Anda di halaman 1dari 47

B.

EL «MODO DE PRODUCCION ASIATICO» El «modo de producción asiático» 477

Puerta. Así nació el concepto de «despotismo» político, u n tér-


mino que hasta entonces faltaba del vocabulario de los comen-
tarios europeos sobre Turquía, a u n q u e su sustancia ya estaba
presente desde hacía m u c h o tiempo. En Maquiavelo, Bodin o
Harrington, la designación tradicional del sultán osmanli era
la de «Gran Señor», proyección anacrónica de la terminología
del feudalismo europeo sobre el E s t a d o turco, cuya diferencia
respecto a cualquier sistema político europeo se declaraba ex-
I plícitamente. Hobbes f u e el p r i m e r escritor i m p o r t a n t e del si-
glo X V I I que habló del p o d e r despótico (recomendándolo, para-
Como ya h e m o s visto, Marx rechazó expresamente la definición dójicamente, como la f o r m a n o r m a l y adecuada de soberanía).
como formaciones sociales feudales de la India de los mogoles N a t u r a l m e n t e , esta connotación no volvería a repetirse. Por el
y, p o r u n a inferencia necesaria, de la Turquía o t o m a n a . Esta contrario, a medida que el siglo avanzaba, el p o d e r despótico
delimitación negativa, que reserva el concepto de feudalismo a f u e e q u i p a r a d o p o r doquier con la tiranía, y en Francia, la «ti-
E u r o p a y Japón, plantea, sin embargo, el p r o b l e m a de la cla- ranía turca» se atribuyó f r e c u e n t e m e n t e , desde la Fronda, a la
sificación positiva que Marx .asignaba a los sistemas socioeco- dinastía borbónica, en la literatura polémica de sus oponen-
nómicos de los que India y T u r q u í a ofrecen ejemplos pro- tes. Bayle fue, quizá, el p r i m e r filósofo que empleó el concepto
minentes. Existe u n a c u e r d o creciente a p a r t i r de los años se- genérico de despotismo en el año 1704 2 ; al plantearse su vali-
senta en que la respuesta es que Marx creía que r e p r e s e n t a b a n dez, reconocía implícitamente que se t r a t a b a de u n a idea co-
un modelo específico, al que llamó «modo de producción asiá- rriente.
tico». Este concepto se convirtió hace unos años en foco de u n a La aparición definitiva del concepto de «despotismo» coin-
discusión internacional e n t r e los marxistas, y, a la luz de las
cidió, además, desde el principio, con su proyección sobre el
conclusiones de este estudio, quizá podría ser útil r e c o r d a r los
«Oriente». En efecto, el p a s a j e canónico central en el que po-
antecedentes y el m a r c o intelectual en el que Marx escribía.
día e n c o n t r a r s e la p a l a b r a original griega (un t é r m i n o poco
La yuxtaposición y el contraste teórico entre las e s t r u c t u r a s
usual) era u n a célebre afirmación de Aristóteles: «Hay pueblos
estatales de E u r o p a y Asia constituía u n a vieja tradición desde
que, a r r a s t r a d o s p o r u n a tendencia n a t u r a l a la servidumbre,
Maquiavelo y Bodin. Inspirada en la proximidad del poderío
inclinación m u c h o m á s pronunciada e n t r e los b á r b a r o s que en-
turco, esa tradición surgió con el nuevo renacer de la teoría
política en la e r a del Renacimiento, y a p a r t i r de entonces tre los griegos, más e n t r e los asiáticos que e n t r e los europeos,
a c o m p a ñ ó paso a paso su desarrollo hasta la era de la Ilus- soportan el yugo del despotismo sin pena y sin m u r m u r a c i ó n ,
tración. y he aquí p o r qué los reinados que pesan sobre estos pueblos
son tiránicos, si bien descansan, p o r o t r a parte, sobre las ba-
H e m o s hablado más a r r i b a de las sucesivas y significativas ses sólidas de la ley y la sucesión hereditaria» 3.
reflexiones de Maquiavelo, Bodin, Bacon, Harrington, Bernier El despotismo, pues, se atribuía expresamente a Asia en la
y Montesquieu sobre el imperio otomano, íntimo y enemigo de fons et origo de toda la filosofía política europea. La Ilustra-
E u r o p a a p a r t i r del siglo x v S i n embargo, en el siglo XVIII, en ción, que podía a b a r c a r m e n t a l m e n t e a todo el globo tras los
la oleada de la exploración y expansión coloniales, la aplicación grandes viajes de los descubrimientos y conquistas coloniales,
geográfica de las ideas concebidas inicialmente al contacto con tenía p o r vez p r i m e r a la posibilidad de o f r e c e r una formula-
Turquía se extendió sin cesar hacia el Este: p r i m e r o hasta Per-
sia, después a la India y finalmente a China. Con esta exten- 2
sión geográfica vino también u n a generalización conceptual del R. Koebner, «Despot and despotism: vicissitudes of a political term»,
The Journal of the Warburg and Courtauld Institute, xiv, 1951, P- 300
c o n j u n t o de rasgos inicialmente atribuidos o limitados a la Este ensayo rastrea también la prehistoria de la palabra en la Edad Me-
dia, antes de que fuera proscrita durante el Renacimiento a causa de su
1 impura genealogía filológica.
Véanse pp. 407-11. 3
Aristóteles, Política, III, ix, 3 [Madrid, Espasa Calpe, 1978, p.
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 479
ción general y sistemática de esa conexión. Montesquieu f u e m e j a n t e s a las leyes de los h o m b r e s , t a m b i é n serían nulas; p e r o
quien e m p r e n d i ó esta tarea con su m a d u r a categorización teó- c o m o toda sociedad debe tener u n principio de firmeza, es la
rica del «despotismo oriental». P r o f u n d a m e n t e influenciado religión quien lo p r o p o r c i o n a » 6 . Al m i s m o tiempo, Montesquieu
p o r Bodin y a s i d u o lector de Bernier, Montesquieu h e r e d ó de creía que estas sociedades eran esencialmente inmóviles: «Las
sus predecesores los axiomas básicos de que los estados asiá- leyes, las c o s t u m b r e s y los hábitos del Oriente —incluso los
ticos carecían de propiedad privada estable y de nobleza here- m á s triviales, c o m o la m o d a del vestir— son hoy idénticos a
ditaria y eran, p o r tanto, a r b i t r a r i o s y tiránicos, opiniones que como e r a n hace mil años» 7 .
repitió con la fuerza lapidaria q u e le caracterizaba. Además, el El principio m a n i f i e s t o de Montesquieu p a r a explicar el di-
despotismo oriental no se b a s a b a ú n i c a m e n t e en el miedo ab- f e r e n t e carácter de los estados de E u r o p a y Asia era, natural-
yecto, sino también en u n a c o n f u s a igualdad e n t r e sus súbdi- mente, geográfico: el clima y la topografía h a b í a n d e t e r m i n a d o
tos, ya que todos eran iguales en su común s o m e t i m i e n t o a los sus divergentes destinos. Montesquieu sintentizó sus opiniones
letales caprichos del déspota: «El principio del gobierno des- sobre la naturaleza de a m b o s en u n a comparación artística-
pótico es el t e m o r [ . . . ] el t e m o r es u n i f o r m e en todas p a r t e s » 4 . m e n t e d r a m á t i c a : «Asia siempre h a sido la p a t r i a de grandes
Esta u n i f o r m i d a d era la antítesis siniestra de la unidad muni- imperios que en E u r o p a n u n c a h a n podido subsistir. E s t o es
cipal de la Antigüedad clásica: «Todos los h o m b r e s son iguales así p o r q u e el Asia q u e conocemos tiene llanuras m á s vastas
en u n E s t a d o republicano; también son iguales en u n E s t a d o que E u r o p a ; los m a r e s circundantes la h a n f r a g m e n t a d o en
despótico. En el primero, p o r q u e lo son todo; en el segundo, m a s a s m u c h o m á s grandes, y, al e s t a r situada más al sur, sus
p o r q u e no son n a d a » 5 . La falta de u n a nobleza hereditaria, ob- f u e n t e s se secan con m á s facilidad, sus m o n t a ñ a s n o e s t á n cu-
servada desde hacía m u c h o tiempo en Turquía, se convirtió b i e r t a s con t a n t a nieve, sus ríos son menos caudalosos y for-
aquí en algo m u c h o más fuerte, en u n a condición de la servi- m a n b a r r e r a s menos i n f r a n q u e a b l e s . Por tanto, el p o d e r en
d u m b r e d e s n u d a e igualitaria de toda Asia. Montesquieu añadió Asia debe ser siempre despótico, pues si la s e r v i d u m b r e n o
también dos nuevas nociones a la tradición que había h e r e d a d o fuese extremada, se produciría u n a división en el continente
y que reflejaban específicamente la doctrina de la Ilustración q u e la naturaleza del país n o podría soportar. E n E u r o p a , las
sobre el secularismo y el progreso. Así, Montesquieu argumen- dimensiones n a t u r a l e s de la geografía f o r m a n diversos estados
tó que las sociedades asiáticas carecían de códigos legales por- de u n a extensión modesta, en los que el gobierno de las leyes
que la religión actuaba en ellas c o m o un sustituto funcional n o es incompatible con la supervivencia del Estado, sino que,
del derecho: «Hay estados en los que las leyes no son nada, p o r el contrario, es tan favorable que sin ellas cualquier E s t a d o
o no son más que la voluntad caprichosa y a r b i t r a r i a del so- caería en decadencia y q u e d a r í a en inferioridad respecto a to-
berano. Si en estos estados las leyes de la religión f u e r a n se- dos los demás. Eso es lo que h a creado aquel espíritu de li-
b e r t a d q u e hace a cada p a r t e del continente tan resistente a la
4
De Vesprit des lois, i, pp. 64, 69. El discurso de Montesquieu sobre subyugación o la sumisión ante u n p o d e r e x t r a n j e r o , salvo p o r
el despotismo no era sólo, naturalmente, una simple teorización sobre la ley o p o r la utilidad de su comercio. En Asia reina, p o r el
Asia. Contenía también una implícita llamada de atención sobre los peli- contrario, u n espíritu de s e r v i d u m b r e que n u n c a la ha abando-
gros del absolutismo en Francia que si no era detenido por los «poderes
intermedios» de la nobleza y el clero, podía aproximarse en último tér-
nado, y es imposible e n c o n t r a r en toda la historia del conti-
mino —esto era lo que Montesquieu temía— a las normas orientales. n e n t e u n solo rasgo que sea indicio de u n alma libre: sólo po-
Sobre este significado implícito del Esprit des lois véase el análisis por d r e m o s ver el h e r o í s m o de la esclavitud» 8 .
lo general excelente, de L. Althusser, Montesquieu, la politique et Vhistoire,
páginas 92-7. Althusser, sin embargo, sobreestima la dimensión propagan- Este c u a d r o de Montesquieu — a u n q u e impugnado p o r unos
dística de la teoría de Montesquieu sobre el despotismo al minimizar pocos críticos de su t i e m p o ' — f u e generalmente aceptado y se
su demarcación geográfica. Sobrepolitizar el significado del Esprit des
lois es reducirlo a una dimensión de campanario. En realidad, está com-
pletamente claro que Montesquieu tomó muy en serio sus análisis del • De Vesprit des lois, II, p. 168.
Oriente, que no eran ni única ni primariamente meros instrumentos ale- 7
De Vesprit des lois, I, p. 244.
góricos, sino un componente integral de su intento de construir una • De Vesprit des lois, I, pp. 291-2. ,
ciencia global de los sistemas políticos en ambos sentidos ' El más notable de ellos fue Voltaire, que, más preocupado por ios
' De Vesprit des lois, i, p. 81. problemas culturales que por los políticos, discutió con vigor el anansis
478 480
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 243

convirtió en u n legado f u n d a m e n t a l p a r a toda la filosofía y la u n c o n t r a s t e e n t r e dos tipos de economías, d o m i n a d a s respec-


economía política. Adam S m i t h f u e quien dio, p r o b a b l e m e n t e , tivamente p o r diversas r a m a s de producción: «De la m i s m a
el siguiente paso i m p o r t a n t e en el desarrollo de esta oposición m a n e r a en q u e la economía política de las naciones de la Euro-
e n t r e Asia y E u r o p a , c u a n d o la redefinió p o r vez p r i m e r a como p a m o d e r n a ha sido más favorable a las m a n u f a c t u r a s y al co-
mercio exterior, es decir, a la actividad industrial de las ciu-
dades, que a la agricultura, que es la actividad industrial del
campo, t a m b i é n h a h a b i d o naciones que h a n seguido u n dife-
de Montesquieu del imperio chino, objeto de la admiración de Voltaire r e n t e plan y se h a n m o s t r a d o más favorables a la agricultura
por lo que creía benevolencia racional de su gobierno y sus costumbres. que a las m a n u f a c t u r a s y al comercio exterior. La política de
Como ya hemos visto, el «despotismo ilustrado» era un ideal positivo China favorece la agricultura m á s que el resto de las activida-
para muchos philosophes burgueses, para quienes representaba la supre- des. Se dice q u e en China la categoría del campesino es m u y
sión del particularismo feudal, precisamente la razón por la que Montes- superior a la del artesano, al c o n t r a r i o de lo que o c u r r e en la
quieu, un aristócrata nostálgico, lo temía y lo denunciaba. Otro crítico m a y o r p a r t e10 de E u r o p a , d o n d e el a r t e s a n o es muy superior al
muy diferente de De l'esprit des lois, que ha ganado el favor de escritores campesino» . S m i t h postula después u n a nueva correlación en-
recientes, fue Anquetil-Duperron, un estudioso de los textos sagrados de t r e el c a r á c t e r agrario de las sociedades de Asia y Africa y la
Zoroastro y Veda que pasó algunos años en la India y escribió un volumen función que en ellas tenían las obras hidráulicas de regadío y
titulado Législation orientale (1178), consagrado por completo a negar la t r a n s p o r t e , p o r q u e en esos países el E s t a d o era p r o p i e t a r i o de
existencia del despotismo en Turquía, Persia y la India, y en el que t o d a la tierra y e s t a b a d i r e c t a m e n t e interesado en la m e j o r a
se afirma la presencia en esos países de sistemas legales racionales y pública de la agricultura. «Fueron célebres en la Antigüedad
propiedad privada. En el libro se ataca específicamente a Montesquieu las construcciones llevadas a cabo p o r los antiguos soberanos
y Bernier. (pp. 2-9, 12-13, 140-2), por haber mantenido lo contrario. de Egipto p a r a la conveniente distribución de las aguas del
Anquetil-Duperron dedicó su libro a los «desgraciados pueblos de la In- Nilo, y los restos ruinosos de algunas de esas o b r a s despiertan
dia», lamentando sus «derechos heridos» y acusando a las teorías europeas todavía la a d m i r a c i ó n de los viajeros. Las construcciones de la
del despotismo oriehtal de ser meras coberturas ideológicas para la agre- m i s m a clase realizadas p o r los antiguos soberanos del I n d o s t á n ,
sión y la rapiña colonial en el Oriente: «El despotismo es el gobierno con o b j e t o de distribuir a d e c u a d a m e n t e las aguas del Ganges
de aquellos países en los que el soberano se declara propietario de todos y de o t r o s m u c h o s ríos, parece que f u e r o n igualmente grandio-
los bienes de sus súbditos; convirtámonos en ese soberano y seremos sas, a u n q u e hayan sido m u c h o menos celebradas [ . . . ] En China
los dueños de todas las tierras del Indostán. Tal es el razonamiento del y en otros varios gobiernos de Asia, el p o d e r ejecutivo t o m a
avaro codicioso, oculto tras una fachada de pretextos que es preciso de- a su cargo t a n t o la reparación de las grandes r u t a s como la
moler» (p. 178). Por la fuerza de estos sentimientos, Anquetil-Duperron conservación de los canales navegables [ . . . ] Se asegura, pues,
ha sido posteriormente saludado como primer y noble campeón del anti- q u e esta r a m a de la administración pública se e n c u e n t r a muy
colonialismo. Althusser ha afirmado, con cierta ingenuidad, que su Légis- bien a t e n d i d a en todos estos países, p e r o especialmente en Chi-
lation orientale ofrece un «admirable» panorama del «verdadero Oriente» na, d o n d e las grandes r u t a s y m u c h o m á s aún los canales na-
al contrario de la imagen que tenía Montesquieu. Dos artículos recientes vegables son muy superiores, según estos informes, a todo lo
han repetido su alabanza: F. Venturi, «Despotismo orientale», Rivista de su clase conocido en Europa» ".
Storica Italiana, LXXII, 1. 1960, pp. 117-26, y S. Stelling-Michaud «Le mythe
, df.P°t,S*e °™nta1*' Schweizer Beitrage tur Allgemeinen Geschichte,
yol 18-19 1960-1961, pp. 344-5 (que en general sigue muy de cerca á
Althusser). En realidad, Anquetil-Duperron fue una figura mucho más
equívoca y trivial de lo que sugieren esos elogios, como se lo habría
revelado a sus autores una investigación un poco más profunda. Más que
un auténtico enemigo del colonialismo como tal, Anquetil-Duperron era
un desencantado pátriota francés a quien mortificaban los éxitos del
colonialismo británico al arrojar a su rival galo del Carnático y de todo
el subcontmente. En 1872 escribió otro volumen, Linde en rapport avec
l Europe, dedicado esta vez a los «espíritus de Dupleix y Labourdon-
nais» y que era una violenta requisitoria contra «la audaz Albión que
ha usurpado el tridente de los mares y el cetro de la India», y pedía que 10
An inquiry into the nature and causes of the wealth of nations,
«la bandera francesa flotase de nuevo con majestad por los mares y las
Londres, 1778, II, p. 281 [La riqueza de las naciones, Madrid, Aguilar, 1961],
tierras de la India». Publicado en 1789, durante el Directorio, en este libro 11
Anquetil-Duperron afirmaba que «el tigre debía ser atacado en su gua- An inquiry into the nature and causes of the wealth of nations, II,
rida» y proponía una expedición naval francesa para «tomar Bombay» páginas 283, 340. Smith añade de forma significativa: «Sin embargo, no
y arrojar así «al poderío inglés hasta más allá del cabo de Buena Espe- hay que olvidar que los relatos transmitidos a Europa acerca de tales
ranza» (pp. i-ii, xxv-xxvi). Nada de esto podría adivinarse si sólo se tiene obras son, por lo general, descripciones hechas por viajeros poco inteli-
en cuenta la inmaculada piedad del artículo del Dictionnaire historique gentes y demasiado admirativos, y con frecuencia por misioneros estúpidos
del que parece haberse derivado buena parte de su posterior reputación y mendaces. Quizá no se nos presentarían como tan maravillosas si hu-
biesen sido examinadas por unos ojos más inteligentes y si los relatos
478 482
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 244
E n el siglo xix, los sucesores de Montesquieu y S m i t h pro- civilización china. Su análisis de la civilización india, a u n q u e
longaron la m i s m a línea de pensamiento. Dentro de la filosofía t a m b i é n era matizado, tenía u n color m u c h o m á s sombrío. He-
clásica alemana, Hegel estudió p r o f u n d a m e n t e a a m b o s auto- gel creía que el sistema indio de castas era c o m p l e t a m e n t e dis-
res y, en La filosofía de la historia, r e a f i r m ó la m a y o r p a r t e t i n t o de lo que p a s a b a en China y q u e significaba u n avance
de las nociones de Montesquieu sobre el despotismo asiático, de la j e r a r q u í a sobre la igualdad, p e r o de tal tipo q u e inmo-
sin rangos o poderes intermedios, en su característica termino- vilizaba y degradaba a toda la e s t r u c t u r a social. «En China rei-
logía. «El despotismo, desarrollado en proporciones asombro- n a b a la igualdad e n t r e todos los individuos que c o m p o n e n el
sas», f u e en el Oriente «la f o r m a de gobierno e s t r i c t a m e n t e i m p e r i o y, p o r consiguiente, todo el gobierno está a b s o r b i d o e n
a p r o p i a d a al a m a n e c e r de la Historia» 1 2 . Hegel e n u m e r ó los su centro, el e m p e r a d o r , de tai f o r m a que los m i e m b r o s indi-
principales países del continente a los que se aplicaba esta viduales n o pueden alcanzar la independencia y la libertad sub-
n o r m a : «En la India, p o r tanto, i m p e r a p l e n a m e n t e el despo- jetivas [ . . . ] En este sentido, en la India ha tenido lugar u n
tismo m á s arbitrario, perverso y degradante. China, Persia y avance esencial, a saber, u n a ramificación en m i e m b r o s inde-
Turquía —en realidad, toda Asia— son los escenarios del des- pendientes a p a r t i r de la u n i d a d del p o d e r despótico. Con todo,
p o t i s m o y, en el p e o r sentido, de la tiranía» » El Reino Celeste, las diferencias q u e implican esas ramificaciones se refieren a
que había d e s p e r t a d o sentimientos t a n contradictorios e n t r e la Naturaleza. E n lugar de e s t i m u l a r la actividad de u n a l m a
los p e n s a d o r e s de la Ilustración, f u e o b j e t o especial del interés c o m o su c e n t r o de unión y de realizar e s p o n t á n e a m e n t e esa
de Hegel, c o m o m o d e l o de lo que consideraba u n a autocracia alma — c o m o ocurre con la vida orgánica—, se petrifican y se
igualitaria. «China es el i m p e r i o de la absoluta igualdad, y to- vuelven rígidas, y p o r su carácter estereotipado condenan al
das las diferencias que allí existen son posibles ú n i c a m e n t e en p u e b l o indio a la m á s d e g r a d a n t e s e r v i d u m b r e espiritual. Las
relación con la administración pública, y están en función de diferencias a las que nos e s t a m o s r e f i r i e n d o son las castas»15.
los m é r i t o s q u e u n a persona puede a d q u i r i r y que le p e r m i t e n El r e s u l t a d o es q u e «mientras en China e n c o n t r a m o s u n des-
alcanzar los altos puestos en el gobierno. Como en China p o t i s m o moral, en la India lo q u e p u e d e llamarse reliquia de
reina la igualdad, p e r o sin ninguna libertad, el d e s p o t i s m o es la vida política es u n despotismo sin ningún principio y sin
n e c e s a r i a m e n t e la f o r m a de gobierno. E n t r e nosotros, los ninguna n o r m a de m o r a l i d a d o de religión» 1 6 . Hegel caracte-
h o m b r e s son iguales ú n i c a m e n t e a n t e la ley y en el r e s p e t o rizaba la base central del despotismo indio como u n sistema
debido a la p r o p i e d a d de cada uno; p e r o si q u e r e m o s tener lo de c o m u n i d a d e s aldeanas inertes, regidas p o r c o s t u m b r e s he-
q u e llamamos libertad, es preciso garantizar los m u c h o s inte- reditarias y p o r la distribución de las cosechas m e d i a n t e im-
reses y los privilegios particulares q u e t a m b i é n tienen. E n el puestos, y q u e n o se veían a f e c t a d a s p o r los cambios políticos
imperio chino, sin embargo, estos intereses especiales n o go- que tenían lugar en el Estado, situado p o r encima de ellas. «El
zan p o r sí m i s m o s de ninguna consideración, y el gobierno c o n j u n t o de ingresos q u e c o r r e s p o n d e a cada aldea se divide,
procede sólo del e m p e r a d o r , que lo hace a c t u a r c o m o u n a je- como ya se h a dicho, en dos partes, de las que u n a pertenece
r a r q u í a de funcionarios o mandarines» 14. Hegel, como m u c h o s al r a j á y la o t r a a los cultivadores; p e r o hay q u e e n t r e g a r tam-
de sus predecesores, m o s t r ó u n a m o d e r a d a admiración hacia la bién p a r t e s proporcionales al jefe del lugar, al juez, al inspec-
t o r de aguas, al b r a h m á n encargado del cultivo divino, al astró-
logo (que es t a m b i é n u n b r a h m á n y señala los días fastos y
procediesen de testigos de mayor fidelidad. La descripción que Bernier nefastos), al herrero, al carpintero, al alfarero, al lavandera, al
nos ofrece de las obras de esa clase en Indostán dista mucho de las que médico, a las bailarinas, al músico, al poeta. E s t a s c o s t u m b r e s
nos han hecho otros viajeros más propensos que él a lo maravilloso »
The philosophy of history, Londres, 1878, p. 270. [No existe corres- son f i j a s e i n m u t a b l e s y n o e s t á n s u j e t a s a la voluntad de nadie.
pondencia entre esta edición inglesa y la traducción castellana de José Todas las revoluciones políticas pasan, pues, p o r encima de la
Gaos (Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, Madrid Revista indiferencia del indio del común, cuya suerte n o cambia nun-
de Occidente, 4.* ed„ 1974), por haberse realizado a partir de la 3.' y 4*
ediciones alemanas, respectivamente, entre las que existen diferencias
sustanciales.]
u
Ibid., p. 168.
" Ibid., pp. 130-1. » Ibid., pp. 150-1.
" Ibid., p. 168.
478 484
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 245
ca» n . E s t a s afirmaciones, c o m o veremos, h a b r í a n de tener lar- la India, Persia, T u r q u í a y China. La naturaleza u n i f o r m e del
ga vida. Hegel t e r m i n a b a repitiendo el ya tradicional t e m a del sistema económico y del gobierno político de estas diferentes
anquilosamiento histórico, que atribuía a a m b o s países: «Chi-
tierras podía rastrearse, según creía Jones, h a s t a su conquista
n a e India p e r m a n e c e n estacionarias y p e r p e t ú a n , incluso hasta
común p o r las t r i b u s t á r t a r a s de Asia central. «China, la India,
el t i e m p o presente, u n a existencia vegetativa natural» 18.
Persia y la T u r q u í a asiática, situadas todas ellas en los extre-
Mientras que en la filosofía clásica alemana Hegel seguía mos exteriores de la gran llanura de Asia central, h a n sido so-
m u y de cerca a Montesquieu, en la economía política inglesa
metidas en su m o m e n t o —y algunas en m á s de u n a ocasión—
los temas de S m i t h f u e r o n a d o p t a d o s i n m e d i a t a m e n t e p o r sus
a las invasiones de sus tribus. Incluso en este m o m e n t o parece
seguidores. E n su estudio sobre la India británica, el viejo Mili
difícil que China p u e d a librarse del peligro de o t r a subyuga-
añadió poco a los conceptos tradicionales del d e s p o t i s m o asiá-
ción. En todas p a r t e s donde se h a n a s e n t a d o estos invasores
tico 19. El siguiente economista inglés q u e desarrolló u n análi-
escitas h a n establecido u n a f o r m a despótica de gobierno, a la
sis m á s original de la situación en Oriente f u e Richard Jones,
q u e ellos mismos se h a n sometido con p r o n t i t u d m i e n t r a s obli-
sucesor de Malthus en el East India College, cuyo Essay on
the distribution of wealth and the sources of taxation se publi- gaban a los h a b i t a n t e s de los países conquistados a someterse
có en Londres en 1831, el m i s m o a ñ o en q u e Hegel dictaba en a ella [ . . . ] Los t á r t a r o s h a n establecido o a d o p t a d o e n todas
Berlín sus cursos sobre China y la India. El libro de Jones, p a r t e s un sistema político que se adecúa p e r f e c t a m e n t e a sus
cuyo o b j e t o era realizar u n a crítica de Ricardo, incluía el in- hábitos nacionales de sumisión p o p u l a r y de p o d e r absoluto
t e n t o p r o b a b l e m e n t e m á s e l a b o r a d o de los realizados h a s t a en- de los jefes, y sus conquistas h a n introducido o restablecido
tonces de analizar c o n c r e t a m e n t e la tenencia de la tierra en este p o d e r desde el m a r Negro al Pacífico y desde Pekín h a s t a
Asia. Jones a f i r m a b a desde el comienzo que, «en toda Asia, los el N e r b u d d a . En toda el Asia agrícola (con la excepción de Ru-
soberanos siempre h a n e s t a d o en posesión de u n título exclu- sia) reina el m i s m o sistema» 2 1 .
sivo sobre la tierra de sus dominios y h a n conservado ese de- La hipótesis general de Jones sobre la conquista n ó m a d a
recho en u n e s t a d o de singular e inconveniente integridad, sin como origen de la p r o p i e d a d estatal de la tierra se c o m b i n a b a
ninguna división ni menoscabo. Los individuos siempre son con u n n u e v o c o n j u n t o de distinciones en su valoración del
a r r e n d a t a r i o s del soberano, que es el ú n i c o propietario; única- g r a d o y los efectos de esa propiedad en los diferentes países
m e n t e las usurpaciones de sus funcionarios p u e d e n r o m p e r du- q u e f u e r o n o b j e t o de su estudio. Así, Jones escribió q u e el úl-
r a n t e algún tiempo los eslabones de esta cadena de dependen- t i m o período mogol de la India presenció «el fin de todo sis-
cia. E s t a universal dependencia del t r o n o p a r a conseguir los tema, de t o d a m o d e r a c i ó n o protección; se r e c a u d a r o n , a p u n t a
medios de vida es el v e r d a d e r o f u n d a m e n t o del i n q u e b r a n t a b l e de lanza, r e n t a s ruinosas, i m p u e s t a s a r b i t r a r i a m e n t e en las fre-
despotismo del m u n d o oriental, así como de los ingresos del so- cuentes correrías militares, y los n u m e r o s o s intentos de resis-
b e r a n o y de la f o r m a que a d o p t a la sociedad situada b a j o sus tencia desesperada f u e r o n castigados sin piedad p o r el fuego
pies» 2 0 . Sin embargo, Jones n o se dio p o r satisfecho con las y la matanza» 2 2 . El E s t a d o turco, p o r su parte, m a n t u v o for-
afirmaciones genéricas de sus predecesores e intentó delimitar m a l m e n t e niveles m á s m o d e r a d o s de explotación, pero la co-
con alguna precisión las c u a t r o grandes zonas en las que do- r r u p c i ó n de sus agentes hacía ineficaces en la práctica todas
m i n a b a lo que él llamó rentas de los' ryots —es decir, los im- las limitaciones. «Comparado con los sistemas de la India o
puestos pagados d i r e c t a m e n t e p o r los campesinos al E s t a d o en Persia, el de T u r q u í a tiene evidentemente algunas v e n t a j a s . La
c u a n t o p r o p i e t a r i o de la tierra que cultivaban—, y que e r a n p e r m a n e n c i a y moderación del miri, o r e n t a de la tierra, es
u n a de ellas [ . . . ] Pero su relativa fuerza y moderación se h a n

" Ibid., p. 161. " An essay on the distribution of wealth, pp. 110, 112. La alusión de
" Ibid., p. 180.
Jones a los peligros tártaros que amenazan a China es, probablemente,
" James Mili, The history of British India, Londres, 1858 (reedición), una referencia a las rebeliones de los Khoja en Kashgar el año 1830. Ob-
i, pp. 141, 211.
20 sérvese su explícita exclusión de Rusia del sistema asiático que se estaba
Richard Jones, An essay on the distribution of wealth and the sour-
ces of taxation, Londres, 1831, pp. 7-8. discutiendo.
22
An essay on the distribution of wealth, p. 117.
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 487
vuelto inútiles p a r a sus desgraciados súbditos, debido t a n t o a te a la f o r m a c i ó n de la o b r a de Marx y Engels contenían u n a
la indolencia e indiferencia como a la malversación de sus orevia concepción c o m ú n de los sistemas políticos y sociales
lejanos funcionarios» 2 3 . En Persia, la rapacidad de la monar- de Asia, u n c o n j u n t o de ideas que todos c o m p a r t í a n y que, en
quía no tenía límites, pero el sistema local de regadío m o d e r a b a último término, se r e m o n t a b a n a la Ilustración. Este c o n j u n t o
su alcance —al c o n t r a r i o de la función que le asignaba Smith— podría r e s u m i r s e de la siguiente f o r m a 2 8 :
p o r q u e introducía algunas f o r m a s de propiedad privada: «De
todos los gobiernos despóticos de Oriente, el de Persia es quizá Propiedad estatal de la t i e r r a H, B 3 M2 J
el m á s codicioso y el más d e s e n f r e n a d a m e n t e cínico; sin em- Inexistencia de b a r r e r a s jurídicas B, B 3 M2
bargo, el peculiar suelo de este país h a i n t r o d u c i d o algunas Sustitución del derecho p o r la religión M2
valiosas modificaciones en el sistema general asiático de r e n t a s Ausencia de nobleza h e r e d i t a r i a MÍ B 2 M2
de los riots [ . . . ] [ p o r q u e ] a todo aquel q u e saque agua a la Igualdad social servil M2 H 2
superficie, donde n u n c a antes la hubo, le garantizan los sobe- Comunidades aldeanas aisladas H2
ranos la posesión hereditaria de la tierra que h a fertilizado» 2 4 . Predominio agrario sobre la i n d u s t r i a S BJ
Por último, Jones vio con t o d a claridad q u e la agricultura chi- Obras públicas hidráulicas S M3
n a constituía u n caso especial que n o podía asimilarse simple- Medio climático t ó r r i d o M2 M3
m e n t e a la de los otros países q u e h a b í a descrito; su inmensa I n m u t a b i l i d a d histórica M2 H2 J M3
productividad la colocaba a p a r t e . «Toda la dirección del impe-
rio p r e s e n t a en v e r d a d u n llamativo c o n t r a s t e con las de las Despotismo oriental
vecinas m o n a r q u í a s asiáticas [ . . . ] Mientras q u e aún n o se ha
hecho a p t a p a r a el cultivo ni la m i t a d de la India y todavía Como p u e d e verse, ningún a u t o r combinó t o d a s estas no-
m e n o s superficie de Persia, China está tan p l e n a m e n t e cultiva- ciones en u n a sola concepción. Sólo Bernier había estudiado
d a c o m o la mayoría d e las m o n a r q u í a s e u r o p e a s y m á s plena- directamente los países asiáticos, y sólo Montesquieu había for-
m e n t e poblada q u e ellas» 2 5 . La o b r a de Jones representó, pues, m u l a d o u n a teoría general coherente del despotismo oriental.
sin d u d a alguna, el p u n t o m á s avanzado que alcanzó la econo- Los referentes geográficos de los sucesivos escritores se am-
mía política en su discusión sobre Asia d u r a n t e la p r i m e r a mi- pliaron desde T u r q u í a h a s t a la India y, finalmente, China, p e r o
tad del siglo xix. El joven Mili, q u e escribió cerca de dos déca- sólo Hegel y Jones i n t e n t a r o n distinguir las v a n a n t e s regiona-
das después, resucitó la c o n j e t u r a de S m i t h de que los estados
les del modelo asiático común.
orientales p a t r o c i n a r o n siempre las o b r a s públicas hidráulicas
—«los aljibes, pozos y canales p a r a el riego, sin los q u e difí-
cilmente p o d r í a n desarrollarse los cultivos en los climas m á s
tropicales» 2 6 —, pero, p o r lo demás, se limitó a r e p e t i r la ca- II
racterización genérica de «las extensas m o n a r q u í a s q u e h a n Podemos volver ahora a los célebres p á r r a f o s de la correspon-
o c u p a d o las llanuras de Asia desde tiempos inmemoriales» 2 7 , dencia de Marx con Engels, en la que a m b o s discutieron p o r
q u e se había convertido ya desde m u c h o antes en f ó r m u l a es- vez p r i m e r a los p r o b l e m a s de Oriente. El 2 de j u m o de 1853,
tablecida en E u r o p a occidental. Marx escribió a Engels - q u e había e s t a d o estudiando la his-
Es f u n d a m e n t a l c o m p r e n d e r , p o r tanto, que las dos princi- toria de Asia y a p r e n d i e n d o algo de p e r s a - p a r a r e c o m e n d a r e
pales tradiciones intelectuales q u e contribuyeron decisivamen- el relato de Bernier sobre las ciudades orientales, calificándolo
de «brillante, gráfico y sorprendente». A continuación Marx
aceptaba la tesis principal del libro de Bernier en u n a f a m o s a
a Ibid., pp. 129-30. e inequívoca afirmación: «Bernier piensa, c o n r a z ó n que m
" Ibid., pp. 119, 122-3.
a Ibid., p. 133.
base de todos los fenómenos orientales - s e refiere a Turquía,
" John Stuart Mili, Principies of political economy, Londres, 1848, I,
página 15 [Principios de economía política, México, FCE, 1951]. » H, Harrington; H2, Hegel; B„ Bodin; B„ Bacon; B„ Bernier; M„
" Principies of political economy, p. 14. Maquiavelo; M2, Montesquieu; M„ Mili; S, Smith; J, Jones.
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 489

