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APRENDIENDO A VER CON LOS OJOS CERRADOS

Hace muchos años en mi paso por una academia un par de


meses, conocí a un muchacho muy risueño, un chico lleno de alegría, la primera vez que lo vi me
pareció amable, y es que el conocerlo me hizo valorar más a las personas, a la vida, y es que a lo
largo de la vida muchas veces podemos ser por momentos muy superfluos, pero como digo el
conocerlo me dejó una gran lección, es por eso que me gustaría compartir con ustedes
Jorge me enseñó a ver la vida con los ojos cerrados, él un muchacho de sonrisa sin igual, bondadoso
y sabio a la vez. Lo conocí hace muchos años, uno de esos días que llegaba rápido a clase para poder
encontrar un asiento adelante, ya que el salón era grande; entonces me senté delante de Jorge y
Rocio, no olvidaré ese día cuando llegué el profesor hablaba de obras literarias, una de las cosas que
me gustaba, y mientras el profesor bromeaba y comentaba sobre las obras, alcancé a oír a Jorge
que estaba sentado detrás mío, que uno de sus autores favoritos era el que yo también admiraba,
pero me llamo particularmente la atención porque aquel chico había mencionado una de las obras
de este autor que por más que había tratado de encontrar no había hallado esa obra, entonces me
dio tanta curiosidad y en el break volteé y le pregunté, si había leído la obra en particular que yo
había buscado por mucho tiempo y me dijo : “si, es una buena obra, te la recomiendo” me dijo;
recuerdo que era verano y este chico llevaba lentes oscuros, entonces le dije: “por casualidad tendrá
la obra” y me dijo sin dudar : “Si” , entonces le dije: “¿me lo podrías prestar, para sacarle copia y te
lo devuelvo?” y me dijo : “no te preocupes, te lo presto y me lo devuelves cuando termines”, yo
moví mi cabeza mostrando estar de acuerdo, y entonces el me dijo:”uno de estos días traigo la obra
y te la paso”, yo alegre por eso le dije:”entonces me avisas”.

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