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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA

FAC. DE CIENCIAS EXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES

ESCUELA DE GEOLOGÍA. DPTO. DE GEOLOGÍA BÁSICA

PEDOLOGÍA

Preparado por Geól. Graciela Argüello

TEMA 8: ESTRUCTURA DEL SUELO.

CONCEPTO E IMPORTANCIA. SU INFLUENCIA SOBRE EL USO AGRÍCOLA.

La estructura expresa el ordenamiento de las partículas del suelo, y de sus


espacios porosos. En este contexto, el término partículas no hace referencia
exclusivamente a los elementos individuales como limo, arena o arcilla, sino que indica
también los agregados mayores que esos elementos constituyen.

Se trata de una propiedad tan típicamente pedológica, que su presencia es uno


de los criterios que permiten distinguir un suelo de un depósito geológico.

Por otra parte, la vida en el suelo es posible, precisamente porque las partículas
no se unen formando una masa continua, sino que lo hacen de tal manera que dejan
espacios huecos que se comunican en muchos casos entre sí, permitiendo la
transferencia de fluidos como el aire y el agua, y dando lugar a la actividad de
microorganismos, y espacio para el crecimiento de raíces.

Un análisis más profundo permite señalar otros muchos aspectos que se ven
favorecidos por una buena estructuración:

- En las capas más superficiales, disminuye el riesgo de sellado y


encostramiento, y facilita la emergencia de las plantas y la infiltración de agua.

- A su vez, el aumento de infiltración disminuye el riesgo de erosión hídrica y


aumenta las reservas de agua para los periodos de sequía.

- Los espacios creados por una buena estructura posibilitan una buena
circulación del aire, el agua y los nutrientes; favorecen el desarrollo de organismos
anaerobios, y de la fauna del suelo y aumentan la zona de penetración radicular.

- Una buena estructura disminuye la compactación, con lo cual se facilita el


laboreo, disminuye la densidad aparente y se favorece el crecimiento de las raíces.
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- Disminuye la erosionabilidad por los diversos agentes.

Hasta aquí se han enumerado los efectos favorables de una "buena


estructuración", pero cuáles son las condiciones de estructura que se consideran
buenas?

En general las mejores condiciones son las de las formas redondeadas como
gránulos y bloques, que se definirán más adelante, y que comúnmente están asociados
con la presencia de materia orgánica y actividad biológica.

Los tamaños de agregados que resultan favorables para una mayor cantidad de
propiedades, tales como aireación, infiltración, retención de humedad y penetración
radicular, son aquéllos correspondientes a 1 a 3 mm. Para algunas propiedades
individuales los tamaños óptimos pueden no ser éstos, pero sí lo son para un equilibrio
del conjunto de características.

Así, por ejemplo, la máxima aireación se alcanza con agregados de entre 3 y 6


mm, pero en ese caso se desfavorece a la retención de humedad.

Es también importante la estabilidad de la estructura, la cual tiende a ser mayor


en rangos de pH de entre 6 y 7.

Además una buena estructura no es necesariamente homogénea a lo largo del


perfil, en efecto, en los primeros 30- 50 cm, las condiciones físicas deben permitir una
infiltración relativamente rápida, que por un lado disminuya el agua de escurrimiento,
con su consecuente poder erosivo y de remoción de nutrientes y por el otro provea
reservas hídricas, Por su parte, en las porciones más profundas ( de 0,50 a 1 m) debe
existir una condición tal que predominen ligeramente los poros no capilares, para
permitir un drenaje efectivo del exceso de humedad, pero sin llegar a una carencia de
agua para las plantas.

DESCRIPCION DE LAS ESTRUCTURAS: TIPO, CLASE Y GRADO.

Como ya se ha señalado, la estructura consiste no solamente en la agregación


de partículas primarias para formar individuos compuestos, sino también en la unión de
éstos en unidades mayores. Todos esos elementos se denominan agregados o "peds".

Cada agregado es un individuo natural que se separa de los circundantes por


superficies de debilidad que pueden manifestarse como huecos o grietas o estar
subrayados por la existencia de barnices.

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Existen diversos niveles de estructura, no todos los cuales pueden ser
observados en el campo.

El nivel inferior o más pequeño es la estructura básica, que implica el


ordenamiento de los granos minerales (esqueleto), la masa coloidal y soluble (plasma)
y los espacios vacíos entre ambos.

El siguiente nivel es la estructura elemental, vale decir, la estructura básica


alterada por procesos pedológicos tales como depósito de arcilla iluvial, poros
biológicos, etc.

Estos dos niveles constituyen la microestructura que se describe


preferentemente en cortes delgados, ya que no es fácilmente visualizable en el campo.

Aquellos materiales que tienen solamente estructura básica, o a lo sumo


también estructura elemental, son denominados apedales, con lo que se indica que no
tienen agregados. Los materiales pedales, en cambio requieren por lo menos un nivel
estructural más alto, tal como la estructura primaria, la que implica la existencia de
agregados primarios, así llamados cuando no pueden subdividirse en agregados
menores.