Persia e Indostán— reside en la ausencia de propiedad privada más elevada meseta asiática. El riego artificial es aquí la con-
de la tierra. Esta es la v e r d a d e r a clave, incluso del cielo orien- dición p r i m e r a de la agricultura, y esto es cosa de las comu-
tal» ». E n su respuesta, unos días después, Engels c o n j e t u r a b a nas, de las provincias o del gobierno central. Y u n gobierno
que la explicación histórica básica de esta inexistencia de pro- oriental n u n c a tuvo m á s de t r e s d e p a r t a m e n t o s : finanzas (pi-
piedad privada de la tierra debía r a d i c a r en la aridez del suelo llaje interno), guerra (pillaje i n t e r n o y en el exterior) y o b r a s
n o r t e a f r i c a n o y asiático, que exigía riesgos intensivos y, por públicas (cuidado de la reproducción) [ . . . ] E s t a fertilización
tanto, obras hidráulicas acometidas p o r el E s t a d o central y artificial de la tierra, que cesó i n m e d i a t a m e n t e c u a n d o cayó en
o t r a s a u t o r i d a d e s públicas. «La ausencia de propiedad de la decadencia el sistema de riego, explica el hecho, p o r o t r a p a r t e
tierra es ciertamente la clave p a r a la comprensión de todo el r-riese, de oue brandes extensiones, otrorr. b r i l l a n t e m ' n ' r 1
Oriente. Ahí reside su historia política y religiosa. ¿Pero por tivadas, sean a h o r a desoladas y desnudas (Palmira, Petra, las
q u é los orientales n o llegan a la p r o p i e d a d territorial, ni si- ruinas del Yemen, distritos de Egipto, Persia e Indostán); ex-
quiera en su f o r m a feudal? Creo que se debe p r i n c i p a l m e n t e al plica el h e c h o de que u n a sola guerra devastadora p u d i e r a
clima, j u n t o con la naturaleza del suelo, especialmente en las despoblar d u r a n t e siglos a u n país, despojándolo de toda su
grandes extensiones del desierto que se extiende desde el Saha- civilización» 30.
ra y cruza Arabia, Persia, India y Tartaria, llegando h a s t a la
Una s e m a n a después, Marx contestó m o s t r a n d o su acuerdo
con la i m p o r t a n c i a de las obras públicas p a r a la sociedad asiá-
" K. Marx y F. Engels, Selected correspondence, pp. 80-1 [Correspon- tica y s u b r a y a n d o la coexistencia con ellas de aldeas autosufi-
dencia,, p 62], Por su contenido y su tono, merece la pena reproducir
aquí el párrafo central de Bernier al que se refería Marx: «Estos tres cientes: «El carácter estacionario de esta p a r t e de Asia —a
países, Turquía, Persia e Indostán, no tienen idea de los principios del pesar de t o d o el m o v i m i e n t o sin sentido en la superficie polí-
meum y el tuum, relativos a la tierra o a otras posesiones reales- y tica— se explica p l e n a m e n t e p o r dos circunstancias interde-
habiendo perdido aquel respeto hacia el derecho de propiedad, q u e ' e s
la base de todo lo bueno y útil que hay en este mundo, necesariamente pendientes: 1) las obras públicas eran cosa del gobierno central;
se asemejan unos a otros en los puntos esenciales; todos ellos caen en 2) además, t o d o el imperio, sin c o n t a r las pocas y grandes ciu-
los mismos errores perniciosos y, antes o después, tienen que experi- dades, se dividía en aldeas, cada u n a de las cuales poseía u n a
mentar sus consecuencias naturales: la tiranía, la ruina y la desolación
¡Cuán felices y agradecidos debíamos sentirnos de que los monarcas de
organización c o m p l e t a m e n t e separada y f o r m a b a u n p e q u e ñ o
Europa no sean los únicos propietarios de la tierra! Si lo fueran busca- m u n d o c e r r a d o [ . . . ] E n algunas de estas comunidades, las tie-
ríamos en vano campos bien cultivados y poblados, ciudades bien cons- r r a s de la aldea se cultivan en común, y en la mayoría de los
truidas y prosperas y un pueblo educado y floreciente. Si este principio casos cada o c u p a n t e cultiva su p r o p i o predio. En su sociedad
prevaleciese, muy diferentes serían la verdadera riqueza y el poder de
los soberanos de Europa, y la lealtad y libertad con las que son servidos- existe la esclavitud y el sistema de castas. Las tierras baldías
remarían, por el contrario, sobre soledades y desiertos, sobre mendigos están destinadas al p a s t o r e o común. Las esposas e h i j a s son
y bárbaros. Los reyes de Asia, movidos por una ciega pasión y por la las encargadas del t e j i d o e hilado domésticos. E s t a s repúblicas
ambición de ser más absolutos de lo que está permitido por las leyes
de Dios y de la naturaleza, acaparan todo hasta que al final todo lo idílicas, que sólo g u a r d a b a n celosamente los límites de su aldea
pierden; al desear excesivas riquezas, se encuentran sin ninguna o con en c o n t r a de la aldea vecina, a ú n existen en f o r m a b a s t a n t e per-
muchas menos de las ambicionadas por su codicia. Si entre nosotros fecta en las p a r t e s noroccidentales de la India, que sólo en
existiera el mismo gobierno, ¿dónde encontraríamos príncipes prelados o
nobles burgueses opulentos y mercaderes prósperos, o ingeniosos artesa- fecha reciente cayeron en m a n o s inglesas. No creo que p u d i e r a
nos? ¿Donde buscaríamos ciudades como París, Lyon, Toulouse Ruán o imaginarse cimiento m á s sólido p a r a el e s t a n c a m i e n t o del des-
si lo preferís, Londres y tantas otras? ¿Dónde podríamos encontrar ese p o t i s m o asiático.» Y Marx añadía, de m o d o significativo: «En
numero infinito de pequeñas ciudades y aldeas, todas esas hermosas casas
de campo, esos campos y colinas primorosos, cultivados con tanto ca- todo caso, parecen h a b e r sido los m a h o m e t a n o s los p r i m e r o s
rino, arte y trabajo? ¿Qué sería de ¡os grandes ingresos que producen en establecer el principio de la "no p r o p i e d a d de la tierra a
tanto a los súbditos como al soberano? A causa de su aire nocivo nues- través de t o d a Asia» 31 .
tras grandes ciudades se harían inhabitables, y caerían en la ruina sin
despertar en nadie el deseo de detener su decadencia; nuestras colinas » K. Marx y F. Engels, Selected correspondence, p 82 Corresponden-
quedarían abandonadas y nuestras llanuras serían invadidas por espinos cia, p. 62], Obsérvese que Engels habla aquí específicamente de «civin
y malas hierbas o cubiertas por pestilentes cenagales» (Travels in the
Moghul empire, pp. 232-3). ZaC
>f"selected correspondence, pp. 85-6 [Correspondencia, pp. 64-5].
478 490
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 248

En las m i s m a s fechas, Marx p r e s e n t ó al público sus comu- verlas sumidas en u n m a r de dolor, c o n t e m p l a r c ó m o cada
nes reflexiones en u n a serie de artículos escritos p a r a el New u n o de sus m i e m b r o s va p e r d i e n d o a la vez sus viejas f o r m a s
York Daily Tribune: «El clima y las condiciones del suelo, par- de civilización y sus medios tradicionales de subsistencia, no
ticularmente en los vastos espacios desérticos que se extienden debemos olvidar al m i s m o tiempo que esas idílicas c o m u n i d a d e s
desde el S a h a r a a través de Arabia, Persia, la India y Tartaria rurales, p o r inofensivas que pareciesen, constituyeron siempre
hasta las regiones m á s elevadas de la meseta asiática, convir- una sólida base p a r a el despotismo oriental; que restringie-
tieron el sistema de irrigación artificial p o r m e d i o de canales ron el intelecto h u m a n o a los límites m á s estrechos, convir-
y otras obras de riego en la base de la agricultura oriental. Al tiéndolo en u n i n s t r u m e n t o sumiso de la superstición, some-
igual que en Egipto y en la India, las inundaciones son utiliza- tiéndolo a la esclavitud de reglas tradicionales y privándolo de
das p a r a fertilizar el suelo en Mesopotamia, Persia y o t r o s lu- toda grandeza y de toda iniciativa histórica. No debemos olvi-
gares; el alto nivel de las aguas sirve p a r a llenar los canales de d a r el b á r b a r o egoísmo que, concentrado en u n mísero pedazo
riego. Esta necesidad elemental de u n uso económico y común de tierra, contemplaba t r a n q u i l a m e n t e la r u i n a de imperios
del agua hizo que en Occidente los e m p r e s a r i o s privados se enteros, la p e r p e t r a c i ó n de crueldades indecibles, el aniquila-
agrupasen en asociaciones voluntarias, como o c u r r i ó en Flan- m i e n t o de la población de grandes ciudades, sin p r e s t a r a t o d o
des e Italia; en Oriente, el b a j o nivel de civilización y lo ex- esto m á s atención q u e a los fenómenos de la naturaleza, y
tenso de los territorios impidieron que surgiesen asociaciones convirtiéndose a su vez en presa fácil p a r a cualquier agresor
voluntarias e impusieron la intervención del p o d e r centraliza- que se dignase f i j a r en él su atención» 3 5 . Marx añadía: «No de-
d o r del gobierno. De aquí que todos los gobiernos asiáticos b e m o s olvidar que esas p e q u e ñ a s c o m u n i d a d e s e s t a b a n conta-
tuviesen que d e s e m p e ñ a r esa función económica: la organiza- m i n a d a s p o r las diferencias de casta y p o r la esclavitud, q u e
ción de las obras públicas» 3 2 . Marx s u b r a y a b a a continuación sometían al h o m b r e a las circunstancias exteriores en lugar de
que la base social de este gobierno era en la India «la unión hacerlo soberano de dichas circunstancias; q u e convirtieron su
patriarcal e n t r e la agricultura y la artesanía» en el «llamado e s t a d o social, que se desarrollaba p o r sí solo, en u n destino
vtllage system [ . . . ] que daba a cada u n a de esas pequeñas n a t u r a l e inmutable» 3 6 .
agrupaciones su organización a u t ó n o m a y su vida peculiar» 3 3 . La correspondencia privada de Marx y sus artículos perio-
El dominio británico había aplastado la s u p e r e s t r u c t u r a políti- dísticos de 1853 estaban, p o r tanto, m u y cerca de los principa-
ca del E s t a d o imperial mogol y ya estaba a t a c a n d o a la infra- les t e m a s del tradicional c o m e n t a r i o e u r o p e o sobre la historia
e s t r u c t u r a socioeconómica en la q u e aquél descansaba p o r me- y la sociedad asiática, t a n t o p o r su t o n o como p o r su enfoque.
dio de la introducción forzosa de la p r o p i e d a d p r i v a d a de la Esta continuidad, reconocida desde el principio p o r la invoca-
tierra: «Los propios zamindari y ryotwari, p o r execrables que ción a Bernier, resulta especialmente llamativa en la repetida
sean, r e p r e s e n t a n dos f o r m a s distintas de propiedad privada afirmación de Marx relativa al a n q u i l o s a m i e n t o y a la inmuta-
de la tierra, tan ansiada p o r la sociedad asiática» 34. En u n pá- bilidad d e l m u n d o oriental. «La sociedad h i n d ú carece p o r
r r a f o dramático, lleno de pasión y elocuencia, Marx analizó las completo de historia, o p o r lo menos de h i s t o r i a conocida» 37,
consecuencias históricas de la conquista del suelo asiático p o r escribió Marx, y pocos años después se refirió a China diciendo
Europa, que ya se hacían presentes: « [ . . . ] p o r muy lamentable q u e vegetaba «a despecho de la época» 3 8 . Sin embargo, de t o d a
que sea desde un p u n t o de vista h u m a n o ver c ó m o se desorga- su correspondencia con Engels p u e d e n deducirse dos p u n t o s
nizan y disuelven esas decenas de miles de organizaciones so- principales, que t a m b i é n h a b í a n sido presagiados p a r c i a l m e n t e
ciales laboriosas, patriarcales e inofensivas; p o r triste que sea p o r la tradición anterior. El p r i m e r o era la noción de que las
obras públicas de regadío, exigidas p o r la aridez del clima, ha-
" K- Mane y F. Engels, On colonialism, Moscú, 1960, p. 33: «The British
rule in India», artículo del 10 de junio de 1853 [Sobre el colonialismo,
México, Pasado y Presente, 1979, p. 38], * On colonialism, p. 36 [Sobre el colonialismo, p. 41].
3)
On colonialism, p. 35 [ S o b r e el colonialismo, p 40] » Ibid., p. 37 [p. 41].
17
On colonialism, p. 77: «The future results of British rule in India» Ibid., p. 76 [p. 78].
artículo del 22 de julio de 1853 [ S o b r e el colonialismo p 79] » Ibid., p. 198 [p. 182].
478
492
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 249
bían sido un d e t e r m i n a n t e básico de los estados despóticos
plusproducción» 3 9 . Esta innovación temática venía acompaña-
centralizados de Asia, poseedores del monopolio de la tierra.
da de u n a extensión considerable del c a m p o de aplicación de
Esta idea era, en efecto, la fusión de tres t e m a s q u e hasta
la concepción de Marx de este m o d o de producción, que ya n o
entonces habían estado relativamente separados: la agricultura
se ligaba tan d i r e c t a m e n t e a Asia. Así, Marx escribe a continua-
hidráulica (Smith), el destino geográfico (Montesquieu) y la
ción: «Este tipo de propiedad comunitaria, en t a n t o se realiza
propiedad estatal de la tierra (Bernier). A e s t o se añadía un
realmente en el t r a b a j o , p u e d e a su vez a p a r e c e r de dos mane-
segundo elemento temático con la a f i r m a c i ó n de que las cé-
ras: p o r u n lado, las p e q u e ñ a s c o m u n i d a d e s p u e d e n vegetar
lulas sociales básicas sobre las que se i m p l a n t a b a el despotis-
independientemente u n a al lado de la otra, y en ellas el indi-
m o oriental eran las c o m u n i d a d e s aldeanas autosuficientes que
viduo t r a b a j a independientemente, con su familia, en el lote
incorporaban la unión de la artesanía y el cultivo domésticos.
que le h a sido asignado; o, p o r el o t r o lado, la u n i d a d p u e d e
E s t a concepción t a m b i é n había sido avanzada p o r la tradi-
extenderse hasta incluir t a m b i é n el c a r á c t e r colectivo del tra-
ción a n t e r i o r (Hegel). Marx, cuya información procedía de los
b a j o mismo, lo cual puede constituir un sistema formalizado,
i n f o r m e s de la administración colonial británica en la India,
como en México, en especial en Perú, e n t r e los antiguos celtas,
le dio una nueva y más p r o m i n e n t e posición d e n t r o del es-
y algunas tribus de la India. Además, el carácter colectivo puede
q u e m a general que había heredado. El E s t a d o hidráulico «por
e s t a r p r e s e n t e en la t r i b u de m o d o que la u n i d a d esté repre-
arriba» y la aldea a u t á r q u i c a «por abajo» se unían a h o r a en
s e n t a d a p o r u n jefe de la familia tribal o como la relación re-
u n a sola f ó r m u l a , en la que existía u n equilibrio conceptual
cíproca e n t r e los p a d r e s de familia. Según esto, la entidad co-
e n t r e ambos.
m u n i t a r i a t e n d r á u n a f o r m a m á s despótica o m á s democrática.
Sin embargo, c u a t r o o cinco años después, c u a n d o Marx E n consecuencia, las condiciones colectivas de la apropiación
redactó los Grundrisse, esta última noción de «comunidad al- real a través del t r a b a j o , p o r ejemplo, los sistemas de regadío
deana autosuficiente» f u e la que a d q u i r i ó u n a inconfundible (muy i m p o r t a n t e s e n t r e los pueblos asiáticos), los sistemas de
función predominante en su análisis de lo que h a b r í a de llamar comunicación, etc., aparecen como o b r a de la u n i d a d superior,
«modo de producción asiático». Pues Marx había llegado a pen- del gobierno despótico q u e flota p o r e n c i m a de las p e q u e ñ a s
sar que la propiedad estatal del suelo en Oriente ocultaba la comunidades» 4 0 . Posiblemente, Marx creía que estos gobiernos
propiedad tribal comunal de aquél p o r las aldeas autosuficien- despóticos reclutaban d e s t a c a m e n t o s de t r a b a j a d o r e s n o cuali-
tes, que eran la realidad socioeconómica oculta tras la «unidad ficados procedentes de sus poblaciones, a lo que llamaba «la
imaginaria» de los derechos del soberano déspota sobre la tie- «esclavitud general del Oriente» 4 1 (que n o hay q u e c o n f u n d i r ,
r r a . «La unidad omnicomprensiva que está p o r encima de to- subrayaba Marx, con la esclavitud p r o p i a m e n t e dicha de la An-
das estas p e q u e ñ a s entidades c o m u n i t a r i a s puede a p a r e c e r tigüedad clásica en el Mediterráneo). En estas condiciones, en
como el propietario superior o c o m o el único propietario, de Asia las ciudades eran p o r lo general contingentes y superes-
tal m o d o que las comunidades efectivas sólo aparecen como tructurales: «En estos casos, las ciudades p r o p i a m e n t e dichas
poseedores hereditarios [...] El déspota aparece aquí c o m o pa- surgen j u n t o a estas aldeas sólo en aquel p u n t o que es particu-
dre de las m u c h a s entidades comunitarias y realiza de esta l a r m e n t e favorable p a r a el comercio con el exterior o allí don-
f o r m a la c o m ú n u n i d a d de todas ellas. El p l u s p r o d u c t o perte- de el g o b e r n a n t e y sus s á t r a p a s i n t e r c a m b i a n sus ingresos (plus-
nece entonces de p o r sí a esta u n i d a d s u p r e m a . Por lo tanto, producto) p o r t r a b a j o , gastan esos ingresos como f o n d o s de
en medio del d e s p o t i s m o oriental y de la carencia de propie- t r a b a j o [ . . . ] La historia asiática es u n a especie de u n i d a d in-
dad a la que j u r í d i c a m e n t e parece conducir, existe de hecho, diferenciada de ciudad y c a m p o (en este caso las ciudades ver-
como f u n d a m e n t o , esta p r o p i e d a d c o m u n i t a r i a o tribal, pro- d a d e r a m e n t e g r a n d e s deben ser consideradas m e r a m e n t e como
d u c t o sobre todo de u n a combinación de m a n u f a c t u r a y agri-
cultura d e n t r o de la pequeña comunidad, q u e de ese m o d o se 39
Pre-capitalist economic jormations, pp. 69-70 (Grundrisse, pp. 472-
vuelve e n t e r a m e n t e self-sustaining (autosuficiente) y contiene 473 [Elementos, vol. 1, p. 435]).
40
Precapitalist economic jormations, pp. 70-1 (Grundrisse, pp. 473-
en sí m i s m a todas las condiciones de la producción y de la 474 [Elementos, vol. 1, p. 435]).
41
Ibid., p. 95 (Grundrisse [Elementos, vol. 1, p. 457]).
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 495
c a m p a m e n t o señorial, c o m o u n a superfetación sobre la estruc- religioso; el maestro, q u e enseña a los niños de la c o m u n i d a d
t u r a p r o p i a m e n t e económica)» 4 2 . En este p u n t o vuelve a ser a escribir y leer en la arena; el b r a h m á n del calendario, q u e e n
p e r f e c t a m e n t e audible el eco de Bernier, q u e inspiró las pri- su condición de astrólogo indica los m o m e n t o s propicios p a r a
m e r a s reflexiones de Marx sobre el Oriente en 1853. la siembra y la cosecha, así como las h o r a s favorables o desfa-
El elemento nuevo y decisivo en los escritos de Marx de vorables p a r a todos los d e m á s t r a b a j o s agrícolas; u n h e r r e r o
1857-8 sobre lo q u e u n a ñ o después h a b r í a de designar for- y u n carpintero, que construyen y r e p a r a n i n s t r u m e n t o s de la-
m a l m e n t e , p o r p r i m e r a y única vez, c o m o «modo de producción branza; el alfarero, q u e p r o d u c e t o d a s las vasijas de la aldea;
asiático» 4 3 era la idea de q u e en Asia y en o t r a s p a r t e s existió el b a r b e r o ; el lavandero, ocupado en la limpieza de las ropas;
u n a p r o p i e d a d tribal o comunal del suelo p o r aldeas autosufi- el platero, y aquí y allá el poeta, que en algunas c o m u n i d a d e s
cientes, oculta p o r el velo oficial de la p r o p i e d a d estatal de la tie- reemplaza al platero, en o t r a s al m a e s t r o . E s t a docena de per-
r r a . Sin embargo, en sus escritos t e r m i n a d o s y publicados Marx sonas se m a n t i e n e a expensas de toda la c o m u n i d a d . Si la po-
n u n c a c o n f i r m ó explícitamente esta nueva concepción. Al con- blación a u m e n t a , se asienta en tierras baldías u n a nueva comu-
trario, en El capital volvió sustancialmente a las anteriores po- nidad organizada c o n f o r m e al p r o t o t i p o de la antigua» 4 4 . Hay
siciones de su correspondencia con Engels, ya que, p o r u n a que observar q u e este relato es casi p a l a b r a p o r p a l a b r a (in-
parte, subrayó u n a vez más, y con m á s fuerza q u e antes, la cluso en el m i s m o orden de la lista de ocupaciones rústicas en
i m p o r t a n c i a de la peculiar e s t r u c t u r a de las c o m u n i d a d e s al- la aldea, juez, inspector de aguas, b r a h m á n , astrólogo, herre-
deanas de la India, que, según a f i r m a b a , e r a n el p r o t o t i p o de ro, carpintero, alfarero, b a r b e r o , lavandero, poeta) idéntico al
toda el Asia. Marx las describió de la siguiente f o r m a : «Esas de Hegel en La filosofía de la historia, antes citado. Los únicos
antiquísimas y pequeñas entidades comunitarias indias, que en cambios en las dramatis personae son u n a m a y o r extensión d e
p a r t e todavía p e r d u r a n , se f u n d a n en la posesión comunal del la lista y la sustitución del «médico, las bailarinas y el músico»
suelo, en la asociación directa e n t r e la agricultura y el arte- de Hegel p o r los m á s prosaicos « g u a r d a f r o n t e r a s , p l a t e r o y
s a n a d o y en u n a división f i j a del t r a b a j o [ . . . ] En distintas re- maestro» de Marx 4 5 .
giones de la India existen f o r m a s distintas de la entidad comu-
nitaria. En la f o r m a más simple, la comunidad cultiva la tierra Las conclusiones políticas q u e Marx d e d u j o de su miniatu-
colectivamente y distribuye los p r o d u c t o s del suelo e n t r e sus rizado d i o r a m a social r e c o r d a b a n con idéntica exactitud las
m i e m b r o s , m i e n t r a s que cada familia practica el hilado, el te- q u e Hegel h a b í a p r o p u e s t o t r e i n t a y cinco años antes: la plé-
jido, etc., c o m o industria doméstica subsidiaria. Al lado de esta tora sin f o r m a de aldeas autosuficientes, con su unión de ar-
masa ocupada de m a n e r a s e m e j a n t e , e n c o n t r a m o s al "vecino tesanía y agricultura, y el cultivo colectivo e r a la base social
principal", juez, policía y r e c a u d a d o r de impuestos, t o d o a la de la i n m u t a b i l i d a d asiática, p o r q u e las inalterables comunida-
vez; el tenedor de libros, que lleva las cuentas acerca de los des aldeanas q u e d a b a n aisladas de los destinos del E s t a d o si-
cultivos y registra y asienta en el c a t a s t r o todo lo relativo a t u a d o p o r encima de ellas. «El sencillo o r g a n i s m o productivo
los mismos; u n tercer funcionario, q u e persigue a los delin- de estas entidades comunitarias autosuficientes, q u e se repro-
cuentes y protege a los forasteros, a c o m p a ñ á n d o l o s de u n a al- ducen s i e m p r e en la m i s m a f o r m a y que c u a n d o son ocasional-
dea a la otra; el g u a r d a f r o n t e r a s , que vigila los límites e n t r e m e n t e d e s t r u i d a s se reconstruyen en el m i s m o lugar, con el
la c o m u n i d a d y las comunidades vecinas; el i n s p e c t o r de aguas, m i s m o n o m b r e , p r o p o r c i o n a la clave que explica el misterio de
que distribuye, p a r a su u s o agrícola, el agua de los depósitos la inmutabilidad de las sociedades asiáticas, t a n sorprendente-
comunales; el b r a h m á n , q u e desempeña las funciones del culto m e n t e c o n t r a s t a d a p o r la constante disolución y f o r m a c i ó n de
Estados asiáticos y el c a m b i o incesante de dinastías. Las tem-
42
Ibid., pp. 71, 77-8 (Grundrisse, pp. 495, 474, 479 [ E l e m e n t o s , vol. 1 44
páginas 456, 436, 442]). Capital, i, pp. 357-8 [El capital, I, pp. 434-36].
45
43 Como es obvio, Hegel y Marx utilizaban alguna fuente común. Louis
«A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de
Dumont ha señalado que el paradigma original de estas descripciones
progreso, en la formación económica de la sociedad, el modo de produc-
ción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués». «Preface» a estereotipadas era un informe de Munro del año 1806: véase «The "village
Contribution to the critique of political economy, Londres, 1971 p 21 community" from Munro to Maine», Contributions to Indian Sociology,
[Obras Escogidas, I, p. 374]. ix, diciembre de 1966, pp. 70-3. El relato de Munro fue constantemente
reiterado y ampliado durante las décadas siguientes.
478 496
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 251

pestades en la región política de las nubes d e j a n indemne la localmente, no es en todas p a r t e s una característica intrínseca
e s t r u c t u r a de los elementos f u n d a m e n t a l e s económicos de la del ú l t i m o de los tipos primitivos. Sin embargo, c u a n d o se da
sociedad» 4 6 . Por o t r a parte, m i e n t r a s Marx sostenía que estas p e r m i t e la aparición de u n d e s p o t i s m o central situado p o r en-
aldeas se caracterizaban p o r la posesión común de la tierra y, cima de las comunidades» 4 8 . Engels, p o r su parte, r e p r o d u j o
a m e n u d o , p o r su cultivo colectivo, ya n o a f i r m a b a que en ellas en dos ocasiones el m i s m o tema. En 1875, m u c h o antes de la
se e n c a r n a b a la propiedad comunal o tribal del suelo. Por el correspondencia de Marx con Zasúlich, Engels había escrito en
contrario, ahora volvía a la r e a f i r m a c i ó n abierta e inequívoca un artículo sobre Rusia: «El completo aislamiento de estas
de su p r i m e r a posición, según la cual las sociedades asiáticas comunidades, que crea en el c a m p o intereses idénticos, p e r o
se definían esencialmente p o r la propiedad estatal de la tierra. en m o d o alguno comunes, es la base n a t u r a l del despotismo
«Si n o es el t e r r a t e n i e n t e privado sino, como sucede en Asia, oriental: desde la India h a s t a Rusia, dondequiera que h a pre-
el E s t a d o quien los e n f r e n t a d i r e c t a m e n t e como t e r r a t e n i e n t e d o m i n a d o esta f o r m a social, ha e n g e n d r a d o a ese E s t a d o como
y a la vez c o m o soberano, entonces coinciden la r e n t a y el im- su complemento» 4 9 . En 1882, en u n m a n u s c r i t o n o publicado
puesto o, m e j o r dicho, n o existe entonces ningún i m p u e s t o que sobre la época f r a n c a en la historia de E u r o p a occidental, En-
difiera de esta f o r m a de la r e n t a de la tierra. En estas circuns- gels señaló de nuevo: «Allí donde el E s t a d o aparece en u n a
tancias, la relación de dependencia, t a n t o en lo político c o m o época en que la c o m u n i d a d aldeana cultiva su tierra en común
en lo económico, n o necesita poseer ninguna f o r m a m á s d u r a o, p o r lo menos, la r e p a r t e t e m p o r a l m e n t e e n t r e las diferentes
que la que le es c o m ú n a cualquier condición de súbditos con familias y, p o r consiguiente, donde todavía n o ha aparecido la
respecto a ese Estado. El Estado, en este caso, es el s u p r e m o propiedad privada del suelo —como ocurrió con los pueblos
terrateniente. La soberanía es aquí la propiedad del suelo con- arios de Asia y con los rusos—, el p o d e r estatal a d o p t a la for-
c e n t r a d a en escala nacional. Pero, en cambio, no existe la pro- m a de u n despotismo» 5 0 . Finalmente, en la principal de sus
piedad privada de la tierra, a u n q u e sí la posesión y u s u f r u c t o , obras publicadas de esta época Engels r e a f i r m ó las dos ideas
t a n t o privados como comunitarios, del suelo» 4 7 . Así pues, el que desde el principio h a b í a n distinguido con m á s fuerza sus
Marx m a d u r o de El capital permanecía sustancialmente fiel a comunes reflexiones con Marx. Por u n a p a r t e , Engels r e i t e r a
la clásica imagen europea de Asia, que había h e r e d a d o de u n a —después de un lapso de dos décadas— la i m p o r t a n c i a de las
larga serie de predecesores. o b r a s hidráulicas p a r a la f o r m a c i ó n de los estados despóticos
Quedan todavía p o r considerar las ú l t i m a s e informales in- de Asia. «Los m u c h o s despotismos que h a n aparecido y des-
tervenciones de Marx y Engels relacionadas con el t e m a del aparecido en Persia y la India sabían siempre muy bien q u e
«despotismo oriental». Puede a f i r m a r s e desde el principio q u e e r a n a n t e todo los e m p r e s a r i o s colectivos de la irrigación de
p r á c t i c a m e n t e todas estas f r a s e s posteriores a El capital —la los valles fluviales, sin la cual no es posible la agricultura en
mayor p a r t e de ellas se e n c u e n t r a n en su correspondencia— esas regiones» 5*. Al m i s m o tiempo, Engels insiste u n a vez más
vuelven de nuevo al t e m a característico de los Grundrisse: en la típica subsistencia, p o r d e b a j o de los despotismos asiáti-
vinculan u n a y o t r a vez la propiedad comunal de la tierra p o r cos, de las c o m u n i d a d e s de aldea con propiedad colectiva de
las aldeas autosuficientes con el despotismo asiático centrali- la tierra. Al c o m e n t a r que «en t o d o el Oriente [ . . . ] la comuni-
zado y a f i r m a n q u e aquélla es la base socioeconómica de éste. dad [ a l d e a n a ] o el E s t a d o son propietarios del suelo» 5 2 , Engels
Así Marx, en los b o r r a d o r e s de sus cartas a Zasúlich de 1881, a ñ a d e que la f o r m a m á s antigua de estas c o m u n i d a d e s —preci-
al definir a la c o m u n i d a d del mir r u s o b a j o el z a r i s m o como s a m e n t e aquellas a las que atribuye la propiedad comunal de
de u n tipo en el que «la propiedad de la tierra es comunal,
p e r o cada campesino cultiva p o r cuenta propia su propia par- " Estas observaciones están tomadas del segundo borrador de la carta
cela» a f i r m a : «El aislamiento de las comunidades aldeanas, a Zasúlich; se reproducen en los textos complementarios de Pre-capitalist
la falta de vínculos e n t r e ellas, e n t r e esos microcosmos ligados economic formations, p. 143.
" Marx-Engels, Werke, vol. 18, p. 563.
» Werke, vol. 19, p. 475.
51
Anti-Dühring, Moscú, 1947, p. 215 [Anti-Dühring, Barcelona, Critica,
" Capital, I, p. 358 [El capital, I, p. 436],
" Capital, III, pp. 771-2 [ £ / capital, III, p. 1006], 1977, p. 185].
» Ibid., p. 211 [p. 182].
478 498
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 252
la tierra— constituye el f u n d a m e n t o del despotismo: «Las vie- damentales: la ausencia de propiedad privada de la tierra, la
j a s comunidades primitivas, d o n d e subsistieron a p e s a r de todo, presencia de grandes sistemas de regadío en la agricultura, la
constituyen precisamente desde hace milenios el f u n d a m e n t o existencia de c o m u n i d a d e s de aldea a u t á r q u i c a s q u e c o m b i n a n
de la m á s grosera f o r m a de Estado, el despotismo oriental, la artesanía con el cultivo y la propiedad comunal del suelo,
desde la India h a s t a Rusia» 5 3 . el e s t a n c a m i e n t o de u n a s ciudades pasivamente rentistas o bu-
E s t a a f i r m a c i ó n categórica p u e d e c e r r a r n u e s t r o examen de rocráticas y la dominación de u n a despótica m á q u i n a de Es-
las opiniones q u e sobre la historia y la sociedad asiática te- tado que a c a p a r a el grueso del excedente y f u n c i o n a n o sólo
nían los f u n d a d o r e s del m a t e r i a l i s m o histórico. Para resumir- como a p a r a t o central de represión de la clase dominante, sino
las, es evidente que la negativa de Marx a generalizar, m á s allá como su principal i n s t r u m e n t o de explotación económica. En-
de E u r o p a , el m o d o de producción feudal tenía su c o r r e l a t o en tre las aldeas que se r e p r o d u c e n a sí m i s m a s «por abajo» y el
la convicción positiva, c o m p a r t i d a p o r Engels, de q u e existía E s t a d o h i p e r t r o f i a d o «por arriba» n o existe ninguna fuerza in-
u n específico «modo de producción asiático», característico del termedia. El i m p a c t o del E s t a d o sobre el mosaico de aldeas
Oriente, q u e le s e p a r a b a histórica y sociológicamente de Occi- situadas b a j o él es p u r a m e n t e externo y t r i b u t a r i o ; t a n t o su
dente. La nota central de este m o d o de producción, que le dis- consolidación como su destrucción n o afectan p a r a n a d a a la
tinguía i n m e d i a t a m e n t e del feudalismo, era la ausencia de pro-
sociedad rural. La historia política de Oriente es, p o r tanto,
piedad privada de la tierra. Para Marx, ésta era la p r i m e r a
esencialmente cíclica: n o contiene ningún desarrollo dinámico
«clave» de toda la e s t r u c t u r a del m o d o de producción asiático.
o acumulativo. El r e s u l t a d o es la inercia e inmutabilidad secu-
Engels atribuía esta falta de p r o p i e d a d agraria individual a la
lar de Asia u n a vez que h a alcanzado su específico nivel de ci-
aridez del clima, q u e exigía grandes o b r a s de regadío y, p o r
vilización.
tanto, la supervisión p o r el E s t a d o de las fuerzas de produc-
ción. Marx acarició d u r a n t e u n t i e m p o la hipótesis de q u e
había sido i n t r o d u c i d a en Oriente p o r la conquista islámica,
p e r o después a d o p t ó t a m b i é n la tesis de Engels de q u e la agri- III
c u l t u r a hidráulica era p r o b a b l e m e n t e la base geográfica de la au-
sencia de propiedad privada de la tierra que distinguía al m o d o de El concepto de «modo de producción asiático» de Marx h a co-
producción asiático. Más tarde, sin embargo, llegó a creer en b r a d o recientemente u n a fuerza notable: m u c h o s escritores,
los Grundrisse q u e la propiedad estatal del suelo ocultaba en conscientes del callejón sin salida al que conduce u n feudalis-
el Oriente u n a propiedad tribal-comunal de aquél p o r aldeas m o casi universal, lo h a n recibido como la emancipación teó-
autosuficientes. E n El capital, Marx a b a n d o n ó esta idea, re- rica de u n e s q u e m a excesivamente rígido y lineal del desarro-
a f i r m a n d o el tradicional axioma e u r o p e o del monopolio estatal llo histórico. Tras h a b e r caído en el olvido d u r a n t e u n largo
de la tierra en Asia, a la p a r q u e m a n t e n í a su convicción sobre período, el «modo de producción asiático» h a alcanzado en la
la i m p o r t a n c i a de las comunidades r u r a l e s cerradas como base actualidad nueva f o r t u n a 5 4 . P a r a lo que nos p r o p o n e m o s en
de la sociedad oriental. Sin embargo, en las dos décadas q u e esta nota, es evidente que la ocupación o t o m a n a de los Balca-
siguen a la publicación de El capital, Marx y Engels volvieron nes plantea a todo estudio m a r x i s t a de historia incluso pura-
a la idea de que la base social del despotismo oriental era la m e n t e europea el p r o b l e m a de saber si ese concepto es u n a
comunidad aldeana autosuficiente con propiedad agraria co- guía válida p a r a el E s t a d o t u r c o que existió en el m i s m o con-
munal. Debido a todas estas oscilaciones, n o es posible deducir tinente a la espalda del feudalismo. La función original del
de sus escritos ningún análisis coherente o sistemático del concepto de Marx está b a s t a n t e clara: esencialmente está des-
«modo de producción asiático». Pero, teniendo e s t o en cuenta, tinado a explicar la incapacidad de las grandes civilizaciones
el b o s q u e j o de lo que Marx creía que era el a r q u e t i p o de la
f o r m a c i ó n social asiática incluye los siguientes elementos fun- S4
Dos volúmenes ofrecen buena muestra de ello: el amplio simposio
de ensayos Sur le «mode de production asiatique», París, 1969, que con-
tiene una bibliografía de otras muchas contribuciones a este tema; y la
visión general de G Sofri, II modo de produzione asiatico, Turín, 1969
" Ibid., p. 217 [p. 187], [El modo de producción asiático, Barcelona, Península, 1971].
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 501

