Escarapelas
La tradición considera que la escarapela argentina surgió, por lo menos, entre los días
22 y 25 de mayo de 1810. En esas fechas de la Revolución de Mayo, los patriotas
llamados "chisperos" (apodo despectivo puesto por los realistas que querían seguir
subordinados a España), cuyos jefes más notorios eran Domingo French y Antonio Luis
Beruti, repartían cintas entre los adherentes a la liberación. Hay quienes suponen que
eran rojas, blancas con la figura del rey depuesto, y celestes y blancas como los colores
que identifican aún hoy a la dinastía de los Borbones, reconocidos entre los partidarios
de una monarquía limitada por una carta constitucional y un parlamento (monarquía
ilustrada).
En 1812, las tropas a las órdenes de Manuel Belgrano comenzaron a utilizar una
escarapela bicolor azul-celeste y blanco. El mismo Belgrano expresó en un informe
oficial que no usaba el rojo "para evitar confusiones", ya que los ejércitos "realistas" (es
decir, los españoles y sus adictos) usaban ese color. El 13 de febrero de 1812 Belgrano
propuso al gobierno la adopción de una escarapela nacional para los soldados y 10 días
después la adoptó luego de que el 18 de febrero de 1812 la Junta declarara abolida la
escarapela roja y reconoció la blanca y celeste.
Este será el color de la nueva divisa con que marcharán al combate los defensores de la Patria
Manuel Belgrano, 13 de febrero de 1813
Sólo cinco años más tarde, el 20 de julio de 1816, el Congreso de Tucumán consagró
definitivamente el pabellón celeste y blanco.
La bandera
(...) el pueblo se complacía de la señal que ya nos distingue de las demás naciones (...)
En enero de 1813 Belgrano volvió a confeccionar otra bandera, lo cual fue aceptado por
la Asamblea del Año XIII al iniciar sus deliberaciones el 31 de enero de 1813, siempre
y cuando fuera sólo usada como bandera del Ejército del Norte, y no del estado.