Anda di halaman 1dari 6

EL CINERARIO PARROQUIAL

Por Liliana Massocco.


“Porque yo sé que mi Redentor vive y que él, el último, se alzará sobre el polvo. Y después que
me arranquen esta piel, yo, con mi propia carne, veré a Dios. Sí, yo mismo lo veré, lo
contemplarán mis ojos…” (Job 19, 25-27.)1

A raíz de la instrucción "Ad resurgendum cum Christo", el documento de la Congregación para la


Doctrina de la Fe, sobre la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de
cremación (reproducido en documento aparte), vuelve a plantearse el tema de la incineración del
cuerpo de los fieles difuntos y el depósito de las cenizas en un lugar digno.

¿La Iglesia permite la cremación?

Dice el Catecismo:

“Los cuerpos de los difuntos deben ser tratados desde la fe con respeto y caridad, y con la
esperanza de la resurrección final. Darle sepultura a los muertos es una obra de misericordia
corporal, que honra a los hijos de Dios, templos del Espíritu Santo…” (2300 y 2301).

Según la doctrina de la Iglesia Católica, el cuerpo, santificado por su intimidad con el alma, se
convierte en templo vivo del Espíritu Santo.

La Iglesia, durante muchos años, prohibió la cremación por considerarla una actitud de desprecio a
la fe en la resurrección de la carne y la vida eterna, en oposición a la antiquísima tradición de
respeto por el cuerpo (entierro).

Sin embargo, la práctica de la cremación se ha extendido considerablemente en los últimos


tiempos,2 por distintas circunstancias: de practicidad, económicas, culturales, sociales, entre otras.
Los engorrosos trámites de inhumación y la imposibilidad de "visitar" a los seres queridos con la
frecuencia deseada terminaron de convertir lo que era una excepción en la opción más utilizada,
sobre todo en las grandes ciudades, como Buenos Aires.

Al comprobar este aumento de las cremaciones, la Iglesia comprendió que la mayoría de las
personas que optaban por ella no lo hacían por oponerse a la fe en la resurrección. De modo que
decidió aceptarla como un adelanto de la descomposición natural de los cuerpos.3 Dice el
Catecismo:

1
El Libro del pueblo de Dios. http://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PKU.HTM
2
Según los registros del cementerio de la Chacarita, analizados por el P. Lagilla, su ex capellán, hace 20 años se cremaba el 20%
de los fallecidos. Ahora optan por este procedimiento el 60% de las familias de los difuntos (2008).
3 El Código de Derecho Canónico declara, que “La Iglesia sinceramente recomienda que la piadosa costumbre de enterrar el cuerpo
de los difuntos se observe; sin embargo, no prohíbe la cremación, a menos que haya sido elegida por razones contrarias a la
enseñanza cristiana”. …Por eso hay que subrayar que “los restos cremados de un cuerpo deben ser tratados con el mismo respeto
dado a los restos corporales de un cuerpo humano. Esto incluye el uso de un recipiente digno para contener las cenizas, la manera
en que son llevadas, el cuidado y la atención para colocarlas y transportarlas de manera apropiada, y la disposición final… (que)
siempre debe reflejar la creencia cristiana en la resurrección…”
“La Iglesia permite la incineración cuando con ella no se cuestiona la fe en la resurrección del
cuerpo (cf. CIC can. 1176 § 3).”4

Ahora bien: también se ha comprobado que, una vez superado el impacto del duelo, muchas
familias no saben qué destino dar a las cenizas de su ser querido. La Iglesia se opone tanto a que
sean esparcidas, como a tenerlas guardadas en la casa, Por el contrario, y velando por la dignidad
de la persona, aconseja que se depositen en un espacio especialmente consagrado, que invite a
rezar por el alma de los difuntos.