no europeas de su propio tiempo —a p e s a r de su altísimo nivel mente, el concepto se h a extendido en dos direcciones diferen-
de realizaciones culturales— p a r a evolucionar hacia el capita- tes. Por u n a parte, se h a proyectado hacia atrás, h a s t a incluir
lismo, como había hecho E u r o p a . Los despotismos orientales a las sociedades antiguas de Oriente Medio y del Mediterráneo,
en los que Marx inicialmente p e n s a b a e r a n los imperios asiá- anteriores a la época clásica: la Mesopotamia sumeria, el Egip-
ticos recientes o c o n t e m p o r á n e o s de Turquía, Persia, India y to faraónico, la Anatolia hitita, la Grecia micénica o la Italia
China, es decir, aquellos que ya habían sido el núcleo del estu- etrusca. Este uso del concepto conserva su hincapié original en
dio de Jones. En realidad, la m a y o r p a r t e de sus datos están u n poderoso E s t a d o centralizado y, a m e n u d o , en la agricultu-
t o m a d o s del único caso de la India mogol, destruida cien años ra hidráulica, y se c e n t r a en la «esclavitud generalizada» p o r
antes p o r los británicos. Sin embargo, en los p á r r a f o s algo pos- la presencia de d e s t a c a m e n t o s de t r a b a j a d o r e s forzados y no
teriores de los Grundrisse, Marx procedió a extender su apli- cualificados, reclutados de e n t r e las primitivas poblaciones ru-
cación del «asiatismo» a u n a gama m u y diferente de socieda- rales p o r u n p o d e r b u r o c r á t i c o superior situado p o r encima de
des, todas ellas situadas f u e r a de Asia, especialmente a las for- ellas 5 5 . Al m i s m o tiempo, h a tenido lugar u n a segunda amplia-
maciones sociales a m e r i c a n a s de México y Perú antes de la ción del concepto en u n a dirección diferente. El «modo de pro-
conquista española e incluso a los celtas y a o t r a s sociedades ducción asiático» t a m b i é n se h a a m p l i a d o p a r a a b a r c a r a las
tribales. La razón de este deslizamiento conceptual es evidente p r i m e r a s organizaciones estatales de formaciones sociales tri-
a p a r t i r de los m i s m o s b o r r a d o r e s de los Grundrisse. Marx ha- bales o semitribales, con u n nivel de civilización m u c h o m á s
bía llegado a creer que la realidad f u n d a m e n t a l del m o d o de b a j o del que tenía la Antigüedad preclásica: las islas de Poli-
producción «asiático» no era la p r o p i e d a d estatal de la tierra, nesia, los cacicazgos africanos, los asentamientos amerindios.
ni las obras hidráulicas centralizadas o el despotismo político, E s t a utilización s u p r i m e n o r m a l m e n t e todo hincapié en las
sino la «propiedad tribal o comunal» de la tierra en aldeas grandes o b r a s de regadío o en u n E s t a d o p a r t i c u l a r m e n t e des-
autosuficientes q u e c o m b i n a b a n la artesanía y la agricultura. E n pótico y se c e n t r a esencialmente en la supervivencia de las
el m a r c o de este e s q u e m a original, todo el hincapié de su inte- relaciones de parentesco, de la propiedad r u r a l comunal y de
rés había p a s a d o del E s t a d o b u r o c r á t i c o a las aldeas autárqui- aldeas u n i d a s y autosuficientes. Todo este m o d o de p r o d u c c i ó n
cas. Una vez que estas últimas h a b í a n sido definidas como se considera como de «transición» e n t r e u n a sociedad sin cla-
«tribales» y adscritas a u n sistema comunal, m á s o m e n o s igua- ses y o t r a clasista pero q u e conserva m u c h o s rasgos de la an-
litario, de producción y propiedad, se abrió la vía p a r a u n a ex- terior 5 6 . El r e s u l t a d o de estas dos tendencias h a sido u n a enor-
tensión indefinida del concepto de m o d o de producción asiá-
tico a sociedades de u n tipo t o t a l m e n t e distinto al de aquellas 55
El mejor ejemplo de esta tendencia es el estudio de Charles Parain,
p a r a las que inicialmente parecía destinado p o r Marx y Engels «Proto-histoire mediterranéenne et mode de production asiatique», en
en su correspondencia, es decir, a sociedades que n o e r a n ni Sur le «mode de production asiatique», pp. 169-94, que examina las for-
«orientales» en su ubicación ni relativamente «civilizadas» en maciones sociales megalítica, creto-micénica y etrusca; ensayo lleno de
su desarrollo. E n El capital, Marx d u d ó acerca de la lógica de interés, incluso cuando es imposible estar de acuerdo con sus clasifica-
ciones básicas. . .
esta evolución y, en parte, volvió de nuevo a sus concepciones 56
Dentro de esta corriente, la aportación mas importante la consti-
originales. A p a r t i r de entonces, sin embargo, t a n t o Engels tuyen los dos estudios de Maurice Godelier, «La notion de "mode de
c o m o Marx desarrollaron los temas de la propiedad comunal o production asiatique" et les schémas marxistes d'evolution des societes»,
tribal de las aldeas autosuficientes c o m o f u n d a m e n t o de los en Sur le «mode de production asiatique», pp. 47-100, y el largo «Preface»
a Sur les sociétés pré-capitalistes: textes choisis de Marx, Engels, Lenine,
Estados despóticos, sin m á s matizaciones. París 1970 especialmente pp. 105-42 [Sobre el modo de producción asiá-
tico Barcelona, Martínez Roca, 1977, y Teoría marxista de las sociedades
En la actualidad, es evidente q u e la discusión y utilización precapitalistas, Barcelona, Laia 1977], Este último texto contiene también
c o n t e m p o r á n e a s del concepto de m o d o de producción asiático el análisis más escrupuloso y penetrante de la evolución del pensamiento
de Marx y Engels sobre el problema de las sociedades «orientales» (pa-
se h a n c e n t r a d o a m p l i a m e n t e en los b o r r a d o r e s de 1857-58 y ginas 13-104). Las conclusiones taxonómicas de las obras de Godelier son,
en sus dispersas secuelas de 1875-82, y al hacerlo así se ha sin embargo, insostenibles. Al situar el «modo de producción asiatico»
tendido a radicalizar las tendencias c e n t r í f u g a s del concepto como eje de las sociedades tribales en su paso de formas acétalas de
organización a formas estatales y, por tanto, al llevar a esta nocion enor-
que aparecieron p o r vez p r i m e r a en los Grundrisse. Efectiva- memente hacia atrás en el «tiempo», Godelier se ve obligado, paradoji-
478 502
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 254

m e inflación del alcance del m o d o de producción asiático; cro- que n o t e n d r á n a d a q u e ver con la concepción m a r x i s t a de los
nológicamente hacia atrás, h a s t a los p r i m e r o s albores de la
h u m a n i d a d , y geográficamente hacia el exterior, h a s t a el extre- modos de producción. La inflación de las ideas, como la d e las
m o m á s lejano de la organización tribal. La consiguiente mez- monedas, conduce ú n i c a m e n t e a su devaluación.
colanza suprahistórica desafía todos los principios científicos La licencia p a r a la p o s t e r i o r acuñación de asiatismos hay
de clasificación. Un «asiatismo» u b i c u o n o r e p r e s e n t a ningún que buscarla, sin embargo, en el propio Marx. Su cambio gra-
avance sobre u n «feudalismo» universal: en realidad es incluso
u n t é r m i n o menos riguroso. ¿Qué u n i d a d histórica seria existe dual de acento del E s t a d o oriental despótico a la c o m u n i d a d
e n t r e la China Ming y la I r l a n d a megalítica, e n t r e el Egipto aldeana autosuficiente f u e lo que hizo posible el descubrimien-
faraónico y Hawaii? Es p e r f e c t a m e n t e claro que estas forma- to del m i s m o m o d o de p r o d u c c i ó n en sociedades no asiáticas,
ciones sociales están increíblemente lejos las u n a s de las otras.
Las sociedades tribales de Melanesia y Africa, con sus técnicas a las que inicialmente Marx n o se había referido. Cuando el
r u d i m e n t a r i a s de producción, su p r o d u c c i ó n y su excedente mí- peso de su análisis se t r a n s f i r i ó desde la u n i d a d «ideal» del
nimos, su ausencia de cultura escrita, son los polos opuestos E s t a d o a los f u n d a m e n t o s «reales» de la p r o p i e d a d comunal-
de las grandes y sofisticadas (Hochkulturen) del Oriente Me- tribal en las aldeas igualitarias, i m p e r c e p t i b l e m e n t e se hizo na-
dio de la Antigüedad. E s t a s r e p r e s e n t a n , a su vez, u n nivel
m a n i f i e s t a m e n t e distinto de desarrollo histórico del alcanzado t u r a l la clasificación de las formaciones sociales tribales o de
p o r las civilizaciones de Oriente en la p r i m e r a época m o d e r n a , los Estados antiguos, de economía r u r a l relativamente primiti-
s e p a r a d a s de ellas, en los milenios intermedios, p o r grandes re- va, en la m i s m a categoría q u e las civilizaciones m o d e r n a s p o r
voluciones en la tecnología, la demografía, la guerra, la religión
y la cultura. Mezclar f o r m a s y épocas históricas tan inconmen- las que Marx y Engels h a b í a n comenzado: el p r o p i o Marx,
s u r a b l e m e n t e distintas b a j o u n a sola r ú b r i c a 5 7 es a c a b a r en la como ya hemos visto, f u e el p r i m e r o en h a c e r esto. Las poste-
m i s m a reductio ad absurdum a la que conducía la extensión riores confusiones teóricas e historiográficas a p u n t a n indiscu-
indefinida del feudalismo: si t a n t a s y tan diferentes formacio- tiblemente a toda la noción de «aldea autosuficiente», con su
nes sociales, de niveles de civilización tan opuestos, se concen-
t r a n en u n solo m o d o de producción, las divisiones y cambios «propiedad comunal», como principal defecto empírico de la
f u n d a m e n t a l e s de la historia d e b e r á n deducirse de o t r a f u e n t e , construcción de Marx. E n esta concepción, los elementos fun-
damentales de la «aldea autosuficiente» eran: unión de artesa-
nía doméstica y agricultura; ausencia de i n t e r c a m b i o de mer-
cancías con el m u n d o exterior y, de ahí, aislamiento y distan-
cia respecto a los a s u n t o s de Estado; p r o p i e d a d c o m ú n de la
tierra y en algunos casos cultivo c o m ú n del suelo. La creencia
de Marx en la palingénesis de estas c o m u n i d a d e s rurales y en
sus igualitarios sistemas de p r o p i e d a d se b a s a b a casi entera-
m e n t e en su e s t u d i o de la India, desde d o n d e los administra-
camente, a acabar definiendo una vez más las civilizaciones de China y
!? , I n d l a e n l a é P ° c a moderna como «feudales», aunque con algunas
dores ingleses h a b í a n i n f o r m a d o de su existencia t r a s la con-
dudas, para poder distinguirlas de las anteriores. La lógica de su proce- q u i s t a del subcontinente p o r G r a n Bretaña. E n realidad, sin
dimiento impone esta solución, cuya aporía ya se ha señalado antes a embargo, n o hay ninguna p r u e b a histórica de q u e la p r o p i e d a d
pesar de su evidente desconfianza en ella: véase Sur le «mode de pro- comunal haya existido alguna vez en la India, en el p e r í o d o
duction asiatique», pp. 90-1; Sur les sociétés pré-capitalistes, pp. 136-
137. Por lo demás, y una vez desembarazado de todo el inadecuado marco mogol o después 5 8 . Los relatos ingleses en los q u e Marx se
del «asiatismo», el estudio antropológico de Godelier sobre las diferentes b a s a b a eran p r o d u c t o de e r r o r e s y confusiones coloniales. Ade-
fases y formas de transición de las formaciones sociales tribales hacia más, el cultivo en c o m ú n p o r los h a b i t a n t e s de las aldeas e r a
las estructuras estatales centralizadas es muy revelador.
57 u n a leyenda; en la p r i m e r a época m o d e r n a , el cultivo siempre
La forma más extrema de este confusionismo no es, por supuesto
obra de ningún marxista, sino de un superviviente más o menos spence- f u e individual 5 9 . Por o t r a parte, lejos de ser igualitarias, las
nano: K. Wittfogel, Oriental despotism, New Haven 1957 [Despotismo aldeas indias siempre estuvieron p r o f u n d a m e n t e divididas en
oriental, Madrid. Guadarrama, 1966], En este parloteo vulgar, desprovisto
de todo sentido histórico, se mezclan sin orden ni concierto la Roma
imperial, la Rusia zarista, la Arizona hopi, la China Sung el Africa » Véase Daniel Thorne, «Marx on India and the asiatic mode of
onental chaggan, el Egipto mameluco el Perú inca, la Turquía otomana production», Contributions to lndian Sociology, ix, diciembre de lvoo,
y la Mesopotamia sumeria, por no hablar ya de Bizancio y Babilonia o de página 57; un artículo serio y saludable.
Persia y Hawaii. 59
Thorner, op. cit., p. 57.
478 504
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 255

castas, y la posible coposesión de la tierra se limitaba a las dad «inofensiva» y bucólica y de la igualdad social que p o d r í a n
castas superiores, q u e explotaban a las inferiores como labra- e n c o n t r a r s e en t o d o el m u n d o . Por o t r a parte, las aldeas rura-
dores a r r e n d a t a r i o s 6 0 . En 1853, a raíz de sus p r i m e r o s comen- les de la India n u n c a estuvieron r e a l m e n t e «separadas» del
tarios sobre el sistema indio de aldeas, Marx había m e n c i o n a d o Estado ni «aisladas» de su control. El monopolio imperial de
de p a s a d a que «en ellas existían la esclavitud y el sistema de la tierra en la India del p e r í o d o mogol se llevaba a la práctica
castas» y que «estaban c o n t a m i n a d a s p o r las diferencias de p o r medio de u n sistema fiscal que extraía de los campesinos
casta y p o r la esclavitud», p e r o n o parece que concediera nun- f u e r t e s i m p u e s t o s p a r a el Estado, la m a y o r p a r t e de ellos pa-
ca demasiada i m p o r t a n c i a a estas «contaminaciones» de lo que gaderos en d i n e r o o en cultivos comerciales que se revendían
en los m i s m o s p á r r a f o s describía como «inofensivos organis- p o s t e r i o r m e n t e p o r el Estado, con lo que se limitaba la autar-
mos sociales» 6 1 . Después de eso, Marx ignoró casi p o r completo quía «económica» de las m á s humildes c o m u n i d a d e s rurales.
la e s t r u c t u r a del sistema h i n d ú de castas, que era p r e c i s a m e n t e Además las aldeas indias s i e m p r e estuvieron administrativa-
el m e c a n i s m o social básico de la estratificación de clase en la m e n t e s u b o r d i n a d a s al E s t a d o central a través del nombra-
India tradicional. Sus posteriores análisis de estas «comunida- miento de sus cabecillas « Así pues, lejos de ser «indiferentes»
des aldeanas autosuficientes» carecen efectivamente de toda al dominio mogol situado p o r encima de él, el c a m p e s i n a d o in-
referencia a ella. dio acabó levantándose en grandes jacqueries c o n t r a su opre-
Aunque Marx creía que en estas aldeas de la India o de sión y acelerando d i r e c t a m e n t e su caída.
Rusia existía u n a dirección política hereditaria de tipo «pa- La autosuficiencia, la igualdad y el aislamiento de las co-
triarcal», todo en el sentido de su análisis — m a n i f e s t a d o expre- m u n i d a d e s aldeanas de la India siempre f u e r o n u n mito; el
s a m e n t e en su correspondencia con Zasúlich en la década de sistema de castas en su interior, y el E s t a d o p o r encima de
1880, en la que a p r o b ó la idea de u n a transición directa de la ellas, los hacían imposibles 6 4 . La falsedad empírica de la ima-
c o m u n a aldeana r u s a al socialismo— era que el c a r á c t e r f u n d a - gen que Marx tenía de las comunidades aldeanas de la India
m e n t a l de las comunidades rurales autosuficientes e r a u n pri- podría h a b e r s e adivinado, n a t u r a l m e n t e , a p a r t i r de la contra-
mitivo igualitarismo económico. E s t a ilusión era, p o r lo me- dicción teórica que introducía en la noción de m o d o de pro-
nos, extraña, ya que Hegel —a quien Marx seguía tan de cerca ducción asiático. E n efecto, d e a c u e r d o con los principios m a s
en sus análisis de la India— f u e m u c h o m á s consciente que el elementales del m a t e r i a l i s m o histórico, la presencia de u n Es-
propio Marx de la b r u t a l omnipresencia de las desigualdades t a d o p o d e r o s o y centralizado p r e s u p o n e u n a estratificación de
y de la explotación de las castas. La filosofía de la historia clase m u y desarrollada, m i e n t r a s que el p r e d o m i n i o de la pro-
consagra u n a vivida sección a un t e m a sobre el que los Grund- piedad aldeana comunal implica u n a e s t r u c t u r a social practi-
risse y El capital g u a r d a n silencio 6 2 . En realidad, el sistema
de castas hacía de las aldeas indias —antes y d u r a n t e la vida " «En todo el país, los componentes del grupo superior de las aldeas
de Marx— u n a de las más radicales negaciones de la comuni- eran aliados del Estado y cobeneficiarios del sistema de idos
todas las aldeas, el estrato inferior se componía de i n t o c a b l e s , exprimidos
duramente hasta el mismo punto de subsistencia. La e x p l o t a c i o n extenor
60
Louis Dumont, «The "village community" from Munro to Maine» a la aldea estaba sancionada por la fuerza militar, y la explotación dentro
? * ' ? 76 : 8 °; irfan Habib, The agrarian system of Mughal India (1556-
g na de la aldea lo estaba por el sistema de castas y por sus sanciones reli-
1707), Londres, 1963, pp. 119-24. gfosas» Angus Maddison, Economic growth and class structure: India
Véanse pp. 489, 491. Ind Pakistan since the Moghuls, Londres 1971 p. 27. Véanse los estudios
«The philosophy of history, pp. 160-61. Hegel afirmaba con toda tran- de Dumont, «The "village community" from Munro to Mame», pp. 74-S,
quilidad que «en la vida civil la igualdad es algo absolutamente impo- 88 y Habib, The agrarian system of mughal India pp. 328-J».
sible» y que «este principio nos lleva a resignarnos con la variedad de « E n realidad, podría decirse que el único elemento e x a c t o de la
ocupaciones y con las diferencias entre las clases a ias que aquellas se imagen que Marx tenía de las aldeas indias era su combinación ^ a r t e -
confian», pero, a pesar de esto, no podía contener su repulsa contra el sanía v cultivo, pero este rasgo es común a la p r a c t i c a totalidad de las
sistema indio de castas en el que «el individuo pertenece a una clase comunidades rurales preindustriales del mundo cualquiera »
por nacimiento y está atado a ella de por vida. Toda la concreta vita- modo de producción, y no revela nada especifico sobre la agncultura
lidad que produce su aparición se hunde de nuevo en la muerte Una a s i á t i c a Además en la India esta combinación no excluía un c o n s i d e r a b l e
cadena aprisiona la vida que precisamente estaba a punto de romper» f n í e r c a m W o mercantU fuera de las aldeas, además del modelo domestico
de trabajo.
506 Dos notas
El «modo de producción asiático» 507
c a m e n t e preclasista o sin clases. ¿Cómo podrían combinarse
a m b o s en la práctica? Además, la p r i m e r a insistencia de Marx d a m e n t o del c a r á c t e r relativamente estacionario de la historia
y Engels en la i m p o r t a n c i a de las obras públicas de regadío a asiática, al ser el f o n d o c o m ú n de todos los imperios orientales
cargo del E s t a d o despótico e r a t o t a l m e n t e incompatible con su q u e en ella d o m i n a r o n . Pero hay que p r e g u n t a r s e a h o r a si las
p o s t e r i o r hincapié en la a u t o n o m í a y la autosuficiencia de las p r u e b a s históricas hoy disponibles c o n f i r m a n esta hipótesis. La
c o m u n i d a d e s de aldea, ya q u e la p r i m e r a implicaba precisa- respuesta es no. Al contrario, es preciso decir que los dos fe-
m e n t e la intervención directa del E s t a d o central en el ciclo nómenos señalados p o r Marx y Engels c o m o claves de la his-
productivo de las aldeas, es decir, la antítesis m á s radical de toria de Asia n o r e p r e s e n t a n , p a r a d ó j i c a m e n t e , principios con-
su aislamiento e independencia económicos 6 5 . Así pues, la com- juntos sino alternativos de desarrollo. Dicho c r u d a m e n t e : la
binación de u n E s t a d o f u e r t e y despótico con u n a s c o m u n a s evidencia histórica m u e s t r a q u e de los grandes imperios orien-
aldeanas igualitarias es i n t r í n s e c a m e n t e improbable; política, tales de comienzos de la época m o d e r n a —los p r i m e r o s p o r los
social y e c o n ó m i c a m e n t e se excluyen el u n o al otro. Siempre que se interesaron Marx y Engels—, aquellos que se caracteri-
que surge u n poderoso E s t a d o central, existe u n a diferencia- zaban p o r la ausencia de propiedad privada de la tierra —Tur-
ción social avanzada y u n a c o m p l e j a m a r a ñ a de explotación y quía, Persia y la India—, n u n c a poseyeron i m p o r t a n t e s o b r a s
desigualdad que alcanza a las m á s b a j a s unidades de produc- públicas de regadío, m i e n t r a s que aquellos q u e poseían grandes
ción. Los dogmas de la «propiedad tribal» o «comunal» y de sistemas de regadío —China— se caracterizaban p o r la propie-
las «aldeas autosuficientes», que p r e p a r a r o n el camino a la pos- dad privada de la tierra 6 6 . Más que coincidir, los dos términos
terior inflación del m o d o de producción asiático, no p u e d e n planteados en la combinación de Marx y Engels se oponen. Ru-
sobrevivir a u n examen crítico. Su eliminación libera al exa- sia, a la que asimilaron r e p e t i d a m e n t e al c o n j u n t o del Oriente
m e n de este t e m a de la falsa p r o b l e m á t i c a de las formaciones como e j e m p l o de «despotismo asiático», n u n c a conoció ni los
sociales tribales o antiguas. Volvemos así al núcleo original de grandes sistemas de regadío ni la ausencia de propiedad pri-
los estudios de Marx: los grandes imperios de Asia en la pri- vada de la tierra 6 7 . La s e m e j a n z a que Marx y Engels percibieron
m e r a época m o d e r n a . Estos f u e r o n los despotismos orientales
—caracterizados p o r la ausencia de propiedad privada de la " Las pruebas se examinarán algo más adelante.
tierra— que constituyeron el p u n t o de p a r t i d a de la correspon- " La historia de las sucesivas «localizaciones» de Rusia en el pensa-
dencia e n t r e Marx y Engels sobre los p r o b l e m a s de la historia miento político occidental a partir del Renacimiento es un tema por sí
de Asia. Si las «comunidades de aldea» desaparecen b a j o la crí- mismo significativo y revelador, al que aquí sólo podemos aludir por
razones de espacio. Maquiavelo todavía consideraba a Rusia como la
tica de la m o d e r n a historiografía, ¿cuál es el veredicto de ésta «Escitia» clásica de la Antigüedad, «un país frío y pobre, donde hay
sobre el « E s t a d o hidráulico»? demasiados hombres para que la tierra pueda alimentarlos, por lo que
se ven obligados a emigrar, ya que muchas fuerzas les empujan a salir
Pues es preciso r e c o r d a r aquí que las dos n o t a s f u n d a m e n - y ninguna a permanecer». Rusia estaba, pues, fuera de los límites de
tales del E s t a d o oriental señaladas p o r Engels y Marx eran la Europa, que para él se detenían en Alemania, Hungría y Polonia, baluartes
contra nuevas invasiones bárbaras del continente: II Principe e Discorsi,
ausencia de p r o p i e d a d privada de la tierra y la presencia de página 300. Bodin, por su parte, no incluía a «Moscovia» en Europa,
o b r a s públicas hidráulicas en gran escala. La u n a p r e s u p o n í a sino que la aislaba como único ejemplo de una «monarquía despótica»
a la o t r a p o r q u e la construcción estatal de grandes sistemas en el continente, a diferencia del modelo constitucional del resto de Eu-
ropa, que, por lo demás, contrastaba con el de Asia y Africa: «Incluso
de regadío era lo que hacía posible el monopolio de la tierra en Europa los príncipes de Tartaria y Moscovia gobiernan sobre súbditos
p o r el soberano. La interconexión de a m b o s constituía el fun- llamados jolopi, es decir, esclavos»; Les six livres de la République, p. 201.
Montesquieu, por el contrario, elogiaba dos siglos después al gobierno
ruso por haber roto con los hábitos del despotismo: «Mirad con cuanta
65
Thomer señala una nueva contradicción: Marx creía que la propie- dedicación el gobierno de Moscovia intenta dejar tras de sí un despotismo
dad comunal india era la forma de propiedad rural más antigua del que es para él una carga mucho más pesada que para sus propios pue-
mundo, y la que ofrecía el punto de partida y la clave de todos les blos». Montesquieu no ponía en duda que Rusia formaba parte del con-
tipos posteriores de desarrollo de las aldeas; y, sin embargo, sostenía que junto de Europa: «Pedro I dio las costumbres y modos de ser de Europa
las aldeas de la India eran esencialmente inmóviles y carentes de evo- a una nación de Europa y, al hacerlo, encontró unos beneficios que él
lución, con lo que cerraba así su propio círculo: «Marx on India and mismo no esperaba». De l'esprit des lois, I, pp. 66, 325-6. Naturalmente,
the Asiatic mode of production», p. 66. estos debates tuvieron repercusión en la propia Rusia. En 1767, Catali-
na II declaró oficialmente en su famoso Nakaz: «Rusia es una potencia
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 509
e n t r e todos los estados considerados p o r ellos como asiáticos era r e p e t i d a m e n t e en t é r m i n o s indistinguibles de los empleados
engañosa, y en buena medida se debía a su propia e inevitable p a r a la caracterización general del Oriente. En realidad, si algo
falta de información, en u n a época en la que p r e c i s a m e n t e es-
taba comenzando en E u r o p a el estudio del Oriente. En efecto, resalta en sus alusiones es su específica incompetencia. El «im-
es muy s o r p r e n d e n t e hasta qué p u n t o a m b o s h e r e d a r o n prácti- p e r t u r b a b l e Celeste Imperio» era u n b a l u a r t e de la «archirreac-
c a m e n t e en bloc la totalidad del discurso europeo sobre Asia ción y el archiconservadurismo», la «antítesis de Europa», ce-
y lo r e p r o d u j e r o n con muy pocas variaciones. Sus dos princi-
pales innovaciones —ya anticipadas in nuce p o r o t r o s auto- r r a d o en «un aislamiento b á r b a r o y hermético del m u n d o
res— f u e r o n la comunidad aldeana autosuficiente y el E s t a t u t o civilizado». La «semicivilización podrida» del «imperio m á s an-
hidráulico, y, de diferentes f o r m a s , a m b a s se h a n revelado tiguo del m u n d o » inculcaba a sus poblaciones la «estupidez he-
científicamente erróneas. En cierto sentido, puede decirse in-
cluso que, en la tradición de las reflexiones europeas sobre reditaria»; «vegetando c o n t r a la m a r c h a del tiempo», China era
Asia, Marx y Engels se q u e d a r o n a t r á s del p u n t o alcanzado p o r un «representante del m u n d o anticuado» que se las ingeniaba
sus predecesores. Jones f u e más consciente de las variantes «para engañarse a sí m i s m a con ilusiones de perfección celes-
políticas de los estados de Oriente; Hegel percibió con más
claridad la función de las castas de la India; Montesquieu dio tial» 6 9 . En un artículo muy significativo de 1862, Marx aplicó
p r u e b a s de un interés más p e n e t r a n t e p o r los sistemas reli- una vez más al imperio chino su formulación típica del despo-
giosos y legales de Asia. Ninguno de estos a u t o r e s identificó a tismo oriental y del m o d o de producción asiático. Al c o m e n t a r
Rusia con el Oriente con t a n t a despreocupación como Marx,
y todos ellos m o s t r a r o n u n conocimiento más serio de China. la rebelión de los Taiping, señalaba que China, «ese fósil vi-
viente», s u f r í a las sacudidas de u n a revolución, y añadía: «No
hay n a d a extraordinario en este fenómeno, ya que los imperios
orientales m a n i f i e s t a n u n a p e r m a n e n t e inmovilidad en sus fun-
d a m e n t o s sociales y u n cambio incesante en las personas y las
tribus que se a p o d e r a n del control de su s u p e r e s t r u c t u r a polí-
Los comentarios de Marx sobre China ofrecen, p o r cierto, tica» 7 0 . Las consecuencias intelectuales de esta concepción son
u n a ilustración final de los límites de su comprensión de la evidentes en los juicios de Marx sobre la m i s m a rebelión de
historia asiática. Las principales discusiones e n t r e Marx y En- los Taiping, que f u e la m a y o r insurrección de las m a s a s ex-
gels sobre el m o d o de producción asiático, que se centraron, plotadas y oprimidas de todo el m u n d o d u r a n t e el siglo xix.
sobre todo, en la India y el m u n d o islámico, omitieron a China, Pero Marx, p a r a d ó j i c a m e n t e , m a n i f e s t ó la m a y o r hostilidad y
que, sin embargo, n o quedó p o r ello eximida de las nociones acrimonia hacia los rebeldes Taiping, a los q u e describió de
p r o d u c i d a s p o r a m b o s 6 8 . Marx y Engels se refirieron a China esta f o r m a : «Para las m a s a s populares son u n a abominación
todavía mayor que los antiguos señores. Su destino no parece
europea». A partir de entonces, pocos pensadores serios cuestionaron ser o t r o que el de oponerse al e s t a n c a m i e n t o conservador con
esta pretensión. Marx y Engels, sin embargo, profundamente afectados u n reino de destrucción grotesca y r e p u g n a n t e en su f o r m a ,
por la contrarrevolucionaria intervención zarista de 1848, se refirieron re-
petida y anacrónicamente al zarismo llamándolo «despotismo asiático», y u n a destrucción en la q u e n o aparece p o r ninguna p a r t e u n
amalgamaron a la India con Rusia en la injuria común. El tenor general núcleo constructivo» 7 1 . Reclutados de e n t r e los «elementos lum-
de las opiniones de Marx sobre la historia y la sociedad rusas carece a pen, los vagabundos y gentes de mala vida», a quienes se d a b a
menudo de equilibrio y de control.
6! «carta blanca p a r a c o m e t e r todas las violencias concebibles so-
Algunas veces se ha sugerido que el hecho de que Marx omitiera
a China de las primeras discusiones de 1853 sobre el despotismo asiático b r e las m u j e r e s y las jóvenes», los Taiping, después de diez
se podría deber a su conocimiento de que en el imperio chino del si- años de r u i d o s a seudoactividad, lo h a n d e s t r u i d o t o d o y n o
glo xix existía propiedad privada de la tierra. En un artículo de 1859,
Marx cita un relato inglés que, entre otras cosas, menciona la existencia
de la propiedad campesina en China: «Trade with China», Marx on China, " K. Marx y F. Engels, On colonialism, pp. 13-16, 111, 188 [ S o b r e el
Londres, 1968, p. 91; hay también un párrafo en El capital que implica colonialismo, pp. 18-21, 111, 182],
que el sistema de propiedad de las aldeas chinas estaba más avanzado 70
«Chinesisches», Werke, vol. 15, p. 514. Este artículo no está incluido
—es decir, era menos comunal— que el de las aldeas indias: Capital, III, en la compilación inglesa Marx on China, y es posterior a los artículos
página 328 ÍEI capital, III, pp. 426-7], En realidad, sin embargo, como en ella incluidos. .
muestran los párrafos antes discutidos, es evidente que Marx no hizo 71
Werke, vol. 15, p. 514. En realidad, el «Reino Celestial» de los lai-
ninguna distinción genérica entre China y el Oriente. ping contenía un programa utópico de un carácter igualitario.
478
478 Dos notas
El «modo de producción asiático» 511
h a n p r o d u c i d o nada» n . Este vocabulario, a d o p t a d o sin ninguna q u e resultaría de este p r o c e d i m i e n t o sería la persistente atri-
crítica de los i n f o r m e s consulares británicos, m u e s t r a con toda bución de u n c a r á c t e r «estacionario» a las sociedades de Asia.
claridad el abismo de incomprensión que s e p a r a b a a Marx de En realidad, la ausencia de u n a dinámica feudal del tipo occi-
las realidades de la sociedad china. En realidad, n o parece q u e dental en los grandes imperios orientales no significó q u e su
ni Marx ni Engels hayan p o d i d o consagrar a la historia china desarrollo fuese inmóvil o cíclico. La historia de Asia se carac-
m u c h o estudio o reflexión: sus preocupaciones f u n d a m e n t a l e s teriza en la p r i m e r a época m o d e r n a p o r la presencia de gran-
estaban en o t r a p a r t e . des cambios y avances, incluso a u n q u e éstos n o d e s e m b o c a r a n
Los intentos m o d e r n o s de c o n s t r u i r u n a teoría completa del en el capitalismo. E s t a relativa ignorancia p r o d u j o la ilusión
«modo de producción asiático» a p a r t i r del legado disperso de- sobre el c a r á c t e r «estacionario» e «idéntico» de los imperios
j a d o p o r Marx y Engels —bien sea en la dirección «tribal-co- orientales, c u a n d o en realidad lo que hoy llama la atención de
munal» o en la «despótico-hidráulica»— están, pues, radical- los historiadores es su diversidad y su desarrollo. Sin i n t e n t a r
m e n t e equivocados. Tales intentos i n f r a v a l o r a n el p e s o de la otra cosa que u n a sencilla sugerencia, b a s t a r á decir que el con-
problemática a n t e r i o r q u e Marx y Engels a c e p t a r o n y la vul- t r a s t e e n t r e los sistemas sociopolíticos del Islam y China, en
nerabilidad de las limitadas modificaciones que ellos aporta- el Asia p o r la que se i n t e r e s a r o n inicialmente Marx y Engels,
ron. Incluso desprovisto de los mitos de sus aldeas, el «modo es b a s t a n t e elocuente. La expansión t e m p o r a l de a m b o s había
de producción asiático» todavía s u f r i r í a la intrínseca debilidad sido e n o r m e y se i n t e r r u m p i ó en u n a fecha relativamente re-
de f u n c i o n a r esencialmente como una categoría residual y gené- ciente. La civilización islámica alcanzó geográficamente su má-
rica p a r a el desarrollo no europeo 7 3 , y, p o r tanto, descubre mez- xima extensión a comienzos del siglo x v n ; había alcanzado el
clas características de diferentes formaciones sociales en u n úni- sudeste de Asia, había convertido a la m a y o r p a r t e d e Indone-
co y b o r r o s o arquetipo. La distorsión m á s obvia y p r o n u n c i a d a sia y Malaya y, sobre todo, los tres poderosos imperios islámi-
cos de la T u r q u í a o t o m a n a , la Persia safávida y la India de
los mogoles coexistían en la m i s m a época, cada u n o de ellos
71
Werke, vol. 15, p. 515. Naturalmente, la disciplina y la abstinencia con su gran riqueza económica y su p o d e r í o militar. La civili-
puritana estaban formalmente impuestas a los militantes Taiping.
73
Ernest Mandel subraya con razón que, para Marx y Engels, su ver- zación china alcanzó su m a y o r expansión y p r o s p e r i d a d duran-
dadera y original función era la de intentar una explicación del «desarrollo te el siglo x v m , cuando los vastos espacios interiores de Mo-
especial del Este en comparación con la Europa occidental y mediterrá- golia, Siankiang y el Tibet f u e r o n conquistados p o r la dinastía
nea»: The formation of the economic thought of Karl Marx, Londres, Ch'ing y la población se duplicó en u n solo siglo, llegando a
1971, p. 128 [La formación del pensamiento económico de Marx, Madrid^
Siglo XXI, 1974], Este libro contiene la crítica marxista más penetrante niveles cinco veces superiores a los de trescientos años antes.
de las versiones «tribales-comunales» del modo de producción asiático, Con todo, las características e s t r u c t u r a s socioeconómicas y sis-
páginas 124-32. Sufre, sin embargo, de una confianza indebida en las t e m a s de E s t a d o eran n o t a b l e m e n t e distintos en sus m u y dife-
versiones «hidráulicas». Mandel reprocha con razón a Godelier y a otros
el «reducir gradualmente las características del modo de producción asiá- rentes contextos geográficos. En las observaciones q u e siguen
tico a aquellas que marcan todas las primeras manifestaciones del Estado no se h a r á ningún intento de p l a n t e a r el p r o b l e m a crucial de
y de la clase dominante en una sociedad basada aún esencialmente en la definir los modos de producción f u n d a m e n t a l e s , y las comple-
comunidad aldeana», e insiste correctamente en que «en los escritos de j a s combinaciones de éstos, que constituyeron las sucesivas
Marx y Engels, la idea de un modo de producción asiático no se rela-
ciona precisamente con una sociedad india o china "primitiva", perdida formaciones sociales de la historia islámica o china: el t é r m i n o
en las brumas del pasado, sino con la sociedad india y china tales como genérico de «civilización» p u e d e utilizarse aquí s i m p l e m e n t e
eran cuando el capital industrial europeo las encontró en el siglo x v m como u n a n d a m i a j e verbal convencional que oculta estos pro-
en vísperas de la conquista (India) o de la penetración masiva (China)
de estos países por ese capital»; una sociedad que «no era en modo blemas concretos e irresueltos. Pero incluso a u n q u e n o los
alguno "primitiva" en el sentido de que no hubiera clases sociales cla- a b o r d e m o s directamente, sí p o d r á n hacerse aquí algunos con-
ramente definidas o constituidas»: pp. 125, 127, 129. Pero Mandel olvida trastes preliminares, s u j e t o s a u n a necesaria e inevitable co-
hasta qué punto fue el propio Marx la fuente de esta confusión. Por otra rrección posterior.
parte, al reafirmar la importancia crucial para el modo de producción
asiático del tema de las funciones hidráulicas ejercidas por un Estado
altamente desarrollado —y por tanto hipertrofiado—, Mandel no es ple-
namente consciente de su objetiva fragilidad.
478
El «modo de producción asiático» 513
Dos notas
el califa, que había sucedido a la a u t o r i d a d del Profeta. Las
IV tierras pertenecientes a infieles que habían a c e p t a d o u n a ren-
dición negociada q u e d a r o n en posesión de éstos, a u n q u e suje-
Los imperios m u s u l m a n e s de comienzos de la época m o d e r n a tas al pago de tributos. A los soldados á r a b e s se les concedie-
—de los que el imperio o t o m a n o era el m á s visible p a r a Euro- r o n a r r e n d a m i e n t o s o qatia sobre las tierras confiscadas, o la
pa— tenían tras de sí unos largos antecedentes políticos e ins- posibilidad de c o m p r a r su propia tierra f u e r a de Arabia, s u j e t a
titucionales. El p r i m e r modelo á r a b e de conquista y conversión al pago de diezmos religiosos 7 7 .
había encauzado el c u r s o de la historia islámica d e n t r o de cier- Sin embargo, a mediados del siglo v m había aparecido ya
tas líneas a las que siempre p e r m a n e c i ó relativamente fiel. Los u n i m p u e s t o sobre la tierra, o jaray, m á s o menos u n i f o r m e ,
n ó m a d a s del desierto y los m e r c a d e r e s u r b a n o s f u e r o n los dos que todos los agricultores tenían que p a g a r al califa cualquiera
grupos sociales que, si bien rechazaron inicialmente a M a h o m a que fuese su fe, a u n q u e los no creyentes tenían que pagar ade-
a s e g u r a r o n su éxito en el Hejaz: su enseñanza ofrecía precisa- más u n a capitación discriminatoria o jizya. Al m i s m o tiempo,
m e n t e u n a unificación ideológica y psíquica a u n a sociedad la categoría de tierra «sometida» experimentó u n a notable ex-
cuya cohesión de clanes y p a r e n t e s c o se estaba rasgando p o r tensión a costa de la tierra «negociada» 7 8 . Estos cambios se
las divisiones de clases en las calles, y las luchas tribales en afianzaron en tiempos de Ornar II (717-20) p o r medio del esta-
las arenas, a medida que el intercambio mercantil disolvía las blecimiento f o r m a l de la doctrina según la cual toda la tierra
c o s t u m b r e s y los vínculos tradicionales a lo largo de las r u t a s era p o r derecho de conquista propiedad del soberano, p o r la
comerciales del n o r t e de la península 7 4 . Las tribus b e d u i n a s que todos los súbditos debían pagar r e n t a s al califa. «Esta con-
de Arabia, c o m o la casi totalidad de los pastores n ó m a d a s , com- cepción del fay (botín), en su f o r m a p l e n a m e n t e desarrollada,
binaban la propiedad individual de los r e b a ñ o s con el u s o co- significa que el E s t a d o se reserva p a r a sí en todos los países
lectivo de la tierra 7 5 : la propiedad privada agrícola era tan sometidos el derecho absoluto sobre toda la tierra» 7 9 . Los vas-
a j e n a a los desiertos del n o r t e de Arabia como al Asia central. tos territorios del m u n d o m u s u l m á n , recientemente conquista-
Por otra parte, los ricos m e r c a d e r e s y b a n q u e r o s de La Meca
dos p a s a b a n a ser así p r o p i e d a d del califato y a p e s a r de las
y Medina poseían tierras en los recintos u r b a n o s y en sus in-
diversas interpretaciones y de las derogaciones locales, el mo-
mediatos entornos rurales 7 6 . Cuando tuvieron lugar las prime-
nopolio estatal de la tierra se convirtió a p a r t i r de entonces en
ras victorias islámicas, en las que p a r t i c i p a r o n a m b o s grupos,
u n canon legal y tradicional de los sistemas políticos islámicos,
el destino del suelo conquistado reflejó en su totalidad las con-
desde los estados omeya y abásida hasta la T u r q u í a o t o m a n a
cepciones de los h a b i t a n t e s de las ciudades: M a h o m a sancionó
y la Persia safávida 8 0 . La inicial sospecha de Marx de que la
la división del botín —incluyendo la tierra— e n t r e los creyen-
tes. Pero cuando, t r a s la m u e r t e de Mahoma, los ejércitos ára- difusión de este principio p o r toda Asia se debía en b u e n a
bes se expandieron p o r todo el Oriente Medio en los g r a n d e s medida a la conquista islámica n o estaba, p o r tanto, despro-
Jihads islámicos del siglo vil, las tradiciones beduinas volvie- vista de todo f u n d a m e n t o . N a t u r a l m e n t e , su operatividad prac-
ron a i m p l a n t a r s e b a j o nuevas f o r m a s . Para empezar, las tie- tica f u e casi siempre débil y deficiente, sobre todo en las pri-
r r a s de la m o n a r q u í a —o simplemente enemigas— situadas en m e r a s épocas de la historia islámica, es decir, en los siglos
los imperios bizantino y persa, cuyos propietarios habían sido específicamente á r a b e s que siguen a la Hégira, p o r q u e en este
sometidos p o r la fuerza de las a r m a s , f u e r o n confiscadas y tiempo ninguna m a q u i n a r i a política era capaz de i m p l a n t a r u n
apropiadas p o r la comunidad islámica o Umma, dirigida p o r control estatal pleno y eficaz sobre toda la propiedad agraria.
Además, la m i s m a existencia jurídica de ese monopolio blo-

