilidad de conocer mejor el
grado de etilización de Boris Yeltsin puede ser útil de una manera muy diferente, y
para un tipo de persona mucho más particular, que la información ciudadana que
contiene esta página.

Seguramente, la primera reflexión que nos tenemos que hacer antes de publicar
cualquier texto es ¿esto a quién, para qué sirve? ¿Qué razón hay para que alguien se
gaste dinero adquiriendo el derecho a leerlo? Una mayor sobriedad en la apreciación
de lo que hacemos conduciría a mejores resultados en esa operación crucial de todo
periódico, la primera de todas.

¿Qué es lo que “no” publico hoy? Descartar antes de publicar.

115
El tercer ejemplo de última, 13 de noviembre de 1999, en una línea de diseño más
popular, la traigo a colación para subrayar lo que no hay que hacer, aunque
técnicamente cumpla todos los requisitos formales. Tenemos un texto principal,
incluso bien titulado:

Un periodista británico que había denunciado la violencia de los defensores de


animales fue marcado con un hierro candente. La cacería de los "zooterroristas"

Una columna:

La selección de Camacho se prueba ante Brasil

y una tercera pieza a pie de página sobre el fallecimiento de Antonio González, “El
Pescaílla”, firmada como Agencias. Y ocurre que tanto la pieza principal como la
columna futbolística no tienen más apoyatura informativa que los cables de agencia,
sin que ello se acredite en el texto por ninguna parte. Sólo la humilde muerte del
viudo de Lola Flores reconoce formalmente su paternidad periodística, aunque el
resultado es aún peor porque en realidad estamos ante una minicrónica:

El Lerele se queda vacío. La famosa casa del barrio madrileño de La Moraleja que
habitara durante casi 30 años la familia González Flores perdió ayer a su último
ocupante, Antonio González, “El Pescaílla”, el patriarca de la familia.

Esto es una necrológica de firma, no una información construida únicamente, como


se indica, con material de agencia. No hay coherencia ninguna entre texto, medios
empleados, y acreditación de autor. Y, además, el marciano no sabe lo que es El Lerele
que si es lo que me imagino resulta de bastante mal gusto.

El asunto de los zooterroristas, igualmente, aunque aparece firmado con iniciales, no


puede responder más que a un trabajo sobre cables sin apropiación intelectual
ninguna por parte del autor, y no hay ni un solo reconocimiento de fuentes, agencias,
en la información. Todo ello es tanto más llamativo porque, técnicamente, nos
hallamos ante una crónica muy bien construida. La narración es más que correcta,
pero el lector tiene derecho a saber cómo el periodista ha obtenido esa información,
que, por otra parte, es del diario británico “The Independent”. Lo que el alumno ha
hecho es fusilar a otro periódico. Es el propósito el que está equivocado.

Los periódicos más o menos populares, como el que acabamos de ver –de los que
hablaremos acto seguido– no tienen por qué relajar ninguna de las exigencias de rigor
y cumplimientos canónicos que se atribuyen a los aristócratas de la prensa. Ocurre
que son diferentes.

De las cejas altas al ceño fruncido

Los ingleses inventaron eso de que los diarios que se leían con las cejas en posición
de descanso eran los “quality papers”, los diarios serios, y aquellos que hacían enarcar
las cejas eran los populares. En el sur de Europa no ha cuajado nunca, sin embargo,
ese tipo de publicaciones, quizá porque aquí se enarcan las cejas con mucha más
facilidad y, además, gratis.

116
El prototipo de esa prensa popular son los famosos “tabloides” británicos como el
“Daily Mirror” o el “Sun”, de los que al menos el primero, como también el “Daily
Express”, fueron excelentes diarios en los años 60, muy profesionales, ligeros, directos,
mientras que hoy parecen embarcados en un tobogán sensacionalista para combatir
sus ventas decrecientes.

Ese tipo de diario, ni el legítimo producto de hace 30 años, ni sus versiones de


hogaño, ha llegado a existir, aparte de algunas tentativas frustradas, en España, y en
proporciones muy diferentes y matices muy marcados, tampoco en Francia, Italia o
Portugal. Las razones pueden ser de órdenes muy diversos, como la tutela que la
Iglesia católica, nada favorable a la vertiente más sicalíptica de estas publicaciones,
ha ejercido en la sociedad del mundo latino. En Francia, por ejemplo, los diarios más
parecidos al “tabloide” inglés más típico –en Gran Bretaña la prensa de calidad es
siempre “broadsheet” o sábana– como “Le Parisien” o “France-Soir” son, por
comparación, auténticos tratados de hermenéutica.

En España, hay, además, una razón muy específica para que este tipo de prensa no
haya encontrado su sitio.

Esta prensa popular tiene en Gran Bretaña y Alemania, al menos, una antigüedad
de cien o más años, muy ligada a los cambios en la sociedad como consecuencia de la
fase más madura de la Revolución Industrial y la aparición de una clase media
masiva, con capacidad de gasto relativamente suntuario como es la compra de un
periódico diario. Y este fue el vehículo exclusivo de información para el gran público,
por lo menos, hasta los años 50, con el conocido advenimiento de otros medios de
comunicación de masas.

En España, contrariamente, no ha existido nada parecido a ese mercado de masas,


una capacidad adquisitiva suficiente para comprar prensa diaria en los estratos
medios y mediobajos de la sociedad, hasta los años 60. Y, para entonces, ya se habían
instalado sólidamente en los hábitos de los que sólo eran lectores potenciales otros
medios de obtener una ración cotidiana de información como, primero la radio, y desde
esas mismas fechas, la televisión. No parece aventurado suponer que una masa de
posibles lectores, que habrían aceptado algún tipo de diario popular de no mediar
otros atractivos más confortables, no han llegado nunca a serlo porque otros placeres
le han distraído de ese objetivo. Paralelamente, sí que ha surgido en España un tipo
de prensa quizá equivalente a lo popular, la llamada prensa del corazón que también
surte a ese tipo de público de menor preocupación lectora. Diferentemente, en Gran
Bretaña, esa lectura masiva estaba ya consolidada cuando aparecieron los prodigios
de la segunda mitad del siglo pasado, y por eso, aunque no sin dificultad, la prensa
popular aguanta el tipo.

Todo ello hace muy improbable que en España lleguen a existir periódicos parecidos
a los tabloides británicos o alemanes. Entre los diarios de alcance nacional sólo hay
dos que apuntan, pero de una manera muy relativa, en esa dirección. “El Periódico de
Catalunya y Diario 16”, pero que sí que tratan de “vender” una información, que es la
misma de todos, pero de una manera distinta, más ligera, y hasta tratando de
destapar asuntos y preocupaciones diferentes para crear público. Especialmente, el
rotativo de Barcelona es un híbrido de formidable factura, que ha hallado un punto de

117
equilibrio casi geométrico, que permite calificarlo como el periódico más serio de los
populares y el más popular de los serios.

Cuando hablo, por lo tanto, de diarios populares o semipopulares como los que
tratamos de hacer en la Escuela, el gran punto de referencia para los alumnos son los
diarios citados.

Y este tipo de periódico, por serlo, no recibe ninguna gracia especial que le permita
suspender las leyes de la verosimilitud, del rigor, de la coherencia. No hay ninguna
razón para creer que estos diarios practiquen un periodismo de menor altura que los
presuntamente más serios, ni que, por tanto, sus errores sean más perdonables. Esta
constelación de géneros les es aplicable exactamente igual que a los demás. Son sólo
periódicos de posibilidades y enfoques diferentes, pero las exigencias y virtudes de
fondo son las mismas.

¿En qué puede consistir, por ello, la diferencia? Para empezar, una publicación de
estas características no es un periódico de “los otros” con los titulares más grandes. Un
modelo de periódico, llamémosle híbrido, publica la gran mayoría de noticias que
publican sus competidores. Ocurre, sin embargo, que:

a) Los títulos tendrán no sólo mayor cuerpo sino un gran margen de significado
alusivo, así como buscarán, con preferencia a lo conceptual, al protagonista de
la noticia.
b) Los textos serán más cortos, y estarán redactados de la manera más directa y
sencilla posible, todo lo que no excluye llegar al fondo de los asuntos y escribir
tan bien como el que mejor lo haga.
c) El periódico deberá decidir prioritariamente si le vale el enfoque estándar de los
hechos noticiosos, para explorar, en cambio, otros ángulos en los que se
privilegie la repercusión “de usuario” de las informaciones. Será, por ese motivo,
un diario muy dado a la visualización práctica de las cuestiones noticiosas. Si
aumenta el canon del gas, por ejemplo, cuánto puede significar ello para una
economía familiar media, etcétera.
d) Se deduce de todo lo anterior, que la valoración de las noticias no puede ser la
misma que la de diarios más convencionales; aunque se publiquen todas las
informaciones de relevancia, determinado tipo de información de carácter muy
burocrático o administrativo, se consignará más para el “récord”, que para
competir en su cobertura.
e) Es verosímil que no necesite cubrir tanto horizonte informativo como los
modelos más clásicos, en especial en asuntos internacionales, lo que le
permitirá una mayor concentración de recursos, espacio y elemento humano en
una serie de objetivos mucho más propios y próximos. Si al diario de formato
más convencional se le pueden reprochar omisiones de alguna gravedad, esto
raramente ocurrirá en el modelo híbrido, que se representa mucho más por lo
que decide cubrir que por lo que “debería haber cubierto”.
f) Estamos, por tanto, ante un tipo de periódico para el que la agenda propia será
definitiva.
g) Aunque no renuncie a cubrir la escena política, podrá filtrar mucho más
severamente que sus competidores lo que merezca ser publicado; y,

118
paralelamente, valorará altamente secciones como Espectáculos, Deportes, y
Sociedad.
h) Será, por último, un diario muy ciudadano, de defensa de los usos y derechos
cotidianos de la comunidad.

Es a este modelo de prensa al que nos referimos cuando hablamos de periódicos más
o menos populares. Por ello, haremos ahora un poco de periodismo comparado entre lo
más pesado y lo más ligero que el agua.

Crónicas y reportajes a dos manos

Tenemos seis trabajos efectuados en la Escuela, tres dentro del modelo que
llamamos híbrido (semipopular) y tres en el formato clásico de diario de otras
ambiciones.

Con arreglo a las denominaciones de género conocidas, estaríamos ante una crónica
estándar, formato clásico, 30 de septiembre de 2000, con el título:

El plan de integración de inmigrantes beneficiará a 250.000 extranjeros

Un reportaje de escenario, formato, híbrido, 14 de noviembre de 1995:

Con la iglesia hemos topado

Un reportaje virtual, formato clásico, 6 de octubre de 2000:

Los cubanos que solicitan asilo en Barajas se benefician de un trato privilegiado

Otro reportaje virtual, formato híbrido, de 4 de noviembre de 1997:

La misión Huygens a Saturno rompe la pasividad española en el espacio


Un reportaje de escenario, formato híbrido, 21 de octubre de 1995:

La Bestia llegó a la Gran Vía

Y una crónica, aunque esforzadamente reportajeada, formato clásico, 10 de octubre


de 1998:

Saramago, nuevo premio Nobel y viejo comunista

Veamos las diferencias entre los dos primeros textos. Título lineal para una crónica
en el primer caso, modelo clásico, aunque puede mejorarse: si el plan es de integración
de inmigrantes ha de beneficiar por fuerza a extranjeros, e incluso “beneficiar” es más
que discutible, puesto que de lo que se trata es de establecer unos requisitos que
difícilmente sabemos si mejoran o empeoran nada.

El título podría omitir, por tanto, "de inmigrantes" y quedar así:

119
El plan de integración de Madrid beneficiará a 250,000 inmigrantes

Muy diferentemente, el reportaje del modelo híbrido titulará:

Con la iglesia hemos topado

que si no es el colmo del ingenio, y que para topar del todo habría hecho bien en
poner “Iglesia” con mayúscula, sí responde, en cualquier caso, a la idea de titulación
alusiva, mucho más genérica, de intención llamativa.

Las naturalezas de los materiales, en ambos casos, corresponden bien al perfil de los
dos tipos de periódicos; el primero tratará hasta con demasiada frialdad un asunto
caliente, las condiciones de vida de los inmigrantes, y el segundo con adecuada
escenificación, casi de película de Berlanga, un problema de derribo de sendas iglesias
en barrios populares de Madrid y Valencia. No significa ello, sin embargo, que las dos
informaciones no pudieran ser motivo de atención en el otro modelo de diario, pero sí
que el tratamiento debería ser diferente.

El problema de la inmigración está visto casi exclusivamente desde el punto de vista


de la administración, lo cual ya es un error, puesto que no hay periódicos que por su
modelo prefieran informativamente un tipo de fuentes –el Estado y las fuerzas
políticas– y otros que se decanten por lo contrario –la gente–, sino que unos y otros
han de buscar el contraste entre poder y público, si bien el tratamiento y la valoración
de las fuentes no sea idéntica. Un reportaje tanto de un periódico más o menos
popular como de cejas cansadas habría tenido que salir necesariamente del recinto
donde se celebraba, como en este caso, la rueda de prensa, para recoger la opinión de
los interesados.

La diferencia estriba en que el segundo, quizá, tomaría mayor distancia y filtraría


más las voces del coro.

De igual manera, el conflicto eclesiástico urbanístico habría tenido también cabida


en un periódico menos bullicioso, pero no se habría basado exclusivamente como en
este caso, el híbrido, en declaraciones sobre el terreno.

El primer texto sobre la inmigración combina, sin embargo, las declaraciones en la


conferencia de prensa con contexto y reacciones, aunque recurre demasiado a sólo
yuxtaponer los elementos de la información:

Además, la consejería de Empleo [...]. Otro compromiso de Gallardón es que [...]

respectivamente, al fin del tercer párrafo y al comienzo del cuarto del texto, en vez
de lograr una fusión más fluida de todo ello en una sola historia. Las fórmulas,
“además” y similares no conectan bien las continuidades, sino que parecen
recordatorios de algo que hemos olvidado, y añadimos cuando lo recordamos. De igual
forma, esa suma de elementos mal ensamblados se destaca en formulaciones como la
del primer párrafo:

El Plan Regional para la Inmigración es el proyecto "más ambicioso y trascendental"


que se ha “hecho” en Madrid desde que Ruiz Gallardón se halla al frente de la

120
Administración Regional [no se dice cuándo, infringiendo el principio de no dejar cabos
sueltos]. Así lo afirmó ayer el presidente de la Comunidad [...].

Las declaraciones por delante, y el autor de las mismas a continuación con ese cliché
tan poco vistoso de "Así lo afirmó..."; esquema que repite en el despiece cuando
comienza el relato:

"No es un ejercicio de caridad, es un reconocimiento de derechos, una necesidad


urgente". “Así resumía” el espíritu [...]

El despiece, por su parte, no es afortunado porque no hace un corte limpio, sino que
se mezcla un poco caóticamente con la información principal. Se trata, simplemente,
de más declaraciones de lo mismo, adobadas con estadísticas que sí, en cambio, podían
haber constituido por sí mismas un despiece limpiamente seccionado del contexto
principal.

La información del modelo híbrido, por su parte, enfoca muy bien la situación
arrancando ya con protagonista:

Creyente fervoroso de toda la vida, Paco Abad, de 59 años, se llevaría una inmensa
alegría si un juez ordenara derribar la iglesia de su barrio. [...] La nueva parroquia del
barrio valenciano de Tendetes ha sido edificada a pocos metros de su balcón con un
techo que llega hasta el cuarto piso y que deja en penumbra a 42 viviendas.

El autor tiene un oído excelente para fundir la voz que emerge del problema, que
escucha con una mirada irónica, pero nunca despectiva.

La disputa del suelo urbano de las ciudades (“urbanociudades”) no entiende de


religión. [...] La pared (“muro”) trasera de la iglesia ha sido bautizada como “el muro
de Berlín”. "Está tan cerca de la terraza que nos quita muchas horas de sol" [...].

Muchos de los enemigos de la parroquia de la Resurrección del Señor, como Paco


Abad, acuden cada domingo a misa, pero en otra iglesia de la ciudad. Viven un
destierro religioso por una docena de árboles y un poco de sol.

Es discutible, sin embargo, que haya tomado dos casos, aunque sean similares, en
Valencia y en el barrio del Pilar de Madrid, saltando de uno a otro en un ejercicio de
equilibrismo que no acaba de sonar justificado; y, sobre todo, falta un despiece, que
podría haber sido, precisamente, el caso que se considerara menor, Valencia o Madrid.
Pero, en todo caso, estamos ante un ejercicio muy presentable de reportaje coral y de
escenario, resuelto con garbo e intuición, aunque no pedía tanto despliegue de texto.

El siguiente par de trabajos, dos reportajes virtuales siempre de lo híbrido a lo


clásico, casi podían haberse intercambiado entre sí con sólo algunos retoques; el
presunto popular, en el otro formato, y el clásico, en el híbrido.

Título del modelo “el País”:

Los cubanos que solicitan asilo en Barajas se benefician de un trato privilegiado

121
que hasta es una noticia, mientras que el modelo semipopular se eleva al espacio:

La misión Huygens a Saturno rompe la pasividad española en el espacio

El problema de golpe de vista con el primer texto es que, aun con el reglamentario
despiece, resulta enormemente largo. Lo que ha pasado es muy simple. En vez de un
reportaje nos hallamos ante dos, uno a continuación del otro, que si es verdad que
versan sobre el mismo asunto, tienen tal cesura de separación que no hay ladillo que
lo arregle. Y ni uno ni otro son malos, ocurre que el injerto se ha hecho sin anestesia.

La primera parte está dedicada a la problemática general de una inmigración que,


dice el autor, que las autoridades españolas tratan de manera muy especial:

La práctica totalidad de los cubanos que piden asilo político en España logran entrar
en el país aunque no sea atendida su solicitud.

Según confirma Guillermo Cortázar, secretario de la Fundación Hispano-Cubana y


diputado del PP, el Gobierno “aplica” razones humanitarias para evitar su
repatriación. Esto es lo que ha ocurrido los últimos días [¿cuántos?] con 31 personas
procedentes de la isla.

Buena presentación; arranque general, descenso inmediato a lo particular; la


fórmula de D'Ors, pero al revés. El autor recurre a fuentes muy variadas, ONG,
autoridades, fuentes aeroportuarias, y hace un excelente estado de la cuestión;
llegadas, pasos de la tramitación para quedarse, bajísimo número de cubanos en
situación irregular, precisamente por la "manga ancha" que muestra el Gobierno, y
datos de indudable interés que son noticia:

El Gobierno evita repatriar a cualquier persona a Cuba donde, por haber solicitado el
asilo, podría enfrentarse hasta a nueve años de cárcel por "peligrosidad social".

Sólo se obliga a continuar el viaje a quienes tengan visado para otro país de la Unión
Europea [...].

Pero, a poco menos de medio reportaje, el giro es de 180 grados:

A lo largo de la pasada semana 32 cubanos pidieron asilo en Barajas. Sólo uno de ellos
ha visto admitida a trámite su solicitud. Se trata de un hombre de 28 años que vendía
artesanía a la puerta de la catedral de La Habana. Las autoridades cubanas vieron
con muy malos ojos su idea de asociarse con otros vendedores [...].

A partir de ahí, se inicia otro reportaje mucho más centrado en casos personales,
para volver a la visión de perspectiva general ya en el último tercio del texto:

Los abogados del turno de oficio de Barajas coinciden: "España es un lugar de


tránsito" afirma uno de ellos, G. P'-R. Aunque no conocen con exactitud el método por
el que consiguen salir de España, sospechan que utilizan un pasaporte falso. Viajan a
algún país no hispano-hablante (posiblemente Francia por la proximidad) para que los
funcionarios de aduanas no les descubran por el acento. Allí toman un avión a Estados
Unidos.

122
Y no es que no se pueda hacer, que no se pueda combinar lo general y lo particular,
al contrario, sería muy propio; pero, aquí, las diferentes piezas no acaban de encajar;
los saltos son un poco bruscos y, sobre todo, cada una de las partes pesa más o menos
lo mismo en el conjunto de la narración, de forma que nada destaca, nada se impone, y
falta una línea melódica dominante. Habría sido mucho más adecuada una historia de
personajes en un contexto suficiente pero no abusivo de problemática general, o una
historia mucho más virtual de qué pasa con los cubanos, subrayada con apuntes
breves de casos personales; una u otra definición, pero no todas a un mismo tiempo.
Aunque eso no quita que hay material de calidad y que se ha trabajado para recrear
toda una circunstancia y todo un problema.

La segunda pieza, la de Saturno, básicamente, es una conversación –más que una


entrevista– con un responsable del programa astrofísico español, flotando en un
contexto de crónica, en el que se hace una aceptable presentación de lo que España
modestísimamente ha contribuido a la conquista del espacio. En realidad, lo único
híbrido es el titular que sin ser falso crea unas expectativas no realizadas, puesto que
más que pasividad hay simplemente distancia entre lo posible y lo deseable.

El texto es correcto, pero el único personaje es un buzón de voz, cuya única


singularidad humana es la de quejarse:

"Es la primera vez en la historia que España participa en una misión espacial con
instrumentos [...] hasta ahora España siempre pagaba, pero no recibía nada".

Es verdad que se hace notar la intención de diferenciar textos entre uno y otro
formato, como en el arranque:

El primer aporte tecnológico español a la conquista del Sistema Solar se llama PWA
(Permitivity Wave Analyzer o Analizador de Permisividad y Ondas). Es el aparato que
diseñó el Instituto de Astrofísica de Andalucía para medir la carga eléctrica de la
atmósfera de Titán, la luna más “enigmática” para el planeta más “estrafalario”:
Saturno.

Pero no basta con un fraseo algo más desenfadado si no hay un soporte de


información concebido de manera diferente. En un diario de estas características
habría hecho falta una infografía, que es cierto que no siempre han tenido a su
disposición los alumnos, una batería de despieces para que se nos explicara, por
ejemplo, por qué es “enigmático” Titán y “estrafalario” Saturno.

La conciencia del autor de que aquello no puede ser “El País” está visible en todo
momento, estimable pero insuficiente, como en el “dramático” cierre del texto:

La exploración del satélite supondrá el sacrificio de la sonda europea junto con el


material español devorado por las sombras de Titán.

Mientras, la nodriza norteamericana Cassini permanecerá girando plácidamente


alrededor de Saturno, el planeta de la melancolía, el hallazgo de Galileo. Este
sacrificio no arredra al doctor M.: "En el 2003 España va a participar en la Misión
Rosetta, para alcanzar el infernal núcleo del cometa Wirtanen".

123
El resultado no es ni mucho menos malo, pero habría hecho falta decidir de
antemano con más claridad qué periódico estábamos haciendo para jugar mejor
nuestras cartas, puesto que de esta manera el texto es un asunto de información poco
llamativa para un diario híbrido, o que, tal como está, no le habría dado tanta
presencia en sus páginas; y que se ha querido especiar con giros del idioma, que,
finalmente, sólo se apoyan en sí mismos.

Las dos últimas piezas, un reportaje de escenario y lo que, fundamentalmente, es


una crónica muestran un producto ya en sazón, ambos autores/as conocen los límites y
las posibilidades de cada género, y, en particular, en el caso de Saramago hay una
tentativa de forzar lo que la crónica da, que es un ejemplo de polinización entre
géneros.

El modelo híbrido alcanza en este reportaje características de prototipo, lo que no


significa que no haya materia criticable. La Gran Vía madrileña, un estreno de cine, el
todo Madrid “la nuit”, y un escenario giratorio por donde rueda sin cesar el texto.

La Bestia llegó a la Gran Vía El cine Capitol fue el escenario elegido por Álex de la
Iglesia para estrenar su última película, [siempre se estrena lo último] “El día de la
Bestia”. En ella, un trío muy peculiar combate contra el [al] Anticristo que ha nacido
en Madrid.

(El autor, como también en el caso del reportaje astral, denota su origen
latinoamericano poniendo un punto al término del sumario, lo que no se hace en el
resto del mundo).

La introducción al tema, también algo muy latinoamericano como es dar por


supuesto que hay siempre un principio antes del principio, es de tipo “escenario en
general”:

Otoño es temporada de estrenos.

El espectáculo de focos, cámaras y aglomeramiento [-ción] frente a los cines de la


Gran Vía es casi diario durante octubre. Muchas de las películas ya han sido
presentadas en los festivales de San Sebastián, de Cannes o Sitges, pero el estreno en
Madrid es un acontecimiento que las casas distribuidoras cuidan con detalle.

Pero cuando quien escribe se inunda de contexto, sí que ya estamos reportajeando:

Muy cerca de las palomitas de maíz y suplicando un corte de cabello [pelo] Gabino
Diego inclina la cabeza hacia un barbado Jorge Sanz. [...] Ana Leza (la ex de
Banderas) se paseaba arriba y abajo [...]. El murmullo de "parece que ha logrado
rehacer su vida", cerraba su procesión entre la concurrencia.

