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Psicoterapia de la Drogodependencia

Universidad del Salvador

Facultad de Psicología y Psicopedagogía

Sede Bahía Blanca

Profesores: Lic. Hugo Kern


Lic. Mariel Varela
Alumno: Jonathan Giraldi
5to año “E”.

2016
El alcohol, antídoto frente al superyó?

“En todas las formas de enfermedad


psíquica debería tomarse en cuenta
la conducta del superyó”1

S. Freud.

En el presente trabajo me propongo realizar un breve ensayo sobre el alcoholismo desde


el marco psicoanalítico.
En cuanto al objeto de estudio me centrare únicamente en los casos que presentan una
alternancia periódica entre estados de exaltación y estados depresivos, sintomatología que
por cierto ha llevado a algunos psicoanalistas a compararla con los estados de desazón
cíclica. Fenichel2 por ejemplo, considera que “el trastorno periódico de los bebedores se
estructura de acuerdo a lineamientos generales semejantes a los de la periodicidad de los
estados maniaco-depresivos”3. A su vez agrega que “cuando el alcohol se ha usado para
huir de una desdicha, externa o interna, esta desdicha, pasada la elación (palabra en desuso,
exaltación seria una acepción actual), parece mayor”4.
En esta misma línea Alonso-Fernández5 expresa que “a medida que el descenso del nivel
de conciencia se establece en el alcohólico, pasan a imperar en su intimidad vivencias de
redención, libertad y triunfo frente a una realidad adversa”6. Esta conformación es presa de
oscilaciones ya que “en el intervalo de sus embriagueces experimenta un sentimiento de
culpa vinculado a sus excesos alcohólicos”7 de suerte tal que “el alcoholomano oscila
inicialmente entre las vivencias de liberación y los autorreproches”8.

1
Freud, S. Neurosis y psicosis (1924). Obras completas. Vol. XIX. Amorrortu Editores, Bs. As., 1976, p. 157.
2
Otto Fenichel (1897-1946), medico y psicoanalista austriaco.
3
Fenichel, O. Teoría psicoanalítica de la neurosis (1945). Editorial Paidos Mexicana, S.A., p. 428.
4
Ibídem, p. 428.
5
Francisco Alonso-Fernández (1924- ), médico psiquiatra, neurólogo y psicólogo español.
6
Alonso-Fernández, F. Fundamentos de la psiquiatría actual (1968). Paz Montalvo Editorial, 1979, p. 342.
7
Ibídem, p. 342.
8
Ibídem, p. 342.
Si observamos las formas de comienzo y adquisición de la toxicomanía alcohólica,
llamadas causas por los bebedores o sus familiares, vemos que en general están
relacionadas con conflictivas laborales, familiares, conyugales o de pérdidas de seres
queridos entre otras, esto nos permite situar en ese comienzo algo del orden de un padecer,
de un malestar que mueve al sujeto a consumir. Que elija el alcohol como “tratamiento” de
ese padecer no se debe a una mera contingencia, sabemos que este posee ciertas cualidades
que lo ponen al alcance de la mano, como la de ser una droga legal, accesible
económicamente y socialmente aceptada. Tiene a su vez el efecto de producir una
exaltación del estado de ánimo que se acompaña de sensaciones placenteras a la par que
nos vuelve menos sensibles a las mociones de displacer.
La experiencia de estos efectos placenteros durante las primeras embriagueces sin duda
deben impulsar al individuo al deseo de repetir ese estado, pero sucede que con el correr del
tiempo, y con el aumento de la dosis y de la periodicidad comienza a instalarse un cuadro
que se puede definir como “Farmacotimía”9. El mismo consiste en que el individuo, al
consumir, “se libra de la depresión, de una ansiedad incrementada y de una mala
conciencia. Pero la elación es transitoria, le sigue la depresión y en consecuencia una
renovada necesidad de elación”10.
Para entender este fenómeno vamos a recurrir a Freud, que en su artículo Duelo y
Melancolía11 planteo a la borrachera alcohólica (en la medida en que sea alegre) en la
misma serie de estados que la manía; según este modelo la borrachera seria una suerte de
manía artificial lograda por la introducción en el organismo de un toxico, que en virtud de
sus efectos sobre el yo promovería la cancelación de gastos de represión y una disminución
en el umbral de la percepción de sensaciones displacenteras. Este ahorro de gasto psíquico
y la liberación de la coacción que implica el malestar previo será sentida por el yo como un
triunfo.
En esta condición el sujeto se encuentra en un estado de brío y desinhibición, la persona
en cuestión puede hacer y decir cosas que en un estado de sobriedad sería incapaz por

