Palabras Claves: Laudos arbitrales, vías de hecho, acción de tutela, derechos fundamentales.
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Abogado, Cursando la Especialización en Derecho Administrativo y Constitucional de la Universidad del Área
Andina
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Ingeniera Civil, Cursando la Especialización en Derecho Administrativo y Constitucional de la Universidad del
Área Andina
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Abogado, Cursando la Especialización en Derecho Administrativo y Constitucional de la Universidad del Área
Andina
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Abstract: Arbitration awards are the result of the exercise of jurisdiction by the Court of
Arbitration against them and only proceeds judicial annulment , this research group wanted to
verify whether fundamental rights may be violated during this procedural matter and whether
the action was appropriate protection against these decisions , therefore, a jurisprudential and
doctrinaire sweep was carried out , the figure of arbitration was characterized , then highlight
the merits of the application for protection against arbitral awards and effects against them
Introducción
La figura del arbitramento ha sido considerada como una excelente herramienta para la
solución de conflictos, en especial para los negocios mercantiles y el derecho laboral
colectivo, calificada como una justicia dinámica, oportuna, especializada y competente, así lo
dice: Dr. Antonio Aljure Saleme , LEGIS (2008).
Por lo anotado anteriormente, se da pie para que muchos tratadistas como BENETTI
(2001), mencionen al arbitraje como artífice de la formación de la institución judicial como
expresión de una actividad principal del estado, pero también hay que entender que el hecho
de que el Estado asumiera la administración de la justicia como está creada, no sustituyó ni ha
sustituido hasta ahora al arbitraje, conservándose esta figura casi intacta en todos los sistemas
jurídicos.
Así mismo, tal y como lo menciona MONROY (1998 – p.38), en su obra, también se
conocen antecedentes de la sociedad romana en la que “el arbitraje privado fue utilizado
como un modo extrajudicial de terminar los litigios. Las personas por simple acuerdo entre
ellas, pueden encargar el fallo de una contienda a un particular cualquiera”.
Como lo anota MONROY (1998 – P.39), ya en la edad media, “los burgueses, artesanos y
comerciantes buscaban justicia bien fuera, en sus agremiaciones y corporaciones, “por la
seguridad y rapidez que encontrará (el comerciante) en la resolución de los conflictos frente
a la arbitrariedad y lentitud de la justicia regia”; en los grandes señores o en el rey y sus
delegados”. Este auge se dio con mayor trascendencia en los países de la Europa Baja, en
donde se formaron corporaciones o colegios de oficios que agrupaban a artesanos y
empresarios de diferente índole, así mismo en las Partidas se consolida definitivamente la
función casi judicial de la figura del arbitraje; siendo su aporte más importante la división
que hace en la institución del arbitraje, que se daban entre avenidores que resolvían en
derecho y arbitradores que decidían como simples amigables componedores.
controversias, esto demuestra la importancia que ha tenido y tiene el Arbitraje como parte
fundamental de la creación de las instituciones para la administración de justicia.
En Colombia la figura del arbitraje, ha estado presente desde sus inicios en el desarrollo
constitucional y legal, lo anterior, como una forma de solucionar los conflictos surgidos entre
las partes dentro de un litigio que permitiera la intervención de un tercero sin necesidad de
acudir al aparato judicial.