Aumentando el nivel de agrupamiento, los agregados primarios pueden llegar a


su vez a reunirse en agregados secundarios o terciarios, que constituyen las
estructuras secundaria y terciaria, respectivamente.

Las estructuras pedales (primarias, secundarias o terciarias) pueden observarse


a ojo desnudo o a lo sumo con ayuda de una lupa de mano, razón por la cual son
descritas ya en el campo, con arreglo a las normas de uso generalizado.

La descripción completa de las estructuras incluye tres aspectos bien


diferenciados: tipo, clase y grado.

Tipos de estructuras:

La forma y el ordenamiento de los agregados definen el tipo de estructura al


cual pertenecen, habiéndose establecido en las Normas de Reconocimiento de Suelos
utilizadas en nuestro país (Etchevere, 1976), tres tipos mayores que agrupan a quince
subtipos de estructuras pedales. (Ver figura 1, tomada de Etchevere op. cit.)

Los tres tipos posibles de estructuras pedales son: agregados de forma


poliédrica (A), agregados de forma prismática (P) y agregados laminares o platiformes
(L).

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Los agregados del tipo A son en general de desarrollo homogéneo o casi
homogéneo en las distintas direcciones del espacio, sin presentar un diámetro muy
claramente mayor, y comprenden ocho subtipos de estructura:

Migajosa (A1): Se trata de agregados compuestos de gránulos muy finos con


poca acomodación y alta porosidad, tanto entre ellos como en su interior.

Semimigajosa (A2): Agregados compuestos de gránulos muy finos con un


acomodamiento relativamente bueno entre ellos, y porosidad algo menor que en A1.

Figura 1.

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Granular (A3): Agregados simples poliédricos o esferoidales, que no se
acomodan o se acomodan muy pobremente a la forma de los agregados vecinos.

Bloques subangulares (A4): Agregados simples o compuestos por gránulos o


bloques. Constituyen poliedros regulares, o bloques con caras mixtas, redondeadas o
planas y muchos vértices redondeados. Sus caras o curvas se amoldan a las caras de
los agregados vecinos.

Bloques angulares irregulares (A5): Agregados generalmente simples, pero


también compuestos por gránulos o bloques. Constituyen poliedros irregulares o
bloques con caras aplanadas, y la mayoría de los vértices agudos. Sus caras o vértices
se amoldan a los de los agregados vecinos.

Bloques angulares regulares (A6): Agregados generalmente simples, pero


también compuestos por bloques angulares. Constituyen poliedros regulares o cubos
con caras planas y vértices agudos. Sus caras o vértices se amoldan a las caras y
vértices de los agregados vecinos.

Bloques aplanados (A7): Agregados simples o compuestos por bloques.


Constituyen poliedros regulares, con su dimensión vertical limitada, pero con la
dimensión horizontal no mayor al doble de la vertical. Sus caras horizontales son por lo
general planas o concoideas y se amoldan a las caras de los agregados vecinos.

Bloques cuneiformes (A8): Agregados simples o compuestos por bloques.


Constituyen poliedros o bloques cuneiformes con caras aplanadas y vértices agudos.
Caras horizontales inclinadas y a veces concoideas. Las caras y los vértices se
amoldan a los de los agregados vecinos.

Los agregados de tipo P, tienen un desarrollo horizontal limitado, y su dimensión


vertical claramente mayor. Las partículas se ordenan a lo largo de un eje vertical.

Prismas simples irregulares (P1): Presentan superficies rugosas más o menos


modeladas por las superficies de los agregados adyacentes, con vértices angulosos o
redondeados. Sus caras basales pueden ser irregulares o agudas, y a veces el
conjunto afecta una forma algo piramidal.

Prismas simples regulares (P2): Presentan caras verticales aplanadas


modeladas por las caras de los agregados adyacentes, y tienen vértices angulosos
bien definidos. Sus caras horizontales pueden ser algo concoidales.

Prismas compuestos irregulares (P3): Agregados compuestos por bloques y/o


prismas. Presentan superficies verticales desiguales y rugosas más o menos
modeladas por las superficies de los agregados adyacentes. Sus caras basales pueden
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ser irregulares o agudas, y a veces el conjunto afecta una forma algo piramidal.

Prismas compuestos regulares (P4): Son agregados compuestos por bloques o


prismas, que presentan caras verticales aplanadas modeladas por las caras de los
agregados adyacentes, y tienen vértices angulosos bien definidos. Sus caras
horizontales pueden ser algo concoidales.

Estructura semicolumnar (P5): Son agregados compuestos por bloques, bloques


aplanados y/o prismas, con caras y vértices bien definidos, y algo redondeados en el
extremo superior. No se observan casi macroporos en la parte superior.

Estructura columnar (P6): Son agregados compuestos por bloques, bloques


aplanados y/o prismas, con caras y vértices bien definidos, y algo redondeados en el
extremo superior. La cara superior está bien definida y bien redondeada. No se
observan macroporos en la parte superior, que es compacta.