[...] Cuando hubo que entrar a la sala, las diferencias quedaron claras de nuevo.
Corbatas, abajo en el patio.

“Piercing”, tatuajes y cuero: arriba al gallinero. [...] A la salida, un par de cucarachas


cruzó el suelo escapando a la manada de pies. Un chico adornado con “piercing” soltó

124
un grito de satisfacción: "Qué guay. Han llenado esto de cucarachas, como el diablo de
la peli". [...] El joven tenía más imaginación que el equipo de promoción. Las
cucarachas no habían sido traídas especialmente. Nada extravagante adornó el
estreno. El público esperaba curas con metralletas, ver a Santiago Segura descolgarse
de una viga, encontrar máscaras demoníacas en los aseos. [...]

El escenario, naturalmente, son los presentes mucho más que un local o unas
molduras. Todo aquello que un periódico de otros vuelos habría encerrado en la jaula
de Gente, es la materia muy propia de este tipo de diario. De igual forma, el despiece
no se nos atraviesa por ninguna parte, porque lo que hace es contar la película, todo
ello adobado de una especie de crítica de la misma.

La última pieza es una crónica montada sobre una rueda de prensa de José
Saramago celebrada en Madrid al conocerse que había obtenido el Nobel de literatura,
para formato clásico.

Saramago, nuevo premio Nobel y viejo comunista

Título en el que ya se percibe un intento de ir más allá de la linealidad, pero sin


perder contenido informativo. Aún habría estado seguramente mejor:

Saramago, nuevo Nobel y viejo comunista

En la entradilla vacila inicialmente, como si no se decidiera a empezar directamente


al empezar. Es el síndrome de la página en blanco, que impone prólogos innecesarios:

La primera alegría e incredulidad aún no se había desvanecido. José Saramago,


premio Nobel de literatura 1998, hizo ayer patente su “alegría” (repetido) en una
rueda de prensa en Madrid por el galardón que la Academia Sueca le concedió el
jueves. El autor “luso” [ya no estamos en tiempo de Viriato] insistió en que el respeto
es la máxima de su vida y agradeció que para ser Nobel no haya tenido que dejar de
ser comunista.

Al revés, les faltaba uno. Pero, el verdadero “lead” se halla en la segunda parte de la
entradilla.

José Saramago agradeció ayer en Madrid que para ser Nobel no haya tenido que dejar
de ser comunista.

El autor portugués, que el jueves pasado recibió el galardón de la Academia Sueca,


hizo patente ayer su alegría en una rueda de prensa...

El autor se encuentra a gusto cuando, más allá del rosario de declaraciones con voz en
que se resume la mayoría de las ruedas de prensa, pugna por que las cosas se “vean”.

[...] cuando más de cuarenta fotógrafos y cámaras abrieron el estrecho cordón de


flashes y luces que habían formado alrededor del autor [...].

Una mirada seria –quizás el cansancio tras una noche de emociones y sólo tres horas
de sueño– reforzaba la expresión de su rostro marcado por profundas arrugas, que

125
delatan la historia de sus 75 años. [...] [...] una amplia sonrisa cuando reconoció que no
sería premio Nobel si el Papa hubiera estado en el gremio de la academia.

También es verdad que se habla de:

Pilar del Río, su joven esposa española [...] [como si tuviera varias]

y, en ocasiones, penden flecos de vario color:

"Me llama mucho la atención que el premio haya sido otorgado a un escándalo del
Vaticano".

cuando no se aclara qué tiene eso que ver con que le hayan preferido en Estocolmo,
puesto que el Nobel se otorga siempre a la obra, y no a una obra.

Pero el empeño en narrar y hacer contexto consigue que en muchos momentos la


crónica incorpore esquirlas de reportaje, tal como se ha entendido el género en este
libro.

Este ha sido, hasta aquí, un florilegio de los trabajos del segundo cuatrimestre de la
Escuela, elegidos con arreglo a criterios estrictamente funcionales, aunque también
representativos. El periodismo no está muy claro cómo puede enseñarse, pero, quizá,
sí hemos visto que puede aprenderse. Resta ahora sólo un epílogo que no puede ser un
final.

126
Epílogo sin final
El propósito de este libro ha sido el de establecer un canon de acuerdo con el cual
fuera posible sistematizar las posibilidades que tiene el periodista de aprehensión de
eso que llamamos la “realidad”. Sería absurdo pretender que ésta es la única, ni
tampoco la mejor sistematización posible, pero sí cabe defender que el planteamiento
es claro y directo. Se ha tratado en estas páginas de huir de lo arbitrario, de lo
“literario”, entendido esto último como el dominio inescapable de lo subjetivo, para
establecer un punto de vista desde el que desplegar un esquema coherente. Por esta
razón, el punto de vista a partir del cual se parcela la posibilidad de acceso
periodístico a la realidad en géneros, es el grado de propiedad que el autor puede
reivindicar sobre su obra.

Si pretendemos encontrar en el material publicado un sistema de categorización


interna del mismo, por supuesto que lo podemos hacer sin excesivas dificultades; pero,
la riqueza y, sobre todo, la interacción constante de lo “real” sobre sí mismo es tan
infinita, que un sistema basado en los productos resultantes, o sea en la pieza
publicada, ni comienza ni termina nunca; es como querer vaciar el mar con un cubito.
Por ese camino, nos encontramos con entrevistas-perfil, perfiles-análisis, crónicas
hiperliterarias, incluso esa joya que es la presunta crónica cronológica, reportajes
hiperrealistas, crónicas de situación, y qué sé yo qué más; identificando las variantes
sin fin del “ahí afuera”, término que me gusta mucho más que el de “realidad”, como si
cada una de ellas fuera otro género o subgénero más, la lista se convierte en un
capítulo de la zoología fantástica de Borges; no es que no sean todos los que están, es
que son siempre muchos más de los que quepan en cualquier relación.

Por eso, el punto de vista ha sido el de admitir la permanente intraimbricación del


material de lo que llamamos lo periodístico, haciendo, al mismo tiempo, que la carga
de la prueba para la identificación de ese producto resida no en su naturaleza misma,
tan inaprehensible como el propio “out there”, sino en el tipo de mirada instrumental
que el autor pueda arrojar sobre ese resultado. Los géneros serán, por ello, unos u
otros en función del grado de apropiación intelectual, derivada de la utilización de
unos instrumentos, que el autor pueda reivindicar sobre lo que publica. A mayor
autoridad del periodista sobre el texto, mayor libertad tendrá en la utilización de
medios.

En esa carrera para abrazar la realidad desde lo periodístico he creído que una
trinidad básica bastaba para domesticar el “ahí afuera”.

1) El género seco, en el que la apropiación intelectual del autor sobre su material


es mínima, aunque nunca igual a cero, lo que obligará a un determinado tipo de
escritura que puede superar, sin embargo, con los recursos técnicos sus
limitaciones expresivas.

2) La crónica que, partiendo de una multiplicidad de sensaciones físicas o


intelectuales a las que llamamos hechos, nos permite ya un grado de
apropiación personalizada que requerirá, a diferencia del caso anterior, la
acreditación de la firma, y donde deberemos establecer –no descubrir, porque
sólo están allí porque su existencia la determinamos nosotros– una serie de

127
convergencias significativas de sentido del “out there”; con ello, y por primera
vez, ya seremos nosotros los que contemos con nuestra voz periodística una
historia. Podremos iluminar considerablemente lo que prediquemos como el
“sentido de las cosas”, pero en nosotros mismos se hallarán los límites de lo
interpretativo. Las cosas hablan entre sí, pero no podemos ni debemos saber si
eso es bueno o malo.

3) El reportaje, donde la apropiación del material periodístico será tan completa


como el trabajo que hayamos realizado personal, directamente, hasta el punto
de convertirnos en la fuente omnisciente de lo que contamos. El punto de
desembocadura final de nuestro trabajo. La “realidad” es lo que decimos que es
y punto, con todas las consecuencias morales que ello pueda acarrear. Y en el
reportaje, en lo más alto de la cordillera de lo periodístico, ese sujeto de
apropiación delirante que es el “blanco móvil”. Lo que no tiene horario, ni fecha,
ni calendario. La estación final de un recorrido.

Esa trinidad de géneros ya hemos visto que se puede escenificar como una
progresión, una línea recta a la que le salen brazos laterales o “subgéneros”, o también
como una estructura circular, de manera que procedamos de dentro afuera, de menos
a más personalizado, en cuyo caso, estaría, en este modo de representación, menos
evidente la individualidad de estos emparentamientos.

A la crónica se le emparentan el análisis y el perfil.

El análisis es una crónica-interpretación sin juicio moral o político de una serie de


hechos, fenómenos, movimientos, pero, básicamente, despojados de contenido noticioso
inmediato.

El por qué pasan las cosas que pasan, pero desnudándonos de toda preferencia de
autor, precisamente para no confundir interpretación con opinión, sería el gran
objetivo de este género emanado o subgénero.

El perfil es una crónica centrada en la búsqueda del sentido fundamentalmente en


una vida, en un personaje, donde tampoco hay elemento noticioso cotidiano, sino que
este se resume en que hagamos esa investigación del individuo, en general sobre
material ya conocido.

Cabe argumentar también que en uno y otro caso la personalización del material irá
algo más lejos que en la crónica, por la libertad que tiene el autor de moverse en el
tiempo y en la temática que le sea propia, de no estar, en definitiva, ligado a una
construcción de lo cotidiano. Y es evidente que no se entenderá ni uno ni otro sin
firma, aunque esta pueda ser, en ocasiones, la del propio diario.

Finalmente, la entrevista será una especie de miniatura del reportaje, el primer


encuentro sin mediaciones con el “out there”, pero encuadrado dentro de la
perspectiva del reportaje a una persona. El que eventualmente se la considere género
“per se” o subgénero del reportaje, me parece igualmente irrelevante.

Se puede argumentar, por supuesto, que esta división trina con sus derivaciones no
agota la totalidad de lo publicable en forma de periódico. Hay subdivisiones muy

128
comunes de géneros que nos hablan de periodismo científico, de periodismo de
informe, periodismo religioso, periodismo jurídico, etcétera. Todo ello, sin embargo,
corresponde a una visión temática del periodismo, y es la pretensión de esta obra
sostener que todas esas posibilidades informativas se expresarán necesariamente en
alguno de los géneros o subgéneros mencionados, o como hay siempre que insistir, en
una mezcla de los mismos. El que luego consideremos si el predominio de alguno de
ellos nos permite etiquetar de una forma u otra al producto periodístico final me
parece, francamente, secundario.

Más serio es hablar de editoriales o artículos, así indeterminadamente, en general.


Respecto a los editoriales, diré que, precisamente, por ser portavoces de una opinión,
gozan de toda la libertad expresiva que su autor, abstracto o colectivo, quiera darles.
Estamos tan sólo ante otro tipo de análisis –el subgénero del subgénero– al que le
adjuntamos la capacidad olímpica de alabar o reprender de una manera que, de todas
formas, encontraremos también en el reportaje.

El material es tan nuestro –del periódico– que han desaparecido las reglas; y
podemos hacer lo que nos dé la gana.

Y sobre el artículo, que puede ser todo lo opinativo que queramos, cabría decir algo
parecido, sólo que expresado de una forma no ya libre, sino chapoteando en la
anarquía absoluta. Si en el editorial suponemos que tiene que haber análisis, ¿por qué
ha de haberlo, sin embargo, en el artículo? Puede ser conveniente razonar en un
artículo para que nos comprendan mejor los lectores, pero conveniencia no equivale a
canon. Los artículos –llamémosles de colaboración o de la propia redacción– o son
editoriales firmados o análisis –aunque nada impide que en ellos se contengan
fragmentos de crónica, de entrevista o de reportaje– o hay que verlos como simples
expectoraciones personales, totalmente respetables por lo que en sí mismos valgan,
pero absolutamente fuera de lo normativo, y por ello ajenos al campo de estudio de
esta obra.

Todo lo periodístico es vida; pero no toda la vida es periodística.

129
Índice

Prólogo.
Lo que no acabamos de ser es lo que somos. 7
Introducción. 19

Capítulo I.
El estado de la cuestión 25
El currículo de la escuela. 30
Sobre la objetividad y otros ensueños 32

Capítulo II.
Primera aproximación a los géneros: la información seca. 45
Alcance y utilización del género seco. 50
Algunos ejemplos del paradigma seco 57
Geología del breve. 62

Capítulo III.
Aproximación al largo recorrido (género seco y consideraciones generales) 95
El tiempo de la acción. 104
Título, antetítulo, sumario, entradilla y lead. 110
La técnica no es una trampa 118
El capital simbólico y la narración. 121
Una clase en directo. 124

Capítulo IV.
La crónica a la que conducen todos los caminos. 5
La primera interpretación personal 8
El trayecto de la crónica 14
De lo duro y de lo blando 17
La crónica, ¿cómo y para qué? 27
Teoría del despiece 40
Por esos mundos 45
Circularidad de los géneros 60

Capítulo V. Primos de la crónica: el análisis y otros ensayos. 64


El artículo no es un análisis 69
La excursión al editorial 71
El análisis de aquí y de allá 74
Otras voces, otros ámbitos. 84
Ver el mundo de perfil. 97
El perfil-investigación 105.

Capítulo Vi.
El out there comienza por la entrevista 111
Modelos de entrevista 120
Méritos respectivos de los tres formatos. 124
La técnica del entrevistador 128

130
Capítulo VII
El out there comienza por la entrevista (Continuación). 5
Desfile de modelos. 5

Capítulo VIII
El reportaje, ADN del periodismo. 22
Categorías del reportaje. 27
Desembarco en el mundo de "lo real”. 32
Todos los caminos conducen a Roma. 63

Capítulo IX.
El año pasado en El País 71
Las primeras páginas. 76
Las últimas páginas 92
De las cejas altas al ceño fruncido 105
Crónicas y reportajes a dos manos. 113
Epílogo sin final 137

131
Apéndice Un recordatorio, no una antología
En las páginas siguientes se recoge en un apéndice deliberadamente escueto algunos
textos publicados por “El País” en sus 25 años de existencia.

Pero, no se ha tratado de hacer una antología, donde no estarían nunca, ni de lejos,


todos los que son. ¿Por qué, entonces, este apéndice? Sencillamente, porque se ha
pretendido completar el libro con los artículos que, por razones de extensión, no
podían incluirse íntegramente allí donde se utilizaban con el propósito lectivo
correspondiente.

Por ese motivo –además de por el natural respeto a las instituciones– aparecen en su
totalidad la entrevista a Ruiz-Mateos, de Joaquín Estefanía, el reportaje “Cisma en la
tribu de Aitor”, de Jesús Ceberio, y la entrevista-reportaje de Juan Luis Cebrián con
Fidel Castro, al igual que el reportaje virtual de Maruja Torres “Alfredo Astiz, historia
de un centurión”, que ya figuran, pero a manera de ilustración y con textos mucho más
fragmentados, en los lugares que les corresponden en la obra. Por añadidura, se
incluye a autores como Camilo Valdecantos, que es uno de los cuatro profesores de
Reporterismo-Redacción en la Escuela, junto con Belén Cebrián, Ángel Santa Cruz y
yo mismo, que no han tenido cabida en la parte anterior del libro por causas que en la
demora de los aviones se identifican siempre como “técnicas”: tiempo, chapucería,
despiste, olvido. Más allá, tenemos también algún homenaje, como la última
entrevista del inolvidable Feliciano Fidalgo, que es por sí misma la encarnación de
todo un género, el formato pregunta-respuesta que llamaríamos de “shock” o
instantánea fotográfica del personaje, que ahora cultiva con el mismo acierto
Karmentxu Marín, y piezas de Carlos Mendo, que ahora que se ha jubilado está más
activo que nunca –el desencadenamiento de la Guerra del Golfo–, Rosa Montero –la
entrevista a Nixon–, Patxo Unzueta –un análisis sobre la coyuntura vasca que es
como el compendio de tantas que ha escrito–, y Santiago Segurola –un género de
nuevo cuño que podríamos calificar de periodismo deportivo-científico–. No cuesta ni
pizca justificar lo que sale; pero aterra pensar en todo lo que no; ya dije que esto no
era una antología.

Y una curiosísima pieza final, que no ha sido tomada de ningún periódico, y me fue
presentada como trabajo de curso en un seminario celebrado en la universidad UNAB
de Bucaramanga (Colombia). Su inclusión aquí me parece justificada, aparte de por la
calidad del texto que firma Alejandro Higuita, porque, con el misterio de la perfección,
puede que sea el único texto que jamás haya leído que responda sin resquicios al
concepto ferozmente teórico de lo que defino como reportaje de escenario. Estar allí
para ver, oír y contar. Sin nada alrededor. Un recordatorio.

132
I Internacional / 2 “El País”, domingo 20 de enero de 1985

Entrevista con el líder cubano, con ocasión de una visita a La Habana, el director
de “El País” fue recibido por el presidente del Consejo de Estado y de Ministros de
Cuba, comandante Fidel Castro. En el curso de su entrevista, que se prolongó
por más de tres horas, Castro sugirió a Juan Luis Cebrián que le acompañara en
su viaje a Managua para la toma de posesión de Daniel Ortega como presidente
de Nicaragua. Ello dio oportunidad al periodista de conversar también durante el
viaje en avión, y más tarde en torno a una mesa en la capital nicaragüense. La
entrevista que hoy publicamos es el resumen, pues, de largas horas de diálogo.

Dada la manera peculiar como éste se desarrolló, no se utilizaron grabadoras ni


se tomaron notas durante el mismo. Las palabras entrecomilladas en el reportaje
y puestas en boca de Castro han sido, no obstante, revisadas por él.

"América Latina está en una situación explosiva"


Declaraciones a El País del presidente cubano, Fidel Castro

Juan Luis Cebrián.


"Menoyo es tan cubano como yo y yo soy más español que él".

Bajo su visera verde oliva, a la que parece estar indisolublemente unido como los
vaqueros al sombrero tejano, Fidel Castro gesticula suavemente. Es un hombre
tímido, de hablar pausado y cuidadoso, dubitante al principio, acorazado en su
inmensa corpulencia y en su proteica verbosidad, que le hace pasearse con sus
interlocutores lo mismo sobre los beneficios de nadar con aletas –"se hace más
esfuerzo en menos tiempo y se oxigena hasta el cerebro"– que sobre el plan de
reconversión industrial en España. Su despacho del Consejo de Estado, junto al
edificio del Comité Central del Partido Comunista, lo preside un formidable retrato
de Camilo Cienfuegos, un cuadro que huye de la figuración hacia el abstracto. Le
comento que me ha sorprendido cómo en la isla el comunismo no ha cometido los
atentados moscovitas contra la plástica y el sentimiento estético. Otro día
estaremos sentados en su avión –por imprevista invitación suya–, rumbo a
Managua, o en torno a una mesa comentando la situación en Centroamérica, cuál
será el menú que mañana ofrecerá a los comandantes sandinistas y qué significa
el leninismo en la revolución.

A sus 58 años, Fidel tiene todas las características del seductor y todas las
condiciones del líder. Lo mismo en público que en las conversaciones privadas,
sabe dar siempre con el tono y el contenido de lo que los demás le quieren oír. En
su favor juegan un indudable atractivo físico y una humanidad real, mitificada con
el paso del tiempo y el peso del poder.

A veces me recuerda las memorias de algunos emperadores de Roma que


escribían, gobernaban, guerreaban, disfrutaban, administraban y decidían la
historia, todo a la vez. El imperio viajaba con ellos como con Castro viaja la
revolución. Nada sucede si él no lo imagina personalmente, y lo mismo organiza
una conferencia de los “no alineados” que un festival de cine. Motivos de
seguridad, y esa incontenible afición suya a ser protagonista de su propio

133
espectáculo, le han llevado a una organización vital tan arbitraria que todavía
sigue sorprendiendo a sus más antiguos colaboradores. Éstos no se acostumbran
aún a ver llegar al comandante sentado en un “jeep” de su escolta como un
soldado más, camuflado así contra las eventuales balas de la CIA. Trabajador
infatigable, es noctívago y duerme bastante poco durante el día. La vitamina C le
ayuda a mantenerse en vela hasta las seis de la mañana, hora en la que sus
ministros, los embajadores y dignatarios extranjeros, o sus amigos, deciden
atreverse a pedirle permiso para irse a la cama. Los que le rodean (casi todos, si no
todos, antiguos compañeros de Sierra Maestra) le temen tanto como le quieren, y
parecen quererle mucho. Algún día alguien escribirá, sin fervores de afiliado ni
fobias de perseguido, el retrato de este guerrillero que, a base de no ser otra cosa,
merecerá en la historia los honores de hombre ilustre.

"Después de la revolución, inmediatamente después, teníamos muchos presos


políticos. Quince mil, creo, pues había más de 300 organizaciones
contrarrevolucionarias apoyadas por Estados Unidos. Hoy quedan aún unos 300, e
irán saliendo según cumplan condena. Algunos de ellos no han salido antes de
cumplir la sentencia, como ocurrió con la inmensa mayoría, porque acumulan faltas
de indisciplina en la cárcel, se niegan a vestir el uniforme del penado o a cumplir
otras normas. Nosotros nunca les hemos obligado por la fuerza. Menoyo está entre
ellos. Hay que tener en cuenta que la revolución se tenía que defender, se tiene que
defender. Pero nosotros, contrariamente a lo que sucede en otros países
revolucionarios, somos partidarios de que quien no esté de acuerdo se pueda
marchar. La revolución es tarea voluntaria de hombres libres. No queremos tener a
los contrarrevolucionarios dentro. Yo ya expliqué en mi escala en Madrid, en
febrero pasado, que Menoyo es un terrorista. No podemos liberarle para que a las
dos semanas se encuentre en Miami otra vez dirigiendo Alfa 66.

Su estancia en la cárcel le ha conferido además un carácter de mártir para sus


seguidores. Pero mantengo la promesa que también hice en Madrid; nos
ocuparemos de este asunto "–más adelante–", a su debido tiempo. Hay que tener
en cuenta que para mí también es difícil de explicar aquí a nuestro pueblo la
decisión de soltarle; y el año pasado ha estado rodeado de tensiones, de
amenazas internacionales.

Una situación más relajada permitirá decisiones en este terreno. Por lo demás, ya
sé que nació en Madrid, pero para nosotros es cubano. En cuanto a su
participación en la primera hora de la revolución, es indiscutible. Su hermano fue
un héroe. Pero él estaba en el Escambray en el tercer frente, y no pegó un solo tiro
hasta que cayó La Habana. Yo me encontraba tan preocupado entonces con la
situación que tuve que enviar al Che para esa región porque no estaba seguro de lo
que haría aquella gente. Los llamaban los “comevacas”: decían que se dedicaban a
pedir comida a los campesinos y no arriesgaban luego ni esto. Se otorgaron los
grados militares que quisieron y yo los respeté al triunfo de la revolución. Más
tarde, Menoyo marchó a Miami y creó una organización que realizó numerosos
ataques piratas contra embarcaciones pesqueras e instalaciones civiles cubanas.
Luego se infiltró con un grupo armado en las montañas de Oriente. Aquella acción
costó la vida a varios milicianos campesinos cuyos familiares no lo olvidan.
Menoyo se rindió a los pocos días al verse rechazado por la población y perseguido

134
por los propios campesinos. Habló por televisión y confesó públicamente su
estupidez. Le cogieron, le juzgaron, y hasta hoy".

Han pasado más de 20 años de aquella historia. Menoyo sigue en la cárcel.

"Pero Alfa 66 sigue existiendo.

Yo quiero ayudar a Felipe, y sé que el “caso Menoyo” se está convirtiendo en


España en un tema de política interior. El Gobierno español conoce nuestra
disposición a cooperar con el proceso democrático español. En el tema ETA, por
ejemplo, se nos solicitó por las autoridades de Madrid que aceptáramos en nuestro
país a seis de ellos que habían sido expulsados de Francia a Panamá, que aceptó
recibirlos sólo por unos días, y sin que ningún otro país estuviera dispuesto a
hacerlo. Esto para nosotros constituía un riesgo político, pues no queremos ser ni
cómplices ni carceleros de los “etarras”, ni inmiscuirnos en los asuntos internos de
España. Podíamos ser víctimas de acusaciones en uno u otro sentido. Sin embargo,
por ayudar a encontrar una solución aceptamos recibirlos por un período de seis
meses, que por cierto ha transcurrido ya. Los de ETA constantemente nos están
pidiendo contactos con el partido para exponer sus puntos de vista políticos. No lo
hemos hecho ni queremos hacerlo para mantenernos totalmente al margen. Pero,
por otra parte, tampoco podemos impedir que vengan gentes de España, del País
Vasco, a verles, porque no están presos. Y supongo, como es lógico, que se
intercambiarán mensajes. Es una situación delicada para nosotros, que no
tenemos necesidad de vernos envueltos en estos problemas".

