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Artículo de opinión: Roles de género, las cárceles humanas.
Publicado el abril 26, 2012por Lidia Baños

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Desde que nacemos, tenemos la sensación de que estamos obligados a cumplir


una serie de requisitos que varían dependiendo de nuestro sexo. Si
somos niños, nuestro babi de la escuela ha de ser de color azul y nuestro deseo
para el futuro es convertirnos en el mejor futbolista o en el piloto de carreras
más rápido. Por el contrario, si somos niñas debemos poseer unos cuantos
conjuntos de ropa en color rosa, además de pasar el día jugando con muñecas y
aspirar a ser una princesa o una estrella del pop. Sentimos que debemos hacer
todas esas cosas para no ser mirados con extrañeza y recelo, pues es lo que nos
han enseñado nuestros padres y lo que nos dice todo el mundo.
Pero, ¿realmente estamos eligiendo libremente o nos sentimos presionados por
nuestro entorno? Hay diversas respuestas a la cuestión formulada pero, a mi
parecer, la sociedad tiene mucho que ver con nuestra educación, crecimiento,
elecciones y aspiraciones en la vida, intentando edificar nuestro carácter sobre
la temblorosa base de los roles de género. Y digo temblorosa porque opino
que dichos roles no deberían existir ni regir nuestro estilo de vida, pues no son
más que estereotipos que engañan a la gente y causan mucho daño a quien se
siente atrapado en ellos.
En primer lugar, trataré de explicar la existencia y los fallos de los roles desde
un punto de vista lingüístico. Existe una confusión entre los
conceptos <<sexo>>, <<género>> y <<sexualidad>>, sobre todo entre los dos
primeros. El sexo es lo que fisiológicamente diferencia a los machos de las
hembras. Por otro lado, la sexualidad hace referencia a la orientación sexual
de una persona (esto es, el sexo o los sexos por los que un sujeto se siente
atraído). Por último, el género se refiere a los papeles sociales que se atribuyen
a cada sexo en un momento de la Historia. En mi opinión, la confusión entre
<<sexo>> (que viene determinado por la naturaleza) y <<género>> (conjunto
de roles establecidos socioculturalmente y que admiten variación) es lo que
provoca los problemas de género, pues la sociedad patriarcal nos ha intentado
hacer creer que a cada sexo le corresponde un determinado género.
¿Cuáles son los rasgos principales de cada rol establecido? Según dicta el
patriarcado, una mujer para ser <<auténticamente mujer>> ha de ser
maternal, dulce, pasiva, sumisa y obediente (al hombre). Por otro lado, al sexo
masculino se le atribuyen los atributos de dureza, competitividad, ambición,
fuerza e insensibilidad. Además de estos factores del carácter, según los roles de
género, cada sexo tiene adjudicado una serie de espacios: mientras que las
féminas deben permanecer en el ámbito doméstico realizando las tareas del
hogar y sirviendo al marido, los varones deben ser muy competitivos en el
ámbito laboral, caracterizándose por permanecer un alto número de horas en el
trabajo y teniendo más libertad que la mujer para ir con sus amigos a bar. Y en
este punto es dónde yo observo el grave problema: ¿qué sucede si alguno de los
sexos no cumple los requisitos del rol que supuestamente le corresponde? En
este sentido, los roles actúan como cárceles, haciendo sentir a ambos sexos
como seres diferentes que no se ajustan a lo que deben ser, generando en ellos
un grave conflicto interno y un sentimiento de exclusión. Para ilustrarlo seré
breve: una niña que decide jugar al fútbol en vez de saltar a la comba es tildada
de “marimacho”, al igual que un niño que baile ballet es objeto de las burlas de
sus compañeros.
Normalmente se ha creído que la mujer es la única que sufre por no ajustarse al
rol que se le ha adjudicado, pero también hay hombres que no responden a los
rasgos de su rol y quieren escapar de ese estereotipo. Es decir, que este
intricado problema de género afecta a ambos sexos y resulta realmente dañino,
pues en ocasiones puede desembocar en bullyng (en el caso de los niños y
adolescentes), marginación e incluso en el suicidio. ¿Es justo que se den estas
situaciones a causa de unos falsos modelos de cómo debería ser y comportarse
cada persona dependiendo de su sexo?
¿Quién es responsable de este problema? La sociedad y los elementos que la
componen, incluyéndonos nosotros. Debemos cuidar todos los aspectos que
conduzcan a falsas creencias de los atributos que debe cumplir una mujer o un
hombre, aludiendo a ámbitos muy claros y de gran éxito como la publicidad.
Los anuncios sexistas siempre han sido frecuentes, aunque destacan los que
tratan a la mujer como un juguete sexual (por ejemplo, los controvertidos spots
de la marca AXE) o como el ama de casa por excelencia (anuncios de productos
de limpieza o electrodomésticos en los que aparece la mujer como la encargada
de realizar las tareas domésticas), además de los que llaman a los hombres a ser
exitosos (los anuncios de coches van dirigidos a los varones y son ellos los que
aparecen, excepto cuando se utilizan las curvas femeninas para
promocionarlos). La influencia de los medios de comunicación (sobre todo de la
televisión, y ahora cada vez más Internet) es notable, por lo que hay que cuidar
estos aspectos y evitar que se contribuya a alimentar estos roles
predeterminados que no hacen otra cosa que agrandar la brecha de la
desigualdad de sexos.

