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PSICOLOGIA Y LEY

Fernando Díaz Colorado

PSICOLOGÍA JURÍDICA

Cuando se habla de la Psicología Jurídica, generalmente surge el interrogante frente a su


campo de estudio y sobre sus alcances como parte de la disciplina psicológica. Para algunos
autores, la Psicología Jurídica es uno de los nombres con los que se denomina la relación
que se da entre la Psicología y el Derecho; para otros, es la utilización de conocimientos y
herramientas psicológicas en el campo investigativo judicial; incluso algunos consideran
que es lo mismo que la Psicología Forense. En mi opinión, la Psicología Jurídica es el
campo del conocimiento psicológico que se encarga de abordar de manera amplia, la
relación interdisciplinaria entre la Psicología y el Derecho, con el fin a de aportar
en la construcción de un mejor Derecho, un Derecho más cercano a la condición y
a los intereses humanos, fundamentado en el principio ético de defensa de la dignidad del
vivir. Antes que ser herramienta útil de alguien, en este caso del Derecho, la
Psicología y los psicólogos tenemos el deber ético de aportar para que ese Derecho
tienda a defender los intereses de los más necesitados, de los excluidos, de las víctimas, de
los que no son considerados en los acuerdos que más tarde se traducen en normas de
alcance general en una sociedad determinada. Como lo señala Saunier (89), "el Derecho
puede ser concebido como una práctica social específica en la que se expresan los
conflictos y la tensión de los grupos sociales, así la circulación y consumo del
discurso jurídico será la manifestación más clara de esa tensión social". Pero sin duda,
una de las preguntas más relevantes que surgen cuando de Psicología Jurídica se trata es
si es posible un encuentro entre la Psicología y el Derecho. Como lo señala Sergio
de Sousa (90), cuando se habla de Derecho y Psicología, la preocupación que surge es
con cuál Derecho se desea encontrar la Psicología; incluso, para qué sirve este encuentro,
es decir, a qué tipo de intereses responde este encuentro. La Psicología se relaciona con el
Derecho para defender la norma tal como está o para defender los derechos de las personas
y para participar de un ejercicio de la ley enmarcado en un Derecho elitista,
dogmatizado, burocratizado, excluyente, prepotente y autoritario, que no está acorde
con las necesidades existentes de la realidad latinoamericana. De esta manera, una
relación de la Psicología Jurídica con el Derecho puede servir para reforzar ese
enorme poder y afectar de manera grave en el momento de determinar qué es lo justo o que
es lo injusto, o quién es culpable o quién inocente.

Hemos creído que el Derecho es la herramienta para resolver los conflictos que se
presentan en una sociedad, pero también hemos olvidado que muchas veces el
mismo Derecho lo que hace es incrementarlos o, en ocasiones, esconderlos o
disimularlos. Para los psicólogos jurídicos, la actuación en el escenario legal implica no
sólo comprender la norma desde donde se aborda el problema, sino la dimensión de
la norma en la verdadera solución del conflicto. Generalmente no se participa de una
postura crítica que permita develar la perpetuación del conflicto a través de la misma ley,
sino que se pretende reforzar el mecanismo normativo a través de los aportes de la
ciencia psicológica. No es sino recordar que en la mayoría de legislaciones
latinoamericanas, el conflicto intrafamiliar se resuelve criminalizando a uno de sus
miembros o como nos lo recuerda Trinidad Bernal (91); hay un conjunto de normas
perversas en el campo del Derecho de familia que incrementan de manera grave la
convivencia y afectan la libertad de las personas.

Una manera adecuada de abordar la relación que se da entre el Derecho y la


Psicología es, como lo señaló Muñoz Sabaté, acudiendo a las tres formas en la que ésta se
da, es decir: Psicología del Derecho, Psicología en el Derecho y Psicología para el
Derecho (92). La Psicología del Derecho sería el intento por explicar la esencia
jurídica y el abordaje de la validez del Derecho, así como la concepción de lo justo y de
la concepción de justicia. Para Blackburm (93), la Psicología del Derecho hace
relación a las investigaciones psicológicas en aspectos tales como: la obediencia o
desobediencia de las personas a la ley, el desarrollo moral, las percepciones y
actitudes de la población hacia las sanciones penales, el concepto de justicia que se tiene
por parte de ciudadanos y funcionarios. En general, se puede decir que este tipo de relación
permite que la Psicología aporte sus conocimientos a los aspectos relacionados con el
ejercicio de la ley por parte de las autoridades, magistrados, investigadores judiciales,
etc. De igual manera, este tipo de relación se interesa por abordar conceptos tales como:
responsabilidad, motivación, intención, daño psicológico, victimización, reparación,
violencia, maltrato, abandono, trauma, rehabilitación y muchos más.