Los agregados laminares o platiformes (L): son simples o compuestos, con


dimensiones verticales limitadas y visiblemente menores que las horizontales. Las
partículas se ordenan según un plano horizontal.

Por su parte los materiales apedales pueden presentar cualquiera de las


siguientes estructuras:

Estructura esponjosa (E): se observan macroporos no texturales que atraviesan


el material en todas direcciones, pero que pueden o no estar interconectados.

Estructura estratificada (S): el material implica una acumulación de láminas de


distintas granulometrías, estratificación que puede o no estar parcialmente mezclada
por la actividad biológica.

Estructura de grano simple (G): se trata de un esqueleto mineral y plasma


coloidal que no presenta estratificación ni macroporos no texturales. La masa del suelo
puede o no ser coherente, si lo es se denomina "estructura masiva" (M)

Clases de estructuras:

El término clase está referido específicamente al tamaño de las estructuras


involucradas, y para cada uno de los tipos y subtipos definidos en materiales pedales,
se han establecido cinco clases, cuya identificación depende exclusivamente de las
dimensiones de los agregados, y se sintetiza en el cuadro N° 1.

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Cuadro N° 1

TIPOS Y SUBTIPOS Muy Fina Media Gruesa Muy


fina grue-
sa
Abreviaturas mf fi Me gr
mg

Agregados Migajosa <1 mm 1-2 2-5 mm 5-10 mm >


Semimigajosa mm 10m
poliédricos Granular m

Bloques 5 <5 mm 5-10 10-20 20-50 >50


subtipos mm mm mm mm

Agregados Prismas <10 10-20 20-50 50-100 >100


prismáticos 4 subtipos mm mm mm mm Mm

Semicolumnar

Columnar

Agregados Laminar o <1 mm 1-2 2-5 mm 5-10 mm >10


laminares platiforme mm mm

Grados de estructura:

El término grado, expresa la cohesión del agregado, vale decir, su resistencia a


la presión. En la práctica se observa ejerciendo una compresión ligera, y determinando
la proporción entre la cantidad de material que resulta desagregado, y la cantidad que
permanece estructurada.

Cabe consignar que el grado de la estructura varía con el contenido de


humedad, razón por la cual debe ser apreciado a capacidad de campo, o bien
señalarse el estado de humedad en el momento de la observación.

Los términos que se emplean para describir el grado de estructura son:

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Débil: corresponde a agregados poco definidos y apenas observables in situ,
que ante la perturbación dan una mezcla de unos pocos peds enteros, muchos rotos y
una gran parte del material sin ninguna agregación. Se abrevia "de"

Moderado: Implica agregados precisos y bien formados, que ante la perturbación


produce muchos peds enteros y bien netos, algunos rotos, y poco material suelto. Su
abreviatura es "mo"

Fuerte: es un grado con agregados muy durables y evidentes en el suelo sin


perturbar. Ante la perturbación del perfil produce muy poco material suelto o roto y sí
gran cantidad de estructuras enteras. Su abreviatura es "fu".

RELACIÓN DE LA ESTRUCTURA CON LOS DISTINTOS HORIZONTES.

Sin que exista una relación biunívoca de valor absoluto, es real que
determinadas estructuras son corrientes en horizontes bien definidos del suelo,
mientras que otras serán poco comunes en esas posiciones del perfil.

Puede así, generalizarse que las estructuras poliédricas de los subtipos


migajosa, semimigajosa y granular son formas comunes en los horizontes A, sobre
todo cuando se trata de suelos arados. Se considera típica de medios biológicamente
activos, ricos en bases y con materia orgánica

Las estructuras poliédricas del subtipo en bloques, son comunes también en


horizontes superficiales, de regiones áridas, semiáridas o subhúmedas, con materia
orgánica no muy abundante. Puede estar también presente en horizontes
subsuperficiales. Las estructuras prismáticas son recurrentes en horizontes iluviales y
afectan formas columnares en regiones áridas y semiáridas, y se relacionan con
presencia de sodio.

Las formas laminares pueden aparecer en cualquier lugar del perfil cuando éste
presenta escaso desarrollo, o en los horizontes C, como un rasgo heredado del
material parental.

GÉNESIS. CONCEPTOS GENERALES.

La génesis de las estructuras se refiere a las causas que forman los agregados
o unidades estructurales, y las maneras en que estas causas se relacionan entre sí.

Puede decirse que en general hay dos grupos de procesos involucrados en la


producción de estructuras: aquéllos que reúnen a las partículas para formar agregados,
y aquéllos que les confieren estabilidad. No siempre es fácil distinguir unos de otros, ya
que ambos grupos operan simultáneamente y de formas complejamente
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interrelacionadas.
Mucho del conocimiento actual acerca de los mecanismos de agregación se ha
basado en lo que ya se conocía acerca de la floculación en una suspensión diluida,
razón por la cual parece haber una cierta tendencia a confundir ambos procesos; no
obstante, floculación y formación de agregados estables no son la misma cosa.