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Opinión: La sexualidad
para los adolescentes
By Redacción Desde Abajo | [OPINIÓN] | 17 enero 2007
. Un aspecto muy importante en la vida de las y los jóvenes es la sexualidad ya que ésta es
determinante de muchísimas situaciones.La primera relación sexual puede ser determinante para
nuestra formación como seres humanos y significará una huella permanente en los futuros
encuentros sexuales con una pareja. Es decir, dependiendo cómo nos vaya en la primera, será el
resto de las demás
David Arturo Severino Angeles / Desde Abajo *
* Estudiante de secundaria
Un aspecto muy importante en la vida de las y los jóvenes es la sexualidad ya que ésta es
determinante de muchísimas situaciones.
La primera relación sexual puede ser determinante para nuestra formación como seres humanos
y significará una huella permanente en los futuros encuentros sexuales con una pareja. Es decir,
dependiendo cómo nos vaya en la primera, será el resto de las demás.
La forma en que cada familia asume la sexualidad en su vida, su cultura, valores y creencias, es
lo que permitirá que aborden los temas de manera libre o con prejuicios, ante sus hijos.
Desafortunadamente, lo más común en nuestra sociedad son los prejuicios y el miedo a hablar
de sexualidad, por eso no es muy común el diálogo con los adolescentes.
La falta de expresión libre e informada, de padres a hijos, sobre la sexualidad es causa de
muchos conflictos y dudas sobre esto en el joven, lo cual lo lleva a la curiosidad y a la mala
información del tema. Provocando morbosidad y la ignorancia de aspectos tan naturales como la
masturbación, el uso de preservativos, la homosexualidad y las enfermedades de transmisión
sexual.
En Hidalgo, del total de jóvenes que han tenido relaciones sexuales, sólo 46% usa métodos
anticonceptivos, a pesar de que 90% de ellos conocen alguno. Además, esta situación provoca
que la edad del primer embarazo sea más corta que la de inicio al uso de anticonceptivos.
El índice de embarazos en la adolescencia es cada vez más alto, lo cual es preocupante ya que
esto no sólo destruye la vida y proyectos de los jóvenes, sino que también la de su bebé.
Otro factor muy importante en la vida sexual de los adolescentes es el miedo a la crítica social
y, en algunos casos, a las sanciones religiosas, ya que esto influye mucho en la decisión que
tomen al tener su primera vez. Por eso, no es sorpresa que muchas veces, las primeras relaciones
sexuales de los jóvenes, lleguen a tener una mala consecuencia.
En conclusión me gustaría hacer un llamado a los padres de familia para que tengan una sana y
abierta conversación sobre sexualidad con sus hijos y de ésta forma eviten graves consecuencias
en su futuro.
¡¡¡FUERA PREJUICIOS!!!

¿Qué es la sexualidad?
(Notas de una clase dada a padres de chicos de 5º Primaria)

Miraremos la sexualidad en su contenido esencial. Es la generadora de dos


diversos modos de ser en la naturaleza humana. Ser hombre, ser mujer.
Inscrita en lo más profundo de la persona, y que conduce al hombre y a la
mujer al perfeccionamiento mutuo, a la unión más intensa, porque de esa
diferente personalidad es de donde nace el amor que lleva a la comunión de
personas.
La antropología, al estudiar la sexualidad, lo hace como algo que está en el
hombre, como una realidad creacional. Y observará sus manifestaciones.
Veremos las tres manifestaciones de la sexualidad. Nos vamos a valer de un
texto del Catecismo de la Iglesia Católica: (CIC, n.2332): La sexualidad afecta
a todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su cuerpo y su
alma. Concierne particularmente a la afectividad, la capacidad de amar y
de procrear y, de manera más general, a la aptitud para establcer vínculos
de comunión con otro.