El diálogo con EE. UU.

Desafiar durante 26 años el poder de Estados Unidos, a sólo 70 millas de las


costas de Florida, no es cualquier cosa, aun contando con la abundante ayuda
soviética que se ha volcado sobre la isla durante este cuarto de siglo. A juzgar por
sus palabras, Fidel parece dispuesto a establecer algún tipo de diálogo más fluido
con la Administración norteamericana. Un reciente acuerdo sobre inmigración
firmado con el Gobierno de Reagan puede abrir, a su juicio "perspectivas de
ulteriores soluciones a problemas pendientes".

"Al principio temimos que se tratara sólo de un gesto electoral, con vistas a los
comicios de noviembre.

Cuando vimos que después de la victoria de Reagan continuaba por parte de


Estados Unidos el interés en las negociaciones, comprendimos que había una
disposición y negociamos en un marco de serenidad, flexibilidad y respeto. Quizá
es la señal de un nuevo clima. Por supuesto, no vamos a arrodillarnos ante ellos;
han aprendido a respetarnos. Durante la negociación del reciente acuerdo, un
avión espía violó el espacio aéreo cubano y nosotros interrumpimos las
conversaciones hasta que quedó debidamente esclarecido que no existía el
propósito de intimidarnos o presionarnos. A ellos les interesaba resolver el
problema de los considerados “excluibles” para residir en EE'UU., entre los que
viajaron a ese país por el puerto de Mariel. Tal vez tengan dificultades legales
internas en cumplirlo: los abogados de los que quieren devolver a Cuba están
presentando recursos ante los tribunales americanos, y no está tan claro que en

135
todos los casos puedan lograr devolverlos, pero no ya porque Cuba obstaculice su
regreso.
Un número de cubanos, por otro lado, podrá viajar cada año a EE'UU. para
reunirse con sus familiares. Ha sido, sin duda, un paso constructivo".

Cuando le pregunto si piensa que ello se enmarca en el nuevo ambiente de


distensión internacional responde:

"Hemos observado atentamente las conversaciones Shultz-Gromiko en Ginebra: el


comunicado conjunto es muy positivo. ¡Quién sabe si Reagan intenta pasar a la
historia como un presidente de paz! Esto concierne tanto a los intereses de Estados
Unidos como al resto del mundo. En cualquier caso, nunca antes se había sugerido
como ahora la posibilidad de hablar de la total desaparición de las armas
nucleares. Este clima de distensión nos favorece también a nosotros".

Se multiplican las visitas de periodistas, intelectuales y simples turistas


norteamericanos a Cuba. La semana pasada, tres miembros del Congreso –un
republicano y dos demócratas– llegaron a La Habana para mantener
conversaciones sobre cómo mejorar las relaciones entre los dos países. Castro no
ha negado nunca sus deseos de que algo así suceda, pero mantiene a la población
galvanizada y unida ante la amenaza de una hipotética invasión norteamericana.
Lanzado a su compañía de “guerra popular”, está convencido de que la resistencia
de los cubanos haría imposible, por lo costosa en vidas, una intervención militar
del Pentágono.

"Conocí a Jesse Jackson en meses recientes y lo considero realmente un político


excepcional. Actualmente ocupa el tercer lugar en las listas de popularidad de
Estados Unidos. Se trata de un verdadero líder y de un hombre muy valioso. Mi
temor es que lo puedan asesinar, como ocurrió con Luther King, y así se lo dije
cuando vino aquí. Debería cuidarse más.

Ahora se propone viajar a Suráfrica, a visitar a Tutu, lo mismo que antes hizo con
el Papa... En cuanto a la Iglesia, no tenemos problemas. Y desde luego no
queremos tenerlos. Su influencia no fue, por lo demás, nunca tan grande en Cuba
como en Nicaragua. ¿Sabe lo que le he dicho a monseñor Vega durante la toma de
posesión de Daniel Ortega? Le he invitado a visitarnos. Y he estado por sugerir que
si el Gobierno sandinista le regala un terreno, nosotros le ayudaremos a construir
la catedral de Managua, toda vez que la antigua fue destruida por el terremoto. Si
es preciso traemos microbrigadas de voluntarios para ello".

Los cubanos en Nicaragua se cuentan por cientos, por miles. Maestros, médicos,
asesores de todo género. El todavía endeble edificio burocrático y el considerable
poderío bélico que los nicaragüenses han conseguido construir en estos últimos
cinco años hubieran sido imposibles de levantar sin el apoyo cubano.

"Nosotros somos internacionalistas.

Nuestros médicos están por todas partes, no sólo en Nicaragua; también en


Etiopía, en Angola, en Mozambique, en la República Saharaui. En más de 25
países del Tercer Mundo hay más de 2,000 médicos y técnicos de la salud cubanos

136
prestando servicios en el exterior. Sí, soldados también. Sería un error que nos
retiráramos de Angola sin la aplicación de la resolución 435 de las Naciones
Unidas, la independencia de Namibia, la retirada de las tropas surafricanas a su
propio territorio y el cese de toda ayuda exterior a las bandas
contrarrevolucionarias mediante acuerdo garantizado por el Consejo de Seguridad
de la ONU. Los angoleños aceptarían nuestra retirada únicamente sobre esas
bases y en forma progresiva. Sudáfrica está cerca y Cuba muy distante. Los
angoleños tienen el justificado temor de que Sudáfrica, a través de las bandas
contrarrevolucionarias, o de un ataque directo, inicie entonces una presión bélica
definitiva contra el régimen de Luanda. Ya ve lo que ha pasado en Mozambique
después del acuerdo de N,Komati entre Maputo y Pretoria: las bandas siguen con
una enorme actividad. Y las bandas sin Sudáfrica son independientes.

Por eso nuestra presencia en Angola es todavía imprescindible. Naturalmente, si el


Gobierno de Angola nos lo pide, no tardaríamos un minuto en iniciar la retirada".

"De todas maneras –continúa– no es África lo que debe preocuparle a Estados


Unidos. En África negra no existe la estructura de clases que puede determinar un
estallido social.

Este, en cambio, sí puede ocurrir en América Latina, donde exigen grandes masas
de campesinos, obreros, estudiantes, intelectuales y capas medias en situación
cada vez más desesperada.

Hay que estar muy ciego para no verlo. Mire Chile: ni los yanquis quieren ya a
Pinochet. Saben que cuanto más tiempo dure, más peligro de radicalización, de
explosión, hay en el país. Mire el Perú: ¿qué se va a encontrar Alan García cuando
reciba la banda presidencial? Una situación económica insoportable, problemas
sociales insolubles y una guerrilla en la sierra cuya creciente actividad nadie sabe
explicarse porque nadie saben bien cómo piensa, qué es y qué se propone Sendero
Luminoso. Pero refleja un fenómeno de inestabilidad y convulsión social sin
precedentes en América Latina. Se habla muchas veces, superficialmente, de la
subvención exportada desde el exterior para explicar estos problemas. No
comprenden que las revoluciones no se pueden exportar, como tampoco evitar
cuando un conjunto de factores incontrolables hacen estallar la sociedad".

El énfasis de los libertadores.

Crear en América muchos Vietnam.He ahí el sueño del Che. Ya en los principios de
su revolución, antes del estrechamiento de lazos con la Unión Soviética, Fidel
confesaba que su conciencia de revolucionario le había acercado progresivamente
al pensamiento marxista-leninista y que para él era imposible entender que un
revolucionario de nuestros días no se afincara en él. Pero el aliento original parece
venirle de más lejos, de los sueños de los libertadores, de un concepto global sobre
América Latina y sus proyectos de independencia. Es imposible no reconocer en la
aventura castrista –y el régimen se empeña en enfatizarlo– la revuelta contra la
apropiación de la soberanía de la isla por parte de Estados Unidos al final de su
guerra con España. El liderazgo de Fidel Castro, que un día se extendió por la
izquierda europea y los barrios de estudiantes de París, Madrid, Londres o Roma,
busca ahora su concreción en el continente sudamericano.

137
"América Latina está en una situación explosiva, ya digo. Al subdesarrollo
económico, los graves problemas sociales acumulados, el intercambio desigual, la
exportación de ganancias y la fuga de capitales, que son ya tradicionales, se
suman ahora la crisis internacional, una enorme deuda externa, altas tasas de
interés, medidas proteccionistas dictadas por el egoísmo de las naciones
industrializadas y la política imposible que el Fondo Monetario Internacional aplica.
No se pueden exigir esfuerzos de austeridad y sacrificios a poblaciones que rozan
ya el nivel de subsistencia y que han visto descender vertiginosamente en la última
década su nivel de vida. Alfonsín, por ejemplo, está enfrentado hasta el límite de
sus fuerzas a las condiciones que se le imponen para el refinanciamiento de una
deuda de 45,000 millones de dólares que no es responsabilidad del actual
Gobierno ni del pueblo argentino. Lo sitúan en la alternativa de adoptar medidas
que arruinen el proceso democrático o resistir las exigencias insaciables del Fondo
Monetario, las tasas de interés leoninas y la amortización de una inmensa e
impagable hipoteca. Situación aún más grave debe afrontar Uruguay, con una
deuda de 5,500 millones de dólares, sólo 1,000 millones de exportación por año y
el nivel de vida del pueblo reducido a un 50%. De igual modo, el proceso
democrático de Brasil y el nuevo Gobierno de Neves enfrentarán una deuda de
100,000 millones. En Santo Domingo, el Fondo Monetario obligó al Gobierno a
lanzar al Ejército y a la policía a disparar contra el pueblo, matando a decenas de
ciudadanos. La crítica situación se repite por doquier. No pagar la deuda es la
única alternativa que le queda a América Latina, y no lo digo por Cuba; es
relativamente pequeña su deuda en divisas convertibles y es de los países del
Tercer Mundo que quiere y puede pagarla, sin que ello entrañe grandes sacrificios.
No estoy afirmando, por lo demás, que el no pago de la deuda sea la solución a los
problemas latinoamericanos; es sólo la condición primera para comenzar a
solucionarlos. En el caso de los bancos privados, los Estados de las naciones
industrializadas pueden perfectamente asumir la deuda, que no es tan elevada si
se le compara con las cantidades ingentes de dinero que se dedican a los gastos
militares. En un solo año se gastan en estos fines más que toda la deuda
acumulada del Tercer Mundo".

Miedo a volar.

A mí me pareció que Fidel tiene miedo a volar, aunque no le guste confesarlo. Vive
pendiente de evitar cualquier posibilidad de atentado, y quizá gracias a eso y a un
magnífico servicio de seguridad ha sobrevivido un cuarto de siglo al frente de su
país. Durante el viaje a Managua cambió un par de veces la ruta para evitar
"accidentes sospechosos.

Acuérdese de Torrijos y de Koldós.

Esta vez nos tenemos que guardar también de la artillería antiaérea sandinista",
bromea, "no nos vayan a confundir. Aunque en realidad no hay peligro", me dice,
cuando aterrizamos en Managua, en una pista rodeada de cañones con su
dotación bien pertrechada. "Junto a los sandinistas hay cubanos que saben que
llego en este avión". En Managua, Castro se atrevió con los cancilleres del Grupo
de Contadora.

138
"México es fundamental, en realidad es la clave. Mientras se mantenga firme, y
hay que decir que su comportamiento está siendo admirable. Contadora seguirá
adelante. La cuestión está en saber que modificaciones del acta se pretenden: es
humillante para Contadora aceptar las pretensiones de Washington respecto al
derecho a establecer bases militares en el área de Centroamérica. Ése es a mi
juicio uno de los puntos más críticos. Hay otros aspectos que han contribuido al
actual “impasse”. Si existe flexibilidad, buena fe y voluntad de encontrar
soluciones políticas, se pueden superar las dificultades que subsisten. En mi
opinión, los problemas relacionados con la verificación no constituirán obstáculo
alguno, pues a Nicaragua le beneficia más que a nadie.

La misma deberá ser eficiente y práctica, sin que se pretenda reducir a los Estados
centroamericanos a la categoría de municipios intervenidos.

No debe olvidarse además que desde hace tres años se llevan a cabo hostilidades
contra Nicaragua organizadas por Estados Unidos desde bases situadas en países
vecinos. Sin embargo, esto siempre se ha negado. ¿Y cómo puede exigírsele a
Nicaragua que comience a desarmarse mientras subsiste una guerra interna que le
ha sido impuesta desde el exterior? De no resolverse adecuadamente el problema
de los ocho o diez mil mercenarios que se encuentran dentro del país, en la frontera
con Honduras, el acuerdo de paz puede convertirse en un N'Komati para
Nicaragua. Por lo demás sería irreal pretender resolver el problema de
Centroamérica ignorando a El Salvador. Allí es indispensable estimular y apoyar el
diálogo y la solución política negociada entre el FMLN-FDR y el Gobierno. Sobre
estos temas cambié impresiones en Managua con los cancilleres de México,
Panamá y Colombia, expresándoles mi convicción de que es posible vencer los
obstáculos que subsisten todavía y ofreciéndoles el pleno apoyo y la cooperación
de Cuba".

De Moscú a La Habana Exuberante, ingenuo a veces, Fidel parece un niño que


quiere todos los juguetes para él. En sus discursos dice muchas cosas que la
Prensa cubana calla –ésta lo calla casi todo en realidad– y en sus esfuerzos,
bastantes frustrados, por diversificar la economía cubana ha desbordado su
imaginación; hay vacas frisonas de Canadá pastando en Cuba y produciendo
leche a precios insostenibles en el mercado mundial; hay quesos que les hacen
competencia, con ventaja, a los franceses, pero que muchos cubanos no pueden
servir en su mesa; hay whisky Havana Club, y no sólo ron, que Fidel se preocupa
de distribuir en las tiendas para extranjeros; y los comandantes sandinistas
tuvieron la oportunidad de probar el primer “foie-gras” experimental, con gansos
criados en la isla, que el régimen castrista ha producido. Estos remedos de
autarquía, un tanto arbitristas y bastante comunes a los países comunistas, hacen
disfrutar visiblemente al líder cubano que no olvida señalar cuáles son los dos
grandes logros de su revolución: la extensión de la educación y la sanidad
gratuitas y de calidad para todo el mundo. Pero también sabe cuál es uno de sus
principales fracasos: la ausencia de viviendas. Una ley que facilita de manera
generosa el acceso a la propiedad privada de la vivienda parece encaminada a
procurar que sean los propios ciudadanos, y no el Estado, los que se ocupen de la
conservación de los edificios (muchos de ellos, en considerable mal estado).

139
El bloqueo económico impuesto por Estados Unidos y la presión política objetiva del
partido comunista han llevado así a Cuba a una dependencia progresiva de la
Unión Soviética.

En La Habana cuentan una anécdota imposible de comprobar: el ex presidente


venezolano Carlos Andres Pérez, en el curso de una airada discusión con Fidel, le
espetó su condición de instrumento de los soviéticos, y este habría comentado
entonces que en realidad era una víctima. Castro habla poco de la Unión Soviética
–o me habló poco a mí durante tres días de conversaciones–, pero se le ve
agradecido del apoyo económico y político que recibe de ella. Los cuadros del
Gobierno, los militares, los técnicos, la clase dirigente en Cuba, se han formado en
Moscú, en Rumanía, en Bulgaria, en Hungría. El ruso ha sustituido en gran parte
al inglés como segunda lengua, y los esfuerzos de institucionalización del régimen
para cuando Fidel falte se han hecho sobre el calco explícito del modelo soviético:
economía centralizada, controles severos sobre la población. Sin embargo, ese
modelo se adapta mal a la propia idiosincrasia del comandante, cuyo poder parece
por encima de cualquier “aparatchik”. Castro gusta de presentarse como un
revolucionario de los de antes de Stalin. Es, además, un hombre pragmático: la
Unión Soviética está demasiado lejos, y Estados Unidos demasiado cerca de la
isla.

"Una condición de todo revolucionario es la de ser realista. Lo importante es tener


el poder y mantener la integridad revolucionaria, pero las transformaciones
sociales no se hacen de golpe. Es más fácil ganar la guerra que construir la
revolución, ésta es una lección a aprender".

Castro fabrica su propia imagen de líder con un cuidado exquisito. En el espacio de


segundos puede ser terrible, humano, cruel, divertido, transcendente. Quiere saber
de todo, hablar de todo, opinar sobre todo; demasiado distante de la costumbre
soviética de sacar un papelito del bolsillo de la americana y leer las respuestas,
siempre conocidas, a preguntas que son siempre las mismas. Castro habla hasta
la inconveniencia, se rectifica 100 veces sin pudor, pero para mantenerse siempre
en una misma dirección.

Es una especie de encantador de serpientes que improvisa cada vez la sinfonía de


su flauta con la seguridad de que el reptil saldrá en cualquier caso de la cesta.

Provocador siempre, controla su propia extravagancia. Es capaz de hacer esperar


durante una hora al líder del Partido Laborista británico para luego espetarle, al
filo de las dos de la madrugada y ante las cámaras de la televisión británica, que
espera devuelva Gibraltar a los españoles cuando él sea el primer ministro, y
argumentar al tiempo sobre las dudas que tiene en torno a si debe teñirse o no la
barba –"no me atrevo"–, toda vez que no se la ha de afeitar. "Gano así 80 horas
útiles al año por no tener que rasurarme, es decir, prácticamente dos semanas de
trabajo". Sus ojos escrutan el entorno entre huidizos y pícaros, buscando
sorprender a su interlocutor. Maestro de la dialéctica, discute consigo mismo a
cada instante, pero no parece más mentiroso que el resto de los políticos, e incluso
se muestra más sincero que la mayoría de ellos.

140
La nostalgia de España.

La lectura de los primeros discursos del Castro victorioso demuestra bien a las
claras que ha sido fiel a su pensamiento durante este cuarto de siglo y que su
pragmatismo le ha apartado en lo esencial de sus objetivos.

Pero sí de sus nostalgias. España es una que le desborda, aunque no lo confiesa.


En 1962 apareció en directo en la televisión cubana, junto al presidente Dorticós,
acusando a la Embajada española en La Habana de ser un nido de
contrarrevolucionarios y dirigiendo los más duros ataques contra el régimen
franquista. El embajador Lojendio, un falangista con apego a la dialéctica de los
puños, acudió a los estudios durante el discurso y trató de rectificar al primer
ministro. Le dieron 24 horas para abandonar el país. "Franco no se portó mal, hay
que reconocerlo. Pese a las presiones que tuvo, no rompió las relaciones
diplomáticas y comerciales con nosotros. “No tocar a Cuba” fue su frase
terminante. El gallego supo habérselas. Que se portó bien caramba".

Enrique Larroque, actual embajador de España en Cuba, nació en La Habana. Eloy


Gutiérrez Menoyo, ex comandante de la revolución cubana, activo anticastrista y
prisionero de Fidel desde hace 20 años, nació en Madrid. A Madrid vino Ramón
Castro, el hermano mayor de la familia –que entregó la finca paterna al Gobierno
de la revolución y hoy dirige una explotación agraria del Estado–, a "comprar
algunas armitas", en la década de los cincuenta, a un falangista de la guardia de
Franco que se llamaba Leoncio "y que resultó ser un delincuente común, porque ni
armitas ni nada". Los españoles mantuvieron la esclavitud en la isla hasta hace
menos de un siglo, y todavía espera un trono vacío en el Museo de la Capitanía
General de La Habana –donde luce una fotografía de Juan Carlos I, dedicada por
él– la llegada de algún rey de España. Hay demasiada huella de España en Cuba,
que se confunde ahora con puñados de turistas de nuestro país –soportadores de
las deficiencias del servicio hotelero– y con el tráfico de los familiares de los
“etarras”, las visitas de intelectuales, los intercambios culturales en auge. Todos
allí tienen un español a las espaldas, o como padre, o como amo. Cuba era la perla
del Caribe para los indianos que la añoraron y el dolor de cabeza para los militares
que la batallaron. Hoy se ha convertido en un verdadero dolor de muelas para
Washington. Pero visto Fidel, su magia de equilibrista, su inventiva desbaratante,
su florentino hacer político, como si fuera un Médicis trasplantado, uno llega a
pensar que los Estados Unidos pueden estar satisfechos de que le controle la
Unión Soviética. Incontrolado, quién sabe adónde iría.

141
El Salvador y Costa Rica amenazan con retirarse de Contadora
EE. UU. suspende indefinidamente las conversaciones de Manzanillo con Nicaragua

Jesús Ceberio, México. El diálogo por la paz en Centroamérica ha entrado en una


nueva etapa de crisis. Estados Unidos anunció el viernes casi simultáneamente la
suspensión indefinida de las conversaciones que sostenía en Manzanillo (México)
con el Gobierno sandinista y su retirada del proceso abierto por el Tribunal de La
Haya para dictaminar sobre el minado de los puertos nicaragüenses. Para
completar el cuadro, Costa Rica y El Salvador amenazan con retirarse de las
negociaciones de Contadora si no se resuelve satisfactoriamente para el primero
un confuso incidente ocurrido el 24 de diciembre en torno a su embajada de
Managua.

El presidente nicaragüense, Daniel Ortega, calificó la situación de grave al


confirmar que Washington había notificado por conducto diplomático la interrupción
unilateral del diálogo de Manzanillo. Acusó a la Administración Reagan de minar
en forma gravísima el orden jurídico internacional, de presionar a los Gobiernos
centroamericanos para que boicoteen las gestiones del Grupo de Contadora.

El Tribunal Internacional de La Haya decidió el 26 de noviembre cursar la


demanda nicaragüense contra Estados Unidos por el minado de sus puertos y, en
general, por la guerra no declarada que lleva a cabo contra ese país. En virtud de
este dictamen convocó a las dos partes interesadas a personarse en el juicio. El
portavoz del Departamento de Estado, Alan Romberg, recordó el viernes que la
Administración norteamericana desconoce la jurisdicción de la corte internacional
en esta materia, y anunció que EE. UU. no participará en ninguna nueva sesión del
juicio que se celebra sobre este caso en La Haya.

Un boletín del mismo departamento notificó poco después la suspensión de las


conversaciones de Manzanillo hasta que se haga una minuciosa evaluación de sus
avances y de las negociaciones regionales que promueve el Grupo de Contadora. El
comunicado rechaza que esta medida suponga una ruptura del diálogo
emprendido a finales de junio a instancias del presidente de México, Miguel de la
Madrid.

Esta decisión ha sorprendido a la cancillería mexicana, que actuó como agente de


buenos oficios en las nueve reuniones celebradas hasta ahora.

Aparte de ofrecer la sede de los encuentros y garantizar la seguridad con fuerzas


de la guardia presidencial y la Marina, el canciller Bernardo Sepúlveda jugó un
importante papel al elaborar la agenda de las conversaciones, previa consulta con
las partes.

El secretario de Relaciones Exteriores declaró el mismo viernes por la mañana, en


un desayuno con periodistas mexicanos, que en el proceso de Manzanillo se había
registrado un "progreso gradual" que calificó de importante y que su continuidad
podría saldar las diferencias entre Estados Unidos y Nicaragua. Sepúlveda no
vaciló en señalar la relación existente entre las negociaciones de Contadora y
Manzanillo, a las que se refirió como "un sistema de vasos comunicantes".

142
Reagan devuelve la pelota

En ningún momento el canciller mexicano dejó traslucir que pudiera interrumpirse


bruscamente este diálogo.

Pero más grave que la falta de notificación al mediador es que el propio Harry
Shlaudeman, embajador extraordinario del presidente Reagan en Centroamérica,
desconociese la decisión de su Gobierno. Apenas unas horas antes habló en
Caracas sobre los progresos de la negociación bilateral con Nicaragua.

La interrupción indefinida de Manzanillo se produce justamente dos semanas


después de que los cancilleres de Contadora vincularan públicamente por primera
vez el progreso de sus negociaciones con el avance del diálogo que venían
sosteniendo Estados Unidos y Nicaragua. Washington devuelve ahora la pelota
centroamericana al Grupo de Contadora con todas sus consecuencias.

Las negociaciones regionales atraviesan también por una de sus crisis periódicas.
La última traba se ha tejido en torno a un incidente menor que el 24 de diciembre
ocurrió en la Embajada costarricense de Managua. Un desertor del Ejército
nicaragüense, José Manuel Urbina, resultó herido de bala en una pierna cuando
abandonaba la sede diplomática, en la que estuvo asilado desde el mes de agosto.

San José acusa al Gobierno sandinista de haberlo sacado a la fuerza y exige su


devolución o, como mínimo, que el propio interesado renuncie voluntariamente al
derecho de asilo ante su embajador, sin presiones externas.

Managua replica que la deserción no es materia de asilo y que no hubo violación de


la sede diplomática, ya que Urbina fue detenido después de abandonarla por
decisión propia.