El arbitraje no estuvo presente en las diferentes reformas constitucionales del siglo XIX,
así mismo, se sostiene: “en efecto, la Constitución Colombiana de 1886 nunca tuvo en cuenta
el arbitraje como mecanismo alternativo de justicia, a pesar de que la legislación lo
contemplaba tiempo atrás y que tanto la jurisprudencia como la doctrina lo reconocían como
mecanismo alternativo de solución de conflictos” (Molina, 2005, p.53)
Los principios trazados en la ley antes anotada se mantuvieron vigentes durante las leyes
103 de 1923 y la ley 105 de 1931 en las que se estableció un procedimiento para llevar a cabo
el proceso arbitral, y esta última fue modificada por la ley 2 de 1938, lo anterior en lo que se
refiere al compromiso y la cláusula compromisoria, en el siglo XX, el arbitraje fue un punto
de discusión tanto en la jurisprudencia como en la doctrina colombiana, y de allí se destacan
pronunciamientos al respecto por parte de las altas Cortes, siendo el caso de la Corte Suprema
de Justicia, la que en fallo emitido en 1969, como resultado de una demanda interpuesta en
contra los artículos 1214 y 1217 del Código Judicial de la época (Hoy Código Procesal Civil)
y la totalidad de la Ley 2 de 1938 que regulaban en su orden el arbitraje y la cláusula
compromisoria, se señaló lo siguiente:
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Después ese fallo emitido en 1969 por la Corte Suprema de Justicia, en el cual se dejaba
clara la ubicación en el ordenamiento jurídico nacional del arbitraje, da pie a que en el
año1970 se expida el Código de Procedimiento Civil, mediante el Decreto 1400, regulando el
arbitraje a partir del artículo 663 al 677 del mismo y en igual sentido en 1971, se promulgó el
Código de Comercio dentro del cual se repitieron las normas de arbitraje contenidas en el
Código de Procedimiento Civil de 1970.
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Así las cosas, puede afirmarse que la puesta en práctica del arbitraje como mecanismo
alternativo para la solución de controversias goza del visto bueno de la Constitución que nos
rige actualmente, manifestándose expresamente la facultad para administrar justicia por parte
de los árbitros a partir de las leyes que rijan lo referente al arbitraje.
En ese mismo año se expidió la Ley 446, que en sus artículos 111 al 129, reproducía lo
contemplado por el decreto 1818 de 1998, en lo que respecta a definiciones y
características más importantes, en este mismo orden de ideas la Ley 270 de 1996, que fue
modificado por la ley 1285 de 2009, convertida en un pilar importante del arbitraje en
Colombia y en sus artículos 8° inciso 1º y 3º y en su artículo 13 contemplaban al
arbitramento como un mecanismo alternativo al proceso judicial para solucionar los
conflictos y así mismo habilitaba a los particulares para ejercer función jurisdiccional como
árbitros y de estas normas legales, se resalta con mayúscula, la continua importancia, que el
constituyente y legislador colombiano, le ha dado al principio de habilitación de las partes.
Con lo anotado en nuestra Carta Magna, se desprende que los árbitros tienen las mismas
facultades, poderes y potestades de los funcionarios judiciales y al mismo tiempo, están
sujetos a las mismas responsabilidades, deberes, obligaciones, inhabilidades,
incompatibilidades y prohibiciones que éstos. Los Árbitros son verdaderos jueces, habilitados
por las partes y facultados por el ordenamiento jurídico para administrar justicia mediante la
expedición de un laudo arbitral que es una verdadera providencia judicial, respecto de la cual,
en todo caso, existe una revisión judicial mediante la interposición, trámite y resolución del
recurso de anulación.
En el año 2012, finalmente se expidió la Ley 1563, la cual derogó las disposiciones
anteriores sobre el arbitraje, para convertirse en un completo Estatuto sobre Arbitraje
Nacional e Internacional, con la expedición de este decreto, se buscó que el proceso arbitral
no estuviera regulado de manera específica en un código; que tuviese cierta autonomía, sin
que esto significara la creación de la jurisdicción arbitral. (López, 2009).
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La Ley 1563 de 2012, consagra de forma clara y ordenada los principales aspectos del
arbitraje nacional e internacional. En la Sección Primera desarrolla el arbitraje nacional, en la
Sección Segunda la amigable composición, en la Sección Tercera el arbitraje
internacional y en la Sección Cuarta el arbitraje social. Sin embargo, para los efectos de este
trabajo sólo se estudiará el contenido de las secciones uno y dos.