Abarca al modo de ser de la persona, hasta en lo más intrínseco; afecta al ser


mismo. La sexualidad, con la riqueza que le corresponde, es una cosa muy
buena (así la vio Dios al crear al hombre varón y mujer), determinante de las
relaciones más importantes del hombre, y configuradora del
mundo: dignidad de la persona, dignidad de la familia, de los hijos, de la
sociedad.

De la sexualidad, depende en primer lugar el amor entre los hombres; más en


concreto, de ese amor peculiar entre hombre y mujer, un amor único, que da
sentido a la vida. Este es el elemento más importante aunque se deriven
otros elementos igualmente importantes, pero de ese primero, o ligados en
unidad a ese primero. La sexualidad ha sido dada por Dios al hombre para
llegar a amar.

La sexualidad se encuentra de modo diverso, distinto, pero complementario,


en el hombre y en la mujer. Ha sido entregada de este modo, incompleto en
ambos, es decir, llamado a la complementación. Esta complementación, que
implica distinción, pero nunca oposición, se da a varios niveles. Pero destaco
desde el primer momento una realidad primordial: los niveles se dan en unión;
una sexualidad ordenada y por tanto que sea verdadera perfección del
hombre, integra tres aspectos.

El que sensitivamente se capta con más claridad, es la diferenciación


fisiológica. Esa diferenciación está llamada a la complementaciónTAMBIÉN
FISIOLÓGICA, pero en unión de los demás componentes de la sexualidad.
Claro está que podría disgregarse, entonces no podríamos hablar de
sexualidad, sino de sexo, y motivaría una definición de hombre y mujer
estrictamente biológica: son seres, el hombre y la mujer, con unos atributos
sexuales diversos, que motivan una atracción instintiva, impulso ciego, no
racional ni voluntario, y que son determinantes de operaciones propias.

Pero la sexualidad no está sólo en el cuerpo. Como modo de ser, la


sexualidad es fundamentalmente un modo de ser por dentro. Afecta
mucho más a los afectos, a la interioridad de los sentimientos. La sexualidad
determina un modo de sentir afectos, de experimentar sentimientos, mucho
más fuerte que la atracción del mismo cuerpo. Y es que en los sentimientos se
encuentra más involucrada la persona. Hay sentimientos masculinos y
femeninos. Las personalidad que determinan los sentimientos, los afectos, se
adecua más a la diferencia y complementación entre hombre y mujer al
considerarlos como personas que son.

Hay un fin intrínseco en esa sexualidad. La procreación, el dar la vida a otras


personas. Pero está inscrita espiritualmente en el hombre y en la mujer. La
procreación considerada en su carácter biológico no pasaría de la cría que se
da en los animales, donde no se busca al hijo, sino el placer. La sexualidad
abarca en el hombre una tendencia espiritual muy fuerte: la paternidad y
la maternidad, que son las relaciones humanas más fuertes, junto a las que
crea el amor entre hombre y mujer. Y esa tendencia está en los hijos, de
manera distinta, en los hijos que en las hijas. Esto explica la mayor madurez
de las niñas antes y durante la pubertad. El sentirse más maduras, más
mujeres; y también, el golpe más fuerte que puede sufrir la mujer si esa
tendencia congénita a la paternidad y a la maternidad, se presenta desde un
punto de vista meramente fisiológico.

Educación en la sexualidad

Su momento más importante es la adolescencia, con los años que la


preceden y que la siguen (10 a 16 años). Pero despierta –lo vuelvo a destacar
-en sus tres dimensiones. La educación debe ir por tanto en cada momento en
las tres dimensiones de ese mundo que aparece casi de improviso, tan rico,
por ser configurador de la persona, de la personalidad, en masculinidad y
feminidad.
En esta educación, en el fondo, sólo se
educa en una cosa a la que conduce la
sexualidad: al amor entre hombre y mujer.
Este es el punto clave que quiero dejar
marcado en esta charla. Dios ha creado al
hombre y a la mujer de ese modo,
externa e internamente, para que se
enamoren, y formen una unidad
irrompible en el matrimonio. Y esta
finalidad ha de estar presente en todas las
explicaciones y aclaraciones necesarias de
hacer a los chicos desde la más temprana
edad.