La idea es retomar la tradición ancestral del ‘camposanto’, ese espacio dentro del lugar de culto (o
cerca), donde los primeros cristianos enterraban a sus difuntos. Como no siempre es posible que
junto a la parroquia se encuentre un enterratorio -como ocurre en pequeñas o muy antiguas
ciudades y pueblos- se crearon los cementerios (como Chacarita o Flores) y los cementerios
privados, que deben cumplir, entre otros, con el requisito de tener una capilla para celebrar
responsos, misas, bendiciones, etc.5

Por todo esto, el padre Miguel Angel Lagilla,6 con el equipo de Pastoral de los Difuntos, formado
por varios capellanes de cementerios públicos y privados del conurbano bonaerense, recomiendan:

"… sería provechoso que en determinados templos, ya sean parroquias, iglesias o santuarios,
se diera un espacio físico a las cenizas de los cuerpos de los hermanos difuntos, con la mesura y
decoro que la Iglesia siempre ha mostrado en ese aspecto". Ese espacio se puede denominar
"cinerario" y un rito adecuado contribuirá al acompañamiento de ese momento tan especial con el
que culmina la despedida visible del ser querido.7

A partir del permiso de la Iglesia para cremar, las parroquias comenzaron a ser depositarias de las
cenizas de los fieles difuntos y nacieron los cinerarios.8 Gracias al P. Lagilla, su mentor, la ciudad
tuvo el primero, en 2002, construido en el atrio de su parroquia, Todos los Santos y Ánimas, de
Chacarita.9 Así, las cenizas descansan en un lugar digno, destinado a la oración y el consuelo, al
encuentro con el Señor y conforme a la esperanza cristiana en la resurrección final. Jesús con su
muerte en la cruz venció nuestra muerte y nos regaló la Vida eterna. Esta es la Buena Noticia, el
motivo de nuestra fe y la respuesta al misterio del hombre:
“si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe y también nuestra esperanza” (San
Pablo, 1Cor.15,14).

Así como Cristo resucitó y vive para siempre, todos nosotros resucitaremos el último día; nuestra
vida no termina con la muerte.

4En 1963, de la mano del papa Pablo VI, la Congregación para la doctrina de la fe, y también el Canon 1176 del nuevo Código de
Derecho Canónico de 1983, determinaron que no existen problemas con respecto a la cremación en sí misma, sino con el motivo.
por el que se hace. “Se puede conceder las exequias cristianas a quienes han elegido la cremación de su propio cuerpo, a no ser
que conste que fue elegida por motivos contrarios al sentido cristiano de la vida”.
5 http://directoriocatolico.blogspot.com.ar/2012/08/los-cinerarios-parroquiales.html
6El P. Miguel Ángel Lagilla, junto con el P. Eduardo González, propusieron la idea de la necesidad de cinerarios en la ciudad al
Arzobispado de Buenos Aires, a cargo del entonces cardenal Jorge Bergoglio, actual papa Francisco.
7 González, Eduardo A., “La Pastoral de los difuntos y sus cenizas”, en: Pastoral Sacramental, Ediciones San Pablo.
http://www.sanpablo.com.ar/vidapastoral/nota.php?id=143
8 Concretamente, es una fosa de varios metros de profundidad. Según el cálculo del P. Lagilla, en un metro cúbico caben las
cenizas de 5000 personas.
9 Ídem.
"Tener cinerarios… es… dar a los muertos el lugar que les corresponde en el cuerpo místico
que es la Iglesia", explicó Lagilla, y contó que el término usado para denominar estas fosas fue
tomado de un ritual de exequias español. "Según nuestro lenguaje correspondería llamarlos
ceniceros, pero no nos pareció una palabra digna para esto", dijo el sacerdote.10

Mensualmente, en cada parroquia que posee cinerario, se celebra la Eucaristía por los difuntos y
la comunidad reza por su vida eterna y para que se renueve nuestra fe y esperanza en Cristo
Resucitado. El depósito de las cenizas es a perpetuidad y se registra en un libro especial; la familia
recibe un certificado de dicho depósito y algunas parroquias entregan una tarjeta, con la foto del
cinerario y la fecha del depósito de las cenizas, con el siguiente texto:

“Estoy a la orilla del mar. Una nave iza sus velas blancas en la brisa matutina y navega hacia el
océano. La miro hasta que se desvanece en el horizonte y a mi lado alguien se apresura a
comentar: ‘Ha desaparecido’. ¿Desaparecido? ¿Dónde? La pérdida de vista está en mí, no en ella,
que sigue navegando con toda su capacidad. En el preciso instante en que alguien menciona su
‘desaparición’, hay otros que la ven llegar y otras voces entonan el alegre grito: ‘¡Allá viene!’
Así es la muerte.”