!<
Sobre los antecedentes sociales de la aparición del Islam véacp " R Mantran, Uexpansion musulmane (VII'-VIII« siécles), París, 1969,
Montgomery Watt, Muhammad at Meca, Oxford, 1953, pp. 16-20, 72-9, 1414, páginas 105-6, 108-10; Lewis, The Arabs in history, p. 57.
" Lokkegaard, Islamic taxation in the classical period, p. 7/.
w c ' ,Lewis' The Arabs in
history, Londres, 1950, p 29
ard » R.1 Levy, fhe social structure of Islam, p. 401; X. de Planhol, Les
1950, pp 20 3 2 ' 'SlamÍC taXaÜOn inthe c l
^ a l period, Copenhague,
fondements géographiques de Vhistoire de l'Islam, p. 54.
514
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 260
queaba inevitablemente la aparición de categorías precisas y soberano de la totalidad del suelo, siempre prevaleciera u n a
unívocas de propiedad de la tierra, ya que la noción de «pro- e x t r e m a indeterminación jurídica sobre la tierra. Después de
piedad» siempre implica la pluralidad y la negatividad: la ple- las p r i m e r a s conquistas á r a b e s en Oriente Medio, el campesi-
n a d o local de las tierras sometidas quedó en posesión de las
nitud de u n solo poseedor excluye las necesarias divisiones que parcelas q u e ya tenía. Por ser jaray, estas tierras se considera-
dan a la propiedad sus límites y contornos. b a n c o m o p a r t e del fay colectivo de los conquistadores y, p o r
tanto, eran propiedad f o r m a l del Estado. En la práctica, n o
La posición característica del derecho islámico ante la pro- h u b o en la m a y o r p a r t e de las regiones grandes limitaciones
piedad territorial era, p o r tanto, de «vacilación» y «caos» en- —ni t a m p o c o garantías— p a r a q u e los campesinos q u e las cul-
démicos, c o m o a m e n u d o se h a señalado 8 1 . Esta confusión se tivaban dispusieran de ellas; p e r o en o t r a s zonas, c o m o Egipto,
los 85 derechos de propiedad del E s t a d o se impusieron con todo
complica todavía m á s p o r el c a r á c t e r religioso de la jurispru- rigor . Asimismo, las tierras qatia distribuidas a los soldados
dencia m u s u l m a n a . La ley sagrada o sharia, que se desarrolló del I s l a m en la época de los omeyas e r a n en teoría arrenda-
mientos enfitéuticos de dominios públicos, p e r o en la práctica
d u r a n t e el siglo segundo después de la Hégira y alcanzó su podían t r a n s f o r m a r s e en lazos personales de cuasipropiedad.
aceptación f o r m a l d u r a n t e el califato abásida, c o m p r e n d í a «un Por o t r a p a r t e , estos qatia y o t r a s f o r m a s de posesión indivi-
dual e s t a b a n regidos p o r el principio de herencia divisible, q u e
c u e r p o universal de deberes religiosos, la totalidad de los man- tradicionalmente hacía imposible la consolidación de g r a n d e s
damientos de Alá, que regulaban la vida de los m u s u l m a n e s propiedades h e r e d i t a r i a s d e n t r o del m a r c o de la ley sagrada.
en todos sus aspectos» 8 2 . Precisamente p o r esta razón, su in- La más a b s o l u t a a m b i g ü e d a d e improvisación perseguía siem-
p r e a la p r o p i e d a d d e n t r o del m u n d o m u s u l m á n .
terpretación estaba dividida p o r disputas teológicas e n t r e es-
cuelas rivales. Por otra parte, y a u n q u e sus pretensiones fue-
sen en principio universales, en la práctica el gobierno secular
existía c o m o u n á m b i t o s e p a r a d o y a p a r t e : el soberano gozaba
de u n p o d e r discrecional p r á c t i c a m e n t e ilimitado p a r a "«com-
pletar» la ley sagrada en p r o b l e m a s q u e afectasen d i r e c t a m e n t e
al E s t a d o y, sobre todo, a la guerra, la política, los i m p u e s t o s
El corolario de la ausencia legal de u n a p r o p i e d a d p r i v a d a
y el crimen En el Islam clásico existía, pues, u n a b i s m o per-
estable de la t i e r r a f u e la expoliación económica de la agricul-
m a n e n t e e n t r e la teoría jurídica y la práctica legal, q u e e r a la
t u r a en los grandes imperios islámicos. E n su versión m á s ex-
expresión inevitable de la contradicción existente e n t r e u n sis-
t r e m a , este f e n ó m e n o tan característico t o m ó la f o r m a de «be-
t e m a político secular y u n a c o m u n i d a d religiosa en u n a civili-
duinización» de grandes á r e a s de a s e n t a m i e n t o s campesinos
zación que carecía de toda distinción e n t r e la Iglesia y el Es-
q u e volvieron a ser tierras áridas o baldías b a j o el i m p a c t o
tado. Así, en la Umma siempre f u n c i o n a r o n «dos justicias».
de las invasiones de p a s t o r e s o del pillaje militar. Las p r i m e r a s
Además, la diversidad de escuelas religiosas de j u r i s p r u d e n c i a
conquistas árabes en el Oriente Medio y el n o r t e de Africa pa-
hacía imposible t o d a codificación sistemática de la ley sagrada,
recen h a b e r conservado o r e p a r a d o los modelos agrícolas pre-
y en consecuencia se impidió la aparición de u n o r d e n legal
existentes, a u n q u e sin a ñ a d i r n a d a nuevo. Pero las posteriores
preciso y lúcido. Por lo q u e respecta al á m b i t o agrario, la
oleadas de invasiones n ó m a d a s que caracterizaron el desarro-
sharia n o desarrollaba p r á c t i c a m e n t e ningún concepto claro y
llo del Islam p r o d u j e r o n efectos d e s t r u c t o r e s e n su i m p a c t o
específico de propiedad, m i e n t r a s que la práctica administra-
sobre los a s e n t a m i e n t o s agrícolas. Los dos casos m á s e x t r e m o s
tiva dictaba f r e c u e n t e m e n t e n o r m a s que no tenían ninguna rela-
f u e r o n la devastación de Túnez p o r los hilalíes y la beduini-
ción con ella 8 4 . De ahí que, m á s allá de la atribución final al
zación de Anatolia p o r los t u r c o m a n o s 8 6 . En este sentido, la cur-
" Véanse las características digresiones de Lokkegaard, Islamic taxa- ciones de posesión de la tierra eran muy diferentes a la teoría y variaban
tion in the classical period, pp. 44, 50.
^ J . Schacht, An introduction to Islamic law, Oxford, 1964, pp. 1-2, con el tiempo y el lugar» (p. 142).
» Claude Cahen, Vlslam des origins au début de Vempire ottoman,
u
Ibid., pp. 54-5, 84-5. París 1970 p 109: sobre las condiciones generales de la agricultura en
este período; véanse pp. 107-13. El libro de Cahen es la síntesis reciente
in T duction
'° ^lamic law: «La teoría del derecho más sólida sobre la época árabe del Islam .m(,ras
islámico ha desarrol ado, pues, tan sólo unos pocos rudimentos de un » Cahen, L'Islam, p. 103, insiste en la diferencia entre las primeras
derecho especial de la propiedad inmobiliaria; en la práctica, las condi- conquistas del siglo v n y las posteriores devastaciones nómadas, y tienae
478 516
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 261

va histórica a largo plazo a p u n t ó i n i n t e r r u m p i d a m e n t e hacia del nivel del suelo y al a b a n d o n o de las vías de agua 8 9 . Nunca
abajo. Pero desde el principio se estableció casi en todas p a r t e s se construyó ningún nuevo sistema de regadío que p u d i e r a com-
u n a división p e r m a n e n t e e n t r e la producción agrícola y la
apropiación del excedente u r b a n o , m e d i a d a p o r la e s t r u c t u r a p a r a r s e al de los p a n t a n o s yemenitas de la Antigüedad, cuya
t r i b u t a r i a del Estado. En el c a m p o n o surgió ninguna relación ruina f u e el digno prólogo del nacimiento del Islam en Arabia 9 0 .
directa e n t r e señor y campesino, sino q u e el E s t a d o concedía La única innovación r u r a l i m p o r t a n t e después de la conquista
a los funcionarios militares o civiles, residentes en las ciudades, á r a b e del Oriente Medio —la llegada del molino de v i e n t o -
d e t e r m i n a d o s derechos de explotación rural, e n t r e ellos princi-
p a l m e n t e la recaudación del jaray o i m p u e s t o sobre la tierra. f u e u n invento persa, nacido en la región de Sistan y que en
A consecuencia de ello surgió la iqta árabe, p r e c u r s o r a directa último t é r m i n o parece h a b e r beneficiado m á s a la agricultura
del m á s tardío timar o t o m a n o o del jagir mogol. Las iqtas aba- europea que a la islámica. La indiferencia y el desdén hacia la
sidas eran en realidad concesiones de tierra a los guerreros, agricultura imposibilitaba incluso la estabilización de la servi-
que t o m a b a n la f o r m a de concesiones de i m p u e s t o s distribui- d u m b r e : la clase explotadora n u n c a consideró tan preciosa la
das a rentistas u r b a n o s absentistas p a r a exprimir a los peque-
ños cultivadores campesinos 8 7 . Los estados buida y selyúcida m a n o de o b r a como p a r a que la adscripción del campesinado
y el p r i m e r E s t a d o osmanli exigieron servicios militares de los p a s a r a a ser u n o de sus principales objetivos. E n estas condi-
titulares de estas rentas o de sus sucesivas versiones, p e r o la ciones, la productividad agraria de los países islámicos se es-
tendencia n a t u r a l del sistema f u e la de degenerar en u n arren- tancó u n a y otra vez o incluso retrocedió, d e j a n d o u n pano-
d a m i e n t o de i m p u e s t o s parasitario, como el iltizam de la últi-
m a época o t o m a n a . Incluso b a j o u n rígido control central, el r a m a r u r a l de u n a «desoladora mediocridad» 91.
monopolio estatal de la tierra, f i l t r a d o a través de u n o s dere Dos excepciones notables c o n f i r m a n a su m o d o esta n o r m a
chos comercializados de explotación absentista, r e p r o d u c í a general de la agricultura. Por u n a parte, el b a j o I r a k d u r a n t e
c o n s t a n t e m e n t e u n clima general de indeterminación legal e el dominio abasida del siglo V I I I f u e escenario de grandes plan-
impedía la aparición de u n vínculo positivo e n t r e el beneficia-
rio y el cultivador directo del suelo 8 8 . Por consiguiente, las taciones de azúcar, algodón y añil, organizadas como e m p r e s a s
grandes obras hidráulicas de los regímenes anteriores f u e r o n , comerciales avanzadas en las tierras p a n t a n o s a s desecadas p o r
en el m e j o r de los casos, conservadas o r e p a r a d a s y, en el peor, los comerciantes de Basora. La explotación racionalizada de
d a ñ a d a s o a b a n d o n a d a s . Los p r i m e r o s siglos de dominio ome-
ya y abasida presenciaron u n a m e j o r í a general de los canales
h e r e d a d o s en Siria y Egipto y cierta extensión del sistema sub- " D. y J. Sourdel, La civilisation de Vlslam classique, París, 1968, pá-
ginas 272-87, estudia el papel y el destino de las obras hidráulicas en las
t e r r á n e o qanat en Persia. Pero ya en el siglo x la red de canales épocas omeya y abasida; véanse especialmente las pp. 279, 289. Los auto-
de Mesopotamia estaba en decadencia a causa de la elevación res insisten en que el sistema iraquí de regadíos estaba en completa
decadencia mucho antes de las invasiones de los mogoles, a las que
posteriormente se atribuyó con frecuencia su colapso. Los qanats subte-
rráneos de Persia eran anteriores a la conquista islámica en más de un
milenio ya que habían sido una de las principales características del
Estado aqueménida: véase H. Goblot, «Dans l'ancien Irán, les techmques
de l'eau et la grande histoire», Annales ESC, mayo-junio de 1963, pagi-
nas 510-1. . . . . . . i v
50
La misteriosa caída de los grandes diques de Manb en el Yemen
coincidió con el desplazamiento de la vitalidad económica y social del
a atribuir lo peor de estas últimas a las invasiones de los mogoles, no
sur al norte de Arabia en el siglo vi d. C. Engels era consciente de la
islámicas, en el siglo XIII (p. 247). Planhol es mucho más radical; véase
su vivo relato del proceso general de beduinización de la agricultura islá- importancia histórica que la regresión del Yemen había tenido para el
mica en Les fondements géographiques de l'histoire de l'lslam, pp. 35-7. ascenso del Islam en el Hejaz, aunque la adelantaba indebidamente y la
atribuía demasiado exclusivamente a la invasión etíope; K. Marx y F.
" Sobre la cambiante forma y función de la iqta, véase C. Cahen Engels, Selected Correspondence, pp. 82-3.
«L'evolution de l'iqta du x r au x i r siécle», Armales ESC, enero-marzo
de 1953, 1, pp. 25-52. " La frase es de Planhol: Les fondements géographiques, p. 57. Un
balance más optimista puede encontrarse en C. Cahen, « E c o n o m y , society,
" Véanse las memorables páginas de Planhol, Les fondements géogra-
phiques, pp. 54-7. Con su característico desdén, Ibn Jaldun asimilaba institutions», The Cambridge History of Islam, II, Cambridge, 1970, pagi-
a los campesinos con los pastores en el oprobio común de ser habitantes nas 511-2 ss. Planhol asimila de forma acrítica los modelos agrícolas
primitivos del atrasado mundo rural; como señala Goitein, para él «los islámicos a los de la Antigüedad clásica, y generaliza indebidamente,
fellah y los beduinos estaban más allá de los límites de la civilización». pero sus análisis geográficos concretos de las consecuencias ultimas del
A Mediterranean society, I, p. 75. desdén musulmán hacia la agricultura poseen con frecuencia una tuer-
za enorme.
478 518
478 Dos notas
El «modo de producción asiático» 262
esta economía de plantación —prefiguración de los posteriores
tabilización del dominio islámico desde el Atlántico h a s t a el
complejos azucareros del colonialismo europeo en el Nuevo
golfo Pérsico, tuvo lugar en las regiones m á s privilegiadas del
Mundo— e s t a b a m u y alejada del m o d e l o habitual de fiscalis-
califato u n a expansión u r b a n a de u n a rapidez y u n volumen
m o indolente, p e r o se b a s a b a p r e c i s a m e n t e en la masiva utili-
quizá inigualados. De a c u e r d o con u n cálculo reciente (e indu-
zación de esclavos africanos i m p o r t a d o s de Zanzíbar. La escla-
vitud r u r a l siempre f u e extraña, sin embargo, al c o n j u n t o de dablemente exagerado) la ciudad de Bagdad llegó a tener u n a
la agricultura islámica. Las plantaciones iraquíes constituye- población de dos millones en menos de medio siglo, desde el
r o n u n episodio aislado que pone de m a n i f i e s t o la ausencia en año 762 al 800 94. Esta urbanización, c o n c e n t r a d a en lugares se-
los d e m á s países de u n a capitalización c o m p a r a b l e de la pro- leccionados, r e f l e j a en p a r t e el «auge del oro» de las épocas
ducción 9 2 . Es sabido, p o r o t r a parte, q u e la h o r t i c u l t u r a siem- omeya y abasida, c u a n d o se pusieron en circulación los tesoros
p r e ocupó u n a posición especial en los sistemas agrarios del egipcio y persa, se canalizó la producción sudanesa hacia el
Islam y q u e desde Andalucía h a s t a Persia alcanzó altos nive- m u n d o m u s u l m á n y se m e j o r a r o n n o t a b l e m e n t e las técnicas
les técnicos e inspiró t r a t a d o s especializados sobre plantas y m i n e r a s con el uso de la amalgama de mercurio; en p a r t e f u e
a r b u s t o s 9 3 . La razón es m u y reveladora: los j a r d i n e s y h u e r t o s t a m b i é n el resultado de la creación de u n a zona comercial de
e s t a b a n n o r m a l m e n t e concentrados en las ciudades o en los dimensiones intercontinentales. La clase mercantil á r a b e q u e
s u b u r b i o s y, p o r tanto, e s t a b a n específicamente exentos de la subió a la cresta de esta ola de p r o s p e r i d a d comercial era res-
propiedad estatal del suelo p r e s c r i t a p o r la tradición, que siem- petada y h o n r a d a p o r la ley religiosa y la opinión social; la
p r e había p e r m i t i d o la propiedad privada de la tierra u r b a n a . vocación del m e r c a d e r y del m a n u f a c t u r e r o e s t a b a sancionada
La h o r t i c u l t u r a constituía, pues, el equivalente a u n sector «de p o r el Corán, que n u n c a disoció la ganancia de la piedad 95.
lujo» en la industria, p a t r o c i n a d o p o r los ricos y poderosos y Los i n s t r u m e n t o s financieros y empresariales del comercio is-
q u e p a r t i c i p a b a del prestigio de las p r o p i a s ciudades, a la som- lámico se hicieron enseguida m u y avanzados. En el Oriente Me-
b r a de cuyos m i n a r e t e s y palacios crecían sus cuidados jar- dio f u e donde se i n t r o d u j o p o r vez p r i m e r a , p r o b a b l e m e n t e , la
dines. institución de la commenda, que h a b r í a de j u g a r u n papel
tan i m p o r t a n t e en la E u r o p a medieval 9 6 . Además, las f o r t u n a s
En efecto, a p a r t i r de las p r i m e r a s conquistas árabes, el
hechas p o r los m e r c a d e r e s á r a b e s ya n o p r o c e d í a n tan sólo de
m u n d o islámico f u e siempre un vasto y e n c a d e n a d o sistema de
las r u t a s t e r r e s t r e s de caravanas. H u b o pocos aspectos m á s
ciudades separadas p o r u n c a m p o olvidado o desdeñado. La
s o r p r e n d e n t e s de la p r i m e r a expansión islámica q u e la rapi-
civilización m u s u l m a n a , nacida en La Meca —ciudad de trán-
dez y la facilidad con q u e los á r a b e s del desierto d o m i n a r o n
sito— y h e r e d e r a del legado m e t r o p o l i t a n o de la t a r d í a Anti-
el m a r . El m a r M e d i t e r r á n e o y el océano Indico q u e d a r o n uni-
güedad m e d i t e r r á n e a y mesopotámica, siempre f u e indefecti-
dos en u n m i s m o sistema m a r í t i m o p o r vez p r i m e r a desde la
b l e m e n t e u r b a n a y promovió desde el p r i m e r m o m e n t o la
época helenística, y los b a r c o s m u s u l m a n e s se a v e n t u r a r o n du-
producción mercantil, la e m p r e s a comercial y la circulación mo-
netaria en u n a s ciudades a las q u e unió en u n a m i s m a t r a m a .
94
Inicialmente, los n ó m a d a s á r a b e s que c o n q u i s t a r o n el Oriente M. Lombard, L'Islam dans sa premiére grandeur (VII'-XI' siécles),
Medio f o r m a r o n sus propios c a m p a m e n t o s militares en el de- París, 1972, p. 121. G. von Grunebaum, Classical Islam, Londres, 1970, pá-
gina 100, estima, por el contrario, la población de Bagdad en unos
sierto, en las a f u e r a s de las capitales preexistentes, c a m p a m e n - 300.000 habitantes. Cahen considera que es imposible hacer un cálculo
tos que m á s adelante se convertirían p o r sí m i s m o s en g r a n d e s riguroso del tamaño de ciudades tales como Bagdad en esta época:
ciudades: K u f a , Basora, Fostat, Kairuán. Después, con la es- «Economy, society, institutions», p. 521. Mantran advierte, en L'expansion
musulmane, pp. 270-1, contra los cálculos de Lombard sobre la magnitud
de la temprana urbanización islámica.
" Sobre las plantaciones Zany véase Lewis, The Arabs in history, " El mejor análisis de este problema es el de Máxime Rodinson, Islam
páginas 1034. and capitalism, Londres, 1974, pp. 28-55. Rodinson critica también con
" Planhol, Les fondements géographiques, p. 57; André Miquel, L'Islam acierto la pretensión weberiana de que la ideología islámica era enemiga
et sa civilisation, VII'-XX' siécles, París, 1968, pp. 130, 203; Irían Habib, por lo general de la actividad comercial racionalizada (pp. 103-17).
54
«Potentialities of capitalist development in the economy of Mughal India», Véase el estudio de A. L. Udovitch, «Commercial techniques in early
The Journal of Economic History, xxix, marzo de 1969, pp. 46-7, 49. mediaeval Islamic trade», en D. S. Richards, comp., Islam and the trade
of Asia, Oxford, 1970, pp. 37-62.
478
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 521

r a n t e el califato abasida p o r todas las r u t a s que van desde el propietarios, t a m p o c o había en las grandes ciudades árabes gre-
Atlántico h a s t a el m a r de la China. El m u n d o islámico, situado mios artesanos que protegieran o regularan la actividad de los
e n t r e E u r o p a y China, e r a dueño del comercio este-oeste. La pequeños artífices 10°. En el m e j o r de los casos, algunos grupos
riqueza provocada p o r la actividad comercial estimuló en la vecinales o f r a t e r n i d a d e s religiosas p o r p o r c i o n a b a n u n humilde
m i s m a medida las m a n u f a c t u r a s , sobre todo las de textiles, corazón colectivo a la vida p o p u l a r de aquel m e d i o u r b a n o que
papel y porcelana. Mientras los precios a u m e n t a b a n sin cesar se extendía sin ningún orden hasta los s u b u r b i o s o las aldeas
y el c a m p o sufría u n a depresión, la artesanía u r b a n a y el con- rurales. Por d e b a j o de este h o n e s t o a r t e s a n a d o flotaba siempre
s u m o ostentoso florecían en las ciudades. Esta configuración u n s u b m u n d o de pandillas criminales y m e n d i c a n t e s que pro-
n o f u e específica del califato abasida. Los posteriores imperios cedían de los p a r a d o s y el l u m p e n p r o l e t a r i a d o 101. El único gru-
islámicos siempre se caracterizaron p o r el impresionante creci- po institucional que confería cierto conato de u n i d a d a las ciu-
miento de sus grandes ciudades: Constantinopla, I s f a h a n y dades eran los ulemas, cuya a j u s t a d a combinación de funciones
Delhi son los e j e m p l o s m á s famosos. clericales y seculares y de voluble celo religioso servía hasta
P e r o la m a g n i t u d o la opulencia económica de estas ciuda- cierto p u n t o como mediación y vínculo e n t r e la población si-
des islámicas n o se vio a c o m p a ñ a d a p o r ninguna a u t o n o m í a t u a d a p o r d e b a j o del príncipe y los guardias de éste 102. Con
municipal u orden cívico. Las ciudades carecían de identidad todo, e r a n estos últimos quienes d o m i n a b a n en definitiva el
política corporativa y sus comerciantes tenían poco p o d e r so- destino de las ciudades. Crecidas en el m a y o r desorden, sin
cial colectivo. Las cartas o f u e r o s u r b a n o s eran desconocidos, ningún plan ni carta municipal, el f u t u r o de las ciudades islá-
y la vida de la ciudad siempre e s t a b a s u j e t a a la voluntad m á s micas estaba d e t e r m i n a d o n o r m a l m e n t e p o r el del E s t a d o cuya
f o r t u n a había provocado su prosperidad.
o menos a r b i t r a r i a de los príncipes o los emires. Los mercade-
res podían elevarse individualmente a las m á s altas posiciones Los estados islámicos, p o r su parte, tenían n o r m a l m e n t e u n a
políticas en los consejos de las dinastías 97, pero su éxito perso- ascendencia n ó m a d a : los sistemas políticos de los omeyas,
nal estaba expuesto invariablemente a la intriga y al azar, y los hamdaníes, selyúcidas, almorávides, almohades, osmanlíes, sa-
jefes militares s i e m p r e podían confiscar la riqueza de sus ca- fávidas y mogoles procedían todos ellos de confederaciones nó-
sas. La simetría y el o r d e n municipal de las ciudades clásicas m a d a s del desierto. Incluso el califato abasida, cuyos antece-
del ú l t i m o período q u e habían caído a n t e los ejércitos á r a b e s dentes e r a n quizá los m á s u r b a n o s , recibió la mayor p a r t e de
ejercieron cierta influencia inicial en las ciudades del nuevo su f u e r z a a r m a d a inicial de los recientes a s e n t a m i e n t o s tribales
sistema imperial que les sucedieron, p e r o ese i n f l u j o se des- del J o r a s á n . Todos estos estados islámicos, como el propio
vaneció m u y p r o n t o y permaneció tan sólo b a j o la f o r m a de imperio o t o m a n o , e r a n esencialmente guerreros y saqueadores,
algunos pocos c o n j u n t o s privados o palatinos construidos p a r a y t o d a su razón de ser y su e s t r u c t u r a e r a n militares. La ad-
soberanos posteriores 9 8 . Las ciudades islámicas carecían, pues, ministración civil p r o p i a m e n t e dicha, e n c u a n t o esfera funcio-
de toda e s t r u c t u r a i n t e r n a coherente, ya fuese administrativa nal a u t ó n o m a , n u n c a llegó a ser d o m i n a n t e d e n t r o de la clase
o arquitectónica. E r a n laberintos confusos y a m o r f o s de calles
100
y edificios, sin centros ni espacios públicos, c e n t r a d a s única- Véase la más reciente reafirmación de la completa ausencia de gre-
m e n t e en las mezquitas y en los bazares, con los comerciantes mios islámicos antes de finales del siglo xv en G. Baer, «Guilds in Middle
Eastern history», en M. A. Cook, comp., Studies in the economic history
locales a m o n t o n a d o s a su alrededor 9 9 . Y así como ninguna aso- of the Middle East, Londres, 1970, pp. 11-17.
ciación profesional o mercantil organizaba al c o n j u n t o de los 101
I. M. Lapidus describe estas características en Muslim cities in the
later Middle Ages, Cambridge (Massachusetts), 1967, pp. 170-83 (sobre las
bandas de criminales y mendigos) y «Muslim cities and Islamic societies»,
" Véanse algunos ejemplos en S. D. Goitein, Studies in Islamic history en Lapidus, comp., Middle Eastern cities, Berkeley y Los Angeles, 1969,
and institutions, Leiden, 1966, pp. 236-9. páginas 60-74 (sobre la ausencia de comunidades urbanas delimitadas o de
" D. y J. Sourdel, La civilisation de l'Islam classique, pp. 424-7. ciudades independientes). Lapidus protesta contra los contrastes tradicio-
" Planhol, Les fondaments géographiques, pp. 48-52, ofrece un vivo nales entre las ciudades del Islam y de Europa occidental durante la
aguafuerte de estas ciudades, aunque quizá adelanta un poco su caracte- Edad Media, pero sus propios estudios refuerzan gráficamente esas dife-
rístico desorden; compárese con Sourdel, La civilisation de l'Islam clas- rencias, aunque las redefinan.
sique, pp. 397-9, 430-1. m
Lapidus, Muslim cities in the later Middle Ages, pp. 107-13.
478 522
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 264

dirigente; la burocracia de escribas no se desarrolló m u c h o cuerpos palatinos correspondía a la extraña lógica e s t r u c t u r a l


m á s allá de las exigencias de la recaudación de impuestos. La de los sucesivos sistemas políticos islámicos, p o r q u e sus fun-
m a q u i n a r i a de E s t a d o era u n consorcio de soldados profesio- dadores habituales, los guerreros de la t r i b u s n ó m a d a s , n o po-
nales, que e s t a b a n organizados en cuerpos f u e r t e m e n t e centra- dían m a n t e n e r su b e d u i n i s m o m u c h o tiempo después de la
lizados o bien de f o r m a m á s difusa, pero en a m b o s casos se conquista: los clanes y la t r a s h u m a n c i a desaparecían con la
b a s a b a n tradicionalmente en las asignaciones de ingresos pro- sedentarización. Por o t r a parte, estos guerreros no podían con-
cedentes de las tierras públicas. La sabiduría política del ca- vertirse fácilmente en u n a nobleza rural, viviendo en tierras
racterístico E s t a d o islámico se condensaba en el expresivo apo- hereditarias o en u n a burocracia de escribas, organizada c o m o
tegma de sus manuales de gobierno: «El m u n d o es a n t e todo administración civil. El tradicional desprecio hacia la agricul-
u n j a r d í n de v e r d o r cuyo cerco es el Estado; el E s t a d o es u n t u r a y las letras impedía a m b a s posibilidades, a la vez que su
gobierno cuya cabeza es el príncipe; el príncipe es u n p a s t o r t u r b u l e n t a independencia les hacía reacios a u n a rígida jerar-
q u e está asistido p o r el ejército; el ejército es u n c u e r p o de quía militar. Así pues, las dinastías victoriosas, u n a vez esta-
guardias que está m a n t e n i d o p o r el dinero, y el dinero es el blecidas en el poder, se veían obligadas a crear u n i d a d e s espe-
recurso indispensable que p r o p o r c i o n a n los súbditos» , 0 3 . La ciales de guardias esclavos como núcleo central de sus ejérci-
lógica lineal de estos silogismos tuvo curiosas consecuencias tos regulares. Y como la esclavitud agrícola apenas existía, la
estructurales, p o r q u e la combinación de depredación militar y esclavitud p r e t o r i a n a podía convertirse en u n h o n o r . Los di-
desdén p o r la producción agraria es lo que parece h a b e r d a d o versos cuerpos de guardia islámicos r e p r e s e n t a b a n , en efecto,
origen al característico f e n ó m e n o de u n a élite de guardias es- la organización m á s cercana a u n a élite p u r a m e n t e militar con-
clavos q u e alcanza r e p e t i d a m e n t e la c u m b r e del propio a p a r a t o cebible en aquel tiempo, s e p a r a d a de toda función agraria o
de Estado. El devshirme o t o m a n o f u e ú n i c a m e n t e el e j e m p l o pastoril y alejada de cualquier organización de clan y, p o r tan-
m á s desarrollado y sofisticado de este sistema específicamente to, teóricamente capaz de u n a lealtad incondicional al sobera-
islámico de r e c l u t a m i e n t o militar, que t a m b i é n p u e d e encon- no, siendo su esclavitud u n a garantía de obediencia militar,
t r a r s e en el r e s t o del m u n d o m u s u l m á n Oficiales esclavos a u n q u e en la práctica, n a t u r a l m e n t e , f u e r a n capaces p o r la
turcos procedentes del Asia central f u n d a r o n el E s t a d o gaznauí m i s m a razón de t o m a r p a r a sí m i s m o s el p o d e r s u p r e m o . Su
en J o r a s á n y d o m i n a r o n el califato abasida d u r a n t e su deca- preeminencia f u e u n a señal de la constante ausencia de u n a
dencia en el I r a k ; regimientos de esclavos nubios r o d e a r o n al nobleza territorial en el m u n d o islámico.
califato fatimita, y esclavos circasianos y turcos procedentes del
m a r Negro dirigieron el E s t a d o m a m e l u c o en Egipto; los últi- Las características sociales esbozadas m á s a r r i b a siempre
mos ejércitos del califato omeya en E s p a ñ a f u e r o n dirigidos p o r se distribuyeron de f o r m a desigual e n t r e las diversas épocas
esclavos eslavos e italianos, q u e crearon sus propios reinos de tai- y regiones de la historia m u s u l m a n a , p e r o en la m a y o r p a r t e de
fas en Andalucía c u a n d o cayeron los omeyas; esclavos georgia- los estados islámicos parece posible discernir prima facie
nos y a r m e n i o s p r o p o r c i o n a r o n los regimientos ghulam de cierto parecido familiar, al menos si se les c o m p a r a con las
choque del E s t a d o safávida de Persia en tiempos de S h a h Ab- o t r a s grandes civilizaciones imperiales del Oriente. E s t o n o
b a s 105. El c a r á c t e r servil y la procedencia e x t r a n j e r a de estos quiere decir, sin embargo, q u e la historia islámica fuese u n a
m e r a repetición cíclica, antes al contrario, parece evidente q u e
en ella se da u n desarrollo c l a r a m e n t e periodizable. El E s t a d o
103
Sourdel, La civilisation de Vlslam classique, p. 327. omeya, que se establece en el siglo vil en los territorios some-
104
Véanse algunas observaciones incompletas en Levy, The social struc- tidos del Oriente Medio, r e p r e s e n t a b a a las confederaciones de
ture of Islam, pp. 74-5, 417, 445-50. No hay ningún análisis sistemático tribus árabes que habían realizado las conquistas iniciales y en
de este fenómeno. Cahen observa que los guardas-esclavos eran menos las q u e había a d q u i r i d o u n a posición v e n t a j o s a la oligarquía
prominentes en el Occidente islámico (España y el norte de Africa), que
era una zona políticamente menos desarrollada. L'Islam, p. 149.
105
El último caso citado ofrece un ejemplo particularmente claro y cíficamente por la dinastía para librarse de la turbulencia de las tribus
documentado —quizá por ser también el último cronológicamente— de los turcomanas quizilbash, que habían llevado a la casa safávida al poder.
objetivos políticos a los que generalmente servían estos cuerpos de guar- Véase R. M. Savory, «Safavid Persia», The Cambridge History of Islam,
dia. Las unidades de caballería ghulam de Georgia fueron creadas espe- l, Cambridge, 1970, pp. 407, 419-30.
478 524
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 265

