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El asunto de la literatura femenina, por Mariana Dávila

El acto de escribir se torna una tiranía de los sexos. Existen experiencias asociadas a

los géneros, convertidas en “temáticas masculinas” y “temáticas femeninas” que delimitan

lo que se prescribe como literatura femenina; porque la literatura masculina no existe

históricamente como género literario: es el canon. Lo escrito por las mujeres es lo que se

estudia aparte, como se intenta en este comentario, que acoto no busca clasificar, sino

emancipar, combatir a partir de la enunciación de formas de subordinación y

marginalización social. El conflicto de dicho término radica pues, en saber qué se entiende

por femenino. Es por eso que me propongo construir este breve comentario, apegándome a

diversas ideas expuestas en diferentes textos escritos por Virginia Woolf y Elisa Lerner con

respecto al asunto de la literatura femenina, porque considero que aunque de épocas y

lugares de enunciación distintos, los discursos de ambas tienen – entre muchas – una

característica similar: su atemporalidad.

Cuando se habla de literatura femenina – concepto que a Lerner (1981) más

sensato le parece “…hablar antes que de femenina literatura, de libros femeninos o de

libros escritos por mujeres.” ("La literatura: ¿tiene sexo" 459) – se busca indagar tanto en lo

que escriben las mujeres como en lo que se escribe de ellas. Es por eso que más que una

literatura ginecológica, existe la imaginación femenina, es decir, el aglomerado de

significados, estereotipos y convenciones sociales con que se vincula y enmarca a la mujer.

Pero ¿Por qué se relaciona la literatura escrita por mujeres al hogar, la belleza, la

maternidad y no a otros asuntos de acción “valerosa”? Mucha de la literatura de autoría

femenina ha sido influenciada por circunstancias que no guardan ninguna relación con el

arte (Woolf, 51). “La íntima efusión” y no el heroico argumento retratado en sus obras,
como dice Lerner, está motivado por modos de vida a las que fueron sometidas

históricamente: “la mujer vivía casi exclusivamente en su casa, y vivía de sus

emociones.”…“estaban excluidas, por pertenecer al sexo femenino, de ciertas clases de

experiencias” (Woolf, 54). Las mujeres escribían sobre lo que se les permitía o a

escondidas osaban vivir: “Y, como sea que la mujer vivía en la sala de uso común, rodeada

de gente, estaba habituada a aplicar su mente a la observación y el análisis de los

caracteres.” (Woolf, 54). Experiencias como la guerra, la navegación, la política, el

comercio estaban vetadas para ellas o sino reguladas por las leyes y las costumbres de las

distintas épocas. Por eso Lerner señala: “Y si se han escrito esos femeninos libros es porque

la mujer confinada por años (¿por siglos?) a su dormitorio conyugal, a los comedores de

familia más que observar al mundo, lo ha espiado.” (“La literatura: ¿tiene sexo?”, 459).

Las autoras se tenían que nutrir de una limitada gama de vivencias para, si entraba en su

posibilidad, escribir y consagrar su “reflexión luminosa” y esto también se da porque el

argumento era instrumental masculino. El discurso del poder no se adaptaba - ¿aún es así? -

a la personalidad femenina, “la frase está hecha para el hombre” (Woolf, 57). La épica

“memoriosa” no era pertinente de la mujer y fue por eso que se afianzó su dominio literario

en un tipo de discurso resultado de la reflexión, de la percepción del mundo a través de la

mirada curiosa, que se debe ocultar, ocuparse de otras cosas. Porque hay que tomar en

cuenta que así hubiera avances en referencia a los derechos de la mujer, no era hasta que

hubiera un cambio en el entorno dominado por el machismo y en la relación macho-hembra

que definía su posición, que la mujer se podía permitir hablar y acceder a ciertos

privilegios. Aun así ¿son estos modos de discurso y temáticas inherentes a las mujeres o

pueden ser compartidas por hombres? “no creo que ¿una llamada literatura femenina? sea

una virtud, un don, una propiedad exclusiva de las escritoras.” (Lerner, “La literatura:
¿tiene sexo?”, 460) ¿Se valoriza lo escrito por una mujer de la misma manera que un

hombre? “En muchas mujeres hay miedo a escribir porque, aún, hay miedo a vivir.”

(Lerner, “La literatura: ¿tiene sexo?”, 460) En el año 1929 para Woolf se estaba “acercando

al tiempo, si es que no hemos llegado ya, en que pocas o ningunas serán las influencias

extrañas que perturben la literatura femenina.” (56). Según Woolf, tiempo libre, dinero y

un cuarto para ellas es lo que la mujer debería tener a fin de que pueda asumir la profesión

de escritor. A lo que Lerner responde años después: “Pero nada dice [Woolf] acerca de

cómo un íntimo machismo, en susceptibles campos del amor y del sexo —Virginia fija la

irónica mirada en el dogmático mundo de traba ya de los hombres— puede limitar

(vulnerar) la creación femenina.” ("Domesticidades peligrosas" 456). Y no solo su creación

sino su participación en ámbitos públicos en los que domina un poder hegemónico

falocentrista. ¿Qué ocurre entonces en la actualidad? No tan lejana además de la realidad

escritural y testimonial de Lerner ¿Sigue existiendo una fuerte lucha de oposición contra las

condiciones que presenta un entorno político, social y cultural decididamente machista

¿Cómo es el presente para una mujer que decide triunfar en el mundo artístico? ¿Una isla

en la que solo nos tomamos en cuenta si todas somos mujeres o si tenemos aduladores

amigos hombres? ¿O finalmente se han cumplido las profecías woolferianas? ¿O es ese el

misógino encanto de la literatura “femenina”? El eterno relato sobre la interioridad, porque

apropiarse de la historia para cuestionarla, construir una metáfora sobre la realidad social

¿está prohibido, no nos incumbe, solo lo hacen las privilegiadas, las osadas o está

acompañado de un perpetuo aislamiento? “... la mujer triunfa en el mundo de los

espectáculos o el de la literatura. Pero ese rotundo éxito no deja de ser un castigo, una

soledad.” (“Domesticidades peligrosas” 454). Es así como me pregunto, al igual que


Lerner: “¿Qué dicen otras escritoras? ¿Qué dicen las escritoras venezolanas?” (“La

literatura: ¿tiene sexo?” 457)

Referencias

Lerner, E. (2016). “Domesticidades peligrosas”. Así que pasen cien años. Caracas: Editorial

Madera Fina. 454-457.

Lerner, E. (2016). “La literatura: ¿tiene sexo?”. Así que pasen cien años. Caracas: Editorial

Madera Fina. 458-460.

Woolf, V. (1981). “Las mujeres y la narrativa”. Las mujeres y la narrativa. Barcelona,

España: Editorial Lumen, S.A. 51-61.

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