Sin embargo, gracias a la exégesis del texto bíblico los estudiosos de la misma
han podido hacer un análisis profundo, partiendo de la contextualización
socioeconómica, histórica y cultural de cada libro, y llama bastante la atención
ver como los intereses (los cuales no siempre fueron coherentes con el
mensaje de Dios) de los diversos autores de los libros que componen la biblia
tergiversaron el mensaje original y como de ese mensaje se desprendieron una
serie de costumbres y lineamientos, generando en muchos casos
problemáticas como la exclusión en muchos casos de los menos favorecidos.
Jesús nos muestra a un Dios diferente a nuestras creencias, y han sido tan
difíciles de asimilar, que incluso hoy en día no aceptamos completamente sus
enseñanzas. Dios deja atrás el hecho de ser un dios incoherente, para
convertirse finalmente en su realidad, es decir se convierte en un Dios de amor,
pero este amor no es un amor romántico tal y como pensaríamos y como nos
han enseñado, este Dios es un Dios incluyente, misericordioso y sobre es Dios
que nos está llamando a ser partícipes de su reino y sobre a realizar su
proyecto en nuestras vidas.
Este llamado lo podemos aplicar en cosas tan básicas que podemos aplicar
desde nuestro mismo núcleo familiar, entorno laboral, comunidad, etc., no
importa por donde empecemos, lo importante es concientizarnos de las
necesidades del otro, y sobre todo de ser testimonios vivientes del reino de
Dios mientras estemos en vida.