El premio Nobel argentino, Pérez Esquivel, y el socialdemócrata alemán Hans


Wischnewski, se entrevistaron individualmente la semana pasada con Urbina
Lara, que se encuentra en prisión. De sus contradictorias declaraciones parece
deducirse que al atardecer del día de Nochebuena decidió salir de la embajada a
instancias de una amiga que parece haberse volatilizado. Esta le habría
convencido de que no iba a ser detenido en una fecha tan especial.

Al darse cuenta de que la policía le esperaba fuera de la sede diplomática, Urbina


Lara intentó retroceder, produciéndose un forcejeo con los guardianes en el que
resultó herido de bala.

Medios diplomáticos vinculados al Grupo de Contadora no entienden por qué


Managua haga cuestión de Estado de un hombre que no supone ninguna amenaza
para su seguridad, y cuya captura se urdió probablemente en alguna oficina
menor de la policía.

143
El País

Director: Juan Luis Cebrian Diario Independiente de la mañana Madrid, domingo


27 de febrero de 1983

La pugna por el Mediterráneo


En los últimos meses el gobierno de Washington se ha visto obligado a renegociar
la situación de sus bases en España, Portugal y Grecia / Páginas 6 y 7.

Niña en China, una tragedia


La campaña oficial de control de natalidad refuerza la tradición secular que
considera una desgracia no tener hijos varones / Página 31.

Los aristócratas de la fe pública


El proyecto del Gobierno de controlar más la actividad de notarios y registradores
no ha sido bien recibido por unos profesionales liberales. / Páginas 18 y 19.

El calvario de "La Passió" de Olesa de Montserrat


El incendio que destruyó el Gran Teatro interrumpe una tradición centenaria. /
Página 23.

Presunto delincuente muerto en Madrid por disparos de un policía municipal. /


Página 25

El Ayuntamiento de Bilbao, obligado a reeditar el libro que mandó a la hoguera. /


Página 34

144
Histórico encuentro entre Hassan Ii y Chadli Benyedid
El rey Hassan II de Marruecos y el presidente Chadli Benjedid de Argelia se
entrevistaron ayer en la pequeña localidad argelina de Akid Lutfi, fronteriza con
Uxda (Marruecos), en el primer encuentro que celebran los jefes de Estado de los
países en los nueve últimos años. La entrevista reviste un carácter histórico en las
relaciones de esos dos Estados magrebies, en confrontación recurrente desde la
independencia de Argelia, en 1962. El conflicto del Sahara, iniciado en 1976, abrió
un frente más importante aún entre ambos.
La coincidencia de esta fecha con el séptimo aniversario de la proclamación de la
RASD por el Polisario parece sugerir que si la normalización de las relaciones
bilaterales entre Argel y Rabat es muy posible, todavía queda, sin embargo, un
largo camino que recorrer para la solución del conflicto del Sahara. Con respecto a
este último, Argelia sigue reclamando que Marruecos se entienda directamente con
el Polisario, mientras que en Rabat se atienen a las estipulaciones del proyecto de
referéndum de autodeterminación para el Sahara.

Designado el máximo órgano de control de Rumasa


El Gobierno ha designado el Comité de Administración de Rumasa, que contará
con dos grandes divisiones: la financiera y de seguros, y la no financiera, que
estarán a cargo de Juan Antonio Ruiz de Alda, director del Fondo de Garantía de
Depósitos bancarios, y de Ricardo Goytre, director general del Banco de Crédito
Industrial, respectivamente. En el Comité estarán, también, Javier del Moral y
Raimundo Ortega –directores generales del Tesoro y del Patrimonio– y Jaime Isac,
coordinador de los administradores de Rumasa.

145
Declaraciones de José María Ruiz-Mateos, ex presidente de Rumasa, a El
País

"No estoy en lucha contra el Gobierno, porque es mi Gobierno, el


de todos"
Joaquín Estefanía Moreira, Madrid. "Yo no estoy en lucha contra el Gobierno,
porque es mi Gobierno, el de todos", afirmó ayer en una larga entrevista concedida
a “El País” José María Ruiz-Mateos, presidente de Rumasa hasta que la pasada
semana el grupo fuese expropiado por una decisión del Consejo de Ministros que
se materializó en decreto-ley. Este hombre, que alguna vez se definió como más
empresario que banquero, que era un “outsider” en la comunidad financiera
española, aseguró una y otra vez, con gran vehemencia, que no tiene miedo de ir a
la cárcel porque cree en la justicia, y que está "absolutamente convencido de que
Rumasa hubiese continuado funcionando normalmente si no hubiera habido
expropiación". Por todo ello declara, ante el desarrollo de los acontecimientos, que
"me quedo frío, atónito, aturdido, no sé nada, no entiendo nada, no conozco nada,
ni sé el móvil, ni sé lo que se persigue con ello, ni cuáles son los fines".

Ruiz-Mateos contestó a casi todas las cuestiones que se le plantearon durante la


entrevista, excepto a las siguientes: ¿Cuál de las empresas perdidas le duele
más?, ?cuál ha sido su principal error?, ¿qué cantidad de dinero piensa recuperar
vía justiprecio o, en su caso, vía indemnización?, ¿cree posible que se repita con
Rumasa el caso del diario “Madrid”?, ¿qué tipo de defensa va a emplear para
desbloquear la situación de hecho en que se encuentra el “holding”? y ¿tiene usted
capacidad de reacción o está ya derrotado? Estuvo presente e intervino en la
entrevista el asesor de Ruiz-Mateos, Alejandro Rebollo.

“Pregunta”. Excesiva concentración de riesgos en los bancos de Rumasa,


desproporción entre el valor contable y el valor real de su patrimonio, resultados
inflados, deudas tributarias elevadas... Estas han sido algunas de las acusaciones
lanzadas por el ministro de Economía y Hacienda sobre Ruiz-Mateos. ¿Con qué
datos concretos puede responder usted a estas cuestiones? ¿Cree que es justa la
calificación de heterodoxia que se le suele atribuir?

“Respuesta”. El ministro de Economía y Hacienda ha lanzado, efectivamente,


muchas acusaciones y ha facilitado algunos datos que no son tan concretos ni
contundentes como pudiera parecer a primera vista. Quienes tengan una cierta
preparación en materia económica y contable, saben que las apreciaciones del
ministro son en buena parte subjetivas y, desde luego, incompletas. Me pide usted
datos concretos que excederían el marco de una entrevista periodística, y que en
este momento, por razones obvias, no le puedo facilitar puntualmente. Pero, en
cualquier caso, opino que los números, las partidas y los conceptos contables sólo
pueden discutirse con los libros y los documentos sobre la mesa.

Respecto a la presunta calificación de "heterodoxo" en mi forma de llevar los


negocios, ¿qué quiere que le diga? Si heterodoxia es salirse de lo que en cada
momento se entiende como ortodoxo, creo que la humanidad habría avanzado poco
si no hubiera habido gentes que abandonaran la norma establecida. Considero
innecesario citarle ejemplos... Lo importante, para mí, es el fin perseguido, y en eso

146
entiendo que la palabra heterodoxo no constituye, en absoluto, una descalificación
personal. Ahora bien: una cosa es heterodoxia y otra muy distinta es ilegalidad. Es
imprescindible no confundir los términos.

“P”. A pesar de que no pueda ser muy concreto, sí podrá comentar algo sobre la
gigantesca discrepancia a la hora de valorar los patrimonios entre su propia
organización y el ministro en cuestión. Miguel Boyer citó Galerías Preciados...

“R”. Una empresa extranjera que venga a España a montar un negocio estilo
Galerías Preciados, y traiga para ello 50,000 millones de pesetas, los deposita en
un banco y comienza.

Yo le digo que con esa cifra tan abrumadora no tendría suficiente, ni muchísimo
menos, para comprar los treinta solares, las treinta edificaciones, las treinta
instalaciones más lo que representa de organización, más el fondo comercial, el
nombre, la imagen... de Galerías. Nada de eso se improvisa. Tardaría mucho
tiempo en llegar a unas Galerías Preciados que ha pasado de unas pérdidas de
7,000 millones a estar prácticamente equilibradas el pasado año, totalmente
reflotadas. El presupuesto que este año tenía el grupo Galerías, con Marcol,
Mantequerías Leonesas y Sears era de 80,000 millones de pesetas.

En el sector de vinos, en los seguros, en construcción, en grandes almacenes, pasa


lo mismo. ¿Es que todo esto no vale más de lo que el ministro ha dicho? ¿Cómo se
puede apreciar todo esto? Posiblemente, y aunque todavía no estaban terminados
todos los presupuestos, el global del grupo era de 400,000 millones de pesetas.
¿Qué puede valer un grupo que es propiedad de un “holding”, es decir, que no son
empresas participadas ni minoritarias, que factura 400,000 millones de pesetas?
¿Cómo se puede hablar de cifras de alrededor de 5,000 millones de pesetas? Me
quedo frío, atónito, aturdido, no sé nada, no entiendo nada, no conozco nada, no sé
el móvil, ni qué es lo que se persigue con ello, ni cuáles son los fines. Yo no soy
más que un empresario que todo lo que he hecho en mi vida ha sido trabajar con
dedicación plena, con un espíritu de sacrificio total, y no precisamente con un
ánimo de lucro.

Cuando hay ánimo de lucro se actúa de manera diferente. En la conferencia de


Prensa del pasado martes dije que una de las cosas más tristes que se oyen en
este país es que la mejor inversión que se puede hacer es pagar una cantidad de
dinero para despedir a un trabajador. O que se invertirá en cualquier cosa que no
tenga obreros.

Yo no soy solidario con estas afirmaciones ni con quien las hace. Si todos
pensásemos de la misma manera, yo no sé qué iba a ser de este país.

Nosotros, tras diez años de crisis mundial, no hemos cejado en nuestro intento de
hacer algo positivo por miles y miles de personas, que no son sólo las personas que
trabajan en el grupo ni las familias que dependen de ellas, sino la cantidad de
proveedores, suministradores, gente que pone sus ahorros en Rumasa. Si la gente
pone una confianza ciega en Rumasa, creo que la gente no es tonta, la gente tiene
un sentido, algo de positivo está viendo en las conductas de quienes dirigimos
Rumasa. ¿Es tan difícil de apreciar y de valorar esto, con independencia de los

147
propios activos? ¿Se puede decir de golpe "esto no vale nada" y en virtud de cuatro
cifras frías, que no sabemos de dónde salen, y en veinticuatro horas se destruye
toda la labor de veintitantos años de trabajo, donde tanta gente ha colaborado con
un empeño y un entusiasmo tan grande? Es algo insufrible, es algo que no tiene
sentido, es algo que no se llega a comprender para nada. Un día a lo mejor lo
entiendo; hoy por hoy estoy completamente atónito.

Estoy hablando con el corazón, y lo que más me importa de todo son las personas.
Cuando se va con ánimo de lucro ni interesan las personas, ni interesan los
puestos de trabajo ni las inversiones, ni complicarse la vida, sino solamente decir
aquí pongo dos, me dan cuatro, lo acumulo, lo guardo y de esto vivo.

"No sé si he cumplido el corsé estricto de la legislación"

Yo no sé si he cometido errores o no los he cometido, si me he pasado más o


menos; si he cumplido el corsé de la legislación en el sentido estricto de las comas
y de los puntos.

Lo único que me ha movido es un afán noble, digno, con un coraje y con un ímpetu
enorme de hacer algo positivo, bueno, que redunde en beneficio del país. ¿Sabe lo
que más me preocupa? Me preocupan los obreros de Rumasa, el personal adicto e
incondicional de primerísima talla que no tiene precio y que no tiene valor material.
Me preocupa que toda la gente que ha puesto sus intereses saliesen perjudicados
en lo más mínimo. Esto es algo insufrible para mí.

A pesar de todo lo que ha pasado, me siento orgulloso, feliz, satisfecho, convencido


–y esto no va a quitármelo nadie de la cabeza– de que he contribuido, junto con el
equipo que me ha rodeado, de haber hecho algo serio, noble y grande para este
país.

Me encantaría que, con independencia de mis intereses personales, y vaya a las


manos donde vaya a parar Rumasa, lo sigan llevando con ese mismo cariño, con
ese mismo entusiasmo, con esa misma entrega y generosidad y con esa misma
eficacia que han sabido llevarla nuestros hombres.

“P”. ¿Y sobre la excesiva concentración de riesgos?

“R”. Para calificar los riesgos concentrados en las propias empresas hay que saber
en qué se sustentan. Si se descansaran en unas parcelas de zona verde no tiene
valor, pero hay que apreciar que en este caso los riesgos descansan en empresas
muy importantes, con una actividad muy significativa, con una facturación de
mucha consideración y que además son operaciones normales con empresas que
se conoce, que están ahí, que se pueden tocar.

“P”. También se ha afirmado que los beneficios no existían y eran más bien
pérdidas.

“R”. (Alejandro Rebollo) Efectivamente, se ha afirmado que frente a más de 6,000


millones de beneficios que se daban en 1981, hay 9,000 millones de pérdidas
después de los ajustes. Pero no se dice que durante muchos años Rumasa

148
reinvierte todos sus beneficios. Y esto es demostrable. ¿Para qué, pues, Rumasa se
va a inventar unos beneficios que no existen?

"No hay deuda tributaria hasta que lo digan los tribunales"

“P”. Por último, sobre las acusaciones concretas, ¿es cierta la deuda tributaria del
grupo por más de 20,000 millones de pesetas?

“R”. En primer lugar le digo que no me consta esta cifra. Los datos de las actas
recurridas son muy inferiores, pero de lo que no cabe duda es de que en este
volumen enorme de empresas, por poco que sea en cada una, a la hora de recurrir
y discutir, si suma todo ello hay que ver qué importancia tiene la cifra resultante en
relación a la que se paga. Además, entiendo que no hay deuda tributaria hasta
que los tribunales ante quien están recurridas las actas levantadas por la
inspección en muchas empresas digan su palabra. Mientras tanto, es un acta en
disconformidad, cosa perfectamente hacedera en un Estado de derecho. Dar la
cifra de 20,000 millones, y nada más, es decir una parte mínima de la verdad.
Diga usted también que en el año 1981 se pagaron del orden de 15,000 millones
de pesetas en impuestos. Diga usted también que esos cerca de 20,000 millones
de pesetas, en el supuesto de que fueran ciertos, obedecerán, lógicamente, al
período de prescripción fiscal, que es de cinco años. Se enfrenta así una cifra de
20,000 millones por cinco años con un volumen de pagos al Estado de 15,000
millones en 1981. Esto tiene una dimensión de relativismo en cuanto a las cifras, y
relativismo en cuanto a la decisión de los tribunales. Por otra parte, Rumasa desde
el primer momento ofreció la colaboración para estudiar en profundidad cada tema
tributario, negociando con el Ministerio de Hacienda. Ello se hizo por escrito, siendo
García Añoveros ministro. Hacienda contestó diciendo que estaban conformes en
examinar toda la problemática fiscal del grupo, en encontrar unos cauces para
determinar cuál era la deuda fiscal de verdad y establecer unos plazos y unas
formas de pago.

“P”. ¿Entiende usted que Rumasa es la primera pieza del dominó de las
nacionalizaciones socialistas? ¿Es el Gobierno actual un lobo con piel de oveja? ¿Le
ha defraudado Felipe González? ¿Qué opina de Miguel Boyer?

“R”. Yo no soy un político, y esas preguntas son políticas. Yo sólo soy un


empresario que he trabajado toda mi vida para crear y consolidar una serie de
empresas que ahí están, dando trabajo directo a 60,000 hombres y colaborando
con cerca de un 2% al producto interior bruto.

Por otra parte, yo no estoy en lucha contra el Gobierno, porque es mi Gobierno, el


de todos. Solamente creo que tengo la obligación de defenderme con los
instrumentos que me dé el derecho, y eso debo hacerlo por mí, por mi familia y por
las propias empresas de Rumasa y los hombres y mujeres que las componen.

“P”. Todo el escándalo comenzó hace algunas semanas, cuando se hicieron


públicas sus desavenencias con la firma auditora Arthur Andersen. ¿Por qué
desobedeció sistemáticamente las recomendaciones del Banco de España en este
aspecto?

149
“R”. Rumasa encargó a la firma Arthur Andersen la auditoría de un centenar largo
de las empresas y de la totalidad de los bancos del grupo.

Como usted sabe muy bien, se trata de una prestación de servicios en la que,
lógicamente, el cliente tiene el legítimo derecho de poner reparos al trabajo
realizado o en vías de realización. Es una práctica normal que no puede extrañar a
nadie. En el caso que nos ocupa hubo, efectivamente, alguna divergencia de
opiniones que, justo es decirlo, mereció en todo momento la natural comprensión de
la prestigiosa firma. Buena prueba de ello es que Arthur Andersen nos había
entregado ya la documentación correspondiente a un centenar de empresas
totalmente auditadas y en la que se demuestra que la contabilidad reflejaba
fielmente la realidad patrimonial, y estaba a punto de facilitarnos la de otras
cuarenta y tantas. La documentación facilitada por Arthur Andersen fue entregada
inmediatamente al Fondo de Garantía de Depósitos y, que yo sepa, no ha merecido
ningún tipo de reparos.

En cuanto a la auditoría de la división bancaria del grupo, los trabajos habían sido
suspendidos para la formalización de un “status repport” o informe de situación
explicativo del trabajo realizado y del que quedaba por realizar en cada uno de los
bancos. Este informe de situación, que habíamos solicitado a principios de
diciembre de 1982, se empezaba a entregar precisamente en los días
inmediatamente anteriores a la expropiación.

Debo hacer constar que el Fondo de Garantía de Depósitos había emplazado a los
bancos del grupo Rumasa a que indicasen antes del 10 de marzo de 1983 la fecha
de terminación de sus auditorías, fecha que, evidentemente, aún no ha llegado.

"No hubo desobediencias con el Banco de España, sino discrepancias"

Otro tema es lo que apunta sobre una presunta desobediencia a las


recomendaciones del Banco de España. No ha habido tal desobediencia, sino una
serie de discrepancias –legítimas, por otra parte– en relación con unos plazos que
tanto nosotros como la firma Arthur Andersen consideramos insuficientes para la
realización de una tarea tan amplia y compleja como es la auditoría seria y
completa de dieciocho bancos con cerca de 2,000 oficinas y del orden de
cuatrocientas empresas. Estimo que di algunas razones en este sentido en la
conferencia de Prensa que tuvimos el pasado martes.

“P”. ¿Teme ir a la cárcel? ¿En sus previsiones inmediatas figura la de marcharse


al extranjero?

“R”. No temo ir a la cárcel por la sencilla razón de que tengo plena fe en la justicia
y en la rectitud de intención de nuestras autoridades. Para condenar a alguien
primero hay que juzgarle, y yo tengo mi conciencia tranquila y la seguridad jurídica
que depara vivir en un Estado de derecho como es España. Lo de marcharme al
extranjero, prefiero pensar que se trata de una presunción tan ligera como
desprovista de fundamento.

150
“P”. Antes de la expropiación, durante mucho tiempo siempre se habló en voz baja
del sueño de Ruiz-Mateos de concentrar Rumasa con el Banco Español de
Crédito...

“R”. El Banco Español de Crédito es una institución de sólido y merecido prestigio.


El supuesto de concentración que usted plantea sólo hubiera podido ser soñado por
los rectores del primer banco privado nacional, y por eso debería preguntárselo a
ellos. Las circunstancias hacen que las previsiones de algunos analistas del real
decreto-ley de expropiación tiendan a concluir que algunos de los bancos del grupo
Rumasa pudieran ser adjudicados al Banesto, con lo cual se produciría en una
pequeña parte esa concentración.

“P”. ¿Estaría dispuesto a comenzar otra vez de nuevo? ¿Cuáles son sus actuales
objetivos?

“R”. Rumasa empezó, hace veintiún años, con un capital de 300,000 pesetas. Si
después de todo esto tuviera que empezar de nuevo, lo haría con la misma ilusión
de entonces. Pero ahora no es esa la cuestión.

¿Mis objetivos actuales? Ayudar en lo que pueda a que todo este problema, que yo
no he planteado, se resuelva en un marco de serenidad y de justicia.

“P”. ¿Cómo se enteró usted de que le habían expropiado? ¿Es cierto que fue a la
misma hora que el resto de los ciudadanos?

“R”. Absolutamente cierto. Conocí la noticia por la televisión. Estaba hablando con
mis hijos y llegó una hija corriendo porque la había llamado su novio y le había
dado la noticia de la televisión.

“P”. ¿Cuál fue su primera sensación?

“R”. Para mí fue una sorpresa enorme... Si la voluntad de Dios es esta, amén.
Ahora, esto es en un plano sobrenatural y de proyección en el que yo creo. En el
orden humano no entiendo nada.

“P”. Si la expropiación no hubiera ocurrido, ¿Rumasa hubiera continuado


funcionando normalmente?

“R”. Absolutamente. Absolutamente convencido. A no ser que la crisis


internacional se hubiera llevado por delante no a Rumasa, sino a todo el sistema
financiero español. Si de verdad yo me hubiera sentido inquieto en algún momento
determinado, hubiera acudido a las autoridades monetarias a manifestarles mi
preocupación ante el peligro de defraudar a tantos miles de personas que
dependen de Rumasa. Se hubieran arbitrado fórmulas adecuadas con equilibrio
con ambas partes, como se ha visto en crisis bancarias anteriores, en que se han
dado soluciones.

Cuando yo no he acudido a estas soluciones es porque no hemos visto su


necesidad. Una prueba de la solvencia del grupo bancario es que a todas las
retiradas de fondos que se produjeron a partir del día 17 se hicieron frente con los
fondos de los bancos de Rumasa, cumpliendo además todos los coeficientes.

151
Por todo ello, reitero una vez más que no entiendo nada, no sé nada, pero lo que
mantengo y repito hasta la saciedad es que no ha habido motivo en absoluto para
tomar las medidas que se han tomado. Estoy perplejo, atónito, y espero que con el
tiempo podré entenderlo.

“P”. Las declaraciones de solidaridad con Ruiz-Mateos del resto de la banca


privada y de las organizaciones empresariales han sido escasas. ¿Qué opina de
esta soledad? ¿Se ha sentido alguna vez un “outsider” dentro del sistema
financiero español? ¿En qué zonas de la sociedad va a encontrar usted los
principales apoyos para salir adelante?

“R”. Mire usted: la solidaridad suele darse con mucha más facilidad entre los
trabajadores que entre los financieros, como es lógico y por razones obvias. No
deseo entrar en análisis de actitudes, que siempre serían necesariamente
subjetivas. Respeto cualquier punto de vista a la hora de contemplar la delicada
situación presente, aunque no lo comparta. Lo importante es sentirse en paz con la
conciencia, y yo me siento en paz con la mía. Algunas declaraciones recogidas por
los medios de comunicación explican suficientemente determinadas posturas.
¿Para qué hablar más de ello? En cuanto a si me siento un “outsider” dentro de la
banca española, puede comprender que, al no ser en estos momentos banquero por
razón del decreto-ley de expropiación, me considero un “outsider” absoluto.

"Existe la banca comercial, la industrial y Rumasa"

“P”. No obstante, usted siempre se ha sentido un banquero atípico en España...

“R”. La diferencia de Rumasa respecto a otros grupos bancarios, sin jactancia de


ninguna clase, porque es vocacional, es que existe la banca comercial, la banca
industrial y Rumasa, que es un conjunto de empresas con una gama muy
diversificada de actividades, en las que hay dieciocho bancos. Esto es distinto del
modelo del banco que tiene filiales, que tiene participadas. Alguno no ha llegado a
comprender las peculiaridades de este negocio, que tiene un estilo distinto al resto,
pero que ha dado un gran juego. Buena prueba de ello es que ha crecido durante
veintitantos años, y que ha crecido más en los años de la democracia y en diez
años de crisis.

Con independencia de las auditorías, que son métodos modernos en este país, la
banca española, que es sabia, muy experta y ha funcionado siempre bien, se ha
dejado guiar por unos factores que en un período de tiempo determinado pueden
valorarse como buenos o malos.

Rumasa se ha guiado por otros factores y no ha dejado de cumplir un compromiso,


ni de atender un pago, ni de satisfacer un salario. Y esto bajo la incomprensión de
muchos y sin el apoyo de quien tenía que hacerlo y sin dependencia alguna del
dinero del Estado ni del Banco de España. Aun después de todo lo que se ha
producido, de todos los rumores, nadie ha puesto en peligro la liquidez del grupo
Rumasa.

152
“P”. ¿Qué cree que piensan sus trabajadores y el hombre de la calle a estas
alturas del conflicto desatado en el “holding” de la abeja? ¿Cuántos trabajadores
ha despedido durante los años de la crisis económica?