Pero al mismo tiempo, se puede observar


que el adolescente parece que se
encierra en sí mismo... Tiene cosas muy
importantes qué pensar, tiene dudas que resolver; dudas de carácter vital que
se le acaban de presentar, que le afectan profundamente. Es un mundo de
sentimientos nuevos, vitales, desconocidos por él hasta ese momento... Sólo
puede recibir la ayuda adecuada por parte de los padres, y en ellos se
mira cuando se despierta. Necesita interlocutores, para hacer la mayor
revelación de lo que sucede en su intimidad. La desvelación de la
interioridad es algo que afecta al plano de la conciencia... y ese plano de la
conciencia no se le puede pedir a nadie que lo abra.

Primera conclusión: sólo se puede educar, explicar, enseñar, desde el


plano de la amistad. LOS PADRES QUEDARÁN INCOMUNICADOS ANTE
LOS HIJOS SI NO TIENEN AMISTAD CON ELLOS. No es una época difícil;
más bien es una época muy rica, en todos los aspectos; es la época en que se
siente la vida con más fuerza. Hay una necesidad de compartir, pero ¿con
quién? Sólo con los amigos. QUERIDOS PADRES, SI QUERÉIS AYUDAR
DE VERDAD A VUESTROS HIJOS, SER AMIGOS SUYOS. LA FAMILIA ES
EL ÁMBITO DE ESTA EDUCACIÓN. Pero ser padres es un lazo que no
supone la amistad, por lo menos de manera natural. Es el padre o la madre
quién debe advertir lo que pasa dentro de los hijos, porque ha pasado esa
misma experiencia importante, y les quiere. No es respuesta decir: mis hijos
se han vuelto rebeldes, incomunicables, encerrados en sí mismos.
Respuestas como: ya te ha llegado la edad del pavo, ya te se pasará...
oscurecen la verdadera educación en esa nueva fase de la vida que han
comenzado, y que es de perfeccionamiento.

El oscurecimiento es mayor si la sexualidad se concibe desde uno de sus


campos, el fisiológico o anatómico. Es el más fácil de explicar, pero nunca se
puede dar una sólo una explicación biológica de la sexualidad, porque
no es sólo biología lo que esta ocurriendo. Distinción por tanto de
sexualidad y sexo, es decir reacción ante atributos sexuales. Por eso lo que se
suele llamar educación sexual, incluso la que hacen a veces los padres, no es
sino una educación en la genitalidad. Y puede parecer que ésa es la única
educación si se hace -durante la adolescencia- en un plano general (es decir
en la escuela). La persona adecuada para educar es la que integre los tres
aspectos maravillosos de perfeccionamiento que se están dando en el
adolescente hacia la madurez.

El despertar de la sexualidad significa el conocimiento de que pasa a una fase


adulta fisiológica, de que nacen unos afectos y sentimientos nuevos, sin
los cuales el hombre y la mujer quedarían imperfectos, y que le conducirán, si
Dios lo quiere a ser padre y madre, a dar origen a nuevas vidas, que serán sus
hijos. La sexualidad, vuelvo a repetir lleva al mundo de la persona. La
educación la ha de hacer el padre con los hijos y la madre con las hijas, a
nivel de amiga, mostrando toda su belleza DESDE LA
PROPIA EXPERIENCIA PERSONAL, que al mismo tiempo deberá aparecer
clara en quien la explica. Si los hijos ven enamorados a sus padres,
entenderán fácilmente el amor, o podrán hablar con ellos de amor: serán
escogidos como interlocutores. Y los padres sabrán integrar con su
explicación desde la amistad y la experiencia, los valores sexuales en su
personalidad.

En esto recalco la particular importancia del papel de las madres en la


educación de las hijas. Me refiero a las hijas, porque aparecen con más
claridad los valores sexuales de la mujer que los del hombre. El cuerpo de la
mujer “es más cuerpo esponsal”, “más cuerpo de madre”, “más femenino”, que
el cuerpo del hombre: es decir es “menos esponsal”, “menos cuerpo de
padre”, “más indefinido”. Es distinta la masculinidad que la feminidad y,
además, aparece con diferente intensidad en su expresión corpórea. Una
chica de 15 años tiene a simple vista una sexualidad más perfecta que un
chico de la misma edad.

