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¿Qué educación necesitan nuestros hijos

para afrontar el futuro?


Por Zuberoa Marcos | 16-12-2015

Tony Wagner es un revolucionario. Para ello no necesita alzar la voz, montar broncas o
recitar consignas. Él prefiere el análisis riguroso y la honestidad intelectual. No en vano
es uno de los mayores expertos en educación del mundo. Director del Laboratorio de
Innovación de la universidad de Harvard, Wagner es consejero de numerosas
instituciones educativas y organismos públicos. Y cuando habla de educación, sabe de
lo que habla, puesto que ha ejercido como profesor de secundaria y catedrático de
universidad. Es decir, que no se trata de un teórico, sino de alguien bregado en las aulas.

La revolución que plantea este profesor vocacional radica en la necesidad de cambiar el


modelo educativo actual para que los jóvenes puedan enfrentarse con garantías al futuro
que les espera. Wagner plantea que hay que repensar el papel de la escuela, puesto que
actualmente el conocimiento está en todas partes y, por lo tanto, ya no es imprescindible
que hay una persona para transmitirlo. De ahí que los buenos profesores deben
modificar el rol que han jugado hasta ahora para convertirse en impulsores del talento
de sus alumnos. La curiosidad y la creación artística, afirma, están inscritas en el ADN
del ser humano, así que habría que preguntarse qué hacemos mal con los niños para que
pierdan estas inquietudes cuando se convierten en adultos.

Como todo verdadero revolucionario Tony Wagner ha desterrado la palabra “temor” de


su vocabulario. Y anima a que profesores, educadores e instituciones hagan lo mismo.
Hay que reinventar la educación y dar un sentido moral a todo lo que hacemos. Es,
afirma, “un desafío al que nos enfrentamos como especie”.
¿Cuánto tiempo deben pasar nuestros
hijos delante de las pantallas?
Por Zuberoa Marcos | 21-12-2015

¿Qué consecuencias tiene para nuestros hijos la exposición ante las distintas pantallas?
¿Cuánto tiempo deben usarlas al día? ¿Son todas iguales? A Dimitri Christakis, uno de
los mayores estudiosos del mundo en esta materia, estos temas le preocupan por partida
triple: como pediatra, como profesor y como padre de dos niños.

Christakis, director del Centro de Salud, Comportamiento y Desarrollo Infantil del


Children Seattle Hospital (uno de los más prestigiosos del mundo) lleva años
colaborando en numerosos estudios junto a la Academia Americana de Pediatría en los
que se recomienda la reducción al máximo del consumo de televisión en niños menores
de dos años.

Durante ese período de tiempo, el cerebro de los críos está en pleno desarrollo,
multiplicando por tres su tamaño. Según Christakis, la exposición al vertiginoso ritmo
que le ofrecen las pantallas les producirá una sensación de “lentitud” cuando se
enfrenten al mundo real -que no gira a la misma velocidad que la televisión- y en
muchos casos les creará problemas de aprendizaje y de déficit de atención.

La irrupción en los últimos años las pantallas táctiles ha despertado nuevas inquietudes
en Christakis. Para el investigador, tabletas y smartphones cuentan con una gran
diferencia respecto al televisor: la interactividad.

Mientras que la tele es para el niño una experiencia pasiva, en las ‘touch screens’ se
produce un interesante efecto de “lo he hecho yo”. Según sus primeros estudios, todo
parece indicar que esa capacidad de interactuar tendrá efectos diferentes sobre el
desarrollo y la cognición del cerebro infantil.

Esto no quiere decir que su uso deba ser ilimitado. Ni mucho menos. La Academia
Americana de Pediatría cuantifica el tiempo de ocio de calidad de los niños delante de
las diferentes pantallas: media hora diaria para menores de 3 años, una hora para los
niños entre 3 y 5, y dos como máximo para los chavales de entre 6 y 18 años.