“R”. Tengo plena confianza en lo que piensa la inmensa mayoría de los hombres y
mujeres que durante tanto tiempo han colaborado conmigo en la hermosa tarea de
construir, engrandecer y consolidar Rumasa. Desde los cargos directivos hasta
quienes han desarrollado las labores más modestas saben de verdad lo que ha
sido Rumasa, y sólo ellos son capaces de medir la capacidad de esfuerzo y
entusiasmo compartido por todos en torno al logotipo de la abejita, tan entrañable
para todos nosotros. Estoy seguro de que ellos no van a dejarse influir por
cualquier tipo de informaciones tendenciosas, sensacionalistas o
intencionadamente calumniosas. ¿El hombre de la calle? Una reciente encuesta,
rigurosamente realizada hace pocos meses, mostraba la muy favorable opinión que
Rumasa merecía al pueblo español.

Por supuesto, es fácil influir en la opinión pública con cierta facilidad cuando exista
el propósito decidido de hacerlo y se disponga de los medios necesarios para ello.

El dato concreto que me pide sobre cuántos trabajadores han sido despedidos de
las empresas del grupo Rumasa en los últimos diez años es difícil de contestar.
Efectivamente, se han producido algunos despidos, muy pocos afortunadamente, y
siempre por causas graves. Si puedo recordarle que en 1973 el grupo tenía una
plantilla aproximada a las 30,000 personas y que al empezar 1983 contábamos
con cerca de 60,000. No me corresponde a mí comentar lo que supone tal
incremento, precisamente en este decenio de crisis continuada, en el que el
crecimiento del desempleo se ha convertido en una de las más graves
preocupaciones en nuestro país.

"Tengo el patrimonio mínimo imprescindible para subsistir"

“P”. ¿A qué atribuye la decisión del Consejo de Ministros de expropiar Rumasa?


¿Pensó en algún momento en la posibilidad de expropiación cuando concedió la
conferencia de Prensa del pasado martes? ¿Cuándo comenzó su pulso con el
Banco de España?

“R”. Voy a ser conciso en una respuesta global para esta serie de preguntas.
Jamás pensé que pudiera ocurrir la expropiación del grupo Rumasa. No había
razón alguna para temerlo. Y estoy en condiciones de poder afirmar otra vez que
sin esta expropiación el grupo Rumasa hubiera continuado con toda normalidad.
No tengo ninguna duda razonable al respecto.

“P”. Tras la reunión de Boyer con los periodistas, en la que asegura que enviará a
los inspectores del Banco de España al “holding” si se rompe con la auditora
Arthur Andersen, ¿qué pasa? ¿Cuál es la secuencia de hechos?

“R”. (Rebollo) Boyer propuso a Rumasa sacar un comunicado conjunto con el


Ministerio de Economía, con dos partes: en la primera se decía que Ruiz-Mateos se
comprometía a terminar y a acelerar las auditorías. Esta primera parte se acepta,
sustituyendo las palabras "se compromete" por "mantiene vigente su compromiso".

153
Boyer acepta esto. En la segunda parte, José María Ruiz-Mateos debía autorizar a
las autoridades monetarias para poder llamar y dialogar directamente con Arthur
Andersen. Se le responde que no hay ningún inconveniente, siempre que Rumasa
esté presente, pero no acepta. Boyer dio a Rumasa una hora para repensar su
actitud y que firmase el documento. Esto no ocurrió y se creó un clima de gran
tensión.

“P”. ¿Cuál es el patrimonio personal del que dispone en estos momentos el que ha
sido considerado el hombre más rico de España?

“R”. El mínimo imprescindible para subsistir.

“P”. ¿Quiénes son sus enemigos? ¿Qué opina de la instrumentación política del
asunto? ¿Cuál es su estado anímico actual?

“R”. No me considero enemigo de nadie, aunque por desgracia no pueda evitar la


posibilidad de que alguien pueda sentirse enemigo mío. Por lo que se refiere a la
instrumentación política del asunto, es elemental que las decisiones del Gobierno
son, por su naturaleza, políticas. Otra cosa es que sean o no acertadas, y el libre
enjuiciamiento de las mismas por los ciudadanos forma parte del sistema
democrático. Mi estado anímico es excelente, porque repito que confío en la justicia.

“P”. Rumasa ha sido el caso enésimo de crisis bancaria en España. Sin embargo,
su resolución ha sido atípica en comparación con todos los precedentes. ¿Se siente
discriminado en el trato obtenido respecto a Banca Catalana, Banco Urquijo y otros
muchos?

“R”. Ciertamente, la solución dada por el Gobierno a la presunta y, desde luego, no


justificada suficientemente todavía crisis de Rumasa se aleja de las brindadas en
otros casos en que sí existía una situación de crisis perfectamente comprobable.
Saque usted mismo la conclusión adecuada y dígame si existe un trato
discriminado.

“P”. Usted es un profundo conocedor de la economía española. ¿Cree que hay en


estos momentos otros grupos a los que se les debería aplicar –bajo el supuesto de
la igualdad de oportunidades– la misma terapeútica que a Rumasa?

“R”. Le sugiero que esta pregunta la dirija usted a las autoridades competentes en
la materia, que supongo podrán responderle con todo lujo de detalles.

“P”. ¿Qué necesita para sentirse rehabilitado?

“R”. Sencillamente, que este asunto se aborde, por quienes tienen la


responsabilidad de hacerlo, con la absoluta objetividad y justicia que cabe
reclamar de un Estado de derecho.

“P”. ¿Por qué cree que no le han concedido a usted las ayudas que va a emplear el
Estado en expropiar, sanear y devolver al sector privado las sociedades ahora
expropiadas?

154
“R”. Esta pregunta no me corresponde responderla a mí. Lo que sí puedo afirmar,
una vez más, es que Rumasa nunca tuvo ni necesitó ayuda del Estado.
“P”. ¿Fueron en algunas ocasiones buenas sus relaciones con el Banco de
España? ¿Alguna vez le amenazaron con nacionalizar el grupo?

“R”. El Banco de España jamás me amenazó con tan grave medida, y tengo la
convicción de que la autoridad monetaria no ha considerado en ningún momento
tal posibilidad. Prueba de ello es que, de haber encontrado irregularidades graves
en el grupo, habría adoptado inmediatamente las acciones cautelares necesarias,
y para los que está plenamente facultada, como ha ocurrido en otros muchos casos
fáciles de recordar.

Séneca, Gracián y Maquiavelo aconsejan a Ruiz-Mateos

Rodeado de la mayor parte de sus trece hijos y de su mujer, de sus asesores


jurídicos y de sus principales colaboradores en el “holding de la abeja”, José María
Ruiz-Mateos, expresidente de Rumasa, el más grande grupo económico privado del
país, se encuentra voluntariamente encerrado entre las paredes de su chalé en el
madrileño barrio residencial de Somosaguas, desde la madrugada del miércoles.

Ese día conversaba con algunos de sus hijos en el salón de la mansión cuando
entró corriendo, apenas sin voz, otra de las hijas, para comentar lo que Eduardo
Sotillos, portavoz del Gobierno, acababa de decir por televisión: que Rumasa había
sido expropiada. A la incredulidad sucedió la emoción y más tarde la falta de
entendimiento. Era el fin de un proceso que según el ministro de Economía y
Hacienda, Miguel Boyer, había comenzado en 1978 y que había tenido sus
momentos más tensos el lunes pasado en una reunión de cuatro horas en el
Ministerio de Hacienda.

En ese mismo salón, sesenta y cuatro horas más tarde, Ruiz-Mateos explicaba
ayer a dos redactores de “El País” su aturdimiento. "El tiempo dirá quién tiene la
razón", dijo, pero "por el momento no tengo explicaciones razonables". Sobre la
mesa, la familia Ruiz-Mateos tiene, muy manoseado por el uso, un pliego de citas
de Séneca, Baltasar Gracián, Maquiavelo.

Algunas de ellas definen mejor que nada la personalidad del protagonista:

"Grandeza de ánimo es despreciar las injurias". "Pareció ir sobrepujando el riesgo


que a los grandes hombres los mismos peligros o les temen o les respetan".
"Cuando la fortuna quiere elevar a un príncipe, le suscita enemigos, lizas, para
ejercer su coraje y su industria y hacerle subir más alto grado de potencia".

En otra mesa lateral, retratos de cada uno de sus trece hijos, del matrimonio, del
Rey Juan Carlos con Ruiz-Mateos y un tríptico con las fotografías de Alfonso XIII,
don Juan y el Rey Juan Carlos.

Ruiz-Mateos observa por los ventanales algunos de sus hijos más pequeños
corretear por el jardín con la camiseta del Barça. Para hacerle las fotografías con
los familiares los llama dentro de la casa; tiene un miedo casi patológico a que los
fotógrafos de prensa que acampan a la puerta de su casa con potentes
teleobjetivos puedan localizarle.

155
Lo mismo ocurre ante la presencia del magnetofón. La entrevista comienza con el
periodista usando papel y lápiz hasta convencerle de la necesidad de reproducir
fielmente su pensamiento, su estado de ánimo, su vehemencia. Tras la larga
conversación, Ruiz-Mateos parece más relajado que al principio. "Hablo con el
corazón", dice, y cada poco pregunta si le crees. Su capacidad de convencimiento
es infinita: cuando habla de Rumasa es un iluminado con pocas dudas sobre el
modelo.

156
El País, Domingo

Año II, número 58 / domingo 23 de noviembre de 1986

La violencia casi endémica que azota desde hace años el País Vasco se ha
trasladado al seno mismo de la familia nacionalista. La tribu de Aitor, el legendario
padre de los vascos que concibió el riojano Navarro Villoslada, conoce un nuevo
cisma. En un contexto de crisis económica que no encuentra la salida del túnel,
Euskadi ve cómo a la tradicional dualidad nacionalismo-españolismo, en torno a la
cual giraba la política vasca, se suman ahora múltiples guerras de banderías.
Madrid ya no es el único punto de referencia que agita a Euskadi.

Cisma en la tribu de Aitor


La violencia se traslada al interior de la comunidad nacionalista vasca

Jesús Ceberio. El secuestro de Lucio Aguinagalde alteró la vida del nacionalista


Francisco Javier Gárate, alcalde de Ochandiano (Vizcaya). Al día siguiente de la
azarosa liberación recibió una llamada telefónica urgente de la Ertzantza (policía
autonómica) dándole instrucciones para que cortase inmediatamente el tráfico en
los accesos al pueblo. Habían recibido el “soplo” de que el “etarra” fugitivo, Luis
Enrique Gárate, estaba escondido en casa de sus padres. "De acuerdo, ahora lo
corto", respondió el alcalde. Antes de colgar añadió, lacónico: "Es mi hermano".

En la cueva del Gorbea se rompió algo más que la familia Gárate. Por primera vez
secuestradores, policías y secuestrado eran igualmente vascos.
Activistas de ETA y afiliados al Partido Nacionalista Vasco (PNV), que habían
atravesado juntos el desierto franquista, se reconocían como enemigos. El cadáver
de Genaro García Andoáin entraba en casa en un mal momento, recién consumado
el cisma capitaneado por Carlos Garaikoetxea.

Y lo que es peor, Madrid era ajeno al drama familiar.

Xabier Arzalluz resta importancia a estos contratiempos. Iagi-Iagi, la propia ETA,


ahora EA (Eusko Alkartasuna) son para él intentos fallidos de enterrar al viejo
Partido Nacionalista, "igual que nuestros padres enterraron el carlismo". Está
seguro de que sólo el tronco original podrá sobrevivir a la intemperie. El tiempo
derribará lo que no son más que ramas y aun hojas: "A las hojas se las lleva el
viento y sólo sirven para hacer fuego", dice aludiendo a Garaikoetxea.

Religión y patria

Este convencimiento de poseer la única fe capaz de salvar el destino de los vascos


tiene para Ion Juaristi, profesor de filología hispánica y dirigente de Euskadiko
Ezkerra (EE), un inequívoco componente religioso.

Por mucho que Sabino Arana adjurase del carlismo, hay en él una amalgama de
integrismo y un raro federalismo de raíces forales. "El gran problema del PNV es
que ha sido incapaz de crear un modelo de Estado integrador, aunque sea vasco".
Fernando García Cortázar, jesuita de Deusto, historiador, crítico del nacionalismo,
añade que el púlpito ha sido uno de los vehículos para transmitir la ideología del

157
PNV. "No es extraño que la idea de patria haya terminado por adoptar caracteres
religiosos. Eso le da fuerza y le incapacita para el pacto". Con el infiel no hay
acuerdo posible.

Juaristi agrega que el PNV es "incapaz de entender una sociedad basado en lazos
políticos". Estudioso del siglo XIX, asegura que los vascos no han tenido en su
historia conciencia de unidad política, aunque sí de unos privilegios comunes, los
fueros, cuya defensa los unió ocasionalmente.

Los derechos históricos que Arzalluz invoca han teñido, a su juicio, de arcaismo la
vida política vasca, restando poder al Gobierno de Vitoria en favor de las
diputaciones. Garaikoetxea ha hecho de la ley de Territorios Históricos el blanco de
un partido que, a falta de legitimidad histórica, necesita justificar el cisma
nacionalista.

Koldo Michelena, catedrático de filología indoeuropea, raro ejemplar de sabio


vasco, lo explica en términos simples: "Cuando yo hice la guerra en Bilbao estaba
defendiendo a Euskadi, no a Vizcaya". A sus 68 años, afiliado al PNV durante
medio siglo, se ha dado de alta en EA, después de vivir el cisma nacionalista como
una mutilación biográfica. Esa difusa reivindicación foral carece para él de sentido.
"Esta tierra, que no ha tenido unidad en ningún período histórico, tiene derecho a
acercar a sus gentes. El estatuto es el primer medio que se nos ha ofrecido para
eso".

La batería de acusaciones hace poca mella en el máximo dirigente del PNV. Eso
que otros llaman foralismo, que garantiza a las tres provincias vascas idéntica
representación en las instituciones autonómicas, al margen de su peso
demográfico, era para él la única vía para que una provincia de poca implantación
nacionalista como Álava votase por Euskadi. "Sólo así podemos esperar que algún
día los navarros sigan el mismo camino".

Un proyecto discreto

La herida abierta del nacionalismo ha sido su fracaso en la reunificación territorial,


que pasa por Navarra.

El líder del PNV relata así la estrategia que trazó su partido al final del túnel
franquista. "Hicimos un diseño discreto para los 10 años siguientes. En un
momento en que teníamos escasos medios humanos y económicos, cuando la calle
estaba en manos de todos los radicales, no sólo de ETA, trazamos un proyecto
discreto: conseguir la unidad de Euskadi sur en el marco de un estatuto que no
fuera inferior al del 36, sin renunciar a nuestro propio ser". "Hoy tenemos una
hacienda autonómica, una policía, unos medios de comunicación propios y
competencias para desarrollar un modelo educativo que potencie el “euskera”.

Aunque no han faltado los regateos, hemos logrado el marco jurídico que
pretendíamos, salvo la unidad territorial, en la que el PSOE se echó atrás, es
posible que por consideraciones estratégicas. Navarra le da a Euskadi una
complementariedad territorial y una larga frontera pirenaica con Francia que
Madrid ve con recelo".

158
Con su fe fortalecida por 40 años de catacumbas, el PNV no supo ver, asegura el
médico donostiarra Antonio Ayestarán, que tras la aparición de ETA se había
consolidado la ruptura del nacionalismo con una cultura política radical que
reconocía en la violencia uno de sus rasgos de identidad.

Los últimos vástagos de la familia nacionalista habían llevado la idea sabiniana


de un Euskadi soberano hasta sus últimas consecuencias.

Frente a la filosofía del paso a paso "sin renunciar a nada", como Arzalluz se
encargaba de recordar, o la política real que en boca de Garaikoetxea significa
establecer pactos sin abandonar el horizonte de la autodeterminación, los jóvenes
airados han alzado la bandera del todo o nada.

Para Herri Batasuna (HB) la soberanía vasca no tiene cabida en una Constitución
unitaria que deposita la soberanía en el pueblo español. Iñaki Esnaola afirma que
muchos nacionalistas que militan bajo otras siglas están de acuerdo con esto, sólo
que están atados por líderes timoratos. Ion Idígoras no tiene reparo en asegurar
que mientras no se acuerde "un nuevo marco político", idea dominante y casi única
de su actual campaña, la violencia seguirá en Euskadi. Es el sistema el que les
expulsa al no dejar resquicios para materializar sus ideas.

Minúsculos carteles

La cultura de la violencia ha permitido a HB incorporar a sectores marginales de la


sociedad, jóvenes sin trabajo ni esperanza de tenerlo, que han hecho una versión
nacionalista de la ira que recorre hoy muchas ciudades europeas. Para Antxón
Pérez de Calleja, economista crecido en la Caja Laboral Popular, que hace dos años
colgó su título para dedicarse a fabricar quesos de Idiazábal con técnicas
artesanales, no hay una diferencia sustancial entre esta violencia y la que azota a
las urbes superindustrializadas de la RFA o Francia.

Tomás, cantante del conjunto de “rock radikal” Zer Bizio, dice que la violencia es
inseparable de su música. Viviendo en Bilbao no puede cantar a los pájaros del
cielo, entre otras cosas porque no los ve. "Tengo que decir –"qué bien, hoy no nos
ha parado la policía–". Eso no significa que el “rock radikal” se limite a decir –
"policía, policía, mierda, mierda"–. Nosotros queremos estimular a la gente
contándole lo que nos pasa".

Sus últimos conciertos están patrocinados por HB, que les paga 60,000 pesetas,
aunque puntualiza: "Nosotros no le damos la mano a nadie, ni siquiera a HB".
Según él, las elecciones no sirven para nada, salvo "para que se vea que en este
pueblo hay una respuesta". Su próximo disco saldrá pronto a la calle con un título
expresivo: “Sentimientos y venganzas”.

Contra los usos de otros partidos, HB apenas coloca un par de minúsculos carteles
en el escenario, al que no sube ningún orador. La comunicación con el público no
necesita de mayores identificaciones. El cantante de Zarama dedica una canción "a
las parejas conflictivas..., esto es, a todas las parejas..., incluidas las de la
Guardia Civil". Un centenar de jóvenes baila bajo la lluvia. Sólo un grito demasiado
obvio: "Gora ETA militarra". Todo se desarrolla en Baracaldo, un pueblo de aluvión

159
crecido en los huecos que dejan las fábricas. Altos hornos y viviendas se mezclan
en un paisaje infernal. Es lo que el escultor Eduardo Chillida denomina
"industrialización atroz".

"La cultura de la violencia ha permitido a HB incorporar a sectores marginales que


han hecho una versión nacionalista de la ira que recorre hoy muchas ciudades
europeas.

Desde el axioma de que nada hay más tímido que un millón de dólares, no es de
extrañar que el País Vasco haya entrado en su más grave crisis económica. La
violencia no ha sido la causa, pero nadie niega que ambos fenómenos se alimentan
mutuamente. "Arzalluz apunta que HB es el desagüe de muchas cosas", que,
según Juaristi, ha dado cobijo a "todos los que andan a la búsqueda desesperada
de identidad". En términos más brutales añade: "Ya puede ser vasco todo el que
comulgue con la abyección y el asesinato". García de Cortázar no exculpa al
nacionalismo tradicional de la violencia. "Todo nacionalismo conduce a la exigencia
de un Estado, y el peligro de las utopías es que crean frustraciones y conducen a
la violencia".

Arzalluz se irrita ante la denuncia de que su partido se ampare en ETA para


extender su propio poder, y rebota las sospechas hacia Madrid. Está convencido de
que el día que desaparezca ETA, "y ojalá sea hoy", habrá una recomposición de los
nacionalistas. "Si entre nosotros, que ya hemos demostrado que tenemos la
mayoría en este país, nos ponemos de acuerdo en cuatro o cinco grandes temas,
aunque nos peleemos en los demás, ese día el PSOE tendrá más problemas que
hoy.

Lo que me preocupa ahora es que ETA deje de pegar tiros".

Fin de época

Juaristi encuentra, sin embargo, un mensaje subliminal en la actual campaña


electoral del PNV: "O nosotros o el “comando España”". Eso es lo que deduce
cuando le oye decir al “lendakari” Ardanza que ETA puede seguir 25 años más si
no se satisfacen las legítimas aspiraciones del pueblo vasco.

Desde el axioma de que nada hay más tímido que un millón de dólares, no es de
extrañar que el País Vasco haya entrado en su más grave crisis económica. Es
seguro que la violencia no ha sido la causa del derrumbe industrial, pero nadie
niega que ambos fenómenos se alimentan mutuamente. Pérez de Calleja, que
desde su caserío aún puede divisar un bosque enriquecido de oro por el otoño, todo
un lujo en esa cadena de chimeneas que va desde Somorrostro a Fuenterrabía,
dice que la violencia es un fenómeno aledaño de una crisis industrial mucho más
profunda.

"Se nos ha agotado un modelo industrial que ha funcionado durante un siglo". Este
proyecto, encabezado por la Liga de Productores Vizcaínos y tributario de Henry
Bessemer, inventor del alto horno de hulla que permite la obtención de acero de los
hierros sulfurados vizcaínos, se apoyó en el nuevo marco económico implantado en
1976 tras la definitiva derrota carlista, que algunos nacionalistas recuerdan como

160
una más de las guerras perdidas por los vascos. El “monocultivo” del hierro fue el
motor de una industrialización algo tardía, que con el traslado de las aduanas a la
costa encontró en España un mercado cautivo.

"Ese escenario se ha acabado", asegura Pérez de Calleja. "La revolución


tecnológica, la explosión salarial, el fin del proteccionismo con la integración
europea y la crisis de un proyecto basado en altos consumos energéticos nos han
dado la puntilla.

Estamos en una típica situación de fin de época y parece que nuestros políticos ni
se han dado cuenta o al menos no lo reconocen". En su diagnóstico la violencia es
un hecho marginal, aunque actúa como factor de desmoralización.

El presidente de la Confederación de Empresarios Vascos, José María Vizcaino, y


el director de la Zona de Urgente Industrialización (ZUR) del Nervión, Roberto
Velasco, creen, por el contrario, que el modelo tradicional tiene cuerda todavía,
siempre que se haga un esfuerzo tecnológico. "Para eso no basta la
autofinanciación, hacen falta capitales exteriores".

La huida

Pérez de Calleja recuerda que, salvo en el automóvil, Euskadi ha participado en


todas las aventuras industriales del siglo. En los últimos años ha perdido, salvo
casos aislados, el tren de la revolución informática.

Velasco añade que "ni la ITT ni la Hewlett Packard han venido, aunque sólo sea a
preguntar, prefieren irse a zonas menos calientes. Las multinacionales huyen del
País Vasco".

"En una negociación reciente el inversor extranjero mostró un periódico en el que se


veía a dos jóvenes que quemaban un autobús a cara descubierta. –"¿Qué les ha
pasado? "–. –"Me temo que nada"–, le respondieron.

–"Pues mientras eso no se corrija, no podemos invetir". Le preocupa más la


impunidad que el hecho en sí. La violencia laboral ha desbordado a los sindicatos
clásicos.

Jefes de personal ven su nombre en las calles con el añadido macabro: "Te vamos
a matar". Un empresario cuenta más de uno de sus jefes de taller ha recibido
llamadas amenazantes por el solo delito de echar una bronca en la fábrica. "No
importa que sea nacionalista".

Según una encuesta realizada recientemente por la ZUR entre 2,800 industrias del
Nervión, más de 700 no han invertido nada en los últimos tres años ni piensan
hacerlo en los tres próximos. La respuesta sólo fue positiva en 500 casos. "No
invertir en seis años es morir", sentencia Velasco.

Destrucción del 40% del empleo industrial en ocho años, tasas negativas de
inversión hasta 1983, paro del 56% entre menores de 25 años (el más alto en
todas las regiones de la OCDE), son datos –algunos del propio Gobierno autónomo–

161
que ha memorizado el socialista José María Benegas para desmentirle a Ardanza
cuando este sostiene que la crisis tocó fondo en 1980.

Hay empresarios que sostienen que el País Vasco volvería a dispararse hacia
arriba si se pusiera coto a la violencia. Algo de eso se trasluce cuando Vizcaino
transmite a los políticos el mensaje de que acaben con la lucha armada y se
pongan de acuerdo en algunos puntos esenciales, lo demás correrá de parte de los
empresarios.

"Algunos se han ido pero la mayoría sigue aquí. Las industrias no se pueden
desmontar y llevar a otro sitio.

No es fácil encontrar un tejido de industrias auxiliares y obreros ya formados,


como los que aquí tenemos.

Y, al final, nos tira esto".