9
Rosenfeld, H. Estados Psicóticos (1978) Ediciones Horme S.A.E., p. 259. El concepto originariamente
pertenece a Sandor Rado (1890-1972), psiquiatra y psicoanalista húngaro.
10
Rosenfeld, H. Estados Psicóticos (1978) Ediciones Horme S.A.E., p. 259.
11
Freud, S. Duelo y Melancolía (1917 [1915]). Obras completas. Vol. XIV. Amorrortu Editores, Bs. As.,
1976, p. 251.
motivos de vergüenza o bien por qué van en contra de sus preceptos morales; sucede como
si la voz de la conciencia moral fuera silenciada.
Sobre el proceso que permite este viraje Freud opina en un trabajo posterior que “el yo
se encuentra en un estado de embriaguez beatifica, triunfa como si el superyó hubiera
perdido toda su fuerza o hubiera confluido con el yo, y este yo liberado, maniaco, se
permite de hecho, desinhibidamente, la satisfacción de todas sus concupiscencias”12; en
otra de sus definiciones sobre el tema, en “Psicología de las masas y análisis del yo”,
describe al ideal como “la suma de todas las restricciones que el (yo) debe obedecer, y por
eso la suspensión del ideal no podría menos que ser una fiesta grandiosa para el yo, que así
tendría permitido volver a contentarse consigo mismo”13. Esta última frase parece evocar
un tiempo primordial donde al yo en verdad le era posible contentarse a sí mismo, sin
necesidad de un objeto exterior.
Por otra parte en el mismo texto Freud explica que el “sentimiento de culpa (y el
sentimiento de inferioridad) puede comprenderse como expresión de la tensión entre el yo y
el ideal”14 por lo que esta confusión entre ambas instancias que aparentemente se daría en
la borrachera no solo anularía la crítica de la conciencia moral sino que también nos brinda
una pista de en donde se apoya este “grandor del yo” que se observa en el sentimiento de
omnipotencia del alcoholizado.
Retomando la frase anterior, sobre que el yo “tendría permitido volver a contentarse
consigo mismo”, la misma hace alusión al narcisismo originario del niño, de aquí que una
hipótesis sea que en el alcoholismo ocurre una regresión al narcisismo primitivo donde lo
que impera es un yo-placer y que se manifiesta en la vanidad, el egoísmo y el aumento de la
autoestima del alcohólico.
Esta es una posición similar a la que sustenta Fenichel, que a su vez agrega que el
consumo en estos pacientes se encuentra al servicio de satisfacer arcaicos anhelos orales y
que en el estado de embriaguez “coinciden, visiblemente, las satisfacciones eróticas con las
narcisistas”15.

12
Freud, S. Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1932). Obras completas. Vol. XXII.
Amorrortu Editores, Bs. As., 1976, p. 57.
13
Freud, S. Psicología de las masas y análisis de yo (1921). Obras completas. Vol. XVIII. Amorrortu
Editores, Bs. As., 1976, p. 124.
14
Ibídem, p. 124.
15
Fenichel, O. Teoría psicoanalítica de la neurosis (1945). Editorial Paidos Mexicana, S.A., p. 426.
Esta regresión a un modo de satisfacción autoerótica tiene efectos en la economía
libidinal, sobre esto Freud nos dice que “el retroceso de la libido de objeto al yo, su
mudanza en narcisismo, vuelve por así decir, a figurar un amor dichoso, y por otra parte un
amor dichoso real responde al estado primordial en que la libido de objeto y la libido yoica
no eran diferenciables”16, es decir, el alcohólico en la medida en que pierde el interés
libidinal por los objetos solo ama a la bebida (incorporada como una parte de si) y a sí
mismo.