Christakis va más allá y se atreve a añadir que, además de este “tiempo de conexión”, es
importante atender al tiempo diario de nuestros hijos apartados de todas las pantallas. Es
claro y concreto: al menos dos horas diarias de completa desconexión entre niño y
dispositivo.
¿Cómo afectarán las máquinas
inteligentes a nuestros puestos de
trabajo?
Por Zuberoa Marcos | 23-12-2015

Es muy probable que Ned Ludd jamás existiera. Que se tratara simplemente de un
personaje legendario o que este alias ocultara el nombre de otra persona. Pero por más
ficticio que aparezca Ludd, sus acciones y el movimiento al que dio nombre (ludismo)
fue muy real. Tanto que llegó a atemorizar a los grandes industriales ingleses del siglo
XIX cuando sus partidarios comenzaron a destrozar las máquinas de innumerables
fábricas textiles. Aquella rebelión que señalaba a la maquinaria como un enemigo que
destruía empleo, finalizó en Gran Bretaña cuando intervino el ejército. Su huella y sus
ideas, sin embargo, se expandieron por todo el mundo industrializado y renacen cada
cierto tiempo. Es el miedo del hombre frente a la máquina.

Los luditas se equivocaron. El temor a ser reemplazado no ha tenido sustento en datos


reales durante 200 años. Muy al contrario la tecnología ha ayudado desde la Primera
Revolución Industrial a dignificar al hombre y a combatir la pobreza. Y si sabemos
afrontar los nuevos tiempos, así seguirá siendo.

Pero en este siglo XXI cada vez más tecnificado, la pregunta ha vuelto a surgir: ¿cómo
afectarán las máquinas inteligentes a nuestros puestos de trabajo? Según Andrew
McAfee (autor de “La segunda era de las máquinas” junto a Erik Brynjolfsson) es
probable que la tecnología deje sin empleo a millones de personas. Las máquinas ya no
sólo realizan tareas repetitivas y rutinarias, sino que cada vez más son capaces de
realizar cosas que antes se nos antojaban imposibles como conducir vehículos,
diagnosticar enfermedades u ofrecer asesoría financiera.

El escenario, aunque pueda parecer lo contrario, invita al optimismo. Lejos de caer en el


desánimo McAfee -doctor en Economía por la universidad de Harvard e investigador en
el MIT-, cree que la tecnología nos plantea un reto mayúsculo, quizá uno de los
mayores que afrontará el ser humano en las próximas décadas: ser capaces de
redistribuir la riqueza desvinculándola directamente de la mano de obra y aprender a
ocupar nuestro tiempo. Según McAfee, la creatividad y el sentido común -cualidades
intrínsecamente humanas de las que carecen las máquinas- ofrecen nuevas posibilidades
de empleo y deben, además, guiarnos para construir sociedades más saludables.
¿Cuáles son las tendencias tecnológicas
del futuro según el MIT?
Por Zuberoa Marcos | 30-12-2015

Joi Ito es un tipo extraordinario. Tanto que dirige el MIT Media Lab (uno de los centros
de innovación más prestigiosos del mundo) sin haberse graduado en la universidad. Lo
que vendría a ser algo similar a llegar a ejercer como director de un colegio sin haber
acabado los estudios de primaria. En el caso de Ito, sin embargo, lo inusual es normal.
Si se conoce su historia y sus logros, no resulta descabellado afirmar que se trata de uno
de los constructores más influyentes de la cultura digital en las últimas décadas. Y
frente a eso, los títulos académicos paliceden.

Ito es miembro de los consejos de administración de Creative Commons, Sony


Corporation, The New York Times y la Fundación Mozilla, además de haber
participado como inversor en Flickr, KickStarter, Twitter, littleBits o Last.fm entre otras
muchas compañías. Nadie como él conoce Internet, de ahí que se trate de una de las
voces más autorizas del mundo para aventurar qué es lo que funcionará en la Red y
localizar el talento emergente.

Como director del MIT Media Lab, Joi Ito anticipa algunas de las novedades
tecnológicas que veremos en un futuro muy cercano y cambiarán nuestra vida cotidiana:
ciudades eficientes y conectadas, casas en las que el mobiliario y los muros se mueven
para adaptarse a nuestras necesidades, robots sociales que se relacionan con humanos o
medicina a molecular capaz de modificar las neuronas del cerebro.

Más que hablar, Ito dispara ideas a la velocidad de una ametralladora. Es un defensor
apasionado de la innovación y de las posibilidades del ser humano en un futuro de
conocimiento compartido. Estar conectado. Aprender. Hacer. Esas son las tres claves
que Ito receta para innovar; tal y como aseguró en una entrevista poco después de ser
nombrado director del MIT Media Lab: “si quieres invertir, no lo hagas en casas o
coches. Invierte en ti mismo, en aprender”.
¿Cómo ha transformado la tecnología la
lucha contra la delincuencia?
Por Zuberoa Marcos | 11-01-2016

Un informe publicado el pasado año por Intel Security revelaba que dos de cada tres
correos electrónicos que se envían en el mundo son spam. Su objetivo es extorsionar o
engañar a los receptores para obtener dinero e información. Nuestro país es el tercero
del mundo que más ataques informáticos recibe y, según datos de Instituto Nacional de
Ciberseguridad, se pierden 14.000 millones de euros al año por este motivo. Poca
broma. Se trata de una actividad que compite con el tráfico de drogas en cuanto a
beneficios.