La floculación es de naturaleza electrocinética. Cuando en una solución,


partículas primarias con alto potencial electrocinético (zeta), entran en colisión, tienden
a repelerse. Solamente si el potencial disminuye suficientemente, la colisión entre
partículas genera una mutua atracción, y la consecuente formación de un flóculo, el
cual permanece estable mientras el agente floculante (aquél que ha hecho descender
el potencial, por ejemplo una sal) se encuentre presente.

Para que esta mera floculación forme un agregado estable, las partículas
primarias deben estar unidas con fuerza suficiente como para no dispersarse en agua.
En definitiva se requiere una cementación o un enlace mutuo entre las partículas
floculadas.

Por ello suele decirse que la granulación es floculación y algo más.

Antes de analizar separadamente los más importantes procesos involucrados en


la generación de estructuras en el suelo, resulta conveniente una enumeración de las
principales fuerzas actuantes en esos procesos, las cuales son responsables de la
unión de las partículas de arcilla entre sí, y con las demás fracciones del suelo:

a) fuerzas electrostáticas resultantes de cargas no equilibradas y bordes rotos


de cristales de arcilla, que responden a la ley de Coulomb, es decir que son
inversamente proporcionales al cuadrado de las distancias entre partículas cargadas.
Este tipo de uniones está altamente influenciado por el pH del suelo.

b) fuerzas resultantes de la atracción entre masas de las partículas (fuerzas de


Van der Waals). Se trata de fuerzas que sólo tienen lugar entre partículas muy
próximas, ya que son inversamente proporcionales a la séptima potencia de la
distancia.

c) fuerzas intermoleculares, resultantes de la cercanía de una partícula a otra,


por la sobreimposición del campo de fuerzas de los iones en las capas superficiales de
las partículas adyacentes.

d) acción atractiva de las moléculas polares adsorbidas, tales como las de agua,
o las orgánicas, que pueden formar puentes de considerable fuerza.

e) fuerzas de empaquetamiento, propias de partículas sin carga eléctrica, tales


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como las de arena. Están condicionadas por la forma y la distribución de los tamaños
de los granos. A veces, en los suelos arenosos puede ejercerse una fuerza cohesiva
resultante de la tensión superficial ocasionada por la presencia de películas de agua
adsorbida en la cara externa de los granos. Esto explica la relativa coherencia de la
arena en húmedo si se la compara con la arena seca.

PROCESOS INVOLUCRADOS EN LA GÉNESIS DE LAS ESTRUCTURAS.

A continuación se procura resumir de manera sencilla, los efectos que diferentes


procesos tienen sobre la estructuración del suelo:

Efecto de los cationes.

Los principales cationes que ejercen una decisiva influencia- no siempre


favorable- sobre la estructuración del suelo, son el sodio y el calcio.

Su incidencia es diferente según el pH de los suelos involucrados. En suelos


alcalinos, es dominante el efecto de la relación entre Ca y Na, mientras que en los
ambientes ácidos domina la interacción H - Ca.

A priori puede generalizarse que el calcio tiene efecto floculante, mientras que el
sodio es dispersante; no obstante lo cual, debe señalarse que los resultados serán muy
diferentes según los compuestos en los que el sodio se manifieste.

Los suelos conocidos como de álcali blancos contienen el catión sodio en el


complejo de intercambio, y en un exceso de sales solubles, tales como cloruros y
sulfatos, en la solución del suelo. En esas circunstancias contra lo que podría
esperarse, el exceso de sales sódicas produce floculación, ya que disminuye el
espesor de la doble capa difusa, ( debe recordarse que el espesor de la doble capa
difusa es inversamente proporcional a la valencia de los iones y a la concentración de
la solución externa) con lo que baja también el potencial, el hinchamiento y la tendencia
a la dispersión.

Los suelos de álcali negros tienen acciones distintas. En ellos la precipitación


pluvial ha sido la suficiente como para lixiviar el exceso de sales, y el complejo de
intercambio catiónico está saturado de sodio. En esta situación el sodio se hidroliza
para formar hidróxido y carbonato de sodio, con lo que hay fuerte hidratación, marcada
dispersión e impermeabilización.

El nombre de álcali negro, se debe a que el Na2 CO3 puede disolver pequeñas
cantidades de materia orgánica, lo cual le confiere al conjunto un color oscuro.

Con respecto al calcio, su acción en suelos alcalinos es debida a su tendencia a


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producir floculación, y ejerce tanto mejor influencia cuanto más sodio reemplace,
poniendo a este último a disposición del agua para que lo lixivie del perfil.

Otro es el efecto del calcio sobre la agregación en suelos ácidos. Aparentemente


en este tipo de suelos se ha sobrevalorado la eficacia del calcio como agente
floculante, ya que en realidad sus efectos son comparables en gran medida a los del
ión hidrógeno, tanto sobre las propiedades físicas de la fracción coloidal inorgánica del
suelo, como sobre la fracción coloidal orgánica.