Junto a eso, el hombre experimenta unas reacciones más fuertes fisiológicas


ante el cuerpo de la mujer, con alteraciones sensibles (que ésta no
experimenta). Por eso la educación en el pudor es una de las principales
ayudas en la educación de la sexualidad (haciéndolo a la mujer se está
haciendo también al hombre), sabiendo que es distinto el pudor masculino que
el femenino, tanto externamente (más sensualidad en el hombre, por eso se
protege más), como internamente (más capacidad afectiva en la mujer). Esta
educación llevará a que los valores sexuales no se presenten con más fuerza
que la misma persona que los posee, y por tanto lleguen a convertirla más en
objeto de placer sensual o sexual, que como persona.

Educación de la afectividad, como componente que es de la


sexualidad

La educación de la afectividad en las chicas lleva a colocarla en su lugar justo,


que no es ni un más ni un menos. Es que no se sublime un valor hasta el
grado de que se pierda el conocimiento de toda la persona.

-Me he enamorado de ese chico… ¡Tiene unos ojos azules...!


Eso es falso. Unos ojos azules no son capaces de determinar el
enamoramiento; pueden atraer bajo cierto aspecto, pero nada más.

-Fíjate en más detalles, sobre todo en los interiores...

Al chico, más sensual:

-¡Qué tipo! (Dicen cosas muchísimo más fuertes)

-¿Y por dentro? ¿Y la personalidad?

Al chico hay que ayudarle a incrementar su capacidad afectiva, intuitiva,


porque la tiene más baja. Pero todo en positivo. No se trata de despreciar
ningún valor. Hay que integrar.

Educación para la paternidad y la maternidad

A la chica le resultará más fácil


comprender la grandeza de la
maternidad que al chico la de paternidad.
La menstruación se lo está diciendo, y se lo
hace sentir de modo muy especial. Incluso la
misma conformación corporal lleva a que
sientan la futura maternidad. Esto hace
precisamente que el lenguaje de los
padres con el chico deba ser más
afectivo y menos biológico. Como la
afectividad la tienen más desarrollada las
chicas, a los dos hay que hablar de
enamoramiento, pero más aún al chico.

Por eso, tanto a los chicos como a las chicas


–en un caso el padre; en el otro la madre-
deben explicar los cambios fisiológicos que
van experimentando los hijos y que les pueden inquietar al principio, en esta
clave de la paternidad y del amor humano.

Cómo vimos en clase, a los que más se descuida en estas explicaciones –


tantas veces las aprenden en la calle o de un amigo “precoz”- es a los
chicos. Es una llamada a los papás.
Apuntes sobre la sexualidad
05 de septiembre de 2012 por Andrés Felipe Salgado Céspedes

Los límites de la expresión de la sexualidad se han ampliado y hoy se erige


como una actividad de experimentación, goce y desarrollo personal. ¿Qué es lo
“normal”? ¿Hasta dónde se puede llegar?

La sexualidad pasa de ser tabú a protagonista cotidiano. Impera en Internet, se


utiliza en publicidad, en las series de televisión y es tema de cada día entre
adolescentes y adultos. En algo más de medio siglo se ha pasado de la
demonización de la sexualidad fuera del ámbito de la procreación, a la
sexualidad como simple diversión. De tema intocable, a sujeto de estudio,
experimentación y a veces banalización.

Pero el cambio no viene por arte de magia. Según el sociólogo británico


Jeffrey Weeks, la sexualidad, la ternura, la intimidad, el placer y en
definitiva, todo el comportamiento sexual, son productos sociales y es la
sociedad, con su intrincada red de creencias, conceptos, papeles y
actividades sociales, la que impone las restricciones de lo que se
considera permitido y “normal” en determinado período histórico. En un
momento histórico como el actual, en el que la individualidad cobra
importancia, estas decisiones se vuelven un derecho y una elección personal.
La historia pintoresca

Si hasta la mitad del siglo XX la sexualidad era algo para esconder, a partir de
los años sesenta el panorama cambió radicalmente. Aparecieron métodos
anticonceptivos eficaces como la píldora, que desligaron la sexualidad de la
procreación y el concepto de “individuo” comenzó a primar sobre el concepto
de la “colectividad”. En sociedades con las necesidades básicas cubiertas y
con el aumento del “bienestar”, conceptos como “desarrollo personal”,
“satisfacción”, “felicidad”, empezaron a cobrar protagonismo. Y la sexualidad, el
gran tabú, salió del armario y comenzó a verse como un derecho, una parte
fundamental de la salud y el desarrollo humano.