Hasta aquí hemos podido señalar los puntos en que se tocan la borrachera y los estados
maniacos siguiendo las ideas de Freud, también hipotetizamos una cierta trasmudación de
libido de objeto en libido narcisista que tendría lugar en el cuadro, nos queda por analizar el
porqué de la miseria a la cual es sometido el alcohólico al despertar luego de una noche de
excesos, esos estados de ánimo depresivos que vuelven con los efectos de lo que Fenichel
llama “la mañana siguiente”17.
Lo que pareciera operar aquí, en el polo depresivo, es el mismo proceso que genero la
elación y la sensación de triunfo previa, solo que de manera invertida, y lo que pasa a
ocupar la centralidad es la figura del superyó que en su función de vigilar y castigar se
abate sin misericordia sobre el indefenso yo reclamándole por los excesos cometidos.
Podemos suponer que a la anterior confluencia del yo con el ideal promovida por la
introducción del toxico le ha sucedido una “bipartición tajante de ambas”18 y el yo es ahora
tomado como objeto y juzgado de manera critica por el sádico superyó que no le perdona el
accionar al que se entrego bajo los efectos del alcohol.

Antes de finalizar quisiera darle una apreciación desde otro angulo a la cuestión,
expuesta hasta aquí como una suerte de conflicto entre el yo y el severo superyó.
En el desarrollo del ensayo he planteado al alcohol como un medio que utiliza el yo
contra la depresión y que opera diluyendo a su severo amo. Creo que esto solo ilustra la
superficie de un estado de cosas que en realidad es más complejo, y lo que complejiza las

16
Freud, S. Introducción del narcisismo (1914). Obras completas. Vol. XIV. Amorrortu Editores, Bs. As.,
1976, p. 96.
17
Fenichel, O. Teoría psicoanalítica de la neurosis (1945). Editorial Paidos Mexicana, S.A., p. 426.
18
Freud, S. Psicología de las masas y análisis del yo (1921). Obras completas. Vol. XVIII. Amorrortu
Editores, Bs. As., 1976, p. 125.
cosas es justamente el origen y la naturaleza del superyó, ese “abogado del afán de
perfección”19 que actúa frente al yo como “la reconciliación de sus múltiples vasallajes”20 y
que por esta razón asume frente a él dos posturas que son en sí contradictorias: por un lado
prohíbe el goce y por otro exige gozar.
Esta doble faz del superyó la vemos desde el comienzo, por un lado es “genéticamente,
heredero de la instancia parental”21 y “subrogante de los reclamos éticos del ser humano”22;
y a su vez, es definido por Freud como “el abogado del mundo interior, del ello”23 y
“expresión de las más potentes mociones y los más importantes destinos libidinales del
ello”24. Como “heredero complejo de Edipo” reúne en si tanto los influjos del mundo
externo como los provenientes de esa primitiva provincia anímica en la cual “se sumerge
profundamente”25.
Por sus nexos con el ello es de donde obtiene su carácter compulsivo y es por su
institución como heredero del padre de la prehistoria personal que su mandato se
exterioriza como imperativo categórico; a su vez, en virtud de su condición de “abogado”
puede oficiar de representante del ello ante el yo y otorgarle el estatuto de imperativo a las
mociones pulsionales agitadas desde las profundidades del psiquismo.
Y es, creo, en ese punto donde se articula pulsión e imperativo, donde aparece la
compulsión de repetición del alcohólico que toma hasta desvanecerse y siempre vuelve a
empezar de nuevo, es ahí donde vemos la eficacia del “abogado”, que al servicio de la
pulsión de muerte, exige un goce sin límites, goce que conlleva a la destrucción progresiva
del lazo social, del cuerpo, y en última instancia al desenlace fatal y el retorno “a la
estabilidad de lo inorgánico”.
Como afirmo Lacan “nada obliga a nadie a gozar, salvo el superyó. El superyó es el
imperativo de goce”26.