En suma, al parecer la formación de agregados en suelos ácidos se ve afectada


de manera indirecta por la presencia de Ca, ya que éste tiene que ver con la
producción y descomposición de la materia orgánica, y con el mecanismo de enlace
entre las partículas de arcilla y la materia orgánica.

Para comprender esto, conviene recurrir al modelo planteado por Russell (1934),
según el cual la formación de agregados depende de la interacción entre cationes
intercambiables de la partícula de arcilla y el líquido dispersante, siempre que éste
tenga una cierta polaridad, como ocurre en el caso del agua.

Puede considerarse a la partícula de arcilla como constituida por un núcleo


central cuya superficie está cargada negativamente, por lo cual atrae a las moléculas
de agua, orientándolas. Del mismo modo actúan los cationes de intercambio, y a
medida que éstos resultan más fuertemente adsorbidos, las moléculas hídricas
orientadas por ellos, y las de las superficies de las arcillas, terminan por generar un
campo conjunto, en el que la superficie particular atrae al extremo positivo del dipolo, y
el catión al negativo.

En conjunto, el sistema de enlace puede describirse como: partícula + molécula


líquida orientada + catión + molécula líquida orientada + partícula + molécula líquida
orientada + catión y así sucesivamente, según se visualiza en la figura, tomada de
Russell (1968). (Figura2 ).

Este tipo de enlaces se hace más fuerte con cationes bivalentes, como en el
caso del calcio, por lo cual se forman agregados estables.

También, como ya se mencionó, estos puentes son de gran eficiencia para la


formación de agregados en que intervienen complejos orgánicos.

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Figura 2.

Efecto de los materiales coloidales:

Para que los materiales del suelo formen agregados estables se requiere la
presencia de coloides. Dentro de ellos, tres son los grupos que producen cementación
en algún grado: las partículas de arcilla, otros coloides inorgánicos como los óxidos de
hierro y aluminio, y los coloides orgánicos, todos los cuales se analizan a continuación.

Interacción entre las partículas de arcilla:

Estudios realizados en 1935 y publicados en Baver (1973), han establecido que


la cantidad de partículas de arcillas -no necesariamente coloidales- de un diámetro
aproximado a los 5 µ, presentes en el suelo, se correlaciona muy bien con el porcentaje
de agregados mayores a 0,05 mm.

Igualmente ha podido observarse que los efectos de las arcillas se hacen más
notables cuanto menor es el contenido de materia orgánica. Si ésta es abundante, la
importancia de las arcillas para la formación de agregados disminuye hasta hacerse
casi insignificante. También lo inverso se cumple, es decir que donde hay montos
importantes de arcilla, el papel de la materia orgánica es casi despreciable. En otras
palabras, la fracción más abundante es la que asume el rol más significativo.
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Por otra parte, la cantidad de agregados es fuertemente dependiente del monto
de la arcilla presente, y existe también una marcada correlación entre el porcentaje de
arcilla que forma agregados y el total de arcilla disponible: esto es que cuanto más
cantidad de arcilla tiene el suelo, más altos son los porcentajes de la misma que
producen estructuración.

Según se ha interpretado, las fuerzas cohesivas moleculares son una de las


causas de esta acción cementante,

También debe considerarse ese otro mecanismo en que la arcilla actúa como
agente de enlace, que ya se ha discutido en el punto anterior, y que genera un sistema
partícula + molécula líquida orientada + catión + molécula líquida orientada + partícula.

En relación con las características de la partícula de arcilla dentro de este


sistema, ella debe tener: alta superficie específica, para lo cual resulta favorable la
presencia de una cierta proporción de tamaños menores que 1µ, que aportan su
comportamiento coloidal al conjunto; el cual a su vez se expresa en una gran
capacidad de intercambio de bases. Por otra parte los cationes de intercambio no
deben ser grandes porque de serlo, la agregación resulta inhibida.

Respecto a los líquidos involucrados, deben tener un momento dipolo


apreciable.

En estas situaciones, cuando el suelo se deshidrata, aumenta el número de


enlaces entre partículas, en buena medida debido a que la suspensión se concentra,
con lo que se hace mayor la cantidad de moléculas de agua orientadas, en el campo
de unión entre cargas positivas y negativas. En otras palabras más cationes comparten
sus envolturas líquidas con dos partículas de arcilla.

También es cierto que al resultar más cortos los enlaces, con el aumento de
concentración, se vuelven más fuertes, y la cohesión entre las partículas de arcilla
aumenta, dando agregados más duros.

Otro fenómeno común que involucra a las partículas de arcilla es su adsorción


por superficies de granos de arena, que resulta muy lentamente reversible después de
la deshidratación.

Esta adsorción puede implicar a más de una capa de arcilla, y se hace más
tenaz cuanto menor es el tamaño de la partícula de arcilla, debido a su mayor
superficie específica.