mercantil de La Meca. El califato de Damasco coordinaba a los El califato abasida señaló el fin de la aristocracia tribal ára-
jeques beduinos m á s o menos a u t ó n o m o s y poseedores de tro- be: el nuevo a p a r a t o de E s t a d o creado en Bagdad estaba soste-
pas propias de las ciudades-campamento situadas f u e r a de las nido p o r a d m i n i s t r a d o r e s p e r s a s y protegido p o r g u a r d a s
grandes capitales de Siria, Egipto y el I r a k . Las t r o p a s á r a b e s jorasaníes. La f o r m a c i ó n de u n a b u r o c r a c i a y u n ejército per-
del desierto monopolizaron las pensiones del tesoro central, las manentes, con u n a disciplina cosmopolita, convirtió al nuevo
exenciones fiscales y los privilegios militares. La burocracia ci- califato en u n a autocracia política con u n p o d e r m u c h o m á s
vil se dejó d u r a n t e largo t i e m p o en m a n o s de los antiguos fun- centralizado que el de su predecesor 1 1 0 . Despojándose de sus
cionarios bizantinos o persas, que dirigían p a r a sus nuevos antecedentes heréticos, el califato predicó la ortodoxia religiosa
señores la administración técnica 106. Los no árabes convertidos y p r o c l a m ó la a u t o r i d a d divina. El E s t a d o abasida presidió el
al Islam (y los á r a b e s m á s pobres y marginales) e s t a b a n con- florecimiento máximo del comercio, la i n d u s t r i a y la ciencia
finados al estatus inferior de mawalis, pagaban f u e r t e s impues- islámica, y en el m o m e n t o de su apogeo, a principios del si-
tos y servían en los c a m p a m e n t o s tribales como pequeños ar- glo ix, era la civilización m á s rica y más avanzada del m u n d o m .
tesanos, criados y soldados de a pie. El califato omeya esta- Mercaderes, b a n q u e r o s , m a n u f a c t u r e r o s , especuladores y recau-
bleció, pues, u n a «soberanía política árabe» 107 sobre el Oriente d a d o r e s de impuestos a c u m u l a r o n e n o r m e s s u m a s en las gran-
Medio antes que u n a ecumene religiosa islámica. Sin embargo, des ciudades; las artesanías u r b a n a s se diversificaron y multi-
con la estabilización de las conquistas, la clase dirigente de plicaron; en la agricultura apareció u n sector comercial; los
guerreros árabes se hizo cada vez m á s anacrónica. Su exclusi- navios de largo recorrido c i r c u n d a b a n los océanos; la astrono-
vidad étnica y la explotación económica de la m a s a de mu- mía, la física y las m a t e m á t i c a s se t r a s p l a n t a r o n de la cultura
sulmanes existentes entre la antigua población sometida del griega a la árabe. Con todo, los límites del desarrollo abasida
imperio provocaron el creciente descontento de sus correligiona- se alcanzaron relativamente pronto. A p e s a r de la vertiginosa
rios mawalis, que muy p r o n t o llegaron a superarlos e n núme- p r o s p e r i d a d comercial de los siglos v m y ix, se registraron
ro 108. Las fricciones tribales e n t r e los grupos del n o r t e y del pocas innovaciones productivas en las m a n u f a c t u r a s , y la in-
sur' debilitaron s i m u l t á n e a m e n t e su unidad. Mientras tanto, los troducción de los estudios científicos n o provocó grandes pro-
colonos fronterizos del extremo m á s lejano de Persia se sen- gresos tecnológicos. La invención a u t ó c t o n a m á s i m p o r t a n t e f u e
tían ofendidos p o r los tradicionales métodos administrativos a la vela latina, u n a m e j o r a en el t r a n s p o r t e que simplemente
los que se veían sometidos. Parece que f u e esta c o m u n i d a d de facilitó el comercio;' p e r o el algodón, el nuevo cultivo comer-
colonos la que hizo estallar la rebelión final c o n t r a el E s t a d o cial m á s significativo de la época, procedía del T u r q u e s t á n
sirio c e n t r a d o en Damasco, rebelión cuyo éxito p o p u l a r estaba
a s e g u r a d o p o r el extendido descontento de los mawalis de
presencia, en medio de ellas, de facciones tribales árabes (de filiación
Persia y el I r a k . La agitación organizada y secreta contra el yemení). La importancia que se ha concedido a la heterodoxia religiosa
dominio de los omeyas, utilizando el fervor religioso heterodo- en el movimiento ha sido puesta en duda por Cahen, «Points de vue
xo de los chiitas y, sobre todo, movilizando la hostilidad de los sur la révolution abbaside», Revue Historique, ccxxx, 1963, pp. 336-7.
El estudio más reciente y completo de los orígenes de la rebelión es
mawalis c o n t r a el estrecho a r a b i s m o de la dinastía de Damas- M. A. Shaban, The Abbasid révolution, Cambridge, 1970, que da una
co, desencadenó la revolución política que llevó al p o d e r a la importancia fundamental a los agravios sufridos por los colonos árabes
casa de los abasidas y que, desde su base de Jorasán, se ex- de Jorasán —sometidos al dominio tradicional de los diqhan persas—
por la conservadora política administrativa del Estado omeya: pp. 158-60.
tendió hacia el oeste p o r Persia y el I r a k 109. Está claro, en todo caso, que el ejército insurgente que provocó la caída
108
del califato de Damasco con la toma de Merv se componía en realidad
Lewis, The arabs in History, pp. 65-6. de elementos árabes e iraníes.
"" La frase es de F. Gabrielli, Muhammed and the conquests of Islam, 110
Lewis, The Arabs in history, pp. 83-5.
Londres, 1968, p. 111. 111
Goitein ha denominado al período que comienza con la consolida-
"" Lewis, The arabs in History, pp. 70-1. ción del poderío abasida como civilización «intermedia» del Islam tjn
105
El significado y la composición social exacta de la insurrección mundo situado temporalmente entre las épocas helénica y renacentista,
abasida han sido objeto de grandes debates. Los estudios tradicionales espacialmente entre Europa/Africa y la India/China, y cuyo carácter se
la han interpretado como una rebelión esencialmente popular y étnica situaba entre la cultura religiosa y la secular: Studies in Islamic history
de poblaciones mawali no árabes, aunque siempre se ha admitido la and institutions, p. 46 ss.
El *modo de producción asiático» 527
526 Dos notas
A diferencia de su predecesor, el califato f a t i m i t a no renun-
p r e m u s u l m á n , y la f ó r m u l a p a r a la fabricación del papel, la
ció a su heterodoxia tras la conquista del poder, sino que la
nueva industria m á s i m p o r t a n t e de la época, se consiguió a tra-
p r o p a g ó de f o r m a agresiva. En el Egipto f a t i m i t a nunca volvie-
vés de los prisioneros chinos de guerra m . El m i s m o volumen
r o n a crearse plantaciones de esclavos y, p o r otra parte, se
y el a r d o r de la actividad mercantil, al a l e j a r todo el í m p e t u
controló m á s e s t r e c h a m e n t e la movilidad del campesinado. Se
de la actividad productiva, parecen h a b e r provocado u n a serie
revitalizó el comercio internacional en gran escala, t a n t o con
de explosivas tensiones sociales y políticas en el califato. La
la India como con Europa. La p r o s p e r i d a d comercial egipcia
corrupción y la t r a n s f o r m a c i ó n m e r c e n a r i a de la administra-
de los siglos xi y x n d e m o s t r ó u n a vez más el e m p u j e inter-
ción t r a j e r o n de la m a n o u n i n c r e m e n t o de la explotación fis-
nacional de la clase mercantil árabe y la tradicional pericia de
cal del campesinado; la inflación generalizada afectó duramen-
sus artesanos. Pero el cambio de primacía económica y política
te a los pequeños artesanos y tenderos; las plantaciones agrí-
en el m u n d o islámico desde el Tigris al Nilo significaba tam-
colas c o n c e n t r a r o n a los t r a b a j a d o r e s esclavos en b a n d a s masivas
bién el e m p u j e de u n a nueva fuerza que h a b r í a de a f e c t a r de-
y desesperadas. A medida que se d e t e r i o r a b a la seguridad in-
cisivamente el curso f u t u r o del desarrollo islámico. La preemi-
t e r n a del régimen, la guardia profesional t u r c a u s u r p a b a u n
nencia del Egipto fatimita era consecuencia geográfica de su
creciente p o d e r en el a p a r a t o central, en su carácter de baluar-
relativa cercanía al Mediterráneo central y a la E u r o p a medie-
te militar c o n t r a la oleada creciente de rebeliones sociales po-
val. «El i m p a c t o del comercio europeo en el m e r c a d o local fue
pulares. A finales del siglo ix y d u r a n t e todo el siglo x, u n a
enorme» 114. La dinastía ya había establecido estrechos contac-
serie de insurrecciones y conspiraciones sacudió toda la estruc-
tos con los comerciantes italianos desde el principio de su as-
t u r a del imperio. Los esclavos zany se rebelaron en el b a j o
censo en el Túnez del siglo x, cuya p r o s p e r i d a d comercial había
I r a k y, antes de ser suprimidos, lucharon con éxito d u r a n t e
p r o p o r c i o n a d o la base p a r a la posterior conquista de Egipto.
quince años c o n t r a los ejércitos regulares; el movimiento qár-
La influencia del feudalismo occidental f u e desde ese momen-
m a t a (una secta chiita separatista) creó en Bahrein u n a repú-
to u n a constante presencia histórica en el flanco del m u n d o
blica esclavista igualitaria; al m i s m o tiempo, los ismailitas,
islámico. En u n p r i m e r m o m e n t o , el tráfico m a r í t i m o con las
o t r o movimiento chiita, conspiraban y organizaban en todo el
ciudades italianas aceleró el crecimiento económico de El Cai-
Oriente Medio la caída del o r d e n establecido, hasta que final-
ro, p e r o en ú l t i m o t é r m i n o la intrusión de los caballeros fran-
m e n t e t o m a r o n el p o d e r en Túnez y establecieron en Egipto
cos en el Levante m e d i t e r r á n e o h a b r í a de invertir todo el equi-
u n imperio rival, el califato f a t i m i t a 1 U . Por entonces, el I r a k
librio estratégico de la civilización á r a b e en el Oriente Medio.
abasida había caído ya en u n a irremediable decadencia econó-
A los beneficios del comercio siguieron m u y p r o n t o los golpes
mica y política y el c e n t r o de gravedad del m u n d o islámico
de las cruzadas. E r a inminente u n a gran r u p t u r a en la historia
p a s ó al nuevo E s t a d o fatimita de Egipto, vencedor de las rebe-
islámica.
liones sociales de la época y f u n d a d o r de la ciudad de El Cairo.
Ya a mediados del siglo xi los n ó m a d a s t u r c o m a n o s habían
112
Tras la batalla de Talas en Asia central, en la que los ejércitos árabes invadido Persia e I r a k y t o m a d o Bagdad, m i e n t r a s los beduinos
derrotaron en el año 751 a una fuerza de contingentes oigures y chinos. á r a b e s procedentes del Hejaz devastaban el norte de Africa y
Como estudios de carácter general sobre la actividad comercial y manu- saqueaban Kairuán. Estas invasiones selyúcidas e hilalíes reve-
facturera del Islam en la época abasida véanse: P. K. Hitti, History of laron la debilidad y vulnerabilidad de grandes regiones del
the Arabs, Londres, 1956, pp. 345-9; Sourdel, La civilisation de l'Islam
classique, pp. 289-311, 317-24; Lombard, L'Islam dans sa premiére gran- m u n d o m u s u l m á n . Ninguna de ellas creó un orden nuevo y es-
deur, pp. 161-203 (especialmente informativo sobre el comercio de escla- table ni en el Magreb ni en Oriente Medio. Los ejércitos selyú-
vos, que eran uno de los grandes componentes del comercio abasida, cidas t o m a r o n Jerusalén y Damasco, p e r o f u e r o n incapaces de
traídos de tierras eslavas, turcas y africanas). Sobre la expansión del
algodón véase Miquel, L'Islam et sa civilisation, p. 130. consolidar su dominio en Siria o en Palestina. La repentina
113
Sobre estas rebeliones, véase el agudo análisis de Lewis, The Arabs ofensiva cristiana d u r a n t e el siglo x n en el Levante precipitó
in history, pp. 103-12. De su relato se deduce que el régimen qármata del
Golfo fue el equivalente islámico más próximo que nunca hubo a la ciu-
dad-Estado de la Antigüedad clásica: una comunidad espartana de ciu- 1,4
Goitein, A Mediterranean society, vol. I, Economic foundations, Ber-
dadanía igualitaria basada en la esclavitud rural. Este régimen fue liqui- keley y Los Angeles, 1967, pp. 44-5.
dado finalmente en Bahrein a finales del siglo XI.
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 529

así u n a crisis estratégica general en Oriente Medio. Las fronte- c u a t r o siglos. Su manifestación más espectacular fue, desde lue-
r a s del Islam retrocedieron p o r vez p r i m e r a a medida que los go, la conquista de Constantinopla y el avance o t o m a n o en
f r a g m e n t a d o s principados de las zonas costeras siriopalestinas Europa. Pero m á s i m p o r t a n t e s p a r a el desarrollo del c o n j u n t o
s u f r í a n d u r a s derrotas. El m i s m o Egipto, núcleo de la riqueza de las formaciones sociales islámicas f u e r o n las características
y el poderío á r a b e s en toda la zona, estaba expuesto a un ata- estructurales genéricas de los nuevos estados turcos de la pri-
que directo. La dinastía fatimita había alcanzado en esta época m e r a época m o d e r n a . El gran sultanato selyúcida del Irak y,
los últimos niveles de corrupción y decadencia. En el a ñ o 1153, sobre todo, el sultanato m a m e l u c o de Egipto f u e r o n los pro-
los ejércitos cruzados estaban a las p u e r t a s del Sinaí. Pero en- totipos medievales de estos regímenes; los tres grandes impe-
t r e el torbellino y la desorientación de aquella época comenzó rios de la Turquía o t o m a n a , la Persia safávida y la India de
a surgir u n nuevo tipo de orden político m u s u l m á n y, con él, los mogoles e j e m p l i f i c a r o n su f o r m a c o n s u m a d a .
u n a nueva fase en el desarrollo de la sociedad islámica. La E n cada u n o de estos casos, la turquización del o r d e n polí-
reacción islámica, e n f r e n t a d a al expansionismo de Occidente, tico islámico pareció a c e n t u a r decisivamente el molde militar
t o m ó desde ese m o m e n t o la f o r m a de u n a militarización extre- de los primitivos sistemas á r a b e s a costa de su c o m p o n e n t e
m a de las e s t r u c t u r a s de E s t a d o dominantes en el Oriente Me- mercantil. Los n ó m a d a s t u r c o m a n o s del Asia central que inva-
dio y de u n a correlativa descomercialización de la economía dieron en sucesivas oleadas el m u n d o m u s u l m á n a p a r t i r del
de la región b a j o la égida de nuevos dirigentes de diferente siglo xi tenían u n o s antecedentes sociales y económicos apa-
etnia. E n 1154, N u r al-Din Zangi, nieto de u n soldado y esclavo r e n t e m e n t e m u y similares a los de los b e d u i n o s á r a b e s proce-
t u r c o y señor de Alepo y Mosul, t o m ó Damasco. A p a r t i r de en- dentes del Asia sudoccidental que f u e r o n los p r i m e r o s invaso-
tonces, la pugna cristiano-musulmana p o r el control de El Cai- res del Oriente Medio. La congruencia histórica de las dos
r o sería decisiva p a r a el destino de todo el Levante. La c a r r e r a grandes zonas de pastoreo situadas p o r encima y p o r d e b a j o
p o r el delta del Nilo f u e ganada p o r Saladino, u n oficial k u r d o del Creciente Fértil f u e p r e c i s a m e n t e lo q u e aseguró la conti-
enviado al s u r p o r N u r al-Din, que conquistó Egipto, destrozó n u i d a d f u n d a m e n t a l de la civilización islámica t r a s las conquis-
el Califato fatimita y f u n d ó en su lugar el régimen ayubí se- tas turcas: p o r su p r o p i o pasado, los recién llegados se encon-
gún el modelo turco. Saladino, que t a m b i é n controló rápida- t r a b a n en a r m o n í a con la m a y o r p a r t e de su clima cultural.
m e n t e Siria y Mesopotamia, d e r r o t ó a los cruzados y recon- E n t r e el n o m a d i s m o pastoril de Asia central y Arabia existían,
quistó Jerusalén y la m a y o r p a r t e de la costa palestina. Los sin embargo, d e t e r m i n a d a s diferencias cruciales que h a b r í a n
c o n t r a a t a q u e s m a r í t i m o s europeos restablecieron los enclaves de i m p r i m i r su sello en el modelo p o s t e r i o r de la sociedad
de los cruzados y a principios del siglo x m estas expediciones m u s u l m a n a . Mientras la p a t r i a islámica de Arabia había combi-
m a r í t i m a s invadieron p o r dos veces el p r o p i o Egipto y toma- n a d o desierto y ciudad, m e r c a d e r e s y n ó m a d a s y e r a u n o de
ron Damietta en los años 1219 y 1249. P e r o estos golpes n o sir- los principales h e r e d e r o s residuales de las instituciones urba-
vieron p a r a nada. La presencia cristiana en tierras de Levante nas de la Antigüedad, las estepas de Asia central, de las que
f u e liquidada p o r Baybars, u n c o m a n d a n t e que creó el sulta- procedían los pastores q u e conquistaron Turquía, Persia y la
n a t o mameluco, ya plenamente turco 1 1 S , y cuyo p o d e r se exten- India, habían tenido en comparación pocas ciudades y escaso
día desde Egipto h a s t a Siria. Hacia el norte, los selyúcidas comercio. La fértil región de Transoxiana, e n t r e el Caspio y el
habían c o n q u i s t a d o m i e n t r a s t a n t o la m a y o r p a r t e de Anato- Pamir, siempre había e s t a d o d e n s a m e n t e poblada y relativa-
lia y la aparición de los o t o m a n o s h a b r í a de completar su o b r a m e n t e u r b a n i z a d a : B u j a r a y S a m a r c a n d a , situadas en las gran-
en Asia Menor. En el I r a k y en Persia, las invasiones de mo- des r u t a s comerciales con China, e r a n algo m á s que simples
goles y timúridas instalaron estados tártaros, y t u r c o m a n o s . equivalentes de La Meca o Medina. Pero este rico cinturón te-
Ayudada p o r la crisis general del feudalismo europeo en la rritorial, que los árabes llamarían M a w a r a n n a h r , tenía u n ca-
última E d a d Media, u n a nueva oleada de expansión islámica r á c t e r h i s t ó r i c a m e n t e iraní. Más allá sólo q u e d a b a el inmenso
se p u s o en movimiento y no h a b r í a de detenerse d u r a n t e o t r o s y vacío vórtice de estepas, desiertos, m o n t a ñ a s y bosques que
se extendía hasta Mogolia y Siberia, en el que prácticamente
115 n o existía ningún a s e n t a m i e n t o u r b a n o y del que salieron las
Goitein, A Mediterranean society, i, pp. 35-8.
478
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 530

sucesivas t r i b u s de n ó m a d a s altaicos —selyúcidas, danisman- p r i m e r a época m o d e r n a se b a s a b a en los ejércitos regulares,


dfes, ghuzzi, mogoles, oirates, uzbekos, kazakos y k i r g u i s e s - equipados con a r m a s de fuego y apoyados p o r artillería; la pól-
cuyas continuas erupciones imposibilitaron toda sedentariza- vora era esencial p a r a su poderío. A finales del siglo xiv, el
ción d u r a d e r a del m u n d o t u r c o en Asia central. La península Estado m a m e l u c o de Egipto a d o p t ó p o r vez p r i m e r a los caño-
arábiga era relativamente pequeña, estaba cercada p o r el m a r nes pesados p a r a sitiar las ciudades. P e r o las conservadoras
y, rodeada desde el principio p o r el comercio m a r í t i m o , tenía tradiciones de caballería del e j é r c i t o m a m e l u c o b l o q u e a r o n el
también u n potencial demográfico e s t r i c t a m e n t e limitado. En uso de la artillería de c a m p a ñ a o de los mosquetes. La con-
realidad, después de las p r i m e r a s conquistas de los siglos vil quista o t o m a n a de Egipto se debió p r e c i s a m e n t e a la superio-
y V I I I , Arabia p r o p i a m e n t e dicha se h u n d i ó en la m á s completa ridad de los arcabuceros turcos sobre la caballería mameluca.
insignificancia política p a r a t o d o el resto de la historia islámi- A mediados del siglo xvi, la utilización de m o s q u e t e s y caño-
ca hasta el siglo actual. Asia central r e p r e s e n t a b a , p o r el con- nes p o r los o t o m a n o s se había perfeccionado gracias al e j e m p l o
trario, u n a e n o r m e m a s a de tierra, aislada del m a r y con u n a europeo. Los ejércitos safávidas a p r e n d i e r o n muy p r o n t o la
reserva c o n s t a n t e m e n t e renovada de pueblos emigrantes y gue- i m p o r t a n c i a de las a r m a s de fuego, después de su inicial de-
r r e r o s »«. Desde finales de la E d a d Media, las condiciones del r r o t a en Caldiran a n t e los cañones otomanos, y se aprovisiona-
equilibrio e n t r e las tradiciones n ó m a d a y u r b a n a de la civiliza- ron con artillería m o d e r n a . Las t r o p a s de los mogoles en la
ción clásica del Islam se t r a n s f o r m a r o n inevitablemente con India estuvieron a r m a d a s desde el comienzo de la conquista
el nuevo p r e d o m i n i o t u r c o d e n t r o de ella. La organización mi- de B a b u r con artillería y con mosquetes 1 1 7 . La generalización
litar se consolidó a medida q u e retrocedía el e m p u j e comer- de la pólvora en Oriente Medio f u e c i e r t a m e n t e u n a de las
cial. Este c a m b i o n u n c a f u e absoluto ni u n i f o r m e , p e r o su di- razones m á s visibles de la estabilidad y la resistencia notable-
rección general es inconfundible. Por o t r a parte, la lenta alte- m e n t e superiores de los nuevos estados turcos sobre los re-
ración en el m e t a b o l i s m o del m u n d o islámico tras las cruzadas gímenes árabes de la p r i m e r a época islámica. El a p a r a t o mi-
n o se debió tan sólo a las f u e r z a s internas; su m a r c o exterior litar o t o m a n o podía m a n t e n e r a raya los a t a q u e s europeos
no f u e menos d e t e r m i n a n t e ni p a r a la guerra ni p a r a el co- incluso m u c h o tiempo después de h a b e r p e r d i d o la iniciativa
mercio. estratégica en las regiones de los Balcanes y del Ponto. Los
Los n ó m a d a s t u r c o m a n o s de Asia central habían i m p u e s t o ejércitos safávidas y mogoles detuvieron f i n a l m e n t e las nuevas
inicialmente su supremacía en Oriente Medio gracias al domi- invasiones t u r c o m a n a s de Persia y la India con la d e r r o t a de
nio que sus jinetes tenían del tiro con arco, u n a r t e e x t r a ñ o los n ó m a d a s uzbekos, q u e o c u p a r o n el M a w a r a n n a h r e n el si-
p a r a los beduinos árabes, expertos en el m a n e j o de la lanza. glo xvi. A p a r t i r de entonces, u n dique estratégico protegió a
Pero la fuerza militar de los nuevos estados imperiales de la los tres grandes estados imperiales del Islam f r e n t e a la tur-
bulencia tribal de Asia central 1 1 8 . La superioridad de estos pri-
w - L V é a n S e d 0 S c o m P a r a c i ° n e s antropológicas en R. Patai, «Nomadism: m e r o s imperios m o d e r n o s n o residía ú n i c a m e n t e en la tecnolo-
Middle Eastern and Central Asian», Southwestern Journal of Anthropolo- gía militar, sino que era t a m b i é n administrativa y política. El
gy, vol. 7, 4, 1951, pp. 401-14; y E. Bacon, «Types of pastoral nomadism in E s t a d o mogol de la época de Gengis Kan y de sus sucesores
Central and South-West Asia», Southwestern Journal of Anthropology,
vol. 10, 1, 1954, pp. 44-65. Patai propone una serie organizada de con-
trastes entre el nomadismo turco y el árabe (caballo/camello, cabaña/tien- 117
Véase un análisis del papel de los mosquetes y los cañones en los
da, arco/espada, exogamia/endogamia, etc.). Bacon lo crítica con razón ejércitos otomanos, safávidas y mogoles en el artículo «Barud» (polvora),
por falta de una adecuada perspectiva histórica, y señala que Patai ha
en la Encyclopaedia of Islam (nueva edición), Leiden, 1967, vol. i, pa-
proyectado injustificadamente hacia atrás el cultivo agrario que practica-
ban los kazakos en los siglos XVIII y xix, y da por supuesta erróneamente ginas 1061-9. La incapacidad de los mamelucos para dominar la artillería
una mayor estratificación de clases sociales en el pastoralismo del Asia de campaña y las pistolas es analizada por D. Ayalon, Gunpowder and
central que en el del sudoeste. Pero ambos artículos confirman a su fire-arms in the Mamluk kingdom, Londres, 1965, pp. 46-7, 61-83.
modo las divergencias fundamentales subrayadas más arriba: el noma- La conquista de Transoxiana por los uzbekos la hizo étnicamente
dismo turco carecía de una simbiosis estable con la agricultura seden- turca por vez primera, y precipitó además su estancamiento y decadencia
taria (Bacon, pp. 46, 52), y era además la «cultura» predominante en económica. Las campañas de los mogoles en el siglo xvii para reconquistar
Asia central, mientras que el nomadismo árabe era una «cultura» más el Mawarannahr no tuvieron éxito. La enorme extensión de sus lineas
subordinada en Asia sudoccidental (Patai, pp. 413-4). de comunicación condujo casi al desastre a Aurangzeb en los anos
47, desastre que sólo pudo evitar por su superior potencia de tuego.
478 532
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 269

ya había sido organizativamente s u p e r i o r a los del m u n d o ára- u n a renuncia deliberada al poderío naval: p a r a b l o q u e a r los
be, y sus conquistas de la m a y o r p a r t e de Oriente Medio quizá nuevos desembarcos europeos, los soberanos ayubíes y mame-
d e j a r a n tras de sí algunas d u r a d e r a s lecciones de gobierno. En lucos se vieron obligados a d e s m a n t e l a r los p u e r t o s y a devas-
t o d o caso, los ejércitos otomano, safávida y mogol personifica- t a r el litoral de Palestina 1 2 1 . El E s t a d o otomano, p o r el con-
ron en su m o m e n t o de auge u n a disciplina y u n a p r e p a r a c i ó n trario, construyó en el siglo xvi u n a f o r m i d a b l e fuerza naval
desconocidas p o r sus predecesores. Su i n f r a e s t r u c t u r a adminis- —con u n a utilización liberal de m a r i n o s griegos— que recon-
trativa era también más sólida y estable. La tradicional iqta quistó el control del Mediterráneo oriental y que m e r o d e a b a
á r a b e había sido u n i n s t r u m e n t o fiscal parasitario que, en lu- por el occidental desde las guaridas de los corsarios en Africa
gar de reforzarla, disolvía la vocación marcial del beneficiario del Norte. Pero el p o d e r í o m a r í t i m o osmanli f u e artificial y
u r b a n o que gozaba de sus ingresos. La nueva concesión del d u r ó relativamente poco; su función siempre estuvo limitada
timar o t o m a n o o del jagir mogol e s t a b a ligada, p o r su parte, a la guerra y a la piratería, n u n c a desarrolló u n a v e r d a d e r a
a obligaciones m u c h o m á s estrictas de servicio militar, y con- m a r i n a mercantil y se b a s ó demasiado exclusivamente en los
solidaba la pirámide del m a n d o militar, que ahora estaba or- conocimientos y el t r a b a j o de grupos sometidos p a r a p o d e r
ganizado en u n a j e r a r q u í a m u c h o m á s formal. Además, en es- ser d u r a d e r o . Además, p r e c i s a m e n t e en el m o m e n t o en que el
tos sistemas políticos turcos el monopolio estatal de la tierra Egipto m a m e l u c o q u e d ó a b s o r b i d o p o r el imperio o t o m a n o ,
se llevó a la práctica con u n renovado entusiasmo, p o r q u e en d a n d o a éste p o r vez p r i m e r a u n a salida directa al m a r Rojo,
la regulación y en la disposición de la propiedad agraria pre- los viajes portugueses de la época de los descubrimientos cer-
d o m i n a b a n ahora u n a s tradiciones n ó m a d a s m u c h o m á s p u r a s caron a todo el m u n d o islámico al establecer, a principios del
q u e antes. Nizam ul-Mulk, el f a m o s o gran visir del p r i m e r so- siglo xvi, u n a hegemonía estratégica en todo el c o n t o r n o del
b e r a n o selyúcida de Bagdad, declaró al sultán único d u e ñ o de océano Indico, con bases en Africa oriental, el golfo Pérsico,
toda la tierra. La extensión y el rigor de los derechos otoma- el subcontinente indio y las islas de Malaya e Indonesia. A par-
nos sobre el suelo f u e r o n evidentes; los shahs safávidas dieron t i r de entonces, las r u t a s de navegación internacionales estu-
nueva fuerza a sus pretensiones jurídicas sobre el monopolio vieron d o m i n a d a s de f o r m a p e r m a n e n t e p o r las potencias oc-
de la p r o p i e d a d territorial; los e m p e r a d o r e s mogoles impusie- cidentales, p r i v a n d o así a los imperios islámicos del comercio
r o n u n sistema fiscal implacablemente explotador, b a s a d o en m a r í t i m o q u e había p r o p o r c i o n a d o la m a y o r p a r t e de las for-
las pretensiones regias sobre todos los cultivos r u r a l e s S o l i - t u n a s de sus antepasados. E s t a evolución e r a todavía m á s gra-
mán, Abbas o Akbar poseían en sus reinos u n p o d e r imperial ve p o r q u e las economías á r a b e s de la E d a d Media siempre ha-
m u y superior al de cualquier califa. bían p r o s p e r a d o m á s en la esfera del intercambio que en la
de la producción, en el comercio m á s que en las m a n u f a c t u r a s ;
Por o t r a parte, la vitalidad comercial de la época á r a b e ,
la divergencia que existía e n t r e a m b o s f u e u n a de las razones
q u e había continuado d u r a n t e toda la civilización «intermedia»
básicas de su crisis a finales de la E d a d Media y del éxito,
del Islam clásico, se apagó progresivamente. Este c a m b i o esta-
a costa suya, del avance económico europeo 122. Al m i s m o tiem-
b a relacionado, evidentemente, con el auge del comercio eu-
po, la tradicional estima á r a b e hacia el m e r c a d e r ya n o e r a
ropeo. La expulsión militar de los cruzados n o vino a c o m p a ñ a d a
p o r la recuperación del dominio comercial del Mediterráneo
121
oriental. Antes al contrario, ya desde el siglo x n los navios Véase «Bahriyya», Encyclopaedia of Islam (nueva edición), vol. i,
cristianos habían conquistado u n a posición d o m i n a n t e en las páginas 945-7.
122
Claude Cahen ha sugerido en una importante nota que el superávit
aguas egipcias 12°. La contraofensiva t e r r e s t r e kurdo-turca, sim- en la balanza de pagos alcanzado por el Islam medieval en sus cuentas
bolizada p o r Saladino y Baybars, se p u d o realizar a costa de con el exterior, debido en parte a sus mayores existencias de metales
preciosos, era por sí mismo un contraincentivo para el aumento de la
producción de manufacturas, ya que rara vez se produjo un déficit co-
Véase A. Lambton, Landlord and tenant in Persia, Oxford, 1953, mercial semejante a los que estimularon a las economías de Europa
páginas 61, 66, 105-6 (selyúcidas y safávidas); Gibb y Bowen, Islamic society occidental en el mismo período a producir más bienes de exportación:
and the West, i, 1, pp. 236-7 (otomanos); W. H. Moreland, India and «Quelques mots sur le déclin commercial du monde musulmán á la fin
the death of Akbar, Londres, 1920, p. 256 (mogoles). du Moyen Age», en Cook, comp., Studies in the economic history of the
110
Goitein, A Mediterranean society, i, p. 149. Middle East, pp. 31-6.
478
478 Dos notas
El «modo de producción asiático» 534
compartida por sus sucesores turcos: el desprecio p o r el co-
m e r c i o era una característica general de la clase d o m i n a n t e y del S a h a r a al T u r k e s t á n , descenso que p e r d u r ó d u r a n t e o t r o s
del nuevo Estado, cuya política comercial e r a en el m e j o r de dos siglos 126. El proselitismo en la India o Indonesia, que su-
los casos de simple tolerancia y, en el peor, de discriminación ponía u n a extensión del m u n d o m u s u l m á n , n o podía compen-
c o n t r a las clases mercantiles de las ciudades 1 2 3 . El a m b i e n t e sar esta ausencia de vitalidad demográfica. Las diferencias con
de los negocios en Constantinopla, I s f a h a n y Delhi a comien- la E u r o p a o la China de la época son innegables. Los imperios
zos de la época m o d e r n a n u n c a p u d o r e c o r d a r al de las ciu- islámicos del siglo x v n estuvieron, incluso en sus m o m e n t o s
dades medievales de Bagdad o El Cairo. Las minorías extran- de fervor o éxito militar, en oculta d e s v e n t a j a respecto a las
j e r a s —griegos, judíos, armenios o hindúes— a c a p a r a b a n p a u t a s de población del Viejo M u n d o en su c o n j u n t o .
significativamente las funciones comerciales y financieras. Por El imperio mogol —del que Marx se ocupó específicamen-
el contrario, los gremios artesanos hicieron a h o r a p o r vez pri- te— p r e s e n t a la m a y o r p a r t e de las características del E s t a d o
m e r a su aparición en el reino o t o m a n o como i n s t r u m e n t o s de- m u s u l m á n tardío, a u n q u e al e s t a r más a l e j a d o de E u r o p a y
liberados de control g u b e r n a m e n t a l sobre la población urba- g o b e r n a r a u n a población menos islamizada o f r e c e también,
n a 124, y n o r m a l m e n t e se hicieron depositarios del o s c u r a n t i s m o en cierto sentido, u n p a n o r a m a m á s variado y vital que el de
teológico y técnico. Los sistemas jurídicos de los últimos im- sus homólogos t u r c o o persa. Su similitud a d m i n i s t r a t i v a con
perios también se volvieron a clericalizar, y las doctrinas re- el imperio o t o m a n o ya había s o r p r e n d i d o a Bernier en el si-
ligiosas conquistaron con el p a s o del tiempo una renovada glo x v n . La tierra destinada a la agricultura e s t a b a sometida
fuerza administrativa sobre c o s t u m b r e s que, p o r azar, habían al exclusivo p o d e r económico y político del e m p e r a d o r . El cam-
sido previamente seculares 1 2 5 . P a r t i c u l a r m e n t e intensa f u e la pesinado indígena tenía garantizada la ocupación p e r m a n e n t e
intolerancia oficial safávida. y hereditaria de sus parcelas (como en el sistema turco), p e r o
La rigidez militar, el f a n a t i s m o ideológico y el letargo co- carecía del derecho a disponer de ellas o venderlas. Los labra-
mercial pasaron a ser, p o r tanto, las n o r m a s habituales de go- dores que no cultivaban sus tierras podían ser expulsados p o r
b i e r n o en Turquía, Persia y la India. La ú l t i m a generación de el Estado 1 2 7 . N o había tierras comunales en las aldeas, q u e
grandes estados islámicos, antes de que la expansión colonial a d e m á s e s t a b a n divididas en castas sociales y p o r u n a gran
europea dominara al m u n d o m u s u l m á n , e x p e r i m e n t a r o n ya la desigualdad económica 1 2 8 . El E s t a d o se a p r o p i a b a siempre de
doble presión de Occidente. S u p e r a d o s económicamente a par- la m i t a d de la producción total del campesinado en concepto
tir de los descubrimientos, todavía brillaron d u r a n t e o t r o siglo de «rentas de la tierra» 129. Estas r e n t a s se p a g a b a n a m e n u d o
en la guerra y la conversión religiosa desde los Balcanes a como impuestos en dinero o m e d i a n t e entregas en especie q u e
Bengala. Territorialmente, las f r o n t e r a s del Islam c o n t i n u a r o n p o s t e r i o r m e n t e eran vendidas p o r el Estado, lo que c o n d u j o a
ampliándose hacia el Oriente. Pero las nuevas conversiones en la extensión de los cultivos comerciales (trigo, algodón, azúcar,
el sur y el este de Asia ocultaban u n e s t a n c a m i e n t o o u n a añil o tabaco). La tierra era relativamente a b u n d a n t e y la
recesión demográfica en el c o n j u n t o de las tierras de la civili- 124
Miquel, L'Islam et sa civilisation, pp. 280-3, cree que alrededor
zación m u s u l m a n a clásica. Los cálculos más optimistas indican de 1800 pudo haber un descenso hasta llegar a unos 43 millones. Estos
q u e después de 1600 se p r o d u j o u n descenso lento p e r o real números están sujetos a fuertes reservas, como advierte Miquel, por falta
en u n a población total de u n o s 46 millones de h a b i t a n t e s en de pruebas fidedignas. Pero el balance general no es probable que esté
la gran zona que se extiende desde Marruecos hasta Afganistán muy equivocado.
Habib The agrarian system of Mughal India, pp. 113-18. La ausencia
m de una verdadera concepción de la propiedad de la tierra fue subrayada
Por ejemplo, los emires mamelucos de Siria se desprendían inten- por W. Moreland, The agrarian system of Moslem India, Cambridge, 1929,
cionadamente de sus excedentes de grano en las ciudades a costa de los páginas 34, 63, que creía que databa de la anterior época hindú de la
comerciantes urbanos, u obligaban a éstos a comprar sus existencias a
precios más altos, y frecuentemente confiscaban su capital: Lapidus, historia india.
ia
Muslim cities in the later Middle Ages, pp. 51-7. Habib, The agrarian system of Mughal India, pp. 119-24.
1M
114 Habib, The agrarian system of Mughal India, pp. 195-6, piensa
Baer, «Guilds in Middle eastern history», pp. 27-9.
que el nivel de extracción de excedente por el Estado central era relati-
Schacht, An introduction to Islamic law, pp. 4, 89-90, 94- «Law
and justice», The Cambridge History of Islam, II, p. 567. vamente estable, al contrario de Moreland, que estima que la norma
fluctuaba entre un tercio y dos tercios según fuese la política de los
respectivos soberanos.
478 536
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 271