En palabras de Félix López Sánchez, profesor de Psicología Evolutiva y de la


Educación en la Universidad de Salamanca, España, “los derechos
individuales han llegado al terreno de la sexualidad”, lo que implica que
las personas pueden tomar decisiones, “gestionar su vida sexual y
amorosa”. Creatividad, libre albedrío, apetencias, deseos, son palabras que
adquieren más peso y significado que norma o normalidad.

Del mito se pasó a la vivencia cotidiana y de allí a la banalización. Si antes los


individuos llegaban al matrimonio sin tener una mínima información sobre el
tema, ahora el ser humano está bombardeado con ella desde que tiene uso de
razón. Y la confusión aumenta con la cantidad de información. Debates sobre
la sexualidad y términos que hasta hace poco se nombraban en un susurro, se
debaten a plena luz, en los medios de comunicación, pueblan la Internet. Algo
impensable hace cuarenta años. Información factual, sin explicación moral o
educación sentimental. Como lo nota el presidente de la Asociación Estatal
de Profesionales de la Sexología de España, Manuel Lucas Matheu,
“vivimos una frivolización de la sexualidad”.

Antes que los padres, antes que la escuela, los medios de comunicación ya lo
han dicho, ya lo han enseñado todo. Y son esas realidades las que niñas, niños
y jóvenes toman por ciertas, muy lejos de la sexualidad de carne y hueso de la
vida real. Lo más preocupante, según López Sánchez: “La banalización y la
incitación al consumo obligado y necesario de la sexualidad, en vez de
mostrarla como una decisión personal, responsable y placentera”.
Educación sexual, un reto

Podría pensarse que con el bombardeo de información acerca de la sexualidad


resulta innecesaria una educación sexual para los niños, pero nada más lejos
de la realidad. Son los padres y los educadores quienes deben dar una
coherencia a la información suelta que llega a los menores, para que entiendan
de forma integral la sexualidad en toda su complejidad.

Si antes los niños se veían excluidos de información sobre sexualidad casi


hasta el momento del matrimonio, ahora están inmersos en ella desde que
tienen uso de razón. Sin embargo, el aumento de las tasas de embarazos
adolescentes de agresiones sexuales entre menores demuestra que hay
presencia pero no racionalización del tema. Es el conocimiento y el desarrollo
de una personalidad estructurada lo que los llevará a saber poner sus propios
límites cuando sea necesario y a tomar sus decisiones con seguridad y
convicción; pero mientras adquieren esa formación, niñas, niños y
adolescentes merecen ser cuidados, protegidos y orientados por sus padres,
como garantes naturales de su integridad física y emocional.

¿Dónde está el límite?

No hay una respuesta única y definitiva, pero sí varios determinantes para


tomar en cuenta:

 Consenso entre las partes. Cualquier acto que no sea aceptado por ambas partes de
la pareja, se convierte en un acto de maltrato.

 Integridad física. Cualquier práctica que implique riesgo para la vida o la salud de los
participantes, debe ponerse en tela de juicio. Aunque haya consenso entre las partes,
las consecuencias pueden ser imprevisibles.

 La ley, ineludible. La pederastia (abuso sexual cometido con niños), la violación y el


incesto son prohibidos por ley y salen indiscutiblemente del concepto de sexualidad
sano, seguro o constructivo.

 Riesgo sanitario. Numerosas enfermedades sexuales son incurables. La


promiscuidad sexual conlleva un riesgo altísimo de contagio. En el caso de las
relaciones por fuera de la pareja estable se arriesga tanto la propia salud como la del
otro.

 Los límites individuales. Tener claro hasta dónde se quiere llegar y saber decir "no",
como un derecho, resulta imprescindible para conseguir una sexualidad satisfactoria.
Así mismo, respetar los límites de la pareja sin coacción emocional es fundamental.

La sexualidad involucra biología, goce, sentimiento y conocimiento. Una


sexualidad saludable y plena depende de que haya un equilibrio entre estos
cuatro factores.

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