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ABRAN PASO A LOS PATITOS

El señor y la señora Mallard buscaban un lugar donde vivir. Pero


cada vez que el señor Mallard encontraba un buen lugar a su
esposa no le gustaba. Decía hay zorros en los bosques o tortugas
en el agua y que no criaría a su familia en donde se encontraban
estos animales.

Cuando fueron a Boston la señora Mallard estaba muy cansada y


encontraron un lago bonito en el jardín público de la ciudad con
una pequeña isla en el medio “El lugar donde pasar la noche”
graznaron el señor y la señora Mallard y descendieron. A la
mañana siguiente se fueron de pesca para su desayuno pero no
encontraron mucho.

Justo cuando iban a iniciar su vuelo en enorme pájaro llego, estaba


un barco lleno de gente “buenos días dijeron el señor y la señora
Mallard pero el pájaro no contesto. No obstante la gente en el
barco comenzó a botar maní al agua y el señor y la señora Mallard
lo siguieron y obtuvieron un delicioso desayuno.

“Me gusta este lugar” dijo la señora Mallard por que no hacemos
nuestro nido y criamos a nuestros patitos en este lugar? No hay
zorros ni tortugas y la gente nos da maní. “Que puede ser mejor”

“Bien” dijo el señor Mallard deleitado y sorprendido de que su


esposa encontrara un lugar pero ……….”cuidado” grazno el señor
Mallard “te atropellaran” y cuando recupero el aliento añadió
“Este no es un lugar seguro para los patitos” “nos tocara” buscar
otro lugar.

Buscaron en la plaza pero no encontraron agua donde nadar,


volaron sobre el río “es mejor” grazno el señor Mallard “Esta isla
se ve como un lindo y tranquilo lugar y está cerca del parque”. Si
dijo la señora Mallard recordando el maní “este parece el lugar
perfecto para empollar patitos”.

Escogieron entonces un lugar cerca de los arbustos cerca al agua


y se acomodaron para construir su nido, todo justo a tiempo antes
de que sus plumas comenzaran a caer y no pudieran volar.

Por supuesto podían nadar y un día nadaron hasta el jardín público


y conocieron a un policía llamado Miguel quien les dio maní para
comer y desde entonces siempre lo visitaron para sus comidas.

La señora Mallard puso sus ocho huevos en el nido y ya no podía


acompañar al su esposo ya que tenía que sentarse en ellos para
mantenerlos calientes. Se movía del nido únicamente para beber
agua, para almorzar o para contar los huevos y verificar que todos
estuvieran ahí.

Un día los patitos salieron de sus huevos primero salió one, luego
two, luego three, luego four, luego five, luego six, luego seven y
por ultimo eight.

El señor Mallard decidió dar un paseo y nadar por el resto del rio
y se fue, le dijo a su esposa “te veo en una semana en el jardín
público” “cuida bien de los patitos”. “no te preocupes dijo mamá”
se todo sobre la crianza y ella lo sabía.

Le enseño a nadar a hundirse, les enseño a caminar en una línea,


a ir cuando fueran llamados y de tener cuidado con las bicicletas,
motos o cualquier cosa con ruedas.

Cuando se sintió segura de ellos les dijo “vamos hijitos síganme” y


en un segundo estaban 1,2,3,4,5,6,7,8 en una línea nadando
detrás de ella. Luego caminaron en fila hasta llegar a la autopista,
la señora Mallard paro en el cruce “bang bang bang” sonaban los
pitos de los carros muy veloces. Quack, quack quack dijo la señora
Mallard retrocediendo. Quack, quack quack dijeron one, two,
three, four, five, six, seven, eight tan fuerte como pudieron. Los
carros continuaban andando y pitando y la señora pato y sus hijos
continuaron graznando, hicieron tanto ruido que Miguel fue
corriendo moviendo sus brazos y pitando con su silbato. Él se paró
en el centro de la calle, subió su mano para parar el tráfico y que
así la señora Mallard pudiera pasar.

Tan pronto como la señora Mallard y sus patitos estaban a salvo


al otro lado de la calle Miguel regreso a su lugar de trabajo llamo
a Jorge su compañero y le dijo “hay una familia de patitos
caminando por la calle” Jorge dijo ¿familia de qué? Patos grito
Miguel “envía un carro de policía rápido”.

En ese momento la señora Mallard estaba girando por la tienda


de libros con one, two, three, four, five, six, seven, eight, todos
marchando en una fila detrás de ella. Todos los miraban y un señor
dijo “no es increíble” y el barrendero dijo “no les parece precioso”
cuando la señora Mallard los escucho y se sintió orgullosa, subió
su pico y camino con exagerada elegancia. Cuando llegaron a la
esquina de otra calle encontraron un carro de policía con cuatro
oficiales que Jorge había mandado. Ellos pararon el tráfico para
que la señora Mallard y sus hijos pudieran cruzar la calle hasta el
parque del jardín público.

Ya dentro del parque todos los patos voltearon para decir gracias
a los oficiales. Cuando llegaron al lago nadaron hasta una pequeña
isla en donde el señor Mallard los esperaba justo como lo había
prometido.
A los patitos les gusto tanto la nueva isla que decidieron vivir ahí.
Todos los días perseguían los botes y comían maní y al llegar la
noche nadaban a su isla y dormían muy felices.

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