productividad agraria n o era inferior a la de la India del si- q u e les m a n t e n í a unidos. Los mansabdars residían en las ciu-
glo xx; el regadío p o r m e d i o de canales era insignificante, y el dades y e s t a b a n obligados a m a n t e n e r u n e j é r c i t o del E s t a d o
agua de lluvia y los pozos o estanques locales p r o p o r c i o n a b a n mogol. El costo del m a n t e n i m i e n t o de estas t r o p a s absorbía,
toda h u m e d a d del suelo 13°. La e n o r m e presión fiscal del E s t a d o a p r o x i m a d a m e n t e , dos tercios de sus ingresos procedentes de
mogol sobre la población r u r a l p r o d u j o , sin embargo, u n a es- las asignaciones de jagirs o de los asalariados del tesoro cen-
piral de u s u r a y e n d e u d a m i e n t o en las aldeas, provocando la tral. El t é r m i n o medio de la tenencia de u n jagir e r a i n f e r i o r
creciente huida de los campesinos. a tres años, y todos eran recuperables p o r el e m p e r a d o r , q u e
En la cima del a p a r a t o de E s t a d o se situaba el e s t r a t o eli- c a m b i a b a c o n s t a n t e m e n t e a sus titulares con o b j e t o de impe-
tista de los mansabdars, c o m p u e s t o p o r u n o s 8.000 oficiales mi- dir que echaran raíces en las regiones. Entrelazados p o r todo
litares, escalonados en u n c o m p l e j o sistema de grados y a quie- el país con este sistema e s t a b a n los zamindars autóctonos o
nes el e m p e r a d o r concedía el grueso de las rentas de la tierra p o t e n t a d o s r u r a l e s que disponían de séquitos de infantería
en f o r m a de jagirs o asignaciones temporales. En el a ñ o 1647, y de castillos y a quienes se les p e r m i t í a r e c a u d a r u n t a j a d a
445 de estos oficiales recibían m á s del 60 p o r 100 de los ingre- m u c h o m á s p e q u e ñ a del excedente p r o d u c i d o p o r los campe-
sos totales del Estado; el 37,6 p o r 100 se r e p a r t í a e n t r e sólo 73 sinos, a p r o x i m a d a m e n t e u n 10 p o r 100 de las r e n t a s de la tierra
oficiales 1 3 1 . Como era de esperar, el c u e r p o de mansabdars te- que correspondían al E s t a d o en la India del N o r t e 133.
nía u n origen étnico p r e d o m i n a n t e m e n t e e x t r a n j e r o : la m a y o r Las r e n t a s agrarias se consumían principalísimamente en
p a r t e eran persas, turaníes o afganos. Alrededor del 70 p o r 100 las ciudades, donde eran suntuosos los gastos del rey y de los
de los mansabdars de Akbar eran e x t r a n j e r o s o hijos de ex- mansabdars en palacios, jardines, huertos, criados y o t r o s lu-
t r a n j e r o s ; el resto e r a n «indios» m u s u l m a n e s locales o r a j p u t s jos. E n consecuencia, la urbanización era relativamente alta,
hindúes. En 1700, la proporción de los m u s u l m a n e s nacidos en alcanzando quizá a u n a décima p a r t e de la población. En di-
la India se había elevado posiblemente h a s t a el 30 p o r 100 del versas ocasiones, los viajeros e s t i m a r o n que las ciudades indias
total 1 3 2 . El grado de continuidad hereditaria era m u y limitado, de principios del siglo x v n eran m á s grandes q u e las de Euro-
ya que los n o m b r a m i e n t o s p a r a el rango de mansabdar queda- pa. La m a y o r p a r t e de la fuerza de t r a b a j o u r b a n a era musul-
b a n a la personal discreción del e m p e r a d o r . Este c u e r p o n o m a n a y el t r a b a j o artesanal era n u m e r o s o y cualificado. Esas
poseía la unidad social horizontal que caracteriza al orden artesanías dieron lugar en algunas zonas a la implantación de
aristocrático — a u n q u e a sus m i e m b r o s m á s altos se les conce- u n sistema de t r a b a j o a domicilio b a j o el control del capital
día el título de «nobles»—, ya que sus dispares c o m p o n e n t e s mercantil. Pero las únicas grandes m a n u f a c t u r a s que emplea-
conservaban siempre la conciencia de sus diversos orígenes b a n t r a b a j o asalariado eran de los karjana reales o de los «no-
étnicos, que lógicamente daban lugar a la f o r m a c i ó n de fac- bles», q u e p r o d u c í a n exclusivamente p a r a el c o n s u m o domés-
ciones. La obediencia vertical al m a n d o imperial era lo único tico 134 . Las f o r t u n a s mercantiles siempre estuvieron s u j e t a s a
la a r b i t r a r i a confiscación del soberano y n u n c a se desarrolló
Bajo el dominio mogol quizá se regase el 5 por 100 de la tierra cul-
tivada: Maddison, Class structure and economic growth: India and Pa-
1)5
kistán since the Moghuls, Londres, 1971, pp. 23-4. Marx creía que la Habib, The agrarian system of Mughal India, pp. 160-7 ss.; «Poten-
agricultura india se caracterizaba por el riego intensivo, y que el colo- tialities of capitalistic development», p. 38. Si se prescinde de sus dife-
nialismo británico había destrozado la sociedad india tradicional al indus- rentes orígenes, existe cierta similitud entre las respectivas posiciones
trializarla. Irónicamente, y después del efímero auge provocado por los estructurales de las clases mansabdar y zamindar dentro del sistema mo-
ferrocarriles a mediados del siglo xix, los efectos del dominio británico gol y los sectores devshirme y timariot del aparato otomano de Estado:
fueron diametralmente opuestos. Los británicos implantaron en la India en ambos casos, una élite militar central se situaba por encima de un
una industria insignificante, y por el contrario buena parte de la agri- estrato local de guerreros. Por lo demás, su composición era diferente:
cultura se convirtió por vez primera al regadío. A finales del Raj, la el devshirme turco constituía un cuerpo de esclavos ex cristianos y los
tierra irrigada se había multiplicado por ocho y abarcaba una cuarta timariots eran jinetes musulmanes, mientras que los mansabdars mogo-
parte de la extensión total, incluyendo algunas espectaculares canaliza- les formaban, por el contrario, una «aristocracia» musulmana, y los za-
ciones en el Punjab y el Sind. Véase Madison, p. 50. mindars eran explotadores regionales hindúes. Las respectivas funciones
Habib, «Potentialities of capitalistic development» pp. 54-5. honoríficas de cada uno de ellos en el conjunto del sistema político eran,
112 por tanto, muy diferentes.
P. Spear, «The Mughal "mansabdari" system», en E. Leach y S. N.
Mukherjee, comps., Elites in South Asia, Cambridge, 1970, pp. 8-11. i» Habib, «Potentialities of capitalistic development», pp. 61-//.
478 538
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 272

un capital protoindustrial. El E s t a d o mogol, principal instru- diseñaron b o m b a s de cadenas de cangilones c u a d r a d o s I37, y po-
m e n t o de explotación económica de la clase dominante, d u r ó siblemente en el siglo i a. C. aparecieron p o r vez p r i m e r a , m á s
ciento cincuenta años, hasta que s u c u m b i ó f r e n t e a las rebe- al sur, las terrazas p a r a el cultivo del arroz 1J8. E n esta época,
liones campesinas, el s e p a r a t i s m o h i n d ú y la invasión bri- sin embargo, los cultivos de secano de m i j o y trigo todavía
tánica. eran e n o r m e m e n t e p r e d o m i n a n t e s en la economía rural. Los
Estados Ch'in y Han construyeron t a m b i é n i m p o n e n t e s cana-
les de t r a n s p o r t e p a r a e m b a r c a r hasta sus tesorerías los im-
V puestos en grano, canales q u e f u e r o n p r o b a b l e m e n t e los pri-
m e r o s del m u n d o . E n realidad, a lo largo de toda la historia
Aunque m u y resumidos, ésos parecen ser algunos de los ele-
de China, el E s t a d o s i e m p r e h a b r í a de d a r p r i o r i d a d a las vías
m e n t o s f u n d a m e n t a l e s de la historia social islámica. El carác-
ter y el r u m b o de la civilización china presentan, p o r su parte, fluviales de t r a n s p o r t e , con sus funciones fiscales y militares
u n a serie de rasgos en c o n t r a p u n t o con la evolución islámica. (logísticas), sobre los específicos sistemas de regadío con ob-
Aquí n o disponemos de espacio p a r a analizar la larga y com- jetivos agrícolas 139. Con completa independencia de estas o b r a s
pleja evolución de la China antigua, desde la época Shang, en hidráulicas, t a m b i é n se r e g i s t r a r o n en la agricultura algunos
la E d a d de Bronce, a p a r t i r del año 1400 a. C., h a s t a el final avances técnicos f u n d a m e n t a l e s en u n a época t e m p r a n a , gene-
de la era Chou, en el siglo v a. C., y la f o r m a c i ó n del E s t a d o r a l m e n t e m u c h o antes de su aparición en E u r o p a . El molino
u n i t a r i o Ch'in, en el siglo n i a. C. B a s t a r á con r e s u m i r breve- de rotación se inventó a p r o x i m a d a m e n t e al m i s m o t i e m p o que
m e n t e los legados materiales de la presencia continua de u n a en el Occidente r o m a n o , en el siglo II a. C.; la carretilla se
civilización con u n a c u l t u r a escrita q u e se r e m o n t a a unos dos descubrió mil años antes que en E u r o p a , en el siglo III d. C.;
mil años antes de la aparición definitiva del sistema estatal el estribo se utilizaba n o r m a l m e n t e e n la m i s m a época; la trac-
imperial que h a b r í a de convertirse en la m a r c a distintiva de ción equina experimentó u n a decisiva m e j o r a con la aparición
toda la historia política china. del a r n é s m o d e r n o , en el siglo v d. C.; en el siglo vil d. C. se
El núcleo de la civilización china radicaba en la zona nor- construyeron p u e n t e s con arco segmentado 1 4 0 . Pero todavía es
occidental del país, cuya economía se b a s a b a en u n a agricul- m á s s o r p r e n d e n t e que las técnicas de fundición del h i e r r o se im-
t u r a de cereales de secano. Los cultivos dominantes de la Chi- p l a n t a r a n en época tan t e m p r a n a como los siglos vi y v a. C.,
n a antigua siempre f u e r o n el mijo, el trigo y la cebada. Pero c u a n d o en E u r o p a se utilizaron ú n i c a m e n t e a finales de la E d a d
en el m a r c o de esta agricultura intensiva y asentada, la civili- Media. Se p r o d u c í a n piezas de acero ya a p a r t i r del siglo II
zación china desarrolló muy p r o n t o i m p o r t a n t e s sistemas hi- antes de Cristo 1 4 1 . Así pues, la metalurgia china estaba p o r de-
dráulicos p a r a el cultivo del g r a n o en las altiplanicies y los lante de cualquier otra del m u n d o desde u n a fecha extremada-
valles de loes del noroeste. Los p r i m e r o s grandes canales p a r a m e n t e t e m p r a n a . S i m u l t á n e a m e n t e , la China antigua t a m b i é n
desviar el agua de los ríos y regar los campos f u e r o n construi- se adelantó en tres i m p o r t a n t e s m a n u f a c t u r a s : la seda se pro-
dos p o r el E s t a d o Ch'in en el siglo III a. C. 135 . En la cuenca ducía desde los m á s r e m o t o s orígenes de su historia; el papel
b a j a del río Amarillo, algo m á s hacia el nordeste, el E s t a d o se inventó en los siglos i y n d. C., y la porcelana se perfeccionó en
H a n erigió p o s t e r i o r m e n t e u n a i m p o r t a n t e serie de diques, pre-
sas y embalses con el o b j e t i v o c o m p l e m e n t a r i o de c o n t r o l a r
el f l u j o y regular las entregas de agua p a r a la agricultura 136; se Needham, Science and civilization in China, iv, 2, Mechanical Engi-
neering, Cambridge, 1965, pp. 344, 362.
1JS Yi-Fu Tuan, China, Londres, 1970, p. 83.
Sobre los tres tipos principales ue sistemas hidráulicos en China, 139
Needham, Science and civilization in .China, iv, 3, p. 225.
y su localización regional, véase el análisis original de Chi Ch'ao Ting, Needham, Science and civilization in China, iv, 2, pp. 190, 258-65 ss.,
Key economic areas in Chínese history, Nueva York, 1963 (reedición), pá- 312-27; iv, 3, p. 184.
ginas 12-21; y el magistral estudio de J. Needham, Science and civilization 1,1
J. Needham, The development of iron and steel technology in China,
in China, vol. iv, 3, Ct'vi/ engineering and nautics, Cambridge, 1971, pági- Londres, 1958, p. 9; el acero se fabricaba por medio de una mezcla de
nas 217-27, 373-5. hierro forjado y hierro fundido, desde una época tan temprana como el
134
Chi Ch'ao Ting, Key economic areas in Chínese history, pp. 89-92. siglo vi d. C. (pp. 26, 47).
478 540
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 273

el siglo v d. C. 14í . E s t a s o r p r e n d e n t e base de logros tecnológi- q u e p r o b a b l e m e n t e tenía m á s de u n millón de habitantes. Las


cos p r o p o r c i o n ó los f u n d a m e n t o s materiales p a r a que el pri- ciudades chinas del p r i m e r período T'ang estaban rigurosamen-
m e r gran imperio dinástico reunificase de f o r m a p e r m a n e n t e te planificadas y vigiladas p o r el E s t a d o imperial. Normalmen-
a China t r a s las luchas y divisiones regionales de los años 300- te, e r a n creaciones geométricas, rodeadas de fosos y murallas
600 d. C. Esta t a r e a correspondió al E s t a d o T'ang, que general- y divididas en distritos rectangulares que e s t a b a n separados
m e n t e se t o m a c o m o principio coherente y decisivo de la civi- e n t r e sí p o r unos m u r o s con p u e r t a s vigiladas p a r a el tráfico
lización imperial china. diurno y cerradas con toque de queda d u r a n t e la noche. Los
El sistema de propiedad de la tierra del imperio T'ang esta- f u n c i o n a r i o s residían en u n recinto especial, aislado del resto
b a en m u c h o s aspectos c u r i o s a m e n t e cerca del a r q u e t i p o asiá- de la ciudad p o r u n doble muro 1 4 5 . La transgresión de estos
tico imaginado p o r los posteriores p e n s a d o r e s europeos, inclui- c o m p a r t i m e n t o s fortificados p o r p a r t e de los h a b i t a n t e s de la
do Marx. Jurídicamente, el Estado era el único p r o p i e t a r i o del ciudad, sin c o n t a r con permiso, era a d e c u a d a m e n t e castigada.
suelo, de a c u e r d o con la regla: «Todo lugar que existe b a j o La m á q u i n a estatal que ejercía esta vigilancia sobre la ciu-
el cielo es tierra del e m p e r a d o r » 143. El cultivo agrícola se ba- dad y el c a m p o estaba controlada en u n p r i m e r m o m e n t o p o r
b a s a b a en el sistema llamado chün-t'ien o de «distribución en u n a aristocracia militar, que había alcanzado su posición gra-
parcelas iguales», que procedía del N o r t e del Wei y q u e f u e cias a las continuas guerras internas de la época precedente y
llevado a la práctica a d m i n i s t r a t i v a m e n t e hasta u n p u n t o que que todavía era, p o r su tradición y sus actitudes, u n a nobleza
ha s o r p r e n d i d o a los historiadores posteriores. El E s t a d o con- hereditaria y caballeresca. De hecho, el p r i m e r siglo de la épo-
cedía lotes fijos de tierra, que en principio tenían u n a exten- ca T'ang presenció u n a espectacular oleada de conquistas mi-
sión de 5,3 hectáreas, a los m a t r i m o n i o s campesinos d u r a n t e litares chinas en el n o r t e y el oeste. Manchuria y Corea f u e r o n
todo el t i e m p o de su vida laboral y con la obligación de p a g a r sometidas y Mogolia f u e pacificada m i e n t r a s el poderío chino
impuestos en especie —principalmente grano y telas— y de se extendía p r o f u n d a m e n t e en Asia central h a s t a alcanzar la
realizar algunas prestaciones de t r a b a j o . Una q u i n t a p a r t e de región de Transoxiana y del Pamir. E s t a gran expansión fue,
estas parcelas, reservada p a r a la producción de seda o cáña- en su mayor parte, o b r a de la caballería T'ang, creada gracias
mo, podía heredarse, y el resto p a s a b a de nuevo al E s t a d o a u n cuidadoso p r o g r a m a de cría de caballos selectos y dirigida
c u a n d o llegaba el m o m e n t o del retiro 1 4 4 . Los objetivos funda- p o r u n a aristocracia belicosa 146. Una vez implantado, el sistema
mentales de este sistema eran extender el cultivo agrícola e de seguridad del nuevo imperio se confió a colonias de infan-
i m p e d i r la f o r m a c i ó n de grandes propiedades privadas en ma- tería de u n a milicia divisional, a la q u e se concedían tierras
nos de u n a aristocracia terrateniente. A los funcionarios del p a r a el cultivo y se le exigían deberes de defensa. Pero a par-
E s t a d o se les concedían i m p o r t a n t e s dominios públicos p a r a tir de finales del siglo vil se hizo necesaria la creación de
su p r o p i o mantenimiento. El registro cuidadoso de todas las grandes u n i d a d e s p e r m a n e n t e s p a r a la vigilancia de las fron-
parcelas y los t r a b a j a d o r e s era p a r t e esencial del sistema. Este teras del imperio. El expansionismo estratégico vino acompa-
meticuloso control administrativo i m p l a n t a d o en el c a m p o se ñ a d o p o r u n cosmopolitismo cultural. Por vez p r i m e r a en la
duplicaba o, m e j o r , se intensificaba en el interior de las ciu- historia china, las influencias e x t r a n j e r a s m o d e l a r o n la ideolo-
dades, e m p e z a n d o p o r la m i s m a capital imperial de Chang'an, gía oficial con la conversión del b u d i s m o en religión de Estado.
Al m i s m o tiempo, sin embargo, u n cambio m u c h o m á s pro-
f u n d o y d u r a d e r o comenzaba a t r a n s f o r m a r toda la e s t r u c t u r a
Needham, Science and civilization in China, I, Introductory orienta- del a p a r a t o de Estado. D u r a n t e la época T'ang nació, efectiva-
tions, Cambridge, 1954, pp. 111, 129. mente, la característica burocracia civil de la China imperial.
143
D. Twitchett, Financial administration under the T'ang dinasty, Cam-
bridge, 1963, pp. 1, 194.
144
Twitchett, Financial administration under the T'ang dinasty, pp. 1-6. 14i
En las regiones densamente pobladas, la extensión de las parcelas podía E. Balazs, Chínese civilization and bureaucracy, New Haven, 1967,
descender hasta más o menos 1 ha: pp. 4, 201. Este sistema nunca es- páginas 68-70.
144
tuvo sólidamente implantado en los distritos arroceros del sur, donde J. Gernet, Le monde chinois, París, 1972, pp. 217-19; este volumen
era técnicamente inadecuado por la mayor demanda de trabajo del cul- es quizá la mejor síntesis reciente de la historia china escrita en cualquier
tivo arrocero de regadío. idioma europeo.
478 542
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 274

Desde mediados del siglo v n comenzó a reclutarse p o r vez pri- privadas o chang-yuan, cuyos propietarios eran terratenientes,
m e r a a través de u n sistema de exámenes públicos a la élite b u r ó c r a t a s u oficiales del ejército. E s t a s fincas n o eran lati-
del m á s alto personal del a p a r a t o g u b e r n a m e n t a l , a u n q u e la f u n d i o s consolidados, sino grupos de parcelas cultivadas p o r
gran mayoría de los puestos todavía se o c u p a b a n p o r privilegio a r r e n d a t a r i o s campesinos, p o r t r a b a j a d o r e s asalariados o en
hereditario o p o r recomendaciones de las tradicionales fami- ocasiones p o r esclavos, b a j o el control de a d m i n i s t r a d o r e s agrí-
lias nobles. La «censoría» c o m p r e n d í a u n a columna s e p a r a d a colas. P a r a los a r r e n d a t a r i o s de estas fincas, las r e n t a s ascen-
de funcionarios civiles cuya tarea consistía en criticar y con- dían n o r m a l m e n t e a la m i t a d de su producción, lo q u e suponía
t r o l a r el t r a b a j o del principal cuerpo de la burocracia imperial, u n índice de explotación m u c h o más alto que el extraído p o r
con o b j e t o de garantizar u n nivel correcto de actividad y con- el E s t a d o a las parcelas chün-t'ien 149. S i m u l t á n e a m e n t e , el sis-
ducta 147. A mediados del período T'ang ya e r a innegable el auge t e m a fiscal cambió las capitaciones f i j a s en especie y las cor-
político del f u n c i o n a r i a d o civil gracias al sistema de exámenes, véis p o r u n sistema g r a d u a d o de impuestos sobre la propiedad
cuyo prestigio había comenzado a a t r a e r incluso a candidatos y la extensión de la tierra, pagaderos en metálico y en grano.
poderosos. La r a m a militar del a p a r a t o de Estado, que m á s Los i m p u e s t o s indirectos sobre las mercancías se hicieron cada
t a r d e h a b r í a de p r o d u c i r u n a larga cadena de generales usur- vez m á s rentables a m e d i d a que se extendían las transacciones
padores, ya n o sería n u n c a f u n c i o n a l m e n t e p r e d o m i n a n t e en el comerciales y la economía monetarizada 1 5 0 . La China a n t e r i o r
imperio chino. En épocas posteriores, los conquistadores nó- a la época T'ang había tenido u n a economía p r e d o m i n a n t e m e n -
m a d a s —turcos, mogoles o manchúes— invadirían China y ba- te de trueque, y la m i s m a economía T'ang, que padeció u n a
sarían su p o d e r político en sus propias guarniciones militares. escasez crónica de cobre p a r a la acuñación de moneda, se ba-
Pero estos ejércitos intrusos p e r m a n e c i e r o n f u e r a del n o r m a l saba p a r c i a l m e n t e en la seda c o m o m e d i o de cambio. Sin
gobierno administrativo del país, que siempre les sobrevivió. embargo, la supresión de los m o n a s t e r i o s budistas, a mediados
Una b u r o c r a c i a culta h a b r í a de ser, p o r el contrario, el sello del siglo ix, destesaurizó grandes cantidades de cobre e hizo
p e r m a n e n t e del E s t a d o imperial chino. m á s fluida la circulación monetaria. A su vez, este movimiento
El sistema agrario de los T'ang se desintegró m u y p r o n t o : estuvo p a r c i a l m e n t e inspirado p o r la reacción xenófoba q u e
el vagabundeo campesino hacia tierras desocupadas y n o regis- caracterizó al último período del dominio T'ang. La recupera-
tradas, j u n t o con los planes de los ricos p a r a habilitar tierras ción dinástica t r a s la crisis de mediados del siglo v m vino
p a r a el cultivo y con el s a b o t a j e de los funcionarios, inclina- a c o m p a ñ a d a p o r u n a renovada hostilidad c o n t r a las institucio-
dos a a c u m u l a r tierras p a r a ellos mismos, provocó el f r a c a s o nes religiosas e x t r a n j e r a s , que acabó con el dominio del budis-
de las regulaciones chün-t'ien. Además, en el a ñ o 756 tuvo lu- m o d e n t r o del sistema ideológico del E s t a d o chino. El conser-
gar la decisiva rebelión del general b á r b a r o An Lu-Shan, pre- v a d u r i s m o secular del p e n s a m i e n t o confuciano, moralista y
cisamente en el m o m e n t o en que el poderío exterior de China antimístico, lo sustituyó como p r i m e r a doctrina oficial del or-
ya había sido debilitado p o r las victorias de los árabes y los den imperial. A p a r t i r de entonces, el imperio chino se carac-
uiguros en T u r q u e s t á n . La estabilidad dinástica se d e r r u m b ó terizó siempre p o r el carácter básicamente laico de su sistema
t e m p o r a l m e n t e ; las f r o n t e r a s retrocedieron a causa de las re- de legitimación. El e m p u j e oculto tras este cambio cultural pro-
beliones de los pueblos sometidos, y se p r o d u j o u n colapso ge- venía, a su ve- de los propietarios rurales del sur, que aporta-
neral del orden interior. La p r o f u n d a crisis de mediados del b a n los contingentes m á s n u m e r o s o s de la burocracia civil. La
siglo V I I I desorganizó p o r completo los registros del sistema r e t i r a d a imperial de Asia central y de Manchuria y Corea con-
de distribución de parcelas, y en la práctica acabó realmente d u j o a u n debilitamiento general de la vieja aristocracia mili-
con el o r d e n chün-t'ien. A los cinco años de la rebelión de An t a r del noroeste, más receptiva al i n f l u j o e x t r a n j e r o , y a u n
Lu-Shan, el n ú m e r o de familias registradas había descendido r e f o r z a m i e n t o de la posición de los funcionarios cultos d e n t r o
en u n 80 p o r 100 148, y comenzaron a a p a r e c e r grandes fincas del Estado 1 5 1 . Al m i s m o tiempo, la población y la riqueza se

147 145
R. Dawson, Imperial China, Londres, 1972, pp. 56-8. Ibid., pp. 18-20.
141 150
Twitchett, Financial administration under the T'ang dinasty, pági- Ibid., pp. 24-65.
nas 12-17. 151
Gernet, Le monde chinois, pp. 255-7.
478 544
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 275

desplazan incesantemente hacia el sur, en dirección a los valles los altos funcionarios del Estado 1 5 3 . Los campesinos que culti-
del b a j o Yangtsé. El cultivo intensivo del arroz comenzó a vaban las tierras de estos señores e s t a b a n obligados a presta-
a d q u i r i r p o r vez p r i m e r a u n a i m p o r t a n c i a f u n d a m e n t a l con el ciones en t r a b a j o y en especie y su movilidad e s t a b a limitada
desarrollo de los lechos de transplante, que eliminaban la ne- p o r sus contratos de a r r e n d a m i e n t o . No existe ninguna duda acer-
cesidad de b a r b e c h o s y, p o r tanto, a u m e n t a b a n e n o r m e m e n t e ca de la i m p o r t a n c i a f u n d a m e n t a l de este sistema de propiedad,
la producción. con su fuerza de t r a b a j o vinculada a la tierra, en la agricultura
En la siguiente época Sung, desde el siglo x al x m , t o d o el Sung. E s posible, p o r o t r a parte, que h a s t a el 60 p o r 100 o m á s
o r d e n r u r a l adoptó, pues, u n a nueva configuración. La fase fi- de la población r u r a l fuesen pequeños propietarios situados
nal del dominio de los T'ang, caracterizada p o r la desintegra- f u e r a del p e r í m e t r o de estas grandes fincas 154. Estos e r a n quie-
ción del p o d e r dinástico central, p o r la proliferación de las re- nes pagaban el grueso de los impuestos rurales. La teoría legal
beliones regionales y p o r las r e c u r r e n t e s invasiones b á r b a r a s de los Sung m a n t e n í a n o m i n a l m e n t e la p r o p i e d a d estatal de
toda la tierra, p e r o en la práctica esa teoría siempre f u e letra
del norte, presenció también la desaparición de la tradicional
muerta 1 5 5 . A p a r t i r de entonces, la p r o p i e d a d privada de la
aristocracia militar del noroeste. La clase dirigente china del
tierra — a u n q u e s u j e t a a ciertos límites i m p o r t a n t e s — h a b r í a
E s t a d o Sung, cuya composición social era nueva en su m a y o r
de caracterizar a la sociedad imperial china h a s t a su fin.
parte, descendía del f u n c i o n a r i a d o civil de la a n t e r i o r dinastía
y se convirtió en u n a clase ampliada y estabilizada de terrate- Su p r e p o n d e r a n c i a social coincidió con grandes avances en
nientes letrados. El a p a r a t o de E s t a d o se dividió en tres sec- la agricultura china. El desplazamiento de la población y los
tores funcionales— civil, financiero y militar— con c a r r e r a s es- cultivos hacia el área p r o d u c t o r a de arroz de valle del b a j o
pecializadas en cada u n o de ellos. Asimismo se reorganizó y Yangtsé vino a c o m p a ñ a d o p o r el r á p i d o desarrollo de u n tercer
r e f o r z ó la administración provincial. La burocracia imperial tipo de sistema hidráulico: el d r e n a j e de las tierras p a n t a n o s a s
q u e resultó de estos cambios era m u c h o m á s amplia q u e la de aluviales y la recuperación del f o n d o de los lagos. H u b o u n auge
la época T'ang, llegando a doblar su volumen d u r a n t e el p r i m e r espectacular en el volumen total de proyectos de regadío, cuya
incidencia media anual d u r a n t e la época Sung f u e m á s de tres
siglo del dominio Sung. En el siglo x se estableció u n a c a r r e r a
veces superior a la de cualquier o t r a dinastía anterior 1 S Ó . Los
b u r o c r á t i c a fija, con u n ingreso controlado p o r m e d i o de exá-
m e n e s y u n a p r o m o c i ó n d e t e r m i n a d a p o r la acumulación de
151
méritos y las recomendaciones de los notables. La p r e p a r a c i ó n Twitchett, Land tenure and the social order in T'ang and Sung
p a r a el sistema de grados se hizo m u c h o m á s exigente y la e d a d China, Londres, 1962, pp. 26-7.
154
Twitchett, Land tenure and the social order, pp. 28-30. El problema
media de los g r a d u a d o s se elevó de los veinticinco a los treinta de la balanza real dentro de la economía Sung, entre el sector de grandes
y cinco años. Los candidatos examinados llegaban a d o m i n a r fincas chang-yuan y la agricultura de pequeñas propiedades, es uno de
muy p r o n t o todos los sectores del Estado, excepto el ejército. los más controvertidos en la actual historiografía sobre la época. Elvin,
en su importante y reciente obra, afirma que el «señorío» chino, basado
Las c a r r e r a s militares poseían f o r m a l m e n t e el m i s m o rango en trabajo «servil», dominaba en la mayor parte del campo, aunque
que las civiles, p e r o en la práctica eran m u c h o menos respeta- concede que el número de campesinos que había fuera de esas propieda-
das 152. En el siglo xi, la mayoría de los funcionarios con pues- des no era pequeño: The pattern of the Chinese past, Londres, 1973, pá-
tos de responsabilidad eran g r a d u a d o s que residían n o r m a l m e n - ginas 78-83. Sin embargo, Elvin rechaza las estimaciones cuantitativas
basadas en los registros de población de la época sin ofrecer ningún
te en las ciudades y controlaban propiedades rurales dirigidas cálculo alternativo, y basa excesivamente su interpretación en dos inves-
p o r a d m i n i s t r a d o r e s y cultivadas p o r a r r e n d a t a r i o s dependien- tigadores japoneses, Kusano y Sudo, cuyas opiniones no parecen gozar de
tes. Las más grandes de estas propiedades se c o n c e n t r a b a n en plena aceptación en su propio país. Twitchett, por el contrario, critica el
empleo de términos tales como el de «señorío» para designar al chang-
las nuevas regiones de Kiangsu, Anhwei y Chekiang, lugares de yuan e insiste mucho más en la importancia relativa de los pequeños pro-
origen de la m a y o r p a r t e de los candidatos al doctorado y de pietarios en la época Sung. Los datos actuales no parecen permitir una
conclusión firme.
155
Twitchett, Land tenure and the social order, p. 25.
154
Véanse los cómputos en Needham, Science and civilization in China,
Twitchett, «Chinese politics and society from the Bronze Age to the iv, 3, pp. 282-4, depurados sobre la base de cálculos realizados inicial-
Manchus», en A. Toynbee, comp., Half the world, Londres, 1973, p. 69. mente por Chi Ch'ao Ting, Key economic areas in Chinese history, p. 36.
478 546
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 276

señores de la época Sung invirtieron en las grandes operacio- china de h i e r r o en el siglo xi fuese a p r o x i m a d a m e n t e igual a
nes de habilitación de tierras m u c h o m á s de lo q u e se invirtió la producción total de E u r o p a a comienzos del siglo X V I I I . 160