Finalmente la Ley 1563 de 2012, en su texto es muy claro en indicar que un laudo
arbitral se equipará a una sentencia proferida por un juez de cualquier jurisdicción cuando en
su artículo 1º dice lo siguiente: “Artículo 1°. Definición, modalidades y principios. (…) El
laudo arbitral es la sentencia que profiere el tribunal de arbitraje. El laudo puede ser
en derecho, en equidad o técnico…”
Por su parte, el profesor Fierro Méndez (2004), establece un juicioso análisis sobre las
situaciones en las cuales procede la acción de tutela por vía de hecho, en las decisiones
judiciales, los cuales afectan los derechos fundamentales de las personas. Al efecto establece:
c) “Cuando un órgano del Estado pretende y se sitúa por encima del ordenamiento jurídico
establecido”.
e) “Se produce cuando en las actuaciones de los jueces, se abandonan totalmente los
fundamentos del derecho, y ante lo cual interviene ante todo la voluntad arbitraria del
juzgador, es decir, se produce cuando el Juez no falla en derecho, sino que el Juez en su
decisión judicial asume una acción u omisión manifiestamente arbitraria, que vulnera la ley y
la Constitución Política”.
2.2.1. Casos en los que procede la acción de tutela contra laudos arbitrales
Esta postura jurisprudencial se deriva de la estabilidad jurídica de la que gozan los laudos
arbitrales, (b) la naturaleza excepcional de la resolución de conflictos mediante el arbitraje, (c)
el respeto por la voluntad de las partes de someter la resolución de sus controversias a un
particular específicamente habilitado para ello y no a los jueces estatales, y (d) la procedencia
restrictiva de las vías judiciales para controlar las decisiones proferidas por los árbitros. Por la
naturaleza especial del arbitramento, la acción de tutela solo es procedente contra laudos
arbitrales en circunstancias realmente excepcionales, dada la existencia de mecanismos
específicos provistos por el ordenamiento jurídico para controlar tales decisiones judiciales.
Las vías de hecho que se pueden predicar de un laudo arbitral para hacer procedente la acción
de tutela en su contra deben implicar la vulneración directa de un derecho fundamental.
Las sentencias en las cuales la Corte ha resuelto tutelas interpuestas contra laudos
arbitrales, comparten los siguientes cuatro elementos característicos que resaltan el carácter
excepcional de la acción de tutela en este ámbito: (1) Un respeto por el margen de decisión
autónoma de los árbitros, que no ha de ser invadido por el juez de tutela e impide a éste
pronunciarse directamente sobre el fondo del asunto sometido a arbitramento; (2) La
procedencia excepcional de la acción de tutela exige que se haya configurado una vía de
hecho por el laudo arbitral que vulnere de manera directa los derechos fundamentales,
condición que no se verificó en ninguna de las sentencias examinadas – es decir, la Corte
Constitucional nunca ha concedido una tutela contra un laudo arbitral, porque en ninguno de
los casos decididos por esta Corporación se han dado los requisitos para que proceda la acción
de amparo constitucional; (resaltado fuera de texto). (3) La doctrina de las vías de hecho es
aplicable a los laudos arbitrales, en las hipótesis en que éstos implican una vulneración directa
de derechos fundamentales; y (4) La acción de tutela tiene un carácter subsidiario en estos
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casos, ya que sólo procede cuando se ha hecho uso de los recursos provistos por el
ordenamiento jurídico para controlar los laudos, y a pesar de ello persiste una vía de hecho
por la vulneración directa de un derecho fundamental.