La Psicología del Derecho es uno de los campos más retadores para los que se
dedican a la Psicología Jurídica, ya que impone la necesidad de abordar la
concepción de hombre que el Derecho sostiene y el ejercicio del poder que de allí se
desprende. Sin duda, intentar estudiar cuáles son los presupuestos que sostienen la
construcción de la ley implica, para la Psicología, una mirada crítica que permita develar
los intereses que se defienden o mantienen a través del conjunto normativo en una sociedad
determinada. Supone un desafío más amplio, en donde se pueda observar la dimensión
psicosociolegal de las normas. Es intentar explorar las intenciones y consecuencias que
la norma genera.

Por ejemplo, la ley que permite el aborto en Colombia, o la norma que dispone la sanción
social de hacer públicas las fotografías de los condenados por delitos sexuales,
requiere una tarea investigativa que permita abordar el estudio de la norma en sí, en
cuanto a lo que representan para la sociedad ese tipo de medidas y qué pretenden
defender. Toda sociedad decente intenta resolver sus conflictos basándose en valores
o bienes jurídicos que corresponden a una concepción de hombre claramente
soportada en la defensa de la dignidad humana. En una sociedad como la
latinoamericana, este tipo de medidas implica una consideración inicial relacionada con la
defensa de la libertad de conciencia y de creencias, que pueden verse afectadas en algunos
miembros de la comunidad. De igual manera, la sanción social de ubicar en un lugar
público las fotografías de los condenados por delitos sexuales, implica un debate sobre la
naturaleza de la sanción, su pretensión y, por ende, de los derechos de los mismos
victimarios y de las propias víctimas, ya que si bien es una sanción social, las víctimas
tienen derecho a que no se socialice a toda una comunidad quién es su victimario, como en
el caso concreto en el que este sea su propio padre o un familiar cercano. Es decir, la tarea
en este tipo de relación es investigar y aportar mediante un ejercicio ético-crítico la
naturaleza y pretensión social de la norma.

La Psicología en el Derecho hace relación a que las normas contienen una gran
cantidad de componentes psicológicos que posibilitan, obviamente, el aporte de la
Psicología para ayudar a su comprensión. Sin embargo, es necesario hacer una
precisión en este punto, ya que en ocasiones no se hace una distinción entre
concepciones o categoría legales y categorías psicológicas, asunto éste que es el mayor
generador de dificultades en la relación Psicología y Ley, debido a que si bien
la norma contiene componentes psicológicos, la naturaleza de su definición es
particular a la concepción legal, por lo tanto, no se puede hacer una interpretación
psicológica alejada de la fundamentación jurídica. Esto ocurre, por ejemplo, con la
categoría legal de trastorno mental, que si bien implica una conceptualización y
abordaje psicológico, su naturaleza legal se fundamenta en el principio de que el
hombre es libre y que, por ende, su comportamiento debe ser entendido como la
expresión de esa libertad. De allí que el trastorno mental sea una categoría legal
totalmente diferente a la concepción psicológica y, por tanto, el abordaje forense se
centra en determinar si el sujeto comprendía o no la ilicitud de su acto, o si se
condujo de acuerdo con esa comprensión, asunto que no es de naturaleza
psicológica, aunque podamos como psicólogos explorar la capacidad cognitiva del
sujeto.

La no comprensión de esa consideración de la relación psicolegal es la mayor fuente


de inexactitudes en los informes psicológicos a la ley, ya que en muchas ocasiones
se hacen interpretaciones forenses de orden clínico desconociendo la naturaleza
legal de lo solicitado. Igual ocurre con otras categorías legales como
responsabilidad, daño moral, personalidad, intención, motivo, ira e intenso dolor,
emoción violenta, etc.

Finalmente, la Psicología para el Derecho es la aplicación del conocimiento


psicológico a la solución de problemas legales en los asuntos en los que su aporte
es posible para ayudar a su solución. Observando las actuaciones de los Psicólogos
en América Latina, se podría afirmar que la actividad es, en su gran mayoría, de
orden forense; hay muy poca investigación y abordaje de problemáticas desde la
perspectiva psicolegal, hay una gran preferencia por la actividad pericial. Por ende,
este tipo de relación corresponde al campo de la Psicología Forense, ampliamente
abordado en el siguiente capítulo de esta obra.

