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El deshielo
cultural,
en copa
ancha
Juan Marsé, Gabriel García Márquez,
Jaime Gil de Biedma y Manuel Vázquez
Montalbán eligieron una discoteca,
Bocaccio, en vez de un café
para reunirse en los años sesenta.
El cambio se estaba fraguando
gracias a una serie de iniciativas
transgresoras que alcanzaron
la literatura, la música, el cine y la moda Oriol Regàs hizo del bombín su seña de identidad

S
i la cultura europea de
principios del siglo XX,
desde Unamuno a los da-
daístas, se hizo en los cafés y en
las aulas de la universidad, la de
los años sesenta en España se
materializó en una discoteca,
Bocaccio (con una sola ‘c’ en la
segunda sílaba). La cantidad de
talento que se acumulaba cada
noche poco tuvo que envidiar a
las tertulias del Café Pombo, ani-
madas por Ramón Gómez de la
Serna y pintadas por José Gutié-
rrez Solana, pues a ese local bar-
celonés solían acudir Gabriel
G a rcía Márquez y Juan Marsé,
Mario Va rgas Llosa y Manuel
Vázquez Montalbán, entre otro s
muchos. Con el tiempo, Bocac-
cio pasó de ser una realidad a
c o n v e rtirse en un mito, que sin-
tetizaba el clima de expansión
cultural y de contacto con la cul-
tura mundial que se vivió en la
B a rcelona en aquella década. Y
ahora el dueño de aquel nego-
cio, Oriol Regàs (hermano de la
escritora Rosa Regàs), hace me-
moria de aquella época en Los
años divinos (Destino), una obra
desde luego con varias lecturas,
que sirve para saber quién estu-
vo allí y qué hizo, y también para
entender cómo entró en España
una concepción cultural que en-
sambló la literatura con la músi-
ca, el cine y el diseño, como si
fueran partes de un todo co-
mún, unidas por la curiosidad y
el deseo de romper un marc o
rancio e impro d u c t i v o .
Según cuenta Regàs, ‘el señor
Bocaccio’, antes de montar ese
local nocturno navegó de China
a Barcelona en un junco y fue
campeón de España de rallies de
motos. Una vida singular, sobre
todo para una persona que se
define como tímida, y que para-
dójicamente hizo de las re l a c i o-
nes públicas y de la comunica-
ción sus mayores actividades. Pe-
ro más que en esa faceta aventu-
En Bocaccio, con la escritora Ana María Matute Françoise Hardy, Salvador Dalí y el escritor Henry François Rey
puerta estaban la actriz Amparo
Soler Leal, el cantante Joan Ma-
nuel Serrat y los escritores Jaime
Gil de Biedma y Te renci Moix.
El fotógrafo Xavier Miserachs
trabajó codo a codo con Regàs
para que la discoteca naciese, y
co m p a ñ e ros suyos de pro f e s i ó n
como Oriol Maspons y Colita
también colaboraron para que
todo echase a andar. Además de
ser un punto de reunión de escri-
tores, Bocaccio se convirtió en la
sede oficial de la Escuela de Bar-
celona, el movimiento cinemato-
gráfico en el que se encuadraro n
directores como Carlos Durán,
Joaquín Jordá y Vicente Aranda.
Los últimos coletazos de la gauche divine, 1971 Enseguida sus dueños empeza-
rera, en lo que realmente brilló
Regàs fue en sus actividades co- “Puede que no fuera más que eso: una gran
mo empresario de la noche y co-
mo promotor cultural. tertulia donde platicar de todo en
El autor de Los años divinos co- libertad”, dijo Vargas Llosa de Bocaccio
mienza los capítulos referidos a
Bocaccio con la lista de los prime-
ros que pusieron su dinero para
el proyecto, personas de pro c e- la inauguración, el 13 de febre ro ron a ampliar sus actividades, a
dencias tan distintas como el mú- de 1967 a las 11.22 de la noche, c rear foros de debate sobre la
sico Augusto Algueró y el editor hora a la que desde entonces se moda, sobre la minifalda, lo que
J o rge Herralde. En esas páginas abrió cada día el local. Entre los les llevó a organizar desfiles con
re c rea asimismo el ambiente de que primero entraron por la Mary Quant, la diseñadora del
pop inglés. Por el lado musical,
Regàs organizó al poco de inau-
gurar su negocio un primer con-
c i e rto con Ravi Shankar, el dios
de la música india, muy valorada
en aquellos años de olores y to-
nos hippies.