Investigar el crimen que se gesta a través de Internet o localizar delincuentes por las
huellas digitales que dejan en la Red se convierte, pues, en imprescindible para los
cuerpos policiales. Y aquí es donde entran en juego profesionales como Mary Aiken,
ciberpsicóloga forense y asesora del European Cybercrime Centre, el departamento
encargado de combatir la delincuencia digital dentro de Europol (Oficina Europea de
Policía). Su campo de investigación se centra en el análisis de comportamientos
digitales y en concreto en desentrañar posibles perfiles criminales.

Su especialización en un campo tan complejo ha llevado a Mary Aiken a convertirse en


una celebridad. En el año 2013 fue invitada a la Casa Blanca para participar en un foro
en el que expuso sus investigaciones acerca de cómo los criminales usan la tecnología
para organizarse y evitar ser detenidos. Su ponencia fue tan convincente que poco
después recibió una propuesta sorprendente: la CBS quería contar con ella para el nuevo
proyecto de la franquicia “CSI”. Así fue como nació “CSI: Cyber”, serie en la que
Patricia Arquette interpreta un personaje inspirado en Aiken y donde la psicóloga
participa como asesora y productora.

Pero más allá de la fama televisiva, lo que sigue incentivando a Mary Aiken es
conseguir desenmascarar a quienes pretenden cometer delitos amparándose en la
tecnología porque, asegura, “estamos llegando a un punto en el que todos los crímenes
serán cibercrímenes”. Es un consuelo pensar que gente tan brillante como ella estará
alerta para evitarlos.
Puede la tecnología reducir la
desigualdad entre hombres y mujeres?
Por Malu Barnuevo | 13-01-2016

El discurso de Cheryl Miller es inconformista. Incómodo incluso. Como el de todas las


personas que se empeñan en señalar las cosas que no funcionan. En su caso denunciar la
escasa presencia de las mujeres en el ámbito tecnológico. Una causa que le ha reportado
un buen puñado de elogios en todo el mundo (sus trabajos han sido reconocidos y
premiados por la Comisión Europea o las Naciones Unidas) y también algunas críticas,
en especial cuando sus dardos han señalado a responsables de esta situación. Pero
Miller, cuyos aportes para eliminar barreras de género en cualquier terreno le dan la
convicción de quien se sabe en el bando correcto, no se amilana y es capaz de titular una
conferencia “Las chicas salvarán el mundo”.

Aunque el de la tecnología no es el único ámbito en el que las mujeres están


poco representadas (un estudio reciente del sindicato de directores de Estados
Unidos mostraba que sólo un 6,4 de las películas realizadas en Hollywood habían sido
dirigidas por mujeres), el caso de las TIC resulta especialmente sangrante. En Europa,
aunque la situación varía mucho dependiendo de los países, tan sólo un 20% de las
mujeres ocupan puestos de responsabilidad en la industria y en Silicon Valley
únicamente el 3% de las compañías emergentes son proyectos emprendidos por
mujeres. Sin embargo, según afirmó Miller en una entrevista, distintos estudios
demuestran que las empresas creadas por mujeres son más sólidas: “son proyectos
constantes, estables y positivos, a menudo socialmente orientados. Tenemos aversión al
riesgo, pero también creamos empresas resistentes y sostenibles”.

Pero Miller no se dedica únicamente a la denuncia y el estudio. Es una emprendedora


que está dispuesta a revertir esta situación. En 2014 lanzó junto a otras socias el Digital
Leadership Institute, de donde han salido iniciativas como AdaAwards.com
(que premia a las mujeres y jóvenes que destacan en tecnología), InQube.eu (el
primer acelerador de empresas creadas por mujeres) o g-hive.org (una red de mujeres
emprendedoras y especialistas en TIC a nivel mundial). Escuchándola y viendo lo que
está logrando es más fácil creerla: sí, las chicas pueden salvar el mundo.
Por qué Star Wars ha sido clave en la
innovación tecnológica?
Por Zuberoa Marcos | 18-01-2016