19
Freud, S. Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1932). Obras completas. Vol. XXII.
Amorrortu Editores, Bs. As., 1976, p. 62.
20
Freud, S. Neurosis y psicosis (1924). Obras completas. Vol. XIX. Amorrortu Editores, Bs. As., 1976, p.
157.
21
Freud, S. El humor (1927). Obras completas. Vol. XXI. Amorrortu Editores, Bs. As., 1976, p. 160.
22
Freud, S. Presentación autobiográfica (1925 [1924]). Obras completas. Vol. XX. Amorrortu Editores, Bs.
As., 1976, p. 55.
23
Freud, S. El yo y el ello (1923). Obras completas. Vol. XIX. Amorrortu Editores, Bs. As., 1976, p. 37.
24
Freud, S. El yo y el ello (1923). Obras completas. Vol. XIX. Amorrortu Editores, Bs. As., 1976, p. 37.
25
Freud, S. El yo y el ello (1923). Obras completas. Vol. XIX. Amorrortu Editores, Bs. As., 1976, p. 50.
26
Lacan, J. El Seminario, libro 20, Aún (1972-1972), Paídos, Bs. As., 1981, p. 11.
Conclusión:

Creo que el hecho de que el alcohol calme momentáneamente al superyó o que se tome
para combatir la depresión como sugieren algunos autores no representa el eje del
problema, porque eso así solo deja sin explicar el porqué del no poder parar de tomar; sería
muy fácil de esa manera, hasta se podría hacer una publicidad: “tómese una copa de vino,
calma al superyó y sienta bien”, pero no funciona así, hay algo más allá de la voluntad
consciente que esfuerza compulsivamente a repetir esa experiencia y es en ese horizonte en
donde se complementan y aúnan para lograr las mismas consecuencias necesidad de
castigo, superyó y pulsión de muerte.
Tal vez ese sentimiento de culpa inconsciente, que por alguna razón devino
especialmente intenso, sea lo que hace del alcohólico un paciente tan difícil para la terapia;
y que por otra parte también lo lleve a sufrir en algunas ocasiones “el castigo del destino,
ese gran poder parental”27.

27
Freud, S. El problema económico del masoquismo (1924). Obras completas. Vol. XIX. Amorrortu Editores,
Bs. As., 1976, p. 175.
Bibliografía:

-Alonso-Fernández, F. Fundamentos de la psiquiatría actual (1968). Paz Montalvo


Editorial, 1979, p. 342.
-Fenichel, O. Teoría psicoanalítica de la neurosis (1945). Editorial Paídos Mexicana, S.A.
-Lacan, J. El Seminario, libro 20, Aún (1972-1972), Paídos, Bs. As., 1981,
-Freud, S. Duelo y Melancolía (1917 [1915]). Obras completas. Vol. XIV. Amorrortu
Editores, Bs. As., 1976.
-Freud, S. El humor (1927). Obras completas. Vol. XXI. Amorrortu Editores, Bs. As.,
1976.
-Freud, S. El problema económico del masoquismo (1924). Obras completas. Vol. XIX.
Amorrortu Editores, Bs. As., 1976.
-Freud, S. El yo y el ello (1923). Obras completas. Vol. XIX. Amorrortu Editores, Bs. As.,
1976.
-Freud, S. Introducción del narcisismo (1914). Obras completas. Vol. XIV. Amorrortu
Editores, Bs. As., 1976.
-Freud, S. Neurosis y psicosis (1924). Obras completas. Vol. XIX. Amorrortu Editores, Bs.
As., 1976.
-Freud, S. Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1932). Obras completas.
Vol. XXII. Amorrortu Editores, Bs. As., 1976.
-Freud, S. Presentación autobiográfica (1925 [1924]). Obras completas. Vol. XX.
Amorrortu Editores, Bs. As., 1976.
-Freud, S. Psicología de las masas y análisis de yo (1921). Obras completas. Vol. XVIII.
Amorrortu Editores, Bs. As., 1976.
-Rosenfeld, H. Estados Psicóticos (1978) Ediciones Horme S.A.E

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