en proyectos públicos. E n efecto, la implantación de la propie- Este r á p i d o crecimiento de la i n d u s t r i a del h i e r r o hizo posible
dad privada de la tierra coincidió con el p r e d o m i n i o del cultivo la multiplicación de las h e r r a m i e n t a s agrícolas, q u e se exten-
de riego del arroz d e n t r o del c o n j u n t o de la economía agraria dieron p o r el campo, así como la ampliación de las manufac-
china; a m b o s f u e r o n fenómenos nuevos de la época Sung. t u r a s d e a r m a s . E n el m i s m o período se p r o d u j o t a m b i é n u n
A p a r t i r de aquí, la gran m a y o r p a r t e de las obras de regadío s o r p r e n d e n t e c o n j u n t o de nuevos inventos: se i n t r o d u j e r o n ar-
tuvieron siempre u n c a r á c t e r local y exigieron poca —o nin- m a s de f u e g o p a r a la guerra; se idearon los tipos móviles p a r a
guna— intervención central del Estado 1 5 7 : las iniciativas de la i m p r e n t a ; la b r ú j u l a magnética se utilizó c o m o i n s t r u m e n t o
terratenientes y campesinos i m p u l s a r o n la m a y o r p a r t e de ellas
de navegación, y se f a b r i c a r o n relojes mecánicos , 6 1 . Las tres
una vez q u e se h u b o i m p l a n t a d o en la región del Yangtsé el
o c u a t r o innovaciones técnicas m á s f a m o s a s de la E u r o p a re-
ciclo m u c h o m á s productivo de la agricultura de regadío. E n
nacentista habían sido anticipadas desde m u c h o a n t e s p o r Chi-
esta época se generalizó el uso de u n a m a q u i n a r i a m á s com-
na. Las esclusas p a r a la canalización y el timón de p o p a y las
pleja p a r a la conducción de agua, el bombeo, la molienda y la
r u e d a s de paletas en las embarcaciones m e j o r a r o n todavía m á s
trilla. Se m e j o r a r o n y d i f u n d i e r o n las h e r r a m i e n t a s de cultivo:
los t r a n s p o r t e s 162. La i n d u s t r i a cerámica se desarrolló con mu-
el arado, la azada, la hoz y la pala; de Vietnam se i m p o r t ó el
arroz de Champa, de m a d u r a c i ó n t e m p r a n a ; se multiplicó la cha rapidez, y posiblemente los o b j e t o s de porcelana supera-
producción del trigo 1 5 8 y se i m p l a n t a r o n cultivos comerciales ron p o r vez p r i m e r a a la seda c o m o principal artículo de ex-
como el cáñamo, el té y el azúcar. En c o n j u n t o , la productividad portación del imperio. La circulación de m o n e d a s de cobre
agraria y la densidad demográfica a u m e n t a r o n muy r á p i d a m e n t e . a u m e n t ó e n o r m e m e n t e , y t a n t o los b a n q u e r o s privados c o m o
La población de China, que desde el siglo n a. C. se había esta- el E s t a d o comenzaron a emitir billetes de papel. E s t a combi-
cionado p r á c t i c a m e n t e en t o r n o a los 50 millones de habitan- nación de p r o g r e s o r u r a l e industrial desencadenó u n a ola tre-
tes, se duplicó quizá e n t r e mediados del siglo V I I I y los siglos X m e n d a de urbanización. Hacia el a ñ o 1100, China tenía quizá
al X I I I , h a s t a alcanzar los 100 millones 159. h a s t a cinco ciudades con u n a población de m á s de u n millón
de habitantes 1 6 3 . Estas grandes aglomeraciones e r a n p r o d u c t o
Mientras tanto, en la minería y la metalurgia se h a b í a ex- de u n crecimiento económico e s p o n t á n e o antes q u e de u n pro-
p e r i m e n t a d o u n e n o r m e p r o g r e s o industrial. El siglo xi pre- g r a m a b u r o c r á t i c o deliberado, y se caracterizaban p o r u n tra-
senció u n continuo a u m e n t o en la producción de carbón, q u e zado u r b a n o m u c h o m á s libre 164. El t o q u e de q u e d a f u e abolido
a t r a j o inversiones en capital y t r a b a j o m u y superiores a las en el siglo xi en la capital Sung de Kaifeng, y los viejos distri-
de los combustibles tradicionales y que alcanzó u n impresio- tos vigilados de las ciudades imperiales dieron paso a u n sis-
n a n t e nivel de producción. La d e m a n d a se vio favorecida p o r t e m a m á s fluido de calles. Las nuevas c o m u n i d a d e s mercanti-
los decisivos avances en la industria del hierro, cuya tecnolo- les de las ciudades se beneficiaron de la llegada de la agricul-
gía era ya e x t r e m a d a m e n t e c o m p l e j a (los fuelles de pistón cons- t u r a comercial, del auge de la minería, del i n c r e m e n t o de las
tituían u n equipo normal) y cuyas fundiciones f u e r o n quizá las
mayores del m u n d o hasta el siglo xix. Se h a calculado q u e en 1,0
R. Hartwell, «A revolution in the chinese iron and coal industries
el año 1078 la producción de h i e r r o f u e en el norte de los domi- during the Northern Sung, 920-1126 A. D.», The Journal of Asian Studies,
nios Sung e n t r e 75.000 y 150.000 toneladas, es decir, 12 veces xxi, 2, febrero de 1962, pp. 155, 160.
Needham, Science and civilization in China, I, pp. 134, 231; iv, 2,
superior a la de dos siglos antes. Es posible que la producción páginas 446-65; iv, 3, p. 562. En la práctica, los tipos fijos siempre predo-
minaron en la China imperial, porque la escritura ideográfica reducía
157 las ventajas de los tipos móviles para ella: Gernet, Le monde chinois,
Dwigth Perkins, Agricultural deveíopment in China, 1368-1968, Edim- páginas 292-6.
burgo, 1969, pp. 171-2. El estudio de Perkins se refiere a la China pos- >" Needham, Science and civilization in China, iv, 2, pp. 417-27; iv, 3,
terior al período Yuan, pero hay muchas razones para creer que sus páginas 350, 357-60, 641-2.
opiniones son válidas para la época posterior al período T'ang. E. Kracke, «Sung society: change within tradition», The Far Eastern
Twitchett, Land tenure and the social order, pp. 30-1. Quarterly, xiv, agosto de 1955 , 4, pp. 481-2.
m
Gernet, Le monde chinois, p. 281. 144
Véase Tuan, China, pp. 132-5.
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 549

industrias metalúrgicas y del descubrimiento de nuevos instru- q u e ahora gobernaban en China se caracterizaban p o r el des-
m e n t o s financieros y crediticios. El volumen de la m o n e d a de dén de los m a n d a r i n e s hacia los deportes físicos y los ejerci-
cobre a u m e n t ó hasta 20 veces p o r encima de los niveles alcan- cios militares y p o r u n culto deliberado hacia los pasatiempos
zados en la época T'ang. Se p r o d u j o t a m b i é n un creciente do- estéticos e intelectuales. E n la cultura de la época Sung se
minio del comercio m a r í t i m o de larga distancia, gracias a los c o m b i n a b a n las especulaciones cósmicas con u n neoconfucio-
n u m e r o s o s avances de la ingeniería naval y a la creación p o r nismo sistematizado.
vez p r i m e r a de u n a a r m a d a imperial. La conquista de China p o r los mogoles en el siglo X I I I p u s o
Este p r o f u n d o c a m b i o en la configuración global de la eco- a p r u e b a la resistencia del sistema socioeconómico que había
nomía china en la época Sung se acentuó con la conquista del m a d u r a d o en esta era feliz. Una zona considerable de la China
n o r t e de China p o r los n ó m a d a s churches (Ju-chen) a mediados del Norte q u e d ó inicialmente «pastoralizada» p o r los nuevos
del siglo XII. El imperio Sung del s u r de China, aislado de las dirigentes n ó m a d a s , b a j o cuyo dominio se p r o d u j o u n a deca-
tradicionales zonas interiores de civilización china de Asia cen- dencia general de la agricultura. Los posteriores esfuerzos de
tral y Mogolia, desplazó hacia el m a r su antigua orientación los e m p e r a d o r e s Yuan p o r r e m e d i a r la situación agraria tuvie-
hacia el interior, lo que era a b s o l u t a m e n t e nuevo en la expe- ron poco éxito i 6 7 . Las innovaciones industriales se paralizaron
riencia china. Simultáneamente, el peso específico del comercio casi p o r completo, y el avance técnico más n o t a b l e de la época
u r b a n o creció en la m i s m a medida. El r e s u l t a d o de todo ello mogol parece h a b e r sido, quizá de f o r m a significativa, la fun-
f u e que, p o r vez p r i m e r a en su historia, la agricultura dejó de dición de cañones de hierro 1 6 S . La carga t r i b u t a r i a de las ma-
p r o p o r c i o n a r el grueso de las r e n t a s estatales. Los ingresos sas rurales y u r b a n a s a u m e n t ó a la p a r q u e se introducía el
imperiales procedentes de los impuestos y los monopolios co- registro hereditario de sus ocupaciones, con o b j e t o de inmovi-
merciales ya eran en el siglo xi de u n volumen igual al proce- lizar la e s t r u c t u r a de clase del país. Las rentas y las tasas de
dente de los impuestos sobre la tierra, p e r o en el E s t a d o Sung interés se m a n t u v i e r o n altos y el e n d e u d a m i e n t o campesino
del s u r de finales del siglo x n y del x m las r e n t a s comerciales a u m e n t ó incesantemente. La dinastía Yuan m o s t r ó poca con-
excedían con holgura a las agrícolas 1 6 5 . Esta nueva balanza fianza en los m a n d a r i n e s chinos, pese a q u e los terratenientes
fiscal r e f l e j a b a no sólo el crecimiento del comercio interior y del s u r se habían p a s a d o al ejército invasor. El sistema de
exterior, sino t a m b i é n la ampliación de la base m a n u f a c t u r e r a exámenes f u e abolido a la vez q u e se r e f o r z a b a la a u t o r i d a d
de la economía, la expansión de la minería y la difusión de los imperial central; se reorganizó la administración provincial y
cultivos comerciales en la agricultura. El imperio islámico del la recaudación fiscal se a r r e n d ó a los gremios e x t r a n j e r o s de
califato abasida h a b í a sido d u r a n t e cierto t i e m p o —en los si- uiguros, de quienes dependían en b u e n a m e d i d a los dirigentes
glos V I I I y ix— la civilización más rica y poderosa del m u n d o ; mogoles p o r su pericia p a r a la administración y los negocios 169.
el imperio chino de la época Sung f u e sin d u d a alguna la eco- Por o t r a parte, la política de los Yuan favoreció a la e m p r e s a
nomía más rica y avanzada del globo en los siglos xi y x n , y mercantil y estimuló el comercio. La integración de China en
su florecimiento tuvo u n a m a y o r solidez al e s t a r b a s a d o en la el extenso sistema imperial mogol provocó la e n t r a d a de los mer-
producción diversificada de su agricultura y su industria m á s caderes á r a b e s de Asia central y la expansión del comercio maríti-
que en las transacciones del comercio internacional. El dina-
m i s m o económico del E s t a d o Sung estaba a c o m p a ñ a d o p o r u n
pados con el pasado antiguo, y no hubo un claro proceso de ruptura
f e r m e n t o intelectual, que c o m b i n a b a la veneración hacia el pa- cultural tal como el que caracterizó al redescubrimiento renacentista de
sado de la China antigua con nuevas exploraciones en el c a m p o la Antigüedad clásica en Europa. El propio Gernet advierte con elocuencia
de las m a t e m á t i c a s , la astronomía, la medicina, la cartografía, en otros lugares de su obra contra la abusiva importación de períodos
la arqueología y o t r a s disciplinas 166. Los terratenientes letrados y conceptos propios de Europa a la historia china, e insiste en la nece-
sidad de forjar nuevos conceptos específicos y adecuados a la experiencia
de aquel país: Le monde chinois, pp. 571-2.
165 H. F. Schurmann, Economic structure of the Yuan dynasty, Cam-
Gernet, Le monde chinois, p. 285. bridge (Massacnusetts), 1956, pp. 8-9, ¿9-30, 43-8.
166
Gernet, entre otros, habla de un «Renacimiento» Sung comparable Needham, Science and civilization in China, I, p. 142.
al de Europa: Le monde chinois, pp. 290-1, 292-302. Pero la analogía Schurmann, Economic structure of the Yuan dynasty, pp. 8, 27-8;
es insostenible, porque los eruditos chinos nunca dejaron de estar preocu-
Dawson, Imperial China, pp. 186, 197.
478 550
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 278
m o internacional. Se i n t r o d u j o u n a m o n e d a nacional de papel y se baña, q u e f u e organizada p a r a ejecutarlos en u n i d a d e s «comu-
estableció u n t r a n s p o r t e de c a b o t a j e a gran escala p a r a el apro-
nitarias» c u i d a d o s a m e n t e vigiladas.
visionamiento de g r a n o del norte, donde se había f u n d a d o u n a
En el c a m p o tendieron a desaparecer los restrictivos contra-
nueva capital en Pekín. S i m u l t á n e a m e n t e , se completó el im-
tos de a r r e n d a m i e n t o de la época Sung 1 7 1 , m i e n t r a s se mante-
presionante Gran Canal, que unía los centros económicos y po-
nían, a u n q u e de f o r m a flexible, los registros de ocupaciones he-
líticos del país en u n a continua vía fluvial. Pero la discrimina-
reditarias del régimen Yuan. Con el restablecimiento de la paz
ción étnica de la dinastía provocó la e n e m i s t a d de la m a y o r
civil y la mitigación de los a r r e n d a m i e n t o s , las fuerzas de pro-
p a r t e de los terratenientes, y la intensidad de sus exacciones
financieras, la depreciación de sus emisiones fiduciarias y la ducción rurales volvieron a conseguir u n a vez m á s prodigiosos
difusión de u n sistema señorial opresivo e m p u j a r o n al campe- avances. El f u n d a d o r de la dinastía Ming, el e m p e r a d o r Hung-
sinado a la rebelión a r m a d a . El resultado f u e la insurrección wu, impulsó oficialmente u n vasto p r o g r a m a de recuperación
social y nacional que acabó con el dominio mogol en el siglo xiv, agraria con o b j e t o de r e m e d i a r las devastaciones del gobierno
instalando a la dinastía Ming. mogol y las destrucciones causadas p o r los levantamientos que
a c a b a r o n con él. Se organizó la habilitación de t i e r r a s p a r a el
El nuevo E s t a d o representaba, con algunas modificaciones cultivo, se r e s t a u r a r o n y a m p l i a r o n las obras hidráulicas y, b a j o
significativas, u n a reafirmación de la e s t r u c t u r a política tradi- las instrucciones del E s t a d o imperial, se llevó a cabo u n a re-
cional del dominio de los terratenientes letrados. El sistema forestación sin precedentes en el país 172. Los resultados f u e r o n
de exámenes se r e s t a u r ó inmediatamente, p e r o p a r a evitar el rápidos y espectaculares. A los seis años de la caída de los
monopolio de cargos p o r el s u r se estableció u n sistema re- Yuan, el volumen de los impuestos en grano recibidos p o r la
gional de cuotas que reservaba el 40 p o r 100 de los doctorados tesorería central casi se había triplicado. El í m p e t u inicial q u e
a los candidatos del norte. Los grandes propietarios del Yangtsé esta reconstrucción desde a r r i b a imprimió a la economía ru-
f u e r o n trasladados a la nueva capital Ming de Nanking, d o n d e ral, puso en m a r c h a p o r a b a j o u n crecimiento agrícola extre-
su residencia forzosa facilitaba el control g u b e r n a m e n t a l . Al m a d a m e n t e rápido. En los valles y llanuras se expandió y me-
m i s m o t i e m p o se abolió el secretariado imperial, que tradicio- j o r ó sin cesar el cultivo de arroz p o r medio de regadíos, gra-
n a l m e n t e constituía u n i m p e d i m e n t o p a r a la voluntad arbitra- cias a la difusión, desde el b a j o Yangtsé h a s t a Hopei, H u n a n
ria del e m p e r a d o r . B a j o el gobierno de los Ming se i n c r e m e n t ó y Fukien, de las variedades de m a d u r a c i ó n r á p i d a y de la doble
el c a r á c t e r a u t o r i t a r i o del Estado, cuyos sistemas de policía y cosecha. E n el sudoeste se colonizó Yunan. Las tierras margi-
de vigilancia secreta se hicieron m u c h o m á s amplios e impla- nales del sur se s e m b r a r o n de trigo, cebada y mijo, a d o p t a d o s
cables que los de la dinastía Sung 1 7 0 . La política de la corte del norte. Los cultivos comerciales de añil, azúcar y t a b a c o
se vio d o m i n a d a cada vez más p o r u n n u m e r o s o c u e r p o de eu- t o m a r o n u n volumen m u c h o mayor. La población de China,
nucos (situados p o r definición al m a r g e n de las n o r m a s confu- que p r o b a b l e m e n t e había descendido b a j o el dominio de los
cianas de a u t o r i d a d y responsabilidad paternas) y p o r violentas Ming hasta unos 65-80 millones de habitantes, volvió a crecer
luchas faccionales. La solidaridad de la burocracia letrada se r á p i d a m e n t e a consecuencia de este p r o g r e s o hasta alcanzar
debilitó con la inseguridad de la posesión del cargo y la divi- e n t r e 120 y 200 millones p o r el año 1600 173. En las ciudades
sión de las obligaciones, m i e n t r a s que en el sistema de grados e x p e r i m e n t a r o n u n notable desarrollo las telas de seda, las ce-
se' r e t r a s a b a c o n t i n u a m e n t e la edad de la graduación final. En r á m i c a s y el refinado del azúcar, m i e n t r a s que los textiles de
un p r i m e r m o m e n t o se creó u n gran ejército de más de tres
millones de h o m b r e s , que en su m a y o r p a r t e f u e posteriormen- 171
Esta es, al menos, la opinión más corriente. Elvin sitúa el final del
te diluido en una red de colonos militares. La principal innova- sistema de arrendamiento «servil» mucho después, a principios de la
ción fiscal del E s t a d o Ming fue la imposición sistemática de época Ch'ing, a la que considera como el primer período en el que se
prestaciones de t r a b a j o público sobre la población r u r a l y ur- generalizó la pequeña propiedad privada en el campo: The pattern of the
Chinese past, pp. 247-50.
171
Gernet, Le monde chinois, pp. 341-2.
173
170
Dawson, Imperial China, pp. 214-15; 218-19; Twitchett, «Chinese Ping-Ti Ho, Studies on the population of China, 1368-1953, Cambrid-
politics and society», pp. 72-3. ge (Massachusetts), 1969, pp. 101, 277; Perkins, Agricultural development
•n China, pp. 16, 194-201, 208-9.
478 552
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 279
algodón llegaban p o r vez p r i m e r a al u s o popular, sustituyendo superior a los navios europeos de la época, atravesaban los
a las tradicionales p r e n d a s de cáñamo. La adopción de los nue- océanos en dirección a Arabia y Africa. Pero estas expediciones
vos paños p o r el c a m p e s i n a d o hizo posible la creación de im- marítimas se a b a n d o n a r o n a mediados del m i s m o siglo, y la
p o r t a n t e s centros m a n u f a c t u r e r o s p a r a la producción de tela. a r m a d a imperial f u e c o m p l e t a m e n t e desmantelada en u n con-
A finales de la era Ming, la región de Singkiang a g r u p a b a quizá tragolpe de los terratenientes y b u r ó c r a t a s que presagiaba u n
a unos 200.000 artesanos de la industrial textil. El comercio mayor o s c u r a n t i s m o e involución oficiales 177. El clima indige-
interregional unificó progresivamente al país, a la p a r que se nista y restauracionista de la c u l t u r a Ming, que procedía de la
p r o d u c í a u n avance notable hacia la implantación de u n nuevo reacción xenófoba contra el dominio mogol, parece h a b e r con-
sistema monetario. El papel m o n e d a f u e a b a n d o n a d o poco des- ducido a u n «desplazamiento» al campo filológico y literario
pués de mediados del siglo xv a causa de las sucesivas deva- de la actividad intelectual, a c o m p a ñ a d o de u n interés decre-
luaciones; finalmente, se i m p o r t ó de América (vía Filipinas) y ciente p o r la ciencia y la técnica. Políticamente, el E s t a d o im-
de J a p ó n u n creciente volumen de plata, que llegó a constituir perial Ming r e p r o d u j o enseguida u n a trayectoria más o menos
el medio de intercambio d o m i n a n t e d e n t r o de China hasta que conocida: la ostentación palaciega, la corrupción administrati-
f i n a l m e n t e f u e a d o p t a d o en b u e n a medida p o r el sistema fiscal. va y la evasión de i m p u e s t o s p o r los terratenientes agotaron
El gran auge inicial de la economía Ming n o se mantuvo, su tesorería y provocaron u n a creciente presión sobre el
sin embargo, en el segundo siglo de dominio de la dinastía. Los campesinado, cuyas prestaciones de t r a b a j o f u e r o n c o n m u t a d a s
p r i m e r o s f r e n o s a su crecimiento se hicieron evidentes en la p o r impuestos en dinero, q u e subían sin p a r a r a medida que
agricultura: desde el a ñ o 1520 comenzaron a caer los precios el régimen era o b j e t o de a t a q u e s desde el exterior. La piratería
de la tierra al descender la rentabilidad de las inversiones ru- j a p o n e s a infestaba los mares, c e r r a n d o definitivamente el in-
rales p a r a la clase terrateniente 1 7 4 . Es posible que descendiera tervalo de poderío m a r í t i m o de China; las correrías de los mo-
t a m b i é n el crecimiento de la población. Las ciudades, p o r o t r a goles se renovaron en todo el norte, provocando u n a gran des-
parte, m o s t r a b a n todavía e x t e r i o r m e n t e u n a gran p r o s p e r i d a d trucción, y, en fin, los a t a q u e s expedicionarios de J a p ó n contra
comercial, con m e j o r a s en los m é t o d o s de producción de algu- Corea sólo p u d i e r o n ser resistidos gracias a e n o r m e s inversio-
nas de las viejas m a n u f a c t u r a s y con u n a u m e n t o en el sumi- nes en los ejércitos imperiales 178. Así, el crecimiento económico
n i s t r o de metales preciosos. Pero al m i s m o tiempo, y en u n pla- y demográfico del país se detuvo g r a d u a l m e n t e d u r a n t e el si-
n o m á s f u n d a m e n t a l , la tecnología industrial dejó de m o s t r a r glo xvi, coincidiendo con la decadencia política del gobierno
ningún nuevo dinamismo. B a j o el dominio de los Ming no pa- y el precio militar de su incompetencia. A principios del si-
rece que se p r o d u j e r a ningún invento u r b a n o de importancia, glo x v n , c u a n d o las p r i m e r a s incursiones m a n c h ú e s alcanza-
m i e n t r a s que se a b a n d o n a b a n u olvidaban algunos avances an- ron el n o r d e s t e de China, la seguridad interior del reino Ming
teriores (los relojes y las esclusas) 1 7 5 . El empleo de m a t e r i a s ya se estaba d e s m o r o n a n d o a medida que las h a m b r e s asolaban
p r i m a s p o r la i n d u s t r i a textil progresó del cáñamo al algodón, el c a m p o y las deserciones socavaban el ejército. Las revueltas
p e r o con ello se a b a n d o n a r o n las r u e d a s p a r a el hilado mecá- de los u s u r p a d o r e s y las insurrecciones de los campesinos inun-
nico q u e se utilizaban en la confección de los paños de c á ñ a m o darían muy p r o n t o a todo el país, desde Shensi y Szechuan
en el siglo xiv, lo que supuso u n a grave regresión técnica. Tam- h a s t a Kiangsu.
bién desde el p u n t o de vista organizativo, las m a n u f a c t u r a s ru-
rales del algodón retrocedieron a la i n d u s t r i a de casa de labor, Así pues, la conquista m a n c h ú ya estaba p r e p a r a d a p o r las
m i e n t r a s q u e la producción de telas de c á ñ a m o había desarro- condiciones internas de China b a j o los últimos e m p e r a d o r e s
llado u n sistema de t r a b a j o a don-; a l i o b a j o el control de los Ming: los interminables ataques, que se extendieron d u r a n t e
mercaderes 1 7 6 . La expansión naval alcanzó su apogeo a prin- dos generaciones, llevaron las b a n d e r a s tunguses desde Muk-
cipios del siglo xv, cuando los juncos chinos, de tonelaje m u y
177
174 Needham, Science and civilization in China, iv, 3, pp. 524-7, resume
Gernet, Le monde chinois, pp. 370-1. las hipótesis actuales sobre las razones de este cambio repentino.
,7i
Needham, Science and civilization in China, iv, 2, p. 508; iv, 3, p. 360. Sobre las vicisitudes de la última época del régimen Ming, véase
174
Elvin, The pattern of the Chínese past, pp. 195-9, 162, 274-6.
Dawson, Imperial China, pp. 247-9, 256-7.
478 554
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 280

den h a s t a Cantón. E n 1681 ya estaba ocupada toda la China ralelo en el m u n d o occidental , M . Al m i s m o tiempo, las conquis-
continental. La nueva dinastía Ch'ing, u n a vez en el poder, ha- tas militares m a c h ú e s —que pusieron p o r vez p r i m e r a en la
bría de r e p e t i r en u n a escala ampliada el m i s m o ciclo económi- historia a Mogolia, Sinkiang y el Tíbet b a j o control de China—
co que su predecesora. Políticamente, su gobierno f u e u n a mez- a u m e n t a r o n significativamente el t e r r i t o r i o potencial suscepti-
cla de tradiciones Yuan y Ming. La clase dirigente m a n c h ú ble d e colonización y cultivo. Los soldados y funcionarios de
conservó el s e p a r a t i s m o étnico, a c a n t o n ó en el país sus propios los Ch'ing extendieron hasta las p r o f u n d i d a d e s de Asia central
regimientos o b a n d e r a s y monopolizó los altos m a n d o s milita- las f r o n t e r a s continentales chinas.
res del Estado 1 7 9 . Los generales-gobernadores m a n c h ú e s , q u e En el siglo xix, sin embargo, se p r o d u j o de nuevo u n rela-
dirigían dos provincias simultáneamente, e s t a b a n p o r encima tivo e s t a n c a m i e n t o económico en la agricultura. La erosión del
de los gobernadores chinos, a cargo de la administración de suelo a r r a s ó la m a y o r p a r t e de los cultivos de las colinas y pro-
u n a sola provincia. La clase t e r r a t e n i e n t e china quedó, sin em- vocó inundaciones en los sistemas de regadío; la u s u r a y el
bargo, en posesión de la burocracia civil, y el sistema de exá- sistema señorial superexplotador c a m p a b a n p o r sus respetos
m e n e s se purificó con o b j e t o de e q u i l i b r a r la representación en las regiones m á s fértiles, y la superpoblación campesina co-
provincial. La tradicional c e n s u r a que ejercía el E s t a d o impe- m e n z a b a a hacerse evidente en las aldeas 1W. E n la segunda mi-
rial sobre la c u l t u r a f u e reforzada. D u r a n t e cerca de u n siglo, tad del siglo X V I I I , d u r a n t e el reinado del e m p e r a d o r Ch'ien
desde 1683 a 1753, el gobierno m a n c h ú r e d u j o los impuestos, Lung, la expansión militar m a n c h ú y el dispendio de la corte
detuvo la corrupción, conservó la paz interior y f o m e n t ó la co- ya h a b í a n s i t u a d o de nuevo la presión fiscal a u n o s niveles
lonización interior. La expansión de los cultivos p r o c e d e n t e s intolerables. E n el a ñ o 1795 estalló en el noroeste la p r i m e r a
de América a través de las Filipinas —maíz, patatas, cacahue- gran insurrección campesina, q u e f u e liquidada con dificultad
tes, boniatos— p e r m i t i ó p o r vez p r i m e r a la conquista agrícola t r a s ocho años de lucha. I n m e d i a t a m e n t e después, las manufac-
de las colinas de suelo poco p r o f u n d o . La emigración campe- t u r a s u r b a n a s e n t r a r o n t a m b i é n en u n p e r í o d o de crisis galo-
sina hacia las tierras altas forestales, h a b i t a d a s h a s t a entonces pante. D u r a n t e el siglo x v m se había p r o d u c i d o u n renacimien-
p o r pueblos tribales, se propagó con rapidez y p r o d u j o el res- t o de la p r o s p e r i d a d comercial en las ciudades. Los textiles, la
cate de grandes zonas de tierra p a r a el cultivo. Las semillas de porcelana, la seda, el papel, el té y el azúcar h a b í a n experimen-
arroz se m e j o r a r o n todavía m á s h a s t a conseguir cosechas en t a d o u n a f u e r t e alza d u r a n t e la paz Ch'ing. El comercio exterior
menos de la m i t a d del t i e m p o r e q u e r i d o p o r las p r i m e r a s va- a u m e n t ó considerablemente, i m p u l s a d o p o r la nueva d e m a n d a
riedades de m a d u r a c i ó n rápida de la época Sung. La extensión e u r o p e a de p r o d u c t o s chinos, a u n q u e a finales de siglo produ-
y la productividad agrícolas volvieron a crecer sin interrup- cía t a n sólo alrededor de u n a sexta p a r t e de los ingresos fisca-
ción, p e r m i t i e n d o u n explosivo a u m e n t o demográfico, q u e esta les procedentes del comercio interior. P e r o en el m o d e l o d e la
vez superó todas las m a r c a s anteriores. La población de China i n d u s t r i a china n o se p r o d u j o ningún c a m b i o cualitativo. Los
se duplicó o triplicó e n t r e 1700 y 1850, a ñ o en que alcanzó los grandes avances en la siderurgia de la época Sung n o f u e r o n
430 millones de h a b i t a n t e s 18°. Mientras que la población total seguidos p o r ningún proceso similar en la China m o d e r n a ; n o
de E u r o p a a u m e n t a b a de 144 a 193 millones de h a b i t a n t e s en- se p r o d u j o ningún desarrollo de la i n d u s t r i a de bienes de pro-
t r e 1750 y 1800, se h a calculado que la población de China su- ducción. Las industrias de artículos de consumo, que desde la
bió de 143 a 360 millones e n t r e 1741 y 1812. La p r o d u c c i ó n m á s época Ming siempre h a b í a n sido las m á s boyantes, t a m p o c o
intensiva de arroz, que siempre f u e s u p e r i o r al cultivo de cerea- p r o d u j e r o n ningún avance tecnológico decisivo en la época
les de secano, hizo posible u n a densidad demográfica sin pa- Ch'ing y ni siquiera se había extendido en ellas de f o r m a sig-

1,1
Los soldados chinos de la «bandera verde» formaban un ejército Gernet, Le monde chinois, p. 424. Todavía hoy la productividad in-
subordinado del Estado Ch'ing. El dualismo que existía entre los regi- ternacional media del arroz es superior en un 75 por 100 por ha a la
mientos manchúes y chinos se mantuvo hasta los últimos años de la del trigo. Es el siglo xviii, la ventaja del arroz chino sobre el trigo eu-
dinastía, a comienzos del siglo xx: V. Purcell, The Boxer uprising, Cam- ropeo era mucho mayor.
1U
bridge, 1963, pp. 20-4. Dawson, Imperial China, pp. 301-2; Ho, Studies on the population
Ping-Ti Ho, Studies on the population of China, pp. 208-15. of China, pp. 217-21.
478 556
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 281

nificativa la utilización de t r a b a j o asalariado a principios del con el r e s t o de las insurrecciones, selló la irreversible decaden-
siglo xix. La balanza global e n t r e los sectores u r b a n o y r u r a l cia del sistema político m a n c h ú . El E s t a d o imperial intentó
de la economía b a j o el dominio m a n c h ú se revela en el e n o r m e levantar sus finanzas p o r m e d i o de nuevos i m p u e s t o s comer-
p r e d o m i n i o en el sistema fiscal de las capitaciones y los im- ciales, cuyo valor global se multiplicó p o r siete e n t r e 1850 y
puestos sobre la tierra que, h a s t a finales del siglo X V I I I , as- 1910, lo q u e s u p u s o u n a carga q u e debilitó todavía m á s a las
cendieron al 70 y 80 p o r 100 de los ingresos totales del E s t a d o industrias interiores, p r e c i s a m e n t e en el m o m e n t o en q u e esta-
Ch'ing 183 . Por o t r a parte, y desde mediados del siglo xix, la b a n siendo d a ñ a d a s p o r u n a i m p r e s i o n a n t e competencia extran-
expansión imperialista europea comenzó a a t a c a r p o r vez pri- j e r a 1M. Los textiles de algodón de I n g l a t e r r a y Norteamérica
m e r a al comercio y las m a n u f a c t u r a s tradicionales de China y h u n d i e r o n la producción autóctona; el té de la India y de Cei-
a dislocar todo el a p a r a t o defensivo del E s t a d o Ch'ing. La pri- lán a r r u i n ó las plantaciones locales; las sedas japonesas e ita-
m e r a f o r m a de presión occidental f u e esencialmente comercial: lianas se a d u e ñ a r o n de los tradicionales m e r c a d o s de exporta-
el ilícito t r á f i c o de opio realizado p o r las compañías inglesas ción. La presión militar imperialista se hizo c a d a vez m á s d u r a
en la China del S u r desde la segunda década del siglo xix oca- h a s t a c u l m i n a r en la g u e r r a chino-japonesa de 1894-5. Las hu-
sionó al gobierno m a n c h ú u n déficit en el comercio exterior al millaciones a n t e el e x t r a n j e r o provocaron u n a turbulencia in-
a u m e n t a r las importaciones de narcóticos. La creciente crisis terior (rebelión de los bóxer) que c o n d u j o a nuevas interven-
de la balanza de pagos se agravó con la caída de la p l a t a en ciones e x t r a n j e r a s . El E s t a d o Ch'ing, t a m b a l e á n d o s e b a j o estos
el m e r c a d o mundial, que c o n d u j o a u n a depreciación de la mo- múltiples golpes, f u e demolido f i n a l m e n t e p o r la revolución
neda china y a u n a galopante inflación interior. El intento de republicana de 1911, en la que u n a vez m á s se mezclaron diver-
los Ch'ing de detener el comercio del opio f u e liquidado p o r sos elementos sociales y nacionales.
la fuerza de las a r m a s en la g u e r r a anglo-china de 1841-2. La agonía final y la m u e r t e del gobierno imperial en
Estos reveses económicos y militares, a c o m p a ñ a d o s p o r u n a China i m p r i m i e r o n en los observadores europeos del siglo xix
inquietante penetración ideológica del exterior, f u e r o n segui- la idea de q u e se t r a t a b a de u n a sociedad esencialmente estan-
do? p o r el gran t e r r e m o t o social de la rebelión de los Taiping. cada, q u e se d e s m o r o n a b a a n t e la irrupción del Occidente di-
D u r a n t e quince años, de 1850 hasta 1864, esta e n o r m e insurrec- námico. Pero en u n a perspectiva m á s amplia, el espectáculo
ción campesina y plebeya —sin d u d a alguna la m a y o r rebelión del d e r r u m b a m i e n t o del E s t a d o Ch'ing era engañoso. E n efec-
p o p u l a r que se p r o d u j o en todo el m u n d o d u r a n t e el siglo xix— to, t o d o el curso de la historia imperial china, desde la época
sacudió los cimientos del imperio. Los soldados del «Reino Ce- Tang h a s t a la Ch'ing, revela en d e t e r m i n a d o s aspectos básicos
leste», inspirados p o r los ideales igualitarios y p u r i t a n o s de la u n desarrollo p r o f u n d a m e n t e acumulativo. El e n o r m e a u m e n t o
doctrina Taiping, conquistaron la m a y o r p a r t e de la China cen- de la población del país, q u e pasó de u n o s 65 millones en 1400
tral. Mientras tanto, la China del N o r t e era sacudida p o r o t r o s a 430 en 1850 — u n avance demográfico que dejó m u y a t r á s al
levantamientos r u r a l e s de los rebeldes Nien, y las minorías ét- de E u r o p a en el m i s m o período—, testifica p o r sí solo el vo-
nicas y religiosas o p r i m i d a s —sobre t o d o las c o m u n i d a d e s mu- l u m e n de la expansión de las fuerzas de producción en China
sulmanas— explotaban en diferentes revueltas en Kweichow, t r a s la época Yuhan. Si se consideran en u n a perspectiva secular,
Yunan, Shensi, Kansu y Sinkiang. Las feroces guerras de re- los avances agrícolas experimentados a comienzos de la China
presión desencadenadas p o r el E s t a d o Ch'ing c o n t r a estos su- m o d e r n a f u e r o n notables. El e n o r m e crecimiento demográfico,
cesivos levantamientos de los p o b r e s se prolongaron d u r a n t e q u e multiplicó p o r seis el n ú m e r o de h a b i t a n t e s en el trans-
cerca de tres décadas. H a s t a 1878 n o a c a b a r o n las operaciones curso de cinco siglos, p a r e c e h a b e r sido c o n s t a n t e m e n t e igua-
de los m a n c h ú e s , con la «pacificación» definitiva de Asia cen- lado p o r el a u m e n t o en la producción de cereales h a s t a el mis-
tral. Las pérdidas totales de estas luchas gigantescas ascendie- m o fin del p r o p i o orden imperial; de hecho, la r e n t a percápita
ron quizá a 20 ó 30 millones de personas, y la destrucción f u e relativamente estable desde 1400 h a s t a 1900 185. El gran au-
agraria f u e del m i s m o orden. La rebelión de los Taiping, j u n t o
1M
Gernet, Le monde chinois, pp. 485-6.
IB
Gernet, Le monde chinois, p. 424. Perkins, Agricultural development in China, pp. 14-15, 32.
478 558
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 282

m e n t ó e x p e r i m e n t a d o p o r la producción total de g r a n o d u r a n t e u s u r a e s t a b a tan extendida q u e u n propietario nominal era


este medio milenio se h a a t r i b u i d o en p a r t e s a p r o x i m a d a m e n t e « f r e c u e n t e m e n t e poco m á s que el a r r e n d a t a r i o de u n présta-
iguales a la expansión cuantitativa de la tierra cultivada y a mista» 1 9 1 . Las tres c u a r t a s p a r t e s de la tierra cultivada p o r
la m e j o r a cualitativa de las cosechas, cada u n a de las cuales a r r e n d a t a r i o s estaban a r r e n d a d a s , d u r a n t e la época Ch'ing, p o r
parece h a b e r contribuido a la m i t a d a p r o x i m a d a del crecimien- r e n t a s fijas en especie o dinero, lo que p e r m i t í a f o r m a l m e n t e
t o total de la producción 1 8 é . D e n t r o de la p a r t e q u e en este las m e j o r a s en la productividad p a r a beneficio del p r o d u c t o r
p r o g r e s o c o r r e s p o n d e a las cosechas, la m i t a d de las m e j o r a s directo. Una c u a r t a p a r t e de la tierra, situada en su mayoría
registradas se debe p r o b a b l e m e n t e al u s o de m e j o r e s semillas en las regiones más p o b r e s del norte, d o n d e el a r r e n d a m i e n t o
y a la introducción de nuevas p l a n t a s y de la doble cosecha, era menos i m p o r t a n t e , se regía p o r acuerdos de aparcería m .
m i e n t r a s q u e la otra m i t a d se podría d e b e r a la m a y o r utiliza- A finales de la época Ch'ing se comercializaba, a lo sumo, u n
ción del control del agua y de los fertilizantes 187. Al final de 30 ó 40 p o r 100 del p r o d u c t o agrícola 1 9 3 . Las fincas de los te-
esta larga evolución, y a p e s a r de los últimos y desastrosos años rratenientes, c o n c e n t r a d a s en la región del Yangtsé, el s u r y
del gobierno Ch'ing, los niveles de productividad en el cultivo Manchuria, cubrían la m a y o r p a r t e de la tierra m á s productiva.
a r r o c e r o de China se situaban muy p o r encima de los d e o t r o s El 10 p o r 100 de la población r u r a l poseía el 53 p o r 100 de la
países asiáticos, tales c o m o la India o Tailandia. Con todo, tierra cultivada, y la extensión de la p r o p i e d a d media de los
este modelo de desarrollo agrario estuvo desprovisto casi p o r terratenit-ites era 128 veces m a y o r q u e la de la parcela media
completo de m e j o r a s tecnológicas i m p o r t a n t e s después de la del campesino 194. Las tres cuartas p a r t e s de los terratenientes
época Sung 18S. El a u m e n t o en la producción de g r a n o se debió eran propietarios absentistas. Las ciudades f o r m a b a n los nú-
invariablemente a u n cultivo más extensivo de la tierra, a u n a cleos de los distintos círculos concéntricos de la p r o p i e d a d y
aplicación m á s intensiva del t r a b a j o , a la plantación de semi-
la producción agraria: la tierra s u b u r b a n a e s t a b a monopoliza-
llas m á s variadas y al uso m á s extendido del riego y los ferti-
da p o r los comerciantes, los funcionarios y los terratenientes
lizantes. Por lo demás, la tecnología r u r a l p e r m a n e c i ó estacio-
y se destinaba a los cultivos industriales y a la h o r t i c u l t u r a ;
naria.
más allá se situaban los campos de arroz y trigo, destinados
También es posible que las relaciones de propiedad hayan al comercio y dominados p o r los terratenientes; p o r último, e n
c a m b i a d o relativamente poco tras la época Sung, a u n q u e en las regiones m á s altas o m á s inaccesibles e s t a b a n las m í s e r a s
este c a m p o la investigación todavía es f r a g m e n t a r i a e insegura. parcelas de los campesinos. Las ciudades provinciales se ha-
Se ha calculado recientemente que, desde el siglo xx al xix, el bían multiplicado d u r a n t e la época Ch'ing, pero la sociedad
índice global de tenencia en a r r e n d a m i e n t o s p o r los campesi- china e s t a b a p r o p o r c i o n a l m e n t e m á s u r b a n i z a d a en la época
nos sin tierra p u e d e situarse, de f o r m a p r á c t i c a m e n t e constan- Sung, m á s de quinientos años antes 195.
te, en t o r n o al 30 p o r 100 189. El E s t a d o Ch'ing d e j ó t r a s d e sí Porque, en efecto, las fuerzas de p r o d u c c i ó n parecen h a b e r
u n a configuración r u r a l que era, en realidad, u n expresivo re- t o m a d o en la China imperial u n a curiosa f o r m a espiral t r a s
s u m e n de las tendencias seculares de la historia agrícola de las grandes revoluciones socioeconómicas de la era Sung en
China. En las décadas de 1920 y 1930, p r o b a b l e m e n t e el 50 p o r los siglos x-xin. Sus movimientos se repitieron en planos cada
100 de los campesinos chinos eran propietarios de las tierras vez m á s altos, sin desviarse n u n c a de la línea central, h a s t a
q u e ocupaban, el 30 p o r 100 e r a n a r r e n d a t a r i o s y o t r o 20 por que finalmente esta recurrencia dinámica se vio q u e b r a d a y
100 e r a n s i m u l t á n e a m e n t e propietarios y arrendatarios 1 9 0 . La aplastada p o r fuerzas exteriores a su f o r m a c i ó n social y tradi-