Obviamente, los agregados se forman en presencia de materia orgánica, con lo


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cual, la complejidad de los enlaces aumenta, según el esquema elaborado por
Emerson en 1959, que incluye: granos de cuarzo, cristales de arcilla agrupadas en
dominios como respuesta a su mutua atracción electrostática, y coloides orgánicos.
(Figura 3).

Figura 3.

Según puede verse en la figura (ligeramente modificada de Porta, 1994), hay


diversas posibilidades de enlaces en la formación de agregados. Las letras indican las
siguientes alternativas:

A= cuarzo + coloide orgánico.


B= cuarzo + coloide orgánico + dominio de arcilla.
C= dominio de arcilla + coloide orgánico + dominio de arcilla como generalidad,

siendo en los distintos casos los contactos entre dominios uno de los siguientes:

C1= cara con cara


C2= borde con cara
C3= borde con borde.
D= borde de dominio de arcilla + cara de dominio de arcilla.
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Coloides inorgánicos: El hidróxido de hierro es un compuesto coloidal
relativamente común en ciertos suelos, que se caracteriza por resultar casi por
completo irreversible cuando se produce la deshidratación. Esta característica confiere
gran estabilidad a los agregados que forma.

Aparentemente el hierro cumpliría dos funciones diferentes en la formación de


peds. Por un lado, la porción de hidróxido que se encuentra en solución es responsable
por la floculación, y por otro, el resto, se precipita como gel hidratado, generando
cementación.

Los sesquióxidos tienen también una influencia indirecta, ya que cuando están
recubriendo a los granos de cuarzo, aumentan la firmeza de las uniones cuarzo-arcilla.

Coloides orgánicos: Según se ha venido afirmando, la arcilla y los coloides


orgánicos son los principales agentes productores de agregación. También se ha
mencionado que existe una suerte de compensación entre los efectos de ambos, ya
que si aumenta la cantidad de arcilla presente, la incidencia de los coloides orgánicos
decrece y viceversa.

En general, la producción de coloides orgánicos implica una cierta evolución


desde la simple incorporación de materia orgánica al suelo, que podría resumirse en
las siguientes instancias:

a) acción directa de microorganismos, tales como hongos, actinomicetos,


bacterias y levaduras, casi todos los cuales, en su proceso metabólico sintetizan las
complejas moléculas orgánicas, quedando los productos residuales en el suelo, y
generando agregados estables.

En estas circunstancias la estabilidad puede ser causada por la unión mecánica


debida a las células y los filamentos de los organismos, o por los efectos cementantes
de los productos derivados de la actividad microbiana, ejemplo de lo cual son las
gomas producidas por ciertas bacterias.

b) aparición de productos intermedios del metabolismo de los microorganismos,


entre los más importantes de los cuales se encuentran los polisacáridos. Los
polisacáridos contienen en su cadena gran cantidad de grupos OH, y sirven como
fuente de energía, permaneciendo en el suelo sólo transitoriamente.

Su correlación con la cantidad y la estabilidad de los agregados en el suelo ha


sido demostrada en numerosos trabajos.

c) formación de compuestos más estables, como los ácidos fúlvicos y húmicos.


Estos compuestos son el resultado de la descomposición microbiana y ejercen una
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acción agregante sobre las partículas del suelo. El vector principal en la agregación es
sin dudas el ácido húmico.

Conviene tener presente que en muchos casos, la acción cementante es el


resultado de complejos en que intervienen tanto la arcilla como los materiales
orgánicos. En estos complejos, las fuerzas de cohesión actuantes son las que se han
enumerado más arriba ( de Van der Waals, coulombianas, etc).

Los complejos órgano-minerales resultantes son altamente dependientes de:


composición y estructura mineralógica, tamaño de las partículas, tipo de compuesto
orgánico involucrado etc.

Así, por ejemplo, los polisacáridos, caracterizados por largas cadenas flexibles,
manifestarán una tendencia a ocupar los espacios entre las láminas de las arcillas, a
diferencia de los ácidos húmicos esferoidales, que se verán atraídos no por adsorción
física como los anteriores, sino por fuerzas eléctricas.

OTROS PROCESOS QUE INCIDEN SOBRE LA GÉNESIS Y LA ESTABILIDAD DE


LAS ESTRUCTURAS.

Mojadura y desecamiento:

La alternancia entre distintos estados de humedad en el suelo, provoca notables


cambios sobre la estructuración, ya sea favoreciéndola o no.

Por lo general, el desecamiento de los coloides del suelo produce cementación,


en parte como respuesta a su contracción, que permite un incremento en las energías
de enlace.

La contracción del suelo es inicialmente equiparable al volumen de agua


eliminada, pero sólo hasta el momento en que comienza a entrar aire en los poros, el
cual impide una mayor pérdida de volumen. Además, cuando se produce un nuevo
ingreso de agua, el aire queda ocluido en los poros, con lo que el nuevo volumen que
se alcanza es aún mayor que el original, y en un nuevo ciclo de desecamiento, ese
aumento de volumen persiste por el aire que ha quedado entrampado.