El entierro de Neguri

Crisis y violencia han arrasado ese escaparate de la acumulación capitalista que


fue Neguri. "Los bienes no anietan", explican algunos. García de Cortázar dice que
la gran burguesía vasca, visceralmente española y anti PNV, "murió el día que se
dejó matar a Javier de Ybarra" en plena campaña de las primeras elecciones de
1977. Este jesuita que dirige el colegio mayor Deusto recuerda que, entre 350
estudiantes, al menos cuatro han vivido un secuestro en su familia y tres más han
visto cómo mataban a su padre. "Es lógico que no quieran seguir ese camino".

El asesinato de María Dolores González Cataráin, Yoyes, y la muerte en acción de


Genaro García Andoáin suponen, con todo, un salto cualitativo en la guerra de
ETA.

"La explicación de que ETA", dice Juaristi, "es una respuesta al centralismo de
Madrid deja de servir cuando tienes el muerto en casa".

¿Cómo salir de esta espiral? EE se ha ganado el título de traidor a la patria, algo


que muchos países en guerra castigan con la muerte, por proponer que no hay más
salida que el estatuto. Esta coincidencia con el PSOE es en sí misma un delito.

Benegas proclama desde el gueto no nacionalista que en la Constitución no caben


ni el pacto con la Corona (una vez más la memoria foralista de Arzalluz) ni el
Estado confederal (Garaikoetxea) ni la autodeterminación.

Mario Onaindia es un hereje merecedor de la hoguera cuando concluye que los


vascos se autodeterminaron al votar el Estatuto. La sospecha se amplía a toda la
familia de Aitor, el legendario padre de los vascos acuñado por el riojano Navarro
Villoslada.

A la dualidad nacionalismo-españolismo se suman múltiples guerras de banderías.


La traición se ha convertido en un mensaje electoral de curso corriente. Los del PNV
acusan de traidores a sus correligionarios de ayer agrupados en EA, para HB, los

162
seguidores de Euskadiko Ezkerra son unos vendidos a la causa de Madrid y
finalmente ETA acusa a todo lo que no sea HB.

Michelena confiesa que éste es "un país aterrorizado", en el que todos tienen un
exquisito cuidado en no decir lo que no deben decir. Impenitente lector en inglés de
novelas negras, no cree que el miedo de Euskadi sea muy diferente del que se
adueñó de Chicago bajo el imperio de la mafia del alcohol. "Nosotros creíamos algo
tan simple como que era malo matar.

Incluso tratamos de hacer la guerra decentemente. Pensaba que ése era un valor
del país, pero ahora resulta que se acepta lo contrario".

Todo es empeorable

A veces no se sabe si ese Euskadi soberano, por el que ETA mata, es para el PNV
una utopía, irrealizable como tal, o una meta política operativa. Arzalluz ha
reconocido alguna vez que Euskadi sólo podrá ser un Estado independiente "por
una broma de la historia". Pero no está dispuesto a renunciar. "Nadie renuncia a
nada, tampoco los socialistas a su propia utopía".

Eso se manifiesta con crudeza en la guerra lingüística. El PSOE desconfía de todo


lo que suene a privilegio del idioma vasco en la educación.

Hay un temor inconfesado a que la normalización social del “euskera” contribuya a


ahondar el nacionalismo.

Michelena, que ha dedicado a esta lengua toda una vida, reflexiona así: "Cierto
grado de conflicto es inevitable, pero en interés de todos debemos conseguir que se
mantenga dentro de márgenes tolerables. La actuación sobre el “euskera” no
debería depender de los vaivenes electorales. Es difícil encontrar un marco
aceptable para todos, pero creo que podemos establecer dos principios: la lengua
menos favorecida históricamente tiene derecho a una protección especial, sobre
todo porque es un patrimonio esencial, pero es insensato pretender que se
convierta en el idioma único". El mejor conocedor del “euskera” sostiene que la
violencia es inútil en este terreno.

"La violencia no logra otra cosa que ahuyentar a la gente y nosotros, que somos un
país marginal desde el punto de vista de la cultura, necesitamos más que nadie la
exogamia. Todo lo que contribuya a avanzar en el terreno del conocimiento es
bueno, sea en una lengua o en otra. Necesitamos universitarios homologables en el
exterior, sin que el “euskera” sea la medida única". A Michelena le importa poco
que la física cuántica se explique en vascuence, "aunque ya podemos hacerlo,
porque nuestra lengua se ha modernizado". Prefiere que el profesor sea de primer
nivel.

Desde HB critican su tibieza, a veces en términos durísimos. Ningún ámbito escapa


así a la sospecha. Juaristi asegura que "con la degradación actual la
independencia sería un horror, que conduciría a una guerra civil. Un Estado vasco
sólo sería posible hoy bajo la forma de una dictadura". Muchos han hecho suyo un
tremendo fatalismo: "Todo es empeorable".

163
El País, sábado 22 de mayo de 1982 Las Malvinas

Alfredo Astiz: historia de un centurión

La persona que tengo ante mí es uno de los pocos supervivientes –unos cien de
entre los 5,000 “secuestrados” que pasaron por la tétrica Escuela de Mecánica de
la Armada argentina– que hoy permanecen refugiados en Madrid, conocía al
capitán Alfredo Astiz. Alguien que conocía a Astiz como quizá sólo las víctimas
llegaron a calar en sus verdugos. Este es su testimonio.

Maruja Torres. La persona que tengo ante mí y que –como los otros que me nutren
para este reportaje– me pide que le respete el anonimato, ya que no los recuerdos,
se explica a sabiendas de que me va a costar entenderle: "Cuando digo que Alfredo
Astiz no es como le definen los periódicos no quiero significar que sea mejor.
Sencillamente, es distinto. No es un torturador, en el sentido de que su misión no
era conducir los interrogatorios ni aplicar la “picana” eléctrica, aunque
seguramente alguna vez lo hizo si fue necesario.

Pero es un torturador, a lo mejor el que más, porque él era uno de los que
suministraban el material humano que luego iba a parar bajo las manos de los
verdugos. Desde un punto de vista ético, moral y de responsabilidad histórica,
Astiz está metido hasta el cuello. Sin embargo, no quiero ser injusto con él, y si
alguna vez volvemos a encontrarnos cara a cara, pretendo que sepa que nunca le
falsifiqué, que expliqué su monstruosidad tal como era, sin simplificarla".

Otro testimonio -otro superviviente- coincide: "No es un Martín Borman. Eso sería
demasiado fácil". Y no es un personaje fácil, no, el teniente de navío Alfredo Astiz.
No es un hombre a la manera de Pernia, alias “el Rata”, que antes de hincarle la
“picana” en la carne a una mujer suplicaba: "Permiso, señora". Ni a la de Acosta,
alias “el Tigre”, un “dandy” que se cambiaba de atuendo varias veces al día y
disponía de distintos relojes marca Rolex para conjugar con el traje, y que entre
dos torturas practicaba la navegación a vela, y que descendía a la cámara de los
horrores en chándal, con un whisky en una mano y un lanzagranadas en la otra, y
que en plena aplicación del suplicio hacía una pausa para explicar, en su gracioso
estilo onomatopéyico –"y entonces el destructor, brrrrrrummm, en vez de atacar,
encalló, plas, plum, y chim, pom"–, ocurrentes chistes mientras sus víctimas
gemían de dolor. Tampoco es como Benasi, el minucioso, el concienzudo, que
aplicaba el martillo tan prolijamente que más adelante fue enviado a Arabia Saudí
para asesorar al rey Jaleb.

"Astiz era un oficial típico de la Marina argentina. Si su nombre transcendió fue por
haberse visto envuelto en asuntos internacionales".

Intoxicación de titulares

Asuntos internacionales: dos monjas francesas y una súbdita sueca –la “suegrita”,
como ellos la llaman– capturadas, torturadas y asesinadas. Pero luego hablaremos
de eso. Ahora estamos en que hay que prescindir de la intoxicación de titulares de
periódico y notas de agencia, del Astiz pintado como un lobo sediento de sangre
humana, para ceñirse a otra realidad mucho más compleja, a otro infierno.

164
Para entender a quienes se refieren a Alfredo Astiz como a un enemigo distinto –y
no por ello menos pavoroso– hay que empezar imaginando, si se puede, ese edificio
de cuatro plantas situado en el bonaerense barrio de Núñez, en la avenida del
Libertador, a cuatrocientos metros del estadio del River Plate. La cámara de tortura
está en el sótano; en la planta baja se encuentran las oficinas operativas y de
inteligencia; en el primer piso hay cuartos vacíos, en el segundo están los
dormitorios de los oficiales permanentes, y en el último, la “capucha”, en donde se
hallan, en un ambiente dividido por tabiques, los detenidos que no están siendo
torturados. El mundo comienza y termina ahí, hasta el punto de que los gritos de
los hinchas, que llegan amortiguados desde el estadio, parecen sonidos de
ultratumba. Es como vivir en el interior de un submarino, es el otro lado del espejo,
la locura, quizá tanto para los verdugos como para sus víctimas. Porque la mayoría
de quienes realizan entre esos muros su oficio de muerte tienen detrás una familia
destrozada.

Un mundo en el que la lectura favorita de todos es la trilogía de Larteguy “Los


centuriones. Los pretorianos y Los mercenarios”. Un mundo en el que algunos de
los secuestrados sobreviven porque precisamente han tenido alguna vez en sus
manos esos libros, y para ellos es como un manual, un catálogo de lo que en la
escuela van a encontrarse. Un mundo en el que el prisionero constituye la única
familia de su capturador, porque en cuanto uno caía en las redes del “Selenio” –
nombre de batalla del grupo operativo 3.3.3.2, de la Escuela de Mecánica de la
Armada–, uno pasaba a pertenecer en cuerpo y alma al oficial que había dirigido la
caza.

Tampoco puede entenderse la Escuela sin profundizar antes un poco en el papel de


la Marina, cenicienta que ha sido a lo largo de la historia de Argentina, intentando
siempre colocar presidentes en lo alto y fracasando siempre, tratando siempre de
sobrepasar al Ejército y la aeronáutica y desbordada siempre. Ese rosario de
frustraciones se vio interrumpido gracias a dos factores: la toma del poder por
parte de la Junta Militar en marzo de 1976 y la ambición sin límites del entonces
comandante en jefe de la Fuerza Naval, Eduardo Emilio Massera, quien vio la
ocasión de hacerse con una importante parcela de poder a cambio de convertir la
Escuela, que radicionalmente servía para impartir enseñanza técnica y formar
como suboficiales a muchachos de extracción modesta, en el primer centro de
obtención de información enemiga del país; es decir, en el más importante templo
de la tortura, el “traslado”, la desaparición, el exterminio.

Fue inútil que el Servicio de Inteligencia Naval pretendiera que la Escuela y su


grupo operativo, “Selenio”, no se escaparan de su órbita.

Massera hizo que ese instrumento de poder dependiera directamente de su


voluntad, y a la Junta Militar le pareció muy bien, hasta el punto de que pronto
“Selenio” extendió su radio de acción por todo el país y más allá de los océanos, a
pesar de haber nacido con el pretexto de proteger los territorios abyacentes a la
Escuela.

Hoy, Massera es presidente del Partido de la Democracia Social, dispone de un


órgano periodístico llamado “Convicción” y amenaza cada dos por tres con
bloquear las listas de desaparecidos, motivo por el cual ha sufrido más de un

165
atentado. Sin embargo, en aquel tiempo, Massera gustaba de acudir
personalmente a torturar –sólo de cuando en cuando, para alivio de los
guardaespaldas que tenían que protegerle–, como el patrono que llega
puntualmente a su fábrica para dar ejemplo a los obreros.

En la Escuela se daban tres tipos de represores. Estaban los burócratas, la


mayoría, un 70 %, los típicos "hago-lo-que-hago-por-que-me-loordenan", que
cumplían al pie de la letra, sin pasarse ni quedarse cortos, y que se llamaban a sí
mismos “profesionales”. Luego estaba un 20 % de psicópatas, de esos que babean,
lloriquean y jadean cuando torturan, y que pertenecen al prototipo del verdugo
hollywoodiense.

Y, finalmente, apenas un 10 %, uno se encontraba con los convencidos, los que


actuaban en nombre de una ideología. Eran los peores. Entre ellos se encontraba
Alfredo Astiz.

Desde muy niño había querido ser oficial de la Marina: por mucho que mire atrás
no recuerda haber pretendido otra cosa. Y, de alguna manera, es natural, lo lleva
en la sangre. Su abuelo poseía unos astilleros. Su padre fue un marino de los de
cuerpo entero, de esos que permanecen en el puente de mando infundiendo valor a
sus hombres, capaces de hundirse con el barco, a la manera de un personaje de
Conrad o Stevenson. Lástima que tantas virtudes navales tropezaran con la
ambición de Massera, que nunca le permitió llegar a contralmirante. En cambio,
Massera estuvo encantado de introducir a Astiz hijo en el turbio asunto de la
eufemísticamente llamada “lucha antirrepresiva”: era una forma de pringar a la
Marina tradicional hasta el cuello en la más sórdida página que ha conocido la
historia argentina.

Alfredo Astiz tenía 23 años cuando triunfó el golpe y era prácticamente igual que
ahora, igual de valiente, igual de seguro, con la sonrisa inocente, el mechón claro
acariciándole la frente, el cuerpo de jugador de rugby, el talante caballeroso de
oficial de elite frecuentador de niñas bien a las que no presta atención excesiva. La
primera operación en la que el joven Astiz participa, antes de pertenecer a
“Selenio”, tiene efecto poco después del golpe, cuando se procede a secuestrar –y
podría decirse que es un secuestro hasta cierto punto “legal”, teniendo en cuenta lo
que vendrá después– a políticos y sindicalistas que pueden oponerse al régimen de
Videla. La operación se lleva a cabo utilizando microbuses, y Astiz se jacta de su
eficacia, de que ha resultado mucho mejor que cuando el golpe de 1966, en el que,
según le han dicho, hicieron lo mismo utilizando microbuses de una sola línea y,
claro, aquello fue un desmadre.

Más adelante, a principios de 1977, Astiz llega a la Escuela de Mecánica de la


Armada como uno de los oficiales rotativos que operan contra los montoneros
durante períodos de tres meses y que luego son enviados a otro destino, a
descansar y, sobre todo, a olvidar la sucia tarea que estuvieron desempeñando:
otro ingenioso invento de Massera para implicar a la oficialidad en la represión.

166
La suequita

De la desaparición de la ciudadana sueca Dagnar Hagelin –apenas dieciséis


años–, como de la de las monjas francesas, los montoneros supervivientes carecen
de información directa, y la que tienen les viene de terceros, de médicos o
guardianes de la escuela.

Parece bastante seguro, sin embargo, que Alfredo Astiz participó en la operación de
captura como uno más entre la treintena de oficiales que sitió la casa a la que ella
acudió, aunque resulta bastante probable que la bala que se alojó en su cabeza
perteneciera a la escopeta que el joven Astiz –alias “el Rubito” – solía utilizar en
este tipo de operaciones. El disparo rozó el cerebro de Dagmar y la dejó
hemipléjica, sin control de esfínteres. Luego la llevaron a la escuela, la torturaron
y, finalmente, la mataron.

En aquel tiempo, la orden de eliminación tenía que proceder de Acosta, el jefe


máximo del grupo: Astiz todavía era un recién llegado. Uno y otro habían cometido
un dramático error, porque Dagmar no era la montonera que buscaban. Pero
cuando pensaron en devolverla, en vista del escándalo internacional que la
Embajada sueca estaba organizando, consideraron que la muchacha estaba
impresentable. La suprimieron.

"Qué han hecho con el Rubio"

La operación más brillante en que Astiz participó, aquella por la que más tarde se
haría, como suele decirse, tristemente famoso, fue su infiltración en el movimiento
de las Madres de la Plaza de Mayo. Se le puede imaginar fácilmente: joven, rubio,
guapo, simpático, tierno, el hijo con el que todas aquellas mujeres desangradas
podían identificarse. Apareció en la plaza de Mayo fingiéndose hermano de un
estudiante desaparecido.

En esa misma ocasión la policía –una hábil maniobra– carga sobre las madres, él
trata de defenderlas a golpes, las madres se conmueven, se arrojan sobre los
agresores, le rescatan.

Y a partir de ese momento, Alfredo Astiz se convierte para ellas, en “el Rubito”,
alguien a quien proteger y adoptar, alguien que les protege a su vez. Lo introducen
en la comisión, y él y una montonera detenida en la escuela que más tarde se une
a él en la infiltración, fingiéndose hermana suya –hoy, vive en Madrid y afirma que
fue obligada a ejecutar ese trabajo–, consiguen asistir a diversas reuniones.

El día en que se produce la recaudación de fondos, cuando las dos monjitas


francesas, Alice Domont y Leonie Duguet, acuden a la modesta colecta que han
obtenido por su parte, los de “Selenio” caen sobre ellas.

Son capturadas las dos religiosas y trece madres, “el Rubito y la Rubita”, pero a
estos se les deja en libertad inmediatamente, aunque sus víctimas lo ignorarán
siempre.

167
"¿Dónde está el Rubito?, ¿qué han hecho con él?", dicen que preguntaban las
monjas en su celda, encapuchadas y con grilletes en tobillos y muñecas. Y dicen
también que nadie se atrevió a contarles la verdad.

No se sabe si Astiz las torturó.

En todo caso, ¿qué importa eso? Las trece madres y las dos religiosas fueron
también brutalmente suprimidas.

La orden debió partir nuevamente de Acosta, “el tigre”, el jefe, que en ese momento
se encontraba en Puerto Belgramo, visitando a su mujer y a su padre –se
vanagloriaba de haber enseñado a disparar a su hijo, de diez años, con una
pistola del 45–, y que habló por teléfono con Astiz cuando se enteró de la captura.
Pero no cabe exculpar a Astiz, que en ese momento no era ya un recién llegado,
sino un oficial con mucho prestigio en la escuela y que además, según la norma
imperante allí dentro, era dueño y señor de sus detenidas.

El ocaso del guerrero

Dicen que Alfredo Astiz, a veces, reflexionaba en voz alta sobre el futuro. "Si la
Marina me larga por lo que he hecho aquí, ¿a qué me voy a dedicar? Claro que", se
animaba, "tengo una buena capacidad técnica, soy hombre rana, paracaidista,
experto en explosivos, sé hacer muchas cosas...

Podría irme a un país africano como mercenario". Luego, de repente, renacía su


confianza: "No, el Arma no me abandonará".

Y no le abandonó. Le dio finalmente, como premio, la guerra con la que había


soñado desde que era pequeño.

Después de haber combatido en esa otra guerra rastrera contra madres y monjas,
después de haber asesinado concienzudamente, el teniente de navío Alfredo Astiz
pudo finalmente combatir contra verdaderos destructores, contra cañones
auténticos, soldados entrenados como él para la muerte.

Y entonces se rindió. De acuerdo con su lógica marcial, hubiera tenido que pegarse
un tiro: pero ahí le falló el personaje. Por eso ahora, quienes le recuerdan, dicen
que es un monstruo con fisuras. Un monstruo con los pies de barro.

168
I El País, jueves 17 de enero de 1991

Internacional / 5

La aviación aliada inicia el bombardeo masivo de las posiciones


iraquíes en Kuwait e Irak
George Bush está seguro de ganar la guerra

Carlos Mendo. Washington. El presidente George Bush anunció hoy a sus


ciudadanos el comienzo de la guerra con Irak con una promesa de un triunfo
rápido sobre la maquinaria militar iraquí y el compromiso de que Estados Unidos
no consentirá un nuevo Vietnam. "Prefiero pensar en la paz y no en la guerra",
manifestó Bush en una alocución al pueblo norteamericano dos horas después de
ordenar un masivo ataque aéreo contra las posiciones iraquíes en Irak y Kuwait.
"Pero venceremos", añadió. El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas
norteamericanas y 41º presidente de Estados Unidos se dirigió a la nación para
justificar la orden de ataque a las fuerzas iraquíes después de que la comunidad
internacional "hubiera agotado todos los medios para conseguir una solución
pacífica al conflicto".

"Desgraciadamente", dijo Bush, "la conclusión a la que la coalición internacional de


28 países congregada contra Irak llegó es que solo el uso de la fuerza podía obligar
a Irak a abandonar Kuwait". "No fracasaremos en nuestro empeño de expulsar a
Irak del emirato", manifestó convencido el presidente norteamericano, que, una vez
más reiteró su propósito de no consentir una guerra larga y costosa como la de
Vietnam. "No permitiremos que nuestras fuerzas tengan que combatir con las
manos atadas a la espalda", advirtió Bush, indicando que el Pentágono estaba
dispuesto a utilizar todo el poderío militar de EE'UU. para conseguir una victoria
rápida y decisiva sobre Irak.

Bush dejó muy claro que las fuerzas aliadas destruirían el potencial químico y
nuclear de Irak en el curso de las operaciones, que todavía continuaban mientras
el presidente se dirigía a la nación. Bush, que notificó previamente a los líderes del
Congreso, de acuerdo con la resolución aprobada el pasado sábado, su intención
de iniciar las hostilidades, puso toda la responsabilidad por el comienzo de la
guerra en el presidente iraquí, Sadam Husein. "Mientras el mundo esperaba", dijo,
"Sadam Husein respondió a cada gesto de paz por parte de la comunidad
internacional con un desafío".

"Mientras el mundo rezaba por la paz, él se preparaba para la guerra", añadió.


"Sadam ha rechazado todas las advertencias y ha tratado de convertir este
conflicto en una disputa entre Estados Unidos e Irak. A la vista está que ha
fracasado", dijo Bush para recordar a continuación que 28 países participaban en
la alianza internacional congregada contra Irak.

Planes previos

El presidente anunció que, según informes recibidos del comando supremo


norteamericano en la zona del Golfo, general Norman Schwarzkopf, "todas

169
nuestras operaciones se están desarrollando de acuerdo con los planes previstos".
Según los corresponsales acreditados en el Pentágono, 2,500 aviones aliados han
participado en el bombardeo masivo de las posiciones iraquíes en Kuwait y en
Irak. En este país, pillado totalmente por sorpresa por el ataque que se ha
producido exactamente a las 19 horas de expirar el plazo de las Naciones Unidas,
los aviones aliados han bombardeado exclusivamente objetivos militares como lo
demuestra el hecho de que, según informaban en vivo los corresponsales de las
cadenas norteamericanas en Bagdad, las explosiones que iluminaban la noche
iraquí se producían a mucha distancia de la capital.

Bush subrayó que los objetivos norteamericanos eran claros. "Las fuerzas de
Sadam Husein abandonarán Kuwait, el legítimo Gobierno será restablecido y
Kuwait será de nuevo libre", afirmó Bush, quien anunció que su intención era
repatriar a los soldados norteamericanos en el Golfo tan pronto como terminara el
conflicto.

La guerra del Golfo, bautizada con el nombre de Tormenta del Desierto, comenzó a
primera hora de la madrugada de hoy con un bombardeo masivo de las posiciones
iraquíes en Kuwait e Irak, según anunció en dos escuetos párrafos, el portavoz de
la Casa Blanca, Marlin Fitzwater. "La liberación de Kuwait ha comenzado", declaró
Fiztwater en la sala de prensa de la mansión presidencial ante un compacto grupo
de informadores convocados apresuradamente desde sus casas y sus puestos de
trabajo para escuchar la esperada orden de ataque a Irak, cursada por el
presidente Bush como comandante en jefe de las fuerzas armadas de Estados
Unidos.

"En colaboración con las fuerzas de nuestros aliados. Estados Unidos ha iniciado
la operación Tormenta del Desierto, destinada a hacer cumplir los mandatos del
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Desde las siete de la tarde, hora de
la costa este norteamericana (una de la madrugada, hora española), las fuerzas
que participan en la operación están atacando objetivos en Kuwait e Irak.

El presidente George Bush se dirigirá a la nación a las nueve de la noche (hora


local, tres de la madrugada, hora española)".

Hasta aquí el texto de la breve e histórica declaración leída por el secretario de


prensa de la Casa Blanca, que anunciaba el comienzo de la décima guerra
emprendida por este país en sus 214 años de historia.

El comienzo de las hostilidades, aunque esperado después de que Irak agotara el


plazo dado por las Naciones Unidas sin retirarse de Kuwait, pilló a la población de
la capital norteamericana totalmente por sorpresa de camino hacia sus casas.

La última oportunidad

La esperanza de encontrar una salida pacífica al conflicto todavía se mantenía


ayer tras una declaración de la portavoz del departamento de Estado, Margaret
Tutwiler, en la que afirmó que Washington todavía estaría dispuesto a considerar
cualquier gesto de última hora por parte del presidente iraquí Saddam Hussein.
Las primeras noticias del ataque, emprendido por la aviación aliada, llegaron al

170
público procedentes de los enviados especiales de las cadenas de radio y
televisión norteamericanas desplazados en Bagdad. La CBS informó que una
oleada de cazabombarderos F-15 estaba despegando de las bases situadas en el
centro y en el este de Arabia Saudí con dirección al norte.