“Puede que no fuera más que
eso: una gran tertulia donde pla-
ticar de todo en libertad”, dijo
Va rgas Llosa de Bocaccio. En re a-
lidad, sí que fue algo más: todo
un acierto económico que im-
pulsó la apertura de otro local en
Madrid y la financiación de dis-
tintas empresas culturales, la pri-
mera una revista, con Juan Marsé
de re d a c t o r-jefe, Salvador Clotas
y Ana María Moix en la plantilla,
el editor Jaume Vallcorba como
crítico de música y Enrique Vi l a -
Matas como crítico de cine. En
ella colaboraron además Umber-
to Eco, Gil de Biedma y Román
Gubern.
En una entrevista con Gabriel
García Márquez, el autor de Cien
años de soledadexplicaba su rutina
como escritor, en un acto confe-
sional poco frecuente en el au-
tor: “Me despierto muy tempra-
no, entre las seis y las siete. Siem-
pre me asusto al comenzar la jor-
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nada. Aprieto un botón y conec-
to la radio. La música me calma,
me apacigua, y me quedo en la
cama en posición fetal pensando
en lo que voy a escribir. Así, pon-
go orden al caos del sueño. A las
nueve ya estoy en la ducha, des-
ayuno café con leche y pan con
mantequilla, y a la máquina. Pe-
ro antes me pongo el mono de
trabajar”.
En cuanto a la música, lanzó a
María del Mar Bonet, e intentó
hacer lo mismo con Smash, los
p i o n e ros del flamenco-pop, pe-
ro las cosas salieron torcidas,
aunque llegaron a grabar con
ellos la célebre canción El garro -
t í n. No menos dificultoso fue po-
ner en marcha la ópera de Salva-
dor Dalí Ê t reDieu, que había con-
cebido con Federico García Lor-
ca. La primera vez que quedaro n
para grabar no acudió ya que
la Policía le había avisado de
su aparición en una lista de
ETA, y él prefirió poner tierra de
por medio. Pasados unos meses
c e l e b r a ron la reunión, en la que
el artista empezó a impro v i -
sar unas nanas en catalán que
f u e ron mezcladas con la música
que ya había sido grabada. De to-
do ello salió la versión final de
Ê t reDieu.
Oriol Regàs se hizo
amigo de Dalí
y descubrió su doble
faceta, la pública
y la privada
Regàs se hizo amigo de Dalí y
descubrió su doble faceta, la pú-
blica y la privada. Al preguntarle
por cómo empleaba su tiempo
en Port Lligat, le contestó en tér-
minos parecidos a los de Garc í a
Márquez: “Me levanto tempra-
no, tomo un baño, desayuno y
me pongo a pintar. A veces voy al
mar antes de comer, siempre
temprano, luego una siesta y de
nuevo a trabajar hasta las siete. A
p a rtir de esa hora empiezo a ha-
cer de Dalí”.
El último gran proyecto de Bo-
caccio, que también pro d u j o
una línea de diseño y se dedicó a
o rganizar viajes, fue la película
Morbo de Gonzalo Suárez, en cu-
yo rodaje se conocieron Ana Be-
lén y Víctor Manuel. A éste le en-
c o n t r a ron Suárez y Regàs en una
cafetería de Madrid y le ofre c i e-
ron el papel nada más acercarse
a él. El éxito hizo que abrieran
más locales, esta vez en la Costa
Brava, y que organizaran con-
ciertos de grupos y cantantes co-
mo Màquina!, Música Dispersa,
Jaume Sisa y Pau Riba, pionero s
del underground b a rcelónes, cuya
explosión se produjo a partir de
mediados de los años setenta.
