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Universidad Santo Tomás

Facultad de Filosofía y Letras


Licenciatura en Filosofía y Lengua Castellana
Filosofía Actual
Ana María Cuestas Manzo

RELATORÍA TRACTATUS LOGICO-PHILOSOPHICUS

EPÍGRAFE.

AUTOR

BIOGRAFÍA

Ludwig Wittgenstein nace en Viena el 26 de abril de 1889, en el seno de una familia judía,
pudiente y prestigiosa de Austria. Muere en Cambridge el 29 de abril de 1951 tras sufrir de
cáncer. Aunque su padre era un gran industrial de su país, no dejaba de lado la formación
intelectual de su hijo, cuya estrictez y disciplina afectarían rotundamente tanto a sus
hermanos como al filósofo, hasta el punto de llevar al suicidio a tres de ellos.

A finales del siglo XX, entra en la escuela secundaria de Leinz, donde se toparía con Adolf
Hitler, quien cursaba un grado escolar inferior a él; algunos afirman que el racismo del líder
Nazi deriva de este suceso, ya que el pequeño Wittgenstein era conocido como “el judío”,
cuyo ingenio resaltaría desde su adolescencia y despertaría la envidia de su compañero.
Gracias a su formación, Wittgenstein tuvo presente las lecturas de Otto Weininger sobre la
obligación moral frente a uno mismo de aspirar al genio.

Su interés primaba en los estudios lógicos de la matemática y a fundamentos objetivos. Su


lectura de Los Principios de La Matemática lo llevan hasta la Universidad de Cambridge
para escuchar la cátedra del autor, Bertrand Russell, que, junto con los estudios de Frege
sobre la aritmética, conducirían su trabajo filosófico. Aun así, Wittgenstein se dedica a
estudiar Ingeniería Mecánica en la Universidad de Manchester, pero seguía asistiendo a las
clases de Russell

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INTRODUCCIÓN

Sobre verdad y mentira en sentido extramoral es un ensayo con el cual Nietzsche busca una
reintegración del hombre a la naturaleza, dejando de lado la idealización del mismo al tomar
como punto de partida la condición humana frente a su entorno, el mundo. Es así como nos
introduce a un valor moral cuestionado, aquel que se establece entre lo real y lo ideal,
abordado desde el sentido “extramoral”, el hombre en medio de lo verdadero y lo aparente,
que por un impulso moral se encuentra en la búsqueda de la verdad, mediada por el lenguaje
y su imposición a una verdad universal imperativa, que expresada por la metáfora, se limita
y no da paso a la esencia de lo verdadero.

EL COMIENZO DEL HOMBRE


Nietzsche comienza su ensayo a partir de su concepción sobre la condición del ser humano
como un animal poseedor del conocimiento, el cual le otorga un sentimiento de superioridad
ante la naturaleza y lo lleva a concebir la realidad de manera antropocéntrica. El hombre se
presenta ante el mundo como un ser carente de habilidades óptimas para mantener su
existencia, de esa manera llega a inventar el intelecto, su facultad más imponderable y
superior a la de cualquier otra especie. Sin embargo, la razón se ve tan enceguecida que se
engaña a sí misma sobre el valor de su existencia, y sólo se encarga de mantener una ficción
para conservarse sin advertir que se encuentra bajo una ilusión.

Al estar inmerso en sus propias ilusiones, las cuales sólo toman la forma y comprenden la
superficie de las cosas, éstas solo satisfacen un estímulo, más no conducen a la verdad. La
naturaleza oculta la mayor parte de las cosas y el sentimiento moral del hombre no se percata
de ello, pues su misma conciencia ya se refugia en las ilusiones, convirtiéndola así en una
embaucadora que tan sólo le permite un grado de curiosidad; arrastrándolo a la indiferencia
de su ignorancia. No obstante, la preservación de su existencia, presidida por su intelecto, se
ve en la necesidad de congregarse socialmente y concretar un acuerdo de paz entre todos,

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cuyo fin impulsará de nuevo la búsqueda de la verdad. Pero ésta se ve limitada por la
imposición de lo que debe ser la verdad y no de lo que en realidad es.

LA VERDAD Y EL LENGUAJE

Para comprender la postura de Nietzsche sobre el lenguaje, es necesario traer a colación una
cita de la obra tratada que da cuenta del concepto de verdad en relación con el primer término:

¿Qué es la verdad? Un ejército móvil de metáforas, metonimias,


antropomorfismos, es una palabra, una suma de relaciones humanas que han
sido realzadas, extrapoladas, adornadas poética y retóricamente y que,
después de un prolongado uso, a un pueblo le parecen fijas, canónicas,
obligatorias; las verdades son ilusiones de las que se han olvidado que lo son,
metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han
perdido su imagen. (p. 194)