La cadena ABC dio cuenta de que las sirenas de alarma habían comenzado a
sonar en las ciudades del reino saudí tan pronto como despegaron los aviones
mientras que, según el enviado especial de la CNN, las luces de Bagdad se
apagaron tan pronto como hicieron su aparición en el cielo iraquí los aviones
norteamericanos y aliados.

171
Washington, una ciudad pendiente de la televisión

Julián Martínez. Washington Las calles de la capital norteamericana se fueron


vaciando casi totalmente poco después de conocerse el comienzo de la guerra. Los
escasos barrios de Washington que habitualmente tienen cierto ambiente a esas
horas de la noche estaban ayer especialmente desiertos. Parecía, como si George
Bush hubiese esperado para dar la orden del comienzo del ataque a que los
norteamericanos se instalaran en sus casas para seguir los principales noticiarios.

Un recorrido por diversos barrios de la capital federal ofrecía anoche una ciudad
que se iba vaciando, más por curiosidad por seguir la guerra por televisión que por
pánico. En barrios como Georgetown o la avenida Massachusetts, donde se ubican
gran número de restaurantes, tabernas o salas de cine, apenas había gente.
Muchos restaurantes, que normalmente a esas horas están llenos de gente, anoche
aparecían casi vacíos.

En los pubs, los escasos consumidores estaban más atentos a las pantallas de
televisión que seguían la guerra minuto a minuto, que de los vasos de cerveza.

La presencia policial en las calles era prácticamente nula. Sólo frente a la Casa
Blanca, que se hallaba rodeada de una barrera de coches y agentes policiales, se
apreciaba una reacción popular a la guerra. Varios cientos de personas –la cifra
fue creciendo poco a poco– se manifestaban pacíficamente con pancartas contra el
conflicto bélico. Pero ni siquiera la avenida Pensilvania, donde se concentraban los
manifestantes y la policía –frente a la residencia del presidente norteamericano–,
estaba cortada al tráfico.

Cerca, el edificio de la embajada iraquí permanecía completamente a oscuras. Sólo


dos coches del servicio secreto vigilaban la zona. El edificio, una especie de
palacete de cuatro plantas y sótano, estaba a oscuras, como si nadie lo habitara.

Más lejos, donde se ubican las embajadas de Israel y Kuwait –separadas por
apenas unas decenas de metrosal noroeste de la capital–, las calles estaban
todavía más vacías.

172
I Análisis Patxo Unzueta

Los argumentos nacionalistas

La ronda de conversaciones que se inicia esta semana debería servir para, al


menos, restablecer un diagnóstico común entre nacionalistas y no nacionalistas
sobre la cuestión terrorista. Sobre todo, en torno al significado –a la luz de la actual
ofensiva De ETA– de la tregua y del Pacto de Estella. Pero no será fácil.

¿Fue una “tregua-trampa”? Así lo admitió, aunque en términos un tanto retóricos,


la propia ETA. Mayor Oreja lo dijo desde el principio.

Seguramente no sólo por convicción teórica, sino por las evidencias prácticas que
debieron proporcionarle los policías infiltrados en ETA (por ejemplo, aquella mujer
que convivía con el “comando Donosti”). Pero el hecho de que el Gobierno aceptase
entablar conversaciones con los jefes de ETA indica que seguramente tenía dudas.
Y es posible que también ETA las tuviera, pese a que siguiera preparándose para
actuar. Aquel enigmático comentario de los encapuchados entrevistados por la BBC
–si esto fracasa una nueva generación podría tomar las armas–, ¿era un indicio de
que pensaba en una retirada definitiva o más bien un aviso de la renovación
generacional que, según algunos ha realizado ETA durante la tregua? En la duda,
seguramente fue un error la detención de Belén González, uno de los interlocutores.
Cuando lo de Argel, Corcuera dio la orden de tener localizados a los terroristas,
pero de no detenerlos "sin consultar".

En todo caso, el reconocimiento de que nunca fue la paz el objetivo, sino la


independencia (también llamada “construcción nacional”), y de que, en efecto, fue
una trampa, es una confesión cargada de significado. Pues equivale a un aviso de
que no se le crea (a ETA) si mañana vuelve a plantear un alto el fuego y, sobre
todo, que no se crea al PNV si pretende montar, con el señuelo de otra tregua, una
nueva operación como la de Estella.

Lizarra ¿fue el resultado de Ermua –del miedo del PNV a ser barrido junto con ETA
/ HB– o del noble intento del PNV de "aportar los elementos que necesitan ETA y el
MLNV para pasar de la lucha armada a la vía política sin saltarnos la legalidad"?
Esto último lo dijo Arzalluz a fines de enero. Seguramente era en parte lo primero y
en parte lo segundo. Más que un deseo del PNV de seguir contando con el refuerzo
de ETA, lo que había era el intento de integrar al nacionalismo radical como fuera:
“a cualquier precio”; y ello por el temor, evidenciado en Ermua, de que el
nacionalismo pudiera quedar en minoría. La unidad “abertzale” se convierte en
condición para mantener la mayoría (y el poder). Pero esa unidad es imposible con
atentados. El PNV acepta abandonar el autonomismo, recuperando el
independentismo fundacional, como precio por la renuncia de ETA a la violencia.
No hay por qué negar una motivación moral, pero hay también un interés político
particular que sería arriesgado calificar sin más de legítimo.

Los nacionalistas argumentan que la independencia es una aspiración legítima y


que, por tanto, el sistema democrático debe garantizar los medios necesarios para
alcanzarla. Y que no es democrático que se les obligue a renunciar a su ideología
en aras del consenso democrático. Son argumentos discutibles. Que una aspiración

173
sea legítima no significa que los demás estén obligados a compartirla para que
pueda plasmarse en la práctica. La independencia carece actualmente de apoyos
suficientes –sobre todo en Navarra– y por eso trata ETA de imponerla mediante la
coacción de la población. No puede ser democrático un planteamiento que implica
el chantaje de matar si no es aceptado.

Sería legítimo pedir al PNV que no plantee objetivos que sólo podrían alcanzarse
por medios ilegítimos; pero sólo se le exige que respete las reglas del juego: que no
trate de aprovechar la presión de ETA para provocar un cambio del marco político
favorable a sus intereses, y que no pacte con quienes consideran legítima la
extorsión y el asesinato. Lizarra es la expresión política de esa doble vulneración
de las reglas democráticas, y de ahí que sea legítimo exigirle que rompa dicho
pacto.

Al proclamar su identidad de fines con ETA, a sabiendas de que sólo serían


alcanzables mediante la violencia, y presentar como ataques a la ideología
nacionalista la exigencia de ruptura con la estrategia concreta de Lizarra, el PNV
ha uncido su suerte a la del nacionalismo no democrático y se ha cortado la
retirada. Dijeron que estaban dispuestos a asumir riesgos en aras del objetivo de
integrar a ETA / HB. Ese objetivo no sólo ha fracasado, sino que en el trayecto se
ha roto el consenso en torno al estatuto. Asumir riesgos significa aceptar pagar un
precio en caso de fracaso. Pero ni Ibarretxe quiere convocar elecciones, ni Arzalluz
/ Egibar se plantean dimitir.

Y el plazo era septiembre.

174
I El País, viernes 30 de junio de 1995
20 / España

El debate de las escuchas Gritos, rumores, murmullos y susurros


En su última comparecencia como vicepresidente, Serra soportó gestos y
voces tan agrias como la semana pasada

Camilo Valdecantos. Madrid. El listón de los gritos se situó tan alto en la


comparecencia de Narcís Serra el miércoles pasado que ayer sólo pudieron
escucharse en muy contadas ocasiones y en el duro debate marginal que se
suscitó entre Rodrigo Rato, portavoz del PP, y Narcís Serra. El resto estuvo más
cerca de lo que los taquígrafos de la Cámara trasladan habitualmente al diario de
sesiones como "rumores". Incluso había que hacer un ejercicio imposible de
matización parlamentaria y hablar de murmullos y susurros. Felipe González,
durante su intervención, soportó una treintena de protestas procedentes de los
escaños populares. José María Aznar, 17 de origen socialista.

Saldada esta cuenta, y como la tarde iba de espías, anduvo plagada de sorpresas.
La fundamental, que de espías no se habló demasiado. Además, Aznar, en la
réplica se mostró notablemente más brillante que en ocasiones anteriores y superó
de modo muy holgado lo que hasta ahora constituía su flanco más débil en la
confrontación parlamentaria.

Y hubo más. Julio Anguita, que soporta en muchas ocasiones un cierto tono de
cachondeo sintetizado en el "programa, programa, programa", se arrancó ayer una
catilinaria dirigida a los bancos socialistas para exhortarles a convertirse a la
izquierda verdadera.

Y más sorpresas. El portavoz de Convergencia i Unió, Joaquim Molins, que es un


actor parlamentario de muy inferior cotización a la de su compañero Josep López
de Lerma, que le predeció la semana pasada, no fue capaz de responder una sola
sílaba a la leña dura, y persistente, que Aznar dedicó en la primera intervención a
su líder, el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol.

Quizá porque la tarde anduvo entre el susurro y el murmullo, produjo sucesos


extraparlamentarios rigurosamente insólitos que mantuvieron la atención de la
mesa de la Cámara. Un conocido catedrático acudió a la tribuna de invitados y
dedicó buena parte de sus esfuerzos al arrullo con su pareja. Tan notorio fue el
espectáculo que desde la presidencia de la Cámara se siguió con cierta alarma.
Algunos diputados lo propagaron por los pasillos con el correspondiente recochineo
y por fin, a las siete menos veinticinco de la tarde, mientras sonaba en el hemiciclo
el meloso acento canario de Lorenzo Olarte, la dama que acompañaba al profesor
recostó la cabeza sobre su hombro, adormilándose hasta que el celo administrativo
de un joven conserje puso fin, con gestos corteses, al insólito devaneo.

Tampoco es frecuente que el portavoz del Grupo Socialista consiga como logró ayer
Joaquin Almunia, hasta ocho aplausos entusiastas de su grupo en una
intervención, relativamente corta, pero muy dura contra Aznar.

175
Lo habitual es que la intervención del portavoz del grupo que apoya al Gobierno
pase desapercibida.

El reto de Anguita a los bancos socialistas provocó risas, protestas y como él


mismo dijo, incluso un "clamor". Mereció un varapalo de Almunia, del propio Felipe
González y provocó que Txiki Benegas, cuando el líder de IU volvió a su escaño, se
le volviese desde el suyo y le increpara a voces: "Primero Málaga, Extremadura,
Asturias".

Cuando Aznar concluyó su primera respuesta a González, el hemiciclo se fue


vaciando progresivamente, de manera que el portavoz de Coalición Canaria,
Lorenzo Olarte, tuvo que despedirse efusivamente de no demasiados diputados.
Olarte abandona su escaño para dedicarse al Parlamento canario, desde donde
piensa regresar a Madrid para incorporarse al Senado. Despedida también
insólita, al igual que la respuesta de Pilar Rahola (ERC) cuando subió a la tribuna:
"Un beso y mi mejor deseo de suerte".

Junto a Felipe González se sentó Serra, en su última comparecencia en el Congreso


como vicepresidente del Gobierno. Se enzarzó con Rato en una muy agria
discusión, acusándole de que revelaba datos confidenciales de la Comisión de
Secretos Oficiales, y tuvo que soportar gestos y voces tan agrias como las de la
semana pasada.

Julián García Vargas, sentado tres escaños a la izquierda en el banco azul, veía
yugulada por ahora su carrera política y asistía impasible a su última sesión en el
Congreso, ya que, a diferencia de Serra, no es diputado.

176
El Grupo Mixto cuestiona a González como jefe del Gobierno

El País, Madrid. El portavoz de Coalición Canaria, Lorenzo Olarte, se despidió ayer


de su escaño en el Parlamento –ha sido elegido diputado autonómico el pasado 28-
M–, pidiendo "un nuevo Gobierno cuanto antes, no una mera remodelación". Olarte
considera que las dimisiones del vicepresidente y del ministro de Defensa, no
bastan para que González recupere su credibilidad.

Para el portavoz canario, la gravedad de la situación "es tal que ha provocado una
alarma profunda" en toda España y aseguró que Felipe González ha dilatado su
comparecencia en el Congreso hasta poder hacerlo con el "gran éxito" de la cumbre
europea de Cannes debajo del brazo.

Olarte indicó que si González se encontrara en la oposición no hubiera aceptado


las dimisiones planteadas por su Gobierno.

Quien sí consideró suficientes las dimisiones fue Pilar Rahola, de Esquerra


Republicana de Catalunya, aunque dijo que llegaban "tarde y mal". Rahola
cuestionó la capacidad de González para ejercer como un presidente del Gobierno.

Mucho más duro estuvo el representante de Unión Valenciana José María Chiquillo,
que pidió la dimisión de González y propuso que el ministro de Exteriores, Javier
Solana, se pusiera al frente del Ejecutivo durante la presidencia de la UE.

177
Anguita equipara a los socialistas con el PP y les pide que abandonen la
política de derechas y se unan a IU

Rodolfo Serrano, Madrid. No le dejaban hablar. Le gritaron "Asturias" (referencia a


la falta de acuerdo que puede llevar al PP al Gobierno en esta comunidad).
Murmuraron y hasta se oyó alguna risa sarcástica. Julio Anguita, terno impecable,
impasible y serio, la mano en el bolsillo, sin descomponer el gesto, esperó a que
remitiera "el clamor" –llegó a pedir amparo al presidente del Parlamento para
continuar– y repitió que "los pactos, las componendas y los acuerdos con CiU"
llevan al PSOE a una política de derechas.

Derecha que, dijo, no está sólo en el PP y que amplió a los bancos socialistas que
apoyan políticas neoliberales.

El coordinador general de IU y ayer portavoz del grupo parlamentario IU-IC tendió


su mano –bien es verdad que más parecía cerrada en un puño– a las diputadas y
los diputados socialistas. Y les recordó que, al final, los conceptos de izquierdas no
están en las siglas, están en las políticas que se llevan a cabo.

Había pedido elecciones anticipadas, había dicho que él ya habría presentado, si


tuviera suficientes diputados, la moción de censura. Había hablado del Cesid. Y
había dicho que era absurdo que la investigación de lo sucedido en el centro se le
encargara al propio Manglano –"es como poner a la zorra a guardar el gallinero"–.

Anguita, además, negó credibilidad a las explicaciones del vicepresidente Serra y a


las del presidente González. Y no es que no les creyera, es que además acusó al
propio González de ser él "el auténtico problema". Le reprochó que intentara soltar
lastre con las dimisiones de Serra y García Vargas y terminó pidiéndole que si
había "complot o conjura, tenía que denunciarlo, dar nombres, aquí, en el
Parlamento". "La sociedad no se ha conmovido con la publicación de las escuchas",
contestó a uno de los argumentos del presidente, "se ha conmovido por ese
atentado a los derechos constitucionales".

La intervención de Anguita estuvo claramente dividida en dos partes. La primera


fue un largo rosario de preguntas, de reproches, de puntualizaciones dirigido a
Felipe González.
Para la segunda parte reservó sus mejores golpes. Se dirigió a los diputados y
diputadas socialistas "aun a riesgo de que mis palabras sean interpretadas
torticeramente, manipuladas..." (se oyeron los primeros rumores) y les recordó que
habían ganado el "escaño en buena lid" pero "golpeando los viejos miedos de este
país: que viene la derecha".

Los rumores eran ya clamor –como el mismo Anguita dijo– cuando el coordinador
de IU aclaró que la derecha era el PP, pero era también aquella "que vota a la
reforma laboral, que hace una política neoliberal". El clamor amenazaba con pasar
a escándalo y Anguita se ofrecía a bajar el tono.

Sería el de voz, porque endureció aún más el contenido preguntando a los


socialistas: "¿Con qué fuerza vais a protestar por unas políticas que ahora estáis
haciendo vosotros?". Les recriminaba y les abría los brazos: "La izquierda os

178
necesita". Y les reprochaba que "calléis, aplaudáis y luego murmuréis por los
pasillos", porque eso es "mantener una agonía terrible y ominosa para la izquierda
y para todo el país".

A los reproches de González y del portavoz socialista Joaquin Almunia sobre los
cafés con Aznar y la política de pactos poselectorales seguidos por la IU, Anguita,
elevando el tono –ahora sí– vino a decir que, al fin y al cabo, si no tomaba café con
González era porque éste no quería saber nada con Izquierda Unida.

Anguita terminó su intervención haciendo un llamamiento que, a tenor de lo que los


diputados socialistas expresaban con sus murmullos y sus gritos, caía como voz
que clama en el desierto: "Ni queremos estar solos ni es conveniente. Os esperamos
para discutirlo. Os esperamos andando. El tiempo se acaba".

179
I El País, martes 24 de agosto de 1999 Deportes / 41 Sevilla.

Ecos de la prueba reina de la velocidad

Las zapatillas más rápidas del mundo


La ingeniería y la biomecánica cuidan del calzado que usa el plusmarquista
de los 100 metros

S. Segurola. Sevilla. Cuando un atleta alcanza la cima de su especialidad, se le


abre un mundo inaccesible para la mayoría de sus colegas. No sólo en cuestiones
relacionadas con el dinero y con la popularidad, también con los medios que se
ponen a su disposición para preservar su privilegiada posición. Maurice Greene
refleja perfectamente lo que le sucede a un plusmarquista mundial,
estadounidense para más señas (con todo lo que eso significa en el mercado
publicitario). Y además con el añadido de ser el hombre más rápido del mundo. A
su alrededor todo está preparado para mantenerle en la cumbre y favorecer
aquello que le caracteriza: su velocidad.

Toby Hatfield es un diseñador de zapatillas para atletas. Mitad zapatero, mitad


ingeniero. Un artesano muy especial, encargado de idear el calzado más
conveniente para Maurice Greene, una zapatilla que se adapte a sus cualidades
como velocista y que, si es posible, le ayude a ganar alguna centésima, alguna
milésima, lo que sea, pero que haya ganancia. Hatfield trabaja a las órdenes de
Simon Taylor, jefe de diseño de la compañía Nike. La base de operaciones de
ambos es Beaverton (Oregón), donde está radicada la casa matriz de su empresa.
Durante los últimos dos años han trabajado en conseguir el diseño adecuado para
los eléctricos pies de Greene. Lo que ha surgido es una zapatilla de colores
fosforescentes (rojo, amarillo y verde) que pesa 200 gramos y que tiene un carácter
singular: sólo las usa Greene. De ahí el ribete cosido en uno de los laterales: "Mo".
Con esas zapatillas venció Mo Greene en la final de anteayer.

A pesar de su ligereza, las zapatillas de Greene pesan casi el doble de las


utilizadas por Carl Lewis en el Mundial de 1991, cuando batió el récord del mundo
con 9,86 segundos.

Las de Lewis pesaban 116 gramos, y eran de usar y tirar. "Sólo se podía utilizar
en una carrera", dice Hatfield. Se diría que las de Greene tienen una mayor
esperanza de vida; cuatro carreras. Las diferencias entre las que usó Lewis en
Tokio respecto a las de Greene no radican únicamente en el peso. La estructura de
cada una de ellas apenas guarda relación en el diseño y en los componentes.

"Aunque es más bajo que Lewis (1,76 frente a 1,86), Greene es más potente, más
grande. Sólo por eso", continua, "necesita otro tipo de calzado, una estructura que
le permita aprovechar lo mejor posible su forma de pisar sobre la pista. Greene
pisa con más potencia que Lewis y con un ángulo diferente cuando contacta con el
suelo".

No golpea el suelo como un martillo, con una proyección descomunal de watios.


Lewis tenía una pisada más deslizante. Michael Johnson, otro sobre el que se

180
trabaja intensivamente en el diseño de sus zapatillas, tampoco se parece al
plusmarquista mundial de 100 metros. Aunque Johnson es un atleta de 200 y 400
metros, nadie ha alcanzado una media de velocidad más alta que él. En Atlanta
corrió los 200 metros en 19,34 s. con una media de 9,66 segundos en cada 100.
Sin embargo por su estilo, menos abrasivo que el de Greene, su calzado es
diferente. Cada una de sus zapatillas pesa 125 gramos (75 menos que las de
Greene) y el tejido es más sedoso.

"A Johnson se le notan las marcas de los dedos cuando corre", dice Hatfield. Y
añade: "Es un atleta que ha tenido propensión a las lesiones musculares y
debemos cuidar muy bien el diseño para que no se produzca ningún tipo de
desequilibrio cuando corre".

A Greene no se le notan los dedos cuando avanza. Sus zapatillas parecen


robustas, muy armadas, dispuestas a resistir los martillazos del mejor velocista
del mundo contra la superficie. Por sus características, su rotunda pisada apenas
deja... entre el talón y el suelo. El... entre las dos resultantes es muy pequeño,
razón por la cual Greene hace un fortísimo apoyo contra la parte central de la
suela. Esa parte de sus zapatillas está reforzada especialmente. Se trata de un
pequeño tocho de nailon plastificado, muy rígido, casi una piedra debajo de su pie.
De esa manera se mejora el “efecto rebote” en el contacto con la pista, contacto
instantáneo, de apenas 80 milésimas de segundo. En el caso de Lewis, como en el
de Michael Johnson, su calzado no sólo era más ligero; también mucho más
flexible.

"Greene tiene unos pies muy grandes para su estatura. Necesita más superficie en
la planta de sus zapatillas para guardar el equilibrio que se requiere al correr tan
rápido", dice el diseñador norteamericano. "Hasta que conseguimos la zapatilla que
queríamos, tardamos 18 meses. Durante ocho sesiones, estuvimos grabando su
manera de correr. Con una cámara nos fijábamos en las prestaciones de su
cuerpo.

Con otra, nos dedicábamos a recoger toda la información sobre su manera de


golpear la pista con el pie".

La cámara grababa a una velocidad de 500 fotogramas por segundo, de tal


manera que ningún detalle pasó inadvertido para las 12 personas que tenían
encomendado el trabajo de construir una zapatilla especial para el hombre más
rápido del mundo. "Cada atleta tiene unas características propias. Por ejemplo,
observamos que Michael Johnson pone el pie izquierdo casi perpendicular a la
línea que traza su cuerpo en las curvas, cuando corre los 200 metros. Es algo
insólito porque requiere de un tobillo que es casi goma. Lewis no podía hacerlo. Sus
pies seguían la dirección que marcaba su cuerpo".

Todos los detalles de Greene han tenido respuesta en su zapatilla. Decía Valentín
Rocandio, responsable del área de velocidad de la Federación Española, que
cuando el estadounidense pisa contra la superficie, tira el pie con la máxima fuerza
hacia adelante, para producir un “efecto cepillo”. Las cerdas del cepillo quedarían
alineadas hacia adelante, para impulsar mejor. Las zapatillas de Greene, que
cuentan con ocho clavos frente a los 10 de las de Marion Jones, contienen una

181
multitud de pequeñas púas de goma, que generen ese “efecto cepillo”. Todo
dispuesto, en suma, para que a Greene no le falte ayuda en la caza de récords.

182
I El País, sábado 3 de mayo de 1980 Internacional / 7

Una velada con Richard Nixon


Richard Nixon está en España, adonde ha venido para promocionar su
último libro (“La guerra verdadera”), y estuvo en “El País” el miércoles.

Hijo de cuáqueros, proveniente de la clase media, universitario a fuerza de becas,


el destino de este hombre de 67 años le ha gastado malas pasadas: quiso
representar el fiel de la balanza y del honor y ha bordeado siempre el deshonor y
el escándalo; es el cazador implacable que después fue, a su vez, cazado.

Rosa Montero. “Mister” Nixon llegó sintiéndose presidente de Estados Unidos,


convencido de su omnímoda importancia.

Borroso y blanquecino, posee la soberbia de quien ha dominado el mundo durante


años, y viéndole, una comprende con desalentada desazón que un presidente de
Estados Unidos no sólo cree encarnar el poder, sino que además debe realmente
serlo.

(Desde que dimitió, el 8 de agosto de 1974, empujado por el escándalo del


Watergate, Richard Nixon lo ha intentado todo para su rehabilitación y nuevo
lanzamiento. Primero se retiró cautamente a su casa de California, a San
Clemente. Allí escribió sus memorias, en las que aseguraba haber sido víctima del
Watergate, haber sido engañado por su buen corazón. En 1977 apareció en
televisión, entrevistado por un periodista inglés a lo largo de cinco programas: se
disculpó, se lamentó, clamó por su inocencia relativa, aseguró que para él la
política había terminado, puso gesto compungido y modesto, resaltó sus aciertos
como presidente. Porque en el mandato y medio de Nixon los mayores éxitos fueron
cosechados en política exterior: apertura hacia China, mejora de las relaciones con
la Unión Soviética, fin de la intervención americana en la guerra de Vietnam. El
nuevo Nixon, que es el Nixon de siempre, vuelve a la carga a lomos de su política
exterior. Por ello, ahora que ha vendido su casa de San Clemente, que se ha
instalado en Nueva York dispuesto a salir a la palestra, publica su tercer libro: “La
guerra verdadera”, que es un análisis de la situación internacional. Un análisis
bélico y agresivo, en el que contrapone el orden americano al desorden soviético, la
paz al caos, la bondad a la maldad intrínseca).