Alba y Mario tienen seis años y jamás han visto una película de Star Wars. Sin
embargo, saben quién es Luke Skywalker, cuando quieren imitar a un robot modulan su
voz como C3PO y son capaces de tararear las primeras notas de la banda sonora
compuesta por John Williams para la trilogía original. Eso es cultura pop. Como las
canciones de los Beatles, las princesas Disney o Superman, el universo creado por
George Lucas está tan arraigado en el imaginario popular que no hace falta haber visto
sus películas para conocer los personajes protagonistas e incluso tener una cierta idea
sobre la historia. Tan sólo un eremita encerrado en una cueva y sin comunicación
alguna con el mundo exterior podría librarse de conocer a Yoda. La influencia de Star
Wars es tan enorme que hay una polilla que lleva el nombre de Chewbacca, un trilobite
bautizado Han Solo y ácaro que homenajea a Darth Vader.

El “Expanded Universe” es un término creado para referirse a todo el material generado


con licencia oficial más allá de la saga de películas. Existen cómics, libros, series de
animación, videojuegos y hasta parques temáticos basados en el universo Star Wars.
Eso sin mencionar todo el merchandising que incluye cualquier objeto que pueda ser
imaginado, desde vajillas a ropa interior, pasando por los inevitables juguetes. Cada uno
de estos productos termina engordando la cuenta corriente de George Lucas, quien
demostró tener más talento como hombre de negocios que como director de cine,
cuando convenció a los ejecutivos de la Fox de cobrar sólo 150.000 dólares por la
primera película a cambio de dos condiciones: quedarse con los beneficios de todo el
merchandising y con los derechos de las futuras secuelas.

Para Chris Taylor, autor del ensayo “How Star Wars Conquered the Universe”, el éxito
arrollador de la saga radica en que “es divertida y muy clara. Los límites entre el bien y
el mal están perfectamente definidos. En diez segundos de película sabemos qué esperar
de cada personaje”. Y pronostica: “cuando todos nosotros nos hayamos muerto,
seguirán estrenándose secuelas de Star Wars”. La próxima, en 2017.

Texto: J. L. Álvarez Cedena


¿Conseguirá la inteligencia artificial
hacer invisible la tecnología?
Por Malu Barnuevo | 20-01-2016

Un artículo del New Yorker publicado en noviembre de 2014 calificaba a los escritores
de código -los programadores- como las nuevas estrellas del rock. Si esto es así, Rand
Hindi podría convertirse en muy poco tiempo en el próximo Mick Jagger. Su biografía
es de las de niño prodigio acostumbrado a consumir etapas a velocidades vertiginosas: a
los diez años su madre le regaló un libro de programación y aprendió él solo varios
lenguajes; a los 14 creo la primera red social en Francia; a los 15 montó su primera
empresa dedicada al desarrollo y gestión de páginas web; y a los 21, después de
licenciarse en Ciencias de la Computación, inició un doctorado en Bioinformática en la
University College London.

Apenas una década después de estos logros académicos Hindi es cofundador y


presidente ejecutivo de Snips, una compañía que, afirman en su web “imagina un
mundo donde la tecnología se vuelve intuitiva, se aparta de nuestro camino y solo
aparece cuando la necesitamos. Un mundo en el que la tecnología se adapta a los
humanos y no al contrario”. El pensamiento de Hindi, poblado de un radical humanismo
científico, no navega en aguas tibias; más bien al contrario, de ahí que afirme que “la
tecnología es lo que puede marcar la diferencia entre que estemos vivos o no dentro de
20 años”.

La primera propuesta de Snips es conseguir que las ciudades se adapten a sus habitantes
y no al contrario a través de aplicaciones que trabajan con inteligencia artificial y big
data. ¿El objetivo? Que la tecnología desaparezca, que sea ubicua pero invisible, que
vivamos siempre conectados pero sin darnos cuenta. A gran escala las repercusiones de
su trabajo van desde lo más cotidiano como regular los flujos de tráfico, la gestión de
las basuras o racionalizar el consumo energético, hasta propuestas inauditas como
prevenir la criminalidad. Suena demasiado revolucionario porque lo es. Y así lo
reconoció ‘MIT Technology Review’ cuando calificó a Hindi como “un adelantado a su
época”. Un visionario que, afortunadamente, como afirma la web de Snips considera
que “ser humano es mucho más que ser eficiente”.

Texto: J. L. Álvarez Cedena

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