Según Nietzsche, la limitación de la verdad se da, en primera instancia, en la legislación del


lenguaje, pues se presenta con unas convenciones afianzadas por medio de la construcción
de conceptos universalmente válidos y que mantienen al hombre como medida de todas las
cosas. De esa manera, su fantasía de la realidad se sujeta del ego humano y el olvido de su
naturaleza de inventor, este último lo engaña a tal punto que logra asumir que ya posee la
verdad bajo las formas determinadas y la generalidad dogmática del lenguaje, siendo sólo
ilusiones. Por tal razón, el sujeto moldea la realidad mediante el uso arbitrario de las leyes
del lenguaje para parecer algo irreal como real, una mentira como verdad. Es así como surge
el engaño, el cual trae consigo el rechazo social en cuanto llegue a perjudicar a los demás
hombres; de no ser así, el engaño pasa por desapercibido y sin ninguna importancia. En ese
orden de ideas, la veracidad se pone en tela de juicio para el filósofo y es, precisamente, la
que lo lleva a preguntarse sobre las limitaciones lingüísticas en la búsqueda de la verdad.

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Por un lado, es necesario comprender que hay un instinto en el hombre, que sin saber de
dónde proviene, intenta buscar la verdad, por lo que la veracidad se impone bajo las normas
del lenguaje que impulsa a crear conceptos que la sostengan. A pesar de ello, el lenguaje
instaura unos modelos, géneros, categorías de los objetos según la relación de los hombres
con ellas, por tanto, se constituyen ciertas metáforas que no dan cuenta de la cosa en sí, sino
de la mera forma que se presenta por medio de un estímulo nervioso convertido en una
imagen, para luego convertirse en sonido. En otras palabras, el lenguaje tan sólo se limita al
uso de metáforas ya que no puede ir a la esencia misma de las cosas, las cuales son
generalizadas a tal punto que cualquier impresión individual debe ser sometida a tal orden de
acuerdo a los grados que provee el lenguaje. Por otro lado, su autoconciencia se ve reducida
hasta perder la correcta percepción de las cosas, pero esta no logra existir ya que sólo se
tiene una aproximación estética que se endurece en una metáfora y no permite un
acercamiento con el objeto en sí.

Su obrar racional se ve codificado por su búsqueda de la verdad basada en abstracciones


generalizadas en el lenguaje, el cual se basa en el uso de las metáforas habituales y lo que,
en palabras de Nietzsche, sería mentir al modo del rebaño. Su inconsciencia mueve su actuar
moral de acuerdo a los conceptos estructurados por esos hábitos que toma como verdad y las
cosas en sí mismas.

EL CONCEPTO

Los conceptos nacen del lenguaje como necesidad al ordenamiento del mundo empírico o
antropomórfico, llegan al hombre en metáforas y permanecen en él, pues no es posible
concebirle al hombre sin ello, ya que actúa como fortaleza del mismo al ser rígido y universal.
Es por ello que el hombre en medio de todo puede perderse en ensoñaciones a través del
mismo lenguaje; crear, introduce o construye metáforas y metonimias que vuelven irregular
a lo que antes era rígido y regular, pero una vez despierte podrá ir nuevamente al tejido
conceptual que le regula en el mundo.

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Es así que el hombre, según el autor refiere, es susceptible al engaño, pues se permite en su
intelecto la libertad de creer en la ficción e ignorar la realidad en tanto que el engaño no sea
causa de daño, permitiéndole al intelecto liberarse en el tejido de conceptos irregulares y
deseados que ha constituido para la salvación del ser humano; Sin embargo, al intelecto estar
liberado, percibe esto como un mero juego:

“y cuando lo destruye, lo arroja sin orden ni concierto, o con ironía lo vuelve a


componer, uniendo lo más diverso y separando lo más afín, entonces revela que no
necesita de aquellos auxilios extremos de la indigencia y que ahora no se guía por
conceptos sino por intuiciones.” (Nietzsche, p. 200)

Pues aquello no es más impresionante que de lo que el intelecto puede brotar, ya no guiado
por conceptos sino por las mismas intuiciones que producen en él una burla hacia las
regulares barreras de los conceptos mediante las intuiciones, las cuales producen un
enmudecimiento y una creación de conceptos que no pretenden mantener el tejido conceptual
rígido y regular nombrado anteriormente.

Es en este punto donde Nietzsche propone dos clases de ser humano, uno racional y otro
intuitivo, en el que ambos comparten el mismo deseo: dominar la vida, ambos desde
diferentes vías; el primero a través del suplir necesidades esenciales con prudencia mediante
lo presupuesto, tomando como real lo que es lo más fingido. El segundo, forma a partir de
intuiciones metafóricas, una negación a la regularidad conceptual y se entrega a la inmediatez
del engaño.

Mientras que el que se mantiene en los conceptos y en las abstracciones, intenta prevenir la
desgracia y estar lo más posible lejano al dolor, por su parte el hombre que se mantiene en
las intuiciones

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REFERENCIAS

- Cano, G. (2011) “Friedrich Nietzsche, crítico de la moral” en Friedrich Nietzsche


I. Madrid: Gredos, p. XI-XCIX.
- Nietzsche, F. (2006) Sobre Verdad Y Mentira En Sentido Extramoral. Homero Y
La Filología Clásica. Bogotá: Jorge Castillo. P. 19-48.

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