Sin dudas

El hecho de que las cenizas de todos los difuntos estén juntas, se mezclen,

“no es un obstáculo para la resurrección final: cuando Cristo vuelva por segunda vez en su
Gloria, todos resucitarán, misteriosa pero realmente… con su propio cuerpo. La mezcla, por tanto,
no es impedimento para el poder del Señor, Resucitado y Resucitador.”11

Tener a nuestros seres queridos en el cinerario parroquial es, de alguna manera, compartir con
ellos un espacio cotidiano, mantener encendida la esperanza de que la separación no es para
siempre y reconocer que la muerte ha sido vencida por aquel que nos da la vida.

La Iglesia, que acompañó sacramentalmente al católico durante su peregrinación terrena le ofrece


al fin de su camino su casa, para que descanse en paz, en espera del prometido encuentro
definitivo con Dios.

Repetimos: la Iglesia no propicia la cremación, pero la acompaña, y, al ofrecer el cinerario, se


recupera el concepto de celebrar vida y muerte en el mismo lugar; donde la gente ha vivido su fe,
se la entierra.

El P. Lagilla dice que el cinerario es otro invento argentino. "No conozco que existan de la forma
que lo hacemos acá en otro lugar del mundo".12

10 Ídem.
11 http://basilicadeitati.org.ar/basilica/index.php/la-basilica/el-cinerario-de-la-basilica-de-itati
12 “Las iglesias reciben cenizas de difuntos”, en: “La Nación”, 30 de junio de 2008.
Parroquia Todos los Santos y Ánimas. Chacarita. Primer
cinerario de la ciudad de Buenos Aires. 2002.

Parroquia Inmaculada Concepción (la Redonda Parroquia San Antonio de Padua. Parque de
Belgrano) los Patricios
Nuestra Señora del Pilar

Nuestra Señora de La Rábida. Montserrat

Y para finalizar, la conclusión de la Pastoral Urbana, en un encuentro realizado en el Seminario de


Buenos Aires:
“… los cinerarios son una luz de esperanza frente a la muerte, invitan a la oración y son lugar
de encuentro a la luz del Kerigma13 para la comunidad. Por otro lado, el tema de la muerte y del
‘más allá’, debe ser mirado desde ‘el más acá’, y plantea el desafío de mostrar que somos testigos
de la ‘vida eterna’.”14 Aunque el deudo esté desconcertado muestra su esperanza, por el solo
hecho de ir a la parroquia a llevar las cenizas de un ser querido.

Fuentes consultadas:

- “Los cinerarios parroquiales en la Pastoral Urbana”. Aica, lunes 21 de noviembre 2016.


- González, Eduardo A., “La Pastoral de los difuntos y sus cenizas”, en: Pastoral Sacramental,
Ediciones San Pablo.
- Panigo, Olidio José: Basílica Guadalupe
http://www.basilicaguadalupe.org/modules.php?name=News&file=article&sid=50
- http://www.diariouno.com.ar/mendoza/disenan-un-nicho-llevar-las-cenizas-los-difuntos-20160410-
n241036.html
- Parroquia San Juan Bautista de Valentín Alsina, Lanús Oeste.
http://parroquiasjuanbautista.blogspot.com.ar/2010/01/cinerario-parroquial.html
- http://jesus-misericordioso.org/beta/cinerario
- http://www.arquimendoza.org.ar/mailing/Folleto%20Cinerario.pdf

13 El término kerygma proviene del griego κήρυγμα ('anuncio', 'proclamación'), mensaje.


14 “Los cinerarios parroquiales en la Pastoral Urbana”. Aica, lunes 21 de noviembre 2016.

Anda mungkin juga menyukai