Cuando todo esto ocurre en presencia de terrones preexistentes, dos procesos


operan para generar su fragmentación ante una nueva mojadura.

Por una parte el ingreso rápido de agua causa un hinchamiento desigual del
agregado, con lo que éste se fragmenta a lo largo de sus planos de debilidad.

Por otra parte, el ingreso de agua a los capilares comprime el aire retenido en
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los poros, llegando a producir el estallido de los peds cuando la presión excede a las
fuerzas cohesivas. La importancia del aire en este fenómeno es tal, que cuando se ha
experimentado con la mojadura en el vacío, el estallido no tiene lugar.

Por cierto que la velocidad de ingreso del agua es también determinante, ya que
si se produce de manera muy lenta, los poros grandes dan salida al aire mientras los
pequeños se llenan de agua, con lo cual en lugar de una desintegración instantánea, se
genera una lenta fragmentación en agregados menores o partículas sueltas.

Con relación a las fuerzas actuantes a lo largo de todo este proceso, son
también dos: la que impulsa la entrada del agua, que resulta de la afinidad entre las
superficies internas y el agua; y, con signo contrario, las fuerzas cohesivas que
mantienen juntas a las partículas o a los agregados según sea el caso.

Cuando las fuerzas de cohesión exceden a las impulsoras del ingreso de agua,
los agregados permanecen; cuando ocurre lo inverso, los cuerpos se fragmentan de
modo lento y progresivo, salvo cuando hay suficiente aire ocluido como para hacer
estallar el terrón.

Además de los esfuerzos y tensiones resultantes del desigual hinchamiento


debido a la propia heterogeneidad del suelo, y la compresión del aire encerrado -
procesos ya analizados más arriba- otras dos causas de disgregación de los grumos de
tierra durante la hidratación, son: la dispersión del material cementante, y la pérdida de
cohesión consecuente con el aumento de humedad.

Si bien puede tenerse la impresión de que todo lo que se ha descrito es una


mera fragmentación, en muchos casos precisamente de ella resulta la formación de
una estructura de pequeños agregados muy favorables para la agricultura, como
pueden ser la migajosa o la granular.

Conviene recordar que los agregados resultantes de este proceso, como así
también los causados por alternancia de hielo y deshielo, son temporales y poco
estables en ausencia de materia coloidal que los estabilice.

Congelamiento y deshielo:

La estructura resultante de este proceso es función del tipo de suelo y de sus


propiedades- fundamentalmente la porosidad y permeabilidad-, de las condiciones en
que el congelamiento y descongelamiento se producen, y del contenido de agua en el
momento de producirse el fenómeno.

Tanto puede ocurrir un aumento en el número de peds, como una dispersión de


los ya existentes, y hasta un efecto casi nulo, cuando el suelo está seco.
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Para que ocurra una de estas alternativas, el factor determinante es la forma en
que cristaliza el hielo, la que a su vez depende de la velocidad de enfriamiento.

Un lento enfriamiento, implica la formación de grandes cristales de hielo en


poros libres de tensión, los cuales se funden parcialmente durante el deshielo,
quedando como núcleos para subsecuentes congelamientos.

Esta formación de grandes cristales conduce a varios fenómenos: por un lado, el


agua al congelarse aumenta un 9% su volumen, con lo que se aflojan los materiales del
suelo; por su parte el agua que rodea a las partículas de arcilla es atraída por el hielo,
generándose una deshidratación que es causa de agregación, sobre todo cuando actúa
en conjunto con la presión ejercida por los propios cristales de hielo.

Si el enfriamiento es rápido, en lugar de grandes cristales, se generan muchos


pequeños, que causan tal número de dilataciones en distintas direcciones que
provocan desintegración.

Si el suelo es muy loéssico y se encuentra sobresaturado, tiende a dispersarse


por completo durante el deshielo.

Suelos de texturas gruesas son poco afectados, porque en sus poros


relativamente grandes, los cristales se acomodan generando escasa tensión.

Vegetación:

Éste es un factor que influye de maneras directas e indirectas.

De forma indirecta, porque produce residuos que se constituyen en fuente


energética para la actividad microbiana generadora de humus cuya acción
estructurante ya ha sido mencionada; y porque forma una cubierta protectora para la
estabilidad de los agregados ante el ataque erosivo en general.

De forma directa, las raíces son activas generadoras de estructuras, ya que


engarzados entre ellas se forman numerosos grumos redondeados, de gran
estabilidad.

Esto se debe a una actividad esencialmente mecánica, en la que cada pelo


radical que crece en el suelo genera una debilidad que finalmente va separando el
material en gran cantidad de grumos, entremezclados con el complejo sistema
radicular.

No obstante, esto no alcanza por sí solo para explicar todo el proceso. Es muy
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probable que una parte importante del mismo tenga que ver con la deshidratación que
ocurre en las proximidades de las raíces mientras la planta absorbe el agua que
requiere para su supervivencia. Esto produce contracción local y superficies de
fractura.