Es importante recordar que la relación entre la Psicología y el Derecho comenzó


luego de la relación de este con la Psiquiatría, motivada por la necesidad del
Derecho de resolver aquellas condiciones psicológicas del comportamiento humanos
delincuenciales que no eran susceptibles de explicar desde la dimensión legal.
Además, el hecho de no ser suficiente para los funcionarios judiciales el que el
delincuente se declarara culpable, generó la necesidad de un material
suplementario, de otro discurso que le permitiera afirmar su decisión. El caso de
Pierre Reviere es el ejemplo perfecto para comprender este asunto. En este caso
narrado por Foucault (95) , el sujeto comete un crimen atroz, pero para la
comunidad médica de la época no era posible que un sujeto considerado "normal"
pudiera llevar a cabo un acto tan cruel como ese; además para el Derecho,
condenar a una persona representaba hacerlo, pero con el completo
convencimiento de que era plenamente culpable, es decir, que el sujeto tuviera
total conciencia de sus actos y se condujera de acuerdo con esa comprensión.
Como nos lo recuerda Graciela Gardiner (96) ,"el Derecho no sabe del sentido del acto,
sino de su relación con la norma que lo significa jurídicamente, de allí que la pericia
psicológica debe emitir un dictamen que diga algo sobre la verdad subjetiva del sujeto, que
pueda poner significado en el hueco del acto realizado, que no es comprensible desde la
perspectiva de la construcción de la verdad jurídica".

Desde este momento se inicia de una u otra forma la inclusión de la "psique


humana" como elemento indispensable en la escena judicial. En este ordenamiento,
el acceso a la justicia del saber psiquiátrico se produce, según Medina (97), por la
necesidad de la medicina, a partir de una patologización del crimen, de operar como
una forma de higiene pública y por la necesidad de la justicia en un desplazamiento
desde el crimen hacía la naturaleza del criminal. Es por ello que el sujeto psicológico (98)
que aparece susceptible de conocimiento, de aprendizaje y de corrección, como espacio de
desviación y de intervención moralizadora, nace en el punto de confluencia del poder y del
cuerpo convirtiéndose en el defecto de una determinada fisura política.

Como sabemos, la Psicología Jurídica nace en el contexto jurídico del testimonio con
las investigaciones realizadas por Mustemberg (99) por lo tanto, es importante
considerar que la Psicología se vio grandemente influenciada por la Psiquiatría y por
la corriente Lombrosiana (100) del positivismo italiano, hasta el punto de enfocar la
mayoría de las investigaciones en este campo, desde una perspectiva que consideraba
que el criminal era un sujeto con una patología clara, que lo hacía susceptible de
ejecutar actos criminales. La tendencia de la clasificación somatotípica de Sheldom y
Krestchmer (101)es una de las consecuencias de esta postura. La realidad vivida en nuestra
región latinoamericana nos ha enseñado que muchos de los delincuentes no tienen nada
de anormal y que incluso algunos delincuentes se encuentran en posición social y
política más aventajada que aquellos a quienes mediante concepciones científicas
estigmatizantes e incluso racistas se les considera delincuentes o peligrosos.

Si bien es cierto que en cuanto a definiciones sobre esta área del conocimiento no hay
consenso, también es claro que todos los que nos dedicamos a este campo la entendemos
como el escenario del conocimiento que utiliza los hallazgos y avances de la ciencia
psicológica para intentar comprender los acontecimientos que se dan en el ámbito legal, una
vez que el hombre entra en contacto con él. Sin embargo, es importante agregar que la
Psicología Jurídica no está solamente interesada en ver la relación sujeto-ley, sino que
le interesa, además, la manera como se construye y se fundamenta la ley, pues no
debemos olvidar que el fin último de la ley es intentar crear un conjunto normativo
legal y legítimo que haga posible la solución de los conflictos humanos y la
convivencia pacífica del hombre en la sociedad.
De alguna forma, esta definición es más o menos compartida por la mayoría de
autores e investigadores que alrededor del mundo se dedican a trabajar en esta
disciplina. Por ende, es acertado decir que en Latinoamérica este concepto es
obviamente compartido por la comunidad académica en general. Es importante, sin
embargo, señalar que en Latinoamérica la mayoría de definiciones dadas a la
Psicología Jurídica son tomadas de textos procedentes principalmente de España, y otras
muy pocas, de libros o documentos norteamericanos o europeos (102). No se ha dado el
debate sobre la definición, ni mucho menos sobre su alcance y perspectiva dentro del
escenario jurídico nuestro; en la mayoría de las ocasiones se toma la definición "importada"
y se transcribe sin ninguna acotación o aclaración. En Latinoamérica consideramos que un
artículo es verdaderamente científico si está plagado de citas bibliográficas textuales de
autores extranjeros. La fuerza del argumento está dado por la razón que da el autor
extranjero que se cita, y no por su propia opinión como estudioso del tema; hay una
excesiva reverencia a los libros y a sus autores, nos parece imposible discutirlos o
controvertirlos.

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