Sonrisa de elecciones

Todo empezó a eso de las 20:30 horas –una hora antes de que “mister” Nixon
llegara–, cuando entraron en el edificio los hombres del Servicio Secreto
norteamericano, vigilantes precisos y fogosos. Llevaban audífonos incrustados en
la oreja, a modo de cordón umbilical, para órdenes y sigilos, y así, al compás de
las consignas radiadas, inspeccionaron la casa entera, escudriñaron rincones,
miraron debajo de las mesas, esperando encontrar quizá un bolchevique
emboscado. Era un equipo de suspicaces sordos. Uno de ellos dejó olvidada su
agenda secreta de agente secreto en uno de los despachos, y el dueño del
despacho se la devolvió con inocencia singular, sin hacer siquiera fotocopia de ella,
mientras que el olvidadizo agente enrojecía hasta la médula, horrorizado ante su

183
fallo. Pero “mister” Nixon (todos le llaman “mister President”, porque un presidente
de Estados Unidos conserva siempre el tratamiento, aunque haya salido por
piernas del sillón, como en este caso) estaba al llegar, y los agentes se dispusieron
disciplinadamente a su espera en la puerta:

”Mister president” es muy amable, muy abierto –decía uno–. Dará la mano incluso
a los empleados.

Y “mister” Nixon llegó y dio la mano incluso a los empleados, con estereotipada
sonrisa de candidato electoral. Su Dodge azul marino venía precedido por los
motoristas municipales, una pareja de guardias armados vigilaban sus pasos, y su
escolta personal ascendía a catorce hombres: tres del Servicio Secreto
norteamericano, tres de la Embajada de Estados Unidos, tres policías españoles
de paisano, tres chóferes-guardaespaldas y el coronel Brenan, jefe de la “casa
civil” de “mister” Nixon, y Ray Price, su asesor político, el hombre que le escribe los
discursos.

"Soy libre de opinar"

Primero hubo una especie de cóctel, con Nixon sentado en un sofá, serio y adusto,
con los mofletes terrosos y temblones –¿Has visto?, yo creo que lleva maquillaje"
cuchicheaban los presentes–, embutido en un traje azul marino que, a la segunda
ojeada, se revelaba descabalado, es decir, que la chaqueta era de un traje y los
pantalones de otro, producto a no dudar, de un despiste expresidencial. Llevaba
una camisa de nailon genuino, con bolsillo sobre el corazón y un bolígrafo de
plástico asomando por él: su figura era tan estereotipadamente norteamericana
que parecía una caricatura. Eso sí, sujetaba la corbata con un elegante prendedor
de oro y perla que le navegaba un poco en bajura, allá como por la barriga. Jesús
Hermida intentaba hacerle una entrevista apresurada y política, con heroica
resolución, ante la masa expectante de invitados y agentes secretos que
escuchaban, y “mister” Nixon juntaba sus manos –enormes, blancas, venosas,
manos de anciano– sobre el regazo y permanecía muy erguido en el respaldo, como
si tuviera que mantener su abundante cabeza en perfecto equilibrio vertical, so
pena de que, de romperlo, se le desplomase la testuz por efectos del peso. Miraba
sin ver y en su rostro alargado no había rasgos precisos, porque tiene una cara de
carne flácida, de nariz pendular, una cara arenosa y desplomada, carente de
expresión, a excepción de una notable tendencia a componer un gesto enfurruñado
y adusto. De vez en vez, cuando hacía su chiste –y su chiste fue, durante toda la
noche, añadir la coletilla de "usted en ese año no debía de haber nacido" a sus
interlocutores, aparentando un bonachón paralelismo de hombre viejo–, sonreía de
manera incolora y fía.

Le pregunté por una entrevista que acababa de hacer a la revista “now”, en la que
dice que no puede volver a presentarse a la Presidencia de Estados Unidos porque,
según las leyes norteamericanas, sólo se puede ser reelegido dos veces, y él ya las
ha cubierto, y comenté que si él creía que ese era al único inconveniente que podría
encontrar ahora para volver a ser presidente, que si el asunto Watergate, no tenía
peso ya en la memoria de los americanos. Se le cerró el gesto, "eso no se puede
probar, es una pregunta sin mucha importancia en estos momentos", dijo, "creo que
es necesario que Estados Unidos tenga líderes nuevos", añadió.

184
–Pero usted ha vendido su casa de San Clemente, se ha trasladado a Nueva York,
parece dispuesto a reintegrarse en la vida política –insisto.

–No me he trasladado a Nueva York por el buen tiempo que allí hace, como puede
comprender, es que mis dos hijas están en el Este, y vivir a 4,800 kilómetros de
distancia es demasiado. Además, he tardado tres años y medio en escribir mis
memorias, porque para los periodistas les es muy fácil escribir, pero para mí no –
su respuesta está cargada de malhumor–, y luego he tardado otros dos años en
escribir este libro actual, y ahora podría quizá dedicarme a otros trabajos, pero
creo que estando fuera del poder puedo decir lo que verdaderamente pienso; creo
que el líder tiene la obligación de analizar el entorno y decir lo que juzga
conveniente a los demás y convencerles de que está en lo cierto; yo, ahora, tengo la
libertad de exponer mis verdaderas opiniones.

Insistirá “mister” Nixon toda la noche en que no vuelve a la política, en que ésta no
le interesa, dando una imagen de sereno pensador que tan sólo quiere ayudar al
bien común a través de sus paternales consejos de ético cuáquero, de político en
retiro.

–Los cuáqueros son pacifistas, y usted, al parecer, es profundamente religioso.


¿Cómo se combina ese pacifismo con el hecho de que usted bombardeara
duramente Vietnam del Norte en diciembre de 1972, o aun antes, en 1969 y 1970,
bombardeara secretamente Camboya, sin decirlo a la opinión pública? –Yo soy
pacifista, desde luego, y este libro, “La guerra verdadera”, lo he escrito
precisamente para evitar la guerra. Pero creo que los cuáqueros, a mi entender, no
están dispuestos a ser pacifistas a cualquier precio.

Creo que hubiera sido una tragedia para Vietnam del Sur si no hubiéramos hecho
los bombardeos, si no les hubiéramos ayudado.

“Mister” Nixon bebe jerez y vino blanco, aunque los cuáqueros tampoco beben:
seguramente los cuáqueros no están dispuestos a ser abstemios a cualquier precio.
"¿Ha visto el Prado?", le preguntan. "Sí, es magnífico; en Europa, siempre lo digo,
hay que ver el Louvre, el Prado y el Vaticano".

La cena prosigue, y Richard Nixon contesta deleitado a aquellas preguntas en las


que puede expresar su opinión sobre la situación internacional, y se enfada
cuando alguien, como John Wheeler, de la Associated Press (AP), único periodista
norteamericano presente a la mesa, le interroga sobre temas más polémicos. Yo
insisto: "Dice usted que no está volviendo a la política. Sin embargo, usted ha
representado siempre en Estados Unidos el anticomunismo. Ahora que las
relaciones entre Estados Unidos y la URSS han entrado en una nueva etapa de
enfriamiento, ¿no utilizará usted su prestigio anticomunista para encabezar una
nueva corriente política?".

El comentario más bestia

Richard Nixon contesta con su voz profunda y fuerte, el único rasgo


verdaderamente personal que posee: "El anticomunismo de antes no puede ser
igual que el anticomunismo de hoy. Un presidente de Estados Unidos no puede

185
cometer la irresponsabilidad de no mantener contacto con los otros poderes
mundiales. Cuando yo fui a China y a Rusia, siendo presidente, muchos amigos
míos republicanos se desilusionaron. Pero es necesario establecer contacto con
rusos y chinos, el presidente de Estados Unidos ha de estar preparado para
negociar. Claro que hay que negociar desde una posición de fuerza, hay que
negociar la paz como un tratado de guerra. Tenemos que restaurar nuestra fuerza
militar, nuestra fuerza económica, y cuando rusos y chinos vean que somos más
fuertes, negociaremos la paz desde unas bases de poder". Después comienza a
enumerar el armamento nuclear, las nuevas cabezas atómicas, los nuevos tipos de
proyectiles.

–Para ser usted un pacifista, habla mucho de guerra y de las armas.

–Es que ese es el mundo real; nadie quiso la paz tanto como el presidente Wilson,
pero metió a Estados Unidos en la primera guerra mundial.

No se puede hablar de la paz total porque no existe.

–Roger Martin du Gard, que fue un premio Nobel, escribió en su novela “Los
Thibault” que hablar de guerra es precisamente la manera de comenzar una
guerra.

Nixon retiembla de indignación al oír esto, los mofletes se le estremecen de furia,


responde rápidamente:

–Ese tipo no debió ganar el Premio Nobel, porque no sabe nada de Historia...; es el
comentario más bestia y estúpido que he escuchado...

–Se detiene un momento, digiere su furor y, más calmado, añade-: Naturalmente, lo


de que es un comentario bestia y estúpido se lo dirijo a ese premio Nobel, no a
usted, señorita, que no ha hecho más que repetir sus palabras...

Y habla Nixon de Franco -"que no hizo todo bien, con el que no estoy del todo de
acuerdo, pero que tuvo grandes aciertos"-, y de Pinochet -"a Pinochet no le conozco,
pero parece que el régimen chileno actual está consiguiendo un buen desarrollo
económico, y, desde luego, Allende arruinó al país y además creó un Estado
policial"-, y después mira su reloj con aire de dar la visita por terminada.

(Es un destino peculiar el de este hombre, considerado acabado en su carrera


política en innumerables ocasiones, un perdedor nato, que es capaz de volver a
vencer a fuerza de insistencia, de resistencia, de obcecación en su lucha, que está
dispuesto de nuevo a salir a la palestra, a olvidar que ha sido el único presidente
de Estados Unidos que ha tenido que dejar el poder a medio mandato. Nixon basa
su fuerza en una ambición infatigable).

Y mientras todos nos ponemos de pie, intento hacerle la última pregunta, sobre la
posible utilización de los países alineados en la OTAN como peones de una guerra.
Nixon me brama: "Es una pregunta irracional", se vuelve a firmar a los invitados
los ejemplares de su libro; yo siento que alguien me sujeta con firmeza del
antebrazo y me aparta del grupo, es un hombre más bien bajo, corpulento, un

186
norteamericano rotundo: "Mejor déjele firmar ahora los libros", me dice con helada
sonrisa, mientras me mantiene firmemente agarrada.

Pero ya se va “mister” Nixon, se despide, sonríe parcamente. El corresponsal de la


AP va a estrecharle la mano, y “mister” Nixon le ignora y le deja con la palma
extendida al aire. Sale por la puerta, rodeado de su aparato de seguridad; los
sordos, los agentes de la embajada, los policías españoles, un compacto grupo de
movimientos bien sincronizados, y en dos segundos la sala queda medio vacía con
su ausencia. Alguien echa en falta una botella de whisky del bar, y se comenta
que los agentes de seguridad de Nixon habían hecho una apuesta sobre si eran
capaces de llevarse la botella. Lo fueron.

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I El País El País digital, a través de Infovía o Internet, en la dirección
http://www.elpaís.es
Luz de Gas
Vicente Cantatore, entrenador de fútbol: "Al fútbol no lo mata nadie"
Feliciano Fidalgo. Los hombres y mujeres de Pucela lo han “nombrado” dios de
carne y hueso porque la directiva del Real Valladolid, sin ton ni son, por tres
partidos perdidos, lo ha puesto de patas en la calle: en el campo Nuevo Zorrilla el
clamor pro-Cantatore es la palabra del día; y en la plaza de Toros otro tanto; y es
pregonero de las fiestas de San Mateo, y lo han acuñado como vallisoletano del
año.
“Pregunta”. ¿Le convertirán en paso de la severa y grandiosa Semana Santa de
Valladolid? “Respuesta”. No. Lo que tendré siempre es el cariño de la gente.
“P”. ¿Qué tiene el fútbol que no se ve y remueve a una ciudad?
“R”. Es difícil explicarlo: es deporte vital, es la masa, es el dinero, domina ánimos...
“P”. ¿Qué ha hecho usted que no saben los aficionados y sabe la directiva para
echarle?
“R”. He volcado mi experiencia en un grupo de jugadores jóvenes.
“P”. "Vicente, la gente inteligente está contigo", gritan en Valladolid. ¿Qué hay que
pensar?
“R”. Eso no lo olvidaré nunca en mi vida. Pero que ahora sea para la institución.
“P”. Me parece usted muy, muy buena persona.
“R”. Es una obligación, no es virtud.
“P”. ¿Está loco el fútbol?
“R”. En lo económico, sí.
“P”. ¿Qué manicomio le iría?
“R”. Buscar un equilibrio y saber que con más dinero no se juega mejor.
“P”. Una cláusula de rescisión de 65,000 millones, ¿revela que a alguien se le
apareció Dios?
“R”. En fútbol, lo que hoy parece absurdo, en un año es una realidad.
“P”. ¿Por qué le han destituido?
“R”. Aún no me lo explico.
“P”. A Cantatore, el carismático, le echan: ¿y si ahora el Pisuerga deja de pasar por
Valladolid? “R”. Es que el Pisuerga siempre va a pasar por Valladolid.
“P”. Usted es el primer entrenador despedido a través de la radio: ¿hubiese
preferido la tele o la homilía del cura de su parroquia?
“R”. No hubiera querido que me despidieran nunca.
“P”. Una recién casada no queda embarazada después de tres noches de amor,
¿hay que repudiarla? “R”. Eso quiere decir que no pudo quedar embarazada.
“P”. ¿Qué le gusta más del paseo de Zorrilla?
“R”. La alegría de la gente cuando pasea.
“P”. ¿Ha hablado con Valdano tras el despido de ambos?
“R”. Sí, en una emisión de radio.
“P”. ¿Le han salido canas por el despido brutal?
“R”. No, angustia y amargura por no irme de otra forma.
“P”. Con tanto follón de entrenadores, jugadores, cláusulas de rescisión, ¿le ve
futuro al fútbol? “R”. Al fútbol no lo mata nadie.
“P”. ¿Y los entrenadores tienen futuro?
“R”. Sabemos que todo depende de los resultados.

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“P”. Si se juntan usted, Valdano y Cruyff, ¿no podrían comprar un equipo de
fútbol?
“R”. No tendríamos dinero.
“P”. Pero les prestaría dinero un banco.
“R”. Nosotros somos entrenadores, no dirigentes.
“P”. ¿De qué sabe además de saber de fútbol?
“R”. De muy pocas cosas; por eso soy medianamente inteligente.
“P”. ¿Cuál es su privilegio?
“R”. Me siento privilegiado para saber escuchar. Y me siento privilegiado por estar
en una profesión vocacional.
“P”. Si mañana Valladolid se echa a la calle y la directiva le readmite, como ya ha
pretendido, ¿qué haría?
“R”. No pretendo eso, ni lo he buscado.
“P”. Aznar, ligado a Valladolid, ¿le ha telefoneado para consolarle o algo así?
“R”. No.
“P”. ¿Qué le mantiene vivo?
“R”. Mi familia y la vida, que son lo más bonito.
“P”. ¿Sobra dinero en el fútbol?
“R”. Lo que ocurre es que el fútbol genera ese dinero.
“P”. ¿Qué escasea en el fútbol?
“R”. A veces, el equilibrio de los dirigentes para juzgar.
“P”. ¿Moriremos de una intoxicación de fútbol?
“R”. No, el fútbol agrega vida.
“P”. ¿Qué espera de la vida tras 44 años de fútbol a sus espaldas?
“R”. Seguir en el fútbol hasta que muera, aunque sea de espectador.
“P”. ¿Qué es el amor?
“R”. Estar ligado a algo sin condiciones.
“P”. ¿Qué le dice en estos instantes a la afición del Real Valladolid?
“R”. Gracias por conocerlos; y ahora a alentar al equipo.

189
La Ciudad Bonita. La viciosa, la pecadora y hasta la religiosa, a las carreras

Vida nocturna en Bucaramanga ¡Taxi, una carrera al cielo con el


infierno!
Por Alejandro Higuita Rivera

"Es un antro, lo peor de la ciudad está acá", dice el flaquísimo taxista Pedro
Jiménez al pasajero que recogió en la terminal de transporte terrestre y que le pidió
que lo llevara a la residencia El Reposo, en la calle 28 con la 7ª.

Son las 6:00 p.m. y en la acera del frente, un grupo de indigentes, a quienes el
cabello largo y los trapos sobre los trapos dificultan identificar su sexo, preparan
una sopa en un tarro de galletas Saltinas; dentro del recipiente, ennegrecido por el
humo, flota un hueso blancuzco con varias papas minúsculas.

La fogata y la luz mortecina de un bombillo de una caseta son lo único que


iluminan el lugar. Debajo del foco, una señora regordeta y de incipiente bozo,
vende perros calientes y gaseosas. Es la mandacallar, la inversionista del hueso y
además, negocia con la basuca, la marihuana, el perico y quién sabe qué más.

Quienes se atreven a pasar por estas calles, cercanas a la Fiscalía, deben estar
"muy mal", según Jiménez, pues la fama adquirida es más que tenebrosa. "De acá
se dice de todo, que violan a las mujeres, que atracan, que guardan los carros
robados. Pero eso es mentira, acá sí pasan cosas malas pero eso ocurre en toda la
ciudad", asegura la vendedora.
Su versión no es muy creíble; los taxistas dicen conocer casos espeluznantes,
historias que los pasajeros les han narrado pero que ellos no pueden certificar.

Una voz clama en el desierto

A estas calles les caen del cielo los profetas, o mejor dicho, éstos ruedan en taxis.
"Dios te ama", condena o salvación que lanza un taxista rojizo y rollizo al visitante.
"Tú eres la iglesia... Dios habita en cada uno de nosotros..." Y comienza la
cantaleta y no se calla, pero es que no se calla, mientras se interna hacia el centro,
por la Cra. 15.

El san taxista le entrega al silente pasajero un plegable con la leyenda: "¡O


cambias!... ¡O te condenas!" Luego lo invita a la Casa de Dios, en la calle 43 con la
14. "Allí lo encontrarás", asegura. La Iglesia Pentecostal es un salón inmenso. Las
mujeres llevan el cabello largo y lucen vestidos negros hasta más debajo de los
tobillos; los hombres llevan pantalones oscuros y camisas blancas, despercudidas.
Todos con las biblias entre sus manos y con las gargantas listas para gritar hasta
ensordecer a los habitantes de mil kilómetros a la redonda con la amenaza de "El
fin del mundo está cerca..." El rollizo está tan rojo que aumenta la temperatura del
recinto. "Los taxistas tenemos una misión: evangelizar", le dice a la oveja
descarriada que atrapó. Proclama que muchos pasajeros han seguido su buena
nueva: "He tenido a varios de otras ciudades que han encontrado el camino de
Dios en mi taxi. Ellos llevarán la semilla del Evangelio para sus ciudades. Eso es
evangelizar".

190
La noche sacra del sábado finaliza a las 7:30 p.m. La oveja se despide del profeta
del volante y sale del templo rumbo a las Cra. 15, dejando atrás a su "salvador",
quien a una cuadra se le escucha clamar, como una voz en el desierto:
"Bucaramanga está perdida por el odio, la mentira, el sexo..." ¡Amén!

Caliente, caliente, eo...

En la Cra. 15 los vendedores informales de revistas porno, de cartillas Pokémon,


de mangos, sandalias y más chucherías guardan la mercancía; otra se apodera de
las calles.

Como salidas de las alcantarillas salen las chicas. ¡Las chicas! Todas con sus
vestiditos, senitos y palabrotas. "Papito, mira lo que tengo", dice una provocadora.
Mejor no mirar.

Un taxista aparece y vaya que si es de ayuda cuando hay que saber de sexo en la
ciudad. Este es gordo y con una nariz tan ancha como su sonrisa.

Asegura que el mejor sitio de levante es por la Cra. 15, entre la 36 y la 20.

Las de la Cra. 33 no hablan con extraños. "A menos que sea un mexicano", lo dice
como un chiste por la cantidad de sitios de rancheras y de mariachis del lugar.
Además de plata, hay que tener pinta de mero macho, a lo Vicente Fernández,
para que las chulas se dignen a aceptar los requerimientos sexuales.

Con las chicas de la 36 hay que tener cuidado, pues allí ellas son fácilmente ellos.
"¡Ah, es que los maricas no faltan!", grita el chato. Y las de la Plaza son directas al
bolsillo. "10,000 pesos mi amor", le informan las gatas golosas a los perros en
calor.

Los ratos de sexo se pasan en los hoteles dos estrellas o en las residencias
destartaladas. En estas últimas, como en la Nutibara, se tiene derecho a lo típico:
una porción de papel higiénico de una capa y de color marrón, una toalla y una
jarra con agua para limpiar el cuerpo antes y después de aquello. Valor: 8,000
miserables pesos por menos de una hora.

Sexo triple X

A falta de plata están las mangas, los lotes abandonados o los parques, y aquí
sobran. Las salas triple X son para otro público. Bucaramanga tiene dos
registradas en el directorio telefónico: El Rosedal (Cra. 34 con la 21) y El Unión
(Cra. 16 con la 45). En el primero escasean las mujeres, puros hombres solos,
algunos junticos; y en el segundo nada de damas, a excepción de una malgeniada
anciana, tapizada en polvos, que a veces hace de cajera y otras de tendera.

Sus clientes conocen tanto de los gatos que se pasean por entre las silleterías,
como del prontuario de los actores y actrices folladores: Rocco Sigfredy, Moana, la
Cicciolina...

Un cliente, delgadito y florido, cuenta en la tienda las penurias del sexo en vivo en
El Unión. "A veces la policía molesta y hay que darles plata, o uno se topa con

191
quien no debe y le arman un escándalo tenaz, otras veces uno se arrepiente y
bueno, aunque se diga que ojo de loca no se equivoca, yo me he equivocado". A
estas salas ingresan, dice el taxista, los prostitutos y cacorros. Dice que ellos
tienen menos espacios que la otra gente pero que en Bucaramanga los hay. Sobre
la Cra. 33, entre las calles 45 y 34 existen cuatro.

Tres de ellos son fáciles de identificar porque sus dueños se esfuerzan en que no lo
sean: no tienen su nombre en las fachadas, como el bar Abril y las discotecas
Ángel Negro 1; el otro es más que evidente, lleva el nombre El Closet afuera, en
donde este 5 de agosto "... tenemos otro show de striptease que cada vez son más
y más interesantes", según anuncia un boletín que circula en otros bares.

"Se llama Abril porque es el mes de la primavera", dice con voz primaveral Mauricio
G., su dueño. "Bucaramanga es todavía una sociedad muy cerrada, por eso no
salimos ni en el directorio telefónico, pero sí estamos en la guía nacional Hot Gay".

El temor del primoroso es porque hace unos años Vanguardia Liberal publicó los
nombres de varios homosexuales que organizaron un supuesto escándalo en una
finca. "Eso fue horrible, casi me echan del país", expresa Mauro.

!Qué hambre!

Son las 4:00 a.m. y la vida nocturna va feneciendo, dejando borrachos y borrachas
con las tripas vacías.

Pero para eso están los taxistas gourmet.

Se llama Francisco, a secas, así se le presenta a los pasajeros ebrios que recoge
las aceras. "Si el borracho está bien llevao, lo llevo a la Calle de los
Desayunaderos".

Ésta se encuentra en la Cra. 15 con la calle 42. Son como 5 negocios con una
clientela variopinta: serenateros aulladores de la luna, putas con los maquillajes
corridos, ancianos cogidos de la vida, travestis y dragqueens con silicona hasta en
las tetas, amantes oliendo a jabón de hotelucho...

Todos en un banquete de lujo, como en el Desayunadero Popular: el mejor caldo de


huevo, la oreja o trompa de marrano más exquisita, la sopa de sangre más
vitamínica... Eso asegura el taxista y mesero del negocio y no hay cómo
comprobarlo, pues a esa hora la ebriedad, el olor a miaos, el cacaraqueo de los
travestis y putas evitan cualquier concentración, pero sobre todo la aproximación
del nuevo día, que con sus rayos solares amenaza con atravesar los cuerpos de
quienes viven la noche. Llega la luz y ¡taxi! Un taxi rápido. Hay que dormir el día
para vivir la noche.

Fin de la obra

192
Índice

Apéndice.

Un recordatorio, no una antología

Vida nocturna en Bucaramanga

193

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