Es también altamente probable que las raíces secreten algún tipo de sustancia
cementante, en acción conjunta con las bacterias y microorganismos.

Lombrices de tierra:

Las lombrices de tierra ingieren, junto con la materia orgánica parcialmente


descompuesta, porciones de tierra, que luego excretan con una forma bien definida de
cilindros.

Por otra parte, al crear galerías confieren permeabilidad al suelo, y exponen en


la superficie materiales antes enterrados, activando también la meteorización,
facilitando la penetración de las raíces, y generando la mezcla de materiales orgánicos
e inorgánicos.

CAMBIOS PRODUCIDOS EN LA ESTRUCTURA POR LA ACCIÓN ANTRÓPICA.

Si bien muchas de las acciones ejercidas antrópicamente suelen conducir a la


degradación, algunas pueden ser beneficiosas para el suelo. Esto se cumple también
para el caso particular de la estructura, a través de alguno de los siguientes agentes y
mecanismos:

Efecto de los cultivos: por un lado tienden a proteger de la erosión, con lo que se
preservan las estructuras, y por otro, la actividad radicular produce granulación y
porosidad.

En todo caso, el grado de afectación del suelo depende en gran medida del tipo
de cultivo involucrado y de su grado de exclusividad. La rotación suele ser beneficiosa
ya que de ese modo se compensa de alguna manera la extracción de determinados
elementos por un vegetal dado, pérdida que se hace irrecuperable en caso de ser
reiterada cosecha tras cosecha.

Efecto de la labranza: puede o no beneficiar al suelo, dependiendo del estado de


humedad en que éste es trabajado, y del número y tipo de operaciones.

Puede generalizarse que el beneficio producido por una actividad determinada,


es neutralizado cuando se la realiza reiteradamente. De allí la tendencia actual a
minimizar el número de operaciones.

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Efecto de los fertilizantes, el limo y los abonos: todos parecen tener influencia
indirecta sobre las estructuras, por favorecer la vegetación y consecuente producción
de materia orgánica.

Aparentemente, en el caso de los abonos, hay una marcada dualidad, ya que el


amoníaco que se produce durante la descomposición tiene efecto dispersante,
mientras que el humus resultante favorece la estructuración. En definitiva, los
resultados son altamente dependientes de la estación del año, el tipo de suelo y la
calidad del propio abono. De todos modos según se ha observado, tienen una
influencia sólo temporal.

En lo que concierne a los fertilizantes, su efecto es más bien químico, y los


cambios físicos resultantes se inducen también de manera indirecta. Mucho se insiste
en el contenido de sodio que podría ser dispersivo si se lo agrega en exceso, lo cual
señala la necesidad de una cuidadosa selección de los fertilizantes para cada situación
particular.

MÉTODOS GENERALES PARA ESTABLECER LA ESTABILIDAD DE LA


ESTRUCTURA DE LOS SUELOS.

La estabilidad de los agregados se refiere a su capacidad para resistirse a la


deformación cuando se ven sometidos a fuerzas tales como las del impacto de gotas
de lluvia, o la humectación, entre otras.

Existen métodos indirectos que la evalúan a través:de la evaluación de:

La porosidad.
La permeabilidad al agua y al aire.
La infiltración.

Hay también métodos directos que determinan el grado de estabilidad siguiendo


uno de dos posibles enfoques. Por un lado, puede estudiarse qué les ocurre a los
agregados cuando se los somete a determinados tratamientos; y por el otro, estudiar
las características del líquido sobrenadante una vez que se ha realizado algún
tratamiento para dispersar los peds.

Uno de estos últimos es ya un clásico, fue propuesto en 1939 por Vageler y


Alten y expresa los resultados a travs de un factor sencillo que se denomina factor
de estructura. Esto es, simplemente la diferencia entre la arcilla total obtenida luego
de la dispersión completa que es parte del análisis granulométrico, y la arcilla que
resulta de una dispersión simple en agua. Cuanto más pobre es la estructura, el factor
resultante más se acerca a cero.

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CONCEPTOS GENERALES SOBRE MANEJO PARA LA ESTRUCTURA.

Siendo la fertilidad del suelo tan altamente dependiente de una buena


estructuración del suelo, se han implementado ciertos tratamientos para mejorar esta
última, algunos de las cuales se resumen a continuación.

a) Incorporación de materia orgánica, cuyo efecto sobre la estructuración


dependerá de factores tales como: la composición química y el contenido de
compuestos fácilmente degradables; el grado de subdivisión; el grado de mezcla que
alcance con el suelo; el momento de su aplicación en lo que hace a condiciones de
humedad y temperatura que faciliten su descomposición e integración con el suelo.

b) Manejo de la vegetación, por la influencia benéfica de las raíces, que


dependerá de su densidad, diámetro, calidad, tiempo de permanencia, etc.

c) Uso de estabilizadores sintéticos.

d) Laboreo.

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SUELOS. INSTITUTO AGUSTÍN CODAZZI. Noviembre y Diciembre de 1973.

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