Ibid., p. 36.
m 192
Ibid., pp. 33, 37. Perkins, Agricultural development in China, pp. 104-6.
ln 193
Ibid., pp. 38-51, 60-73. Ibid., pp. 114-5 136.
,M 194
Ibid., pp. 56-8, 77. Una excepción insólita parece haber sido la intro- Ho, Studies on the population of China, p. 222.
195
ducción del molino de viento, cuyos primeros testimonios datan de prin- Elvin, The pattern of the Chinese past, pp. 176-8: el porcentaje de
cipios del siglo xvii. población que vivía durante el siglo x n en ciudades de más de 100.000
Perkins, Agricultural development in China, pp. 98-102. habitantes se situaba quizá entre el 6 y el 7,5 por 100, mientras que en
R. H. Tawney, Land and labour in China, Londres, 1937, p. 34. el año 1900 era sólo del 4 por 100.
478 El «modo de producción asiático» 561
478 Dos notas

cional. La p a r a d o j a de este movimiento peculiar de la historia do el Renacimiento de las ciudades italianas se extiende h a s t a
china de la época m o d e r n a es que la mayoría de las condicio- a b a r c a r a toda la E u r o p a occidental, las ciudades chinas deja-
nes previas p u r a m e n t e técnicas p a r a la industrialización capi- ron de s u m i n i s t r a r al imperio impulsos o innovaciones funda-
talista se habían alcanzado m u c h o antes en China que e n Euro- mentales. De f o r m a significativa quizá, la ú l t i m a gran creación
pa. A finales de la E d a d Media, China llevaba u n a amplia y u r b a n a f u e la construcción de la nueva capital de Pekín p o r
decisiva v e n t a j a tecnológica sobre Occidente, y se había an- los Yuan. La dinastía Ming t r a t ó inútilmente de restablecer el
ticipado en varios siglos a p r á c t i c a m e n t e todos los inventos centro político del país en la vieja ciudad de Nanking, pero n o
clave de la producción material cuya combinación h a b r í a de añadió ninguna nueva creación propia. Económicamente, ade-
liberar el d i n a m i s m o económico de la E u r o p a renacentista. más, las sucesivas etapas de la f o r m i d a b l e expansión agraria
Todo el desarrollo de la civilización imperial china p u e d e con- tuvieron lugar sin ningún equivalente industrial c o m p a r a b l e y
siderarse en cierto sentido, efectivamente, c o m o la m á s gran- sin recibir ningún impulso tecnológico de la economía u r b a n a ,
diosa demostración y la m á s p r o f u n d a experiencia del p o d e r h a s t a que f i n a l m e n t e el propio crecimiento u r b a n o tropezó con
y de la impotencia de la técnica en la historia 1%. Los avances los límites insuperables de la superpoblación y de la escasez
e n o r m e s y sin precedentes de la economía Sung —especialmen- de tierra. Parece claro, pues, q u e d e n t r o de sus propios límites,
te en la metalurgia— se m a l o g r a r o n en las épocas posteriores: la agricultura china tradicional alcanzó su p u n t o c u l m i n a n t e
la t r a n s f o r m a c i ó n radical de la industria y de la sociedad que de posibilidades en la p r i m e r a época Ch'ing, c u a n d o sus nive-
p r o m e t í a n n u n c a tuvo lugar. En este sentido, todo parece indi- les de productividad eran muy superiores a los de la agricul-
car que la época Ming es la clave del enigma chino, que f u t u r o s t u r a e u r o p e a contemporánea, y que a p a r t i r de entonces sólo
historiadores h a b r á n de resolver, p o r q u e f u e en este m o m e n t o h a b r í a podido m e j o r a r con la introducción de p r o d u c t o s es-
cuando, a p e s a r de los impresionantes avances iniciales p o r pecíficamente industriales, c o m o los fertilizantes químicos o
m a r y tierra, los mecanismos del crecimiento científico y tec- la tracción mecánica 198. La incapacidad del sector u r b a n o p a r a
nológico de las ciudades parecen detenerse o d a r m a r c h a generar estos p r o d u c t o s f u e decisiva p a r a el bloqueo de toda
a t r á s 197. A p a r t i r de comienzos del siglo xvi, p r e c i s a m e n t e cuan- la economía china. La presencia de u n vasto m e r c a d o interior,

Esta es, en efecto, la inolvidable lección del magistral y apasio- Elvin ha analizado con la mayor amplitud este callejón sin salida:
nante libro de Needham, cuyo alcance no tiene precedentes en la histo- The pattern of the Chínese past, pp. 306-9 ss. El gran mérito del libro
riografía moderna. Es preciso decir, sin embargo, que la apresurada de Elvin es el de haber planteado con más claridad que cualquier otro
clasificación de Needham de la sociedad imperial china como «burocra- estudio las paradojas centrales de la economía china a principios de la
tismo feudal» queda claramente por debajo del nivel científico que tiene era moderna, tras el florecimiento de la época Sung. Pero su solución
el conjunto de su obra. La unión de ambos no hace al término «feuda- al problema del estancamiento imperial es demasiado estrecha y super-
lismo» más aplicable ni al término «burocracia» menos perogrullesco ficial para ser convincente. La expresión «trampa de alto equilibrio» que
para definir a la formación social china a partir del año 200 a. C. Needham utiliza para describir el bloqueo de la economía tras el período Sung
es en realidad demasiado lúcido como para no darse cuenta de esto, y no lo explica en realidad, y se limita a replantear el problema con un
nunca lo utiliza de forma categórica. Véase, por ejemplo, esta reveladora aire engañosamente técnico. El alto equilibrio sólo se alcanzó en la agri-
afirmación: «La sociedad china era un burocratismo (o quizá un feuda- cultura, que, a pesar de las apariencias, es todo lo que estudia realmente
lismo burocrático), es decir, un tipo de sociedad desconocido en Europa». el análisis final de Elvin. El «equilibrio» en la industria fue, por el
Science an civilization in China, II, p. 377. La última frase es la verda- contrario, más bien bajo. En otras palabras, el estudio de Elvin elude
deramente operativa: el «es decir» reduce implícitamente los predicados el problema de por qué no se produjo una revolución industrial en las
antecedentes a su verdadero papel. Needham advierte expresamente en ciudades que proporcionase inversiones «científicas» en la agricultura.
otro lugar contra la identificación del «feudalismo» o el «burocratismo Las observaciones con las que rechaza las explicaciones sociológicas de las
feudal» de China con cualquier otra cosa designada con estas mismas limitaciones de la industria china (pp. 286-96) son demasiado tajantes para
palabras en la experiencia europea (iv, 3, p. 263), con lo que pone radi- ser convincentes, y además están en claro desacuerdo con su propio
calmente en cuestión (¿de forma involuntaria?) la utilidad de un concepto estudio sobre las condiciones de la industria textil (pp. 279-82). En gene-
común para referirse a ambos. ral, The pattern of the Chínese past sufre de una falta de verdadera
197 integración o articulación de sus análisis económicos y sociales, que se
Los avances en campos tales como la medicina y la botánica parecen desarrollan en niveles separados. La tentativa final de una explicación
haber sido una excepción. Véase Needham, Science and civilization in «puramente» económica del estancamiento chino es claramente inade-
China, III, Mathematics and the Sciences of the heavens and the earth, cuada.
Cambridge, 1959, pp. 437, 442, 457; iv, 2, p. 508; iv, 3, p. 526.
478
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 563
q u e p e n e t r a b a p r o f u n d a m e n t e en el campo, y de i m p o r t a n t e s n o f u e capaz de d e s a r r o l l a r el concepto teórico de leyes de la
acumulaciones de capital mercantil parecían c r e a r las condi- naturaleza m á s allá del ingenio p r á c t i c o de sus invenciones
ciones propicias p a r a la aparición de u n v e r d a d e r o sistema fa- técnicas o de los r e f i n a m i e n t o s de su a s t r o n o m í a oficialmente
patrocinada. Sus ciencias tendían a ser clasificatorias antes
bril que combinase el equipo mecanizado con el t r a b a j o asala- que causales y a c e p t a b a n las irregularidades —que a m e n u d o
riado. Pero en realidad n u n c a se dio el salto a u n a producción detectaban de f o r m a m á s p e n e t r a n t e q u e las c o n t e m p o r á n e a s
en m a s a de bienes de c o n s u m o p o r m e d i o de m á q u i n a s ni a la ciencias de Occidente— d e n t r o de una cosmología elástica, sin
t r a n s f o r m a c i ó n de los artesanos u r b a n o s en u n p r o l e t a r i a d o i n t e n t a r e n f r e n t a r s e a ellas y explicarlas. De ahí su peculiar
carencia de p a r a d i g m a s determinados, cuya falsación pudiera
industrial. El crecimiento agrícola alcanzó su plenitud mien- conducir a revoluciones teóricas d e n t r o de ellas 202. Por o t r a
t r a s se descuidaba el potencial industrial. parte, la rígida división social e n t r e letrados y a r t e s a n o s im-
E s t a p r o f u n d a desproporción puede obedecer, sin duda, a pidió el decisivo e n c u e n t r o e n t r e la teoría m a t e m á t i c a y la ex-
perimentación que p r o d u j o en E u r o p a el n a c i m i e n t o de la fí-
la e s t r u c t u r a de la sociedad y el E s t a d o chinos, porque, como sica m o d e r n a . Por consiguiente, la ciencia china siempre tuvo
ya h e m o s visto, los m o d o s de producción de toda f o r m a c i ó n u n carácter vinciano m á s que galileano, en f r a s e de N e e d h a m 203,
social precapitalista son especificados siempre p o r el a p a r a t o n u n c a cruzó la línea divisoria que lleva al «universo de la pre-
cisión».
político-jurídico de dominación de clase que impone su pecu-
liar coerción extraeconómica. La propiedad privada de la tierra
—medio básico de producción— se desarrolló m u c h o m á s en
la civilización china que en la islámica, y sus distintas trayec-
torias se vieron ciertamente m a r c a d a s p o r esa diferencia fun- A largo plazo, la ausencia de leyes jurídicas y n a t u r a l e s e n
damental. A p e s a r de ello, los conceptos chinos de propiedad el c o n j u n t o de tradiciones s u p e r e s t r u c t u r a l e s del sistema im-
se q u e d a r o n todavía m u y p o r d e t r á s de los europeos. La pro- perial no podía d e j a r de inhibir sutilmente a las m a n u f a c t u r a s
piedad c o n j u n t a de la familia estaba m u y extendida e n t r e los
u r b a n a s , situadas en u n a s ciudades q u e n u n c a consiguieron la
t e r r a t e n i e n t e s y, además, los derechos de p r i o r i d a d y de re-
autonomía cívica. Los m e r c a d e r e s del Yangtsé a c u m u l a r o n con
venta limitaban las ventas de tierra 1 9 9 . El capital u r b a n o mer-
frecuencia grandes f o r t u n a s comerciales, y los b a n q u e r o s de
cantil se vio a f e c t a d o p o r la falta de toda clase de n o r m a s de
Shensi extendieron sus r a m a s p o r t o d o el país en la época
p r i m o g e n i t u r a y p o r la monopolización estatal de algunos sec-
Ch'ing. Pero el capital mercantil o financiero de China n o afec-
tores clave de la producción interior y de las exportaciones al
tó p a r a n a d a al específico proceso de producción. Con pocas
e x t r a n j e r o 200. El arcaísmo de los vínculos de clan —de los que
carecían los grandes estados islámicos— reflejaba la falta de excepciones, el estadio i n t e r m e d i o de u n sistema de t r a b a j o a
u n v e r d a d e r o sistema de derecho civil. La c o s t u m b r e o el pa- domicilio no se desarrolló en la economía de las ciudades. Los
rentesco sobrevivieron como p o d e r o s o s conservadores de la comerciantes mayoristas t r a t a b a n con contratistas, los cuales
tradición ante la falta de u n derecho codificado. Las prescrip- c o m p r a b a n d i r e c t a m e n t e a los p r o d u c t o r e s a r t e s a n o s y vendían
ciones legales del E s t a d o tenían u n c a r á c t e r esencialmente pu-
nitivo, se referían ú n i c a m e n t e a la supresión del delito y n o en un sentido vertical, del Estado a los individuos, antes que en un
p r o p o r c i o n a b a n ningún m a r c o j u r í d i c o positivo p a r a la direc- plano horizontal, entre dos individuos.» Bodde afirma que la cultura china
no mantuvo en ninguna época la idea de que el derecho escrito pudiera
ción de la vida económica 2 0 1 . De m o d o similar, la c u l t u r a china ser de origen divino, en contraposición con la jurisprudencia islámica,
por ejemplo (p. 10).
202
Véase el excelente estudio de S. Nakayama, «Science ana technology
H. F. Schurmann, «Traditional property concepts in China», The Far in China», Half the world, pp. 1434; las irregularidades astronómicas
Eastern Quarterly, xv, 4, agosto de 1956, pp. 507-16, insiste con fuerza en que trastornaban los cálculos tradicionales eran aceptadas con amable
estos límites de los conceptos chinos de propiedad privada agrícola. calma, con el dicho que «incluso los cielos se extravían en ocasiones».
200
Balazs, Chinese civilization and bureaucracy, subraya especialmente 201
Needham ha ofrecido algunos análisis elocuentes: Science and civi-
la función inhibidora de los monopolios estatales y de la propiedad im- lization in China, II, History of scientific thought, Cambridge, 1956, pá-
perial de la mayor parte del suelo urbano (pp. 44-51). ginas 542-3, 582-3; u, pp. 150-68; The grand titration, Londres, 1969, pági-
201
En este punto han insistido la mayor parte de los investigadores. nas 36-7, 39-40, 184-6, 299-330. Needham opina que existía una estrecha
Véase, por ejemplo, D. Bodde y C. Morris, Law in imperial China, Cam- conexión entre el atraso sectorial de la física y la heteronomía social de
bridge (Massachusetts), 1967, pp. 4-6. «El derecho oficial siempre actuaba la clase mercantil en la China imperial.
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 565
los p r o d u c t o s sin n i n g u n a intervención directiva en el proceso
cían e n t r e los funcionarios enviados a las provincias y los
de su m a n u f a c t u r a . La b a r r e r a e n t r e producción y distribución
t e r r a t e n i e n t e s locales que colaboraban con ellos en la realiza-
se institucionalizaba a m e n u d o p o r la concesión oficial de mo-
ción de las funciones públicas (transporte, regadío, educación,
nopolios funcionales 204. Así pues, la inversión de capital comercial
religión, etc.) y el m a n t e n i m i e n t o del o r d e n público (unidades
en la m e j o r a de la tecnología m a n u f a c t u r e r a era m í n i m a : a m b o s
de defensa, etc.), p o r lo q u e recibían lucrativos ingresos en
estaban f u n c i o n a l m e n t e separados. Los m e r c a d e r e s y b a n q u e r o s ,
concepto de «servicios» 209. Las extensas familias de los terrate-
que n u n c a gozaron de la estima que los comerciantes tenían en el
nientes incluían tradicionalmente a algunos m i e m b r o s que ha-
m u n d o árabe, i n t e n t a b a n p o r lo general realizar sus f o r t u n a s p o r
bían a p r o b a d o los exámenes p a r a o b t e n e r el r a n g o chin-shih
m e d i o de la c o m p r a de tierra y, p o s t e r i o r m e n t e , de grados en el
y el acceso f o r m a l al a p a r a t o b u r o c r á t i c o del Estado, y otros
sistema de exámenes. Carecían de identidad política corpora-
m i e m b r o s en las ciudades provinciales o en los distritos rurales
tiva, p e r o n o de movilidad social personal 205. A la inversa, los
q u e carecían de esos títulos. Los poseedores de grados ocupa-
terratenientes iban a d e s c u b r i r m á s t a r d e las o p o r t u n i d a d e s
b a n p o r lo general las posiciones administrativas locales o cen-
lucrativas ofrecidas p o r la actividad mercantil. El resultado de
trales, m i e n t r a s que sus parientes se encargaban de las tierras.
todo esto f u e la imposibilidad de u n a cristalización, organización
Pero el e s t r a t o más rico y poderoso de la clase terrateniente
o solidaridad colectiva de la clase comercial u r b a n a , incluso cuan-
siempre estuvo c o m p u e s t o p o r aquellos q u e tenían cargos o
do el sector privado de la economía a u m e n t ó cuantitativamente
vínculos con el Estado, cuyos e m o l u m e n t o s públicos (proceden-
en los m o m e n t o s finales de la época Ch'ing. Las asociaciones mer-
tes de los salarios, la corrupción y los servicios) s u p e r a b a n
cantiles e r a n p o r lo general del tipo regionalista de las Land-
n o r m a l m e n t e en la época Ch'ing sus ingresos privados agríco-
smannschaft 206, cuya función política era m á s de división que
las quizá h a s t a en u n 50 p o r 100 21°. Así, m i e n t r a s que el con-
de unificación. Como e r a presumible, el papel de la clase mer-
j u n t o de la clase t e r r a t e n i e n t e china debía su p o d e r social y
cantil china en la revolución republicana que f i n a m e n t e derro-
político a su control sobre los medios básicos de producción,
có al i m p e r i o a principios del siglo xx f u e p r u d e n t e y am-
llevado a cabo p o r su cualificada p r o p i e d a d privada de la tie-
bigua 207.
rra, su c a m b i a n t e élite —quizá poco menos del 1 p o r 100 de la
La m a q u i n a r i a del E s t a d o imperial, q u e limitaba de esa población en el siglo xix— e s t a b a d e t e r m i n a d a p o r el sistema
f o r m a a las ciudades, d e j ó t a m b i é n su i m p r o n t a en los terra- de grados q u e le d a b a acceso oficial a la m a y o r riqueza y a la
tenientes. La clase poseedora de China siempre c o n t ó con u n a m á s alta a u t o r i d a d del sistema administrativo 2 1 1 . La inversión
doble b a s e económica: sus fincas y sus cargos. El volumen to- a g r a r i a era desviada, pues, p o r el a b s o r b e n t e papel del Esta-
tal de la b u r o c r a c i a imperial siempre f u e m u y p e q u e ñ o en com- do imperial en el seno de la clase dominante. Los repentinos
paración con la población del país: e n t r e 10.000 y 15.000 fun- y grandes avances en la productividad de la agricultura china
cionarios en la e r a Ming y menos de 25.000 en la época Ch'ing 208. procedieron n o r m a l m e n t e de a b a j o , en las fases de m e n o r pre-
Su eficacia dependía de los vínculos informales que se estable- sión fiscal y política del E s t a d o sobre el c a m p e s i n a d o que se
p r o d u c í a n al comienzo de u n ciclo dinástico. Los consiguientes
204
Elvin, The pattern of the Chínese past, pp. 278-84. a u m e n t o s demográficos p r o v o c a b a n entonces n o r m a l m e n t e u n
205
Ping-Ti Ho, The ladder of success in imperial China: aspects of so-
cial mobility, 1368-1911, Nueva York, 1962, pp. 46-52; sobre los aspectos
generales de la movilidad social en la China de las épocas Ming-Ch'ing, 209
véanse las pp. 54-72. Véase también Balazs, Chínese civilization and bu- Chang, The income of the Chínese gentry, pp. 43-7 ss.
210
reaucracy, pp. 51-2. Chang, The income of the Chínese gentry, p. 197: los poseedores
206
Ping-Ti Ho, «Salient aspects of China's heritage», en Ping-Ti Ho y de grados académicos gozaban también por lo general de amplios ingresos
Tang Tsou, comps., China in crisis, 1, Chicago, 1968, pp. 34-5. procedentes de actividades mercantiles, que en conjunto, según los cálcu-
207
Véase el amplio y revelador ensayo de M.-C. Bergéres, «The role los de Chang, debían suponer alrededor de la mitad de los producidos
of the bourgeoisie», en M. Wright, comp.. China in revolution: The first por sus propiedades territoriales.
211
phase, 1900-1913, New Haven, 1968, pp. 229-95. Chang, The Chínese gentry, p. 139, calcula que los titulares de gra-
m
Gernet, Le monde chinois, pp. 343-4; Chang-Li Chang, The income dos y sus familias representaban, antes de la rebelión Taiping, el 1,3
of the Chínese gentry, Seattle, 1962, pp. 38, 42. La burocracia Ch'ing contaba por 100 de la población. Los estudios de Chang limitan arbitrariamente
con un grupo adicional de unos 4.000 funcionarios manchúes. la definición de gentry a este único estrato, pero sus hallazgos no im-
plican la aceptación de este límite.
478 566
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 286

nuevo m a l e s t a r social en el campo, q u e se hacía progresiva- segmentadas, m i e n t r a s q u e las ciudades islámicas e r a n labe-
m e n t e m á s peligroso p a r a los t e r r a t e n i e n t e s a m e d i d a que la rintos confusos y aleatorios. El apogeo de la agricultura inten-
población crecía, h a s t a llegar al episodio final del «Reino Ce- siva, con la utilización de las obras hidráulicas m á s desarro-
leste» de los Taiping. Al m i s m o tiempo, el a u t o r i t a r i s m o polí- lladas del m u n d o , se c o m b i n a b a en China con la p r o p i e d a d
tico del E s t a d o imperial tendió a intensificarse después de la privada de la tierra, m i e n t r a s que el m u n d o islámico m o s t r a b a
época Sung 2 1 2 . El c o n f u c i a n i s m o se f u e haciendo cada vez más p o r lo general u n monopolio j u r í d i c o de la tierra p o r p a r t e del
represivo y el p o d e r del e m p e r a d o r m á s amplio h a s t a la m i s m a soberano y u n cultivo irregular o extensivo, sin la introducción
víspera de la caída de la dinastía Ch'ing. de sistemas de regadío de alguna importancia. Ninguna de es-
Las civilizaciones china e islámica —que en sus diferentes tas grandes zonas tuvo c o m u n i d a d e s igualitarias de aldea; p e r o
m a r c o s naturales 2 1 3 se extendían a principios de la época mo- en todo caso la productividad r u r a l generalmente e s t a n c a d a del
d e r n a p o r la m a y o r p a r t e del continente asiático— compren- Oriente Medio y del n o r t e de Africa contrasta c l a r a m e n t e con
den, pues, dos morfologías c l a r a m e n t e divergentes de E s t a d o los e n o r m e s progresos agrícolas registrados e n China. Natural-
y sociedad. Las diferencias e n t r e a m b a s p o d r í a n r e f e r i r s e prác- mente, las diferencias de clima y de suelo n o f u e r o n a j e n a s a
ticamente a todos sus elementos. Las guardias militares de es- estos diferentes rendimientos. La población de a m b a s regiones
clavos q u e constituyeron con t a n t a frecuencia la cima de los c o r r e s p o n d e n a t u r a l m e n t e a la dinámica de las f u e r z a s de pro-
sistemas políticos islámicos son la antítesis de los terratenien- ducción en la r a m a principal de toda economía precapitalista:
tes letrados de c a r á c t e r civil q u e d o m i n a r o n el E s t a d o imperial estabilidad en el Islam, multiplicación en China. La tecnología
chino; el p o d e r adopta, respectivamente, u n a f o r m a p r e t o r i a n a y la ciencia siguieron también direcciones opuestas: la civiliza-
o la de u n m a n d a r i n a t o . La religión s a t u r a b a t o d o el universo ción imperial china generó m u c h a s m á s innovaciones técnicas
ideológico de los sistemas sociales m u s u l m a n e s , m i e n t r a s el que la E u r o p a medieval, m i e n t r a s que, inversamente, la histo-
p a r e n t e s c o se relegaba o eclipsaba; en China, la m o r a l i d a d y ria islámica f u e a p a r e n t e m e n t e infértil en comparación con
la filosofía secular regían la c u l t u r a oficial, a la vez que per- ella 214 . Por último, a u n q u e n o sea lo menos i m p o r t a n t e , el mun-
manecía i n c r u s t a d a en la vida civil la organización de clanes. do islámico era contiguo a Occidente y estuvo sometido desde
El prestigio social de los m e r c a d e r e s en los imperios á r a b e s m u y p r o n t o a su expansión y, finalmente, a su cerco; m i e n t r a s
n u n c a f u e igualado p o r los h o n o r e s concedidos a los comer- q u e el reino chino p e r m a n e c i ó aislado, f u e r a del alcance de
ciantes en el Reino Celestial, y la a m p l i t u d de su comercio E u r o p a y quizá t r a n s m i t i e n d o d u r a n t e m u c h o t i e m p o a Occi-
m a r í t i m o superó con m u c h o en el m o m e n t o de su esplendor dente m á s de lo q u e recibía de él, m i e n t r a s q u e la civilización
a lo conseguido p o r sus homólogos chinos. Las ciudades desde
las que o p e r a b a n los m e r c a d e r e s e r a n igualmente diferentes.
Las ciudades clásicas de China f o r m a b a n redes b u r o c r á t i c a s y La respectiva habilidad técnica de las civilizaciones china, islámica
y europea quedó reflejada en el adagio tradicional que procedente de
Samarkanda contaba el embajador castellano ante Timur en el siglo xiv:
!1!
«los artesanos de Catay son considerados muchísimo más habilidosos que
Ho, «Salient aspects of China's heritage», pp. 22-4. los de cualquier otra nación, y se dice que sólo ellos tienen dos ojos,
211
Los determinantes estrictamente geográficos de la estructura social mientras que los francos sólo tienen uno y los musulmanes son un pueblo
fueron exagerados por Montesquieu y su época, en sus intentos de com- ciego». Needham, Science and civilization in China, iv, 2, p. 602. El propio
prender el mundo no europeo. En el siglo xx, los marxistas han com- Needham supone que existía un grado de transmisión directa de los
pensado exageradamente este legado de la Ilustración, ignorando el sig- inventos chinos a Europa más alto de lo que en general puede demos-
nificado relativo del medio natural en el conjunto de la historia. A los trarse con testimonios históricos. La mutua ignorancia social prácticamen-
historiadores modernos como Braudel ha correspondido devolverle un te completa en 1a que permanecieron ambas civilizaciones durante la
peso más justo. En realidad, ninguna historia verdaderamente materia- Antigüedad y la Edad Media —la falta por ambas partes de una infor-
lista puede silenciar las condiciones geográficas, como si se tratara de algo mación exacta en los documentos escritos, hasta unas fechas muy recien-
meramente externo a los modos de producción. El mismo Marx insistió tes— es difícil de reconciliar con la presunción de una frecuente interco-
en el medio natural como un factor primario e irreductible de toda municación técnica entre ambas, por muy informal que fuese y aunque
economía: i-Las condiciones originarias de la producción [...] originaria- sea imposible de encontrar en los documentos. La instrucción tecnológica
mente no pueden ser ellas mismas producidas, no pueden ser resultado de Europa por China no es un corolario necesario de la superioridad
de la producción». Pre-capitalist formations, p. 86 (Grundrisse, p. 389 china sobre Europa; esto último es lo verdaderamente crucial e incues-
[Elementos, p. 449]). tionable.
568 Dos notas INDICE DE NOMBRES

«intermedia» del Islam se e n f r e n t a b a , en el o t r o e x t r e m o de


Eurasia, al ascenso del feudalismo occidental y de su invenci-
ble heredero.
E s t a s diferencias elementales n o constituyen, p o r supuesto,
ni siquiera los comienzos de u n a comparación de los verdade-
ros modos de producción, cuya c o m p l e j a combinación y suce-
sión define a las v e r d a d e r a s formaciones sociales de estas
grandes regiones situadas f u e r a de E u r o p a . Esas diferencias son
el m e r o r e s u m e n de algunos de los m a y o r e s índices de diver-
gencia e n t r e las civilizaciones china e islámica (objetos termi- Aargau, 305 279 y n. 49, 280 y notas 51 y 52,
Abásida, dinastía, 371, 376, n. 13, 281, 282, 290, 291, 305, 306, 314, 333,
nológicos provisionales necesitados de diferenciación y retra- 360, 363, 365, 368, 369, 397, 412, 430,
513, 514, 516, 517, 519 y n. 89, 520-
ducción p a r a cualquier análisis científico) que imposibilitan 522, 524 y n. 109, 525, 548 507, n. 67.
t o d o i n t e n t o de asimilarlas a simples ejemplos de u n c o m ú n Abbas, Shah, 522, 532 Alejandro I, 231, 233, n. 13, 353 y
Adolfo, Carlos Felipe, 177, 202 n. 29
m o d o de producción «asiático». Demos a este ú l t i m o concepto
Adolfo, Gustavo (véase Gustavo II) Alejandro II, 233, n. 13, 236, 356
el h o n r o s o e n t i e r r o q u e merece. E s t á p e r f e c t a m e n t e clara la Abdul Hamid II, 400 Alejandro III, 144
necesidad de u n a investigación histórica m u c h o m á s amplia y Adrianápolis, 373, 403 Alepo, 384, n. 24, 528
p r o f u n d a a n t e s de q u e p u e d a n deducirse v e r d a d e r a s conclu- Adriático, 304, 322 Alianza (Escocia), 140
Afghanistán, 534 Almohades, dinastía, 521
siones científicas de las diversas vías de desarrollo n o europeas «Allemaynes», 127
Afghanos, 536
en los siglos correspondientes a la época medieval y a los co- Africa, 70, 108, 408, 422, 481, 502, Almirantazgo, 23, n. 20, 132, n. 29
mienzos de la m o d e r n a en Occidente. E n c o m p a r a c i ó n con la n. 57, 515, 527, 533, 553, 567 Almorávides, dinastía, 412, 521
p r o f u n d i d a d e intensidad del e s t u d i o académico al que se h a Africano, 411, 431, 488 Alpes, 146, 147, 159 y n. 29, 161, 168,
visto sometida la historia de E u r o p a , en la mayoría de los ca- Agincourt, batalla de, 122 170, 171, 250
Ahmed, Feroz, 400, n. 47 Alsacia, 95, 244
sos sólo se ha a r a ñ a d o h a s t a a h o r a la superficie de vastas zo- Aix, 85, 95 Althusser, 13 y n. 9, 238, n. 1, 478,
n a s y períodos 2 1 S . Pero u n a lección de procedimiento está ab- Akamatsu, P., 463, n. 33, 473, n. 53 n. 4, 480, n. 9
s o l u t a m e n t e clara: la evolución de Asia n o p u e d e reducirse en Akbar, Shah, 532, 536 Amarillo, río, 538
Alá 514 Amberes, 56, 67, 251
m o d o alguno a u n a categoría residual u n i f o r m e , construida con América, 102, 415, 431, 552, 554, 557
Alba, duque de, 44, 47, 70 y n. 21,
los s o b r a n t e s del establecimiento de los cánones de la evolu- 127 Americanos, 44, 67, 73, 79, 102, 302,
ción europea. Toda exploración teórica seria del c a m p o histó- Albania, 399, 404, n. 54 383, 413, 470, 472
rico situado f u e r a de la E u r o p a feudal debe t e r m i n a r con las Albaneses, 25 Américas, las, 56, 57, 63, 64, 66, 68-
Alberto IV de Bavaria, 255 70, 72, 73
comparaciones tradicionales y genéricas y p r o c e d e r a la cons- Amerindias, sociedades, 431
Alberti, León Bautista, 149
trucción de u n a tipología concreta y exacta de las formaciones Albertina, dinastía, 259, 260 Amsterdam, 100
sociales y los sistemas estatales, r e s p e t a n d o sus e n o r m e s dife- Alcántara, orden de, 58 Amur, 364
rencias de e s t r u c t u r a y desarrollo. Unicamente en la noche de Alemanes, 78, 94, 125, 127, 133, 149, An, Lu-Shan, 542
n. 12, 153, n. 21, 159, n. 29, 163, Ana de Austria, 49, n. 13
n u e s t r a ignorancia a d q u i e r e n el m i s m o color todas las f o r m a s 174, 215, 219, 244, 248, 265, 286, 293, Ana de Rusia, 350
extrañas. 298, 305, 312, 316, 328, 333, n. 40, Anagni, 142, 144
334, 342, 392, 443 Anatolia, 370-373, 375, 377, 378, 384-
Alemania, 5, 21 y n. 18, 23, 25, 40, 41, 386, 389, 390 y n. 30, 392, 393, 396
44, 52, 56, 63, 65, 73, 74, 94, 101, y n. 40, 398, 501, 515, 528
102, 111, 121, 146, 169, 177, 178, 184 Andalucía, 26, 63, 68, 320, 518, 522
y n. 15, 185-187, 190, n. 26, 196, 198, Andersson, Ingvar, 178, n. 8
199, 202-204, 222, 223, 238-241, 247- Angevinos, 26, 27, 110, 111, 129, 146
253 y notas 17 y 18, 255, 256, n. 19, y n. 10, 147
215 257 y n. 20, 258, 259 y n. 22, 260 Anglo-normandos, 23, 129, 133
Twitchett compara el actual estado de la investigación sobre la
China Tang y Sung con el estadio alcanzado por la historiografía medieval y n. 23, 261, 262 y notas 24 y 25, Anglo-sajones, 32, 110
inglesa en tiempos de Seebohm y del primer Vinogradoff: Land tenure 263-265, 267, n. 30, 268-271, n. 37, Angoumois, 95
and the social order, p. 32. 272, 273, 275-277 y n. 45, 278 y n. 48, Angus, casa de, 135

Í S . F . D . 1 / T Mfl««M>

Anda mungkin juga menyukai