Quizá una de las cosas que más
Viaje desde Hong Kong a Barcelona a bordo del junco Rubia
Rodaje de Morbo, película producida por Bocaccio Films
Vázquez Montalbán, Dalí y Alain Milhaud en París, 1972
Jacquot
Rovira, uno
de los
disc-jockeys
de Bocaccio
s o r p rendende las iniciativas cul-
turales de Regàs sea la concep-
ción de una serie de elementos
en continua relación e interac-
ción. De esta manera lo literario
y lo cinematográfico, las artes vi-
suales y la música formaron un
magma del que se alimentaro n
tantas personas hoy históricas
por su actividad creativa y pro f e-
sional. Si las vanguardias quisie-
ron que arte y vida fueran una
sola cosa, en Bocaccio no andu-
v i e ron lejos de lograr el cóctel,
servido cada noche en sus pecu-
l i a rescopas redondas.
Iñaki Esteban
Las antimemorias
de Coetzee
El escritor sudafricano más famoso
del planeta simula que cuenta su vida.
¿Hasta qué punto cabe creerle?
J.
M. Coetzee es uno de
esos escritores que
odia exhibirse y le
gustan los disfraces, así que na-
die podía esperar que sus me-
morias fueran unas confesio-
nes en la onda de tradicional
que va de Agustín de Hipona a
Rousseau, y más allá, con sus
v e rdades enteras y sus verd a d e s
a medias. En el discurso de re-
cepción del Nobel de Literatu-
ra, en 2003, en vez de hacer un
recorrido por su obra y por sus
fundamentos literarios, leyó
una historia sobre Robinson
Crusoe. Y en las prestigiosas
conferencias Tanner de la Uni-
versidad de Princeton, que
también están pensadas para
que el autor exponga las bases
de sus ideas y de su actividad in-
telectual, escogió a uno de sus
personajes, Elizabeth Costello,
un alter ego del propio Coetzee,
para dirigirse a los asistentes y
hablarles de los derechos de los
animales.
Con estos antecedentes se
entiende que a la hora de con-
tar su experiencia elija los ca-
minos oblicuos de la ficción y
no la línea recta del relato con-
fesional. Así lo hizo en los dos
primeros volúmenes de sus an-
timemorias, Infancia y John Maxwell Coetzee: “En lí-
Juventud, y ahora radicaliza esta
perspectiva en el terc e ro, Vera -
no, espléndido como los dos
a n t e r i o res e incluso mejor que
ellos. En esta obra, el pro f e s o r
de Literatura Mr. Vincent se
empeña en escribir una biogra-
fía sobre el escritor J. M. Coet-
zee, y para ello se vale de los
cuadernos de trabajo del autor
y de una serie de entre v i s t a s
con las mujeres que han vivido
con él. Todas le destrozan. Le
tachan de frío, tibio, apocado,
insignificante: adjetivos curio-
sos en una obra que en el fondo
trata de la fama, de por qué la
5
gente se interesa en la vida per-
sonal de un autor conocido.
Una de ellas pinta al ácido este
retrato sobre su ex amante: “Te-
ner talento para las palabras no
me parece suficiente si se quie-
re ser un gran escritor. Ta m-
bién hay que ser un gran hom-
bre; y él no era un gran hom-
bre. Era un hombrecito, un
hombrecito sin importancia
(…) ¿Cómo se puede ser un
gran escritor si no se es más que
un hombrecito común?”.
Las mujeres cuentan sus pro-
pias historias, sus propias auto-
biografías ficticias, y el pro f e s o r
Vincent va uniendo las piezas
en una especie de pastiche y se
hace preguntas sobre la perso-
nalidad del biografiado, pre-
guntas que pocas veces hallan
El escritor
publica el
tercer
volumen
de sus
“memorias”
respuesta. En Verano también
aparece el padre de Coetzee,
que calla respecto a la violencia
racial en Sudáfrica y en países
l i m í t rofes como Bostwana a
principios de los años setenta,
mientras su hijo le pre g u n t a
por ellos y le lee las noticias de
los periódicos.
En este juego de prismas y es-
pejos, también opina un emi-
nente escritor sudafricano, que
hace esta crítica de la obra de
neas generales, yo diría que su
trabajo carece de ambición. El
control de los elementos es de-
masiado estricto. En ningún
punto se tiene la sensación de
que un escritor deforma su me-
dio para decir lo que nunca an-
tes dijo, que para mí es lo que
caracteriza a la gran escritura.
Demasiado frío, demasiado
prolijo, diría yo. Demasiado fá-
cil. Demasiado carente de pa-
sión”.
Con Coetzee, es evidente,
nunca se está seguro de nada.
I. E.