La vía de hecho por defecto fáctico se configura mediante “la aplicación del derecho sin
contar con el apoyo de los hechos determinantes del supuesto legal”, o en otras palabras,
cuando “resulte incuestionable que el juez no tiene el apoyo probatorio que permita la
aplicación del supuesto legal en el que se sustenta la decisión”. Ha explicado la Corte (SU-
174/2007) que “los defectos fácticos pueden agruparse en dos clases. La primera, la
dimensión omisiva, comprende las omisiones en la valoración de pruebas determinantes para
identificar la veracidad de los hechos analizados por el juez. La segunda, la dimensión
positiva, abarca la valoración de pruebas igualmente esenciales que el juzgador no puede
apreciar sin desconocer la Constitución.
En materia arbitral la vía de hecho por defecto fáctico se configura en eventos en los
cuales los árbitros han dejado de valorar una prueba determinante para la resolución del caso,
han efectuado su apreciación probatoria vulnerando de manera directa derechos
fundamentales, o han fundamentado su valoración de las pruebas con base en una
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partes, y el peso legal que tiene el laudo que a bien tenga en proferir el tribunal, la Corte
señala el pronunciamiento realizado en la sentencia T-443 de 2008, en la cual se afirma:
“Teniendo en cuenta el respeto que merece la voluntad de las partes de someter sus
controversias a la justicia arbitral y la procedencia restrictiva de las vías judiciales para
controlar las decisiones proferidas por los árbitros, es claro que por regla general, la acción
de tutela no procede ni contra los laudos arbitrales ni contra el procedimiento que se
adelanta ante los tribunales de arbitramento, ni contra las decisiones judiciales que
resuelven los recursos de anulación, salvo que se incurra claramente en una vía de hecho en
dichas actuaciones, que implique una vulneración de derechos fundamentales”.
Las anteriores características de la justicia arbitral, conlleva a que los medios judiciales de
control de las decisiones arbitrales sean restringidos, limitándose a conjurar, por regla
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Teniendo como base lo anterior, la Corte no encontró configurados los defectos del laudo
arbitral alegados por Isagen, ya que, tanto el Tribunal de Arbitramento en su decisión, como
el Consejo de Estado al resolver el recurso de anulación, habían abordado adecuadamente los
aspectos invocados en sede de tutela.
De esta regla para tutelas en contra de laudos arbitrales, se desprende del respeto que se
debe de tener por la voluntad de las partes de poner fin a una determinada
controversia de naturaleza transigible a instancias de árbitros, y advirtiendo la naturaleza
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restrictiva de las vías judiciales diseñadas por el legislador para controlar este tipo de
decisiones.
Para la Corte, la anterior regla se deriva de: “(1) la estabilidad jurídica de los
laudos arbitrales; (2) el carácter excepcional y transitorio de la resolución de conflictos
mediante el arbitraje; (3) el respeto por la voluntad de las partes de someter la resolución de
sus controversias a un particular específicamente habilitado para ello y no a los jueces
estatales y (4) el respeto por el margen de decisión autónoma de los árbitros, que no ha de ser
invadido por el juez de tutela y le impide a éste, pronunciarse directamente sobre el fondo del
asunto sometido a arbitramento”.
Defecto Sustantivo: Se presenta cuando (i) los árbitros fundamentan su decisión en una
norma evidentemente inaplicable al caso concreto, y en razón de ello desconocen de
manera directa un derecho fundamental; (ii) el laudo carece de motivación material o su
motivación es manifiestamente irrazonable; (iii) la interpretación o aplicación que se ha ce
de la norma en el caso concreto, desconoce sentencias con efectos erga omnes que han
definido su alcance; (iv) la interpretación de la norma se hace sin tener en cuenta otras
disposiciones aplicables al caso y que son necesarias para efectuar una interpretación
sistemática y (v) la norma aplicable al caso concreto es desatendida y por ende
inaplicada.
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Defecto Fáctico: Se presenta en aquellas hipótesis en las cuales los árbitros (i) han dejado
de valorar una prueba determinante para la resolución del caso; (ii) han efectuado su
apreciación probatoria vulnerando de manera directa derechos fundamentales, o (iii) han
fundamentado su valoración de las pruebas con base en una interpretación jurídica
manifiestamente irrazonable.
Metodología
Unidad De Trabajo:
Unidades de análisis
Fuentes normativas y jursiprudenciales, Procedencia de la acción de tutela, Laudos
arbitrales.
Resultados
Hallazgos.
Conclusiones
1. Para la Corte Constitucional, la acción de tutela contra los laudos arbitrales, solo es
procedentecuando exista una flagrante violación de un derecho fundamental y el
afectado no pueda acudir a la justicia del Estado para poner fin a la afectación de un
derecho fundamental, en este caso, el derecho fundamental que debe ser protegido es
el debido proceso.
2. La Corte ha establecido enfáticamente que la acción de tutela no procede contra
laudos arbitrales “ (i) cuando las partes no hayan hecho uso de los medios de
defensa previstos durante el trámite arbitral y (ii) si no se han agotado previamente los
recursos que contempla la ley, a menos que se use como mecanismo transitorio a fin
de evitar un perjuicio irremediable”
3. La acción de tutela procede excepcionalmente contra laudos arbitrales cuando aquellos
desconocen los derechos fundamentales de las partes. Sin embargo, la procedencia de
la Tutela en estos casos está subordinada al cumplimiento de los siguientes dos
requisitos: (i) el agotamiento de los recursos previstos en la ley para atacar la
decisión arbitral y (ii) la configuración de una vía de hecho, al verificarse la
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Discusiones:
Es importante que la Corte Constitucional admita la acción de tutela contra los laudos
arbitrales, en la medida en que consideramos injusto que existiendo una flagrante violación
de un derecho fundamental, el afectado no pueda acudir a la justicia del Estado, lo
anterior, para lograr poner fin a la afectación de un derecho fundamental, en este caso, el
derecho fundamental que consideramos que se protege en mayor medida, es el derecho al
debido proceso.
Es importante tener en cuenta que considerar como parte accionada a quienes actuaron
como árbitros y en tal condición son citados a dar respuesta a la acción de tutela, representa
un desafío procesal, pues las personas que estuvieron investidas de la calidad de árbitro, lo
estuvieron por un tiempo determinado y sus facultades se agotaron una emitido su fallo y se
haya decidido el recurso de Anulación si este se interpuso, por tanto al intervenir como
accionados nada pueden ya disponer sobre la violación del derecho fundamental alegado. El
Juez de Tutela no puede revivir el tribunal de arbitraje que conoció del asunto, no puede
ordenarle que cumpla con lo dispuesto en su fallo, como tampoco puede imponerlo a quienes
fueron parte integrante de dicho tribunal.
Por otro lado también consideramos que la acción de tutela contra laudos arbitrales podría
primero ir en contravía de los intereses económicos de las partes, lo anterior en cuanto a
competitividad del sistema judicial y por esta vía en contra de principios también
fundamentales del Estado Social de Derecho, que entre ellos destaca el derecho a una
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resolución pronta y eficaz de conflictos jurídicos con una garantía mínima de claridad en las
reglas de juego jurídico procesales, todo ello como expresión básica del principio de
seguridad jurídica que debe imperar en todo estado de derecho.
Referencias Bibliográficas
Fierro Méndez, Heliodoro. La tutela y las vías de hecho. Editorial Leyer. Bogotá. 2004
Legis (2002). Constitución Política de Colombia. Bogotá: Legis Editores S.A.
López Blanco, Hernán Fabio, Procedimiento Civil, Tomo 1 General, Editorial Dupre, Bogotá,
2009.
Molina, Carlos Mario, Aspectos constitucionales del arbitraje en Colombia, primera edición,
Legis, Bogotá, 2005.
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Arbitraje Comercial Nacional e Internacional (segunda
edición). Bogotá, Colombia: Legis. 1998
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Quinche Ramírez, Manuel Fernando. Vías de hecho: Acción de tutela contra providencias.
Editorial Universidad del Rosario. Bogotá. 2004